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Denis BERTRAND
Traducción de Lelia Gándara
1. El modelo actancial
1.1. El actante
Por reducción de las dramatis personae del modelo de Propp, Greimas reconoce
inicialmente tres pares de categorías actanciales. Conforme al concepto
estructural de categoría, cada término sólo se define por su relación de
oposición a otro término del mismo nivel. Este conjunto está incluido en el
modelo actancial bien conocido, presentado en Semántica Estructural.
1. Sujeto - Objeto
2. Destinador – Destinatario
3. Ayudante– Oponente
PN = Función (hacer) (S1 (sujeto de hacer) à (S2 (sujeto de estado) O (objeto
de valor))
PN = Función (hacer) (S1 (sujeto de hacer) à (S2 (sujeto de estado) O (objeto
de valor))
El programa narrativo es una función (un hacer), por la cual un sujeto de hacer
(S1) hace de tal manera que un sujeto de estado (S2) se ve disjunto () de un
objeto al que estaba conjunto (), o inversamente. Los dos actantes sujetos (de
hacer y de estado) pueden ser manifestados por dos actores distintos (pensemos
en el caso del «don», por ejemplo), o por un solo y mismo actor (pensemos en el
caso del «robo»).
El PN se presenta como una fórmula elemental que las estructuras de los relatos
efectivos despliegan, complejizan y jerarquizan a gusto. Así, se podrá distinguir
los relatos de adquisición de valores y los relatos de pérdida. La tipología de los
programas narrativos invita, además, a jerarquizar el programa de base, o
programa principal, y los programas de uso, o programas secundarios: el
cumplimiento de estos últimos es necesario para la realización del primero. El
análisis narrativo propone así, una formulación sintáctica al tópico de los
medios y los fines, confiriéndole un alcance más general en el análisis de los
discursos de la acción, y reinscribiendo por la misma razón su orientación
teleológica.
2. El esquema narrativo
Del mismo modo que para el actante, la génesis y las diferentes etapas de la
formulación del esquema narrativo son esclarecedoras. En un comienzo, se
trataba de extraer de las treinta y una funciones de Propp los principios lógicos
más elementales de distribución. La regularidad buscada apareció con la
iteración de tres pruebas que agrupan los conjuntos de funciones: prueba
calificante, prueba decisiva, prueba glorificante.
Este esquema puede ser leído en los dos sentidos: en el sentido de la sucesión,
se presenta como un recorrido del sujeto de búsqueda. Interviene en primer
lugar la calificación que instaura al sujeto en cuanto que tal, luego su realización
por la acción, y por último el reconocimiento que garantiza el sentido y el valor
de los actos que ha realizado. Leído en ese sentido, el esquema expresa una
orientación con finalidad, una mira [visée] teleológica, y constituye así, para
Greimas, «un marco formal en el que se inscribe "el sentido de la vida" [3] ».
Leído en sentido inverso, remontando desde la prueba glorificante hasta la
calificación, hace aparecer un orden de presuposición a contracorriente, y una
intencionalidad reconocible en consecuencia a posteriori. Esta doble lectura
permite convertir el orden temporal de la consecución en orden lógico de la
consecuencia. El carácter aleatorio del primero es reinterpretado como un
encadenamiento causal con el segundo. Esta causalidad se considera como un
dato del razonamiento lógico, mientras que remite más bien a una ritualización
estereotipada. Eso no quita que se apoya en ella la impresión de coherencia
narrativa que renueva el antiguo entimema de la retórica: Post hoc, ergo propter
hoc, «después de esto, por lo tanto en razón de esto».
Tal como lo muestran las diferentes versiones del esquema narrativo, lo que
está dibujado allí son los recorridos narrativos de los principales actantes. Al
enmarcar el esquema, la manipulación (o el contrato) y la sanción (o el
reconocimiento) manifiestan los recorridos del Destinador. Pero él también está
presente en la acción bajo la forma de este papel actancial antiguo, evocado
anteriormente, el del ayudante, que acompaña al sujeto a lo largo de sus
pruebas como una figura delegada del Destinador.
Son estos diferentes recorridos los que vamos a examinar ahora de manera más
precisa, a través de análisis textuales concretos, después de haber presentado la
tercera y última definición del actante: ya no bajo la forma de un modelo
actancial fijado, ni solamente como estructura posicional, sino en términos de
sintaxis modal.
Tomado de Denis BERTRAND: Précis de Sémiotique Littéraire. Paris: Nathan,
2000, pp. 181-190.
Traducción: Lelia Gándara
Revisión: Eduardo Serrano Orejuela
E squema actancial
Los distintos personajes de una narración ejecutan acciones que los relacionan entre sí. Por
ejemplo, el accionar del detective para esclarecer un crimen se enfrenta con el objetivo del
criminal de no ser descubierto, por lo que entre el detective y el criminal se establece una
relación de oposición.
Según las acciones que realicen los personajes, su rol se corresponderá con una función
básica: desear algo; transferir (un mensaje, un secreto, un objeto valioso); recibir (esos
elementos); ayudar a alguien a conseguir algo; oponerse a que lo consiga.
Sin embargo, además de los personajes, intervienen otros elementos que también pueden
cumplir algunas de las funciones anteriores. Por ejemplo, si un detective emplea una lupa
para descubrir una huella digital a fin de resolver el caso, estos elementos desempeñan las
funciones de ayudar a ese sujeto.
En ese sentido, se denomina actante a cualquier componente (ser o cosa) que participa en su
desarrollo y desempeña alguna de las anteriores funciones. De esta manera, la categoría de
actante supera a la de personaje, por lo que en un relato pueden existir muchos personajes,
pero sólo seis actantes. Estos conforman el esquema actancial:
Un sujeto que posee un proyecto o desea algo.
El objeto, aquello a lo cual tiende o busca el sujeto.
El destinador, que hace posible que el objeto sea accesible al sujeto.
El destinatario, que será quien reciba el objeto.
El ayudante, que presentará su apoyo al sujeto para que alcance su objeto.
El oponente, que pondrá obstáculos a la labor del sujeto.
Texto recomendado para entender de qué se trata: El
Esquema Actancial de personajes
Crear personajes puede ser un arduo trabajo de investigación, de buceo en modelos
conocidos, de rastreo de las necesidades de la historia que querés contar o puede que te pase
como a mí: Los desgraciados (mis personajes) se me aparecen en la cabeza hablándome de
cualquier cosa sin que yo pueda ni hacerlos callar, ni saber concretamente qué acciones
podrían realizar en una buena historia. Ellos hablan y hablan (en general nacen de a uno (una
en la mayoría de los casos) y monologan incansablemente) hasta que yo me decido a
sentarme delante del teclado y hacer que “les pase algo”. Me cuesta mucho armar una
secuencia de hechos interesantes y evitar que las minas que invento (en general son minas)
dejen de parlotear en un tiempo eterno donde no hay “acción” (ni violenta con autos y armas,
ni de la otra).
El esquema de personajes que voy a proponerles hoy es, precisamente, para saber qué hace
cada personaje: no cómo es física ni emocionalmente, no cómo habla, sino cuál o cuáles son
sus objetivos y cómo se relaciona (según ese objetivo) con los demás personajes. Se llama
“esquema actancial” porque analiza a cada personaje como un “actante”, alguien que “actúa”,
que “acciona”, que realiza una acción, que mueve un entramado de sucesos (no como mis
personajas que se la pasan charlando). Veamos la teoría básica (no te desesperes con las
definiciones: juro que lo vas a entender refácil cuando llegues al ejemplo de Caperucita Roja).
Un esquema actancial consta de seis elementos:
Sujeto: Es el personaje que tomaré como centro del esquema, aquél que realiza una acción,
que busca cumplir con algún objetivo, que se mueve con algún objeto. (Cualquier personaje,
principal o secundario, puede ser tomado como sujeto para realizar un análisis diferente o
profundizar en las relaciones de los personajes entre sí.)
Objeto u objetivo: Es lo que el sujeto quiere conseguir, lo que lo mueve a actuar.
Destinador: Es el personaje o la fuerza externa o interna que mueve al sujeto a querer
conseguir el objeto u objetivo. Si no existe un personaje específico, es el deseo de … (Por
ejemplo: el destinador del lobo de caperucita puede ser el deseo de comer.)
Destinatario: Es quien se beneficia si el sujeto consigue el objeto u objetivo (puede ser el
mismo sujeto u otro personaje o ambos).
Ayudantes: Son los que ayudan, precisamente, al sujeto a conseguir el objeto.
Oponentes: (Apuesto a que ya sabés la definición de esto sin que yo te la escriba): Sí, son los
que se oponen a que el sujeto consiga el objeto.
Ejemplo tonto (acordate o releé lecciones anteriores para valorar un buen ejemplo “tonto”):
¿Se entiende? La cosa cambia si ponés como sujeto al lobo, cuyo objetivo es comerse a
Caperucita, movido por ¿el hambre?, ¿la maldad?, ¿la lujuria?, y con él mismo como único
beneficiario, sin ayudantes, pero con muchos oponentes, lo que justificará su derrota final.
Utilizar este esquema te servirá para darle coherencia a tus historias: Alguien cuyo objetivo
es conquistar el planeta Venus no puede pasarse tres páginas hablando sobre su infancia a
menos que eso sea decisivo para explicar cuál es su destinador (alguna experiencia infantil,
un mandato paterno, etc.) o para justificar su destinatario (quiere conquistar el planeta para
regalárselo a su abuelita) o para presentar a sus ayudantes o cualquier cosa que le dé a la
narración de la escena infantil un sentido claro dentro del esquema de la acción.
Si te ponés a analizar los cuentos, novelas, obras de teatro, historietas, series o pelis con este
esquema actancial vas a ver cuántas posibilidades de conocer a los personajes y sus
motivaciones te aporta. A mí el elemento que más me gusta es el destinador. Ej: ¿Qué mueve
a Frodo Bolsón hacia Mordor para destruir el anillo? ¿Su valentía? ¿Su fidelidad a los amigos?
¿Su necesidad de conservar el mundo que conoce? ¿La fuerza de la amistad de Sam? ¿La
seguridad de que es sólo él quien puede hacerlo? ¿Su deseo de desterrar al mal del universo?
Pensar en los oponentes abstractos además de los representados por personajes concretos
también está bueno: ¿Y quiénes son los verdaderos y más poderosos oponentes de Frodo?
¿Los orcos? ¿Sauron? ¿O la avaricia de los humanos? ¿La mezquindad de Boromir (¡cómo
amo a Boromir y Faramir!) o la de todos los humanos? ¿La cobardía inicial del heredero de
Isildur? ¿La desunión de La Tierra Media? ¿Los elfos que se borran?
Así podemos seguir especulando, discutiendo, agregando nuevos aspectos a cualquier
historia y cualquier personaje. Probá y vas a ver qué importante será saber por qué un
personaje no tiene ayudantes o cuyo único destinador es él mismo, un personaje que
desconoce su objetivo y anda a tientas, uno que cree tenerlo muy claro pero a mitad de la
narración vive algo que lo hace cambiar ese objetivo por completo. Algo muy interesante es
realizar el esquema poniendo a los personajes secundarios como sujetos para ver cómo los
objetivos y destinadores de ellos influyen (para bien o para mal) en los objetivos de los
personajes centrales. ¿Que se te va a armar flor de kilombo? Y sí, pero yo prometí explicarte
pero no aburrirte, ¿no?