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Los argumentos mediante ejemplos ofrecen uno o más ejemplos específicos en apoyo de una
Generalización.
Los argumentos mediante ejemplos ofrecen uno o más ejemplos específicos en apoyo de una
Generalización.
«muestra».
Cuando elabore su propio argumento, no confíe sólo en el primer ejemplo que le venga «a
la cabeza». Los tipos de ejemplos en los que usted, probablemente, piensa de inmediato, es
probable que estén sesgados. Una vez más, haga algunas lecturas, piense cuidadosamente en las
Se necesita información de trasfondo, para evaluar un conjunto de ejemplos. Tenemos que mirar
las proporciones subyacentes.
Damos más crédito a un ejemplo gráfico que a un cuidadoso sumario y a la comparación de miles
de antecedentes de reparaciones.
Usted puede, o no, cambiar la redacción de su conclusión; en cualquier caso, ahora comprende
mejor por sí mismo su propia afirmación y está preparado para responder a las objeciones
importantes
Trate también de pensar en contraejemplos cuando evalúe los argumentos de cualquier otra
persona. Pregunte si las conclusiones de esa persona tienen que ser revisadas y limitadas, o si
tienen que ser retiradas por completo, o si el supuesto contraejemplo puede ser reinterpretado
como un ejemplo más.
Tiene que ser aplicados a mis argumentos y a los argumentos de otra persona.
OPINIÓN | 2016/04/23 00:00
Colombia no necesita las 450 páginas del estremecedor libro de Johann Hari ‘Tras
el grito’, para describir el horror que ha significado la guerra contra las drogas a la
manera como la impuso Estados Unidos.
Con eso hubiese bastado. A renglón seguido tenía que haber afirmado que solo la
legalización del comercio de las drogas y la despenalización del consumo puede
sacar al mundo de la pavorosa trampa en que está metido. Pero Santos no está para
esas audacias.
Colombia no necesita las 450 páginas del estremecedor libro de Johann Hari Tras
el grito, para describir el horror que ha significado la guerra contra las drogas a la
manera como la impuso Estados Unidos, a la manera como la han hecho los
grandes países consumidores, a la manera como la imaginaron las fuerzas políticas
más obtusas y delirantes.
Bastaría con una o dos páginas contando hechos, solo hechos, el asesinato de
cuatro candidatos presidenciales, la infiltración de dineros en todas las campañas a
la Presidencia y la determinación del triunfo en dos de ellas, la persistencia de no
pocos parlamentarios y de numerosos gobernantes locales ligados a los grupos
ilegales, la cifra seca de muertos, el número, solo el número, de hectáreas de
bosques y de cultivos infectados por las fumigaciones, la asombrosa marca del
narco en la arquitectura, en los libros, en la estética corporal, en las relaciones
familiares y sociales.
Los dueños del negocio ilegal pueden recurrir al propio Estado, a muchos de sus
agentes, para la protección ilegal, o pueden construir sus propios aparatos
sicariales, o pueden, incluso, mezclar las dos opciones, o aún más, pueden
contratar su protección con otro ilegal dedicado a fines completamente distintos. El
cartel de Cali y los Rodríguez Orejuela, en su momento, pusieron el énfasis en la
primera opción; el cartel de Medellín y Pablo Escobar pusieron el acento en la
segunda.
Después todo se volvió más oscuro, más difuso, más extendido, más potente, más
difícil de combatir. Los paramilitares y las bandas criminales aprehendieron las
experiencias de Cali y Medellín y construyeron estructuras complejas que mezclan
a bandidos, a uniformados, a políticos y a empresarios. Con estos aparatos han
protegido una extensa gama de negocios ilegales que van desde el narcotráfico
hasta la minería pasando por la extorsión, el contrabando y un largo etcétera.
Repito esto, a riesgo de cansar a los lectores, para ilustrar de nuevo la enorme
importancia que tiene la palabra legalizar y el grave error que significa decir que
nosotros los colombianos no abogamos por la legalización de las drogas ilícitas, o la
negligencia para concertar una legislación y una nueva institucionalidad minera
para conjurar la informalidad y la ilegalidad del sector y para promover negocios
legítimos y emplear a los miles y miles de jóvenes enganchados en estos negocios
oscuros.