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Seminario de tesis I

Elianys Luna Astorac Blancas


Presentación de proyecto de artículo

Título pendiente

Tema:
El descenso como movimiento arquetípico en el mito de Innana.

Presentación:
A lo largo de la historia, diversos mitos en geografías y tiempos distintos han mostrado
como momento fundamental al descenso. Siendo éste ejecutado por dioses o mortales,
es siempre descrito como umbral de cambio, transformación, muerte y renacimiento.
En el presente trabajo pretendo abordar este movimiento como un arquetipo,
entendiendo a éste como estructura universal subyacente y determinante del
inconsciente personal y de toda experiencia consciente.
Me serviré de algunas imágenes alquímicas que Jung propone como manifestaciones de
los procesos psíquicos.
Desde el psicoanálisis de Jung, el inconsciente colectivo va más allá de los contenidos de
la conciencia individual, por lo que sobrepasa al sujeto y a su experiencia propia.
Así pues, el mito y su lenguaje tendrán, para este proyecto, lugar en el inconsciente
colectivo.
La imagen del descenso, además de ser abordada como arquetipo, por ser parte de un
todo mítico, corresponderá con el concepto de mitologema, es decir, un símbolo mítico.
Como menciono anteriormente, podemos encontrar en distintas culturas, la figura del
descenso como movimiento que conduce a quien lo realiza a entrar en contacto con el
Inframundo, el cual, desde la perspectiva psicológica que conducirá esta investigación, se
corresponde análogamente tanto con el inconsciente mismo, como con el arquetipo de la
Sombra y con el inicio de la obra alquímica: la nigredo1.
En el mito sumerio que trabajaré, Innana, Diosa madre del cielo y de la Tierra, emprende
el descenso al Inframundo voluntariamente. A lo largo de su viaje al mundo subterráneo,
siguiendo las propias exigencias del lugar, la Diosa va despojándose de todos los atributos
que la distinguen como divinidad hasta quedar completamente desnuda y arrodillada
ante la última puerta de acceso al Inframundo. Allí, su hermana Ereshkigal, Diosa del
inframundo, la espera sentada en su trono y en cuanto Innana entra a su reino, ésta exige
su muerte.
Al mirar simbólicamente el mito, nos encontramos con una figura femenina que al
emprender un descenso al inframundo, estaría también realizando un viaje iniciático, el
cual, como hemos visto en otros mitos y cuentos, comienza siempre en la oscuridad.
Desde el punto de vista psicológico, interesa también el hecho de que a la Diosa se le
exija, para permitir su entrada, desprenderse completamente de su atuendo; ya que, al

1La nigredo o putrefactio es uno de los procesos alquímicos en el que la materia trabajada
se ennegrece o pudre para dar comienzo a una nueva vida.
igual que el rito iniciático exige la renuncia, entendiendo esta como una serie de prácticas
que implican salir del espacio cotidiano y de la propia comodidad, el trabajo interior
conllevará también, desde esta perspectiva, que el ego realice ciertas ofrendas que
impliquen su entrar en contacto con la propia vulnerabilidad, de ahí que la figura de la
Diosa desnuda y arrodillada sea muy importante.
La muerte de la Diosa es un momento fundamental. Desde el punto de vista jungiano, la
muerte mítica, de la que se sigue un renacer, corresponde al Sol negro en la alquimia, el
momento psicológico de profunda oscuridad para el individuo que puede manifestarse
por medio de una depresión o enfermedad. El descenso como muerte es un momento
cumbre que fungirá como puente de transformación, como umbral de renacimiento.
Como veremos posterior al descenso de la Diosa, esta asciende obteniendo los poderes
del inframundo.
La figura de Innana, Diosa sumeria es vital. Considero importante dar luz a las
figuras y manifestaciones de la diosa, pues, como es evidente, las estructuras
patriarcales de la cultura han mutilado por siglos a las expresiones religiosas de
sus imágenes y núcleos femeninos.
Al igual que la hegemonía patriarcal ha sido un sesgo para el estudio y la
valoración de la dimensión femenina del mundo y de nosotrxs mismxs, así
también, las exigencias racionalistas del pensamiento científico han relegado el
estudio del mito o de todo aquello que se encuentre fuera de la luz de la
conciencia diurna al terreno de lo irracional, aquello que carece de valor
epistémico u ontológico.
Es cierto que nos encontramos en un mundo cuya importancia radica en su
materialidad y no en las capas psicológicas, ontológicas o arquetípicas que le
subyacen y le dan sentido.
El mito, en su misma forma poética o analógica de aparecer ante la conciencia,
irrumpe con su sentido ambiguo y multivalente el andar cotidiano de un mundo
humano gobernado por la practicidad, la univocidad y la literalidad del sentido.
El campo dionisiaco abierto por Nietzsche en El nacimiento de la tragedia bien
puede ilustrarnos lo ya mencionado: lo dionisiaco es una manifestación de todos
aquellos elementos nocturnos, sombríos o instintivos de la experiencia humana. El
filósofo nos habla de cómo en la Grecia Antigua se le daba un importante lugar a
esta manifestación por medio de la tragedia, el arte y el ritual. Para Nietzsche, la
conversión de la Grecia trágica a una Grecia científica y racional es una mutilación
de la experiencia, pues el habitar el mundo no puede ser reducido a entender
mediante la conciencia su forma tácita o unívoca de presentarse ante el individuo.
Con esto recordamos el arquetipo de la Sombra. Este elemento también es
referido a la totalidad del inconsciente individual (en tanto que oscuro), a aquellos
caracteres de la psique que no reconocemos como propios porque, al estar
ocultos, parecen no asimilarse o incluso ser opuestos al carácter de nuestra
personalidad.
Desde la teoría de Jung, el trabajo con la sombra consiste precisamente en la
integración de la misma. La sombra no puede ser negada o sometida, pues
siempre se encuentra presente aunque no deseemos mirarla.
Al no establecer una relación consciente y creadora con nuestra sombra, esta se
vuelca en su propio carácter terrible apoderándose del individuo.
El otorgarle un lugar a nuestra sombra por medio del estudio profundo del mito y el
ritual sin duda podría contribuir a encaminar nuestra inherente vida inconsciente,
animal o instintiva de una manera distinta que la inmediata.
En ese sentido, el movimiento de descenso es umbral transformador porque
precisamente nos lleva a observar, confrontar y trabajar lo que personal o
culturalmente ha sido negado o señalado como “malo”.
El peligro de seguir llevando una vida sin prestar atención a los aspectos sombríos
de nuestra existencia radica en vivir sólo para responder a una impulsividad
obsesionada con saciar la propia oscuridad reprimida. La sombra no sólo
controlará y enfermará al individuo, será también el gran detonador de
feminicidios, guerras, violaciones, etcétera.
Por ello es que, al igual que la psicológica profunda y la manifestación ritual de lo
dionisiaco, consideramos necesario el estudio y el trabajo con las expresiones
oscuras o ambiguas de la existencia. Pensamos que estas expresiones
precisamente se hallan en los accesos y creaciones imaginales como los
símbolos, los mitos y los rituales.
Por ello, en el presente trabajo buscaré darle un lugar a estas experiencias y sitios
oscuros de la psique.
Con el objetivo de aprender a relacionarnos de formas más profundas,
respetuosas y amplias con todo aquello oscuro a los ojos de la razón, nos
proponemos entonces devolverle el valor epistémico y ontológico al mito y al
símbolo.

Objetivo:
En este trabajo me propongo mostrar, mediante el mito de Innana, que el
descenso mítico es un movimiento arquetípico, es decir, un movimiento que,
desde la psicología profunda, revela una parte de la estructura vertebral no sólo
del mito, sino de nuestro inmenso universo psicológico.

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