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Enséñame el arte de los pequeños pasos

“El fiel cumplimiento de las pequeñas cosas es la llave maestra, el punto inicial
para comenzar el camino a la vida mística, así lo dio a entender Nuestro Señor, ya que
“en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré….1”, y podrá entrar a gozar del
Banquete de su Señor……. Lo poco, es la fidelidad a las pequeñas cosa, y aun que nos
parezca nada, es un paso que se da, y de paso en paso se llega a la meta, es lo que dice
el directorio de espiritualidad, dar el paso, “lo que importa es dar un paso, un paso más,
siempre es el mismo paso que vuelve a comenzar2”; pero sin ese paso, que a la vera
parece nada, es el paso que Dios nos pide que demos hoy.
Pero muchas veces desconfiamos del poder divino, no creemos de que Dios es
realmente omnipotente, o por lo menos, que no es omnipotente en nuestras vidas, y
esto nos lleva a desconocer sus caminos y a desconfiar de sus planes, de su providencia,
y por eso no creemos que con esto pequeños Él puede realizar obras grandes. Si no que
razonamos al revés, que por hacer cosas bulliciosas, que por lo general sin raíces, el reino
de Dios crece a raudales; el error no esta en hacer cosas grandes, si en pensar que “la
fidelidad a las pequeñas cosas”, no es algo grande, cuando es la obra mas grande que
podemos hacer, y la que más al alcance de nuestra mano esta, y es la que Dios pone a
nuestra disposición para que nos santifiquemos, aquí y ahora.
Que sencillo parece el camino de santidad, y por ser tan sencillo no le damos
importancia, somos como el general Namánn, nos gustan las cosas complicadas,
difíciles, donde se muestre nuestra astucia, nuestro ingenio, pero sin darnos cuenta, por
querer cosas difíciles, avanzamos poco y nada.
La fidelidad a las pequeñas cosas, (nuestro deber de estado hecho con esmero
para agradar a Dios) unida a la contante presencia de Dios, es el camino por el que
debemos andar, y es el que llevó a los grandes santos, a una intimidad profundísima con
Jesucristo.
Cuesta entender esa “intimidad con Jesucristo,” porque naturalmente hacemos
una distinción, yo soy yo, y Cristo es Cristo, y vivir en intima unión es en cierta manera
dejar nuestra condición de hombres pecadores, es matar en nosotros al hombre viejo,
es destruir esa estructura de pecado que nos hemos formado cuando nos dejamos llevar
por la ley de la carne y del mundo, cuándo nos dejamos embaucar por la astucia del
demonio.
Pero es una intimidad verdadera y real, no fantasía o pseudopoesía mística,
porque a Jesucristo lo recibimos verdadera, real y sustancialmente en cada comunión,
el problema es que hacemos el camino inverso, buscamos que Él se amolde a nuestro
modo de pensar, de obrar, y no nosotros a Él; un acto pequeño, de intimidad con el
Señor, vale mas que vivir 1000 años con los malvados, un acto de intimidad con el Señor
es la acción de gracias después de recibir la sagrada comunión, allí es cuando debemos
entrar en consonancia de corazones con el Señor, en comun-union con el maestro, y
¿Cuántas veces a ese pequeño acto no lo hacemos?, ¿si no somos fieles en esto poco lo
seremos en lo mucho?¿lo seremos en la vida mística?
No somos fieles con nuestro pensamiento, no por que pequemos de malos
deseos, sino que nos la pasamos pensando en cosas que nos distraen de Dios, que no
atan a la tierra más que al cielo, en cosas que nosotros no vamos a poder dar solución,

1
En esa hermosa parábola que nos trae narrada Mateo 25, 14
2
Directorio de espiritualidad, 42
perdemos el tiempo en eso en ves de aprovecharlo para rezar, para pedir a Dios que
lleve a feliz termino aquello que nos angustia y aqueja.
Traigo a colación una oración, titulada la oración del Principito en la que pide
vivir el arte de los pequeños pasos.

“Enséñame el arte de los pequeños pasos”


Le pide a Dios un regalo raramente invocado: la sencillez y la fidelidad tranquila.
No pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria.
Enséñame el arte de los pequeños pasos.
Hazme hábil y creativo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo
cotidiano, los conocimientos y experiencias que me atañen personalmente.
Ayúdame a distribuir correctamente mí tiempo:
dame la capacidad de distinguir lo esencial de lo secundario.
Te pido fuerza, auto-control y equilibrio para no dejarme llevar por la vida
y organizar sabiamente el curso del día.
Ayúdame a hacer cada cosa de mi presente lo mejor posible,
y a reconocer que esta hora es la más importante.
Guárdame de la ingenua creencia de que en la vida todo debe salir bien.
Otórgame la lucidez de reconocer que las dificultades, las derrotas y los fracasos
son oportunidades en la vida para crecer y madurar.
Envíame en el momento justo a alguien que tenga el valor
de decirme la verdad con amor.
Haz de mí un ser humano que se sienta unido a los que sufren.
Permíteme entregarles en el momento preciso un instante de bondad, con o sin
palabras.
No me des lo que yo pido, sino lo que necesito. En tus manos me entrego.
¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!

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