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APOCALIPSIS GEO-AMBIENTAL - EL IMPERIALISMO ECOLOGICO –

Por Filartiga, J y Wagner, L

Fuente en Internet: http://www.quanta.net.py/userweb/apocalipsis/index.html

PRÓLOGO

La sociedad de consumo ofrece fugacidades. Cosas, personas; las cosas son fabricadas para durar,
mueren al nacer, y hay cada vez mas personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la
vida. Los niños abandonados en las calles de Colombia, que antes se llamaban gamines y ahora se
llaman desechables, y están marcados para morir. Los numerosos nadies, los fuera de lugar, son
"económicamente inviables", según el lenguaje técnico. La ley del mercado los expulsa por
superabundancia de mano de obra barata. El Norte del mundo genera basuras en cantidades
asombrosas. El Sur del mundo genera marginados. Qué destino tienen los sobrantes humanos? El
sistema les invita a desaparecer; les dice: "Ustedes no existen".

¿Qué hace el Norte del mundo con sus inmensidades de basura venenosa para la naturaleza y la
gente? Las envía a los grandes espacios del Sur y del Este, de la mano de sus banqueros, que
exigen libertad para la basura a cambio de sus créditos, y de la mano de sus Gobiernos, que
ofrecen sobornos.

Los 24 países desarrollados que forman la Organización para la Cooperación en el Desarrollo


Económico del Tercer Mundo producen el 98% de los desechos venenosos de todo el planeta. Ellos
cooperan con el desarrollo regalando al Tercer Mundo su mierda radioactiva y la otra basura
tóxica que no saben dónde meter. Prohíben la importación de sustancias contaminantes, pero las
derraman generosamente, sobre los países pobres. Hacen con la basura lo mismo que con los
pesticidas y abonos químicos prohibidos en casa: los exportan al Sur bajo otros nombres.

En el reino de lo efímero, todo se convierte inmediatamente en chatarra para que bien se


multipliquen la demanda, las deudas y las ganancias, las cosas se agotan en un santiamén, como
las imágenes que disparan la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la
publicidad lanza al mercado.

El Sur, basurero del Norte, hace todo lo posible por convertirse en su caricatura. Pero la sociedad
de consumo (dime cuantos consumes y te diré cuanto vales), invita a una fiesta prohibida para el
80% de la humanidad. Las fulgurantes burbujas se estrellan contra los altos muros de la realidad.
La poca naturaleza que le queda al mundo, maltrecha y al borde del agotamiento, no podría
sustentar el delirio del supermercado universal, y al fin y al cabo, la gran mayoría de la gente
consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar el equilibrio de la economía
mundial mediante sus brazos baratos y sus productos a precio de ganga. En un mundo unificado
por el dinero, la modernización expulsa mucha más gente que la que integra.
Para una innumerable cantidad de niños y jóvenes latinoamericanos, la invitación al consumo es
una invitación al delito. La televisión te hace agua la boca y la policía te echa de la mesa. El sistema
niega lo que ofrece; y no hay Valium que pueda dormir esa ansiedad ni Prozac capaz de apagar ese
tormento. La lucha social aparece en las páginas políticas y sindicales.

El mundo de fin de siglo viaja con más náufragos que navegantes, los técnicos denuncian los
"excedentes de población", en el Sur, donde las masas ignorantes no saben hacer otra cosa que
violar el sexto mandamiento día y noche. ¿"Excedentes de población" en Brasil donde hay 17
habitantes por kilómetro cuadrado, o en Colombia, donde hay 29?. Holanda tiene 400 habitantes
por kilómetro cuadrado y ningún holandés se muere de hambre; pero en Brasil y en Colombia, un
puñado de voraces se queda con todos los panes y peces.

Cada vez son más los niños marginados que, según sospechan ciertos expertos, "nacen con
tendencia al crimen y la prostitución". Ellos integran el sector más peligroso de los "excedentes de
población". El niño como amenaza pública, la conducta antisocial del menor en América, es el
tema recurrente de los Congresos Panamericanos del Niño desde 1993.

A principios de siglo, el científico inglés Cyril Burt propuso eliminar a los pobres muy pobres
"impidiendo la propagación de su especie". A fin de siglo del Pentágono anuncia la renovación de
sus arsenales, adaptados a la guerra del futuro, que tendrán por objetivo los motines callejeros y
los saqueos; y en algunas ciudades latinoamericanas, como Santiago de Chile, ya hay cámaras de
televisión vigilando las calles.

El sistema está en guerra con los pobres que fabrica, y a los pobres más pobres los trata como si
fueran basura tóxica. Pero el Sur no puede exportar al Norte estos residuos peligrosos, que se
multiplican cada día. No hay manera de "impedir la propagación de su especie", aunque según el
arzobispado de San Pablo, cinco niños caen asesinados cada día en las calles de las ciudades
latinoamericanas, una parte de ellos son los 40 desechables que cada mes caen asesinados en las
calles de las ciudades colombianas.

Tampoco se puede mantenerlos escondidos, aunque los desechables no existen en la realidad


oficial: la población marginal que más ha crecido en Buenos Aires se llama ciudad Oculta y se
llaman ciudades perdidas los barrios de lata y cartón que brotan en barrancos y basurales de los
suburbios de la ciudad de México.

No hace mucho, los desechables colombianos emergieron debajo de las piedras y se levantaron
para gritar. La manifestación estalló cuando se supo que los escuadrones parapoliciales, los grupos
de limpieza social, mataban indigentes para venderlos a los estudiantes que aprenden anatomía
en la Universidad Libre de Barranquilla.

Y entonces Buenaventura Vidal, contador de cuentos, les contó la verdadera historia de la


creación. Ante los vomitados del sistema, Buenaventura contó que a Dios le sobraban pedacitos
de todo lo que creaba. Mientras nacían de su mano el sol y la luna, el tiempo, el mundo, los mares
y las selvas, Dios iba arrojando al abismo los desechos que le sobraban pero Dios, distraído, se
había olvidado de la mujer y el hombre que esperaban allá en el fondo del abismo, queriendo
existir. Y ante los hijos de la basura, Buenaventura contó que la mujer y el hombre no habían
tenido mas remedio que hacerse a sí mismos, y se habían creado con aquellas sobras de Dios. Y
por eso nosotros, nacidos de la basura, tenemos todos algo de día y algo de noche, y somos un
poco tierra y un poco agua y un poco viento.

Eduardo Galeano

GLOBALIZACIÓN

El traslado de desechos tóxicos y de industrias contaminantes del norte desarrollado hacia otras
latitudes de la tierra parece continuar la interminable saga iniciada por los conquistadores en
carabelas del Renacimiento, y encadenarla a la subsiguiente dominación colonial y neocolonial, la
inversión imperialista, la invasión de los tecnócratas en jets y las misiones de las gemelas de
Bretton Woods: el Banco Mundial y el fondo monetario internacional. Como problema principal de
Latinoamérica y de los países del Tercer Mundo, es solo una expresión nueva de un mal tan
antiguo como la civilización: el imperialismo. Solo que la infamia de las "culturas" impuestas al
tercer mundo está perfeccionando sus funciones de sirviente al servicio de los opulentos centros
de poder. Su existencia ya no está solo supeditada a las necesidades ajenas, que hacen de él un
gran reservorio y fuente de materias primas. Hoy se ha convertido en un gran basurero del primer
mundo.

La realidad de la situación emerge como el legado maldito de siglos de educación para los pobres;
los lujos de las vidrieras no pueden ser tocados por ellos, y en un momento en que el trabajo
honrado generalmente no alcanza ni siquiera para sostener una vida digna, las posibilidades se
reducen a dos opciones: la delincuencia privada, denominada robo, estafa, evasión de impuestos,
extorsión etc., y la delincuencia gubernamental, que incluye entre los platos fuertes de su menú la
concertación de préstamos en condiciones fraudulentas, la creación de condiciones propicias para
la evasión de divisas y la especulación financiera, y en el caso específico de indoamerica, la vista
gorda a condición de puerto libre para el narcotráfico. A esta segunda opción se la denomina
eufemísticamente "corrupción", pero ella, como decíamos anteriormente, tiene su origen en la
siquis de cada individuo "producido" por las sociedades contemporáneas.

En el ámbito mundial, las mismas no son sino inmensas fábricas de consumidores. Para llegar a
este punto hubo que degradar trabajosamente los valores y principios del ser humano. Esto se
logró principalmente convirtiendo a la verdad en un tema sucio y espinoso, cosa que los latinos
aprendimos en base el viejo postulado de que "La letra con sangre entra". Luchar por los intereses
del país contra la voracidad de los capitales extranjeros es un acto que la mayoría de los
ciudadanos actuales considerarían extravagante y peligroso.
De este modo, la fiebre consumista no solo produce una actitud receptiva y complaciente para con
el capital extranjero (el cual no aterriza por una cuestión de generosidad y filantropía), sino que
además nos lleva hasta el extremo de aceptar los residuos de su placer en la forma de basura,
desechos industriales y productos tóxicos en desuso, generalmente prohibidos en sus países de
origen.

Los centros imperialistas se ocupan cotidianamente de generar tóxicos cada vez más peligrosos,
en cantidades cada vez mayores, contaminando áreas a cada momento más grandes de la tierra, el
agua y la atmósfera. Esta basura empieza a desbordarse, alcanzando así sea en volúmenes todavía
pequeños, el espacio exterior. Este es uno de los principales costos de una carrera hacia niveles de
confort surrealistas para una elite inmensamente rica, suspendida en la privilegiada burbuja del
consumo sin restricciones.
Los países de la comunidad económica Europea producen 25 a 35 millones de toneladas de basura
tóxica por año. ¿Cómo desprenderse de este molesto y peligroso residuo? Las grandes empresas
pagan por deshacerse de los desechos, a un precio de aproximadamente 2.500 dólares por
tonelada. Hay compañías especializadas que se ocupan de esta tarea, a través de la incineración
de los desechos con alta tecnología. Pero hay otras que simplemente despachan la basura rumbo
a los países pobres, pagando por los fletes el exiguo precio de 150 dólares por tonelada. Como
envían los tóxicos como donaciones, no solo ganan la diferencia sino que además evaden
impuestos.

Es menos notorio pero igualmente real, que la globalización también es un proceso que distribuye
empobrecimiento con todas sus secuelas, entre ellas el deterioro acelerado del equilibrio
ecológico natural en los países periféricos y en las regiones pobres de los países ricos. Las naciones
pobres multiplican sus deudas y para pagarlas, deterioran sus ya castigados ecosistemas a través
de la explotación minera y petrolífera, las industrias obsoletas, la deforestación y los impactos
ambientales de los experimentos genéticos que voraces transnacionales realizan en sus territorios.

La transferencia hacia países pobres de una planta industrial metal mecánica y química, es
también una forma de exportar deterioro ecológico. Gracias a los bajos salarios vigentes en estas
naciones, los países ricos abaratan los costos de producción, concentran en sus territorios
tecnología de punta y se desembarazan de las industrias con mayores efectos contaminantes que
están emigrando pues al tercer mundo, atraídas por las menores exigencias ambientales, los bajos
impuestos, los mercados abiertos, la mano de obra barata y la ausencia de regulaciones. Un
ejemplo son las maquiladoras instaladas a lo largo de la frontera de México con EE.UU. Por esta
vía, 50 de las 100 mayores empresas estadounidenses aprovechan la mano de obra más barata y la
falta de controles ambientales en Latinoamérica.

La zona fronteriza entre Estados Unidos y México es una zona económica y demográfica
particularmente dinámica: entre 1950 y 1980 la población de los estados fronterizos situados del
lado mexicano se ha triplicado. En los años setenta y ochenta se han implantado en el lado
mexicano de la zona más de 2.000 empresas, que se benefician de un régimen fiscal y aduanero
privilegiado(las maquiladoras), en la actualidad emplean a más de 750.000 personas. En virtud de
este régimen, las materias primas que importan están exentas de aranceles aduaneros y, en
cambio, los desechos procedentes de la transformación de esas materias deberán ser repatriados
al país de procedencia, que por lo general es los EUA. Pero la circulación de camiones en la
frontera se ha duplicado en cinco años: Se calcula que cada año la atraviesan 2 millones de
vehículos, lo que dificulta el control de los traslados de los productos de todos los tipos que entran
y salen en México.

Según cálculos de la OCDE, el sector de las maquiladoras produce cada año unas 60,000 toneladas
de desechos peligrosos. Los documentos oficiales indican que en 1996 se trataron y devolvieron a
EUA sólo 48.000 toneladas de residuos. La diferencia, obviamente, queda en México. Las
inspecciones de las maquiladoras indican que apenas un 25 por ciento de las empresas se
encuentran en total conformidad con la ley y que las irregularidades graves son frecuentes.

Muchas son las maquiladoras que en México se deshacen de forma ilegal de sus desechos
peligrosos, arrojándolos a vertederos salvajes situados en la proximidad de la frontera. En 1996,
de los ocho millones de toneladas de desechos industriales peligrosos producidos en MÉXICO, sólo
el 12% fueron objeto de un tratamiento adecuado.

En 1991, de 1855 maquiladoras, solamente 200 remitían los desechos peligrosos a los EUA en
virtud del acuerdo bilateral de 1987 que reglamenta los movimientos de desechos tóxicos entre
México y los EUA. Se han expresado graves preocupaciones a propósito del cambio de régimen
fiscal previsto para los años 2000-2002, con la adopción de un nuevo régimen que permita
exonerar a las empresas de la obligación de reexportar sus desechos.

Todo esto en nombre de mitos que los imperios exportan como el libre comercio o la promoción
de los inversionistas, que aparecen como única salida para los países del sur.

Como un agregado más del proceso globalización enormes cantidades de basura radiactiva y
tóxica, subproducto peligroso y no rentable del progreso de las naciones ricas, son consignadas a
las naciones periféricas para su depósito final, mediante políticas de corto, mediano y largo plazo.
De esta forma los pobladores de los países periféricos nos vemos en el patético papel de vivir
rodeados por los deshechos de una industria nacional, las más de las veces ineficiente y poco
inclinada a invertir en mecanismos de tratamiento, reciclado y confinamiento y encima de ello a
padecer las consecuencias concretas de habitar en el traspatio de las grandes potencias.

Las comunidades y entidades con un nivel mayor de desarrollo acaparan el ingreso, concentran la
riqueza, generan mayores volúmenes de basura y producen desechos cada vez más tóxicos y
peligrosos. La industria sucia puede ser vista como la más conveniente en los países aventajados.
No obstante ser la más rentable, comporta la necesidad de exportar hacia áreas menos
favorecidas los desechos indeseables que genera.

Los pobladores de las regiones fuertemente contaminantes, son muy celosos de su propia salud y
bienestar; pero no tienen reparos en consumir masivamente productos sofisticados cuya
fabricación, transporte y empacado generan grandes volúmenes de contaminantes de diversos
grados de peligrosidad; limitan sus desvelos ecologistas a su entorno más inmediatos y por ello se
resisten a cargar con los riesgos de su reciclaje y confinamiento final.

Con miope necedad, olvidan que ricos y pobres compartimos el mismo planeta, y pugnan por
deshacerse de su basura, endosándola a otras regiones con menor desarrollo de su propio país o
de sus vecinos pobres.

Para contaminar el mundo periférico los imperialistas no están solos; la burguesía comisionista,
intermediaria desde siempre entre los explotados del tercer mundo y los centros de poder,
colabora con entusiasmo. Cuando la ASI (American Security International) anunció que exportaría
desechos tóxicos a Sudamérica, surgieron caporales nativos "muy interesados" en recibir la
basura. Lo mismo sucede con autoridades de países africanos. Diplomáticos tercermundistas se
dedican con denuedo a negociar el tránsito de los desechos industriales hacia sus países. Heinrich
Kreyenberg, ex cónsul honorario del Paraguay en Dusseldorf, Alemania, fue condenado en este
país europeo por "eliminación de desechos tóxicos que ponen en peligro el medio ambiente".
Antes de quemar los desechos en un colegio de Zhena, zona de Gustrow, Kreyenberg había hecho
reiterados intentos de enviar el cargamento tóxico al Paraguay.

Indagando sobre crímenes como este, y otros cometidos por la humanidad sobre si misma, se llega
muy lejos; se descubre un universo cultural y económico tributario, estructuras políticas y
mentales que ceden ante la presión exterior, mentiras que han levantado defensas inexpugnables,
cavado trincheras estratégicas, invadido y conquistado conciencias. En medio de esta nebulosa,
como una visión abstrusa, aparece un antiguo crimen: el imperialismo.

AGRESIONES

El traslado de desechos tóxicos y de industrias contaminantes del norte desarrollado hacia otras
latitudes de la tierra parece continuar la interminable saga iniciada por los conquistadores en
carabelas del Renacimiento, y encadenarla a la subsiguiente dominación colonial y neocolonial, la
inversión imperialista, la invasión de los tecnócratas en jets y las misiones de las gemelas de
Bretton Woods: el Banco Mundial y el fondo monetario internacional. Como problema principal de
Latinoamérica y de los países del Tercer Mundo, es solo una expresión nueva de un mal tan
antiguo como la civilización: el imperialismo. Solo que la infamia de las "culturas" impuestas al
tercer mundo está perfeccionando sus funciones de sirviente al servicio de los opulentos centros
de poder. Su existencia ya no está solo supeditada a las necesidades ajenas, que hacen de él un
gran reservorio y fuente de materias primas. Hoy se ha convertido en un gran basurero del primer
mundo.

La realidad de la situación emerge como el legado maldito de siglos de educación para los pobres;
los lujos de las vidrieras no pueden ser tocados por ellos, y en un momento en que el trabajo
honrado generalmente no alcanza ni siquiera para sostener una vida digna, las posibilidades se
reducen a dos opciones: la delincuencia privada, denominada robo, estafa, evasión de impuestos,
extorsión etc., y la delincuencia gubernamental, que incluye entre los platos fuertes de su menú la
concertación de préstamos en condiciones fraudulentas, la creación de condiciones propicias para
la evasión de divisas y la especulación financiera, y en el caso específico de indoamerica, la vista
gorda a condición de puerto libre para el narcotráfico. A esta segunda opción se la denomina
eufemísticamente "corrupción", pero ella, como decíamos anteriormente, tiene su origen en la
siquis de cada individuo "producido" por las sociedades contemporáneas.

En el ámbito mundial, las mismas no son sino inmensas fábricas de consumidores. Para llegar a
este punto hubo que degradar trabajosamente los valores y principios del ser humano. Esto se
logró principalmente convirtiendo a la verdad en un tema sucio y espinoso, cosa que los latinos
aprendimos en base el viejo postulado de que "La letra con sangre entra". Luchar por los intereses
del país contra la voracidad de los capitales extranjeros es un acto que la mayoría de los
ciudadanos actuales considerarían extravagante y peligroso.

De este modo, la fiebre consumista no solo produce una actitud receptiva y complaciente para con
el capital extranjero (el cual no aterriza por una cuestión de generosidad y filantropía), sino que
además nos lleva hasta el extremo de aceptar los residuos de su placer en la forma de basura,
desechos industriales y productos tóxicos en desuso, generalmente prohibidos en sus países de
origen.

Los centros imperialistas se ocupan cotidianamente de generar tóxicos cada vez más peligrosos,
en cantidades cada vez mayores, contaminando áreas a cada momento más grandes de la tierra, el
agua y la atmósfera. Esta basura empieza a desbordarse, alcanzando así sea en volúmenes todavía
pequeños, el espacio exterior. Este es uno de los principales costos de una carrera hacia niveles de
confort surrealistas para una elite inmensamente rica, suspendida en la privilegiada burbuja del
consumo sin restricciones.
Los países de la comunidad económica Europea producen 25 a 35 millones de toneladas de basura
tóxica por año. ¿Cómo desprenderse de este molesto y peligroso residuo? Las grandes empresas
pagan por deshacerse de los desechos, a un precio de aproximadamente 2.500 dólares por
tonelada. Hay compañías especializadas que se ocupan de esta tarea, a través de la incineración
de los desechos con alta tecnología. Pero hay otras que simplemente despachan la basura rumbo
a los países pobres, pagando por los fletes el exiguo precio de 150 dólares por tonelada. Como
envían los tóxicos como donaciones, no solo ganan la diferencia sino que además evaden
impuestos.

Es menos notorio pero igualmente real, que la globalización también es un proceso que distribuye
empobrecimiento con todas sus secuelas, entre ellas el deterioro acelerado del equilibrio
ecológico natural en los países periféricos y en las regiones pobres de los países ricos. Las naciones
pobres multiplican sus deudas y para pagarlas, deterioran sus ya castigados ecosistemas a través
de la explotación minera y petrolífera, las industrias obsoletas, la deforestación y los impactos
ambientales de los experimentos genéticos que voraces transnacionales realizan en sus territorios.
La transferencia hacia países pobres de una planta industrial metal mecánica y química, es
también una forma de exportar deterioro ecológico. Gracias a los bajos salarios vigentes en estas
naciones, los países ricos abaratan los costos de producción, concentran en sus territorios
tecnología de punta y se desembarazan de las industrias con mayores efectos contaminantes que
están emigrando pues al tercer mundo, atraídas por las menores exigencias ambientales, los bajos
impuestos, los mercados abiertos, la mano de obra barata y la ausencia de regulaciones. Un
ejemplo son las maquiladoras instaladas a lo largo de la frontera de México con EE.UU. Por esta
vía, 50 de las 100 mayores empresas estadounidenses aprovechan la mano de obra más barata y la
falta de controles ambientales en Latinoamérica.

La zona fronteriza entre Estados Unidos y México es una zona económica y demográfica
particularmente dinámica: entre 1950 y 1980 la población de los estados fronterizos situados del
lado mexicano se ha triplicado. En los años setenta y ochenta se han implantado en el lado
mexicano de la zona más de 2.000 empresas, que se benefician de un régimen fiscal y aduanero
privilegiado(las maquiladoras), en la actualidad emplean a más de 750.000 personas. En virtud de
este régimen, las materias primas que importan están exentas de aranceles aduaneros y, en
cambio, los desechos procedentes de la transformación de esas materias deberán ser repatriados
al país de procedencia, que por lo general es los EUA. Pero la circulación de camiones en la
frontera se ha duplicado en cinco años: Se calcula que cada año la atraviesan 2 millones de
vehículos, lo que dificulta el control de los traslados de los productos de todos los tipos que entran
y salen en México.

Según cálculos de la OCDE, el sector de las maquiladoras produce cada año unas 60,000 toneladas
de desechos peligrosos. Los documentos oficiales indican que en 1996 se trataron y devolvieron a
EUA sólo 48.000 toneladas de residuos. La diferencia, obviamente, queda en México. Las
inspecciones de las maquiladoras indican que apenas un 25 por ciento de las empresas se
encuentran en total conformidad con la ley y que las irregularidades graves son frecuentes.

Muchas son las maquiladoras que en México se deshacen de forma ilegal de sus desechos
peligrosos, arrojándolos a vertederos salvajes situados en la proximidad de la frontera. En 1996,
de los ocho millones de toneladas de desechos industriales peligrosos producidos en MÉXICO, sólo
el 12% fueron objeto de un tratamiento adecuado.

En 1991, de 1855 maquiladoras, solamente 200 remitían los desechos peligrosos a los EUA en
virtud del acuerdo bilateral de 1987 que reglamenta los movimientos de desechos tóxicos entre
México y los EUA. Se han expresado graves preocupaciones a propósito del cambio de régimen
fiscal previsto para los años 2000-2002, con la adopción de un nuevo régimen que permita
exonerar a las empresas de la obligación de reexportar sus desechos.

Todo esto en nombre de mitos que los imperios exportan como el libre comercio o la promoción
de los inversionistas, que aparecen como única salida para los países del sur.

Como un agregado más del proceso globalización enormes cantidades de basura radiactiva y
tóxica, subproducto peligroso y no rentable del progreso de las naciones ricas, son consignadas a
las naciones periféricas para su depósito final, mediante políticas de corto, mediano y largo plazo.
De esta forma los pobladores de los países periféricos nos vemos en el patético papel de vivir
rodeados por los deshechos de una industria nacional, las más de las veces ineficiente y poco
inclinada a invertir en mecanismos de tratamiento, reciclado y confinamiento y encima de ello a
padecer las consecuencias concretas de habitar en el traspatio de las grandes potencias.

Las comunidades y entidades con un nivel mayor de desarrollo acaparan el ingreso, concentran la
riqueza, generan mayores volúmenes de basura y producen desechos cada vez más tóxicos y
peligrosos. La industria sucia puede ser vista como la más conveniente en los países aventajados.
No obstante ser la más rentable, comporta la necesidad de exportar hacia áreas menos
favorecidas los desechos indeseables que genera.

Los pobladores de las regiones fuertemente contaminantes, son muy celosos de su propia salud y
bienestar; pero no tienen reparos en consumir masivamente productos sofisticados cuya
fabricación, transporte y empacado generan grandes volúmenes de contaminantes de diversos
grados de peligrosidad; limitan sus desvelos ecologistas a su entorno más inmediatos y por ello se
resisten a cargar con los riesgos de su reciclaje y confinamiento final.

Con miope necedad, olvidan que ricos y pobres compartimos el mismo planeta, y pugnan por
deshacerse de su basura, endosándola a otras regiones con menor desarrollo de su propio país o
de sus vecinos pobres.

Para contaminar el mundo periférico los imperialistas no están solos; la burguesía comisionista,
intermediaria desde siempre entre los explotados del tercer mundo y los centros de poder,
colabora con entusiasmo. Cuando la ASI (American Security International) anunció que exportaría
desechos tóxicos a Sudamérica, surgieron caporales nativos "muy interesados" en recibir la
basura. Lo mismo sucede con autoridades de países africanos. Diplomáticos tercermundistas se
dedican con denuedo a negociar el tránsito de los desechos industriales hacia sus países. Heinrich
Kreyenberg, ex cónsul honorario del Paraguay en Dusseldorf, Alemania, fue condenado en este
país europeo por "eliminación de desechos tóxicos que ponen en peligro el medio ambiente".
Antes de quemar los desechos en un colegio de Zhena, zona de Gustrow, Kreyenberg había hecho
reiterados intentos de enviar el cargamento tóxico al Paraguay.

Indagando sobre crímenes como este, y otros cometidos por la humanidad sobre si misma, se llega
muy lejos; se descubre un universo cultural y económico tributario, estructuras políticas y
mentales que ceden ante la presión exterior, mentiras que han levantado defensas inexpugnables,
cavado trincheras estratégicas, invadido y conquistado conciencias. En medio de esta nebulosa,
como una visión abstrusa, aparece un antiguo crimen: el imperialismo.
INDÍGENAS

CULTURAS INDIGENAS DEVORADAS POR EL CRUDO EN ARGENTINA, VENEZUELA, ECUADOR Y PERU

Ecuador es solo un ejemplo para un fenómeno bastante distribuido: la explotación de los recursos
petrolíferos sin la menor protección medio ambiental y confirma que el oro negro en lugar de
traer riqueza empobrece las regiones donde se instalan las torres perforadoras.

La industria petrolífera contamina el medio ambiente de varias maneras. La forma más grave y al
mismo tiempo la más frecuente son los derrames de crudo a causa de la rotura de un oleoducto.
Datos oficiales de la compañía estatal PETROECUADOR señalan que entre Octubre de 1994 y
Octubre de 1995 se produjeron 58 accidentes, la mayoría causados por la corrosión de la tubería,
que en total vertieron unos 6.047 barriles (casi un millón de litros) de petróleo en el medio. El
líquido contamina los acuíferos, provoca la reducción de la pesca y a menudo envenena el agua
potable de la población indígena. Un 40% de la población asentada cerca de los pozos tiene que
buscar el agua potable a menos de 200 metros de un acuífero contaminado por el petróleo, y un
20% tiene que utilizar el agua contaminada por el petróleo para su propio consumo. Un 30% la
utiliza para tareas domésticas, la aparición de enfermedades es una consecuencia inevitable.

Los casos de anemia, TBC, hongos de la piel, desnutrición, cálculo del riñón y molestias del hígado
alcanzan más del doble de los porcentajes registrados en asentamientos alejados de los pozos de
petróleo. Más de un tercio de la población sufre anemia. La cuota de mortalidad infantil es de 143
por cada mil nacidos, mientras que la media nacional de Ecuador se cifró en 44 (1.988). Los
abortos alcanzan el 10% de los embarazos. Entre las actividades de mayor riesgo para la salud se
encuentra la limpieza manual de las piscinas de crudo. Estas piscinas excavadas en el suelo, sin
protección alguna, sirven para almacenar el agua extraída junto con el petróleo, aunque luego es
vertida en los ríos de la zona. Otras veces se utiliza para regar los caminos y evitar el
levantamiento de polvo. La lluvia distribuye las sustancias químicas de esta mezcla por la cuneta y
contamina de esta manera los campos. Un 40% de la población masculina mayor de 15 años ha
trabajado alguna vez en la limpieza de las piscinas de petróleo. Seis de cada diez personas
empleadas durante menos de un mes, sufren enfermedades de la piel, mientras que en el caso de
los que trabajan más de un mes, son 8 de cada diez. Dolores de cabeza, de las articulaciones y del
estómago son frecuentes. Este trabajo, sin embargo, suele ser incluso codiciado dado que es la
única fuente de ingreso para los indígenas, cuyos campos y cafetales están afectados por el agua y
el aire envenenados.

Parlamentarios y representantes de acción ecológica de Ecuador por su parte demandaron ante la


Asamblea de Accionistas de TEXACO en Houston, EUA, una indemnización justa para las
comunidades indígenas que habitan en la región amazónica del Ecuador, pero fueron humillados
al ser expulsados del local donde se llevaba a cabo el evento por fuerzas de seguridad.
Texaco es un ejemplo del "ambientalismo corporativo" ya que la empresa se autoproclama
ecologista. En el vecino Perú los consejos AGUARUNA y HUAMBISA, organización representativa
de los pueblos asentados en la provincia de Condorcanqui, y del distrito de Imaza de la provincia
de Bagua, jurisdicción que incluye el espacio territorial de la Cordillera del Cóndor, ha emitido un
pronunciamiento en el que denuncia los graves daños en el entorno ecológico por los combates
entre los ejércitos de Ecuador y Perú en 1995. El documento denunciaba el perjuicio que el
combate ocasionaba, y como los ejércitos arrojaban sus desechos y otros materiales
contaminantes a los ríos, además de cómo las comunidades debían desplazarse por la cercanía de
los bombardeos. Las comunidades más afectadas eran: PASHKUS, MUWAIN, KUNENTSA, TEESH,
ACHUIM, SHAIM, PAISA, KUSU CHICO, PAMPAENTSA, y KUSU KUBAIM DEL RIO CENEPA. Los
indígenas denunciaban también el reclutamiento forzoso de sus hermanos que eran obligados a
marchar al frente.

También los indígenas WARAO, pobladores autóctonos del delta del Orinoco, reunidos en el III
Congreso WARAO realizado en TUCUPITA (Venezuela) en marzo de 1998 solicitaron la salida de
todas las empresas petroleras del delta del Orinoco, desesperados ante las graves
contaminaciones perpetradas por éstas en su espacio vital.

Los indígenas venezolanos fueron mucho tiempo explotados en régimen de virtual esclavitud por
la oligarquía de Caracas. A costa de esta fuerza de trabajo gratuita, sumada a la de los negros
africanos, la antigua aristocracia de Caracas, que también se dedicaba a la ganadería de los llanos,
el añil, el azúcar, el tabaco y las minas, recibió el mote de GRAN CACAO. Venezuela siguió siendo
agrícola, condenada al calvario de las caídas de los precios de café y del cacao, hasta que en 1922,
el país se convirtió de pronto en una fuente inagotable de petróleo. Hoy, por obra y gracia de las
compañías petroleras como la EXXON, que se llevan la parte del león en lo que se refiere a
explotación y comercialización del petróleo venezolano, el 80% de la población del país vive en la
pobreza.

Ambientalistas peruanos , por otra parte, responsabilizaron a la Shell Oil en julio de 1997 de la
supervivencia de los indígenas Nahua y Kugapakori del Perú, ya que la empresa exportará el gas de
las reservas de estas etnias. Cuando Shell Oil hizo una perforación preliminar de la región a
mediados de los ochenta, los Nahua fueron expuestos a la tos convulsa y a la gripe epidémica que
exterminó a la mitad de la población. Los indígenas no tenían anticuerpos contra estas
enfermedades.

Más al sur, en Argentina, uno de cada dos integrantes de la comunidad Mapuche de PAYNEMIL de
Loma la Lata, registra exceso de plomo en la sangre, como consecuencia de la contaminación
ambiental originada en el yacimiento petrolífero que explota YPF (Yacimientos Petróliferos
Fiscales) en esa localidad. Además, uno de cada tres integrantes de la comunidad Mapuche tiene
una alta concentración de mercurio en la orina.

La presencia de plomo en la sangre produce convulsiones, anemia y daño cerebral, en tanto que el
mercurio, que afecta al 34% de la comunidad, genera irritabilidad, depresión e irregularidades
hepáticas. Para peor de males, el exceso de mercurio fue detectado con mayor gravedad en los
niños y adolescentes de 4 a 14 años y en adultos que superan 60 años. También en Argentina, la
Shell es responsable de un desastre ecológico en La Plata; el derrame de petróleo en Magdalena.

Exiliados en su propia tierra, sentenciados a una perpetua diáspora, los indígenas de América
Latina fueron desplazados hacia las comarcas más paupérrimas, los climas más aridos o al interior
de los desiertos al paso que ampliaban sus fronteras los conquistadores, colonos y más tarde los
latifundistas. En la amazonia ecuatoriana los pueblos indígenas utilizaron los bosques durante
milenios y hasta hace poco los bosques se encontraban en un estado prácticamente prístino. Sin
embargo, desde la segunda mitad del siglo XX aparecieron en esta región un número importante
de colonos que comenzaron a devastar la selva. Pero estos colonos llegan a la amazonia
precisamente por la situación de pobreza y degradación ambiental de sus áreas de origen, donde
estos problemas tienen su etiopatogénesis en la mala distribución de la tierra que se concentra en
pocas manos. Como esta situación puede derivar en conflictos sociales, el gobierno ecuatoriano
utiliza a la amazonia como válvula de escape y reubica en ella a los campesinos sin tierra.

Además, el gobierno exige que los colonos demuestren que están convirtiendo un terreno
improductivo en productivo, y los campesinos son obligados a talar el 80% de la tierra asignada.
Solo así se les confiere título de propiedad. La madera que resulta ni siquiera es vendida, sino que
la mayor parte es quemada en el mismo sitio. El hecho de que el país tenga una abultada deuda
externa lo vuelve más vulnerable a la presión externa, el FMI exige un aumento de exportaciones,
que lleva a la necesidad de una mayor explotación de recursos naturales. En Ecuador esto deriva
en una búsqueda continua de nuevos yacimientos petrolíferos y a incrementar la producción de
productos agropecuarios que inmediatamente resultan en una aceleración de las tasas de
deforestación. En casi todas estas actividades también resultan beneficiados los explotadores
nativos la "burguesía comisionista", cuyos intereses económicos coinciden con estas políticas. El
bosque tropical, que había sido conservado y utilizado sustentablemente por las comunidades
locales, es destruido. En la desesperada búsqueda de nuevos rubros de exportación, el gobierno
comienza a promover el cultivo industrial del camarón en granjas camaroneras que rápidamente
destruyen el ecosistema del manglar. La mayor parte de los productos obtenidos a expensas del
bosque se orienta a los mercados de países ricos, dejando de lado a la gente local que solo sufre el
impacto negativo. El beneficio lo obtienen los consumidores del norte, cuyo modelo de consumo
está detrás de la deforestación. Petróleo barato, madera barata, camarones baratos y muchos
otros productos o insumos obtenidos a bajo precio les permiten continuar o incluso incrementar
un consumo ya insustentable. El modelo ecuatoriano es aplicable a muchos países de la región,
donde el no reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas y la distribución injusta
de la tierra constituyen causas subyacentes de la deforestación.

Los conquistadores del renacimiento habían descargado sobre los aborígenes latinoamericanos
sus bacterias y virus, traían, como pestes apocalípticas, la viruela y el tétanos, patologías
pulmonares, intestinales y venéreas, el tracoma, el tifus, la lepra, la fiebre amarilla, las caries que
pudrían las bocas. La maldición que el hombre blanco trajo al indígena no ha terminado, aunque
hoy ya no es necesario un contacto personal para la propagación de los males. En Paraguay, los
Nivaclé, indígenas del Chaco, mueren en medio de atroces sufrimientos a causa de fungicidas
mercuriales y otros productos tóxicos procedentes de los países del primer mundo y que fueron
depositados en territorios indígenas por las mismas fuerzas militares paraguayas, cómplices de
traficantes europeos de desechos.

LA REVOLUCION INDUSTRIAL Y EL EFECTO INVERNADERO

Los cambios climáticos de la tierra, como la edad de hielo, han sido procesos naturales y
paulatinos. Sin embargo, en el siglo XVIII la historia empezó a cambiar. La población humana
había aumentado considerablemente y nació la industria. Producto del ingenio del hombre,
surgieron las máquinas que facilitan el trabajo humano.

Pero estas máquinas necesitaban energía para funcionar, y para obtener dicha energía
comenzaron a usarse los combustibles fósiles; carbón, petróleo y gas natural. El carbón movía las
locomotoras, el gas y el petróleo iluminaban las ciudades.

El filósofo inglés John Stuart Mill se preguntaba a mediados del siglo XIX: "¿Con qué fin busca
nuestra sociedad su progreso industrial? Cuándo el progreso se detenga, ¿En qué estado
podemos esperar que deje a la humanidad?"

James Allaire había aumentado el rendimiento de las máquinas a vapor, inventando en 1824 el
motor compuesto, al que se le añadieron la caldera tubular y el motor de doble cilindro. En 1890
Charles Parson desarrolla la turbina: es la segunda revolución industrial. Muchos pensaron que
estos avances de la ciencia y la técnica se traducirían solo en beneficios para el hombre.

El problema fue que los motores quemaron grandes cantidades de combustibles fósiles y
produjeron enormes volúmenes de dióxido de carbono, gas que ocasiona el "efecto invernadero".
El monocultivo, la cría de animales y la tala indiscriminada de bosques agravaron el problema,
añadiendo al CO2 metano y dióxido de nitrógeno.

En pequeñas concentraciones, los gases que producen el efecto invernadero son vitales para la
supervivencia del hombre. Sin ellos, la tierra sería 30 grados más fría, como el planeta Marte.

Cuando la luz solar llega a la tierra, un poco de esta energía se refleja en las nubes, el resto
atraviesa la atmósfera y llega al suelo. Gracias a esta energía la vegetación crece y se desarrolla.

Pero no toda la energía del sol es aprovechada en la tierra, una parte es devuelta al espacio.
Como la tierra es mucho más fría que el sol, no puede devolver la energía en forma de luz y calor,
por eso la envía como energía infrarroja. (Un ejemplo de energía infrarroja es el calor que emana
de una estufa eléctrica antes de que las barras comiencen a enrojecer). Los gases de efecto
invernadero absorben esa energía infrarroja como una esponja, de este modo el calor queda
atrapado en la atmósfera terrestre de la misma forma en que el calor queda atrapado entre los
vidrios de un invernadero. Este efecto de calentamiento es el efecto invernadero.
MUNDO GLOBAL, CAMBIO CLIMATICO GLOBAL

El problema es que estamos haciendo que nuestra "frazada" atmosférica sea más gruesa. Esto es a
través de la quema de carbón, petróleo y gas natural, que liberan grandes cantidades de CO2 a la
atmósfera. Cuando talamos bosques y quemamos madera, reducimos la absorción de CO2
realizado por los árboles y conjuntamente liberamos el dióxido de carbono contenido en la
madera. El criar bovinos y plantar arroz genera metano, óxidos nitrosos y otros gases invernadero.
Si el crecimiento de la emisión de gases invernadero se mantiene en el ritmo actual los niveles en
la atmósfera llegarán a duplicarse, comparados con la época preindustrial, durante el siglo XXI. Si
no se toman medidas es posible hasta triplicar la cantidad antes del año 2100 ( GCCIP, 1997).

El consenso científico como resultado de esto, es que seguramente habrá un aumento global de la
temperatura entre 1.5 y 4.5 °C en los próximos 100 años. Esto agregado al ya existente aumento
de 0,5°C que ha experimentado la atmósfera desde la revolución industrial (UNEP/WHO,1986).

Poder predecir cómo esto afectará al clima global, es una tarea muy difícil. El aumento de la
temperatura tendrá efectos expansivos. Efectos inciertos se agregan a otros inciertos. Por
ejemplo, los patrones de lluvia y viento, que han prevalecido por cientos y miles de años, de las
que dependen millones, podrían cambiar. El nivel del mar podría subir y amenazar islas y áreas
costeras bajas. En un mundo crecientemente superpoblado y bajo estrés, con suficientes
problemas de antemano, estas presiones causarán directamente mayor hambruna y otras
catástrofes. (UNEP/WMO,1994).

Según la Organización Mundial de la Salud (WHO), aún un pequeño aumento de temperatura


puede causar un aumento dramático de muertes debido al esparcimiento de enfermedades tales
como la malaria, dengue y cólera; sequías, falta de agua y alimentos. La IPCC lo plantea así: "el
cambio climático con certeza conllevará una significativa pérdida de vidas" (Dunn,1997).

La cantidad de dióxido de carbono ha aumentado desde 295 ppm. Anterior a la época industrial, a
una cifra actual de 359 ppm. Este aumento corresponde a un 50% de lo esperado, basado en la
tasa de quema de combustibles fósiles. Varios procesos naturales parecen actuar como
moderadores, por ejemplo el océano actúa como reserva, donde el dióxido de carbono se disuelve
como tal y como carbonatos y bicarbonatos. Un aumento del dióxido de carbono en el aire, actúa
como estimulante del crecimiento vegetal, de esta manera se fija más este gas. El calentamiento
de la tierra, además de descongelar las capas polares, puede causar un cambio en el sistema de
circulación del aire, cambiando patrones de lluvia. De esta manera por ejemplo, el medio - oeste
norteamericano (fuente agrícola de los EUA), podría transformarse en desierto, y las zonas de
cultivo moverse hacia áreas de Canadá.
Otro riesgo constituye la posibilidad del descongelamiento de las tundras árticas que implicaría la
liberación de millones de toneladas de metano, también gas de efecto invernadero. Si la
temperatura superficial de los océanos se eleva a 27 C sobre una extensa área, el vapor de agua
ejercería un efecto invernadero tres a cuatro veces mayor que el actual. El equilibrio ecológico de
los mares polares se verá afectado, y se perturbará el crecimiento del plancton vegetal y animal
perjudicando a toda la cadena alimentaria, desde los peces hasta las focas y las ballenas. Un
aumento de solo 60 centímetros en el nivel del mar podría inundar las tierras fértiles de
Bangladesh, en la India, tierras de las cuales dependen millones de personas para obtener
alimentos. La capacidad de producción de los graneros de trigo, arroz o maíz disminuirá entre tres
y diez veces, y gigantescas hambrunas asolarán a los países del tercer mundo.

Las grandes empresas continúan preguntándose cuanto puede llegar a costar combatir el
calentamiento global, pero sería mejor preguntarse cuánto nos va a costar el no combatirlo. La
cantidad media de declaraciones de zona de desastre ha aumentado de 25 al año entre 1979 y
1983, a 46,6 al año entre 1994 y 1998, un incremento del 86 %. Las pérdidas económicas
relacionadas con catástrofes naturales en la última década son 8,5 veces mayores que en los años
60, teniendo en cuenta la inflación.

Los óxidos de nitrogeno aumentaron un 19 por ciento y el metano en un cien por ciento. En lo que
respecta al CO2, solo entre 1970 y 1990 aumentó en un 9 por ciento. En el mismo período, los
ajustes para aumentar la producción ganadera en Latinoamérica costó la destrucción de 20
millones de hectáreas de bosque tropical. En 9 de 15 países europeos aumentaron las emisiones
entre 1990 y 1994. Sólo en Dinamarca el aumento fué del 18,9 %, en Portugal el 13,8 % y en
España un 9,5 %.

Es importante señalar que el cambio climático fue por mucho tiempo negado por los líderes y
autoridades del mundo entero. En 1991, por ejemplo, E. Donald Elliot, director de la agencia de
protección ambiental estadounidense declaró en Madrid que los EUA se oponían firmemente a
medidas de reducción de emisiones de CO2, "hasta que no hubiese plena evidencia científica del
calentamiento peligroso de la tierra"

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