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EL LENGUAJE DEL

TEJIDO

16 DE JUNIO DE 2017
Colectivo de autogestión literaria Lemuria
Victoria, región de la Araucanía
Exordio

Las condiciones de trabajo literario pueden ser de


múltiples modos en este caso visualizamos dos: al interior
de un laboratorio -con las herramientas y nociones
características de la Progresión textual, las que fueron
útiles para el despliegue literario- y, la otra modalidad fue
en desplazamiento al interior de la comuna. En las
primeras sesiones se expuso y discutió el origen del
lenguaje (fenómeno que para la ciencia sigue siendo un
misterio); luego fuimos contextualizándonos a través del
origen de la escritura, hasta encontrarnos con la definición
y distinción de texto/textoide, problematizando y tejiendo
este arte de escribir desde tres disciplinas: La semiótica, la
lingüística y la estética, todas con una mirada cultural. Así
fue que Julia Kristeva, Noam Chomsky, Roland Barthes y
Gerardo Álvarez, más la revisión de poetas como Diego
Maquieira y la asistencia especial al taller del Dr. en

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literatura latinoamericana, Marcelo Garrido,
contribuyeron para el libro que ahora descansa en sus
manos.

Nuestra transferencia de la vida al arte,


entendiéndolo como un proceso de inscripción en el
imaginario local, se realizó utilizando la Lingüística del
texto, para develar el tema y rema que ayudan a
materializar de manera arquitectónica la obra. Este es el
primer nivel de este taller llamado Métodos de escritura,
idea que nace al interior de Lemuria, palabra que tiene 5
acepciones: entendido como un continente hundido que
data de las primeras edades del planeta y, por lo tanto, es
una madre de la tierra; refiriéndose a los Lemures,
primates de hábitos nocturnos y ojos reflectantes, que
habitaban y ahora son vecinos de estas tierras perdidas;
los Larvae o Lemures, espectros que representaron la
muerte para los romanos y junto con aquellos las

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lemuralias, ritos y fiestas nocturnas de la antigua Roma,
donde a través de ofrendas se establecía un acuerdo con
los difuntos. Por último, la esencial significación de
aquellas primeras dos sílabas en Mapudungún: Lemu, que
nos dice, bosque o selva. Es un hallazgo maravilloso
encontrar tantas definiciones o acepciones para una sola
palabra. Esta invitación fue asumida por el Laboratorio de
Mapas Semánticos para Creación de Obras Literarias
[Fanpage: Laboratorio de mapas semánticos para creación
de obras literarias].

El presente, es el resultado obtenido luego de 6


sesiones, realizados al interior de la Ong Oveja Verde, de la
Biblioteca municipal Marta Brunet y, por último, en la sala
de la Federación de Estudiantes de la Universidad Arturo
Prat, en la comuna reconocida como el granero del Sur,
donde descansa la Escuela Normal y experimental de
Victoria, del Plan Victoria. Durante los meses de otoño, nos

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abrimos al diálogo a través de la literatura,
comprendiéndola como los anillos que se originan en el
agua y, el formato de libro cartonero, como un soporte
para una nueva comunicación.

Rodolfo Hlousek Astudillo

Escritor
Licenciado en Comunicación Social/Periodista
Magíster © en Lingüística

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María cósmica
Un agujero
Calando hondo en mi espalda
Ahí se anidan todas las palabras
Sigo recorriendo el camino de pantanos quebrantados por
el otoño

Entre mis brazadas me vuelvo como un capullo


Desearía ser lagartija
Para acariciar el sol de esta temporada
Dejando que esta lengua filosa como una serpiente
Se vuelva digna de apetitos voraces
dentro del fuego creador

He nacido como una mujer salvaje


Con agua ardiente
Lavaré mi cabello e intentaré volar

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Imagino que soy de esos pájaros del alma, que llaman
mariposas
Dibujo un cigarro de hojas
Un amor tierno y valiente
Nacen de mí
Mis abuelas me acarician el alma

Sabemos el llamado del búho


Es momento de volver a la higuera
Anclada a mis ideas, vengo de la tierra
Un zafiro para drenar más amor
Es la única forma poderosa para encender el calor

Dentro de mí hay un paisaje


Soy Herencia de una montaña de visiones
En donde las estrellas protagonistas de cada recuerdo
Repasan mis historias que hoy se encuentran en peligro/
de extinción

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Más bien mi pasado me habla de un mal cuidado
de mis tierras vírgenes
En donde expoliaron y quemaron mi simplicidad
Han arrasado con mis ciclos naturales y nos han obligado
a ritmos cardíacos a complacer a los demás.

Pretendo que cada uno de ustedes comprenda nuestra


íntima naturaleza innata
Así como la luna encandila cada fase
Una proyección de mi misma se despega hacia los astros
Indicándome que como es arriba es abajo

Quisiera mostrarme desnuda ante el tarot


Que al ser un misterio insondable
Es capaz de recibir mil interpretaciones distintas.
A partir de ahí
Yo comenzaré a mirarte sin prejuicios
Para elaborar esta teoría validada por la imaginación.

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THE ROKHA TIENE LA CULPA
Volando y nadando voy
Oros y piojos
Caen en la envergadura del planeta tierra
Mi revolución naturalmente
Fue lo que dictaminó mi cabeza
De Pablo leí una vez…
“el mundo se transforma, trabaja, piensa y ríe
En la máquina actual, infinita y divina,
En la ciudad moderna, que es trágica y no es triste,
En el ilimitado Zaratrusta de Nietzsche
Y no en vuestros minúsculos gritos de sabandijas”.
Para mí un apocalipsis hermoso
Una esperanza de vida letal
Llenos de humos escalofriantes
Del tiempo y del espacio
Que siempre quedarán en esos momentos
En donde mi corazón es volcánico

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Y arde tras las cenizas del amor.

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El zorzal
Por dónde empezar
Para dónde ir
Según la dirección del viento
Será su propia lucha empezar a escavar en el huerto.
Podría ahora mismo ser un zorzal,
Me dijeron que hablara de los pájaros.
Entendería que en su diminuto cerebro
Nacen corrientes de pensamientos
Liberando el sonido de las notas musicales que ahora son
agonía.
Una gota de agua en el cerezo
Patio trasero en donde juega a la escondida y se cubre
del viento
Anida en un árbol, su mezcla favorita de algodones, hojas
y ramas para pasar el invierno
Este pájaro no puede con su mente y cuerpo,
Se le ha quebrado un ala por ir demasiado lejos,

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Se le olvida que no tiene el poder de controlar el tiempo,
Ya no recuerda despertar en las mañanas,
A veces pierde la conciencia del cerezo.
Este pájaro se siente cansado de ser un pájaro
Sueña y a veces le gustaría ser una abeja,
Así tendría la valentía de volar de estación en estación
Para perseguir la dulzura, el amor y la pasión
Dicen que hay una sola vía. Como una arteria de sangre
que une el oxígeno a la tierra.
Entre entender a esa pájaro, mejor dicha a esta pájara
Me convierto en la rebeldía, o entiendo esta insurrección,
Como el destino volátil de nuestra armonía
Quizás nuestra próxima evolución
Será en donde el zorzal beba el veneno de la verde flor.
Pueda volar de pupila en pupila
Perseguirá al ratón y a la serpiente.
Volverá a Florecer en su propia selva, se unirá a su propio
bosque.

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Humedecerá su propia primavera
Arderá su corazón con tanta fuerza
Que el zorzal logrará su esencia
Será el sacrificio de su destino
Para transformar la muerte en renacimiento.
Y será víctima del tiempo
Porque nunca sanó sus heridas
Entonces este pequeño zorzal
Caerá en su licor
Y saboreará su angustia hasta perder razón.

María cósmica nace a través de una niña dilucidando los


regalos prácticos de los diarios de vida, crece de su propia
utopía, nunca antes había experimentado el terreno de las
letras en su demostración, le gusta vivir de los significados,
por lo que cree que el número 4 le salvará la vida.

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Haηa Kino

Oasis en medio del desierto

dulce susurrante de tu voz,

notas que vacilan en mi caracol,

como un destello de esperanza en tu dicción.

En mis sentimientos

un respiro a mi alma soñadora en transes del amor,

que llega a refrescar mis flores

adormiladas en la semilla del horror,

adormiladas por el olvido

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pero renacida al fulgor de la luna

con tus aires estremeciendo mi cintura.

Albortantes, locas, delirantes, remolinos constantes

inspiración que calan ideas perturbantes

en mi mente que me hacen vibrar

sin tocar los pasos de tu profundo caminar,

Podría ir en tu tranco y ser tu huella,

pero el destino querría borrarlo en tu accionar,

le ha dicho el tiempo no es el momento,

no tocaría lo más puro de la vida

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que en próximas estaciones renacería

en post del amor entrará a tu vida.

El florecer sonante en el palpitar,

nace con sólo pensar en tu semblante

que me lleva a divagar a un éxtasis constante

de malicia sin piedad,

discurre en mis venas no quiero parar,

torbellinos que me quieren alborotar.

Explorar terrenos ocultos

que me acechan a reaccionar,

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no me amarren mi alma gitana libre va,

mis ríos cristalinos enturbiándose están,

aguas agitadas no me dejan pensar

sus márgenes se quieren desbordar.

Vislumbro el sentimiento mutuo

pero inaceptable ante la sociedad,

el destino sabe que ira en desmedro

entre colillas de luminiscencia

la llama se apagará

y la que quede volará,

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buscará otra brisa en tempestad

para su equilibrio espiritual.

Jamás las estrellan olvidarán el destello fugaz,

buscarán ser un meteorito que pueda traspasar

tu atmósfera afable concordante a tu escudriñar.

Las ventanas de mi alma han visto tu intranquilidad

ya es hora de cerrar las cortinas otra estación vendrá,

para tu tranquilidad en mi casa nada cambiará.

Adiós Torbellino semblante de lujuria

represión de mi moral, escándalo a voces,

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mi alma guardará en sus más profundos recovecos

la pizca de aliño que a mi vida le faltaba aderezar.

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Intuicioname el alma

Desplazamientos rutinarios que absorben la lectura.

Vibra mi consiente, delirante, impertinente, abusador, de


mis segunderos haz de luz,

Por arte de magia, él inesperado, anhelado antes,


entristecido hoy, inmune mañana.

Bocaradas de huracán transitando por este tuvo muscular,

Ha llegado a la máquina que bombea este ininterrumpido


flujo sanguíneo,

Repentinamente retorna, me retuerce, el alma paralizante.

Lo siento en cada poro de mí ser.

Patrón fetal que anhela volver a tu afable recoveco,

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Acogedor sin incondicionalidad, presente por intuición,
bondadoso sin condición,

A veces desea retornar plácidamente en tu calidez.

Ahuyentador grito me alarma el tranco seguro.

Tiembla la faz de la tierra,

Retorcidamente me suplica que no responda.

Voraz impulso presente,

Abandona de mi éste haz de verborrea surrealista


inconsecuente,

Parte con un rayo la misericordia del abrazador recuerdo

Que por un hilo me sostengo

Esta señal demente que ferozmente me alude

Y del volcán erupciona la briza del aliento más congelador

De tus eras de hielo

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Desde la punta del acantilado arranque rauda e
implacable

Ante la escarchada alba la exhibiente huella latinmunda

De este incipiente y ya! aletargado corazón.

Poesía lírica dedicada con amor a Yesica Castillo con fecha 05/06/2017

Makarena Ruhama Silva Castillo. 24 años de edad, nació en la


ciudad de Traiguén. Actualmente estudia Kinesiología en la
universidad Arturo Prat de Victoria.

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I

La ciudad es también

la historia de amigos que se quedan

y otros que se van.

Algunos locos desesperados y tiernos

que han vivido un exilio-insilio

en sus propias casas

y sus salidas son casi de incógnito

como si se tratara de deportados.

Amigos y navegantes

de una creencia absoluta

en el viento como en la palabra.

Admiradores de viejas canciones

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y viejas historias de sus aldeas.

Caminábamos cada uno de nosotros

jugando a ser niños perdidos en una ciudad perdida.

Y llegábamos a casa muy tarde

en los días de verano.

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II

Ver a todos los que hacen

su rutina diaria por esta vereda

puede volverme loco.

Ver a la mitad de los que hacen

su rutina diaria por esta vereda

puede también, volverme loco.

Nada me complace más

que el saludo de rigor al vendedor de plumillas

que ha pasado 7 veces.

Los únicos que me sacan del tedio

son los niños

los alegres duendecillos

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y los perros que se mueven

como si ellos hubieran trazado estas calles.

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III

El sol

reflectando en las ventanas del kiosco

derrite los chocolates

y tengo que guardarlos

por algunas horas, en la heladera.

Alfonso Medrano Mieres es nacido el 6 de Noviembre de


1981. Vive en la ciudad de Victoria, Araucanía, Provincia de
Malleco. Con participación en talleres literarios impulsados
por la Agrupación Literaria y Cultural Erato de Collipulli.
Algunos de sus poemas han aparecido en la revista Erato y en
publicaciones producto de talleres que esta agrupación ha
realizado. Ahora, es miembro del Colectivo de Autogestión
Literaria Lemuria y es recogido en esta publicación producto
del taller de escritura gestado en su interior.

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INCONSCIENTE COLECTIVO

El inconsciente colectivo, sin que sea necesario recurrir a los


genes, es simplemente el conjunto de prejuicios, de mitos, de
actitudes colectivas de un grupo determinado.

Frantz Fanon

De tiempos inmemoriales, se han tenido registros


de que la humanidad a lo largo del desarrollo de su
cultura, ha realizado viajes a lo largo del mundo. Este
hecho es el producto de la herencia y evolución que han
tenido las civilizaciones con el correr de los años. Es una
realidad, pero que siempre ha tenido representaciones e
ideas, en la mente del ser humano, vale decir, con sus
respectivas imágenes simbólicas en el pensamiento,
expresadas por medio del lenguaje. Y estas ideas hacían
soñar a Cristóbal, que deliraba con conquistar el mundo.

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Porque en medio de sus estudios, que eran su fuente y
pasión a los que dedicaba su vida, se nutrían sus sueños de
navegante. Porque ya tenía sus propias divagaciones
personales; que lo hacían soñar con encontrar un nuevo
mundo, y así convertirse para la posteridad de la
humanidad, en un héroe. Además en lo que serían sus
futuros viajes marinos, Cristóbal pensaba encontrarse con
dragones, serpientes, demonios, aves, monstruos de
leyendas nunca vistos, y por supuesto, con enormes e
imaginarias bestias de los mares, por lo que se debía ir
preparado para tales travesías. Claro que dichas ideas y
sueños que tenía, no eran compartidos por las masas, sino
que eran contenidos muy propios de él, íntimos e
individuales. En los que radicaba su espíritu de creerse un
futuro héroe, con un valor que tendría posteriormente; y
que soñaba con ser universal; por ser sueños muy
personales e idealistas. Porque la meta que tenía de ser

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héroe, en contraposición y contradicción a lo que le
planteaban las masas, tenía por finalidad expresar su más
profunda genuinidad, vale decir, autenticidad y de esta
forma demostrar que su imaginario legado, algún día
servirá para la humanidad dando expresión a un aspecto
del alma humana individual, hacia lo universal. Debido a
que lo que planteaban las masas, era que los proyectos que
exponía, sólo eran un legado de su imaginación, es decir,
correspondientes a sus desbordadas fantasías propias del
campo de los mitos, por consiguiente creados por el
hombre. Claro que eran tantas las divagaciones y sueños,
que en más de una ocasión, las masas lo tildaban de
trastornado, por creer que sus contenidos abarcaban todos
los tiempos y lugares del mundo, representados por
símbolos desconocidos, eran sólo producto de su
desbordada imaginación, contenidos de la psique humana
que están más allá de la razón. Y dichas materias

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trascendían todo lo conocido convencional y culturalmente
por las masas, que tenían sus prejuicios arraigados
fuertemente a la religión católica. Ya que las masas eran
muy dogmáticas, en lo que se refiere a sus planteamientos
de religión; debido a que los sueños tenían total relación
con la naturaleza inexplorada por el hombre. De esta
forma las masas sostenían que si hicieran realidad sus
proyectos, sería como enviarlo por medio de un metafísico
viaje hacia la luz, o hacia su muerte; existiendo la
posibilidad de encontrarse con lo desconocido porque no
sabría con qué se encontraría al final de él. Si con
monstruos de leyendas, hombres, riquezas, o si es que
volvería de tan arriesgada, inviable e instintiva empresa. El
planteamiento que tenían las masas, debido a su
dogmatismo era objetivo e incuestionable; frente a las
ideas personales, por ser estas, de naturalezas personales y
subjetivas, propias de un soñador, ya que ellas albergaban

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sus propios deseos personales, y de esta forma era
consideraba como un quimerista irreflexivo. Y como todo
soñador incorregible, Cristóbal anhelaba con cruzar el
mundo, llegando al lejano oriente desde Europa
navegando por el Atlántico rumbo al oeste, por exponerla
a las masas sus teorías consistentes en el tamaño de la
esfera mundial más pequeña de lo que realmente es; y
creyendo estas especulativas exposiciones plantearía que
existirían tierras más cercanas a Europa. Entonces fue el
primer navegante en llegar al nuevo mundo, estableciendo
el comercio y el nutriendo de alimentos que no tenían las
masas, como tabaco, maíz, papas, cacao, pimiento, zapallo
y poroto entre otros; logrando ser un héroe para las masas,
y también uno universal para toda la humanidad.

Munir Eduardo Eluti Cueto. Nació en la ciudad de Victoria


el 6 de octubre de 1971. Estudios técnicos de dactilografía y

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de diseño gráfico publicitario. Ha participado en los
talleres de la Oveja Verde, actualmente es escritor virtual.

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Vuelta de un viaje sin mucho sentido a Traiguén

No recuerdo haber visto un invierno con tantos rasgos de


otoño como este año de 2017.

Quizás se deba a que ha llovido poco y las hojas han


completado el ciclo de color que la naturaleza les asigna y
en otras temporadas el viento y la lluvia llevan a cabo la
tarea prematuramente, de deshojarlos en otoño, la
estación anterior, dejando para esta desnudos troncos
oscuros. Sin embargo, hoy ya estamos en invierno, y la
pérdida de clorofila es una evidencia que se niega a
abandonar su huésped. Los árboles parecen cargados de
monedas viejas y doradas, o lentejuelas ajadas de un
trasnoche.

La luz entre violeta y gris, contrastando con los árboles


dorados, hace que complemente el resto de esta escena.

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Con los colores adecuados. A lo lejos los cerros se esfuman,
más que de costumbre, como nos enseñó Leonardo, por la
abundante neblina que forma vapores emergentes de la
tierra, tierra baldía, o nubes pesadas como gansos gordos,
que apenas rozan el suelo sin levantar vuelo y desdibujan
las márgenes, y hacen flotar los cerros como en un paisaje
chino.

Vuelvo la mirada al interior del bus, y veo que todos vamos


sentados en solitario. Cada cual mira su teléfono móvil,
mundos móviles en este bus que fluye contracorriente.

Vuelvo a mirar por el cristal del bus y veo los bosques de


pinos muy oscuros. Su interior apenas producen un
contraste regular entre los pocos espacios que se vuelven
cada vez menos, por donde entra la poca luz, mientras
más se interna la mirada en él. Solo esa regularidad entre

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espacios y lo negro que es el tronco, produce en mi
memoria la idea de orden que ellos tienen.

Es como un ejército inmóvil, en cuyo centro sólo está la


alfombra de acículas color tabaco, entre las que sólo crecen
callampas comestibles.

Luego pasamos por la larga avenida de encinos plantados


hace ya muchos años quizá por el mismo descendiente de
suizos que hizo la bella avenida que adorna la entrada del
cementerio de Traiguén.

En primavera se ven radiantes por el verde claro de sus


hojas tiernas. Pero ahora, todo se ve monocromo y café,
como una aburrida foto del ocaso.

Atrás ya quedó Quichamahuida, el cerro de Adencul, esa


montaña mágica nuestra, y también María Ester, ese
nombre que evoca lejanos parentescos en mí.

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Luego llegamos al amplio y plano de Mariluán. Tierra de
sembradíos hoy, pero en la época adecuada; quizá antaño
corrieron por ahí esos guanacos mencionados en esa
toponimia. Aquí en días claros se vislumbran los lejanos
volcanes, pero en una tarde como hoy, fría y neblinosa de
invierno, eso es prácticamente imposible. A la derecha ese
cerrito piramidal que siempre me ha intrigado, tan
solitario en medio de la llanura, un kuel natural de
tamaño gigantesco.

Algunas casas viejas, unas pocas más de las que se han


visto en el camino aparecen, nunca en abundancia, y nada
destacables.

Luego el triángulo de eucaliptos donde empieza el camino


a Toquihue, y frente a esto, el monte Mila, deformación de
la pronunciación de Miller, molinero en germano, antiguo

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lugar de paseo de los transeúntes de Victoria, al menos de
los Scout según contaba el recordado Tomás Vinet.

Este monte, no es más que un bosquecillo de nativos, pero


igual sorprende que haya sobrevivido a la depredación.

Ya estamos llegando, algunas fábricas y otras pocas


industrias nos anuncian que la ciudad con sus ojos
abiertos ya ha aparecido en el paisaje, entonces, antes de
entrar en ella, junto mis cosas, y previo a cerrar el
cuaderno termino la tarea con un punto final.

Felipe Guarda Palacios. Nacido en Victoria el año 1958. Ha


participado en talleres de pintura. Realizó estudios de
diseño en DUOC.

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Llegó el día

Crucé las puertas automáticas, atravesé la cortina de aire


caliente. Los tragaluces del tejado metálico bañaban en
dorado las palmeras falsas de la planta baja. Un olor a
café y tostadas descendía, como caído del cielo, del patio de
comidas.

- Oiga joven -dijo un señor de uniforme rojo


justo detrás de mí mientras apretaba las
manos en el asidero de un carro de la compra,
no tengo todo el día.
- Disculpe -me hice a un lado y le dejé pasar.
- Niños, niños, niños -farfulló el tipo mientras
se iba a toda prisa.

Los “acarreadores” son famosos por sus prisas, pero sobre


todo por su mal humor. Quizá por eso sus trajes sean de
rojo furioso.

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Caminé con pasos lentos hacia la zona de inscripción,
tratando de contener mis emociones. Ya era mayor de
edad, ya podía ser un trabajador más. Ya podría tener mi
propio dinero, dejar de comer lentejas, apuntarme a la
universidad e incluso comprarle algo a mi chica. La
semana anterior recorrí las tiendas una a una, observé a
los empleados ir y venir, cavilé sobre cuál sería la mejor
posición, traté de decidir cuál iba a ser mi estrategia.

Inmerso en mis pensamientos llegué a una pequeña caseta


de cristal que se escondida entre las palmeras de atrezo: la
oficina de inscripción. Tras la ventanilla entreabierta una
mujer, con extrañas gafas de montura triangular,
sumergía su nariz aguileña en el periódico nacional. Con
cuidado desplacé la pequeña ventana hasta abrirla
totalmente.

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- Hola, me llamo Mike. Quiero inscribirme -le
dije tratando de contener una sonrisa
nerviosa. Ella me ignoró. Carraspeé-. ¿Hola?

La mujer levantó la vista pesadamente hacía mí. Después,


con apatía, miró su reloj de muñeca que marcaba las 8:32
minutos y sin decir nada me pasó un bolígrafo y un
formulario de primer empleo.

- Lo relleno y se lo entrego ahora, ¿cierto? -ella


asintió tras la muralla de titulares-. Y puedo
empezar hoy mismo, ¿cierto? -ella volvió a
asentir.

Completé mis datos personales con rapidez pero con


buena letra. Al final de la hoja aparecían los cargos
posibles precedidos de casillas en blanco. Una advertencia
indicaba que solo se podía elegir uno y que el desempeño
mínimo era de un mes completo antes de poder cambiar.

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Como primer empleo solo tenía cuatro opciones: Ni el rojo
“acarreador” ni el blanco “aseo” eran de mi devoción, solo
quedaba elegir entre el verde “colista” o el beige
“empaque”. Según había observado el supermercado del
centro comercial gozaba de gran actividad, empaque era
una buena opción pero el verde es el color de la esperanza.
Miré detrás de mí por si hubiera alguien esperando pero
seguía solo. Al fondo un par de “acarreadores” llevaban
carros de un lado a otro preparándose para los primeros
clientes. Marqué “colista” y firmé. Le entregué el
formulario a la mujer. Dejó tranquilamente el periódico a
un lado y leyó detenidamente mis datos. Rebuscó entre sus
documentos y me entregó varios folios y una tarjeta atada
a un cordón negro.

- ¿Qué es esto? -pregunté.


- Escúchame bien -dijo ella con un toque de
afonía en la voz-. La de arriba es una

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declaración jurada de que el centro comercial
no se hace responsable de los daños que
terceros puedan causarte, ni de los que tú
causes.
- ¿Y la otra?
- Es tu crédito de uniforme, ¿necesitas que te lo
explique?
- No, ¿y la tarjeta? -pregunté, luego firmé de
inmediato.
- Es tu número de contrato. El 40878. Debes
llevarlo encima siempre.
- De acuerdo.
- Bien, aquí tienes tu copia y aquí tu uniforme. -
Ella me entregó la ropa, pero era talla grande.
- Pedí una mediana.

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- No quedan. Ahora si me disculpas estoy muy
ocupada -Cerró la ventanilla y volvió a
hundirse en su periódico.

Allí mismo me coloqué la camiseta verde encima de lo que


llevaba puesto. Era demasiado grande, parecía una especie
de delantal de hospital. Me guardé los documentos en el
bolsillo, me coloqué la tarjeta al cuello, inspiré, expiré, volví
a inspirar y con coraje renovado me dirigí al
supermercado. Los clientes más madrugadores,
acompañados de acarreadores, ya estaban haciendo las
primeras compras así que me dispuse a ir a las líneas de
caja. Un guardia enorme de uniforme azul se acercó a mí,
llevaba el número 70185 colgado del pecho.

- Oye muchacho -dijo con voz tosca,


clavándome su mirada entrecerrada y
ensombrecida por la visera.

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- Dígame señor guardia -le dije estirando el
cuello para verle el rostro mejor, sus cejas
pobladas parecían sostener la visera.
- Eres nuevo, ¿no? -asentí con entusiasmo-. Se
nota. Los colistas no tienen autorizado
trabajar en el supermercado hasta las 10:30.
- Oh vaya!. No importa, me quedo aquí. Así
seré el primer colista.
- No entiendes nada muchacho. El orden de
ingreso a las colas no va así. ¿Qué número
eres? -preguntó el vigilante ajustándose la
visera, como si eso le permitiera verme mejor.
- El 40878 -respondí agarrando mi credencial
con ambas manos.
- Bien. El 4 inicial indica que eres colista,
entonces eres el número 878. El orden de
salida lo determinan esos números. Cuando

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sean las 10:30 los colistas se reúnen en la zona
verde -el tipo señaló un cuadrado verde
pintado en el suelo en la zona de las cajas-, y
de allí sale un colista cada 10 clientes a la fila
única. ¿Entiendes?
- Sí, eso creo. O sea que si llega el 540, por
ejemplo, saldrá antes que yo.
- Eso es. Ahora debo volver a mi trabajo.
- Gra… Gracias señor -respondí. Me miró con
una fugaz sonrisa y se dio la vuelta.

Como una pequeña hormiga en el centro de una gran hoja


esperé sentado en el cuadrado verde. A las 10:20
empezaron a llegar los primeros colistas. En cosa de
minutos la hoja estaba infestada de hormigas, apenas
cabíamos de pies sin tocarnos. Obviamente mi número era
el más alto de todos.

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El primero en salir fue una anciana con el número 40019,
tras ella marchó a goteos una lenta y geriátrica procesión.

- ¿Cuánto tarda en vaciarse la primera cola? –


le pregunté a una mujer de unos cuarenta
años. Ella me miró extrañada.
- Será mejor que te vayas -dijo y se dio la vuelta
para terminar la conversación.

Tendría que seguir esperando. El azul vigilante del


guardia paseaba de un lado para otro esquivando el rojo
apresurado de los acarreadores. Los empaques beige se
acumulaban de a ocho por caja, más que beige su color
parecía un auténtico marrón.

Ya había pasado casi media hora y de la zona verde apenas


salía el colista 545. Me sentí algo aliviado al ver como
aumentaba el flujo de clientes. Como a las doce estaba casi
listo para salir. La anciana 40019 miró por encima de mi

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hombro y le dijo a un viejito de gafas gruesas y redondas
que “el día iba a estar lento”.

Llegó el momento.

Crucé la línea verde del suelo, atravesé la línea de cajas y


me situé en la última posición de la serpenteante fila
única. Los conductos metálicos del falso techo bañaban de
aire caliente la zona de espera. El olor a café y tostadas de
la madrugada era un vago recuerdo apenas perceptible.

- Oiga joven, el del camisón verde -dijo el


mismo señor de uniforme rojo que me
encontré en la entrada, aun apretaba con las
manos en el asidero de un carro de la compra.
Solo tiene nueve delante, déjeme pasar. No
tengo todo el día.

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- Disculpe -me hice a un lado. Dejé que su
cliente y él pasaran, colocándome en la
posición que me correspondía.
- Niños, niños, niños -farfulló de nuevo.

La fila avanzó rápidamente y cuando estaba a unas quince


posiciones de la caja una mujer de labios hinchados con
Botox y su acarreadora se acercaron.

- Quiero este sitio -me dijo ella con un tono


desagradable.
- Sí señorita, adelante por favor -le dije con
amabilidad.

La acarreadora tomó mi plaza y ella rebuscó en su bolso de


diseño. Esperé con las manos juntas y al fin sacó unas
monedas. Me las entregó como quien suelta migajas a los
gatos.

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- Que tenga un buen día, gracias. -Le dije, ella
no respondió.

Regresé a la hoja verde, me coloqué al lado de las otras


hormigas. Al fin, mi primer ingreso. Junté mis monedas
escondiéndolas entre las manos para que nadie pudiera
verme. Lo cierto es que esperaba algo más, quizá el
próximo cliente sea más generoso…De nuevo pasaron
todos los colistas delante de mí y volví a formar parte de la
fila única. Esta vez mi cliente me entregó una sola moneda.
Después, en la zona verde colista, revisé mi contrato. A ese
ritmo de ingresos tardaría el mes entero para pagar
solamente el crédito de mi ridículo uniforme, me mareé
pensando en el costo de la universidad...

Un viejo que acababa de regresar de la cola contaba sus


monedas buscando una imposible privacidad dentro de
aquel cuadrado superpoblado. Le miré y me miró.

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- ¿Tan poco pagan? -le pregunté hinchando las
mejillas.
- ¿Y qué esperabas? -me respondió mirando al
suelo.

Carlos Rubén Cossío Martín, ingeniero químico nacido en


1984, Valladolid (España). Vive en Chile desde el 2015. El
2017 autopublicó en Amazon: “El Señor Manzana: Y otros
extraños relatos de ficción” en versión Ebook.

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La tesis del antropólogo caminante recién llegado

 Oye -me dijo con voz severa pero interrogando -


¿Por qué demoras tanto?
 Es que me voy y me vengo en puros zapatos,
caminando…
 ¿Y por qué caminas? Eso son horas perdidas
 No. Te equivocas. En el largo plazo, cada segundo
de calle recorrida son segundos valiosos de luz que
ilumina la oscura y escondida habitación del
conocer y del comprender. Allí está mi lugar, mi
hangar, mi posición, mi taller.
 ¿Conocer y comprender? Y, ¿para qué quieres
conocer y comprender?
 Porque soy antropólogo.
 ¿Y eso qué tiene que ver?
 La antropología es más que una simple
certificación. Es la herramienta, LA GRAN

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HERRAMIENTA para conocer y, sobre todo,
comprender. Porque, ¿cómo puedo saber cómo ve
la gente de Victoria si no soy capaz de mirar lo que
miran? Y si no soy capaz de pisar su suelo, ¿cómo
saber cómo se sitúan? ¿Cómo voy a saber
entender a Victoria si no logro sentir sus calles en
toda su extensión: desde el polvo, el deterioro, y el
barro, hasta el miedo a pasar cerca de los perros
vagos, o de transitar por sus avenidas prejuiciadas
como peligrosas, o si no logro yo mismo ser tenido
por amenaza? Si no soy embriagado con su
humedad, si no soy mordido por los colmillos de
su frío, si no puedo pisar su suelo matinal
tapizado en nubes y blanco, si no puedo pasar por
allí donde caen las mil estrellas otoñales o navegar
por los surcos de las suaves brisas de cordillera
derretida; si no consigo que el árbol que mira me
mire; si no consigo ser enredado por los cabellos

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ondulados de sus mujeres, ni hipnotizado con las
salvajes formas de los colores frutales. Si no puedo
ser consumido con la fritanga de sus cocinerías
abandonadas allá frente a una estación oxidada
que aún sobrevive delante de la selva acorralada
hacia los extremos ancianos del campo
inalcanzable… Entonces jamás vine. Jamás estuve
aquí.

Si dejo que me detengan el motor de mis pies, y


que me metan en una de esas horrendas prótesis
de movimiento que se mueven sin ninguna clase
de emoción ni sentimiento por el cemento que les
acaricia, ni menos por la tierra que les da
sustento, ahí sabré que perdí mis horas, mi
energía, mi vida.

 Oye, pues, te doy una noticia: la tierra, y la

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mismísima Victoria se esparcen como semillas
vagabundas. Allá, donde las antiguas madres aún
alcanzan a mirar, ahí no hay zapatos si no
desconsolados por una eternidad desconocida,
sudorosa, resignada.
 Y cuál sería la novedad
 Tendrás que cabalgar sí o sí los caballos de acero,
goma y tuercas redondas, tanto hasta que pierdas
la idea de dar rienda suelta a las suelas de tu
conciencia, porque allá nadie llega sin haber sido
consumido por el óxido del corrosivo tic-tac, tic-
tac, tic-tac...
 … Déjame un instante. Déjame inspirando y a ver
si divago en tu sentencia, en tu desesperanza.
 No demores, oye que el tic-tac, tic-tac corre. Ven,
apúrate, que el tiempo muerde y mata si te atrapa.
 … se ven tan cerca... pero están tan lejos …
 ¿Qué?

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 Tiempo y distancia.
 No sé qué quieres decir.
 Muy a pesar mío ya me he subido a los simulacros
de caballos y de libertad. Afortunadamente vino a
mi mente que el motor que me mueve no está en
mis pies. Está en mis ojos.
 Estás loco.
 Piensa en las antiguas madres: piensa en sus
cabezas canosas y sus cuerpos macizos que puedes
casi abrazar buscando su cariño. Ya sea por el
camino a San Luis y a Quino; también desde los
durmientes hacia Púa y al sur del mundo
victoriense: las ves tan cerca, pero tan lejos. Lo
lamento pero tú has sucumbido al modelo que ha
impuesto un significado de distancia que dista de
lo que entra por la vista, de lo que se respira, de la
realidad misma de la vida. Ese que dicta que si no
es en aparatos no puedes llegar a poner allá tus

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zapatos. El modelo perfecto para la idea de lo
inmediato.
 Ahí ya dejo de ser el antropólogo que vino a
conocer y comprender. Ahí comienzo a ser el
sujeto libre del tiempo y de la necesidad de medir
su movimiento. Créeme: no he andado tanto, pero
ya he visto el anaranjado pasto a orillas de
carreteras peligrosamente bellas, demasiado
curvilíneas. Óyeme: he convivido con la soledad de
árboles y cerros que cayeron salpicados en los
mares calmos de los campos arados... en reposo...
esperando... anhelando las tormentas del
sembrado. Acéptalo: que ya he traspasado la
negra locura de la carretera nocturna hacia Selva
Oscura. Yo asumo. Tus maquinarias me amargan,
pero soy capaz de hacer simbiosis si me hace falta.
Es mi espíritu el que se adapta, y mis ojos
inquietos son mis pasos por los campos cuando

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mis zapatos no logran dar sombra por toda
Victoria. Es mi primer otoño, y ya estoy encantado,
sin siquiera haber caminado un año por esta
tierra, bendita y bella.
 Ahora sé lo que quieres comprender. Estás
enamorado y quieres saber por qué.
 …

R.A. Cabrales, originario del puerto de Talcahuano, llega a


la comuna de Victoria por los destinos de la vida que exige
buscar nuevos campos de tipo laboral. Cercano a la idea de
hacer transformación social a través del arte, en su andar y
gestión cultural ha experimentado con las letras: desde la
poesía a la investigación y a la opinión, mucho de su
ejercicio literario puede hallarse en un antiguo blog. Ha
publicado en una revista de autogestión penquista “Un
pelo perdido”. Consiguió el primer lugar en un concurso

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local denominado “Los Cerros en 100 palabras”, llevado a
cabo en su natal territorio.

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@ autogestionliteraria - Lemuria - Libros cartoneros

Egon Schiele (Austria, 1890-1918)

Victoria Provincia de Malleco


Primera Edición
Victoria, Chile
Junio 2017

Cuidado de la edición: Rodolfo Hlousek Astudillo


Diagramación: Carlos Rubén Cossío Martín
Diseño: Colectivo de autogestión literaria Lemuria

Contacto: llemuria@gmail.com

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