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Center for Latin American and Caribbean Studies, University of Michigan, Ann Arbor

PENSAR LOS MÁRGENES DESDE LOS MÁRGENES


Author(s): Gabriela Genovese
Source: Dispositio, Vol. 24, No. 51, Crítica Cultural en Latinoamérica: Paradigmas globales y
enunicaciones locales (1999), pp. 81-86
Published by: Center for Latin American and Caribbean Studies, University of Michigan,
Ann Arbor
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/41491583
Accessed: 29-11-2018 13:32 UTC

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Dispositio/n XXIV. 5 1 (1999 (2СЮО)): 81-86
©Department of Romance Languages, University of Michigan

PENSAR LOS MÁRGENES DESDE LOS MÁRGENES

Gabriela Genovese
Universidad Nacional de Mar del Plata

Que todo el mundo sepa


que el sur también existe.
Mario Benedetti

El modelo cosmológico de la "gran explosión" {Big Bang), el más conocido


y aceptado de los esquemas conceptuales que explican la evolución del Universo,
sostiene que ya han transcurrido diez mil millones de años desde que se produjera
el impacto inicial. La aparición de la vida en la Tierra tuvo lugar hace casi tres
millones de años y de su evolución surgió el hombre, que habita el planeta desde
hace cien mil años.
Ese hombre creyó durante muchos siglos que la Tierra era el centro del
universo y que éste tenía un límite. Hace cuatrocientos años el astrónomo polaco
Copérnico desplazó al Sol hasta el centro del sistema solar; si bien la Tierra ya
no era el centro, el consuelo radicaba en la 'certeza' de que el sistema solar era
todo el universo. Hoy sabemos que habitamos en una galaxia formada por
millones de soles parecidos al que nos rige y que el universo está constituido por
cien mil millones de galaxias. Si desapareciéramos, el efecto que provocaría
nuestra ausencia sería el equivalente a la pérdida de un grano de arena en el
inmenso desierto.
Si bien hemos evolucionado desde las cosmologías geocéntricas de
Ptolomeo y sus antecesores, a través de la cosmología heliocéntrica de Copérnico

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y Galileo, hasta la vision moderna e


gira alrededor de una estrella corr
billón de las que conforman el unive
en un planeta cuya actualidad o de
insignificante para el resto del co
La condición efímera y fugaz de la
paradójicamente alcanza su reverso
lo largo del devenir histórico, se h
y, al parecer, irreconciliables: ce
subalternidad (o marginalidad), do
original / copia, global / local, entr
Resulta significativo el debate l
culturales acerca de tales paradigm
construido, y que dichos estud
reformulación surge y se proyecta
aquél que ha determinado a lo lar
pertenencias. Al respecto sostiene
en Nueva York o París, que en Mé
y, en coincidencia con él, Stuar
globalización y sus efectos de la
(33)'.
Entre los teóricos poscoloniales
Spivak abordan el modo en que el
para el discurso colonial; en corr
(Grupo Latinoamericano de Est
subalternos han ido canibalizando
un lugar propio de enunciación" (
Frente a estas posiciones asu
preguntarnos cómo ha ejercido la
que, lejos de gestar espacios propi
reubica - repitiendo las reglas de
hegemonía cultural - como produ
Las presentes reflexiones surg
potencia su marginalidad: son las pa
en un espacio académico marginal
en un país de Latinoamérica no men
lo económico, lo cultural. Desde esta
la posibilidad de asumir categorías
si es que por "pos" debemos ente
un espacio dependiente en múltipl
de poder, el colonialismo y la mo
momento, prefijos de superación.

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Varios interrogantes o inquietudes acuden a estas consideracione


plantean qué móviles determinan la necesidad de pensar la subalterni
formulaciones desplazan una red de cuestionamientos que conviene an
mayor detalle.
Consideramos que los discursos marginales se convierten en cultura
cosificada cuando se los califica y recepciona como manifestaciones de otros
espacios culturales, denominación que tras la inocente atribución a esa otredad ,
determina su condición de producción devaluada. Sin duda, resulta seductor
para estos contextos marginales, hasta hoy fuera de reparto, verse convertidos
en vedette admirada y requerida por la hegemonía, por un poder que disfraza de
reconocimiento cultural una condición de objeto y manipulación.
Sería engañoso vanagloriarnos, siguiendo a Nelly Richard, de esta súbita
"centralidad de los márgenes" (1991, 6), consideración que si nos predica como
borde es porque existe un centro que fija y distribuye las posiciones. Para-
fraseando los cuestionamientos que Lucía Guerra se plantea para la escritura
femenina nos preguntamos: ¿Es el discurso de la subalternidad reconocido como
legítimo? ¿Qué valor tiene esta producción en una cultura en la cual, al decir lo
que diga, la autorreflexión de los márgenes, pronunciada desde la periferia, lleva
la firma del viento? (1994a, 18)2.
Sabemos que las teorías poscoloniales desmienten la pretensión de
universalidad del discurso posmoderno, totalidad que sólo cabe para el discurso
europeo y que niega, a la vez que funda y consolida, la otredad', una otredad que
lejos de construir su locus de enunciación, ha incorporado - canibalizado -
paradigmas que nada tienen que ver con lo intrínseco de los márgenes, puesto
que llevan las marcas propias de un centro que se define por su diferencia. En
todo caso tal pretensión de canibalización ha caído en las redes de quienes poseen
la palabra, la administran y la legitiman: el discurso de la subalternidad ha
incorporado categorías ajenas para pensarse a sí mismo, las mismas categorías
que el poder ha construido para definir y pensar la subalternidad. Los márgenes
nos hemos olvidado que, para hablar de poscolonialidad, es preciso haber dejado
de ser colonia; no hemos sido capaces de advertir que, para ser posmodernos,
debimos previamente haber superado una modernidad que aún continúa vigente.
Pero sería impropio de nuestra parte aprisionar estas reflexiones en las
redes de la resignación, del escepticismo o de la mera queja, sin buscar un atajo
de superación, un intersticio por el cual filtrarnos y, como proponen los teóricos
poscoloniales, canibalizar el discurso hegemónico en favor de lo propio.
Coincidimos con Nelly Richard al reconocer que el discurso posmoderno
involucra y proyecta las marcas específicas de la dominación, sin embargo, "es
un discurso que, como todo discurso, ofrece discontinuidades y fugas de
enunciados que nos sirven para aprovechar tácticamente sus quiebres de
perspectivas" y nos permite asumirnos como modernidad desuniforme y
" heterodoxa [...]: una modernidad que junta y disjunta [sic] espacios y tiempos
heterogéneos, multiestratificados por tendencias en discordia (mito y progreso,

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oralidad y telecomunicación, folklo


simulacro)" (1993, 79) (cursiva en
Preguntarnos por el atajo, busc
que nos permita pensarnos y recono
alternativa eficaz y, a la vez, comp
Richard que resulta necesario

preocuparse [por] saber cuáles s


teoría metropolitana que podrán
desviar a [nuestro] favor el para
las alianzas solidarias que pueden y
discursos periféricos y ciertas
el subrayado es de la propia crít

Concertar alianzas, promove


desiguales - constituye la alternativa
generar un discurso propio desde u
posibilidad de concreción de estas
dos perspectivas, generando categ
primeras, sostiene Giulia Colaizzi
"con otros" locales, evitando que la
feminismo, etnias, movimiento
autónoma y desgajada (83); en cuanto
locales las que permiten la identid
robustecen debilidades y garantiza
Desde un espacio de reflexión q
afirma que "no es pidiendo per
anheladas"(1994, 24); desde un loc
Richard también nos invita a 'entrar

que el conocimiento tenga dueñ


genes] se lo tomen por asalto y co
que mejor [los] capacitan para su
Que la teoría lleve la marca regi
norteamericana]; que incluso de
desvalijar las cajas de herramienta
y fiscalizada por la instituci
conocimiento. (1993: 23-24).

Si asumirnos como margen significa reinstalar los binarismos que


pretendemos - y debemos - subvertir, la alternativa puede ser pensarnos como
totalidad, como parte ni devaluada ni enaltecida, de una globalidad donde
diversidad no es sinónimo de menos sino, sencillamente, de variedad. Tal vez

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la vía de acceso a un nuevo orden radique en pensarnos como centrom


margencentro, o prescindir de estos rótulos que, como tales nos en
coartan, y asumirnos como productores culturales, como una de las tantas
que, con la misma textura, la misma disposición, los mismos componentes
la trama cultural que nos hace globales, únicos, todos, en un planet
ínfima galaxia que - cabe recordarlo - , si desapareciera, provocaría e
efecto que la ausencia de un grano de arena en el inmenso desierto.

NOTAS

1 En adelante utilizaremos las categorías posmodernidad y posco


dar cuenta de los diferentes espacios de enunciación desde los que se
discursos contramodernos, a partir de la distinción propuesta por Walter M
las teorías posmodernas poseen su locus de enunciación en antigu
sustituyeron su posición periférica por espacios centrales o hegemónicos
resulta un claro ejemplo - , las teorías poscoloniales sitúan su locus e
colonias cuya marginalidad aún continúa vigente (270).
2 Los postulados de Lucía Guerra, Nelly Richard (1993), Giulia
María Fernández que sustentan nuestras especulaciones, han sido form
críticas desde una perspectiva feminista. Nuestro trabajo pretende hacer
posiciones a una mirada más abarcadora de la subalternidad, es por e
advertirá adaptaciones de citas textuales o parafraseo de tales teorizaci

OBRAS CITADAS

Berenguer, Carmen, Eugenia Brito, Diamela Eltit, Raquel Olea, Elia


Richard, comp. 1994. Escribir en los bordes: Congreso Int
Literatura Femenina Latinoamericana, 1987. Santiago de Chile
(Primera edición 1990.)

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86 GABRIELA GENOVESE

Bhabha, Homi K. 1995. The Location


Castro-Gómez, Santiago. 1996. "Narra
propuesta hermenéutica de Walt
americana. Barcelona.
Colaizzi, Giulia, ed. 1990. Feminismo y Teoría del Discurso. Madrid: Cátedra.
Díaz-Diocaretz, Myriam y Iris M. Zavala, coords. 1993. Breve historia feminista de
literatura española (en lengua castellana). I. Teoría feminista: discursos
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historia de discriminaciones y resistencias. Buenos Aires: Paidós. (Primera
edición 1992.)

Buenos Aires: Paidós. (Primera edición 1993


Fernández, Arturo. 1991. Movimientos sociales
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Follari, Roberto A. 1990. Modernidad y posmo
Latina. Buenos Aires: Rei Argentina/Institut
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antropológicas y sociológicas en América Lat

Buenos Aires: Sudamericana. (Primera edic


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crítica de la razón después de Adorno. Trad. J
Visor. (Primera edición en alemán, 1985.)
Zavala, Iris M. 1991 . La posmodernidad y Mij ail Ba
Espasa-Calpe.

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