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El principal efecto que tiene sobre el planeta la existencia de mares

y océanos en la superficie terrestre es el de actuar como un perfecto


regulador climático. Durante el día, la tierra (continente) suele
calentarse más que el agua, de forma que suele soplar viento frío
desde el mar hacia tierra adentro enfriando varios grados las zonas
costeras continentales.

En los meses fríos y durante la noche (en ausencia del sol), la tierra
se enfría más rápidamente que toda la masa de agua que la rodea,
actuando de termostato y frenando la caída de temperatura. Esta es
la razón por la cual los meses fríos son siempre más benignos en las
zonas costeras que en las zonas interiores, ya que la diferencia entre
las temperaturas máximas y mínimas diarias son menos acusadas.

Por este intercambio térmico entre las tierras y las masas de agua se
genera otro agente muy importante en La Tierra: el clima. El agua
tiende a evaporarse y acumularse en la atmósfera en forma de
vapor de agua. El aire húmedo en movimiento, al toparse con
corrientes de diferente temperatura cercanas al continente, genera
distintas circulaciones de aire húmedo dando lugar a huracanes y
fuertes tormentas. Pero si se enfría repentinamente provocará lluvia,
granizo o nieve.

Raramente se produce un fenómeno muy curioso que es la caída de


peces o ranas en forma de lluvia. No es magia, sino que tiene su
explicación cuando el agua es arrastrada durante el paso de un
ciclón o huracán, los pequeñísimos huevos de anfibio o peces que
hubiera en su superficie y renacuajos y peces de pocos días de vida
que continúan su crecimiento, son también arrastrados por las
fuertes corrientes de aire precipitando desde el cielo hacia tierra
cuando el viento amaina, al ser incapaz de sostenerlos flotando por
más tiempo.

Otro efecto que el mar tiene sobre el planeta es el de actuar como


uno de los principales agentes modeladores de los relieves. La
propia arena de las playas ha sido creada por el incesante batir de
las olas contra el continente, destrozando corales y restos de
animales (en playas de arenas blancas) o rocas de distinta dureza
(en playas de arenas doradas y marrones de distintas tonalidades),
dejando piedras y fragmentos redondeados.
En las últimas décadas, numerosos científicos han comenzado a
desarrollar artilugios e inventos para tratar de aprovechar la energía
del incesante movimiento de las olas con el fin de obtener
electricidad de ellas, al instalar en el agua o cerca de su superficie,
aspas u otros elementos móviles que son accionados al pasar cada
ola o por las corrientes de aire existentes al evaporarse el agua,
generando así electricidad. En la imagen se puede observar un caso
de estas curiosas y modernas centrales eléctricas marinas.

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