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REFLEXIONES FENOMENOLÓGICAS SOBRE EL MUNDO

POLÍTICO1. Alteridad y diferencia.

Por:

Giovanni Mafiol de la Ossa


Docente Cátedra Universidad de Cartagena.

Es muy normal en el discurso filosófico de hoy que las discusiones versen sobre la
esfera pública, sobre el derecho, la política y la moral. Parece que en todo debate, foro o
congreso filosófico fuese obligatoria reflexionar sobre estos tópicos, e incluso, es algo
que se ha aceptado por la comunidad de filósofos. Desde la óptica fenomenológica no se
cuestiona la reflexión sobre estos temas, ya que son de importancia, más si tenemos en
cuenta la sociedad en que vivimos y los problemas que afrontamos día a día. Lo que si
podemos hacer, desde la reflexión fenomenológica, es debatir un punto que se nos ha
pasado por alto: cómo ha surgido el mundo político2.

Justamente sobre esta temática girará el presente escrito, el cual mostrará, como idea a
desarrollar, que desde la fenomenología de Husserl es posible abrir un espacio que nos
permita reflexionar sobre los asuntos políticos que afectan a una comunidad. No quiere
decir que en Husserl se haya dado una reflexión de este tipo, sino que si alcanzamos a
tener en cuenta la distinción que se establece entre las dos formas de tematizar el
mundo, como son la actitud natural y la filosófica, algo que haremos en la primera parte
de este trabajo, es posible encontrar en la reflexión sobre lo político una forma distinta

1
Este artículo es producto de las largas reflexiones surgidas dentro del grupo de “Estudios
fenomenológicos” del cual hago parte con el profesor Nayib Abdala y el estudiante Jorge Quintana.

2
En este sentido se me podría preguntar ¿por qué reflexionar sobre el mundo político?, y justamente la
respuesta, además de la que ofrece Klaus Held, la podemos hacer ver claramente con los análisis de
Hannah Arendt al mostrarnos que sobre el mundo político es necesario reflexionar debido a que ha sido
oscurecido por el predominio de los intereses de la labor y el trabajo dirigidos por la técnica.

1
de referirnos al mundo y de relacionarnos con las cosas que hay en él, temática que se
desarrollará en la segunda parte.

En esta forma encontraríamos que la fenomenología puede aportar a la reflexión política


el estudio de un estadio previo a aquel del que suele partir la discusión
neocontractualista, que, presuponiendo un sentido de justicia en los individuos, busca
establecer los “principios de la justicia” a partir de una situación original . Dicho estadio
previo es el de la forma del surgimiento del mundo político, en el que se da una cierta
forma de juicio y responsabilidad del ciudadano en un trasfondo de libertad que permite,
por un lado, el debate de las opiniones y, por otro lado, la aparición de una peculiar
forma de alteridad y de diferencia entre los seres humanos. Este mundo político estaría
relacionado con un interés superior del ser humano, diferente de los intereses de la vida
cotidiana, que en vez de un mundo común, abren diferentes mundos con sus respectivos
intereses predominantes.

1. Dos formas de acercarnos al mundo.

El problema del mundo, sobre el que giran los análisis fenomenológicos, se encuentra
desarrollado en Ideas3I…. y en La Crisis4…. Tanto en uno como en otro texto el mundo
aparece como el “presupuesto predado”, como el “horizonte de horizontes”, “mundo de
la vida” donde el hombre, junto con los otros hombres, las cosas, o útiles como
Heidegger5 llama, se desenvuelve. Esto nos hace pensar que cuando Husserl habla del
mundo no está haciendo referencia al simple escenario físico, o naturaleza, donde se
llevan a cabo las actividades humanas, sino que tiene en cuenta, al mismo tiempo, el
conjunto de relaciones interpersonales. De ahí que todos demos por hecho que el mundo

3
HUSSERL, Edmund. Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, F.C.E,
México, 1949.

4
HUSSERL, Edmund. La Crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Crítica,
Barcelona, 1991.

5
HEIDEGGER, Martín. Ser y Tiempo, Trotta, Madrid, 2006. Traducción, prólogo y notas de Jorge Eduardo
Rivera.

2
existe. Pero el problema no estriba en este punto, debido a que es algo evidente, sino en
la forma en que nosotros nos “remitimos a”, “relacionamos con” o “tematizamos” este
mundo que existe con anterioridad.

1.1. Actitud natural y actitud filosófica.

Para Husserl existen dos formas de relacionarnos con el mundo: la actitud natural y la
actitud filosófica. Por actitud entiende Husserl “un estilo habitual fijo de la vida de la
voluntad en orientaciones de voluntad prefiguradas por mediación suya o en intereses,
en fines últimos, en rendimientos culturales, cuyo estilo global viene, pues, de este
modo determinado”6. Esta definición nos marca la característica fundamental que nos
permitirá diferenciar las dos actitudes nombradas arriba, debido a que el concepto
fundamental es el de “interés”.

De ahí que en la actitud natural tengamos conciencia de un mundo que se extiende y se


ha extendido en el tiempo, es decir, que siempre ha estado presente. En este caso, tener
conciencia del mundo significa que:

“lo encuentro ante mí inmediata e intuitivamente, lo experimento. Mediante la vista, el tacto, el


oído, etc, en los diversos modos de percepción sensible están las cosas corpóreas, en una u otra
distribución espacial, para mí están simplemente ahí, “ahí delante” en sentido literal o figurado,
lo mismo si fijo la atención especialmente en ellas, ocupándome en considerarlas, pensarlas,
sentirlas, quererlas o no. También están seres animados, digamos hombres, inmediatamente para
mí ahí…. También ellos están ahí delante, en mi campo de intuición, como realidades, incluso

cuando no fijo la atención en ellos”7.

Lo característico de esta forma de relacionarme con el mundo está en que el ser humano
se encuentra inmerso en el mundo, al lado de los objetos, en contacto con ellos, pero en
ningún momento tematiza, se remite al mundo, en todo momento su “interés” está
puesto en los objetos que percibe, pero nunca hacia el “todo”. De ahí que Husserl
sostenga que la vida en la actitud natural se vea como una “forma ingenuamente directa
de vivir en el mundo, en el mundo del que como horizonte universal siempre se es de
6
HUSSERL, Edmund. “La crisis de la humanidad europea y la filosofía” en: La Crisis…… Op. Cit, Pág. 336.

7
HUSSERL, Edmund. Ideas I…… Op. Cit, Pág. 64.

3
una u otra forma consciente, pero que no por ello es temático”8. Justamente el tener
puestos mis intereses en los objetos del mundo es lo que, por un lado, hace surgir los
distintos “mundos especiales”9, como es el caso del mundo del deportista, del oficinista,
del padre de familia, etc, pero, al mismo tiempo, hace que las cosas se nos aparezcan de
distintas maneras “dependiendo de los intereses que lo guían en cada caso”10.

En esta actitud el mundo queda reducido al conjunto de objetos que me rodean y tienen
sentido para mí, y el valor que le doy, aunque no viva sólo, depende de la satisfacción
que tenga de mis necesidades, tanto domésticas como de otro tipo. De la misma
manera la relación que establezco con los demás hombres que viven en este mundo no
se puede reducir a una relación instrumental, debido a que con ellos comparto fines,
metas grupales que desbordan la simple racionalidad instrumental. Es en este mundo
donde defino el tipo de vida que deseo vivir y que le ofreceré a los que estén a mi lado,
en pocas palabras, es en este mundo donde mi vida y la de los demás cobra sentido.

Llegados a este punto tenemos que aclarar algo, que en esta actitud el mundo-uno 11 no
sea tematizado, que los distintos mundos que surgen sean “limitaciones condicionadas
por intereses del mundo-uno, del horizonte universal” 12 y que lleguemos a valorar las
cosas de distinta manera, dando la sensación de que todo es relativo, no quiere decir que
esta actitud sea despreciable ni mucho menos que sea dañina para el hombre. Al
contrario, como el mismo Husserl reconoce, nuestra vida, en la mayoría de los casos, se
desarrolla en este estado. Pero si las cosas son de este modo, ¿para qué analizar esta
actitud?, ¿cuál es el interés de Husserl a la hora de describir esta forma de vida?. El
interés no es despreciarla, como se dijo, sino mostrar que además de esta forma de ver y
de vivir el mundo existe otra, que no es mejor ni peor, pero que nos muestra el mundo
de otra forma, no reducido a los que tengo delante, a lo que está ahí, o como diría

8
HUSSERL, Edmund. La Crisis de la humanidad…. Op.cit.

9
HELD, Klaus. Husserl y los griegos, en: HUSSERL, Edmund. Filosofía Primera, Norma, Bogotá, 1998. Pág.
21. Traducción de Guillermo Hoyos.

10
Ibíd. Pág. 20.

11
Ibíd. Pág.15.

12
Ibíd. Pág. 19.

4
Heidegger13, lo que está “a la mano”. Esta respuesta nos abre el camino a las siguientes
preguntas. ¿Cuál es esa otra forma de vida?, ¿Por qué se caracteriza?, ¿Cómo hago para
llegar a ella?, ¿Qué pasos hay que dar?.

Lo primero que tenemos que hacer, si queremos captar el mundo de otra manera, es
liberarnos de los intereses que me atan en la actitud natural, y esto se consigue a través
de un cambio de la epojé. Por epojé hay que entender, en este caso, el proceso a través
del cual “ponemos por fuera de juego la tesis general inherente a la esencia de la actitud
natural”14, es decir, por medio de ella colocamos

“entre paréntesis todas y cada una de las cosas abarcadas en sentido óntico por esa tesis, así,
pues, este mundo natural entero, que está constantemente “para nosotros ahí delante”, y que
seguirá estándolo permanentemente. Como “realidad de que tenemos conciencia, aunque nos dé

por colocarlo entre paréntesis”15.

El colocar entre paréntesis no debe confundirse con un proceso de negación del mundo
y lo que hay en él, más bien, debemos entenderlo como el proceso por medio del cual
me abstengo de tomar posición y de juzgar tanto de las ciencias, como de las visiones,
teorías e interpretaciones que se han hecho de la realidad. De ahora en adelante “el
mundo entero…no vale para nosotros ahora nada”16.

Siendo las cosas de esta manera, ¿será que nos quedamos sin nada?. Ante esto Husserl
sostiene que mediante la epojé fenomenológica “reduzco mi yo humano natural y mi
vida psíquica… a mi yo fenomenológico-trascendental, al reino de la experiencia
fenomenológica trascendental del yo”17.

“A este respecto hay que entender lo sgte: así como el yo reducido no es un trozo del mundo, de
igual manera, a la inversa, ni el mundo, ni ningún objeto del mundo es un trozo de mi yo, ni se

13
HEIDEGGER, Martín. Ser y Tiempo, Op.cit.

14
HUSSERL, Edmund. Ideas I. Op.cit, Pág. 73.

15
Ibíd.

16
Ibíd. Pág. 74.

17
HUSSERL, Edmund. Meditaciones cartesianas, F.C.E, México, 2004. Pág. 67.

5
encuentra en la vida de mi conciencia como una parte integrante de ella, como complejo de datos

de sensación o de actos”18.

Liberados de los intereses que me mantienen sumido en el mundo, se nos abre la


posibilidad de contemplar el mundo como un “todo”, pero no como un todo de objetos
ni como un agregado de cosas, sino como el “horizonte de horizontes” donde tienen
cabida y al que pertenecen los distintos mundos en los que me encuentro. Esta forma de
relacionarnos con el mundo la llama Husserl “actitud filosófica”. Si mientras con la
actitud natural lo típico era el estado de ceguera en que nos encontrábamos con respecto
al mundo como un todo, con el cambio radical hacia la actitud filosófica lo que cambia
es que el mundo, por primera vez, se nos hace evidente, se nos abre.

Pero no todo es tan claro, como parece, en el desarrollo de las ideas, ya que hay una
pregunta que Husserl no tuvo en cuenta en sus análisis y que marca el camino para la
reflexión sobre el mundo político. Si nosotros nos desenvolvemos normalmente en la
actitud natural, si en ella configuramos nuestra vida, con nuestros fines y metas, si en
ella establecemos las relaciones que nos llevan a construir nuestra identidad, ¿Por qué
tengo que salir de ella y buscar una actitud totalmente distinta?, ¿Qué es lo que me
motiva a cambiar de actitud?. Para estas preguntas Husserl no tuvo una respuesta clara,
por no decir que nunca se las planteó.

II

2. Aproximaciones al “mundo político”.

El problema del mundo político, como un mundo distinto del que tenemos en la actitud
natural y en la actitud filosófica, es un tema que Husserl no desarrolló. E incluso, se
puede sostener que no alcanzó a visualizarlo. Ahora, esto no quiere decir que desde la
fenomenología no se pueda reflexionar sobre él. Justamente este es el punto a
desarrollar en el siguiente apartado, partiendo de lo que anteriormente se ha dicho.

Cuando se nos pregunta por las motivaciones e intereses que me llevan a salir de la
actitud natural, estamos presuponiendo que deben existir, por lo menos, algunos
18
Ibíd.

6
motivos e intereses de un nivel superior a los que me atan a mi mundo especial o
particular. La dificultad estriba en que Husserl solamente alcanzó a reconocer los dos
polos opuestos básicos de su propuesta fenomenológica, como son la actitud natural y
filosófica; en ningún momento reconoció que es posible que exista otra forma de
tematizar el mundo, de relacionarnos con los otros, distinta a estas dos. Pero el hecho de
que no lo haya reconocido está basado en que esa otra forma de ver el mundo se
fundamenta en intereses, cosa que la hace ser una variante de la actitud natural y, por
ende, finito. Esto es algo que debemos aceptar, pero también es cierto que esta finitud
que presenta esta forma de ver el mundo, que en Platón toma el nombre de doxa
justificada y para Klaus Held19 mundo político, es totalmente distinta, debido a que los
intereses que me atan a ella, si bien parten de situaciones particulares, por ejemplo, de
nuestra cultura y formación, no por eso son particulares, sino que, por el contrario, son
intereses que vinculan a una comunidad de seres humanos que, mediante procesos
deliberativos, se preocupan por la mejor forma de organizar la sociedad y por encontrar,
a través del diálogo, unas normas o principios que regulen la convivencia y que generen
un ambiente pacífico. El hecho de no ver otra forma de finitud limitó a Husserl a
reconocer una sola forma de superar las limitaciones de los mundos particulares: actitud
fenomenológica.

De esta manera, podemos decir que el mundo político posee las siguientes
características:

1. Este mundo tiene su origen en la existencia de unos intereses comunes que


permiten vincular a la comunidad de individuos con el fin de construir proyectos
y metas comunes. Estos interesen desbordan la racionalidad instrumental debido
a que los objetivos y resultados a alcanzar tienen como beneficiarios la
“comunidad”.

2. Es cierto que es un mundo limitado, en donde los juicios que permiten el


proceso deliberativo tienen su seno en el ethos que como ciudadanos
compartimos, pero esa limitación no se convierte en obstáculo para llegar a
19
HELD, Klaus. Existencia auténtica y mundo político, en: Revista Estudios de Filosofía, Universidad de
Antioquia, Febrero del 2002, # 25.

7
acuerdos, debido a que la deliberación no tiene como base los “juicios
determinantes”20, típicos en el proceder científico, sino que, al contrario, parte
del modelo del “juicio reflexionante”, en donde no existen una reglas que nos
digan como valorar una acción ni mucho menos qué hacer al momento en que se
me presenta una situación problemática.

La expresión “nos” es la clave para entender la importancia de este tipo de


juicios, debido a que cuando me tengo en cuenta el juicio reflexionante soy
“capaz de considerar y tener presente el punto de vista de los demás, quienes
están condicionados por sus propios horizontes de partida, que para mí son
extraños”21. Justamente aquí es donde la limitación del mundo político se
supera, ya que en el hecho de someter mi posición a consideración de los otros,
que a la vez hacen lo mismo con migo, estoy pidiendo razones que, aunque
tengan su origen en los mundos particulares de cada uno, sobrepasan esos
obstáculos y nos permiten tomar decisiones más imparciales y con un gran
sentido vinculante.

Como en el ámbito político nos estamos enfrentamos a nuevas situaciones, esto


podría generar cierta dificultad al juicio reflexionante, debido al carácter incierto
y oscuro22 que se nos muestra cuando nos confrontamos con el futuro, y más si
estamos hablando de las acciones humanas.

3. El que en este espacio deliberativo tengamos que someter nuestros juicios y


nuestros “puntos de vista” al análisis y discusión por parte de los otros, nos
genera una visión distinta del “otro”. El “otro” deja de ser un simple medio
para alcanzar mis fines, para convertirse en “otro” hombre que, partiendo de su
mundo, con intereses distintos a los míos, con proyectos de vida distintos, e
incluso con una visión distinta del mundo, producto de la cultura a la que
pertenece, será tenido en cuenta, respetado y valorado. Pero esto se hace no por
20
Para tener una mayor información sobre este punto ver: KANT, Emmanuel. Crítica del Juicio, Espasa,
Madrid, 1995. Especialmente la Introducción.

21
HELD, Klaus. Mundo de la vida y juicio político, en: Rocha De la Torre, Alfredo (ed.), La Responsabilidad
del pensar. Homenaje a Guillermo Hoyos Vázquez. Ediciones Uninorte, Barranquilla, Colombia, 2008.
Pág. 6.

22
Ibíd.

8
el simple hecho de que sea “otro”, sino por ser distinto, algo que me obliga a
reconocer la diferencia y a tolerar formas de ser y de vivir distintas a las mías.
Esta diversidad de visiones enriquece el proceso deliberativo y vincula a los
distintos miembros de la sociedad civil a los procesos de construcción de la
normas de convivencia que reconozcan y protejan la diversidad cultural.

4. Por último, con la creación de este mundo, sin darnos cuenta abrimos, por un
lado, un espacio público de discusión de las distintas problemáticas que nos
afectan como miembros de una comunidad, pero, por otro lado, nos obliga, al
mismo tiempo, a discutir estos problemas basándonos en razones y, al mismo
tiempo, a dar razones de nuestro accionar. Este dar razones, propio de los
sistemas democráticos, elimina toda posibilidad de uso de la fuerza al momento
de enfrentarnos en el foro de discusión. Violencia que no sólo se manifiesta en
la acción física, sino que está ligada, dentro del mismo proceso deliberativo, al
hecho de no dar razones o al querer imponer, por encima de los puntos de vista
de los otros, mi punto de vista. El modo de vida democrático se empieza a
resquebrajar, mucho antes de que se recurra a la violencia física, cuando, por un
lado, pretendemos justificar que tenemos la razón sea apelando a la elección
popular, como medio de justificación de mis acciones, o, por otro lado, al alto
grado de popularidad que se tenga dentro de la sociedad. Y en el peor de los
casos, cuando se crean falsos espacios de discusión, de deliberación, pero que
dejan en la retina del ciudadano común y corriente la sensación de que se le está
escuchando y, al mismo tiempo, se le están ofreciendo soluciones a sus
reclamos. En este último caso el gobernante asume la figura paternal, olvidando
que las cuestiones públicas no se resuelven ni con fórmulas ni mucho menos con
órdenes impartidas a sus inmediatos colaboradores. Para eso se necesitan
transformaciones de fondo, que si no se han hecho, es necesario justificarlo y
dejar sentado por qué no se harán. Pero lo más importante, y es el sentido de los
falsos espacios democráticos, es vender la idea de que el gobernante está
preocupado por sus ciudadanos y por resolver sus problemas, y que los
verdaderos problemas que aquejan a la nación no sean tocados.

9
CONCLUSIÓN.

En el trabajo hemos partido de la distinción entre actitud natural y filosófica, propia de


la reflexión fenomenológica sobre el mundo, hasta llegar a la posibilidad y
caracterización del mundo político. Luego de hecho esto concluiremos lo siguiente:

a. La no tematización del mundo político en Husserl tiene sus orígenes en la ceguera


que tuvo a la hora de reflexionar sobre una tercera forma de abordar el problema del
mundo, que aunque tenga limitaciones, supera las limitaciones propias de la actitud
natural.

b. La reflexión fenomenológica realiza un gran aporte a la discusión sobre filosofía


política, en la medida que antecede a la discusión sobre los o el principio de justicia
que debe regir nuestra sociedad, la reflexión sobre el mundo y, especialmente, sobre el
mundo político. Creo que este aporte es fundamental, ya que las reflexiones hechas
hasta ahora lo daban por hecho, pero ninguna lo llegó a tematizar.

c. Por último, que Husserl no haya elaborado una teoría política, de la forma como se
esperaba que lo hiciera, no quiere decir que los análisis fenomenológicos no nos ayuden
a pensar sobre ello. Prueba de ello es la caracterización de la actitud natural que nos
sirve de base para desarrollar la posibilidad de abrir un espacio donde las limitaciones se
rompan sin perder nuestra particularidad y, a la vez, poder, como miembro de mi
comunidad, llevar nuestros reclamos e incidir en la toma de decisiones.

BIBLIOGRAFÍA

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Experiencia y juicio, UNAM, México, 1980.
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10
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Meditaciones cartesianas, F.C.E, México, 1942.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA.
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Bogotá, 1998. Pág. 9-56.
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Revista Franciscanum, No 122-123, Mayo-Diciembre de 1999, Bogotá.
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