¿POR QUÉ JORGE NO PUEDE IR AL MISMO COLEGIO QUE SU
HERMANO? UN ANÁLISIS DE ALGUNAS BARRERAS QUE DIFICULTAN EL AVANCE HACIA UNA ESCUELA PARA TODOS Y CON TODOS
Cuando se habla de inclusión, de participación protagónica y por qué
no? de solidaridad con los más necesitados, hay que tener mucho cuidado porque la realidad está enmarcada demasiadas veces en que las palabras no se corresponden en nada con las acciones. De allí que, hoy haciendo referencia a este texto de Gerardo Echeita Sarraonandia se puede decir lo siguiente: El autor del texto inicia el mismo con una pequeña anécdota haciendo introducción sobre su sentir en relación al tema de las barreras que dificultan el avance de la escuela para todos y todas. En los casos que presenta, muestra claramente la disociación que existe entre la realidad y el deber ser, cuando plantea la historia de Jorge y lo afirmado por sus padres desde su propia experiencia y que sin duda alguna es lo que se vive en muchos centros educativos. Por otro lado, en el aparte de algunas barreras que limitan el avance hacia una escuela para todos y con todos, se describen que el problema no es una cuestión individual sino una tragedia personal la que viven todos esos padres y familiares como resultado de una engañosa acogida en la comunidad donde viven, que lejos de envolverlos en una interacción participativa donde cada estudiante demuestre, experimente y vivencia sus características personales se les estereotipa demostrando que la circunstancia de cada uno no es la que afecta sino las de aquellos que dicen ser incluidores. Ahora bien, el autor habla de las barreras al aprendizaje y la participación, definiendo con ello las necesidades educativas especiales que están implícitas en un modelo social que responde a las dificultades del aprendizaje y a la discapacidad. El autor expresa tácitamente que:
Comprender esta dependencia de las personas con discapacidad
de los factores sociales en los que se desenvuelven y con los que interactúan desde sus condiciones personales, nos permite apreciar que, cuando el entorno social que les rodea se hace accesible físicamente, se muestra respetuoso con su diferencia y se moviliza –a través de políticas precisas y coherentes–, para prestar los apoyos que cada uno precisa, la discapacidad se “diluye” y tan solo nos encontramos con personas, sin más, que pueden desempeñar una vida autodeterminada y con calidad. Por el contrario, cuando su entorno se encuentra plagado de “barreras” (sociales, culturales, actitudinales, materiales, económicas, etcétera), que dificultan el acceso, el aprendizaje o la participación, la discapacidad “reaparece” para mostrarnos el camino que nos queda por recorrer (p. 3).
Lo anterior demarca claramente, la diferencia entre el deber ser y la
realidad que viven tantos niños/as, adolescentes y jóvenes quienes lejos de poder integrarse a una actividad, comunidad o sociedad aun cuando pregonen su inclusión, son excluidos de manera indirecta, haciéndoles sentir que ser diferente es algo malo generando problemas muchos más profundos de los existentes. Pero no todo puede verse desde la óptica pesimista, de allí que hay que vencer los obstáculos que presenta el día a día y construir desde la realidad vivida mecanismos que le permitan al docente a través de una cosmo visión y perspectiva individual una proyección social hacia la transformación real, veraz y oportuna desde la diversidad. En otros orden de ideas, se señala en el texto que hay una estrecha brecha entre las investigaciones que se realizan y la aplicación práctica de los conocimientos que se adquieren con las mismas, y es que en la realidad puede verse que muchos de estos trabajos quedan tan solo en papel adornando estantes en las bibliotecas o sirviendo como respaldo fundamental a otros investigadores, pero que su ejecución es somera. Es por ello que, desde las academias deben formarse ese hilo dialógico facilitador en donde se generen los elementos necesarios para que los docentes y personas vinculadas a la educación fortalezcan sus saberes y haceres mediante la praxis académica en todas sus modalidades y formas. En cuanto al subtitulo promover y manejar el cambio que Jorge necesita, el autor expresa que tienen que ser vistos desde la atención a la diversidad por medio de los conocimientos y experiencias sin recurrir a la exclusión, rompiendo las barreras de los centros educativos y haciendo énfasis a la flexibilidad, innovación, apertura y cooperación a través de la pedagogía de la complejidad. Realmente se necesitan dar pasos agigantados hacia un cambio cultural que involucre el trípode familia, escuela y comunidad, por ello los docentes que están formando a las futuros profesionales en diferentes áreas, específicamente a los profesores en Dificultades del Aprendizaje son los llamados a motivar, sembrar y construir ese conocimiento, experiencias y humanidad que todos necesitan para poder llevar la igualdad y diversidad tanto en las palabras como en las acciones, donde la inclusión ya no sea vista como una promesa, sino que su realidad abrace a todos y donde todos sea cual sean sus características y capacidades tengamos cabida.