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INTRODUCCIÓN

Que la especie humana, para existir y desarrollarse desde los tiempos más
remotos, ha requerido, utilizado y aprovechado permanente y sistemáticamente
los recursos naturales, sean éstos renovables (aire, agua, terrenos agrícolas,
bosques), o no renovables (o agotables), como son los recursos mineros, es un
hecho histórico inamovible y así se ha verificado en el transcurso de los siglos.

Asimismo, está suficientemente comprobado que dichos recursos mineros


(metálicos o no metálicos) poseen una naturaleza física, química, geológica y
mineralógica determinadas, así como ciertas características físicas
consustanciales y únicas, comunes a todos ellos a nivel planetario, que
originan y justifican la necesidad de su obtención, dominio o posesión y control
en un marco adecuado y funcional de orden económico, jurídico y político que
permita su utilización y aprovechamiento por los hombres, en el ciclo natural e
ineludible de reconocimiento, exploración, descubrimiento, explotación, y un
determinado procesamiento y tratamiento metalúrgico, según los casos,
independientemente del lugar en que aquellos están ubicados y del tipo o clase
de actividades desarrolladas en función del referido ciclo.

Estos hechos, derivados tanto de la Naturaleza como de la actuación e


intervención de los hombres para poseer y controlar estos recursos,
evidencian, entre otras causas, que ciertos recursos o sustancias minerales
básicos son objetivamente más escasos y valiosos que otros, o al menos
limitados, en relación con la superficie del planeta, o con las necesidades de
consumo y demanda creciente de la humanidad.

También, es incuestionable que los recursos minerales normalmente son


desconocidos inicialmente, presentan formas irregulares en la superficie o en el
subsuelo del planeta y están distribuidos al azar, con total abstracción de razas,
religiones, regímenes e ideologías políticas o económicas, y sin vinculación
alguna con las teorías y doctrinas económicas y principios y sistemas legales
que los hombres han concebido, elaborado y estructurado a través de los
tiempos, para obtenerlos, controlarlos y aprovecharlos, sea en calidad de
propietarios, poseedores u otras formas de dominio.
SISTEMAS DEL DOMINIO MINERO

Los sistemas aplicables para la regulación del dominio minero nos conducen a
fijar el dominio de las minas, en tanto recurso natural, dado que ellas giran
alrededor de la propiedad minera y nos permiten esclarecer situaciones
conflictivas. A su vez, permite definir el régimen de la concesión existente en
cada caso concreto dada la naturaleza de la titularidad de las minas. La
manera como se resuelven los conflictos depende entonces del régimen
existente en un ordenamiento jurídico determinado.

SISTEMAS DE DOMINIO DE LOS YACIMIENTOS:

Teorías de Sistemas: Originario y Derivado

El Dominio Originario como aquel que pertenece desde su origen a una


persona (Estado o particulares) y no reconoce titular anterior.

Dominio Derivado que reconoce la preexistencia de otro titular.

¿A quién pertenecen originariamente los yacimientos minerales?

Con respecto al Dominio Originario tenemos tres soluciones:

 Atribuye el Dominio Originario al propietario del terreno superficial.


 Declara que los yacimientos originariamente no pertenecen a nadie ni al
Estado.
 Atribuye el Dominio Originario a la colectividad representada por el
Estado.

SISTEMAS DE DOMINIO ORIGINARIO:

A.- Sistema de la Accesión o Fundiario: Mediante este sistema se considera


a la mina como accesorio del dominio del suelo superficial, por lo que el
dominio de las minas radica en el titular o propietario del suelo, considerando
que lo accesorio sigue la suerte o condición del principal; resultando el
propietario del suelo el mismo del subsuelo. En este sentido, no existe
propiamente derecho de propiedad sobre las minas, en virtud que estas
resultan comprendidas dentro de la propiedad del suelo superficial.

El propietario del suelo lo es también del subsuelo sin limitación alguna siendo,
en consecuencia, propietario de las minas o yacimientos minerales
subyacentes a la superficie. Se basa en la concepción romanista de la
extensión del dominio privado que diera Cino de Pistola y en la figura de la
accesión mediante la cual el subsuelo, lo accesorio, sigue lo principal,
“Accesorium sequitur principale”. De esta manera se proclama la unidad real
del suelo y subsuelo como fundamento de su unidad legal. Muchas han sido las
objeciones que a esta teoría se han formulado, si bien creemos que la más
acertada es aquella que mantiene lo erróneo de atribuir al subsuelo y su
posible riqueza el carácter de accesorio respecto del suelo, máxime si se tiene
en cuenta que el valor de lo que se halla en el subsuelo es superior en
innumerables ocasiones al valor del suelo. De otra parte, los yacimientos
minerales no son frutos del suelo bajo el que se yacen, de acuerdo con la más
pura interpretación del propio Código Civil en su Art. 890° al decir que son
frutos los provechos renovables que produce un bien, sin que se altere ni
disminuya su sustancia, asimismo el Art. 891° dice que son frutos naturales los
que provienen del bien. Este sistema sostiene que la mina es accesorio del
dominio del suelo superficial, por cuanto jurídicamente, lo accesorio corre la
suerte de lo principal, esto es, que el propietario de un inmueble tiene derecho
de todo lo que se une accesoriamente por obra de la naturaleza o por la mano
del hombre o por ambas causas. Conforme a este sistema el propietario de un
terreno superficial en virtud de su título de propiedad y en aplicación del
principio de accesión, se convierte automáticamente en propietario del
yacimiento o yacimientos que se encuentran dentro de los límites de su
propiedad. Los elementos superficie y propiedad constituyen una unidad.

De lo anteriormente dicho, podemos observar que el sistema de accesión no se


adopta normalmente en las legislaciones vigentes y que únicamente se aplica
en Inglaterra y en otros países pertenecientes al Common Law. La legislación
peruana por ejemplo no adopta este sistema, porque trae dificultad para el
desarrollo de la industria minera, dado que no hace posible que se abra paso a
toda iniciativa privada para la búsqueda de sustancias mineras, al confundirse
la concesión minera con la propiedad del predio que la contiene.

B.- Sistemas de Ocupación: Este sistema se basa en que se entrega el


dominio de las minas al que las descubre y trabaja, con el fin de fundamentar el
justo otorgamiento de la propiedad minera a aquel que descubre el yacimiento
y luego realiza actividad minera con el trabajo . Ello no implica entonces el
establecimiento de concesión minera alguna ni transferencia de propiedad por
parte del Estado. Las minas son entonces bienes que no pertenecen a nadie.

En la actualidad no ha sido adoptado este sistema por ninguna las


legislaciones mineras del mundo, salvo en casos extraordinarios debido a las
sustancias denunciadas que no figuran dentro de las disposiciones que regulan
las concesiones mineras en cada caso concreto.

C.- Sistemas de Res Nullius: Este sistema considera a las minas como cosas
de nadie. El dominio de las minas no corresponde al propietario de los suelos
como si sucede con el sistema de accesión. En consecuencia este sistema no
entrega estrictamente la propiedad de las minas al estado ni a los particulares,
pero vemos que es el estado que adjudicará o otorgará el yacimiento minero a
favor de quien ofrezca mayores garantías y a la vez una situación
económicamente viable que permita su explotación.

Es por ello que, en este sistema, el rol del estado es principalmente de hacer
que la explotación del yacimiento minero sea tal que beneficie a la actividad
económica de la industria minera en el país. A diferencia del sistema de
ocupación, este régimen requiere un procedimiento para otorgar el yacimiento,
mientras que aquel implica únicamente el reconocimiento por parte del Estado
de la propiedad sobre el mismo. Las características comunes a este sistema
son:

 Separan como elementos diferentes con regímenes legales propios el


yacimiento de la superficie.
 Declaran que los yacimientos originariamente no pertenecen a nadie, ni
al Estado.
 Estos sistemas varían en cuanto a la forma de adquirir el derecho sobre
los yacimientos.
 Puede ser el primer ocupante, el descubridor, el primer solicitante o
aquel que ofrezca mejores condiciones para su explotación.
 Los yacimientos son considerados RES NULLIUS y, por tanto, del
dominio del primero que los descubra y ocupe.
 Se parte del principio de la ocupación que fue el originario y primer modo
de adquirir la propiedad, y consecuentemente, el único título legítimo de
adquirir los recursos minerales.
 Su finalidad se centraba en estimular los trabajos de descubrimiento de
nuevos yacimientos.
 Se basa en dos principios fundamentales: la separación del suelo y el
yacimiento como elementos distintos que pueden pertenecer a dos
personas diferentes y que los yacimientos no pertenecen a nadie ni al
Estado.
 De acuerdo a este sistema de ocupación quien ocupa o descubre un
yacimiento e inicia su explotación se convertirá en su titular o propietario.
Es decir, que es opuesto al Sistema Res Nullius y se basa en el principio
de que él posee el dominio de la mina quien la descubre y la trabaja.

D.- Sistemas Socialista y Dominalista Regalista: Las características


comunes a estos sistemas son:

 Separan como elementos diferentes con regímenes legales propios el


yacimiento de la superficie.
 Declaran que los yacimientos originariamente pertenecen al Estado.
Estos sistemas varían en cuanto el ejercicio de la actividad minera por
parte del Estado y/o los particulares.

C.1.- Sistema Socialista: Por este Sistema el Dominio Originario de los


yacimientos pertenece al Estado y se separa la superficie del recurso mineral,
son bienes distintos con régimen legal propio para cada uno. En este sistema,
el Estado ejerce un dominio eminente de los yacimientos y es el único que
podrá ejercer actividad minera.
C.2.- Sistema Dominalista Regalista: Por este sistema, los yacimientos
originariamente no pertenecen a nadie, pero el Estado tiene sobre todas las
cosas ubicadas en el territorio una especie de dominio eminente o radical que
debe distinguirse de su dominio patrimonial. Por este dominio, el Estado, se
reserva el derecho de regular el destino de la riqueza minera, la que si bien no
le pertenece, cae bajo su control en virtud de la soberanía y, en mérito de ella,
la administra, la distribuye o la concede.

Este sistema refiere el dominio de las minas como bienes de propiedad


exclusiva del estado; y que podrá otorgar a los particulares disponiendo de ella
a su arbitrio, mediante el pago respectivo de los productos que genere la mina.

En su carácter de titular del derecho de dominio sobre las minas, el Estado


puede usar, gozar y disponer de ellas con entera libertad y así podrá venderlas,
permutarlas, arrendarlas, concederlas, o explotarlas por su cuenta y riesgo.

En este sistema es el Estado el que mantiene el derecho exclusivo para


conceder el goce y disfrute del suelo, y el que a la vez tiene todo el derecho de
poder celebrar cualquier contrato sobre la explotación de las minas; ya sea uno
de enajenación o de arrendamiento, razón por la cual dicho derecho es
susceptible de ser transferido. Además, el estado puede hacer uso del
mecanismo de control y fiscalización mediante sus organismos administrativos,
legales y técnicos. En consecuencia, el mecanismo a emplear no es la
concesión, sino la transferencia de propiedad, cuando el sistema lo permite, o
simplemente la explotación por encargo, a través de un contrato de derecho
público.

La Legislación Peruana adopta el Sistema Dominalista - Regalista. El Art. 66°


declara de la Constitución Política del Perú declara que los recursos naturales
renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación.

El Texto Único Ordenado de la Ley General de Minería reitera la declaración


constitucional: (Art. II T.P. Del TUO) todos los recursos minerales, pertenecen
al Estado cuya propiedad es inalienable e imprescriptible.

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