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3 ejercicios rápidos (y

originales) para deshacernos


de las preocupaciones

Valeria Sabater 11 marzo,


2018 en Desarrollo personal3069 compartidos




El miedo y las preocupaciones retrasan nuestro destino. Por lo
tanto, no les demos demasiado espacio en nuestro pensamiento ni
hagamos de pequeños guijarros grandes montañas. En su lugar,
higienicemos nuestro enfoque y flexibilicemos nuestra
mirada. Aprendamos a entrenar nuestra mente gracias a adecuados
ejercicios con los cuales, deshacernos de las preocupaciones.
Bajar del tren de la preocupación no es tarea fácil. A menudo nos
dejamos llevar por ese vagón en un viaje sin retorno, sentados en un
compartimento sin ventanas. De este modo, somos incapaces de ver
todo aquello que sucede a nuestro alrededor y nos encontramos
indefensos al no percibir otra perspectiva que aquella sugerida por
nuestra implacable ansiedad.
“Preocuparse a veces no tiene mucho sentido. Es como quien
camina con un paraguas abierto esperando que llueva”.
-Khalifa-

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Así, y más allá de lo que algunas personas puedan pensar, estos
ciclos de sufrimiento nunca se rompen con meros consejos
bienintencionados: “deja de preocuparte por cosas que aún no han
sucedido, relájate y disfruta un poco más de la vida.” Cuando la
mente cae en esta dinámica agotadora ya no atiende a razones,
actúa de forma automática y llevada por un flujo inconsciente donde
todo nuestro organismo se deja llevar por una música interna sin
sentido ni cadencia.
Para deshacernos de las preocupaciones necesitamos otro
enfoque que vaya más allá del universo cognitivo. Necesitamos
que nuestro organismo, nuestros sentidos y nuestra mente
consciente sean partícipes en este proceso. A continuación te
explicamos cómo lograrlo.

Tres ejercicios para deshacernos de las


preocupaciones
La preocupación va de la mano de la incertidumbre y si hay algo
que todos sabemos es que el mundo actual se define
precisamente por ese leitmotiv, por esa narrativa inherente a este
mundo del día a día que tanto nos cuesta gestionar o incluso aceptar.
Por otro lado, hay un hecho que suele darse muy a menudo: no
siempre tenemos pleno control sobre nuestros procesos mentales.
Percibimos la ansiedad o el estrés en nuestro cuerpo, en ese dolor
de estómago, en esa cefalea… Sin embargo, no siempre nos damos
cuenta de lo rápido que trabaja la mente, de los derroteros que toma,
de los miedos que anticipa, de las fatalidades que nos avanza sin
que se lo hayamos pedido. Mantener el control, detener ese ciclo
de alimentación negativa es sin duda nuestra mayor
responsabilidad.

Tus ojos frente a una cámara


Sencillo, original y ante todo efectivo. Puede que en un primer
momento este ejercicio nos parezca algo extraño, pero tiene su
sentido y su implicación. Veamos en qué consiste.
 Cuando te sientas agotado por el arrastre implacable de tus
pensamientos, haz lo siguiente: coge tu móvil, abre la cámara frontal
como si fueras a hacerte un selfie y atiende la pantalla. La atención
debe centrarse en tus ojos.
 Es un modo sensacional de tomar conciencia del propio yo. Al
mirarnos cara a cara y sumergirnos en nuestros ojos, algo ocurre en
nuestro interior. Algo nos obliga a parar, a detener la hiperactividad
de la mente y centrarnos en el aquí y ahora, a vincularnos de forma
directa con nosotros mismos.
 Sintoniza con tus necesidades mientras te miras a los ojos, reflexiona
sobre esa persona que tienes ante ti. Relájate y deja que el mundo
se detenga para abrazar a ese ser a menudo descuidado: tú mismo.
Elige un sonido
Otra estrategia sensacional para deshacernos de las
preocupaciones consiste en elegir un sonido, en concetrarnos en
uno solo de todo ese conjunto de estímulos auditivos que nos
envuelven.
 Imagina que estás en el trabajo. Estás rodeado de ruido, de
conversaciones, de sillas que se arrastran, de golpes, de
ordenadores, de coches que van y vienen en su incesante devenir
sobre el asfalto, de compañeros que hablan de ciertos rumores…
 Ahora bien, de entre todo ese mar de ruidos, quédate con uno
solo. Puede que delante de tu ventana haya un árbol donde acuden
los pájaros. Elige ese sonido, quédate con esos pájaros y deja que el
resto de estímulos se desvanezcan durante unos minutos. Poco a
poco, tu mente se calmará porque solo tiene una obligación: atender
el canto de esos animales.

Una taza de chocolate


Seguimos con una propuesta original y poco habitual. Para
deshacernos de las preocupaciones, necesitamos sobre todo
estimular a nuestros sentidos. Tenemos claro que los consejos no
sirven, que el decirnos algo como “voy a relajarme y pensar menos”
no siempre surte efecto. Así que lo mejor en estos casos es elegir
otra ruta, la de nuestro olfato, nuestro gusto, nuestras sensaciones
físicas.

Esta técnica se relaciona de forma directa con el mindful


eating, de la que ya hemos hablado en alguna ocasión en nuestro
espacio. Es un modo muy apetecible de practicar la atención plena,
la alimentación consciente así como la relajación.

Si no nos agrada el chocolate, podemos elegir otra bebida. La clave


está en que sea una bebida caliente.

 Lo que haremos en primer lugar es dejar que el aroma, así como el


humo tibio de ese chocolate o té, nos envuelva. Respiraremos en
calma y de forma profunda.
 Ahora tomaremos un sorbo, pero lejos de engullirlo al instante, nos
deleitaremos un poco más dejando que la lengua disfrute, que el
paladar se llene de esos matices del chocolate.
 Durante esos momentos en que tenemos nuestra taza en las manos,
nada más debe importar. Apreciaremos el momento presente y las
sensaciones que estamos experimentando.
Lo que vamos a conseguir con estos tres sencillos ejercicios para
deshacernos de las preocupaciones es poner el foco en nuestros
sentidos y calmar la activación fisiológica para conceder calma a
nuestra mente. No se trata de despistarla, sino de calmarla para
tomar el control sobre ella y parar su hiperactividad. Porque a
veces, para controlar la mente, basta con empezar relajando el
cuerpo a través de nuestros cinco sentidos.
Intentémoslo hoy mismo.

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