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Introducción
Los elementos químicos que componen nuestro planeta están distribuidos de una
forma que a grandes rasgos es muy regular, ya que depende de dos grandes factores:
De esta manera, podemos entender a la corteza como aquel segmento de nuestro planeta
en el que se rompe la homogeneidad de la distribución de los elementos que
encontramos en capas más profundas. Por ejemplo, a pesar de que existan algunas
variaciones composicionales en el manto, éstas son insignificantes con respecto a la
altísima variabilidad que observamos en la corteza. Así, en ésta podemos observar rocas
ígneas que independientemente de su lugar de origen (manto astenosférico, manto
litosférico, corteza) van desde composiciones peridotíticas hasta las graníticas. Es en la
corteza donde, además, encontraremos las rocas sedimentarias y metamórficas.
Es muy importante considerar el aspecto geoquímico del concepto: todos los elementos
químicos están distribuidos en la corteza de forma muy amplia, aunque en general su
concentración en las rocas es demasiado baja como para permitir que su extracción de
las rocas resulte rentable. Como hemos explicado, su concentración para dar lugar a un
yacimiento mineral se produce como consecuencia de algún proceso geológico (ígneo,
sedimentario o metamórfico) que provoca la concentración del elemento. Por ejemplo,
el oro que se encuentra concentrado en los yacimientos sedimentarios de tipo placer
puede proceder del oro diseminado en áreas de gran extensión regional. En esas áreas el
oro estará presente en las rocas, pero en concentraciones demasiado bajas como para
poder ser extraído con una rentabilidad económica. Sin embargo, el proceso
sedimentario produce su concentración en los aluviones o en playas, posibilitando en
algunos casos su extracción económica.
Conceptos básicos
Cuando hablamos de Yacimientos Minerales, hay una serie de conceptos que tienen una
gran importancia, ya sea en los aspectos geológicos-geoquímicos, o en los económicos.
Los más importantes son los siguientes:
Ganga: Comprende a los minerales que acompañan a la mena, pero que no presentan
interés minero en el momento de la explotación. Ejemplos frecuentes en minería
metálica son el cuarzo y la calcita. Conviene resaltar que minerales considerados como
ganga en determinados momentos se han transformado en menas al conocerse alguna
aplicación nueva para los mismos.
Ley de corte
Fc = --------------------
Clark
Todo uno: Mezcla de ganga y mena que extrae de la mina o cantera, con un contenido o
ley determinado, que hay que saber previamente (investigación de pre-explotación) y
confirmar tras la explotación.
Todo uno marginal: Aquel producto de la explotación que tiene contenidos
ligeramente por debajo de la ley de corte, y que no se suele acumular conjuntamente con
el estéril, o bien para procesar mediante tratamientos de bajo coste, o en previsión de
que los precios del producto suban y puedan aprovecharse como reservas.
El origen de los yacimientos minerales puede ser tan variado como lo son los procesos
geológicos, y prácticamente cualquier proceso geológico puede dar origen a
yacimientos minerales.
En un estudio más restrictivo, hay que considerar dos grandes grupos de yacimientos:
A grandes rasgos, los procesos geológicos que dan origen a yacimientos minerales
serían los siguientes:
Procesos ígneos:
El transporte de los clastos por las aguas y el viento, y de las sales por el agua,
modifica la composición química tanto del área que sufre la erosión como del
área a la que van a parar estos productos. Además, durante el propio transporte
se producen procesos de cambio físicos y químicos, nuevas erosiones, depósito
de parte de la carga transportada, etc.
Procesos metamórficos:
Así pues, y a modo de conclusión, en cada caso han de darse unas determinadas
condiciones que permitan que se origine el yacimiento, como algo diferenciado del
conjunto rocoso, en el que uno o varios procesos geológicos han actuado de forma
diferencial con respecto al resto del área, lo que ha permitido que se produzcan esas
condiciones especiales que suponen la génesis del yacimiento.
Lecturas recomendadas
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell
Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.) (1991). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos,
evolución metalogénica, exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 938 pg.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325
pg.
Shakelton, W.G. (1986). Economic and applied geology. Croom Helm. 227 pg.
Los yacimientos minerales presentan, como ya hemos visto en el tema anterior, dos
aspectos complementarios de gran relevancia: los geológicos y los económicos. Cada
uno de estos aspectos merece ser estudiado de forma autónoma, aunque coordinada, ya
que se condicionan mútuamente.
En definitiva, todos estos estudios nos llevan a este conocimiento básico del yacimiento
que nos debe permitir establecer sus características mineras, pero que requieren un
complemento: Su valorización en términos económicos, lo que debe permitir establecer
si la explotación es viable o no desde el punto de vista económico.
Desde este punto de vista, son dos los estudios requeridos para obtener una idea clara de
si una concentración mineral se puede considerar o no un Yacimiento Mineral: la
cubicación de sus reservas, y el estudio de su viabilidad económica.
Esta cubicación, además de por lo datos puramente geológicos, está afectada por otros
factores, como el geométrico (mayor o menor continuidad de la mineralización el en
yacimiento, que puede hacer que determinadas zonas queden inaccesibles a la
explotación), y por el tipo de minería que se pretende llevar a cabo: no es lo mismo la
explotación subterránea que la a cielo abierto, como diferencias más acusadas. En cada
caso, el planteamiento económico-minero puede ser diferente, puesto que, por ejemplo,
en la explotación a cielo abierto, a menudo el hecho de que la explotación de una zona
rica pueda obligar a desmontar una zona con mineralización pobre puede hacer rentable
la explotación de esta zona, que en otras condiciones sería subeconómica.
Una cuestión siempre importante es el análisis de las perspectivas de futuro del valor
económico de la producción. Es un dato siempre interpretativo, no podemos "conocer el
futuro", saber qué oscilaciones van a poder tener los precios de los minerales, metales o
rocas a lo largo de la vida prevista para nuestra explotación minera, ni de qué
oscilaciones va a tener el dólar, principal divida en que se produce su cotización. No
obstante, es necesario tener alguna indicación en ese sentido: conocer las perspectivas
de mercado de nuestro producto, que no sean negativas de antemano, pues ello afectará
negativamente a este dato del valor económico de la producción.
Para este análisis, un dato primordial es el del plazo previsto para la explotación, que, en
términos generales, no debe ser inferior a 10 años, para obtener la amortización
completa de las inversiones. Para ello, normalmente se divide el tonelaje de las reservas
entre 10, y se obtiene un valor indicativo de la producción anual prevista, lo que a su
vez nos da el valor anual de la producción.
Otro dato importante corresponde a la técnica de explotación a emplear, dado que cada
una requiere unas inversiones determinadas, tanto en instalaciones como en maquinaria.
El tratamiento que requiera la mena implica también unas inversiones, que en general
dependen también del volumen de la producción anual, e implican un coste adicional
fijo por tonelada.
Por último, nos referiremos al coste de la explotación en sí, que incluye los costes del
personal, tanto implicado directamente en el proceso (los mineros), como los necesarios
para el funcionamiento administrativo de la empresa, y los costes de explotación
(consumibles, como energía eléctrica, combustible de maquinarias, repuestos...).
Lecturas recomendadas
Annels, A.E. (1991). Mineral deposit evaluation: A practical approach. Chapman &
Hall. 436 pg.
Craig, J.R.; Vaughan, D.J. (1981). Ore microscopy and ore petrography. Wiley. 406 pg.
Fander, H.W. (1985). Mineralogy for metallurgists: An illustrated guide. The Institution
of Mining and Metallurgy. 77 pg.
Jones, M.P. (1987). Applied mineralogy: a quantitative approach. Grahan & Trotman.
259 pg.
Mangas, J.; Sierra, J. (1991). Las inclusiones fluidas: Métodos de análisis e
interpretación. In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos minerales: técnicas de
estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración (Parte 1). Ed. Centro de Estudios
Ramón Areces. 79-146.
Introducción
De esta forma, una clasificación que es poco adecuada para los minerales, como es la
genética (el cuarzo, por ejemplo, se clasificaría en todos los grupos que se establezcan,
pues se forma en todos los ambientes geológicos posibles) sí es adecuada para la
clasificación de rocas y de yacimientos minerales, pues éstos tienden a formarse por
procesos concretos y únicos. No obstante, el problema a menudo es identificar
correctamente qué proceso es el que ha formado una roca o un yacimiento mineral en
concreto.
Por tanto, la clasificación que hemos adoptado aquí para el estudio de los yacimientos
es en general, una clasificación genética, basada en la identificación del proceso
geológico que ha dado origen a esa concentración de minerales. Estos procesos pueden
ser englobados en dos grandes grupos:
1. Procesos exógenos, esto es, todos aquellos que tienen lugar por encima de la
superficie terrestre, como consecuencia de la interacción entre las rocas y la
atmósfera y la hidrosfera.
2. Procesos endógenos, o todos aquellos que tienen lugar por debajo de la
superficie terrestre, como consecuencia de los procesos de liberación del calor
interno del planeta, materializados en la Tectónica de Placas y procesos
asociados, tales como el magmatismo y el metamorfismo.
Procesos geológicos externos o exógenos
Los procesos que tienen lugar por debajo de la superficie de nuestro planeta tienen su
origen en la liberación de su calor interno, y se manifiestan en una serie de fenómenos,
algunos de los cuales pueden observarse directamente en la superficie, como es el caso
del volcanismo.
Esta liberación del calor interno se produce de dos formas: por radiación (o
conducción) y por convección. La radiación es la liberación del calor transmitido desde
zonas calientes a zonas frías, de la misma forma que el extremo exterior de una cuchara
sumergida en un líquido caliente termina calentándose: no implica movimiento de
materia, solo transmisión del calor. En la convección el calor se transmite en forma de
movimiento de lo caliente hacia zonas frías. Ejemplos son la convección de aire caliente
que se produce desde los radiadores de las habitaciones, y el movimiento que se
produce del agua al calentarla en un recipiente.
La combinación de estos dos mecanismos (y las interacciones que se producen entre las
placas) es responsable de los fenómenos internos del planeta: fenómenos sísmicos
(terremotos), fenómenos magmáticos (volcanismo, como más conocido) y fenómenos
de transformación de las rocas al quedar sometidas a altas presiones y/o temperaturas
(metamorfismo). Los fenómenos sísmicos no dan origen a rocas ni a yacimientos, pero
los otros dos si.
Todo ello nos lleva a una clasificación en que prima el criterio genético, la relación que
se establece entre el proceso geológico responsable de la formación de la roca o mineral
correspondiente y su producto final.
La erosión y el transporte
Sedimentación detrítica
Sedimentación orgánica
El proceso generador magmático
Plutonismo y subvolcanismo
Volcanismo
Metasomatismo
Hidrotermalismo
Lecturas recomendadas
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell
Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Introducción
Dentro del ambiente exógeno, uno de los procesos más importantes que tienen lugar,
debido a la dinámica superficial del planeta, es la erosión, es decir, el desgaste físico y
químico que sufren las rocas bajo la acción de los agentes atmosféricos. Asociado a este
proceso está el de transporte de los productos de la erosión (fragmentos de rocas,
minerales, sales) por los mismos agentes que producen los fenómenos de erosión: el
agua, el viento.
Los procesos erosivos tienen lugar como consecuencia de tres grupos de fenómenos:
1. Los de carácter físico, ligados a cambios de temperatura, o de estado físico del agua
(cristalización de hielo en grietas),
2. Los de tipo químico (disolución de minerales, hidrólisis de éstos, cristalización de sales)
3. Los de tipo biológico (acción de determinados
microorganismos, como las bacterias, líquenes, o de
las raíces de plantas).
Por su parte, el papel del transporte es también importante, ya que en algunos casos, si
su acción es mas lenta que la del proceso erosivo, se podrá producir la acumulación in
situ de los productos de la erosión. En otros casos el proceso erosivo puede suponer el
desmantelamiento continuo de estos productos. El transporte juega también un papel
muy importante en la clasificación de los productos de la erosión, ya que su mayor o
menor capacidad de arrastre y reactividad química condicionan el que los productos de
la erosión sigan o no siendo transportados.
Procesos erosivos
Meteorización física
La acción del cambio de temperatura nocturno/diurno, sobre todo en zonas con fuerte
insolación, provoca efectos de contracción/extensión térmica de los minerales que
producen su rotura. Esta oscilación térmica es especialmente activa en los vértices y
aristas de bloques de rocas, y es el principal responsable de las forma de "bolos" de los
bloques graníticos sometidos a la acción de la intemperie.
La acción abrasiva de los materiales arrastrados por el agua, el viento o el hielo
(glaciares), que golpean o se frotan contra las rocas, favoreciendo su disgregación
mecánica.
La acción de helada/deshielo en climas húmedos hace que el agua que se introduce
como humedad en las grietas de las rocas (formadas por otros procesos, como la
oscilación térmica, p.ej.) al congelarse genere unas enormes presiones internas, que
tienden a acentuar esas fracturas.
Del mismo modo, la introducción de aguas cargadas en sales en esas grietas suele ir
acompañada de la cristalización de las sales (sulfatos, carbonatos, cloruros) con el
mismo efecto de provocar un aumento de la presión en la grieta, que produce su
ampliación.
Al irse aproximarse a la superficie de la Tierra, las rocas que han estado sometidas a
altas presiones de confinamiento sufren una pérdida de carga o descompensación
litostática, lo que se traduce en la aparición en las mismas de fracturas por lo general
paralelas a la superficie topográfica.
La fracturación tectónica de las rocas, previa a los procesos erosivos, favorece la
meteorización de éstas.
Cada uno de estos procesos se da con mayor o menor importancia en unas regiones u otras en
función de su climatología, y lo normal es que en cada región se den varios mecanismos, que
pueden ser más o menos activos en cada caso dependiendo de la época del año (variaciones
estacionales).
Meteorización biológica
Los organismos provocan también la meteorización de las rocas, en dos vertientes: una
biofísica y otra bioquímica.
Meteorización química
Las rocas, al estar formadas por minerales, son sensibles al ataque de los agentes
químicos existentes en la superficie de la Tierra. Por tanto, las posibilidades de la
meteorización química son tan variadas como puedan ser las relaciones que se
establezcan entre las propiedades del mineral y la naturaleza del medio ambiente en el
que se encuentre. Hay minerales solubles en agua, otros en ácidos débiles, otros en
ácidos fuertes, otros tienen tendencia a incorporar agua a su estructura, algunos se ven
afectados por la luz o por el calor solar, etc. Sin embargo, en lo que se refiere a sus
efectos, son en su mayor parte de tres tipos: disolución, hidrólisis y oxidación, sin
olvidar otros que pueden ser localmente importantes, como la descomposición térmica.
La oxidación de minerales implica el cambio del estado de valencia de los metales que
contiene en presencia de oxígeno libre. El caso más conocido es el paso del hierro de 2+
a 3+, que afecta a minerales como pirita, olivino, piroxeno, biotita. Esta oxidación
produce además un aumento de la carga positiva en el mineral, que tiende a
compensarse con la entrada de iones hidroxilo (OH-) Esto, unido al mayor tamaño
iónico del Fe3+, desestabiliza la red cristalina del mineral. La oxidación puede ir
acompañada de los procesos que veremos a continuación.
La hidratación implica la absorción de moléculas de agua y su incorporación a la
estructura cristalina de algunos minerales. Es un proceso que suele implicar un aumento
de volumen del mineral, y que en algunos casos puede ser reversible. El mineral
hidratado suele tener distinta estructura cristalina que el original, es decir, se produce la
formación de otro mineral. Es el caso, p.ej., de la anhidrita, que por hidratación se
transforma en yeso:
No hay que olvidar que este proceso implica la disolución de algunos de los
componentes de la roca, pero no de otros, es decir, arrastra (o lixivia) a unos
componentes, los más lábiles, y concentra relativamente a otros en el residuo. En cada
caso, dependiendo de la concentración del mineral que se disuelve, los cambios serán
más o menos importantes.
Na2O>CaO>FeO>MgO>K2O>SiO2>Al2O3
H2O>Fe2O3
Como hemos visto, son muchos los mecanismos que actúan de forma coordinada para
producir la meteorización. Cada uno precisa de unas condiciones más o menos
importantes para actuar, en forma de una serie de factores condicionantes: el clima, la
litología, la topografía, la actividad biológica, el tiempo de actuación y los procesos de
transporte.
La litología tiene una influencia decisiva sobre determinados mecanismos. Hay rocas,
como las cuarcitas, que por su estabilidad química apenas son afectadas por los procesos
de meteorización química, y por su dureza, tampoco por los de tipo físico; por eso,
normalmente aparecen formando altos topográficos. Otras presentan distintas
características en función del clima. Los granitos se alteran con gran facilidad en climas
cálidos por la hidrólisis de sus feldespatos, mientras que en climas fríos y secos resisten
bien los efectos de la meteorización. De igual manera, las calizas necesitan climas
cálidos y húmedos para que se produzca su disolución. Una observación importante es
que en las rocas ígneas la estabilidad de los minerales que las forman (Serie de Goldich)
es contraria al orden en que se forman, definido por la denominada Serie de Bowen.
La topografía, o las formas locales del relieve, pueden afectar a algunos de los
mecanismos activos de erosión: por ejemplo, las laderas de solana sufren procesos
distintos que los de las de umbría. En las primeras los veranos serán favorecedores de
los procesos que implican la insolación, mientras que en las segundas durante los
inviernos la acción del hielo podrá ser un agente erosivo importante. También el hecho
de que exista una pendiente favorece procesos distintos a los propios de las planicies; en
las primeras el agua discurre arrastrando los iones, mientras que en las segundas se
produce un contacto más continuado entre el agua cargada de sales y las rocas. Así, por
ejemplo la laterización requiere un relieve muy suave.
El tiempo favorece los procesos de meteorización, en general: todos estos procesos son
de carácter lento, con lo que cuanto más tiempo queden sometidas las rocas a la acción
de la intemperie, mayor facilidad tendrán los procesos erosivos para actuar. Así, si las
rocas que albergan un depósito mineral son rápidamente cubiertas por otras (p.ej.,
sedimentarias o volcánicas), éste será preservado de los procesos erosivos. En este
sentido, la tectónica regional puede jugar un importante papel.
Procesos de transporte
Como hemos visto, la acción de los mecanismos erosivos, físicos y químicos, tiende a
dar origen a tres tipos de productos: fragmentos de minerales o rocas (que reciben el
nombre de clastos), geles e iones en disolución.
El transporte se lleva a cabo de tres formas: como iones en solución, como suspensiones
coloidales, o como carga en fondo.
Los iones viajan en solución, y para que se produzca su precipitación química han de
quedar sometidas a condiciones específicas producto de solubilidad (kps), o de
sobresaturación, como las que ocurren en las salinas. Otra posibilidad es que los aniones
y cationes sean fijados por organismos para construir sus caparazones, como es el caso
de muchos moluscos, algunas algas microscópicas (diatomeas), u otros
microorganismos, que fijan el carbonato cálcico de las aguas. También es posible que la
mezcla con otros fluidos produzca la precipitación de determinados compuestos. Por
ejemplo, en relación con las emisiones volcánicas submarinas se produce la salida de
abundantes metales pesados y formas químicas del azufre, provocando la precipitación
de sulfuros de esos metales.
En suspensión se transportan las partículas más pequeñas, y los geles, mientras que
como carga en fondo se transportan los clastos de mayor tamaño. A su vez, dentro de
esta última modalidad existen tres posibilidades: saltación, rodadura o arrastre. El hecho
de que las partículas físicas sean transportadas de una u otra forma depende en primer
lugar de la velocidad de la corriente (cuanto mayor sea ésta, mayor será el tamaño
medio de las partículas transportadas por cada modalidad). Otros factores que influyen
son el tamaño de las partículas, su densidad y su forma: a igualdad de tamaño las más
densas serán transportadas con mayor dificultad, mientras que la forma influye sobre
todo en el mecanismo de transporte activo: las más redondeadas tenderán a rodar, y las
menos, a ser arrastradas, o a saltar (ver figura).
Collison, J.D.; Thompson, D.B. (1989). Sedimentary structures. Unwin & Hyman. 207.
Macdonald, E.H. (1983). Alluvial mining: The geology, technology and economics of
placers. Chapman & Hall. 508 pg.
Regolitos y suelos
La acción de los agentes atmosféricos sobre las rocas existentes en la superficie del
planeta produce unos cambios en su naturaleza cuyo alcance hemos visto en el tema
anterior. El resultado es la formación de un manto más o menos continuo de materiales
intensamente alterados, de espesor variable y caracteres que dependen en el detalle de
diversos factores, entre los que los más importantes son la naturaleza de la roca original
y el clima existente en la región.
Por su parte, recibe el nombre de suelo este mismo conjunto cuando aparece
estructurado, es decir, dividido en una serie de bandas u horizontes, que se originan
durante la evolución geológica y biológica del regolito.
Esta diferencia explica el que al "suelo" de otros planetas, como el de nuestro satélite, la
Luna, no se le denomine así, sino regolito: se trata de una acumulación no estructurada
de polvo cósmico y de materiales procedentes de la trituración de rocas de la superficie
planetaria como resultado del impacto de meteoritos.
Los regolitos y suelos están formados por componentes sólidos, líquidos y gaseosos,
además de un importante componente orgánico. Los componentes sólidos son los
fragmentos de rocas y minerales procedentes de la meteorización. Los líquidos, el agua
de infiltración, más o menos cargada de sales en disolución. Los gaseosos corresponden
a aire atrapado en los poros del componente sólido, más o menos oxigenado cuanto
mejor sea la porosidad del material. La materia orgánica corresponde a restos de la
descomposición de organismos (vegetales y animales), más o menos transformada en
ácidos húmicos, pero también materia viva: raíces de plantes, y microflora bacteriana
saprofítica.
El suelo se utiliza con fines agrícolas, ganaderos y como reserva forestal; son muy
importantes las modificaciones debidas al uso urbano de éste. Las actividades
industriales, urbanas, agrícolas y ganaderas implican la existencia de residuos tóxicos o
desechos peligrosos para los suelos y el agua. Los responsables de las explotaciones
industriales, ganaderas y agrarias deben asegurar un tratamiento de desechos en los
lugares adecuados a fin de degradar en el menor grado posible su valor ecológico y
permitir su utilización posterior.
La naturaleza de un suelo depende de gran número de factores, que se conjugan para dar
origen a distintos tipos, que pueden clasificarse de maneras muy diversas. Una
clasificación básica es la que divide los suelos en dos grandes grupos: zonales y
azonales.
Los suelos zonales son suelos maduros, en cuya evolución juega un papel primordial el
clima, con el que se encuentran en equilibrio. Es por ello que su distribución geográfica
suele presentar un carácter regional, en respuesta a la distribución de la vegetación y las
regiones climáticas. Pertenecen a esta categoría, entre otros:
Suelos en zonas polares. Las bajas temperaturas reinantes en estas zonas hacen
que la meteorización química sea poco activa. La mayor parte del suelo se
encuentra permanentemente helado (permafrost) y sólo la parte superficial del
mismo (mollisuelo) llega a deshelarse durante el verano. En este último, los
hielos y deshielos provocan deslizamientos de partículas, que unido a la
existencia del permafrost a partir de los dos o tres metros de profundidad,
impiden la formación de los diferentes horizontes edáficos. Además, en
determinadas zonas el permafrost presenta hidratos de gas (los denominados
clatratos), que constituyen un posible recurso geológico para la obtención de
metano.
Suelos de latitudes medias cálidas. Son propios de regiones de clima
mediterráneo, y pueden ser de varios subtipos: suelos pardos mediterráneos, con
un horizonte A decolorado y horizonte B rico en arcilla y de color pardo rojizo;
suelos rojos mediterráneos, típicos de condiciones más áridas, y con un
horizonte B de color rojizo; costras calcáreas o caliches, propios de regiones
áridas o semiáridas, sin horizonte A y con un horizonte B formado por una
costra o escudo de carbonato cálcico.
Suelos de latitudes medias frías. En estas regiones se forman los suelos de tipo
podsol, con un horizonte B que incluye un nivel oscuro de acumulación de
humus y óxidos de hierro. En regiones algo menos frías se forman las tierras
pardas, con un característico horizonte B de color pardo.
Suelos de latitudes bajas. En climas tropicales muy húmedos, con gran
intensidad y larga duración de la meteorización química, se forman suelos con
un horizonte B de gran espesor, muy compactos y resistentes, y enriquecidos en
óxidos de hierro y aluminio: las lateritas y bauxitas que veremos a continuación.
Los suelos azonales son suelos cuya génesis está condicionada principalmente por un
factor particular distinto al climático, y que puede ser el litológico o el topográfico.
Entre los condicionados por la litología de la roca subyacente se encuentran la rendzina,
un suelo oscuro que se desarrolla sobre calizas; el ranker, similar al anterior pero
formado sobre rocas silicatadas, como el granito o la pizarra, o el chernozem, formado
sobre el loess, y caracterizado por un horizonte A de gran espesor.
Entre los condicionados por la topografía se encuentran los suelos hidromorfos o gleys,
propios de zonas encharcadas, o los suelos aluviales, que se forman sobre los
sedimentos de las llanuras de inundación de los ríos.
Paleosuelos
Lateritas y bauxitas
Las bauxitas son muy similares a las lateritas, pero enriquecidas preferencialmente en
hidróxidos de aluminio, debido a que se forman sobre rocas previamente enriquecidas
en este elemento.
Los minerales que forman las bauxitas son bohemita, diasporo y gibsita, a menudo
acompañados de hidróxidos de hierro, óxidos de hierro y titanio (hematites, rutilo), y
minerales arcillosos, fundamentalmente caolinita. Al igual que en las lateritas, estos
minerales se asocian en agregados terrosos y crustiformes, así como bandeados,
brechoides, pisolíticos. Suelen presentar coloraciones claras, a menudo con tonalidades
rojizas, debidas a la presencia de hidróxidos de hierro.
Se forman sobre rocas ricas en minerales alumínicos, y en concreto, sobre rocas ígneas
ácidas, ricas en feldespatos (granitos, sienitas), o sobre rocas sedimentarias arcillosas
(lutitas) o sobre rocas metamórficas ricas en moscovita (esquistos, micasquistos).
También pueden formarse sobre calizas, como consecuencia de la disolución de estas,
que deja un residuo arcilloso (terra rossa) cuya meteorización a su vez puede dar lugar
a la bauxita.
Las bauxitas se explotan para la extracción metalúrgica del aluminio, del que son la
única mena. Los principales yacimientos de bauxitas se localizan en Australia, Brasil,
Guayana, Surinam.
Gossans
Con este nombre de gossan se conocen también las monteras de alteración de algunos
yacimientos de sulfuros: cuando éstos quedan sometidos a la acción de la intemperie,
sufren una serie de procesos supergénicos con zonación vertical, de la forma indicada en
la figura adjunta, que muestra un esquema típico de un gossan, en el que se pueden
diferenciar tres grandes zonas, de abajo arriba:
Algunos ejemplos de este tipo son los yacimientos de granate de la zona del Hoyazo de
Níjar, en Almería, en la que la alteración generalizada de la roca que los contiene
permite la explotación de este mineral, o algunos yacimientos de feldespato sobre rocas
ígneas fuertemente alteradas, en las que el clima favorece la destrucción del resto de los
minerales de éstas, pero no del feldespato, o los yacimientos de caolín que se originan
sobre este mismo tipo de rocas cuando la destrucción de los feldespatos es el fenómeno
predominante.
La mayor parte de los monumentos construidos por el hombre están construidos con
piedra natural o la incluyen como elemento auxiliar. Entre las rocas más utilizadas para
ello se encuentran rocas de alta resistencia a la meteorización, como el granito, pero
también otras como la arenisca, o la caliza, que son rápidamente afectadas por los
fenómenos de intemperie. Además, otros productos de origen natural también se
emplean, más o menos transformados, para ello: es el caso de los morteros, argamasas,
o incluso los ladrillos, tejas, etc. La degradación que sufren estos componentes de las
edificaciones se conocen con el nombre genérico de mal de la piedra, y es un problema
que cada vez se hace mayor, sobre todo debido a que la atmósfera urbana cada vez está
más degradada por la presencia de mayores concentraciones de contaminantes, cuyo
efecto sobre estos materiales es devastador.
Al igual que en todos los casos que hemos visto hasta ahora, el grado de evolución del
proceso tiene un triple control: el litológico (el tipo de roca, que favorece o no la
meteorización que la afecta) el climático (los climas más templados y húmedos son los
que más favorecen este tipo de procesos), y el tiempo (los monumentos más antiguos
están más degradados que los más recientes, a igualdad de los demás factores). A este se
une, como ya hemos referido, el factor implicado en la contaminación urbana, que
favorece especialmente los fenómenos químicos (disolución, hidrólisis...).
Collison, J.D.; Thompson, D.B. (1989). Sedimentary structures. Unwin & Hyman. 207.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
López-Acevedo Cornejo, V.; Algaba Suarez, M.; García Romero, E.; Martín-Vivaldi
Caballero, J.L.; Soutullo García, B. (1997). Estudio de las alteraciones en el claustro
principal del Monasterio del Paular. Universidad Complutense-Comunidad Autónoma
de Madrid. 23 pg.
Ordóñez, S. (1992). Bauxitas. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.).
Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 197-220.
Las de tamaño superior a 4 micras suelen ser granos minerales, entre los cuales
los más comunes son los de cuarzo, seguidos de los de feldespatos, así como
fragmentos líticos. En el detalle, en lo que se refiere a la naturaleza de los granos
minerales, las posibilidades son prácticamente ilimitadas: granos de otros
silicatos (micas, piroxeno, anfíbol...), de óxidos (magnetita, ilmenita, cromita...),
incluso de metales nativos, como el oro; estos granos viajan arrastrados por el
agua o viento, en suspensión o como carga en fondo, y al disminuir la energía
del medio de transporte se depositan casi de inmediato (proceso físico:
decantación). A estas partículas las llamamos clastos.
Las de tamaño inferior a 4 micras suelen corresponder a minerales de la arcilla,
y en este caso el transporte se produce en suspensión coloidal, lo que hace que
puedan seguir siendo transportados incluso mediante aguas no agitadas. El
depósito en este caso se produce por el proceso físico-químico de floculación,
que puede tener lugar de forma conjunta y simultánea al depósito físico de las
partículas, o con posterioridad, en zonas tranquilas. En el primer caso se origina
la matriz de las rocas detríticas, es decir, la componente intergranular fina,
arcillosa, de los conglomerados y arenas o areniscas, mientras que en el segundo
se da origen a las rocas arcillosas (lutitas, pelitas).
Otro carácter importante es la naturaleza de los clastos, sobre todo en las de mayor
tamaño: cuando es variado hablamos de rocas polimícticas, mientras que si
corresponden mayoritariamente a un tipo litológico hablamos de roca oligomíctica.
Como componentes mayoritarios, en los conglomerados podemos tener fragmentos de
rocas, en general cuarcíticos o carbonatados, aunque pueden estar formados por rocas de
naturaleza mucho mas variada; en las arenas o areniscas el componente más común es el
cuarzo, en general acompañado de feldespatos. Son también relativamente frecuentes
las denominadas arenas o areniscas calcáreas bioclásticas, formadas por la
acumulación de fragmentos de conchas de lamelibranquios, gasterópodos, etc., en
medios costeros (playas).
También suele ser objeto de interés el grado de evolución de los clastos, que se traduce
en su forma: los más inmaduros suelen ser angulosos y de baja esfericidad, mientras
que los más evolucionados, los que encontramos más lejanos al área fuente, suelen ser
mucho más redondeados y de mayor esfericidad, debido al efecto abrasivo del
transporte.
Todas estas diferencias nos llevan a establecer las posibles aplicaciones de cada uno de
estos tipos litológicos:
Las gravas sueltas, sobre todo las de las riveras de ríos, o de canchales
de laderas, se utilizan como áridos de construcción, ya sean
edificaciones u obras públicas, en hormigones, morteros, o con
aglomerantes asfálticos, etc.
El mismo uso reciben algunas arenas sueltas, fundamentalmente en
morteros con cemento o cal.
En cuanto a las rocas ya consolidadas, las areniscas bien cementadas se
han utilizado también en construcción, como "piedra de corte", debido
a su fácil labra. No obstante, es una roca a menudo muy problemática
por su alterabilidad.
Otros usos de las arenas y areniscas más puras (arenas silíceas) están
en las industrias del vidrio y del silicio.
Por su parte, las variedades arcillosas se emplean fundamentalmente
como materia prima en la industria cerámica. En este caso, la
naturaleza de los minerales que componen estas rocas y sus caracteres
texturales y estructurales permiten definir su mejor uso dentro de una
amplia gama: ladrillería, cerámica estructural, gres, etc.
Las pizarras, por su parte, como rocas intermedias entre sedimentarias y
metamórficas procedentes de la consolidación de lutitas, se emplean
para cubiertas (las de mayor calidad) y para solados y zócalos rústicos
(las de menor calidad).
Determinados minerales de interés económico que componen las rocas son muy
resistentes a la meteorización física y química, pero a menudo en estas rocas no resulta
rentable su explotación minera. Esto es debido a dos factores: su baja ley en la misma, y
la necesidad de realizar una explotación completa de la roca, incluyendo además un
proceso de concentración a menudo problemático. En los yacimientos de tipo placer se
produce de forma natural la separación y concentración de estos minerales en
sedimentos no consolidados, lo que abarata muy considerablemente su aprovechamiento
minero.
Por otra parte, como en el caso anterior tenemos por un lado los placeres en sedimentos
recientes, de sistemas fluviales o de playas, y por otro, los llamados paleoplaceres,
rocas sedimentarias de origen fluvial o costero que pueden contener concentraciones
detríticas del mineral o minerales de interés minero. Los primeros se explotarán en
superficie, mediante arranque y carga directos, mientras que los segundos necesitarán
una minería de mayor coste, ya sea a cielo abierto o subterránea.
En cuanto a los minerales que solemos encontrar formando este tipo de yacimientos,
tenemos que mencionar en primer lugar a los metales nobles nativos: oro, plata y
platino son, sin duda, los más conocidos. En este caso, además, el oro en particular se
acreciona para dar origen a las pepitas, aumentando su tamaño con el grado de
evolución a lo largo del transporte. Otros minerales comunes en estos yacimientos son:
casiterita, ilmenita, rutilo, monacita, granate, entre otros. También algunas gemas,
como el diamante, el rubí o el zafiro, pueden aparecer en este tipo de yacimientos.
Pepita de oro
En cualquier caso, los más conocidos e importantes son las denominadas "formaciones
de cobre en capas rojas", entre las que destacan, por su importancia económica, las de
los distritos de Kupferschiefer (Polonia), White Pine en Michigan (EEUU) y el cinturón
cuprífero africano (Zambia-Zaire). El origen de estas mineralizaciones es controvertido,
aunque en ningún caso se consideran como sedimentarios puros, sino diagenéticos, en
relación con cuencas de tipo aulacógeno (rifts abortados).
Los parámetros litológicos que definen la posibilidad de aprovechar el fluido son dos: la
porosidad y la permeabilidad.
K dp -nV
V = - ---- x ----- , y por tanto K= - -------
n dL d p/dL
donde:
v = q/A= velocidad del fluido o flujo a través de unidad de área medida
en cm/sg o en cm3 x seg-1 x cm-2
K = permeabilidad
N = viscosidad medida en centiposises (1 poise= 1 g x cm-1 x seg-1)
dp/dL = gradiente de presión del fluido en la dirección del movimiento,
en atmósferas/cm3.
Como expresa la figura, la permeabilidad relativa del crudo decrece rápidamente con la
disminución de la saturación en éste, pero la del agua permanece muy baja o nula hasta
saturación en agua del orden del 45%. A partir de ese momento, crece muy rápidamente
hasta alcanzar el valor 1 para una saturación del 100%.
Lecturas recomendadas
Force, E.R.; Eidel, J.J.; Maynard, J.B. (Eds.) (1991). Sedimentary and diagenetic
mineral deposits: A basin analysis approach to exploration. Reviews in Economic
Geology, Society of Economic Geologists. Vol. 5. 216 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Macdonald, E.H. (1983). Alluvial mining: The geology, technology and economics of
placers. Chapman & Hall. 508 pg.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325
pg.
Rocas carbonatadas
Calizas
Las calizas son rocas originadas por un proceso de sedimentación directa. Esta
sedimentación puede tener diversos orígenes, si bien la más común es la denominada
precipitación bioquímica: el carbonato cálcico se fija (en general, en forma de
aragonito) en las conchas o esqueletos de determinados organismos, ya sean
macroscópicos (lamelibranquios, braquiópodos, gasterópodos...) (ver) microscópicos
(foraminíferos) (ver), o nanoscópicos (cocolitos) (ver) y a su muerte, estas conchas o
esqueletos se acumulan, originando un sedimento carbonatado. El aragonito, inestable
en condiciones atmosféricas, se va transformando en calcita, y la disolución parcial y
reprecipitación del carbonato cementa la roca, dando origen a las calizas. Otra forma de
depósito es la fijación del carbonato sobre elementos extraños, como granos de cuarzo,
o pequeños fragmentos de fósiles, dando origen a los oolitos (calizas oolíticas).
También las algas fijan este compuesto, dando origen a mallas de algas o estromatolitos,
que si se fragmentan y ruedan originan los pisolitos (calizas pisolíticas). Todas estas
posibilidades dan origen a los diversos tipos de calizas.
Es también interesante el comportamiento de estas rocas frente a los fluidos: las calizas
suelen presentar escasa porosidad primaria, es decir, debido a la disposición original de
sus elementos texturales, por lo que las calizas sanas y no fracturadas suelen tener
escasa capacidad de almacenamiento de fluidos. Sin embargo, en determinadas
condiciones (a bajas presiones y temperaturas) pueden responder a la deformación
tectónica fracturándose, lo que les confiere una cierta porosidad secundaria. Además, el
carbonato cálcico es soluble en agua, sobre todo en aguas cálidas, en las que existe
ácido carbónico disuelto como consecuencia de las reacciones:
Ello hace que bajo la acción del agua, ya sea superficial o subterránea, las formaciones
de calizas desarrollen los denominados procesos kársticos, que implican la formación de
cuevas y cavernas, formas de disolución (lapiaces y cárcavas) o de hundimiento
superficial (dolinas), etc., así como la forma de relieve más característico, el torcal.
Además, en estas formaciones kársticas se puede acumular agua en grandes volúmenes:
son excelentes acuíferos subterráneos, aunque también son formaciones poco adecuadas
para almacenar aguas superficiales, que suelen infiltrarse con gran facilidad a través de
sumideros, dolinas, etc.
Al ser la dolomita más densa y de estructura cristalina más compacta que la calcita, este
proceso implica un aumento del volumen de huecos de la roca, es decir, de su
porosidad.
Las dolomías, a diferencia de las calizas, no son solubles en agua, lo que impide el
desarrollo de los procesos kársticos sobre ellas. Si tienen una cierta capacidad de
almacenamiento de fluidos, relacionada con la porosidad secundaria que desarrollan
durante el proceso de dolomitización.
Además de las calizas y dolomías, hay otras rocas formadas mayoritariamente por
carbonatos, aunque son mucho menos frecuentes, y a menudo están originadas por otro
tipo de procesos, no sedimentarios (reemplazamientos). Entre ellas destacan las rocas de
magnesita y de siderita, de interés minero por ser importantes menas de magnesio e
hierro, respectivamente.
Además de las calizas, hay otra serie de rocas que son producto de la acumulación de
minerales que los organismos incorporan a sus conchas o piezas esqueletales. Entre
ellos tenemos las diatomitas y las fosforitas.
Diatomitas
Sus aplicaciones están relacionadas con sus propiedades físicas: baja densidad, alta
porosidad, alta capacidad absorbente (que aumenta al calcinar la roca), baja
conductividad térmica, alto punto de fusión (entre 1.400 y 1.700ªC), y moderado poder
abrasivo. Así, sus aplicaciones concretas son las siguientes: Como filtros y
clarificadores de grandes volúmenes de líquidos; en procesos químicos y metalúrgicos;
en la producción de alimentos, productos farmacéuticos, etc.; como carga, aislante,
absorbente, aditivo en cementos, fuente de sílice reactiva, entre otras.
Fosforitas
Las fosforitas son rocas que contienen al menos un 20% de P2O5, en forma de
flourapatito criptocristalino ("colofana"), que suelen aparecer como capas de espesor
variable, de aspecto semejante al de muchas capas de calizas fosilíferas o pisolíticas,
aunque con colores más oscuros.
Su origen es aún objeto de debate, pero parece evidente que se forman bajo las
siguientes condiciones: 1) presencia de surgencias (upwellings) de aguas frías ricas en
fósforo inorgánico disuelto (DIP en inglés); y 2) presencia de una plataforma marina,
somera y con aguas cálidas, en la que se produce la acumulación del fosfato orgánico.
El fósforo, un nutriente esencial, dispara la formación del fitoplancton, el cual a su vez,
al ser la base de la cadena trófica marina, multiplica la vida de organismos superiores
(p.ej., peces). Tanto el fitoplancton como los peces al morir van a parar al fondo de la
plataforma, sufriendo sus partes orgánicas una degradación que supone la acumulación
de sus esqueletos. El continuo reflujo de fósforo por las surgencias produce una
continua transformación de estos esqueletos en hidroxi- y flúor-apatito. También
pueden formarse como consecuencia de procesos diagenéticos de reemplazamiento de
calizas por el apatito, por sustitución del anión carbonato por el fosfato.
Lecturas recomendadas
Bustillo Revuelta, M. (1992). Los yacimientos de Pb-Zn del tipo “Mississippi Valley”:
Visión global. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de
España. Textos Universitarios, CSIC. 939-946.
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell
Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Las rocas evaporíticas son las principales rocas químicas, es decir, formadas por
precipitación química directa de los componentes minerales. Suelen formarse a partir
del agua de mar, si bien también existen evaporitas continentales, formadas en lagos
salados, o en regiones desérticas que se inundan esporádicamente.
Evaporitas marinas
Cl- 19.010
(SO4)2- 2.717
(HCO3)- 137
Na+ 10.800
Mg2+ 1.296
Ca2+ 413
K+ 407
La salinidad media del agua del mar es del orden de 3.5%, valor que es relativamente
homogéneo en términos de grandes océanos. Este valor se hace mayor es determinados
casos, alcanzando valores de incluso el 30%.
Para que se pueda producir la concentración de las sales que lleve a la saturación, debe
darse un mecanismo que favorezca la evaporación del agua en volúmenes reducidos, y
sin comunicación con el mar que renueve el agua de concentración normal. Esto se
produce en un tipo determinado de medios sedimentarios: las albuferas, en las que
existe un brazo de mar individualizado del mismo por una barra de arena, que permite
ocasionalmente el paso del agua, pero la aísla durante largos periodos de tiempo. En
estas condiciones, y bajo una fuerte insolación, el agua se evapora, aumentando
progresivamente la concentración en sales, hasta que durante una tormenta o una
pleamar especialmente intensa vuelve a introducir agua de mar en la cuenca, reiniciando
el proceso.
Este último tipo constituye los yacimientos de este grupo de mayor valor económico,
los denominados yacimientos potásicos, de los que se extraen las sales potásicas o
"potasas", para su uso como fertilizante. Para que se formen este tipo de yacimientos, se
requieren condiciones geológicas y climáticas muy extremas: cuencas relativamente
profundas, de ambiente marino confinado, y sometidas a condiciones climáticas de gran
aridez.
En cuanto a las aplicaciones de este tipo de rocas, son tan variadas como su propia
naturaleza: las ricas en yeso se explotan para obtener material de construcción (la
escayola, obtenida por calcinación del yeso), las ricas en halita, para obtener cloruro
sódico, para su empleo industrial en la obtención de cloro y sus derivados, y sosa y sus
derivados, así como para la industria alimentaria, mientras que las sales potásicas se
explotan para obtener fertilizantes, como ya se ha expresado, y para fabricación de
jabones, vidrios especiales, cerámicas.
Yacimientos importantes a nivel mundial son los de Rusia (Solikamsk en los Urales,
Soligorsk en Bielorrusia), Canadá (Saskatchewan y New Brunswick) Alemania
(Hannover y Stassfurt). Es España los yacimientos evaporíticos más importantes se
localizan en las series Terciarias de la zona externa del Pirineo – Valle del Ebro(Suria-
Cardona), en la Cordillera Cantábrica (Cabezón de la Sal), y en general, en las cuencas
marinas terciarias, como la depresión del Guadalquivir.
Evaporitas lacustres
Los lagos contienen por lo general aguas dulces, pero en ocasiones pueden llegar a
contener aguas ricas en sales, que pueden ser distintas a las que encontramos en el mar,
al menos cuantitativamente. En concreto, tres son los tipos de yacimientos minerales
que pueden formarse a partir de las aguas de lagos salinos intracontinentales: depósitos
de sales sulfatadas sódicas (thenardita, glauberita) o magnésicas (epsomita), depósitos
de carbonatos alcalinos (trona, natron), y depósitos de arcillas especiales (sepiolita,
palygorskita). De ellos tienen importancia sobre todo los de sulfato sódico y arcillas
especiales.
Se explotan para la extracción del sulfato sódico puro, que se emplea sobre todo en la
fabricación de detergente sólido, en sustitución de los fosfatos, que producen efectos
medioambientales indeseados (eutrofización). También, en la fabricación del papel
kraft, y de vidrios especiales.
Las principales áreas de explotación de estos yacimientos son los lagos salinos del
Norte-Centro de EE.UU. y Sur-Centro de Canadá (el Gran Lago Salado, de Salt Lake
City, Utah, como más importante), el Lago Searles. En España existen también
importantes yacimientos de este tipo, intercalados en los sedimentos terciarios de las
cuencas de Madrid (los más importantes: Villaconejos, M. y Villarrubia de Santiago,
Toledo) y del Ebro (Alcandrade-Arrúbal, La Rioja y San Adrián, Navarra).
Producción española
El otro tipo de yacimientos que pueden formarse en este tipo de cuencas son los de
arcillas especiales, fibrosas (sepiolita-palygorskita). En concreto, se señala que la
palygorskita es característica de ambientes marinos, mientras que la sepiolita lo es de
ambientes continentales. El origen estaría en la precipitación química directa de este
mineral en medios evaporíticos atípicos (fundamentalmente pantanos de regiones
áridas) caracterizados por la escasez de aniones cloruro y sulfato y la abundancia de
cationes, especialmente Mg. Suelen constituir masas lentejonares, de espesor y
continuidad lateral variable, intercaladas entre materiales detrítico-carbonatados, a
menudo directamente relacionados con secuencias evaporíticas típicas.
En los grandes desiertos la meteorización química actúa generando sales solubles que
quedan durante largos periodos de tiempo sobre las rocas a partir de las cuales se
forman. Pero cuando se producen lluvias torrenciales, escasas pero no excesivamente
infrecuentes en estos climas, se produce el lavado de estas sales, que forman grandes
charcas, que al cesar las lluvias se evaporan rápidamente y producen la concentración de
las sales arrastradas.
Yacimientos de azufre
Este fenómeno está relacionado con dos características típicas de estos materiales: su
baja densidad y su comportamiento mecánico, de carácter viscoso. De esta forma,
cuando una capa potente, o toda una formación de estos materiales intercalados entre
otros más densos sufre una incipiente deformación tectónica que implica la formación
de un bucle, se produce una cierta migración de material hacia la zona del bucle que
incrementa localmente el espesor de la capa o formación en ese punto. Este aumento de
potencia implica también un aumento de volumen, y a su vez, un aumento del empuje
de Arquímedes producido por la diferencia de densidad entre estas rocas y las situadas
por encima y debajo, que se traduce en el desencadenamiento de un proceso de ascenso
de los materiales, formado el diapiro propiamente dicho. La morfología final de estos
diapiros puede ser muy variada, en función de distintos factores, entre los que destacan
la potencia original de la capa o formación salina, y la naturaleza y comportamiento
mecánico de las rocas suprayacentes, afectadas por el proceso de halocinesis.
Este proceso es, por tanto, el responsable de que las evaporitas, a pesar de tratarse de
rocas sedimentarias, a menudo formando parte de series sedimentarias de regiones muy
poco afectadas por deformación tectónica, no se encuentren constituyendo capas
horizontales, perfectamente interestratificadas en las series originales, sino formando
estas estructuras, de morfologías más o menos complejas, y que incluso pueden mostrar
actividad a escala de observación directa, como es el caso, por ejemplo, del diapiro de
Cardona (Barcelona), en el que se registran ascensos anuales de 5 a 10 mm.
Yacimientos de hierro
Yacimientos de manganeso
Los óxidos de manganeso constituyen yacimientos de tipología muy variada, que van
desde tipologías epigenéticas, filonianas, a claramente sedimentarias, y dentro de esta
categoría podemos di ferenciar entre los estrictamente sedimentarios, no ligados a
actividad volcánica, y los claramente relacionados con ésta, que se estudian en el
capítulo 11.
Lecturas recomendadas
Alonso, H.; Risacher, F. (1996) Geoquímica del Salar de Atacama, parte 1: origen de
los componentes y balance salino. Revista Geológica de Chile, 23-2, 113-122.
Galán, E. (1992). Palygoskita y sepiolita. In: J. Gacía Guinea & J. Martínz Frías (eds.)
Recursos Minerales de España. Ed. Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid, 71-94.
García del Cura, M.A.; Ordóñez, S. (1991). El sulfato sódico natural: Características
generales y yacimientos. In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales.
Técnicas de estudio – Tipos – Evolución metalogénica – Exploración. Ed. Centro de
Estudios Ramón Areces, Madrid, 1211-1228.
Ordóñez, S.; García del Cura, M.A. (1991) El sulfato sódico natural en España: Las
sales sódicas de la Cuenca de Madrid. In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos
minerales. Técnicas de estudio – Tipos – Evolución metalogénica – Exploración. Ed.
Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1229-1250.
Ortí, R.; Rosell, L.; Salvany, J.M. (1991). Depósitos evaporíticos de España: Aspectos
geológicos y recursos.In: R. Lunar & R. Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales.
Técnicas de estudio – Tipos – Evolución metalogénica – Exploración. Ed. Centro de
Estudios Ramón Areces, Madrid, 1171-1210.
Risacher, F.; Alonso, H. (1996). Geoquímica del Salar de Atacama, parte 2: Evolución
de las aguas. Revista Geológica de Chile, 23-2, 123-134.
Salvany, J.M.; Ortí Cabo, F. (1991) El yacimiento glauberítico de Alcanadre: Procesos
sedimentarios y diagenéticos (Mioceno Inferior, Cuenca del Ebro).In: R. Lunar & R.
Oyarzun (eds.) Yacimientos minerales. Técnicas de estudio – Tipos – Evolución
metalogénica – Exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1251-
1274.
Hidrocarburos naturales
El petróleo y el gas natural, los hidrocarburos fósiles, están constituidos casi
exclusivamente por hidrocarburos, es decir, compuestos orgánicos, más o menos
complejos, de Carbono e Hidrógeno, mezclados en proporciones diversas entre sí, y con
otros compuestos químicos: su composición elemental se muestra en la Tabla 1.
Carbono 85-95 85
Hidrógeno 5-15 13
Gas Natural
Como comparación, una hulla presenta un poder calorífico entre 5.600 y 8.000 cal/gr,
con lo que, a efectos de poder calorífico:
Se incluyen aquí los hidrocarburos naturales de carácter sólido. Pueden ser de dos tipos
diferentes: hidratos de metano, y bitúmenes y asfaltos.
Los hidratos de metano son poco abundantes, aunque actualmente se han localizado
acumulaciones importantes en el límite plataforma continental – talud, cuya
importancia económica y posibilidades de explotación aún están por determinar.
La familia de los bitúmenes es más importante, ya que aparece en dos tipos de
yacimientos ya bien conocidos: arenas asfálticas (tar sands), y pizarras
bituminosas (oil shales). Los bitúmenes se pueden definir, desde el punto de
vista de explotación, como mezclas viscosas naturales de hidrocarburos de
molécula muy pesada, y productos sulfurosos minoritarios. Su alta densidad y
viscosidad impide su explotación convencional por bombeo.
Las Arenas asfálticas son rocas sedimentarias de tipo arenas gruesas, bien clasificadas,
porosas y permeables, consolidadas o no, que contienen productos petrolíferos pesados,
en las que el bitumen representa del orden del 18 al 20% en peso de la roca. Su
viscosidad es muy elevada, por lo que no pueden ser recuperados por medios
tradicionales. Desde el punto de vista geoquímico, están formadas fundamentalmente
por asfaltenos y productos complejos ricos en nitrógeno, azufre, oxígeno, frente a
productos saturados y ligeros.
El carbón
El carbón es una roca sedimentaria combustible con más del 50% en peso y más del
70% en volumen de materia carbonosa, formada por compactación y maduración de
restos vegetales superiores, como consecuencia de la evolución de esta materia orgánica
de origen vegetal que se acumula en determinadas cuencas sedimentarias.
Composición y propiedades
Dentro de la composición química del carbón se debe diferenciar entre los datos
correspondientes a la estructura química del carbón, y los correspondientes a su
composición elemental. Así mismo, es necesario diferenciar aquellos datos relacionados
con la medida de algunos parámetros de importancia tecnológica. Otros parámetros de
gran importancia en la actualidad son los referidos al contenido en elementos menores
que puedan liberarse durante el proceso de combustión, y que pueden tener efectos
nocivos para la salud humana o del medio ambiente.
Los parámetros tecnológicos que se utilizan para definir un carbón son: el contenido
en humedad, la proporción de volátiles, el contenido en cenizas, y el poder calorífico.
La proporción de volátiles viene dada por la pérdida de peso de una muestra seca por
calentamiento a temperaturas entre 875 y 1050ºC fuera del contacto con el aire.
Otra propiedad importante del carbón es su densidad, que se relaciona de forma directa
con su contenido en cenizas. Todos los procesos de lavado y concentración de carbones
se basan en el aprovechamiento de esta propiedad.
Desde el punto de vista elemental, el carbón está constituido fundamentalmente por C,
H y O, con proporciones menores de N y S.
Origen:
El origen del carbón está en relación evidente con la acumulación de materia vegetal
superior (troncos, ramas, hojas) en cuencas marinas o continentales. Los parámetros que
definen la posibilidad de acumulación de la materia vegetal que va a dar origen al
carbón son similares a los que permiten la acumulación de microorganismos para dar
lugar al petróleo:
En concreto, los medios en los que pueden darse procesos de acumulación de materia
vegetal son:
Otra cuestión importante en cuanto al origen del carbón es la edad de las series
sedimentarias en que aparece: las plantas vasculares aparecen en el Silúrico, y pueblan
la superficie de La Tierra en el Devónico. Ello implica que los yacimientos más
antiguos de carbón conocidos sean de edad Devónica. Posteriormente, se dan
yacimientos de carbón de todas las edades, pero hay períodos especialmente favorables:
% sobre Recursos mundiales
Carbonífero Inferior 1,0
Carbonífero Medio y Superior 14,5
Pérmico 24,4
Triásico 0,5
Jurásico 14,2
Cretácico 16,7
Paleógeno y Neógeno 28,7
Carbonización o Coalificación
Hace más de 100 años se enunciaba la llamada regla de Hill, según la cual a medida que
se profundiza en una explotación de carbón, el contenido en volátiles disminuye. Esta
idea simple es la base conceptual en la que se apoya la evolución de la materia orgánica
durante el enterramiento subsiguiente a la sedimentación. Es un proceso esencialmente
físico-químico, con participación biológica en las primeras etapas, que se conoce con el
nombre de carbonización o coalificación.
Los factores que influyen en este proceso son: temperatura, presión y tiempo. Los dos
primeros están relacionados con el enterramiento y con el gradiente geotérmico: en
condiciones normales un enterramiento produce un aumento de presión debido al peso
de los sedimentos suprayacentes, y un aumento de temperatura del orden de 33ºC/Km
(gradiente geotérmico medio), si bien en zonas concretas este gradiente puede ser
mucho más alto.
Lecturas recomendadas
Guillemot, J. (1971). Geología del Petróleo. Ed. Paraninfo. Madrid. 357 pg.
Hunt, J.M. (1995). Petroleum geochemistry and geology. 2nd Edition.. W.H. Freeman
and Co. Nueva York. 743 pg.
Hutchison, Ch.S. (1983) Economic Deposits and their tectonic setting. Cap. 12. Mac
Millan Press, London. 365 pg.
Landes, K.K. (1972). Geología del Petróleo. Ed. Omega. Barcelo-na. 463 pg.
Levorsen, A.I. (1973). Geología del Petróleo. Ed. Eudeba. Buenos Aires.
Perrodon, A. (1985). Géodynamique pétrolière. Genèse et repartition des gisements
d'hydrocarbures. Ed. Masson-Elf Aquitaine. 385 pg.
El proceso magmático
Es un hecho de observación que existe una gran variedad de magmas, que dan origen a
la gran variedad de rocas ígneas que se pueden reconocer en el planeta. También es
posible observar cómo en términos generales los magmas (y por consiguiente, las rocas
formadas a partir de éstos) se asocian con situaciones geodinámicas concretas, es decir,
que en situaciones geológicas equivalentes solemos encontrar los mismos tipos de rocas
ígneas. De ello se deriva la conclusión de que la formación de los magmas está
íntimamente relacionada con el marco geodinámico que se produce en los diversos
ambientes derivados de la tectónica de placas.
Ahora bien ¿qué es un magma, y cómo y porqué se forma? Como definición básica, un
magma es un fundido, que en general está formado por una fase líquida mayoritaria, a la
que acompaña una fase sólida (cristales o fragmentos de rocas) y otra gaseosa, y que se
encuentra a temperaturas entre 1.500 y 800ºC. La fase líquida suele estar formada por
silicatos fundidos con proporciones muy variables de cationes: Mg, Fe, Ca, Na, K...
Magmas menos comunes son los formados por carbonatos (magmas carbonatíticos), o
los formados por sulfuros (magmas sulfurados).
El proceso de fusión raramente es una fusión completa de una porción de roca más o
menos voluminosa, sino que suele ser una fusión parcial, en la que se va produciendo de
forma progresiva la fusión de los componentes minerales menos refractarios de entre los
que componen la roca. Esto es especialmente cierto en los magmas máficos,
procedentes de la fusión parcial del manto superior, mientras que en los magmas
félsicos, de afinidad granítica, lo que se suele producir es un fundido de composición
determinada a partir del conjunto de la roca, en función de su composición concreta, y
de las condiciones de presión y temperatura existentes durante el proceso de fusión.
Esto es debido a que estos magmas se suelen formar como consecuencia de procesos de
anatexia, es decir, de fusión local de rocas de la corteza, inducida por fenómenos
asociados por lo general a metamorfismo de alto grado.
Resulta evidente que durante esta variedad de procesos, y en función de las distintas
variables que hemos mencionado, se puede originar una gran variedad de magmas, de
composiciones distintas en el detalle. A estos magmas formados "in situ", y que aún no
han sufrido los procesos de diferenciación que veremos a continuación se les denomina
magmas primarios.
A su vez, el ascenso puede implicar la llegada del magma hasta la superficie, dando
origen a los fenómenos volcánicos, o hasta su proximidad, originando las rocas
subvolcánicas, o puede ser que el magma quede emplazado en niveles relativamente
profundos de la corteza, dando origen a las rocas plutónicas. Estos factores implican
diferencias en la velocidad a que se produce el enfriamiento del magma: en los procesos
volcánicos esta velocidad es máxima (debido al contraste entre la temperatura del
magma y la del ambiente atmosférico), lo que produce las texturas típicas de estas rocas,
porfídicas y parcialmente vítreas. En las rocas subvolcánicas el enfriamiento es algo
más lento, lo que hace que no suelan contener vidrio, aunque sí desarrollan texturas
porfídicas, y/o de grano fino. En las rocas plutónicas el enfriamiento es lento (el
contraste con la temperatura de las rocas en las que encajan es aún menor), lo que
favorece la formación de cristales regulares y de grano medio o grueso.
Por otra parte, durante el ascenso se producen una serie de procesos que cambian la
composición del magma, y que se conocen con el nombre genérico de diferenciación.
Los principales mecanismos de diferenciación son los siguientes:
Cristalización fraccionada. El magma primario puede contener cristales, o
puede ser que éstos se formen durante el ascenso, si éste es lo suficientemente
lento. Cuando estos cristales tienen una densidad distinta a la del magma, y en
condiciones favorables (sobre todo, residencia en cámaras magmáticas
intermedias), se puede producir la separación de estos cristales, o bien por
acumulación en la parte superior de la cámara (los de feldespatos, que suelen ser
los menos densos) o en su fondo (olivino, piroxeno, que suelen ser los más
densos). Esto origina la segregación de determinados componentes minerales,
cambiando la composición del magma residual.
Asimilación. Durante el ascenso el magma puede fundir rocas con las que se
pone en contacto, incorporando los fundidos correspondientes a su composición,
que variará de acuerdo con la composición de las rocas asimiladas.
Mezcla de magmas. Ocurre fundamentalmente durante la residencia en cámaras
magmáticas, como consecuencia del aporte de nuevas porciones de magmas
primarios, que cambian la composición del magma allí acumulado.
Por otra parte, la composición del magma impone restricciones a este secuencia, de
forma que si éste es pobre en sílice y rico en Mg, Fe, Ca (magmas máficos) solamente
cristalizarán los primeros términos de las dos series (olivino, piroxeno, plagioclasa
cálcica), mientras que en los magmas más ricos en sílice y pobres en Mg y Fe (magmas
félsicos) se formarán esos minerales durante los primeros estadios de la cristalización
magmática, pero reaccionarán con el fundido sucesivamente para dar términos más
evolucionados de la serie, y la roca finalmente estará formada por cuarzo, feldespato
potásico, plagioclasa sódica y biotita. En las rocas formadas a partir de magmas de
composición intermedia encontraremos, por tanto, plagioclasa intermedia, anfíbol y
piroxeno como minerales característicos (ver figura).
Rocas plutónicas
Las rocas con parámetro M igual o mayor a 90% se clasifican como ultramáficas, y su
clasificación detallada se basa en los contenidos en olivino, ortopiroxeno y
clinopiroxeno (ver figura siguiente).
Si el valor del parámetro M es inferior al 90% se clasifican en el doble triángulo QAPF
de la figura siguiente.
Las texturas de las rocas plutónicas son granudas o granulares de grano medio a
grueso, con peculiaridades propias de cada tipo de roca, como vemos a continuación. Si
quieres ver algunas texturas propias de rocas plutónicas pulsa aquí.
Granito
La textura granítica, propia de estas rocas, es una de las más características de las que
presentan las rocas ígneas: es una textura holocristalina, hipidiomorfa, granular de grano
medio, en la que la plagioclasa y la biotita o anfíbol suelen ser idiomorfos, y el cuarzo y
el feldespato xenomorfos e intergranulares, debido a la secuencia de cristalización (serie
de Bowen).
En el campo, el granito aparece formando macizos rocosos que pueden llegar a ser de
miles de kilómetros cuadrados, con contornos en general curvilíneos, a menudo
festoneados por la denominada aureola de metamorfismo de contacto. Es frecuente que
a gran escala estos macizos están afectados por una red de fracturas que puede no ser
deformacional; de hecho, en ocasiones se origina simplemente por la contracción ligada
al enfriamiento del macizo (diaclasamiento). Este proceso suele dar origen a una
fracturación concéntrica (tipo capas de cebolla), que suele ser paralela a los contactos
externos del macizo (y a menudo también a la superficie topográfica) y a una
fracturación groseramente radial.
Si quieres hacer una visita virtual a una de las mayores canteras del granito, la del
Monte Airy, en Carolina del Norte (USA), pulsa aquí.
Sienita
La sienita es, desde el punto de vista geológico, un granitoide pobre en cuarzo y con un
claro predominio del feldespato alcalino frente al cálcico. Suela estar formada
precisamente por feldespato alcalino (ortoclasa) junto con plagioclasa de composición
sódica (albita-oligoclasa) y suele contener algún mineral ferromagnesiano como la
biotita o el anfíbol. Además, puede contener una cierta cantidad de cuarzo, o,
alternativamente, de feldespatoide (sienitas nefelínicas). Su textura está dominada por
los cristales del feldespato alcalino, y es una textura granular hipidiomorfa
heterogranular (sin llegar a ser porfídica), en la que el feldespato constituye los granos
mayores y el resto (plagioclasa, cuarzo o feldespatoide, biotita, anfíbol) suelen ser de
menor tamaño.
Diorita y gabro
La diorita y el gabro son rocas con importantes semejanzas tanto desde el punto de vista
geológico como industrial. Desde el punto de vista geológico constituyen las rocas
gabroídicas, y su diferenciación mutua solamente se puede realizar mediante
microscopía petrográfica, si bien con frecuencia las dioritas son de tonalidades más
claras que los gabros. Desde el punto de vista industrial corresponde al grupo de los
granitos oscuros, muy apreciados en el arte funerario.
En el campo, los gabros suelen aparecer, como los granitos, formando macizos
intrusivos de cierta importancia. No desarrollan las formas más típicas del berrocal,
debido a que suelen presentar una mayor densidad de fracturación, y su alteración
superficial suele ser más rápida que la de los granitoides. También es normal que
presenten una aureola de metamorfismo de contacto.
Desde el punto de vista industrial ya se ha comentado que son los granitos de colores
oscuros. A menudo las dioritas presentan tonalidades grises oscuras o verdosas, a
menudo jaspeadas (caso del "negro ochavo", variedad comercial explotada en la zona
de Barcarrota, Badajoz), mientras que los gabros suelen ser de coloración homogénea.
Estas tonalidades oscuras hacen que sean muy apreciados tanto para construcción,
combinado con otros colores, como en el arte funerario.
El principal problema que suelen presentar estas rocas es que sus afloramientos suelen
estar afectados por una fracturación relativamente densa, que dificulta su explotación
industrial.
Peridotita
Las texturas son variables, en función del tipo de peridotita: las hay formadas por
acumulación de cristales en cámaras magmáticas, que desarrollan las llamadas texturas
cumulíticas, en las que uno de los minerales (fundamentalmente el olivino) aparece
formado el armazón general de la roca, con otros minerales (clinopiroxeno)
intergranulares. En otros casos la textura es holocristalina equi- o ligeramente
inequigranular, hipidiomorfa, con piroxeno subidiomorfo y olivino xenomorfo.
Rocas subvolcánicas
Las rocas subvolcánicas se pueden considerar como un caso particular dentro de las
plutónicas, ya que son rocas que también cristalizan bajo la superficie de la Tierra,
aunque en condiciones de menor presión y temperatura (a profundidades someras), lo
que hace que su enfriamiento sea más rápido, dando origen a texturas características,
diferentes a las propias de las rocas plutónicas.
Desde el punto de vista composicional, son equivalentes a las plutónicas, por lo que
pueden tener la misma gama de composiciones mineralógicas que éstas. Se suelen
nombrar con el nombre de la roca plutónica (o volcánica) equivalente, con el prefijo
pórfido (p. ej., pórfido granítico, o pórfido andesítico), o con nombres que aluden a
términos texturales (ver más abajo).
La textura de las rocas subvolcánicas puede ser muy variada. La más frecuente es la
textura porfídica de matriz microcristalina, que indica una presencia de fenocristales en
el magma, y una cristalización rápida pero no tanto como la de una roca volcánica, en la
que la matriz suele ser vítrea o criptocristalina. Otras texturas que pueden presentar son:
Su aplicación industrial suele ser limitada, debido sobre todo al escaso volumen que
presentan. Ocasionalmente pueden servir para la obtención de áridos, o, muy
excepcionalmente (cuando aparecen en grandes masas con escasa fracturación,
circunstancias ambas poco comunes en este tipo de roca), como roca ornamental.
Los minerales metálicos acompañan, como hemos visto, a las rocas intrusivas como
minerales minoritarios, en forma de óxidos o de sulfuros, fundamentalmente, que
cristalizan a la vez que el resto de componentes silicatados de la roca. En el detalle,
pertenecen a varios subtipos (ver figura):
Desde el punto de vista mineralógico están formados por sulfuros de hierro (pirita,
pirrotina), níquel (pentlandita), cobalto (cobaltina) y cobre (calcopirita, bornita), como
minerales más abundantes, a menudos acompañados también de magnetita. Como
elementos en trazas a menudo presentan contenidos interesantes en elementos del grupo
del platino, lo que aumenta el interés económico de estas mineralizaciones. A menudo
la segregación son es perfecta, por lo que suelen presentar ganga de los silicatos
formadores de la roca magmática.
Aparecen siempre en relación con rocas intrusivas máficas o ultramáficas, de tipo gabro
o peridotita. En unos casos encajan en la propia roca máfica, y en otros encajan en las
rocas del entorno, o en el propio contacto entre la roca intrusita y el encajante. Suelen
constituir bolsadas de volumen variable, alcanzando tonelajes que raramente superan el
millón de toneladas de todo uno.
Lecturas recomendadas
Evans, A.M. (1993) Ore Geology and Industrial Minerals. An Introduction. Third
Edition. Blackwell Science. 389 pg.
Gervilla. F.; Paniagua, A. (1992). Los yacimientos de cromo, níquel y elementos del
grupo del platino. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos
Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 241-274.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Nicolas, A. (1995). Las montañas bajo el mar: Expansión de los océanos y tectónica de
placas. Springer-Verlag. 200 pg.
Thorpe, R.S.; Brown, G.C. (1985). The field description of igneous rocks. Geological
Society of London. 154 pg.
Turner, F.J.; Verhhogen, J. (1978). Petrología ígnea y metamórfica. Ed. Omega. 726
pg.
Fenómenos volcánicos
El volcanismo es la manifestación en superficie de los procesos magmáticos. El
principal fenómeno volcánico es la erupción, es decir, la salida a la superficie del
planeta del magma Hay una gran variedad de factores que controlan la salida: unos son
propios de la composición del magma; otros son externos a la naturaleza del magma:
tipo de accidente por el que se produce la salida del magma, carácter subaéreo o
submarino de la erupción, etc. Todo ello condiciona la naturaleza del proceso eruptivo,
así como de las rocas que se forman durante éste.
Variabilidad composicional
El mayor o menor contenido en sílice (es decir, que el magma sea de tendencia
félsica o máfica) condiciona su viscosidad: los magmas félsicos son siempre más
viscosos que los máficos, debido a que en ellos se originan minerales de
estructura más compleja que en los básicos. A su vez, los magmas menos
viscosos suelen dar origen a erupciones tranquilas, con flujo de lava continuo,
no acompañado de emisiones violentas, mientras que los más viscosos suelen
dar lugar a erupciones mucho más violentas, debido a la dificultad del magma
para fluir produce interrupciones del flujo de la lava que se resuelven de forma
explosiva.
El contenido en volátiles también condiciona la violencia de las erupciones. Los
magmas ricos en volátiles dan origen a procesos eruptivos violentos, debido a
que su liberación provoca este tipo de fenómenos. Las rocas resultantes de estos
procesos suelen ser muy vesiculares, tipo pómez.
En función de todos estos factores, el volcanismo tiene lugar de formas muy diferentes,
que se clasifican de acuerdo con su semejanza con erupciones históricas:
Estructuras volcánicas
En los edificios volcánicos podemos encontrar toda una gama de estructuras, que
resultan características de determinados ambientes o procesos. Entre ellas podemos
destacar las siguientes:
En función de todas estas características, los materiales que se acumulan como resultado
de la actividad volcánica pueden ser de los siguientes tipos:
Cenizas volcánicas: son los piroclastos de grano más fino, de diámetro medio
inferior a 2 mm.
A su vez, los materiales piroclásticos pueden originarse como consecuencia de dos
mecanismos: por evolución de nubes ardientes (coladas u oleadas piroclásticas), o por
colapso de la columna eruptiva (piroclastos de caída). Los primeros suelen ser
masivos, a menudos soldados, finamente laminados, y de depositan preferentemente en
zonas de topografía deprimida, mientras que los segundos suelen ser materiales suelos,
caóticos, sin laminación clara, y se depositan en estratos perfectamente paralelos a la
topografía.
Toda la variedad de rocas descritas pueden tener aplicaciones industriales más o menos
importantes:
Los yacimientos de tipo Kuroko (o tipo Huelva, ya que la Faja Pirítica Ibérica es la
mayor concentración mundial de este tipo de mineralizaciones) son concentraciones
sedimentarias (o volcano-sedimentarias, como se denominan preferentemente) de
sulfuros polimetálicos, por lo general dominados por pirita, a la que suelen acompañar
otros como calcopirita, esfalerita y galena. Además es frecuente que contengan ciertos
valores de metales preciosos (Au, Ag) que añaden interés económico a su explotación
minera.
La mineralogía habitual de estos yacimientos incluye siempre pirita como fase más
abundante, acompañada por calcopirita, esfalerita, galena y barita. Es relativamente
frecuente la separación en cuerpos mineralizados con mineralogías diferenciadas: las
denominadas “black ores”, constituidas mayoritariamente por galena y esfalerita, junto
con barita subordinada, y las denominadas “yellow ores”, con pirita y calcopirita como
minerales fundamentales. A menudo el yeso y el azufre nativo forman parte más o
menos marginal de este complejo sistema. Como minerales minoritarios dentro de las
mineralizaciones principales podemos encontrar otros sulfuros afines, como pirrotina,
marcasita, arsenopirita, bornita, o metales nativos como oro y plata, siempre en
contenidos relativamente bajos (valores del orden de 10-20 gr/t). También son
frecuentes en el sistema los niveles de chert ferruginoso, que aparecen
interestratificados en la secuencia volcánica relacionada.
Es frecuente que estos yacimientos se encuentren fuertemente afectados por la
deformación tectónica: se forman en medios oceánicos, lo que implica que para que
lleguen a aflorar deben haber sido afectados por un proceso orogénico de cierta
intensidad.
Como ya hemos mencionado, además de los de tipo Kuroko existe un cierto número de
yacimientos, de naturaleza diversa, que distintos autores consideran relacionados con
volcanismo. Desde yacimientos de arcillas especiales, producto de alteraciones
específicas de rocas volcánicas (caso de las bentonitas de Cabo de Gata, Almería), hasta
yacimientos de sulfuros metálicos atípicos, como es el caso de los de cinabrio de
Almadén, o los de óxidos metálicos (Fe, Mn, entre otros) que frecuentemente se
encuentran intercalados en series con rocas volcánicas más o menos abundantes. De
entre estos tipos destacaremos los de mercurio de Almadén, las formaciones bandeadas
de hierro (BIF en la terminología anglosajona), y, por su singularidad, las coladas de
magnetita de la zona de El Laco (Chile), que constituyen un caso único de
mineralizaciones de origen volcánico directo.
Óxidos de Manganeso
Los óxidos de manganeso constituyen yacimientos de tipología muy variada, que van
desde tipologías epigenéticas, filonianas, a claramente singenéticas, estratoligadas. En el
caso de los yacimientos singenéticos, en algunos la relación con actividad magmática no
es evidente, por lo que se pueden considerar como yacimientos sedimentarios de
precipitación química (ver Tema 8). Pero en otros casos, sí hay una relación genética
clara entre yacimientos de esta naturaleza y actividad volcánica. Dos casos que se
pueden estudiar en España son los yacimientos de óxidos de manganeso de la Faja
Pirítica Ibérica (Huelva-Sevilla), y los de óxidos de Fe-Mn de la región volcánica de
Campos de Calatrava (Ciudad Real).
Lecturas recomendadas
Blake, S. (1997). Volcanic arcs. Course S339. The Open University. 97 pg.
Cas, R.A.F.; Wrigth, J.V. (1992). Volcanic successions (modern and ancient). Chapman
& Hall. 528 pg.
Evans, A.N. (1993). Ore geology and Industrial Minerales. An introduction (Third
Edition). Blackwell Science. 389 pg.
Frutos, J.; Oyarzun, J.; Shiga, Y.; Alfaro, G. The El Laco magnetite lava flow deposits,
Norther Chile: An up-to-date review and new data. In: Fontboté, L.; Amstutz, G.C.;
Cardozo, M.; Cedillo, E.; Frutos, J. (Eds.). Stratabound ore deposits in the Andes.
Springer Verlag. 681-690.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
McPhie, J.; Doyle, M.; Allen, R. (1993). Volcanic textures: a guide to the interpretation
of textures in volcanic rocks. CODES Key Centre Press, 196 pg.
Ohmoto, H.; Skinner, B.J. (Editores). (1983). The Kuroko and related volcanogenic
sulphide deposits. Economic Geology Publishing Co. (El Paso, Texas). 604 pg.
Oyarzun, R. (1982). Geology and geochemistry of the banded iron formations in the
Nahuelbuta mountains, Chile. Tesis Doctoral. Universidad de Leeds (Inglaterra). 226
pg.
Sierra, J. (1992). El yacimiento de Aznalcóllar (Sevilla). In: García Guinea, J.; Martínez
Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 1353-
1374.
Whitney, J.A.; Naldrett, A.J. (Eds). (1989). Ore deposition associated with magmas.
Reviews in Economic Geology, 4. 250 pg.
Pueden tener interés económico, debido a sus posibles altos contenidos en minerales
tipo gema (esmeraldas, aguamarinas, topacios, rubíes...), y minerales con contenidos en
elementos raros (Li, U, Th, Tierras Raras) y otros (Sn, W, F). También los minerales
comunes de estas rocas suelen tener interés económico, ya que tanto sus grandes
cristales de cuarzo pueden ser utilizados para el tallado de lentes, como los de
feldespato para la producción de cerámica, y los de mica para el aislamiento eléctrico.
Desde el punto de vista textural son rocas granudas de grano muy grueso: se han
descrito cristales de moscovita de hasta 10 m de longitud en estas rocas, y de feldespato
potásico de varios m3.
Las rocas (o yacimientos) neumatolíticas, son intermedias entre las pegmatitas y las
rocas hidrotermales. Son rocas de reemplazamiento metasomático, es decir, producto
del reemplazamiento a alta temperatura de una roca por otra, por disolución parcial de la
original, y depósito a partir de los fluidos mineralizantes. Las temperaturas
características de formación se sitúan entre 600 y 400ºC.
Por lo general constituyen masas irregulares en la zona de contacto entre las rocas
intrusivas y las encajantes. Su morfología es irregular, aunque se encuentra
condicionada por la zona de contacto entre ambas rocas (ver figura).
Su textura es característica de sistemas de reemplazamiento, con sustituciones
seudomórficas, diseminaciones irregulares, relleno de fracturillas, etc.
Yacimientos hidrotermales
Los yacimientos hidrotermales, comúnmente también conocidos como filonianos (vein
deposits), se clasifican según su temperatura de formación (que suele estar entre los 400
y los 100ºC), y en función de la mayor o menor proximidad a la roca ígnea de la que
derivan. No es una clasificación rigurosa, ya que no siempre es posible determinar con
exactitud la temperatura a la que se han formado, ni la distancia a la roca ígnea de la que
derivan, que puede no reconocerse, o puede ser difícil de establecer con precisión entre
varias próximas. Una clasificación más conveniente se basaría en su mineralogía, pero
ésta puede ser tan variada que invalida cualquier intento de clasificación sistemática en
este sentido.
De entre los distintos tipos de yacimientos hidrotermales, destacaremos dos tipos por su
importancia económica: los yacimientos de pórfidos cupríferos (+/- Mo) y los
epitermales de metales preciosos (Au , Ag). Tienen también su importancia, aunque
menor en la actualidad, las mineralizaciones filonianas de metales de base (Pb-Zn-Cu),
y de estaño-wolframio . También llegan a alcanzar considerable interés minero algunas
mineralizaciones de hierro de carácter hidrotermal asociadas a intrusiones, como pueden
ser las de Kiruna (Suecia) o las existentes en la denominada “Franja Ferrífera de Chile”.
Pórfidos cupríferos
Los pórfidos cupríferos son yacimientos de gran tonelaje (106-109 t) y bajas leyes de
cobre (0.2-c.2%Cu). Aparte del cobre estos yacimientos pueden presentar cantidades
variables de molibdeno y/o metales preciosos (Au+Ag), susceptibles de ser recuperados
económicamente. Se asocian a rocas intrusivas generalmente félsicas de composición
granodiorítica, aunque los pórfidos del Pacífico oriental (desarrollados en arcos de islas)
suelen asociarse a facies intermedias (intrusivos dioríticos). Presentan un modelo zonal
(figura 1) de alteración hidrotermal con un núcleo de alteración potásica (feldespato K,
biotita, que grada hacia fuera hacia una alteración fílica (= cuarzo-sericítica). En su zona
periférica encontramos facies argílicas (intermedia o avanzada) y propilítica (con
clorita, epidota, calcita). La secuencia de alteración (figura 2) es la siguiente: 1)
formación de las zonas de alteración potásica y propilítica; 2) desarrollo de la alteración
fílica (hacia fuera y arriba); y 3) formación de facies de alteración argílica en la parte
superior del sistema. Esta última puede ser avanzada, implicando la presencia de
minerales tales como caolinita y alunita. Se reconoce un solape temporal y espacial en
esta secuencia. De 1 a 3 la participación de aguas meteóricas en el sistema hidrotermal
es cada vez más importante. De hecho, la parte superior del sistema hidrotermal entra de
lleno en el campo epitermal (alteración argílica avanzada), y en la misma pueden
formarse mineralizaciones auríferas, en un ambiente más superficial (desde unos 2 Km.
de profundidad hasta la superficie).
Existen grandes provincias metalogénicas de pórfidos cupríferos, entre las que resaltan
las de la cadena andina (Chile - Perú principalmente, destacando el yacimiento de
Chuquicamata) y la del SO de los Estados Unidos. Dado que los pórfidos son de
emplazamiento somero (epizona), es raro encontrar yacimientos más antiguos que
mesozoicos, y de hecho, la mayoría de estos yacimientos son de edad cenozoica. La
razón es simple y radica en la efectividad de los procesos erosivos, que habrían
desmantelado los de mayor antigüedad.
Hasta ahora se han descrito los principales tipos de rocas y yacimientos que se originan
como consecuencia de la actividad tardimagmática. Además otros dos fenómenos que
pueden tener este mismo origen: las alteraciones de origen endógeno y las
manifestaciones de actividad tardimagmática más o menos reciente.
Este enlace te muestra algunas de las reacciones típicamente relacionadas con estos
procesos.
Berger, B.R.; Bethke, P.M. (Eds.) (1985). Geology and geochemistry of epithermal
systems. Reviews in Economic Geology, Society of Economic Geologists. Vol. 2. 298
pg.
Casquet, C. (1991). Skarns. In: Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.). Yacimientos minerales:
técnicas de estudio, tipos, evolución metalogénica, exploración. Ed. Centro de Estudios
Ramón Areces. 265-286.
Evans, A.M. (1995). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell
Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Ortega Huertas, M.; Fenoll Hach-Alí, P.; Garrote, A. (1992). Los yacimientos de
pegmatitas de Sierra Albarrana y otras áreas metamórficas del Norte de la provincia de
Córdoba. In : García Guinea, J.; Martínez Frías, J. (Coord.). Recursos Minerales de
España. Textos Universitarios, CSIC. 471-486.
Oyarzun, R.; Oyarzun, J. (1991). Pórfidos cupríferos . In: Lunar, R.; Oyarzun, R.
(Eds.). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos, evolución metalogénica,
exploración . Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 355-382.
Oyarzun R. (1992). Yacimientos de oro. In: García Guinea, J.; Martínez Frías, J.
(Coord.). Recursos Minerales de España. Textos Universitarios, CSIC. 829-848.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325
pg.
Sus caracteres estructurales y texturales pueden ser muy variados, mostrando formas
más o menos irregulares, que en unos casos ofrecen caracteres estéticos positivos,
mientras que en otros impiden totalmente la explotación minera. En especial, la
fracturación es el principal factor negativo para este tipo de aprovechamiento.
La serpentinita, por sus caracteres mecánicos (sobre todo, por su baja dureza) se agrupa
con los mármoles ("mármol verde"). Sus aplicaciones son similares: revestimientos,
elementos auxiliares (columnas, zócalos), etc.
Los neises son rocas que pueden formarse por distintos mecanismos, que se pueden
agrupar en dos: el metamorfismo de alto grado de rocas pelíticas, que da origen a los
denominados paraneises, y la deformación tectónica (por lo general acompañada de
metamorfismo) de rocas graníticas, que origina los denominados ortoneises. Estos
últimos son los que presentan mayores posibilidades industriales, por ser rocas
compactas y competentes, susceptibles incluso de pulimento.
Están formados mayoritariamente, al igual que los granitos, por cuarzo, feldespato
potásico, plagioclasa, mica (biotita a menudo acompañada de moscovita), como
minerales mayoritarios más comunes, que pueden estar acompañados de muchos otros
(granate, anfíbol, cordierierita), y de los accesorios comunes en este tipo de rocas
(apatito, esfena, circón, pirita).
Sus texturas y estructuras están dominadas por la presencia de una foliación o bandeado,
marcado por reorientación mecánica y/o recristalización de minerales laminares (micas),
por la granulación del cuarzo, y por la rotación de los granos de feldespato, que suelen
dar origen, por su mayor resistencia al aplastamiento, a formas ocelares (augen). El
resultado es el bandeado neísico típico, con alternancias claro-oscuras y nódulos claros,
de feldespato.
Los neises se agrupan con los granitos en cuanto a su explotación minera y aplicaciones
industriales. Como carácter específico, hay que señalar que el hecho de que sea una roca
bandeada afecta a su instalación en obra y a su aprovechamiento, que estarán
condicionados por este factor.
El metamorfismo origina otras muchas rocas, aparte de las descritas, en general sin
aplicación industrial directa. Sin embargo, en algunos casos estas rocas pueden contener
concentraciones de minerales de interés económico, susceptibles de extracción minera y
concentración. Algunos de los más significativos son: granate, corindón, grafito,
asbestos, nesosilicatos de aluminio (andalucita- sillimanita- distena).
Las aplicaciones del granate están relacionadas con sus propiedades de: dureza y
densidad relativamente altas, resistencia química, y no toxicidad, que permiten que
tenga cinco campos principales de aplicación: abrasivo para eliminación de óxidos
sobre superficies metálicas (decapar), revestimientos abrasivos, filtrado de aguas, corte
por chorro de agua, y pulido.
Sus aplicaciones más conocidas en la actualidad son las relacionadas con la fabricación
de objetos y elementos ligeros pero de alta resistencia, como material deportivo (esquís,
raquetas), o piezas de automoción (barras protectoras). También, como elemento
moderador en reactores nucleares, como aditivo lubricante, o en la fabricación de
carbono activado, entre otros usos.
Los principales países productores de grafito son China, Corea del Sur e India. En
España se explota o se ha explotado hasta fecha reciente en Gadamur y Puente del
Arzobispo (Toledo).
Los principales países productores de asbestos son Rusia, Canadá, Brasil y Zimbawue.
Como ya se ha indicado, su consumo a nivel mundial ha descendido debido a las
consideraciones sobre sus efectos sobre la salud.
Lecturas recomendadas
Bard, J.P. (1985). Microtexturas de rocas magmáticas y metamórficas. Masson. 181 pg.
Miyashiro, A. (1978). Metamorphism and metamorphic belts. George Allen & Unwin.
492 pg.
Oyarzun, R. (1982). Geology and geochemistry of the banded iron formations in the
Nahuelbuta mountains, Chile. Tesis Doctoral. Universidad de Leeds (Inglaterra). 226
pg.
Para ello dispone de una serie de herramientas y técnicas básicas, que son las que vamos
a sintetizar a continuación.
Metodología de la investigación minera
Como objetivos generales de cada una de estas etapas se pueden fijar los siguientes:
Para cumplir con cada uno de estos objetivos disponemos de una serie de herramientas,
unas para aplicar en campo y otras en gabinete.
Es una de las técnicas preliminares, de bajo coste, que puede llevarse a cabo en la propia
oficina, si bien en algunos casos supone ciertos desplazamientos, para localizar la
información en fuentes externas (bibliotecas, bases de datos…). Consiste básicamente
en recopilar toda la información disponible sobre el tipo de yacimiento prospectado
(características geológicas, volúmenes de reservas esperables, características
geométricas…), así como sobre la geología de la zona de estudio y de su historial
minero (tipo de explotaciones mineras que han existido, volumen de producciones,
causas del cierre de las explotaciones…). Toda esta información nos debe permitir
establecer el modelo concreto de yacimiento a prospectar y las condiciones bajo las que
debe llevarse a cabo el proceso de prospección.
En esta fase resulta muy útil contar con el apoyo de mapas metalogenéticos que
muestren no solo la localización (y tipología) de yacimientos, sino también las
relaciones entre ellos y su entorno. En este sentido, resulta muy útil la representación
gráfica en éstos de metalotectos o provincias metalogenéticas.
Teledetección
Geología
Dentro del término genérico de geología se engloban muchos apartados distintos del
trabajo de reconocimiento geológico de un área. La cartografía geológica (o elaboración
de un mapa geológico de la misma) incluye el levantamiento estratigráfico (conocer la
sucesión de materiales estratigráficos presentes en la zona), el estudio tectónico
(identificación de las estructuras tectónicas, como fallas, pliegues, que afectan a los
materiales de la zona), el estudio petrológico (correcta identificación de los distintos
tipos de rocas), hidrogeológico (identificación de acuíferos y de sus caracteres más
relevantes), etcétera. En cada caso tendrán mayor o menos importancia unos u otros, en
función del control concreto que presente la mineralización investigada.
Geoquímica
El coste de estas técnicas suele ser superior al de las de carácter geológico, ya que
implican un equipo de varias personas para la toma y preparación de las muestras, y el
coste de los análisis correspondientes. Por ello, se aplican cuando la geología ofrece ya
información que permite sospechar con fundamento la presencia de yacimientos.
Geofísica
Así, las diversas técnica aplicables y su campo de aplicación puede ser el siguiente:
Calicatas
Sondeos mecánicos
Los sondeos son una herramienta vital la investigación minera, que nos permite
confirmar o desmentir nuestras interpretaciones, ya que esta técnica permite obtener
muestras del subsuelo a profundidades variables. Su principal problema deriva de su
representatividad, pues no hay que olvidar que estas muestras constituyen, en el mejor
de los casos (sondeos con recuperación de testigo continuo) un cilindro de roca de
algunos centímetros de diámetro, que puede no haberse recuperado completamente (ha
podido haber pérdidas durante la perforación o la extracción), y que puede haber
cortado la mineralización en un punto excepcionalmente pobre o excepcionalmente rico.
No obstante, son la información más valiosa de que se dispone sobre la mineralización
mientras no se llegue hasta ella mediante labores mineras.
Los sondeos mecánicos son un mundo muy complejo, en el que existe toda una gama de
posibilidades, tanto en cuanto al método de perforación (percusión, rotación,
rotopercusión), como en lo que se refiere al diámetro de trabajo (desde diámetros
métricos a milimétricos), en cuanto al rango de profundidades alcanzables (que puede
llegar a ser de miles de metros en los sondeos petrolíferos), en cuanto al sistema de
extracción del material cortado (recuperación de testigo continuo, arrastre por el agua de
perforación, o por aire comprimido). Todo ello hace que la realización de sondeos
mecánicos sea una etapa especialmente importante dentro del proceso de investigación
minera, y requiera la toma de decisiones más detallada y problemática.
Interpretación de resultados
A la vista de los hasta ahora expuesto, el proceso de exploración minera consiste en una
toma de datos continua que hay que ir interpretando sobre la marcha, de forma que cada
decisión que se tome de seguir o no con las etapas siguientes esté fundamentada en unos
datos que apoyan o no a nuestra interpretación preliminar.
En definitiva, la interpretación de los resultados debe ser muy detallada, y debe buscar
las coincidencias que supongan un apoyo a nuestras ideas, pero también las no
coincidencias, que debe analizarse de forma especialmente cuidadosa, buscando la o las
explicaciones alternativas que puedan suponer la confirmación o el desmentido de
nuestras interpretaciones, sin olvidar que al final los sondeos confirmarán o no éstas de
forma casi definitiva.
Lecturas recomendadas
Annels, A.E. (1991). Mineral deposit evaluation: A practical approach. Chapman &
Hall. 436 pg.
Evans, A.N. (1995). Introduction to mineral exploration. Blackwell Science. 396 pg.
Gunn, A.G.; Plant, J.A. (1998). Multidataset analysis for the developpment of gold
exploration models in western Europe. British Geological Survey. 143 pg.
Peters, W.C. (1978). Exploration and mining geology. Willey. 696 pg.
Stone, J.G.; Dunn, P.G. (1994). Ore reserves estimates in the real world. Society of
Economic Geologits, Sp. Publication 3. 150 pg.
Lecturas recomendadas
Annels, A.E. (1991). Mineral deposit evaluation: A practical approach. Chapman &
Hall. 436 pg.
Hagel, E. (1991). Minería del oro. GEA, Serie Monografías y Textos, nº 1. 227 pg.
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