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1
El juicio estético de gusto
1.1
Primer Momento
del juicio de gusto, según la cualidad.
104 Kant Immanuel, Crítica del Juicio, Editorial Espasa Calpe S. A. Madrid, 1997, p.
141
3
1.2
Segundo Momento
del juicio de gusto, según su cantidad
Con lo bello sucede algo muy distinto. Al respecto señala Kant que
sería ridículo que alguien que se precie de tener gusto lo justifique diciendo:
“Ese objeto (el edificio que vemos, el traje que aquél lleva, el concierto que
oímos, la poesía que se ofrece a nuestro juicio) es bello para mí”. 110 No debe
llamarlo bello si sólo le place a él. Pues, para Kant cuando alguien dice que
la cosa es bella, la aprobación de su juicio no es porque haya encontrado a
los demás de acuerdo con él. Antes bien exige de ellos esa aprobación, y los
censura si juzgan de otro modo. En este caso les niega el gusto aunque
deseando que lo tengan puesto que acerca de lo bello no es posible decir
que cada uno tiene su gusto particular. Sería como decir que no hay gusto
alguno y por tanto tampoco juicio estético que pueda pretender
legítimamente el asentimiento de todos.
1.3
Tercer Momento
del juicio de gusto, según la relación
Según Kant, la finalidad o conformidad a fin puede ser sin fin “en
cuanto nosotros no ponemos las causas de esa forma en una voluntad, sin
poder, sin embargo, hacernos concebible la explicación de su posibilidad
más que deduciéndola de una voluntad.” 118 Ahora bien, no tenemos
siempre necesidad de considerar con la razón (según su posibilidad) aquello
que observamos. Así, una finalidad según la forma, aun sin ponerle a la base
un fin (como materia del nexus finalis), podemos, pues, al menos observarla y
notarla en los objetos, aunque no más que por la reflexión.
1.4
Cuarto Momento
del juicio de gusto, según la modalidad
Kant señala su juicio de gusto como ejemplo del juicio del sentido
común, concediéndole validez ejemplar. Ya que el juicio del sentido común
es visto como,
(...) una mera forma ideal que, una vez supuesta, permite que de
un juicio que concuerde con ella, y esto sobre la misma ya
expresada satisfacción en un objeto, se haga, con derecho, una
regla para cada uno, porque el principio, si bien sólo subjetivo, sin
embargo, tomado como subjetivo-universal (una idea necesaria
a cada cual), en lo que se refiere a la unanimidad de varios que
juzgan, podría, como un principio objetivo, exigir aprobación
universal, con tal de que se esté seguro de haberlo subsumido
correctamente. 131
2
El juicio estético sobre lo sublime
Para Kant lo bello tiene de común con lo sublime que ambos placen
por sí mismos. Además, ninguno de los dos presupone un juicio sensible
determinante, ni un juicio lógico determinante, sino un juicio de reflexión, por
consiguiente, la satisfacción no depende de una sensación, como la de lo
agradable, ni de un concepto determinado, como la satisfacción en el bien,
siendo, sin embargo, referida a conceptos, aunque sin determinar a cuales;
por tanto, la satisfacción se enlaza con la mera exposición o facultad de la
misma, mediante la cual la facultad de exposición o imaginación es
considerada en una intuición dada, en conformidad con la facultad de los
conceptos del entendimiento o de la razón como impulsión de esta última,
de aquí se sigue según Kant:
dejar la sensibilidad y a ocuparse con ideas que encierran una finalidad más
elevada.
BIBLIOGRAFÍA
2 Fuentes Secundarias.
2.1. Textos citados
Ferrater Mora José, Diccionario de Filosofía, Tomos I (A-D); II (E-J); III (K-P); IV
(Q-Z), Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1994.
Villacañas J.L., Pérez Carreño Francisca (y otros), Estudios sobre la Crítica del
Juicio, La Balsa de la Medusa, Visor, S.A., Madrid, 1990.
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