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CONDICIONES PARA LA COMUNIÓN

1 Juan 1:5-10

A. REQUISITOS PARA ANDAR EN COMUNIÓN CON DIOS.

1. Reconocer que Dios es Luz. 1 Juan 1:5.

La Palabra luz, habla de carácter moral. Significa la santidad de Dios que


examina y que penetra las tinieblas del pecado y la maldad. El pecado no
puede existir ante El, como las tinieblas tampoco pueden existir ante la luz
física. La luz da vida (Juan 1:4). La luz habla de la gloria, el esplendor, la
belleza, la pureza y la santidad inmaculada de Dios.

a. No debemos andar en Tinieblas.

Nos llama a examinar nuestras vidas para ver si hay algún rastro del
pecado en nosotros. (Amos 3:3; 2 Corintios 6:14b; Efesios 5:11) No
podemos andar con Dios si hay pecado en nuestras vidas. Tenemos que
estar limpios, habiendo confesado nuestros pecados a Dios. En esto,
negamos al viejo hombre. Dios no se acerca a nuestra oscuridad; nosotros
tenemos que acercarnos a Su luz.

b. Debemos andar en Luz.

Debemos andar en la luz. (Efesios 5:8; 1 Tesalonicenses 5:5). Tenemos


que acercarnos a la luz. Esto implica una determinación personal de
enfrentar y renunciar a nuestro pecado y luego, con un acto de la voluntad,
acercarnos a Dios, obedeciendo su Palabra y cumpliendo Su voluntad.
(Romanos 12:1,2; Gálatas 5:16; Efesios 5:18) En esto, fortalecemos al
nuevo hombre.

B. COMO RESTAURAR LA COMUNIÓN CON DIOS.

1. La Responsabilidad del Creyente. 1 Juan 1:6, 8-10.

a. No negar nuestros pecados.

 Mintiendo. Si no admitimos nuestra condición pecaminosa, estamos


mintiendo. Hay creyentes que profesan ser tan espirituales, pero en
realidad, llevan vidas de desobediencia a Dios. El creyente que profesa
estar en comunión con Dios, pero anda consciente o inconscientemente
en tinieblas, es un mentiroso.
 Engañándonos a nosotros mismos. “Cuando un creyente está
experimentando una verdadera comunión con Dios, puede ser que sea
tentado pensar o decir que está, por lo menos en ese momento, libre del
pecado. Juan advirtió contra ese concepto engañoso. ‘Si decimos que
no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros.’ Si los cristianos entienden la verdad que enseña la
Palabra de Dios acerca de la depravación del corazón humano, ellos
sabrán que sólo por el hecho de que no estén conscientes de su fracaso
no implica que están libres de ello… Si alguien se declara ‘sin pecado’,
sea por un breve período de tiempo o como un logro permanente, su
declaración es falsa.”

 Mostrando que la verdad no está en nosotros. Si Dios dice una cosa, y


nosotros decimos otra, la verdad no está en NOSOTROS. Dios siempre
dice la verdad; Él no puede mentir.

 Haciendo a Dios mentiroso. Dios declara que hay pecado en nosotros.


¿Quiénes somos nosotros para contradecirle a Dios? (Jeremías 17:9;
Romanos 7:17,18; Gálatas 5:17) Estas son palabras fuertes de parte del
apóstol, pero son precisas.

b. Confesar y aborrecer nuestros pecados.

 Arrepentirse. Un cambio total de la actitud con respecto al pecado.


(Proverbios 28:13) El que se arrepiente del pecado deja el camino
pecaminoso con la intención de seguir un camino recto. La salvación no
nos da licencia para pecar, sino ofrece libertad de la esclavitud del
pecado. (Romanos 6:1,14) No nos hemos arrepentido del pecado si es
nuestra intención volver a cometer la misma trasgresión en el futuro.

 Confesar. Admitir específicamente el pecado cometido. No hemos


confesado nuestros pecados si hablamos en términos generales.
Tenemos que nombrar específicamente el pecado cometido. (1:9) Si no
confesamos nuestros pecados, estamos escogiendo andar en tinieblas
en vez de andar en la luz.

 Renunciar. Tomar la decisión firme de no volver a cometer el pecado


confesado, con la ayuda de Dios. Uno no realmente confiesa su pecado
si tiene la intención de volver a hacerlo mañana. Es obvio que Dios tiene
que darnos el poder para sobrellevar la tentación, pero es nuestra
responsabilidad decidir renunciar el pecado. Nosotros decimos “NO” a
la tentación y luego Dios suple Su gracia para sobrellevarla. No
podemos sobrellevar la tentación si queremos seguir cometiendo el
pecado. Al rechazar el pecado, escogimos la justicia, y Dios nos
fortalece para cumplirla.

2. La Respuesta de Dios. 1 Juan 1:7,9.

a. Él es Fiel.

Dios es fiel a Su Palabra, y a Sus hijos. Lo que El promete, El cumple. Por


lo tanto, cuando confesamos nuestros pecados, tenemos la seguridad de
ser perdonados por Dios. ¿Por qué? Dios es fiel; lo ha prometido, y Él no
puede mentir.

b. Él es Justo.

El perdón que Dios nos ofrece no se opone a Su justicia. Es decir, Dios


puede perdonarnos, y seguir siendo justo al mismo tiempo, porque Su
perdón se basa en el sacrificio perfecto y suficiente de Cristo en la Cruz por
los pecados pasados, presentes, y futuros.

c. Él nos perdona.

La idea de la palabra “perdonar” (Gr. APHIEMI) es “mandar a otra parte”.


Al confesar nuestros pecados, Dios los separa de nosotros. (Salmo 103:12)
Además, El borra el recuerdo de nuestros pecados de Su propia memoria.
(Hebreos 10:17) Esto significa que Dios nunca jamás tomará nuestros
pecados para usarlos contra nosotros.

d. Él nos Limpia.

Dios nos limpia de toda maldad con la preciosa sangre de Jesucristo. (1


Juan 1:7; Romanos 3:24-26) Es por sangre, y sólo por ella, que somos
limpiados del pecado. (Hebreos 9:22; 10:19,20) Es hermoso entender que
en el momento de la confesión del pecado conocido, Dios nos limpia de
TODA maldad. (Juan 13:4-10) Es decir, Dios nos limpia de los pecados
específicamente confesados y los no conocidos en ese momento. Dios ve
la actitud de arrepentimiento sincero en el creyente y lo limpia de TODA
maldad para poder restaurarlo inmediata y completamente a Su comunión.

Hodge, p. 886, escribe… “… sólo Dios sabe en algún momento específico la realidad
completa de la injusticia de una persona. Cada creyente, sin embargo, es
responsable de admitir (el sentido de la palabra confesar – Gr. HOMOLOGOMEN;
compare con 2:23; 4:3) cualquier cosa que la luz le manifieste; y, cuando lo hace,
una limpieza total y perfecta se efectúa en su vida. Por lo tanto, no hay la necesidad
de agonizarse por los pecados de los cuales el creyente no está consciente.”

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