La corrupción política se refiere a los actos delictivos cometidos por
funcionarios y autoridades públicas que abusan de su poder e influencia
al hacer un mal uso intencional de los recursos financieros y humanos a los que tienen acceso, anticipando sus intereses personales y los de sus allegados 1, para conseguir una ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada. El termino opuesto a corrupción política es transparencia. Según Hernández Gómez (2018), la corrupción se define como "toda violación y/o acto desviado, de cualquier naturaleza, con fines económicos o no, ocasionada por la acción u omisión de los deberes institucionales, de quien debía procurar la realización de los fines de la administración pública y que en su lugar los impide, retarda o dificulta"2. Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado legítimo.3 Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio; además de los sobornos, el tráfico de influencias, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad, y el despotismo4. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal, aunque por cierto, no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes. Las causas pueden ser endógenas (internas) o exógenas (externas):
Entre las muchas causas endógenas (las que tienen que ver con el individuo) podemos enlistar las siguientes:
Carencia de una conciencia social.
Falta de educación o de una cultura del compromiso.
Paradigmas distorsionados y negativos.
Personalidades antisociales y megalomanía.
Percepción sesgada del grado de corrupción presente.
Infravaloración de la posibilidad de ser descubierto.
Como elementos exógenos de la corrupción (los que dependen de la sociedad), tenemos:
Impunidad efectiva en los actos de corrupción.
Corporativismo partidista.
Modelos sociales que transmiten una falta de valores, realizando una
carencía de estos.
Excesivo poder discrecional del funcionario público.
Concentración de poderes y de decisión en ciertas actividades
del gobierno.
Discrecionalidad y escasez de decisiones colegiadas.
Soborno internacional.
Control económico o legal sobre los medios de comunicación que
impiden se expongan a la luz pública los casos de corrupción.
Salarios demasiado bajos.
Falta de transparencia en la información concerniente a la utilización de
los fondos públicos y de los procesos de decisión.
Poca eficiencia de la administración pública.
Extrema complejidad del sistema.
Una clasificación de las causas de la corrupción reunida por Arjona de los aportes de autores como Cagliani, Rose-Ackerman y Johnston identifica tres tipos: económicos, político-institucionales y culturales. La corrupción mira el desarrollo económico ya que genera ineficiencia y distorsiones considerables. En el sector privado, la corrupción incrementa el coste de los negocios y actividades empresariales ya que a éste hay que sumar el precio de los propios desembolsos ilícitos, el coste del manejo de las negociaciones con los cargos públicos, y el riesgo de incumplimiento de los acuerdos o de detección. Aunque hay quien argumenta que la corrupción reduce los costes al sortear una posible burocracia excesiva, la disponibilidad de sobornos puede inducir también a los cargos públicos a inventar nuevas reglas y retrasos. Eliminar abiertamente las regulaciones costosas y prolongadas es mejor que permitir encubiertamente que sean sorteadas utilizando sobornos. Allí donde la corrupción infla el coste de los negocios, también distorsiona el terreno de juego, blindando a las empresas con conexiones frente a las competidoras, sustentando, en consecuencia, a empresas ineficientes. La corrupción también genera distorsiones en el sector público al desviarse inversiones públicas a proyectos de capital en los que los sobornos y mordidas son más abundantes. Los funcionarios pueden incrementar la complejidad de los proyectos del sector público para ocultar o allanar el camino para tales tratos, distorsionando de este modo todavía más la inversión. La corrupción también hace descender el cumplimiento de las regulaciones relacionadas con la construcción, el medio ambiente u otras, reduce la calidad de los servicios e infraestructura gubernamentales e incrementa las presiones presupuestarias sobre el gobierno. Economistas argumentan que uno de los factores que están detrás de las diferencias de desarrollo económico entre África y Asia es que en el primero, la corrupción ha tomado primariamente la forma de expolio (en inglés: "rent extraction"), con el resultado de que el capital financiero obtenido es movido fuera del país, en lugar de ser invertido en el mismo (de ahí la imagen estereotipada, frecuentemente exacta, de los dictadores africanos teniendo cuentas en bancos suizos). En Nigeria, por ejemplo, más de 400.000 millones de dólares fueron robados del tesoro por los líderes nigerianos entre 1960 y 1999.12 Investigadores de la Universidad de Massachusetts han estimado que entre 1970 y 1996, la evasión de capitales de 30 países subsaharianos excedió los 187.000 millones de dólares, superando las deudas externas de aquellas naciones.13 Los resultados, expresados en retrasos o detenciones del desarrollo han sido modelados en teoría por el economista Mancur Olson. En el caso de África, uno de los factores contribuyentes a esta conducta fue la inestabilidad política, y el hecho de que los nuevos gobiernos frecuentemente confiscaron los activos obtenidos corruptamente por los gobiernos anteriores. Esto animaba a los cargos públicos a esconder su riqueza fuera del país, lejos del alcance de posibles expropiaciones futuras. En contraste, los administradores asiáticos, como el "nuevo orden" de Suharto, frecuentemente tomaban una parte de las transacciones de negocios o bien proporcionaron condiciones para el desarrollo, a través de inversiones en infraestructuras, ley y orden, etc.14 Efectos medioambientales y sociales La corrupción facilita la destrucción medioambiental. Los países corruptos pueden tener formalmente una legislación destinada a proteger el ambiente, pero no puede ser ejecutada si los encargados de que se cumpla son fácilmente sobornados. Lo mismo puede aplicarse para los derechos sociales, la protección laboral, la sindicación y la prevención del trabajo infantil. La violación de estos derechos legales permite a los países corruptos ganar una ventaja económica ilegítima en los mercados internacionales. El economista y ganador del Premio Nobel Amartya Sen ha observado que "No existe nada que pueda llamarse problema apolítico de alimentos". Si bien la sequía y otros eventos naturales pueden desencadenar condiciones de hambruna, es la acción o inacción del gobierno lo que determina su severidad, y frecuente, incluso, si la hambruna llegará o no a producirse. Los gobiernos con fuertes tendencias a la cleptocracia pueden socavar la seguridad alimentaria, incluso cuando las cosechas son buenas. Los cargos públicos frecuentemente roban las propiedades del estado. En Bihar, India, más del 80% de la ayuda alimentaria subsidiaria a los pobres es robada por cargos públicos corruptos.15 De forma similar, la ayuda alimentaria es frecuentemente robada a punta de pistola por gobernantes, criminales, señores de la guerra y similares, y vendida para obtener un beneficio. El siglo 20 abunda en ejemplos de gobiernos que minan la seguridad alimentaria de sus propias naciones, a veces intencionadamente.161718 Según el documento Índice de Percepción de la Corrupción 2011, de Transparencia Internacional, «más de dos tercios de los [183 países y territorios] clasificados obtuvieron una puntuación inferior a 5», donde 0 es «sumamente corrupto» y 10, «muy transparente». En 2009, el informe anual decia: “Resulta evidente que ninguna región del mundo está exenta de los peligros de la corrupción». La corrupción puede tener consecuencias desastrosas.