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David Villarreal-Zegarra
Instituto Peruano de Orientación Psicológica
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All content following this page was uploaded by David Villarreal-Zegarra on 09 October 2016.
APUNTES EN
TERAPIA SISTÉMICA
Primera Edición
Apuntes en Terapia Sistémica
Apuntes en Terapia Sistémica
Primera edición
David Villarreal-Zegarra
Instituto Peruano de Orientación Psicológica – IPOPS.
Estudios de Psicología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Estudios de maestría en Salud Publica y Salud Global
Este libro, esta legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier
uso, fuera de los limites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del
editor, es ilegal. Eso se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción,
grabación o cualquier otro sistema de recuperación de almacenamiento de información.
ISBN 978-612-47209-0-1
INTERVENCIÓN SISTÉMICA EN
VIOLENCIA FAMILIAR
Resulta alarmante que las páginas policiales relaten con más frecuencia histo-
rias de violencia familiar, maltrato psicológico, feminicidios, violaciones, etc.
No cabe duda que se trata de un problema de salud pública y no obstante la cien-
cia y tecnología actual no se ha logrado detener. La violencia familiar no hace
distingos de clase social o nivel socioeconómico, se encuentra diseminada en
todo el país y en todos los países del mundo, en mayor o menor medida, en los
diferentes estratos de la población.
El Perú es un país de “todas las sangres”, con creencias, mitos y supersticiones
diversas dependiendo de la región. Frases como “Más me pegas, más me quie-
res”, suena como una justificación y autorización para para maltratar y paradó-
jicamente una expresión de amor. Aún ahora pueden encontrarse vestigios de
estas creencias en algunas organizaciones familiares.
Durante muchos años, el machismo concedió al varón el poder absoluto sobre
la familia, la organización piramidal lo colocó a la cabeza, la esposa era el
brazo ejecutor de las órdenes que él impartía. Muchas mujeres hasta guardaban
reverencia y justificaban lo injustificable con frases como “es mi marido el
padre de mis hijos, que voy a hacer”, “yo soy la catedral, las demás las capilli-
tas”, “el hogar lo lleva la mujer, quien debe ser inteligente para entender al
hombre”.
Los hijos estaban ubicados en la parte inferior de la pirámide y debían obedecer
ciegamente al padre.
Desde luego la dinámica familiar tenía una tendencia autoritaria, donde el
padre podría administrar justicia usando la agresión verbal o física, justificán-
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dose incluso porque él en su calidad de padres era el que debía ejercer una fun-
ción educativa cuando se trataba de los hijos o que era su potestad cuando se
trataba de la esposa. La pobreza, la ignorancia y la tradición contribuyo a man-
tener ese statu quo por mucho tiempo.
Sin embargo a través de los años muchos callan este maltrato, por temor o por
vergüenza o para no perder el apoyo económico del padre. Ha pasado el tiempo
y la violencia familiar sigue en nuestro país.
Los resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar ENDES 2007-
2008, refiere que el Índice Global de Violencia Familiar (IGVF) en el Perú es de
12.58 y el Índice de Violencia Psicológica (IVP) es de 23.40 (Instituto Nacio-
nal de Estadística e Informática, 2009). Estos resultados señalan la presencia
de la violencia familiar en el Perú, tanto psicológica como física, en niveles
moderados y altos. Sin embargo este resultado podría ser mayor, dado que algu-
nas personas prefieren no declararlo.
Esta es una realidad dramática que viven a diario muchas familias, con los con-
siguientes efectos psicológicos en los hijos y la pareja pues estar en un sistema
relacional así determinado, con tensión, maltrato, violencia, los lastima, deses-
pera y los enferma.
El Agresor
La Víctima
La violencia familiar no solo implica el abuso del padre contra la madre, quie-
nes están envueltos en una pauta de relación maltratadora, sino también impli-
ca el abuso por parte del padre o la madre contra los hijos, quienes pueden salir
muy perjudicados.
Es evidente que los efectos en los hijos de la violencia familiar pueden ser
devastadores y sus huellas persistir por los años, aún ser llevados en la vida
como un estigma. La UNICEF (2011) divide en 6 los tipos de violencia infantil:
1. Maltrato físico: Cualquier acción que tienda a causar lesiones físicas a
un niño; las cause o no. Por ejemplo el castigo temporal, golpes, palma-
das, tirones de pelo, empujones, etc.
2. Maltrato psicológico: Cualquier acción u omisión que provoque o
pueda provocar daños emocionales, cognitivos o en el comportamiento
del niño. Ya sean, ofensas verbales, descalificaciones, críticas constan-
tes y permanentes, ridiculizaciones, rechazo emocional y afectivo, ame-
nazas, discriminación, etc.
3. Abuso sexual: Cualquier acción que involucre o permita involucrar a
un menor en actividades de tipo sexual. Por ejemplo: exhibición de geni-
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Los hijos son testigos de excepción de este contexto violento, han presenciado
a diario el maltrato de la madre, su sufrimiento, su dolor, su indignación, su
frustración.
Y han compartido con ella estos sufrimientos, la desesperación de no encontrar
una salida a este estado de cosas.
Pero el padre agresor o la madre agresora, también han descargado su furia
contra ellos sea en forma verbal o física. Han recibido insultos y/o golpes y
también han llegado a pensar que esto es normal, que es válido que los adultos
se traten de esa manera y traten así a sus hijos. No conocen otro mundo, ese es el
contexto en el cual se desarrollan, el mundo que vive.
Su autoestima está disminuida, su valía personal menoscabada. Esto desde
luego influye en su posición en el mundo en su relación con sus pares, en su
narrativa personal.
Pueden presentar síntomas psicosomáticos, bajo rendimiento escolar, ansie-
dad, fobias, depresión, fobias, enuresis, terror nocturno, encopresis, etc. Desde
luego la lectura relacional del síntoma tiene que ver con la protesta por este
statu quo o el pedido que cambie esta situación.
Sin embargo los padres no lo entienden y por el contrario lo agreden, reclamán-
dole porque no puede controlar el síntoma, encerrándolo en un círculo vicioso
que no tiene cuando acabar.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú (INEI) en
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Tabla 1
}Número de casos de maltrato por las denuncias hechas por los niños y niñas que acompañados
de algún familiar
Centros de Centros de Centros de
Edades de los niños y MINSA
emergencia mujer emergencia mujer emergencia mujer
niñas atendidos 2001
2002-2007 2008 2009
De 0 a 5 años 145 5427 1933 1648
De 6 a 11 años 148 12567 4401 3923
Total 293 17994 6334 5571
El Sistema Familiar
rios para el sistema. O puede ser disfuncional cuando estos acuerdos no son
satisfactorios.
Es la pareja quien funda la familia y define las primeras regla de relación fami-
liar, los hijos que nacen en ese sistema son incorporados a esa pauta de relación.
Un sistema de relación funcional, es un sistema abierto, permite el crecimiento
de sus miembros, propicia el desarrollo de cada uno de ellos. Los padres están
aliados para la crianza de los hijos y permiten que los hijos se alíen entre sí, tie-
nen metas comunes, entran en crisis pero resuelven sus problemas, se llevan
bien y están unidos por el afecto.
Un sistema disfuncional se encuentra atrapado en sus problemas, no logro
resolver satisfactoriamente las negociaciones de etapas evolutivas anteriores,
la mochila de desavenencias y resentimientos pesa cada vez más.
Los padres no lograron aliarse para la crianza de los hijos y como pareja están
enfrentados. Cada padre se alió con uno de los hijos, formando facciones que
pugnan entre sí por el poder, pudiendo ser este el centro de la disputa perma-
nente. O cuando uno de ellos lo tiene, puede pisotear al más débil.
Están enfrentados, boicotean el crecimiento de sus miembros, eligen un chivo
expiatorio, por prejuicios, y es el depositario de la conflictiva familiar, forman
coaliciones, se lastiman, tienen viejos rencores. Les cuesta trabajo dialogar y a
menudo no eligen la línea recta para resolver un problema, sino dan vueltas y
vueltas sobre la dificultad, la desavenencia o el desacuerdo.
Usualmente la forma de expresar una protesta, rechazo, un reclamo o hacer un
pedido es el síntoma. Pero a la vez puede ser una manera de mantener unida a la
familia, una manera de ayudar a uno de los progenitores, o establecer un puente
comunicacional o ser el colchón que resista la crisis familiar.
Sin embargo el maltrato y la violencia se encuentran inmersos dentro de una
pauta de relación disfuncional. Surgen entonces reflexiones como:
Si una pauta es un acuerdo relacional ¿Cómo es posible que dos personas se
pongan de acuerdo para lastimarse?, ¿a qué se debe que permanezcan indefini-
damente atrapados en una relación que sólo les hace daño a ellos y sus hijos?
Linares (2012) refiere que el maltrato es la conducta que por acción u omisión
atenta contra la integridad psicológica o física de una persona. El maltrato
psicológico puede dejar huellas profundas en las personas que lo sufren, por las
humillaciones vividas y el dolor experimentado.
Plantea el término nutrición relacional señalando que es la conciencia de ser
amado complejamente. Refiere que el amor es un fenómeno complejo que
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tiene 3 componentes:
- El componente Cognitivo comprende: Reconocimiento - Valoración
- El componente Emocional comprende: Cariño – Ternura
- El componente Pragmático comprende: Protección - Normatividad
Componente
Componente Componente Pragmático
AMOR COMPLEJO
Cognitivo Emocional (Socialización -
Relacional)
Exceso
Desconfirmación Hiperprotección
Irritación Hipernormatividad
BLOQUEO Descalificación
Rechazo Déficit
Hipercrítica Desprotección
Hiponormatividad
Figura 1
Modelo del amor complejo de Linares (2012)
de la paternidad, que como refiere Linares es una gestión que deben enfrentar,
con obligaciones, retos y conflictos. El éxito dependerá de la alianza que logren
entre ellos para el bienestar de los hijos no importando incluso que puedan estar
separados.
“La parentalidad es a su vez una ecuación que recoge el ejercicio de las funcio-
nes parentales (amor complejo, nutrición relacional) por parte de los padres o
de las figuras delegadas responsables de ellas”. Es como cada uno de ellos
ejercita su rol de padre, y sus características personales y acciones para el desa-
rrollo de la función. Sin embargo estas funciones pueden evolucionar en el tiem-
po, en el ciclo evolutivo a través de los años.
Linares propone un interesante cuadro donde se aprecian las modalidades del
maltrato, relaciona conyugalidad y parentalidad y se puede apreciar que la Fun-
cionalidad se expresa cuando la conyugalidad y parentalidad están conserva-
das. Existen deprivaciones cuando la conyugalidad esta conservada y la paren-
talidad deteriorada.
Cuando la pareja se encuentra enfrentada por los hijos genera Triangulaciones
en cuyo caso la parentalidad está conservada y la conyugalidad deteriorada.
Sin embargo existen ocasiones donde la parentalidad y conyugalidad están
deterioradas en cuyo caso existen caotizaciones.
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bilidad al VIH.
· Entre los factores asociados a un mayor riesgo de cometer actos violen-
tos cabe citar un bajo nivel de instrucción, el maltrato infantil o haber
estado expuesto a escenas de violencia en la familia, el uso nocivo del
alcohol, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de
género.
· Entre los factores asociados a un mayor de ser víctima de la pareja o de
violencia sexual figuran un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber
estado expuesto a escenas de violencia entre los progenitores, el maltra-
to durante la infancia, actitudes de aceptación de la violencia y las desi-
gualdades de género.
· En entornos de ingresos altos, hay datos que apuntan que los programas
escolares de prevención de la violencia de pareja (o violencia en el
noviazgo) entre los jóvenes pueden ser eficaces.
· En los entornos de ingresos bajos, aparecen como prometedoras las
estrategias de prevención primaria, como la microfinanciación unida a
la formación en igualdad de género y las iniciativas comunitarias dirigi-
das contra la desigualdad de género o tendentes a mejorar la comunica-
ción y las aptitudes para las relaciones interpersonales.
· Las situaciones de conflicto, posconflicto y desplazamiento pueden
agravar la violencia, como la violencia por parte de la pareja, y dar lugar
a formas adicionales de violencia contra las mujeres.
Esta forma de maltrato sin embargo se expresa como una pauta relacional per-
sistente, a través de los años, con los consiguientes daños físicos y psicológi-
cos.
Por los resultados concluimos que la Terapia sistémica tuvo resultados benéfi-
cos para las familias que participaron. El presente es un estudio piloto que nos
abre las puertas para nuevos estudios con mayor complejidad y rigor metodoló-
gico
REFERENCIAS
“Perfectos por fuera, muertos por dentro” es un párrafo que se tomó prestado
del inglés Marshall (2006) para referirse a matrimonios zombis, un tipo de
malestar de muchas las parejas tradicionales contemporánea. La pareja tradi-
cional parte de la creencia de que “el matrimonio es para toda la vida”. Esta
creencia está hecha de una complejidad socio-cultural que conduce a generar
una forma de vida, con sus virtudes y problemas.
“Esta pareja se une en matrimonio para quererse y apoyarse en las buenas y en
las malas, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Hasta
que la muerte los separe”. Esta es la declaración emblemática del matrimonio
tradicional cristiano. A esta se les unen otras expresiones como “que no separe
el hombre lo que Dios ha unido”. Y si no es lo se esperabas del matrimonio y las
cosas van mal, te lapidan con la expresión metafórica: “es la cruz que te tocó
cargar”. Este callejón sin salida conduce a la resignación, que producirá una
diversidad de malestares.
A la cultura cristiana sobre el matrimonio se suman otros sistemas de pensa-
miento: “Eres mi media naranja”. Esta concepción de la “media naranja”
proviene del mito andrógino de Platón, que consiste en la idea de la búsqueda
de plenitud a través de la unión con otro, que constituye la contraparte (Krei-
mer, 2005). Según Platón, las mitades incompletas de un sólo ser, experimen-
tan una incesante necesidad de búsqueda de su otra mitad para convertirse de
nuevo en uno, y entonces estar completos (Ackerman, 1994). La otra mitad nos
hará felices en una fusión eterna; una persona no puede considerarse completa,
si no está en pareja (Kreimer, 2005).
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Sobre el amor romántico se dicen expresiones como las siguientes: “Él o ella es
el amor de mi vida, amor verdadero sólo hay uno, el amor es ciego, el amor es
eterno. Eres parte de mí ser. No sé vivir sin ti. Eres todo para mí. Soy todo para
ti. Tú le das sentido a mi vida. Sin ti no podré vivir. Contigo estoy completo.
Morir de amor, etc.”. Esto conlleva a connotaciones diversas, como: la felici-
dad de uno depende del otro, la inmensa necesidad de estar juntos para siempre.
El sentido de mi vida está en el otro. El otro me pertenece, es mío, de nadie más.
Pertenecer a alguien, ser de propiedad del otro, como si fuera un objeto. Gar-
ciandía (2011) le denomina a este fenómeno ”yosotros”, es tan simple y tan
complejo, no nos habla de estar juntos solamente, como lo puede expresar el
término “nosotros”, nos habla de lo involucrado que estoy en otros y lo involu-
crado que los otros están en mi… es vital existencial, así expresiones como “sin
ti me muero”, no sé que hacer sin ti”, tú me haces falta”, “te necesito-” (p.449)
Un médium potente para educar desde el amor romántico ha sido la literatura.
“Y fueron felices por siempre”. Esta expresión típica de muchas de los cuentos
infantiles e historias de amor, es el colofón de una historia romántica entre dos
personajes que superan adversidades y obstáculos, que al final sella su amor
con el matrimonio. Un final anhelado no sólo por los protagonistas de la histo-
ria, también por sus lectores. Este tipo de literatura popularmente expuesta en
la actualidad en la pantalla grande en 3D. Muestra el capítulo de la lucha por el
amor ante todas las adversidades, aunque, por otra parte, no logra añadir otro
capítulo donde la pareja feliz lidia con el matrimonio. Es un cuento ficción que
enfoca el amor sólo en el noviazgo y enamoramiento, y se olvida del amor en el
matrimonio. Logra penetrar en el imaginario de la gente, el amor se instala sólo
en esta parte de la historia creyendo que así será para toda la vida, felices para
siempre.
Ha estas narrativas de la pareja tradicional se le añade otra, “un matrimonio no
es familia si no hay hijos, los hijos unen más a la pareja, lo hijos son el sello que
hacía falta para completar el amor de la pareja”. Esta lógica de amor donde se
incluye a los hijos como parte del amor pleno entre una pareja, es un artificio
que complica aún más el fetiche y el mito de la pareja feliz.
El poder de la retórica del matrimonio tradicional que se construye en base a la
creencia “para toda la vida”, ¿de dónde proviene, quienes lo sustentan y cuáles
son sus prácticas que lo construyen?
En México, cuando el matrimonio legal fue instaurado1, se consideró como una
unión indisoluble, bajo el mandato de “para siempre”, precepto que concuerda
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con el ritual del matrimonio religioso (Gonzalbo, 2001, pp. 221). En tiempos
actuales en México la creencia del matrimonio “para toda la vida” todavía
tiene un enorme poder, haciendo caso omiso de la insatisfacción conyugal,
situaciones de maltrato, mentiras y engaños que puedan presentarse (Medina,
2014).
Este breve trabajo teórico tiene el objetivo de conocer los componentes de la
narrativa cultural de la pareja tradicional contemporánea: el compromiso
religioso, del amor romántico, la cultura machista y las lealtades familiares con
el fin de explicar la naturaleza de su malestar.
COMPROMISO RELIGIOSO
AMOR ROMÁNTICO
por lo tanto posesión y exclusividad. Por otra parte, Manrique (2009) agrega
que “el amor pertenece a la lógica intersubjetiva, exige los nuevo, lo transgre-
sor, lo único, lo privado, lo pasional” (p.101). La seducción se convierte en uno
de las cualidades del amor, es un acto creativo, espontáneo y nutricio. Por lo
tanto, “la relación amorosa , sometida de forma sistémica a la conservación, a
la rutina a lo doméstico que toda familia necesita” (p.104) destruye la naturale-
za del amor; y agrega , “hasta que ya es tarde y, al fin, nos descubrimos casados
por interés, angustia, miedo a lo soledad, a la vejez”. (p105).
Contrastando con lo que dice Manrique, una investigación realizada (Fernán-
dez y Medina, 2016) con mujeres casadas tradicionalmente de clase media alta
con hijos menores de 15 años y otro grupo con hijos mayores de 15 años, tuvo
como resultado que siguen principalmente casadas por “lealtad a la familia
extensa vinculada a la creencia religiosa”, “estatus”, “tiempo invertido” y “los
hijos”, y como otro indicador pero no el más relevante: por amor.
Otros estudios sobre el matrimonio tradicional señalan que algunos de los prin-
cipales motivos que llevan a las parejas a contraer matrimonio son: para evitar
la soledad, adquirir mayor estabilidad económica y obtener reconocimiento
social. La idea de que vínculo es indisoluble genera algo de temor, aunque tam-
bién proporciona seguridad. Al estar casado es más difícil tomar la decisión de
separarse, a diferencia de vivir en unión libre (Rodríguez, 2001).
Rodríguez (2001) dice que la permanencia en el matrimonio se explica de dos
formas; la primera, el matrimonio es una estrategia para acceder a diversos
recursos como la estabilidad, la subsistencia económica, el amor, compañía,
sexo, etc.; y la segunda, porque ofrece un conjunto de principios de organiza-
ción de la vida.
En resumen, se desmitifica la idea de que el amor es la única motivación y
motor del matrimonio, aparecen otros aspectos que también son sustantivos
para tomar la decisión de casarse y continuar en el matrimonio. Aquí juegan un
papel importante otros imaginarios socio-culturales que han fundamentado el
matrimonio a través de la historia: la dote, la clase social, el patrimonio, la
etnia, el estatus, las coaliciones, el color de la piel, la religión y hasta la mutua
conveniencia.
CULTURA MACHISTA
Según Polanyi (1966), citado por Medina (2014), la cultura son todas aquellas
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LEALTADES FAMILIARES
a vestir santos”, “ya no vas a tener edad para tener hijos”, “se te va pasar el
tren”. La narrativa se concentra en casarse, no importa con quien, y cómo, siem-
pre y cumplas con el ritual. Estimulando un maquiavelismo con consecuencias
terribles: “el fin justifica los medios”. Y si tienen más de 30 años y no se ha
casado se le estigmatiza: “eres la quedada”, “ya te quedaste para monja”,
eres la cotorra de la casa”, etc. Generando malestar en la mujer.
En algunos casos la lealtad de la familiar de origen sigue operando después de
casarse. Independientemente si eres feliz o no, si existe maltrato, abuso u otros
problemas, lo importante es que sigas casada, porque para este tipo de familias
tradicionales pesa más el divorcio que el bienestar de la hija o hijo.
Con una cultura dominante machista, nutrida por la Religión Católica y ejerci-
da por la familia de origen, se realizan innumerables esfuerzos para evitar el
divorcio, incluso cuando en el matrimonio está plagado de malos tratos, abuso,
infidelidades y otras ofensas; culturalmente, el divorcio es más insultante y
grave, que éstos problemas. Abonando a la hipocresía como forma de vida.
(Medina, 2013).
En las sociedades machistas el divorcio es concebido como algo negativo para
ambas partes, aunque como tal como lo revisamos arriba, conlleva una carga
mayor de estigma para las mujeres, afectando en su desarrollo y salud; incluso
puede llevarlas a ellas y a sus hijos a vivir situaciones de exclusión social,
laboral y escolar. Pero es el rechazo de la familia extensa la que conlleva una
mayor carga emocional, que conduce en muchos casos a expresarse el malestar
personal mediante un síntoma (Medina, 2013).
En este escenario machista, aunque el divorcio se haya firmado legalmente. Se
observan dos prácticas narrativas comunes. Por una parte, el hombre abandona
a sus hijos tanto en lo económico como en lo relacional, es decir se consuma un
divorcio con toda la familia, un tipo de todo o nada. Este abandono es
potenciado por una precaria política de protección a la familia del estado,
aunado a un sistema legal impune. Las cifras corroboran este dato: una de cada
tres familias en México se encuentran sostenidas por el trabajo de las mujeres
solas. Sólo el 32.5% de los padres que se encuentran fuera del hogar aportan la
pensión alimenticia de sus hijos; y sólo el 15% de éstos participa en su
educación, lo que deja a las madres, en un estado de sobre carga económica y
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2) La inclusión de los hijos como parte del amor pleno entre una pareja, es una
ficción que complica aún más el fetiche y el mito de la pareja feliz. Esta unión
triangular conlleva sus propios males que todos conocemos (Linares, 2015). Se
constituye una narrativa ambigua en torno al amor de la pareja y los hijos,
confundiendo ser buen padre o madre con el amor a la pareja. Existe el mito
social de que el matrimonio funciona como un “protector” contra el
sufrimiento de los hijos (Delsing, 1995). Se produce un tipo de ceguera, la
pareja cree que sus hijos no se dan cuenta del divorcio emocional. Y lo más
interesante, creen que eso es un acto de amor a los hijos, un verdadero
sacrificio.
juntos, pero no se hablan, viven en la misma casa, pero están más separados que
nunca. Toda la brillante estrategia está basada para aparentar ante los demás,
principalmente ante la familia extensa, en el trabajo, en la escuela, en la iglesia,
o porque se está pelando el pedazo de ladrillo que les toca y ninguno de los dos
cede, por lo que decidieron seguir viviendo “juntos hasta que la muerte los sepa-
re”.
REFERENCIAS
Marcelo R. Ceberio
Universidad de Flores, Argentina
Escuela Sistémica Argentina, Argentina
trata del amor como una idealización del otro, como de hecho sucede en las
etapas primeras de la relación, sino de una aceptación madura.
Sostener una relación de pareja puede entenderse como todo un desafío para las
personas “singles”. Un desafío a la intimidad, a compartir el propio territorio,
al egoísmo y la generosidad, a la entrega o la defensa. La constitución de una
pareja ha variado tanto como han variado los ciclos evolutivos. La esperanza de
vida en el mundo, de acuerdo a los datos que proporciona la Organización Mun-
dial de la salud (2013) muestra a 33 países con Japón a la cabeza, cuyo prome-
dio de deceso va de los 84 a los 80 años. La longevidad, no necesariamente
implica la mejora de la calidad de vida, pero muestra los avances tecnológico-
médicos y una farmacología de avanzada, que hacen que la tercera edad no sea
el último tramo de la vida, sino que se estructure una “cuarta edad” a partir
aproximadamente de los 75 años. Al final de cuentas, “la sociedad crea los
instrumentos que curan los mismos males que ella produce”. Estrés, cardiopa-
tías, enfermedades autoinmunes, trastornos gástricos, colon irritable, entre
otras, son los síntomas resultantes que imponen los ritmos de vida actuales.
(Ceberio 2013).
Esta nueva vejez es donde los mayores tienen una actitud más juvenil, ya que
hace 30 años atrás se encontraban esperando la muerte y hoy se encuentran
planificando el futuro. Este cambio en este período conlleva una modificación
del resto de ciclos evolutivos, la pubertad se ha transformado en adolescencia y
los adolescentes alcanzan los 22 años y más, por ende, los adultos retardan su
proyecto de pareja y matrimonio, con el problema que genera el hecho de que el
ritmo biológico marca la pauta de maternidad límite. En síntesis, toda una
nueva estructura que modifica la organización de la sociedad misma. En un
estudio de hace más de diez años atrás, describimos alrededor de 40 indicado-
res que comparaban lo que se llamó “Viejas y nuevas estructura familiares”
(Ceberio. 2011 - 2013), que bien puede aplicarse a los estilos y características
de la pareja.
Hasta la década del 50, se era adulto a la edad de 22 años -hoy adolescentes tar-
díos-, en que los hombres contraían matrimonio y los matrimonios eran largos
por la temprana edad del enlace y con numerosos hijos. Hoy se inician tarde, la
longevidad y la clase media opta por el límite de dos hijos. La conformación de
la pareja y las funciones masculinas y femeninas, han variado en su concep-
ción: desde la cantidad de hijos, la asimetría en uno de los hombres (hombre
autoritario/mujer sumisa), la atención del bebé, hasta el trabajo fuera de casa de
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Oh! l´amour
Una de las características distintivas de la pareja humana con otras parejas ani-
males es el amor. Muchos han sido y son los autores que han intentado definir al
amor. Románticos, poetas, científicos, artistas, terapeutas, se han embarcado
en semejante tarea, imponiendo desde sus modelos de conocer las más disími-
les descripciones. Es cierto, que como la mayoría del repertorio de términos
abstractos, el amor resulta sumamente difícil de explicar, más aún cuando se
apela a recursos racionales o que competen a la lógica.
Tratar de traducir al amor a significaciones racionales e imponerle, si se quiere,
una cuota de lógica, puede sumergirnos en una profunda complicación, puesto
que el amor no posee fundamentos lógicos y racionales (Maturana. El amor es
un sentimiento que emerge poderoso de las fauces del sistema límbico. No se
elabora en el hemisferio izquierdo, aunque a veces se intentan evaluar cuáles
fueron las características, particularidades o actitudes por la que una persona a
enamorado a otra. Es, entonces, cuando el amor se piensa. Pero se piensa cuan-
do ya se halla instaurado. O cuando se duda. Cuando no se está convencido que
el sentimiento hacia el otro es el amor. El partenaire enamorado, siente y con-
vierte en acciones que tratan de ser consecuentes y coherentes con ese senti-
miento. Y el amor, eso es, un sentimiento. A diferencia de la emoción que es
intempestiva, inmediata, el sentimiento involucra variables emocionales, cog-
nitivas y pragmáticas y un factor fundamental: el tiempo, que es el encargado
de ejercer las tres variables anteriores.
Aunque en ocasiones, el amor se confunde con otras emociones. Estar enamo-
rado no es estar entrampado, enlazado, atrapado, cazado, enganchado, apresa-
do, ligado, pegado, absorbido. Esas son falsas concepciones del amor, son sen-
timientos y emociones que confunden y que tienen su progenie en enlaces psi-
copatológicos, disfuncionalidades comunicacionales, engarces de tipos de
personalidad. En el amor siempre hay una cuota de pasión. Pero la pasión no es
obsesión; la pasión motiva, la obsesión agota, la pasión promueve pasión, la
obsesión asfixia, la pasión entusiasma, la obsesión enloquece, la pasión atrae y
la obsesión genera rechazo.
Básicamente, entonces, afirmamos que el amor no es una palabra, sino un
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acto, es decir, el amor no tiene definición precisa sino que es definido en el seno
de la pragmática mediante acciones que conllevan interacciones. Un ser huma-
no traduce en gestos, movimientos, acciones, palabras o frases, orales o escri-
tas, en la necesidad de hacer saber al otro y de transmitirle ese afecto profundo.
Transmisión que encierra la secreta expectativa de reciprocidad amorosa, de
complementariedad relacional que produce en el protagonista el saber que no
está solo en semejante empresa (el amar sin ser amado es una de las causales
más frecuentes de la desesperación). Transmisión que busca la creencia de una
seguridad. Una utópica seguridad, tanto, que la búsqueda de reaseguramiento
amoroso hace que se descuide el presente de amor en pos de reafirmar el futuro
hipotecándolo. Y ese descuido, posee lamentables consecuencias cuando la
mirada preocupada se centra en adelante y no en mientras y durante.
En el amor, en ese complejo neurohormonal y de neurotransmisores, emocio-
nes y cogniciones e interacciones, las palabras fluyen en armonía y también con
miedo al rechazo donde se mueven los estantes de la seguridad. Las frases se
impostan casi poéticamente, adquieren cadencia, un ritmo especial, una
impronta seductora impregna las palabras. La gestualidad se modifica. La
mímica es más sutil y los movimientos se suavizan y enllentecen. Los ojos se
entrecierran, la boca se mueve más provocadoramente y las miradas de los par-
tenaires, retroalimentan todo este juego (Miret Monsó.1972, Ceberio. 2009).
Todo un complejo comunicacional que intenta cautivar y seducir al otro en pos
de generar unión amorosa. La atracción y seducción entonces, muestran un
interjuego de todas estas particularidades en donde ambos partenaires intentan
cautivar al otro, mostrando de manera para nada inocente qué es lo que necesita
el otro que yo tengo para ofrecer.
El crecimiento del vínculo, léase el conocimiento del otro en sus valores, gus-
tos, virtudes y defectos, etc., genera una complementariedad que permite el
lento avance hacia la conformación de una familia. Pero la génesis de una
buena relación de pareja se halla, entre otras cosas, en estar con el otro de la
misma manera y la misma libertad que cuando estamos con nosotros mismos.
No obstante la pareja es un gran enigma, de hecho como lo es el sentimiento
amoroso. ¿Porque un ser humano elige a otro y se enamora?: A esta pregunta
cabría responder desde multiplicidad de modelos y puntos de vista y cada uno
de ellos poseerían diferentes formas de explicarlo con buen tino de comple-
mentariedad. De todos modos tampoco responderían objetivamente y menos
con criterios de verdad a tal enigma, solamente teorías que expresarían el abas-
47
tecimiento en la incertidumbre.
Es cierto que la relación complementaria se produce como un fenómeno-base
que muestra que una pareja se elige como pares complementarios cognitiva y
emocionalmente: Veo en el otro aquellas cosas de las que adolezco y que me
muestran lo que me falta, a la vez siento y me expreso emocionalmente de mane-
ra diversa que mi pareja. Estas mismas diferencias se cuecen en la dinámica de
las interacciones en donde los niveles de acción se entretejen alternativamente
y con características y peculiaridades de cada interlocutor. Hasta neuroendo-
crinamente son hormonas complementarias tanto los estrógenos como los
andrógenos y nuestro cerebro anatómica y químicamente dista del cerebro de
nuestra pareja conformando tanto el cerebro femenino como el masculino, un
solo cerebro: el cerebro de pareja.
Toxicidades relacionales
Parejas a distancia: Vía skp, chats, etc. sin conocimiento en vivo. Vía
skp, chats, etc. Con conocimiento en vivo esporádico. Convivientes
esporádicos.
Sostener una relación de pareja durante años, sin duda, implica un trabajo coti-
diano. Trabajo que significa redefiniciones parciales, para dejar estables
algunos perfiles de la relación. El pasaje de años hace variar los estilos relacio-
nales amorosos, las formas de expresión afectiva, las necesidades, expectativas
de respuesta, actividades, gustos y preferencias, entre otras cosas. No se trata
de que la persona con quien se formó pareja sea otra persona.
Los ciclos evolutivos demarcan cambios en una serie de aspectos que, necesa-
53
Terapia post-conyugal
Tal cual el proceso de duelo que se desencadena de cara la muerte de un ser que-
rido, las instancias de una separación se desarrollan bajo parámetros similares.
Aunque cabe diferenciar que en la muerte de un ser querido nunca más se lo
volverá a ver, mientras que en las separaciones, más aún cuando hay hijos y se
comparte la parentalidad, los divorciados o separados se verán por el resto de
sus vidas. Cuando una pareja se separa, la elaboración del duelo obviamente
dependerá del estado y condición de la pareja. Es decir, en la tramitación del
duelo y la organización de la separación existen diferentes niveles de compleji-
dad y complicación: si se trata de novios, convivientes o matrimonio; si tienen
hijos o no; si hay bienes materiales a repartir. Todos estos factores alientan a
complicar su desenvolvimiento y a retrasar procesos madurativos de la pérdi-
da.
En torno a la separación se desarrollan diferentes coreografías relacionales. En
la relación de dos puede encontrarse un up relacional a favor del que abandonó
la relación. El que colocó límites a la continuidad de la relación puede erigirse
como el dominador del juego, en un franco manejo de la situación por sobre el
cónyuge (en down relacional) que no quería separarse. Si en cambio, hubo un
común acuerdo en donde ambos decidieron separarse, pueden desplegarse
diversos juegos up-down position.
La separación en una pareja implica como en toda situación de pérdida, la ela-
boración de un duelo que dependerán de multiplicidad de factores, puesto que
la pérdida del ser querido no muestra la irreversibilidad de la muerte, razón por
la cual, alguno de los integrantes, ambos o ninguno, puede albergar las esperan-
zas de reconciliación. En la separación, la resucitación es una posibilidad. Y
este no es un factor menor, puesto que no permite cerrar la puerta de la vida de
57
La Real Academia de la Lengua (2001) define el Duelo (del lat. Dolus, dolor)
como dolor, aflicción, lástima, aflicción o sentimiento que se tiene por la
muerte de alguien. La definición nos remite inmediatamente a emociones
negativas (dolor, lástima, aflicción), pero es poco precisa respecto a con qué se
relacionan estas emociones (sentimiento que se tiene por la muerte de alguien).
En efecto, no es cualquier muerte la que nos suscita las citadas emociones.
Podemos conocer una noticia que hable de la muerte de miles de personas, sin
que se ponga en marcha en nosotros lo que conocemos por duelo. (Pereira.
2010, Vannotti y Pereira. 2004)
La separación implica una muerte metafórica, puesto que la persona de la que
el cónyuge se separa no está muerta. Pero es una pérdida y como tal emergen
naturalmente una serie de sentimientos como angustia, ansiedad, tristeza,
dolor, rencor o resentimiento, entre otros, que exceden la decisión y los moti-
vos de la separación. Las causas pueden ser muy valederas pero no implican
abortar los sentimiento que desencadena la pérdida.
Bowlby (1980), define al duelo como el proceso psicológico que se pone en
marcha debido a la pérdida de una persona amada y como todo proceso lleva
una serie de pasos emocionales y reflexivos que deben respetarse, por así decir-
lo. Como señala Pereira (2006, 2010) Esta definición nos aclara que el duelo
no es un momento, una situación o un estado, sino un proceso: es decir, algo
que tiene un comienzo y un fin. Que es un proceso psicológico o emocional (por
más que en algún momento de ese proceso pueden aparecer síntomas físicos), y
que se pone en marcha debido a la pérdida de una persona, pero no de una per-
sona cualquiera, sino de una persona amada.
El mismo Bowlby (1980, 2013) asoció sus célebre Teoría del apego con la
situación de separación y duelo, ya que ambas situaciones se accionan una con
otra: en toda situación de duelo buscamos referentes afectivos de protección y
confianza. Define a la conducta de apego como un un mecanismo biológico de
protección que asegura la supervivencia del individuo y de la especie. Es un
comportamiento instintivo que excede al humano que se produce en los prime-
ros años de vida entre madre e hijo. Como se observa, Bowlby para definir esta
conducta apela no solo a teorías psicológicas sino etológicas. El mero indica-
dor que indique a un niño la ruptura del contacto con su madre produce una
reacción psíquica y somática el Síndrome de respuesta a la separación analiza-
do por el autor, en niños en cuya primera infancia separados de sus madres. En
pos de restaurar la proximidad del objeto amoroso perdido, los niños, cuando
59
tes de la vida. No es una muerte en sentido literal, pero es una muerte. La pérdi-
da es seguida de un período de tristeza y de aflicción y el proceso de duelo
puede durar unos meses o en casos patológicos no terminar nunca. En este sen-
tido, no existen patrones de tiempo y el duelo dependerá de multiplicidad de
factores.
Es importante para favorecer un duelo saludable, no minimizar la situación,
afrontarla y no entrar en juegos negadores que indefectiblemente alargan el
proceso de separación. El poder expresar las emociones, llorar, hablar, buscar
tutores de apego con quien sentirse sostenido y contenido emocionalmente,
posibilitan aceptar la pérdida y aceptar el dolor y el extrañar a la persona de la
que se ha separado. A diferencia del duelo por una muerte, la persona está viva
y siempre resulta una tentación recurrir a los momentos gratos y negar los
malos tragos, lo que hace entrar en una instancia de resucitar al difunto, recu-
rriendo a un repertorio de intentos de solución que fracasan y empeoran el due-
lar en paz.
En este sentido, en el tiempo de duelo existe una relación directamente propor-
cional: cuanto mayor haya sido la expresividad, la aceptación y la claridad de la
despedida del ex-cónyuge, más rápidamente la persona se repondrá y saldrá de
la situación de duelo. Pero cuánto mayor sea la negación, la resistencia a despe-
dirse y la represión de la expresividad de las emociones, mayor será el período
de duelo y más conflictos acarreará no solo entre los ex partenaires, sino irra-
diará a las familias extensas, a los hijos, amigos, etc.
lada y quien se quedará con esa renta, o es propiedad de alguno de los miem-
bros de la pareja. Pero esta decisión es tomada bajo otros parámetros cuando
hay hijos.
Una separación implica también una separación del hábitat físico, el lugar de
vivienda. Se deben evitar separaciones bajo el mismo techo, solamente son
posibles como breve transición a cambiar de domicilio (y menos dormir en
habitación de los hijos y que uno de los hijos duerma con la madre).
En matrimonio con hijos es importante que la pareja planifique la salida del
hombre con antelación. Si la separación, como muchas, se realiza intempesti-
vamente mediante el impuso del enojo y la bronca, no existe planificación
alguna, pero si no es así, es importante que el hombre se vaya cuando no hay
nadie en casa: por ejemplo, cuando los hijos están en la escuela. El objetivo es
evitar el melodrama y el dolor de una escena, en donde los chicos se aferran al
padre y no lo dejan ir, el llanto, los gritos, la angustia.
Por supuesto que esta imagen es solo un ejemplo de los que puede suceder en
una separación donde el padre se prepara una valija o un bolso con una muda de
ropa y parte a su exilio frente a sus hijos. Esta escena es riesgosa y sobretodo
muy dolorosa. Es importante reducir el dolor -aunque siempre esté presente,
porque hasta las más razonables y justificadas separaciones generan dolor-.
Otro detalle a saber: ¿se habla con los hijos antes o después de la salida del cón-
yuge?. El padre puede irse de la casa cuando no están los chicos y a posteriori
reunirse con la madre de sus hijos para hablar y explicarles que se han separa-
do. Sea antes o después, es conditio sine qua non que se reúnan para ofrecerles
un mensaje en común a los hijos. Un mensaje de cierre de una relación conyu-
gal y de apertura a un nuevo y único vínculo entre los miembros de la pareja: la
parentalidad. Lo único que tendrán de vínculo de aquí en más, hasta la muerte,
son los hijos.
En la reunión para informarles a los hijos de la separación de sus padres, siem-
pre deben estar ambos cónyuges. Es un momento doloroso y es importante que
los padres hagan un esfuerzo en desdramatizarlo. Reunirán a los hijos de eda-
des similares, de lo contrario ambos se reunirán con cada hijo de manera indivi-
dual. No es lo mismo, una pareja con hijos muy pequeños de 3 o 4 años e hijos
adolescentes, puesto que ni el lenguaje ni las actitudes ni la pedagogía serán las
mismas. En esos momentos se deberán evitar discusiones ad hoc y menos
delante de los hijos, es decir, todo lo que implique reducir la complicación.
La estructura del mensaje debe estar unificado en los dos cónyuges, es decir, se
62
debe utilizar la misma versión para evitar cualquier tipo de confusión y discu-
sión. El mensaje debe ser firme, claro y corto, de pocas palabras y simples,
explicativo, principalmente en niños pequeños. No hay que sacarse de encima
el mensaje, no es un trámite: por doloroso que sea es la salud emocional y psi-
cológica de todos los integrantes de la familia y fundamentalmente de los hijos.
Hay que dar, entonces, la oportunidad de preguntar, para que no queden dudas.
Entre los tips generales que deben incluir el mensaje para explicarles a los hijos
que los padres se van a separar, discriminamos:
Coexisten en las personas que duelan diferentes reacciones frente a una separa-
ción. Se hallan las reacciones emocionales, en donde la persona se angustia, se
entristece, se llena de odio y ansiedad, desvalorización, o toma actitudes
maníacas y negadoras, grita, llora, está susceptible e intolerante, se enmudece,
en síntesis toda una serie de manifestaciones que bien manifestadas permiten
ser analizadas y entendidas (por ejemplo, en un espacio terapéutico). Las emo-
ciones detonan reacciones fisiológicas, como taquicardia, sudoración, se eleva
el cortisol, baja la serotonina, se puede padecer de insomnio, o somatizaciones.
63
Duelo disfuncional
El perdón
dojal de Cuanto más me acerco más me alejo, es uno de los Juegos del Mal
amor (Ceberio, en Eguiluz 2007).
Muchos partenaires que desean separarse y culposos de no afrontar la decisión,
manipulan tratando de encontrar en el otro el nock out definitorio. De esta
manera, pasan a la instancia de la separación sin adoptar la responsabilidad de
la decisión y tienen la oportunidad de colocarse en rol de víctimas. Otras de las
formas es, como hemos referido anteriormente, llamar por teléfono, mandar
mail, pin, skype, chat, wasap, etc., y si como si esto no alcanza, también se
intenta frecuentar los lugares para encontrar de casualidad al otro, como tam-
bién recurrir a la familia o los amigos del otro con el fin de acentuar el vínculo
victimizándose y tratando de que convenzan al ex cónyuge de las ventajas de
reiniciar la relación y de las bondades y virtudes del postulante. Aunque no es
extraño que la desesperación por la pérdida lleve a consultar a brujas, tarotistas,
videntes y toda la fauna de esotéricos que en nombre del pensamiento mágico
realizarán rituales, actos de magia y demás trabajos con el fin de recuperar el
amor.
Además de victimización como forma de manipulación, están los ex cónyuges
que son detectores de los sentimientos culpógenos del otro. Hablarán tocando
los talones de Aquiles, los flancos débiles del otro, por ejemplo, hacer referen-
cia a los hijos que extrañan, de las cosas que hacían todos juntos, de situaciones
de cuando la pasaban muy bien, de comentarios enternecedores familiares que
recuerdan a la ex pareja, y comentarios del mismo tenor. Cuando las amabilida-
des seductoras y las conductas persuasivas no hacen mella en el otro, el dejado
podrá transformar su actitud amorosa en arranques espasmódicos de rabia, una
verdadera ametralladora emocional que descarga su bronca hiriendo grave-
mente al ahora su oponente y, por supuesto, alejándolo aún más de la relación.
La persona que ha sufrido la decisión de su pareja de cesar la relación, es sobre-
cargado por una serie de autoreproches, quejas y rumias, producto del incesan-
te énfasis que le coloca a la figura de su ex pareja. Todas sus actividades, pensa-
mientos y emociones, giran entorno al recuerdo de la relación. Por ejemplo, la
creencia ilusoria de que si se hubiese realizado una acción contraria a la desa-
rrollada posiblemente no se hubieran separado (¿Porque no lo hice??”/ Podría
haber ido y entonces / Yo le tendría que haber contestado). O el uso de explica-
ciones para todo, algunas suntuarias o poco profundas que funcionan como
ansiolíticas, un verdadero Ribotril explicativo.
Tampoco entender que los silencios son respuestas y que cuando el otro no con-
70
- Ya vas a ver, vamos a salir…, está lleno de mujeres: pero él solo piensa
en ella y se encuentra desganado para salir y más desganado para cono-
71
litigio simétrico.
Es importante evitar criticar al ex-cónyuge delante de los hijos. Esto los lleva a
triangularse y a generar malhumor y locura entre los niños que se hallan en
medio de dos fuegos. Si se habla de la ex pareja, se hablará connotando positi-
vamente, en una actitud cuidadosa hacia ella pero qué repercute en los hijos. De
todas maneras, más allá de esta disquisición, es preferible que NO se hable del
ex-cónyugue.
También es relevante, no compartir mucamas. Las mucamas son chismosas
llevan y traen información y en muchos casos son sobornadas por alguno de los
integrantes que intenta dominar el territorio como un macho cabrío. Tampoco
se puede vivir en la cercanías de donde vive el ex-cónyugue: se puede vivir
cerca pero no tan cerca, para evitar persecuciones, controles y fundamental-
mente respetar la independencia de cada uno de los miembros de la ex pareja.
Por otra parte, el hombre puede vivir en casa de los padres o de amigos como
una transición. Es importante que los hijos deban tener su lugar en casa de papá.
Si es un problema económico que no permite cierta independencia, hablar con
los hijos mostrando las dificultades y reduciendo la omnipotencia. Una comu-
nicación clara y frontal se agradecerá el día de mañana en los hijos en la vida
adulta. Mostrarles a los hijos las imposibilidades es tan positivo como mostrar-
les las virtudes.
Se debe evitar enviar mensajes al ex cónyuge a través de los hijos puesto que la
triangulaciones siempre son nocivas y llevan a la conflictualidad relacional.
Además los chicos terminan entrampados en el litigio de los padres y terminan
absorbiendo las angustias, tensiones y broncas que deberían ser canalizadas
entre ellos. Se pueden utilizar mensajes de texto, chat o mail como forma de
transmitir información, pero este método también tiene su riesgo, puesto que
ante la ausencia de gestualidad y entonación, los mensajes son codificados por
el interlocutor de acuerdo al baremo de la bronca, de la angustia o de la conno-
tación positiva. Una forma de restringir el mal trato es hablar estrictamente
sobre cuestiones pertinentes a los hijos, prohibiendo preguntas personales.
Siempre se debe metacomunicar cuando los mensajes no son claros (preguntar
en cambio de suponer). Por ejemplo, es importante aprender que cuando se
habla de temas económicos no siempre se está hablando de lo económico y más
cuando es un tema problemático.
En toda ex pareja una buena organización logra minimizar problemas: la pauta-
ción de acordar días, horarios, dinero y otras responsabilidades por escrito, es
73
Conclusión
REFERENCIAS
Reflexiones finales
Cuadro 1
Integración en la
Linealidad Rechazo
Circularidad
Principio de
Rol de “experto” Negación
“responsabilidad”
REFERENCIAS
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Marina, J. A. (2000). Crónicas de la Ultramodernidad. Barcelona: Anagrama.
94
David Villarreal-Zegarra
Instituto Peruano de Orientación Psicológica - IPOPS, Perú
Tabla 1
Paquetes de evaluación familiar
Dentro de la batería de evaluación más reciente (Olson et al, 2006a) está la Esca-
la de comunicación familiar o FCS (por sus siglas en ingles) de 10 ítems, basa-
dos de la escala de comunicación padres-adolescentes Barnes y Olson (1982).
Las ventajas más importantes es que puede ser utilizado con una variedad de
tipos de familia según la composición y las familias en las distintas etapas del
ciclo de vida.
La escala de comunicación familiar (FCS) está conformada por 10 reactivos
que obedecen a una definición de la comunicación familiar como el acto de
informar ideas, pensamientos y sentimientos entre los miembros de una unidad
familiar. La comunicación familiar puede variar de pobre a muy efectiva
(Olson et al., 2006a). En la versión original la muestra (n = 2465) representa a
la población estadounidense (M = 36.2, DE = 9.0, α = .90).
99
Tal vez la escala de evaluación más utilizada dentro de todo el abanico de ins-
trumentos propuestos por del modelo circumplejo es la Escala de Evaluación
de la Cohesión y la Adaptabilidad Familiar o FACES (Family Adaptability
and Cohesion Evaluation Scales), por sus siglas en ingles. Kouneski (2002),
señala que se ha utilizado en más de 1200 estudios de investigación y también
han sido ampliamente utilizadas en la práctica clínica en los últimos 25 años. El
modelo y la escala también han sido objeto de revisiones frecuentes y alteracio-
nes desde su desarrollo inicial (Olson, Sprenkle y Russell, 1979).
La versión original de la FACES, fue creada por David Olson, Richard Bell, y
Joyce Portner en 1978, contaba de 111 ítems que fueron modificadores varias
veces para mejorar sus propiedades psicométricas hasta desarrollarse el
FACES II (Kouneski, 2000).
100
Figura 1
Modelo Circumplejo de Olson
Alto
CD CA
CS CC
D
A
ID
IL
FD FS FC FA
B
A
T
P
A ED ES EC EA
D
A
RS RC
RD RA
Bajo
TIPO
FLEXIBLEMENTE FLEXIBLEMENTE
BALANCEADA
Figura 2
ESTRUCTURALMENTE ESTRUCTURALMENTE
SEPARADA CONECTADO
TIPO DE
RANGO MEDIO
Las tres niveles del funcionamiento familiar del Modelo Cirumplejo
CAOTICAMENTE CAOTICAMENTE
DISPERA AGLUTINADA
EXTREMO TIPO EXTREMA
RIGIDAMENTE RIGIDAMENTE
DISPERA AGLUTINADA
103
Está conformado por seis dimensiones de siete ítems cada una, dos balancea-
das o saludables (cohesión balanceada y flexibilidad balanceada) y cuatro
extremas o desbalanceadas (rígida, caótica, desvinculada y enmarañada),
asumiendo la hipótesis curvilínea de que los niveles balanceados son los más
propicios para el funcionamiento familiar saludable, mientras que los niveles
desbalanceado de la cohesión y la flexibilidad (niveles muy bajos o muy altos)
están asociados con el funcionamiento familiar problemático (Olson & Gorall,
2006b).
La cohesión se define como el vínculo emocional que une a los miembros de la
familia unos a otros (Olson, Sprenkle, y Russell, 1979), tomando como indica-
dores a la vinculación emocional, los límites, las coaliciones, el tiempo, el espa-
cio, los amigos, la toma de decisiones, los intereses y la recreación (Mirnics et
al, 2010).
La flexibilidad se define como la calidad en el liderazgo y la organización
familiar, los roles, las normas y las negociaciones entre sus miembros (Olson &
Gorall, 2006b), tomando los indicadores del nivel de cambio del liderazgo (con-
trol, disciplina, autoridad), estilos de negociación, relaciones de rol, y estable-
cimiento de reglas (Mirnics et al, 2010).
La cohesión balanceada, es el grado óptimo en que los miembros de la familia
se sienten cercanos o vinculados emocionalmente entre sí, apoyándose unos a
otros.
La flexibilidad balanceada, se entiende como la calidad en el liderazgo y la
organización familiar, los roles, las normas y negociaciones entre sus miem-
bros.
La dimensión desligada, entendida como el grado de distanciamiento emocio-
nal, predominio de la individualidad y poco sentido de pertenencia.
La dimensión enmarañada, mide la cercanía emocional extrema, la dependen-
cia afectiva y el sobreinvolucramiento entre los miembros, priorizando las acti-
vidades dentro de la familia.
La dimensión rígida, se refiere a un liderazgo autoritario, fuerte control paren-
tal, normas rígidas y severas; los roles están estrictamente definidos, existiendo
limitada posibilidad de cambio.
La dimensión caótica, se caracteriza por un liderazgo limitado e ineficaz, roles
ambiguos, con frecuentes cambios en las normas sin consecuencias claras al
104
REFERENCIA
INTRODUCCIÓN
plantea la TFS (Stratton et al, 2010), es decir, la dificultad reside crear catego-
rías que sean coherentes con el modelo, al mismo tiempo que sean cuantifica-
bles desde el método científico. Es por esto que ciertos autores aducen que la
falta de coherencia en las medidas utilizadas ha obstruido el progreso de la
TFS. (Sanderson et al, 2009).
Por otro lado, Hambleton (1999) señaló que en nuestro país resulta más ade-
cuada la adaptación a un segundo idioma que la construcción de un test. Princi-
palmente por tres razones. Primeramente el proceso de traducción es más eco-
nómico que el de construcción. En segundo lugar, en países como el nuestro,
aunque cada vez son mayores la experiencia y el conocimiento psicométrico,
aún son limitados y la adaptación de los tests permitirá avanzar sustancialmen-
te al investigar estudios comparativos con otras poblaciones.
PROYECTO SCORE
En este contexto nace el Proyecto Score, con objeto de construir y después tra-
ducir a diferente idiomas un instrumento de medida coherente con la terapia
familiar, que sea capaz de medir los cambios significativos que se producen, si
es que éstos acontecen, durante el proceso terapéutico y que al mismo tiempo,
sea capaz de ofrecer indicadores sobre las potencialidades (Falicov, 1991) y las
disfuncionalidades existentes en los sistemas conformados por parejas o fami-
lias. De esta manera diferentes escuelas pertenencientes a la European Family
Therapy Association, junto con miembros de la Federación Española de Aso-
ciaciones de Terapia Familiar (FEATF), comenzaron un proyecto conjunto con
el objeto de construir un instrumento de medida coherente con la TFS fiable y
válido para los diferentes países que la conforman de forma que los resultados
pudiesen ser comparables internacionalmente.
Actualmente, además del Score 15, existen otras tres versiones del instrumento
Score, el Score-40 (α =.934 y validez de .833) que consta de 40 ítems, el Score
28 (α = 0,890) que consta de 28 items (Fay et al. 2013). Además, Fay et al
(2013) realizaron una tercera versión, el SCORE-29, una adaptación Irlandesa
derivada del SCORE-40).
La ventaja que con la que cuenta el SCORE-15 frente a las versiones anteriores
es su brevedad, puesto que su cumplimentación no excede de 10-15 minutos.
Asimismo, dicho instrumento es sensible al cambio durante el proceso terapéu-
tico y permite identificar áreas de relevancia clínica para la intervención sisté-
109
SCORE-15
El test está compuesto por 15 ítems de escala tipo Likert, donde 1, significa
“totalmente en desacuerdo” y 5 “totalmente de acuerdo”. Asimismo, está con-
formado por tres dimensiones:
Dimensión 1 - Fortalezas y Capacidad de adaptación.
Dimensión 2 - Preocupados o Angustiados.
Dimensión 3 - Dificultad para comunicarse.
Además, la puntuación total alcanzada por el test puede oscilar entre 15 y 75,
siendo las puntuaciones más bajas aquellas que corresponden a un mejor fun-
cionamiento familiar. (Anexo 3)
Cabe mencionar que la fiabilidad del instrumento se ha analizado estudiando la
consistencia interna del mismo y de sus dimensiones teóricas y empíricas a
través del coeficiente alfa de Cronbach (1951).
De esta manera, la escala total del Score-15 obtuvo un alfa de Cronbach (α) de
0.85, para la dimensión 1 (fortalezas y capacidad de adaptación) un α = 0.79,
para la dimensión 2 (preocupados o angustiados) α = 0.78 y para la dimensión
3 (dificultad para comunicarse) un α = 0.62.
Tabla 1
Valores de Alfa de Crombach de la escala total y las tres dimensiones
Alfa N° de Ítems
Escala Total .848 15
Dimensión 1 - Fortalezas y Capacidad de adaptación .791 5
Dimensión 2 - Preocupados o Angustiados .780 5
Dimensión 3 - Dificultad para comunicarse .620 5
110
Igualmente el test Score-15 cuenta con dos escalas que abarcan un rango de 1-
10 donde los participantes pueden valorar la eficacia percibida en cuanto a la
intervención terapéutica y la gravedad percibida sobre la dificultad que los trae
a tratamiento. Dichas escalas se incluyen en las tres aplicaciones del test. (Ane-
xo 4)
De igual forma y de manera opcional, incluye dos escalas con el mismo rango
(1 a 10) donde los terapeutas pueden indicar si consideran que ha habido mejo-
ría en la familia y el efecto que creen que la intervención terapéutica ha tenido
sobre la pareja o el sistema familiar al completo. (Anexo 5)
Antes de la primera sesión, los diferentes terapeutas familiares que colaboran
en el estudio, explican a las familias la naturaleza del mismo. A continuación,
se pide el consentimiento informado por escrito de las familias, que también
firman los terapeutas. Finalmente, se entrega un cuestionario Score-15 a cada
uno de los miembros de la familia para que lo cumplimenten de manera indivi-
dual. (Anexos 3 y 4)
En la cuarta sesión, se administra de nuevo un Score a cada uno de los miembro
de la familia. Asimismo, los terapeutas completaran la “escala del terapeuta”,
una medida complementaria que se basa en una escala del 1 al 10 donde los
terapeutas valoran la funcionalidad percibida, en función del impacto que el
tratamiento ha tenido sobre la familia o la pareja participante.
Finalmente los terapeutas administraran nuevamente el Score-15 en la última
sesión. De igual manera, se cumplimenta de nuevo la “Escala del Terapeuta”.
(Anexo 5)
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
ANEXO 1:
Normas de corrección para el Score-15 adaptado al español
NORMAS DE CORRECCIÓN PARA EL SCORE-15
Primero registrar los datos obtenidos en el test por los participantes para extraer
las puntuaciones directas o totales. Éstas se extraen sumando el total de cada
columna deben de codificarse en los lugares marcados por las X.
Ejemplo de corrección:
Fortalezas y Preocupados Dificultad
Capacidad de o para
adaptación Angustiados comunicarse
N° Puntaje del Ítem Dimension 1 Dimension 2 Dimension 3
1 4 4
2 2 2
3 4 4
4 3 3
5 3 3
6 4 4
7 2 2
8 4 4
9 1 1
10 4 4
11 2 2
12 4 4
13 4 4
14 3 3
15 4 4
TOTAL SCORE 52
Total dimensiones 20 19 13
Promedios: 3,47 4,00 3,80 2,60
114
A continuación hay que extraer los valores promedio para: la puntuación total
del test, la Dimensión 1, la Dimensión 2 y la Dimensión 3. Para ellos aplicare-
mos las siguientes fórmulas:
Se restarán sobre 60, los valores marcados como negativos en la columna con-
ceptualizada como “valores positivos y negativos” y del resultado que se
extraiga, se le sumarán los ítems marcados como positivos en la misma. Final-
mente se dividirá el resultado obtenido entre 15.
{60 – (Ítem 2 + Ítem 4 + Ítem 5 + Ítem 7 + Ítem 8 + Ítem 9 + Ítem 11 + Ítem 12 +
Ítem 13 +Ítem 14) + Ítem 1 + Ítem 3 + Ítem 6 + Ítem 10 + Ítem 15} / 15 = x
Funcionamiento
116
ANEXO 3:
SCORE 15
Describiendo a su familia
Nos gustaría que nos comente cómo ve usted a su familia en estos momen-
tos. De modo que le solicitamos SU visión de su familia.
No piense en exceso ninguna de las preguntas, pero trate de marcar una casilla
en cada caso.
117
ANEXO 4:
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
¿Cree que la terapia le será úti / le ha sido útil?
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
ANEXO:
PROYECTO SCORE 15 - Escala del terapeuta
El terapeuta deberá completar dichas preguntas cada vez que aplique el cues-
tionario SCORE 15 a las familias, tras la aplicación inicial en la primera sesión.
Normalmente en la sesión 4° y última. Para más información consulte, por
favor, el protocolo de aplicación. Asegúrese de no leer las respuestas de la fami-
lia antes de que usted emita una valoración.
Se explica que dicho modelo presenta una supervisión con un trasfondo eficaz,
debido a la mirada integrativa, basada en el reconocimiento de la persona, del
psicólogo y de la importancia de la labor clínica, integrando además la vivencia
del paciente como del terapeuta.
La supervisión se extiende aproximadamente a 2 años de formación, basada
en seis ejes o paradigmas: “lo biológico, ambiental - conductual, cognitivo,
afectivo, inconsciente y sistémico, en torno al self de la persona” (Bagladi, 11
Enero 2014).
Además se trabajan con variables que son comunes para los supervisores acre-
ditados, dentro de los que destacan el repertorio, el timing, la relación terapéuti-
ca, el calce y cómo cada uno procesa la información. Bagladi, señala que: “en la
medida que existan más repertorios, será mejor la adherencia de los pacientes”
(Bagladi, 11 Enero 2014).
Este modelo de supervisión establece como objetivo trabajar con variables
específicas, fomentar el cambio, ser flexible y democrático y por sobre todo
enfatizar el proceso de manera responsable y comprometida. Se señala que
muchas veces existen resistencias de los supervisados de post grado, ya que en
ocasiones algunos psicólogos no les gusta que se les diga qué hacer, o no están
abiertos a críticas constructivas para mejorar los cambios o procesos; frente a
eso se busca empoderar al nuevo supervisado y buscar maneras directivas y
Tabla 1.
Principios de la labor terapéutica
brio, ya que analiza y forma el equilibrio que debe ser esperado en la relación
entre el paciente y el terapeuta, contención y validación y empuja al otro a un
crecimiento.
El objetivo de este modelo de supervisión es el bienestar de los pacientes, para
eso debe existir un buen desarrollo profesional para así entregar calidad en el
servicio. “Muchos colegas creen que hacer muchas veces la práctica es hacerlo
bien, pero no siempre es así, por eso la supervisión siempre será positiva” (Pes-
queira, 11 Enero 2014).
En supervisión según el modelo estratégico sistémico se trabajan 3 ideas con-
cebidas: 1) fracasar con éxito, 2) exponer vulnerabilidad y 3) relación de inspi-
ración, lo que consiste en empoderar al otro. Cuando se habla del empoderar al
otro, se refiere a que con la supervisión se logra “formar para inspirar”, es por
ello que se define como un arte de equilibrio, ya que para conseguir dicho empo-
deramiento, se deben entregar fundamentos teóricos, conocer las propias
“trampas” para hacer así los cambios, se debe ampliar la mirada, conocer las
propias fortalezas y actuar con las propias habilidades y estilos.
El modelo no busca ser una réplica de los supervisores, sino más bien por
medio de feedback positivos, el supervisado como el supervisor deben lograr
un crecimiento, ya que se entiende como base “que en un modelo estratégico
sistémico todos crecen” (Pesqueira, 11 Enero 2014).
La psicóloga expresa que “no solo el supervisado de pregrado o postgrado que
está en un nuevo proceso viva la experiencia de que otro haga asesoría o forme,
el supervisor debe también estar en procesos de revisión” (Pesqueira, 11 Enero
2014), es así donde los cambios se realizan verdaderamente.
sona en la estética, entendida no con conceptos dados desde la belleza que impe-
ra en la sociedad, sino más bien entendida desde una “explicación de soltar lo
que tenemos” (Reyes, 11 Enero 2014), lo que muchas veces está reprimido.
El psicodrama como modelo de co-visión centra al supervisado en 3 aspectos
integrados: corporal, afectivo y cognitivo (Reyes, 11 Enero 2014). El psicodra-
ma se enmarca en el aquí y ahora, ya que de igual forma la persona tiene inte-
grado el pasado, el presente y el futuro, en lo que es en ese momento específico.
Con esta co-visión se trabajan conceptos básicos como el contexto vincular, el
espacio y aquello que se repite y se ha ido aprendiendo desde años, lo que se
conoce como identidad transgeneracional.
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
pudiendo establecer qué estrategias terapéuticas son las más adecuadas para
alcanzar los objetivos que se plantean y así identificar las técnicas de interven-
ción más propicias según cada familia.
Conocer acerca del funcionamiento familiar según la etapa del desarrollo en
que se encuentra la familia, en este caso, hijos en edad escolar, se constituye en
un recurso de intervención que permite potenciar las fortalezas de las familias y
así desarrollar estrategias de afrontamiento que aminoren la complejidad del
proceso de transición a la siguiente etapa. Esto resulta fundamental si se tiene
en cuenta que el funcionamiento familiar traza la capacidad de afrontamiento y
ajuste de las familias ante las demandas del entorno y crisis normativas propias
de cada etapa.
A partir de lo anterior el presente estudio tiene como objetivo general describir
el comportamiento del funcionamiento familiar en familias con hijos en edad
escolar y que se encuentran sujetas a intervención de los servicios sociales,
esto, a través de la medición de los niveles de cohesión y adaptabilidad según
las categorías propuestas por el Modelo Circumplejo de Sistemas Familiares y
Maritales de Olson y cols. (1983).
Para ello se busca caracterizar cómo se comportan las dimensiones de cohesión
en familias con hijos en edad escolar y que se encuentran sujetas a intervención
de los servicios sociales junto con caracterizar cómo se comportan las dimen-
siones de adaptabilidad en familias con hijos en edad escolar y que se encuen-
tran sujetas a intervención de los servicios sociales.
MÉTODO
Participantes
La muestra está constituida por 10 de familias que tienen hijos en edad escolar
y que se encuentran sujetas a intervención de los servicios sociales. Se conside-
ra la participación de familias de dos programas del Servicio Nacional de
Menores de una ciudad del norte de Chile. A través de variables sociodemográ-
ficas se caracteriza su tipología familiar, número y rango etario de los hijos,
nivel de escolaridad y socioeconómico.
La selección de la muestra es de tipo no probabilístico e intencionada dado que
como criterio de selección se considera el que las familias solo tengan hijos en
edad escolar, descartando aquellas que puedan estar transitando por más de
una etapa, ejemplo preescolar y/o adolescencia, además deben estar sujetas a
intervención de los servicios sociales.
Instrumentos
Procedimientos
RESULTADOS
Los valores obtenidos para ambas escalas fue de un α 0,63 en Cohesión mien-
tras que un α 0,85 en Adaptabilidad, lo que da cuenta de una mediana consisten-
cia interna en ambas dimensiones. No obstante, a nivel general el valor de
Alpha de Cronbach obtenido es de 0,87 en la escala total lo que evidencia un
buen nivel de confiabilidad.
Por su parte se realiza un análisis factorial llevando a cabo el cálculo de la
varianza con la finalidad de comprobar empíricamente el porcentaje que
representa cada ítem con respecto al total de ítems de la prueba.
La tabla 1 presenta la varianza total explicada por cada ítems de la prueba,
estableciéndose el número de factores que componen la escala.
Para dar a conocer los principales resultados del estudio se procede inicialmen-
te a la caracterización de la muestra a través de datos sociodemográficos.
Posteriormente se describen los resultados que dan respuesta a los objetivos
planteados para la realización de la presente investigación.
De las categorías sociodemográficas presentadas por las familias las que más
se repiten son: estado civil- casado, composición familiar- familia extensa-
específicamente- abuelos, edad de los niños- 06 a 07 años e ingreso familiar
entre los $241.000 y $500.000 (Tabla 2).
El 50% de las familias presenta un funcionamiento familiar con tendencia
aglutinada y caótica, mientras que un 10% presenta un funcionamiento conec-
tado y caótico, un 10% conectado y estructurado, un 20% aglutinado y flexible
Tabla 1
Varianza Total explicada - Suma de las saturaciones al cuadrado de la extracción
Total % % acumulado
2.3 14.1% 14.1%
2.0 12.4% 26.4%
1.6 9.7% 36.1%
1.3 8.1% 44.3%
1.3 8.1% 52.4%
1.1 6.7% 59.1%
Tabla 2
Variables sociodemográficas
DISCUSIÓN
REFERENCIAS
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132
Apéndice A
Consentimiento informado
LA CARTOGRAFÍA DE LA DEPRESIÓN:
ORIGEN, INSUMOS Y ABORDAJE TERAPÉUTICO
el futuro depresivo, y para ello nos guiaremos de una cartografía que nos señale
la ruta, desde el punto inicial, en que empieza a gestarse la depresión, pasando
por todas las estaciones o características relacionales y sentimientos y actitu-
des que van emergiendo, hasta constituirse en los insumos básicos con los que
se irá configurando la personalidad depresiva. Para ello tomaremos un caso
específico, que será como nuestra embarcación, con la cual iniciaremos nuestra
navegación en el mar tumultuoso de la depresión, tratando de confirmar el
mapa que nos guie desde el puerto de origen, surcando las mareas de demandas
familiares y sentimientos personales presentes, hasta llegar a anclar en la
formación de una personalidad depresiva.
Dicho caso está referido a una joven de 25 años, que llamaremos Luisa, que
estudió administración en una universidad de Lima, y que llega a nuestra
consulta más por iniciativa de su madre que por ella misma. Aquella relata que
no ve bien a su hija, porque la nota insegura, ensimismada, inconstante y casi
no sale de casa, con una vida socialmente empobrecida, y se cree que nunca ha
tenido un enamorado. Agrega que hace un tiempo comía y vomitaba; además
les contó que de niña, un par de primos la manosearon sexualmente, aunque no
cree que llegaron a más.
Con esos datos previos, Luisa entra a mi consultorio queriendo hablar más de
su familia que de ella misma. Empezamos con ese tema, pero lo fuimos re-
direccionando sutilmente hacia su vida, que era nuestro objetivo. Le pedimos
que nos contara sobre sus estudios y su vida profesional, áreas en la que nos
percatamos que fue y era una chica exitosa. Casi siempre ocupó el primer lugar
de su promoción, tanto en primaria como en secundaria, “quería destacar, tal
vez, para ser reconocida” nos cuenta, dándonos la primera pista de una primera
hipótesis que después confirmaríamos.
Luisa viene de una familia conformada por unos padres que vivieron muchos
conflictos a causa de la infidelidad del padre; tiene dos hermanos: Carmen, su
hermana mayor de 30 años y Antonio, de 23 años. Aquellos eran miembros de
una congregación religiosa, y los hijos fueron criados dentro de una mitología
familiar presidida por un cristianismo legalista que imponía muchas reglas y
dejaba poco espacio para la autonomía personal. Frente a ello no es de extrañar
que los hijos reaccionaran, en complicidad con sus temperamentos, de diferen-
tes maneras; la hermana mayor tomó el camino de la rebeldía abierta y Luisa el
sendero del dogmatismo cerrado, que sería una de los cimientos en la que se
sostendría su posterior trastorno de personalidad. El hermano menor se ubicó,
147
teniendo esos dos modelos, casi equidistante de ambos polos, en una muralla
de indiferencia.
Todos los seres humanos recibimos de nuestro primer ente socializador, como
lo es la familia de origen, una serie de mensajes que se constituirán en paradig-
mas mentales o mandatos con los cuales ordenaremos nuestra existencia. La
terapia cognitiva diría que son como mapas mentales que guían nuestras
decisiones y acciones, y que dependiendo de su contenido y su flexibilidad
pueden ser saludables o perjudícales en nuestras vidas. Si son mensajes opreso-
res y rígidos, que frenan nuestra autonomía, haciéndonos actuar cuasi como
robots, recortarán nuestro desarrollo personal, en el mejor de los casos, o nos
producirán trastornos psicológicos, en el peor de los escenarios. Reestructurar
dicho mapa cognoscitivo no es imposible, pero no será cosa fácil. Las situacio-
nes límites de la vida o las terapias psicológicas son buenos caminos para
lograrlo.
Pero volviendo a Luisa, diremos que es una joven que ha vivido hasta ahora
parapetada en un cúmulo de mandatos paternos, caracterizados por una híper-
normatividad, que le impiden ser ella misma buscando convertirse en lo que
sus padres quieren que ella sea. No vive su propia vida, sino que vive la vida
que sus padres le imponen. Sumida en una crianza súper controladora que han
convertido a Luisa en una mujer sumisa y súper temerosa (la chica insegura,
ensimismada, inconstante y con una vida social muy escasa, que su madre se
quejaba). Obviamente otros factores externos a la familia, sumado al tempera-
mento de ella, conspiraron también para que desarrollara un carácter que la
madre no veía nada bien y, que claro, estaba revelando un grado de trastorno.
En cuanto a la híper-normatividad Luisa tenía mandatos mentales como “no te
diviertas”, “eso es pecado”, “sólo tus padres saben lo que es mejor para ti”, “no
puedes ir a tales lugares”, “tú no puedes eso”, “no te juntes con tales”, “tienes
que hacer esto”, etc. y otros mandatos más, que casi siempre aparecen encu-
biertamente en pedidos sutiles que los padres hacen o exigen, pero que se
convirtieron en la camisa de fuerza con que amarraron a Luisa.
Un claro ejemplo de ello es cuando Luisa nos relata que, en un tiempo en la que
ella vivió en otra casa durante su adolescencia, cuando un sábado iba a una
fiesta y bailaba y tomaba un poco, “pero no hacía nada malo”, el domingo se
sentía fatal, amanecía con una pesada carga de culpa que la hacía sentirse muy
mal. Se estaba saliendo del libreto de “chica buena y cristiana” que sus padres
habían escrito para ella y aunque aquellos no estaban cercanos a Luisa, sus
148
Unos padres que imponen altas demandas sobre los hombros de un hijo(a) y, al
mismo tiempo, brindan poca o ninguna valoración, que es lo mismo que una
descalificación implícita, aunque también pueden estar presente las explicitas,
estarían formando una futura personalidad depresiva, como era el caso de
Luisa.
AFLICCIÓN
IRRITACIÓN
CULPA RABIA
Figura 1
Formando una futura personalidad depresiva
149
constituyen las dos caras de una misma moneda llamada depresión. Ambas, la
culpa y la rabia, que aunque no se manifiesten abiertamente se condensan en la
forma de un Abatimiento, en esa sensación de estar derribado y/o aplastado,
que se expresa en una mezcla de Aflicción e Irritación.
Abatimiento
Aflicción Irritación
Culpa Rabia
Sentimiento de
Incompetencia Sentimiento de
Injusticia
Sobreexigencia Descalificación
Figura 2
La Cartografía de la Depresión Estructural
y cariño; mientras que el segundo, tiene que ver con brindar protección y
normatividad a los hijos. Los padres pueden fallar en el ejercicio de su parenta-
lidad por omisión o por exceso en una de estas funciones, convirtiendo a los
hijos en tributarios de diferentes trastornos psicológicos, cuya tipología
dependerá de dónde se ubique la falla. En el caso de Luisa los padres fallaron
principalmente en las funciones socializadoras, en la que debieron dar una
transmisión sana de normas, pero que ellos se fueron al extremo de una híper-
normatividad, que al ser difícil de cumplir generaron culpa en ella, aportando
así uno de los insumos básicos de la futura depresión de Luisa.
Pero la falla de los padres de Luisa no sólo se redujo al plano normativo, sino
que también se extendió en el plano protector, desarrollando una relación
paradójica, caracterizada por un exceso de normatividad combinada con una
escasa protección. Pues, según nos cuentan, el padre siempre trabajó en otra
provincia y sólo permanecía una semana al mes al lado de sus hijos; mientras
que la madre pasó gran parte de la niñez de ellos enferma y recluida en un
hospital o en su cuarto, teniendo poco contacto con los hijos. Ambos fueron
padres ausentes, que encontraron dificultades también en cumplir sus funcio-
nes nutricias; que al no estar bien presentes en la vida de sus hijos no pudieron
brindarles la protección debida, dejándolos a merced de depredadores sexuales
que encontraron presas fáciles en dos de ellos, Luisa y su hermano Antonio.
Aparte de un marco familiar deprivador, poco afectivo y muy normativo, Luisa
tuvo otra experiencia negativa en su vida que afectó el desarrollo sano de su
personalidad. Según nos cuenta, dos primos de ella, uno le llevaba como 5 años
y el otro como 10, le infringieron tocamientos sexuales cuando Luisa tendría
como 5 o 6 años de edad, algo que ella recuerda con nebulosidad cuando está
despierta, pero que aparece más en sus sueños. Ella lo vivió como una expe-
riencia traumática que afectaría su futura relación sentimental con los hom-
bres.
La culpa y la vergüenza son dos sentimientos que casi siempre emergen en una
persona abusada sexualmente (Faria y Belohlavek, 1984) y que es lo que
dificulta sus futuras relaciones con el sexo opuesto. Por eso cuando se le
pregunta a Luisa sobre su vida sentimental ella refiere que nunca ha sentido la
necesidad de tener enamorado; ante lo cual, surgen inmediatamente preguntas
como ¿Tiene el mandato paterno de “prohibido enamorarse”? o ¿es una
experiencia de rechazo a los hombres por su experiencia sexual traumática de
la niñez? o ¿es un poco de ambas cosas? Cada vez que le gustaba un chico que la
153
estatus. No era poca cosa tampoco las razones paternas para oponerse, pero el
problema de fondo era que a sus 25 años ella no se atrevía a tomar decisiones
propias; no importaba que fueran erradas, pero suyas. Pero logró un avance,
porque mantuvo la relación, aunque clandestinamente, sin que sus padres se
enteraran.
El súper control, expresado en un exceso de normatividad, sumado a la ausen-
cia paterna y el acoso sexual de la infancia, asentado sobre un temperamento
propio, se constituyeron en el coctel explosivo para que Luisa desarrollara un
trastorno de personalidad básicamente depresivo; pero como no hay diagnósti-
cos puros, casi siempre está presente una comorbilidad, una bulimia crónica
acompañaba a la depresión mayor en la vida de Luisa. Bulimia de la que los
padres ni sabían que existiera una enfermedad como esa ni mucho menos que
su hija la padeciera.
Desde la terapia Gestalt, como ya lo dijimos anteriormente, podemos tratar
también de explicar la bulimia de Luisa como un acto de retroflexión, que es
una especie de autoagresión desplazada, que en jerga gestáltica significa algo
así como que “lo que no le puedo hacer a otros, me lo hago a mí”. En el caso de
Luisa, al no poder rebelarse frente a los mandatos asfixiantes de su familia y no
poder manejar sus traumas infantiles, esa rabia que se acumula dentro de ella y
que pudiera volcarla externamente (algo que a la mala hacen los psicópatas) la
vuelca sobre sí misma, típico de los depresivos. Por una ley física como la
termodinámica, que señala que la energía siempre se conserva, extendiéndola a
la psicología podemos decir que todo lo que no explota afuera, implosiona
dentro. Si la energía de la rabia no explota externamente, ineludiblemente
implosionará internamente. Al no poder castigar a los otros, entonces se castiga
a sí misma, y la bulimia puede ser una forma de hacerlo. Las enfermedades
psicosomáticas son otras formas de implosión.
A estas alturas de nuestra exposición queremos dejar bien en claro los construc-
tos que vamos a manejar, diferenciándolos un poco de las nosologías psiquiá-
tricas clásicas que se tiene de la depresión; serán diferencias más de forma que
de fondo, con lo cual buscamos tener un manejo más práctico de los casos de
depresión que abordamos. La psiquiatría clásica nos habla de una depresión
exógena y una depresión endógena; la primera está referida a esa sensación de
155
vació que deja una circunstancia externa adversa, como puede ser la muerte de
un ser querido, un fracaso sentimental, una grave herida infligida por la vida,
etc, y por eso se le conoce también como una depresión reactiva, porque tiene
su origen en un factor externo preciso.
La psiquiatría nos indica tres modalidades diferentes según las cuales una
persona puede reaccionar afectivamente ante un acontecimiento adverso y
doloroso: puede hacerlo con una respuesta afectiva normal, con una respuesta
afectiva desproporcionada, o bien cayendo en un estado depresivo (Cervera-
Enguix, 2004); en el sentido exógeno o reactivo. Pero está también la depresión
endógena, que la psiquaitría se refiere más como a un desbalance bioquímico
en el cerebro, sin reparar mucho en las causas externas que producirían dicho
desbalance.
Nuestra propuesta es hablar también de dos tipos de depresión, pero con una
mayor diferencia de fondo. A una la podemos llamar como una DEPRESIÓN
COYUNTURAL y a la otra como una DEPRESION ESTRUCTURAL. La
primera es lo mismo que la depresión exógena o reactiva, pero que preferimos
llamarla coyuntural porque está referida a un hecho y tiempo específico;
mientras que la segunda, que estaría relacionada con lo endógeno, preferimos
denominarla depresión estructural, porque más que un desbalance bioquímico
cerebral, que no negamos que pueda estar presente, existe un desbalance mayor
en la estructura interna de la personalidad del depresivo. Por eso fácilmente
podemos llamar a este segundo tipo de depresión como un trastorno de perso-
nalidad depresiva.
Linares propone que así como existen trastornos de personalidad tipo paranoi-
de, antisocial, narcisista, borderline, dependientes, etc., clasificados en grupos
A, B y C por el DSM IV, debería hablarse también de un trastorno de personali-
dad depresiva. No sólo es un trastorno del ánimo, sino también de la personali-
dad en su conjunto. El DSM IV aborda a la depresión sólo como trastornos del
estado de ánimo, entre los cuales destacan la depresión mayor, el trastorno
bipolar y la distimia, reduciéndolo a un conjunto de síntomas, pero no de rasgos
de personalidad. Por eso nosotros preferimos hablar de una depresión estructu-
ral que afecta también los rasgos internos de una personalidad.
La depresión coyuntural estaría más asociada a síntomas temporales, activadas
por situaciones adversas identificables en el presente, mientras que la depre-
sión estructural estaría más relacionada a síntomas crónicos producidos por
situaciones adversas difusas del pasado. La persona es consciente de su mal en
156
respetando las decisiones que tomara Luisa, aunque sus padres no la compar-
tieran, pero que ella tenía derecho a mantener.
Con respecto a la Mitología Familiar encontramos que los Valores y Creencias
en la familia del futuro depresivo son idealistas, presididos por el perfeccionis-
mo, la alta responsabilidad y el culto a las apariencias; por eso la familia de
Luisa buscaba que los demás los vieran que son “una familia buena y con hijos
buenos”, como ella misma nos relata que “todos en la familia extensa comentan
que soy la hija buena, estudiosa y súper obediente”, la “buenita” de todos los
hijos. Ese era el guion psicológico que le habían impuesto y que le estaba
prohibido salirse de dicho libreto, para eso estaría ahí la culpa, como celoso
guardián, para impedírselo. Pero una forma eficaz de combatir la culpa es
provocando más culpa, es como algunas vacunas que son elaboradas del
mismo virus que provocaron la enfermedad; porque si intentar violar las
prohibiciones generan culpa, decidir violarlas completamente me puede
ayudar a combatirla; en casos extremos, es lo que hace un psicópata, se deshace
de ellas desconociéndolas totalmente. Una fobia se supera enfrentado paulati-
namente el objeto de miedo, así también una culpa se disuelve enfrentando lo
que se le prohíbe.
A Luisa se le pidió que asumiera una rebelión asertiva a la prohibición paterna
de hacerse enamorada del joven empleado, menor 7 años que ella; que comuni-
cara, y no que pidiera permiso, que mantendría dicha relación a pesar de todo,
porque esa era su decisión. Si le convenía o no dicha relación era otro asunto,
por ver más adelante, lo que ahora importaba era usar esta circunstancia como
pretexto para recuperar territorios de autonomía y poder de decisión sobre su
vida. Esta vez no haría lo que otros querían que haga, sino que haría lo que ella
quería hacer. Al principio la asaltaría cierta culpa, pero mantenerse firme en su
decisión, la iría desapareciendo paulatinamente; porque el antídoto contra una
culpa condenatoria es la Rebelión frente a lo prohibido, ya que nadie debería
someterse a leyes injustas y opresoras.
Todo eso en cuanto a lo que tenía que hacer Luisa, pero en cuanto a sus padres la
terapia exigía que ellos también cambien, bajando la crítica velada y subiendo
la valoración abierta; respetando así la decisión de su hija, aunque no la com-
partieran, y desarrollando expresiones genuinas de elogio. Ambas partes tenían
que reestructurar sus pautas relacionales si querían ver cambios positivos en la
vida de Luisa.
Siguiendo con la Mitología Familiar, ahora en el ámbito del Clima Emocional,
162
Conclusión
Para terminar podemos resumir diciendo que la depresión nace de una expe-
165
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