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Prédica: San Juan 15,1-8 presentación 13.04.

18 2018

PRÉDICA: San Juan 15,1-8


Hermanos y hermanas, hoy Jesús nos da una enseñanza que va
a cambiar nuestra vida, nos cuenta la alegoría de “la vid, las
ramas y los frutos”, en el contexto de su discurso de despedida,
donde él ha estado instruyendo a sus discípulos sobre el futuro
del discipulado después de su muerte, es decir, sobre cómo
continuaría la relación entre él y su comunidad en el tiempo
pascual: Jesús ha afirmado que en tiempo pascual estaría con
nosotros: “Aquel día ustedes se darán cuenta que yo estoy en mi
Padre y ustedes están en mí y Yo en ustedes”
Jesús nos introduce a todos los cristianos en el seno de su
intimidad divina, nos va a decir que estamos unidos a Él con un
vínculo tan profundo y tan vital como las ramas están unidas a la
planta de uvas, y por ambos corre la misma savia.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15,1-8

“No es suficiente decir soy Cristiano, hay que dar mucho


fruto”

“Yo soy la Vid verdadera y mi Padre es el que la cultiva nos dice


Jesús. Nuestro Padre Dios tiene especial cuidado de nosotros, él
es el dueño y se ocupa personalmente de su huerto, nadie se
escapa del Corte, la primera obra de Dios Padre en nosotros es,
si no estamos dando frutos nos corta, porque somos ramas
secas, estériles, podremos pensar que estamos bien porque
estamos en la Iglesia, estamos perseverando en nuestra
comunidad, pero a la vez muy lejos de Dios, todo aquel que
profesa ser cristiano pero que solamente es cristiano de labios y
nada más. Muchos piensan que son cristianos porque se
memorizan algunos versículos de la biblia, o porque pueden
mantener una apariencia de santidad, todos nosotros somos
capaces de aparentar; es decir podemos engañar a muchos, pero
a Dios no lo podemos engañar, hay que pedir a Dios padre que
nos pode para dar frutos antes que seamos cortados y echados.
Prédica: San Juan 15,1-8 presentación 13.04.18 2018

La segunda obra de Dios es, que si estamos dando frutos, no nos


escapamos de las tijeras podadoras del Viñador y nos limpia
para producir más fruto, podemos ser ramas que están dando
frutos, que estamos en Jesús, pero Dios nos conoce y sabe que
podemos dar más y Él nos limpia para dar más. Cuando más nos
sentimos bien con Dios, cuando estamos sirviéndole por amor a
Él, de repente aparecen las pruebas en nuestra vida, a veces nos
sentimos despojados de alguna cosa no necesariamente mala en
sí misma, como nuestras prioridades, proyectos, sueños, o
cualquier otra cosa que pueda sacarnos de nuestro objetivo, en
esos momentos en que nuestro Dios Padre nos poda nos cuesta
aceptarlo y nos preguntamos: ¿Acaso no estoy siendo fiel al
Señor? ¿Acaso no estoy luchando por servirle? ¿Qué ha pasado?
Yo no merezco este mal, otros que ni siquiera llegan a la Iglesia
les va mejor.

Es difícil dejarse podar poco a poco, día a día, es costoso dejar


puertos que creíamos seguros. Es, incluso, heroico, ver cómo
avanza una enfermedad que nos aparta de tantas actividades que
llenaban nuestro corazón de alegrías. Aunque muchas veces no
comprendamos, aunque muchas veces tengamos que llorar,
tengamos la seguridad que todo es para nuestro bien.

Dios nos limpia y nos purifica a través de su Palabra,


transformando nuestro entendimiento y derribando toda fortaleza
en nuestras vidas. Cuando meditamos en la palabra de Dios es
como si el Señor Jesús caminara por nuestra mente arrancando
de raíz toda la basura mental que podamos tener, limpiando y
estableciendo lo nuevo con su palabra, con la que nos irá dando
forma, porque la Palabra es viva y eficaz, el oír la palabra viene la
fe; por eso Jesús nos dice: “Ustedes ya están limpios por las
palabras que les he dicho”.

El objetivo de Jesús es garantizar que permanezcamos en Él,


porque la opción de no permanecer en Cristo es ser cortado y
echado. Pero el permanecer se necesita dar más fruto, llevar fruto
Prédica: San Juan 15,1-8 presentación 13.04.18 2018

es cuestión de supervivencia en el reino de Dios, no es opcional,


hay que dar mucho fruto, Dios no quiere cristianos haraganes,
estériles, que vivan en la mediocridad, que tengamos vidas
estáticas, Dios quiere verdaderos Cristianos que estén dando
frutos en la construcción de su reino.

Para dar los frutos que Dios espera de nosotros, hay que hacer
un examen de nuestra vida, ¿Cómo está nuestra relación con
Dios?, ¿hay unión en nuestra familia? mi relación laboral, en la
Iglesia, en nuestros grupos. ¿Estamos dando frutos buenos? en
san mateo dice: “Ustedes los reconocerán por sus frutos”
permanecer en Jesucristo implica dar más frutos, los frutos en
primer lugar es la conversión, un cambio de vida, vivir en
Santidad, practicar la caridad, los frutos del Espíritu Santo.
La manifestación de los frutos que Jesús espera en nosotros es
como un termómetro de nuestro crecimiento en Santidad, es la
inmerecida Gracia misma de Dios que nos va puliendo y
transformando en la medida que somos dóciles a Él.

Cuando estamos produciendo frutos en nuestra vida, se debe de


notar como el árbol que está cargado de frutas, se nota, y de esta
manera estamos siendo fieles a las enseñanzas de Jesús y por
nuestros frutos estamos glorificando a Dios Padre. Esto no se
logra por nuestros propios esfuerzos, si queremos ser verdaderos
Cristianos, necesitamos permanecer en Cristo.

El verbo "permanecer” se repite varias veces y significa: habitar,


vivir, quedarse. Así que, podemos observar que las ramas en
una planta de uvas y cualquier otra planta, no tiene otra opción
sino quedarse, permanecer y habitar en ella. Sin permanencia en
Cristo no hay vida, no hay fertilidad y productividad. No hay forma
de producir fruto. “Porque separados de mí nada pueden
hacer”. Esto nos habla de la suficiencia de Cristo y de lo inútil
que es nuestra inteligencia, nuestra fuerza de voluntad, nuestra
autosuficiencia en el reino de Dios. Necesitamos entender que no
hay poder en nuestra vida para realizar y llevar a cabo la vida
espiritual, Necesitamos a Cristo.
Prédica: San Juan 15,1-8 presentación 13.04.18 2018

Desde nuestro Bautismo estamos unidos a nuestro Señor


Jesucristo, esta unión es tan fuerte y poderosa, pero se puede
romper por nuestro Egoísmo, soberbia, muchos se separan de la
Iglesia por intereses personales, el apóstol San Pablo nos ayuda
a comprender que nuestra permanencia en Cristo es a través de
la Iglesia, la Iglesia es el cuerpo y la cabeza es Cristo, al ser parte
de la Iglesia estamos unidos a Cristo y recibimos de Él la vida
divina que nos hace vivir como cristianos unidos, significa
permanecer unidos al papa y a los obispos que son instrumentos
de unidad y de comunión, tantas iglesias que decimos ser
cristianos pero ¿Por qué estamos divididos? ¿Porque tantos
ataques? Si todos decimos que permanecemos en Cristo,
nosotros los cristianos católicos somos los primeros que debemos
de dar testimonio que verdaderamente estamos en Cristo, ¿cómo
queremos que nuestros hermanos que están separados de la
Iglesia regresen si nosotros no estamos unidos?, empecemos
dando testimonio de nuestra unidad, busquemos la unidad entre
los grupos y comunidades de nuestra Iglesia, la unidad que viene
de Jesucristo, él nos envía el Espíritu Santo para lograr esta
unidad.

Para lograr una verdadera permanencia en Cristo, debemos


permanecer fieles a sus enseñanzas, llevar una vida de Oración,
“pidan lo que quieran y se les dará nos dice Jesús, además,
llevar una vida sacramental activa, amarnos los unos a los otros
como nos lo enseñó Jesús, practicar la Lectio Divina, el
apostolado o servicio.

Si practicamos estas cosas permaneceremos en Cristo y daremos


muchos frutos, pero tengamos mucho cuidado, a veces hacemos
muchas cosas en la Iglesia, reuniones casi todos los días,
muchas actividades, pero no tenemos frutos porque descuidamos
la oración, nos olvidamos de leer la Palabra, no vivimos los
sacramentos y esto nos lleva a la tentación del profesionalismo,
esto significa que como ya tengo tantos años, tengo preparación,
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entonces confío en mí mismo, confío en mis cualidades. Pero


también hay otra tentación, la del Activismo, porque creemos
que, por estar muy activos estamos dando frutos, pero, si mucha
actividad nos hace descuidar los medios para permanecer en
Cristo no podemos dar frutos, recordemos la visita de Jesús a
Marta y María en Betania, Marta muy activa, atareada por sus
quehaceres no tenía tiempo para escuchar a Jesús, por el
contrario, María escogió la mejor parte y nos da un gran ejemplo
que primero hay que sentarnos a los pies del Maestro y escuchar
lo que Él nos dice.

La Eucaristía es sin duda, el sacramento que nos une


íntimamente a Cristo, Él dice: “el que come mi carne y bebe mi
sangre vive en mí, y yo en él. Como el Padre que vive me envió, y
Yo vivo por él, así, quien me coma a mí, tendrá de mi la vida”. Mis
hermanos, la Eucaristía nos une también a todos los hermanos,
pues la unión con Cristo es la que nos hará amar a los demás.

Cuánto nos ama el Resucitado que en su infinito amor le pide al


Padre por nuestra unidad: “Que todos sean uno como Tú, Padre,
estás en Mí, y Yo en Ti. Sean también uno en nosotros” no
podemos permitir que nada ni nadie nos separe de su amor.
Recordemos siempre que la comunión con Cristo es la fuente de
todo buen fruto, y aparte de ésta comunión no podremos hacer
nada. Una vida de fe en el Hijo de Dios es sin comparación la vida
más excelente que un ser humano puede conducir. Seamos
buenos discípulos de Cristo, analicemos nuestras vidas y pidamos
a nuestro Dios Padre que corte de nuestra vida el pecado o los
pecados que no hemos podido arrancar y que nos limpie de las
cosas que obstaculiza nuestro crecimiento espiritual, recordemos
que “Ser un buen Cristiano, implica permanecer en Jesús para
dar mucho fruto, y esto se debe de notar en nuestro testimonio de
vida. QUE ASÍ SEA.

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