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EZEQUIEL MALDONADO*

“El sueño del pongo”


y la traducción de una cultura

“The dream of the Pongo”


and the interpretation of a culture

Resumen Abstract

En este ensayo destaco el aprecio In this essay I highlight the fond-


que el autor tuvo por un relato que ness that the author had for a sto-
escuchó de labios de un comunero ry told to him by a comunero from
andino y que luego recreó, conser- the Andes that he then recreated
vando la propuesta oral original. –though preserving the original oral
intention. Arguedas is aware of the
establecer una diferencia clara en-
tre el relato original y la inventiva story versus using literary creativi-
literaria. Se analiza la visión de Var- ty. Vargas Llosa’s viewpoint and his
gas Llosa sobre este cuento y su in- failure to understand the Native’s
comprensión del universo indígena. universe are studied. I describe the
Describo similitudes entre Argue- similarities between Arguedas’ and
das y Jesús Morales Bermúdez, en Jesus Morales Bermudez’s linking of
un proyecto radical de vincular, por radical projects, for example Argue-
ejemplo, a Arguedas con el quechua das with Quechua and Spanish, and
y el español y a Morales Bermúdez Morales Bermudez with Spanish
con el español y el chol del norte and Chol from northern Chiapas.
de Chiapas.

Key words: Arguedas, Morales Ber-


Palabras clave: Arguedas, Morales múdez, “El sueño del pongo”, orality,
Bermúdez, “El sueño del pongo”, ora- Quechua, colonized.
lidad, quechua, colonizado

Fuentes Humanísticas > Año 28 > Número 49 > II Semestre 2014 > pp. 61-69
Fecha de recepción 20/02/14 > Fecha de aceptación 23/07/14

*
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, Departamento de Humanidades.
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“El sueño del pongo” y la traducción de una cultura

R esulta extraño que para este célebre


cuento reproducido en antologías uni-
versales, el cual el propio Arguedas gra-
antologías y recopilaciones de literatura
quechua (como la Poesía y prosa quechua
seleccionada en 1967 por Francisco Carri-
bara o narrara entre sus conocidos y que
responde a la mejor tradición de una li-
ocasiones, no exista correspondencia en teratura que nadie en nuestro siglo como
la crítica especializada y que se le incluya Arguedas supo enaltecer, rescatar y aun
tardíamente en los Relatos completos de nutrir con su propia obra.2
la Editorial Losada, gracias a la sugerencia
de Jorge Billorou, avalada por el propio En “El sueño del pongo” y en pleno siglo
, se sigue regateando a Arguedas una
igual, desestimó opiniones en contra de maestría en su labor literaria y, en un
esa inclusión y escribe:
de adecuada imbricación en su narrativa,
En la nota preliminar de la bella edición
chilena del cuento se lee: “El sueño del a su obra y hay quienes, con mirada ses-
pongo” lo publicamos por su valor litera- gada, perciben los cuentos como borra-
rio, social y lingüístico. Lo entregamos con dores de su novelas o viceversa. Lo que
temor y esperanza. Hemos tratado de re- se omite deliberadamente es la corres-
pondencia entre relatos y novelas; se se-
sión original, pero, sin duda, hay mucho ñala por igual la insistencia en rupturas y
de nuestra propia cosecha en su texto y
eso tampoco carece de importancia.1 te de este ensayo. Lo peor, el análisis de su
obra desde una perspectiva eurocéntrica
que insiste en los arquetipos de la cultura
blecer una línea demarcatoria entre la pro- griega.3 Pero también, por su compromi-
pia inventiva del autor y aquella parte de so con la cultura de los pueblos andinos,
una producción literaria ubicada en la se le ubica en un ámbito desolador y de
oralidad quechua o en las raíces de la rica irremediable tristeza indígena que me-
rece compasión por la manera de contar
sus historias. 4
Es notoria la reiterada predilección de
Arguedas por este “cuento quechua”, en 2
Ibid., p. 233.
tanto lo hizo publicar en forma bilingüe, 3
María Rosa Palazón, “Unas calas en la simbología
grabar con su propia voz e incluir en varias del agua (La lucha de Tánatos y Ananke en José
María Arguedas)”, Arguedas: la palabra que em-
bruja. Un centenario con todas sus sangres, pp. 257-
270.
1 4
José María Arguedas, Relatos completos, segunda Dice el limeño Iván Thays: “Uno no termina de
sacarse de encima esa expresión de tristeza.
de estos Relatos completos comenta el editor su Esa melancolía sin furia, esa discreción que a ve-
ces esconde un profundo rencor y bastante de
en dos proyectos de cuentos escogidos por José
María Arguedas: uno de la Editorial Peisa y otro forma de contar su historia de modo tal que uno
similar de Carlos Milla Batres para su Biblioteca de debe sentlr lástima por él”, Palabra de América,
Autores Peruanos”, p. 232. p. 190.
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Fuentes Humanísticas 49 > Dosier > Ezequiel Maldonado

No pretendo abusar de esos lugares


comunes en este espacio —propio para bre exento de pecado. El cielo es exac-
una crítica literaria que ofrezca luces y tamente igual que este mundo, con una
sombras—; sin embargo, considero que sola diferencia: allí los indios se convier-
vale la pena comentar sobre la mala con- ten en mistis y hacen trabajar por la fuer-
ciencia de escritores y ensayistas coloni- za, y hasta azotándolos, a quienes en este
zados y de una academia que sigue pen- mundo fueron los mistis.7
diente de los últimos gritos de la moda;
intelectuales sometidos totalmente a una José María Arguedas acota:
crítica perversa de corte occidental que
uno pensaría que ya fue rebasada por el Toda la literatura oral hasta ahora reco-
tiempo y las circunstancias,5 y a textos pilada demuestra que el pueblo quechua
considerados ejemplares como La utopía no ha admitido la existencia del “cielo”.
arcaica, De otro mundo que esté ubicado fuera
cuos investigadores y académicos de pres- de la tierra y que sea distinto de ella y en
tigio. ¿Cuál es el problema de fondo que se el cual el hombre reciba compensacio-
percibe? Académicos de relumbre que no nes que reparen las “injusticias” recibi-
leyeron a profundidad a Arguedas, pero das en este mundo. Escribimos un breve
que sí les convenció la lectura de Vargas ensayo sobre este tema al analizar los
Llosa, autor, y guía del pensamiento de cuentos mágicos de Lucanamarca. Toda
éstos. Ése es el verdadero dilema, si lo hay. reparación, castigo o premio se realiza
En La utopía arcaica, Vargas Llosa en este mundo.8
menciona el testimonio de un indio reco-
gido por Alejandro Ortiz Rescaniere en el En el actual sistema capitalista y con
cual “en el otro mundo los ricos estarán el proyecto neoliberal en boga, este sí
condenados a hacer lo que los pobres ha- maniqueo, racista y con verdades absolu-
cen ahora en éste y viceversa. Estas re- tas, el nobel se ofusca en su percepción.
versiones y simetrías se reproducen en ‘El Nunca concibe que en el tiempo actual,
sueño del pongo’…”6 Remata Vargas Llosa el tiempo del neoliberalismo, el mundo
está al revés; o como bien lo dice Martin
“desquite redentor”. Lo que se le “olvida” Lienhard, que retoma el mito de Inkarrí,
al nobel es la síntesis que realiza Argue- que “da forma a la idea de que el tiempo de
das del mito de Adaneva de Vicos, con los cristianos, tiempo al revés instaurado
un Ortiz Rescaniere que desconoce el por la colonización, desaparecerá para per-
quechua: Téete Mañuco mitir el restablecimiento del mundo-
tiempo”9 , un mundo más racional y acor-
de con las necesidades humanas.

5 7
Sobre todo después de los Estudios Subalternos José María Arguedas, “Mitos quechuas poshispá-
y los Poscoloniales o, más aún, luego de Derrida, nicos”, Formación de una cultura nacional indo-
impugnador del logocentrismo occidental. americana, pp. 176-177.
6 8
Mario Vargas Llosa, La utopía arcaica. José María Ibid., p. 181.
9
, pp. 249. Martin Lienhard, La voz y su huella, p. 208.
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“El sueño del pongo” y la traducción de una cultura

En “El sueño del pongo”, una de las esa aspiración a construir un futuro vincu-
tramas que se ventilan, de manera vela- lando elementos del pasado, el saber in-
da pero que en la ley de los contrarios se dio, el saber de los ancianos, a través de
torna real, es la ruptura de la ley de reci- un cambio en las sociedades indígenas.
procidad que, a decir de Lienhard, es cen- Según Ángel Rama,12 la lengua popular
tral en el pensamiento andino pues busca en estos narradores (transculturales como
“la reproducción de la sociedad [y ello] Arguedas) transita de la subordinación a
provoca un cataclismo (pachakutiy) que la centralidad, ya no hay oposición entre la
despeja el horizonte para el restableci- lengua del narrador y la lengua de perso-
miento de una sociedad justa”.10 Posi- najes populares, sino el establecimiento de
blemente éste es el mayor temor de una una nueva jerarquía: la voz del vulgo será la
intelectualidad que no sólo no valora la voz que narra en el escenario principal del
literatura arguediana, sino también des-
precia a pueblos que hoy, con el destino su visión del mundo. En el pasado perma-
en sus manos, pueden revertir el orden de necen balbuceo y timidez impuestos por
las cosas. el narrador blanco-mestizo, también las
En “El sueño del pongo” se produce formas dialectales, meras argucias del na-
un contrasentido cuando el hombrecito rrador regionalista, y se imponen formas
soñador relata la trama onírica: él, emba- sintácticas o léxicas propias de su habla
durnado de mierda, y su patrón, impreg- coloquial, como el caso del hombrecito
nado de miel, en la región celeste rinden –acota Arguedas– que se dirige al patrón,
cuentas al creador; el padrecito ordena le propone la narración de su sueño y “ha-
que se laman uno al otro. ¿A qué cielo se bló muy claramente” y el que era el dueño
del escenario permanece no sólo estupe-
premio y el castigo? Al respecto, señala facto sino también sordo. “El patrón no
Elías Rengifo: oyó lo que oía”; en su marasmo alcanzó
a balbucear: “—¿Qué? ¿Tú eres quien ha
[...] es obvio que los conceptos cielo e in- hablado u otro?” Y el hombrecito transi-
no pueden ser entendidos sola- tó de la subordinación a la centralidad, la
mente desde la habitual perspectiva reli- voz del pongo se escuchará en el escenario
giosa cristiana. Por el contrario, exige una principal, no sólo en el texto, una voz plena
relectura contextualizada en la lógica del
pensamiento andino contemporáneo.11 dimensión oníri-ca, su visión del mundo.
En efecto, la visión del narrador Ar-
En esa lógica habría que leer ciertos resi- guedas se desplaza-entrelaza de su pro-
duos mesiánicos, a decir de Lienhard, pre- yecto estético hacia una vocación reivindi-
sentes en la narrativa peruana y que en cadora, como bien dice Ángel Rama, una
“El sueño del pongo” se podrían leer en especie de militancia intelectual al servició
de pueblos indígenas explotados-reprimi-
10
Ibid, p. 209. dos-degradados por Conquista y Colonia
11
Elías Rengifo, “Una narrativa escrita en quechua:
‘El sueño del pongo’ o la culminación de un pro-
12
yecto literario”, Tema y Variaciones de Literatu- Ángel Rama, Transculturación narrativa en Améri-
ra, núm. 37, p. 69. ca Latina.
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Fuentes Humanísticas 49 > Dosier > Ezequiel Maldonado

españolas y por las actuales clases domi- En este mundo de soñadores, quienes po-
nantes en su proyecto neoliberal. Sin em- seen un enorme capital son los pueblos
bargo, “al mismo tiempo tiene conciencia indios. No es gratuito un texto del me-
lúcida de la problemática andina a la que xicano Jesús Morales Bermúdez, recep-
procura examinar con criterio realista, evi- tor-reproductor que recrea en su novela
Memorial del tiempo el sueño de Diego
nes”, cuestión que el propio Vargas Llosa Alfaro Tigre-Pescado, precisamente en la
reconoce no en toda la narrativa argue- festividad de San Francisco: mayordomos
diana sino en Los ríos profundos, obra que en procesión con sus banderas-insignias y
se reeditó después de veinte años, sin sus musiqueros llevan a San Francisco en
reconocimiento nacional y menos interna- andas hacia el río “y ahí lo van cargando
cional, pero su descubrimiento acaparó la según como lo colocaron en su tapesco y
atención de sectores intelectuales que ai va el gentío con San Francisco y así nos
saludaron esta novela. Ello no ocurrió, por vamos para hacer su baño de San Francis-
ejemplo, con El zorro de arriba y el zorro co, para ponerle su ropa limpia, pues”.14
de abajo, novela límite, señala Lienhard, El personaje-narrador, Diego Alfaro, recrea
la escena del sueño cual si la estuvie-
se viendo-viviendo-sufriendo; San Miguel
Desde la primera vez que leí Los ríos persigue al Diablo para castigarlo:
profundos, hace años, he conservado la
terrible impresión que deja uno de esos ¡Hasta lo siento: lastima mi corazón! Pero
coágulos que iluminan la historia con una más que lo tiene mi corazón es miedo.
luz de incendio: la imagen de la niña, Como lo miro que lo están dando de
en el pueblo apestado, con “el sexo pe- cintariza Santo Diablo Panzón, como lo
queñito cubierto de bolsas blancas, de hago recuerdo que hay petición de San
granos enormes de piquetes. Estos mi- Francisco, de San Baptista para que el
núsculos cráteres activos que salpican la San Miguel lo vaya a darme mi chinga…
¡Hay que lo empieza sufrimiento mi co-
tema circulatorio de emociones, tensio- razón!... Y cuando estoy para sentirlo su
nes y vivencias que enriquecen su belle- primer golpe de cintariza, entonces que
lo despierto donde me ando dormido. Y
[…] La literatura atestigua así sobre la así, lo quedo con espanto.15
realidad social y económica, por refrac-
ción, registrando las repercusiones de Pues bien, viene a cuento Morales Bermú-
los acontecimientos históricos y de los dez, más allá del sueño, por su estrecho
grandes problemas sociales a un nivel vínculo con Arguedas. Ni Rosario Caste-
individual: es la única manera de que llanos ni los literatos de Chiapas como
el testimonio literario sea viviente y no Heraclio Zepeda –Rulfo se cuece aparte–
cristalice en un esquema.13
hispanoamericana, Revista Anthropos, pp. 71-74.
También en La utopía arcaica, op. cit., pp. 192-194.
13 14
Mario Vargas Llosa, “Ensoñación y magia en Los Jesús Morales Bermúdez, Memorial del tiempo o vía
ríos profundos”, José María Arguedas. Indigenismo de las conversaciones, p. 15.
15
y mestizaje cultural como crisis contemporánea Ibid., p. 43.
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“El sueño del pongo” y la traducción de una cultura

lograron el aporte de Morales Bermúdez a En el proceso de un mexicano, Caxlán


las letras mexicanas, no sólo a la literatu- Urbano, en convivencia fraterna con los
choles, sobre todo de Tila y Sabanilla, Mo-
tural al atrapar y traducir una modalidad rales Bermúdez intuye la posibilidad de
del habla popular, el chol, en el norte de traducir una cosmovisión que permane-
Chiapas que se conoce como castía o cas- cía en la tradición oral de los sabios choles
tilla; como lo aclara Morales Bermúdez: y cuyo destino era la indiferencia o el ol-
vido. Rompe con viejas prácticas que se
Es una modalidad indígena de comuni- servían de ancianos y comunidades; con-
carse en español; más aún es una moda- vive y comparte con los indios sus jorna-
lidad ch’ol. Es de alguna manera una tra- das de montaña y de pozol, sus veredas, sus
ducción. Quizá su virtud sea la de ofrecer suelos para pasar la noche, sus sufrimien-
la traducción de una concepción del mun- tos, goces y desvelos. Se le agudiza la
sensibilidad al escuchar la palabra chol,
diferente. Es la búsqueda de acercar dos la palabra verdadera, la palabra que se
mundos a través del lenguaje.16 dice entre nosotros, la que da vida, la que
da condición de pueblo y sobrevivencia.
También, a diferencia de sus camaradas
pongo” que escuchó el relato en Lima de antropólogos, posee el valor de rechazar
labios de un comunero de la provincia
de Quispicanchis, Cuzco, y agrega: mar relativa distancia, temporal y espa-
cial, de las charlas y encuentros con los
El indio no cumplió su promesa de volver ancianos. Aun el recurso de la tabla de
y no pude grabar su versión, pero ella notas es desestimado ante la aventura
quedó copiada en mi memoria… [y aquí de la frágil y olvidadiza memoria, como
el aspecto extraordinario que directa- bien lo apunta M. Dauzier:
mente lo hermana con el mexicano]. He-
Las zonas de opacidad proporcionan el
mente posible la versión original, pero, relieve que no da ninguna grabación. Si
sin duda, hay mucho de nuestra propia “el olvido es uno de los fundamentos de
cosecha en su texto.17
rio y del discurso”, memoria y olvido son
Dos elementos circunstanciales ambos factores totalmente positivos, y
yeron de manera determinante en la for-
bilidad, en una palabra: cambio por y en la
ro, no poder grabar; y el otro, inevitable en realización individual. Si un motivo esca-
pa repentinamente, más vale regresar,
con nuestra propia cosecha. más vale volver a ver a la heroína que es
la memoria de la ciudad perdida…18

16
Ibid., p. 17.
17 18
José María Arguedas, ¡Kachkaniraqmi! ¡Sigo siendo! Martine Dauzier, “Culturas de tradición oral y
Textos esenciales, recopilación y notas de Carmen poderes de lo escrito” en “La palabra hablada”,
María Pinilla, p. 534. Versión 6, p. 27.
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Fuentes Humanísticas 49 > Dosier > Ezequiel Maldonado

Y efectivamente fue lo que hizo durante so: veinte años después de la muerte de
toda su vida Arguedas y que en “El sueño Arguedas, dice Morales Bermúdez en la
Memorial del
aquí el portentoso hallazgo y posterior tiempo:
aporte a la literatura latinoamericana y
universal que vincula a Morales Bermúdez Este libro es testimonio de un lenguaje,
con escritores de la talla de Arguedas y como testimonio de lo que es la vida
Guimarães Rosa, Roa Bastos y Rulfo, a la interna de estos hombres del campo, he
vez que lo coloca en un lugar privilegiado
de la narrativa transcultural. mentales: a la sintaxis, al sentido de ora-
En esta ardua etapa de interiorizar lidad, a las formas de contar, mediante
frases largas, interconexas. Tan largas
entre dos universos culturales y una es- como su desplazamiento en la sociedad,
pecie de deuda moral que el autor retri- interconexas a la marginación y al des-
buye a quienes han abierto corazón y pa- precio de siglos.20
labra genuinos. Tales protagonistas, como
señala el intermediario,
moniar su decadencia y recoger despojos
[...] han venido a vivir un tiempo en mí, de un pasado deslumbrante y un presen-
para no vivir solos, para no volvernos te en ruinas? Es testimonio de un lengua-
olvido. Con ello intento señalar que no je por medio de múltiples conversaciones,
existió un previo trabajo de rescate de como método de trabajo, que permitió la
materiales, de grabación, elaboración recolección de numerosos arcaísmos lexi-
cales, derivados de las viejas formas del es-
zación, etcétera.19 pañol, y el descubrimiento

De nuevo, el ejercicio pleno de una me- [...] de los variados puntos de vista con que
moria que recupera estructuras mentales el narrador elabora el texto interpretativo
y lengua y que repite mecanismos estra- de una realidad, y se proyectan ambos ni-
tégicos sensibles en el acto de escribir: veles sobre un receptor-productor (Guima-
No he hecho sino abrir la memoria y es- rães Rosa) que es un mediador entre dos
tructurar los relatos orbes culturales desconectados: el interior
escribir y registrar se opta por la reitera- regional y el externo universal.21
ción: la presencia de aparatos mecáni-
cos/electrónicos obstaculiza la genuina Por último, en una polémica que mantuvo
relación. Arguedas durante la mayor parte de su
Otro de los estrechísimos vínculos existencia como intelectual sobre la pre-
entre estos escritores que se han atre- sencia del quechua contemporáneo –con
vido a ser puentes de dos culturas, dos
tradiciones, dos concepciones del univer- del castellano y que él expresó en el relato

19 20
Jesús Morales Bermúdez, Memorial del tiempo…, Ibid., p. 14.
21
p. 11. Ángel Rama, op. cit., p. 210.
68
“El sueño del pongo” y la traducción de una cultura

del pongo–, nuevamente reitera diversas


súplicas a los quechuólogos, a los muy dernizadores. Esto es, precisamente, lo
regionalistas, que hablan el quechua ar- que se propuso José María Arguedas en
caico y erudito, para que “que consideren esa terrible lucha por domeñar un idioma
este librito con indulgencia… ya que lo y encontrar puentes que le permitiesen
entregamos con amor y esperanza”. Di-
ce Arguedas: car inferioridad o superioridad de una u
otra. Dicha cuestión nunca la entendie-
Un análisis estilístico del cuento que pu- ron los intelectuales colonizados.
blicamos y el de la narrativa oceánica-
mente vasta del folklore demostrará
cómo términos castellanos han sido in- Bibliografía
diluidos, en la poderosa corriente de la Arguedas, José María. Formación de una
lengua quechua, con sabiduría e inspira- cultura nacional indoamericana (se-
ción admirables, que acaso se muestran lecc. y prol. de Ángel Rama), 5a ed.
bien en las frases: tristeza sonqo o cielo México, Siglo XXI, 1989.
huanta ñawinwan que aparecen en este . Relatos completos. 2a ed. a car-
cuento… Para el estudio del quechua
actual es un material muy rico, por la Losada, 1974.
multiplicidad y complejidad con que se Escobar, Alberto. Arguedas o la utopía de
la lengua. Lima, Instituto de Estudios
los términos castellanos o mixtos […].22 Peruanos, 1984.
Larco, Juan (comp. y prol.). Recopilación de
En otras palabras, la resistencia de la textos sobre José María Arguedas. La
cultura indígena-campesina frente al im- Habana, Cuba, Casa de las Américas,
pacto modernizador se sustenta, aún más 1976.
que en la pervivencia del nivel lexical, Lienhard, Martin. Cultura popular andina
en un nivel más elevado, en cantidad y y forma novelesca. México, Taller
calidad, de los sistemas narrativos, que Abierto, 1998.
Ángel Rama avizora como un homólogo . La voz y su huella. La Habana,
de las formas de pensar.23 Como lo plan- Casa de las Américas, 1989.
tea Morales Bermúdez, se trata de llevar Maldonado, Ezequiel y Francisco Amez-
hasta las últimas consecuencias el es- cua (eds). Arguedas: la palabra que
fuerzo de construir una totalidad con la embruja. Un centenario con todas sus
idea de recuperar esas frases largas inter- sangres. México, Taller Abierto, 2013.
conexas y aparentemente dispersas de Martínez, Maruja y Nelson Manrique (eds).
las narraciones indígenas o vinculadas con Amor y fuego. José María Arguedas.
el medio rural, pero ya ceñidas a una uni- 25 años después. Lima, Desco-Cepes,
1995.
Morales Bermúdez, Jesús. Memorial del
22
José María Arguedas, Sigo siendo…, p. 535. tiempo o vía de las conversaciones.
23
Ángel Rama, op. cit., p. 47. Véase T. Navarro Tomás,
La voz y la entonación de los personajes literarios. México, -Katún, 1986.
69
Fuentes Humanísticas 49 > Dosier > Ezequiel Maldonado

Pinilla, Carmen María (recopilación y no- Hemerografía


tas). José María Arguedas. ¡Kach-
kaniraqmi! ¡Sigo siendo. Textos esen- Rovira, José Carlos (coord.). “José María
ciales. Perú, Fondo Editorial del Arguedas. Indigenismo y mestizaje
Congreso del Perú, 2004. cultural como crisis contemporánea
Rama, Ángel (comp. y prólogo). José María hispanoamericana”. Anthropos. Bar-
Arguedas. Señores e indios. Buenos celona, 1992.
Aires, Calicanto, 1976.
Rama, Ángel. Transculturación narrativa
en América Latina. México, Siglo XXI,
1987.
Vargas Llosa, Mario. La utopía arcaica.

del indigenismo. México, Fondo de


Cultura Económica, 1996.

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