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SENTENCIA GONZÁLEZ Y OTRAS (“CAMPO ALGODONERO”) VS.

MÉXICO CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


16 DE NOVIEMBRE DE 2009

DERECHO PÚBLICO INTERNACIONAL

JOHN LEONARDO GONZÁLEZ MARTÍNEZ


Cod. 1423115

ANA PAOLA MONROY MANRIQUE


COD. 1184214

Corporación universitaria republicana


2019
GONZÁLEZ Y OTRAS (“CAMPO ALGODONERO”) VS. MÉXICO
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
16 DE NOVIEMBRE DE 2009

1. Las madres de las tres víctimas junto con sus familias y organizaciones de mujeres
presentaron denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos -CIDH,
alegando la responsabilidad internacional del Estado en la desaparición y asesinato
de las tres mujeres. Del párrafo 20 al 30 de la sentencia en mención se hace un
reconocimiento parcial de la responsabilidad internacional, El Estado reconoce que
en la primera etapa de las investigaciones, entre el 2001 y el 2003, se presentaron
irregularidades. […].

Antes de analizar la posible responsabilidad internacional del Estado mexicano, la


Corte consideró pertinente establecer si la violencia que sufrieron las tres víctimas
constituyó violencia contra la mujer según la Convención Americana y la Convención
Belém do Pará.

El Estado reconoce que, derivado de las irregularidades antes referidas, se afectó la


integridad psíquica y dignidad de los familiares de Claudia Ivette González, Esmeralda
Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez. No obstante, se exponen con
amplitud los apoyos con recursos económicos, asistencia médica y psicológica y
asesoría jurídica que se ha venido prestando a los familiares de cada una de las tres
víctimas, constituyendo una reparación al daño causado.

La Comisión valoró el reconocimiento parcial de responsabilidad internacional


efectuado por México, pues consideró que éste era “un paso positivo hacia el
cumplimiento con sus obligaciones internacionales”. No obstante, sin desestimar el
valor y la trascendencia de dicho reconocimiento, la Comisión notó que el mismo
“deriva de una interpretación de los hechos diversa a la planteada en la demanda y
en el escrito de solicitudes, argumentos y pruebas”. Agregó que “varios de los
argumentos expuestos por el Estado en el propio escrito de contestación a la
demanda controvierten los hechos supuestamente reconocidos”. Asimismo, observó
que por los términos del reconocimiento en cuestión “las implicaciones jurídicas en
relación con los hechos no han sido totalmente asumidas por el Estado, y tampoco la
pertinencia de las reparaciones solicitadas por las partes”. En consecuencia, la
Comisión consideró que era “indispensable que el Tribunal resuelva en sentencia las
cuestiones que permanecen en contención”.

Finalmente, en cuanto a las pretensiones de reparaciones, el Estado aceptó que tiene


el deber de reparar las violaciones por él aceptadas e indicó una serie de medidas
reparatorias que ha realizado o que ofrece realizar, lo cual será valorado en el capítulo
IX de esta Sentencia, conforme a los argumentos y prueba presentados por las partes.
Así mismo se entra en el estado mexicano, no como responsable directo de los
crímenes cometidos contra estas mujeres, sino como responsable por no adoptar las
medidas adecuadas para impedir la comisión de dichos crímenes en base al deber
de garantía que impone el artículo 1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, “Los Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los
derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a
toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos
de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social”.

También es necesario señalar que la Convención de Belem do Parà (la Convención


Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer),
establece en su art. 7b que los Estados deben “actuar con la diligencia debida para
prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer”. Por lo que la Corte, a la
hora de analizar la responsabilidad del Estado, también toma en consideración las
obligaciones del mismo respecto de esta Convención.

2. Por unanimidad la Corte declara y dispone que:

 El Estado violó los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal e


incumplió con su deber de investigar -y con ello su deber de garantizar-

 los derechos a la vida, integridad personal y libertad personal consagrados en


los artículos 4.1, 5.1, 5.2 y 7.1 de la Convención Americana, en relación con
los artículos 1.1 y 2 de la misma y con el artículo 7.b y 7.c de la Convención
Belém do Pará en perjuicio de las tres víctimas.

 El Estado violó los derechos de acceso a la justicia y protección judicial,


consagrados en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana y 7.b y 7.c
de la Convención Belém do Pará, en perjuicio de los familiares de las víctimas.

 El Estado violó el deber de no discriminación contenido en el artículo 1.1 de la


Convención Americana, en relación con el deber de garantía de los derechos
a la vida, integridad personal y libertad personal; así como en relación con el
acceso a la justicia consagrado en los artículos 8.1 y 25.1 de la mencionada
Convención de los familiares de las víctimas.

 El Estado violó los derechos del niño, consagrados en el artículo 19 de la


Convención Americana, en perjuicio de las dos víctimas menores de edad.

 El Estado violó el derecho a la integridad personal, consagrado en el artículo


5.1 y 5.2 de la Convención Americana, por los sufrimientos causados y
hostigamientos de los que fueron víctimas los familiares de las tres mujeres
fallecidas.

 El Estado no violó el derecho a la protección de la honra y de la dignidad,


consagrado en el artículo 11 de la Convención Americana.

La Comisión solicitó a la Corte declarar al Estado responsable por la violación de los


derechos consagrados en los artículos 4 (derecho a la vida), 5 (derecho a la integridad
personal), 8 (garantías judiciales), 19 (derechos del Niño) y 25 (protección judicial) de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (la Convención Americana), en
relación con las obligaciones establecidas en los artículos 1.1 (obligación de respetar
los derechos) y 2 (deber de adoptar disposiciones de derecho interno) de la misma, y
el incumplimiento de las obligaciones que derivan del artículo 7 (obligación de adoptar
medidas para eliminar la violencia contra las mujeres) de la Convención para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (la Convención Belém do Pará). La
demanda fue notificada al Estado el 21 de diciembre de 2007 y a los representantes
el 2 de enero de 2008.

En la jurisprudencia de la Corte se encuentra la referencia a algunos alcances del


artículo 5 (derecho a la integridad personal) de la Convención Americana en cuanto a
los aspectos específicos de violencia contra la mujer, considerando como referencia
de interpretación las disposiciones pertinentes de la Convención Belém do Pará y la
Convención sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW), ya que estos instrumentos complementan el corpus juris internacional en
materia de protección de la integridad personal de las mujeres, del cual forma parte
la Convención Americana. La Convención Belém do Pará define la violencia contra la
mujer como “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte,
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público
como en el privado”. La Corte ha establecido que no toda violación de un derecho
humano cometida en perjuicio de una mujer conlleva necesariamente una violación
de las disposiciones de la Convención de Belém do Pará.

3. El control de convencionalidad o control de tratados está depositado en los tribunales


internacionales, al ser éstos los únicos con competencia para determinar cuándo un
acto u omisión de un Estado se contrapone a la obligación internacional adquirida por
éste al firmar, ratificar o adherirse a un instrumento internacional. Los tribunales
internacionales son los únicos que pueden determinar cuándo un hecho o acto
imputable a un Estado es incompatible con el contenido de la norma internacional, así
como los únicos facultados, a partir de esa determinación, para establecer la
responsabilidad internacional del Estado y las consecuencias que de ésta derivan.

La sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso contra


México puso al debate muchos temas, entre ellos, el relativo al llamado control de
convencionalidad. De acuerdo con esa sentencia y algunos de sus precedentes, los
tribunales nacionales deben ejercer dicho control. Sin embargo, nos muestra que ni
la Corte Interamericana ni algunos doctrinarios que la siguen han logrado establecer
con precisión y uniformidad qué implica, quién lo debe de llevar a cabo ni cómo se
debe de hacer.

Los temas de que se ocupa la sentencia y la forma en que son desarrollados bien
ameritan un análisis minucioso, ya que por ejemplo, conoce de hechos ocurridos en
1974 pese a que México ratificó la Convención Americana sobre Derechos Humanos
que es la base normativa del funcionamiento del sistema interamericano— en 1981 y
reconoció la competencia de la CoIDH el 16 de diciembre de 1998, por tratarse el
caso de una violación continua o permanente como lo es la desaparición forzada de
personas y las consecuencias de ésta, con lo cual, esa Corte cambia en parte sus
criterios anteriores en casos similares a éste. También destaca que, en la parte
considerativa determina que es inválida la reserva formulada por México a la
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, porque no
satisface el primer requisito establecido en el artículo XIX de la misma, pero no ordena
que sea retirada ni señala nada a ese respecto en las medidas de reparación ni en
los resolutivos de la sentencia. O bien, que teniendo elementos suficientes para
pronunciarse respecto al artículo 13 de la Convención Americana en cuanto al acceso
a la información bajo control del Estado, se limitó a reconocer el derecho de acceso
al expediente por las víctimas como parte de las garantías del debido proceso.

Pero además de esos y otros tantos temas más que pueden derivar del trámite y
sentencia del caso, se distingue por ser la primera resolución dictada en contra de
México en la cual se vincula directamente al Poder Judicial de la Federación al
cumplimiento de algunas medidas de reparación, así como que también por primera
vez se hace mención en una sentencia dirigida al Estado mexicano del control de
convencionalidad que deben ejercer los jueces y tribunales nacionales.

el tema relativo al control de convencionalidad se muestra como una cuestión más


complicada, ya que no es ordenado como medida de reparación ni como obligación
directa, pero sí se encuentra en el texto de la sentencia como parte de las
consideraciones relativas al análisis de las medidas de satisfacción y garantías de no
repetición determinadas como parte de las medidas de reparación, y de manera
específica, respecto a la determinación que tomó la COIDH en cuanto a que no debía
ser modificado el artículo 13 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, relativo al fuero de guerra, al considerar que el problema planteado en el
caso bajo análisis estaba en el artículo 57 del Código de Justicia Militar y no en el
texto constitucional.

La Corte, con base en lo argumentado por las partes, declaró que la controversia
planteada exigía el análisis del contexto que rodeó a los hechos del caso y las
condiciones en las cuales dichos hechos pudieran ser atribuidos al Estado y
comprometer, en consecuencia, su responsabilidad internacional. A pesar del
allanamiento efectuado por el Estado, declaró que subsistía la necesidad de precisar
la entidad y gravedad de las violaciones ocurridas respecto a las garantías judiciales
y de protección judicial de la Convención Americana, en conexión con la obligación
de respetar los derechos y el deber de adoptar disposiciones de derecho interno de
dicho tratado y la obligación de adoptar medidas para eliminar la violencia contra las
mujeres de la Convención Belém do Pará. Para ello, el Tribunal procedió a realizar
las consideraciones de hecho y de derecho pertinentes, analizando las obligaciones
de respeto, garantía y no discriminación del Estado.

Estado deberá, conforme a los párrafos 452 a 455 de esta Sentencia, conducir
eficazmente el proceso penal en curso y, de ser el caso, los que se llegasen a abrir,
para identificar, procesar y, en su caso, sancionar a los responsables materiales e
intelectuales de la desaparición, maltratos y privación de la vida de las jóvenes
González, Herrera y Ramos, conforme a las siguientes directrices:

 Se deberá remover todos los obstáculos de jure o de facto que impidan la


debida investigación de los hechos y el desarrollo de los respectivos procesos
judiciales, y usar todos los medios disponibles para hacer que las
investigaciones y procesos judiciales sean expeditos a fin de evitar la repetición
de hechos iguales o análogos a los del presente caso.

 La investigación deberá incluir una perspectiva de género; emprender líneas


de investigación específicas respecto a violencia sexual, para lo cual, se deben
involucrar las líneas de investigación sobre los patrones respectivos en la zona;
realizarse conforme a protocolos y manuales que cumplan con los lineamientos
de esta Sentencia; proveer regularmente de información a los familiares de las
víctimas sobre los avances en la investigación y darles pleno acceso a los
expedientes, y realizarse por funcionarios altamente capacitados en casos
similares y en atención a víctimas de discriminación y violencia por razón de
género.

 Deberá asegurarse que los distintos órganos que participen en el


procedimiento de investigación y los procesos judiciales cuenten con los
recursos humanos y materiales necesarios para desempeñar las tareas de
manera adecuada, independiente e imparcial, y que las personas que
participen en la investigación cuenten con las debidas garantías de seguridad.

 Los resultados de los procesos deberán ser públicamente divulgados para que
la sociedad mexicana conozca los hechos objeto del presente caso.

La CIDH establece que el Estado debe organizar el aparato gubernamental para


garantizar el libre y pleno ejercicio de los Derechos Humanos. Y en segundo
lugar, la Corte señala que es necesario impedir la violación de los derechos,
investigar las violaciones cometidas, imponer sanciones y reparar a las víctimas.

No se cumplen los requisitos exigidos en los distintos artículos relativos a la


responsabilidad de Estado que permitirían hacer al Estado responsable directo
por las muertes de estas jóvenes. Por otra parte el único supuesto que premiaría
acercarse a este tipo de responsabilidad, el de la complicidad, requiere de un
elemento complicado de conseguir, el conocimiento por parte del Estado del
crimen, y ello debido a las circunstancias en las que se producen estos crímenes,
principalmente con posterioridad a desapariciones sin testigos. Por tanto, salvo
en los supuestos en los que sea posible concluir acerca de la existencia de un
secuestro que hubiese sido puesto en conocimiento de las autoridades, la
responsabilidad del Estado mexicano se centraría únicamente en los supuestos
de violación del deber de garantía tal y como condena el CIDH.

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