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1/10/2018 PA-DDE-INE-01-18: Unidad 1.

Introducción al concepto de la democracia

Diplomado en Derecho Electoral INE 2018-A


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Unidad 1. Introducción al concepto de la democracia

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1.1 Estado, régimen, gobierno y soberanía


En esta unidad estudiarás la democracia como régimen político, por ello es importante entender qué significa este
concepto y cómo se distingue de conceptos relacionados. En esta sección introductoria se proporciona información para
hacer la distinción entre cuatro conceptos que suelen ser usados como equivalentes: Estado, régimen, gobierno y
soberanía.

O’Donnell reconoce que lo más común es estudiar la democracia a nivel de régimen, pero también propone extender el
análisis a nivel Estado y gobierno para lograr una adecuada caracterización de la democracia (2015, 12 y 36-38).

1.1.1 Estado
Aunque no hay una única definición de lo que significa Estado, una de las más aceptadas es la de Weber, quien lo define
como: la comunidad humana dentro de un territorio que reclama el monopolio de la violencia física legítima (1979, 83).
O’Donnell, por su parte, básicamente retoma esta definición, pero sin el aspecto de la legitimidad, señalando que el
Estado es el conjunto de instituciones políticas, económicas y sociales que organiza una población y que controla los
medios de coerción dentro de un territorio geográficamente delimitado (2015, 12 y 16).

El Estado suele manifestarse mediante tres dimensiones, aunque es importante reconocer que estas dimensiones pueden
ser concebidas como tipos ideales que ningún Estado ha logrado completamente (O’Donnell 2015, 13 y 19; Panebianco
1996, 391):

Un conjunto de entes burocráticos estatales y no estatales que son organizaciones técnicas que existen para ejecutar
decisiones.
Un sistema legal cuyas reglas penetran y determinan numerosas relaciones sociales.
Una identidad nacional compartida, que implica distinguir a los ciudadanos frente a “otros” y proteger a los intereses
de la nación.

En suma, el Estado es una entidad superior intangible que engloba al régimen, al gobierno y a los actores políticos y
económicos relevantes, y que es garante de relaciones burocráticas y sociales (O’Donnell 2015, 15).

El Estado es la comunidad humana dentro de un territorio que reclama el monopolio de la


violencia física legítima. Sus principales componentes se refieren a un sistema legal, un conjunto
de entes burocráticos y una identidad nacional.

1.1.2 Régimen
El concepto de régimen político “designa en general una forma de vida, una forma de orden o gobierno” (Zürn 2006,
1179). Se refiere a “un conjunto institucionalizado de principios, normas y reglas, que regula la forma en que los actores
se relacionan en un contexto dado de acción” (Zürn 2006, 1179).

Siguiendo con esta idea, Thibaut plantea que el concepto de régimen político se compone de los siguientes elementos
(2006, 123):

Las formas de ingreso al poder de gobierno (fácticas y formales).


El ejercicio del poder.
La forma de interactuar con la oposición.

En otras palabras, un régimen político es un conjunto de modelos que determina los métodos de acceso a los principales
cargos públicos; las características de los actores admitidos y excluidos de ese acceso; las estrategias que los actores
pueden usar para lograr el acceso, y las normas que siguen en la toma de decisiones de compromiso público (Schmitter y
Karl 1996, 38). Así, el régimen es el conjunto de instituciones que regulan la lucha por el poder, así como el ejercicio del
mismo (Levi 1991, 1362).

A partir del análisis de estas dimensiones se pueden distinguir dos categorías generales de regímenes políticos: los no
democráticos y los democráticos (véase Ilustración 1). Cabe señalar que, en la actualidad, en un régimen democrático el
acceso a los principales cargos gubernamentales se determina a través de elecciones limpias, con lo cual se limita la

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libertad de acción del gobierno (Levi 1991, 1363; O’Donnell 2015, 22).

Ilustración 1. Tipos de regímenes políticos

Fuente: Elaboración propia con base en Morlino 2005

Un régimen político se refiere a una forma de gobierno y a una forma de acceder al poder,
ejercerlo e interactuar con la oposición.

1.1.3 Gobierno
El gobierno se constituye por las posiciones en el centro político del aparato del Estado, a las cuales se accede a través del
régimen. La única responsabilidad universalmente asociada con el gobierno es la tutela de la paz en el interior y exterior
del Estado, pero en términos generales su función es emitir reglas legales y decisiones políticas vinculantes a nivel federal,
local y municipal e implementar la ley (O’Donnell 2015, 14; Cotta 1996, 316). También cabe destacar que, aunque la
burocracia se considera parte del Estado, se relaciona de manera muy cercana con el gobierno, ya que este no puede
implementar su política sin las instituciones burocráticas (Cotta 1996, 316).

El concepto de gobierno es muy relevante para el sistema político considerando que, en un contexto no democrático,
pueden faltar los partidos, parlamentos, elecciones e incluso aparatos burocráticos desarrollados, pero siempre existirá
alguna estructura de gobierno (Cotta 1996, 311). Por otra parte, el gobierno siempre existirá en un sistema democrático,
pero es menos permanente que el régimen ya que, a diferencia del régimen, puede cambiar con cada elección. En este
tipo de sistema político, los gobernantes son delegados y representantes del pueblo, por lo que, teóricamente, la función
de gobierno es la ejecución de la voluntad popular (Cotta 1996, 315).

Las posiciones centrales políticas en un país integran el gobierno, cuya función es mantener la paz,
emitir reglas y decisiones políticas vinculantes e implementar las leyes.

1.1.4 Soberanía
La soberanía es la fuente de todas las normas e instituciones; el poder soberano es el poder supremo, pues concentra las
voluntades de una comunidad política. Es decir, la soberanía es la facultad absoluta de autodeterminarse (Tena 1980, 19).
En este sentido, la nación tiene poder absoluto sobre los ciudadanos, ya que la soberanía significa “la negación de toda
subordinación o limitación del Estado por cualquier otro poder” (Tena 1980, 6).

La idea de la soberanía surgió en los finales de la Edad Media para justificar ideológicamente el poder absoluto del rey,
como encarnación del Estado. Sin embargo, a partir de la Revolución Francesa, el pueblo es considerado el titular de la
soberanía (Tena 1980, 5). Sin embargo, Norberto Bobbio considera que solo[1] se puede hablar apropiadamente de
soberanía popular desde el momento en que fue instituido el sufragio universal (2003, 410).

La noción de soberanía es fundamental para comprender los conceptos de representación política y democracia del
mundo actual, tema que estudiarás en la Unidad 2 de este módulo (véase Ilustración 2). En este contexto, cabe destacar
que, aunque la soberanía reside en el pueblo, actualmente el Estado es considerado el titular del poder soberano, ya que
ese poder es detentado por un reducido número de personas físicas, que son los representantes electos (Tena 1980, 7-8).

Ilustración 2. Soberanía popular en México

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Fuente: Elaboración propia con base en Tena 1980 y Bobbio 2003

La soberanía es la facultad absoluta de una nación de autodeterminarse. En las democracias


modernas se encomienda el ejercicio del poder soberano a los representantes electos.

[1] De acuerdo la Real Academia Española, el adverbio solo y los pronombres demostrativos este(a), estos(as), ese(a), aquel, aquella(os, as) no deben
llevar tilde diacrítica, por lo que en todo el Diplomado nos apegaremos a esta regla ortográfica. Para conocer más, puedes consultar RAE 2010.

1.2 Regímenes no democráticos


Para poder entender la democracia como régimen político, es necesario poder contrastarla con los regímenes no
democráticos. Estos se caracterizan por el ejercicio del poder de forma monopólica, sin límites ni control, ya sea que lo
realice una persona o un grupo. Sin embargo, existen diferencias entre los distintos tipos de regímenes no democráticos
(véase Ilustración 3).

Ilustración 3. Tipos de regímenes no democráticos

Fuente: Elaboración propia con base en Morlino 2005 y Levitsky y Way 2010

A continuación, estudiarás cada uno de estos cuatro tipos de regímenes no democráticos, para posteriormente poder
contrastarlos con los regímenes democráticos.

1.2.1 Régimen totalitario


El totalitarismo es un tipo de organización jurídico-política donde la intervención estatal en la vida social y en la de los
individuos es desmesuradamente amplia, su gobierno no es electo conforme a los requisitos básicos de la democracia
liberal (es decir, no existe competencia interpartidaria en la lucha por acceder al poder), la participación política es
restringida o controlada y se desarrolla en un contexto que no admite el ejercicio de las libertades públicas
fundamentales (Haba Müller 2003, 1212).

Características
Los regímenes totalitarios se distinguen por (Morlino 2005, 99-100):

El papel predominante del partido único con relación a la estructura burocrática y jerarquizada.
Un pequeño grupo o un líder en el vértice del partido único.
Límites no previsibles en el poder del líder y en el apercibimiento de sanciones.
La presencia de una ideología articulada y claramente definida, dirigida a la legitimación, al mantenimiento del
régimen, así como a otorgar de un contenido a las políticas de movilización y a las propias políticas sustantivas.
La presencia de una alta y continua movilización sostenida por la ideología y por las organizaciones partidistas y
sindicales, que también están subordinadas al partido.

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Estos regímenes también se caracterizan por el terror totalitario, que va dirigido a todos aquellos que de algún modo, con
independencia de sus intenciones subjetivas, pueden constituir un obstáculo a las políticas del régimen o del líder,
aunque se trate de miembros de la misma élite dirigente. Estas consideraciones llevan a sostener que la sanción en el
régimen totalitario es completamente impredecible (Morlino 2005, 100-1).

Formas de ingreso al poder


En los regímenes totalitarios solo existe un partido político y está vetada, tanto legalmente como en la práctica, la
existencia de todo pluralismo político y de otros partidos. La única vía de acceso al poder y de participación política es
mediante el partido del grupo que controla al Estado. De esto se concluye que en este tipo de regímenes la oposición no
está permitida, ya que el totalitarismo está consagrado a destruir cualquier grado de autonomía de cualquier subgrupo
(Sartori 2000, 263-4 y 269).

Ejercicio del poder


Los regímenes totalitarios ejercen el poder a través del Estado que (Haba Müller 2003, 1212):

Tiende a regular la totalidad de las relaciones que se dan en el ámbito público.


Tiende a controlar en la mayor medida posible todos los aspectos de la vida individual.
Prevalece en cuanto a sus valores, visión y organización de la sociedad, sobre todo en cuanto a lo que concierne a la
existencia de cada individuo.

Es importante señalar que, si bien es cierto que ningún Estado logra interferir de forma total en todos los aspectos de la
vida de los ciudadanos, en el totalitarismo el Estado llega a controlar mucho más a fondo los aspectos privados que en
otros regímenes no democráticos, por ejemplo, en el autoritario.

En resumen, el totalitarismo es un tipo de organización jurídico-político-social que se caracteriza por un Estado que
extiende al máximo su capacidad de intervención en la sociedad y que tiende a regular la generalidad de las conductas
humanas, lo que restringe al máximo la libertad individual, a nivel jurídico y práctico. La limitación de la libertad ocurre en
grados extremos y se acota desde las siguientes dimensiones (Haba Müller 2003, 1212):

Libertad de conciencia (de expresión, de información, de educación).


Libertad política (de asociación y, en general, de participación independiente en la toma de decisiones sobre asuntos
públicos).
Libertad económica (de propiedad individual, de producción, de comercio).

Ejemplos importantes de regímenes totalitarios


Los dos ejemplos más ilustrativos de totalitarismo son la Alemania nazi (1933-1945) y la Unión Soviética estalinista (1920-
1953). Estos dos regímenes compartieron las características clásicas del totalitarismo, aunque también hay diferencias
grandes entre ambas ideologías. Los dos regímenes compartieron un partido único con un líder absoluto y un culto a la
personalidad, una ideología claramente definida y el uso del terror totalitario. Sin embargo, la ideología nazi era
nacionalista, otorgaba un papel importante al líder y a su élite, con una clara acentuación de su naturaleza racista,
mientras que la ideología soviética era internacionalista con un contenido y objetivos más marcados de profunda
transformación que la nazi, presentándose como más “democrática” y sin elementos racistas (Morlino 2005, 101).

Nazismo y Estalinismo como ejemplos de regímenes totalitarios

El totalitarismo es un tipo de organización jurídico-política donde la intervención estatal en la vida


social y de los individuos es desmesuradamente amplia. La única vía de acceso al poder y de
participación política es a través del partido del grupo que controla al Estado. Un régimen
totalitarista regula la generalidad de las conductas humanas y restringe al máximo la libertad
individual.

1.2.2 Régimen tradicional


Los regímenes tradicionales se basan en el poder personal del soberano que tiene sujetos a sus colaboradores a una
relación de miedo y recompensas. En estos regímenes, el soberano normalmente está encima de la ley, por lo que sus
decisiones son arbitrarias, no están limitadas por normas, ni se justifican sobre una base ideológica (Morlino 2005, 102).
También se usan las expresiones: “régimen sultanista” y “monarquía absoluta” para referirse a este tipo de régimen.

Características
Los regímenes tradicionales normalmente comparten las siguientes características:

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El poder del soberano es absoluto.
El poder normalmente es hereditario.
No existe división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).
El ejército y la policía juegan un papel central.
No existe una ideología ni alguna estructura de movilización de masas.
El uso del poder existe en forma particularista y para fines esencialmente privados.

Formas de ingreso al poder


En los regímenes tradicionales, el ingreso al poder se da de forma hereditaria. El soberano personifica todos los atributos
del Estado y ejerce su poder sin limitantes, normalmente bajo una justificación divina.

Ejercicio del poder


El ejercicio del poder en estos regímenes es de forma despótica; aunque suele existir un grupo de consejeros del
soberano, este tiene la última palabra y sus decisiones no pueden ser cuestionadas. Además, los funcionarios o ministros
a su orden están solo para asegurar la subsistencia del régimen, para lo cual el ejército tiene un papel fundamental.

Ejemplos importantes de regímenes tradicionales


El régimen tradicional se desarrolló históricamente en la Europa Occidental al final de la Edad Media y fue un sistema
común hasta la Revolución francesa.

Un ejemplo contemporáneo de un régimen tradicional es Arabia Saudita, país que no tiene ninguna constitución
moderna escrita, sino que se declaró que el Corán y el Sunna[2] son la constitución del país. El rey debe obedecer el
sharia[3] y el Corán, de acuerdo a la ley básica aprobada por orden real en 1992. Los partidos políticos y las elecciones
nacionales están prohibidos en el país y es uno de los dos Estados árabes que no han tenido elecciones nacionales desde
su fundación.

Salmán bin Abdulaziz, el rey de Arabia Saudita

En los regímenes tradicionales el soberano está encima de la ley y su poder es absoluto. No existe
división de poderes y el soberano no está obligado a justificar sus decisiones sobre una base
ideológica, aunque puede llegar a hacerlo sobre una base religiosa.

1.2.3 Régimen autoritario


La definición clásica de autoritarismo nos remite a Juan Linz (1964, 255), quien lo caracterizó como:

Un sistema político con pluralismo limitado y no responsable [ante el electorado], sin una elaborada ideología-guía
pero con una mentalidad característica, sin movilización política extensa o intensa, más allá de algunos momentos de
su desarrollo, y con un líder o a veces un pequeño grupo que ejerce el poder dentro de límites formalmente mal
definidos pero en realidad bastante previsibles.

Los regímenes autoritarios son regímenes antidemocráticos con características muy particulares, con las que incluso es
posible crear una subdivisión de algunos tipos distintos (Morlino 2005, 77-78, 86 y 92):

Regímenes personales. Todos los ordenamientos autoritarios en los cuales un líder-dictador no temporal desarrolla
un papel central.
Regímenes militares. Un sistema donde los militares o, con mayor frecuencia, un sector de las fuerzas armadas, un
grupo de oficiales o solo los oficiales de más alto rango, constituyen el más importante actor.
Regímenes cívico-militares. Estos regímenes se fundan, ante todo, en una alianza entre militares más o menos
profesionalizados y civiles, sean estos burócratas, políticos de profesión, tecnócratas o representantes de la
burguesía industrial y financiera.
Regímenes de movilización. Los regímenes en los que la característica de limitada movilización —que es propia de
los autoritarismos— se mitiga al punto de que deviene un modelo-límite de autoritarismo mucho más próximo al
totalitarismo.

Características
Los regímenes autoritarios se caracterizan por (Levitsky y Way 2010, 6-8):

La ausencia de posibilidades viables que permitan que la oposición contienda legalmente para el Poder Ejecutivo,
dado que o no existen instituciones democráticas, o sí existen en el papel, pero no en la práctica.

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Las elecciones multipartidistas, o son inexistentes o no son competitivas. Por eso, la oposición no percibe a las
elecciones como una manera viable para lograr el poder.
La mayor parte de la oposición está obligada a la clandestinidad y muchas veces se encarcelan o exilian a los críticos
importantes.
La violación sistemática de las libertades civiles fundamentales.

Formas de ingreso al poder


En este tipo de regímenes la soberanía reside formalmente en los ciudadanos que eligen a sus representantes. Esto quiere
decir que normativamente está contemplado llevar a cabo elecciones, aunque no siempre ocurre así.[4] Sin embargo,
cuando hay elecciones, estas son controladas por el grupo en el poder que no permite una competencia real entre las
fuerzas políticas. Este grupo organiza las elecciones y decide quiénes pueden competir, asegurándose de que la oposición
no tenga posibilidades reales de acceso al poder. Pero la realización de elecciones es el mecanismo por medio del cual el
grupo en el poder se legitima frente a la sociedad.

Ejercicio del poder


En el régimen autoritario el poder está centralizado, aunque, a diferencia de los regímenes totalitarios, hay un pluralismo
limitado que se caracteriza por una admisión restringida de actores políticos diferentes al grupo de poder, cuyo margen
de acción depende de los dirigentes autoritarios del Estado.

Otra característica del ejercicio del poder en los regímenes autoritarios consiste en que es ejercido por un jefe (o tal vez
un pequeño grupo) dentro de límites que, formalmente, están mal definidos. Estos límites consisten en normas y
procedimientos de actuación a los que el régimen se somete, pero que pueden ser cambiados fácilmente.

Por lo que se refiere a la ideología, en los regímenes autoritarios no hay una ideología-guía edificada para justificar el
régimen, en contraste con la ideología oficial que suele existir en los regímenes totalitarios.

Por lo que se refiere a la participación, esta es mínima en los regímenes autoritarios y se encuentra controlada desde el
Estado, a efecto de que se promueva la despolitización de las masas. Esto contrasta con el totalitarismo, en el que la
población es constantemente movilizada debido a la fuerte manipulación de las masas mediante una ideología oficial.

Ejemplos importantes de regímenes autoritarios


Un ejemplo destacado de régimen autoritario es el de Francisco Franco en España. Algunos de los elementos autoritarios
del régimen franquista se refieren a que los sindicatos no gubernamentales y todos los adversarios políticos fueron
suprimidos o controlados, incluyendo la ilegalización de sindicatos y partidos políticos; la mayoría de las ciudades y áreas
rurales eran patrulladas por la Guardia Civil; las ciudades grandes fueron controladas por la Policía Nacional, y había un
culto a la personalidad de Franco.

El régimen franquista es un ejemplo de autoritarismo

En México se cuenta con una experiencia de régimen autoritario, durante el periodo hegemónico del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) (Sartori 2000, 275-287). Aunque se celebraban elecciones periódicas durante esta etapa
de la historia del país, los partidos de oposición no tenían posibilidades reales de acceder al poder. Estudiarás con mayor
profundidad las características de este régimen en el Módulo 3.

Emblemas del partido hegemónico mexicano

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Un régimen autoritario es un sistema político con pluralismo limitado, sin movilización política
extensa o intensa, con un líder o a veces un pequeño grupo que ejerce el poder. En este tipo de
regímenes es posible realizar elecciones, aunque no siempre ocurre así, y cuando estas se realizan
son controladas por el grupo en el poder, que las utiliza para legitimarse.

1.2.4 Régimen autoritario competitivo


Muchas veces se usan conceptos como democracia “parcial”, “incompleta”, “no consolidada”, o “pseudo-democracia”,
para describir regímenes híbridos en los cuales hay competencia real, pero no justa, lo que hace suponer que se trata de
la antesala a la transición democrática. Sin embargo, el supuesto de que los regímenes híbridos se desarrollan en una
dirección democrática no siempre se confirma. Por eso, se considera a estos casos como un tipo de régimen distinto y no
democrático, a los cuales se les denominó regímenes autoritarios competitivos.

Características
Los regímenes autoritarios competitivos son un punto medio entre los autoritarios y los democráticos, y se distinguen por
las siguientes características (Levitsky y Way 2010, 8-12):

Las elecciones son periódicas y competitivas, ya que normalmente no se excluye a los destacados candidatos de la
oposición; los partidos de la oposición pueden hacer campaña públicamente y no hay fraude masivo. Sin embargo,
muchas veces las elecciones no son libres ni justas.
El campo de juego electoral es desigual, lo que significa un acceso inequitativo a los recursos y a los medios de
información, así como la existencia de un sistema judicial parcial.
Las libertades civiles son nominalmente garantizadas y, por lo menos, parcialmente respetadas. Existen medios de
información independientes y grupos civiles y de oposición que pueden reunirse libremente e incluso protestar
contra el gobierno. Aun así, se violan las libertades civiles con frecuencia, considerando que políticos de la oposición,
reporteros y otros críticos del gobierno son objeto de acoso, arresto y víctimas de ataques violentos.

En consecuencia, en los regímenes autoritarios competitivos existen instituciones democráticas, las cuales son percibidas
como el medio principal para ganar el poder, pero al mismo tiempo otorgan una ventaja importante a los gobernantes
frente a la oposición por el abuso de los instrumentos del Estado. Lo que distingue el autoritarismo competitivo de la
democracia es el hecho de que el abuso del Estado por parte de los gobernantes viola por lo menos alguno de los tres
atributos definitorios de la democracia, a saber: (1) elecciones libres, (2) protección amplia de las libertades civiles, y (3) un
campo de juego razonablemente igual (Levitsky y Way 2010, 5 y 7).

Formas de ingreso al poder


Los regímenes autoritarios competitivos son producto de la debilitación de un sistema autoritario. Es decir, cuando la
lucha por el poder al interior de un régimen autoritario no permite a alguno de los actores mantener u obtener el poder
absoluto, se brindan oportunidades a otros grupos de acceder a la arena política (Levitsky y Way 2004, 163).

Ejercicio del poder


Los funcionarios en los regímenes autoritarios competitivos puedan manipular frecuentemente las normas democráticas
formales, pero no pueden eliminarlas o reducirlas a la apariencia. En vez de violar abiertamente las normas democráticas
(por ejemplo prohibiendo y reprimiendo a la oposición y a los medios), los funcionarios prefieren utilizar el soborno, la
cooptación y otras formas más sutiles de persecución, como el uso de las autoridades de finanzas, judiciales u otros
organismos del Estado para acosar, perseguir o presionar “legalmente” un comportamiento cooperativo de los críticos
(Levitsky y Way 2004, 163).

Ejemplos importantes de regímenes autoritarios competitivos


La mayoría de los regímenes autoritarios competitivos se desarrollaron después de la caída del Muro de Berlín; en 1990
había 35 regímenes de este tipo en el mundo. Entre 1990 y 2008, los regímenes autoritarios competitivos se desarrollaron
en tres caminos distintos. El primero es la democratización, que ocurrió en 15 de los 35 regímenes de este tipo. México es
uno de estos casos, donde, por ejemplo, las elecciones de 1994 fueron técnicamente limpias, pero durante las cuales el
acceso desigual a recursos y a los medios de información dio una ventaja indebida a los gobernantes. El segundo es el
autoritarismo inestable, que incluye los diez casos en los cuales había una o más transiciones, pero sin democratización.
Dos regímenes que pertenecen a ese grupo son Albania y Kenia. El tercero es el autoritarismo estable, que incluye los diez
regímenes en los cuales los gobernantes o sus sucesores elegidos se quedaron en el poder por lo menos durante tres
mandatos presidenciales o parlamentarios, después de la creación del régimen. Dos ejemplos de regímenes de este grupo
son Rusia y Camboya (Levitsky y Way 2010, 8, 17, y 21-2).

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Vladimir Putin gobierna Rusia desde 2000 de manera ininterrumpida

Los regímenes autoritarios competitivos son un punto medio entre los regímenes autoritarios y los
regímenes democráticos. Los funcionarios en los regímenes autoritarios competitivos puedan
manipular frecuentemente las normas democráticas formales, pero no pueden eliminarlas o
reducirlas a la apariencia.

[2] Es el sistema de comportamiento instituido de las predicaciones de Mahoma.

[3] Es el cuerpo del derecho islámico. Establece un código detallado de conducta, que incluye las normas relativas al culto, moral, conductas
prohibidas y reglas que separan el bien y el mal.

[4] Al respecto se puede referir el caso de Chile con el régimen autoritario del general Augusto Pinochet (1973-1990) quien solo hasta 1988, luego de
perder un plebiscito sobre la continuidad de su mandato, convocó a elecciones democráticas en 1989, las cuales le dieron el triunfo a la oposición.

1.3 Regímenes democráticos


El significado etimológico de “democracia” es gobierno del pueblo por el pueblo, deriva de las palabras griegas demos
(pueblo) y kratos (poder o gobierno). De esta manera, la democracia es una forma de gobierno, “un modo de organizar el
poder político en el que lo decisivo es que el pueblo no es solo el objeto del gobierno –lo que hay que gobernar–sino
también el sujeto que gobierna” (Salazar y Woldenberg 2016, 17).

Varios autores han elaborado diversas clasificaciones sobre la democracia; este subtema parte de la división clásica:
democracia directa o antigua y democracia representativa o moderna. Ambos tipos de democracia tienen el mismo
principio de legitimidad (la soberanía del pueblo); sin embargo, cada una tiene sus especificidades que determinan las
diferencias, las cuales se revisarán a continuación.

Recurso 1. Tipos de democracia

Tipos de DemocraciaPresentar
(https://prezi.com/xtsasbnnquq5/) Por Escuela Judicial Electoral

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1.3.1 Democracia directa o antigua


La democracia como forma de gobierno surgió en las ciudades-Estado de la Grecia clásica, en las cuales las decisiones
públicas eran tomadas por los ciudadanos. En este sentido, en estas ciudades-estado el “pueblo” sí gobernaba, aunque la
definición del pueblo era mucho más restrictiva que en nuestro tiempo. Solo los que eran considerados ciudadanos
podían participar directamente en la toma de decisiones, pero para los clásicos helenos los esclavos, las mujeres, las
personas con discapacidad y los extranjeros no accedían a la ciudadanía y, por tanto, tampoco eran parte del pueblo, por
lo que carecían de la atribución de participar y decidir sobre las decisiones políticas de su comunidad (Borea 2003, 347).

Sin embargo, cabe destacar que este tipo de democracia no existe en la actualidad y, considerando sus características,
tampoco es una forma de gobierno deseable en el mundo actual.

Características
La democracia directa presenta las siguientes particularidades:

Toma directa de las decisiones políticas. La participación directa de los ciudadanos en la mayor parte de la toma
de decisiones es la característica principal de la democracia antigua.

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Carencia de estructura estatal. La forma de gobierno griego se desarrolló sin una estructura estatal compleja,
diferenciada y especializada (es decir, sin instituciones dedicadas a las áreas económicas, sociales, jurídicas, etcétera)
como la que existe en la actualidad, lo que también facilitaba la toma directa de las decisiones políticas.
Desconocimiento del principio de la mayoría. Las decisiones se tomaban en asamblea, por aclamación y
unanimidad, por tanto no existían ni la "mayoría" ni la "minoría".
Exclusión. El derecho de participación en las asambleas estaba reservado solo a los varones adultos libres y con
propiedades (los ciudadanos), quedando sin derechos políticos las mujeres, los esclavos y los extranjeros.
Desconocimiento del individuo-persona. El hombre griego vivía en la polis (la ciudad) y para la polis. La vida
política no era una parte de su vida, sino toda su vida. De hecho, para los griegos, participar en la vida de su ciudad
significaba "vivir" (Sartori 1988, 353).
Desconocimiento del Estado constitucional. El poder político no estaba limitado y controlado por la ley por lo que
la democracia griega carecía de filtros y de válvulas de seguridad (Sartori 1988, 349 y 2005, 42).
Carencia de partidos y competencia electoral. Dado que era una forma de democracia directa, en la antigüedad
no existían intermediarios para canalizar las demandas de la sociedad y tampoco existía la competencia mediante
campañas electorales.

Formas de ingreso al poder


En la democracia antigua no había ni competencia electoral, ni partidos para determinar el ingreso al poder, ya que eran
los mismos ciudadanos quienes gobernaban. Sin embargo, había dos filtros que determinaban, en la práctica, el ingreso al
poder. El primero era la calidad de ciudadano, la cual, como ya se mencionó, únicamente fue concedida a los hombres
libres con nacionalidad griega. El segundo consiste en la conformación de los comités que determinaban los asuntos que
se iban a discutir en las asambleas. La designación de los integrantes de estos comités generalmente era por sorteo o
rotación (Prud’homme 2016, 17-18).

Ejercicio del poder


Los mismos ciudadanos ejercían el poder a través de las decisiones que tomaban en asambleas, las cuales se celebraban
varias veces al año; es decir, los ciudadanos se reunían y administraban personalmente el gobierno (Sartori 1988, 358).
Esto fue posible porque las ciudades griegas estaban compuestas por un número reducido de ciudadanos; generalmente
tenían entre 2 mil y 3 mil ciudadanos, rara vez entre 4 mil y 5 mil (Sartori 2009, 59). Sin embargo, se debe precisar que la
Asamblea de Atenas se componía de entre 40 mil y 50 mil hombres libres, de una población total que se acercaba al
medio millón (Cohen y Fermon 1996, 9).

Asamblea en la Antigua Grecia

La agenda de discusiones en estas asambleas fue determinada por comités integrados por ciudadanos. Así, por ejemplo,
se estima que los ciudadanos de Atenas se reunían por lo menos en 40 ocasiones cada año. La agenda de discusiones era
establecida por el “Comité de los 50”, constituido por miembros de un “Comité de los 500”, representantes, a su vez, de
los ciudadanos que conformaban la ciudad. El periodo de los cargos públicos era muy breve (menos de dos meses en el
“Comité de los 50”, un año en el “Comité de los 500”) y la designación se hacía por métodos de sorteo en el primer caso,
y de rotación en el segundo (Prud’homme 2016, 17-18).

Cabe destacar que esta forma de gobierno fue posible porque las decisiones se tomaban por unanimidad. Considerando
que la ciudad griega se fundaba en las ideas de un espíritu común y de amistad, la disidencia era vista como algo que
atacaba la unidad de la comunidad, por lo cual era natural tomar las decisiones por aclamación (Sartori 2005).

Sin embargo, una de las principales causas que explica el ocaso de la democracia griega hacia el 322 a.C. es que el “poder
popular” actuó cada vez más como una máquina pesada por las discusiones frecuentes, y su poder ilimitado e
incontrolado no conocía fronteras en su ejercicio (Sartori 1988, 363).

Ejemplos importantes de regímenes de democracia directa


La democracia como forma de gobierno surgió en las ciudades-estado de la Grecia clásica en el siglo V antes de Cristo y
alcanzó su forma más acabada en la ciudad de Atenas, en la época de Pericles (Prud’homme 2016, 17). Así, la ciudad de
Atenas es el ejemplo más famoso de una democracia directa, y además es la comunidad más grande que adoptó esta
forma de gobierno con un número de ciudadanos con derecho a participar en las asambleas que oscilaba entre 40 y 50
mil (Cohen y Fermon 1996, 9).

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La democracia directa es un sistema político actualmente extinto que surgió en la Grecia antigua.
Este régimen se caracterizaba por la participación directa de los ciudadanos, la toma de decisiones
por unanimidad, la carencia de una estructura estatal y la ausencia de partidos y competencia
electoral.

Imposibilidad e indeseabilidad de la democracia directa


La democracia directa, tal como era practicada en la Grecia antigua, requiere de condiciones muy especiales de desarrollo,
las cuales no han vuelto a darse en la historia. La de ciudadano era una figura total, cuya identidad no admitía distinción
entre los ámbitos públicos y privados. Los intereses de los ciudadanos eran armónicos; fenómeno propio de una sociedad
homogénea que, además, tenía un tamaño reducido, lo que favorecía las relaciones directas entre todos. Además, la
existencia de un amplio estrato de esclavos era una condición fundamental para el funcionamiento de la democracia
directa. Así, los ciudadanos estaban en condiciones de reunirse con frecuencia para decidir directamente acerca de las
reglas comunes y las medidas políticas (Prud’homme 2016, 18).

De las características anteriormente descritas, se pueden deducir las explicaciones sobre el porqué la democracia directa
es materialmente imposible en la actualidad, las cuales se pueden resumir de la siguiente manera:

Dado el tamaño de los Estados modernos, no se puede reunir a todos sus ciudadanos en una asamblea para tomar
las decisiones públicas, además de que la democracia directa a distancia y un autogobierno entre ausentes es
imposible. La regla es que cuanto más numerosa es la gente implicada, menos efectiva es su participación (Sartori
1988, 350).
La ciudadanía no puede tener los conocimientos previos necesarios de todos los asuntos del gobierno para poder
tomar decisiones públicas.
La ciudadanía no se puede dedicar por completo al servicio público, ya que a diferencia de la sociedad griega en que
los esclavos hacían el trabajo manual, hoy en día lo hacen los propios ciudadanos.

Además de la imposibilidad práctica de la democracia directa en el mundo actual, tampoco es un modelo deseable por
varios motivos:

La participación directa de los ciudadanos implica reducir a la nada el espacio para el ejercicio de su vida privada. El
verdadero autogobierno, tal y como lo practicaban los griegos, requería que el ciudadano se dedicara por completo
al servicio público. Por lo tanto, con arreglo a criterios modernos, los hombres de la antigüedad no eran libres (vis-à-
vis su comunidad política) según nuestra idea de la libertad individual (Sartori 1988, 352).
El individuo de la antigüedad estaba indefenso y en poder de la colectividad, no tenía derechos ni defensa jurídica, y
su libertad se resolvía en su participación en el poder y en el ejercicio colectivo de este (Sartori 2005, 40-41).
En la actualidad ningún gobierno podría ejercerse eficazmente mediante un llamado permanente al pueblo para
todas las decisiones públicas, pues muchas decisiones requieren respuesta inmediata y, por tanto, una solución
rápida.

La democracia directa no sería posible ni deseable en la actualidad, porque no se puede reunir a


todos los ciudadanos en asamblea; tampoco es viable debido a que los ciudadanos no pueden
tener los conocimientos previos y necesarios de todos los asuntos del gobierno para poder tomar
decisiones públicas, además de que muchas situaciones se deben atender de manera inmediata.
Asimismo, esta forma de gobierno es incompatible con la concepción moderna de la libertad
individual.

1.3.2 Democracia representativa o moderna


A finales del siglo XVIII, pero sobre todo a partir del siglo XIX, la idea de democracia volvió a emerger, adquiriendo un
significado distinto, relacionado con un contexto e ideales nuevos. Originalmente, este nuevo régimen fue concebido
como un gobierno representativo en el que la decisión pública se alejara de las inconsistencias de la voluntad popular,
bajo el supuesto de que la ciudadanía común no podía apreciar los intereses de la nación. Fue concebida como una forma
de gobierno superior a la democracia clásica, ya que en este nuevo régimen los ciudadanos no serían puestos en
situación de gobernar, ni siquiera de manera indirecta (Manin 1995, 1-2; Gargarella 2011, 44-45 y 52).

Sin embargo, con el tiempo ha evolucionado la concepción del gobierno representativo, hasta que hoy en día se concibe
como una democracia representativa, con lo cual se entiende un régimen en el cual gobierna la voluntad popular de
forma indirecta (Manin 1995, 2). Este régimen implica la división de responsabilidades entre los gobernantes y los
gobernados, pero asumiendo que la celebración de elecciones periódicas asegura la elección de un gobierno que
represente la voluntad de la mayoría y actúe en función del mejor interés del pueblo (Schumpeter 2003, 250-251;
Przeworski et al. 2002, 19).

En este sentido, el único parecido de la democracia moderna con la democracia antigua es que las dos poseen el mismo
principio de legitimidad (Sartori 2009, 57). “El principio constitutivo de la democracia es el de la soberanía popular, o en
otros términos, el de que el único soberano legítimo es el pueblo” (Salazar y Woldenberg 2016, 17). Sin embargo, a
diferencia de la democracia antigua, en la cual el pueblo ejercía el poder directamente, en la democracia moderna el
pueblo delega el ejercicio del poder a los representantes seleccionados mediante elecciones. Por esto, la democracia
actual es, por definición, representativa.

A continuación, se expondrá cómo funciona el diseño institucional representativo y cuál es su carácter democrático, dado
que el pueblo no puede participar en la toma directa de las decisiones. Posteriormente se explicarán los diferentes
modelos de la democracia moderna.

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Características
La complejidad que adquirieron las sociedades occidentales modernas (estructuras estatales diferenciadas y
especializadas, poblaciones enormes, entre otros elementos), implica que el pueblo ya no lo conforma solo un grupo
limitado, sino un conjunto de millones de ciudadanos que gozan de derechos políticos y que por esta razón pueden
participar “en la constitución de la voluntad política colectiva” (Salazar y Woldenberg 2016, 21).

La democracia moderna es un sistema de gobierno en el que los gobernantes son responsables de sus acciones en el
terreno público ante los ciudadanos, actuando indirectamente a través de la competencia y la cooperación de sus
representados (Schumpeter 2003, 269). Las normas de acceso al poder de los gobernantes y las prácticas que los hacen
responsables por sus acciones son los elementos generales que diferencian un régimen democrático de uno que no lo es
(Schmitter y Karl 1996, 38).

Tomando en cuenta lo anterior, el régimen democrático-liberal tiene las siguientes características:

Fomenta el pluralismo
Permite la competencia político-electoral
Celebra elecciones auténticas y periódicas
Respeta el principio de mayoría
Preserva un Estado constitucional

Formas de ingreso al poder


La representación política es el mecanismo que determina el ingreso al poder y se construye mediante elecciones libres,
auténticas, competitivas, periódicas y plurales. Su finalidad es:

Resumir los intereses sociales.


Canalizar las demandas de los gobernados.
Estructurar un gobierno que responda a los requerimientos de las personas.

Uno de los principios fundamentales de la democracia —a diferencia de lo que ocurría en la antigua Grecia— es el
respeto a la pluralidad política y, por tanto, la existencia en la sociedad de grupos opositores al gobierno. Es decir, existe
una oposición real que siempre tendrá posibilidades de obtener el poder por medio de las elecciones, en un contexto de
libertades políticas y civiles.

Para que la democracia funcione en una sociedad moderna, es necesario que los ciudadanos de todas las filiaciones
políticas tengan el derecho de participar de forma activa en los procesos político-electorales por medio de los cuales se
eligen a los gobernantes. De esta manera los ciudadanos, titulares del poder, son responsables del destino de su propia
sociedad.

Ejercicio del poder


El ejercicio del poder en la democracia moderna se funda en dos principios elementales:

El principio de mayoría. Postula que, en ausencia de unanimidad en una comunidad numerosa, el criterio que debe
guiar la adopción de las políticas y las decisiones públicas es el de la mayoría de los participantes. Si bien resulta
imposible que todos estén de acuerdo en algo, al menos se puede lograr que una mayoría lo esté. Así, aunque los
más tienen el derecho de mandar, siempre lo harán en respeto a los derechos de la minoría (Sartori 2009, 17).
La división de poderes. La democracia moderna mantiene una división entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y
Judicial. Estos poderes constituyen un sistema de pesos y contrapesos, cuyo objetivo consiste en asegurar que cada
uno de ellos puede restringir los posibles excesos de los otros (Gargarella 2011, 53).

Ilustración 4. La democracia moderna

Fuente: Elaboración propia con base en Salazar y Woldenberg 2016, Sartori 2009 y Gargarella 2011

Ejemplos importantes de regímenes democráticos


Algunos ejemplos de regímenes democráticos son Estados Unidos, Francia o México a partir de 1996, cuando entraron en
vigor las reformas electorales que permitieron una competencia real por el poder político.

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Toma de posesión del presidente Barack Obama en 2009

Debate entre los candidatos a la presidencia de Francia en 2017

La democracia moderna es por definición representativa, ya que la titularidad del poder le sigue
perteneciendo al pueblo, pero su ejercicio se lo delega a los representantes seleccionados
mediante elecciones.

Modelos de democracia
Existe una amplia literatura sobre las tipologías democráticas, aunque un problema que no se ha podido resolver consiste
en un exceso de simplificación de las características, lo que es poco útil para una investigación empírica, así como para
llegar a alguna explicación del cambio en el interior del régimen democrático (Morlino 2005, 49).

Es importante, por lo tanto, entender que existe una variedad de modelos distintos de regímenes democráticos
modernos. A continuación se expondrán algunos de ellos. La tradicional clasificación parte de las instituciones
gubernamentales, distinguiendo entre las siguientes (Morlino 2005, 49-51):

Democracias presidenciales. El jefe de Estado y los poderes autónomos de dirección por parte del Ejecutivo son
elegidos por voto directo (ejemplo: Estados Unidos).
Democracias parlamentarias. El jefe de Estado es una figura básicamente representativa y el Ejecutivo depende de
la confianza del parlamento (ejemplo: Alemania).
Democracias semi-presidenciales. El presidente es elegido directamente por sufragio universal (como el
parlamento), pero el gobierno depende aún de la confianza del parlamento (ejemplo: Francia).
Democracias semi-parlamentarias. El primer ministro y su gabinete juegan un papel de iniciativa legislativa mucho
más fuerte que el del parlamento (ejemplo: Gran Bretaña). También llamada chancellor democracy.

Esta clasificación se puede subdividir en función del sistema electoral, si es mayoritario, proporcional o mixto, tema que
estudiarás en el Módulo 2.

Además de las distintas clasificaciones de la democracia, también hay distintas concepciones de ella. En este sentido, el
régimen democrático-liberal que se ha venido explicando en esta sección es el modelo hegemónico en el mundo (Sousa
2009, 495), pero no es el único modelo de democracia. La discusión se puede organizar a partir de dos controversias: 1)
democracia procedimental/liberal versus sustancial y 2) democracia representativa/elitista versus participativa (Vázquez
2010, 229). En relación con la primera controversia, el modelo procedimental es el más común. Esta concepción se
distingue por circunscribir el terreno público lo más estrechamente posible, ya que lo importante es establecer en las
normas la igualdad formal de los ciudadanos y minimizar la intervención estatal en la esfera de acción personal. Por otra
parte, la concepción sustancial implica que el Estado debe procurar la igualdad sustantiva, es decir, debe actuar para que
todos los ciudadanos tengan un contexto social, político y económico en el que sean capaces y puedan decidir con
efectividad (Vázquez 2010, 231 y 233). A partir de esto se pueden identificar por lo menos dos modelos de democracia
sustancial: la socialdemocracia, que busca la distribución de la riqueza, y el constitucionalismo, que implica que las
decisiones gubernamentales deben ser guiadas por los derechos fundamentales, tanto los cívicos y políticos como los
económicos y sociales.

En cuanto a la segunda controversia, el modelo representativo es el que se ha preferido en el ámbito internacional. Como
ya se señaló, implica una división política del trabajo en el que unos gobiernan y otros eligen a sus gobernantes, pero no
gobiernan (Vázquez 2010, 240 y 243). El modelo participativo no propone desmantelar el sistema representativo, más
bien busca enriquecerlo con una mayor contribución ciudadana. Dos propuestas para lograr esto son la extensión de la

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democracia a las empresas privadas poderosas y la democracia piramidal partidista, que implica que los temas se discutan
sucesivamente en distintos niveles de los partidos (Bachrach 1967, 149-150; Macpherson 1981, 115 y 135-137; Vázquez
2010, 241).

Con base en estas controversias, pueden concebirse cuatro modelos distintos de la democracia (véase Tabla 1).

Tabla 1. Cuatro concepciones de la democracia

Representativa Participativa
Los parlamentos deliberan Los ciudadanos deliberan
atendiendo a principios atendiendo a principios
Procedimental
procedimentales que rigen el procedimentales que rigen el
proceso comunicativo. proceso comunicativo.
Los parlamentos deliberan Los ciudadanos deliberan
Sustancial teniendo como objetivo el bien teniendo como objetivo el bien
común. común.
Fuente: Vázquez 2010, 244

Asimismo, dentro del marco de la democracia representativa se han desarrollado varios modelos. Como ejemplos se
pueden citar los siguientes:

Los modelos de democracia mayoritaria y de consenso que desarrolla Arend Lijphart (2000). Según esta teoría,
estas son los únicos modelos de democracia existentes. La democracia mayoritaria es la concepción tradicional de la
democracia, en la cual un partido gobierna y los demás constituyen la oposición política. Por otra parte, la
democracia consensual concibe a la democracia como un sistema que permite la participación de todos los partidos
políticos en las actividades ejecutivas y legislativas.
La democracia delegativa que expone Guillermo O´Donnell (1997), en la cual falta una red de instituciones capaces
de controlar las acciones del Ejecutivo, ya que este bloquea la operación del sistema de pesos y contrapesos.
La democracia deliberativa originalmente propuesta por Joseph M. Bessette (1980). Este modelo señala que la
legitimidad del derecho surge no de la votación, sino de la deliberación que la precede. Este enfoque enfatiza la
importancia de que todas las personas potencialmente afectadas por una decisión, es decir, todos los ciudadanos,
deliberan —directamente o a través de sus representantes— en torno a ella, de suerte tal que la deliberación
democrática pueda ser realizada sobre cualquier cuestión pública que sea susceptible de crítica racional (Martí 2006,
78-81 y 88). El proceso deliberativo se caracteriza por la argumentación, la colectividad, la inclusión, la publicidad, la
flexibilidad, la continuidad, la libertad y la igualdad formal (Martí 2006, 91-96).

Cabe señalar que algunos autores, como Sartori, consideran que no existen tipos de democracia y que solo puede ser
considerada como tal la democracia liberal, en el entendido de que es el único tipo de régimen que protege las libertades
individuales y emplea un método efectivo de control y restricción del poder. Para este autor, los adjetivos solamente
introducen confusión acerca de las definiciones (Sartori 2005).

Sin embargo, tanto el consenso académico como la experiencia empírica tienden a confirmar la existencia de distintos
modelos democráticos. En este sentido, entre los distintos modelos explicados, ninguno es más democrático que otro,
solo democrático de modo distinto. Las diferencias de opinión acerca de cuál es la mezcla óptima de estas características,
proporcionan gran parte del contenido sustantivo del conflicto político en el seno de las democracias establecidas
(Schmitter y Karl 1996, 38-9).

La democracia es un concepto complejo y multidimensional, por lo que, en práctica, no existe un


solo modelo. Las clasificaciones tradicionales se basan en las instituciones gubernamentales
(democracia presidencial, parlamentaria, semi-presidencial y semi-parlamentaria) y el sistema
electoral (mayoritario, proporcional y mixto). Sin embargo, también existen distintos modelos
democráticos que se relacionan principalmente con quiénes toman las decisiones, cómo y sobre
qué las toman.

1.4 Transiciones y consolidación democrática


Los regímenes no son permanentes, sino que pueden cambiar, ya sea paulatinamente con el tiempo, a partir de los
cambios económicos, sociales y culturales, o también súbitamente mediante un golpe de Estado, una guerra, etcétera.
Estos cambios pueden conducir a que un Estado no democrático se convierta en uno democrático y viceversa. En esta
sección analizarás el régimen democrático como un proceso asociado a los conceptos de transición y consolidación
democrática.

1.4.1 Transiciones
A partir de lo estudiado previamente se puede advertir que una diferencia entre los conceptos de Estado, régimen y
gobierno consiste en su estabilidad: mientras que el gobierno puede cambiar frecuentemente (sobre todo en una
democracia, en la cual cada elección puede generar un nuevo gobierno), el régimen y el Estado tienden a ser más

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estables. Sin embargo, no son permanentes, en el sentido de que también pueden cambiar. En este contexto, la transición
es el periodo que abarca el momento de cambio de régimen.

Las transiciones están delimitadas, de un lado, por el inicio del proceso de disolución del régimen autoritario, y del otro,
por el establecimiento de alguna forma de democracia, el retorno a algún tipo de régimen autoritario o el surgimiento de
una alternativa revolucionaria. Lo característico de la transición es que en su transcurso las reglas del juego político no
están definidas. No sólo se hallan en flujo permanente sino que, además, por lo general son objeto de una contienda; los
actores luchan no sólo por satisfacer sus intereses inmediatos y/o los de aquellos que dicen representar, sino también por
definir las reglas y procedimientos cuya configuración determinará probablemente quiénes serán en el futuro los
perdedores y los ganadores (O’Donnell y Schmitter 1994, 19-20).

En este contexto, la transición democrática se refiere a “los momentos fluidos y confusos en que están a punto de surgir
las nuevas estructuras democráticas, pero al mismo tiempo permanecen algunas estructuras propias del antiguo régimen”
(Morlino 1986, 15). Los procesos de construcción de las democracias no son rápidos ni sencillos. En la historia del
desarrollo democrático se han presentado tres importantes momentos de cambios de regímenes y el establecimiento de
alguna forma de la democracia: las llamadas “olas de democratización”, que se alternan con las “olas reversas”
(Huntington 1991). En la siguiente línea de tiempo podrás conocer sus características, es importante que lo consultes ya
que contiene información que no se refiere en ningún otro apartado.

Recurso 2. Línea de tiempo de las olas de democratización

1828 — 1926

Primera ola de
democratización
Se re ere a la construcción de
los primeros estados
democráticos, en los que
había un poder ejecutivo que
 
requería de apoyo de la
mayoría de los votantes o de
1922
la mayoría de un cuerpo
Primera ola
legislativo electo, y en los que reversa
por lo menos el 50% de la
población masculina tenía
derecho a votar. Esa primera
ola tiene sus raíces en las
revoluciones francesa y
norteamericana.

Segunda ola

Primera ola de Primera ola reversa


democratización

Segunda ola de
democratización

1800 1900

Haz clic sobre las flechas para avanzar

El análisis de Huntington sugiere que en la historia siempre se repiten los avances democráticos, interrumpidos por
regresos del autoritarismo.

Las transiciones pueden variar mucho en cuanto a su extensión en el tiempo, resultados, manera de llevarse a cabo y
fuerzas que las realicen. Sin embargo, a pesar de la gran variedad de combinaciones y situaciones que se pueden dar, los
científicos políticos han definido tres principales tipos de transiciones (Mainwaring y Share 1986; Huntington 1991):

Transformación. Las élites del régimen autoritario controlan inicialmente la mayoría de los aspectos de la transición;
con el tiempo, el control del régimen disminuye, pero las élites autoritarias todavía conservan una mayor capacidad
para marcar los contornos del proceso político que en los demás tipos de transición.
Trasplazamiento. Las élites autoritarias ponen límites en cuanto a la forma y desarrollo del cambio político, pero son
menos capaces de controlar la transición; el proceso de democratización supone la negociación entre el régimen y la
oposición, pero los términos de la negociación son menos favorables al régimen que en transformación.
Reemplazamiento. Los grupos de oposición lideran la transición después de que el régimen se cayó o fue
derrocado, sobre este proceso las élites autoritarias apenas ejercen control alguno; comporta importantes cambios
estructurales y una ruptura en las normas de autoridad política.

Las características que describen más detalladamente los procesos de transición de cualquier de estos tipos son las
siguientes (Morlino 2005; O’Donnell y Schmitter 1994; Huntington 1991; Alcántara 1992):

Grado de continuidad/discontinuidad. Extensión de reglas, actores e instituciones que sobreviven a la transición y


siguen actuando en el nuevo régimen.
Duración de transición. Procesos de transición largos o cortos.
Participación y movilización. Extensión del sector de la sociedad que tomó parte en los procesos del cambio o que
lo exigía activamente.
Violencia. Si el cambio se dio de una manera pacífica o con incidentes violentos.
Tipo de crisis. Si la quiebra del régimen es el resultado de una crisis de sucesión, de ineficacia, de presiones
internacionales o del agotamiento de la clase dirigente.

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Contexto internacional del cambio. Existencia de posibles presiones favorables o de los efectos dominó o de
homologación.
Liderazgo. Existencia de un liderazgo definido del lado de la oposición y del antiguo régimen.
Papel del ejército. Papel activo o pasivo, a favor del cambio o del régimen.
Situación económica. Situación que propicia la transformación o no, considerando que es posible una doble
transición: política y económica al mismo tiempo.
Pactos. Si existen pactos entre la oposición y el régimen.

El resultado del proceso de transición —el tipo de la democracia que produce, así como el grado y temporalidad de su
consolidación— depende en gran medida del punto de partida (entendido como el tipo del régimen inicial), además de
las características arriba descritas. Así, por ejemplo, la gran ventaja de las transiciones pactadas es la forma pacífica en la
que se desarrolla el cambio de régimen, aunque puede tener como consecuencia negativa una fuerte presencia de los
legados autoritarios, ya que la continuidad de las reglas, actores e instituciones pueden perjudicar el avance democrático
(Morlino e Hite 2004; Hite y Cesarini 2004).

La transición es el periodo que abarca el momento de cambio de régimen. Las transiciones pueden
variar mucho en cuanto a su extensión en el tiempo, así como en sus resultados, la manera de
llevarse a cabo y las fuerzas que las realicen; sin embargo, los politólogos han definido tres tipos
principales de transiciones: transformación, trasplazamiento y reemplazamiento.

1.4.2 Consolidación democrática


El concepto de consolidación democrática empezó a usarse por los académicos en la estela de la tercera ola de
transiciones democráticas, ya que las numerosas transiciones hicieron evidente la dificultad de mantener la democracia
una vez lograda (Schedler 1998, 91). El término exacto fue usado por primera vez por Juan Linz en un trabajo no
publicado del año 1974 (Morlino 1986, 9). Sin embargo, es complicado definir este concepto, ya que ha sido utilizado
para denotar procesos muy distintos dependiendo del autor. De hecho, Andreas Schedler (1998, 94-101) recupera cinco
definiciones distintas, distinguiendo dos “negativas” que se relacionan con la preocupación por evitar regresiones y tres
positivas que buscan el progreso hacia democracias de más alta calidad:

Noción negativa 1: Evitar la ruptura democrática. Definición según la cual consolidar la democracia implica
reducir la probabilidad de su ruptura hasta un punto que permite una razonable seguridad de que persistirá la
democracia en el futuro cercano y no tan cercano. Es decir, la consolidación democrática se preocupa por la
supervivencia del régimen.
Noción negativa 2: Evitar la erosión de la democracia. Enfoque que enfatiza que la consolidación democrática
implica limitar el riesgo de decadencia de la democracia, como una forma incremental de regresión.
Noción positiva 1: Completar la democracia. Perspectiva que usa el concepto de consolidación democrática para
referirse a la transición de la democracia incompleta (régimen autoritario competitivo) a una democracia liberal
genuina que garantiza de manera efectiva los derechos políticos, civiles y humanos básicos.
Noción positiva 2: Profundizar la democracia. Uso del concepto en referencia a la profundización hacia una
democracia avanzada, por lo cual se considera que la consolidación democrática requiere la atención de problemas
estructurales relacionados con el desempeño gubernamental, la administración pública, el sistema judicial, el sistema
de partidos políticos, la sociedad civil y la cultura política, entre otros.
Noción positiva 3: Organizar la democracia. Definición que enfatiza el desarrollo institucional en el contexto de las
reglas y organizaciones que definen los varios modelos de la democracia más allá de los requisitos mínimos.

Sin embargo, Schedler (1998, 101-104) propone que solo deben usarse las definiciones negativas o clásicas de la
consolidación democrática por tres motivos: primero, las cinco nociones tienen muy poco en común, por lo que no es
adecuado usar un mismo concepto para todas ellas; segundo, las tres nociones positivas pueden ser analizadas a partir de
conceptos distintos y superiores; tercero, las dos últimas nociones se refieren más bien a la calidad de la democracia,
concepto que estudiarás en la Unidad 2 de este módulo. En este sentido, el autor adopta la definición de la consolidación
democrática como el proceso que genera estabilidad y aseguran los niveles logrados de democracia (Schedler 1998, 103).
Morlino adopta esta misma concepción de la consolidación democrática cuando la define como “el proceso de
reforzamiento, afirmación, robustecimiento del sistema democrático, encaminado a aumentar su estabilidad, su capacidad
de persistencia y a contrarrestar y prevenir posibles crisis” y que genera la “progresiva ampliación de la legitimidad del
régimen” (Morlino 1986, 14 y 16).

La instauración de un régimen político no siempre va seguida de un auténtico proceso de consolidación. Sin embargo,
muchas de las crisis y regresiones en los países de la Europa de entreguerras y del continente latinoamericano se explican
en gran parte por la incapacidad del régimen para consolidarse. En este contexto, la evidencia empírica sugiere que
siempre es necesaria una fase de consolidación. Sin embargo, la duración de la consolidación varía dependiendo del
contexto de cada Estado en específico (Morlino 1986, 14-15).

Finalmente, suele señalarse que el modelo parlamentario es más amigable a la consolidación democrática que el modelo
presidencial, ya que el parlamentarismo —en la práctica— se caracteriza por una mayor probabilidad de generar
gobiernos mayoritarios que pueden implementar sus programas, por tener la capacidad de gobernar en un contexto
multipartidista y por favorecer largas carreras gubernamentales que fomentan la lealtad y la experiencia, así como por
una menor probabilidad de permitir que ejecutivos gobiernen en las franjas de la constitución y de los golpes militares
(Stepan y Skach 1993, 22).

La consolidación democrática se refiere al proceso durante el cual se aumenta la estabilidad de un


régimen democrático en aras de prevenir una ruptura o erosión. Es una etapa necesaria para lograr
una democracia duradera.

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Actividades de la Unidad 1

 Ejercicio individual

 Cuestionario, Unidad 1

Usted está ingresado como Enrique Carrillo Fuentes (Salir)


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