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TEMA 1 NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA:

DEFINICIÓN, DELIMITACIÓN Y METODOLOGÍA

1. Introducción
Cada año en España cerca de un cuarto de millón de personas sufre una lesión
neurológica. Estas lesiones, que pueden ser de gravedad variable y diferente etiología por
orden de frecuencia, accidentes vasculares cerebrales (AVC), traumatismos craneoencefálicos
(TCE), tumores..., provocan con frecuencia déficits en las funciones cognitivas, de forma
que la percepción, el lenguaje, la memoria, etc. pueden verse afectadas. Desde el punto de
vista humano la primera preocupación con estas personas es conocer las implicaciones que
para su actividad diaria van a tener estos déficits, sin embargo, estas personas también tienen
un interés específico para la ciencia. La neuropsicología, por ejemplo, lleva más de un siglo
estudiando a estos sujetos como medio para obtener información sobre la localización de las
funciones mentales en el cerebro; otra rama de la psicología mucho más reciente, la
neuropsicología cognitiva, considera que el estudio de estos sujetos puede proporcionarnos
importante información acerca de la naturaleza y organización de los procesos mentales (es
decir, cómo se organizan los sistemas mentales entre sí, no cómo se organizan en el cerebro).
El objetivo principal de la neuropsicología cognitiva es: evaluar y/o desarrollar modelos
sobre el funcionamiento cognitivo normal, a partir del estudio de sujetos con alteraciones
cognitivas provocadas por lesiones neurológicas, los modelos desarrollados a su vez deben
servir para explicar la conducta de los sujetos lesionados.
Con tal definición queda claro dónde debemos situar el origen de la neuropsicología
cognitiva, y cuál es el grado de dependencia (en el nivel conceptual y metodológico) que ésta
tiene de la psicología cognitiva experimental. Por esta última entendemos la ciencia que se
dedica al estudio de los procesos mentales implicados en la percepción, la atención, la
memoria, el lenguaje, el aprendizaje, la solución de problemas, o el pensamiento (Eysenck,
1990), a través del desarrollo de experimentos que tienen como objetivo la verificación de
hipótesis.
El presente tema puede dividirse en dos bloques, en el primero definiremos la
neuropsicología cognitiva, señalaremos sus orígenes y las relaciones que mantiene con
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disciplinas afines como la neuropsicología; nos acercaremos a los supuestos teóricos de los
que ésta parte; analizaremos el papel del conexionismo en la neuropsicología cognitiva;
finalizaremos con unos comentarios acerca de la aplicación de la metodología propia de esta
disciplina en el marco del desarrollo. En el segundo bloque nos centraremos en cuestiones de
índole metodológico, analizaremos las herramientas de las que se vale la neuropsicología
cognitiva para extraer conclusiones teóricas sobre los casos y abordaremos la discusión entre
los partidarios de los estudios de grupo y los defensores de los estudios de caso único.

2. Los orígenes de la neuropsicología cognitiva


Al enfocar los orígenes de la neuropsicología cognitiva, suele ser cita clásica en algunos
manuales de neuropsicología cognitiva la referencia al trabajo de los frenólogos (s. XVIII y
XIX), y sobre todo a los diagramas propuestos a finales del siglo XIX por autores como
Broca, Wernicke y Lichteim (Coltheart, y Langdon, 1998; Graves, 1997; Parkin, 1996;
Shallice, 1988), quienes aunque fundamentalmente interesados en la localización cerebral de
los déficits propusieron rudimentarios esquemas de funcionamiento mental. Aunque no cabe
duda de que tales diagramas constituyen una primera aproximación a la realización de
modelos de procesamiento de la información, es necesario dejar claro que tales trabajos
constituyen acercamientos muy simples al estudio de los procesos mentales. Como señala
Vallar (1999) los modelos del S. XIX son anatómico-clínicos en sentido estricto, aquellas
funciones que se localizan se corresponden de forma fija con una región cerebral, siendo éste
el objetivo explícito del modelo. Por el contrario, en la neuropsicología cognitiva los modelos
no hacen ningún compromiso explícito con la localización cerebral, y así lo pone de
manifiesto el editorial de la revista Cognitive Neuropsychology al exponer en su primera
edición los objetivos de la neuropsicología cognitiva: ‘conocer como trabaja la mente’
(Cognitive Neuropsychology 1, Editorial, p.1, 1984). Aunque, actualmente la neuropsicología
aprovecha todas las fuentes de información posibles, incluida la que proporciona la
localización de la lesión o de las áreas implicadas en determinados procesos (obtenidas con
técnicas de neuroimagen), la diferencia es que el foco de la atención de la neuropsicología
cognitiva está en los procesos cognitivos.
Aunque los trabajos de los frenólogos y de los ‘realizadores de diagramas’, pudieran
considerarse antecedentes de la neuropsicología cognitiva, en realidad sólo los de estos
últimos estudios se encontraban en la mente de algunos de los psicólogos que a finales de los
60 comienzan a hacer neuropsicología cognitiva.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 3

La neuropsicología cognitiva tiene su origen gracias al encuentro entre dos áreas: por un
lado la propia psicología cognitiva que buscaba cómo validar sus modelos y encuentra en los
sujetos lesionados una piedra de toque; por otro lado la “neuropsicología clásica” que busca
una descripción de las conductas de los sujetos lesionados en base a criterios conductuales
más precisos, y que los encuentra en la psicología cognitiva.
Establecer un origen exacto y concreto para el inicio de la neuropsicología cognitiva tal y
como la hemos concebido no constituye una tarea fácil. Algunos autores señalan que la
neuropsicología cognitiva tiene su origen en el campo del lenguaje, concretamente en un
estudio de Marshall y Newcombe del año 1966 acerca de las alteraciones de la lectura
realizados con sujetos que habían resultado dañados por la caída de un misil (cit. Ellis y
Young, 1988). En este trabajo y, en el desarrollado años más tarde (ver Marshall y
Newcombe, 1973), se hace un análisis de los datos diferente al propuesto desde la
“neuropsicología clásica”, aquella que estudia la localización de las funciones mentales a
través del estudio de las lesiones. No se clasifica a los sujetos conforme a síndromes clínicos,
sino que se relacionan sus errores con el modelo de logogen propuesto por Morton en el
marco de la psicología cognitiva en 1969. Aunque el impacto de estos dos estudios
inicialmente fue escaso, sirvió para descartar el modelo de la ruta única en la lectura de
palabras vigente en ese momento para el procesamiento de los sujetos sanos, llamando la
atención sobre la necesidad de que los modelos cognitivos fueran capaces de explicar no sólo
las dificultades de los sujetos sanos sino también la de los lesionados. Su trabajo hizo
explícita la forma en la que los patrones de los sujetos lesionados podían constituir una prueba
de fuego para los modelos de procesamiento normal. Este parece ser el primer caso en el que
la filosofía de la neuropsicología cognitiva se muestra en toda su potencialidad: el estudio de
un sujeto con lesión cerebral sirve para el desarrollo y/o perfeccionamiento de un modelo de
procesamiento general.
Aunque la localización temporal del inicio de la neuropsicología cognitiva no es una
cuestión de excesiva importancia, debemos señalar que no todos los autores coinciden en
considerar el trabajo de Marshall y Newcombe como el pionero. Saffran (2000) considera que
la conferencia realizada en Oxford en 1977, casi diez años más tarde, para discutir la dislexia
profunda, es la que verdaderamente da comienzo al estudio experimental desde el enfoque de
la neuropsicología cognitiva. Esta autora parece, sin embargo, ignorar no sólo el trabajo de
Marshall y Newcombe, sino también la existencia de publicaciones anteriores en campos
como el de la memoria (Baddeley y Warrington, 1970; Shallice y Warrington, 1970 cit.
Baddeley, 1997), donde el estudio del síndrome amnésico se había convertido ya en una
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herramienta clave para establecer diferencias funcionales entre la memoria a corto plazo y la
memoria a largo plazo.
En cualquier caso, no es hasta el inicio de los años 80 cuando se empieza a constituir la
neuropsicología cognitiva como disciplina. Es en estos años cuando surgen las primeras
publicaciones específicas, Cognitive Neuropsychology publicado en 1984 por Taylor &
Francis, y cuando más fuerte es el debate sobre los supuestos teóricos y prácticos de la
neuropsicología cognitiva (Caramazza, 1984; Caramazza, 1986; Shallice, 1988; Ellis y
Young, 1988).

3. La neuropsicología cognitiva: Definición y delimitación


Definir la neuropsicología cognitiva parece, en principio, una tarea sencilla, Coltheart
(2001, p. 3) lo hace en 10 palabras:

“la neuropsicología cognitiva es una rama de la psicología cognitiva”

Desde el punto de vista de este autor, la neuropsicología cognitiva es otra forma de hacer
psicología cognitiva en la que para confirmar o falsar teorías sobre la cognición se obtienen
datos de un tipo especial de población, sujetos que sufren una alteración cognitiva fruto de
una lesión neurológica.
Una definición más formal y un poco más amplia de la neuropsicología cognitiva, la
encontramos en uno de los primeros manuales sobre la disciplina elaborado por Ellis y Young
(1988). Estos autores consideran que la mejor forma de caracterizarla es hacerlo por sus
objetivos, así, podemos considerar que la neuropsicología cognitiva como disciplina:

...trata de desarrollar teorías sobre el funcionamiento cognitivo normal intacto, que


también sean capaces de explicar los distintos patrones de alteraciones que es posible
observar en pacientes neurológicos (p. 22), es decir, intenta proporcionar una explicación
de los síntomas (conductas) de los sujetos con lesiones cerebrales en términos de la
afectación de los procesos psicológicos normales (p. 3) (Ellis & Young, 1988).

En el intento de construir modelos de procesamiento capaces de explicar la conducta


normal y alterada en términos de sus procesos mentales subyacentes la neuropsicología
cognitiva se caracteriza por utilizar tres fuentes de información (con mayor énfasis en las dos
primeras) (Coltheart, Bates y Castles, 1994):
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 5

a) El uso de modelos cognitivos de procesamiento normal para interpretar los déficits


cognitivos que la lesión cerebral ha causado.
b) El uso de datos recogidos en investigaciones conductuales sobre sujetos que sufren
tales déficits para comprobar la capacidad explicativa de los modelos de
procesamiento normal.
c) El empleo de información sobre las características neurológicas de la lesión cerebral.

En realidad la neuropsicología cognitiva no es la única disciplina que hace uso de estas


fuentes de información, lo que ha llevado y sigue llevando a confusión a muchos alumnos y a
no pocos compañeros de profesión acerca de qué constituye neuropsicología cognitiva y que
no. La delimitación del campo de estudio de la neuropsicología cognitiva en relación con el
de otras disciplinas como la neuropsicología no viene por la población objeto de estudio,
lesionados cerebrales, sino por el objetivo teórico y, consecuentemente, el modo en el que se
utiliza la información que estos sujetos aportan.
Disciplinas cercanas a la neuropsicología cognitiva como puede ser la neuropsicología,
tienen objetivos más o menos delimitados: establecer relaciones entre áreas cerebrales y
conductas (Rizzolatti y Pizzamiglio, 1999), tarea en la que el estudio de los pacientes con
lesiones neurológicas era hasta el advenimiento de los estudios de imágenes cerebrales la
principal fuente de información. Por el contrario, la neuropsicología cognitiva, como ya
hemos señalado, tiene como objetivo validar modelos teóricos del funcionamiento mental, a
partir del estudio de sujetos lesionados. Es decir, mientras desde la neuropsicología se tratan
de explicar los déficits conductuales a partir de las zonas y las vías nerviosas lesionadas dando
lugar a modelos anatómicos de las funciones mentales, desde la neuropsicología cognitiva se
intenta explicar el funcionamiento cognitivo de individuos con lesiones cerebrales, a partir de
las alteraciones que las lesiones provocan en el procesamiento y utilizar tal información para
mejorar los modelos funcionales de procesamiento (ver figura 1.1).
Dirigidas por su objetivo, disciplinas como la neuropsicología tradicionalmente han
concedido poco interés a los modelos cognitivos que tratan de explicar la conducta del sujeto.
La descripción de las conductas y las hipótesis anatómicas acerca de éstas en la
“neuropsicología clásica” se han caracterizado por un análisis “grueso” de la conducta
(Humphreys y Price, 2001) como evidencia el uso de términos generales como “lenguaje
expresivo” para definir a una actividad compleja como la producción del lenguaje. En la
actualidad, sin embargo, hay que reconocer que la mayor finura de las descripciones
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conductuales de la psicología cognitiva, en comparación con las descripciones conductuales


de la neuropsicología, está guiando el trabajo de muchos neuropsicólogos (Robertson y
Schendel, 2000). Aunque esto puede aumentar la confusión entre disciplinas, la finalidad
teórica del estudio no deja lugar a dudas acerca de si nos encontramos ante estudios
neuropsicológicos (localización de las estructuras cerebrales implicadas en diferentes
conductas para desarrollar modelos anatómicos del comportamiento) o frente a un enfoque
neuropsicológico-cognitivo (estudio de pacientes lesionados, para interpretar sus déficits en
términos cognitivos y evaluar modelos de la cognición).

PSICOLOGÍA COGNITIVA

MODELOS COGNITIVOS  CONDUCTA SUJETOS SANOS

NEUROPSICOLOGÍA

MODELOS ANATÓMICOS  CONDUCTA SUJETOS LESIONADOS

NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA

MODELOS COGNITIVOS  CONDUCTA SUJETOS LESIONADOS

Figura 1.1. Relaciones entre los niveles de estudio y descripción de la psicología cognitiva,
neuropsicología y neuropsicología cognitiva.

La neuropsicología cognitiva para la consecución de sus objetivos, es altamente


dependiente del marco teórico y experimental que proporciona la psicología cognitiva. Así,
de ésta toma prestados los modelos teóricos y la referencia a las conductas del sujeto para el
desarrollo de modelos de procesamiento. En la neuropsicología cognitiva se pone el acento en
el modelo de procesamiento y en la conducta del sujeto lesionado, siendo de interés limitado
la naturaleza de la alteración cerebral y su localización. Es decir, dado que lo que se quiere
estudiar son los procesos mentales, al estudio del funcionamiento neurológico del sujeto
lesionado se le va a dar menor importancia, pues no proporciona excesiva información sobre
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 7

el nivel explicativo deseado (el cognitivo). No se niega que el origen de los problemas del
sujeto sea la lesión en una determinada zona, sería absurdo negar eso, lo que se pretende es
ver si los distintos modelos que desde la psicología cognitiva normal se postulan pueden
explicar también la conducta anormal, y si no es así, cambiarlos.
A pesar de que el nivel explicativo de la neuropsicología y de la neuropsicología cognitiva
es diferente, uno es preferentemente de tipo biológico, el otro de tipo cognitivo, suele ser
común confundir los campos de estudio de ambas disciplinas. Con el objetivo de evitar
confusiones, creemos que observar el análisis y las conclusiones que de la descripción de un
caso realizan la neuropsicología y de la neuropsicología cognitiva puede ser muy útil.
Veámoslo en relación con la descripción de uno de nuestros pacientes.

El caso del Señor D


El señor D era un hombre de 48 años con estudios superiores, que después de un
accidente cerebral vascular tenía grandes dificultades en el habla. Sus intentos de
conversar estaban alterados por el hecho de que no podía evocar muchas de las palabras
que antes habían formado parte de su vocabulario habitual y cotidiano. La causa de la
anomia (término que designa este trastorno) del señor D fue la falta de riego en algunas
zonas del hemisferio izquierdo de su cerebro. Mientras que la mayoría de la gente a
veces se encuentra en la situación de tener una palabra “en la punta de la lengua” y ser
temporalmente incapaz de recordarla, D parecía verse atrapado en tal estado con
demasiada frecuencia, ya que los problemas que tenía para evocar palabras afectaban a
vocablos comunes como “zapatilla”, “llave”, y “elefante”. Él sabía perfectamente lo
que eran tales objetos y lo que se podía hacer con ellos, pero con frecuencia era incapaz
de recordar sus nombres. Su comprensión del lenguaje oral y escrito era buena, podía
incluso leer en voz alta las palabras que no era capaz de decir cuando se le presentaba a
dibujo (García-Orza, Madrazo, Viñals y Vega, 2002).

Un caso como el del Señor D, pero también el de cualquier paciente afectado por una
lesión cerebral (por accidente vascular, traumatismo, tumor, infección, etc.), puede ser
descrito de forma similar, y, sin embargo, ser interpretado desde distintos planos de
explicación.
Así, la neuropsicología diría del Señor D: los déficits conductuales están provocados por
las lesiones isquémicas fruto del accidente cerebrovascular en el hemisferio izquierdo,
concretamente en áreas de las arterias cerebrales posterior y media, siendo más intensa la
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lesión en áreas temporoparietales. Dado que los déficits conductuales se limitan a la expresión
verbal, como indican sus problemas fundamentalmente en la denominación de palabras, lo
que se denomina anomia y caracteriza a un síndrome conocido como afasia anómica, se puede
inferir que el área lesionada es la responsable de tales funciones verbales, confirmando así un
modelo anatómico sobre las funciones expresivas lingüísticas, según el cual la denominación
implica la activación de tales áreas.
Desde su particular enfoque, la neuropsicología cognitiva requiere un análisis más fino
de la conducta amén de sacar otras conclusiones de la descripción del sujeto. La conducta se
evalúa teniendo como referencia un modelo de producción de palabras compuesto por
distintos sistemas, procediéndose a la evaluación de cada uno de ellos con determinadas tareas
(e.g., denominación de palabras escritas, dibujos, definiciones, repetición de palabras,
clasificación categorial...) y a través del análisis de sus errores. Sus déficits en la producción
de palabras, anomia, están causados por un déficit (provocado evidentemente por la
afectación de ciertas áreas cerebrales) en el proceso de producción de palabras.
Específicamente hay un déficit en la activación de las palabras en el léxico de output
fonológico, que es lo que le impide la recuperación de las palabras. Este déficit se produce en
ausencia de problemas en el nivel semántico, pues el sujeto demuestra conocimiento sobre los
objetos que pretende denominar, y en ausencia de problemas en la selección de los fonemas,
como indica su capacidad para la lectura y la repetición.

4. Supuestos de la neuropsicología cognitiva


La lógica de la neuropsicología cognitiva es que el estudio de los sistemas alterados puede
permitir un mejor conocimiento de la estructura del sistema cognitivo normal. De otra forma, se
considera que las lesiones neurológicas pueden provocar alteraciones cognitivas más o menos
selectivas y a partir de éstas podemos sacar conclusiones acerca del procesamiento normal. Sin
embargo, para que esta afirmación sea correcta debe darse por hecho el cumplimiento de algunos
supuestos. Estos son: que los sistemas de procesamiento funcionen de manera más o menos
independiente (modularidad funcional) y que a nivel anatómico haya cierta localización de
funciones (modularidad anatómica), de esta manera la lesión cerebral pueda provocar la
alteración de una parte concreta del sistema cognitivo; que haya cierta uniformidad en la
arquitectura funcional de los sujetos, de esta forma se pueden extrapolar los resultados con los
sujetos lesionados a la población normal; y por último, que no se desarrollen tras la lesión nuevas
funciones (sustractividad). Si podemos conferir estas propiedades al sistema cerebral y cognitivo
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 9

humano se puede asegurar la transparencia de la neuropsicología cognitiva como empresa, es


decir, que su estudio nos lleve a conclusiones válidas sobre la naturaleza del sistema cognitivo.
La viabilidad de la neuropsicología cognitiva, sin embargo, ha sido puesto en duda por
diversos autores (e.g., Müller, 1996) usando un argumento que se puede explicitar de la siguiente
manera: podemos describir las partes físicas de un coche y sus partes en términos funcionales,
pero no tenemos garantía, primero, de que existan tales partes delimitadas, y luego de existir, de
que ambas partes se solapen nítidamente, es decir, que haya una pieza física delimitada a la que
le corresponda una función concreta o una función concreta que se corresponda con una pieza
física. Es más no hay garantía de que todos los coches sean iguales y que lo que observemos en
uno sea aplicable a otros. Similar visión de la neuropsicología cognitiva han manejado Ratcliff y
McKoon (1986, pp.312-313) en el marco del estudio de la memoria: “el método de la
neuropsicología cognitiva, obtener información sobre la naturaleza del sistema cognitivo a
partir del estudio de sujetos lesionados, no es más útil para el estudio de la memoria que lo
que serían los intentos de entender el funcionamiento de un ordenador a base de darle golpes
con un martillo”.
En estas condiciones parece que establecer inferencias sobre el funcionamiento cognitivo es
tarea arriesgada. Sin embargo, la práctica de la neuropsicología cognitiva parece desmontar estos
argumentos, por un lado parece consolidarse la idea de una cierta relación entre procesos y
estructuras cerebrales, por otro lado la uniformidad entre los sistemas (cerebrales y cognitivos)
de los individuos parecen ser lo más común, sobre estas suposiciones es viable el estudio de las
alteraciones de los procesos cognitivos.
En cualquier caso las críticas vertidas ponen en evidencia que la neuropsicología cognitiva
debe partir de ciertos supuestos o asunciones teóricas relacionadas con el funcionamiento del
sistema cognitivo y del sistema fisiológico que soporta a éste, el cerebro, para ser una
herramienta efectiva para la validación de los modelos de la psicología cognitiva. Aunque
existen leves variaciones de un autor a otro, clásicamente se consideran la modularidad
funcional, la localización anatómica, la uniformidad funcional, la sustractividad y la
transparencia, citadas arriba, los supuestos básicos de la neuropsicología cognitiva. En el
siguiente apartado veremos como la propia práctica de la neuropsicología cognitiva es la que
mejor ha puesto en evidencia que es suficiente con que tales supuestos se cumplan de manera
laxa para su funcionamiento.
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4.1. Modularidad Funcional


Los modelos que ofrece la psicología cognitiva suelen estar organizados en forma de
diagramas con cajas y flechas en los que tiene lugar algún tipo de procesamiento de la
información. Un ejemplo de esto es el modelo multialmacén de la memoria de Baddeley
(Baddeley y Hitch, 1974, cit. Baddeley, 1986) que aparece en la figura 1.2.
Sin embargo, en el marco de la psicología cognitiva cuando oímos el término modularidad
todos pensamos en la modularidad tal y como es caracterizada por Fodor (1983), y hay que dejar
claro que la noción de modularidad que asume la neuropsicología cognitiva es más laxa. Basta
con hacer referencia sólo a algunas de las características que Fodor atribuye a los módulos, como
la especificidad neurológica, el encapsulamiento informativo y la especificidad de dominio, pero
además atenuadas (ver cuadro 1.1).

AGENDA
VISOESPACIAL

MEMORIA EJECUTIVO MEMORIA


SENSORIAL CENTRAL A LARGO
PLAZO

BUCLE
FONOARTICULATORIO

Figura 1.2. Modelo multialmacén de la memoria de Baddeley (1986).

Si cada módulo funciona con cierta independencia uno de otro (encapsulamiento


informativo), cada sistema sólo atiende a determinado tipo de estímulos (especificidad de
dominio), y posee sus propios circuitos neuronales localizados en zonas más o menos concretas
(especificidad neurológica), la lesión de una determinada zona cerebral puede afectar de forma
selectiva a determinadas funciones cognitivas dejando a las otras funcionando normalmente. Tal
organización mental y cerebral permitirá la descomposición del sistema cognitivo, lo que se
conoce como Fraccionabilidad (Caramazza, 1984).
Una buena prueba de que la psicología cognitiva en general, y la neuropsicología cognitiva
en particular, no han seguido la concepción de Fodor sobre los módulos podemos ejemplificarlo
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 11

con el modelo de memoria operativa de la figura 1.2. En él existen diferentes sistemas algunos de
los cuales se consideran altamente modulares (la agenda viso-espacial y el bucle
fonoarticulatorio) y otros no (el ejecutivo central). El ejecutivo central se considera, de hecho, un
sistema no modular, es decir, capaz de interactuar con diferentes sistemas y de utilizar distintos
tipos de información, contrariamente a las propiedades de especificidad de dominio y
encapsulamiento informativo. Pues bien, incluso en el estudio del ejecutivo central la
neuropsicología cognitiva ha aportado información relevante que sugiere que el funcionamiento
del ejecutivo central, en principio calificable como no modular, podría seguir una cierta
organización modular.

PROPIEDADES BÁSICAS DE LOS MÓDULOS PROPIEDADES BÁSICAS DE LOS MÓDULOS


según la neuropsicología cognitiva según Fodor (1983)

Especificidad neurológica Especificidad neurológica


Encapsulamiento informativo Encapsulamiento informativo
Especificidad de dominio Especificidad de dominio
Innatismo
Autónomos (automáticos)
Rápidos
No ligados…

Cuadro 1.1. La modularidad en la neuropsicología cognitiva

4.2. Modularidad Anatómica


Este supuesto también conocido como de especificidad neurológica (e.g., Parkin, 1996) hace
referencia al supuesto de que las funciones mentales están más o menos localizadas en zonas
concretas del cerebro. La cuestión de la localización de las funciones mentales en el cerebro es
una cuestión tradicional en neuropsicología. Frente a la defensa de la localización hecha por los
‘realizadores de diagramas’ se erigió la de autores, como Lashley, favorables a la
equipotencialidad: la idea de que las regiones cerebrales son funcionalmente equivalentes, y que
el funcionamiento del cerebro en conjunto es el que da lugar a las funciones mentales (Rizzolatti
y Pizzamiglio, 1999). La ausencia de modularidad anatómica haría harto difícil que las lesiones
neurológicas dieran lugar a la alteración de un único proceso cognitivo. Si las funciones mentales
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no están mas o menos localizadas en regiones cerebrales será imposible que se manifieste la
modularidad funcional en la conducta de los sujetos (Coltheart, 2001). Los estudios con sujetos
lesionados así como el advenimiento de las técnicas de neuroimagen han venido a confirmar la
idea de una cierta localización y especialización de las estructuras cerebrales. Aunque el cerebro
es sensible a las experiencias de los sujetos en los primeros años, por ejemplo, se ha visto como
áreas consideradas clásicamente auditivas son colonizadas por funciones visuales en sujetos con
sordera congénita (Hickok, Klima y Bellugi, 1996); hay que señalar que el supuesto de
modularidad anatómica parece confirmado experimentalmente, con lo que se garantiza la
existencia de lesiones selectivas que puedan dar lugar a la alteración selectiva de sistemas de
procesamiento concretos, facilitando su identificación.

4.3. Uniformidad de la arquitectura funcional


La neuropsicología cognitiva necesita suponer que la organización de las funciones
cognitivas es similar en todos los sujetos, pues de no ser así, no podrían realizarse inferencias
sobre el funcionamiento normal a partir del de unos pocos sujetos. De no darse este supuesto
(introducido por Caramazza (1986) como supuesto de la universalidad), primero, no sabríamos
hasta que punto los sujetos lesionados observados podían considerarse estándar antes de la lesión
como para permitir una cierta generalización, y segundo, porque en el caso de no ser uniforme la
arquitectura funcional de los sujetos, el propio concepto de estándar no existiría. Evidentemente
la existencia de la uniformidad de la arquitectura funcional es un supuesto no solo de la
neuropsicología cognitiva sino compartido también con la psicología cognitiva, y de las
investigaciones de ésta con población sana parece que se puede garantizar su cumplimiento. En
cualquier caso, luego volveremos sobre esta cuestión para abordarla desde un punto de vista
metodológico, cuando tratemos el problema de la generalización de los resultados en la
neuropsicología cognitiva.

4.4. Sustractividad
Este supuesto conecta directamente con el supuesto de modularidad debatido anteriormente,
la alteración de un sistema no debe alterar el funcionamiento de los demás. Se defiende que el
patrón de conductas de un sujeto lesionado debe mostrar el funcionamiento de todo el sistema
cognitivo salvo el de los sistemas que se encuentran lesionados (ver figura 1.3) (Saffran, 1982
cit. Ellis y Young, 1988). Esto implica, como hemos señalado anteriormente, que no haya
excesiva interactividad (ver más arriba), y por otro lado que en caso de lesión el sistema no
desarrolle nuevos módulos o conexiones.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 13

La sustractividad está ligada también a la posibilidad de que aparezcan estrategias


compensatorias, habiendo sido argumentado que la aparición de éstas supondría un problema
para la neuropsicología cognitiva. En relación con esta afirmación hay que señalar que si bien
pueden dificultar el proceso de identificación de sistemas, la existencia de estrategias
compensatorias suele ser fruto de un uso diferente de la arquitectura cognitiva del sujeto más que
el surgimiento de nuevos módulos, y un adecuado análisis de la conducta así suele revelarlo. Un
ejemplo, de estrategias compensatorias es descrito por Humphreys y Riddoch (1987) al analizar
la conducta del paciente HJA, un paciente con agnosia aperceptiva que sin embargo era capaz de
copiar con precisión dibujos complejos. Aunque tal capacidad es normalmente incompatible con
un déficit perceptivo, la alteración que parece sufrir este sujeto, el procedimiento por el que llegó
a tal dibujo (necesitó 6 horas para la copia, en ausencia de problemas motores) indica que no se
está empleando el procedimiento habitual. Ahora bien, el uso de un procedimiento no-habitual
no implica que el sujeto haya desarrollado nuevas capacidades o módulos, seguramente se esté
apoyando en sus capacidades residuales.
Algo parecido es lo que ocurre en la alexia pura o lectura letra a letra. En esta alteración los
sujetos realizan la lectura sólo si antes han deletreado cada una de las letras de la palabra. Estos
sujetos no han desarrollado un módulo nuevo, simplemente están usando la habilidad que
tenemos todos para el deletreo como herramienta para la lectura.

SUSTRACTIVIDAD

SUJETO LESIONADO = SIST. COGNITIVO NORMAL - SIST. ALTERADOS

Figura 1.3. El supuesto de sustractividad

En párrafos anteriores hemos señalado que el cumplimiento del supuesto de sustractividad


está directamente ligado a la existencia de cierta modularidad. Sin embargo, podemos estar ante
un modelo estrictamente modular y producirse violaciones de este supuesto.
Otro de los problemas con el que se tiene que enfrentar el supuesto de sustractividad es el de
la organización jerárquica de los sistemas cognitivos. La existencia de jerarquía en los procesos,
puede llevar a error en el proceso final (e.g., recuerdo de palabras) y conducirnos al
establecimiento de inferencias inadecuadas (creer que está alterada la memoria verbal), de ahí la
necesidad de partir de hipótesis concretas y de utilizar datos complementarios para la realización
de las inferencias. Si se lesiona un proceso inicial debe tenerse una buena hipótesis acerca del
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funcionamiento del sistema, pues la existencia de jerarquía, puede llevarnos a confusión acerca
de cuál es la alteración que se da en el sistema.

4.5. Transparencia
El término de este supuesto de la neuropsicología cognitiva según Caramazza (1986) es
que el sistema cognitivo de un paciente lesionado es fundamentalmente el mismo que el de un
sujeto normal, exceptuando una modificación local, esta descripción nos remite al término de
sustractividad recientemente comentado. Sin embargo, la definición ha evolucionado hacia un
término general (Caramazza, 1992) que especifica simplemente que el patrón de realizaciones de
un paciente debe proporcionarnos una indicación, normalmente compleja, acerca de la naturaleza
de la alteración subyacente. Esta asunción bien puede considerarse más que como un supuesto de
la neuropsicología cognitiva como una consecuencia que emerge de las demás condiciones
(modularidad funcional y anatómica, uniformidad de la arquitectura funcional y sustractividad),
consecuencia que además está ligada directamente a la viabilidad de la neuropsicología cognitiva
como disciplina, pues en caso de no haber transparencia la empresa de la neuropsicología
cognitiva sería inútil.
La mejor evidencia de que los supuestos de la neuropsicología cognitiva de una forma u otra
se cumplen y, de que, por tanto, la investigación en este campo es transparente, es como
argumenta Coltheart (2001), la propia práctica de la neuropsicología cognitiva. Si por ejemplo,
las funciones mentales no fueran relativamente independientes en su funcionamiento (específicas
de dominio) y no estuvieran más o menos localizadas en regiones concretas del cerebro
(especificidad neurológica), sería difícil encontrar sujetos con alteraciones cognitivas selectivas,
y el caso es que, tal y como muestra la literatura, no ocurre así. Por otra parte, si la arquitectura
funcional difiriera de forma sustancial de persona a persona hace tiempo que nos habríamos dado
cuenta, no solo desde el marco de la neuropsicología cognitiva sino desde el de la psicología
cognitiva. En relación con el supuesto de sustractividad, como hemos señalado, si no fuera
correcto también sería evidente: las inferencias que la neuropsicología cognitiva hace para la
mejora de los modelos de la conducta sana no serían válidas, y las evidencias proporcionadas por
la neuropsicología cognitiva en sus ya más de 30 años de existencia no sugieren esto.

4.6. A modo de conclusión


Para finalizar con la cuestión de los supuestos funcionales de la neuropsicología cognitiva,
queremos señalar que para su desarrollo esta disciplina lo único que precisa es que no haya ni
tanta interactividad ni tanta representación distribuida como para no poder identificar
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 15

componentes lesionados en el sistema. La existencia de los supuestos debe entenderse de forma


gradual, no absoluta; esto implica, que exista cierta modularidad (anatómica y funcional), lo que
permitiría la existencia de lesiones más o menos selectivas; cierta sustractividad, lo que facilitaría
la identificación de los sistemas alterados, y cierta uniformidad funcional, lo que permitiría su
extrapolación a un modelo normal de la cognición. El cumplimiento relativo de estos supuestos
permitiría la práctica de la neuropsicología cognitiva pues junto a un adecuado uso de los
métodos de la psicología cognitiva experimental podría garantizarse un nivel de transparencia
suficiente.
Con los supuestos de la neuropsicología cognitiva que hemos señalado, el lector puede
tener la impresión de que el objetivo de la neuropsicología cognitiva es simplemente
identificar los procesadores o módulos que componen el sistema de procesamiento humano.
Tal acercamiento sería a todas luces insuficiente, pues una adecuada explicación de los
procesos psicológicos exige que además de identificar sistemas se explicite qué es lo que
ocurre dentro de ellos. Por otra parte, hay que tener en cuenta que no todo el procesamiento es
modular, es muy probable que existan procesos que son interactivos (e.g., la integración de la
información para la comprensión final de un texto) y sistemas que son amodales (el ejecutivo
central), lo que sitúa el estudio por parte de la neuropsicología cognitiva en un posición algo
más compleja. Algunos autores (Farah, 1994) consideran incluso que la noción de
modularidad pudiera no ser ni siquiera necesaria para el desarrollo de la neuropsicología
cognitiva, esta postura ha surgido desde un enfoque conexionista de la neuropsicología
cognitiva, al que dedicaremos el próximo epígrafe.

5. El enfoque conexionista en la neuropsicología cognitiva


Casi de forma paralela al desarrollo de la neuropsicología cognitiva como un método
válido para el estudio en la psicología cognitiva, empieza a cobrar relevancia el enfoque
conexionista o de procesamiento distribuido en paralelo (PDP) (McClelland y Rummelhart,
1986). Este enfoque considera que la mente trabaja como un sistema de redes compuesto por
nodos o unidades y conexiones inhibitorias/excitatorias. En estos modelos no existen módulos
ni procesadores específicos, el procesamiento se produce por el paso de la información a
través de la red, el conocimiento está distribuido a lo largo de toda la red en forma de patrones
de activación, y la red se suele considerar organizada en diferentes capas altamente
interactivas: de entrada, salida e intermedias.
Una de las ventajas atribuidas al conexionismo lo constituye su parecido con los sistemas
neurológicos reales. Al igual que el cerebro, los sistemas conexionistas están compuesto de
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 16

pequeñas unidades interconectadas entre sí, que trabajan en paralelo, y a partir de las cuales
surgen conductas complejas. Sin embargo, es necesario señalar que la (mal llamada) metáfora
cerebral (Rummelhart, 1989) es simplemente una leve inspiración para el conexionismo.
Estos modelos ni se acercan a la extensión numérica de las estructuras cerebrales, ni siguen
algoritmos de aprendizaje biológicamente plausibles (caso de la regla delta). Además, en esta
inspiración se produce una mezcla de niveles que aporta poco más que confusión: la
estructura de red del cerebro corresponde a un nivel fisiológico, cuando para el conexionismo
la estructura reticular del sistema constituye una estructura funcional a nivel cognitivo.
El enfoque conexionista se caracteriza por el desarrollo de simulaciones de las conductas
de los sujetos a partir de las referidas redes. Estas redes implementadas en programas de
ordenador son expuestas a distintos estímulos de forma que aprenden (a partir de la variación
de los pesos de las conexiones entre las unidades) gracias a un algoritmo o regla determinado,
y son capaces de simular la conducta, por ejemplo, lectora de sujetos adultos (Seidenberg y
McClelland, 1989). Una de las ventajas de los modelos conexionistas es que, a diferencia de
los modelos cognitivos clásicos, permiten un funcionamiento gradual, no discreto. Así, en
caso de que se produzca algún pequeño daño en la red, el sistema pueda alterarse
parcialmente. De esta forma, los modelos conexionistas simulan con bastante acierto, gracias
a su naturaleza distribuida y altamente interactiva, la conducta de los sujetos lesionados,
capaces de realizar diferentes tareas en función de la severidad de la lesión. Es decir, el
enfoque conexionista aplicado a la neuropsicología cognitiva permite estudiar el efecto que
tiene el daño parcial de una red (están implementadas en un ordenador) sobre la conducta que
simula. De esta forma una red que ha aprendido a leer un conjunto de palabras puede ser
lesionada (introduciendo ruido en el sistema o eliminando unidades) y sus efectos ser
reobservados.
La lesión de los modelos PDP permite observar patrones de conducta parecidos a los que
provocan las lesiones cerebrales, lo que hace suponer que esta perspectiva ofrece modelos
coherentes de como sería el procesamiento humano. Esta práctica se ha convertido en algo
común, de forma que en la actualidad disponemos de simulaciones de alteraciones cognitivas
tan diferentes como los problemas para la lectura de palabras (e.g., Hinton y Shallice, 1991),
el reconocimiento de caras (e.g., Farah, O’Reilly y Vecera, 1993), las alteraciones semánticas
(e.g., Farah y McClelland, 1991) o las alteraciones en el procesamiento visual (e.g.,
Humphreys, Freeman y Müller, 1992), que sugieren que las representaciones distribuidas
pueden ser una alternativa a los sistemas más modulares.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 17

Otra ventaja de las simulaciones conexionistas es que pueden proporcionarnos


predicciones empíricas verificables sobre la conducta de los sujetos lesionados. Un ejemplo
de esto lo encontramos en el estudio citado anteriormente llevado a cabo por Dell y cols.
(1997), y, en el que a partir de las predicciones de su modelo conexionista de la producción de
palabras, evalúa el comportamiento de distintos pacientes afásicos.
Desde el enfoque PDP se asume una gran interactividad entre las unidades que componen
los sistemas de procesamiento. A priori esto parece comprometer uno de los supuestos de la
neuropsicología cognitiva: el encapsulamiento informativo de los módulos. Esta visión
interactiva ha generado también un gran cúmulo de críticas en relación con la utilidad de las
disociaciones dobles (luego abordaremos estas cuestiones de manera más detallada).
Otras de las críticas de los modelos conexionistas a la neuropsicología cognitiva proviene
de las, según este enfoque, limitaciones que los modelos propuestos por éstas tienen. Los
diagramas de cajas y flechas no informarían sobre el curso temporal del procesamiento, el tipo
de representaciones usadas o la naturaleza del procesamiento que tiene lugar en los módulos
(Mayall, 1998). La necesidad de especificación que la simulación conexionista tiene sobre las
representaciones ha estimulado una discusión que en los modelos cognitivos clásicos no se
abordaba, cubriendo así una importante laguna.
En general, el empleo de simulaciones conexionistas ha sido intensamente criticado por
diferentes autores. El cuerpo de estas críticas se ha centrado en la potencia de la herramienta
conexionista para la simulación de casi cualquier conducta, lo que ha llevado a la simulación
por la simulación partiendo de supuestos psicológicamente poco plausibles (Mayall, 1998).
Por esta razón, debemos señalar que el empleo de esta metodología será útil para la
neuropsicología cognitiva siempre y cuando se someta a restricciones relacionadas con el
fenómeno de estudio, las teorías existentes y la naturaleza de los sujetos a simular. Cuanto
más restringido sea el diseño inicial mayor será la aportación teórica.
En este marco, Mayall (1998) establece algunas condiciones para la simulación
conexionista en el marco de la neuropsicología cognitiva que señalamos brevemente. Antes de
someterlos a una “lesión”, los modelos deben ser capaces de comportarse en la tarea a evaluar
como sujetos normales, y esto supone también ser capaz de mostrar las normales variaciones
interpersonales o las que se dan en una misma persona con el tiempo. Los modelos deberán
ser capaces también de mostrar esas variaciones en los sujetos lesionados, cuando el modelo
sea alterado, lo que implica ser capaz de mostrar mayor heterogeneidad de la exigida cuando
se ha de simular la conducta de sujetos normales. Además para la simulación de dobles
disociaciones parece que deben establecerse distintas rutas y lesionarse, pues la aparición de
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 18

dobles disociaciones en modelos de redes no modulares, dados los resultados obtenidos por
Bullinaria y Chater (1995), parece ser una consecuencia de la modelización con redes de
pequeño tamaño y por tanto no realistas. Otra característica deseable de la modelización
conexionista en la neuropsicología cognitiva es que los modelos fueran capaces de demostrar
un comportamiento similar al de los pacientes cuando son rehabilitados (ver Plaut, 1996).

6. La neuropsicología cognitiva en el marco del desarrollo: aumentando la complejidad


de la investigación
La neuropsicología cognitiva del Desarrollo (NCD) tiene como objetivo el
perfeccionamiento de los modelos cognitivos del desarrollo a partir del estudio de niños con
trastornos neuropsicológicos (Temple, 1997). Algunos autores (Temple, 1997) han propuesto
como método de trabajo la aplicación casi directa de las herramientas de la neuropsicología
cognitiva al campo de los trastornos infantiles. Tal postura ha sido, sin embargo, rechazada
por autores como Bishop (1997) en base a la interactividad que parece caracterizar al
desarrollo. Desde el punto de vista de esta autora se defiende que si bien un análisis
neuropsicológico-cognitivo puede ser válido para un adulto, que posee un sistema estático, no
lo es para un niño, que está en proceso de cambio. Según Bishop en el marco del desarrollo se
violan los supuestos sobre los que se apoya el funcionamiento de la neuropsicología
cognitiva, modularidad, uniformidad funcional y sustractividad, lo que hace poco útil y tal vez
engañoso su empleo.
Según Bishop (1997) el desarrollo se caracteriza fundamentalmente por la interacción
entre los distintos niveles de procesamiento, lo que atenta contra el supuesto de modularidad
funcional, y por la plasticidad e inespecificidad del sustrato cerebral, en contra del supuesto
de modularidad anatómica. Buena evidencia de la interactividad es que una lesión en un
componente de un sistema en desarrollo, afecta al desarrollo de todos los componentes del
sistema, impidiendo el hallazgo de lesiones selectivas tan habitual en los trastornos adquiridos, y,
en consecuencia, el establecimiento de dobles disociaciones. En las condiciones de interactividad
y cambio propias del desarrollo parece, además, de difícil cumplimiento el supuesto de
sustractividad, puesto que el funcionamiento cognitivo del sujeto difícilmente reflejará el de
todos los dispositivos del sistema cognitivo salvo el del módulo lesionado.
Aunque hay que reconocer la validez de tales argumentos, se puede contraargumentar que el
sistema adulto también puede ser más o menos dinámico (enfermedades degenerativas,
rehabilitación) y, sin embargo, se han obtenidos hallazgos neuropsicológico-cognitivos de
relevancia con ellos. Lo importante es tener en cuenta estas peculiaridades en la evaluación de
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 19

los sujetos. Las evidencias de las que partimos para esta afirmación provienen de dos fuentes: 1)
el hallazgo en población infantil de dobles disociaciones en procesos como la lectura, el
reconocimiento de caras, o las habilidades ejecutivas; 2) la idea extendida entre muchos autores
del paralelismo existente entre las lesiones adquiridas y las alteraciones del desarrollo, dada la
similitud de los patrones alterados que ambas presentan (Ellis, 1984; Marshall, 1989). Ambos
factores conducen a la idea de que la diferencia entre los sistemas cognitivos de adultos y niños
no son tan radicales como suponemos.
En relación con el incumplimiento del supuesto de sustractividad en el marco del desarrollo,
creemos que una simple modificación del mismo permite su cumplimiento en el desarrollo, a la
neuropsicología cognitiva le bastaría con tener en cuenta que en sistemas en desarrollo, las
conductas del sujeto manifestarán el funcionamiento de todos los sistemas salvo el del sistema
lesionado y el de aquellos que dependen para su desarrollo del input del módulo lesionado
(García-Orza e Iza, 2001). Esto no niega en sí misma la posibilidad de estudiar los procesos de
desarrollo, aunque si en los habituales términos que emplea la neuropsicología cognitiva, la cual
parte de módulos ya establecidos.
Desde nuestro punto de vista (García-Orza e Iza, 2001) se puede proponer una NCD
en la que las reglas no sean las que imperan en un sistema estático, dadas las diferencias que
entre ambos existen. Sistemas con características diferentes requieren métodos diferentes. El
empleo de disociaciones en el marco del desarrollo es complicado dada la dependencia que
tienen los sistemas de las aferencias de otros dispositivos para su desarrollo, pero esta
circunstancia, como muestran los datos, no siempre imposibilita su uso. Además, el estudio
del desarrollo dispone de otras herramientas como pueden ser los estudios longitudinales, los
estudios acerca de la efectividad de los tratamientos, o los estudios experimentales (en el
sentido de sujetos a manipulaciones experimentales) que están demostrando ser efectivos
(Lovett, 1992). Lo que en definitiva da carta de garantía a una disciplina es disponer de
herramientas que le permitan desentrañar su campo de estudio, la viabilidad de las que puede
hacer uso la NCD parece bastante garantizada como muestran estudios recientes.

7. Un apunte sobre la metodología de la neuropsicología cognitiva

La neuropsicología cognitiva comparte la metodología experimental propia de la


psicología cognitiva basada en la manipulación de variables, y la observación de las
consecuencias que tales manipulaciones tienen sobre variables dependientes como el tiempo
de reacción o la precisión de las respuestas. Sin embargo, por las peculiaridades de la
población objeto de estudio, encontramos algunas diferencias importantes en la práctica
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 20

investigadora de la psicología cognitiva y de la neuropsicología cognitiva. El objetivo


experimental suele consistir en la búsqueda de disociaciones en la conducta del sujeto que nos
permitan identificar los sistemas alterados y su posible independencia. Junto a la búsqueda de
disociaciones, el esmero en la selección y diseño de tareas a partir de los modelos teóricos de
referencia, el rechazo a las categorías sindrómicas clínicas, y el empleo mayoritario de
diseños de caso único frente a los de grupo, con sus particulares exigencias experimentales,
caracteriza la práctica investigadora de la neuropsicología cognitiva. A señalar las
características diferenciales que presenta la investigación en neuropsicología cognitiva en
relación con la metodología experimental habitual en la psicología cognitiva dedicaremos el
grueso de este segundo bloque. Haremos hincapié en otra cuestión de interés: el desarrollo de
tareas específicas para el estudio de las alteraciones cognitivas, a las que son sensibles los
sujetos lesionados pero no los sujetos sanos (e.g., test de perspectivas inusuales). Estas
pruebas, aunque no exentas de problemas, son las que mejor pueden decirnos qué es lo que se
encuentra alterado y qué sujetos deben ser elegidos para la investigación que tengamos en
mente. Defenderemos que el diseño de la investigación y la selección de sujetos debe estar
dirigida por el marco teórico en el que nos movemos, pues esto dará coherencia a la
investigación y los datos. Al final de este tema esperamos haber sido capaces de dejar claro
cómo se aborda la investigación en el marco de la neuropsicología cognitiva.

8. La población de estudio en la neuropsicología cognitiva


Más arriba hemos definido la neuropsicología cognitiva como una herramienta de la
psicología cognitiva que estudia el comportamiento de sujetos con lesiones neurológicas; su
objetivo: poner a prueba los modelos de la cognición y tratar de explicar a través de tales
modelos la conducta de estos sujetos. El conocimiento de las características de los sujetos
lesionados y de la naturaleza de las lesiones juega, por tanto, un papel fundamental en la
práctica de la neuropsicología cognitiva.
El número de sujetos que sufre lesiones cerebrales, y que como consecuencia de éstas
sufren alteraciones cognitivas aumenta cada año en los países europeos (León-Carrión, 1998).
Los lesiones que suelen sufrir los sujetos objeto de estudio de la neuropsicología cognitiva
tienen diversa etiología como se muestra en el cuadro 2.1.
Los accidentes vasculares son la primera causa de lesión neurológica y, por tanto, los
casos más estudiados. El cerebro está irrigado fundamentalmente por las arterias cerebrales
media, posterior y anterior, de manera que los accidentes en alguna de estas arterias da lugar a
daños en sus zonas de influencia. Así, por ejemplo, la oclusión de la arteria cerebral anterior
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 21

suele provocar alteraciones en las áreas frontales y prefrontales, ocasionando dificultades en


la producción del habla, síntomas sensoriomotores e incluso desorganización de la conducta
(León-Carrión, 1995). La neuropsicología cognitiva ha estudiado frecuentemente sujetos con
lesiones cerebrales provocadas por accidentes vasculares, así, algunos de los casos con mayor
trascendencia teórica habían sufrido este tipo de alteración, por ejemplo, HJA (ver tema 2). La
localización de las lesiones fruto de problemas vasculares es altamente dependiente de la
organización del sistema sanguíneo cerebral, lo que da lugar que se repitan determinados
patrones de alteración. Esta misma topografía vascular hace difícil la alteración de algunas
áreas cerebrales menos irrigadas.

 accidentes vasculares (embolias, trombosis...)


 traumatismos
 tumores
 infecciones
 trastornos del desarrollo (demencias)
 epilepsias
 intoxicaciones

Cuadro 1.3. Etiología de las lesiones neurológicas que más comúnmente conducen a
alteraciones cognitivas.

El perfil de los sujetos que sufren un traumatismo craneal es, según Forastero, Prieto,
Lucena y Gamero (1992), el de un varón joven, de entre 20 y 40 años que sufre un accidente
de tráfico. Los traumatismos craneoencefálicos pueden ser cerrados o abiertos. Los
traumatismos cerrados normalmente provocan dos tipos de lesión, daño axonal difuso en todo
el cerebro, y contusiones corticales más o menos focalizadas, producidas al desplazarse la
masa cerebral dentro del cráneo y golpear con éste. En cuanto a los traumatismos abiertos los
patrones de lesión dependen directamente del lugar en el que se produzca el impacto. Aunque
tanto las lesiones abiertas como las cerradas han proporcionado datos relevantes para la
neuropsicología cognitiva, las primeras provocan con más frecuencia alteraciones selectivas.
Un caso clásico de lesiones de este tipo es el de Phineas Gage (cit. Parkin, 1996), ejemplo
paradigmático de alteración en la función ejecutiva; este trabajador del ferrocarril fue
atravesado por una barra de hierro que entró por su mejilla y salió por la parte superior del
lóbulo frontal dañando las áreas frontales y prefontales. Las lesiones abiertas son bastante
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 22

limpias favoreciendo la aparición de lesiones selectivas y por tanto el hallazgo de


disociaciones, su ocurrencia, sin embargo, es más escasa que la de las lesiones cerradas.
Otra fuente potencial de daño cerebral son los tumores, bien sean malignos o benignos.
Aparte del daño directo que causan en las estructuras sobre las que se aposentan, provocan un
aumento de la presión intracraneal que tiene consecuencias negativas para el cerebro. En el
caso de los meningiomas que suelen ser de crecimiento lento, y son diagnosticados
tardíamente, es posible que se hayan producido algunos procesos de acomodación y
compensación, con lo que hay que ser cauteloso en cuanto a las conclusiones con finalidad
investigadora que se extraen de sujetos que sufren esta alteración. Tumores de crecimiento
rápido como los gliomas provocan daños inmediatos en todo el cerebro al interferir en los
sistemas vasculares dando lugar a lesiones difíciles de localizar. La extirpación quirúrgica del
tumor, en caso de fallar otras técnicas, es el procedimiento habitual; sin embargo, esta
solución supone con frecuencia daños añadidos a las zonas adyacentes al mismo. El paciente
EST de Kay y Ellis (1987) había sufrido un tumor de crecimiento lento en áreas temporales
que le provocaron una anomia pura del léxico de salidas fonológicas, es decir, en ausencia de
problemas semánticos y articulatorios; los datos proporcionados por este caso fueron
determinantes para garantizar la independencia del nivel fonológico en la producción.
Las infecciones del sistema nervioso, por bacterias o virus, pueden tener también secuelas
neurológicas y cognitivas de importancia. Aunque las más conocidas pueden ser la
meningitis, alteraciones como el tétanos o el botulismo son infecciones que afectan al cerebro
y pueden provocar la muerte. La infección que más datos ha proporcionado a la
neuropsicología cognitiva en forma de lesiones focalizadas es la encefalitis por herpes simple.
En esta infección los daños cerebrales suelen estar bastante delimitados, por lo que con
frecuencia aparecen patrones de alteración cognitiva selectivos.
Los procesos de desarrollo patológico hacen referencia principalmente a las alteraciones
que provocan las demencias. Aunque las más conocidas son la demencia tipo Alzheimer, o la
enfermedad de Parkinson, lo cierto es que existen muchas otras alteraciones de la corteza
cerebral como el síndrome de Pick que son degenerativas. No menos importantes, son las
alteraciones de origen subcortical, caso de la enfermedad de Huttington, o la parálisis
supranuclear progresiva, enfermedades que afectan fundamentalmente a aspectos motores
pero también a funciones cognitivas como las implicadas en la toma de decisiones y la
planificación (León-Carrión, 1995). El estudio de las demencias ha realizado aportaciones
fundamentales al desarrollo de la neuropsicología cognitiva, sin embargo, la difusa
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 23

localización del daño cerebral a medida que avanza el proceso de demencia, da lugar a un
patrón cognitivo poco selectivo, que hace más compleja la interpretación de la alteración.
Las evidencias no dejan lugar a dudas al mostrar que, a pesar de la diferente etiología y
características de las lesiones (focales vs. difusas), éstas pueden ser lo suficientemente
selectivas como para que el estudio de sus efectos sobre la conducta proporcione evidencias
sobre la naturaleza de los procesos cognitivos.
Otro aspecto importante a la hora del estudio de los sujetos con daño cerebral tiene que
ver con el curso y la evolución de las lesiones. En algunos casos nos encontramos con que el
sujeto se recupera rápida y totalmente de sus lesiones, en otros casos los sujetos quedan con
secuelas físicas o mentales, y en otras ocasiones las secuelas iniciales provocadas por la lesión
se mantienen totalmente irrecuperables. El patrón de recuperación parece estar claramente
asociado al tipo de lesión. En el caso de las lesiones por trastorno cerebro-vascular la mitad de
los pacientes mueren antes de un mes, en el restante 50%, sólo un 10% puede reincorporarse a
su vida diaria, mientras que el restante 40% permanece con secuelas de importancia variable.
Por el contrario en el caso de los traumatismos craneoencefálicos el 20% de los sujetos
fallecen. En estas lesiones, las puntuaciones en la escala de Glasgow1 obtenidas por el sujeto
en los primeros días después del accidente ofrecen un pronóstico de su evolución.
Puntuaciones menores de 8 sugieren un mal pronóstico, con presencia de secuelas graves si es
que no sobreviene la muerte. El pronóstico en el caso de tumores, está directamente ligado a
la localización de éstos y la posibilidad de extirpación, así como a su tamaño, uno de los
problemas con los tumores es que son detectados generalmente tarde. En cualquier caso, se
considera que dentro de los cuatro meses siguientes a la lesión puede darse recuperación
espontánea de las lesiones sufridas, esta recuperación de las lesiones neurológicas está
asociada también a las características del sujeto; estilos de vida saludables o juventud ofrecen
un mejor pronóstico de recuperación. Aquellas habilidades no recuperadas después de los
cuatro meses requerirán rehabilitación (León-Carrión, 1995).
En la mayoría de los sujetos que sufren una lesión importante, en los primeros días suele
aparecer lo que se denomina síndrome de desorientación postraumática. Este estado se
caracteriza por dificultad para mantener la concentración y la atención, usualmente
acompañado de dolores de cabeza. La presencia de este síndrome puede conducir a una
evaluación errónea de las capacidades cognitivas del sujeto, lo que debe ser tenido en cuenta

1
Escala que a través de la valoración de la respuesta verbal, ocular y motora ofrece una valoración del nivel de
consciencia del sujeto.
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 24

al interpretar los resultados, algo similar ocurre con la recuperación espontánea. La


investigación exige que la realización de diferentes experimentos durante prolongados
espacios de tiempo, se produzca en situaciones en las que el estado del sujeto es estable. En
caso contrario, puede darse el hallazgo de disociaciones mal fundadas, que son explicables en
términos de la recuperación de las habilidades del paciente en una o varias áreas. Otro aspecto
importante a tener en cuenta, es que las lesiones neurológicas suelen afectar a la capacidad de
concentración de las personas y a su estado de alerta, de forma que resultados pobres en
ciertas tareas pueden deberse más al cansancio o a las distracciones que a la existencia de una
dificultad específica con esa tarea.

9. Las herramientas de la neuropsicología cognitiva


La psicología cognitiva trata de especificar la existencia, y el funcionamiento, de los
distintos sistemas que están implicados en la realización de distintas tareas. Para esto es
necesario demostrar la existencia de procesos independientes, la existencia de sistemas que
están implicados en unas tareas pero no en otras. Es decir, si creemos que existen dos sistemas
A y B que funcionan de forma independiente, la psicología cognitiva dispone de diseños y
estrategias que permite evaluar la independencia de tales sistemas. Un procedimiento es el
empleo de tareas duales, si tales tareas implican sistemas independientes deberían poder ser
realizadas sin interferencias. Otra estrategia es la manipulación experimental de una variable
que sabemos que afecta a una tarea para ver si afecta a otra. Un ejemplo clásico nos lo
proporcionan los estudios de memoria operativa en los que se evalúa el efecto de la supresión
articulatoria en el recuerdo de palabras habladas y en el recuerdo de palabras escritas (e.g.,
Baddeley, 1986).
Mientras que la búsqueda de disociaciones y asociaciones se realiza en la psicología
cognitiva a través de la manipulación de alguna variable, en la neuropsicología cognitiva esta
búsqueda se va producir a partir de la existencia de una lesión. La propia lesión constituye una
suerte de experimento de la naturaleza, que puede bloquear el funcionamiento de un sistema,
facilitando su identificación, y el establecimiento de conclusiones sobre su implicación en
diferentes tareas. Aunque esta metodología no está, como veremos a continuación, exenta de
problemas, la búsqueda de asociaciones, y sobre todo, de disociaciones es la característica
principal de la neuropsicología cognitiva.
En la investigación neuropsicológico-cognitiva se trata de especificar a través del estudio
de sujetos lesionados, la existencia y naturaleza de los distintos sistemas que están implicados
en la realización de una tarea. Si creemos que existen dos sistemas independientes A y B que
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 25

están implicados en diferentes tareas, es necesario obtener evidencias (buscando pacientes) de


que A puede funcionar en ausencia de B y viceversa. Para llegar a conclusiones de este tipo la
neuropsicología cognitiva utiliza herramientas teóricas como la asociación de síntomas, la
disociación simple, y la disociación doble, aunque, como veremos a continuación, el crédito
que se confiere a una o a otra, varía sustancialmente.

9.1. Las asociaciones


El empleo de la asociación como herrramienta en el estudio de las alteraciones
neuropsicológicas tiene su origen en Wernicke. Mediante este método aquellos déficits que
co-ocurrían se agrupaban y se consideraban una manifestación unitaria de la lesión cerebral.
El empleo de esta herramienta da lugar al método sindrómico imperante en la
“neuropsicología clásica”, el cual tiene como objetivo la clasificación de los sujetos por la
presencia conjunta de varios síntomas. Sin embargo, la asociación (o agrupación) de síntomas
ha sido considerada por la neuropsicología cognitiva como un argumento problemático
cuando es usado para determinar qué componentes del procesamiento están dañados.
Supongamos un sujeto A que presenta problemas en las tareas 1, 2, 3, 4 como
consecuencia de una lesión. En este caso podemos defender:
a) que existe un proceso determinado denominado Z, que se encuentra dañado, y que
estaría implicado en la realización de las cuatro tareas, lo que explicaría el déficit
observado en éstas. Según este razonamiento podríamos concluir que los sujetos que
posean un déficit en estas 4 tareas tienen un problema en el proceso Z, y denominar a
los sujetos que presenten asociados tales síntomas con la etiqueta o categoría H. Esto
es lo que ha hecho la “neuropsicología clásica” durante mucho tiempo (e.g., Afasia de
Wernicke).
b) sin embargo, también podríamos considerar que los déficits en las tareas 1, 2, 3, 4 son
cognitivamente independientes, están provocadas por la alteración de 4 sistemas de
procesamiento diferentes, y que simplemente se presentan juntos porque las vías
neuronales implicadas en esas tareas son tan cercanas que se ven afectadas por la
misma lesión (e.g., es la visión que se tiene en la actualidad del Síndrome de
Gertsmann, caracterizado por agnosia digital, acalculia, desorientación izquierda-
derecha, y dificultades en la escritura).

Dado que de las asociaciones de síntomas se pueden hacer distintas interpretaciones acerca
de las relaciones entre las tareas, en nuestro objetivo de identificar la arquitectura funcional
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 26

del sistema cognitivo, parece un poco arriesgado considerarlas una prueba concluyente.
Precisamente la asociación ha sido el procedimiento empleado por la “neuropsicología
clásica” para la elaboración de síndromes, lo que ha llevado a interpretaciones erróneas sobre
la etiología de algunas alteraciones.
Un ejemplo, de cómo la asociación puede provocar conclusiones erróneas lo encontramos
en el campo del reconocimiento de objetos y caras. Hasta muy recientemente la mayoría de
los casos publicados indicaban que las alteraciones en el reconocimiento de caras iban
asociadas a alteraciones en el reconocimiento de objetos, lo que llevó a diferentes autores a
defender que ambos procesos podrían ser realizados por prácticamente los mismos sistemas
(Farah, 1991). La aparición de sujetos con (aparentemente) alteraciones en el reconocimiento
de caras y preservación del procesamiento de objetos (ver más abajo), es contraria a tal
conclusión. Los estudios neuropsicológicos sugieren que la asociación de ambas funciones
puede deberse a la cercanía neuroanatómica de las estructuras encargadas de las mismas
(áreas corticales ventrales).
A pesar de los problemas que el empleo de asociaciones puede provocar, en los últimos
años está existiendo una revalorización de la asociación como herramienta de la
neuropsicología cognitiva que ya auguró Caramazza (1986), para quien las asociaciones
pueden ser tan informativas como las disociaciones. Aquí no vamos a llegar a tal extremo,
pues es indudable la dificultad que entraña distinguir cuando un patrón de asociación es fruto
simplemente de una contingencia (zonas cerebrales adyacentes) o es verdaderamente causal
(existe relación funcional entre los sistemas). Sin embargo, debemos tener en cuenta, como
señala McCarthy (2001), que las asociaciones pueden y deben ser entendidas como una
consecuencia necesaria de la estructura de muchos modelos. Así en un modelo de doble ruta
para la lectura, como el descrito por Coltheart y cols. (1993) debe haber asociación entre los
resultados en la lectura de palabras de baja frecuencia y pseudopalabras.
En consecuencia, las asociaciones pueden ser fruto de la estructura de los sistemas de
procesamiento, y el trabajo del investigador debe ser idear tareas y analizarlas en marcos
teóricos concretos para que no conduzcan a interpretaciones erróneas. Las asociaciones en la
neuropsicología cognitiva proporcionan un dato, que debe ser interpretado concediéndole un
grado moderado de certeza.

9.2. La disociación simple


Se considera que existe una disociación (falta de relación) entre síntomas cuando
encontramos un sujeto que posee un déficit en la realización de la tarea A (por ejemplo: una
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 27

tarea de reconocimiento de caras) y realiza la tarea B correctamente (por ejemplo: una tarea
de reconocimiento de objetos)(ver figura 2.1).
Cuando como en la figura 2.1, el sujeto realiza la tarea B significativamente peor que la
tarea A, y esta última se realiza de forma similar a como la ejecutaría un sujeto normal, este
tipo de disociación simple se denomina fuerte. Cuando simplemente nos encontramos con que
el sujeto realiza una tarea considerablemente peor que la otra, aunque su ejecución no llegue a
ser normal, se denomina esta disociación débil. Las conclusiones que se pueden extraer de
una disociación simple débil deben tomarse con mayor cautela, pues no está claro hasta que
punto el rendimiento por debajo de lo normal en la tarea mejor realizada es fruto de la misma
alteración que provoca las dificultades en la otra tarea.

DISOCIACIÓN SIMPLE

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ACIERTOS

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TAREA A TAREA B

Figura 1.4. Ejemplo de disociación simple

La existencia de una disociación parece servir como evidencia de que existe al menos un
proceso implicado en la tarea B que no se emplea en la tarea A, y que sería el afectado por la
lesión. Sin embargo, no está del todo claro que tal conclusión pueda extraerse de los datos.
Puede ocurrir, por ejemplo, que ambos procesos no sean independientes, y que el
comportamiento disociado en ambas tareas se deba a la diferente dificultad de las mismas. No
es igual multiplicar 12 x 12 que 17 x 123, y no por ello suponemos que un buen rendimiento
en la solución de la primera operación y uno malo en la segunda refleja el empleo de sistemas
diferentes. En el caso de sujetos lesionados es posible que la alteración limite la capacidad de
memoria o de atención del sujeto, impidiendo una adecuada ejecución en la tarea más difícil y
no en la más fácil a pesar de que ambas impliquen los mismos procesos, y los sujetos de
control tengan similar rendimiento.
Continuando con el ejemplo utilizado en el punto anterior, señalar que el argumento de la
dificultad de la tarea ha sido usado con profusión en el estudio de la percepción de caras para
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 28

negar el valor de algunas disociaciones. De Renzi, Faglioni, Grossi y Nichelli (1991)


describieron a un sujeto, VA, incapaz de reconocer caras y que no tenía problemas para la
identificación de objetos personales entre otros similares (e.g., se le presentaba su peine entre
otros seis peines). Este dato, considerado una evidencia de la distinción entre prosopagnosias
(problemas para el reconocimiento de caras) y las agnosias (dificultades para el
reconocimiento de objetos) es discutido por Farah, Levinson y Klein (1992) en base a la
diferente dificultad de ambas tareas: parece más compleja la discriminación de caras, pues
implica mayor número de rasgos, que la de peines, corbatas o zapatos.
Aunque el argumento de la diferente dificultad de las tareas constituye un problema a la
hora de extraer conclusiones sobre las disociaciones simples, no siempre parece lógico
aplicarlo, por ejemplo, en el caso contrario al señalado arriba: un mayor número de errores en
la identificación de corbatas no es posible explicarlo por la dificultad de la tarea cuando el
sujeto hace bien la identificación de caras. De ahí el extendido uso de las disociaciones
simples en la neuropsicología cognitiva. En definitiva, en la interpretación de las
disociaciones simples hay que considerar el riesgo que su uso conlleva, sin embargo, cuando
se aplica sobre la base de criterios teóricos (y lógicos) constituye un argumento sólido para la
defensa de la independencia de los procesos cognitivos.

9.3. La disociación doble


Se considera que estamos ante una disociación doble cuando nos encontramos a un sujeto
lesionado “1” que posee un déficit en la realización de la tarea A y realiza la tarea B
correctamente (disociación simple), y a otro sujeto”2” que realiza correctamente la tarea A
pero que realiza mal la tarea B (disociación simple) (ver figura 2.2). Es decir, la disociación
doble hace referencia a “dos disociaciones simples contrarias”. Al igual que en el caso
anterior las disociaciones dobles pueden considerarse fuertes (si implican un rendimiento
normal en la tarea en la que los sujetos tienen mejor ejecución) o débiles.
Una doble disociación constituye la indicación más fiable de que existen procesos
cognitivos implicados en la tarea A que no están en la tarea B y viceversa (Shallice, 1988;
aunque ver Caramazza, 1986), pero para poder establecer con seguridad la independencia de
los procesos, es necesario que la ejecución de los sujetos en las tareas mejor realizadas sea
normal o prácticamente (disociación doble fuerte). Las disociaciones dobles débiles si bien
pueden reflejar la independencia de los sistemas pueden ser consecuencia también de
artefactos experimentales fruto de diferencias individuales, diferentes características de las
tareas o al empleo de estrategias compensatorias (Shallice, 1988).
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 29

DISOCIACIÓN SIMPLE

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TAREA A TAREA B

DISOCIACIÓN SIMPLE

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ACIERTOS

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Figura 1.5. Dos disociaciones simples contrarias

Volviendo a nuestro ejemplo; junto al hallazgo por parte de De Renzi y cols (1991) del
paciente VA, incapaz de reconocer caras pero, sin problemas para la identificación de objetos
personales, se produce años más tarde, la descripción por parte de Moscovitch et al., (1997)
del paciente CK. Este paciente no tenía problemas para el reconocimiento de caras pero sí
muchas dificultades para el reconocimiento de objetos muy comunes. La existencia de esta
doble disociación invalida el argumento de la dificultad de la tarea como responsable de la
disociación de funciones. Así, en el caso del reconocimiento de caras, el argumento de Farah
et al. (1992) contra la especificidad de la misma parece quedar invalidado por la existencia de
otro caso en el que la realizada es la tarea más difícil y no la más fácil.
A modo de resumen, podemos decir que el trabajo del neuropsicólogo cognitivo es,
fundamentalmente, la búsqueda de disociaciones: un sujeto lesionado es capaz de hacer la tarea
A pero no la B, de aquí se infiere que no existe relación entre las tareas A y B, es decir, que
ambas serían independientes. Como ciertamente este razonamiento puede llevar a errores, puesto
que la mayor dificultad de la tarea B puede ser la responsable de los fallos del sujeto y pudiera no
serlo la existencia de una lesión, el investigador debe tratar de buscar una disociación
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 30

complementaria, otro sujeto lesionado que muestre el patrón inverso, realice la tarea B pero no la
A. El hallazgo de una disociación doble es lo que nos garantiza cierta independencia entre los
procesos A y B. Esta lógica, sin embargo, es válida realmente sólo cuando se realiza bajo el
supuesto de que las tareas elegidas evalúan cada una un sistema, en caso contrario, como señala
Shallice (1988), la interpretación de los datos se complica un poco más. Esto es precisamente lo
que mantuvo a oscuras a los investigadores del proceso de la lectura durante muchos años
(Coltheart, 1980). Que las palabras familiares pudieran ser leídas por las dos rutas, evitaba la
observación del trastorno en caso de lesión de una de las rutas, no fue hasta el empleo de
diferentes tipos de estímulos que se pudo valorar el funcionamiento de las rutas de forma
independientemente.
No queremos concluir sin señalar un error frecuente en la interpretación de las disociaciones
dobles: la existencia de una doble disociación no implica necesariamente que las tareas A y B
sean totalmente independientes, simplemente indica que existe al menos un dispositivo que está
implicado en una tarea y que no lo está en la otra, y viceversa2. Así, en el caso del procesamiento
de caras y objetos, tras la descripción de los casos que hemos realizado podría ser perfectamente
posible que procesos iniciales relacionados con el análisis visual fueran compartidos por ambas
tareas, y no lo fueran otros procesos superiores, como los almacenes en los que se encuentran las
descripciones estructurales de tales objetos.
Hemos visto la importancia de las disociaciones para el estudio del sistema cognitivo, sin
embargo, debemos señalar que el hallazgo de una disociación doble no constituye el final del
trabajo del neuropsicólogo cognitivo. Queda por descubrir cuáles son los procesos
independientes y cuales pueden estar relacionados, cómo funcionan esos procesos, y cuál es
exactamente la incidencia de la lesión en el conjunto del sistema cognitivo (Ellis y Young,
1988). En este marco práctico, la neuropsicología cognitiva va a hacer uso de todas las
herramientas disponibles, asociaciones, disociaciones simples, disociaciones dobles, en
función de la diferente certeza que proporciona cada una de estas herramientas se asumirán
las debidas reservas.

9.4. Críticas al empleo de las disociaciones


Antes de acabar este epígrafe debemos hacer referencia a las críticas que el uso de la
disociación ha despertado, unas, las que parten fundamentalmente desde el enfoque

2
La mera existencia de una doble disociación no debe considerarse ciegamente como evidencia de dos sistemas
diferentes, existen situaciones, como veremos al hablar de la imaginación y el reconocimiento de objetos, en los
que habiendo una doble disociación se ha postulado sólo la existencia de un sistema diferente.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 31

conexionista, son de carácter teórico, otras afectan a las implicaciones teóricas que de ellas
derivan.
Comenzando con las críticas surgidas desde el enfoque conexionista, autores como Farah
(1994) han argumentado que la información que proporcionan las dobles disociaciones es sólo
útil si se asume el supuesto de modularidad. En ausencia de éste el hallazgo de dobles
disociaciones solo proporciona información ambigua. Es decir, desde este punto de vista se
asume que el uso de dobles disociaciones como método inferencial de la neuropsicología
cognitiva, depende de las asunciones teóricas de los modelos cognitivos que se evalúen, así
las disociaciones tienen sentido en el marco de modelos cognitivos de cajas y flechas, pero no
en el de los modelos conexionistas. Además desde el enfoque conexionista se ha criticado que
el empleo de las disociaciones dobles ha llevado a los psicólogos cognitivos a limitarse a
buscar componentes independientes, sin ahondar en su funciones, en la naturaleza de las
representaciones que manejan, o en las relaciones que mantienen con el resto del sistema
cognitivo (Bullinaria y Chater, 1995).
Si bien esta última crítica está justificada, y una buena prueba de ello es que está siendo
asumida por la neuropsicología cognitiva y está llevando a un análisis más profundo de los
resultados, la crítica realizada por Farah (1994) en relación con las disociaciones es más
compleja. Se basa en los resultados obtenidos al lesionar modelos conexionistas (e.g.,
Seidenberg y McClelland, 1989), en los que a pesar de no existir mecanismos diferentes para
diferentes tareas, aparece un comportamiento disociado. El razonamiento es simple: si a partir
de una sistema no modular, se obtienen patrones comportamentales disociados, parece que el
valor que la neuropsicología cognitiva confiere a las disociaciones para la identificación de
subsistemas de procesamiento no estaría justificado. Sin embargo, las premisas de las que
parte esta conclusión no son del todo ciertas, al menos por dos motivos:
a) Aunque diversos autores han mostrado cómo la lesión de una red conexionista puede
conducir a un patrón conductual disociado, parece que el pequeño tamaño de las redes
utilizados en estos casos no permite una simulación realista del funcionamiento
cognitivo. Los sistemas pequeños (con pocas unidades) además de no ser una buena
simulación del cerebro, confieren a las unidades mayor protagonismo en el
funcionamiento del sistema de lo que sería real, lo que facilita que cuando se produce su
lesión aparezcan las disociaciones dobles. Bullinaria y Chater (1995) han tratado de
evaluar si en redes más complejas y psicológicamente más plausibles se produce la
aparición de dobles disociaciones, es decir, si en ausencia de una estructura modular en
la realización de diferentes tareas aparecen dobles disociaciones. Los resultados, tras la
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 32

lesión de la red de diferentes maneras (cambiando los pesos de la red, eliminando


unidades o conexiones), no muestran una doble disociación en contra de lo sugerido por
Farah. Estos resultados han llevado a estos autores a defender que el enfoque
conexionista no atenta contra la capacidad inferencial de las dobles disociaciones.
b) Por otra parte, aunque los modelos conexionistas puedan dar lugar a conductas
disociadas, las conductas que deben simular deben ser las encontradas en sujetos
lesionados, y hasta la fecha, las mejores evidencias de simulación de las disociaciones
encontradas en pacientes han sido realizadas por modelos conexionistas que asumen una
cierta organización en su estructura. Un buen ejemplo, de esto es el modelo
recientemente desarrollado por Plaut y cols. (1996), quienes se han visto obligados a
asumir dos rutas, una semántica y otra asemántica, para explicar los patrones de
disociaciones encontrados en las alteraciones centrales de la lectura. Similar distinción
entre niveles (semántico, fonológico) se han visto obligados a realizar Foygel y Dell
(2000) para simular los patrones de alteración de la producción del habla.

En consecuencia la capacidad para generar disociaciones reales desde modelos


conexionistas parece exigir unas condiciones –redes pequeñas en las que las unidades tengan
un peso específico importante, y la red cierta organización general– que no los alejan tanto a
nivel estructural de los modelos simbólicos mas interactivos. Una vez más parece que la
práctica da la razón a la neuropsicología cognitiva más clásica, cierta grado de interactividad
en algunos procesos, no supone un problema complejo para esta disciplina. Siempre que se
haga un análisis adecuado de la conducta y se parta de un modelo teórico desde el que
establecer hipótesis, el estudio de las alteraciones basado en disociaciones será susceptible de
ofrecer resultados provechosos.
Las evidencias aportadas por la neuropsicología cognitiva a partir del empleo de
disociaciones dobles, pero también de las asociaciones y disociaciones simples, se apoyan en
unos supuestos teóricos que ya hemos establecido. En este marco, las conclusiones sobre la
naturaleza de los procesos estudiados, siempre que estén basadas en criterios teóricos y
experimentales, son fiables, no hay motivos para dudar de ellas. Esto, sin embargo, no implica
que la confirmación de sus datos en el estudio de sujetos sanos no confiera mayor solidez a
estos hallazgos. El hallazgo de datos convergentes, es decir, con sujetos sanos y lesionados,
permite la constatación efectiva de las conclusiones. Evidencias convergentes en diversos
campos de estudio (e.g., memoria operativa, rutas para la lectura..) dan fe del valor que tiene
el empleo de asociaciones y disociaciones en el estudio de sujetos con lesiones.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 33

10. El método de la neuropsicología cognitiva: caso único vs. estudios de grupo


La neuropsicología cognitiva, como herramienta de la psicología cognitiva, ha heredado
de ésta el método experimental en el abordaje de sus investigaciones. De esta manera, el
establecimiento de disociaciones, ya sea entre grupos o sujetos, exige un control experimental
adecuado, la identificación y operativización de las variables, el establecimiento de
condiciones y/o grupos de control, y el empleo de metodología estadística que garantice la
significación de los resultados hallados. Además, un adecuado uso de los diseños
experimentales en la neuropsicología cognitiva exige que el modelo teórico tenga un papel
crucial en todas las etapas de la investigación desde el diseño del experimento hasta el análisis
de los datos (Caramazza, 1986).
El proceder investigador de la neuropsicología cognitiva se asienta en varios pilares: el
empleo frecuente de estudios de caso único, la utilización de tareas específicas adaptadas al
problema de estudio y sensibles a las alteraciones neurológicas. Estas características, como
veremos más adelante, condicionan en cierto grado la naturaleza de las pruebas estadísticas a
emplear.
En el ámbito de la metodología que debe emplearse en el marco de la neuropsicología
cognitiva existe, desde hace años una importante polémica: ¿debe ceñirse la neuropsicología
cognitiva al estudio del caso único (N= 1), tal y como han defendido Caramazza (1986) y
McCloskey (1993)?, o ¿debe estudiar en sus diseños exclusivamente poblaciones de
lesionados cerebrales y a partir de ahí establecer conclusiones aplicables al promedio, tal y
como han defendido Kosslyn e Intrilligator (1992) o Caplan (1991)?. Esta polémica que hizo
correr ríos de tinta hace unos años, aún hoy continúa siendo foco de debate para algunos
autores (e.g., Willmes, 1998; Vallar, 1999; Zuriff, 2000).
La primera de estas posturas, la que aboga por el empleo del caso único, ha sido defendida
por muchos investigadores y es en la práctica la más empleada; un vistazo a la revista
Cognitive Neuropsychology muestra que la mayoría de los artículos son de caso único. Entre
los defensores de los estudios de caso único existen diferentes opiniones en cuanto a los
estudios de grupo, todos parecen coincidir en el peligro que supone el agrupamiento
incorrecto de sujetos, algo en lo que es fácil caer ante la heterogeneidad de los mismos.
Aunque una gran mayoría de los defensores del caso único estaría dispuesta a aceptar estudios
de grupo bajo condiciones controladas, autores como Caramazza y McCloskey han realizado
una defensa a ultranza de los diseños de caso único, rechazando los estudios de grupo ante la
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 34

imposibilidad de encontrar dos sujetos iguales. Para estos autores el estudio de casos
individuales es la única metodología válida para el avance de la neuropsicología cognitiva.
La crítica a los estudios de caso único por el contrario ha venido a centrarse en las
dificultades para la generalización y replicación de los resultados a partir de conclusiones
extraídas de un único sujeto. En la práctica de la neuropsicología cognitiva el estudio de
grupos parece haberse reservado a parcelas concretas de la investigación, por ejemplo, el
estudio de las alteraciones de memoria, en el que los estudios de grupo con sujetos con
síndrome amnésico o con enfermedad de Alzheimer son práctica habitual. La razón para esto
último, radica seguramente en que, dado que las diferencias individuales son particularmente
influyentes en la ejecución de los sujetos normales en estas tareas, el resultado proporcionado
por un sujeto puede conducir fácilmente a equívocos.
La discusión entre ambos enfoques se ha centrado en varios temas que analizamos a
continuación.

10.1. La replicación
Los defensores de los estudios de grupo han criticado el diseño de caso único por no
permitir uno de los principios básicos de la experimentación como es la replicación. Si, tal y
como se argumenta, cada paciente es un experimento de la naturaleza diferente de cualquier
otro, los resultados hallados en un sujeto no se podrán replicar (a menos que se repliquen en el
mismo sujeto) (Robertson, Knight, Rafal y Shimamura, 1993).
Ciertamente la variedad de las lesiones y la complejidad de la organización cerebral y
funcional hace posible que cada lesión constituya un hecho único, que puede impedir la
replicación de los resultados hallados con un paciente, en otros sujetos. Sin embargo,
analicemos la importancia de la replicación para el método científico, el interés de la
replicación radica en asegurar que los resultados hallados con un sujeto no se deban a
circunstancias transitorias no controladas o a características totalmente exclusivas de éste
(Willmes, 1998). Ante esto puede argumentarse, como hace McCloskey (1993) que si se
emplean suficientes estímulos, se repiten las mediciones en el sujeto y se emplean adecuados
métodos estadísticos, debe aceptarse la validez de los datos encontrados con un único sujeto.
Además, hay que tener en cuenta que el objetivo de los estudios de grupo es eliminar las
variables extrañas que puedan estar oscureciendo las relaciones entre las variables
experimentales (Willmes, 1998), y esto mismo podemos lograrlo con un adecuado control del
sujeto y las circunstancias experimentales.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 35

En relación con el argumento de que los resultados obtenidos con un paciente se pueden
deber a características exclusivas del sujeto que no se puedan generalizar al resto de la
población, entramos en una cuestión diferente, la de la validez que pueda tener la
generalización de los datos de un único sujeto a la población en general; el siguiente epígrafe
estará dedicado a esta cuestión.
En cualquier caso, una buena muestra de que la neuropsicología cognitiva ha solucionado
la cuestión de la replicación de una forma sencilla nos la ofrece la práctica de la investigación,
que se caracteriza por la búsqueda constante de evidencias convergentes. Por un lado, la
existencia de una disociación entre tareas en un sujeto, trata de ser confirmada con el empleo
de otras tareas (e.g., Badecker, Miozzo y Zanuttini, 1995); por otra parte, la mayoría de las
disociaciones simple o dobles encontradas por primera vez se toma como una prueba que
sugiere diferentes estructuras, pero que no se convierte en una evidencia concluyente hasta
que no se presenta algún nuevo caso. Un ejemplo de esto último, lo encontramos en el
comentario de Farah ante el hallazgo de una nueva disociación por parte de Rumiatti y
Humphreys (1994) que ponía en peligro su modelo del procesamiento visual. Farah considera
que hasta que no dispongamos de casos similares que confirmen esta disociación, la
capacidad de su modelo para explicar todos los demás, permite seguir confiando en él aunque
las dudas se ciernan sobre el modelo (Farah, 1997).

10.2. La generalización
Clásicamente se ha argumentado que el empleo de diseños de caso único no solo hace
difícil la replicación de los resultados sino también la extrapolación de los resultados a un
modelo de procesamiento normal. Con el análisis de un solo sujeto parece peligroso extraer
conclusiones para el resto de la población, sin embargo, aquí es donde uno de los supuestos de
la neuropsicología cognitiva desempeña un papel fundamental: la uniformidad de la
arquitectura funcional entre la población es la que permite extender los resultados obtenidos
con un sujeto al resto de la población. La solidez de las disociaciones fuertes a los efectos de
las variables interindividuales (Shallice, 1988) supone otra garantía.
En cualquier caso, el enfoque de caso único debe partir de un supuesto importante para
evitar los problemas de generalización: el estado del paciente previo a la lesión debe ser
normal, es decir, se supone que el sujeto antes de la lesión mostraba los procesos cognitivos
de la población normal, y si no era así debemos tener constancia de ello. Esto no sólo es
importante para la investigación sino también para el diagnóstico. Un caso real vivido por
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 36

nosotros mismos nos permite ejemplificar la importancia de conocer la naturaleza del sujeto
previa a la lesión:

T era un señor de 59 años convaleciente de un accidente vascular en la arteria


cerebral anterior izquierda que tenía algunos problemas en la denominación y que se
mostraba incapaz de contar desde 200 hacia atrás de 7 en 7. Las pruebas iniciales
sugerían que sus dificultades en la producción se debían un déficit anómico, las
dificultades en tareas de cálculo sugería que la lesión podía haber provocado un problema
conocido como acalculia. La información proporcionada por la familia, sin embargo,
señaló que las dificultades en el cálculo encontradas estaban ya presentes antes del
accidente, y eran fruto de una deficiente escolarización.

Recurrir al supuesto de uniformidad funcional no es algo exclusivo de la neuropsicología


cognitiva que hace estudios de caso único, es algo inherente a los estudios de grupo y algo
común en la psicología cognitiva cuando se asume que los modelos, creados a partir de
estudios de grupo, deben ser capaces de explicar la conducta de todos los sujetos. Es cierto
que los estudios de grupo permiten diluir el efecto de variables extrañas o no controladas en
los estudios, y de ahí su potencia, pero eso también puede hacerse en muchos casos en el
estudio de caso único mediante un adecuado control experimental. Si podemos eliminar
variables extrañas, entonces los resultados con estudios de caso único pueden ser válidos en
relación con las hipótesis que se hayan derivado del modelo teórico objeto de estudio.
Una cuestión muy importante es cómo afectan las diferencias interindividuales a los
estudios de caso único. Hay la posibilidad de que el sujeto lesionado que estamos estudiando,
se encontrara antes de la lesión en los extremos de la curva normal. En este caso sería difícil
distinguir si su rendimiento refleja los efectos de la lesión o la variabilidad interindividual
¿Cómo afronta la Neuropsicología este problema? La solución parece radicar en una
evidencia práctica, y en la comparación estadística con un grupo de control. El primer aspecto
hace referencia a que puede considerarse que las diferencias individuales que se dan entre los
sujetos normales en relación con los sistemas estudiados son relativamente pequeñas, nimias,
en comparación con la alteración que la lesión provoca en el funcionamiento de un sistema
(Shallice, 1988). En cuanto a la comparación con un grupo de control, señalar que las
puntuaciones de éste nos proporcionan la información necesaria para determinar,
estadísticamente, la posición de nuestro paciente en relación con el grupo sano.
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 37

Hasta ahora nos hemos centrado en las dificultades potenciales de los estudios de caso
único, en el siguiente epígrafe veremos que los estudios de grupo en la neuropsicología
cognitiva tienen también sus problemas.

10.3. La heterogeneidad de los sujetos


Entre los argumentos contrarios a los diseños de grupo nos encontramos con la
heterogeneidad de las características lesionales y funcionales de los sujetos. Este problema se
puso claramente en evidencia en los albores de la neuropsicología cognitiva cuando se
comienza a investigar la dislexia profunda (Coltheart, 1980). La heterogeneidad de los
sujetos, por una parte, impide descubrir la existencia de patrones particulares que puedan ser
informativos, por otra parte, tiene el peligro de que en un mismo grupo se puedan incluir
subgrupos que enmascaren los resultados, siendo la conducta promedio del grupo fruto de un
artefacto estadístico. En consecuencia, en este marco, el empleo del diseño de caso único está
justificado por la heterogeneidad de los pacientes, incluso aunque estén clasificados en el
mismo síndrome o aunque la selección se haga en función de la localización de la lesión. El
uso de grupos heterogéneos bien puede enmascarar la existencia de una disociación o, por el
contrario, de un rendimiento normal. Un ejemplo de esto último es representado gráficamente
por Shallice (1988), en su ejemplo, que reproducimos aquí para mayor claridad (ver figura
2.3), la existencia de dos subgrupos en uno de los grupos de un diseño experimental puede dar
lugar a la aparición irreal de una disociación para todo el grupo (ver grupo 1).
La selección de los grupos es un problema complejo para la neuropsicología cognitiva que
emplea estos diseños; el criterio a seguir a la hora de la selección de los grupos es de capital
importancia. Se pueden clasificar a los sujetos en función de la localización de la lesión, bajo
el supuesto de que lesiones similares darán lugares, con pequeñas variaciones, a patrones
conductuales similares, y por tanto, homogéneos. El problema es que en muchos estudios la
localización de la lesión no es clara, dificultando el agrupamiento de los sujetos. ¿Deben
clasificarse los sujetos entonces a partir de sus características conductuales? Aunque esta
opción parece más lógica, dado el objetivo de la neuropsicología cognitiva, supone entonces
el análisis individual de cada sujeto a priori, y, como señala Caramazza (1988), su conducta
en la tarea experimental sólo podemos conocerla a posteriori. Es decir, para estar seguros de
la homogeneidad del grupo elegido tendríamos que hacer un análisis de sus características que
tuviera en cuenta incluso la ejecución en la tarea experimental, lo que nos puede conducir a un
razonamiento circular en la interpretación de los datos. La relevancia de las conductas, en
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 38

dependencia directa con la importancia de éstas para el modelo cognitivo a verificar, debe ser
el criterio que guíe nuestros pasos en la determinación de los grupos.

DISOCIACIÓN DOBLE
SUBGRUPOS
10 10

ACIERTOS
ACIERTOS

8 8
GRUPO 1
6 GRUPO 1 6
4 4 GRUPO 2
GRUPO 2
2 2 GRUPO 1'
0 0
TAREA A TAREA B TAREA A TAREA B

Figura 1.6. Ejemplo de una disociación doble irreal entre grupos, debida a la
heterogeneidad del grupo 1 (adaptado de Shallice, 1988).

Las dificultades para el empleo de grupos son eminentemente de carácter práctico, están
relacionadas con la dificultad para formar grupos homogéneos, y sólo un esfuerzo clasificador
y un análisis posterior de los datos de manera individual nos asegura la validez de los datos, y
su generalización al resto de sujetos incluidos en la categoría que caracteriza al grupo. Este
procedimiento está siendo el empleado en los estudios de grupo en el marco de la
neuropsicología cognitiva en lo que se conoce como estudios de “series de casos”, lo que
puede considerarse una muestra del reconocimiento de los problemas a los que pueden
conducir los estudios de grupo, en el marco de la neuropsicología cognitiva, si no se da un
adecuado control. Algunas de las ventajas de estos estudios de series de casos están asociadas
con la posibilidad de realizar análisis estadísticos más potentes, o con la posibilidad de ofrecer
un apoyo a los modelos basados en un conjunto de evidencias.

10.4. Otras cuestiones prácticas


La decisión de emplear estudios de grupo o de caso único está también influenciada por
consideraciones prácticas. Por ejemplo, el uso de caso único tiene algunas ventajas: elimina el
problema de la heterogeneidad de los grupos, el desarrollo de la investigación se hace más
flexible, pues se pueden ir diseñando los experimentos a medida que se observa el
rendimiento del sujeto en cada experimento, y los datos son más rápidamente interpretables.
En definitiva, el trabajo es inicialmente más manejable, aunque dado que también puede
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 39

requerir el uso de grupos de control, con las dificultades que la selección de los sujetos
implica, su desarrollo también se puede complicar.
Otro motivo, no siempre expresado, para la preferencia por los estudios de caso único
proviene de uno de los objetivos declarados por Ellis y Young (1988) en su definición de la
neuropsicología cognitiva, la explicación de la conducta del sujeto lesionado a partir de un
modelo de la conducta alterada. La evaluación clínica de los pacientes, exige al
neuropsicólogo cognitivo el establecimiento de hipótesis funcionales sobre los déficits de un
sujeto concreto, aquí la información de los grupos tiene poco lugar, si no es como control.
Por otro lado, hay que reseñar otro problema que acecha a los estudios de caso único, y
que son las variaciones en el estado neurológico del sujeto. En ocasiones se dan
recuperaciones progresivas o deterioros espontáneos en las habilidades de los sujetos que
pueden llevarnos a conclusiones erróneas, por eso la atención a la estabilidad del paciente
debe extremarse cuanto más se prolongue en el tiempo la investigación.
Para concluir, podemos decir que desde sus comienzos la neuropsicología cognitiva ha
hecho principalmente uso del estudio de caso único. Este empleo del caso único difiere del
empleado por los neuropsicólogos de finales del siglo XIX, el estudio de caso único en la
neuropsicología cognitiva se ciñe a la metodología experimental que caracteriza a la
psicología cognitiva, de manera que existe un importante esfuerzo por el control de variables
y el empleo de metodología estadística. Aún así, el estudio de caso único no está exento de
dificultades, como la existencia de diferencias individuales o variaciones en el estado del
paciente, que pueden conducir a una falta de generalización de los resultados. En estos casos
el empleo riguroso de las disociaciones y del control de las variables y las tareas debe evitar la
obtención de conclusiones erróneas.
En relación con los estudios de grupo, la existencia de heterogeneidad en los sujetos
lesionados constituye el mayor inconveniente para la interpretación de estos datos, sin
embargo, el análisis individual de los datos a posteriori puede ser muy útil para clarificar el
verdadero alcance de los resultados obtenidos, tal y como se hace en los estudios de series de
casos.
Usando un criterio práctico, puesto que la mayoría de la experimentación en
neuropsicología cognitiva se ha desarrollado a partir del estudio de caso único, debe
considerarse a éste el método por excelencia de la neuropsicología cognitiva. Esto sin
despreciar los estudios de grupo desarrollados bajo procesos rigurosos de selección de los
pacientes en base a modelos cognitivos. Creemos que rechazar, a priori, cualquiera de estos
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 40

dos acercamientos sólo contribuye a debilitar la potencia de la neuropsicología cognitiva


como herramienta para el estudio de los procesos mentales.

11. Síndromes vs. Síntomas


Ligado a la cuestión del diseño experimental y el valor del individuo, se encuentra el
debate sobre el empleo de los síndromes en la neuropsicología cognitiva. En el fondo de esta
cuestión se encuentra la clásica polémica en torno a la postura clasificatoria de las disciplinas
de la salud en relación con las patologías. Por síndrome suele entenderse un conjunto de
síntomas que suelen aparecer asociados, co-ocurren. En esta definición, en principio, aséptica,
va, sin embargo, implícita una hipótesis sobre la aparición de tales síntomas, en el caso de los
síndromes empleados por la “neuropsicología clásica”, se considera que tal asociación de
síndromes se debe a la existencia de una lesión en una zona más o menos concreta de la
anatomía cerebral (e.g., afasia de Broca, afasia de Wernicke).
La neuropsicología cognitiva rechaza el valor explicativo que se suele conferir a estas
clasificaciones, y las razones para esto se encuentran en la escasa confianza que despierta el
uso de asociaciones, y en la consideración del sujeto lesionado como un caso irrepetible.
No vamos a discutir el valor orientativo que tiene para la práctica clínica el empleo de
categorías sindrómicas, en muchos casos con una sola palabra permite hacerse una idea de las
características generales de un sujeto. Sin embargo, desde el punto de vista de la
neuropsicología cognitiva, una ciencia que trata de extraer conclusiones teóricas acerca del
procesamiento, el empleo de síndromes parece sólo justificado cuando la etiología funcional
de un patrón conductual ha sido ya demostrada, y tal explicación justifica la aparición
conjunta de síntomas. Por ejemplo, en el caso de la dislexia fonológica, según un modelo de
doble ruta, la alteración de la conversión de los grafemas en fonemas explica las dificultades
para la lectura de pseudopalabras y la producción de errores derivativos, de forma que la
asociación sindrómica posee una entidad definida teóricamente. Por el contrario el empleo de
los síndromes de forma especulativa puede provocar más problemas que ventajas a la
investigación, pues como hemos señalado anteriormente, su empleo en los diseños
experimentales puede conducirnos a clasificar en un mismo grupo a sujetos con muy distintas
características cognitivas, haciendo que diferencias relevantes pasen inadvertidas. Un buen
ejemplo de los problemas que el empleo de síndromes clínicos ha generado en el desarrollo de
modelos cognitivos lo encontramos en el caso del agramatismo. La consideración de éste
como un síndrome ligado a la alteración de un supuesto módulo sintáctico, obstaculizó el
hallazgo de disociaciones en la producción agramatical, a la vez que generó un esfuerzo
TEMA 1. Definición, delimitación y metodología 41

investigador, estéril, por mal encaminado, al investigar como grupo a conjuntos de pacientes
heterogéneos.
Nuestra postura parte de que las clasificaciones deben ser únicamente instrumentos para
facilitar la comprensión de los síntomas, y puesto que la variabilidad de las patologías
(variabilidad intracategoría) supera en muchas ocasiones la existente entre las categorías el
empleo de los síndromes en la neuropsicología debe limitarse a los establecidos a partir de
modelos cognitivos solventes, y aún así con reservas. La neuropsicología cognitiva, en
ocasiones, hace uso de síndromes, solo que éstos están más delimitados que los propuestos
por la “neuropsicología clásica”, y definidos en base a un modelo teórico de corte cognitivo
apoyado en datos empíricos sólidos. Además se asume que puede haber importantes
variaciones entre los sujetos clasificados en los síndromes, en función de la relación que tenga
el proceso que estamos estudiando con la características que delimitan el síndrome objeto de
estudio (Vallar, 1999).

12. El diseño de las tareas en la neuropsicología cognitiva


En la búsqueda de una disociación, el objetivo del investigador es encontrar diferentes
patrones de rendimiento en las tareas. Para que la comparación de tales diferencias responda a
criterios estadísticos, es necesario que ambas tareas sean estadísticamente comparables. Así,
es recomendable que cuando comparemos el rendimiento, por ejemplo, en la lectura de
palabras con la de pseudopalabras, se empleen similar número de estímulos de ambas
categorías; de la misma forma debe ocurrir si, por ejemplo, comparamos el rendimiento en el
reconocimiento de caras y de objetos. Las pruebas estadísticas suelen exigir, además, que el
número de ítemes a los que se enfrente el sujeto en una tarea sea alto, de esta forma
dispondremos de potencia suficiente para detectar la existencia de diferencias reales
(Willmes, 1998).
El control de los materiales experimentales es también determinante a la hora de diseñar la
tarea. Al igual que ocurre en la psicología cognitiva, el material empleado en las tareas
experimentales debe seguir las restricciones relativas a las posibles variables que puedan
afectar el proceso. Así, en el caso de un estudio sobre lectura de palabras es muy probable que
tengamos que controlar variables como la frecuencia léxica, el parecido ortográfico, la
frecuencia grafémica, el número de sílabas, etc. Este control no es, desgraciadamente posible
siempre, y la cuestión de la dificultad de la tarea puede convertirse entonces en un hándicap
que lastrará la posterior interpretación de los resultados. Buena evidencia de esto, la
encontramos en el estudio de la independencia entre el procesamiento de caras y el de objetos.
NEUROPSICOLOGÍA COGNITIVA. Prof. Javier García Orza © 42

La existencia de casos en los que se da un peor reconocimiento de las caras que de los objetos,
puede ser explicada como fruto de un artefacto experimental relacionado con la diferente
dificultad de las tareas, puesto que el reconocimiento de las caras parece más complejo que el
de los objetos.
Hemos señalado la importancia de que las tareas tengan similar grado de dificultad. Para
esto es importante, el empleo de materiales de complejidad comparable, pero también que el
proceso de recogida de datos se produzca sin generar diferencias artificiales en la dificultad de
la tarea. Siguiendo con el ejemplo de la comparación del reconocimiento de caras y de
objetos, es habitual presentar una cara ante la que el paciente debe responder sí le resulta
familiar o no, en ese caso, las probabilidades de acierto y error en ambas tareas son similares;
tales probabilidades deben mantenerse cuando se use una tarea de elección múltiple (elige de
entre los cuatro estímulos que te presento el visto anteriormente), es decir, debe procurarse
que haya el mismo número de distractores, y con similares características en relación con el
estímulo crítico, en cada tarea.
Para finalizar estas cuestiones relacionadas con el diseño de las tareas, señalar que en la
neuropsicología cognitiva hay un uso bastante extendido de tareas off-line (aquellas en las que
se analiza el proceso a partir del resultado final) en comparación con las medidas en curso u
on-line (aquellas en las que se trata de seguir, normalmente a través del registro de los
tiempos de respuesta el curso del procesamiento). El uso mayoritario de las primeras se
asienta en dos razones: una de tipo histórico, la influencia de las tareas propias de la
neuropsicología clínica; otra relacionada con las características de los sujetos lesionados. En
relación con esta última, señalar dos cuestiones: las características atencionales y motoras que
presentan los sujetos lesionados en muchos casos imposibilitan el empleo de medidas de
tiempos de respuesta; por otra parte, mientras que en los sujetos sanos la valoración del
resultado final de las pruebas suele mostrar un efecto techo, es decir, son poco sensibles para
extraer conclusiones sobre el proceso, éste mismo tipo de tareas tiene suficiente sensibilidad
para la evaluación en un sujeto lesionado. El empleo de tareas en las que la ejecución de los
sujetos sanos es casi perfecta, implica, sin embargo, problemas a la hora de establecer
conclusiones sobre el grado de severidad de la alteración que un sujeto lesionado muestra en
una conducta. La solución: bien el diseño de tareas más complejas de forma que desaparezca
el efecto techo (aunque esto puede provocar un efecto suelo en los sujetos con lesión), bien el
empleo de medidas de tiempos (con las dificultades que esto puede generar por las
características del sujeto lesionado). El diseño de tareas debe, pues, moverse en este espacio
con precaución.

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