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Todo lo que conforma la realidad es un campo de vectores que interactúan y generan otros vectores, en
un medio, que es el territorio. Se encuentran en un equilibrio dinámico y homeostático hasta que aparece
una línea de fuga y abre una brecha en el territorio. En ese momento, que es el de DT absoluta, un
romper algo para crear un algo, se identifica el vector de salida que todo territorio tiene, y comienza la
DT, como si los vectores que conforman el territorio se alinearan hacia el vector salida y los
agenciamientos fueran hacia la tierra, desarticulando el territorio y buscando alternativamente un nuevo
territorio. Simultáneamente, la inercia que se establece entre la tierra y el territorio, hace que un
movimiento de DT genere a su vez un movimiento de RT asociado, las piezas que se desarticulan en el
territorio pueden valer para nuevos territorios que se están articulando, y si no son útiles acabarán
desapareciendo. La intensidad y la velocidad con la que estos vectores se mueven no son lo mismo. La DT
absoluta no existe sin RT.
El Territorio
“El territorio es el ámbito del tener. Es la propiedad del animal, propiedad en el sentido
de Beckett o Michaux. Salir del territorio es aventurarse. El territorio me vale en
relación con un movimiento por el cual se sale de él. La DT coincide literalmente con el
concepto “outlandish” de Melville (desterritorializado)” (Deleuze dixit).
No hay territorio sin un vector de salida y no hay salida del territorio, es decir, DT sin al
mismo tiempo un esfuerzo por (RT) en otro sitio, en otra cosa. Los territorios
comportan siempre dentro de sí vectores de DT o de RT. Mucho más que una cosa u
objeto, un territorio es un acto, una acción, una relación, un movimiento concomitante
de RT y DT, un ritmo, un movimiento que se repite y sobre el cual se ejerce un control.
Guattari afirma en el libro Micropolítica: Cartografías del Deseo: “ Los seres existentes
se organizan según territorios que ellos delimitan y articulan con otros existentes y con
flujos cósmicos. El territorio puede ser relativo tanto a un espacio vivido como a un
sistema percibido dentro del cual un sujeto se siente ‘una cosa’. El territorio es sinónimo
de apropiación, de subjetivación fichada sobre si misma. El es un conjunto de
representaciones las cuales van a desembocar, pragmáticamente, en una serie de
comportamientos, inversiones, en tiempos y espacios sociales, culturales, estéticos,
cognitivos”.
Desde una perspectiva crítica de la Geografía, Deleuze considera al territorio como una
construcción social resultado del ejercicio de relaciones de poder desarrolladas a lo
largo del espacio-tiempo. Estas relaciones de poder son tanto materiales como
simbólicas, ya que son el resultado de la producción de un espacio que se construye
diferencialmente según vivencias, percepciones…
De la creación a la destrucción del territorio: Desterritorialización y Reterritorialización
Guattari y Rolnik plantean que “El territorio se puede DT, esto es, abrirse, en líneas de
fuga y así salir de su curso y destruirse. La especie humana está sumergida en un
inmenso movimiento de DT, en el sentido de que sus territorios ‘originales’ se rompen
ininterrumpidamente con la división social del trabajo, con la acción de los dioses
universales que ultrapasan las tablas de la tribu y la etnia, con los sistemas maquínicos
que llevan a atravesar, cada vez más rápidamente, las estratificaciones materiales y
mentales”.
La DT puede ser considerada un movimiento por el cual se abandona el territorio, una
operación de líneas de fuga, y por ello es una RT y un movimiento de construcción del
territorio.
Podríamos definir la “DT”, como “desenraizamiento que se desdobla en el plano de
la producción (la fábrica global), de la tecnología (medios de comunicación) y de
la cultura (imaginarios colectivos transnacionales)”. Vista de este modo, la DT habla de
manifestaciones simultáneas y transversales, y supera todo determinismo económico: no
se trata sólo de los capitales que “fugan” y “fluyen”, ni de los recursos naturales
privatizados, ni de la distribución en diferentes lugares del globo de la cadena de
producción de las empresas transnacionales.
La DT implica, además, la desarticulación del referente clave de las culturas:
el territorio, espacio común donde se materializan las prácticas, que marca las fronteras
entre “nosotros” y los “otros” (los de “adentro” y los de “afuera”). Esto rompe con dos
principios que han servido tradicionalmente para comprender las culturas: el de
centralidad y el de oposición entre interno/externo; ya que por un lado deslocaliza y
dispersa el centro o foco cultural, y por el otro, hace permeables las fronteras que
distinguen un adentro de un afuera.
Características de la DT.
En primer lugar, el movimiento concomitante e indisociable entre DT y RT se expresa
en lo que ellos llaman la “proposición maquínica”: “Jamás se desterritorializa por sí
sólo, por lo mismo se necesitan dos términos. En cada uno de los términos se RT uno
en otro. De tal manera que no se debe confundir la RT con el retorno a una
territorialidad primitiva, o más antigua: ella implica necesariamente un conjunto de
artificios por los cuales un elemento, el mismo desterritorializado, sirve de
territorialidad nueva a otro que pierde la suya. De allí todo un sistema de RT
horizontales y complementarias” (Guattari y Rolnik, 1996: 41).
Una segunda característica cuestiona la relación entre DT y velocidad: “De los
elementos en los movimientos de DT, uno más rápido no es forzosamente más intenso
o más desterritorializado. La intensidad de la DT no debe ser confundida con la
velocidad del movimiento o de desenvolvimiento. De manera que el más rápido
conecta su intensidad con la intensidad del más lento, lo cual, en cuanto a intensidad,
no lo sucede, pero trabaja simultáneamente un estrato sobre otro o un plano sobre
otro” (Guattari y Rolnik, 1996: 41). Se establece un sistema homeostático donde la suma de DT
y RT se encuentran en un equilibrio dinámico.
Finalmente, Deleuze y Guattari relacionarán las intensidades dentro de un proceso
de DT y proponen una distinción entre los dos tipos de DT: una relativa y
una absoluta: “Se puede concluir… que uno menos desterritorializado se
reterritorializa sobre uno más desterritorializado. Surge aquí un segundo sistema de
RT, vertical, de abajo hacia arriba… La regla general, la DT relativa
(transcodificación) se reterritorializa sobre una desterritorialización absoluta”
(Guattari y Rolnik, 1996: 41).
La DT relativa hace referencia al abandono de territorios creados en las sociedades y
su concomitante RT. Física, psicológica o social, la DT es relativa mientras atañe a
la relación histórica.
Mientras que la DT absoluta se remite a su propio pensamiento, la virtualidad del
devenir y lo imprevisible. Cuando la tierra penetra en el mero plano de inmanencia de
un pensamiento.
Se trata de atributos utilizados para diferenciar la naturaleza de este tipo de DT, lo
cual no implica una superioridad o una dependencia de la DT relativa en relación
a la absoluta, al contrario los dos movimientos pasan uno a otro. La DT absoluta sólo
puede ser pensada siguiendo unas relaciones por determinar con las DT relativas, no
sólo cósmicas, sino geográficas, históricas y psicosociales. Siempre hay un modo en el
que la DT absoluta en el plano de inmanencia asume el relevo de una DT relativa en
un ámbito determinado.
Pensar y DT quiere decir que el pensamiento sólo es posible en la creación, y para que
se cree algo nuevo es fundamental romper el territorio existente, creando otro. De esta
forma, de la misma manera que los agenciamientos funcionaban como elementos
constitutivos del territorio, ellos también van a operar en la DT, nuevos agenciamientos
son necesarios, nuevos encuentros, nuevas funciones. La DT del pensamiento siempre
va acompañada por una RT: “La DT absoluta no existe sin RT”.
Por lo tanto, Tierra y territorio son dos conceptos entrelazados, existe una relación
dinámica y continua entre ellos, con dos zonas de indiscernibilidad:
Desterritorialización (DT), del territorio a la tierra
Reterritorialización (RT), de la tierra al territorio
Ambos tipos de movimiento establecen una relación intrínseca entre las partes creadas y
eliminadas de tierra y territorio. Es decir, Al pasar del territorio a la tierra (DT), se
genera un movimiento de la tierra al territorio (RT) relacionado. Y viceversa, un RT
genera un DT. Pero a su vez, la tierra procede sin cesar a un movimiento de DT in situ
a través del cual supera cualquier territorio. La tierra es desterritorializante y
desterritorializadora, llegando a confundirse ella misma con el movimiento de los que
abandonan en masa su propio territorio.
Aparece una diferencia importante según que la DT relativa sea de inmanencia o de
trascendencia:
Cuando la DT relativa es trascendente, vertical, el elemento trascendente tiene que
inclinarse o someterse a una especie de rotación para inscribirse en el plano del
pensamiento-Naturaleza siempre inmanente. Pensar implica aquí una proyección de lo
trascendente sobre el plano de inmanencia. Se piensa por Figuras. El territorio se
convierte en tierra desierta y un extranjero viene a refundar el territorio, a
reterritorializar la tierra.
Cuando la DT relativa es en sí misma horizontal, inmanente, entre
una multiplicidadvinculada entre sí, se conjuga con la DT absoluta del plano de
inmanencia que lleva al infinito, que impulsa a lo absoluto los movimientos de la
primera transformándolos (el medio, la opinión, el amigo). La inmanencia se duplica.
Entonces ya no se piensa por figuras sino por Conceptos.
El concepto no es objeto, sino territorio
El concepto es lo que llena el plano de inmanencia. El propio concepto abandona
cualquier referencia para conservar su consistencia. El concepto no tiene más regla que
la vecindad, interna o externa.
Su vecindad o consistencia interna está garantizada por la conexión de sus
componentes en zonas de indiscernibilidad;
Su vecindad externa o exoconsistencia está garantizada por los puentes que van de un
concepto a otro cuando los componenetes de uno están saturados.
Y eso es efectivamente lo que significa la creación de los conceptos: conectar
componentes interiores inseparables hasta su cierre o saturación de tal modo que no se
pueda añadir o quitar ningún componente sin cambiar el concepto: conectar el concepto
con otro, de tal modo que otras conexiones cambiarían la naturaleza de ambos. La
plurivocidad del concepto depende únicamente de la vecindad (un concepto puede tener
varias).
El concepto no es paradigmático, sino sintagmático, no es proyectivo, sino conectivo,
no es jerárquico sino vecinal, no es referente, sino consistente.
Lo trascendente produce por proyección una absolutización de la inmanencia. Pero la
inmanencia de lo absoluto que reivindica la filosofía es completamente distinta; las
figuras tienden hacia los conceptos hasta el punto de que se aproximan infinitamente a
ellos.
Para que la filosofía naciera fue necesaria la conjunción de dos movimientos de DT muy
diferentes, el relativo y el absoluto, cuando el primero ejercía ya una acción en la
inmanencia. Fue necesario que la DT absoluta del plano del pensamiento se ajustara o
se conectara directamente con la DT relativa de la sociedad griega.
No se puede reducir la filosofía a su propia historia, porque la filosofía se desvincula de
esta historia incesantemente para crear conceptos nuevos que revierten nuevamente a la
historia pero no proceden de ella. Sin la historia, el devenir permanecería
indeterminado, incondicionado, pero el devenir no es histórico. Los tipos psicosociales
pertenecen a la historia, pero los personajes conceptuales pertenecen al devenir.
Si la filosofía surge en Grecia, es más en función de una contingencia que de una
necesidad, más de un ambiente o de un medio que de un origen, más de un devenir que
de una historia, de una geografía más que de una historiografía, de una gracia más que
de una naturaleza.
La revolución es la DT absoluta en el punto mismo en el que ésta apela a la tierra nueva,
al pueblo nuevo. La DT absoluta no se efectúa sin una RT. La filosofía se reterritorializa
en el concepto. El concepto no es objeto, sino territorio.
Aunque la filosofía se reterritorializa en el concepto, no por ello halla su condición en la
forma presente del Estado democrático o en un cogito de comunicación más dudoso aún
que el cogito de reflexión. No carecemos de comunicación, por el contrario, nos sobra,
carecemos de creación. Carecemos de resistencia al presente.
La creación de conceptos apela en sí misma a una forma futura, pide una tierra nueva y
un pueblo que no existe todavía. La europeización no constituye un devenir, constituye
únicamente la historia del capitalismo que impide el devenir de los pueblos sometidos.
El arte y la filosofía se unen en este punto, la constitución de una tierra y de un pueblo
que faltan, en tanto que correlato de la creación. Las democracias son mayorías, pero un
devenir es por naturaleza lo que se sustrae siempre a la mayoría.
Es la relación constitutiva de la filosofía con la no filosofía. El devenir siempre es
doble, y este doble devenir es lo que constituye el pueblo venidero y la tierra nueva. La
filosofía tiene que devenir no filosofía, para que la no filosofía devenga la tierra y el
pueblo de la filosofía.
El pueblo es interior al pensador porque es un devenir-pueblo de igual modo que el
pensador es interior al pueblo, en tanto que devenir no menos ilimitado. El artista o el
filósofo son del todo incapaces de crear un pueblo, sólo pueden llamarlo con todas sus
fuerzas. Un pueblo sólo puede crearse con sufrimientos abominables, y ya no puede
ocuparse más de arte o de filosofía. Pero los libros de filosofía y las obras de arte
también contienen su suma inimaginable de sufrimiento que hace presentir el
advenimiento de un pueblo. Tienen en común la resistencia, la resistencia a la muerte, a
la servidumbre, a lo intolerable, a la vergüenza, al presente.
La DT y la RT se cruzan en el doble devenir. Apenas se puede ya distinguir lo
autóctono de lo foráneo, porque el forastero deviene autóctono junto al otro que no lo
es, al mismo tiempo que el autóctono deviene forastero, a sí mismo, a su propia clase, a
su propia nación, a su propia lengua. Devenir forastero respecto a uno mismo, y a su
propia lengua y nación, ¿no es acaso lo propio del filósofo y de la filosofía?
La filosofía se reterritorializa tres veces, una vez en el pasado en los griegos, una vez en
el presente en el Estado democrático, una vez en el futuro, en el pueblo nuevo y en la
tierra nueva.