You are on page 1of 14

DEJA DE LLORAR

Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar
dentro del sepulcro; 12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el
uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto, Y le dijeron:
Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han
puesto. 14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía
que era Jesús.” Juan 20:11-15

INTRODUCCCION
Todos pasamos momentos difíciles en nuestras vidas. Momentos cuando tenemos que
llorar, momentos cuando la vida te da golpes tan fuertes que sientes que no vas a soportar
y lloramos, porque es algo bien normal, bien natural, pero viene Dios y te da palabra de
aliento, palabras de ánimo, de esperanza y tu empiezas a sentir nuevas fuerzas.
el problema está en que muchas veces aunque Dios venga y nos dé palabras de ánimo, de
aliento, de esperanza, parece ser que nosotros no queremos ser consolados sino que
queremos pasar todo el tiempo llorando y lamentándonos por cosas que ya pasaron, cosas
que ya quedaron atrás y por más que Dios nos hable no queremos soltar nuestro pasado.
María estaba llorando, y trataba de mirar en la tumba; cada vez que tú miras mientras
lloras, no ves lo que Dios está haciendo. Tus lágrimas siempre van a distorsionar lo que Dios
está haciendo en tu vida. No es la situación la que te confunde, sino el tratar de mirar a
través de tus lágrimas. Deja de llorar que llego el tiempo nuevo para ti.
Esta mujer tiene la experiencia de estar frente al milagro más grande, más poderoso, y no
lo pudo reconocer. De la misma manera, tú puedes tener delante de ti la experiencia más
grande con Dios, pero si la miras a través de tus lágrimas, vas a cuestionar dónde está
Jesús. Sus lágrimas la hacían perder de vista lo que Dios estaba haciendo; hacían que ella
no pudiera ver que se había cumplido la Palabra. Cristo había resucitado
Y hoy resucita tu matrimonio, tu vida, tu familia, tu casa, tus finanzas, tus hijos, pero deja
de llorar y dale gracias a Dios.
María por estar llorando no pudo reconocer a Jesús, es hora mujer de dejar de llorar por
ese problema, por esa situación, Dios va cambiar las cosas, en tres días todo cambiara dice
el Señor, así como resucite a mi hijo, así lo hare contigo.
Hoy Dios te pide dos cosas:
1. SECA TUS LÁGRIMAS
Deja de llorar, que tu milagro viene en camino. Cada promesa de Dios para tu vida, está a
punto de cumplirse; Dios ha estado haciendo una obra en ti, y pronto veras los resultados
Las lágrimas de esta mujer eran lágrimas de amor; ella amaba a Jesús. Pero por estar
llorando no vio a Jesús resucitado, deja de llorar para que veas tu milagro, tus cosas
perdidas, van a resucitar, lo que se había ido, vendrá, y lo que te quitaron, volverá a ti de
nuevo. Seca tus lágrimas para que veas hoy tu milagro, Jesús esta aquí.
Le dolía la muerte de Cristo, y se pone a llorar frente a la tumba, sin darse cuenta que él
había resucitado, y que todo estaba bien. Seca tus lágrimas, que lo que había muerto, hoy
Dios lo está resucitando, algo poderoso va a ocurrir a tu favor.
No te pases todo el tiempo llorando por el problema o la dificultad que viviste, Dios cambia
el tiempo a tu favor, mira las cosas sin llorar y veras tu milagro. Ya no llores, tal vez llevas
años llorando esa pérdida y no le has permitido a Dios cambiar tu lamento en baile,
mostrarte aquello que tiene para ti.
Si sigues llorando en tu vida, no veras los grandes milagros de Dios para tu vida, ni el camino
de bendición cuando él te lo indique. A la viuda de Nain Jesús tuvo que decirle mujer no
llores más, para poder recibir a su hijo resucitado, porque quien llora demasiado, se
encierra en su problema y no ve las cosas que Dios hace a su favor, deja de llorar dice el
Señor, para que veas lo que entrego en tu mano.
No mires la tumba a través de tus lágrimas, porque estas mirando, a través de la
culpabilidad, del dolor de tu pasado, lo que vas a ver es lo que no pudiste hacer, lo que no
pudiste alcanzar, lo que no pudiste lograr; cuando veas la tumba, lo que tienes que mirar
es el poder de Dios, que hace milagros todos los días y puede hacerlos a nuestro favor.
Muestra tu agradecimiento a Dios, tu amor por él; pero es él quien comienza y termina las
cosas, y tiene el poder para hacer lo sobrenatural. No llores más, mira el milagro.
No mires más a Cristo a través de tus lágrimas, de tu dolor, de tu llanto; porque tu llanto lo
que hace es distorsionar lo que él está haciendo en tu vida, estarás buscando entre los
muertos a Aquel que está vivo. Tu milagro ya ocurrió y no lo has visto, abre tus ojos.
Seca tus lágrimas, y comienza a ver lo nuevo de Jesús en tu vida, el trae la alegría, el gozo,
el nuevo amanecer a tu familia, a tu matrimonio, a tus finanzas.
2. ABANDONA LA ZONA DE TRISTEZA Y DOLOR
Muchos se lamentan por cosas que pasaron hace tiempo, y toda su vida pasan
lamentándose. Y empiezan a recordar cosas del pasado, cosas del ayer que no le permiten
a Dios hacer las cosas que él quiere hacer con nuestro presente y así nunca lograremos ver
el futuro que Dios tiene para nosotros. No desean abandonar esa zona de tristeza y dolor.
Muchos cristianos viven tristes y con dolor, sus pensamientos los llevan a la amargura y
frustración, porque siempre andan llorando y no ven que la tumba esta vacía, ya Dios hizo
el milagro por ti, tu enfermedad ya no existe, tu problema ya Jesús lo resolvió, tu situación
cambio, pero seca tus lagrimas para que veas lo que está pasando a tu alrededor.
Tu dolor distorsiona lo que Dios está haciendo en tu vida. Cuando miras a tu alrededor lo
que ves es lo que no has podido alcanzar y la gente que te juzga. Cuando miras la obra de
Jesús a través de tu llanto, no puedes ver lo divino que él está haciendo en tu vida.
Dios quiere hacer una nueva creación en ti; pero por tu dolor no ves los cambios en tu casa,
cuando te seques las lágrimas, entonces veras los grandes hechos del Señor a tu favor, deja
de dolerte y quejarte todo el tiempo, para que el Dios derrame sus bendiciones sobre ti.
Es imposible ver lo de Dios, mientras tus ojos están llenos de tristeza y dolor. Tu mirada y
tus pensamientos se distorsionan. Cada vez que tú te acerques a Dios, hazlo esperando ver
las cosas hermosas que tiene para ti, lo que está pasando en el cielo para bendecirte.
Mira cómo Dios está colocando orden en tu vida, para ver su gloria, que puedas ver lo
sobrenatural. Abandona la zona de dolor y frustración y mira los cielos abiertos del Señor
para tu casa, para tu familia.
Tienes que salir de tu zona de dolor y tristeza para que veas el poder de resurrección de
Cristo puede quitar de tu vida, un vicio, una atadura, una depresión, una tristeza, un dolor.
Deja tu vieja ropa, tus tristezas y dolores, cuando la gente te venga a buscar, ya no vas a
estar vestido de depresión, de tristeza, de amargura; vas a tener una sonrisa, te van a ver
libre, caminando con confianza, con seguridad; verán una persona totalmente restaurada.
Lo que hace falta es el poder de resurrección de Cristo que te haga dejar la vieja vida. Todo
aquello que no te deja vivir la vida que Dios tiene para ti, hoy termina tus tristezas y tus
dolores, Dios te creo para que disfrutes una vida llena de bendiciones y alegrías con los
tuyos.
A partir de hoy, Dios cambie tu situación, la depresión, la frustración, la tristeza sale de tu
vida, viene un milagro de aceleración en tu vida, donde lo ordinario se convierta en
extraordinario. Aquello que se suponía tomara mucho tiempo, ocurrirá en menos tiempo.
CONCLUSION
Deja de llorar, para que puedas ver lo nuevo de Dios en tu vida.
LA SABIDURÍA TRAE PROSPERIDAD

La pobreza es resultado de diferentes circunstancias, pero mucho más de nuestras


decisiones. Hay ciertas decisiones que tú tienes que tomar en tu vida para poder vivir por encima
de ese nivel de pobreza financiera, emocional o espiritual.

“3 Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; 4 Y con ciencia se llenarán las
cámaras de todo bien preciado y agradable.” Proverbios 24:3-4

En aquellos tiempos, se guardaba la abundancia en cámaras, en cuartos; y esta escritura nos dice
que estas cámaras se llenan de abundancia cuando el hombre tiene sabiduría, ciencia,
entendimiento. Cuando carecemos de las ideas, los pensamientos, la revelación correcta; cuando
no procuramos el conocimiento en todas las dimensiones, en nuestras cámaras hay
escasez. Como creyentes, tenemos que tener claro que nos movemos en diferentes dimensiones;
la natural, la espiritual; y tenemos que sabernos mover en ellas.

En una ocasión, Jesús dijo: ¡Cuán sagaces son los hijos de las tinieblas! En otras versiones, dice:
¡Ojalá los hijos de la luz fueran tan sagaces como los hijos de la tinieblas, y utilizaran las riquezas
injustas para tener recompensas eternas! Jesús reconocía que puedes ser muy inteligente
espiritualmente, pero carecer de sabiduría en lo natural. Una cosa no compensa la otra; hay
sabiduría natural, y sabiduría espiritual, y tenemos que movernos en ambas.

La Biblia nos habla, en 1 Reyes, de aquella viuda que va donde el profeta y le dice: Tu siervo me
dejó endeudada de tal manera que se vienen a llevar a mis hijos. Aquel era un hombre creyente;
servía al profeta, por lo tanto, servía a Dios. La unción de este hombre, su contacto con el profeta,
no evitó las malas decisiones que le llevaron a endeudarse; porque tenemos que ser sabios con la
unción, con el poder y en el espíritu, y tenemos que ser sabios en lo natural. La cuenta de banco
no se llena si no estás aprendiendo. No se trata de tener títulos universitarios. Hay gente
próspera que no tiene un título universitario, y hay gente pobre que sí lo tiene. Hay gente
próspera que no ha pisado una universidad, pero han sido lo suficientemente inteligentes para
aprender por su cuenta acerca de negocios. El problema es que hay quien nunca busca ninguna
sabiduría; no buscan cómo aprender algo nuevo, cómo progresar; muchos no buscan la sabiduría
de la Palabra. La Biblia habla acerca de cómo tratar con tu jefe, con tus empleados, con
momentos difíciles, con tu familia, con tus semejantes, con tus finanzas. Cuando tú comienzas a
estudiar la Palabra, Dios te da revelación; por lo tanto, desaparece la pobreza de tu vida.

Cuando tú eres sabio mental y espiritualmente, y aprendes la sabiduría de Dios, tu vida económica
comienza a cambiar. Hoy es un buen día para que tú decidas perseguir la sabiduría. Aspira a esto
para que entiendas todo lo que Dios tiene para ti.
“5
Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se
apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.” Proverbios 21:5

Una de las cosas que provoca que una persona llegue a pobreza es vivir alocadamente, sin
planificación, sin la debida dirección hacia lo que tiene que hacer. Cuando tú no planificas, alguien
lo hace por ti; cuando tú no estableces un plan, alguien lo va a hacer por ti.
Planificar es proyectarse hacia el futuro, establecer metas con fechas en que deben ser
alcanzadas. Esta planificación te permite tomar las decisiones correctas. Si deseas bajar de peso,
necesitas planificarte. La tentación de comer lo erróneo cambiaría si, de antemano, decides lo que
vas a comer. Si miras el menú y preguntas por las ofertas, tu mente divaga entre estas opciones y,
por no planificarte de antemano, ahora estás dirigido por el impulso.

Esto nos lleva a otra razón por la que llega pobreza: El tener prioridades incorrectas. La poca
planificación te lleva a tener malas prioridades, y las malas prioridades te hacen vivir bajo impulsos
emocionales.

“17 Hombre necesitado será el que ama el deleite, Y el que ama el vino y los ungüentos no se
enriquecerá.” Proverbios 21:17

El hombre que vive alocadamente, que no planifica, que permite que las tentaciones lo lleven de
un lado a otro, que se deja llevar por los impulsos, no se enriquecerá. Toda compra es una
decisión emocional. Compras comida porque tienes hambre, pero el lugar donde decides comer y
lo que decides comer es emocional. No tienes que comerte el pastel; el problema es que sientes
que mereces ese disfrute, por lo duro que has trabajado. Cuando permites que sean tus impulsos
los que te lleven a tomar tus decisiones económicas, tu vida se distorsiona. Piensas que no lo
haces así, porque todo lo compras en oferta; pero probablemente compras cosas que no
necesitas, meramente porque están en oferta; eso es una decisión emocional.

Hace falta sabiduría, planificación y establecer tus prioridades correctas, para que no vivas bajo los
impulsos de tu carne. Si tú quieres vivir en riqueza, en bendición, aprende estas tres cosas. El Dios
al que tú le sirves quiere que tú vivas en abundancia. Busca de Él, de su sabiduría, su revelación, y
experimenta esa libertad en la que Él quiere que tú vivas.

La sabiduría trae abundancia

Hay diferentes tipos de pobreza, de escasez; hay diferentes niveles. Está la pobreza natural o física
por causa de la necesidad de algo material; está la escasez económica; la mental; porque hay
personas que sus pensamientos le llevan a la pobreza. Y la peor de las pobrezas, la
espiritual. Cuando alguien carece espiritualmente, carece todo entonces; puedes tener dinero,
finanzas, pero si espiritualmente escasea Dios en tu vida, eres la persona más pobre del mundo. Si
lo que tienes es solamente dinero, pero no tienes conexión con Dios, entonces no eres una
persona realmente próspera.

Varias cosas nos llevan a la pobreza, ya sea espiritual, mental o natural. Algo que hace que llegue
la pobreza a tu vida es no conocer el deseo, la intención de Dios. La religión, la tradición ha
provocado que nos sintamos mal, que pensemos que, mientras menos dinero y cosas materiales
tengamos, más espirituales somos. Se ha espiritualizado la pobreza, y todo lo relacionado a la
abundancia es malinterpretado. El deseo de Dios es prosperar a sus hijos. 3 Juan 1:2 dice: Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu
alma. Dios desea que tú prosperes, que progreses.

En el Antiguo Testamento, Dios da diez mandamientos que, quien los siguiera, prosperaría. Dios le
dijo a Josué: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás
en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Por lo tanto, la persona que prospera es aquella que
vive bajo los principios de la palabra del Señor.

Jesús dijo que sería difícil que un rico entrara al reino de los cielos; pero también dijo “Ahora ha
llegado la salvación a esta casa” cuando, en el capítulo siguiente, Zaqueo, un rico, puso en orden
su relación con las finanzas, entrando en un nivel de relación con Dios como nunca antes. Pero,
sobre todas las cosas, el seguir a Cristo era lo que terminaría prosperando abundantemente al
joven rico. Los discípulos se preocuparon con el comentario de Jesús, y preguntaron cómo
entonces entrarían ellos al reino de los cielos. Y el Señor dice: Cualquiera que haya dejado casas, o
hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien
veces más, y heredará la vida eterna. Él estaba diciendo: Yo te voy a prosperar; tu decisión de
seguirme te va a prosperar. De la misma manera, tú no vas a llegar a la pobreza, mientras
comprendas que el Dios al que tú le sirves quiere bendecirte, prosperarte, verte bien.

Deuteronomio 28 nos habla acerca de las bendiciones de la obediencia, de donde podemos inferir
que se llega también a la pobreza por la desobediencia a los principios de la palabra del
Señor. Todas estas bendiciones, dice la Palabra, que vendrían por escuchar atentamente la voz de
Jehová y poner por obra sus mandamientos. En contraste, del verso 15 en adelante, habla acerca
de las maldiciones de la desobediencia, que vendrían por no oír la voz de Jehová para procurar
cumplir sus mandamientos. El resultado de la desobediencia es pobreza, problemas.

Tú sabes lo que va a pasar si tus hijos desobedecen; no es que tú tengas un mal deseo para ellos,
pero tú sabes que, si no hacen lo que tienen que hacer, eventualmente llegarán a maldición. De la
misma manera, es el deseo de Dios que tú prosperes; y para esto, tienes que obedecerle. Si
entendieras esto, obedecerle sería fácil. Cuando tú no entiendes el deseo de Dios, entonces,
obedecerle es complicado. Si tus hijos entendieran que tú lo que deseas es lo mejor para ellos,
cuando tú dieras una instrucción, no vendrían pensamientos de rebeldía, sino que concluirían que
lo que les exiges es porque es para su bien.

La persona que se rebela es la que piensa que aquel a quien tiene que obedecer no tiene las
mejores intenciones. Eso fue lo que pasó con Eva. La serpiente le dijo: Dios te ha dicho que no
comas de este árbol porque Él sabe que, si lo haces, serás igual que Él. En otras palabras, puso
duda en la intención de Dios al decirles que no comieran de aquel árbol. Y ahora, cuando Eva
pierde su perspectiva de quién es Dios y lo que quiere para ellos, piensa que Dios lo que quiere es
retener algo de ellos, algo demasiado bueno, algo que Él –por capricho – no les quiere
dar. Cuando tú piensas de esta manera, vives en rebeldía.

El joven rico era rico precisamente por cumplir con la ley. Él preguntó a Jesús cómo obtener la
clase de vida que Jesús tenía, a lo que Jesús respondió: Cumple con los mandamientos, con la
ley. Y el joven rico dijo: Siempre la he cumplido. Por eso era un hombre próspero, bendecido;
porque había cumplido con la ley. Todo aquel que cumple con la ley, es una persona que
progresa, que prospera y que es bendecida. Aquel que desobedece, pagará las consecuencias de
su desobediencia.

Si tú quieres vivir en bendición, tienes que entender que desconocer el deseo de Dios para tu vida
trae pobreza, y que también la desobediencia te empobrece. El no obedecer a Dios, muchas
veces, es resultado de no conocer el deseo de Dios. Cuando tú conoces que el deseo de Dios es
prosperarte y bendecirte y lo mejor para ti, entonces, todo lo que Él te pide lo haces con gozo, con
alegría.

APRENDE DE LOS SABIOS

Una persona que vive en presunción es una persona que, de manera alocada, toma decisiones
hoy, asumiendo que en el futuro todo va a estar bien, no por fe, sino irresponsablemente.

“No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.” Proverbios 27:1

No pienses que mañana vas a tener la misma fuerza que tienes hoy, la misma gente, las mismas
conexiones. El problema es que muchos planifican sus vidas, asumiendo que todos los factores
van a permanecer constantes; es así que cometen el error de tomar deudas. Tomamos una deuda
bajo presunción, pensando que la vamos a pagar en el futuro, basado en los recursos o factores
con los que contamos hoy. Tienes hoy tal trabajo, recibes cierta cantidad de dinero, y piensas que
por los próximos treinta años va a ser igual. Pero sabemos que no necesariamente es así; las cosas
cambian, y en estos tiempos vivimos a velocidades impresionantes; por lo que no debemos asumir
que los factores van a permanecer constantes. Lo único constante con lo que tú puedes contar
hoy y siempre, es Dios. Las deudas no se toman por fe; te dan un préstamo basado en los factores
presentes, que no son constantes en tu vida.

“13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y
traficaremos, y ganaremos; 14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15 En lugar de
lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.” Santiago 4:13-15

No cometas el error de asumir que los factores que tienes hoy son constantes por el resto de tus
días; ten cuidado, no presumas de eso. Quizás algún día tuviste esa idea, y hoy experimentas un
tiempo de pobreza, escasez y tristeza, porque habías hecho planes con gente que, por la razón que
sea, ya hoy no están. Por eso es que tienes que aprender a depender única y exclusivamente del
Dios Todopoderoso. No es que no pienses que todo va a estar bien, es que no tomes decisiones
basadas en factores que tienes hoy, pero que tú sabes que no son constantes, consistentes;
porque eso sería presunción; estarías cometiendo un grave error y, eventualmente, llegaría la
pobreza a su vida.

Una de las peores cosas que muchos cristianos hacen es prestarse para ser codeudor o
fiador. Decide hoy que tú no le das tu firma a nadie para un préstamo. No seas fiador de
nadie. Cuando tú comprometes tu palabra de esta manera, tú no sabes cuántas cosas van a
cambiar en la vida de esa persona, que eventualmente afectarán el compromiso que esa persona
está haciendo para el cual tú estás fiando. Si tú lo vas a hacer, tienes que estar listo para cumplir
con ese compromiso. El día que tú pongas tu firma, tú tienes que estar consciente que, si esa
persona no paga, tú vas a tener que pagar; tienes que asegurarte que tus decisiones financieras no
se vean afectadas por las decisiones de otros.

“6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. 7 El rico se
enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.” Proverbios 22:6-7
Tan pronto tú prestas tu firma, estás firmando tu sentencia, haciéndote esclavo de esa
deuda. Hoy, muchos están resentidos con otros; tomaste la decisión de darle tu firma a alguien, y
ahora esa persona te quedó mal. O quizás prestaste dinero a alguien, y te han quedado
mal. Tienes que tener cuidado. No des tu firma; no pongas tu firma en ningún lugar, a no ser que
estés dispuesto a responder cuando las cosas cambien.

La pobreza llega, además, por no aceptar consejo de gente sabia. Quien no acepta consejos en su
vida, nunca prospera.

“8 El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas; Pero el pobre no oye censuras.” Proverbios
13:8

El pobre no oye advertencias, consejos; o los oye de personas que están peor que él. Hay quienes
critican a los que prosperan, a los que progresan, en vez de acercarse y escuchar consejo de cómo
lo hicieron; pero entonces, prestan atención a otros que no han tenido resultados positivos,
terminando en el mismo lugar de fracaso. Aprende a buscar consejo, a asesorarte, a preguntar a
la persona correcta por su opinión, gente que tú sabes que está teniendo resultado. Busca y sigue
consejo, y permite que tu vida sea dirigida.

No vivas en presunción, no seas codeudor de nadie, y aprende a buscar consejo; no rechaces el


consejo de las personas indicadas.

LA SABIDURÍA Y LA REVELACION

Dios te muestra sabiduría, revelación; su Espíritu activa tus ojos espirituales para ver otra
dimensión de la información. Si tú quieres prosperar, tienes que entender lo importante de la
información, de la revelación y de la sabiduría. El mundo tiene información, pero Dios puede
darte sabiduría y revelación para llevarte a un nuevo nivel.

A través de toda la Biblia, varias cosas ocurren con los hombres y mujeres que reciben revelación y
sabiduría para tiempos en particular: 1. Su condición cambia. 2. Su comprensión cambia,
llevándoles a ubicarse en el lugar correcto para ver la mano de Dios obrar a favor de ellos. 3. Su
curso de vida cambia; sus decisiones cambian, dirigiéndoles al lugar que Dios les ha prometido.
Ahora les gobierna esa revelación, esa sabiduría.

La persona que solo vive bajo información toma decisiones erróneas. En un momento dado, hubo
riñas entre los empleados de Lot y los de Abraham. Tuvieron que separarse; Abraham le dijo a Lot
que escogiera para qué lado irse. Lot vio que los campos cerca de Sodoma eran muy bonitos; la
información en aquel momento le decía que la mejor decisión era irse a aquellos campos. Esa
información lo llevó a prosperar temporeramente, pero eventualmente se convirtió en maldición
para su vida. Al final, Lot sale huyendo de aquel lugar, y pierde a su esposa. Nunca más volvemos
a saber de Lot, pero sí se nos dice mucho más de Abraham. En ese momento en que Lot toma una
decisión basada en información, Dios le da a Abraham revelación y sabiduría; le dice: Mira los
cielos. Abraham estaba mirando el monte rocoso que le había tocado; la información decía que
Lot había tomado la mejor parte. Pero Dios le dice: Mira bien, te voy a dar revelación; te voy a
prosperar, te voy a engrandecer, te voy a bendecir; tu condición va a cambiar, tu comprensión de
quien Yo soy va a cambiar, y el curso de tu vida va a cambiar; abre bien los ojos.
Así vemos a través de toda la palabra la vida de uno tras otro cambiar cuando recibe revelación y
sabiduría. José fue vendido, estuvo esclavo, preso; pero un día el rey tuvo un problema y lo
mandaron a buscar; y José recibió sabiduría y revelación basado en el entendimiento, en la
información, en las ideas que el rey tenía en ese momento, y la condición, la comprensión y el
curso de vida de José cambiaron para siempre. Él comprendió que aquel sueño significaba siete
años de escasez y siete de abundancia, que tenían que prepararse. Con esto, su condición de
esclavitud, de preso, cambia a un lugar de riqueza; y el curso de su vida, que iba de mal en peor,
cambia para siempre.

Que el espíritu de sabiduría, de revelación, se manifieste en ti de manera sobrenatural, cambiando


tu comprensión de los asuntos, tu condición y el curso de tu vida. Tú vas a ver todas las cosas
transformarse en tu vida, en el nombre que es sobre todo nombre.

EL PODER DE LA RESURRECCION

El poder de la resurrección está en el cambio de naturaleza. Buscaban a Jesús en la tumba, pero


quien se levantó fue Cristo, una nueva naturaleza, vestido de nuevas ropas. Al sacar a Lázaro de
los muertos, Jesús dijo: Desatadle; estaba cubierto con las vendas con las que lo habían
sepultado. Esto nos habla de cómo tenemos que tratar a los que están siendo levantados de los
muertos; predicamos la palabra del Señor, Él los llama, y tenemos que desatarlos. Pero una cosa
es que te quiten las vendas; otra, que tú resucites. Cuando tú resucitas, por ti solo dejas la ropa. A
Cristo, nadie le quitó nada; y, cuando tú vas la iglesia, te ayudan a quitarte algunas vendas, pero
hay cosas que solo el poder de resurrección puede quitar de tu vida; hay un vicio, una atadura, una
depresión, una tristeza, un dolor que solo a través de una experiencia con el Cristo resucitado, tú
la puedes dejar.

Deja tu vieja ropa y, cuando la gente te venga a buscar, ya no vas a estar vestido de depresión, de
tristeza, de amargura; vas a tener una sonrisa, te van a ver libre, caminando con confianza, con
seguridad; verán una persona totalmente restaurada. Lo que hace falta es el poder de
resurrección que te haga dejar la vieja vida. Todo aquello que tú has querido quitarte, de lo que tú
has querido zafarte, que no te deja vivir la vida que Dios tiene para ti, declaramos que el poder del
Espíritu Santo obra en ti, y te saca a una nueva vida. Créelo.

¿Quién vistió a Cristo? La nueva ropa se la dio el Padre celestial; de la misma manera que hay una
libertad que solo Él te puede dar. Es Cristo quien desata la vida, el propósito de Dios en ti. Cristo
se levanta en ti con seguridad porque ha estado en las partes más oscuras de esta tierra y, de allí,
Dios lo levantó. La resurrección no es el poder para mejorar una vida, sino para transformarla. Tú
has estado entregando venda por venda, pero tiene que llegar un momento en que entregues las
ropas, y digas: Déjame ver qué puede hacer Dios con esto. Deja que se levante el Cristo que está
en ti para que tu vida sea transformada. Ese es el poder de la resurrección, el poder que ocurre en
el tercer día.

El número de la resurrección, en la Biblia, es el tres; día donde las cosas comienzan a ser
transformadas. En Juan 2, se nos narra el primer milagro de Jesús; el texto comienza diciendo: Al
tercer día se hicieron unas bodas… En aquel tiempo, una boda duraba siete días; y a mitad de la
semana, María le dijo a Jesús que se acabó el vino. Jesús dijo que no había llegado su hora, pero
María no hizo caso, y dijo a los que servían: Hagan lo que él diga. En un tercer día, obliga a Jesús a
comenzar su ministerio. Y dice la Biblia que, después de aquel milagro, sus discípulos creyeron en
él. Así que, María fue usada para que, en aquel momento, Jesús entrara en el tercer día en su
ministerio.

Jesús mandó llenar de agua las tinajas, y al probar el maestresala, no solo encontró vino, sino el
mejor vino; y dijo al esposo: Todos sirven el mejor vino al principio, pero tú has dejado el mejor
para el final. Este milagro ocurre al tercer día. Jesús fue invitado a esta fiesta, un tercer día; y en
ese momento es que ocurre ese milagro. Un día de resurrección, un tercer día, es donde se
cambia lo ordinario en extraordinario.

Lo más grande de Jesús era el Cristo que había en él. Jesús padeció igual que nosotros; le dio
coraje, dolor, sentimientos; experimentó lo más ordinario de nosotros. Pero un tercer día, al igual
que en aquella fiesta, un poco de agua ordinaria se convirtió en el mejor vino.

Solo tu fe en la resurrección de nuestro Señor Jesucristo es lo que convierte tu vida, de una


ordinaria, en una extraordinaria. Tú no fuiste hecho para vivir en el nivel que estás viviendo, de la
manera en que estás viviendo hoy; tu mente es demasiado valiosa para estar involucrada en las
ideas que estás teniendo; tu cuerpo es demasiado valioso para tú estar haciendo con él lo que
estás haciendo. Tú sabes que fuiste creado para algo más grande, y deseas alcanzarlo, pero no es
por tus fuerzas que lo vas a alcanzar, sino por el poder transformador de Dios, que convierte una
vida ordinaria, en una extraordinaria.

Tus mejores años no han pasado; la mejor parte está por venir. Quizás estás como en esta boda; a
mitad de la semana, y parece que vas a quedar en vergüenza. Comenzaste a hacer algo y, a mitad,
las cosas no están funcionando. La gente te mira, pero si Cristo está en la casa, en el tercer día lo
ordinario se convierte en algo extraordinario.

Jesús, que era – naturalmente hablando – ordinario, se convirtió en algo extraordinario. Ese Cristo
extraordinario aparecía en diferentes lugares, atravesaba paredes; en cuarenta días, logró lo que
Jesús no había completado. No se trata de menospreciar la persona de Jesús, sino de que
entiendas que Jesús lo que vino fue a manifestar a Cristo; porque lo más grande de tu vida no es
quien tú eres, sino el Cristo que está dentro de ti.

Si tú necesitas que Dios cambie tus ropas, oramos por ti; ropas de depresión, de frustración;
oramos que sea Cristo quien te resucite, y que hoy esas ropas viejas queden en la tumba. Oramos
por un milagro de aceleración en tu vida, donde lo ordinario se convierta en
extraordinario. Oramos porque aquello que se suponía tomara mucho tiempo, ocurra en menos
tiempo. Si aquel vino era el mejor, lo grande que Dios hizo fue quitar el factor tiempo de lo mejor;
porque, para que un vino sea el mejor, tiene que pasar mucho tiempo, pero en un instante, al
tercer día, lo ordinario se convierte en lo mejor. Creemos contigo por la manifestación del poder
de la resurrección en tu vida y la de los tuyos.
SIEMBRA

“12 Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. 13 El
varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. 14 Y tuvo
hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia.” Génesis
26:12-14

Lo primero que pensó Isaac, en medio de aquella hambruna, fue mudarse; y Dios le dijo: No. Y fue
su obediencia lo que provocó que, aquel año, Isaac cosechara ciento por uno.

Uno de los peores errores que puedes cometer, es que sea el dinero lo que determine tus
decisiones. No bases tus sueños en lo que tienes en tu cuenta de banco. ¿Cómo tú puedes decir
que tienes fe, si todas tus decisiones están basadas en los números de tu cuenta de
banco? Tenemos que ser sabios, inteligentes, buenos administradores, conscientes; pero cuando
Dios te dice que te va a dar algo, no es tu dinero lo que va a determinar lo que Dios te puede
dar. No es que te metas en deudas, porque estarías creyendo en los anuncios del banco. El que
está para ti es Dios; el que no está pendiente a tu historial de crédito es Dios. Tú no tienes que
estar pendiente a ningún banco para nada. El Dios al que tú le sirves mira por encima de tu
currículum, de tu crédito; y, cuando Él dice que te va a bendecir, lo va a hacer por encima de tus
enemigos, de lo que el banco dice que puede hacer por ti, de lo que el mundo ha dicho. Cuando
Dios te va a bendecir, no pide permiso al banco; tu fe no tiene que pedir permiso a ningún socio, a
ningún banco, tú no tienes que esperar que nadie venga a rescatarte; tu fe en el Dios al que tú le
sirves es la que puede provocar que, este año, sea totalmente diferente.

Este año, va a haber un tiempo de aceleración en tu vida; todo lo que tú hagas, va a producir. No
vas a volver a las malas decisiones del pasado; en adelante, vas a caminar en fe, en tierra de
escasez donde están los filisteos. Dios le dijo a Isaac: Quédate donde están la pobreza y la envidia;
allí te voy a prosperar. Donde a otros no les está dando resultado, allí te voy a prosperar. Dios no
está esperando que el ambiente cambie para cambiar tu situación. Sacúdete el polvo de la
depresión, de la amargura, de la crisis, de todo lo que te ha pasado, de las malas noticias. Cree
que el Dios al que tú le sirves es capaz de bendecirte, delante de tus enemigos, en medio de las
peores crisis. Él hace por ti lo que más nadie puede hacer por ti. Eso es lo que decía el salmista:
Aderezas mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores. Delante de aquellos que no
quieren que tú prosperes, si tú le crees, Dios te va a bendecir. La gente se va a dar cuenta de que
Él está contigo, porque Él va a confirmar su pacto contigo.

El problema de muchos es que piensan que esto es magia. Salen tan inspirados de la iglesia que
piensan que se pueden quedar en sus casas y todo va a cambiar; pero no ser prospera así. ¿Por
qué Dios le dice a Isaac que se quede en aquella tierra? Isaac es el primer hombre que dice la
Biblia que sembró en la tierra prometida y le produjo. No es tan solo para eliminar el error del
pasado de depender de Egipto; sino porque permanecer es la única manera de tú reclamar la
tierra. Si se iba, perdía derecho sobre aquella tierra; aunque Dios se la haya dado, naturalmente,
habría perdido derecho sobre ella.

No cedas el derecho sobre tu tierra. Deja de pensar en dejarle el espacio a otro. Mira cómo Dios
te puede prosperar en el lugar en que Él te ha puesto. Permanece, y mira las cosas como Dios
quiere que las veas. La crisis económica no es la que te va a mover; si Dios no te ha dicho que
salgas, es porque estás donde Él te quiere, y allí Él te va a prosperar.

Tienes que estar dispuesto a labrar la tierra, a esforzarte, a hacer lo que otros no han hecho. Isaac
comenzó a abrir pozos, en medio de aquel desierto; y, en un año, Dios le dio todo lo que Él quería,
cien veces más. Esto no es por arte de magia, sino porque Dios te dio una promesa, y tú estás
dispuesto a trabajar sobre esa palabra que Él te dio. Tu prosperidad no viene del gobierno, la
prosperidad que Dios quiere traer a tu vida viene de que tú estés dispuesto a creer que hay
promesa de prosperidad para tu vida en tu tierra prometida, y estés dispuesto a salir a trabajar
todos los días, creyendo que Dios te va a prosperar en ese lugar. Él te entregó esa tierra y Él va a
hacer lo que tenga que hacer para que tu vida cambie.

Sal a trabajar, sabiendo que hay una promesa divina. Si obedeces y permaneces, este año, las
cosas van a ser diferentes. El mundo va a ver lo que Dios va a hacer en tu vida, en medio de la
crisis, por tú haberte atrevido a creerle al Dios de los cielos. Tú lo vas a ver.

SIEMBRA PARA SER BENDECIDO

A través de toda la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento, vemos grandes milagros


económicos que ocurrieron en cuestión de días, semanas. En una ocasión, en medio de una
hambruna, un profeta dijo que al otro día habría de comer, y así fue; una crisis económica
gigantesca cesó en cuestión de 24 horas, todo porque el profeta obedeció la voz de Dios. Como
creyentes, no podemos movernos por lo que vemos, sino por lo que escuchamos de Dios. Cuando
tú recibes palabra de parte de Dios, bajo esa palabra es que debes moverte. Deja de oír lo que el
mundo dice, y conéctate a lo que Dios está diciendo.

“2 Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te


diré. 3 Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu
descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu
padre.” Génesis 26:2-3

En Génesis 26, se nos narra el momento en que, en tiempo de hambre, Dios le dice a Isaac que, en
aquella tierra, Él le iba a bendecir. Una cosa es oír que Dios tiene un pacto; otra, que Él lo
confirme, que puedas ver la manifestación de esos beneficios en tu vida. Isaac era hijo de
Abraham, un hombre de fe; así que, Isaac sabía que tenía promesas de parte de Dios, porque Dios
se lo había prometido a su padre. Pero una cosa es que tú oigas las promesas de Dios en base a la
experiencia de tus antepasados; otra, que tengas una experiencia propia. Hace falta algo que
ocurra en cada nueva generación; de lo contrario, estarán viviendo de las victorias pasadas. Pero
Dios te quiere dar a ti una nueva victoria, algo por lo que creer, que provoque tu fe, para que Él
confirme su pacto, para no ser el Dios que prosperó a tu padre, sino el Dios que te prosperó a ti,
en este tiempo, para que tu fe no dependa de la experiencia de otro, sino de lo que Dios ha dicho
que va a hacer contigo.

Dios te da una experiencia, en tiempo de crisis, porque cualquiera puede creer en prosperidad
cuando las cosas están buenas, pero los que tenemos fe, creemos que, en medio de las crisis, Dios
puede hacer algo contigo. Él va a confirmar su pacto contigo.
El verso 1 nos aclara que, en aquel tiempo, había hambre, al igual que la hubo en el tiempo de
Abraham. El problema que te ha sorprendido a ti, no sorprende a Dios. Isaac está viviendo un
tiempo de hambre que nunca había vivido, pero Dios fue el Dios de Abraham durante un tiempo
de hambre. Así que aquello sorprendía Isaac, pero no a Dios. Los problemas que tú estás
experimentando hoy, son nuevos para ti, pero el Dios al que tú le sirves los ha resuelto a través de
toda la historia.

Esto de crisis económica no es nuevo; quizás sí, para esta generación, pero no para
Dios. Eventualmente, saldremos de la crisis, y eventualmente vendrá otra; y entonces no nos va a
sorprender, porque ya habremos entendido que las crisis son cíclicas. El problema que tú estás
teniendo hoy, quizás te ha sorprendido, pero el Dios que trabajó en aquel momento con Abraham
no está sorprendido, y Él tiene una respuesta para ti en esta época.

Las dificultades te han sorprendido; jamás pensaste estar en el lugar que estás; pero entiende que
las promesas del Dios al que tú le sirves son más grandes, y Él no está sorprendido por lo que tú
estás viviendo. Dios lo que está buscando es gente que, en medio de sus crisis, le obedezcan a Él,
y no a sus instintos ni a lo que aprendieron del pasado.

“4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas
tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5 por cuanto oyó Abraham
mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. 6 Habitó, pues, Isaac
en Gerar.” Génesis 26:4-6

La instrucción de Dios para Isaac fue que permaneciera en Gerar. Isaac iba a hacer lo mismo que
Abraham hizo. Abraham tomó dos malas decisiones en su vida: Bajar a Egipto, y regalar a su
esposa – lo que le costó veinticinco años de esterilidad de Sarah. Isaac iba a cometer el mismo
error, bajar a Egipto, pero Dios intervino. Lamentablemente, las nuevas generaciones aprenden
de las viejas, y pagamos por sus errores, pero no tenemos las mismas excusas. La generación
pasada no sabía cuáles serían las consecuencias, pero la nueva no puede decir eso. Dios permitió
que Abraham fuera a Egipto, trabajó con la consciencia que Abraham tenía. Ahora, cuando Isaac
tiene el mismo problema, Dios no le permite hacer lo mismo, porque la generación de Isaac debe
aprender de los errores de la pasada. Dios le exige a Isaac que se quede en aquella tierra. E Isaac
se quedó.

“12 Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. 13 El
varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. 14 Y tuvo
hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia.” Génesis
26:12-14

Aquel mismo año, Isaac sembró y cosechó, se enriqueció al grado tal que los filisteos tuvieron
envidia. Todo aquel que te critica, el que te señala, es porque te tiene envidia; en tiempos de
crisis y dificultad, se preguntan cómo tú permaneces, cómo sigues prosperando; sin darse cuenta
que la diferencia es que tú has aprendido a creerle a Dios y a obedecerle.

Dios no tiene que esperar que la crisis cambie para prosperarte, este año; Él no tiene que quitar la
crisis para hacer contigo lo que Él quiere hacer. En medio de la peor crisis, de la peor escasez, Dios
puede hacer que tu trabajo produzca cien veces más. Créele a Dios que se va a acelerar el proceso
de prosperidad, de abundancia, de libertad en tu vida, y que tú no vas a depender de Egipto, del
mundo.

You might also like