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El

Mensaje de Elías
TIMOTHY P. NIXON

En la sociedad de hoy el mensaje parece claro en cada instancia. Las
generaciones parecen ser archienemigas, constantemente peleando contra cada
una. No hay reconciliación, no hay unidad ni esperanza. Pareciera ser un futuro de
división, descontento, devastación y desastre. ¿Pero es éste el futuro que Dios
planeó para la humanidad? ¿Habrá alguna esperanza más allá de nuestra realidad
de tristeza y perdición?

Dios tiene un mensaje para estos tiempos. Un tiempo cuando parece que las
generaciones están en desacuerdo. Y Él ha llamado a su iglesia a presentar ese
mensaje durante las escenas finales de la historia de la tierra. Este se encuentra en
la apelación profética del profeta Malaquías, la última voz del Antiguo Testamento.
Él escribe en Malaquías 4:5,6 “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga
el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los
hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra
con maldición.”

Este es un texto a menudo referido y mencionado en sermones por muchos.
Pero pocos atienden el corazón de su mensaje, “Y él tornará los corazones de los
padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres, no sea que yo venga y hiera
la tierra con maldición”. La Biblia amplificada dice, “Y él tornará y reconciliará los
corazones de los (separados) padres a los (impíos) hijos, y los corazones de los
(rebeldes) hijos a sus padres (una reconciliación producida por el arrepentimiento
del impío), no sea que Yo venga y hiera la tierra con maldición y una prohibición de
la destrucción total”. El mensaje de Elías de Malaquías 4:5,6 es un mensaje de
reconciliación generacional. Con las tensiones raciales, culturales, de género,
económicas y nacionales que existen entre nosotros hoy, el Mensaje de Elías nos
llama a la reconciliación en el hogar. Una reconciliación iniciada por los corazones
de padres que tornan hacia sus hijos e hijos que tornan hacia sus padres. Nota que

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no dice madres sino padres; y que la fuerza que torna sus corazones viene de fuera
de ellos. “Él”, dice la Biblia Amplificada tornará y reconciliará los corazones. Somos
incapaces de hacer esto por nosotros mismos. El poder que hace que nos tornemos
el uno al otro debe venir de Dios. Y el elemento importante para esta reconciliación
es que el padre la inicia. El más viejo se torna al más joven.

La clave real al llamado en el Mensaje de Elías es el principio fundamental
del reino de Dios. Este es el principio sobre el cual todos los demás principios
descansan. Para que tome lugar la reconciliación generacional, se requiere una
sumisión mutua.

Hay algo muy básico y fundamental acerca de la existencia de Dios que a
menudo se pasa por alto. Cuando la Biblia dice en Génesis 1:1, “En el principio
Dios,” la palabra que se usa para Dios es “Elohim”. En el idioma hebreo la palabra
“Elohim” es un sustantivo plural o colectivo. Así que, cuando la Biblia nos presenta
a Dios en Génesis 1:1, lo primero que aprendemos acerca de la Deidad es que Dios
existe en comunidad. Y siendo que cada miembro individual de la Divinidad es una
deidad, para que ellos existan en comunidad se requiere una “sumisión mutua”,
Ellos voluntariamente se someten y se subordinan a sí mismos al otro en una
atmósfera de perfecto amor y armonía.

Si no has pensado acerca de esto, los miembros de la Divinidad se elevan e
impulsan mutuamente mientras se colocan en una posición subordinada. Jesús se
sometió a la voluntad del Padre. Él dice en Juan 5:30 “Yo no busco mi propia
voluntad, sino la voluntad del Padre que me ha enviado”. El Espíritu eleva al Hijo.
En Juan 15:26 Jesús dice: “Aun el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él
testificará de mí”. El Padre eleva a Jesús. En Filipenses 2:9-11 dice, “Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos,
y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre”. Jesús exalta al Espíritu sobre sí mismo en Mateo 12:33
cuando declara, “Y cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del hombre, le
será perdonado: pero cualquiera que hable contra el Espíritu Santo, no le será
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perdonado ni en este mundo, ni en el venidero”. Y finalmente, el Hijo magnifica al
Padre. 1 de Corintios 15:28 dice, “Y cuando todo le sea sometido, entonces el Hijo
mismo se someterá a aquel que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos”.

Para que la sumisión mutua de la Deidad funciones, cada miembro debe
ceder sus derechos, sus prerrogativas personales de modo que la armonía, unidad
y comunidad puedan existir entre ellos. La particularidad y la libertad personal no
tiene lugar entre ellos, aunque como Dios, ellos tienen todo el derecho de ejercer
de ejercitar su divinidad individual. Isaías 9:6 dice que Jesús es “El Padre eterno, y
aun así, en la Divinidad, Él escoge ser el Hijo.

La sumisión mutua es un concepto que discutimos y es una parte de cada
aspecto de la experiencia cristiana. Esto es central a nuestro entendimiento del
“Cuerpo de Cristo”. Este es el principio clave que distingue al “Matrimonio
Cristiano”, de los seculares. Esta es la base sobre la cual el principio siervo líder se
fundamenta y aun así se practica raramente en la Comunidad Cristiana.

Jesús dijo en Juan 13:34,35, “Un mandamiento nuevo os doy, que os améis
unos a otros; como yo los he amado, que os améis unos a otros”. “Unos a otros” es
una frase de mutualidad, sumisión mutua, y amor mutuo. Él entonces continúa, “En
esto los hombres sabrán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros”.
Otra vez, Jesús usa la frase “unos a otros. Es una frase de mutualidad. ¿Pero cómo
podemos estar seguros de que Jesús quiere significar sumisión mutua? Él expresa
además en Juan 15:12 & 13, “Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros,
como yo los he amado”. Aquí Jesús nos está explicando la calidad de la mutualidad.
Es la clase de sumisión mutua que Él ejemplificó. Y a menos que lleguemos a estar
confundidos Él establece de manera clara y cristalina en el próximo verso, “No hay
mayor amor que este, que un hombre de su vida por sus amigos.”

El mensaje de Elías nos llama a una calidad de vida más elevada en la
comunidad de fe que comienza con la reconciliación generacional. Esa
reconciliación generacional sólo puede lograrse a través de la mutua sumisión. Es
una sumisión iniciada por el más viejo hacia los más jóvenes. Esto significa rendir
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mis derechos y libertad por un bien mayor, el bien mayor de comunidad y unidad.
Y cuando estamos unidos generacionalmente, reflejamos más completamente el
carácter de la Divinidad, El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, una Deidad que existe
en una relación de amor de mutua sumisión.

El apóstol Pablo coloca ante la comunidad cristiana una ética de vida que
dice que porque Cristo murió por todos, aquellos que viven, no viven más para ellos
mismos, 2 Corintios 5:14,15. Él usa esta premisa para establecer un principio más
elevado para tomar decisiones que todo cristiano debe ejercer. Lo que creas que
son tus derechos, o cuán correcto crees que eres, Pablo nos advierte en 1 Corintios
8:9,12, “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los
débiles”. Él continúa diciendo, “De esta manera, pues, pecando contra los
hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis”. Como cristianos,
cuando hacemos decisiones, el bien mayor es colocar al otro antes que nosotros.
La armonía y bienestar de la comunidad es el bien mayor, no mis derechos y
libertad, aun si esos derechos personales no son en sí un pecado. Cuando
ignoramos cómo el ejercer nuestros derechos personales puede afectar a alguien
en la comunidad de fe y los debilita en su caminar cristiano, nuestras acciones
llegan a ser un pecado contra Cristo. En otras palabras, la unidad de la comunidad
es más grande que lo individual e ignorar ese principio en mi proceso de toma de
decisiones es un pecado. La sentencia de Pablo puede sólo ser entendido y
apreciado cuando entendemos la importancia esencial de la sumisión mutua en la
experiencia cristiana. Esto es, preferir a otros antes que el yo. Y en esta instancia
Pablo, como el anciano, se somete al más joven.

A menudo me quedo asombrado por cuan poca preocupación tenemos hoy
en la iglesia con cómo nuestras decisiones y acciones afectan a aquellos a nuestro
alrededor. Simplemente porque la Biblia no da una clara prohibición contra algo,
no es el único criterio para determinar si debemos o no decidir qué hacer. Mi
entendimiento personal y convicción de lo que Dios requiere de mí podría ser el
punto inicial, pero ciertamente, esto no termina ahí. Piensa por un momento si la
toma de decisiones de Jesús funcionaron a ese nivel. Si Él hubiese hecho decisiones
acerca de nuestra salvación basado en sus derechos personales, ¿qué hubiese
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pasado en el Jardín de Getsemaní? ¿Qué decisión hubiese Él hecho con la copa de
nuestra salvación? Nuestra salvación hubiese estado en tremendo peligro. Muy
seguramente nos habríamos perdido.

Mientras pienso acerca de las tensiones generacionales que existen en
nuestras iglesias hoy y la creciente intolerancia que tiene que soportar, estoy
perturbado por los ancianos de nuestras iglesias que parecen no tener paciencia o
tolerancia con cualquier desviación de las tradiciones de adoración y la música que
hay causado que jóvenes y jóvenes adultos se siente no bienvenidos en sus iglesias.
Y estoy tan perturbado por los mileniales que toman ciertas decisiones que saben
ofenderán a sus ancianos, incluyendo tocar música que los adultos encuentran
difícil de aceptar. Podríamos tener un derecho personal o libertad, pero ese no es
el único criterio que determine las decisiones y acciones de un cristiano. El mensaje
de Elías nos llama a una sumisión mutua, cediendo nuestros derechos y libertad
personales por el bien de la comunidad y darnos cuenta que el mayor bien es vivir
en armonía, no en conflictos y discordias. Y si la verdadera reconciliación
generacional va a ocurrir, entonces los ancianos deben iniciar el proceso de mutua
sumisión al seguir el ejemplo de Jesús en Juan 13:13-17. Entre los humanos, estar
en lo correcto no es lo justo, es solo juzgar. Solo Jesús es justo y él nos llama a una
norma más elevada de vida que dice, “No hay más grande amor que un hombre de
su vida por sus amigos”.

A pesar de que hemos fallado muchas veces y a lo arruinados que estamos,
Jesús no se ha rendido con nosotros. Él todavía depende de su iglesia para predicar
y vivir el mensaje de Elías, en estos últimos días de la historia de la tierra. Y a menos
que pensemos de otra manera Él nos dice, “Tú, no me escogiste a mí; yo te escogí
a ti, y te he puesto en el mundo para llevar fruto, un fruto que no se pudra. Como
llevadores de fruto, cualquier cosa que pidieres al Padre en relación a mí, Él te lo
dará. Pero recuerda el mandamiento radical: Amaos los unos a los otros” Juan
15:16,17

El Mensaje de Elías, comencemos a predicarlo y a vivirlo.

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