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SOCIAL
MÓDULO I
UNIDAD I
DESARROLLO DE CONTENIDOS
LIBERALISMO Y CAPITALISMO
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría y
también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad, la era de la
luz y de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la
desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos
derecho hacia el Cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto.”
UNIDAD I
LIBERALISMO Y CAPITALISMO
Objetivos Específicos
Que el alumno:
Contenidos
A. Orden Internacional
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B. Orden Nacional
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Unidad I – Desarrollo de Contenidos – Orden Internacional
Liberalismo y Capitalismo
Introducción: Los comienzos de la modernidad. La formación y
consolidación de los Estados Nacionales.
Razón, Ley Natural y Progreso, éstas eran las palabras clave en el Siglo
XVIII. Se trataba de la Era de la Ilustración, cuando se daba ampliamente por
sentado que la razón curaría los males del pasado y permitiría que se dieran un
gobierno utópico, una paz perpetua y una sociedad perfecta. La razón
permitiría a la humanidad descubrir las leyes naturales que norman la
existencia y, de esa manera, garantizar el progreso. Los intelectuales que
profesaban este credo eran conocidos con el apelativo francés de philosophes.
Entre ellos había críticos, publicistas, economistas, científicos de la política y
reformadores sociales. En conjunto, la Ilustración se fundamentaba en la
creencia de que las personas podían corregir los errores en sus vidas una vez
que alguien se los señalaba.
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La Ilustración se apropió de los descubrimientos de Newton como si
fuesen la revelación de la verdad única. Los filósofos consideraban que podrían
encontrarse leyes, como la de gravedad, que gobernaran y explicaran toda
actividad humana. Puede decirse que se vieron a sí mismos como los “Newton”
de la política, la economía y la justicia. El mundo era como una máquina
gigantesca, había que comprender adecuadamente su funcionamiento para
que se captaran las leyes básicas que la gobernaban para que la maquinaria
funcionase adecuadamente. La visión optimista de esa idea quedó expresada
en el texto de Condorcet, Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del
espíritu humano (1794) en el cual concluyó que “la naturaleza no le ha puesto
límites al perfeccionamiento de las facultades humanas” y que “el avance de su
perfectibilidad está limitado tan sólo por la duración del globo en el cual nos ha
colocado la naturaleza”. Condorcet veía en el futuro una sociedad que
disfrutaría de un nivel de vida superior, con más tiempo libre y mayor igualdad
entre las personas en general y entre los sexos en particular. Se abandonaría
la guerra por irracional y la medicina controlaría de manera tan eficaz a la
enfermedad que el promedio de vida se alargaría considerablemente.
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mercantilista de igualar el dinero (o los metales preciosos) con la riqueza. A
juicio de Quesnay la importancia que los Estados mercantilistas daban a la
acumulación de riqueza volvía más caros los bienes al establecer tarifas e
impuestos indirectos, en vez de recaudar un solo impuesto directo sobre el
ingreso neto de la tierra. Proclamaban el lema “laissez faire, laissez passer”,
“vivan y dejen vivir; dejen que la naturaleza siga su curso”. Fue el economista
Adam Smith quien formuló en 1776 el principio clásico de la economía del
“laissez faire”. (Ver Módulo II – Guía Didáctica – Unidad I - Orden
Internacional– Documentos). Smith atacaba el mercantilismo, sosteniendo que
la riqueza de las naciones se debía atribuir a la producción de bienes; pero
para él la producción dependía menos de la tierra y más del trabajo de los
agricultores, los artesanos y los obreros. Minimizó la importancia del estado al
afirmar que quienes competían libremente para alcanzar la prosperidad
personal terminarían por enriquecer al resto de la sociedad, como si estuviesen
guiados por “una mano invisible”, esto es, por la naturaleza. Este programa de
Smith marcó un cambio revolucionario en el pensamiento económico de las
grandes potencias sentando las bases teóricas del capitalismo liberal.
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lo que era lo mejor para toda la comunidad, lo que dicha comunidad debía
hacer. Casi toda la doctrina política radical de los últimos tiempos le debe algo
a Rousseau. Los socialistas justificaban el colectivismo con base en la idea de
Rousseau de que “los frutos de la tierra nos pertenecen a todos”. Los patriotas
y los nacionalistas lo proclamaron como un profeta del credo que sostiene que
las naciones difieren entre sí. En su obra El Espíritu de las Leyes, (1748) el
Barón de Montesquieu estableció la premisa de que ningún sistema de
gobierno puede ser el adecuado para todos los países. Concluyó que las
repúblicas eran el mejor modelo para los países pequeños e improductivos, las
monarquías limitadas para los de tamaño mediano y prósperos, y el
despotismo para los vastos imperios.
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Siguiendo a P. Hazard2 el Siglo XVIII es por todo lo mencionado un
período de grandes reformas. La primera aplicación de las nuevas ideas será
parcial. Una serie de reyes, con la necesidad de modernizar sus estados y
fortalecer su posición ante la nobleza, adoptan de ellas lo que les conviene.
Esta forma evolutiva del absolutismo es llamada “despotismo ilustrado” y los
monarcas que lo representan, son Carlos III de España, Catalina de Rusia,
María Teresa y José II de Austria y Federico II de Prusia. A éste último se le
atribuye una frase que resume el pensamiento de los déspotas ilustrados:
“Todo por el pueblo, para el pueblo pero sin el pueblo”. De todos estos
gobiernos podemos extraer algunas características generales: centralización
administrativa para ordenar y hacer uniforme el aparato de gobierno; política
económica de reformas fiscales y agrícolas, según algunos principios “liberales”
y “fisiócratas”, para aumentar la producción; reformas en la educación para
elevar el nivel cultural de la población y favorecer el desarrollo económico de la
misma. Además, en el último cuarto de la centuria se produce un hecho que
puede servir para considerar un antes y un después en la historia: la
independencia de los Estados Unidos de América.
2
Hazard, P.; El Pensamiento europeo en el siglo XVIII, Madrid, Guadarrama; 1958.
3
Sagnac, Ph.; El fin del Antiguo Régimen y de la Revolución Americana; 1763-1789; París.
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de estos cambios confluye hacia la creación del mundo en el que estamos
viviendo y del cual la Argentina forma parte a partir del siglo XIX.
A. Orden Internacional
Pocos temas del pasado fueron tan estudiados en los últimos cien años
como las transformaciones que se producen en la economía y la sociedad
desde fines del siglo XVIII. Esta preocupación se encuentra directamente
relacionada con la interpretación que buena parte de los historiadores hace de
la importancia de algunos cambios que se habían producido en el mundo
desde aquella época.
Tomemos como ejemplo el tema de la Revolución Industrial. Para casi
todos los historiadores, tal el caso de C. M. Cipolla 4 y M. Niveau5 algunas de las
transformaciones que se produjeron alrededor de 1800 abrieron las puertas del
mundo en el que estamos viviendo.
4
Cipolla, C. M.; Historia Económica de Europa, Barcelona, Ariel, 1979.
5
Niveau, M.; Historia de los hechos económicos contemporáneos, Barcelona, Ariel, 1968.
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La mayoría de los historiadores considera que toda la historia de la
humanidad es un proceso que reconoce sólo dos momentos de
transformaciones profundas. Una primera etapa correspondería a las
sociedades de cazadores, que comienza con la aparición de los primeros
hombres sobre el planeta y se extiende hasta que los seres humanos se
transforman en agricultores, cuando alrededor del 8000 a. C. se produce la
denominada Revolución Neolítica.
En ese entonces, aparecieron las sociedades agrícolas, que no
cambiaron sustancialmente hasta que, en la segunda mitad del siglo XVIII, se
produce en Inglaterra un nuevo quiebre: la Revolución Industrial, que luego se
difundirá por todo el mundo.
Todos los otros procesos de modificación profunda, sostienen los
historiadores, fueron superficiales: hubo distintos reyes y emperadores; muchos
pueblos sometieron a otros; en la antigüedad había esclavos y en la Edad
Media, siervos de la gleba, pero lo que nos importa – sostienen – es que la
estructura agrícola de la sociedad no sufrió cambios sustanciales. Pero desde
fines del siglo XVIII, primero en Inglaterra y luego en el resto de los países,
todo cambia.
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trascendencia para promover que algunos países llegaran a la modernización y
el bienestar económico. Algunos historiadores críticos se interesaron en los
efectos negativos de la transformación para evitar que se repitiesen mientras
que otros destacaron sus efectos positivos de mediano y largo plazo. La
mayoría de los historiadores necesita explicarse por el pasado y a través del
conocimiento de estos procesos las necesidades de las sociedades a las
cuales pertenecen.
Antecedentes
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océanos y a los dominios extra-europeos. El control del mar y de una amplia
red de colonias brindaba entonces a los británicos extraordinarias ventajas
comerciales, mercados internacionales extensos y en expansión, a la vez que
les permitía contar con materias primas inagotables.
Además, en Gran Bretaña existía una poderosa burguesía que tenía
influencia en la política. En el siglo XVII, los ingleses habían ejecutado a un rey
y, cuarenta años después, habían depuesto a otro. En este caso, en 1688, la
Revolución Gloriosa, significará la instalación de una monarquía parlamentaria,
régimen de gobierno que aún mantienen. El rey hubo de aceptar la Declaración
de Derechos en la que se establecía el predominio del Poder Legislativo sobre
el Ejecutivo (El rey reina pero no gobierna, limitando su poder a garante de la
estabilidad política). El Poder Legislativo estaba formado por dos cámaras: la
de los Lores (nobleza laica y religiosa) y la de los Comunes (con fuerte
presencia de la burguesía). Desde entonces, los burgueses participaban de la
dirección política del estado e influían con el propósito de asegurar mercados y
defender sus intereses comerciales.
Por otra parte, las comunicaciones internas de Inglaterra eran notables
para la época. Hacia el siglo XVIII sus carreteras eran nuevas y las mejores de
Europa. Se habían construido mejorando el suelo con empedrado y, sobre
todo, con nuevas técnicas constructivas que evitaban las inundaciones. Con
esta red de carreteras, los ingleses tenían posibilidad de viajar por tierra a
través de toda la isla como no podían hacerlo los franceses por su territorio.
Pero si bien el transporte terrestre era útil para el traslado de personas y
mercaderías livianas, no solucionaba el transporte “pesado”. Para ello, lo más
práctico en ese entonces era el transporte por agua, y los ingleses para ello
habían construido un sistema de canales con el que conectaban los ríos
navegables y, además les resultaba fácil unir los distintos puntos de sus costas
por vía marítima. Todo esto favoreció en forma notable tanto el tránsito de
personas como el tráfico de mercancías por lo cual puede sostenerse que
habían logrado crear un mercado nacional unificado y fuerte.
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problemas de la industrialización del siglo XVIII no los resolverían científicos
sino hombres prácticos que pudieran dar respuesta por medio de inventos
simples a los problemas que debían resolver para aumentar la producción de
mercancías. En algún caso además procedieron a mejorar inventos de los
técnicos franceses. Todas las máquinas que se aplicaron a la industria textil
algodonera (la primera que se desarrolla durante la Primera Revolución
Industrial) fueron resultado de la obra de artesanos ingeniosos. Pero lo más
importante no eran los inventos en sí mismos, sino el cambio profundo en la
mentalidad que se produjo cuando los individuos comprendieron que habían
inventado el “método de inventar” y que esta era una actividad que debía
preocuparlos. Pero además, hay otro factor que favorece a los británicos en
este aspecto: insistimos en que las máquinas solas no lograrían nada. Se
necesitaba que pudieran ser comprendidas e Inglaterra tenía en la época la
tasa de alfabetismo más alta de Europa, lo que la favorecía en esta segunda
parte de la ecuación.
Todo esto, sin embargo, no habría producido mayores consecuencias si
no hubieran existido en Gran Bretaña condiciones que permitieran que la
revolución explotara. Otras naciones, no bien percibieron la industrialización
inglesa, intentaron copiarla importando máquinas, ingenieros y obreros pero sin
obtener ningún resultado. ¿Cuál era el elemento necesario y propiamente
inglés que los otros países no podían ofrecer?. La madurez de las relaciones
capitalistas. En las ciudades existían grandes comerciantes que lograban
enormes ganancias con el comercio de ultramar y disponían de capitales. Pero
por sobre todo en el campo, las relaciones feudales habían desaparecido a lo
largo de los siglos XVII y XVIII. Como en ningún otro país de Europa, la mayor
parte de la tierra estaba en manos de grandes propietarios y era trabajada por
campesinos que cobraban un salario por su labor. Esta situación devenía de la
llamada Revolución Agrícola del siglo XVII que estudiaremos a continuación y
que constituyó uno de los antecedentes más determinantes que propiciaron el
desarrollo de la Primera Revolución Industrial en Gran Bretaña.
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espectaculares de las transformaciones y plantea una aparente paradoja: para
que hay revolución industrial es necesario que el capitalismo también haya
madurado y cuando la industrialización se produce, el sistema capitalista da un
salto tan grande que hace que su crecimiento sea irresistible.
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Si se quisieran sintetizar cuáles fueron las novedades que aumentaron
espectacularmente la producción y la productividad agrícolas, podríamos
limitarnos a seis puntos principales:
1. Se elimina el barbecho y se lo reemplaza por la rotación continua de
cultivos. Hasta fines del siglo XVII, para evitar el agotamiento del suelo se
practicaba la rotación trianual: se alternaban dos años de cultivo por uno en
que el terreno quedaba sin cultivar (barbecho) para restituir la fertilidad de
las tierras. A fines del siglo XVII, el sistema cambia por el de rotación cada
tres o cuatro años (aunque a veces se podía llegar a seis o doce) se
cultivaba la tierra cuya fertilidad se quería restablecer con distintas
especies. Entre ellas, forrajeras como la alfalfa, el heno y la avena. Estas
plantas se utilizan para la alimentación de ganado, lo que mejora la
disponibilidad de lácteos y carne para el consumo (hasta esa época, parte
de las reses era sacrificada en invierno porque no se las podía alimentar).
La mayor cantidad de animales significa un aumento del abono, y la
fertilidad de las tierras mejora también por esta razón. Con este simple
cambio, el aprovechamiento de la tierra aumenta en un 30%.
2. Se introducen nuevos cultivos: zanahorias, maíz, nabos, papas, etc. La
difusión de este último cultivo tuvo una gran importancia para que las
hambrunas fueran menos graves. Una misma parcela de terreno alimenta
de dos a tres veces más personas si se plantan papas en vez de trigo.
3. El trabajo da mejores resultados por la utilización de herramientas más
eficientes: los arados mejoran su estructura y tienen más partes de hierro, lo
que permite roturar más profundamente los campos; se reemplazan las
hoces por guadañas y las sembradoras sustituyen la siembra al voleo.
4. Se incorporan nuevos campos al cultivo porque se desecan pantanos y se
drenan las tierras húmedas.
5. Aumenta el aprovechamiento del caballo como animal de tiro y se le aplican
herraduras, lo que aumenta su potencia de tiro. Un caballo herrado tiene
una velocidad de tracción 50% mayor que la de un buey.
6. Se produjo un gran esfuerzo en la selección de semillas y la cruza de
animales. Una consecuencia de esto último es el aumento de peso del
ganado y la mejora en la obtención de leche.
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Los resultados de la producción en el campo aumentaron en forma
espectacular. Si había doce hambrunas cada cien años hasta el siglo XVI, en el
XVII hubo cuatro, cinco en el XVIII y sólo una en el XIX.
Paralelamente a estas transformaciones afirman los historiadores de la
economía se produce la extensión de la explotación económica de las tierras
por el sistema de propiedad privada, que hace rentable la aplicación de las
nuevas técnicas para los propietarios rurales. Las que eran tierras comunales
durante la Edad Media (en las cuales los campesinos podían apacentar su
ganado, tomar leña o cazar) fueron cercadas por los terratenientes a un ritmo
que creció en velocidad desde 1760, a medida que aumentaba el precio de los
cereales. Los terratenientes reclaman derechos sobre esas tierras, que hasta
entonces daban ciertos recursos a los campesinos pobres, y obtienen la
aprobación por medio de la Ley de Cercamientos. Desde entonces, las
personas de escasos recursos trabajaron en el campo a cambio de un salario,
sin ningún otro medio para sobrevivir. En un primer momento, el trabajo fue
abundante debido a la construcción de los mismos cercados que dividían las
propiedades privadas. Una vez que estos trabajos concluyeron, los campesinos
pobres emigraron a las ciudades, donde se convertirían en mano de obra
disponible para la industria.
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Primera Revolución Industrial
La Industria Textil
Los obstáculos técnicos que debían superarse para realizar los cambios
fueron los primeros que comenzaron a vencerse: en 1733 un relojero llamado
John Kay patentó un invento que él describía como una “nueva lanzadera para
mejor y más preciso tejido de paños anchos”. Se trataba de lo que luego sería
la famosa “lanzadera volante”. Era un aparato simple que permitía tejer piezas
de un ancho superior a la apertura de los brazos humanos sin recurrir (como
había sido necesario hasta ese entonces) al empleo de dos trabajadores y, por
lo tanto, servía para tejer más rápido. La velocidad en el tejido presentó un
serio problema: había que proveer de hilado a las máquinas más rápidamente
de lo que podía hacerlo un hilador a mano. En 1738, un carpintero de nombre
John Wyatt y Lewis Paul, un emigrado francés, patentaron una máquina para
hilar lana y algodón.
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Sin embargo, la nueva tecnología sólo podía utilizarse con la fibra de
algodón porque la de lana era más quebradiza y se cortaba fácilmente si se
utilizaba con las máquinas.
Los fabricantes de paños de lana temían que los géneros de algodón les
restaran clientes. Y este miedo tenía fundamentos: el algodón servía para una
gran variedad de usos (cortinas, manteles, sábanas, ropa de calle, ropa
interior), en muchos de sus empleos era más práctico porque se secaba más
rápido que la lana (y por lo tanto, lo que se fabricaba con fibra de algodón se
podía lavar con más frecuencia), era más barato y presentaba el atractivo
adicional de que se le podían realizar vistosos estampados. Las telas de
algodón más apreciadas por su calidad eran importadas de la India. Los
intereses laneros lograron que el Parlamento prohibiera su introducción en
Inglaterra en 1721. Lo que no calcularon fue que de esa manera creaban en su
país un mercado suficiente para comenzar a desarrollar una revolución en la
industria algodonera, que fabricaría géneros de algodón para esa demanda
insatisfecha por la falta en el mercado de las auténticas indianas, que era el
nombre que se le daba a las telas importadas.
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del inventor, según algunos. Richard Arkwright, un barbero analfabeto, inventó
una máquina de hilar conocida como la water frame y tuvo enorme suceso con
este aparato.
Finalmente, el éxito en la creación de nuevas máquinas de hilar fue tan
grande que el problema se invirtió: se hizo imprescindible fabricar tejedoras
más rápidas, que estuvieran al nivel de la velocidad alcanzada por las nuevas
hiladoras. El remedio llegó de la mano de otro personaje que no contaba más
que con su ingenio: el reverendo Edmund Cartwright, que patentó en 1785, un
telar mecánico movido por una máquina de vapor. Con este invento se cierra
un ciclo: a partir de este momento, el sistema fabril (la organización de la
industria en fábricas) estuvo en condiciones de conquistar una posición centrar
en el sistema económico y la estructura social británicos. La Revolución
Industrial era un hecho.
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pagaba por su trabajo, que debía comprar todo aquello que necesitaba y que,
por lo tanto, era una masa de probables clientes de la nueva industria. Además,
estos deseos de compra se podían concretar porque existía un mercado
nacional integrado. Por otra parte, desde 1780 la población se duplicó en un
lapso de cincuenta a sesenta años a causa de una suma de condiciones: la
mayor cantidad de alimentos que se producían desde la revolución agrícola, los
adelantos de la medicina y las mejoras sanitarias y de higiene. Por lo tanto, los
estímulos provenientes desde adentro de la economía británica son para
muchos autores la razón suficiente del comienzo de la Revolución Industrial.
Para otros, como el historiador inglés Eric Hobsbawm, el mercado interno
es una condición necesaria pero no suficiente para explicar la industrialización.
El mercado británico le aseguraba un piso a la industria, una actividad regular y
mínima, pero el mero hecho de su crecimiento no explica los profundos
cambios producidos. Si bien la duplicación de la población en medio siglo
supone un cambio espectacular, desde la perspectiva de las condiciones de
producción no lo es tanto. Un fabricante de telas podría haber ido aumentando
su oferta agregando simplemente más telares manuales a medida que la
demanda aumentaba. Para revolucionar la industria, dice Hobsbawm, es
necesaria una demanda explosiva que no pueda satisfacerse más que
alterando profundamente las condiciones de producción: empleando máquinas
y organizándolas en fábricas.
La única explicación para ello la da el mercado externo. Muy
rápidamente, dice el historiador, las exportaciones son la fuente principal de las
ventas de las telas de algodón inglesas y, dentro de esas exportaciones, la
mayor parte tendrá por destino las colonias británicas, como lo comprueba la
concentración de la industria en los alrededores de los principales puertos
dedicados al comercio colonial: Glasgow, Bristol y, sobre todo, Liverpool, o sea
mercados cuya posibilidad de rehusarse a las compras era limitada. En este
sentido, el gobierno inglés, que no interviene en economía dentro de sus
fronteras, actúa indirectamente porque al incorporar nuevas colonias
aseguraba mercados para su industria. No hay que olvidar que la burguesía
tenía participación decisiva desde hacía un siglo en el gobierno británico.
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De improviso, una gran demanda externa se precipita sobre la pequeña
industria inglesa, que sólo puede satisfacerla revolucionando la producción con
la aplicación intensiva de máquinas. Pronto las telas de algodón se venden en
todo el mundo y pasan a ocupar el primer puesto en las exportaciones
británicas.
Las fábricas y la utilización de máquinas se extienden debido a la
confección de estos paños livianos y baratos. Pero los efectos de la industria
algodonera sobre el conjunto de la economía británica son reducidos. La
materia prima que se utilizaba era importada de la India o los Estados Unidos y
lo que se fabricaba eran productos finales dirigidos sólo al consumo, sin afectar
el resto de las industrias. Si no se hubiera pasado de la producción de telas de
algodón, la Revolución Industrial podría haber resultado como encender un
fósforo en la oscuridad: se habría producido un resplandor deslumbrante que
se hubiera apagado en unos pocos segundos.
Una de las ventajas que tenía Gran Bretaña sobre sus posibles
competidores eran las enormes reservas de carbón mineral que tenía dentro de
sus fronteras. Holanda, una nación que
a principios del siglo XVIII estaba tan
adelantada o más que ella, no poseía
carbón y esta ha sido una de las
razones que hemos destacado para
explicar por qué no se industrializó en
aquel momento. Sin embargo, esta
ventaja era puramente teórica hasta
que no pudiese aprovecharse.
En la Inglaterra del siglo XVIII existía una gran demanda de carbón por
parte de las personas para su calefacción; y de la industria productora de
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hierro. En este segundo caso sólo podía utilizarse en un principio carbón
vegetal. El carbón mineral tenía un alto contenido de azufre y no podía usarse
en el proceso de fundición. Esto imponía límites al desarrollo de la siderurgia
que, aunque tenía una organización económica capitalista en algunos
aspectos, se veía frenada porque la tecnología le ponía un techo que no podía
superar. Así, las empresas debían ubicarse donde hubiera bosques y
corrientes de agua. Si la producción de hierro aumentaba, el peligro de
deforestación crecía y, finalmente, cuando no había suficiente carbón de leña,
la empresa debía trasladarse a otro lugar. En estas condiciones, la actividad
siderúrgica inglesa no estaba en condiciones de crecer, era insuficiente para la
demanda interna y, en consecuencia, se debía importar hierro de otros países,
especialmente de Suecia.
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producción de carbón. La creciente demanda de este combustible llevó a que
las minas fueran profundizando sus túneles y que se inundaran. Se usaron
máquinas para el desagote de los mismos. Entre ellas la de James Watt cuyo
primer propósito fue entonces el desagote de las minas. Pronto Watt descubrió
que su invento podía adaptarse para impulsar el movimiento de otras máquinas
y se asoció para comercializarlo. En esta fábrica en Birmingham, trabajaban
veinticinco años después, mil obreros y para esa época había ciento diez
máquinas en Inglaterra.
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trenes comenzaron a extenderse por toda Gran Bretaña llegando a 10.000 km.
de vías en 1850.
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Este fenómeno debe explicarse porque en las sociedades
preindustriales, el modelo demográfico se caracteriza por una natalidad y una
mortalidad altas. Por el contrario en las sociedades industrializadas tanto la
natalidad como la mortalidad son bajas. El descenso del índice de mortalidad
en el curso del siglo XIX se debió al descenso de la mortalidad infantil y adulta
que anteriormente era muy elevada. Los principales motivos fueron las mejoras
en la alimentación, la vestimenta, la higiene y la medicina. Fue la revolución
agrícola la que solucionó algunos de estos problemas al incrementar
notablemente la disponibilidad de alimentos. Aumentó el consumo de trigo y de
plantas forrajeras y la tenencia de ganado. La carne fresca y la leche se
incorporan a la dieta junto con el cultivo de papas. La vestimenta de algodón,
más barata e higiénica reemplazó a la de lana y lino. Las obras de servicios de
agua y cloacas junto con la construcción de viviendas de piedra y el
perfeccionamiento de la medicina (por ej. La vacuna contra la viruela)
permitieron no sólo curar las enfermedades sino también prevenirlas.
Debe aclararse sin embargo que las mejoras tardaron en llegar a las
ciudades y son posteriores a la primera etapa de la Revolución Industrial. En
esos tiempos las ciudades eran insalubres y los obreros vivían hacinados en
sus casas en barrios marginales y miserables y no puede hablarse allí de
descenso de la mortalidad ya que la calidad de vida era terrible. El aumento de
población en las mismas se debía fundamentalmente a la emigración del
campo a la ciudad, dada la demanda de mano de obra.
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hacinamiento de personas en altillos y sótanos. Por otra parte, la vida en la
fábrica era también dramática: jornadas de trabajo de casi 16 horas, de día y
de noche tanto para hombres como para mujeres y niños. Sin embargo de a
poco comenzaron a aparecer las primeras asociaciones que intentaban la
defensa de los obreros. (Ver Módulo II – Guía Didáctica – Unidad I – Orden
Internacional - Documentos). Las protestas no tuvieron en esta etapa contenido
político sino a la búsqueda de mejoras en el trabajo y salario. Los medios se
concentraron en peticiones de derechos al Parlamento o la acción directa de la
destrucción de máquinas a las que los obreros consideraban su principal
enemigo debido a que las nuevas condiciones de trabajo exponían a los
obreros al desempleo. Mientras que en tiempos medievales eran protegidos por
los maestros artesanos el capitalismo transformó el trabajo en una mercancía
más, que se compraba sólo cuando era necesaria para fabricar más productos.
Cuando la demanda de bienes disminuía, también la producción y por lo tanto
se contrataban menos obreros. Los destructores de máquinas fueron conocidos
como luditas.6
En 1799, el gobierno frente a los conflictos, prohibió las asociaciones de
obreros con el argumento de que las negociaciones entre patrones y
empleados debían hacerse individualmente para asegurar la libertad de acción
de las partes. Los sindicatos serán aceptados ya entrado el siglo XIX. También
se dictaron leyes para regular el trabajo de los niños en las fábricas pero, en la
práctica, no se comenzaron a cumplir hasta esa misma época. La Iglesia
tampoco se mantuvo al margen de esta situación dramática. Es de destacar
que si bien la preocupación de la Iglesia por la condición social de los obreros
no era nueva, hubo de esperar hasta 1891 (plena Segunda Revolución
Industrial) para que esta se pronunciara oficialmente. Hay dos hechos que
explicarán la aparición de la Encíclica Rerum Novarum en relación con el
problema social de la época. En primer lugar el hecho de que las doctrinas
socialistas se habían difundido notablemente entre el proletariado; todas ellas
materialistas y por tal no religiosas, cuestión que apartaba las masas obreras
de las filas de la Iglesia. En segundo lugar, en algunos medios de la Iglesia se
6
Reconocían como líder a Nel Lud. La principal rebelión ludita se produjo en 1811 en el centro de
Inglaterra, donde se dice que destrozaron cerca de doscientos telares.
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fue desarrollando una sensibilidad progresiva frente al problema social y la
necesidad de que el Pontificado se pronunciara sobre este hecho y sobre las
condiciones de vida y trabajo de los obreros. Estos hechos dan lugar a una
toma de posición de la Iglesia y harán surgir su doctrina social. La Encíclica
comenzaba enumerando los males de la sociedad de la época e indicaba que
había remedios socialistas o remedios cristianos para solucionarlos.
Rechazaba los primeros (lucha de clases) y proponía la reconciliación de las
clases sociales por el cumplimiento de sus deberes recíprocos y el uso
cristiano de los bienes. Aunque se acepta y justifica la propiedad privada,
aparece la idea de que la misma tiene una función social o finalidad también
social. El elemento esencial que plantea es la restauración de la fe religiosa,
gracias a la cual cada hombre se convencería de sus deberes y evitaría
sobrepasar sus derechos. Con lo cual la doctrina de León XIII se resume en un
llamado a la buena voluntad de todos los cristianos para hacer efectivos los
preceptos de su religión. Era un mensaje al espíritu cristiano realizado por un
poder espiritual. (Ver Módulo II – Guía Didáctica – Unidad I – Orden
Internacional – Documentos)
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compartieron una visión negativa del paso a la sociedad capitalista. Las
discusiones se concentraron en torno de si el salario y el consumo del
proletariado habían aumentado o disminuido y sobre cuál había sido la
importancia del fenómeno del desempleo. Finalmente se incorporaron a la
discusión estadísticas que aseguraban con sus mediciones mejoras en los
salarios y consumo de los sectores pobres.7 Fue el historiador Eric Hobsbawm
quien se encargó de contradecir estos dichos sosteniendo que: “En conjunto,
parece que los niveles de vida mejoraron durante la mayor parte del siglo XVIII.
No es improbable que, algún tiempo después del comienzo de la revolución
industrial tales niveles cesaron de mejorar y empeoraron... En el otro extremo,
a mediados de la década de los años 40 del siglo XIX, se produce ciertamente
un cambio de situación.”8
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occidental, sino en la incidencia que el mismo tuvo para el desarrollo político y
social del orden internacional a partir de 1789 y del orden nacional a partir de
1810.
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Se la considera eje, centro y parte a la vez de un movimiento que afectó a toda Europa occidental y
América del Norte y del Sur y que constituyó un proceso global de emancipación en un “tiempo largo” en
el cual confluyen realidades políticas, económicas y sociales comunes a tan dispares contextos
geográficos. Ver Godechot y otros.
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entonces. Otros historiadores interpretan que son los cambios intelectuales los
que llevan a una nueva manera de concebir el mundo y que esta nueva visión
conduce a la revolución política. Es decir que la sociedad cambia por la
influencia de pensadores y filósofos. En cualquier caso una revolución implica
una transformación en la organización social del poder.
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dictó la primera constitución escrita y se proclamaron los principales
derechos del hombre y el ciudadano.
La herencia de la revolución
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movimientos de independencia de los países de Asia y África de mediados del
siglo XX, los principios y el vocabulario, los programas y aun los símbolos de
los revolucionarios están inspirados en ella.
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poderes. Se echan así las bases del liberalismo político. Luego, el concepto se
traslada también a la economía: aparece la libertad de empresa, idea que en la
misma Revolución no será impuesta sin oposiciones.
La igualdad ante la ley tiende a borrar la desigual ordenación jerárquica
de la sociedad del Antiguo Régimen. “Los hombres nacen y permanecen libres
e iguales en derechos”, dice la Declaración, y esta es una de sus más grandes
conquistas. Proclama la igualdad civil en todas sus formas. De esta manera,
grupos religiosos que tenían limitados sus derechos, como los protestantes y
los judíos, se convierten en ciudadanos plenos. Esta igualdad tiene, sin
embargo, sus limitaciones. No alcanza sino por un corto lapso a los negros. El
derecho de voto, salvo por un corto período, tampoco es universal.
La fraternidad supone el derecho a la vida y la asistencia a los más
desprotegidos. Esta “democracia social” se cumple sólo fugazmente. Algunos
autores dicen que siendo la Revolución Francesa la que consagra finalmente el
triunfo de la burguesía y viendo las líneas generales de su desarrollo, el lema
debería haber sido: “Libertad, igualdad, seguridad y propiedad”, ya que estos
dos últimos principios serán cuidadosamente salvaguardados por la obra
revolucionaria.
68
delimitadas, gobernado por una sola autoridad soberana conforme a un solo
sistema fundamental de administración.
Coinciden los historiadores en que también fueron sustanciales los
cambios institucionales introducidos por las conquistas francesas dado que las
instituciones de la revolución y del imperio Napoleónico eran automáticamente
aplicadas o servían de modelo para la administración local. El Código Civil de
Napoleón se convirtió en modelo de leyes en países como Bélgica, Renania e
Italia. El feudalismo fue abolido como sistema político y no volvió a
restablecerse. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios de la
aristocracia y el clero. La servidumbre, los derechos feudales y los diezmos
fueron eliminados; las propiedades se disgregaron y se introdujo el principio de
distribución equitativa en el pago de impuestos.
La reforma y la codificación de las diversas legislaciones provinciales y
locales, que quedaron plasmadas en el Código Napoleónico, ponían de
manifiesto muchos de los principios y los cambios propugnados por la
revolución: la igualdad ante la ley, el derecho de hábeas corpus y las
disposiciones para la celebración de juicios justos. El procedimiento judicial
establecía la existencia de un tribunal de jueces y un jurado en las causas
penales, se respetaba la presunción de inocencia del acusado y este recibía
asistencia letrada.
La revolución también desempeñó un importante papel en el campo de la
religión. Los principios de la libertad de culto y la libertad de expresión tal y
como fueron enunciados en la Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano – pese a no aplicarse en todo momento en el período revolucionario
– condujeron, como ya se dijo, a la concesión de la libertad de conciencia y
derechos civiles para los protestantes y los judíos. Así, la revolución inició el
camino hacia la separación de la Iglesia y el Estado.
El impacto de la revolución fue inmediato en España, ya sea por su
proximidad geográfica, debido a los estrechos vínculos comerciales que unían
a los dos países o por la presencia de importantes colonias francesas en las
principales ciudades españolas. Lo cierto es que el anuncio de las noticias y la
propaganda revolucionaria alcanzaron una rápida difusión. Lo mismo ocurrió en
América. Las regiones que más rápido recibieron información fueron los
69
puertos, las capitales y las costas próximas al foco revolucionario de las
Antillas.
Temas como la reunión de los Estados Generales, la ejecución de Luis
XVI y la persecución religiosa generaron discusiones y análisis por parte de la
prensa. Una preocupación común, tanto en América como en la Península, fue
el temor a la anarquía y la disolución social. Entre las elites, la simpatía por los
nuevos rumbos que iba tomando la revolución progresó en la medida en que
aparecieron, en buena parte, como una continuación de los proyectos que
habían iniciado los déspotas ilustrados. Habrá sin embargo, que esperar la
invasión de Napoleón a España y la consiguiente crisis de la monarquía para
que la revolución comience en el mundo hispánico.
70
programas del socialismo utópico y los de Carlos Marx y Federico Engels, que
se denominaron a sí mismos socialistas científicos y que luego se llamarían
simplemente marxistas.
El socialismo utópico 11 de la primera mitad del siglo XIX recibió este
nombre por su ingenuidad y la imposibilidad de solucionar el problema social
con sus propuestas. Existieron en Alemania, Francia e Inglaterra y entre ellos
hubo aristócratas como Saint Simon, empresarios como Robert Owen,
pequeños comerciantes como Carlos Fourier y obreros como Proudhon y Louis
Blanc. Consideraban que la injusticia social era producto de la ignorancia y el
egoísmo, que el inconveniente más grave era la existencia de grupos ociosos e
improductivos que vivían de rentas y que las soluciones vendrían de la
colaboración entre la sociedad y el Estado, de una sociedad curada de su
ignorancia y bien encauzada.
Frente a ellos, Marx y Engels propusieron un sistema completo de
interpretación del mundo, la sociedad y la historia que, afirmaban, era el único
capaz de transformar la situación. Las bases de dicho sistema eran el
materialismo histórico y el materialismo dialéctico cuyos puntos centrales eran:
que la historia humana es la historia de la lucha de clases, la de los poseedores
contra los no propietarios; que la forma en que una sociedad produce y
distribuye la riqueza condiciona el resto de sus actividades; que así como la
burguesía había derrotado a la nobleza y el sistema feudal, implantando el
liberalismo y el capitalismo industrial, así el proletariado necesariamente
acabaría por derrotar a la burguesía implantando su dictadura y la desaparición
de la propiedad privada; por último, que aunque esto sucedería
necesariamente, correspondía al proletariado, bien dirigido, acelerar el proceso
y conquistar su libertad con una revolución social e internacional. Las ideas de
Marx y Engels en su conjunto y en su aspecto político tuvieron una gran
influencia en las corrientes socio-políticas de diversos estados y partidos
políticos en todo el mundo.
Debe destacarse que esta problemática social también fue abordada por
una corriente filosófica que, aunque de antiguos orígenes, floreció en el siglo
11
Llamado así por Marx y Engels.
71
XIX: el anarquismo. Su nombre proviene de dos palabras griegas: “a”, que
significa no, sin; y “arquía” que significa poder, autoridad. Así que “anarquía”
quiere decir “sin poder”, “sin autoridad” y, por extensión, sin Estado. El
anarquismo es un movimiento que se opone completamente a toda forma de
autoridad coactiva, y reivindica, por el contrario, la máxima libertad posible para
el hombre. Por eso, también se les de a los anarquistas el nombre de
libertarios. Los principales exponentes del pensamiento anarquista fueron
Pierre Proudhon y Miguel Bakunin. Dentro de este pensamiento pueden
distinguirse dos corrientes: el anarquismo individualista (minoritario) y el
anarquismo comunista (mayoritario). La primera de estas corrientes consistía
en la negación total, no sólo de todas las instituciones políticas, sino también
de la sociedad. La única realidad es el hombres, y el hombre debe ser
absolutamente libre, sin que nada pueda limitar tal libertad. Rechazaba
entonces hasta una mínima organización social. En cambio, la segunda de las
tendencias considera que la sociedad es natural al hombre, que la producción
sólo puede ser social, y que, aun preservando para el individuo la máxima
libertad posible, es necesario crear una mínima organización social que le
asegure la existencia material. Rechazando el Estado y todas las demás
instituciones coercitivas cree firmemente en las virtudes de la asociación libre y
la cooperación. Eran partidarios de la organización en pequeñas comunidades
productivas. (De ahí lo de “comunistas”). Una de las formas en que el
anarquismo se manifestó fue a través de la “propaganda por los hechos” que
consistía en realizar atentados políticos contra los principales personajes de un
régimen para “despertar” al pueblo y crear un clima revolucionario que le
permitiera a éste barrer con la sociedad burguesa. Muchos anarquistas rusos
actuaron en el mundo, tal el caso de la Argentina donde tuvieron influencia
junto con los socialistas en los primeros sindicatos que se formaron a partir de
la ola inmigratoria española e italiana de fines del siglo XIX. Uno de ellos atentó
contra el presidente Manuel Quintana en 1905 y otro asesinó al Coronel Ramón
Falcón, jefe de la policía de Buenos Aires, por su crueldad en la represión de
las manifestaciones y protestas obreras.
72
La Segunda Revolución Industrial: el boom económico y la concentración
empresarial
73
Estos adelantos estuvieron relacionados con progresos aún más
importantes por su impacto en el conjunto de la economía: la introducción de la
electricidad como fuente de luz, calor y energía y la transformación de la
industria química. La importancia de las industrias química y eléctrica se debe a
que fueron las primeras que surgieron de los descubrimientos científicos y su
influencia en el resto de las industrias fue muy importante.
El petróleo, por su parte, era una fuente de energía equivalente al carbón
y la electricidad. Pero, además de su importancia directa, tuvo al menos tres
efectos de gran trascendencia. El primero es que promovió el desarrollo de la
química y sus derivados como la petroquímica. El segundo es que impulsó
nuevas formas de organización empresaria distintas de las de la Primera
Revolución Industrial. El desarrollo de la Standard Oil en Estados Unidos
sentaba las bases para la industria automotriz. Por último la demanda de
petróleo promoverá su búsqueda y extracción en lugares alejados con
consecuencias aún vigentes.
74
consumo por largo tiempo y la baja de los precios de los alimentos en general
favorecieron el crecimiento de la población mundial. El abastecimiento estaba
garantizado por el crecimiento de los ferrocarriles, el desarrollo de los buques
de vapor y el perfeccionamiento de las técnicas de refrigeración. Aparecen
trenes y barcos frigoríficos. Debe mencionarse que desde 1877 la Argentina
aprovecha este sistema y comienza a exportar carnes refrigeradas y
congeladas a Inglaterra destacando su papel de proveedor de materias primas,
al igual que Brasil (café), la India (té – algodón) etc. promoviendo la formación
de un nuevo orden mundial para organizar la producción: la División
Internacional del Trabajo.
12
Roberts, J. M.; Europa desde 1880 hasta 1945, Madrid, Aguilar, 1980.
13
Empresas asociadas para controlar el mercado.
75
monopolizaba la extracción, distribución y comercialización del petróleo y sus
derivados.
76
Si bien la moderna sociedad industrial había nacido en Gran Bretaña
sobre la base de que el gobierno no debía intervenir en la economía (en la
práctica si lo hizo para consolidar mercados y proteger industrias), otros países
que imitaron la experiencia de la industrialización británica no creyeron que
fuese necesario copiar también su “liberalismo económico”. Para algunos el
Estado debía cumplir un papel activo en el desarrollo industrial. La intervención
del Estado en la economía no era para estos países un fenómeno contrario a la
naturaleza como decían los liberales a ultranza dado que el Estado es la
sociedad y refleja de alguna forma los intereses de los sectores que están
representados en él. Esto no quiere decir que siempre muestre exactamente el
reparto de poder dentro de una sociedad. En la Gran Bretaña del siglo XIX, la
autoridad política y la influencia de la clase media industrial fueron inferiores a
su poder económico. De todas formas, la idea de que el Estado es algo
esencialmente distinto de la sociedad y que por ello no es conveniente que
intervenga en la economía es discutible. Puede afirmarse hoy día en realidad
que una separación entre Estado y economía, tal como la presentaban los
liberales más extremos, nunca se cumplió en la práctica en país alguno. Está
claro que hay iniciativas como: remover los obstáculos que impiden el
desarrollo, lograr la unificación de un país (Alemania), reemplazar empresarios
en actividades no rentables para la empresa privada, modificar el sistema
impositivo, crear sistemas educativos, invertir en carreteras, proteger
determinadas industrias, subsidiar determinadas producciones o actividades,
garantizar el tendido de ferrocarriles; de las cuales el Estado puede y debe
hacerse cargo.
14
Se eliminan todas las aduanas interiores y los aranceles se sustituyen por una tarifa única para el interior
de los reinos germánicos.
77
pequeños reinos en un área de libre comercio. El Zollverein constituyó la
creación de un mercado interno por parte de un Estado que no tardará en
conseguir la unificación política a partir del fortalecimiento de Prusia. El otro
elemento con el que contaron los prusianos en su objetivo de lograr la
unificación alemana fueron los ferrocarriles. El gobierno tuvo intervención
directa en la extensión de las vías hacia todo el reino. En 1870 nació el Imperio
Alemán bajo la hegemonía de Prusia, cuyo rey se transformó en el emperador
de Alemania. La prueba de su poderío puede encontrarse en las guerras que
emprendió entre las cuales destaca su victoria sobre Francia en 1870-71,
victoria que le permitió apoderarse de las regiones francesas de Alsacia y
Lorena (ricas en hierro) y humillar a los franceses sitiando su capital, París.
Esta guerra dejó tal encono entre franceses y alemanes, potenciando ambos
nacionalismos, que no puede dejar de nombrársela como una de las causas
políticas de la Primera Guerra Mundial.
15
Concentraciones empresarias que formaron grandes unidades productivas.
78
Los Estados Unidos seguían siendo un país esencialmente agrícola
hacia mediados del siglo XIX, cuando se completa la expansión territorial que
llevó sus fronteras a sus límites actuales. Como consecuencia de una guerra
México terminó cediendo hacia 1846 los territorios de California, Arizona, Utah,
parte de Colorado y Nuevo México mientras que los estadounidenses le
compraron Alaska a Rusia en 1867. Este territorio era potencialmente más rico
que otros dada su gran extensión de tierras y recursos naturales.
El acontecimiento más trascendente para el desarrollo de los Estados
Unidos de Norteamérica fue aunque parezca un contrasentido la guerra civil,
llamada Guerra de Secesión que se libró entre 1861 y 1865. Debe establecerse
que esta guerra entre los estados del norte y los del sur no fue sólo un
enfrentamiento entre propietarios de esclavos (sur) y empleadores de mano de
obra libre (norte). Se trató en realidad de la lucha entre dos modelos
económicos claramente definidos. Fue el enfrentamiento entre el modelo
exportador librecambista del sur y el proyecto industrialista centrado en el
desarrollo del mercado interno y por tal proteccionista, del norte. Al resultar
vencedores los estados del norte el modelo proteccionista se impuso para
todos los Estados Unidos y marcó el inicio de su veloz desarrollo. (Ver Módulo
II – Guía Didáctica – Unidad I - Orden Internacional – Documentos). Está claro
que no sólo importaba “liberar” a los esclavos por una cuestión moral sino que
eran necesarios como mano de obra asalariada a la vez que debían integrarse
al consumo para potenciar un mercado interno fuerte.
Para que la producción se incrementara era necesario también que
aumentara la población. Este país se transformó en un polo de atracción para
emigrantes pobres europeos (tal como ocurrirá con la Argentina durante el
modelo Agroexportador del ’80) que veían en ese país un lugar de oportunidad.
Valga el ejemplo del flujo inmigratorio en la población de la ciudad de Chicago
que en 1850 tenía unos 30 mil habitantes y para fines de siglo contaba ya con
más de un millón.
79
eran los primeros productores mundiales de hierro, acero, carbón, cobre,
plomo, zinc y aluminio y el segundo en la producción de oro y plata. Estos
recursos facilitaron para el país el desarrollo de la industria mecánica. Entre
ellas se destacó una que cambiaría la fisonomía del país primero y del mundo
después: la industria automotriz cuyo centro fue Detroit y que relacionó
sectores productivos tales como el caucho, la madera y el acero. En vísperas
de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos producía casi 500 mil
automóviles por año y Ford era una de las fábricas más modernas del mundo
ya que sus fábricas contaban con nuevos sistemas y métodos de trabajo y
producción. En 1908 Ford lanzó al mercado su modelo T, que tendría la
particularidad de producirse utilizando la línea de montaje, a través de la cual
los obreros iban realizando una serie de operaciones simples hasta obtener la
fabricación del automóvil en un tiempo mínimo, disminuyendo los costos de
fabricación, reduciendo el precio de venta y aumentando en consecuencia el
salario de los obreros. El precio del modelo T bajó hasta 440 dólares lo que
permitió incorporar al mercado cantidades de consumidores.
Nacionalismo e Imperialismo
80
causas que, actuando de forma diversa, pero conjuntamente, se encuentran en
los complejos orígenes del hecho colonial...”16
Hacia 1830 la superficie de los imperios era menor que la que ocupaban
hacia 1700. Pero de pronto esto cambió dramáticamente: para 1878 los
europeos ocupaban ya más del 60% de la superficie terrestre y para 1914 en
esta segunda fase de expansión más del 80%. Esta nueva fase del
imperialismo se expande especialmente por África, Asia y el Pacífico, mientras
que en la primera fase, América era el territorio a ocupar. Las viejas colonias
habían sido, mayoritariamente de “poblamiento”18 mientras que las nuevas
colonias del siglo XIX eran de “ocupación”19. Esta fase del imperialismo se
impone rápidamente, en menos de 50 años los europeos controlaban todas las
costas y todos los continentes. Esto se facilita dado que ahora las potencias
coloniales eran más; 10 países europeos y los Estados Unidos de
Norteamérica; porque las transformaciones técnicas y productivas habían
creado una diferencia insalvable entre los países industrializados y los que no
lo eran promoviendo las posibilidades de explotar regiones consideradas
“atrasadas” y por sobre todo porque se había desatado una terrible
16
Martínez Carreras, José U.; Introducción a la Historia Contemporánea, La Era de las Revoluciones,
Madrid, Istmo. Pág 401.
17
Martínez Carreras, José U.; Introducción a la Historia Contemporánea, La Era de las Revoluciones,
Madrid, Istmo. Pág. 401.
18
Los emigrantes se establecen y forman nuevas sociedades en las cuales aparece el mestizaje.
19
Una minoría blanca gobernaba a los nativos impidiendo que se mezclasen las culturas y evitando la
integración.
81
competencia entre los países industrializados para conseguir mercados donde
colocar su producción.
82
nacionalismo, y también a controlar y poseer bases y territorios de valor
estratégico; este nacionalismo imperialista se manifiesta en Inglaterra a través
de la política de Disraeli y Chamberlain; en Francia por J. Ferry, y en Alemania
se inicia en la época de Bismarck.”20 (Ver Módulo II – Guía Didáctica – Unidad I
- Orden Internacional – Documentos)
“Las causas ideológicas y morales, por el hecho de que cada país, con
conciencia de los valores históricos que representa, expresa su voluntad de
extenderlos sobre otros pueblos sobre la base de su superior misión
civilizadora respecto de otras sociedades consideradas inferiores y a las que
hay que civilizar según el modelo europeo, e incluso por su peculiar
interpretación del darwinismo, se defiende la idea de la superioridad del
hombre y la civilización occidental sobre las restantes,...”21
Puede resumirse entonces que tal como afirma Martínez Carreras, las
transformaciones (que se han detallado) de toda índole que se producen en las
sociedades occidentales, principalmente durante el siglo XIX, constituyen las
nuevas realidades y condiciones indispensables para la expansión europea y la
consolidación del colonialismo, siendo los factores principales: los demográfico-
sociales: por el crecimiento de la población europea, los técnicos: con los
progresos materiales y avances que facilitaron la intensificación de la
expansión colonial, los financieros: por la concentración y capacidad
20
Martínez Carreras, José U.; Introducción a la Historia Contemporánea, La Era de las Revoluciones,
Madrid, Istmo. Pág. 402.
21
Martínez Carreras, José U.; Introducción a la Historia Contemporánea, La Era de las Revoluciones,
Madrid, Istmo. Pág. 402.
22
Martínez Carreras, José U.; Introducción a la Historia Contemporánea, La Era de las Revoluciones,
Madrid, Istmo. Pág. 402.
83
económica de las sociedades y compañías por acciones, por los sistemas de
crédito, las organizaciones bancarias y la abundancia y disponibilidad del
capital; y por último los factores de política internacional: por el cambio que
impone en la política mundial con la presión de los nacionalismos, la difusión
de los medios de información y el acceso a la vida política de nuevos grupos
sociales.
84
Unidad I - Desarrollo de Contenidos – Orden Nacional
Liberalismo y Capitalismo
23
Félix Luna, Soy Roca. Citado por Gerchunoff, Llach, en El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un
siglo de políticas económicas argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000. Pág. 15.
85
La Organización Nacional: antecedentes políticos y económicos
86
activamente en la conducción del mismo modelo agro-exportador que habían
combatido.
87
sistemas de tenencia precaria de la tierra que marcaron, en sus características
y desarrollo, el proceso inmigratorio y la evolución del sector agropecuario.
Como se ha visto en el apartado correspondiente al Orden Internacional,
“la economía mundial a la que la Argentina comenzó a insertarse
decididamente después de su pacificación interior tenía como rasgos centrales
la creciente integración de mercados y el rápido crecimiento de la producción.
El porcentaje de exportaciones sobre el producto llegaría en 1913 a un pico
que sólo se alcanzaría de nuevo en 1970. El capital cruzaba fronteras casi sin
restricciones, permitiendo a los países endeudarse a un ritmo mayor que en
cualquier momento del siglo XX. Y la producción crecía en el mundo a un 2,7%
anual, cifra inédita en tiempos anteriores. (...) En este contexto, Inglaterra
jugaba un rol fundamental. Si bien Estados Unidos era ya un país globalmente
más rico, el ingreso per cápita inglés era el más alto entre las economías
importantes. (...) La influencia británica sobre el resto del mundo no era
únicamente consecuencia de su riqueza: debía mucho, también, a la particular
organización de su economía.(...) Inglaterra había adoptado los principios del
libre comercio y la especialización, inspirados en los economistas clásicos,
especialmente en Adam Smith y David Ricardo. (...) Las consecuencias
prácticas de tal elección eran la progresiva concentración de los recursos
productivos ingleses en las manufacturas y, por consiguiente, la necesidad de
importar alimentos y materias primas. Para un país que por esa época se
integrara a los crecientes flujos del comercio mundial, y que estuviera
naturalmente dotado para satisfacer esas necesidades, la posibilidad de
especializarse al revés que Inglaterra (produciendo lo que ella demandara y
demandando lo que ella produjera) resultaba bastante atractiva. La Argentina
cumplía, por entonces, con esas dos condiciones. (...) Para Inglaterra, lo crucial
era la disponibilidad de mercados para exportar su producción y su capital, y no
tanto el dominio político (aunque éste fuera, desde luego, apreciado). La
experiencia inglesa hizo que el imperialismo comenzara a ser visto cada vez
más como una consecuencia de hechos económicos.”24
24
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000. Pág. 17-18.
88
“A muy grandes rasgos, y más allá de la evolución que este esquema
sufrió con el correr de las décadas, la posición de la Argentina en el mundo a
partir del último cuarto del siglo XIX puede describirse como la aceptación de
un lugar bien definido en el sistema de división internacional del trabajo cuyo
centro era Inglaterra: el de productor agropecuario e importador de productos
manufacturados.”25
25
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000. Pág. 18.
26
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000.
89
“Recién en el año 1853 se conseguiría una constitución aceptada por las
provincias, aunque la conflictiva incorporación de la poderosa Buenos Aires se
consumó sólo a comienzos de la década de la década del 60. Así y todo, la
“organización nacional” se prolongó hasta 1880, después de dos décadas
todavía plagadas de conflictos. En el frente externo, la guerra del Paraguay
ocupó la atención de las presidencias de Bartolomé Mitre (1862-1868) y
Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874). En tanto, se sucedieron rebeliones
internas de signo variado a la autoridad nacional, como el levantamiento del
propio Mitre en 1874 al asumir Avellaneda la presidencia, la resistencia de los
últimos caudillos (como el Chacho Peñaloza en La Rioja y López Jordán en
Entre Ríos) y, sobre todo, la revuelta de Carlos Tejedor en 1880, que
desembocó en la federalización de la Ciudad de Buenos Aires. Todo ello sin
contar la permanente amenaza de los indios en la frontera sur de la provincia
de Buenos Aires, eliminada con la Campaña al Desierto del joven general Julio
Argentino Roca en 1879.”27
27
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000.
28
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000.
90
moderna”. La fórmula “Paz y Administración”, que Roca enarboló como
estandarte de su gobierno, fue toda una síntesis de las nuevas prioridades del
país.”29
91
un aumento de precios y de demanda de lana en Francia, Alemania, Norte de
Estados Unidos, Países Bajos y Gran Bretaña. Con el fin de la guerra civil,
bajarán abruptamente los precios. La expansión de la lana provocó una gran
especulación en tierras, pero los precios de las mismas comenzaron a bajar
hacia 1866.
92
Roca advirtió, además, que en cualquier punto del territorio en que se
levantara un brazo “fratricida” o un “movimiento subversivo contra una
autoridad constituida” allí estaría “todo el poder de la Nación para reprimirlo”.
93
grupos dirigentes fueron organizando un régimen político que procuraba
conciliar los valores igualitarios de una “república abierta” a todos, con los
valores jerárquicos de una “república restringida o restrictiva”, circunscripta a
unos pocos.
94
coercitivos o económicos de los gobiernos y no en el “pueblo soberano” que lo
delegaba de abajo hacia arriba; las elecciones consistían en la designación del
sucesor por el funcionario saliente; y el control lo ejercían los gobernantes
sobre los gobernados, antes que los ciudadanos sobre los magistrados.
95
Repetición del voto y compra de votos dos aspectos del fraude electoral que se
sumaban en algún caso al uso de la violencia impidiendo directamente el voto
de los simpatizantes de la oposición.
31
Botana, Natalio, El proceso político: la era conservadora, 1880-1916; citado en Rapoport Mario,
Economía e Historia, Buenos Aires, Editorial Tesis, Grupo Editorial Norma, 1994.
32
Rapoport, Mario. Economía e Historia. Buenos Aires. Editorial Tesis. Grupo Editorial Norma. 1994.
96
Caracterización ideológica de la “Generación del ‘80”
Por otro lado, al mismo tiempo que se promulgaban estas leyes, el sector
gobernante restringía, como se ha visto, los derechos políticos de los
ciudadanos. En este sentido el sistema impuesto debe ser definido como
conservador a ultranza, porque mantuvo marginada de la participación política
a la mayoría de la población.
33
Puede entenderse como una contradicción desde el punto de vista de la definición conceptual de los
términos pero puede aplicarse lo de “liberal” a lo económico y lo de “conservador” a lo político.
97
cuartas partes de la población mayor de seis años no sabía leer ni escribir. La
llanura pampeana, lejos todavía de ser el granero del mundo, estaba dedicada
a una ganadería de poca calidad, con predominio del ganado ovino. La
agricultura prácticamente no existía, salvo en los alrededores de las ciudades,
para consumo local; todavía en los años 70 se importaba trigo. Recién a fines
de la década se llevaría a cabo el primer embarque de trigo para exportación,
en lo que un profético Avellaneda caracterizó como el acto más importante de
su período de gobierno. Un obstáculo evidente para el desarrollo económico
era la dificultad para transportar los productos del interior hacia los puertos, y
en este sentido las posibilidades de progreso comenzaron a abrirse con la
paulatina difusión del ferrocarril en la década de 1870.”34
34
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000.
35
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000.
98
sobre el papel del estado, suscitadas en 1887 a propósito de las obras de
salubridad de Buenos Aires y continuadas en los escritos de José Terry, o los
conflictos relacionados al recurrente tema de la política monetaria, que tuvieron
un punto álgido en 1899, al fijarse el tipo de cambio con el que operaría la Caja
de Conversión.”36
La cuestión social
36
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000. Pág. 13-15.
99
Gallo y Cortés Conde y Halperín Donghi coinciden en que a partir de
1880, en los años de expansión económica, la elite tradicional, en un principio
integrada casi exclusivamente por familias criollas de terratenientes (elite de
carácter “patricio” derivado de su condición de descendientes de los
fundadores de la patria”), se amplió. Accedieron a ese núcleo privilegiado
nuevos sectores, que algunos llamaron “nuevos ricos”, beneficiados con la
especulación financiera y por las nuevas posibilidades de enriquecimiento que
brindaba el comercio de exportación. Grandes comerciantes, banqueros y
financistas –algunos extranjeros ligados a empresas de capitales externos- se
relacionaron con las familias “patricias” por medio de lazos comerciales o
matrimoniales. De este modo fueron también reconocidos como parte de la
elite.
100
América (6 millones entre 1871 y 1914). Estos, como se ha dicho, fueron
traídos por planificación gubernamental. Se les daba alojamiento gratuito en el
puerto, y se les eximía de impuestos de herramientas y efectos personales.
Pero sobre todo, esta inmigración fue una respuesta a incentivos económicos.
Las oportunidades como criadores de ovejas, arrendatarios, trabajadores
temporales o artesanos y asalariados, eran suficientes para mantener la
afluencia. Muchos lograron una rápida movilidad social. Después de 1870 se
transformó en un movimiento de hombres proletarios. Está muy clara la
influencia de la crisis de 1873 que en Europa afectó directamente a los países
menos industrializados como España e Italia promoviendo la “expulsión” de
grandes cantidades de campesinos pauperizados, generando el fenómeno
conocido como de: push and pull (de Europa son expulsados y de América son
atraídos con promesas y planes que les aseguran una mejor calidad de vida
para sus familias y el progreso seguro).
Por todo esto es que sostienen Gallo y Cortés Conde que la gran
mayoría de los inmigrantes que llegaron a la Argentina se quedaron a vivir en
las ciudades y se emplearon como trabajadores asalariados en diversas
101
actividades urbanas. Buenos Aires y Rosario ofrecían buenas posibilidades de
hallar empleos dado que se estaba construyendo y remodelando los servicios
de las dos ciudades, existían también cantidad de talleres industriales que
ocuparon cientos de inmigrantes mientras que otros desarrollaron oficios
(zapateros, ebanistas, sastres, relojeros) por cuenta propia.
El desarrollo de estas nuevas actividades en las ciudades originó la
diferenciación de la población urbana en diversos sectores según el tipo de
trabajo que realizaban y el nivel de ingresos que obtenían. Entre 1869 y 1895
aumentó significativamente el número de profesionales que trabajaban en
forma independiente y el número de empleados dependientes que trabajaban
en la administración pública, en empresas de exportación, en el sector bancario
y en empresas vinculadas a los servicios públicos. Estos profesionales y
empleados constituyeron los llamados sectores medios urbanos o clases
medias urbanas. También en las ciudades se fue diferenciando el conjunto de
trabajadores de talleres manufactureros de rubros tales como el vestido, la
alimentación, la construcción y de nuevas actividades tales como la portuaria,
de ferrocarriles o frigoríficos. Estos trabajadores constituyeron los llamados
sectores obreros urbanos y constituyeron el origen de la clase obrera
Argentina.
102
especuladores que los compraban por poco dinero con el objeto de alquilar las
piezas a familias de inmigrantes pobres.
Hasta los miembros de las clases dominantes se volvieron cada vez más
temerosas de una revolución de inmigrantes, que los desplazaría del poder.
Pero en general, estos deseaban más dinero que poder, y en su situación
fueron lentos en organizarse. Ni siquiera adoptaron la nacionalidad Argentina.
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El crecimiento de los ferrocarriles en la década del 70, abrió nuevas
tierras a los criadores de ovejas y granjeros. Comienzan las exportaciones de
cereales. Bajan los fletes (vapores). Los productos Argentinos se abaratan en
la competencia con los norteamericanos y australianos. Aumentan los
beneficios para la exportación y por lo tanto la producción. Aumentan también
las importaciones. Se recuperan las rentas y aumenta el crédito. Creció la
economía y el empleo aumentó.
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producción a entregar, libertad para elegir con quien trillar y desgranar. Primero
fueron ignorados por los propietarios pero cuando la huelga se extendió por la
mayoría de las provincias éstos pidieron la intervención del gobierno que se
limitó a establecer una comisión para estudiar la problemática y proponer
soluciones. Las huelgas se sucedieron durante los años 1912 y 1913 y en
algún caso fueron reprimidas por la fuerza pública, se creó la Federación
Agraria Argentina para defender a los chacareros. Poco a poco se fueron
consiguiendo mejoras en los contratos, se impidieron abusos y las condiciones
fueron haciéndose más benévolas. De todos modos, para los terratenientes las
pretensiones de los arrendatarios significaron pérdidas económicas por lo cual
intentaron destruir las organizaciones de los chacareros aunque no lo lograron
y los agricultores salieron fortalecidos de la crisis y agremiados por lo que las
huelgas significaron la irrupción de los agricultores como actores políticos.
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entre 1873 y 1914. De un saldo de alrededor de 3.500.000 inmigrantes unos
800.000 se asentaron en las zonas rurales.
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comercialización de los cereales. En las décadas siguientes, las empresas
comercializadoras de cereales tendieron a la concentración y llegaron a formar
monopolios.
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primero se plantaba lino, luego trigo y por último alfalfa. En general cuando los
terratenientes lograban que los campos de aparcería estuviesen sembrados
con alfalfa y que esta estuviese crecida terminaban los contratos de
arrendamiento, recuperaban el campo sembrado y podían entonces utilizarlos
para el ganado. En el caso de los arrendatarios, en general, los terratenientes
les daban la opción de comenzar un nuevo ciclo trienal en otra parcela.
A partir del 1900, cada vez más terratenientes ganaderos decidieron diversificar
su producción y comenzaron a organizar la explotación agrícola por su propia
cuenta y riesgo, a través de empresas capitalistas que contrataban mano de
obra asalariada.
Afirma Rock que desde mediados del siglo XIX, por diferentes motivos,
había disminuido la demanda del tasajo, los cueros y los sebos. Ante esta
realidad, los estancieros habían dejado de invertir en el mejoramiento de los
stocks vacunos.
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A partir de 1895 comenzó la exportación de ganado en pie hacia
Inglaterra. Sin embargo, ya en los primeros años del siglo XX, ésta fue
reemplazada por exportaciones de carnes enfriadas, primero, y congeladas,
después. El avance tecnológico permitió superar los obstáculos que impedían
la llegada de la carne en buenas condiciones a los mercados internacionales y
la demanda aumentó. Sin embargo, para estar en condiciones de satisfacer a
los consumidores europeos fue necesario mejorar la calidad de los animales
productores de carne destinada a la exportación. Los ganaderos bonaerenses
intensificaron el mejoramiento de sus rodeos mediante la alimentación y la
cruza con animales finos de origen extranjero. También se extendieron los
campos de invernada al norte de la Capital Federal y en ellos se incorporaron
alambrados, aguadas y alfalfa. En los primeros años del siglo XX, los mercados
europeos no aceptaron más exportaciones de ganado en pie y, desde
entonces, los frigoríficos fueron la única posibilidad de exportación de carne.
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los alrededores de Buenos Aires, La Plata, San Nicolás y Campana) y dio
nuevo aliento a la producción en la provincia de Buenos Aires, cada vez más
orientada al exterior. Así se consolidó una estructura del comercio altamente
dependiente del mercado externo. Además, hizo que en un perímetro de 300
kilómetros alrededor de la zona portuaria se estableciera un tipo de producción
ganadera más refinada destinada al consumo de exportación. La compleja
relación existente entre demanda externa, puertos, frigoríficos y ferrocarril, hizo
que sólo allí esa producción fuera económicamente redituable.”38
38
Cortés Conde, Roberto; Auge de la economía exportadora y vicisitudes del régimen conservador, 1890-
1916, 1984.
110
y mano de obra. En Mendoza inmigrantes franceses e italianos crearon
pequeñas propiedades alrededor de la ciudad. Surgió una clase media rural y
urbana menor, de carácter similar a la de Santa Fe.
El desarrollo industrial
111
Al comercio exterior le ocurrió algo similar. Al mismo tiempo la
población aumentó de 1.100.000 a 3.300.000 en 1890. El gran crecimiento
aplica sobre todo en el litoral. Las crecientes oportunidades de obtener
beneficios atrajeron las inversiones extranjeras, mientras que los salarios
relativamente altos y las perspectivas de movilidad social atrajeron a los
inmigrantes. Ambas cosas fueron el resultado y la fuente de éxito de
Argentina en conquistar nuevos mercados allende los mares, para sus
productos primarios.
112
kilómetros de ferrocarriles y la población. Rosario se convierte en la
segunda ciudad de la república.
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Puede convenirse entonces en que la propiedad era un privilegio
reservado a especuladores y magnates, cuyos antepasados se habían
beneficiado con la enfiteusis.
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... alteran su moneda casi tan a menudo como cambian de presidente
(...) Ningún pueblo del mundo tiene un interés tan penetrante en los
experimentos monetarios como el argentino.”39
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más grande a la política económica, hasta, por lo menos, la Primera Guerra
Mundial.”40
116
esta situación tan conflictiva cae en la figura del vicepresidente de la república:
Carlos Pellegrini. De acuerdo con la mayoría de los historiadores, uno de los
más lucidos dirigentes de ese tiempo.
43
Gerchunoff, P. y Llach, L.; El Ciclo de la ilusión y el desencanto, Un siglo de políticas económicas
argentinas, Buenos Aires, Ariel Sociedad Económica, 2000. Pág. 52.
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A mediados de la década del 90 la recuperación Argentina se hizo
evidente, los préstamos del exterior reaparecieron y la moneda Argentina había
logrado apreciarse con respecto al precio de la prima del oro. Esta apreciación
afectaba la rentabilidad de los exportadores por lo cual se presentaron
proyectos para pasar a un tipo de cambio fijo. A partir de 1903 la Caja de
Conversión comenzó a acumular oro, gracias al restablecimiento de la
confianza y a la mejora de los precios de los productos que se exportaban.
118
revolución de 189044 no logró cambiar los fundamentos del sistema oligárquico:
sólo desplazó a un sector de la oligarquía que fue reemplazado por otro. Frente
a esta situación la Unión Cívica se fragmentó en dos: La Unión Cívica Nacional
dirigida por Bartolomé Mitre y la Unión Cívica Radical (UCR) liderada por
Leandro N. Alem. Mientras los primeros se avinieron al “acuerdo” político con
los conservadores del P.A.N. en el poder (Partido Autonomista Nacional), los
segundos se orientaron hacia la “intransigencia” con el régimen gobernante.
Sus dirigentes negaron la legitimidad política del mismo y mayoritariamente se
pronunciaron por la llamada “abstención revolucionaria” que consistía en
impugnar las elecciones y no convalidarlas presentando sus candidatos. La
figura de Hipólito Yrigoyen que asumió la jefatura del partido concentró el
apoyo de los sectores insatisfechos por la restricción y exclusión política.
44
La revolución encabezada por la Unión Cívica llamada “Revolución del Parque.”
119
considerar que las demandas radicales representaban un peligro fundamental
para los intereses de la elite.
45
En términos generales se habla de voto “universal”. Debe aclararse que las mujeres no votaban en aquel
entonces.
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