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CCCF - Sala I
CFP 9608/2018/251/CA70
“De Vido, Julio Miguel y otros s/
procesamiento con prisión
preventiva”
Juzgado N° 11 - Secretaría N° 21
#32992788#232074882#20190415135538408
El 27 de noviembre de 2018 el Dr. Claudio
Bonadío decretó el procesamiento de Juan Manuel Abal Medina y
Hugo Martín Larraburu como miembros de una asociación ilícita, en
concurso real con los delitos de admisión de dádivas -en 10 hechos- y
cohecho pasivo, en calidad de partícipes necesarios. Idéntico criterio
adoptó respecto de Alberto Ángel Padoan y Rubén Aranda, a quienes
tuvo como integrantes de una asociación ilícita y como autores de los
delitos de dación de dádivas -en dos hechos para el primero y en uno
para el restante-. También Paolo Rocca fue responsabilizado como
miembro de ese colectivo previsto en el art. 210 del Código Penal y
por un episodio de cohecho activo, en calidad de coautor. Por último,
también Claudio De Lassaletta fue alcanzado por el decisorio, mas
únicamente en orden a tres hechos de dación de dádivas, que
concurren materialmente entre sí.
El a quo impuso a todos los nombrados un
embargo por la suma de $ 4.000.000.000.
En el mismo auto, el Juez de Grado también
se ocupó de la situación de algunos de los imputados alcanzados por
la resolución del pasado 17 de septiembre, a quienes amplió su
procesamiento en orden a nuevos hechos de admisión de dádivas. En
esta línea se inscribe el temperamento adoptado respecto de Julio De
Vido -1 hecho-, José María Olazagasti -1 hecho-, Hernán Del Río -1
hecho-, Hernán Gómez -3 hechos, Roberto Baratta -8 hechos- y
Nelson Lazarte -6 hechos-. A todos ellos les mantuvo además el
encarcelamiento preventivo que -en aquel momento- les afectaba por
igual, así como la cuantía de los embargos decretados.
Finalmente, el magistrado dictó la falta de
mérito para procesar o sobreseer a otros cinco imputados, decisión
ésta que fue consentida por los acusadores, excepto en lo referente a
Miguel Ángel Marconi, siendo cuestionada en este punto tanto por la
querella como por los agentes fiscales.
III. Cuestiones preliminares.-
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los extremos abarcados por la ampliación del procesamiento de los
encartados-, se advierte que se mantuvo la misma estructura en las
indagatorias y sus ampliaciones, por cuanto en el apartado III fueron
descriptas las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que los
organizadores y miembros del “segundo círculo” del esquema de
recaudación habrían recibido el dinero receptado por los integrantes
del primero, cuyas intervenciones fueron descriptas detalladamente en
los apartados IV y V.
En esa línea, al ex ministro De Vido fue procesado
por un hecho de admisión de dádivas en calidad de coautor, el cual
-tal como lo admite la propia defensa al fundar su recurso- le fue
expresamente atribuido en el apartado IV.v), a fs. 13249 vta., de su
ampliación de indagatoria.
En lo que se refiere a Baratta, los 8 hechos de
admisión de dádivas por los cuales ha sido procesado fueron
debidamente individualizados en el título IV, puntos u), v), x) y y) de
su ampliación de indagatoria de fs. 13194/212, destacándose en estos
casos la intervención de Nelson J. Lazarte y de Hernán C. Gómez,
quienes resultaban subordinados y colaboradores del nombrado.
Por último, a Hernán del Río le fue atribuida la
conducta descripta bajo el título IV, punto q), de su ampliación de
indagatoria de fs. 13256/75, hecho por el cual fue procesado.
En todos los casos, las conductas imputadas fueron
correctamente individualizadas y suficientemente descriptas en sus
circunstancias de tiempo, modo y lugar.
En suma, todo ello nos lleva a concluir que,
contrariamente a lo planteado por los recurrentes, la intimación
formulada a los encartados ha delimitado adecuadamente el marco
fáctico de la imputación, toda vez que contiene los datos mínimos y
suficientes que posibilitaban el pleno ejercicio de su derecho de
defensa (conforme arts. 298 y 308 del CPPN).
Finalmente, tal como sostuvimos en la resolución
citada, tampoco se advierte respecto de Del Río que la descripción
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En líneas generales, los imputados adujeron
la insuficiencia probatoria para fundar su sujeción a proceso, o bien la
heterogénea valoración efectuada por el magistrado respecto de
situaciones similares.
También la calificación legal acordada a los
hechos fue cuestionada, fundamentalmente, en orden a los requisitos
exigidos por la figura de asociación ilícita, del mismo modo que la
forma concursal escogida al tratar el universo fáctico examinado.
Las cautelares dispuestas fueron asimismo
impugnadas, invocándose la ausencia de motivos para justificar el
encarcelamiento preventivo, así como la desproporción de los
embargos fijados.
b) Recursos de la acusación.-
El Ministerio Público Fiscal centró parte de
sus agravios en la lectura jurídica que de los hechos hizo el Instructor.
A criterio de los fiscales, los eventos que el juez definió como
ofrecimiento o admisión de dádivas constituyen casos de cohecho
activo y pasivo respectivamente, los que, en su reiteración, exigirían
aplicar el instituto del concurso material entre ellos.
También reclamaron el dictado de la prisión
preventiva para todos aquellos a quienes el juez dictó el
procesamiento en orden al delito contemplado en el art. 210 del
Código Penal.
Finalmente, tanto los fiscales como la Oficina
Anticorrupción recurrieron el criterio expectante adoptado respecto de
Miguel A. Marconi y postularon su procesamiento en orden a los
delitos de asociación ilícita y cohecho activo, enlazados en forma real.
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ciudad, que fueron el escenario de las entregas de dinero que
garantizarían a sus cedentes el beneficio de contratar con el Estado. 7
y 94 hechos, respectivamente, conformaron la imputación contra el ex
ministro y su Subsecretario de Coordinación, mientras que 3 y 64
fueron los adjudicados a los restantes miembros de la organización
aquí citados. Otras atribuciones alcanzaron a Del Río y a Gómez, a
quienes se adjudicó la comisión de dos hechos a cada uno, aunque
este Tribunal consideró que tanto uno como otro habían colaborado
desde afuera de la asociación ilícita investigada, lo que condujo a
reducir a su respecto la gravitación del reproche formulado en la
instancia.
Idéntica limitación operó -salvo contadas
excepciones- respecto de los empresarios, cuyo único rol fue la
realización de los pagos, según el perverso circuito instaurado en
derredor de la asignación de la obra pública. Si bien fue posible
advertir que estos particulares guiaron su actividad en virtud de las
ventajas que obtenían a partir de los pagos acordados, no existía en
ellos la misma finalidad recaudatoria que gobernaba el obrar de los
agentes públicos. Tal incisión impuso que aquéllos respondieran
solamente en orden a los pagos ilícitos efectuados.
Esta misma conclusión resulta aplicable a los
particulares alcanzados por la presente resolución de mérito, teniendo
en cuenta que aquí tampoco se advierte la comunidad con los fines
recaudatorios que motorizaron la estructura asociativa, sino que al
igual que en el caso de otros empresarios, la finalidad perseguida por
ellos se agotaría en los contratos públicos obtenidos por sus empresas.
Efectuada esta necesaria puntualización,
corresponde abocarnos entonces al análisis de las distintas entregas de
dinero ponderadas en el auto en crisis.
En un principio, estos sucesos fueron, en su
mayoría, calificados como simples dádivas concedidas a los
funcionarios en virtud de su cargo. Pero esa fue una calificación que
esta Cámara no compartió. El integral examen de las constancias y el
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marco que les diera contexto y sentido, condujo a ver en esos casos el
claro testimonio de distintos delitos de cohecho por el que finalmente
se confirmaron sus procesamientos.
Sin embargo, ese decisorio lejos estuvo de
clausurar el desarrollo del sumario. La investigación prosiguió y en su
curso, el Juez de Grado tuvo por acreditada la veracidad de otras
anotaciones de Centeno. Se trata, en el caso, de 9 entregas de dinero. 3
de ellas asignadas a la empresa Supercementol, otras 3 supuestamente
efectuadas por Claudio De Lassaletta, 2 atribuidas a Alberto Padoan y
una (1) última imputada a Rubén Aranda.
Según el recorrido signado por el dinero, en
cada uno de estos supuestos el juez fue discriminando los reproches.
Con excepción de una de las entregas de Padoan que, vía la
intervención de Lazarte, fue imputada a De Vido, Olazagasti y Del
Río -a la que se resumió la ampliación de sus procesamientos-, todos
los pagos habrían pasado por las manos de Roberto Baratta, lo que
motivó ampliar su procesamiento en orden a 8 hechos de admisión de
dádivas. 3 habrían sido obtenidos por intermediación de Gómez,
mientras que los otros 5 lo fueron por la actuación de Lazarte, lo que
condujo a extender los alcances de sus respectivos procesamientos por
igual número de casos.
Desde otra óptica, las personas indicadas
como generadoras de esos pagos -Aranda, Padoan y De Lasaletta-,
fueron procesados por 1, 2 y 3 daciones de dádivas, según el caso,
mientras que ningún reproche fue dirigido a las actuales autoridades
de Supercemento, tras la muerte de quien fuera su presidente al
tiempo de los hechos. Es en este punto donde se inscribe la queja de
los acusadores al solicitar el procesamiento de Miguel Ángel Marconi.
La carencia probatoria fue el motivo alegado
por las tres defensas al recurrir. Sin embargo, al menos para dos de
ellos, el expediente dicta lo contrario.
En los casos de Aranda y Padoan, los
sucesos registrados en los “cuadernos” o en anotaciones
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independientes llevadas por Centeno -expresamente reconocidas por
él al declarar como imputado arrepentido-, fueron contrastadas con los
datos recabados en la encuesta. Así, se determinó que el automotor
Hilux OEW 283, desde el cual se habría formalizado la entrega de U$
250.000 en octubre de 2015, se hallaba registrado a nombre de la
empresa Chimen Aike SA y que su presidente, Rubén Aranda, se
encontraba autorizado para su conducción.
Por su parte, se estableció que en el domicilio de la
calle Luis Sáenz Peña N° 1074, que Centeno refirió como el sitio
donde se recogieron U$S 500.000 en septiembre de 2013 y US$
1.000.000 en junio de 2015, funcionan las empresas del Grupo
Vincentin, de cuyo directorio participaba Padoan.
Pero sin lugar a dudas, lo que termina por
dotar de veracidad a lo enunciado por Centeno y persuadir del acierto
del decisorio recurrido son las más de cuatro docenas de llamados que
los teléfonos asignados a los imputados registraron con Roberto
Baratta. A la par de ciertos mensajes que aluden a adjudicaciones de
obra pública, a sumas dinerarias y a personas imputadas en autos,
existieron 45 llamadas que Aranda mantuvo con el ex Subsecretario
de Coordinación, 3 de las cuales se registran en días previos a la
entrega del dinero. Por su parte, 42 conversaciones mantuvieron
Padoan y Baratta, advirtiéndose, aquí también, que una de ellas tuvo
lugar un día antes de la entrega del año 2015.
Es cierto que ambos imputados invocaron no
hallarse en la ciudad los días en que se efectuaron las entregas
cuestionadas. Sin embargo, el contexto en torno a los hechos
imputados, fundamentalmente, a partir de las comunicaciones
telefónicas detectadas, no sólo proyecta un escenario coherente con la
imputación que se les dirige sino que, además, habilita a suponer que
su intervención se canalizaba a nivel de otros estratos. Desde una
posición en la cual los asuntos se manejan a distancia, bien pudieron
haber brindado las directivas para que un dependiente se limitara a
materializar esas entregas que habían sido ya decididas y planificadas
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desde las posiciones que los imputados ocupaban. De ahí, por tanto,
que los argumentos vertidos no sean suficientes para variar su
situación procesal.
No obstante, diferente es el caso de Claudio
De Lassaletta, a quien el a quo atribuyó 3 entregas de dinero entre
octubre y noviembre de 2009, desde el automóvil Peugeot 307 patente
GSF 130. Aquí también el imputado fue identificado a partir de la
titularidad del rodado. Sin embargo, la diferencia estriba en que a tal
dato ningún otro se ha adicionado. En particular, no surge su
vinculación con empresa alguna, ni relación contractual con la
Administración Pública Nacional -al tiempo de los hechos, el
encartado era funcionario de uno de los Centros de Gestión y
Participación del gobierno local-. Tampoco se registran
comunicaciones con los demás imputados, ni se cuenta con
filmaciones o testimonios que permitan relacionar a De Lassaletta con
las menciones efectuadas por Centeno.
Esta orfandad probatoria impide, por tanto,
homologar el reproche efectuado y torna conveniente adoptar un
temperamento expectante a su respecto, que permita avanzar en la
investigación a fin de definir su situación en el proceso.
Esa fue la solución que el a quo escogió en
ocasión de analizar el caso de Miguel Ángel Marconi. Sin embargo,
no advertimos que su posición frente a los hechos habilite aquí la
misma respuesta.
En el expediente existen sobradas pruebas de
las 3 entregas que la empresa Supercemento realizó en los meses de
septiembre y octubre de 2015, unas por US$ 1.200.000 y otra por US$
800.000.
En este caso, el domicilio consignado en los
cuadernos -3 de Febrero N° 2750- se corresponde con la sede de la
compañía y surge además que Supercemento resultó contratista del
Estado en diversas oportunidades.
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A la par de ello, fueron los propios imputados
quienes - más allá de diferir en los montos- reconocieron la existencia
de esos pagos, atribuyendo al entonces presidente de la compañía, el
hoy fallecido Francisco Eugenio Moresco, haber dado las directivas a
tal efecto (cfr. declaraciones de Raúl Alejandro Ibarra y Miguel Ángel
Marconi). En particular, Marconi recordó haber realizado las 3
entregas de dinero por indicación de Francisco Moresco, quien le
habría referido que eran aportes de campaña. Sobre el particular,
especificó el encartado que si bien “…la oficina de Moresco estaba
ubicada en Capitán General Ramón Freire 2265 CABA, en las tres
oportunidades él me entregó el sobre en ese lugar y yo lo llevé hasta
la sede de la oficina ubicada en Tres de Febrero 2750 CABA donde
está mi oficina y ahí se lo entregué a Nelson [Lazarte] quien siempre
concurría sólo” (fs. 6077/81).
Frente a tales extremos, la pieza recurrida
tuvo por acreditados los hechos realizados desde Supercemento. Sin
embargo, estimó que de momento no había elementos para
responsabilizar de ello a los imputados, particularmente, -en lo que
aquí interesa- a Marconi. A criterio del juez esas entregas fueron “por
pedido de su superior”, el entonces presidente de la empresa.
La aplicación de tal parámetro no es
novedosa. De hecho, el mismo fue empleado por el a quo al resolver
anteriormente en estas actuaciones, temperamento que fue impugnado
por los acusadores y que llevó a esta Sala a sentar opinión al respecto.
En este sentido, compartimos las críticas
articuladas por los recurrentes en que, frente al marco de los eventos y
la posición jerárquica que Marconi ocupaba ya desde el año 2009, no
es posible eludir su responsabilidad, adjudicando las decisiones de
modo exclusivo en cabeza de un tercero. Nótese que, tal como señalan
tanto los fiscales como la querella, Supercemento SAIC integraba el
núcleo de empresas beneficiarias de las licitaciones de obra pública
desarrolladas desde el Ministerio de Planificación Federal. Y que, por
otra parte, Marconi no se limitaba a ser un simple empleado de la
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por lo actuado, a la vez que se señaló que será en la etapa del debate
oral donde se precisarán las restantes cuestiones vinculadas con la
calificación legal y la unidad o pluralidad de delitos.
Por lo demás, resulta inoportuno examinar
aquellos planteos que en esta ocasión procuran discutir los caracteres
y requisitos del delito de asociación ilícita que, para este grupo de
imputados, constituye materia pretérita.
Es así que el asunto se reduce aquí a
verificar si existen elementos para que estos nuevos hechos amplíen la
plataforma fáctica por la cual De Vido, Olazagasti, Del Río, Baratta,
Lazarte y Gómez ya se encuentran sometidos a proceso.
En este punto, se ha tenido por acreditado
-con los alcances del estadio procesal que se transita- la existencia de
los pagos atribuidos a Marconi, Aranda y Padoan. Respecto de las
entregas efectuadas por los dos primeros empresarios -con 3 entregas
en un caso, y una en el otro-, las anotaciones de Centeno describen
que el dinero habría llegado a manos de Baratta a través de Lazarte.
En el caso del último, uno de los dos pagos habría transitado igual
camino, mientras que el otro, sorteando al ex Subsecretario de
Coordinación, habría sido recibido por De Vido, tras la intervención
de Del Río y Olazagasti.
Frente al valor convictivo alcanzado por los
cuadernos que dieron inicio a la causa, mediante la verificación de sus
extremos en función de otros elementos de prueba y al panorama que
esta Sala apreció en su resolutorio de fines del año pasado,
consideramos que corresponde confirmar la ampliación del
procesamiento por estos hechos, con los alcances precisados por el a
quo. Pues si bien el Ministerio Público Fiscal reclamó que también el
último de los hechos merituados fuera atribuido a Baratta, a la vez que
todos ellos fuesen imputados a De Vido, las evidencias colectadas
impiden compartir tal expectativa, la cual se sustenta en conjeturas
inferidas a partir de la dinámica de los hechos.
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en un escrito aportado en ese mismo carácter (cfr. Legajo de
arrepentido N° 56, fs. 9 vta.).
Por su parte, Chimen Aike SA fue adjudicataria
de licitaciones convocadas por la Secretaría de Energía del Ministerio
de Planificación Federal en 2008 (relacionada con el Gasoducto
Central Timbúes) y en 2013 (planta de tratamiento de gas), según el
citado informe de la OA. Así como de una licitación de obra pública
vial en la Provincia de Santa Cruz (Ruta Nacional N° 3) en 2003,
según el informe obrante en la causa N° 13.816, conexa con estas
actuaciones (cfr. anexo aportado por Nota NO-2018-65579220-APN-
PYO#DNV de la Gerencia Ejecutiva de Proyectos y Obras de la
DNV, de fecha 14-12-2018, en la causa cit.).
Si bien, como antes dijimos, una respuesta
concluyente sobre el particular debe emanar de una discusión más
profunda, que esta instancia preparatoria no está en condiciones de
afrontar íntegramente, consideramos que ante los elementos
ponderados no es posible comprender a estas entregas de dinero como
simples concesiones a los funcionarios en orden a su sola investidura.
Por el contrario, la lógica que viene impuesta por
el universo probatorio examinado supone vincular tales pagos con los
beneficios derivados del otorgamiento y/o la ejecución de los
contratos públicos a las empresas involucradas, salvo aquellos casos
excepcionales en los que no fuera posible identificar relaciones
contractuales entre estas últimas y el Estado.
Por tanto, la historia develada hasta aquí no
permite una lectura fraccionada de los hechos y conduce a calificar
estos episodios bajo el prisma de los arts. 256 y 258 del CP, según el
caso.
No obstante, a la luz del plexo probatorio reunido,
estimamos que debe diferenciarse la situación verificada en torno a
los dos (2) pagos efectuados por Padoan.
El Grupo Agroindustrial Vicentin SAIC,
Algodonera Avellaneda, Buyanor, Estrella o Friar -empresas del
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adjudicados en su oportunidad a Luis María Betnaza y Héctor Alberto
Zabaleta, quienes respectivamente ordenaron y ejecutaron 8 pagos a
Roberto Baratta durante el año 2008, presumiblemente, a efectos de
obtener cierto auxilio para una de las empresas del conglomerado
empresario Techint (SIDOR), radicada entonces en Venezuela.
Sobre el particular, cabe señalar que los pagos en
nombre de Techint se registraron entre mayo y diciembre de aquel
año, por lo que es dable deducir que los mismos responderían a un
propósito u objetivo ubicado temporalmente en ese período.
A su vez, estas entregas de dinero fueron
reconocidas tanto por Betnaza como por Zabaleta (cfr. declaración
indagatoria de fs. 5346/60 y presentación de fs. 6814/27 respecto del
primero y Legajo de arrepentido N° 33 correspondiente al segundo),
cuyo procesamiento fue confirmado en el caso del primero y
decretado en esta instancia respecto del segundo, en orden al delito de
cohecho activo (que fue la figura escogida por el a quo), en carácter
de autor y partícipe necesario, respectivamente.
En esta ocasión, el Juez de Grado proyectó
esa misma imputación hacia Paolo Rocca, al considerar que debido al
“…cargo que ostentaba no podía desconocer la existencia de los
pagos efectuados por el grupo económico al cual pertenecía”. Para el
Instructor, la circunstancia de que el imputado fuera vicepresidente
del holding compuesto, entre otras, por la empresa SIDOR, le habría
impedido mantenerse ajeno a los hechos investigados. Máxime
cuando las manifestaciones del propio Betnaza lo situaban en un
suceso (inauguración de un pozo petrolero en Venezuela) que habría
marcado el comienzo de los pedidos de dinero luego concretados.
No es posible, ciertamente, soslayar la
jerarquía del nombrado dentro del conglomerado empresario y las
posibilidades de conocer el estado de las diversas sociedades que esa
posición le otorgaba, a los fines de diseñar el rumbo de sus negocios,
así como de intervenir en su desarrollo. En este sentido, la particular
situación atravesada por SIDOR una década atrás, evidentemente,
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funcionarios del Ministerio de Planificación Federal, sin que hubiera
mediado una orden superior (cfr. declaración indagatoria -en especial,
fs. 5359 vta.-). Lo cual se condice además con el resultado de los
entrecruzamientos de llamadas telefónicas ordenados en autos, que
muestran que el nombrado habría mantenido contacto con la cúpula
de dicho ministerio en fechas correspondientes a las entregas de
dinero. En tanto que, con respecto a Rocca, dicha medida probatoria
no arrojó resultados que pudieran compaginarse con la imputación
que aquí se le dirige (conforme Legajo de Investigación CFP
9608/2018/268 -en particular, fs. 964/5 y 1617/24-).
En este marco de análisis, cabe observar que la
remisión efectuada por el a quo al suceso referido por Betnaza, para
de allí inferir que Rocca habría intervenido en las tratativas que
preludiaron a los pagos objeto de reproche, tampoco permite arribar
lógicamente a aquella conclusión. Ello, ponderando particularmente
que el acto aludido habría tenido lugar en febrero de 2007 (fs.
6814/6827), es decir, más de un año antes de que acontecieran los
hechos abarcados en la imputación. De tal modo que la distancia
temporal entre ambos eventos obsta en principio a que puedan ser
vinculados de la forma indicada en el auto en crisis.
En consecuencia, ante la conducta desplegada por
otros actores en el desarrollo de estos eventos ilícitos, la
responsabilidad de Rocca, cimentada fundamentalmente en su
posicionamiento jerárquico dentro del holding, carece del sustento
necesario y suficiente para vincularlo a este proceso.
De ahí que no sea posible homologar en este
punto el decisorio examinado y que resulte necesario ahondar la
encuesta a efectos de dilucidar si efectivamente Rocca estuvo ligado
con las entregas de dinero registradas por Centeno en 2008. Ello, sin
perjuicio de lo oportunamente sostenido en la resolución del 20 de
diciembre pasado, respecto de la necesidad de profundizar en las
circunstancias aducidas por las defensas de Betnaza y Zavaleta en
orden a justificar los pagos efectuados.
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pudo ser posible que parte de esos fondos fueran a solventar gastos
proselitistas, además de engrosar el patrimonio de algunos
funcionarios. Sin embargo, no es dónde culminó su tránsito, sino
dónde comenzó, el punto que interesa a la reconstrucción histórica
que ocupa este expediente. Y ese inicio se registra, una vez más
(según dictan las anotaciones de Centeno y fuera luego corroborado
por otras pruebas), en las oficinas y estacionamientos de las empresas
citadas.
En particular, respecto de ambos encartados, el
juez tuvo por acreditadas en esta ocasión sólo algunas de las casi tres
decenas de referencias inscriptas en los cuadernos.
En lo que refiere a la empresa Isolux, del
mismo modo en que lo hizo en su anterior pronunciamiento, dio trato
unificado a las entregas de los días 5 agosto, 5 y 19 de septiembre,
como un único caso de cohecho. No obstante, y siguiendo ese criterio,
de igual manera debió haber atendido el pago del día 1° de agosto,
que también alcanzó el procesamiento del titular de la empresa y que,
por tanto, debe entenderse como incluido en la imputación (cfr.
archivos de imagen correspondiente a “cuadernos 2013”).
En cuanto a la empresa IMPSA, la
resolución le atribuye a los imputados el pago efectuado el día 7 de
agosto; dos días más tarde, se ubica aquél atribuido a Benjamín
Romero, por Hidrovía SA; y ya finalizando ese mes -los días 29 y 30-,
se registran dos pagos de Armando Loson.
En lo concerniente a Benito Roggio e Hijos
SA, el Juez de Grado ubica un único hecho el día 5 de agosto.
Por su parte, en cuanto a los pagos atribuidos a las
empresas vinculadas a Ángel J. A. Calcaterra, el a quo menciona tres
hechos: 9 de agosto, 24 de septiembre y 22 de octubre de 2013.
Si bien todos estos eventos se tuvieron por
acreditados al tratar la responsabilidad de los mencionados
empresarios en el anterior resolutorio de mérito, existen otros casos
que también les fueron adjudicados y que, no obstante ello, no fueron
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trata del dinero que la empresa de Carlos Wagner (Esuco SA) pagó el
día 7 de agosto 2013, el cual fue omitido al reseñar el catálogo de
hechos atribuidos a Larraburu y Abal Medina, y que por ende
corresponde incorporar aquí.
Por lo demás, los representantes del
Ministerio Público Fiscal reclamaron que las 29 de anotaciones en las
que Centeno refirió entregas de dinero destinadas al entonces Jefe de
Gabinete, formaran parte del procesamiento dictado.
Sin embargo, por fuera de los supuestos que ya
fueron analizados, estimamos que no existen elementos suficientes
para trazar un paralelo entre tales registros y la responsabilidad de los
encartados. En este sentido, muchas de esas anotaciones carecen de la
necesaria precisión acerca de los lugares, la identidad de las empresas
o personas involucradas y/o las características del hecho (a su vez, el
sumario ha avanzado en diligencias tendientes a esclarecer estas
incógnitas, sin que se hayan obtenido resultados positivos). Estas
falencias impiden, de momento, recoger de manera íntegra la
impugnación del acusador.
No obstante, en los ocho (8) casos que
hemos individualizado (de los cuales uno integra el hecho único
atribuido a De Goycoechea) tales déficits se trasmutan en
convicciones, pues cada uno de esos episodios ya fueron
comprobados en autos, fundando el procesamiento de sus distintos
actores. Es así que en esta oportunidad es posible vincular los dos
extremos del recorrido, en tanto las probanzas reunidas permiten
recrear la perfecta correspondencia entre el origen y el destino del
dinero recaudado.
En efecto, según se inscribe en los
cuadernos, Larraburu fue la persona encargada de recolectar el dinero
que las empresas entregaban a los referentes del Ministerio de
Planificación Federal, para dárselo a su jefe Abal Medina. Ello,
mediante los encuentros pactados con Lazarte, los cuales tenían lugar
después de que el secretario de Baratta retirase los bolsos o paquetes,
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era el recorrido del dinero, ya que según se explicita todo lo
recaudado por Larraburu era para “llevárselo a Abal Medina”.
Es así que cada uno de los hechos atribuidos
a Larraburu fueron replicados en el reproche formulado a Abal
Medina pues, en definitiva, la actuación del primero respondería a su
rol de subordinado y persona de confianza del entonces Jefe de
Gabinete, siendo este funcionario el destinatario final de las sumas
colectadas.
En ningún momento los imputados negaron
haber recibido ese dinero. Por el contrario, expresamente lo
reconocieron. No obstante, adujeron un origen muy distinto. Abal
Medina recordó que a mediados del año 2013 lo contactó Baratta a fin
de coordinar la recepción de algunos fondos que se recaudarían a
partir de aportes voluntarios. Ese mismo panorama es reproducido en
la declaración de Larraburu quien reconoció que “… efectivamente
colabor[ó] en algunas ocasiones recibiendo los fondos que
correspondían a aportes voluntarios según manifestaron quienes [se]
los entregaron, el Lic. Baratta y Nestor Lazarte” (sic). Sin embargo,
frente a los extremos evocados, no es posible admitir que los
imputados confiasen en que aquella fuera la genuina causa de las
entregas de dinero.
En un contexto diferente las explicaciones
brindadas quizá encontraran su cauce. Pero no es este el caso.
Larraburu no se limitó, como dice, a recibir dinero cuya procedencia
podía desconocer. Fue él mismo quien, en muchas ocasiones, escoltó
los pasos de aquéllos a quienes nombró, acompañándolos a oficinas y
estacionamientos donde colectó el dinero proveniente de los pagos,
para después entregarlo a Abal Medina.
Por tal motivo, no es posible admitir la pretendida
desvinculación de los nombrados con los hechos del sumario, cuando
su obrar no se mantuvo en los márgenes del sistema implementado
desde el Ministerio de Planificación, sino que decididamente se
imbricó en él. No es casual, en este punto, que específicamente se
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como en la resolución de fecha 20 de diciembre-, compartimos en este
aspecto la postura de la acusación. Ello así, en la medida en que el
sumario permite concluir que los pagos verificados no se limitan a una
simple dádiva, sino que habrían tenido una directriz específica,
orientada a la consecución de un beneficio concreto. En este sentido,
advertimos que las entregas de dinero tenían un fin ulterior, puesto
que eran el vehículo para captar la voluntad de quienes ejercían
funciones públicas. De ahí que sea la figura del cohecho aquella que
-con los alcances de esta instancia- mejor recepta los sucesos que se
han tenido por acreditados, en función de lo cual deberán entonces
recalificarse los hechos atribuidos a Abal Medina y Larraburu.
Distinto será el temperamento a adoptar en orden al
reproche consistente en haber tomado parte en la asociación ilícita
investigada.
Sobre este punto, tal como aconteciera respecto de
algunos de los empresarios y funcionarios cuya situación procesal fue
examinada en anteriores resoluciones, no se advierte que la conducta
de Abal Medina y Larraburu estuviese incardinada en la integración
de la estructura asociativa bajo análisis.
La actuación de los encartados se engarza, es
cierto, en el funcionamiento de ese colectivo criminal. Sin embargo,
su intervención se circunscribe a un acotado lapso de tiempo -3
meses-, que resulta exiguo frente al rango temporal escrutado en el
sumario -12 años-. Y aparece orientada, no ya a recabar el dinero de
los empresarios, sino a recolectar las sumas entregadas por ellos a un
referente del Ministerio de Planificación Federal-. Ello, al parecer,
con el propósito de aplicarlo luego con fines electorales -según
manifestaron los encartados-.
Es por ello que es dable entender que la
responsabilidad de los nombrados se agota en cada uno de los hechos
independientes a los que se encuentran vinculados, los cuales
encuadran en el delito de cohecho pasivo, con el grado de
participación que corresponde a sus intervenciones, quedando
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Ahora bien, al momento de revisar aquel
pronunciamiento, esta Alzada revocó las prisiones preventivas de los
imputados Del Río y Gómez, quienes consecuentemente fueron
puestos en libertad.
Asimismo, en el marco del respectivo incidente
de excarcelación, el a quo dispuso la libertad de OLAZAGASTI.
Por tanto, teniendo en cuenta la remisión que
efectúa el auto en crisis a un resolutorio que en ese punto ha quedado
sin efecto o la decisión adoptada con posterioridad en la referida
incidencia, y encontrándose los antes nombrados en libertad, no
corresponde entonces abocarnos a los agravios deducidos sobre el
particular.
Ese mismo motivo, a su vez, da contestación a
otra de las impugnaciones deslizadas por la defensa de De Vido al
cuestionar el dictado de la prisión preventiva de su pupilo cuando ello
no ocurrió en este temperamento, sino en su anterior de fecha 17 de
septiembre pasado y al cual expresamente se remite el juez en esta
oportunidad (ver punto dispositivo XXV).
Pero con independencia de este aspecto, los
letrados cuestionaron la legalidad de la detención de su asistido pues,
adujeron, su desafuero sólo fue aprobado por la Honorable Cámara de
Diputados en razón de procesos diversos al presente y al cual no
podría ser extendida la decisión. De ahí que sostienen que su
encarcelamiento es aquí ilegítimo.
En primer lugar la observación yerra al sostener
que el pronunciamiento legislativo hubiese alcanzado a otros procesos
distintos de éste. Recuérdese que la Cámara parlamentaria resolvió el
desafuero tras evaluar la situación judicial de su integrante en dos
expedientes. Uno de ellos, es cierto, independiente del que ahora nos
ocupa tiene su trámite ante el Juzgado N° 9 del fuero -causa nro.
5218/16-. Pero el otro, número 10.456/14 del tribunal del a quo, lejos
está de ser extraño a este proceso. Por el contrario, este se instituyó en
la causa génesis de esta investigación. La decisión de la Cámara de
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asociación ilícita abra paso a detenciones irreflexivas, sino que tal
cualidad puede potenciar la presencia de riesgos procesales, y más
aún cuando el cuerpo colectivo exhibe notas tan singulares como las
que ya destacamos”. Y sobre esto último, tuvimos en cuenta,
especialmente, la presencia de funcionarios públicos que se
desempeñaron en los más altos cargos de la administración nacional o
que mantenían un estrecho vínculo con quienes ocupaban tales
puestos estratégicos.
Por otra parte, también valoramos que a la fecha
no ha logrado establecerse dónde se encontrarían gran parte de los
activos producto del delito y consecuentemente, que se impone la
necesidad de impedir que los encartados puedan efectuar cualquier
maniobra tendiente a sustraer tales bienes del alcance de la justicia.
Por último, es importante destacar que
encontrándonos frente a maniobras calificadas como “actos de
corrupción”, en el caso de autos la consecución de los fines del
proceso encuadra en el compromiso internacional asumido por el
Estado Argentino de investigar, juzgar y sancionar a los culpables de
tales delitos, conforme las convenciones internacionales ratificadas
por las leyes 24.759 y 26.096.
En función de tales consideraciones, entendemos
que corresponde confirmar el punto dispositivo XXV del auto en
crisis, que resolvió estar a la prisión preventiva decretada respecto de
este grupo de encartados, en lo referente a De Vido y Baratta.
A diferencia de ello, en lo atinente a la situación
del imputado Nelson J. Lazarte, entendemos que es preciso efectuar
una distinción respecto de lo resuelto por esta Alzada el pasado 20 de
diciembre, al ratificar la medida de coerción personal impuesta por el
Juez de Grado.
Sobre el particular, al concatenar los agravios
deducidos por su defensa con los datos que surgen de la investigación,
incluidas las verificaciones efectuadas sobre su situación patrimonial
(reflejada en el incidente N° 4 de medidas cautelares, que se compulsó
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dispuso reajustar los montos establecidos por el a quo respecto de este
grupo de imputados, corresponde estar a lo resuelto oportunamente en
la resolución del 20 de diciembre pasado.
Respecto de Juan Manuel Abal Medina, Paolo
Rocca, Rubén David Aranda, Hugo Martín Larraburu y Alberto Ángel
Padoan, el auto en crisis dispuso trabar embargo sobre el patrimonio
de cada uno de ellos por la suma de $ 4.000.000.000.
Sobre el particular, corresponde resolver esta
cuestión en base a los lineamientos trazados en el anterior resolutorio
del Tribunal.
Allí se destacó la necesidad de cautelar, de cara a
un eventual decomiso (art. 23 CP), el dinero ingresado al circuito de
recaudación montado por los ex funcionarios involucrados con la
participación de algunos particulares, así como el monto de los pagos
realizados por los empresarios imputados a fin de obtener y/o
mantener beneficios para sus empresas.
Asimismo, en orden a graduar la cuantía del
embargo, se distinguió entre aquellos encartados que se encontraban
procesados por: - asociación ilícita y cohecho (activo o pasivo), en
concurso real; - asociación ilícita, sin otros delitos; y - cohecho
(activo o pasivo).
Puntualmente, respecto de los procesados por
hechos encuadrables en el último de los delitos mencionados, que es
el caso de los alcanzados por el decisorio en crisis, la mensuración fue
efectuada teniendo en cuenta el importe de las sumas de dinero que
habrían sido abonadas o percibidas por ellos (art. 23 CP),
conjuntamente con las distintas finalidades previstas por el art. 518
CPPN.
En el caso de pagos en moneda extranjera, los
valores fueron trasladados a pesos según el tipo de cambio vigente.
Por otra parte, de conformidad con el criterio
mantenido en otros precedentes (CCCF, S. I, causas CFP
11352/2014/64/CA19, rta. 8-10-2018 y CFP 5048/2016/30/CA8, rta.
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provisionalmente acreditado en una primera resolución dictada por
esta instancia revisora hace ya casi cuatro meses.
Dos etapas más hemos resuelto con
posterioridad y observamos que son numerosos los legajos que por
separado se siguen abriendo comenzando nuevas investigaciones
sectoriales con numerosos nuevos hechos y personas individualizadas
con reproche.
Los imputados con situación procesal ya
resuelta en ambas instancias se pueden contar por decenas, así como
los hechos que se han tenido por acreditados, en ambos casos con el
grado de provisionalidad correspondiente a estas etapas. Es también
muy significativa la cantidad de imputados que permanecen en estado
de detención, situación ésta que amerita una rápida elevación a debate.
Además, no puede desestimarse que los
procesos judiciales donde, como en el presente, se investigan delitos
relacionados con la posible corrupción cometida por agentes públicos
del Estado revisten un matiz diferencial, ya que sus consecuencias se
extienden a la sociedad en general ante el grave perjuicio relacionado
con el quebrantamiento de sus derechos y la confianza depositada en
el funcionario público.
La República Argentina se ha obligado
internacionalmente suscribiendo instrumentos sobre “delitos de
corrupción” (Convención Interamericana contra la Corrupción y
Convención de la Naciones Unidas contra la Corrupción, aprobadas
por las leyes 24.759 y 26.096, respectivamente). Estas obligaciones
convencionales asumidas por el Estado implican que éste debe
investigar, juzgar y sancionar a los culpables de tales delitos,
conforme señala el Preámbulo de la Convención de las Naciones
Unidas contra la Corrupción “por la gravedad de los problemas y las
amenazas que plantea la corrupción para la estabilidad y seguridad
de las sociedades al socavar las instituciones y los valores de la
democracia, la ética y la justicia y al comprometer el desarrollo
sostenible y el imperio de la ley”.-
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CFP 9608/2018/174/CA41), entre otras; no dudamos situaciones todas
estas que serán prontamente atendidas por el magistrado de grado.
VIII. En virtud de lo expuesto, este Tribunal
RESUELVE:
1. TENER POR EXPRESAMENTE
DESISTIDO el recurso de apelación deducido por los Sres. Agentes
Fiscales respecto de la no imposición de prisión preventiva al decretar
los procesamientos de Juan Manuel ABAL MEDINA, Hugo Martín
LARRABURU, Paolo ROCCA, Alberto Ángel PADOAN y Rubén
David ARANDA, en atención a lo expuesto por el Sr. Fiscal General
ante esta Cámara (art. 454 del Código Procesal Penal de la Nación)
-puntos dispositivos I, III, V, VII y IX del auto recurrido-.
2. RECHAZAR las distintas nulidades deducidas
por los recurrentes en virtud de las razones dadas en los considerandos
(arts. 166, ss. y cc. del Código Procesal Penal de la Nación).
3. CONFIRMAR PARCIALMENTE el
PROCESAMIENTO de Juan Manuel ABAL MEDINA y Hugo
Martín LARRABURU, MODIFICANDO la calificación legal
atribuida por la de cohecho pasivo, en calidad de partícipes
secundarios, AMPLIANDO esa medida a dieciocho (18) hechos, los
cuales concurren en forma real (arts. 45, 55 y 256, del Código Penal
de la Nación); y DECRETAR LA FALTA DE MERITO para
procesar o sobreseer a los nombrados por el delito de asociación ilícita
(arts. 210, primer párrafo, del Código Penal y 309 del Código
Procesal Penal de la Nación) -puntos I y III del decisorio apelado-.
4. CONFIRMAR el PROCESAMIENTO de
Alberto Ángel PADOAN en orden al delito de dación de dádivas -dos
(2) hechos-, en calidad de autor, en concurso real (arts. 45, 55 y 259,
segundo párrafo, del Código Penal de la Nación),
ENCOMENDANDO al Juez de Grado la realización de la medida
indicada en los considerandos; y DECRETAR LA FALTA DE
MERITO para procesar o sobreseer por el delito de asociación ilícita
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(arts. 210, primer párrafo, del Código Penal y 309 del Código
Procesal Penal de la Nación) -punto VII del resolutorio recurrido-.
5. CONFIRMAR PARCIALMENTE el
PROCESAMIENTO de Rubén David ARANDA, MODIFICANDO
la calificación legal atribuida por la de cohecho activo -un (1) hecho-,
en calidad de autor (arts. 45 y 258, primer párrafo, del Código Penal
de la Nación); y DECRETAR LA FALTA DE MERITO para
procesar o sobreseer por el delito de asociación ilícita (arts. 210,
primer párrafo, del Código Penal y 309 del Código Procesal Penal de
la Nación) -punto IX del resolutorio recurrido-.
6. CONFIRMAR la AMPLIACIÓN del
PROCESAMIENTO de Julio Miguel DE VIDO, José María
OLAZAGASTI y Hernán Diego DEL RIO, en orden al delito de
admisión de dádivas -un (1) hecho-, en calidad de coautor el primero
y de partícipes necesarios los dos últimos (arts. 45, 55 y 259, primer
párrafo, del Código Penal de la Nación), conducta que concurre
realmente con los sucesos por los que fueron anteriormente
procesados -puntos XIII, XV y XVII del decisorio apelado-.
7. CONFIRMAR PARCIALMENTE la
AMPLIACIÓN del PROCESAMIENTO de Roberto BARATTA,
MODIFICANDO la calificación legal atribuida por la de cohecho
pasivo -cuatro (4) hechos- y admisión de dádivas -un (1) hecho-, en
calidad de coautor, los cuales concurren en forma real entre sí y
respecto de los sucesos por los que fuera anteriormente procesado
(arts. 45, 55, 256 y 259, primer párrafo del Código Penal de la
Nación); y DECRETAR LA FALTA DE MERITO para procesar o
sobreseer en orden a los supuestos pagos provenientes de Claudio
Alberto DE LASSALETTA -tres (3) hechos prima facie calificados
como admisión de dádivas- (art. 309 del Código Procesal Penal de la
Nación) -punto XXI del decisorio recurrido-.
8. CONFIRMAR PARCIALMENTE la
AMPLIACIÓN del PROCESAMIENTO de Nelson Javier
LAZARTE, MODIFICANDO la calificación legal atribuida por la de
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cohecho pasivo -cuatro (4) hechos- y admisión de dádivas -dos (2)
hechos-, en calidad de partícipe necesario, los cuales concurren de
forma real entre sí y respecto de los sucesos por los que fuera
anteriormente procesado (arts. 45, 55, 256 y 259, primer párrafo del
Código Penal de la Nación) -punto XXIII del decisorio recurrido-.
9. REVOCAR la FALTA DE MÉRITO
dispuesta y DECRETAR el PROCESAMIENTO SIN PRISIÓN
PREVENTIVA de Miguel Ángel MARCONI en orden al delito de
cohecho activo -tres (3) hechos-, en calidad de partícipe necesario
(arts. 45, 55 y 258, primera parte, del Código Penal de la Nación),
debiendo el a quo precisar el monto de la medida cautelar pecuniaria
que escolta el referido auto de mérito, en función de los parámetros
expuestos en los considerandos (arts. 306, 310 y 518 del Código
Procesal Penal de la Nación) -punto XXVI del decisorio apelado-.
10. REVOCAR el PROCESAMIENTO
decretado y disponer la FALTA DE MERITO para procesar o
sobreseer a Paolo ROCCA en orden a los hechos que se le imputan
(art. 309 del Código Procesal Penal de la Nación) -punto V del
decisorio recurrido-.
11. REVOCAR el PROCESAMIENTO
decretado y disponer la FALTA DE MERITO para procesar o
sobreseer a Claudio Alberto DE LASSALETTA en orden a los hechos
que se le imputan (art. 309 del Código Procesal Penal de la Nación)
-punto XI del decisorio recurrido-.
12. REVOCAR la AMPLIACIÓN del
PROCESAMIENTO decretado y disponer la FALTA DE MERITO
para procesar o sobreseer a Hernán Camilo GÓMEZ en orden a los
hechos que se le imputan (art. 309 del Código Procesal Penal de la
Nación) -punto XXI del decisorio apelado-.
13. CONFIRMAR los puntos dispositivos XIV,
XVI, XVIII, XXII y XXIV del decisorio recurrido, por los cuales se
dispuso MANTENER EL EMBARGO oportunamente ordenado
sobre los bienes de Julio Miguel DE VIDO, José María
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dispuesto llevar a cabo esta Alzada, todo de conformidad con los
señalado en el punto VII de los considerandos.
Regístrese, notifíquese, comuníquese y
devuélvase a la instancia anterior, sirviendo la presente de muy atenta
nota de remisión.-
Fdo.:
Leopoldo O. Bruglia
Pablo Daniel Bertuzzi
Ante mí:
Ivana S. Quinteros
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