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César Abraham Vallejo, el más grande poeta nacional, nació en un pueblito serrano del
norte llamado Santiago de Chuco en 1892, pero murió lejos de su patria, un viernes
santo de 1938, en la ciudad de París. Sus padres fueron Francisco Vallejo y María de los
Santos Mendoza. Tuvo diez hermanos.
César Vallejo fue un poeta que corregía mucho sus textos. Casi nunca estuvo satisfecho
con lo que hacía. El poeta peruano, según los estudiosos de su obra, corregía de una
manera magistral que, tal vez, fue una de las mejores lecciones que ha dejado a todo
escritor.
André Coyne estudió este poemario y, entre otros aspectos, sostiene: "lo que integra
inmediatamente a Vallejo en una corriente poética general, que se inicia en los años de
la primera guerra mundial, es su abandono desde el primer libro y de una vez por todas
de la preocupación por la forma bella y el lenguaje pulcro".
En 1920, el poeta estuvo envuelto en un incidente drámatico por el cual fue detenido
injustamente y llevado a la cárcel de Santiago de Chuco, donde permaneció tres meses.
Los periódicos de aquella época defendieron la inocencia del vate peruano y gracias al
trabajo de su abogado José Carlos Godoy Vallejo salió libre.
Tras las rejas escribió Escalas melografiadas, una prosa desgarradora. Los seguidores
de su obra indican que este texto sirvió de inspiración para la construcción literaria de
Trilce (1922), una obra que publicó poco antes de su viaje a Europa y que fue prologado
por Antenor Orrego.
(Cuzco, 1852 - Buenos Aires, 1909) Escritora peruana que desarrolló una importante
labor cultural y continuó la línea costumbrista de Ricardo Palma; sin embargo, es
especialmente recordada como autora de Aves sin nido (1889), novela en que denunció
la explotación y las míseras condiciones de vida de los indígenas, anticipándose al
posterior desarrollo de la narrativa indigenista hispanoamericana.
Era hija de Ramón Matto Torres y Grimanesa Usandivaras Gárate, quienes la bautizaron
con el nombre de Grimanesa Martina, que después sería cambiado por el de Clorinda.
Durante su infancia alternó estadías en la ciudad de Cuzco y la hacienda familiar de
Paullo-Chico, situada en la provincia de Calca. Estudió en el Colegio Nuestra Señora de
las Mercedes del Cuzco, donde aparece registrada como alumna becada, hasta los
dieciséis años, edad en que dejó el colegio para dedicarse a las labores de su hogar
(1868).
En 1871, tras casarse con el comerciante inglés Joseph Turner, Clorinda Matto se
trasladó al pueblo de Tinta. Allí continuó la carrera literaria que había iniciado unos años
antes, escribiendo versos y artículos publicados bajo diversos seudónimos en
publicaciones regionales como El Heraldo, El Ferrocarril, El Rodadero, El Eco de los
Andes y El Mercurio. En abril de 1876 la escritora fundó la revista El Recreo y, al año
siguiente, visitó por primera vez la capital peruana, donde tuvo la oportunidad de
participar en las tertulias literarias organizadas por la escritora argentina Juana Manuela
Gorriti, veladas que luego continuaría la propia Clorinda. Para entonces ya colaboraba
con las principales publicaciones literarias del país firmando artículos con su nombre o
con el seudónimo de Carlota Dimont.
Durante la guerra con Chile (1879-1883), Clorinda Matto de Turner vivió en Tinta; a
partir de la muerte de su esposo (3 de marzo de 1881), tuvo que administrar los bienes
del matrimonio. A fines de 1883 se trasladó a Arequipa para asumir la jefatura de
redacción del diario La Bolsa, uno de los más importantes de la ciudad. En abril de 1886
se estableció en Lima. En capital peruana se incorporó rápidamente a las principales
instituciones culturales, como el Círculo Literario y el Ateneo de Lima. En 1888 la Unión
Iberoamericana de Madrid acordó nombrarla socia honoraria.
En octubre de 1889 Clorinda Matto de Turner asumió la dirección del semanario El Perú
Ilustrado, la más importante publicación literaria del país en esa época, donde sufrió un
fuerte revés a los pocos meses de haber llegado. El motivo fue la publicación en 1890
del relato Magdala del escritor brasileño Coelho Neto, considerado sacrílego: el
arzobispo de Lima Manuel Antonio Bandini prohibió bajo pena de pecado mortal la
lectura, venta y difusión de El Perú Ilustrado. Aunque Clorinda Matto alegó que el relato
había sido publicado sin su consentimiento y por error, la Iglesia inició una campaña en
su contra que ocultaba el motivo real del enfado: la publicación un año antes de la
novela Aves sin nido (1889), en la que se hacía denuncia de la corrupción del clero.
Finalmente, tras ser excomulgada, el 11 de julio de 1891 Matto presentó su renuncia
para que se levantase la censura eclesiástica contra el semanario.
Decidida a independizarse tras su accidentado paso por El Perú Ilustrado, en febrero de
1892 fundó con sus hermanos su propia imprenta, La Equitativa, que publicaba el
periódico bisemanal Los Andes (sólo duró un año), desde el cual Clorinda Matto de
Turner defendió al gobierno del general Andrés Avelino Cáceres, con cuyo partido
simpatizó abiertamente. El 17 de marzo de 1895 tropas rebeldes al mando de Nicolás
de Piérola entraron en la capital peruana y trabaron combate con las fuerzas del
gobierno. Los rebeldes saquearon la casa que Matto compartía con su hermano David y
la apresaron, pero pudo huir y refugiarse en casa de unos amigos. Para entonces el
presidente Cáceres había sido derrotado y la imprenta La Equitativa había sido saqueada
e inutilizadas sus máquinas. Así las cosas, en 1895 Clorinda Matto optó por embarcarse
hacia Valparaíso, de donde pasó a Santiago, luego a Mendoza y finalmente a Buenos
Aires, donde fijó su residencia.
El 14 de diciembre de 1895 dictó una conferencia pública en el Ateneo porteño bajo el
sugestivo título de "Las obreras del pensamiento en la América del Sur". En febrero del
año siguiente fundó la revista Búcaro Americano, convertida desde enero de 1897 en el
órgano oficial de la Sociedad Proteccionista Intelectual, que Clorinda Matto editaría hasta
poco antes de su muerte. En 1896 fue incorporada como profesora en la Escuela Normal
de Profesoras de la Capital Federal; también ejerció la docencia en la Escuela Normal
Norteamericana y la Escuela Comercial de Mujeres.
Matto colaboró en diversas publicaciones como La Prensa, La Nación, La Razón y El
Tiempo de Buenos Aires, la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales de
Montevideo, El Cojo Ilustrado de Caracas y Las Tres Américas de Nueva York, e incluso
fue elegida miembro del Consejo Nacional de Mujeres de Argentina. En mayo de 1908
se embarcó con destino a Europa para visitar Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania y
España, país en que dictó conferencias en el Ateneo de Madrid y en la Unión Ibero-
Americana. A fines de año Clorinda Matto de Turner volvió a Buenos Aires para retomar
sus actividades; cayó entonces enferma, y murió al año siguiente de congestión
pulmonar. Años más tarde, una resolución legislativa del Congreso peruano dispuso la
repatriación de los restos de la escritora.
(Lima, 1833 - Miraflores, 1919) Escritor peruano, creador de un género intermedio entre el relato
y la crónica que renovó la prosa sudamericana. Aunque se le considera integrante de la escuela
romántica, la obra de Ricardo Palma no obedece del todo a sus presupuestos, salvo por algunos
matices estilísticos que empleó como soporte formal. Es cierto que en su juventud hizo una
apasionada defensa del romanticismo, pero luego lo juzgaría con gran severidad y trazaría su
propio derrotero artístico.
Hijo de familia humilde, realizó sus estudios en el Colegio de Noel, el Colegio de Orengo y el
Convictorio de San Carlos, donde al parecer fue alumno externo. En 1848 empezó su carrera
literaria, según propia confesión, formando parte del grupo que después él mismo denominaría
"La bohemia de mi tiempo". Comenzó escribiendo poesía, a la vez que ejercía el periodismo en
diversas publicaciones periódicas (la mayoría de existencia efímera) como redactor o crítico de
espectáculos, para lo cual usó múltiples seudónimos.
En 1849 escribió su primer drama, El hijo del sol, que no se llegó a representar, y aunque obtuvo
algún éxito en el poco exigente medio limeño, alrededor de 1858 dejó de escribir teatro. En la
actualidad sólo conocemos de su producción teatral el drama Rodil (1851), redescubierto cien años
después de su publicación (pues Palma procedió a la destrucción de los ejemplares) y la comedia El
santo de Panchita, escrita en colaboración con Manuel Ascencio Segura e incluida en la recopilación
de obras de este último publicada con el título de Teatro (1869). Tras probar el género histórico
con el libro Corona patriótica (1853), Palma empezó a componer relatos breves de diversa índole,
desde el ensayo costumbrista al romance histórico, que serían el germen de sus
posteriores Tradiciones peruanas.
En 1853 pasó a formar parte del Cuerpo Político de la Armada Peruana como oficial tercero,
correspondiéndole prestar servicio en la goleta Libertad, el bergantín Almirante Guisse, el
transporte Rímac (donde estuvo a punto de morir a consecuencia del naufragio de la nave en
marzo de 1855) y el vapor Loa. En 1857 fue separado momentáneamente del ejercicio de su cargo
por haber secundado la sublevación del general Manuel Ignacio de Vivanco contra el gobierno
de Ramón Castilla, pero su participación política más importante se produjo en 1860, con ocasión
del frustrado asalto a la casa del presidente ejecutado por un grupo de civiles y militares de
tendencia liberal, liderados por José Gálvez.
Tras el fracaso del intento golpista, Palma se embarcó rumbo a Chile y llegó a Valparaíso los
últimos días de 1860. Durante su permanencia en esta ciudad, el escritor frecuentó los salones
literarios y perteneció a la Sociedad Amigos de la Ilustración, colaborando en la Revista del Pacífico
y la Revista de Sudamérica, de la cual llegó a ser redactor principal. En agosto de 1863, luego de
ser amnistiado, emprendió el regreso al Perú.
En julio de 1864 fue nombrado cónsul en el Pará, pero parece que no llegó a ejercer el cargo,
solicitando y obteniendo una licencia que empleó en viajar por Europa. En 1865 regresó al Perú
para ponerse a órdenes del gobierno, que se encontraba en conflicto con España, participando en
el combate del Callao del 2 de mayo de 1866 como asistente de José Gálvez. Al año siguiente
intervino en la sublevación del coronel José Balta y, cuando Balta fue elegido presidente en 1868,
lo nombró secretario particular; fue además elegido senador por la provincia de Loreto. Tras el
asesinato de Balta en 1872, Palma se retiró a la política para dedicarse exclusivamente a la
literatura. El mismo año publicó la primera serie de sus Tradiciones peruanas.
Cuando en 1879 se declaró la guerra con Chile, Palma ya era uno de los literatos más reconocidos
del continente americano y colaborador frecuente de las principales publicaciones literarias
sudamericanas. Durante la guerra participó en la defensa de la capital peruana. En 1881, las
tropas de ocupación incendiaron su casa ubicada en el balneario de Miraflores, con lo que perdió
su biblioteca personal, el manuscrito de su novela Los Marañones y sus memorias del gobierno de
Balta.
Decepcionado, pensó aceptar el ofrecimiento que en 1883 le hizo el dueño del diario La Prensa de
Buenos Aires para que se trasladase con su familia a esa ciudad para ejercer de redactor literario
del periódico, pero el presidente Miguel Iglesias lo convenció para que aceptase la dirección de la
Biblioteca Nacional del Perú, que se encontraba destruida como consecuencia de la guerra. Su
labor al frente de esta institución, donde contó con un presupuesto exiguo, fue verdaderamente
encomiable, no dudando en utilizar su prestigio literario para solicitar a personalidades de diversas
partes del mundo la donación de libros, ganándose el apelativo de El bibliotecario mendigo.
El 28 de julio de 1884 Palma logró inaugurar la nueva Biblioteca Nacional del Perú. Siguió
ocupándose de su dirección, labor momentáneamente interrumpida por su viaje a España como
representante del Perú al Noveno Congreso Internacional de Americanistas, celebrado con ocasión
del cuarto centenario del descubrimiento de América (1892-93). En febrero de 1912 renunció al
cargo por discrepancias con el gobierno, que nombró en su lugar al escritor Manuel González
Prada, antiguo adversario de Palma.
González Prada atacó la gestión de su predecesor en una Nota informativa acerca de la Biblioteca
Nacional (1912), lo que motivó la respuesta de Palma en su folleto Apuntes para la historia de la
Biblioteca de Lima (1912), donde hace un recuento de su labor al frente de la institución. Alejado
de su labor como bibliotecario y convertido en el patriarca de las letras peruanas, Palma se retiró
a vivir al balneario de Miraflores, donde pasó los últimos años de su vida. Cuando murió fue
enterrado con honras fúnebres correspondientes a Ministro de Estado y se declaró duelo nacional.
La obra de Ricardo Palma
Como poeta siguió la corriente romántica europea de José Zorrilla, Heinrich Heine, Victor
Hugo y Lord Byron. Dentro del género lírico publicó Poesías (1855), Armonías. Libro de un
desterrado (1865), Pasionarias (1870), Verbos y gerundios(1877) y Enrique Heine.
Traducciones (1886). Reeditó gran parte de su obra poética en el libro Poesías (1887), que llevó
como introducción el estudio "La bohemia limeña de 1848 a 1860. Confidencias literarias".
Posteriormente publicó su poema A San Martín (1890), que originó una protesta del gobierno
chileno por considerarlo ofensivo a ese país. Su último libro de versos fue Filigranas. Aguinaldo a
mis amigos (1892). Fue también compilador de Lira americana. Colección de poesías de los
mejores poetas del Perú, Chile y Bolivia (1865).
Entre sus trabajos históricos podemos mencionar Anales de la Inquisición de Lima(1863), el
polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la independencia (1877) y
su Refutación a un compendio de historia del Perú (1886), cuyo ataque a los jesuitas motivó que
el Congreso peruano declarase la prohibición del establecimiento de esta orden religiosa en el país.
Su labor como principal gestor y presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde el 5 de
mayo de 1887 está representada por los Anales de la Academia Correspondiente de la Real
Española en el Perú (1887), y especialmente por sus valiosas sugerencias a favor de la admisión
de nuevos vocablos contenidas en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y Papeletas
lexicográficas (1903). Publicó además Recuerdos de España (1898), sobre su viaje a ese país en
1892, que después sería reeditado con el título Recuerdos de España precedidos de La bohemia
de mi tiempo (1899).
Tradiciones peruanas
Párrafo aparte merecen las Tradiciones peruanas, relatos construidas a partir de hechos históricos
o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco que constituyen un género literario particular.
Aunque Palma había escrito los primeros de estos relatos antes de su destierro a Chile, sólo varios
años más tarde se decidió a editar la primera serie de sus Tradiciones (1872).
A este volumen le seguirían Tradiciones. Segunda serie (1874), Tradiciones. Tercera
serie (1875), Tradiciones. Cuarta serie (1877), Tradiciones. Quinta serie(1883), Tradiciones.
Sexta serie (1883), Ropa vieja (1889) y Ropa apolillada(1891). Después de publicar en Buenos
Aires la primera edición extranjera de estos relatos (1890), publicó una edición en España con el
título, desde entonces célebre, de Tradiciones peruanas (4 vols., 1893-96). Posteriormente a esta
edición aparecieron Tradiciones y artículos históricos (1899), Cachivaches (1900), Mis últimas
tradiciones peruanas y cachivachería (1906), Apéndice a Mis últimas tradiciones peruanas (1910)
y una edición póstuma con el título El Palma de la juventud (1921). Tras su muerte, las hijas del
escritor llevaron a cabo una edición definitiva de las Tradiciones peruanas que contó con el auspicio
del gobierno peruano (6 vols., 1923-25).
La trascendencia de la obra de Ricardo Palma ha sido justamente destacada por la crítica. Luis
Leal lo considera el mejor "cuentista" hispanoamericano de dicha centuria; para Estuardo Núñez
fue el narrador hispanoamericano de mayor influencia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX. Tal envergadura se vincula con la capacidad de Palma para asumir una tarea pendiente en las
letras americanas: efectuar el tránsito de una literatura centrada en la tradición oral o de carácter
ancilar a una literatura que va a ir privilegiando la modalidad escrita y la ficción.