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“HAY PERSONAS QUE TIENEN DIFICULTAD

PARA PERDONARSE A SÍ MISMAS”


Por el presidente
Thomas S. Monson

Hay personas que tienen dificultad para perdonarse a sí mismas y se concentran


en lo que consideran sus defectos. Me gusta el relato de un líder religioso que,
junto al lecho de muerte de una mujer, trataba en vano de consolarla. “Estoy
perdida”, dijo ella. “He arruinado mi vida y la vida de los que me rodeaban. No
tengo esperanza”. El hombre advirtió que sobre el tocador estaba la foto de una
hermosa joven. “¿Quién es?”, le preguntó. El rostro de la mujer se iluminó: “Es mi
hija; lo único hermoso de mi vida”. “La ayudaría usted si ella tuviera dificultades o
hubiera cometido un error? ¿La perdonaría? ¿La seguiría amando?” “¡Claro está
que sí!”, exclamó la mujer. “Haría cualquier cosa por ella. ¿Por qué me lo
pregunta?” “Porque quiero que sepa”, le dijo el hombre, “que hablando en sentido
figurado, Dios tiene una fotografía de usted en Su tocador. Él la ama y la ayudará.
Invoque Su nombre”. Una cuña escondida que impedía su felicidad había sido
quitada. En momentos de peligro o de prueba, ese conocimiento, esa esperanza y
esa comprensión brindan consuelo a la mente alterada y al corazón dolorido. Todo
el mensaje del Nuevo Testamento infunde un espíritu de renacimiento para el
alma humana. Las sombras de la desesperación se disipan bajo los rayos de
esperanza, el dolor sucumbe ante el gozo, y el sentimiento de encontrarse perdido
entre la multitud de la vida se desvanece con el conocimiento certero de que
nuestro Padre Celestial es consciente de cada uno de nosotros. El Salvador
confirma esa verdad al enseñar que ni un pajarillo cae a tierra sin que pase
inadvertido para el Padre. Y después termina ese hermoso pensamiento diciendo:
“Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos”.(“Cuñas
escondidas”, Liahona, julio de 2002, pág. 19-22).

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