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Que la especie humana, para existir y desarrollarse desde los tiempos más
remotos, ha requerido, utilizado y aprovechado permanente y sistemáticamente
los recursos naturales, sean éstos renovables (aire, agua, terrenos agrícolas,
bosques), o no renovables (o agotables), como son los recursos mineros, es un
hecho histórico inamovible y así se ha verificado en el transcurso de los siglos.
Los sistemas aplicables para la regulación del dominio minero nos conducen a
fijar el dominio de las minas, en tanto recurso natural, dado que ellas giran
alrededor de la propiedad minera y nos permiten esclarecer situaciones
conflictivas. A su vez, permite definir el régimen de la concesión existente en
cada caso concreto dada la naturaleza de la titularidad de las minas. La
manera como se resuelven los conflictos depende entonces del régimen
existente en un ordenamiento jurídico determinado.
El propietario del suelo lo es también del subsuelo sin limitación alguna siendo,
en consecuencia, propietario de las minas o yacimientos minerales
subyacentes a la superficie. Se basa en la concepción romanista de la
extensión del dominio privado que diera Cino de Pistola y en la figura de la
accesión mediante la cual el subsuelo, lo accesorio, sigue lo principal,
“Accesorium sequitur principale”. De esta manera se proclama la unidad real
del suelo y subsuelo como fundamento de su unidad legal. Muchas han sido las
objeciones que a esta teoría se han formulado, si bien creemos que la más
acertada es aquella que mantiene lo erróneo de atribuir al subsuelo y su
posible riqueza el carácter de accesorio respecto del suelo, máxime si se tiene
en cuenta que el valor de lo que se halla en el subsuelo es superior en
innumerables ocasiones al valor del suelo. De otra parte, los yacimientos
minerales no son frutos del suelo bajo el que se yacen, de acuerdo con la más
pura interpretación del propio Código Civil en su Art. 890° al decir que son
frutos los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni
disminuya su sustancia, asimismo el Art. 891° dice que son frutos naturales los
que provienen del bien. Este sistema sostiene que la mina es accesorio del
dominio del suelo superficial, por cuanto jurídicamente, lo accesorio corre la
suerte de lo principal, esto es, que el propietario de un inmueble tiene derecho
de todo lo que se une accesoriamente por obra de la naturaleza o por la mano
del hombre o por ambas causas. Conforme a este sistema el propietario de un
terreno superficial en virtud de su título de propiedad y en aplicación del
principio de accesión, se convierte automáticamente en propietario del
yacimiento o yacimientos que se encuentran dentro de los límites de su
propiedad. Los elementos superficie y propiedad constituyen una unidad.
C.- Sistemas de Res Nullius: Este sistema considera a las minas como cosas
de nadie. El dominio de las minas no corresponde al propietario de los suelos
como si sucede con el sistema de accesión. En consecuencia este sistema no
entrega estrictamente la propiedad de las minas al estado ni a los particulares,
pero vemos que es el estado que adjudicará o otorgará el yacimiento minero a
favor de quien ofrezca mayores garantías y a la vez una situación
económicamente viable que permita su explotación.
Es por ello que, en este sistema, el rol del estado es principalmente de hacer
que la explotación del yacimiento minero sea tal que beneficie a la actividad
económica de la industria minera en el país. A diferencia del sistema de
ocupación, este régimen requiere un procedimiento para otorgar el yacimiento,
mientras que aquel implica únicamente el reconocimiento por parte del Estado
de la propiedad sobre el mismo. Las características comunes a este sistema
son: