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El triunfo de la Revolución Francesa y el despertar de libertades que supuso, ha eclipsado otros periodos
históricos y ha dejado en el imaginario colectivo una sensación de que antes del llamado “Siglo de las Luces” no
había sino oscuridad. En el caso de la Historia de las Mujeres se acusa aún más esta idea, como si a los primeros
movimientos feministas del siglo XIX, solo le hubieran precedido algunos vagos coqueteos de algunas
aristócratas que se animaron a hacer de sus salones espacios de reunión y tertulia. Por eso hoy queremos
recordar un periodo anterior de gran dinamismo donde algunas mujeres encontraron un espacio de libertad que
les permitió desarrollarse en varios ámbitos, y es que el Renacimiento también fue cosa de mujeres. Durante el
siglo XV va a visibilizarse un grupo de mujeres que van a ir destacando por su inteligencia e ingenio dentro del
mundo de la intelectualidad, la literatura, la universidad e incluso de la política. En la Península Ibérica estas
mujeres van a encontrar amparo principalmente, aunque no solo, entorno a dos personalidades muy destacables:
la reina Isabel La Católica, y ya a principios del siglo XVI, la infanta María de Portugal.
La Reina Isabel la Católica muy interesada en las letras, las artes y la cultura clásica, se convirtió en una gran
difusora de las mismas, rodeándose de grandes humanistas como Antonio Nebrija, Alonso de Palencia, Luis
Vives, Lucio Marineo Sículo y Pedro Mártir de Anglería y comenzó una intensa labor de educación no solo de
sus hijas e hijo, sino de toda la Corte. Así, en las crónicas de la época a menudo se mencionaba este cambio en
la vida de la Corte de esta forma: “Jugaba el rey, éramos todos tahúres, estudia la reina, agora somos todos
estudiantes”.
Y es que el interés de la reina se va a extender a hombres y mujeres. Las damas de la corte reciben una
educación esmerada que incluye el latín y el griego, y entre sus maestros habrá una mujer, Beatriz Galindo, La
Latina, conocida con este sobrenombre por sus enormes dotes para el Latín y de quien Lucio Marineo Sículo,
contemporáneo suyo y humanista también en la Corte, destacaba la alta estima que la reina tenía de sus
consejos. Y es que Beatriz Galindo no solo fue maestra de la Reina, sus hijos y sus damas, sino que se convirtió
en consejera habitual de la Isabel I. Otra Beatriz, Bobadilla, en este caso, sería también consejera de la reina.
Entrada al servicio de Isabel cuando ambas eran niñas, se convirtió en su mejor amiga y su consejera más fiel.
Bobadilla participaría también de las lecciones de Galindo y el resto de humanistas de la corte, destacando como
alumna aventajada, e intervendría habitualmente en asuntos de la Corte por su ingenio y entendimiento.
Contemporáneas a ellas y gracias al ambiente de promoción de la educación a mujeres, va a desarrollarse un
grupo de mujeres humanistas a las que se las conoció como puellae doctae. Las puellae doctae eran mujeres que
habían sido educadas desde la infancia en los saberes de la época independientemente de su sexo, y
normalmente por iniciativa de unos padres intelectuales o de mentalidad abierta, versados a su vez en los
diferentes campos del saber. Estas jóvenes acabarían en algunos casos en los entornos universitarios de
Salamanca y Alcalá de Henares como: Juana de Contreras, sobrina de Lope de Baena y alumna de Lucio
Marineo Sículo; Francisca de Nebrija, hija de Elio Antonio de Nebrija, que colaboró con su padre en la
redacción de la primera Gramática Castellana y le sustituyó en la cátedra de Retórica de Alcalá a su muerte; y la
más conocida de todas Lucía ( o Luisa) de Medrano, que es considerada la primera mujer que impartió clase en
una Universidad española.
La cuestión de la participación de la mujer en el ámbito público y de sus capacidades intelectuales estaba
entonces en el centro del debate. Sabemos que entre los autores de la biblioteca de Isabel I que estaba además a
disposición de su damas y caballeros, se encontraba la obra de Cristina de Pizan. Cristina de Pizan fue la
primera mujer en intervenir en el debate académico en torno a la llamada Querella de las Mujeres, un debate con
implicaciones filosóficas, literarias y sociales que tuvo lugar en Europa durante parte de la Edad Media. Cristina
de Pizan alzó la voz contra la misoginia que se traslucía en las obras literarias de la época, especialmente contra
el “best seller” del momento“Roman de la Rose” de Jean de Meung, que describía la mujer como una perversa
seductora, continuadora de Eva e inferior al hombre.
La Corte castellana destacaba entonces como un núcleo interesante de promoción de la actividad intelectual y en
ese ámbito fueron creciendo las infantas. Catalina se convertiría en el ejemplo más claro de ese contexto
educativo. Hablaba inglés, francés, alemán, griego y latín. Tuvo que hacer las veces de embajadora en Inglaterra
en 1507, convirtiéndose así en la primera mujer que asumió ese cargo en Europa. A los intelectuales que
visitaban Inglaterra como Erasmo de Rotterdam, les impresionaba más su erudición que la del rey. A su
mecenazgo se debe la obra de Luis Vives, De institutione feminae christianae, dedicada a la propia Catalina y
donde se defiende la educación de las mujeres.
Ilustración
La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual, primordialmente europeo,1 que nació a mediados del
siglo XVIII y duró hasta los primeros años del siglo XIX. Fue especialmente activo en Francia, Inglaterra y
Alemania.2 Inspiró profundos cambios culturales y sociales, y uno de los más dramáticos fue la Revolución
francesa. Se denominó de este modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la
humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón.3 El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como
el Siglo de las Luces4 y del asentamiento de la fe en el progreso.
Los pensadores de la Ilustración sostenían que el conocimiento humano podía combatir la ignorancia, la
superstición y la tiranía para construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos
científicos, económicos, políticos y sociales de la época. Este tipo de pensamiento se expandió en la burguesía y
en una parte de la aristocracia, a través de nuevos medios de publicación y difusión, así como reuniones,
realizadas en casa de gente adinerada o de aristócratas, en las que participaban intelectuales y políticos a fin de
exponer y debatir acerca de ciencia, filosofía, política o literatura.
La filosofía ilustrada
La Ilustración se nutrirá filosóficamente de varios movimientos y corrientes del pensamiento, empezando por el
moderno del siglo XVII. Entre ellos, cabe destacar el Antropocentrismo, el Racionalismo (René Descartes,
Blaise Pascal, Nicolas Malebranche, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz), el Empirismo (Francis
Bacon, John Locke y David Hume), el Materialismo (La Mettrie, D'Holbach), el Hipercriticismo, el
Pragmatismo, el Idealismo (George Berkeley e Immanuel Kant) y el Universalismo. En los campos de la
filosofía, metafísica, geometría, astronomía, astrofísica, geografía, lógica, ética, derecho, estética, deontología,
religión, ciencia, política cabe destacar la obra de Immanuel Kant, que sigue teniendo sobrada vigencia, en esos
temas, hoy en día.
Todo el movimiento filosófico tiene su expresión en el resto de los órdenes de la vida social nacional y europea.
Precursores
Con respecto a las figuras más importantes de este movimiento, basta decir que se trató de grandes filósofos y
hombres de Ciencia, quienes pusieron su fe en el saber humano, así como en la necesidad de que la civilización
comprendiera que la Razón del hombre –según su punto de vista- era el único faro que podía guiar la
Humanidad hacia un estadio mucho más avanzado, en donde se corrigieran muchas de las calamidades que
oprimían a esa generación. Entre algunos de los más importantes representantes de la Ilustración, se encuentran
los siguientes:
Montesquieu (1713-1784)
Por su parte, este pensador, ideólogo y escritor francés también se convirtió en una de las grandes figuras de la
Ilustración, sobre todo a raíz de su tesis sobre la necesidad de crear un Estado en donde existieran al menos tres
poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, los cuales influyeran en las decisiones y la administración de la
Justicia de forma separada y cónsono con los ideales de justicia. Igualmente, Montesquieu fue partidario de
construir una sociedad mucho más tolerante, donde el hombre pudiese encontrar la Libertad y la Felicidad.