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La creatividad literaria
El texto creativo
El texto creativo puro es aquél en el que se juega, de una forma u otra, con la
realidad, tiñéndola, maquillándola,con ingredientes que le pueden dar o le dan una
orientación lúdica; es decir, cuando se opera una transformación de los dispositivos
de sentido en la palabra-texto (fenómeno intralingüístico, de naturaleza técnico-
intelectual--- hasta desaparecer de ésta, en la masa de la expresividad,de una forma
u otra, y de un grado a otro, la lógica, el orden conceptual, sagrado, de las
situaciones, entornos semánticos, esencia significante y corporeidad conceptual.
Así, objetos insólitos, creados a partir de material común y corriente; ideas pobres,
usuales, gastadas por el uso, pero rejuvenecidas por la insurgencia de la búsqueda
de nuevas y originales formas de articulación del decir y hacer, entran dentro de los
esfuerzos de concepción y producción que buscan y permitenla reorientaciónde lo
que circula en la cultura,y que posibilita nuevos sentidos, nuevos modos o maneras
de expresar, sentir, vivir, exhibir, reorganizar la realidad.Dicho de otra
En especial, o particular, el texto creativo muestra su naturaleza de ente novedoso
y no necesariamente lógico y directo, una vez se está en posesión de su consumo;
o mejor dicho, desde que se le lee. En los productos literarios(poema, narración,
drama, letra)tocados por algún grado de juego o rejuego lúdico o artístico, no se
encuentra dureza de sentido, sino una como fiesta del lenguaje.
Por texto lógico, duro o rígido, debemos entender –sin duda, alguna-- esos escritos
medularmente técnicos, serios, sobrios, hijos de profesiones y situaciones
concretas, en gran medida, o bien útiles e instrumentales, cuyo norte es o busca ser
la verdad o verificación práctica de lo que ahí se inserta.
En ese tenor, vale abundar diciendo que todos los libros científicos y materiales
afines, son estructurados con un criterio rígido, duro, lineal y sobrio; porque no otra
cosa reclama el discurso o texto de la ciencia o el saber científico, y no otra cosa
proyecta.
Los tratados jurídicos o legales –quizás los más rígidos y duros ejemplos de ese
rígido y duro discurso de los textos no creativos-- son un buen ejemplo –mejor dicho,
el mejor ejemplo-- de ese lenguaje o discurso que está en la acera opuesta del
creativo o de la creatividad literaria.
Eso quiere decir, que, visto desde el ángulo de la utilidad, el texto duro no puede
dar lugar a anfibología, a interpretaciones sui géneris personales, ni a los ejercicios
de hermenéutica tan del uso de los cultores de ideas religiosas o filosofías
herméticas.
Jugar con las palabras, adjetivar para hacer más rico el maquillaje de lo escrito;
hermosear verbalmente, a veces por el ego activo de exhibir destreza creadora e
impactar, o bien dinamitar la realidad con el expreso propósito de mostrar al lector
la genial habilidad que se tiene al manejar el idioma, entre infinitas otras cosas más,
son performances o ejercitamientos, no propios de un redactor-escritor; quien, en
fin de cuentas, es muy otra cosa y muy otra cosa es lo que hace. Ahí, en el ejercicio
de este operario de la lengua,no hay o no ha de haber producción de material
artístico.