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José Mariano Mociño: Héroe ignorado de México

Presentación

José Mariano Mociño fue uno de los más brillantes científicos de la Nueva España.
Botánico talentoso y médico de gran dedicación, José Mariano realizó contribuciones
importantes al conocimiento del mundo natural y al combate contra las enfermedades,
tanto en la Colonia como en España. Su fidelidad a la observación y experimentación
sistemáticas hizo de él uno de los primeros sabios modernos de México.

Pocos podrían haber previsto que un joven nacido en el seno de una familia provinciana
modesta en la Nueva España del siglo XVIII pudiera alcanzar semejante éxito. Educado
en casa y en la parroquia de su pueblo, no recibió enseñanza formal hasta los últimos
años de su adolescencia. Carente del apoyo aristocrático que sustentó a muchos
científicos de su generación, pasó hambre a menudo durante su vida de estudiante, y
aun después de haberse graduado tuvo que superar constantes dificultades por sus
pocos recursos económicos. El camino a la grandeza de José Mariano Mociño fue
recorrido con grandes esfuerzos.

A pesar de ello, su situación le otorgaba algunas ventajas que supo aprovechar. Gracias
a su incesante curiosidad, su voluntad de ser útil a la humanidad y a su talento y
determinación, José fue incluido en una prestigiosa exploración científica organizada
por la Corona española. Aquel modesto muchacho de las colonias avanzó a puestos
directivos en instituciones importantes de la ciudad de Madrid, capital del Imperio, y
obtuvo reconocimiento internacional por sus aportaciones a la salud pública y la
botánica.

No bien hubo alcanzado la cima de su triunfo, todo se desmoronó. Se vio arrastrado al


exilio, y forzado a trasladar en una carreta los considerables descubrimientos científicos
de la expedición. Murió sin un centavo, y el trabajo de toda su vida quedó perdido para
el mundo durante varias décadas. Hoy en día, el nombre de José Mariano Mociño no es
muy conocido para la mayoría de sus paisanos. Pero a últimas fechas se ha hecho un
trabajo de recuperación de sus hallazgos científicos, y en sus escritos y colecciones se
traza la imagen de un hombre ilustre, pleno de vida y enteramente dedicado al avance
de la ciencia.

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Capítulo uno
El hijo del mulero

José Mariano Mociño fue bautizado en la iglesia parroquial de Real y Minas de


Temascaltepec, Estado de México, el 24 de septiembre de 1757. Fue hijo legítimo de
don Juan Antonio Mociño y Doña Mauela Losada Vesinos, ambos naturales de España.

Temascaltepec, o “Temas”, nombre por el que se suele llamar a este poblado,


se ubica junto a la confluencia de dos ríos que bajan por la pendiente occidental del
volcán Nevado de Toluca, unos 130 kilómetros al suroeste de la Ciudad de México. A
una altitud de 1,720 metros sobre el nivel del mar, se encuentra a medias entre tierra
fría y tierra caliente; una locación que le ofreció al futuro naturalista una mezcla de la
flora y la fauna de ambas zonas climáticas. José tuvo la buena suerte de crecer en un
ambiente de gran riqueza en su biodiversidad.

Temas era un pueblo también rico en recursos minerales. Junto con Taxco y
Sultepec formó la llamada Provincia de la Plata, donde abundaban minas de oro y plata
desde mediados del siglo XVI. El joven José Mariano debió considerar habitual ver a los
cazadores de fortuna trepando laboriosos por los cerros que circundaban el pueblo.

En el siglo XVIII, las ventajas de la tecnología de vapor como fuente de energía


aún no llegaban a la Nueva España. Los mineros utilizaban energía hidráulica y
animales de carga para extraer y procesar el mineral, o sea, las rocas que contenían los
metales preciosos. Las caídas de agua movían los molinos que fracturaban las rocas
hasta dejarlas en trozos pequeños. Los caballos hacían girar enormes malacates que
transportaban el mineral y sacaban el agua invasora que estorbaba el trabajo desde el
fondo del pozo hacia arriba. Mulas de paso firme trasladaban sus pesadas cargas por
los traicioneros caminos de la sierra.

El padre de José, Juan Antonio, se ganaba la vida alquilando mulas a los


mineros, un oficio del cual obtenía ingresos modestos que fueron declinando al agotarse
las vetas en la década de 1770. El lector puede imaginar a José ayudando a su padre,
llevando a las mulas a pastar a orillas de los arroyos rodeado por el estruendo de los
saltos de agua y las canciones aflautadas del ruiseñor. En ocasiones, quizás sirvió de
guía a los buscadores para alcanzar sus minas.

Varias veintenas de casas y un templo parroquial constituían el pueblo de


Temascaltepec. La población estaba integrada también por comerciantes de
Guadalajara, Aguascalientes, Querétaro y la Ciudad de México. Algunos acudían para
adquirir las telas de algodón y los rebozos de seda que se producían en la localidad.
Otros llegaban para vender orfebrería, cueros y utensilios de cerámica. Todos ellos
diseminaban las historias oídas en los pueblos que recorrían. En los días previos al
telégrafo, las noticias se transmitían a lomo de caballo.

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No se conocen los detalles de sus primeros aprendizajes, pero teniendo en
cuenta la excelente educación del joven que posteriormente ingresaría al seminario, es
indudable que el prodigioso intelecto de José fue bien alimentado durante su infancia.
Hablaba varios idiomas, incluyendo español, latín, náhuatl, otomí, griego y francés. Es
probable que su familiaridad con las vidas de los evangelistas y algunos fundamentos
de teología católica provinieran de las enseñanzas recibidas de su padre y del párroco.

Más emocionantes le resultarían los relatos de su abuela, cuentos atroces del


incesante azote de la peste negra, que asolaba por igual a pobres y a ricos. O las
angustiosas narraciones del año de la hambruna de 1756 —apenas un año antes de su
nacimiento—, cuando millares de campesinos, sobre todo indígenas, murieron de
fiebres misteriosas dejando a sus cosechas pudrirse en los sembradíos. Tal vez fue el
desamparo de la población común bajo el ataque de enfermedades devastadoras,
traídas por los colonizadores, lo que inspiró a José Mariano a estudiar medicina.

Al cumplir dieciséis años, José dejó su hogar en las montañas y se dirigió a la


próspera capital de Nueva España, la Ciudad de México. Es fácil imaginar el asombro
del joven al trocar el puñado de casas de Temas por la ciudad más grande de
Norteamérica, con una población un poco mayor a 100,000 habitantes. La Ciudad de
México era considerada como la capital de la plata del Imperio español, por donde
pasaban las dos terceras partes de la producción mundial de dicho metal. Treinta años
después, el sofisticado viajero científico Alexander von Humboldt, visitaría la ciudad
(1803), y quedaría impresionado por sus amplias calles y apariencia de orden,
comparándola favorablemente con las más elegantes ciudades europeas.

“La región más transparente del aire”, como


No hay en toda Europa ninguna
llamaría Humboldt a la Ciudad de México, era una urbe
ciudad donde se vea tanta miseria
de contrastes extremos: ostentaba una universidad, un en las calles. Entre 30,000 y
colegio de minería y una escuela de arte, todo ello 40,000 hombres (indios) van
promovido por el rey Carlos III, monarca de mentalidad completamente desnudos,
liberal. Una porción de las riquezas producidas por las envueltos en una cobija de lana o
minas de Nueva España se destinaba a financiar algunos harapos. Ver aquello es
tan triste como repulsivo… Qué
construcciones opulentas, y cubría de resplandeciente
gran desigualdad de fortunas.
hoja de oro los altares de las iglesias.
Alexander von Humboldt
Junto a esa abundancia existía una pobreza
sobrecogedora. Los fastuosos carruajes de los ricos
rodaban en medio de una población nativa semidesnuda.

Un primo culto de José Mariano, don José Luis de los Ríos, profesor de
escolástica en el Seminario Real y Tridentino de México, lo en su casa y lo guio a
través de los esplendores de la ciudad. Siempre curioso, el joven se esforzaba por llevar
de manera ordenada los documentos de su pariente, mientras seguía sus pasos por las
calles estrechas y populosas en torno a la plaza principal. Don José Luis fue un guía:

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La pureza de la sangre como un factor para
catalogar a las personas y regular sus
privilegios en la sociedad fue una práctica de
la Europa medieval traída a América.
ayudó a José Mariano a alcanzar una meta casi
En las colonias españolas se estableció un
imposible para un joven de tan modestos recursos: le sistema de castas o linajes, resultado de las
posibilitó continuar con sus estudios. mezclas entre los principales grupos raciales:
blancos, indios y negros.
En aquellos tiempos, la educación superior La clase dominante, los blancos (de sangre
estaba restringida a los ricos y a los escalones europea) gozaban de privilegios políticos y
superiores de la administración colonial española: hijos económicos; los indios tenían que trabajar y
pagar un tributo a la Corona, mientras que
de terratenientes, burócratas, oficiales del ejército, los esclavos sólo se dedicaban a trabajar. Si
jueces, doctores y teólogos. Todos de sangre bien las normas sociales impedían la unión
española, ya fuesen peninsulares nacidos en España o legal de blancos con el resto de los habitantes,
el mestizaje fue inevitable y mantuvo su
criollos nativos de México. carácter de ilegítimo. De ahí que para portar
armas, ser escribano, obtener grados
En 1774, José Mariano entró al Seminario Real y universitarios y formar parte de una orden
religiosa se requiriera comprobar la
Tridentino, con la idea de estudiar para hacerse legitimidad del nacimiento.
sacerdote. Ante su solicitud, el rector de éste reconoció En las pinturas de la época, conocidas como
sus buenos hábitos de estudio, así como su pobreza y “cuadros de castas”, se aprecian algunas
mezclas:
buena moral. Gracias a estos méritos y a la ayuda de Blanco + blanca = criollo
su primo, José Mariano logró solicitar asistencia Blanco + india = mestizo
financiera y convertirse en becario, lo que era evidente Mestizo + española = castizo
Español + negra = mulato
por el atuendo que portaba: un manto y una beca, es
decir, una banda de tela que se colocaba en el pecho.
Esa vestimenta austera contrastaba con los ropajes de fina seda negra, gorgueras
complicadas y encajes que lucían sus presuntuosos compañeros de aula. Sin embargo,
el factor decisivo en clase era el trabajo duro y la inteligencia, y en ambos frentes José
Mariano estaba ampliamente preparado para lucir sus grandes dotes.

La beca incluía una ración alimenticia, pero tan magra que José se veía obligado
a suplicar que le dieran las sobras del comedor.

La enseñanza en el seminario consistía en copiar las conferencias dictadas por


viejos profesores de ideas poco flexibles, memorizar las obras de antiguos y selectos
autores, y aprender argumentaciones complejas que defendían las doctrinas de la
Iglesia Católica Romana. Eso era característico de la escolástica, un método de
aprendizaje que dominó las escuelas de la Europa medieval. Aunque en el siglo XVIII,
nuevas corrientes de pensamiento cambiaron la enseñanza en la mayor parte de
Europa, España y sus colonias seguían rezagadas.

Uno de los tipos de razonamiento que enseñaba la escolástica fueron los


silogismos, argumentos que parten de un enunciado, seguido por un ejemplo específico
que conduce a una conclusión. Aunque no parece que la imaginación y la mente vivaz
de José Mariano hayan encontrado mucho estímulo en tales ejercicios, de cualquier
modo, demostró tener capacidad sobrada para el estudio. José logró dominio sobre el
silogismo, y en las tareas de memorización que se le asignaron tuvo un excelente
desempeño. Tres años después, en 1777, se graduó con honores. Estos triunfos

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El silogismo es un argumento lógico compuesto por
dos proposiciones u oraciones, llamadas premisas, a académicos atrajeron la atención del rector
partir de las cuales se deduce una conclusión sobre la figura del brillante joven. Sin embargo,
verdadera.
José Mariano abrigaba otras ideas.
Premisa 1 A=B
Premisa 2 C=A Tras obtener merecidamente su
Conclusión C=B
licenciatura en Filosofía, Mociño abandonó la
A = B vida académica por el amor de una joven, María
Premisa 1: Nada es mejor que la felicidad eterna Rita Rivera y Melo Montaño, que ayudaba a su
C = A
Premisa 2: Un tomate es mejor que nada
tío a llevar su casa. Fue tal su embeleso que
C B antes de que pasara un año de su graduación,
Conclusión: Un tomate es mejor que la felicidad se casaron y se establecieron en la ciudad de
eterna
Oaxaca.
Al lector puede parecerle absurda la idea de que un
tomate sea mejor que la felicidad eterna y que aquí José Mariano estuvo los seis años
aseguremos que eso es verdadero. Sin embargo, lo
verdadero dentro de la lógica del silogismo no siguientes en esa capital de provincia, donde
consiste en que el contenido de la conclusión seocupó las cátedras de Filosofía e Historia, y de
pueda contrastar con el mundo real; es verdaderoTeología y Ética. Ese puesto
porque sigue la estructura deductiva del silogismo.
le confirió al joven profesor la Tal parece que el fuego [que]
mayor autoridad intelectual Mociño llevaba en el cerebro
de la localidad. Si bien se conservan pocos e imprecisos detalles de como una antorcha que lo
alumbrara con divina luz en el
su vida oaxaqueña, los vivos escenarios culturales de la ciudad
sendero del saber, quemaba a la
debieron contribuir a formar sus actitudes y ambiciones. par su corazón porque la joven
fue solicitada y, si es lícito
Oaxaca era una ciudad dinámica, rica en oro y plata. decirlo así, violentada con
Además, ocupaba el primer lugar en la producción de la grana ficciones amorosas y delirios de
cochinilla, tintura que por su importancia era el segundo producto de pasión del tal José Mariano…
exportación de la Colonia. ¿AUTOR?
La grana cochinilla es un insecto parásito que
crece en las pencas del nopal y las tunas; se
alimenta de la savia de estas plantas y sus Durante sus años de residencia en
fluidos producen el ácido carmínico que se Oaxaca, muchos fueron los intereses de
utiliza como tintura desde la época
prehispánica, como se aprecia en murales y conocimiento que demostró tener José María,
códices. como lo constata el testimonio del obispo, José
En 1523 empezó a exportarse a Europa, Gregorio Omaña, quien se refiere a él como “un
donde se utilizó para teñir la ropa de la
nobleza y de los eclesiásticos, e incluso las descaminado sin abrigo, ni otro arrimo que su
chaquetas del ejército británico. Su uso cobró gran talento”. Tal vez su inquietud por el
tal importancia en el viejo continente que conocimiento y el estudio de la naturaleza no
fue uno de los principales productos
exportados, junto con el oro y la plata. encontraba en la provincia suficiente horizonte
La demanda de este tinte fue tal que en para su voluntad, y sus intereses lo fueron
1777, Thiérry de Menonville, un botánico
alejando de su vida matrimonial.
francés fue encomendado por la Corona
francesa para extraer muestras de dichos
insectos, con la finalidad de llevarlos a las El círculo intelectual de Oaxaca era
Antillas Francesas. Son conocidos sus
bastante estrecho y resulta muy probable que
comentarios sobre los grandiosos jardines de
Oaxaca, publicados en 1787. Mociño conociera a fray Juan Caballero, autor de

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Dendrología, uno de los primeros libros ilustrados con un compendio de especies
botánicas, en el cual se abordaban temas como las propiedades medicinales de las
plantas. Caballero había investigado los remedios locales basados en hierbas, con la
finalidad de combatir una epidemia que asolaba a la Nueva España en aquel tiempo.

Sin embargo, su fuerte vocación de filósofo, lo llevó a interesarse por las


disputas ideológicas que había en la capital de la nación, y que pudo seguir gracias a
sus lecturas de la Gaceta de literatura, publicada por José Antonio Alzate y Ramírez —
hombre de ciencia, historiador, periodista y sacerdote—, quien propaga las ideas
modernas en esta publicación periódica. Los artículos debieron resultar muy
estimulantes para la imaginación de José, y es muy probable que hayan sido uno de los
factores que lo convencieron de regresar al centro cultural de la Nueva España.

En marzo de 1784, José Mariano volvió solo a la Ciudad de México, resuelto a


estudiar medicina. Su mente inquisitiva se rebelaba contra la repetición ciega de la
sabiduría de las antiguas autoridades. En la ciencia médica José Mariano encontró un
campo de estudios en donde podría aplicar sus talentos para la observación y la
experimentación sistemáticas.

María Rita se quedó en Oaxaca, esperando a que su marido completara sus


estudios y volviera al hogar, cosa que nunca sucedió. José Mariano se vio arrastrado
por los ardientes debates de la época. Su pasión por la medicina y la botánica en todas
sus facetas llevaría al joven estudioso a cruzar continentes y océanos. El obispo Omaña
se hizo cargo de la causa de la esposa abandonada, y solicitó a las autoridades
coloniales apoyo económico para su sustento. José estaba absorto en nuevas ideas, y
puso toda su voluntad en recorrer su propio camino a la grandeza.

Eran tiempos en que la Ciudad de México hervía con los debates intelectuales
entre los conservadores escolásticos y una nueva ciencia surgida en Europa, que desde
siglos antes, ya practicaban gigantes de la talla de Copérnico, Galileo y Newton. Estos
precursores del pensamiento humanista creían que el mundo operaba conforme a las
leyes de la naturaleza, no gracias a la intervención de un ser supremo. La nueva
filosofía fue el centro de la etapa conocida como Ilustración, durante la cual nació el
mundo moderno.

Tales ideas hallaron abundantes seguidores en las elites intelectuales de la


Nueva España. Uno de sus partidarios más prominentes fue precisamente Alzate y
Ramírez, el editor de la publicación favorita de José Mariano, la Gaceta de literatura. En
sus páginas se promovía el pensamiento innovador de la Ilustración.

Debido a las opiniones abiertamente expresadas en los artículos de su


periódico, Alzate a menudo se veía en dificultades con la Iglesia y la burocracia colonial,
quienes trataban de censurar o, en el peor de los casos, suprimir su publicación. José

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Mariano se sintió atraído por ese sacerdote de ideas innovadoras, y entabló con él una
estrecha amistad que duró toda la vida.

Es posible que el lector se haya encontrado alguna vez con el eslogan “Question
Authority” (cuestiona la autoridad), que se hiciera famoso en la década de 1960 y que
expresa lo mismo que uno de los preceptos básicos de la ciencia moderna en cuanto a
la duda que alimenta la búsqueda de conocimiento. Idea que podría haberse aplicado a
José Mariano, quien se unió a la cruzada de Alzate en contra del pensamiento arcaico
de los escolásticos de la Iglesia y la Universidad. El campo de batalla de este choque de
filosofías se dio en las páginas de la Gaceta… En aquella revista, los lectores pudieron
seguir durante varios años el debate entre dos facciones de la elite intelectual de la
Nueva España.

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Capítulo dos
La formación de un botánico

La Ilustración se inicia en los años posteriores a 1700, con la etapa que se llamó el
Siglo de las Luces. Científicos, artistas e incluso algunos reyes proclamaron la primacía
de la luz de la razón y de la ciencia por encima del dogma religioso. Se dedicó mucha
atención a investigar la naturaleza, especialmente el estudio de las Carlos III, llamado “El
plantas. El Jardín Botánico de Madrid, España, se erigió como resultado político”, fue rey de España
de esta filosofía radical que desafiaba los viejos modos de pensar. de 1759 a 1788.
Desde muy chico, su interés
por las plantas quedó
Los botánicos del Real Jardín Botánico encontraron un aliado registrado en un retrato
muy bien dispuesto en el monarca ilustrado Carlos III, quien promovió hecho por el pintor Jean
Ranc, que muestra al rey a
proyectos científicos para realzar el prestigio de la Corona, y también los 8 años examinando una
como posibles fuentes de ingresos. A finales del siglo XVIII dispuso que flor en el estudio del
palacio.
tres expediciones científicas realizaran un inventario de los recursos
naturales de su enorme imperio al otro lado del mar. Bajo la dirección del
Director del Real Jardín Botánico, Casimiro Gómez Ortega, España
organizó exploraciones a Chile y Perú (1777-1787), Nueva Granada [hoy Colombia,
Venezuela y Panamá] (1783-1816) y la Nueva España (1787-1803). En cada uno de
tales proyectos se combinaba una búsqueda entusiasta de nuevos conocimientos sobre
el mundo natural con la investigación de aquellas plantas que pudieran resultar útiles
para los seres humanos.

En su Orden Real de 1786, el rey mandó a sus científicos a examinar, describir y


dibujar, de manera metódica, los productos naturales de sus colonias, en busca de
medicinas o productos como tintes, que pudieran incrementar su comercio.

Además de autorizar la exploración de la Nueva España, la Orden Real


decretaba que se estableciera un jardín botánico y se modernizara el estudio de las
plantas. Poner al día a la Colonia en la ciencia botánica formó parte de un objetivo más
amplio, consistente en alcanzar el nivel de las normas de salud pública que se
aplicaban en la metrópolis.

El enfoque en la botánica y sus jardines puede parecer curioso a quienes


vivimos en la era de la medicina moderna, que tiene píldoras para todas las
enfermedades. Pero en el siglo XVIII las plantas eran la fuente principal para su
tratamiento. Un jardín botánico era una suerte de farmacia viviente que podía funcionar
para el suministro de semillas y tallos para crear otras farmacias parecidas.

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Unos cuantos años antes, el científico sueco Carlos Antes de Linneo, los biólogos
Linneo introdujo una innovación en la botánica: puso orden nombraban a los seres vivos mediante
en la clasificación de las plantas al establecer una métodos largos y complicados, que a
nomenclatura doble (binomial) y reunir así todas las plantas veces cambiaban sin razones visibles.
Distintos botánicos solían poner
por grupos (jerarquías) cada vez más amplios. Carlos III
nombres diferentes a las mismas
deseaba que esos conocimientos se enseñaran a los plantas, y esto complicaba que los
estudiantes de medicina en la Nueva España. científicos compararan sus
observaciones.
Algunos científicos presentaron objeciones para En el sistema de Linneo cada planta
agrupar organismos conforme a sus características físicas, recibe un nombre en latín compuesto
de dos partes: la especie (que se refiere
pues preferían hacer una clasificación basada en su utilidad
a un organismo particular) y el género
para los seres humanos, uno de ellos fue Alzate. Otros (donde se agrupan las especies que
resentían que se impusiera un sistema de nomenclatura, y tienen rasgos comunes).
defendían mantener las prácticas que llevaban años de Los géneros se agrupan en categorías
utilizar. A pesar de todo, el sistema de Linneo echó raíces y mayores, definidas por sus
se convirtió en el método que utilizan los científicos para características. Los géneros similares
conforman un orden; los órdenes
clasificar a los seres vivos.
comparables constituyen una clase, y
las clases parecidas entre sí un reino.
El director del Real Jardín Botánico de Madrid, Casimiro Por ejemplo, los seres humanos se
Gómez Ortega, seleccionó con cuidado a su equipo a fin de clasifican como Homo sapiens, una
llevar a cabo los deseos del rey. Para dirigir la expedición y especie que pertenece al orden de los
el nuevo jardín botánico en la Nueva España, Ortega eligió a Primates y a la clase de los
Vertebrados dentro del reino Animal.
Martín de Sessé, un médico militar originario de Aragón, que
Con el paso del tiempo los biólogos
había impulsado este proyecto y vivía en la Ciudad de han añadido nuevas jerarquías.
Aunque entregados al mismo campo México. Para el puesto de Primer
de estudio, los botánicos y los Profesor de Botánica, Gómez Ortega seleccionó a uno de
naturalistas del siglo XVIII no
sus mejores alumnos, Vicente Cervantes. José Longinos
compartían los mismos saberes.
Los botánicos se dedicaban al estudio Martínez, un talentoso cirujano experto en anatomía, fue
y clasificación de las plantas, como escogido como naturalista del equipo. Juan del Castillo y
sigue siendo su ocupación en la
actualidad.
Jaime Senseve completaron el equipo como botánico y
El término “naturalista”, desde l farmacéutico, respectivamente. Todos eran partidarios de la
os siglos XVII al XIX se aplicaba a los ciencia experimental y de la novedosa clasificación de
investigadores que llevaban a cabo
estudios de historia natural; sus
Linneo.
conocimientos abarcaban botánica,
zoología, medicina, geología, La atmósfera intelectual de la Ciudad de México, de
geografía y oceanografía.
suyo muy animada, recibió un fuerte impulso con la llegada
En la actualidad, un naturalista es una
persona que estudia el medioambiente
de la Real Expedición Botánica, en 1787. Este selecto grupo
con el fin de comprenderlo y generar
de biólogos vino a inyectar el pensamiento de la Ilustración
opciones para su conservación.
a los debates científicos que sacudían a la Nueva España.
Aunque muchos le dieron la bienvenida, el contingente también despertó oposición por
parte de quienes se resistían al cambio.

Uno de esos cambios, que fue motivo de la más fuerte oposición, consistió en
hacer de la botánica un requisito para la certificación de los médicos. De Sessé y su

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equipo creían que la clave de la modernización de las prácticas médicas residía en el
estudio sistemático de las plantas y sus aplicaciones en el
tratamiento de enfermedades. El Real Tribual del Protomedicato
fue creado en España, en el siglo
XV; entre sus funciones se
Según los peninsulares, la profesión médica en la Nueva encontraba la de vigilar el ejercicio
España se hallaba repleta de charlatanes e impostores, certificados de los profesionales de la salud, así
como formar las nuevas
por funcionarios corruptos sin haber completado sus estudios
generaciones de médicos.
universitarios. Además, estos doctores ineptos a menudo Este tribunal se estableció en las
prescribían medicamentos cuyos efectos no proporcionaban ningún colonias españolas.
En la Ciudad de México el
beneficio a los pacientes. Protomedicato vigilaba la
enseñanza y el ejercicio profesional
Los cambios sugeridos por los españoles enfrentaron una de médicos, cirujanos, parteras y
boticarios, con el fin de cuidar la
firme resistencia por parte de los profesores y doctores de la Real y salud pública; su periodo de
Pontificia Universidad de México. Los mexicanos resintieron los funciones abarca de 1628 a 1831.
privilegios otorgados a los recién venidos, que además disfrutaban
de salarios más altos. Todavía más importante, el Colegio de Médicos del Rey
(Protomedicato) se opuso al requisito de estudiar botánica para obtener certificación
médica, un cambio que amenazaba su poder para certificar y obtener ganancias del
nombramiento de médicos.

El virreinato fue una entidad


A fin de cuentas, la controversia se resolvió a favor
creada por la Corona española
para dirigir a la distancia los de los representantes del rey, y el estudio de las plantas
territorios conquistados, en una se añadió a los requisitos para ser médico. A pesar de
suerte de gobierno provincial que
ello, como solía suceder con las órdenes provenientes de
tenía la facultad de atender asuntos
internos, pero que dependía en su una autoridad distante en Madrid, los médicos de la
totalidad de los designios reales. Colonia se manifestaron obedientes al decreto real sin
El primer virreinato de la Nueva
España tuvo lugar en 1535, se
tener la menor intención de cumplir su compromiso, y
asentó en la Ciudad de México, y mantuvieron su oposición a los cambios.
estuvo a cargo de Don Antonio de
Mendoza y Pacheco.
El virrey, de origen español, era la
El 1 de mayo de 1788, entre luces y fuegos
artificiales, se inauguró en la Universidad el Real Estudio
máxima autoridad en la Colonia y
estaba encargado de la justicia, la
Botánico. Ante un público de dignatarios y estudiantes, De
administración, la economía, la
milicia y, desde luego, de la Sessé habló de la importancia de estudiar las
preservación de la Iglesia. características y los usos medicinales del reino vegetal.
Su discursó celebraba el lema de la Ilustración: “Alcanzar
la verdad por medio de la observación,” lo cual irritó gravemente a los escolásticos.

El año siguiente, José Mariano se inscribió en el segundo curso de botánica. Su


dominio de las materias y su participación en las discusiones en el aula pronto lo
hicieron destacar. Su maestro, Vicente Cervantes, informó a De Sessé que el joven
natural de Temas era el alumno más brillante de su clase.

Por tal distinción, José Mariano fue escogido como orador en las ceremonias de
graduación. La Gaceta de México, en su número del 21 de noviembre publicó un elogio

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de su discurso: “Abrió el certamen Don Joseph Mociño, médico aprobado, con un
elegante discurso que pronunció con la mayor energía, insinuando en él las muchas
utilidades de la ciencia botánica…”.

Las noticias del triunfo de Mociño inevitablemente cruzaron el Atlántico. Cuatro


meses después, la Gaceta de Madrid aplaudió “los méritos del estudio y las aptitudes de
los naturales” (refiriéndose a los criollos). Por desgracia, eran demasiado poco
frecuentes elogios de esa clase para un español nacido en México.

Su actuación en la ceremonia, añadida a sus notables logros académicos,


ganaron para José Mariano la admiración y posteriormente la amistad de Martín de
Sessé. El líder de la expedición decidió invitar a Mociño, junto con otro estudiante criollo
de botánica, José Maldonado, también con méritos suficientes, a integrarse al equipo.
Ambos reemplazaron al español, cuya mala memoria no le permitía ser del todo útil. De
Sessé, el jefe de la Expedición, dividió el salario anual de 1,000 pesos del olvidadizo
farmacéutico entre Mociño y Maldonado, ya que a los criollos se les pagaba sólo la
mitad de los honorarios que recibían los nacidos en España.

También a medio salario se incorporó a dos jóvenes artistas mexicanos,


brillantes alumnos de la Real Academia de Artes Nobles de San Carlos. Cuando
contrataron a Atanasio Echevarría, en 1787, de tan sólo 14 años. Juan de Dios Vicente
de la Cerda compartió las responsabilidades artísticas con su compañero de San
Carlos.

Longinos, el naturalista de la expedición, se rehusó a admitir a José Mariano


como un igual y emprendió por su cuenta una exploración personal de la Nueva
España. Muchos europeos de aquel tiempo consideraban inferiores a los nativos del
Nuevo Mundo, argumentando que el clima de sus lugares de nacimiento los volvía más
débiles. Senseve protestó su cese, y su esposa utilizó su
Vivimos continuamente en influencia en la corte madrileña para intentar revertir esa
los montes […], barracas o decisión.
tiendas de campaña
distantes de poblaciones que
puedan surtirnos de la El 24 de marzo de 1790, Mociño fue nombrado miembro
mayor parte de nuestros oficial de la Real Expedición Botánica de España. Junto con
menesteres, nos vemos Maldonado, se agregó a los exploradores españoles para su
obligados a proveernos antes tercera y más ambiciosa investigación de los recursos de la
de nuestra salida de las
Nueva España. Para cuando Mociño se integró, la Expedición
ropas cómodas y
proporcionadas a los climas ya había cubierto San Ángel, Cuernavaca y Toluca en su primer
que nos hemos propuesto recorrido, ciudades que estaban a menos de 100 km de la
investigar…” capital. En el segundo, había seguido la frecuentada ruta al sur,
hacia el océano Pacífico y el puerto de Acapulco. Para la
Carta de Martín de Sessé a tercera —en la que ya participó José Mariano—, dirigió sus
QUIÉN IBA DIRIGIDA
LA CARTA esfuerzos hacia el noroeste: primero a los pueblos de
Querétaro, San Miguel de Allende y Guanajuato, importantes

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por sus minas de plata, antes de establecer en Morelia, Michoacán, una base de
operaciones.
Resulta difícil hoy en día imaginar las dificultades de viajar en la Nueva España
del siglo XVIII. Dos carreteras principales, que en realidad no eran sino caminos de
tierra, conectaban de norte a sur Santa Fe (en Nuevo México) con Oaxaca, y los
puertos de Veracruz y Acapulco del este al oeste. Los pueblos principales se
comunicaban mediante caminos secundarios, pero en buena parte los viajes debieron
efectuarse en veredas angostas a lomo de caballo o de mula, avanzando en una sola
fila.

Los viajeros científicos podían conseguir alimentos en las haciendas y mesones


del camino, pero a menudo dependían de lo que cazaban y lo que llevaban con ellos.
En consecuencia, el hambre no dejó de acompañar a aquellos devotos exploradores.

Su objetivo principal consistió en el estudio de las plantas, lo cual implicaba


recolectar especímenes completos que incluyesen raíces y, cuando era posible, flores.
Las muestras se ponían entre papeles que las secaban al apretarlas mediante prensas
de madera. Posteriormente, los especímenes secos eran objeto de observaciones
cuidadosas y se anotaban sus características importantes. Esas descripciones se
comparaban con especies conocidas utilizando los libros que llevaban consigo. A
menudo las plantas que hallaban eran especies desconocidas para la ciencia, y en esos
casos se clasificaban conforme a la metodología de Linneo.

Junto con la recolección y las clasificaciones, también tenía importancia describir


la utilidad de las plantas para los seres humanos. Los botánicos entrevistaron a las
personas de cada localidad a fin de aprender qué uso daban a las plantas en su vida
cotidiana. Gracias a esas conversaciones los exploradores lograron documentar fuentes
posibles de medicinas, alimentos y fibras.

La botánica no fue la única área de investigación. También recolectaron aves,


peces, reptiles, mamíferos, fósiles y minerales. Junto con las plantas, que se
recolectaban por duplicado o triplicado, se empacaron en cajas y contenedores para
embarcar los especímenes desde el puerto de Veracruz hasta el Real Jardín Botánico
de Madrid. Para prevenir pérdidas ocasionadas por tormentas o piratería, se tomó la
precaución de enviar las muestras en diferentes barcos.

Se prestó atención particular a las plantas vivas. Los capitanes de los barcos
recibían un manual especial con las órdenes que daba el rey respecto al manejo que
debían tener con tales cargamentos de gran valor. Las plantas tenían que ser regadas
cada tercer día, y sus hojas y tallos lavadas con agua dulce para eliminar la sal del mar.
Si el océano estaba en calma, las apreciadas pasajeras eran llevadas a cubierta para
tomar un poco de sol y aire fresco.

12
Desde Morelia, el grupo prosiguió al oeste, hacia Pátzcuaro y el hermoso lago
con el mismo nombre. Justo a 35 km fuera del pueblo, el volcán Jorullo se hallaba en
plena erupción. Impaciente por enfrentar lo desconocido, José Mariano escaló el cono
de 500 m de altura, que seguía expulsando humo y ceniza desde su nacimiento, en
1759.
La malaria es una enfermedad
infecciosa que se transmite a los
La expedición descendió de la meseta central con humanos por la picadura de los
mosquitos infectados. Entre sus
dirección al sur, hacia tierra caliente. Esa etapa del viaje
síntomas están fiebres altas,
resultó difícil. Su camino los condujo a través de una escalofríos, sudores, dolor de cabeza,
región que padecía una epidemia de malaria, y los cuatro diarrea, vómito.
Esta enfermedad se encuentra
científicos contrajeron esa enfermedad, en potencia fatal.
generalmente en zonas tropicales
Causada por un microbio transmitido por mosquitos, la donde la enfermedad es frecuente.
malaria era, y sigue siendo, una amenaza importante para
la salud pública.

Cuando al fin llegaron a Guadalajara, en junio de 1791, los científicos


necesitaban urgentemente reposo. Los cuatro padecían por las heridas abiertas en las
piernas, y las fiebres recurrentes causadas por la infección de malaria.

Desde la capital les llegaron malas noticias a los agotados exploradores. Las
quejas del obispo oaxaqueño Omaña habían llamado la atención del virrey Juan Vicente
de Güemes Pacheco de Padilla, quien ordenaba a José Mariano que pagara a María
Rita la tercera parte de su salario, una suma más allá de sus posibilidades.

Mas eso no fue todo. El rey Carlos IV, quien había sucedido a su padre en 1788,
dictaminó que los españoles Senseve y Longinos se reintegraran a la expedición, y que
se eliminara de ella a Mociño y a Maldonado. Por fortuna, el virrey estaba al tanto de la
incompetencia de Senseve y la insubordinación de Longinos. En lugar de ejecutar de
inmediato la orden del rey, el virrey decidió demorar sus efectos hasta que los
científicos volvieran a la Ciudad de México.

José Mariano no permitió que tales dificultades estorbaran sus labores. Junto
con De Sessé, Maldonado, el farmacéutico español Juan de Castillo y los dos artistas,
se lanzó de lleno a la preparación de Plantae Novae Hispaniae, que contenía el informe
sobre sus descubrimientos botánicos. Mociño encontró tiempo incluso para escribir a su
amigo Alzate proponiendo que se utilizaran camellos en la Nueva España, para mejorar
el transporte de las frutas desde las costas. La carta fue publicada en la Gaceta de
literatura de Alzate.

En julio de 1791, el grupo se dividió: Mociño, Castillo y Echevarría continuaron al


noroeste por la pendiente occidental de la Sierra Madre Occidental hacia Durango y
Chihuahua. El avance fue lento en esos territorios agrestes. Los asentamientos
humanos eran pocos, situados a grandes distancias entre sí, de manera que encontrar
alimentos resultaba muy difícil. En la Sierra Tarahumara se toparon con un desafío

13
adicional, pues los grupos indígenas de la región defendían celosamente sus territorios
desde las alturas de las montañas.

Hasta aquí es tierra sumamente De Sessé, Maldonado y de la Cerda exploraron la costa del
cálida, y abunda en mil
Pacífico en Nayarit y Sinaloa. En lugar de las dificultades de trepar
sabandijas y animales nocivos.
Los mosquitos son muy las pronunciadas pendientes de los caminos de las montañas, el
pequeños y no se sienten al grupo tuvo que sufrir las agobiantes y calurosas llanuras de la
picar, pero tan mordaces, que costa, infestadas de bichos.
pasan las medias y guantes para
picar, metiéndose también En diciembre, ambos grupos volvieron de sus
debajo de la ropa, siendo tanto
el ardor que después se siente, exploraciones por el norte y se reunieron en Aguascalientes.
que es cosa increíble; levanta Castillo se hallaba enfermo de gravedad. Las temperaturas
inflamaciones, causa calenturas, extremas del invierno en la Sierra Tarahumara, donde el
y las señales que deja no se termómetro asciende a 35°C durante el día y baja a cero en la
quitan en muchos meses… Ni noche, debilitaron al botánico. Por añadidura, la pobreza de su
faltan niguas, alacranes,
dieta, que no incluía fruta y verduras frescas, le hacía sufrir
comején, culebras de
cascabelillos, tarántulas, frecuentes hemorragias nasales y los dolores de cuerpo que son
escorpiones y otros insectos síntoma del escorbuto.
venenosos…
¿AUTOR? Sin embargo, también hubo buenas noticias. El virrey
mandó un mensajero con órdenes de que José Mariano se uniera
a la Expedición de Límites al noroeste del Pacífico para obtener información sobre los
más remotos alcances del Imperio español. Ahí, en lo que es hoy el archipiélago de
Vancouver, la Corona española disputaba sus límites territoriales con Inglaterra.

De inmediato, Mociño, Maldonado y Echevarría se trasladaron al puerto de San


Blas, en Nayarit, para unirse a la flota de otra expedición. De esta manera, la orden
prolongaba el servicio de los dos criollos, cuyo cese estaba dispuesto tan pronto
volvieran a la Ciudad de México. Además, representaba para José Mariano una
oportunidad de brillar como naturalista en jefe de una misión importante encomendada
por el rey.

14
Capítulo tres
Un naturalista de muchos talentos

En febrero de 1792, la pequeña flota en la que iban Mociño, Maldonado y Echevarría,


comandada por el veterano capitán peruano Juan Francisco de la Bodega y Cuadra,
zarpó de San Blas a bordo de Sutil y Mexicana, unas goletas de 14 metros de largo. El
destino del viaje fue la isla de Nutka, junto a la costa occidental de la mucho más
grande isla de Vancouver.

Dieciocho años antes, el navegante español Juan Pérez había echado anclas en
la bahía de Nutka. Pasados cuatro años, el capitán James Cook, un marinero inglés,
hizo contacto con los nativos de la isla. Ambas potencias europeas argumentaban que
esas actividades informales respaldaban sus pretensiones de reclamar propiedad sobre
la isla.

Todas esas circunstancias no habrían ido más lejos a no ser por las ganancias
derivadas del comercio de pieles. Los comerciantes ingleses consiguieron reunir una
pequeña fortuna enviando a China pieles de nutria marina, un producto muy valioso en
aquel país. A tal grado llegaron las utilidades de esas exportaciones que los mercaderes
de lugares tan lejanos como Boston buscaban ganarse los favores de los caciques
nativos.

La misión de De la Bodega consistía en establecer un mapa de la costa desde


California hasta Vancouver y negociar las fronteras con el afamado explorador inglés
George Vancouver, el “descubridor” europeo de la isla que lleva su nombre. Se
esperaba alcanzar un acuerdo para definir los límites de cada imperio y evitar una
guerra. Aunque no se encontró ninguna solución, el capitán inglés quedó impresionado
por la hospitalidad de De la Bodega, una generosidad que dio motivo a que lo
reprendieran sus superiores.

El 29 de abril de 1792, la flotilla española entró a la bahía de Nutka. José


Mariano describió la llegada en su informe:

Cuando se ve desde la mar presenta el golpe de vista más pintoresco, pues sus elevadas
montañas, cubiertas siempre de pinos y cipreses, parecen que jamás sufren se marchite su
verdor.

José Mariano tuvo una gran cantidad de trabajo. Además de sus


responsabilidades de hacer un inventario de las plantas y los animales de la isla, su
facilidad para los idiomas le permitió aprender lo suficiente del lenguaje de los nativos
para comunicarse con ellos. Ese contacto y sus propias observaciones científicas de la
vida diaria de la tribu Nuu-chah-nulth lo condujeron a preparar un estudio de esa cultura,
uno de los primeros esfuerzos de ese tipo.

15
Su investigación quedó contenida en el libro Noticias de Nutka. El incansable
explorador quiso capturar todo sobre la cultura indígena: desde las descripciones de su
temperamento y rasgos fisiológicos hasta el recuento de sus muebles y utensilios;
desde su vestimenta y construcción de viviendas hasta su sistema de gobierno y sus
creencias religiosas; desde los rituales de matrimonio hasta las ceremonias de
nacimiento.

En uno de los más interesantes capítulos de su libro, Mociño compara el


lenguaje de los nutkenses con el náhuatl, uno de los idiomas nativos de México.
Basándose en observaciones realizadas por el capitán Cook, los intelectuales de Nueva
España debatían la posibilidad de hallar raíces comunes entre ambas culturas. En las
páginas de la Gaceta de literatura se examinaron las semejanzas en vestimenta y
estilos de construcción de las viviendas.

Aunque José Mariano advierte la existencia de paralelos en las lenguas


habladas, deja las conclusiones sobre tal relación al criterio de quienes tuvieran el
conocimiento para utilizar el breve diccionario del idioma nutkense compilado por él e
incluido en Noticias de Nutka.

A lo largo de su estudio, José Mariano despliega una actitud de respeto hacia la


cultura de los nativos. Se apoya en la clasificación simplificada de los ilustrados que
dividía las culturas del planeta en civilizadas y primitivas, lo que no significaba que
dejara de apreciarse la inteligencia de estas últimas.
El genio inventivo del
En su informe incluye la narración de una partida de cazadores de
hombre se descubre siempre
ballenas en una pequeña piragua de 5 metros de longitud, quienes con proporción a sus
intentaban capturar y matar al que Mociño llama el “mayor de los animales necesidades y el de estos
producidos por la naturaleza”. Usando una combinación de temeridad salvajes en la materia que
física con sofisticadas herramientas y un inspirado trabajo en equipo, los tratamos [la cacería], no ha
nativos eran capaces de dominar a las enormes bestias. La admiración sido inferior al de las
del naturalista es evidente: naciones más civilizadas.

El contacto con los europeos dejó impactos negativos en las vidas de los
isleños. Algunos mercaderes sin escrúpulos trataron de lograr popularidad con los
nativos mediante el comercio de alcohol y armas de fuego entre los nutkenses. José
Mariano se lamenta:

El trato con los europeos introdujo diversas cosas que a ellos [los nativos] les convendría más
no tener, a fin de conservar la sencillez primitiva de sus costumbres.

En sus escritos, José Mariano mostró su preocupación por este tipo de trato
insultante, a menudo brutal, que los marineros europeos daban a los nativos
americanos. En las Noticias de Nutka escribe: “La humanidad es el mejor carácter de la

16
civilización. Todas las ciencias y artes valen nada si sólo sirven para hacernos crueles y
orgullosos”. Una observación que sigue siendo válida hoy en día.

Es interesante notar que el punto de vista de José Mariano en su reporte


siempre corresponde al de un súbdito leal de la Corona española, buscando en todo
beneficiar los intereses de la monarquía, como se manifiesta en sus consejos de
abandonar Nutka y dirigirse a California, con el fin de hacer de ésta “…el primer objeto
de nuestras atenciones. Allí tenemos arraigada nuestra conquista, propagada nuestra
religión…”.

Noticias de Nutka muestra a José Mariano como un intelectual de múltiples


talentos lo cual, con el paso del tiempo, dio como resultado que fuera nombrado
codirector de la expedición. Sin embargo, en su momento el libro no tuvo el impacto que
su autor deseaba, porque se publicó diez años después, y tan sólo en Guatemala. La
burocracia colonial española no le otorgó nunca la importancia que merecía.

El trío de exploradores criollos regresó a San Blas el 2 de febrero de 1793, antes


de dirigirse a la Ciudad de México. Además de las Noticias de Nutka, el equipo de José
Mariano preparó para las autoridades coloniales un catálogo de aproximadamente 200
plantas y varias docenas de animales identificados. Echevarría aportó un portafolio de
dibujos con imágenes de aquellas lejanas tierras.

De vuelta en la capital colonial, Mociño y Maldonado tuvieron que enfrentar la


orden real que exigía su despido. De Sessé, líder de la expedición, interpuso una
argumentación apasionada ante las autoridades coloniales, con elogios sobre la calidad
del trabajo de ambos mexicanos. Una vez más, el virrey prefirió demorar una
determinación. Solicitó el registro académico de cada científico y envió los documentos
al rey para la decisión final.

En el mes de julio de 1793, la situación cambió. Murió Juan Diego del Castillo,
quien nunca pudo recuperarse de los rigores del viaje a la Sierra Tarahumara. El
suceso, junto con la impresionante historia académica de José Mariano, convenció al
rey Carlos IV de darle a Mociño el puesto de Del Castillo, incluso con el mismo salario
que recibía el español.

La pérdida de un estimado colega no era el camino por el cual José Mariano


deseaba conseguir reconocimiento, pero sus cualidades nunca fueron puestas en duda.
En septiembre, el virrey despachó a Mociño a una nueva misión: salir de inmediato para
observar y describir la actividad del volcán de San Martín en los Tuxtlas, cuyas
erupciones literalmente estaban sacudiendo y golpeando el sur del estado de Veracruz.

Cuando el equipo de la expedición se hallaba en el puerto de Veracruz, sus


integrantes estuvieron sometidos a las fiebres recurrentes de la malaria.
Experimentaron los temblores de tierra, las explosiones estruendosas y las lluvias de

17
ceniza que tenían aterrada a la población. José Mariano, con su constante curiosidad,
se embarcó para investigar más de cerca el fenómeno. Iba acompañado del nuevo
miembro del equipo, Julián del Villar, quien había recibido instrucción en botánica de
Vicente Cervantes, en el Jardín Botánico de la Ciudad de México.

A lo largo del viaje por el Golfo de México —y posteriormente, al Era espantoso el ruido
remontar el barco el ancho río Papaloapan hacia San Andrés Tuxtla— cayó de truenos que sin cesar
una lluvia constante de ceniza y arena volcánicas. Las aguas del río, percibíamos al pie de la
montaña. Muchos rayos
normalmente claras, se enturbiaron con la carga de escombros que
parecía que se estaban
arrastraban al mar. disparando en la cumbre
y todo el terreno se
El 23 de septiembre de 1793, Mociño, Del Villar y el alcalde de San estremecía…
Andrés emprendieron su viaje al temible volcán. La ascensión fue penosa y
agotadora, debido a la arena suelta, y les tomó dos horas alcanzar la cumbre.

A la orilla del cráter, se abrió ante ellos una vista que inspiraba el mayor respeto,
como se puede constatar en las propias palabras de Mociño:

La columna de fuego que salía del cráter en este día tenía un diámetro de cuarenta
varas [33 metros] y una elevación que me parecía, contando con el humo, de más de cien
[84 metros]. (…) Entre él se elevaban muchísimas piedras de diversa magnitud, tan
encendidas todas como el hierro en la fragua del herrero.

Un hedor a azufre muy intenso comenzaba a percibirse casi desde la mitad del cerro. El
piso estaba bastante caliente, y por diversas partes se veían salir muchos vapores, todos
ellos eran perfectamente blancos. En el humo de la grande hoguera había tal variedad
de colores que no soy capaz de expresarlos por no hallar nombres adecuados con que
darlos a conocer… Ello daba el espectáculo más horrible y algunos de los que me
acompañaban se precipitaron ciegamente por los arenales diciendo que habían visto el
mismo infierno.

En noviembre, José Mariano realizó un segundo ascenso en un intento frustrado


por obtener lecturas barométricas. Aun así, su informe, Descripción del Volcán de
Tuxtla, constituye uno de los primeros testimonios presenciales de un científico sobre la
actividad volcánica en México.

Al llegar 1794, la Expedición había recorrido casi 20,000 km del territorio


mexicano, sin contar el viaje de ida y vuelta a Nutka, pero todavía quedaba mucho por
explorar. El líder de la expedición, Martín de Sessé, solicitó al rey más tiempo, pues el
plazo del mandato original había expirado.

18
En abril de 1795, el rey concedió una extensión de dos años para que la
Expedición recorriese las colonias españolas del Caribe y la Real Audiencia de
Guatemala, la región más fértil de Nueva España. De Sessé, acompañado por Atanasio
Echevarría y Jaime Senseve, llevaría a una parte del equipo a Cuba y Puerto Rico. José
Mariano quedó a cargo del grupo que se encaminaría a América Central, que incluía a
Julián del Villar y José Longinos, además del artista Juan de Dios de la Cerda.

A disgusto, porque el conflictivo Longinos había sido incluido en su grupo, José


Mariano escribió una larga misiva al nuevo virrey, Branciforte, quejándose del “desdén”
con que lo trató el español y solicitando que fuese removido. El gobernante no aceptó la
solicitud de Mociño, pero le advirtió a Longinos: “…prevengo a usted que observe con
estos individuos la mejor armonía […] sin promover disputas, quejas y recursos […] o
experimentará los sensibles efectos de mi indignación”.

El 22 de junio de 1795, Mociño, De la Cerda y Del Villar partieron de la Ciudad


de México con rumbo a Guatemala. Atendiendo previsiblemente su propia agenda,
Longinos salió unos días después y tomó una ruta diferente. La temporada de lluvias ya
había comenzado, y las tormentas torrenciales aunadas a las dificultades del territorio
obligaron al grupo de José Mariano a ir con mayor lentitud. Además, Mociño solía
atender las peticiones de autoridades locales para proporcionar servicios médicos en el
camino.

Llegaron a Oaxaca en noviembre, donde José Mariano visitó a su esposa María


Rita tras una ausencia de once años. El joven naturalista compartió su emoción
respecto a su reciente ascenso laboral, pero dejó sin resolver los términos del apoyo
financiero.

La misión enfrentó graves complicaciones causadas por un mensaje de la


burocracia colonial. Un ministro ordenó a Julián del Villar regresar a la Ciudad de
México debido a que carecía de título profesional. En consecuencia, a pesar de sus
cursos con Cervantes en el Jardín Botánico y su experiencia en el trabajo de campo, del
Villar fue obligado a abandonar el equipo. José Mariano tuvo que asumir por ello las
labores de disección, pese a su enorme carga de trabajo.

Mociño y De la Cerda llegaron a Ciudad Real de Chiapa (que hoy se nombra


San Cristóbal de las Casas), en abril de 1796. Fueron recibidos como huéspedes en la
hacienda El Carrizal, desde donde José Mariano envió al gobernador de la Real
Audiencia de Guatemala, una petición de salvoconductos para recorrer el territorio, que
comprende en la actualidad los países de Centroamérica.

De nuevo la burocracia colonial obstruyó su avance. Los dos exploradores


fueron puestos en cuarentena en El Carrizal debido a una epidemia de viruela que asoló
aquel año Veracruz y el Istmo de Tehuantepec. Las argumentaciones de José Mariano
para salir del encierro resultaron en vano. Para empeorar su situación, las autoridades

19
coloniales habían dejado de pagarle sus salarios desde su partida de la Ciudad de
México.
Hicimos el viaje, más de 4,800
millas [7,723 km], recorriendo No fue sino hasta octubre de 1796 que nuestros frustrados
caminos de largas pendientes, exploradores llegaron a Nueva Guatemala de la Asunción —
entre barrancas profundas y a nombre que recibió esta ciudad en 1775, tras la destrucción de la
través de mares turbulentos, sin Antigua Guatemala, originada por un sismo dos años antes—. En
ninguna ayuda, carentes de
ese remoto asentamiento en la periferia cultural y política se les
recursos y de cualquier otra cosa
que ofreciera la menor brindó una recepción entusiasta. Los profesores de la Universidad
asistencia. de San Carlos y los intelectuales de la Sociedad Económica de
Amigos de la Patria acogieron a José Mariano y Juan de Dios muy
José Mariano Mociño favorablemente.
Flora de Guatemala
En parte, la bienvenida se debió a que ambas instituciones,
compuestas por criollos guatemaltecos, eran centros candentes del
pensamiento de la Ilustración. Podemos imaginar con cuánta emoción ambas partes
intercambiaron narraciones sobre su lucha a favor del avance de la ciencia y el progreso
humano. La Sociedad Económica se encargaría de financiar a los expedicionarios
durante su estancia en Guatemala, y la Universidad asignó a un estudiante, Mariano
Antonio de Larrave, para que los asistiera.

Estimulado tal vez por tales apoyos, José Mariano se lanzó a proyectos para
promover el bien común. Junto con Longinos, Mociño llevó a cabo uno de los primeros
estudios experimentales completos de la composición físico-química y la calidad del
agua de la ciudad, que presentó ante un público extasiado de profesores y estudiantes
en uno de los salones del Palacio Arzobispal.
En el siglo XVIII, la economía de algunas
colonias centroamericanas, como Guatemala, La Sociedad Económica le pidió a José
El Salvador y Nicaragua, dependía de la
Mariano que estudiara las causas de la reducción
exportación del añil o índigo, tinte que se
encuentra en las hojas del arbusto llamado en la exportación principal de Guatemala, el
Indigoferas tinctoria. índigo, un tinte azul extraído del arbusto
Su proceso de extracción iniciaba con el
remojo de las hojas en agua corriente; se
Indigoferas tinctoria, llamada xiquilite en náhuatl.
dejaba fermentar en el agua y cuando ésta se En las haciendas desde Guatemala a Nicaragua,
volvía azul y empezaba a burbujear se batía con miles de trabajadores, se explotaba el
con palos de madera y provocando la
oxidación. La calidad de este producto
monocultivo para satisfacer la demanda
dependía de la cantidad de tiempo que se insaciable de las industrias textiles de Europa.
golpeaba el sedimento (entre 3 y 5 horas). Se
quitaba el agua y se filtraba en una tela y se
dejaba secar al aire libre. Con la pasta se José Mariano visitó las plantaciones de
formaban pastillas que facilitaban su índigo en Centroamérica en busca de
transportación. información. Hizo experimentos cultivando
Este proceso se dejó de utilizar en 1900,
diversas variedades en estaciones diferentes del
cuando se introdujo el índigo sintético, con el
cual se tiñe la ropa azul, como la mezclilla.
año, y estudió el complicado proceso químico
mediante el cual se produce la tintura. Mociño
reportó sus resultados en su Tratado sobre el xiquilite y el índigo, en donde describe

20
minuciosamente el proceso de producción, sugiere las condiciones idóneas de las
tierras, y explica métodos para manufacturar la tintura del más alto grado.

Este primer tratado científico sobre el índigo, fue recibido con la mayor calidez.
Un profesor eminente de la Universidad de San Carlos la calificó de “sabia, muy útil y
digna de publicación”. En 1799, la Sociedad Económica publicó el panfleto
correspondiente.

Todo esto no es más que una parte del legado científico del incansable José
Mariano. Se le podía encontrar preparando pociones curativas a base de hierbas;
utilizando aparatos de laboratorio improvisados; inclinado sobre libros de consulta para
describir y clasificar las plantas que recolectaba conforme a las más estrictas normas de
Linneo, así como impartiendo charlas públicas sobre botánica y cuestiones de higiene.
El campo de estudios del naturalista era muy amplio, y José Mariano lo ocupaba en su
totalidad.

José Mariano y Juan de Dios recolectaron toda clase de plantas y aves en la


selva tropical de Centroamérica, llegando hasta el extremo sur del Golfo de Nicoya, en
Costa Rica. Muchos de sus descubrimientos eran nuevos para la ciencia. En la
actualidad, esa información ayuda a los científicos a trazar las bases para entender la
biodiversidad de América, hoy en día amenazada.

El tiempo que José Mariano pasó en Guatemala fue una de las etapas más
productivas de su vida. Sin embargo, estuvo también marcada por el desastre. El 3 de
febrero de 1798, los viajeros científicos fueron testigos y víctimas de la erupción del
volcán Quetzaltepeque, en San Salvador. El edificio que los albergaba quedó destruido,
y una cantidad importante de sus especímenes y pertenencias fue sepultada por
escombros.

Con el corazón roto por la pérdida del material que con tantos esfuerzos habían
recolectado, los exploradores rebuscaron en las ruinas intentando encontrar sus
valiosos tesoros. Por fortuna, José Mariano logró rescatar un ejemplar polvoriento y
desgarrado de su Flora de Guatemala, donde describe las plantas descubiertas durante
sus investigaciones.

En mayo, los exploradores abandonaron Nueva Guatemala, obedeciendo


tardíamente las órdenes del rey de que regresaran a la Ciudad de México. La carrera de
José Mariano se hallaba a punto de pasar a una nueva fase, que le exigiría desarrollar
nuevos talentos.

21
Capítulo cuatro: El médico de la gente

El científico y el artista tomaron el camino de las montañas para volver a la distante


Ciudad de México. Se dirigieron a los Cuchumatanes, las frías tierras altas del oeste de
Guatemala, pasando por pueblos de nombres curiosos como Quetzaltenango y
Huehuetenango.

No tenemos qué comer; a diario nos Llegaron a San Cristóbal de las Casas, Chiapas,
sonrojan los cobradores del alquiler de durante la segunda mitad de 1798. Allí les esperaba una
nuestros alojamientos, igual que los carta de las autoridades coloniales que ordenaba el retorno
sastres que reparan nuestras pobres
inmediato de Juan de Dios, pero sin hacer ninguna
ropas y, en pocas palabras, nuestros
mención de sus salarios, que llevaban ya dos años de no
estómagos ya no aceptan más
ser cubiertos.
demoras.
El obispo de San Cristóbal le pidió a José Mariano
Carta de Mociño al
demorar su propio regreso para ayudar a combatir una
gobernador de Guatemala
epidemia de lepra que asediaba la ciudad. Los médicos
AÑO
locales, que aplicaban la teoría médica de los humores, no
conseguían resultados positivos. La teoría humoral surgió en el siglo V
a.C. como una manera de dar una
La teoría humoral, atribuida al antiguo filósofo griego explicación a la función del cuerpo
humano. Se creía que el cuerpo estaba
Hipócrates, aún se consideraba válida a principios del siglo XIX. formado por cuatro sustancias o
Quienes practicaban tales procedimientos creían que la enfermedad la humores esenciales de cuyo equilibrio
causaba un desequilibrio en cuatro de los fluidos o humores dependía la salud del hombre: bilis
negra, bilis amarilla, flema y sangre.
corporales. Antes de determinar un tratamiento, los doctores debían Estas sustancias tenían una
examinar cuidadosamente el aspecto y la conducta del individuo. correspondencia con los cuatro
elementos (fuego, tierra, aire, agua),
además de tener las cualidades de
Aunque la observación sistemática del paciente fue un paso caliente, frío, húmedo y seco.
adelante en las prácticas médicas, no puede afirmarse lo mismo de Los humores no sólo determinaban la
los tratamientos aplicados que la seguían. Se prescribían sangrías, salud del ser humano, sino también su
personalidad, si un hombre tenía mucha
vómitos forzados y laxantes para restaurar el equilibrio en los sangre, era alegre; si tenía mucha flema,
humores, pero estos remedios sólo tenían el efecto de debilitar a los era calmado; si tenía mucha bilis era
enfermos. colérico; si tenía mucha bilis negra, era
melancólico.

José Mariano sugirió abordar la cuestión desde otra perspectiva. El médico de


Temascaltepec recomendó mejorar la dieta y la higiene. Respaldado por el obispo,
Mociño estableció hospitales provisionales para el pueblo, en donde se les
proporcionaban alimentos sin cobrarles y se ponía énfasis en la limpieza. También se
separó a las personas infectadas de aquellos que no sufrían las lesiones de la lepra en
la piel.

Ninguno de los dos tratamientos atacaba la verdadera causa de la enfermedad,


una bacteria que sería descubierta más de 70 años después. No obstante, una dieta

22
mejor fortalece al sistema inmune y lo ayuda a defenderse de las infecciones. Y al
mejorar la sanidad se reduce el riesgo de transmitir el microbio que causa el mal. Al
llegar el mes de diciembre, la epidemia iba ya declinando.

Después de una ausencia de tres años, José Mariano llegó a la Ciudad de


México, el 5 de febrero de 1799. Había llegado la hora de organizar colecciones,
documentos y dibujos tras 12 años de exploración. Por desgracia, el equipo se hallaba
mermado. Juan Diego del Castillo encontró la muerte en Aguascalientes. José Longinos
seguía en Guatemala, y moriría tres años después en Campeche. El joven artista
Atanasio Echevarría abandonó la Expedición en Cuba para agregarse a otra expedición,
cuyo líder sí podía pagar a sus integrantes a tiempo.

El centro de operaciones de los miembros que seguían en el equipo fue el Jardín


Botánico que ocupaba una parte del Palacio Virreinal, en la actualidad el Palacio
Nacional. La tarea era inmensa. Debían prepararse cinco mil especímenes y 2,400
dibujos —algunos sin terminar— para su transporte a España.

El lector puede imaginar la emoción de los miembros de la expedición al


comenzar sus labores para llevar el proyecto a su conclusión. Se vieron rodeados por
una cantidad extraordinaria de plantas, peces, aves, mamíferos, insectos y reptiles que
representaban la biodiversidad de Mesoamérica desde Chihuahua hasta Guatemala.
Los intensos colores y aromas de los trópicos americanos proporcionaban una
atmósfera de inspiración para su trabajo.

Al mismo tiempo, Martín de Sessé dirigía una investigación innovadora de las


propiedades curativas de algunas de las plantas que las poblaciones
locales describieron como medicinales. José Mariano y Luis La expedición botánica de Nueva
Montaño —otro graduado del Jardín Botánico— fueron nombrados España tiene un larguísimo catálogo
de plantas con que llenar todos los
responsables de organizar salas de observación en dos importantes artículos de cualquiera materia
hospitales generales, el San Andrés y el Real de Naturales. médica; pero quieren hacerlo sus
individuos no como unos meros
Para Mociño, como para Luis Montaño era de suma compiladores, sino como unos
importancia la experimentación cuidadosa; prescribieron plantas observadores exactos que se contentan
con dejar a la posteridad los resultados
medicinales para diversos padecimientos, observando y llevando un
fieles de quince o veinte plantas bien
registro de sus efectos en cada individuo. Con este método, los dos
examinadas…
científicos lograron documentar curas efectivas. Sus reportes
incluyeron los nombres indígenas y los usos tradicionales de las
plantas junto con su clasificación científica.

Su objetivo consistía en establecer un botiquín medicinal de bajo costo con


curaciones para enfermedades comunes mediante hierbas cultivadas en casa, lo cual
era posible debido a la abundancia de especies que tenía México.

23
El estudio se prolongó durante dos años, y enfrentó
No hay droga alguna medicinal,
una resistencia decidida del establecimiento médico, que se
exceptuando tres o cuatro, de que
no estemos surtidos aferraba a la antigua teoría humoral con sus sangrías y
abundantísimamente en nuestro laxantes. Los doctores escolásticos denunciaron las nuevas
suelo, que produce las mismas estrategias medicinales ante las autoridades coloniales,
especies puntualmente, u otrasdeclarando que causaban muchas muertes. El virrey ordenó
equivalentes de igual o tal vez de
que se efectuara un examen detallado de los registros
mayor eficacia. No resta más que el
experimentales. Los resultados La medicina tradicional indígena de México
que quieran los médicos usar de
de la revisión favorecieron el
ellas con discernimiento, para que tiene su origen en las culturas prehispánicas
trabajo de José Mariano y Luis, y está presente en todos los pueblos
pueda México gloriarse de tener su
originarios del país. Es un sistema de salud
materia médica propia, compuesta
notando en particular la que se basa en conceptos, creencias y
sólo de los remedios de virtudefectividad de la medicina prácticas derivadas del conocimiento y la
indiscutible. experiencia para prevenir, diagnosticar y
tradicional en los tratamientos
curar enfermedades.
de disentería y neumonía. En las sociedades indígenas, los médicos
tradicionales son guías espirituales que
poseen la experiencia y sabiduría necesarias
Además del estudio de las curaciones de la
para tratar a los enfermos por medio de
medicina tradicional, José Mariano se mantenía herbolaria y rituales. Existen muchos tipos
informado de las más recientes teorías llegadas de de médicos tradicionales, entre los que se
encuentran: curanderos, parteras, hueseros y
Europa. Tradujo al español el libro Elements of Medicine, hierberos.
del médico escocés John Brown. Su teoría sobre el
vitalismo acentuaba la importancia de estimular el
sistema nervioso del cuerpo por medio de una dieta nutritiva y masajes con aceites
aromáticos, entre otras técnicas. José Mariano encontró apoyo para sus teorías en las
ideas del doctor escocés.

Finalmente, en 1803, el equipo de expedicionarios, se encontró listo para partir


rumbo a España. El 23 de abril, Senseve y De Sessé, con su esposa y familia,
abordaron un barco con destino a la Habana, en donde planeaban recoger los
documentos y materiales que dejaron ahí en su visita anterior. El director de la
Expedición llevaba 27 cajas grandes de manuscritos, dibujos y especímenes.

José Mariano, sin embargo, no tuvo la misma suerte, y su partida se vio


demorada hasta que se llegara a una decisión definitiva sobre los pagos de una pensión
alimenticia para su esposa María Rita (para cuya manutención se depositaría una
tercera parte de sus ingresos en la Tesorería de la Nueva España). A comienzos de
junio, José abordó la fragata Nueva Mahonesa, enfilado a una “madre patria” a punto de
experimentar grandes trastornos.

El 31 de julio la Nueva Mahonesa arribó a la Bahía de Cádiz, pero se no se


permitió el desembarco de los pasajeros hasta certificar su estado de salud. Dos días
después, José Mariano escribió a De Sessé:

24
Mi queridísimo Director: acabo de saltar en tierra, absuelto de la cuarentena
rigorosa… No me permite el excesivo calor ser ahora largo, y así me reduzco a
notificarle mi arribada y pedirle que las órdenes correspondientes para mi traslado a la
corte, y para la satisfacción de mis sueldos vencidos…

No sabía que su colega y amigo aún no lograba salir de la isla de Cuba; todavía
peor, su esposa y su hijo habían contraído la fiebre amarilla y necesitaban atención
médica. Hubieron de transcurrir varios meses antes de que el equipo pudiera reunirse
de nuevo, y Mociño tuvo que hacer solo el viaje a Madrid.

José Mariano experimentó la desorientación de todo viajero que llega a un suelo


extranjero por vez primera. Tal como le escribió a De Sessé:

No estoy contento en Cádiz, y tengo por ahora mil razones de no estarlo todavía:
siento un calor igual al de Veracruz y los mosquitos trompeteros me parece que
abundan más aquí que en aquella ciudad. Las calles angostas y caracoleadas forman
para mí un laberinto que no me permite alejarme a diez pasos de la posada…

El nuevo director del Real Jardín Botánico de Madrid gestionó el viaje de José
Mariano a la capital. Por fin De Sessé y Senseve pudieron unirse a él el 20 de octubre.
Para ayudar a completar los dibujos, De Sessé volvió a contratar a Echevarría, que ya
había completado sus tareas en Cuba. Los cuatro miembros que seguían formando
parte de la expedición se hallaron con mucho que hacer.

Sus labores se complicaron por el hecho de que los materiales de La fiebre amarilla, también
20 años de exploraciones de tres equipos en Norte, Centro y Sudamérica denominada “vómito negro” por
se hallaban almacenados en el Jardín Botánico y otros edificios uno de sus síntomas, es causada por
gubernamentales de la Nueva España. Sus descubrimientos un virus que transmiten los
representaban la mayor colección de objetos de historia natural del mosquitos. Junto con la malaria, el
vómito negro constituía, y sigue
Imperio español jamás reunidos en un solo sitio. Llevaría tiempo poner
siendo hoy en día, una amenaza a
todo en orden. la salud pública en las zonas
costeras tropicales de todo el
La participación de José Mariano se vio interrumpida por una mundo. En los tiempos coloniales
emergencia de salud pública. A lo largo de los últimos cuatro años, una los asentamientos humanos a
epidemia de fiebre amarilla se había desatado en Andalucía, causando la menudo se establecían a mayor
altitud para evitar los calores de la
muerte de más de 120,000 personas.
costa y reducir el riesgo de infección
de alguna de estas temibles fiebres.
El altruismo y la experiencia médica de Mociño lo motivaron a
actuar. Voluntariamente ofreció sus servicios sin honorarios. El rey Carlos IV aceptó su
propuesta y lo nombró Director de Inspección Médica en Andalucía para controlar la
enfermedad, junto con la Junta Suprema de Sanidad.

25
En junio de 1804, Mociño viajó a Málaga en el sur de España, donde obtuvo
información de primera mano sobre el estado de la epidemia, antes de enfocar sus
esfuerzos en Écija, la población que mostraba la mayor gravedad de casos. La
considerable experiencia de José Mariano en combatir enfermedades en México
desempeñó un papel de particular importancia.

Sus observaciones sistemáticas resultaron invaluables para determinar una


estrategia que controlara la diseminación de las fiebres. En su primer reporte a Madrid
observó que la pérdida de las cosechas el año anterior y una sequía persistente
tuvieron el efecto de limitar el suministro de comida. Asimismo, se dio cuenta de que los
pacientes que recibían alimentos nutritivos y atención médica al empezar las fiebres
raras veces morían, lo cual le permitió inferir que la carencia de cuidados apropiados
era la causa principal de tantos fallecimientos, no la intensidad de las fiebres.

En el mismo reporte, Mociño identificó uno de los principales factores de la alta


mortandad de la epidemia:

No hay mal que no sea muy grave en las personas muy débiles… La
numerosísima clase de indigentes en este pueblo es una porción de leña seca, casi
convertida en paja, que se incendia con suma facilidad con una sola chispa…

José Mariano describió cuántos habitantes de Écija habían pasado meses sin
probar un bocado de carne o de pan. El científico mexicano observó además las
pésimas condiciones de higiene en que vivían muchos de los residentes de Écija. Los
desechos del matadero del pueblo, incluyendo cadáveres de animales domésticos,
revueltos con residuos podridos de vegetales y desperdicios humanos, habían
convertido en un pantano fétido las tierras bajas en torno al río Genil.

Aplicando las lecciones aprendidas en la Nueva España, José Mariano


reorganizó el combate contra la enfermedad. Dividió en varios distritos la ciudad para
llevar un mejor registro de la evolución de la epidemia y asegurarse de que cada
paciente recibiera los cuidados apropiados.

En lugar de aislar a los enfermos de las visitas de los médicos, como era la
práctica vigente, insistió en que los doctores se mantuvieran en contacto frecuente con
los afectados por la epidemia, y elaboraran un registro clínico de cada uno para definir
las características de la enfermedad. En persona, Mociño visitó a los enfermos para
obtener observaciones de primera mano y, al mismo tiempo, mantuvo informada de sus
avances a la Junta Suprema de Sanidad.

Prohibió el uso de sangrías, laxantes y vómitos forzados, argumentando que


esos tratamientos tienen el efecto de debilitar la salud de los pacientes. En cambio,

26
propuso un plan para estimular el sistema inmune del cuerpo por medio de mejoras en
la dieta y la sanidad de la población.

Conforme a sus instrucciones, se suspendieron todas las reuniones de grupos


de individuos, y los difuntos se tuvieron que sepultar lejos de la ciudad. Colocó carteles
en lugares públicos en donde se instruía a los ciudadanos sobre las medidas a tomar
para los tratamientos. Mociño pidió al gobierno de Madrid que enviara grandes
cantidades de quinina, conocida también por el nombre de corteza peruana, un
tratamiento sudamericano indígena para las fiebres, cuya efectividad había probado.

En diciembre de 1804, José Mariano pudo escribir en su informe: “No queda un


solo paciente de fiebre amarilla en Écija”. Con su labor concluida, José Mariano viajó a
Madrid, y regresó al año siguiente para llevar a cabo una segunda desinfección.

Mociño registró sus observaciones sobre las batallas libradas contra la fiebre
amarilla, describiendo las medidas que adoptó para erradicarla. Están contenidas en el
documento Memoria sobre la fiebre amarilla, presentado a la Real Academia de
Medicina en Madrid.

Atendiendo a su interés por fundamentar sus propias ideas en los estudios


contemporáneos de otros científicos, José Mariano tradujo el
Se conoce como vectores a seres vivos que
ensayo del autor francés J. L. Alibert, Dissertation sur les
transmiten o propagan una enfermedad: mosquitos,
fèvres pernicieuses ou ataxiques intermittentes. La chinches garrapatas, moscas tsetsé, ácaros, caracoles
presentación de ambos reportes en la Academia robusteció y piojos.
sus razonamientos. De acuerdo con la Organización Mundial de la
Salud, la proliferación de enfermedades por este
El papel de los mosquitos en la transmisión del vómito tipo de transmisión, principalmente en las zonas
tropicales, se incrementa por falta de higiene y
negro no se establecería con claridad hasta cien años
cambios del medioambiente. La falta de un
después, pero los atinados comentarios de Mociño suministro fiable de agua ni de un sistema de
proporcionaron pistas que apuntaban en esa dirección. En su desechos adecuado aumenta el riesgo de que
Memoria observó: poblaciones enteras padezcan de infecciones de
zika, malaria, dengue, chikungunya
Por ello, los gobiernos de los países hacen
En muchas casas los desagües se encuentran tapados,
campañas para evitar que la gente tenga agua
y por este descuido los patios interiores quedan estancada en sus casas, en particular en época de
convertidos en pantanos, la cuna de innumerables lluvias, pues esto favorece la proliferación de
mosquitos y, por consecuencia, el contagio.
mosquitos…

Asimismo, José Mariano realizó observaciones clave sobre la naturaleza de la


fiebre amarilla. Citó casos de personas que tuvieron contacto con los vestidos o la ropa
de cama de víctimas de la fiebre amarilla y, sin embargo, no contrajeron la enfermedad.
Reportó casos de familias cuyos integrantes vivían en estrecho contacto, donde tan sólo
uno de sus miembros había enfermado.

27
Estas experiencias condujeron a José Mariano a concluir que la fiebre amarilla
no era contagiosa, pero su conclusión fue controvertida y, posteriormente, se volvió
tema de los más acalorados debates.

En cualquier caso, el éxito de Mociño fue elogiado en todos los niveles de la


sociedad española, y le abrió el camino para ser recibido como miembro de la
Academia de Medicina de Madrid, en mayo de 1805. Sin embargo, las cosas en ningún
momento fueron fáciles para José Mariano y la oposición a sus conclusiones sobre la
fiebre amarilla como un mal no contagioso concluyó cuando la Academia nombró una
comisión para censurar su trabajo, en 1806.
Debido a las fuertes epidemias que
asolaban España a principios del siglo
XIX, se originaron grandes discusiones al La decisión tuvo que ver con la política más
respecto de su origen y la discusión que con la ciencia médica. Aceptar que muchos
alcanzó implicaciones políticas. españoles pasaban hambre y vivían en condiciones
Por un lado, los “infeccionistas” eran repugnantes daba una imagen de la monarquía poco
vistos como liberales; sostenían que el
favorable, y quienes apoyaban al rey consideraban
origen del contagio se debía a las
condiciones insalubres en que se que el contagio de persona a persona era la causa de
encontraban las ciudades, y que el aire la epidemia. Los liberales —que favorecían un
transportaba vapores tóxicos que gobierno democrático— apoyaban la idea de que la
transmitían las enfermedades. Por ello, enfermedad se extendía por la infección surgida de un
se proponía tener mejores condiciones
sanitarias.
ambiente insalubre.
Los “contagionistas”, de cuyas ideas era
partidaria la Corona, aseguraban que era Ambas opiniones resultaron erróneas a la
el contacto directo con los enfermos era larga, aunque los “infeccionistas” se aproximaron más
la razón de que se cundiera la
a la verdad. A nadie se le ocurrió que algo tan
enfermedad. Sus propuestas de mejora
consistían en cuarentenas, encierro de los insignificante como un mosquito pudiera causar
enfermos y quema de su ropa. semejantes problemas.

Se nombró a otra comisión de la Academia


para estudiar la controversia, y el 20 de agosto de 1807 anunció su veredicto: “la
memoria puede considerarse […] como una prueba de la exactitud y acierto con que
Mociño desempeñó su comisión y como una obra particular destinada a la ilustración
pública”.

El innovador médico de las provincias triunfó así en la capital del Imperio. Su


membresía en la principal asociación médica de Madrid fue un reconocimiento a sus
aportaciones a la salud pública en España. Con las labores de la Expedición aún por
completar, parecía que el futuro le reservaba todavía mayores reconocimientos.

Sin embargo, la situación política de España no tardaría en volverse turbulenta.


Sus colegas expedicionarios saldrían del país, y José Mariano quedaría como único
sobreviviente y protector de un proyecto de 20 años, abandonado para abrirse camino
en un mundo puesto de cabeza.

28
Capítulo cinco
Las tribulaciones de José Mariano

Tratemos de imaginar la abundancia de plantas y animales exóticos provenientes de la


América tropical que fue conducida a la capital del Imperio: columnas de cajas y
embalajes que contenían los más sorprendentes tesoros recolectados desde Chihuahua
hasta Chile. Los animales disecados de aspecto extraño y las pilas de papeles que
contenían hermosas flores secas llevaron un sabor de la exuberancia del Nuevo Mundo
a los austeros distritos de Madrid.

José Mariano y Martín hicieron el inventario de sus adquisiciones, que se


hallaban almacenadas en diferentes lugares dentro del Real Jardín Botánico y en sus
alrededores. Fue una tarea abrumadora, y faltaban más materiales que venían en
camino. Poco después de su llegada, desembarcaron en Cádiz 32 grandes cajas
traídas de Nueva España junto con otras 26 de Cuba. Jaime Senseve asumió la
responsabilidad de hacer pasar el cargamento venido de ultramar por las exigentes
aduanas burocráticas.

Martín se dio cuenta de que faltaba una parte significativa de la colección de la


Nueva España. Hubo estallidos de furia al descubrir varios embarques llegados de
Nueva España en los almacenes de la expedición peruana, dirigida por Hipólito Ruiz y
José Pavón. A pesar de la intervención del rey para conciliar las partes, se mantuvo una
atmósfera de suspicacia y mala voluntad entre los dos equipos de científicos.

Organizar y clasificar las plantas y los animales de la expedición, en paralelo con


editar sus manuscritos, formaban solamente una porción de las actividades de José
Mariano. Congruente con sus hábitos, el naturalista de Temas aplicaba su curiosidad
intelectual a diversos proyectos, ninguno de los cuales, desafortunadamente, ofrecía un
salario.

Junto con Martín, José Mariano escribió una memoria de mucho alcance sobre
la planta mexicana copalchi (Coutarea latiflora), de efectividad comprobada en controlar
las fiebres causadas por la malaria y la fiebre amarilla. Ambos compañeros prosiguieron
su batalla contra los escolásticos de Nueva España, promoviendo reformas en la
enseñanza de medicina. En agosto de 1804, enviaron una solicitud al rey buscando su
apoyo para añadir estudios de botánica, zoología y matemáticas a los planes de estudio
de la carrera de medicina.

José Mariano trató de activar la Real Academia de Medicina de Madrid, al


proponer reformas que modernizaran la arcaica institución. Por su tratamiento innovador

29
en la epidemia de Andalucía se había ganado el respeto de los médicos profesionales.
Su amplia cultura respecto a las más recientes ideas europeas en una gran variedad de
temas de medicina, además de su estilo elegante al escribir, le otorgaban a José
Mariano un papel influyente en la Academia.

Semejante cantidad de intereses consumían su tiempo, lo que provocaba que


demorara su trabajo sobre el informe final de la expedición a la Nueva España. El
fallecimiento de Jaime Senseve, en marzo de 1805, complicó todavía más su progreso.

Como si fuera poco, todo sucedía en medio del derrumbe del Imperio español.
En octubre de 1805, la armada británica destruyó la flota española y su poderío naval
en la Batalla de Trafalgar. Se había desvanecido el optimismo con que el rey Carlos III
lanzara las exploraciones de ultramar 28 años antes.

Hacia 1806, la Real Expedición Botánica española sufrió una seria crisis. Los
dos científicos que permanecían en el proyecto llevaban meses sin recibir pago alguno;
José Mariano tuvo que alojarse con Martín y su familia. De Sessé, que sufría de dolores
misteriosos, raras veces salía de su casa.
No quiero más que el alimento
y abrigo necesario para
A pesar de todo, De Sessé y Mociño finalizaron el
conservar la vida durante la
manuscrito de Flora mexicana, que contiene descripciones de
tempestad […] En ningún
casi 1,500 especies de plantas recolectadas entre 1790 y 1803.
caso olvidaré el objeto que me Se completaron los exquisitos dibujos realizados por los dos
hizo venir a Europa, y será artistas de la Academia de San Carlos, Atanasio Echevarría y
más glorioso para mí […] Vicente de la Cerda. Se vislumbraba por fin un término exitoso
haberlo llevado adelante en de sus prolongados esfuerzos. No obstante, su proyecto fue
medio de la borrasca. afectado por los sucesos que tuvieron lugar en España.
Carta de Mociño a
Ignacio Tejada Durante muchas décadas el país había estado sufriendo
una crisis económica causada por guerras continuas y por
ataques de piratas contra sus barcos. La aplastante derrota en Trafalgar empeoró las
cosas. El resentimiento entre la gente común y los nobles llegó a su punto álgido
cuando el rey Carlos IV, a través de su primer ministro, Manuel Godoy, permitió que las
tropas francesas de Napoleón entraran a España, en 1807.

Aprovechando el descontento popular, y con el apoyo de sus aliados


aristocráticos, en 1808, el ambicioso príncipe Fernando se rebeló en contra de su padre
y del aborrecido Manuel Godoy. El llamado Motín de Aranjuez resultó en el arresto del
primer ministro y la decisión de Carlos de abdicar a favor de su hijo, quien convertido en
el rey Fernando VII ascendió al trono.

El nuevo rey, inseguro de su autoridad, buscó el reconocimiento de Napoleón


Bonaparte, quien en aquel momento era el hombre más poderoso de Europa. Pero el
emperador francés engañó a Fernando y a Carlos tras convocarlos a una reunión en la

30
cual padre e hijo fueron obligados a renunciar a la Corona y entregarla a su hermano,
José Bonaparte.

No tardó en producirse una respuesta


La ocupación napoleónica en España, popular al giro de los sucesos. El 2 de mayo, los
ocasionó la división de opiniones entre la
madrileños tomaron las calles para oponerse a las
sociedad de la época.
Había una porción de la población fuerzas de ocupación francesas. La brutal reacción
constituida por intelectuales y funcionarios de las tropas extranjeras para reprimir al pueblo dio
que estaba a favor de que se hicieran por resultado que la rebelión se extendiera al resto
reformas en lo político y social, en España, del país. La ciudad y la nación respondieron con una
al mando del rey recién impuesto, José
guerra de guerrillas. A pocas cuadras del Jardín y el
Bonaparte I. Fueron llamados
“afrancesados”. Gabinete de Historia Natural, los disparos y las
Los “absolutistas” estaban a favor del cargas con bayoneta barrían el Parque del Retiro y
regreso de Fernando VII y de las prácticas el Paseo del Prado. Se desencadenaron arrestos en
de la monarquía que limitaban el poder a masa y fusilamientos arbitrarios de todos aquellos
la figura del rey
Los “liberales” buscaban que en España
sospechosos de pertenecer a la oposición. Madrid
hubiera un régimen político que se hundió en el caos.
combinara la libertad y el orden.
El impacto del alzamiento del 2 de mayo
dividió a la sociedad española. Una facción, la de los
realistas, apoyaba a Fernando y comenzó a organizar guerrillas, usando las tácticas de
atacar y huir de una fuerza pequeña enfrentada a un enemigo mucho más poderoso.

Otra facción, la de los “afrancesados”, se opuso a la resistencia, en parte para


evitar más derramamientos de sangre, pero también con la esperanza de que las ideas
liberales que llevaron a Napoleón al poder (fin a los privilegios de la aristocracia,
gobierno democrático, y separación de la Iglesia y el Estado) fueran un camino mejor
para el progreso de la humanidad.

El 12 de mayo, en un clima de miedo y tumultos, José Mariano fue nombrado


secretario de la Real Academia de Medicina de Madrid, ya que su predecesor abandonó
el cargo para organizar la resistencia armada. El puesto, que José Mariano aprovechó
para dar continuidad a sus esfuerzos por modernizar la institución, situaba al médico
mexicano en una posición arriesgada por su cercanía al ejército de ocupación.

La violencia y la incertidumbre afectaron a los miembros que seguían formando


parte de la Expedición. La salud de Martín de Sessé, que a lo largo de varios años
había empeorado, sufrió un nuevo descalabro. Con el corazón roto por los sucesos
trágicos que ensombrecían a su “amada patria”, el maestro y buen amigo de José
Mariano murió el 4 de octubre de 1808.

Además, Atanasio Echevarría solicitó licencia para abandonar España, ya que la


falta de apoyo financiero y la situación turbulenta hacían demasiado difícil la vida. El
joven pintor le insistió a Mociño que lo acompañara de regreso a México, pero el sentir

31
de José Mariano era que faltaba por hacer mucho trabajo. En contra de sus deseos,
liberó a su paisano de todo compromiso y lo dejó partir, haciendo votos por su feliz
retorno.
La Guerra de Independencia española
inició el 2 de mayo de 1808, como un
José Mariano, que en Madrid era un extraño, se vio
levantamiento contra la invasión francesa
aislado en medio de una guerra civil. Su dedicación de Napoleón, quien se enfrentó a los
constante a terminar y proteger el trabajo de la expedición lo aliados España, Reino Unido y Portugal
distrajo de los peligros de permanecer en la capital. En Se le considera guerra civil debido a los
cambio, su gran energía se enfocó en completar el proyecto enfrentamientos que se dieron entre la
población dividida en afrancesados y
iniciado 18 años antes.
patriotas, quienes formaron guerrillas que
opusieron resistencia al invasor.
Su primera tarea consistió en preparar por escrito un Al término de la guerra, el 17 de abril de
registro de todos los materiales recolectados durante los 1814, el trono fue devuelto a Fernando
viajes de la expedición en la Nueva España, destinado al VII.
Ministerio de Gracia y Justicia. Mociño hizo una presentación
formal de los especímenes zoológicos al museo Real Gabinete de Historia Natural. Las
plantas siguieron bajo la custodia de Hipólito Ruiz y José Pavón.

Al finalizar el año, la Junta de Gobierno —ya controlada por representantes


bonapartistas— ofreció a José Mariano el puesto de Director del Real Gabinete de
Historia Natural. El ofrecimiento era demasiado bueno para ser rechazado, pues
otorgaba al científico mexicano un salario y abría la posibilidad de continuar sus
estudios sobre los animales de la expedición. Entre sus responsabilidades se incluyó la
organización de la totalidad de la colección zoológica del Gabinete.

José Mariano aceptó el ofrecimiento e instaló su hogar y su taller en un edificio


situado en la Calle Baños número 6 para examinar y clasificar centenares de aves e
insectos, docenas de mamíferos y peces, y una diversidad de reptiles y anfibios
recolectados por él y sus colegas.

Se unió a estas tareas un joven científico mexicano, Pablo de la Llave, que era
16 años menor que José Mariano. Consultando las cercanas bibliotecas del Jardín
Botánico y el Real Gabinete para suplementar las suyas, los dos científicos pasaban los
días dedicados a clasificar y reorganizar en su totalidad la colección de animales.

Dondequiera que trabajara, el impulso de Mociño lo dirigía a revitalizar los


objetivos de la institución. El Gabinete era un museo que se utilizaba para exhibir
curiosidades animales como objeto de entretenimiento para el público. Bajo el liderazgo
de José Mariano el Gabinete se transformó en un centro de enseñanza y estudios
científicos. Junto con De la Llave, compuso para maestros y alumnos un catálogo
científico de la colección del museo.

32
Fue el primer naturalista que estableció un curso de zoología, aprovechando la
colección del Gabinete, ya organizado con cédulas que identificaban cada animal para
los visitantes.

A mediados de 1809 se produjo un incidente que puso a prueba la capacidad de


José Mariano como secretario de la Real Academia de Medicina. Dos de sus miembros,
Ignacio María Luz de Luzuriaga y Salvador Ximénez Coronado, fueron arrestados por la
Junta de Gobierno y enviados a Francia, al ser considerados sospechosos de
conspiración.

Como funcionario de la Academia, José Mariano escribió una carta en su


defensa que ayudó a liberar a los dos médicos para que volviesen a Madrid. En ésta
declaraba:

En las crisis políticas no es imposible que la calumnia o la mala fe pongan en


movimiento resortes que deslumbren al gobierno más justo para confundir entre
los criminales a los hombres de bien.

En diciembre de 1809, José Mariano resultó electo vicepresidente de la


Academia, en parte gracias a sus amplios conocimientos de medicina, pero también
porque representaba una posición neutral entre los doctores españoles de la Academia
y los recién incorporados médicos y cirujanos del ejército invasor. En septiembre de
1810 fue reelegido, y el año siguiente recibió el nombramiento como presidente de esa
institución de elite.

Pese a tal abundancia de puestos directivos, los ingresos de José Mariano eran
muy bajos. Trató de conseguir trabajo como médico rural en las provincias, pero su
fama, aunada a la asociación con los franceses, hacía imposible tal proyecto. En una
carta a su amigo Ignacio Tejada, José Mariano se lamenta de que “la medicina no me
produce más que un estéril honor, que tal vez me hace más daño que provecho”. En
lugar de ser juzgado por los méritos como médico, “sólo me contemplan en mi persona
como Jefe de la Real Academia Médica, un individuo de la Suprema Junta de Sanidad,
y un Director de trabajos científicos en la Historia Natural, nombres todos que sólo me
perjudican”.

La resistencia armada contra la ocupación francesa se fortaleció cuando


intervinieron tropas británicas bajo el mando de Lord Wellington. Los frentes de guerra
avanzaban y retrocedían, pero en agosto de 1812 las fuerzas británicas —ahora
aliadas— y españolas entraron a Madrid.

José Mariano abrigaba esperanzas de que sus servicios a España como médico
lo protegieran de represalias. Sin embargo, las turbas rabiosas lanzaron una cacería de

33
brujas en contra de quienes cooperaron con la ocupación francesa, y en su lista
figuraba el nombre de José Mariano.

El desafortunado mexicano fue arrestado y encarcelado en septiembre de 1812.


En sus memorias, su amigo y colega Pablo de la Llave describe su liberación y posterior
exilio:

Lo llevaron a la cárcel pública, y lo sacaron en cuerda; espectáculo digno de


aquellos días, ver marchar a pie y al lado del brazo con otro, a un sabio anciano y
enfermo que apenas podía dar paso, y sin llevar socorro. Por fin, a la entrada de
Castilla la Vieja, un general puso en libertad a esa ilustre cuerda, compuesta
toda de personas distinguidas.

La retirada de las tropas británicas y españolas posibilitó que Mociño volviera al


Gabinete de Historia Natural y reanudara sus labores relativas a las colecciones. Pero el
alto al fuego no duró mucho. En 1813 las tropas francesas se vieron forzadas a
emprender con premura su retirada, y tras ellos siguieron los ‘afrancesados’ exiliados.

Pablo de la Llave describe así los rigores a que se vio sometido José Mariano:

Llevaba en un carro los efectos más preciosos del Gabinete, sus manuscritos y
dibujos. Para salvarlo todo, de noche dormía sobre este carro, seguíalo a pie de
día hasta que se apoderó de todo un general francés, salvándose sólo los
manuscritos y los dibujos a los que el viejo se aferró el resto de la caminata que lo
condujo a Francia. Llegó a Montpellier casi ciego y comiendo mendrugos…

Montpellier, una ciudad del suroeste de Francia, cerca de la frontera con


España, fue el destino perfecto para el exilio de Mociño. Era la sede del Jardin des
Plantes, el más antiguo jardín botánico de Francia, uno de los principales de toda
Europa. Allí trabajaba el renombrado científico suizo Agustin Pyramus de Candolle
como profesor de botánica en la facultad de medicina de la Universidad.

Sin darse a conocer frecuentaba la cátedra del famoso botánico De Candolle,


quien cierto día tuvo ocasión de hacer un grande elogio de Mociño, bien ajeno de
tenerlo de oyente. Un compatriota suyo se lo dijo y De Candolle rindióle el más
lisonjero homenaje, y le abrazó con grande efusión y le obligó a sentarse en su
cátedra, para que explicara el asunto a cuyo propósito citó su nombre. Los
circunstantes se enternecieron y Mociño lloraba también, sin poder articular una
frase.

34
Los dos botánicos se hicieron buenos amigos. José Mariano fue recibido de
buen grado en la casa de los Candolle, y pronto se volvió parte de la familia. Junto con
uno de sus alumnos, trabajó en la clasificación de las plantas de la Real Expedición
Botánica, utilizando los dibujos precisos que el científico mexicano había sacado de
España.

A pesar de haber encontrado techo y comida con los Candolle, José Mariano
pasó meses de gran dificultad. Su salud seguía menguando. Se fue alejando cada vez
más la posibilidad de ver publicados los trabajos de la Expedición, y los inmensos
esfuerzos de él y sus compañeros se redujeron a nada.

En 1816, cuando De Candolle regresó a Suiza para continuar sus labores ahí,
intentó devolverle los dibujos y documentos que José Mariano le había encomendado.
Pero Mociño se rehusó a aceptarlos:

No, ya estoy demasiado viejo y enfermo, demasiado desdichado para hacer con
esto un servicio útil a la botánica. Lléveselos a Ginebra, se los regalo y le confío
para el futuro el cuidado de mi gloria científica.

José Mariano escribió a sus antiguos colegas de la Academia de Medicina y del


Gabinete de Historia Natural, recordándoles sus servicios a ambas instituciones y
solicitando ayuda para que le permitieran volver a España. Con su ayuda y gracias a la
intervención de un amigo suyo en el gobierno, se le concedió a Mociño permiso para
retornar.

En el corazón del anciano brilló una chispa de esperanza. Se presentaba la


oportunidad de completar la misión a la cual él y De Sessé dedicaron sus vidas. Pero
requería de los dibujos para acompañar los textos de los libros que soñaba con
terminar. En el verano de 1817, José Mariano escribió una carta a su amigo De
Candolle, poniéndolo al tanto de sus planes de viajar a Barcelona y pidiéndole que lo
antes posible le devolviera los dibujos.

El botánico suizo no podía negárselos a su amigo, pero temía que esos valiosos
dibujos quedaran en peligro de extraviarse si volvían a España. Inspirado por un viejo
amigo, De Candolle elaboró un plan para copiar todos los dibujos y devolverle a Mociño
los originales.

En sus memorias, De Candolle describió la operación que puso en movimiento:

Se presentaron voluntariamente unas 120 personas para ofrecer sus pinceles.


Eran en su mayoría damas de sociedad, pero también hubo artistas de ambos
sexos y un buen número de gentes que yo no conocía. Las jóvenes damas se

35
reunían en casa de una de ellas para trabajar juntas… Toda la ciudad se atareó
con el trabajo durante doce días, y resultaba conmovedor ver el entusiasmo que
pusieron en su labor todos aquellos con capacidad de utilizar pinceles o lápices.

Mociño recibió en Montpellier los valiosos dibujos y se los llevó de regreso a


España. El viaje lo fatigó y llegó a Barcelona físicamente exhausto.

José Mariano tuvo la fortuna de encontrarse con un viejo amigo que conoció en
Guatemala, Jacobo de Villaurrutia, que lo recibió en su casa. Sin embargo, su sueño de
publicar los trabajos de la Expedición fue inútil. Las cartas de Mociño a la Academia y al
Gabinete pidiendo apoyo para completar el proyecto nunca recibieron respuesta.

Este apasionado científico que recorrió América del Norte buscando plantas,
ofreciendo sus servicios a los enfermos en todos los lugares por donde viajó, y que fue
capaz de inyectar un sentido de misión a cada una de las empresas que acometía,
sintió que se le escapaba la vida. En casa de su amigo Jacobo, atendido por el doctor
Rafael Esteva, José Mariano Mociño murió el 19 de mayo de 1820, a la edad de 63
años.

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Epílogo

Después del fallecimiento del último científico de la Real Expedición Botánica, la


supervivencia de sus hallazgos ha dependido de la dedicación de bibliotecarios y de
otros individuos. Aunque los materiales físicos del proyecto encontraron salvaguarda, la
comunidad científica y el público en general durante muchas décadas no tuvieron
ningún conocimiento sobre dónde habrían quedado los dibujos, ni tampoco del
contenido de los documentos.

La demora en la publicación de los descubrimientos de las exploraciones del


equipo socavaron su valor científico. En biología, los investigadores que describen por
vez primera una nueva especie son quienes reciben todo el crédito por el
descubrimiento. Cuando finalmente las descripciones de los biólogos de la expedición
pasaron por la imprenta, otros científicos ya habían publicado sus resultados.

A pesar de todo es considerable el valor histórico de sus labores. En una época


en que no se sabía casi nada sobre la flora y la fauna de la Nueva España,
documentaron la existencia de miles de plantas y centenares de animales en áreas muy
amplias. La obra de Mociño, Flora de Guatemala, contiene un inventario de cientos de
plantas de Centroamérica, y es el primer estudio sistemático de botánica
centroamericana.

La recuperación de los materiales de la Expedición podría servir de trama para


una novela de detectives. Miremos los caminos que tuvieron que recorrer los tres
componentes principales de los logros de los expedicionarios para salir de la oscuridad
y alcanzar la luz del reconocimiento público.

LOS DIBUJOS

Las acuarelas originales, dibujadas con exactitud casi fotográfica por Vicente de
la Cerda y Atanasio Echevarría se perdieron para el público durante más de 150 años
después de la muerte de José Mariano. Se quedaron en Barcelona, recogidas por la
familia del doctor que trató a Mociño, y por último fueron adquiridas por la familia Torner
a fines del siglo XIX. Los Torner eran propietarios de una biblioteca privada, y las
conservaron en condiciones excelentes.

En 1979, un restaurador de obras de arte que vio los dibujos se dio cuenta de su
valor, y recomendó a los hermanos Torner establecer contacto con el Hunt Institute of
Botanical Documentation. Dos años después, el Instituto, que forma parte de la
Universidad Carnegie-Mellon de Pittsburgh, Pennsylvania, compró la colección de 2,000
dibujos por cuatro millones de pesetas.

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Es posible ver las reproducciones en miniatura de las pinturas originales
visitando el sitio web del Hunt Institute (http://www.huntbotanical.org/art/show.php?10).
El conjunto de los dibujos se conoce como “La Colección Torner de las ilustraciones
biológicas de De Sessé y Mociño”. Además de su precisión científica se aprecia una
extraordinaria delicadeza, sobre todo en la obra de Echevarría, quien tuvo gran
renombre en su tiempo como ilustrador botánico.

La otra serie de dibujos se guarda en el Conservatorio del Jardin des Plantes en


Ginebra, Suiza. Consta de las copias realizadas por las “Damas de Ginebra,” además
de unos 300 duplicados pintados por Echevarría y de la Cerda que Mociño le regaló a
su amigo Canolle.

LOS MANUSCRITOS

Las descripciones escritas de las plantas recolectadas en la Nueva España están


contenidas en dos manuscritos: Plantae Novae Hispaniae y Flora Mexicana. Se pueden
encontrar en el Jardín Botánico de Madrid. Un reflejo del interés de De Sessé y Mociño
se manifiesta en que una tercera parte de las especies tiene valor medicinal o
comercial.

Plantae Novae Hispaniae representa aproximadamente a 1,400 especies de


plantas de la Nueva España recolectadas durante los primeros tres años de la
expedición y enviadas al rey en 1791.

Flora Mexicana es una combinación de descripciones botánicas de México,


California, Canadá, Puerto Rico y Cuba que representa unas 1,000 especies nuevas.

Ambos documentos permanecieron olvidados en los archivos del Jardín


Botánico por décadas. En 1870 la Sociedad de Historia Natural de México se dio cuenta
de su existencia y decidió intentar publicarlos. La Secretaría de Relaciones Exteriores
dio instrucciones a su embajador en Madrid para que iniciara negociaciones a fin de
obtener copias de los manuscritos.

El gobierno de Porfirio Díaz pudo adquirir copias de ambos documentos por el


precio de 198 pesos. Finalmente, 60 años después de la muerte de Mociño, la Sociedad
de Historia Natural de México publicó por entregas el texto de Plantae Novae Hispaniae
entre 1887 y 1891 en su periódico La Naturaleza. La Flora Mexicana apareció en la
misma publicación, que se inició en 1891 y concluyó en 1897.

De Sessé y Mociño planeaban combinar los textos de ambos manuscritos con


los dibujos de Echevarría y de la Cerda. Tal deseo se vio realizado después de más de
200 años de terminada la Expedición. En 2010, la editorial Siglo XXI, bajo la dirección
de Jaime Labastida y contando con la asistencia de más de 60 científicos de la

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Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), produjo un conjunto de doce
volúmenes bajo el título La Real Expedición Botánica a la Nueva España de José
Mariano Mociño y Martín de Sessé.

Olvidada también en los vastos archivos del Real Jardín Botánico de Madrid,
Flora de Guatemala no llegó a la imprenta sino hasta 1996. Contiene más de 500
especies, muchas de las cuales se hallan asimismo en México. Todavía no se han
encontrado los dibujos correspondientes a esta colección, que al parecer quedaron
destruidos en el terremoto de San Salvador, en 1798.

Los dos volúmenes del manuscrito Aves de Nueva España descansó


silenciosamente en los estantes de la biblioteca del Museo Nacional de Ciencias
Naturales de Madrid a lo largo de casi 200 años. En 1997, varios investigadores
veteranos que participaron en un inventario fueron capaces de identificar el manuscrito,
basados en el tipo de papel utilizado y su caligrafía distintiva.

Ese documento nos revela que José Mariano tuvo talento adicional para la
ornitología. Publicado en 2015 por Siglo XXI, como Volumen 13 del conjunto de la Real
Expedición, el libro contiene descripciones de 290 especies de aves y 83 dibujos.

LAS PLANTAS

Los científicos de la Real Expedición Botánica enviaron al Jardín Botánico de Madrid


miles de plantas secas, además de varios centenares de paquetes de semillas y plantas
vivas. Sin embargo, el destino de aquel material de plantas se volvió incierto después
de su recepción en Madrid.

Las semillas provenientes de la Nueva España fueron compartidas con otros


jardines botánicos de Europa. Las plantas que crecieron a partir de ellas se utilizaron a
menudo para describir especies nuevas sin acreditar a quienes recolectaron las
semillas.

En el siglo XIX se creó un mercado de coleccionistas privados de plantas secas


provenientes de lugares exóticos. José Pavón, uno de los botánicos de la expedición
peruana, tuvo acceso a las plantas recogidas en la Nueva España, y se piensa que
vendió no menos de 6,000 especímenes mexicanos a entusiastas aficionados ingleses.
Por ende, aun cuando la mayor parte de las plantas secas recolectadas por De Sessé y
Mociño se halla en Madrid, hay colecciones de magnitud significativa en Gran Bretaña,
Francia y Estados Unidos, a menudo atribuidas a la expedición de Ruiz y Pavón.

Por fortuna, no todo el material de plantas de la Expedición se encuentra seco y


fijado a hojas de papel en bibliotecas especializadas de Madrid, pues podemos
encontrar el legado viviente de José Mariano y Martín en catálogos de semillas de

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viveros de todo el mundo. Plantas decorativas como las dalias, las zinnias, el cosmos y
la salvia han adornado jardines de casas a partir de las semillas enviadas a España por
De Sessé y Mociño.

Los alcances de la obra de José Mariano Mociño fueron ignorados en México


por casi doscientos siglos. Sin embargo, la reciente recuperación de su trabajo pone de
manifiesto la labor de un científico dedicada al bienestar de sus paisanos de la Nueva
España y de la metrópolis imperial. Trabajó incansablemente en la investigación de las
plantas medicinales mexicanas y libró batallas extraordinarias para curar las
enfermedades infecciosas. Su devoción a la ciencia se caracterizó por liberar al
pensamiento de viejos prejuicios y buscar la verdad como una manera de servir a la
sociedad.

Acaso esta recuperación del trabajo del naturalista mexicano sirva para apreciar
los beneficios que aportó a las sociedades de su época, y acerque a sus paisanos a
conocer la vida y obra de un científico mexicano de múltiples talentos que dedicó toda
su vida a enriquecer nuestros conocimientos de botánica y medicina, pese a todas las
limitantes que pudo haber tenido. Su legado vive en sus obras y en los ensayos que
escribió sobre diversos temas, producto de su incansable y agudo espíritu de
observador.

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