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Análisis entre el capítulo A de Metafísica y los prólogos e introducciones A y B de

Crítica de la razón pura ¿Son textos filosóficos?


Jesús Armando Juárez Nieto

“Todos los hombres por naturaleza desean saber” (Aristóteles, 2010:71) y “La
razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de
hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma
naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas
sus facultades” (Kant, 2010:7) son dos citas de los más grandes filósofos de la
humanidad que reflejan una similitud, tanto por el tema, dígase, la razón humana, como
por el hecho de ser textos filosóficos a pesar de una distancia temporal de más de casi
dos mil años. Si bien este último punto podría ser tomado como una verdad indubitable,
debido a la influencia y reconocimiento de personajes de los que hablamos aquí,
estamos frente a una aseveración que no está exenta de ser cuestionada: ¿por qué
asumimos que se trata de textos filosóficos? ¿Hay razones suficientes para aceptar lo
anterior o es únicamente un acuerdo que adoptamos conforma a la tradición de nuestro
gremio académico?

Si aceptamos que esta última posibilidad es completamente insostenible, pues


en caso de opinar lo contrario nos encontraríamos con que la filosofía, en tanto actividad
humana, descansaría únicamente en un acuerdo arbitrario1 sin ningún sustento de fondo
ni, por ende, alguna posibilidad de producir conocimiento de forma rigurosa, tenemos
que es necesario, entonces, explorar las razones por las que podemos considerar que
tanto Immanuel Kant como Aristóteles escribieron filosofía. Con esto en mente
podemos, como se dijo anteriormente, recuperar dos elementos que nos permiten
reivindicar el lugar de Metafísica y Crítica de la razón pura como textos filosóficos que
ha sido puesto en duda: una cuestión de objetivo y otra en cuanto a la forma del texto.

En cuanto al primer punto, el objetivo de los estudios, podemos comenzar


diciendo que a pesar de que ciertas lecturas superficiales podrían indicar que ambos
textos tienen exactamente el mismo objeto, la metafísica, una lectura con mayor
profundidad crítica podría cuestionar este supuesto. Si bien ambos autores hablan de
una metafísica tenemos que, en el caso de Aristóteles, el objeto principal de su estudio
radica en fundamentar un campo de saber, y, específicamente, de una ciencia acerca

1
Aunque en cierto sentido podríamos afirmar que existe algún grado de contingencia en la elección de
ciertos autores y no otros dentro de la historia de la filosofía, debido a los procesos históricos y problemas
que desarrollaron en sus respectivas épocas, es importante resaltar que no es posible reducir la filosofía
a esta problemática, la cual, tiene sus propios debates y dimensiones internas que no se pretenden
desarrollar en este ensayo.

1
de las causas y los principios primeros (Aristóteles, 2010: 75-78) mientras que, para
Kant, la metafísica se encuentra como un campo consolidado que, sin embargo, tiene
problemas debido a sus usos dogmáticos; por lo cual, el objetivo del autor de
Königsberg, es consolidar un “tribunal de la razón” que nos permita conocer los alcances
y límites de la razón con miras a construir una ciencia fiable acerca de lo que nos es
posible conocer (Kant, 2010: 8-9).

De forma tal que, dicho lo anterior, es posible observar que el objeto de dichos
estudios es radicalmente distinto: Aristóteles busca fundamentar la metafísica mientras
que Kant busca delimitar dicho campo al responder a otros problemas dentro del
desarrollo de la filosofía. Si bien lo anterior podría llevarnos a suponer que, entonces,
en lo superficial ambos estudios no tienen algo en común, o siendo estrictos podríamos
decir que son opuestos, podemos ver que, en un sentido más profundo, ambos textos
tienen un punto de convergencia: dicho de forma concreta podemos sostener que el
objetivo común de los estudios no es necesariamente la metafísica como concepto sino
la consolidación de un campo específico de investigación por la vía racional-
argumentativa.

Una vez dicho esto podemos, como parte de la forma de los textos, mencionar
que el hecho de consolidar un campo de investigación, como parte de la discusión que
enfrenta cada uno de los autores, no es una creación Ex nihilo sino el resultado de un
proceso que podemos considerar la filosofía misma. Este último punto nos permite llevar
nuestra argumentación a un punto importante: si bien Aristóteles tiene una forma de
exposición argumental que podríamos considerar, en cierto sentido, menos compleja
que la de Kant (ya que sus recursos argumentativos consisten en echar mano de ciertos
conceptos del habla comúb, formas de actuar de los ciudadanos de la época, mitos, y
algunos aportes de otros pensadores) mientras que Kant emplea una tradición filosófica
mayor (al comprender su sistema como una respuesta al dogmatismo escolástico; el
escepticismo filosófico o el empirismo inglés) podemos aducir que el punto de
encuentro, en cuestión de forma, de ambos textos es la discusión racional frente a los
problemas que hemos mencionado con anterioridad.

Una vez dicho lo anterior tenemos que, como un posible acercamiento a la


pregunta acerca de si estamos frente a textos filosóficos o no, podemos decir que el
hecho de otorgar una fundamentación racional para resolver un problema; el proceso
de recuperar y dialogar con ideas anteriores para acercarnos a la verdad; pensar
racionalmente nuestra propia condición humana y echar mano de los recursos que la
propia época nos otorga sería, posiblemente, una cualidad de los textos filosóficos.

2
Bibliografía:

Aristóteles (2010) Metafísica. Traducción de Tomás Calvo Martínez. Madrid: Gredos

Kant, Immanuel (2010) Crítica de la razón pura. Traducción de Pedro Ribas. Madrid:
Gredos

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