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AQUELLOS HOMBRES Y MUJERES QUE HABITARON EL VALLE DE NEANDER

ÁNGEL VALAER RUBIO


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Dedicada con cariño a mis dos hermanos,
Soledad y José Ignacio.

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IN MEMORIAM,

A María de la Soledad Rubio Roffignac, mi madre, a fe


de que Dios la tenga junto a un grupo familiar de
cazadores-recolectores que viaje transitando la
inmensidad supina de la estepa salvaje; feliz, ya sin
dolor, entretenida recogiendo en su cesto de trenza
vegetal las bonanzas otoñales ahítas de bermejas
zarzamoras, grosellas maduradas y de los arándanos
silvestres más dulces tomados entre la fronda,
durante el otoño final de un Paleolítico celeste;
Musteriense ubérrimo del que sólo pueden llegar a
disfrutar en paz las almas de aquellos ancestros que
un día nos precedieron.

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La vida es un pequeño espacio de luz entre dos
nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo
que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la
acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero
que lo desperdicias mirando confuso alrededor (Rosa
Montero, La Carne, 2016).

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PARTE I.

EL PROYECTO DE NUESTRA TESIS: ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA

No basta decir solamente la verdad,


mas conviene mostrar la causa de la falsedad.
Aristóteles (384-322 AC).

Los que no quieren ser vencidos por la verdad,

son vencidos por el error.

No vayas fuera, vuelve a ti mismo.

En el hombre interior habita la verdad.

Agustín de Hipona (354-430 DC).

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Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

CAPÍTULO 1. NUESTRO PROYECTO DE TESIS

En la Parte I de esta Tesis Doctoral buscamos una aproximación a la Prehistoria en


torno a una época en que nuestros ancestros trabajaban la piedra y vivían en pequeños
grupos de cazadores recolectores, cuando aún no conocíamos los metales. Tratamos de
concebir a modo de preámbulo, un posicionamiento inicial del que partir, ayudados de los
actuales esquemas que las tecnologías brindan sobre una particular y novedosa visión de
la Prehistoria paleolítica.

El desarrollo de un amplio abordaje sobre los antecedentes y el estado actual de la


cuestión, nos servirá de base sobre la que habremos de sustentar nuestra forma de
considerar una aproximación rigurosa y especializada, aportando datos generales
evolutivos que aborden las condiciones fisiológicas y cognitivas con que nuestros
antepasados sobrevivieron a través del periodo Paleolítico.

Nada de todo ello habría sido posible sin el desarrollo exclusivo de nuestra
adaptabilidad genética que logró hacernos cada vez más capaces para sobrevivir en la
hostilidad de un medio tan estricto; así, bien diferentes habrían sido las circunstancias sin
no hubiese surgido el desarrollo de una extraordinaria biomecánica siempre pareja a la
capacidad neuroanatómica que propició el desarrollo cognitivo de estos homínidos tan
capaces que fueron los antepasados nuestros.

A través de los datos fósiles con los que en la actualidad contamos sobre el Homo
sapiens neanderthalensis estudiamos la capacitación cerebral necesaria, a fin de ser
capaces de elaborar su propia conducta y la creación de manifestaciones simbólicas y
gráficas como seres humanos, para así poder compararlas con los hombres humanos
arcaicos, a la vez que diferenciarlas o no respecto de la neurobiología del Homo sapiens
sapiens. Además, contaremos con las herramientas teóricas y metodológicas propias de la
Antropología para realizar una interpretación, a través los símbolos de que ya disponían
los seres humanos durante el Paleolítico y que va más allá de la visión tradicional que se
nos había presentado hasta ahora. Aplicaremos para ello, también, técnicas
metodológicas que ofrece el conocimiento de la Arqueología experimental.

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Queremos presentar un estado general actualizado sobre el conocimiento acerca de
los rasgos arqueológicos del Comportamiento Humano Moderno en particular para el
hombre de Neandertal, en relación a todos los ámbitos: ecológicos, tecnológicos,
económicos, de organización social y sobre los condicionantes de su conducta simbólica.

Destacar las implicaciones cognitivas y simbólicas de los rasgos que aporta la


conducta moderna, hecho que resulta vital en el duro peregrinaje del hombre arcaico a
través de los avatares del Pleistoceno. Estudiar las implicaciones simbólicas en todos los
ámbitos que integran los sistemas socioculturales, no sólo de aquellos que
tradicionalmente han sido considerados como las bases del comportamiento simbólico.
Además, trataremos de ahondar tras la concepción reduccionista del concepto simbólico
que sostiene el paradigma de la Arqueología prehistórica, buscando una visión más
precisa desde el esquema que se nos ofrece con la perspectiva de la Antropología
simbólica.

Nos dedicaremos a señalar distintos abordajes por los que optan los extraordinarios
autores que he tomado como guía especializada, como Diez Martín (2014), Sayago
(2014), Arzúa (2014), Bermúdez de Castro (2013), entre otros muchos consultados, sobre
todo en cuanto a las diferencias de la conducta moderna y la capacidad de los
Neandertales para pensar y actuar de una clara forma simbólica.

También hemos dedicado un apartado a proponer una serie de elementos teórico-


metodológicos, de corte interdisciplinar, para reenfocar el análisis e interpretación de los
aspectos simbólicos derivados de los contextos arqueológicos. A este fin, establecemos
los objetivos generales y específicos así como las hipótesis en que hemos fundamentado
esta memoria en función del estudio exhaustivo derivado de la revisión bibliográfica.

A través de la aplicación y estricto ajuste al método científico, a fin de poder


desarrollar esta investigación, en la Parte V se describe la manera en que ha sido aplicada
la metodología empleada para el desarrollo de este trabajo.

Ofrecemos los resultados que hemos inferido desde las hipótesis de nuestra
investigación en la Parte VI, sustentados desde la base científica aportada desde la
perspectiva estructural que ofrecen los datos tratados desde el paradigma estadístico.
La Parte que se centra en la discusión científica contrastada respecto a las bases
de Ciencias como la Biología y la Medicina (sobre todo respecto de la Neurología y la
Psiquiatría), según nuestro saber y entender; referiremos también los comentarios que
hemos deducido en relación a estimaciones ya establecidas por los investigadores
especialistas en el Periodo Pleistocénico durante la Edad de Piedra (Arqueología cognitiva,
Neuropsicología, Arqueología experimental, Etnografía), respecto de que los neandertales
mostrasen ya un comportamiento completamente moderno, en relación con los estudios
presentados hasta hace pocos años, en donde se presumía una postura antropocéntrica
centrada en la supremacía del proceso cognoscitivo o de pensamiento atribuida en
exclusividad a Homo sapiens sapiens. Máxime, cuando los últimos estudios ya sostienen la
defensa de una simetría cognitiva y de comportamiento entre seres humanos
neandertales y los hombres anatómicamente modernos; ambos presentan análogo
recorrido por el proceso de evolución cerebral generado a través de los últimos años
cuatro millones de años. Además, se ahonda en el concepto de modelación de la mente y
el papel específico que viene a representar el lenguaje y la fluidez cognitiva, así como en
las representaciones gráficas y artísticas, respecto al constructo que ya supuso la mente
primitiva desde los inicios de Homo erectus en relación con la actual mente moderna. Se
hace referencia a las funciones ejecutivas, la memoria de trabajo y la teoría de la mente,
en relación a la complejidad que ya se concibe respecto de la interacción neuronal en el
cerebro.

La parte final de este trabajo queda reservada para formalizar un resumen


respecto del abordaje con el que hemos procedido respecto de nuestra investigación,
concluyendo finalmente con la elaboración de nuestras conclusiones.

Y añadimos, también, un anexo con varios de los apartados que han sido aplicados
en este estudio. Respecto al último apartado, se añade la extensísima bibliografía que, en
función de los distintos paradigmas, hemos trabajado.
CAPÍTULO 2.

2. 1. A MODO DE PREÁMBULO

Durante el siglo pasado la Arqueología entendía que la capacidad simbólica era


una de las características esenciales a través de la cual se lograba la capacidad de poder
expresar nuestra humanidad. Tras el descubrimiento de una gran variedad de especies
homínidas surgidas a lo largo del Pleistoceno se llega a poner de manifiesto que sus
rasgos evolutivos, sin embargo, no habían sido una propuesta exclusiva de la línea
evolutiva que culminaba en Homo sapiens: postura erecta, bipedestación, elaboración de
herramientas o el desarrollo de un gran órgano cerebral extraordinario; todos ellos son
rasgos también compartidos por otras especies de homínidos que poseían bastantes
características paleoantropológicas y socioeconómicas de las consideradas, hasta sólo
hace muy poco, exclusivas de los Homo sapiens sapiens. Esto es: el registro arqueológico
ya mostraba unas poblaciones homínidas paleolíticas cuyas formas de vida eran
semejantes a las que luego fueron propias de los grupos de humanos modernos.
Es por ello que, a pesar de estas semejanzas o asustados desde los prejuicios,
quizás debido a ellas, algunos autores establecieron una muy distanciada separación
entre otros homínidos y el Homo sapiens sapiens, otorgando además a nuestra especie
características patognomónicas de exclusividad respecto a la posesión de un pensamiento
simbólico, que nos habría de diferenciar, entonces, como más desarrollados y los
humanos verdaderos.
Las revisiones del registro arqueológico habidas durante los últimos lustros del
pasado siglo XX, junto a nuevas excavaciones y trabajos interdisciplinares, pusieron de
manifiesto toda una serie de contradicciones y surgieron nuevos modelos teóricos que
fomentaron el debate científico en torno a este tema.
El simbolismo representó el paradigma de la conducta moderna por excelencia y
designaba el máximo respecto de las capacidades cognitivas alcanzadas por los
homínidos. Se presentó la adaptación de la evolución de los hombres actuales modernos
(HAM) como el factor que definitivamente los situaba en una posición de ventaja
adaptativa frente al otro ser humano Homo sapiens neanderthalensis, a todas luces
presumiblemente extinto por una supuesta incapacidad de adaptación frente a Homo
sapiens sapiens, pues a pesar de explicaciones de tipo adaptativo o funcionalista, ya
sobraban evidencias que aceptaban lo contrario; es el caso de los enterramientos con
claros propósitos de intencionalidad y la probada existencia de cierta manipulación
antrópica post mortem.
Desde el punto de vista paleoantropológico, podremos estudiar cómo surgen las
funciones cognitivas durante la filogenia homínida tomando como referencia las muestras
de los registros fósiles; por una parte, debido al incremento que ha experimentado el
volumen del cerebro a través del proceso evolutivo en los homínidos y, por otra, gracias a
cómo se han consolidado sus funciones bajo la impronta de diversas formas
extraordinarias de expresión conductual.
En la actualidad distinguimos diversas visiones en relación a la concepción de
simbolismo. De una parte, están aquellos que continúan con una visión tradicional,
otorgando la capacidad simbólica exclusivamente a Homo sapiens sapiens (algunos tan
sólo reconocen el simbolismo en los HAM a partir del Paleolítico Superior Europeo). Al
otro extremo figuran los investigadores que median por una concepción menos
restringida respecto a dicha capacidad humana para la abstracción, considerando que el
simbolismo ya se manifestó en diversos grados para otros homínidos, y en particular
entre los Neandertales. Entre ambas formas de posicionarse surge, además, otros autores
con una interpretación intermedia que incluye consideraciones de ambos modelos.
Como base se encuentran las distintas interpretaciones realizadas sobre el
registro prehistórico arqueológico, en ocasiones totalmente contradictorias en función
del paradigma de cada autor como, por ejemplo, se observa en el caso de los colgantes
durante el chatelperroniense (Maillo, 2008b).
Con el continuo desarrollo de las investigaciones arqueológicas integradas bajo
grupos interdisciplinares, empezamos a obtener una visión cada vez más detallada de las
formas de vida de los paleolíticos, independientemente de las posiciones fundamentadas
en reactividades ideológicas y/o morales que aún lastraba la comunidad científica, algo de
lo que siempre han de deslindarse los objetivos primordiales de la ciencia.
El desarrollo cerebral individual, en la ontogenia de cada espécimen, constituye
la base originaria de las funciones cognitivas; la capacitación cerebral necesaria y
suficiente centrados en el desarrollo extraordinario de la corteza cerebral, para iniciar la
suficiencia en los procesos y cogniciones (procesos formales de pensamientos) surgen en
la vida de nuestros antecesores durante la época del Paleolítico.
Si nuestra conducta es resultado del desarrollo de las capacidades cognitivas o
de pensamiento, esto lo es, a su vez, en función de las características contextuales que
ofrece el medio ambiente que favorece e refuerza el desarrollo cognitivo, además de que
posibilita también la génesis del desarrollo cultural. De esta forma, al estudiar la cultura
siempre se han de seguir dos criterios muy relacionados: la racionalización y la
metodología en su producción. Para lograrlo resultará imprescindible contar con aplicar
los datos que han de aportar las ciencias encargadas del comportamiento humano
(Neurología, Psicología, Sociología) y atesorar, además, una concepción de la naturaleza
humana (Psicobiología), que es la base principal de nuestra conducta.

2. 2. CONCEPCIÓN PRELIMINAR DE LA NEUROCIENCIA

Durante la década de los años setenta del pasado siglo XX, los estudios de
naturaleza estuvieron enfocados en analizar los sistemas de recompensa bajo un
paradigma estrictamente conductual; no obstante, incluso en la percepción del mundo
existe un proceso de elaboración que no se correspondería sólo con el procesamiento a
cargo de nuestro cerebro; así, por definición no resulta válida la observación exclusiva de
la conducta per se sino que se debe ayudar también por el estudio de los fenómenos de
activación que la provocan, en la necesidad de estudiar el desarrollo del procesamiento
de las cogniciones que en el cerebro determinarían la acción y el modelado de nuestra
conducta.

La Neurociencia cognitiva trata de anclar la fisiología de los procesos mentales, en


un intento por determinar y disecar los elementos básicos y fundamentales que
componen los sistemas que procesan la información aferente del mundo exterior y
modelan luego nuestras respuestas de reacción mediante la conducta ante los
pensamientos o procesos cognitivos, como son los ejemplos del aprendizaje, memoria,
lenguaje, percepción, atención, resolución de problemas y las emociones específicas tales
como la ansiedad, el miedo o la angustia a la confrontación con la muerte. Así, cada
cognición reside en un área concreta del cerebro existiendo una determinada función
molecular cuya consecuencia es un patrón funcional temporal, en los circuitos específicos
para cada acción: es un intento de estudiar un comportamiento o sensación, como por
ejemplo la atención o la percepción (como las alucinaciones perceptivas) en el sistema
cognitivo aportando una explicación analítica enmarcada en relación con los estratos
moleculares y neuronales del tejido nervioso.

Ante la toma de conciencia de cuál pudo llegar a ser la realidad cognitiva de los
humanos del Paleolítico, se habrían de tomar como referencia las condiciones
conductuales de Homo sapiens, aún ahora por demostrar entre hombres neandertales.

El problema que debemos considerar también reside en que los estudios


arqueológicos sobre este periodo se establecen con una relación directa entre las
capacidades cognitivas humanas y su conducta, cuando en realidad la conducta es el
resultado del desarrollo de tales capacidades cognitivas, hecho que además ocurre en
función de las características del medio ambiente. Así, las capacidades cognitivas y el
medio ambiente son dos aspectos íntimamente relacionados que posibilitan un mismo
proceso: desarrollo cognitivo y cultural. Las características psicobiológicas de los seres
humanos autores de los procesos paleolíticos respecto de la supervivencia y las
manifestaciones gráficas seguramente todavía han de aportar nuevos datos a los
elementos que disponemos en la arqueología clásica.

Es el desarrollo cognitivo un causante directo de las propiedades generales en


todo desarrollo que evoluciona, en función de: a) un continuum cultural de forma
heterogénea en el tiempo y espacio; b) la existencia de estados de desarrollo cognitivo y
cultural intermedios, y c) las capacidades cognitivas emergentes.

En el estudio de los desarrollos cognitivos y sus consecuentes manifestaciones


culturales de las poblaciones de la transición paleolítica, hay que intentar disminuir en lo
posible la subjetividad científica subyacente: todo estudio relacionado con la cultura de
este periodo de la edad de piedra siempre ha que seguir dos criterios muy relacionados:
la racionalización y la metodología en su producción.

Para lograr la racionalización, es necesario aplicar a las investigaciones los datos que
las ciencias encargadas del comportamiento humano nos ofrecen en la ciencia actual con
una metodología empírica como la Neurología, Psicología, Sociología, Antropología,
Etnografía y además, resulta obligado poder con la hipótesis a cerca de nuestra
naturaleza con la Psicobiología humana, base principal de toda conducta, desde los
avances de la Psicología y la Neurología. Resultando así, un modelo psicobiológico y una
particular aproximación a la evolución conductual de tipo multidisciplinar, en donde:

 La Arqueología no se debe limitar tan sólo al estudio del dónde y cuándo de los
hechos prehistóricos, sino que también tiene que indagar en el cómo y porqué
de su producción. Hablamos entonces de Arqueología cognitiva.
 Mientras que entendemos por Arqueología cognitiva cuando tratamos, además
de la conducta, al pensamiento y la lengua en el contexto de la Prehistoria.
 El lenguaje es modulador de la actividad cognitiva. Pensamiento y lenguaje, son
controladores de la acción y la conducta humana.
 Conducta, pensamiento y lenguaje son procesos psicobiológicos que siempre
actúan conjuntamente.
El objetivo final de este trabajo será ir deduciendo, sobre los datos que nos
ofrece el catálogo de yacimientos arqueológicos, la etología de la Antropología de los
pueblos primitivos que ahora en la actualidad aún coexisten gracias y el modelo
neuroanatómico desde una perspectiva multidisciplinar; todos ellos abordan los rasgos
generales sobre el comportamiento y el lenguaje propio del Paleolítico, así como una
explicación coherente, razonada y con una aceptable base científica de los cambios
culturales que se dieron en los diferentes homínidos que compusieron nuestro linaje en
aquellos tiempos prehistóricos.

Aunque pudiésemos pensar que cada sociedad es poseedora de su cultura única,


pero esto no es del todo cierto. En La tabla rasa: la negación moderna de la naturaleza
humana, Pinker (1994) escribe que la cultura es crucial, pero ésta no podría existir sin las
facultades mentales que permiten a los humanos crear y aprender una cultura de partida.
Resultaría imposible obviar estas facultades mentales; se trata sobre todo de lograr
relacionarlas con el entorno y la cultura. Muchos arqueólogos creen que la influencia del
entorno natural, principalmente, y de la cultura, secundariamente, es tan poderosa que
elimina la importancia de los atributos innatos comunes al ser humano.

Nosotros intentaremos comprender mejor el funcionamiento del cerebro humano


que, con toda su complejidad electroquímica, crea y modela la fisiología de nuestras
mentes. La compleja trama neuronal, su estructura y funcionamiento es una razón
universal en las especies de homínidos; sin embargo, los contenidos particulares
(pensamientos, imágenes, memoria) aunque no en su totalidad, son producto en gran
medida, de la cultura en la que el individuo se inserta (Lewis-Williams y Pearce, 2014). Su
contenido se encuentra sometido al cambio constante, por ello nos interesa
profundamente la relación de la estructura cerebral con el contenido para generar
patrones vitales y facilitar creencias sociales, como el animal político y social que también
somos (zoos politicon). Cabe preguntarse si cada aspecto de cada cultura resulta único e
incluso no puede llegar a ser generalizable, habida cuenta de que lo que necesitamos es
un método capaz de acercarnos a los cimientos universales de la diversidad.

Las diversas formas en que las sociedades asumen la cambiante consciencia


humana son a veces identificables en el registro arqueológico, al igual que ocurre en la
etnografía mundial; aunque sin un completo sustrato psicodinámico de nuestras mentes
no llegaremos nunca a abarcarlas en su totalidad.

Los ejemplos de las aportaciones etnográficas nos ilustran de las diferentes


maneras en que ese funcionamiento universal de nuestro sustrato neurológico, desde el
paradigma de las neurociencias, puede llegar a cobrar expresión. La etnografía ayuda a
ver la viabilidad del razonamiento, pues proponen ciertos principios que se extraen sobre
el funcionamiento universal del cerebro humano. Ya Lévi-Strauss discute en su libro
Anthropologie estructurale (1958), sobre el uso de términos como Etnografía (que aspira
a registrar con la mayor exactitud posible, los respectivos modos de vida de los diversos
grupos, y so cometido es observar y describir), Etnología (que representa una fase de
síntesis en el movimiento de la mente), Antropología física, Antropología social (que
estudia las síntesis entre las relaciones estructurales básicas que subyacen a todo el
conjunto de la vida y la organización social del hombre, siendo el sociólogo la sociedad del
propio observador o sociedades del mismo tipo) y Antropología cultural (en donde el
antropólogo procura formular teorías que sean aplicables, no sólo a sus paisanos y
contemporáneos, sino también a las más distantes poblaciones indígenas; además de que
no debe descuidar los procesos conscientes de la mente humana, debe incluir también
sus procesos inconscientes, con miras a reducir a fórmulas las estructuras básicas de las
que son proyecciones o manifestaciones todas las instituciones sociales y culturales). A su
juicio no constituyen tres ramas diferentes, sino más bien: tres estadios o tres momentos
en la misma línea de investigación.

La Antropología se interesa por lo que Marcel Mauss (1970), describió como el


fenómeno social total. Como explica Copleston (2011), aunque no sean indiferentes las
sociedades muy desarrolladas que expresan la conducta consciente del hombre, ni los
procesos históricos que llevaron a su desarrollo, su propósito aún es ir más allá del
ámbito de las ideas, de los fines conscientes y de los procesos históricos para poder
abarcar: toda la gama de las posibilidades inconcinas. Un antropólogo intentará
determinar las relaciones de compatibilidad e incompatibilidad válidas entre las
diferentes posibilidades potenciales para el entramado lógico de todos los desarrollos
histórico-sociales.

Los universales de la consciencia cambiante que es un factor que toda sociedad,


pasada y presente desarrolla, se encuentran presentes en todo momento; los hombres
del pasado probablemente buscaban alterar su consciencia en mayor o menor grado.
Todas las religiones tienen un componente estático y todas incluyen la alteración de la
consciencia mediante la oración, la meditación, el canto y otras muchas técnicas. Por lo
tanto, la consciencia cambiante.

En La mente de la caverna, Lewis Williams (2005) trata las manifestaciones más


antiguas documentadas de un comportamiento humano completamente moderno que
incluía una gran actividad pictórica: las impresionantes pinturas, esculturas y grabados del
Paleolítico Superior en Europa occidental. Con los cambios medioambientales en los
inicios del Holoceno, los hombres y mujeres tuvieron que, progresivamente, suplantar la
cazar animales y la recolección de plantas silvestres por la domesticación de animales y la
agricultura.

La Neurología humana se manifiesta no sólo en la arquitectura sino que, además,


de modo más general también se expresa en algunas experiencias universales que a
menudo aportan momentos decisivos en las narraciones míticas de todo el mundo.

Es importante tener en cuenta que las formas en que el funcionamiento del


cerebro proporciona materia prima para la construcción de cosmogonías, aunque la
cosmología particular de cada sociedad resulte ser única, existen estructuras generales
que proceden del cerebro.

Los Instrumentos utilizados y los enigmáticos motivos grabados en las tumbas


fueron extraídos de un inframundo que era a la vez material y psíquico. También se daban
diferencias en el trato a los muertos, los cuales eran enviados al país de Hades. Los
hombres se ven involucrados en los temas universales de discriminación social, también
es un motivo universal el cómo se relacionaban con cosmologías construidas mental y
materialmente. Se trata de una red compleja formada por creencias, mitos y relaciones
de poder. Para los hombres del Neolítico, existía magia en una cosmología generada
neuronalmente, dotada de carga emocional y habitada por seres sobrenaturales y fuerzas
que influían en la vida humana (Lewis-Williams y Pearce, 2014). Fueron las comunidades
del Cercano Oriente quienes comenzaron a construir al inicio del Neolítico, modelos de
sus cosmologías particulares: el refugio cotidiano y las casas que construían para
habitarlas podían convertirse, en determinadas ocasiones, en modelos del cosmos, hasta
el punto de que los muertos podían ser enterrados en un inframundo que se creía que se
encontraba bajo la tierra de los vivos.

2.3. APORTACIONES NEUROBIOQUÍMICAS QUE YA DISFRUTABAN NUESTROS


ANTEPASADOS
El cerebro es el órgano que procesa la información sensorial, controla y coordina el
movimiento, y junto con el bulbo raquídeo puede controlar el comportamiento y las
funciones corporales fisiológicas (frecuencia cardiaca, presión sanguínea, balance de
fluidos y temperatura corporal); son las responsables directas de los procesos cognitivos,
las emociones, la memoria y el aprendizaje.

Para que el cerebro funcione como un órgano integrado, todos los elementos
deben de estar estrechamente relacionados con el propósito de realizar todas sus
funciones, sobre todo en la corteza cerebral y el sistema límbico o cerebro emocional
donde tienen lugar los procesos neurológicos relacionados con la conducta racional,
simbólica y emocional propia del género Homo.
No toda la superficie del córtex tiene igual funcionalidad, dependiendo de la
naturaleza de la información que recibe esta parte del encéfalo, bien sea simple o
elaborada –compleja-, se procesa. Pueden establecerse grupos de diferente localización y
distinta funcionalidad (Luria, 1974; Kandel et al., 1997):

 Áreas primarias o de proyección: se corresponden con las zonas corticales que


reciben la información recogida a través de los órganos sensoriales externos (vista, oído,
gusto, tacto y olfato) e internos (sensibilidad propioceptiva o del propio cuerpo), así como
también por las áreas motoras que controlan directamente los músculos del cuerpo.
Además, existe una correlación muy intensa entre estas áreas corticales y las zonas
anatómicas que controlan, por lo que todo aumento corporal deberá de corresponder
con un aumento paralelo de estas áreas de control, sería un aumento isométrico o
proporcional, proceso muy relacionado con toda evolución neurológica.
 Áreas de asociación secundarias: corresponden a las zonas adyacentes a las
áreas primarias o de proyección. Se considera que representan un centro de
procesamiento de mayor nivel para la información sensorial específica que llega de las
áreas primarias. Por tanto, sólo reciben información de las áreas sensoriales primarias, o
desde otras áreas sensoriales secundarias.
 Áreas de asociación terciarias: se sitúan en los bordes de las zonas secundarias
anteriores, en ellas desaparece toda información sensorial o motriz directa o primaria.
Son zonas corticales en las que coincide la información de varios campos sensoriales que
se corresponden con áreas secundarias, pero nunca con las primarias.
Las áreas de asociación terciarias son las que más han aumentado durante los
últimos millones de años de la evolución humana, y las que tienen mayor importancia
específica respecto al desarrollo de los mecanismos de conducta. Así, todo aumento
cerebral que no se acompañe de un proporcional aumento corporal, se produce
principalmente en las zonas corticales asociativas. En ellas, se sintetizan los estímulos de
varias vías de acceso sensoriales, traduciéndolos en expresiones superiores, complejas y
conscientes. Además, son las últimas en madurar y en estructurarse, como se aprecia en
su proceso de mielinización (recubrimiento de una sustancia grasa inerte llamada
mielina).

Conocemos tres grandes agrupaciones localizadas respecto de estas áreas:


• Área de asociación prefrontal. En general interviene en los procesos de
respuesta demorada. Parece esencial para la planificación de los comportamientos
voluntarios en función de la experiencia acumulada, interviniendo en la creación de la
personalidad y en la ejecución de actos motores complejos. Incluye el área de Broca (44 y
45 de Brodmann) que, en el hemisferio dominante (normalmente el izquierdo), controla
los movimientos relacionados con el lenguaje, mientras que en el otro lado regula los
movimientos bucales no relacionados con el habla. Se consideran el centro de integración
de nuestra actividad mental superior, donde se sitúan nuestras más elevadas capacidades
de pensamiento, abstracción, raciocinio, planificación de actividades y toma de
decisiones.

• Área de asociación parieto-témporo-occipital. En donde se integran funciones


sensoriales y del lenguaje. Destaca el área de Wernicke compuesta principalmente por las
áreas 39 y 40 de Brodmann, cuyo fin es la comprensión lingüística.

• Área de asociación límbica. Relacionada con funciones de memoria y


emocionales, así como de motivación de la conducta.

En Neuroanatomia se explica la parcelación de la corteza cerebral en áreas


citoarquitectónicas de Brodmann (según se dispongan las neuronas en las columnas
celulares que componen el córtex), a pesar de que reflejen una división histológica, no
funcional el amplio uso para la señalización de las funciones cerebrales, hace que se sigan
usando como referencia topográfica.

Desde el punto de vista citoarquitectónico, se nos platean una serie de hallazgos


determinantes para entender mejor los datos aportados por la investigación
arqueológica, así:

 El cerebro, al nacer, ya tiene marcadas genéticamente la estructuración de las


áreas funcionales, variando poco con su desarrollo postnatal.
 Todas las neuronas que tenemos son las que ya poseemos en el momento del
nacimiento, a partir de entonces no se produce ninguna nueva, viven y
envejecen y se destruyen sólo estas neuronas.
 Sólo las neuronas son las células responsables de todos los procesos mentales.
 El volumen cerebral (VC), el índice y el cociente de encefalización (IE y CE) y
otras posibles relaciones entre volúmenes cerebrales (totales o parciales) con
pesos o masas corporales, ¿son, en realidad, indicadores precisos sobre la
capacidad cognitiva?
 No existe limitación temporal para el desarrollo de las capacidades cognitivas.

2.4. EL LÓBULO FRONTAL HUMANO

Desde que se realizaron estudios volumétricos acerca de los fósiles pertenecientes


al género Homo, se han distinguido dos aspectos generales: primero, el mayor volumen
cerebral de nuestra especie, en especial el de los hombres Neandertales y los Humanos
Anatómicamente Modernos (HAM); segundo, el mayor desarrollo del Lóbulo Frontal (LF),
asociado de alguna manera a sus mayores capacidades cognitivas y a la conducta
simbólica, cuya máxima expresión se alcanza con nuestra especie.

En la conducta humana cobra especial interés el lóbulo frontal, donde se localizan


las capacidades cognitivas fundamentales relacionadas con el control y desarrollo general
de nuestra conducta, aunque teniendo en cuenta que el cerebro actúa como una unidad
funcional integrada. Este lóbulo tiene dos áreas funcionales perfectamente conocidas; las
zonas más posteriores o áreas motoras (primarias) y premotoras (secundarias), donde se
sitúa el control voluntario de nuestra motilidad; mientras que las áreas más anteriores o
frontales serían las de asociación terciaria (Luria, 1974) con funciones cognitivas
superiores, constituyendo el Lóbulo Prefrontal (LPF). En el ser humano adulto el LPF
constituye un tercio del total de la superficie del córtex, estando sus propiedades
cognitivas relacionadas con la superficie y características funcionales de sus componentes
corticales.

En general, todas las especies humanas, menos la nuestra, suelen tener una
curvatura frontal muy clara, por lo que parece inferirse que el lóbulo frontal era más
pequeño al acompañar a la forma y tamaño del hueso respecto a la calota. Sin embargo,
comparando el análisis morfológico del cerebro estudiado sobre la base de los
endomoldes de diversos fósiles, nos ofrece unas interesantes conclusiones, pues se había
pensado que el lóbulo frontal del Neandertal, teniendo en cuenta la menor curvatura de
su hueso frontal, debía de ser menor en su polo anterior (Rivera, 2009); sin embargo, lo
estudios de Bookstein et al. (1999), han comprobado que existe una diferente forma
evolutiva entre las líneas externa e interna de este hueso, pues mientras que la curvatura
de su parte interna (en contacto directo con el lóbulo frontal) se mantiene con las mismas
formas geométricas en neandertales y humanos modernos (HAM), la forma externa
adquiere diferente aspecto: en el hombre de Neandertal se aplana con un importante
aumento del grosor del hueso y seno frontal, mientras que en los humanos modernos
adquiere su característica forma globular similar a la forma de la cara interna. En
definitiva, hay una importante diferencia externa, aunque en ambas poblaciones la forma
anterior del lóbulo frontal sería semejante (Bookstein et al., 1999).

Durante mucho tiempo se ha asumido que la corteza prefrontal es


significativamente más grande en los humanos que en cualquier otro primate (Blinkov y
Glezer, 1968). Se ha supuesto también que esta diferencia en volumen representa una
razón importante para dar cuenta de las diferencias en las formas complejas de cognición
(funciones ejecutivas). Ahora, sin embargo, este supuesto se cuestiona, pues en algunas
mediciones del lóbulo prefrontal no se han encontrado diferencias entre la corteza
humana y la de primates no humanos. Semendeferi et al. (2002) midieron el volumen
total del lóbulo frontal y de sus regiones principales (incluyendo la corteza y la materia
blanca justo debajo de ésta) en humanos, chimpancés, gorilas, orangutanes, gibones y
macacos, utilizando reconstrucciones cerebrales en tercera dimensión a partir de
escaneos de resonancia magnética (RM). Aunque el volumen absoluto del cerebro y del
lóbulo frontal fue más grande en los humanos, el tamaño relativo del lóbulo frontal fue
similar en todos los homínidos: macacos (28,1%), gibones (31,1%), orangutanes (35,3%),
gorilas (32,4%), chimpancés (35,9%) y humanos (36,7%). Con ello se descubrió que
aunque se compare la relación entre el volumen total del cerebro y el volumen del lóbulo
frontal, los humanos no poseen un lóbulo frontal más grande, como se esperaba en
comparación con el cerebro de un primate: el tamaño relativo de las regiones del lóbulo
frontal (dorsal, mesial y orbital) fue similar entre los primates estudiados.

Sin embargo, respecto a la relación con la superficie funcional del lóbulo


prefrontal, ésta no es la misma entre los primates actuales, siendo además mucho mayor
entre los humanos. Nuestra evolución neurológica produjo cerebros más grandes, en los
cuales la proporción entre el volumen (medida muy usada, pero poco exacta, pues la
superficie cortical es el parámetro más preciso de la capacidad funcional) del lóbulo
frontal y de todo el cerebro es semejante, pero la superficie del lóbulo frontal, tanto la
motriz (áreas motoras y premotoras) como la asociativa (el llamado lóbulo prefrontal,
compuesto por áreas de asociación terciaras) son mucho mayores. Se constata, de una
forma general, que se produce un aumento evolutivo más o menos homogéneo del
cerebro de los homínidos (salvo pequeñas diferencias), en la cual la proporción entre sus
diferentes partes sigue siendo similar, pero la superficie funcional (corteza cerebral)
aumentaría en todos sus componentes (áreas primarias, secundarias y terciarias). No
obstante, resulta dudoso que el tamaño de la corteza prefrontal sea la única causa
responsable de las capacidades cognitivas humanas.

Otros factores deben ser considerados, tales como la conectividad. Schoenemann


et al. (2005) encontraron que la materia blanca prefrontal es desproporcionadamente
mayor en los humanos que en otros primates, lo que resulta fundamental para
comprender la evolución del comportamiento humano. Utilizando RM de 11 especies de
distintos primates, estos autores midieron el volumen de materia gris, materia blanca y el
volumen total del lóbulo prefrontal, en relación a todo el cerebro en cada espécimen,
encontrando que la materia blanca fue la mayor diferencia entre los humanos y los no
humanos; mientras que la materia gris no mostró diferencias significativas. Encontraron
una mayor interconexión cerebral puede representar una característica crucial del
cerebro humano. Sin embargo, habrá que tener en cuenta, que los humanos utilizados en
este estudio fueron personas contemporáneas, procedentes de zonas urbanas, con
niveles educativos altos, no sujetos humanos que vivieran en las condiciones similares a
las prehistóricas de hace 150,000 años. Quizá, incluso podrían tener las mismas
capacidades cognitivas, aunque su desarrollo no pudo ser la misma, ya que es el medio
ambiente totalmente diferente quien ayudaría a determinar definitivamente el modelado
de sus comportamientos.

Existe una trascendente diferencia neurológica en las áreas terciarias del lóbulo
frontal (zona prefrontal LPF) entre el ser humano y el resto de los primates (Semendeferi
y Damasio, 2000). Ahora sabemos que los humanos modernos presentan una superficie
mucho más amplia que los demás primates. Sin embargo, su estructura neurológica es
menos densa, permitiendo que existan entre ellas unas interconectividad mucho mayor,
como se deduce de la mayor y tardía mielinización observada (Bufill y Carbonell, 2004;
Semendeferi et al., 2002). Estos estudios apuntan a que la superficie asociativa del córtex
del LPF de los humanos tiene un carácter alométrico cuantitativo (aumento de la
superficie funcional del córtex) y cualitativo (nuevas funciones cognitivas). Igualmente, se
conoce que las áreas terciarias del lóbulo frontal son mayores, proporcionalmente, que la
del resto de los primates conocidos, como se deduce de su mayor circunvolución y
girificación (Cela, 2002; Rilling e Insel, 1999). Por tanto, se establece una relación entre el
aumento (de superficie y interconectividad) de estas áreas con la conducta moderna. La
diferenciación funcional o el aumento respecto de los demás homínidos conlleva a
mejorar los resultados obtenidos para nuestra especie que presentaría una mayor
capacidad funcional respecto de dos tipos fundamentales en la conducta humana (Ardila
y Ostrosky-Solis, 2008), esto es:

 Metacognitivos (área dorsolateral de la corteza prefrontal), donde procesar la


información, luego asimilarla y utilizarla para mejorar el comportamiento, mediante el
mayor desarrollo de las funciones ejecutivas, imprescindibles para la organización de todo
tipo de conducta, lenguaje y el aumento de las capacidades de abstracción y simbolismo.
 Emocionales (área ventromedial de la corteza prefrontal), que coordina la
cognición y la emoción. En ese sentido, la función principal del lóbulo prefrontal es
encontrar justificaciones aparentemente aceptables para los impulsos límbicos (los cuales
constituyen las funciones ejecutivas emocionales).
Estas dos funciones siempre actúan juntas, pues cualquier acción (sobre todo si se
relaciona con otros componentes de la sociedad) siempre lleva adosada un componente
emocional (positivo, negativo o dentro de un amplio margen de una supuesta neutralidad
emocional). La importancia del LPF humano en su compleja conducta es primordial,
aunque no hay que olvidar que nuestro sistema nervioso siempre actúa de forma
integrada con otras zonas cerebrales, pues su acción conjunta es necesaria para cualquier
acción y, aunque parezca mentira, se necesitan más de las que aparentemente podemos
creer que son las necesarias.

Como las funciones ejecutivas se asientan principalmente en esta zona cerebral


(interconectadas funcionalmente con otras áreas neurológicas), podemos intuir que la
conducta moderna humana se debe, en gran parte, al desarrollo evolutivo del LPR, y que
sus características funcionales serían claves para comprender el origen y desarrollo de
nuestra conducta simbólica. Pero las características funcionales de este LPF vienen
determinadas por las propias características evolutivas. Por tanto, para entender con
detenimiento el origen y desarrollo de la conducta humana, creo que es imprescindible
seguir por los derroteros del modelo multidisciplinar, es decir, de elaborar teorías
multidisciplinarias que enlacen sin problemas los conceptos recientes de Biología
evolutiva, Neurología, Psicología, Sociología y Lingüística.

2.5. LAS NEURONAS DE VON ECONNOMO O NEURONAS ESPEJO


Son las neuronas corticales de la evolución humana. Se denominan neuronas
espejo a una cierta clase de neuronas que se activan cuando un animal o persona
desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo,
especialmente un congénere. Su importancia evolutiva reside en tres cuestiones
principales (Urzúa, 2013): a) se encuentra presente solo en el cerebro de los primates; b)
su edad evolutiva es notablemente reciente, pues no superan los 20 millones de años, y c)
son particularmente numerosas en el cerebro humano.

Se trata de neuronas del sistema piramidal, llamadas así gracias a su morfología


estructural; estarían relacionadas con el movimiento en general. Su particularidad
neurofisiológica es que se disparan con el movimiento, propio y ajeno, siendo por ello
distintas a las otras neuronas piramidales por su función, no por su histología. Se activan
con movimientos determinados y pueden ser selectivas (Martín-Loeches, 2008), es decir:
se trataría de una red neuronal (neuronas, axones, dendritas, conexiones neurológicas)
conectada a otras de las que recibe cierta información (elaborada o no), provocando una
reacción determinada, o la adquisición conceptual (total o parcial) de un acto externo.

Los resultados de los estudios por imágenes del cerebro han demostrado que la
circunvolución frontal inferior (parte del área 44 de Brodmann o área de Broca) y la
corteza parietal inferior (área 6 de Brodmann) del cerebro humano se activan cuando la
persona realiza una acción y también cuando la persona observa a otro individuo realizar
esa misma acción. Es probable que estas regiones contengan neuronas con estas
características, por lo que han sido definidas como el sistema de neuronas espejo
humano. Las neuronas espejo también están presentes en primates no humanos, aunque
en diferente cantidad y ubicación.

También es importante considerar que este sistema se activa con la observación


de la actividad que realiza un congénere, por lo que tienen un trasfondo social básico,
relacionándolas con la interacción social, pues incita a una conducta de imitación
determinada (Martín-Loeches, 2008). Por tanto, parece que tienen la capacidad de
proporcionar un mecanismo para comprender la acción, aprender por imitación, y la
simulación imitativa del comportamiento de los demás (Monnier, 2012). Este aspecto es
fundamental en el desarrollo cultural de los primates, aunque menor entre las
comunidades humanas en las que el aprendizaje es más directo e intencionado. Es una
forma de cognición social (Moya-Albiol et al., 2010).

En definitiva, se refuerza la compresión de la existencia de los demás como


nuestros semejantes, así que imitamos su conducta porque lo que hacen nos interesa. En
la comprensión de las acciones e intenciones de los demás se deriva el propio concepto
de la teoría de la mente (Martín-Loeches, 2008) y constatamos que aumenta la empatía
emocional y racional. La empatía es un proceso cognitivo fundamental en las relaciones
humanas. Percibir en un contexto común lo que un individuo diferente puede sentir, se
deduce porque sólo puede darse dentro de un trasfondo social. La empatía presentaría
tres aspectos diferentes, según Moya-Albiol et al. (2010):

 Conocer los sentimientos de otra persona, por lo que estaría muy relacionado
con la Teoría de la Mente (Componente cognitivo).
 Sentir lo que está sintiendo, de forma similar o igual a lo que el sujeto puede
sentir en la misma situación (Componente emocional).
 Responder compasivamente a los problemas que le aquejan (Comportamiento
social).
Existen teorías que explican el desarrollo del cerebro social en las especies de
grupos de mamíferos sobre la base del desarrollo o la adquisición de conductas muy
relacionadas con la empatía. En estas sociedades los individuos notan y se afligen ante el
dolor de un congénere, actuando de manera que se termina esta exposición al objeto que
provoca el sufrimiento, incluso aunque llegue a suponer un peligro para ellos mismos
(Preston y de Waals, 2002). Según este modelo de percepción-acción, la observación o
imaginación de otra persona en un estado emocional particular activa de manera
automática una representación de ese estado en el observador, con las respuestas
fisiológicas asociadas. Al ser automático, se trataría de un proceso que no requiere
conciencia ni esfuerzo de procesamiento, pero que no puede inhibirse ni controlarse. Se
trata de una compleja forma de inferencia psicológica en la que la observación, la
memoria, el conocimiento y el razonamiento se combinan para comprender los
pensamientos y sentimientos de los demás.

El movimiento que conduce de la empatía al acto, discurre a través de las


neuronas espejo, empleando exactamente los mismos circuitos cerebrales que se ponen
en marcha durante nuestra propia experiencia.

Hay que tener en cuenta que la empatía estaría muy relacionada con diversas
estructura cerebrales con neuronas espejo (corteza prefrontal y temporal) y sin ellas
(amígdala, y diversas estructuras del sistema límbico). Por tanto, su actuación en esta
forma de relación social debe considerarse como coadyuvante en la conducta que se
produce, no como su elemento primordial.

Por otra parte, se las relaciona con el origen del lenguaje humano; pues, en los
seres humanos, las neuronas espejo se encuentran en la corteza frontal inferior, cerca del
área de Broca, una región tradicionalmente relacionada con la producción del lenguaje,
pero que también controla los movimientos orales y de la mano en sus más complejas
manifestaciones.

Esto parece indicar que el lenguaje humano evolucionó a partir de un sistema de


comprensión y realización de gestos implementados por las neuronas espejo. Sin
embargo, como en muchas teorías de la evolución del lenguaje, existen pocas evidencias
directas, lo que nos obliga a continuar estudiando su funcionalidad por todos los medios
disponibles, resultando un sistema importante para el lenguaje, pero no más que otros
muchos sistemas neuronales relacionados con él. El lenguaje humano está
constantemente activando aquellas partes del cerebro que representan la realidad
descrita por aquél, así muchas palabras o frases (relacionadas con acciones) activan zonas
motoras y relacionadas con la acción. Este no es lenguaje, es nuestro sistema de
comprensión del mundo, activado por el lenguaje (Martín-Loeches, 2008).
Estas neuronas revisten un importante interés en el surgimiento de las funciones
cognitivas: células numerosas en la corteza cerebral humana con la filogenética más
jóvenes, una ontegenia exclusiva de los primate, que poseen características moleculares
relacionadas con las funciones socioemocionales. Para Arzúa (2013), tendrían un
protagonismo social importante (empatía), que es uno de los componentes básicos de la
propia teoría de la mente.

El origen del concepto de teoría de la mente se encuentra en los trabajos de


Premack y Woodruf (1978) y se refiere a la habilidad para comprender y predecir la
conducta de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones, sus emociones y sus
creencias (Monnier, 2012). En principio, el término se hallaba confinado al estudio de la
primatología y la etiología del autismo; se proponía que la causa de los trastornos
generalizados del desarrollo era una ausencia en la teoría del desarrollo. En los últimos
años se han publicado gran número de estudio sobre este complejo concepto y su
afectación en diversas patologías, y se propone una división del concepto de teoría de la
mente en distintos procesos además de cómo evaluar distintos niveles, estableciendo una
relación con las estructuras cerebrales con las que se relaciona cada uno de ellos. Estos
niveles de complejidad son: reconocimiento facial de emociones, creencias de primer y
segundo orden, utilización social del lenguaje, comportamiento social y empatía lo que
nos conduce a plantearnos una reflexión sobre algunos aspectos teóricos relevantes
como el papel del córtex prefrontal en esta teoría; así como el axioma de lo categorial
frente a lo dimensional respecto de este tipo de conceptos, la modularidad o las redes
neurales, la inteligencia emocional y social frente a la inteligencia cognitiva o el papel de
la bidireccionalidad en estos procesos cognitivos complejos (Tirapu-Ustárroz, 2007).

La sociabilidad y este desarrollo neurológico y cognitivo tan específico (teoría de la


mente), junto con el aumento evolutivo de las demás capacidades cognitivas (abstracción,
simbolización, funciones ejecutivas, memoria) y el propio desarrollo sociocultural de las
poblaciones humanas (Plagnol y Wall, 2006), creo que son los verdaderos artífices del
origen y desarrollo de la cultura humana, donde el lenguaje juega un papel
predominante, pues sin él no hubiera podido ser realidad la conducta que hoy día
poseemos los seres humanos.
2.6. EVOLUCIÓN DEL LENGUAJE A PARTIR DE LAS NEURONAS ESPEJO

Nuestro sistema nervioso central (SNC) nos ofrece un modo particular


determinado por nuestro registro neuroanatómico capaz de elaborar una aproximación
para comprender el mundo. La activación que propició el lenguaje evolucionó a partir de
un sistema de comprensión y realización de gestos implementados en las neuronas
espejo; muchas palabras o frases activan zonas motoras relacionadas con la acción.
Además, las neuronas espejo, en la corteza frontal inferior, controlan también los
movimientos orales y de la mano en sus más complejas manifestaciones.

En la teoría de la mente, la sociabilidad y el desarrollo neurológico y cognitivo


específico, junto con el aumento evolutivo de las demás capacidades de pensamiento
(abstracción, simbolización, funciones ejecutivas, memoria) y el propio desarrollo
sociocultural de las poblaciones humanas (Plagnol y Wall, 2006), son los verdaderos
artífices del origen y desarrollo de la cultura humana.

Los neandertales presentaban el cerebro adiestrado respecto a ofrecer soluciones


para una mayor demanda en relación al requerimiento muscular, y disfrutaban de una
vida íntegra emocional. Además, de un menor desarrollo del cerebro frontal; aunque ese
rasgo exclusivo del HAM que ha desarrollado excesivamente este lóbulo al disminuir las
necesidades musculares requeridas, podría terminar jugando evolutivamente en nuestra
contra, definitivamente diezmando al último homínido vivo sobre la tierra.

Según hallazgos de TAC (Tomografía Axial Computarizada) y RMN (Resonancia


Magnética Nuclear), la disposición del cráneo del neandertal no resulta de menor
volumen que el hombre moderno, aunque la organización anatómica de la calota
establece que la masa encefálica resulte elongada en sentido antero-posterior. El
simbolismo es un complejo proceso que caracteriza la conducta humana, y que en su
desarrollo pasa por diversas fases de acumulación cognitiva y cultural (un continuum).
Freud y Jung apuntan que las estructuras psíquicas eran ya emocionalmente idénticas
para estos dos grupos de homínidos. Podríamos ya inferir, entonces, que quizá los
neandertales no tuvieran siquiera tanta necesidad de expresarse como lo hacemos
nosotros y, en el caso de que lo hicieran, bien sea que lo realizasen de manera diferente
en tanto su particular psiquismo.
Los autores que hasta ahora habían aportado una interpretación sobre los datos
del periodo Paleolítico medio señalan una sociedad cazadora recolectora con una
capacidad simbólica poco desarrollada, formas de un simbolismo primitivo. Por tanto, se
considera que en este periodo no existirían enterramientos con un simbolismo
metafísico. Sin embargo, ya en la actualidad se considera que la intencionalidad de las
inhumaciones producidas durante este período, gozan de cierto simbolismo de carácter
social y emotivo.

No podemos hablar de religión, concepción demasiado compleja para humanos


que aún no han desarrollado la objetivación de su propia existencia y la de los demás,
junto a una necesaria ubicación temporal y espacial. Tampoco aplicaríamos el concepto
de ritos, aunque sí la representación ordenada y sistemática de ciertas ideas de carácter
simbólico, creando un modelo conductual que se realiza repetitivamente:

 Las inhumaciones intencionadas con un fin sanitario, a las que a nuestro juicio
siempre hay que añadir cierta presencia de respuestas sociales y/o emotivas
originadas por la muerte de un miembro del grupo, sobre todo si se trata de
un niño o individuos con cierta relevancia social.
 Un desarrollo cognitivo camino del simbolismo moderno, pleno desarrollo
donde existiera una importante interacción social, consecuencia de un
aumento demográfico y perdurable en el tiempo.
 Con unas capacidades cognitivas que puedan crear una conducta simbólica,
sólo sería necesario la formación de un medio ambiente (cultural, social,
tecnológico, lingüístico) que favoreciera su desarrollo, lo que en un grado
intermedio podríamos ver en las comunidades del Paleolítico medio más
densamente pobladas.

2.7. MODELO A SEGUIR

Los modelos etnográficos pensamos que no deben ser aplicados directamente,


aunque sirven para tomar consciencia de la variabilidad de la conducta humana y crear
hipótesis de trabajo que también apoyen la Arqueología cognitiva.
Un estudio multidisciplinar, puede llegar a crear la base teórica que trate de
explicar los cambios ocurridos en nuestra marcha evolutiva y que configuraron el
Comportamiento Humano moderno, y se vale de la Biología evolutiva, la Neurología, la
Psicología y la Sociología; a fin de establecer un modelo psicobiológico de la conducta
humana, siendo de especial relevancia la interrelación existente entre pensamiento,
lenguaje y conducta.

2.8. APROXIMACIÓN A LA HIPÓTESIS FISIOPSICODINÁMICA DEL TOC

El núcleo del rafe dorsal en el tronco encéfalo representa la principal fuente de


serotonina (5-HT) del cerebro. Establece amplias conexiones con la corteza cerebral,
sistema límbico, tálamo, hipotálamo y ganglios basales, a través de las cuales ejerce una
influencia marcada sobre la conducta y los estados de ánimo.

Una aproximación simplista, sugeriría la relación entre serotonina y ansiedad y se


ha propuesto que un exceso de actividad en los sistemas serotoninérgicos cerebrales
podría ser responsable de la sintomatología ansiosa, mientras que una deficiencia de
serotonina explicaría el espectro depresivo.

También se ha establecido una estrecha relación entre noradrenalina (NA) y la


etiopatogenia de los trastornos de ansiedad: En estudios con animales, la estimulación
del Locus Coeruleus (LC) provoca activación simpática y síntomas somáticos relacionados
con ansiedad. Además, los fármacos que aumentan la tasa de disparo de las células del
LC, como la yohimbina, inducen ansiedad en humanos, mientras que las sustancias que la
reducen, como la clonidina, atenúan los síntomas de ansiedad.
Por otra parte, la actividad noradrenérgica excesiva puede llegar a reducir la
eficiencia del procesamiento de la información en la corteza prefrontal y en el circuito
cortico-subcortical, lo que puede causar preocupación.
Se cree que estos síntomas de ansiedad podrían deberse a la estimulación
noradrenérgica excesiva sobre los receptores postsinápticos α1- y β1 -adrenérgicos de la
amígdala o de la corteza prefrontal.
2.9. BASES DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO DESDE DISTINTOS
PARADIGMAS. ETIOPATOGENIA

Es trastorno obsesivo-compulsivo es uno de los problemas de ansiedad más


importante, donde las obsesiones y su florida sintomatología, la recurrencia de
pensamientos y las compulsiones ligadas al alivio del malestar, han contribuido a
caracterizarlo como el trastorno de ansiedad más grave.

La calidad de vida, antes del tratamiento del paciente que sufre un TOC, ha sido
poco estudiada, y tampoco se encuentran trabajos que evalúen el papel de la cultura, de
la raza o de la etnia.

En el paciente obsesivo existe un descenso de tensión psicológica o de actividad


psíquica general, que se traduce en sentimientos de incompletitud y en la disminución o
pérdida de las funciones de la realidad, características propias del individuo ansioso
(Janet, 1908).

Montserrat-Esteve (1962) postula un enfoque timodinámico, en donde el inicio


patogénico de estos cuadros radicaría en la cristalización infantil de un determinado
estado afectivo, que a su vez responde a especiales situaciones biográficas
(psicopatogenia dinámica freudiana) que puede diluirse o, sin embargo, persistir dando
lugar a las manifestaciones obsesivas características.

Se han planteado diversas explicaciones sobre la etiología y el mantenimiento del


TOC. Generalmente, se contemplan tres grandes orientaciones paradigmáticas que se
aplican respecto de la etiopatogenia que se corresponda con la mayoría de subtipos del
TOC (Vallejo, 2000), como son: los postulados psicoanalíticos iniciales, los modelos
biológicos y los modelos cognitivo-conductuales (Botella y Robert, 1995; Cruzado, 1998;
Robert y Botella, 1990 y Salkovskis, 1999).

2.10. MODELO BIOLÓGICO

Desde la perspectiva biológica, las investigaciones han ido consolidando un


modelo que empezó a gestarse en la década de los años veinte, cuando una epidemia de
encefalitis asoló Europa y permitió estudiar casos cuyas secuelas subcorticales eran
superponibles a las auténticas manifestaciones obsesivas. Los defensores del modelo
biológico entienden éste comportamiento anormal como una enfermedad producida por
el funcionamiento patológico de alguna parte del organismo. Se presupone que la
alteración orgánica o funcional del cerebro, en última instancia del SNC, es la causa
primaria de la conducta anormal.

Según Vallejo (1989), existen cuatro importantes aspectos fisiopatológicos por


corroborar, que son:

a) Alteraciones en el procesamiento de la información.

b) Alteraciones en los mecanismos de excitación-inhibición centrales.

c) Posible patología frontal (zonas orbito internas), especialmente en su


conexión con los ganglios basales.

d) Alteraciones bioquímicas, centradas especialmente en la serotonina, es


una amina biogénica indolaminérgica que se sintetiza, fundamentalmente, en los núcleos
del rafe del tronco encefálico, desde donde se envían proyecciones serotoninérgicas que
se distribuyen por diversas regiones del Sistema Nervioso Central, SNC. Desde el punto de
vista psicofarmacológico, la serotonina representa un importante papel como
neurotransmisor en la inhibición del enfado, de la agresión, la temperatura corporal, el
humor, el sueño, el vómito, la sexualidad y el apetito (García, 2015).

En la actualidad encontramos abundante bibliografía sobre aspectos


neuroanatómicos, neurológicos, neurofisiológicos, bioquímicos y neuroendocrinológicos
que resultan vinculados a esta patología. La base biológica de estos trastornos se
fundamenta en cuatro argumentos (Valaer, 2013):

a) Genética. Estudios en gemelos y familiares demuestran la participación


hereditaria.

b) Clínica. La relación de la patología obsesiva siempre se establece con


trastornos en los que la etiopatogenia biológica es relevante
(esquizofrenia, melancolía, epilepsia, síndrome de Gilles de la Tourette,
encefalitis).

c) Biología. Los datos biológicos avalan disfunciones orgánicas en esta


patología. Los estudios de neuroimagen (SPECT Y PET) consolidan la
disfunción del circuito de Alexander córtico-subcortical (Alonso y Vallejo,
2003; Vallejo et al., 2005).

d) Terapéutica. La respuesta a la psicoterapia es discreta, en tanto que los


antidepresivos de acción serotoninérgica y la psicocirugía son eficaces.

2.11. MODELO A NIVEL GENÉTICO

Los factores genéticos resultan importantes en la etiopatogenia del TOC; parece


haber una contribución hereditaria al TOC, según se desprende de estudios en gemelos y
en familiares.

En comparación con los familiares de personas sin trastornos o de la población


general, se ha visto que hay mayor riesgo de TOC a lo largo de la vida en familiares de
primer grado de personas con TOC (2-3% versus 10-12%) (Hettema et al., 2001). Respecto
a la población general, el TOC es también más frecuente en los familiares de primer grado
de las personas con trastorno de Tourette.

Los trabajos con gemelos demuestran que la concordancia en monocigotos (65%)


es notablemente más elevada que la de los dicigotos (nunca superior al 45%) (Pauls,
1992; Pauls et al., 1991). Asimismo, se estima que alrededor de la mitad de la varianza
fenotípica se debe a factores genéticos y un significativo número de familiares de
obsesivos presentan TOC o rasgos obsesivos, más en el orden de las obsesiones que en el
de las compulsiones (Nestadt et al., 2000). Un 10-12% de los familiares de primer grado
de los pacientes con TOC presentan también este trastorno y un 17% informa de rasgos
obsesivos; estos porcentajes son mucho más elevados que en la población normal. Lo que
se hereda parece ser la naturaleza del TOC, no los síntomas específicos; así, una persona
puede tener compulsiones de lavado, mientras que su padre las tiene de comprobación
(Cruzado, 1998). Esto indica que los síntomas no se deben al modelado, aunque éste
puede facilitar el aprendizaje de una manera de responder miedosa y ritualista. Aunque el
TOC parece ser en gran medida hereditario, las tentativas para determinar las
contribuciones genéticas exactas han tenido poco éxito. El modo de transmisión es
desconocido, pero se sugiere una forma genética dominante, si bien existe una clara
implicación de factores no genéticos. Aunque, tanto los estudios clásicos como los más
actuales, señalan un componente genético de los TOC (Pauls, 1992), existen limitaciones
metodológicas (Alonso, Vallejo y Menchón, 2003).

La influencia genética se manifiesta probablemente por una estructuración


especial del SNC caracterizado por: a) hipotonía de los sistemas de activación cortical, que
provoca déficit en la captación de señales externas y en el procesamiento de la
información; b) disfunciones en el circuito de Alexander, que conecta las zonas
orbitofrontales con los ganglios de la base (especialmente núcleo caudado y globus
pallidus) y éstos, a través del tálamo, nuevamente con la corteza frontal, cuyas
repercusiones psicopatológicas explicarían parte de la clínica obsesiva, es decir,
perseverancia conductual inapropiada y dificultades de conmutación (imposibilidad de
desplazar contenidos mentales, afectos o actos fuera de la conciencia por lo que al
paciente le es difícil iniciar o frenar una actividad psíquica), deterioro de patrones de
conducta específicos de la especie, control inconsciente de conductas habitualmente
automáticas en sujetos normales, incapacidad de desatender estímulos irrelevantes
(Vallejo, 2000).

Actualmente, se realiza una búsqueda de los marcadores cerebrales cognitivos


intermedios (endofenotipos) que pueden ayudar a clarificar las contribuciones genéticas.
El objetivo de los autores Chamberlain et al. (2005), fue valorar los procesos de control
inhibitorios en parientes de primer grado no afectados de pacientes con TOC, por primera
vez con pruebas objetivas. Estos autores concluyeron que los déficits en la flexibilidad
cognitiva e inhibición motora, pueden representar los endofenotipos cognitivos para el
TOC. Tales medidas desempeñarán un papel clave en la comprensión de las asociaciones
genotipo/fenotipo para el TOC y en las condiciones del espectro relacionadas.

2.12. NIVEL CLÍNICO Y BIOLÓGICO. PARADIGMAS DE LAS TEORÍAS


NEUROPSIQUIÁTRICAS

Las teorías neuropsiquiátricas del TOC pueden clasificarse en función de sus


características neuroquímicas (a) y neuroanatómicas (b).
2.12.1. TEORÍAS NEUROQUÍMICAS

Las teorías neuroquímicas postulan que hay anormalidades en el sistema de


producción de serotonina, en particular una hipersensibilidad de los receptores
serotoninérgicos postsinápticos, que explican los síntomas del TOC (Gross y Hollander,
1998). Esta hipótesis de la serotonina se propuso después de las observaciones de que los
medicamentos serotoninérgicos, pero no otros antidepresivos, son efectivos para
disminuir los síntomas del TOC. Sin embargo, los resultados de muchos estudios que
exploran en forma directa la relación entre la serotonina y el TOC han sido inconsistentes.
Por ejemplo, algunos estudios refieren aumento en las concentraciones de los
metabolitos de la serotonina en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con TOC
comparados con sujetos sin el trastorno; otros estudios no refieren estos hallazgos.
Aunque la respuesta preferencial del TOC a los agentes serotoninergéticos a menudo se
presenta como apoyo a la hipótesis de la serotonina, este argumento tiene poco valor
aunque la hipótesis derivó de este resultado terapéutico. Por tanto, aún no queda claro si
la función de la serotonina es un mecanismo subyacente a los síntomas del trastorno
obsesivo-compulsivo.

A mediados de la década de los 70, Yaryura-Tobias y Neziroglu (1993, 1996)


postularon la teoría serotoninérgica de los TOC, basándose en el efecto del antidepresivo
tricíclico (ADT), clomipramina. Desde entonces, la investigación en este campo,
especialmente en el sistema 5-HT, ha sido prolífera, así como también en relación al
sistema noradrenérgico y dopaminérgico (Alonso y Vallejo, 2000; Vallejo, 1995). También
otros resultados en este ámbito ofrecen datos contradictorios, como el efecto del m-
clorofenilpiperacina (m-CPP), un potente agonista serotoninérgico, sobre la
sintomatología obsesiva, que desde los trabajos iniciales de Zohar et al. (2000), siguen
suscitando polémica, ya que en algunos estudios se constata una exacerbación de
síntomas (Broocks et al., 1998) y en otros no (Ho Pian et al., 1998), sin que todavía se
sepa si tales discrepancias obedecen a cuestiones metodológicas o de otra índole.
Especialmente interesante es la comprensión de los mecanismos neuroquímicos que
subyacen en la respuesta a los tratamientos antiobsesivos en los TOC (Ortega, 2000; Blier
y de Montigny, 1998).
Vallejo (1996) y Stein (2000) han valorado aspectos bioquímicos del 5-HT como la
respuesta farmacológica (eficacia de la clomipramina, ADT y los inhibidores selectivos de
la recaptación serotoninérgica, ISRS), y marcadores periféricos de la función de 5-HT
(elevaciones de 5-HIAA en LCR, relación respuesta a clomipramina-elevación de 5-HIAA en
LCR, afectación de receptores plaquetarios de 3H-imipramina). Sin embargo, algunos
puntos (resultados parciales de los antidepresivos serotoninérgicos, contradicción de
algunos estudios bioquímicos, discrepancias entre la respuesta conductual y
neuroendocrina, disociación de efectos bioquímicos y terapéuticos, desconocimiento de
la conexión del sistema de 5-HT y otras vías de neurotransmisión), permiten cuestionar la
hipótesis de 5-HT y plantear la implicación de otros neurotransmisores, como la
dopamina y la noradrenalina, si bien su participación es más dudosa (Vallejo, 2006).

Kitamura et al. (2006), tratan de identificar una base neuroquímica para probar la
hipótesis por la que un circuito cortical y subcortical subyace al TOC. La materia blanca
fue también investigada debido a la investigación reciente la cual sugiere la conectividad
alterada de axones. Utilizando la resonancia magnética espectroscópica de 3-Tesla, las
concentraciones relativas de N-acetilaspartato (NAA) y compuestos de colina contenida
en la creatina y fosfocreatina (Cr) fueron medidos en el cíngulo anterior, ganglio basal,
tálamo, materia blanca frontal y parietal de 12 pacientes con TOC y 32 sujetos sanos
como grupo control. Resultando que la concentración promedio de colina/creatina fue
significativamente mayor en los pacientes con TOC que en los controles, pero solamente
en la materia blanca parietal, mientras que no fueron observadas diferencias de grupo
significativas en ninguna de las regiones cerebrales. Las concentraciones de
colina/creatina parietal correlacionaron positivamente con la severidad de los síntomas
del TOC. Estos hallazgos proporcionan evidencia indirecta para la participación de la
materia blanca en el TOC, de esta manera sugieren un cambio en los fosfolípidos de
axones mielinizados y/o células glía (Valaer, 2015).

2.12.2. TEORÍAS NEUROANATÓMICAS

Estos modelos derivan de estudios de la imagen en los que se comparan los


niveles de actividad de áreas cerebrales específicas entre pacientes con TOC e individuos
controles sanos. Así, p. ej., los estudios con tomografía por emisión de positrones (TEP)
muestran constantemente un aumento en la utilización de glucosa en la corteza
orbitofrontal (COF) entre pacientes con TOC, con respecto a sujetos sanos (Tajima et al.,
2009; González y Jiménez, 2000; López-Ibor et al, 1995, 1996; Galnotti y Marra, 1994).

Los modelos neuroanatómicos predominantes del TOC proponen que las


obsesiones y compulsiones se originan de anormalidades estructurales y funcionales en
áreas particulares del cerebro, en especial los circuitos orbitofrontales-subcorticales
(Saxena et al., 1998). Se trata de un circuito constituido por el córtex frontorbitario,
estriado, tálamo y córtex cingulado. El córtex orbitofrontal y cingulado emite eferencias
excitatorias glutamatérgicas hacia el núcleo caudado, éste envía fibras inhibitorias
GABAérgicas sobre el pálido, que a su vez proyecta fibras inhibitorias hacia el tálamo.
Finalmente el tálamo envía eferencias excitatorias sobre el córtex orbitofrontal
completando el circuito. Rapaport (1989) había sugerido que en los pacientes obsesivos
podría producirse una liberación de programas primitivos de conducta (subrutinas,
relacionadas con el aseo y la territorialidad), que en situación normal están controlados
por los ganglios basales, pero que en un momento dado se activan por disfunciones del
lóbulo frontal.

Se cree que este circuito conecta las regiones del cerebro implicadas en el
procesamiento de información a las encargadas de iniciar ciertas respuestas conductuales
cerebrales y que su reactividad excesiva causa el TOC. Parece ser que una disfunción del
circuito entre el córtex orbitofrontal y caudado ventromedial podría mediar los síntomas
obsesivos, y la conexión entre córtex paralímbico y el núcleo accumbens podría mediar
las manifestaciones afectivas.

Desde esta perspectiva neuroanatómica, dos factores sugieren una disfunción del
mencionado circuito de Alexander, que implica zonas orbitofrontales y los ganglios de la
base, especialmente el núcleo caudado:

a) Síntomas obsesivoides en patologías neurológicas que afectan estas zonas


(gliomas frontales, necrosis del globus pallidus, epilepsia temporal, corea
de Sydenham, corea de Huntington, síndrome de Gilles de la Tourette)
(Miguel et al., 1997).

b) Detección, a través de técnicas de imagen cerebral (TC, RM, SPECT, PET),


de afectación de las zonas orbitofrontales (frecuentemente
hipermetabolismo), del córtex cingular y del núcleo caudado (Fernández et
al., 2004; Alonso y Vallejo, 2003; Vallejo, 1999; Ownby, 1998; Rush et al.,
1996), y normalización de tales disfunciones tras el tratamiento con
antidepresivos serotoninérgicos (Stein, 2000).

Los datos de los estudios funcionales de neuroimagen cerebral resultaron ser


consistentes respecto de los datos estructurales. Tanto la TC como la RMN han
demostrado la presencia de reducción bilateral de los núcleos caudados en pacientes con
TOC, y sus resultados también son compatibles con la observación de la efectividad
ocasional de los procedimientos sobre el cíngulo en el tratamiento del TOC (Sadock y
Sadock, 2009).

Estos estudios mediante Resonancia Magnética, en pacientes con TOC, se han


centrado en algunas regiones cerebrales específicas: a) núcleos de la base; b) córtex
frontal y cingulado, además de mediciones globales como volúmenes cerebrales o
ventriculares. Así, con respecto a los núcleos de la base determinados estudios muestran
alteraciones de su estructura y el grupo de Scarone et al. (1992), demostraron un
incremento del volumen del núcleo caudado derecho con pérdida de la asimetría
izquierda mayor que la derecha del grupo control. El mismo grupo (Calabrese et al., 1993)
detectaron un incremento de la intensidad de la señal en el núcleo caudado izquierdo
respecto al derecho, lo que podría sugerir una alteración estructural del caudado
izquierdo, subyacente a la alteración volumétrica. Robinson et al., en 1995, detectaron
una reducción del volumen del núcleo caudado bilateral, sin alteraciones en otras
estructuras cerebrales. Jenike et al. (2001, 1997), detectaron una tendencia hacia la
reducción global del volumen del núcleo caudado y una pérdida de la asimetría izquierda
mayor que la derecha del grupo control en una muestra de diez pacientes obsesivas. En
un estudio Rosenberg et al. (1998, 1997), sobre un grupo de pacientes obsesivos
pediátricos, detectaron una reducción del volumen del estriado bilateral, a expensas del
núcleo putamen, la cual se correlacionaba negativamente con la severidad de los
síntomas obsesivos. Stein et al. (1997), no detectan diferencias en el volumen caudado
con respecto a un grupo control, sin que haya una correlación significativa entre la
reducción de este y disfunción neuropsicológica o la presencia de signos neurológicos
menores en una muestra de pacientes obsesivas con tricotilomanía. Otros estudios
(Kellner et al., 1991; Aylward et al., 1996) tampoco hallan diferencias significativas con
respecto a estas estructuras.

En relación a la presencia de alteraciones estructurales en el córtex frontal y/o


córtex cingulado, los hallazgos son más escasos. Garber et al. (1989), demostraron
alteraciones en el valor de intensidad en el cingulado anterior en los pacientes obsesivos
con historia familiar de TOC y una mayor asimetría de la señal del córtex orbitario
derecho respecto al izquierdo, tanto en pacientes obsesivos con historia familiar de TOC
como en pacientes obsesivos no medicados. Rosenberg y Keshavan. (1998), detectaron
un aumento del volumen del córtex cingulado anterior en un grupo de 21 pacientes
obsesivos en edad pediátrica y nativos al tratamiento, sin apreciar diferencias en otras
regiones corticales (córtex cingulado posterior, córtex prefrontal dorsolateral o córtex
temporal) o subcorticales (amigdala o hipocampo). Por su parte, Szeszko et al. (1999),
detectan una reducción del volumen del córtex orbitario bilateral en pacientes con TOC
respecto a un grupo control, así como una reducción del volumen de la amígdala y una
ausencia de la asimetría normal de complejo hipocampo-amigdalino.

En lo que se refiere a la presencia de alteraciones del volumen cerebral y


ventricular, la mayoría de estudios muestran resultados negativos. Robinson et al. (1995)
hallaron un incremento en el volumen ventricular y Rosemberg et al. (1997) detectan un
incremento del volumen del tercer ventrículo. En diferentes estudios publicados (Breiter
et al., 1994; 1996, Jenike et al., 1989) se demostró una reducción significativa de la
sustancia blanca en las regiones retrocallosa, pericallosa y cerebelosa, con una tendencia
a la reducción del volumen de sustancia blanca en el resto de las regiones cerebrales.
Contrariamente, el volumen de sustancia gris cortical y opercular apareció
significativamente incrementado en los pacientes con TOC; el volumen opercular, a su
vez, se correlacionaba con la gravedad de los síntomas obsesivos y con la afectación
neuropsicológica detectada en estos pacientes.

La Resonancia Magnética Espectroscópica (RMS) permite la detección, in vivo, de


la concentración de diferentes moléculas como aminoácidos, colinas, mioinositol,
creatinina o N-acetilaspartato, mediante la adquisición espectro de distintos núcleos
como el Hidrógeno (H), Fósforo (P) o Flúor (Fl), tras la aplicación de un pulso de
resonancia magnética. Su utilización en el estudio del TOC ha sido escasa. Ebert et al.
(1997) describen una reducción de los niveles de N-acetilaspartato (NAA) a nivel del gyrus
cingulado y el estriado derecho en 16 pacientes obsesivos. Los niveles de NAA en región
cingulada correlacionaban con la gravedad de la clínica obsesiva. De forma
independiente, Bartha et al. (1998), constatan en una muestra de 13 pacientes obsesivos,
estudiados simultáneamente mediante RMS de Hidrógeno y análisis morfométrico,
niveles significativamente reducidos de N-acetilaspartato en el estriado izquierdo de los
pacientes con TOC, sin detectar diferencias volumétricas de los núcleos caudados derecho
e izquierdo. El NAA se encuentra principalmente en las neuronas cerebrales y es
considerado un marcador neuronal, aunque su función neuroquímica no está bien
determinada. Estos hallazgos orientan hacia una reducción de la densidad neuronal
(pérdida neuronal) en estas regiones, en este caso no detectables mediante técnicas
estructurales convencionales.

En resumen, las alteraciones estructurales aunque no parecen constituir un


fenómeno universal en el TOC, aunque sí podrían componer un hecho limitado a un
subgrupo concreto de pacientes. Tampoco se conoce su repercusión en el curso clínico ni
en el pronóstico de los pacientes obsesivos. La asociación de estas alteraciones a signos
neurológicos menores o disfunciones neuropsicológicas (Jenike et al., 1989, Stein et al.,
1997), su falta de relación con el tiempo de evolución de la enfermedad, la mayor
presencia en pacientes con inicio infantil del TOC (Rosemberg et al. 1998, 1997) o la
presencia de alteraciones en la asimetría cerebral (Scarone et al., 1992, Jenike et al.,
1989, Szeszko et al.,1999), apoyan la posibilidad de que, al menos en un subgrupo de
pacientes, el TOC esté relacionado con alteraciones del neurodesarrollo.

Por otro lado, es posible considerar, como demostró el estudio de Bartha et al.
(1998), que estas alteraciones sean más sutiles (p. ej. modificaciones a un nivel molecular)
y se escapen a las técnicas de neuroimagen volumétricas, por lo que las discrepancias
entre los distintos estudios pueda ser debida a la falta de sensibilidad por las técnicas que
han sido empleadas.

Aunque sean muy interesantes, los estudios neuroanatómicos son trasversales,


por lo que no revelan si el TOC está originado por disfunciones del cerebro. Es posible que
las alteraciones observadas en la función cerebral representen sistemas cerebrales con
funcionamiento normal y que estén afectados por un trastorno de ansiedad crónico como
es el TOC. Especialmente significativo es el hecho de que se haya constatado una positiva
correlación entre la mejoría clínica y la normalización de tales anomalías tras el
tratamiento. Asimismo, se ha observado que la provocación de síntomas por técnicas
fisiológicas (agonista serotoninérgico) o psicológicas (exposición, relatos) se traduce en
una hiperactivación de zonas orbitofrontales, cíngulo anterior y ganglios de la base en el
núcleo caudado (Vallejo, 1999). Es indudable que gran parte del futuro de la investigación
en TOC va a ir en esta línea, en la que el perfeccionamiento técnico se imbrique con la
clínica y la respuesta terapéutica.

La neuroendocrinología (test de respuesta de la TSH a TRH) y la neurofisiología


(polisomnografía, EEG, PE, VCN) no han ofrecido datos relevantes (Vallejo, 1995; Alonso y
Vallejo, 2003), y en cualquier caso se plantea si alguno de los resultados se relacionan
más con la impregnación depresiva que tienen algunos obsesivos que con anomalías
biológicas del TOC primario. Asimismo, se han descrito disfunciones interhemisféricas por
alteración del hemisferio dominante, anomalías de los potenciales evocados tardíos (que
sugieren una afectación del procesamiento de la información por la falta de control
inhibitorio).

En la actualidad, la búsqueda de causas de esta enfermedad se centra en la


interacción de factores neurobiológicos y las influencias ambientales, así como en los
procesos cognitivos.

2.13. HIPÓTESIS POLIFACTORIAL

Vallejo (2006) estima que la etiopatogenia de estos trastornos se entiende a partir


de la imbricación de factores biológicos y psicosociales. Ruiloba et al. (2006) se inclinan
más por una hipótesis polifactorial de los estados obsesivos, ya que los datos clínicos,
experimentales y terapéuticos de que disponemos hasta el momento descartan una
interpretación simple pues, por el momento, la etiología del trastorno obsesivo es
desconocida. Cabe la posibilidad de que estos casos se ponga en marcha a partir de
desencadenantes físicos (encefalopatías, parkinsonismo, tuberculosis, etc.) o psíquicos
(problemas sexuales, laborales o matrimoniales, parto, embarazo, fallecimientos). Sin
embargo, la clara justificación causal de estos estímulos sólo queda patente en algunos
casos, a diferencia de las fobias específicas y los trastornos de ansiedad generalizada, en
las que resulta frecuente la asociación temporoespacial del inicio del cuadro y de los
estímulos concretos.

Por otra parte, los pacientes obsesivos muestran una hipertrofia de los patrones
de las creencias que se generan en la infancia a partir de una educación rígida e inflexible.
La confluencia de ambos tipos de factores (biológicos y psicosociales) explica por qué en
algunos casos predomina el componente genético hereditario y en otros se aprecia una
raíz más psicogenética. El TOC implica una pérdida de control, por parte del paciente,
sobre sus pensamientos e incluso sobre sus conductas. Este hecho se vive además de
forma paradójica en tanto que el paciente reconoce como producto de sí mismo tales
pensamientos y/o conductas (Vallejo, 2003).

2.14. EXPECTATIVAS DE LA INVESTIGACIÓN

El estudio de la filogenia cerebral en el Sistema Nervioso, permite comprender


tanto similitudes como diferencias entre los sistemas neuronales de las distintas especies.
Unas de ellas corresponden a las funciones cognitivas, aunque resulte discutible si estas
funciones constituyen un logro exclusivo del cerebro humano, sí que puede ya puede
asegurarse que en él alcanza su máxima complejidad. Nos podremos ayudar, además, de
la Paleontología, la Medicina, la Biología, la Psicología y la Psiquiatría Forense, a la hora
de restituir una aproximación científica para los apartados comportamentales de estas
especies de homínidos, en función de la inclusión/exclusión de cada unos de los
componentes encefálicos del sistema nervioso central que ya disfrutaban nuestros
antepasados.

El estudio de la ontogenia cerebral se encuentra directamente relacionada con el


proceso de la evolución, pues durante el desarrollo cerebral se recapitula (tras la sucesión
del diencéfalo sobre el que se instaura el mesencéfalo), su historia evolutiva de reptil a
ave y, luego, a homínido.

Así, podremos estudiar el surgimiento de las funciones cognitivas durante la


filogenia homínida tomando por una parte como referencia las muestras de los registros
fósiles y el incremento aproximado que ha experimentado el volumen del cerebro a
través del proceso evolutivo homínido; y, por otra parte, la forma en que se ha
consolidado su función bajo diversas formas de expresión conductual, desde artefactos
muy burdos (H. sapiens neanderthalensis) hasta expresiones gráficas y/o artísticas (Homo
sapiens sapiens).

El desarrollo cerebral individual, de la ontogenia de cada especie constituye la


base que dará vida a las funciones cognitivas; es la capacitación cerebral necesaria y
suficiente centrados en el extraordinario desarrollo de la corteza cerebral, para iniciar la
suficiencia en los procesos y cogniciones que surgen en la vida de nuestros antecesores
del Paleolítico.

Todo cambio conductual mostraría la manifestación de la acción conjunta de


cuatro conceptos: creación, ejecución, motivación y desarrollo capacidades emergentes,
por lo que la falta o disminución de alguno de ellos conduce a una ausencia o retraso,
mientras que la rápida aparición de conductas adaptativas implican un buen desarrollo de
las capacidades humanas. Además, el desarrollo de estas capacidades cognitivas
atesoraría una manifestación paralela sobre el registro arqueológico:

 Funciones ejecutivas (planificación, ejecución de conductas, tecnológicas,


sociales y simbólicas).
 Emotividad (relaciones sociales: sociabilidad, aislamiento, expansión).
 Creatividad (variación tecnológica, social y simbólica).
 Capacidades emergentes (reflexividad y flexibilidad para el cambio y desarrollo
tecnológico, social y simbólico).
Hasta ahora, el problema substancial que plantea un estudio dentro del registro
arqueológico es la propia subjetividad de quien lo realiza, pues muchas apreciaciones se
deducen por simple apreciación personal, al no existir todavía parámetros objetivos con
los que compararlos. Por ejemplo, si se comparan los adornos del Chatelperroniense
(Maillo, 2008b) con los del Auriñaciense, una primera impresión que además
tecnológicamente es cierta, aporta que ambos son similares, induciendo a una rápida
conclusión: los neandertales y los Homo sapiens sapiens tenían las mismas capacidades
cognitivas para crear expresiones simbólicas, aunque en sí misma esto no resulta una
inferencia tan simple (Rivera, 2009b).
Respecto a nuestro cerebro más afectivo (sistema hipotalámico y límbico):
sabemos que se remonta ya a la evolución cerebral esencial, necesaria y suficiente, desde
los homínidos más antiguos, como por ejemplo: el Homo anteccessor, el Homo erectus o
el Homo heidelbergensis; es la matriz emocional de nuestra psique más interna la que nos
vincula definitivamente a la identidad de lo que algún día fuimos y, de forma recesiva, al
dictado de nuestro genoma común, aún presente.

2.15. HIPÓTESIS PARA APLICAR SOBRE LA EVOLUCIÓN Y LA CONDUCTA

La teoría de la evolución de las especies, auspiciada por Charles Darwin como base
de toda explicación biológica, se refiere al mecanismo de producción de los cambios
evolutivos habidos a través de las mutaciones producidas al azar y que, además, sostiene
que la acción de la selección natural sobre las nuevas formas morfológicas (fenotipos)
favorecen a aquellas expresiones que presenten un mayor poder adaptativo o de
supervivencia. Esta acción evolutiva sobre las poblaciones que constituyen una especie
determinada, producen pequeñas y sucesivas alteraciones morfológicas y funcionales que
con el paso del tiempo originarán nuevas especies con otras características anatómicas.
La evolución de la conducta se derivaría de estos cambios consecutivos, estableciéndose
una relación directa entre el cambio anatómico y modificación conductual.

La vida fósil muestra las características modernas propias de nuestra especie, pero
su cultura está fundamentada durante el Paleolítico medio no la del superior (Bernaldo de
Quirós et al. 2008), que en definitiva es la que le caracteriza y le ofrece también su
enorme poder adaptativo. Es difícil compaginar este desarrollo neurológico con tan
pobres avances culturales. La evolución, en sus expresiones teóricas más tradicionales no
parece capaz de explicar esta disfunción evolutiva-conductual, ello radica
fundamentalmente en el mayor conocimiento sobre la producción de las mutaciones, de
la genética durante el desarrollo embrionario y de los propios procesos adaptativos que
tienen lugar durante la embriogénesis. Desde luego es un complejo mecanismo de difícil
comprensión, pero si queremos comprender el mecanismo evolutivo, hay que
profundizar en los mecanismos que tienen lugar en su producción, y aún así en conceptos
generales y aún por aplicar en los particulares cambios anatómicos que se producen en la
evolución humana.
En la evolución neurológica humana todo aumento cerebral debe justificarse con
alguna mejora adaptativa, para que la selección natural pueda promocionarlo. En general,
tal concepción evolutiva ofrece numerosas ventajas, pues es fácil de explicar, comprender
y aplicar. Es ampliamente admitido que la evolución de nuestro cerebro fue mucho más
rápida que la cultural, que siempre se produce tras los cambios neuroanatómicos. Así,
siguiendo criterios generales de nuestro árbol evolutivo.

El origen de los humanos anatómicamente modernos se produjo en África hace


unos 150.000 años (según los restos paleontológicos y los datos del ADN), lo que no
significa que automáticamente o con anterioridad existieran ventajas adaptativas que
favorecieran su selección natural. Arqueológicamente sólo se aprecian cambios culturales
importantes a partir del 80.000 BP en África, mientras que en otras áreas geográficas
(Próximo Oriente) ya sobre el 100.000 BP tenemos humanos modernos con la misma
cultura que tenían los Neandertales durante el periodo Paleolítico medio Musteriense
(Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001), que curiosamente está menos desarrollada que la
vista en África del Sur con las fechas del final del mismo periodo paleolítico (Mcbreart y
Brooks, 2000; Mellars, 1989).

Podemos establecer una serie de características sobre la forma de creación y


desarrollo de la conducta simbólica humana:

 La evolución neurológica de nuestra especie es anterior a sus progresos


conductuales y culturales, los cuales se explican mejor dentro del concepto
evolutivo de adaptación o psicológico del proceso cognitivo emergente. Es decir,
que la evolución no produjo tales cambios en función de las ventajas selectivas
que suponen una conducta simbólica, sino que se produjo un aumento de las
capacidades cognitivas, que por sí solas no ofrecían en principio mejoras
conductuales, pero sí ofrecían una mayor capacidad de obtención informativa de
la naturaleza, así como de su procesamiento, simbolización y transmisión
(lenguaje simbólico).
 Se necesita un tiempo para su desarrollo. Su aparición no tiene por qué ser
simultánea entre las diferentes poblaciones humanas de una misma especie,
momento y lugar, pudiendo unas avanzar en estos procesos y otras quedar
estancadas, avanzar más lentamente o desaparecer.
 Los fundamentos para que tal desarrollo cultural, cognitivo o de conducta se
produzca dependen de diversos factores: primero las capacidades cognitivas, de
origen evolutivo, que posibiliten este cambio; segundo de la existencia de un
acervo cultural previo que pueda facilitar tal desarrollo (tecnología, sociabilidad,
alguna forma de lenguaje); tercero de las necesidades sociales y ambientales del
grupo, que actuarán como estímulo o motivación consciente para superar los
problemas sociales y de supervivencia del momento.
Como sugiere Rivera (2009), en Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica
del paleolítico: la evolución confiere capacidades cognitivas, mentales o intelectuales
relacionadas estrechamente con la conducta, pero que necesitan de la cultura (medio
ambiente específico que hay que crear previamente) para que se desarrollen. Entonces, el
registro arqueológico y la información evolutiva adquieren criterios de concordancia, al
menos desde un punto de vista teórico, y mejor fundamentado que la explicación
tradicionalmente mantenida.

2.16. TRAYECTORIA DE INVESTIGACIÓN: METODOLOGÍA Y OBJETIVOS

2.16.1. OBJETIVO GENERAL

Estudiar, según los datos fósiles con que en la actualidad contamos sobre Homo
sapiens neanderthalensis, la capacitación cerebral necesaria para poder elaborar su
conducta y la creación de manifestaciones simbólicas y gráficas, para así poder
compararlas, a la vez que diferenciarlas con la Neurobiología del Homo sapiens sapiens.
Contamos, además, con las herramientas teóricas y metodológicas que aporta la
Antropología para realizar una interpretación del simbolismo desde la época del
Paleolítico que vaya más allá de la visión tradicional que hasta ahora sólo nos había
presentado la arqueología prehistórica:

 Recoger el estado general de conocimiento actual acerca de los rasgos


arqueológicos del comportamiento paleolítico Humano Moderno en los
hombres Neandertales, desde todos los ámbitos: ecológicos, tecnológicos,
económicos, de organización social y en relación con la conducta simbólica.
 Destacar las implicaciones cognitivas y simbólicas de los rasgos que se añaden a
la conducta moderna; respecto a las segundas, éstas se derivan de todos los
ámbitos que integran los sistemas socioculturales, no sólo de aquellos
relacionados con lo que tradicionalmente ha sido considerado como
comportamiento simbólico. Trataremos de ir más allá de la concepción
reduccionista del concepto de simbolismo que sostiene la arqueología
prehistórica buscando una visión desde la antropología simbólica.
 Señalar las diferentes posturas sostenidas por los distintos investigadores en
cuanto a los Neandertales para ser definitivamente capaces de gestar una
conducta similar a la moderna, así como para la experimentar una
fundamentada capacidad de pensar y actuar respecto de una forma simbólica.
 Proponer una serie de elementos teórico-metodológicos, de corte
paradigmático e interdisciplinar, para reenfocar el análisis e interpretación de
los aspectos simbólicos derivados de los contextos arqueológicos.
2.16.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS EN RELACIÓN A LAS HIPÓTESIS ACTUALES

 Demostrar similitudes, más que diferencias, en lo que concierne a que la


evolución cursó al azar entre ambas especies humanas (Homo
neanderthalensis y Homo sapiens sapiens). Hombres de ambas especies,
coexistieron, mezclaron sus naturalezas y, en la actualidad, son buena parte
(nuclear) de lo que ahora somos nosotros mismos, como demuestra la
mezcla genética interespecífica del genoma común de dónde venimos.
 Realizar una revisión o meta-análisis respecto a las dataciones que al uso
manejamos de la Prehistoria. Es decir, si se aproximan o no a la realidad, y se
corresponden, en la práctica, con periodos exhaustivamente más dilatados a
los que en la praxis se reconocen (quizá el hombre de Neandertal haya
vivido mucho más tiempo de lo que en la actualidad se admite; o, quizá, el
Homo sapiens sapiens sea bastante más antiguo de lo que la ciencia supone.
 Estudiar si los Neandertales tuvieron mucho más que decir en cuanto a la
forma de entender el mundo; las estructuras sociales, el cuidado de sus
enfermos, el entierro de sus familiares queridos y el cuidado del grupo, la
realización para sus deberes respecto al tiempo empleado en in versión
parental de los hijos, y de los niños y de los ancianos del cada clan de cada
caverna; sobre los rituales de caza, el tratamiento de las enfermedades, la
sensibilidad religiosa con la madre naturaleza, en definitiva, claves para un
grupo de hombres cazadores recolectores.
 Reconocer la posibilidad de que en nosotros actualmente haya mucho de los
neandertales que también fuimos, como ya apuntan las teoría genéticas; es
de recibo reconocer que las estructuras anatómicas y neuroquímicas del
cerebro de los neandertales demuestran que estos humanos, al contrario de
los que se intentó siempre defender por las doctrinas más fundamentalistas,
no eran tan animales ni estaban tan alejados de nosotros como se nos
insistía; al contrario, sentían no exactamente como nosotros, sino quizás
más, porque a pesar de tener áreas motoras más grandes y ser más fuertes,
lo que no tenían es un desarrollo excesivo del lóbulo frontal como nosotros,
lo que paradójicamente nos incapacita a veces, es decir, y esto lo vemos en
las práctica clínica todos los días, el Homo sapiens sapiens actual está más
diseñado para vivir en una sociedad más que suficientemente ansiosa o
neurotizada, como soslayaba Freud.
 Queremos conocer también, si nuestros antepasados neandertales
disfrutaban de un cerebro adiestrado para un mayor requerimiento
muscular, por un aparte, y disfrutaban de una vida íntegra emocional igual o
más intensa si cabe que la nuestra (quizá más simple, pero también menos
retorcida e improductiva); además, tenían, sin embargo, menor desarrollo
del cerebro frontal; o dicho de otra forma, puede que nosotros hayamos
desarrollado excesivamente, este lóbulo al disminuir las necesidades
musculares que en la actualidad nos son requeridas. Sin embargo, ya en los
albores de los tiempos como apuntaban Freud y Jung, para el hombre
moderno, las estructuras psíquicas eran ya emocionalmente idénticas para
estos dos grupos de homínidos, los sentimientos eran los mismos o, en
cualquier caso, puede que los neandertal no tuvieran la necesidad
apremiante de expresarlo todo, aunque también compartía la necesidad del
arte mueble y el parietal, como en la actualidad revelaban los últimos
hallazgos arqueológicos y los métodos de datación absoluta, que lo fechan
mucho más antiguos a lo que en un principio se reconocía.
 Sopesar de una forma razonada, el caso de que quizás la parte neandertal de
nosotros mismos sea en definitiva la más afectuosa y humana; el desarrollo
cerebral ulterior del HAM puede que se acerque mejor a los mecanismos
sociales, políticos de adaptación evolutiva aunque también, después,
esencialmente neuróticos, en el seno de una vida estructuralmente
mejorada y con menos estresores exteriores circunstanciales (ahora no hay
leones que nos persigan, pero en el interior de nuestras mentes está plagado
de fantasmas como las hipotecas, los desahucios, las estrecheces de final de
mes, las relaciones con las familia política), antes de idear en la naturaleza
técnicas mejoradas de cómo hay que salir a procurarse el alimento, edificar
construcciones y poblados; por lo que lejos de estas preocupaciones y con
un córtex muy complejo nos complicamos aún más y hacemos una vida
interior exorbitada que acaba complicándose en amplias exigencias y
dificultades mentales, altos niveles de frustración, y baja tolerancia a la
ansiedad, altos niveles de ira o angustia (el hombre primitivo tienen tiempo
libre para disfrutar de su entorno cuando las dificultades y los
requerimientos de la tribu, le dan margen, aunque exiguo). Esto es lo que
actualmente acaba constituyendo una especial psicopatología que todos
padecemos, un trastorno de ansiedad que podríamos denominar con la
categoría de una neurosis transferencial de la aldea global, a la que ahora se
le añade el ciberespacio.
 Determinar un grupo control, ya que no es posible estudiar la psicopatología
y el psicodiagnóstico del hombre de las cavernas. Podremos, sin embargo,
aproximarnos a establecer un grupo control, que debe de semejar una
estructura cerebral sana y los más simple posible, en la que se objetivicen
siempre, a través de auto-registros, a las reacciones emotivas, afectivas,
frente a las interacciones sociales en interacción con el grupo; no sólo en
ítems y test de tipo cognitivo-conductual, sino proyectivos también. La
interpretación de los test de manchas de contenido psicodinámico explora
márgenes psicoafectivos que también estuvieron presentes en los homínidos
desde el lecho de los tiempos, así, por ejemplo el test de Herman
Rorscharch, nos da una aproximación directa y muy precisa al inconsciente,
que presenta una actividad cerebral, neurobioquímica y neuropsicológica,
idéntica, desde hace miles de años, tanto para el hombre neandertal como
para el Homo sapiens sapiens.
 Con ellos demostraremos similitudes, más que diferencias entre ambas
especies humanas, que coexistieron y se mezclaron y son ambas en la
actualidad buena parte de nosotros mismos, al menos de nuestra matriz
emocional más interna, íntegra e interesante, que nos vincula con la
identidad de lo que algún día fuimos y, aunque de forma recesiva, seguimos
aún siendo. Promete ser un viaje apasionante a la historia primigenia de
nuestra psicobiología.
PARTE II.

HISTORIA EVOLUTIVA DE LAS CAPACIDADES COGNITIVAS

PARA LA CONDUCTA Y LAS REPRESENTACIONES GRÁFICAS

DE LOS REPRESENTANTES DEL GRUPO HOMO DURANTE EL

PERÍODO DEL PALEOLÍTICO

En la medida en que podemos saber, el único propósito de la


existencia humana es iluminar la oscuridad de lo que simplemente
hay (Carl Gustav Jung).
CAPÍTULO 1.

Respecto del pequeño grupo de neandertales cazadores recolectores que


construyó la estructura de La Folie, Diez Martin (2014), profesor de Prehistoria de la
Universidad de Valladolid, describe: […Han rescatado del silencio lejanos momentos
llenos de gestos tan imperceptibles como valiosos: un hogar que crepita, el movimiento
atareado alrededor del fuego, el ruido metálico de la piedra magistralmente dirigida por
un artesano ensimismado, el murmullo de voces, la fricción del filo cortantes en la
madera a punto de tomar forma, el susurro del fuego nuevamente y en su movimiento
hipnótico ensimismando la noche profundamente oscura, conjurando al viento que
brama amenazador al otro lado del parapeto de ramas].

1.1. LAS PRIMERAS IMPRESIONES


La ciencia del siglo XXI, a través de las novedosas técnicas científicas, se va
capacitando cada vez más para llegar a ofrecernos una visión aproximada respecto al
pasado del género Homo.

La ocupación de Europa por los homínidos pudo suceder hace más de un millón y
medio de años, posiblemente a través de los estrechos del Bósforo y Dardanelos,
entonces transitables a pie como consecuencia de los moderados descensos del mar
durante las épocas glaciales. También hay fundadas hipótesis con datos aún no
concluyentes de que viajaran a través de Sicilia y del estrecho de Gibraltar (Bermúdez de
Castro, 2013).

Conocemos con certeza los diversos condicionantes que tribularon las peripecias
del Homo sapiens primitivo durante el periodo achelense del Pleistoceno Inferior (1,8-
0,78 millones de años), esto es: la evolución desde los últimos representantes adscritos a
Homo ergaster, en África (entre 1,8 a 900-700000 millones de años), que ahora es
considerada la primera expresión verdaderamente humana de nuestro género (contaban
con una estructura corporal básica similar a la nuestra y una organización social que
empieza a mostrar los primeros signos de cohesión), hasta los primeros fósiles aún
africanos de Homo rodhesiensis y Homo heidelbergensis (alrededor de 600000 años), la
especie europea más antigua que ya presenta rasgos específicos heredados luego por
Homo neandenthalensis.

Hace 430.000 años, 28 niños y adultos de ambos sexos murieron y quedaron


sepultados en una cueva burgalense de la Sierra de los huesos de Atapuerca, en donde se
extrajeron más de 6.700 restos fósiles humanos, probablemente todos miembros de una
misma familia, aunque no está claro si la muerte aconteció por una trampa mortal o fuese
un enterramiento con cierto sentido religioso.

Se ha conseguido analizar ADN nuclear de dos de estos individuos y se trata del


material genético más antiguo hasta la fecha, rescatado a partir de unos pocos
microgramos de hueso molido de un fémur, varios dientes y algunas escápulas, cuyos
resultados nos revela unos homínidos neandertales arcaicos, ancestros de los que
habitaron Europa y que luego se cruzaron con los sapiens.

Lalueza-Fox (2007) constata la aparición persistente de hibridaciones, sexo e hijos


fértiles entre unas especies y otras; importantes puntos de referencia en la línea temporal
de la evolución humana. Svante Pääbo (2013) estima que existen datos consistentes en
relación a la hipótesis de que los sapiens nos separamos como especie de los otros
humanos arcaicos, hace entre 550.000 y 750.000 años; pues a través del ADN
mitocondrial antiguo de la línea de filiación materna, constata el parentesco con los
denisovanos distribuidos por los montes de Altái (Siberia); lo que establece una
divergencia entre estos últimos y los neandertales a partir de un ancestro común de hace
430.000 años, época prehistoria que se corresponde con la Sima de los Huesos
(Atapuerca). El equipo de Bermúdez de Castro (2014), entonces decide retirar a los
homínidos de la sima su clasificación como especie Homo heidelbergensis y como
presenta unas similitudes morfológicas neandertales muy claras, queda por determinar
para el caso si estamos ante una especie o una subespecie de hombres neandertales
arcaicos, ancestros de los que después conquistaron Europa y se cruzaron con los sapiens.
Con el ADN nuclear que nos frece información filial de ambos progenitores (tanto del
linaje del padre como de la madre), se aclara que el origen de los humanos de Atapuerca
sí tenía un parentesco mucho más estrecho con los neandertales que con los
denisovanos.
La población de Homo heidelgergensis de la Sima de los Huesos, mostraba rasgos
faciales y especializaciones exclusivas de los neandertales y, además, presentaban un
marcado dimorfismo sexual similar al de los actuales humanos modernos; los varones
alcanzaban una estatura incluso superior a los 165 cm y podían llegar a pesar cien kilos,
así que eran muy corpulentos, con una musculatura muy desarrollada; el tamaño cerebral
rondaría un volumen entre 1.100 y 1.400 cc (aunque el desarrollo encefálico
característico de las poblaciones humanas (Plagnol y Wall, 2006), cuando relacionamos el
volumen corporal con el índice de encefalización, aún se encuentre por debajo de lo que
alcanzarían los especímenes de nuestros antecesores los hombres neandertales).

De esta manera, el ultimo antepasado común que condujera a la escisión de


neandertales y sapiens debe situarse en torno a los 500.000 años; con una divergencia
ulterior de los dos linajes (a causa del pulso migratorio debido a la existencia inicial de
varios grupos de heidelbergensis distanciados por miles de kilómetros en medios
biológicos muy dispares), hace alrededor de 400.000 años de antigüedad (Bermúdez de
Castro et al., 2014).

Dicha escisión genética junto a una especialización ambiental tuvo una


trascendencia decisiva en el devenir humano, sobre un Pleistoceno que en la actualidad
se considera su comienzo hace 2,59 millones de años. Homo heidelbergensis se inician en
el paleolítico inferior y luego, a lo largo del paleolítico medio (0,78-0,12 millones de años),
se conformaron individuos con la frente huidiza e inclinada hacia atrás y una proyección
anterior de la cara media, prognatismo y ausencia de mentón en la mandíbula. Los grupos
que se internaron en las frías tierras norteñas de la Europa glaciar, en virtud del
aislamiento geográfico y de su adaptación ambiental, a través de su evolución particular,
llegaron a convertirse en los neandertales (Homo neanderthalensis). Las poblaciones de
este homínido que se quedaron en el abrigo de las tierras africanas acabaron dando paso
a nuestra especie, pues hace 195.000 años contábamos con los primeros especímenes de
Homo sapiens. Hace sólo 40.000 años que llega nuestra especie a Europa, durante el
paleolítico superior y se extinguen los últimos neandertales, sólo hace 24.000 años (Diez,
2014).

Nos podemos acercar a su fisiología de Homo neanderthalensis, a sus ciclos


vitales, a la clínica de sus dolencias y sus patologías más frecuentes, desentrañar su
genoma (Lalueza-Fox, 2010) a través del ADN mitocondrial y nuclear (Noonan, 2006), su
código genético inserto en las células que proporciona el modelo para la vida orgánica, en
el que se pueden estudiar diferencias y semejanzas para analizar la relación existente
entre las interacciones interespecíficas entre las diversas formas de la vida; teniendo en
cuenta que las mutaciones que en él sucedan, pueden acumularse y permite medir no
sólo la diversidad biológica intra e interespecífica, sino también cuánto tiempo ha pasado
desde que los grupos se separaron y dejaron de emparejarse (Sáez, 2015): las mutaciones
de nuestro ADN constituyen pruebas obtenidas en un recipiente fósil que ahora nos
ilustran sobre nuestro pasado insertas en un recipiente vivo (Faulkner, 2013).

También podemos reconstruir su medio ambiente y como se desenvolvía a través


de sus técnicas y comportamientos, esto es: su modo de existencia. Un intento de
aproximación respecto de sus mecanismos cognitivos, aunque todavía hoy se ignoran
muchas otras cosas relacionadas con su mundo simbólico, social y la estructura y los
constructos mentales de su universo psicológico; sobre todo, en relación a los
mecanismos cognitivo-conductuales de su intimidad social y personal, su forma de
entender y concebir el mundo, como de cuestionarse su papel en relación a la perspectiva
de las cosas que le rodean y, sobre todo, afectan a su vida más personal.

Conscientes del enigma que plantean los neandertales como parte integrante de
nuestra propia existencia y que los fundamentos acerca de las cuestiones relacionadas
con el concepto de evolución y el reflejo de nuestra propia historia como otra especie
singular, es por lo que pretendo realizar una revisión de estas cuestiones precisamente
desde una aproximación multidisciplinar, ayudándonos de los paradigmas que nos
ofrecen muchas de las ciencias de avanzadilla puntera en nuestros días. Así repararemos,
sobre todo, en el abordaje desde la capacitación mental suficiente y necesaria de la que
ya estaban provistos esta especie de homínido que fue nuestro antepasado, a fin de
lograr establecer la continuidad de un proceso histórico-arqueológico, neurocientífico y
forense que tratará de desentrañar su psicología particular versus a la autoatribuida por
Homo sapiens, tan acostumbrado en erigirse casi en superhéroe –como una versión
moderna que reencarnara una deidad mitológica-, empeñado representante en erigirse
por encima de la luz sobre las tinieblas y del bien por el mal, la ironía de su magnificencia
de sesgo prepotente, su manía respecto de la exclusividad privativa en aras de su
humanidad, en soberbio detrimento de la mediocre animalidad con que hasta ahora
tildaba sin consideración a los predecesores seres humanos.

Al hombre sabio de nuestros días gusta y le parece atrayente, cuando no


reconfortante, redimirse de la angustiosa sensación de la nada que el alberga el caos,
arrancado desde lo desordenado para llegar a ocupar nuestro propio lugar especial y
único en el mundo; se exige la necesidad antropocéntrica de preguntarse por qué
estamos aquí, mirándose al ombligo de la evolución como si hubiese surgido para él,
mediante generación espontánea; presumiendo de que tenemos la exclusividad de ser los
únicos primates con abigarrada tendencia a la taxonomía obsesiva, a respirar aliviados y
sentirnos estables sólo si experimentamos el oculto placer de llegar a clasificarlo
perfectamente todo, la maniática estabilidad a través del orden en que se viene
convirtiendo un hábito que está cada vez más en la psicopatología. Nos gusta trascender
de las mitologías por las que el ser neolítico se aproximaba poéticamente a la historia del
constructo del mundo arcaico.

Creo que ya toca, y demás resulta de recibo, el momento en que asumamos cómo
a través de la propia historia de los neandertales podemos constatar, sin duda, una parte
esencial e inconmensurable que integra la esencia de nuestra propia historia, sea quizá
gracias a esta vertiginosa realidad por la que se plantea una cercanía incuestionable que
nos liga íntima e irreversiblemente con esta especie humana de la también que
descendemos, y que al inicio de las primeras evidencias lleva ya visos de certeza y nos
despierta al verdadero pasado del origen común con respecto a los homínidos paleolíticos
que nos precedieron, antiguos pero inteligentes, a la par que diestros y a nivel cognitivo
suficientemente dotados, mucho más de lo que hasta ahora nuestra miseria de especie
nos había permitido reconocer.

Es por ello que he querido despojar a los hombres neandertales de aquello que
con ligereza, fácilmente y con osadía prepotente solemos atribuirnos a nosotros mismos,
desde la fisura basada en la inseguridad obstinada con que adolecemos y tras los
prejuicios de llegar a ser exclusivos en nuestro simbolismo y en la particular evolución de
nuestro excepcional lenguaje que, sin embargo, tampoco es que fuera el único registro
que existió a los largo de los milenios; sólo que quizás los otros pretendían funciones
diferentes desde otra perspectiva que era la que necesitaban para valerse y afrontar el
mundo.

Siempre nos han contado lo extraordinario que sólo nosotros somos, que
aparecimos repentinamente en la naturaleza como criaturas excepcionales y sin el molde
que además rompimos pues se colmató la evolución y no, podría llegar a diseñar nada
mejor, cuando fundadamente ya sabemos que esto no es cierto; nosotros, el culmen de
todo un dintel de cualidades humanas, fuerza y capacitación mítica ex novo para
emprender todo tipo de empresas. Ha llegado, entonces, el momento de empezar a ser
sinceros y de reflexionar sobre nosotros mismos, lo que somos y gracias a quienes lo
somos; aunque nos empeñemos en obstinarnos para seguir cargando todavía la mochila
de prejuicios y esquemas decimonónicos, cuando ahora tenemos la gran suerte de que la
ciencia empieza a mostrarnos con certezas, el fascinante camino escrito en los abrigos
rocosos de la historia evolutiva de la humanidad.

1.2. HOMBRES SABIOS QUE FUERON TAMBIÉN LOS NEANDERTALES


A partir de la década de los años 80, apoyados los investigadores en la disciplina
pionera de la Paleogenética, empezaban a concluir que los hombres neandertales
constituían una especie única y excepcional, producto de un particular y diferente viaje
evolutivo que resultó complementario al desarrollo evolutivo de Homo sapiens (De la
Torre, 2015).

Si antes, ambos representantes coetáneos del género Homo eran vistos como
ramas separadas y especializadas, es ahora con los espectaculares avances de la genética
molecular y las fieles reconstrucciones de avanzadas técnicas dermoplásticas, cuando se
logra determinar fehacientemente los rasgos físicos que desde siempre han caracterizado
a los neandertales, concurren numerosos detalles anatómicos, p.ej. respecto al cálculo
informático del espesor de las partes blandas con la perfecta restitución de músculos y
tendones, la cuidada disposición del pelo, las tonalidades de la piel, los ojos y el cabello
aseverados por los nuevos datos de genes que aportan los estudios genéticos como por
las condiciones ambientales, adaptadas a las condiciones de climas templados o fríos
propias de las latitudes norteñas. Todas estas características, han sido luego, aplicadas a
recreaciones en diverso formato, han constituido en los últimos años una gran revolución
que copa exposiciones y museos, películas y documentales animados, que facilitan la
representación de la imagen del neandertal que acentúa los rasgos y los pequeños
detalles de una humanidad ya desprovista de los prejuicios históricos habidos durante los
siglos XIX y XX. La ciencia, ahora, enseña a alguien en quien podemos reconocernos.

El ADN mitocondrial y nuclear de los neandertales, han sido decisivo a la hora del
estudio del genoma de estos padres humanos (Lalueza-Fox, 2010), siendo al fin capaces
de identificar muchos genes; entre los que destacan los restos encontrados por Lazuela-
Fox (Graciá, 2011) en la cueva asturiana de El Sidrón (Piloña) datados en torno a los 49000
años de antigüedad, que están relacionados con funciones muy específicas, como son: el
gen de la pigmentación (Raimondi, 2008) sugiere un color claro de piel; el FOXP2 que
está relacionado con el habla, nos advierte de la presencia del lenguaje; la presencia del
gen de la intolerancia a la lactosa advierte de que no consumirían leche fuera de la edad
infantil, o que el gen ABO controlaría el sistema sanguíneo (Krause, 2007).

Desde que en el año 2010 que se publica el primer borrador del genoma
neandertal (Lalueza-Fox, 2010): un estudio seriado compuesto por el análisis de más de 4
millones de nucleótidos procedentes de restos de tres individuos del yacimiento de la
cueva de Vindija (Croacia), con 38.000 años de antigüedad, se compara esta secuencia
con otras bases de datos provenientes de yacimientos neandertales contrastados
respecto del genoma de cinco sapiens modernos procedentes de diversas regiones del
mundo, por o que hasta el 4% del genoma de nuestra especie que habita actualmente en
Europa y Asia deriva de los neandertales, por lo que se presupone un intercambio
genético en el Próximo Oriente, donde ambas especies coexistieron durante 50.000 años,
justo antes de la expansión del Homo sapiens sapiens por toda Eurasia (Diez, 2014).

Se han podido datar también una colección de restos neandertales que han
arrojado que estos vivieron entre hace 40.500 y 45.500 años y ha permitido recuperar
ADN mitocondrial, que al ser comparado con otros especímenes, concluye que los
neandertales de Goyet resultaban genéticamente similares a los de Feldhofer (Alemania)
y El Sidrón (Asturias). Esta gran uniformidad genética, a pesar de las distancias
geográficas, indica que la población neandertal que habitaba Europa era de pequeño
tamaño (Svante y Pääbo, 2007).

Hoy no se discute sobre la existencia real de cruzamientos, pues resulta un hecho


científico. Cada vez está más claro que no solo la tuvieron una línea filial en común y
prolífica, sino que transmitieron también parte de sus singularidades genéticas (la
aportación neandertal a nuestro genoma seguro que se ha de comprobar en el futuro
superior al 4%), aunque también nos han dejado algunas de sus patologías, ya que el ADN
neandertal influye en los rasgos clínicos de los humanos actuales. Es el caso de las
enfermedades dermatológicas como, p. ej., la queratosis actínica; problemas urológicos
como dolencias del tracto urinario, problemas digestivos, reacciones endocrinas de tipo
inmunitario, vasculares como las trombosis arteriales, trastornos psiquiátricos como las
depresiones, así como trastornos adictivos.

Capra et al. (2016), presentaron en Science (2014) el primer estudio directo de


asociación entre el contenido genético neandertal con las personas actuales y sus
historias clínicas. La investigación demuestra que ese ADN arcaico tiene un impacto sutil
pero estadísticamente significativo sobre la salud de la gente con ascendencia europea.

Los apareamientos con nuestros parientes neandertales ocurrieron cuando


nuestros ancestros salieron de África, hace unos 50.000 años en el sureste de Europa; por
eso la herencia neandertal sólo afecta a las personas con ascendencia europea, y no a las
poblaciones de origen africano o asiático; éstos últimos y muchos polinésicos, llevan
también en su genoma los rastros de antiguos apareamientos con humanos arcaicos,
pero en este caso no son neandertales, sino denisovanos, la especie que vivió en Asia
antes que los humanos modernos.

Aunque, los genes neandertales aumenten el riesgo de ciertas enfermedades.


¿Qué sentido tiene, entonces, que ese ADN haya aguantado 50.000 años en nuestro
genoma? ¿Habríamos de suponer, por otra parte, que la selección natural los elimine
junto a los individuos que lo portan? Capra y colaboradores (2016) conjeturan sobre la
posibilidad de que las variantes neandertales fueran beneficiosas en el pasado, y que son
los cambios recientes ahora en las condiciones de vida los que los han hecho dañinos, p.
ej., a través del gen neandertal que hoy aumenta el riesgo de queratosis, una lesión de la
piel causada por la luz solar, pudo ser una ventaja en las heladas y nubladas estepas de la
Europa primitiva, cuando era más importante aprovechar al máximo la escasa luz solar
que protegerse de ella. Algo similar ocurre con el color claro de la piel.

Uno de los tramos del ADN de los neandertales hace que aumente el riesgo de
adicción a la nicotina y, desde hace años ya se conoce el potente efecto de la nicotina
sobre los procesos cognitivos y el comportamiento. La familia de los canales iónicos
activados por ligandos y de los receptores nicotínicos de acetilcolina han sido
extensamente estudiado (Castellanos, 2001), pues la comprensión de su farmacología y
fisiología pueden ayudar a descifrar las claves de muchos procesos del cerebro (p. ej., la
regulación de neurotransmisores y nociocepción) y también de varias y serias
enfermedades neurodegenerativas en las que se han demostrado su participación
(miastenia gravis, Parkinson, Alzheimer o esquizofrenia). El cerebro es increíblemente
complejo, de modo que resulta razonable esperar que al introducir cambios en la ruta
evolutiva devengan consecuencias negativas, cambios dañinos que se continúan en
nuestras células resistiendo 50.000 años desde el genoma neandertal (Lalueza-Fox, 2010)
hasta nuestros días.

Otro ejemplo sería uno de los genes neandertales estimulante de la coagulación


sanguínea, que hace 40.000 años ya pudo ayudar a los recién venidos de África a resistir a
los nuevos patógenos que encontraron en Europa, y también a coagular y cicatrizar las
heridas en aquellos duros tiempos. Fuera de ese contexto, si lo extrapolamos a la
actualidad, aquellas ventajas se desvanecen pues lo que induce ese gen no es sino
aumentar el riesgo de infarto, embolia pulmonar, complicaciones del parto y otros
episodios vasculares. Además de ser más sensibles a la infección, por lo que las personas
con estas variantes genéticas, también estarían más expuestas a las alergias.

Aunque no todo lo que nos dejaron los neandertales en la actualidad resulta


dañino; por ejemplo, los humanos modernos se cruzaron con la especie que llevaba
decenas de miles de años en Europa e incorporó sus mejoras genéticas frente a las
enfermedades. Respecto a la depresión, una región del ADN neandertal aumenta el riesgo
de padecer esta patología, mientras que otra zona de este mismo genoma la disminuye
(Diez, 2014).

Además, la herencia neandertal, ofrece un mejor sistema inmune aunque con más
alergias. Antes de la llegada de la higiene, las vacunas o los antibióticos, el sistema
defensivo de los humanos estaba sometido a una presión despiadada. Un sistema inmune
poco sólido podría desbordarse tras la invasión de un virus al compartir una cuchara o
respecto de una bacteria instalada en las heridas. Por eso, es previsible que la variación
genética humana se haya visto fuertemente influida por la presión de los patógenos. La
evolución genética de los mecanismos de defensa humanos y la incorporación de genes
de especies antiguas al linaje de los humanos modernos anuncian que en la pugna contra
la enfermedad hubo un encuentro decisivo que nos capacitó aún más: los genes de los
neandertales y de los denisovanos con actividades inmunitarias tienen una mayor
representación en los humanos modernos que el resto de su genoma.

Quintana-Murci (2004) utilizó información de 1.000 genomas para analizar,


después, 1.500 genes relacionados con la respuesta inmunitaria innata de los humanos,
determinando que los genes relacionados con este sistema defensivo se ven sometidos a
una mayor presión selectiva. También descubrieron una serie de genes responsables de la
respuesta frente al ataque de bacterias mediante receptores en las paredes de las células
que tienen un mayor peso de herencia neandertal respecto de genes asociados a otras
funciones.

El grupo de Quintana-Murci (1999 y 2004) también observó en función de las


presiones del entorno que algunos de sus genes inmunitarios permanecieron sin cambios
a lo largo del tiempo, mientras que otros debieron transformarse rápidamente para
responder a grandes amenazas, como la llegada de un patógeno capaz de desencadenar
una epidemia, y concluyen afirmando que la mayor parte de las adaptaciones que han
conducido a nuestro sistema inmune se produjeron entre hace 13.000 y 6.000 años,
cuando los humanos abandonaron su estilo de vida de cazadores y recolectores nómadas
para adoptar la agricultura y la ganadería y comenzar a vivir en asentamientos
permanentes.

Kelso et al. (1986), a partir del estudio de la influencia de ADN arcaico en humanos
modernos, analizan tres genes responsables de la respuesta inmune innata y concluyen
que los cruces entre humanos modernos, neandertales y denisovanos tuvo importantes
influencias, pues la explicación para justificar la relevancia neandertal en la construcción
del sistema inmune humano consistente en que llegaron ellos antes con más tiempo para
evolucionar frente a muchas de las amenazas que luego debieron afrontar los Homo
sapiens. Los neandertales vivían en Europa y Asia Occidental desde hacía más de 200.000
años y, probablemente, estaban bien adaptados al entorno y los patógenos locales. La
incorporación de estas variantes genéticas neandertales, debió proporcionar una
importante ventaja para la supervivencia a Homo sapiens que las mantuvieron con más
frecuencia que con otros genes de la extinta especie. En el estudio de las variantes
antiguas de los genes TLR, Kelso (1986) observó que éstas proporcionaban una ventaja a
los humanos que las incorporaban, gracias a su mayor capacidad para rechazar patógenos
en la superficie de sus células.

Hoy sabemos que Homo neanderthalensis poseyó una gran humanidad, tan plena
y excepcional como la nuestra. Además, sin cinismo y si por una vez somos del todo
honestos con nosotros mismos, resultaría pretencioso e inaceptable desde el punto de
vista del rigor científico, llegar a basar la comparación entre hombres neandertales y
sapiens en relación a la inferioridad de los unos, frente a la supremacía de los otros.

Las pruebas que aporta la ciencia hablan de una especie Homo excepcional de
maravillosas características patognomónicas; si entendimos algo de lo que las páginas del
libro abierto de la evolución nos cuenta, debemos concluir reconociendo que ni somos
tan maravillosos como nos presuponemos, ni tan siquiera podemos acaso plantearnos
que constituyamos el escalón final de una escala evolutiva que inexorablemente
continúa.

Se puede llegar a argumentar que no es que nosotros seamos individualmente


más inteligentes, sino que todo tiene que ver con nuestra sociabilidad, cosa que me
parece plausible. Seguramente mucho está relacionado con el extraordinario desarrollo
de nuestro lóbulo frontal por lo que estamos tan interesados en transcender nuestros
conocimientos. Los monos usan muchos útiles, pero no hay evidencia que lo sepan
enseñar, quizá sea porque tampoco en ellos se reconoce una necesidad casi imperiosa
por realizar más de lo imprescindible como especie.

Hace 30 años se clonaba en las bacterias el ADN y resultaba muy poco eficiente.
Luego llegó la PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que permitió obtener un gran
número de copias de un fragmento de ADN. En los años 2000, se inventó otra técnica
menos afectada por la contaminación para secuenciar y analizar genomas a gran escala:
high-throughput sequencing. Fue el hueso petroso que es uno de los más densos que hay
en el esqueleto, sobre el que se habrían de aplicar estas técnicas: se taladraron la base
inferior del cráneo que rodea el oído interno y consiguieron rescatar suficiente ADN del
polvo resultante, entre 50 y 100 veces más ADN que un diente (Lalueza-Fox, 2013) este
método se propone, además, el análisis de nuevos restos africanos, incluso más antiguos.
El hallazgo en la cámara Dinaledi, Rising Star Cave, Sudáfrica Sudáfrica (2015) de
una nueva especie de homínido: Homo naledi, muestra rasgos muy primitivos en manos y
respecto del tamaño del cerebro, a la par que muy evolucionados en dientes y pies, ha
vuelto a suscitar el debate sobre qué es lo que nos convierte en humanos y qué en
definitiva, nos diferenciaría del resto de los primates. Este africano combina una
capacidad craneal australopitecino con características dentales similares a principios
de Homo, a pesar de que las morfologías derivadas de manos y pies, aunque el miembro
superior conserve aún muchos rasgos primitivos.

La transición evolutiva de la extremidad superior similar a la humana se produjo


en el contexto de un cambio de comportamiento de un miembro superior
predominantemente implicado en la locomoción a una de ellas adaptada para la
manipulación. La selección para lanzar sobre el brazo y la carrera de resistencia se cree
que se forma más moderna morfología de la cintura escapular humana y su posición
sobre el tórax. Homo naledi tenía una escápula con una glenoideo orientado
cranealmente, un húmero con extremadamente bajo de torsión y una clavícula similar a
la australopitecina. Estos rasgos indican que la configuración de la cintura escapular se
encuentra arriba y hacia fuera en el tórax, distinta de la de los humanos modernos, cuyos
escápulas están colocados bajo y sobre el dorso del tórax.

Waal, en 2014, escribió: Los rasgos mezclados de estos restos prehistóricos


representan un reto para la teoría más asentada sobre el origen de nuestra especie,
según la cual el bipedismo propició la tecnología, el cambio de dieta y una mayor
inteligencia.

Feuerriegel et al. (2016) estudian en detalle la extremidad superior (excluyendo la


mano) en el Hombre de la Edad de hielo, en un contexto comparativo para evaluar la
diversidad de la clavícula, escápula, húmero, radial, cubital y la morfología entre los
primeros homínidos.
Aunque los primeros Homo erectus mantienen muchas características de clavícula
y húmero primitivos, su morfología escapular derivada sugiere una pérdida de
adaptaciones de escalada. En contraste, el Hombre de la Edad del hielo por ejemplo,
presenta un miembro superior marcadamente primitivo, conservando la morfología
propicia para la escalada mientras que carecen de muchas de las características derivadas
relacionados con lanzamientos efectivos o supuestos en marcha para caracterizar otros
miembros de principios de Homo (Diez, 2014).
Los restos de un fémur de un hombre que vivió hace unos 45.000 años en Siberia,
nos ha permitido inferir las siguientes conclusiones: 1º) que el encuentro entre los
sapiens y los neandertales pasó un poco después lo que se pensaba, entre hace 50.000 y
60.000 años. Estudiando el genoma de ese hombre se podía deducir que los neandertales
y los sapiens ya se habían cruzado. Y estudiando cómo ha evolucionado el ADN, pudimos
deducir una fecha más exacta de su cruce. 2º) que el patrón de emigración de los sapiens
era distinto a lo que pensábamos. Todo el mundo daba por sentado que la evolución
hacia Australia había pasado por la costa de Asia. Mientras que con este individuo se
demuestra que hubo una emigración también a través de Asia central.

En un cráneo humano hallado hace 55.000 años, hallado en la cueva de Manot


(Israel), se demuestra que neandertales y sapiens vivían a apenas 40 kilómetros y
compartieron la misma zona durante milenios; ambas especies vivieron como cazadores
nómadas muy cerca los unos de los otros posiblemente durante milenios, aunque el fósil
no aporta datos concluyentes, este enclave bien pudo ser como sospechaba el
antropólogo Hershkovitz (1941), el escenario del cruce entre ambas especies, se puede
especular con que aquel individuo fuera uno de los primeros hijos entre sapiens y
neandertales; justo el tiempo en el tiempo en que los modelos genéticos y arqueológicos
sostienen que surgieron los humanos modernos, primeros antepasados de todas las
poblaciones vivas actuales, periodo en el que los sapiens africanos tuvieron descendencia
con los neandertales. Hace 50.000 años, los neandertales desaparecen de la zona
mientras los sapiens llegados de África seguían allí. Unos 5.000 años después estos
comenzaron a moverse hacia Europa. El hecho de que sea más evolucionado que otros
sapiens más primitivos hallados hace unos 100.000 años en la misma zona refuerza la
teoría. Se constató que la calavera presentaba una morfología muy parecida a la de
africanos actuales y también a la de restos fósiles de humanos modernos encontrados
posteriormente en Europa; era un individuo descendiente de una oleada sapiens que
salió del continente africano hace 70.000 años para asentarse por todo el mundo.

Aunque la aportación neandertal a nuestro genoma se cuantifique en torno a


valores que se presentan cercanos al 4%, no cabe duda de que cualitativamente nos ha
dejado un importantísimo legado. Capra (2016) explica que: El ADN neandertal influye en
los rasgos clínicos de los humanos actuales; descubriendo asociaciones entre éste y una
amplia gama de problemas de salud, entre ellos los de tipo inmunológico, dermatológico,
neurológico, psiquiátrico y reproductivo.

1.3. EL MUNDO EUROPEO DE HOMO SAPIENS NEANDERTHALENSIS


A lo largo de la historia geológica, la tierra estuvo sumida en una sucesión
dinámica de cambios climáticos1, en donde tras ciclos húmedos se alternaban con
periodos generales de enfriamiento. El Pleistoceno, coincide con la mayor parte de la
historia de la evolución humana, en donde al igual que su ancestro Homo heidelbergensis,
los neandertales debieron aclimatarse al compás binario que propiciaban estas sacudidas
climáticas: un viaje adaptativo que cada día les permitía ir ganándose la supervivencia,
siguiendo un periplo itinerante en busca de la caza allí donde ésta se trasladaba,
reparando a expensas de sus migraciones; siempre en permanente lucha, sólo
persiguiendo el destino vital de una propia subsistencia (Arsuaga y Martínez, 1998).

Homo neanderthalensis fue una especie europea; desde el arco mediterráneo y el


sur de las islas británica, Europa central, pasando por los Balcanes y el Cáucaso, hasta
llegar a las planicies de Ucrania. Hace unos 100.000 años, aprovechando la bonanza
climática del último periodo interglaciar, su presencia comenzó a expandirse hacia el Este,
lo que le condujo hasta las lejanas tierras de Siberia. De nuevo, durante los periodos de
frío, la expansión del hielo hacia el sur lo arrasaba todo a su paso, dejando, además de las
profundas cicatrices geológicas en las rocas, un caos de casi todo vestigio de vida, así:
Francia, el sur de Gran Bretaña o Europa central se convertían en planicies heladas,
estepas y tundras, en donde sólo vivían las especies bien adaptadas al frío; plantas o
animales que antes se distribuía por cálidas y habitables regiones, no tenían más opción
que migrar hacia el sur, donde enfrentarse mejor a unas transformaciones ecológicas de
hábitats y ecotonos que siempre resultaron más mitigables por no renunciar a la lucha
para llegar a dejarse morir (Brunet, 2005).

1
Ahora que tanto nos empeñamos en razonar sobre esta cuestión, he de decir que no podemos establecer
una ajustada correlación si sólo mostramos especial cuidado respecto de un centenar escaso de años, ya
que hay que estudiar el proceso con la consideración respecto de la evolución geológica de los tiempos, en
donde los espacios de interglaciares entre las edades del frío constituyen un proceso cambiante respecto de
la contractilidad y expansión del clima.
A fin de seguir a las manadas para procurarse carne, ello implicaba un cambio
radical en los hogares en que se cobijaba la banda de cazadores recolectores, a la vez que
generaría constantes adaptaciones surgidas ante los nuevos retos. Las inmensas manadas
de estos animales propios de la caza mayor experimentaban espectaculares migraciones
en busca de alimento. Además, tampoco es que constituyeran fáciles recursos, por la
presencia de otros competidores como el león cavernario o la hiena, que a la par
resultaban fieros depredadores sobre todo en lo expuesto del paisaje tan abierto, con
escasos bosques en los que poder refugiarse, así como la complicación añadida para
hacerse de la imprescindible leña para generar y mantener el fuego (Diez, 2014).

Los fuegos domésticos se iniciaron utilizando la excelente ignición de especies de


matorral (Uzquiano, 2005) como: Arbutus, Prunus, Hippophae que producen también
frutos comestibles, por lo que su presencia en los yacimientos podría estar también
relacionada con la recolección de sus frutos (Aseguinolaza, 1989; Rivera y Obón de Castro,
1991). Respecto al mantenimiento de los hogares, éste se efectuó con el uso exclusivo de
madera de Abedul o mezclando Pinos y Abedules (especies de combustión rápida y lenta
respectivamente cuya combinación mejoraría la calidad y duración de la llama,
contribuyendo así al mejor acondicionamiento del hábitat en cuevas). Menos habituales
son otras especies para añadir como serbales o robles, que atenuarían la intensidad y
toxicidad de la humareda del abedul, especialmente en los fuegos destinados a zonas
menos ventiladas (Uzquiano, 2005); el combustible en estos yacimientos osciló por el
aprovechamiento alternativo en función de diferentes influencias de tipo ambiental: los
Neandertales desarrollaron distintas estrategias de adaptación teniendo en cuenta que el
medio cambia, ciertos recursos se desplazan y otros sufren variaciones de tipo estacional,
por lo que se movieron a la búsqueda de esos recursos siguiendo los diversos ciclos
fenológicos de las plantas: así p. ej., si la madera posee un alto poder calorífico y produce
una intensa humareda de color blanco tóxica pero con propiedades antisépticas, se
emplea también para la manufactura de todo tipo de objetos, de ella puede extraerse
resina y savia; además, su corteza sirve como aislante, y de ella puede también obtenerse
una especie de harina alimentaria así como brea adhesiva remedio muy eficaz como
pegamento (Uzquiano, 2005).
Las estructuras de combustión suelen llevar asociados restos de fauna y utillaje
lítico además de restos de maderas (Martínez-Moreno, 2005 y Rando, 2001; Chacón y
Fernández Laso, 2006), que suponen la existencia de concentraciones de restos óseos y
líticos asociados con estructuras de combustión, en donde se realizaban todas las
actividades relacionadas con la subsistencia del grupo. Este comportamiento espacial del
registro (unidades espaciales) se aprecia en varios niveles del yacimiento (Vaquero y
Pastó, 2001; Vaquero et al., 2001b) que presenta características similares a las
identificadas por la etnoarqueología en las áreas domésticas de los cazadores-
recolectores (Binford, 1978, 1988; Yellen, 1977; O’Connell, 1987, 1991; Stevenson 1991).
La funcionalidad de los hogares contribuiría: a) la iluminación y calefacción de la
cueva; b) cocción de alimentos (carne y vegetales) y empleo de agua hervida para cocer
huesos y extraer grasa para consumirla directamente o para solidificar y poder emplear
posteriormente; c) conservación de alimentos mediante ahumados; d) protección contra
depredadores; e) calentar herramientas de piedra para darles más dureza (Tomás, 2015);
f) eliminación de desperdicios como fragmentos de hueso y sílex; la socialización
alrededor del fuego, pues los hogares representan centros de referencia en las
ocupaciones del espacio, explicando gran cantidad de factores de producción y
reproducción de las condiciones sociales y económicas de la comunidad (Carbonell y
Rosell, 2001; Balter, 2009).
Vallverdú et al. (2010) observan dos formas de hacer fuego: a) en las estructuras
de combustión de la zona dormitorio se hace siempre sobre el anterior, genera pocos
residuos de combustión y produce grandes espesores de sedimento quemado
(rubefacción); b) en otras áreas del mismo nivel los hogares se yuxtaponen lateralmente y
tienen espesores importantes de residuos de combustión.
En otras zonas se han hallado troncos ubicados alrededor del fuego y según los
restos encontrados, se cree que los Neandertales cubrían el suelo con pieles curtidas,
ponían limo o arena y sobre estos elementos hacían sus hogueras (para poder sacar las
cenizas fácilmente cuando éstas se apagaban (Vallverdú et al., 2010). En varios los
yacimientos se constatan una sucesión diacrónica de ocupación de suelos con hogares,
con una pauta reiterativa de organización espacial, en la que las distintas zonas del
asentamiento desempeñan diferentes funciones (Gómez de la Rúa et al., 2010). A partir
de los análisis químicos de los alcanos y de los ácidos grasos saturados, recuperados de
las estructuras de combustión de este yacimiento (bajo niveles musterienses de 50.000
años), se ha podido constatar una actividad culinaria planificada y habitualmente
establecida. Las grasas contenidas en las piedras de las estructuras provienen del asado
de los alimentos (March et al., 2004; Gómez de la Rúa et al., 2010) y muestran que sobre
las piedras de la estructura de combustión se cocinaron vegetales, mamíferos como
cabras y ciervos e incluso peces.
Edelman (1994), refiere que los humanos contamos con una conciencia de orden
superior no heredada y que se configura por un aprendizaje cultural, y que es
indispensable para configurar su memoria simbólica y para establecer su identidad
biológica y su individualidad socialmente construida. Así, cabe pensar que las estrategias
humanas de supervivencia provienen de las relaciones sociales y de la cultura (Damasio,
1995). El reforzamiento y debilitamiento de sinapsis constituyen las representaciones
potenciales y los marcadores somáticos, estos circuitos sinápticos reforzados conducirían
a estrategias para enfrentar problemas y a formas de pensar (Damasio, 1995).
En relación a la tecnología del fuego entre los Neandertales, podemos sugerir que
su comportamiento se guía claramente por una serie de reglas que se expresan
construidas a través de la cultura. La cultura no sólo conduciría entre los Neandertales a
estrategias para solucionar problemas y crear nuevas formas de pensar (aportando
significados relacionados con la supervivencia) sino que podría dar origen a un universo
de valores mítico religiosos. Elíade (1976) considera que el fuego se constituye en un
elemento susceptible de ser sagrado desde los orígenes mismos de su descubrimiento por
los humanos; los restos dentales fósiles de Shanidar y de Spy, muestran la presencia de de
fitolitos dentales que demuestran la cocción de los vegetales con los que se alimentaron
los Neandertales. Para las sociedades del Paleolítico Medio de los neandertales el fuego
podría haber sido considerado la manifestación de una fuerza mágico-religiosa que podía
modificar el mundo (Elíade, 1956).
Respecto a las tácticas efectivas de subsistencia que desarrollaron los
Neandertales, ofreciendo respuesta a las condiciones climáticas adversas y afrontando
situaciones de riesgo e incertidumbre (Jochim, 1981; Kelly, 1995), nos hace pensar en una
sociedad compleja de subsistencia estructurada, planificada y coherente. Aunque
mostraron adaptaciones ocasionales como carroñeros también emplearon una
inteligencia imaginativa de superdepredador en la organización de cacerías comunales de
acecho y búsqueda de grandes mamíferos migratorios: explotaban diferentes nichos
ecológicos en un territorio geográfico que abarca a Europa, Oriente Próximo y parte de
Asia al menos hasta Siberia; zonas montañosas incluyendo las de alta montaña, valles,
estuarios, playas, zonas lacustres, marismas.
Según los estudios del Sistema de Clasificaciones de Edelman (1994), podemos
hablar de dos tipos de categorizaciones: la perceptiva, que no es consciente y trata las
señales provenientes del mundo externo, la conceptual, que funciona en el interior del
cerebro, parte de la categorización perceptiva y de la memoria, se basa en diversas
porciones de las cartografías globales e implica una memoria simbólica (Edelman, 1994).
Ambos tipos resultan esenciales para el proceso cerebral cognitivo.
Las sociedades en las fases finales del Paleolítico Medio, muestran versatilidad,
capacidad de cambio y cantidad de interconexiones entre todos sus elementos, que nos
hace difícil el pensar en ellos tan sólo como parte exclusiva de una categorización
perceptiva, sin ningún tipo de sistema de clasificación conceptual (Bernaldo de Quirós et
al. 2008).

Es la caza, una de las actividades donde confluyen gran cantidad de elementos


conceptuales y procedimentales: aspectos puramente económicos (actividad cinegética
en sí y la gestión de las piezas cobradas); aspectos sociales (organización colectiva de
estrategias y toma de decisiones), y aspectos intelectuales (adquisición, transmisión y
cambios que se suceden sobre el corpus de conocimientos necesario para el
mantenimiento de un modo de producción basado en la caza y la recolección) (Demay y
Patou, 2011).

Las extinciones masivas de los grupos de neandertales se mostraron de manera


evidente en los repuntes de contracción climática de frío extremo (como las acontecidas
en el EIM 6 -hace 150.000 años- o en el EIM 2, que desdibujaban la distribución del
paisaje imponiendo una imagen diferente) y la repoblación de las tierras del norte
durante los períodos cálidos corrió a cargo de los pobladores supervivientes en el abrigo
de los refugios meridionales, que eran los de mayor reserva genética de la especie; es
decir: estos territorios del sur llegaron a funcionar como reservas demográficas estables,
capaces entonces de dispensar las nuevas poblaciones durante los periodos expansivos.
Un estudio publicado en el American Journal of Physical Anthropology sugiere que los
neandertales podrían haberse extinguido a causa de las enfermedades tropicales
transmitidas por seres humanos que emigraron de África (Manella, 2016).

A pesar de las dificultades habidas durante su existencia, como: a) fluctuaciones


demográficas, b) extinciones locales, y c) repoblaciones a las que tuvieron luego que
hacer frente; Homo neanderthaensis se adaptó bien a los principales ecosistemas que en
cada época frecuentaban: pobres estepas-tundra durante la edad de hielo, planicies
heladas amplias y desnudas de vegetación y animales, frondosos bosques en las épocas
más relajadas de bonanzas, secos terruños y la costa litoral atlántica y mediterránea,
como así demuestran los registros paleoecológico y faunístico de sus yacimientos (Carrión
et al., 2008).

Es por ello que fue precisamente la gran variabilidad ecológica y paisajística con
una sucesión de transformaciones en constante cambio, sin duda la responsable de que la
población neandertal se viera habitualmente configurada bajo grupos de número
reducido de individuos que muchas veces permanecían aislados de sus congéneres.
Además de las barreras ambientales, pues a esto también contribuyeron los límites
orográficos que acotaban sus territorios o, por contra, la planicie inmensa del territorio
que llegaba a ser abarcado por esta especie (Bartlett, 2014; Bennet, 2014).

Martinón-Torres (2010), refiere: Dejamos tras nosotros una larga estela de


especies humanas que se extinguieron y no fueron capaces de llegar a nuestros días.
Nuestros hermanos neandertales desaparecieron de Europa quizás hace menos de 40.000
años, coincidiendo con la invasión Homo sapiens, una oleada de humanos tropicales y
esbeltos que le arrebataron las tierras del norte y los empujaron a la extinción. Quizá esto
sea algo más que pura estadística casual, aunque la historia siempre la cuenta el
superviviente y la reconstrucción de los hechos puede estar sesgada.

El descubrimiento de que a los humanos modernos les llevó el doble de tiempo


entrar en Europa de lo que les costó expandirse por Asia nos obliga a replantearnos el
mito de nuestra superioridad. Xing y Wu, (2015), publican en Nature el hallazgo de 47
humanos en la cueva de Fuyan (Daoxian) al sur de China, datada en más de 80.000 años y
sostienen que Homo sapiens, ya estaba presente en Asia mucho antes de lo que
habíamos sospechado y demostraron que estos fósiles tenían una antigüedad entre
80.000 y 120.000 años.
La estratigrafía era clara y sencilla. La cueva estaba cubierta por un espeleotema
(formaciones de las cavidades) continuo, así todo el material que está por debajo tenía
que ser necesariamente más antiguo. La datación de una estalagmita que se ha formado
sobre este suelo calcítico proporcionaba una edad mínima de 80,000 años para estos
fósiles, y el hallazgo junto con los humanos de una abundante muestra de animales que
incluyen hienas, pandas y elefantes extintos, típicos del Pleistoceno superior, sugiere una
edad máxima de 120.000. Era la cueva con los restos humanos más modernos y a la vez
más antiguos fuera de África que se conocen hasta el momento.

Quizá el Homo sapiens sapiens entró en Europa tan tarde porque hasta entonces
no pudo: los neandertales eran una barrera difícil de franquear y Europa constituía un
territorio demasiado pequeño para compartirlo entre ambas especies. Tras miles de años
de aislamiento y castigados por los fríos glaciares, y con los neandertales físicamente
disminuidos, Homo sapiens considera que ahora es el momento para de nuevo intentar
su entrada. Puede que la extinción neandertal (Finlayson et al. 2006) ya hubiese
comenzado cuando Homo sapiens, agazapado a las puertas de Europa durante más de
50.000 años, al fin lograba aprovechar su oportunidad (Bartlett, 2014; Bennet, 2014).

La historiografía prehistórica Gibraltar es un referente para el estudio de los


neandertales, desde los hallazgos de los fósiles en Forbes Quarry (Rodriguez et al., 2002)
and Devil´s Tower (Busk 1864; Garrod et al. 1928), y por los trabajos de numerosos
investigadores a lo largo de los últimos dos siglos, que nos han acercado a los modos de
vidas de los neandertales en esta zona geográfica (Waechter 1951, 1964; Finlayson et al.
2000, 2006, 2012; Stringer et al. 2000, 2008; Barton et al. 2012; Rodríguez-Vidal et al.
2014).

Una vez descubierto el primer grabado rupestre neandertal, se rompe una lanza
respecto a la capacitación de nuestros parientes. La aparente incapacidad de los
neandertales para el pensamiento y la expresión abstracta se rompe con el grabado en la
roca de la cueva Gorham, en la cara oriental de Gibraltar (Zilhão y Pettitt, 2006), que
desvelan su pensamiento simbólico (Shipton et al., 2013): un conjunto de líneas
entrecruzadas que hizo su autor de forma intencionada y laboriosa hace 40.000 años
(Zamora et al., 2013). Es el primer ejemplo que se conoce de un diseño abstracto grabado
anterior a los humanos modernos; el hallazgo da un vuelco sobre lo que hasta ahora se
había considerado capacidades y limitaciones mentales de los neandertales: son ocho
marcas profundas hechas en la roca, cruzadas por dos grupos de tres y otras dos líneas
cortas, que encontró el grupo de Rodríguez-Vidal (2012). El grabado ocupa un área de
unos 300 cm2 y está sobre la horizontal, en el centro de una plataforma natural que se
eleva unos 40 cm sobre el suelo, en el fondo de la cueva.

Según las evidencias arqueológicas Gibraltar ha sido reiteradamente ocupada por


poblaciones de neandertales desde el MIS 5 hasta el MIS 3. Según se ha documentado en
el registro fósil de sus cavidades, este lugar reúne una rica biodiversidad, ofreciendo
múltiples recursos terrestres, marinos y avifauna, condiciones propicias para su
ocupación. Además se ha constatado el consumo de estos recursos por los neandertales
(Garrod et al., 1928; Barton 2000b; Stringer et al. 2008; Finlayson et al. 2012; Blasco et al.
2014). En lo que se refiere a los conjuntos líticos correspondientes al Paleolítico Medio,
estos han sido publicados por diferentes autores desde el S.XX hasta la actualidad, con
diferentes metodologías de análisis y cada yacimiento individualmente (Breuil 1922;
Garrod et al., 1928; Waechter, 1951, 1964; Barton 2000a, 2012; Giles et al., 2007, 2012;
Barton y Jennings 2012). Un estudio comparativo se publicó por Shipton et al. (2013),
centrándose en la comparación de los núcleos. Bernal (2015) presenta un estudio
comparativo de los conjuntos líticos recuperados en seis yacimientos con niveles
arqueológicos adscritos al Paleolítico Medio.

Las ocupaciones de los grupos de neandertales en las diferentes cuevas


gibraltareñas han sido interpretadas de efímeras y reiteradas por los diferentes directores
de las excavaciones, por las siguientes razones (Finlayson et al., 2006; Rosas, 2010):

Los niveles arqueológicos de los yacimientos estudiados no poseen una alta


densidad de materiales.

 La presencia de coprolitos de hienas en los hogares de Gorham´s Cave


(Zilhão y Pettitt, 2006) y Vanguard Cave indican, que tras el abandono de
estos por los neandertales, las hienas llegaron, carroñearon los restos de
comida que los neandertales dejaron y a continuación defecaron,
indicándonos por ello, la alternancia de ocupación en esas cavidades.
 La presencia de nivel o niveles sedimentarios estériles entre niveles
arqueológicos.
 Las industrias líticas halladas en zonas de combustión no aparecen con
signos de termoalteración. Esto pudo ser debido a la corta duración de los
hogares y porque los materiales no estuvieron expuestos al calor un
tiempo prolongado.
 Al ser efímeras las ocupaciones no fueron necesarios los reavivados de los
filos de las piezas líticas. De ahí el bajo índice de piezas retocadas. A
excepción del nivel 2b de Devil´s Tower y los niveles G, K y M de Gorham´s
Cave de la excavación de Waechter (Zamora et al., 2013).
De entre todas las cavidades destaca el mayor número de niveles de ocupaciones
de la Cueva de Gorham, muy probablemente por su tamaño y orientación que la protege
de los vientos frontales, sería más confortable para la ocupación respecto a las otras.
Gorham (Zilhão y Pettitt, 2006), se interpretaría como un lugar central, dentro del patrón
de movilidad radial, donde los neandertales ocuparían temporalmente varios sitios
durante los momentos de caza y forrajeo, pero regresarían regularmente a ella (Rendu,
2010).

Este descubrimiento del cráneo de neandertal en el yacimiento de Devil´s Tower,


asociado a industrias líticas musterienses, es la única evidencia en Gibraltar de la
asociación de la tecnología musteriense con fósiles neandertales. Y por ello la
configuración y uso de los conjuntos líticos musterienses de las otras cavidades, se
asocian a los neandertales aunque en ellas no hayan aparecido fósiles (Rodriguez-Vidal,
2014; Finlayson, 2016)

Entre los niveles de ocupación destaca el último nivel musteriense de las


excavaciones de Waechter, el nivel G, donde se ha documentado la mayor densidad de
artefactos (n=5.233). Destaca en este nivel el débitage levallois y discoide de los núcleos y
la presencia de denticulados, como se ha documentado en los últimos niveles
musterienses de algunos yacimientos del sur Carihuela, Bajondillo y otros lugares de la
Península Ibérica, Esquilleu, Morín, Covalejos, Pendo, Castillo (Burton et al., 2013; Blein et
al., 2013; Blasco, 2014; Finlayson, 2016)

La configuración lítica de estos conjuntos está orientada a las actividades de


procesamiento y consumo de alimentos, que indica la presencia de restos de fauna con
marcas de cortes en los contextos arqueológicos (quedarían por realizarse los estudios
traceológicos de los conjuntos líticos para confirmar esta hipótesis y ver si lo aplicaban al
procesado de pieles, vegetales o maderas). No hay presencia de talleres de artefactos
líticos en los niveles estudiados pues no se ha documentado un elevado porcentaje de
artefactos líticos y restos de talla. Tampoco hay un nivel elevado de piezas retocadas, ni
de reconfiguración de las piezas orientadas para la caza, como por ejemplo las puntas
musterienses (Rodriguez-Vidal, 2014; Finlayson, 2016; Burton et al., 2013; Blein et al.,
2013).

Los neandertales captaron las materias primas locales de las zonas circundantes, a
una distancia máxima aproximada de 17 km. Hay una gran diversidad de rocas utilizadas:
areniscas compactas, sílex, radiolaritas y caliza en forma de cantos rodados procedentes
del aporte fluvial y marino. Las areniscas compactas y el sílex son las materias primas que
jerarquizan las secuencias de producción y configuración. Además, introdujeron en los
yacimientos núcleos en formato de cantos rodados y los redujeron desde los primeros
pasos de descortezamiento, hasta el agotamiento o abandono final. El grado de
explotación que predomina en todos los yacimientos es terminal, los núcleos se
aprovechaban al máximo, pudiendo mostrar una economía de la materia prima. El
objetivo general de los sistemas técnicos sería por tanto la producción del mayor número
de lascas posibles. Tallaron con diversos métodos (levallois, discoides) tanto sobre
núcleos de sílex como de areniscas compactas. Los tipos de útiles que predominan en los
yacimientos son simples, seguido por dobles y en menor medida los periféricos.

La mayoría de las piezas presentan ligeros retoques que se localizan en los


laterales, y eligieron las lascas de mayor tamaño para su configuración y transformación
en útiles. Desde el punto de vista tipológico predominan las raederas y los denticulados
(Blasco, 2014; Finlayson, 2016).

En conclusión las diferencias encontradas en los sistemas técnicos de los


conjuntos líticos analizados representan el mismo patrón tecnológico que se aplica en las
estrategias de talla; ya apliquen unas u otras, el tipo de materia prima utilizada y el tipo
de producto que se obtiene. La adaptación a los soportes y la materia prima podría
suscitar la elección de uno u otro método de talla, dentro del abanico del sistema técnico
que conocían. Ese sistema técnico formaría parte de la memoria colectiva, transmitida y
mantenida inter-generacionalmente por los grupos de neandertales, aplicándolo y
adaptándolo a las necesidades de cada momento e influenciadas por el medio ambiente,
disponibilidad de recursos, fluctuaciones climáticas, u otras. Los grupos de neandertales
que ocuparon Gibraltar durante el MIS5 y 3 poseían un sistema complejo de opciones
tecnológicas, donde coexistían diferentes sistemas operativos líticos. La confección de
dibujos pintados o grabados a propósito en las paredes de las cuevas, como una manera
de dejar constancia y transmitir códigos simbólicos de manera perdurable que se
considera un paso cognitivo fundamental de la evolución humana. Este comportamiento,
considerado exclusivo de los humanos modernos, se ha utilizado como argumento a favor
de las diferencias cognitivas significativas entre nuestros ancestros directos y los
homínidos arcaicos contemporáneos, incluidos aquí los neandertales.

Las diversas técnicas de datación aplicadas a la roca y los sedimentos que cubría el
grabado han permitido fijar su edad en unos 40.000 años. Los exhaustivos análisis y
pruebas realizadas no solo excluyen que sean rasgos naturales en la roca o que se trate
de marcas residuales de alguna otra actividad sobre esa plataforma, sino que indican
cómo realizaron, pues no era la primera vez que lo hacían y, posiblemente, se grabó
entero de una vez (Rodríguez-Vidal, 2014). Utilizando la arqueología experimental, para
asegurar la autenticidad del hallazgo, los arqueólogos reprodujeron las marcas del
grabado utilizando punzones de piedra neandertales (piezas halladas en la parte más
exterior de la cueva y fuera de contexto, es decir, de difícil utilidad científica). También
probaron con otras piedras pero el resultado no era el mismo. Así, concluyen que el autor
dio al menos 54 golpes con una punta dura de piedra para hacer las líneas más profundas
y, en total, más de 300 percusiones.

Ya se conocían indicios indirectos de pensamiento simbólico de los neandertales


en el uso de pigmentos negros y rojos, conchas marinas coloreadas y agujereadas así
como marcas producidas al extraer plumas de las aves. ¿Pero qué significado cobra el
simbolismo de las líneas cruzadas? Parece que los grabados de la cueva de Gorham
(Zilhão y Pettitt, 2006), representan el primer ejemplo directamente demostrable en que
un grabado abstracto consistente, técnicamente elaborado y realizado muy
cuidadosamente (Shipton et al., 2013), requiriendo una acción prolongada y concreta,
como la que se ha realizado en la roca de la cueva. El grabado de la cueva de Gorham
(Zamora et al., 2013), demuestra la autoría y la capacidad mental de aquellos remotos
europeos extinguidos (Blain, 2013; Blasco, 2014; Finlayson, 2016).

Además, hace menos de cinco años que unas nuevas dataciones de muestras de
arte rupestre en Asturias y Cantabria, constatan que algunas son más antiguas que lo que
se estimaba, situándose en una franja temporal (de algo más de 40.000 años) en la que
aún había neandertales. Así, ya no cabría decir, desde el punto de vista cronológico, que
esas pruebas de la mente simbólica sólo las pudieron hacer los humanos modernos.

1.4. NEANDERTALES VERSUS SAPIENS, DIFERENCIAS Y APOMORFÍAS


El cráneo de los neandertales resulta sustancialmente diferente a la de los
humanos modernos; cuentan con una frente vertical, dientes voluminosos y ausencia de
mentón, además mantiene una arquitectura general ovalada, más alargada, con una
calota más ancha y baja que el Homo sapiens sapiens, quien cuenta con la disposición de
un cráneo corto, ancho y alto, con morfología globular.

Los neandertales poseen rasgos morfológicos en exclusividad o apomorfías, entre


las que destacan sobre el masivo rostro: 1) proyección de la parte media de su cara hacia
delante (el entorno de la nariz alta y ancha, las órbitas y el labio superior) lo que les
confería un perfil apuntado, en forma de hocico. 2) Esta prominencia de la cara, les
significaba la desaparición de las mejillas, lo que se reforzaba por la voluminosa apertura
nasal. 3) Contaban con una nariz ancha, grande y saliente. 4) Otro rasgo arcaico que llegó
a compartir Homo neanderthalis con su ancestros, fue la ausencia de mentón en la parte
baja de la cara. 5) Disponía de una mandíbula extremadamente poderosa, que contaba
con una extraordinaria y muy fuerte dentición. 6) Los dientes delanteros (incisivos y
caninos) eran grandes y anchos, con profundas raíces; y los molares mostraban ya una
clara disminución respecto a la robustez que durante la evolución presentaron especies
anteriores del género Homo. 7) El considerable adelanto que presenta la mandíbula
neandertal es responsable de una particularidad manifiesta, la existencia del espacio
retromolar, un gran hueco entre la muela del juicio y el fondo de las mandíbulas.

Una vez analizados los dientes delanteros de especímenes neandertales, se


constató la existencia de marcas de abrasión y estrías de corte en las coronas; este tipo
de intenso desgaste, llega a sugerir que estos humanos empleaban habitualmente su
dentadura de manera similar a la utilidad que tuviera el uso de una tercera mano, así
reinterpretamos cómo se producían accidentalmente las marcas de corte observadas en
el microscopio, verbigracia, para sostener diversos tipos de materiales mientras estaban
manipulando, mientras estiraban y raían una piel con un instrumento de piedra afilada.

En relación a estas destrezas, parece interesante constatar que la dirección del


ángulo de las marcas realizadas ofrece otro dato forense relevante: que los artefactos de
que disponían eran siempre sostenidos con la mano derecha, por lo que hasta ahora se
desconoce la existencia de individuos que fuesen zurdos (Lalueza-Fox, 2010; Mendez et
al., 2016).

Respecto de la morfología corporal de estos humanos coincide, con una respuesta


a las condiciones que imperaban en la Edad del Hielo, y cuenta con eficaces adaptaciones
fisiológicas destinadas a ahorrar y conservar el calor corporal. Algunos de sus principales
rasgos del físico neandertal fueron la más idónea respuesta adaptativa para soportar los
rigores de la Europa glaciar.

Desde un punto de vista energético, se han propuesto una serie de reglas para los
animales que como los neandertales se adaptaban a vivir en los climas fríos, la primera la
propone el zoólogo Allen (1995), esto es: que redujeran ostensiblemente las dimensiones
de sus extremidades (ellos disponían de piernas y brazos relativamente cortos).
Bergmman, (1996) enuncia la segunda regla: que estos seres tienden a aumentar su masa
corporal y su robusta complexión física (presentaban un aumento del 30% de masa
corporal en relación con los humanos modernos).

Estaban obligados a convertirse en duros supervivientes, por ello se sirvieron del


portentoso físico, su gran capacidad respiratoria, su musculatura y su tremenda fuerza
física estaban al servicio de un exigente modo de vida, y para ello, resultaban necesarias
unas 5000 kcal/día para mantener el balance metabólico de su cuerpo.

Por otra parte, contaban con una nariz larga adaptada a un clima pleistocénico
frío, resultando un apéndice de configuración periforme, robusta, prominente, ancha y
con gran apertura nasal, que junto a la peculiar proyección hacia delante de sus
estructuras anejas, procuraban dar un mayor recorrido al aire frío y seco, para calentarlo
y humedecerlo antes de que a través de la vía aérea pasase directamente a los pulmones.
Por otra parte, también poseían una nariz ancha, con una gran apertura nasal, ello se
debía a otra de las ventajas fisiológicas alternativas: la capacidad de refrigerar los
cuerpos, ante la actividad física intensa a la que se veían sometidos por los estresores de
una extrema vida cotidiana (Defleur, 1999; Lalzuela-Fox, 2010; Plagnol y Wall, 2006).

1.5. LAS APORTACIONES QUE NOS OFRECE DESDE LA ANTROPOLOGÍA FORENSE


La técnica médica de la tomografía computarizada, nos permite no sólo elaborar
imágenes tridimensionales exactas de las estructuras óseas, a través de un potente
escáner, sino corregir algunas deformaciones que hayan podido sufrir los huesos durante
el proceso de fosilización, así como restituir las partes no conservadas. Sobre puntos fijos
de referencia localizados a lo del cráneo, se lleva a cabo una interpolación a través de
avanzados programas informáticos que permiten elaborar los cálculos estadísticos para
que tras su conversión anatómica, se pueda reconstruir la completa topografía de la cara
en función del sexo, edad y la corpulencia del sujeto. Esta información la podremos luego
materializar sobre moldes de poliéster, para llevar a cabo una ulterior reconstrucción de
los tejidos blandos (músculos, grasa y piel).

El Homo ergaster, en África, hace dos millones de años, fue la primera especie de
nuestro género capaz de desarrollar glándulas sudoríparas que son las responsables de la
termorregulación, con lo que también fue el primer humano que consiguió desprenderse
de la mayor parte del vello corporal.

Desde que los humanos comenzaron a expandirse por diversas zonas del planeta,
empezaron a adaptar su cuerpo a la disponibilidad de luz solar mostrando diferentes
tonos de piel; si en las regiones ecuatoriales produce una mayor cantidad de melanina y
una más intensidad de la epidermis para protegerse de la insolación, en las latitudes
septentrionales donde la radiación solar es débil y escasea, la respuesta vital es una
inversa pérdida de pigmentación, dado que al cuerpo le es necesario captar los escasos
rayos ultravioletas para producir el mecanismo bioquímico de transición entre
provitamina D o colecalciferol a vitamina D, y evite así el raquitismo; debe también
proteger sus cuerpos de los muy dañinos y cancerígenos rayos del sol, por lo que
comenzaron a secretar melanina para pigmentar la piel. Esto fue lo que aconteció a los
neandertales; así que en la Europa glaciar esta especie tendría la piel clara y no serían
más peludos que los hombre modernos (resultados genéticos han hallado en varios
fósiles la presencia del gen MC1R (Raimondi, 2008), relacionado con la piel clara y el
cabello rubio o cobrizo como el de los pelirrojos) (Rosa, 2007; Mitra, 2012; Nasti y
Timares, 2015).

1.6. PARTICULARIDADES DURANTE LA GESTACIÓN Y EL PARTO


La pelvis de los neandertales presenta diferencias con respecto a la nuestra, pues
tanto en los hombres como en las mujeres muestran un pubis muy alargado, que es una
característica morfológica común para ambos sexos que ya se evidenciaba incluso antes
de la llegada de la pubertad (como se constata en el esqueleto israelí del hombre de
Kebara), hecho éste que se contempla como un rasgo de arcaísmo heredado de sus
antecesores del género Homo (Alonso, 2015).

Teniendo en cuenta que serían quince los años necesarios para que la mujer
neandertal llegara a la pubertad (una vez lograra sortear la alta mortalidad infantil que
padecían), su vida fértil desde la menarquía estaría lejos de superar los veinte años, así
que la muerte se precipitaba muy probablemente de la llegada al climaterio, por lo que
solo podrían quedarse embarazadas en no más de cinco ocasiones durante su vida.

En 2008, con ayuda de las nuevas tecnologías se lleva a cabo una reconstrucción
de una pelvis neandertal femenina encontrada en el yacimiento israelí de Tabun; que
junto a un esqueleto de un recién nacido encontrado en la cueva rusa de Mezmaiskaya,
permitió realizar una simulación virtual del proceso del parto en esta especie,
concluyendo que la forma del canal del parto de las mujeres neandertales difería del de
las hembras sapiens. El canal de éstas últimas presentan una morfología oval en su eje
antero-posterior (de delante hacia atrás), mientras que en las neandertales la forma oval
se produce a lo ancho, en su eje transversal, de forma similar a lo que les ocurre a los
humanos más primitivos (Sáez, 2015).

El embarazo de las mujeres neandertales debió de tener una duración de treinta y


ocho semanas desde el momento de la fecundación, similar a la de nuestra especie. Para
nosotros, a causa de la torsión del canal del parto, requerimos que el feto experimente
una doble rotación durante el nacimiento: una primera de 90º, en donde la cara del niño
dispuesta hacia abajo pasa a encajarse en el canal obstétrico; y una segunda rotación,
retrocediendo al ángulo de su posición inicial, cuando tras la coronación de la cabeza esté
listo para presentar ambos hombros. Los niños neandertales no habrían tenido que
experimentar esta rotación inicial y el parto se desarrollaba con la cabeza
permanentemente alineada de forma transversal (Fernández, 2015).

Estas dos formas diferentes de responder a la presentación del parto resultaron de


las dificultades obstétricas que se habían generado por el aumento cerebral que las
especies del género Homo experimentamos desde nuestro ancestro común el Homo
heidelbergensis, así mientras los neandertales lo solucionaron expandiendo la morfología
pélvica ancestral (haciéndola más ancha, incluyendo un pubis más alargado que en las
especies anteriores y un tronco mucho más masivo), los humanos modernos optamos por
una doble rotación en el transcurso a través del canal del parto, una solución nueva y más
aparatosa. Las relaciones entre la cabeza del neonato y las dimensiones del canal del
parto habrían sido relativamente similares entre ambas especies, y los nacimientos
presentarían dificultades similares e idénticas complicaciones como sea el caso de las
distocias uterinas.

En ambas especies, los partos fueron asistidos por una mujer experimentada y
este tipo de acontecimientos podría, a su vez, llegar a estrechar vínculos de lazos sociales
femeninos de exclusividad entre las mujeres del grupo.

Se produjo una ampliación del tiempo entre los embarazos debida a la


prolongación de la lactancia, aunque este hecho no privó a los neandertales de seguir
disfrutando una permanente atracción sexual. Más allá del establecimiento de vínculos
seguros, afectivos y solidarios, existieron parejas sexuales estables vinculadas a grupos
familiares estrechos: asociaciones básicamente monógamas que brindaron soluciones
ventajosas para la supervivencia de la madre y sus hijos cuando, los nacimientos eran
escasos y sufrían una muy elevada mortalidad infantil. Esta asociación de
emparejamiento relativamente estable que figura ya en la horda primitiva, favorece la
protección familiar respecto a las confrontaciones sufridas frente a otros hombres que
hostigasen al grupo para emparejarse con las mujeres, frente al riesgo existente de
violaciones o frente al dominio que imponían las figuras masculinas más poderosas. Bien
es cierto que, a pesar de los emparejamientos, entre ellos se darían las mismas
condiciones de infidelidad y conflicto sexual que desde siempre observamos en nuestra
especie (Diez, 2014).
La constitución física y la fuerza de las mujeres neandertales, habituadas a traer al
mundo a sus hijos y cuidar luego de ellos en condiciones muy duras cuando no fueron
tremendamente adversas, sugiere una relación de género compleja, sin que mediaran
modelos de sumisión entre cualquiera de los dos sexos.

1.7. INFANCIA, CRECIMIENTO Y MADUREZ


Muchas de las características craneales distintivas de los neonatos neandertales
aún no se habían desarrollado, apenas si hubieran podido distinguirse de los sapiens
sapiens, excepción hecha del laberinto óseo del oído interno, ya formado durante la
gestación. Como nosotros, llegaban también al mundo con un cerebro escasamente
desarrollado; presenta el recién nacido, un volumen de 400 cc, apenas aún disponía del
25% de su capacidad neurológica, y mediaba una prodigiosa proliferación encefálica,
incluso más intensa que la de los niños sapiens (Fernández, 2015; Monnier, 2012).

La mortalidad infantil era muy elevada y los niños que sobrevivían adolecían de
importantes carencias nutricionales, sobre todo a partir de los 3 y 4 años, al estar
expuestos a los desafíos sobrevenidos tras el abandono de la lactancia materna.

Estos niños que ya habrían de disponer de algunos rasgos propios de su estirpe,


como: la particular dimensión de una tibia demasiado corta respecto al fémur; la
curvatura de sus extremidades y la general robusted de su esqueleto, también se
encontraban sometidos a un gran estrés a fin de conseguir la energía necesaria para
cubrir todas las demandas para el desarrollo que requeriría su cerebro, el órgano del
cuerpo que resulta más costoso (consumía el 60% de la energía de un recién nacido y más
del 20% de los requerimientos de un adulto, alcanzando el tamaño final de su cerebro
adulto hacia los 6 ó 7 años de edad).

Era en la preadolescencia, sobre los 5 ó 6 años, y algunos autores sostienen que


incluso antes (Diez, 2014), los niños neandertales empezaban a mostrar claramente
algunas de las características propias de su especie: 1) la morfología de la parte trasera
del cráneo; 2) la proyección de la parte media de la cara; 3) la prominencia de los
rebordes óseos por encima de los ojos.
Lo cierto es que el proceso de crecimiento en estos niños resultaba más rápido
que para los infantes de nuestra especie, por ejemplo: para el caso de la dentición, que es
una de las fuentes más importantes y efectivas para calcular las etapas de crecimiento se
demostraba, mediante el estudio de las bandas del esmalte dental, cómo los
neandertales alcanzaban su madurez un 20% antes que lo hacemos los modernos
humanos, cubriendo sus etapas de infancia y adolescencia con una mayor celeridad.

Ello se debe a que los sapiens somos los únicos primates que hemos ralentizado
nuestro crecimiento, para lograr una mayor inversión del tiempo en el desarrollo de la
infancia (más del doble para el caso de nuestra especie, respecto a los requerimientos
necesarios para los primates), a fin de disponer de una etapa o periodo suficiente capaz
de lograr que nos capacitemos para el desarrollo de nuestro gran cerebro, en donde
además de esperar la entrada en la llegada de la edad reproductora, seamos capaces de
adquirir un completo aprendizaje de nuestras potenciales capacidades sociales
totalmente desarrollada para las destrezas que luego se necesitarán en la vida adulta.

El enigma evolutivo de las muelas del juicio, hace preguntarnos, ¿para qué están
ahí? Sobre todo, ahora que ya nos salen tan tarde que no hacen falta, y eso para el caso
de que definitivamente lleguen a salir. A veces se enquistan de formas intrincadas o
empujan a los demás dientes con dolor, sufrimiento y penalidad. ¿Quién de nuestros
ancestros las encargó? ¿A qué fuerza evolutiva se le ocurrió diseñar ese estorbo
bucodental? ¿Lo hizo igual de mal con el resto de nuestro cerebro? La respuesta es que
los humanos ni siquiera somos especiales en eso. Nuestros ancestros los homínidos sí que
tenían un buen tercer molar: hasta cuatro veces mayor que el nuestro, y con una
superficie plana obviamente adaptada para masticar. En los homínidos primitivos más
próximos al chimpancé, como los ardipitecos, australopitecos y parantropos, la variación
en el tamaño y las formas relativas de posición de los molares que tienden a crecer más
en la parte posterior de la boca, lo que causa el gigantismo del tercer molar, y de las
proporciones entre unas y otras muelas son constantes, sin que importe el tamaño
general sobre el conjunto de la dentadura (Roebroeksa, 2016).

Su involución hasta producir nuestra muela del juicio nunca se ha llegado a


entender aunque, como los cambios de dieta no han escaseado las hipótesis para
explicarlo. Algunas teorías recurren a la selección natural que acabará con la inoperancia
de estas muelas, habida cuenta de que son exclusivas de la evolución humana; hace un
par de millones de años, con el surgimiento de nuestro género, los tamaños relativos de
las muelas empezaron a depender del tamaño total de la dentadura. La reducción del
tamaño total de la dentadura, propia de la modernidad evolutiva, causará una reducción
desproporcionada del tercer molar (Roebroeksa, 2016).

Kavanagh (2007) propuso un modelo teórico del desarrollo de la dentición en los


mamíferos. Se basaba en datos obtenidos en ratones y lo explicaba a través de un modelo
simple de inhibición en cascada: cuando un diente se desarrolla, emite señales
activadoras o represoras sobre su vecindad, y la proporción entre ambas señales
determina el tamaño de los dientes vecinos. Posteriormente, extendido a los homínidos,
la investigación revela que el modelo de inhibición en cascada de Kavanagh puede
explicar la degeneración del tercer molar de los australopitecos hasta la modesta y
molesta muela del juicio que abruma al Homo sapiens.

La causas por las que los neandertales respondieran con mayor aceleración de la
infancia, se debió a que en relación a nosotros sus hijos presentaban una etapa de mayor
vulnerabilidad por lo que en términos evolutivo resultaba conveniente que cursase de la
manera más breve posible, como una especie de mecanismo compensatorio, en un
intento por equilibrar la realidad de la alta mortalidad infantil que padecieron; además,
alcanzaban la madurez ósea también un año antes que nosotros. Este crecimiento más
adelantado de Homo neanderthalensis conllevaría la apreciación de que se precipitara la
etapa de aprendizaje social y cultural, antes se diera por concluida (Manella, 2016;
Mendez et al., 2016).

Los neandertales también experimentarían una temprana adolescencia y es


mucho después cuando en ellos se constata la erupción del tercer molar que marca en
todos los grandes simios nuestra llegada a la plena madurez biológica y social, con la edad
adulta reproductiva, acontecimiento que en Lucy se dio a los once años de edad, en los
neandertales a los quince y a partir de los diecinueve años ocurre para el hombre
moderno (Diez, 2014).

1.8. ENFERMEDAD Y MUERTE EN EL MUNDO NEANDERTAL


A través de los registros óseos fósiles, la Paleopatología que es la ciencia que
estudia los padecimientos que acontecieron a los humanos prehistóricos; basa su estudio
pormenorizado de la interrupciones habidas sobre el crecimiento de los huesos en la
distintas partes del esqueleto, que sirven para rastrear e identificar los padecimientos
que aquejaban a estas poblaciones tanto durante la etapa de crecimiento como en la
edad adulta, por ejemplo: es el caso para las extremidades inferiores del detalle anómalo
que dejaron la impronta de las líneas de Harris; o también, es el caso de la hipoplasia o
defectuoso desarrollo del esmalte para los problemas detectados en los dientes
(Trinkaus, 2006) demostró que en el 36% de los dientes neandertales estudiados entre
niños y adultos, presentaban hipoplasia de esmalte, siendo esta patología más común
entre los habitantes de la Europa Oriental que en los de Europa Occidental y Oriente
Próximo; sin embargo, aparece más raramente durante la lactancia lo que indica el
importante papel de protección que juega la madre respecto a la etapa infantil de sus
hijos).

Ambos casos, resultan buenos indicadores para aproximarnos a los periodos


relacionados con escasez de recursos e incertidumbre que acompañaron constantemente
a los neandertales; crisis alimenticias que conllevaron muy serias carencias nutricionales,
enfermedades crónicas, infecciones o situaciones de estrés corporal fruto del medio tan
hostil por donde aquellos hombres se desenvolvían.

La Paleopatología dental demuestra una clínica variada y florida entre los


humanos neandertales, que muchas veces estaba relacionada con la dinámica de un
intenso y duro uso de la dentadura, empleándola en un abultado número de actividades
cotidianas que incluían la manipulación de fibras y materiales para el tratamiento de las
pieles. Por ejemplo, en caso del hombre de La Chapele-aux-Saints que fue exitus a los
cuarenta años de edad, que había perdido la mayor parte de sus piezas dentarias por
repetidas infecciones y en buena parte de los casos éstas solas hubieran bastado para
producir un fracaso orgánico por shock septicémico; además, presentaba sobre la encía
frecuentes episodios de gingivitis, flemones y abcesos, pérdida de sustancia ósea de la
mandíbula inferior, perforaciones y pérdida del hueso en el maxilar superior y artritis
degenerativa en la mandíbula, y mantenía también una sintomatología de artritis
generalizada, desde la mandíbula hasta los dedos del pie. Para nuestra época, hubiera
resultado un caso típico para atender sobre todo en la clínica actual de los países en
desarrollo (Roebroeksa, 2016).
Las patologías óseas y dentarias demuestran que también padecían importantes
carencias alimentarias por falta de vitamina D y por la incapacidad de generar la fijación
de calcio en sus huesos que originaba raquitismo en los niños y osteomalacia en los
adultos.

Además, en función de su duro estilo de vida y de una dieta preferentemente


carnívora, los neandertales sufrían intoxicaciones alimenticias y enfermedades como la
hiperavitaminosis A, derivada de la ingesta repetida de hígado crudo proveniente de los
animales que ingerían cuando cazaban o de aquellos restos que se procuraban mediante
un carroñeo ocasional (Rodriguez-Vidal et al., 2014; Rendu, 2010).

Es por ello que sólo esta gestión de los animales abatidos evidencia una gran
cantidad de conceptos y procedimientos implicados en cada una de estas particulares
actividades. La evidencia arqueológica señala en los yacimientos neandertales que los
animales abatidos proporcionaban: carne y grasa para la alimentación; materia prima
para el utillaje hueso, diente o asta; piel, que se trabajada para la confección de abrigos,
refugios y otros elementos como alfombras y bolsos para transportar materiales diversos;
tendones y tripas para realizar atados y sujeciones varias, esto se deduce de la existencia
de artefactos enmangados y de colgantes en suspensión que implican la necesidad de
cuerdas; grasa medular con fines no alimenticios, como aislante corporal o como
combustible para la iluminación artificial, esto último es posible aunque no poseemos
verdadera constancia arqueológica (Diez, 2014).

A través del análisis de los conocimientos que muestran los Neandertales (desde
las evidencias del registro arqueológico) podemos llegar a obtener al menos una síntesis
de la acumulación conceptual y de las aplicaciones que se hacen de las interrelaciones
existentes los mismos. En la caza podemos descubrir la manifestación de la capacidad de
comprender el símbolo, constituye interrelaciones que muestran características
esenciales como la capacidad de asociación entre conceptos, una polisemia semántica
que genera nuevas concepciones y significados, permitiendo alcanzar nuevos
conocimientos. Esto podemos observarlo a través de evidencias como la multiplicidad de
usos a los que se destinan los diversos productos derivados de la fauna (Rendu, 2010).

En el caso del modelo del carroñeo oportunista frente a la caza organizada, en vez
de dar por supuesto que estamos ante una estrategia tosca e inferior podríamos valorar
esta estrategia neandertal desde un punto de vista positivo (realmente es más
diversificada, menos exigente en recursos y movilidad y menos vulnerable a cambios
medioambientales). Las estrategias carroñeras/oportunistas se constatan
etnográficamente entre Homo sapiens sapiens y nadie piensa que son cognitiva o
biológicamente inferiores.
En cuanto al modelo de la caza de amplio espectro, se sigue este razonamiento: La
mejor alimentación de los HAM, derivada de mayor variedad de presas (animales
pequeños, aves, pescado), les permite mantener índices de crecimiento demográfico
superiores a los Neandertales.
El consumo de pequeñas presas en momentos anteriores al Paleolítico Superior es
parte de un amplio debate (Brugal y Desse, 2004), pero en la actualidad, la idea de una
caza de amplio espectro para el Paleolítico Superior y los HAM, frente a una caza
neandertal poco flexible y especializada únicamente en grandes animales, no puede
mantenerse por más tiempo debido a las evidencias en contra (Blasco, 1995a; 1995b;
2008; Fernández-Jalvo et al., 1999; Stiner, 2000; Stiner y Munro, 2002; Huguet, 2007;
Blasco, 2008; Rodríguez et al., 2010), evidencias relacionadas con la ampliación de la dieta
de los Neandertales y la intensificación de los recursos, y el registro arqueológico muestra
las evidencias de alimentos de origen vegetal, peces, moluscos, mamíferos marinos,
lepóridos, quelonios o aves.

Muchas de las enfermedades sufridas por los neandertales, al estar directamente


condicionadas por una naturaleza salvaje y extrema, tuvieron mucho que ver con una
etiopatogenia de origen traumático (Fernández, 2014), esto es:

1) Graves heridas como impactos por caídas y golpes contra las rocas siguiendo a
los animales en las partidas de caza, las roturas del cráneo o del cuello, desgarros
fibrilares, fracturas simples de costillas y otras abiertas sobre los huesos de las
extremidades, muchos de ellos con salidas cortantes al través de la piel o en pico de
flauta.

2) Frecuentes males artrósicos a resultas de una biomecánica definitivamente


incapacitada, después de haber sufrido brotes comunes de artritis (como en el caso del
hombre viejo que habitaba la cueva iraquí de Shanidar).
3) Una profunda huella traumática sobre el cuerpo de estos excelentes cazadores:
traumatismos con desgastes, severos golpes, contusiones, esguinces, luxaciones
producidas a causa de la entregada actividad cinegética cotidiana.

4) Presencia de callos óseos de cicatrización que resolvieron la ulterior


cicatrización de las fracturas, aunque provocaron la deformación de esa parte del cuerpo,
produciendo una consecuente limitación del miembro u otro tipo de situaciones
invalidantes, o de graves restricciones en los movimientos de sus extremidades.

5) Probable existencia de algunos episodios de violencia o de lucha entre ellos, por


ejemplo, propiciando golpes en el rostro lo que originaria la pérdida probable de la visión
en algunos de los ojos, heridas de cortes incisos que generaron amputaciones de brazos o
pies, heridas contusas y la perforación de la cara ayudados de objetos punzantes o a
través de la caja torácica generando la perforación hasta el pulmón con las sintomatología
clínica y las complicaciones que ocasionaba un neumotórax originando una respiración
difícil y dolorosa.

A pesar de la gravedad generada por estas lesiones la mayor parte de estas


dolencias sanaron, permitiendo la supervivencia aunque limitada de estos hombres, lo
que justifica que los neandertales dispondrían ya de los remedios de terapéuticos
necesarios al menos para ayudar a propiciar el reposo y la cura para el restablecimiento
de estas enfermedades, además de la capacidad social suficientemente arbitrada para
sostener a estas personas dentro de la integridad del grupo (Díez, 2014; Fernández,
2016).

Aún sorteando los peligros ciertos habidos en el transcurso de la infancia y de la


adolescencia, la esperanza de vida de los neandertales era muy escasa; los individuos que
llegaban a la edad adulta, a penas si llegaban a los cuarenta años. El 40% de la población
infantil no alcanzaba la edad reproductiva, muchos de ellos no superaban los 7 años de
edad. Esta fragilidad infantil estaba íntimamente ligada (Díez, 2014; Fernández, 2016):

1) Con la dificultad de la maternidad, pues las mismas complicaciones acaecidas


durante el desarrollo del parto no sólo habría provocado un aumento en la muerte de los
neonatos, sino que también propiciaría la muerte de muchas mujeres que dejarían
indefensos y expuesto más fácilmente a los peligros de las hambrunas a sus otros hijos
mayores.

2) Otro momento crítico de la vida comprendía los inicios hacia la madurez, entre
15 y 20 años de edad; muertes probablemente debidas al aprendizaje a través de las
duras y peligrosas pruebas experimentadas en las actividades cinegéticas por los
cazadores menos experimentados (Rendu, 2010).

3) Los adultos, no superaban los 35 años de edad, salvo escasas excepciones de


algún hombre que se adentrara en la vejez, nunca mujeres, más desgastadas por sus
embarazos, partos y el trabajo incansable propio de esta sociedad cazadora recolectora.

1.9. CLAVES EN LA PRÁCTICA DEL INFANTICIDIO Y LA MUERTE


La abundancia de esqueletos infantiles en muchos de los yacimientos
neandertales está relacionada con una tasa muy elevada de mortalidad durante las
primeras etapas de la vida, muy probablemente a consecuencia directa de las
complicaciones surgidas durante el parto, los déficits por las carencias nutricionales que
experimentaban los pequeños durante la infancia durante los frecuentes periodos de
hambrunas, y es posible también que estas muertes se deban a prácticas infanticidas, ya
que en las sociedades paleolíticas de cazadores-recolectores, el infanticidio suponía unos
de los métodos más habituales para el control de la población, sobre todo, para lograr
atenuar los problemas de supervivencia experimentaban los mayores respecto de la
inversión parental, el margen de dedicación que las madres dedicaban a sus hijos
distrayendo ese tiempo de otras labores cruciales para la difícil supervivencia del grupo y
de sí mismas (por ejemplo en el caso de momentos climáticos adversos, ausencia de caza
y alimentos, escasez de adultos, el sostenimiento de un lactante habría comprometido
seriamente la vida y la salud de la madre, así como de otros miembros dependientes del
grupo, puede que incluso hubieran precisado la asistencia de dos mujeres adultas para
asegurar la supervivencia del pequeño) (Fernándex, 2016).

Respecto a los comportamientos que los neandertales mostraron en su relación


con los muertos, encontrándose ritos funerarios con toda claridad desde la época
musteriense (Cañete y Pelayo, 2014; Rendu et al., 2011):
1) Existen evidencias de que realizaron enterramientos en yacimientos como La
Chapelle-aux-Saints (departamento de Corrè, Francia) donde un esqueleto yacía con
actitud durmiente en una verdadera fosa, de modo parecido al fósil de Le Moustier
(Dordogne), al lado del cual aparecieron instrumentos líticos, restos de colores y huesos
de animales que ya Obermaier (1960) interpretó como restos de un ajuar funerario;
también como los encontrados en la Sima de las Palomas en la Península Ibérica.

2) Otros yacimientos que han ofrecido datos relevantes a cerca del


comportamiento funerario, muestran que los neandertales consumieron la carne y
partieron los huesos de otros congéneres con un fin alimenticio. Existen evidencias de
este comportamiento caníbal ya habían sido descubiertas en distintos yacimientos del sur
de Europa, concretamente, en Francia (Moula-Guercy, Les Pradelles) o la Península
Ibérica (Zafarraya, El Sidrón). Así, recientemente el equipo dirigido por Gómez Olivencia,
trabajando en el yacimiento de la entrada a la tercera caverna de Goyet (Bélgica) ha
recuperado 99 restos óseos pertenecientes al menos a cinco individuos que presentaban
una gran proporción de marcas de corte producidas por herramientas de piedra al cortar
la carne, que además presentan fracturas de haber sido rotos para extraer el tuétano.
Algunos huesos fueron utilizados también como herramientas para tallar útiles de piedra.
(Díez, 2014; Fernández, 2016).

3) Sin embargo, encontramos muy pocos yacimientos con restos neandertales al


norte del paralelo 50, como son: Feldhofer (Alemania) como Spy (Bélgica), donde se han
encontrado esqueletos parciales cuyo estudio en su contexto permiten inferir en el caso
evidente de uno de los esqueletos encontrado completo en posición contraída que fueron
efectivamente enterrados.

La comparación de los restos neandertales con otros restos de fauna recuperados


en el yacimiento (caballos y renos) sugiere que las tres especies fueron consumidas de
manera similar. Además, existen hallazgos que permiten ampliar el rango del
comportamiento de estos humanos tenían respecto a los muertos sobre latitudes del
norte de Europa, en donde se han recuperado un fragmento de fémur en el caso de
Krapina (Croacia) y de Les Pradelles, o un fragmento de cráneo en La Quina en Francia y
en el yacimiento de Axlor (Dima, Bizkaia), restos óseos con signos de haber sido utilizados
como percutores blandos a la hora de tallar la piedra. Los neandertales usaban cantos
rodados para tallar herramientas de piedra y huesos de sus congéneres para la talla de
instrumentos de piedra, para reavivar los filos como los retocadores de hueso,
principalmente de ciervo (Tomás, 2015).

Investigadores internacionales encontraron que los neandertales eran


cognitivamente más avanzados de lo que hasta ahora se reconocía (Gubin, 2016); un
conjunto de adornos que fueron encontradas entre 1899 y 1905 en el yacimiento
arqueológico de Kaprina, Croacia y fechadas hace 130 mil años: muy bien trabajadas en
hueso, con una tecnología que no aparecen por simple expresión espontánea. Como dijo
el antropólogo Frayer: “A menudo se piensa que los neandertales eran seres simples de
mente torpe, tropezando como tontos, pero cuanto más sabemos acerca de ellos, se van
convirtiendo en más sofisticados. […]. No hay nada como este tipo de joyas hasta tiempos
muy recientes“ (Frayer et al. 2006). El hallazgo consta de un conjunto con ocho huesos de
garras de un águila blanca, que incluyen varias marcas y facetas de pulido características
de evidentes manipulaciones humanas como un tipo de piezas de joyería de alto nivel,
fechadas al menos 80.000 años antes de que cualquier hombre moderno entrara a
Europa, por lo que no hay duda de que los neandertales fueron los únicos responsables;
mucho antes de la aparición en Europa de los que ahora llamamos humanos modernos.

1.10. DESARROLLO DE TÉCNICAS NENDERTALES A FIN DE FACILITAR LA


SUPERVIVENCIA

Mortillet (1869), en relación a la ubicación del sitio en que fueron halladas y


reconocidas por primera vez, definió una secuencia de culturas habidas durante el
período Paleolítico europeo o Antigua Edad de Piedra, denominaciones que todavía
perduran en la actualidad, así:

1) La etapa achelense, que incluye la industria de los primeros Homo antecesor


durante el Pelolítico inferior, caracterizado por la talla de hachas de mano y
bifaces, que tomaba su nombre del yacimiento de Saint-Acheul.

2) Etapa musteriense, que define el desarrollo de técnicas complejas como el


tallado de la piedra y la elaboración de artefactos de tamaño mediano
retocados para reavivar sus filos y alargar su vida útil, manufacturados por la
sabiduría de los artesanos neandertales hasta hace aproximadamente unos
250000 años, caracterizada por la presencia de puntas y lascas retocadas
cuidadosamente, como las que fueron encontradas en la cueva de Le Moustier.

3) Las etapas solutrense y magdaleniense, relacionadas con el Pelolítico superior


en donde, aunque se incluyan las industrias de los últimos neandertales, ya
estuvieron elaboradas por la tecnología generada por los primeros Homo
sapiens que llegaron a Europa a través del Próximo Oriente durante la etapa
denominada chatelperroniense, datada hace 45000 años (Maillo, 2008b).

Con el hombre de Neandertal descubrimos que las puntas y los raspadores se


fabricaban recortando cuidadosamente las lascas previamente obtenidas, ya no
directamente a partir de grandes y toscos núcleos originarios (Higham, 1990), sino que se
especializaron en un instrumental de proporciones relativamente pequeñas, artefactos
elaborados a partir de afilados fragmentos o lascas, producidos a través del explotación
reiterada de un canto, bloque de roca o núcleo que era golpeado de forma minuciosa por
otro canto más pequeño y ligero, denominado percutor. Utilizaban muy diversas tallas
para la producción de lascas, ejemplo de significativo dominio y conocimiento para la
explotación de la piedra.

Higham (1990), considera que la técnica se desarrolló lentamente, y lograron


llegar a fabricar hojas de pedernal con lados paralelos y, al fin, el hombre fue capaz de
unir fragmentos pequeños de pedernal, pero extremadamente afilados, y fijarlos en
mangos de madera para así fabricar lanzas, flechas o cuchillos, en definitiva: fueron
capaces de desarrollar una habilidad de excepcionales artesanos paleolíticos, lo que les
aseguró el éxito en la caza, y la mejora consiguiente en el aprovisionamiento de
alimentos, y de materias primas esenciales como el hueso, el cuero y los tendones.

Reboux (1867) con la certeza de que las piezas de sílex solamente se extraían al
final de la talla, las adelgaza sobre el núcleo antes de desgajarlas describe con método la
denominada técnica de levallois (porque fue observada por primera vez en el arenero
parisino de Levallois-Perret), que representa el mejor ejemplo de la destreza artesana de
los neandertales, de su probada capacidad de abstracción y anticipación.

Este método, según Diez (2014), pretende obtener lascas delgadas y regulares a
través de la práctica de operaciones adiestradas y complejas para la preparación del
núcleo, lo que permite además la producción sistemática, a veces en serie, de lascas de
gran calidad: delgadas, ligeras, con el diseño de una morfología fehacientemente
controlada por el tallador, incluso antes de extraer el núcleo (predeterminación de las
formas perseguidas, preferentemente apuntadas, alargadas u ovalares), y con una
abundante cantidad de filo respecto al volumen total de la lasca. El tallador necesita
algunas operaciones complejas a fin de disponerse a la extracción del núcleo con un
percutor, como:

1) con objeto de obtener una forma abombada para facilitar la extracción


mediante un pelado periférico de la primera lasca predeterminada,

2) un descortezado después de la superficie de talla con un proceso intermedio de


preparación (planificación y anticipación);

3) para luego continuar la secuencia debe de valerse de un control constante con


golpes certeros de los ángulos y los volúmenes del bloque empleado.

Los neandertales también utilizaron alguna de las variantes de la talla laminar: un


proceso de preparación del núcleo que sirve para obtener un gran número de láminas.

Cuando las rocas de la que disponían los talladores neandertales eran peores (más
duras de tallar, con más asperezas, susceptibles de más accidentes y errores en el proceso
de explotación) se ponían en juego otras prácticas más elementales como, por ejemplo, la
talla discoide: técnica en la que el núcleo es explotado por ambas superficies de manera
centrípeta, en forma de disco (Roebroeksa, 2016).

Sin embargo, y debido a las dificultades que comportaban las técnicas de levallois
y la de láminas, precisaban de rocas de calidad que fracturaran limpiamente, que no se
quebraran enseguida y que no produjeran filos endebles. Por ello, los neandertales
estaban perfectamente familiarizados con las distintas calidades de las rocas que
manipulaban, conocían estas ventajas y limitaciones y las respuestas de aquellos núcleos
escogidos a una fracturación intencionada. Todo ello lo obviaban con el empleo de
materias primas de gran calidad, como: el sílex (que por su textura que produce fracturas
muy amplias y filos muy cortantes), las rocas volcánicas como el basalto, la obsidiana
procedente de la lava del volcán, las cuarcitas, y piedras de cantos rodados de los ríos,
cuarzos, calizas, etc. Además, el método levallois tenía la ventaja de proporcionar una
gran economía de materia prima, permitiendo obtener una gran cantidad de filos de gran
calidad por canto explotado y hasta seis veces más filo útil que en el transcurso del
obtenido por la elaboración de un bifaz (Monnier, 2012).

En muchas ocasiones, los neandertales empleaban las tallas recién obtenidas


aprovechando los filos frescos y muy cortantes, sin mayor tratamiento; así, por ejemplo:
las puntas de levallois (lascas en forma apuntada) que podían enmangarse habitualmente
a un astil de madera ayudado con fibras vegetales, tendones animales pueden utilizarse
directamente como una eficaz y resistente lanza.

Aunque los bordes de las lascas resultaban extremadamente cortantes, eran


también frágiles y llegaban a romperse con facilidad, por lo que reavivaban regularmente
sus filos embotados y quebrados a consecuencia de su empleo en las labores cotidianas,
mediante el retoque: se aplicaban unos cuidadosos golpecitos con un percutor duro, por
ejemplo una piedra, o blando como la madera o el asta de ungulado sobre la línea
desgastada del borde, lo que hacía saltar esquirlas sucesivas, que permitían obtener un
nuevo frente afilado y de nuevo listo para su uso, por ejemplo, transformando para el
caso una lasca simple (que aún no ha sido retocada) en una raedera (Fernández, 2016).

Los yacimientos neandertales suelen incluir también varios tipos de artefactos


encontrados frecuentemente, así: todavía elaboraban las hachas de mano o bifaces,
aunque considerablemente menores que las producidas anteriormente por el Homo
heidelgergensis. Además, como sistematizó en sus estudios en sus estudios descriptivos
Francois Bordes, a mediados del siglo XX, contaban con: 1) raederas, que presentaban
filos retocados de forma rectilínea en uno o varios frentes de la pieza; 2) las puntas que
son diseñadas en forma de venablo; 3) escotaduras muestran una gran concavidad
retocada; 4) los denticulados, que están compuesto por una serie de pequeñas
concavidades que delinean un filo dentado (Diez, 2014).

Gracias a la traceología se constata que cada uno de los diversos tipos


instrumentales tallados en piedra, se llegan a observar trazas de actividades dispares:
raído, pulido, perforación de distintas materiales (piedra, madera, piel), trabajos de
carnicería (corte de masa muscular, tendones), labores y tratamiento de los recursos
vegetales.
Podría decirse que una punta o un núcleo de levallois, o una raedera, estarían
considerados bienes de primera necesidad. La búsqueda, el acopio y el mantenimiento de
materias primas de calidad para la elaboración de sus instrumentos líticos, constituía una
tarea de vital importancia para el quehacer cotidiano de los neandertales.

Hemos de preguntarnos sobre los factores que deja el Hombre de Neandertal más
allá de sus técnicas instrumentales que hicieron más fácil su adaptación a la vida cotidiana
de la Edad de Piedra. La relación que establecieron entre el tallado de la piedra y su
economía revela importantes aspectos sobre un modo de vida con capacidad estratégica
suficiente para ser capaz de adaptarse suficientemente al riguroso territorio europeo
surgido durante la Edad del Hielo (Monnier, 2012).

Es por todo ello, que el acceso a la materia prima de núcleos de buena calidad
constituía un factor decisivo en los pulsos de la supervivencia neandertal (Finlayson et al.
2006). Se puede llegar a establecer la reconstrucción de algunos de los itinerarios
seguidos en las rutas de los desplazamientos neandertales, en función de las piedras que
llevaban de viaje consigo como parte de sus escasas y más preciadas pertenencias, ya que
siendo muy buenos conocedores del territorio, organizaban su aprovisionamiento de
rocas cuando frecuentaban un entorno pobre en rocas de calidad, y en previsión de
economizar el gasto de las piedras de mayor calidad. Se trata de un bien muy preciado y
retocado una y otra vez para alargar en lo posible, al máximo su vida útil. Aunque
podremos encontrar situaciones muy excepcionales en torno a los 100 kilómetros, lo
cierto es que el radio de origen de las materias primas de las que se aprovisionaban no
superaba los 5 ó 10 kilómetros de distancia del lugar en el que se asentaban (Fernández,
2014; Monnier, 2012).

La reconstrucción de las cadenas líticas operativas nos ayuda a interpretar la


secuencia de producción y las funciones de cada una de las siguientes etapas: 1) en el
aprovisionamiento de la materia prima; 2) la explotación de los núcleos en bruto para la
explotación de lascas cortantes; 3) la aplicación de la técnica del retoque; 4) el empleo de
objetos líticos diseñados para las diversas tareas cotidianas; 5) y el abandono final de las
piezas encontradas en los yacimientos (De la Torre, 2015).

Así, los asentamientos se clasificaron en tres grupos:


1º. Los instalados en algunos lugares se convirtieron en verdaderos talleres, sólo
porque al estar apostados sobre la cercanía de buenos afloramientos se
dedicaron a la producción en serie de instrumentos que, ya acabados, se
distribuirían después a otros asentamientos en los que fueran empleados; en
estos casos, los yacimientos contarían con objetos que apenas estuviesen
acabados.

2º. Dada la cercanía que pudiese existir entre los puntos de acampada y las rocas
utilizadas, los yacimientos incluirían toda la cadena productiva (boques en
bruto, traídos de sus emplazamientos naturales, todo tipo de núcleos, lascas y
residuos de la talla, y piezas finamente retocadas).

3º. En algunos vestigios se constituyeron altos para el aprovechamiento de la caza


o para la recolección de determinados bienes muy concretos, explotados por
pequeñas partidas de hombres alejados de los campamentos, y en los que
sólo se encontrarán utensilios ya acabados, listos para lograr abatir las piezas
o para una rápida extracción de los recursos que se pretendían.

En el registro fósil humano en el Pleistoceno inferior y medio de Europa respecto


de los conjuntos con una antigüedad superior a 800.000 años, se incluyen conjuntos de
herramientas descritas en Europa entre las que se encuentran núcleos y lascas, la mayoría
sin retocar propios del Modo 1, de acuerdo con la terminología de introducida por Clark
en 1977, que no son equivalentes a los hallados en África también del Modo 1, propias de
épocas mucho más antiguas. Esto nos hace que inferir que esta tecnología, tan arcaica en
su concepción y manufactura, podría tener orígenes distintos en África y Eurasia y que sus
similitudes sólo se deberían a una convergencia cultural en el modo de tallar la piedra
(Tomás, 2015).

Doronichev (Bermúdez de Castro, 2016) hipotetiza que los fabricantes del Modo 1
europeo (que se identifican con Homo antecessor) no llegaron a extinguirse, sino que
sobrevivieron a las intensas glaciaciones de inicios del Pleistoceno Medio. Los
supervivientes, bien adaptados a las duras condiciones del frío estepario, mejoraron su
tecnología e idearon un repertorio de herramientas muy característico. Esas herramientas
se habrían fabricado a partir de las lascas simples, mediante un complejo proceso
mejorado a través de milenios. El resultado sería la asociación de algunos núcleos con
centenares de herramientas de pequeño formato, a lo que este arqueólogo experimental
denomina complejo pre-musteriense y que los arqueólogos han incluido en el Modo 3.
Según Doronichev, hace al menos unos 800.000 que Europa habría sido testigo de la
entrada de la tecnología achelense (Modo 2) procedente de África. Esta tecnología se
caracteriza por la fabricación estandarizada de bifaces, hendedores y picos, por citar las
herramientas características de este complejo tecnológico. Las herramientas del Modo 2
presentan una cierta variabilidad por lo que no se distribuyeron de manera uniforme por
toda la península europea. Se puede distinguir un Modo 2 occidental y otro oriental de
aspecto similar, con sutiles diferencias. El achelense del oeste de Europa penetró vía
Estrecho de Gibraltar desde el norte de África hace al menos 800.000 años, mientras que
el achelense del este de Europa habría entrado algo más tarde a través de la península de
Anatolia y habría llegado hasta el centro del continente. En definitiva, y siempre según su
criterio, hace unos 600.000 años tendríamos en Europa al menos tres poblaciones
diferentes con tradiciones culturales y tecnológicas distintas. Los fabricantes de la
tecnología del Modo 1 habrían sobrevivido hasta finales del Pleistoceno Medio en
muchos lugares del centro y este de Europa. La entrada del Modo 2 habría sido realizada
por la especie Homo heidelbergensis, que habría evolucionado hacia Homo
neanderthalensis (Modo 3) (Tomás, 2015).

De todo ello, podemos inferir una aproximación en donde estableceríamos que no


existe una relación entre las especies humanas y la tecnología. Así nuestra misma especie,
podría establecer un continuun respecto de una cultura basada en la caza y la recolección
(Pleistoceno), una cultura basada en la agricultura y la ganadería (Holoceno).

El escenario de Doronichev contiene otras hipótesis difíciles de contrastar. Por


ejemplo: en este escenario se plantea la colonización del sur de Europa a través del
estrecho de Gibraltar para explicar la entrada del Modo 2 desde África. El paso por este
brazo de mar hace 800.000 años hubiera requerido algo más que mucha suerte, tras una
travesía a nado en medio de fuertes corrientes. La plataforma continental entre África y
Europa en el estrecho de Gibraltar es muy corta y la profundidad (aún en fases glaciales)
no parece invitar a este tipo de aventuras. La colonización de un continente requiere un
número suficiente de individuos y tendríamos que pensar en un puente continental entre
el norte de África y Europa, cuya existencia no ha sido probada. Pero, como científico,
tengo que aceptar todas las hipótesis propuestas con datos serios y con alguna
posibilidad de ser contrastadas. No obstante, tenemos que admitir nuestra profunda
ignorancia sobre lo que sucedió en Europa durante el último millón de años. El registro
fósil es muy limitado y plantea muchas más preguntas que respuestas. El registro
arqueológico es mucho más rico y diverso, pero no responde necesariamente a la
presencia simultánea de varias especies de homininos, sino a la variabilidad cultural que
puedan generar cada una de sus poblaciones de manera independiente (Finlayson y
Finlayson, 2016; Rodríguez-Vidal, 2014).

La minería se practicaba con una tecnología adecuada (Gamble, 1999), a fin de


extraer ocre y materias primas para la industria lítica, incluso se transportaban bloques a
cierta distancia del lugar de extracción (Maillo, 2008a).

Junto al empleo de la lítica materia prima para la talla y el hueso trabajado, el


hombre del Paleolítico y además de aprovechar las posibilidades que le ofrecía el agua y
el fuego, desarrolló técnicas adecuadas para la explotación de los recursos estacionales
con la recolección, y practicó el carroñeo, el arte de la caza y la pesca, y se propuso otras
tecnologías para el uso de la materia prima que el medio solía proporcionarle, como:
maderas, pieles y fibras de origen vegetal, para condicionar su lugar de habitación cuanto
más adaptado a las posibilidades del entorno.

Como ocurre en cualquier sociedad nómada, la madera constituía un recurso


básico por su abundancia en la naturaleza, apreciado no sólo para alimentar los fuegos
para la lumbre que los ayudase a preparar sus alimentos, a calentarse y resguardarse de
los peligros con los que les amenazaban sus predadores, sino para la elaboración de
armamentos letales como los astiles que enmarcaban sus preciadas puntas; así como
para la realización de utensilios empleados para todo tipo de usos de la vida cotidiana
(recipientes, pinchos, bastones, percutores) para la construcción y organización de su
hábitat, pues ya desde las primeras fases del Paleolítico inferior nuestros predecesores
realizaban mazos y varas para levantar raíces del suelo como en los yacimientos de
Kalambo Falls, norte de Rhodesia, así como bastones con el extremo aguzado para
desenterrar raíces y tubérculos, y puntas para la caza o para la defensa. En Kenia, se han
encontrado útiles líticos fechados hace 1,5 millones de años que presentaban huellas de
uso para cortar plantas, raíces y maderas (Mendez et al., 2016).

El estudio acerca del empleo y consumo de plantas en el Paleolítico no ha sido


considerado con la misma importancia que se ha otorgado a otros ámbitos de la
investigación como el de la tecnología o la caza. Hasta tiempos muy recientes la
recuperación de restos arqueobotánicos se ha centrado prácticamente en documentar el
paisaje vegetal y sus transformaciones, para contrastar la relación entre cambio
ambiental y social. El valor socioeconómico de las plantas para las distintas poblaciones
paleolíticas ha sido en general olvidado (Berihuete y Piqué, 2006). Tan sólo cuando la
conservación excepcional del registro lo ha permitido, se ha investigado desde esta
perspectiva, constatando además la complejidad social que se desprende de la realización
de determinadas actividades relacionadas con el mundo vegetal, así como los
conocimientos biogeográficos, botánicos, tecnológicos, culinarios, que son necesarios
para llevar a cabo dichas actividades (p. ej., las jabalinas de Schöningen o la constatación
de la recolección en Gesher Benot Y'aqov) (Mendez et al., 2016).

El papel del mundo vegetal en las sociedades cazadoras recolectoras paleolíticas


es fundamental, hay gran cantidad de necesidades infraestructurales que el empleo de las
plantas cubre. El ámbito de la recolección y gestión de los vegetales se revela como una
parte esencial de la estructura (con una organización social necesaria a la hora de
planificar y gestionar su obtención y uso) y de la superestructura, con el desarrollo y
ampliación de los sistemas de conocimientos relativos al mundo vegetal. Los
conocimientos se combinan con categorías de conocimientos de otros ámbitos para la
consecución de distintos fines, entre los que destacamos la transformación de la madera
en energía, el cocinado de los alimentos y el ámbito higiénico-sanitario: Aspectos
conceptuales como las clasificaciones botánicas del sentido común, las características y
propiedades de las diversas partes de las plantas, los usos de los vegetales con fines
variados, lo que se une a los conceptos y procedimientos empleados para localizar,
adquirir, transportar, procesar y emplear las plantas (Pean y Patou-Matis, 2011).

La etnicidad se puede estudiar a través de la cultura material, con la existencia de


redes supra-grupales entre los cazadores recolectores (para intercambio de bienes y
parejas, para cacerías comunales, fiestas, banquetes y rituales colectivos) está
documentada desde hace décadas por la antropología sociocultural (Harris, 1980).
La supervivencia de los distintos grupos neandertales habría sido muy difícil
(Finlayson et al. 2006), por no decir imposible, si se hubiese dado un total aislamiento
entre dichos grupos sociales. La existencia de redes supra-grupales (como mínimo al nivel
de contactos sociales que trascienden los grupos de parentesco) ha sido respaldada a
partir de las conclusiones de los análisis paleogenéticos realizados a los individuos del
Sidrón: De los 13 individuos analizados se concluye que todos los individuos masculinos
pertenecen al mismo linaje materno, mientras que los femeninos provienen de distintos
linajes (Lalueza Fox, 2006; Rosas, 2010).
Sobre la existencia de estratificación social y de estatus concretos intragrupales e
intergrupales, Hayden señala una serie de evidencias arqueológicas que pueden indicar la
presencia de roles y/o estatus socioculturales como: enterramientos, ornamentos,
pigmentos y la posible existencia de los santuarios profundos, que según el autor podrían
ser lugares de carácter ritual relacionados con actividades de sub-grupos con estatus
especial dentro de las sociedades neandertales.
La estratificación de la sociedad por sexos y grupos de edad es un fenómeno
universal, toda sociedad atribuye diversos roles y trabajos a sus componentes en función
del género y de la edad.
En cuanto al empleo de plantas medicinales, se ha documentado entre los
Neandertales del Sidrón: El análisis del cálculo dental de uno de los individuos constata
que ingirió aquilea y camomila, que se ha interpretado con cualidades medicinales, ya
que su valor nutritivo es escaso y su sabor amargo que los Neandertales ya podían
percibir (Hardy et al., 2012).

La Traceología revisa los desgastes producidos por la fricción de los objetos líticos
que disponían estos humanos con materias y fibras vegetales, indica la acción de
descortezado, astillado o pulido empleándolos sobre la madera, es el caso por ejemplo
del yacimiento de Abric Romaní, habitado entre 70.000 y 40.000 años, que además de
albergar un poste de cinco metros de longitud que forma parte de una estructura
levantada dentro de una cabaña o cobertizo, contaba con piezas de madera en la
organización del espacio doméstico, así como la construcción de lanzas de este material a
fin de poder constituir parte del armamento con el que ayudarse (Fernández, 2014).
En el depósito aluvial del yacimiento de Clacton-on-Sea (Essex, Gran Bretaña), se
recuperó una punta de lanza de madera de tejo fechada hace 400000 años. En antiguos
depósitos de agua del yacimiento de Bilzingsleben (este de Alemania), se han encontrado
utensilios de madera con astas y virutas procedentes de su fabricación con una edad que
abarca hasta 450.000 años. En el cazadero de Torralba (Soria) se fechan vestigios del uso
de madera de pino albar, sauce o álamo y abedul, durante el Achelense antiguo, como
por ejemplo, una punta de lanza, de 50 cm de longitud con el extremo muy agudo.

Durante la época Musteriense, en el asentamiento de Bremen (Alemania), se


encontró una punta de madera asociada a un esqueleto de elefante; en Lehringen, se
halló otro instrumento de madera de tejo; y con fecha de hace 50000 años, en Abri
Romani (Capellades, Barcelona), los investigadores encontraron una herramienta
carbonizada para el uso de la casa de madera de junípero, que en uno de sus extremos
presentaba forma convexa, y apuntada en el extremo contrario linajes (Rendu et al.,
2011; Lalueza Fox, 2006; Rosas, 2010).

Gracias al aprovisionamiento con los animales de que disponían, sometían a las


pieles a un tratamiento similar al curtido, esto es: las marcas de corte y de desgaste que
muchos individuos sufrían en los incisivos se correlaciona con una muy firme
comprensión de las mandíbulas indicando que tensaban las pieles con firmeza entre la
boca y una mano, a fin de tratarlas aplicando el empleo de instrumentos cortantes
agenciados en la otra mano (Fernández, 2014).

Además, es posible que los neandertales trabajaran las fibras vegetales para la
elaboración de cordajes con los que llevar a cabo algún tipo de actividad de cestería (Diez,
2014), o contenedores de red, cuerdas y cabos, cordeles de sujeción, etc. Ensamblaban
las piezas de sus vestiduras de forma rudimentaria, perforando la piel con punzones y
sirviéndose de tendones animales muy elásticos y resistentes o muy básicos cordajes de
fibras vegetales, pues entre los hallazgos arqueológicos no se han encontrado agujas
(Monnier, 2012).

Los métodos matemáticos por análisis estadísticos de las industrias, y los físicos
como la datación por el Carbono-14 o por el método del Potasio-Argón 40, aportan
mucho a las investigaciones sobre el uso de la madera en estos periodos, así: la presencia
de agujas de hueso en el Magdaleniense indica la probable existencia de vestidos cosidos
(Bordes, 1968).

Parte del instrumental lítico, a partir del Musteriense; y el material en hueso,


desde el Auriñaciense, está destinado al trabajo de las pieles y el cuero, esto es: a la
elaboración de recipientes y bolsas de cuero crudo o pellejo para el transporte, correas y
tiras de sujeción, sus aplicaciones como alisado y pulido para el trabajo del hueso, así
como para el abrigo y vestido, e incluso para la cubierta de algunas viviendas (Rendu et
al., 2011).

La piel de los animales que se endurece y vuelve rígida cuando se seca, debía de
ser preparada antes de su uso; la forma más simple, se obtenía mediante el secado al
calor generado por el fuego; también con raspadores y raederas con las que se
eliminaban las grasas y los restos de carne, para flexibilizarlas luego de forma eficaz
humedeciéndola en agua y golearla con una piedra redondeada, y recubrirla
posteriormente con grasa, hasta que quedaba flexible e impermeable por mucho tiempo.
El curtido de la piel requiere de sustancias minerales o vegetales ricas en ácido tánico (p
ej., corteza de roble o de sauce empapada en agua) (Monnier, 2012).

En el Musteriense se usaban pieles como vestido, utilizando técnicas muy simples:


el cuero, ya flexible, era adaptado al usuario cortándolo con herramientas líticas y,
después, ayudado de perforadores y punzones, era agujereado en sus extremos, lo que
permitía montar y ajustar la prenda mediante estrechas tiras de cuero sin curtir. Durante
el Paleolítico superior, el hombre ya dispone como en Sungir (Moscú), hace 22000 años,
de unos recursos más avanzados: agujas para coser, punzones óseos de distintos
tamaños, perforadores, cuchillas líticas (Mendez et al., 2016).

La cabaña del vestíbulo de la cueva de Lazaret (Niza), fechada en el Pleistoceno


medio (Riss III) poseía una cobertura de pieles unidas entre sí por tiras de cuero crudo y
fijadas al suelo mediante bloques de piedra. Durante el Musteriense (Rendu et al., 2011),
también hay cabañas al sur de Francia con coberturas de piel; y durante el Paleolítico
superior destacan los hábitats de Kostienki (valle del Don, CEI) o Pincevent (norte de
Francia) (Monge et al., 2015).
El transporte debió de ser inicialmente individual, mediante bolsos o recipientes
de fibras vegetales o de pieles; durante el Paleolítico superior se encuentran claros
indicios de intercambio de productos entre grupos, cubriendo ya largas distancias: lo que
supone, contar con recursos técnicos suficientemente perfeccionados para contener las
mercancías (Jimenez-Espejo et al., 2013; Rodriguez-Vidal et al., 2014).

En algún momento ya muy lejano de nuestra evolución la estirpe de nuestros


predecesores (se han citado casos del uso intencionado en algunos yacimientos africanos
muy antiguos, como los keniatas de Chesowanja, Koobi Fora y Olorgesailie, con
cronología cercanas a 1,5 millones de años), dejaron de temer al fuego y además
comprendieron sus inmejorables ventajas que constituye su control, convirtiéndose en
unos de los paradigmas transcendentales de nuestra historia tecnológica, así que tuvo
muchas aplicaciones durante el Paleolítico: 1) proporcionaba luz; 2) era una fuente de
calor que deparaba abrigo y protegía de las inclemencias del tiempo; 3) servía de ayuda
para la defensa de predadores y de los molestos insectos; 4) servía para cocinar, ya que
ayudaba a preparar de y a conservar los jugos y alimentos más pedecederos; 5) a través
del calor que era capaz de generar transformaba las cualidades de la materia prima de
piedras y maderas; 6) alteraba los ritmos de luz/oscuridad a su vez relacionados con
diferentes biorritmos durante la vigilia y el sueño, alargando la jornada durante el otoño y
el invierno, disponiendo así de luz durante más horas del día y la consiguiente capacidad
para realizar mayor número de actividades; 7) cohesionaba a los grupos del clan
alrededor de él logrando estrechar vínculos; 8) propiciaba un tiempo que gestaba la
intercomunicación de cuentos e historias; 9) eran momentos que se aprovechaba para
discutir por ejemplo sobre las estrategias cinegéticas u otras prioridades en torno al
grupo; 10) la domesticación del fuego propició una complejidad social, a través de la
formación de las hogueras, no tan sólo para cocinar alimentos, o endurecer armas de
madera, sino como motor de la socialización de nuestros ancestros, incitaba al
aprendizaje y la cohesión social para aportar materias combustibles la utilización de
instrumentos líticos para cortar el combustible ya que su mantenimiento requería una
organización del trabajo; 11) y entre otras funciones, el fuego ayudaba además a quemar
la maleza, se utilizaba para hacer señales, trabajar el sílex y el hueso, la madera y las
astas; servía también para dirigir la caza, y propiciaba el preparado de colorantes con ocre
o carbón vegetal; 12) se podrían establecer lazos más profundos en torno al fuego,
perfeccionar entre ellos la comunicación transmitiendo información y mejorando y
facilitando la práctica de lenguajes cada vez más complejos (Jimenez-Espejo et al., 2013;
Rodriguez-Vidal et al., 2014; Clive et al., 2006).

El empleo del fuego por los primeros humanos parece remontarse hasta los 1,5
millones de años en algunos yacimientos africanos, se trataría de fuegos no fueron
producidos de forma intencionada, adquiridos y conservados, sino que podía obtenerse
de los incendios espontáneos provocados por la combustión de materias orgánicas en
descomposición, o procedente del aparato eléctrico generado por una tormenta, por las
erupciones volcánicas, procedentes de bolsas de gas natural.

Todas las sociedades de cazadores recolectores dominan las técnicas de su


producción, un proceso laborioso que hace mimar luego la conservación de las llamas en
sus hogares, que a su vez requirieron una organización social del grupo, posiblemente
cohesionada bajo una protección mágico-religiosa. Los ancestros europeos de los
neandertales, Homo Heidelbergensis dominaba el uso del fuego hace ya 400000 años,
pues en sus yacimientos se encontraron estructuras de hogueras bien definidas. La
presencia del fuego en los yacimientos arqueológicos más antiguos junto a la industria
lítica, suele interpretarse como una prueba fundamental de la presencia humana (Juan,
1994; Maillo, 2008a).

Las técnicas de producción del fuego no parece que se generalizara hasta


comienzos del Paleolítico superior, a cargo de nuestros neandertales y debió de llevarse a
cabo a través de las siguientes técnicas (Rosas, 2010; Clive et al., 2006):

1) Mediante la técnica de percusión, que se aplicaba contra piedras capaces de


llegar a producir chispas, esto es: golpeando con acierto dos piedras apropiadas, por
ejemplo: un fragmento de sílex contra una pirita, que es un material rico en óxido de
hierro, lo que produce abundantes chispas que luego se recogen en la yesca (fina materia
vegetal seca y fácilmente inflamable como pajas, hojas, hongos, musgos o líquenes)
siendo activada mediante oxigenación, consiguiendo así prender la llama, como en el caso
del hongo yesquero que además de producirla, la transportarla con gran facilidad.
2) Por la técnica de fricción (que se atribuye al yacimiento de la cueva de Krapina,
Croacia), que consiste en la frotación longitudinal, la rotación manual de un palo contra
una plancha también de madera en la que previamente se han hecho pequeñas
incisiones, a fin de que el oxígeno circule por la tablilla avive la combustión y
aprovechando el calentamiento que origina la rotación manual sobre un palo de madera,
la rotación por correa y la rotación por un arco (Perles, 1977), acabe provocando cenizas
que creen una brasa, empleando luego todo tipo de combustible para alimentar las
hogueras: leña de haya, arce, pino, roble, carbón mineral como el lignito, incluso huesos y
grasas animales; y eran de muy diversos tipos: a) pequeñas, que descansaban sobre una
superficie plana; b) otras sobre pequeños agujeros o cubetas excavadas en el suelo; c)
otros espacios destinados para este propósito, siempre ocupando un lugar destacado en
los hogares de un asentamiento, inalterable a lo largo de generaciones, rodeado por un
círculo de cantos rodados o bloques, acondicionados y protegidos con pequeños muretes;
como en el ejemplo del yacimiento barcelonés de Abric Romaní (entre 70.000 y 40.000
años de antigüedad) donde se han excavado casi veinte metros de espesor de cenizas de
hogares mantenidos durante largos periodos de tiempo, con los fuegos magníficamente
conservados representan una función organizadora respecto del espacio doméstico; y d)
hogueras que llegaban también a disponerse sobre losas de piedra (Díez, 2014;
Fernández, 2014)

En función de su utilidad, distinguimos también: a) pequeños hogares, situados


cerca de las paredes rocosas, que servían para proporcionar luz y calor en el recinto; b)
grandes fuegos, que se convertían en verdaderos focos de actividad especializada para la
preparación de viandas en las brasas, placas de piedras calientes, cocina de brochetas
ensartadas en los rescoldos, alimentos que asaban en hornos que gestionaban el calor a
través de agujeros que lo disipaban desde la lumbre, calentamiento de líquidos,
conservación mediante la elaboración de ahumados (Clive et al., 2006; Duckworth et al.,
1911; Fernández, 2014; Monnier, 2012).

La conservación de los alimentos, caso de que no se iniciase en el Paleolítico


inferior, debió de empezar a practicarse desde el periodo Musteriense con la congelación
en el exterior de las cuevas y las viviendas como señalan Solecki y Dennell.
Posteriormente, durante el Paleolítico superior, se aplicó el ahumado y secado de la carne
que se almacenaba junto a otros alimentos en hoyos situados en el exterior de las
viviendas y a las entradas de las cuevas, y reservados con cubiertas de piedra como
refieren autores como Shimkin en yacimientos del este de Europa. Resulta un hecho
probado que para la conservación de los alimentos sugiere ya la planificación del grupo,
pues supone la posibilidad de organizar las actividades a medio y largo plazo a fin de
conseguir la reserva y almacén de los alimentos (Juan, 1994).

Desde sus orígenes, una de las primeras preocupaciones del hombre ha sido la
vivienda, mostrando una clara tendencia a vivir en grupos, con el fin de aumentar la
seguridad, organizar la explotación del medio y satisfacer sus necesidades sociales; así la
primera obra humana de la que tenemos constancia fue una alineación de piedras que
constituían un semicírculo, interpretado como un protector frente al viento dominante,
en el yacimiento de Oldoway (Tanzania), fechado alrededor de 1,8 millones de años.

En el Paleolítico inferior, no sólo se utilizaban las cuevas como viviendas, sino que
ya se contaban con cabañas que se situaban en el vestíbulo de las cuevas que
desempeñaban aquí una función de un doble techo, así como estructuras al aire libre.

Los campamentos neandertales siempre se colocaban en lugares de disposición


estratégica, acondicionados gracias a los accidentes geológicos que luego había
modificado también el clima, por ejemplo, proporcionando lugares parcialmente
cerrados, en los que instalarse cómodamente al abrigo de la intemperie: 1) grandes salas
de acceso a oscuras y profundas cuevas; 2) pequeñas bocas abiertas en los farallones
calizos; 3) leves abrigos rocosos sotechados; 4) otras veces (como en el yacimiento de
Abric Romaní), destinados a mejorar las condiciones húmedas que propiciaban las rocas,
se construían cobertizos rudimentarios; y 5) cuando el ambiente propiciaba unas
condiciones idóneas, los neandertales acampaban también al aire libre (Finlayson, 1999 y
2001; Gutierrez et al., 2001; Rodriguez-Vidal, 2002).

La cueva era lugar de habitación, pero también de enterramiento, de culto y ritos.


La aparición del arte rupestre y mueble durante el Paleolítico superior, es una de las más
notables características de esta época, donde la cueva se convierte en un santuario
cuajado de representaciones y símbolos, de forma que ésta debía de ser el centro del
universo familiar del clan o grupo de cazadores-recolectores.
Las cuevas contaban con áreas de actividades bien definidas, centradas en su
interior con relación al vestíbulo: hogares de variada tipología, talleres para los trabajos
con sílex, hueso, asta, o madera; chozas dormitorios interiores, zonas de enterramientos,
áreas sagradas para las ceremonias de culto y magia, piletas naturales donde abastecerse
de agua. En zonas exteriores a la cueva, contaban con pozos para conservar los alimentos,
zonas para trabajar y secar las pieles, tendederos, áreas de descuartizamiento, fuegos de
protección nocturna y chozas de estación cálida, como los yacimientos del acantilado de
Bauousse Rousse (Grimaldi, Costa Azul), con una antigüedad de hace 25.000 años.

Para evitar las condiciones de dormir al raso, construían diversos tipos de


habitaciones para conseguirse cobijo, mostrando gran capacidad de mimetismo en estos
espacios abiertos: algunas cabañas y otras grandes estructuras construidas con los huesos
de grandes animales y como los mamuts (yacimiento de Molodova I, río Dnestr, Ucrania)
que eran de un complejo diseño con la aplicación de una tecnología capaz de atender con
extraordinario éxito a los condicionamientos de un medio adverso (Dema y Patou-Mathis,
2011), como en los asentamientos musterienses de los islotes (Carrión et al., 2008) en los
acantilados de Goaréva y Sant Michel, en la costa atlántica francesa); así como chozas y
cortavientos como el portugués de Vilas Ruivas, en el valle del río Tajo cerca de Castelo
Branco, estructura con forma de arco mediante el apilamiento de grandes cantos como
parapetos en donde se recogían sus escasos habitantes al abrigo de pequeñas hogueras
que dispensaban calor, con pequeños cobertizos levantados con madera y quizá pieles,
utilizando materiales propios del entorno inmediato que eran fáciles de abandonar
cuando surgía la necesidad de proseguir la marcha (Gutierrez et al., 2001; Rodriguez-
Vidal, 2002).

Otro ejemplo de campamentos fugaces sería la estructura de habitación al aire


libre del cortaviento circular descubierto excavado en el yacimiento de La Folie (Poitiers,
Francia), quizá una estructura familiar que hacía un alto en aquel valle durante algunos
días, que se agenciaba de la siguiente forma: postes de madera firmemente anclados en
el suelo, reforzados con pesados bloques de piedra que habían servido de esqueleto para
este abrigo artificial construido por un empalizado de ramas y palos, y contaba en su
interior con una entrada en donde se hallaba el fuego, y más allá las zonas de actividades,
la zona de talla y la estancia de descanso. Contamos, también con datos como la
estructura de jergones herbáceos en el yacimiento de la cueva de El Esquilleu (Cantabria,
España) (Finlayson, 1999 y 2001; Gutierrez et al., 2001; Rodriguez-Vidal, 2002).

La caza y la pesca, junto con la recolección fueron las actividades básicas para la
subsistencia del ser humano durante el Pleistoceno, éstas propiciaron todo un proceso de
experimentación que trataba de hacer más efectivas las técnicas de obtención de
alimentos, desde: 1) la adecuación de la industria lítica con una evolución en el diseño
cada vez más eficaz; 2) la industria ósea (sobre todo en el Paleolítico superior); 3) la
invención de trampas de caza, lazos, ondas, utilización de ingeniosas técnicas de ojeo,
seguimiento y acoso de las manadas respecto de especies concretas como el reno
(Pincevent y Verberie, Francia); 4) la invención del propulsor de venablos; y 5) la primera
máquina de matar propiamente dicha: el invento del arco y las flechas, uno de los
inventos más revolucionarios de la prehistoria durante el Paleolítico superior (Maillo,
2008a).

En el Paleolítico inferior, las técnicas de caza y pesca fueron muy simples. En la


época musteriense, las puntas colocadas en el extremo de un astil fueron armas eficaces
para herir o rematar animales; y durante el periodo del Paleolítico superior, fueron
eficaces instrumentos de caza: las azagayas de hueso y madera, así como las puntas
solutrenses y los arpones y anzuelos óseos magdalenienses y azilienses, que al estar
dotados de dientes no se desprendían fácilmente de su pieza y no se perdían mediante
una sujeción al astil con un cabo, por lo que ya apuntan un perfeccionamiento técnico
extraordinario, como sucedió con la invención del lazo, el propulsor y el arco y las fechas,
que denotan el descubrimiento de las leyes físicas fundamentales (Gutierrez et al., 2001;
Rodriguez-Vidal, 2002).

El arco fue un invento extraordinario porque aseguraba la eficacia de la caza a


distancia, aumentando la precisión del disparo; no tuvo un sustituto eficaz hasta la
aparición de las armas de fuego (Monnier, 2012; Fernández, 2014).

La navegación sobre embarcaciones muy simples durante el Paleolítico sí que


podrían llegar a justificar los asentamientos musterienses del islote de Brèhat, en la
Francia atlántica. Durante el Achelense, los encontrados entre los asentamientos
arqueológicos del sur de Andalucía y el norte de Marruecos, obligan necesariamente a
pensar en contactos humanos habidos a través del Estrecho de Gibraltar; además, y en
relación a esta hipótesis, las orillas de ambos continentes, aunque no contaba con la
anchura de separación que persiste en la actualidad, precisaba de algún medio de
navegación para cruzarlo. Lo mismo debió de ocurrir para otros pasos habidos a través
del mar Mediterráneo, verbigracia: el hallazgo de utensilios elaborados con obsidiana que
aparecieron datados en el Paleolítico final de la cueva Franchthi (Golfo de Argos, Grecia)
pues como no existían originariamente en el continente, debieron ser, sin embargo, de
procedencia insular como sea el caso de la isla de Melos, donde son frecuentes (Clive et
al., 2006).

El estudio datado industrias líticas hace entre 200.000 y 100.000 años en Sulawesi,
así como en el conjunto de islas Wallacea (de enorme interés como laboratorio
biogeográfico), entre las que destacan Flores y Timor. Como considera Arsuaga (2016), ya
que a ellas sólo se puede ir por mar, incluso cuando su nivel descendía más de cien
metros durante las glaciaciones y las islas de las dos plataformas continentales eran
accesibles por tierra. Eso quiere decir que hubo navegantes, accidentales o deliberados,
que llegaron a Sulawesi hace más de 100.000 años. En esa época ya existía nuestra
especie, pero no se tiene noticia de que hubiera llegado tan lejos desde su centro de
origen africano. Así que es posible que no fueran individuos de nuestra especie, sino
parientes del famoso Hombre de Flores de la vecina isla de Flores (Clive et al., 2006;
Bartlett, 2014; Bennet, 2014).

Las técnicas del arte rupestre y mobiliario durante el Paleolítico llaman la atención
por la frescura de sus representaciones sobre el soporte de las paredes rocosas de cuevas
y abrigos, restos óseos de animales, plaquetas de piedra, modelados en barro y esculturas
en rocas, que han sido conservadas intactas a través de milenios.

Respecto al arte mueble, éste era grabado normalmente con instrumentos líticos
sobre hueso o asta. A veces se esculpían figuras femeninas de simbología sexual como las
popularmente conocidas Venus gravatienses, o incluso se han encontrado piezas que
modelaban figuras de animales sobre barro.

Además, sobre este tipo de grabado y aunque todavía se discuten las conclusiones
obtenidas por Marshack que estudió minuciosamente las marcas de cientos de huesos
procedentes de yacimientos del Paleolítico europeo, podríamos estar ante el hito de la
invención del calendario, pues en algunos de estos fragmentos de cuernas se encontraron
evidencias de lo que constituiría un calendario lunar completo, como sea el caso de una
plaqueta auriñaciense de asta de reno en el yacimiento de La Dordoña (Spoon et al.,
2007; Carbonell, 2005).

Por último, en relación a las artes curativas durante el Paleolítico, y en función de


los resultados curativos de algunos restos óseos de humanos que sobrevivieron a serias
enfermedades y a sus secuelas como: a) trepanaciones en las que se aprecia el ulterior
crecimiento de hueso, b) otro humano en el yacimiento de Tèviec que sobrevivió también
a una traumática depresión del occipital; c) el hombre viejo del musteriense enterrado en
Shanidar (Irak) que tenía un brazo amputado, seguramente durante un accidente de caza,
tras el que muy probablemente sus contemporáneos le cauterizasen su herida al fuego y
además la lavaran y preservaran profilácticamente con hierbas curativas; d) o el niño
enterrado en Grimaldi que presentaba un fragmento de flecha de sílex incrustada a la
altura de su columna vertebral. Por todo ello, resulta evidente que contaron ya con un
buen conocimiento de las hierbas, y que se valían de técnicas curativas basada en una
farmacopea prehistórica, incluso practicando intervenciones quirúrgicas ayudados de un
fino material lítico, muy probablemente a cargo exclusivo del mago o chamán que
lideraba el grupo (Rosas, 2010; Díez, 2014).

Con el Hombre de Neandertal (Higham, 1990), es cuando tenemos los primeros


signos de cuidado a los enfermos y el respeto a los muertos, cuando nuestros
predecesores comenzaron ya a pensar en el bienestar de los compañeros que
cohesionaban el grupo tanto como en el suyo propio; y en la vida después de la muerte,
ambos comportamientos que hoy asociamos inherentes al Homo sapiens sapiens.

CAPÍTULO 2.

2.1. NEANDERTALES, 2ª PARTE

Los Hombres de Neandertal frecuentaron una gran cantidad de regiones entre las
que se incluían: entornos fluviales, llanuras, estepas, roquedos, fuentes termales, paisajes
volcánicos y zonas montanas (Diez, 2014), espacios de ecología diversa: ecotonos o zonas
ricas de frontera que comparte la línea de conjunción entre hábitats diferentes, lugares
de transición entre diferentes ecosistemas; eran verdaderos microcosmos ricos en todos
los recursos necesarios para la supervivencia: caza mayor y menor, vegetales, agua, rocas
para la talla y combustible de los que preverse como ramas de troncos para la leña.

Estas sociedades nómadas establecieron asentamientos con distintas funciones,


que además son complementarias a lo largo de sus territorios: 1) campamentos
residenciales o de base Procuran una suerte de estabilidad al grupo y facilita los
desplazamientos cortos, sobre un radio local); 2) campamentos transitorios (cuando el
grupo está inmerso en un desplazamiento a larga distancia); 3) asentamientos breves y
muy especializados, altos de caza (como los asentamientos de una partida cinegética que
están ocupados por unos pocos miembros del grupo); 4) los fugaces puntos de carnicería
(destinados al tratamiento rápido de las piezas abatidas en zonas habituales de paso,
abrevaderos, áreas de reproducción y cría de las manadas); 5) talleres para la extracción
de materias primas (destinados a la obtención y preparación de soportes líticos para su
posterior transformación en artefactos).

Como el resto de especies humanas, los neandertales disfrutaban de una dieta omnívora
que, además de diversificada, estaba basada en un profundo conocimiento del entorno,
lo que a su vez les permitía cierto equilibrio entre la dependencia de los recursos de los
que disponían y la necesidad de una menor inversión en el tiempo dedicado a su
búsqueda (Rosas, 2010).

El balance energético estaba entre 4000 y 6000 Kcal para un hombre neandertal
adulto; y entre 3000 y 4000 Kcal para una mujer, consecuencia de los grandes
requerimientos de actividad física a los que se veían sometidos, pues ocupaban unas 7 h
al día en el pilar transcendente de su existencia que es la caza, con el fin de procurar el
sustento para el grupo (ninguna otra actividad como su vida social, cultural y simbólica, le
ocupaba tanto), pues sus técnicas requieren un largo aprendizaje, un estrecho
entendimiento con los compañeros, es motivo de cohesión entre los miembros que
componen el grupo, origen de causa y motivo de celebraciones por los logros y hazañas,
inagotable recurso para la memoria y la identidad colectiva (Diez, 2014); además, siempre
hay que tener en cuenta un balance energético negativo cuando ellos se veían con
frecuencia a merced de los rigores de la Edad de Hielo, en relación directamente
proporcional: cuanto más frío hace mayor demanda energética (Clive et al., 2006).
Como grandes depredadores carnívoros que eran requerían de la explotación
cotidiana de extensos territorios al depender de las manadas de herbívoros siempre en
constante movimiento, lo que fluctuaba en función de las estaciones, así como los
condicionamientos climáticos: las frías edades de hielo alternando con etapas cálidas
correspondiente a periodos interglaciares, de esta forma: a) durante los momentos fríos
del ciclo anual, las manadas se veían obligadas a migrar a mayores distancias para
asegurarse el alimento y ellos debían seguirlas y acecharlas en sus puntos clave de sus
rutas migratorias, para lograr abatirlas por sorpresa mientras las aguardaban emboscados
en las vías de paso abiertas para el tránsito; b) durante los momentos cálidos y estivales,
los grupos familiares de cazadores recolectores se instalaban de forma algo más estable
en un emplazamiento propicio desde donde explotar los recursos locales hasta le
extenuación, que era otra vez el momento de ponerse en marcha hacia otra zona que
permaneciera intacta.

La mayor parte de los recorridos de estos humanos se producían a una escala local
(entre 5 y 10 kilómetros de radio); en algunos casos este territorio se ampliaba los 20
kilómetros, y sólo excepcionalmente sobre todo en la Europa central y meridional donde
los rigores climáticos eran más intensos, que en la occidental, llegando a recorrer
distancias de hasta 200 km, siguiendo la monótona cadencia migratoria de las manadas
de las que solían alimentarse.

Respecto de la relación que se establecía entre tribus de neandertales que


frecuentaban una misma región: los distintos grupos tienen un profundo, preciso y
respetuoso conocimiento del territorio de sus vecinos, constituidos en una especie de
tácito entendimiento constituyendo alianzas grupales; no sólo por llegar a establecer
buenas relaciones, sino para facilitar los necesarios intercambios genéticos de esposas y
maridos que pasaban de un grupo a otro y también culturales entre las células cercanas
(Finlayson y Darren, 2008; Carrion et al., 2008; Santoiago, 2010).

La Antropología forense, aporta nueva luz a los prejuicios que sobre lo hombres
neandertales recayeron durante tantos años y corrobora su asombrosa capacidad como
excelentes cazadores, pues incluso a nivel de la práctica de una caza especializada y
estacional, los métodos de caza de los que se sirvió nuestra especie durante el Paleolítico
superior difieren en muy poco a los que ellos ya habían utilizado con cientos de años de
anterioridad, esto fue debido en parte gracias a que (Díez, 2014):

1) Respecto de su configuración física: la portentosa fuerza de su brazo era capaz


de conferir una potencia letal a sus lanzas arrojadas hasta una distancia de
quince metros, con las ventajas de lograr pasar desapercibidos para las
especies buscadas;

2) Contaban con una extremada robustez, que incluso le capacitaba para la


confrontación con su presa a corta distancia, lo que les supuso orquestar
detallados planes de caza (conducir en estampida a grupos de animales como
bisontes, caballos, renos hasta el borde de paredes rocosas con una pendiente
de más de cien metros de altura por la que en la huida se precipitaran al vacío,
como en la cueva de La Cotte de Saint-Brelade, Jersey);

3) Se valían de una asombrosa resistencia les permitía soportar largas jornadas en


el campo tras las presas, sin desfallecer;

4) Disfrutaron de excelentes capacidades sensoriales, con un dotado desarrollo de


los sentidos del oído y del olfato.

Además, resultado de la adaptación evolutiva, la experiencia acumulada durante


milenios sobre las condiciones más hostiles sobrevividas durante décadas terriblemente
adversas, capacitó a estos hombres de una muy fructífera y singular sabiduría (Rosas,
2010), esto es:

1) Un profundo conocimiento de las armas arrojadizas más eficaces, lo que


además conllevaba el dominio de los fundamentos de la Balística.

2) Destrezas en la observación del campo como verdaderos etólogos, llegando a


conocer perfectamente el comportamiento de cada tipo de presa elegida.

3) Práctica desmedida y el perfeccionamiento de las artes del camuflaje.

4) Un comportamiento cinegético genuino y extraordinario, mediante la práctica


de la paciencia y la templanza necesaria para la observación del medio natural.
5) Reflexión y estrategia en la búsqueda de las mejores condiciones frente al
ataque a las presas de caza mayor, empleadas durante la práctica de las
modalidades de aguardo o rececho.

6) Gran capacidad de resolución y resultados a la hora de estudiar los puntos más


débiles y concretos de cada uno de sus trofeos (por ejemplo, preferían
ejemplares jóvenes e inexpertos cuando sus objetivos eran los grandes y
peligrosos mamuts; cuando necesitaban hacerse con grasas animales, evitaban
individuos más viejos o los momentos más adversos del año, prefiriendo
entonces las épocas que prodigaban la bonanza de copiosos pastos).

Los neandertales eran sobre todo, grandes conocedores del contexto ecológico
(marismas o terrenos lacustres, praderas, estepas, montañas o bosques) en el que abrían
de abordar a sus presas, así como de la especificidad establecida en función del
aprovechamiento dedicado a cada uno de los trofeos; es por ello que Moge et al. (2015),
citan: 1) aunque los carnívoros (lobos, zorros y osos) también eran ingeridos, se les
buscaba más por su piel; 2) preferían abatir especies relativamente grandes (caballos,
bisontes) capaces de aportar gran cantidad de carne y grasa por cada pieza cobrada, a fin
de aprovechar el esfuerzo máximo que supone agenciarse un animal de este porte; 3)
antílopes saiga y caballos eran muy estimados, particularmente en los momentos fríos y
áridos; 4) los ciervos y corzos en los márgenes forestales durante los periodos templados;
5) en los contextos montanos y en los roquedos se cazaba la cabra montés, el rebeco y el
íbice. Estos datos se nos refiere desde la Zooarqueología, que se encarga de la descripción
taxonómica y descriptiva detallada de las evidencias faunísticas presentes en un
yacimiento, lo que nos aporta valiosísima información sobre el modo de subsistencia de
este grupo prehistórico.

Todas las piezas cobradas por los neandertales fueron utilizadas muy
intensamente; no sólo su carne, vísceras y grasas, sino su piel para elaborar abrigos con
los que cubrirse y su cuero con el fin de proteger los pies, los tendones se empleaban
como cordajes y las tripas y las vejigas eran adaptadas a modo de contenedores, las astas
y los huesos largos sirvieron como percutores, los huesos eran usados en distintas tareas
de la vida cotidiana (soportes para construir estructuras de la habitación, recipientes o
elementos de cocina) (Monge et al., 2015; Fernández et al., 2014).
En este caso es la Tafonomía, la ciencia que se encarga de discernir, a través de un
meticuloso estudio de la superficie de los fósiles, el proceso de transformación sufrida por
el cadáver del animal, así: 1) la existencia de huellas dejadas por las marcas de los dientes
de algún carnívoro; 2) sin embargo, las marcas de corte corroboran la presencia humana;
3) la localización de las marcas permite conocer las partes sobre las que han incidido los
elementos cortantes; 4) las fracturas intencionadas en fresco permiten conocer si el
acceso a la grasa del hueso se produjo por percusión de un objeto lítico empuñado por un
hombre o fue resultado de la acción de otro depredador; 5) la superposición de una
marca sobre otra, permitirá conocer en el orden en que actuó que cada tipo de agente.

Las cacerías especializadas de tipo colectivo dada la alta participación precisa y


organizada de un ingente número de cazadores, siempre habían sido consideradas
ejemplo exclusivo de las habilidades de nuestra especie, sin embargo los hallazgos que
refieren sus yacimientos confieren a los neandertales la habilidad de una caza muy
elaborada y especializada, incluso conducida hacia el aprovechamiento de una sola
especie (es el caso de Mauran, Pirineo francés, un 99% de sus presas se constituye por
bisontes; en la península de Crimea (Ucrania) las presas halladas fueron caballos, en un
90% de los casos) (Rendu, 2011, 2010; Farizy, 1994; Sulier, 2008).

Este tipo de cazas masivas, habría producido gran cantidad de pieles y de carne
disponible; la previsión de grandes acumulaciones de estos alimentos para las etapas
invernales de hambrunas y carencias, antes conllevaría el poder contar con métodos de
procesado imprescindibles para su conservación como el ahumado o el secado (véase las
conclusiones obtenidas en el yacimiento de Les Pradelles, Francia, donde la especia más
cazada fue el reno en un 90% de los casos, huesos con signos claros de antiguas
actividades de desuelle, corte y fragmentación de piezas, y fragmentación de huesos para
acceder al tuétano; además, según estudios efectuados sobre la dentición de estos
animales, su caza se produjo en el momento más propicio que fue el otoño: cuando los
renos se reagrupan en manadas para acometer sus largos desplazamientos migratorios y
han almacenado una abundante proporción de grasa para capacitarlos durante el
invierno)(Rendu, 2011; Farizy, 1994; Sulier, 2008).

Las tareas de carnicería: desollado, eviscerado, desmembrado, desarticulado y


descarnado del tejido del animal aparecen impresas en las marcas de corte y en los
impactos de fractura de los fósiles encontrados en los yacimientos, a consecuencia del
uso de utensilios cortantes y percutores. Después de esta preparación a que eran
sometidas las partes del animal: a) los grandes trozos de carne despiezada en la zona de
caza era transportado hasta el yacimiento, siendo objeto de preparación y consumo
directo; b) existen evidencias de construcción de estructuras apropiadas para la cocción,
c) se han localizado una especie de hornos de arcilla bajo las hogueras; d) y otras
estrategias que se agenciaron para la conservación de la carne como el ahumado, el
secado y, ocasionalmente, la congelación; e) posteriormente, esta carne tratada se
almacenaba en depósitos que fueron creados como despensas; f) a fin de aprovechar el
tuétano, también aparecen pequeños trozos de fragmentos de huesos fósiles que
estallaron a fin de obtener la medula roja de los huesos cortos y la médula amarilla
proveniente de la caña de los huesos largos (Rendu, 2011, 2010; Farizy, 1994; Sulier,
2008).

Para el caso del consumo de animales muertos, en los que ellos nada tuvieron que
ver con su captura, como sea: el hallazgo de un cadáver muerto de causa natural o tras la
intervención de otros depredadores; es el carroñeo un tipo pasivo de lógica actividad de
subsistencia que debió de ser parte integrante en la búsqueda itinerante de alimentos
(animales varados en las marismas o zonas pantanosas o durante los momentos de
carestía en pastos, cuando los animales exhaustos en los abrevaderos naturales que
terminaban por morir exánimes) (Rendu, 2011; Farizy, 1994).

El carroñeo cuenta, además, con una serie innegable de ventajas: 1) esta práctica
comporta bastantes menos riesgos que la caza, al igual que la recolección; 2) no puede
verse exclusivamente como una simple estrategia afortunada, pues aunque hay que
invertir menor dedicación que a la caza, precisa la capacidad cognitiva de prestar atención
a un sinfín de pequeños detalles que les sugería la naturaleza. Entre ellos podemos
destacar: a) la holgada capacidad para reconocer los signos que en el campo indiquen la
presencia de un animal muerto; b) la habilidad de ser capaz de distinguir, entender e
interpretar los signos de putrefacción de una carroña, a fin de lograr establecer los límites
que desaconsejen su consumo; c) conocer perfectamente los peligros que generan la
proximidad de sus grandes depredadores, para establecer con diligencia y precaución el
acceso eficaz a la carroña (Peresani et al., 2011; Hughes, 1998).
Además del aporte proteico que generaba la carne, aportaba una gran cantidad de
nutrientes al organismo de estos hombres, como algunas vitaminas y minerales difíciles
de conseguir por cualquier otro tipo de alimentación. También es cierto, sin embargo,
que una alimentación que supera una dieta carnívora >35% podría acarrear una
fisiopatología en el individuo, p. ej., una hiperaminoacidemia, lo que conllevaría un
concentración hasta niveles tóxicos para el organismo de nitrógeno y urea (Díez, 2014).

A pesar de la gran dificultad de que los restos orgánicos en cuanto a vegetales se


refiere puedan llegar a fosilizar y conservarse en el registro de los yacimientos
arqueológicos, los investigadores admiten que estos alimentos debieron de formar parte
habitual de la dieta de los neandertales y que las actividades de recolección tuvieron
parte en la alimentación para la subsistencia diaria.

Los nutrientes aportados a la dieta por las plantas, frutos secos, bayas, rizomas o bulbos,
también tienen una gran importancia, pues: 1) aunque son más pobres en proteínas que
las carnes, constituyen una fuerte elemental de carbohidratos; 2) aunque estos recursos
no fueron suficientes para dispensar todos los requerimientos de energía necesaria, sí
que constituyen los componentes perfectos que hacen completar y diversificar su dieta;
3) vegetales y hongos, constituyen además una magnífica fuente de sales minerales,
vitamina y fibra. En los yacimientos israelitas de Amud se recogieron semillas de
herbáceas pensadas para el consumo y en el de Kebara (Israel) se han identificado gran
cantidad de restos de bulbos, frutos y semillas como leguminosas de distintas especies,
bellotas, pistachos, rábanos y otras hierbas con raíces comestibles. En la cueva de
Gorham (Gibraltar) se hallaron restos de avellanas carbonizados en el entorno de los
hogares (Zamora et al., 2013), que probablemente fuesen aprovechadas como
combustible (Díez, 2014; Peresani et al., 2011; Hughes, 1998).

Estos hechos correlacionados con la alimentación pueden llegar a demostrarse


mediante el estudio de isótopos (algunos elementos que se ingieren se fijan en el hueso
del organismo, y su medición nos aporta datos sobre sus hábitos alimenticios), por
ejemplo: 1º) la concentración de niveles de estroncio es mayor en un individuo herbívoro,
que un omnívoro o que un carnívoro; 2º) si el hueso presenta porcentajes altos en Zinc,
deducimos que el individuo consumió altas cantidades de recursos marinos; 3º) respecto
al nitrógeno y al carbono, constatamos que las plantas poseen específicas cantidades de
isótopos de carbono 12 y 13, y de nitrógeno 13 y 15, que se asimilan a un rito que ya
conocemos primero en los herbívoros o consumidores primarios, y luego en la cadena de
sus predadores. Los neandertales eran grandes predadores como el lobo y su
alimentación dependía en gran manera de los herbívoros; a este respecto, baste esta
curiosidad que la ciencia nos ofrece: comparando los niveles de isótopos, encontramos
concentraciones menores en los huesos de hiena versus neandertales, lo que nos indica
cómo estos hombres tendrían un acceso mucho más inmediato a las presas (Diez, 2014).

El análisis de las huellas de desgaste que se producen en los dientes, durante la


masticación, también puede aportar información sobre el papel de las dietas vegetales en
el neandertal, como se confirma en el estudio detallado del sarro en varios dientes
procedentes de Spy (Bélgica) y Shanidar (Iraq). Además, algunos individuos presentan una
afectación de sus dientes, propias del roce con partículas abrasivas, como restos de
arena, propia de su presencia en las partes subterráneas de raíces y bulbos.

El carácter omnívoro de la alimentación de los neandertales, como grupos de


cazadores recolectores, debió de incluir también: insectos, larvas, huevos, caracoles,
tortas, moluscos, serpientes o lagartos (Peresani et al., 2011; Hughes, 1998).

En la costa de Gibraltar y en otras zonas de ecotonos similares de la península


ibérica, los neandertales transportaban a su campamento los recursos marinos del
entorno (Carrión et al., 2008): moluscos (varias especies de mejillones), mamíferos
marinos (delfines y focas), peces, tortugas, aves costeras, restos de grandes peces y de
alguna ballena varada en las playas (Díez, 2014; Rosas, 2010).

Los neandertales también pescaban, aunque ésta debió de ser también una
actividad ocasional en las actividades de subsistencia, pero se han conservado vértebras y
otolitos de distintos peces como los de la familia de los salmónidos. Debieron pescar a
mano o con ligeras lanzas o elaborando nasas u otro tipo de trampas configuradas con
fibras vegetales, y al tener en cuenta el ciclo de los salmones (del mar a las aguas
continentales para desovar) habría de ser una pesca de corte estacional, que permitiese
un exitoso acopio de ejemplares y su almacenaje y aprovechamiento futuro Díez, 2014;
Peresani et al., 2011; Hughes, 1998).
A la hora de interpretar estos resultados, tenemos que tener en cuenta el
determinante factor del tiempo, así: cuando los postulados del marco conceptual de la
Ecología moderna son aplicados al estudio de la Paleoantropología y la Prehistoria, éste
no sólo va implícito en las dataciones, asociado a una dimensión espacial (Monclova,
2013), sin olvidar que los movimientos ecológicos transcurren a diferente escala que el
geológico, lo que generará replantearnos muchos de los procesos interpretativos que
actualmente se manejan; por ellos, resulta clave la visión ecológica del pasado en aras a
reinterpretar nuestro linaje homínido, lo que requiere una escala particular para estudiar
este proceso.

Si se estudia Antropología física, reparando exclusivamente en las formas de los


huesos y de los cráneos, es muy difícil llegar a un acuerdo sobre las diferentes formas
humanas. El debate sobre la relación entre humanos y neandertales es un ejemplo: se
arrastró durante décadas. El ADN en cambio garantiza una respuesta estadística y
cuantitativa (Lalueza-Fox, 2010). Ya se nos rompió un tabú: Homo sapiens y Homo
neanderthaliensis sí tuvieron sexo. Un poco de su genoma se encuentra en el nuestro
también (Díez, 2014; Rosas, 2010).

Los Homo sapiens, cuando dejaron África hace 100.000 años, no estaban solos en
el planeta. En Europa y en el oeste de Asia vivían, desde hacía cientos de miles de años,
los neandertales, que luego se extinguieron. Ahora sabemos que en el ADN de los
europeos y de los asiáticos hay del 1% al 4% de ADN de los neandertales (en el mejor de
los casos no superaría el 10% común de nuestro ADN). Si eres de Papúa Nueva Guinea,
hay que añadirle también un 5% de ADN de otras formas humanas llamadas homínidos de
Denisova, especie de Homo identificada por a través del análisis del ADN de un fragmento
de dedo pequeño encontrado en Siberia, incluso puede que los denisovanos tuviesen un
ADN más antiguo, que se remonte quizás hasta el Homo erectus. Somos una especie
compuesta de una mezcla de retales con el cariotipo de todos y cada uno de nuestros
antepasados (Díez, 2014; Peresani et al., 2011; Hughes, 1998).

Hay una tendencia peligrosa: la de decir que somos como somos porque somos
más aptos. En cambio, sabemos que muchas características genéticas no nos hacen más
aptos. En el caso de esta afluencia de genes de los neandertales o de los denisovanos, hay
evidencia de que en algunos casos hay sido funcionalmente importante. Y es razonable:
las dos poblaciones vivían desde hace mucho tiempo en las dos áreas, y se habían
adaptado bien al ambiente en el que los nuevos habitantes llegados desde África aún no
habían vivido. Un ejemplo es una variante genética relativa a la defensa inmunitaria muy
común entre europeos y asiáticos de hoy en día que viene de los neandertales, y el otro
es una variante genética responsable de la adaptación a las alturas del Tibet que viene de
los denisovanos.

Algunas diferencias son importantes para nuestra cultura y tecnología. Puede que
sea lo que haya originado que seamos más de 7.000 millones de personas y hayamos
ocupado todo el planeta en 50.000 años.

Entre las principales diferencias estructurales entre genomas modernos y los


genomas antiguos, tenemos el genoma de los neandertales, y millares de ADN actuales,
podemos hacer una lista de lo que compartimos entre nosotros que no compartimos con
los neandertales. Usted y yo somos diferentes en tres millones de posiciones de bases en
el genoma (Lalueza-Fox, 2010). Lo que no compartimos con los neandertales son solo
31.000 bases. Sin embargo, creemos que algunas de estas diferencias son importantes
para nuestra cultura y tecnología. Esto puede que haya hecho que seamos en la
actualidad más de 7.000 millones de personas, y hayamos ocupado todo el planeta en
50.000 años, cuando otras especies anteriores no superaron nunca los pocos centenares
de millares, no se alejaban de sus zonas de origen y nunca desarrollaron demasiados
instrumentos. Esto es el reto para el futuro y requerirá mucho trabajo funcional,
insertando estos cambios en tejidos de cultivo, células madres o ratas transgénicas para
ver sus efectos (Díez, 2014; Rosas, 2010).

Los resultados de la Universidad de Washington (Seattle), la Universidad de


Ferrara, el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Leipzig) y el Instituto de
Investigación Médica de Goroka, (Papúa Nueva Guinea), confirman que: los Hombres de
Neandertal se cruzaron con diversas poblaciones de humanos modernos, no menos de
tres veces durante épocas distintas, según la última investigación de 1.523 genomas de
personas de todo el mundo, incluidos por primera vez los de 35 melanesios actuales que
además de este ADN neandertal, llevan ADN de otra especie arcaica de hace 50000 años
de antigüedad, que son los denisovanos de Siberia (Díez, 2014; Peresani et al., 2011;
Hughes, 1998).
Los genomas se suelen medir en megabases, o millones de bases. El genoma
humano tiene 3.235 megabases. De ellas, 51 megabases son arcaicas en los europeos, 55
en los surasiáticos y 65 en los asiáticos orientales. Casi todas esas secuencias arcaicas son
de origen neandertal en estas poblaciones. En contraste, los melanesios presentan un
promedio de 104 megabases arcaicas, de las que 49 son neandertales, y 43 son
denisovanas (las 12 restantes son ambiguas de momento) (Lalueza-Fox, 2010).

Las secuencias arcaicas no están distribuidas de manera homogénea por el


genoma, ni mucho menos. Hay zonas donde están muy poco representadas, donde hay
tramos de 8 megabases o más sin una sola nucleótido neandertal o denisovano.

Aunque desde el punto de vista de nuestro mapa genético contamos con


adaptaciones neandertales clave, sobre todo en la regulación de la expresividad de
nuestro fenotipo, que nos integra de manera óptima a la naturaleza de entonces y nos
protegía y adaptaba mejor frente a los factores adversos, es decir: parecen ser
adaptaciones al clima local; los genes de la evolución del córtex cerebral y el núcleo del
cuerpo estriado (una región del cerebro interno responsable de los mecanismos de
recompensa, y por tanto implicada en planear acciones y en la toma de decisiones),
además del desarrollo extraordinario del lóbulo frontal, todo ello resultan, en definitiva,
producto enteramente de los genes del Homo sapiens (Rendu, 2010; Farizy, 1994; Soulier,
2008; Miller, 1974).

El trabajo contribuye a delimitar qué hace única a nuestra especie y apunta a dos
áreas fundamentales: sexo y capacidad cognitiva. Por primera vez, observamos que
también había incompatibilidades que explican por qué ciertas regiones del genoma
humano actual nunca tienen ADN neandertal. Este estudio ha demostrado que los genes
que determinan el desarrollo de la corteza cerebral son exclusivamente patrimonio del
Homo sapiens; es por ello, que los genes implicados en estas altas funciones mentales
estén limpios de secuencias neandertales o denisovanas no puede ser casual, según los
análisis estadísticos de los autores. El hecho implica, probablemente, que la presencia de
ADN arcaico allí ha resultado desventajosa durante los últimos 50 milenios, y por tanto ha
resultado barrida por la selección natural. En otros ámbitos, como la especialización a
nuevos entornos, neandertales y denisovanos hicieron contribuciones importantes a
nuestro genoma (Lalueza-Fox, 2010).
Entre los genes modernos se encuentra el famoso gen del lenguaje, FOXP2
(Krause, 2007), lo que vuelve a plantear dudas sobre la capacidad de lenguaje de los
neandertales. Que la secuencia de este gen sea idéntica en neandertales y sapiens se ha
considerado una evidencia de que los neandertales hablaban, pero los genes son más que
su secuencia de código (la que se traduce a proteínas): hay además zonas reguladoras
esenciales, las que le dicen al gen dónde, cuándo y cuánto activarse. Otros genes
puramente modernos están implicados, cuando mutan, en el síndrome autista (Rendu,
2010; Farizy, 1994; Soulier, 2008).

También son interesantes las regiones genómicas contrarias, es decir, las que
están particularmente enriquecidas en genes neandertales o denisovanos. Los genomas
melanesios han revelado 21 regiones de este tipo que muestran evidencias de haber sido
favorecidas por la selección natural. Muchas de ellas contienen genes implicados en el
metabolismo, como el de la hormona GCG, que incrementa los niveles de glucosa en
sangre, o el de la proteína PLPP1, encargada de procesar las grasas; también hay cinco
genes implicados en la respuesta inmune innata, la primera línea de defensa contra las
infecciones (Rendu, 2010; Soulier, 2008).

Tomenzev (2017), a cerca de restos de las criaturas de Altai en el yacimiento de las


Cuevas en Denisova, Siberia, hace 230-000 años; explica que los antropólogos rusos
descubrieron que el código genético de estos seres humanos antiguos resulta muy
diferente al del humano moderno y aseguran que hay otra hipótesis explicativa sobre la
evolución homínida, en donde varias especies de homínidos convivieron en paralelo
(Derevianko, 2016) donde el ADN del hombre denisovo no presenta una evolución de la
especie humana. Además, las investigaciones de ADN neandertal recuperado en restos
fósiles, ha revelado que estos humanos estaban más estrechamente relacionados con
nosotros, sobre todo por el descubrimiento de que los europeos y euroasiáticos poseían
genes que les son únicos (Soulier, 2008).

Las peculiaridades de la transición al Paleolítico Superior en Eurasia y la dinámica


cultural y el desarrollo del género Homo, indica la importancia del hallazgo radica en el
cambio que generan en la comprensión del desarrollo de la especie humana, pues estos
restos indican la existencia de una especie previamente desconocida que vivió entre 40
mil y 50 mil años. Solo la población de los antiguos melanesios, al este de Asia, tienen de
4 al 6% de los genes denisova, e indican que no tienen continuidad con los habitantes de
Eurasia, por lo que no estuvieron en contacto con los antepasados de la población actual.

El estudio encontró además que la cultura de los habitantes de la cueva Denisova


era más avanzada que la cultura de los neandertales, que vivían en las cuevas cercanas;
pues las herramientas que se encontraron requieren un proceso de producción más
complejo. Por ejemplo, se halló una aguja de cinco centímetros de largo, que tenía un
pequeño orificio.

A juicio de Derevianko (2016): El desarrollo humano difiere del concepto de


evolución aceptado hasta ahora; todos somos descendientes de cuatro ramas de la raza
humana, de la que una de estas es el hombre Altai o Denisova que vivió hace 50.000
años.

Así pues, respecto e los cruces de nuestros ancestros sapiens con las especies
arcaicas que encontraron durante sus migraciones fuera de África tuvieron importancia
para adaptarse a las condiciones locales: clima, dieta e infecciones frecuentes en la zona.
Hasta ahora no está del todo claro es por qué esa herencia genética es tan pequeña. Un
estudio ofrece parte de la respuesta: las nuevas evidencias se desprenden de los restos
de un hombre neandertal que vivió en la cueva de El Sidrón, en Asturias, hace unos
49.000 años. Por primera vez se ha conseguido extraer y analizar parte del cromosoma Y
de esta especie, el que solo pasa de padres a hijos varones y que en los humanos es clave
para determinar el sexo junto con el cromosoma X.

El estudio de la Universidad de Stanford (EEUU) y del Instituto de Antropología


Evolutiva de Leipzig (Alemania), muestra que ningún gen del cromosoma masculino
neandertal ha pasado a poblaciones actuales.

Los datos indican que sapiens y neandertales compartieron un último ancestro con
el mismo cromosoma Y hace 550.000 años. Estudios anteriores con ADN mitocondrial, el
que pasa de las madres a los hijos, indicaban una horquilla más amplia, hace entre
400.000 y 800.000 años.

La razón de que se haya perdido el aporte masculino neandertal no está clara,


aunque hay dos opciones, explica Mendez et al (2016), publicado en The American
Journal of Human Genetics:
1º) Pudo ser puro azar, sea el caso del cruce entre padres neandertales que tenían
hijas con una sapiens y su cromosoma Y no pasaba a la siguiente generación.

2º) La segunda hipótesis es que existiese una incompatibilidad genética, esto es:
que el sistema inmune de una sapiens embarazada de un neandertal podría haber
atacado al feto y provocado un aborto. Además, los investigadores han confirmado que
varios de los genes del cromosoma Y neandertal están relacionados con el sistema
inmune. Algunos de esos genes son muy similares a los que determinan la compatibilidad
en un trasplante de órganos, en especial si el donante es un hombre y la receptora una
mujer, y el otro cromosoma sexual, X por parte de las mujeres, también está vació de
ADN de la otra especie. Rosas, uno de los jefes de las excavaciones en la cueva de El
Sidrón, refiere: Era de esperar que hubiese más ADN neandertal en las poblaciones
actuales ya que hubo mucha convivencia entre ambas especies, por ello entendemos que
neandertales y sapiens eran dos linajes evolutivos lo suficientemente diferenciados para
ser distintos, pero no tanto como para ser totalmente incompatibles (Mendez et al.,
2016).

2.2. ORGANIZACIÓN DE LA ESTRUCTURA SOCIAL EN LOS HOMBRES DE


NEANDERTAL: IDENTIDAD Y COHESIÓN DEL GRUPO
Los neandertales configuraban unas estructuras grupales o células sociales de
dimensiones reducidas: se organizaban en pequeños grupos compuestos por hombres y
mujeres que no superaban la treintena, es más: incluso bastante más reducidos, por
ejemplo sabemos con certeza que en el yacimiento catalán de Abric Romaní, en función
de las zonas reconocidas de hogar y descanso, se constata que albergaba un máximos de
ocho o diez personas (Rendu, 2010).

A veces, de forma excepcional que favoreciera el intercambio, habrían podido


llegar a constituirse en una banda que rondase un número aproximado a la centena de
ejemplares, para el caso de que se cumplieran condiciones muy favorables de abundancia
en la práctica de la caza y gran acumulación de excedentes de alimentos debido al
dominio de la tecnología en previsión del invierno, como es el caso del yacimiento francés
de Les Pradelles.

Para eludir los problemas reproductivos como la consanguinidad, trataban de


enfrentarse a la endogamia adoptando una estrategia local de una estructura de
parentesco con organización de tipo patrilocal en las sociedades neandertales, avalada
por estudios genéticos punteros provenientes del ADN mitocondrial de origen materno.
Para el caso de los doce individuos sepultados en la galería de El Osario, del yacimiento de
El Sidrón (Asturias), todos pudieron formar parte de una misma unidad grupal que
habrían permitido determinar tres líneas de parentesco bien diferenciadas por vía
femenina con mayor diversidad genética que los hombres; hecho que podría
corresponderse con que cada una de las tres mujeres formara parte de un clan distinto y
que los tres hombres que integraban el grupo formaban parte de un mismo linaje, de lo
que se deduce que: las mujeres procedentes de sus clanes de origen los abandonan para
unirse al clan de sus compañeros. Desde el punto de vista etnoarqueológico, este tipo de
organización patrilocal entre cazadores recolectores contemporáneos, se observa
también en el 70% de las sociedades de nuestra especie (Diez, 2014).

Los neandertales pudieron servirse de ocasiones o momentos de reunión entre


bandas vecinas, entre dos o más clanes asociados ocasionalmente para acometer grandes
empresas de caza ocasional, a fin de que además de servir para reforzar los vínculos de
amistad y reconocimiento entre ellos aprovechando los encuentros fortuitos de
cazadores pertenecientes a grupos distintos en las fronteras de sus territorios (quizá
acompañado de intercambios líticos), lograsen también la constitución de este tipo de
emparejamientos con intercambio de parejas reproductivas que asegurasen la diversidad
biológica de la especie y su viabilidad.

Los vínculos familiares entre individuos que acaban viviendo en grupos ubicados
en la distancia motivados por la exogamia, al igual que en nuestra especie, siguen
manteniéndose durante toda la vida y además de intereses comerciales potencian otro
tipo de relaciones (sostenimiento de los más débiles) y de aprendizaje social (aprendizaje
de los niños, transmisión del acervo cultural que afiance la identidad colectiva).

Respecto a la relaciones de género, partiendo de la base de que las mujeres


neandertales eran iguales de fornidas y disponían de una musculatura tremendamente
poderosa, y que las fracturas de sus huesos reflejan que sufrieron la misma dureza de
vida y que debieron tomar parte, igual que los compañeros, en duras partidas de caza así
como en la búsqueda de alimentos.
Las mujeres neandertales debieron jugar un papel importante en la economía del
grupo: la división del trabajo que observamos en grupos de cazadores recolectores de
nuestra especie, no existía en los grupos neandertales, pues todas las fuerzas de hombres
y mujeres de las que disponía el clan estaban dedicadas al completo servicio de la caza de
grandes animales.

Como quiera que la menor disposición de las mujeres a desarrollar actividades de


caza no se fundamenta en aspectos de capacidad y fuerza, resistencia o destreza, sino a
cuestiones biológicas y sociales mucho más complejas relacionadas con el sostenimiento
de la prole, así pues: contaban con el freno biológico del embarazo que hubieran
desaconsejado la participación potencial de la madre en determinadas labores
cinegéticas, así como el cuidado durante la primera infancia muy crítica por la elevada
mortalidad infantil de sus crianzas, viendo muy reducida, entonces, su capacidad de
movilidad y disponibilidad para labores cotidianas como la búsqueda de alimentos.

La división del trabajo neandertal es un claro signo de complejidad social y de


diversificación económica y, además, existen casos donde la caza llevada a cabo
exclusivamente por el hombre representaría un simple elemento de cohesión, un símbolo
social de habilidad y estatus.

Todo ello, fue magistralmente resuelto por los grupos neandertales y un


entramado social que incluyera una estructura de cooperativo entre sus integrantes, a fin
de que las unidades familiares se fortalecieran y se fomentaran las alianzas entre
mujeres, así: los miembros más activos de la comunidad, líderes de un entramado social
con cierta jerarquía, debían de proveer a aquellos integrantes que soportaran más carga,
como mujeres embarazadas y aquellas al cuidado de lactantes, así como a otros
miembros vulnerables como enfermos y ancianos; en todo caso, sólo acometer labores
menos arriesgadas y exigentes físicamente y que podrían suponer beneficios provechosos
para todos: recolección de frutos, hongos, plantas, recursos fluviales y marinos, búsqueda
de leñas para emplearlas como combustible, la práctica de la caza menor con presas de
pájaros y pequeños animales (Díez, 2014).

La antropofagia acompaña al género Homo desde un paleolítico inmemorial,


siendo la evidencia más antigua conocida hace dos millones de años, a cargo de Homo
habilis en Sudáfrica. También, hace 800000 años, en Homo antecesor de la Gran Dolina
de Atapuerca y en Homo Heilbergensis procedente de Bobo, fechado hace 600000 años, y
conocemos su presencia desde el inicio de la existencia de nuestra especie. Homo Sapiens
Neandertales y Homo sapiens sapiens hemos compartido este comportamiento y
debemos reconocer, para hacer justicia entonces, que la antropofagia no puede restarles
tanta o más humanidad a los neandertales como a nosotros mismos. Bermúdez de Castro,
en 2013, refiere el estudio detallado de restos humanos en el nivel TD6, que permitió
concluir que eran fósiles depositados en la cueva de la Gran Dolina hace 900000 años
como consecuencia de varios actos de canibalismo (Defleur et al., 1999): las tribus
lucharían por conseguir los recursos del entorno de la sierra de Atapuerca, y los vencidos
fueron devorados como cualquier otro animal de caza.

El canibalismo es junto con el incesto uno de los grandes tabúes que siempre
escandalizaron a nuestra cultura judeocristiana; y sabemos que ambos no fueron
exclusivos de los neandertales, sino que nosotros también las practicamos hasta nuestros
días: la Antropología social reconoce que desde Nueva Guinea hasta América ha sido
común entre algunas de nuestras culturas cercanas. En algunas tribus australianas es
costumbre devorar a sus parientes, no bien han fallecido, con fines piadosos, para evitar
el aniquilamiento del ser por la putrefacción del cadáver y asegurarles así su continuidad
dentro de los suyos (Obermaier, 1960).

Los neandertales dejaron en los yacimientos sobradas pruebas de antropofagia:


un gran número de yacimientos con huesos descarnados de ejemplares de su misma
especie (Kaprina, Moula-Guercy, Combe grenal, L´Hortus, Quina, Marillac, El Sidrón).

Señala Obermaier (1960) que el fundamento del canibalismo por motivos


meramente económicos, sino que pudo estar asociado a la creencia de que comiéndose
la carne del vencido, pasaba al vencedor la fuerza y la preeminencia que en vida gozó la
víctima. En otros casos, estos restos pueden entenderse guardados como trofeos de
guerra (Keegan, 2014).

La Etnoarqueología establece dos tipos de canibalismo bien diferenciados (Defleur


et al., 1999): 1) el canibalismo alimenticio, que se produce en momentos de necesidad,
facilitado por condiciones de penuria extrema que obliga a la ingestión de carne humana
a fin de suplir la carencia de proteínas; 2) el canibalismo ritual o ceremonial, que se
corresponde con la esfera de las creencias y los mitos, que tiene por objetivo el asimilar el
alma o la energía vital del alma del finado para lograr atrapar su fuerza o sus cualidades,
haciendo, además, que de alguna manera sobreviva en los demás miembros del grupo, y
que la sociedad además perpetúe los vínculos con los ancestros. Entonces, puede ser un
canibalismo: a) exógeno, cuando se consumen cadáveres procedentes de otros grupos,
por ejemplo, durante escenarios de conflictos o de guerras entre distintos grupos
(Keegan, 2014), y su objetivo es asimilar las cualidades de los extranjeros o regenerar las
propias; b) el endógeno, que tiene lugar en el seno de la propia tribu (Briz y Vila, 2006).

En definitiva, para una sociedad estructurada y organizada como la neandertal:


este comportamiento, lejos de una justificación de violencia gratuita o de un simple
comportamiento falto de cualquier trascendencia sociológica, debió de situarse respecto
a un marco de códigos sociales bien determinado, donde el consumo de los propios
congéneres debe de responder necesariamente sólo a causas muy extremas como las
devastadoras épocas de hambrunas.

Hay que reseñar también, la existencia de algunos episodios infrecuentes de


violencia y conflicto entre la sociedad neandertal de cazadores recolectores, que
produjeran heridas por agresivas conductas, ataques por armas punzantes (como se
recogen en esqueletos encontrados en el yacimiento francés de Saint Césaire o en el iraní
de Shanidar) (Briz y Vila, 2006).

Respecto al apoyo que los neandertales brindaban a sus enfermos y ancianos, las
pruebas fósiles encontradas en los yacimientos aportan datos sobre una evidente
preocupación por sus semejantes más débiles, estrechando vínculos afectivos dentro de
esta sociedad, hechos que actuaron quizás favoreciendo la identidad, solidaridad,
compasión y respeto por los integrantes del grupo; cualidades que se consideran
puramente humanas y que, ya constatamos, no son exclusivamente propias de nuestra
especie (Briz y Vila, 2006).

En la Sima de los Huesos de Atapuerca hay restos de 28 individuos


heidelbergensis. Parece que alguien llevó sus cadáveres a esta cavidad hace unos 400.000
años, en un acto considerado una de las primeras manifestaciones simbólicas conocidas:
se organizaban en bandas de hasta un centenar de individuos y cazaban con lanzas y
jabalinas en una época en la que la sierra estaban dominadas por leones, osos,
rinocerontes y grandes ciervos (Díez, 2010; Briz y Vila, 2006).
La desaparición de los neandertales, es una fuente inagotable de nuevas teorías.
Nadie sabe exactamente por qué desaparecieron hace unos 40.000 años, aunque se suele
citar una desgraciada confluencia de circunstancias. Unas son ajenas a nuestra especie,
como el cambio climático, y otras están íntimamente relacionadas con la llegada a Europa
de los Homo sapiens: la lucha por el territorio, la creciente escasez de caza y comida, la
endogamia en tribus cada vez más pequeñas (Briz y Vila, 2006).

Agustí y Rubio-Campillo (2016) se preguntan: ¿Fueron los neandertales


responsables de su propia extinción?, mediante una aproximación basada en un modelo
informático con parámetros sencillos tratan de entender el peso específico del
canibalismo en la extinción de los neandertales (Finlayson et al., 2006), cuando se
confrontó esta especie a los recién llegados sapiens; aplicable a cualquier especie caníbal
cuando se enfrenta a otra que no lo es; asumiendo además que los neandertales eran
caníbales de forma relativamente habitual, dado que se han encontrado pruebas de estas
prácticas en yacimientos como El Sidrón, en Asturias o el de Krapina, en Croacia. Los
investigadores interpretan que esta especie mataba a miembros de tribus rivales y los
devoraban, no por ritual, sino por simple necesidad nutritiva, es decir, como canibalismo
gastronómico. Un tema de pura supervivencia. Una situación de competencia intergrupal.
Los primeros indicios de canibalismo entre sapiens, estiman que surgen mucho después
de la extinción neandertal (Finlayson et al., 2006), durante la aparición de la agricultura
en el Neolítico (Peresani, 2011).

Los resultados de la simulación muestran que esta diferencia basta para explicar la
desaparición de los neandertales en un contexto de lucha por el territorio y recursos cada
vez más escasos. No obstante, pudo ser el comportamiento de los grupos de neandertales
lo que les llevara a su propia extinción cuando los humanos anatómicamente modernos
del Pleistoceno tardío comenzaron a poblar su entorno, al que estaban extremadamente
bien adaptados y lo explican porque en ausencia de competición con otra especie, el
canibalismo resulta una estrategia óptima en términos de supervivencia: los sapiens
seguimos siendo la causa final de su extinción, si no hubiéramos aparecido, hubieran
seguido floreciendo (Briz y Vila, 2006).

El estudio pretende ser un primer paso hacia la elaboración de modelos más


refinados que incluyan otros factores como la mayor capacidad social de los sapiens o el
cambio climático en Europa, aunque se fundamenta en evidencias del registro fósil,
reconoce Arsuaga: en las poblaciones de cazadores y recolectores recientes que se han
podido estudiar no parece que sea una práctica sistemática y, sin embargo, lo tenemos ya
en Homo antecesor, hace casi un millón de años. No parece que sea de carácter ritual, en
el caso de Atapuerca al menos, sino depredatorio (Peresani, 2011; Briz y Vila, 2006).

Stringer (2004), destaca que varios estudios han especulado que, dado que los
neandertales se comían el cerebro de miembros de su propia especie, pudieron contraer
la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob o crisis de las vacas locas, e introduce una duda en el
planteamiento: Si [el canibalismo] es una estrategia tan efectiva para una especie
amenazada, ¿por qué mucho otros carnívoros no adoptaron ese comportamiento?
Sostiene, que una combinación de oscilaciones climáticas y la competencia por recursos
con los humanos modernos resulta explicación suficiente para la extinción de los
neandertales (Finlayson et al. 2006).

Aunque también queda la duda de que nuestra especie no fuera diferente en


relación a este asunto: el canibalismo es la práctica mortuoria más habitual del registro
fósil, en todas las especies humanas del último millón de años se ha practicado, parece
connatural al ser humano. Todavía en Europa hay muy pocos yacimientos de Homo
sapiens de aquella época, así que las pruebas de que ellos también se comiesen a sus
congéneres puede que simplemente no se hubieran descubierto aún (Díez, 2014).

Hay quien considera que la adopción de la agricultura y la creación de las primeras


ciudades es la mayor revolución que ha vivido el ser humano en toda su historia. Otros
opinan que el día que nuestra especie dejó de vivir en pequeños grupos de cazadores
nómadas perdió la libertad para siempre. Lo cierto es que los europeos de hoy llevan en
los genes una mezcla de ambos estilos de vida, aunque hasta ahora no ha estado claro si
le deben más a uno que a otro en cuanto a adaptaciones genéticas importantes.

En 2008, un artista ruso que talla huesos de mamut halló en un río de Siberia el
fémur de un hombre. Era de un Homo sapiens que vivió hace 45.000 años y de él se
consiguió extraer el genoma completo más antiguo que existe de nuestra especie. Ese
encuentro fortuito abrió una puerta al pasado que hasta ahora estaba cerrada. Por
primera vez era posible saber cómo fueron los primeros pobladores de Europa hace
45.000 años y cuánto se parecen a ellos los europeos de hoy (Briz y Vila, 2006).
Un nuevo estudio ha comparado el genoma de aquel hombre con el de un
agricultor que vivió en Stuttgart, Alemania, hace 7.000 años, y el de un cazador y
recolector nómada que vivió hace 8.000 años en Luxemburgo. Como referencia de
poblaciones actuales se han usado unos mil genomas de europeos y africanos actuales.
Los resultados muestran que los cazadores nómadas pasaron a los europeos un 10% más
de variantes genéticas adaptativas que los agricultores. La función de muchas de esas
variantes aún se desconoce, pero hay dos bien conocidas: los ojos claros y la piel blanca.
El trabajo no habría sido posible sin el genoma del hombre de Siberia, pues permite ver
las diferencias entre un humano recién llegado a Europa desde África que aún no había
tenido tiempo de desarrollar variantes genéticas de adaptación a su nuevo entorno y el
de humanos que sí lo hicieron. El 70% de la diferencia en variantes genéticas estudiadas
entre africanos y europeos se acumuló durante la salida de África (Nature, 2016). El otro
30% apareció después, donde están las variantes adaptativas que se han detectado.
Además, resulta bastante sorprendente que, mientras la revolución de la agricultura en el
Neolítico trajo a Europa un estilo de vida que aún persiste, los cazadores y recolectores
aportaron la mayor parte de adaptaciones genéticas al entorno europeo (Key, 2016).

El hombre de Siberia parece más emparentado con los actuales europeos y


asiáticos que con los africanos, lo que indica que perteneció al grupo humano que
abandonó África y llegó hasta Europa. Las comparaciones genéticas con humanos
actuales también apuntan a que aquel hombre vivió aproximadamente en el tiempo en el
que se separaron dos grandes ramas del árbol humano. Una se dirigió hacia Asia y la otra
hacia Europa (Briz y Mitra, 2006).

El análisis del ADN de un individuo de hace unos 7.000 años, cuyos restos fueron
descubiertos, en 2006, en el yacimiento de La Braña-Arintero (León), indican que tenía los
ojos azules, como los europeos actuales, y la piel oscura, como los africanos. Sería un
cazador-recolector anterior a la llegada de la agricultura y la ganadería. El cazador-
recolector leonés vivió en el Mesolítico, el período de hace entre 10.000 y 5.000 años, y
que termina con la llegada de la agricultura y la ganadería, procedentes de oriente
Próximo.

La llegada del Neolítico, con una dieta basada en carbohidratos, y con nuevos
patógenos transmitidos por los animales domesticados, supuso desafíos metabólicos e
inmunológicos que se reflejaron en adaptaciones genéticas de las poblaciones posteriores
al mesolítico. Entre estas se encuentra la capacidad de digerir la lactosa, que el individuo
de La Braña no poseía. La mayor sorpresa fue descubrir que este individuo poseía la
versiones africanas en los genes que conforman la pigmentación clara de los europeos
actuales, lo que indica que tenía la piel oscura, aunque no podemos saber el tono exacto
(Lalueza-Fox, 2007), descubriendo también que poseía variantes genéticas que producen
los ojos azules en los europeos actuales, por lo que a la vista de estos resultados, la
transición al tono de piel más claro estaría aun produciéndose en el Mesolítico, y que el
cambio del color de los ojos es anterior. El estudio del genoma sugiere que las
poblaciones actuales más cercanas a La Braña 1 son las del norte de Europa, como Suecia
y Finlandia (Lalueza-Fox, 2010). Los datos indican que también existe continuidad
genética en las poblaciones del centro y del oeste de Eurasia, destacando la concordancia
con la información obtenida en el registro arqueológico (Lalueza-Fox, 2007).

CAPÍTULO 3.

3.1. EL DESARROLLO ENCEFÁLICO DEL HOMBRE DE NEANDERTAL


La evolución de nuestro cerebro ha generado nuevos aspectos de la conducta
íntimamente relacionados con su capacitación fisiológica, así: los diversos aspectos que
demanda la subsistencia y el comportamiento cooperativo marcan la génesis de nuestra
animalidad social, el zoos politicon aristotélico, que es el arranque en donde se generan
las cogniciones, la base de la inteligencia, del proceso deductivo del pensamiento, de
nuestra capacidad reflexiva y de generar la abstracción, también del lenguaje y de la
trascendencia a través del disfrute del arte.

En el encéfalo, que resulta ser el centro de operaciones de nuestro sistema


nervioso, incluye al cerebelo y al tronco cerebral. El cerebro está dividido en hemisferio
izquierdo y derecho y su superficie se caracteriza por una gran abundancia de
circunvoluciones que se hallan separadas por surcos o cisuras de apariencia irregular que
permite individualizar diferentes lóbulos asociado a funciones específicas, así: 1) el
frontal, propio de las especies más complejas, es la zona de nuestra especie que durante
el proceso evolutivo se ha desarrollado más tarde; en esta zona cerebral se radican las
neuronas motoras y alberga labores ejecutivas relacionadas con la planificación, la
atención y el juicio, en el se encuentra el área de Broca, implicada en la producción del
lenguaje; 2) el lóbulo parietal, está relacionado con funciones motoras y con los órganos
implicados en las sensaciones de temperatura, tacto, dolor y equilibrio; 3) el lóbulo
temporal realiza tareas auditivas, regula emociones y participa en distintos tipos de
memoria; 4) el lóbulo occipital, interpreta en el área calcarina 16, la percepción de los
estímulos visuales.

El Hombre de Neandertal, dotado con un desarrollo encefálico cercano al nuestro


a pesar de algunas características que nos diferenciaba, ya gozaba de las capacidades
cognitivas suficientes como mayor exponente de su humanidad. Los cerebros de
neandertales y sapiens experimentaron un desarrollo bastante similar en sus respectivas
evoluciones: también compartíamos con ellos un mundo exclusivo de pensadores
sofisticados, porque ambos éramos seres simbólicos.

El análisis de las características formales de un cerebro neandertal resultará


decisivo para llegar a determinar el desarrollo neurológico y objetivar sus capacidades
mentales. Dado que la naturaleza blanda del encéfalo no suele fosilizar y no contamos
con registro fósiles de este órgano para neandertales, ¿acaso hay formas científicas que
nos permita aproximarnos a los que pensaba un hombre de Neandertal? Podemos
distinguir algunos de sus rasgos morfológicos, a través de las huellas que quedan
impresas en el interior del cráneo seguidas de una reconstrucción a través de modernas
técnicas de tomografía axial computarizada que permiten obtener imágenes
tridimensionales de excelente calidad, y el empleo de vaciados en moldes, aportando una
reconstrucción del córtex cerebral de nuestros fósiles ancestros; las características y el
desarrollo de sus diferentes lóbulos, pueden aportar información sobre las complejas
asociaciones de sus cerebros.

La Paleoneurología es la ciencia basada en el estudio del sistema nervioso central


(SNC) desde una perspectiva evolutiva (Diez ,2014), y permite intuir la existencia de
algunas reconfiguraciones en la arquitectura cerebral durante el proceso de
hominización, como son: 1) el desarrollo de la región parietal en los austrolopitecus; 2) el
desarrollo de la región parietal en los primeros representantes del género Homo; 3) la
asociación frontal y parietal propia de nuestra especie.

Aunque el Homo neanderthalensis también disfrutó de marcadas regiones frontal


y parietal, los resultados que han sido obtenidos muestran que su configuración
encefálica difiere de la nuestra; quizá las diferencias entre algunas de sus estructuras
nerviosas se deban a la forma en que surgieron los cerebros a las hora de experimentar
diferentes expansiones: los neandertales siguieron las pautas de sus ancestros Homo
ergaster desarrollando el encéfalo, como si el resultado de su evolución neuronal fuera
simplemente el resultado de una gran expansión del primitivo cerebro humano, versus
Homo sapiens, en tanto llevando a cabo una verdadera reorganización de su estructura
encefálica, en cuanto se produjeron nuevos vínculos y conexiones neuronales,
desconocías hasta entonces (Martín-Loeches, 2014).

En ambas especies se produjo la lateralidad del cerebro o asimetría existente


entre los dos hemisferios, quizás algo más marcada para los sapiens, llevando la mayor
parte de las operaciones lingüísticas en el hemisferio izquierdo y llevamos nuestra vida, si
somos diestros, guiados por la mano derecha. ¿Habría una relación directa entre nuestra
estructura cerebral en lo que respecta a una normal actividad manual? A través de la talla
lítica o de la dirección de las marcas de cortes que quedaban impresas en sus dientes al
utilizar la boca con marcada habilidad y como si fuera una tercera mano, se ha constatado
que los neandertales eran perfectamente diestros.

Una vez que hemos escrutado los lóbulos, circunvoluciones y sinapsis neuronales,
¿cómo podemos llegarles a encontrarles el sentido de una interpretación sobre el
significado y la implicación de la morfología cerebral de los neandertales en los procesos
cognitivos?

La Arqueología cognitiva, es una disciplina que pretende seleccionar aquellos


aspectos de las evidencias arqueológicas como el desarrollo de la tecnología, la
ornamentación personal, el arte o la trascendencia, etc., que puedan ofrecer información
sobre los procesos neurológicos y la cognición.
La Arqueología cognitiva, mediante el estudio detallado de la talla de piedras que
nos aporta la Neuropsicología ayuda a establecer el nivel de sofisticación alcanzado por
nuestros cercanos parientes para sus habilidades mentales: producir un artefacto
cortante desde un núcleo de piedra, ya fue un logro considerable para el cerebro de los
homínidos. La producción de artefactos líticos, desde las lascas más sencillas elaboradas
hace 2,6 millones de años hasta los más complejos utensilios elaborados por neandertales
durante el Paleolítico medio y luego por nuestra especie durante el Paleolítico superior
(Bernaldo de Quirós et al. 2008) y el Mesolítico, se llevan a cabo a través de la pautas de
unos mecanismos comportamentales extremadamente condicionados por una serie de
operaciones manuales que implican una coordinación sensorial activando con precisión
áreas determinadas del cerebro siendo necesaria cierta sofisticación cognitiva para
establecer un objetivo final que previamente ya había sido imaginado y diseñado.
(Huhges, 1998; Briz y Vila, 2006; Mesani, 2011).

El arqueólogo Wynnes (1995), aplicando las hipótesis que aporta la


Neuropsicología y utilizando la evolución del concepto de simetría en los utensilios líticos,
llega a establecer hipótesis sobre las fases en el desarrollo cognitivo de los primeros
momentos de la evolución humana, lo que resulta un buen instrumento para el abordaje
del estudio de la percepción y de la inteligencia espacial y, concluye que: 1) Homo
rudolfensis y Homo habilis, no mostraban habilidades particularmente distintas a las de
los grandes simios; 2) Homo ergaster, con los primeros bifaces, inició un cambio
novedoso hacia la abstracción y creó formas arbitrarias y novedosas que no existían en la
naturaleza, utensilios que los artesanos pretendían producir pero que antes recreaban
mentalmente; 3) Homo heidelbergensis, acabó produciendo magníficos bifaces con una
cuidada simetría dispuesta en tres planos (bilateral, longitudinal y transversal), lo que a
partir de entonces ya indicaría un dominio moderno que nos permite pensar en
conceptos o inteligencia operativa (citado en Dennet, 2007).

Los neandertales perfeccionaron la tecnología de la piedra. Cada tipo de


herramienta tenía una función determinada y se preparaba de una manera bien
planificada a partir de fragmentos de roca de un tamaño y una forma determinados. Esta
tecnología recibe el nombre genérico de Modo 3 (Bermúdez de Castro, 2013).
La compleja y sofisticada talla levallois ideada y dominada magistralmente por el
Homo neanderthalensis requería mucho más que la realización física del concepto; era
necesario elaborar un complejo trabajo previo en el núcleo de piedra del que se iba a
extraer el instrumento, lo que requería el inicio de distintas etapas operativas y diferentes
técnicas, donde el paso por todas y cada una de las distintas fases no tiene nada de
mecánico, esto es: para llegar a obtener los objetivos finales como lascas o puntas
levallois es preciso desarrollar ciertas dotes de improvisación, llevar a cabo reajustes en
las etapas operativas y en la aplicación de las técnicas. El tallador, ya no solamente debe
de tener en la cabeza su concepto, sino que ha de seguir mentalmente el proceso, evaluar
posibles errores, buscar soluciones ágiles y seleccionar la más adecuada para cada
momento. La experiencia desde la reflexión, ya es un grado, como explica Diez (2014):
primero, desde el acervo de conocimientos pasados almacenados en la memoria, después
les fue posible seleccionar los más adecuados para ese momento; a fin de que en el
futuro obtuviera el fin requerido.

En realidad las habilidades cognitivas implícitas en la talla levallois, al igual que


otros aspectos de la vida cotidiana, demuestra que los neandertales ya contaban con una
inteligencia necesariamente moderna. La conceptualización, la elaboración de plantillas
que ya se representaban de forma imaginaria, constituye un componente inherente del
proceso cognitivo o de elaboración del pensamiento del género Homo, y resulta ser el
punto de arranque de un pensamiento simbólico sofisticado. Los neandertales ya eran
capaces de ordenar su mente, a través de su voluntad y de sus acciones, en una secuencia
temporal abstracta en el que finalmente acabarán luego incluyéndose el arte y el lenguaje
(Fernández, 2014; Monnier, 2012; Rivera, 2014).

Estudiando el ancho de banda del canal auditivo de una especie desaparecida se


puede saber qué sonidos salían de sus bocas. Un ancho de banda amplio permite recibir
sonidos muy diferentes, un rasgo asociado a un lenguaje complejo y articulado. Los
resultados demuestran que el oído de los heidelbergensis de la Sima de los Huesos era
similar al de los humanos modernos y claramente diferente al de los chimpancés, con un
ancho de banda estrecho, es más: podían emitir no serían muy diferentes de los actuales,
explica Arsuaga, cuando en 1992 apareció el cráneo de Miguelón, y también fueron
apareciendo siete vértebras cervicales que mantenían tieso su cuello, pudiéndose calcular
las proporciones del tracto vocal de esta especie por primera vez. Además, los resultados,
demuestran que es similar al tracto vocal reconstruido de un neandertal de La Ferrassie
que vivió hace 70.000 años en el suroeste de Francia y del que se ha sugerido que podía
producir todo el rango de sonidos emitido ahora al hablar por los humanos modernos.
(Arsuaga, 2013).

Además, las evidencias consistentes más antiguas del habla humana (Lalueza,
2007), confirman que los cambios adaptativos de un gen clave en el habla humana, el
FOXP2 (Krause, 2007), ya estaba presente en el habla de los neandertales, cuando analizó
restos fósiles de sólo 43.000 años hallados en la cueva asturiana de El Sidrón, y razonaba
así: Si te fijas en las capacidades simbólicas de Homo heidelbergensis, es imposible que no
tuvieran un lenguaje complejo para explicar sus emociones, para transmitir su tecnología.

Para Mithen, como comenta Rivera (2009) en Arqueología de lenguaje, los


neandertales habrían conseguido desarrollar su mente con más o menos intensidad en las
siguientes áreas cognitivas: 1) disponían de conocimientos sofisticados sobre el medio
natural; 2) gestionaban la tecnología; 3) poseían una acreditada flexibilidad en su
inteligencia social; 4) eran capaces de establecer una comunicación lingüística
suficientemente fluida para su mundo. Sin embargo, subraya este autor que desde el
punto de vista neuropsicológico, el proceso cognitivo y todos los aspectos del
comportamiento de estos hombres se llevan a cabo de forma correcta en la función que
se empleaban pero también independiente, sin que mediase relación entre sus
comportamientos, desconectados.

Esta interpretación dibuja a los neandertales como unos humanos que eran
capaces de la excelencia en las distintas parcelas de la vida, por ejemplo: en relación a su
inteligencia técnica eran los mejores cuando estaban centrados en la producción y diseño
de artefactos líticos, o eran sutiles conocedores del medio natural en el que se
desenvolvían; pero sólo labor por labor exclusivamente, sólo cuando estaban empleados
al 100% en una genuina tarea, es decir: no había interrelación entre unas parcelas y otras
de su experiencia mental y, en ese caso, tampoco habría capacidad para la conciencia
introspectiva; sería una mente que funcionase a golpe de ensimismamientos, sin llegar a
disponer de la conciencia reflexiva de nuestra especie, el Homo sapiens, que estaría
relacionado con lo que Mithen llama fluidez cognitiva o capacidad de poder usar la
información aferente de una forma original y de lograr mezclar inteligencias a voluntad:
una capacidad de tránsito desde unas parcelas de la inteligencia que a su vez confluyeran
en otras, gracias a las posibilidades que ofrecieron el desarrollo de la inteligencia
lingüística y social, siendo el resultado final de esta arquitectura neuronal el nacimiento
de la conciencia reflexiva o introspectiva, donde la mente humana adquiere un
sorprendente dinamismo: es capaz de crear brillantes capacidades que para nada tiene
nada que ver con la originaria y acuciante necesidad de supervivencia (Fernández, 2014;
Monnier, 2012; Rivera, 2014).

Muchos de los modelos de comunicación que observamos en la naturaleza son de


características meramente instintivas, respondiendo a reglas bastante simples (las aves
mantienen un código sonoro para gestar y completar los rituales de apareamiento,
llamadas de cohesión de las bandada durante las migraciones y en ocasiones constituyen
reclamos de advertencia y alarma que cohesiona a los ejemplares del grupo; las ballenas
corcovadas exhiben en su interacción familiar y con otros congéneres un tipo de lenguaje
vocálico, los delfines con los labios de sus espiráculos, a manera de cavidad bucal,
modulan las frecuencias de varias docenas de sonidos para reinterpretar posiciones de
contacto, señales de alerta, integración, peligro o agresividad de cada individuo respecto
al grupo; y algunos primates han desarrollado llamadas de alarma que identifican con
distintos predadores y peligros) (Fernández, 2014; Monnier, 2012).

3.2. CAPACIDADES CEREBRALES PARA DESARROLLAR LAS DOTES DE UN


COMPORTAMIENTO ABSTRACTO
La comunicación está determinada por reglas para combinar las palabras a fin de
generar significados y tradicionalmente se ha supuesto que esas reglas son exclusivas de
los humanos; sin embargo, un estudio publicado en Nature, desafía esta premisa, así:
analizando la comunicación de carboneros comunes japoneses (Parus minor), conocida
por su variado repertorio vocal, que cuando registran la presencia de un posible
depredador, emiten diferentes tipos de llamadas que utilizan reglas específicas para
comunicar mensajes. De manera que, la sintaxis, podría ser una adaptación a la
complejidad social y conductual en los sistemas de comunicación. Entender por qué la
sintaxis ha evolucionado en los carboneros puede dar información sobre su evolución en
los seres humanos. Suzuki et al. (2016), descubrieron unos reclamos tipo ABC que
significan alerta de peligro, mientras que las llamadas D es igual a ven aquí una llamada
que se utiliza para señalar una fuente de alimento o llamar a la pareja, cuando quieren
que su pareja venga al nido. Los carboneros a menudo combinan estas dos llamadas para
que el receptor se aleje de una amenaza potencial y acuda al emisor del mensaje. Los
carboneros combinan con frecuencia estos dos cantos, así: al escuchar una grabación de
estos cantos reproducidos en el orden natural ABC-D, se encuentran con los
depredadores y se unen para disuadirles y las aves se alarman y se juntan. Cuando, sin
embargo, el orden se invierte artificialmente para formar D-ABC, las aves no responden.

Wheatcroft (2016), estima que la sintaxis no es sólo patrimonio del lenguaje


humano, sino que también ha evolucionado independientemente en otras especies como
los paseriformes. Estos resultados conducen a una mejor comprensión de los factores que
subyacen en la evolución de la sintaxis, pues los carboneros combinan diferentes
llamadas y son capaces de crear un nuevo significado con su limitado vocabulario. Eso les
permite desencadenar diferentes reacciones de comportamiento y coordinar
interacciones sociales complejas (Griesser, 2016), lo que abre una nueva dimensión al
entendimiento humano, pues se cree que estos factores pueden haber contribuido al
desarrollo del lenguaje en los seres humanos.

En las islas galápagos (Ecuador) se produce una íntima comunicación entre el


lenguaje ritualizado que también reinterpreta el receptor de las diferentes especies
endémicas en torno a los pinzones de Darwin; con respecto al lagarto de lava, estos
reptiles responden a un lenguaje ritual en torno a las flexiones cervicales de su cuello
estilizado, lo que además encuentra cierta variabilidad interpretativa respecto a cada una
de las distintas islas: diferenciándose si las señales entre los distintos especímenes
proceden de Fernandina o de La Española.

El Instituto Tecnológico de Massachusetts, sugiere la teoría de que el lenguaje


humano surgió de una combinación entre las formas del canto de los pájaros y de la
comunicación de otros primates. De las aves se derivó la parte melódica de la lengua; de
los primates no humanos, la parte pragmática, portadora del contenido del discurso. En
algún momento de los últimos 100.000 años, ambas capacidades se fundieron para dar
lugar al lenguaje humano que conocemos hoy. Además, han demostrado que los genes
del habla humana y los del canto de los pájaros son los mismos, y que hay una actividad
neuronal subyacente similarmente compleja. Para el caso, podríamos reseñar aquí, el
particular lenguaje del silbo canario que se desarrolla en el Parque natural de Garajonay
(isla de La Gomera), un característico signo silábico que se escucha desde la distancia
modelado por los autóctonos a fin de comunicarse salvando las distancias entre los
abruptos barrancos (http://www.tendencias21.net/El-lenguaje-humano-deriva-del-canto-
de-las-aves-y-de-la-comunicacion-de-los-primates_a34670.html)

Sin embargo, los humanos respecto de otras especies, sí que disponen de un


lenguaje complejo, dispuesto a través de básicos sonidos distintivos o fonemas que se
constituyen en morfemas, cuando se asimilan algunas vocales y consonantes, y
combinadas somos capaces de elaborar una inmensa cantidad de palabras totalmente
arbitrarias, pues no existe una relación directa entre como suenan y lo que significan; son
constructos mentales que aluden a un sinfín de situaciones, estados de ánimo, acciones,
imágenes, sensaciones y conceptos. También arbitrarias, las reglas gramaticales se
diseñan a fin de que se puedan encadenar frases y dar sentido a las cogniciones o
pensamientos; el lenguaje humano representa la máxima exposición de lo simbólico y de
lo abstracto respecto de nuestra representación cognitiva.

El lenguaje es la especialización más magnífica y compleja de nuestro cerebro;


distintas zonas participan en la producción de nuestro lenguaje, sobre todo las áreas
ubicadas en nuestro hemisferio izquierdo; tras la clínica que desde el punto de vista
neurológico algunos pacientes experimentan en lesiones sufridas sobre zonas cerebrales
muy concretas por etiopatogenias tumorales, accidentes isquémicas, alteraciones
vasculares o procesos neurodegenerativos podemos relacionar esta lesión y su
sintomatología con la funcionalidad fisiológica, y así sabemos que: los pacientes que
experimenten daños cerebrales en el área de broca, sufrirán alteraciones en el dominio
de la estructura gramatical y sintáctica; mientras que si hay alteraciones de los niveles de
comprensión, cabe pensar en una alteración del área de Wernicke.

Además de una evidente lateralización cerebral, las capacidades de los centros del
lenguaje para los neandertales presentaban un desarrollo análogo al nuestro, aunque se
ha puesto en duda la aceptación de un lenguaje complejo (verbal, pautado y simbólico)
por parte de estos hombres; si pudiésemos demostrar la hipótesis de que los
neandertales eran capaces de adquirir un lenguaje plenamente articulado para ser
capaces de comunicarse, solventaríamos sobradamente las dudas acerca de las
capacidades cognitivas de estos hombres.

Para elaborar toda una gama de sonidos, precisamos de ciertas especializaciones


anatómicas: 1) es necesario disponer de un completo aparato fonador con cuerdas
vocales, garganta o laringe, boca y cavidad nasal, para que se formulen los fonemas,
morfemas y palabras; 2) resulta imprescindible que para este fin la laringe presente una
posición baja (en los chimpancés y en los astrolopitecus la laringe mantiene una alta
posición anatómica y por ello son incapaces de articular los mismos sonidos que nosotros;
3) aunque la mayor parte de los componentes del aparato fonador son tejidos blandos,
algunos huesos pueden avisarnos de la situación relativa de la laringe (la morfología de la
base del cráneo y la morfología del hueso hioides en la garganta, donde se insertan los
músculos fonadores que facilitan la modulación de los sonidos).

En relación a nuestros neandertales, algunos autores aceptan que esta especie


podría disponer de un lenguaje articulado rudimentario, que precisamente para salvar
estas limitaciones, se habría acompañado de un potente lenguaje gestual. Homo sapiens
y Homo neanderthalensis, a través del último ancestro en común, el Homo
heidelbergensis estaban igualmente capacitados de producir un lenguaje oral articulado y
complejo.

En relación al lenguaje, los hombres neandertales mantendrían unas peculiares


características: a) ellos poseían una laringe más elevada que la nuestra y, debido a estas
especificidades morfológicas, producirían sonidos poco nítidos y bastante limitados que le
haría no viable, por ejemplo, el disponer del mismo tipo de vocalización (serían incapaces
de pronunciar las vocales a, i y u); b) al estar el paladar más adelantado que el nuestro,
existiría una resonancia nasal al hablar, que le habrían concedido un tono gangoso a las
expresiones de su lenguaje; c)también sería posible que los neandertales tuvieran un
vocabulario menos rico, con una sintaxis más pobre; d) las evidencias físicas y
morfológicas, las peculiares características del cerebro el hueso hioides, la estructura del
oído, e incluso la genética, haría a estos humanos incapaces del lenguaje; e) aunque
existes diferencias con los sapiens, éstas no impedirían hacer de sus respectivos lenguajes
sendos modos de transmisión de un pensamiento elaborado.

Algunos autores se resisten a la aceptación definitiva del lenguaje en los


neandertales, pues la característica esencial de la capacidad lingüística sería el absoluto
valor simbólico, su total dependencia de lo conceptual, de la abstracción; a pesar de la
Arqueología cognitiva no pueden añadirse respecto de las excavaciones realizadas en los
yacimientos de algún hecho contrastado que aporte de manera objetivable nueva
información; por ejemplo, si hubieran trascendido desde el mundo simbólico capaz de
construir un lenguaje, constataríamos aunque apenas existen las huellas establecidas a
través del arte.

Hasta ahora, lo más desconcertante entre los restos ya encontrados en los


yacimientos arqueológicos se encuentra en lograr entender cómo era que mientras el
Homo sapiens, se aventuró por el camino del arte hace unos 100.000 años, siendo una
forma de mostrar hasta en su propio cuerpo y sobre una representación al exterior, una
identidad muy personal y a la vez comunitaria de las inquietantes y furiosas fuerzas del
mundo simbólico del id o inconsciente freudiano, de las representaciones jungianas del
mundo arquetípico a través del imaginario colectivo, también propiciando las narración
de sus historia, y la conjura de sus miedos, siendo al final capaces de elaborar cuidadosos
perfiles de animales grabados en fragmentos de asta, miles de pequeños detalles en
abalorios de conchas perforadas que componían vistosos collares y brazaletes, hasta
llegar a los magníficos paneles de Altamira.

No así, respecto a Homo neanderthalensis, quien no llegó a derrochar tiempo o


energía para decorar vestimentas y accesorios. Quizás, aún estemos en proceso de
reconocer la existencia de otras formas distintas de expresión simbólica y de
manifestación artística en el seno de una humanidad plural: precisamente porque son
escasas aunque no faltan ya evidencia arqueológicas aunque y en ellas falte aún
rotundidad para afirmar una verdadera expresividad simbólica en el microcosmos
neandertal.

En las fases más recientes de la historia neandertal, dentro de dataciones


comprendidas en el Chatelperroniense (Maillo, 2008b), cerca de la llegada del Homo
sapiens a Europa, los neandertales producen una abundante elaboración de objetos de
adorno y manufacturas de ornamentación personal, y mostraron un mayor interés por la
elaboración de colgantes de diente, hueso y marfil: colgantes perforados, dientes de
carnívoros en cuyos extremos se tallaban ranuras para facilitar su fijación a algún cordel
de cuero o fibras vegetales y hasta una pieza de marfil transformada en anillos o
colgantes; como, por ejemplo, es el caso del yacimiento de la Grotte du Renne, en Arcy-
sur-Cure (Francia).

Las técnicas de incisión para la producción de estos ornamentos, diferían de la de


los primeros sapiens europeos; en el yacimiento de Quinçay (Francia), un canino de lobo
(Canis lupus) había sido perforado, primero mediante un adelgazamiento por abrasión en
la zona de su raíz, luego, una acción de percusión o presión (mientras que nuestra especie
horadaban las piezas gracias a una acción de raído continuado.

En las sociedades tradicionales humanas, los pigmentos son utilizados con dos
tipos de funciones: decorativas y simbólicas, como son su empleo a modo de efímero
tatuaje, como marcas correspondientes al estatus social, o de pertenencia a un grupo,
para la iniciación a un ritual o de empleo como guarda y protección.

Los colorantes que se empleaban en el neolítico, en la actualidad lo aplican como


decoración las mujeres alfareras para elaborar piezas de cerámica de manera artesana y
aún perdura su oficio tradicional trasmitido por el método oral de madres a hijas, en a las
tribus distribuidas por los duares o aldeas de la costa mediterránea de África y por los
poblados en barro rojo, blanqueados y adornados de coloreados tonos pastel,
encaramados a las faldas de las montañas del Rif (ver los trabajos de investigación en
Antropología social y Etnoarqueología del grupo andaluz de investigación de la
Universidad de Cádiz, dirigido por la Profesora María Lazarich, en la campaña 2016),
aunque en la prehistoria, durante el Paleolítico también eran ya conocidos y empleados
por los neandertales (Fernández, 2014; Monnier, 2012)

Nuestros parientes recogieron de pigmentos naturales datados entre 60000 y


40000 años, bloques y fragmentos de colorantes que en su mayor parte se trató de
dióxido de magnesio (colorante negro), aunque también se han encontrado pruebas de la
recogida de ocre (arcilla pigmentada en color amarillo, rojo y marrón). En Arcy se han
recogido más de veinte kilos de ocre e incluso manos de morteros en granito
probablemente relacionadas con la producción de colorante en polvo; este ocre debió de
haberse utilizado después de haberlo calentado al fuego: procedimiento que permite
obtener el vivo color rojo que le caracteriza (Fernández, 2014; Monnier, 2012; Rivera,
2014).

Sus aplicaciones fueron varias (De la Torre, 2015): 1) con los estudios
traceológicos, se constata la existencia de marcas y las huellas del uso de estos
fragmentos lo que demuestran que fueron empleados como aplicación para colorantes
de la piel (más de 250 fragmentos de manganeso y ocre recogidos en el yacimiento de
Pech de l´Azé (Francia), muestra huellas de abrasión producidas al frotarlas contra una
superficie dura, para avivar el color de la pieza y utilizarla sobre la superficie de la piel del
cuerpo, como una especie de sanguina o carboncillo); 2) otros fragmentos fueron raidos
con cortantes objetos líticos, con la intención de obtener colorante en polvo, quizás para
mezclarlo con alguna sustancia líquida, a modo de disolvente, para conseguir un tipo
particular de pintura; 3) el carácter simbólico de la pigmentación corporal de los
neandertales, podría hacer referencia al mismo tipo de signos sociales que los elementos
de adorno (abalorios de conchas perforadas en contextos neandertales, que fueron
motivo de controversia, pues parte de los pretendidos orificios creados para colgar esos
adornos, son producto de otros carnívoros, antes que un intencionado trabajo).

Los neandertales recogían y guardaban objetos curiosos, fuera de lo habitual y que


les llamase claramente la atención, a parte de la posibilidad de que disfrutasen de un uso
ornamental, por ejemplo: 1) la recolección de largas plumas de aves rapaces con una
intención ajena a la que se desprendiera del consumo (yacimiento de Fumane, Italia)
(Cobo, 2011); 2) también podrían acaparar algunos objetos que bien podrían haber
servido de fetiches, como cristales de roca, piedras de colores vivos y, sobre todo, fósiles,
como las conchas de gasterópodos que ulteriormente fueron transformadas (yacimiento
de Ferrassie, Francia) (Torre, 2015).

En cuanto a la más antigua evidencia de la producción de herramientas de hueso,


ésta pertenece a la Edad de Piedra Africana (Henshilwood): 28 herramientas óseas datadas
hace 77.000 años BP. Al igual que ocurre con los objetos de adorno, la verdadera explosión
de este tipo de tecnologías complejas se realizará durante el paleolítico superior, gracias al
desarrollo completo de sus capacidades intelectuales del Homo sapiens sapiens (hacia el
35.000 BP) (Torre, 2015).
Son numerosos los yacimientos arqueológicos desde el paleolítico inferior, que han
proporcionado restos de colorantes, algunos con huellas de haber sido frotados contra otros
objetos como si se hubieran utilizado para pintar.

Estos pigmentos pudieron usarse de diferentes maneras, una de ellas consistía en


espolvorear ocre sobre las tumbas; otra la decoración, tanto de objetos y paredes como del
propio arte en el cuerpo, practicado en diferentes modalidades, a lo largo de toda la historia
del género humano con fines decorativos, intimidatorios, bélicos, rituales o como señas de
identidad personal o étnica. El uso de pigmento tanto para espolvorear sobre tumbas como
para la decoración, ya es considerado una evidencia de pensamiento simbólico (Montes,
2008).

Restos de pigmentos se vienen encontrando desde el paleolítico inferior, la datación


más alta de depósitos de colorantes procede de Wonderwork (Sudáfrica), son del achelense
de hace 800.000 años BP, otros yacimientos con restos de pigmentos asociados a
anteneandertales tienen cronologías de 300.000 años BP a 200.000 años BP se han
localizado en Hungsi (India) y Beçov (República Checa), sin olvidar las recientes excavaciones
de Zambia y Kapthurin en Kenia que han sacado a la luz pigmentos del achelense medio de
hace 200.000 años BP. Sin embargo, no sabemos para qué eran utilizados, pudieron disfrutar
de un carácter estético y por lo tanto simbólico, o tener un carácter simplemente funcional y
sin simbolismo añadido, la mayor parte de los investigadores se inclinan por esta última
interpretación (Rivera, 2015).
Por otra parte, encontramos el uso de pigmentos, principalmente de dióxidos del
manganeso, por parte de los neandertales, pues ya en la actualidad se conocen al menos
cuarenta excavaciones pertenecientes al musteriense europeo se presentan depósitos de
este tipo de colorante; más frecuente, además, en yacimientos chatelperronenses, junto a
otras manifestaciones de actividades simbólicas, como los dieciocho kilogramos de ocre
hallados en el nivel X de la Cueva del Reno (Francia) (Rendu et al., 2011).
La mayoría de estos pigmentos contienen ejemplos de marcas de raspado y,
frecuentemente, muestran haber sido frotados con un material suave. Algunos pedazos
aparecen formando barras de lápiz puntiagudas, el análisis microscópico de estas puntas
demuestra que fueron usados para dibujar. Para muchos investigadores estas son pruebas
suficientes para demostrar que el uso de pigmento como elemento de comunicación no es
un rasgo específico del hombre moderno actual, HAM. Sin embargo, otros cuestionan
sistemáticamente su valor como expresiones de carácter simbólico, destacando la
heterogeneidad y la escasez de los mismos, comparándolos con su amplia distribución en el
paleolítico superior (Torre, 2015).

El hecho de encontrar pigmentos, aunque escasos, asociados a yacimientos


neandertales con pruebas de haber sido utilizados, supone un cierto grado de simbolismo
dentro de la especie Homo neanderthalensis, tanto si esos pigmentos fueron empleados en
rituales funerarios como si fueron manejados para pintar, el autor está haciendo uso del
pigmento con una intención que supera la naturaleza del mismo, en ese acto existe el
residuo de una conducta que quiere decir algo más de lo que en apariencia vemos, es por lo
tanto el símbolo de una idea (Rivera, 2015).

Los HAM hicieron uso de pigmentos antes de la llegada del paleolítico superior, no
obstante, será en este periodo cuando su uso alcance una mayor explosión creativa. Los
ejemplos más antiguos proceden de Skuhl y Qafzeh (Israel), donde se encontraron cáscaras
perforadas y coloreadas con una cronología de 100.000 años BP. Otro ejemplo lo constituye
la cueva de Blombos (Sudáfrica), en ella se han encontrado 8.000 pedazos de ocres
asociados a una industria ósea muy elaborada de hace 75.000 BP años, allí se utilizó el ocre
para dibujar formas abstractas y geométricas sobre hueso, esta constituye la evidencia
irrefutable más antigua del comportamiento simbólico de la humanidad (D’Errico, 2001).

Definir que es el arte supone una tarea más compleja si el arte que además
intentamos definir es el del paleolítico, aunque toda manifestación artística o producción
de imágenes lleva consigo un componente comunicativo, esto es: un fin para decir algo
que guarda un mensaje significativo para los elementos de la sociedad que lo produce,
disfrutando de una función estética, mística y de añadida cohesión social; es por ello, que
consideremos la producción artística como otra de las manifestaciones propias del
comportamiento simbólico. De esta forma: resulta el arte, que es una capacidad
específicamente humana, exclusiva del género Homo, aunque al parecer no exclusiva de
nuestra especie homo sapiens sapiens. El origen exacto del arte así como lo es la fuerza
inspiradora que nos llevó a su producción, continúa siendo una incógnita; no cabe duda
de que los seres humanos anatómicamente modernos lo producían y lo siguen
produciendo, lo que nos cuestionamos es la posibilidad de una capacidad artística entre
nuestros ancestros los neandertales, e incluso entre otros homínidos anteriores. Se había
negado la posibilidad de manifestaciones artísticas a los diferentes tipos humanos del
paleolítico inferior, Homo erectus, H. ergaster y H. heidelbergensis. No obstante, los
grupos achelenses manifestaron un cierto afán de coleccionismo de piedras raras y de
cristales, además de un cierto sentimiento estético a la hora de seleccionar la materia
prima de sus industrias líticas, atendiendo no sólo a la eficacia de la misma sino también
al color. Por ejemplo, en la realización de bifaces se ocupaban de que estos fueran
especialmente simétricos, propiedad que iba más allá de la funcionalidad, o respetaban
irregularidades confiriéndolos unas características propias que los individualizaban y los
hacían atractivos visualmente (Torre, 2015),

Las supuestas muestras de arte propiamente dicho, más antiguas, las constituyen
piedras y huesos con incisiones artificiales, y también proceden del achelense. Sirva de
ejemplo aquellas que se remontan a 400.000 años BP encontradas en Alemania
(Bilzingsleben) y realizadas por el Homo heidelbergensis, se trata de huesos de elefante
decorados con rayas grabadas paralelas que no se pueden derivar de actividades
utilitarias ordinarias como matar o cortar. No olvidar el yacimiento francés de Pech de
l’Aze de hace 300.000 años BP, en el cual se encontró un fragmento óseo con incisiones
en forma de semicírculos concéntricos (Torre, 2015)

Similar situación ofrece la obra del yacimiento checo de Stránska Skála. El problema
de estas piezas halladas, es el posible origen natural de sus marcas e incisiones, la mayor
parte de los investigadores comparten este pensamiento, por lo que se puede afirmar que
manifestaciones artísticas, entendidas como tales, producto de un comportamiento
simbólico articulado y complejo, no existieron durante el paleolítico inferior (Rendu et al.,
2016).
El debate en torno a la producción artística de los neandertales es uno de los más
interesantes del panorama de la investigación actual. En líneas generales podemos decir que
existen tres posturas fundamentales, una es aquella que niega las capacidades artísticas del
Homo sapiens neanderthalensis, otra considera que sí existió arte durante el musteriense, y
la última defiende que sólo los neandertales tardíos del chatelperronense produjeron arte
(Montes, 2008).
Los albores de una incipiente recreación artística por parte de los neandertales, se
justifica con la aparición de unos fragmentos óseos encontrados con unos sencillos pero
enigmáticos grabados hallados en los yacimientos arqueológicos como La Quina y Les
Pradelles (Francia) que habían sido grabados con incisiones regulares, mientras que se
encontró otro fragmento de hueso en la excavación de Bacho kiro (Bulgaria) con una serie
de incisiones en zig-zag. También contamos con estos grabados, esta vez sobre un
soporte pétreo: una incisión en forma de cruz (yacimiento de Tatat, Hungría); o un
fragmento de esquisto con abigarradas líneas incisas y dispuestas en paralelo (Temnata
Dupka, Bulgaria) (Rendu, 2016).

Respecto a lo que estos datos nos ofrecen, en relación al mundo simbólico de los
neandertales, escasos cuando lo comparamos con el torrente de información artística
elaborados por los primeros sapiens, tenemos que considerar: 1) que mientras la
utilización de pigmentos parece ser un dato del comportamiento neandertal claramente
contrastado, aún no lo son otras formas de ornamento personal o de detalle artístico; 2)
no podemos descartar que la pobreza de su preocupación estética comportara también
una falta de preocupación espiritual, esto es: que estuvieran desprovistos de cualquier
rito que ordenaran e hicieran compresible socialmente los ciclos vitales, la cadencia de su
entorno o los grandes exabruptos que con frecuencia aportaba la naturaleza, por lo que
estos humanos, entonces, no fueron otra cosa que extraordinarias máquinas ajustadas
exclusivamente para la supervivencia (Finlayson et al., 2006; Fernández, 2014).

Muchos autores defienden la posibilidad de que en el paleolítico medio, los


neandertales realizaran manifestaciones artísticas sobre materiales perecederos como
pieles, cestería o madera, por lo que el registro arqueológico no puede llegar a recogerlas,
aunque sí que se recogen otro tipo de piezas sobre materiales más resistentes. Así, una de
las piezas más interesantes del musteriense es la estatuilla de Bereckhat Ram (Israel): se
trata de una protoescultura de basalto de 3,5 cm, realizada sobre un tufo volcánico con
entalladuras naturales cuya forma recuerda a un cuerpo femenino, datada
aproximadamente hace unos 233.000 años BP (Montes, 2008). Según Marchack fue
realizada o, al menos, modificada de manera artificial para aumentar su forma femenina, y
en un reciente estudio microscópico de D'Errico y Nowell (2003) confirman la deliberada
modificación humana mediante abrasión y acanalando, aunque no rechazan per se la
hipótesis de que sólo sirviera a propósitos utilitarios.

Junto a esta protoescultura nos han llegado, sobre hueso o sobre piedra, trazos
abstractos hechos con cierto ritmo denominados griboullis (garabatos), sin orden
aparente, pero que para sus autores pudieron gozar de significado. Sobre soporte óseo
recordar las 30 marcas subparalelas de un hueso en La Ferrasie, una escápula en La
Quina, una costilla con líneas paralelas en Cueva Morin y otro ejemplo en Lezetxiki, seis
huesos con rayas en Tagliente (Italia), Kebara (Israel), Molodova (Ucrania) y un zigzag en
Bacho Kiro (Bulgaria). Mención aparte merece el hueso con marcas paralelas y posible
utilidad musical encontrado en Schulen (Bélgica), aunque de él se discute la
intencionalidad de las marcas y su función (Torre, 2015; Rendu et al., 2011).

En cuanto a las señales o marcas sobre soporte pétreo, destacamos las 18 cazoletas
grabadas de La Ferrasie, y varias piedras incisas en Italia (Solinas y Tagliente), recordar el
trozo de esquisto con líneas paralelas de Temnata (Bulgaria). Más interesante es la placa de
sílex con 4 arcos concéntricos y otras líneas verticales de Quneitra (Israel) con una cronología
de 54.000 años BP, para Marshack su realización es indiscutiblemente intencionada, pero no
sabemos si fue realizada por humanos modernos o neandertales, ya que la zona era ocupada
por las dos especies en esas fechas. A todos estos ejemplos quisiera añadir los encontrados
en Piekary Ila, se trata de manifestaciones artísticas de carácter geométrico de hace 40.000
años BP en niveles chatelperronenses, que nos recuerdan a las piezas decorativas de
Blombos (Montes, 2008).

La hipótesis que niega las capacidades artísticas del homo sapiens


neanderthalensis se fundamenta en el reducido número de supuestas obras de arte
halladas en el musteriense (Rendu et al., 2011), estas son tan escasas que no pueden
considerarse pertenecientes a un universo cultural definido. Además podemos decir que
los motivos abstractos plasmados sobre soportes óseos y pétreos no están
estandarizados, y sobre ellos surge la duda de si se tratan de obras naturales o artificiales,
las huellas de los huesos pueden ser muchas cosas como marcas dejadas por las
herramientas durante el descarnado o alimentación, mordeduras de carnívoros o
roedores, deformaciones de raíces, huellas de vasos sanguíneos (Tomás, 2015). En el caso
de las piedras pueden ser trazas de corte al haber sido empleada la piedra como yunque.
Por estos motivos, todos los objetos de este tipo pertenecientes al paleolítico medio, tras
haber sido sometidos a estudios taxonómicos, traceológicos y análisis ópticos, están hoy
desmentidos o cuestionados como obras de arte (Torre, 2015; farizy et al., 1994).

La segunda hipótesis que considera que sí existió arte durante el musteriense


defiende que las piezas artísticas de este periodo consisten en ensayos que demuestran
haber entrado en fase de experimentación, no se trata de un arte definido perteneciente
a una entidad cultural, sino simplemente una fase previa al desarrollo de estas
capacidades donde los hombres empezaron a experimentar. A favor de esta hipótesis,
podemos decir que otras actividades desarrolladas por el neandertal indican la existencia
de un tipo de sociedad espiritualmente madura, por ello es frecuente concederles el
beneficio de la duda, no es de extrañar que Leroi-Gourham cuando realizó la clasificación
de los estilos del arte paleolítico reservara una fase previa al Estilo 1 (fase prefigurativa),
es decir, un arte sin pruebas conocidas, este podría ser el arte de los neandertales
caracterizado por disfrutar una forma artística basada en la grabación de marcas, de
aceptar estas afirmaciones, diríamos que el primer arte fue abstracto y no figurativo,
desconociendo, en todo caso, su significado (Rendu et al., 2011).

La última hipótesis defiende que sólo los neandertales tardíos del


chatelperronense produjeron arte. Esta hipótesis se sostiene en la abundancia y mejor
definición de las manifestaciones artísticas de este periodo en comparación con las del
musteriense. No obstante, dentro de esta tesis debemos cuestionarnos la misma
incógnita que en las anteriores actividades simbólicas ¿copiaron los neandertales el arte
de los HAM, o este arte es exclusivo de esta especie? Al igual que en las anteriores
muestras de comportamiento simbólico podemos considerar que la imitación resulta más
difícil de sostener que la creación, en parte porque hemos visto muestras de arte desde
más antiguo donde podríamos hablar de fase de experimentación, luego las sociedades
chatelperronenses no necesitaron copiar el arte de los seres humanos anatómicamente
modernos, además, la muestras artísticas entre las dos especies no coinciden, si se tratara
de imitación deberían ser exactamente iguales, pero no es así, el arte neandertal difiere
del nuestro en cronologías semejantes. Como decía páginas arriba las sociedades
neandertales del chatelperronense se enfrentaron a nuevos retos al abandonar el
musteriense, esos retos posibilitarían una maduración tardía de estas sociedades, se
harían más complejas, y el arte se haría eco de esta situación, si bien es cierto, que no
sería un arte tal y como nosotros lo entendemos, sería el arte de una especie distinta a la
nuestra (Díez, 2014; Solulier, 2008; Peresani et al., 2011).

En resumen, la capacidad artística de los neandertales continúa en entredicho,


todo apunta a que el arte tal y como nosotros lo entendemos fue desarrollado única y
exclusivamente por nuestra especie. Ahora bien, nunca sabremos si los neandertales
disfrutaban o no de esa capacidad, aunque no la utilizaron en toda su expresión, o si lo
hicieron exclusivamente sobre materiales perecederos.
Hasta ahora, los prehistoriadores creían que el arte apareció en nuestra especie en
Europa hace unos 35.000 años BP, fecha que marca el inicio del paleolítico superior. Sin
embargo, a día de hoy, el arte más antiguo perteneciente a nuestra especie es el
encontrado en Whartoon Hill y Panaramitee en Australia con unas cronologías entre
45.100 y 36.400 años BP, además del hallazgo, en el Parque Nacional del Serengeti, de
dos cuentas de cáscara de huevo de avestruz decorado hace 45.000 años BP.
Pese a todo, la gran eclosión del arte prehistórico se dio en el paleolítico superior,
lo que indica que en torno al 35.000 BP, existía una humanidad que ya se organizaba y
estructuraba socialmente, y que se expresaba a través del arte. Sin embargo, nuestra
especie apareció en torno a 200.000 años BP, entonces ¿porqué el hombre no produjo
arte desde su primera aparición sobre la faz de la tierra? La respuesta podría ser que
tardó tiempo en adquirir conciencia creadora, o tal y como decía Mithen (1998) en
Arqueología de la Mente, porque todavía no había interconectado sus 4 inteligencias
(técnica, historia natural, social y lingüística), estas sólo interactuaron cuando el contexto
social y cultural fue el adecuado, posiblemente entraron en una fase de experimentación
en África, de la cual los ejemplos anteriores son muestras, y finalmente la producción
artística eclosionó en Europa.

Ningún animal entierra a sus congéneres muertos, este acto es exclusivo del ser
humano, el hombre tiene conciencia de su propia existencia y experimenta angustia ante
la muerte, preguntándose qué existirá después de la vida. Este tipo de preocupaciones
cumplen la función de socializar a los grupos humanos, de hecho es difícil pensar que los
enterramientos se realicen sin decir una sola palabra, el ajuar funerario que acompaña a
los difuntos evidencia la existencia de un ritual que a su vez exige la posibilidad de un
lenguaje articulado, por todo ello, enterrar a nuestros difuntos constituye un claro
ejemplo de comportamiento simbólico (Díez, 2014; Solulier, 2008; Peresani et al., 2011).

La importancia simbólica de los enterramientos anteriores al paleolítico superior,


sobre todo los pertenecientes a neandertales, ha sido un asunto de intenso debate
durante las últimas décadas. Veamos los aspectos más importantes del mismo.
El único testimonio funerario durante el paleolítico inferior es la Sima de los
Huesos en el yacimiento arqueológico de Atapuerca. Allí se encuentra, en el fondo de un
pozo vertical, una acumulación de 32 cadáveres de homo heidelbergensis de hace
300.000 años BP. La abundancia de esqueletos hace pensar que semejante acumulación
la tuvo que llevar a cabo un grupo, para el cual tal conducta debía de tener algún
significado, respondería a alguna idea compartida por toda la sociedad y transmitida
entre generaciones (Monnier, 2012). La existencia de un bifaz de cuarcita roja entre los
fósiles humanos, ha dotado de mayor simbolismo a esta práctica funeraria, considerando
que se trataba de parte del ajuar que acompañaba al enterramiento. No obstante, la
crítica que podemos hacer sobre el hallazgo parte de este mismo útil encontrado, la
presencia de un único utensilio puede deberse al mero accidente o azar, sin que tenga
mayor significado específico (Montes 2008).

Para analizar si lo que se registra bajo la excavación de un yacimiento


arqueológico trasciende a una forma interpretativa diferente, sita en el mundo de los
símbolos. Como nos indican las observaciones que nos ofrece la Etnoarqueología, muchos
hombres modernos prehistóricos a los aunque en la actualidad les presuponemos
idéntica complejidad cognitiva y simbólica como la del Homo sapiens del paleolítico
superior, parece que no han dejado estas huellas rotundas como sus predecesores, si no
que, al igual que ocurre para nuestros parientes neandertales, si dispusieron de éste
interés, no llegaron a expresar su gusto estético de una manera fácilmente reconocible. Al
respecto de esta especie, escribe Diez (2014): […El trasfondo simbólico de sus vidas pudo
quedar plasmado con más fuerza en otros modos de transitar el mundo espiritual, de
transcender del penoso yo físico e imaginar otros lugares intangibles].

El cese de la vida nos sitúa a los sapiens sobre la base de un universo simbólico
irremediablemente alejado de nuestro yo material; es decir: reflexionar sobre la muerte,
sugiere adentrarnos en la preocupación metafísica sobre el origen, fin y el significado de
nuestra propia existencia. El rito y la trascendencia resultarán fundamentales para la
generación de la preocupación religiosa por el más allá. La muerte, en todas las
sociedades humanas, está fuertemente ritualizada: un conjunto de reglas fijas se encarga
de marcar el tránsito hacia el más allá: el mero acto de la inhumación, cabe interpretarlo
como un signo de respeto hacia la persona difunta y una forma de congregar a la
comunidad en torno a su memoria y, ante los grandes abismos del mundo de ultratumba.
Así, distintas culturas de nuestra especie han mostrado un vívido interés intelectual por
ella, a través de la creación de divinidades responsables de su suerte, de la creencia en la
reencarnación, la liberación de la carne, la vuelta al origen o al mito del eterno retorno,
temas recurrentes posteriormente abordados sobre todo durante el Mesolítico y
Neolítico y en la Edad Antigua universal (Díez, 2014; Solulier, 2008; Peresani et al., 2011).

Los neandertales tampoco eran ajenos a la muerte: se han encontrado pruebas de


consideración y especial tratamiento de los cadáveres de algunos de sus difuntos. Aunque
no podemos representarnos los códigos rituales que ellos frecuentaban durante sus
comportamientos de duelo, resulta ser cierto que la motivación de estas conductas se
fundamentaba en algún tipo de atribución cognitiva sobre la creencia basada en un más
allá.

Si el yacimiento es el resultado de una práctica funeraria, significaría que el homo


heidelbergensis se preocupaba de sus congéneres muertos lo cual sería una prueba de
que se habría cruzado la barrera de la complejidad, y sería el momento en el que
aparecieron una de las principales características que nos definen como humanos.
Aunque eso no implica que hubiera nacido un pensamiento simbólico complejo,
solamente un aspecto del mismo. El principal problema a la hora de atribuir a estos
homínidos estas cualidades, reside en que esta es la única prueba de un trato específico
hacia la muerte (Díez, 2014).

Las prácticas funerarias del paleolítico medio son, para la mayoría de los
investigadores, un hecho demostrado. Estas se realizaban cerca de su propio hábitat,
consistían en enterrar a los muertos en una fosa, en ocasiones cerrada por una losa y
túmulo, o simplemente dejando el cuerpo sobre el sedimento circundante.

Los cuerpos, colocados en posición fetal, estaban teñidos de ocre o tendidos sobre
un fondo de este color, en ocasiones iban acompañados de algunos objetos a modo de
ajuar funerario, como restos de comida, útiles líticos o animales, aunque algunos autores
discuten la intencionalidad de estas ofrendas (Briz y Vila, 2006; Díez, 2014).

No faltan los ejemplos de enterramientos: La Chapelle-aux-Saints (cuerpo


femenino en fosa y una ofrenda compuesto por restos de animales), La Ferrassie (donde
hemos encontrado ocho enterramientos, son especialmente trascendentales los de niños,
incluye una sepultura infantil con una piedra coloreada de ocre, no sabemos si todas las
sepulturas llegaron a constituir en su día un conjunto funerario), Skhul (diez individuos
entre niños y adultos), Kebara (cadáver de un hombre sin cráneo, interpretado como algo
premeditado por los neandertales que además esperarían a que los ligamentos del cuello
desaparecieran para separar el cráneo del cuerpo), Shanidar (siete adultos y dos niños),
Amud, Spy, Teshik-Tash, Guattari, Dederiyeh (Solulier, 2008; Peresani et al., 2011).

En ocasiones se ha discutido no sólo la intencionalidad de las ofrendas, sino


también la interpretación de los enterramientos como tales. Algunos científicos
consideran que estos no habrían sido efectuados intencionadamente, sino que los
cuerpos se depositarían en un lugar donde los carroñeros no podrían acceder, o como
explica Davinson para el yacimiento de Shanidar, este se habría producido por el
derrumbamiento de la cueva que terminaría tapando los cuerpos. En el caso de las
ofrendas se han dado explicaciones casuales, como la abundancia en el yacimiento de
estos materiales o ser resultado de la remoción de estratos inferiores al abrir el
yacimiento. Para algunos historiadores el hecho de depositar el cadáver en una fosa
disfruta de un carácter más higiénico que simbólico, de hecho el uso de ocre pudo haber
sido utilizado en calidad de desinfectante, o debido a su capacidad de conservar el
colágeno, para preservar los cadáveres de la descomposición. Un enterramiento
neandertal en el que claramente el difunto llevaba objetos de adorno, es el de la Grotte
du Renne d’Arcy-sur-Cure en Francia, datado hace 34.000 años BP, cuyo caso pudo ser
consecuencia de la aculturización del hombre moderno (Díez, 2014; Solulier, 2008;
Peresani et al., 2011).

D’Errico, Clark y B. Hayden (2011), consideran que resulta inequívoca su


intencionalidad, tanto la colocación del difunto como la de los objetos que lo acompañan
responde a algo premeditado. Algunos sostienen que con la existencia de una actitud
trascendente ante el hecho de la muerte, la motivación de estos enterramientos pudo ser
diversa: a) mágica, para evitar que el muerto causara problemas a los vivos; b) religiosa, a
fin de favorecer el tránsito a otra vida, y c) social, por motivos de prestigio y autoridad
dentro del grupo.

Junto a este ritual funerario encontramos otros aspectos que fortalecen la


conducta simbólica de los neandertales. Uno de ellos son los descarnamientos y
desmenuzamientos intensos de los huesos de los difuntos, como el caso de Zafarraya, en
ocasiones interpretados en calidad de canibalismo ritual, como los practicados en
L’Hortus y Kaprina. Otro son las prácticas zoolátricas, como el culto al oso cavernario de la
cueva de Regourdou y el cuestionado de la cueva de Drachenhöhle, son muestras de una
cultura espiritual o subsistema simbólico. Y por supuesto las pruebas de la existencia de
ancianos, algunos de ellos con graves patologías, principalmente traumatismos, que les
habían dejado una serie de huellas y cicatrices, y que sólo con el cuidado del grupo
pudieron sobrevivir (Díez, 2014; Solulier, 2008; Peresani et al., 2011).

La conclusión que podemos extraer, es que sí hay pruebas que muestran ciertos
rasgos de capacidad cognitiva entre los neandertales. Parece claro que ellos enterraban a
sus muertos, al menos en algunos casos, no está tan claro si ese acto llevaba consigo
algún ritual mortuorio, como tampoco es demostrable determinados aspectos de su
supuesta espiritualidad (zoolatrismo o antropofagia ritual). Pese a ello, y teniendo en
cuenta el demostrado cuidado que prestaban a sus ancianos, y sobre todo muchos
indiscutidos enterramientos, tenemos datos suficientes para demostrar la existencia de
un comportamiento simbólico entre los neandertales, que apenas tiene otras
manifestaciones físicas perdurables pero que tuvo que ser sin duda complejo, y que
revelan que durante el musteriense el neandertal habría alcanzado la capacidad de
realizar abstracciones mentales.
El enterramiento neandertal más antiguo seriamente datado es de hace 70.000
años BP, mientras que el enterramiento de HAM más antiguo es el de Qafzeh de hace
100.000 años BP. Esta situación podría hacernos pensar que los enterramientos
neandertales fueron consecuencia de la vecindad de los HAM. Sin embargo, esta situación
es poco probable, la transmisión de una industria tecnológica es algo que se puede hacer
con fines prácticos, pero no la transmisión de un culto a nuestros difuntos que nace de
nuestra propia actitud hacia la muerte, además tenemos otras pruebas de
comportamiento funerario anteriores al 100.000 BP entre neandertales, no tan sólidas
como estas pero sí lo suficientemente congruentes para afirmar que ya se manifestaba
una conducta ritual (Montes, 2008).

Estos hombres no parecían realizar distinciones en relación al género y la edad, así


constatamos: inhumaciones individuales pertenecientes a hombre, mujer, niños y
ancianos. Constatamos en ellos el reconocimiento de la vida humana, por ejemplo: son
habituales los enterramientos de neonatos y fetos como los excavados por Peyrony (en
1910) bajo un recio estrato de Paleolítico superior, un depósito de 50 cm de musteriense
final superpuesto a un nivel acheliense en el yacimiento de La Ferrassie (Dordogne),
contando en esa capa musteriense con un esqueleto de hombre adulto en decúbito
supino, el tronco y la cabeza ligeramente vueltos hacia la izquierda, las piernas muy
encogidas; ciertas placas de piedra pudieron por fin sostener la cabeza, y junto a él, en
posición invertida yacía una mujer, acostada sobre el lado derecho, con notable
plegamiento del cuerpo: las piernas estaban encogidas junto al tronco, el brazo derecho
en flexión y muy pegado al pecho (Obermaier, 1960); además, en una depresión cerca de
la pared del abrigo se había depositado un inmaduro sietemesino, y encima de su cadáver
se dejaron tres excelentes raederas de sílex). En el mismo yacimiento se encontraron los
restos de un niño que contaba tres años de edad, bajo una sepultura triangular que había
sido sellada con un bloque de caliza, como un hito que en el futuro señalara la ubicación
correspondiente al mismo yacimiento.

Cabe la posibilidad de que estos hitos de piedra que señalaban las sepulturas
quizás se utilizaran como formas de conservar el enterramiento a salvo de los carroñeros.
De lo que no cabe duda, como señalaba Obermaier (1960), es que el hombre musteriense
enterraba intencionadamente, al menos, en grupos familiares a parte de sus muertos y
mostrando un sentimiento de piedad y veneración hacia ellos. Debe interpretarse como
residuos hallados de un enterramiento destruido, cuyo contenido hubiera sido saqueado
por las fieras o revueltos por algunos nuevos habitantes del lugar (Farizy, David y Jaubert,
2010).

Algunos espacios sepulcrales estaban delimitados por bloques calizos y, en


ocasiones, las cabezas de los difuntos reposaban sobre un almohadillado de lajas de
piedra o pajas.
Cuando los enterramientos estaban asociados a elementos de piedra finamente
tallados: huesos de osos, astas de cérvidos, dientes, fragmentos de ocre y trozos de
animales, puede llegar a pensarse en algún tipo de ofrenda a los muertos, armamento,
amuletos o alimento depositados para cuidar el viaje que ya habían emprendido hacia el
más allá (Rendu et al., 2016).

Tampoco resulta algo excepcional que las sepulturas de los hombres neandertales
estén directamente relacionadas con algún sentido ritual, ceremonia mortuoria o
tratamiento a través del fuego, empleándolo en: hogueras debajo de los cuerpos, encima
de los enterramientos que estaban rellenos de una mezcla de tierra y restos de carbón y
cenizas, hogueras avivadas al lado de la fosa. Quizás los neandertales que sintieron
siempre su efecto protector, concedieron al fuego un valor de abrigo, purificador, místico,
no sólo capaz de alumbrar la incertidumbre de la noche sino el tránsito de la propia
existencia (Rendu et al., 2016).

Lo que entendemos como un comportamiento humano moderno se basa en la


disposición de un particular entramado social, cultural y cognitivo compuesto por
aspectos como: 1) la innovación tecnológica que brindó el desarrollo de armas más
potentes y diversificadas; 2) una mejor adaptación de nuestros predecesores a
desarrollarse en todos los ecosistemas; 3) una mayor diversificación económica mediante
el aprovechamiento de un rango más extenso de los recursos naturales; 4) el desarrollo
de redes complejas de intercambio de bienes e ideas entre bandas distantes (p, ej.
cuentas de collar manufacturadas con conchas marinas procedentes de zonas lejanas); 5)
con las bandas tribales no sólo se compartía el comercio, sino la rápida expansión de todo
tipo de novedades; 6) la gran progresión del comportamiento simbólico a través del arte,
la ornamentación personal, la religión y la trascendencia, en todos los hábitos de la vida
cotidiana; 7) el acelerado y novedoso desarrollo de las conexiones neuronales del
cerebro, capaz de gestar la gran revolución cognitiva que disfrutó nuestra especie (Farizy,
David y Jaubert, 2010).

La caracterización a través del marco cronológico, podría también incluir la


integración del arte en el resto del comportamiento cultural y la importancia que este
representa en las estrategias económicas, aplicadas en función de establecer unas pautas
de referencia en donde podemos diferenciar tres horizontes, en su acepción de corte o
franja temporal que aplicásemos al tiempo de Prehistoria (Farizy, David y Jaubert, 2010;
Soulier, 2008):

 Arte de los grupos no productores (depredadores, cazadores-recolectores).


 Arte de los productores primarios que conocen la domesticación, la cría de cabras
y ovejas, y que además practican la horticultura.
 Arte de las primeras sociedades complejas.
En cada una de las regiones y en cada una de estas franjas temporales intervienen
estímulos de relación y diferentes elementos de aislamiento, como son: los
condicionamientos medioambientales, contactos con otros grupos e importancia o puesta
en valor de determinados recursos naturales y materias primas.
Los datos que ya se conocían a finales del siglo pasado respecto de los inicios más
antiguos en el arte del interpleniglaciar de la Europa occidental, según Moure (1999),
corresponden a industrias del Auriñaciense Típico, en donde se encuentran ya objetos
figurativos en el arte mueble, como las esculturas de Vogelherd.

Pese a la coexistencia de estos humanos modernos con los neandertales en


Europa al menos durante diez mil años, habría de resultar el extremo occidental de
Europa, como el último reducto previo a la definitiva desaparición de Homo sapiens
Neanderthalensis (Rodriguez-Vidal et al., 2013), con los restos humanos del mustariense
en el Barranco de Zafarraya (Granada).

En el caso del paleolítico peninsular ibérico, las primeras manifestaciones gráficas


se vinculan a la llegada y asentamiento de las primeras poblaciones de Homo sapiens
sapiens, pues las fechas absolutas más antiguas de las que se disponen se referencian a
las cuevas de El Castillo (Puente Viesgo, Cantabria) con algunos huesos como testimonio
mobiliares con marcas simples del nivel 18 (Auriñaciense Típico) y L´Arbreda (Cataluña) al
40.000 BP; mientras que a pesar de que la información respecto al arte parietal aún es
más reducida, además de a las dataciones estratigráficas de los bloques auriñacienses de
La Ferrassie (Dordoña), se añade la de las excavaciones en La Viña (Asturias) y las fechas
absolutas obtenida por acelerador en Chauvet (L`Auriège) (Clottes, 1995).

Otra de las evidencias respecto de la ocupación ibérica hispanolusitana fue


constituida por la frontera del Ebro como límite de la primera expansión de los humanos
modernos centroeuropeos, de hecho: los estadios iniciales del Auriñaciense Típico sólo
aparecen en el Cantábrico y en el extremo septentrional de la costa mediterránea
(Carrión et al., 2008), en contextos del llamado gran interestadial (Wurm III-IV),
limitándose a estas regiones las escasas evidencias artísticas que hasta ahora se han
registrado: siendo formas más evolucionadas del Auriñaciense las que llegan hasta
24000/23000 BP (Plagnol y Wall, 2006).

La evolución del arte transcurre desde la abstracción ocasionalmente geométrica a


lo figurativo analítico, proceso que desde los años sesenta sistematiza cronológicamente
Laroi-Gourhan, basándose en la comparación estilística de las figuras parietales con las
presentes en objetos del arte mueble y en las escasas diferencias estratigráficas de las
que se dispone.

Sobre el origen del comportamiento simbólico encontramos dos posturas


fundamentales. La primera considera que este se desarrolla en Europa hace unos 40.000
años BP con la llegada de los seres humanos anatómicamente modernos, y que son estos
los únicos capaces de desarrollarlo, en contra de esta tesis podemos argumentar porqué
no encontramos pruebas de este comportamiento con el origen de los HAM hace 200.000
años BP y porqué sí hay algunas manifestaciones del mismo en otras especies
pertenecientes al género homo. La segunda plantea la posibilidad de que la conducta
simbólica se desarrollara antes de la llegada de los HAM, con los neandertales, la
posibilidad de que existiera con otros homínidos es más remota, la principal crítica reside
en la escasez de pruebas y el carácter dudoso de las mismas (Plagnol y Wall, 2006).

Podríamos plantear una tercera postura, que sería aquella que considera que los
neandertales manifestaron este comportamiento como resultado de la aculturización de
los HAM. Si nos preguntamos… ¿porqué los ornamentos personales se concentran en la
transición del paleolítico medio al superior? Posiblemente (Bernaldo de Quirós et al.
2008) se debió a que los neandertales no los necesitaron antes, su éxito ecológico en la
transición del paleolítico medio al superior les permitió hacer más complejas sus
sociedades y a estas manifestarse mediante un comportamiento de carácter simbólico
todavía más complejo, en el que se incluían los objetos de adorno personal (Díez, 2014).
Los ornamentos personales conocidos más antiguos pertenecientes al HAM,
proceden de mediados de la Edad de Piedra de África del Sur hace 75.000 años BP, siendo
encontrados en la cueva de Blombos (D'Errico 2003; Henshilwood et alii, 2002). Se trata
de 41 moluscos marinos Nassarius kraussianus perforados y teñidos de rojo, seguramente
formaron con ellos collares o brazaletes.

Sin embargo, en los siguientes 30.000 años no se conoce ningún hallazgo similar.
Hay que esperar al yacimiento de Enkapune Muto (Kenya) que ofrece cáscaras de huevo
de avestruz adornadas, fechadas hace 40.000-37.000 años BP, de ahí en adelante las
muestras son más numerosas, como en el yacimiento de Loiyangalani (Plagnol y Wall,
2006).

Así, ya podemos ir deduciendo que es al comienzo del paleolítico superior cuando


surge una verdadera explosión de manifestaciones simbólicas, explosión que incluye los
objetos de adorno personales.

Este hecho puede deberse a múltiples causas, la tesis más afortunada en


responder a esta cuestión viene de la mano de Mithen (1998), quien sostiene que el HAM
necesitó tiempo para adquirir conciencia creadora, esta conciencia se desarrollaría a
medida que sus sociedades se hacían más complejas. Mi pregunta es ¿acaso no pudieron
los neandertales vivir la misma situación y padecer una revolución simbólica en la
transición hacia el paleolítico superior? Esto explicaría que antes de este periodo
existieran manifestaciones simbólicas en este grupo de homínidos pero que se
desarrollaran fundamentalmente en la transición al superior, sin necesidad de imitar sin
entendimiento a los HAM, aunque no se niega la posibilidad de que el HAM pudiera
estimular la conciencia creadora del neandertal (Mendez et al., 2016).

Existe una relación clara entre la elaboración de tecnologías complejas


(herramientas y técnicas) y el desarrollo de las habilidades cognoscitivas. Esta relación se
debe a que estas tecnologías exigen el conocimiento de diferentes estrategias para el
tratamiento de los diversos materiales con las que se utilizan, estrategias que deben ser
transmitidas por vía oral. Por este motivo el uso de herramientas compuestas, y en
particular las de hueso y de marfil porque exigen técnicas específicamente concebidas
para estos materiales, es considerado por los arqueólogos como uno de los rasgos que
caracterizan la conducta humana moderna.
Tradicionalmente se ha considerado que el desarrollo de las tecnologías complejas
era una invención del HAM hace 35.000 años BP. Sin embargo, a día de hoy, cada vez más
autores sugieren la existencia de un uso anterior de herramientas de hueso y marfil en el
paleolítico medio europeo a cargo de neandertales (Plagnol y Wall, 2006; Mendez et al.,
2016).

El uso de una tecnología compleja, como la del hueso, hacía apostar antes que
entre los anteneandertales parece bastante improbable, el registro arqueológico es muy
pobre en herramientas de este material en el paleolítico inferior, y lo cierto es que la
mayoría de los objetos de este tipo encontrados pertenecientes a cronologías tan altas,
han sido publicados sin un análisis microscópico que validara los posibles rastros de
fabricación y uso, por lo que pudieron ser objetos utilizados y no herramientas (Tomás,
2015).
Sirvan como ejemplos los yacimientos de Swartkrans, Sterkfontein y Drimolen en
África del Sur, datados hace 1.8-1 millones de años BP, en los cuales el australopithecus
robustus utilizó herramientas de material óseo. El análisis del equipo dirigido por D’Errico
(2003) ha revelado que no eran herramientas reales, y que estos objetos sólo eran usados
para buscar termitas entre montones de tierra. Es decir, eran objetos utilizados pero no
herramientas diseñadas mentalmente para cumplir una función determinada, por lo que
los australopitécidos no llegaron a desarrollar una tecnología compleja, debido a la
ausencia de habilidades cognoscitivas que le capacitaran para ello.
Frente al improbable desarrollo de la industria ósea y de marfil entre
anteneandertales, nos encontramos con el discutido uso de este tipo de industria entre
neandertales, aunque la tradición historiográfica ha negado la capacidad de producir
herramientas complejas al Homo sapiens neanderthalensis: la llegada de los HAM a
Europa hace 35.000 años BP provocaría el cambio de la industria neandertal musteriense
a la industria chatelperronense, esta tecnología sería consecuencia (Tomás, 2015) de la
imitación por parte de los neandertales de la industria lítica y ósea de los humanos
modernos, conocida con el nombre de auriñaciense. Cada día son más los investigadores
que discuten esta interpretación (Maillo, 2008a).

Por un lado se especula la posibilidad de que los neandertales desarrollaran una


industria ósea durante el musteriense, posibilidad que se apoya en un amplio número de
yacimientos europeos, como las excavaciones italianas del Lacio, pertenecientes al
paleolítico medio, que han arrojado a la luz restos de fragmentos de hueso que eran
usados para retocar las herramientas de piedra, es posible que sus autores también
fueran capaces de diseñar herramientas puntiagudas para la caza utilizando la madera,
cuyas puntas de lanza pudieron haber sido de marfil, asta o hueso. El problema de esta
hipótesis reside en la escasez de pruebas que la sostienen, son muy poco numerosas las
muestras de hueso durante el musteriense como para afirmar que los neandertales
diseñaran una tecnología compleja de hueso o marfil, por este motivo, tiende a
considerarse que estas muestras son el resultado de una mala organización del trabajo
arqueológico con corrimiento de sedimentos de otras épocas (Mendez et al., 2016).

Existe otra interpretación, consistente en que fueron los neandertales tardíos


europeos los primeros en diseñar este tipo de industria, el descubrimiento de
herramientas de hueso en yacimientos neandertales en Francia e Italia durante el
chatelperronense así lo confirma. La abundancia de piezas óseas en yacimientos
chatelperronenses sí nos permite hablar de una tecnología compleja entre neandertales
tardíos. Ahora bien, ¿los neandertales chatelperronenses imitaban a los HAM o creaban
sus propias herramientas?
D'Errico y Zilhao (2011) demostraron que la producción y el uso de herramientas
de hueso por neandertales tardíos no era algo aleatorio, sino que representa un aspecto
íntegro de su conocimiento tecnológico que surge del seno de una sociedad cada vez más
compleja y que incluye distintas manifestaciones de comportamiento simbólico como los
objetos personales de adorno, objetos que no eran imitación de los pertenecientes a
poblaciones de HAM, tal y como hemos mencionado páginas arriba, sino que disfrutaban
para ellos de una significatividad lógica. El estudio de estos dos autores confirma que las
características técnicas en la elaboración de las herramientas de hueso y los objetos de
adorno, son diferentes a las introducidas en Europa por el HAM, según ellos estas
tecnologías aparecen como el resultado de un desarrollo autónomo de tradiciones
locales. Por lo tanto, el chatelperronense con su industria ósea compleja surgió en Europa
antes de que llegaran los seres humanos anatómicamente modernos.
En conclusión: los neandertales desarrollaron una tecnología compleja para lo cual
necesitaban un lenguaje articulado, lo que se tradujo en un comportamiento o conducta
similar a la moderna. Y esto ocurrió independientemente de que se inspiraran en obras
de los HAM, o que surgiera como consecuencia de un desarrollo autóctono de la industria
local, o como actualización de sus propias capacidades. En caso de que se inspiraran en la
industria de los HAM, parece claro que no se limitaban a imitar, ya que tanto las
herramientas de hueso como los adornos personales eran notablemente diferentes entre
las dos especies como para hablar de imitación, es decir, los neandertales aportaron su
sello personal, producto de un comportamiento simbólico, quizá no tan desarrollado
como el nuestro, pero sí lo suficiente como para alcanzar un cierto grado de abstracción y
superarse a sí mismos.

Para entender cada una de estas hipótesis y extraer nuestras propias conclusiones,
dividimos este trabajo de investigación en las actividades simbólicas (ornamentos
personales, tecnologías complejas, pigmentos utilizados, arte, enterramientos, lenguaje,
sistemas de anotación y música), y planteamos su posible origen. Veremos que el
comportamiento simbólico no aparece todo al mismo tiempo, sí que se produce una
explosión del mismo con la llegada del paleolítico superior, pero existen algunas
manifestaciones con anterioridad, en concreto entre los neandertales quienes pudieron
tener una conducta simbólica similar a la nuestra, si bien, no tan desarrollada.

Algunas de las características que nos hacen más humanos y nos diferencian del
resto de las especies animales del planeta son, sin duda, nuestra capacidad de realizar
abstracciones mentales, producir un pensamiento conceptual complejo y comunicarnos
con un lenguaje articulado, cualidades que se traducen en el desarrollo de un
comportamiento simbólico.

Para adentrarnos en el origen del lenguaje deberemos antes distinguir entre lo


que es fonación y articulación de fonemas. La fonación no es algo exclusivo de los
humanos, esta se produce cuando la respiración cruza la laringe y la faringe provocando
un sonido. La articulación de fonemas es, sin embargo, una capacidad exclusivamente
humana. Consiste en la habilidad de utilizar los fonemas que nosotros sabemos
diferenciar, y su combinación para producir frases comprensibles que comunican un
significado específico (D’Errico et al., 2003). Este proceso está lleno de símbolos, por eso
decíamos en la introducción que el lenguaje hablado es, sin duda, el comportamiento
simbólico por excelencia.
El debate actual se realiza en torno a dos posturas, aquella que defiende que el
lenguaje articulado es una cualidad exclusiva del HAM, y aquella que sostiene que los
neandertales disfrutaban de un lenguaje de este tipo.
Autores, como Cavalli-Sforza y Ruhlen, tienden a defender la primera hipótesis, e
identifican el origen del lenguaje con el del ser humano moderno; discuten sobre las
capacidades lingüísticas del neandertal, desde un punto de vista morfológico se cree que
los neandertales no disponían de los requisitos necesarios para poseer un lenguaje
articulado, y así lo muestra su tracto vocal (Mendez et al., 2016).

Por otro lado encontramos investigadores que defienden las capacidades


lingüísticas limitadas de neandertales, según estos autores, la laringe del neandertal
estaba en una posición alta, similar a la de los niños humanos. Esta tesis se apoya en los
descubrimientos de Kebara en Israel y de la cueva de El Sidrón en España, que
demostraron que los neandertales poseían hueso hioides, este hueso se sitúa en la
garganta y es el que permite un lenguaje articulado. Otro apoyo considerable de esta
teoría radica en el tamaño de los grupos neandertales en el paleolítico medio de hasta
150 individuos, los grupos de este tamaño con sus diferentes estrategias de supervivencia
(Finlayson et al. 2006) y tecnologías complejas (técnica Levallois), implican la existencia de
algún tipo de comunicación elemental, aunque no sea un lenguaje plenamente simbólico,
como forma de mantener a la gente unida socialmente y sobrevivir en la lucha por la vida
(Mendez et al., 2016).

En suma, algunos aspectos nos hacen pensar que los neandertales poseían un
lenguaje articulado. Sin embargo, la articulación de estos fonemas no debería ser igual a
la de los humanos, ya que los estudios realizados en los cráneos para analizar el área de
bernique y de broca, utilizadas para el habla y que al igual que el resto de partes del
cerebro dejan improntas en el cráneo, no han dado resultados que nos puedan ayudar a
aclararlo. De todo esto deducimos que en el caso que efectivamente el neandertal
disfrutara de un lenguaje, no se sabe cuál sería el tipo de lenguaje utilizado, y si este no se
mezclaba o apoyaba con signos.
Lamentablemente no hay restos fósiles de estas capacidades y es esto lo que
impide sacar respuestas efectivas en este tema, pese a ello, sí hay suficientes pruebas
como sus enterramientos, objetos de adorno y tecnologías complejas, que nos hacen
pensar en la capacidad lingüística del neandertal, aunque no fuera igual a la del HAM.
Otra de las habilidades cognoscitivas humanas que manifiesta un comportamiento
material simbólico, consiste en guardar conceptos con la ayuda de símbolos que ayuden a
perpetuar de alguna manera la memoria, como el número de presas de un cazador,
personas que asisten a una ceremonia, fases lunares, etc. La producción de estos sistemas
de anotación demuestra el uso de un idioma moderno, porque el idioma moderno es el
único sistema de comunicación que permite la creación de códigos simbólicos.
Los ejemplos más antiguos de estos sistemas de anotación realizados sobre hueso,
asta o marfil, y consistentes en grabados con marcas de técnicas de distinto tipo,
pertenecen a los yacimientos africanos de HAM tempranos, como los huesos de Ishango y
los pedazos de ocre en Blombos. Estos sistemas de anotación se diversificarán durante el
paleolítico superior en Europa, siendo algo característico del HAM. Actualmente no hay
pruebas sólidas que demuestren que los neandertales utilizaron sistemas de anotación de
este tipo.
La música nace con la emisión y modulación de un sonido de forma rítmica, tanto
el emisor como el receptor conocen el código de ritmo y entonación, que para ellos
disfruta de un significado y que expresa un estado anímico. Por ello, la música constituye
una clara manifestación del comportamiento simbólico de la humanidad.
La única manera de atestiguar la existencia de música en el pasado es mediante la
conservación de instrumentos musicales en el registro arqueológico, seguramente la
mayoría de ellos debieron estar confeccionados con materiales perecederos que no se
han podido conservar, como la madera, cuero, cuerdas de fibra vegetal, tendones, etc.
Otros se hicieron en hueso, y de ellos sí tenemos ejemplares.
Mucho se ha especulado sobre si los neandertales tuvieron o no una
manifestación musical. Son numerosas las falanges de animales perforadas encontradas
en sus yacimientos que han sido interpretadas como silbatos, tal es el caso de la dudosa
flauta de hace unos 43.000 años BP hallada en Divje Babe I (Eslovenia), dudosa porque las
perforaciones pudieron ser realizadas por un carnívoro, así lo demostró Davidson en
1991, quién señala la ausencia de huellas de herramienta en las paredes del agujero, a
pesar de ello, pueden hallarse con este instrumento las 7 notas de la escala musical. Este
es un gran ejemplo de lo que ocurre en casi todo el paleolítico medio, no hay ningún
silbato que demuestre haber sido fabricado intencionadamente por los neandertales,
aunque eso no significa que no los usaran con una finalidad musical probablemente no
desarrollada. En líneas generales, es difícil aceptar las manifestaciones musicales en el
homo sapiens neanderthalesis, al menos sobre materiales que hayan permanecido en el
registro arqueológico.

Son muchas las pruebas que demuestran la aparición de la música desde


comienzos del paleolítico superior (auriñaciense y gravetiense). A partir de ese momento
se documenta la existencia de algunos instrumentos musicales: Flautas y silbatos
fabricados con huesos largos de ave, de ciervo o reno y perforados; Xilófonos formados
con grandes huesos de mamut pintados hallados en los restos de una antigua cabaña de
época gravetiense en Mezin (Ucrania); rodetes del magdaleniense que han sido vistos por
algunos autores como elementos de sonaja; representaciones rupestres como las de la
cueva de Trois Freres, en las que aparecen brujos o chamanes disfrazados de animales y
portando instrumentos musicales de cuerda. Desde el paleolítico superior existían
instrumentos de música de cuerda, viento y percusión (Díez, 2014).

Si estudiamos detenidamente algunas de estas pruebas podemos extraer


interesantes conclusiones, es el caso de las flautas de Isturitz de hace unos 35.000 años
BP, su perfección técnica nos hace pensar en la existencia de instrumentos musicales
anteriores que no hemos encontrado todavía en el registro arqueológico, además es
innegable la existencia de cánticos, música de percusión manual y fórmulas de baile que
deben de haber existido independientemente de los instrumentos musicales. Estas
prácticas pudieron ser realizadas por el neandertal, sólo que es imposible tener pruebas
de ellas.
La primera conclusión es que el origen del comportamiento simbólico
(ornamentos personales, uso de pigmentos, el lenguaje, la música, el arte, las industrias
complejas, sistemas de anotación y los enterramientos) constituye un tema de
investigación multidisciplinar sobre el cual no existe una hipótesis suficientemente
científica que explique los orígenes del mismo, y cualquier valoración al respecto debe ser
por consiguiente considerada provisional.

La línea de investigación más tradicional ha identificado el origen biológico de


nuestra especie con el origen de la inteligencia moderna ligada al comportamiento
simbólico. Según esta tesis el neandertal poseía unas habilidades cognoscitivas
claramente inferiores comparadas con las de los HAM, estas habilidades favorecerían su
éxito ecológico frente a los neandertales. El problema que presenta esta hipótesis es que
deberíamos encontrar documentación arqueológica que evidenciara los rasgos de la
inteligencia moderna y conducta simbólica desde la aparición del HAM en África hace
200.000 años BP. En cambio, se ha registrado la aparición gradual de innovaciones
relacionadas con el comportamiento simbólico dentro y fuera de África hace 300.000
años BP, vinculadas a poblaciones neandertales (Vergès, 2010; Mendez et al., 2016).

Esta situación hace que un número creciente de científicos atribuyan al homo


sapiens neanderthalensis habilidades cognoscitivas que impliquen un cierto
comportamiento simbólico, si bien no tan desarrollado como el nuestro, pero sí que
implicase cierto grado de abstracción y simbolismo. Pruebas de esta situación son los
enterramientos, tecnologías complejas y ornamentos personales, atributos claros de una
conducta simbólica y que sí desarrollaron los neandertales. El problema se vuelve a
plantear una vez aceptadas estas pruebas, ¿proceden estas de una aculturización
procedente de la proximidad de los HAM? o ¿surgen como resultado de su propia
capacidad intelectual que madura progresivamente a medida que se desarrolla su propia
especie? Todo indica que la aculturización para las manifestaciones más tempranas de
esta conducta moderna resulta muy difícil, por lo que se tiende a aceptar un desarrollo
intrínseco de la misma por parte del neandertal. La consecuencia más importante de esta
última tesis, es decir, aquella que sostiene que la modernidad cultural surgió en más de
una especie, es la que elimina en gran medida la dicotomía que el pensamiento
occidental ha advertido tradicionalmente entre el mundo natural y la cultura humana
(Rivera, 2015).
La situación actual de la investigación cada vez se hace más compleja (Montes,
208), los descubrimientos aumentan y las técnicas para investigar mejoran, pero esto
dista mucho de ser una forma de aclarar lo que sucedió, sino todo lo contrario porque los
datos son contradictorios. Las hipótesis y las teorías se suceden unas a otras, en muchas
ocasiones se contradicen y los investigadores hacen de sus aportaciones literatura
periodística. La sensación final es una duda considerable en torno al origen del
comportamiento simbólico que nos hace exclusivamente humanos, todo apunta a que el
homo sapiens neanderthalensis disfrutaba de este comportamiento, si bien no semejante
al nuestro. Aún así, debemos admitir que estamos muy lejos de conocer toda la verdad.

Existen varias teorías que tratan de cómo, cuándo, y entre qué grupo de
homínidos surgieron estas capacidades. La línea de investigación más comúnmente
aceptada, es aquella que sostiene que el origen del comportamiento simbólico, se
remonta a la llegada de los seres humanos anatómicamente modernos (HAM) a Europa,
hace unos 40.000-50.000 años BP (antes del presente) con el comienzo del paleolítico
superior. Sin embargo, recientes descubrimiento contradicen el experimento.

El auriñaciense, originado en el Próximo Oriente, se extendió a Europa hace 37000


años, y ajustaba criterios de modernidad e innovación hasta ahora nunca conocidos y que
directamente se relacionaban con el Homo sapiens: gran variedad de instrumentos
retocados, grandes lascas de láminas muy ligeras el doble de largas que anchas,
raspadores, perforadores y buriles, variedades de minúsculas laminillas con sus bordes
abatidos; armamento elaborados con materiales diferentes a la piedra como las azagayas:
proyectiles de asta, hueso o madera; abalorios y elementos correspondiente al adorno
personal, que generarán que aparezca el arte hace 30000 años, con la elaboración de
pequeñas estatuas figurativas, figurillas con representaciones de animales (el felino de
Vogelherd en Alemania) y antropomorfas (el hombre-león de Hohlenstein Stadel en
Alemania, y las primeras pinturas murales y los grabados presentes, por ejemplo,
superposición de bóvido y la figura femenina de felino magníficos ejemplos del arte
parietal paleolítico en la cueva francesa de Chauvet. (Lewis-Williams, 2005).

Así las cosas, sin embargo en 1979 se descubren los restos de un neandertal en el
yacimiento francés de Saint-Césaire, y luego de otro en la francesa Grotte de Renne de
Arcy-sur-Cure, con lo que se llega a demostrar que el chatelperroniense había sido
elaborado por los neandertales, por ejemplo: la punta o cuchillo de Châtelperron, con un
dorso curvo transformado mediante abrupto retoque que resulta un elemento
característico de este periodo, se le atribuye hoy a los neandertales (Maillo, 2008b); lo
que de una madera quizá sesgada y pretenciosa, condujo a la inferencia siguiente: este
periodo sería una muestra palpable de cómo influyó sobre las poblaciones de
neandertales, el torrente de ideas y creatividad que trajeron consigo los últimos humanos
recién llegados. Con ello se quería dejar caer, tendenciosamente, que como subraya la
Arqueología experimental, los neandertales acostumbrados a extraer de los mejores
núcleos de piedra se limitarían a emular sin comprender nada, bastándose con copiar de
forma mecánica y lo mejor supieron y pudieron como un calco vacío de contenido, cada
una de las ocurrencias originadas por nuestros ancestros (Palgnol y Wall, 2006).

Afortunadamente para nuestros parientes, constatamos los siguientes hechos


aseverados por la ciencia: 1) las dataciones más actuales respecto del periodo
Chatelperroniense, no se sitúan en ningún caso antes de 40.000 años; es por lo que el
arqueólogo Zilhào (2009) señala que las innovaciones técnicas que observamos en
algunos grupos de los neandertales más modernos constituyeron una creación propia y
autónoma. 2) Además, se constata que en relación al desarrollo de la técnica de
producción laminar, ésta había sido también por los neandertales. 3) Por otra parte,
muchas de las formas de elaboración y de las técnicas descritas en el Chatelperroniense
(Maillo, 2008b), como el uso de percutores de piedra ligeros para la producción de
láminas, o como la solución para perforar objetos decorativos, resultan completamente
originales de los neandertales, y además las formas en que los sapiens las llevaron a cabo
cada una de estas técnicas resultaron diferentes (Mendez et al., 1015).

Quizás la conclusiones apoyen posturas contrarias a las que registraron anteriores


estudios y sea el Homo sapiens quien, si no plagiaron emulando el desarrollo de los
avances del Homo neanderthalensis, o en todo caso haya que plantearse esto desde un
matiz constructivista, pensando en un proceso de culturización siempre en ambas
direcciones, durante los 10000 años que ambas especies de homínidos coexistieron en
Europa.

Es ya un hecho contrastado que llegamos a mantener lazos más estrechos


nuestros parientes, una íntima vinculación a favor del intercambio sexual a expensas de
que muy probablemente no existieron barreras claras a nivel cultural suficientemente
capaces para lograr distanciarlos.

Svante Päävo, confirmó que: Todos los sapiens que vivimos fuera de África
llevamos un poco de ADN neandertal con nosotros. Llegamos a coincidir un 4% del
genoma neandertal, adquirido probablemente en el Oriente Próximo, antes de
expandirnos por todo el mundo. Hay que reparar en estudios sucesivos sobre los valores
de este porcentaje, ya que hay que tener en cuenta que este resultaría un valor escaso,
pues podría sugerir sólo un intercambio muy débil, casi puntual del orden del 0,09%.
Aunque la discusión sobre la hibridación interespecífica sigue abierta, cabe destacar aquí
un estudio sobre los restos de un niño de 4 años de edad encontrado en el abrigo rocoso
del valle de Lagar Vehlo (Portugal) y que, además, representaba hasta ahora la sepultura
más antigua encontrada en la península ibérica, fechada con 24000 años de antigüedad y
correspondiente al Paleolítico superior (cuando ambas especies pudieron tener la
oportunidad de coincidir en el sur de Iberia en fechas muy tempranas, estima Zilhào et al.,
1999), en donde el esqueleto revela que aunque este pequeño era un Homo sapiens, no
se entiende así con respecto de la proporción que cobraron sus extremidades, siendo esta
particular proporción de brazos y piernas respecto al tronco, mucho más propia de los
neandertales.

Los africanos, sin embargo, al contrario de lo que hasta ahora se pensaba, sí tienen
ADN neandertal. Hasta ahora se sabía que los Homo sapiens y los neandertales tuvieron
hijos, un cruce que hizo que todas las personas nacidas fuera de África tengan un 3% más
o menos de ADN de la especie extinta. El nuevo trabajo de Gallego et al. (2016) muestra
que los euroasiáticos que regresaron a África trajeron de vuelta también parte del ADN
neandertal, en un porcentaje en torno al 0,2%.

Desde el marco teórico de la Paleoantropología y la Prehistoria se intenta


comprender lo sucedido como abordar algunos acontecimientos que nos permitan
facilitar algunas explicaciones que a su vez se atuvieran a las leyes generales de la
naturaleza; razonar sobre cómo los hechos hayan sucedido disponiendo de elementos y
explicaciones suficientes sin distraernos de lo fundamental, para no caer en lo superfluo;
finalmente, reconstruir el proceso acontecido, razonando de una forma válida y con un
criterio claro sobre los datos disponibles, no generalizando más allá de lo que el
razonamiento indique (Monclova, 2013).

3.3. LA CONDUCTA SIMBÓLICA EN EL HOMBRE DEL VALLE DE NEANDER


Los modelos a la conducta simbólica tratan de dar respuesta al fenómeno de la
desaparición del registro de las poblaciones de neandertales y procuran brindar análisis e
interpretación sobre los sistemas socioculturales de estas poblaciones. En este apartado
hemos seguido las líneas propuestas por Penélope Sayago (2012).
Partimos de dos hipótesis generales: a) Reemplazo, en donde las poblaciones
neandertales serían sustituidas de forma brusca por HAM llegados de África); b) Evolución
multirregional, en donde se produce una transición gradual en la que los Neandertales ya
son considerados Homo sapiens con diferencias a nivel de subespecie contribuirían al
acervo genético de los HAM (Vergès, 2010).
Mellars et al. (2004) propusieron un modelo en que, frente a los Neandertales, los
HAM destacarían como los humanos más adaptados en cualquier condición: mejor
dotados intelectualmente, con mayor capacidad de planificación, previsión y creatividad.
Sus herramientas culturales serían las más poderosas; además, contarían con mayor
capacidad para procesar y transmitir la información, un utillaje más eficaz y redes de
redistribución, solidaridad y reproducción más amplias (Sayago, 2012).
De otra parte, Homo neanderthalensis fue considerado una especie diferente y
este modelo se centra en buscar sus incapacidades: sobre todo en lo cognitivo, una
capacidad de adaptación sociocultural con desventajas evolutivas frente a Homo sapiens,
que presuponen que los acabarían llevando hacia su extinción (Stringer y Gamble, 1993;
Mellars, 2004), por sus limitaciones sociales de estas poblaciones, según Gamble (2001)
que ignora las evidencias de estructuración territorial y del espacio doméstico,
apreciables mediante la constatación de la reocupación estacional de los asentamientos,
intercambios a larga distancia, hallazgos de hogares, estructuras de hábitat y
compartimentación de espacios relacionados con algunas actividades específicas. Como
señala Sayago (2012) no tiene en cuenta las industrias líticas y óseas del Paleolítico
Superior realizada por los Neandertales, ni los objetos de adorno corporal, ni las múltiples
evidencias del empleo de pigmentos, los enterramientos intencionales o las marcas
antrópicas post mortem sobre los restos paleoantropológicos.
En conclusión: el modelo anglosajón asume que estamos ante dos especies
diferentes y que, ante la imposibilidad de la interfertilidad entre ambas, los Neandertales
se extinguirían por competencia con Homo sapiens (Sayago, 2012).
Los Neandertales realizan su cultura material durante un Musteriense considerado
homogéneo, simple y exento de comportamientos complejos o simbólicos. Las industrias
del Paleolítico Superior (más complejas y de tecnología superior sería obra del Homo
sapiens, sólo quizá el Chatelperroniense se interpretaría como un fenómeno de
aculturación de las poblaciones neandertales por los HAM (Gamble, 2001; Mellars, 2004;
Mellars et al., 2007, 2008; Gravina et al., 2005) en donde se descarta el desarrollo de
industria ósea elaborada entre los Neandertales y la existencia de tecnología
especializada (artefactos compuestos, proyectiles), ornamentos, pigmentos con fines
estético/simbólicos.
De todas formas, un modelo así resulta demasiado simplista pues evidencia bien
documentadas que no lo hacen verosímil. Mozota (2007) destaca:
a) Que el registro paleoantropológico europeo muestra todos los fósiles humanos
asociados a contextos transicionales y al Paleolítico Superior inicial (datados en
40.000 BP) y que hasta el momento, son restos de Neandertales (Mozota,
2007). Los restos de HAM más antiguos hallados en Europa son los de Pestera
cu Oase (Rumanía), carecen de contexto arqueológico y están datados en
torno a unos 35.000 años de radiocarbono (40.000 años calibrados) (Trinkaus
et al., 2003). Otras investigaciones tratan de adscribir exiguos restos europeos
a los HAM en cronologías anteriores a 40 ka (Benazzi et al., 2011; Higham et
al., 2011), pero no puede ser considerada concluyente.
b) Las primeras industrias del Paleolítico Superior, durante el Chatelperronienses,
surgen alrededor de 45.000 BP (Joris y Street, 2008; Pelegrin y Soressi, 2007).
Habría un período de varios miles de años en los que se constatan industrias
de tipo Paleolítico Superior, pero no existen todavía registros fósiles atribuibles
a los HAM. En los niveles de Grotte du Renne o Saint Cesaire se han hallado
fósiles Neandertales a partir del 31.000 BP, y en el yacimiento checo de
Mladec se encontraron restos de humanos modernos asociados al
Auriñaciense (Fortea et al., 2008).
La identificación de dos dientes deciduos de la Italiana Grotta del Caballo.
Tradicionalmente atribuidos a Neandertales, ahora se adscriben a los HAM, dotándolos
de una antigüedad de 41.000 años en el caso de la mandíbula de Kent (Higham et al.,
2011) y entre 43-45.000 años para los dientes del Cavallo (Benazzi et al., 2011). Esto los
ubicaría como los restos más antiguos de sapiens descubiertos en Europa. Las críticas
recibidas a estos trabajos ponen de manifiesto serias dudas, tanto acerca de las
dataciones como sobre las atribuciones de los fósiles a los HAM: Los restos de Kent no
han sido datados directamente (las dataciones son sobre huesos de animales
supuestamente asociados). Según Zilhâo (en prensa) no se ha tenido en cuenta ni la
historia geológica de la caverna ni las circunstancias poco fiables de esta antigua
excavación, argumento al que se une el actual codirector del yacimiento (Pettit, en
prensa). Compton, afirma que a pesar de que las características dominantes del fósil
parecen ser modernas, existen otras que son ambiguas o que caen en el rango del
Neandertal (Higham et al., 2011); Los fósiles del yacimiento Uluzziense del Cavallo son
dos dientes deciduos hallados en 1964. El equipo de Benazzi ha comparado los modelos
digitales derivados de la tomografía micro-computarizada de estos restos con los de una
muestra dental de humanos modernos y Neandertales. Las dataciones se han realizado
sobre conchas asociadas al nivel arqueológico del hallazgo (Benazzi et al., 2011).
Entre 40.000 y 38.500 BP, período en el que en la Península Ibérica no aparece
fósil alguno de los HAM (ni en toda Europa occidental). En esta unidad 18 se han hallado
diversos fósiles cuya atribución concuerda mejor con las características Neandertales:
parte de los fósiles hallados en las primeras excavaciones se perdieron y no están
disponibles para su estudio actual, existen las descripciones de los mismos y en ellas los
rasgos son ambiguos, pudiendo pertenecer a una u otra población. En 2001 se hallaron
dientes deciduos, los cuales a pesar de las dificultades en la atribución taxonómica parece
que muestran todas las características de los dientes de leche de los niños Neandertales
(Cabrera et al., 2005). D'Errico (2011) crítica que dos dientes aislados pueden moverse a
través del suelo a lo largo del tiempo, por lo que asegura que tan sólo dos dientes son
insuficientes, sin tener ninguna otra parte del cuerpo que los acompañe, para esta
atribución taxonómica, máxime cuando se trata de dientes deciduos que muestran
incluso más problemas de identificación que otro tipo de piezas dentales (Sayago, 2012).
La consideración de que las industrias musterienses son simples y coyunturales no
se ajusta a la realidad arqueológica. Para la arqueología se hace evidente la complejidad
de determinados aspectos de la gestión tecnológica de los útiles entre los grupos
europeos del final del Paleolítico Medio (Mozota, 2007) tanto en las industrias líticas
como en las óseas.
Determinadas industrias del Paleolítico Superior, llamadas de transición, se
encuentran asociadas a los Neandertales, como el Chatelperroniense y el Szeletiense, así
como el Uluzziense. Según Vega (2005), las industrias Auriñacienses de Transición 4, el
Bachokiriense y las industrias líticas de Vindija también están asociadas a los
Neandertales.
La aculturación no consiste sólo en adquirir conductas a través de una especie de
imitación prácticamente instintiva, por el contrario, significa lo opuesto. En ningún caso
es una simple actividad imitadora y sin trascendencia para las poblaciones, sino que
consiste en cambios profundos a nivel subestructural que implican trasformaciones de
todo el sistema. (Sayago, 2012): Si consideramos que los Neandertales poseen las
supuestas carencias e incapacidades cognitivas y simbólicas que se les atribuyen, son
dichas carencias impedirían las que se dieran los cambios culturales implicados en los
fenómenos de aculturación.
El origen de las industrias tipo Paleolítico Superior de los Neandertales hace que
establezcamos dos enfoques diferentes (Sayago, 2012):
a) Que serían un producto de la aculturación de los Neandertales por parte de los
HAM. Mellars (2004) y Mellars et al. (2007) presentan la aculturación como un
simple fenómeno imitativo, por el cual los Neandertales adquirirían al menos
una parte de un nuevo sistema sociocultural proveniente de otra población más
compleja y mejor adaptada (aunque para el caso fuera cierto, la posibilidad de
que los grupos Neandertales hubiesen sido aculturados por parte de los HAM
no significaría, por supiuesto, que constituyesen estos ascendientes una
sociedad cognitivamente simple e inferior; quizás, hemos de tener en cuenta
que el empleo de estos cambios sólo pudiesen realizarse de forma superficial
sin que supongan variaciones profundas de las estructuras fundamentales del
patrón sociocultural de la población aculturada) y;
b) que además la aculturación no es un fenómeno simple sociocultural, sino por el
contrario extremadamente complejo y diverso; véase que a nivel de cambios
estructurales actúa de forma interrelacionada en todas las dimensiones
culturales, con flujos en ambas direcciones entre las poblaciones
(independientemente del dominio de una de ellas sobre las otras, desde el
punto de vista del poder sociopolítico).
Una excepción es el caso de la Cueva asturiana de la Güelga, donde se da una
inversión estratigráfica en la que el nivel con industria de tipo auriñaciense se encuentra
por debajo del chatelperroniense (Quesada y Menéndez, 2009). Este yacimiento sí posee
una historia geodinámica complicada, en la que concurren procesos de sedimentación
intensa y erosión fluviocárstica (Sayago, 2012).
White (2002) y Highman et al. (2010), discuten sobre la integridad estratigráfica de
los niveles chatelperronienses del yacimiento de Grotte du Renne y proponen que los
colgantes y objetos trabajados en hueso provendrían de niveles auriñacienses (realizados
por HAM); su referencia sobre niveles chatelperronienses sólo se debería a errores en la
excavación (White, 2002) o a que los materiales estarían mezclados o desplazados
respecto de la horizontal (Higham et al., 2010). En Quinçay, se extrajeron seis colgantes
en dientes perforados, donde no hay ocupaciones posteriores al chatelperroniense, por
ello no pueden provenir de ningún otro nivel como las fases iniciales del
Chatelperroniense que serían previas al Auriñaciense; así, la aculturación se descarta
(Maillo, 2008b).
Como sostiene Sayago (2012), los autores afines al modelo anglosajón continúan
apostando por una definición de las poblaciones neandertales basada en carencias e
incapacidades frente a los humanos modernos. Así Mellars, ignora sistemáticamente
diversos aspectos relevantes del registro arqueológico neandertal, así como las recientes
evidencias paleogenéticas (De la Torre, 2015), como se desprende de sus trabajos más
recientes: Mediante análisis estadísticos de la región francesa del Perigord, concluye que
la superioridad demográfica de los HAM a su llegada a Europa fue (junto a un mayor nivel
cognitivo y tecnológico) la causa de la extinción de las poblaciones neandertales (Mellars
et al., 2011). A pesar de la constatación de la existencia de cierto intercambio genético
entre ambas poblaciones, este hecho (relevante desde el punto de vista de la demografía)
no es tenido en cuenta por el autor a la hora de plantear su modelo interpretativo.
Además, proponen variaciones en los modelos de las incapacidades neandertales y otro
tipo de desventajas, que les llevarían finalmente a la extinción, adaptativas, metabólicas,
biomecánicas (Sayago, 2012).
La Paleoantropología aporta otra línea interpretativa de la desaparición del
registro de los Neandertales. Este modelo defiende la posibilidad de hibridación entre
poblaciones neandertales y humanos modernos. Para este tipo de modelo, o bien ambos
constituyen en realidad la misma especie (Wolpoff, 1980, 1996) o los Neandertales son
concebidos como una subespecie sapiens que pudo contribuir con su acervo genético en
los Homo sapiens sapiens (Trinkaus y Smith, 1985). En ese contexto, las poblaciones
neandertales europeas interactuarían con poblaciones venidas de África, el Paleolítico
Superior Europeo se entiende como el resultado de cambios y encuentros (Vergès, 2010).
Los rasgos neandertales desaparecerían a lo largo de varios milenios debido al mayor
aporte genético de las poblaciones llegadas de África, así como a la propia dinámica
evolutiva de la especie. Diversos estudios, desde Peyrony en 1948 y las excavaciones de F.
Bordes en Pech de l'Aze hasta el trabajo de Pelegrin y Soressi (2007), han venido aportado
datos bastante sólidos en cuanto al origen del Chatelperroniense (Maillo, 2008b), al que
se ha ligado con el Musteriense de Tradición Achelense tipo B (MTA-B), variante regional
del Musteriense de Francia. Esta es una hipótesis sobre el origen del Chatelperroniense
que goza de una mayor compatibilidad con los datos del registro frente a la de la
aculturación. La distancia genética entre Neandertales y humanos modernos: Los análisis
de ADN mitocondrial sobre Neandertales mostraron esta distancia genética (Krings et al.,
1997; Ovchinnikovet al., 2000; Serre et al., 2004), lo cual hacía poco probable aceptar una
hibridación. Multitud de especialistas creyeron que era del todo improbable que los
Neandertales hubiesen contribuido con su acervo genético a la conformación de la
humanidad actual (Ruvolo, 1997; Kahn y Gibbons, 1997; Ward y Stringer, 1997; Tattersall
y Schwarz, 1999).
El origen africano de los HAM no es incompatible con los datos que nos aportan
los estudios más recientes en paleogenética (De la Torre, 2015), que parecen indicar la
existencia de un cierto grado de intercambio genético entre ambas poblaciones una vez
que los HAM salieron del continente africano (Stringer et al., 2008).
La separación taxonómica de Homo neanderthalensis y Homo sapiens como
especies diferentes. Paleoantropólogos como Duarte, Trinkaus y Zilhâo (1999) señalan
evidencias morfológicas en Neandertales tardíos que indicaban una línea de evolución en
mosaico, contraria a la separación de HAM y Neandertales como especies distintas. Por
ej., el estudio anatómico del esqueleto casi completo del niño conocido como Lagar Velho
1, descubierto en un yacimiento portugués datado sobre 24.500 BP, indica una cercanía
respecto de los rasgos tenidos por derivados de los humanos modernos, mientras que al
mismo tiempo otros rasgos están dentro de los propios de los Neandertales. Ante la
situación de rasgos en diferentes grados de evolución, Duarte, Trinkaus y Zilhâo
concluyeron que, al menos en la Península Ibérica, se produjo un intercambio genético en
el Paleolítico Superior que niega el simple reemplazo de una población por otra (Duarte et
al., 1999). Pero las conclusiones más importantes que se extraen de este estudio no son
ni las taxonómicas ni las filogenéticas, según el equipo serían las conductuales: La
interfertilidad entre ambas poblaciones significaría que los rasgos de conducta entre
Neandertales y humanos modernos estaban lo suficientemente próximos como para
permitir un intercambio genético. Independientemente de la magnitud de las diferencias
culturales, según Trinkaus (2006), las diferencias fundamentales, habrían sido sutiles:
Todos ellos eran gente (Trinkaus et al., 1999).
Trinkaus y Zilhâo, estudiando toda la serie de fósiles del Paleolítico Superior inicial
atribuidos a Homo sapiens sapiens en Europa, constataron la presencia de características
morfológicas que hace sospechar la existencia de una hibridación entre los primeros HAM
europeos y los Neandertales: por ejemplo, algunos atribuidos a los primeros HAM
europeos son los de Rumanía: Pestera cu Oase, Pestera Cioclovina (Soficaru et al., 2007) y
Pestera Muierii (Soficaru et al., 2006) o los del yacimiento checo de Mladec (Wild et al.,
2005). Estos fósiles son los primeros atribuidos de forma indudable a los HAM en Europa,
sus dataciones rondan entre los 35-30.000 BP sin calibrar y presentan combinaciones de
rasgos modernos junto a características consideradas propias de los Neandertales
(Rougier et al., 2007). Estas combinaciones de rasgos anatómicos que se observan en los
primeros fósiles de HAM europeos destacan aún más si lo comparamos a otros africanos
de las mismas cronologías (cráneo sudafricano de Hofmeyr), donde se aprecian sólo
rasgos sapiens sin evidencia alguna de estas combinaciones de rasgos observadas en
exclusividad por los fósiles europeos (Sayago, 2012).
AS nivel genético, Evans señalaba la transmisión del gen microcephalin,
relacionado con el crecimiento cerebral, entre Neandertales y HAM. El halogrupo D de
este gen (que posee el 70 % de los humanos actuales) podría haberse desarrollado hace
1.1 millones de años en una parte del género Homo y se habría reintegrado hace unos
37.000 años en el Homo sapiens mediante el flujo genético con poblaciones Neandertales
(Evans et al., 2006).
Las investigaciones paleogenéticas, llevadas a cabo por Pääbo et al. (2010, en
Torre, 2015) sobre los análisis de ADN nuclear neandertal, estimaron que los fósiles de
Mladec, datados sobre 31.000 BP, son los primeros que aparecen asociados a una
industria Auriñaciense (Wild et al., 2005; Fortea et al., 2008), con el reconocimiento
implícito de la existencia de un cierto flujo genético entre poblaciones neandertales y de
HAM: El genoma neandertal está más próximo a todos los genomas presentes fuera de
África que a del continente africano (Green et al., 2010). Las comparaciones entre los
distintos genomas (neandertal y de individuos actuales de los cinco continentes)
indicaron que los Neandertales han contribuido (más o menos por igual) al ADN de las
personas de todos los continentes excepto al de África (Lalueza-Fox, 2010). La estimación
es que la ascendencia neandertal en las poblaciones actuales no-africanas es de entre un
1% y un 4% (Greenet al., 2010). A la vista de los datos genéticos más actuales, parece que
hubo una hibridación limitada entre ambas poblaciones, proceso que afectó sólo a la
población de humanos modernos que salió de África antes de su dispersión por los demás
continentes. Los autores sugieren que eso pudo suceder hace unos 80.000 años en
Oriente Próximo, cuando los HAM llegaron desde África a los territorios ocupados por los
Neandertales en Asia Occidental. Los modelos propuestos desde la arqueología
prehistórica tratan de interpretar el devenir histórico de las poblaciones neandertales
(Vergès, 2010), su desaparición y la transición del Paleolítico Medio al Superior a partir de
la evidencia fósil de la cultura material de las distintas poblaciones. Estos modelos poseen
una gran complejidad puesto que deben realizarse las reconstrucciones cronológicas y
paleoambientales pertinentes (Vergès, 2010), lo cual es un problema de primer orden a la
hora de abordar la investigación (Mozota, 2007).
Este tipo de modelos, utilizan escalas espaciales y cronológicas más reducidas pero
el grado de resolución con el que analizan e interpretan la cuestión histórica de la
transición nos ofrece un alto grado de comprensión. Existen diversas hipótesis
explicativas para la transición, centrándonos por ejemplo en la región de la Península
Ibérica podemos hallar varias (Sayago, 2012):
1) El modelo de la Frontera del Ebro (Zilhâo, 1993; D`Erricoet al., 1998) propone que
los HAM llegaron a la Península Ibérica sobre 36.500 BP. Posteriormente el territorio se
dividiría entre los últimos Neandertales al sur del Ebro (con industrias musterienses) y los
HAM al norte con el Auriñaciense (Sánchez y D´Errico, 2003). El modelo incide en las
diferencias ambientales entre ambos territorios (caracterizan a los territorios del norte
como llanuras ricas en gramíneas, propicias para la colonización Auriñaciense, mientras
que describen un territorio árido y desértico para el Sur y Occidente Penínsular) (Sánchez
Goñi y D´Errico, 2005). Aunque estudios paleoclimáticos y palinológicos indican que este
territorio no configura un único territorio homogeneo, desértico y de tipo marginal, en
donde se encuentran diversas zonas de refugio de fauna y flora mediterránea en los
momentos de avance glaciar (Cortés, 2005). Además, los autores proponen una llegada
de los HAM sobre 36.500 BP (aunque no existen evidencias fósiles de esto) y aducen que
en esas cronologías ya no habría Neandertales en el norte peninsular, algo que niega el
registro puesto que se documentan industrias musterienses en el cantábrico que son
contemporáneas del Auriñaciense: El final de la ocupación musteriense en El Esquilleu se
ha datado en unos 22.000 BP calibrados (Baena et al., 2011). También se documentan
fósiles neandertales cuyas dataciones los sitúan entre 36.000 y 39.000 años (Baena, en
prensa).
2) Otro modelo es el de la existencia de una convivencia entre Neandertales y
HAM. Se daría un avance paulatino de las poblaciones modernas desde el norte al tiempo
que se produce una extinción autónoma de los Neandertales (Finlayson et al. 2006),
relacionada con los cambios climáticos. Se propone la ocupación selectiva de distintos
nichos ecológicos por parte de cada población, lo que se traduciría en diferentes modelos
de ocupación del territorio (Ortega y Maroto, 2001). Este modelo de avance gradual es
menos rígido que el anterior, pero en esencia es una adaptación a una serie de fronteras
progresivas, sustentadas, hasta cierto punto, en los datos radiocarbónicos (Vega
Toscanoet al., 1999). El modelo de Extinción autónoma de los Neandertales (Finlayson et
al. 2006), considera la llegada de los HAM como un proceso independiente de la
desaparición Neandertal (Finlayson et al., 2004; Jöris et al., 2003). A nivel Europeo se
gestan una serie de procesos a lo largo del Musteriense final, donde se aprecia un
solapamiento cultural que dura entre 5 y 10.000 años (D´Errico, 1998; Soffer, 2000;
D´Errico, 2003) entre conjuntos de tradición musteriense y complejos con base laminar y
ósea, entre tipo de humanos modernos y neandertales y entre conjuntos con escasa y
alta carga simbólica (Baena et al., 2005). Para explicar esta convivencia en el occidente
europeo, en las últimas dos décadas se han barajado en general 2 modelos explicativos:
Para algunos autores (Hublin, 1999; Mellars, 1999; Gamble, 1999) todo es el resultado de
un proceso de aculturación de grupos neandertales por parte de los HAM, para otros, es
el resultado de la propia potencialidad evolutiva de los Neandertales la que provoca esta
gran diversidad (Zilhâo y D´Errico, 1999; D'Errico, 2003; Cabrera, 2004). A raíz de esta
complejidad existente durante la transición, se ha planteado un nuevo modelo alternativo
basado en la independencia evolutiva de las especies o poblaciones, el Modelo de
Leopard skin (D´Errico, 2003; Cabrera et al., 2004), que plantea la existencia de procesos
de convergencia con ritmos evolutivos diferenciados (Baena et al., 2005).
Bajo estos modelos, en general y desde el punto de vista del análisis cultural,
subyacen dos visiones contrapuestas (Sayago, 2012):
1) Están los modelos que utilizan la extinción de las poblaciones neandertales
(Finlayson et al. 2006) como el factor por excelencia a la hora de interpretar sus
formas de vida, de analizar sus sistemas económicos, sociales y culturales (Vergès,
2010). Son modelos en los que se apuesta por la existencia de una serie de
carencias entre los Neandertales frente a los humanos modernos, carencias que
explican su extinción y conforman la interpretación de estas sociedades.
2) Los modelos que no buscan en las causas de la extinción las variables para analizar
los sistemas socioculturales, pues no parten de la existencia de unas
incapacidades a la hora de interpretar las formas de vida y se centran más en
analizar las características intrínsecas de dichas poblaciones a partir de los datos
concretos del registro.
A la hora de realizar análisis culturales de las sociedades neandertales hemos de
tener en cuenta que, a pesar de su gran trascendencia evolutiva, la extinción de las
poblaciones neandertales (concebida como fenómeno histórico) se produce en un
período muy concreto de la Prehistoria, el período de la transición del Paleolítico Medio al
Superior (Vergès, 2010; Tomás, 2015). Aún hoy no sabemos cuáles fueron sus verdaderas
causas aunque se barajan sobre todo aspectos paleoclimáticos, incapacidades cognitivas,
socioculturales y más recientemente, aspectos genéticos y demográficos (Sayago, 2012).
A pesar de ser un período esencial en la historia de la evolución humana en
general, a la transición se le ha concedido una importancia extrema a la hora de explicar
las formas de vida de las sociedades neandertales. Durante decenas de miles de años
antes de su desaparición estas sociedades han generado sus propios sistemas
socioeconómicos y culturales, sistemas que estaban inscritos en sus propias dinámicas de
cambio (cronológica y espacialmente) y que les permitieron adaptarse y sobrevivir
durante alrededor 150.000 años (si tomamos el modelo de aparición más tardía de los
Neandertales), entonces: ¿Por qué hemos de analizar el sistema sociocultural de un grupo
humano del Paleolítico Medio, partiendo de un fenómeno histórico como es el de su
desaparición, que se producirá decenas de miles de años después?
No podemos convertir la extinción de una población en la base a partir de la cual
explicar sus formas de vida y su pensamiento. Los modelos de las incapacidades, incluso
obviando en multitud de ocasiones los datos del registro arqueológico, se han centrado
en interpretar dichas formas de vida haciendo hincapié en todo tipo de carencias entre
los Neandertales (de tipo cognitivo, social y cultural) por comparación con Homo sapiens
sapiens, más que en analizar estas poblaciones en sí terminaría apabullando a los
Neandertales hasta la dominación genética. En su modelo computacional tienen en
cuenta aspectos biológicos, demográficos y culturales, como por ejemplo la posibilidad de
la existencia de un tabú sociocultural entre Neandertales y humanos modernos (Burton y
Riel, 2012).
Respecto de la interacción entre humanos modernos y Neandertales, Barton y
Riel-Salvatore (2012) sostienen que la extinción del Neandertal ha sido la hibridación, la
mayoría demográfica del informático que rastrea los componentes biológicos y culturales
de la un modelo investigación mediante la aplicación de hipótesis basadas en la
hibridación y la demografía especialmente. Proponen que la razón más probable para la
extinción neandertal. Las evidencias que apuntan a un intercambio genético entre
Neandertales y panorama científico de las hipótesis que tratan de resolver la cuestión de
los humanos modernos han generado nuevas líneas con las últimas investigaciones que
han revolucionado en paleogenética (Torre, 2015). Se emplea un argumento circular que
impide el avance del conocimiento, ya que comienza con el hecho de la extinción como
base explicativa de un sistema sociocultural con carencias y se termina explicando que
dichas carencias llevaron a los Neandertales a su extinción. Esta búsqueda de
incapacidades socioculturales por comparación con otra sociedad resulta altamente
etnocentrista desde el punto de vista de la antropología sociocultural, así como carente
de lógica a nivel teórico y metodológico: Toda cultura humana (con sus estructuras y sus
dinámicas de cambio) es lógica y adecuada en sí misma para la sociedad que la genera y
de la que se nutre (Sayago, 2012).
La correlación entre culturas y sociedades resulta un método fundamental en las
ciencias sociales para establecer sus teorías, en concreto, la esencia de una antropología
científica está dirigida a descubrir las grandes uniformidades existentes entre los grupos
culturales humanos y para ello debemos conocer la enorme diversidad sociocultural y
realizar comparaciones etnológicas que nos permitan extraer patrones estructurales
generales. Pero a la hora de comparar sociedades debemos hacerlo desde un plano de
igualdad, científico y ético (Relativismo Cultural), puesto que diferencia no significa
desigualdad en un plano de inferioridad-superioridad. Las incapacidades, carencias o
limitaciones que observamos en una sociedad sólo tienen sentido desde el punto de vista
ético del observador que analiza e interpreta dicha sociedad y no tiene porqué
corresponderse con la realidad de la población analizada. Estudiar la forma de vida de un
grupo humano específico, basándonos a priori en que hallaremos una serie de carencias o
incapacidades, significa emitir prejuicios que sólo tienen sentido desde nuestras propias
categorías culturales. Las ciencias sociales actuales ya superaron este tipo de ideas,
propuestas entre otros por los antropólogos evolucionistas de finales del S. XIX, que
consideraban que las sociedades cazadoras recolectoras y tribales se hallaban en estadios
inferiores de la cultura debido a que sus incapacidades les habían impedido evolucionar
hasta nuestro estadio superior, la civilización.
Las distintas visiones que los autores ofrecen sobre los elementos del registro
arqueológico se sitúan, en general, entre estos dos enfoques opuestos que subyacen a los
modelos (Sayago, 2012):
1. Las poblaciones neandertales se extinguieron en esencia debido a sus
incapacidades cognitivas y socioculturales frente a Homo sapiens, más adaptado y
desarrollado en estos ámbitos, esta es la postura de Stringer et al. (2007). Este enfoque
señala la importancia de la idea de progreso evolutivo, las interpretaciones realizadas
sobre las paleopoblaciones anteriores a sapiens siempre buscan limitaciones y carencias,
puesto que bajo esta perspectiva los HAM representan el culmen evolutivo, dónde se
conjugan todos los elementos necesarios para ser los homínidos más aptos de todos los
que han existido (Vergès, 2010).
2. Las causas de la extinción deben buscarse en explicaciones que vayan más allá
de las hipotéticas incapacidades cognitivas y socioculturales. El registro arqueológico nos
muestra que estamos ante sociedades de una complejidad sociocultural similar a la de los
HAM de esa época. Trinkaus et al. (2006), sostienen la presencia de una alta capacidad
cognitiva en los Neandertales y plantean la existencia de evidencias que indican sus
capacidades estéticas, lingüísticas y en definitiva, simbólicas.
Un enfoque teórico-metodológico basado en la interacción entre la Arqueología y
la Antropología social y cultural para desarrollar una visión global de las capacidades
simbólicas de Neandertal. Esta relación no es nueva, se hace patente especialmente
desde el surgimiento de la Nueva Arqueología, con autores como Binford, aunque esta
interacción ha partido fundamentalmente de corrientes paradigmáticas como la
funcionalista o la materialista. Puesto que nuestro objeto de estudio son los aspectos
simbólicos, trataremos de ir más allá de una visión puramente positivista, tendremos en
cuenta otros paradigmas propios de las Ciencias Sociales (el estructuralismo o el
interaccionismo simbólico por ejemplo) que confieren una gran importancia a los
aspectos hermenéuticos con los que se gestan las interpretaciones de los sistemas
socioculturales. A la hora de avanzar interpretaciones sobre el sistema sociocultural
neandertal, partiremos de aquellos conceptos generales y desarrollos teóricos básicos de
la Antropología que son aceptados por el grueso de la comunidad científica, tales como:
El relativismo cultural, el patrón universal de la cultura, la endoculturación, la
estratificación social (Sayago, 2012).
A un nivel más puramente conceptual, destacaremos también todos aquellos
conocimientos aportados por otras disciplinas y que son importantes a la hora de analizar
e interpretar las posibles manifestaciones de aspectos simbólicos en los Neandertales
(paleogenética, neurología, ciencia cognitiva, psicolingüística, historia de la religión y
antropología simbólica).
Desde hace unos 350.000 años, en el registro arqueológico se generalizan las
evidencias que indican la existencia de estructuras socioeconómicas entre los grupos de
paleopobladores, los cuales pueden ser analizados antropológicamente, al menos desde
la perspectiva socioeconómica, como bandas de cazadores recolectores (Ramos, 1999).

Ignorar la visión antropológica a la hora de estudiar una sociedad paleolítica nos


lleva a concebir una visión de estos grupos desde la etología, asimilándolos a animales
más que a sociedades humanas. La reciente producción científica, unida a las revisiones
de los trabajos anteriores, ha permitido discernir claramente en las poblaciones
neandertales los perfiles de las líneas fundamentales que forjan todas las estructuras
compositivas de los sistemas socioculturales humanos (Vergès, 2010). El registro
arqueológico nos muestra unas poblaciones en las que los patrones básicos y universales
de la cultura humana, en términos globales, están plenamente presentes. Así pues, a la
hora de embarcarnos en una investigación de los aspectos socioculturales de esta otra
especie humana, podemos utilizar parte de las herramientas teóricas (Tomás, 2015),
metodológicas y conceptuales que empleamos para el estudio de una sociedad
contemporánea de cazadores-recolectores (salvando las distancias por supuesto y
teniendo en cuenta las limitaciones del registro arqueológico a la hora de establecer
hipótesis de tipo sociocultural, puesto que a diferencia de la antropología, en este caso no
disponemos de una población viva para poder comprenderla desde su propio punto de
vista o EMIC). (Piñerúa, 2013).

El registro arqueológico nos permite observar que las poblaciones neandertales


participaron del Patrón Universal de la Cultura, donde se entroncan la infraestructura
económica, las relaciones sociales estructurales y los sistemas superestructurales que
impregnan toda la vida sociocultural del grupo, puesto que constituyen todos los aspectos
mentales y espirituales que forjan las bases de la percepción del mundo que tenemos los
humanos (Vergès, 2010). Destacando la concepción holística del pensamiento simbólico
como elemento esencial de las superestructuras humanas, elemento que atraviesa
transversalmente las diversas subestructuras del patrón universal de la cultura; rasgos
concebidos como simbólicos (artísticos o religiosos) con el objetivo de desentrañar la
presencia del pensamiento simbólico como uno de los aspectos esenciales en la
configuración global de un sistema sociocultural humano.

Para comparar las culturas, el antropólogo recoge y organiza los datos culturales
en relación con aspectos interculturales o partes del todo social y cultural. La estructura
de estos aspectos recurrentes o partes se denomina Patrón Universal (Harris, 1980). En
arqueología se distinguen diferentes esferas de la acción humana que son susceptibles de
reflejarse en el registro arqueológico y que dan muestra de las diversas subestructuras de
este Patrón Universal de la cultura. Toda sociedad humana posee dispositivos de índole
conductual y mental relacionados con la subsistencia en el medio ambiente, la
reproducción, la organización del intercambio de bienes y trabajo, la vida en el seno de
grupos domésticos y de comunidades más amplias, los aspectos creativos, expresivos,
lúdicos, estéticos, morales, espirituales e intelectuales (Piñerúa, 2013).

No hay acuerdo sobre cuántas subdivisiones de estas categorías deben de


reconocerse, ni sobre qué prioridad ha de otorgárseles a la hora de encaminar la
investigación. Los paradigmas teóricos generales de la antropología sociocultural
(funcionalismo, materialismo cultural, estructuralismo, interaccionismo simbólico,
fenomenología) se definen en parte en función de la categoría considerada prioritaria a la
hora de enfocar la investigación. Sin embargo sí que existe un acuerdo en cuanto a cual es
el esquema del patrón general transcultural de categorías fundamentales: El patrón
universal, que consta de tres grandes divisiones, infraestructura, estructura y
superestructura. La distinción entre elementos mentales y conductuales no describe
adecuadamente la cultura como un todo, ya que los pensamientos y la conducta de los
participantes pueden enfocarse desde dos perspectivas, la de los propios participantes y
la de los observadores (Harris, 1980). En ambos casos son posibles las descripciones
científicas y objetivas de los campos mental y conductual (Harris, 1980). La investigación
arqueológica trabaja con los datos del registro arqueológico, no con una población viva,
pero debe tener en cuenta la existencia de ambas perspectivas, aunque sólo podamos
emplear en toda su extensión una, la ETIC, donde los observadores emplean conceptos y
distinciones que son significativos y apropiados para los participantes (Monnier, 2012).
Las descripciones y análisis EMIC se centran en la visión del mundo que los
participantes nativos aceptan como real, significativa o apropiada. Adquirimos un
conocimiento de las categorías y reglas necesarias para pensar y actuar como un nativo
de la cultura estudiada. En arqueología prehistórica nunca obtendremos la visión EMIC de
las poblaciones estudiadas, hablamos de personas y sistemas socioculturales ya
desparecidos. La única forma de acercarnos de alguna forma a la visión EMIC de estas
culturas desparecidas, en este caso a la de los Neandertales, consiste en recurrir a las
etnografías de los pueblos cazadores recolectores. Los tipos de pensamiento, de pautas
mentales, entre los cazadores recolectores resultan útiles a la hora de interpretar qué fue
susceptible de ser real, significativo o apropiado para las poblaciones paleolíticas
(siempre teniendo en cuenta que no hemos de recurrir a la analogía directa, sino que
debemos partir de los datos del registro arqueológico). La etnología (comparación
transcultural) y la etnoarqueología pueden ayudarnos a avanzar en el conocimiento de las
sociedades pasadas desde un punto de vista más cercano a la perspectiva EMIC,
ofreciendo la posibilidad de establecer gran variedad de hipótesis sobre las categorías
susceptibles y significativas para estas paleosociedades, las cuales deben ser validadas
desde un enfoque ETIC: esta perspectiva ETIC emplea categorías y reglas derivadas del
lenguaje científico y no conceptos reales, significativos y apropiados desde el punto de
vista del nativo; comportan la aplicación de metodologías y técnicas de investigación
cuantitativas (Harris, 1980).
El arqueólogo lleva a cabo esta investigación, genera una serie de conceptos y
teorías que establecen categorías y reglas, esencial para avanzar en el conocimiento de
las sociedades pasadas, insuficiente ya que no disponemos del conocimiento de las
categorías y reglas que fueron significativas para las gentes analizadas. La conservación
diferencial de los materiales es un factor relevante a tener en cuenta en este sentido, ya
que extrapolar la dinámica sociocultural de una comunidad a partir de un registro estático
resulta una compleja tarea; el registro arqueológico no es una radiografía exacta de lo
que fue una cultura, faltan todos los aspectos inmateriales que la sustentan, de mayor
importancia que los elementos materiales con los que hemos de trabajar, esto marca la
utilidad de la etnoarqueología y la etnología para realizar una hipótesis. Trabajamos con
un sesgo importante al que hay que añadir la perspectiva de nuestras propias
cogniciones, aunque no podamos conocer los aspectos EMIC de las paleosociedades,
aunque esto no signifique la inexistencia ni de la cultura de una sociedad ahora
desaparecida (Sayago, 2012).
Lo EMIC no se refiere sólo a las creencias o ideologías de una sociedad, por contra
está constituido por los aspectos mentales que configuran el sistema sociocultural y que
se hallan en todos los niveles del patrón: Infraestructura, estructura y superestructura. La
infraestructura se refiere a las actividades ETIC y conductuales por las que cada sociedad
satisface los requisitos mínimos para la subsistencia (el modo de producción) y regula el
crecimiento demográfico (el modo de reproducción) (Harris, 1980). El modo de
producción se centra en la tecnología y las prácticas que se utilizan para incrementar o
limitar la producción básica de subsistencia, teniendo en cuenta las restricciones y las
oportunidades provocadas por una tecnología específica que interactúa con un hábitat
determinado. Aspectos relevantes son: La tecnología de subsistencia, las relaciones
tecno-ambientales, los ecosistemas y las pautas de trabajo (Sayago, 2012).

CAPÍTULO 4.

4.1. LAS CAUSAS QUE CONLLEVARÍAN A LA EXTINCIÓN DEL HOMBRE DE


NEANDERTAL

Respecto a cuáles son las hipótesis que se preguntan por las causas a favor y en
contra, que al final condujeron a la extinción del Hombre de Neandertal, se han planteado
muchas aproximaciones y algunas considerablemente especulativas, muy difíciles de
refutar o de reforzar, y que deben tratase con cuidado ya que pueden llegar a ser meras
especulaciones y, por ese excluyente motivo, carecerían de valor científico.

Así las cosas, en la medida en que como señala Monclova (2013) nada es lo que
parece: sobre la extinción del Hombre de Neandertal o resultarían definitivamente,
parafraseando a Gabriel García Márquez, la crónica de una muerte anunciada, teniendo
en cuenta que lo acontecido tuvo necesariamente que ser más complejo que lo derivado
de un sencillo binomio causa-efecto.

Sintetizando las posibles causas que nos acercan a una interpretación sintetizada
en la guía que nos propone Bermúdez de Castro en Un viaje por la Prehistoria (2013):
Habría una relación causal establecida entre la llegada de la nueva especie el Homo
sapiens a Europa y la progresiva desaparición de los neandertales. Los factores causantes
de la definitiva desaparición de los Neandertales estarían directamente relacionados con
los cambios manifestados por los mamíferos asociados a ellos, y entre ellos debió de
existir una relación ecológica y causal. La presión ejercida por la expansión de las
poblaciones de humanos modernos, pudo afectar tanto a los neandertales como a otros
taxones influyendo en su declive poblacional, como refiere Kurtén para el caso de los osos
cavernarios que acabaron siendo expulsados por los sapiens de sus cuevas. Monclova
(2013) propone estudiar las comunidades faunísticas del mundo neandertal durante el
pasado reciente del Pleistoceno superior, como elementos constituyentes e integrados
para constituir en parte del análisis global de sus respectivos ecosistemas que sólo se
deberán estudiar en clave desde la perspectiva holística.

Las variaciones espacio-temporales que detectamos en los conjuntos faunísticos


asociados a los homínidos, son el resultado de las formas en que los cambios
medioambientales afectaron a cada uno de los taxones por separado y luego, por ende, a
los propios homínidos que habitaron coincidentes en el tiempo, las mismas regiones.
Homo sapiens y Homo neanderthalensis rivalizaron sobre un mismo territorio, donde
ambas especies de hombres tenían el mismo nicho ecológico, y tenían el mismo tipo de
vida: ambas especies eran tribus de cazadores recolectores y abatían las mismas presas.

¿La dicotomía del binomio neandertal-sapiens en la inferioridad de la inteligencia


de los primeros frente a la inteligencia de los segundos, se razona en función de
establecer a nivel cognitivo, que una especie resultó mucho más capaz como para
quebrar la continuidad de otra que resultase menos dotada? Las diferencias cognitivas
entre ambas especies de hombres no tendría por qué implicar, ni tampoco cómo explicar
(Bermúdez de Castro, 2013), una inferioridad tan evidente en la supervivencia de los
neandertales (Finlayson et al. 2006) bien acostumbrados al frío y a un clima tan duro y
extremadamente hostil.

Algunas propuestas han señalado deficiencias significativas en el entramado


tecnológico, económico de los neandertales frente a los sapiens. Una competencia entre
ambas especies, en distintos ámbitos de la vida hubiera supuesto una desventaja para los
primeros. En relación a las deficiencias de la función social y respecto a la paridad, la falta
de estructuración por géneros, y de su implicación en el cuidado y educación de la prole
habrían hecho mucho más vulnerables a los neandertales. La división del trabajo entre
sexos es una invención de nuestro linaje.

Si todos los neandertales con un régimen alimenticio menos variado que el de los
sapiens, se implicasen en un tipo muy limitado de recursos, habrían carecido de la
diversificación y flexibilidad. Los sapiens habrían sido capaces de añadir de forma habitual
a su dieta una gran gama de alimentos alternativos; mientras que sus parientes quedaron
concentrados en un alto porcentaje de recursos cárnicos, y habrían dispuesto de una
alimentación pobre y carente de gran parte de los nutrientes esenciales, lo que a la larga
habría originado una gran vulnerabilidad ante la exposición y el cataclismo en la especie
(no está probado el grado real de diversificación de su dieta, ni las supuestas carencias
vitamínicas que padecieran.

Las diferencias tecnológicas, culturales y sociales entre ambas especies, podría


haber organizado daños o cambios insospechados en el frágil equilibrio ecológico
establecido antes de que se presentara el H. sapiens. Dos especies que luchan por los
mismos recursos, tanto por competencia directa como indirecta, ya supone una
complicación extra en los complejos engranajes de la supervivencia.

Cualquier alteración o cambio perceptible en estas pequeñas poblaciones de


grupos familiares diseminados (densidad muy débil de población neandertal, elevada
mortalidad infantil y materna, alto riesgo de consanguinidad que acarreara enfermedades
de tipo genético), las dota de cierta labilidad poblacional que podría presentarse con
relativa facilidad, así que la introducción de cualquier pequeño cambio en el juego de
equilibrios, podría traer fatales consecuencias respecto a la viabilidad de la especie.

También debemos considerar seriamente que ante una situación de estricta


competencia directa en relación a los recursos, es seguro que los neandertales originarios
de la zona habrían tenido todas las de ganar, al tratarse del grupo de humanos mejor
adaptados a las particulares características de este territorio, por ejemplo: la presencia de
poblaciones de sapiens sobre el territorio europeo, suficiente como para dictar el
principio del fin de nuestros antepasados europeos antiguos.

La llegada de especímenes foráneos habría desencadenado también la transmisión


y contagio de nuevas enfermedades para los hombres autóctonos de la zona, con un
sistema inmunitario indefenso para las novedosas infecciones que ahora les asediaban.
De esta forma, los neandertales se habrían visto diezmados por extrañas enfermedades
frente a los que su fisiología sería tremendamente vulnerable, aunque sabemos que la
desaparición de los neandertales fue un proceso relativamente lento, incompatible con la
evolución tórpida y acelerada que provocan las plagas epidémicas.

La falta de alimentos durante las fases glaciares que desembocaban en tremendas


épocas de hambrunas, conlleva una dieta deficiente con malnutrición y avitaminosis que
rápidamente se ceba en profundos daños carenciales y debilidad generalizada.

Lo que no fue capaz de destruir el transcurso del tiempo con interminables épocas
de inclemencias adversas, se conjugó junto a las situaciones de desplazamientos
arrastrados por la colonización acelerada de nuestra especie y, además de las dificultades
de la gestación y de la elevada mortalidad sufrida por los hijos, todo ello determinó una
desmesurada debilidad demográfica, por lo que parecen irremediablemente condenados
a la extinción (Bermúdez de Castro, 2013).

La justificación de la desaparición de los neandertales respecto de la inherente


violencia de nuestra especie a medida que avanzábamos por el continente europeo: se
sostiene en la máxima del fin de los más débiles y la victoria de los más combativos. A
pesar de que las especies en origen fueran más fuertes y combativas que los sapiens, y
hubieran cobrado ventaja en el enfrentamiento persona a persona, la mayor inteligencia
táctica con que contábamos nosotros y el armamento más eficaz nos dotaba de una
manera singular para enfrentarnos a ellos. Sin embargo, ninguno de los estudios
conocidos hasta ahora apunta a una desmesurada violencia o algún tipo de masacre, ni
los fósiles de la época constatan signos masivos de lucha (Fernández, 2014).

Merece la pena resaltar, que ambas especies coexistieron al menos a lo largo del
10000 años, y dado que la sustitución poblacional en el continente no fue un proceso
simple y repentino, desde la distorsión que produce el amplio trascurso del tiempo bajo
una perspectiva distante y global. Para el caso de los neandertales que vivían en el
extremo sur de Iberia, nada nos habla de su desvanecimiento tras la llegada de los
primeros sapiens; sino de la coexistencia durante un período relativamente largo de
tiempo, por cuanto aunque pudieran mostrar hostilidad interespecífica de manera
puntual, ambas especies mejor se eludían, bajo la máxima de evitar confrontaciones, vivir
y dejar vivir.

Además, no sólo no podemos evidenciar objetivamente estas confrontaciones


entre sapiens y neandertales, sino que algunas hipótesis apuntan a que a pesar de un
contacto meramente ocasional, ambas especies de hombres no llegaron físicamente a
coincidir en alguno de los vastos territorios de la entonces despoblada y amplia Europa, y
que además el Homo sapiens fuese expandiéndose por espacios ya despoblados de
neandertales, una vez que estos se hubieran sido extinguidos localmente o replegados a
sus reductos más al sur (Rodriguez-Vidal et al., 2013).

En relación a causas de naturaleza ecológica, Finlayson interpreta que el


fenómeno de llegada de los sapiens y de su progresiva extinción coincide con un
momento concreto durante del paleoclima: el estadio 3 o periodo interglacial cálido, hace
entre 57.000 y 24.000 años (desde el EIM 3 hasta la instauración del último máximo
periodo glacial extremo, el EMI2) el más inestable de toda la Edad de Hielo (incluye veinte
interestadiales de bandazos cálidos o episodio Dansgaard/Oeschger, DO), en donde se
produjeron repentinos cambios drásticos e intensos de temperatura, lo que ocasionó una
gran transformación de los ecosistemas europeos lo que comportó, a su vez, que
desaparecieran muchas especies incapaces de adaptarse a las transformaciones que se
producían. Así las cosas, y a pesar de su más que probada adaptación a las épocas
glaciares, los neandertales también podrían haber formado parte integrante de estas
extinciones masivas que acontecieron durante el intervalo EIM 3-2 (Piñerúa, 2013).
Tras los últimos eventos climáticos del MIS 3, el climas del sur de Europa se enfrió
y al igual que sucedió con las poblaciones de otros taxones de mamíferos, lo
neandertales: aislados y muy dependientes del entorno, no serían capaces de recuperar
su antiguo rango de distribución; el evento Heindrich habría dado el golpe de gracias a sus
poblaciones, ya de por sí bastante empobrecidas y aisladas. Ante las grandes migraciones
de las manadas, la aniquilación de su sustento o la destrucción de los ecosistemas a los
que estaban habituados, los neandertales se vieron obligados a recorrer grandes
distancias para cazar y lograr subsistir, ampliado sus áreas de explotación y ello,
probablemente contribuiría a aislarse cada vez más los unos de los otros, conllevaría
haber sufrido con mayor intensidad los duros rigores del clima, aparejado a la aparición
de una debilidad general de la salud física y una alta mortalidad que concluyera en la
desaparición de la especie.

La consiguiente fragmentaciones de las poblaciones neandertales contribuyó a


una gran dificultad para que se sostuvieran a nivel local, les era esencial el contacto que
mantenían con otras bandas a fin de evitar la endogamia forzosa y los problemas de
consanguinidad; sumida en el aislamiento de pequeñas bandas muy debilitadas,
aguardarían la llegada de la extinción (Vergès, 2010).

Durante las glaciaciones del Pleistoceno medio (780.000), los neandertales


habituados a vivir durante milenios en la Europa glacial siendo capaces de sobreponerse a
los condiciones a los que les sometiera el clima, sería los que se extinguieran, mientras los
nuevos moradores que además procedían de un medio muy distinto como el tropical
lograran adaptarse; o quizás los neandertales no estaban realmente tan adaptados al frío,
sino a las condiciones templadas imperantes en los refugios localizados al sur de un
invierno típico de estepa y tundra. Resulta un hecho que la ciencia tiene ya contrastado
que lo neandertales tuvieron un gran éxito como especie desde su origen hace unos
600.000 años, y durante la épocas más cálidas del Pleistoceno se expandió por toda
Europa y Asia, sin embargo, por mucho que una especie esté adaptada a un determinado
contexto ecológico, cada cambio ambiental preciso y específico por su particular
naturaleza, es también único y diferente, y mucho tienen que contar aquí las especiales y
particulares condiciones en que se encuentre la propia especie para afrontar este reto
concreto: según las disposición de cada especie en un concreto momento, un mismo
acontecimiento climático puede llegar a solventarse relativamente bien u originar un
cataclismo y una drástica extinción.

Quizás los neandertales se vieron avocados a un bucle de coincidencias geológicas:


el clima en puertas de la última glaciación, reuniendo las peores condiciones futuribles y,
además, extraordinariamente debilitados por un amplio listado con patologías de carestía
de subsistencia, lo que conllevó al agotamiento biológico terminal de la especie,
extenuada en grupúsculos neandertales que fueron apagándose uno a uno, en el tiempo
en que irremisiblemente ya había terminado su ciclo.

Por alguna razón, es posible que nuestra especie tuviera un crecimiento


demográfico frente a la estabilidad o la disminución del número de individuos de la
población neandertal, que además acabaron refugiándose en algunos reductos de Europa
y al sur de la península ibérica, hasta que desaparecieron por completo; los sapiens
fueron los encargados de reemplazarlos del resto de los territorios asequibles para la vida
de los homínidos (Rodriguez-Vidal et al., 2013).

Dalén et al. (2012), examinaban la demográfica del neandertal, a partir de la


secuencia del ADN mitocondrial de varios individuos; los resultados señalan que los
pobladores de la zona occidental de Europa habrían constituido un grupo bien definido,
con una variación en la genética mitocondrial inferior a la de los neandertales europeos y
orientales más antiguos. De demostrarse esta hipótesis, habría de considerarse la
posibilidad de que en función de una serie de cambios climáticos desfavorables
acontecidos durante un momento de susceptibilidad clave, pudieron desbaratar los
procesos de recolonización territorial conectados a los recambios poblacionales de los
neandertales (Monclova, 2013).

Como refiere Diez (2014): […la naturaleza había dispuesto ya su propio veredicto
sobre los que un día dominaron esta parte del globo: la hora de los neandertales había
llegado, su fin debía consumarse]. En definitiva, ser la única especie humana sobre la faz
de la Tierra nos provocaría un sentimiento inconsciente de superioridad. Dejamos tras
nosotros una larga estela de especies humanas que se extinguieron y no fueron capaces
de llegar a nuestros díasLos neandertales desaparecieron de Europa hace menos de
40.000 años, coincidiendo con la invasión H. sapiens, una oleada de humanos tropicales y
esbeltos que le arrebataron las tierras del norte y los empujaron a la extinción. La historia
siempre la cuenta el superviviente y sin quererlo la reconstrucción de los hechos puede
estar sesgada. El descubrimiento de que a los humanos modernos les llevó el doble de
tiempo entrar en Europa de lo que les costó expandirse por Asia nos obliga a
replantearnos, sin embargo, el mito de nuestra superioridad.

El hallazgo de 47 humanos en la cueva de Fuyan (Daoxian) en el sur de China,


datado en más de 80.000 años apunta a que nuestra especie, estaba presente en Asia
mucho antes de lo que habíamos sospechado. Wu y Xiujie, estimaron que estos fósiles
tenían una antigüedad entre 80.000 y 120.000 años. ELa cueva que albergaba el
yacimiento contaba con una estratigrafía clara y sencilla. Estaba cubierta por un
espeleotema [formaciones de las cavidades] continuo, de manera que todo el material
que estaba por debajo tenía que ser más antiguo. La datación de una estalagmita que se
ha formado sobre este suelo calcítico proporcionaba una edad mínima de 80,000 años
para estos fósiles, y el hallazgo junto con los humanos de una abundante muestra de
animales que incluyen hienas, pandas y elefantes extintos, típicos del Pleistoceno
superior, lo que le sugiere una edad máxima de 120.000 años.

Quizá H. sapiens no entró en Europa hasta tan tarde porque simplemente no


pudo, porque los neandertales eran una barrera difícil de franquear y Europa un territorio
demasiado pequeño para ambos. Tras miles de años de aislamiento y castigados por los
fríos glaciares, lo neandertales muy debilitados. La extinción neandertal ya había
comenzado sin nosotros, y lo que hicimos, agazapados a las puertas de Europa durante
más de 50.000 años sólo fue, al fin, aprovechar la oportunidad.

Parece que los miembros de nuestra especie fuimos incapaces de superar el


impacto de las últimas fases glaciales del hemisferio norte, ocurridas hace 25.000-19.500
años y 14.500 y 11.500 años. Posth et al. (2016) han estudiado los haplotipos del ADN
mitocondrial de 35 esqueletos humanos recuperados de yacimientos de Alemania,
Bélgica, Chequia, Francia, Italia y Rumanía, concluyendo que los primeros cazadores y
recolectores que poblaron Europa hace unos 40.000 años tras la desaparición de los
neandertales, tenían una cierta diversidad en su ADN mitocondrial. Esta diversidad se
conoce bien por estudios previos en restos esqueléticos de cierta antigüedad, las
primeras poblaciones conocidas como el hombre de Cromagnon. Aunque según la
hipótesis de partida todos los europeos habrían mantenido la diversidad original tras
distribuirse por las tierras europeas, resulta que esto no fue así (Peresani et al., 2011).

Hace 14.500 años Europa pudo padecer una crisis demográfica importante, a
punto de extinguir las poblaciones de Homo sapiens. Lo que sorprende por el hecho de
que tradicionalmente nos hemos considerados superiores a cualquier otra especie de
hominído; así hemos de reconocer, con humildad, que aún en el siglo XXI seguimos
siendo una especie de homínido más como otras que nos precedieron también a merced
de la naturaleza. Así, la última crisis climática (pequeña Edad del Hielo) pudo dejar a
Europa casi despoblada. Aquellos que resistieron las duras condiciones volvieron a
expandirse por Europa, curiosamente coincidiendo en el tiempo con la antigüedad
atribuida a las pinturas de la cueva de Altamira. El cuello de botella genético mermó la
diversidad de los europeos. La población superviviente, representada en los yacimientos
de los países mencionados con anterioridad, presentan un ADN mitocondrial homogéneo,
que ha sorprendido a los genetistas.

Este modelo de expansión-retracción ahora puede comprobarse en poblaciones


relativamente recientes, gracias al ADN conservado en sus restos esqueléticos, propuesto
para las poblaciones del Pleistoceno, utilizando la lógica y la diversidad que se observa en
los pocos restos fósiles de Pleistoceno de Europa, que presentan un claro significado: las
poblaciones del Pleistoceno sucumbirían durante las fases glaciales y los supervivientes
habrían resurgido como fuente de nueva diversidad, quizá hibridando con los miembros
de otros grupos humanos llegados de tierras más cálidas (Denat et al., 2014; García-
Borrón, 2014).

4.2. A MODO DE CONCLUSIÓN

Las revisiones del registro arqueológico y paleoantropológico, la combinación de


estudios geomorfológicos, traceológicos, zooarqueológicos, arqueobotánicos y la crítica
tafonómica se han mostrado fundamentales a la hora de generar visiones globales que
nos permitan interpretar con mayor rigor los yacimientos. Esto se ha hecho patente en
arqueología prehistórica en las últimas décadas y gracias a ello hemos asistido a un
cambio de paradigma en cuanto a la consideración de Homo sapiens neanderthalensis,
cambio que se ha reflejado en mayor objetividad y unificación de criterios a la hora de
interpretar los sistemas socioculturales de estas poblaciones ya desaparecidas (Sayago,
2013).
A lo largo de este trabajo hemos realizado un recopilatorio general de los datos
referidos a los rasgos arqueológicos de la conducta moderna en todos sus ámbitos
(ecológico, tecnológico, socioeconómico y simbólico), con ejemplos de este
comportamiento a lo largo de todo el período cronológico en el que los Neandertales
desarrollaron sus culturas y haciendo referencia a todo el territorio geográfico que
ocuparon estas poblaciones.
A la hora de valorar dichos rasgos de la conducta moderna hemos tratado de
hacerlo desde una visión antropológica que fuese más allá de la tradicional
interdisciplinariedad arqueología-antropología, centrada en paradigmas de tipo
positivista como son el funcionalismo o el neoevolucionismo. Hemos apostado por tener
en cuenta tanto los supuestos fundamentales y generales de la antropología
sociocultural, en particular la noción del Patrón Universal de la Cultura y la interrelación
entre las subestructuras que lo conforman, como patrones hermenéuticos a través de la
aplicación de elementos estructuralistas o de la antropología simbólica. Es precisamente
la interdisciplinariedad y la diversidad de paradigmas la que nos permite darnos cuenta
de la globalidad del fenómeno del simbolismo humano, algo que hemos tratado de
enfocar fundamentalmente a partir del análisis y la interpretación de las superestructuras
mentales del Patrón Universal de la Cultura, señalando en particular hacia los sistemas de
conocimientos que podemos deducir de la actividad de los Neandertales a todos los
niveles, infraestructural, estructural y superestructural. Tras ello podemos concluir lo
siguiente (Peñerúa, 2013):
a) En el ámbito ecológico observamos que la expansión territorial resulta ser
mayor de la que se aceptaba tradicionalmente, destacamos la ocupación de
islas y las altas latitudes siberianas.
b) En el ámbito tecnológico la comunidad científica ha admitido diversos hechos:
La concepción de las industrias musterienses como simples y coyunturales no
se ajusta a la realidad arqueológica.
Hoy día es evidente la complejidad de multitud de aspectos de la gestión
tecnológica de los útiles: entre los Neandertales, este tipo de acciones poseen
correspondencia con las visiones iniciáticas de los éxtasis chamánicos, que incluyen la
muerte y resurrección simbólica de los chamanes mediante un proceso en el que los
chamanes son descuartizados, sus huesos descarnados y triturados para posteriormente
acceder a una nueva vida convertidos en especialistas del mundo espiritual (Elíade, 1951).
Además desarrollaron sin duda industrias líticas del Paleolítico Superior como por
ejemplo el Chatelperroniense y el Szeletiense, sin embargo aún tratan de ponerse en
duda otras como el Uluzziense, el Auriñacienses de Transición, el Bachokiriense y las
industrias de Vindija. También desarrollaron industria ósea elaborada desde el Paleolítico
Medio como ponen de manifiesto los hallazgos de Salzgitter Lebensted y de Grotte du
Renne entre otros (Soulier, 2008).
En cuanto a la tecnología especializada y al empleo del fuego, se constata que
elaboraron artefactos compuestos empleando diversos tipos de adhesivos (entre los que
destacamos los proyectiles por ejemplo), trabajaron la madera para realizar todo tipo de
utillaje, incluido el doméstico y utilizaron diversos tipos de estructuras de combustión con
distintas finalidades (cocinar, calentarse e iluminarse, protegerse de depredadores e
insectos, elaborar adhesivos) así como sistemas de iluminación portátil para penetrar en
la oscuridad de las cavidades (lámparas o antorchas).
Los aspectos socioeconómicos nos muestran que: No hay diferencias sustanciales
en el ámbito de la subsistencia entre Neandertales y HAM (caza de animales grandes y
peligrosos, de amplio espectro, ampliación de la dieta con vegetales y pescado,
intensificación de los recursos, patrones de estacionalidad, reocupación de yacimientos).
Apreciamos la existencia de una estructura social, centrada en los grupos de parentesco
pero con distintas evidencias de la existencia de redes supragrupales y de contactos a
larga distancia. La estructura del espacio doméstico se asemeja a la de los grupos
cazadores recolectores, con distintas áreas destinadas a actividades concretas, como el
trabajo de la piedra, la preparación de los alimentos o el descanso.
En cuanto a los aspectos simbólicos, además de analizar e interpretar las
evidencias arqueológicas de claro componente simbólico (ornamentos, representaciones
pictóricas, ajuares en las sepulturas), podemos observar la existencia del pensamiento
simbólico a través de la gestión y categorización de los sistemas de conocimiento, los
cuales deducimos mediante el análisis hermenéutico de actividades infraestructurales y
comportamientos estructurales complejos como los relativos a las tecnologías del fuego o
de elaboración de proyectiles. Además, los elementos del registro arqueológico
considerados tradicionalmente como simbólicos se han multiplicado en los últimos años,
el registro se ha visto ampliado por multitud de hallazgos y nuevas investigaciones que
ponen de manifiesto que entre los Neandertales se desarrolló el pensamiento simbólico:
Los últimos descubrimientos en paleogenética y paleoneurología nos ofrecen
múltiples indicios de la existencia de una elevada capacidad cognitiva y de un lenguaje
entre los Neandertales (De la Torre, 2015), algo que por otra parte el registro
arqueológico ya evidenciaba habida cuenta de la complejidad de su comportamiento. Los
hallazgos de elementos que apuntan a una intención artística, los ornamentos personales,
el uso de pigmentos con intención estética, se han generalizado ampliando el registro
enormemente en los últimos años. Se ha llegado incluso a plantear la posibilidad de que
los Neandertales pudieran haber llevado a cabo representaciones pictóricas parietales,
ello en función de toda una serie de nuevos indicios que apuntan a esta hipótesis.
Finalmente, las conductas funerarias nos remiten a la existencia de enterramientos
intencionales y manipulaciones post mortem aplicadas a los cadáveres cuya explicación
funcional no tiene sentido en gran parte de los casos. Nos hallamos ante unas sociedades
que son susceptibles de haber desarrollado una autoconciencia y un pensamiento
trascendental.
El registro arqueológico avala con datos contrastados la existencia de rasgos
arqueológicos que nos muestran un comportamiento moderno, a todos los niveles
incluido el simbólico, entre las poblaciones neandertales. Los prejuicios emitidos durante
un siglo acerca de estas poblaciones parten del debate filosófico-antropológico acerca de
la interpretación del concepto de Humanidad, del que durante mucho tiempo pensamos
que poseíamos el monopolio. Sin embargo, la Ciencia moderna ha sido capaz de superar
una visión a todas luces desfasada, apuntando con datos científicos a una concepción de
la Humanidad que nos trasciende y que se manifiesta mediante la revelación de la
existencia de otras sociedades humanas, cuyas culturas nos remiten a un descubrimiento
de la autoconsciencia y a la generación de una Cosmovisión que va más allá de nuestra
especie.

4.3. IMPORTANTES CONSIDERACIONES EVOLUTIVAS


Homo heidelbergensis frecuentaba las regiones costeras y solía aprovechar la
biomasa de los estuarios muy ricos en variados recursos animales, utilizaba la hachuela de
mano y la lámina pétrea para cortar, despiezar y raspar.

Homo sapiens neanderthalensis que evolucionan a partir del Homo heidebergensis


en Europa y Asia hace 200.000 años, gracias a los avances genotípicos en su biología
evolutiva y al desarrollo en las destrezas de su nueva tecnología se había adaptado mucho
mejor al frío que para el caso de sus predecesores; podrían sobrevivir a las bajas
temperaturas abrigándose en cuevas durante el invierno con un cuerpo mejor adaptado a
no disipar el calor, protegiéndose del rigor extremo del clima aunque a la intemperie
contaran con una temperatura que rondaba los -10ºC de media. A todo ello contribuyó
las singularidades de un desarrollo físico extraordinario: sus cuerpos robustos, una baja
estatura, grandes cabezas, narices aplastadas, prominentes cejas, frente huidiza y en la
barbilla que casi careciera de mentón. Extraordinariamente adaptados a la deambulación
erguida, llegaron a desarrollar una biomecánica sobre una pelvis estrecha, pues la
expulsión de una gran caja craneal así como la coronación de ambos hombros suponía un
grave esfuerzo de la mujer durante el parto que resultaba lento, doloroso y a veces
conllevaba grave riesgo para la madre y el feto.

El considerable desarrollo cerebral de estos hombres de neandertales (también


para el caso luego del Homo sapiens sapiens), lo que les permitió crear y mantener
complejas relaciones sociales, con cerebros especialmente sofisticados para este
propósito y grupos interespecíficos con 150 compañeros de promedio.

Cuando las bandas paleolíticas de cazadores recolectores estaban constituidas por


grupos muy pequeños de personas que muy raramente superaban los treinta individuos,
la sociabilidad premia y concede beneficios evolutivos al grupo, así: mantendrían lazos
aledaños con otros grupos vecinos (6 ó más) con lo que compartir nuevos apareamientos
que refrescasen los potenciales y excluyentes riesgos de incesto y la consanguinidad
generada por la endogamia, siempre determinados por trabajos que favoreciesen labores
como la caza, la recolección y las tareas silvícolas, lo que mejoraba los recursos de todo el
grupo, información e ideas con planteamientos novedosos y originales que favorecería el
pulso con la supervivencia. La sociabilidad, la mutua cooperación y la cultura siempre han
de estar íntimamente relacionadas y alcanzarlas ya ha de requerir muy altos niveles de
inteligencia.

Faulkner (2013), señala que los neandertales eran ciertamente inteligentes.


Durante el Paleolítico medio o periodo musteriense se valían de herramientas líticas
como punzones, raspadores, cuchillos y hachuelas especializadas (aportando hasta 63
tipos de instrumentos líticos sólo diseñados por ellos) (Tomás, 2015).

Los neandertales eran inteligentes y bien equipados, siempre vinculados a una red
intergrupal, capaces de organizarse para la caza a gran escala en la llanuras heladas;
confeccionar vestimentas con las pieles de los animales que cazaban, adiestrados para
construirse algunos albergues, refugios o cobijos para guarecerse no sólo del frío sino
también de sus predadores naturales, así como de aplicar toda la tecnología que su
capacitación cerebral y sus representaciones de ideación cognitiva les permitía para la
elaboración además de en piedra con útiles que derivaban del empleo de animales (como
hace 600.000 años en el yacimiento de Lynford, Inglaterra, donde se encontraron
instrumentos neandertales confeccionados a partir de huesos, colmillos y dientes de
mamuts); como ya hemos citado, esta adaptación se debió al importante avance desde el
punto de vista biológico, pues estos representantes del grupo Homo ya estaban contando
con unas condiciones psíquicas y físicas extraordinariamente adaptadas a las extremas
temperaturas sufridas durante el Pleistoceno (Dema y Patou-Mathis, 2011).

Ahora bien, los organismos naturales son conservadores en relación con su


perfección evolutiva (Faulkner, 2013) y los neandertales, al adaptarse tan bien al frío,
entrarían en una deriva de especie que los arrastró a un callejón biológico sin salida;
mientras que en África, las especies habían evolucionado hacia un nuevo tipo de hombre
evolucionado de Homo erectus, en donde su especial creatividad, su extremada
organización en torno al grupo y su inagotable capacidad de adaptabilidad cultural que
después de emigrar desde África hace 85.000 años, se extendió rápidamente por el
mundo, colonizando los rincones más remotos. Aquella nueva especie era la nuestra, que
estaba llamada a superar en la competencia a todas las demás, empujándolas a la
extinción y sobreviviéndolas, siendo la única especie de un género zoológico que aún
pervive.
La revolución del género Homo había originado, hasta ahora, una especie cuyos
nuevos progresos habrían de estar determinados, no por los generados con la dinámica
genética de la evolución biológica, sino que resulta fruto de la inteligencia, la cultura, la
organización socialmente estructurada y el plantear las labores del trabajo de una forma
colectiva.

Se desplazaban en busca de comida, respondiendo al agotamiento de los recursos,


a la presión de la población y al cambio climático, que era sufrido durante aquellas épocas
interglaciares. Resultaba que Homo sapiens estaba adaptado a la adaptación: diseñados
para aguantar interminables caminatas con desplazamientos a largas distancias; con una
destreza manual que los hacía excelentes fabricantes de instrumentos y con grades
cerebros que los capacitaba para gestar un pensamiento abstracto, siendo capaces de
elaborar una planificación detallada, la comunicación lingüística y la organización social.
En definitiva, constituían pequeños grupos cooperativos estrechamente enlazados que
estaban vinculados en redes mayores pero más laxas basadas en el parentesco,
intercambio y apoyo mutuo (Faulkner, 2013).

Estaban culturizados, porque sus formas de obtener alimentos, vivir juntos,


compartir tareas, fabricar instrumentos, adornarse, enterrar a sus muertos, eran
acordadas en el interior de los pequeños grupos atendiendo a reglas ya establecidas. Por
esta razón, tomaban decisiones colectivas habitualmente: se hablaba de las cosas y, a
continuación, con una decisión resolvía la actitud que debían tomar: la característica
dominante del Homo sapiens era su capacidad para satisfacer las demandas de entornos
diversos y cambiantes. Inicialmente pudieron migrar a lo largo de las líneas costeras y
fluviales continentales ricas en recursos, luego, pronto se extendieron hacia el interior,
hasta donde eran capaces de llegar a adaptarse; cazaban reno en el Ártico, mamuts en las
llenuras heladas, caballos y venados salvajes en la estepa, cerdos y monos en los trópicos.

Además de las características propias de la especie (grandes cráneos más


elevados, rostros mucho más planos y mandíbulas más pequeñas), lo más destacable era
la capacidad de su inteligencia, pues el mayor volumen del cerebro les posibilita para
almacenar información, pensar imaginativamente y comunicarse de formas complejas,
siendo la clave el lenguaje, mediante el cual se clasifica, analiza y discute e interpreta la
visión que paulatinamente mejorada van adquiriendo del mundo, su cosmovisión. Los
hombres hablan sin cesar, son animales políticos y sociales, y esto en términos evolutivos
los dotaba de una dinámica tremendamente adaptable (Nicolás, 2015; Fernández, 2015).

La biología de Homo sapiens, en relación al resto de sus ancestros del grupo


zoológico Homo, no estaba limitada a una variedad de entornos, sino que mediante la
comunicación que empleaban, hablaban y trabajaban en colectividad, y sus resultados los
capacitaba para lograr adaptarse a cualquier tipo de entorno. Ahora, por primera vez en
la historia de la evolución neodarwiniana, la velocidad de cambios se aceleraba: la física
de los rasgos antropológicos habría de estar condicionada no por el entorno del medio
geológico y climático, sino por la evolución cultural: Homo erectus había permanecido en
África con sus hachas de mano durante 1,5 millones de años, y sólo en 3.000
generaciones, hace 85.000 años, el poder de adaptación de Homo sapiens le hacían
dispersarse por todo el planeta, por el sur de Asia y Australia (hace 50.000 años), el norte
de Asia y Europa (hacia 40.000 años) y el continente americano (desde hace 15.000 años).

En lugar de evolucionar biológicamente cuando las condiciones climáticas


cambiaban, los grupos se desplazaban en busca de alimento, respondiendo al
agotamiento de los recursos en relación al aumento de la población y al cambio climático
(hecho frecuente desde la perspectiva atemporal de los periodos geológicos cuando
asistimos al cierre de una época interglaciar), y encontraban soluciones habilitando
mejores refugios, elaborando vestimentas más cálidas o instrumentos de calidad más
cortante. La naturaleza y la cultura interactuaban, y mediante esta tremenda interacción
los seres humanos mejoraban un modo de vida cada vez menos existencial. Producían
arte: pinturas rupestres y esculturas de los animales que cazaban y figurillas de gruesa
Venus que representaban iconos sobre deidades de la fertilidad. Experimentaban e
innovaban. Los éxitos eran compartidos y copiados. La cultura no permanecía estática
sino en disposición cambiante y acumulativa. Como cita Faulkner (2013), las nuevas
formas en que las condiciones del medio obligaban a readaptar las cosas, junto a las
lecciones aprendidas e inmediatamente integradas, se convertían en parte de un
depósito creciente de conocimiento y sabiduría.

Hay pruebas de ADN que concluyen en coexistencia y mestizaje, entre 40.000 y


30.000 años, y parece que la extinción de los neandertales se debió a una lenta
sustitución de esta especie por la nuestra: los primeros acabaron desapareciendo porque
no podían adaptarse y competir cuando el clima cambiaba, se extinguían los grandes
rumiantes de los que dependían todas la especies de Homo y aumentaba la población de
Homo sapiens, aunque afrontaban una prueba determinante de adaptabilidad evolutiva.

Los neandertales durante cientos de años habían estado en la parte más alta de la
cadena alimentaria, aunque quizás acabaron desapareciendo porque no supieron
adaptarse; no podían competir cuando el clima cambiaba, la población de Homo sapiens
aumentaba su pirámide poblacional y las manadas de los grandes rumiantes de los que
dependían las especies de Homo para subsistir, definitivamente se extinguían.

Durante el Pleistoceno (como se conoce este periodo desde la Geología) o


Paleolítico (que es como se le denomina y estudia desde el paradigma de la
Antropología), Homo sapiens representó un nuevo punto de inflexión en relación a la
curva evolutiva que iniciaron sus ancestros: la nueva cultura del hombre moderno era
dinámica y diversa, por ejemplo respecto a las nuevas tecnologías de los útiles trabajados
en la piedra, sólo en el caso de que no copiasen y luego mejoraran con una facilidad
excepcional las destrezas ya practicadas desde años atrás por los artesanos neandertales
(no sólo con la tecnología empleada en la talla de lascas musterienses, sino asociadas
también a la sofisticada talla de las hojas auriñacenses correspondientes al Paleolítico
superior que, como demuestran algunos estudios, ya se practicaba por los neandertales
oriundos de Europa, incluso muchos años antes de que los humanos modernos llegasen a
esos territorios). Lo cierto es que con el paso del tiempo, la nueva cultura de la última
especie del grupo zoológico Homo, produjo mejorados y novedosos instrumentos como:
propulsores de venablos, arpones, arcos y flechas, y domesticaron perros para usarlos en
la caza (Lewis-Williams, 2005; Rosa, 2007).

La Geografía y el clima interactuaban con el ingenio humano para producir


diferentes economías para cada determinado lugar. Los humanos modernos hacen su
propia historia pero en circunstancias que no habían sido las elegidas por ellos,
propiciando una auténtica revolución neolítica; pueden verse empujados al trabajo de la
agricultura y la ganadería por necesidad, ya que aunque cazar, pescar y recolectar sean
opciones más satisfactorias y entretenidas, coexistieron desde hace 9.500 años con el
pastoreo y el cultivo, iniciados necesariamente gracias al aumento de los requerimientos
nutricionales por el desarrollo en auge de la población en un entorno cada vez más seco y
desprovisto de recursos alimenticios naturales.

Así, nuestros predecesores hicieron desarrollar de forma paulatina el invento la


horticultura (basada en el trabajo con la azada sobre parcelas pequeñas) (en distintos
momentos y de manera independiente sobre lugares muy alejados en Asia occidental y
central, origen de la incipiente agricultura, que estaba ya basada en el arado de los
campos), fruto de la observación acerca del crecimiento de las plantas, comenzando a
cultivar semillas porque se disponía de especies de cereales silvestres claves como la
cebada o la escanda cereales con el fin de lograr la cosecha de sus frutos; era un trabajo
repetitivo y duro, con largas e interminables tareas como: cavar, esparcir semillas,
combatir las plagas, el peligro de las inundaciones y/o de las sequías; ahora la humanidad
había quedado atrapada a consecuencia de su éxito a la dedicación de este tipo de tareas
que permitía hacer acopio de alimentos para que la población no pereciera de
hambrunas. Algunos ejemplos de comunidades de personas que cultivaban a principios
del Neolítico son: 1) en las tierras altas de Nueva Guinea, hace 9.000 años, se desarrolló
una economía neolítica basada en la caña de azúcar, bananas, ñame, gramíneas,
tubérculos y hortalizas; 2) en el yacimiento de El-Beidha, en Petra (Jordania),
correspondiente a la Edad de Piedra nueva, hace 8500 años, donde cosechaban grano
para hacer y almacenar harina en sus casas hechas de piedra, madera y barro.

Los primeros agricultores sedentarios en Europa, antes fueron pioneros asiáticos


como se registra con el ADN que se ha recogido procedente de los enterramientos de
yacimientos arqueológicos, cuando cruzaron el mar Egeo hacia el este de Grecia, hace
alrededor de 9.000 años, llevando consigo, como dice Faulkner (2013), un equipaje
neolítico constituido por semillas para cultivar y animales domésticos; disfrutando ya de
una tecnología que le permitía el empleo de: hoces, azadas, hachas pulidas, vasijas de
barro y piedras de molino; usando ya el hilado, elaborando tejidos y construyendo casas
cuadradas sobre asentamientos permanentes.

Hace unos 7.000 años, los agricultores-ganaderos sedentarios del Neolítico (la
cultura que en Arqueología se denomina de la cerámica de bandas), ya se habían
asentado en gran parte de Europa; gracias al esfuerzo colectivo vivían en aldeas con 30 ó
40 casas de madera en cada una de las cuales se acomodaba un grupo familiar extenso. Ni
la vivienda ni los enterramientos ofrecen señal alguna de desigualdad social: no había
divisiones de clases ni familias nucleares, todos consumían y todos igualmente
contribuían en función de sus determinadas habilidades; eran como los llamaban Marx y
Engels, comunistas primitivos.

Se desbrozaba y roturaba la tierra, luego se cultivaba hasta que se acababa


agotando y había que abandonarla (aún no eran prácticas conocidas, el descanso en
barbecho y el abono o la rotación de cultivos), también comenzaba a escasear a medida
que la población aumentaba. Estas contradicciones de la economía del Neolítico
determinaron los inicios de los conflictos bélicos.

Bermúez de Castro (2013), plantea en Un viaje por la Historia, así: es a través del
estudio pormenorizado de los registros fósiles como se aportan pruebas sobre el origen y
la evolución de la genealogía humana, y es en donde constatamos cambios sustanciales
en el peso y estatura, en la morfología particular de cada uno de los cráneos, en la forma
corporal del esqueleto y en la anatomía de las extremidades; evidenciando, a través del
tiempo evolutivo un modelo de crecimiento y desarrollo en cuanto al tamaño y forma del
cerebro.

Los integrantes del grupo Homo, forman parte del grupo de primates bípedos con
un cerebro muy grande en relación al tamaño del cuerpo. Podemos llegar a afirmar que
estos cambios no han sido repentinos, al azar ni revolucionarios, sino fruto del ensayo y
error a los que a nosotros también nos hace someter las condiciones de la naturaleza.

Nuestros cercanos antecesores fueron grupos o bandas de homínidos cazadores


reproductores que sólo usaban la piedra y la madera para fabricar sus herramientas
(Tomás, 2015), aunque contaran ya con un cerebro tan grande como el nuestro. Los
hombre humanos modernos, desde nuestra adaptación biológica a las condiciones
climáticas del Pleistoceno superior (0,12 a 0,01 millones de años), experimentamos
también cambios culturales que fueron muy lentos y acordes en relación a nuestra
evolución biológica (Demay y Patou, 2011).

Homo sapiens sapiens, han podido vivir en armonía durante cientos de miles de
años y, aunque resulte paradójico, en la actualidad esa armonía se ha roto con lo que
suponen las demandas de tecnologías, pues aunque algunos individuos hayan sido
capaces de desarrollar innovaciones trascendentales capaces de transformar nuestra
forma de vida, la gran mayoría de la humanidad es incapaz de estar a la altura. En
definitiva, parece evidente que no estamos preparados como especie para asimilar los
cambios tecnológicos que no demandas los tiempos recientes. Además, aunque nos
parezca que esta tecnología tiene un enorme poder, lo cierto es que seguimos a merced
de la naturaleza (las fuerzas devastadoras de los terremotos, los ciclones, tsunamis, los
grandes incendios, se encargan de demostrarnos cada día que en realidad somos
bastante vulnerables).

En poco tiempo, la tecnología será capaz de acelerar la evolución biológica: la


ingeniería genética, la robótica y las múltiples aplicaciones que brinda el desarrollo de la
informática, podrían revolucionar el futuro de la humanidad, esto es: seguimos
evolucionando de manera natural mientras que la tecnología crece de manera
exponencial, de manera que la brecha que abierta entre lo biológico y lo cultural habrá de
resultar cada vez más evidente (Mendez, 2016).

Si, a pesar de que cuando examinamos nuestro comportamiento, todavía


descubrimos muchas semejanzas con nuestros ancestros. ¿Qué nos ha de faltar, entonces
para mejorar esa complejidad de la realidad con que pretendemos ser mejores seres
humanos? Y, por otra parte, quizás también debamos considerar la cuestión que la
revolución en que ahora estamos inmersos nos vaya, acaso, a capacitar para ser mejores.

Por ejemplo, respecto a la limitación de los recursos que supone respecto al poder
de la distribución del grano o la gestión de los pozos de agua dulce, que cada vez resultan
más escasos sobre una población que muestra una curva de crecimiento exponencial, cita
Bermúdez de Castro (2013), que en realidad seguimos siendo tan tribales y territoriales
como lo hemos sido siempre, por tanto: continuamos enfrentándonos en guerras por el
control de sus territorios y recursos, ahora incluso más infernales (Keegan, 2014).

El tribalismo, la integración identificada al grupo, aún mantiene diferentes pautas


respecto a nuestras sociedades modernas, verbigracia: ser hinchas de un determinado
club de fútbol, ser aficionado a las motos, identificarnos a un grupo que comparte las
señas de una determinada manera de vestir, pertenecer a una determinada alianza
política, etc. En el caso de que condicionalmente este tribalismo del clan o la horda no
pase de ahí y carezca de violencia, esto conlleva unos rasgos que caminan hacia la
transformación en diversidad y riqueza social; por el contrario, en el peor de los casos son
estos enfoques extremos actuales mediados por una agresividad desmedida basada en
criterios extremos fundamentalistas lo que muchas veces genera rivalidades dramáticas
que provienen de la distancia que establezcamos entre unas naciones y otras.

Desde el punto de vista evolutiva en la organización social de los homínidos más


avanzados: la jerarquía resulta una adaptación ventajosa del comportamiento animal
para relajar tensiones y organizarse para los peligros que les acechan; incluso es muy
necesaria para que se expresen muchas especies de primates que viven en pequeños
grupos y, por supuesto, sigue siendo fundamental para la destreza del comportamiento
humano. Cuando los humanos vivimos en grupos de miles o millones de individuos, ésta
situación requiere ajustes a la hora de expresar la jerarquía, pues casi siempre acaba de
favorecer a una minoría privilegiada del poder, y hay que regular de manera diferente la
gestión intrínseca que modela la ansiedad cuando, por otra parte, los seres humanos no
sólo somos extremadamente sociales, sino también solidarios, creativos e innovadores,
capaces de generar arte y admiramos de lograr disfrutar de la belleza: ésta es la
esperanza para que las generaciones venideras siendo conscientes, sin duda, puedan
disfrutar de un futuro más justo, equilibrado y socialmente responsable (Mendez, 20016).

La dualidad que atesoramos en nuestra conducta aborda las cogniciones más


profundas e inconscientes, sorteando un tránsito eternamente repetido entre lo bueno y
lo perverso, pugna de valores que atesora el Homo sapiens desde que es consciente de
forma reflexiva respecto de su naturaleza; quizá el desarrollo de nuestro intelecto
excepcional determine el futuro de la genealogía humana que parece estar
exclusivamente en nuestras manos, sin que nunca debamos olvidar que somos la última
especie que aún sobrevive de un grupo zoológico, en otro tiempo muy diverso, aunque si
lo hacemos mal, podríamos ser nosotros mismos quienes determinemos el camino hacia
el ocaso de nuestra extinción (Finlayson y Finlayson, 2016).

Durante todo el desarrollo del Paleolítico, pasados 2,5 millones de años, los
encuentros eran escasos entre las pequeñas bandas de humanos que recorrían las tierras;
las disputas, aún más infrecuentes: se podría mantener una entrañable cordialidad para
el intercambio desde el respeto de los territorios fronterizo de cada grupo, aprendiendo a
respetar los límites que señalan las distancias (Sayago, 2014; Vallejo et al, 2009).
El arte de las cavernas, ya mostraba cazadores con arcos disparando no sólo
contra animales sino, a veces, contra otros hombres, aunque eso no era un
planteamiento de guerra como tal sino una manera de delimitar el territorio y su defensa
caso de que ésta fuera necesaria; ya que no hay pruebas de que se resolviera una
violencia de guerra a gran escala, prolongada y organizada entre grupos opuestos, no
antes de la revolución agrícola que comenzó hace 9.000 años (Keegan, 2014). Pero más
tarde, cuando se incrementó la población, ya comenzaron los conflictos ocasionales sobre
los recursos, de esta forma: el deseo por poseer la tierra y la extrema necesidad de
alimentos, esta vez, si que podría hacer entrar en conflicto a los grupos vecinos (Finlayson
y Finlayson, 2016).

La guerra forma parte de la cultura de la humanidad. Las sociedades veneran a sus


guerreros, les dedican monumentos y nombres de calles (una nomenclatura no siempre
libre de polémica, como se puede comprobar en Madrid). Los textos literarios más
remotos, el Antiguo Testamento, el poema de Gilgamesh y, sobre todo, la Ilíada, hablan
de combates y de hazañas bélicas. Tal vez por eso, los historiadores asociaban siempre la
guerra a la cultura y sostenían que, en la larga época en la que los hombres subsistían
como bandas dispersas de cazadores-recolectores, se podía hablar de violencia entre
individuos, pero no de guerra. Eso ha cambiado.

Asumimos que los seres humanos son distintos del resto de las especies, ¿qué es
lo que, entonces, nos convierte en especiales?, cuando aún se ha sugerido una respuesta
unánime y conforme se descubren nuevos fósiles aparecen nuevas dudas. Chaminade,
experto en la evolución del cerebro humano, explica que la: evidencia fenomenológica se
impone, ya que la observación de nuestra cultura y nuestra historia nos lleva
necesariamente a la conclusión de que, aunque sigamos siendo animales, somos
diferentes del resto. Este autor cree que el hombre es: el resultado de un salto evolutivo
que le dio ventajas psicológicas –capacidad de aprender y transmitir el conocimiento a
través de la cultura– que explica que seamos únicos. Trazaba una lista de 15 mutaciones
genéticas desde que comenzamos a separarnos de los monos hace siete millones de años,
como el gen RNF213, que aumenta el tamaño de la carótida que lleva sangre al cerebro;
el FOXP2 (Krause, 2007), que permite el lenguaje complejo; o el AMY1, que produce una
enzima en la saliva que permite digerir el almidón (y por tanto, la agricultura en torno a la
que se crearon las sociedades en las que vivimos ahora). Más bien, se trató de una serie
de golpes de suerte evolutivos: Muchos factores que fueron cambiando a lo largo de la
evolución humana nos ayudaron a convertirnos en humanos: ser bípedos, tener un
cerebro más grande, construir y utilizar herramientas, el lenguaje, la cultura, elevados
niveles de cooperación, la capacidad para desplazarnos a lo largo de grandes distancias.

La mayoría de estas cualidades pueden encontrarse, aunque en versiones más


simples, en otras especies que no son exclusivas de primates. A lo largo de la historia, la
Paleoantropología ha ido variando muchas de las certezas consideradas hasta el
momento, no sólo a causa del hallazgo de nuevos de fósiles, sino también por los avances
etológicos fundamentados en el comportamiento de los simios. Dart, autor de la primera
teoría de que el hombre venía de África, pensaba que lo que nos hace humanos es la
violencia; superada, sin embargo, al descubrir que los chimpancés practican algo muy
similar a nuestras guerras (Mendez et al., 2016; Finlayson y Finlayson, 2016).

El reciente descubrimiento en Kenia de una matanza de hace 10000 años en el


lago Turkana, puede confirmar las sospechas basadas en la evidencia de que los
chimpancés organizan partidas de caza contra otros grupos, de lo que se deduce que la
guerra es tan antigua como nuestra especie (Keegan, 2014), y antes de que hubiese
propiedades y territorios que defender, ya existían conflictos. Los neolíticos no
inventaron la guerra, sino que los cazadores recolectores del Paleolítico o del Mesolítico
ya combatían. Guilaine, en: Caïn, Abel, Ötzi: L'héritage néolithique, cita otros casos de
matanzas y brutalidades en la prehistoria, por ejemplo: un enterramiento del 12.000 a.C.
en Jebel Sahaba (Sudán), en el que una veintena de los 59 cuerpos encontrados mostraba
signos de violencia. Sin embargo, al tratarse de un cementerio es posible que fuese una
cultura con algún tipo de sedentarismo. Se trata de una discusión que replica la diferencia
filosófica crucial entre Thomas Hobbes con la idea de unos seres violentos por naturaleza
(El hombre es un lobo para el hombre), y Jean-Jacques Rousseau con la idea de la bondad
del buen salvaje. Quizás, al hilo de este argumento es por lo que el historiador Keegan en
Historia de la guerra (2014), escribe: Los prehistoriadores están radicalmente divididos
como los antropólogos respecto a la cuestión de si el hombre era o no violento con su
propia especie. Turkana puede poner fin a esta polémica y darle la razón a Hobbes. Este
hallazgo demuestra que la violencia letal entre grupos es anterior a la agricultura, como
explica Glowacki (2106, 2015): muchos antropólogos creen que las primeras sociedades
humanas tenían algún tipo de enfrentamiento bélico, pero hasta ahora no existían datos
que apoyasen este presentimiento.

Vicent (2016), comenta: La primera cuestión que hay que tener en cuenta es que
las sociedades de cazadores-recolectores no son un tipo específico de sociedad, distinta
en su organización y en sus prácticas culturales de otras organizaciones primitivas de
agricultores sedentarios o móviles, ganaderos, horticultores. Sostiene Vicent (2016): Si
entendemos guerra en el sentido de violencia intercomunitaria o interpersonal como
forma de solución de conflictos, entonces no hay ninguna sociedad humana en la que no
se haya dado. Si entendemos guerra en el sentido de una práctica social sistemática,
como continuación de la política por otros medios, entonces no. La guerra así entendida
es un epifenómeno del Estado, y las sociedades primitivas son justo eso: sociedades sin
Estado (Keegan, 2014).

La guerra en la humanidad siempre se ha relacionado con sociedades sedentarias.


Por eso el hallazgo de Turkana es tan llamativo, explica Rosas (2010).

Las guerras entre grupos de chimpancés, sobre las que hay ya una amplia
documentación, llevan también a muchos investigadores a pensar que es un patrón de
violencia organizada que ha continuado hasta nosotros. Glowacki (Rosas, 2010), sin
embargo, hace otra lectura: Los orígenes de la violencia humana son seguramente
similares a los que podemos observar en esos primates. Pero no hay que olvidar que los
chimpancés y los humanos son únicos también por su capacidad de solidaridad entre
grupos. Los intercambios y la cooperación han sido mucho más importantes en la
evolución humana que la guerra que sigue un camino cercano, también intangible. ¿Qué
hace que los sapiens podamos cooperar de esa manera? Nuestra imaginación. Podemos
cooperar con extraños porque podemos inventar historias sobre cosas que sólo existen
en nuestra imaginación (dioses, naciones, dinero) y difundirlas a millones de personas.
Ningún chimpancé creería en un cielo lleno de bananas para toda la eternidad. Sólo
nosotros podemos creer algo así. Y por eso dominamos el mundo.

Los restos de la primera matanza documentada entre cazadores y recolectores


cuestionan que las sociedades primitivas fueron menos sanguinarias. En verano de 2012,
un equipo de paleoantropólogos encontró en Kenia un escenario cerca del lago Turkana,
una zona clave para entender el origen del género humano, pues allí se hallaron los restos
de Homo ergaster, nuestro ancestro. Este hecho, sin embargo, resultó mucho más
reciente, una masacre de hace sólo unos 10.000 años que bien podría ayudar a
explicarnos el origen de la guerra, cuando los Homo sapiens de la zona vivían en
sociedades nómadas dedicadas a la caza y la recolección.

El árido yacimiento de Nataruk estaba entonces a la orilla del lago Turkana, llena
de vegetación y grupos humanos. Allí, parcialmente enterrados por la grava, los
investigadores descubrieron algunos cráneos y otros huesos saliendo de la tierra que
fueron identificados como restos de 27 personas. Doce de los cadáveres están muy
completos y solo dos no muestran signos de violencia, fue una contienda tan intensa que
los investigadores aunque no llegan a plantear el motivo de lo sucedido, creen estar ante
un acto de guerra más antiguo del que hoy en día tengamos conocimiento. Los cadáveres
de Nataruk hablan de una masacre entre cazadores y recolectores. Varios murieron casi
en el acto por heridas letales en el cráneo con flechas y otras armas. Algunos padecieron
la rotura de sus piernas y manos. Hay cadáveres que conservan aún las puntas de piedra
incrustadas en la cabeza, el tórax, las caderas. No se hicieron distinciones, y entre los
muertos hay hombres, niños y mujeres (incluso una estaba embarazada de siete meses).
Ninguno recibió sepultura.

Los restos de la primera matanza documentada entre cazadores y recolectores


cuestionan que las sociedades primitivas fueron menos sanguinarias. El estudio de los
cadáveres ha requerido la participación de un equipo multidisciplinar y su trabajo parece
un relato policíaco. Por ejemplo, el caso de los dos muertos sin marcas de violencia, que
probablemente fallecieron atados: uno de ellos es la mujer encinta, hallada en una
postura que indica que agonizó con las muñecas y tobillos inmovilizados. Solo se pueden
ver las marcas que quedan en los huesos así que no sabemos si les cortaron el cuello,
estos son los únicos que no tienen traumatismos, pero ambos están con las manos juntas,
lo que parece una gran casualidad, explica Maíllo (2008), que ha investigado las puntas de
flecha y el resto de herramientas de piedras halladas en Nataruk. Algunos de los
proyectiles incrustados en el hueso están hechos de obsidiana, un mineral que no abunda
en Turkana, lo que podría indicar que el grupo atacante vino de lejos, aunque la
posibilidad de haber extraído ADN de los huesos, nos hace desconocer si en este
yacimiento se mataron entre sí los miembros de un mismo grupo o se trató de un ataque
de forasteros (Maíllo, 2008).

Entonces, debemos plantear una interdisciplinariedad a la hora de generar


hipótesis: la neurología y la ciencia cognitiva tienen como objeto el conocimiento de
nuestro cerebro y nuestra mente, conocimientos esenciales a la hora de comparar con
otras poblaciones humanas (Plagnol y Wall, 2006) desaparecidas, ya que de estas últimas
tan sólo disponemos de sus restos óseos. Para la neurociencia, la conciencia básicamente
tiene su origen y comienza su desarrollo con el surgimiento del sistema nervioso en los
últimos 500 millones de años. Resulta clave la biología evolutiva sobre el origen y
desarrollo de la cognición, como el desarrollo exclusivo de los mamíferos como la
neocorteza, que permite aumentar el almacenamiento de información sobre la estructura
del entorno (Állman, 2003), la estructura que más ha crecido en relación al peso corporal;
su desarrollo se relaciona con el de las funciones cognitivas (Lopera, 2004). La aceleración
del índice de encefalización que abarca a todo el género Homo (Martín-Loecheset al.,
2008); mostró una notable evolución en nuestro cerebro moderno que se diferencia de
otros homínidos por un patrón en la forma globular del cerebro (Bruner et al., 2003),
aunque sus razones no están claras parece importante el efecto modelador de la cultura.
El cerebro de los recién nacidos de HAM y hombres Neandertales, tienen el mismo
tamaño aproximado y son similares en forma (cráneos alongados), situación que cambia
durante el primer año de vida, que es cuando se desarrollan las diferencias entre ambos
(Gunz et al., 2010). Los descubrimientos del genoma neandertal, identifica genes
relevantes en la cognición derivados en los humanos actuales (Gunz et al., 2010): un
cambio del patrón ancestral del desarrollo cerebral producido en los primeros HAM que
subyace en la reorganización cerebral, las diferencias cognitivas asociadas convertirían
este patrón de crecimiento en diana de la selección positiva en los humanos modernos
(Gunz et al., 2010).
Lo más importante para la capacidad cognitiva es la organización interna del
cerebro, esto es: las conexiones entre las diversas regiones cerebrales que se establecen
en los primeros años de vida determinan las funciones sociales, emocionales y
comunicativas superiores. Lo cierto es que no disponemos de datos en el caso de otras
poblaciones humanas desaparecidas (Plagnol y Wall, 2006), como para asegurar una
inferioridad cognitiva que les desfavoreció en términos evolutivos, el hecho de que
presenten diferencias no quiere decir que estemos ante desigualdades en términos de
inferioridad-superioridad intelectual (Sayago, 2014).
Se considera que la principal diferencia entre nuestro cerebro y el otros
integrantes del género es una expansión del lóbulo parietal, particularmente de sus
porciones superiores, área del cerebro implicada en el procesamiento de la sintaxis y la
gramática (Bruneret al., 2003). Semendeferi y Damasio (2000), sin embargo, no han
encontrado que nuestro lóbulo parietal sea más grande de lo esperado en un simio con
un cerebro de nuestro tamaño¸ esto tampoco significa que los lóbulos frontales carezcan
de importancia, puesto que pueden llegar a tener consecuencias muy considerables en
nuestro comportamiento (Martín-Loeches, Casado y Sel, 2008).
Los lóbulos temporales aparecen anormalmente grandes en nuestra especie, área
cerebral importante para la audición y la visión, así como para procesos cognitivos
superiores como el lenguaje o la memoria.
El cerebelo participa en la mayoría de los procesos cognitivos superiores, incluido
el lenguaje y se activa en todo tipo de tareas complejas, aunque se le suele ignorar, no
sólo en la neurociencia cognitiva, sino también en la Paleoneurología (Martín-Loeches,
Casado y Sel, 2008). Para el hombre moderno cuenta con un menor volumen respecto al
volumen total de nuestro cerebro (Semendeferi y Damasio, 2000), lo que contrasta un
estudio en que Weaver incorpora datos de otros primates y también de Homo habilis,
Homo erectus, Neandertales y Homo sapiens antiguos y modernos; en donde las
capacidades cognitivas del Homo sapiens moderno provienen a partir de este desarrollo,
lo que provocaría una gran expansión cognitiva en comparación con los otros miembros
de nuestro género y con nuestra propia especie, antes de que se diera este cambio en la
morfoanatomía del cerebro. En los homínidos, la importancia del proceso de
encefalización viene dada por el aumento de comunicación en los HAM frente a los otros
homínidos.
El tamaño del cerebro y por la organización asimétrica dobla la capacidad de la
corteza (Levy, 1977). El córtex antiguo, sus funciones sensoriales y motrices, siguen sin
modificaciones conservando su funcionamiento simétrico: la asimetría permite el
crecimiento del neo-neocórtex sin una excesiva expansión del cerebro (Lopera, 2004). El
neo-neocórtex resulta fundamental en el surgimiento de la conciencia humana y presenta
diversas particularidades (Sayago 2014): a) filogenéticamente aparece el último, ya que es
específico del desarrollo de los homínidos; b) ontogenéticamente es el último en madurar
por el retardo de la mielinización y del desarrollo de las dendritas y las sinapsis; c)
representa asimetría funcional, demostrada por las habilidades espacio visuales del
lenguaje y musicales. El hemisferio izquierdo se especializó como analizador de lenguaje y
el derecho como sintetizador de formas. El hemisferio derecho se relaciona con la
conciencia, pero no con la conciencia de sí, que es una especialización del hemisferio
izquierdo; d) el neo-neocórtex se caracteriza por una gran plasticidad, sobre todo en los
jóvenes y se asocia con diversas funciones como: La conciencia y la conciencia de sí, la
reflexión, la memoria, los sentimientos, la imaginación y la creatividad.
La especialización hemisférica funcional, una de las diferencias en la forma del
cerebro características de los homínidos desde Homo ergaster (Martín-Loeches, Casado y
Sel, 2008); patrón que se correlaciona con el grado de dominancia de la mano derecha (el
paleopatólogo Antonio Rosas estudió tres endocráneos de Neandertales del Sidrón que
muestran compartimentación del cerebro con características propias, más asimétrica que
el de los HAM, y concluye que el patrón de drenaje venoso dural de los Neandertales
parece más asimétrico que el de otros homínidos (Peña-Melián et al., 2011).
Existe un patrón común según el cual: corteza, núcleo estriado, cerebelo y
diencéfalo han aumentando conjuntamente su tamaño en relación a otras partes del
sistema nervioso (Oxnard, 2004) relacionando estos cambios con el particular estilo de
vida, basado en la importancia del uso de las extremidades superiores a partir de los
primates: se muestra una reorganización que no se debe simplemente al aumento del
volumen total del cerebro (Oxnard, 2004); aumentos concretos en las diferentes
conexiones de esas zonas relacionadas con otras partes del interior del cerebro en un
endocráneo directamente relacionadas con aspectos específicos del comportamiento de
la especie.
Además, respecto a la reorganización cerebral en nuestra especie: las conexiones
entre el tálamo y la corteza occipital han sufrido modificaciones importantes en el Homo
sapiens. Desde el tálamo se envía más información sobre el movimiento de los objetos en
el espacio que en otras especies de primates. Preuss (2001) explica estos cambios como el
producto de la necesidad que tienen los humanos de analizar los rápidos movimientos de
la boca que se producen durante el habla, junto con los movimientos de las manos que
las acompañan.
Las diferencias entre nuestro cerebro y el de otras especies se aprecian también a
escala celular: Diferentes y proporciones de neuronas dentro y entre las columnas
corticales, determinados tipos de neuronas como las células en huso o las neuronas
espejo) que, aunque no son exclusivas de nuestra especie, presentan ciertas
particularidades en cuanto a número y función. Los sistemas de receptores de las
neuronas también parecen tener características propias de nuestra especie que podrían
ser la clave para entender algunas de las singularidades de la evolución de nuestro
cerebro (Martín-Loeches, Casado y Sel, 2008).
Otro elemento importante en el surgimiento de la conciencia es la conducta
parental, conducta ligada a la homeostasis interna y considerada el origen de las
conductas de socialización (Lopera, 2004). Darwin vinculó la evolución de la inteligencia al
hecho de vivir en grupos sociales y hoy sabemos que cuanto mayor es el tamaño de la
neocorteza con respecto al resto del cuerpo, mayor es el tamaño del grupo social en los
primates. Una estrecha y prolongada relación parental a su vez estimula el desarrollo de
conductas de socialización (Lopera, 2004). La capacidad para participar en una gran
variedad de diferentes redes sociales sería desde este punto de vista el rasgo que más
diferencia a los humanos de los otros primates, ya que la participación en cada una de
estas redes sociales requiere de un conjunto diferente de conductas que dependen del
contexto (Lopera, 2004).
Los conocimientos de la arqueología prehistórica se tornan fundamentales a la
hora de interpretar las capacidades cognitivas y el universo mental de los Neandertales.
La aparición de la conciencia es un misterio en la evolución (Lopera, 2004), la ciencias no
pueden desligarse en este ámbito concreto de la antropología filosófica, a pesar de la
inseparable relación existente entre los órganos implicados en la cognición y la
autoconciencia. La ciencia aún no ha sido capaz de explicar con plena satisfacción el
funcionamiento detallado de los órganos encefálicos y tampoco han solventado todas las
preguntas relativas a la cognición y la autoconciencia de la mente humana (Sayago, 2012).
Autoconciencia y pensamiento trascendental se consideran las experiencias
mentales más elevadas del ser humano. Eccles (2012) emplea el término de conciencia de
sí para categorizar esta característica, representaría una novedad en la evolución, si las
especies de donde procede tenían una conciencia de sí rudimentaria. La autoconciencia:
viene acompaña de temor, ansiedad y de la conciencia de la propia muerte, se puede
identificar arqueológicamente con los enterramientos intencionales relacionados con
presencia de pensamiento trascendental (Eccles, 1992). La autoconciencia precede a la
conciencia traumática de la muerte, expresada a través de conductas funerarias. Los
estudios de comisurotomía sugieren que en el hemisferio derecho existe una cierta
conciencia de sí, pero es muy limitada y no permitiría atribuirle una personalidad (Lopera,
2004).
La capacidad Neandertal para hacer uso del lenguaje ha requerido de estudios
para determinar en qué momento de la historia evolutiva comenzamos a expresarnos
oralmente se centraron inicialmente en el cerebro o el tracto vocal.
Lieberman (1998) realizó reconstrucciones del tracto vocal de humanos extintos,
deduciendo la posición que habrían ocupado la laringe y los músculos en que se
asentarían en la base de los cráneos fósiles, y concluyó que las poblaciones anteriores a
los HAM (incluidos los Neandertales) poseían un tubo respiratorio cuyo espacio sería muy
reducido para la articulación de vocales y en caso de existir lenguaje este sería muy
rudimentario (Lieberman, 1991, 1998). Aunque, estas reconstrucciones eran subjetivas,
ya que el tracto vocal se compone en su mayor parte de órganos que no fosilizan.
En la línea de los estudios paleoantropológicos (Fernández, 2014), el equipo de
Investigación de Atapuerca ha analizado los huesos del oído, que pueden aportar
información clave puesto que la percepción del habla acabarán conformando el lenguaje:
la audición humana está especializada en los sonidos del lenguaje, la sensibilidad es
mayor en la audición de las frecuencias en las que suena la voz humana y este dato es el
que se emplea a la hora de realizar comparaciones entre las audiciones de Homo
heidelbergensis de Atapuerca, las de los chimpancés y las de los Homo sapiens sapiens, y
ha permitido concluir que los humanos que habitaron en la Sima de los Huesos oían como
nosotros, por lo que también deberían poder hablar, estima el equipo de Atapuerca
(Martínez-Moreno, 2005; Mendizábal y Arsuaga, 2009), concluyendo que Homo
heidelbergensis disponían ya de un lenguaje oral casi idéntico al nuestro, con dificultades
para articular las vocales abiertas, pero sin que eso implicara ninguna merma en la
capacidad de comunicarse, hablar y entenderse con efectividad (Martínez-Moreno, 2005
y Arsuaga, 2009).
El aparato neural necesario para la presencia de una conducta pseudo-lingüística
pudo existir ya en los antepasados comunes de simios y seres humanos, sin embargo el
canal hipoglosal del cráneo (por donde pasa el nervio que controla los músculos de la
lengua) es 1,8 veces mayor en los seres humanos que en los simios (Jungerset al., 2003) y
alcanzó el tamaño que tiene hoy día en los humanos hace, al menos 300.000 años, lo que
nos hace inferir que el habla humana tiene, al menos, esa antigüedad (Lopera, 2004); es
decir, podría situarse a partir de Homo hábilis.
De todas formas (Sayago, 2012), los autores se muestran más proclives a proponer
a Homo ergaster como el homínido en el que se manifestaría por primera vez el
simbolismo lingüístico (y esto ya constituye un hecho con visos de certeza), ya que su
índice de encefalización era mayor e inició una expansión demográfica (Rivera, 2015).

CAPÍTULO 5.

5.1. EL APARATO PSÍQUICO Y SU DINÁMICA: INTRODUCCIÓN

Desde el punto de vista de las referencias para una revisión de la Psicología


profunda y para el estudio de la Psicopatología y del inconsciente, hay que hacer una
exhaustiva investigación psicodinámica, aunque los esenciales ya los hemos referido en el
texto, y se pueden consultar en sus obras completas2.

Desde la teoría de corte psicoanalítico, cuando nos referimos al aparato psíquico


no se refiere a una estructuración localizable en el cerebro, sino a un esquema figurativo,
una metáfora que nos permita explicar el funcionamiento psíquico desde tres
perspectivas fundamentales de la metapsicología freudiana. El punto de vista tópico
alude a una representación espacial del funcionamiento del aparato psíquico; Freud, en

2
Existen dos traducciones en castellano de las obras completas de Sigmund Freud: José Luis
Etcheverry en Amorrortu Editores, y José Luis López-Ballesteros y de Torres en Editorial Biblioteca
Nueva, Alianza Editorial y Siglo XXI Editores. Nosotros en este trabajo hemos empleado la de Etcheverry
(Amorrortu editores). Hemos sugerido un listado de siglas en relación a las obras empleadas del autor
Sigmund Freud, a fin de recurrir con facilidad y asiduidad a sus textos: A=Autobiografía (1925); ATI= Análisis
terminable e interminable (1937); CPS=Compendio del psicoanálisis (1940); DCE= La disolución del complejo
de Edipo (1924); DPFPS=Los dos principios del funcionamiento psíquico (1911); I=Lo inconsciente (1915);
ID=Los instintos y sus destinos (191); IN= Introducción al narcisismo (1914); IS=La interpretación de los
sueños (1900); ISA= Inhibición, síntoma y angustia (1926); LIPS=Lecciones introductorias al psicoanálisis
(1916-1917); MAPP=Más allá del principio de placer (1920); MC=El malestar en la cultura (1928); N=La
negación (1925); ND=Las neuropsicosis de defensa (1894); NLIPS=Nuevas lecciones introductorias al
psicoanálisis (1933); NOND=Nuevas observaciones sobre la neuropsicosis de defensa (1896); OC=Obras
completas, Madrid. Biblioteca Nueva; OPS = Los orígenes del psicoanálisis (1954); R=La represión (1915);
TETS=Tres ensayos para una teoría sexual (1905); YE=El yo y el ello (1923).
1900, introduce una primera tópica en donde las instancias son el inconsciente, la
percepción-conciencia y el preconsciente. En 1920, elabora una segunda tópica donde
introduce el ello, el yo y el superyó. Así, pues:

1) Desde el punto de vista dinámico, en el psiquismo se produce una lucha continua


entre fuerzas antagónicas. Este modelo evidencia, sobre todo, las relaciones
basadas en el conflicto entre el consciente y el inconsciente, que son fuerzas
pulsionales: el juego una dinámica pulsional dualista que sirve para designar las
características del inconsciente. Implica la consideración del concepto de fuerza y
empuje (drang de las pulsiones). En los textos de Freud, el adjetivo dinámico.
2) Desde el punto de vista económico, parte de la experiencia clínica señala la
existencia de una energía mensurable que circula por el aparato psíquico ligándose
a determinadas representaciones. Según este modelo, los procesos psíquicos
consisten en la circulación y distribución de una energía susceptible de equivalencia,
aumento o disminución. El objetivo del aparato psíquico es conseguir un cierto
equilibrio, p. ej.: parece buscarse un equilibrio entre la libido del yo y la libido
objetal, es un continuo trabajo que equilibre las excitaciones tanto internas como
externas.
3) La hipótesis económica conlleva la idea de mantener siempre un nivel de energía lo
más bajo posible, de tal forma que el trabajo que realiza es múltiple: transferencia
de energía libre a ligada, desplazamiento de cargas de energías, elaboración, etc. Es
aquí donde surgen los procesos de desplazamiento y condensación energética.

El enfoque económico puede estructurar, a su vez, tres principios que están en la


base del intercambio de energías. Estos son:

a) Según el principio de constancia, el aparato psíquico, tiende a mantener la


cantidad de excitación en él contenida a un nivel tan bajo o tan constante como sea
posible. Se obtiene mediante la descarga de energía ya existente, la evitación y la defensa
de lo que pudiera aumentar la cantidad de excitación. Este principio constituye el
fundamento económico del principio del placer. Las elaboraciones freudianas que se dan
en Más allá del principio del placer le llevan a observar que el principio del placer se
puede hallar en oposición al principio de constancia, tiene que ver con una energía más
libre que la que resulta más ligada al tópico de la constancia, dando la impresión que el
placer va más allá del goce y del Thánatos.

b) El principio del placer, va ligado a la disminución de las cantidades de


excitación. Se parte del supuesto que el conjunto de la actividad psíquica tiene la finalidad
de evitar el displacer y procurar el placer. Es importante que reseñemos cómo para Freud,
el placer no era el fin en sí mismo, sino que nuestros actos vienen determinados por el
placer o displacer producidos en el presente por la representación que nos hacemos de
ellos. Junto al principio de realidad, gobiernan la actividad mental.

c) El otro gran principio que rige el funcionamiento mental es el principio de


realidad, que puede incluso llegar a modificar el principio de placer, pues en la medida
que logre imponerse como principio regulador, la búsqueda de la satisfacción ya no se
efectúa por los caminos más cortos a los que empuja la pulsión mediante rodeos, y aplaza
su resultado en función de las condiciones impuestas por el mundo exterior.

Desde el punto de vista económico, el principio de realidad corresponde a una


transformación de la energía libre en energía ligada. Caracteriza al sistema preconsciente-
consciente. Desde el punto de vista dinámico, el principio de realidad se puede basar
sobre cierto tipo de energía pulsional que se hallaría al servicio del yo.

Esta energía tiene que ver con el empuje de la pulsión. Aquí es donde Freud
introduce la libido como energía que circula entre la catexis libidinal del yo y de los
objetos, que además surge y se configura como substrato de las transformaciones de las
pulsiones sexuales, en cuanto al objeto (desplazamiento), el fin (sublimación) y en cuanto
a la fuente de excitación sexual (diversidad de las zonas erógenas).

5.2. IN/CONSCIENTE

Freud consideró al inconsciente, desde su función en el lenguaje, como:

 adjetivo: como el contenido mental que no es accesible a la conciencia, del que


tenemos referencia por actos fallidos, pensamientos, síntomas y/o fantasías. Parte
de este inconsciente, ha sido llamados preconscientes, pues es fácilmente
accesible al consciente. Este es el fundamento de la visión dinámica del aparato
psíquico: el verdadero inconsciente freudiano es el que hace referencia a los
contenidos reprimidos. Los estados afectivos relacionados con las pulsiones
producen deseos que luchan por acceder a la consciencia continuamente. A estos
se les oponen otras fuerzas que, actuando represivamente, tienen que ver con el
Yo y el Superyó.
 como sustantivo: se trata de uno de los sistemas dinámicos descritos por
Freud en su primera teoría tópica del aparato psíquico. Este sistema está
compuesto por contenidos reprimidos, que no acceden a la conciencia por acción
de la represión primaria y la represión secundaria. La represión se mantiene por la
anticatexia.

Existe una cierta equivalencia por el principio del placer entre el inconsciente y el
Ello, y en donde las partes del Yo y del Superyó que pueden considerarse
inconscientes.

A los contenidos del Inconsciente, Freud los denominó: representantes de la


pulsión. La pulsión, está situada en el límite entre lo somático y lo psíquico y en sí misma,
es inaccesible y se encuentra más allá de la oposición entre consciente e inconsciente. Por
una parte, no puede ser nunca objeto de conciencia y, por otra, sólo se halla presente en
el inconsciente mediante representantes. Las representaciones inconscientes se hallan
ordenadas en forma de fantasías, guiones imaginarios a los que se liga la pulsión y que
pueden concebirse como verdaderas escenificaciones del deseo

El primer Otro enlaza aquí con un concepto que tenga quizá mucho más que ver
con el paralelismo que se establece respecto de Madre Mítica. Al principio el Otro se
configura fundamentalmente como la representación de la madre, después es modificado
por el padre, para ser, al final, un mediador, un interlocutor cultural pero, no obstante,
con las marcas de la relación que se ha tenido con la madre, con el padre y con todas la
figuras que introdujeran elementos culturales, simbólicos, dentro de la totalidad de
nosotros mismos: la interacción social del hombre que interacciona con otros de su
mismo entorno.

Atendiendo a la estructuración del lenguaje del inconsciente, el discurso del Otro


es una serie de elementos, de significantes, que están en una relación de alteridad
respecto al sujeto. Esta serie o cadena insiste y se manifiesta a través de ocasionales
situaciones fallidas y/o síntomas. El inconsciente está estructurado como un lenguaje
pero no como una lengua con sentido, su significación muchas veces resulta enigmática e
insiste y nos lleva más allá de cualquier sentido: más allá del principio del placer.

Siglos después del periodo Paleolítico, también durante el epi y mesopaleolítico y


durante las recientes etapas neolíticas, los mecanismos que funcionan tienen que ver con
el significante, con la metonimia y con la metáfora que son las traducciones lingüísticas de
los mecanismos freudianos de condensación y desplazamiento. El síntoma es una
metáfora y el deseo una metonimia.

Si nos refiriésemos a la psicodinamia pulsional neandertal, la unidad funcional en


la organización del inconsciente no es el fonema, no hay voz en el inconsciente, sino
distinta letra, otra concepción que por su naturaleza localizable y por diferencias con
Homo sapines se ofrece como puro símbolo de la pérdida del objeto, de lo real.

5.3. ELLO, YO Y SUPERYÓ

En el terreno de la segunda tópica freudiana, Freud, considera el aparato psíquico


como modelado a imagen de un organismo flotando en el agua: donde, sobre en la
superficie, está sometido a fuerzas y respuestas reactivas, tanto desde el exterior como
desde el interior. Ello origina que se vaya modificando y diferenciando del resto esa
superficie. Bien, es esta diferenciación la que forma el yo.

El yo crea aptitudes que le permiten observar, seleccionar y organizar estímulos e


impulsos, de lo que surgen las funciones del juicio y de la inteligencia. También desarrolla
métodos para reprimir las descargas y bloquearlas, convirtiendo el proceso primario en
determinante para establecer un nuevo proceso secundario, que también se alberga
dentro del principio de realidad.

Ya los Hombres de Neandertal contaban con un yo primario, aunque


suficientemente eficaz para organizarse sobre un psiquismo básico y primitivo
relativamente bien estructurado.

La organización del yo es algo necesario para poner un cierto orden las fuerzas
contrapuestas que cobran posiciones e interactúan en esta partida. El yo se convierte en
el mediador por excelencia entre el organismo y el mundo externo. Ha de proporcionar,
tanto una protección contra las influencias hostiles del exterior, como el logro de la
gratificación pulsional, y por ello debe además de encontrar una solución en constante
reequilibrio.

Pudiera parecer, entonces, que el yo es totalmente consciente, sin embargo no es


así, existen partes del yo que son también de naturaleza inconsciente. Si tenemos en
cuenta que la conciencia surge en algún momento del proceso de sistematización de la
percepción, éste proceso depende de la capacidad de utilizar los recuerdos.

Ya el hombre primitivo, desde las antiguas ramas del género zoológico Homo que
transitaba las llanuras del Pleistoceno inferior, suficientemente bien capacitado
cerebralmente era capaz de reinterpretar a través de la sensación aferente de sus ojos
sobre la corteza visual primaria, reconociendo y formulándose conclusiones acerca de lo
que observa. Dice Freud que el reconocimiento de las huellas mnémicas son residuos que
surgen aparentemente en un segundo plano, por debajo de las percepciones mismas. El
yo se ensancha a costa de la capa de estas huellas mnémicas, que es lo que va a ser
denominado preconsciente.

El descubrimiento de que el yo tiene elementos inconscientes origina que todas la


certidumbres que intentan basarse en una idea totalizadora del ser que se derrumbe. No
se conoce todo del yo y, en correlación, no todo se conoce del sujeto.

Hoy día, el contexto social del Homo sapiens animal político mucho más
necesitado de atención social que los hombres más primitivos, apuntan a establecer
claras diferencias sobre sus ideas totalizadoras, y apuntan a que solamente el yo es la
imagen cierta y que la subjetividad, lejos de nosotros ni siquiera existe. Esto es: no cabe el
espacio para el sosiego y el detenimiento para abordar y contemplar las cosas, para la
parada, la mirada hacia el interior de la psique de uno mismo o hacia el otro, pues
tampoco hemos de reparar en el prójimo; tampoco hay sitio para el cuestionamiento
desde el malestar, que entonces resultada enterrado bajo el consumo compulsivo de
ideación obsoleta por objetos nimios y adictivos. Pensemos, por ejemplo, en la
comunicación: la idea que se transmite es que la comunicación total es posible, que a
través de los móviles, de los mensajes del messenger, es posible tener un enlace total. Es
como tener el cordón umbilical siempre conectado. A través de productos de consumo
nos venden la posibilidad de que es posible la comunicación total. Lo real, sin embargo, es
llegar a plantearse si es precisamente porque no existe comunicación por lo que el sujeto
se vuelca en estos objetos de consumo, es en definitiva, la terrible y angustiosa soledad
por verse solo entre las gentes. Al contrario, más bien esos objetos se ponen en el lugar
de la falta de comunicación. El sujeto está aislado y el deseo obturado por los artículos de
consumo.

Son los tres registros desde los que se ordena nuestra relación con el entorno. Nos
remitimos a un ejemplo que bien podría aplicar las semejanzas habidas sobre un humano
primitivo que desde sus cogniciones procesara su pensamiento, en un intento de lograr
ser capaz de explicar lo simbólico y lo imaginario a través del concepto rey del astro sol.
Así, por un momento, pensemos en el sol... Lo imaginario es un registro que alude al
movimiento y que tiende a ser engañoso, pues si lo miramos, sólo parecerá que gira
alrededor de nosotros; sabemos, sin embargo, que es justamente al revés. Además de la
curiosidad que para la mente curiosa de nuestros antecesores le supone las preguntas
que se realiza frente a la naturaleza, resulta que lo simbólico alude a la representación
que nos induce el nombre, sustantivo que podemos ordenar dentro de un mundo
simbólicamente construido en donde el sol es un astro más que representa el centro del
sistema solar, pero que hay más sistemas, astros o estrellas que conocemos en la medida
en que los nombramos y ordenamos y clasificamos (esta idea a veces obsesiva que
tenemos los sapiens de recontarlo y anotarlo todo, propio de nuestro desarrollado lóbulo
frontal y sus inmensurables interconexiones sinápticas hasta otros tejidos conectados a
zonas distales del cerebro; desde que nos empeñamos desde Linneo en clasificar la
naturaleza bajo un bosquejo ilimitado de taxones). Por último, lo real es el astro en sí
mismo, más allá del nombre. Pero no obstante, lo real también lo hace inaccesible, está
lejos de poder tener una relación directa ya que toda nuestra percepción está tamizada
por la entrada en el universo simbólico.

El Superyó, es el principio de realidad que determina que el yo se abstenga de


satisfacer de inmediato la tendencia de los impulsos a la descarga. La energía con la que
el yo lleva a cabo la tarea inhibidora sobre las pulsiones, deriva del reservorio pulsional
del ello y determina un exceso de empuje. Una determinada parte del yo inhibe la
actividad pulsional (se convierte en antipulsional), y se muestra en contradicción con
otras partes del yo que buscan más un placer.
Esta parte que tiene la función de decidir sobre cuáles de los impulsos son
aceptables y cuáles no, es misión regulada por el Superyó. Su articulación con la energía
pulsional es lo que origina que sea en gran parte inconsciente. El Superyó mantiene un
sistema de valores, ideales, así como prohibiciones y mandatos. Freud estableció que
todo superyó se formaba a partir de las identificaciones parentales tempranas que se
mantenían después de haber renunciado el niño a los padres como objeto de amor
sexual, esto es: durante la etapa de destrucción del complejo de Edipo. Desde este punto
de vista, se puede considerar al superyó como heredero del complejo de Edipo; pero no
es un simple residuo de un objeto de amor abandonado, supone también una poderosa
formación reactiva contra dicha identificación: junto con el mensaje de como debes de
ser, se escurre también el mensaje de cómo no debes de ser.

Además, Freud apunta que el superyó del niño puede tomar como referencia más
el superyó de los propios padres que a las normas o imagen dadas por ellos. Es decir, el
superyó aunque tiene que ver con los padres, aún más con el superyó de los padres, con
su imperativo y la severidad.

Esto lleva a pensar a que el superyó está más en proporción con los impulsos
agresivos del sujeto, en última instancia con la pulsión de muerte. Desde este punto de
vista, podemos considerar, en línea con el pensamiento freudiano, que la severidad
original del superyó expresa la agresividad del niño hacia la educación, en relación con el
malestar en la cultura.

En la línea de ese superyó más arcaico (podemos considerar al hombre del


Paleolítico medio, carroñero, oportunista, recolector, gran depredador, su oportunismo
carroñero, sus tendencias agresivas inter e intraespecíficas como sea el caso de luchas,
enfrentamientos e incluso el canibalismo), se marcan las tendencias agresivas en cercana
relación con lo pulsional.

El Superyó forma parte del yo y sin embargo está separado de él. El yo se toma a sí
mismo como objeto, se escinde.

El id o Ello: Es un concepto que abarca las representaciones mentales de las


pulsiones. Constituye la parte pulsional de la personalidad. Sus contenidos son expresión
psíquica inconsciente de las pulsiones: en parte, heredados e innatos y, en parte,
reprimidos y adquiridos.

Desde el punto de vista económico, el Ello es para Freud el reservorio de la


energía psíquica; desde el punto de vista dinámico, entra en conflicto con el yo y con el
superyó.

El inconsciente ya no es tomado como un sistema sino como una propiedad del


Ello y además el id es también una propiedad de una parte del yo y una parte del
Superyó. Así, el Ello no es el todo del inconsciente, pero tiene la propiedad de ser
totalmente inconsciente, como el yo y el superyó no son totalmente, aunque si en gran
parte inconscientes. Lo reprimido sería una parte del Ello, la otra parte del Ello estaría
constituida por las exigencias de orden somático y las exigencias hereditarias.

CAPÍTULO 6.

Expresiones como enorme aportación a la filosofía, son la interpretación del


hombre que iba a transformar los fenómenos al margen de la conciencia filosófica, y
sugieren claramente una crítica revolucionaria a la concepción de la realidad humana en
la cultura occidental desde la teoría analítica freudiana y las claves que albergan sus
paradigmas.

6.1. INCONSCIENTE, PRECONSCIENTE Y CONSCIENTE

El término inconsciente puede tener dos significaciones diferentes:

a) como adjetivo significa el conjunto de contenidos (sueños, traumas,


alucinaciones) que no están presentes en el campo actual de la conciencia, es
decir, de los que no se ha hecho una diferenciación respecto de los sistemas
consciente y preconsciente.

b) como sustantivo significa uno de los sistemas (lugares psíquicos o instancias)


incluidos en la primera teoría que Freud formuló del aparato psíquico (es decir,
de 1900 a 1923). Es en este segundo sentido en el que aquí nos interesa; la
importancia de Freud radica principalmente en el descubrimiento del mundo
subconsciente, aunque este término fue pocas veces empleado por él y, casi
siempre, de modo despectivo, pues todo aquello que está debajo de la
consciencia en un momento determinado, oculta las divisiones fundamentales
que Freud quiso establecer en un psiquismo concebido básicamente como
conflictivo (Gómez y Muguerza, 2007). En otras palabras, que psíquico no es
igual a consciente, o sea, que mundo psíquico no es igual a mundo consciente.
Y esto ocurre en el ser humano, porque hay una gran cantidad de contenidos
psíquicos que son inconscientes; la vida y el desarrollo de la realidad humana
están llenos de contenidos mentales o afectivos que son eficientes, pero que, a
su vez, son también inconscientes.

En el capítulo VII de La interpretación de los sueños (1900), Freud presentó la


primera tópica o teoría de los lugares (en griego, tópoi) psíquicos -lugares metafóricos, sin
corrrespondencia directa con localizaciones cerebrales-, diferenciando, ya entonces, tres
instancias psíquicas: lo consciente, lo preconsciente y lo inconsciente (Gómez y
Muguerza, 2007).

Este planteamiento lleva a postular, y a suponer, la existencia de componentes


psíquicos separados de lo consciente, pero que tienen sus leyes, sus mecanismos de
asociación, sus procesos, etc. En otras palabras, se postula la hipótesis razonable de la
existencia de un lugar psíquico en el que estén instalados esos contenidos inconscientes,
es decir, la existencia de un sistema inconsciente. La vida psíquica está saturada de
pensamientos eficientes, aunque inconscientes, y de éstos emanan los síntomas (Sobre el
inconsciente, 1912). El ensayo Lo inconsciente (1915) está dedicado a esta cuestión.

Podemos considerar consciente aquello de lo que nos damos cuenta en un


momento determinado. Lo que no se encuentra en el campo de la conciencia, pero se
puede acceder con relativa facilidad a él, sería preconsciente. Sin embargo, lo
inconsciente, sería aquello que ni se encuentra presente en la conciencia ni puede
acceder a ella, sino, en todo caso, habiendo de vencer fuertes resistencias afectivas.

La gran divisoria, no se encuentra para Freud en el todo que resulte de lo


consciente y lo inconsciente, sino en el sistema inconsciente y el sistema preconsciente-
consciente, que no son dos niveles de una misma función, sino que se rigen por leyes
diferentes: el proceso primario (ausencia de contradicción y de relaciones temporales,
movilidad de carga energética entre las representaciones) gobierna el sistema
inconsciente, mientras que el proceso secundario (actividades lógicas, energía ligada)
caracteriza el sistema preconsciente-consciente (Gómez y Muguerza, 2007).

Ahora bien, las características específicas del sistema inconsciente, son:

1) El inconsciente se rige por procesos primarios, es decir, es un lugar psíquico


donde la energía discurre libremente y donde se da una gran movilidad de
investición.

2) En él se da una ausencia de negación, de duda, de grados de certeza, de


contradicción.

3) Este lugar psíquico es indiferente a la realidad perceptual, o sea, que es


intemporal e inespacial, porque funciona con ausencia e independencia del
tiempo y del espacio.

4) Está regulado sólo por el principio de placer-displacer y trata de alcanzar por el


camino más corto la identidad de percepción. (Sobre esto debe tenerse en cuenta
que en la segunda tópica, es decir, a partir de 1923, el sistema inconsciente,
puesto que el yo tiene ahora parte de inconsciente, se rige parcialmente también
por el principio de realidad y los mecanismos de defensa).

5) En este sistema, el mundo exterior es sustituido por la realidad psíquica interior.

Por su parte, los contenidos del sistema inconsciente son los representativos de
las pulsiones; y, esto, porque las pulsiones están en el límite de lo somático y lo psíquico,
pero también porque las pulsiones están más allá de la oposición consciente-
inconsciente. En efecto, por un lado, las pulsiones nunca pueden llegar a ser objeto de la
conciencia por sí misma, sino sólo mediante su representación, puesto que, si no se
asocian las pulsiones a una idea, nunca podríamos saber nada sobre ellas.

Pero, por otro lado, las pulsiones no están presentes en el inconsciente sino por
medio de sus representantes, sobre todo por medio del representante de una
representación (imagen, símbolo, sueño, figuración imaginaria). Por eso, lo reprimido en
el inconsciente no son las pulsiones en sí mismas, sino los representantes conceptuales
de las pulsiones. Las pulsiones se fijan en el inconsciente por medio de las
representaciones inconscientes o fantasías, que son los auténticos escenarios o puestas
en escena del deseo.
El preconsciente. Es el sistema del aparato psíquico, claramente diferenciado del
sistema inconsciente, que se caracteriza porque sus contenidos no están presentes en el
campo actual de la conciencia, pero están a disposición de pasar con facilidad a él. El
ejemplo que con más frecuencia se suele usar es el de los recuerdos no actualizados, pero
que el sujeto puede evocar. En el inconsciente (1915) se califica a este sistema como
conocimiento consciente, lo cual implica que en el preconsciente se da un cierto saber
concerniente al sujeto y a su mundo personal. Este sistema se rige por el proceso
secundario y por el principio de realidad.

Entre el sistema inconsciente y el sistema preconsciente se da, como tabique de


separación, una primera censura. Esta censura impide que los contenidos y procesos del
inconsciente pasen sin más al preconsciente; sólo podrían pasar a éste después de haber
sido sometidos a una transformación, impuesta por la censura. La censura se produce a
causa del choque entre las tendencias rechazadas por el sujeto y las tendencias
aceptadas.

Y a su vez, entre el preconsciente y el sistema consciente hay una segunda censura


(o censura selectiva). Esta segunda censura se diferencia fundamentalmente de la
primera y auténtica censura, porque no deforma o transforma los contenidos
preconscientes, sino que simplemente los selecciona, para evitar que accedan a la
conciencia actual preocupaciones perturbadoras. Lo que ella hace, por tanto, es favorecer
el ejercicio de la atención, pero no impedir absolutamente el acceso al campo de la
conciencia.

Los contenidos del preconsciente son:

1) Los recuerdos no actualizados, pero que el sujeto puede evocar en cualquier


momento; son, por eso, actualizables.

2) Los contenidos implícitamente presentes en la actividad mental, sin que sean


propuestos de un modo consciente y reflejo en el campo actual de la conciencia.
Freud habla, por eso, de la atención flotante, la cual es propia del preconsciente.
3) Y también otras operaciones mentales, como la posibilidad de aprender, la
posibilidad de nuevas adquisiciones y otros contenidos implícitos, pero
disponibles.

El consciente o la conciencia [das Bewusste-die Bewussheit]. Este lugar o sistema


psíquico constituye el sistema llamado percepción-conciencia. En efecto: Hay una
tendencia extrema, como p. ej., en la del conductismo, que cree poder establecer una
psicología sin tener en cuenta este hecho fundamental (Compendio del psicoanálisis,
1938). La conciencia es un dato de la experiencia individual, que se ofrece a la intuición
inmediata. Se trata de un hecho que no tiene equivalente y que no puede explicarse ni
describirse. Sin embargo, cuando se habla de conciencia, todo el mundo sabe
inmediatamente, por experiencia, de qué se trata.

También dice Freud: La ligazón cada vez más estrecha entre las huellas mnénicas
inconscientes y su verbalización prueban el hecho de que haber entendido y haber vivido
son de naturaleza psicológica absolutamente distinta, incluso aunque su contenido sea el
mismo (El inconsciente, 1915). ¿En qué consiste, por tanto, ese hecho que no tiene
equivalente o ese algo de naturaleza psicológica absolutamente distinta? Vamor a verlo
desde los diversos puntos de vista tópico, funcional, económico y dinámico.

Fueron los fenómenos de la histeria los que alertaron a Freud de la presencia de


los procesos inconscientes, cuando en ella se daba alteración funcional sin lesión orgánica
concomitante, y que se hacían desaparecer cuando el sujeto se encontraba bajo hipnosis.
A partir de ahí, postuló la posibilidad de recuerdos sustraídos a la representación
consciente, por haber sucumbido a la represión (Verdrängung), y esto no es la no
satisfacción de un deseo, sino el no percibir algo que se desea (Gómez y Muguerza, 2007).
La esencia de la represión es el olvido; pero no todo lo olvidado se encuentra reprimido:
puede ser simplemente preconsciente:

El efecto de la represión sobre la pulsión es disociarla entre su contenido


representativo (pensamientos, imágenes y recuerdos) y su carga afectiva, siendo el
destino de esa energía afectiva separada de su representación originaria el que determina
el tipo de neurosis que el individuo contraerá.
Tal monto energético puede utilizarse sobre la inervación de diversos órganos
corporales, con lo que el conflicto psíquico se expresará somáticamente, como sucede en
la histeria de conversión, en la que los vómitos, pueden ser por ejemplo el índice de
repugnancia moral; o no encontrar esa energía representación en la que ligarse, y como
de la cual no se puede huir caracteriza a la histeria de angustia, la cual cuando ya
encuentra un objeto en la que enlazar el afecto errante, degenera en una fobia, con lo
que se obtiene la ventaja de focalizar la angustia y poder huir del objeto supuestamente
causante de la misma; en fin, cuando la lucha entre las fuerzas represoras y lo reprimido
se desplaza a aspectos aparentemente muy alejados del conflicto originario estamos en
presencia de una neurosis obsesiva, que somete al pensamiento a todo tipo de dudas,
tensiones, escrúpulos, ceremoniales (Gómez y Muguerza, 2007).

En resumen, desde el punto de vista tópico, el sistema percepción-conciencia se


sitúa en la periferia del aparato psíquico, que es el que recibe al mismo tiempo
informaciones del mundo exterior y del interior, es decir, las sensaciones pertenecientes
a la serie placer-displacer y también las rememoraciones mnémicas.

Desde el punto de vista funcional, el sistema percepción-conciencia se opone a los


sistemas que viven de huellas mnémicas, que son el inconsciente y el preconsciente; en
aquél no se inscribe ninguna huella duradera de las excitaciones.

Desde el punto de vista económico, se caracteriza porque dispone de una energía


libremente móvil, susceptible de sobrecaracterizar (es decir, añadir una energía superior)
a tal o cual elemento (lo cual supone un mecanismo de atención).

Desde el punto de vista dinámico, la conciencia desempeña un importante papel


en relación con el conflicto, evitando p. ej., conscientemente lo desagradable o regulando
de una manera más discriminativa el principio de placer (lo cual es un trabajo del
principio de realidad), y también en relación con la curación, puesto que este sistema
actúa como función y límite de la toma de conciencia.

Freud asimila la conciencia a la percepción. A ésta la define como la capacidad de


recibir cualidades sensibles; la conciencia, por tanto, lógicamente también recibe
cualidades cuyas diferencias dependen del mundo exterior. Pero también significa, por
otro lado, que la conciencia está vinculada a los procesos de pensamiento, que son los
que le aseguran al ser humano un ajuste más fino y discriminativo a la realidad no sólo
perceptiva, sino también mental en general. Se advertirá con facilidad que queda en pie
la cuestión de qué significa ese ajuste a la realidad mental en general.

De la traslación de las fuerzas en pugna surgen los síntomas, que son como el
pacto táctico o el armisticio al que llegan dos ejércitos cuando ninguno de ellos puede
imponer decididamente su triunfo en la batalla. Los síntomas, pues, tratan de dar
satisfacción, mediante un compromiso, a exigencias de diferentes estratos psíquicos y en
ellos lo reprimido retorna en forma desplazada y disfrazada. La hojarasca de síntomas (en
ocasiones muy aparatosa) no debería extraviarnos, haciéndonos perder con sus enredos
el hilo que conduce a la estructura del conflicto, repetido y a la vez encubierto por ellos
(Gómez y Muguerza, 2007).

6.2. JUNG Y EL INCONSCIENTE: INICIACIÓN A LA PSICOLOGÍA JUNGUIANA

Al igual que Sigmund Freud, su mentor incluso más famoso que él, Jung fue un
médico que se convirtió en uno de los primeros pioneros de la nueva disciplina del
Psicoanálisis. Aunque era psicólogo clínico, Jung también realizó una labor pionera en
psicología experimental que más tarde llevó a la invención del detector de mentiras. No
obstante, al principio Jung atrajo el interés de Freud por su temprano concepto de
complejo. Freud tenía diecinueve años más que Jung y ya había realizado parte de su obra
más importante. El psicoanálisis todavía era prácticamente desconocido y las
comunidades médica y científica o bien ignoraban o criticaban a Freud.

Respecto al estudio del inconsciente y de los conceptos arquetípicos nucleares, y


desde sus orígenes en el principio de la humanidad, hay que abordar un compendio de las
amplísimas obras de Carl Gustav Jung, entre las que considero imprescindibles las
siguientes referencias en sus tomos de obras completas en La Obra de Carl Gustav
Jung. Editorial Trotta. Traducción directa del alemán al castellano a cargo de la Fundación
Carl Gustav Jung de España de la última edición de las Gesammelte Werke,
compulsándose distintas versiones, entre ellas las Collected Works. Madrid: Editorial
Trotta)3.

3
SIGLAS DE LAS OBRAS DE C.G. JUNG EMPLEADAS EN ESTE TEXTO: AI= Arquetipos e Inconsciente colectivo
(1970); CP= El contenido de las psicosis. Psicogénesis de las enfermedades mentales (1990); FI=Formaciones
de lo Inconsciente (1981); OC=Obras Completas de C. G. Yung; Vol. 6: Psycological Types, copyright 1971,
6.3. LA HIPÓTESIS DE C. G. JUNG EN LA TEORÍA DEL INCONSCIENTE. SÍMBOLOS
DE TRANSFORMACIÓN

Jung interpretaba diferentemente el concepto freudiano del complejo de Edipo.


Freud sostenía que el tabú del incesto subyace en las profundidades de cada uno de
nosotros. Como es ubicuo era inevitable que encontrara un canal de expresión en
nuestros mitos y literatura. Ese conflicto es primigenio y que se repite una y otra vez en
nuestra existencia, especialmente en la vida de los niños entre los 4 y los 5 años. A esa
edad, según Freud, los niños aman a sus madres intensamente y odian a sus padres.

Jung vio algo mucho más sugerente en el descubrimiento de Freud: la idea de que
todos los antiguos mitos siguen vivos en nuestro interior. Jung vio en el Edipo freudiano
sólo un ejemplo de una multitud de invariantes psíquicas que todos llevamos dentro.

En 1912 Jung publicó: Transformations and Symbols of the Libido (1952). Proponía
que la libido no era meramente energía sexual, sino energía psíquica, y que la imagen de
un sueño era mucho más que un simple acertijo que podían llegar a ser descodificados y
revelar un deseo sexual prohibido. En una deslumbrante exhibición de erudito trabajo
detectivesco, Jung se volcó sobre todo el campo de la mitología para ampliar las fantasías
de una sola mujer que se encontraba en la fase incipiente de una esquizofrenia (un
paciente de Theodore Flournoy).

Allí donde Freud reducía la fantasía e imágenes oníricas a una única referencia
mitológica, el complejo de Edipo, Jung ampliaba las imágenes de sus fantasías mostrando
paralelismos a través de las diversas mitologías de muchas culturas y épocas. A medida
que se desplegaban las fantasías pudo mostrar un patrón emergente que conducía
inevitablemente hacia una escisión de la psique: la esquizofrenia. Jung expuso sus
conclusiones a Flournoy, y éste confirmó que el curso de la enfermedad de la mujer
encajaba muy de cerca con el patrón que Jung describía. Es difícil explicar cómo eso pudo
ocurrir a menos que existan unos cimientos colectivos para la psique, de donde proceden
las imágenes de los mitos, de los sueños y de las fantasías.

pg. 558; Vol. 8: The Structure and Dynamics of the Psyche, 1969, pg. 111; Vol. 17: The Development of
Personality, 1954, pg 331 y 338; Vol. 18: The Symbolic Life, 1980, pg. 13 y 14; PR= Psicología y Religión
(1981); PT=Psicología de la transferencia (1991); RYI=Las relaciones entre el Yo y el Inconsciente (1990);
TP=Teoría de Psicoanálisis (1983).
Esto resultaba excesivo para Freud, que rompió su relación con Jung. Los
freudianos normalmente se han puesto del lado de Freud cuando hablan de esta ruptura.
Freud se sintió traicionado por Jung y Jung se sintió abandonado por Freud. Jung habría
sido un hijo difícil y Freud era un padre imposible para que cualquier hijo pudiera
tolerarle. Durante el resto de su vida Jung se vio forzado a seguir un sendero solitario en
su exploración de este fundamento colectivo que subyace a la conciencia individual.

6.4. LOS MITOS EN NUESTRA VIDA

En una época en que vivimos cada vez más en la mente, aislados del mundo
natural que nos rodea, pretendemos que la mente a su vez se pueda reducir al cerebro.

Estamos convencidos de que existe una explicación material para todo. Cualquier
otra descripción de la realidad es descartada como superstición primitiva. Precisamente
debido a este materialismo vivimos aislados y alienados unos de otros. La soledad y la
desesperación se han convertido en el estado normal de nuestra avanzada civilización
occidental. Encerrados en nuestro interior, anhelamos desesperadamente alguna
sensación de conexión: con nuestro trabajo, con nuestra religión, con otra persona, con el
mundo que nos rodea, con nosotros mismos.

La psicología junguiana ofrece una salida, y aunque no es una respuesta total,


ofrece la posibilidad de una nueva manera de ver el mundo. Jung describe un mundo
cálido, personal y orgánico en el que cada persona está conectada con todos y cada uno
de los demás seres humanos, donde estamos conectados con todos los aspectos del
universo. Pero donde también cada persona es un individuo único, con un destino único,
algo que él llama individuación (el camino del desarrollo que todos nosotros
emprendemos durante el transcurso de nuestra vida).

Tradicionalmente la psicología (junto con la filosofía y la ciencia del siglo XX) ha


despachado el tema de las cuestiones molestas limitándose a aquellas que sí puede
contestar; en especial las de orden metafísico se consideran un sinsentido. Por desgracia
o afortunadamente el mundo es más complejo que nuestros sistemas de pensamiento.
Jung respeta toda la complejidad que cada uno de nosotros experimenta en el mundo.
El concepto junguiano del inconsciente colectivo es un intento de presentar una
descripción ajustada del mundo interior de la psique y su relación con el mundo material
exterior.

Jung se volvió hacia la mitología porque ello le ayudaba a comprender y a curar a


unos pacientes con problemas reales. Ya que los mitos cuentan historias sobre conflictos
humanos, Jung podía comprender el conflicto que el paciente estaba experimentando, y
que éste había mantenido oculto, tanto de Jung como de sí mismo.

No necesitamos la fe para aceptar la visión de Jung, todo lo que necesitamos es el


valor para explorar honradamente en nuestro propio mundo interior. Jung siempre pidió
que nos acercáramos a la psique como si no supiéramos nada sobre ella. Existe el
inconsciente colectivo, no se trata sólo de una teoría. Cuando le vamos quitando a la
psique las capas de lo personal, todavía queda algo, algo común a todos los hombres y
mujeres de toda época y cultura.

6.5. APROXIMACIÓN A LA EPISTEMIOLOGÍA DE JUNG

Según en el abordaje que Jung hace de la psique, el consciente, sine qua non de la
humanidad, es sólo la punta del iceberg. Bajo el consciente subyace un sustrato mucho
más grande de recuerdos personales, sentimiento y comportamientos olvidados o
reprimidos, el inconsciente personal. Y debajo de ello yace el profundo océano del
inconsciente colectivo, enorme y ancestral, lleno de todas las imágenes y
comportamientos que se han ido repitiendo una y mil veces a lo largo de la historia. ...
Cuanto más profundo vamos, más ancha se vuelve la base (Carl Jung, The Collected Works
of C.G. Jung, vol. 5, 1956).

Si el modelo de Jung parece un poco difícil de aceptar, hay que recordar que
incluso los hombres y mujeres actuales viven una parte muy pequeña de sus vidas de
manera consciente. A medida que vamos mirando hacia atrás en el desarrollo evolutivo el
grado de conciencia se vuelve tan tenue que incluso llega a ser difícil pensar en ella como
conciencia.

El modelo cerebral triuno de MacLean presenta el cerebro que rodea al chasis


neural como tres cerebros separados y superpuestos, cada uno representando una fase
de la evolución, de lo más ancestral hasta lo más reciente. Estos tres cerebros se podrían
caracterizar por lo siguiente:

1) El complejo R, o cerebro reptiliano, que juega un papel importante en la


conducta agresiva, territorialidad, ritual y el establecimiento de jerarquías sociales
(Sagan, The Dragons of Eden¸ pg. 63).

2) El sistema límbico o cerebro mamífero, que controla nuestras emociones.


Gobierna la conciencia social y las relaciones: pertenencia, cuidado empatía,
compasión y preservación del grupo (Gray's Theory incorporates Earlier
Evolutionary Model of Triune Brain. 1982. Brain/Mind Bulletin, p. 4).

3) El neocortex, el cerebro primate, más orientado que los otros hacia los
estímulos exteriores (Gray's Theory, p. 4). Controla las funciones cerebrales más
elevadas, como el razonamiento, la deliberación y el lenguaje. También controla
las complejas tareas de percepción, especialmente el control de la visión.

Gran parte de nuestras vidas siguen estando gobernadas por el cerebro reptiliano;
éste es el cerebro que nos impulsa a proteger y expandir nuestro territorio. Podemos ser
inconscientes de la dinámica subyacente cuando éstas son impulsadas por el cerebro
reptiliano. Cuando es el cerebro reptiliano el que tiene el control, básicamente nos
movemos por profundos y ancestrales instintos, pero son instintos sobre los cuales
tenemos cierto grado de control, como mínimo el suficiente para adaptarlos a nuestro
entorno.

La referencia más famosa del nivel reptiliano de la conciencia en el mundo


occidental la encontramos en el relato bíblico de Eva y la serpiente. Siempre y cuando los
hombres y las mujeres sean inconscientes habitan en el paraíso. En cuanto se vuelven
conscientes, la vergüenza aparece y el paraíso se desvanece. Y esta nueva conciencia está
representada por la serpiente: el cerebro reptiliano. La mitología egipcia cuenta otra
historia sobre el nacimiento del nivel reptiliano de conciencia. Las serpientes siguen
apareciendo en nuestros sueños cuando atravesamos el umbral de una nueva conciencia

En cuanto a la conciencia y el cerebro triuno: Cada paso hacia una conciencia


mayor es un tipo de culpa prometeica: a través del conocimiento, los dioses se sienten
como si les hubieran robado el fuego, es decir, algo que era propiedad de los poderes
inconscientes es arrancado de su contexto natural y subordinado a los caprichos de la
mente consciente (Jung, 1966).

Cuando el sistema límbico toma el mando y aparecen las emociones, nos


despedimos de los reptiles (exceptuando las aves, que aunque descienden de los
dinosaurios poseen emociones elementales). La conciencia mamífera nos es familiar;
somos animales sociales, vivimos una parte mayor de nuestra vida consciente bajo el
control del cerebro mamífero que de la conciencia primate determinada por el neocortex.
Nos sentimos cómodos aún cuando es el sistema límbico el que está al mando. Sin el
sistema límbico no tendríamos grupos sociales de ningún tipo; el sexo nunca se habría
desarrollado hasta llegar al amor; la curiosidad nunca habría pasado a la reverencia
religiosa.

Con la aparición del neocortex, el cerebro primate, el desarrollo de la conciencia


se empieza a acelerar. Una vez aparecen los seres humanos, la evolución biológica da
lugar a la evolución cultural. El concepto junguiano del inconsciente colectivo es un
reconocimiento de que la historia ancestral todavía tiene una gran influencia sobre
nuestras vidas. Llevamos una rica herencia instintiva en nuestro interior. Pero sería
realmente extraño si nuestro cerebro mamífero no nos dijera gran parte de lo que
tenemos que aprender sobre el amor y el sexo, si nuestro cerebro reptiliano no nos
impulsara a delimitar nuestro propio territorio en la vida.

Cuando hablamos de inconsciente junguiano estamos hablando de un nivel de


conciencia cada vez más tenue a medida que vamos hacia atrás en el tiempo.

En su trabajo como psicólogos clínicos, Freud y Jung se vieron forzados a


enfrentarse a las fuerzas que subyacen al consciente. Sus pacientes mostraban síntomas
que reflejaban un conflicto entre los valores conscientes y los deseos instintivos. Freud se
centró exclusivamente en el instinto sexual, mientras Jung se dio cuenta de que cada uno
de nosotros contiene una infinidad de atávicos comportamientos e imágenes. Jung
decidió separar el consciente del inconsciente en un punto muy avanzado del desarrollo:
aquél donde nos damos cuenta de nuestros propios procesos internos. La conciencia sólo
se ha desarrollado muy recientemente, y todavía controla una parte relativamente
pequeña de nuestra vida.
6.6. LA TOTALIDAD DE LA MEMORIA

Lo que Freud denominó simplemente el inconsciente, Jung lo llamó el inconsciente


personal para distinguirlo del inconsciente colectivo. Las personas no son conscientes de
la mayor parte de sensaciones que constantemente nos bombardean, sin embargo el
cuerpo toma nota de todas las demás sensaciones: visiones, sonidos, olores, cambios de
temperatura de la piel. Al parecer, prácticamente todos son archivados. Lawrence Rossi
ha resumido una amplia variedad de investigaciones que hablan de manera persuasiva de
que nuestras memorias son dependientes del estado. Es decir, no recordamos trozos
aislados de información, sino que recordamos todo el entorno en el cual un evento tuvo
lugar. Si volvemos a poner el cuerpo y la mente en un estado similar al que estábamos
cuando el evento sucedió en primer lugar, normalmente podemos volver a experimentar
ese acontecimiento como si estuviera teniendo lugar ahora mismo.

Podemos hacer esto porque no estamos grabando visiones y sonidos individuales.


En lugar de ello grabamos la totalidad del momento. Al parecer todo el cerebro lo está
grabando todo, en todo momento.

Es muy improbable que el inconsciente colectivo esté de algún modo archivado en


todo cerebro individual. Es mucho más probable que el cerebro sea en gran parte un
mecanismo comunicador en lugar de un mecanismo archivador.

CAPÍTULO 7.

7.1. DINÁMICA DE LA CONCIENCIA

El inconsciente colectivo contiene información a la que cualquier persona puede


tener acceso en cualquier momento. No tiene límites de tiempo ni espacio. Es decir,
podemos acceder a informaciones registradas por pueblos primitivos, o a
acontecimientos que todavía no han tenido lugar en nuestra vida.

Cuando leemos, las palabras fluyen sin ninguna conciencia de su paso. Las
palabras fluyen directamente del libro al inconsciente sin ninguna intervención
consciente. Pero, ¿estamos conscientes cuando lo hacemos, o no? Está claro que la
relación entre consciente e inconsciente forma una dinámica compleja que no se puede
explicar fácilmente.

7.2. ARQUETIPO Y COMPLEJO

Mientras trabajaba como joven médico en la clínica psiquiátrica Burghozli (Suiza),


un joven Jung llevó a cabo algunos experimentos de asociación de palabras en los que
registraba las respuestas del paciente frente a una palabra estímulo y también medía el
tiempo de reacción de la respuesta. Jung denominó complejos a agrupaciones de
conceptos con carga emocional. Freud teorizó que todos los complejos giraban en torno a
acontecimientos significativos de carácter sexual ocurridos a una edad temprana. Su
razonamiento era que el proceso de psicoanálisis debería ser capaz de llevar las
asociaciones personales a la mente de una en una. La cadena de asociaciones conduciría
de vuelta a un acontecimiento con carga sexual experimentado durante la infancia. Una
vez el paciente descubriera el acontecimiento original que yacía en la raíz del complejo,
no quedaría nada en el complejo y el paciente estaría curado. Ésta es una teoría ordenada
lógicamente que por desgracia no encaja con la realidad.

El paciente no se recuperaba automáticamente cuando todas las asociaciones


personales habían sido llevadas a la luz. Ni tampoco existía siempre un acontecimiento
original en el núcleo del complejo. En lugar de ello, Jung descubrió que después de que
todo lo personal fuera hecho consciente, todavía quedaba un núcleo de increíble fuerza
emocional.

Parecía como si tuviera que existir un núcleo impersonal dentro de un complejo.


En el concepto original de MacLean, sobre el cerebro trino, se observa que nuestros
cerebros contienen una historia evolutiva dentro de su misma estructura y que esa
antigua estructura todavía puede llegar a controlar gran parte de la vida que creemos
vivir conscientemente.

7.3. ARQUETIPOS DE DESARROLLO

Por necesidad los arquetipos no tienen unos lindes definidos; cada arquetipo se
funde con otros en ese punto fronterizo. Por ello algún sistema de clasificación es útil y
necesario. El mundo por sí solo no se divide en categorías, somos los seres humanos
quienes imponemos las categorías para poder tratar con la complejidad del mundo. Jung
escogió de la multiplicidad de arquetipos tres que representaban de manera secuencial
los estadios del proceso de individuación:

1) La sombra: el arquetipo que personifica todos esos rasgos personales que han
sido ignorados o negados, normalmente representados por una figura del mismo sexo
que el soñante.

2) El ánima/animus: el arquetipo que sirve de conexión con el inconsciente


colectivo impersonal, normalmente representado por una figura del sexo opuesto al
soñante.

3) El Self: el arquetipo de la totalidad y la trascendencia, algunas veces


representado por el anciano sabio o la anciana sabia (pero que asume una variedad de
formas, tanto humanas como animales o abstractas).

Se ha denominado a estos tres los arquetipos del desarrollo, puesto que cada uno
de ellos corresponde a una fase distinta del desarrollo psíquico. Cada uno se encuentra en
un nivel más profundo de la psique.

7.4. LOS SUEÑOS

La conciencia ha de ser el producto del inconsciente. Justo después del límite del
consciente está el inconsciente personal, y más allá del dominio de éste pasamos a las
zonas más accesibles del inconsciente colectivo, como la memoria tribal o cultural.
Pasado este punto podemos penetrar más en la memoria racial, e incluso en la de otras
especies. ¿Es ésto posible? ¿O se trata sólo de un disparate místico, como dirían los
críticos de Jung?

Soñamos porque el cerebro reptiliano apareció en una época en que las especies
se habían vuelto suficientemente complejas para tener que tratar con comportamientos
instintivos grupales como la territorialidad, el ritual y el establecimiento de jerarquías
sociales. El cerebro mamífero apareció cuando existió la necesidad de un mecanismo
interno que gobernara la conciencia social y las relaciones. Por último, el cerebro primate
apareció cuando fueron necesarias funciones cerebrales más elevadas parar tratar con
una orientación visual cada vez mayor y el inicio del lenguaje.

Los sueños deben de haber sido un mecanismo para enfrentarse a una conducta
social cada vez más compleja. ¿Qué papel juegan los sueños ayudando a las personas a
tratar con complejas conductas sociales? Humphrey ofrece un principio de respuesta
(Humphrey, 1984), en donde la experiencia onírica es tan real para nosotros como
nuestra experiencia de vigilia. Los sueños tienen lugar en un paisaje fantasmagórico
donde las reglas que funcionan durante el día ya no son aplicables, excepto una: con
pocas excepciones, nuestros sueños evocan los mismos sentimientos de felicidad,
tristeza, temor, lujuria, hambre, sed, gozo, temor reverencial, de la misma manera que
unas experiencias similares nos provocan en la vida cotidiana. Los sueños se centran en
una exactitud emocional, no física. Mientras están teniendo lugar pueden ser
perfectamente reales. Humphrey destaca que deberíamos poder aprender de los sueños
de la misma manera que aprendemos de nuestra experiencia diurna. Él sostiene que los
sueños ofrecen una oportunidad para ensayar un tipo de conducta con antelación, para
que cuando ésta sea necesaria, ya la hayamos perfeccionado.

Los sueños primitivos podrían haber ido ligados estrechamente con una conciencia
más compleja que permitía una adaptación individual al entorno.

Las complejas vidas sociales y emocionales de los mamíferos se verían entonces


como un reflejo de una mayor complejidad, tanto en la conciencia como en el sueño. Los
sueños primates debieron de haber mejorado cada vez más para modelar nuestra
realidad exterior, especialmente la realidad visual. Debieron de haber empezado a
reflejar la experiencia, en lugar de experimentar directamente. Finalmente, al igual que la
conciencia primate, los sueños debieron de haber desarrollado un lenguaje primitivo,
probablemente simbólico. Con un mayor desarrollo del neocórtex y en el caso del ser
humano todas estas características debieron de haberse reflejado en correspondencia
con los sueños.

Y, esto es exactamente lo que experimentamos en nuestros sueños:

1. Un notable paisaje que mejora el que tenemos disponible durante la vigilia.


2. Todos los niveles de representación: desde sueños donde el soñante no está
presente, sino que meramente es un observador externo, hasta sueños donde el soñante
está muy implicado en la trama del sueño; incluso los sueños lúcidos, donde el soñante se
da cuenta de que está soñando, mientras está soñando, y puede incluso alterar el sueño
mientras sigue soñando.

3. Un lenguaje simbólico tan desarrollado que se puede interpretar


satisfactoriamente en varios niveles, desde el enfoque reduccionista freudiano o la
ampliación utilizada en el análisis de sueños junguiano, hasta la variedad de técnicas
eclécticas que actualmente utilizan diferentes escuelas de interpretación de sueños.

La opinión de Jung de que nuestros sueños pueden acceder a una información que
no hemos adquirido durante el transcurso de nuestra vida, sino en la de la evolución de
nuestra especie, resulta menos improbable.

CAPÍTULO 8.

8.1. LOS TEST PROYECTIVOS, UN ESCAPARATE PARA HOMO SAPIENS


ANTIGUOS: HOMO NEANDERTHALENSIS VS. HOMO SAPIENS SAPIENS

Para el caso de relacionar valores emocionales más desarrollados en el Homo


neanderthalensis vs. Homo sapiens sapiens, nos vamos a servir de los test psicométricos
que son proyecciones del psiquismo nuclear más libre y situacionales, de naturaleza
creativas abiertas a una reinterpretación siempre emocional, pulsional y no encorsetada
bajo prejuicios o esquemas educacionales y manidos que fluctuaran dentro de un marco
de moda y cultura situacional; me gusta contarles a los pacientes que es como una
radiografía o un TAC o una resonancia magnetica al inconsciente, una exploración
incorpórea al alma que bombardea nuestras emociones más infantiles y despierta
nuestras pulsiones más escondidas.

De esta manera, sus resultados tienen visado científico porque están muy
estructurados, su resultado final es una medida que se ajusta a normas cuantitativas, se
basan en una teoría factorial, en donde la conducta debe de ser precisa y objetiva, por lo
que aborda más la naturaleza racional, estarían mucho más indicado el empleo de estos
test proyectivos, que para nuestro estudio presentan las siguientes ventajas:

• Permiten mayor agudeza en tanto en cuanto se ajustan a normas


cualitativas.

• Se refieren siempre al estudio total de un personalidad de carácter global.

• Interpretamos variedad de respuestas subjetivas, con métodos


generalistas.

• Las técnicas comprenden el uso del material no estructurado, en donde el


sujeto es el encargado de organizar sus respuestas y son abordajes que
resultan tremendamente dinámicos.

• Se mueven en el margen de la ambigüedad del material presentado al


sujeto y de la libertad que se le permite en las respuestas, ya que en cada
caso su objetivo queda disfrazado y es el individuo quien estructura y
organiza los estímulos por medio de la proyección de su personalidad.

Las bases teóricas en que se sustentan las técnicas proyectivas, aborda


directamente la psicología de la forma, el psicoanálisis, y la teoría del campo de Lewin,
esto es: Es imposible conocer al ser humano fuera de su entorno; y ello nos capacita para
aproximarnos a las estructuras cognitivas y comportamentales de nuestros ancestros.

8.2. APROXIMACIÓN A LA ESTRUCTURA DEL PROCESAMIENTO DEL HOMBRE DE


NEANDERTAL, RESPECTO AL COMÚN DENOMINADOR DE LOS
COMPORTAMIENTOS PSICOPATOLÓGICOS DEL HOMO SAPIENS DESDE LA
IMPORTANCIA DEL USO DEL TÉRMINO PSICOPATOLOGÍA
La Psicopatología, consiste en el estudio de las causas y naturaleza de las
enfermedades mentales. Puede desarrollarse según distintos enfoques o modelos, como
el biomédico, el psicodinámico, el socio-biológico y el conductual, entre otros.

Las diferentes alteraciones que se dan en el niño y adolescente que se pueden


diferenciar en el DSM- IV y en el CIE-10, tienen 4 criterios generales, los mismos que los
que veremos a continuación: a) Tienen un comienzo antes de los 18 años; b) resulta
evidente el daño o la manifestación de las psicosintomatología; c) se pone de manifiesto
al menos en un área de acción del sujeto que puede ser: familiar social, laboral o escolar;
d) la sintomatología se presenta estable por un periodo no menor a 6 meses.

La Psicopatología es una ciencia a caballo entre la Psicología y la psiquiatría que


desde el punto de vista más científico posible ofrece una aproximación muy razonada
desde la hipótesis de la reexperimentación y el método científico del ensayo y el error. Es
lo más ajustado para permitir nos la aproximación al personaje que se juzga.

En la actualidad se reconoce un fundamentado retorno de las teorías biológicas,


debido: a) los hallazgos empíricos, b) insuficiencia de los enfoques sociológicos
tradicionales, y c) una tendencia conservadora.

Se distinguen dos modelos: el evolutivo y el biológico. Ambos, además, presentan


las siguientes características: a) no son deterministas, sino que reconocen factores
sociológicos; b) siguen la idea de interacción, en el sentido de integración de disciplinas y
de reclamar el enfoque plurifactorial; c) en ningún caso reconocen que estén implicados
los genes; d) se trata de enfoques muy moderados, cada vez más aceptados por la
comunidad científica.

Los problemas fundamentales que estos modelos afrontan son: a)se enfrentan a
enormes las dificultades metodológicas; b) son difíciles los diseños tradicionales (aunque
muy robustos) de personas adoptadas y estudios lineales con gemelos; c) cuenta un valor
de N reducido, suelen basarse en muestras pequeñas; d) se fijan en modelos de animales;
e) estudian comportamientos que no agotan el concepto de delito, tales como la violencia
o la agresividad; g) no proponen explicaciones teóricas plausibles: nos encontramos en la
era de la evaluación (someter a pruebas empíricas las distintas teorías); y los resultados
son muy poco decisivos.
Una cuestión clave en la metodología criminalística, es: a) la importancia decisiva
de la estadística y de los métodos cuantitativos; b) el experimento con asignación
aleatoria es el mejor estándar; c) también se favorecen los diseños longitudinales (tomar
distintas mediciones a lo largo del tiempo); d) los estudios de meta-análisis representan
una buena forma de superar los tradicionales métodos narrativos, aunque tampoco debe
exagerarse su capacidad de inferencia.

8.3. RASGOS PSICOLÓGICOS QUE AFECTAN AL PROCESO ASOCIAL DE LOS


DELINCUENTES SEXUALES

Mediante el perfil criminológico buscamos ayudar a la investigación describiendo


las posibles características (datos demográficos como edad o sexo, personalidad y estilo
de vida, probable residencia) del sospechoso de un crimen o una serie de ellos.

Es una formulación que resulta basada en la evidencia, pues hace hincapié en la


necesidad de que el recurso a la imaginación sea el menor posible y, por el contrario, que
el contenido del perfil se ajuste lo más posible a las circunstancias de la escena del crimen
tal y como las podemos valorar.

Las teorías sobre los delincuentes o los crímenes, las estadísticas acerca de la
fenomenología del delito son útiles en la medida en que puedan anclarse en hechos
objetivos de la escena que analizamos.

Cada vez más los abogados y jueces quieren conocer el origen de una muerte,
cuando los hechos físicos no la esclarecen del todo. En determinados casos, por ejemplo:
cuando un aparente suicidio se revela como un homicidio; lo que comienza como una
autopsia psicológica puede acabar dando lugar a la generación de un perfil criminológico,
con el perfil del posible autor. Además, muchas de las cualidades de la investigación en el
caso de una autopsia psicológica son las mismas que se requieren para realizar un perfil
de un criminal desconocido.

8.4. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL TRASTORNO LÍMITE DE LA


PERSONALIDAD

Según los criterios CIE-10 y DSM-V, 301.83 (F60.3), presenta un patrón dominante
de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e
intensa impulsividad, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está
presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos
siguientes: a) esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado; b)
patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una
alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación; c) alteración de la
identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo; d)
impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas (p. ej., gastos, sexo,
drogas, conducción temeraria, atracones alimentarios); e) comportamiento, actitud o
amenazas recurrentes de suicidio, autolisis, o comportamiento de automutilación; f)
inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo (p. ej.,
episodios intensos de disforia, irritabilidad o ansiedad que generalmente duran horas y,
rara vez, más de unos días); g) sensación crónica de vacío; h) enfado inapropiado e
intenso, o dificultad para controlar la ira (p. ej., exhibición frecuente de genio, enfado
constante, peleas físicas recurrentes) e i) ideas paranoides transitorias relacionadas con el
estrés o síntomas disociativos graves.

8.5. RELACIÓN EXISTENTE ENTRE TRASTORNO DISOCIAL, TRASTORNO


ANTISOCIAL, PSICOPATÍA Y DELITO

Aunque no hay una relación necesaria o exclusiva entre criminalidad y cualquier


patrón de personalidad particular: la criminalidad constituye una variable de la condutua,
pues quien viola la ley se comporta de manera criminal. Por lo tanto, la evaluación de la
personalidad no puede ser utilizada para identificar si alguien es o no un criminal. Vale
decir, que un individuo sea, por ejemplo, psicópata, paranoico o esquizoide no significa
que con seguridad haya cometido o cometerá actos criminales.

Cabe aclarar que si bien psicopatía no es sinónimo de criminalidad, padecer este


desorden aumenta las probabilidades de transgresión de reglas y leyes sociales.

La violencia suele ser un síntoma claro de psicopatía. Por lo tanto, y aunque no


cumple un criterio de certeza, es probable que un psicópata se comporte violentamente.
En un estudio realizado con población reclusa, Hare (1999) halló que el 25% eran
delincuentes psicópatas, y que estos tenían más probabilidades de reincidir que otros
reclusos no psicopáticos. Estos resultados se comprenden si se considera que los
principales inhibidores de la violencia y la conducta antisocial (empatía, vínculos
emocionales, miedo al castigo, sentimientos de culpa, entre otros) son inexistentes o muy
deficitarios en los individuos psicópatas.

La psicopatía suele ser, además, un indicador general de probabilidad de


reincidencia sexual violenta. En otras palabras, aquellos individuos que hayan cometido
un crimen sexual violento, si además de delincuentes sexuales son psicópatas, tienen
mayor probabilidad de volver a cometerlo (Hare, 1999).

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V, APA,


2015) incluye la psicopatía dentro del TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD.
Para su diagnóstico, se deben cumplir los siguientes criterios:

1. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se


presenta desde los 15 años, como lo indican 3 (o más) de los siguientes ítems:

a) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al


comportamiento legal, p. ej. perpetrar repetidamente actos que son motivo de
detención,
b) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a
otros para obtener un beneficio personal o por placer,
c) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro,
d) irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones,
e) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás,
f) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un
trabajo con constancia o hacerse cargo de obligaciones económicas,
g) falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del
haber dañado, maltratado o robado a otros.

2. El sujeto tiene al menos 18 años.

3. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad


de 15 años.

4. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso


de una esquizofrenia o un episodio maníaco.
Como otros trastornos de la personalidad, el trastorno de personalidad antisocial
se diagnostica con base en una evaluación psicológica, al igual que en los antecedentes y
la gravedad de los síntomas.

Para diagnosticar el trastorno de personalidad antisocial, una persona tiene que


haber tenido trastorno de conducta durante la niñez.

8.6. LAS DIFERENCIAS, EN LA ESCENA DEL CRIMEN ENTRE EL PSICÓPATA VS. EL


PACIENTE PSICÓTICO

Son muchas las características que presentan los psicópatas aunque no todas son
representativas de un mismo perfil psicopático (habrá unos que presenten unos rasgos
propios del tipo que representan y habrá otros que presenten unos rasgos diferentes).
Los más comunes son los siguientes:

1°) Personalidad antisocial: la mayoría de ellos han pasado por algún episodio
agresivo en su infancia y están marcados'' por modelos educativos inherentes y centrados
en un ambiente desectructurado que les marca para toda la vida (por ej.: abusos,
crueldad, rechazo paterno).

En su juventud esta personalidad antisocial se va incrementando en intensidad y


observamos un fuerte egocentrismo, un estilo de vida inestable, una conducta egoísta
que les hace desechar el futuro y vivir sólo para el presente y por ello, se van haciendo
cada vez más fríos e impulsivos.

2°) Comportamiento agresivo: Estas conductas tienen como base, según Hare, la
acentuada impulsividad que obra en estas personas y, según Weils, en la propia frialdad
de sus actos. Así, si todo esto lo unimos a su tendencia a inhibirse hacia estímulos
externos, esto les hace ser más peligrosos.

3°) Son grandes manipuladores: Este es un rasgo común de casi todos los
psicópatas. Se basan en el engaño y muestran al exterior lo que en realidad no son para
poder ganarse la confianza de sus víctimas, y si ya están en prisión intentan manipular al
resto de internos y hasta a los Equipos de Tratamiento (psicólogos, trabajadores sociales).

4°) Tienen un sentido de la autovaloración grandilocuente: con una exaltación


extremada de la propia personalidad, tendiendo siempre a ser el centro de atención,
respecto a sus actividades generales y no dudan en pisotear a los demás para estar por
encima de ellos.

5°) Carecen de remordimiento y de cualquier tipo de sentimiento de culpa y son


definidos como grandes estrategas o depredadores sociales. Sólo les importa sus
necesidades inmediatas sin tener en cuenta el daño que generan sus actos y no se
arrepienten nunca de lo que hacen.

6°) Suelen realizar conductas delictivas graves como asesinatos y agresiones


sexuales y tienen un elevado coeficiente intelectual.

7º) Otros rasgos psicopáticos: tienen un estado de ánimo irregular e inestable, un


nivel bajo de ansiedad, frialdad afectiva hacia sus más allegados, utilizan las amenazas y
son hostiles hacia los demás utilizando en todo momento el rechazo.

8.7. APROXIMACIÓN A LAS PROFUNDIDADES MÁS OSCURAS DE LOS


HOMÍNIDOS

Para el caso nos vamos a servir del sujeto totalmente desorganizado, sin
planificación en sus actos, que atacó a todas esas personas, bajo la firme convicción de
que lo hacía en defensa propia, precedida por una grave y no tratada enfermedad mental,
como es la esquizofrenia paranoide. Sin lugar a dudas, toda una tragedia que se repite
con más frecuencia de la que se debiera, debido no al sujeto que desarrolla la
enfermedad, sino a los medios de prevención, control y tratamiento a los que deben ser
sometidos estas personas que muestran una sintomatología muy relacionada con severas
patologías mentales y que desgraciadamente no ocurre.

¿Qué es la esquizofrenia, un trastorno de personalidad o una enfermedad? ¿Cuál


es el tipo de esquizofrenia más relacionada con el delito?

La esquizofrenia es un trastorno mental de etiología multifactorial y la


esquizofrenia paranoide es la forma más frecuente de esta enfermedad, que suele
presentarse con un inicio agudo y con la existencia de ideas delirantes y alucinaciones
auditivas.

Su potencial de peligrosidad es muy elevado, ya que su hostilidad, agresividad y


creencia en los delirios es muy elevado. La persona cuando se descompensa, puede
reaccionar violentamente contra los demás o hacia ellos mismos.
Los delitos más frecuentes relacionados con la esquizofrenia paranoide son los
que se relacionan con las lesiones y el homicidio, siendo frecuentemente la familia y
allegados del paciente, las víctimas que más sufren esta serie de delitos.

CAPÍTULO 9.

9.1. OBSESIÓN E INTERÉS CIENTÍFICO Y SOCIAL: LA ELECCIÓN DEL TRASTORNO


OBSESIVO COMPULSIVO

Hemos elegido el trastorno obsesivo compulsivo respecto del resto de la


psicopatología, las enfermedades neurodegenerativas y el proceso fisiológico del
envejecimiento, porque: los principales avances en paleoneurología se deben
principalmente al progreso que han sufrido las técnicas de análisis de imagen (para
obtener datos), como la tomografía computada, que ha representado la mayor revolución
en morfología y a las técnicas estadísticas de análisis multivariante de la forma (para
analizar datos), entre las que se encuentra como principal contribución la morfometría
geométrica.

Un conjunto metodológico, que ha creado dos niveles nuevos de interacción


multidisciplinar. A nivel técnico, la anatomía y la morfología integradas con la informática
y la estadística y a nivel cultural, disciplinas como la antropología y la paleontología,
integradas con la biomedicina. Por ejemplo, en la especie humana, la evolución de las
orbitas oculares y los lóbulos frontales del cerebro se ha correlacionado con la miopía, o
la evolución de las áreas parietales con la enfermedad de Alzheimer.

Hasta hace muy poco sólo se apuntaba hacia disciplinas como la neuroarqueología
o la arqueología cognitiva, pero ahora desde la interacción entre los campos
antropológicos y los relacionados con las neurociencias, se nos depara un sinfín de
novedosas perspectivas.

Nosotros podríamos optar por cualquier hecho diferencial en la patología


neurodegenerativa para estudiar el proceso de la enfermedad o incluso del
envejecimiento en un cerebro humano en principio razonablemente sano. Podríamos
estudiar los mecanismos habidos durante el envejecimiento en los capilares cerebrales de
la capas de Cajal en la corteza visual primaria del área calcarina 16 (Valaer, 1998).
Aún así optamos por la patología obsesiva como hecho frecuente en nuestros días,
debido al estrés residual que todos sufrimos habitualmente y las características ansiosas
de la epidemiología estudiada que rebasa límites considerables también al respecto de la
población mundial. Nos centraremos, así mismo, en los registros ya patológicos según los
criterios del DSM-IV-TR (APA, 2002) para estimar síndromes de tipo ansioso (en el eje I)
así como el los trastornos de personalidad (caracteres de individuos según el eje II de esta
clasificación psiquiátrica). Servirá de ejemplo control en nuestra comparativa, tanto en el
individuo sano como en el enfermo, y su ulterior desarrollo cognitivo-conductual.
Obviaremos también la patología neurológica como el Parkinson, el Alzheimer, las
cefaleas de larga evolución, las epilepsias (pequeño y gran mal), o la sintomatología
florida y neurodegenerativa que puede cursar en la esclerosis múltiple.

Para Sigmund Freud, la neurosis obsesiva es una variedad de la histeria que


evolucionó de manera diferente. En 1896, define también la esencia de la neurosis
obsesiva: las representaciones obsesivas son el retorno de lo reprimido en forma de
reproches, transformados por la represión, referentes a un acto sexual de la infancia
realizado con placer.

Janet y Freud reunieron la histeria y la obsesión dentro de un mismo grupo clínico:


las neurosis, en el caso de Janet; las neuropsicosis, en el de Freud, y las consideraron en
una relación opositiva. Freud fue quien dio el nombre de neurosis obsesiva
(Zwangsneurose). Además, desarrolló en diferentes etapas y a lo largo de toda su obra
una teoría muy elaborada sobre la Zwangsneurose centrada alrededor, no del síntoma en
su sentido descriptivo, sino de los procesos de su formación o construcción
(Symptombidung).

La trayectoria típica de la neurosis obsesiva señalada por Freud en 1896, incluye


diversos períodos:

1. Una primera fase, que se constituye como predisposición, incluye tanto el


momento de las experiencias sexuales infantiles activas y gozosas precedidas por otras
pasivas, como un momento posterior de resignificación de las segundas cuyo recuerdo
queda ligado al reproche que ahora estas le merecen al sujeto y que por tanto reprime,
con lo que la defensa logra su cometido dando lugar a un tercer período de salud
aparente. Rudimentaria, esta fase preanuncia el posterior concepto freudiano de neurosis
infantil.

2. Una segunda fase, que es ya la neurosis propiamente dicha, del adulto, que
resulta del fracaso de la defensa y el retorno de lo reprimido. Aunque fracasada, la
represión sigue activa; es eficaz para la formación de síntomas que resultan así
formaciones de compromiso. Contra estos surgen medidas preventivas que terminan por
sustituirlos y adquirir carácter compulsivo.

Desde la trayectoria clásica, Freud describe tres formas clínicas de neurosis


obsesivas: la forma típica es aquella en que la representación compulsiva corresponde al
recuerdo deformado de la experiencia sexual infantil; otra forma clínica, que se
caracteriza por el retorno del reproche, deformado por la represión; una tercera forma
clínica se caracteriza por los síntomas secundarios de defensa, es decir, operaciones de
prevención contra los síntomas de retorno de lo reprimido, que se hacen compulsivas
(Mazzuca, 2005).

9.2. FENOMENOLOGÍA DE LA OBSESIVIDAD: REFLEXIÓN EN LA ESTRUCTURA


FREUDIANA A CERCA DE LA NATURALEZA HUMANA

Vamos a postular un trabajo que se base en una comparación aproximativa desde


los paradigmas de la pérdida y control de los impulsos apropiado para los neandertales,
así como el abordaje instintual desde el análisis de las estructural límbicas versus al
patrón de obsesividad característico y exclusivo del Homo sapiens sapiens.

¿Hay alguna conexión entre el psicoanálisis, tanto en mente y el cerebro como


desde el punto de vista de la Biología? En este siglo XXI, donde ya se han alcanzando las
investigaciones sobre el genoma, y se estudian los significativos descubrimientos sobre el
comportamiento del cerebro, ¿qué papel aporta este paradigma en un mundo donde la
mente se considera una expresión del funcionamiento del cerebro? Kandel (1999) abre
las puertas de las neurociencias para un encuentro con el psicoanálisis; ha descubierto
posibles putos de encuentro entre la Biología y el Psicoanálisis, estableciendo
interconexiones entre ambas, por lo que sigue siendo un posicionamiento novedoso, por
ejemplo: establece una relación entre preconsciente y lo inconsciente psicoanalítico y la
corteza prefrontal; relaciona la psicoterapia con los cambios estructurales del cerebro
que ocurren a resultas del aprendizaje y la memoria; como señala Mora, F., (2009), la
señal de la ansiedad, en determinados casos, puede tener como sustrato neurobiológico
el condicionamiento del miedo (amígdala y sistema límbico), etc. Además, consideramos
el sistema límbico que influye no sólo sobre la emoción sino también sobre las estructuras
cognitivas; sobre todo en el ámbito de la memoria (Heynes, 2013).

9.3. DEFINICIÓN DEL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO, TOC

Una obsesión es un pensamiento repetitivo que el individuo no puede apartar de


su mente, incluso aunque le provoque dolor y angustia, y que resulta siempre repetitivo,
intrusivo, irracional, y egodistónico (produce malestar a quien lo siente). Puede ser una
idea sencilla, un impulso o una cadena complicada de ideas. Sin embargo, no podemos
descartar totalmente su esencia somática y su adhesión en muchos puntos al modelo
médico, por lo que es comprensible que algunos autores como Montserrat-Esteve (1995)
hablen de enfermedad obsesiva sólo en los casos especialmente irreducibles, ya que los
fenómenos obsesivos son dimensionales y todos participamos de ellos en alguna medida.

La fijación al plano de la realidad y la conciencia de enfermedad, que es


característica de todos los trastornos de ansiedad, son cuestionables en algunas de las
obsesiones ya que, frecuentemente, el obsesivo tiene conciencia de su situación crítica y
enfermiza, pero presenta dificultades para delimitar dónde acaba y empieza la patología.
Así, se reconoce exageradamente limpio y escrupuloso, pero considera irresponsable la
conducta ponderada de otras personas; acepta la complejidad e irracionalidad de sus
pensamientos, pero continúa temiendo sus consecuencias, y así sucesivamente.

El equivalente conductual de una ideación obsesiva es la compulsión de repetición


o neutralización, esto es un acto o una serie de actos estereotipados, en oráculo, que el
individuo se siente necesariamente obligado a realizar y a repetir en un intento pueril de
disminuir los niveles de tensión y de ansiedad que experimenta; incluso a pesar de que
estos comportamientos no lleguen a tener verdadero sentido, sean inconvenientes o,
incluso, repugnen al paciente. Muchas compulsiones aparecen de forma ritualista, como
el proceder a lavarse las manos a cada momento o llegar a pisar todas las grietas de una
acera; así, las obligaciones más patológicas conllevan elaboradas acciones que deben
preceder incluso a los actos más habituales. En los extremos de estos desórdenes, el
individuo puede llegar a quedar completamente inmovilizado, invalidado, presa de sus
propios temores y creencias. Estas obsesiones o compulsiones recurrentes causan una
angustia grave al individuo. Las obsesiones y compulsiones son laboriosas e interfieren
significativamente en la rutina normal del individuo, su función laboral, las actividades
sociales habituales o las relaciones.

El TOC está representado por un grupo diverso de síntomas que consisten en


pensamientos o cogniciones intrusivas, rituales de neutralización, preocupaciones o
compulsiones (Sadock y Sadock, 2009). Un paciente con TOC puede tener una obsesión,
una compulsión o ambas. La mayoría de ellos sabe que sus obsesiones no tienen sentido
pero no las pueden ignorar ni tampoco frenar (Abramowitz, 2007).

El TOC es uno de los problemas de ansiedad más importante. Su florida


sintomatología, la recurrencia de pensamientos y las compulsiones ligadas al alivio del
malestar, han contribuido a caracterizarlo como el trastorno de ansiedad más grave. Así,
el TOC (patología que antes se conocía con el nombre de neurosis obsesivo compulsiva)
en la actualidad se clasifica en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales, DSM-IV-TR (APA, 2002) como un trastorno de ansiedad (F42.8) definido por la
presencia de obsesiones y compulsiones.

Las obsesiones pueden ser pensamientos, ideas, imágenes, sonidos, rumiaciones,


convicciones, temores, impulsos o dudas invasivas y persistentes que se experimentan
como inaceptables, carentes de sentido o bizarras. Aunque son muy específicas para cada
individuo, la mayoría de los pacientes tienen múltiples tipos de obsesiones que suelen
referirse a temas de agresión y violencia, responsabilidad de causar daño (por errores),
contaminación, sexo, religión, necesidad de exactitud o integridad, etc. Las ideas
obsesivas son pensamientos repetitivos que interrumpen el flujo normal del
pensamiento, mientras que las imágenes obsesivas, son experiencias visuales vívidas.
Gran parte del pensamiento obsesivo tiene un contenido terrorífico, como cometer
blasfemias, violaciones, asesinatos o agresiones a niños. Las convicciones obsesivas se
suelen caracterizar por un pensamiento de tipo mágico, como si pisas la raya, si dejas de
contar, o no repites determinada conducta de una manera concreta habrá una
enfermedad en casa, tus padres se pondrán malos o se producirá la muerte de un familiar
querido (Belloch et al., 2011). La clínica obsesiva se desarrolla en el plano del
pensamiento o en el de la acción. Los sentimientos nucleares o estados afectivos básicos
merecen una consideración especial.

Una compulsión es una conducta consciente, estandarizada y recurrente como


contar, verificar o evitar; las compulsiones son urgencias hacia la realización de rituales
mentales o de comportamiento con el fin de reducir la ansiedad o la probabilidad del
daño relacionado con las obsesiones. Los rituales compulsivos, específicos para cada
paciente, suelen ser deliberados aunque queda claro que carecen de sentido o son
excesivos con respecto al temor obsesivo que pretenden neutralizar. Así, son rituales
compulsivos evidentes el lavado repetitivo de las manos, revisiones de cerraduras,
estufas, cuentas y repetición de actividades rutinarias como pasar por las barandillas,
seguir la linea de los adoquines y las losetas o a través de los arcos de las puertas (Belloch
et al., 2011). El empleo de rituales mentales incluye rezos excesivos y el uso de números
especiales o frases para conseguir, en un intento tácito, el alivio del temor obsesivo. Un
paciente con TOC, al igual que es consciente de la irracionalidad de su obsesión,
experimenta la compulsión como egodistónica, es decir, no deseada. Aunque el acto
compulsivo puede realizarse en un intento de reducir la ansiedad asociada a la obsesión,
no siempre se consigue. La neutralización ritual del acto compulsivo puede no llegar a
influir sobre la ansiedad e incluso lograr aumentarla. La ansiedad también se incrementa
cuando un individuo se resiste a efectuar la compulsión (Sadock y Sadock, 2009).

A propósito de la diferencia entre obsesiones y compulsiones, el DSM-IV-TR (2002)


establece esta distinción dependiendo de si el pensamiento, idea o imagen produce
ansiedad o malestar, o si previene o reduce dichos síntomas. Por lo tanto, pueden existir
compulsiones de tipo cognitivo, que serían consideradas obsesiones según los criterios
diagnósticos de la CIE-10 en su Clasificación de los trastornos mentales y del
comportamiento, CIE-10: CDI-10 (2000) (Organización Mundial de la Salud, OMS), que
distingue obsesiones de compulsiones en función de si éstas se tratan de pensamientos,
ideas o imágenes (obsesiones) o actos (compulsiones). Según la CIE-10, debe haber al
menos una obsesión o compulsión que el paciente reconoce como excesiva o irracional.
También debe haber al menos una obsesión o compulsión que es resistida sin éxito,
aunque haya otras a los que la persona ya no se resista. Por último, se especifica si
predominan las obsesiones, las compulsiones o si ambas son igualmente intensas. El
grado de concordancia entre el DSM-IV-TR, el CIE-10 y el DSM-V-TM (2014) es sólo
moderado.

En el DSM-IV-TR (2002) y en el DSM-V-TM (2014), el TOC está pues caracterizado


por los dos componentes señalados: las obsesiones y las compulsiones, así como las
relaciones funcionales de estas últimas con el alivio del malestar generado por las
primeras. La caracterización del TOC parte de los estudios de campo realizados en los que
en el 90% de los casos se daban ambos tipos de componentes, obsesivo y compulsivo, en
donde sólo en un porcentaje mínimo de un 10%, los pacientes señalaron que sus
compulsiones no estaban relacionadas con las obsesiones y sólo en un escaso porcentaje
de los casos, los pacientes decían tener obsesiones sin compulsiones (Foa et al., 1995).

Podemos destacar, también, el grado de incapacitación que produce el trastorno.


Esta incapacidad es especialmente relevante en el campo de las relaciones sociales,
familiares y laborales, en las que la recurrencia de los rituales compulsivos plantea
dificultades serias al comportamiento cotidiano, teniendo en cuenta la cronicidad y
persistencia del trastorno (Rasmussen y Eisen, 1989; Emmelkamp et al., 1990).

El TOC implica una pérdida de control, por parte del paciente, de sus
pensamientos e incluso de sus conductas. Este hecho, además, se vive de forma
paradójica, en tanto que el paciente reconoce como producto de sí mismo tales
pensamientos y/o conductas (Vallejo, 2006, 2002). Ello lleva a ciertas complicaciones,
como por ejemplo que el paciente deje de reconocer lo excesivo de sus obsesiones y
compulsiones; en suma, que tenga poca conciencia de enfermedad (aspecto este sobre el
que el DSM-IV-TR llama explícitamente la atención). Los pacientes con TOC muestran un
rango de insight en relación a la falta de sentido de sus obsesiones y compulsiones; así,
mientras que algunos reconocen la irracionalidad de sus síntomas, otros están
firmemente convencidos (casi hasta la intensidad delirante) de que los síntomas son
racionales. Es por ello que se aplica el término diagnóstico con poca conciencia de
enfermedad para indicar que el paciente cree que sus temores y rituales son razonables
pues, a menudo, el grado de discernimiento varía con el tiempo y según el tema obsesivo;
esto es, un paciente puede llegar a reconocer que sus temores a la contaminación son
irracionales y, al mismo tiempo, pueden llegar a tener poca conciencia de enfermedad,
respecto de la irracionalidad respecto del temor de dañar a otros (Abramowitz, 2006).
Si en la actualidad se aplicaran de una manera rigurosa las definiciones de los
sistemas psiquiátricos de clasificación de las enfermedades mentales, las superposiciones
de origen anglosajón (DSM-IV-TR, 2002), p. ej., en las formas leves de automatismo
mental o aún de delirios esquizofrénicos, no deberían producirse, ya que para estos
casos, la CIE-10 (1994) define con precisión que los pensamientos obsesivos (F42) son
percibidos como pensamientos propios, a pesar de que son involuntarios y, a menudo,
repulsivos y más adelante, cuando establece las pautas para el diagnóstico, especifica que
los síntomas obsesivos son reconocidos como pensamientos o impulsos propios (CIE-10,
1994). El DSM-IV, por su parte (F42.8), distingue explícitamente de los fenómenos de
automatismo mental, al aclarar que la persona reconoce que esos pensamientos,
impulsos o imágenes obsesivas son el producto de su mente (y no vienen impuestos
como en la inserción del pensamiento) (DSM-IV-TR, 2002).

Por otra parte, si la CIE-10, en el TOC (F42), incluye además la neurosis anancástica
y las neurosis obsesivo-compulsivas, y además excluye desde sus criterios los trastornos
de la personalidad obsesivo-compulsivos (F60.5) (CIE-10, 2000). Mientras que para el
DSM-IV, el TOC coincide sólo parcialmente en su cuadro clínico con la neurosis obsesiva;
esta confusión se agrava todavía más cuando se diagnostica en el eje II el Trastorno
obsesivo-compulsivo de la personalidad (F60.5), categoría que reúne rasgos de lo que la
teoría freudiana denomina carácter anal (preocupación por el orden, perfeccionismo,
terquedad, rigidez), concepto diferente del de neurosis obsesiva, y que, tal y como se
define en el DSM-IV, y usado de una manera poco rigurosa, termina por incluir cierto tipo
de psicosis paranoicas (Valaer, 2015c, 2015a, 2011, 2011a).

9.4. LA PERSONALIDAD OBSESIVA

Muchos de los pacientes obsesivos, en función de su estilo cognitivo, centran su


atención rígidamente en áreas de interés muy focalizadas que tienen poca capacidad para
pensar de forma flexible y creativa. El trabajo es su área favorita y no saben muy bien qué
hacer en actividades de ocio poco estructuradas. Son características la duda, la indecisión
y el temor a cometer errores, lo que lleva a centrarse y sobrevalorar detalles innecesarios
y a transferir a otros la responsabilidad de la toma de decisiones (Cruzado, 1993).

Se plantea si todos los pacientes afectados de TOC muestran un mismo tipo de


personalidad, con unos rasgos comunes. Por otra parte, es evidente que el término
obsesivo se emplea igualmente para designar síntomas clínicos que para referirse a
rasgos de personalidad. La transición entre éstos y aquellos es ciertamente sutil en
algunos casos e impide establecer unos límites nítidos (Vallejo, 1995, 1987; Vallejo y
Gastó, 2000).

A principios del pasado siglo, Janet (1908) describió la personalidad psicástenica


caracterizada por su baja tensión psicológica y la consiguiente tendencia a tener
automatismos psíquicos. El sentimiento de incompletud (dificultades de decisión,
ejecución y adaptación; juicios inestables y dudas; tendencia a la fatiga, depresión,
laxitud, ansiedad e indiferencia; vivencias de despersonalización y extrañeza) y la
disminución o pérdida de las funciones de la realidad (incapacidad de ordenar las
acciones según una jerarquía de realidad; distanciamiento del medio ambiente;
inadaptación social; conductas poco eficaces y precisas; escasa capacidad de
concentración) son los dos elementos básicos que definen según Janet a estos sujetos.

Por la misma época Freud (1913) concluye que la psicogenia del TOC puede residir
en alteraciones del crecimiento y del desarrollo normal relacionadas con el carácter
sádico-anal en función de la tríada: necesidad por el orden, tacañería y obstinación
(Valaer, 2011a).

Otras aportaciones posteriores han completado los rasgos de personalidad


obsesiva: meticulosidad, pedantería, disciplina, escrupulosidad, rigidez, tendencia a la
introspección, formas inconclusas de pensamiento e inseguridad personal. En la
ambivalencia, que es una característica importante durante esta fase del desarrollo, los
niños sienten amor y un odio asesino hacia un mismo objeto, a veces simultáneamente,
como el que a menudo experimentan los pacientes con TOC. Así, este conflicto de
emociones opuestas resulta evidente en el hacer y deshacer de los patrones conductuales
de un paciente y en la duda paralizante ante las elecciones. También en el pensamiento
mágico, donde el individuo cree que su pensamiento es igual al hecho, la regresión
descubre las modalidades primitivas de pensamiento en lugar de los impulsos; es decir,
las funciones del yo, así como las del ello, están afectadas por la regresión. La
omnipotencia del pensamiento es inherente al pensamiento mágico. Los individuos creen
que, al pensar meramente en un acontecimiento en el mundo exterior, pueden hacer que
ocurra, sin acciones físicas intermedias. Esta acción hace que teman tener un
pensamiento agresivo (Sadock y Sadock, 2009).

Otra de las cuestiones planteadas hace referencia a la proporción existente de


personalidades obsesivas, con los rasgos de personalidad descritos, entre los sujetos que
presentan un TOC. Los trabajos clásicos de Ingram y Rosenberg en 1998 (Vallejo, 2000),
constataban un 60-70 % de personalidades obsesivas, lo que avalaría la continuidad
personalidad-TOC. Sin embargo, los estudios de Vallejo et al., (1998) encuentran una
proporción mucho más baja de personalidades obsesivas y mayor frecuencia de
personalidades esquizoides, histriónicas, evitativas o dependientes. Asimismo, se recogen
excepcionalmente personalidad antisocial, límite, narcisista o ciclotímica.

El paso de la personalidad obsesiva al TOC es a veces tan matizado que se hace


muy difícil precisar dónde acaba una y dónde empieza el otro, pues muchas veces los
síntomas obsesivos son exageración de rasgos de personalidad preexistentes. Puede
considerarse que, así como los rasgos de personalidad no interfieren con las actividades
normales del sujeto e, incluso si se canalizan, pueden proporcionarle buenos
rendimientos profesionales, los síntomas obsesivos perturban al paciente, ya no sólo en
el plano personal sino, en el espectro de su vida de relación y laboral-social.

Si existen o no anomalías de la personalidad en los TOC, con qué frecuencia y si


estas suponen un continuum con la enfermedad obsesiva o son aspectos que inciden
ortogonalmente en el cuadro clínico y la respuesta terapéutica (Vallejo et al., 1998), son
cuestiones a responder en un futuro, así como el tipo o tipos de trastornos de
personalidad relacionados con el TOC o subtipos de TOC (Bejerot et al., 1998).

9.5. SOBRE LA CLÍNICA DE OTROS TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS

Se ha utilizado litio en determinados trastornos psiquiátricos en los que no hay un


tratamiento específico y eficaz, siendo una estrategia terapéutica añadida en el
tratamiento de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa, en las neurosis de angustia o
ansiedad, como el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) resistente a tratamiento; y en el
abuso del alcohol, concretamente en los episodios de bebida compulsiva. El litio también
actúa satisfactoriamente en el abordaje del insomnio refractario.
Un pequeño número de estudios han señalado una respuesta eficaz al litio en el
tratamiento del trastorno episódico característico del trastorno disfórico premenstrual,
en la tricotilomanía, y en trastono por estrés postraumático. Ninguna de estas
indicaciones se ha contrastado en estudios controlados. Es principalmente efectivo para
el tratamiento de corta duración de las cefaleas en racimo. El litio puede ser muy efectivo
si se utiliza a largo plazo, y su farmacocinética predecible permite que sus niveles séricos
se mantengan con facilidad en una ventana terapéutica relativamente estrecha (Kaplan y
Sadock, 2000).

También puede ser útil en el mantenimiento de la remisión del trastorno


depresivo tras la terapia electroconvulsiva (Coopen et al., 1981) y en el mantenimiento
del efecto antidepresivo de la privación de sueño (Baxter et al., 1986). Sin embargo, los
pacientes con trastorno bipolar de ciclación rápida (es decir, con cuatro o más episodios
de trastorno del ánimo por año) no parecen responder tan bien al tratamiento de litio
(Dunner y Fieve, 1974; Prien et al., 1984; Wher et al., 1988).

9.6. EL USO DEL LITIO APLICADO EN LA TERAPÉUTICA PSIQUIÁTRICA DE LOS


EUTIMIZANTES

El litio se utiliza en determinadas patologías no psiquiátricas, como la neutropenia


inducida por citostáticos, dolores resistentes, migrañas e incluso en casos de
hipertiroidismo (Marín, 2000). También se usa para tratar ciuertos trastornos sanguíneos,
cefaleas en racimos, tensión premenstrual, bulimia, alcolholismo, síndrome de secreción
inapropiada de ADH, disquinesia tardía (dificultad para realizar movimientos),
hipertirpidismo, depresión postparto y depresión inducida por corticosteroides (American
Society of Health-System Pharmacists, Inc., 2003).

Hoy día, los fármacos comúnmente utilizados en la profilaxis del trastorno bipolar
son las sales de litio y un anticomicial, la carbamacepina. Ambos se han ensayago con
éxito en casos de depresión refractaria, agresividad y pérdida de control de los impulsos y
conductas de automutilación.

La carbamacepina posee un efecto profiláctico menor que las sales de litio,


aunque es altamente eficaz en pacientes bipolares resistentes al litio, en manía
refractaria y en pacientes depresivos refractarios (Gastó y Ferrer, 2004). En los pacientes
bajo tratamiento deben monitorizarse los niveles plasmáticos y el recuento hemático, por
riesgo de neutropenia.

Otros anticomiciales, como el ácido valproico, la lamotrigina, el topiramato y la


gabapentina, se han ensayago con eficacia variable en distintas formas de trastorno
bipolar (por ejemplo, aplicado en cicladores rápidos o en estados mixtos).

Finalmente, los antagonistas de los canales del calcio: nimodipino, verapamil y


diltiazem, se reservan como coadyuvantes en casos que no se responda bien a las
estrategias convencionales (Gastó y Ferrer, en Farreras y Rozman, 2004).

CAPÍTULO 10.

10.1. PROCESOS TUMORALES QUE AFECTAN AL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

La gran mayoría de los astrocitomas que aparecen en la vida adulta son, como ya
hemos indicado, de alto grado, supratentoriales, y sin borde nítido. Las células
neoplásicas migran lejos de la masa tumoral principal e infiltran el tejido cerebral normal,
con frecuencia siguiendo el trayecto de las fibras de la sustancia blanca. Los estudios de
imagen no demuestran la extensión total del tumor. Estos tumores suelen ser mortales,
aunque una pequeña minoría de pacientes tiene una supervivencia prolongada. La mayor
supervivencia se relaciona con una edad menor, una mejor situación neurológica y un
mayor grado de resección quirúrgica.

Los astrocitomas de grado alto, se tratan con glucocorticoides, cirugía,


radioterapia y quimioterapia. El tratamiento con dexametasona suele iniciarse en el
mismo momento del diagnóstico y continúa mientras dura la radioterapia. Tras concluir
ésta, la dosis se reduce progresivamente hasta fijarla en la dosis mínima tolerada.
Tratados únicamente con dexametasona, la supervivencia media de los pacientes con
glioblastomas menores de 65 años, es de 7 a 9 meses.

Como los astrocitomas infiltran el tejido adyacente normal, la resección quirúrgica


total no es posible. La cirugía está indicada para conseguir tejido para el diagnóstico
anatomopatológico y para controlar el efecto de masa. Además, los estudios
retrospectivos indican que la extensión de la resección del tumor guarda relación con la
supervivencia, al menos en los pacientes más jóvenes. Por lo tanto, los astrocitomas
accesibles deben resecarse agresivamente en aquellos pacientes menores de 65 años que
tienen buen estado general.

La radioterapia postoperatoria, prolonga la supervivencia y mejora la calidad de


vida de los pacientes con astrocitoma de alto grado, aunque el efecto beneficioso sólo
dura varios meses. Con la radioterapia, la supervivencia se prolonga hasta 11 a 13 meses.

En los tumores cerebrales primarios, la irradiación cerebral local es menos tóxica y


tan eficaz como la irradiación cerebral total. La irradiación suele dirigirse hacia la masa
tumoral, definida por el refuerzo del contraste que aparece en la TC o la RM, más un
margen de 3 a 4 cms. Se administra una dosis de 5000 ó 7000 cGy, en 25 a 35 fracciones
equivalentes, 5 días por semana.

La radiocirugía estereotáxica, consiste en la administración, mediante bisturí de


rayos gamma de una única dosis de irradiación, muy enfocada, en un volumen de tejido
controlado con gran precisión. Puede conseguir, potencialmente, sin craneotomía, la
ablación del tumor, aunque sólo puede utilizarse en tumores relativamente pequeños,
generalmente menores de 3 cms de diámetro mayor.

La braquiterapia intersticial, o implantación estereotáxica de perlas radiactivas


dentro de la masa tumoral, suele reservarse para el tratamiento de las recidivas
tumorales debido a que produce toxicidad, sobre todo necrosis del tejido neuronal
normal.

La quimioterapia, tiene una eficacia marginal en el tratamiento de los


astrocitomas de alto grado, y suele utilizarse como complemento después de la cirugía y
de la radioterapia. Los fármacos disponibles más eficaces son las nitrosoureas, como las
carmustina (BCNU) y la lomustina (CCNU). Como los gliomas típicos infiltran el tejido
cerebral normal donde la barrera hematoencefálicaa está relativamente intacta, los
fármacos liposolubles, como las nitrosoureas, que atraviesan la barrera
hematoencefálica, pueden llegar a un mayor número de células malignas que los
fármacos hidrosolubles.

Otros tratamientos todavía considerados experimentales son: la infusión


intraarterial de quimioterapia, la implantación de dispositivos que liberan quimioterapia,
o la inyección de fármacos quimioterápicos en la cavidad de resección del tumor, la
administración de quimioterapia después de romper la barrera hematoencefálica, y los
ciclos de quimioterapia intensiva como parte de un autotransplante de médula ósea.

10.2. ETIOLOGÍA DE LOS TUMORES CEREBRALES PRIMARIOS COMO EL CASO


DEL GLIOBLASTOMA MULTIFORME O DE GRADO IV

La exposición a las radiaciones ionizantes es el único factor ambiental de riesgo,


bien documentado, para la formación de tumores cerebrales.

Algunos síndromes hereditarios se asocian con un riesgo mayor de formación de


tumores cerebrales, por ejemplo: la esclerosis tuberosa, produce como neoplasia del SNC
un astrocitoma, relacionada con el gen (locus), TSC1 (9Q); con el glioblastoma maligno, se
relacionan los síndromes de Li-Fraumeni (con pruebas genéticas disponibles), en donde se
altera el gen (locus) p53 (17p), y el síndrome de Turcot, gen (locus), APC (5c), poliposis
adenomatosa del colon.

Los genes que contribuyen a la formación de los tumores cerebrales, así como de
otros tumores, pueden dividirse en dos categorías generales: los genes supresores de
tumores y los protooncogenes. Mientras que las mutaciones de la línea germinal de los
genes supresores de tumores no son frecuentes, las mutaciones somáticas aparecen
invariablemente en los tumores malignos, incluidos los cerebrales. De igual forma, la
expresión excesiva de los protooncogenes es frecuente tanto en los tumores cerebrales
como en los sistémicos.

Además, el estudio cinético suele revelar la presencia de alteraciones


características. En los tumores astrocíticos hay una pérdida frecuente de ADN de los
cromosomas 10p, 17p, 13q y 9. Los oligodendrogliomas suelen tener pérdidas en 1p y
19q. En los meningiomas suelen perderse algunas partes del 22q, que contiene el gen de
la neurofibromatosis de tipo 2. Con menor frecuencia, se demuestra la amplificación de
algunos genes específicos, por ejemplo el EGFR, en algunos astrocitomas.

La especial constelación de alteraciones genéticas varía entre los distintos gliomas,


incluso entre aquellos que parecen ser histológicamente indistinguibles. Además, los
gliomas son genéticamente inestables, tendiendo a acumularse con el tiempo las
anomalías genéticas y traduciéndose estos cambios en un comportamiento maligno, cada
vez más agresivo.
Parecen existir, al menos, dos rutas genéticas para el desarrollo de los tumores
malignos. Una ruta, es la de la progresión, durante años de un astrocitoma de bajo grado
con pérdidas precoces del cromosoma 17 e inactivación del gen p53, hasta un glioma
maligno, con pérdidas cromosómicas adicionales. La segunda ruta, se caracteriza por la
aparición de novo de un glioma maligno con amplificación del gen EGFR y un gen p53
intacto. En ambas vías, con frecuencia, se produce la inactivación del gen PTEN, como
consecuencia de la pérdida del cromosoma 10. Posibilidades terapéuticas del Astrocitoma
de alto grado o Glioblastoma Multiforme, grado IV.

10. 3. NUEVAS ALTERNATIVAS TERAPÉUTICAS: LOS VECTORES VIRALES

La capacidad de los virus DNA o RNA causantes de tumores para dar lugar a una
transformación celular mediante transferencia de su material genético fue lo que llevó a
las primeras especulaciones sobre el potencial de los virus como vectores en la terapia
genética.

La lista de virus utilizados como vectores de transferencia genética es bastante


larga e incluye papovavirus (SV40), retrovirus aviares, y murinos, lentivirus, adenovirus,
virus adenoasociados, herpesvirus y el virus de la vacuna.

Actualmente, los más utilizados en terapia génica son los retrovirus, los
adenovirus, los virus adenoasociados y los lentivirus.

La terapia génica del glioblastoma propuesta por Dra. Marta Izquierdo (curso de
doctorado en Biología Molecular y Celular de la Universidad de Sevilla, Mayo de 2004),
apoyada en los adenovirus como vectores, y ya estudiada en una primera aproximación
para mamíferos con perros de laboratorio a los que se les puede inducir con anterioridad
un tipo de glioblastoma canino semejante al humano, y una vez desarrollado, se le
inyectaban los genes manipulados a través de los adenovirus, abriendo así una vía
pionera que continuar en la investigación de células malignas y la terapia genética.

10.4. PSICOPATOLOGÍA EN PACIENTES ONCOLÓGICOS


La incidencia de los tumores del Sistema Nervioso Central es desconocida, puesto
que algunos de ellos no presentan manifestaciones clínicas y sólo se descubren en la
autopsia (Cardoner y Benlloch, en Vallejo y Gastó, 2000). Las manifestaciones
neuropsiquiátricas pueden ser los primeros síntomas clínicos hasta en el 18% de los
tumores supratentoriales y en el 5% de los tumores infratentoriales. Las alteraciones
psiquiátricas se han asociado con más frecuencia a los tumores frontales y temporales
que a los parietales y occipitales (Cardoner y Benlloch, 2000).

Las manifestaciones clínicas de los tumores cerebrales dependen de:

 Su localización: En clásicos estudios neurológicos (Kechsner et al., 1938;


Selecki, 1965) se había intentado relacionar las manifestaciones
neuropsiquiátricas y la situación de un determinado tumor, aunque parece
que no existen síndromes mentales característicos de lesiones localizadas en
áreas cerebrales específicas, aunque sí se han descrito determinadas
localizaciones que se ven asociadas con una mayor frecuencia a un tipo de
síntoma psiquiátrico, esto es: los tumores que más se asocian a síntomas
afectivos suelen ser temporales o frontales; los tumores del cuerpo calloso,
que se extienden también fácilmente a las áreas frontales, presentan también
una clínica similar; en las lesiones parietales se producen con poca frecuencia
alteraciones conductuales, pero pueden dar lugar a manifestaciones
depresivas hasta en un 16% de los casos (Schelesinger, 1950); las alteraciones
afectivas son muy poco frecuentes en los tumores occipitales y diencefálicos,
y la sintomatología psiquiátrica es todavía menos probable en los tumores
subtentoriales.

 La presión Intracraneal: El aumento de la presión intracraneal, con


independencia de la localización de la lesión, determina alteraciones afectivas
como apatía, depresión, irritabilidad, agitación y alteración del nivel de
conciencia.

 De la rapidez del crecimiento del tumor: Generalmente los tumores de


crecimiento rápido se asocian con más frecuencia a agitación y a síntomas
psicóticos; los tumores de crecimiento lento, se corresponden más con
cambios en la personalidad, apatía o depresión.
En las lesiones del lóbulo frontal, aunque la mayoría de los pacientes presentan
una sintomatología mixta, se han descrito tres síndromes clínicos (Cummings, 1985) que
se responderían con una clasificación más teórica que real, esto es:

1. Síndrome orbitofrontal: Caracterizado por desinhibición, impulsividad,


labilidad emocional y euforia.

2. Síndrome frontomedial: Asociado a mutismo, acinesia, alteraciones


sensitivas e incontinencia de esfínteres.

3. Síndrome de la convexidad frontal: Se puede confundir fácilmente con un


cuadro depresivo, por lo que se le ha dado en llamar estado
pseudodepresivo (McAllister y Price, 1987). Los pacientes se presentan
apáticos más que deprimidos, con indiferencia o inhibición psicomotriz,
muestran dificultad en iniciar actividades y presentan problemas en
mantener la atención y la concentración (Goldberg, 1986).

Los síntomas afectivos de tipo depresivo son frecuentes en los tumores frontales,
e incluyen retardo psicomotor, pérdida de la espontaneidad e inercia. En otras ocasiones,
más que un verdadero síndrome depresivo, la apatía es el síntoma predominante
(Cardoner y Benlloch, 2000).

En un estudio con 85 pacientes con tumores frontales, Straus y Keschner (1935)


encuentran alteraciones afectivas en el 63% de los pacientes, de los cuales el 30%
presentaba euforia y el 4% hipomanía. Aunque no todos lo autores están de acuerdo
(Straus y Keschner, 1935), parece que los tumores frontales izquierdos se asocian con más
frecuencia a depresión, mientras que los derechos lo hacen a euforia (Belyi, 1987).

Respecto a la ansiedad asociada a los tumores cerebrales, no hay estudios


sistemáticos que describan el tipo y frecuencia de síndromes ansiosos asociados a ellos,
aunque sí algunas referencias de la presencia de casos de fenómenos ansiosos asociados
con procesos del lóbulo temporal y de estructuras como la formación hipocámpica y la
amígdala (Díez y Sánchez, en Vallejo y Gastó, 2000). Suelen ser tumores de crecimiento
lento, sobre todo gliomas, espongiglioblastomas, craniofaringiomas y meningiomas
(Mulder y Daly, 1952; Malamud, 1967; Blustein y Seeman, 1972; Strobos, 1974; Dietch,
1984; Ghadirians et al., 1986). También algunas malformaciones, como los quistes
aracnoideos localizados en la fosa craneal media, pueden dar lugar a estados de ansiedad,
así como quistes en el septo pelúcido, aunque estos son extremadamente raros (Wall et
al., 1985, 1986; Lewis y Mezel, 1985, Díez y Sánchez, 2000).

10.5. PERCEPCIONES Y REACCIONES AL CÁNCER

La percepción por parte del individuo del cáncer como enfermedad, y de sus
reacciones psicológicas frente a ello, resulta determinante a la hora de agravar patologías
psicológicas preexistentes en el individuo, así como de expresar de novo una ulterior
psicopatología.

Los cánceres están asociados con el miedo a graves e inevitables dolores,


desfiguración e incapacidad y con rechazo social (Jenkins, 1976). No es sorprendente que
aquellos con cáncer sufran grandes dificultades en manejar dicha situación,
particularmente amenazante y de hacer uso de todos los recursos médicos disponibles
(Cox, 1986).

Desde el momento en que se produce la sospecha hasta que se hace realmente el


diagnóstico, la persona, consciente de las consecuencias de un diagnóstico positivo,
estará indudablemente sujeta a mucha ansiedad e, incluso, con preocupaciones suicidas
(Laxenaire et al. 1971). Craig y Abeloff (1974) comunicaron elevados niveles de angustia
en un tercio de sus pacientes, así como depresión en la mitad de ellos. La respuesta de las
personas al saber que tienen cáncer puede determinar parcialmente su tiempo de
supervivencia subsiguiente y la calidad de tal supervivencia, pues mientras que el
diagnóstico puede no ser un acontecimiento biológicamente significativo, sin embargo
puede ser crítico psicológicamente (Cox, 1986).

Blumberg et al. (1954) compararon un grupo de enfermos de cáncer que murieron


dentro de los 2 años después de haber sido diagnosticados con un grupo emparejado que
sobrevivió durante más de 6 años. Todos los pacientes fueron estudiados con el MMPI
después del diagnóstico durante una fase de bienestar temporal, sugiriendo que aquellos
del primer grupo tenían valores más elevados de depresión, más bajos de salida neurótica
y muy bajos de actuación. Stavrakay (1968) encontró anormalidades en las valoraciones
de los MMPI de sus pacientes, es decir: aquellos que tenían un pronóstico más favorable
estaban caracterizados significativamente en las pruebas proyectivas por manifestar
fuertes inclinaciones hostiles, sin pérdida del control emocional, bajo estrés grave.
Schonfield (1972) comunicó una correlación significativa entre la capacidad de los
pacientes en volver al trabajo y altos niveles en la escala de bienestar del MMPI, y que los
pacientes tratados con mayor éxito tuvieron valores más bajos en la escala de pérdida de
moral. Estos resultados sugieren que los pacientes que no están gravemente deprimidos
por un diagnóstico positivo de cáncer, que se sienten enfadados y hostiles pero sin perder
el control emocional, y que pueden desarrollar algún sentido de bienestar, sobreviven
más tiempo e indudablemente mejor que aquellos que no presentaron tales rasgos.

Genzdilov et al. (1977) sugieren una asociación entre la relación de estrés del
diagnóstico y la cirugía, las complicaciones postoperatorias y la respuesta endocrina de la
persona, demostrando que la más alta frecuencia de complicaciones postoperatorias se
dio en los pacientes que presentaron reacciones psiquiátricas graves, abriendo la
posibilidad de que las respuestas psicológicas y endocrinas al estrés, además de estar
implicadas en la etiología y desarrollo de los cánceres, pueden estar ligadas también a la
supervivencia de los mismos (Cox, 1986).

Greer y Morris (1975) iniciaron un estudio controlado mediante entrevista y


administración de cuestionarios y autoinformes a 160 mujeres sometidas a biopsia,
resultando que las mujeres con enfermedad maligna eran bastante similares a las que
sufrían un proceso tumoral benigno en la mayoría de las medidas psicológicas evaluadas,
incluyendo el ajuste sexual, frecuencia de trastornos psiquiátricos, extraversión,
neuroticismo y hostilidad. Sin embargo, parecía haber una diferencia en términos de
expresión emocional, es decir, las pacientes con cáncer maligno manifestaban una mayor
dificultad para expresar emociones y presentaban problemas para manejar y expresar
sentimientos de ira. En este caso, no llegaron a usarse controles normales para establecer
comparaciones.

10.6. EL AFRONTAMIENTO DE LA ENFERMEDAD

La enfermedad la podemos contextualizar desde tres puntos de vista:

a) Como hecho psicológico, y desde una visión fenomenológica, Laín Entralgo


(1968) distingue diversas vivencias elementales y constantes (invalidez, malestar,
amenaza, fenómeno de absorción del cuerpo, soledad, anomalía y recurso), presentes en
todos los casos y en todas las enfermedades. Alonso Fernández (1989) propone una serie
de elementos o rasgos característicos en la vivencia de la enfermedad que pueden
guardar correspondencia con conductas reactivas. Así, el rasgo vivencial prevalente es el
de amenaza por la muerte o la invalidez y el tipo de conducta reactiva que tiende a
producirse es el de una reacción agresiva. A la vivencia de la soledad se reaccionaría
preferentemente con conductas evasivas; a la absorción del cuerpo le corresponderían
reacciones hipocondríacas y, finalmente, la vivencia de coartada iría acompañada de
conductas reactivas de ganancia. Desde una perspectiva psicodinámica, los efectos
psicológicos de la enfermedad implican, en mayor o menor medida, una situación de
debilidad y dependencia, por lo que las consecuencias psicológicas para el enfermo
vendrían a ser la regresión (infantil) y la depresión; además de ansiedad y elevado nivel
de autocentrismo o egocentrismo.

b) Existe una relación clara entre los acontecimientos vitales y la aparición de


la enfermedad, pues toda situación de estrés vital favorece la aparición de patología. Así,
como hecho biográfico, la enfermedad surge en un momento concreto en la vida de un
sujeto, que además posee una personalidad concreta. La misma enfermedad en dos
personas distintas tiene un curso, una importancia y una repercusión bien diferenciada.
Esto hace que la enfermedad tenga un significado distinto para cada individuo que
condiciona la evolución e importancia de la misma (Sanz-Carrillo y García-Campayo,
1999).

c) Como hecho social, la enfermedad es fundamentalmente un fenómeno de


desviación de la norma que sitúa al que la padece en un estatus particular y que le obliga
a unos comportamientos específicos como es el rol de enfermo (Sanz-Carrillo y García-
Campayo, 1999).

Lazarus y Folkman (1986) definen el afrontamiento como aquellos esfuerzos


cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar
las exigencias específicas externas y / o internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo. El afrontamiento es un proceso que el
individuo pone en marcha en condiciones de estrés psicológico para minimizar, evitar,
tolerar y aceptar las situaciones estresantes e intentar dominar el entorno (Sanz-Carrillo y
García-Campayo, 1999).
Moorei y Greer (1989), sobre las diferentes maneras de afrontamiento que
pueden adoptar los pacientes de cáncer ante su diagnóstico, distinguen cinco tipos de
estrategias que se evalúan mediante entrevista y la escala de ajuste mental al cáncer
(MAC) (Greer y Watson, 1987): a) espíritu de lucha; b) negación; c) fatalismo, estoicismo o
aceptación pasiva y, d) indefensión y desesperanza; y preocupación ansiosa, que
determinan la valoración subjetiva del diagnóstico, la percepción de control y el
pronóstico de la adaptación del sujeto.

10.7. TIPOS DE AFRONTAMIENTO

10.7.1. AFRONTAMIENTO CENTRADO EN EL PROBLEMA

Existen múltiples formas de pensar, sentir y actuar como consecuencia de los


esfuerzos para adaptarse a una situación. En este caso, el paciente considera que su
situación es susceptible de cambio, que puede modificar las condiciones lesivas,
amenazantes o desafiantes del entorno, por ejemplo, empleando estrategias de
búsqueda de información (como un modo de combatir la incertidumbre y el miedo,
eliminando las fantasías y temores en torno a la muerte, y reduciendo la frecuencia de
recaídas y complicaciones), adhesión al tratamiento, seguir hábitos saludables o realizar
cambios en el estilo de vida; estrategias todas centradas en el problema que pretenden
eliminar el malestar o el dolor. Ayudan al paciente a tolerar las frustraciones que
conllevan la enfermedad y las limitaciones derivadas del tratamiento.

10.7.2. AFRONTAMIENTO CENTRADO EN LA EMOCIÓN

Es más probable que aparezca cuando el paciente cree que nada puede hacer para
modificar su situación, intentando adaptarse al estrés y a las emociones negativas que
van asociadas al malestar. La minimización, el distanciamiento y la evitación consiguen
apartar al sujeto de una realidad que le resultaría desbordante si se enfrentara a ella
directamente, como el diagnóstico de una enfermedad terminal. La actitud pasiva y
distante, negándose a reflexionar sobre la enfermedad o a colaborar en el tratamiento,
hace que los sentimientos negativos del paciente se reduzcan al mínimo. La negación,
después del diagnóstico, puede ejercer un efecto protector al reducir el nivel de ansiedad.
Negar algunos aspectos de la situación, pero no la totalidad, puede ser beneficioso, ya
que cuando a una persona se le diagnostica una enfermedad grave insiste en obtener más
información, lo que aumentaría su nivel de ansiedad para encontrarse atrapada en un
círculo de afrontamiento dirigido al problema, que aumenta su alteración emocional e
interfiere en los mecanismos de evitación que podrían reducir los niveles de angustia
(Sanz-Carrillo y García-Campayo, 1999).

10.7.3. AFRONTAMIENTO COGNITIVO-CONDUCTUAL

Diferenciamos entre respuestas sólo a nivel del proceso de pensamiento o nivel


cognitivo como, por ejemplo, rezar, esperar que ocurra un milagro, desear que
desaparezca, y respuestas que se basan, exclusivamente, en conductas como, por
ejemplo, tomar la medicación.

10.7.4. AFRONTAMIENTO ACTIVO-PASIVO

La persona inicia estrategias activas con intención de disminuir el malestar, por


ejemplo, distraer la atención de forma deliberada, realizar actividades físicas o de ocio,
etc. Por el contrario, la respuesta pasiva consiste en evitar el dolor (disminuir actividades,
rezar) o en intentar controlarlo mediante fuerzas externas que están fuera de uno mismo
(como tomar medicación).

10.7.5. AFRONTAMIENTO ATENCIONAL-EVITATIVO

Los afrontamientos atencionales son aquellos que focalizan la atención en la


sensación molesta o en el dolor como forma de adaptarse, por ejemplo, estirando o
masajeando la zona del dolor; mientras que las evitativas son las que buscan no pensar o
actuar sobre la fuente del malestar, mediante la negación del dolor o distracción.

10.7.6. AFRONTAMIENTO ADAPTATIVO

Aquí el paciente elige entre dos posibilidades, esto es:

• Estrategias activas: son las que el individuo asume cuando se muestra activo,
como la resolución del problema (buscar sistemáticamente qué desencadena el dolor o
qué lo empeora y hacer ensayos para intentar descubrir sistemas a fin de disminuirlo) o la
búsqueda de información (preguntar al médico o a otras personas que padecen el dolor
sistemas para intentar controlarlo de alguna forma) se asocian a menor depresión y mejor
capacidad funcional.
• Estrategias de distracción y de diversión de la atención: los métodos más simples y
efectivos para afrontar las molestias físicas y el dolor son los afrontamientos cognitivos
y/o conductuales que tratan de derivar la atención del paciente a otra actividad o suceso,
por ejemplo, relajación, imaginería (visualizando situaciones placenteras), realizar
actividades placenteras (ocio) o socialización mediante la mejora de habilidades sociales.

10.7.7. AFRONTAMIENTO NO ADAPTIVO

Todas aquellas estrategias que no disminuyen el malestar o el dolor o que incluso


lo aumentan. Las principales son:

 Estrategias pasivas. Incluye toda respuesta en la que el paciente no adopta un


papel activo como rezar, esperar que ocurra un milagro o desear que las cosas en el
futuro mejoren. Se ha visto que todas ellas se asocian a mayor depresión e incapacidad
emocional y a peor adaptación psicológica.

 Estrategias evitativas. Se denominan así a los afrontamientos que incluyen


procesos activos o pasivos que intentan disminuir el dolor o evitar que aparezcan en el
futuro, en base a evitar actividades. En las fases iniciales de una enfermedad, cuando
predomina el dolor agudo, las conductas evitativas son útiles y adaptativas. Sin embargo,
en fases avanzadas, cuando el dolor es crónico, se convierten en maladaptativas, pues
también van a servir para evitar otros aspectos de la vida diaria como las obligaciones
laborales, los problemas conyugales o las dificultades interpersonales.

 Catastrofizar. Es un tipo de afrontamiento cognitivo-atencional especialmente


invalidante. Típicos del procesamiento automático en la depresión, se caracterizan por
pensamientos excesivamente negativos respecto al futuro. El paciente presenta
pensamientos no realistas en el sentido de que su situación actual se transformará en la
peor evolución posible (me preocupo continuamente sobre cuándo acabará esto; siento
que mi vida no vale la pena, siento que no puedo soportarlo más, siento que no puedo
continuar). La tendencia a catastrofizar puede medirse en escalas y cuestionarios
específicos, por ejemplo, el cuestionario de estrategias de afrontamiento de Rosenstiel y
Keefe. Se ha asociado a un mal pronóstico, incluyendo disfunción psicosocial, depresión y
mayor intensidad de dolor. Se acepta que éste es el peor afrontamiento que puede
tenerse ante una enfermedad y que peor pronóstico va a producir, por lo que una medida
fundamental para mejorar el pronóstico de los pacientes es evitar este tipo de
pensamientos negativos.

10.8. DETERIORO COGNITIVO DEL PACIENTE CON CLÍNICA TERMINAL DEL


GLIOBLASTOMA MULTIFORME, GRADO IV

Para el caso particular de los déficits cognitivos y motores secundarios a


tumoraciones primarias del sistema nervioso, las interrelaciones bioquímicas cerebrales y
la inhibición motora de determinados síntomas están en relación al área cerebral
afectada, como es el lenguaje en el área parietotemporal de Wernicke, o la afectación de
los contenidos sensoriales aferentes con alteración visuoperceptiva en los campos
visuales, antes de llegar al área visual de la corteza cerebral. Estas patologías quedan
también asociadas siempre a trastornos cognoscitivos de carácter afectivo, que son más
duraderos cuanto mayor es la edad de los pacientes, aunque quedan todavía
interrogantes sobre la tipología del trastorno afectivo (Bulbena y Berrios, 1986).

En una revisión de la literatura sobre casuística neurológica desde el año 1950, se


encontró, en los 232 casos estudiados, un claro predominio (70%) de los cuadros de
naturaleza afectiva. Los datos clínicos señalaban una edad de comienzo bien alta,
antecedentes psiquiátricos en el 60% de los casos, trastornos de memoria y
desorientación en la gran mayoría de las historias, signos neurológicos en el 30% de los
casos (especialmente extrapiramidales), alucinaciones en una cuarta parte, delirios en
cerca del 40% y confusión en el 32% de los enfermos estudiados (Bulbena, 2005). En el
seguimiento de estos pacientes, a los treinta meses de promedio, se observó una
mortalidad no superior a la estimada por la edad, pero entre los supervivientes hubo una
tasa elevada de demencia y de dependencia (Bulbena y Barrios, 1986).

Se han realizado estudios acerca de la relación entre trastorno afectivo y


cognición. Muchos pacientes depresivos se quejan de ciertas dificultades de
concentración, memoria y atención, mientras que otros presentan déficits cognoscitivos
muy marcados que pueden incluso ser difíciles de distinguir de los asociados al síndrome
orgánico cerebral, o las manifestaciones de una clínica glioblastomatosa tardía con rasgos
evidenciables de sintomatología depresiva. La primera gran revisión de los estudios
empíricos acerca de la relación entre trastorno afectivo y funcionamiento cognoscitivo
fue llevada a cabo por Miller (1975), quién analizó cuatro áreas de presunta disfunción:
cognoscitiva, motora, perceptiva y de comunicación. Otros estudios posteriores a reseñar
son el de Weingartner y Silberman (1982) y el de King y Caine (1996). Sin embargo,
quedan interrogantes sobre el tipo de trastorno afectivo que se asocia a mayor disfunción
cognoscitiva, aunque hay cierta coincidencia en que los pacientes bipolares muestran
peores rendimientos que los unipolares, particularmente en los de más edad. También
coinciden estos estudios en la mejoría cognoscitiva a la vez que se produce la mejoría del
trastorno afectivo, excepto en algunos pacientes más ancianos que quedan con cierto
defecto.

Diversas situaciones clínicas pueden otorgar al paciente una apariencia de mayor


queja subjetiva que objetiva, que reuniríamos bajo el epígrafe de histeroides (Bulbena,
2005), refiriéndonos aquí a la forma clínica y a la exageración de la queja y no a la
estructura histérica. En este grupo, la presentación más elemental es la queja subjetiva de
déficit de memoria (metamemoria), que puede ser debida a sintomatología depresiva o
hipocondríaca (Bolla et al., 1991; O´Connor et al., 1990), aunque en algunos casos puede
ser un anticipo de manifestaciones demenciales (Tobiansky et al., 1995).

El concepto de metamemoria (Simon, 1996) ha sido también relacionado con el


olvido senil benigno (Kral, 1962) o con el trastorno de memoria asociado a la edad (Crook,
1986). La segunda situación que puede imprimir un énfasis exagerado a la queja
cognoscitiva del enfermo es la distorsión mnésica, que se manifiesta como la tendencia
de los pacientes depresivos a distorsiones del pensamiento y del recuerdo, ya que para
las manifestaciones clínica de la psedodemencia histeroide, las cosas no son como
realmente han sido si no como se recuerdan y bajo la óptica que se les enfoca.

Finalmente, puede tratarse de cuadros de naturaleza histérica, como en los


cuadros de dependencia o simulación. Anderson et al. (1959), a la hora de examinar cómo
los humanos simulamos la locura, aprecian en ello muchos casos de depresión y amnesia,
juntos o por separado. Y respecto a los cuadros de dependencia, ellos proporcionan una
posible presentación de manifestaciones de queja de malfunción mnésica y clínica
depresiva. En pacientes mayores institucionalizados, la conducta de dependencia pasiva
puede ofrecer semiología demencial, en lo que a la falta de autonomía y autocuidado se
refiere.
Durante la depresión se constata mayor probabilidad de recordar sucesos
desagradables, escenas tristes, recuerdo global menor y asimétrico (menos aspectos
positivos), así como mayor tendencia a concentrarse en escenas del pasado que del
presente o del futuro (Bulbena, 1998; Diges y Perpiñá, 1995). En la entrevista con el
paciente depresivo hay que considerar este efecto amplificador de la disfunción mnésica.
Estos puede producir una ampliación de las manifestaciones de déficit y, por tanto,
inducir al clínico a una interpretación errónea (Bulbena, 2005).

CAPÍTULO 11.

11.1. ¿QUÉ APORTA LA BIOLOGÍA A NUESTRA CONDUCTA SOCIAL?

El éxito reproductivo es aquel que se obtiene por ser capaz de transmitir sus genes
a la próxima generación. Entre aproximaciones posteriores a la teoría darvinista, E. O.
Wilson define la Sociobiología como: el estudio sistemático de las bases biológicas de
todo comportamiento social. Lo que sugiere la posibilidad de extrapolar las
investigaciones de la Biología evolutiva al fenómeno humano, a fin de descubrir qué
relaciones se pueden establecer entre la conducta animal y la conducta humana. La idea
de que si la selección natural es la ley que gobierna la naturaleza, se aplicará de igual
forma al comportamiento. Los modelos específicos de comportamiento social estarían
determinados por la Biología.

En su obra Sobre la naturaleza humana, Wilson (1983), afirma que lo cultural


queda disuelto en lo biológico y le niega autonomía al orden de la cultura, es decir, la
Sociobiología atribuye a los genes toda la riqueza y variedad sociocultural del
comportamiento humano. La Genética determinaría enteramente el cerebro del ser
humano, incluso el tabú del incesto respondería sólo a un imperativo genético: el hecho
de que el apareamiento entre consanguíneos provocaría pérdidas de capacidad genética.

11.2. EL PARADIGMA DE LA SOCIOBIOLOGÍA

Postula su hipótesis desde tres paradigmas: a) Conducta social: la que el individuo


emite en relación con otros congéneres de la misma especie, b) Éxito reproductivo:
entendido como aptitud inclusiva que incluye la aptitud darwiniana que serían los
descendientes que deja un individuo. La cantidad de genes propios que pasa de una
generación a la otra, no sólo reproduciéndonos individualmente, sino teniendo en cuenta
la cantidad de hermanos, sobrinos, nietos, primos; y c) Relación genética o parentesco
genético: la conducta se explica por la relación de genes en común madre e hijo.

La hipótesis central es que el comportamiento social de cualquier animal, incluido


el hombre, expresa la inclinación a dejar el máximo número posible de descendientes,
según las alternativas que ofrece la situación y los costos a afrontar. La fuente de todo
comportamiento sería la tendencia de cada individuo a difundir sus propios genes, a
través de la reproducción, y promoviendo la difusión de los genes de sus parientes (que
en parte coinciden con los suyos), lo que favorece, a su vez, la difusión de parte de los del
individuo en cuestión. Sería natural que aquel que posea malos genes no se reproduzca, a
fin de evitar la propagación de genes defectuosos. Así pues, la persona cuyos genes no
respondan a los parámetros deseados, carece de valor.

La Sociobiología se apoya en una interpretación determinista de la genética, según


la cual el ser humano se reduce a genoma. De esta forma, resultaría fácil establecer a su
vez la reducción del ser humano a simple especie animal, basándose en la amplia
coincidencia del genoma en el ser humano y en algunos animales. Nuestras diferencias
genéticas con los chimpancés serían menores que las que éstos tienen con los gorilas: los
chimpancés tienen 48 cromosomas, y los humanos sólo 46. Además, la posibilidad de
hibridismo entre las especies, a través de la ingeniería genética, vendría a ser una prueba
contundente contra el especieísmo; resulta que el ecologismo se opone a este proceso
entre las especies, por considerarlo contra natura.

El altruismo lo relaciona con el egoísmo, esta vez genético, pues el ADN tiende a
perpetuarse. Según el siguiente razonamiento: ¿Cómo puede el altruismo que, por
definición, merma el éxito individual, desarrollarse por selección natural? Ello se
fundamenta en el parentesco: si los genes causantes del altruismo son compartidos por
dos organismos a causa de una ascendencia común y si el acto altruista de un organismo
aumenta la contribución conjunta de estos genes a la próxima generación, la propensión
al altruismo se propagará al sustrato genético.

La versión determinista es la asumida por Wilson (1983), y reduce el ser humano a


una especie animal más y conduce a la aceptación generalizada de la ingeniería genética:
La Sociobiología se erigió como adelantado teórico que mostraba las virtudes futuras, de
cara a la solución de problemas comportamentales humanos que podría tener el
desarrollo de la ingeniería genética misma. La interpretación de carácter humanista,
contempla la genética como parte del todo humano, en el que entran también el
ambiente natural y social.
PARTE III

PROCEDIMIENTO EXPERIMENTAL

Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos


es el océano. Isaac Newton (1642-1727).

El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca.


Immanuel Kant (1724-1804).
CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN A LA METODOLOGÍA DE ESTUDIO DEL TRASTORNO
OBSESIVO-COMPULSIVO EN EL HOMO SAPIENS. OBJETIVOS E HIPÓTESIS

Para el objeto de investigación vamos a emplear varios grupos de pacientes de


ansiedad obsesiva compatibles con el diagnóstico de un TOC (según los criterios DSM-IV-
TR, APA 2002; y DMS-V, APA 2015):

 Se presentan distintos grupos de tratamiento: psicofarmacológico,


psicoterapéutico y/o ambos combinados.

 Ahondar y plantearnos la evolución de la sintomatología que presentarán los


pacientes según el abordaje de los distintos tratamientos.

 Podemos investigar también en pacientes obsesivos crónicos de evolución


tórpida y anodina, con tendencias paranoides, en función de una clínica
complicada, mórbida o de tórpida evolución.

Ya que no nos es posible estudiar la psicopatología y el psicodiagnóstico del


hombre prehistórico, ni tampoco la existencia o no de una normalidad en el
comportamiento real del Homo neanderthalensis, a través de vaciados para el estudio de
muestras de registro fósiles, y estudiando su morfología anatómica que en función de las
correlaciones neurológicas establecía su cerebro, podremos aproximarnos a configurar un
grupo control, que debe de semejar una estructura cerebral sana y lo más simple posible
(reacciones emotivas y afectivas, frente a las interacciones sociales con el grupo) desde el
punto de vista pulsional, a través de la probable correlación respecto de los auto-registros
con que contamos en la actualidad para la práctica de nuestra clínica con los pacientes.

Con los registros fósiles de esquirlas paleontológicas halladas en las excavaciones


prehistóricas y a través de vaciados se puede reconstruir estructuras neuroanatómicas,
primero, y luego la completa configuración cerebral de un especímen de H.
neanderthalensis; ulteriormente, y desde el punto de vista más científico y a través de la
autopsia psicológica forense, seremos capaces de reconstruir el proceso de sentir,
percibir y procesar la información de estos homínidos.
Elaboramos para ello, entonces, un abordaje médico forense de ése cerebro
emocional de nuestros predecesores; así, a través de la Psicología Forense y de la
Psiquiatría Forense, y atendiendo a estándares científicos estableceremos un paralelismo
con una factible autopsia psicológica que aboque en esclarecer una seria aproximación
con base objetiva de que sentían y de cómo pensaban estos humanos, qué relaciones de
procesamiento de pensamiento o plenas cogniciones eran ya capaces de sugerirse, en
relación a la aportación de las capacidades neurológicas y biológicas que aportan las
bases neurocientíficas.

También nos valdremos, para saber cómo sentían los homínidos neandertales, de
las funciones proyectivas que desde el punto de vista analítico estudia la psicología
proyectiva, así: la interpretación de los test de manchas de contenido psicodinámico
explora márgenes psicoafectivos que estuvieron ya presentes por la neuroquímica y la
neuroanatomía en los antepasados homínidos.

No sólo en ítems y test de tipo cognitivo-conductual, sino también proyectivos, el


test de Herman Rorscharch, ofrece una aproximación directa y muy precisa al
inconsciente, que representa una fuerte actividad cerebral, neurobioquímica y
neuropsicológica, idéntica desde hace miles de años, tanto para un neandertal como para
un Homo sapiens sapiens. Ésta metodología, junto a la aproximación desde la Neurología
fisiológica. Así también podemos constatar, por ejemplo, la evolución en pacientes
terminales de cáncer como el glioblastoma. Pacientes que sufren una alteración profunda
en el córtex y en el parénquima cerebral por la destrucción muy evolucionada de su
estructura neuroanatómica, llegan a sentir diferente y a expresar sus sensaciones de
forma muy distinta a como la hacían durante la salud, aunque continúen presentando sus
características emocionales plenas y completas.

Por otra parte, y en relación a los paradigmas científicos que nos ofrecen otras
disciplinas, debemos reinterpretar los resultados desde un punto de vista ordenado,
completo y, en definitiva, multidisciplinar en donde contemos con datos que aportan la
Antropología Social y Cultural.

Nuestro estudio responde a un diseño cuasi-experimental de cinco grupos de


tratamiento no equivalentes con pretest, postest, y dos seguimientos (véanse las
condiciones de tratamiento en el apartado de variables). Existirá también un grupo
control de pacientes sanos con un nivel intelectual medio/bajo que serán nuestra
referencia base más aproximada al concepto sobre la "normalidad", aunque este
concepto en medicina existe muy difícilmente, y que va a corresponderse con toda índole
de criterios educacionales, de modo, género, culturales, incluso aplicando una
perspectiva de Antropología social.

Así, como estiman Money y Erharot sobre la psicopatología en las parafílias, que
son: “estados psicosexuales de reactividad obsesiva a estímulo inaceptable y dependiente
de él, que buscan iniciar o mantener una situación sexual con el fin de facilitar el
orgasmo”. Es desarrollada por un sujeto que se corresponde con un estado cerebral
plenamente instintual, límbico, y con un cerebro muy poco desarrollado, en la actualidad,
compatible con algunos de los datos que se reseñarían en época paleolítica. Empieza
siendo una conducta desviada de sadismo sexual (excitación a través de la humillación y
el sufrimiento físico y psicológico de los otros); y continúa, siendo una lanzadera para
la excitación con un masoquismo sexual (excitación a través de la humillación, golpeo
u otro sufrimiento). Todo rasgo sádico de comportamiento conlleva también una
raíz masoquista que este paciente desarrolla. Estas perversiones sexuales son
síntomas patológicos que pueden sustituir la vida normal de los individuos,
comprendida como la subordinación de las excitaciones sexuales hacia el predominio
genital y el orgasmo heterosexual. La perversión se trata como un desequilibrio
psíquico, relacionada con la depravación, la corrupción o lo siniestro. Sigmund
Freud, e n 1905 y 1915, acuñó el término perversión sexual, exponiendo que el
origen de la perversión se encontraba vinculada con la infancia del individuo.

CAPÍTULO 2. EL VALOR CLÍNICO DE LA NEUROLOGÍA Y LA NEUROPSICOLOGÍA, A


FIN DE LOGRAR UNA APROXIMACION A UN CEREBRO BÁSICO
2. 1. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS
Uno de los aspectos más conocidos de esta relación entre la Química
Bioinorgánica y las neurociencias es la utilización de compuestos de litio. El litio es un
metal alcalino que atraviesa la membrana celular por un mecanismo de transporte activo
(Bernstein, 1987) y que, según Price y Heninger (1994) parece actuar en la neurona: a)
aumentando la liberación de noradrenalina; b) reduciendo la hipersensibilidad a los
receptores alpha-2 y betha-adrenérgicos; c) reduciendo la sensibilidad de los receptores
dopaminérgicos presinápticos y postsinápticos y, d) estimulando la producción de
serotonina e incrementando la liberación de acetilcolina y ácido ganma-amino-butírico
(GABA). Muy recientemente, se ha puesto de manifiesto que el litio tiene también efectos
neuroprotectores, lo que abre la posibilidad a su utilización clínica en pacientes que
hayan sufrido un ataque isquémico e incluso como profilaxis de las enfermedades
neurodegenerativas (Ren et al., 2003). Los avances que se consigan en este campo tienen
una potencial aplicación práctica en el conocimiento y desarrollo de tratamientos
efectivos, no solamente para las aplicaciones de las que ya disfrutamos en la actualidad,
sino en el beneficio de los procesos de envejecimiento natural del sistema nervioso
central, de la involución en la degeneración senil, o de procesos neurodegenerativos tipo
enfermedades de Parkinson, Alzheimer y Corea de Huntington.
Sin embargo, aunque es bien conocida la aplicación terapéutica del ión litio en
calidad de estabilizadosr del estado de ánimo en los trastornos afectivos, es nuestro
objetivo principal determinar la eficacia del ión metálico como estabilizador y
antidepresivo en el curso de procesos neurológicos de etiología cancerosa terminal (IVº
grado), concretamente en el glioblastoma multiforme o glioma indiferenciado.
Cuando nos encontramos con una patología tan grave como el es caso del
glioblastoma multiforme infiltrante (confirmado por biopsia intraoperatoria el IVº grado),
el paciente, al despertar de la operación y salir de la UVI, de forma muy disruptiva debe
asumir, en un escaso periodo de tiempo, una enfermedad que hasta ahora le era
desconocida, pues muy probablemente no le habría dado sintomatología alguna con
anterioridad. Teniendo en cuenta, además, que desde el diagnóstico, y con
sintomatología generalmente muy florida e incapacitante, suele restarle ocho meses
escasos de vida, nos proponemos una alternativa factible capaz de mejorar la calidad de
vida de estas personas antes del óbito, cara a disfrutar de sus familiares con mayor
claridad de ideas, evitar sesgos cognitivos propios de altos niveles de ansiedad, tomar
decisiones para arreglar requerimientos legales, últimas voluntades, etc.; así como evitar,
en lo posible, sensaciones tan propias de la depresión (procesamiento automático de la
depresión de Beck) como dejarse llevar, sensación de abandono, cansancio, renuncia e
ideas de muerte. En concreto, nos proponemos estudiar, mediante la objetivación
validada que ofrecen los auto-registros y test diagnósticos de rasgo-estado de ansiedad o
depresión, la posible eficacia del litio para el cambio de la sintomatología psicopatológica
de estos pacientes, así como si pudieran existir diferencias significativas entre los sexos,
es decir, entre hombres y mujeres afectos de glioblastoma multiforme.

2. 2. LOS EFECTOS TERAPÉUTICOS DEL LITIO. OBJETIVOS


El litio es uno de los psicofámacos más utilizados en Psiquiatría. Aunque el uso
clínico se remonta a los últimos años, ya era conocido por las civilizaciones griega y
romana, que lo utilizaban de forma empírica para tratar padecimientos físicos y psíquicos
(Marín, J.L., 2000). En el año 1818, Humphry Davy aisla el metal de litio, pero no fue
introducido en el campo de la Medicina hasta 1840 por Alexander Ure para el tratamiento
de los cálculos renales, y por Alfred Garrod para el tratamiento de la gota. En 1873, en
Estados Unidos, Wiliams Hammond descubrió el uso del bromuro de litio para el
tratamiento de los episodios maníacos, aunque en aquel momento se consideraba que el
ingrediente activo era el bromuro. En 1886, en Dinamarca, Carl y Fritz Lange describieron
sus efectos profilácticos y a corto plazo sobre la depresión. Entre los años 1880 e inicios
del 1900, la población de los Estados Unidos se adhirió con entusiamo a beber aguas
minerales o que supuestamente contenían litio. Éstas aguas, que tan sólo contenían una
mínima cantidad de litio disuelta, se anunciaban de manera engañosa como un producto
beneficioso para una gran cantidad de dolores, molestias y enfermedad. Fue en este
mismo país, desde los años cuarenta, cuando se utilizó el cloruro de litio para reemplazar
al cloruro de sodio de las dietas bajas en sal de los pacientes cardiacos e hipertensos, lo
que provocó la toxicidad por litio por efectos secundarios renales y la muerte de algunos
pacientes, con la consiguiente retirada del mercado de los productos relacionados con el
litio (Kaplan y Sadock, 2000).
En 1949, el australiano John F.j. Cade, al inyectar a sus cobayas una solución de
urato de litio, provocó letargia y describió cómo estos animales experimentaban
tranquilidad así como disminuían la respuesta frente a estímulos externos sin que se
produjesen estados de somnoliencia, lo que indujo a utilizar esta sal de litio como un
tranquilizante con características no sedantes (Vallet et al., 2003). El mismo Cade fue
quien describió los efectos terapeuticos del litio sobre un paciente con episodios
maníacos. El Li+, desde su introducción en psiquiatría, se ha mostrado como un
antimaníaco muy eficaz, aunque su pico de acción no se produce antes de las dos
semanas de tratamiento (Goodwin y Zis, 1979). En las décadas de los años 50 y 60,
Mogens Schou dirigió algunos experimentos cruciales que demostraron la eficacia
profiláctica y a corto plazo del litio en los trastornos bipolares tipo I. Pasado el tiempo, La
Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos, aprobó el uso del litio para el
tratamieno de los trastornos bipolares I (Kaplan y Sadock, 2000).
A partir de los datos que ofrecen los trabajos empíricos y las diferentes revisiones
bibliográficas consultadas, consideramos que sería necesario llevar a cabo nuevos
estudios, con muestras de mayor tamaño, constituidos por pacientes tratados con
psicofármacos versus tratamiento cognitivo-conductual (TCC), para así poder conocer
cuál es el pronóstico actual del TOC tras el desarrollo de terapias específicas, tanto de
manera independiente como combinada.
Deberán ser estudios que pretendan analizar la eficacia del TCC [en concreto del
tratamiento cognitivo (TC), más exposición y prevención de la respuesta (EPR)] y del
abordaje psicofarmacológico, tanto con ansiolíticos y antidepresivos tricíclicos (ADT)
como con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), tratando de
aproximarnos a la eficacia de cada uno de los tratamientos tanto de forma combinada
como por separado.
En definitiva, se compararían cinco condiciones de tratamiento, esto es: la eficacia
del TCC (TC + EPR) frente a dos tipos de tratamiento psicofarmacológico; así como la
combinación de cada uno de estos abordajes farmacológicos combinados con el TCC.
Se establecerán, entonces, cinco grupos de tratamientos: el primero estará
constituido por pacientes a los que se aplicará, exclusivamente, TCC; el segundo estará
compuesto por pacientes a los que se administrará antidepresivos tricíclicos (ADT)
(Clormipramida) y ansiolítico (Loracepam); para el tercer grupo se utillizará un inhibidor
selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) (Paroxetina) y el ansiolítico Loracepam; el
cuarto grupo combinará el TCC empleado en el nº 1 más el abordaje farmacológico del nº
2; y por último, propondremos un quinto grupo que recibirá TCC (como en el grupo nº 1)
más el abordaje psicofarmacológico del grupo nº 2.
Queremos determinar, aplicando una metodología científica, unos objetivos que
sean capaces de contrastar similitudes y diferencias entre los modelos de la realidad
presente de humanos modernos (homo sapiens) versus aproximaciones metodológicas
inductivas con una igual valía del método científico.

El abordaje terapéutico del TOC no tuvo un impulso significativo hasta la década


de los años sesenta, existiendo dos tipos de terapias: el abordaje y el farmacológico, sin
que hasta el momento haya un acuerdo unánime acerca de cuál de estos dos paradigmas
resulten más eficaces para el tratamiento. A partir de los datos que ofrecen los trabajos
empíricos y las diferentes revisiones bibliográficas consultadas, se considera necesario
llevar a cabo nuevos estudios constituidos por pacientes tratados con psicofármacos
versus tratamiento cognitivo-conductual (TCC), para así poder conocer cuál es el
pronóstico actual del TOC tras el desarrollo de estas terapias específicas, tanto de manera
independiente como combinada.

Nuestro estudio pretende analizar la eficacia del TCC (en concreto del tratamiento
cognitivo, TC, más exposición y prevención de la respuesta, EPR), y del abordaje
psicofarmacológico, tanto con ansiolíticos y antidepresivos tricíclicos (ADT) como con
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), tanto de forma combinada
como por separado.

Para ello se establecieron, entonces, cinco grupos de tratamientos: el primero


estará constituido por pacientes a los que se aplicará, exclusivamente, TCC; el segundo
estará compuesto por pacientes a los que se administrará antidepresivos tricíclicos (ADT)
(Clomipramida) y ansiolítico (Lorazepam); para el tercer grupo se utilizará un inhibidor
selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) (Paroxetina y Lorazepam); el cuarto grupo
combinará el TCC empleado en el grupo 1 más el abordaje farmacológico del grupo 2; y
por último, proponemos un quinto grupo que recibirá TCC (como en el grupo 1)
combinado con el abordaje psicofarmacológico del grupo 3 (Paroxetina + Lorazepam).

Para el estudio de la eficacia de estos tratamientos se utilizaron unos instrumentos


de valoración o escalas (ver más adelante), que fueron aplicadas antes del inicio del
tratamiento (pretest), despues del tratamiento (pottest), a los doce (S1) y a los 24 meses
(S2) tras el inicio del estudio.

CAPÍTULO 3. EL PLANTEAMIENTO DE NUESTRAS HIPÓTESIS


3.1. SUPUESTO INICIAL
La formulación de las hipótesis que se presentarán parte del supuesto inicial de
que en el pretest los cinco grupos de tratamiento no han de presentar diferencias
estadísticamente significativas en distintos grupos de variables. Concretamente, los cinco
grupos deben ser homogéneos en los siguientes aspectos:
a) Las variables de ansiedad, depresión y sintomatología obsesivo-compulsiva
evaluadas.
b) Variables sociodemográficas (sexo y edad).
c) Antecedentes psiquiátricos familiares.
d) Historia de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos anteriores.
Partiendo de que se cumplan las condiciones referidas en el supuesto inicial, se
plantean dos hipótesis: la hipótesis sobre los cambios intragrupo y la hipótesis sobre la
eficacia de los tratamientos intergrupo.

3. 2. HIPÓTESIS SOBRE LOS CAMBIOS INTRAGRUPO


a. HIPÓTESIS SOBRE EL CAMBIO ENTRE PRETEST-POSTEST (INTRAGRUPO)
Los cinco grupos de tratamiento experimentarán una mejora significativa en las
distintas variables de ansiedad, depresión y sintomatología obsesivo-compulsiva, en el
postest, respecto de los niveles de dichas variables en el pretest.

b. HIPÓTESIS SOBRE EL SEGUIMIENTO (INTRAGRUPO)


Los cinco grupos experimentarán un empeoramiento de la sintomatología ansiosa,
depresiva y obsesivo-compulsiva (es decir, un incremento en las puntuaciones obtenidas
con los instrumentos que miden estas variables) conforme vaya pasando el tiempo una
vez finalizado el tratamiento. En concreto, esperamos un incremento significativo de
dichas puntuaciones al año (S1) respecto al post-test. De igual modo, esperamos un
incremento significativo de las puntuaciones a los 24 meses (S2) respecto a S1.
1.3 HIPÓTESIS COMPARATIVA DE LA EFICACIA DE LOS TRATAMIENTOS
INTERGRUPO
Dado que los 5 grupos que participarán en este estudio recibirán distintos
tratamientos, esto se verá reflejado en las puntuaciones obtenidas en los instrumentos
que miden la sintomatología ansioso-depresiva y obsesivo-compulsiva tanto en las
medidas postest, como S1 y S2. En concreto, esperamos diferencias significativas
intergrupo.
 Esperamos que en el postest se produzcan los siguientes efectos:
a) Los dos grupos a los que se les aplica un tratamiento exclusivamente
farmacológico presentarán menores niveles de sintomatología ansiosa,
depresiva y obsesivo-compulsiva que el grupo que recibe únicamente TCC.
b) Los dos grupos a los que se aplica un tratamiento exclusivamente
farmacológico presentarán niveles similares (no habrá diferencias
estadísticamente significativas) de sintomatología ansiosa, depresiva y
obsesivo-compulsiva que los dos grupos que reciben TCC y tratamiento
farmacológicos combinados.
c) Los grupos a los que se aplica el tratamiento combinado presentarán
menores niveles de sintomatología ansiosa, depresiva u obsesivo-
compulsiva que el grupo de TCC exclusivamente.
d) Los dos grupos a los que se aplica tratamiento farmacológico presentarán
niveles semejantes de sintomatología ansiosa, depresiva u obsesivo-
compulsiva.
e) Los dos grupos a los que les aplicará el tratamiento combinado presentarán
niveles semejantes entre sí en lo que se refiere a los niveles de
sintomatología ansiosa, depresiva u obsesivo-compulsiva.
 Respecto al primero de los seguimientos (S1), esperamos que se produzcan los
siguientes efectos:
a) Los dos grupos a los que se les aplica un tratamiento exclusivamente
farmacológico presentarán mayores niveles de sintomatología ansiosa,
depresiva y obsesivo-compulsiva que el grupo que recibe únicamente TCC.
b) Los dos grupos a los que se les aplica un tratamiento exclusivamente
farmacológico presentarán niveles mayores de sintomatología ansiosa,
depresiva y obsesivo-compulsiva que los dos grupos que reciben TCC y
farmacológico combinados.
c) Los grupos a los que se aplica el tratamiento combinado presentarán
niveles similares de sintomatología ansiosa, depresiva u obsesivo-
compulsiva que el grupo de TCC exclusivamente.
d) Los dos grupos a los que se aplica tratamiento farmacológico presentarán
niveles similares entre sí en lo que se refiere a sintomatología ansiosa,
depresiva u obsesivo-compulsiva.
e) Los dos grupos a los que se aplica el tratamiento combinado presentarán
niveles similares entre sí en lo que se refiere a la sintomatología ansiosa,
depresiva u obsesivo-compulsiva.
 En relación al segundo seguimiento (S2), esperamos que se produzcan los
siguientes efectos:
a) Los dos grupos a los que se les aplica un tratamiento exclusivamente
farmacológico (grupo 2 y 3) habrán de presentar mayores niveles de
sintomatología ansiosa, depresiva y obsesivo-compulsiva que el grupo que
recibe únicamente TCC (grupo 1).
b) Los grupos 2 y 3, a los que se les aplica un tratamiento exclusivamente
farmacológico presentarán mayores niveles en sintomatología ansiosa,
depresiva y obsesivo-compulsiva que los dos grupos que reciben TCC y
farmacológico combinados (grupo 4 y 5).
c) Los grupos a los que se aplica el tratamiento combinado (grupo 4 y 5),
presentarán niveles similares de sintomatología ansiosa, depresiva y
obsesivo-compulsiva que los del grupo de TCC exclusivamente.
d) Los dos grupos a los que se aplica tratamiento farmacológico presentarán
niveles similares entre sí en lo que se refiere a sintomatología ansiosa,
depresiva u obsesivo-compulsiva.
e) Los dos grupos a los que se aplica tratamiento combinado presentarán
niveles similares entre sí en lo que se refiere a sintomatología ansiosa,
depresiva u obsesivo-compulsiva.
Además de las pruebas de contraste de hipótesis, se considerarán datos referidos
al tamaño del efecto y a los cambios porcentuales en las escalas psicométricas validadas y
aplicadas con valor clínico.
PARTE IV

METODOLOGÍA UTILIZADA PARA CONTRASTAR LAS HIPÓTESIS DE


NUESTRO ESTUDIO

La valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad


que le es posible soportar. Friedrich Nietzsche (1844-1900).
CAPÍTULO 1. PROCESO EXPERIMENTAL: MATERIAL Y MÉTODOS

1.1. OBJETIVOS PARA ABORDAR EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO


A partir de los datos que ofrecen los trabajos empíricos y las diferentes revisiones
bibliográficas consultadas, también se podría considerar necesario llevar a cabo nuevos
estudios, con muestras de mayor tamaño, constituidos por pacientes tratados con
psicofármacos versus tratamiento cognitivo-conductual (TCC), para así poder conocer
cuál es el pronóstico actual del TOC tras el desarrollo de terapias específicas, tanto de
manera independiente como combinada.
Estudios que pretendan analizar la eficacia del TCC [en concreto del tratamiento
cognitivo (TC), más exposición y prevención de la respuesta (EPR)] y del abordaje
psicofarmacológico, tanto con ansiolíticos y antidepresivos tricíclicos (ADT) como con
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), tratando de aproximarnos a
la eficacia de cada uno de los tratamientos tanto de forma combinada como por
separado.
En definitiva, se compararían cinco condiciones de tratamiento, esto es: la eficacia
del TCC (TC + EPR) frente a dos tipos de tratamiento psicofarmacológico; así como la
combinación de cada uno de estos abordajes farmacológicos combinados con el TCC. Se
establecerán, entonces, cinco grupos de tratamientos: el primero estará constituido por
pacientes a los que se aplicará, exclusivamente, TCC; el segundo estará compuesto por
pacientes a los que se administrará antidepresivos tricíclicos (ADT) (Clormipramida) y
ansiolítico (Loracepam); para el tercer grupo se utillizará un inhibidor selectivo de la
recaptación de serotonina (ISRS) (Paroxetina) y el ansiolítico Loracepam; el cuarto grupo
combinará el TCC empleado en el nº 1 más el abordaje farmacológico del nº 2; y por
último, propondremos un quinto grupo que recibirá TCC (como en el grupo nº 1) más el
abordaje psicofarmacológico del grupo nº 2.
1. 2. HOMOGENEIDAD EN EL ESTUDIO DE LOS GRUPOS TOC
La formulación de las hipótesis que se presentarán parte de la suposición de que
en el pretest los cinco grupos de tratamiento no han de presentar diferencias
estadísticamente significativas en distintos grupos de variables. Concretamente,
esperamos que los cinco grupos sean homogéneos en los siguientes aspectos:
 Las distintas variables de ansiedad, depresión y sintomatología obsesivo-
compulsiva evaluadas.
 Variables socio-demográficas (sexo y edad).
 Antecedentes psiquiátricos familiares.
 Historia de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos anteriores.
1.3. TRATAMIENTO CON LITIO: ACCIONES FARMACOLÓGICAS DEL LITIO.
FARMACOCINÉTICA
Como psicofármaco se utiliza únicamente en forma de sales y por vía oral. Tras su
ingesta, se absorbe completamente en el tracto intestinal a través de la mucosa
gastrointestinal con una biodisponibilidad del 100%. Los niveles séricos pico se obtienen
en 0,5-2 horas, con una absorción total transcurridas 8 horas aproximadamente. La
existencia de estos picos explica los efectos secundarios de tipo gastrointestinal, por lo
que es recomendable repartir la dosificación en varias tomas (Marín, 2000). Los máximos
plasmáticos se alcanzan en una hora u hora y media en el caso de las preparaciones
normales, y en cuatro horas o cuatro horas y media con las preparaciones de liberación
retardada.
En la leche materna las concentraciones de litio varían entre un 30 y un 100% de
los valores plasmáticos. El 70-80% de litio filtrado en el glomérulo renal se reabsorbe por
el túbulo proximal, compitiendo con el sodio, así que en las situaciones de hiponatremia
reducen el aclaramiento del litio y la alcalización de la orina incrementa el aclaramiento
del litio. Debido a que su absorción tiene lugar por los túbulos renales proximales, el
aclaramiento del litio supone una quinta parte del aclaramiento de la creatinina. Entre 1 y
2 terceras partes de la dosificación se elimina en una primera fase de doce horas. En una
segunda fase de eliminación más lenta (hasta 10 días) se excreta el resto, lo que resulta
importante en el caso de las intoxicaciones. El aclaramiento renal es menor en la
insuficiencia renal (frecuente entre los ancianos) y durante el puerperio, y se incrementa
durante el embarazo. Se excreta por la leche materna, de manera que los lactantes
estarán expuestos a sufrir los efectos de este ion.

Farmacocinética del carbonato de litio:


 Rápida absorción V. O.
 Amplia distribución sin unirse a proteínas.
 No se metaboliza (sal).
 Excrección renal (95%): compite con diuresis del Na+ en TCP.

1.4. FARMACODINÁMICA
El mecanismo terapéutico de la acción del litio sigue siendo incierto, aunque sus
acciones en el sistema nervioso central son muchas y a muy distintos niveles. Primero,
actúa a nivel del intercambio iónico celular, sobre los iones que intervienen en la
despolarización nerviosa, realizando una función estabilizadora de membrana en las
células a través de mecanismos farmacodinámicos no del todo aclarados; segundo,
modifica el funcionamiento de la mayor parte de los sistemas clásicos de
neurotransmisión. La acción más clara a este nivel, probablemente sea la que ejerce
sobre el sistema serotoninérgico. Se han constatado abundantes datos que demuestran
un incremento global de la actividad serotoninérgica al administrar litio. Otras acciones
serían la disminución del recambio de noradrenalina y de dopamina, por citar dos de los
sistemas más relevantes (Marín, 2000).
Es posible que sus efectos terapéuticos estén relacionados con sus características
similares a los del iones de sodio, potasio, calcio y magnesio.
El mecanismo de acción del litio puede afectar a varios sistemas de
neurotransmisión y a la estructura de la membrana. Una teoría, desigualmente aceptada,
es que el litio actúa bloqueando las enzimas inositol fosfatasas en el interior de las
neuronas. Esta inhibición da lugar a una respuesta celular disminuida a los
neurotransmisores relacionados con el sistema del segundo mensajero de
fosfatidilinositol (Kaplan y Sadock, 2000).

Por sus características químicas, el litio es un ion que puede actuar en un amplio
abanico de procesos neurofisiológicos, lo que hace bastante improbable que puedan
imputarse sus efectos clínicos a un único mecanismo de acción (Marín, J.L., 2000).

Farmacodinamia del carbonato de litio:


 Compite con Na+ por canales iónicos (altera la despolarización).
 Normaliza niveles de noradrenalina y GABA.
 Exposición crónica: PKC (transcripción genética).
 Bajo índice terapéutico.

1.5. MECANISMO DE ACCIÓN


Son varios los mecanismos que se han descrito como posibles responsables de las
distintas acciones del litio: los mecanismos de acción de este metal con los primeros
mensajeros (Noguera, 2005), mecanismos del catión como segundo mensajero (Jope y
Williams, 1994) y mecanismos iónicos (Hokin, 1993); otras teorías avalan que la eficacia
terapéutica del litio está condicionada por interacciones a nivel genético (Manji, 1999).
Al litio se le ha supuesto una acción como primer mensajero sobre prácticamente
todos los neurotransmisores y neuromoduladores cerebrales y sus correspondientes
receptores, todos ellos posiblemente implicados en las diferentes fases de los trastornos
afectivos. Sin embargo, en tanto en la experimentación animal como en el hombre se
sugiere que el litio actuaría como un activador de la transmisisón serotoninérgica o
gabaérgica, al tiempo que disminuye la actividad dopa y noradrenérgica y, posiblemente,
estabiliza la acetilcolina. Ello no es porque responda a una acción directa del litio sobre
los distintos sistemas de transmisión, sino a otros mecanismos de acción sobre la
concentración iónica celular, proteínas G y segundos mensajeros como responsables de
las modificaciones que se encuentran a nivel de neurotransmisores (Noguera, 2004).
El litio, catión monovalente, se cree que afecta a los sistemas intracelulares de
segundos mensajeros. A nivel postsináptico, los neurotransmisores poseen, además de su
efecto inmediato sobre los canales iónicos de la membrana celular y que resultan en un
aumento o disminución del potencial postsináptico, un ulterior efecto mucho más lento
mediatizado por segundos mensajeros y que también contribuye al resultado final de la
interacción neurotransmisor-receptor. Estos segundos mensajeros se activan como
consecuencia de la acción del neurotransmisor sobre el receptor en membrana celular, en
presencia del ión magnesio y GTP (guanesín trifosfato). La activación del complejo
conocido como proteína G (por su dependencia de la GTP) interaccionaría con los enzimas
adenilciclasa y fosdolipasa C, que a su vez iniciaría los dos sistemas de segundos
mensajeros bien conocidos de la neurona, tanto AMPc como fosfatidil inositol (Pi).
En las diferentes fases de los trastornos afectivos se han descrito posibles
alteraciones tanto a nivel de la proteína G como de segundos mensajeros, tanto AMPc
como fosfatidil-inositol, siempre en el sentido de una hiperfuncionalidad de los mismos
(Noguera, 2005). Este fármaco inhibe diversos pasos del metabolismo del fosfoinositol,
así como el funcionamiento de la proteína G (Jope y Williams, 1994; Manji et al., 1995).
Belmaker et al. (1983), Ebstein et al. (1980) y Zohar et al. (1982) constatan que el
litio inhibe la estimulación de la adenilatociclasa por parte de diversos neurotransmisores
sin deprimir la actividad de la adenilatociclasa basal. Esta acción sobre la transducción de
la señal tiene amplios efectos en el funcionalismo neuronal y la expresión genética (Hales
y Yudofsky, 2000).
El inositol se fija en la membrana celular como un éster fosfato de diacilglicerol
(IPDAG), donde los grupos hidroxilo restantes se fosforilan dentro de la membrana celular
para formar fosfatidil-inositol-4,5-bifosfato (PiP2). El fosfatidilinositol-bifosfato (PIP2) es
hidrolizado por la fosfolipasa C, generando diacilglicerol (DAG) e inositol 1, 4, 5-trifosfato
(IP3[1,4,5]). El IP3[1,4,5] es activado por una cinasa o una fosfatasa, generando
respectivamente 1,3,4,5-tetrabifosfato (IP4[1,3,4,5]) o inositol 1,4-bifosfato (IP2[1,4]). El
IP4[1,3,4,5] se hidroliza en IP3[1,4,5], y después, en IP2[1,4]. Las fosfatasas específicas
hidrolizan varios isómeros IP2 en inositol, existiendo enzimas fosfatasas que son sensibles
e insensibles al litio y contribuyen a regular el proceso desde IP3[1,4,5] a inositol.
A continuación el compuesto trisustituido se rompe dejando en la membrana
celular las cadenas hidrófobas de diacilglicerol y, así, el residuo de inositol pasa a la fase
citosólica como 1,4,5-trifosfato de inositol (IP3). EL IP3 es el que induce la liberación del
calcio de los compartimentos intracelulares el cual, siendo una especie con corto tiempo
de existencia, se hidroliza en etapas para dar los diferentes monofosfatos de inositol
mediante la enzima inositol monofosfatasa (IMPasa).
El aumento de la concentración citosólica de calcio, resultado a su vez de un
aumento de la concentración de inositol trifosofato, conlleva un desequilibrio en la
generación de neurotransmisores, que es finalmente el que da lugar a los síntomas
maniaco-depresivos (Vallet et al., 2003). Los niveles de inositol trifosfato están regulados
por la actuación del litio como inhibidor de esta enzima (Brown et al., 1997), por lo que
estas sales son las causantes de la ralentización del ciclo. Ello repercute en la regulación
de la concentración de calcio intracelular, en los niveles de neurotransmisores y en la
aparición de los síntomas de la enfermedad bipolar (Vallet et al., 2003).
El litio posee capacidad de inhibir la inositol-monofosfatasa, con lo que condiciona
una cierta deplección de ionositol libre, necesario para la formación de PIP2 (inositol
difosfato). Dicha acción sería de tipo no competitivo, de modo que prácticamente no se
manifestaría en caso de normofuncionalidad del sistema, siendo la acción inhibitoria del
litio sobre el inositol-monofosfatasa progresivamente más lenta, a medida que aumenta
el grado de hiperactivación del mismo. Este mecanismo no competitivo podría explicar la
dualidad de acción del litio, tanto en las fases activas de la enfermedad, como de su
acción preventiva en los periodos de eutimia (Noguera, 2004).
La hipótesis más establecida sobre el modo de acción del litio deriva de la
observación experimental de que este ión inhibe a la enzima inositolmonofostatasa
(Hokin, 1993). El litio actúa como inhibidor de la enzima IMPasa; el ciclo es ralentizado
por la acción de las sales de litio, lo que repercute en la concentración de calcio
intracelular y, por tanto, en los niveles de neutransmisores y en la apariciópn de los
síntomas de la enfermedad bipolar, ya que ésta inhibición interfiere seriamente con el
complejo sistema de fosforilación-defosforilación del inositol (Vallet et al., 2003).

Sobre el modo de acción, se asume que el tratamiento con litio impide la


conversión del inositolmonofostato (IMP) en inositol, lo que provoca una disminución
drástica en la concentración de inositol libre, necesario para la formación de fosfatidil
(4,5) bifostato (PIP2), cuya hidrólisis catalizada por la fosfolipasa C conduce a
inositoltrifosfato (IP3) y diacetilglicerol; moléculas fundamentales para la liberación del
Ca2+ y la activación de la proteinkinasa C (Williams et al., 1999).

Sin embargo, no ha sido posible establecer hasta ahora de una manera clara la
base molecular de estas interacciones y su relación con el tratamiento del trastorno
bipolar. En este sentido, conviene señalar que se ha encontrado también que el litio
inhibe también a las enzimas inositolpolifostatasa (IPP) (Inhorn y Majerus, 1988) y
glicógenosintasa kinasa 3 (GSK-3) (Klein y Melton, 1996), y que estas interacciones
pueden estar también relacionadas con la actividad del fármaco.

El Mg2+ es el tercer ión implicado en el proceso, ya que es esencial para el


funcionamiento del enzima IMPasa. Las concentraciones bajas del ión magnesio
aumentan la actividad enzimática, mientras que las concentraciones elevadas producen
inhibición de la actividad enzimática. Así, todo indica que éste ión metálico desempeña un
doble papel, ya que tiene centros de coordinación de alta y baja actividad. El monofosfato
de inositol se coordinaría a través de su grupo fosfato a un Mg2+, que a su vez, estaría
interaccionando fuertemente con restos de aminoácido del esqueleto peptídico del
enzima. Un segundo Mg2+, más lábil, reforzaría este enlace y a la vez situaría el fragmento
de inositol de forma apropiada para que una molécula de agua, situada en la superficie
del enzima, ataque nucleofílicamente al grupo fosfato. Esto produciría la disociación del
inositol y del ión magnesio lábil. La pérdida del fosfato, permitiría que la estructura del
enzima se reorganizase para así iniciar un segundo ciclo catalítico.

El litio compite por el magnesio, por lo que a nivel del receptor atenuaría la
activación de proteína G, pero además el litio poseería una acción más específica y
directa, disminuyendo la activación por parte de las proteínas G, tanto de la adenil-ciclasa
como de la fosfolipasa C, enzimas responsables respectivamente de la puesta en marcha
de los segundos mensajeros AMPc y PI/DAG (Noguera, 2004). EL litio interacciona con el
PI. Se cree que el papel del Li+, puede ser reemplazar al Mg2+ lábil, con lo que la rotura
más lenta de la unidad Mg2+-fosfato-Li+, inhibiría la función enzimática (Vallet et al.,
2003).

Un aspecto que quedaría por identificar es la razón por la que, aunque el litio es
efectivo en pacientes maniaco-depresivos, no ejerce ningún efecto en personas sanas. Se
ha sugerido una posible explicación relacionada con cambios conformacionales en la
cadena peptídica que facilitarían la interacción con Li+ frente al Mg2+ (Vallet et al., 2003).

Se han sugerido alteraciones iónicas en los pacientes con trastornos bipolares,


básicamente en el sentido de un aumento, tanto del sodio como del calcio intracelular, lo
que modificaría la excitabilidad y por tanto el funcionamiento neuronal. Voluntarios sanos
tratados con litio tienden a mostrar índices elevados de litio intracelular plasmático, lo
que sugiere un efecto modulador por parte del ión litio, lo que podría sugerir una
alteración específica de la bomba de sodio en muchos pacientes.

La actividad terapéutica de litio se explicaría a través de su capacidad de


acumulación intracelular con la que desplazaría al sodio en una proporción de uno a uno.
Esta capacidad de acumulación intracelular de litio sería incluso más marcada en
pacientes bipolares. Todo ello, conllevaría una disminución de los niveles de sodio
intraneuronales, que puede evidenciarse en animales de experimentación como una
disminución del sodio cerebral total, y en el ser humano como una disminución de los
valores de sodio intercambiable y residual (Noguera, 2005).

La disminución del sodio intracelular por el litio, afectaría al intercambio sodio-


calcio, por lo que indirectamente se produciría también una disminución o normalización
de los niveles de calcio intracelular, presumiblemente aumentados en la enfermedad
bipolar. La disminución de sodio y calcio intracelular inducida por litio, tendrá otras
implicaciones a nivel terapéutico: el litio, a concentraciones terapéuticas desplazaría al
magnesio a nivel de receptor de las proteínas G, atenuando la respuesta a nivel de
segundo mensajero, pues la disminución de calcio y sodio intraneuronales afecta, tanto a
la capacidad de la neurona para liberar neurotransmisores como a la respuesta por parte
de algunos receptores al estímulo del neurotransmisor.

Es lógico suponer que el litio ejerce su actividad terapéutica a nivel intracelular, lo


que argumentaría que la respuesta clínica podría controlarse mejor a través de valores de
concentración de litio intracelulares en vez de los niveles plasmáticos que se utilizan en la
actualidad. En este sentido, se ha visto que en animales de experimentación, la
correlación entre valores de litio intraneuronales e intraeritrocitarios es alta, y no así con
los niveles plasmáticos (Noguera, 2005).
Si extrapolamos estos hallazgos al hombre en la medida en que también se ha
podido observar una buena correlación entre concentraciones de litio intraeritrocitario y
las de otras células, como por ejemplo las musculares, muy superior a la correlación con
los correspondientes niveles plasmáticos, podemos intuir que nuevas y más precisas
técnicas de medición de niveles intracelulares podrían tener un interés clínico muy
superior a los actuales métodos de medición en plasma, tanto en lo que se refiere a la
eficacia clínica como a los efectos secundarios en el tratamiento con litio.
Frente a estas hipótesis relacionadas fundamentalmente con interferencias en el
metabolismo de los fosfatos de inositol, se han planteado alternativas que suponen que
la actividad farmacológica del litio está relacionada con interacciones a nivel genético
(Ikonomov y Manji, 1999; Manji et al., 1995), concretamente con los genes regulados por
la familia AP-1 de factores de transcripción existentes en el cerebro (Hughes y Dragunow,
1995). En este caso, el efecto del litio sobre estos factores de transcripción consistiría en
provocar cambios en la expresión genética de los circuitos neuronales, que serían en
última instancia los responsables de su eficacia en el tratamiento de los desórdenes
neuropsiquiátricos (Manji et al., 2001; Jope, 1999; Ozaki y Chuang, 1997).

CAPÍTULO 2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS PARA EL TRATAMIENTO CLÍNICO Y


PSICOLÓGICO DEL GLIOBLASTOMA
Uno de los aspectos más conocidos de esta relación entre la Química
Bioinorgánica y las neurociencias es la utilización de compuestos de litio. El litio es un
metal alcalino que atraviesa la membrana celular por un mecanismo de transporte activo
(Bernstein, 1987) y que, según Price y Heninger (1994) parece actuar en la neurona: a)
aumentando la liberación de noradrenalina; b) reduciendo la hipersensibilidad a los
receptores alpha-2 y betha-adrenérgicos; c) reduciendo la sensibilidad de los receptores
dopaminérgicos presinápticos y postsinápticos y, d) estimulando la producción de
serotonina e incrementando la liberación de acetilcolina y ácido ganma-amino-butírico
(GABA). Muy recientemente, se ha puesto de manifiesto que el litio tiene también efectos
neuroprotectores, lo que abre la posibilidad a su utilización clínica en pacientes que
hayan sufrido un ataque isquémico e incluso como profilaxis de las enfermedades
neurodegenerativas (Ren et al., 2003). Los avances que se consigan en este campo tienen
una potencial aplicación práctica en el conocimiento y desarrollo de tratamientos
efectivos, no solamente para las aplicaciones de las que ya disfrutamos en la actualidad,
sino en el beneficio de los procesos de envejecimiento natural del sistema nervioso
central, de la involución en la degeneración senil o de procesos neurodegenerativos tipo
enfermedades de Parkinson, Alzheimer y Corea de Huntington.
Sin embargo, aunque es bien conocida la aplicación terapéutica del ión litio en
calidad de estabilizador del estado de ánimo en los trastornos afectivos, es nuestro
objetivo principal determinar la eficacia del ión metálico como estabilizador y
antidepresivo en el curso de procesos neurológicos de etiología cancerosa terminal (IVº
grado), concretamente en el glioblastoma multiforme o glioma indiferenciado.
CAPÍTULO 3. CONCEPTOS GENERALES DE GLIOBLASTOMA MULTIFORME, GRADO IV,
ALTAMENTE INDIFERENCIADO
Tomando como referencia los Estados Unidos, anualmente los tumores primarios
malignos del SNC afectan aproximadamente a 18.000 personas, siendo responsables de
unas 13.300 muertes, con un índice de mortalidad del 5 por 100.000. Por tanto, estos
tumores plantean un problema importante en el tratamiento del cáncer sistémico. En los
últimos años se ha comunicado un aumento en la incidencia de gliomas malignos en los
ancianos (Harrison et al., 2001).

El glioblastoma es un tumor de elevada malignidad que representa el 20% de


todos los tumores intracraneales (Farreras y Rozman, 2016; Goldman y Schafer, 2013;
Harrison, 2009). Los glioblastomas ocurren con mayor frecuencia entre los 50 y los 60
años y es rara su aparición antes de los 30 años. Predominan en el sexo masculino en
proporción: 2:3. Se localizan sobre todo en los hemisferios cerebrales, donde se originan
en la sustancia blanca e infiltran la corteza y con frecuencia se extienden al hemisferio
opuesto (50% de los casos). La gran mayoría de los astrocitomas que aparecen en la vida
adulta son de alto grado, supratentoriales y sin un borde nítido. Las células neoplásicas
migran lejos de la masa tumoral principal e infiltran el tejido cerebral normal, con
frecuencia siguiendo el trayecto de las fibras de la sustancia blanca (Harrison et al., 2001).
En el 10% de los casos su origen es multicéntrico. Son tumores muy vascularizados, en los
que abundan zonas de hemorragias y necrosis, con edema peritumoral frecuente.
Histológicamente se caracterizan por la presencia de células pleomórficas con mitosis,
necrosis, proliferación del enodotelio y hemorragias (Farreras y Rozman, 2016).
Los estudios de imagen no demuestran la extensión total de este tumor (Harrison
et al., 2008). El cuadro clínico inicial del glioblastoma multiforme consiste en convulsiones
(35%) y síntomas generales que se atribuyen a un aumento de la presión intracraneal,
como cefaleas, trastornos del comportamiento, mareos, nauseas y vómitos. A las pocas
semanas se instaura un síndrome focal mal definido con una sintomatología que varía
según la localización del tumor (frontal, temporal, parietooccipital o del cuerpo calloso).
En algunos pacientes el comienzo es brusco por hemorragia o crecimiento rápido de un
quiste intratumoral. Los síntomas focales son producidos por la masa tumoral y también
por el edema peritumoral, a veces muy acusado; incluyen convulsiones focales, paresias,
afasias, apraxia, agnosias, etc. (Farreras y Rozman, 2016; Golman y Shafer, 2013).

El tratamiento es poco satisfactorio, ya que estos tumores con diagnóstico


anatomopatológico son mortales, y si no es el caso, siempre deberemos pensar en la
posibilidad de algún error diagnóstico. La combinación de cirugía y radioterapia
(alrededor de 60 Gy en el área tumoral) consigue una supervivencia media de 9 meses. La
adición de quimioterapia, en especial nitrosoureas, prolonga la supervivencia media y, de
forma significativa, el porcentaje de supervivientes a los 18 meses (19% frente a 4%). Con
independencia del tipo de tratamiento empleado, el pronóstico es estadísticamente
mejor en los pacientes menores de 65 años y con buen estado general y neurológico
(Farreras y Rozman, 2016), y un mayor grado de resección quirúrgica. Los gliomas en
fases avanzadas, sobre todo los que se encuentran en la fosa posterior, pueden
metastatizar a través de las vías del LCR en la columna vertebral. Las metástasis fuera del
LCR son excepcionales (Harrison et al., 2009).

CAPÍTULO 4. LOS SUJETOS QUE PADECEN ESTA NEOPLASIA Y SU TRATAMIENTO


Hemos dispuesto de un grupo de pacientes diagnosticados por biopsia
intraoperatoria de glioblastoma multiforme altamente indiferenciado, grado IV, que
además seguían el habitual protocolo paliativo de radio y quimioterapia, bajo supervisión
de su oncólogo y su médico de cabecera.
Contamos con siete enfermos, cuatro mujeres y tres hombres, diagnosticados en
los hospitales andaluces de Cádiz y Sevilla; diferenciados exclusivamente en función de su
sexo a fin de intentar constatar la existencia de posibles diferencias en cuanto al género
se refiere.

CAPÍTULO 5. PROCEDIMIENTO EN PACIENTES EN TRATAMIENTO CON GLIOBLASTOMA


MULTIFORME INDIFERENCIADO (GRADO IV)
Se han sometido al tratamiento con sales de litio: dosis diarias de 1.200 mg./día,
repartidos en tres tomas de comprimidos de 400 mg, durante 90 días. Además, hemos
realizado todas y cada una de las bioquímicas de control y seguimiento indicadas por el
generalista o el especialista en medicina interna, hemos controlado los niveles en sangre
de litio de manera seriada, litemias bajo rango terapéutico, a fin de evitar otras
complicaciones muy graves por intoxicación con este metal, en un cuadro terminal per se.
Queríamos discernir si las características eutimizantes de este metal, redundan en
un mejor equilibrio emocional, así como en la evitación, afrontamiento o mejora que
pudieran suponer respecto de los trastornos afectivos (estados de ansiedad o depresión)
que surjan a lo largo de la enfermedad.
Para poder objetivar mejor todo ello, antes de empezar el tratamiento con litio,
pasamos una serie de entrevistas estructuradas, comenzando con el MMPI-2 AVANZADO
(en el caso de los pacientes menores de 65 años, por ser el límite de edad recomendado
para su aplicación; a los mayores de 65 años 2 casos, -mujer y hombre-, aplicábamos
protocolo personal de entrevista directiva en psicoterapia) y luego pasábamos el ADIS-R
con la escala de clasificación de Hamilton para la Ansiedad (HAM-A) y para la depresión
(HAD-D), así como en sus diferentes versiones, caso de querer descartar trastornos de
ansiedad específicos para la fobia simple (ADIS-M-FE), el ADIS-M-TP para el trastorno de
pánico o el ADIS-IV-TOC para el trastorno obsesivo-compulsivo; y auto-registros como el
Cuestionario de Miedos (FQ) y el Índice de Sensibilidad a la Ansiedad (ASI) o el FWQ.
Además de estos cuestionarios, rogamos que nos cumplimentaran autoinformes y
diversos tests diagnósticos. Si sospechábamos depresión, además aplicábamos el
Cuestionario de Beck (BDI), la escala de Hamilton o la de Desesperanza (ED), o el test de
Actitudes Disfuncionales (DAS). Y para evaluar de forma más específica cada uno de los
tipos de ansiedad, usamos el HAD, para la ansiedad generalizada; el Inventario de
Ansiedad (BAI) y la Escala de Adaptación, para el trastorno de pánico; la Escala de Yale-
Brown, el Cuestionario sobre las intrusiones cognitivas (CIQ) y el Inventario de Obsesiones
y Compulsiones (OCI), para el Trastorno Obsesivo-Compulsivo; el Inventario de Miedos
FSS-III-66, el FQ y el ASI, para las fobias específicas; y las escalas SAI-ER, FQ, SAD y SPS,
para la fobia social.
A fin de poner de manifiesto la estabilización de la evolución de los procesos
psicopatológicos de nuestro grupo, la mejoría o empeoramiento de los contenidos
afectivos (ansiedad y depresión), se pasaron de nuevo las entrevistas estructuradas, auto-
registros, tests y cuestionarios, una vez transcurridos tres meses de tiempo, desde que
conseguimos una litemia aceptable y reglada en sangre, con niveles óptimos de litio en
torno a los 1200 mEq/l, es decir, aproximadamente quince días más tarde de iniciar las
dosis crecientes de la administración de la sal.

En tres de los casos, el seguimiento con entrevista estructurada y cuestionarios de


auto-registros no fue posible; en dos de los pacientes (una mujer y un hombre), a
consecuencia del grave deterioro neuropsiquiátrico y cognitivo que en ese tiempo
sufrieron mediado el curso evolutivo de la enfermedad, y por óbito en el tercer paciente
(una mujer), antes de finalizar el periodo de tratamiento con litio.
Desde el punto de vista neurológico, realizamos personalmente a nuestros
pacientes, de manera sistemática, una serie de pruebas ya empleadas por algunos
autores anteriormente (Tulving, 1972; Bulbena, 2005), que objetivasen en lo posible los
rendimientos a las alteraciones cognoscitivas de cada paciente y los posibles desórdenes
de tipo afectivo. Esto es:
1) Determinación del umbral de centelleo, a fin de poder conocer, o no, si
constatábamos la afectación de los tiempos de reacción.
2) Pruebas visuoespaciales, a fin de poder determinar el rendimiento y capacidad
del paciente.
Empleamos otros signos neurológicos menores y varias pruebas clínicas:
 Reflejo glabelar.
 Reflejo nucocefálico.
 Pruebas de grafestesia.
 Pruebas de doble estimulación cara-mano.
En todo momento estábamos en contacto con el oncólogo. Para reglar la
administración del litio y como consecuencia de la labilidad de nuestro grupo de estudio,
aprovechando siempre que el facultativo generalista recomendaba al paciente bioquímica
general de control, se pedían litemias que debían entrar dentro del rango de la
normalidad (0.8 a 1.5 mEq/l.), por lo que siempre se tenía en estrecha vigilancia las
posibles alteraciones que el litio pudiera originar. En tres de los casos solicité, además,
interconsulta con el internista. Así, concluimos, que dispondríamos de siete pacientes
diagnosticados con biopsia intraoperatoria de glioblastoma multiforme de grado IVº, esto
es: cuatro enfermos procedentes de los servicios de Neurocirugía y Oncología del Hospital
Clínico Universitario Puerta del Mar (Cádiz) y tres enfermos más procedentes de los
servicios clínicos del Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla).
Respecto al género, nuestra muestra constaba de tres hombres y cuatro mujeres,
a fin de apreciar la existencia de posibles diferencias de género que fueran
estadísticamente significativas, por ejemplo, en la manera de vivenciar y afrontar los
últimos meses de la enfermedad y si es que se evidenciaban de forma objetivable
alteraciones psicopatológicas consecuentes a la evolución ulterior de una tumoración
cerebral primaria.

CAPÍTULO 6. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA EN PACIENTES QUE PADECEN


GLIOBLASOMA MULTIFORME ALTAMENTE DIFERENCIADO
Cuando nos encontramos ante un paciente con tumor maligno primario en el
encéfalo, los más afortunados pasan por quirófano, aunque una sola vez y
exclusivamente cuando sea posible la extirpación total, desde el punto de vista
macroscópico, de la masa tumoral degenerativa, en un intento tácito de detener, al
menos por unos meses, la evolución fatal de un cancer tan infiltrante (pues es bien sabido
que, a nivel anatomopatológico, continúa la proliferación nuclear abigarrada y la
degeneración celular). Todos ellos experimentan el tratamiento subsiguiente de
protocolo con radioterapia y quimioterapia coadyuvante, amén de sus efectos
secundarios ulteriores.

Es por ello que, además, también experimentan de manera demasiado vertiginosa


los mecanismos de defensas del yo para asumir una enfermedad terminal, establecer el
duelo y aceptar la muerte. Por lo que no es de extrañar que en estos enfermos, incluso
sin antecedentes psiquiátricos, se instale una psicopatología reactiva, secundaria, de
características ansiosa-depresiva, al menos (DSM IV-TR, 2002); máxime cuando los
médicos, desgraciadamente en estos casos, sólo podemos ofrecer cuidados paliativos.

Según Cruzado y Olivares (1996) la relación entre factores psicosociales y cáncer


está lejos de ser esclarecida debido a dos hechos: por una parte, la carencia de modelos
teóricos adecuados de la relación de variables psicológicas y cáncer; de otro, problemas
metodológicos tales como la ausencia de estudios prospectivos, la carencia de datos
sobre la fiabilidad y validez de los instrumentos de medida de afrontamiento, calidad de
vida y sucesos estresores. La evaluación del paciente de cáncer ha de comprender las
dimensiones psicológicas, sociales, funcionales y sintomatología física que están
asociadas a esta enfermedad y su tratamiento.
El término calidad de vida representa el efecto de la enfermedad y de las terapias
aplicadas (quimioterapia, cirugía, empleo dosis masiva de dexametasona, radioterapia) en
el paciente, tal como es percibido por él (Schipper et al., 1989). Cella y Tulsky (1993) la
definen como la valoración y la satisfacción de los pacientes con el nivel de
funcionamiento actual comparado con lo que ellos perciben como posible o ideal.
La evaluación de la calidad de vida en cáncer tiene dos importantes funciones:
1. Identificar a aquellos pacientes que requieren intervención psicológica, así como
cuáles son las áreas y necesidades específicas de rehabilitación que han de ser
objetivo de intervención (Cella y Tulsky; 1993).
2. Valorar los efectos de los tratamientos aplicados en Oncología, ya que a la hora de
aplicar un protocolo de quimioterapia, una terapia hormonal, etc. es preciso
conocer no sólo los efectos en la supervivencia, sino en la calidad de vida, dado los
efectos agresivos que pueden llegar a ser estos tratamientos (Aaronson y Beckan,
1987; Barofsky y Sugarbaker, 1990; Fallowied, 1990).
La evaluación es específica de la fase o momento de intervención médica en que
se encuentre el paciente, del tipo de cáncer, estadio y contexto, de forma que ha de
orientarse el análisis de las variables que son relevantes a los problemas de cada fase, ya
que es muy diferente el caso de un paciente que está en proceso diagnóstico esperando a
hacerse una biopsia, de aquella que acaba de ser mastectomizada, o de aquel que va a
emprender quimioterapia (Cruzado y Olivares, 1996).
La evaluación ha de ser multidimensional y ha de hacer uso de procedimientos de
entrevistas, registros y auto-registros, medidas objetivas y cuestionarios e inventarios,
contando con instrumentos psicométricos comúnmente utilizados en cáncer de adultos,
además de test y cuestionarios que se han desarrollado para la población general, pero
que se utilizan frecuentemente en psicooncología pues tienen datos normativos para
pacientes de cáncer (Cruzado y Olivares, 1996).

La investigación de las alteraciones psicológicas se ha visto notablemente


facilitada por las entrevistas diagnósticas estructuradas, ceñidas a criterios diagnósticos
específicos del CIE o del DSM, lo que presenta las siguientes ventajas (García-Campayo et
al., 1999):
1) Aumentan la fiabilidad con la que se realizan los diagnósticos,
2) Facilitan la anotación de los síntomas específicos que están presentes o
ausentes,
3) capacitan incluso a los clínicos de hacer diagnósticos fiables.
Nos planteamos, para este estudio, la alianza del tratamiento con psicofármacos en
el abordaje de la sintomatología afectiva de características psicopatológicas ansiosa y
depresiva de los pacientes con glioblastoma, habida cuenta, además, de que las terapias
biológicas mejoran los síntomas somáticos y que el apoyo terapéutico breve mejora, en
general, el pronóstico de las depresiones, sobre todo los aspectos cognitivos y
conductuales, así como el funcionamiento social de los pacientes (Portellano, 1999).
Dado el caso particular de estos pacientes, el litio fue el psicofármaco de elección
debido a sus ya constatadas propiedades estabilizadoras del estado de ánimo. Respecto a
las variables dependientes (la sintomatología ansiosa y depresiva), varias fueron las
razones por las que decidimos pasar una entrevista estructurada y los auto-registros de
ansiedad y depresión, antes y después del tratamiento con litio, exclusivamente. Primero,
porque estos enfermos ya tenían bastantes citas clínicas concertadas, es decir, múltiples
sesiones en batería de radio y quimioterapia, consultas al especialista, así como a su
médico de cabecera que seguía de cerca los efectos secundarios y la evolución de la
enfermedad, como para incluirlos en un nuevo programa experimental de seguimiento
seriado y de apoyo breve que les distrajera aún más el poco tiempo del libre que les
restaba. Segundo, se trataba de valorar objetivamente sólo la eficacia del litio en la
mejora de la calidad de vida de éstas personas, no de elaborar una estrategia a seguir
para el tratamiento biológico de todos los casos, incluyendo entonces eutimizantes,
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), tricíclicos, heterocíclicos, o
inhibidores de la monoamino-oxidasa (IMAO). Ni tampoco incluir las estrategias más
apropiadas en psicoterapia (sola o combinada con las terapias biológicas) desde los
distintos paradigmas, esto es: terapias psicodinámicas, cognitivo-conductuales, terapias
interpersonales, etc. Tercero, por último, no parecía lícito desde el punto de vista ético,
conforme al interés de este tipo de pacientes, abordar, por ejemplo, un estudio a doble
ciego en donde a un determinado grupo de pacientes sí podían alcanzar alguna mejora
con la administración de una determinado psicofármaco, mientras que a otros
igualmente muy graves no, al recibir un placebo.

El tratamiento con la sal metálica consistió en la instauración gradual de la


administración de 400 mg de carbonato de litio (@ Plenur), 3 comprimidos al día, cada 8
horas o en cada comida. Se mantuvieron controles periódicos de litio en sangre (litemias)
para asegurar que las dosis de este metal en plasma no excedían límites biológicos de
toxicidad.
El pre-test consistió en pasar a nuestros siete pacientes la entrevista estructurada
MMPI-2 AVANZADO y el ADIS-R, además de varios cuestionarios más de auto-registros
como, por ejemplo, el Cuestionario de Miedos (FQ) y el Índice de Sensibilidad a la
Ansiedad (ASI), que ellos desarrollarán tranquilamente en casa, de forma discrecional, en
ratos perdidos de tiempo libre, a fin de poder evaluar posibles rasgos y/o estados de
ansiedad y/o depresión, antes de administrarles la dosis terapéutica antidepresiva
propuesta de litio. El post-test, tres meses más tarde después de iniciar el tratamiento,
consistió en volver a pasar las mismas pruebas de valoración psicopatológica aplicadas
durante el pre-test.

CAPÍTULO 7. EVALUACIÓN DE LA DEPRESIÓN EN PACIENTES CON TUMORACIÓN


MALIGNA

La depresión se aborda desde el enfoque cognitivo-conductual y clínico,


exclusivamente, utilizando el sistema diagnóstico DSM-IV-TR (APA, 2002).
El corolario de pruebas para la evaluación de la depresión y de sus síntomas
asociados es muy amplio (Portellano, 1999). En determinados casos, la evaluación de la
depresión constituye una escala más dentro de una valoración psicométrica más amplia
de la personalidad, como sucede con el Cuestionario Multifásico de la Personalidad de
Minnesota (MMPI-2 AVANZADO), que incluye la escala “Depresión” dentro de las diez
escalas clínicas de las que consta. Como quiera que nosotros no contábamos con historia
clínica psiquiátrica anterior de estos pacientes, que sólo ahora son diagnosticados de un
cáncer neurológico degenerativo y terminal, recurriremos a obviar la posible
psicopatología anterior, y a registrar las evidencias de rasgo-estado de ansiedad-
depresión, reactivas al proceso gliomatoso, y susceptibles de evidenciar mediante
entrevistas semidirigidas, registros, cuestionarios y algunas de las escalas específicas
habitualmente empleadas, tanto para la ansiedad como para la depresión. Así, por
ejemplo, si el paciente no refiere obsesiones o compulsiones pasadas nos corresponde
indagar sólo acerca de obsesiones o compulsiones actuales, suponiéndole al enfermo una
psicopatología normal.
7. 1. CUESTIONARIO DE BECK (BDI)
Es una de las pruebas más utilizadas por los clínicos de todo el mundo para evaluar
la depresión y establece criterios de severidad en función de las puntuaciones obtenidas.
Se trata de una escala autoaplicada para evaluar la gravedad clínica (intensidad
sintomática) de la depresión. Su objetivo inicial no es el de servir como escala diagnóstica.
Es un Inventario dirigido a cuantificar los síntomas depresivos en poblaciones normales o
clínicas, tanto en la práctica profesional como en la investigadora (Ruíz, 1999). Esta
prueba creada por Beck y colaboradores (1979), está constituida por 21 ítems en cada
uno de los cuales el paciente autoevalúa la intensidad de los síntomas depresivos con una
puntuación entre 0 (cuando esté ausente dicho síntoma), hasta 3 (cuando la intensidad
sea máxima). Nosotros utilizamos una traducción al castellano, realizada por Vázquez y
Sanz en 1991.
Aplicación e indicaciones: en trastornos psiquiátricos donde aparezca una
sintomatología y/o clínica depresiva. En la actualidad se aplica en trastorno afectivos,
ansiosos, de la conducta alimentaria, trastornos psicosamáticos, trastornos de la
personalidad, diabéticos, dolor crónico y pacientes geriátricos (Laboratorios Esteve,
2004).
De los 21 ítems, 15 hacen referencia a síntomas psicológico-cognitivos, y los 6
restantes a síntomas somático-vegetativos. El marco temporal hace referencia al
momento actual y a la semana previa. La puntuación total se obtiene sumando los valores
de las frases seleccionadas. El rango de puntuación obtenida es de 0-63 puntos.
En cuanto a la utilización de éste inventario como instrumento de clasificación de
los sujetos en deprimidos y no deprimidos, Beck, Steer y Garbin (1988) señalan el
siguiente criterio de acuerdo con esta puntuación, para establecer los siguientes puntos
de corte:
0 a 9 puntos........................................Estado de ánimo no depresivo.
10 a 18 puntos....................................Depresión leve.
19 a 23 puntos....................................Depresión moderada.
24 a 63 puntos....................................Depresión severa o grave.
Las puntuaciones del BDI pueden permitirnos extrapolar y comparar con los
distintos cuadros depresivos. Normalmente, una puntuación inferior a 9 puntos,
equivaldría a un estado no depresivo; puntuaciones entre 10 y 15 puntos,
corresponderían a un trastorno distímico. Por encima de los 16 puntos, se consideraría
depresión si cumple los criterios de un trastorno afectivo, o bien, un trastorno distímico,
si el paciente no cumple los criterios diagnóstico para la depresión.
Discusión. Fiabilidad: consistencia interna (alfa de Cronbach 0,76-0,95). La
fiabilidad del test oscila alrededor de r = 0,8. Validez: correlación variable con otras
escalas como la Escala de Hamilton de la Depresión (HDRS) y Self-rating Anxiety Scale
(SAS).
7. 2. ESCALA DE HAMILTON (1959)
Una de las escalas más utilizadas para la evaluación de los síntomas depresivos
junto al BDI, desde la primera versión de la prueba (HARS, Hamilton Anxiety Rating Scale;
Hamilton, 1959). Los objetivos de esta escala heteroaplicada son: la valoración, por parte
del examinador, de la intensidad y/o gravedad depresiva en sujetos ya diagnosticados,
utilizándose asimismo como indicador de la respuesta terapéutica.
Aplicación o indicaciones, en: trastornos psiquiátricos en los que aparezca una
sintomatología y/o clínica depresiva. En la actualidad es aplicado en trastornos afectivos,
ansiosos, psicosomáticos y en pacientes geriátricos (Laboratorios Esteve, 2004).
El clínico debe valorar la intensidad de los síntomas de cada uno de los apartados
de la escala, desde su ausencia (puntuación 0), hasta su presencia (2 puntos), y en algunas
ocasiones, aún más intenso y continuado (puntuación 4), eligiendo el paciente la
puntuación que mejor se ajuste a su sintomatología. De los 21 ítems de la versión original,
los 17 primeros evalúan el estado de ánimo, el sentimiento de culpa, la inhibición, la
presencia de ideación suicida y los cambios en el comportamiento, así como la ansiedad,
el insomnio y los trastornos psicosomáticos asociados. Los ítems del 18 al 21 valoran
rasgos neuróticos, pensamiento paranoide y síntomas obsesivo-compulsivos. La
adaptación al castellano de Conde y Franch, mantienen estos cuatro ítems y añade un
quinto referido a “otros síntomas”. Dado que estos últimos ítems no son útiles para
valorar la intensidad o gravedad de la depresión, en los ensayos clínicos de evaluación
terapéutica se ha generalizado el uso de la versión reducida correspondiente a los 17
ítems primeros. La puntuación total de la escala es la suma de las puntuaciones asignadas
a cada uno de los ítems. Por lo tanto, el rango de puntuación para ambas versiones es de
0-52 puntos. La evaluación de estos síntomas debe considerar el momento actual y/o los
días o semana previa. Como criterio de inclusión en ensayos clínicos se suele aceptar los
puntos de corte >13 ó <18.
Discusión. Fiabilidad: consistencia interna (alfa de Cronbach 0,76-0,92). La
fiabilidad de interobservadores, oscila entre 0,65 y 0,9. Validez: correlación con otras
escalas de valoración global de la depresión, como la Escala de Montgomery-Asberg y el
Inventario de Depresión de Beck.
7. 3. ESCALA DE DESESPERANZA (ED)
Se trata de una escala dirigida a evaluar el nivel de desesperanza, un importante
factor predictivo de riesgo de suicidio en los sujetos depresivos. La escala con la que
nosotros trabajaremos es una adaptación al castellano realizada por Bas y Andrés en 1986
de la escala original de Beck, Weissman y Trexler (1974):
Factor 1. Sentimientos a cerca del futuro:
Ítems 1, 6, 13, 15 y 19. Explica el 47% de la varianza.
Factor 2. Pérdida de motivación:
Ítems 2, 3, 9, 11, 12, 16, 17 y 20.
Factor 3. Expectativas de futuro.
Ítems 4, 7, 8, 14 y 18.
Existen nueve respuestas “falsas”: 1, 3, 5, 6, 8, 10, 13, 15 y 19. Y existen once
respuestas “verdaderas”: 2, 4, 7, 9, 11, 12, 14, 16, 17, 18 y 20. Cada respuesta que el
sujeto rellena en este sentido, recibe un punto. Una puntuación de 9 ó más puntos
aparece como uno de los mejores predictores de la conducta suicida en grupos de sujetos
con intentos suicidas seguidos entre 5 y 10 años (Beck et al., 1986). En otros estudios, el
punto de corte se ha colocado en una puntuación de 6 (Beck et al., 1989).
7. 4. ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS)
Creada por Weissmar y Beck (1978), (versión de Burns). Adaptación al castellano
de Andrés, Bas y Gil (1984). Se puede utilizar como un valioso complemento diagnóstico,
dirigida a evaluar las creencias y a actitudes que tienden a mostrar los individuos
depresivos y consideradas como la más importante fuente de vulnerabilidad cognitiva
(Ruíz Caballero, 1999), ya que sirve para identificar distorsiones cognitivas frecuentes en
la depresión, evaluando siete actitudes (Portellano, 1999): aprobación (ítems 1 a 5), amor
(6 a 10), ejecución (11 a 15), perfeccionismo (16 a 20), derecho sobre los otros (21 a 25),
omnipotencia (26 a 30) y autonomía (ítems 31 a 35). Cada respuesta puntúa a los ítems
desde –2 (totalmente de acuerdo) hasta +2 (totalmente en desacuerdo). Por lo tanto,
cada actitud, formada por cinco preguntas, puede obtener un máximo de +10 y un
mínimo de –10. Los datos se trasladan a un perfil donde se registra las actitudes sobre un
área de fortaleza o debilidad psicológica.

7.5. EVALUACIÓN DE LA ANSIEDAD

Trabajaremos sólo con algunas de las entrevistas estructuradas, así como con los
muchos autoinformes y tests de probada eficacia con los que en clínica contamos, a fin de
no fatigar demasiado a los pacientes con larguísimas baterías de preguntas, procurando
elegir, además, algunos que sirvan para ayudar a localizar varios trastornos a la vez; tal es
el caso, por ejemplo, de los trastornos de ansiedad fóbico específicos y la fobia social,
donde se utilizan algunos auto-registros comunes para el diagnóstico como el
Cuestionario de Miedos (FQ) y el Índice de Sensibilidad a la Ansiedad (ASI).

7.6. TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA

La Escala de Ansiedad y Depresión en Hospital (HAD) (Zigmond y Snaith, 1983),


con la adaptación de Caro e Ibáñez (1992); proponen al paciente que indique cómo se ha
sentido la semana anterior, eligiendo una de las cuatro alternativas que se ofrecen para
cada una de las catorce preguntas. Normas para la corrección: en el caso de la depresión,
se suman las puntuaciones de los ítems 2, 4, 6, 8, 10, 12 y 14; para la ansiedad, se suman
las puntuaciones obtenidas de los ítems 1, 3, 5, 7, 9, 11 y 13. Tanto para la puntuación de
ansiedad como para la depresión, se considera normal las puntuaciones entre 0 y 7
puntos; dudoso entre 8 y 10 puntos; y como problema clínico, con 11 ó más puntos.
El objetivo de la Escala de Hamilton para evaluación de la Ansiedad es que el
examinador valore la intensidad y/o gravedad ansiosa en sujetos ya diagnosticados. Esta
escala tiene la limitación de incluir síntomas de todos los trastornos de ansiedad, motivo
por el cual, salvo para un amplio screnning, las puntuaciones no llegan a tener utilidad
para discriminar un trastorno de ansiedad por otro.
Aplicaciones o indicaciones: en trastornos psiquiátricos en los que aparezca una
sintomatología y/o clínica ansiosa. Aplicada en la actualidad en trastornos afectivos,
ansiosos y somatomorfos en general.
Características o descripción: es una escala heteroaplicada de 14 ítems, 13
referentes a signos y síntomas ansiosos y el último que valora el comportamiento del
paciente durante la entrevista. Cada ítem se valora en una escala de 0 a 4 puntos, que
oscila de ausente a intensidad máxima o invalidante. La puntuación total es la suma de
todos los ítems. El rango varía entre 0 y 56 puntos. Asimismo, puede obtenerse una
puntuación que corresponde a la ansiedad psíquica (ítems 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 14) y otra a la
somática (ítems 7, 8, 9, 10, 11, 12 y 13). Los síntomas evaluados incluyen ítems como la
tensión muscular, síntomas fóbicos, grado de preocupación, síntomas cardiovasculares y
respiratorios y aspecto durante la entrevista. En la escala no existen puntos de corte y la
puntuación obtenida debe interpretarse como una cuantificación de la intensidad.
Discusión. Fiabilidad: consistencia interna (alfa de Cronbach 0,79-0,86). La
fiabilidad interobservadora oscila entre 0,74 y 0,96. Validez: correlación con otras escalas
de valoración global de la ansiedad, como la Global Rating Anxiety de Covi y el Inventario
de Ansiedad de Beck.

El Inventario de preocupación (PSWQ), (Meyer, Miller, Metzger y Borkovec, 1990),


que puntúa, con un rango en la escala de 16 a 80, entre pacientes ansiosos (puntuación:
68,11. D.T.: 9,59) y sujetos normales (puntuación: 34,90. D. T.: 10,98).

7.7. TRASTORNO DE PÁNICO


Nos hemos basado en el Inventario de ansiedad (BAI), (Beck, Epstein, Brown y
Steer, 1988), traducción al castellano por Ballester, (1992); con un rango de escala de 0 a
63, que permite establecer en sus puntuaciones las diferencias entre pacientes ansiosos y
sujetos normales. Particularmente hemos establecido la normalidad en un rango menor o
igual a 12 puntos.
Así como también en la Escala de Adaptación (EA) (Echeburúa y Corral, 1987).
Estableciéndose un rango del test entre 0 y 30 puntos, y siendo la puntuación para la
normalidad menor o igual que 6.
7.8. TRASTORNO OBSESIVO–COMPULSIVO (TOC)
Empleamos como screnning general la Escala de Yale-Brown para el Trastorno
Obsesivo-Compulsivo, con la escala de puntuación de las obsesiones y de las
compulsiones, fijando la normalidad en torno a los 0-2 puntos.
También se empleó en alguna ocasión el CIQ, Cuestionario sobre Las Intrusiones
Cognitivas (Freeston, 1990); en él tratamos de aproximarnos a los pensamientos,
imágenes o impulsos reiterativos, intrusivos y egodistónicos que de forma ilógica pero
reiterada acuden a la mente de estos pacientes, y tratando de describir los más
perturbadores, adaptando una escala para cada uno de ellos. Corrección de la prueba:
sumar la puntuación directa dada a cada ítem. Si hay más de un pensamiento, imagen o
impulso que la persona valora como muy perturbadores pasar la escala para cada uno de
ellos.

Sólo en una ocasión hemos empleado el cuestionario OCI, Inventario de


Obsesiones y Compulsiones (Foa et al., 1998), de donde obtenemos, tras la corrección de
la prueba, la suma de las puntuaciones dadas a cada ítem: escala de lavar (L), ítems 2, 4,
8, 21, 22, 27, 38 y 42; escala de verificar (V), ítems 3, 7, 9, 10, 19, 24, 32 y 40; escala de
duda (D), ítems 26, 37 y 41; escala de orden (O), ítems, 14, 15, 23, 29, 31 y 35; escala de
obsesividad (Ob), ítems 1, 12, 13, 17, 20, 28, 30 y 33; escala de acumulación (A), ítems 6,
11 y 34; y escala de neutralización (N), ítems 5, 16, 18, 25, 36 y 39.
El Inventario de Creencias Relacionadas con las Obsesiones (IBRO) (Freeston et al.
1993), la corrección de la prueba se realiza sumando las puntuaciones directas de todos
los ítems, excepto el ítems 1, 2, 10 y 14, que han de invertirse previamente. Considerando
una evidente sintomatología clínica de ansiedad al obtener valores en torno al rango de
100-120 puntos.

7.9. FOBIAS ESPECÍFICAS


Se proponen tres, que son las que refiero a continuación:
 El Inventario de Miedos FSS-III-66 (Wolpe y Lang, 1964), versión española de
Sandín y Chorot (1996), donde se obtienen las puntuaciones globales en
miedos, tanto en frecuencia como en intensidad; siendo la frecuencia el
número de miedos o ítems marcados con una puntuación de 4 (en relación a
66 ítems), mientras que la intensidad resulta de la suma de todos los valores
marcados; en éste test se especifican además dichas puntuaciones por
dimensiones o subescalas (miedos interpersonales, miedo a la sangre-
inyecciones-daño, miedo a los animales y miedos agorafóbicos).
 El Cuestionario de Miedo (FQ) (Marks y Mathews, 1979), versión española de
Chorot y Sandín (1990); escala que nos muestra con qué intensidad evita el
paciente cada una de las situaciones propuesta, debido a sus miedos y a otras
sensaciones globales desagradables. Atendiendo, a la hora de la corrección de
la prueba, en la puntuación global de los miedos, tanto a la frecuencia como a
la intensidad. Esta prueba se aplica también para el diagnóstico de Fobia
Social.
 El Índice de Sensibilidad a la Ansiedad (ASI) (Reiss et al., 1986), versión
española de Sandín y Chorot (1990), obtiene una puntuación global, a la hora
de la corrección de la prueba, en sensibilidad a la ansiedad, sumando los
valores marcados para cada ítem (rango de 0 a 64 puntos).
7.10. FOBIA SOCIAL

Además del FQ, en tres pacientes se han aplicado, las siguientes escalas:

 STAI-ER, Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (Spielberger et al., 1970). Aquí


el paciente se describe a sí mismo mediante el empleo de frases que se utilizan
corrientemente, mediante la puntuación de 0 a 3, y conforme mejor se ajusten
a lo que siente en éste momento. Para ambas escalas (E / R) el rango se sitúa
entre 0 y 60 puntos, siempre y cuando se tenga en cuenta la relación A / E = 30
y A / R = 21; y siendo el punto de corte en que hemos establecido la
normalidad de 5.
 SAD, Evitación y Malestar Social (Watson y Freíd, 1969), donde el paciente,
marcando con verdadero o falso, decide si las afirmaciones que se le ofrecen
describen lo que le ocurre. Si la variabilidad de éste test se le presupone entre
0 y 28 puntos, la normalidad se establece en una puntuación igual o menor a 5.
 SPS, Escala de Fobia Social (Mattick y Clarke, 1989), que obtiene una
puntuación global (rango: 0-80 puntos) en fobia social sumando los valores
marcados en cada ítem. Normalidad < 6 puntos.

CAPÍTULO 8. ANÁLISIS ESTADÍSTICO DE LOS DATOS.


Hemos trabajado con los datos obtenidos de los resultados para cada paciente por
test de auto-registro en las distintas escalas o subescalas. Luego, una vez hallado N,
suma de rangos y los rangos promedio, estudiamos los estadísticos de contraste. Debido
a lo escaso de la muestra y al tipo de diseño se aplican pruebas de contraste no
paramétricas, pues no contamos con suficientes casos de pacientes para realizar pruebas
parámetricas como la U de Mann – Whitney, o la W de Wilcoxon, calculando en el
estudio de los estadísticos que se consideran si los datos son o no estadísticamente
significativos (es decir, con un nivel de significación p< 0,005).
Nos hemos ayudado de un ordenador Pentium-IV con un programa informático, el
paquete estadístico para las Ciencias Sociales, SPS, versión 12.0.
Estamos, por tanto, ante un diseño estadístico no homogéneo, tipo A-B, que
además es intrasujeto, es decir, es el propio paciente, antes y después del tratamiento,
quién hace de sujeto control de sí mismo.
Caso de que no existan diferencias significativas (cuantitativas), trataremos de
demostrar mediante el empleo de gráficas comparativas y diagramas de barras que sí que
existen, al menos, diferencias cualitativas que por otra parte, sí llegan a poder ser
valoradas y apreciadas desde el punto de vista de la anamnesis con nuestros pacientes y
del abordaje clínico.

CAPÍTULO 9. PARTICIPANTES DE LOS ENSAYOS SOBRE OBSESIVIDAD Y TOC

Los pacientes que se reclutaron en una clínica privada de la especialidad. Todos


ellos fueron evaluados por dos clínicos especialistas (un médico psicoterapeuta y una
psicóloga clínica, ambos especialistas en psicopatología y, más en concreto, en la
psicopatología, evaluación y tratamiento del TOC) a fin de poder establecer la inclusión o
la exclusión de los pacientes en el estudio y, específicamente, en cada uno de los grupos
determinados en el diseño.
Se obtuvo información sobre variables sociodemográficas (edad, sexo, estado civil,
nivel de estudios y situación laboral) y clínicas (antecedentes familiares psiquiátricos,
historia de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos anteriores (si es que existen), edad
de inicio del trastorno, tiempo transcurrido hasta la primera consulta con el terapeuta,
otros trastornos).
Nuestra muestra estuvo compuesta por un total de 116 pacientes, de los que
luego, en función de los criterios de ajuste que determinamos, fueron excluidas 13
personas (N=103) (Tabla 4.1).
El rango de edad de la muestra fue de 18 a 60 años. Del total de participantes la
relación respecto al género rondó el 50%.
Al final se conformaron cinco grupos de estudio que no presentaron diferencias
significativas en las variables objeto de intervención (sintomatología de ansiedad,
depresión y obsesivo-compulsiva) así como, tampoco, respecto a las variables socio-
demográficas de edad y sexo, en la existencia respecto de antecedentes psiquiátricos
familiares, y sobre la historia de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos anteriores y
en duración y gravedad del TOC.

Tabla 4.1. Muestra estadística de cada uno de los grupos de pacientes del estudio.

Grupo 1: Participantes tratados con TCC


(TC + EPR), exclusivamente. N= 24

Grupo 2: Dosis de Clomipramina: 75-225


mg/día y de Lorazepam: 1-2,5 mg/día). N=22

Grupo 3: Dosis de Paroxetina: 40 mg/día y


de Lorazepam:1-2,5 mg/día). N=19

Grupo 4: TCC (TC + EPR) + Clomipramina y


Loracepam N=22

Grupo 5: Grupo 5; TCC + Paroxetina y Loracepam N=16

N Total: 103
Muestra total del diseño
CAPÍTULO 10. LOS CRITERIOS DE INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN

El principal criterio de inclusión en el estudio es el empleo de la entrevista


semiestructurada Anxiety Disorders Interview Schedule, ADIS-IV-TOC (Di Nardo et al.,
1994), que se ajusta a la evaluación y cumplimiento de los criterios diagnósticos del TOC
según el DSM-IV-TR (APA, 2002) y DSM-V (APA, 2015). Así, los participantes en el estudio
presentaron un diagnóstico de F42.8, Trastorno obsesivo compulsivo (300.3), sin la
especificación de “Poca conciencia de enfermedad”.
Otro criterio de inclusión/exclusión fue que si un paciente no cumple al menos con
el 85% de cada una de las prescripciones terapéuticas (toma de fármacos, tareas,
protocolos de evaluación) quedaba eliminado del estudio.
En cuanto a diagnósticos comórbidos, quedaron excluidos del estudio todos
aquellos pacientes que poseían uno o más diagnósticos (DSM-IV-TR) en el Eje I, salvo para
el trastorno de ansiedad no especificado, trastorno del estado de ánimo no especificado,
parafilias, trastorno adaptativo y trastornos del sueño.
También se admitieron pacientes que, en el Eje II presentaron un diagnóstico de
trastorno de personalidad no especificado, pero no así aquellos que presentaron otros
trastornos de personalidad.
En todo caso, tampoco se incluyó en el estudio a ningún paciente que no firmara
el consentimiento informado para participar en la investigación.

CAPÍTULO 11. ESTATUS CIENTÍFICO DEL TEST PROYECTIVO DE RORSCHACH

Podríamos afirmar que si en nuestra práctica clínica aplicásemos un símil


morfológico, sería como establecer una prueba diagnóstica similar al abordaje de un
tomografía axial computarizada, TAC, o una resonancia magnética nuclear, RMN desde el
punto de vista biológico, o como una radiografía de tórax donde se analizan los contrastes
a las profundidades más ocultas del inconsciente; y en donde además de miedos, y
deseos y pulsiones, ya se perfilan y comprenden procesos cognitivos o de pensamiento,
así como afectivos del sujeto y de la estructura de su personalidad.

El Rorschach no es un test en sentido estricto. No fue desarrollado teniendo en


cuenta criterios psicométricos de validez y fiabilidad. Se hace necesario el descubrimiento
de métodos especiales con que demostrar su utilidad científica (Ainsworth, 1954;
Goldfried et al., 1971) pues, dice Exner (1974) que: su naturaleza se encuentra a caballo
entre lo idiografico y lo nomotético.
El Rorschach permite recoger las interpretaciones y verbalizaciones personales de
cada sujeto; éstos son aspectos idiográficos que pueden recibir una interpretación
semántica (Schwartz y Lazar, 1979) de cada palabra, de cada frase y del protocolo en su
conjunto. En este sentido: el enfoque semántico lleva a la interpretación simbólica de las
respuestas (Piotrowski, 1982). Además, se puede identificar el enfoque semántico con la
interpretación conceptual (Maloney y Ward, 1976; Weiner, 1986), que considera al
Rorschach como una herramienta clínica (Anastasi, 1982), de gran utilidad en la recogida
de datos y en la generación de hipótesis, aun cuando su validez y fiabilidad fueran
escasas.
Cronbach (1970) conviene en que la exactitud de los tests viene en parte
determinada, por la amplitud de su foco de atención, que se llama amplitud de banda. Las
pruebas que se centran en un rasgo o aptitud arrojan mejores resultados que aquéllos
que miden de forma más global, como el Rorschach o la entrevista, pero que permiten
observar una mayor cantidad de fenómenos en poco tiempo y la obtención de inferencias
que habrán de validarse dentro del proceso psicodiagnóstico. No hay que olvidar que la
prueba también posee una potencialidad nomotética: proporciona al clínico una serie de
datos numéricos que permiten cierto tratamiento estadístico para ajustarse a las normas
de la población (Exner, 1974, 1978) y, además, someterse a pruebas de validez y
fiabilidad.
11.1. FIABILIDAD DEL TEST DE RORSCHACH
Cuando hablamos de las técnicas proyectivas es necesario, en primer lugar,
distinguir la fiabilidad de las puntuaciones de la fiabilidad de las interpretaciones (Jensen,
1965; Holzberg, 1977; Dana y Back, 1983).
a) La fiabilidad de las puntuaciones alcanza normalmente valores elevados: 92%
en la revisión de McArthur (1972), 76 a 93% en la de Holzberg (1977), 96% en
el estudio de Dana y Back (1983).
b) La fiabilidad en la interpretación, utilizando listas de conceptos, suele ser
moderadamente inferior: 89.6% en el estudio recogido por Holzberg (1977),
77% y un coeficiente phi= .44 (p< .OI) en el de Dana y Back (1983).
c) Tratándose del test de Rorschach no resulta fácil separar al clínico del
instrumento. Las pruebas objetivas, aquéllas que comportan una corrección e
interpretación mecánica (actuarial) de las respuestas, parecen solventar el
problema de la formación del clínico.
d) Nunca es posible, ni deseable, eliminar el juicio del profesional en el proceso
psicodiagnóstico (Rodríguez-Sutil, 1987; Rinhorn, 1986).
e) El porcentaje de acuerdo, Jensen (1965), no nos dice cual es la fiabilidad
psicométrica, esto es: la proporción de varianza de las puntuaciones que no
procede del error de medida. Con este fin la psicometría clásica propone los
métodos de test-retest, split-half (método de las dos mitades) y el de las
formas paralelas. Exner y Weiner (1982) han trabajado de forma sistemática
con el método de test-retest, consiguiendo correlaciones elevadas en adultos,
con intervalos de más de un año; con niños estos periodos se reducen. Un bajo
índice de fiabilidad en alguna de las categorías es interpretado como indicador
de que dicha categoría es sensible al influjo situacional (p. ej., las respuestas de
movimiento inanimado, m, y el sumatorio de los determinantes de
sombreado, Sh). La actitud de Exner es coherente con la distinción
psicométrica actual entre rasgos y estados.
f) Seamons et al. (1981) aplican la prueba dos veces a 48 internos en la prisión
del Estado de Utah, pidiendo en la primera ocasión que den la impresión de
ser sujetos normales, y en la segunda de estar mentalmente enfermos. Los
sujetos solo alteran significativamente una cantidad limitada de variables, pero
no las razones, porcentajes y derivaciones. Estos autores llegan a conclusiones
importantes para la práctica forense: cuando un sujeto intenta parecer normal
dará más respuestas populares (P); cuando la calidad formal (X+ %, F+ %) y el
índice Lambda (L) se sitúan en la norma y encontramos un elevado número de
dramatismos, sangre, textura (T), vista (V), movimientos no humanos (m, FM)
y combinaciones inapropiadas (INCOM), indicaría un intento del examinando
por parecer mentalmente enfermo.
g) Podría entenderse, por tanto, que el Rorschach posee una fiabilidad aceptable,
que un estudio bibliométrico reciente (Parker, Hunsley y Hanson, 1988)
compara con la del MMPI y del WAIS. Incluso aquellos factores que se
muestran poco consistentes pueden considerarse indicativos de ciertas
condiciones situacionales.
11.2. VALIDEZ DEL TEST DE RORSCHACH
El Rorschach y las técnicas proyectivas presentan importantes dificultades a la
hora de establecer su validez predictiva y concurrente. Dichas dificultades surgen de los
propios problemas en la definición del criterio (Goldfried et al., 1971; Blatt, 1975; Weiner,
1972, 1977).
Cuando se pide que el clínico dictamine cuestiones como: la posibilidad de que
una persona en libertad condicional reincida, la conducta suicida, el éxito académico o en
la psicoterapia, etc., no se advierte que estas conductas dependen en gran medida del
contexto social en el que se desarrollen. Los tests permiten diagnosticar ciertas
características personales, pero la conducta es una función del entorno tanto como de la
persona.
Blatt (1975) propone la postdicción, que requiere estudios longitudinales y es
costosa, pero que es la única solución ética, por ejemplo, en el diagnostico de la
tendencia al suicidio. Exner y Wylie (1977) procesan por ordenador los protocolos de 59
suicidas consumados y de 31 sujetos que tuvieron uno o más intentos. Obtienen una
constelación de 11 signos con la que identifican, cuando aparecen 8 o más, al 75% de los
suicidas efectivos y al 45% de los que 10 intentaron, mientras que son relativamente
infrecuentes en los grupos de control.
Klopfer et al. (1951) desarrollaron una escala para predecir el éxito en la
psicoterapia (conocida con las siglas RPRS) que integra la calidad formal con numerosas
categorías de determinantes, aplicando un complejo sistema de pesos relativos.
Los estudios sobre la validez predictiva de esta escala, así como sobre su validez
de constructo, son en su mayoría positivos (Goldfried et al., 1971; Howes, 1981). La crítica
más sustancial -en conexión con la validez incrementada- afirma que los mismos
resultados pueden obtenerse con métodos más simples (Sheehan y Tanaka, 1983), en
concreto, considerando la frecuencia de respuestas de movimiento humano (M) y de
movimiento animal (FM).
La Barbera y Cornsweet (1985) obtienen otros indicadores fiables del éxito en la
psicoterapia, al menos con niños de entre 5 y 13 años. Demuestran que las variables más
significativas son las que reflejan inestabilidad psicológica: la formula ep (suma de FM, m
y respuestas de sombreado) y su relación con la EA (suma M+C) cuando ep >EA; y las
variables que suponen sensitividad perceptiva: Determinantes Múltiples, Zf y Zsum
aumentados, Lambda disminuido. La validez concurrente con otros instrumentos suele
arrojar resultados ambiguos. Véanse por ejemplo los intentos por relacionar el EB, o
Erlebnistypus (M/IC), con el TAT (Palmer y Lustgarten, 1962) o con el MMPI (Kunce y
Tamkin, 1981).
Esto se explica por el hecho de que, casi siempre, los constructos empleados por
pruebas diferentes no coinciden más que en el nombre y en una proporción casi
imperceptible de la varianza. Cuando Ainsworth (1954) afirmaba que el Rorschach no es
un test en sentido estricto, sugería que las pruebas habituales de validez (predictiva y
concurrente) no eran las más adecuadas, y proponía la estrategia científica general de
confirmación de hipótesis. Desde el famoso trabajo de Cronbach y Meehl (1955) a esta
estrategia se la denomina validación de constructo. Con frecuencia se ha juzgado que es
el método de elección para las técnicas proyectivas (Dana, 1962; Goldfried et al., 1971;
Blatt, 1975; Weiner, 1986, 1977; Avila, 1986).
La aplicación de la validación de constructo al test de Rorschach ha sido descrita
de forma minuciosa por Widiger y Schilling (1980). Aquí nos limitaremos a exponer unos
cuantos ejemplos ilustrativos. Dana (1968) realiza una revisión de todos los estudios
realizados hasta la fecha intenta demostrar la amplia validez interpretativa de las
respuestas. Dana agrupa los resultados entorno a seis constructos: demora, sentido del
tiempo, inteligencia, creatividad, fantasía y relaciones interpersonales. Se ha relacionado
varias veces con variables cognitivas.
Rosenthal (1962) encontró claras diferencias en la estrategia de resolución entre
sujetos extratensivos (predominio de C) y sujetos intratensivos (predominio de M).
Ambos grupos, integrados por diez sujetos, eran igualmente eficaces en la resolución del
problema. Pero mientras los intratensivos pensaban más, tenían tiempos largos de
reacción y efectuaban menos movimientos para alcanzar la solución, los extratensivos
manipulaban con mayor frecuencia. Exner (1978) obtiene resultados muy similares con 45
sujetos igualados en inteligencia -15 extratensivos, 15 intratensivos y 15 ambitendentes-
en una tarea de resolución de problemas lógicos. Los ambitendentes son, sin embargo,
significativamente menos eficaces.
Forns, Aznar y Fogued (1985) aplican el Rorschach a 111 adolescentes, entre 12 y
14 años, y el GEFT, una prueba de estilo cognitivo Dependencia-Independencia de Campo,
de H.A. Witkin. Estos autores comprueban, entre otras cosas, que los dependientes de
campo tienden a las respuestas emocionales no controladas (ep >EA, CF+ C >FC), los
independientes de campo, en cambio, muestran un mayor control emocional (EA >ep,
FC>CF+C).
Para futuros estudios validatorios habrán de ser de gran utilidad los análisis
factoriales de Schafer et al. (1981) y de Blatt y Berman (1984) en los que se obtienen una
serie de factores generales a partir de una gran cantidad de protocolos. También Exner et
al. (1984) hallan las correlaciones entre diferentes variables y proporciones de 100
protocolos de adultos no pacientes. Estas investigaciones merecerían un examen
detallado que aquí no les vamos a prestar por no tratarse de estudios validatorios en
sentido estricto.
Kevin Parker (1983), después de revisar los 39 trabajos de investigacion sobre el
Rorschach, publicados entre 1971 y 1980 en el Journal of Personality Assessment,
muestra que se pueden esperar fiabilidades de hasta .81 y superiores, y coeficientes de
validez superiores o iguales a .45, cuando las hipótesis están apoyadas por la teoría o por
estudios empíricos anteriores y cuando se utilizan pruebas estadísticas poderosas: los
mejores resultados se obtuvieron con estadísticos que describían la relación entre dos
variables continuas u ordenadas por rangos y cuando en la introducción se consideraba
que la hipótesis era altamente probable. Encontramos resultados similares en los trabajos
posteriores de Atkinson (1986) y Parker, Hunsley y Hanson (1988), en los que además se
indagó el comportamiento del MMPI y del WAIS, mostrando aspectos comunes con el
Rorschach. Las investigaciones que se realizaban en los años cuarenta y cincuenta, en
cambio, se caracterizaban por la excesiva simplicidad de sus presupuestos y métodos.
Así las cosas, la práctica y la investigación con el test de Rorschach, que resulta ser
la principal de las técnicas proyectivas continua recibiendo una gran atención en la
enseñanza, y se la sigue utilizando abundantemente en centros de psicología clínica, en la
medida en su papel de psicodiagnóstico.
Siendo en la actualidad menor el número de investigaciones publicadas por este
test, la importancia en la mejora considerable de las actualmente realizadas resulta un
hecho ya contrastado.
En tanto en cuanto las técnicas proyectivas no son propiamente tests no se puede
pretender una respuesta simple a la pregunta sobre su validez y fiabilidad. Los estudios
realizados por J.E. Exner, parecen mostrar que las variables del Rorschach presentan una
fiabilidad adecuada; y cuando esto no es así, probablemente se debe a que algunos de los
valores son especialmente sensibles a características situacionales, cosa que puede
entenderse no tanto como una debilidad sino como un enriquecimiento de la prueba.
En el mismo sentido que la psicometria actual distingue entre rasgos y estados.
Con respecto a la validez, la evidencia parece apuntar a que el método más adecuado
para el Rorschach y las técnicas proyectivas es la validacion de constructo. Para ilustrar
esa afirmación hemos recurrido a algunos estudios que arrojan resultados positivos en el
estudio del Erlebnistypus y las variables que se le relacionan (M/C).
Todos estos resultados positivos, que los estudios bibliométricos parecen
confirmar, han podido lograrse merced a la adopción de un enfoque experimental en la
investigación del test de Rorschach, considerando las respuestas al mismo más como una
muestra representativa de la conducta del sujeto ante una tarea de resolución de
problemas, que como expresión simbólica de sus conflictos internos. Eso no implica que
el clínico no pueda recurrir a un análisis semántico del protocolo como ayuda conceptual
en el proceso psicodiagnóstico.

11.3. OBJETIVOS GENERALES

 Posibilitar que los pacientes dispongan de técnicas efectivas para realizar


diagnósticos psicológicos en el ámbito clínico de sujetos pacientes que permitan
comprender su problemática, definir líneas de terapia y lograr con ellos medir los avances
de la misma.
 Que dispongamos de técnicas efectivas para realizar diagnósticos psicológicos
en el campo educacional referidos a orientación vocacional y a las causas de rendimientos
académicos insatisfactorios.
 Posibilitar que los forenses diagnostiquen con validez y confiabilidad en el
campo forense casos de abuso sexual y violencia doméstica.
 Que los profesionales elaboremos informes psicológicos en el campo de la
psicología laboral sobre el pronóstico en el desempeño de la consonancia con las
exigencias de la ocupación y los atributos de la persona evaluada, a fin de utilizarlos en
actividades de selección de recursos humanos, evaluación de potencial y procesos
terapéuticos de coaching.
 Capacitar a través del psicodiagnóstico Rorschach la detección de
competencias laborales del individuo y limitaciones en el ajuste al perfil de una ocupación
o puesto de trabajo determinado.

11.4. OBJETIVOS ESPECÍFICOS


Favorecer que el participante analice, relacione, organice e integre la información
obtenida con la prueba de Rorschach a fin de redactar informes de psicodiagnóstico para
ser empleados en los ámbitos de la psicología clínica, educacional, forense y laboral que
identifiquen componentes cognitivos, emocionales, intereses y rasgos de personalidad.

Gómez (1999) señala que se pueden clasificar los agresores sexuales en cuatro
grupos en función del tipo de víctima: (1) agresores sexuales en ámbito familiar, (2)
agresores sexuales a desconocidas, (3) agresores sexuales a conocidas y (4) agresores
sexuales a menores.
El grupo perteneciente a los agresores sexuales en ámbito familiar utiliza la
confianza puesta en ellos para actuar; son agresores posesivos que utilizan el miedo para
paralizar a la víctima y manifiestan un bajo nivel de autoestima.
En el grupo de agresión a desconocidas, la agresión tiene un móvil puramente
agresivo y no sexual. Las principales características personales del agresor dan cuenta de
pobres habilidades sociales, gran inmadurez afectiva y bajo nivel de autoestima.
El tercer grupo, agresores sexuales que han establecido una corta relación previa
de tipo amistoso con la víctima, suele tener un desarrollo socializador precario, con
escasos recursos personales y bajo nivel de autocontrol.
Especial mención (Gómez, 1999) son las agresiones sexuales a menores, pues en
estos casos analizar a los agresores es muy difícil ya que estos no aceptan su autoría,
dificultando efectuar una historia de la conducta problema; de los limitados datos
obtenidos, deduce que el agresor considera que la relación con el menor es solo una
demostración de afecto. Al tener graves dificultades de relación afectiva y sexual con los
adultos, este agresor recurre a los menores sobre los que puede actuar mediante su
superioridad, con lo que muestra una personalidad inmadura, desequilibrio afectivo,
déficit en habilidades sociales y dificultades para establecer vínculos afectivos estables.
En todos los casos de agresores sexuales, Gómez (1999) sostiene que es posible
realizar tratamiento psicológico para producir una mejoría en su estabilidad psíquica,
considerando que si el agresor posee recursos intelectuales y culturales más elevados, es
capaz de modificar los criterios alterados a nivel cognitivo, si bien el cambio a nivel
emocional y comportamental es más difícil. A medida que desciende el nivel de recursos
del agresor existe más resistencia a una modificación, aunque solo sea a nivel cognitivo,
de las ideas que rigen su concepto de los roles masculino y femenino.

Debido a su escasez de recursos, el pensamiento de estos individuos es más rígido


y estereotipado que lo normal. Su resistencia al cambio se fundamenta en la
imposibilidad de hacer un análisis racional de los principios que han motivado la
oposición y persistencia de dichas ideas.

11.5. HIPÓTESIS DE TRABAJO


Partimos del supuesto de que en este determinado tipo de personalidad antisocial
podemos encontrar una serie de interpretaciones a las manchas de tinta que nos van a
dejar traslucir diferentes aspectos de su personalidad bajo una percepción de las
características fundamentalmente agresivas y sexuales.
Podemos considerar que el planteamiento de nuestro estudio es doble:
 Por una parte nos interesa apreciar la incidencia de determinadas
interpretaciones, como son las "Respuestas de Contenido Agresivo
Manifiesto", las "Respuestas de Sangre", las "Respuestas de Defecto" y las
"Respuestas de Contenido Sexual", en una muestra de sujetos con trastornos
antisociales de la personalidad.
 La aportación que pueden representar las Láminas Proyectivas a las Láminas
del Psicodiagnóstico de Rorschach en este tipo de respuestas comentadas.
Partimos del supuesto de que en este determinado tipo de personalidad
antisocial podemos encontrar una serie de interpretaciones a las manchas de
tinta que nos van a dejar traslucir diferentes aspectos de su personalidad bajo
una percepción de características fundamentalmente agresivas y sexuales.
11.6. MÉTODO. DISEÑO DEL PROCEDIMIENTO
La muestra fue obtenida en un estudio trasversal de una población compuesta: en
cuanto al género, por un 68% de hombres, y el 32% por mujeres; compuesta por
pacientes que poseía historia de agresividad y/o alteraciones psicopatológicas con
evolución media o grave respecto a su historia natural psiquiátrica, en torno a un
porcentaje del 43%, y con una edad media que rondaba los 36 años. Estaban en posesión
de estudios básicos (49%), profesión técnica cualificada (26%) o sin profesión
determinada (21% de los casos), y sólo un 4% contaba con estudios superiores; además,
laboralmente estaban en paro el 46 % de los casos. Algunos tienen algún familiar (de
primer o segundo grado) con historia psiquiátrica diagnosticada (27%); de toda la
muestra, algunos de ellos (con un porcentaje cercano al 37%), reconoció haber cometido
algún delito. La muestra que nos sirvió de grupo control fue elegida de entre los pacientes
que frecuentaron nuestro servicio de psiquiatría y psicología para realizar alguna
consulta, pero que en los auto-registros y en los diagnósticos a los que fueron sometidos
siempre presentaron características compatibles con un perfil de normalidad.
11.7. MATERIAL UTILIZADO
En ambos grupos se les aplicaron las 10 Láminas del Psicodiagnóstico del
psiquiatra suizo Hermann Rorschach y se efectuó el análisis de sus resultados siguiendo
las mismas directrices que las del Psicodiagnóstico de Rorschach. En este estudio se
siguió la conceptualización, terminología, clasificación y corrección las directrices
marcadas por el sistema de Bohm.
Para la realización de este estudio se utilizó un diseño no experimental,
transversal, descriptivo. Para contrastar los resultados de esta investigación, se utilizó
como criterio el estudio de referencia nacional de Vinet (2000) y los datos de un grupo de
delincuentes comunes (Espejo et al., 1996).
11.8. VARIABLES
11.8.1. VARIABLE INDEPENDIENTE
Fue el juicio clínico a través de los estudios a los que sometimos al paciente con
alteraciones psicopatológica y agresividad, para la comisión subsiguiente de varios tipos
de delitos, considerándose: a) delincuente sexual, representado por una muestra de 8
individuos ya juzgados; b) no comisión de delito, pero conducta de práctica parafílica
habitual; y c) delincuentes que la historia de la criminología refiere como casos de
ejemplos de la literatura científica (que van a ser determinantes para nuestro estudio
comparativo, descontextualizado, de nuestra parte emocional, compatible con Homo
neanderthalensis).
11.8.2. VARIABLE DEPENDIENTE
Fueron los indicadores del test de Rorschach. Operacionalmente se diferenció un
número limitado de variables, de acuerdo a conveniencia, determinada por las variables o
indicadores frecuentemente utilizados en otras investigaciones anteriores consultadas en
las bases de datos de la literatura científica.
11.9. PARTICIPANTES
Por medio de un muestreo no probabilístico intencionado se seleccionó este perfil
concreto procedente de una muestra perteneciente a nuestra consulta privada para la
totalidad de pacientes con historias clínicas anteriores. Esto es: aquellos pacientes que ya
tenían las evidencias características de los diagnósticos buscados. Así, contamos con una
muestra de 11 personas agresivas que cumplieron con los siguientes criterios de
inclusión: a) sexo masculino, b) mayores de 18 años, c) de procedencia urbana y rural, d)
detenidos y procesados por la comisión de un delito sexual en sus diferentes
manifestaciones. La muestra quedó constituida por un grupo de individuos de los cuales
el 36% era soltero, el 32% casado y el restante 34% era separado. Por otra parte, el 66%
cometió un delito sexual hacia un menor y el 34% lo hizo hacia un adulto.

CAPÍTULO 12. CONDICIONES DE TRATAMIENTO EN EL ABORDAJE DEL TOC: DISEÑO Y


PROCEDIMIENTO

Se plantearon cinco condiciones de tratamiento:

GRUPO I: Pacientes tratados con Terapia cognitivo-conductual TCC (terapia de


conducta, TC + Método de Ensayo y prevención de la respuesta, EPR)
exclusivamente (ver Anexo nº 2).
GRUPO II: Pacientes tratados con psicofármacos: Clomipramina (75-225 mg/día) y
Lorazepam (1-2,5 mg/día).
GRUPO III: Pacientes a los que se les administró un inhibidor selectivo de la
recaptación de serotonina (Paroxetina, 40 mg/día), ansiolítico (Lorazepam, 1-2,5
mg/día).
GRUPO IV: Pacientes que recibieron TCC (TC + EPR) y los psicofármacos
(Clomipramina y Loracepam) a las dosis arriba indicadas.
GRUPO V: Pacientes que además de TCC fueron tratados con Paroxetina y
Loracepam, a las dosis mencionadas en los grupos anteriores.

12.1. IMPLICACIONES ÉTICAS Y/O BIOSEGURIDAD PROPUESTA PARA ESTA


INVESTIGACIÓN
La asignación de los pacientes a cada uno de las cinco grupos de condiciones de
tratamiento se realizó de manera no aleatoria, sino en función de los requerimientos
particulares de cada uno de ellos; es decir, que ante determinadas ideas preconcebidas
sobre la medicación o el abordaje psicoterapéutico con reformulación de apoyo breve,
algunos se negasen a recibir determinados tipos de tratamientos.
En cualquier caso (siempre y cuando no fuere desaconsejable bajo criterio médico
o psicológico para alguna opción elegida), aplicamos sus criterios sobre la indicación
terapéutica que se prefirió. Además, contamos con la documentación de sus firmas bajo
consentimiento informado, así como sus reconocimientos de que el estudio incorpora la
aplicación de un protocolo de buenas prácticas.
Así, hubo pacientes que rechazaron el tratamiento farmacológico y/o el
tratamiento psicoterapéutico. Los pacientes que no rechazaron ningún tipo de
tratamiento recibieron las modalidades combinadas. En los casos de pacientes que
recibieron tratamiento farmacológico o combinado, el tipo de fármaco empleado
dependió de los criterios médicos derivados de la documentación científica y de las
recomendaciones de la Agencia Española del Medicamento como también se citan en las
referencias del VADEMECUM (2016).

Además, se procuró que los sujetos de los cinco grupos presentasen un perfil
socio-demográfico similar en cuanto a edad y género (ver anexo 1).
12.2. PLANIFICACIÓN TEMPORAL DEL TRABAJO REALIZADO

El cronograma de sesiones de tratamiento a las que fueron sometidos los cinco


grupos se presentan en la Tabla 4.2. En dicha Tabla se puede ver que el número de
sesiones que se dedicará a la situación experimental de pretest es de 3. En dichas
sesiones se realizará la anamnesis y las pruebas psicométricas pertinentes. A continuación
se dedicarán 13-16 sesiones al tratamiento propiamente dicho, independientemente de
la condición de tratamiento de que se trate. Tras el tratamiento se emplearán dos
sesiones al postest, en las cuales se volverán a pasar las mismas pruebas psicométricas
empleadas en el pretest. Con posterioridad a todo ello se procederá a realizar un
seguimiento al año ± un mes (S1), y otro seguimiento a los dos años ± 1 mes (S2).
La duración de las sesiones fue de 1 h y 25 min para el caso de las sesiones de
evaluación (pretest, postest y seguimientos) y de 1 h en el caso de las intervenciones de
psicoterapia. Y la duración de las sesiones de tratamiento farmacológico fue de 30 a 40
min. La frecuencia en todos los casos será semanal.

Seguimiento 1
Pretest Tratamiento Postest Seguimiento 2 (S2)
(S1)
3 sesiones 13-16 sesiones 2 sesiones 2 sesiones 2 Sesiones

Tabla 4.2. Cronograma de momentos experimentales con cada número de sesiones.

Las sesiones de evaluación se estructuraron todas del mismo modo, a excepción


de la primera en donde se realizó la anamnesis y las entrevistas semi-estructuradas para
TOC.
En las dos siguientes sesiones del pretest se cumplimentaron las distintas pruebas
psicométricas en una sala en la que el paciente se encontraba sólo, de modo que
únicamente para las instrucciones iniciales y en caso de dudas fue asistido por el clínico.
En el caso de las dos sesiones restantes del postest, y de S1 y S2, en las que se
cumplimentaron las mismas pruebas psicométricas que en el pretest, el procedimiento
fue el mismo que en el indicado para ese caso (Anexo 3).
La estructura general de las sesiones de TCC y combinado presenta tres partes
fundamentales (Anexo 3):
a) revisión del funcionamiento psicológico en la semana precedente, así como de
las tareas de auto-registro prescritas;
b) entrenamiento cognitivo-conductual (resolución de dudas, clarificación de
conceptos, pautas a seguir ante las dificultades de afrontamiento);
c) establecimiento de objetivos, prescripción de nuevas tareas de evaluación y
cognitivo-conductuales para la semana siguiente y, en el caso de las condiciones
de tratamiento combinado, si procede, prescripción de ajustes en el tratamiento.
En los grupos de tratamiento farmacológico exclusivamente, la estructura de la
sesión se ceñirá a la revisión de los efectos del fármaco en el funcionamiento psicológico
y orgánico en la semana precedente y, en su caso, a la prescripción de ajustes en el
tratamiento.

12.3. VARIABLES DEPENDIENTES ESTUDIADAS EN EL TOC

Para lograr evaluar el TOC conforme a criterios clínicos objetivos, previamente se


sometieron a los pacientes a pruebas de auto-registros para su inclusión dentro de los
márgenes respecto a valores clínicos de los trastornos afectivos (ansiedad y depresión)
necesarios para la posterior valoración de psicopatología de la obsesividad, lo que se
refleja en la Tabla 4.3, como a continuación desarrollamos en los siguientes apartados.
12.3.1. EVALUACIÓN DE LA DEPRESIÓN
Para la evaluación de la depresión, además de la escala HAD-A, que mide tanto
ansiedad como depresión, fueron utilizadas otras dos pruebas psicométricas que
presentamos a continuación (Tabla 4.3).

TEST Puntuación

10-18 puntos, depresión leve


EVALUACIÓN DE LA
BDI (0-63 puntos) 19-23 puntos, depresión moderada
DEPRESIÓN
24-63 puntos, depresión severa

7-17 puntos, depresión baja


HDRS (0-62 puntos) 18-24 puntos, depresión moderada
≥ 25 puntos, depresión severa

0 - 7, no indica caso
HAD-D 8 y 10, caso dudoso
HAD, (0 a 42 puntos, puntuación global) ≥ 11 - 21 puntos,
probablemente caso de depresión.

0 - 7, no indica caso
HAD-A (0 a 42 puntos) 8 y 10, sería caso dudoso
EVALUACIÓN DE LA ANSIEDAD
≥ 11 - 21 puntos,
probable caso de ansiedad.

BAI (0 a 63 puntos) ≥ 26 puntos, ansiedad

Tabla 4.3. Valores de los auto-registros sobre la puntuación psicoafectiva,


respecto de signos en relación a depresión y ansiedad.
12.3.1.1. ESCALA DE HAMILTON PARA LA EVALUACIÓN DE LA DEPRESIÓN, HDRS

La Escala de valoración de Hamilton para la evaluación de la Depresión (Hamilton


Depression Rating Scale, HDRS) es una escala, heteroaplicada, diseñada para ser utilizada
en pacientes diagnosticados previamente de depresión, con el objetivo de evaluar
cuantitativamente la gravedad de los síntomas y valorar la respuesta terapéutica del
paciente deprimido. Se valora con la información obtenida en la entrevista clínica y
acepta información complementaria de otras fuentes secundarias. Desde la primera
versión, ésta prueba es quizá la escala más utilizada, junto al BDI, para la evaluación de la
depresión en el mundo psiquiátrico. Entre las indicaciones con la que cuenta este test,
figura para aquellos trastornos psiquiátricos en los que aparezca una sintomatología y/o
clínica depresiva. En la actualidad, es aplicado en trastornos afectivos, ansiosos,
psicosomáticos y en pacientes geriátricos.
La escala tiene sucesivas versiones de 17, 21 y 24 ítems, pero la más utilizada es la
original con 21. De los 21 ítems de la versión original, los 17 primeros evalúan el estado
de ánimo, el sentimiento de culpa, la inhibición, la presencia de ideación suicida y los
cambios en el comportamiento, así como la ansiedad, el insomnio y los trastornos
psicosomáticos asociados. Los ítems 18 al 21 valoran rasgos neuróticos, pensamiento
paranoide y síntomas obsesivo-compulsivos.
En la adaptación española se mantienen estos cuatro ítems y se añade un quinto
referido a otros síntomas (Conde y Franch, 1984). Dado que estos últimos ítems no son
útiles para valorar la intensidad o gravedad de la depresión, en los ensayos clínicos de
evaluación terapéutica se ha generalizado el uso de la versión reducida de 17 ítems, que
corresponden a los 17 primeros (Ramos-Brieva y Cordero, 1986). La validación de la
versión castellana de esta escala se realizó en 1986 por Ramos-Brieva. Diferentes
evaluaciones han permitido comprobar su validez discriminante, fiabilidad y sensibilidad
al cambio, tanto en poblaciones hospitalizadas (Ramos-Brieva, 1986 y 1988) como
ambulatorias (Bobes et al., 2003).
Cada cuestión tiene entre tres y cinco posibles respuestas, con una puntuación de
0 a 2 ó 0 a 4, respectivamente. El clínico debe atender a la intensidad de los síntomas en
cada una de las cuestiones, desde su ausencia (puntuación 0), hasta su presencia (2
puntos), y en algunas ocasiones, aún más intenso y continuado (puntuación 4), eligiendo
la puntuación que mejor se ajuste a la sintomatología del paciente.
La puntuación total de la escala es la suma de las puntuaciones asignadas a cada
uno de los ítems. Se han aislado 6 factores: ansiedad somática, peso, alteración cognitiva,
variación diurna, ralentización y alteraciones del sueño. Posteriormente, estos factores se
han reducido a dos: depresión vegetativa y depresión cognitiva; además, en relación a las
respuestas por grupos de ítems, se ha elaborado cinco tipos o perfiles de depresión:
ansiosa, suicida, somatizadora, vegetativa y paranoide. Los factores no reciben la misma
ponderación en la puntuación final: la agitación, el insomnio y los síntomas somáticos
generales reciben una puntuación que afecta en menor medida a la suma total. La
puntuación puede considerarse globalmente, factorialmente o ítem por ítem. La
valoración más usada es la puntuación global. En la escala de 21 ítems el rango de
puntuación es de 0 a 62. Como criterio de inclusión en ensayos clínicos se suele aceptar
los puntos de corte >13 ó <18. La puntuación considerada como indicativa de depresión
baja es 7-17, de depresión moderada 18-24, y sobre 25 se considera depresión severa.
Para la evaluación de la respuesta al tratamiento se ha definido como respuesta
una disminución entre el 25-49% y una no respuesta como una reducción de menos del
25% (Shelton, 2006). La remisión se ha considerado con una puntuación menor o igual a
7, aunque hay resultados que apoyan que este punto de corte debería tener un valor más
bajo (Zimmerman y Chelminski, 2005).

12.3.1.2. ESCALA ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL. ESCALA EN DEPRESIÓN


HAD-D

La escala de Ansiedad y Depresión en el Hospital (Hospital Anxiety and Depression


Scale, HAD), validada la versión española por Caro e Ibáñez (1992), está diseñada para
evaluar el estado emocional de los sujetos atendidos en servicios hospitalarios de
consulta externa no psiquiátricos. Al efecto de evitar falsos positivos en la evaluación
psicopatológica en estos contextos, los autores excluyen las referencias a síntomas físicos.
Es un cuestionario autoaplicado de 14 ítems, integrado por dos subescalas de 7
ítems, una de ansiedad (ítems impares) y otra de depresión (ítems pares). Puede ser
utilizada para detectar cambios durante el curso de la enfermedad o en respuesta a
distintos tipos de intervenciones. Su validez para detectar enfermedad psiquiátrica
definida es muy cuestionada. De ahí que el uso de esta escala se haya orientado más
hacia la detección y cuantificación de “malestar psíquico”, mostrando por un lado buena
correlación con diferentes aspectos de severidad de la enfermedad física y con otras
medidas dimensionales de calidad de vida, y por otro buena sensibilidad para detectar
cambios durante el curso de la enfermedad o en respuesta a intervenciones
psicoterapéuticas (Hermann, 1997).

El contenido de los ítems hace referencia a la percepción subjetiva del paciente de


aspectos psicológicos relacionados con los trastornos ansiosos y depresivos. Cada ítem
consta de 4 alternativas de respuesta que se valoran conforme a la intensidad o
frecuencia del síntoma.
Se evalúa en una escala de Likert de 4 puntos (rango 0 - 3), con diferentes
formulaciones de respuesta (0 = nada, nunca, rara vez; 3 = mucho, muy frecuentemente,
por lo general). En las instrucciones se propone al paciente que indique cómo se ha
sentido en la semana anterior eligiendo una de las cuatro alternativas que se ofrecen para
cada una de las catorce preguntas. La puntuación para cada subescala se obtiene
sumando los valores de las frases seleccionadas (0-3) en los ítems respectivos (ítems
pares para la de depresión).
Los criterios indican que para incluir o excluir a un enfermo del grupo de los que
padecen trastornos emocionales, sólo las puntuaciones situadas entre 11 y 21 serían
indicadores claros de trastornos depresivos.

12.3.2. EVALUACIÓN DE LA ANSIEDAD

12.3.2.1. ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL, ESCALA ANSIEDAD,


HAD-A

Es un cuestionario autoaplicado de subescalas de 7 ítems, para la ansiedad (ítems


impares). El rango de puntuación es de 0-21 para esta subescala de ansiedad, y de 0-42
para la puntuación global. A la hora de puntuar la ansiedad, de acuerdo a lo recogido por
los propios autores (Zigmond y Snaith, 1983), se considera normal las puntuaciones entre
0 y 7 puntos; dudoso entre 8 y 10 puntos; y como problema clínico una puntuación mayor
o igual a 11 puntos. De hecho, los criterios recogidos por estos autores indican que para
incluir o excluir a un enfermo del grupo de los que padecen trastornos emocionales, sólo
las puntuaciones situadas entre 11 y 21 serían indicadores claros de trastornos ansiosos.
12.3.2.2. CUESTIONARIO DE ANSIEDAD DE BECK, BAI

El Cuestionario de Ansiedad de Beck (Beck Anxiety Inventory, BAI), concebido


específicamente para valorar la severidad de los síntomas de ansiedad, se centra en los
aspectos físicos relacionados con la ansiedad, estando sobre-representado este
componente. Utilizamos la versión de Comeneche et al. (1995). Los elementos que lo
forman están claramente relacionados con los criterios diagnósticos del DSM-IV y detecta
la ansiedad clínica sin solaparse con la depresión. Respecto a su interpretación, se trata
de una herramienta útil para valorar los síntomas somáticos de ansiedad, tanto en
desórdenes de ansiedad como en cuadros depresivos. Dada su facilidad de utilización se
ha recomendado su empleo como screening en población general.
El BDI es un inventario autoaplicado compuesto por 21 ítems que describen
diversos síntomas somáticos de ansiedad ocurridos durante la última semana incluyendo
el momento actual. Cada ítem se valora en una escala tipo Likert de 0 a 3, que oscila de 0
“en absoluto” a 3 “severamente, casi no podía soportarlo”. La puntuación total es la
suma de todos los ítems (si en alguna ocasión se eligen 2 respuestas se considerará sólo la
de mayor puntuación). El rango varía entre 0 y 63 puntos. Los pacientes con ansiedad
suelen alcanzar una puntuación de 26 y los sujetos control 16. No existen puntos de corte
aceptados para distinguir entre población normal y ansiedad ni entre depresión y
ansiedad.
En estudios comparativos con las principales escalas de depresión y ansiedad
(Inventario de depresión de Beck, Escala de depresión de Hamilton, Escala de ansiedad de
Hamilton, Listado de pensamientos y Escala de Desesperanza), se han encontrado unos
índices de correlación mayores con aquellas que valoran ansiedad, frente a las que
valoran depresión, lo que avalaría su utilización para valorar ansiedad. Según sus autores,
el inventario debe ser utilizado en clínica e investigación acompañado por otros
cuestionarios como el Inventario de Depresión de Beck y las Escalas de ansiedad y
depresión de Hamilton y constituiría una herramienta más para la valoración de la
ansiedad. En un análisis comparativo, Piotrowski (1999) encontró que era el tercer test
más utilizado para valorar ansiedad. Se ha mostrado apropiado para valorar cambios tras
el tratamiento. El carecer de punto de corte aceptado para discriminar entre población
normal y ansiedad limita su empleo para obtener un diagnóstico de sospecha.
12.3.3. VARIABLES PARA ESTUDIAR LA OBSESIVIDAD

Los cuestionarios de auto-registros que hemos elegido para puntuar síntomas


para la evaluación y el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo o TOC, son:
12.3.3.1. EVALUACIÓN SEGÚN LA ESCALA DE ADAPTACIÓN, EA

La Escala de Adaptación (EA) propuesta por Echeburúa y Corral en 1987, es un


instrumento diseñado para evaluar el grado en el que un trastorno puede llegar a afectar
diferentes áreas de la vida cotidiana: trabajo, estudios, vida social, tiempo libre, relación
de pareja y vida familiar.
Es una escala tipo Likert de 0 a 5 (en donde 0 = nada; y 5 = muchísimo), el paciente
y/o un evaluador independiente valoran en qué medida los problemas del paciente
afectan a su funcionamiento en las siguientes áreas: trabajo, vida social, tiempo libre,
relación de pareja y vida familiar a nivel global.
El coeficiente alfa de Cronbach para este test es de 0,94. El rango de puntuación
de la escala se sitúa entre 0 y 30 puntos, considerándose como índice de normalidad una
puntuación ≤ 6.

12.3.3.2. ESCALA DE OBSESIONES Y COMPULSIONES DE YALE-BROWN, Y-BOCS


La Escala de autoinforme de Obsesiones y Compulsiones de Yale-Brown (Yale-
Brown Obsessive Compulsive Scale-Self-Report; Y-BOCS) es una entrevista semi-
estructurada (Goodman et al., 1989), diseñada para evaluar la gravedad de los síntomas y
la respuesta al tratamiento de los pacientes diagnosticados de TOC. La validación para la
versión española fue realizada por Sal y Rosas et al. (2002). Este instrumento permite una
valoración del esfuerzo realizado para sustraerse a los pensamientos e impulsos
obsesivos, así como una valoración de la gravedad del cuadro clínico independientemente
del número de síntomas, resultando un instrumento sensible a las modificaciones de este
trastorno (Nicolini et al., 1996). Se ha convertido en un instrumento estándar en los
ensayos farmacológicos y en los estudios de tratamiento psicológico (Steketee, 1993).

La Y-BOCS proporciona cinco dimensiones de clasificación para obsesiones y


compulsiones: el tiempo gastado u ocupado; interferencia con la vida diaria o en las
relaciones; grado de sufrimiento; resistencia y control (es decir, el éxito en la resistencia).
Se estructura en dos subescalas de 5 ítems cada una. La suma de los cinco
primeros ítems es un índice de gravedad de obsesiones y la suma de los últimos cinco un
índice de compulsiones
El paciente contesta haciendo referencia a sus obsesiones y compulsiones más
destacadas. Los ítems se evalúan en una escala Likert de 5 puntos (0 = nada, 1 = poco, 2 =
moderado, 3 = mucho 4 = muchísimo). Se obtiene una puntuación total (rango = 0-40)
resultado de la suma de las dos subescalas. Una traducción de puntuación total en un
índice aproximado de gravedad del trastorno es la siguiente: si la puntuación obtenida se
encuentra comprendida entre 0 y 7, hablamos de sintomatología subclínica; si figura
entre 8 y 15, la sintomatología obsesiva es leve; de 16 a 23 puntos, la sintomatología
obsesiva es moderada; de 24 a 31, es de tipo grave; y de 32 a 40 puntos, se trata de
pacientes obsesivos con sintomatología de tipo extremo. Se incluyen, además, 9 ítems
que no entran en la puntuación de la escala: 6 que evalúan conciencia del problema,
evitación, indecisión, responsabilidad, lentitud y duda; y 3 acerca del juicio del evaluador
sobre la gravedad del problema, la mejoría como resultado del tratamiento y la fiabilidad
de las respuestas del paciente.
La Y-BOCS presenta una fiabilidad (test-retest) entre buena y excelente y una
consistencia interna y validez convergente razonablemente buena (Steketee, 1994).
Goodman (1999) afirma que la fiabilidad, validez y sensibilidad a los cambios del Y-BOCS
están bien establecidas. La versión en español de la Y-BOCS es fiable, homogénea y válida
para cuantificar los síntomas obsesivo-compulsivos (Sal y Rosas et al., 2002).
En lo que respecta a la mejora necesaria y suficiente de la sintomatología clínica,
para algunos autores los pacientes experimentan ya mejoría con una disminución
alrededor del 25% en las puntuaciones del Y-BOCS. Otros trabajos ofrecen estos
resultados como leve o moderada mejora, y una disminución del 35-50% como marcada
mejoría (Ortega, 2000).

12.3.3.3 INVENTARIO DE CREENCIAS RELACIONADAS CON LAS OBSESIONES, IBRO

Freeston et al. (1993), publicaron el Inventario de Creencias Relacionadas con


Obsesiones (Inventory of Beliefs related to obsessions, IBRO), que resulta ser un
instrumento muy útil para evaluar las creencias disfuncionales desarrollado para evaluar
las creencias acerca de la responsabilidad y el control sobre los pensamientos intrusivos
no deseados (Clark y Purdon, 1995).
Consta de 20 ítems valorados en una escala tipo Likert de seis puntos que va
desde 1= creo firmemente que esta afirmación es falsa, a 6 = creo firmemente que esta
afirmación es verdadera. La corrección se realiza sumando las puntuaciones directas de
todos los ítems, excepto los ítems 1, 2, 10 y 14, cuya puntuación ha de restarse.
El test contempla tres aspectos de las creencias relacionadas con las obsesiones:
responsabilidad exagerada (11 ítems), sobrestimación de la amenaza (5 ítems) e
intolerancia a la incertidumbre (4 ítems).
Se considera que existe una sintomatología clínica si se obtienen valores en torno
al rango de 100-120 puntos. Se han obtenido puntuaciones medias de 75,59 (desviación
típica, DT=10,82) para una muestra pequeña de pacientes obsesivo compulsivos y de
59,20 (DT=12,27) para una muestra control no clínica (Tallis, 1995).
El IBRO tiene una adecuada fiabilidad y validez (Freeston y Ladouceur, 1993; Mark
y Ladouceur, 1997). La validez de criterio se ha demostrado comparando pacientes
clínicos con grupos control y sujetos muy perturbados con los pensamientos invasores
con sujetos menos perturbados. El análisis factorial de los ítems reveló factores que
medían niveles de responsabilidad, elevada estimación de la amenaza e intolerancia ante
la incertidumbre (Mark y Ladouceur, 1997).

12.3.3.4. INVENTARIO DE OBSESIONES Y COMPULSIONES-REVISADO, OCI-R

El Inventario de Obsesiones y Compulsiones (Obsessive-Compulsive Inventory,


OCI), fue un instrumento diseñado con el fin de abordar los problemas más inherentes a
los instrumentos que existían a la hora de determinar el diagnóstico y gravedad del TOC
(Botella et al., 1999). Foa et al. (1998) mostraron que el OCI tiene una excelente
consistencia interna y una fiabilidad test-retest satisfactoria para la frecuencia y el
malestar asociados a los síntomas tanto en personas con TOC como en controles no
pacientes.
Los análisis estadísticos indicaron una adecuada fiabilidad test-retest para las
escalas del test y las distintas subescalas (los coeficientes que van desde 0,69 a 0,88) y
una alta consistencia interna (todos los coeficientes superiores a 0,7). También
correlaciona bien con otras medidas de síntomas obsesivos compulsivos y diferencia
individuos con TOC y sujetos con otros trastornos de ansiedad y controles; por lo tanto,
parece una medida muy útil para realizar el screening diagnóstico, el perfil de síntomas, y
para determinar la gravedad del problema (Botella et al., 1999).
A pesar de que el OCI haya mostrado buenas propiedades psicométricas tanto en
muestras clínicas como no clínicas en diferentes estudios (Foa et al, 1998; Simonds et al.,
2002) presenta varias limitaciones: por un lado, se ha encontrado, consistentemente, en
diferentes estudios, una alta correlación, superior a 0.90, entre las puntuaciones en
frecuencia y malestar, lo cual sugiere una cierta redundancia entre las dos escalas (Foa et
al., 2002); además, esta doble valoración de cada ítem genera cierta confusión en algunos
sujetos y excesivo consumo de tiempo ya que los sujetos con TOC son a menudo
extremadamente lentos al completar cuestionarios (Rachman y Hodgson, 1980).
Otra de las limitaciones del OCI es que las subescalas están formadas por diferente
número de ítems, lo cual dificulta la comparación de puntuaciones entre escalas, que ha
de hacerse ponderando las puntuaciones para cada subescala en función de su número
de ítems, lo que resulta poco práctico en el ámbito clínico (Malpica et al., 2009).
Con el objetivo de superar estas limitaciones, se llevó a cabo una revisión del OCI,
el Inventario de Obsesiones y Compulsiones–Revisado (Obsessive-Compulsive Inventory-
Revised, OCI-R). En el OCI-R se elimina la puntuación de frecuencia, evitando así
problemas de redundancia y simplificando el modo de respuesta. Por otro lado, se redujo
e igualó el número de ítems para cada subescala, haciendo la administración del
inventario más simple y menos costosa en tiempo de administración e interpretación de
los resultados. Además, se redujo el número de factores ya que el factor “duda” quedó
subsumido dentro del factor “comprobación”. La versión revisada del OCI, por tanto,
quedó formada por 18 ítems agrupados en seis subescalas: lavado, comprobación, orden,
neutralización, acumulación y obsesiones.
El OCI-R, se ha convertido en instrumento de elección para la evaluación de los
comportamientos obsesivo-compulsivos, dada su buena validez, pues sus propiedades
psicométricas son bastante buenas, mostrando una estructura factorial muy clara, unos
excelentes índices de consistencia interna y fiabilidad test-retest, una buena validez
convergente y una gran sensibilidad para discriminar entre pacientes con TOC y con otros
trastornos de ansiedad, así como entre sujetos con TOC y sujetos sin problemas de
ansiedad (Foa et al., 2002; Hajcak et al., 2004).
Como el OCI-R no había sido estudiado en una muestra de la población general,
Malpica et al. (2009) analizan las propiedades psicométricas de la versión española de
este test en dos grupos de sujetos: estudiantes universitarios (n = 247), lo que permitió
comparar los resultados obtenidos con los estudios previos, y población general (n = 395),
facilitando la generalización de dichos resultados a personas sin patología clínica conocida
o con sintomatología subclínica.
Además, en lo que respecta a la estructura factorial, la fiabilidad y la validez
convergente, divergente y de criterio de este test (Malpica et al., 2009); los resultados
mostraron una estructura factorial y unas propiedades psicométricas similares a las
halladas con la versión original y, tal y como se esperaba, un grado medio de relación
entre el OCI-R y otras variables con las que se hipotetizaron estarían relacionadas:
intrusiones, creencias disfuncionales, preocupaciones y perfeccionismo. Se concluye que
la versión española del OCI-R es aplicable a la población general.

En la tabla 4.4, se ha elaborado un resumen con los valores a considerar como


parámetros que asisten dentro de la normalidad, respecto de cada en cada una de las
escalas estudiadas en su evaluación; así como también aquellos valores de referencia que
figuran situados dentro del rango en el que cursa la clínica del TOC; En la citada tabla,
podemos deducir fácilmente también los parámetros en los que oscila la normalidad,
alejada respecto a una posible psicopatológica y que se corresponderían en relación a la
propia actividad psíquica y cognitiva de Homo sapiens neanderthalensis.

PUNTUACIONES DENTRO DE LA
TEST PSICOMÉTRICOS NORMALIDAD

EA:
Valores entre 0-30 puntos
Escala de Adaptación
Puntuación ≤ 4 normal
de Echeburúa y Corral
≥ 6 puntos, no normal.
Puntuación ≤ 7 n/a. De 8-15, leve;
16-23, moderado; 24-31 puntos,
Y-BOCS: Escala de Obsesiones y
trastorno grave; 32-40, de tipo extremo
compulsiones de Yale-Brown

IBRO: Inventario de creencias relacionada (100-120 puntos).


con las obsesiones
Puntuación entre 20 y 25 puntos

OCI-R:
Punt. (frecuencia total): (entre 0 y 10)
Inventario de obsesiones
Punt. (malestar total): (entre 0 y 10)
y compulsiones Punt. (OCI GLOBAL): (entre 0 y 18)

Tabla 4.4. Rango de puntuaciones para normalidad vs. TOC.

CAPÍTULO 13. JUSTIFICACIÓN DE RECURSOS DISPONIBLES


Consistiría en la aplicación de un plan de trabajo detallado para extenderlo desde
el punto de vista neuropsiquiatrico a un modelo, entonces con una gestión desde el
paradigma científico, en función de los modelos Prehistóricos y con la aplicación sobre los
datos obtenidos del registro fósil arqueológico. Es decir, constituir un modelo práctico
sobre tales datos, que nos permita analizar la forma (qué buscamos) y el fondo (cómo
buscarlo) de la conducta paleolítica, logrando con su articulación una metodología útil. Un
intento en este sentido se ha realizado por el método multidisciplinar de la Arqueología
cognitiva (orientación psicobiológica).

Estaría constituido por las capacidades cognitivas de los homínidos del paleolítico.
Sin embargo, el término de capacidades cognitivas es excesivamente genérico y poco
preciso. Es necesario profundizar en aquellas capacidades cognitivas que puedan ser
rastreados en el registro arqueológico, adquiriendo un valor primordial en el estudio de la
conducta prehistórica. Al poder ser analizadas en el tiempo (cronología) y en el espacio
(distribución geográfica), son susceptibles de poder compararse con las de otros
homínidos de cualquier periodo, naturalmente dentro de los límites que el registro
arqueológico nos permita y de la metodología que usemos.
Se procurará que los sujetos de los cinco grupos presenten un perfil
sociodemográfico similar en cuanto a edad y género. Las sesiones de evaluación se
estructurarán todas del mismo modo, a excepción de la primera en que se realiza la
anamnesis. En el caso de las tres sesiones de evaluación en el pretest, en la primera de
ellas se realizará la anamnesis, y en las dos siguientes se cumplimentarán las distintas
pruebas psicométricas en una sala en la que el paciente se encontrará sólo, de modo que
únicamente para las instrucciones iniciales y en caso de dudas le asistirá el clínico. En el
caso de las dos sesiones restantes de postest y de S1 y S2, en las que se cumplimentan las
mismas pruebas psicométricas que en el pretest, el procedimiento será el mismo que en
el indicado para ese caso.

La estructura general de las sesiones de TCC y combinado tendrá tres partes


fundamentales: a) revisión del funcionamiento psicológico en la semana precedente, así
como de las tareas de auto-registro prescritas; b) entrenamiento cognitivo-conductual
(resolución de dudas, clarificación de conceptos, pautas a seguir ante las dificultades de
afrontamiento); y c) establecimiento de objetivos, prescripción de nuevas tareas de
evaluación y cognitivo-comportamentales para la semana siguiente y, en el caso de las
condiciones de tratamiento combinado, si procede, prescripción de ajustes en el
tratamiento. En los grupos de tratamiento farmacológico exclusivamente, la estructura de
la sesión se ceñirá a la revisión de los efectos del fármaco en el funcionamiento
psicológico y orgánico en la semana precedente y, en su caso, a la prescripción de ajustes
en el tratamiento.

Los grupos recibirán distintos tratamientos y esto se reflejará en las puntuaciones


obtenidas con los instrumentos que miden la sintomatología ansioso-depresiva y
obsesivo-compulsiva en las diferentes medidas postest, S1 y S2.

Analizando, después, la casuística de los seguimientos que no evolucionen


satisfactoriamente con los tratamientos paradigmáticos al uso, estos pacientes serán
sometidos a psicoterapia individual mediante un protocolo personalizado, abierto y
semiestructurado, ahondando en el conocimiento estricto de los mecanismos del
pensamiento y de las estructuras de reformulación cognitiva-conductual; trabajando
también un enfoque desde una perspectiva crítica de reflexión analítica profunda, en un
paradigma psicodinámico y referida sobre una línea pedagógica de investigación que
trabaje todos los aspectos formales, educativos y multidisciplinares de la vida particular
(vinculados a la infancia nuclear) y vinculados, luego, al aprendizaje social que pueda
afectar a cada paciente. Se les pasarán iguales auto-registros de control a los
anteriormente comentados, antes y durante la evolución del tratamiento ensayado (que
constará de sesiones sucesivas, quincenales, durante un año) y sus ulteriores
seguimientos (a los seis meses, al año y a los dos años de esta última alta clínica), a fin de
objetivar las ventajas significativas o no de este tratamiento de apoyo y seguimiento de
psicoterapia, empleando procedimientos estadísticos.

CAPITULO 14. ANÁLISIS ESTADÍSTICO DE LOS DATOS


Los datos obtenidos se analizarán con el paquete estadístico Statistics, SPSS 22.0.
Se hace una prueba de homogeneidad de varianza, calculando el estadístico de Levenne y
en caso de que resulte negativa se optará por implementar una prueba no paramétrica,
Kruskal-Wallis, y las correspondientes pruebas post-hoc, U de Mann-Whitney, para
verificar la existencia de diferencias significativas entre los distintos grupos de
tratamiento y entre los distintos momentos en que se efectuó la evaluación dentro de
cada grupo (diferencias intergrupo e intragrupo).

Una vez obtengamos los resultados y detalladamente expresado a través de


representaciones gráficas en soporte informático, para el segundo año de investigación,
los comentaremos debidamente, contrastando nuestras hipótesis de trabajo con la
bibliografía actualizada de los distintos autores, procediendo, además, a elaborar la
discusión y las conclusiones que de ellas se deriven.
Los resultados evaluados se presentan con la mediana ± rango para (n) pacientes
de cada grupo. La comparación entre los distintos grupos experimentales fue evaluada
por pruebas no paramétricas; en concreto, una prueba de Kruskal-Wallis para todos los
casos, y las correspondientes pruebas post-hoc, U de Mann-Whitney, para verificar la
existencia de diferencias significativas entre los distintos momentos en que se efectuó la
evaluación dentro de cada grupo (diferencias intragrupo), y entre los distintos grupos de
tratamiento (diferencias intergrupo).

La estadística no paramétrica es una rama de la estadística que estudia las pruebas


y modelos cuya distribución subyacente no se ajusta a los llamados
criterios paramétricos. Su distribución no puede ser definida a priori, pues son los datos
observados los que la determinan. La utilización de estos métodos se hace recomendable
cuando no se puede asumir que los datos se ajusten a una distribución conocida, cuando
el nivel de medida empleado no sea, como mínimo, de intervalo.

Se denomina prueba de chi cuadrado, χ², a cualquier prueba en la que


el estadístico de contraste utilizado sigue una distribución en donde su hipótesis nula sea
cierta. Algunos ejemplos son la prueba χ² de Pearson, que tiene numerosas aplicaciones
en: a) la prueba de frecuencia; b) la prueba de independencia y c) la prueba de bondad en
el ajuste.
La prueba U de Mann-Whitney es la versión no paramétrica de la prueba t de
Student. Se emplea para comprobar la heterogeneidad de dos muestras
ordinales independientes. El planteamiento de partida es: a) Las observaciones de ambos
grupos son independientes; b) Las observaciones son variables ordinales o continuas; c)
Bajo la hipótesis nula, la distribución de partida de ambos grupos es la misma; y d) Bajo la
hipótesis alternativa, los valores de una de las muestras tienden a exceder a los de la otra:
P (X > Y) + 0.05 P (X = Y) > 0.05.
La prueba de Kruskal-Wallis es una extensión de la prueba de la U de Mann-
Whitney para 3 o más grupos. Resulta un método no paramétrico en el que probar si un
grupo de datos proviene de la misma población. La prueba de Kruskal-Wallis no
asume normalidad en los datos que están reemplazados por categorías, en oposición al
tradicional ANOVA. Sí asume, bajo la hipótesis nula, que los datos vienen de la misma
distribución.
Para analizar la relación de variables cualitativas nominales el contraste de
hipótesis se llevó a cabo la prueba de χ². La prueba H de Kruskal-Wallis se usó para
comparar más de dos grupos independientes. Una vez que este test proporcionó
resultados significativos (lo que quiere decir que, en al menos dos grupos, hay diferencias
pero no sabemos en cuáles de ellos (ni cuántas hay), para saber qué grupos difieren entre
sí se realizó un análisis post-hoc (comparaciones dos a dos) que fue abordado mediante la
prueba de Mann-Whitney sobre cada par de grupos para verificar la existencia de
diferencias significativas entre los distintos grupos de tratamiento y entre los distintos
momentos en que se efectuó la evaluación dentro de cada grupo (diferencias intergrupo
e intragrupo).
PARTE V. RESULTADOS

La libertad es como la vida, sólo la merece quien sabe conquistarla


todos los días (Johann Wolfgang Von Goethe, 1749-1832).

La libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor


(Albert Camus, 1913-1960).
CAPÍTULO 1

1. PSICOPATOLOGÍA OBSESIVA EN HOMO SAPIENS SAPIENS

1.1. RESULTADOS DEL ESTUDIO SOBRE OBSESIVIDAD EN EL HOMO SAPIENS:


ACLARACIÓN PRELIMINAR SOBRE LAS TABLAS

Los datos obtenidos para la aproximación al estudio de las características


cognitivas de los Homo sapiens fueron analizadas mediante el paquete estadístico
SPSS.20 (2015), implementando pruebas no paramétricas aplicadas a la valoración de
nuestro estudio; en concreto, una prueba Kruskal-Wallis para todos los casos, y las
correspondientes pruebas post-hoc, U de Mann-Whitney, para verificar la existencia de
diferencias significativas entre los distintos grupos de tratamiento y entre los distintos
momentos en que se efectuó la evaluación dentro de cada grupo (diferencias intergrupo
e intragrupo).

Respecto a los valores que hemos obtenidos para el Homo sapiens sapiens, estos
nos permiten realizar las comparaciones pertinentes con los valores de las puntuaciones
obtenidas por los 5 grupos de tratamiento en las distintas fases de este estudio (pret-test,
post-test, S1 y S2) que aparecen recopiladas en la Tabla 5.2, en la que figuran las escalas
destinadas a evaluar ansiedad y depresión y en la Tabla 5.3, que mide específicamente
ansiedad obsesiva o TOC.

En las Tablas 4.3 y 4.4, correspondientes a la Parte IV de esta tesis, Material y


Método, ya se ofrecieron los valores que se consideran dentro de la normalidad para cada
una de las escalas e inventarios utilizados en la evaluación de ansiedad, depresión y TOC
efectuada en este estudio; éstas referencias pueden ser aplicados (incluso con el entorno
de una menor ventana, <50%, para el rango estadístico caracterizado en cada uno de los
auto-registros) respecto a los valores de referencia en la normalidad para el patrón de la
psicología que se aplicase al Homo neanderthalensis.
1.2. SUPUESTO INICIAL

Nuestro objetivo, como ya se ha referido, más que ahondar en las similitudes


cognitivas de los homínidos anteriores y del género Homo primitivo, es establecer las
diferencias de facto entre las especies humana del paleolítico, el abordaje profundo de
sus capacidades cognitivas, sus habilidades conductuales, la percepción e introspección
capaz de interiorizar las sensaciones cotidianas, y la percepción social que condicione con
sus disposición cerebral de extroyectar el arte a través de sus manifestaciones gráficas.

El comportamiento exclusivo o diferenciado de los homínidos primitivos desde


hace millones de años, nos lleva a plantearnos las posibilidades neurológicas respecto de
las capacidades cognitivas del Homo neanderthalensis versus Homo sapiens sapiens en
función de los restos arqueológicos con los que en la actualidad contamos, el abordaje de
la arqueología etnográfica y sobre todo de los avances neurocientíficos, con los
desarrollos paradigmáticos de la psiquiatría y la psicología, reunidos en lo que
actualmente se empieza a denominar la arqueología cognitiva.

Así, en relación al axioma nº 1, que hemos propuesto:

Los cinco grupos debían en ser homogéneos en: a) las distintas variables de
sintomatología obsesivo-compulsiva, ansiedad y depresión; b) las variables
sociodemográficas (sexo y edad); c) los antecedentes psiquiátricos familiares; y d) la
historia de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos anteriores.

En la Tabla 5.1, se muestran los resultados estadísticos de las variables


sociodemográficas estudiadas: sexo, edad, estado civil, historia de antecedentes
psiquiátricos familiares, o la existencia de que con anterioridad el paciente haya estado
sometido a otros tratamientos bajo paradigma de reformulación cognitivo-conductual.
Así, constatamos que:
1º. No existe asociación estadística significativa (nivel de significación p ≤
0,05), entre la variable grupo y género [(4)=1,325, p=0,857], ni entre grupo y estado
civil del paciente [(12)= 17,779, p=0,123].
2º. Así mismo, respecto a las variables sociodemográficas, no se han hallado
diferencias estadísticamente significativas entre los cinco grupos considerando la variable
edad de los pacientes [(4) = 49,715, p=0,606].
3º. Por otra parte, tampoco hay asociación estadística significativa entre los
pacientes de cada uno de los grupos de tratamiento y la posible existencia de
antecedentes psiquiátricos familiares [(4)=3,073, p=0,546], ni entre grupo e historial de
tratamientos psicofarmacológicos solos o combinados con terapia cognitivo-conductual
[(4)=5,498, p=0,240].


P
Variables Sociodemográficas 


Edad (4)=49,715, p=0,606.


Sexo (4)=1,325 p=0,857


Estado civil (4)=17,779 p=0,123



Antecedentes psiquiátricos familiares  (4)=3,073 p=0,546


Tratamiento psicofarmacológicos y

 (4)=5,498 p=0,240
combinados (TCC ± fármacos)

Tabla 5.1. Estadísticos Kruskal Wallis de las distintas variables sociodemográficas. Nivel de
significación (p≤ 0,05). Los resultados se obtuvieron usando el programa SPSS, 20 (2015).

El análisis de las puntuaciones obtenidas por los pacientes en el pre-test en los


distintos grupos de tratamiento en cuanto a las variables de sintomatología de
psicopatología para la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo para el
Homo sapiens sapiens ha sido sometido a una prueba cruzada de Kruskal-Wallis, lo que
puso de manifiesto que no existían diferencias estadísticamente significativas, lo cual
apoya el supuesto inicial de partida de que, en relación al axioma nº 2, que hemos
propuesto:
No existan diferencias intergrupo en los niveles de estas variables previos al
tratamiento, es decir, diferencias pre-test (Tabla 5.2, columna 1).

Así, los estadísticos obtenidos para el caso de depresión fueron (4)=0,643


p=0,958, (4)=2,135 p=0,711 y (4)=2,786 p=0,594 para BDI, HDRS y HAD-D ,
respectivamente.

De igual forma, el contraste de hipótesis usando el mismo test para comparar los
resultados de las medidas de ansiedad en los cinco grupos proporcionó los siguientes
estadísticos: para el HAD-A (subescala de ansiedad): (4)=1,718, p=0,787; para el BAI:
(4)= 4,417, p=0,353.

En el caso de las medidas obtenidas para el caso del TOC (Tabla 5.3, columna 1),
los resultados estadísticos fueron:

 para la Escala de Adaptación EA:  (4) = 2,062, p = 0,724.

 En la escala IBRO (4) = 9,252, p=0,06.

 En la subescala de obsesión del Y-BOCS (4) = 4,201, p = 0,380; en la subescala


de compulsión (4) = 3,496, p= 0,479; en la puntuación total (4)=2,434,
p=0,656.

 Finalmente, en la puntuación de frecuencia del OCI-R (4)=4,008, p=0,405; en


intensidad (4)=2,097, p=0,718; en la puntuación global (4)=4,195,
p=0,380.
Tabla 5.2. Resultados de la prueba de Kruskall Wallis de diferencias intergrupo para
cuestionarios de ansiedad y depresión obtenidos con los distintos test de evaluación en
los cinco grupos experimentales en los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test,
S1 y S2). Nivel de significación P ≤ 0,05. Los estadísticos de contraste y el nivel de
significación fueron obtenidos usando el programa SPSS, 20 (2015).

Prestest Postest Seguimiento 1 Seguimiento 2

   

BDI (4)=0,643; p=0,958 (4)=1,112; p=0,892 (4)=2,561; p=0,634 (4)=0,595; p=0,964

   

HDRS (4)=0,2135; p=0,711 (4)=4,130; p=0,389 (4)=3,351; p=0476 (4)=2,251; p=0,690

   

HAD-D    
Depresión (4)=2,786; p=0,594 (4)=1,037; p=0,904 (4)=0,239; p=0,993 (4)=1,218; p=0,875

   

HAD-A    
Ansiedad (4)=1.178; p=0,787 (4)=1,855; p=0,931 (4)=2,295; p=0,682 (4)=2,109; p=0,716

   

BAI (4)=4,417; p=0,353 (4)=2,786; p=0,594 (4)=2,523; p=0,971 (4)=1,166; p=0,884


Tabla 5.3. Resultados del test de Kruskall Wallis de diferencias intergrupo obtenidos con
los distintos test de evaluación del TOC en los cinco grupos experimentales en los cuatro
momentos de medida (pre-test, post-test, S1 y S2). Los estadísticos de contraste y el nivel
de significación fueron obtenidos usando el programa SPSS, 20 (2015).

Prestest Postest Seguimiento 1 Seguimiento 2

EA:    
  
Escala de Atribución  (4)=2,062; p=0,724  (4)=27,963;p=0,0001  (4)=41,004;p<0,0001 (4)=49,514; p<0,0001

   

IBRO (4)=9,252; p=0,055 (4)=42,218;p<0,0001 (4)=49,628;p<0,0001 (4)=43,912; p<0,0001

   
  
Y-BOCS: Escala de  (4)=4.201; p=0,380  (4)=15,033; p=0,005  (4)=17,042; p=0,002 (4)=12,695; p=0,02

Obsesiones

   
  
Y-BOCS: Escala de  (4)=3.496; p=0,479  (4)=11,261;p=0,024  (4)=9,806; p=0,044
 (4)=12,559; p=0,014
Compulsiones

   

Y-BOCS: Escala de    
  
Obsesiones y  (4)=2.434; p=0,656  (4)=15,786; p=0,003  (4)=13,686; p=0,008  (4)=14,338; p=0,006

compulsiones.
Puntuación Total.

   
  
OCI-R: Inventario  (4)=4.008; p<0,405  (4)=17,035; p<0,002  (4)=26,292;p<0,0001 (4)=23,789; p<0,0001

obsesión/compulsión.
Total frecuencia.
   
  
OCI-R: Inventario  (4)=2.097; p<0,718  (4)=18,459; p<0,001  (4)=27,210; p<0,001 (4)=23,154; p<0,0001

obsesión/compulsión.
Total Intensidad

   
  
OCI-R: obsesiones y  (4)=4,195; p<0,001  (4)=19,899; p<0,001  (4)=27,765;p<0,0001 (4)=25,853; p<0,0001

compulsiones.
Global
Tabla 5.4. Resultados obtenidos en los test ansiedad y depresión en los grupos
experimentales. Las puntuaciones fueron obtenidas en cada grupo en los cuatro
momentos de medida pre-test, post-test, S1 y S2. Los contrastes intragrupo, post-hoc
(Mann Whitney), se realizaron entre las muestras pre-test, post-test, post-test-S1 y S1-
S2.
Grado de significación de las diferencias: en comparación con pre-test*p<0,05; **p<0,005;
*** p<0,001 y **** p< 0,0001. En comparación con post-test +p<0,05, ++ p<0,01, +++ p<0,001
y ++++ p<0,0001. Los resultados se expresan en mediana ± RICS (rango intercuartílico
superior).

Tiempo de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5


TEST medida

BDI: Pre-test 8,50 ± 7,75 11 ± 3,75 9,00 ± 7,00 10,50 ± 5,50 11,00 ± 5,00
Cuestionario de
Post-test 5,00 ± 2,75 ** 6,00 ± 2,00** 6,00 ± 1,00** 5,00 ± 3,00*** 6,00 ± 2,50****
depresión de
Beck. S1 5,50 ± 1,25** 6,00 ± 2,75* 6,00 ± 1,00** 6,00 ± 1,25*** 6,00 ± 2,00****
S2 6,00 ± 2,00* 6,50 ± 2,25* 7,00 ± 1,00* 5,50 ± 2,50*** 7,00 ± 1,50**

HDRS: Pre-test 12,00 ± 1,00 12,50 ± 3,75 12,00 ± 4,00 12,00 ± 5,25 12,00 ± 5,00
Escala
Post-test 6,00 ± 2,75**** 7,50 ± 2,50*** 7,00 ± 2,00** 7,50 ± 3,75* 7,00 ± 2,50****
de Hamilton
para la S1 6,50 ± 2,50** 8,00 ± 5,00* 8,00 ± 3,00* 8,00 ± 5,25* 7,00 ± 5,50***
evaluación S2 6,00 ± 8,75*** 7,00 ± 3,00*** 7,00 ± 3,00** 7,00 ± 2,25* 6,00 ± 3,50****
depresión.

HAD-D Pre-test 5,50 ± 0,50 6,00 ± 0,75 6,00 ± 0,00 6,00 ± 0,25 6,00 ± 1,00
Depresión
Post-test 3,00 ± 1,00**** 4,00 ± 0,00**** 4,00 ± 0,00*** 3,00 ± 1,00**** 4,00 ± 0,50****
Escala
depresión en S1 4,0 ± 1,00+ 4,50 ± 0,50* 5,00 ± 1,00 5,00 ± 0,0* 5,00 ± 0,50*
hospital S2 7,00 ± 5,25* 4,50 ± 1,50* 4,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00* 5,00 ± 1,00*

HAD-A Pre-test 9,50 ± 4,50 10,00 ± 4,00 8,00 ± 6,00 9,50 ± 4,75 11,00±3,00
Ansiedad: Post-test 7,00 ± 1,00* 7,00 ± 2,00* 7,00 ± 2,00 6,50 ±1,75* 8,00 ± 1,00**
Escala ansiedad S1 6,00 ± 1,00** 7,00 ± 1,00* 7,00 ± 1,00 7,00 ± 2,25* 7,00 ± 0,50****
en hospital
S2 6,00 ± 2,00* 6,50 ± 1,25* 6,00 ± 2,00* 6,00 ± 2,00 6,00 ± 1,00****

BAI: Pre-test 13,00 ± 13,00 13,50 ± 12,25 14,00 ± 11,00 21,00 ± 8,00 26,00 ± 12,00
Cuestionario de
ansiedad de
Beck Post-test 11,50 ± 4,50 10,50 ± 5,50 16,00 ± 4,00 14,00 ± 3,00 15,00 ± 7,50*

S1 10,50 ± 7,75 9,50 ± 8,25 11,00 ± 5,00 10,00 ± 7,00 11,00 ± 8,00*

S2 8,00 ± 5,50*+ 10,00 ± 2,00 8,00 ± 6,00*+ 9,50 ± 6,50* 9,00 ± 5,00+***
Tabla 5.5. Porcentaje de disminución intragrupo respecto al pre-test en las puntuaciones
obtenidas en ansiedad y depresión con los distintos test de evaluación en los grupos
experimentales. En rojo se señalan los porcentajes de evolución contraria.

Test de
Tiempo de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Evaluación
medida
Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

BDI: Post-test 58,82% 54,54% 66,66% 47,61% 54,54%


Cuestionario
de depresión de
S1 64,70% 54,54% 66,66% 57,14% 54,54%
Beck.

S2 70,58% 59,09% 77,77% 52,38% 63,63%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

HDRS: Post-test 50% 60% 58,33% 62,5% 58,33%


Escala de
Hamilton para
S1 54,16% 64% 66,66% 66,66% 58,33%
la evaluación
depresión.
S2 50% 56% 58,33% 58,33% 50%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

HAD-A Post-test 54,54% 66,66% 75% 50% 66,66%


Depresión
Escala
S1 72,72% 75% 83,33% 83,33% 83,33%
depresión en
hospital
S2 -27% 75% 66,66% 66,66% 83,33%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


HAD-A
Ansiedad: Post-test 73,68% 70% 87,5% 68,42% 72,72%

Escala
ansiedad en S1 63,15% 70% 87,5% 73,68% 63,63%
hospital.
S2 63,15% 65% 75% 63,15% 54,54%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

BAI: Post-test 88,46% 77,77% -14,28% 66.66% 57,69%


Cuestionario
de ansiedad de
Beck S1 80,76% 70,37% 78,57% 47,61% 42,30%

S2 61,53% 74,07% 57,14% 45,23% 34,71%


Tabla 5.6. Resultados de la prueba de Kruskall Wallis de diferencias intragrupo (pre-test, post-test, S1 y S2) aplicada a las puntuaciones
obtenidas en cada uno de los test de depresión y ansiedad en los cinco grupos experimentales. Los estadísticos de contraste de los análisis y el
nivel de significación que fueron obtenidos mediante el programa SPSS.

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5


BDI: Cuestionario     
de depresión de     
 (3)=13,502; p=0,004  (3)=11,603; p=0,009  (3)=12,590; p=0,006  (3)17,167; p=0,001  (3)=19,658; p<0,0001
Beck.
Escala de     
Hamilton para la     
evaluación (3)=24,317; p<0,0001
(3)=17,831; p<0,0001 
 (3)=12,819; p=0,005 
 (3)=11,025; p=0,012 
 (3)=9,197; p=0,027
depresión,
HDRS.
Escala depresión 
en hospital, (3)=16,200; p=0,001 (3)=13,742; p=0,003 (3)=10,442; p=0,015 (3)=16,040; p=0,001 (3)=17,169; p=0,001
HAD-D.
Escala ansiedad
en hospital, (3)=10,875; p=0,012 (3)=8,814; p=0,032  (3)=6,154; p=0,104  (3)=6,281; p=0,099 (3)=22,789; p<0,0001
HAD-A.
BAI:
Cuestionario de (3)=5,980; p=0,113 (3)=2,101; p=0,0552 (3)=7,338; p=0,062 (3)6,128; p=0,106 3)=14,037; p=0,003
ansiedad de
Beck.
Tabla 5.7 Resultados de la prueba de Kruskall Wallis de diferencias intragrupo (pre-test, post-test, S1 y S2) aplicada a las puntuaciones
obtenidas en los test de evaluación del TOC en los cinco grupos experimentales. Los estadísticos de contraste de los análisis y el nivel de
significación que fueron obtenidos mediante el programa SPSS.

Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5


Y-BOCS: Escala
(3)=57,368; p<0,0001 (3)=13,873; p=0,003 (3)=7,017; p=0,071 (3)=38,123; p<0,0001 (3)=40,210 ;p<0,0001
de Obsesiones

Y-BOCS: Escala
(3)=56,093; p<0,0001 (3)=13,014; p=0,005 (3)=15,828; p=0,001 (3)=32,300; p<0,0001 (3)=36,977; p<0,0001
de Compulsiones

Y-BOCS: Escala
de Obsesiones y (3)=59,957 p<0,0001 (3)=14,643; p=,002 (3)=12,527; p<0,0001 (3)37,449; p<0,0001 3)=43,612; p=0,001
compulsiones.
OCI-R: Inventario
frecuencia (3)=44,431; p<0,0001 (3)=12,039; p=0,007 (3)=10,603M; p=0,014 (3)=21,101; p<0,0001 (3)=36,295; p<0,0001
obsesión.
OCI-R:
Intensidad (3)=39,470; p<0,0001 (3)=7,019; p=0,071 (3)=17,284; p=0,001 (3)=22; p<0,0001 (3)=29,235; p<0,0001
compulsiones
OCI-R: obsesiones
y compulsiones. (3)=42,892; p<0,0001 (3)=42,892; p<0,0001 (3)=42,892; p<0,0001 (3)=24,504; p<0,0001 (3)=33,972; p<0,0001
Global
EA: Escala
(3)=57,627; p<0,0001 (3)=28,601; p<0,0001 (3)=26,254; p<0,0001 (3)40,403; p<0,0001 (3)46,750; p=0,001
de atribución

IBRO (3)=65,698; p<0,0001 (3)=33,120; p<0,0001 (3)27,862; p<0,0001 (3)=33,085; p<0,0001 (3)=53,950; p<0,0001
Tabla 5.8. Comparación intergrupo del efecto de los distintos tratamientos sobre la
puntuación obtenida en la escala EA en diferentes momentos (pre-test, post-test, S1 y
S2). Las puntuaciones se obtuvieron para en cada grupo en los cuatro momentos de
medida (pre-test, post-test, S1 y S2). Los resultados se expresan como mediana ± RICS
(Rango Intercuartílico Superior). Los contrastes post-hoc se llevaron a cabo usando el test
de Mann Whitney. Grado de significación de diferencias intergrupo:

En comparación con grupo 2 ■ p<0,05; ■■ p<0,01; ■■■ p<0,001 y ■■■■ p<0,0001; con
grupo 3 ♦ p<0,05; ♦♦ p<0,01; ♦♦♦ p<0,001 y ♦♦♦♦ p<0,0001; con grupo 4 ◊ p<0,05; ◊◊ p<
0,01; ◊◊◊ p< 0,0001 y ◊◊◊◊ p< 0,0001 y con grupo 5 ○ p<0,05; ○○ p< 0,01; ○○○ p<0,001 y
○○○○ p<0,0001.

TRATAMIENTO
Tiempo
ESCALA de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Medida

Pre-test 19,00 ± 1,75 21,00 ± 1,00 18,00 ± 4,00 20,00 ±1,25 18,00 ± 6,00-

■■■■ ■■■■
Post-test ♦♦♦♦ ♦♦♦♦

9,00 ± 2,00 13,50 ± 1,00 11,00 ± 2,00 7,00 ± 2,00 7,00 ± 3,00

EA ■■■■ ■■■ ■■■■


S1 ♦♦♦♦ ♦♦♦♦ ♦♦♦♦
◊◊◊
○○○○
5,00 ± 2,00 13,00 ± 3,70 13,00 ± 3,00 8,00 ± 1,00 7,00 ± 2,50

■■■■ ■■■■ ■■■■


S2 ♦♦♦ ♦♦ ♦♦♦♦
◊◊
○○○○
4,00 ± 2,00 15,50 ± 2,25 10,00 ± 3,00 7,00 ± 1,00 8,00 ± 1,00

376
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.9.- Comparación intergrupo del efecto de los distintos tratamientos sobre la
puntuación obtenida en la escala IBRO en diferentes momentos (pre-test, post-test, S1 y
S2). Las puntuaciones se obtuvieron para en cada grupo en los cuatro momentos de
medida (pre-test, post-test, S1 y S2). Los resultados se expresan en mediana ± RICS
(Rango Intercuartílico Superior). Los contrastes post-hoc se llevaron a cabo usando el test
de Mann Whitney. Grado de significación de diferencias intergrupo:
En comparación con grupo 2 ■ p<0,05; ■■ p<0,01; ■■■ p<0,001 y ■■■■ p<0,0001; con
grupo 3 ♦ p<0,05; ♦♦ p<0,01; ♦♦♦ p<0,001 y ♦♦♦♦ p<0,0001; con grupo 4 ◊ p<0,05; ◊◊ p<
0,01; ◊◊◊ p< 0,0001 y ◊◊◊◊ p< 0,0001 y con grupo 5 ○ p<0,05; ○○ p< 0,01; ○○○ p<0,001 y
○○○○ p<0,0001.

GRUPOS DE TRATAMIENTO
ESCALA Tiempo
de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Medida

100,50 ± 4,25 94,50 ± 7,25 89,00 ± 13,00 86,00 ± 12,25 93,00 ± 7,50
Pre-test

■■■■ ■■■■
♦♦♦♦ ♦♦♦♦

IBRO Post-test 44,00 ± 11,50 54,00 ± 6,75 56,00 ± 5,00- 31,50 ± 4,75 32,00 ± 8,00

■■■■ ■■■■ ■■■■


♦♦♦♦ ♦♦♦♦
S1
37,00 ± 5,50 56,00 ± 12,50 62,00 ± 13,00 32,50 ± 6,00 31,00 ± 9,00

■■■■ ■■■■ ■■■■


♦♦♦♦ ♦♦♦♦ ♦♦♦♦
S2
32,50 ± 11,00 58,50 ± 10,00 62,00 ±13,00 35,00 ± 9,25 32,00 ± 6,50

377
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.10. Comparación intergrupo del efecto de los distintos tratamientos sobre la
puntuación obtenida en la escala Y-BOCS en diferentes momentos (pre-test, post-test, S1
y S2). Las puntuaciones se obtuvieron para en cada grupo en los cuatro momentos de
medida (pre-test, post-test, S1 y S2). Los resultados se expresan en mediana ± RICS
(Rango Intercuartílico Superior). Los contrastes post-hoc se llevaron a cabo usando el test
de Mann Whitney. Grado de significación de diferencias intergrupo.
Comparación con grupo 2 ■ p<0,05; ■■ p<0,01; ■■■ p<0,001 y ■■■■ p<0,0001; con grupo 3 ♦
p<0,05; ♦♦ p<0,01; ♦♦♦ p<0,001 y ♦♦♦♦ p<0,0001; con grupo 4 ◊ p<0,05; ◊◊ p< 0,01; ◊◊◊ p<
0,0001 y ◊◊◊◊ p< 0,0001 y con grupo 5 ○ p<0,05; ○○ p< 0,01; ○○○ p<0,001 y ○○○○ p<0,0001.

GRUPO DE TRATAMIENTO
Tiempo de
Escala.
Medida GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5

Y-BOCS Pre-test 12,00 ± 2,00 13,00 ± 3,75 12,00 ± 4,00 13,00 ± 3,00 12,00 ± 4,00
Obsesiones
■■ ■■
Post-test
6.00 ± 2,75 6,00 ± 3,50 6,00 ± 5,00 ♦ ♦
4,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00

■■ ■■■
S1
6,00 ± 2,00 7,50 ± 4,25
7,00 ± 2,00 ♦♦♦
5,50 ± 1,50
4,00 ± 1,00

■ ■ ■■ ♦♦
S2
8,50 ± 3,25
6,00 ± 2,75 7,00 ± 4,00 4,00 ± 2,00
6,00 ± 1,25
Y-BOCS Pre-test 13,00 ± 1,00 10,50 ± 3,50 13,00 ± 2,00 12,00 ± 2,25 10,00 ± 4,50
Compulsiones

Post-test 6,00 ± 1,00 5,00 ± 2,75 5,00 ± 2,00 4,00±2,00 4,00 ± 1,00

■ ■
S1
4,50 ± 3,00 6,00 ± 3,50 6,00 ± 2,00 ♦ ♦
4,00 ± 1,00 4,00 ± 1,00

■ ■ ■■■ ♦
S2 8,00 ± 1,00 6,00 ± 0,00
5,00 ± 1,75 5,00 ± 1,00 3,00 ± 1,00

Y.BOCS
Punt. Total Pre-test 25,00 ± 2,00 26,00 ± 4,25 25,00 ± 5,00 26,00 ± 1,25 24,00 ± 5,00

■■ ♦ ■■■ ♦
Post-test
13,00 ± 2,00 11,00 ± 5,75 13,00 ± 5,00 8,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00

■■ ■■ ♦
S1
11,00 ± 3,00 14,00 ± 4,75 14,00 ± 5,00 9,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00

■ ■■ ■■ ■■ ♦
S2
11,50 ± 2,50 16,00± 3,75 11,00 ± 7,00 9,00 ± 3,25 8,00 ± 1,50

378
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

V.D. Tiempo GRUPO DE TRATAMIENTO


Variable de
Dependie Medida GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
nte

OCI-R. Pre-test 10.050 ± 1.625 9.200 ± 3.075 10.000 ± 800 7.850 ± 23,00 9.700 ± 0.800
Total
Frecuenci
♦ ■ ♦♦♦ ■ ♦♦
Post-test
a 3.850 ± 0.2000 5.850 ± 0.850 6.200 ± 1.00 3.300 ± 0.625 4,00 ± 0.150

■■■ ♦♦♦♦ ■ ♦♦♦♦ ■ ♦♦♦♦


S1
2.950 ± 1.000 6.200 ± 1.275 7.100 ± 8,00 3.550±0.875 3.800 ± 0.7,00

■■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦


S2
3.600 ± 1.375 6.750 ± 1.025 6.800 ± 1.600 3.800 ± 0.875 3.800 ± 1.000

OC-R. Pre-test 8.100 ± 1.100 7.600 ± 2.350 8.00 ± 2.100 6.050 ± 2.875 8.800 ± 1.300
Total
Intensida
♦ ■■ ♦♦♦ ■ ♦♦
Post-test
d 3.250 ± 8,25 4.650 ± 1.500 4.,00 ± 0.700 1.950 ± 1.650 2.900 ± 0.550

■■■■ ♦♦♦♦ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦♦


S1 5.000 ± 1.000
2.550 ± 6.,25 6.000 ± 1.000 2.850 ± 0.875 3.000 ± 0.95

■■■■ ♦♦♦♦ ■ ♦♦ ■■ ♦♦
S2 4.600 ± 1.550
2.200 ± 1.375 5.000 ± 1.700 3.00 ± 0.325 3.000 ± 0.650

OCI-R. Pre-test 18.450 ± 1.600 18.550 ± 2.175 18.700 ± 0.600 15.050 ± 3.425 17.00 ± 1.850
Puntuació
n ■ ♦♦ ■ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦
Post-test
Global 7.450 ± 2.525 11.100 ± 1.100 11.200 ± 0.400 5.800 ± 1.725 6.600 ± 0.700

■■■■ ■■ ■■
S1
♦♦♦♦ ♦♦♦ ♦♦♦♦
12.050 ± 1.525 13.200 ±1.600
5.650 ± 1.475 6.600 ± 1.300 7.000 ± 1.150

■■■■ ♦♦♦♦ ■■ ♦♦ ■■ ♦♦
S2
6.650 ± 1.350 12.300 ± 1.900 11.700 ± 2.200 7.300 ± 1.025 6.900 ± 1.950

Tabla 5.11.- Comparación intergrupo del efecto de los distintos tratamientos sobre la
puntuación obtenida en la escala OCI en diferentes momentos (pre-test, post-test, S1 y
S2). Las puntuaciones se obtuvieron para en cada grupo en los cuatro momentos de
medida (pre-test, post-test, S1 y S2). Los resultados se expresan en mediana ± RICS
(Rango Intercuartílico Superior). Los contrastes post-hoc se llevaron a cabo usando el test
de Mann Whitney.
Grado de significación de diferencias intergrupo: En comparación con grupo 2 ■
p<0,05; ■■ p<0,01; ■■■ p<0,001 y ■■■■ p<0,0001; con grupo 3 ♦ p<0,05; ♦♦ p<0,01; ♦♦♦
p<0,001 y ♦♦♦♦ p<0,0001; con grupo 4 ◊ p<0,05; ◊◊ p< 0,01; ◊◊◊ p< 0,0001 y ◊◊◊◊ p<
0,0001 y con grupo 5 ○ p<0,05; ○○ p< 0,01; ○○○ p<0,001 y ○○○○ p<0,0001.

379
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.3. HIPÓTESIS COMPARATIVA DE LA EVOLUCIÓN DE LOS TRATAMIENTOS


INTRAGRUPOS EN El TIEMPO

En las Tabla 5.12, se muestran los resultados obtenidos en ansiedad y depresión


con los distintos test de Evaluación en los grupos experimentales. Puntuaciones medias
obtenidas por cada grupo en los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test, S1 y S2)
para cada una de las variables INTRAGRUPO, en donde establecemos los porcentajes
medios obtenidos respecto a la mejoras registradas relación al pretest por cada N valores
de cada grupo (valor relativo que disminuye en relación a la mejora de la sintomatología
auto atribuida). En rojo se representan el porcentaje de retroceso respecto de las
puntuaciones pretest del auto-registro.

En la Tabla 5.13, se muestran los resultados obtenidos en TOC con los distintos
test de Evaluación en los grupos experimentales. Puntuaciones medias obtenidas por
cada grupo en los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test, S1 y S2) para cada
una de las variables INTRAGRUPO, en donde establecemos los porcentajes medios
obtenidos respecto a la mejoras registradas en relación al pretest (valor relativo que
disminuye en relación a la mejora de la sintomatología auto atribuida).

En la Tabla 5.14, se presentan las puntuaciones obtenidas por cada grupo en las
variables que miden ansiedad y depresión en los cuatro momentos de medida (pre-test,
post-test, S1 y S2) correspondientes al análisis principal intragrupo para cada una de las
variables; y los 3 contrastes post-hoc (Mann Whitney) intragrupo. Como ya se ha hecho
constar anteriormente, no hubo diferencias intergrupo en estas variables, lo que confirma
la homogeneidad de los grupos antes y durante el tratamiento respecto a las mismas.

En las Tabla 5.15, se presentan las puntuaciones obtenidas por cada grupo en las
variables que miden TOC en los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test, S1 y S2)

380
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

para cada una de las variables; y los 3 contrastes post-hoc (Mann Whitney) intragrupo
(para 2 muestras relacionadas: pretest, postest, post-test-S1 y S1-S2).

En las Tabla 5.16, se presentan las puntuaciones obtenidas por cada grupo en las
variables que miden TOC, (para 5 muestras independientes en tres momentos de medida
por separado, post-test, S1 y S2) correspondientes, respectivamente a los intergrupo, que
figuran representados en rojo.

En la Tablas 5.17 y 5.18, se presentan los estadísticos de contraste de los análisis


principales intragrupo para los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test,
seguimiento [S1] y seguimiento [S2]) (Kruskal-Wallis para 4 muestras relacionadas) para
cada una de las variables (ansiedad y depresión, adaptación y TOC), y en cada uno de los
5 grupos por separado.

En la Tablas 5.19 y 5.20, se presentan los estadísticos de contraste de los análisis


principales intergrupo en los cuatro momentos de medida (pe-test, post-test, S1 y S2)
(Kruskal-Wallis para 5 muestras independientes) para cada una de los cinco grupos de
tratamiento.

381
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.12. Puntuaciones medias obtenidas para cada variable INTRAGRUPO para ansiedad y
depresión, con los porcentajes medios respecto a las mejoras registradas en relación al pretest.
GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Test de
Tiempo de
Evaluación
medida
N=103 N=24 N=22 N=19 N=22 N=16

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

BDI: Post-test 58,82% 54,54% 66,66% 47,61% 54,54%


Cuestionario de
depresión de
Beck. S1 64,70% 54,54% 66,66% 57,14% 54,54%

S2 70,58% 59,09% 77,77% 52,38% 63,63%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


HDRS:
Escala de Post-test 50% 60% 58,33% 62,5% 58,33%
Hamilton para la
evaluación
depresión. S1 54,16% 64% 66,66% 66,66% 58,33%

S2 50% 56% 58,33% 58,33% 50%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


HAD-A Depresión
Escala depresión Post-test 54,54% 66,66% 75% 50% 66,66%
en hospital

S1 72,72% 75% 83,33% 83,33% 83,33%

S2 -27% 75% 66,66% 66,66% 83,33%

HAD-A Ansiedad: Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

Escala ansiedad
en hospital. Post-test 73,68% 70% 87,5% 68,42% 72,72%

S1 63,15% 70% 87,5% 73,68% 63,63%

S2 63,15% 65% 75% 63,15% 54,54%

BAI: Cuestionario Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


de ansiedad de
Beck
Post-test 88,46% 77,77% -14,28% 66.66% 57,69%

S1 80,76% 70,37% 78,57% 47,61% 42,30%

S2 61,53% 74,07% 57,14% 45,23% 34,71%

382
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.13 Resultados obtenidos en TOC con los distintos test de Evaluación.
Puntuaciones medias obtenidas por cada grupo en los cuatro momentos de medida
(pre-test, post-test, S1 y S2) para cada una de las variables INTRAGRUPO, en donde
establecemos los porcentajes medios obtenidos en relación al pretest por cada N de
grupo.

GRUPOS DE TRATAMIENTO
Tiempo
Test de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
de
Evaluación Media Media Porcentaje Media Media Media
medida
N=103 Porcentaje N=22 Porcentaje Porcentaje Porcentaje
N=24 N=19 N=22 N=16

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%

EA:
Post-test 57,89% 57,14% 61,11% 35% 38,88%
Escala
de S1 26,31% 61,90% 72,22% 40% 38.88%
Adaptación
S2 21,05% 73,80% 55,55% 35% 44,44%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


IBRO:
Inventario
Post-test 43.78% 57,14% 62,92% 43,60% 34,40%
de creencias
relacionada
S1 36,81% 59.25% 69,66% 37,79% 33,33%
con las
obsesiones
S2 32,33% 61.90% 58,42% 40,69% 34,40%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


Y-BOCS:
Escala de
Post-test 50% 46,15% 50% 30,76% 33,33%
Obsesiones
de Yale-
S1 50% 57,69% 58,33% 42,30% 33,33%
Brown

S2 50% 65,38% 58,33% 46,15% 33,33%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


Y-BOCS:
Escala de Post-test 46,15% 47,61% 38,46% 33,33% 40%
Compulsión
de Yale-
Brown S1 34,61% 57,14% 46,15% 33,33% 40%

S2 38,46% 76,19% 46,15% 41,66% 30%

383
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.13. Continuación.

Variables GRUPOS DE TRATAMIENTO


dependientes Tiempo
V.D. Test de de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Evaluación Medida Media Media Media Media Media
N=103 Porcentaje Porcentaje Porcentaje Porcentaje Porcentaje
N=24 N=22 N=19 N=22 N=16

Y-BOCS: Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


Escala de Post-test 52% 42,3% 52% 32,69% 33,33%
Obsesiones y
S1 44% 53,84% 56% 36,53% 33,33%
compulsiones.
Puntuación
S2 46% 61,53% 44% 34,61% 33,33%
Total.

OCI-R: Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


Inventario Post-test 38,30% 65% 62% 42,03 41,23%
obsesiones/ S1 29,35% 68,88% 71% 45,22% 39,17%
compulsiones.
S2 35,82% 75% 68% 48,40% 39,17%
Frecuencia.

OCI-R: Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


Inventario
obsesiónes/ Post-test 40,12% 61,18% 50,25% 32,23% 32,95%
compulsiones. S1 31,48% 65,78% 75% 46,28% 34,09%
Intensidad.
S2 27,16% 60,52% 62,5% 56,19% 34,09%

Pre-test 100% 100% 100% 100% 100%


OCI-R:
Obsesiones y Post-test 40,37% 59,83% 59,89% 38,53% 37,07%
compulsiones. S1 30,62% 64,95% 70,58% 43,85% 39,32%
Puntuación S2 36,04% 66,30% 62,56% 48,5% 38,76%
Total.

384
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.14. Puntuaciones obtenidas (A/D) por cada grupo en los cuatro momentos de medida
(pre-test, post-test, S1 y S2) para cada una de las variables; y los 3 contrastes post-hoc (Mann
Whitney) INTRAGRUPO (para 2 muestras relacionadas: pretest-postest, post-test-S1 y S1-S2)
correspondientes, a los dos análisis principales intragrupo. Distribución de puntuaciones por
consistencia interna (α de Cronbach).
Grado de significación diferencias intragrupo: En comparación con pre-test * p<0,05 (abarca
desde 0,006 a 0,045); **p=0,005 (abarca desde p< 0,002 a 0,005); *** p=0,001 y **** p< 0,0001.
En comparación con post-test + p<0,05, ++ p<0,01, +++ p<0,001 y ● p<0,0001. Md = mediana ±
RICS = rango intercuartílico superior.
GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Test de Tiempo de
Evaluación medida
Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS
Pre-test 8,50 ± 7,75 11 ± 3,75 9,00 ± 7,00 10,50± 5,50 11,00 ± 5,00

** ** ** *** ****
BDI: Post-test 6,00 ± 2,00 6,00 ± 1,00 5,00 ± 3,00 6,00 ± 1,50
5,00 ± 2,75
Cuestionario
** * ** *** ****
de depresión de
S1 5,50 ± 1,25 6,00 ± 2,75 6,00 ± 1,00 6,00 ± 1,25 6,00 ± 2,00
Beck.
* * * *** **
S2 6,00 ± 2,00 6,50 ± 2,25 7,00 ± 1,00 5,50 ± 2,50 7,00 ± 1,50
Pre-test 12,00 ± 1,00 12,50 ± 3,75 12,00 ± 4,00 12,00 ± 5,25 12,00 ± 5,00
**** *** ** * ****
HDRS: Post-test 6,00 ± 2,75 7,50 ± 2,50 7,00 ± 2,00 7,50±3,75 7,00 ± 2,50
Escala de ** * * * ***
Hamilton para S1 6,50 ± 2,50 8,00 ± 5,00 8,00 ± 3,00 8,00 ± 5,25 7,00 ± 5,50
la evaluación *** *** ** * ****
depresión. S2 6,00 ± 8,75 7,00 ± 3,00 7,00 ± 3,00 7,00 ± 2,25 6,00 ± 3,50
Pre-test 5,50 ± 0,50 6,00 ± 0,75 6,00 ± 0,00 6,00 ± 0,25 6,00 ± 1,00
**** **** *** **** ****
HAD-A Post-test 3,00 ± 1,00 4,00 ± 0,00 4,00 ± 0,00 3,00 ± 1,00 4,00 ± 050
Depresión + * * *
Escala S1 4,0 ± 1,00 4,50 ± 0,50 5,00 ±1,00 5,00±0,0 5,00 ± 0,50
depresión * * * *
en hospital S2 7,00± 5,25 4,50 ± 1,50 4,00± 2,00 4,00 ± 2,00 5,00 ± 1,00
Pre-test 9,50 ± 4,50 10,00 ± 4,00 8,00 ± 6,00 9,50 ± 4,75 11,00 ± 3,00
* * * **
Post-test 7,00 ± 1,00 7,00 ± 2,00 7,00 ± 2,00 6,50 ±1,75 8,00 ± 1,00
HAD-A
** * * ****
Ansiedad:
S1 6,00 ± 1,00 7,00 ± 1,00 7,00 ± 1,00 7,00 ± 2,25 7,00 ± 0,50
Escala
* * * ****
ansiedad en
S2 6,00 ± 2,00 6,50 ± 1,25 6,00 ± 2,00 6,00 ± 2,00 6,00 ± 1,00
hospital.
Pre-test 13,00 ± 13,00 13,50 ± 12,25 14,00 ± 11,00 21,00 ± 8,00 26,00 ± 12,00

*
BAI: Post-test 11,50 ± 4,50 10,50 ± 5,50 16,00 ± 4,00 14,00 ± 3,00 15,0 ± 7,50
Cuestionario
de ansiedad de *
S1 10,50 ± 7,75 9,50 ± 8,25 11,00 ± 5,00 10,00 ± 7,00 11,00 ± 8,00
Beck
* + * + * + ***
S2 8,00 ± 5,50 10,00 ± 2,00 8,00 ± 6,00 9,50 ± 6,50 9,00 ± 5,00

385
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5. 15. Resultados obtenidos en TOC con los distintos test de Evaluación en los grupos
experimentales. Puntuaciones obtenidas por cada grupo en los cuatro momentos de medida
(pre-test, post-test, S1 y S2) para cada una de las variables; y los 3 contrastes post-hoc (Mann
Whitney) INTRAGRUPO (para 2 muestras relacionadas: pretest-postest, post-test-S1 y S1-S2)
correspondientes a los dos análisis principales intragrupo. Distribución de puntuaciones por
consistencia interna (α de Cronbach).

GRUPOS DE TRATAMIENTOS ESTUDIADOS


Variables Tiempo
Dependientes, de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
V.D. Medida
Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS

Pre-test 19,00 ± 1,75 21,00 ± 1,00 18,00 ± 4,00 20,00 ± 1,25 18,00 ± 6,00
*** **** ● **** **** ****
EA: Post-test 11,00 ± 2,00 12,00 ± 1,00 11,00 ± 2,00 7,00 ± 2,00 7,00 ± 3,00
Escala
**** + **** **** **** ****
de Adaptación 8,00 ± 1,00 7,00 ± 2,50
S1 5,00 ± 2,00 13,00 ± 3,70 13,,00 ± 3,00
**** ++ *** **** **** ****
S2 4,00 ± 2,00 15,50 ± 2,25 10,00 ± 3,00 7,00 ± 1,00- 8,00 ± 1,00

Pre-test 100,50 ± 4,25 94,50 ± 7,25 89,00 ± 13,00 86,00 ± 12,25 93,00 ± 7,50
**** **** **** **** ****
IBRO: Post-test 44,00 11,50 54,00 ± 6,75 56,00 ±5,00- 31,50±4,75 32,00 ± 8,00
Inventario de
**** + **** **** + **** ****
creencias
relacionada S1 37,00 ± 5,50 56,00 ± 12,50 62,00 ± 13,00 32,50± 6,00 31,00 ± 9,00
con las **** ++ **** **** **** ****
obsesiones S2 32,50 ± 11,00 58,50± 10,00 52,00 ± 8,00 35,00 ± 9,25 32,00 ± 6,50

Pre-test 12,00 ± 2,00 13,00 ± 3,75 12,00 ± 4,00 13,00± 3,00 12,00 ± 4,00
Y-BOCS: **** **** * **** ****
Escala de Post-test 6,00 ± 2,75 6,00 ± 3,50 6,00 ± 5,00 4,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00
Obsesiones de
Yale-Brown **** *** **** ***
S1 6,00 ± 2,00 7,50 ± 4,25 7,00 ± 2,00 5,50 ± 1,50 4,00 ± 1,00
**** ** * **** ****
S2 6,00 ± 2,75 8,50 ± 3,25 7,00 ± 4,00 6,00 ± 1,25 4,00 ± 2,00

Pre-test 13,00 ± 1,00 10,50 ± 3,50 13,00 ± 2,00 12,00 ± 2,25 10,00 ± 4,50
Y-BOCS: **** *** **** **** ****
Escala de Post-test 6,00 ± 1,00 5,00 ± 2,75 5,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00 4,00 ± 1,00
Compulsiones **** ** * **** ****
de Yale-Brown
S1 4,50 ± 3,00 6,00 ± 3,50 6,00 ± 2,00 4,00 ± 1,00 4,00 ±1,00
**** * **** **** ****
S2 5,00 ± 1,75 8,00 ± 1,00 6,00 ± 1,00 5,00 ± 1,00 3,00 ± 1,00

Tabla 5.15. Continuación.

386
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

GRUPOS DE TRATAMIENTOS ESTUDIADOS


Variables Tiempo
GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
dependientes, de
V.D. Medida Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS

Pre-test 25,00 ± 2,00 26,00 ± 4,25 25,00 ± 5,00 26,00 ± 1,25 24,00 ± 5,00
Y-BOCS:
Escala de **** **** ** **** ****
Post-test
Obsesiones y 13,00 ± 2,00 11,00 ± 5,75 13,00 ± 5,00 8,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00
compulsiones.
**** *** * **** ****
Puntuación S1
11,00 ± 3,00 14,00 ± 4,75 14,00 ± 5,00 9,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00
Total.
**** * ** **** ****
S2
11,50 ± 2,50 16,00± 3,75 11,00 ± 7,00 9,00 ± 3,25 8,00 ± 1,50

Pre-test 10.050 ± 1.625 9.00 ± 1.075 10.000 ± 0.800 7.850 ± 2.300 9.700 ± 0.800
OCI-R:
Inventario **** ** **** **** ****
Post-test
obsesiones/ 3.850 ± 2.000 5.850 ± 0.850 6.200 ± 1.00 3.300 ± 0.625 4.00 ± 1.050
compulsiones. **** + ** * ****
S1
****
Total 2.950 ± 1.000 6.200 ± 1.275 7.100 ± 0.800 3.800± 0.700
3.550 ± 0.875
Frecuencia.
**** ** * **** ****
S2
3.600 ± 1.375 6.750 ± 1.025 6.800 ± 1.600 3.800 ± 0.875 3.800 ± 1,000

OCI-R: Pre-test 8.100 ± 1.100 7.600 ± 2.350 8.000 ± 2.100 6.050 ± 2.875 8.800 ± 1.300

Inventario **** ** ** **** ****


Post-test
obsesión/ 3.250 ± 0.825 4.650 ± 1.500 4.500 ± 0.700 1.950 ± 1.650 2.900 ± 0.550
compulsión. *** + ** ** + **** ****
S1
Total 2.550 ± 0.625 5.000 ± 1.000 6.000 ± 10,00 2.850 ± 0.875 3.000 ± 0.95
Intensidad. **** ++ * **** *** ***
S2
2.200 ± 1.375 4.600 ± 1.550 5.000 ± 1.700 3.400 ± 3.25 3.000 ± 0.650

OCI-R: Pre-test 18.450 ± 1.600 18.550 ± 2.175 18.700 ± 6.00 15.050 ± 3.425 17.800 ± 1.850

**** * *** **** ****


Post-test
7.450 ± 2.525 11.100 ± 1.100 11.200 ± 4.00 5.800 ± 1.725 6.600 ± 0.700
Obsesiones y
compulsiones. **** * *** ++ **** ****
S1
Puntuación 5.650 ± 1.475 12.050 ± 1.525 13.200 ±1.600 6.600 ± 1.300 7.000 ± 1.150

Total. *** * *** **** ****


S2
6.650 ± 1.350 12.300 ± 1.90 11.700 ± 2.200 7.300 ± 1.025 6.900 ± 1.950

Grado de significación diferencias intragrupo: En comparación con pre-test *p<0,05


(abarca desde 0,006 a 0,045); **p=0,005 (abarca desde p<0,002 a 0,005); *** p=0,001 y
**** p< 0,0001. En comparación con post-test + p<0,05, ++ p<0,01, +++ p<0,001 y ●
p<0,0001. Md = mediana, RICS = rango intercuartílico superior.

387
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.16. Resultados obtenidos en TOC con los distintos test de Evaluación en los grupos
experimentales. Puntuaciones obtenidas por cada grupo en los cuatro momentos de medida (pre-
test, post-test, S1 y S2) para cada una de las variables; y los 3 contrastes post-hoc (Mann Whitney)
INTERGRUPOS (representados con símbolos en rojo, para 5 muestras independientes en tres
momentos de medida por separado, post-test, S1 y S2). En negro se representan los análisis
principales correspondientes a los intragrupos. Distribución de puntuaciones por consistencia
interna (α de Cronbach).
Grado de significación diferencias intergrupo. En comparación con grupo 2 ■ p<0,05; ■■ p<0,01;
■■■ p<0,001 y ■■■■ p<0,0001; con grupo 3 ♦ p<0,05; ♦♦ p<0,01; ♦♦♦ p<0,001 y ♦♦♦♦ p<0,0001;
con grupo 4 ◊ p<0,05; ◊◊ p< 0,01; ◊◊◊ p< 0,0001 y ◊◊◊◊ p< 0,0001 y con grupo 5 ○ p<0,05; ○○ p<
0,01; ○○○ p<0,001 y ○○○○ p<0,0001. Md = mediana, RICS = rango intercuartílico superior.

V.D. Tiempo GRUPOS HOMOGÉNEO DE TRATAMIENTO


Variable de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
Dependiente. Medida
Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS
Pre-test 19,00 ± 1,75 21,00 ± 1,00 18,00 ± 4,00 20,00 ±1,25 18,00 ± 6,00-
■■■ ■■■■ ■■■■
Post-test ♦♦ ♦♦♦♦ ♦♦♦♦
11,00 ± 2,00 12,00 ± 1,00 11,00 ± 2,00 7,00 ± 2,00 7,00 ± 3,00
■■■■ ♦♦♦♦ ■■■ ■■■■
S1 ◊◊◊ ♦♦♦♦ ♦♦♦♦
EA
○○○○
5,00 ± 2,00 13,00 ± 3,70 13,00 ± 3,00 8,00 ± 1,00 7,00 ± 2,50
■■■■ ■■■■ ■■■■
S2 ♦♦♦ ♦♦ ♦♦♦♦
◊◊ ○○○○
4,00 ± 2,00 15,50 ± 2,25 10,00 ± 3,00 7,00 ± 1,00- 8,00 ± 1,00
Pre-test 100,50± 4,25 94,50 ± 7,25 89,00± 13,00 86,00± 12,25 93,00 ± 7,50
Post-test ■■■■ ♦♦♦♦ ■■■■ ♦♦♦♦
44,00 11,50 54,00 ± 6,75 56,00 ±5,00- 31,50±4,75 32,00± 8,00
■■■■ ■■■■ ♦♦♦♦ ■■■■ ♦♦♦♦
IBRO
S1 37,00 ± 5,50 56,00 ± 12,50 62,00 ± 13,00 32,50± 6,00 31,00± 9,00
■■■■ ♦♦♦♦ ■■■■ ♦♦♦♦ ■■■■ ♦♦♦♦
S2 32,50± 11,00 58,50± 10,00 62,00 ±13,00 35,00 ± 9,25 32,00±6,50
Pre-test 12,00 ± 2,00 13,00 ± 3,75 12,00 ± 4,00 13,00± 3,00 12,00 ± 4,00
■■ ♦ ■■ ♦
Post-test 6.00 ± 2,75 6,00 ± 3,50 6,00 ± 5,00 4,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00
Y-BOCS
■■ ■■■ ♦♦♦
Obsesiones
S1 6,00 ± 2,00 7,50 ± 4,25 7,00 ± 2,00 5,50 ± 1,50 4,00 ± 1,00
■ ■ ■■ ♦♦
S2 6,00 ± 2,75 8,50 ± 3,25 7,00 ± 4,00 6,00 ± 1,25 4,00 ± 2,00

388
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

V.D. Tiempo GRUPOS HOMOGÉNEO DE TRATAMIENTO


Variables de Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5
Dependiente Medida
Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS
Pre-test 13,00 ± 1,00 10,50 ± 3,50 13,00 ± 2,00 12,00 ± 2,25 10,00 ± 4,50
Y-BOCS Post-test 6,00 ± 1,00 5,00 ± 2,75 5,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00 4,00 ± 1,00
Compulsiones
■ ♦ ♦
S1
4,50 ± 3,00 6,00 ± 3,50 6,00 ± 2,00 4,00 ± 1,00 4,00 ± 1,00

■ ■ ■■■ ♦
S2
5,00 ± 1,75 8,00 ± 1,00 6,00 ± 2.00 5,00 ± 1,00 3,00 ± 1,00
Pre-test 25,00 ± 2,00 26,00 ± 4,25 25,00 ± 5,00 26,00 ± 1,25 24,00 ± 5,00

Y.BOCS
■■ ♦ ■■■ ♦
Post-test
Punt. Total 13,00 ± 2,00 11,00 ± 5,75 13,00 ± 5,00 8,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00

■■ ♦ ■■ ♦
S1
11,00 ± 3,00 14,00 ± 4,75 14,00 ± 5,00 9,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00

■ ■■ ■■ ■■ ♦
S2
11,50 ± 2,50 16,00 ± 3,75 11,00 ± 7,00 9,00 ± 3,25 8,00 ± 1,50

Pre-test 10.050 ± 1.625 9.200 ± 3.075 10.000 ± .800 7.850 ± 23,00 9.700 ± 0.800
OCI-R Total
Frecuencia
♦ ■ ♦♦♦ ■ ♦♦
Post-test
3.850 ± 0.2000 5.850 ± 0.850 6.200 ±1.00 3.300 ± 0.625 4,00 ± 0.150

■■■ ♦♦♦♦ ■ ♦♦♦♦ ■ ♦♦♦♦


S1
2.950 ± 1.000 6.200 ± 1.275 7.100±8,00 3.550 ± 0.875 3.800 ± 0.7,00

■■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦


S2
3.600 ± 1.375 6.750 ± 1.025 6.800 ± 1.600 3.800 ± 0.875 3.800 ±1.000

Pre-test 8.100 ± 1.100 7.600 ± 2.350 8.00 ± 2.100 6.050 ± 2.875 8.800 ± 1.300
OC-R Total
Intensidad
♦ ■■ ♦♦♦ ■ ♦♦
Post-test
3.250 ± 8,25 4.650 ± 1.500 4.,00 ± 0.700 1.950 ± 1.650 2.900 ± 0.550

■■■■ ♦♦♦♦ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦♦


S1 5.000 ± 1.000 6.000 ± 1.000
2.550 ± 6.,25 2.850 ± 0.875 3.000 ± 0.95

■■■■ ■ ■■
S2
♦♦♦♦ 4.600 ± 1.550 ♦♦ ♦♦
5.000 ± 1.700
2.200 ± 1.375 3.00 ± 0.325 3.000 ± 0.650

OCI-R Pre-test 18.450 ± 1.600 18.550 ± 2.175 18.700 ± 0.600 15.050 ± 3.425 17.00 ± 1.850
Punt. Global
■ ♦♦ ■ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦
Post-test
7.450 ± 2.525 11.100 ±1.100 11.200 ± 0.400 5.800 ±1.725 6.600 ± 0.700

■■■■ ♦♦♦♦ ■■ ♦♦♦ ■■ ♦♦♦♦


S1
5.650 ± 1.475 12.050± 1.525 13.200 ±1.600 6.600 ±1.300 7.000 ± 1.150

■■■■ ♦♦♦♦ ■■ ♦♦ ■■ ♦♦
S2
6.650 ± 1.350 12.300 ± 1.900 11.700 ± 2.200 7.300 ± 1.025 6.900 ± 1.950

Tabla 5.16. Continuación

389
Tabla 5.17. Resultados obtenidos para cuestionarios de Ansiedad y depresión con los distintos test de Evaluación en los grupos experimentales. Estadísticos de
contraste intragrupo para los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test, seguimiento [S1] y seguimiento [S2]) (Kruskal-Wallis para 4 muestras
relacionadas) para cada una de las variables (ansiedad y depresión, adaptación y TOC), y en cada uno de los 5 grupos por separado.
V.D. PATRONES ESTADÍSTICOS DE CONTRASTE
Variable
Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4 Grupo 5
Dependiente.
BDI: Cuestionario     
de depresión de (3)=13,502; p=0,004 (3)=11,603; p=0,009 (3)=12,590; p=0,006 (3)17,167; p=0,001  (3)19,658; p<0,0001
Beck.
Escala de     
Hamilton para la (3)=17,831 ;p<0,0001 (3)=12,819; p=0,005 (3)11,025; p=0,012 (3)=9,197; p=0,027 (3)=24,317; p<0,0001
evaluación
depresión, HDRS.
Escala depresión 
en hospital,HAD- (3)=16,200; p=0,001  (3)=13,742; p=0,003 (3)=10,442; p=0,015 (3)=16,040; p=0,001 (3)=17,169; p=0,001
D
Escala ansiedad
en hospital, HAD-  (3)=10,875; p=0,012  (3)=8,814; p=0,032  (3)=6,154; p=0,104  (3)=6,281; p=0,099 (3)=22,789; p<0,0001
A.
BAI: Cuestionario
de ansiedad de  (3)=5,980; p=0,113 (3)=2,101; p=0,0552  (3)=7,338; p=0,062  (3)6,128; p=0,106 3)=14,037; p=0,003
Beck.
EA: Escala de     

atribución.  (3)=57,627; p<0,0001 (3)=28,601; p<0,0001 
 (3)=26,254; p<0,0001 
 (3)40,403; p<0,0001 
 (3)46,750; p=0,001

IBRO: creencias     

relacionada con  (3)=65,698; p<0,0001 (3)=33,120; p<0,0001 
 (3)27,862; p<0,0001 
 (3)=33,085; p<0,0001 
 (3)=53,950; p<0,0001
las obsesiones.

390
Tabla 5.18. Resultados obtenidos para cuestionarios de TOC con los distintos test de Evaluación en los grupos experimentales. Estadísticos de contraste de
los análisis intragrupo para los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test, seguimiento [S1] y seguimiento [S2]) (Kruskal-Wallis para 4 muestras
relacionadas) para cada una de las variables (ansiedad y depresión, adaptación y TOC), y en cada uno de los 5 grupos por separado.

VARIABLE PATRONES ESTADÍSTICOS DE CONTRASTE


DEPENDIENTE,
V.D. GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5

Y-BOCS: Escala
de Obsesiones (3)=57,368; p<0,0001 (3)=13,873 ;p=0,003 (3)=7,017 ;p=0,071 (3)=38,123; p<0,0001 (3)=40,210; p<0,0001

Y-BOCS: Escala
de Compulsiones (3)=56,093; p<0,0001 (3)=13,014; p=0,005 (3)=15,828; p=0,001  (3)=32,300; p<0,0001 (3)=36,977; p<0,0001

Y-BOCS:
Puntuación Total. (3)=59,957; p<0,0001 (3)=14,643; p=0,002 (3)=12,527; p<0,0001 (3)37,449; p<0,0001 3)=43,612; p=0,001

OCI-R:
Inventario
(3)=44,431; p<0,0001
frecuencia (3)=12,039; p=0,007 (3)=10,603; p=0,014 (3)=21,101; p<0,0001 (3)=36,295; p<0,0001
obsesión.

OCI-R:
Intensidad (3)=39,470; p<0,0001 (3)=7,019; p=0,071 (3)=17,284; p=0,001 (3)=22; p<0,0001 (3)=29,235; p<0,0001
compulsiones

OCI-R:
obsesiones y   
compulsiones. 
 (3)=42,892; p<0,0001 
 (3)=42,892; p<0,0001 (3)=42,892; p<0,0001 (3)=24,504; p<0,0001 (3)=33,972; p<0,0001
Global

391
PATRONES ESTADÍSTICOS DE CONTRASTE

VARIABLE
PRESTEST POSTEST SEGUIMIENTO 1 SEGUIMIENTO 2
DEPENDIENTE
(S1) (S2)

BDI    
Cuestionario    
 
de depresión  (4)=0,643;p=0,958  (4)=1,112; p=0,892  (4)=2,561; p=0,634 (4)=0,595; p=0,964

de Beck
HDRS:    
Escala de    
Hamilton    
para la (4)=0,2135;p=0,711 (4)=4,130; p=0,389 (4)=3,351; p=0476 (4)=2,251; p=0,690
evaluación
depresión
Escala    
depresión en    
hospital (4)=2,786; p=0,594 (4)=1,037; p=0,904 (4)=0,239; p=0,993 (4)=1,218; p=0,875
HAD-A
Depresión
HAD-A    
Ansiedad:    
Escala (4)=1.178; p=0,787 (4)=0,855; p=0,931 (4)=2,295; p=0,682 (4)=2,109; p=0,716
ansiedad en
hospital.
BAI:    
Cuestionario    
  
de ansiedad  (4)=4,417; p=0,353  (4)=2,786; p=0,594  (4)=2,523;p=0,971 (4)=1,166; p=0,884
de Beck

Tabla 5.19. Resultados obtenidos para cuestionarios de Ansiedad y depresión con los
distintos análisis principales intergrupo en los cuatro momentos de medida (pre-test,
post-test, seguimiento 1 y seguimiento 2) (Kruskal-Wallis para 5 muestras
independientes) para cada una de las variables. test de Evaluación en los grupos
experimentales. Estadísticos de contraste

392
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.20. Resultados obtenidos para cuestionarios de TOC con los distintos test de
Evaluación en los grupos experimentales. Estadísticos de contraste de los análisis
principales intergrupo en los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test,
seguimiento 1 y seguimiento 2) (Kruskal-Wallis para 5 muestras independientes) para
cada una de las variables.

ESTADÍSTICOS DE CONTRASTE

Variable
Prestest Postest Seguimiento 1 Seguimiento 2
Dependiente
(S1) (S2)
EA:    
  
Escala de Atribución  (4)=2,062;p=0,724  (4)=27,963;p=0,0001  (4)=41,004;p<0,0001 (4)=49,514;p<0,0001

IBRO: Inventario    
  
de creencias  (4)=9,252;p=0,055  (4)=42,218;p<0,0001  (4)49,628;p<0,0001 (4)=43,912;p<0,0001
relacionada con las
obsesiones

Y-BOCS: Escala de
Obsesiones de Yale- (4)=4.201;p=0,380  (4)=15,033;p=0,005 (4)=17,042;p=0,002 (4)=12,695;p=0,02
Brown

Y-BOCS:
Escala de  (4)=3.496;p=0,479  (4)=11,261;p=0,024  (4)=9,806;p=0,044
 (4)=12,559;p=0,014
Compulsiones de
Yale-Brown

Y-BOCS: Escala de
Obsesiones y    
compulsiones.  (4)=2.434 p=0,656 (4)=15,786;p=0,003  (4)=13,686;p=0,008  (4)=14,338;p=0,006
Puntuación Total.

OCI-R: Inventario 
obsesión/compulsión.  (4)=4.008; p<0,405  (4)=17,035;p<0,002 (4)=26,292;p<0,0001  (4)=23,789;p<0,0001
Total frecuencia.

OCI-R: Inventario
obsesión/compulsión.  (4)=2.097;p<0,718 (4)=18,459;p<0,001 (4)=27,210;p<0,001  (4)=23,154;p<0,0001
Total Intensidad

OCI-R: obsesiones y    
compulsiones.  (4)=4,195;p<0,001  (4)=19,899;p<0,001 (4)=27,765;p<0,0001  (4)=25,853;p<0,0001
Global
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tiempo GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5


Test de
de Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS
Evaluación
medida

Pre-test 8,50 ± 7,75 11 ± 3,75 9,00 ± 7,00 10,50± 5,50 11,00 ± 5,00
BDI:
** ** ** *** ****
Cuestionario Post-test 5,00 ± 2,75 6,00 ± 2,00 6,00 ± 1,00 5,00 ± 3,00 6,00 ± 1,50
de depresión
** * ** *** ****
de Beck. S1 5,50 ± 1,25 6,00 ± 2,75 6,00 ± 1,00 6,00 ± 1,25 6,00 ± 2,00

* * * *** **
S2 6,00 ± 2,00 6,50 ± 2,25 7,00 ± 1,00 5,50 ± 2,50 7,00 ± 1,50

HDRS: Pre-test 12,00 ± 1,00 12,50 ± 3,75 12,00±4,00 12,00±5,25 12,00 ±5,00

Escala de **** *** ** * ****


Hamilton Post-test 6,00 ± 2,75 7,50 ± 2,50 7,00 ± 2,00 7,50±3,75 7,00 ± 2,50
para la
** * * * ***
evaluación 6,50 ± 2,50 8,00 ± 5,00 8,00 ± 3,00 8,00 ± 5,25 7,00 ± 5,50
depresión. S1

*** *** ** * ****


S2 7,00 ± 3,00 7,00 ± 3,00 7,00 ± 2,25 6,00 ± 3,50
6,00 ± 8,75

HAD-A Pre-test 5,50 ± 0,50 6,00 ± 0,75 6,00 ± 0,00 6,00 ± 0,25 6,00 ± 1,00

Depresión **** **** *** **** ****


Escala Post-test 3,00 ± 1,00 4,00 ± 0,00 4,00 ± 0,00 3,00 ± 1,00 4,-000,50
depresión
+ * * *
en hospital S1 4,0± 1,00
5,00 ±1,00
5,00±0,0 5,00 ± 0,50
4,50 ± 0,50

* * * *
S2 4,00 ± 2,00
7,00 ± 5,25 4,50 ± 1,50 4,00 ± 2,00 5,00 ± 1,00

Tabla 5.21. Grado de significación diferencias intragrupo: En comparación con pre-test *


p<0,05 (abarca desde 0,006 a 0,045); **p=0,005 (abarca desde p<0,002 a 0,005); ***
p=0,001 y **** p< 0,0001. En comparación con post-test + p<0,05, ++ p<0,01, +++
p<0,001 y ● p<0,0001. Md = mediana ± RICS = rango intercuartílico superior.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Así, las medidas obtenidas para el caso de depresión (Tabla 5. 20) fueron, para el
BDI, (4)=0,643, p=0,958; y para el HDRS, (4)=2,135, p=0,711, para el HAD-A
(subescala de depresión), (4)=2,786, p=0,594; Finalmente, en el caso de nuestra
medida de adaptación, el EA (4)=2,062, p=0,724.

En las medidas de ansiedad (Tabla 5.20), para el HAD-A (subescala de ansiedad)


(4)=1,718, p=0,787; y para el BAI (4)= 4,417, p=0,353.

En el caso de las medidas obtenidas para el caso de obsesión-compulsión, en la


subescala de obsesión del Y-BOCS (4)=4,201, p=0,380; en la subescala de compulsión
(4)=3,496, p=0,479; y en la puntuación total (4)=2,434, p=0,656. En la escala IBRO
(4)=9,252, p=0,06. En la puntuación de frecuencia del OCI-R, (4)=4,008, p=0,405;
en intensidad (4)=2,097, p=0,718; y en la puntuación global, (4)=4,195, p=0,380.

Tiempo GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5


Test de
de Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS
Evaluación
medida

HAD-A Pre-test 9,50 ± 4,50 10,00 ± 4,00 8,00 ± 6,00 9,50 ± 4,75 11,00±3,00

Ansiedad: * * * **
Post-test 7,00 ± 2,00
7,00 ± 1,00 7,00 ± 2,00 6,50 ±1,75 8,00 ± 1,00
Escala
** * * ****
ansiedad en S1 7,00 ± 1,00
6,00 ± 1,00 7,00 ± 1,00 7,00 ± 2,25 7,00 ± 0,50
hospital.
S2 * * * ****
6,00 ± 2,00
6,00 ± 2,00 6,50 ± 1,25 6,00 ± 2,00 6,00 ± 1,00

BAI: Pre-test 13,00±13,00 13,50±12,25 14,00±11,00 21,00±8,00 26,00±12,00

Cuestionario *
Post-test 11,50±4,50 10,50±5,50 16,00±4,00 14,00 ± 3,00
de ansiedad 15,00±7,50
de Beck *
S1 10,50±7,75 9,50 ± 8,25 11,00±5,00 10,00 ± 7,00
11,00±8,00

* + *+ * + ***
S2 10,00 ±2,00
8,00 ± 5,50 8,00 ± 6,00 9,50 ±6,50 9,00 ± 5,00

Tabla 5.22. Grado de significación diferencias intragrupo: En comparación con pre-test *


p<0,05 (abarca desde 0,006 a 0,045); **p=0,005 (abarca desde p< 0,002 a 0,005); ***
p=0,001 y **** p< 0,0001. En comparación con post-test + p<0,05, ++ p<0,01, +++
p<0,001 y ● p<0,0001. Md = mediana ± RICS = rango intercuartílico superior.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.4. DIFERENCIAS INTRAGRUPO. HIPÓTESIS COMPARATIVA DE LA EVOLUCIÓN


DE LOS TRATAMIENTOS EN EL TIEMPO.

Con relación a los cambios intragrupo establecimos dos hipótesis:

1. Primera premisa, que: “los cinco grupos de tratamiento experimentarán


una mejoría significativa en las distintas variables de ansiedad, depresión y
sintomatología obsesivo-compulsiva en el post-test respecto de los niveles de dichas
variables en el pre-test”.

2. Segunda premisa, planteamos que: “los cinco grupos experimentarán un


empeoramiento de la sintomatología ansiosa, depresiva y obsesivo-compulsiva (es decir,
un incremento en las puntuaciones obtenidas con los instrumentos que miden estas
variables) conforme vaya pasando el tiempo una vez finalizado el tratamiento. En
concreto, esperamos un incremento significativo de dichas puntuaciones en el
seguimiento 1 (S1) respecto al post-test. De igual modo, esperamos un incremento
significativo de puntuaciones en seguimiento 2 (S2) respecto del seguimiento 1 (S1)”.

Para analizar estas dos hipótesis, en primer lugar, se realizó un contraste


intragrupo para los cuatro momentos de medida (pre-test, post-test, seguimiento [S1] y
seguimiento [S2]) (Kruskal-Wallis para 4 muestras relacionadas) para cada una de las
variables (ansiedad y depresión, adaptación y TOC) en cada uno de los 5 grupos por
separado (Tabla 5.4).

a) Resultados de las escala destinadas a evaluar ansiedad y depresión


(BDI, HDRS, HAD-A ansiedad y HAD-A depresión).

Como puede verse en la tabla 5.4, hay diferencias significativas intragrupo en


todas las variables incluidas en este estudio, excepto en el caso de la ansiedad, medida
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

con el HAD-A, en los grupos 3 (p=0,104) y 4 (p=0,099) o medida por el BAI, en los grupos 1
(p=0,113), 2 (p=0,552), 3 (p=0,062) y 4 (p=0,106).

No obstante estos resultados de los análisis generales, las ulteriores pruebas post
hoc sí indicaron diferencias significativas intragrupo en ansiedad, medida a través del BAI,
en los grupos 1 y 3 (p<0,05 tanto en la comparación del S2 con pretest, como en la S2 con
post-test), 4 (p<0,05 S2 vs. Pre-test) y 5 (p<0,001 en la comparación S2 con pre-test y
p<0.05 en S2 con post-test, respectivamente, Tabla 5.18).

b) Resultados de las variables destinadas a evaluar sintomatología obsesivo-


compulsiva (IBRO, Y-BOCS, OCI-R) y en la escala de adaptación EA.

Por lo que respecta a las variables que miden TOC, en la Tabla 5.18 puede verse
que hay diferencias significativas intragrupo en todas las variables incluidas en este
estudio excepto en el caso de las obsesiones tal como las mide el Y-BOCS en el grupo 3
(p=0,071) y de la intensidad total obsesión-compulsión tal como la mide el OCI-R en el
grupo 2 (p=0,071).

Los resultados de las pruebas post-hoc muestran que el grupo 3, a pesar de no


existir diferencias significativas en el análisis general, es el único que ha obtenido
puntuaciones significativamente superiores en S1 en comparación a las de post-test en las
escalas: OCI, Intensidad (p<0,05), OCI puntuación global (p<0,01) e IBRO (p<0,05).

Por lo que respecta a los grupos 1, 2, 4 y 5 sus puntuaciones en S1 y S2 no difieren


significativamente de los de la fase post-test, e incluso en el grupo 1 son
significativamente inferiores en las escalas IBRO (p<=0,01) y OCI intensidad (p<0,01), lo
que indica que la mejoría conseguida tras el tratamiento se mantiene en los grupos 2, 3 y
5 e incluso se incrementa en estas dos escalas que acabamos de mencionar para el caso
del grupo 1 (véase Tabla 5.19).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

c) Resultados de las comparaciones intragrupos usando las escalas destinadas a


evaluar y depresión y ansiedad (BDI, HDRS, HAD-D depresión, HAD-A ansiedad y
BAI).

Como puede verse en la tabla 5.4, hay diferencias significativas intragrupo en


todas las variables incluidas en este estudio, excepto en el caso de la ansiedad, medida
con la escala HAD-A, en los grupos 3 y 4 y medida con el BAI en los grupos 1 al 4.

Una vez realizada la comparación de todos los grupos, las ulteriores pruebas post
hoc indicaron diferencias significativas intragrupo en depresión y ansiedad, medidas a
través de las distintas escalas (Tabla 5.5). Así, en el cuestionario BDI y en todos los grupos
experimentales se encontraron diferencias significativas con respecto al pre-test. En la
tabla 5.6 se pueden ver los porcentajes de mejora en relación al pre-test en cada grupo.

Resultados similares se obtuvieron con el test HDRS y el HDA-D (Tabla 5.5), y de


igual forma los porcentajes de mejora en la sintomatología se muestran en la Tabla 5.6.

En cuanto a los resultados de ansiedad, con la escala HAD-A se obtuvieron,


básicamente, diferencias significativas con el pre-test, salvo en el grupo 3 y 4. La tabla de
porcentajes de variación (Tabla 5.6) indica los distintos grados de mejoras en cuanto a la
sintomatología auto atribuida.

Por su parte, el test BAI (Tabla 5.5) puso de manifiesto diferencias significativas
entre S2 con pre-test y post-test en los grupos 1, 3 y 5, entre S2 vs. pre-test en el grupo 4.
En este último grupo también se obtuvo diferencias significativas entre S1 y post-test
respecto al pre-test. No está indicada para el grupo 4 en la tabla 5.5 para el BAI.

d) Resultados de las comparaciones intragrupos usando las escalas destinadas a


evaluar sintomatología obsesivo-compulsiva (escala de adaptación, IBRO, Y-
BOCS, OCI-R)

Por lo que respecta a las variables que miden TOC, nuestros resultados muestran
que hay diferencias significativas intragrupo en todas las variables incluidas en este
estudio excepto en el caso de las obsesiones tal como las mide el Y-BOCS en el grupo 3
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

(p=0,071) y de la intensidad total obsesión-compulsión tal como la mide el OCI-R en el


grupo 2 (p=0,071) (Tabla 5.7).

Los resultados de las pruebas post-hoc de diferencias intragrupo a lo largo de


nuestro estudio para la evaluación del TOC con la Escala de Adaptación (EA), se muestran
en la Figura 1.

En esta figura puede observarse que en el grupo 1 (tratamiento exclusivo con


psicoterapia) se produjo una mejoría en la sintomatología en el trastorno obsesivo
compulsivo (TOC) en la fase post-test, que incluso se incrementó posteriormente, ya que
las puntuaciones obtenidas en S1 y S2 fueron significativamente inferiores.

En el grupo 2, se observa que la puntuación obtenida en S1 no difiere de la


obtenida en post-test, mientras que en S2 es significativamente más alta, lo que indica un
empeoramiento de la sintomatología.

En los grupos 3, 4 y 5, los tratamientos supusieron una bajada significativa en el


post-test pero sin cambio posterior en S1 y S2. Consecuentemente, podemos afirmar que
no hubo ningún progreso ni empeoramiento de la sintomatología con respecto a la
mejoría que experimentaron los pacientes tras los tratamientos.

En relación a la escala IBRO, en la Figura 5.2 puede observarse que solamente en


el grupo 1 los valores de las puntuaciones obtenidos en S1 y S2 fueron significativamente
inferiores respecto a las obtenidas en el post-test. Con el resto de los tratamientos, en
general, no se experimentó ningún cambio en las sesiones de seguimiento, e incluso en
el grupo 3 hubo un ligero empeoramiento significativo en S1 respecto al post-test.

Otra de las escalas usadas en nuestro estudio fue la Y-BOCS. En las tres gráficas
presentadas en la Figura 5.3 se ve que las puntuaciones obtenidas en las tres escalas
(obsesiones, compulsiones y puntuación total en la escala) indicaron una mejoría del TOC,
pero los resultados obtenidos en los seguimientos S1 y S2, no difirieron
significativamente de las obtenidas en la evaluación post-test. Es decir, que la mejoría
experimentada por los cinco grupos de tratamiento se mantiene a lo largo de todo el
estudio y tan sólo se aprecia una ligera tendencia al empeoramiento en el grupo 2.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Por último, en relación a la escala OCI, en las tres gráficas de la Figura 5.4, en la
que se presentan los valores obtenidos por los cinco grupos de tratamiento en la escala
OCI, respecto de la frecuencia, intensidad y puntuación global, puede observarse que las
puntuaciones obtenidas en la fase post-test son significativamente inferiores a las
correspondientes a antes de los tratamientos, lo cual apoya nuestra primera hipótesis,
según la cual los cinco grupos experimentarían una mejoría significativa en las distintas
variables de sintomatología obsesivo compulsiva. No obstante, contrariamente a lo
propuesto en el apartado de nuestras hipótesis por la que los cinco grupos
experimentarían un empeoramiento de la sintomatología obsesivo compulsiva, es de
resaltar que la mejoría alcanzada se mantiene tanto en S1 como en S2, salvo en el grupo 3
(Fig. 5.4C), que experimenta una ligera recaída en S1, que posteriormente desaparece.

1.4.1. ESCALA DE ATRIBUCCIÓN (EA)

ESCALA DE ATRIBUCCIÓN (EA)


Variables Tiempo
Dependiente de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
s, V.D. Medida

Pre-test 19,00 ± 1,75 21,00 ± 1,00 18,00 ± 4,00 20,00 ±1,25 18,00 ± 6,00-

EA: *** **** ● **** **** ****


Post-test
Escala 11,00 ± 2,00 12,00 ± 1,00 11,00 ± 2,00 7,00 ± 2,00 7,00 ± 3,00
de
**** + **** **** **** ****
Adaptación S1

5,00 ± 2,00 13,00 ± 3,70 13,,00 ± 3,00- 8,00 ± 1,00 7,00 ± 2,50

**** ++ *** **** **** ****


S2

4,00 ± 2,00 15,50 ± 2,25 10,00 ± 3,00 7,00 ± 1,00- 8,00 ± 1,00

Tabla 5.23. Grado de significación diferencias intragrupo del auto-registro EA. Md = mediana ±
RICS = Rango Intercuartílico Superior. Las figuras que aquí presentamos constatan diferencias
intragrupo a lo largo del estudio para la evaluación del TOC con la escala de Adaptación.
En comparación con pre-test * p<0,05 (abarca desde 0,006 a 0,045); **p<0,005 (esto abarca
desde p<0,002 a 0,005); *** p<0,001 y **** p< 0,0001. En comparación con post-test + p<0,05,
++ p<0,01, +++ p<0,001 y ● p<0,0001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

En la Tabla 5.23, se representan los valores obtenidos por cada uno de los cinco
grupos de tratamiento en la variable de la Escala de Atribución de Echeburúa y Corral, EA,
en los 4 momentos de medición (pre-test, post-test, seguimiento 1, S1 y seguimiento, S2).

Se presentan los valores obtenidos por cada uno de los cinco grupos de
tratamiento en la variable de la Escala de Atribución de Echeburúa y Corral, EA, en los 4
momentos de medición (pre-test, post-test, seguimiento 1, S1 y seguimiento 2, S2).

En el grupo 1 (tratamiento exclusivo con psicoterapia) la mejoría en la


sintomatología obsesivo compulsiva reflejada en la fase post-test se incremento, ya que
las puntuaciones obtenidas en S1 y S2 son significativamente inferiores a las de post-test
(p<0,01 y p<0,0001, respectivamente).

En el grupo 2 la puntuación obtenida en S1 no difiere de la obtenida en post-test,


mientras que en S2 es significativamente más alta comparada con el postest, lo que indica
un empeoramiento de la sintomatología.

En los grupos 3, 4 y 5 las puntuaciones de S1 y S2 no difieren de las obtenidas en


pos-test, con lo cual podemos afirmar que no ha habido ningún progreso ni
empeoramiento de la sintomatología con respecto a la mejoría que experimentaron en
post-test.

1.4.2. ESCALA DE IBRO

Como puede observarse en relación a los datos de la Tabla 5.24 y su


correspondiente la gráfica de la Figura 2, los grupos 2, 4 y 5 no han experimentado ningún
cambio en sus puntuaciones con respecto a las obtenidas en post-test, mientras que en el
grupo 1 los valores de S1 y S2 son significativamente inferiores (p<0,02 y p<0,01,
respectivamente). En cuanto al grupo 3 la puntuación obtenida en S1 es
significativamente más alta que en post-test (p<0,02) y en S2 no difiere.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Tabla 5.24. Puntuaciones obtenidas en la escala de adaptación IBRO. Grado de


significación diferencias intragrupo. Md = mediana ± RICS = rango intercuartílico superior.
Los datos aparecen en clusters por tratamientos. Las barras representan Mediana y Rango
Intercuartílico Superior. En comparación con pre-test ** p<0.0001; con post-test + p<
0.02, ++ p<0.01.

Puntuaciones obtenidas en la escala de adaptación IBRO


Variables Tiempo de
Dependiente, Medida
V.D. GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5

100,50 ± 4,25 94,50 ± 7,25 89,00± 13,00 86,00± 12,25 93,00 ± 7,50
Pre-test

**** **** **** **** ****


IBRO:
31,50±4,75 32,00 ± 8,00
Post-test 44,00 11,50 54,00 ± 6,75 56,00 ±5,00-
Inventario **** + **** **** + **** ****
de creencias
relacionada S1 37,00 ± 5,50 56,00 ± 12,50 62,00 ± 13,00
32,50± 6,00 31,00 ± 9,00
con la
**** ++ **** **** **** ****
obsesion
S2 32,50 ± 11,00 58,50 ± 10,00 52,00 ± 8,00
35,00 ± 9,25 32,00 ± 6,50

En comparación con pre-test * p<0,05 (abarca desde 0,006 a 0,045); **p<0,005 (esto
abarca desde p< 0,002 a 0,005); *** p<0,001 y **** p< 0,0001. En comparación con post-
test + p<0,05, ++ p<0,01, +++ p<0,001 y ● p<0,0001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.4.3. ESCALA DE Y-BOCS

ESCALA DE Y-BOCS
Variables Tiempo
Dependientes, de
V.D. Medida GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5

Y-BOCS: Pre-test 12,00 ± 2,00 13,00 ± 3,75 12,00 ± 4,00 13,00 ± 3,00 12,00 ± 4,00

Escala de
Obsesiones de **** **** * **** ****
Post-test
Yale-Brown 6,00 ± 2,75 6,00 ± 3,50 6,00 ± 5,00 4,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00

**** *** **** ***


S1 7,00 ± 2,00
6,00 ± 2,00 7,50 ± 4,25 5,50 ± 1,50 4,00 ± 1,00

**** ** * **** ****


S2
6,00 ± 2,75 8,50 ± 3,25 7,00 ± 4,00 6,00 ± 1,25 4,00 ± 2,00

Y-BOCS: Pre-test 13,00 ± 1,00 10,50± 3,50 13,00 ± 2,00 12,00±2,25 10,00 ±4,50

Escala de
**** *** **** **** ****
Compulsiones Post-test
6,00 ± 1,00 5,00 ± 2,75 5,00 ± 2,00 4,00 ± 2,00 4,00 ± 1,00
de Yale-
Brown **** ** * **** ****
S1
4,50 ± 3,00 6,00 ± 3,50 6,00 ± 2,00 4,00 ± 1,00 4,00 ± 1,00

**** * **** **** ****


S2
5,00 ± 1,75 8,00 ± 1,00 6,00 ± 1,00 5,00 ± 1,00 3,00 ± 1,00

Y-BOCS: Pre-test 25,00 ± 2,00 26,00 ± 4,25 25,00 ± 5,00 26,00 ± 1,25 24,00 ± 5,00

Escala de
Obsesiones y **** **** ** **** ****
Post-test
compulsiones 13,00 ± 2,00 11,00 ± 5,75 13,00 ± 5,00 8,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00

Puntuación **** *** * **** ****


S1
Total. 11,00 ± 3,00 14,00 ± 4,75 14,00 ± 5,00 9,50 ± 2,75 8,00 ± 2,00

**** * ** **** ****


S2
11,50 ± 2,50 16,00± 3,75 11,00 ± 7,00 9,00 ± 3,25 8,00 ± 1,50

Tabla 5.25. Grado de significación diferencias intragrupo. Md = mediana ± RICS = rango


intercuartílico superior. En comparación con pre-test * p<0,05 (abarca desde 0,006 a 0,045);
**p<0,005 (abarca desde p< 0,002 a 0,005); *** p<0,001 y **** p< 0,0001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Las puntuaciones obtenidas en obsesiones, compulsiones y puntuación total en la


escala Yale-Brown (Tabla 5.25) en ambos seguimientos, S1 y S2, no difieren
significativamente de las obtenidas en la evaluación post-test: la mejoría experimentada
por los cinco grupos se mantiene durante todo el estudio.

1.4.3. ESCALA OCI

ESCALA OCI
Variables Tiempo
dependientes, de GRUPO 1 GRUPO 2 GRUPO 3 GRUPO 4 GRUPO 5
V.D. Medida
Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS Md. RICS
Pre-test 10.050 ± 1.625 9.00 ± 1.075 10.000 ± 0.800 7.850 ± 2.300 9.700 ± 0.800
OCI-R: **** ** **** **** ****
Inventario Post-test
3.850 ± 2.000 5.850 ± 0.850 6.200 ± 1.00 3.300 ± 0.625 4.00 ± 1.050
obsesiones/
**** + ** * **** ****
compulsiones. S1
2.950 ± 1.000 6.200 ± 1.275 7.100 ± 0.800 3.550 ± 0.875 3.800± 0.700
Total
Frecuencia. **** ** * **** ****
S2
3.600 ± 1.375 6.750 ± 1.025 6.800 ± 1.600 3.800 ± 0.875 3.800 ± 1,000

Pre-test 8.100 ± 1.100 7.600 ± 2.350 8.000 ± 2.100 6.050 ± 2.875 8.800 ± 1.300
OCI-R: **** ** ** **** ****
Inventario de Post-test
3.250 ± 0.825 4.650 ± 1.500 4.500 ± 0.700 1.950 ± 1.650 2.900 ± 0.550
obsesión/
**** + ** ** + **** ****
compulsión. S1
2.550 ± 0.625 5.000 ± 1.000 6.000 ± 10,00 2.850 ± 0.875 3.000 ± 0.95
Total
**** ++ * **** *** ***
Intensidad. S2
2.200 ± 1.375 4.600 ± 1.550 5.000 ± 1.700 3.400 ± 3.25 3.000 ± 0.650

Pre-test 18.450 ± 1.600 18.550 ± 2.175 18.700 ± 6.00 15.050 ± 3.425 17.800 ± 1.850
OCI-R: **** * *** **** ****
Post-test
7.450 ± 2.525 11.100 ± 1.100 11.200 ± 4.00 5.800 ± 1.725 6.600 ± 0.700

Obsesiones y **** * *** ++ **** ****


S1
compulsiones. 5.650 ± 1.475 12.050 ± 1.525 13.200 ±1.600 6.600 ± 1.300 7.000 ± 1.150
Puntuación *** * *** **** ****
S2
Total. 6.650 ± 1.350 12.300 ± 1.90 11.700 ± 2.200 7.300 ± 1.025 6.900 ± 1.950

Tabla 5.26. Diferencias intragrupo. En comparación con pre-test * p<0,05 (abarca desde 0,006 a
0,045); **p<0,005 (esto abarca desde p<0,002 a 0,005); *** p<0,001 y **** p< 0,0001. En
comparación con post-test ± p<0,05, ++ p<0,01, +++ p<0,001 y ● p<0,0001. Md = mediana ± RICS =
rango intercuartílico superior.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

En la Tabla 5.26, presentamos los valores obtenidos por los cinco grupos de
tratamiento en la escala OCI, respecto de la frecuencia, intensidad y puntuación global.
Como puede observarse, las puntuaciones obtenidas en la fase postest son
significativamente inferiores a las correspondientes a la evaluación pretest, lo cual apoya
nuestra primera hipótesis (los cinco grupos experimentarán una mejoría significativa en
las distintas variables de sintomatología obsesivo compulsiva). No obstante,
contrariamente a lo propuesto en nuestra hipótesis 1.b (los cinco grupos experimentarán
un empeoramiento de la sintomatología obsesivo compulsiva, es decir, un incremento en
las puntuaciones obtenidas con los instrumentos que miden estas variables en las fases
S1 y S2) la mejoría alcanzada se mantiene tanto en S1 como en S2, salvo en el grupo 3 que
experimenta una recaída en S1 pero se recupera y en S2 no difiere de su puntuación
obtenida en post-test.

1.5. DIFERENCIAS INTERGRUPOS. HIPÓTESIS COMPARATIVA DE LA EFICACIA DE


LOS TRATAMIENTOS

Dado que los 5 grupos que participarán en este estudio recibirán distintos
tratamientos, esto se verá reflejado en las puntuaciones obtenidas en los instrumentos
que miden la sintomatología ansioso-depresiva y obsesivo-compulsiva tanto en las
medidas postest, como S1 y S2. En concreto, esperamos diferencias significativas
intergrupos.

a) Para los estados afectivos de ansiedad y depresión.

En cuanto a las mediciones en post-test, S1 y S2 (Figura 5.5), el análisis de datos no


ha revelado diferencias estadísticamente significativas entre los distintos grupos de
tratamiento:

En las medidas de depresión:

 Para el BDI, después de realizar los tratamientos de los cinco grupos,


(4)=1,112; p=0,892, en S1 (4)=2,561; p=0,634 y en S2
(4)=0,595; p=0,064;
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

 Para el HDRS, en post-test (4)=4,130;p=0,389, en S1


(4)=3,515:p=0,476 y en S2 (4)=2,252;p=0,690.

 Para el HAD-D (subescala de depresión) en post-test, (4)=1,037;p=0,904,


en S1, (4)=0,239;p=0,993 y en S2, (4)=1,218;p=0,875;

 Finalmente, en el caso de nuestra medida de adaptación, en la EA sí hay


diferencias intergrupo en los tres momentos, en post-test
(4)=27,963;p=0,0001, en S1 (4)=41,004; p=0001 y en S2
(4)=49,514; p=0001 (Figura 6. 5).

En las medidas de ansiedad:

Para el HAD-A (subescala de ansiedad) después de efectuar el protocolo de


tratamiento, (4)=0,885;p=0,931, en S1, (4)=2,295;p=0,682 y en
S2, (4)=2,109;p=0,716.

b) Para las variables de sintomatología obsesivo-compulsiva.

El análisis en los cinco grupos de tratamiento ha arrojado diferencias


significativas intergrupo en la fase de seguimiento:

 En la escala IBRO, en post-test (4)=42,218;p=0,0001, en S1


(4)=49,628; p=0,0001 y en S2, (4)=43,912;p=0,0001.

o En la subescala de obsesión de Y-BOCS en post-test


(4)=15,033;p=0,005, después de un año de realizar los distintos
tipos de tratamiento en S1, (4)=17,142;p=0,002 y a los dos años
de haber realizado el estudio de los cinco grupos tratados.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

 En S2, (4)=12,695; p=0,020; en la subescala de compulsión del test


YBOCS, en post-test (4)=11,161;p=0,024, y para S1 (4)=9,086;
p=0,044 y en S2 (4)=12,559; p=0,014.

 En la puntuación total del Y-BOCS, en pos-test


(4)=15,786;p=0,003, en S1, (4)=13,686; p=0,008 y en S2
(4)=14,338; p=0,006.

 En la puntuación de frecuencia del test OCI-R, en post-test


(4)=17,035; p=0,002, en S1 (4)=26,292; p=0,0001 y en S2,
(4)=23,789;p=0,0001.

 En intensidad del auto-registro OCI-R en post-test (4)=18,459;


p=0,001, en S1  (4)=27,219; p=0,0001 y en S2 (4)=23,154;
p=0,0001.

 En la puntuación global, del test OCI-R (seguimiento 1), (4)=19,899;


p=0,001, en S1  (4)=27,765; p=0,0001 y en S2 (4)=25,853; p=0,0001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.5.1. ESCALA DE ATRIBUCIÓN (EA) DE ECHEBURÚA Y CORRAL (INTERGRUPO)

Figura 5.1. Puntuaciones obtenidas en la escala EA y grado de significación de las diferencias


obtenidas intergrupo. Las barras representan las Medianas y el Rango Intercuartílico Superior.

En comparación con grupo 1* p=0.01; con el grupo 2++ p=0.002; +++ p<0.0001; con el grupo 3 ♦♦
p= 0.006, ♦♦♦ p< 0.0001; con el grupo 4 ♦ p=0.01; ♦♦ p=0.001 y con el grupo 5 ○ p<0.0001.

En la gráfica de la Figura 5.1, se puede observar que los grupos 1, 4 y 5 difieren


significativamente de los 2 y 3 en la fase de post-test (para el grupo 1 p<0,002 y p<0,006,
respectivamente, y para los grupos 4 y 5 p<0,0001 respecto a ambos grupos), lo que
indica diferencias en los efectos de los distintos tratamientos que se mantienen tanto en
S1 como en S2. Además, cabe destacar que el grupo 1 redujo su puntuación incluso con
respecto a los grupos 4 y 5 en S1 (p<0,0001 en ambos casos) y en S2 p<0,01 y p<0,0001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.5.2. ESCALA IBRO (INTERGRUPO)


En esta Figura 5.2 se representan las puntuaciones obtenidas en la escala IBRO y
puede apreciarse que en la evaluación post-test: el grupo 1 presenta un valor
significativamente superior a los de los grupos 4 y 5 (p<0,0001 en ambos casos), pero no
difiere de los grupos 2 y 3. Sin embargo en las evaluaciones S1 y S2 los tres grupos 1, 4 y 5
no difieren entre sí, mostrando valores significativamente inferiores a los grupos 2 y 3
(p<0.0001 en todos los casos).

Grupo 1
Grupo 2
Grupo 3
110
100 Grupo 4
90 Grupo 5
80
70
60
++ ++ ++
50 ** ** ♦♦ ++ ++ ♦♦ ♦♦ ++
♦♦
++ ++ ♦♦ ♦♦
40 ♦♦ ♦♦

30
20
10
0
PRE POST 1 AÑO 2 AÑOS

Figura 5.2. Puntuaciones obtenidas en la escala IBRO y grado de significación de las diferencias
obtenidas intergrupo. Las barras representan las Mediana y el Rango Intercuartílico Superior.

En comparación con grupo 1 de tratamiento ** p<0.0001. En comparación con grupo 2 ++


p<0.0001. En comparación con grupo 3 ♦♦ p< 0.0001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.5.3. ESCALA DE YALE-BROWN, Y-BOCS

En la Figura 5.7 pueden verse las diferencias existentes entre los 5 grupos de
tratamiento en las puntuaciones obtenidas en la escala Yale Brown.

En cuanto a las obsesiones, en la medida de post-test, los grupos 4 y 5 obtienen


valores significativamente inferiores a los grupos 1 (p<0,002 en ambos casos) y 3 (p<0,05
y p<0,016). En S1, el grupo 4 es inferior al 3 (p<0,016) y el grupo 5 presenta el valor más
bajo, llegando a ser estadísticamente significativo de los obtenidos por los grupos 1, 2 y 5
(p<0,005, p<0,005 y p<0,001); y en S2, los grupos 1 y 4 son significativamente inferiores al
grupo 2 (p<0,003 en ambos casos) y el grupo 5 es inferior al 1 y al 3 (p<0,004 y p<0,02,
respectivamente).
En cuanto a las compulsiones: la única diferencia estadísticamente significativa
hallada en el post-test está en el grupo 4 con el 2 (p<0,024). En S1 el grupo 4 es
significativamente inferior al 2 y 3 (p<0,2 y p<0,03 respectivamente) y el grupo 5
solamente difiere del 3 (p<0,03) Los grupos 1,2 y 3 son estadísticamente iguales. En S2 los
grupos 1 y 4 son inferiores al 2 (p<0,02 y p<0,=14) y el grupo 5 es inferior a 2 y 3 (p<0,001
y p<0,03).
En cuanto a la puntuación total: en el post-test, el grupo 4 presenta valores
inferiores a los de los grupos 1, 2 y 3 (para el grupo 4 p<0,005, p<0,0001 y p<0,02) así
como el grupo 5 (p<0,001, p<0,02 y p<0,02) y no difieren entre sí. En S1, los grupos 4 y 5
solamente presentan valores inferiores a los grupos 2 (p<0,001 y p<0,01) y 3 (p<0,02 y
p<0,021, respectivamente). En S2, los grupos 1, 3 y 4 son inferiores al grupo 2 (p<0,02,
p<,001 y p<0,001, respectivamente), mientras que el grupo 5 que presenta el valor más
bajo de todos los grupos que participan en este estudio es significativamente inferior a 1
(p<0,001), al 2 (p<0,0001) y al 3 (p<0,02).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Grupo 1
Grupo 2
A) Grupo 3
20
Grupo 4
Grupo 5
15
Obsesiones

10
+
♦ ♦♦ ♦♦♦ * **
+++ ++ ♦♦
*** ***
♦♦♦♦
5

0
PRE POST 1 año 2 años
B)
20
Compulsiones

15

10

+
+ ++ +++
+♦ ♦♦ ♦
5

0
PRE POST 1 año 2 años
C)
35

30
Puntuación total

25

20 +++

*
15 +++ +++ +
♦ *** ♦ ++ +++ **
++++
+♦ ♦♦ ♦♦
10

0
PRE POST 1 año 2 años
Figura 6.7. Puntuaciones obtenidas en la Escala Yale Brown. Las barras representan Mediana y RICS.
(A) En comparación con grupo 1. * p<0.06, ** p<0.004, *** p<0.002++++ p<0.0001. (+) En comparación con
grupo 2. + p < 0.041, ++ p<0.03, +++ p<0.003. (♦) En comparación con grupo 3. ♦ p<0.048, ♦ ♦
p<0.0026, ♦ ♦ ♦ p<0.916, ♦ ♦ ♦ ♦ p<0.001.
B) En comparación con grupo 2. + p<0.024, ++ p<0.014, +++ p<0.00. ( ♦) En comparación con el grupo 3. ♦ p
< 0.03, ♦ ♦ p<0.03
(C) Comparación con grupo 1. * p<0.005, ** p<0.001. ( +) En comparación con grupo 2. + p < 0.02, + + p<0.01,
+++ p<0.009 y ++++ p<0.0001. (♦) En comparación con grupo 3. ♦ p<0.027, (♦) En comparación con
grupo 3. ♦ p<0.027,. ♦♦ p<0.021, ♦♦♦ p<0.001.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.5.4. ESCALA OCI-R

Grupo 1
Grupo 2
A) Grupo 3
120 Grupo 4
110
Grupo 5
100
90
Frecuencia

80
70

60 + +++
+ ♦♦♦ ++ ++
+ ♦♦ ♦♦♦♦ + ♦♦♦ ♦♦♦
50 +++ ♦♦♦♦
♦♦♦ ♦♦♦♦
40
30
20
10
0
PRE POST 1 año 2 años
B)
110

100

90

80

70
Intensidad

60 ++
♦♦♦♦ ++
50 ♦♦
♦ + + ++ +
40 ♦♦♦ ♦♦ +++ ♦♦♦ +++ ♦♦
♦♦♦♦ ♦♦♦♦
30

20

10

0
PRE POST 1 año 2 años
C)
240
220
Puntuación global

200
180
160
140
+++
120 ++ ♦♦♦♦
♦ + ++ +++
100 ++ ♦♦♦♦♦ ++++ ♦♦♦
+++ ♦♦♦ ++++ ♦♦♦♦ ♦♦♦♦♦
80 ♦♦♦♦ ♦♦♦♦♦
60
40
20
0
PRE POST 1 año 2 años
Figura 6.8. Puntuaciones obtenidas en la escala OCI Total
(A) (+) En comparación con grupo 2. + p<0.03, ++ p<0.002, +++ p<0.001, ++++ p<0.0001. ( ♦) En comparación al grupo 3. ♦ p < 0.02, ♦ ♦
p<0.002, ♦ ♦ ♦ p<0.001 y ♦ ♦ ♦ ♦ p<0.0001
B) (+) En comparación con grupo 2. + p<0.015, ++ p<0.004, +++ p<0.0001, ++++ p<0.0001. ( ♦) En comparación con el grupo 3. ♦ p < 0.08,
♦ ♦ p<0.002(de 0.002 a 0.005), ♦ ♦ ♦ p<0.001 y ♦ ♦ ♦ ♦ p<0.0001
(C) (+) Comparación con grupo 2. + p<0.002, ++ p<0.00. ( ♦) En comparación con grupo 3. ♦ p < 0.007, ♦ ♦ p<0.005, ♦ ♦ ♦ p<0.002 y ♦ ♦ ♦ ♦
p<0.001 ♦ ♦ ♦ ♦ ♦ p<0.0001
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Una vez obtenidos el grado de significación de las diferencias habidas intergrupo, se


ofrecen (en la Figura 5.8), tres gráficas que representan los valores resultantes en la
escala OCI, en donde podemos constatar que los grupos 1, 4 y 5 presentan valores
significativamente inferiores a los de los grupos 2 y 3 en cualquiera de las 3 medidas post-
test, S1 y S2, pero su grado de significación al comparar post-test con S1 y S2 varía.

CAPÍTULO 2

2. CASOS DE LOS PACIENTES TRATADOS CON LITIO PATA ESTABILIZAR EL


GLIOBLASTOMA MULTIFORME GRADO IV

2.1. CASO Nº. 1

A. C. F., mujer de 62 años de edad, natural de Cádiz, casada. Esposo, alto cargo en
Astillero Industrial en Puerto Real (Cádiz). Un hijo universitario (Ingeniero Industrial)
trabajando en Sevilla. Profesión: sus labores. Remitida por el Servicio de Neurocirugía,
tras el primer ingreso y la resección quirúrgica parcial (no completa) de glioblastoma
maligno (diagnóstico de certeza por confirmación de biopsia intraoperatoria), al hospital
de Cádiz para radio y quimioterapia.
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS
MMPI-2 AVANZADO:
En las escalas de contenido: se refieren valores en ansiedad, miedos, depresión,
preocupación por la salud, problemas familiares e interferencia laboral. Puntúa alto en las
escalas clínicas de: introversión social, depresión e hipocondría. Baja o nula puntuación
en las escalas clínicas de: histeria de conversión, paranoia, desviación psicopática,
masculinidad / feminidad, psicastenia, esquizofrenia, hipomanía. No existen valores
representativos para las escalas suplementarias.

ADIS-R:
La paciente se siente temerosa ante situaciones en que puede ser observada y
ante gente que analizan su conducta y su respuesta al cáncer. Le preocupa lo que pueda
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

hacer o decir si se evidencia ante los demás, por ejemplo, ante la caída de la peluca que
usa por la pérdida de cabello a consecuencia de la radioterapia. Por tanto prefiere evitar
situaciones ostensiblemente. Siente miedo, angustia, evitación de pensar que va a salir a
la calle y todo el mundo va estar pendiente de ella para ver cómo está (puntuación 4:
miedo muy severo/siempre evita), y si se le nota mucho la enfermedad. Le angustia que
los demás la miren con lástima, y le asusta en extremo que alguien la desdeñe al pensar
que pueda pegarles algo malo. Manifiesta miedo severo a estar sola en algún sitio público
si no es con la presencia y apoyo de su marido o de su hijo; al que solicita,
insistentemente, que se desplace a verla desde Sevilla. Presenta miedo y evitación a
fiestas, reuniones, comer en público, concertar o acudir a citas, iniciar y mantener una
conversación. Su enfermedad ha influido en el trabajo, donde además de que rehuye las
tareas domésticas, no experimenta ganas de cocinar como solía hacer antes (puntuación
severa, 3). No cree que vaya a morir, que ésta es una enfermedad muy mala, pero con
solución y tratamiento como otras. Cuando piensa en el cáncer experimenta
embotamiento afectivo (2) y sensación de cosquilleo (2), mareos (2). Experimentó por
primera vez un temor grave a su enfermedad cuando la familia estaba permanentemente
pendiente de ella, y por los comentarios de los allegados. Ahora son miedos anticipados,
sólo de pensar que se presentan en casa a ver cómo se encuentra ella.
ADIS-IV-TOC:
Le obsesiona pensar que no es justo que le haya entrado esta enfermedad, que
Dios le ha mandado. Presencia/malestar, de vez en cuando/malestar moderado, 3 / 4.
Constantemente piensa en la mala suerte que ha tenido; en lo desgraciada que es, pues
con lo poco probable que, según le han dicho los médicos, es padecer ésta enfermedad,
va y le pasa a ella. Puntuación: 6 / 6; frecuentemente / malestar acentuado. Resistencia:
Ahora sí que piensa en volver a operarse, para intentar quitar lo que queda, aunque los
médicos insisten en no hacerlo. Resistencia: 7 a 8, constantemente.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN
INVENTARIO DE BECK (BDI):
La evaluación ofrece un resultado de 17 puntos, valorando sobre todo los Ítems de
síntomas somáticos vegetativos: trastorno distímico ya que la paciente no cumple los
criterios diagnósticos para un trastorno afectivo (depresión).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ESCALA DE HAMILTON:
Evaluación: 23 puntos (punto de corte 13-18), presentando sintomatología de
inhibición, cambio de comportamiento, ansiedad, insomnio y trastornos psicosomáticos
asociados.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
En los 18 primeros ítems empleados generalmente en todos los ensayos clínicos
puntúa con un 7 (punto de corte >6); respecto a los sentimientos acerca del futuro, sus
expectativas y la pérdida de motivación. No existe, para esta paciente, predictor de
conducta suicida. En los ítems 18 a 21 destaca cierta relación con rasgos neuróticos.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Para evaluar la fortaleza o debilidad psicológica de la paciente hemos constatado 7
actitudes capaces de identificar la existencia de distorsiones cognitivas en la depresión.
Sobre un perfil máximo (10) y mínimo (-10) constatamos que presenta valores bajos para
aprobación (-4), amor (-3), ejecución (-3) y autonomía (-4); y puntúa alto en
perfeccionismo (+7), derecho sobre los otros (+6) y omnipotencia (+6).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD):
Corrección. Depresión (D): suma de las puntuaciones de los ítems 2, 4, 6, 8, 10, 12
y 14 = 11 puntos. Problema clínico (11 puntos o más).
Ansiedad (A): suma de las puntuaciones de los ítems 1, 3, 5, 7, 11 y 13 = 9 puntos.
Dudoso (8 a 10 puntos).
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Puntuación 70. Paciente ansiosa.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):
Sobre un rango de 0 a 63, puntuación 44, paciente ansiosa.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:
Los resultados para esta paciente son: mucho / muchísimo (4 ó 5) para tiempo
libre, vida familiar, trabajo y escala global. Puntúa bajo, casi nada / poco (1 ó 2) para vida
social y relación de pareja.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ESCALA DE YALE-BROWN:
Puntuación total dentro de la normalida. Reseñar, sólo, el tiempo (excesivo: 1 –3
h/día) dedicado a la interferencia de ideación obsesivoide en las actividades de la vida
diaria.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
La sensibilidad a la ansiedad para esta paciente es de 24 puntos.
INVENTARIO DE ANSIEDAD ESTADO-RASGO (STAI-ER):
En el inventario de ansiedad estado, puntúa alto (bastante/mucho –2/3) en los
ítems 3, 4, 6, 7, 9, 12, 13, 14, 17 y 18; mientras que puntúan bajo (nada/algo –0/1) los
ítems 1, 2, 5, 8, 10, 11, 15, 16, 19 y 20. En el inventario de ansiedad rasgo los valores
entran dentro de la normalidad tipo.
ESCALA DE ESTRÉS Y EVITACIÓN SOCIAL (SAD):
Puntuación: 21. Alto contenido de estrés y evitación social.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Trastorno distímico.
 Ideación negativa compatible con rasgos depresivos de tipo reactivo.
 Evitación. La paciente no es plenamente consciente de lo que tiene.
 Déficit cognoscitivo que afecta a la memoria inmediata, a la memoria diferida, al
olvido, y a la memoria visuoespacial.
 La inteligencia premórbida, en los límites de la normalidad. Se aprecia disfunción
anodina de deterioro intelectual.
EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO.
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS. MMPI-2 AVANZADO:
En las escalas de contenido, la enferma refiere valores en ansiedad, miedos,
depresión, alta preocupación por la salud, problemas familiares e interferencia laboral,
hostilidad, malestar social, baja autoestima, conductas antisociales e indicadores
negativos de tratamiento. Puntúa alto en las escalas clínicas de: introversión social,
depresión, psicastenia e hipocondría. Baja o nula puntuación en las escalas clínicas de:
histeria de conversión, paranoia, desviación psicopática, masculinidad / feminidad,
esquizofrenia e hipomanía. Existen valores representativos para las escalas
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

suplementarias en ansiedad y fuerza del yo y alta puntuación en la subescala (Si2) de


evitación social.

ADIS-R:
La paciente se siente aún más temerosa ante situaciones en que puede ser
observada, gente que analizan su conducta y su respuesta al cáncer. Le preocupa lo que
pueda hacer o decir si se evidencia ante los demás. Por tanto prefiere evitar situaciones
ostensiblemente. Siente miedo, angustia, evitación de pensar que va a salir a la calle y
todo el mundo va estar pendiente de ella para ver cómo está (puntuación 4: miedo muy
severo / siempre evita). Manifiesta miedo severo a estar sola en algún sitio público si no
es con la presencia y apoyo de su marido o de su hijo; se ha vuelto egoísta y caprichosa,
quiere ver a su hijo constantemente, que deje el trabajo y venga con ella el tiempo que le
queda de vida. Se siente peor. Presenta miedo y evitación a fiestas, reuniones, comer en
público, concertar o acudir a citas, iniciar y mantener una conversación. Con lo que antes
gustaba de cocinar, ahora odia las labores de la casa (puntuación muy severa, 4). Piensa
que sí que puede morir, ya concibe aquello como un peligro cierto, donde los médicos no
han de poder arreglar todas las complicaciones. Cuando piensa en el cáncer experimenta
embotamiento afectivo (3) y sensación de cosquilleo (2), mareos (3). Le agobia que la
familia esté permanentemente pendiente de ella, y también los evita, sólo quiere estar
con su marido y con su hijo.
ADIS-IV-TOC:
Le obsesiona pensar que no es justo que le haya entrado esta enfermedad con lo
buena y religiosa que ha sido siempre. Que aquí Dios ha sido muy injusto con ella, pero
que ya Él sus razones tendrá, que sólo tiene que rezarle para que él haga el milagro,
porque siempre ha tenido mucha fe, y se lo ha de conceder. Presencia / malestar, de vez
en cuando / malestar moderado, 3 / 4. Constantemente piensa la mala suerte que ha
tenido; en lo desgraciada que es, pues con lo poco probable que, según le han dicho los
médicos, es ésta enfermedad, va y le pasa a ella. Puntuación: 7 a 8; presencia /
malestar).
Resistencia: Ahora sí que piensa en volver a operarse, para intentar quitar lo que queda,
aunque los médicos insisten en no hacerlo; mantener el tratamiento de radioterapia y
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

quimioterapia y no reintervenir; ella piensa en esta sugerencia una y otra vez, de modo
rumiativo. Resistencia: 7 a 8, constantemente.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
12 puntos: trastorno distímico de características reactivas a la enfermedad
tumoral; puntuando por igual tanto los ítems de síntomas psicológico-cognitivos como los
de síntomas somático-vegetativos.
ESCALA DE HAMILTON:
Evaluación: 19 puntos, mejoría general del estado de ánimo y del
comportamiento. Estabilización de la ansiedad y ligera evolución positiva del insomnio y
de los trastornos psicosomáticos asociados.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
Puntuación: 6. En los últimos ítems añadidos al test puntúa de forma significativa
en los rasgos obsesivo-compulsivos.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Se observa una mejora respecto de las siete actitudes psicológicas evaluadas,
aumentando la fortaleza en aprobación (+3), ejecución (+5) y autonomía (+5);
disminuyendo en perfeccionismo (+2), derecho sobre los otros (+1) y omnipotencia (+1).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD):
Corrección. Depresión (D): suma de las puntuaciones de los ítems 2, 4, 6, 8, 10, 12
y 14 = 9 puntos. Dudoso (8 a 10 puntos).
Ansiedad (A): suma de las puntuaciones de los ítems 1, 3, 5, 7, 11 y 13 = 11 puntos.
Problema clínico (11 ó más).
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Puntuación 71. Paciente ansiosa.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):
Sobre un rango de 0 a 63, puntuación 47, paciente ansiosa.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:
Los resultados son: puntuación 1 (casi nada) para vida social, puntuación 2 (poco)
para relación de pareja, puntuación 3 (bastante) para trabajo, tiempo libre y escala global
y puntuación 4 (mucho) para vida familiar.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ESCALA DE YALE-BROWN:
Puntuación total dentro de la normalidad. De todas formas, merecen especial
atención las respuestas del ítem 1, tiempo dedicado a las obsesiones 2 puntos, y el ítem
2, interferencia de las obsesiones en las actividades, 1 punto.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
La puntuación en sensibilidad a la ansiedad para esta paciente es de 29.
INVENTARIO DE ANSIEDAD ESTADO-RASGO (STAI-ER):
Así como para la ansiedad rasgo, los resultados obtenidos se presentan dentro de
la normalidad, el inventario de ansiedad estado presenta una clara tendencia a la
sintomatología clínica de angustia, con altos valores (2-3: bastante / mucho) en los ítems
ansiógenos: 3, 4, 6, 7, 9, 12, 13, 14, 17 y 18.
ESCALA DE ESTRÉS Y EVITACIÓN SOCIAL (SAD).
Puntuación: 23. Presenta alto contenido de estrés y evitación social.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Ligera mejoría en lo que a procesamiento automático de la depresión se refiere.
Ideación negativa compatible con rasgos depresivos de tipo reactivo de los que ya
va saliendo.
 No evitación, sino afrontamiento de la enfermedad, siendo la paciente ya
plenamente consciente de lo que tiene y requiriendo fuerzas sólo de tipo
paliativo.
 Déficit cognoscitivo “in crescendo” que afecta a la memoria inmediata, memoria
diferida, olvido, y memoria visuoespacial. Baja situación de rendimiento en las
tareas en las que el paciente se emplea.
 La inteligencia premórbida, en los límites de la normalidad, pues se aprecia
disfunción anodina de deterioro intelectual.
 El paciente no es capaz de verbalizar sus recuerdos, sus sensaciones, no es capaz
de hablar, de dar forma a sus sentimientos; incapacidad física de extroversión
porque la invasión infiltrante del tumor del área de Wernicke la bloquea.
 Grave deterioro visuoespacial; notable pérdida de campos visuales.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

2.2. CASO Nº. 2

L. G. R., mujer de 57 años de edad, natural de Jerez de la Frontera (Cádiz), casada


con dos hijos en la universidad (su hija estudiante de Farmacia; el hijo de CC
Empresariales). Cursó Comercio y de profesión es administradora de fincas y lleva una
asesoría fiscal, laboral y contable con otros socios.
EVALUACIÓN PRETRATAMIENTO CON SALES DE LITIO
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS: MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido, de alta puntuación en: ansiedad (Anx), miedos (Frs),
preocupación por la salud (Hea), pensamiento extravagante (Biz), cinismo (Cyn). Baja o
nula puntuación en: obsesividad (Obs), depresión (Dep), baja autoestima (Lse), problemas
familiares (Fam), interferencia laboral (Wrk), hostilidad (Ang), conductas antisociales
(Asp), comportamiento tipo A (Tpa), malestar social (Sod) e indicadores negativos de
tratamiento (Trt). Respecto a la escalas clínicas, resultan significativas las de hipocondría
(Hs), histeria de conversión (Hy) y desviación psicopática (Pd). En las escalas
suplementarias presenta un alto valor en ansiedad (A), represión (R), fuerza del yo (Es),
hostilidad excesivamente controlada, dominancia (Do), responsabilidad social, escala de
malestar matrimonial. Encontramos valores altos en las siguientes subescalas de Harris-
Lingoes: depresión subjetiva (D1), negación de ansiedad social (Hy1), necesidad de afecto
(Hy2), inhibición de la agresión (Hy5), aceleración psicomotriz (Ma2) y auto-
envanecimiento (Ma4).
ADIS-R:
La paciente no se siente temerosa-ansiosa-nerviosa en las situaciones sociales en
las que puede ser observada o evaluada por otras personas. No le preocupa decir algo
embarazoso o humillante delante de los demás ya que no lo concibe; aunque le asusta la
idea de que los demás puedan pensar mal de ella. Trata de afrontar, superar el miedo y
no evitar nunca situaciones sociales como fiestas, reuniones, hablar delante del grupo de
trabajo, pronunciar un discurso ante sus asociados, concertar o acudir a citas de trabajo,
hablar con personas de autoridad, ser bastante asertiva. Además, no tiene problema para
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

iniciar o mantener una conversación. Lo que si le produce un miedo moderado o a veces


evita (2) es firmar cheques, rellenar impresos y escribir en público, teme que en ese
momento le tiemble el pulso y alguien de soslayo lo atribuya a su enfermedad.
Experimenta situaciones de pánico cuando a poco de acostarse sueña con que la
entierran viva y ella grita dentro del ataúd sin que nadie acuda a socorrerla,
experimentando signos clínicos de ataques de pánico (puntuación = 4, muchísimo), es
decir, respiración entrecortada (diseña) o sensación de ahogo, palpitaciones o ritmo
cardiaco acelerado (taquicardia), sudoración, mareos, sensación de inestabilidad o
desmayo, nauseas o malestar abdominal. A veces, sobre todo cuando piensa en lo que le
está pasando, experimenta signos de sensación de irrealidad o despersonalización,
temblores o estremecimiento, miedo a morir, miedo a volverse loca o perder el control;
sobre todo cuando acude a la casa de sus padres y rememora sensaciones de su infancia
que sabe ya nunca ha de volver a experimentar; eso le produce un dolor lacerante en el
estomago (puntuación 3-4) así como dolor o malestar en el pecho (puntuación 2-3).
También se detectan mecanismos fóbicos específicos, por lo que decidimos pasarle al
paciente la entrevista estructurada para los trastornos de ansiedad-fobia específica (ADIS-
M-FE).
ADIS-M-FE.
La paciente experimenta repentinamente un intenso miedo, o sensación de
pánico, ante situaciones tipo sangre-inyección-herida: ver sangre cuando frecuenta al
analista, realizar los frecuentes análisis de sangre y las litemias para el control de su
enfermedad, miedo a las inyecciones, a frecuentar los hospitales incluso a las heridas con
sangre ya sean un corte o rasguño; que le producen un miedo intenso (nivel 3) con una
evitación (nivel 2 - algunas veces) y una interferencia muy intensa (nivel 4); pues se le
vienen a la cabeza justo antes de entrar en el centro de salud o en el hospital todos los
preoperatorios e ingresos hospitalarios que el cáncer le ha supuesto. Si se le pregunta al
paciente qué piensa que va a ocurrirle, sólo le viene en ese momento a la cabeza la
sensación, que ella misma considera irracional, de que ya que va a morir es mejor escapar
a un campo lejano en la sierra o a una cabañita junto al mar y esperar tranquilamente el
final en vez de luchar contra el cáncer. Posteriormente trata de recuperarse y puntúa con
un 3 el grado de interferencia que estas ideas tienen en su vida. No existen evidencias
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

fóbicas específicas ninguna respecto a otros diferentes tipos de fobia como la animal, la
ambiental, la situacional o de otros tipos.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
Resultado de la evaluación: 9 puntos (sobre todo ítems de contenido en síntomas
psicológico-cognitivo). Estado de ánimo no depresivo.
ESCALA DE HAMILTON:
Puntuación: 10. Presenta un pico en estado de ánimo, cambios de
comportamiento, ansiedad y trastornos psicosomáticos asociados. La evaluación de los
sentimientos de culpa, inhibición e insomnio no puntúan especialmente. No existe
presencia alguna de ideación suicida.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
Resultado de la evaluación: 7. Mantiene valores positivos en la tríada cognitiva del
proceso automático de la depresión, es decir, en los sentimientos acerca del futuro y sus
expectativas y de la anhedonia o pérdida de motivación. En los ítems del 18 al 21 puntúa
de manera llamativa en la relación de rasgos neuróticos y en los obsesivos compulsivos.
No existe predictor de conducta suicida.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Refiere fortaleza psicológica (altos valores positivos) en las actitudes siguientes:
aprobación (+8), ejecución (+8), perfeccionismo (+9), derecho sobre los otros (+7) y
omnipotencia (+7). Pero puntúa bajo en amor (-7) y autonomía (-6).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD)
Puntuación. Depresión: 7. Se considera normal.
Ansiedad: 15 puntos. Problema clínico. Debemos reseñar los resultados obtenidos
en tensión nerviosa, sensación de miedo, preocupaciones, incapacidad de relajación,
sensación de angustia somatizada en el estómago, inquietud y asalto de sentimientos
repentinos de pánico.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Puntuación 71. Paciente ansiosa.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):
Puntuación: 51. Paciente ansiosa.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:


Puntual 5 (muchísimo) en trabajo y vida social; puntúa 4 (mucho) en tiempo libre y
vida familiar; y en la escala global puntúa 3 (bastante). Considera la relación de pareja se
ha afectado poco (2).
ESCALA DE YALE-BROWN:
En la escala de la puntuación de las obsesiones manifiesta resultados de
orientación diagnóstica para el tiempo dedicado a las obsesiones (ítem 1), interferencia
de las obsesiones en las actividades (ítem 2), malestar originado por las obsesiones (ítem
3), y para el control sobre las obsesiones (ítem 5). A pesar de subrayar las ideaciones
obsesivoides de esta paciente ansiosa, la valoración total se mantiene dentro de lo
normal.
INVENTARIO DE MIEDOS (FSS-III-66):
Obtiene altas puntuaciones globales en miedos, tanto en frecuencia como en
intensidad. Dentro de las puntuaciones por dimensiones o subescalas, resultan valores
importantes para las subescalas de miedos interpersonales y de miedos a la sangre-
inyecciones-daño.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Resultado: 37 puntos. Alta sensibilidad a la ansiedad.
INVENTARIO DE ANSIEDAD ESTADO-RASGO (STAI-ER):
En la relación ansiedad estado y rasgo esta paciente presenta sintomatología
clínica con alta puntuación para ambos casos; es de suponerle cierta predisposición
ansiógena (trastorno ansioso de la personalidad) antes de contraer el cáncer cerebral.
ESCALA DE ESTRÉS Y EVITACIÓN SOCIAL (SAD):
La paciente refiere una alta puntuación en la plantilla de la clave de corrección,
pues presenta una puntuación total de 25 sobre 28 puntos.
ESCALA FOBIA SOCIAL (SPS):
Obtiene 61 puntos sobre 80.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Trastorno de ansiedad con características histriónicas.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

 Trastorno fóbico simple: fobia específica a sangre, inyecciones y daño; miedo


intenso al ingreso hospitalario.
 Rasgos secundarios de tipo hipocondríaco.
EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS: MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido, de alta puntuación en: ansiedad, miedos, preocupación por
la salud y pensamiento extravagante. Ligera sensación de baja autoestima. Resultan
significativas las puntuaciones en las escalas clínicas de hipocondría, histeria de
conversión, depresión e hipomanía. Alto valor en las escalas suplementarias de ansiedad,
represión, fuerza del yo, hostilidad excesivamente controlada, dominancia,
responsabilidad social, escala de malestar matrimonial.
ADIS-R:
A la paciente le produce inseguridad y duda al sentirse en situaciones de
habilidades sociales rodeada de gente, como en su trabajo, en las que puede ser
fácilmente observada o evaluada por otras personas. Rehuye el contacto con los
compañeros y se recluye en el despacho, cerrando la puerta. Se siente más insegura, baja
en autoestima y asertividad y le preocupa decir algo embarazoso o humillante delante de
los demás; le asusta la idea de que los demás puedan pensar mal de ella, y que la
descarten ya como profesional cualificada, por los estragos mentales que le acarrea el
cáncer. A veces tiene lapsus, no logra recordar cosas de la memoria cercana y olvida
recados de los que previamente se había responsabilizado. Aunque trata de afrontar de
superar el miedo, está evitando situaciones sociales, reuniones, experimenta dificultades
en el habla que pudieran traicionarla y dejarle en evidencia. No quiere hablar delante del
grupo de trabajo, pronunciar un discurso ante sus asociados, concertar o acudir a citas de
trabajo, hablar con personas de autoridad, ser bastante asertiva. Le molesta bastante, a
veces se pone histérica, si la sobreprotegen y son condescendientes con ella. Además,
padece ciertos problemas para iniciar o mantener una conversación, porque no es capaz
de retener todos los detalles. No firma cheques, ni rellena impresos y nunca escribe ya en
público, da por hecho que en ese momento se va a poner a temblar y alguien de soslayo
la juzgue incapaz y que esté mejor en casa, con su familia, disfrutando los últimos días. Se
han atenuado, sin embargo las situaciones de pánico que experimentaba cuando a poco
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

de acostarse soñaba con que la entierran viva y ella grita dentro del ataúd sin que nadie
acuda a socorrerla. Pero ahora se siente más triste, dejándose llevar más por la situación,
sin fuerzas para enfrentarse al cáncer que le come por dentro. Experimenta sensaciones
depresivas, no le apetece ver a nadie y sólo quiere llorar, a veces lo hace y se desahoga un
rato, amargamente, procurando que su familia no la vea.
ADIS-M-FE:
La paciente se encuentra en este sentido bastante más mejorada de su miedo a
los hospitales, al contrario, resulta una experiencia catártica el apoyo de los médicos,
únicos profesionales capaces de infundirle esperanzas un poco más, día a día. No teme a
las manipulaciones de las enfermeras y a los cuidados paliativos, quiere pensar que es por
su bien y los acepta de buen grado. Le asusta la idea de morir, y su futuro es sólo hoy. Día
que vuelve al hospital, tiempo que aún no es oscuro e incapacitante. Otra de sus grandes
angustias, ahora, es quedar postrada paralítica en una cama hasta el fatal desenlace, con
incontinencia de esfínteres y dejándose lavar por las auxiliares: eso le horroriza.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
Estado de ánimo no depresivo (7 puntos).
ESCALA DE HAMILTON:
Puntuación: 17. Mantiene ligeramente altas las determinaciones en el estado de
ánimo, los cambios de comportamiento, la ansiedad y los trastornos psicosomáticos
asociados. La evaluación de los sentimientos de culpa, inhibición, presencia de ideación
suicida e insomnio no puntúan especialmente.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
Puntuación: 9. Se mantienen constantes los rasgos neuróticos y obsesivo-
compulsivos de los ítems extras.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Las actitudes que identifican distorsiones cognitivas en la depresión se encuentran
estabilizadas en el rango contenido del 3 al 7: aprobación (+7), ejecución (+4),
perfeccionismo (+4), derecho sobre los otros (+3), omnipotencia (+3), amor (+6) y
autonomía (+5).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD)
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Puntuación obtenida en depresión: 8. Se considera normal.


Ansiedad: 16 puntos. Problema clínico.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Puntuación: 73. Paciente ansiosa.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):
Puntuación obtenida: 49. Paciente ansiosa.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:
Puntúa 5 (muchísimo) en trabajo y vida social; puntúa 3 (bastante) en tiempo libre
y vida familiar; y en la escala global puntúa 3 (bastante). Considera la relación de pareja
se ha afectado casi nada (nivel 1).
ESCALA DE YALE-BROWN:
Mejora la puntuación de las obsesiones y sólo presenta un nivel de control
completo en el ítem 5 de las obsesiones. La puntuación total del test da un resultado
normal.
INVENTARIO DE MIEDOS (FSS-III-66):
Obtiene altas puntuaciones globales en miedos, tanto en frecuencia (número de miedos
marcados con valor 4) como en intensidad (puntuación total en el inventario con la suma
de todos los ítems estudiados. Dentro de las puntuaciones por dimensiones o subescalas,
resultan valores importantes para las subescalas de miedos interpersonales y de miedos
agorafóbicos. Ya no puntúa alto en el miedo a la sangre-inyecciones-daño.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Resultado: 34 puntos. Se aprecia sensibilidad a la ansiedad.
INVENTARIO DE ANSIEDAD ESTADO-RASGO (STAI-ER):
En la relación ansiedad estado y rasgo la paciente continúa presentando alta
puntuación para ambos casos.
ESCALA DE ESTRÉS Y EVITACIÓN SOCIAL (SAD):
El resultado de la puntuación total obtenida por esta paciente es de 24 sobre 28
puntos.
ESCALA FOBIA SOCIAL (SPS):
Obtiene 65 puntos sobre 80.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:


 Estado de ánimo no depresivo.
 Ligera mejoría y estabilización del Trastorno de ansiedad.
 Mejora en el Trastorno de ansiedad fóbico simple.
 Alivio de los rasgos secundarios de hipocondría.

2.3. CASO CLÍNICO Nº. 3


M. J. P. F., mujer de 39 años de edad, natural de Melilla, y con domicilio habitual
en Jerez de la Frontera (Cádiz). De profesión: Médico residente de Hematología. Casada y
con dos hijos de 10 y 8 años de edad. Diagnosticada de urgencias de tumor infiltrante en
zona parietal izquierda en el Hospital de Jerez, e intervenida en el Hospital Puertas del
Mar de Cádiz por el Jefe de Servicio de Neurocirugía. Resección total desde el punto de
vista macroscópico, con borde sano de un centímetro sobre la masa tumoral. Biopsia
intraoperatoria con confirmación de tumor maligno, glioblastoma en IVº grado de
diferenciación. Radioterapia y Quimioterapia de protocolo en el mismo Hospital a cargo
del servicio de Oncología, seguimiento por TAC, RMN y SPECT.
EVALUACIÓN PRETRATAMIENTO CON SALES DE LITIO
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS: MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido: puntúa alto en ansiedad (Anx), miedos (Frs), obsesividad
(Obs), depresión (Dep), preocupaciones por la salud (Hea) e interferencia laboral (Wrk).
En las escalas clínicas realizamos una valoración ostensible en la escala 2 o de depresión
(D). Ligera sintomatología de hipocondría, escala 1 ((Hs). No existen rasgos en las escalas
de la 3 a la 10, es decir, histeria de conversión (Hy), desviación psicopática (Pd)
masculinidad-feminidad (Mf), paranoia (Pa), psicastenia (Pt), esquizofrenia (Sc),
hipomanía (Ma) e introversión social (Si). En las escalas suplementarias contamos con
factores de ansiedad (A), represión(R), fuerza del yo (Es) y una altísima correlación con
responsabilidad social. En las subescalas de introversión social o Si, destacamos los
factores de timidez-auto-cohibición y en las subescalas de Harris-Lingoes encontramos
disfunción física (D3) e hipersensibilidad (Pa2).
ADIS-R:
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

La paciente no se siente ansiosa ante situaciones de desenvolvimiento social y


laboral en las que pueda ser observada y evaluada por otras personas, pues confía aún en
su buen hacer delante de los otros; más bien al contrario, se insta a sí misma a
desempeñar con la máxima diligencia posible su labor profesional de médico–
hematólogo, a fin de ayudar a otros pacientes que se enfrentan a un cáncer de mejor
pronóstico que el suyo. Por eso, se resiste a dejar de frecuentar el hospital y continúa con
su tarea, por ejemplo, supervisando las transfusiones de los pacientes ingresados y
realizando trasplantes de médula ósea. Describe sin embargo, algunas situaciones donde
siente miedo severo y que a menudo evita (puntuación 3), es el caso de cuando comenta
algún resultado clínico con los compañeros y le faltan palabras para apoyar un
razonamiento, siendo plenamente consciente de la existencia de estas afasias. Por tanto,
el miedo puntúa alto (4-muy severo) ante la posibilidad de defender una hipótesis en las
sesiones clínicas. Aunque los miedos han influido en su trabajo actual y la infiltración del
cáncer afecta a su rendimiento laboral, y siempre que no tome decisiones relevantes para
el curso clínico que trate, se siente apoyada por sus compañeros y por el jefe de servicios
del departamento, por lo que nunca ha experimentado temor exacerbado o ataque de
pánico.
ADIS-IV (TOC):
En este caso la paciente no informa de obsesiones o compulsiones presentes o
pasadas (es decir, no responde a la primera parte del cuestionario), por lo que sólo hay
que indagar acerca de obsesiones y compulsiones actuales ya que la enferma ha sido una
paciente sana desde el punto psicopatológico hasta ahora. En el caso de que informe de
obsesiones y compulsiones presentes éstos corresponden a episodios limitados y
posteriores al malestar, produciéndose desde entonces pensamientos, imágenes o
conductas anómalas. Por ejemplo y ante la sensación de inestabilidad que la paciente
sufre a contrarreloj de la degeneración cerebral, con frecuencia se le viene a la mente la
idea de que no se siente segura y de que todo le hace dudar, duda de la capacidad real de
su memoria actual, de lo acertado de sus comportamientos y ésta inestabilidad se
traduce en un frecuente (5) y profundo malestar acentuado (6) que de vez en cuando (3-
4) intenta deshacer ignorando, suprimiendo o tratando de neutralizar el pensamiento
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

mediante nuevas acciones. También a veces aparecen imágenes de daño accidental, por
ejemplo, de vez en cuando (3-4) hacer daño a otros sin querer.

AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN


INVENTARIO DE BECK (BDI):

Evaluación: 11 puntos. Trastorno distímico de naturaleza reactiva, secundaria al


proceso tumoral. La paciente no cumple criterios completos para un trastorno afectivo
(depresión), sino muy leve. Los ítems que más puntúan son los de contenido psicológico-
cognitivos.
ESCALA DE HAMILTON:
Resultado: 15 puntos. Se evalúan alteraciones en el estado de ánimo y cambios n
el comportamiento. En cambio, los sentimientos de culpa, inhibición, presencia de
ideación suicida, ansiedad insomnio y trastornos psicosomáticos asociados no puntúan
especialmente.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
Evaluación: 7 Puntos. Como paciente quiere aventurar un futuro a su enfermedad
(sentimientos acerca del futuro: ítems 1, 6, 13, 15 y 19), pero sabe que eso no es cierto
(expectativas de futuro: ítems 4, 7, 8, 14 y 18), pues como médico entiende que no existe
posibilidad. Se deja llevar por el procesamiento automático de la depresión, por lo que
lucha contra la pérdida de motivación (ítems 2, 3, 9, 11, 12, 16, 17 y 20).

ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):


Perfil dentro de la normalidad. Evaluando las siete actitudes que identifican
distorsiones cognitivas obtenemos los siguientes resultados: aprobación (ítems 1 al 5), +7;
amor (ítems 6 al 10), +8; ejecución (ítems 11 al 15), +7; perfeccionismo (ítems 16 al 20),
+4; derecho sobre los otros (ítems 21 al 25), –6; omnipotencia (ítems 26 al 30), –4 y
autonomía (ítems 31 al 35), +3.
ANSIEDAD. ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD):
Puntuación total en depresión (D) = 6, se considera normal.
Puntuación total para ansiedad (A) = 10, se considera dudoso.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):


La paciente obtiene una puntuación de 65. Sujeto normal.

INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):


Puntuación: 31, dentro de la normalidad.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL: En la escala del trabajo,
relación de pareja y para la escala global, sus problemas actuales han afectado poco (nivel
2). Ha repercutido bastante (nivel 3) en su vida social, familiar y en el tiempo libre.
ESCALA DE YALE-BROWN:
Pese a que la puntuación total entra dentro de la normalidad tanto para la escala
de obsesiones como para la de compulsiones, las ideas obsesivas muestran alguna
interferencia en su vida diaria y le producen malestar. Ofrece resistencia a ellas y de
manera compulsiva intenta compensar con el trabajo, realizando visitas al hospital y a sus
pacientes hasta el último momento.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
El valor de este índice para esta paciente se fija en 26 puntos y entra dentro de la
normalidad.
INVENTARIO DE ANSIEDAD ESTADO-RASGO (STAI-ER):
Presenta altos valores significativos para los ítems de ansiedad estado, sobre todo,
los ítems 6, 9, 12, 13, 14, 17 y 18.
El inventario de ansiedad rasgo es normal. Por los que no se indica la existencia de
un trastorno primario de ansiedad.
ESCALA DE ESTRÉS Y EVITACIÓN SOCIAL (SAD):
En esta escala de corrección ha obtenido 21 puntos por lo que se detectan niveles
reactivos de ansiedad.
ESCALA DE FOBIA SOCIAL (SPS):
Puntúa bajo (17) en fobia social.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Mecanismos de negación, evitación y no afrontamiento de la enfermedad.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

 Procesos cognitivos de naturaleza depresiva con características reactivas,


exclusivamente secundarias al diagnóstico de la enfermedad.
 Inexistencia de patología anterior.

EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO:


No se pudo realizar la exploración debido al grave deterioro cognitivo terminal de
la paciente, que falleció un mes después.

2.4. CASO Nº. 4.


C.M.G., mujer de 71 años de edad, natural de Sevilla, ama de casa, viuda con tres
hijos casados, con cinco nietos, vive sola a cargo de una señora que frecuenta y cuida la
casa. Hacía varios meses que padecía intensos dolores de cabeza, sensación nauseosa e
inestabilidad; tras un desvanecimiento y sometida a una batería de pruebas diagnósticas
al acudir de urgencias al centro hospitalario, su estado se agrava e inconsciente pasa
directamente a la UCI. Tras su mejoría, se procede a resección quirúrgica de una masa
tumoral completa de varios centímetros que el diagnóstico anatomopatólogo confirma
posteriormente como maligna: masa gliomatosa de diferenciación de alto grado.
Ulteriormente se procede a protocolo de radio y quimioterapia.
EVALUACIÓN PRETRATAMIENTO CON SALES DE LITIO.
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS: ADIS-R
La paciente se siente altamente temerosa ante situaciones sociales en las que
pueda ser observada y evaluada por otras personas, que apostillen sobre su enfermedad.
Le preocupa mucho lo que los demás puedan pensar sobre ella. Presenta miedo
moderado (2) a situaciones como reuniones, iniciar una conversación y mantenerla, por lo
que a menudo las evita (3). Siente un miedo muy severo (4) a fiestas sorpresa que le
puedan organizar sus nietos, reuniones familiares que siempre evita (4), pues en estos
casos siempre piensa que es una vieja terminal a la que hay que compadecer y despedir
en los últimos días. Estos últimos días ha experimentado un dolor o malestar en el pecho
con mucha severidad (3), así como bastante (2) embotamiento o sensación de cosquilleo;
muchos (3) temblores o estremecimientos, bastante (2) sofocos y mucha (3) sensación de
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ahogo, experimenta muchísimo (4) miedo a morir cuando sopesa en la justa medida la
gravedad de su cáncer y esto lo experimenta casi todas las veces que se encuentra con
que tiene que desplazarse a realizar alguna prueba de control y seguimiento al hospital.
Nunca antes había experimentado este temor, que sólo siente ahora tras su operación
por primera vez cuando fue informada de un diagnóstico tan desagradable,
experimentado un miedo atroz y sintiéndose herida ante una situación que le venía tan
grande. No es capaz de afrontar la situación sin temor. Cada vez se encuentra más
inmersa en la angustia sin que en estos días haya logrado desembarazarse de la presión
que la atosiga.
ADIS-IV-TOC:
Actualmente cada vez se siente más molesta-incómoda por pensamientos,
imágenes o impulsos recurrentes que parecen inapropiados o disparatados, pero que no
puede hacer que dejen de recurrir en su mente; es el caso de pensar que al fin vuelve a
reunirse con su marido al que no deja de recordar en estos cinco años de ausencia.
También le preocupa que sus hijos sufran en su entierro y mientras que elaboran el duelo.
Constantemente piensa en la muerte recreándose en la imagen de su madre que la
abraza cuando ella era pequeña. Se siente impulsada a elaborar el pequeño reparto de
sus pertenencias entre los nietos antes de que ocurra lo peor, para creer al menos, que
les deja un buen recuerdo en vida. De vez en cuando (puntuación 3-4) presenta malestar
moderado y le vienen a la mente impulsos disparatados como por ejemplo, gritar fuerte,
abrir el colchón donde tiene sus ahorros y regalarlos a los vecinos, irse a bañarse a la
playa por última vez...; resistencia que con frecuencia intenta deshacer ignorándolas bajo
la sospecha de que es su enfermedad la que le hace perder el control a una señora
anciana. Raramente (puntuación 1-2) ha experimentado presencia y malestar ante
impulsos agresivos para destrozar objetos como vajillas y cristalerías, o de tipo autolítico
(hacerse daño a uno mismo). Frecuentemente (puntuación 5-6) y con malestar acentuado
se le vienen a la mente imágenes terroríficas, cuerpos muertos y hacinados en la morgue
de una hospital, cuerpos mutilados tras autopsias sangrantes, etc. Recurre de forma
obsesiva a la religión con el fin de perfilar un milagro que Dios le solvente a medida y reza
de forma compulsiva letanías de rosarios encadenados. Recurre a la ideación mágico-
mítica de que santeros, curadores y sanadores intercedan por ella y propicien un milagro
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

imposible, para lo cual localiza, busca y genera una lista interminable de contactos.
Interesada por conocer sus días futuros de forma compulsiva realiza un periplo por todo
tipo de videntes y adivinos capaces de propiciarle un futuro. Cuenta frecuentemente
(puntuación 5-6) su dinero. Realiza constantemente (nivel 7-8) repeticiones internas,
como p. ej. de frases, palabras, jaculatorias y rezos. Manifestando una interferencia muy
grave (puntuación 7) y malestar actual grave (6).
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN
INVENTARIO DE BECK (BDI):
Evaluación: 22 puntos, distribuidos por igual, tanto para los 15 ítems de síntomas
psicológico-cognitivos como para los 6 ítems de los síntomas somático-vegetativos.
Cumple los criterios diagnósticos del un trastorno afectivo depresivo.
ESCALA DE HAMILTON:
En esta escala (rango entre 0-52), la paciente C.M.G., obtiene una puntuación de
37 presentando, entonces, una sintomatología característica de un trastorno del estado
de ánimo, perfectamente compatible con una depresión, de inicialmente moderada a
severa. Se encuentran ostensiblemente elevados los sentimientos de culpa, inhibición,
cambios de comportamiento, ansiedad e insomnio.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
La paciente presenta expectativas y sentimientos negativos acerca del futuro,
respecto de los demás y de sí misma (pérdida de motivación). Puntuación 9. No existe, sin
embargo, predictor de conducta suicida (9 ó más).
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Respecto a las distorsiones cognitivas en la depresión la paciente presenta bajos
niveles de aprobación (-4), amor (-1) y autonomía (-2); sin embargo presenta altos niveles
de ejecución (+5), perfeccionismo (+7), derecho sobre los otros (+7) y omnipotencia (+3).
ANSIEDAD. ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD):
Escala de depresión (D): 11 puntos. Problema clínico.
Escala de ansiedad (A): 17 puntos. Problema clínico.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Paciente ansiosa: 74 puntos.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):


Paciente ansiosa: 53 puntos.

ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:


Excepto en la escala de relación de pareja que no puntúa (0 puntos, porque es
viuda), refiere alta o muy alta (4 ó 5 puntos) la valoración de la interferencia de su
problema cancerígeno con el trabajo, vida social, tiempo libre, vida familiar e incluso
valora con un 4 (mucho) la escala global de sus problemas actuales.
ESCALA DE YALE-BROWN:
La paciente refiere una puntuación total para esta escala muy alta respecto de las
obsesiones (tiempo a ellas dedicado, interferencia de éstas en sus actividades, malestar
que le originan, aplicación de resistencias y control sobre las mismas) y sobre las
compulsiones (tiempo que le dedica, interferencia en sus actividades diarias, malestar
que le originan, resistencia y control).
CUESTIONARIOS SOBRE LAS INTRUSIONES COGNITIVAS (CIQ):
A lo largo del último mes la paciente C.M.G. ha tenido pensamientos
desagradables (imágenes e impulsos) altamente intrusivos y que valora severamente
(nivel 6-7) relativos a errores, contaminación, salud, pérdida de control, dificultades
relacionadas con el trabajo, situaciones, lugares u objetos que le dan miedo y sobre la
seguridad o la salud de su familia o sus amigos. Mención especial refieren ideaciones
obsesivas que se decantan acerca de su futuro, dificultades familiares o las desgracias que
le pueden sobrevenir. Estos pensamientos, imágenes e impulsos son valorados por la
paciente de forma muy relevante.
INVENTARIO DE OBSESIONES Y COMPULSIONES (OCI):
La paciente refiere patología ansiosa (alto grado de frecuencia y/o malestar a
continuación de las experiencias sufridas en su vida durante este último mes) para las
siguientes escalas de este cuestionario: escala de duda (D), ítems 26, 37 y 41; escala de
orden (O), ítems, 14, 15, 23, 29, 31 y 35; escala de obsesividad (Ob),ítems 1, 12, 13, 17,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

20, 28, 30 y 33; escala de acumulación (A), ítems 6, 11 y 34; y escala de neutralización (N),
ítems 5, 16, 18, 25, 36 y 39.

INVENTARIO CREENCIAS RELACIONADAS CON OBSESIONES (IBRO):


A pesar de que el rango oscila entre 0 y 120, la paciente muestra una altísima
puntuación (105 puntos) en este inventario de auto-atribuciones que estaban
relacionadas con ideas obsesivas.
INVENTARIO DE MIEDOS (FSS-III-66):
Altas puntuaciones globales para miedos en frecuencia e intensidad. También
puntúa alto en todas y cada una de las dimensiones estudiadas en las subescalas
siguientes: miedos interpersonales, miedo a la sangre-inyecciones-daño, miedo a los
animales y miedos agorafóbicos.
CUESTIONARIO DE MIEDOS (FQ):
Aquí tratamos de reflejar la intensidad con que la paciente evita cada una de las
situaciones donde sus miedos o sensaciones obsesivas llegan a ser muy desagradables,
por lo que resultan niveles de 6 (lo evito de forma evidente) a 8 (siempre lo evito) para los
siguientes ítems: la fobia o el miedo principal a pensar en la muerte por su cáncer en
estado terminal, miedo a los hospitales, a la visión de la sangre, a las inyecciones o a
pequeñas intervenciones quirúrgicas que todavía podrían sobrevenirle, evitación a andar
sola por las calles repletas de gente; a ser mirada u observada fijamente por otros, a
entrar en tiendas llenas de gentes, a ser criticada o a ir sola lejos de casa. A pesar de que
el ítem 13 (pensar en enfermedades o en hacerse daño) le da un nivel 8 pues siempre
trata de evitarlo, cuenta que nunca lo consigue, pues es su obsesión estrella y la mantiene
muy severamente preocupada (nivel 7–8) hasta el punto de sentirse desdichada o
deprimida, irritada o enfadada, tensa o ansiosa, desconcertada por los pensamientos que
le pasan por su cabeza y sintiendo que lo que le rodea es, en definitiva, extraño e irreal (a
todo esto le da una puntuación 5-6: preocupada).
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Valor de éste índice: 35 puntos.


ESCALA DE FOBIA SOCIAL (SPS):
Puntuación: 68.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Sintomatología florida de trastorno de ansiedad de tipo obsesivo-compulsivo.
 Ideación obsesiva recurrente en torno a la muerte y constantes mecanismos de
neutralización (rezos, visitas a curanderos, buscar y forzar un milagro...).
 Rasgos de sintomatología depresiva.
EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO:
Óbito de la paciente antes de finalizar los tres meses completos de finalizar el
tratamiento con litio.

2.5. CASO Nº. 5.


J.A.G., varón de 56 años de edad, natural de Utrera (Sevilla), casado y con cuatro
hijos, de profesión agricultor. Diagnóstico de certeza por biopsia operatorio: glioblastoma
multiforme de IVº grado de diferenciación celular. Protocolo de radio y quimioterapia
convencional.
EVALUACIÓN PRETRATAMIENTO CON SALES DE LITIO. ENTREVISTAS
ESTRUCTURADAS: MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido: sólo puntúa alto en ansiedad (Anx) y en hostilidad (Ang).
Llama la atención que los valores de miedos (Frs), obsesividad (Obs), depresión (Dep),
preocupaciones por la salud (Hea), malestar social (Sod), problemas familiares (Fam) o
interferencia laboral (Wrk) puntúen dentro de la normalidad. No presenta escalas clínicas
que reseñar. Respecto a las escalas suplementarias, puntúa alto en ansiedad (Anx), escala
revisada de alcoholismo de McAndrew, dominancia (Do), escala de rol sobre género y
escala de malestar matrimonial. En las subescalas de Harris-Lingoes apreciamos discordia
familiar (Pd1), imperturbabilidad (Ma3), negación de ansiedad social (Hdy1),
enlentecimiento mental (D4) y rumiación (D5).
ADIS-R:
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

El paciente se encuentra preocupado, ansioso y nervioso ante las situaciones


cotidianas del día pero no sabe precisar por qué. Dice estar bien, que la enfermedad ya ha
pasado y que no le afecta para nada, pero le preocupa su situación ante los demás de
manera que suelte expresiones fuera de lugar y de tono, suficiente para que cualquiera
de sus conocidos diga que no ha salido bien de la operación, y que desde que tuvo el
tumor ya no se enmienda. Tiene miedo (nivel 3, severo) y a menudo evita acudir al bar a
charlar con los amigos y a tomar una cerveza después del trabajo en el campo. Evita ir a
las reuniones de la cooperativa (nivel 4, siempre evita) porque le aterroriza que lo
toqueteen por la cabeza buscando la herida o le comenten que cómo va, así que cuando
la cosa es importante y se habla del reparto de aguas manda a un hijo que lo represente.
Nunca ha experimentado sintomatología compatible con ataques de pánico. Sólo confiesa
que en la intimidad del hogar hay días que se siente muy triste, apagado, con ganas de
llorar, que le late muy fuerte el corazón y que se le viene el mundo abajo.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
Puntuación 8. Compatible con estado de ánimo no depresivo. Cabe constatar que
los ítems puntuados se corresponden todos con síntomas psicológicos de tipo cognitivo;
los 6 ítems correspondientes a síntomas somático-vegetativos no han puntuado.
ESCALA DE HAMILTON:
En esta escala el paciente ha obtenido 14 puntos, obtenidos sobre todo en estado
de ánimo, inhibición, cambio del comportamiento, ansiedad e insomnio. No experimenta,
sin embargo, sentimientos de culpa, presencia de ideación suicida ni trastornos
psicosomáticos asociados.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
Puntuación obtenida: 8. El ítem incluido dentro de los extras 18 a 21 relacionado
con las ideas paranoides resulta significativo. No hay predictor de conducta suicida.

ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):


Presenta fortaleza (altos niveles positivos entre +4 y +8) respecto de la ejecución,
perfeccionismo, derecho sobre los otros, omnipotencia y autonomía. Puntúa bajo,
manifestando debilidad psicológica, en aprobación y amor (-3 y -4).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ANSIEDAD. ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD):


La puntuación para la depresión (D) = 6. Se considera un sujeto normal.
Puntuación valoración de la ansiedad (A) = 14, luego existe un problema clínico.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Puntuación = 73. Sujeto ansioso.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI): Puntuación = 43. Paciente ansioso.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:
Sorprendentemente, gracias a la negación inicial de la enfermedad por parte del
enfermo, no reconoce que sus problemas actuales interfieran ostensiblemente en las
distintas facetas de su vida. Así, puntúa de 0 a 1 (nada o casi nada) la interferencia de su
problemática médica con sus labores de trabajo en el campo, vida social, tiempo libre,
vida familiar e incluso, en la escala global. Sin embargo, como sabemos que la relación de
dinámica de pareja para este paciente no es buena, atribuye (bastante, nivel 3) que la
relación con su esposa se haya visto afectada desde que volvió a casa después de su
operación en la capital.
ESCALA DE YALE-BROWN:
La puntuación de esta escala es totalmente normal, tanto para las obsesiones
como para las compulsiones. El paciente simplemente insiste en que nada está pasando,
que él está muy bien tras la lisis de la enfermedad.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Para este paciente se obtienen 47 puntos respecto de sensibilidad a la ansiedad.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Negación inicial de la enfermedad.
 Trastorno de ansiedad de naturaleza reactiva, secundario al proceso tumoral.
 Dificultades relacionales en la dinámica de pareja.
EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO: ENTREVISTAS
ESTRUCTURADAS: MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido: puntúa alto en ansiedad (Anx), miedos (Frs), obsesividad
(Obs), depresión (Dep), preocupaciones por la salud (Hea), malestar social (Sod), baja
autoestima (Lse), problemas familiares (Fam) e interferencia laboral (Wrk). Dentro de las
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

escalas clínicas a reseñar figuran la hipocondría o escala 1(Hs), la depresión o escala 2 (D)
y la escala de introversión social (Si). Respecto a las escalas suplementarias, puntúa alto
en ansiedad (Anx), escala revisada de alcoholismo de McAndrew, dominancia (Do), escala
de rol sobre género y escala de malestar matrimonial. En las subescalas de introversión
social (Si) puntúa alto en evitación social (Si2) y en timidez-auto-cohibición. Dentro de las
subescalas de Harris-Lingoes apreciamos puntuaciones relevantes en discordia familiar
(Pd1), negación de ansiedad social (Hdy1) , enlentecimiento mental (D4) y rumiación (D5).
ADIS-R:
El paciente que ya ha solucionado sus preocupaciones, tareas y requisitos legales
antes del óbito, empieza a asumir la realidad que le corresponde. Experimenta aún
ansiedad y nerviosismo ante las situaciones cotidianas del día. Le preocupa aún su
situación ante lo que de él piensen y comenten los amigos. A veces, se asusta pensando
mal de sí mismo, de los otros y del futuro, presentando rasgos cognitivos de
procesamiento automático de la depresión.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
Puntuación 12. Correspondería a un trastorno distímico, ya que el paciente no
cumple todos los criterios diagnósticos para la depresión. En este caso puntúan por igual
ítems de sintomatología psicológica-cognitiva como somática-vegetativa.
ESCALA DE HAMILTON:
Resultado de la evaluación: 18 puntos. A la hora de valorar los resultados
obtenidos en esta escala resaltamos la importancia en el estado de ánimo, sentimientos
de culpa, inhibición, cambio del comportamiento, ansiedad e insomnio.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
Puntuación: 10. El paciente respecto al predictor de conducta suicida refiere
alguna vez sentimientos autolíticos como liberación, pues a veces tiene una visión negra
de su futuro, cuando además tiene perdidas las expectativas y las motivaciones
personales. Ha puesto todo en orden y no le queda mucho más que hacer en esta vida,
sólo tiene miedo al dolor. No quiere agonizar con dolor y en sus requisitos formales deja
dicho que prefiere morfina aunque le acorten la vida.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Respecto a las 7 actitudes posibles objeto de depresión obtenemos los siguientes


resultados: ejecución (+5), perfeccionismo (+6), derecho sobre los otros (+3) aprobación
(+6), omnipotencia (-1), autonomía (+1) y amor (+2).

ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD)


La puntuación para la depresión (D) = 17. Se considera problema clínico de
características moderadas. La Puntuación para la valoración de la ansiedad (A) = 15. Existe
una clínica evidente.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Puntuación = 71. Sujeto ansioso.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):
Puntuación = 45. Paciente ansioso.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:
El paciente se confronta mejor con la realidad y asume con diligencia y
predisposición lo que le está ocurriendo. Puntúa poco (nivel 2) la relación en que sus
problemas actuales puedan afectar a su pareja y puntúa mucho (nivel 4) las interferencias
de su cáncer terminal en el trabajo, la vida social, familiar e incluso en el tiempo libre. A
escala global su vida normal en general se ha visto afectada por el glioblastoma bastante
(nivel 3).
ESCALA DE YALE-BROWN:
La puntuación en esta escala es normal, presenta, no obstante, obsesiones sobre
pensamientos de muerte que le producen grave o casi constante e incapacitante malestar
(3 ó 4 puntos en el ítem número tres de las obsesiones).
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Este paciente obtiene 50 puntos respecto de la sensibilidad a la ansiedad.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Trastorno distímico / depresión leve.
 Trastorno de ansiedad de naturaleza reactiva, secundario al proceso tumoral.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

 Afrontamiento de la enfermedad.
 Mayor actividad y mejor efectividad a la hora de tomar decisiones legales respecto
a trámites de herencia (cesiones de las propiedades a los hijos) y formalidades
civiles en torno al sepelio (organización, modo y pago del mismo).

2.6. CASO Nº. 6


R. G. E., varón de 59 años de edad, natural de Vigo, con residencia habitual en San
Fernando (Cádiz). Casado y con tres hijos. De profesión militar, oficial de la Armada de la
Marina Española, actualmente en la reserva. Igual diagnóstico y tratamiento que los
habidos en los protocolos anteriores.
EVALUACIÓN PRETRATAMIENTO CON SALES DE LITIO
ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS. MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido: puntúa alto en ansiedad (Anx), miedos (Frs), obsesividad
(Obs), preocupaciones por la salud (Hea), hostilidad (Ang) y baja autoestima (Lse). En las
escalas clínicas presenta altos valores para la hipocondría (Hs o escala 1) y depresión (D o
escala 2). Respecto a las escalas suplementarias, puntúa alto en ansiedad (Anx), en
represión (R) y fuerza del yo (Es). En las subescalas de introversión social (Si) la evitación
social (Si2) estaría en el borderline de la normalidad. En las subescalas de Harris-Lingoes
apreciamos depresión subjetiva (D1), retardo psicomotor (D2), enlentecimiento mental
(D4), rumiación (D5), negación de ansiedad social (Hy1), necesidad de afecto (Hy2),
lasitud-malestar (Hy3) y quejas somáticas (Hy4).
ADIS-R:
El paciente se encuentra preocupado, ansioso y nervioso ante las situaciones
cotidianas del día pero no sabe precisar por qué. Siente una ansiedad errática que él no
atribuye ni correlaciona para nada con la enfermedad. Dice estar bien, que ya está de alta
y como los médicos no son tontos si está en casa es porque está bien. Sin embargo le
preocupa mucho que pueda hacer o decir algo susceptible de ser absurdo, embarazoso o
desagradable para los demás pues se nota algo más susceptible desde que volvió del
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ingreso y que los demás puedan pensar que aún sigue enfermo y que no tiene arreglo.
Experimenta un miedo moderado (nivel 2) y a veces evita (nivel 2) bajar al club de
oficiales a tomar una copa sobre todo cuando se le ha caído el pelo, aunque siempre lleva
ajustada una gorra. Los amigos lo llaman constantemente para ir a tomar algo o a cenar lo
que a él le produce un miedo severo (nivel 3) y que a menudo evita (nivel 3). Tampoco le
es fácil (nivel 3) hablar con los mandos pues se angustia de pensar lo que opinaran sus
superiores a propósito de su cáncer, ya que figura como baja total. Duda mantener una
conversación, que a menudo evita (nivel 3) y sufre un miedo muy severo (nivel 4) al tener
que iniciarla. No ha experimentado síntomas de crisis de ansiedad o ataques de pánico.
Experimenta signos de tristeza reactiva.
ADIS-IV-TOC:
Actualmente le abordan una serie de pensamientos repetitivos, intrusivos
egodistónicos e irracionales que hacen que se sienta molesto e incómodo, pues a pesar
de que parecen inapropiados no puede dejar de pensarlos. Desde la operación de cabeza
sólo está pendiente de su cuerpo, de cómo funciona o de si hay algo que funcione mal:
examina lentamente órganos y sistemas de su anatomía cuando abre sus ojos por la
mañana y se queda con la mirada perdida en el techo y ésta es una conducta de repaso
mental que repite siempre antes de saltar de la cama. A veces tiene pensamientos o
imágenes absurdas que se le repiten incansablemente una y otra vez: viejas cancioncillas
de tonadilleras folclóricas, medias cantinelas absurdas que, inventadas por el mismo, se le
fijan a la mente y repite como un constante martilleo, o estrofas parciales de versos de
Rosalía de Castro en gallego. Está obsesionado con las relaciones sexuales y
constantemente tiene pensamientos o imágenes obscenas que luego quiere practicar con
su mujer, justificándole que quiere disfrutar del sexo el poco tiempo que le queda.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN
INVENTARIO DE BECK (BDI): 9 Puntos. Estado de ánimo no depresivo. El paciente
valora sobre todo los ítems de síntomas somático-vegetativos.

ESCALA DE HAMILTON:
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Puntuación 14. Presenta sensaciones intensas y continuadas (puntuación 3)


respecto del estado de ánimo, cambios del comportamiento y ansiedad; más intensa
(puntuación 4) para los trastornos psicosomáticos asociados.
ESCALA DE DESESPERANZA (ED):
8 Puntos. Puntúa también los ítems extras (18 a 21) relacionados con rasgos
neuróticos, paranoides y obsesivo-compulsivos.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS):
Altos niveles de fortaleza en lo que a las distorsiones cognitivas en la depresión se
refiere, puntuando altas valoraciones negativas en aprobación (-6), perfeccionismo (-5) y
ejecución (-4). Las distorsiones de omnipotencia (+2), autonomía (+4), derecho sobre los
otros (+2) y amor (+2) figuran dentro de normalidad (+2 a +4).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD):
Puntuación en depresión (D = 7). Sujeto normal.
Puntuación para la valoración de la ansiedad (A = 16). Ya existe clínica.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ):
Resultado de la valoración: 74 puntos. Sujeto ansioso.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI):
Puntuación: 45. Paciente ansioso.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL:
Puntación 2 (poco) para todas las escalas, es decir, trabajo, vida social, tiempo
libre, relación de pareja, vida familiar y escala global.
ESCALA DE YALE-BROWN:
La puntuación de esta escala es normal, aunque se apuntan ya ideaciones
obsesivas de tipo hipocondríaco.
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Valor de este índice: 43 puntos.
OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:
 Negación inicial de la enfermedad.
 Trastorno de ansiedad de naturaleza reactiva.
 Rasgos secundarios de hipocondría.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO: ENTREVISTAS


ESTRUCTURADAS: MMPI-2 AVANZADO
Escalas de contenido: puntúa alto en ansiedad (Anx), miedos (Frs), obsesividad
(Obs), depresión (Dep), preocupaciones por la salud (Hea) y pensamiento extravagante
(Biz). En las escalas clínicas presenta altos valores para la hipocondría (Hs o escala 1) y
depresión (D o escala 2). Respecto a las escalas suplementarias, puntúa alto en ansiedad
(Anx) y en represión (R). No presenta valores altos para las subescalas de introversión
social (Si). En las subescalas de Harris-Lingoes apreciamos depresión subjetiva (D1),
retardo psicomotor (D2), enlentecimiento mental (D4), rumiación (D5), necesidad de
afecto (Hy2), lasitud-malestar (Hy3) y quejas somáticas (Hy4).
ADIS-R:
El paciente se encuentra preocupado, ansioso y nervioso ante las situaciones
cotidianas del día. Siente una ansiedad errática que el ya es capaz de atribuir
directamente a la enfermedad. Experimenta un miedo moderado (nivel 2) a relacionarse
con los amigos y compañeros por lo que todavía a menudo evita (nivel 3) ya que sufre un
miedo muy severo (nivel 4). No ha experimentado síntomas de crisis de ansiedad o
ataques de pánico. Experimenta signos de tristeza reactiva. Se refugia en su cuarto a
llorar, episodios que se prolongan si se autoatribuye alguna otra patología somática
nueva; en ese momento sufre un miedo muy severo (interferencia muy incapacitante,
nivel 4).
ADIS-IV-TOC:
El enfermo continúa aún más si cabe pendiente de su cuerpo, reconociéndose
síntomas autoimaginados de contenido mágico y no somático que a su vez le impulsan a
mantener comportamientos extraños donde exagerar el autocuidado. Manifiesta
malestar moderado (puntuación 3-4) respecto a las ideas de contaminación por miedo a
contraer enfermedades que lo debiliten y agraven así el proceso cancerígeno. También
presenta de vez en cuando (puntuación 3-4) obsesiones de dudas. Ha sido muy metódico,
estricto, concienzudo, escrupuloso y calculador en el reparto perfectamente
proporcionado de la parte de la herencia que a cada hijo le corresponde, sin olvidar los
derechos de su cónyuge.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Puntuación 7. Estado de ánimo no depresivo. El paciente siente preferencia por los


ítems de síntomas somático-vegetativos.

ESCALA DE HAMILTON
Puntuación 10. Presenta sensaciones (puntuación 2) respecto del estado de
ánimo, cambios del comportamiento y ansiedad; más intensa (puntuación 3) para los
trastornos psicosomáticos asociados.

ESCALA DE DESESPERANZA (ED)


Valoración: 7 Puntos. Continúan de manera relevante en la sintomatología del
paciente rasgos neuróticos, paranoides y obsesivo-compulsivos.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS)
Puntúa alto (valores negativos) en las directrices con cierto contenido depresivo-
obsesivoide como son el alto grado de perfeccionismo (-4) o de ejecución (-3) y la
necesidad de aprobación (-5). Los valores obtenidos para las restantes actitudes son:
omnipotencia (+2), autonomía (+2), derecho sobre los otros (+3) y amor (+2).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD)
Puntuación en depresión (D = 6). Sujeto normal.
Puntuación para la valoración de la ansiedad (A = 18). Problema clínico.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ)
Evaluación: 72 puntos. Sujeto ansioso.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI)
Puntuación: 45. Paciente ansioso.
ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL
El paciente se confronta ahora con la realidad. Puntúa mucho (nivel 4) la manera
en que considera que el tumor ha afectado su vida social, su tiempo libre, su relación de
pareja y su vida familiar. A causa de sus problemas actuales, la vida normal en general de
este paciente (escala global) se ha visto afecta bastante (nivel 3). Como actualmente pasó
a la reserva el trabajo no se ha visto afectado (nivel 1, casi nada), salvo en la relación con
sus mandos superiores, a los que se veía obligado a darles todo tipo de explicación acerca
del curso, tratamiento y pronóstico del tumor.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ESCALA DE YALE-BROWN:
La puntuación de esta escala es normal, aunque se apuntan ideaciones obsesivas
de tipo hipocondríaco: puntuando alto en las escalas de obsesiones (ideas rumiativas de
padecimiento de múltiples enfermedades y de agravamiento inmediato).
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI):
Valoración: 45 puntos.

OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA:


 Trastorno de ansiedad de naturaleza reactiva.
 Afrontamiento de la enfermedad: puesta en orden de decisiones administrativas y
legales futuras.
 Rasgos hipocondríacos secundarios al proceso glioblastomatoso.

2.7. CASO Nº. 7


M. P. H., varón de 67 años de edad, natural de Llerena (Sevilla), casado con tres
hijos. Profesor retirado de enseñanza secundaria. Diagnóstico y protocolo terapéutico
idéntico al de los casos anteriores.

EVALUACIÓN PRETRATAMIENTO CON SALES DE LITIO


ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS, ADIS-R
El paciente no sabe explicar qué le pasa sólo refiere que se encuentra preocupado,
ansioso y nervioso durante todo el día. No atribuye el hecho a que la enfermedad haya
modificado su carácter. Tiene miedo (nivel 3, severo) y a menudo evita reunirse los fines
de semana con sus hijos y nietos en un chalet que tienen a las afueras del pueblo. No se
encuentra cómodo, piensa que todo el mundo está pendiente de él y lo miran como un
bicho raro. Se observa lento a la hora de expresar lo que siente (cree que su mente está
perfectamente pero siente que el lenguaje le traiciona pues no va a ser capaz de buscar
las palabras con la soltura que siempre le caracterizó). ¿Qué pensarán sus nietos del
abuelo, viejo profesor conocido por todos en el pueblo y que ahora no es capaz con
gracilidad? Miedo severo / a menudo evita (nivel 3). ¿Y qué pensaran sus nueras si ni
siquiera es capaz de iniciar con ellas una conversación? Miedo muy severo / siempre
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

evita (nivel 4). No experimenta ataques de pánico; a veces exclusivamente


despersonalización o sensación de irrealidad y miedo a morir.
AUTO-REGISTROS Y CUESTIONARIOS. DEPRESIÓN: INVENTARIO DE BECK
Puntuación: 21. Depresión moderada.

ESCALA DE HAMILTON:
Resultado: 39 puntos. Graves alteraciones en el estado de ánimo, inhibición,
cambio de comportamiento, ansiedad, insomnio y trastorno psicosomático asociado.
Constatamos la presencia de ideación suicida (ligeras características autolíticas).
ESCALA DE DESESPERANZA (ED)
Puntos: 11. Predictor de conducta suicida. Piensa que vivir así no tiene razón de
ser; comparte malos pensamientos acerca de las expectativas del futuro. Se queda sin
habla cuando para él la voz lo es todo, pierde la motivación de vivir. En ítems extras (del
18 al 21) se aprecian rasgos paranoides. Se siente perseguido por las suspicacias
familiares que cree ver en sus nueras.
ESCALA DE ACTITUDES DISFUNCIONALES (DAS)
Sintomatología florida en lo que a las distorsiones cognitivas en la depresión se
refiere, recreándose de forma melancólica precisamente en las actitudes patológicas de
necesidad constante de aprobación (-8), demanda de amor (-7), sensación de
perfeccionismo en extremo (-8), necesidad y derecho sobre los otros (-6), y carencia de
autonomía (-6). Ejecución (+3) y omnipotencia (+2).
ANSIEDAD: ESCALA DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN EN HOSPITAL (HAD)
Corrección: Depresión (D) = 15 puntos. Problema clínico.
Ansiedad (A) = 16 puntos. Problema clínico.
INVENTARIO DE PREOCUPACIÓN (PSWQ)
Paciento ansioso: 73 puntos.
INVENTARIO DE ANSIEDAD (BAI)
Paciente ansioso, puntuación total 79.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ESCALA DE ADAPTACIÓN DE ECHEBURÚA Y CORRAL


Puntúa mucho (nivel 4) en vida social, tiempo libre y vida familiar, así como en la
escala global; nivel 1 (casi nada) para la relación de pareja; y 0 (nada) en relación al
funcionamiento en el trabajo con sus problemas actuales, a casa de su jubilación.
ESCALA DE YALE-BROWN
Expresa alta puntuación total, y para las escalas de obsesiones y compulsiones.

INVENTARIO CREENCIAS RELACIONADAS CON OBSESIONES (IBRO)


A resulta de la suma directa de todos los ítems y tras invertir los ítems número 1,
2, 10 y 14, se obtiene una puntuación de 104 (en una escala de rango máximo de 120). El
paciente maneja un correlato abundante de creencias relacionadas con sus propios
pensamientos obsesivos originados a partir de su diagnóstico e intervención cancerosa.
Vive preso de sus propios pensamientos, le molesta la incertidumbre, se siente
responsable, se culpa, siente la amenaza del peligro de la pérdida, de que no puede
controlar sus pensamientos, de que no puede soportar lo desagradables que son y que le
llevan a un destino fatal. Piensa que no tiene tiempo para arreglar todos los errores que
pudo cometer en el pasado, se perturba con pensamientos acerca de cómo puede
resultar su desaparición, sobre todo pensando que la pérdida de un ser querido es
insoportable; le duele la pugna entre incertidumbre e inquietud.
INVENTARIO DE MIEDOS (FSS-III-66)
Puntúa alto tanto para la frecuencia de los miedos (número de ítems con valor 4)
como para la intensidad de éstos (puntuación total en el inventario). Si adoptamos
puntuaciones por dimensiones, subescalas, debemos destacar la existencia de un alto
valor para los miedos interpersonales (ítems 1, 5, 6, 7, 9, 12, 15, 16, 17, 23, 26, 27, 30, 35,
39, 45, 47, 52, 55, 57, 60, 61, 64 y 65).
CUESTIONARIO DE MIEDOS (FQ)
Nuestro paciente siempre evita (nivel 8) pensar en la muerte y en su cáncer (esto
casi nunca lo consigue), así como también comer y beber con otras personas, prefiere
andar solo por las calles de su pueblo repletas de gente para ser parado y teme ser
preguntado, mirado u observado fijamente, evita entrar en tiendas, ir sólo lejos de casa y
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

hablar o actuar ante una audiencia de personas aunque sean familiares. Dice estar
preocupado (nivel 6) a muy severamente preocupado (nivel 8) por sentirse deprimido o
desdichado y tenso o ansioso. A veces, tiene también pensamientos desconcertantes que
le pasan por la cabeza (7-8 / muy severamente preocupado).
ÍNDICE DE SENSIBILIDAD A LA ANSIEDAD (ASI)
El valor de este índice se sitúa en 45 puntos.

OBSERVACIONES DIAGNÓSTICAS DE ESPECIAL RELEVANCIA


 Trastorno del estado de ánimo: depresión moderada
 Negación / afrontamiento inicial de la enfermedad.
 Trastorno de ansiedad de naturaleza reactiva, secundario al proceso tumoral.
EVALUACIÓN POSTRATAMIENTO CON SALES DE LITIO
A este enfermo no se le pudo evaluar porque el estado infiltrante de su tumor le
suponía grave deterioro cognitivo.

2.8. RESULTADOS EN PACIENTES AFECTADOS DE GLIOBLASTOMA


MULTIFORME GRADO IV, EN TRATAMIENTO PALATIVO CON LITIO, PARA
COMPROBAR LA EFECTIVIDAD EN LA EXISTENCIAS DE MEJORAS
PSICOPATOLÓGICAS Y/O AFECTIVAS.
Hemos trabajado con los datos obtenidos de los resultados para cada uno de los
pacientes por test de auto-registro para trastornos de la afectividad (depresión y
ansiedad) antes de iniciar el tratamiento con litio (pre-test) y 90 días después de la
administración reglada de carbonato de litio (post-test) en las distintas escalas o
subescalas de cada una de las pruebas. Los resultados han sido integrados respecto al
género y la totalidad del grupo, por lo que se obtuvieron la totalidad de los datos de los
casos clínicos estudiados en tres grupos bien diferenciados: grupo 3 (pacientes que han
podido realizar los registros de pre y post-test, n = 4, género = 2 mujeres y 2 hombres),
grupo 2 (pacientes que sólo realizaron el pre-test, n = 3, género = 2 mujeres y 1 hombre),
y grupo 1 (todos los casos, n = 7, género = 4 mujeres y 3 hombres).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

En cuanto a depresión se refiere, se analizaron los resultados para el BDI, la escala


de Hamilton de depresión HAD-D y la escala de Desesperanza, así como la escala de
Actitudes disfuncionales (DAS) con las subescalas correspondientes: aprobación, amor,
ejecución, autonomía, perfeccionismo, derecho sobre los otros y omnipotencia.
Respecto del trastorno de ansiedad, empleamos los datos de los casos clínicos
para el cuestionario de HAD-A (ansiedad), la Escala de Adaptación (EA) de Echeburúa y
Corral, el PSWQ, FQ, el BAI, FS-III-66, el CIQ, OCI, IBRO, ASI, STAI-ER, SAD.
Una vez hallado N, suma de rangos y los rangos promedio, estudiamos los
estadísticos de contraste. Debido a lo escaso de la muestra, sobre todo para las
subescalas del Inventario de Obsesiones y Compulsiones (OCI): lavar, verificar, duda,
orden, obsesividad, acumulación y neutralización, no contamos con suficientes casos
válidos de pacientes para realizar pruebas parámetricas de contraste como la U de Mann–
Whitney o la W de Wilcoxon, por lo que no se calcularán los estadísticos. Al final, los
datos obtenidos no son estadísticamente significativos (es decir, con un nivel de
significación p<0,005), entre los resultados que obtuvimos reseñar como más bajo, el de
la subescala de omnipotencia de la Escala de Actitudes Disfuncionales (DAS) de la
depresión con un valor de p<0,057.
No existen, por tanto, diferencias significativas (cuantitativas) en la variable
psicofarmacológica, es decir, sobre la eficacia del tratamiento con litio en la mejora de la
sintomatología afectiva que sufren los pacientes terminales afectos de un glioblastoma
multiforme altamente diferenciado. Tampoco existen diferencias significativas respecto
de las variables de la edad (pacientes con edades comprendidas entre 38 años y 62 años)
y el género de los pacientes (proporción 4/3 respecto de mujeres y hombres).
Tratamos de demostrar mediante el empleo de gráficas comparativas y diagramas
de barras que sí que existen, al menos, diferencias cualitativas que por otra parte, sí
llegan a poder ser valoradas y apreciadas desde el punto de vista de la anamnesis con
nuestros pacientes y del abordaje clínico.
En las figuras 5.9 a 5.13, se muestran las representaciones gráficas de las
puntuaciones obtenidas para cada uno de los casos de los pacientes estudiados
(pacientes caso nº. 1, 2, 5, y 6), respecto de los contenidos de trastornos de afectividad de
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

tipo depresivo, en las fases de pre y post-tratamiento de los tests psicológicos que fueron
observados.
En la figura 5.14, representamos las puntuaciones globales obtenidas respecto a
las Escalas de depresión, para los cuestionarios y auto-registros, BDI, Hamilton, ED y HAD-
Depresión, de los cuatro pacientes estudiados antes y después del tratamiento con litio.
En la figura 5.15, representamos las puntuaciones globales obtenidas de los cuatro
pacientes estudiados antes y después del tratamiento con litio, respecto a la Escala de
depresión de Actitudes Disfuncionales (DAS).
En las figuras 5.16 a 5.18, tratamos de objetivar las representaciones gráficas de
las puntuaciones que han sido obtenidas para cada uno de los pacientes estudiados
(casos nº. 1, 2, 5, y 6), respecto de los contenidos de trastornos de afectividad de tipo
ansioso, en las fases de pre y post-tratamiento de los tests psicológicos que utilizamos.
En la figura 5.19, representamos las puntuaciones globales obtenidas respecto a
las Escalas de depresión, para los cuestionarios y auto-registros, HAD-ansiedad, PSWQ,
BAI, EA, FSS-intensidad, respecto de los datos obtenidos para los cuatro pacientes
estudiados antes y después del tratamiento con litio.
En la figura 5.20, hemos representado todas las puntuaciones globales obtenidas
de los cuatro pacientes estudiados antes y después de transcurridos los noventa días del
tratamiento con litio, respecto a las evaluaciones corregidas en el FSS-frecuencia, FQ,
STAI-ansiedad / rasgo, STAI ansiedad / estado, y el SAD.
Constatamos que no se da la reversibilidad global de los déficits cognoscitivos que
afectan de forma significativa la memoria inmediata, memoria diferida, olvido y memoria
visuoespacial, por lo que nunca conllevan la recuperación del trastorno afectivo, sino su
empeoramiento en el transcurso de un periodo corto de tiempo.
La inteligencia premórbida, además de en las primeras fases de la enfermedad, no
tiene ninguna relación aparente con los déficits cognoscitivos observados.
Existe una disfunción generalizada respecto a la edad; ligado al avance del proceso
de envejecimiento se establece una relación muy estrecha con los rendimientos
cognoscitivos en la fase activa del trastorno del humor; es por ello que la edad de inicio
tardía del trastorno afectivo va acompañada de peores rendimientos cognoscitivos. Peor
pronóstico de evolución más tórpida conforme la edad aumenta.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

No hemos constatado diferencias significativas entre los rendimientos


cognoscitivos de los pacientes afectos de depresión y los de contenido ansioso. Los
pacientes depresivos puntúan significativamente en las escalas habituales de depresión,
sean auto y/o heteroaplicadas. Esto es más marcado para el grupo de mujeres.
Desde el punto de vista de la metamemoria y las distorsiones mnésicas propias de
las tipologías histeroides, se nos presentó un caso, mujer, que refería queja subjetiva de
memoria bastante más florida respecto a lo que sería propio de su afectación
neurológica; sin embargo, además de fragilidad afectiva y labilidad emocional, puntuaba
alto en neuroticismo, por lo que pensamos que ciertos contenidos hipocondríacos,
secundarios a la angustia de una sintomatología depresiva muy importante, que pudieran
ser anticipo de futuras manifestaciones demenciales.
Al inicio de la agonía es cuando las pacientes (relación: 3/4) suelen ser muy
conscientes de lo que está pasando, a pesar de que el deterioro neurológico sea ya muy
evidente, y de que hasta el momento se haya dejado llevar por mecanismos de evitación
y no afrontamiento. Parece que el hombre, que hasta ahora se ha dejado llevar más por
mecanismos ansiógenos, entra en todos los casos (3/3) en alteraciones afectivas clásica
en la tríada negativa de la depresión, dejándose llevar más hacia el cansancio, la renuncia,
el abandono y la muerte.
25

20

preBDI
15 postBDI
preHamilton
postHamilton
10

0
B1 B2 B5 B6 H1 H2 H5 H6
Fig. 5.9. Puntuaciones obtenidas para los casos nº 1, 2, 5 y 6.

454
Depresión II: Escala de Desesperanza (ED) y HAD-D

18
16
14
Puntuaciones directas

12
10 preED
postED
8
preHAD-D
6 postHAD-D
4
2
0
ed1 ed2 ed5 ed6 had1 had2 had5 had6
Fig. 5.10. Puntuaciones obtenidas para los casos nº 1, 2, 5 y 6.

455
8
6
4
2
preap
0 postap
preamor
-2 postamor

-4
-6
-8
ap1 ap2 ap5 ap6 a1 a2 a5 a6

Fig. 5.11. Puntuaciones obtenidas para los casos nº 1, 2, 5 y 6.

456
18
16
14
12
10 preED
8 postED

6 preHAD-D

4 postHAD-D

2
0
ed1 ed2 ed5 ed6 had1 had2 had5 had6
Fig. 5.12. Depresión IV: Escala de actitudes disfuncionales, DAS.
Subescalas ejecución y autonomía. Puntuaciones obtenidas para los casos nº 1, 2, 5 y 6.

457
9

3 prepf
postpf
1 pred
postd
-1 pero
posto
-3

-5

-7
pf1 pf2 pf5 pf6 d1 d2 d5 d6 o1 o2 o5 o6
Fig. 5.13. Estudio Depresión V. Escala de actitudes disfuncionales, DAS.
Subescalas perfeccionismos, derecho sobre los otros y omnipotencia. Casos nº 1, 2, 5 y 6.

458
ESCALAS DE DEPRESIÓN (I)

18
16
14
12
10 pre
8 post

6
4
2
0
BDI HAMILTON ED HAD-Depresión
Fig. 5.14 BDI: 0-9: estado de ánimo no depresivo; Hamilton: >13<18: normalidad; ED: 6: normalidad; HAD-
depresión: 0-7: normalidad. Los valores representan la media del grupo

459
ESCALAS DE DEPRESIÓN (II): DAS

5,5
4,5
3,5
2,5 pre
1,5
post
0,5
-0,5
-1,5
-2,5
-3,5
aprb amor ejec auto perfec dcho omni
Fig. 5.15. Datos pres y post del auto-registro DAS, para cada una de las subescalas estudiadas.

460
Escalas de Ansiedad: HAD ansiedad y Escala de Adaptacion, EA

25

20
preHAD
Puntuaciones directas

15 postHAD
preEA
10 postEA

0
had1 had2 had5 had6 ea1 ea2 ea5 ea6

Fig. 5.16

461
Escalas de Ansiedad: PSWQ, BAI y FQ
76
66
56
46 prePSWQ
postPSWQ
36 preBAI
postBAI
26 preFQ
postFQ
16
6
-4
wq1wq2wq5wq6bai1bai2bai5bai6 fq5 fq6

Fig. 5.17.

462
Escalas de Ansiedad: ASI, STAI AE, STAI AR y SAD

50
45
40
35 prepswq
postpswq
30 preBAI
25 postBAI
preAR
20 postAR
15 preSAD
postSAD
10
5
0
asi1 asi2 ae1 ae2 ar1 ar2 sad1 sad2
Fig. 5.18

463
ESCALAS DE ANSIEDAD (I)

130
120
110
100
90
80
70 pre
60
post
50
40
30
20
10
0
HAD-ans PSWQ BAI EA FSS-int
Fig.5.19. HAD-ansiedad: 0-7 estado de animo no ansioso; PSWQ 34,90 normalidad; BAI hasta 12
normalidad; EA, 0-6 normalidad; FSS-intensidad (suma de todos los valores marcados).

464
50

40

30

20 pre

10
post

0
FSS- FQ STAI- STAI- SAD
frec ar AE
Fig. 5.20. FSS-frecuencia = nº de miedos / sobre 66 items; FQ; STAI-AR = 5 normalidad; STAI-E / A
=5 normalidad; SAD < 6 normalidad

465
50

40
Puntuaciones directas

30
pre
20

post
10

0
FSS- FQ STAI- STAI- SAD
frec ar AE
Fig.22

466
Ángel Valaer Rubio

CAPÍTULO 3. ABORDAJE DESDE LA MEDICINA TRADICIONAL CHINA EN CASOS CLÍNICOS


CON IMPORTANTE CONTENIDO DE ETIOLOGÍA PSICOSOMÁTICA

3.1. CASO CLÍNICO Nº 1 (PARÁLISIS DE BELL)


Perspectiva desde la Medicina Occidental:
Paciente que desde la medicina occidental nos refiere la sintomatología y la clínica de una
parálisis de Bell (parálisis facial periférica).
Abordaje MTC. Etiología: Esta enfermedad se debe al desarreglo de Qi y Xue y a la
malnutrición de los canales y colaterales, causados por la invasión de los factores viento-
frío, o flema, en los canales y colaterales, en la región facial.
Diferenciación:
 Las manifestaciones clínicas en el lado afecto, son: ojos semicerrados, lagrimeo,
desviación del ángulo de la boca, sialorrea, incapacidad de contraer y elevar la
ceja, de cerrar el ojo, de soplar, de mostrar los dientes, de silbar.
 Algunos pacientes muestran dolor en la región mastoidea y cefaleas
 Lengua con saburra blanca y pulso superficial

Tratamiento: Es necesario eliminar el viento y remover la obstrucción de los colaterales


con el método de tonificación y dispersión simultaneas, en los puntos de los canales
Yangming de la mano y del pie.
Prescripción: Yifeng (S.J. 17). Dicang (E. 4). Jiache (E. 6). Yangbai (V.B. 14). Taiyang (Extra).
Hegu (I.G. 4). Quanliao (I.D. 18). Xiaguan (E. 7).
Manipulación: Es necesario seleccionar de 3 a 5 puntos, en cada sesión.
Se puede usar el método de inserción horizontal en dos puntos, tales como insertar la
aguja desde Dicang (E. 4) hacia Jiache (E. 6). Frecuencia una vez al día, al principio del
tratamiento. Puntos, de acuerdo a los síntomas y signos, así:
o Si existe cefalea: aplicar en Fengchi (V.B. 20).
o Si existe esputo profuso: Fenlong (E. 40).

467
Ángel Valaer Rubio

o Cuando se produce dificultad por contraer o levantar la ceja: Zanzhu (V. 2),
Sizhukong (S.J. 23).
o Ojo semicerrado: Zanzhu (V. 2), Jingming (V. 1), Tongziliao (V. B. 1), Yuyao
(Extra.) y Sizhukong (S.J. 23).
o Dificultad de contraer la nariz: Yingxiang (I.G. 20).
o Desviación del filtrum: Renzhong (Du. 26).
o Incapacidad de mostrar los dientes: Juliao de la nariz (E. 3).
o Tinnitus y sordera: Tinghui (V.B. 2).
o Tic de párpado y la boca: Taichong (H. 3).
o Punto doloroso de la región mastoidea: Wangu de la cabeza (V.B. 12).

Explicación:
o La combinación de Hegu (I.G. 4) y Taichong (H. 3), los puntos Yuan (fuente) de los
canales del intestino grueso y el hígado son efectivos para eliminar el viento
patógeno en la cabeza y en la cara.
o Tinghui (V.B. 2) y Wangu de la cabeza (V.B. 12), son usados para eliminar el viento
y aclarar el oído.
o Jianche (E. 6), Xiaguang (E. 7), Dicang (E. 4), Juliao de la nariz (E. 3), Quanliao (I.G.
18), Yangbai (V.B. 14), Tongziliao (V.B. 1), Zanzhu (V. 2), Sizhukong (S.J. 23),
Jingming (V. 1), Yingxiang (I.G. 20) y Renzhong (Du. 26), son todos ellos puntos
locales de los canales afectados y tienen el efecto de eliminar el viento y activar la
circulación de los canales y colaterales.
A tener en cuenta:
 En casos crónicos y prolongados: Se puede calentar la aguja con moxibustión ligera en
los puntos de Taiyang (Extra), Jiache (E. 6), Dicang (E. 4), Juliao de la nariz (E. 3) y Xiaguan
(E. 7). Se seleccionan dos o tres puntos por sesión. Calentar cada punto de 2 a 3 minutos.
 Ventosas: Se usa la ventosa como un método auxiliar de la acupuntura. Se trata el
lado afecto con pequeñas ventosas, una vez cada 3-5 días.

468
Ángel Valaer Rubio

3.2. CASO CLÍNICO Nº 2 (NEURALGIA DEL TRIGÉMINO


Perspectiva desde la Medicina Occidental:
Paciente que se nos presenta en consulta con una neuralgia del trigémino.
Abordaje MTC: Diferenciación: Este es un dolor de corto tiempo, paroxístico y con
sensación de ardor en la región facial por donde pasa el nervio trigémino.
Tratamiento: Prescripción:
 Dolor localizado sobre la primera rama (oftálmica): Yangbai (V.B. 14). Taiyang
(Extra). Zanzhu (V. 2). Waiguan (S.J. 5).
 Dolor en la segunda rama (maxilar): Sibai (E. 2). Juliao de la nariz (E. 3). Renzhong
(Du. 26). Hegu (I.G. 4).
 Dolor en la tercera rama (mandibular): Xiaguan (E. 7). Jiache (E. 6). Chengjiang
(Ren. 24). Neiting (E. 44).

Auriculoterapia: Puntos principales: Frente, nervio simnpático, Shenmen de la oreja,


Auriculopuntos correspondiente a la zona dolorosa. Método: Rodar la aguja durante
algunos minutos, o implantarla en los puntos sensibles.

3.3. CASO CLÍNICO Nº 3 (ÚLCERA GÁSTRICA /PÉPTICA).


Perspectiva desde la Medicina Occidental:
Paciente que acude a consulta aquejado de dolor epigástrico compatible con la
sintomatología propia de un cuadro clínico de úlcera gástrica y/o péptica.
Abordaje MTC: Etiología: Factores patógenos:
 Comida irregular que perjudica al Bazo y al Estómago.
 Ataque al estómago por inversión de Qi del Hígado, por depresión.
 Xu del Estómago con estancamiento de frío.

Diferenciación: Retención de la comida:


o Distensión y dolor en la región epigástrica.
o El dolor se agrava con presión y después de las comidas.

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Ángel Valaer Rubio

o Eructos con olor fétido.


o Anorexia.
o Saburra gruesa y pegajosa.
o Pulso fuerte y profundo.

Ataque al Estómago por el Qi de Hígado:


o Dolor intermitente en la región epigástrica.
o Distensión y dolor en la región del hipocondrio.
o Es posible que aparezcan náuseas, regurgitación ácida, distensión
abdominal.
o Anorexia.
o Pulso profundo y de cuerda.

Xu del Estómago con estancamiento de frío:


o Dolor sordo en la región epigástrica.
o Lasitud general.
o Regurgitación de líquidos acuosos.
o Dolor que puede ser aliviado por presión y calor moderado.
o Lengua con saburra blanca y delgada.
o Pulso profundo y lento.

Tratamiento: Método:
o Es necesario pacificar el estómago y aliviar el dolor con la combinación de puntos
locales y distales.
o En casos debidos a la retención de alimentos o al ataque del estómago por Qi del
Hígado, se hace acupuntura con el método dispersante.
o Las agujas son retenidas de 30-60 minutos.
o En caso del tipo Xu de Estómago y estancamiento de frío, es adecuado hacer
acupuntura con el método dispersante y tonificante, simultáneamente,
combinándola con maxibustión.

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Ángel Valaer Rubio

Prescripción: Zusanli (E.36). Zhongwan (Rem. 12). Neiguan (P.C. 6).


Puntos para síndromes diferentes:
Retención de alimento: Zhangmen (H. 13). Neiting (E. 44).
Ataque al Estómago por el Qi de Hígado: Taichong (H. 3). Quimen (H. 14).
Xu del Estómago con estancamiento de frío: Qihai (Ren. 6, moxibustión indirecta con
jengibre). Pishu (V. 20). Gongsu (B. 4).
Explicación:
 El punto Zusanli (E. 36), el punto He-mar del canal del Estómago y Zhongwan
(Rem. 12), el punto mu-delante del Estómago, poseen el efecto de regular el
Estómago y aliviar el dolor.
 El punto neiguan (P.C. 6) que comunica con el Canal Yinwei, relaja el pecho y
controla el vómito.
 Zhangmen (H. 13) y Neiting (E. 44), estimulan la digestión y alivia la sensación de
relleno epigástrico.
 La estimulación en Quimen (H. 14) y Taichong (H. 3) con el método dispersante a
fin de promover la función del Hígado, regular el Qi y aliviar la distensión y el
dolor.
 La aplicación de moxibustión en Gongsun (B. 4) y Pishu (V. 20) fortalece el bazo,
regula el estómago, dispersa el frío y alivia el dolor.
 La moxibustión indirecta en Qihai (Ren. 6) con jengibre, es el método más cómodo
para tratar el dolor crónico gástrico causado por el frío, porque el jengibre y la
moxa, juntos, tienen la propiedad de dispersar el frío.

A tener en cuenta: Método de ventosa (moxibustión):


La ventosa es aplicada con un recipiente grande o de tamaño mediano por la región
superior del abdomen o en los puntos Shu-espalda, de 10-15 minutos.
Auriculoterapia: Puntos principales:
o Estómago.
o nervio simpático.

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Ángel Valaer Rubio

o Subcórtex.
o Duodeno.

Método:
o Es necesario seleccionar de dos a tres puntos en cada tratamiento.
o Las agujas deben de ser retenidas de 15-30 minutos.
o 10 ó 15 tratamientos, constituyen un curso.
o Dejar 2-3 días de intervalo entre cursos.

3.4. CASO CLÍNICO Nº 4 (DOLOR ABDOMINAL)


Perspectiva desde la Medicina Occidental:
Paciente que refiere dolor abdominal, a veces intenso.
Muchas enfermedades pueden ser acompañadas del síntoma del dolor abdominal, tales
como trastorno de los órganos de la cavidad abdominal, de los órganos urogenitales de la
cavidad pélvica femenina, enfermedades parasitarias intestinales y desórdenes
funcionales del intestino, especialmente síndrome agudo abdominal, como apendicitis
aguda, obstrucción intestinal, peritonitis aguda, perforación de úlcera péptica, etc. Si se
aplica la acupuntura, resultará necesaria la observación estricta del paciente, y si fuere el
caso, se deberían aplicar otras medidas terapéuticas.
Abordaje MTC. Etiología: Factores patógenos:
 Acumulación de frío debido a la invasión de frío patógeno exógeno o frío
endógeno debido a la sobreingestión de alimentos fríos.
 Retardo del Qi, debido a la retención de alimentos que impiden la función
normal del estómago e intestino en el transporte.

Diferenciación.
Acumulación interna de frío:
o Dolor súbito que se alivia con el calor moderado.
o Heces blandas.

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Ángel Valaer Rubio

o Lengua con saburra blanca.


o Pulso tenso y profundo.

Retención de alimentos:
o Dolor y distensión en la región epigástrica y abdomina.
o Dolor que no tolera la presión.
o Regurgitación ácida, eructo.
o Dolor abdominal acompañado de diarrea que se alivia después de la
defecación.
o Lengua con saburra pegajosa.
o Pulso resbaladizo.

Tratamiento. Método:
 Los puntos locales o distales son seleccionados de acuerdo a la localización
de la enfermedad y a los canales afectados, con el propósito de dispersar el
frío y eliminar la éstasis.
 Cuando el frío es acumulado, es necesario hacer acupuntura y maxibustión
a la vez.
 En casos de retención de los alimentos se hace acupuntura con el método
dispersante.

Prescripción:
Dolor parte superior del ombligo: Gongsun (B. 4). Huaroumen (E. 24). Xiaan (Rem. 10).
Dolor alrededor del ombligo: Shuiquan (R. 5). Qihai (Ren. 6). Tianshu (E. 25).
Dolor en el vientre: Sanyinjiao (B. 6). Guilai (E. 29). Guanyguan (Ren. 4).
Explicación:
 Como la región situada por encima del ombligo está relacionada con el Bazo,
gongsun (B. 4), el punto Luo (enlace) del canal del bazo combinado con los puntos
locales huaroumen (E. 24) y Xiawan (Rem. 10), que regula la función del Bazo y del
Estómago.

473
Ángel Valaer Rubio

 La región umbilical está relacionada con el Riñón, por eso resulta adecuado
seleccionar Shuiquan (R. 5), el punto Xi (hendidura) del canal del Riñón combinado
con los puntos locales Qihai (Rem. 6) y Tianshu (E. 25).
 Los tres canales del Yin del pie pasan por el vientre, por eso Sanyinjiao (B. 6), el
punto donde se cruzan los tres canales Yin del pie combinando con los puntos
locales Guilai (E. 29) y Guanyuan (Ren. 4) es indicado.

3.5. CASO CLÍNICO Nº 5 (LUMBALGIA).


Perspectiva desde la Medicina Occidental:
Paciente que presenta una lumbalgia.
El dolor en la región lumbar aparece en enfermedades renales, reumáticas y reumatoides,
esguince o lesión traumática de la región lumbar.
Abordaje MTC:
Etiología: Factores patógenos:
 Retención de viento, frío y humedad patógenos en los canales y colaterales.
 Xu (deficiencia) de Qi de Riñón.
 Estancamiento de Qi y Xue en la región lumbar debido a esguince o contusión.

Diferenciación:
 Frío y humedad:

El dolor de la región lumbar ocurre, por lo general, después de coger viento,


frío y humedad patógenos.
Con manifestaciones clínicas de dolor y pesadez en la región dorso-lumbar,
limitación de la extensión y flexión de la región lumbar debido a la contractura
de los músculos; el dolor puede ser radiado hacia los glúteos y miembros
inferiores, la zona afectada está fría.
El dolor se agrava con el tiempo lluvioso y nublado y no se alivia con el reposo
en cama.

474
Ángel Valaer Rubio

 Xu (deficiencia) de Qi de Riñón:
El dolor es de aparición lenta. Es ligero pero persistente, con lasitud y
debilidad en la región lumbar y en las rodillas. Los síntomas se agravan
después de un esfuerzo o fatiga, y se alivian con el reposo en cama.
 Trauma: El paciente tiene una historia de esguince de la región lumbar.
Manifestaciones clínicas de rigidez y de dolor en la región lumbar, con dolor fijo que
se agrava con presión y movimiento del cuerpo.

Tratamiento: Método: Los puntos son seleccionados principalmente en los canales


Du y Taiyang del pie (Vejiga) para promover la circulación de Qi y Xue, relajar los
músculos y activar los colaterales.
Se aplican acupuntura y moxibustión para el tipo de frío y humedad.
En el caso de Xu (deficiencia) de qi de riñón se hace acupuntura con el método
tonificante y moxibustión.
Para el dolor traumático en la región lumbar, se aplica acupuntura con el método
dispersante o con el método de punción rápida para provocar sangría.
Prescripción: Shenshu (V. 23). Yaoyanguan (Du. 3). Feiyang (V. 58).
Puntos secundarios:
Xi de Qi del Riñón: Mimgmen (Du. 4). Zhishi (V. 52).Taixi (R. 3).
Esguince en la región lumbar: Renzhong (Du. 26). Weizhong (V. 40).
Explicación: La combinación de estos puntos puede relajar los músculos y activar la
circulación del Xue (Sangre):
 Shenshu (V. 23) favorece el Qi de Riñón, Yaoyanguan (Du. 3) es un punto
local.
 Feiyang (V. 58), el punto Luo (enlace) del canal de la Vejiga, es un punto
distal e importante para el tratamiento del dolor lumbar.

Para el dolor lumbar debido al frío-humedad:

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Ángel Valaer Rubio

 Se aplica acupuntura y moxibustión en Shenshu (V. 23) y Yaoyanguan (Du.


3) para dispersar frío-humedad, calentar los canales y promover la
circulación.

Para el dolor lumbar debido al Xu de Qi del Riñón:


 Se aplica acupuntura en Mimgmen (Du. 4), Zhishi (V. 52) y Taixi (R. 3), para
tonificar la esencia del riñón.
 Renzhong (Du. 26), es seleccionado de acuerdo al principio de tomar los
puntos que están en la parte superior para curar enfermedades que están
en la parte inferior.
 Se pica en Weizhong (V. 40), para provocar sangría, un método efectivo
para el tratamiento del dolor traumático y la rigidez en la región lumbar.

Auriculoterapia. Puntos:
 Riñón.
 Vértebra lumbar.
 Vértebra sacra.
 Shenmen de la oreja.
 Nervio simpático.

Método:
 Es necesario seleccionar 2-3 puntos cada vez.
 Las agujas son retenidas de 10-30 minutos.
 Se hace el tratamiento diariamente o días alternos.
 También con agujas implantadas de 3-5 días.

3.6. CASO CLÍNICO Nº 6 (ARTRITIS REUMATOIDE)


Perspectiva desde la Medicina Occidental: Paciente que refiere una sintomatología álgica
florida, acompañada de impotencia funcional articular, que presenta un diagnóstico,
compatible además con las pruebas bioquímicas y analíticas, de artritis reumatoide.

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Ángel Valaer Rubio

Abordaje MTC:
Síndrome Bi (dolor de las articulaciones). Se ve el síndrome Bi en la fiebre reumática,
artritis reumática, artritis reumatoide y en la gota.
Etiología:
Bi significa obstrucción de la circulación de qi y xue causada por la debilidad del qi
defensivo. Se presenta invasión de frío, viento y humedad a los canales y colaterales
cuando la persona suda y recibe el viento, o se sienta, y/o duerme en lugares húmedos, o
al andar o trabajar en el agua.
El síndrome Bi puede dividirse en distintos tipos, tales como:
 Bi migratorio, en el que el viento es predominante.
 Bi doloroso, en el que el frío es el que predomina.
 Bi fijo, en el que la humedad es predominante.
 Bi febril, en el que el viento, frío y humedad se convierten en calor.

Diferenciación: El síntoma principal del síndrome Bi es artralgia, acompañada de dolor y


entumecimiento de algunos músculos. En casos crónicos, aparece contractura de las
extremidades, e incluso inflamación o deformación de las articulaciones.
 Bi migratorio: Este tipo se caracteriza por el dolor migratorio en las articulaciones
de las extremidades, con limitación de movimientos; el dolor no es fijo; existe
aversión al frío, fiebre, lengua con saburra delgada y pegajosa, pulso superficial y
rápido.
 Bi doloroso: Artralgia que se alivia con el calor moderado y se agrava con el frío,
sin inflamación local; lengua con saburra blanca y delgada; pulso profundo y de
cuerda.
 Bi fijo: Entumecimiento de la piel y músculos; sensación de pesadez del cuerpo y
las extremidades; artralgia con dolor fijo, con ataque provocado por el tiempo
lluvioso y nublado, lengua con saburra blanca y pegajosa; pulso profundo y lento

477
Ángel Valaer Rubio

 Bi febril: Artralgia que no tolera la palpación con inflamación local en una o varias
articulaciones. Los síntomas secundarios son fiebre y sed; lengua con saburra
amarilla, pulso resbaladizo y rápido.

Tratamiento. Método: Se seleccionan puntos locales de los canales yang de acuerdo a la


zona afectada, combinándolos con los puntos distales para eliminar el viento, el frío y la
humedad.
 El Bi migratorio: es tratado principalmente por acupuntura.
 Bi doloroso: con moxibustión y acupuntura como coadyuvante.
Para el tratamiento de dolor grave, se usan agujas intradérmicas o moxibustión indirecta
con jengibre.
 Bi fijo: es tratado con acupuntura y moxibustión.
 Bi febril: se aplica acupuntura con el método dispersante.

Prescripción:
o Dolor en la articulación del hombro: Jianyu (I.G: 15). Jianliao (S.J. 14). Jianzhen
(I.D: 9). Naoshu (I.D: 10).
o Dolor en la escápula: Tianzong (I.D. 11). Bingfeng (I.D. 12). Jianwaishu (I.D.
14). Gaohuangshu (V. 43).
o Dolor en el codo: Quchi (I.G. 11). Chize (P. 5). Tianjing (S.J. 20). Waiguan (S.J.
5). Hegu (I.G. 5).
o Dolor en la muñeca: Yangchi (S.J. 4). Yangxi (I.G. 5). Yanggu (I.D. 5). Waiguan
(S.J. 5).
o Entumecimiento y dolor en los dedos: Houxi (I.D. 3). Sanjiang (I.G. 3). Baxie
(Extra).
o Dolor en la articulación de la cadera: Huantiao (V.B. 30). Yinmen (V. 37). Juliao
del fémur (V.B. 29).
o Dolor en la articulación de rodillas: Liangqiu (E. 34). Dubi (E. 35). Xiyan medio
(Extra). Yanglingquan (V.B. 34). Xiyangguan (V.B. 33). Yinlingquan (B. 9).
o Entumecimiento y dolor en las piernas: Chengshan (V. 57). Feiyang (V. 58).
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Ángel Valaer Rubio

o Dolor en el maleolo: Jiexi (E. 41). Shangqiu (B. 5). Qiuxu (V.B. 40). Kunlun (V.
60). Taixi (R. 3).
o Entumecimiento y dolor en los dedos de los pies: Gongsun (B. 4). Shugu (V.
65). Bafeng (Extra.).
o Dolor en la región lumbar: Yaoyangguan (Du. 3).

Puntos de acuerdo con signos y síntomas: Fiebre: Dazhui (Du. 14).


Deformación de las articulaciones: Dashu (V. 11).
Explicación: Es necesario seleccionar los puntos locales de acuerdo al proyecto de los
canales para:
 relajar los tendones,
 remover la obstrucción de los canales y colaterales,
 regular la circulación de Qi y Xue, y eliminar los factores patógenos.

3.7. CASO CLÍNICO Nº 7 (DISMENORREA)


Perspectiva desde la Medicina Occidental:
Paciente que acude a consulta remitida por su ginecólogo ya que sufre dismenorrea que
no es atribuible a causa física.
Diagnóstico diferencial: La dismenorrea está relacionada en general con problemas
locales del sistema genital, así como también desórdenes endocrinos o con factores
neurológicos. Todos ellos hay que descartarlos antes de sugerir una etiología de
naturaleza psicógena.
Diagnóstico Clínico: Dismenorrea psicológica.
Abordaje MTC.
Etiología:
La dismenorrea, se divide por lo general en dos tipos, esto es:

479
Ángel Valaer Rubio

 Dismenorrea de tipo Shi, que se debe a la coagulación de Xue (Sangre) en el útero,


causada por los trastornos emocionales tales como ansiedad, melancolía e ira; o
por la invasión del frío o bebidas frías durante la menstruación.
 Dismenorrea de tipo Xu, que se debe a la insuficiencia de Qi y Xue, y a la
disfunción de los canales Ren y Chong.

Diferenciación:
 Tipo Shi:
o Cursa con dolor fijo premenstrual en el vientre.
o El dolor se agrava con la presión y es radiado hacia la región lumbar
y hacia las piernas.
o Sintomatología dolorosa que se disminuye después que llega la
menstruación.
o Reglas de color purpúreo, oscuro y con coágulos. Resulta menos
fluida que habitualmente.
o Pulso en cuerda.
 Tipo Xu:
o Con dolor en el vientre en los últimos días de la menstruación o
postmenstruación.
o Dolor sordo y continuo que se alivia a la presión.
o Calor moderado.
o Menstruación escasa y de color rojo fresco.
o En casos graves, aparece sensación de aversión al frío, palpitaciones
y mareo.
o Pulso filiforme y débil.

Tratamiento. Método:
Tipo Shi:
Los puntos son seleccionados principalmente en los canales Ren y del bazo, para
activar la circulación de la sangre y remover la obstrucción de los canales.
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Ángel Valaer Rubio

Se hace acupuntura con el método dispersante.


En casos de tipo frío es adecuada la moxibustión.
Tipo Xu:
Se seleccionan los puntos del canal Rem y los puntos Shu-espalda de los canales del
Bazo y del Riñón, como puntos principales para regular y fortalecer Qi y Xue.
Se hace acupuntura con el método tonificante combinándola con maxibustión.
Prescripción:
Tipo Shi: Zhongji (Rem. 3). Xuehai (B. 10). Diji (B. 8). Hegu (I.G. 4). Daju (E. 27).
Tipo Xu: Guanyuan (Rem. 4); Pishu (V. 20). Shenshu (V. 23). Zusanli (E. 36). Sanyinjiao
(B. 6).
Explicación:
Tipo Shi:
 Xuehai (B. 10), activa la circulación de la sangre.
 Diji (B. 8), el punto Xi (hendidura) del canal del Bazo, combinando con el
punto Hegu (I.G. 4), son los indicados para el dolor menstrual.
 Zhongji (Rem. 3) y Daju (E. 27), son puntos locales usados para remover el
estancamiento de sangre y aliviar el dolor.

Tipo Xu:
 Se hace moxibustión en el punto Guanyuan (Rem. 4), para calentar y
fortalecer el Qi original;
 Pishu (V. 20) y Shenshu (V. 23), regulan y promueven la función del Bazo y
del Riñón.
 Zusanli (E. 36) y Sanyinjiao (B. 6), son puntos distales usados para
fortalecer el Bazo y el Estómago, origen de la formación de Xue.

Auriculoterapia. Puntos:
 Ovario
 Shenmen de la oreja.
 Endocrina.
481
Ángel Valaer Rubio

Método: Es necesario manipular las agujas intermitentemente, con una estimulación


relativamente fuerte, hasta que el dolor sea aliviado.

3.8. CASO CLÍNICO Nº 8 (HIPEREMESIS GRAVÍDICA)


Perspectiva desde la Medicina Occidental: Hiperemesis gravídica.
Abordaje MTC. Etiología: El vómito, en el periodo inicial del embarazo, se debe
principalmente a la debilidad general de Qi del Estómago y la invasión a este por Qi del
feto.
Diferenciación: Después de un mes del embarazo, aparecen por lo general vómitos y
nauseas. Después de las comidas, al ver u oler la comida. Los vómitos y /o nauseas
muchas veces van acompañados con síntomas como sensación de opresión en el pecho,
mareos, visión borrosa y astenia.
Tratamiento. Método: Seleccionar algunos puntos de los canales Yangming del pie
(estómago) y Jueyin de la mano (pericardio), con la finalidad de pacificar el Qi del
Estómago, tranquilizar al feto y calmar el vómito. Aplicar la acupuntura con el método de
tonificación y dispersión simultánea.
Prescripción:
o Zusanli (E. 36).
o Neiguan (PC. 6).
o Shangwan (Rem. 13).

Explicación. Se seleccionan: el punto Zusanli (E. 36) para pacificar el qi ascendente del
Estómago; el punto Neiguan (PC. 6) se utiliza para aliviar la sensación de opresión en el
pecho, tranquilizar al feto y calmar los vómitos; y el Shangwan (Rem. 13), un punto local,
que está indicado para aliviar la sensación de hartazgo en la región epigástrica.
Auriculoterapia: También se pueden usar puntos auriculares en: Hígado, Estómago,
Shenmen de la oreja, nervio simpático.

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Ángel Valaer Rubio

Método: El tratamiento es diario, o se usa la implantación de la aguja de 1-5 días. Se


pueden estimular los puntos implantados con masaje para aumentar el efecto
terapéutico.

3.9. CASO CLÍNICO Nº 9 (PRURITO)


Perspectiva desde la Medicina Occidental: Urticaria, prurito.
Abordaje MTC. Etiología:
Esta enfermedad es causada por el exceso de calor en la sangre y por la invasión
de la superficie corporal del viento exógeno patógeno o por la sobreingestión de una
comida inacostumbrada e inapropiada, que produce acumulación de calor en el
estómago.
Diferenciación: La urticaria presenta, acceso súbito con erupciones de varios
tamaños, acompañadas de dolor abdominal, constipación, pulso rápido y superficial. En
casos agudos las manifestaciones desaparecen mientras, en casos crónicos, la recurrencia
es frecuente.
Tratamiento. Método: Se hace acupuntura en los puntos de los canales del brazo
y del intestino grueso, con el método dispersante para eliminar el viento y el calor en la
sangre.
Prescripción: Xuehai (B. 10). Sanyijiao (B. 6). Quchi (I.G, 11). Hegu (I.G. 4). Cuando va
acompañada con dolor abdominal, Zusanli (E. 36) como punto secundario.
Explicación:
o Xuehai (B. 10), Sanyijiao (B. 6) pueden eliminar humedad-calor en sangre.
o Quchi (I.G. 11) y Hegu (I.G. 4) suelen aliviar el prurito, el calor en la sangre y a
erupción a través de dispersar el viento-calor.
o Zusanli (E. 36) puede regular la función del estómago y de los intestinos delgado
y grueso, y también es usado para aliviar el dolor abdominal

483
Ángel Valaer Rubio

Aurículoterapia: Se usa también aurículopuntura en los puntos de endocrina, pulmón,


adrenal. Se usa el método de retención de la aguja (una hora) con manipulación
intermitente.

CAPÍTULO 4. CASO DE UN PACIENTE AL QUE REALIZAR DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL


ENTRE SIMULACIÓN, MECANISMO PSICOSOMÁTICO Y/O LATIGAZO
VERTICAL COMO SECUELA TRAUMÁTICA DE UN ACCIDENTE DE TRÁFICO:
INFORME FORENSE

4.1. ANTECEDENTES EN FUNCIÓN DE LA CLÍNICA MÉDICO-FORENSE QUE


PUDIESE PADECER ANTE DEL PACIENTE O TRAS EL SUCESO
Es por ello que este perito forense espetuosamente expone: Que el paciente que
sufre el accidente del expediente en estudio presenta una serie de secuelas orgánicas a
consecuencia del traumatismo, que fueron determinantes en los perfiles cronológicos de
hospitalización, sanidad, incapacidad de la profesión.
La incapacidad funcional se determina en base a la descripción de todas las
alteraciones funcionales derivadas de las lesiones obtenidas del examen del paciente.
Estas secuelas físicas que se observan pueden, además, haber influido en la
permanencia y agravación de sintomatología que corresponde al abordaje del territorio
de las alteraciones psíquicas. Estos es: que, además de las secuelas físicas, se presenten
secuelas psiquiátricas compatibles con un cuadro de Síndrome Depresivo Postraumático
tras la vivencia de un episodio que sea interpretable de estrés postraumático.
Desde una perspectiva psiquiátrico legal, podemos definir el daño psíquico como:
una alteración o deterioro de las funciones psíquicas de una persona como consecuencia
de un accidente o traumatismo que puede llegar a ser objeto de un resarcimiento.
Al perito forense le corresponde informar sobre el daño psíquico, diagnosticando
su intensidad y permanencia, así como informar sobre las privanzas y minoraciones que
produce en las capacidades y actitudes del paciente.

484
Ángel Valaer Rubio

La importancia de las secuelas psíquicas en la valoración médica del daño corporal


viene determinada no sólo por la frecuencia de su aparición sino también por la dificultad
de la correcta valoración, tanto desde el punto de vista clínico como legal, por la
importancia particular que algunas de estas secuelas plantean, a diferencia de las
somáticas; esto es: muchas veces son patologías de carácter subjetivo, algunas de ellas
además capaz de ser fácilmente simuladas o que a veces estén exageradas por el
paciente; además, toda persona tiene un estado anterior psíquico al accidente, y la
valoración médico legal de muchos de los daños personales es también de carácter
subjetivo.
4.2. EN FUNCIÓN DE LA PRAXIS CLÍNICA
Que la simulación, consiste en un intento deliberado de fingir síntomas o
discapacidad para obtener ventajas o ganancias. Pensaremos que nos encontramos ante
un simulador cuando se aprecie en el sujeto una finalidad clara de obtener ganancia
económica, cuando los signos o síntomas que refiere no se correspondan con ningún
cuadro psiquiátrico.
La relación de causalidad es difícil de determinar cuando no hay lesión orgánica y
nos encontramos con patología psíquica subjetiva, por lo que deben de seguirse los
criterios de causalidad médico legales.
Todo lesionado, antes de sufrir un traumatismo, posee un estado psíquico anterior
que resulta de su propia psicobiografía, por lo que es necesario determinar si los estados
psíquicos anteriores como causas, y cuáles son los factores favorecedores.

4.3. EN RELACIÓN AL ACCIDENTE QUE SUFRIÓ EN LA COLISIÓN DE UNA


ROTONDA CON EL OTRO VEHÍCULO. COMENTARIO PRELIMINAR
El termino esguince o latigazo cervical se refiere a la transferencia al cuello de
energía por un movimiento súbito, forzado, con un mecanismo de aceleración-
desaceleración, que provoca un movimiento repentino de la cabeza hacia atrás
(hiperextensión) y hacia adelante (hiperflexión). Esto provoca la compresión y el

485
Ángel Valaer Rubio

estiramiento de los ligamentos y músculos de la columna cervical. La causa más frecuente


es la colisión entre dos vehículos.

Las lesiones por latigazo son diferentes de aquellas producidas por compresión
pura o traumatismo directo, más proclives a causar dislocación o fracturas de la columna
vertebral, y se conocen como síndrome del latigazo cervical, esguince cervical, distensión
cervical o lesión de partes blandas de la columna cervical.

El mecanismo de aceleración desaceleración incluye una fase de desplazamiento


en S itálica con flexión de la columna cervical alta y extensión de la columna cervical baja
seguida de una fase de hiperextensión con desplazamiento en C de toda la columna
cervical y, posteriormente, una fase de hiperflexión por contragolpe. Esta curva bifásica
supone una alteración en la curva simple lordótica cervical. La columna cervical baja es
más proclive a lesionarse durante ambos recorridos (principalmente el nivel C5) y la
columna cervical alta es más fácil que se lesione durante la fase de extensión. Los sitios
potenciales de lesión son las carillas articulares interapofisarias, los ligamentos, los discos
intervertebrales y los componentes vasculares y neurales.

Las regiones cervicales bajas C3-C4 y C6-C7 sufren las máximas distensiones
durante la fase inicial del desplazamiento, en que la columna baja se desplaza a posterior
comparativamente con los segmentos torácicos y antes de apoyarse en el reposacabezas.
En la fase de flexión se requieren mayores fuerzas y mayores desplazamientos para
provocar lesiones.

En los modelos experimentales se ve que el ligamento longitudinal anterior (LLA)


sufre, con traumatismos de baja aceleración, distracciones de 2.6 mm, correspondientes
al 60% del desplazamiento necesario para su rotura. Con los traumatismos de alta energía
(10 m/s) existe un incremento de la aceleración lineal de la cabeza y del desplazamiento
angular de la misma con lo que podría superarse el límite de lesión del LLA y de otras
estructuras provocando daños en las mismas, distensión e inestabilidad en extensión,

486
Ángel Valaer Rubio

hipermovilidad y, finalmente, cambios crónicos en las carillas articulares y en el disco


intervertebral, cuyas fibras anulares tienen conexiones con el LLI.

Las alteraciones en las carillas articulares interapofisarias se consideran la causa


más común de dolor crónico cervical tras las lesiones por latigazo cervical. Se han
identificado nocirreceptores y mecanorreceptores periarticulares que podrían estar
implicados en el mantenimiento de los síntomas. La elongación de la arteria
intervertebral es más probable en aquellos traumatismos con la cabeza en posición de
rotación en el momento del impacto, frente a aquellos en posición de flexión. También
otras estructuras, como los ligamentos alares y transversos, pueden dañarse en las
lesiones por latigazo cervical. Estas lesiones, que requieren traumatismos de alta energía,
pueden causar cefalea sin cervicalgia.

El latigazo cervical suele producirse cuando las personas que viajan en un


vehículo sufren una contusión lateral o más frecuentemente posterior. Al sufrirla, el
cuello se ve sometido a un movimiento de aceleración o flexión seguido de un segundo
movimiento contrario de desaceleración o extensión. Cuando estos dos movimientos se
producen bruscamente y a gran velocidad, la musculatura cervical, que no está preparada
para ellos, se contrae bruscamente y arrastra consigo a la columna cervical, lo cual puede
causar daños de diferentes grados de severidad.
A continuación realizamos unas consideraciones respecto a la valoración médico-
legal del daño orgánico en relación al latigazo cervical que sufrió en el accidente de
colisión con su vehículo, para ultimar el

4.4. DIAGNÓSTICO
Que el síntoma principal del latigazo cervical o esguince cervical es el dolor de
cuello, que puede llegar a ser muy intenso. Es posible que el dolor aparezca horas o días
después del traumatismo. Los síntomas son muy variables aunque los más frecuentes
son: dolor, rigidez, pesadez del cuello, con o sin hormigueo en los brazos, dolor en los
hombros y zona dorsal alta, cefalea, mareos, vértigo o acufenos (zumbido en los oídos).
487
Ángel Valaer Rubio

En el diagnóstico clínico, pericialmente resulta imprescindible establecer la


existencia o no de relación de causalidad con el evento traumático.
A la exploración física del paciente y a la hora de iniciar la biomecánica de su
hombro, he constatado:
Un proceso limitante al movimiento del brazo cuando comienza a levantar su
miembro superior izquierdo noventa grados en línea por encima de la normal
(anteriormente, según el informe que presenta su traumatólogo a la limitación de la
abducción y antepulsión era de treinta grados).
 Persiste el dolor estacionario en la región del hombro derecho, a nivel del
manguito rotador.
 Aún no ha llegado a recuperar la completa movilidad y además persiste la
limitación al final del recorrido en la abducción, antepulsión y RIR.
 En la actualidad, presenta impotencia funcional (aunque menor dolor cervical)
sobre los segmentos centrales y en las contracturas musculares del trapecio, así
como en el elevador de la escápula y los músculos esplenios de la región cervical.
 Presenta limitación en la movilidad cervical al final del recorrido de su brazo
diestro.

Además, manifiesta una alteración funcional disimétrica postural entre ambos


hombros con predominio más bajo ipsilateral derecho, esto es: la zona lateral derecha de
su cuerpo se encuentra más baja sobre la normalidad compensatoria que se trata de
contrarrestar por parte del lado sano (hombro izquierdo).
Aunque no presenta dolor a la palpación, si experimenta molestias que son
congestivas, de cargazón muscular y tendinosas a medida que avanza el día por la
congestión originada en la zona, que se alivia durante el descanso y el mecanismo
reparador del sueño.
Respecto a la movilidad cervical se detecta que está enlentecida y es álgida
conforme avanza la fatiga durante la vigilia.

488
Ángel Valaer Rubio

Desde la última exploración que refiere su especialista en cirugía ortopédica y


traumatología, el proceso, hasta el día de la fecha en que exploro al paciente, se
mantiene estabilizado, apenas si registra, a nivel subjetivo, me refiere el enfermo, una
muy levísima mejoría en este año completo de evolución.
Resulta evidente que ha recuperado importantes grados de movilidad respecto de
las exploraciones anteriores (sobre una extensión respecto de la normal que varía de 30º
a 90º sobre la horizontal), pero aún en la actualidad muestra grados de limitación en lo
que respecta a los movimientos laterales de su lado derecho, con marcada limitación de
la abducción y antepulsión al final del recorrido.
Aunque se levanta casi sin molestias, conforme transcurren las horas de vigilia, y
aumenta la congestión sobre la zona inflamatoria con secuelas estructurales y
anatomopatológicas, le sigue doliendo la región del hombro derecho, así como la región
escapular del mismo lado.
Aún en la actualidad se pauta un ibuprofeno, 650 mg por las noches antes de
dormir como tratamiento paliativo para aliviar la sintomatología.
La determinación del estado anterior a la evaluación del daño psíquico plantea
dificultades, ya que en el marco civil la existencia de un estado anterior puede suponer
una disminución de la indemnización. Además, el paciente a tenor de los informes, no
presenta rasgos evidentes de simulación.
4.5. JUICIO CLÍNICO
Los rasgos clínicos que se derivan de la historia clínica y que han sido plenamente
compatibles con un síndrome de latigazo cervical.
Cabe un diagnóstico de síndrome de latigazo cervical a consecuencia del siniestro.
Se evidencian también rasgos clínicos crónicos hasta la fecha de tendinitis
postraumática del hombro derecho.
4.6. TRATAMIENTO

En los traumatismos cervicales bloquear el círculo vicioso de alteraciones físicas y


psíquicas es fundamental. El valor de las ortesis cervicales no está demostrado. Su uso se

489
Ángel Valaer Rubio

mantiene por prevención de otras lesiones ocultas. La terapia física incluyendo ejercicios
activos es más recomendable que el uso de ortesis.

En la fase crónica el principal tratamiento es la rehabilitación, en combinación con


los antiinflamatorios no esteroideos (AINES), aunque sólo mejoren entre el 25% y el 75%.

Los ejercicios han de mantenerse en el tiempo. Las pautas han de combinar


fortalecimiento y resistencia, además los ejercicios intensos parecen ser más efectivos
que los ligeros, aunque no han probado ser superiores de hacer las actividades normales.
Los programas multidisciplinares pueden reducir el dolor, mejorar la movilidad y la
función, y disminuir la incapacidad. No hay datos específicos para sustentar el uso de
opioides o antidepresivos tricíclicos en el tratamiento del dolor cervical crónico ni de los
antiepilépticos normalmente usados como antineuríticos.

La fisioterapia ha de prevenir el desarrollo de contracturas, espasmos, aliviar


puntos de dolor y contractura y mantener el equilibrio estático y dinámico del cuello. En
los casos en que se producen cuadros crónicos de dolor no atribuibles a una hernia u otra
lesión objetiva, se ha visto en ensayos clínicos de doble ciego que los bloqueos nerviosos
de las facetas articulares interapofisarias provocaban alivio inmediato y completo del
dolor en el 50% de los casos. La neurotomía percutánea con radiofrecuencia de las ramas
mediales de las raíces cervicales posteriores, que inervan las carillas articulares, provocan
alivio duradero del dolor en estos pacientes, hasta un año, y pueden repetirse
indefinidamente. Terapias alternativas, para romper el dolor y la contractura muscular,
como la inyección con toxina botulínica han demostrado su efectividad en múltiples
trabajos y debería ser tenido en cuenta como alternativa terapéutica.

Los discos son otra fuente potencial de lesión y dolor, pero las evidencias son
menores que con las carillas articulares. La cirugía se reserva para casos de dolor e
incapacidad intratables. Si los bloqueos nerviosos han fracasado la discografía puede
ayudar a diagnosticar si un disco o varios son causa de dolor y en función de esto

490
Ángel Valaer Rubio

determinar la indicación de cirugía. La discectomía y fusión, en casos seleccionados,


consigue mejoría en el 70% de los pacientes.

La valoración de los daños orgánicos deberán estipularse según el baremo en vigor


que la ley estime y presuponga, en relación a los tiempos habituales que frecuentemente
se usan de referencia para estos casos, y que figura actualmente como anexo en el texto
refundido de la Ley sobre responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a
motor, aprobado por el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre.

4.7. EVOLUCIÓN

Tras el estudio, en función de los datos, exploraciones y registros aportados en el


informe clínico ha de presentar a lo largo del tiempo una sintomatología de evolución que
probablemente pudiera ser favorable. sin embargo es de recibo una serie de datos a
reseñar: Se constata una evolución tórpida que puede muy probablemente dejar
evidentes secuelas, en donde quizás el tratamiento paliativo de la fisioterapia no resulte
suficientes para la lisis de este proceso, sino como mejoras en la praxis de un tratamiento
exclusivamente sintomático, aunque esta evolución tórpida está por ver sí resultaría
probable y congruente con la patología que viene padeciendo y refiriendo el enfermo.

Presenta aún dificultad, dolor e impotencia funcional del hombro derecho para
manipulación de objetos a partir de un peso no considerable o escaso, caso de intentar
asirlos para elevarlos.
A veces no tiene fuerzas para la prensión con la mano derecha, y cuando tienen
algo de peso se les caen las cosas; así, cuando coge algún tipo de peso más considerable
con la mano derecha tiene, a su vez, que intentar ayudarse con la mano y el brazo
izquierdo.
Además, debemos reseñar que las patologías relacionadas con los movimientos
bruscos del tendón del músculo supraespinoso, sobre la zona del hombro derecho del
paciente y la contusión que se genera por el estrés del tendón de este músculo en
relación anatómica a la cabeza del húmero y del acromion, que puede llegar a generar
491
Ángel Valaer Rubio

una tórpida evolución en la zona de un proceso artítrico, incluso a pesar de instaurar un


ajustado tratamiento medicamentoso, lo que a la larga generaría de manera objetiva un
proceso degenerativo en la anatomía patológica de la articulación escápulohumeral de la
que consiguientemente se derivaría una cuadro insidioso de artrosis.
Habida cuenta de que este proceso inflamatorio y crónico artrítico en el tiempo,
muy probablemente evoluciones de manera insidiosa a una artrosis degenerativa y con
características invalidantes; es por ello, que todavía estamos ante la clínica de una
dolencia crónica pendiente de que pueda aún evolucionar durante fases tórpidas
ulteriores.

4.8. EN RELACIÓN A LAS CONSIDERACIONES PSÍQUICAS RESIDUALES QUE


CORRESPONDIESEN A ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
En los últimos años se ha acuñado el término “Trastornos asociados al esguince o
latigazo cervical” (Whiplash associated disorders) para definir esta cohorte de cuadros y
manifestaciones clínicas. Las manifestaciones clínicas se engloban en cuadros o síntomas
raquídeos (cervicalgia con o sin irradiación radicular, mielopatía), síntomas centrales
(contusión cerebral, síndrome de Barre-Lieou o disfunción simpática, disfunción de pares
craneales, cefalea crónica, incluida migraña, menoscabo cognitivo), síntomas psiquiátricos
(alteraciones del humor y la personalidad, trastornos del sueño, reacciones psicóticas o
neuróticas, depresión) y otros, como el daño de la articulación temporomandibular o la
laceración esofágica.

El trastorno de estrés postraumático se origina tras haber sufrido u observado un


acontecimiento altamente traumático (atentado, violación, asalto, secuestro, accidente),
en el que está en juego la vida de las personas. Las imágenes de la situación traumática
vuelven a reexperimentarse una y otra vez (flashback), en contra de la propia voluntad, a
pesar del paso del tiempo, imaginándolo con todo lujo de detalles, acompañado de
intensas reacciones de ansiedad (preocupación, miedo intenso, falta de control, alta
activación fisiológica, evitación de situaciones relacionadas, etc.) Todo ello genera un

492
Ángel Valaer Rubio

fuerte estrés, agotamiento, emociones intensas, y pensamientos irracionales que


aumentan la intensidad de ese estrés, del agotamiento, de las emociones intensas.

El estrés postraumático se caracteriza porque se concede mucha importancia a


estas imágenes y a la ansiedad que provocan. Se desarrollan muchos pensamientos
relacionados con el acontecimiento traumático y con sus consecuencias. Se concede
mucha importancia también a estos pensamientos, que generan más ansiedad, más
estrés, más inseguridad. El mundo se percibe como altamente peligroso. Se suele perder
la sensación de control sobre la seguridad propia. Se recuerdan muchos detalles de la
situación, o las sensaciones vividas en los momentos del suceso, con gran viveza, con gran
intensidad, y con una alta frecuencia. Esas sensaciones visuales, auditivas, táctiles quedan
profundamente grabadas en la memoria y poseen una alta relevancia entre cualquier
otro recuerdo.

Las imágenes y las sensaciones pueden volverse intrusivas (acuden una y otra vez
a la mente, produciendo malestar), especialmente si se pretende evitarlas. Cuando
queremos evitar un pensamiento aumenta la frecuencia de ese pensamiento no deseado
y se vuelve más estresante.

Tras el trauma (atentado, violación, asalto, secuestro, accidente, etc.) el


pensamiento, el diálogo interno del individuo, no sólo provoca más ansiedad, sino que
tiende a generar sentimientos de culpa, por aquello que se hizo, por lo que no se hizo,
porque no se estuvo a las circunstancias, por haberse salvado, por toda una serie de
motivos poco realistas, bastante irracionales, y de excesiva autoexigencia. Se va tejiendo
así una red cada vez más elaborada en la que están relacionados todos estos elementos
que cambian en la misma dirección: provocar más estrés.

Bajo el estrés agudo inicial que se produce tras el trauma (en el primer mes), así
como bajo el estrés postraumático posterior (después de transcurrido el primer mes),
también son frecuentes los sentimientos de indefensión e impotencia, las reacciones de

493
Ángel Valaer Rubio

ira, los sentimientos de hostilidad, de rabia, y las imágenes de agresión contra el agente
que ha generado el daño, o se considera que lo ha generado.

Este estado de estrés se caracteriza por un intenso estado emocional en el que


predominan la ansiedad, la culpa, la ira, la rabia, la hostilidad, a veces la vergüenza, y con
mucha frecuencia la tristeza e incluso la depresión (el trastorno de estrés postraumático
tiene una alta comorbilidad con el trastorno depresivo, entre un 60-80% de personas
presentan ambos desórdenes). Dicho estado emocional produce un fuerte malestar
psicológico, alta activación fisiológica y problemas de conducta a la hora de readaptarse a
las distintas facetas de la vida cotidiana.

Sin embargo, es frecuente que las personas que están experimentando estrés
agudo, y después estrés postraumático, no puedan y no quieran expresar sus emociones.
Algunas, tienen también dificultades para experimentar estas emociones, que dicen
deberían estar experimentando como las personas de su alrededor.

Muchas personas desarrollan algunos de estos síntomas de estrés postraumático a


pesar de no haber estado en la situación traumática. La probabilidad de que esto suceda
depende de la valoración y grado de implicación que se hace del acontecimiento
traumático. Si una persona concede la máxima valoración a lo sucedido y comienza a
sentirse vulnerable porque se siente implicada ("podría haberme sucedido a mí") tiene
más probabilidad de desarrollar algunos síntomas del estrés postraumático.

Si una persona se repite con frecuencia cuestiones como "¿por qué?, ¿por qué a
mí?, ¿qué he hecho para merecer esto?, o algunas otras cuestiones que generalmente no
tienen una respuesta racional, que sirven para activar más dolor, más activación
fisiológica, más ansiedad, más impotencia, etc., se estará aumentando la probabilidad de
desarrollar este trastorno de ansiedad denominado trastorno de estrés postraumático.

Las víctimas necesitan apoyo social de las personas que les rodean, necesitan que
vuelva a fluir la comunicación, que ventilen (hablen) sus pensamientos, imágenes,
494
Ángel Valaer Rubio

emociones, etc., necesitan reelaborar todo ese material. En la medida en que se lleve a
cabo bien o mal esta reelaboración, así será la gravedad de los síntomas después del
trauma, los síntomas del estrés postraumático.

La intervención temprana en víctimas recientes o potenciales afectados por este


trastorno (familiares, cuidadores de las víctimas, personas que observaron la escena,
vecinos, etc.) es eficaz y previene la aparición de síntomas. Esta intervención temprana
consiste en: (1) dar información sobre el proceso la reacción psicológica que suele seguir,
los síntomas que se suelen experimentar, los pensamientos que se suelen desarrollar,
etc.; (2) entrenamiento en relajación y respiración; (3) exposición en imaginación a los
recuerdos del suceso traumático; (4) exposición real (en vivo) a las situaciones que se
evitan, que no supongan riesgo; y (5) reestructuración cognitiva de los pensamientos
irracionales que provocan sentimientos negativos.

4.9. JUICIO CLÍNICO PSIQUIÁTRICO FORENSE

Como Perito judicial en Psiquiatría Forense, también hemos considerado realizar


el abordaje de algunas consideraciones aplicadas respecto a la valoración médico-legal
del daño psíquico.
En este caso, el paciente no presentaba antecedentes previos compatibles con
síntomas de enfermedad mental.
Los trastornos psiquiátricos secundarios a un accidente pueden responder a un
traumatismo craneal, de un traumatismo psíquico y de ambos, eventualmente.
La importancia de las secuelas psíquicas en la valoración médica del daño corporal
viene determinada no solo por la frecuencia de su aparición sino por la dificultad de su
correcta valoración.
En el caso de un traumatismo psíquico, puede definirse éste como un suceso
accidental, violento, súbito, inesperado, que hace fracción de la organización psíquica.
Este cuadro constituye un conjunto de reacciones psíquicas de mayor o menor
intensidad, que bien se pueden incluir dentro de las denominadas neurosis traumáticas.
495
Ángel Valaer Rubio

Para establecer una relación clínica nos ajustamos a los Criterios Diagnósticos de la
Escuela de Psiquiatría Americana, DSM IV-TR (APA, 2002) y DSM-V (APA, 2015) y CIE-10.
El mayor porcentaje de Trastornos Afectivos o del humor que se presentan en la
actualidad no son psicóticos, sino reactivos, situacionales o endo-situativos. Un síndrome
depresivo tras un traumatismo podría quedar englobado dentro del grupo de depresiones
somatógenas o de depresiones psicógenas o reactivas (Clasificación de Kielholz, 1975). El
factor etiológico lo podemos encontrar en el ambiente, siendo precisa, no obstante, una
peculiar personalidad para que se estructure un síndrome depresivo como tal.
4.10. DIAGNÓSTIC0
El diagnóstico de una depresión psicógena de características reactivas tras un
episodio conducente desde los episodios de estrés postraumático, se basa en la historia
clínica, la entrevista directa que aporta la anamnesis realizada por el compañero
especialista en valoración del daño, y en la observación del comportamiento del sujeto
para establecer un diagnóstico diferencias con la simulación.
El síndrome depresivo postraumático es, entre las muchas secuelas, una de las
más frecuentes en este tipo de accidentes.
Clínicamente se caracteriza por el predominio de tristeza y desgana, fatiga intensa
desde la mañana, sentimiento de incapacidad, disminución de la memoria y de la
atención que puedan mermar la capacidad intelectual del paciente; insomnio, cefaleas
que no se calman con analgésicos corrientes, y como también presenta mareos e
inestabilidad y alteraciones posturales, en la bipedestación y al deambular, todo ello
conduce a un estado residual y leve de ansiedad.
Por todo ello, sin embargo, evidenciamos que:
Nuestro paciente no padece clínica compatible con un Síndrome de estrés
Postraumático.
Cabe un diagnóstico de fundamento de Síndrome Depresivo Postraumático de
características reactivas leves y no diagnosticado anteriormente a consecuencia (como
secuela) tras el accidente de circulación, caracterizado por cierta disforia yoica y

496
Ángel Valaer Rubio

anhedonia a la hora de enfrentar las dificultades físicas que restringen hasta ahora y en
adelante su vida.
La valoración de los daños psíquicos deberán estipularse según el baremo en vigor
que la ley estime y presuponga, en relación a los tiempos habituales que frecuentemente
se usan de referencia para estos casos, y que figura actualmente como anexo en el texto
refundido de la Ley sobre responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a
motor, aprobado por el Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre.
4.11. EVOLUCIÓN
Nuestro paciente, aunque de hecho pueda llegar a transcurrir de modo larvado y
sin tratamiento pues no sea reseñable por el paciente, podría recibir terapia de apoyo
tras un abordaje bajo paradigma de psicoterapia breve de reformulación cognitiva-
conductual, con el que habría de presentar una sintomatología de evolución favorable, o
simplemente con el transcurso del tiempo en la mejora de las algias erráticas, que
muchas veces tienen que ver con la baja asertividad y la disminuida autoestima
(inseguridad que repercute a partir del accidente).
En función a todas estas consideraciones, los resultados respecto a la aplicación
formal de las tablas de valoración por daño corporal durante el accidente, son:
Para el caso que nos ocupa existe claramente relación de causalidad de estas
lesiones con respecto al accidente de circulación sufrido por D. J. G. M., conforme al
mecanismo y forma de producción del accidente y atendiendo a criterios de causalidad
genérica (exclusión, cronológico, topográfico e intensidad) desde el punto de vista médico
legal (en aplicación al sistema de referencia para la valoración de daños y perjuicios
causados a las personas en accidente de circulación, anexo del RDL 8/2014).
Así que se evidencian:
1. Algias postraumáticas de columna sin compromiso radicular (incluye
limitación en los movimientos de inclinación cervical derecha, rotación
cervical izquierda y dorsalgia postraumática: 3 puntos.
2. Hombro doloroso derecho postraumático: 1 punto.
3. Limitación de la movilidad global del hombro derecho: 5 puntos.
497
Ángel Valaer Rubio

4. Se constatan la existencia de lesiones permanentes (secuelas) con una


valoración total de 8 puntos.
5. Además, debemos considerar que restaría aplicar la correspondiente
valoración/indemnización, en relación a los días impeditivos que se
deriven, que según a juicio de Su Señoría estime, conforme al Sistema de
Valoración de los daños y perjuicios causados a las personas de accidentes
de circunvalación (anexo del RDL 8/2014), en relación de causalidad al
accidente de circulación acaecido en fecha 07/09/2015, según ley a la
compensación por periodo de incapacidad laboral 7/09/2015 hasta la
estabilización, fecha en el momento del alta por el médico encargado de su
seguimiento, esto es: 14/01/2016.

CAPÍTULO 5. ANÁLISIS PORMENORIZADO DE CADA UNA DE LAS LÁMINAS


PROYECTIVAS, PARA EL CASO DE LOS PACIENTES ESTUDIADOS (N=136)
5.1. SOBRE LA LÁMINA I DEL TEST
5.1.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA I
Dos mujeres, un hombre y una mujer besándose.
Se ve la cara nada más, se ve bien claro que es una mujer, se ven los ojos, uno se
distingue bien, el otro no. El muchacho está de espaldas o de lado a mí.
Análisis de contenido: destaca un problema de identificación sexual al cambiar el sexo de
las personas, además de reflejar una necesidad de afecto -sexo en relación a la pareja. Al
ser la primera respuesta que el sujeto da, consideramos que esta problemática tiene un
sentido personal importante para el sujeto. El interrogatorio revela las tendencias
paranoides del sujeto al destacar los ojos y la cara de las personas. Se observa que la
relación que el sujeto establece es con el muchacho y que no es cara a cara, lo cual puede
indicar dificultades interpersonales.

498
Ángel Valaer Rubio

Fenómenos especiales: Estupor ante símbolo sexual, Conciencia de interpretación


disminuida, Referencia personal, Adhesión. Los mismos están sugiriendo dificultades
sexuales, pérdida del sentido de realidad, inmadurez.
5.1.2. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA I
¿Son más?, ¿Faltan otras? Veo dos perritos frente a mí, topándose con los hocicos. Esta
parte está de más, la roja. Como si estuvieran besándose, la parte del pecho está frente a
mí, la parte de atrás aparece confusa. La parte roja de abajo no forma parte del perro, es
lo rojo de arriba.
5.1.3. TERCER CASO DE LA LÁMINA I (CASO NÚMERO 34)
Paciente obsesivo compulsivo de 46 años, hijo mayor de una familia de cuatro hermanos
con historial de graves desórdenes mentales (madre con depresión melancólica severa;
sus tres hermanos con patologías de depresión endógena, trastorno obsesivo-compulsivo
y trastorno en el eje II de tipo esquizoparanoide de la personalidad); alteraciones en la
psicodinamia de pareja con varios intentos de cese temporal de la convivencia con su
esposa, y con un único hijo adolescente de 13 años de edad. Empresario de éxito, aunque
acude a cosulta por ahnedonia de larga evolución, dificultades de conciliar el sueño y
episodios crónicos de insomnio y a la anamnesis presenta también otros rasgos larvados
de depresión, con graves alteraciones conductuales en el terreno yoico y psicoafectivo.
5.1.4. CUARTO CASO DE LA LÁMINA I
Un murciélago, una mariposa; también puede ser simétrico y tal; boca abajo, una careta,
más o menos…
Análisis de contenido: Reiterada es la necesidad de vínculo con la pareja. También se
reitera como la cara es lo más evidente y el cuerpo es borroso, lo que puede denotar
actitudes paranoides o inferioridad con el cuerpo.
Fenómenos especiales: Aclaración, Perseveración, Diminutivo, Antropomorfismo,
Referencia personal, Crítica al objeto, Rechazo al Rojo, Adhesión. Vuelve a evidenciarse la
presencia de un pensamiento estereotipado y de actitud infantil, inmadura, oposicionista,
y una inexistencia o negación de los afectos. Se evidencia nuevamente su egocentrismo y
falta de contacto con la realidad.
499
Ángel Valaer Rubio

5.2. SOBRE LA LÁMINA II DEL TEST


5.2.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA II
…Y una mariposa grande en toda la mancha, negra, o ¿cómo le dicen a las mariposas
negras en el campo? Está muy rara, como las cosas raras que hay en el mundo.
Análisis de contenido: ve un contenido que es popular haciendo alusión a la palabra
negro, lo cual es propio de sujetos depresivos o que ven la realidad de una forma
sombría; la cualidad de rara de la mariposa se la atribuye al mundo, lo cual es un vínculo
un tanto forzado, que refleja su visión crítica del mundo.
Fenómenos especiales: Mención de negro como color, Aclaración, Crítica al objeto,
Fabulación. Están presentes elementos depresivos, inseguridad, actitud crítica y
oposicionista ante la realidad.
5.2.2. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA II
Esto me asemeja dos manchitas por lo rojo intenso. A la izquierda me veo a mí con los
ojos cerrados, un corte de los ojos hacia arriba. A la derecha el rostro de una mujer
también con los ojos cerrados, como si estuvieran durmiendo ambos. Yo ahí no veo más.
Los dos están uno frente al otro, tiene que ser mi señora, ¡quién va a ser si está
durmiendo frente a mí!
Análisis de contenido: La percepción de sí y de su mujer es expresión de su pérdida de
contacto con el medio. Vuelve a ver caras y en particular ojos cerrados, lo que enfatiza
sus tendencias paranoides y su rechazo al medio. Necesita al igual que en la lámina
anterior, la figura de alguien, en este caso la esposa, quizás como expresión de su
necesidad de dependencia y seguridad. El hecho de ver las figuras durmiendo puede
reflejar la necesidad de descanso, de pasividad, o bien de evitar el contacto con el medio.
El hecho de ver en cada parte de la mancha un sexo diferente y el énfasis de que la
persona que duerme frente a él es su esposa, hace pensar en posibles tendencias
homosexuales. El no dar contenido en la mancha roja nos habla de una pobre afectividad.
Fenómenos especiales: Diminutivo, Mención del Rojo, Acentuación de simetría, Estupor
ante símbolo sexual, Conciencia de interpretación anulada, Autorreferencia, Referencia
personal. Esto nos habla de inmadurez, rigidez, nivel psicótico.
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Ángel Valaer Rubio

5.2.3. TERCER CASO DE LA LÁMINA II (CASO NÚMERO 23)


Dos pulmones como sangrando, y ésa sangre, al miso tiempo, es una mariposa.
También dos osos saltando las palmas en cuclillas.
5.3. SOBRE LA LÁMINA III DEL TEST
5.3.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA III
Veo la parte de debajo de una mujer, de la cintura para abajo.
De espaldas para mí, se ve bien formada.
Análisis de contenido: Si bien esta es una respuesta relativamente frecuente, el énfasis
en lo bien formada de la mujer nos sugiere una mala identificación sexual. Debe tomarse
en cuenta que nuevamente no ve la figura completa y que ahora la ve de espalda, lo que
refuerza la idea de las dificultades en las relaciones interpersonales.
Fenómenos especiales: Conciencia de interpretación disminuida, Referencia personal.
Continúa revelando pérdida del sentido de la realidad y egocentrismo patológico.
5.3.2. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA III
Aquí veo el bulto de dos mujeres, como si llevaran algo, como si hubieran sido aquellas
que han llegado a la casa y estuvieran inclinadas abriendo la casa. (Nota: se refiere a la
respuesta dada en lámina III).
Pero son más gruesas que las anteriores. Es un paquete grande, como si fueran vegetales
que se salen del paquete. Es la misma mujer simétricamente.
Análisis de contenido: De nuevo la percepción de figuras humanas y mujeres en
particular, ahora vistas en serie, en las que refleja preocupación por el físico y por lo que
llevan (tendencias paranoides y homosexualidad).
Fenómenos especiales: Referencia a lámina anterior, Movimiento de flexión, Fabulación,
Acentuación de simetría. La referencia a lámina anterior es propia de psicóticos
paranoides; la simetría indica rigidez.
5.3.3. TERCER CASO DE LA LÁMINA III. CASO Nº 23
Como una ecografía. Una radiografía de los huesos. También dos mujeres con el culo para
fuera, con los tacones. Y lo del centro: dos pulmones o dos corazomnes enlazados.

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Ángel Valaer Rubio

5.4. SOBRE LA LÁMINA IV DEL TEST


5.4.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA IV
Aquí veo a Ho Chi Min en esta parte, vaya, es un viejo chino, casi idéntico a Ho Chi Min
cuando murió. Se le ve la frente, el ojo, la nariz y lo demás no se distingue bien.
Análisis del contenido:
Varias hipótesis pueden ser realizadas alrededor de Ho Chi Min:
1) se identifica con alguien que no vive ni en los momentos actuales ni en Cuba, lo cual
puede indicar dificultades en el reflejo de la realidad presente, inmediata, propia de
psicóticos;
2) es una persona vieja, lo que indica inmadurez y /o dependencia;
3) es una persona con poder, lo que puede reflejar tendencias paranoides;
4) la referencia de la muerte, nos indica tendencias depresivas;
5) vuelve a destacar la cara, desfigurándose el cuerpo, lo cual vuelve a revelar la pobre
empatia con los seres humanos.
Fenómenos especiales: Conciencia de interpretación anulada. Si bien en interpretaciones
anteriores hemos sido cautelosos al plantear una disminución de su conciencia,
valoramos aquí que el sujeto está identificando a una persona, lo cual nos indica nivel
psicótico.
5.4.2. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA IV
Un pulmón, luego hacia el centro como si fuera la columna vertebral.
La parte central es la columna y lo lateral son los lóbulos de los pulmones, (sin precisar la
forma).
Análisis de contenido: Aunque es la primera respuesta, el contenido visceral, en el
contexto de este protocolo, hace pensar ya en contenido psicótico.
Fenómenos especiales: Respuestas de posición. Indica psicosis.
5.4.3. TERCER CASO DE LA LÁMINA IV
Aquí veo el rostro de un gorila o un esqueleto, como un rostro de muerte, macabro.

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Ángel Valaer Rubio

Bien definido, con una nariz enorme que le llega hasta la frente. Se ven los ojos. Abajo
hay un segundo rostro pero con los ojos cerrados, o sea, que el primero estaba con los
abiertos, ¿se entiende?
Análisis de contenido: Otra vez la deshumanización (esqueleto) y la referencia a muerte,
como señal de depresión o apatía; la reiteración en ojos (abierto o cerrado) reafirma los
rasgos paranoides.
Fenómenos especiales: Respuesta "O", Perseveración. La inseguridad y la existencia de
ideas fijas resultan los aspectos más significativos.
5.4.4. CUARTO CASO DE LA LÁMINA IV (CASO Nº 73)
Similar a la otra que vimos antes. Parece como un monstruo, de frente, con dos piernas y
una cola. Y poco más.
5.5. SOBRE LA LÁMINA V DEL TEST
5.5.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA V
Aquí un perrito. No se distingue bien, es sólo la sensación que me da, se ve un ojo y una
oreja, pero muy chiquito, no se distingue bien.
Análisis del contenido: en la respuesta se destaca la visión de ojos y oreja como
reveladoras de tendencias paranoides.
Fenómenos especiales: Diminutivo: infantilismo, inmadurez. Confabulación: propia de
esquizofrénicos.
5.5.2. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA V
Aquí veo, sin embargo, de la otra parte, los rostros de dos viejitos, un viejito y una viejita.
Veo mejor a la viejita, completamente; al viejito lo han cortado y se ve sólo la parte del
rostro.
Se ven los ojos y las orejas. Son el viejito y la viejita de un solo lado.
Análisis de contenido: La identificación con figuras viejas hace pensar en dependencia, tal
vez depresión. Hay una mejor visualización de la femenina, en detrimento de la masculina
(¿padre?). También la reiteración de caras y de la repetición enfática de orejas y ojos,
indica tendencias paranoides.

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Ángel Valaer Rubio

Fenómenos especiales: Perseveración, diminutivo, Movimiento previo. Valoramos la


existencia de un pensamiento estereotipado, inmadurez, hostilidad deprimida.
5.5.3. TERCER CASO DE LA LÁMINA V (CASO Nº 73)
Esto es una mariposa, y nada más. Un murciñélago también puede ser.
5.6. SOBRE LA LÁMINA VI DEL TEST
5.6.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA VI
-Una señora de edad, como la edad de mi madre de 50 años más o menos, de pie, de
espaldas a mí como con los brazos extendidos en plegaria, pidiendo por la salud de su
hijo, está sin cabeza.
-Ahora rectifico que está de frente, se ve un cinturón grueso con una hebilla, es una
señora de edad por el ancho de las caderas. Se ve el vestido y las piernas que no pueden
ser de ella porque son piernas más jóvenes, serían de los muchachos que se están
besando. Los brazos extendidos pidiendo algo al cielo. No tiene cabeza o como si no
pudiera pensar, como si estuviera loca coMno mi madre. Es posible que sea ella, ha
perdido la cabeza, como se dice vulgarmente.
Análisis de contenido: La relación del sujeto con la madre resulta muy interesante: la
visualización de una persona mayor (en este caso la madre), hace pensar en dependencia,
la percibe preocupada por él. Sin embargo, los cambios en la percepción (de espaldas a
de frente, preocupada pero loca y sin cabeza, la conversión de sus piernas en la de los
muchachos) hacen pensar en una actitud ambivalente hacia la figura materna, de
dependencia versus hostilidad, a la manera de un Complejo de Edipo. El énfasis en
vestimentas de mujer y en el físico sugiere la presencia de tendencias homosexuales.
Vuelve a destacar los muchachos que se besan (primera respuesta) lo que refuerza la
necesidad de afecto y sexo en una posible relación inadecuada.
Fenómenos especiales: Conciencia de interpretación anulada, Referencia personal,
Fabulación, Simbolización, Movimiento en extensión, Vaguedad subjetiva del modo
aperceptivo, Respuesta de Complejo. Estos fenómenos nos informan fundamentalmente
del nivel psicótico del sujeto, así como de las dificultades en la identificación sexual.

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Ángel Valaer Rubio

5.6.1.1. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA VI


La rechaza y hace un gesto como de asco.
Veo la parte de la mujer abierta, una sensación de repugnancia tremenda, de asco. Es la
parte interna de la mujer. He visto esta fotografía en un libro de Medicina, así que no es
cosa inventada por mí.
Análisis de contenido: Existe un evidente rechazo a la figura femenina, exactamente en el
plano sexual, que confirma su tendencia homosexual.
Fenómenos especiales: Shock al gris, Estupor ante símbolo sexual, Conciencia de
interpretación anulada, Referencia personal. Se confirman datos anteriores.
Adicional: Y el rostro de una vieja con la quijada desemesuradamente grande.
Análisis de contenido: identificado con una persona mayor que critica severamente. El
énfasis en el rostro apunta a la actitud de alerta y sensibilidad paranoide.
Fenómenos especiales: Crítica al objeto, Perseveración.
Refleja tendencia oposicionista, crítica, y estabilidad de las mismas ideas.
Adicional: Otro rostro con dos ojos cada uno que me están mirando.
Análisis de contenido: Hay una franca expresión de su psicosis de tipo paranoide.
Fenómenos especiales: Conciencia de interpretación anulada, Referencia personal,
Perseveración. La interpretación va en el mismo sentido del análisis de contenido.
5.6.2. TERCER CASO DE LA LÁMINA VI
Esto es una piel estirada en el suelo, como una piel de animal. Parte de una cola de tigre o
leopardo sobre el suelo.
5.7. SOBRE LA LÁMINA VII DEL TEST
5.7.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA VII
Aquí veo un perrito. Esta parte no debe estar aquí porque desfigura al perrito; aquí el
rabito, un perrito macho, está muy borrosa la figura, pero bueno, yo lo veo.
Como un perrito muy chiquito de raza. Está muy indefinido, se ve el ojo, el rabo mocho,
porque debía ser más largo. La pática, es como si estuviera una detrás de la otra.

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Ángel Valaer Rubio

Análisis del contenido: La identificación con animales pequeños de raza hace pensar en
inmadurez y refinamiento. Lo más significativo resulta la percepción reiterada del rabo
mocho, lo cual puede indicar sentimientos de inferioridad en su rol sexual.
Fenómenos especiales: Diminutivo, Crítica al objeto, Perseveración. La inmadurez, la
actitud oposicionista y la presencia de ideas están presentes en esta respuesta.
5.7.2. SEGUNDO CASO DE LA LÁMINA VII (CASO Nº 56)
Como dos mujeres bailando flamenco una frente de otra.
5.8. SOBRE LA LÁMINA VIII DEL TEST
5.8.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA VIII (CASO Nº 73)
Parecen… como los órganos internos del cuerpo humano. Será por los colores por lo que
me recuerdan… Sí.
5.9. SOBRE LA LÁMINA IX DEL TEST
5.9.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA IX (CASO Nº 73)
¡Aquí no veo nada! A ver… Así no veo nada. Como un árbol, con una flor grande, arriba, y
el tronco. Tampoco veo nada.
5.10. SOBRE LA LÁMINA X DEL TEST
5.10.1. PRIMER CASO DE LA LÁMINA X (CASO Nº 73)
Un cuadro abstracto, aquí no veo nada más. Lo veo simétrico, pero aquí ya no veo nada
más. A propósito de este paciente, decido platear los siguientes aspectos diagnósticos: A
pesar del bloqueo que le sugieren las representación somática, no existen rechazos, ya
que son las laminas de color (concretamente las láminas VIII y X, las dos que más le
gustan). Comenta el paciente: “Estéticamente me gustan, tienen colores vivos, a pesar de
la simetría”. Es de destacar la grave alteración psicoafectiva con sintomatología
patognomónica de la depresión que padece. Su inconsciente si que reconoce la luz y la
alegría de los colores, pero su yo no se permite sino reglarlos respecto al orden, y
visualizar imágenes espectrales de blanco y negro. No se puede llegar a permitir el
disfrute de una imagen coloreada aunque sea en tonos pastel y ocre.
Al preguntar a este paciente por las dos láminas respecto de las diez del test de
Rorscharch que menos le gustan, por orden contesta que son: “las láminas III y II”. Ambas
506
Ángel Valaer Rubio

(mecanismos inconscientes de rechazo/temor a la sangre –clob-), dice así: “… Lo que me


sugiere, será por el contraste negro y rojo, o negro y blanco. No me dice nada. No me
agradan, porque están como sangrando”. Decido también pasar a este paciente el test de
Abrahams, y me refiere los comentarios que siguen:
TEST DE ABRAHAMS, LÁMINA 1: Dos hermanos que están escondidos en lo alto de una
casa, gastando bromas a su madre que está intentando buscarlos. Más que una casa,
ahora veo un pajar. En una broma, de buen rollo, me recuerda a como de pequeño,
cuando vivíamos en la casa grande. Me recuerda cuando con cinco años jugábamos mi
hermano y yo (el tercero era muy pequeño y mi hermana, no estaba, aún no había
nacido): mi hermano y yo nos escondíamos bastante bien y mi padre nos buscaba.
TEST DE ABRAHAMS. LÁMINA 2.
…Como un niño que está buscando algo por la casa y no lo encuentra y va al cuarto de sus
padres, que tiene la puerta del armario abierta. No me dice nada más. No me recuerda
nada así…
TEST DE ABRAHAMS. LÁMINA 3.
Una pareja que le gusta el mar: él más a gusto que ella, que no está muy a gusto. Barcos
veleros al fondo. Ella está como forzada, tiene la posición tensa. Es verano y hace un
bonito día en la playa. Recuerdo de mi primera novia, que no estaba forzada, porque a
ella le daba mucho miedo el mar.
TEST DE ABRAHAMS. LÁMINA 4.
¡Esto es lo contrario! Dos amigos estudiando deberes del colegio; él ha ido a casa de ella
por agradarla. Ella tiene un interés manifiesto en él. No me recuerda a días que estuviera
en casa estudiando con alguien.
TEST DE ABRAHAMS. LÁMINA 5.
Dos amigos. Tres amigos. Los dos amigos se interesan por ella, que lo sabe, y va hinchada
de orgullo. Entre ellos se llevan bien, es una competencia sana. Y es verano.

507
Ángel Valaer Rubio

TEST DE ABRAHAMS. LÁMINA 6.


Refleja un baile. Fuera del cuadro principal, están parejas extras que no pintan mucho.
Luego están el marido de una pareja y la mujer de otra (las dos parejas centrales, veo yo).
La mujer de la otra pareja parece darse cuenta y no le gusta, y tiene cara de enfado; el
otro hombre, de la otra pareja, no lo ve o no lo quiere ver, le parece irrelevante.
TEST DE ABRAHAMS. LÁMINA 7.
Para el caso (el paciente cae en unir las histoias de las láminas 6 y 7): La misma pareja
anterior, al final, terminan juntos, quedan ya con amigos en un ambiente relajado, donde
hay buen rollo. Me recuerda a las reuniones con nuestros amigos, que son bastante frías.
¡Quisiera que me recordara algo!
También consideré pasar el cuento del cerdito pata negra o test de Corman, resultando:
“Esta es la historia del cerdito pata negra (PN) que vivía en un prado con su mamá pata
negra y su papá junto con sus hermanos”…
“Eran muy felices, los padres estaban muy orgullosos de sus hermanos. Aunque una vez
se enfadaron (los dos hermanos), la otra (cerdito diferente) era una hermana que salió
corriendo a buscar a sus padres que vinieran rápidamente para calmar los ánimos. Una
vez hechas las paces, todo normal, y los cerditos comían de la madre, aunque ya eran
mayorcitos y pastaban relajadamente. En otra escena de la vida normal, van cada uno con
su padre o con su madre, excepto uno que no es atendido ni por su madre ni por su
padre.
El cerdito soñaba de que mayor sería como su padre: un cerdo grande, sano, fuerte,
apuesto y demás. El padre ayudaba a PN a trepar a los árboles para comerse los pájaros y
le miraba la ardilla porque iba a intentar comerse los huevos del nido, aunque al final no
lo hace. No sé por qué, pero en un momento tuvo que tirar de otra especie, de una cabra
para alimentarse. Se le ve feliz, por antojo a porque el animal pasaba por allí; no porque
su familia lo hubiese abandonado. Al hada madrina de los cerditos, le pedía por las
noches que volvieran sus padres porque por alguna razón se había quedaddo solo.
El cerdito PN (que quería a sus dos padres por igual), por las noches soñaba con su madre
porque la echaba mucho de menos. PN creció y buscó una novia que le recordaba a su
508
Ángel Valaer Rubio

madre porque tenía la misma marca que ella y al final se emparejó; aquí hay otros
cerditos que no tienen nada que ver, porque son más jóvenes y acaban de conocerse. Ya
se hizo mayor y tuvo también tres cerditos, dos cerditos y PN-II, y se volvió a repetir la
historia. En esto que vino un ganso y le pegó a uno de los hermanos un bocado en la cola,
por alguna trastada que había hecho. Los tres tenían que vivir como cerditos domésticos
que eran, aunque eran muy traviesos y le hacían rabiar al padre echándole barro a la cara,
peleándose.
Por las noches dormían en la paja, y los tres juntos, para hacer sus necesidades tenían
una zona preparada; como el cerdito PN-II (que iba más a su bola), que como era el hijo
que era igual que papá PN, se lo hacía en la zona de los padres. PN-II se aventuró por un
camino para vivir las aventuras que encontraba por el mundo. Se escondió en una zona
de pienso y barro y miraba a la luna, esperando un poco de luz. Los padres fueron a
buscarlo y lo metieron en el redil de los hermanos, para que no se escapara.
El matadero venía a recoger a los cerditos para matarlos y los matarifes ya se llevaban
algunos. En uno de los sueños del cerdito, soñaba que en un futuro llegaba el hombre del
matadero para llevarlos, y los potros cerditos miraban sin poder hacer nada. De repente
despertó y se dio cuenta de que estaba dentro del cercado y protegido por sus padres.
En ambos test (Abrahams y Corman) se expresan también diferentes y variados tipos
represivos de bloqueos, exacerbados por altas expectativas respecto a sus niveles
autoimpuestos de responsabilidad, excesivo control hiperresponsable desde pequeño y
mecanismo de autopunición y culpabilidad por ser, junto a su progenitor, el mayor de los
hermanos y el único, en principio “sano de la familia”, como vivencia durante la evolución
habida en su adolescencia.
5.11. RESULTADOS OBTENIDOS RESPECTO DE OTROS CASOS CLÍNICOS DEL TEST
PROYECTIVO DE RORSCHARCH
5.11.1. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 1

A. B., 36 años de edad. Pareja estable, con la que convive desde hace 7 años. Dinámica
conyugal disruptiva. Profesión: profesora de primaria en un pueblo de la sierra en la

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Ángel Valaer Rubio

provincia de Cádiz. En tratamiento de esterilidad y FIV. Supervisa a sus dos sobrinos, unos
con autismo y otro Asperger; además de a su madre, muy anciana y a su padre con
enfermedad de Alzehimer.
Juicio clínico: Trastorno ansioso de la personalidad y secundaria depresión reactiva, según
refieren los criterios DSM-V, APA 2014). Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): Un pájaro, si lo doblamos. También el esqueleto de un
cangrejo, por las pinzas. (En posición boca abajo): el esqueleto de un delfín (centro
lateral): el pico. Mosquitos volando alrededor, incluso un búho abierto por la mitad. (En
posición lateral, derecha): unos labios entreabiertos (genital). Unos ojos con pestañas.
Lámina II. (En posición original): […] (En posición boca abajo): Un crustáceo abierto, como
una langosta pero que le falta la cola. Una cigala. (En posición lateral, derecha): La punta
de un alicate. Vértebra con un canal más ancho. (Hacia abajo, lateral de recha y en
posición original): Un animal mirándose hacia un espejo. Un oso muy peludo.
Lámina III. (En posición original): Todo vértebras. El isquion. (Detalle rojo): una mariposa.
El esqueleto de un insecto. (En posición lateral, derecha): […] (En posición original): Peces
en el mar, nadando hacia arriba. Un animal que tiene pezuñas. ¡La cabeza de un gato! ¡Un
pajarito!
Lámina IV. (En posición original): Esto sí que parece la piel de un animal abierta. (Centro
arriba): una mariposa que parece cogida por la cabeza (pinchada en un alfiler de
entomólogo). Un tronco de árbol. (Lateral, arriba): rama de un árbol caída. (En posición
lateral, derecha): Un paisaje reflejado en el río (montañas, árboles, tierra…). (En posición
boca abajo): Neptuno el Rey del mar. (Detalle superior): ¡Qué casa más rara!, ¿no? (En
posición lateral, izquierda y derecha): Los de los lados, como si fuera por un bosque
andando.
Lámina V. (En posición original ): Una mariposa, murciélago, un burro que va volando.
(En posición boca abajo): un hueso sacado de una vértebra. (En posición lateral, derecha):
animal abierto, piel de animal. (Sobre lateral, derecho: pequeño detalle): aquí como un
pico de pájaro.

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Ángel Valaer Rubio

Lámina VI. (En posición original ): ¡Qué cosa más rara! (Tiempo retardado en la
respuesta): [t´]. (En posición boca abajo ): Especie de serpiente, por delante. (En posición
lateral, derecha ): ¡En realidad esto no es nada! Las aletas de un pez un poco
desordenadas. (En posición original ): Un toro colgado, abierto por la mitad.
Lámina VII. (Cambio de posición de la lámina, lateral, centro): Parece una cabeza, orejas,
nariz, dientes… (En posición original): Como las parte de un gato… (En posición boca
abajo): Las alas de un pollo pelado. Estalactitas.
Lámina VIII. (En posición original): (detalle rosa): lo rosa parece un camaleón subiendo la
rama de un árbol, [t´] y cuando se une al árbol, cambia de color, dependiendo de la rama
seca. Un pastelillo de bollería francesa o la caracola de un caracol. (Detalle azul): las copas
de los árboles. (Detalle de color gris, arriba de la lámina): Puede ser una rama; o muchas,
arriba uniéndose, conectadas.
Lámina IX. (En posición original): Sólo reconoce pequeños detalles. (Detalle rosa):
Forma amorfa como de un embrión. (Detalle azul/verde): un crustáceo, y como si se
reflejara también en un río; como en fila, uno se apoya en el otro. (Detalle rosa): una cría
de elefante. Un bebé tumbado jugando desnudo. Un dragón echando fuego por la boca.
Lámina X. (En posición original): Sólo reconoce pequeños detalles. (Detalle verde): Veo un
insecto. (Azul): aquí algas, flores del mar. (Detalles grises): esto son neuronas. (Pequeño
detalle verde inferior, abajo): esto, el azul del mar. (Detalle rosa): parte de unas palmeras.
(Amarillo): leones en la entrada, defendiendo un palacio. (Lateral gris rojo): una medusa
(Detalle gris, arriba de la lámina): la tráquea, lo que pasa es que falta lo de abajo. (Detalle
amarillo/gris): un pájaro y la rama de un árbol.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-La lámina X, por el color que tiene, que me pone alegre.
-La lámina VIII, también por los colores, que me dan fuerza, unión, seguridad, compañía.
(No me gusta llamar la atención; me gusta llevarme bien con mis hermanas).
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué? -La lámina I, porque es muy fea,
horrible, seca. También, la lámina III: me transmite un poco de miedo.

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Ángel Valaer Rubio

5.11.2. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 2

D.P.M, 41 años de edad, natural de Cádiz. Profesión: Gestor de una empresa filial de
ordenadores. Trastorno de Ansiedad, Ideación obsesiva e Incapacidad Sexual Transitoria.
Alibidinia y Anhedonia. Su mujer embarazada de gemelos por FIV, con avanzada gestación
considerada de riesgo.
Juicio clínico: Trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad (Eje clínico I)
(según criterios clínicos DSM-V, APA 2014). Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): El aparato genital de la mujer. ( En posición boca
abajo): También la pelvis.
Lámina II. (En posición original): Dos personas besándose. La regla (centro rojo, detalle).
El aparato genital de la mujer. Dos rinocerontes besándose. Me gusta más.
Lámina III. (En posición original): Dos mujeres bailando. Dos guitarras.
(En posición boca abajo): El aparato genital de la mujer. (Atención al pequeño detalle
central rojo): Un lazo. También podría ser un sujetador.
Lámina IV. (En posición original): El aparato genital de la mujer. (En posición boca abajo):
Un escudo impresionante. Más frialdad que los anteriores. Un insulto. No es
especialmente agradable.
Lámina V. (En posición original): Un murciélago. Volando. Podría ser una mariposa, pero
no estaría bien, a lo mejor por los colores.
Lámina VI. (En posición original): Un insecto. No es bello. No me gusta, tampoco. Es un
insecto hoja.
Lámina VII. (En posición original): Una pelvis. ¡Y dos caras mirándose!
Lámina VIII. (En posición original): El aparato reproductor femenino. ¡Y dos animales a
cada lado! ¡Sensación neutra!
Lámina IX. (En posición original): El aparato genital femenino. (En posición boca abajo y
en posición lateral, derecha ): la pelvis, también femenina, a nivel óseo. (En posición
boca abajo, con atención a pequeño detalle, rosa): Dos bebes. No es una visión agradable,
no los veo vivos.

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Ángel Valaer Rubio

Lámina X. (En posición original con atención a los pequeños detalles): veo centollos, el
aparato genital femenino, dos gorriones, un sujetador, riñones, y otros dos cangrejos.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-No me gusta ninguna.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-Particularmente, no me gusta ninguna. En todas veo el aparato genital femenino.
5.11.3. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 3
J.A.R.P., de 46 años de edad, natural de Almería, residente en El Puerto de Santa María
(Cádiz). Profesión: Profesor por oposición de instituto de secundaría en el Grado Medio y
Superior de formación Profesional. Alteración laríngea, hipertrofia de la musculatura de la
zona al forzar la zona en clase, intervención de pseudoquiste en una cuerda vocal,
dificultades en el habla e historia anteriores de somatización de la ansiedad. Mecanismos
psicosomáticos con distintas localizaciones a lo largo de su cronobiología.
Juicio clínico: Trastorno de ansiedad de características mixtas ansioso-depresivo (clínica del Eje I).
Trastorno ansioso de la personalidad (Eje II), según criterios DSM-V, APA 2014. Patología de
etiología psicosomática de localización florida. Somatizaciones de larga evolución. Test de
Rorscharch:

Lámina I. (En posición original): (En posición boca abajo): Parece como los huesos de la
pelvis. Como si fuera una radiografía. También parece un murciélago: manos, cabeza…
(Pqdll, fijación a los pequeños detalles) Aquí estaría posado (se refiere al murciélago),
boca abajo.
Lámina II. (En posición original): [t´]. (En posición boca abajo): ¿Qué es esto? No
tengo ni idea. Es que tengo poca imaginación y no se me ocurre nada (se toma más
tiempo) [t´].
Lámina III. (En posición original): (En posición boca abajo): Una persona que se lleva los
brazos a la cabeza, sorprendida por algo.

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Ángel Valaer Rubio

Lámina IV. (En posición original): Una mancha; es que no veo nada. Figuras de
monstruos, bicho, extraterrestres de alguna película. (En posición boca abajo): Un
pájaro o algo así, parecen alas, patas, cabezas…
Lámina V. (En posición original ): Esto es una mariposa, en posición de vuelo.
Lámina VI. (En posición original): Aquí veo un insecto. (En posición boca abajo): Con
mucho cuerpo.
Lámina VII. (En posición original): Uno y otro muslo de pollo que ha partido el carnicero
por la mitad. (En posición boca abajo): No tengo ni idea ¿Qué puede ser? No veo nada.
Lámina VIII. (En posición original ): Una nave espacial, como el “interprice”. (Se toma
más tiempo) [t´].
Lámina IX. (En posición original ): (En posición boca abajo y en posición lateral,
derecha ): ¡No tengo la más remota idea! Como si fuera algún insecto muy pequeño.
Microscópico. Un ácaro, pero ampliado.
Lámina X. (En posición original): Un cuadro surrealista que ha hecho alguien y luego se
vende por una millonada. (En posición boca abajo): Me parecen figuras u objetos o bichos
extraterrestres. (Vista global de la lámina): En general… ¿Podría ser un cangrejo?
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-La lámina X, tiene muchos colores. La lámina VIII, ésta de colores, la que parece la nave
espacial.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-La lámina II, porque parece como sangre; y la Lámina IV, parece un murciélago con
dientes, tampoco me gusta.

5.11.4. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 4


E. P. G, de 48 años de edad, natural y residente en Jerez de la Frontera (Cádiz). Profesión:
Licenciada en Economía y Empresaria de turismo rural y alquiler de apartamentos en la
costa, a tiempo parcial. Dos hijos. Divorciada.

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Ángel Valaer Rubio

Juicio clínico: Clínica depresiva recurrente de larga evolución, varios intentos de autolisis:
Trastorno Depresivo de la personalidad (sobre el Eje II), según criterios DSM-V, APA 2014.
Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): Una polilla, más bien. Expuesta en una foto, o puede que
pinchada. No viva. (En posición boca abajo): Parece un tórax, las caderas…
Lámina II. (En posición original) (Centrando su atención al detalle gris): Dos perritos,
ositos, con los hocicos uno frente a otro. O bien, haciendo piruetas. (Atención al detalle
rojo): Lo rojo no significa nada para mí.
Lámina III. (En posición original): Dos figuras humanas, dos mujeres. Como cogiendo algo
de ahí abajo. (Atención al detalle en rojo): Lo rojo… No, nada, está como un extra. (En
posición boca abajo): Un insecto; como una mosca a gran escala en el microscopio.
Lámina IV. (En posición original): Como un gigante visto desde abajo: pies muy grandes, la
perspectiva de la cabeza, como un poco un monstruo.
Lámina V. (En posición original ): Otra mariposa. Casi como un murciélago. (En posición
boca abajo ): (En posición original ): (En posición boca abajo ): Es como una foto.
Lámina VI. (En posición boca abajo ): (En posición original ): (se toma más tiempo) [t´]…
Si acaso, así, como dos cabezas con la nariz grande, de la época arcaica, de los dólmenes:
escultura arcaica. Representa dos mujeres con mucha nariz y enfadadas, como
imponiéndose, a la entrada de algún sitio, tomándolas como un símbolo de autoridad.
Lámina VII. (En posición original): Dos niñas, así: con el pelo para arriba, como en un
balancín, en un parque de juegos.
Lámina VIII. (En posición original): (se toma más tiempo) [t´]… (Atención al pequeño
detalle de la mancha rosa): Veo como dos jaguares, subiendo a un sitio. No sé dónde es:
ascendiendo una roca, o no sé si es a otro nivel.
Lámina IX. (En posición original): Dos ciervos como en la berrea, subidos a la roca,
haciendo el sonido.
Lámina X. (En posición original): (se toma más tiempo) [t´]… Me alejo, para buscar la
perspectiva. (Atención a pequeño detalle, de color gris): Bichillos que no sé que son.

515
Ángel Valaer Rubio

(Atención a pequeño detalle, de color rosa): Estos son gusanos de seda. (Atención a
pequeño detalle, de color verde): Renacuajos.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-Lámina II, porque los dos ositos están simpáticos.
-Lámina VII. Las dos niñas en el balancín.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-Lámina IV, el monstruo no me gusta, parece que viene a poseerte. Tú abajo y él, arriba.
Como para hacer daño y con malas intenciones.
-Lámina VII, ¡porque no sabes lo que es!
5.11.5. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 5
R. R. M., de 17 años de edad, natural y residente en San Fernando (Cádiz). Profesión:
Estudiante que ahora iniciará los estudios universitarios de magisterio.

Juicio clínico: Trastorno de Ansiedad de tipo Obsesivo-compulsivo, TOC (refiere clínica,


exclusivamente sobre el Eje I), según los criterios DSM-V, APA 2014. Tratamiento:
abordaje psicofarmacológico bajo protocolo especializado (ISRS y BZD) y Psicoterapia de
reformulación cognitivo-conductual con ulterior seguimiento a medio y largo plazo. Test
de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): Yo veo una mariposa, y (Atención a pequeño detalle): una
especie de escarabajo dentro de la mariposa. ¡Con una especie de pinzas raras que tiene.
(En posición lateral, derecha y luego en posición boca abajo): Como una especie de monte
o un árbol con pájaros volando.
Lámina II. (En posición original): (Atención a pequeño detalle rojo, sobre el margen
inferior de la lámina): Una mariposa. (Atención a pequeño detalle blanco, del centro): Las
alas de un pájaro, y (arriba): La cabeza y el pico. (Atención a pequeño detalle superior,
rojo): Dos personas, con nariz y ojos que se están tocando.
Lámina III. (En posición original): (Atención a pequeño detalle lateral, rojo): Creo que son
guitarras. Una mariposa en medio de dos personas (vista global de la lámina). (En posición
lateral, derecha y vuelta a posición original): (Atención a pequeño detalle del centro, en

516
Ángel Valaer Rubio

gris): aguas, cielo despejado y reflejo del río. (En posición boca abajo): Dos negritas del
revés. Haciendo un brindis raro.
Lámina IV. (En posición original): ¡Oh, ésta no me gusta! ¡Aquí no veo nada! (Choque en la
lámina, bloqueo). […]. Una roca, arriba (centro superior) salida de agua, como dos
cascadas, bosques y ramas de árbol.
Lámina V. (En posición original): Una mancha negra, que tiene patas y cuerpo… Y, en los
extremos, una especie de alas. Piel de animal: no sé si muerto, o no. (En posición lateral,
derecha): (En posición boca abajo): (En posición lateral, izquierda, y luego en posición
original): No veo nada más.
Lámina VI. (En posición original): Como un Cristo Rey con las manos abiertas. Como patas,
con ramificaciones raras.
Lámina VII. (En posición original): Dos mujeres con una especie de peineta. Como una
especie de bata de cola. (En posición boca abajo): Como si se están dando un beso.
(Cambio de posición de la lámina. Atención a pequeño detalle del centro lateral): ¡Parece
un elefante!
Lámina VIII. (En posición original): Como dos animales (león, tigre) subiendo algo, una
especie de roca; para llegar a la punta, el alto de algo. (Cambio de posición de la lámina):
Una calavera graciosa. Ya no veo otra cosa.
Lámina IX. (En posición original): (se toma tiempo) [t´]… Los colores me transmiten el
ocaso del sol. Que forman rayos de un lado a otro. (En posición boca abajo): Ahora veo
una cara. Boca, nariz y ojos. (Atención a los pequeños detalles, sobre el margen inferior,
al centro): Veo un pelo (melena) verde y una corona rosa.
Lámina X. (En posición original): (Centra su atención en la visión parcial que le transmiten
los pequeños detalles particulares, así: atención a pequeño detalle, de color azul): Veo
aquí, como una araña rara, que tira una especie de moco verde (detalle verde). (Atención
a pequeño detalle, de color gris): Un grupo de personas en línea, en hilera, que están
ayudando a subir un pájaro (pequeño detalle naranja). Esto es un pájaro, lo veo
claramente. (En pequeño detalle, de color rosa): Un algodón de azúcar de la feria.

517
Ángel Valaer Rubio

(Verde): Dos ciempiés. (Marrón): Dos cervatillos. (Pequeño detalle verde, arriba): Una
persona descendiendo por lo verde.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-Lámina III: Hay dos negritas que me hacen mucha gracia. Me da buena sensación, creo
que es una fiesta, se lo están pasando bien.
-Lámina VIII: Parece una cara graciosa, y los colores me gustan.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-Lámina I: No me gusta. Es extraño, sin sentido. Veo muchas cosas en una sola.
-Lámina V: Me recuerda un poco a la muerte. No me da buen rollo. Patas y cuernos.
Parece el diablo.
5.11.6. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 6
E. P. G, de 50 años de edad, natural y residente en Conil de la Frontera (Cádiz). Profesión:
Maestra de Religión para Educación Primaria. Soltera.

Juicio clínico: Clínica muy grave de depresión melancólica con sintomatología crónica y
anodina de larga evolución, varios intentos de autolisis: Depresión melancólica severa
(Eje I) y Trastorno Depresivo de la personalidad (sobre el Eje II), según criterios DSM-V,
APA 2014. Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): Un murciélago, volando. Está intentando atrapar algo. Me
sugiere miedo, mal rato. Temor y escalofrío como si fuera durante una tormenta.
Lámina II. (En posición original): Veo como dos perros, juntando su hocico y su trasero.
Los dos juntos. (Pequeño detalle rojo): Y lo rojo, ¡como si fuera sangre! De un golpe bajan
la pata. (Atención a pequeño detalle): La sangre, clarita, rosa.
Lámina III. (En posición original): Dos personas agarrando algo. Cuerpos encorvados
(pequeño detalle): La mancha roja del centro es sangre.
Lámina IV. (En posición original): Como un bicho. Las botas y la cabeza. Un mosquetero.
Está tumbado, mirada seria. (Presta atención a pequeño detalle, al centro, en el margen
inferior): Aquí veo ojos, el hocico…

518
Ángel Valaer Rubio

Lámina V. (En posición original): También veo un murciélago. Protege con su capa algo.
Está como de espaldas, tranquilo, sin agresividad.
Lámina VI. (En posición original): ¡Cosas más raras! (En posición boca abajo): Así me
semeja a una flor. Es muy bonita. (En posición original): (se toma tiempo) [t´] y se bloquea
[…].
Lámina VII. (En posición original): Dos personas, están como acampando. Dos ancianas,
están como volando.
Lámina VIII. (En posición original): (Atención a pequeño detalle, rosa): Un animalito, que
agarra y tira de un cojín (Atención a pequeño detalle, azul).
Lámina IX. (En posición original): ¡Los colores me sugieren menos cosas!
(Atención a pequeño detalle, naranja): Un bicho apoyado sobre una hoja, que tiene alas y
mira desde un lugar alto. Un insecto, saltamontes. (Se toma tiempo) [t´].
Lámina X. (En posición original): Manchas sin formas ni conexión. No existe parecido con
nada.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-La III, por las personas, y la VI, por la flor.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-La V y la IV.
5.11.7. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 7
M.P.A. de 23 años de Edad. Vecino de Utrera (Sevilla) Profesión: Enfermero. Orientación
homosexual con pareja estable.
Juicio clínico: Trastorno de ansiedad y clínica depresiva secundaria, de naturaleza
reactiva, según criterios DSM-V, APA 2014. Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): Una cresta ilíaca. (En posición boca abajo): Así una
especie de insecto. Escarabajo con alas. (Vuelta a la posición original): (Atención a
pequeño detalle, al centro): dos personas pegadas con los brazos levantados… (Pequeño
detalle, al margen superior y lateral): Unas alas. (Otra vez, en posición boca abajo): Gente

519
Ángel Valaer Rubio

cantando, símbolos musicales. (En posición lateral, derecha): (Vuelta a la posición


original): Hombre con una túnica y la Virgen de La Macarena.
Lámina II. (En posición original): Dos elefantes que le faltan las orejas grandes. (Atención a
pequeño detalle, mancha en rojo): Dos perros, en el rojo crudo. Un insecto.
Lámina III. (En posición original): Una especie de mariposa. Un instrumento de música. (En
posición lateral, derecha): Especie de tambor y cuerda. (En posición boca abajo): Dos
personas como de lado. (En posición lateral, derecha): Por si solo, un hueso de la pata de
un animal. (En posición lateral, izquierda).
Lámina IV. (En posición original ): (En posición boca abajo ): (Atención a pequeño
detalle, al centro; en posición boca abajo ): (en la parte inferior): la cara de un
ornitorrinco. (En posición boca abajo ): O de un dragón. Así lo veo más. (En posición
original ): (Se toma tiempo) [t´]. (Posición lateral, derecha): Parte de un caballo,
deforme, como si estuviese en movimiento.
Lámina V. (En posición original): Aquí otra vez el insecto, ¡qué está en todos lados! (En
posición lateral, derecha): Dos cabezas de cocodrilo. (En posición boca abajo): Dos cobras,
así como levantadas. (Posición lateral y boca abajo): La forma de un delfín, con el pico, la
cabeza.
Lámina VI. (En posición original): Un pescado. (En posición boca abajo): Una alfombra
típica de pelo de animal.
Lámina VII. (En posición original): Aquí veo, un poco, la cara de un egipcio, con la postura
de las manos. (Posición boca abajo, detalle al centro): Dos cabezas de elefantes, también.
(Otra vez en posición original): En medio (centro) la forma de la silueta de un jarrón. (Al
margen inferior): Otra mariposa con alas. (En posición lateral, derecha): La forma de un
perro con las orejitas y el hocico ancho. (En posición original, arriba): Un pájaro,
arrancando a volar.
Lámina VIII. (En posición original): Una especie de bicho, de arte prehistórico (Pequeño
detalle rosa): como subiendo. (En posición boca abajo): Más formas anatómicas. Como si
fuese una montaña y los colores por el atardecer. (De nuevo, en posición original): Dos
pájaros juntos, arrimando los picos. (Pequeño detalle, al centro, de color rosa): Dos
520
Ángel Valaer Rubio

cabezas de leones. Una rana, como si fuese a echar a volar. Perspectiva desde arriba, ¡una
marisma!
Lámina IX. (En posición original): Como si fuese el hocico de un caballo o burro, de frente.
(Pequeño detalle, en la mancha de color verde): Como dos conejitos gordos. (Detalles de
color naranja): Como dos caballitos de mar. (En posición boca abajo): El elefante, con las
dos orejas grandes. (Pequeño detalle, mancha de color verde): Un hombre con barba.
(Pequeño detalle, mancha de color naranja): Un bogavante con las pinzas.
Lámina X. (En posición original): (Pequeño detalle, mancha de color gris): La torre Effel.
(Pequeño detalle, mancha de color verde, abajo): Dos pescadillos. (Pequeño detalle,
mancha de color amarillo): Dos lunas. (Pequeño detalle, mancha de color gris): Dos
cangrejos. (Pequeño detalle, mancha de color naranja, al centro): el hueso hioides. (En
posición boca abajo): Dos orugas, de Alicia en el País de las maravillas. (Atención a
pequeño detalle de la mancha en azul): Unos fuegos artificiales. (Atención a pequeño
detalle, en mancha de color amarillo): Pato nadando, con el reflejo en el agua. (Atención a
pequeño detalle en mancha de color azul): Un pez ángel, ¡con forma de arco! (Atención a
pequeño detalle, mancha color gris): Botijo ¡con la tapadera! (Atención a pequeño
detalle, mancha en naranja): Especie de pez pequeño, chiquitillo.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
Lámina X, por el color, la forma. Lámina IV, por la forma.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-Lámina 2 y 3, por la sangre.
5.11.8. TEST DE RORSCHARCH, CASO Nº 8
E. M. C, de 32 años de edad. Soltera, natural y residente en la ciudad de Cádiz.
Profesión: Estudiante de oposiciones a la Guardia Civil. Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original): Un agujero. (En posición boca abajo): Un adorno
simpático, como unas pinzas abiertas y unos pendientes.
Lámina II. (En posición original): Algo del cuerpo humano, un hueso en forma de
triángulo. (Atención a pequeño detalle al centro de la lámina): La nave de start trek de la
guerra de las galaxias. (En posición boca abajo): El hueso del cuerpo humano.
521
Ángel Valaer Rubio

Lámina III. (En posición original): (Atención a pequeño detalle, gris): Dos gatitos con un
ovillo de lana, jugando. (Atención a pequeño detalle, rojo): Lo rojo, no sé, ¿Puede ser
sangre? Puede ser.
Lámina IV. (En posición original): Una cosa fea, algo malo. No me gusta. Un bicho malo en
la oscuridad. El cuerpo, como una cola, los brazos, la cabeza… Unas patas grandes. Este es
feíto. Este es malo.
Lámina V. (En posición original): Un murciélago ¡volando! (En posición boca abajo): Un
murciélago, y además muy antipático, no se va. Va a su rollo. Se ve muy malo.
Lámina VI. (En posición original): ¡Parece como una especie de espada, clavada en una
picha! (En posición boca abajo): Puede ser también la piel de una animal, de un oso o algo
de eso.
Lámina VII. (En posición original): Dos niños jugando en un parque. Dos niños con los
culitos pegados, en un tobogán de juegos en el parque. Contentos. (En posición boca
abajo): Bichitos (rabos, patitas, orejas…). (Cambio de posición de la lámina): Al revés,
cambio (vuelta a la posición original): me gusta más al derecho.
Lámina VIII. (En posición original): Dos salamandras. Dos tritones (lo que pasa es que son
raros) por un bosque o por ahí.
Lámina IX. (En posición original): Parece el hueso de una manzana. También, me parecen
corales, arriba, en naranja (Atención a pequeño detalle, parte superior). (Atención a
pequeño detalle, mancha de color rosa): ¿Lo rosa? ¡No sé lo que puede ser! (En posición
boca abajo ): (se toma tiempo) [t´] y se bloquea […]. Manchas, nada más. No le veo
ninguna forma.
Lámina X. (En posición original): (Atención a pequeño detalle), (visión general de la
lámina): Muchas flores. Huesos de frutas, también. (Atención a pequeño detalle, de color
gris): Unos pulmones. (Atención a pequeño detalle, en los colores rosa y azul): ratas de
campo.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-Lámina VIII, porque parecen dos animales en un bosque. Me gusta la tranquilidad. Me
gustan los animales: yo tenía un tritón.
522
Ángel Valaer Rubio

-Lámina X, me gusta porque hay muchas flores.


¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-Lámina IV: Parece un monstruo que te va a atrapar, que viene por ti. En la noche, te
despierta y los ves. ¡Tiene los pies muy grandes! Mucha angustia.
-Lámina II: Porque tiene mucho rojo, como sangre en las manchas sobre el gris.
El motivo de la consulta:
Está directamente relacionado con mi especialidad clínica, ya que es en referencia
de una sintomatología de tipo mixto ansioso-depresivo que refiere E. y que sufre de
forma crónica; sensación que padece a raíz del desarraigo experiencial que parece haber
sufrido desde la ruptura traumática con sus padres, según consta a expensas de malos
tratos y amenazas repetidas a su hermano A. y a ella en el núcleo familiar, por lo que la
relación con madre y padre se haya muy deteriorada, pese a que continúan desprecios
hacia su familia, amenazas, coacciones repetidas por sus padres…
Al parecer, ella constata en su padre convaleciente de un ictus y de la madre en
casa y deprimida, diversas y marcadas alteraciones del carácter yoico, manifestadas sobre
todo a raíz de las últimas dificultades habidas en el seno maternofilial, pues durante estos
últimos años, la dinámica familiar empeora; aunque anteriormente la presión a que el
padre los había sometido a ambos hermanos y su trato muy severo y rígido, afectó a
estos hijos incluso hasta evitar acudir al colegio, estudiar y realizar su escolarización y
actividades propias como las de sus compañeros, manteniendo serias dificultades
adaptativas respecto a las habilidades sociales, que les llegó a afectar además al entorno
del escaso círculo de amistades que ellos frecuentaban.
A raíz del anodino entorno familiar y de la evitación con los amigos de los que
acababan distanciándose, y dada la mala evolución infantil en relación con la dinámica
familiar que como hija experimenta, es cuando se decide, dificultada y agravada en los
últimos meses de cohabitación familiar, por acudir a un especialista.
La sintomatología, que ya había evolucionado de manera tórpida desde el trato
paterno antes de la enfermedad, a raíz de la interpretación por sorpresa del padre ante
episodios de amenazas veladas sobre sus compañeros y amigos en ambientes públicos:
523
Ángel Valaer Rubio

sintiendo E. como su propio padre le habla mal, la veja y se siente injuriada, y se le


atribuye una fama injusta y no merecedora por su conducta ante sus conocidos de la
barriada. Estos condicionante desencadenan en E. episodios reiterados de angustia con
llantos, ansiedad, labilidad extrema, inestabilidad y episodios reiterados de tristeza, sobre
todo crisis de terror que confrontaba al límite de la muerte, con cierto grado de
sintomatología por estrés postraumático desde la experiencia difícil de asimilar en una
paciente que, ya siendo adulta, aún vivenciaba con una fijación psicodinámica de sesgo
adolescente.
Un hecho significativo, es que comenta y teme constantemente las consecuencias
de los agravios a los que se ha visto sometida por parte del padre, incluso dejando
secuelas visibles en la impronta de sus sueños, temiendo con que transcurran los días
más rápidos, entre llamadas y llamadas del móvil de sus padres por los que se siente
estrictamente vigilada, sin que entienda por qué éste celo por parte de su progenitor, que
no se corresponda o ajuste con la realidad y sus comportamientos.
Se acepta la exploración y ulterior diagnóstico psicopatológico de la adolescente,
si es que hubiere lugar, y se le emplaza durante las siguientes semanas, a principios del
mes de Noviembre del pasado año, para poder explorar a la niña y lograr diagnosticar así,
y/o elaborar las conclusiones que se estimen pertinentes, siempre en función de los
resultados clínicos objetivables que padeciera E.; además de todo ello, me comprometo a
elaborar un informe pertinente con las conclusiones oportunas y la evolución y/o
empeoramiento o si es posible, una mejora en la evolución tórpida de la joven.
Sintomatología en la consulta: E. manifiesta intensa angustia, sensación que
padece a raíz del desarraigo experiencial que parece haber sufrido a los cinco años, desde
que su madre se decidió a plantear la separación emocional de sus hijos de tipo
manipulativo y culpabilizador, evitando atenderlos, protegerlos y educarlos.
Se constata en la joven diversas y marcadas alteraciones del carácter yoico,
alteraciones en la autoestima y en la asertividad desde la adolescencia. Diversos
mecanismos de agresividad contra su propia madre, cristalizado en varios episodios
agresivos de gritos, improperios y amenazas.
524
Ángel Valaer Rubio

En estudios psicológicos anteriores ya se le habían atribuido a la chica


características (al igual que en su hermano A. de 26 años), de: “mucha impulsividad, con
un déficit de atención muy importante e infantil para su edad; con poca seguridad en sí
misma y baja autoestima, lo que repercute negativamente en su rendimiento académico
y en el aprendizaje, exigiéndole, además, un comportamiento y responsabilidad en nada
acorde con la responsabilidades para su edad”.
Sin embargo, E. refiere buena dinámica familiar, con su hermano, tíos y primos
con los que se reúnen constantemente, denotando una buena actitud por la aceptación e
integración social. A pesar de ello: teme, se siente incapaz y evita, aunque confiesa, que le
gustaría poder salir con los amigos, a discotecas, bares y entretenimientos propios de su
edad como cualquier chica joven y adolescente, normalizada.
Dada la mala evolución infantil en el colegio (se encontraba repitiendo curso de
educación básica obligatoria) y acrecentado con la dificultad adolescente propia para
afrontar las actitudes y habilidades sociales propias de la adolescencia, en las relaciones
con los compañeros, además que en relación con la dinámica familiar.
Actualmente, experimenta un cuadro de ansiedad florida, inestabilidad, labilidad
emocional, es cuando se decide, dificultada y agravada en los últimos meses de
cohabitación familiar, para llegar acudir a un especialista, incluso miedo a que alguna vez
pudiera haber llegado a ser agredida de forma física y episódica por ellos. La
sintomatología, manifiesta incluso que además ha empeorado a raíz de la presentación
de los problemas a sus amigos y compañeros, conocidos y vecinos del barrio, como rasgos
claves más alarmantes.
Además, viven también los dos hermanos, con la abuela que ocupa una habitación
individual; mientras E. y A. conviven las noches sobre colchones en el mismo cuarto y con
la madre. El padre duerme solo en otra habitación con cama de matrimonio.
Datos biográficos relevantes.
En el contexto orgánico: E., en la actualidad es un chica de 34 años de edad,
estudiante de secundaria, ESO. Resulta una paciente sana desde el punto de vista
somático, donde los seguimientos biológicos y de controles que aporta no refieren nada
525
Ángel Valaer Rubio

anormal que reseñar. De todas formas, además de las enfermedades de la infancia y a la


exploración visual no parece presentar algún otro tipo de patología; sin embargo ante
cierta debilidad orgánica se le solicita un hemograma completo y una bioquímica general
de sangre. Dice que no ha tenido nunca relaciones sexuales, por lo que también se le
recomienda exploración ginecológica completa y detallada ya que no ha ido al ginecólogo
en ninguna ocasión. También se aprecian rasgos físicos de abandono en su aseo personal
y se le aconseja acudir y revisar las piezas dentales por el estomatólogo.

En el contexto psicológico: De las cosas que presumiblemente más parecen


afectarle, en la actualidad, son la imposibilidad de no poder ser feliz con sus padres y su
hermano. Habida cuenta del estrés por la dinámica conyugal de los padres y familiar
propia, de la que ella también es víctima, a veces sí que conlleva a que estas situaciones
crónicas que experimentan le arrastren a ser una mujer con grandes rasgos de
nerviosismo. También es motivo de grave angustia la pérdida de la escasa seguridad que
posee, lo que le suscita inquietud cuando piensa en una pérdida por parte de sus
familiares queridos. A veces rebrota una ansiedad interior, secuelas propias de los
pacientes que en el entorno familiar también han sido víctimas de malos tratos.

Técnicas y procedimientos diagnósticos utilizados: A la anamnesis, E. refiere que


durante estos últimos meses, si nunca llegó a ir del todo bien en su contenido ansioso, en
las últimas quincenas ha ido cada vez a peor, sobre todo en los dos últimos meses, con
desobediencia hacia su madre, ciertos niveles de agresividad y falta de estudio, y cuando
le riñen (altos niveles de ira).

Altos niveles de frustración (baja tolerancia a la frustración): pues muchas veces


antes, conforme iba creciendo, y haciendo acopio de paciencia, ella pensaba que las cosas
habrían de mejorar si esperaba, y que algún día habrían de arreglarse, aunque ahora
sospecha que, lejos de resolverse, cada vez las cosas van a peor, sin que logre mantener
una dinámica fluida con sus padres.

526
Ángel Valaer Rubio

Respecto de sus compañeros y amigos, notaba que entre ellos, cada vez existía
menos compenetración y prácticamente no se relacionaba, y en el caso de hacerlo,
recurría a resortes de tipo manipulativo. Respecto a su madre, nada más lejos de querer
causarle problemas, sino de protegerla, pues en un alarde de responsabilidad excesiva,
llega a veces incluso a autoinculparse antes de reconocer una mala dinámica entre ella y
sus progenitores.

Conductas observadas en el paciente: Se realizan, sesiones de psicodiagnóstico


para poder objetivar de una forma científica las características clínicas de E.; para ello,
tenemos varias sesiones de tarde. E. resultó ser una chica educada, correcta y muy
colaboradora, y en todo momento mantiene una actitud exquisita, pulcra y agradable,
acudiendo a consulta, para realizar un completo estudio de las áreas de conducta y de
Evaluación y Personalidad.

Área de la motricidad: La paciente presenta una actitud colaboradora en todo


momento, sin que en ningún momento aparezcan rasgos reservados; tiembla y presenta
sintomatología de síndrome de piernas inquietas por la ansiedad que soporta; aunque
cuando se relaja, habla con soltura y cordialidad y elabora los pensamientos con sesgos
en el proceso cognitivo; se detectan, sobre todo al principio ligeros rasgos de sospecha
por mecanismos de baja autoestima, caracterizada por una situación ansiosa de ausencia
de movimientos, o cuando estos se dan, presentan un desarrollo muy enlentecido, y
ademanes retardados. De vez en cuando, se le escapan movimientos impulsivos, de
características exclusivas de ansiedad por agitación motora, perfectamente apropiadas a
una chica de su edad y durante el periodo propio de la adolescencia.

Área verbal: Su lenguaje, aunque no llega a ser fluido, muestra ritmo y cadencias
normales, bastante ajustado a coherencia, y sin anomalías. No prolijo. Presenta, además
un buen ajuste semántico, y un uso ajustado de la lengua castellana, por encima de la
media. No se destacan alteraciones psicosemánticas, ni del proceso cognitivo del
pensamiento, ni del proceso motor.

527
Ángel Valaer Rubio

Actitudes inferidas: Paciente con respuestas perfectamente integradas y


coherentes, sin rasgo alguno de contradicción que me hagan suponer cualquier tipo de
mecanismo de simulación.

Agradable en el trato, educada, cordial, manteniendo en la serie de entrevistas un


tono constante de confrontación con la realidad. Sí que hay alteraciones de labilidad y
fluctuación manifiesta en el estado de ánimo. No presenta nada anormal.

Requiere constantemente necesidad de afecto, y ante la desazón que sufre solicita


la comprensión y el abrazo a la entrada y salida de la sesión de psicoterapia.

Integración de las condiciones biológicas: A nivel de las exploraciones


psiconeurológicas, no presenta ningún tipo de alteración susceptible de ser objetivada y /
o cuantificada, por lo que se obvian los tests de evaluación de este tipo, como por
ejemplo, el test de Barcelona y el test CUMANIN. Las exploraciones psicofisiológicas
tampoco presentan nada anormal. Al examen físico, nada anormal.

Conductas problemas. Evaluación de la personalidad:

La evaluación de los rasgos de personalidad normal o patológica es una constante


en los peritajes judiciales, cuando es necesario determinar si el sujeto presenta una
determinada psicopatología. Toda esta información nos la proporcionan los diferentes
tests de personalidad a través de sus correcciones científicas y cuantificaciones
objetivables. Muchos de ellos, nos dicen también si el sujeto tiene propensión a mentir;
las escalas de deseabilidad social y simulación, parten de escalas para adolescentes, como
a continuación se cita; mientras que otros, dado la responsabilidad, el grado objetivo de
desarrollo intelectual que hemos detectado en el niño, nos permite emplear
cuestionarios y auto-registros similares a los empleados para la edad adulta.

Las puntuaciones observadas, registraron valores a considerar en las escalas de


ansiedad, obsesión, depresión y problemas familiares. Puntuaciones de tipo medio, en
conductas tipo A, como baja autoestima. Puntuó bajo, en medios de pensamientos

528
Ángel Valaer Rubio

extraños, cinismo, prácticas antisociales, interferencia en el trabajo, indicadores negativos


de tratamiento, disconfort social y salud.

Pisodiagnóstico. Trastornos afectivos: Depresión y Ansiedad.

La depresión se aborda desde el enfoque cognitivo-conductual y clínico,


exclusivamente, utilizando el sistema diagnóstico DSM-IV-TR (APA, 2002).

Técnicas de evaluación de trastornos específicos: Beck Depresión Inventory (BDI).

Resultado: 12 puntos. Estado de ánimo depresivo. Borderline con depresión ligera.


Ligero trastorno ansioso de características depresoides de naturaleza reactiva.

Respecto al Diagnóstico diferencial entre conductas afectivas de ansiedad y


depresión, también distinguimos:

Cuestionario PANAS para niños y adolescentes (PANASN):

Resultados para todos los ítems, nada anormal, para las tres alternativas dadas:
nunca, a veces, o muchas veces. Sólo reseñar ciertos rasgos de características, más que
agresividad, de denotado control y auto-agresividad, en el ítem nº 4: “a veces me siento
disgustado o molesto”, debido a la situación real que me atenaza.

La Escala de estrés y Evitación Social (SAD) de Watson y friend, 1969: Presenta


resultado totalmente dentro de la normalidad.

Versión española de la Escala de Ansiedad Social para niños-revisada, SASC-R:


Muestra también una respuesta normal a los ítems que estudia. No se encuentra rasgo
patológico alguno.

Versión española del cuestionario de miedos para niños FSSC-R:

Habla también de valores normales para una chica de su edad, y no detecta clínica
de miedos y temores en E., tanto de ansiedad generalizada, evitación, o fóbico-
específicos.

Respecto al cuestionario del Trastorno de Ansiedad Generalizada-Modificado, o


test de GADQ-M: Además de mostrar cierta normalidad sobre preocupaciones tipificadas
529
Ángel Valaer Rubio

sin más relevancia, al insistir en aquellas cosas que más le preocupan ahora a E., se
establece el siguiente orden.

1. Esto es: Que sus padres se enfaden, (pues la niña, asume tristemente, y si
acaso con algo de auto-responsabilidad esta situación).
2. Que no saque buenas notas y que los profesores me suspendan y se lo
digan a mis padres. La posibilidad de sacar un 1 en cualquiera de los
exámenes que en estos días realice.
En el Inventario de Pensamiento (Cautela y Upper, 1976), en sus ítems no se
registra nada anormal en tanto la mayor frecuencia de pensamientos particulares que lo
atenacen. Sus angustias, de nuevo se concreta en la dinámica problema de la situación
real de verse separado de la familia.

Escala de Yale-Brown, para el trastorno Obsesivo-compulsivo:

Resultados: 5/0 y 5/0. Total: Nada anormal.

Autoinformes específicos. Conductas-Objetivo (Echeburúa y Corral, 1987).

En este auto-registro se trata de señalar las conductas que al sujeto le gustaría en


la actualidad poder realizar normalmente y que supondría una mejora significativa para
su vida cotidiana, y que, a su vez, resuelve mediante evitación, cronificando el problema.

Resultados:
Conducta 1: Que se resuelvan todos sus problemas.
Conducta 2: que toda su familia esté bien.
Conducta 3: que apruebe todas las asignaturas.
Test de habilidades cognitivas y de solución de Problemas Interpersonales, EVHACOSPI.
Finalidad: Valorar de manera cuantitativa y cualitativa las destrezas cognitivas
relacionadas con los procesos de solución de problemas interpersonales. Variables que
evalúa:

 Habilidad para identificar situaciones de interacción social que constituyen un


problema.

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Ángel Valaer Rubio

 Habilidad para definir de manera concreta una situación problema.


 Habilidad para generar posibles alternativas que constituyan una solución a un
problema interpersonal: amplitud y flexibilidad de “pensamientos alternativos”.
 Habilidad para anticipar posibles consecuencias asociadas a una determinada
forma de resolver un problema interpersonal: amplitud y flexibilidad de
“Pensamiento Consecuencia”.
 Habilidad para tomar decisiones, eligiendo la mejor alternativa de todas las
posibles”.
Resultados: E. presenta unos resultados satisfactorios, esto es: se demuestra
capaz de anticipar consecuencias, y de elegir alternativas, con equilibrio y dominio en la
interpretación de los datos, donde se muestra una chica equilibrada y justa que sabe
departir conforme a las necesidades, deseos y situaciones de los otros. Los resultados, en
este test no solo no muestran nada anormal, sino que definitivamente E. está
acostumbrada a acatar las normas, ajustarse a las reglas del juego y se emplea en la
resolución de conflictos de manera aceptable.

Desde el punto de vista psicodinámico, y aunque carentes de valor objetivo total,


sino exclusivamente diagnóstico, hemos establecido la siguiente batería de test, esto es:

El test de Dr. Corman o test de Pata negra, donde se constata una buena
identificación con el cerdito, así como una buena dinámica entre los hermanos de este, y
las relaciones que establece por separado entre la madre (de buena dinámica) y el padre
(carencias de bloqueo afectivo). La ideación imaginativa resulta acorde con la edad de la
joven.

JUICIO CLÍNICO:

 E., que en la actualidad es un chica de 34 años, resulta una persona normal, recta,
sincera, solucionó la anamnesis de manera honesta y responsable, de firmes
convicciones, esquemas educacionales ahora interiorizados desde la
responsabilidad y el inicio de madurez, que podrá en el futuro desempeñar segura,
muy eficaz y dignamente su ejercicio profesional, a pesar del contenido reactivo
531
Ángel Valaer Rubio

del problema familiar en ciernes que viene padeciendo, siempre y que éste no se
continúe aún en el tiempo, por lo que,
 No padece, por el momento, algún tipo serio de psicopatología grave, aunque
presenta rasgos ansioso depresivos de naturaleza reactiva en relación a la muy
mala dinámica familiar con la que habitualmente se confronta, ahora bien:
 Todos y cada unos de los datos muestran que E. ha sufrido y sufre en la actualidad
secuelas que ella directamente verbaliza a consecuencias de su principal
preocupación: sentirse culpable habitualmente de la mala dinámica con su padre,
lo que le supone un serio estresor para su desarrollo psicoemocional.
 La sintomatología clínica que evidencia muestra ligeros rasgos de ansiedad y
rasgos de angustia secundarios a un proceso depresivos de naturaleza reactiva
que no llegan a característica diagnóstica, que parecen patognmónicos (exclusivos
de manera específica) de un Trastorno de ansiedad de separación por
características reactivas, según el eje clínico (I) de la Asociación Americana de
Psiquiatría, (DSM-IV-TR, 2002), por la que la he sometido a tratamiento
psicoterapéutico breve bajo paradigma cognitivo conductual, y que va
evolucionando satisfactoriamente.
DIAGNÓSTICO CLÍNICO de E. M. C.:

 Es una joven extrovertida, con las características propias del período íntimo
experimental que supone la adolescencia, fase de la que ahora está ya saliendo,
presenta además facilidad para la empatía, ágil desarrollo de habilidades sociales y
características de líder.
 Aunque el paciente no presenta rasgos obsesivoides en relación a baja asertividad,
sí que presenta disminución del carácter volitivo, y baja autoestima, miedos
recurrentes y rumiativos como el de ser rechazada y no estimada por los otros,
sobre todo del sexo opuesto, que le dificultan levemente sus habilidades
potenciales de acercamiento al sexo contrario (con los niños, amigos, chicos que le
gustan, no sabe cómo actuar, no así con las chicas de su sexo, quizás en relación a

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Ángel Valaer Rubio

las secuelas que persisten en la dinámica relacional con sus padres y que ella ha
sufrido y la tienen aún confundida).
 La confrontación directa con su padre que le angustia y amedranta, ha interferido
gravemente en el psicodesarrollo emocional de E. y, de hecho, puede seguir
afectando a su dinámica evolutiva, caso de que se continúen.
 En conclusión, y aunque no llegan a tener entidad nosológica considerable (muy
probablemente, desaparecerían tras la extinción del proceso causante y la
resolución final –divorcio- de los padres, que ofrezca un punto y final para
distanciarse emocionalmente de una dinámica de la que todavía ella siente que
forma parte íntegramente),
 E. viene manifestando un TRASTORNO ADAPTATIVO (F 43.28) CON ANSIEDAD
(309.24), DE CARACTERÍSTICAS EXCLUSIVAMENTE REACTIVAS, según los criterios
del DSM-IV-TR (Asociación de Psiquiatría Americana, APA 2002), secundarias a su
proceso traumático externo inicial, por la mala viabilidad filial en los años de la
separación de sus padres, y las agresiones verbales y la presión social del entorno
a la que su padre le tiene sometida. Esto es: “La característica esencial del
trastorno adaptativo es una respuesta psicológica a uno o varios estresantes
identificables que comporta la aparición de síntomas emocionales o de
comportamientos clínicamente significativos. Los síntomas deben de presentarse
durante los tres meses siguientes al inicio del estresante (criterio A). La expresión
clínica de la reacción consiste en un acusado malestar, superior al esperable, dada
la naturaleza del estresante, o en un deterioro significativo de la actividad social o
profesional (o académica) (criterio B). En otras palabras, la reacción a un
estresante determinado que puede considerar normal o esperable puede aún así
motivar el diagnóstico de trastorno adaptativo si ésta es lo suficientemente grave
como para producir deterioro significativo” (p. 759, APA-TR, 2002). Respecto a la
ansiedad que hemos determinado: “Este subtipo debe usarse cuando las
manifestaciones predominantes son síntomas como nerviosismo, preocupación o

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Ángel Valaer Rubio

inquietud; o en niños, miedo a la separación de las figuras con mayor vinculación”


(p. 760, APA-TR, 2002).
TRATAMIENTO CON ABORDAJE PSICOTERAPÉUTICO:

 Tendríamos que plantearnos un abordaje desde la psicoterapia breve de apoyo,


bajo paradigma y reformulación cognitivo-conductual que mejoren así la
sintomatología residual del desgaste psicológico sufrido a lo largo de estos años,
sobre todo a nivel de la evolución tórpida que pudiera existir en relación a un
diagnóstico de trastorno de ansiedad por separación, con rasgos de ideación de
tipo obsesivo, así como insistir en el diagnóstico de contenido depresivo de
características secundarias.
 Muy probablemente con el tiempo se adaptaría a su nueva vivienda, compañeros
y colegio y tras ulterior tratamiento de apoyo breve que hemos realizado.
 Esta argumentación, procuraba no dirimir con su madre cualquier tipo de
enfrentamiento por el cariño muy arraigado que siente por ella, por miedo a
disgustarla o preocuparla más.
 Así, en un exceso silencioso de responsabilidad, asume sus angustias en silencio
estos meses pasados, hasta que ya no puede más y lo verbaliza en la actualidad, y
muy probablemente en forma de baja tolerancia a la frustración y altos niveles de
ira que introyecta en su relación con los profesores, amigos y en amenazas de
autolesiones en un intento reactivo y neurótico por llamar la atención.
 Es la misma adolescente, al preguntarle, quien me propone como alternativa, su
deseo explícito: cambiar, precisamente, la situación que está viviendo.
TRATAMIENTO PSICOFARMACOLÓGICO:

 En principio se recomienda apoyo psicofarmacológico que siga ulteriormente


según el criterio de su médico de cabecera, consistente en Benzodiacepina de
acción corta (Ansium-lesvi: Diazepam y Sulpiride, en un comprimido a mediodía y
Lorazepam, 1 mg por la noche), y un Inhibidor selectivo de la recaptación de
serotonina (Paroxetina 20 mg, en tres tomas durante el día).

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Ángel Valaer Rubio

 También se le ha aplicado taller de psicoterapia de apoyo breve desde paradigma


cogntitivo-conductual en una sesión por semana, durante aproximadamente seis
meses de tratamiento.
 Terapia Ocupacional: que realice algún curso de formación por el INEM para
personas mayores desocupadas que puedan mejorar su capacidad laboral en el
futuro, sea capaz de retomar los estudios y, en definitiva, mejoren su autoestima,
asertividad y baja autoestima.
5.11.9. TEST DE RORSCHARCH. CASO Nº 9
J.A.Z., de 40 años de edad. Matrimonio con dos hijas de 14 y 13 años. Dinámica conyugal
con historial de agresión física y constante malos tratos psicológicos. Profesión:
empresario de hostelería en Olvera (Cádiz). En tratamiento de alcoholismo crónico en
protocolo farmacológico para el control de el alcohol y apoyo de terapia de grupo.
Juicio clínico:
Presenta un trastorno por adicción a sustancias, siendo (además de consumidor de
alcohol) consumidor habitual de marihuana, cocaína y también actualmente de heroína.
Presenta un grave trastorno de ansiedad reactiva con ideación obsesiva y TOC, además de
un grave trastorno del control de los impulsos por hipersexualidad compulsiva, y
secundariamente un trastorno depresivo de la personalidad de características crónicas
(según refieren los criterios DSM-V, APA 2014). Test de Rorscharch:
Lámina I. (En posición original ): De pronto, parece un murciélago. (En posición boca
abajo ): (En posición lateral, derecha ): (En posición original ): Conforme me lo ha
dado parece un murciélago Así, yo no veo el murciélago.
Lámina II. (En posición original ): […] (Vuelta a la posición original ): Los oscuro,
visto a este lado, como dos animales besándose. Dos ositos besándose. (Tiempo
retardado en la respuesta): [t´]. Como dos cabezas o dos animales besándose. (Pequeño
detalle, mancha roja): El rojo no le encuentro parecido con nada.
Lámina III. (En posición original ): (En posición lateral, derecha ): (En posición boca
abajo ): (En posición original ): No encuentro nada […] No le encuentro yo nada
(perseverancia) Parece que voy a inventar dos hombres o dos… […] [t´].
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Ángel Valaer Rubio

Lámina IV. (En posición original): (Atención a pequeño detalle, central, simétrico): En la
parte superior veo como dos muñecos. Lo otro no, parece como la piel de un bicho. (En
posición boca abajo): [t´].
Lámina V. (En posición original ): Aquí, una mariposa. (En posición boca abajo): Parece
una mariposa con las dos alas abiertas. Creo yo que está volando.
Lámina VI. (En posición original ): ¡Uff! (En posición boca abajo ): No le encuentro
nada, ¿eh? (En posición original ): La cabeza de dos animales, como la piel de un animal.
No le veo yo a esto […]. Una sombra reflejada en el agua, o algo así.
Lámina VII. (En posición original ): (En posición lateral, derecha ): (En posición boca
abajo ): ¡Esta sí que no veo nada! (Pequeño detalle, mancha exterior, al centro): La
cabeza de un elefante y una trompa, la veo yo aquí.
Lámina VIII. (En posición original ): (En posición lateral, derecha ): (En posición boca
abajo ): (En posición original ): [t´] Animal y naturaleza. (En posición original ): (En
posición lateral, derecha ): (Pequeño detalle central de mancha de color rosa): Lo rosa
parece que sea algo animal. (En posición lateral, derecha ): Parece como igual reflejo.
Lámina IX. (En posición original): (lateral, detalle del centro): Veo como dos cabezas
de animales, como de rinoceronte o algo así: las cabezas, otra cosa no veo yo.

Lámina X. (En posición original ): Esto no le veo yo nada. (En posición boca abajo ):
Sólo reconoce pequeños detalles, en la mancha gris, de abajo: Como si fiuera la trompa
de la mujer. (Pequeño Detalle manchas de color amarillas): Dos flores a los lados. (¡Ojo,
da la vuelta a la lámina!): orientación inconsciente de tipo homosexual.
¿Las dos láminas que más le gustan y por qué?
-La lámina VIII. Un animal reflejado y la sombra del agua, o algo.
-La lámina X, por el colorido.
¿Las dos láminas que menos le gustan y por qué?
-La lámina VII, ésta que no sé lo que es.
-La lámina IV: No me dice nada. Una piel.

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Ángel Valaer Rubio

CAPÍTULO 6. RESUMEN EXTRAÍDO DE NUESTROS RESULTADOS EN EL DIAGNÓSTICO


DIFERENCIAL ENTRE NEUROSIS HISTÉRICA Y OBESIVA NARCISISTA

6.1. NEUROSIS HISTÉRICA

Aparece en primer plano la exageración exhibicionista.

Aparece la necesidad de ser admirado, de ser centro de atención.

Los histéricos se acompañan de una posibilidad de relación profunda y duradera con los
demás. Amiga fiel y devota para toda la vida.

Con su comportamiento de exhibicionismo, pseudo-hipersexual, lo que pretenden es la


compañía; darse también en el entorno.

Es de una gran espontaneidad.

La histérica se conforma con uno.

La histérica te lo manifiesta mejor, que te quiere más.

La histérica nunca es consciente de que es histérica hasta que se muere.


Las histéricas, y/o el histérico, no se van a dar nunca cuenta, y siguen haciendo ése rito,
casi de payaso hasta viejecito.

El kit de la histeria, es el reestablecimiento, aunque sea largo; es la peor solución


aunque sea la única; es tratar de aplicar por un lado y de reintegrar por otro las
verdaderas relaciones y constelaciones edípicas. Entonces es cuando tú, como
terapeuta, tienes que pasar a ser identificado como padre, como madre… Es, cuando se
descubre el psicoanálisis, y en donde el terapeuta tiene el rol que el paciente necesite,
y con quien necesite identificarse en ése momento, tanto para amarlo como para
odiarlo. De ahí que tanto el rol como la personalidad del terapeuta resulte
extraordinariamente importante.
La formación del psicoterapeuta no es más ni menos que el adiestramiento de una
personalidad con una técnica adecuada.

La historia del paciente es la de una búsqueda, de algo que fue conocido, de un

537
Ángel Valaer Rubio

paraíso perdido. Resulta ser la evidencia de cómo te marca una pérdida.

Ellos pueden ser muy felices; el mundo sin histéricos sería durísimo; te lo adornan, es
cierto. No una cosa muy grave, pero un toque de histeria, en cada uno de nosotros…
Todos somos histéricos y hemos pasado por el proceso de seducción al progenitor del
otro sexo, y por el temor… y esto lo va a seguir haciendo durante toda la vida; siempre
que aspiramos a conseguir algún éxito, vamos a temer que alguien nos lo quite; vamos
a temer que alguien nos reproche tenerlo; es un proceso normal, la mayor normalidad
es la de la histeria, de la que no podemos desprendernos mientras matamos a un padre
y a una madre. Se puede ser algo neurótico durante la vida y no pasa nada; siempre y
cuando, lo que es la miseria neurótica, no avance tanto, tanto, que su personalidad
tenga que manifestar su búsqueda de paraíso perdido, a través de términos
comparables; a través de somatizaciones o de conversiones, que le hacen atraer hacia
él la ternura, el cuidado; volver hasta el paraíso es una regresión, en el sentido de que
manifiesta que su cuerpo necesita algo; pero que de todas formas sus relaciones con el
entorno no son tan malas porque sí logra, a través de esos síntomas, ser de nuevo, ése
juego, a lo mejor, querido, o tener una relación un poco más primitiva que la anterior.
El síntoma histérico es el descanso del guerrero, llegastes en un mal momento de tu
vida y de repente sientes y necesitas hace una regresión, y no tienes ganas y pegas un
grito para soportarlo: sobreviviré, aunque el histérico lo va a pagar mucho más caro, a
lo mejor va a ser una parálisis o dolores, o pseudo-enfermedades graves; ése llamar la
atención sobre sí mismo, para poder volver a buscar una triangulación donde él se
sentía muy importante (entre su madre y su padre) y/pero al mismo tiempo también se
sentía muy en peligro (entre su madre y su padre), cuando buscaba su importancia.
Bueno, pues ahora que tiene una conversión, va a haber su importancia, también; pues,
si no hubiera hospitales, ni médicos, no habría síntomas de conversión somática; si no
hubiera una atención hacia esos síntomas; quizás, por eso, las conversiones antes eran
a través de los brujos y las brujas, y donde la iglesia ponía mucha atención ahí; la
histeria es un problema dinámico, entre lo interno y la sociedad, y el síntoma se adapta

538
Ángel Valaer Rubio

tanto a lo que a la sociedad le importase en un momento dado; no tiene nada que ver
con el narcisismo.

La personalidad histérica fue muy aprovechable en otras épocas del siglo XX, cuando se
hacía arte, porque son muy creadores; el histérico es sumamente extrovertido es muy
capaz de sacar con facilidad al exterior su mundo interno.

El neurótico, apuesta por debajo, es bohemio, le interesa el arte y lo expresa, además,


pero no tiene ésa estructura rígida. Le pierde un mundo interior, espontáneo,
desordenado y creativo, subrealista, vertiendo ese espacio interior hacia afuera, y lo
expresa también a través del arte.
Para compensarse, lo que hace es desordenar el mundo, y así vive. Así que cada uno
fabrica su mundo (cuidado, como todos nosotros, pues finalmente, todos somos así en
nuestro pequeño entorno, donde vamos a organizar una micro-sociedad, nuestra
pequeña familia, que nos compense, que nos orden, que nos ayude). Somos así, una
interacción con el entorno, en donde lo importante es no perder el equilibrio.

Así, dos histéricos sí que se pueden llevar muy bien, porque cada uno puede fabricar el
caos que al otro también le conviene. Son dos enfermos que mutuamente se
compensan. Para los neuróticos, resulta más fácil el desenganche psicológico, en caso
de ruptura.

Todo problema es neurótico, cuando su etiología aparece alrededor de la


(masturbación) constelación edípica, alrededor de los cinco o seis años de edad.
El embrión neurótico, que es bastante estable, se podría crear entre los 4 ó 6 años.

Con la tonalidad calurosa y afectiva que se encuentra en los casos de hipersexualidad


de la histeria.

Aunque aún existen pequeñas conversiones, éstas cada vez son menos frecuentes; en
la actualidad, más para el caso del hombre que en la mujer.

El fin de la histeria, aunque sea largo, es el restablecimiento; pues el psicoanálisis es la


peor solución para la histeria, pero es la única; es tratar de reintepretar (por uno y otro
lado) las verdaderas construcciones edípicas.

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Ángel Valaer Rubio

6.2. NEUROSIS NARCISISTA CON RASGOS OBSESIVOS

Están ligados a los matices exhibicionista.

En las mujeres narcisistas, en superficie pueden parecer histéricas, por su necesidad de


ser admiradas, por el hecho de su exhibicionismo, por su coquetería.

Su incapacidad, a través de su seducción de crear amistades duraderas.

Pero el aspecto frío y rigurosamente calculador de su incapacidad representa en ellas


un gran contraste.

Todo va a ser frío y muy calculado y nunca va a buscar esa amistad; va a pasar de uno a
otro sujeto, por así decirlo.

Es una formación reaccional de envidia de pene, va buscando de uno en uno y en el


fondo no lo tiene nunca. Finalmente, el único pene es ella.

La narcisista utiliza los mismos mecanismos de la histérica para estar cerca del sujeto
(hombre o mujer), pero siempre a través de un cálculo, una desconfianza.

Son mucho más inteligentes que la histérica, pasando a través de todo lo que se le pone
por delante.

Una disgregación; todo lo que hacen no les sirve para nada, sus afectos tampoco le
sirven y hay una desconfianza paranoica tremenda en estas personas.

Pueden justificar razonadamente siempre la desconfianza paranoide.

Muchas alteraciones sexuales, de deseo; problemas de relaciones conyugales


tremendas; el marido para ellas es una especie de semental, más en abstracto; suelen
ser más poderosas y más inteligentes y mejor dotadas, social y profesionalmente mejor
situadas que ellos, por lo que encima, no les sirve para lucirse. Realmente, una relación
de mucha desconfianza.

Rara vez, saben que necesitan ayuda pero no acaban de creérselo, y van de terapeuta
en terapeuta; es una relación muy intelectual, primero te estudian mucho, quieren
saberlo todo; no aceptan a quien quiere matar a su narcisismo. Parece que sólo al

540
Ángel Valaer Rubio

principio les sirve mucho; son difíciles de manejar.

Siente mucho que no eres un terapeuta único para ella; duele el tomar conciencia de
que querrían al terapeuta solo para ella; y que no hubiera más pacientes esperando en
la sala. Te pedirían de buena gana que fueras solo para ella, pero no tienen más
remedio que compartirte, y ése es el juego por el que entran en el mundo de la realidad
(tener que esperar 5 ó 10 minutos antes del paciente, y que después viene otro, le hace
tomar contacto con la realidad): “(…) Además, ¡Es que quiere saberlo todo de mí!, y yo
¿qué sé quién es usted? ¡No sé nada de usted¡” Hay que decir algo, para no instigar aún
más elementos paranoides de desconfianza.
El mundo de la sexualidad te lo dejan como abierto a una posibilidad, hay una
seducción terrible, en la que no podemos caer. “(…) Porque a la segunda vez que fui me
dijo que era yo la que podía solucionar sus problemas porque se iba a divorciar (…)”, y
además, entonces ya no le interesa y deja de ir. Tampoco, al contrario, hay que caer en
una guerra, porque tienes que ayudar a tu paciente. Recordando, que tome conciencia
de su petición de ayuda. En general una petición de ayuda fantasma o después viene
otra, varias.

Lo pasan muy mal de los 30 a los 40 años, cuando temen que van a perder el elemento
físico de la seducción. La belleza, ya en un momento dado, no puede funcionar como un
elemento histeroide de seducción.

Son conscientes que la belleza ya no les puede funcionar de un modo histérico, en un


momento dado.
El narcisista puede ser consciente de que a partir de cierto momento el elemento
histeroide, de exhibición corporal, de seducción, de deseo de hipersexualidad, ya no le
sirve. Entra en esa crisis, aunque luego se da cuenta.

Necesitan reforzar este revés de la madurez. Como son mujeres inteligentes, tratan de
cambiar la seducción física por la seducción intelectual, la continuidad entre la belleza y
la inteligencia.
Hay que darles seguridad, porque no se creen inteligentes; a pesar de que su

541
Ángel Valaer Rubio

inteligencia ha sido su elemento para sostener todo este tiempo su equilibrio


psicológico y emocional. Temen que al tener la inteligencia al servicio de su seducción,
unos de los pilares de su equilibrio se fragilice.

Los elementos megalomaníacos son de superioridad, de más poder dentro del aparato
de la seducción. Si no te vuelcas en el aparato seductor, ante la gente; éstas se
muestran como que quieren saber, se cuestionan ¿qué será lo que tendrá detrás?;
sienten curiosidad… ¿será poderoso?
La gente se acerca para apoyarse en estas personas; y ellas, nunca dejan apoyar a
nadie, porque en el fondo son frágiles; te das la sorpresa de que son personas
aparentemente muy sólidas; personas fuertes, pero que nunca te van a dejar meterte
en ellas, te van siempre a marcar una distancia. Por eso confunden mucho y siempre
han dado un halo o un tono un poco misterioso, como muy autosuficiente, tanto de
que no necesitan, pero sí que necesitan. Suelen tener una serie enorme de amistades y
siempre están en comunicación con ellos y hace que ellos estén en comunicación; se
alimentan continuamente de unas esencias, de unas jaleas; pero saben que no pueden
alimentarse sólo de uno porque si no les chuparían, lo matarían; hay muchas, pican de
un lado mientras las otras siguen produciendo, viven de las esencias de los demás,
siempre y cuando el otro sea capaz de servirle como adorno, como elemento narcisista;
cuando el otro no le sirve, desaparece en su mundo, después que no lo puede
alimentar; es indiferencia total, tampoco van a depender sólo de esta persona,
depende de varias, van como la abeja que inteligentemente no va a comerse la flor,
tiene muchas y va cogiendo de una en una y cuando acaba puede volver a la primera
porque ya hizo más néctar.

Lo que tienen es el mundo, también, muy fragmentado, igual de fragmentados que


están por dentro; igual de fragmentada está su relación; y por eso es fácil que si el yo
no hace el esfuerzo por unir todo eso, en el Rorschach, si el yo de estas personas no
está hipertrofiado y hace un esfuerzo por ver globalmente relaciones que finalmente
no lo son, entonces se disgregaría en un síntoma psicótico. Su hipertrofia del yo es,

542
Ángel Valaer Rubio

precisamente, los que les mantiene compensados. Por así decirlo, serían psicóticos
compensados, muy bien compensados.

Presentan una inteligencia superior a la media y son obsesivos en la forma de encontrar


su éxito. Son frágiles, si una de las personas que tienen bien colocadas se les deslinda y
le mueve todo el tapete.

El tratamiento es un poco tratar de ir hacia una comprensión del mundo de ideas


menos amenazantes, un poco como un psicótico, hacerles vivir el mundo de forma no
más amenazante, hacerles tener una experiencia de la relación terapéutica, en donde
vayan viendo que no es necesario que absorban al terapeuta para poder siguiendo una
relación consultiva, que pueden utilizar en terapia los mecanismos de seducción sin que
necesariamente se agoten, y que cuando salgan, no por ello pierden el apoyo;
cargándonos lo antes posible los mecanismos de seducción; no cargarse el aparato
escénico, porque si no desaparece de consulta y se psicotizan; y que porque te
abandone la consulta, lo importante es que tampoco te dejes comer. Requiere llevar un
tiempo, una secuencia, de que vayan dándose cuenta de que pueden disminuir el
aparato de la seducción y no por ello perder la calidad relacional. Es la primera
estrategia que tienes, una vez que el diagnóstico es claro, y luego ver como la persona
va evolucionando. Esto sirve para que se sienta más cómoda, pues en ése momento le
das otra nueva perspectiva; ya no necesitan tanto, por lo menos para venir a terapia; ya
tienen una relación diferente, por una vez; ya no tienen por qué estar arriba, si no
tendiendo a la normalidad, porque toda terapia tiene como objetivo, como dice
Abrahams, dándole la razón a Freud cuando afirmaba, que todo aquello que puede
hacer al máximo un psicoanalista por su paciente es transformar una miseria neurótica
por una miseria real.

Nosotros no les vamos a dar nunca la felicidad: “¡Lo que puede hacer por mí (refiere la
señora a la cuarta sesión), es anestesiarme el pasado!”, pues empiezan a percibir por
dónde va el terapeuta y por dónde caminan ellas. “No, tampoco; quizás, con un poco
de suerte, ¡le puedo hacer convivir con el pasado!”, o sea, con la realidad. En sexo

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Ángel Valaer Rubio

terapias, en donde parecería que le puedes dar una felicidad al paciente. Pero en
Psicoterapia, en estos casos, serios, que finalmente son gente que en general está
funcionando; son cargos públicos, directores de empresas, médicos cirujanos,
profesores… que se ven bien capacitados para su vida cotidiana, lo que pasa es que
están muy presionados por su miseria neurótica, y la incapacidad de conectar su vida
con la realidad; por lo tanto, no tienen experiencias afectivas, ni de contactos reales; la
vida no les es tangible. Con la terapia, al cabo, la vida, parafraseando la frase de Freud,
siempre podrás hacerla menos miseria, siempre vas a enriquecerla; la miseria neurótica
no te deja a la vida echarle azúcar; siempre será amarga. Y ahora la vida te deja ser
feliz, de vez en cuando; vives bien con la realidad.

Desde un marco teórico: es el terapeuta dinámico quien puede hacerle ver que lo que
tiene, hasta ahora, no le sirve; pero cuidado con la capacidad de seducción cuando es
aquí el terapeuta quien tiene que dar una función de apoyo, en función de sus
destrezas y experiencias; aplicar las cualidades más psicodinámicas del terapeuta para
estar con esta persona ahí, porque el paciente siempre va a pedir más, siempre está
negociando y va a poner por delante su gran capacidad de seducción; y tiene que saber
cómo, de qué forma él tiene que estar ahí apoyando (aunque tal vez esto no es
fácilmente operativo), pues no somos sólo como en principio podría ser desde un
paradigma de conducta, y en donde se le ofrecen una pautas, y se le dice que las haga;
aunque sepamos que no las va a hacer. No es ya un circo, “para darle tan pronto la
comida, que ya me quedé sin flor…”, de ahí la importancia de la formación y la
personalidad del terapeuta, como la propia personalidad de cada uno vamos a tener
que confrontarla con la realidad del paciente. Al principio puede que no se entienda
por qué se debe ir a terapia con chaqueta y corbata, o hacer por ejemplo uso de la
bata; porque esto representa una necesidad del paciente también. Es muy importante
la personalidad que tú le ofreces, ¡porque si no, no le sirves!

Para un psicoterapeuta y un analista es importante elaborar personalidades


psicoterapéuticas… Tienen que ser buenos brujos, también. Vamos a tener que

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Ángel Valaer Rubio

elaborar y tirar y tirar de los pacientes, saber qué es lo que quieren de nosotros como
individuos; y al cabo, vas elaborando una personalidad que sabes, a qué tipo de
pacientes les sirves más que a otros. Así, un psicoterapeuta, formado
psicodinámicamente, aunque después aplique todas las técnicas que le dé la gana, ya
sean conductuales u otras; para poder ser siempre ésa personalidad de efecto sosiego,
de cierta aureola, de cierto secreto; y cuando no hay posibilidad de mantener que la
aureola sea de verdad, entonces se mantiene porque en realidad el otro no sabe quién
tú eres, ¡y entonces él te pone cómo necesita, pues es ésa la gran técnica
psicoanalítica!, de ser un sujeto anónimo ante tu paciente; cómo eres completamente
anónimo el otro hace de ti lo que él necesita como personalidad; y esto se convierte en
el primer elemento terapéutico. El otro tiene delante de él a quién quiere, a quien
necesita; y además, te puede cambiar; a cada momento, pues ése es el gran manejo de
la transferencia, siendo anónimo, puedes ser el malo, puedes ser el bueno; puedes ser
el buen padre, puedes ser el mal padre; puedes ser el maestro; puedes ser el amante…
Estos son de los pocos tipos de pacientes a los que se les deben de poner (aunque no
van a entrar en psicoanálisis) otro tipo de consignas psicoanalíticas: “Aquí lo vamos a
hacer todo, menos matar y hacer el amor…” Y esto les da mucha seguridad a este tipo
de personas, porque saben que no se va a llevar, ni se le van a ofrecer los límites en
donde ellas tengan que rechazar al terapeuta. Tú mismo les das la solución por la que
ellos ya no vienen, ¡a acostarse contigo ni a matarte! Pues si tú les das ésa posibilidad
ya no le sirve. Esa es la evaluación de la que forma parte la formación del ejercicio del
psicoterapeuta; elaborar la personalidad que el paciente necesita tener en un
momento dado, ¡si le das ésa opción ya no le sirve! Hay que intentar manejarse mucho
en la neutralidad, dentro de lo que se puede. Te das cuenta, cuando te preguntan, qué
edad tienes, si estás casado…, están forzando a ver si realmente eres lo que ellos
quieren. Y no les dices demasiado, como les cuentes enseguida tu vida, tampoco vale; y
mejor, no se la cuentes nunca, que ellos te inventen tú vida; incluso la gente te inventa
tu curriculum, le ponen montones de cosas… pero esto les sirve. Porque el paciente te
pinta como quiere y a través de ti, se puede relacionar con todo tipo de personalidades

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Ángel Valaer Rubio

que después va a encontrar en la vida común.

La pulsión, muy frecuente en este tipo de terapia, aunque muy amenazante para el
paciente, pues en el momento de que empiezan a ir bien, empiezan a ir mal, porque
tienen la conciencia de que ya no son necesarios tantos mecanismos de defensa; pero
tienen la pulsión del mismo mecanismo que sigue saliéndoles, y coligen como muy
angustioso, y por eso te dicen: “¡Antes estaba mejor!” Porque se sentían más protegida
con el síntoma que con las nuevas actitudes, de la miseria real a la que tú le has llegado
a confrontarse. Y va disminuyendo, poco a poco; en base a que ésa pulsión de
identificar esos mecanismos cae en el vacío, no es necesaria, va desapareciendo.

Presenciamos actitudes de quejas narcisistas, porque ellos vienen por algo y se llevan
otra cosa bien diferente pero que les sirve, y es una gran sorpresa; es como cuando te
dicen: “Oiga, lo he pasado muy mal, y lo que me sorprende es que he vuelto. Debo de
ser muy masoquista”. Es importante, porque han descubierto que pueden sobrevivir a
un tipo de angustia, y a un tipo de relación que en un momento dado no les alimenta el
síntoma, si no que le produce una inestabilidad, y vuelven. Y eso es un aprendizaje muy
importante, y permitir que puedan empezar a manejar esta angustia, ya de una forma
real porque te hablan de ella, ya no es un sufrimiento neurótico; porque los procesos
de reeducación narcisista se dan en todo tipo de terapias; otra cosa ya es cuando el
paciente se nos queja: “¡Qué me está usted haciendo, porque yo venía a que me diera
placer, yo venía a que me anestesiase, a la felicidad, y me está haciendo sufrir, pero
¡qué sorpresa!, que soporto el sufrimiento, y empiezo a no temer al pánico de antes.
El psicoanálisis y el psicoterapeuta, también en ocasiones, provoca depresiones,
provoca angustias; y hay que decirle la verdad, aunque no es habitual; puede pasar
también que la persona está en un proceso y puede descompensarse; o lo importante
es que la operación continúe y no se parta el proceso, que pase por momentos más
álgidos que otros; se corta el proceso en un momento dónde la operación pasa por una
situación de gravedad o de peligro; ahí sí que lo puede pasar mal también; y si se deja a
medias… tienes que garantizar de que el paciente continúe en terapia, por ejemplo al

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Ángel Valaer Rubio

principio al dar las pautas de la terapia; si pones mucha confianza en ti mismo también
puedes meter la pata, como el que cree que nada muy bien, y entonces se va hasta las
rocas y se ahoga; tan malo es cuando tienes poca experiencia como cuando tienes
muchísima.

Con todo, el primer problema narcisista es, precisamente, en la vida infantil, cuando los
niños tienen carencias afectivas y es de presencia materna o paterna generalmente;
pero el niño nunca va a creer, que la madre no lo asiste, no lo cuida, no está con él,
porque la madre es mala; va a creer que no está porque él es malo; él empieza a
construir sus elementos narcisistas de autoevaluación en función de la ausencia, en
función de que él no sirve, y en función de que si él necesita algo va a tener que robarlo
de los demás, va a tener que picotearlo, ¡pero que nunca va a ser saciado!

El narcisista es la ausencia de ése paraíso, que no disfrutó porque no lo encontró nunca.

Psicológicamente, es la evidencia de cómo te marca una ausencia. Te marca mucho más


la no existencia. Es una laguna, es una falla profunda en la estructura de la
personalidad. Es algo que crece y en algún sitio tiene un hueco.

La etiopatogénesis narcisista, es muy anterior, pregenital: es en el momento en que el


niño necesita la presencia materna como elemento vital para su vida.
Es en ése momento de transición entre lo biológico y lo psicológico; en donde la
presencia de la madre aparece tan vital como si fuera psicológico.
Se pasa, en esos momentos de ausencia, entonces, por una serie de posibles fracturas
de la personalidad que pueden dar lugar ya a los autismos infantiles. Y en una realidad
que empieza a hacerse visible en la edad adulta.
Trata de compensarse los deslices afectivos con sobrecompensaciones intelectuales, ya
que los narcisistas son más inteligentes de lo normal y tratan de arreglárselas con el
tipo de sociedad estructurada, obsesiva, un poco histérica por la que vamos.

Son las patologías más graves y, a su vez, las más provechosas para la sociedad
tecnológica y científica.
El narcisista es capaz de organizar el mundo externo en función de sus necesidades de

547
Ángel Valaer Rubio

organización interna. Estructuran también el mundo externo, porque le dan un


contexto, y una seguridad interna.

Los narcisistas, viven muy bien en el medio de los demás. Te da y te fabrica un mundo
que realmente le fascina y le sirve, y siempre apostando por arriba.
Ordena el mundo externo, para tragárselo y poner orden en subrealismo interno; vive
como muy amenazante el subrealismo interno, y ordena el mundo, y se traga el mundo
organizado, y lo ordena.

Dos narcisistas, a nivel de pareja, no se van a llevar tan bien; aunque, en caso de
ruptura, les va a resultar más difícil, porque como tienen un contenido pre-psicótico de
sus personalidades, donde no sólo son más proclives a las drogas, sino también para el
caso de los desenganches (psicológicos) de pareja, que les van a resultar más difíciles
de llevar, ya que se crean un núcleo, y además le das la anestesia psicológica que
resulta de la unión/interacción con la pareja, y ya no les duele su fragmentación
interna; se crean un potente anestésico psicoafectivo, que funciona como una droga,
como los efectos muy demandado en psiquiatría de un potente neuroléptico sintético
pero sin los efectos secundarios de estos psicofármacos, de manera que fuesen cada
vez más, más, más capaces para compensar los efectos psicóticos; los primeros
momentos son como los efectos de la luna de miel, que conllevan unos elementos
psicológicos muy fuertes, algo así como los efectos de una terapia; porque adormecen
perfectamente el contenido psicoafectivo y la fragmentación que estos pacientes en su
psicodinamia puedan llegar a sufrir.

Las fallas narcisistas van a ser siempre pregenitales, por eso son psicóticas.
A grosso modo, todo problema que aparezca antes de la fase edípica, en la fase oral o
fase anal tiene ya connotaciones más psicóticas o enteramente psicóticas en la
etiología, en la psicodinamia de la psicosis. El embrión psicótico se crea antes de los
cinco años (ver los estudios de Piaget). Es anterior a la época genital, porque se crea
antes, en la época pregenital, que es la edípica.

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Ángel Valaer Rubio

6.3. RORCHARCH DE LA OBSESIVA: UN CASO DE NEUROSIS DE ANGUSTIA


La demanda original para esta paciente fueron ragsos clínicos de depresión y
mucha angustia, cuando le dijeron que no podía tener hijos. La paciente mezcla muchas
cosas, el pasado, el presente y lo que va a venir; y la estamos preparando para que pueda
tener ése hijo, por fecundación artificial, sin angustia y sin culpa. La base del conflicto es
toda su historia anterior, que presenta ahora elementos nuevos que la descompensa.
En los sueños que tiene ahora, proyecta; sueña que va a aparecer embarazada, y
es que ella realmente está ya casada con su marido oficial, buen novio de tantos años,
pero mira por dónde no va a ser el hijo de él; aunque su matrimonio le redujo a la
legalidad de poder quedar embarazada; cuando ella se casa ya está muy protegida contra
el tío (del que, durante años, se sintió amenazada, aunque siempre lo cayó a sus padres);
pero cuando más protegida está, es ahora, cuando quedó embarazada con la FIV…, ¡para,
además finalmente, que sea de su marido!.
Es el mismo espectáculo de los dieciséis años, ella se quedaría embarazada (de su
tío), le atribuiría el hijo al novio, pero fantasmáticamente sería del padre. El problema de
cualquier mujer, al tener un hijo por inseminación artificial, es saber ¿quién es el padre
fantasmático de ese hijo? -¡pues, su padre!-.
La niña dice: “Cuando sea mayor, me caso con mi padre”; es un fantasma, que es
lo normal que pase en la psicología femenina en esta situación: sabemos que el padre
fantasma de sus hijos, siempre es el propio padre. ¿Hasta qué punto se ponen a prueba
las estructuras psicológicas de la mujer en situaciones como estas?
Esto es una nueva situación en psicología, por los problemas que pueden causar la
tecnología de la fecundación; pues, nunca hasta ahora, las mujeres se vieron así de
confrontadas.
En el hombre funciona de otra forma, pues quizás hace muchos años ya se vio
confrontado cuando nada le garantizaba que los hijos de su esposa, hijos suyos eran; por
eso se le dio la patria potestad; o sea, lo que nace en casa, de casa es, sea toro, hijo,
cabra, vaca; el patriarcado (y si la cabra del vecino paría en su casa, le devolvían la cabra,
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Ángel Valaer Rubio

pero no la acompañaban del cabrito. Al Igual que el niño, nos dice: “Cuando sea mayor,
me caso con mamá” Y, la esposa, siempre será, la madre, también. Esto, le aseguraba
que, finalmente, no sería de su tío; que es también el representante del padre, al que no
quería decir nada por miedo al cisma de familia; se protegía así contra el tío (pues aunque
llevaba ya 2 ó 3 años sin contacto con él, pero aún se mantenía vivo en sus angustias). Así
no permitía que se acercara: “era como si el miedo, que tiene una encima, me lo
quitaran” (en un precioso lenguaje simbólico, y encima en todo el sentido sexual del
coito; el miedo (la angustia), que tiene una encima, me lo quitaron, al tener este
embarazo. Además, sentía al niño gestante como su protección. “Sentía que estaba
embarazada, ¡pero era de mi marido!” -expresa un gran alivio-; “¡Hombre…!”¡Pero
también, acepta, que en ésa parte de seducción con el tío, ella también jugó una parte
importante en sus relaciones con ése familiar!
Además, también vemos cómo en nuestra paciente, a través del conflicto que
tiene con la prima (y que se proyecta, en el sentido de cierto intercambio incestuoso),
aceptando que de igual manera, ahora ella lo ésta con respecto a su propio padre, y que
bien ¡podría ser seductora con padre! En la actualidad, ya no se siente perseguida, se
limita al contexto real; ya no le ocupa el espacio que estas angustias ocupaban antes en
su vida mental; ahora todo lo que entiende le ayuda a controlar: “(…) ¡ahora, ya me lo
tomo más psicológicamente!”.
Lo primero es hacerle ver que la terapia, simplemente, se basa en hacerle aceptar
la realidad (aunque también desde un punto de vista cognitivo); lo importante es meter a
ése elemento real y fantasmático en el contexto real, en el que ella, de alguna manera,
también participó; fue víctima, porque era una niña, pero con un erotismo que también
puede demandar… una respuesta del entorno, que esta vez, claro, se la dio un adulto, y
así le fue.
Pero, finalmente no lo hizo tan mal, porque con la respuesta de su tío fue como se
adiestró a tener una sexualidad; pues si no, hoy en día, no tendría ninguna; ya que la
sexualidad que ahora presenta inhibida no es a causa del traumatismo producido por el
tío, sino a causa del ¡traumatismo producido por los padres!
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Ángel Valaer Rubio

Cuando ella escuchaba a los padres hacer el amor, prácticamente todos los días, y
ella no podía dormir hasta que su padre terminaba de jadear; y luego es ella quien no
puede tener orgasmos en la cama, aunque sí puede tenerlos en el baño; donde su tío, le
había enseñado a tenerlos. Antes en la cama ya no se sentía a gusto; ahora (una vez
elaboradas estas cuestiones) ya es capaz de tener orgasmos en la cama, donde ya se
siente bien (sola y con su marido); sus relaciones mejoraron muchísimo.
Además, ella tiene (respecto al tío) un lazo maternal, con un sobrino que vive con
ella; hasta qué punto ése sobrino es también el reemplazante del hijo que pudo desear,
porque luego, esto es lo que hay que trabajar en psicoterapia, casi algunas cosas
ofreciéndoselas de pasada, -24 sesiones de terapia directiva breve, que es un tiempo
suficientemente corto-, ayudándola a mejorar sobre lo que la paciente efectivamente
quiere, no lo que el terapeuta pretende; y que, luego, si dentro de un año vuelve, porque
alguna cosa se recrudece o tiene un nuevo problema que la hace posiblemente visitarnos,
y retomar una terapia con nosotros; ya, desde luego, la calidad de vida ha mejorado
mucho: ya su prima se casa, todo ha cambiado para ella, han informatizado su empresa,
han muerto su padre y su madre, mantiene su vida privada al margen.
Para el caso de las defensas, cómo quieren impedir que algo surja; realmente, lo
que el paciente tiene es miedo, en un momento dado a que la angustia se multiplique; si
cree que ya no puede ahora ir por más angustia, lo que va a surgir no es ningún fantasma,
es un recuerdo real, pero que está impregnado con tanto o más angustia infantil.
Cuando su tío estuvo viviendo con nosotros un tiempo, y cuando mis padres no
estaban, (estaba yo sola) pues… él jugaba conmigo, me decía que me fuera desnudando
un poco, y yo, en la ducha (se metía en el cuarto de baño), claro, sentía vergüenza
(miedo, por el hecho de que ella también se sentía culpable), no podía decir nada; mi
madre no sabía nada; el terapeuta, aquí, siempre hay que tomar una decisión en un
momento que va a tener mucha importancia, optar por una solución analítica que me
daba más paso a otras cosas -más salidas-, porque, si la confronto de una situación real,
con una situación vital, rotunda, se va a fragmentar más ¡el temor a ser ella deshonrada,
por ejemplo! El temor, siempre es en un plano simbólico.
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Ángel Valaer Rubio

Luego, el poder de madre, siempre detrás de la abuela paterna que también vivía
con ellos, fustigándola; porque la anciana tenía pérdidas y desfecaba sin control; y ella y
su madre la cuidaban; pero al mismo tiempo ésa abuela tenía mucha autoridad sobre su
hijo, el padre de ella; y cuando el padre llegaba, el poder que la anciana tenía sobre el
padre a la que él atendía y obedecía, y a veces ella y su madre se vengaban, y podían
tener mucha rivalidad hacia la anciana madre (ambas veían en ella una rival, para estar
con su marido y para estar con su padre); por lo que castigaban a la abuela, desnudándola
(la madre y ella desnudaban a la madre y se mofaban, disminuiría la disposición de la
anciana, respecto a la rivalidad; se deshizo –aquí, su madre- de una pesada y vieja rival) y
riéndose de ellas mientras la cambiaban, hasta que la vestían; resarciéndose la madre
sobre el poder que la vieja aún tenía sobre el esposo y el padre. “(…) que eran algo que
ustedes le querían quitar” (al llegar a ésta situación, muy probablemente ella era ahí,
¡cómplice de su madre!).
Para el análisis, esta situación se puede centrar en dos posicionamientos, es decir:
en el temor de la culpa, o en el temor de ser castigada.
En el terreno de ser cómplice de la madre, es un terreno en el que yo no la puedo
ayudar (aunque efectivamente, aquí ella se vio sometida a una triangulación edípica,
actora y también víctima de la madre). Tampoco hubiera podido revelarse contra la
madre; no se podía poner en contra de su madre (también a ella le hubiera gustado tener
un hijo del tío en la fantasía de sus dieciséis años, para también ser la rival de la madre),
porque era ella la que la cuidaba, la que le salvaba la vida continuamente, a causa del
asma que en aquella época padecía, y que además resuelve poco tiempo después.
También entre madre e hija, además de tener un secreto que comparte con su
madre, se plantea de nuevo su rivalidad, cuando su padre al jubilarse va a volver de la
mar; en el momento en que ella, ya casada, empieza a intentar quedarse embarazada de
su marido, recién casados.
Y ahora, por las casualidades de la vida, tiene el mismo conflicto, esta es una
experiencia de expresión de repetición, pues al ser su marido azoospérmico se le
representa la misma situación, esto es: de nuevo va a reemplazar al padre (como hizo
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Ángel Valaer Rubio

años antes a la superación edípica), y porque esta vez el marido será padre de un hijo que
biológicamente no es suyo, aunque sin sujetos identificados.
¿Qué estructuras tiene que adoptar la psicología femenina, para aceptar y sacar
beneficio de una FIV, teniendo en cuenta la vieja arquitectura profunda de toda mujer?
Contando que en su primera experiencia maternal aparece un padre fantasmático, que es
su propio padre, ¿Qué tipo de sujeto, para ella, es el terapeuta, el inseminador cuando se
le somete a estas exploraciones diagnósticas y terapéuticas, para darle un hijo?
Ése hijo va a tener muchos padres, ahora. Mientras que el padre ostenta muchos
refuerzos, esto es: primero, que la paternidad se crea después del embarazo,
inmediatamente tras el parto; segundo, que al dársele un diagnóstico de azoospermia se
le condenó a no poder tener hijos, y el ser padre es salvarle la imagen social… se le está
dando la posibilidad de tener un niño, de criarlo y de darle su imagen… Resulta evidente
que tiene muchos más beneficios incluso, más elementos gratificantes, que tiene la
madre; a excepción de que cuente con elementos paranoides, si se siente a cada
momento celoso, si es un inseguro… no si hablamos de un individuo normal.
De hecho, la situación es muy perversoide, finalmente; a través de los logros
científicos en fertilidad nos permitimos para satisfacer a un hombre (el marido),
utilizando a otro hombre (el inseminador donante, al que se le despoja de la paternidad,
se la roba, y finalmente se engaña también a la sociedad en general, a la que se dice que
el hijo es del esposo); además, intervienen perversas dosis de homosexualidad en la
constitución de un trío por conveniencias egoístas… En este caso, no hablamos de
conflicto psíquico explícito, consecuencia de los problemas éticos de las mismas técnicas
reproductivas, sino que estamos elaborando las estructuras internas que se movilizan en
una mujer que sufre, dentro de este tipo de decisiones.
Para el caso, es cuando la mujer tuvo fantasías con otros hombres, era cuando
además no sabía que su marido era azoospérmico; después, se terminaron y, además,
cuando lo supo, se sintió muy amenazada: “caray, si hubiera tenido relaciones con otros
hombres…, y al quedar embarazada, ahora ¿qué pasaría?” (se constata la existencia de
remordimientos, aunque sólo haya sido en el elemento fantasmático). Pues ella alguna
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Ángel Valaer Rubio

vez fantaseaba con tener relaciones con otros hombres, pero no de quedar embarazada
de otro hombre; esto lo reservó para su marido, que estuvo ahí, siempre a su lado.

CAPÍTULO 7. RESULTADOS DE CASOS CLÍNICOS RESPECTO A LA PSICOPATOLOGÍA


OBSERVADA POR EL AGRESOR SEXUAL
7.1. PRUEBA TESTIFICAL DEL ACUSADO DE AGRESIÓN SEXUAL, CASO Nº 1
Durante las entrevistas mantenidas con el sujeto, cabe destacar que: J. A. se
muestra tímido, introvertido, con escasa habilidad social. Confiesa abundantes fantasías
desviadas. Se declara consumidor habitual de pornografía. Informa haber sido detenido
en 2008 y 2010, por exhibicionismo.
Presenta un historial laboral inestable, con trabajos esporádicos en la
construcción.
Actualmente, vive con su madre. Su padre falleció cuando él tenía 15 años.
Presenta antecedentes de alcoholismo crónico.
7.1.1. PERFIL SOBRE LA CONDUCTA PSICOLÓGICA, DELICTIVA Y CONDUCTUAL
POR EL CITADO AGRESOR SEXUAL
 Método de aproximación utilizado: Las agresiones de las víctimas se producían
siempre durante los fines de semana y a la misma hora, aprovechando, el agresor, el
“toque de queda” paternal.
 Método de ataque utilizado: la actuación de este delincuente siempre era la
misma. A partir de ahí, todo es tan rápido, que la víctima apenas tiene tiempo de
reaccionar.
 Método de control utilizado: las agarra desde atrás, las amenazó con un objeto
punzante. Les pone un objeto punzante en el cuello, que ellas no consiguen ver; les pide
que se desnuden de cintura para abajo y, entonces, las agrede sexualmente.
 Elección de las zonas para abordar y atacar a las víctimas: Espera a que la joven se
despida de sus amigos y la sigue hasta que llega al portal de su domicilio.

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Ángel Valaer Rubio

 Posibles conductas de precaución: En todo momento, el sujeto amenaza a sus


víctimas para que no le miren. Antes de abordar a las jóvenes, se cubre la cabeza con una
capucha, que sólo deja ver sus ojos. Además, no deja rastros biológicos en sus ataques.
 Arma/s utilizada/s contra las víctimas: El agresor, les pone un objeto punzante en
el cuello. Fuerza utilizada para realizar el control de las víctimas. Las agarra desde atrás.
 Conductas desviadas por el agresor:
1. Violación.
2. Afirma tener abundantes fantasías desviadas, y se declara consumidor
habitual de pornografía.
3. Ya había sido detenido en dos ocasiones: en 2008 y 2010, por
exhibicionismo.

 Posibles rasgos psicopatológicos que muestra a través de su conducta.


 Se muestra tímido e introvertido.
 con escasa habilidad social.
 Presenta un historial laboral inestable.
 Presenta antecedentes de alcoholismo crónico.
 Principal vínculo que uniría estas agresiones.
No existe vínculo. Sólo oportunismo ocasional de la chica.
7.1.2. CONCLUSIONES
J. A. muestra un método de aproximación elaborado, planificado, súbito y
constante, que ejerce sobre sus víctimas en una situación de indefensión.
El método de ataque utilizado es rápido, con una violencia controlada y ajustada a
su necesidad. Utilizando un ataque mixto a través de la amenaza verbal, el uso de la
fuerza y un arma punzante.
El control y el dominio para este sujeto son sus principales objetivos; una muestra
de ello, la encontramos en la utilización de tres principales modelos en el mismo ataque,
como son las amenazas verbales y el uso de fuerza y armas.

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Ángel Valaer Rubio

La elección de zonas utilizada por este agresor para abordar a sus víctimas, nos
ofrece importantes datos sobre la planificación de sus actos, ya que no es un sujeto
impulsivo que agrede en cualquier lugar, todo lo contrario, es un individuo planificador y
controlador, que sigue a su víctima, como un depredador a su presa.
La utilización de capucha, preservativos para no dejar rastros biológicos y el portar
un arma, nos indica que este sujeto muestra una determinada "conciencia forense", que
dificultará su futura detención.
Tanto el arma utilizada como su intento de control, nos llevará hacia unos posibles
rasgos psicopatológicos relacionados con el dominio y la posesión de la víctima, que junto
a sus frases utilizadas en sus correspondientes ataques, nos sitúa frente a un individuo
con unas marcadas distorsiones cognitivas, que pretende establecer con sus víctimas una
extraña relación de cooperación, muy cercana a una relación, tratando a sus víctimas
como si fueran sus parejas, por ello, elige a chicas jóvenes, entre 19 y 21 años y de
complexión y estatura media, a las que poder dominar y que se establezcan dentro de su
patrón de pareja idealizada.
7.2. PRUEBA TESTIFICAL DEL ACUSADO DE AGRESIÓN SEXUAL, CASO Nº 2
7.2.1. REFERENCIA Y OBJETIVOS. EL MOTIVO DE LA CONSULTA
Está directamente relacionado con mi especialidad, pues es la referencia de una
sintomatología de tipo mixto ansioso-depresivo, que refiere marcadas alteraciones del
carácter yoico, manifestadas a raíz de las últimas dificultades habidas en el seno de su
pareja durante estos últimos años, sobre todo en función de la mala evolución de la
dinámica de pareja, dificultada y agravada en los últimos meses de relación;
sintomatología, que además ha empeorado a raíz de la presentación, en estos meses, del
contencioso de la denuncia en violencia de género que su pareja le ha interpuesto.
OBJETIVOS PLANTEADOS
R., voluntariamente consiente en someterse a toda una serie de pruebas
diagnósticas de test y auto-registros que desde el punto de vista pericial sean
procedentes para el estudio y análisis psicopatológico, en aras a determinar su estado de
salud mental, ya que es el médico el facultativo legalmente autorizado para discernir el
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Ángel Valaer Rubio

concepto de salud y enfermedad, y quien certifique si definitivamente una persona se


encuentra sana o enferma. También R.. se compromete, si en su caso fuese necesario, a
ulterior tratamiento biológico (psicofarmacológico) y / o psicoterapéutico (a través de
psicoterapia de apoyo o desde el paradigma cognitivo-conductual), si es que fuera
necesario. El interesado se compromete a acatar todas y cada una de las conclusiones
científicas que sean concluyentes, obtenidas y derivadas de este estudio.

DATOS BIOGRÁFICOS RELEVANTES. EN EL CONTEXTO ORGÁNICO


Paciente sano, con frecuentes seguimientos biológicos por controles de medicina
traumatológica y fisioterapia, a raíz de un grave accidente de moto que sufrió años atrás y
del que ya parece estar plenamente recuperado.

Gran deportista, constantemente entrenado. Simultanea carreras y deportes de


playa. No drogas ni adicciones. Desde el punto de vista biológico, nada anormal que
reseñar.

EN EL CONTEXTO PSICOLÓGICO

Las dos cosas que presumiblemente más parecen afectarle, en la actualidad, son la
declaración unilateral de su pareja con la que cada vez había sido más difícil la dinámica
de pareja por lo que estimó la posibilidad de una ruptura definitiva.

Además, de la denuncia que V., su actual expareja, le ha interpuesto en el Centro


Asesor de la Mujer, sobre violencia de género, se le añade la importante demanda
económica que se le solicita.

7.2.2. TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS DIAGNÓSTICOS UTILIZADOS

A LA ANAMNESIS

R., refiere que durante el noviazgo y en todos los años que duró la relación, no
llegó a reconocer desde el principio las dificultades psicológicas habidas por su pareja,
aunque estima que ciertamente, ahora reconoce que nunca llegó a ir del todo bien, y que
en los últimos años la dinámica fue cada vez fue peor.

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Ángel Valaer Rubio

Sin embargo, haciendo acopio de paciencia él pensaba que las cosas habrían de
mejorar si esperaba, y que algún día habrían de arreglarse, aunque lejos de resolverse
cada vez iban a peor, de forma que la pareja terció en convertirse en una tesitura de
continua demanda cada vez más difícil para él, más hostil y objeto de profunda e
insalvable animadversión. Cada vez existía menos empatía entre ellos, y en las últimas
épocas no existía compenetración y prácticamente cada vez se relacionaban peor.

Así, a nivel psicodinámico de pareja, la situación eran cada vez menos placentera,
cuando no frecuente alteradas y “nefastas”, por discusiones y controles constantes donde
él se veía espiado y controlado de una forma disfuncional y patológica y él sentía que
ninguno de los dos experienciaba satisfactoriamente, sin existir grado de satisfacción
alguno por ninguna de las partes, por lo que en varias ocasiones optó por romper la
relación, aunque ante la demanda de reiniciarla por parte de ella se sentía culpable y lo
reintentaba pero cada vez con menos éxito hasta que decidió dejarla, definitivamente.

DATOS HISTÓRICOS RECOPILADOS DEL PACIENTE

Cuenta que su pareja, presentaba a su parecer frecuentes alteraciones yoicas y


labilidad en el estado de ánimo, igual estaba tan bien que se ponía mal, alteraciones
además de mecanismos constantes de control y dependencia por parte de sus familiares.

Parece haber constancia, de ciertos informes psiquiátricos del Servicio Andaluz de


Salud, con asistencia psiquiátrica para el tratamiento de la ansiedad, el insomnio y otros
trastornos de naturaleza reactiva que parecen desencadenarse a raíz de la tórpida
evolución de la dinámica de pareja.

Estos hechos aportarían datos para concluir en la hipótesis, donde ante un juicio
diagnóstico de sospecha, apuntasen ya a un diagnóstico de presunción, según los criterios
psiquiátricos al uso, de que la paciente padezca una clínica de Trastorno de la
Personalidad Dependiente.

Por lo que cita R., a raíz de que el proceso de distanciamiento de la pareja ha sido
un fenómeno escalonado, la dinámica era peor; se dio la desafortunada muerte de la

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Ángel Valaer Rubio

abuela de V. de un proceso neoplásico, algo que la marcó en su vida y la dejó sumida


durante el duelo, en una profunda depresión, de tórpida evolución y que además le
cambió su carácter.

Primero, porque ella a él lo consideraba “raro”, distanciándose ambos por


cualquier excusa y ella retornando a sus padres por separado, aunque constantemente
estaban en comunicación con excesivas llamadas de telefonía móvil y mensajes, que R.
intuía que se producían para poder ella controlarlo.

Segundo, que tendió cada vez a ser más absolutamente antisocial, excepto con sus
escasas amigas, buscaba a las personas defectos que no le gustaban y rasgos que para él
resultaban un tanto rebuscados, excesivos y hasta paranoicos.

Fuera de la familia de ella, ni frecuentaban a los amigos, y estos se le quejaban a él


de que nunca podían estar juntos porque a ella, a V., no le parecía bien, y los evitaba,
además de que no lograba congeniar con nadie que no fuera su estricto núcleo familiar.

Los amigos se separaban de R. que notaban cómo se le iban distanciando.

Tercero: definitivamente, ella no se llegó a mentalizar para superar los estresores


vivenciales que se le acumulaban, acudiendo bajo la protección de los padres (que
estaban separados) en demanda de protección y ayuda.

Cuarto: anteriormente a su relación de pareja, al parecer, aunque ella era reacia a


hablarle a él de aquellos episodios, V. salía una temporada con un chico policía local y
también compañero en el trabajo del padre de V. Al decidir éste concluir la relación, ella
se quejó de que la habría utilizado y la expareja y el padre de V., los dos tuvieron un grave
altercado, incluso llegando a las manos, en una discusión entre los dos por ella, que acabo
definitivamente con la relación.

Quinto: si bien es cierto que reconoce que al principio la idea de tener hijos no le
entusiasmaba demasiado, sobre todo a R., al cabo de los años, la idea de ser padre le
emocionaba cada vez más; aunque teniendo en cuenta la realidad de su relación de

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Ángel Valaer Rubio

pareja, veía imposible la posibilidad de un hijo, tal y como estaban las cosas entre ambos.
Faltas de relaciones sexuales satisfactorias cada vez menos en el último año.

Sexto: se ha sentido amenazado todos estos años, y cree que esto conlleva la
merma de su autoestima, que en goteo constante ha sufrido, como por ejemplo el gritarle
ella de forma celosa. Cuenta que sentía de ella que a veces era criticona y envidiosa, con
complejo de superioridad / inferioridad; narcisista exacerbada. Altísima autoestima. Se
cree una reina. Falta de control en el temperamento. Continuos cambios de carácter.
Desconfiada, depresiva, dormía mucho de día y de noche. Sólo era activa con su familia.
Fantasías de futuro, muy bueno para ella y muy malo para él. No consume drogas ni
alcohol, ni pierde nunca el control.

Séptimo: R. recuerda a su familia política con una buena cordialidad, sobre todo
de la abuela fallecida de una neoplasia, que la define como un encanto a la que él quería
mucho.

CONDUCTAS OBSERVADAS EN EL PACIENTE

El día 31 de Mayo, del año en curso acude R. a consulta, para realizar el estudio de
las áreas de conducta y de Evaluación y Personalidad,

ÁREA DE LA MOTRICIDAD

El paciente presenta una actitud colaboradora, con rasgos reservados; sospecha


de mecanismos de baja autoestima, caracterizada por una situación ansiosa de ausencia
de movimientos, o cuando estos se dan, presentan un desarrollo muy enlentecido, y
ademanes retardados. De vez en cuando, se le escapan movimientos impulsivos,
claramente incoordinados, de características exclusivamente de agitación motoras.

ÁREA VERBAL

Su lenguaje es fluido, con ritmo y cadencias normales, bastante ajustado a


coherencia, y sin anomalías. No prolijo.

No se destacan alteraciones psicosemánticas, ni del proceso cognitivo del


pensamiento, ni del proceso motor.
560
Ángel Valaer Rubio

ACTITUDES INFERIDAS

Paciente empático que muestra respuestas perfectamente integradas y


coherentes, sin rasgo alguno de contradicción que me hagan suponer cualquier tipo de
mecanismo de simulación. Sumiso, agradable en el trato, educado, cordial, manteniendo
en la serie de entrevistas un tono constante de confrontación con la realidad. No hay
alteraciones de labilidad y fluctuación manifiesta en el estado de ánimo. Nada anormal.

INTEGRACIÓN DE LAS CONDICIONES BIOLÓGICAS

A nivel de las exploraciones psiconeurológicas, no presenta ningún tipo de


alteración susceptible de ser objetivada y / o cuantificada, por lo que se obvian los test de
evaluación de este tipo, como por ejemplo, el test de Barcelona y el test CUMANIN.

Las exploraciones psicofisiológicas tampoco presentan nada anormal. Al examen


físico, nada anormal.

CONDUCTAS PROBLEMAS. EVALUACIÓN DE LA PERSONALIDAD

La evaluación de los rasgos de personalidad normal o patológica es una constante


en los peritajes judiciales, cuando es necesario determinar si el sujeto presenta una
determinada psicopatología. Toda esta información nos la proporcionan los diferentes
test de personalidad a través de sus correcciones científicas y cuantificaciones
objetivables. Muchos de ellos, nos dicen también si el sujeto tiene propensión a mentir;
las escalas de deseabilidad social y simulación. LOS TEST EPQ-A Y 16 PF-5, VALORAN
RASGOS DE PERSONALIDAD NORMAL, MIENTRAS QUE, LOS TEST CLÍNICOS SON EL MMPI-
2 Y EL MCMI-II.

EPQ-A

Nos proporciona información acerca de tres dimensiones básicas de la


personalidad (neuroticismo, extraversión y psicoticismo o dureza) y de la sinceridad del
sujeto.

561
Ángel Valaer Rubio

Resultado: El sujeto puntúa alto en neuroticismo, se caracteriza por un estado


ansioso de preocupación, con alteración y cambios en el humor, y fuertes reacciones
emocionales que le dificultan una adaptación adecuada. Puntúa bajo en psicoticismo.

16PF-5 (CATTELL, CATELL Y CATELL, 2000)

Es el test más utilizado en la evaluación de la personalidad. Proporciona un perfil


completo de la personalidad, con 16 factores diferentes (escalas primarias), incluyendo la
puntuación de los grandes factores de personalidad o dimensiones globales.

Resultado:

 Extraversión: polo bajo (3), introvertido, socialmente inhibido.


 Ansiedad: polo alto (8), perturbable, con mucha ansiedad.
 Dureza: resultados medio (5.5) respecto de la personalidad.
 Independencia: polo bajo, acomodaticio, acepta acuerdos, cede pronto.
 Autocontrol: polo positivo (7.5), persona autocontrolada, que
habitualmente contiene sus impulsos.
MMPI-2 AVANZADO. MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINESOTA

Describe (Hathaway y Mckinmley, 1989) las diez escalas básicas (MMPI) en el


diagnóstico psicopatológico en la población adulta; e incluye, junto a las escalas de
validez y clásicas, otro grupo de escalas de contenido que ayudan a mejorar el
juicio clínico, y que también se pueden utilizar para controlar el grado de
sinceridad del sujeto.

Resultados: Escalas Básicas:

 Escala 1. Hipocondría (56). Preocupaciones somáticas y exageración de los


problemas relacionados con la salud.
 Escala 2. Depresión (67). Depresión moderada. Insatisfacción en la vida.
 Escala 3. Histeria (36). Convencional, rígido, moralista.
 Escala 4. Desviación psicopática (32). Normal, responsable.
 Escala 5. Normal Identificación Sexual, convencional.
562
Ángel Valaer Rubio

 Escala 6. Paranoia (45). Muy ligeramente sensible y suspicaz.


 Escala 7. Psicastenia (72). Perfeccionista, con falta de seguridad (alta) en sí
mismo.
 Escala 8. Esquizofrenia (puntuación 39), nada anormal. Sensible, confiado.
 Escala 9. Hipomanía (42). Normal, responsable, realista.
 Escala 10. introversión social. Introvertido, tímido.
Escalas especiales:

 Puntuación L: Sinceridad (63), esforzándose en un buen ajuste. Interpretación:


muy convencional. Moralista.
 Puntuación F: Incoherencia (51). En la medida, buen funcionamiento, tendente a
la conformidad.
 Puntuación K: Corrección (54), introvertido.
Escalas de contenidos:

En resumen, las puntuaciones observadas, registraron altos valores en las escalas


de ansiedad, obsesión, depresión y problemas familiares. Puntuaciones de tipo
medio, en conductas tipo A, como: baja autoestima, disconfort social y salud.
Puntuó bajo, en medios de pensamientos extraños, cinismo, prácticas antisociales,
interferencia en el trabajo, indicadores negativos de tratamiento.

MCM-II. INVENTARIO CLÍNICO MULTIAXIAL DE MILLON-II (MILLON, 1998).

Los diagnósticos que proporciona se ajustan a las clasificaciones del manual de


enfermedades mentales americano, DSM. Incluye 10 escalas básicas de
personalidad (esquizoide, fóbica, dependiente, histriónica, narcisista, agresivo-
sádica, compulsiva, pasivo-agresiva y autodestructiva), seis escalas de síndromes
clínicos de gravedad moderada (ansiedad, hipomanía, histeriforme, neurosis
depresiva, abuso del alcohol, abuso de drogas), y, por último, tres escalas de
síndromes clínicos de gravedad severa (pensamiento psicótico, depresión mayor, y
trastorno delirante). Cuenta, además, con cuatro escalas de validación del test
(validez, sinceridad, deseabilidad y alteración).
563
Ángel Valaer Rubio

Resultados: Muy ajustados, similares a los anteriormente obtenidos y ya


comentados en las escalas y subescalas del MMPI-2.

TÉCNICAS DE EVALUACIÓN DE TRASTORNOS ESPECÍFICOS: BECK DEPRESIÓN


INVENTORY (BDI).

Uno de los instrumentos más empleados para evaluar la depresión. Contiene 21


ítems, consistentes en una serie de afirmaciones referidas cada una, a un síntoma
particular de la depresión, puntuadas en una escala tipo Likert de 0 a 3.

Resultado: 19 puntos. Borderline de depresión ligera a moderada.

ESCALA DE YALE-BROWN, PARA EL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

Resultados: 5 / 0 y 5 / 0. Total: 0. Nada anormal.

AUTOINFORMES ESPECÍFICOS. CONDUCTAS-OBJETIVO

En este auto-registro (Echeburúa y Corral, 1987) trata de señalar las conductas


que al sujeto le gustaría en la actualidad poder realizar normalmente y que
supondría una mejora significativa para su vida cotidiana, y que, a su vez, resuelve
mediante evitación, cronificando el problema.

Resultados:

 Conducta 1: Ser menos tímido cuando una mujer me gusta.


 Conducta 2: Dejar de hacer algo por miedo al fracaso.
 Conducta 3: Ser menos inseguro.
 Conducta 4: Temor a hacer el ridículo.
7.2.3. JUICIO CLÍNICO

El paciente es una persona normal, recta, sincera, con firmes convicciones morales
y esquemas educacionales interiorizados desde la infancia, que puede desempeñar
seguro y muy eficaz y dignamente su ejercicio profesional, a pesar del contenido reactivo
del problema con su expareja, y a la vez familiar, en ciernes que viene padeciendo.

564
Ángel Valaer Rubio

Los motivos traumáticos de una mala y muy deteriorada dinámica conyugal, quizás
desde el inicio del noviazgo, además de la falta de complicidad y desconocimiento de la
realidad psiquiátrica de la mujer, han hecho no viable la convivencia entre los novios,
acabando por deteriorar, a través de un proceso continuo de desgaste, las pocas
situaciones de respeto y consideración que ambos al final se dedicaban, lo que ha
repercutido en la ruptura, pues por más que lo intentó volvía con ella por sus demandas,
pero cada vez era más consciente de la inviabilidad de la pareja.

Hay que analizar el papel clave de la patológica estructura familiar de la familia de


ella como determinante, además de los factores vivenciales que experimenta V. en los
últimos años, esto es: muerte de la abuela por un proceso cancerígeno; muerte de su
íntima amiga por otro proceso neoplásico, probable sentimiento de culpabilidad en
relación a una mala dinámica paterna a consecuencia del enfrentamiento físico de su
padre con un compañero de trabajo con el que ella mantuvo una relación, que derivo en
orden de alejamiento, dificultad larvada por la depresión durante el duelo de las
habilidades sociales que evitaba, etc.

Todos estos hechos acrecentaron una necesidad patológica celosa y posesiva de


su pareja que conllevó necesariamente a la extinción de la misma por cansancio de R. que
se sentía definitivamente extenuado, incapaz de seguir adelante con la dinámica de
pareja.

7.2.4. CON RESPECTO A LA DINÁMICA DE PAREJA

 Todos y cada unos de los datos que R. ha sufrido por parte de su pareja, parecen
patognomónicos (exclusivos de manera específica) de un Trastorno de
Personalidad por Dependencia (301.6), (DSM-IV-TR, 2002).
 Los informes del Servicio de Psiquiatría del SAS, que remiten a la paciente al
centro de orientación de la mujer, diagnosticando una reacción depresiva breve
con apoyo psicofarmacológico, que puntualmente responde sólo a sólo un
momento muy concreto de la evolución crónica y del carácter personal que

565
Ángel Valaer Rubio

conlleva las características reactivas de ése momento preciso en la evolución


insidiosa y para siempre del Trastorno de Personalidad dependiente.
 Convendría hacer una peritación forense psiquiátrica y / o psicológica a la
paciente Dª. V., para objetivar con juicio clínico el diagnóstico crónico de este
Trastorno de Personalidad sugerido desde una aproximación psicológica forense
en relación a las evidencias presentadas por la evolución tórpida de la paciente y
los diagnósticos habidos anteriormente.
 Ello incapacitaría los criterios efectivos de una realidad eficiente de pareja.
7.2.5. DIAGNÓSTICO CLÍNICO DE R. R. C.

Aunque el paciente presenta rasgos obsesivoides en relación a baja asertividad,


disminución del carácter volitivo, y baja autoestima, miedos recurrentes y rumiativos
como el ser rechazado y no estimado por los otros, sobre todo del sexo opuesto, lo que le
dificultan sus habilidades sociales y sus potenciales acercamiento al sexo contrario, no
llegan a tener entidad nosológica considerable (muy probablemente, desaparecerán tras
el proceso causante y la resolución de la ruptura de pareja), manifestando un
TRASTORNO MIXTO ANSIOSO – DEPRESIVO, DE CARACTERÍSTICAS EXCLUSIVAMENTE
REACTIVAS, según los criterios del DSM-IV-TR (Asociación de Psiquiatría Americana, 2002)
(APA, 2015), secundarias a su proceso traumático de mala viabilidad de pareja y de
ansiedad de separación, además de acusaciones infundadas de violencia de género.

7.2.6. TRATAMIENTO PSICOFARMACOLÓGICO:

Se recomienda algún psicofármaco de apoyo, como los Inhibidores selectivos de la


recaptación de serotonina, por ejemplo, paroxetina, 40 mgrs, administradas
crecientemente a lo largo de las dos primeras semanas, y durante varios meses, en dos
dosis (almuerzo y cena) de 20 mgrs.

Así como algún tipo de ansiolítico suave que le induzca la relajación y el sueño,
para poder descansar y desconectar de su problema durante algunas horas, por ejemplo:
Loracepam, 1 mgrs, 30´ antes de acostarse.

566
Ángel Valaer Rubio

7.2.7. TRATAMIENTO DE ABORDAJE PSICOTERAPÉUTICO:

Abordaje de psicoterapia breve de apoyo, bajo paradigma y reformulación


cognitivo-conductual que mejoren la sintomatología residual del desgaste psicológico
sufrido a lo largo de estos años.

7.3. EJEMPLO DEL CASO PARA UN INFORME DE ATRACADOR DE BANCO Y


POLITOXICÓMANO
7.3.1. LOS DATOS QUE HAN SIDO OBTENIDOS DE LA HISTORIA CLÍNICA
Enfrenta esta prueba con evidente inseguridad y una actitud defensiva, que la
lleva a adoptar una actitud dependiente, por momentos congraciativa y en otros tratando
que sea el otro quién tome las decisiones o defina las situaciones.
Las metas personales aparecen altas, pero con una actitud contemplativa más que
activa o de ejecución frente a ellas. Se siente cansada, como habiendo trabajado mucho y
esperando el apoyo o auxilio de otros para poder descansar adecuadamente.
Frente a las figuras parentales evita involucrarse en la situación, haciendo un
relato muy “externo”, en el cual no hay relación con la figura materna. Esto podría indicar
la existencia de un conflicto que evita enfrentar y reconocer, o una relación muy
superficial. La figura paterna es obviada, remplazándola por un abuelo que estaría
orgulloso de los logros de ella.
Ante la imagen de la relación heterosexual, evade las connotaciones sexuales o de
relación de pareja, reflejando un sentimiento de inadecuación o incomodidad frente al
tema.
Personalidad de características muy inmaduras, necesitada de afecto y con un
enfrentamiento muy inadecuado, superficial y poco realista de las situaciones. Muy
defensiva y evasiva, no asume su realidad.
7.3.2. CONCLUSIONES DEL CASO
A partir de esta visión parcial, diremos que es un sujeto que impresiona tener una
capacidad intelectual promedio (dado el número de respuestas por láminas, la relativa
variedad de contenidos, el lenguaje utilizado al formular sus respuestas y la elaboración

567
Ángel Valaer Rubio

que hace de algunas de ellas), sin embargo su pensamiento es estereotipado y


oposicionista. Se muestra como una persona rígida, inmadura, dependiente de la familia,
en particular, de la figura materna, con la cual mantiene una actitud ambivalente. Por lo
visto, hay una pobre vida afectiva, y sus relaciones interpersonales están seriamente
afectadas por su patología. Hay un tinte depresivo o de apatía. Muestra una tendencia
homosexual y necesidades de afecto. Posible sentimiento de inferioridad en esta área.
La existencia de una psicosis, presumiblemente esquizofrenia de tipo paranoide,
se justifica por la conciencia de interpretación disminuida, la Autoreferencia y la
Referencia personal, la Referencia a lámina anterior, la Perseveración, la Simbolización, la
respuesta de Posición y la Confabulación.
Tanto desde el punto de vista teórico la importancia del análisis cualitativo del
Rorschach, en lo que respecta al análisis de contenido y a la interpretación de los
fenómenos especiales, ambos estrechamente interrelacionados. El propósito a sido solo
el de incentivar este tipo de interpretación, que es subestimado o ignorado por parte de
algunos psicólogos, nunca que esta interpretación se erija como la única. Reafirmamos
como imprescindible que el conocimiento del sujeto se alcanza solo con la integración
holística de toda la información.

8. RESULTADOS FINALES RESPECTO DEL TEST DE RORSCHARCH Y


DELIMITACIÓN DE LAS RESPUESTAS

Considerando las precisas intrepretaciones anotadas en la Fenomenología Especial


del Sistema Bohm, hemos analizado como Respuestas de Contenido Sexual a todas
aquellas interpretaciones que de una forma manifiesta, clara y expresa, refiere
contenidos o actividades de tipo sexual, aunque también hemos tenido en cuenta una
interpretación dinámica y simbólica que aprarece, sin embargo, muy frecuentemente
(dedos, palo, agujero, totem) e incluso de aquellas interpretaciones que por su
proximidad hacen referencia a las zonas próximas a los genitales (pelvis, cadera, coxis).
Por otra parte todas aquellas respuestas que hacen referencia al aparato genito-urinario
(útero, ovarios, placenta).
568
Ángel Valaer Rubio

Las Respuestas de Defecto son interpretaciones que llevan en su formulación la


expresión de defectos o mutilación en los seres vivos, órganos u objetos (Dos osos a los
que les falta la cola, nariz rota, Dos niños con las cabezas seccionadas, hoja rota,
estropeada). Solamente las respuestas que conllevan la mutilación de algún miembro
(Dos niños con las cabezas cortadas, por ejemplo), fueron consideradas al mismo tiempo
como Respuestas de Contenido Agresivo Manifiesto.

Hemos considerado como Respuestas de Contenido Agresivo Manifiesto a todas


aquellas interpretaciones que de forma directa, expresa y clara denotan una
manifestación agresiva realizada bien de forma activa o pasiva (Dos hombres pisoteando
el pecho de otro; Una mariposa aplastada). No hemos considerado en este estudio los
objetos o simbolismos agresivos que se puedan atribuir a las diferentes interpretaciones
(tijeras, bisturí, lanza).

Hemos considerado como Respuesta de Sangre a todas aquellas interpretaciones


directas (Esto es una mancha de sangre) o indirectas (Un accidente) que puedan referir un
contenido de Sangre. Algunas interpretaciones de este tipo pueden haber sido también
incluidas en el grupo de las Respuestas de Contenido Agresivo Manifiesto (por ejemplo:
La cara ensangrentada de un boxeador).

Respecto al tratamiento de los datos: hemos considerado el grupo de los


pacientes agresivos como el grupo experimental, y la muestra de pacientes sólo con
tarstorno de ansiedad como el grupo control. El tratamiento de los datos se realizó a
través del porcentaje de respuestas ofrecidas por cada grupo de sujetos (personas
agresivas vs. pacientes ansiosos) en cada uno de los contenidos anteriormente señalados.

El estudio se llevó a cabo, de la siguiente manera:

1º.- Analizando comparativamente cada una de las Láminas. La Lámina II se


muestra que los contenidos Agresivos se presentan con una diferencia estadísticamente
significativa, con respecto al grupo de personas agresivas. Si analizamos las Respuestas de
569
Ángel Valaer Rubio

Sangre ofrecidas por ambos grupos, se aprecia que mientras el grupo de pacientes
agresivos presenta este tipo de interpretaciones en seis de las 10 láminas, el grupo de
pacientes no agresivos solamente lo hace en tres de ellas. Resulta evidente que, la
cantidad total porcentual de interpretaciones de Sangre es superior en el grupo de
Pacientes agresivos que en el de los pacientes no agresivos, con una diferencia
significativa de p>0,05. La lámina III se mostró como la más sensible a este tipo de
respuestas, siendo su diferencia estadísticamente significativa, p>0,01, que con la misma
lámina para el grupo de los pacientes no agresivos o enfermos de trastono de ansiedad.

Si nos referimos al orden de incidencia del porcentaje de cada lámina II y III


respecto de las personas que padecen un trastorno de ansiedad de cualquier subtipo, se
observa que las ocupan todo tipos de Respuestas exceptuando las Respuestas de Sangre.

Volviendo al caso particular de los pacientes con psicopatología agresiva de


distinta naturaleza (parafílicos, maltratadores, delincuentes…) en las láminas II y III de
Rorschach, se observa que aunque también ofrecen proporcionalmente un mayor
número de cualquiera de las diferentes respuestas ya tipificadas por Bohm, podemos
constatar que las diferencias estadísticamente significativas en estos participantes
solamente se alcanza en las Respuestas de Sexo y las de Sangre.

Así, hemos constatado que:

 La Lámina I, no ha generado una reacción sobre respuestas en las manchas de


sangre o sexuales, generalmente; sino que, al contrario, nuestros pacientes han
quedado más sorprendidos ante el choque de la mancha y han buscando una
explicación animal en conjunto o de pequeño detalle en sus respuestas sobre
alguna parte de las manchas grises de la lámina.
 La lámina II se ha revelado con una gran sensibilidad para elicitar Respuestas de
Contenido Agresivo Manifiesto, Respuestas de Defecto y respuestas de Sangre.

570
Ángel Valaer Rubio

 La Lámina III se ha revelado con una gran sensibilidad para Respuestas de


contenido Sexual, Respuestas de Sangre y en un menor grado las Respuestas de
Defecto.
 Con respecto a las Respuestas Sexuales manifiestas, aunque tradicionalmente son
la lámina IV y la lámina VI las más señaladas para interpretar, así como la lámina
VII, no se ha apreciado como revelante (estísticamente significativa) en este tipo
de interpretaciones, sobre todo en los pacientes que mostraban una clínica más
agresiva, como era de esperar, sino que barajan más contenidos de detalles
sexuales y agresivos en las primeras láminas de este test proyectivo, encontrando
en la lámina III un marcado contenido con fuertes estímulos reveladores de tipo
sexual.
 Con respecto a las Respuestas Sexuales manifiestas, la lámina VI no se ha
apreciado tan revelante como era de esperar en este tipo de interpretaciones,
siendo la Proyectiva III una lámina bastante sugerente para los pacientes
marcadamente agresivos vs. los no agresivos o en tratamiento de ansiedad, con
respecto a fuertes estímulos reveladores de contenidos sexuales.

No se aprecian diferencias estadísticamente significativas en las "Respuestas de


Contenido Sexual" entre ambos grupos de sujetos (pacientes ansiosos/agresivos). Sin
embargo, para la "tradicional" lámina de la sexualidad, identificada por muchos autores
(Exner, lo pone en duda) con la lámina VI, no aparecen respuestas de este tipo.

En las "Respuestas de Defecto" son los pacientes agresivos los que en la Lámina III
de Rorschach presentan una diferencia significativa p> 0,05 sobre la misma Lámina III del
grupo de Pacientes agresivo.

Sin embargo en la suma total de los porcentajes de las 10 Láminas, entre ambos
grupos de esta variable, no se encuentran diferencias estadísticamente significativas. Con
respecto a las interpretaciones de "Respuestas de Contenidos Agresivos Manifiestos" es
el grupo de los Pacientes agresivos quienes en todas y cada una de las láminas han

571
Ángel Valaer Rubio

ofrecido mayor número de respuestas de este tipo, aspecto éste que no aparece en el
grupo de pacientes ansiosos en donde se encuentran varias láminas sin interpretación
alguna de Respuestas Agresivas.

La suma total a lo largo de las 10 Láminas se presenta con diferencias


significativas, siendo mucho mayor en el grupo participantes de sesgo agresivo y
parafílicos, y señalan que los indicadores Rorschach para el grupo de pacientes agresivo
sexuales difieren de los datos del estudio para personas con angustia.

Puesto que se trata de individuos que comparten una misma cultura y las
condiciones de administración y puntuación de la prueba fueron las mismas para todos
los evaluados, las diferencias encontradas pueden atribuirse a características psicológicas
asociadas a la personalidad agresiva del participante, la conductas de su personalidad
impulsiva y parafílica o la agresividad evidente que albergue un delincuente sexual.

En el área interpersonal, los pacientes agresivos sexuales y parafílicos presentan


datos que dan cuenta de un estilo pasivo, superficial e infantil en sus contactos
(marcadamente inmaduro, lábil e incosistente), presentando bajo interés hacia las
personas y menor capacidad para involucrarse en relaciones interpersonales significativas
(rasgos que aunque inicialmente pueden llegar a ser compatibles con un trastorno
ansioso o neurótico de la personalidad, los son, sin embargo, con una sintomatología
psicopática). Es por ello, por lo que estos pacientes agresivos sexuales poseen menor
comprensión y sensibilidad hacia quienes les rodean, versius los ansiosos que son mucho
más neuróticos y empáticos, mostrando además dificultades para identificarse y
relacionarse con sus simliares, es decir: les falta empatia, lo que puede ser interpretado
como personas con graves carencias de habilidades sociales, un indicador de serio
desajuste y desadaptación social.

Estos datos evidencian la incompetencia del delincuente sexual en su


funcionamiento social, tal como señalan Beneyto y Garrido (1997), lo cual le impide

572
Ángel Valaer Rubio

establecer relaciones satisfactorias con otros adultos. Algunos autores (Echeburúa y


Guerricaechevarría, 2000) señalan que esta falta de habilidad social en los delincuentes
sexuales puede estar relacionada con el abuso sexual vivido en la infancia, lo que se
asociaría al desarrollo de sentimientos de inferioridad e inhibiciones internas, con la
consecuente incapacidad para establecer relaciones sociales normales.

Por otro lado, los delincuentes sexuales no aparecen defensivos y no tienden a


sobre simplificar la información de la realidad. En el área emocional, el grupo de
delincuentes sexuales aparece con una afectividad caracterizada por una menor
tendencia a experimentar o reconocer en ellos estados de ansiedad lo que, unido a la
constricción ante la expresión de los afectos, implicaría una defectuosa adaptación al
medio.

Tienden, a enfrentarse al entorno con reacciones pasivas y con una limitada vida
afectiva, lo que corresponde a una personalidad emocionalmente pobre, insensible a la
estimulación de los demás.

En el área cognitivo-intelectual, el grupo de delincuentes sexuales, al ser


comparado con los datos del estudio de referencia nacional, presenta un bajo ajuste
perceptivo a la realidad que los hace más subjetivos en su forma de percibir los estímulos,
ya sea que estos incluyan o no elementos afectivos.

Esto implica que interpretan la realidad basándose en su propio mundo interno


(infantil e inmaduro como anteriormente se describía), más que en los aspectos concretos
u objetivos de ésta, poseen una visión personal del mundo que interfiere con su
capacidad de percibir realísticamente.

Se sugiere que la capacidad de adaptación al entorno en los delincuentes sexuales


se caracteriza por ser deficiente, en el sentido de que estos presentan inmadurez y un
ajuste bajo a la realidad (X+% bajo), lo que interfiere con una adecuada interacción y
apreciación con su entorno y de quienes lo rodean. Estos datos evidencian, por lo tanto,
573
Ángel Valaer Rubio

la necesidad de considerar en la elaboración de programas de tratamiento el desarrollo


de habilidades sociales adecuadas y la confrontación de las distorsiones cognitivas de la
realidad.

En esta línea de trabajo se consideraría que las distorsiones pueden traducirse en


minimización o negación del delito o de su responsabilidad en este. Así, será necesario,
como señalan Beneyto y Garrido (1997), instruir al delincuente sexual para reestructurar
cognitivamente su interpretación de los fallos, enseñándole a pensar y evaluar
críticamente su propio pensamiento, e incorporar en los tratamientos técnicas para
enseñarles a pensar lógica, objetiva y racionalmente, sin sobre generalizar, distorsionar
los hechos o externalizar la culpa.

Al comparar a los delincuentes sexuales con los delincuentes comunes, se


observan también diferencias en el área interpersonal y el área cognitivo-intelectual. En
relación al área interpersonal, los delincuentes sexuales serían menos retraídos y
suspicaces con respecto al medio que los rodea (Hd menor), presentando una menor
ansiedad social, al compararlos tanto con el grupo de referencia nacional como con los
delincuentes comunes, situación que les predispondría a no tener una actitud de alerta y
a ser menos cautelosos con respecto a sus actos y sus consecuencias.

Asimismo, los delincuentes sexuales presentan un tipo de vínculo en el que priman


los contactos pasivos, dependientes (Cg alto) y autoritarios (PER). Además, aparece una
menor probabilidad de modulación afectiva (FC bajo).

Este estilo relacional inmaduro, carente de habilidades sociales adecuadas, da


cuenta de la necesidad de dar especial atención en programas de tratamiento al análisis
de situaciones interpersonales y de sus emociones, junto al desarrollo de habilidades
sociales. Esto implicaría, como sostienen Beneyto y Garrido (1997), la valoración de
situaciones de alto riesgo y habilidades de enfrentamiento, de manera que se
incremente, entre otras habilidades, su capacidad de control.

574
Ángel Valaer Rubio

En relación a los aspectos cognitivo-intelectuales, el grupo de delincuentes


sexuales, comparado con los delincuentes comunes, presenta una alta motivación ante la
tarea (Zf alto) pero una percepción marcada por la presencia de puntos de vista muy
personales (Xu% alto) y un tipo de acercamiento a la realidad que busca abarcarlo todo
(W), lo cual implica mayor esfuerzo y no siempre mayor efectividad. Ello se traducirá en
un ajuste perceptivo y un contacto inadecuado y poco práctico con su entorno.

Entonces, la combinación alta motivación y baja productividad y falta de eficacia,


puede llevarlos a frustrarse en el logro de sus metas y ¿a buscar compensar en otros
ámbitos?

De este modo, la inadecuada capacidad observada en el grupo de delincuentes


sexuales para establecer relaciones sociales aparece como una característica relevante en
su funcionamiento, que se acentúa con su percepción fantaseada, pasividad y enfoque
poco práctico de su entorno. La inadecuación relacional no aparece en los delincuentes
comunes, lo que podría explicarse en función de que este grupo suele organizarse dentro
de una estructura social particular, con jerarquía y roles claramente definidos. En estos
últimos surgen los grupos o pandillas en torno a un objetivo común, como es el delinquir,
mientras que los delincuentes sexuales comúnmente actúan solos, sin referentes que les
permita contrastar la realidad, ni otro a quien puedan seguir o deban responderle.

Es posible señalar un conjunto de características de personalidad del grupo de


delincuentes sexuales estudiados, que permite enunciar un perfil psicológico de los
mismos, coincidente en algunos aspectos y diferente en otros, teóricamente.

La muestra de delincuentes sexuales tiende a presentar una percepción


distorsionada de la realidad, unido a un distanciamiento de lo convencional. Se observa
en ellos un desarrollo cognitivo preponderantemente concreto y rígido, con baja
capacidad de creatividad y simbolización. Se aprecia, además, dificultad para relacionarse
de manera práctica, objetiva, activa y maduramente, tanto con elementos del entorno

575
Ángel Valaer Rubio

como con otras personas. Aparecen con una capacidad de control menor de lo que cabría
esperar para la mayoría de los adultos, siendo posible, así, que no elaboren ni puedan
llevar adecuadamente a la acción de algunas de sus decisiones, con tendencia a
reaccionar con frustración, inmadurez e impulsividad.

Estas características encontradas pueden entenderse como una confirmación de lo


señalado por Barudy (1999), al describir al delincuente sexual como una persona
inmadura, dependiente y con trastornos de las capacidades relacionales, con dificultades
para establecer habilidades interpersonales e incomprensión de los valores que rigen la
convivencia humana.

La pasividad, inmadurez y el bajo monto de recursos (EA) pueden entenderse al


relacionarlos con las características del medio en que se desenvuelven, señaladas por
Cooper (1994), en cuanto a que un 98% de los delincuentes se asocia a la extrema
pobreza y a la pobreza. Los delincuentes sexuales poseen una baja capacidad de control
de sus impulsos, probablemente influidos por el hecho de vivir en un medio que no les
posibilita un óptimo acceso a bienes, beneficios y posibilidades dentro de la sociedad de
consumo. Lo anterior no les permitiría satisfacer adecuadamente sus necesidades y
vivenciarían esto con una sensación de descontrol, que se acentúa por su falta de
recursos. Es así que presentan dificultades para adaptarse a situaciones nuevas o
inesperadas, ante las que no son capaces de reaccionar asertivamente; su repertorio de
conductas pasivas, rutinarias y simples con las que comúnmente tienden a reaccionar no
les resulta eficaz, descontrolándose entonces con facilidad en circunstancias con un
mínimo de complejidad, con el riesgo de caer en formas impulsivas de pensamiento y
acción. Por otro lado, factores como la falta de acceso al ámbito educacional o laboral se
relacionan de manera importante con la falta de expectativas y proyectos a futuro y, por
ende, con una mayor frustración, lo que los lleva a la búsqueda de satisfacciones
inmediatas de sus necesidades crónicamente insatisfechas.

576
Ángel Valaer Rubio

La falta de empatía (M bajo) puede entenderse en base a lo señalado por


Friedlanderen 1967, quien postuló que la falta de modelos y figuras significativas
adecuadas -gratificadoras, cálidas, capaces de establecer límites claros- influye
negativamente en la vida adulta del individuo. De esto se puede deducir que los
delincuentes sexuales no aprendieron a vincularse ni a valorar la vida humana, ya que
ellos no fueron a su vez apreciados y acogidos; así, el dañar una vida humana aparece
como otra alternativa viable en la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades y como
una forma de validarse ante los demás. A la base de esto se encuentran también fuertes
sentimientos de inseguridad, asociados, en parte, a la misma incapacidad para
relacionarse de manera genuina y comprometida con los otros, lo que implica falta de
empatía y consideración por el resto, tal como lo observó Endara (1960) en su estudio.

Al considerar el déficit en la capacidad de control, el bajo monto de recursos que


no permiten satisfacer sus necesidades internas y la ausencia de una actitud francamente
agresiva (bajo AG), se desprende que no existiría en el grupo de delincuentes estudiados
la disposición interna o impulso definido a agredir sino que, por sus escasos recursos, son
fácilmente vulnerables a desorganizarse ante situaciones de estrés y/o tensión, lo cual,
unido a la incapacidad de posponer la satisfacción de sus necesidades y controlar sus
impulsos, los lleva a buscar alternativas inmediatas de gratificación.

Sumado a lo anterior, destaca la ausencia tanto de una actitud abiertamente


agresiva hacia los demás como de un marcado interés o desinhibición sexual, que pudiera
explicar el comportamiento sexual alterado. Esto evidencia que no existiría una
disposición francamente negativa o erotizada hacia el resto, como frecuentemente se
señala en la literatura.

Por último, es posible señalar algunos elementos presumiblemente comunes a la


delincuencia general, en base a las semejanzas más relevantes encontradas entre los
grupos de delincuentes sexuales y delincuentes comunes estudiados. No aparecen
motivados hacia las respuestas convencionales, otorgando así un menor valor a las

577
Ángel Valaer Rubio

normas sociales, tendiendo a ignorar o distorsionar la realidad cuando así conviene a sus
necesidades. Además, su afectividad aparece restringida y empobrecida, por lo que
demuestran bajo interés en establecer vínculos interpersonales profundos y significativos.

578
PARTE VI. DISCUSIÓN
Ángel Valaer Rubio

1. A MODO DE INTRODUCCIÓN
La selección natural trabaja en función de las características de los especímenes;
los que son mejor adaptados viven y se reproducen mejor, transmitiendo estas
características precisas a sus descendientes. Los homínidos ya incorporan un nutrido
grupo de símbolos imaginables que cumplen una función social e integradora respecto al
grupo.
Como refiere Arzúa (2014), todos los símbolos son patrimonio exclusivo de la
comunidad que los ha creado y que los entiente: a través del lenguaje el grupo inculca la
consciencia supraindividual entre los individuos, que esté, sin duda, por encima de los
individuos. De esta forma, sólo se perpetúa el grupo que ha de resultar más eficaz, siendo
en definitiva esta colectividad la determinante y no el especímen.
Caso de que los registros arqueológicos no llegaran a evidenciar restos
pedecederos de ornamentos personales (sólo se han encontrado restos en los
yacimientos chatelperronienses de la Cueva del Reno y el de Quinçay; además de las
conchas perforadas de la industria uluzziense), porque quizá los neandertales no llegaron
a tener la imperiosidad necesidad de ellos, porque no requería de la capacidad obsesiva
de recolectar enseres mobiliarios que en el fondo tampoco necesitaban (éste no es el
caso de los hombres sapiens modernos, instados a clasificar y acumular desde los
dictados tan excesivamente desarrollados de nuestro cerebro frontal: por ejemplo, los
neandertales instalados al sur del río Ebro se extinguieron sin llegar a emplear nunca este
ornamento).
Aunque autores como White o Taborin defienden la hipótesis de que los objetos
de adorno personal encontrados en el yacimiento ruso de Kostenki 17 y el búlgaro de
Bacho Kiro resultan ya con varios miles de años precedentes en el tiempo; la hipótesis
que goza hoy de más prestigio es la de que los cromañones inventaros los adornos y los
neandertales los imitaron desde algún otro lugar. Sin embargo, no debemos olvidar que
los nenadertales ya mostraron desde los útiles que agenciaban durante la talla en el
Paleolítico medio su ingente capacidad de abstracción para realizar aquellos útiles que
580
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

requerían de manera acuciante para sobrevivir en la naturaleza, algunos agenciando


motivos en la elaboración que embellecían por ejemplo la disposición de las formas de los
mangos empleados. Es por ello, que no es que no fuesen capaces de realizarlos y/o de
copiarlos, si no de que sencillamente no necesitaban cuestionarse esta tribulación; para
ello el arte habría de ser puesto en el valor de la comunicación tribal en cuanto a su
relación interpersonal, sin la necesidad obsesivo-compulsiva que el sapiens sapiens tiene
por clasificar con grandes listas el orden y la taxonomía de todo. Ellos no eran presa de
ése ímpetu de manifestarlo en el arte y luego escribirlo todo, disfrutaban de una vida
acaso más contemplativa sin la imperiosa necesidad de trascender en todo; es sabido que
la reducción de la robustez del cuerpo tiene mucho que ver en las modificaciones
cerebrales para llegar a producir el lenguaje articulado, al servicio de una capacidad única
por manejar símbolos, contar historias y crear mundos ficticios: una hiperespecialización,
la creatividad, que ocurrió en la rama africana de la evolución humana y no en la europea.
Los neandertales llegaron más lejos que sus antepasados de la burgalense Sima de
los Huesos en lo que se refiere a sus capacidades cognitivas y de comunicación grupal,
aunque no desarrollaron un extraordinario sistema tan avanzado de comunicación como
el nuestro. Los Hombres de Neandertal no es que no fueran capaces de captar el
simbolismo que se albergara tras los objetos ornamentales para descifrar su mensaje, si
no que se trataba exclusivamente de un lenguaje más visual y menos simbólico, que no
por ello fuese menos capaz de interconexionar a los componentes del grupo de cazadores
recolectores, esto es: los hombres del valle del río Düssel, gracias a sus particulares
morfoanatómicas de las que disponían, estaban capacitados para desarrollar el lenguaje
oral de tipo gestual y expresivo que, aunque diferente al nuestro, contaba ya con los
requerimientos sucientes para emplearse entre sus especímenes, siendo ajustadamente
sólo el que necesitaban. Su cerebro ya se había desarrollado suficientemente desde el
hombre primitivo moderno que evidenciamos en los niveles de Atapuerca para favorecer
una natural y efectiva inteligencia, una especie de intuición instintiva que sí que
necesitaban, aunque no llegasen (porque tampoco los necesitaban) a los niveles de
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

abstracción de producción de símbolos característicos del ulterior lenguaje que


constituimos los hombres sapiens modernos.
Los humanos modernos somos los homínidos más extraordinariemente sociales.
Atentos de forma permanente a las señales que llegan desde los otros humanos, que
además nos pueden ayudar a predecir el comportamiento de sus mentes y adivinar los
actos de su conducta: la evolución nos ha dotado de manera más eficaz para que
reaccionemos con prontitud ante los estímulos, escrutando el comportamiento no verbal
de nuestros congéneres, apreciendo en sus caras el más gesto leve de alteración y
cambio.
No es que Homo sapiens neanderthalensis copiara los adornos de los Homo
sapiens sapiens sin capacidad para entender lo que estaba haciendo; al contrario, si que
poseían una ya aceptable y suficiente capacidad neuromorfofuncional habilitada para
entender lo que hacían, así como para poder asimilar su particular lenguaje aunque
todavía algo divergente; tampoco es que no llegaran a realizarlo porque no le diera
tiempo debido al adelanto de su extinción; es que no contaban con un hemisferio frontal
tan desarrollado como el nuestro para que primaran las necesidades obsesivas de
trascendencia y perpetuidad de nuestras representaciones como para relizarla, y vivían
más y mejor anclados en un contexto existencial más límbico, hipotalámico: plenamente
instalado en lo pulsional y afectivo.
Por ello, ya se reconoce y también se defiende que los neandertales tenían una
constrastada capacidad técnica para fabricar útiles de piedra y hueso como los
cromañones, y que además poseían su propio lenguaje y practicaban rituales funerarios, y
por ello eran también seres espirituales, no sólo por compartir un genoma común y los
mismos antepasados, sino por disponer de particulares y exclusivas creencias y
sentimientos; pues nuestra condición humana no resulta de la nada, sino de un
continuum gestado desde la historia temprana del paleolítico inferior.
Así, los neandertales nunca llegaron a desarrollar la extrema especialización que
adquirimos nosotros en el manejo de los símbolos, y no alcanzaron nuestra desbordante
creatividad, ni fue nunca jamás su fantasía de ser capaz de llegar tan lejos; en definitiva,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

incluso si se quiere, coincido con Arsúa respecto al hecho de que fuesen más realistas, lo
que en definitiva no los hace una especie inferior y desdeñable.

2. DEL TRATAMIENTO MÁS APROPIADO PARA EL ABORDAJE DE UN


PACIENTE CON ANSIEDAD GENERALIZADA
En la actualidad hay dos tratamientos con respaldo empírico para el TOC, esto es:
la terapia cognitiva-conductual (TCC) y la farmacoterapia con un inhibidor de la recaptura
de serotonina (IRS).
Los fármacos como los antidepresivos tricíclicos como la clorimipramina, en dosis
terapéuticas de hasta 250 mg / día, y los antidepresivos inhibidores selectivos de la
recaptación de la serotonina (sertralina -hasta 250 mg/día-, fluoxetina -40 a 80 mg/día-,
fluvoxamina – hasta 300 mg/día-, paroxetina -40 a 60 mg/día- y citalopram –hasta 60
mg/día-) que disminuyen el TOC porque aumentan la concentración de serotonina. En
promedio, puede esperarse una mejoría de 20 a 40% en los síntomas después de un
periodo de 12 semanas con el medicamento. El uso del fármaco en el tratamiento del
TOC tiene además la ventaja de que es seguro y fácil de usar. Sin embargo, como
desventajas del medicamento, figuran: a) índices de mejoría limitada; b) cerca del 50% de
las personas no mejoran; c) posibilidad de efectos colaterales; y d) deben usarse en forma
continua para sostener cualquier mejoría.
La terapia cognitivo-conductual para el TOC se basa en la comprensión de los
síntomas (en lugar de sus causas putativas). De acuerdo con el modelo cognitivo-
conductual, el TOC se considera un conjunto de pensamientos y patrones de conducta de
adaptación anormal que los pacientes deben aprender a debilitar. Los componentes
vitales del TOC incluyen: educación, técnicas de terapia cognitiva, terapia de exposición y
prevención de respuesta.
El componente psicoeducacional de la TCC implica familiarizar al paciente con el
modelo conceptual cognitivo-conductual y presentar una justificación de cómo están
diseñadas las técnicas terapéuticas para debilitar las obsesiones y compulsiones. Las
técnicas cognitivas para TOC implican una discusión racional para ayudar al paciente a
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

identificar y corregir las creencias erróneas subyacentes a los temores obsesivos,


evitación y comportamientos de búsqueda de seguridad.
La exposición en prevención de la respuesta EPR resulta la piedra angular del
programa terapéutico. La exposición implica confrontación gradual con las situaciones o
pensamientos que evocan el temor obsesivo. A menudo esto se acompaña de imágenes
de las consecuencias temidas de la exposición. Por ejemplo, un individuo que teme a la
contaminación y a la enfermedad por los botes de basura y luego imaginaría que se
enferma por los “gérmenes”. El procedimiento requiere que el paciente permanezca
expuesto hasta que la angustia relacionada disminuya por sí sola, sin intentar reducir el
sufrimiento con el retiro de la situación o mediante rituales compulsivos. Por tanto, el
componente de prevención de respuesta de la TCC implica abstenerse de cualquier
comportamiento (rituales conductuales o mentales, evitación sutil y estrategias de
neutralización) que sirva para reducir la ansiedad obsesiva o terminar la exposición. Por
ejemplo, en el caso del paciente antes descrito, debería abstenerse de cualquier ritual de
limpieza. La exposición y prevención de la respuesta proporciona al paciente la evidencia
de que los temores obsesivos son irracionales y que los rituales no son necesarios para
prevenir desastres o disminuir la ansiedad.
Las ventajas del TCC son: a) la efectividad clínica, ya que se produce una reducción
promedio de 60 a 70% en los síntomas; b) respecto al tratamiento, éste resulta bastante
breve (casi siempre de quince a dos sesiones); c) se evidencian a largo plazo el
mantenimiento de las ganancias terapéuticas.
Respecto a las desventajas que existe con esta técnica psicológica tenemos: a) el
paciente debe trabajar mucho para alcanzar la mejoría; b) implica la inducción deliberada
de ansiedad durante la exposición y c) no está disponible en muchos sitios.

3. FACTORES QUE INFLUYEN EN LAS DECISIONES TERAPÉUTICAS


Al final, siempre hemos de considerar determinados factores que son los que
influyen en las decisiones clínicas sobre el tipo de tratamiento que va a recomendarse
para cada unos de los pacientes en particular durante su abordaje del trastorno obsesivo.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Respecto de la edad, la Terapia Cognitivo-Conductual es el tratamiento de


elección para todos los grupos de edad con TOC. En comparación con los adultos jóvenes
y maduros, los niños y los ancianos tienden a tener mayor dificultad para cumplir con los
esquemas farmacológicos. Además los ancianos, resultan más vulnerables a los efectos
colaterales de los medicamentos por la reducción de la tasa metabólica y posibles
interacciones con otros fármacos. Los conflictos familiares pueden interferir con la TCC en
los niños.
Respecto al género, hombres y mujeres responden bien a la TCC. Sin embargo,
algunos pacientes se sienten más cómodos con un terapeuta del mismo sexo, sobre todo
si sienten preocupaciones sexuales o de contaminación (por ej., temores a tocarse los
genitales); habida cuenta de que tal vez sea necesario que un terapeuta sexual también
los acompañe durante la exposición, por ejemplo, a baños públicos.
Respecto a la raza, algunos miembros de grupos minoritarios se sienten
incómodos al recibir terapia psicológica y prefieren el tratamiento farmacológico sobre la
TCC. Es probable que estos individuos estén menos dispuestos a referir síntomas
vergonzosos al terapeuta o a realizar las tareas de exposición en sitios públicos. A pesar
de estos problemas, muchos pacientes de minorías con TOC logran una mejoría clínica
significativa con la TCC (Williams, Chambless y Steketee, 1998).
Respecto al nivel educativo, la TCC exitosa requiere que el paciente comprenda el
modelo teórico del TOC y una justificación para el tratamiento. Los pacientes también
deben ser capaces de implementar tratamientos terapéuticos por sí mismos y de
consolidar la información aprendida durante los ejercicios de exposición. Se recomienda
el tratamiento farmacológico para las personas con limitaciones del desarrollo y
alteraciones cognitivas (Abramowitz, 2007).
Respecto al apoyo social, y aunque tal vez sea beneficioso para los pacientes
identificar a un familiar o a un amigo cercano que le brinde ayuda durante la TCC, esto no
siempre es indispensable. Este confidente debe de ser firme, relajado y empático. Las
personas con una implicación emocional excesiva, hostiles e inconsistentes pueden
conducir al desgaste del tratamiento. Antes de convocar a una persona específica para
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ayudar con la TCC, se debe valorar como interactúa esta persona con el terapeuta.
Respecto al cuadro clínico, la TCC se enfoca en obsesiones-compulsiones; por
tanto, si estos síntomas no son quejas principales, no se recomienda esta terapia. Como la
TCC requiere un compromiso sustancial, no debe iniciarse cuando los pacientes participan
en otras terapias con las que es probable que compita por tiempo y energía. En lugar de
eso, estos pacientes deben comenzar con inhibidores de la recaptura de serotonina hasta
que pueden incluir la TCC en su agenda.
La gravedad del síntoma del TOC no debe de ser un factor para la decisión de
tratar o no a un paciente con medicamento o TOC. La TCC es más efectiva que los
fármacos en cualquier nivel de gravedad. Sin embargo, es posible que los síntomas graves
requieran un régimen más extenso del tratamiento que se ofrezca; o sea, una dosis más
alta de medicamento o sesiones más frecuentes de TCC. Si el paciente representa un
peligro para sí mismo o para otros, se recomienda el tratamiento de una institución. Sin
embargo, siempre que sea posible se recomienda llevar a cabo la TCC en forma
ambulatoria para optimizar la generalización de los avances en el propio ambiente del
paciente.
Por lo general, los pacientes que recibieron una dosis adecuada de un inhibidor de
la recaptura de serotonina por un tiempo razonable (por lo menos varias veces a la
semana) tienen pocas posibilidades de responder a otros IRS o las combinaciones de
otros medicamentos. Por lo tanto, para los pacientes medicados que no han recibido
tratamiento psicológico, la TCC es la recomendación lógica. Si los pacientes refieren que
recibieron la TCC, debe valorarse la educación de este curso de terapia antes de hacer
recomendaciones adicionales. Si las sesiones terapéuticas eran infrecuentes o no se
incorporaron exposiciones y prevenciones de respuesta guiadas por el terapeuta, debe
considerarse un curso de TCC adecuada. Además, un antecedente de problemas para el
cumplimiento sugiere la necesidad de tratamiento en una institución o un abordaje de
apoyo o interpersonal (Abramowitz, 2007).
Hay muchos estudios controlados y no controlados que evalúan la efectividad de
la TCC basada en la exposición para el TOC y muestran de manera consistente que los
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

pacientes que completan este tratamiento alcanzan una mejoría significativa y duradera
(Abramovitz, 1998). Los índices promedio de mejoría típicos van de 50,5 a 70% en estos
estudios. Una revisión de 12 estudios (N=330) indicó que el 83% de los pacientes eran
sujetos con respuesta después del tratamiento. En 16 estudios que informan sobre el
resultado a largo plazo (N=376; intervalo promedio de seguimiento 29 meses), 76%
fueron sujetos que respondieron al tratamiento (Foa y Kozak, 1996). Los estudios de
meta-análisis (p. ej., Abramovitz, 1996, 1997; Abramovitz, Franklin y Foa, 2002) muestran
que la TCC produce efectos siempre marcados en los parámetros del TOC, ansiedad y
depresión.
Algunos estudios aleatorios controlados recientes encontraron que la TCC basada
en exposición es mejor a la lista de espera, relajación muscular progresiva, entrenamiento
para manejo de la ansiedad, placebo y tratamiento farmacológico con clomipramina (Foa
et al., 2005). Estos estudios indican que los efectos de la TCC se deben a las técnicas
cognitivas y conductuales específicas (o sea, exposición y prevención de la respuesta),
mejor que cualquier efecto de factores no específicos comunes a todas las
intervenciones, como la relación terapéutica. Además, los efectos de la TCC no se limitan
a muestras de investigación muy seleccionadas o al tratamiento aplicado en clínicas
especializadas. Los estudios de efectividad conducidos con pacientes no sujetos de
investigación (Franklin, Abramovitz, Foa, Kozak y levitt, 2000) muestran que más del 80%
de los pacientes que completan la TCC alcanzan una mejoría clínicamente significativa.
Para la TCC es de recibo el empleo de la ESOCY-B como medida primaria del resultado.
Aunque la TCC es efectiva, cerca del 20% no responde, y entre el 25 y el 30% abandona la
terapia (Abramovitz, 2007).
Si hemos de plantearnos la indicación de la Medicina Tradicional versus
Terapéutica Homeopática, en vez de enfrentadas, y fruto de un descrédito mutuo por los
distintos terapeutas desde la óptica particular de sus paradigmas, podríamos más bien
sugerir un papel coadyuvante de ambas estrategias, sobre todo para el enfermo que inicia
su periplo por los distintos especialistas y por el camino se va desalentando, sin que nadie
solucione su tribulación. Quizás aquí sí que sea bueno emplear una visión integrativa, ya
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

que a la Terapia cognitivo-conductual con Ensayo y prevención de la respuesta y con


apoyo o no psicofarmacológico (ISRS+BZD) podamos añadir una psicoterapia de apoyo
breve y uso racional de medicamentos de la medicina homeopática.

4. LAS PERSPECTIVAS ACTUALES, EL POR QUÉ DE LAS MILENARIAS PRÁCTICAS


EN MEDICINA TRADICIONAL CHINA Y LAS POSIBILIDADES EMPÍRICAS Y/O
LÍMITES TEÓRICOS DE LA HOMEOPATÍA EN EL TRATAMIENTO DE LOS
TRASTORNOS DE ANSIEDAD
La homeopatía, aunque carece en sentido estricto de una base científica y
empírica demostrable y que, además, ha sido incapaz de demostrar evidencias
etiopatogénicas reseñables en ningún ensayo clínico estricto, sí que nos va a resultar
válido por su método que está perfectamente adaptado para los enfermos con patología
ansiosa, ya que su aproximación semiológica se basa en la observación de la reacción del
enfermo a su enfermedad y en los signos patognomónicos de interiorizar su angustia. De
esta forma, los pacientes de tipo obsesivo han de atender a la:
 Patología de la adaptación general: el estrés y sus consecuencias psicofísicas a
corto y largo plazo.
 La prevención de esta patología, utilizando precozmente los medicamentos de
terreno del enfermo. Estos medicamentos pueden ser elegidos teniendo en
cuenta signos mínimos y no significativos para el terapeuta clásico.

El método que emplea, aplicando un interrogatorio y una observación minuciosa,


pues en buena parte se basa en la observación de enfermo. Este es uno de los aspectos
interesantes del método, pues a menudo, aparecen primero síntomas funcionales que
solo en enfermo puede apreciar por auto-observación, mientras que los exámenes
clínicos y biológicos son todavía normales. La homeopatía puede constituir en estos casos
un tratamiento precoz, restablecer un equilibrio poco comprometido y evitar una
evolución ulterior. Para el homeópata la enfermedad no corresponde únicamente a una
desviación con respecto a una norma estadística, sino que puede considerar como
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

síntoma un desequilibrio, una incomodidad, una molestia con relación a un mejor


funcionamiento anterior, percibidos por el propio enfermo (Jouanny et al., 2000).
Ante este cuadro se puede proponer una terapéutica, prescribiendo la sustancia
que contiene en su patogenesia esta complejidad de signos, aunque es indispensable que
la auto-observación sea justa, pues si no, la semiología homeopática puede convertirse en
una trampa. Los límites de la homeopatía están pues condicionados por lo posibles
errores de interpretación de los signos, que pueden deberse a la enfermedad o al médico.
Se podría decir que las posibilidades de la homeopatía para tratar los trastornos
emocionales, incluso en los neuróticos no son despreciables, ya que numerosos
medicamentos contienen en su patogenesia reacciones emocionales. Si se quiere que la
terapéutica sea óptima, habrá que valorar cuidadosamente el síntoma del enfermo
localizando los que traducen una respuesta somatopsíquica del organismo y eliminando
para la prescripción aquellos cuya significación está sostenida únicamente por el discurso
del enfermo y de su psicología.
En las neurosis: “los síntomas son la expresión simbólica de un conflicto psíquico
que tiene sus orígenes en la historia infantil del sujeto y constituyen compromisos entre el
deseo y la defensa” (Laplanche y Pontalis, 1967).
Es decir, el síntoma se le presenta al médico en lugar de un conflicto inconsciente
rechazado, por lo que el homeópata no podrá apoyarse directamente en los síntomas
expuestos, pues sólo se obtendría: poca o ninguna mejoría, un desplazamiento del
síntoma o incluso un empeoramiento que tiene un origen psíquico. Para ayudar al
histérico o al fóbico, resulta inútil pues buscar en una materia médica o en un repertorio
de medicamentos para abordar un terror irracional a la orientación homosexual de la
persona o al miedo a ser desgraciado en la vida o a tener mala suerte o estar
constantemente sucio o a ser revisador crónico.
En cambio, en la terapéutica homeopática, es particularmente eficaz dar el o los
medicamentos del terreno global, el o los medicamentos del terreno emocional habitual.
De la misma manera, en la neurosis obsesiva, habrá que buscar cuidadosamente en los
síntomas que nos ha relatado en enfermo los que corresponde a su manera
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

somatopsíquica de reaccionar y los que pertenecen a una elaboración psíquica de origen


inconsciente; ya que estos últimos síntomas no se pueden curar directamente por el
método homeopático (Jouanny et al., 2000).
Se dice que un sujeto presenta un estado ansioso cuando sufre, de forma más o
menos permanente: un estado de tensión psíquica interior penosa, y manifestaciones
somáticas idénticas a las de las crisis agudas de angustia (sensación de bola en la garganta
o en el estómago, precordialgias, lipotimias, sudores, temblores, disnea, etc.).
La neurofisiología ha mostrado el papel de las estructuras diencefálicas, límbicas, y
reticulares en los estados ansiosos. La bioquímica ha descubierto receptores específicos
de las benzodiacepinas, acoplados en competencia directa con los receptores del ácido
gamma-amino-butírico.
El psicoanálisis ha permitido una cierta comprensión del fenómeno, de su valor
semiológico y propone solucionarlo y mejorarlo a través de la palabra. Se añadirá a este
terreno ansioso el “terreno espasmofílico” ya que la ansiedad que se acompaña de una
tendencia depresiva y de una astenia, constituye la base de este estado crónico.
A modo de conclusión, respecto a la utilidad específica de la Medicina Tradicional
China, resulta evidente que la acupuntura y la maxibustión además de las técnicas
homeopáticas en el tratamiento del paciente con crisis de ansiedad, así como angustia de
contenido psicosomático, se las puede considerar un apoyo coadyuvante en el arsenal
psicoterapéutico, sobre todo en pacientes TOC que manifiesten resistencias al
tratamiento psicofarmacológico o que hayan llegado a consulta después de varios
intentos larvados por abordar la enfermedad ensayados anteriormente con otros
psicoterapeutas y, en suma puede resultar útil como recurso inicial o definitivamente al
abrigo de otros tipos de abordajes alternativos (autosugestión hipnótica, entrenamiento
autógeno, técnica de Jacobson).

5. EL TRATAMIENTO ACTUAL DE LA ANSIEDAD


La adopción generalizada de prácticas de medicina complementaria y alternativa
llevó al gobierno estadounidense a establecer el National Center for Complementary
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Medicine and Alternative Medicine (NCCAM) en el seno del National Institute of Helath
(NIH), con la misión de evaluar la utilidad y seguridad de estas prácticas, aportar
explicaciones científicas acerca de su posible efectividad, formar investigadores del
ámbito de la medicina complementaria y alternativa, y hacer llegar la información al
público general. En la actualidad, el NCCAM coordina más de 300 ensayos clínicos
amparado por el NIH y por diferentes instituciones académicas de investigación, a fin de
estudiar las ventajas de estas especialidades médicas en el abordaje de distintas
enfermedades y trastonos que van desde enfermedades psiquiátricas al cáncer, pasando
por la osteoporosis y la esclerosis múltiple. Así, ya algunos estudios han confirmado que,
por ejemplo, la acupuntura resulta beneficiosa para tratar discapacidades funcionales y
dolores debido a la artrosis en las rodillas. La acupresión y la acupuntura son técnicas de
medicina china de las que se pueden encontrar referencias en los textos médicos antiguos
que datan de aproximadamente 5000 años antes de Cristo, y que siguen constituyendo
una práctica médica importante en Oriente.
En Occidente, la acupresión y la acupuntura se explican por la estimulación de los
nervios que liberan neurotransmisores endógenos, endorfinas, encefalinas, que ayudan a
curar la enfermedad. Los beneficios de la acupuntura han sido validados también en
varias enfermedades, sobre todo en la gestión del dolor, las nauseas, los vómitos
postoperatorios, la artrosis de las rodillas, la fibromialgias y las cefaleas. Otras
enfermedades que también se tratan con estas técnicas son el asma, la dismenorrea, el
dolor de cervicales, el insomnio, la ansiedad, la depresión, y el consumo de sustancias
tóxicas como el tabaco. La mayoría de las clínicas para el tratamiento del dolor usan la
acupuntura en el Reino Unido. También se emplea una variante de ésta, que utiliza
corrientes eléctricas suaves para aumentar los efectos terapéuticos (la
electroacupuntura) en caso de analgesia y durante intervenciones quirúrgicas. Por otra
parte, la acupuntura aplicada al oído (aurículoacupuntura) también es una práctica
común (Kaplan y Sadock, 2009).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

6. DISCUSIÓN SOBRE NUESTRO ABORDAJE DEL TOC


Hasta hace poco tiempo, el Trastorno Obsesivo Compulsivo ha recibido escasa
atención por parte de investigadores y clínicos porque se consideraba una patología
bastante extraña o infrecuente. Es en la década de los 80, al encontrarse una prevalencia
sorprendentemente elevada en diversas encuestas epidemiológicas, cuando se empieza a
investigar más ampliamente los rasgos clínicos y el tratamiento del trastorno. Estos
resultados epidemiológicos revelaron una prevalencia entre un 1,6% a 3,1% de la
población (Kessler et al., 2005), que por lo general, ocurre en personas jóvenes al final de
la adolescencia (Watson y Ress, 2008), siendo un trastorno grave que incapacita a un 10%
de los pacientes (Lensi et al., 1996).
El Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC se caracteriza por la presencia de
obsesiones y compulsiones que de forma crónica ocupan buena parte del tiempo de los
pacientes, acompañadas de malestar, comprometiendo las rutinas o las actividades
diarias, el desempeño de la labor profesional y las relaciones interpersonales (Jenike,
2001; Kuelz, 2006). En la actualidad, se clasifica en el Manual Diagnóstico y Estadístico de
los Trastornos Mentales, DSM-IV-TR (APA, 2002), como un trastorno de ansiedad (F42.8),
caracterizado por la presencia de obsesiones y compulsiones de carácter recurrente
(Criterio A) lo suficientemente graves como para provocar importantes pérdidas de
tiempo, interfiriendo generalmente en su funcionamiento diario (Keltner et al., 2007).
Con frecuencia, el paciente intenta ignorar o suprimir estos pensamientos o
impulsos neutralizándolos mediante otras ideas o actividades como las compulsiones:
comportamientos repetidos, estereotipados, actos mentales de carácter recurrente cuyo
propósito es prevenir y aliviar la ansiedad, disminuyendo el malestar realizando estas
conductas de manera ritualizada (neutralización u obligaciones) (Jónsson y Haouggard,
2009), aunque no proporcione algún tipo de placer o gratificación. La persona se siente
impulsada a realizar la compulsión para reducir el malestar que lleva consigo una
obsesión determinada o bien para prevenir algún acontecimiento o situación negativa.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Para satisfacer los criterios propuestos por el DSM-IV-TR (APA, 2002) y DSM-V
(APA, 2015), un enfermo debe de tener obsesiones o neutralizaciones o ambos tipos de
síntomas. Mientras que las obsesiones producen ansiedad, las obligaciones en un intento
de compensación, resultan ser ansiolíticas (Podea et al., 2009).
El grado de incapacitación que produce este trastorno es especialmente relevante
en el campo de las relaciones sociales, familiares y laborales, en las que la recurrencia de
los rituales compulsivos plantea dificultades serias al comportamiento cotidiano,
teniendo en cuenta la cronicidad y persistencia del trastorno (Emmelkamp et al., 1990),
de forma que el paciente con clínica de TOC no suele poseer dichas capacidades ni la
cantidad de tiempo suficiente para poder emplearlo en establecer relaciones.

Al mismo tiempo, dado el potencial perturbador que las caracteriza, estas


ideaciones psicopatológicas suelen ocasionar una disminución del rendimiento personal
en las actividades y tareas cognoscitivas que requieren concentración, como son la
lectura y el cálculo mental. Además, muchos individuos acaban evitando objetos y
situaciones que puedan provocar obsesiones y compulsiones. Este comportamiento de
evitación puede generalizarse y limitar seriamente la actividad global del individuo (DSM-
V, APA, 2015; DSM-IV-TR, APA, 2002). Si no es tratado, acaba convirtiéndose en un
desorden debilitante de curso crónico.

En cuanto a los factores sociodemográficos, las características específicas del TOC


están muy relacionadas con el sexo del paciente, estableciéndose una dependencia
respecto al sexo masculino como un mal predictor (Araújo et al., 1996). La calidad de vida
(social, en el trabajo, la reconstrucción) ha sido poco estudiada, al igual que el papel de la
cultura, la raza o la etnia (Litvin et al., 2008). La evaluación dimensional del TOC podría ser
útil para identificar subgrupos de pacientes, confirmando la naturaleza multidimensional
y heterogénea de la patología (Litvin et al., 2008).
Existen un gran número de instrumentos o escalas estructuradas útiles para
completar una adecuada valoración del TOC, que refuerzan el juicio diagnóstico
elaborado tras la entrevista clínica y la exploración psicopatológica, además de servir para
comprobar el efecto de distintas intervenciones en la evolución de la enfermedad. Estas
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

herramientas, que se han indicado en Material y Métodos, y que son las más utilizadas en
la clínica, contienen una lista de síntomas y una escala de severidad que permiten: 1.- la
detección y evolución de la ansiedad, la depresión y el TOC, 2.- el estudio de la eficacia de
los distintos tratamientos y 3.- realizar comparaciones con otras investigaciones.
No obstante, la gran disparidad de categorías diagnósticas que existen, la
frecuente somatización y la asociación de este tipo de trastornos con otras enfermedades
crónicas dificultan una adecuada valoración. De hecho, es raro que las personas
presenten TOC aislado. En general, suelen asociar otros trastornos de ansiedad,
depresión y otros trastornos llamados del “espectro TOC”. Todos estos factores
contribuyen a que no exista un patrón común para la detección y el abordaje del TOC y es
por ello que en la conclusión de muchos estudios se valora como necesidad básica
disponer de métodos más homogéneos para detectar y tratar de manera efectiva los TOC.
Hoy en día, se sabe que el TOC nunca (y eso que los términos nunca o siempre
muy pocas veces solemos aplicarlos en Medicina), hubo de registrarse en el hombre de
neandertal por sus características morfológicas neuroanatómicas, sino que resulta ser
exclusivo respecto de la dotación enfálica del lóbulo frontal patognomónica del hombre
evolutivamente moderno es, probablemente, un desorden de ansiedad exclusivo y el más
difícil a tratar. Además, ya que el TOC es un trastorno de naturaleza heterogénea, es
posible que distintos subgrupos de pacientes respondan diferencialmente a los distintos
abordajes terapéuticos. De hecho, nuestros resultados muestran que incluso después del
segundo año de tratamiento (S2) se producen aún manifestaciones de ésta
sintomatología obsesiva. Si bien en los últimos años se ha producido un aumento
sustancial de las publicaciones científicas relacionadas con los aspectos clínicos y
biológicos del TOC, existe limitada información sobre aspectos importantes y eficacia de
los distintos tratamientos.
Los tratamientos utilizados con más frecuencia para el TOC son los tratamientos
farmacológicos y psicológicos, estando dentro del abordaje psicoterapéutico los enfoques
cognitivo-conductuales. Ambos tipos de tratamientos son efectivos en la reducción de la
sintomatología obsesivo-compulsiva. Este conjunto tan amplio de procedimientos
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

terapéuticos abre el debate de qué tratamiento es más eficaz y proporciona mejores


resultados; incluso como veremos a continuación, hay autores que plantean la
combinación de ambos como más eficaz que cada uno de ellos por separado. Además, se
desconocen algunos datos importantes, tales como: a) la frecuencia de recuperación,
remisión y recaídas durante el período de tratamiento con cada una de las diferentes
terapéuticas, b) la elaboración de un protocolo sobre la duración y dosis del tratamiento
de mantenimiento y c) el estudio de predictores de las fases de recuperación, remisión y
recaídas.
Es precisamente en la terapéutica del TOC en lo que se centra este trabajo, cuyo
objetivo general es mostrar la eficacia de cinco tratamientos teniendo en cuenta que, en
comparación con las terapias farmacológicas, la terapia cognitivo-conductual puede llegar
a ser igual de eficaz, pero faltan evidencias de comparación para constatar esta eficacia a
corto y largo plazo. Téngase en cuenta que la característica de cronicidad del TOC hace
que los buenos resultados obtenidos a corto plazo no se garanticen en un período de
tiempo más largo. De aquí que nuestro estudio se realice en tres periodos: post test, S1 y
S2. Consideramos importante abarcar un gran espacio de tiempo porque se ha señalado
que tras la suspensión del cualquiera de los tratamientos del TOC se produce un elevado
número de recaídas, entre un 65%-90% (Rasmussen y Eisen, 1997).
En relación a los tratamientos psicológicos, la aplicación sistemática de la terapia
conductual al TOC se remonta a mediados de los años sesenta del siglo pasado, cuando
Meyer (1966) empezó a tratar pacientes con rituales compulsivos. Consistía en colocar al
paciente en situaciones de la vida real que le provocaran ansiedad y desasosiego
(exposición en vivo) e impedir que realizara su conducta compulsiva (prevención de
respuesta, ERP). En la actualidad, es una técnica muy empleada para personas con
conductas compulsivas. Bajo el paradigma cognitivo-conductual, lo que se pretende es ser
capaces de abordar un método más avanzado de tratamiento de este trastorno de
ansiedad (Öst, 2008; Watson y Ress, 2008; Jónsson y Hougaard, 2009) con el objetivo de
que al cambiar el conocimiento del paciente sobre las obsesiones, evitando la
neutralización y permitiendo que se habitúen a los pensamientos obsesivos, los acaben
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

superando y sepan defenderse de ellos, a fin de que la frecuencia y duración de estos y el


malestar causado disminuya consecuentemente (Luyten y Blatt, 2007).
Los tratamientos psicológicos actuales más eficaces son distintas variaciones de
los métodos de exposición descritos originariamente por Rachman (2002). La prevención
de la respuesta (EPR) es un componente esencial del método de tratamiento. El propósito
es controlar la respuesta a los pensamientos y no las obsesiones mismas. Se basa en la
premisa de que las obsesiones son ansiógenas y provocan generalmente una respuesta
activa de la evitación, de obligación o neutralización. El papel de las compulsiones es
reducir el miedo obsesivo y/o prevenir el acontecimiento temido (p. ej., una idea de
contaminación) (Clark y Purdon, 1995).
Ha sido descrito que la EPR es una terapia extremadamente eficiente para el TOC
(Crockett et al., 2007), incluso cuando se utilizan diversas versiones del método
(exposición supervisada por el terapeuta contra la exposición automática), diversos
formatos (sesiones individuales o en grupo) o diversas intensidades (en relación con la
frecuencia y el período de la sesión) (Belloch et al., 2011; Cordioli et al., 2003; Fals-
Stewart y Luciente, 1993; Foa et al., 2005; Greist, 1998; Baer y Jenike, 2002; Crino, 1999;
Linday et al., 1997).
Los tratamientos cognitivos conductuales (TCC) se consideran terapia de primera
línea para las formas clínicas de gravedad ligera que causan señal de socorro pero no
afecta a funcionamiento social (Hoffman y Jasper, 2008). El candidato ideal al TCC es un
paciente de TOC que no presenta depresión comórbida severa y se motiva a la reducción
de sus rituales. El TCC es también una opción útil de tratamiento en pacientes en los que
el tratamiento psicofarmacológico está contraindicado, p. ej.: en embarazadas, pacientes
con problemas cardiacos o pacientes que no pueden tolerar los efectos secundarios de la
medicación (Geffen et al., 2004). En los casos más severos, se recomienda la combinación
con medicación.
Las sesiones de terapia TCC se llevan a cabo por lo menos una vez por semana,
siendo cada sesión de hasta 2 h. Aunque 12-16 sesiones de terapia sean generalmente
necesarias, la duración depende de los síntomas y de la severidad de debilitación
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

funcional (Storch, 2006). En nuestro caso, se realizaron sesiones de 50-60 min con una
periodicidad semanal, al menos durante 16 sesiones.
El tratamiento psicológico del TOC con prevención individual de la exposición y de
la respuesta también presenta algunas desventajas, pues aproximadamente el 25-30% de
los pacientes rechazan realizar la exposición (Foa et al., 2002; Kozak et al., 2000) y el 28%
de los sujetos abandona la terapia (Kozak et al., 2000). Otra desventaja es la débil eficacia
de este tratamiento en pacientes con graves neutralizaciones o en el caso de los
pacientes que presentan obsesiones religiosas y/o sexuales (Abramowitz et al., 2000;
Mataix et al., 2004). Por otro lado, hay que considerar el grado de heterogeneidad del
TOC de las muestras empleadas en los diversos estudios, incluyendo el uso de técnicas
psicoterápicas no estandarizadas. Todos estos múltiples factores pueden influir en el
efecto terapéutico, los cuales pueden estar relacionados, modificarse y potenciarse
mutuamente. Además, otras variables no específicas como la personalidad del terapeuta,
la calidad de la relación terapéutica, la motivación y la capacidad de tolerar la frustración
por parte del paciente pueden llegar a ejercer un importante papel (Litvin et al., 2008).
Aunque la exposición con prevención de respuesta (EPR) en pacientes con hábitos
de ritual está suficientemente consolidada (Rosa et al., 2008) y algunos meta-análisis
confirman los buenos resultados de la terapia de conducta en comparación con la
farmacológica (Cox et al., 1993; Balkom et al., 1994), hay que señalar que faltan estudios
controlados que confronten estos abordajes, tanto en el tratamiento agudo como en el
mantenimiento, así como el perfil de paciente que se beneficia de cada tratamiento
individual o de la combinación de ambos.
Con respecto a los tratamientos psicofarmacológicos, lo que se persigue es
disminuir la sintomatología y llevar a una mejora funcional del individuo (Rowa et al.,
2007). Los medicamentos empleados abarcan antidepresivos, antipsicóticos y
estabilizadores del estado de ánimo. Ninguno de estos fármacos cura completamente el
TOC, y la mejoría, cuando ocurre, es muchas más veces parcial que completa, lo cual está
de acuerdo con nuestros resultados obtenidos en S2 para todos los tratamientos.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

La mayoría de los tratamientos se han centrado en el uso de los antidepresivos


clomipramina e ISRS, de los cuales ya se ha hablado en el apartado de Introducción. El
primero pertenece a los inhibidores no selectivos de la recaptación de aminas,
concretamente al grupo de los antidepresivos tricíclicos. El problema de su uso radica en
que aunque ejercen su efecto antidepresivo por su acción sobre los sistemas
neurotransmisores noradrenérgico y serotoninérgico, también actúan sobre los
receptores colinérgicos e histaminérgicos, lo que se relaciona con sus efectos indeseables.
Entre éstos hay que mencionar los síntomas anticolinérgicos (sequedad de boca, visión
borrosa, estreñimiento y retención urinaria, o síntomas graves como provocación de crisis
de glaucoma, confusión o delirium), la sedación (relacionada con su acción
antihistaminérgica) y los síntomas cardiovasculares (hipotensión ortostática y
taquicardia).
Por otro lado, los ISRS fueron desarrollados buscando una mayor especificidad
sobre el sistema serotoninérgico. Su forma de dosificación es más sencilla y permite
iniciar tratamientos con dosis terapéuticas, lo que hace menos frecuente la necesidad de
ajustar la dosis; por otro lado, tienen un perfil diferente de efectos secundarios, en
general mucho más benignos, y resultan mucho más seguros tanto en su uso terapéutico
como en caso de sobredosis. Algunos de los efectos secundarios comunes encontrados
incluyen: náusea, sequedad de boca, diarrea o estreñimiento, disminución del apetito,
somnolencia, temblor, agitación, vértigos, disminución de la líbido y disfunción eréctil.
Una estrategia eficaz probada para los individuos refractarios a la monoterapia con los
ISRS solamente es el uso de los antipsicóticos anormales (risperidona, olanzapina y
quetiapina) (Podea et al., 2009).
En lo referente al tratamiento de la ansiedad, se usan las benzodiazepinas (en
nuestro caso, lorazepan). Las benzodiazepinas, pese a que consiguen aliviar los síntomas
en la mayoría de los individuos, es recomendable que sean usadas solo por periodos
cortos de 2 a 4 semanas debido al riesgo de generar tolerancia y dependencia y su falta
de efectividad a largo plazo. Se ha descrito que las benzodiacepinas pueden reforzar los
fármacos serotoninérgicos (Stein, 2000b).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Como puede verse, existen muchas posibilidades de tratamiento y en torno a ellas


hay un gran debate aun por cerrar. Y no solamente en lo referente a qué tratamiento usar
sino en lo relativo al orden del tratamiento. Así, por ejemplo, algunos autores (O’Connor,
1999) piensan que quizás la mejor opción sea el inicio de tratamiento con fármacos para,
una vez iniciada la mejoría, introducir la terapia cognitivo-conductual. También hay que
tener en cuenta que el uso de fármacos presenta efectos secundarios que pueden limitar
su uso en el caso de determinados pacientes. Como queda de manifiesto, existen varias
estrategias de tratamiento del TOC, sin que hasta el momento haya una línea clara de
cuál es más eficaz. En este sentido, nuestro trabajo se centra en una comparación de
cinco tipos de tratamiento.
Primeramente, se realizaron las pruebas pertinentes para establecer un
diagnostico diferencial con las patologías comórbidas, a fin de poder evidenciar que se
trataba de pacientes realmente con una psicopatología de TOC y no presentaban otras
patologías como trastornos de personalidad, de tipo paranoide, que pudieran enmascarar
los resultados del tratamiento. Una vez establecido que todos los pacientes estudiados en
cada uno de los cinco grupos de estudio eran realmente TOC, se pasó a establecer la línea
base y se comprobó que todos los grupos eran homogéneos en las distintas variables de
sintomatología obsesivo-compulsiva, ansiedad y depresión, variables sociodemográficas
(sexo y edad), antecedentes psiquiátricos familiares y la historia de tratamientos
psicológicos y/o psiquiátricos anteriores.
El análisis de las puntuaciones obtenidas por los participantes en los distintos
grupos de tratamiento en las variables de sintomatología obsesivo compulsiva, ansiedad y
depresión, no mostró diferencias estadísticamente significativas, lo cual apoyó el
supuesto inicial de que no existiesen diferencias intergrupo en los niveles de estas
variables previos al tratamiento, es decir, diferencias pre-test.

En las variables sociodemográficas tampoco se hallaron diferencias


estadísticamente significativas entre los grupos considerando la variable “edad” de los
pacientes ni hubo asociación estadística significativa entre las variables grupo- sexo, ni
entre grupo- estado civil del paciente. Así mismo, tampoco hubo asociación estadística
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

significativa entre las variables de grupo y antecedentes psiquiátricos familiares, ni entre


grupo e historia de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos.
Una vez establecida la homogeneidad de los grupos se inició la fase de
tratamiento a los cinco grupos experimentales.
En relación al tratamiento exclusivamente farmacológico, los 103 pacientes
estudiados no presentaban características clínicas con rasgos de depresión; tan solo en
algunos casos las puntuaciones de los auto-registros pusieron de manifiesto la existencia
de una muy leve depresión. Aun así, llama la atención que, en cuanto a esta
sintomatología depresiva y aplicando el auto-registro del test BDI, tanto con el
antidepresivo triciclico (clomipramina) como con la paroxetina, se consigue el mismo
efecto en el post-test (grupos 2 y 3). De igual forma, usando los test HDRS y HAD-A se
obtienen resultados similares, es decir, una mejora significativa en relación al pre-test, no
existiendo por tanto argumentos para decantarse por cualquiera de estos antidepresivos
más allá de los puramente relacionados con los posibles efectos secundarios que puedan
tener en cada paciente.
En relación al rasgo de ansiedad y en los grupos puramente farmacológicos,
también podemos observar una mejoría en los grupos experimentales 2 y 3,
supuestamente debido a la acción del medicamento ansiolítico.
Por otro lado, es de resaltar que los resultados mostraron que los pacientes que
recibieron la terapia cognitivo-conductual presentaron significativamente también menos
síntomas de depresión y ansiedad después del tratamiento. Incluso en algunos test, la
TCC dio lugar a una mejora mayor que con los tratamientos con psicofármacos, lo cual
indica que, en según qué casos y en ausencia de procesos agudos, se podría obviar el
tratamiento farmacológico para el control de esta sintomatología, al menos en casos
leves. Un dato a destacar en este sentido es que las mejorías conseguidas con los
tratamientos se mantienen en las variables de depresión.
Resultados similares se obtuvieron con la variable ansiedad. De nuevo, estos
resultados ponen de manifiesto el potencial terapéutico de los tratamientos TCC para
aliviar la sintomatología depresiva y de ansiedad leves sin necesidad de acudir a los
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

psicofármacos, porque su efecto se mantiene al año. Además, este efecto, se mantiene


en la mayoría de los casos durante el segundo año (S2).
Todos estos resultados hacen referencia a los tratamientos TCC y farmacológico
por separado, pero tal como se indicó en el apartado de introducción, hay autores que se
definen partidarios de las terapias combinadas, grupos 4 y 5 de nuestro estudio. Como
puede verse, en relación a los síntomas de ansiedad y depresión, la escala BAI pone de
manifiesto que los tratamientos combinados podrían tener la ventaja de una mejora
mantenida en el tiempo hasta S2. Sin embargo, esta ventaja no se observa si las escalas
usadas son otras. Estos resultados inciden en la necesidad de establecer estudios más en
profundidad de las distintas escalas para disponer de métodos más homogéneos y
estandarizados de valoración.
Si importantes son los efectos de los distintos tratamientos sobre la
sintomatología de depresión y ansiedad, de más relevancia son los efectos sobre el TOC
objeto de este estudio. Aunque el tratamiento del TOC haya experimentado importantes
avances en las últimas dos décadas, todavía quedan cuestiones básicas por concretar y
por ello hemos investigado la eficacia de los diversos fármacos antiobsesivos, entre los
que la clomipramina y los ISRS están suficientemente acreditados, no existiendo consenso
entre los autores sobre cuál de los dos es más eficaz (Greist et al., 1995; Picinelli et al.,
1995; Stein y Hollander, 1992; Flament y Bisserbe, 1997). Originalmente, la eficacia de la
clomipramina en el TOC fue discutida y algunos investigadores propusieron que éste
fármaco era eficaz solamente para tratar síntomas depresivos. Ahora se reconoce
claramente, sin embargo, que la clomipramina tiene efectos antiobsesivos (Stengler-
Wenzke et al., 2006).

En nuestro estudio, en primer lugar hay que resaltar que los tratamientos con
psicofármacos dieron lugar a una disminución de la puntuación en el post-test en todas
las escalas (EA, IBRO, Y-BOCS y OCI-R), la cual, en mayor o menor proporción, se mantuvo
en S1. No obstante, analizando las puntuaciones a los dos años, se puede observar que
hay un empeoramiento en el grupo tratado con clomipramina (grupo 2) cuando se utiliza
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

la escala EA y, aunque no es significativo, esta misma tendencia se observa en la escala Y-


BOCS.
Estos resultados no están de acuerdo con lo descrito por otros autores que
consideran que el tratamiento farmacológico de elección es la clomipramina (Alonso,
2000) dada su aparente mayor eficacia según se desprende de distintos meta-análisis
(Greist et al., 1995; Picinelli et al., 1995; y Stein y Hollander, 1992; Ellingrod, 1998; Vallejo
y Pifarré, 1998; Flament y Bisserbe, 1997). En cambio, otros autores constatan que los
tratamientos con clomipramina y los ISRS (fluvoxamina, sertralina, fluoxetina, citalopram
y escitalopram) producen un efecto similar, a excepción de la más baja adherencia al
tratamiento en el caso de la clomipramina, debida a sus efectos secundarios (Podea et al.,
2009). Por tanto, existirían bastantes casos en los que deberían utilizarse los ISRS
(Del´Osso et al., 2006; Pifarré y Vallejo, 2000), debido a la mala tolerancia de dosis altas
de clomipramina y a la necesidad de asegurar un buen cumplimiento en tratamientos
prolongados. En este sentido, hay que destacar que faltan trabajos que comparen los
diversos ISRS entre sí (Stahl, 2014; Abramowitz, 2013, Leonard et al., 1997).

Independientemente de la eficacia de uno u otro, está descrito que los


medicamentos son la terapia de elección en pacientes sin prejuicios sobre la
psicofarmacoterapia y en situaciones donde los síntomas del TOC son muy graves (Litvin
et al., 2008); así se han conseguido una remisión entre el 30-40% de los síntomas
obsesivos y un 20% consiguen una remisión completa de la sintomatología ansiosa (Pigott
y Seay, 1999). Sin embargo, se ha puesto de manifiesto por algunos autores que: las
mejorías con la farmacología no sobrepasan el 60%, que las curaciones totales son
excepcionales y las recaídas son frecuentes, ocurriendo en un 80% de los pacientes tras
dos meses de interrupción de la toma de los medicamentos (Pato et al., 1988). Nuestros
resultados confirman estas recaídas en parte, según la escala usada, siendo mayor la
tendencia a la recaída en el grupo 2. Aunque algunos meta-análisis confirman mejores
resultados del tratamiento farmacológico que para el resto de tratamientos (Cox et al.,
1993; Balkom et al., 1998, 1994), estos resultados sobre las recaídas son una de las
razones por las que se ha sugerido valorar de forma especial la terapia de conducta, sobre
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

todo la asociación de exposición in vivo y prevención de respuesta (Marks, 1981;


Emmelkamp, 1982).

En este sentido, nuestros resultados indican que los tratamientos TCC, si bien no
supusieron una mejora diferencial en el post-test con respecto al resto de los
tratamientos, si permitieron ir más allá en cuanto a la reducción de la gravedad de los
síntomas del TOC, según se observa en las puntuaciones de las escala EA e IBRO (Figuras 1
y 2), lo cual está de acuerdo con lo descrito por otros autores, que demuestran la
superioridad de la EPR en relación a los medicamentos, especialmente en la intensidad en
la reducción de las compulsiones (Asbahr et al., 2005; Souza et al., 2006), así como en el
porcentaje de pacientes que obtienen remisión completa de los síntomas, lo que se
asocia con la no recaída en la sintomatología obsesiva durante el seguimiento (Braga et
al., 2005).

Por otra parte, otros estudios concluyen que en personas muy compulsivas, la
terapia conductual obtiene tan buenos resultados como la medicación (Reus, 2006), para
lo cual se utilizan técnicas eficaces que consisten en hacer que los pacientes aumenten
progresivamente su exposición a las situaciones de estrés, que lleven un diario que
utilicen en casa donde especifiquen los factores de estrés, a fin de sustituir conductas
compulsivas por nuevas actividades.
En relación a cómo los pacientes con TOC se benefician de la psicoterapia, está
descrito que, en algunos casos, los pacientes presentan una respuesta rápida con
remisión completa de los síntomas, mientras que alrededor del 30% no responden al
tratamiento (Volpato et al., 2003; Cordioli et al., 2003), siendo común una respuesta
parcial y, aunque mejoran, presentan síntomas residuales de su dolencia (Braga et al.,
2005; Foa et al., 1998).
Las mejoras debidas a la TC en síntomas obsesivo-compulsivos, ansiedad,
depresión y ajuste social han sido puestas de manifiesto en distintos estudios. Así, por
ejemplo, según el meta-análisis de Abramowitz et al., (2005, 2000), el tamaño del efecto
de la TC en comparación a grupos controles es menor que el de la EPR; en cambio, la
eficacia es la misma cuando la primera incluye experimentos conductuales. En el meta-
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

análisis de Eddy et al. (2004), basado en tres estudios metodológicamente rigurosos,


mejoraron el 57% de los pacientes que completaron el tratamiento y el 52% de los que lo
iniciaron; según el meta-análisis de Fisher y Wells (2005), realizado con cinco estudios,
mejoraron el 64% de los pacientes tratados con TC individual, un porcentaje menor que
con EPR (75%). Según los criterios de Jacobson y Truax en la Y-BOCS, el porcentaje de
pacientes recuperados tras recibir TC fue del 50% en el estudio de Oppen et al. (1995), del
67% en el de Whittal et al. (2005) y del 16% (13% en el seguimiento a los 3 meses) en el
de McLean et al. (2002), los cuales aplicaron la terapia cognitiva de forma grupal en vez
de individual. Cuando los criterios tuvieron que ser satisfechos en tres medidas de TOC, el
porcentaje bajó a 39% en el primer estudio.

Todos estos datos, junto con la intolerancia a los efectos adversos de los fármacos,
principalmente con el uso de la clomipramina, apuntan a la conclusión de que los TCC
resultan eficaces para el abordaje del TOC, aunque en menor medida que la EPR. Sin
embargo, también existen datos claros y fiables de cómo la clomipramina mejora el
estado de ánimo, lo que no lo hace el EPR (Rosa-Alcázar et al., 2012).

En cuanto a los grupos 4 y 5, que se corresponden con los tratamientos


combinados, es de resaltar la eficacia en cuanto a los efectos terapéuticos en el post-test;
suponen una notoria mejora en la escala de severidad, se mantienen en el tiempo y, por
tanto, podrían estar indicados en aquellos casos con sintomatología más marcada, sobre
todo cuando se usa la combinación paroxetina y lorazepan, obteniéndose estos
resultados al usar todas las escalas. En todos los tratamientos, el propósito es disminuir la
sintomatología y llevar a una mejora funcional del individuo, de modo que éste pueda
tener una vida normal (Rosa et al., 2008).

Durante las dos décadas pasadas, se ha investigado activamente en el efecto de la


combinación de la psicología y farmacoterapia (Rowa et al., 2007; Rosa et al., 2008) sin
que hasta el momento las conclusiones puedan ser consideradas definitivas, ya que hay
resultados que avalan todas las posibilidades. Los fármacos pueden actuar sobre la
reducción de síntomas y los tratamientos psicológicos, sobre el aumento de
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

competencias. Se trata de aprovechar, por un lado, la potencialidad terapéutica de los


psicofármacos a corto plazo para conseguir cambios de conducta rápidos, motivar al
paciente al tratamiento y ponerle en disposición conductual y cognitiva de asumir las
tareas propuestas por la terapia psicológica, disminuyendo posterior y paulatinamente los
fármacos (Echeburúa et al., 2010).
Las ventajas terapéuticas de los tratamientos combinados han sido descritas
abundantemente por muchos autores, un gran número de los cuales afirman que es el
tratamiento de elección para el abordaje del TOC incluso en los casos más severos
(Schruers et al., 2005; Hofmann y Jasper, 2008).
En términos generales, la asociación de terapia de conducta y antidepresivos es la
fórmula ideal, sobre todo en ritualistas, ya que la acción de los fármacos utilizados solos
es evidente clínicamente, pero las recaídas son constantes si se suspende el tratamiento,
mientras que la terapia cognitivo-conductual conlleva beneficios que se mantienen en el
tiempo (Dar, 1996).

Muchos clínicos comienzan el tratamiento con un ISRS y cambian a psicoterapia


cuando se comienzan a demostrar los efectos. La adición del TCC al tratamiento
psicofarmacológico mantiene y mejora la respuesta al tratamiento y disminuye las
recaídas (Podea et al., 2009), si se continúa después de la medicación (Geffken et al,
2004).
Ladouceur et al. (1991), han demostrado que, en algunos casos, las combinaciones
apropiadas de antidepresivos y terapia cognitivo-conductual pueden facilitar el
tratamiento al estabilizar al paciente, mejorar los síntomas depresivos y establecer una
primera sensación de control, permitiéndole así que dedique más recursos a la terapia
cognitivo-conductual.

Se ha observado, en algunos pacientes con historia seria de depresión o de


recaídas, que cuando se les retira la medicación pueden beneficiarse del mantenimiento
de una baja dosis de medicación que esté por debajo de los niveles recomendados
después de la terapia cognitivo-conductual con éxito, mientras que tienen lugar los
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

cambios en el estilo de vida. Con una “red de seguridad” en su entorno, el paciente se


sentirá más seguro y más capaz de cumplir con el desafío de aprender a vivir sin la
existencia de obsesiones, temiendo menos la recaída (Pifarré y Vallejo, 2000). En este
sentido, Gedenk y Nepps (1997) recomiendan que en el tratamiento de los TOC se
incluyan sesiones psicoeducativas, inhibidores selectivos de la recaptación de la
serotonina y técnicas conductuales.

Varios meta-análisis confirman la existencia de una buena dinámica entre la EPR y


la psicofarmacología aplicada a pacientes con TOC (Balkom et al., 1994), habiéndose
estudiado diferentes fármacos (sertralina, fluoxetina, fluvoxamina y mirtazapina) (Koran
et al., 2007, 2005), incluso con antipsicóticos para los casos refractarios (Bloch et al.,
2006) en un esfuerzo por encontrar el tratamiento más eficaz para abordar y disminuir la
sintomatología del paciente (Choi, 2009). Es importante tener en consideración que los
fármacos como los ISRS no interfieren con la psicoterapia, ni reducen sus efectos, lo cual
no ocurre con las benzodiacepinas (Geffken et al., 2004).
Existe una serie de trabajos centrados en contrastar la eficacia de los distintos
abordajes terapéuticos del TOC, encontrándose conclusiones diferentes. Así, la
experiencia de 15 años con más de 200 pacientes con tratamientos combinados, descritos
en un conjunto de diez trabajos controlados (Minichiello et al., 1988) confirma unas
mejoras en torno al 70-75% de los casos. Si consideramos, como indica Perse (1988),
basándose en datos de Marks (1981a) sobre 400 fóbicos y obsesivos, que un 12% no
empiezan el programa conductual y que otro 12% no lo finalizan, el conjunto global de
éxitos con estas terapias para obsesivos con rituales de neutralización cabe situarlo entre
el 50 y el 60% de los casos. En pacientes rumiadores con obsesiones pero sin rituales, los
resultados son mucho más pobres (Stern, 1983; Marks, 1981b). Los fracasos terapéuticos
se centran en pacientes que no cumplen las instrucciones, depresivos o ansiosos graves,
consumidores de alcohol o drogas, con problemas de relación interpersonal, escasa
motivación, trastornos esquizotípicos de personalidad o bajo nivel intelectual (Foa et al.,
1983; Marks, 1981b; Minichiello et al., 1988).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

En otros estudios se demuestra la superioridad de la EPR en relación a los


medicamentos, especialmente en la intensidad en la reducción de las compulsiones
(Asbahr et al., 2005; Souza et al., 2006), así como en el porcentaje de pacientes que
obtienen remisión completa de los síntomas, lo que se asocia con la no recaída en la
sintomatología obsesiva durante el seguimiento (Braga et al., 2005).

Estos resultados están de acuerdo con los encontrados por González y Jiménez
(2000), quienes aseguran que la terapia cognitivo-conductual resulta ser un tratamiento
eficaz para el TOC, siendo la exposición el tratamiento de elección y la combinación con
tratamientos farmacológicos se utilizará en aquellos casos graves o cuando haya una
depresión concomitante. Con respecto a los resultados a largo plazo (Sthal, 2014), la
terapia conductual (EPR) es el primer tratamiento de elección del TOC, con o sin ISRS. En
general, añadir psicofármacos al tratamiento de EPR no mejora éste (Balkom et al., 1994;
Foa et al., 1998; Kozak, Liebowitz y Foa, 2000). En efecto, Franklin et al. (2002) estudian
una muestra clínica en contexto clínico y comprueban que el tratamiento con ISRS no
ejerce ningún efecto positivo de mejora al tratamiento psicológico, lo cual no coincide
con nuestros resultados, fundamentalmente a nivel del post-test.
La EPR también se ha combinado con clomipramina (Marks et al., 1988),
concluyéndose que: a) la EPR es más efectiva que la clomipramina; b) que por lo que
respecta al tratamiento combinado, añadir el fármaco potencia inicialmente la EPR, si
bien esa potenciación desaparece rápidamente y no se observa en el seguimiento; c) que
otra ventaja del tratamiento combinado es que posibilita que la mejora llegue a más
individuos, en torno al 20-25% más, aunque no mejora la sintomatología en los pacientes.

Otros estudios no han hallado diferencias entre la EPR, la medicación


serotonérgica y la combinación de ambos (Kobak et al., 1998), dejándose de encontrar
diferencias significativas entre estos tres tipos de tratamientos cuando controlaron las
variables metodológicas que afectaban al tamaño del efecto (año de publicación, método
de cálculo del tamaño del efecto, aleatorización o no, empleo de grupo control o no, tipo
de medida empleado). En este sentido el meta-análisis realizado por Kobak et al. (1998),
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

tampoco encontró diferencias entre el ERP, ISRS, y la combinación de los dos métodos
(Schruers et al., 2005).
Las diferencias intragrupo permiten analizar la evolución de los distintos
tratamientos con el tiempo, lo cual es de relevancia si se tiene en cuenta que el TOC es de
naturaleza crónica. Sin embargo, otro aspecto importante es la comparación intergrupo
para poder sacar conclusiones sobre qué tratamiento puede ser más eficaz, lo cual nos
parece importante, habida cuenta la controversia en cuanto a los tratamientos.
En esta comparación destacamos en primer lugar los resultados obtenidos en el
post-test para ver cuál de los tratamientos es más eficaz en normalizar a corto plazo el
grado de severidad de las variables TOC.
En este sentido, los tratamientos combinados proporcionan una mejora
estadísticamente significativa en la escala EA. Sin embargo, a largo plazo, los tratamientos
CC permiten una disminución en la escala que se perpetúa en el tiempo, lo cual es
primordial para los pacientes TOC. Por otra parte, nuestros resultados indican que el
tratamiento combinado suele ser más eficaz que la medicación sola, tanto en el
postratamiento como a la hora de prevenir las recaídas.
Algunos estudios han puesto de manifiesto que el tratamiento combinado puede
ser algo más eficaz en el postratamiento que la EPR o la TCC, aunque las diferencias
desaparecen en el seguimiento. Así, O’Connor et al. (1999) hallaron que tanto la TCC
como la medicación resultaron los tratamientos más eficaces para el TOC y que la
combinación de ambas aumentó su eficacia; además, fue clínicamente más beneficioso
introducir la TCC tras un periodo de medicación que comenzar ambos tratamientos
simultáneamente. Parece que tanto la EPR aplicada intensivamente como su combinación
simultánea con imipramina fueron más eficaces que el fármaco solo, pero no difiriendo
entre ellas. Así, en un trabajo realizado en condiciones naturales con 56 pacientes, la TCC
sola fue igual de eficaz que la TCC combinada simultáneamente con antidepresivos
serotonérgicos (Franklin et al., 2002).
No obstante, si se emplea la escala IBRO, se llega a una conclusión diferente, en el
sentido de que los tratamientos TCC y combinados representan ventajas con respecto a
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

los psicofarmacológicos puros pero sin diferenciarse entre ellos en lo que a mejora inicial
y control a largo plazo de la severidad de los síntomas se refiere. En este caso, la ventaja
de los TCC tendría que ver con la evitación de la farmacología en pacientes sensibles a los
efectos secundarios de los psicofármacos.
En lo referente a la escala Y-BOCS, se muestra que los tratamientos combinados
serían los de elección al conseguirse con los mismos una rápida mejora a corto plazo y un
mejor mantenimiento de los bajos niveles de severidad, sin que haya diferencia entre el
uso del antidepresivo tricíclico y el ISRS.
Si es la escala OCI-R la que se utiliza, los cambios de puntuación coinciden con los
obtenidos en la escala IBRO, es decir, que ambos, los tratamientos CC y los combinados
desembocan en los mismos efectos a corto y largo plazo, mientras que el uso exclusivo de
medicamentos produjo unos resultados terapéuticos menores.
Como puede verse, existen distintas posibilidades de tratamientos y, en este
sentido, la literatura ofrece resultados en favor de unos y otros. Nuestros resultados
ponen de manifiesto una heterogeneidad respecto de las conclusiones encontradas por
otros autores y que pueden ser debidas a la escala utilizada. También, nuestros
resultados evidencian, en general, que de los cinco grupos estudiados, la psicoterapia sola
o combinada tiene ventajas con respecto a los tratamientos farmacológicos y las mejoras
se mantienen durante más tiempo.
En definitiva, lo cierto es que faltan estudios que hagan comparaciones directas
entre el tratamiento psicológico y el farmacológico, de ahí la indicación de nuestro
trabajo, del que nos gustaría enfatizar dos aspectos: por un lado, que se haya realizado en
un entorno de consulta médica, lejos de cualquier interés comercial. Y por otro, que se
haya realizado sobre un total de 103 pacientes, ya que incluso en la actualidad se
publican trabajos comparativos de tratamientos con tan solo un caso clínico (Walter et
al., 2013). Indudablemente, quedan aspectos importantes por determinar como son el
tipo de perfil de paciente que se beneficia de cada tratamiento individual o de la
combinación de ambos, a fin de asignar el tratamiento más eficaz.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Además, queda por definir aún más en qué medida la eficacia de los distintos
tratamientos son superiores en cuanto al control de la sintomatología obsesivo-
compulsiva, sobre todo en aquellos casos en los que los pacientes no respondan a la
medicación y la terapia cognitivo conductual llegue a ser una propuesta firme (Tolin et al.,
2004). Así, al margen de los tratamiento para las patologías más resistentes TOC
(Aouizerate et al., 2006), contar con un buen tratamiento psicológico y con un
tratamiento psicofarmacológico adecuado es un buen punto de partida para la práctica
clínica y la investigación, sobre todo porque, a diferencia de otros trastornos de ansiedad,
no parece darse una contradicción entre ambos tratamientos, sino al contrario, fármacos
y psicoterapia conductual pueden cooperar e incluso potenciarse (Raffin et al., 2012).
Por otro lado hay que señalar que mediante estudios de neuroimágenes
funcionales se ha establecido que los síntomas del TOC aparecen principalmente como
resultado de la hiperactividad en el circuito orbito-fronto-subcortical, esto es: núcleo y
tálamo caudado (Ardelean et al., 2006). También han sido encontradas diferencias
individuales anatómicas y metabólicas, lo que sugiere que quizas para cada una de las
diferencias individuales se puedan utilizar específicamente un determinado tratamiento
(Baxter et al., 1992). Además, la perspectiva neurobiológica puede proporcionar claros
avances no solo en cuanto a la comprensión de la fisiopatogenia del TOC, sino respecto
de la interpretación de las características de evolución del TOC refractario (Vázquez et al.,
2010). En este sentido, será de gran importancia el estudio en profundidad de la forma en
que la terapia cognoscitiva actúa sobre el comportamiento y modifica la actividad
metabólica específica de los circuitos cerebrales afectados en el TOC. De hecho, ya se ha
usado la tomografía de la emisión por positrones para correlacionar la respuesta al
tratamiento en TOC con la actividad de ciertas estructuras del cerebro, comparando la
terapia del comportamiento con la farmacoterapia (fluoxetina) (Blázquez et al., 2013). Las
exploraciones que se realizaron antes del tratamiento demostraron actividad creciente en
el núcleo caudado en todos los pacientes, mientras que el examen, después del
tratamiento, demostró una actividad disminuida, pero correcta, en el núcleo caudado,
sólo en el caso de los pacientes que respondieron al tratamiento, sin importar la
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

modalidad del tratamiento. Esto resultará muy importante en relación al uso de la


psicoterapia, ya que si bien la psicoterapia puede modificar la actividad de cerebro, la
manera exacta por la que normaliza la actividad del circuito cortical-subcortical implicado
en la fisiopatología de TOC debe ser esclarecida.

Tampoco podemos dejar de señalar el papel que la psicocirugía puede tener en la


actualidad en el tratamiento de los casos más graves, condenados a una existencia
penosa por cuanto han fracasado todas las alternativas terapéuticas. En el momento
actual, la capsulotomía bilateral anterior y la cingulotomía son las dos técnicas más
acreditadas, con resultados que se sitúan alrededor de 50% de éxitos (Pena-Garijo et al.,
2011; Carreño, 2007).

7. DISCUSIÓN SOBRE LOS AFECTOS EN PACIENTES AQUEJADOS DE


TUMORES CEREBRALES TERMINALES
En un gran porcentaje de los casos, a consecuencia del cáncer cerebral primario,
estos enfermos suelen sufrir un rápido deterioro cognitivo funcional, presentando
marcados déficits cognoscitivos, siempre verdaderamente difíciles de distinguir de los
asociados a un síndrome orgánico cerebral. Una buena y detallada anamnesis resulta
todavía fundamental a la hora de aproximarnos a un diagnóstico extremadamente
fidedigno. Aunque algunos autores utilicen ya el diagnóstico por imagen como método
diferencial entre depresión y demencia (O´Brien et al., 1994); como sostiene también
Bulbena Vilarrasa (2005).
Podemos pensar que, en la actualidad, las exploraciones complementarias aportan
poca información en estos casos, por ejemplo: si se trata de un trastorno de ansiedad, el
TAC o la RMN no mostrarán alteración alguna y, en muchos casos, si se trata de una
demencia incipiente, tampoco; hasta pueden aparecer datos de “atrofia cerebral difusa”,
que carezcan de utilidad. Por lo que respecta a los tests neuropsicológicos, como
exploración complementaria convencional permiten la obtención de información más
completa y precisa posible de este tipo de trastornos, pues en el caso, por ejemplo, de los
pacientes depresivos muchos se quejan de ciertas dificultades de concentración, memoria
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

y atención, aunque no cumplirán criterios de fiabilidad, si el paciente presenta una


importante clínica afectiva, sobre todo.
En muchas ocasiones, creemos que también puede resultar ventajoso el inicio de
tratamiento con litio, como buen eutimizante, estabilizador de la clínica concomitante a la
labilidad emocional reactiva del episodio tumoral cerebral primario y sobre la clínica
afectiva de estados vulnerables de ansiedad y/o depresión. Aunque nuestras
apreciaciones en clínica no sean objetivables de forma claramente manifiesta, pues desde
el punto de vista cuantitativo los resultados distan mucho de ser estadísticamente
significativos (p<0.005), pues por ejemplo, sólo se le acercan valores reseñables en torno
al análisis de los datos para la U de Mann-Withman, los resultados obtenidos en la
subescala de omnipotencia del DAS en depresión; sin embargo, podemos constatar desde
el abordaje cualitativo un ligero efecto beneficioso en la mejora de estos pacientes,
cuando no estabilizador, a la hora de toma de decisiones trascendentales para el futuro
(documentos legales, capitulaciones, cesiones, herencias, etc.), pues el paciente puede
centrarse mejor en esta temática sin que se preocupe más.
Además, la respuesta del paciente al tratamiento permite una mejor orientación
en el diagnóstico desde el punto de vista psicopatológico, habida cuenta de que muchas
veces no sabemos si la clínica que evidenciamos responde a una demencia de comienzo
insidioso, anodino y temprano, o a rasgos perfectamente compatibles con características
reactivas de una naturaleza tumoral.
Mucho ha de influir en esto el contenido psicosocial y educacional, pues si es la
mujer quien muere, suele dejar todo al cuidado y supervisión del marido (en el 75% de los
casos, con una relación de 3/4), y sólo en un caso (1/4) quiso la paciente tomar parte
activa; mientras que el hombre, cumpliendo su juego de rol, siente el deber o la
responsabilidad de atender y dejarlo todo solucionado antes de fallecer, en relación: 4/4
hacían referencia al tipo de pensión que le quedaría a su viuda, así como en la
disponibilidad de seguros privados de vida y ayuda al sepelio.
En lo que respecta a la función motora, Miller (1975) señaló que el
enlentecimiento psicomotor parece reflejar la realidad del trastorno afectivo, mostrando
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

los depresivos endógenos (y los bipolares) más retardo que los controles o los neuróticos;
mientras en nuestros resultados evidenciamos, además de un caso femenino de
características de pseudodemencia histeroide que agravaba un proceso psicomotor per se
ya enlentecido, que en el resto de los pacientes (n=7) evolucionaron mal en éste sentido,
algunos fatalmente (invalidez y óbito) incluso antes de finalizar el intervalo de tiempo
empleado en el tratamiento con litio (tres meses de duración). Además, Miller apunta a
que el déficit cognoscitivo está en función de la gravedad del trastorno afectivo. Este
análisis no es aplicable en nuestro caso, ya que las tumoraciones tumorales primarias del
sistema nervioso no afectan exclusivamente al contenido psicológico que fija como
referencia este autor, sino que debemos considerar también aspectos farmacológicos y
fisiológicos. Así, hemos constatamos que no se da la reversibilidad global de los déficits
diagnosticados, por lo que nunca conllevan la recuperación del trastorno afectivo, sino su
empeoramiento en el transcurso de un periodo corto de tiempo.
Durante la clínica neurológica del glioblastoma multiforme en cuarto grado de
diferenciación, constatamos que siempre se produce, respecto a la existencia de
alteraciones afectivas, un déficit cognoscitivo que afecta de forma significativa la
memoria inmediata, memoria diferida, olvido y memoria visuoespacial, habida cuenta,
además, por la preferencia de estos tumores a infiltrar de forma indiferenciada, las
regiones parietotemporales. En esto coincidimos con Tulving (1972) quien realizó, en un
estudio prospectivo de pacientes con alteraciones de la función cognitiva y desórdenes
afectivos, pruebas neurológicas del umbral de centelleo, constatando la afectación de los
tiempos de reacción. La presencia de delirios, se asocia marcadamente y de forma
selectiva con bajos rendimientos en pruebas visuoespaciales para en algunos autores
(Bulbena, 2005), déficit que se recuperaría completamente si se resolviera el caso.
Nosotros, sin embargo, no hemos constatado estos hechos.
Hemos evidenciado que la inteligencia premórbida, sobre todo en las primeras
fases de la enfermedad, no tiene ninguna relación aparente con los déficits cognoscitivos
observados. Luego, cuando la clínica se torna florida y el enfermo empeora, todo
comienza a fallar, esto es, enlentecimiento, obnubilación, sopor, coma, y muerte por
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

edema agudo de pulmón y fallo cardiaco. Mientras los déficits cognoscitivos coinciden
con signos neurológicos menores, como el reflejo glabelar y nucocefálico, poco
reseñables; y las pruebas de grafestesia y doble estimulación cara-mano, bastante más
coincidentes.
Existe una disfunción generalizada respecto a la edad; ligado al avance del proceso
de envejecimiento se establece una relación muy estrecha con los rendimientos
cognoscitivos en la fase activa del trastorno del humor; es por ello que la edad de inicio
tardía del trastorno afectivo va acompañada de peores rendimientos cognoscitivos y peor
pronóstico de evolución, más tórpida, conforme la edad aumenta.
Los pacientes depresivos puntúan significativamente en las escalas habituales de
depresión, sean auto y/o heteroaplicadas. Ello es más que un hecho en el grupo de
nuestro trabajo, que además presentan marcados signos sensoriales como suele ocurrir
frecuentemente en los casos de la patología tumoral maligna. Además, las evidencias
clínicas respaldan lo que parece ser un inicio más tardío de la sintomatología afectiva,
aunque con peores rendimientos cognoscitivos, y de fatales consecuencias ulteriores.
Tampoco hemos constatado diferencias significativas entre los rendimientos
cognoscitivos de los pacientes afectos de depresión y los de contenido ansioso.
Desde el punto de vista de la metamemoria y las distorsiones mnésicas propias del
Trastorno de Ansiedad de tipo histriónico, sólo se nos presentó un caso: mujer que refería
queja subjetiva de pérdida de memoria bastante más florida de la que sería propio de su
afectación neurológica; sin embargo, además de fragilidad afectiva y labilidad emocional,
puntuaba alto en neuroticismo, por lo que pensamos en ciertos contenidos
hipocondríacos secundarios a la angustia y reactivos a una sintomatología de carácter
depresiva también muy manifiesta, quizá coincidiendo con Tobiansky y colaboradores.
(1995), en que bien sea el anticipo de futuras manifestaciones demenciales.
Basándonos en la escala de demencia, siempre respecto a la clínica general
encontrada en ésta patología (neurológica y psiquiátrica) y el trastorno afectivo de tipo
depresivo, a nosotros nos interesa reforzar un protocolo que insista más en los signos y
síntomas de tristeza y desamparo, cansancio y abandono desde el punto de vista de la
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historia clínica, esto es: a) si el paciente tiene antecedentes de trastorno depresivo; b) si


el episodio empezó con síntomas depresivos, c) si este episodio probablemente no
empezó con deterioro intelectual; d) si el paciente sabe proporcionar una historia clara de
este episodio; e) si, por el contrario, el paciente proporciona una historia ambigua de este
episodio.
Por lo que a género se refiere, y teniendo en cuenta que la muestra resulta
pequeña (n=7), debida a la dificultad y las complicaciones para abordar estudios seriados
de este tipo de enfermedades, y aunque no encontramos diferencias estadísticamente
significativas entre mujeres (n=4) y hombres (n=3), sí que apreciamos desde el punto de
vista psicopatológico, una ligera tendencia hacia mecanismos depresivos así como a
trastornos de ansiedad de características obsesivas, con ideaciones rumiativas para las
mujeres; mientras que los hombres, suelen vivenciar la enfermedad de una forma más
cercana al trastorno de ansiedad y recurrir frecuentemente, cuando sienten más angustia,
a mecanismos hipocondríacos En el caso de cómo ser capaz de llegar a tolerar un cáncer
tan invasivo, quizá por la premura con que evoluciona esta enfermedad en tan corto
espacio de tiempo, se notaba que lejos de elaborar un buen duelo, para al final poder
afrontar el diagnóstico, encarar los tratamientos paliativos y la muerte, al paciente no le
daba del todo tiempo primero a negar la enfermedad, para luego reconocerla y aceptarla,
así en un porcentaje cercano al 42% de los casos, con una relación: 3/7, y más en mujeres
(en relación 2/1) todavía en evolución de la ideación negativa de la depresión, no les daba
tiempo a aceptar la enfermedad del todo cuando les sobrevenía la muerte o una
afectación neurológica suficientemente incapacitante; los hombres negaban y luego
afrontaban mejor la situación, aunque tampoco contaban con mucho tiempo más. En
este sentido, quizá el litio muestra una ayuda eficaz, facilitando en el paciente una mejor
evolución en lo que al afrontamiento del cáncer se refiere.
También los hombres en la totalidad, en una relación de los casos 3/3, parecían
más activos a la hora de tomar decisiones de características legales respecto a herencias,
renuncias, ceses, cesiones, pagos de deudas, dinámicas familiares como reuniones de
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

reconciliación con integrantes de la familia cara a solucionar viejas rencillas, testamento y


últimas voluntades.
Quizá el litio facilite también la toma de decisiones y la asertividad en este tipo de
tribulaciones, ansiógenas per se, aunque inevitables. He podido registrar personalmente
que es al inicio de la agonía cuando las pacientes (relación: 3/4) suelen ser muy
consciente de lo que está pasando, a pesar de que el deterioro neurológico sea ya muy
evidente, y de que hasta el momento se haya dejado llevar por mecanismos de evitación
y no afrontamiento. Hasta el momento, el hombre, que se ha dejado llevar más por
mecanismos ansiógenos, entra en todos los casos (3/3) en alteraciones afectivas, clásicas
en la triada negativa de la depresión de Beck, dejándose llevar más hacia embeberse de
los signos negativos de la depresión: el cansancio, la renuncia, el abandono y la muerte.
En el futuro, las pruebas de diagnóstico por imagen que ya en la actualidad
suponen una revolución para constatar la evolución de este tipo de cánceres primarios,
así como la investigación biológica, nos han de proporcionar datos muy importantes en
las dimensiones biológicas de la depresión y en el deterioro cognoscitivo, por ejemplo a
través de la RMN (Hickie et al., 1995). Así como también las pruebas neurofisiológicas
más modernas (Morault et al., 1994) y los métodos de evaluación cognoscitiva pues,
además de seguir desarrollando a la par los modelos clásicos (Gainotti et al., 1994),
incorporan nuevos paradigmas como el del tono hedónico y su relación con la memoria
(Des Rosiers, 1994) o la hipersensibilidad al feedback negativo (Elliot et al.,1994).
En nuestra opinión, dado que en este estudio piloto las sales de litio comportan, si
no un alivio integral, sí que una mejora en el papel estabilizador de la afectividad de los
pacientes afectos de un proceso terminal canceroso altamente diferenciado como el
glioblastoma multiforme, convendría introducir este tipo de protocolos de forma
sistematizada en la casuística hospitalaria habitual, con miras a determinar en estudios
prospectivos de años de evolución, la verdadera eficacia de estas drogas en la ayuda a
paliar, al menos, la sintomatología cancerosa florida que ya, desgraciadamente, soportan
estos pacientes.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Desde las nuevas perspectivas futuras, las pruebas de diagnóstico por imagen
como la Resonancia Magnética Nuclear o la Tomografía por Positrones, que ya suponen
en la actualidad una revolución para diagnosticar y constatar la evolución de este tipo de
cánceres primarios, nos han de proporcionar datos muy importantes en las dimensiones
biológicas de la depresión y en el deterioro cognoscitivo; así como también las nuevas
pruebas neurofisiológicas y métodos de evaluación cognoscitiva, mediante el desarrollo
avanzado de modelos clásicos que incorporen nuevos paradigmas como el del tono
hedónico y su relación con la memoria o la hipersensibilidad al feedback negativo.
Hemos pretendido a lo largo de este estudio un protocolo de seguimiento piloto.
Teniendo en cuenta que las sales de litio comportan, si no un alivio integral, sí que una
mejora en el papel estabilizador de la afectividad de los pacientes afectos de un proceso
terminal canceroso altamente diferenciado como el glioblastoma multiforme, convendría
introducir este tipo de protocolos de forma sistematizada en la casuística hospitalaria
habitual de la Oncología cerebral primaria, con miras a determinar en estudios
prospectivos de años de evolución, la verdadera eficacia de esta droga en paliar, al
menos, la sintomatología cancerosa florida que, desgraciadamente, soportan ya estos
pacientes.

8. LA NEUROSIS OBSESIVA: PARADIGMA CLÍNICO EN LA PSIQUIATRÍA Y EL


PSICOANÁLISIS. CONCEPCIÓN DIACRÓNICA DE LA ENFERMEDAD
La neurosis obsesiva, no se define sólo por la concepción de una clínica sincrónica
que construya sus categorías a partir de la presencia de un conjunto de síntomas, sino
que está compuesta por un cómputo de variables (situaciones desencadenantes,
mecanismos de defensa, fijaciones pulsionales) que articulan su etiología. La clínica
diacrónica se construye a través de una secuencia temporal donde conjuntos de síntomas
caracterizan las distintas etapas de la enfermedad, y con las que se explica su naturaleza,
sus formas clínicas, estadios de desarrollo y tratamiento.
La psiquiatría americana y el DSM-IV (APA, 2000), ha utilizado la referencia de
Freud en la descripción de la neurosis obsesiva, pero con cierta transformación de los
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

conceptos y la clínica freudianos. En el DSM-IV-TR (APA 2002), el uso de la categoría del


TOC se aleja de la más precisa clasificación freudiana de neurosis obsesiva, no sólo por su
carácter descriptivo, sino también porque sus definiciones de obsesiones y compulsiones
pueden implicar la inclusión en el trastorno de entidades clínicas heterogéneas con este
tipo de neurosis como, por ejemplo, los rituales de esquizofrenia.
Los psicoanalistas postfreudianos, como Otto Fenichel, Melanie Klein y Sandor
Rado, fueron desplazando y transformando los conceptos freudianos sobre la neurosis
obsesiva. Así pues, fueron los mismos psicoanalistas norteamericanos, antes de que el
término de neurosis terminara de desaparecer de las clasificaciones norteamericanas,
quienes contribuyeron a su reemplazo. Sandor Rador escribió un Manual de Psiquiatría de
extensa repercusión en su época, incluyendo un capítulo que lleva por título: “Obsessive
Behavoir: so called Obsessive-Compulsive Neurosis”. En adelante, los conceptos
freudianos se trasvasan a un nuevo paradigma de perspectiva conductista que cumple el
papel de etapa intermedia en relación con la Psiquiatría actual (Mazzuca, 2005).
Se manifiesta la tendencia de los postfreudianos a reducir a la agresividad la
compleja trama de componentes de la elaboración freudiana; igual tendencia que la de
los psicoanalistas de habla francesa asistiendo, de esta manera, al movimiento de
sustitución del concepto freudiano de neurosis obsesiva por el de carácter anal; pues,
según estos autores, la conducta obsesiva se basa en una predisposición adquirida en la
infancia, que abarca varios factores bien determinados, esto es: a) una rabia excesiva; b)
un miedo culposo que se hace más fuerte por retroflexión de la rabia reprimida; c) los
residuos de la omnipotencia primitiva que hace más fuerte la rabia; y d) la deficiencia en
el área del orgasmo genital y el debilitamiento del amor genital por el imperativo control
sobre la rabia reprimida.
Para Sandor Rado el rasgo fundamental es un exceso de conciencia
(overconscientious), la observación meticulosa de pequeñas reglas y formalidades, donde,
especializado en estas minucias, el obsesivo está siempre en peligro de perder lo esencial;
de la misma manera que su tendencia al orden, que suele ser excesiva e inapropiada,
como un perfeccionismo inacabado (Fernández, 2005). Todo esto es lo que se llama,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

descripción del cuadro clínico. Así, una vez terminado el examen del cuadro clínico, llega
el momento de pasar a la búsqueda de los procesos patológicos subyacentes, y en este
caso, los desórdenes sobrerreactivos conducen a la inhabilidad para manejar eficazmente
las situaciones de peligro con un adecuado control.
La hipótesis psicodinámica que aplicamos al TOC, pretende ensamblar los aspectos
neurofuncionales con otros de naturaleza psicológica. Destaca la interpretación clásica de
Janet (1908), según la cual en el obsesivo existe un descenso de tensión psicológica o de
actividad psíquica general, que se traduce en los sentimientos de no estar completo del
todo y en la disminución o pérdida de las funciones de la realidad, características propias
del paciente obsesivo.
Montserrat-Esteve (1987, 1971) ha postulado un enfoque timodinámico de las
obsesiones, según el cual el inicio patogénico de muchos de estos cuadros radicaría en la
cristalización infantil de un determinado estado afectivo, que a su vez responde a
especiales situaciones biográficas. En otras ocasiones este estado tímico tiene un carácter
más endógeno. Este núcleo timodinámico infantil puede diluirse o persistir dando lugar a
las manifestaciones obsesivas características del adulto. Esta teoría guarda cierta
conexión con el condicionamiento de ciertos estados afectivos que defienden los
conductistas.

9. LA REPRESENTACIÓN INCONSCIENTE A TRAVÉS DEL TEST PROYECTIVO DE


RORSCHARCH EN NUESTRAS PACIENTES OBSESIVAS
Para el caso de una futura madre debemos de crear un sustrato afectivo válido
que es la demanda que te pide esta paciente con una clínica de trastorno obsesivo-
compulsivo; viene, además, su pareja para asegurarse de que su esposa va a estar
suficientemente capacitada para afrontar sus deberes respecto al nacimiento del hijo.
Estamos ante la clínica que ofrece una mujer suficientemente preparada ya (capaz de
tolerar niveles de tensión y de angustia y de contradicción extremadamente altos sin
llegar a descompensarse) por lo que, a pesar de que todavía profundice en su psicología,
no tendrá más problemas que muchas de las madres que pudiésemos considerar
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

normales y que ya tienen muchos hijos; así pues, se brinda con posibilidades reales por
encima de la media. Por ejemplo: el hecho de poder contar sus sueños y manejarlos
ulteriormente, habla de su capacidad de manejar la angustia (ya que estas fantasías
oníricas no son de ninguna originalidad, si no de las normales que habitualmente todos
nosotros tenemos; sólo que la mayoría ni los recordamos, ni los trabajamos, ya que no
queremos saber nada de ellos, porque nos angustian y cumplen su función al aliviar la
tensión por el hecho mismo de soñarlos; y esta señora tiene una capacidad enorme para
poder entrar a manejar sus angustias).
Por otra parte, se está deshaciendo de todo esto; de todo lo que para otras
personas puede resultar ansiógeno, para ella ya no va a serlo; se está desligando, ella se
está deshaciendo de sus fantasmas continuamente: puede reconocerlos, puede ella
misma reinterpretarlos y puede deshacerse de ellos como fantasma; simplemente los va a
elaborar como elementos y conflictos reales que todos tenemos ante una vida real y nos
hace confrontarnos con realidades ansiógenas. ¡Eso es lo que esta señora está
consiguiendo!, que no es poco. Ella tiene que poder manejar lo que va a sentir por ese
niño y tiene también que poder ofrecérselo a su marido.
Además, hay que incluir las fantasías eróticas que el imaginario de esta paciente
ya se está permitiendo tener, y en donde también va a meter al terapeuta; mejor sería
tener el hijo de él y con lo que él representa, esto es: con su padre, con el hermano de su
padre (su tío), con su amante y con su marido…. Estamos hablando de la vida íntima de
una mujer que tiene que confrontarse a unas angustias, nada pequeñas; de cómo, y con
qué argumentos se permite manejar ya a ése hijo aún no nacido y además, puede
concedérselo y ofrecérselo a su marido, cuando saben ambos a ciencia cierta que no es
de él. Porque ella sabe que su marido está también en el hospital; que ella ha sido
violentada, violada, sin dolor; y además ella no se resistió a la violación; o sea, cada vez se
precisan más los elementos de la seducción… Encima, también aparece un elemento
nuevo, pues en sus sueños teme ser embarazada con el semen de un donante portador
de VIH; y no se atreve a decírselo a su pareja; sabe que el aceptaría, pero a este nivel son
todas pequeñas preguntas que le atenazan… Preguntas que se puede hacer una mujer,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

perfectamente normal. Y todavía nos necesita, pues “¿con qué argumentos le digo a mi
marido que ya estoy embarazada, tengo que recurrir a usted?” (nos refiere). Porque sabe
que psicológicamente sí que podemos encontrar esos argumentos.
Hay dos etapas: una primera, dónde lo que ella quiere es que el terapeuta le diga
cómo debe contarrle a su marido que está embarazada de otro hombre; aquí hay que
tener en cuenta que debemos seguir protegiéndola psicológicamente durante la
gestación (estamos hablando de lo que siente y vive, al margen de la autorización
consciente para permitirse una inseminación con su pareja; nos referimos a que, en sus
afectos internos, sólo esto no es suficiente; estamos hablando de un mundo
fantasmático, de un mundo profundamente afectivo, en el cual el permiso consciente no
es suficiente para alcanzar ése equilibrio).
Debemos hacerla saber que todo está bien siempre que pueda quererlo sin culpa,
y para que, también sin culpa, pueda transmitirle su cariño (porque también, se da por
caso, que estas mujeres están queriendo al hijo de otro; deben de querer, entonces, a
este hijo sin dejar de sentir el cariño que le tienen por el marido; incluso, a la hora de
contemplar, la renuncia por ese embarazo -por mucho que esté hablado y programado, y
el marido cada vez lo quiera y lo contemple más-, si es que esto pueda llegar a ser causa
de ulteriores problemas en la pareja).
Tampoco puede ser, porque esto que le favorece la dinámica de pareja; que si él
quiere, a cada dos por tres, ella esté dispuesta a no tener el hijo (en la primera sesión ya
nos decía, amenazaba, de que si no tenía un niño se separaba), en ése caso: “Señora,
¿está usted protegiendo a su marido? ¿Gracias a lo que su marido siente se está
protegiendo usted? No se trata de que por una angustia que nosotros tenemos que
resolver aquí, usted no tenga el hijo. Usted desea tener el hijo, siempre ha deseado tener
un hijo, pero esto debe de hacerse a través de un sustrato psicoafectivo y emocional lo
más estable posible. Para que usted pueda quererlo sin culpa, y convencida, sea capaz de
transmitirle una sensación generosa a su marido”.
Estas mujeres, generalizando, sufrirán todos los fantasmas que crea esta situación,
así: no sólo necesitan, desde el punto de vista biológico, el permiso explícito del marido
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

para tener al hijo; ahora también necesitan el permiso para poder quererlo como hijo, sin
traicionar el cariño que ella siente por su marido, a fin de cuentas: porque va a querer al
hijo de otro (del señor anónimo que donará y aportará el semen); habida cuenta, que
para ella este primer permiso que le ha dado el marido lo siente como algo que la licita
para poder ir con otros hombres y, además, tardando bastante tiempo en entender que
esto que ella siente en realidad es muy diferente a la inseminación que se le tiene
permitida. Necesita ella que el marido la reafirme no solamente en tener el hijo, sino que
también apruebe y bien consienta el embarazo.
En definitiva, ¿cómo es el constructo de esta psicología?, -con elementos
emocionales y con un nuevo tipo de producto de agresiones ambientales (clínico-
tecnológico de la moderna ciencia de la concepción) para el cual no estamos preparados
en absoluto pues carecemos de cualquier tipo de bagaje en una situación tan novedosa
como ésta, para poder manejar y estructurar la angustia en donde resulta una
inseminación artificial; hasta ahora sí que a lo largo de la historia de la humanidad, desde
las hordas de las primeras familias paleolíticas, teníamos bagaje para ser capaz de
afrontar que el inseminador sea natural, por infidelidad, en donde la mujer sí está
equipada psicológicamente para valorar si angustiarse o no, en función de una
inseminación natural con otro hombre que no sea su marido.
Puesto que las mujeres de estas generaciones no tienen aún todo el sustrato
psicológico suficiente para elaborar esquemas frente a los mecanismos y secuelas
psíquicas que deja la FIV, acuden y recurren (porque no hay otro sustrato del que poder
servirnos) al sentido de una infidelidad, estructura psíquica a la que aunque parcial,
porque no del todo completa, remeda parte de este engaño a su marido; además de
fantasear y recurrir también, como hemos visto, al imaginario de la violación; donde a
pesar de lo traumático del caso, también está bastante bien equipada psicoafectivamente
para manejarlo.
Es decir, los mecanismos psicológicos con los que podemos defendernos a la hora
de la confrontación con la inseminación, y que residen en la defensa de la sexualidad
afectiva y maternal femenina desde antaño, a través de los viejos arquetipos jungianos,
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son los fantasmas de violación y los de infidelidad. No hay que ser muy versado en esta
ciencia para entender, en el sentido de términos absolutos, que una señora a la que se le
anestesia para hacerle un hijo con el semen de otro hombre diferente a su pareja, pueda
fantasmar una violación.
Excepto nosotros, que debemos de prever los medios psicológicos para que esa
mujer, acostumbrada ya a los medio invasivos a los que se ha visto sometida, no sufra y
se sienta igual en manos del terapeuta. Hay una ecología humana, donde el entorno ya no
sólo lo ofrece el desarrollo normal de la biología, sino una naturaleza que nosotros
mismos hemos creado; de ahí por lo que, aunque remede, esto no sea en sentido estricto
una violación, sino el producto de un entorno tecnológico normalizable, en donde
vivimos.
Así, tenemos que adaptarnos a cambiar tan rápidamente nuestros esquemas, que
intelectualmente lo podemos hacer, pero que psicológicamente, es otra cosa; es por ello
que tenemos que violar antes su psicología para que después vaya bien en la agresión
orgánica; pese a que al emplear la terapia, tratamos con estas pacientes de hacerlo a
marchas forzadas, en un año, para poder asimilar un proceso que finalmente es una
violación de la naturaleza. Hasta que estos efectos desaparezcan, en el transcurso de
varias generaciones, no sabemos exactamente cuántos; siempre en función del desarrollo
de la actual antropología social y cultural.
Así cuando a la paciente se le propone técnicas de inseminación artificial, o FIV, se
abren en el imaginario ambos archivos, pues si no la dinámica de pareja se va a sostener
en elementos de infidelidad y de violación. Y, es por esto, que ella requiere de las
destrezas del terapeuta, para que le diga al marido, en lugar de ella, ¿por qué una mujer o
un hombre se niega a la fecundación artificial?, porque tenemos que estar a la altura de
dar soluciones psicológicas a las nuevas situaciones tecnológicas; teniendo en cuenta,
además, de que son psicologías totalmente diferentes, a lo mejor desemboca en una
confrontación que le está abriendo puertas a una regresión neurótica.
Habrá parejas que incluso preferirían no tener a un hijo o adoptarlo antes que
valerse de semen de donante, que para la mujer es tener ellas un hijo suyo, pero con un
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padre mágico; y para no tener que recurrir a elementos regresivos neuróticos, habrá pues
que acceder a elementos fantasmáticos como la infidelidad y la violación, y en donde,
además, la tarea del terapeuta, por el momento y para el caso, está en crear los archivos
precisos y enriquecerlos bien, ofreciendo un sustrato psicológico idóneo a esta situación,
en donde habrá que poner una buena empatía entre los lazos afectos de ella y su marido;
y dar un mecanismo de racionalización intelectual extremadamente poderoso, para que
cuando se le produzca cualquier tipo de angustia a causa de este recurso de inseminación
con donante, ella recurra a la explicación intelectual y al lazo afectivo del marido, y evite
así a la explicación fantasmática que la llevaría por un recoveco extremadamente
angustioso.
En verdad, es que ella en ningún momento ha pedido permiso para tener un hijo
con otro hombre, pensó tener (al menos la posibilidad en sus fantasías) relaciones
sexuales; sino que esto se le está imponiendo desde la inseminación con semen de
donante; es más, ya sabemos que ella se angustió mucho al saber que hubiera podido,
ante una veleidad, tener relaciones sexuales y un hijo con otro hombre, como cualquier
mujer casada, que no con su marido.
Además, de la culpa y de la responsabilidad abrumadora que habría de sentir
cuando, aún queriendo a su marido, éste pasa a ocupar el rol del padre de ella y pasar a
ser el guardián del hijo del otro. Ella, a lo peor, no soporta tampoco la utilización que ha
hecho de un marido, que ella inicialmente quería para dar un hijo a su padre, el cual pasa
ahora a ocupar el rol de su padre; y, como además no le vale para concebirle un niño,
viene ahora a ser sustituido por otro hombre, y se convierte exclusivamente en el
cuidador del hijo de otro.
Esto, incluso tendría un nombre, sería el complejo del cuco: el hembra del Cuculus
canorus pone el huevo en el nido de otro; y después de vigilar varios días (evolución de la
inseminación) marcha (para poder seguir la puesta en otros nidos), mientras el padre
adoptivo (como las currucas o los carriceros) lo incuban y lo crían. Toda intervención
sofisticada averiguamos que tiene efectos secundarios.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

A veces, estos mecanismos reveladores de secretos que nos ofrecen los pacientes,
en un momento determinado, son también un premio para el terapeuta; también es un
elemento de seducción al terapeuta, pues, sin saberlo, te están dando las gracias por la
luz que se le mete, y por cómo está funcionando la terapia…, se está poniendo luz en la
oscuridad, y la oscuridad siempre es ansiógena. Por ejemplo, cuando algunas pacientes
que dejan de tener sus mecanismos psicosomáticos como por ejemplo el asma, en el
momento que empiezan a tener la regla (menarquia), en el momento en que ya se ven
como competidoras de la madre.
La hubiera llevado a una confrontación que le hubiera deparado muchísima
angustia; máxime cuando en esta entrevista, hacia el terapeuta, ya hay una advertencia:
“… tolero un cierto nivel de angustia; pero, en este momento, ya no tolero más”. Así que
la tengo que llevar al terreno en que más la pueda ayudar, esto es: en el terreno de la
culpa, por no haber sabido ayudar a la abuela (y esto sí que es una buena terapia, porque
te está diciendo lo que el cuerpo necesita).
Es muy típico de las personalidades histéricas, eso de que conscientemente tienen
que tener una reacción afectiva y no las tienen; es lo que además lleva a muchas personas
a terapia, ya cuando se acumulan ciertas situaciones en las que no son capaces de sentir
la expresión afectiva que la situación está demandando: “(…) Es que no siento”. Pero no
solamente no sienten las situaciones de duelo, sino también las de placer; ni una cosa ni
otra, tiene la sensación de que los afectos le pasan, conscientemente perciben y sufren
porque no son capaces de sentir.
Al final, se está rechazando el miedo a ser rechazado; y no puede acercarse a sus
padres si no es a través del conflicto. Engañar a todas las mujeres de la casa, gracias a que
estaba en permanente conflicto con el padre; a través del conflicto ella era la favorita, la
que más contacto tenía con el padre; pero siempre, dándole una unidad, que a veces
parece muy reduccionista, pero no lo es; no es reducir al todo, sino darle al todo un
contexto que sea posible explicarle, y darle una seguridad, un mecanismo.
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Otras veces, son más bien elaboraciones pero de tipo cognitivo, es una serie de
información que le plantea ciertas y se deshace de ciertas realidades subjetivas para
convertirlas en objetivas y tangibles, pero no tiene el código.
Transmisor, receptor, mensaje y el código; lo importante en una terapia es que
terapeuta y paciente, los dos tengamos el mismo código (en función de la necesidad, del
nivel dramático que estás elaborando, como la muerte del padre); esta paciente ya sí que
tendría el código, y por eso trabaja tan idealmente bien. Ya lleva un montón de meses, ya
se ha leído un par de libros de Freud, primero tuvo una psicoterapia corta, por problemas
con el niño, durante el embarazo, y ahora está en otra etapa, ha de admitir el código
analítico.
Estamos ante niveles traumáticos que necesitan una codificación muy sofisticada,
y esto ha hecho que esta señora, durante mucho tiempo, haya elaborado un trauma. El
trauma que le haya hecho repetir de manera consciente las relaciones con su padre. A
partir de la madurez, repasarlas y poder volver repasarlas, además con su marido,
acotándolas, viendo lo que a partir de aquí se convertía en odio, aquello que después lo
elaborba para sí misma. Aunque (esto es lo que resulta llamativo), a pesar del tener el
código, no lo puede elaborar sólo consigo misma, sino que necesita al terapeuta, que
aunque intervenga muy poco; casi es una presencia, en el aire, necesaria, porque no
puedes no estar (casi no haces nada, porque si tiras, puede que la angusties y se bloquee:
después de 5 ó 10 meses, te viene ahora con algo que te cuenta, pero que está ahí desde
el principio, pero que no lo ha manejado y porque teme a la angustia que eso le iba a
desencadenar, si no se sabe manejar por el terapeuta y pueda salirse de control; no es
que tenga vergüenza después de tanto tiempo por el terapeuta, es lo que teme, cuando
son cosas que están ahí, y están enquistadas por el temor a perder el control sobre la
angustia que podrían producir el traerlas a la memoria, finalmente). Una persona, sola,
tiene el código, pero no llega a descifrar los mensajes.
Además, cuando hay una inhibición sobre un material fundamental, ésa misma
inhibición va a inhibir otras secuencias, otras experiencias, otras acciones de la vida, para
que así se proteja la inhibición de abajo; se va a hacer un pequeño núcleo que se va a ir
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protegiendo con nuevas inhibiciones, funciona como un mecanismo (aunque cuando


crees que has llegado al núcleo, al filo de la navaja, pura y dura, y de afeitar y, encima, un
objeto secreto de los padres… una navaja que además ella va a pasarle el dedo por el filo,
para darse cuenta que además corta; esto, resulta para ella más banal de lo que cabría
esperar, y sin embargo, la cuerda con que de pequeña se le ataba a la cama, sí que puede
llegar a ser mucho más conflictivo para ella, material muy primitivo, incluso olvidado;
donde el núcleo original, precisamente, puede que sea lo de la cuna, y queda ahora al
descubierto, y que a partir de entonces se hayan ido utilizando otras experiencias más o
menos traumáticas o que incluso no lo son, cualquier cosa (imperdibles, regalos, una
fotografía, un objeto que tiene mamá escondido en la cómoda; objeto que tiene
guardado papá en una caja, y que funciona como objeto fetiche, y vamos a verlo… y ver
los secretos de papá; y ¿con qué se encuentra esta chica? Con ¡una navaja de afeitar!;
claro, de libro). Más claro imposible.
En general, nunca vamos a encontrarnos con una navaja de afeitar, pero siempre
vamos a investigar en la habitación de papá (donde sí que es posible que encontremos
preservativos). Está claro que cuando un niño va a buscar a la habitación de los padres, va
a buscar la mística del objeto erótico, el objeto fetiche, el secreto de los padres, que el
niño ya lo sabe: el simbolismo erótico, de un secreto entre ellos. Porque en el fondo, el
niño no sabe qué es lo que mantiene a los padres unidos, y busca el fetiche, que es lo que
hay en ésa habitación, algo muy especial, y en la habitación matrimonial ¡de vez en
cuando encima le ponen una cruz, y hay que buscar allí el objeto religioso. Es un mundo
muy especial, que el niño tiene que investigar.
También, nuestra paciente, oía el ruido del padre; al final le costaba un poco de
trabajo, pero al final, no tardó tanto, identificó el ruido que oía; indicar que esos ruidos
que oía eran el padre haciendo el amor, y no era el padre roncando… Quizás es un ruido
muy ancestral, que está ahí y estamos esperarlo sentirlo, y que, en un amplio sentido,
está ahí y que ¡también es la garantía de que el matrimonio funciona! Finalmente, hay
que tener en cuenta que eso es una seguridad, para el niño, desde el punto de vista ya no
cultural sino de una antropología primitiva. Mientras los padres hagan el amor, el niño
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está seguro de que los padres están juntos y funcionan, con lo que ello conlleva de
alzamiento de intereses y de búsqueda de seguridad.
La erotización de la situación era peligrosa, culpabilizante; no le permitía a la otra
chica, el vivir la triangulación edípica a nivel imaginario, se la ponían y se la quitaban. Y,
más, cuando sueña: “…Que su padre está haciendo el amor con ella, y que su madre está
mirando…”. Es una antropología cultural, cuando se ve celoso porque mamá o papá le da
un beso a mamá y papá; pero al mismo tiempo le da seguridad primitiva, en donde todos
estaban con todos, aunque ahora esto le marcaba al niño que en realidad era una pareja.
En ése momento, el niño tiene que evitar en lo posible que venga un rival, y ocupe
su posición en la pareja; por eso siempre se ponen en el medio e impiden casi siempre
que esta tenga lugar; o se meten mucho con uno para ocuparlo; a veces el niño
peleándose con el padre; las alianzas familiares, como tiene que ser, han de estar
definidas edípicamente (llama a la madre, aunque es el padre el que le da seguridad, los
terrores nocturnos, aunque también los genere el padre, los soluciona el padre también;
o cuando dice que la voz del padre, le da miedo; aunque esto no siempre es de libro y en
realidad el niño fluctúa; por ejemplo, a veces la niña está más con mamá y va contra
papá; la mayoría del tiempo el niño está con mamá y la niña con papá, pero otros niños se
esconden bien, es tan fuerte la relación con mamá que están siempre con papá,
entreteniéndolo, teniéndolo ahí tranquilo, tenerlo cuidado; y aunque ellos se identifican
con el padre (coger herramientas del cajón..), también es una forma también de dejarse a
mamá para él.
Esto, probablemente trae más conflictos, al mismo tiempo que su padre es su rival
directo, se identifica con él y lo necesita mucho; después toda una serie de sutilezas, muy
eróticas a veces, que van hacia la madre: “…Tú eres mi amor…” Y hay que solucionar, a
veces, ésa rivalidad, y por eso la voz de papá da miedo. Aunque no la agreda, tiene él que
agredirse para ponerse controles; en el niño, si tú no les pones controles, ellos te lo
inventan porque los necesitan.
Inventan sus miedos con el papá, no me grites que me das miedo, no me hables
alto que me desmayo; es un circo, pero él se ha hecho también de una imagen que le
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sirve para organizar los procesos de su propio control. De ahí, que la ausencia de la figura
paterna, sea tan complicada para educar a un niño, para educar a un varón. Máxime
ahora que los padres les damos pocos controles, poca rigidez a los hijos, en la que puedan
apoyarse; queremos ser tan poco directivos, que no nos damos cuenta que ellos
necesitan controles, pues el equilibrio siempre es importante, que tengan algo en que se
puedan agarrar, ahora que por ejemplo, la escuela no es directiva.
Antes era el maestro el malo, ahora tienes que ser padre y malo, porque el
maestro no es capaz de dar un chillido; antes, cuando tenías que poner la mano y te
cascaban, el padre y la madre siempre eran buenos. Tampoco era bueno el castigo físico,
pero el maestro entonces habría de tener una personalidad impecable que sirva de apoyo
a los niños, y ¿dónde vas a encontrar ahora esto en el maestro? Está muy crudo, y los
padres tienen que ser los malos de la película.
Tenemos que jugar el rol de afecto, pero al mismo tiempo, tenemos que ser un
punto de contradicción continua: fijo y sólido, y al mismo tiempo, afectuosos, cariñosos,
tiernos y blandos. Ese doble mensaje lo podemos conjugar muchas veces. Y encima,
peligroso e inevitable: la madre va a contradecir a la madre, por ejemplo cuando le va a
quitar el castigo al niño.
Hay que tener también en cuenta que el niño tiene dos genitores; a veces nos es
tan malo que uno le dé el castigo y otro se lo quite; es una sobrecompensación; la rigidez
de uno no se puede sobrecompensar con la ternura del otro; por eso el niño siempre
acude a los dos, si mamá no le deja, a ver si papá le deja… Y eso, en un momento dado, lo
puede necesitar el niño; que uno de los padres sea más tolerante y el otro menos
tolerante; lo que hacemos con el niño es que lo acostumbramos a que la vida también es
así, con sujetos y situaciones tolerantes y otras con las que va a encontrarse menos
tolerantes; situaciones donde aquí se me permite, y aquí no, acostumbrándose sin que le
cause un problema (a que aquí se conduce de una forma, y en Inglaterra se conduce por
la izquierda; a que una chica le diga que no y a que otra, luego, le diga que sí); porque en
definitiva la realidad es contradictoria, aunque al principio, de pequeño, deben de ser
pequeñas contradicciones a las que progresivamente se vaya acostumbrado a tolerarlas.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Finalmente, un conflicto entre mujeres (madre, esposa, hija y la hermana,


¡también!, pero más distante, porque era más pequeña, menos amenazante), y el
hombre navegando (y ¿quién de las tres tenía el poder cuando el padre estaba ausente?)
(estaban enfadadas cuando el padre volvía, pues cuando estaba presente, él tenía el
poder); y, al revés, él, ¡hijo, marido y padre! Una es madre de ése señor, otra es esposa y
para otras son hijas; pues para cada una es, al mismo tiempo, hijo, esposo y padre.
Situación que al eliminar la anterior, dejó destapada ésta (conflicto más nuclear): cuando
mi padre se iba, nos teníamos que pelear entre las cuatro, también la hermana, por ver
quién tenía el poder.
Un pecado pero sin castigo; neurosis incluso con las fobias… Incluso, ¿ésto es
verdad, sucede? No me recuerdo el pecado pero sí de que me castigaban. Un poco la
misma situación de antes, un mundo medio onírico, medio alucinatorio; o sea, cuando va
viendo cómo se está castigando a la abuela, la están castigando a ella; y no entiende muy
bien por qué, no sabe cuál es el motivo, pero sí sabe que se está siendo castigada; no
sabe si es real, si lo soñó; con todo el simbolismo de la oscuridad; no sé, hasta que punto
todo lo que pasó con la abuela, pertenece a un escenario real o a un escenario
imaginario, a lo mejor lo es; a lo mejor es un sueño, también; casi está al borde del mito
de la caverna de Platón; o a lo mejor los padres (que aparecen muy oscurantistas en
nuestras terapias) no nos dijeron la verdad, y es el descubrimiento que nosotros no
vamos a hacer hasta la adolescencia tardía. No se entiende bien, no se sabe lo que se
hace, es un tiempo demasiado misterioso, tiene un poder que es capaz de actuar sin que
el adolescente lo sepa; y ya tiene todo el contexto y toda la pulsión sexual.

10. PSICOPATOLOGÍA A PARTIR DEL PRIMER AÑO DE VIDA

Resulta peculiar, como la problemática de los hijos no nacidos, de los hijos que no
existen; o de los hijos que vienen para sustituir al hijo muerto, que son muy
culpabilizantes. Toda esa es una patología de culpa, depresiones melancólicas; ésa es la
base de la psicología del primer año de vida, dónde el niño que siente y sufre carencias va
a imagar que lo agreden o que es abandonado por los padres, porque él no supo estar en
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el sitio que le correspondía; y ya un niño que nace en lugar de un niño muerto y que
¡encima le ponen el nombre del otro!, como suele pasar, resulta catastrófico; y para
colmo, que haya sido, que el muerto haya sido niño, y que ahora, nace niña, y no puede ni
siquiera ser hermano de reemplazo, ni siquiera puede reemplazar al otro porque a pesar
de que ella quiera tener actitudes de niño.
Nunca va a estará la altura, y va a ser como muy psicotizante, en ése momento,
porque ella querrá tener actitudes de niño, porque de pequeñita quisiera ser niño pero
nada, finalmente es niña y no puede crear si no actitudes narcisistas, y esto es peligroso.
Incluso te está hablando de suicidio; ahí estamos hablando de las pseudopsicosis, y hay
mucha personalidad psicótica, que va a pedir ayuda, a veces con trastorno de tipo sexual,
trastornos de la identidad sexual… que nunca aparecen en primer plano, pero que
aparecen disimulados con trastornos sexuales, con problemas de impotencia, de frigidez,
de fobias sexuales.
Esto hay que matizarlo bien porque no los podemos confrontar de repente con
una terapia sexual, porque lo confrontaríamos directamente con su problema sexual. Y
como son pacientes, que encima tienen un problema de orientación sexual de tipo
psicotizante, lo que van es a buscar en el terapeuta esa identidad, y si son del propio
sexo, siempre va a ser de tipo homosexual, y esto al terapeuta nobel le angustia mucho.
Pero hay que tener en cuenta que esto es lo que se le debe permitir, no en el sentido
genital, si no en el sentido de la identificación que el/la paciente esté buscando.
En la paciente que siempre coge las muñecas rotas para jugar, la niña se siente
también como un muñeco roto, disgregado; te está hablando de la imagen corporal que
debía tener de niña, de pequeña, y que debe seguir teniendo ahora; es una muñeca rota,
que alguien ha roto o que nació rota; fue hecha con los pedazos de los deseos rotos que
se tenían hacia otra persona, como dos iguales, que no existen; tienen una imagen de sí
misma hecha de trozos, de deseos que se tenían hacia otra persona que murió, que no
existe, y algunas partes de sí misma hecha, también, de deseos hacia ella; alguien que
también le habrá mandado el mensaje de qué bonita eres, estás divina…. está hecha de
otros trozos suyos, pero está rota porque otros trozos no le pertenecen. Te está diciendo
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

que ya existe, que es un ser físico, pero que como ser psicológico, está hecha por cosas
deterioradas, que están viejas, rotas, restos de otros, muertos, que ya no existen.
Así, cara a la terapia con pacientes neuróticas, podremos mandar a la mujer
adolescente, de 16 ó 17 años, a terapeutas que tengan buena imagen de madre, joven y
de buena identificación femenina; y esto suele funcionar bastante bien. Aunque existan
problemas de seducción, si se manejan bien, sin miedo, no ofrecen mayor problema para
el terapeuta. Incluso en el caso del paciente-hombre, donde tampoco se está pidiendo
cuando habla de sus problemas de homosexualidad que el terapeuta sea su pareja, sino
una buena proyección de la identificación de su propio sexo en el otro.
Otro problema diferente es en el paciente perverso; en este, sí. Por eso es tan
importante adivinar qué es lo que el paciente quiere de ti; que rol te pone el paciente y a
través del diagnóstico diferencial debemos emplearnos para saber a quién tenemos
delante, esto es: una personalidad neurótica, una personalidad perversa o un paciente
con personalidad psicótica; porque a lo mejor la relación es la misma, pero las
consecuencias resultan bien diferentes; pues, por ejemplo, con un psicótico, la
homosexualidad es estructurante para él, y siempre va a usar la transferencia para
reedificar su esquema corporal, casi siempre va a ser así. Con un perverso, la
transferencia homosexual es desestructurante y tienes que interpretarla, porque si no te
estás metiendo en el/su mundo perverso que te está vendiendo, es decir, siempre te va a
transferenciar a su mundo perverso.
Por el contrario, en un neurótico, el problema es de reestructurar relaciones
primitivas de tipo infantil; lo pones como un niño perverso polimorfo, hay que
interpretar. Por ejemplo, elaborando más bien por asociación que por interpretación (que
es más importante en los sueños, conectar la calidad del sueño con la realidad; convencer
al individuo que el discurso onírico reemplaza al discurso de vigilia que no puede ser
llevado a cabo; finalmente un recurso donde se pueden soportar más fácilmente este tipo
de conflictos que despierto y en contacto real con los demás; y a partir de ahí empieza a
recordar todos los sueños y efectivamente se da cuenta con la interpretación onírica que
está haciendo un gran trabajo.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Están hablando de un mismo problema que van desmenuzando y lo van


manteniendo cada vez más próximo a la realidad, hasta que en un momento dado, lo que
se sueña y lo que ha sido real como impacto ansiógenos, es lo mismo; ¿qué quiere decir,
entonces?, que la realidad ansiógena ya no puede existir, porque es igual el sueño y la
realidad) “…que cuando era pequeño y dormía con su madre tenía miedo a tener
erecciones, y de que su madre se enterase y lo echara ya de la cama porque dejó de ser el
niño pequeño, cuando, ahora, al estar con las chavalas con las que va, no es capaz de
conseguirlas... “¿No cree usted, que lo que teme es que le pase lo que le pasaba ya a los
seis años, que era la angustia a que se enterase su madre y, finalmente, también se lo
dijera a su padre?” En el neurótico la transferencia funciona muy bien, si es que el
terapeuta es capaz de identificarla. Este paciente le puede dar al terapeuta cualquier
imagen: de padre, de madre, de tío, de amante, de abuelo.
A veces se dan elementos de penacho en la sintomatología clínica que refiere el
paciente, porque normalmente la clínica no aporta síntomas puros, de libro, sino una
sintomatología diversa, florida; véase: el paciente está inquieto, nervioso, se tumba en el
diván y de nuevo se incorpora, mira hacia atrás, provoca al terapeuta, quiere realizar
aproximaciones a la acción, provocar un paso al acto; es un mecanismo perverso, y/o
exhibicionista, pero hay que realizar también un detenido diagnóstico diferencial entre
sintomatología obsesivo-depresiva y la sintomatología clínica del maniaco depresivo, en
fase maníaca (de ahí, los aspectos de hiperkinesia), así como los síntomas de
hiperhidrosis, porque también se refuerza el elemento maniaco, que lo hace estar
angustiado. Ojo, en las siguientes sesiones, en donde muy probablemente se vaya a
deprimir y se venga abajo.
Podemos elaborar también algunas cosas, respecto de la responsabilidad y de la
culpa; véase, para el caso, de un paciente con delirio y brote psicótico breve que nos llega
a consulta a través de la madre muy preocupada, que además de este hijo tenía otro
mayor (cinco años de diferencia) que acaba de perder en accidente de tráfico, en la
medida que durante las sesiones aparenta además una actitud bien pasiva, en donde
además para nada hace lo que se le sugiere, sino al contrario, le dé igual perder la sesión,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

no avanzar. Es el momento de actuar: “Vienes a gastar el dinero de tu madre… a sentir


placer de ver cómo tienes agarrada a tu madre, que está soltando la gallina por ti; y, por
eso, tú aquí, no vienes a curarte, vienes a disfrutar de la terapia, hacer lo que quieras para
alargártela… En definitiva, vienes a confirmar que tu madre te quiere a través del dinero
que paga por ti, vienes a confirmarte, a obligar a tu madre a realizar una reparación de
todo ése pasado en el que tú no te sentías tan querido, en el tiempo que andabas
compitiendo con tu hermano; pero al mismo tiempo, consigues que mientras tu madre
esté preocupada por ti, se distancia un poco de la pena de haber perdido al otro hijo…“
Aunque no sea verdad, esto último, se lo tienes que decir también para ponerlo en un
buen sitio, darle un mecanismo alternativo en donde pueda salvarse de sus viejos
mecanismos de culpabilidad por la vieja rivalidad con el hermano. Porque la realidad,
siempre tienes que ponerla en positivo: “Tú estás explotando a tu madre pero, al mismo
tiempo, la estás protegiendo; o sea, que es muy importante ése dinero que le estás
gastando”.
Debemos de tener en cuenta, en las terapias de cohorte psicodinámica, el manejo
de la verbalización no resentida; una verbalización de algo que resulta ser muy aparatoso,
que objetivamente es un conflicto serio, pero el paciente lo refiere, te lo cuenta, sin
ningún afecto; ahí te da matices de personalidad perversos, sociopáticos; verbalizaciones
que fascinan mucho. “Sí yo lo hice…, sí es mi caso… pero no.”. esto es diferente a las
expresiones del neurótico; así como en los casos en el que el paciente va a verbalizar algo
que percibe como con una gran agresividad, una gran amenaza a su integridad física, y no
van a dejarlo, pero sí que van a desdramatizarlo; para que el paciente realmente se sienta
apoyado por el psicoterapeuta, porque sino muchas veces, cuando te está contando
cuestiones que son socialmente peyorativas, lo que está es tratando de ver si finalmente
tú lo vas a enjuiciar… no lo vas a castigar.
También deberemos de efectuar un diagnóstico diferencial, por ejemplo, entre la
manía por el orden en un obsesivo frente a un psicótico, esto es: un esquizofrénico no
soporta que cambies algo de su casa, de su apartamento… de sus cosas. ¡Es más, no
soporta que el mismo terapeuta haya cambiado algo dentro de la consulta! Va a ver
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

enseguida si cambiaste algo, un cuadro, una silla de sitio… Por eso hay que ofrecer un
marco muy estable en donde el individuo pueda sentirse a gusto y compensado.
Siempre, debemos hacerle un discurso algo más cognitivo, decirle cual es tú
función; por ejemplo, hacerle considerar que la psicología termina como la biología en el
ser humano; más allá comienza la escatología, o los intereses por el más allá, y eso es ya
un problema de tipo religioso, de tipo místico, que debe usted estudiarse (cuidado,
porque sí está borderline le das un paso al delirio místico). Pero aquí (en psicoterapia) no
le podemos ofrecer un más allá de la vida; yo le puedo ofrecer un trabajo para que su vida
sea quizás un poco más rica. Ahí le das una sensación que el paciente también necesita de
su terapeuta: de que tú conoces, de que tú estás bien en tu sitio, de que tú sabes más que
él, de que él te puede tener confianza porque tú conoces tú trabajo… y, a veces es
necesario, conoces también los límites de tú trabajo. Todo ello es muy necesario, a veces
simplemente te pueden estar durante sesiones y sesiones jorobando para ellos al final
tenerte confianza, para saber si lo que tienen delante es sólido y les va a responder. Ten
en cuenta que es más duro, cuanto más joven es el terapeuta, empezando por el hecho
de ser padres; teniendo que mostrar una madurez en función de conocimientos
intelectuales y culturales muy sólidos.
Los límites, cuando el terapeuta se enfada, tienen que ser de carácter; sobre todo
en los adolescentes (que en principio ni siquiera hay que plantearse la existencia de
patología cuando son conflictos propios del desarrollo, y otras veces las patologías ligadas
al desarrollo –cuestión de grados: un comportamiento propio del desarrollo pero
exacerbado, que puede empezar a ser patológica si hay una grave compulsión de
repetición, pues su psicodesarrollo se está dificultando, porque no puede logar alcanzar
ciertos deseos de satisfacción de placer; y en donde, además, a veces nos vemos ante la
necesidad de tener que imponernos también más físicamente; a macho, macho y medio)
pues siempre se están quejando (de que se masturba mucho) y psicológicamente lo
tienes que distraer (yo creo que te molesta masturbarte tanto y que el problema que
tienes es con el placer; es más, que confundes el sexo con el placer, y estás haciendo algo
que no te gusta del todo, que no te reconforta), donde manejas una figura paterna, y en
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donde él necesita que sea rígido, aunque tenga diez años más o menos que tú; ellos
prueban cuanto les toleras, fastidian, son componentes de transgresión, para saber qué
tal buen padre eres, y si no tienden a verte como amigo.
No podemos arreglar el mundo, pero sí tienes que ayudar a tu paciente. Primero
saber si tu discurso como psicoterapeuta es verdadero: si el chico necesita masturbarse y
llegar a una hipersexualidad compulsiva, porque lo que de verdad necesita es obtener
placer, que además necesita después de la comida para que ésta le siente bien; como una
copa, un café o una manzanilla; ¿quién le daba una manzanilla, al niño, para que la
comida le siente bien? –mamá, está claro que ahí hay una falta de cuidados maternos.
Tienes que rehabilitar esta situación y situarla en un contexto real. “Bueno, yo
creo que te molesta masturbarte tanto, y el problema que tienes es con el placer; me da
la impresión, de que te haces unas comidas que no te dan placer, a lo mejor necesitas que
algunas de tus amigas, te mimase, te preparase la comida. Porque lo que necesitarías es
que tu madre te preparase la comida, y eso te daría mucho placer y no necesitarías
masturbarte”. Ahí le pegas, es un golpe mejor que con todo el deporte, las técnicas de
distracción que le podrían mandar hacer en el colegio Salesiano. Porque en el momento
en que él vuelva a masturbarse después de comer, le puede llegar la imagen de que se
masturba porque (está solo en casa) y tiene que prepararse la comida que no le hizo su
madre; le viene la imagen incestuosa y deja de masturbarse por lo menos después de
comer.
Va a aportar, además de darle la oportunidad al chaval de que, a través de su
imaginario: “Y si tu madre no está, ¿por qué no te preparas las comidas que antes te ha
preparado siempre tu madre; así, quizás las comidas te recuerden un poco a ella, y vas a
obtener mucho más placer en las comidas, y quizás no necesites tanto ese placer por
masturbarte? Peor es que hay que ser muy delicado; hablamos aquí con una clara
aspereza y hasta con brutalidad pedagógica; pero luego depende de la plasticidad del
terapeuta para transmitir siempre sutilidad al paciente, nunca ha de ser un mensaje
castrador para que procure una impotencia en el paciente; o no, mediante otras formas
de planteárselo.
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Le vamos a dar controles, y le vamos a hacer entender su vida; le damos a


entender que está viviendo con falta de placer, con falta de cuidados maternos… y que no
los va a poder tener, y que va tener que sustituirlos por una mejor madurez, y por una
mejor comprensión de su realidad; y que entonces podrá responder mejor de sus
relaciones con el entorno, incluso de las relaciones con las chicas.
Aunque a veces también se nos presenta el miedo a ser rechazados, esto es: “Si
tienes miedo al contacto con una chica… y, ¿cuál es la persona primera, que te acarició,
que te llevó en sus brazos…?”. Es importantísimo la relación cercana con la madre,
buscando formas sutiles de planteárselo: tenemos en definitiva de ahondar para saber si:
¿es que, de pequeñito crees que no has estado demasiado cerca de ella, que a tu madre
no la tenías, o es que te rechazaba, y entonces, desde pequeñito eras lejano? ¿Quizás te
escondías, jugabas o quizás eras huraño? Pues, en definitiva, lo que está rechazando es el
miedo a ser rechazado; y que pegar, finalmente no es más que entrar en contacto, como
cuando al hijo no hay más que pegarle una bofetada… Cuando hay hijos que no pueden
acercarse a sus padres si no es a través del conflicto.
Este adolescente puede ofrecer también conductas que pertenecen al imaginario
del adolescente, como el tenerse que masturbar todos en el mismo bote, formación de
grupos, donde antiguamente los chavales se ponían delante de una tapia y ganaba el que
meando llegaba más lejos, o el que se masturbaba antes; ahora como en los colegios
están las chicas, la elaboración es más sofisticada, se masturban en el mismo bote, y
encima les dan (les ofrecen a ellas) su tesoro (el semen) que les regalan y se los ponen en
el cuarto de aseo para que se lo apliquen como gel; esa fantasía de inseminación a través
de los jabones, donde el esperma no es verdaderamente un elemento inseminador sino
una prolongación del pene adolescente que las chicas tocan y acarician, e incluso se
ponen y se dejan penetrar en ellas, finalmente.

11. LA PSICOPATOLOGÍA SOBRE LA SEXUALIDAD NEURÓTICA


La barra era el poder del padre, y si a ella la poseía se lo quitaba a los hermanos.
Tiene también representaciones obsesivas con cualquier arma cortante: cuchillos,
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navajas, tijeras; como la paciente cuando se cortó e iba a ver la navaja de su padre. En
estos casos, una desensibilización sistemática (paradigma conductual) no sirve para nada,
si no se le elabora y reinterpreta; aunque gracias a ella estaban enmascarándose
síntomas más profundos, sí que podemos llegar al descascaje nuclear de la cebolla (como
cita Oscar Gonçalvez) porque gracias a estos síntomas estábamos desenmascarando la
estructura profunda; si le quitas el síntoma se queda sin nada, y no le queda más remedio
que ir a la estructura profunda; el síntoma era un síntoma útil, es lo que se llama la
ganancia del síntoma, no hay síntomas por nada; el síntoma sirve para protegernos del
elemento más profundo y mucho más amenazante, ¡Ah, si no fuera por la utilidad de los
síntomas múltiples…!
Así, una niña pequeña que tiene un familiar panadero, frecuenta el horno y juega
muchísimo con la masa del pan que iban a hornear, y se llenaba toda de harina; a lo
mejor el pastel no le interesaba, pero lo que sí le encanta es meter el dedo y probar la
masa, es un ataque autorizado; estos, en definitiva son los juegos anales de que disfrutan
los niños, una vez elaborado e integrados en el imaginario erótico, son de lo que los
adultos disfrutan después.
Muchas veces el disfrute lo hace perverso, una vez mentalizados y elaborados a
través de sus fantasías, y cuando quiere más, puede que algún día aparezca una
disfunción sexual y resulta que en su imaginario erótico figura muy impregnado de
elementos agresivos, además común en la mujer, como por ejemplo una fantasía de
violación; pues hasta ahora a la mujer se le ha dicho (mediante la educación del
imaginario colectivo) que tiene que pasar al sexo, a través de sufrir la relación sexual (de
soportarla para atender al marido, que va a ser muy bruto e inexperto y que,
prácticamente, la va a violar), desde el dolor a la penetración, o al parto. Por ello, el único
placer que puede permitirse es desde el dolor… ¡Pobre de la mujer que no sea capaz de
erotizar del dolor, al menos un poquito! Como no lo tenga, no va a poder disfrutar de su
sexualidad; y, entonces, se le plantea la violación casi como un elemento en sí mismo
afrodisiaco, si no va a rechazar la sexualidad con el hombre.
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Antes, cuando a la mujer se le plantea la iniciación sexual que le impone una


cultura determinada, o lo hacía así o no lo hacía de ninguna manera, encima en la noche
de bodas, cuando el superyó la autorice. Si al principio de siglo XX se imponía el fantasma
violento a través de una cultura represora; ahora, quizás si no con más conocimiento, sí
con una información abrumadora, hablando libremente sobre el tema, con bagaje sexual,
películas porno, etcétera, la cultura también te impone la sexualidad, aunque de distinta
manera; es decir, también renace el fantasma violento, esta vez a través de una cultura
sexual permisiva.
Por eso, cuando se están abordando las estructuras psíquicas de la personalidad
de nuestros pacientes, estamos de acuerdo de que mucho tiene que ver el ambiente; por
ejemplo, ahora se le plantean al hombre también, cada vez más, la perversión y la
violencia; antes se dejaba en manos de la mujer que, se quiera o no, tenía menos
iniciativa; pero, ahora, en una orientación vougeurista o exhibicionista, y encima perversa
y sádica, el paso al acto del instinto muy agresivo hacia la mujer. Es decir, y aunque esto
sólo es válido para verlo en clínica, a pesar de distintos ambientes el resultado es el
mismo.
Teniendo siempre cuidado de esta agresividad manifiesta, por ejemplo, sea el caso
de un paciente de claros contenidos rasgos esquizo-paranoides que despechado porque
la relación con la novia no va bien, y además sospecha de que ella piensa en dejarlo, lo
que además él atribuía a la mala dinámica de pareja, a su incapacidad sexual transitoria, y
por lo que antes de que la situación relacional entre ellos cada vez se escindiera más, a su
juicio, debía conseguir penetrarla antes de la ruptura, por lo que nos sugería
directamente vasodilatadores pudendos para lograrlos; ahí va a estar nuestra
responsabilidad, al tomarse el paciente tan obsesiva y compulsivamente las cosas puede
que, efectivamente, la primera vez la penetre (y pueda demostrarle que es capaz); pero,
puede, que (ayudado por sus rasgos sociópatas), la segunda vez, la asesine (ya no la
atravieso con el pene, sino con el cuchillo). Aunque objetivamente no tenga sentido;
reacción verdaderamente delirante ante una reacción aparentemente pequeñita. Es que
estos pacientes, no hacen nada por nada; o pierdo, u olvido.
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Las mujeres tienen su estructura de anorgasmia, por miedo a su imaginario erótico


de tipo, no poder imaginarse, no poder permitirse, por ejemplo, fantasear con la idea de
que cuando le está haciendo el amor su marido, la estén violando tres hombres. Para el
caso, y si hacemos la historia clínica, no vemos represión familiar, ni estudio con monjas,
sino que resulta todo lo contrario: “(…) No mis padres, todos muy buenos; a mí, en casa,
me dejaban ver películas porno, siempre veía la televisión hasta la madrugada (cuando
ponían la programación para adultos).” Claro, ¿qué pasa? Esta señora con una historia
completamente diferente, con una educación diferente, en un siglo diferente, viene con
los fantasmas de la anterior paciente a la que atendíamos veinte años antes…Entornos,
educaciones y estímulos, completamente diferentes.
Pacientes, ellas, que tienen una visión oscura de sus genitales internos y externos,
a los que además no se han acercado nunca, no lo han visto jamás con un espejo, ignoran
completamente su anatomía; y, como los desconocen, tampoco los han tocado, y menos
aún, acariciado; nuestra labor a través de las terapias sexológicas es hacerles entender
que vaginalmente siguen siendo puras y que sus genitales no son “sucios y huelen mal”.
Sólo a partir de meses, un año de elaboración y de terapia, esta paciente podrá asumir
que como todas las demás mujeres, luego a través del devenir de la madurez sexual, eran
erotizables y al final se daban permiso y consentían satisfacerse, incluida también su
madre, como mujer que también es. Pero esto, a pesar de poder elaborarlo con una gran
lógica, hay que elaborarlo antes con nosotros mismos (a través de nuestra propia
psicoterapia), pues este mensaje tenemos que transmitirlo con espontaneidad, seguridad
y, sobre todo, convencimiento a nuestra paciente.

12. DISCUSIÓN ACERCA DE LOS TEST PROYECTIVOS

Resulta interesante apreciar que los elementos que determinan una respuesta
procesal cognitiva desde las esferas del inconsciente que componen la Lámina II del
Psicodiagnóstico de Rorschach pueden reducirse a dos tipos, esencialmente: 1º) por una
parte el color rojo que puede elicitar respuestas de Sangre y de Contenidos Agresivos. 2º)
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los estímulos del "agujero" central blanco, el mismo color rojo y las configuraciones
inferior (asociado con genitales femeninos: "menstruación") y superior (asociado con
genitales masculinos: "pene"), pueden elicitar interpretaciones de tipo sexual.

Al igual que otros autores (Bohm, 1973; Loosli, 1965; Anzieu, 1962; Portuondo,
1970; Fernández-Ballesteros, 1972), en nuestros resultados hemos encontrado el valor
estimulante de se ratifica en la lámina II.

Además, respecto de los resultados obtenidos en nuestro estudio, especialmente


debido al tipo de muestra elegida, en relación a pacientes con significación
psicopatológica desestructurada de corte obsesivo-agresivo, hemos encontrado una
incidencia de Respuestas de contenido agresivo manifiesto y de reacción a manchas de
sangre (reacción al color rojo de las láminas II y III). También encontramos algunos
elementos elicitantes, con altos valores de respuestas de contenido agresivo manifiesto y
de defecto. Hemos de tener en cuenta que cualquier contenido, de Sangre (láminas II y
III), Agresivo, Sexual o Respuesta de Defecto no deben interpretarse aislados sino en el
contexto general de la personalidad total. Molish (1967), citado por Exner (Vol.II, pg. 134),
señala que: "los contenidos sexuales pueden ser útiles para la interpretación porque
pueden ser más directos que simbólicos".

Es por ello, que coincidimos con Alcock (1965) y Muchielli (1968) en evidenciar
como el contenido de estas láminas (I, II y III) pueden llegar a resultar desagradable,
pudiendo implicar una amenaza portadora de destrucción. Passi Tognazzo, Farini y Passi
(1987) en una muestra de niños italianos encontraron que la lámina II suscitaba una
agresividad indiferenciada entre los más jóvenes y que ésta animadversión era más
controlada, atajándose de forma algo más madura en los mayores.

La Lámina II se ha manifestado especialmente sensible para percibir las Respuestas


de contenido Agresivo, de Defecto y de Sangre. Con ello puede aportar elementos
complementarios muy interesantes en la evaluación diagnóstica. En otros estudios
realizados (Jiménez, 1987) con esta lámina hemos podido apreciar la interacción del color
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rojo en la elaboración de las respuestas. En esta lámina se presenta el shock al color rojo
y el Cinestésico. Ambos tipos de shocks están motivados por el mismo color rojo de la
lámina, por el impacto que produce en los sujetos que incluso dejan de apreciar el
movimiento de las figuras humanas. Es necesario, en este caso, poder apreciar a través
del "Examen de los límites" el alcance del shock producido por el color rojo.

Sin embargo, en relación a la lamina II, nosotros no hemos encontrado ninguna


alusión estimulante con respecto a las características paternas, tal como parece indicar
Meer y Singer (1950) o al respecto de las relaciones madre-hijo aducidas por el grupo
Morali-Daninos y colaboradores (1962).

La lámina III se ha manifestado como de una notoria sensibilidad a las respuestas


de contenido Sexual, debido especialmente no sólo a su configuración gestáltica, sino
también por su propia coloración roja. Igualmente, esta lámina contiene estímulos
relevantes que pueden motivar la elicitación de respuestas de contenido Agresivo y de
Sangre.

En otros estudios sobre la lámina III (Jiménez, 1987) pudimos apreciar que el
sujeto ante esta lámina se refugia con mayor frecuencia en las respuestas de Detalle (D)
que en las de tipo global (G). No es una lámina fácil de interpretar con estímulos
claramente fóbico-fálicos. Esto mismo, unido al color rojo-vivo-sangre de la lámina, hace
que algunos sujetos tengan especiales dificultades y se bloqueen a la hora de ofrecer
respuestas. Son las Respuestas Sexuales y de Sangre las que con mayor frecuencia se
presentan en esta lámina pudiendo ofrecer de esta manera un aporte complementario
interesante a las láminas del Psicodiagnóstico de Rorschach y en definitiva a la evaluación
diagnóstica del sujeto.

Por lo que se refiere a nuestro trabajo, respecto de las interpretaciones sugeridas


por la Lámina III, y al contrario de los autores anteriormente citados, hemos encontrado
un mayor porcentaje de respuestas con una clara incidencia sexual de lo reconocido hasta
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ahora como habitual, sobre todo en pacientes que mostraron una agresividad con rasgos
de obsesividad muy marcados.

Al respecto de las interpretaciones que nos figuran en la Lámina VI, considerada


por muchos autores (Bohm, 1973; Loosli-Usteri, 1965; Anzieu, 1962) como la lámina
sexual por excelencia, nosotros sí que para ella hemos encontrado abundantes
enunciados que para el caso determinan una mayor Respuestas de Contenido Sexual
directo, explícitas y muy manifiestas, con una frecuencia estadísticamente significativa.

De todas formas debemos reseñar aquí que, según Exner (1974): "los estudios en
los que se han intentado establecer una relación entre clases específicas de contenidos
simbólicos específicos han tenido también un éxito limitado”. Sin embargo, y aunque
pareciese peligroso interpretar esta suposición sexual en ausencia de datos específicos
del protocolo que apoyen estos postulados para un determinado sujeto, nosotros
inferimos que resulta una evidencia la corroboración, la sublimación proyectiva, respecto
de los significados en cuanto a simbología sexual que son atribuidos a la lámina VI.

13. RESPECTO AL ANÁLISIS VICTIMOLÓGICO

Las hormonas gonadales regulan la capacidad de copular en las especies


mamíferas, aunque esto no es válido para los primates porque las hormonas gonadales
influyen principalmente sobre la motivación sexual. Esta dicotomía sobre la capacidad
modulada al servicio de los intereses de apareamiento nos permite la experiencia social y
el contexto que directamente influye sobre la expresión de la conducta sexual en
primates no humanos, tanto en el desarrollo como durante la edad adulta.
Wallen, (2001) propone que en los monos Rhesus machos que franquean el
periodo adulto, muestran un aumento de testosterona determinado durante la pubertad
capaz de estimular y determinar, entonces, la motivación sobre la orientación sexual
masculina, esto es: aumentando la probabilidad de que el especimen tenga la experiencia
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sexual con las hembras (durante la etapa juvenil, montan indistintamente a machos y
hembras, pues después de haber eyaculado con una hembra canalizan el aumento
puberal de testosterona, determina la orintación de la conducta sexual, que en última
instancia, va a condicionar la producción de una preferencia sexual sobre las prácticas
adolescentes).
Resulta paradigmático constatar que la disminución de las concentraciones de
testosterona en primates y los primitivos homínidos adultos reduce la motivación sexual
masculina; este hecho ocurrió también en nuestros antecesores y en los seres humanos
modernos, lo que no elimina la capacidad práctica de seguir manteniendo relaciones
sexuales.
En los monos rhesus machos los efectos de la reducción de los andrógenos sobre
el comportamiento sexual varían con la posición social y la experiencia sexual. El
comportamiento sexual humano también varía con el estado hormonal, el contexto
relacional y las convenciones culturales, por lo que desde siempre y todavía hoy, las
concentraciones hormonales mediadas por el modelado hipotalámico de las emociones
determinaron la conducta durante los milenios de las tres etapas del periodo paleolítico.
También las hormonas ováricas influyen en el deseo sexual de la mujer, pero los
comportamientos sexuales específicos no se ven afectados por el riesgo percibido de
embarazo, lo que sugiere el importante papel que juega en la conducta de las gestantes el
comportamiento sexual humano, por lo que la regulación hormonal se individualizó
distanciándose considerablemente del resto de los mamíferos.
Este es un valor que para nosotros conlleva un especial relevancia, ya que esta
liberación de nuestra conducta independizada de nuestros ritmos condicionados por los
niveles de las hormonas, determina un aumento independizado de nuestro desarrollo
comportamental y cognitivo de la importancia en torno a nuestra interiorización de los
sistemas de motivación, lo que influye directamente proporcional respecto al
comportamiento sexual de primates y homínidos, claramente influenciados por los
determinantes que surgen del contexto social que en definitiva nos determina.
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El comportamiento violento, en sus variadas formas de aparición, preocupa


mucho en nuestra sociedad. La violencia homicida, las agresiones sexuales, los actos
graves de violencia contra la pareja o en el seno de la familia e incluso los atentados
terroristas o la violencia juvenil son, con demasiada frecuencia, objeto de interés
preferente en los medios de comunicación.
La mayor parte de la delincuencia violenta está producida por hombres y
tradicionalmente por hombres jóvenes. En la actualidad se constata un incremento en la
delincuencia violenta entre las mujeres pero la diferencia sigue siendo muy elevada. La
delincuencia violenta sucede en circunstancias diversas que nos puede ayudar a
comprender este comportamiento. En general se reconocen 4 situaciones en las que es
frecuente este tipo de delincuencia: en concomitancia con otro delito, dentro de la
familia o en el domicilio, en lugares públicos y en instituciones. Es frecuente encontrar un
elevado nivel de repetición de los comportamientos violentos. Según Rutter la violencia
delictiva se puede dividir en dos grandes grupos: la violencia instrumental (que tiene
como finalidad obtener un determinado objetivo) y la violencia cuya finalidad es en si
mismo ejercer la propia violencia y que solemos denominar violencia impulsiva o
emocional. No obstante estas dos categorías no son mutuamente excluyentes y se
solapan con mucha frecuencia.
La conducta violenta está asociada a comportamientos de riesgo, impulsivos y
desinhibidos aunque a veces, especialmente cuando la violencia es instrumental, no
parece que los principales determinantes de la violencia sean los componentes
emocionales sino los cognitivos. En cualquier caso se ha contrastado en numerosas
ocasiones como el efecto del alcohol (especialmente) y los trastornos mentales es
destacable en cuanto al aumento de la probabilidad de conductas violentas futuras.
Podemos decir que la imagen social que tenemos de la delincuencia es la que
corresponde a la delincuencia violenta, siendo ésta minoritaria, pero es el “modelo”
socialmente difundido del delincuente. Y suele ser así porque este tipo de delitos es el
que produce los efectos más graves y dañinos, es repetitivo (alto nivel de reincidencia) y
se suele concentrar en un grupo pequeño de delincuentes. Casos como el gravísimo triple
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asesinato de tres adolescentes en Alcasser, en 1993, reúne todas estas propiedades a


pesar de ser excepcional en cuanto a su frecuencia. Los delitos violentos causan un hondo
impacto en la memoria social y tienen efectos en la forma de pensar acerca de la
delincuencia en cada momento histórico por eso valorar el riesgo de reincidencia violenta
tiene tanta importancia.
El riesgo de violencia es un constructo complejo y dinámico con distintos caminos
que acaban en un único resultado. Éste es una valoración gradual en tres o cuatro
categorías de probabilidad de que acontezca un comportamiento violento. No se basa en
el conocimiento causal de la violencia sino en el conocimiento empírico y cuantitativo de
las relaciones entre los factores predictores y el criterio o resultado a pronosticar o
predecir.
¿En qué consiste la valoración del riesgo de comportamientos violentos? Estimar
el riesgo de violencia es un procedimiento para predecir la probabilidad de aparición de
una conducta violenta determinada. Es posible predecir el riesgo de comportamientos
violentos con más precisión que el simple azar o las predicciones unidimensionales. Se
puede predecir el riesgo de cualquier elección si conocemos los determinantes de ésta y
tenemos datos sobre elecciones que anteriormente hayan sucedido y de las cuales
conocemos sus antecedentes. Ello es cierto en el campo de los registros penales,
criminológicos y psiquiátricos, ya que existen datos acumulados que pueden proporcionar
este tipo de informaciones. Para predecir con éxito son necesarios datos e informaciones
acerca de varios aspectos: ¿qué tipos de conducta violenta se producen? ¿Con qué
frecuencia? ¿Bajo qué condiciones o en qué escenarios? ¿Cuáles son las condiciones
presentes? ¿Cómo se intervino? ¿Qué sucedió después? etc. Se han desarrollado
estrategias de evaluación psicológica intensivas, procedimientos actuariales basados en
test psicológicos y otras estrategias (clínicas, epidemiológicas...) para identificar el riesgo
de determinados comportamientos violentos, pero sigue existiendo un importante grado
de imprecisión en tales predicciones. Entre las estimaciones de riesgo de formas graves
de violencia más necesitadas de buenos procedimientos de predicción, debido a la
gravedad de sus consecuencias se encuentra: riesgo de suicidio, de homicidio por parte
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de menores, diferentes tipos de agresión sexual, agresiones domésticas y familiares;


muchos de estos se dan en el contexto de la delincuencia violenta.
En España el Grupo de Estudios Avanzados en Violencia (GEAV), en la Universidad
de Barcelona ha adaptado tres instrumentos, el HCR-20, el SVR-20 y el SARA sirven para
predecir respectivamente violencia física grave en pacientes psiquiátricos y en reclusos,
violencia sexual y violencia contra la pareja. Otros grupos de investigación han adaptado
otros instrumentos, como por ejemplo el VRAG (Violence Risk Appraisal Guide, por el
grupo de estudios del Dr. Graña en la Universidad Complutense de Madrid), la PCL-R y sus
escalas derivadas (versionada por parte de varios grupos en España, entre los que
destacan los liderados por el Dr. R. Torrubia en la Universidad Autónoma de Barcelona y
por el Dr. V. Garrido de la Universidad de Valencia), o el SAVRY (Scale for Assessment of
Violence Risk in Youths, adaptado por E. Hilterman en el Centro de Estudios Jurídicos y de
Formación Especializada de la Generalitat de Catalunya). En resumen, puede afirmarse
que en los últimos 20 años la creación y difusión de estas técnicas han mejorado de forma
relevante la tarea de predicción de violencia que realizan los profesionales que trabajan
en contextos penitenciarios y de la salud mental.
La gestión del riesgo se basa en comprender por qué el sujeto eligió actuar
violentamente en el pasado, en determinar si los factores de riesgo/protección que
influyeron en su elección siguen presentes y lo estarán en el futuro, y en promocionar los
factores que le pueden llevar a tomar decisiones no-violentas en tanto que estrategias
alternativas de solución de conflictos. La gestión del riesgo hace referencia a la aplicación
de los conocimientos disponibles generados en los estudios de valoración del riesgo para
minimizar la frecuencia actual de las conductas violentas y delictivas así como sus efectos
y es un campo donde los expertos deben desarrollar nuevas estrategias de intervención
en su lucha contra el comportamiento violento.
La predicción del comportamiento está presente en casi todas las ramas de la
psicología aplicada (Pueyo, 1997). Predecir la conducta futura no es metodológicamente
distinto de pronosticar si un paciente que ha sufrido un infarto de miocardio morirá como
consecuencia del mismo. Estas preguntas las responden los especialistas y los psicólogos
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podemos llegar a preveer, por ejemplo, si un paciente mejorará después de las sesiones
de tratamiento. La predicción forma parte del ejercicio profesional, como en las
inferencias que establecemos en relación a la autopsia psicológica, se basa en decisiones
que tomamos los profesionales ya que siempre una predicción es consecuencia de una
decisión sobre una hipótesis de trabajo o juicio clínico.

14. PARADIGMAS SOBRE LA ARQUEOLOGÍA COGNITIVA DURANTE EL


PALEOLÍTICO
Darwin era muy consciente de la necesidad de elaborar una hipótesis sobre la
aparición de los primeros seres vivos, y a fin de solucionar este problema se refirió en su
correspondencia a un escenario primigenio a manera de charca cálida.
Durante la década de los años veinte del siglo pasado, Oparin y Haldane
propusieron una novedosa hipótesis sobre la génesis de la vida, postulando que en la
tierra primitiva se produciría una evolución química a partir de materiales inorgánicos
sencillos; esto generaría una sopa orgánica cada vez más compleja, generadora
subsiguiente de los ladrillos de construcción de los primeros seres vivos. Miller y Urey
(1952) diseñaron un modelo que supuso el inicio de la química prebiótica, esto es: simular
el ciclo del agua en los océanos con una atmósfera que carecería de oxígeno, y en cambio
estaba compuesta por hidrógeno, metano, amoniaco y vapor de agua; sometida a
descargas eléctricas de 60000 voltios, y al cabo de pocos días aparecieron en el agua
algunos compuestos orgánicos como los aminoácidos, que son constituyentes necesarios
de las proteínas.
Shapiro y Feinberg, establecieron que: “la vida es una actividad en la biosfera
constituido por un sistema de energía altamente ordenado caracterizado por ciclos
complejos que mantienen o aumentan gradualmente el orden del sistema mediante el
intercambio de energía de su entorno”. Estos autores piensan que para que se genere
vida, bastan tres requisitos: 1) cualquier flujo de energía libre, 2) cualquier sistema
material capaz de interaccionar con esa energía y usarla para ordenarse; y 3) suficiente
tiempo para construir la complejidad asociada con la vida (y los seres vivos resultan
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especialmente complejos y alcanzan los valores más altos de flujo de energía por unidad
de masa). Kauffman estima que: “la complejidad de la vida aparece entre el caos y el
orden, en el límite del caos”.
Así las cosas, ¿hay algo que caracterice a la vida, una propiedad única sobre las
demás cosas y exclusiva útil para su identificación? Para Carl Sagan (1970): “la vida es un
sistema capaz de evolucionar mediante selección natural”. Para Aguilera Mochón (2016),
aunque la evolución está íntimamente ligada al desarrollo de la vida, no parece suficiente
ni útil para su reconocimiento, pues estamos ante una propiedad colectiva y de carácter
histórico de los seres vivos, de modo que entonces cabría preguntarse. ¿Hay una
capacidad esencial que caracterice a los seres vivos individuales?
Habida cuenta de que el rasgo esencial de un ser vivo es la capacidad de mantener
su individualidad, Maturana y Varela (1973) identificaron al ser vivo con un sistema
autopoiético (la propiedad esencial que define, de forma necesaria y suficiente, a un ser
vivo). Para Varela (2000) la unidad de este sistema está organizada como una red de
procesos (síntesis y destrucción) de producción de componentes de manera que estos: 1)
se regeneran continuamente e integran la red de transformaciones que los produjo; 2)
constituyen al sistema una unidad distinguible en su dominio de existencia. Quizá, como
sostiene Aguilera (2016), esta caracterización sea demasiado abstracta ya que elude
aspectos evolutivos y por otra parte esenciales de la vida que hacen hincapié en la
reproducción, la herencia y las propiedades colectivas y ecológicas; es decir, al final y a fin
de conseguir la reconciliación de ambas posibilidades: se busca integrar las redes de
reacciones que sostienen el sistema metabólico (anabolismo y catabolismo, autocatálisis
y sistemas de reacción), junto con el de la reproducción (empleo de moléculas que
transfieren información entre generaciones de manera imperfecta).
El desarrollo de la vida en la tierra ha dependido de la evolución mediante la
selección natural, pues no sabemos imaginarnos otra forma de alcanzar la complejidad de
la vida; sobre todo, mientras que la selección natural actúe mediante la reproducción
diferencial de individuos, todos ellos con capacidades adaptativas diferentes en su medio.
Por ello, nos resulta esencial la individualización y ésta sólo se consigue mediante un
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

adecuado (pero no absoluto) aislamiento del entorno, por la necesidad en los organismos
de continuo intercambio de materia y energía con el medio, interactuando y
comportándose, entonces, como sistemas abiertos.
La diosa primigenia Gea surgió del Caos: sustancia primordial, oscura e
indeterminada, origen del universo. Unida después a su propio vástago Urano, ella
concibió después múltiples y singulares criaturas: los hecatonquiros, los cíclopes y los
doce titanes. La tendencia a deidificar elementos esenciales de la naturaleza rige un
común denominador así como de la mitología griega, también de todas las religiones
primitivas, esto es: la tierra (Gea), el cielo (Urano) inician un periplo a través de todas las
posibles fuerzas extraordinarias y elementales que pueden llegar incluso a ser brutales.
Monstruosos engendros, señala Hesiodo, que se dejan llevar por reacciones primitivas y
violentas; generaciones de dioses que aún no tienen nada que ver con la visión arraigada
en los dioses olímpicos, que ya son presa de características completamente
antropomórficas. Estas son ya proyección de las guerras y luchas sangrientas a través del
poder y la supremacía y también desde el constructo de la religión más primitiva y
chamánica, a cargo de los siempre dirigentes omnipotentes en torno al mandato de los
primeros asentamientos modernos del sapiens agricultor que vimos durante el
epipaleolítico, mesolítico y el periodo neolítico.
Herodoto de Halicarnaso (484-425 a.C.), explica que los dioses griegos provienen
de la religión egipcia siendo adoptados por los pelasgos, los pueblos que antes de los
helenos ya habitaban la Hélade; preguntando al oráculo de Zeuss en Dodona –donde las
respuestas las daba el murmullo del viento a través de las ramas de un roble-. Este autor
escribe: “Hesiodo y Homero, dada la época en que vivieron […] crearon, en sus poemas,
una teogonía para los griegos, dieron a los dioses sus epítetos, precisaron sus
prerrogativas y competencias, y determinaron su fisonomía”.
Así, en la Teogonía, Hesíodo presenta una cosmología (el destino de Urano a
manos de su hijo Crono) con grandes similitudes en relación a los mitos sumerios y
babilonios (Anu, el dios del cielo, castrado por su hijo Kumarti), hititas y fenicios, en
donde debemos de considerar el origen común a partir del cual se derivan todas las
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

religiones, esto es: en este poema épico se asiste a la constatación escrita de una
tradición oral, una serie de relatos que ya contaban los navegantes de las colonias griegas
de Asia menor o los comerciantes fenicios, durante sus transacciones.
Nuestro cerebro más afectivo ya contaba con una evolución esencial, necesaria y
suficiente, desde los homínidos más antiguos del Pleistoceno inferior como el Homo
anteccessor, el Homo erectus o el Homo heidelbergensis, un hombre de neandertal
antiguo.
El Paleolítico inferior se caracterizaba, en términos evolutivos, por un marcado
desarrollo respecto de las capacidades cognitivas por las especies del grupo zoológico
Homo que lograron desarrollar las evidencias arqueológicas de una industria lítica
avanzada (Modo 2, periodo achelense del bifaz).
Habida cuenta de las dificultades que surgen para entender la incapacidad
objetiva que los yacimientos pueden ofrecernos a la hora de reinterpretar los vacíos de
un proceso prehistórico que nada aporta a cómo se relacionaban, sentían o se
expresaban.
Los datos neurocientíficos que se integran a través de los moldes de vaciados
fósiles que los antropólogos forenses pueden llegar a realizar con una avanzada
tecnología muy fidedigna, muestran diferencias estructurales manifiestas entre las dos
especies zoológicas del grupo Homo que compartimos el Pleistoceno medio y superior.
Según los datos fósiles con que en la actualidad contamos sobre el Homo
neanderthalensis, nosotros hemos pretendido estudiar la capacitación cerebral necesaria
con la que contaban para poder elaborar su conducta y la creación de manifestaciones
simbólicas y gráficas, para así poder compararlas, a la vez que diferenciarlas, de la
neurobiología del Homo sapiens.
Durante el proceso inicial de gestación del encéfalo desde un cerebro primitivo
meramente emocional y pulsional, ya el Hombre de Neandertal contaba con los rasgos
propios de nuestra naturaleza humana, e integraba también el desarrollo extraordinario
de un lóbulo frontal plenamente adaptado a la capacitación muscular que requerían la
necesidades adaptativas de su cuerpo.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Esto no le impedía, al Homo neanderthalensis, sin embargo, la capacidad


desarrollada de un lóbulo frontal suficiente para poder elaborar la forma particular de un
lenguaje que expresase una representación suficiente de su contenido simbólico,
logrando así la capacitación necesaria de sus procesos de expresión cognitiva.
Los Homo sapiens modernos, sin embargo, hemos desarrollado de una forma
extraordinaria nuestra capacidad respecto al lóbulo frontal en relación a nuestros
hermanos los Homo neanderthalensis.
Entre los neandertales y el hombre moderno, convergen más similitudes que
diferencias: ambas naturalezas, coexistieron y se mezclaron y, en la actualidad, ellos
constituyen una parte cualitativa de nuestro genoma.
A través de la investigación bibliográfica exhaustiva y la revisión de meta-análisis
que hemos realizado, constatamos que además de apomorfía características en el
particular desarrollo de su anatomía, existen evidencias irrefutables de que los
neandertales gozaban de un nivel de desarrollo cognitivo extremadamente considerable,
en especial adaptado con excelencia al medio particular y extremo en que vivían:
destrezas y habilidades dignas de una singular y genuina Antropología social y cultural.
Los Neandertales tienen aún mucho más que decir en cuanto a la forma de
afrontar y de entender el mundo; las estructuras sociales, el cuidado de sus enfermos, el
entierro de sus familiares queridos y el cuidado del grupo, de los niños y de los ancianos
de cada clan y de cada caverna; sobre los rituales de caza, el tratamiento de las
enfermedades, la sensibilidad religiosa con la madre naturaleza, en definitiva, claves para
un grupo de hombres cazadores recolectores.
Malinowski, en Los Argonautas del Pacífico Occidental (1922), estableció que la
base de un estudio intercultural siempre debe de ser a través de las observaciones del
parentesco, estableciendo conexiones y comparaciones con los planteamientos
psicológicos y demostrando que aspectos freudianos como el concepto de complejo de
Edipo, dependían principalmente de los contextos culturales particularmente
determinados. Este autor, siempre instaba a una necesaria referencia de la observación
directa por parte del científico en las investigaciones antropológicas, haciendo una
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

recopilación de todos los datos extraídos mediante el estudio de las sociedades sobre su
propio lugar de origen, tras años de trabajo de campo asimilándose la experiencia al
contexto de la tribu a estudiar, evitando los prejuicios que podríamos establecer desde el
prisma de nuestra cultura.
Ello es lo que debemos de hacer nosotros, evitando los prejuicios de nuestra
sociedad si queremos establecer unas conductas científicas a la hora de desentrañar la
vida en el Paleolítico desde una perspectiva que nunca debe de ser la que ahora existe
desde la óptica tan diferente del hombre sapiens moderno. Hemos de servirnos de los
valores, las conductas y la forma de ser en su mundo e intentar aproximarnos en un serio
esfuerzo reconstructivo del abordaje psicológico respecto a las cogniciones primitivas que
hicieron referencia a nuestros ancestros Homo neanderthalensis, sin que los esquemas
sociales juzguen, se escandalicen o asusten por falsas precogniciones que lleguen a ser
capaz de deteriorar nuestro definitivo enfoque. Para ello, como en los trabajos de
Malinoswki, en La Teoría Científica de la Cultura (1918) y en Las Islas Trobiand (1915),
siempre hemos de emplear un enfoque global que integre a todas las interacciones
sociales, recogiendo aspectos de tipo mágico, religioso, social y económico.

Para Malinowski: "El objetivo final... es comprender el punto de vista del nativo, su
relación con la vida, entender su visión del mundo”, y para lograr alcanzar este objetivo en
el trabajo de campo etnográfico, el analista ha de seguir estas normas:

1. La organización de la tribu y la anatomía de su cultura deben ser registradas de


manera firme y clara. El método de la documentación estadística y concreta es el medio a
través del cual realizar este trabajo.

2. Dentro de este marco, los imponderables de la vida cotidiana y el tipo de


conducta han de ser anotados. Deben recogerse todo el tiempo observaciones detalladas
en la forma de una suerte de diario etnográfico, lo cual es posible a través del contacto
cercano con la vida nativa.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

3. Una colección de declaraciones etnográficas, narrativas características,


expresiones típicas, items del folklore tiene que darse como un corpus inscriptionum,
como documentos.

Reconocer la posibilidad de que en nosotros haya mucho de los neandertales que


también fuimos, como ya apuntan los porcentajes de las teoría genéticas; además, es de
recibo reconocer que según las estructuras anatómicas y neuroquímicas del cerebro de
los neandertales se demuestra que estos humanos, al contrario de los que se intentó
siempre defender hasta hace bien poco por las doctrinas más fundamentalistas, no eran
tan animales ni estaban tan alejados de nosotros como se nos insistía.
No sentían exactamente como nosotros, sino más, porque a pesar de tener áreas
motoras más grandes y ser físicamente más fuertes, lo que no tenían es un desarrollo tan
excesivo del lóbulo frontal como nosotros, lo que, paradójicamente, nos acaba
incapacitando a veces; es decir, y esto lo vemos en las práctica clínica todos los días, el
Homo sapiens está cada vez más diseñado para vivir lejos de la naturaleza, en una
sociedad suficientemente ansiosa y cada vez más neurotizada, como ya apuntaban
magistralmente las teoría de Freud.
El origen de nuestro interés de sapiens arcaico por explicarnos la génesis del
mundo no se pierde sino en la interpretación neandertal de sus cosmogonías particulares,
aunque su capacitación neuronal frontal, más formada para desarrollar plenamente su
físico que para afrontar una manía clasificatoria más propia de nosotros, como son las
taxonomías de Linneo.
Ellos, en definitiva, no tenían esa necesidad compulsiva que padece el Homo
sapiens de tener que analizarlo, registrarlo y clasificarlo todo. Tenían una disposición
cerebral en el frontal justa y necesaria para intentar ser felices en su mundo, sin la
patología obsesiva de perpetuarse en el tiempo como hacemos nosotros a través de
representaciones gráficas compulsivas, en un intento necesitado de postergarnos en el
devenir.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Nuestros antepasados neandertales disfrutaban de una vida emocional íntegra


igual o más intensa si cabe que la nuestra (quizá más simple, pero también menos
retorcida e improductiva). Resulta evidente que contaban con un menor número de
conexiones sinápticas en el hemisferio frontal aunque, dicho de otra forma, puede que
nosotros hayamos desarrollado excesivamente este lóbulo al disminuir las necesidades
musculares que en la actualidad nos son requeridas.
Sin embargo, en los albores de los tiempos prehistórico, como también
sostuvieran Freud y Jung, las estructuras psíquicas para el hombre moderno eran ya
emocionalmente idénticas para estas dos especies de homínidos, esto es: los
sentimientos eran los mismos o, en cualquier caso, puede que los neandertales no
tuvieran la necesidad apremiante de expresarlo todo, aunque puede que también
compartiesen la necesidad del arte mueble y el parietal, como en la actualidad revelaban
los últimos hallazgos arqueológicos y los métodos de datación absoluta, que fechan estas
expresiones humanas, en momentos más antiguos a los que en un principio se reconocía.
Puede que incluso nosotros, tras la invasión de sus territorios, como buenos y
compulsivos copistas, nos dedicásemos a reproducir o incluso mejorar artilugios de caza o
enseres y adornos y/o dibujos que ya el neandertal, miles de años antes, se había
planteado.
Esto nos lleva a sopesar con honestidad, que quizá la parte neandertal de nosotros
mismos sea, en definitiva, la más humana; el desarrollo cerebral ulterior se asemeja más
a mecanismos sociales, zoopolíticos propios de una terrible y desorganizada necesidad de
adaptación evolutiva desmedida y aún no terminada.
Es la actualidad de los medios de comunicación, la aldea global a través de
internet, el poder de las masas mediatizadas como a partir del neolítico bajo la potestad
de unos pocos, lo que nos empuja, cada día más, a la intervención en una sociedad
tremendamente ansiosa, es decir, sin pelos en la lengua: gravemente herida y
esencialmente neurótica.
Como el Dasein en la filosofía de Heidegger, nuestra manera de ser y estar en el
mundo, resulta ahora una particular forma existencial de vivir resguardada en el seno
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

confortable de una vida física estructuralmente mejorada y con menos estresores


exteriores que nos mediatizan (ahora ya no hay leones en la sabana de nuestras angustias
que nos persigan); sin embargo, el interior de nuestras mentes está plagado de
fantasmas, miedos pulsionales, insatisfacciones y traumas vividos en una demasiada
alargada infancia, una adolescencia caótica y maltrecha y un periodo de madurez
rebosante de escollos como las hipotecas, los desahucios, las estrecheces de final de mes,
las relaciones con las familia política.
Antes había que experimentar la existencia sólo exclusivamente, saber y poder
disfrutarla; la caza, el inmenso páramo, la población escasa que permitía disfrutar como
grandes predadores naturalistas sobre la ecología de unos hábitats donde se cazaban las
especies en abundancia; a la vez que de la familia del primitivo clan disponía, padres e
hijos de tiempo para jugar, disfrutar de la pesca o del baño, de las relaciones sexuales en
mitad de las pozas y al abrigo los bosques de hoja perenne del monte mediterráneo.
No existían otras necesidades que la supervivencia, a veces en condiciones
extremas, con una capacidad cognitiva más que suficiente para observar la naturaleza, de
la que eran parte constituyente encargándose de gozarla intensamente, así como de
elaborar técnicas mejoradas que facilitasen las tareas de cómo hay que salir cuando
hubiera que procurarse el alimento, fabricar herramientas, edificar viviendas. Ratos de
esparcimiento lúdico que a medida que la tecnología mejoraba eran cada vez más
frecuentes, y en donde sólo había que preocuparse por llegar y disfrutar la vida
plenamente.

15. LA INTERPRETACIÓN QUE PODEMOS HACER DESDE EL HOMBRE


NEANDENTAL PRIMITIVO
El hombre neandertal primitivo tiene tiempo libre para disfrutar de su entorno
cuando las dificultades y los requerimientos de la banda así lo permiten. Sin embargo,
nosotros, los humanos modernos desde el afán con el que solemos complicarnos la vida,
sencillamente hemos renunciado a estos placeres que a ratos un claro del bosque ofrecía
para el disfrute al grupo familiar; resulta un hecho que ya no tenemos esas necesidades,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

nuestra vida se confunde de objetivos prescindiendo de las ventajas que nos ofrece el
vivir con la naturaleza, formando parte del ecotono; la consideramos sólo parte ya de un
entorno que se nos asemeja hostil, cada vez más lejos de estas preocupaciones por
sobrevivir.
Especialmente dotado de un córtex muy complejo (el mayor que la neurobiología
ha sido capaz de desarrollar), parece que no somos capaces de llegar a disfrutar de lo que
la evolución, generosa, ha decidido capacitarnos; ya no escuchamos a nuestros viejos que
transmiten su saber tradicional y su experiencias épicas de caza junto a la hoguera, ni
compartimos el brillo del plenilunio junto a los acebuches o los chaparros, ya nuestras
madres no transmiten las tradiciones orales al oído de sus hijas; preferimos consultar los
buscadores de internet antes de preguntar cualquier cosa, o enloquecer cuando
perdemos la red eléctrica o se nos van las conexiones multimedia y no podemos bajar
archivos de la red.
Al contrario, cada día más alejado de nuestro entorno principal, fuera de los
límites propios en que se convive con la naturaleza, sin adiestrar nuestro oído, nuestra
visión para la oscuridad, nuestro cuerpo dotado de una asombrosa biomecánica
magníficamente adaptada a la bipedestación y la marcha. En nuestra sociedad actual, la
falta de necesidad para destinar jornadas completas empleadas en el desplazamiento
nómada, se tornarán obsoletas en cuanto a las nuevas demandas que ahora necesitamos.
De esta manera, las alteraciones recesivas como los genes que regulan defectos de
refracción como la miopía tendrán progresivamente una expresión dominante con lo que
nos haremos cada vez más miopes, al cabo de forzar nuestros ojos durante muchas horas
al día, frente a la pantalla del ordenador.
Nuestro estudio sobre el abordaje de la ansiedad obsesiva, característica propia
del Homo sapiens sapiens, y nunca de la dotación neurológica que caracteriza al hombre
de Neandertal, nos demuestra de una forma objetiva (perfectamente cuantificada por el
estudio desde la bioestadística que en esta Tesis presento), cómo los hombres modernos
insistimos en complicarnos el existir y hacernos valedores de una vida interior aún cada
vez más exorbitada, que siempre termina en amplias exigencias y dificultades mentales,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

demandas de altos retos con enormes niveles de frustración, baja tolerancia a la ansiedad
y altos niveles de ira, con muy alta angustia, en definitiva; por todo ello, es por lo que
actualmente acaba constituyendo una especial psicopatología que llega a todos los
humanos modernos, una neurosis social de la aldea global, a la que ahora se le añade el
sufrimiento del desbordado caudal al que nos someten las normas cada día más
agresivas, alienantes y desorbitadas por la aldea global y un ciberespacio capitalizado.
Quizás uno de los valores más importantes que aporta nuestro trabajo, ya que
determinar un grupo control a fin de estudiar la psicopatología y el psicodiagnóstico de
un hipotético hombre de las cavernas, no es posible; podremos, sin embargo,
aproximarnos estableciendo un número de participantes en nuestro estudio que bien
puede y debe de semejar una estructura cerebral sana y neuropsicológicamente básica
desde una fisiología funcional lo más simple posible; aquella sobre la que han de
objetivarse, a través del registro estadístico y científico de los cuestionarios
autoaplicados, todas las reacciones emotivas y afectivas, frente a las interacciones
sociales en relación con el grupo; además, no sólo en ítems y test de tipo cognitivo-
conductual, sino desde la psicodinamia de los test proyectivos también.
La interpretación de los test de manchas con un alto referente del sistema límbico
más básico (meramente emocional) lo extrapolamos al contenido psicodinámico tanto en
pacientes agresivos, parafílicos o maltratadores y delincuentes, caracterizados por una
impulsividad manifiesta así como a grupos de casos clínicos antiguos de la literatura
psiquiátrica del siglo XVII que ya no aparecen en nuestras consultas; frente al grupo de
Sapiens sapiens que actúa, en este caso, como grupo control, esto es: pacientes más o
menos ansiosos y/o con trastornos desadaptativos, marcada labilidad emocional y grave
estructura neurótica de la personalidad, que es en donde se exploran los márgenes
psicoafectivos pulsionales que también debieron de estar presentes en la esfera afectiva y
emocional de nuestros antecesores desde el principio de los tiempos.
Así, el test proyectivo de manchas del psiquiatra suizo Hermann Rorscharch, nos
ofrece una aproximación directa y muy precisa al pulsional y emocional inconsciente
primitivo, que presenta una actividad cerebral, neurobioquímica y neuropsicológica,
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

idéntica, desde hace miles de años, tanto para el hombre neandertal como, aún en
nuestro días, para el Homo sapiens sapiens.
Además, igual que Broca estudiaba en los albores del desarrollo de la ciencia
neurológica la localización cerebral de cada una de nuestras funciones encefálicas, como
el caso del área de la corteza visual calcarina del lóbulo occipital, mediante su
destrucción. Nosotros hemos reparado en algo similar a lo que nos ofrece la naturaleza
con las fases de diferenciación anormal de los tumores cancerígenos cerebrales, que
literalmente destruyen e infiltran de forma muy agresiva el córtex cerebral, aunque
persiste. Hasta la muerte neurológica y motora del paciente, la integridad del sistema
límbico, y hemos llegado a unas asombrosas conclusiones, esto es:
Los pacientes afectos de pase terminal de glioblastoma multiforme grado IV,
aunque sufren la destrucción del área de Wernicke donde radica el lenguaje, por lo que
no pueden expresarse y la proliferación del tumor produce un daño sistémico en los
tejidos neuronales y en la anatomía patológica de los capilares sanguíneos, mantienen
una mejor integridad del cerebro interno hasta el exitus; en ése momento el enfermo,
que sufre lesiones no compatible con la vida, mantiene a pesar de ello un sistema límbico
intacto que puede asimilarse a un cerebro emocional con las dotes afectivas resultantes
como las de un primitivo hombre neandertal arcaico.
Con ellos hemos demostrado similitudes evidentes, más que diferencias entre
ambas especies humanas, que coexistieron y se mezclaron siendo ambas especies de
humanas en la actualidad buena parte de nosotros mismos, como ya reconoce
cualitativamente la ciencia (pues características adaptativas como las inmunológicas,
vasculares o alérgicas aún nos resultan determinantes en el nuevo contexto en que nos
movemos), así como también cuantitativamente en un porcentaje mayor de nuestro
genoma.
Es de recibo reconocer nuestro agradecimiento a los antecesores directos los
neandertales, al menos sobre nuestra matriz emocional más interna, íntegra e
interesante, que nos vincula con la identidad de lo que algún día fuimos y, aunque de
forma recesiva, todavía seguimos siendo. Es por ello, que puedo asegurarles que mi
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

experiencia ha sido un viaje apasionante a la historia primigenia de la Psicobiología


humana durante el Paleolítico.
Para Wittgenstein (1953) en su libro Investigaciones filosóficas mantiene algunas
de las aseveraciones anteriormente presentadas en su primera etapa del Tractatus
Logico-Philosophicus (1921). Considera que el lenguaje es como un laberinto de sendas y
desde él podemos operar y elaborar nuevos comportamientos lingüísticos. Los problemas
filosóficos se originan porque no usamos el lenguaje convenientemente; la filosofía
sustantiviza el lenguaje y crea enigmas que fascinan nuestra mente de Homo sapiens
moderno, produciendo “una especie de calambre mental que causa la especulación
filosófica”. Esto es: los problemas filosóficos no tienen solución sino disolución, y
entonces la filosofía resulta una particular terapia acompañada de una completa teoría
del lenguaje, que de seguro cobra un doble papel, uno negativo, a fin de disolver los
problemas filosóficos y otro positivo, favoreciendo una mejor ordenación conceptual y
categorial del lenguaje.
No se afirma que las cuestiones filosóficas: morales, estéticas o religiosas no
tengan significado; al contrario, lo que verdaderamente sí ocurre es que éste emerge
desde el lenguaje y trasciende las interpretaciones meramente lingüísticas, y ello sume a
nuestra mente curiosa en una confusión fascinante, quedando definitivamente
embaucados como presas, en virtud de nuestra mente ansiosa, ávida de la satisfacción
que ofrece la actitud perversa de lograr el poder en la empresa de emplearnos en
controlarlo todo, sobre la demanda moderna que exige una sociedad de urbe global que
aspira cada día a estar más neurotizada, la angustiosa necesidad que cada vez más nos
embruja, por el constructo inoperante y siempre pretencioso de llegar a conseguir el
dominio del todo de las partes.
Estas son cuestiones profundas y de trascendental relevancia para interpretar la
historia, máxime en el intento de abordaje de los patrones fundamentales de la
Prehistoria. Hemos de trascender del lenguaje y recrearnos más en los conceptos, desde
la visión paradigmática que nos ofrece el acercamiento multidisciplinar que ya ofrece la
tecnología de las Ciencias, sin que los prejuicios interpretativos de nuestra particular
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

visión de los hechos sesguen los resultados de campo y no nos dejen ir más allá. Muchas
veces las cosas están ahí, solo que hay que acertar con el enfoque apropiado para saber
verlas.
Al hilo de nuestra interpretación, la tarea del filósofo debe de ser delimitar el
campo de lo “decible” y “luchar contra el embrujamiento de nuestra mente por el
lenguaje” (Ayllón, Izquierdo y Díaz, 2010). Valga, entonces, lo que Wittgenstein refería:
“lo que no puede decirse resulta ser más importante que lo que puede decirse”. Es por
ello que los filósofos analíticos no han dejado de transmitir una concepción de la realidad
y del ser humano integrada por una serie de presupuestos filosóficos como la existencia
de una realidad física (fisicalismo), el antitrascendentismo (no existe realidad
trascendente alguna), el ser humano es una realidad biológica, aunque compleja; el
determinismo (la conducta humana está determinada por las circunstancias que más
tarde o más temprano acaba esclareciendo la ciencia) y es el conocimiento científico
quien nos resulta válido para reinterpretar el devenir de la Historia.
Desde el racionalismo crítico, Popper en su obra Lógica de la investigación
científica estableció la propuesta de un nuevo método para la ciencia a través del
conocimiento falible y conjetural con un nuevo concepto denominado: criterio de
falsación o de falsificación. En el terreno de la ontología popperana defiende la existencia
de tres mundos: el mundo 1, material o de los objetos físicos; el mundo 2 o de nuestra
propia experiencia consciente y de la experiencia general de los seres humanos modernos
(en donde existen también estados inconscientes); entre ambos mundos 1 y 2 puede
haber transacciones; y el mundo 3 o de los productos objetivos de la mente humana,
como refiere Popper (1994): “el mundo de los productos mentales; es decir, el mundo
que los antropólogos denominan cultura”. Aventura a razonarnos que el futuro no está
escrito y el cosmos es una realidad plural: determinista, indeterminista y emergente. La
libertad, pues, no sólo es posible en la sociedad abierta, también lo es en la realidad física
(Ayllón et al., 2010). Termina Popper, en Búsqueda de un mundo mejor (1994),
escribiendo: […] Creo que la principal tarea de la filosofía es especular críticamente sobre
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

el universo y sobre nuestro lugar en él, incluidas nuestras facultades de conocer y nuestra
capacidad de hacer el bien y el mal”.
Quizá desde el Epipaleolítico y, luego, durante el Neolítico, una de las
características más inherentes del Homo sapiens es la perseverancia a la tendencia de la
fuerza por lo ya establecido, al inmovilismo que se establece desde la costumbre (del
término griego “ethos”), que instalada en la conciencia humana prefigura y rige el sentido
de todos los actos del hombre. Además, por voluntad del inmovilismo, alejándonos del
devenir de nuestra capacidad nómada, adoptamos mayoritariamente un perfil
sedentario, confirmado por la necesidad cuasi obsesiva de una antropología social guiada
preferentemente por las leyes, preceptos que guían, fijan y delimitan el ámbito de la
conducta, obligándose a nuestros antecesores y a nosotros, aún cada vez más, a seguir las
normas de referencias establecidas sin la posibilidad de obrar ya nunca jamás, en cuanto
a criterios propios e independientes, exclusivos de cada ser humano.
El hombre moderno, antes y ahora mucho peor, a causa del control de las
tecnología que con la premisa manida de mejorar nuestro confort, que lejos de aumentar
nuestro desarrollo como personas nos aliena, cosifica y atado a una ley nos somete a los
dictámenes intencionados que se dictamina a través del poder que obran las nuevas
tecnologías; creando nuevas demandas aunque muy bien orquestadas por sus objetivos
económicos que subyacen siempre determinadas por el consumo intestino: unos pocos
dirigen y gestionan el mundo, algunas familias poseen más de la riqueza acumulada que
lo que todo el resto del mundo podremos nuca llegar a disfrutar; los créditos, los bancos,
los gobiernos, crean nuestras demandas de una forma artificiosa entre un vértigo de
consumismo, sumido en la compulsión y en la necesidad repetitiva de una obsesión por lo
que llamamos sociedad de bienestar que sólo llega a ser una entelequia, ya que el ser
humano sigue y está cada vez más, profundamente enfermo, insatisfecho, anhedónico.
Es a consecuencia de ello, doblegado por las leyes de tener, trabajar por poseer y
acumular, que cada vez nos alejamos más de nuestra propia biología, de la naturaleza de
nuestros antepasados, que disfrutaban con lo que tenía sin plantearse a caso ir más allá.
Sin embargo nosotros, estamos ya doblegados, acostumbrados a permanecer donde se
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

nos dice y a no salirnos del raíl que orquestan las vías de los que nos manipulan. Pero esta
uniformidad que nos apoltrona en aras a la renuncia biológica de parte de nosotros
mismos, que en nada tiene que ver con el momento en que los humanos nos creíamos
originariamente libres.
Quizás, y sólo en el caso exclusivo de algunos individuos aún atentos que logren
apercibirse de ello, al extrañarse el hombre de sí mismo llegue a tomar conciencia de
nuestro actual problema y obre la distancia suficiente como para cuestionarse primero su
propia naturaleza, y después, en consecuencia, actuar para mejorar sobre ella; si antes el
hombre sometido e inmerso en un mundo natural dependía de las inclemencias y los
dictámenes de la naturaleza, ahora además proponemos, considerarnos independientes,
arguyendo a una libertad de la que sin duda carecemos.
Ya durante los viajes en El Beagle (1831-1836) de Charles Robert Darwin, la
observación de mutaciones en los animales de la misma especie en diferentes
situaciones, así como las diferencias distinguidas entre animales vivos y restos de los
fosilizados, le sugirieron que se replantease la teoría de la fijación de las especies. Más
tarde, en El ensayo sobre el principio de población (Malthus, 1838), se llega a la conclusión
de que en la lucha por la existencia de las mutaciones, así las favorables tienden a
prevalecer y las no favorables a ser destruidas, siendo el resultado de todo este proceso
la formación de nuevas especies, transmitiéndose por herencia los caracteres adquiridos.
Además, Darwin como el excelente observador naturalista que fue no atendió a la
especulación filosófica y se dedicó a constituir una teoría de la evolución basada en
pruebas empíricas; sin embargo, en realidad interpretó la moral como la evolución de la
intencionalidad del instinto animal y como algo que se desarrolla a través de los cambios
de las normas sociales que confieren un valor de supervivencia trascendental a las
sociedades.
Pero debo ir más allá, ello es quizás por la naturaleza de nuestra neurobioquímica,
por la arquitectura y la concepción estructural de nuestro cerebro, al que el predominio
holgado del lóbulo frontal hipertrofiado respecto de nuestros parientes directos los
neandertales, juega a la contra de nuestras ideas y ya no nos deja discernir, quizá, lo
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

importante de la libertad y el disfrute connatural de nuestros ancestros en relación a la


vida afectiva.
Estas fuerzas nos arrastran a doblegarnos en un camino pedregoso que además
nos aliena; seguramente porque no llegue a ser posible la construcción cerebral del Homo
sapiens, pues aunque por el efecto neodarwiniano de un grado máximo de evolución, no
hemos de llegar nunca a imaginarnos propietarios de nuestros propios impulsos
nerviosos. Nuestra psicobiología frontal ordena y nos constituye en fuerzas que llegan a
dominar nuestros neurotransmisores al través de la brecha sináptica, y desde la propia
obsesividad jamás nuestro cerebro habrá de dejarnos disfrutar de nuestro libre albedrío.
Antes, era la naturaleza inclemente con las desavenencias abruptas de su clima o
luego las infecciones y pandemias, y a pesar de la dudosa pretensión de que algún día
fuésemos capaces de superar todo esto, ahora constatamos nuevas fuerzas que proceden
del más profundo interior de las interconexiones nerviosas de nuestra psique dotada de
una extraordinaria ultraestructura exquisita, compleja, que al final termina por complicar
el resultado y nuestras conclusiones son que nos imaginamos propietarios de nuestros
impulsos y libres, aunque desde el punto de vista clínico, estas conductas están en
realidad condicionadas exclusivamente por lo que química y neuroanatómicamente
somos. Parece que la evolución neodarwiniana esta vez se confunde, y como dijera
Derrida, nuestro pensamiento inexorablemente ha de conducirnos a una nueva
deconstrucción.
La paradoja nos habla de que precisamente la sofisticación neuronal de nuestra
estructuras encefálicas, constituye un punto de inflexión equivocado que se registra en la
curva evolutiva de los homínidos; además de la última rama viviente de estas especies,
quizá resultemos la más compleja a la vez que la más sofisticada y por ende también la
más equivocada; al haber dejado atrás toda nuestro modo de vivir en la naturaleza,
disfrutamos de muchas ventajas: mejores condiciones de vida, sanitarias, aumento de la
longevidad, etc., pero a costa de la pérdida natural de nuestros instintos, de nuestros
afectos, del disfrute en libertad del tiempo y del libre albedría respecto del ocio en
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

aquellos reducidos grupos familiares de cazadores recolectores por los caminos de la


horda, ya bastante olvidados y nuca reconocidos durante el Paleolítico medio y superior.
Si el paso del utilitarismo nómada que conllevó al asentamiento tuvo lugar
durante el neolítico, advirtió un cambio en la economía de recolección espontánea por
una economía de siembra y recolección de frutos que exigía un extraordinario desarrollo
en la capacidad del hombre para prever, a través del tiempo de espera; resulta evidente
que ello no hubiera sido nunca posible, caso de que nuestro cerebro no hubiese
evolucionado, de forma macroscópica evidenciando intensos cambios en su fina
ultraestructura frontal, en detrimento de un desarrollo menor de la anotomía esquelética
y motriz, además de un detrimento emocional, pulsional, afectivo del sistema límbico que
ahora pasó a un segundo plano.
Por otra parte, el tránsito de la prehistoria a la historia antigua se constata con la
invención de la escritura, bien en piedra, en cera, tablillas de barro, preparación de
papiros con tintas naturales, pieles de animales curtidas, habilitadas y recogidas en un
códice, la industria china del papel y el invento de los libros, luego la imprenta y ahora los
actuales medios de soportes digitales. Ahora bien, esa necesidad de pintar, escribir y
trascender, que no era una necesidad neandertal, es patognomónica del Homo sapiens
sapiens, mediada por su desarrollo cerebral y sus necesidades espirituales que siempre
rozan lo obsesivo, tan exclusivos del ser humano.
No es que los neandertales no dibujasen, pues a tenor de las últimas dataciones
más ajustadas en la cronología y nuevos hallazgos para que sí lo hacían, lo que si parece
evidente y neurológicamente correcto es que, al contrario de nosotros: ellos no tenían
tan imperiosa necesidad de hacerlo. Resulta evidente que tenían una inteligencia
suficiente para expresarse y que ya el lenguaje en su anatomía era una realidad, así como
representar un esquema de caza en su grupo familiar de cazadores recolectores para
tender una emboscada a sus presas sobre un estrecho desfiladero; aunque la necesidad
de elaborar una capilla Sixtina en el paleolítico superior de Altamira, era patrimonio
exclusivo de la necesidad humana de nuestra especie para ser y trascender. No es que
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

ellos no pudieran, es que no les motivaba su psiquismo y jamás habrían de convertirlo,


entonces, en una perentoria necesidad.
De esta forma, constatamos que las artes humanas a través de todos los tiempos
así como las necesidades de registros científicos como la taxonomía natural que durante
el siglo XVIII encabezó Carl von Linneo en su Systema naturae (1735), resultan muestras
evidentes de cómo de verdad somos y cuáles son las motivaciones estructurales en la
semántica de nuestros pensamientos.
Se asoma la libertad al horizonte del hombre como deseo que determina la meta
de una línea de pensamiento, en el ámbito irreal de la fantasía, pero si antes el hombre
aunque se cree libre, resultaba víctima de los instintos y de la biología; ahora no deja
también de constituir una entelequia, ya que su humanidad resulta también víctima pues
desconoce los vínculos que se unen a su yo, en los entresijos ocultos de las esferas
propuestas por Freud que le une plenamente a las profundas raíces del inconsciente;
pues a medida que nos vamos adentrando bajo estas profundidades de nuestro ser, con
sorpresa evidenciamos que aquellos movimientos nuestros que con frecuencia parecían
espontáneos, realmente obedecían a impulsos bien determinados condicionados y
limitados por nuestras estructuras psicobiológicas.
Freud concluía con una nueva herida al narcisismo humano, pues refería que no
es el artista el que crea la obra de arte, sino que es la obra de arte la que hace a su
productor un artista. Como dice Pajón (1992) en El ser y la libertad, este aserto condena
al hombre a una imposibilidad absoluta de ser libre, pues así como biología, la creatividad
en su conjunto está sometida a las leyes de causa y efecto, y no llega a ser alcanzable la
autonomía del pensamiento humano: “El hombre queda determinado y sometido al
exclusivo dominio de la naturaleza, sin que ni siquiera le quepa imaginar la conquista de
la libertad que al dictado de nuestros impulsos en los circuitos neuronales parece que
hacen de la aspiración a la libertad un imposible”.
El ser humano tendría la capacidad de trascender lo real y aventurarse en un
ámbito en que la irrealidad sirve de fundamento de todo un mundo de creaciones. La
obra de arte no es una parte recortada del mundo, sino la semejanza con lo mundano, su
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

analogía, un duplicado que ha conseguido desprenderse de la realidad, que como a través


de una representación del mundo platónico de las ideas puras, ha conseguido sugerir su
desprendimiento de la realidad del cosmos. No transmite nada ajeno a sí mismo, pero sí
que es capaz de expresarse a través de una forma en distinta dimensión que transcurre
paralela al lenguaje; en definitiva, ha de constituir un estímulo condicionado porque
afecta a las potencialidades interiores del hombre, que afecta a la representación íntegra
de su ser: la representación del arte es una necesidad de control, expresión y
trascendencia del lóbulo frontal hipertrofiado, motivada probablemente por su necesidad
de expresividad temporal a través de las formaciones para el lenguaje del área de
Wernike.
Esta particularidad del hombre moderno y sus ancestros directos a través del arte
mobiliario y sus representaciones habidas en las cuevas y estampadas al aire libre y sobre
los abrigos rocosos, afecta a las necesidades potenciales del ser humano, sin que sea un
hecho histórico que vive y muere en el tiempo, sino que parte de su propia historia y se
genera a raíz de un desvelamiento propio, que le permite incorporarse al proceso de
realización de la creación humana.
El arte, en la medida que se distancie de la propia sustancia que lo concibe,
mantiene una forma que nunca es vacía como trazo simbólico de aquello de lo que
conforma como realidad subyacente; aún lleno de contenido irreal, su expresividad,
separada del signo lingüístico, mantiene un contenido expresivo que le hace un particular
comunicador a través valores aplicados de manera diferentes e interpretativa.
Un hombre que trasciende, incluso desvinculado de su existir, un hombre nunca
realizado, ni agotado en sí mismo: es el sueño, a través del arte, de nuestra propia
trascendencia; un constructo propio en exclusividad de las características de nuestra
psique.
Nunca habremos de entender el significado de las pinturas rupestres porque al
hombre moderno, he perdido el código interpretativo que mucho tiene que ver con el
cosmos que constituye su morfología anatómica cerebral. Nosotros ya no somos capaces
de contarnos nada en cuanto al profundo valor simbólico que atribuyeron nuestros
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

antepasados a los contenidos, en tanto en cuanto se extinguen los mitos que luego
también habrán de ser sucedidos por otros. Ya no entenderemos el significado de las
pinturas rupestres porque ya no sabemos ver ni escuchar, pues como dice Arsúa en El
collar del neandertal (1999): “[…] sencillamente porque a nosotros ya no nos dicen nada,
ya no nos hablan. Y ocurrió algo aún más terrible: también la naturaleza dejó de hablarle
al hombre”.
Lévi-Strauss cita la frase de Marx de que los hombres resultan los hacedores de su
propia historia, pero ignoran que son ellos los que la hacen; y comenta que si la primera
parte de esta frase justifica la Historia, la segunda justifica la Antropología. El antropólogo
tratará de ir siempre más allá de la recreación historiográfica, superando los modelos del
consciente y tratando de bucear al través del inconsciente nuclear freudiano y del
arquetípico de Jung; al tiempo que estudia los tipos de modelos, procurará establecer las
relaciones necesaria que rigen la vida mental, afectiva, artística y social del hombre. Quizá
podríamos apostillar nosotros que los actos que realizamos están directamente
relacionados y de manera exclusiva con nuestra dotación cerebral, que es el entramado
causal que se emplea, determina y hace surgir la realización de nuestras conductas.
Desde mi punto de vista, en ningún caso ninguno de los representantes que han
existido sobre la tierra, integrantes del grupo homínido han sido libres, sino dependientes
de las condiciones del medio natural y de su propia estructura nerviosa. Pero nuestra
especie, pese a las ventajas que disfruta respecto de la mejora y calidad de vida habida
cuenta del desarrollo de muchas de sus habilidades en la superación de adversidades,
disfruta de un sistema nervioso tan extremadamente desarrollado que podría resultar
una involución más que una ventaja sobre los dictados del desarrollo evolutivo, lo que
conllevaría, además de ser con exclusividad la última de las especies entre las formas
homínidas sobre la tierra, la especie de punto final respecto a nuestro género.
Durante el periodo Paleolítico en Europa, los humanos evolucionaron en
condiciones de aislamiento para acabar evolucionando hacia una especie muy particular y
autóctona: los neandertales, unos antepasados dotados de una increíble consistencia
física y perfectamente adaptados al clima de este continente. Ya contaban con un gran
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

cerebro que empleaban para comunicarse, y además manejaban el fuego y fabricaban


utensilios muy elaborados; eran capaces de enfrentarse a las dificultades propias de la
dureza de un clima extremadamente estacional.
Neandertales y Homo sapiens que evolucionaba desde África, no eran muy
diferentes pues mantenían un antepasado común, pues no llevábamos mucho tiempo
evolucionando por separado; a partir de entonces fue cuando se produjo la segunda gran
expansión cerebral con algunos resultados de especialización diferentes, esto es: para la
raza africana, un desarrollo extraordinario del lenguaje articulado al servicio de una
capacidad única por manejar símbolos, y para crear historias y generar mundos ficticios
(los neandertales, no llegaron a desarrollar un sistema de comunicación tan sofisticado,
pese a disponer de un sofisticado sistema de capacidades cognitivas y de comunicación,
sencillamente porque no lo necesitaban en su medio, y les era suficiente la
especialización cerebral más centrada en la fortaleza física respecto de la supervivencia
en condiciones más hostiles). En definitiva, constatamos que la mente del hombre
moderno era diferente a la de nuestros padres neandertales, pero no por una mayor
inteligencia técnica; somos unos primates extraordinariamente sociales, muy atentos a
las señales que percibimos de otros humanos, y que nos ayudan a interpretar sus mentes
y aventurar sus actos. Resulta precisamente tan grande nuestra capacidad de análisis que
a veces nuestras cogniciones resultan profusamente erróneas, por ejemplo: asimilamos a
los objetos más sorprendentes una analogía de cualidades exclusivamente humanas,
atribuimos a los animales cualidades estéticas y éticas que son proyecciones propias sólo
del ser humano, hecho que por otra parte animó al hombre curioso a entender e
interpretar los fenómenos de la naturaleza.
Como asevera Evans-Pritchard (2016) en Las teorías de la religión primitiva, la
evolución respecto organización de las estructuras biológicas se ha focalizado respecto a
dos direcciones, esto es: hacia la evolución generalizada y más perfeccionada del instinto
en todo el reino animal, excepto en el hombre; o hacia la extraordinaria evolución de la
inteligencia, exclusivo patrimonio de la humanidad. Aunque este desarrollo sin igual en la
naturaleza cuenta también con ciertas desventajas, pues a diferencia de los animales, ya
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

el hombre primitivo puede llegar a prever las dificultades que se le avecinan y duda y
teme sobre su capacidad por llegar a ser capaz de superarlas: la naturaleza efectúa una
adaptación con objeto de devolver la confianza al hombre e imponerle el sacrificio
personal, sumiéndole en el significado profundo, arquetípico e inconsciente, de los hondo
de los instintos, antes recubiertos por el manto protector de la inteligencia. Así las cosas,
hablamos de la necesidad de una realidad mitopoyética que adormecería a la inteligencia
aunque sin la capacidad de destruirla, sólo anestesiándola muy temporalmente. Ello
permite al hombre la manipulación de las fuerzas imaginativas en la naturaleza,
recurriendo a espíritus imaginarios para terminar sometiéndose, mediante el tabú, a la
disciplina de la sociedad, olvidando los intereses egoístas en aras del interés de la
comunidad. Es en palabras de Bergson: “una reacción defensiva de la naturaleza contra el
poder disolvente de la naturaleza”. Y como nos comenta Evans-Pritchard: “la religión no
es fruto del miedo, sino un modo de afirmación y un seguro contra el miedo. Es fruto de
un apremio de los instintos, de un impulso vital que, unido a la inteligencia, garantiza la
supervivencia del hombre y que este ascienda evolutiva hacia cimas cada vez más altas”.
Así las funciones que antes realizaba la magia y luego la religión, resultan indispensables
de cara a la supervivencia del individuo tanto como a la de la sociedad, pues a lo largo de
la historia han existido sociedades primitivas sin ciencia, arte o filosofía, pero ninguna que
no defendiese algún tipo de religión. Dice Bergson, en 1959: “la religión por cuanto es
coextensa de nuestra especie, debe pertenecer a su estructura”.
Pero lo cierto y verdad, como apostilla también Arsuaga (2014) es que un cerebro
grande y articulado no fueron rasgos evolutivos surgidos por generación espontánea,
antes bien al contrario, estas nuevas capacidades se debieron a verdaderas adaptaciones
de los homínidos que nos precedieron, necesarias e imprescindibles, las unas todas
apoyadas en las generaciones anteriores capaces de generar las imbricaciones siguientes
a lo largo de todos los años de evolución. A partir de Homo habilis, los humanos hemos
sido capaces de adaptarnos apoyándonos en la inteligencia, al igual que las aves desde el
antepasado reptiliano común del Archaeopterix supieron adaptarse a los cambios
metabólicos como los huesos aéreos capaces de facilitar el vuelo. Una vez colonizada
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Europa por primera vez y quedando aislada su población, la necesidad de sobrevivir y la


competencia entre grupos hizo que la inteligencia neandertal continuara aumentando,
aunque sin renunciar a la potencia física: estos hombres disponían de un cerebro más
grande sobre un cuerpo que seguía siendo igual de poderoso que sus ancestros.
Si nuestros antepasado sapiens africanos eran al principio igual de fuertes y cada
vez más inteligentes, tomaron un rumbo evolutivo diferente, a manera original de
solucionar los mismos problemas ecológicos; en un momento dado, sobre alguna
población humana apareció una variante menos fuerte aunque con mejor capacidad de
comunicación, hecho de características estrictamente relacionadas, esto es: lo que
generó la capacidad de articular mejor los sonidos fue la reducción de la cara, a su vez
gracias a las menores requerimientos respiratorios (versus neandertales, que en función
de los requerimientos del clima frío en que habitaban, contaban con una mayor
capacidad torácica y pulmonar, teniendo que humedecer y calentar el aire en las
cavidades orales y nasales antes de que llegase a los bronquios, por lo que el segmento
horizontal de tracto bucal seguía siendo largo). En los sapiens se produjeron
transformaciones hace 200.000 a 150.000 años, y ya contaban con un cerebro
especializado en manejar símbolos, habilitado con un perfil de estrategias asombrosas
para la comunicación intraespecífica, y un cuerpo menos capacitado para los grandes
esfuerzos con ostensibles variables no sólo en las evidencias forjadas respecto al canal del
parto, sino más eficaz en términos de gasto energético a largo plazo, durante los grandes
desplazamientos.
En definitiva, neandertales y humanos modernos son dos modelos humanos
diferentes que representan, dos respuestas evolutivas plenamente eficaces y ajustadas a
los idénticos desafíos habidos durante sus vidas: ambas especies experimentaron un
considerable éxito evolutivo respecto al aumento demográfico y la extensión geográfica,
hasta que se encontraron e iniciaron un camino común del que nosotros somos el
resultado genético de un genial mestizaje interespecífico, un punto y final que originó
probablemente, como escribe Arsuaga (2014): “[…] el ocaso de las bandas de cazadores
recolectores salvajes y libres, todavía no civilizados”.
PARTE VII
CONCLUSIONES
Ángel Valaer Rubio

1. SOBRE EL ABORDAJE PSICOTERAPÉUTICO Y FARMACOLÓGICO DE LA OBSESIVIDAD EN LA


MENTE DEL HOMO SAPIENS MODERNO

1.1. El Trastorno Obsesivo Compulsivo, TOC, es un trastorno heterogéneo en su


naturaleza; con un abordaje clínico que hasta hace pocos años, resultaba una
cuestión bastante compleja, sobre todo por la gravedad con que esta enfermedad
cursaba para determinados pacientes, la amplia sintomatología habida cuenta,
además, de su imprecisa ubicación nosológica, sobre todo considerando que
formaba parte de una florida psicopatología neurótica, lo que permitía un
abordaje muy dispar de la ansiedad comórbida.
1.2. Siendo de difícil tratamiento, instaba a una incesante búsqueda terapéutica
ayudada por el soporte de base con psicofármacos. Es por ello que su abordaje no
contó con un impulso significativo hasta la década de los sesenta, existiendo un
amplio conjunto de procedimientos sin que hasta el momento haya un acuerdo
unánime sobre cuál de todos ellos proporciona los mejores resultados.
1.3. Los antidepresivos son los fármacos psiquiátricos de elección para abordar el
TOC y entre ellos, dentro de los antidepresivos tricíclicos, la clomipramina (Jenike
et al., 1987; Zohar e Insel, 1987; Perse, 1988), lo cual viene avalado por varios
estudios controlados doble-ciego, que señalan mejoras del 60% en casos severos
(Vallejo, 1995).
1.4. En los últimos años se ha acumulado, una importante documentación sobre
la eficacia de los ISRS (fluvoxamina, fluoxetina, sertralina, paroxetina) en la
patología obsesiva primaria (Vallejo, 1995), si bien su superioridad sobre la
clomipramina (ADT) está todavía cuestionada (Greist et al., 1995, Piccinelli et al.,
1995).

673
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

1.5. Sin embargo, los estudios farmacológicos solventes indican que la mejoría que
experimentan los pacientes no llega a sobrepasar un porcentaje del 60% en el
mejor de los casos y que la curación total resulta excepcional (cuando no
inexistente ya que hablamos de una patología con características de evolución
crónica). Por todo ello, deben de ser valoradas también otras estrategias
terapéuticas: concretamente la terapia de conducta, TC, que ha demostrado ser
muy eficaz, especialmente la asociación de exposición in vivo y prevención de
respuesta, EPR, en pacientes rituales o compulsivos (Marks, 1981; Emmelkamp,
1982).
1.6. Por otra parte, respecto a la metodología de los estudios, si nos referimos a los
ensayos clínicos tradicionales, el conocimiento que obtenemos sobre el efecto en la
población de los fármacos se presume que no sea real, pues sus objetivos presentan
limitaciones, esto es: se desarrollan en condiciones muy diferentes a las de la vida
cotidiana y, por tanto, presentan escasas posibilidades de predecir los resultados que se
obtengan luego en las condiciones de la práctica clínica habitual.
1.7. Por el contrario, los estudios naturísticos prestan nuevas ventajas con respecto a la
investigación clínica, ya que: se presentan con la finalidad de aumentar la validez externa
y los resultados más generalizables al conjunto de la población, son ensayos clínicos
pragmáticos, y con los criterios de inclusión y exclusión resultan definitivamente más
sensibles.
1.8. Además, se basan en estudios epidemiológicos observacionales, que consideran el
curso clínico de los pacientes en las condiciones de la práctica clínica habitual, cuya
principal ventaja es la disponibilidad de un gran volumen de información sobre un amplio
número de pacientes de diferentes grupos de riesgo, una mayor rapidez en obtener
resultados y un bajo coste relativo.
1.9. Una buena praxis de investigación clínica consistiría, por tanto, en el desarrollo de un
diseño naturalístico que recogiera información sobre diversas variables clínicas como el
cumplimiento terapéutico, la evolución de las patologías y la presencia de complicaciones
o efectos indeseados.
1.10. Ante un determinado grupo terapéutico como los pacientes psiquiátricos aquejados
de grave ansiedad, además de utilizar psicofármacos, que se combinan con apoyo
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

psicoterapéutico de formulación breve; los estudios han supuesto la mejora en el


indicador de una población de salud mental concreta como son los pacientes que sufren
un alto grado de trastorno de ansiedad de tipo obsesiva.
1.11. Resulta evidente que para conseguir una mejor adecuación a los tratamientos en la
práctica clínica, adaptada a las diferentes realidades o características de cada paciente, no
es suficiente con disponer de datos de eficacia, sino que se hace indispensable tener
información sobre la efectividad y la eficiencia de las diferentes alternativas terapéuticas
capaces de ser empleadas con más eficacias, resultados de esa propia actividad como
mecanismo de retroalimentación, imprescindible cuando un determinado profesional o
un determinado sistema de salud se cuestiona la viabilidad del diseño útil con el que
trabaja. De ahí la importancia en la praxis clínica de este trabajo.
1.12. Desde el punto de vista psicoterapéutico, hemos evidenciado que la terapia de
conducta tiene acreditada su eficacia antiobsesiva después de más de dos décadas de
utilización. La exposición con prevención de respuesta en pacientes ritualistas está
suficientemente consolidada. Algunos meta-análisis, confirman los buenos resultados en
relación con la farmacología (Cox et al., 1993; Balkom et al., 1994). Sin embargo, faltaban
estudios controlados que confronteran estos abordajes, tanto en el tratamiento agudo
como en el mantenimiento, así como en el perfil de paciente que se beneficia de cada
tratamiento individual o de la combinación de ambos.
1.13. En el momento actual, el tratamiento de elección podría ser combinado, es
decir, farmacológico y psicológico. Podríamos estimar la asociación de la EPR con
el tratamiento farmacológico. Contar con un buen tratamiento psicológico y con
un tratamiento psicofarmacológico adecuado es un buen punto de partida para la
práctica clínica y la investigación; sobre todo en el caso del TOC, y a diferencia de
otros trastorno de ansiedad, no parece darse una contradicción entre ambos
tratamientos, sino al contrario, fármacos y psicoterapia conductual pueden
cooperar e incluso potenciarse (Silvestre y Aronowitz, 1997). Y, aunque en la
actualidad no hay suficientes datos para permitir delinear las normas básicas de
esta cooperación, éste ha de ser uno de los ámbitos de desarrollo futuro del
tratamiento del TOC, sobre todo si se hace integrando las características y
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

variables personales del paciente en la mayor posibilidad de opciones terapéuticas


(Vallejo, 2006).
1.14. La terapia de conducta tiene acreditada su eficacia antiobsesiva después de
más de dos décadas de utilización. La exposición con prevención de respuesta en
ritualistas está suficientemente consolidada. Algunos metaanálisis confirman los
buenos resultados en relación con la farmacología (Cox et al., 1993; Balkom et al.,
1994). Sin embargo, faltan estudios controlados que confronten estos abordajes,
ambos, tanto en el tratamiento agudo como en el mantenimiento, así como el
perfil de paciente que se beneficia de cada tratamiento individual o de la
combinación de ambos.
1.15. Se ha señalado que tras la suspensión del tratamiento, se producen un
elevado número de recaídas (65%-90%) (Rasmussen y Eisen, 1997). Sin embargo,
se desconocen algunos datos importantes que requieren estudios solventes, tales
como: a) la frecuencia de recuperación, remisión y recaídas durante el período de
tratamiento, con cada una de las diferentes terapéuticas (clomipramina, ISRS,
terapia conductista, etc.), ya que los escasos estudios publicados con seguimientos
de más de 1 ó 2 años no ofrecen datos muy optimistas (12% remisión y 47%
recuperación parcial en el trabajo de Eisen et al., 1999); b) duración y dosis del
tratamiento de mantenimiento; y c) predictores de las fases de recuperación,
remisión y recaídas.
1.16. Otro aspecto a considerar es la permanencia a largo plazo de la remisión de la
sintomatología ya que, ciertamente, muchos de los trabajos realizados cuentan incluso
con períodos que llegan a los seis años de seguimiento. Estos prolongados seguimientos
permiten ver cómo las diferencias entre los grupos tienden a disminuir y a desaparecer en
el tiempo (González y Jiménez, 2000).
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

2. CONCLUSIONES EN RELACIÓN AL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

2.1. En nuestro estudio, hemos analizado la eficacia de los tratamientos cognitivo


conductual, TCC y psicofarmacológico. Este último ha estado basado en el uso de
antidepresivos tricíclicos (ADT) e inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS), estableciéndose cinco grupos de tratamientos diferentes.

2.2. Para el estudio de la eficacia de estos tratamientos se utilizaron unas escalas de


valoración que fueron aplicadas antes del inicio del tratamiento (pre-test),
después del tratamiento (post-test), a los doce (S1) y a los 24 meses (S2) tras el
inicio del estudio.

2.3. Para conseguir una mejor adecuación a los tratamientos en la práctica clínica,
adaptada a las diferentes realidades o características de cada uno de los
pacientes, no debe existir un grupo control con quién compararse; si no que cada
grupo debe compararse con sí mismo (intragrupo) que es lo que se considera
normal para cada test y así se conoce la gravedad de los pacientes antes de
empezar el tratamiento y como están al terminar y durante el seguimiento; así
como con el resto de los grupos clínicos de tratamiento propuestos (intergrupo).

2.4. El análisis de las puntuaciones obtenidas por los participantes en los distintos
grupos de tratamiento en las variables sociodemográficas, antecedentes
psiquiátricos familiares e historial de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos
anteriores, y en las variables de sintomatología obsesivo compulsiva, ansiedad y
depresión, no mostró diferencias estadísticamente significativas, lo cual apoyó el
supuesto inicial de que no existiesen diferencias intergrupo en los niveles de
estas variables previos al tratamiento.

2.5. Se realizaron las pruebas pertinentes para establecer un diagnostico diferencial


con las patologías comórbidas, a fin de evidenciar que se trataba de pacientes
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

realmente con una psicopatología de TOC y no presentaban otras patologías


como trastornos de personalidad de tipo paranoide que puedan enmascarar los
resultados del tratamiento.

2.6. Los pacientes estudiados en cada uno de los cinco grupos de estudio eran
realmente TOC y se comprobó que los cinco grupos eran homogéneos en las
variables estudiadas: las sintomatología obsesivo-compulsiva, y de ansiedad y
depresión; las variables sociodemográficas (sexo y edad); los antecedentes
psiquiátricos familiares; y la historia de tratamientos psicológicos y/o
psiquiátricos anteriores. En todos estos parámetros, intragrupo e intergrupo no
se aprecian diferencias significativas.

2.7. Cada uno de los grupos presentaron una mejoría significativa respecto a la
medida pretest en todas estas variables de sintomatología ansiosa y depresiva,
excepto en la escala BAI que, únicamente, presentó mejoría el grupo 5. Esto
resulta evidente, pues nos encontramos ante los diferentes tipos de abordaje
más refrendado para el tratamiento actual del TOC, como se contrasta en la
bibliografía.

2.8. Atendiendo a los resultados obtenidos respecto de obsesión compulsión, lo que


resulta evidente (como queda resumido a través de las gráficas mostradas en el
apartado de resultados) respecto de las diferencias intragrupo es que: el
tratamiento 1 (psicoterapia sola bajo paradigma cognitivo-conductual -CC-) y los
combinados (4 y 5) (Psicoterapia CC + ADT –Clomipramina y Bzd-; y Psicoterapia
CC + ISRS y Bzd) son los más efectivos en la reducción de la sintomatología
obsesivo compulsiva, con tratamiento exclusivo de psicofármacos.

2.9. Nuestros resultados han puesto de manifiesto el potencial terapéutico de los


tratamientos TCC para aliviar la sintomatología leve respecto de las variables
afectivas de ansiedad y depresión sin necesidad de acudir a los psicofármacos.
Este efecto, se mantiene en la mayoría de los casos durante el segundo año.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

2.10. En general, todos los tratamientos supusieron una mejora respecto al pre-
test. Esta mejora fue menor en los grupos tratados exclusivamente con
fármacos.

2.11. Por otra parte, nuestros resultados indican que los tratamientos
puramente farmacológicos fueron menos eficaces a la hora de prevenir las
recaídas.

2.12. Según la escala EA, el tratamientos TCC, si bien no supusieron una mejora
superior en el post-test con respecto al resto de los tratamientos, si permitieron
ir más allá en cuanto a la reducción de la gravedad de los síntomas del TOC, lo
cual está de acuerdo con lo descrito por otros autores, que demuestran la
superioridad de la EPR en relación a los medicamentos.

2.13. Usando otras escalas validadas como, por ejemplo, IBRO y OCI-R, se llega a
una conclusión diferente, en el sentido de que los tratamientos TCC y
combinados representan ventajas con respecto a los psicofarmacológicos puros
pero sin diferenciarse entre ellos en lo que a control a largo plazo de la severidad
de los síntomas se refiere. En este caso, la ventaja de los TCC tendría que ver con
la evitación de la farmacología en pacientes sensibles a los efectos secundarios
de los psicofármacos o a sus resistencias por emplear la medicación.

2.14. En cuanto a los grupos 4 y 5 es de resaltar la eficacia en cuanto a los


efectos terapéuticos en el post-test, ya que suponen una notoria mejoría en la
escala de severidad, que se mantienen en el tiempo y, por tanto, podrían estar
indicados en aquellos casos con sintomatología más marcada, obteniéndose
estos resultados al usar todas las escalas, sin que haya diferencia entre el uso del
antidepresivo tricíclico o el ISRS.

2.15. Contar con un buen tratamiento psicológico y con un tratamiento


psicofarmacológico adecuado resulta un excelente punto de partida para la
práctica clínica y la investigación, sobre todo porque fármacos y psicoterapia
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

conductual parecen cooperar e incluso potenciarse. Teniendo en cuenta que es


posible que distintos subgrupos de pacientes respondan diferencialmente a
distintos abordajes terapéuticos, conseguir una mejor adecuación a los
tratamientos, adaptados a las diferentes realidades o características de cada uno
de los pacientes, es un reto en el que hay que seguir trabajando para que la
terapia del TOC sea cada vez más personalizada.

3. CONCLUSIONES SOBRE LA EFECTIVIDAD PSICODINÁMICA EN CASOS DE PACIENTES


CON FRECUENCIA RESISTENTES AL TRATAMIENTO PARADIGMÁTICO

3.1. Respecto a los pacientes de gran meticulosidad obsesiva y carencia de


psicopatología paranoide: podríamos pensar en ofrecerles, sólo a estos
pacientes que no presenten diagnósticos secundarios en claves paranoides,
unos esquemas válidos de interpretación dinámica, unas claves que les
permitan explicarse y elaborar unos porqués exclusivos y bien particularizados,
que además concuerden con lo que ellos elaboran e interiorizan al respecto de
sus vivencias infantiles y de sus recuerdos, aunque al margen del filtro del
protocolo científico ya que no se someten al protocolo estricto o no de la
validación tradicional que ahora se enseña en las facultades de psicología bajo
el paradigma cognitivo-conductual; siempre que, en definitiva, nos resulte útil
para el paciente y para la evolución clínica ulterior del grupo que aplica
psicoterapia con cierto corte interpretativo de características dinámicas.
3.2. Así, le presentamos a Freud y a Jung desde la biblioterapia para que ellos
interpreten, busquen claves y porqués, y les brindamos la posibilidad de
experienciar una aproximación más o menos válida y elaborada, bajo una
psicoterapia de apoyo breve, pero tremendamente válida para su evolución.
Así, entramos en el inconsciente y en la infancia de la mano de Freud, y
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

también de Jung, esencialmente idéntico en los planteamientos del maestro


pero más creativo en sus consecuencias, y entramos en el mundo sugerente e
integrativo de la creatividad, lo sugerente, los artístico y lo trascendente, que
fascina a este tipo de pacientes que no en vano presentan una personalidad
meticulosa y sensible capacitada para ser capaz de elucubrar más allá y
trasponer, ahora con la fuerza de la psicoterapia, los límites de la patología de
ideación mágica y ritual.
3.3. Si Freud gesta su origen, luego era Jung, junto con Bleuler, los que
dispusieron de los recursos institucionales necesarios para convertir el
psicoanálisis en un movimiento científico. Así, de la mano de Jung
recuperamos la idea de que todos los antiguos mitos siguen vivos en nuestro
interior. Jung vio en el Edipo freudiano sólo un ejemplo de una multitud de
invariantes psíquicas que todos llevamos dentro. Jung se dio cuenta de que
Freud había descubierto un ejemplo único de cómo la psicología se podía
escapar de la historia personal y convertirse en la historia de la raza humana,
ya que estaba escrita en la mitología. Esto ofreció tanto un punto de apoyo,
situado fuera del paciente, como una palanca para mover la psique del mismo.
Jung inmediatamente empezó a seguir esta apasionante nueva dirección en
psicología.
3.4. Jung era un científico que creía en la evidencia objetiva. Sin embargo
estaba convencido de que el intento de hacer de la psicología sólo una ciencia
estadística estaba descaminado. Emprendería la construcción de su obra desde
lo que llamaría “psicología analítica”, elaborando una noción de inconsciente
colectivo, próxima al concepto cultural o modelo que, al unilateralizar la
tensión mantenida por Freud entre la herencia filogenética y los avatares de la
biografía individual, determina el psiquismo a través de arquetipos.
3.5. Podríamos hipotetizar sobre la naturaleza teleológica en las neurosis; en
principio, su carácter parece relacionado con el crecimiento, y para conseguir
este fin, infringe dolor a sus víctimas, falsifican su verdadera identidad que no
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

logran vivir en la plenitud de sus facultades. Ahora, con la psicoterapia


analítica, lejos de la catástrofe llega una esperanza desde la psicología
profunda, y surge una nueva forma de experimentar la vida, a través del
análisis circunstancial y la elaboración del contexto en que opera con éxito el
individuo.
3.6. Todos tenemos miedo de bucear bajo las tinieblas de los monstruos que
habitan nuestro interior. Pero es, precisamente, cuando examinamos este lado
oculto, cuando exploramos y luego evisceramos los fantasmas que un día
lejano de nuestra infancia acumulamos en nuestra caja de Pandora; cuando,
ahora otra vez irrumpen ya esfacelados al mundo exterior, desde la
perspectiva adulta y sin angustias de la madurez que ahora disfrutamos. Toda
vez que empezamos a reconocer a los monstruos que ya vemos con
perspectiva, desde fuera, se dejan de frecuentar nuestras angustias y ese
peligro decrece. En lugar de ello, descubrimos el principio de la sabiduría que
cada supuesto monstruo nos puede aportar, para lograr reinterpretar el
mundo, siendo más conscientes y más libres, sin rastro alargado de la sombra.
3.7. Y, trabajando con el concepto jungiano de la sombra, cuando una persona
se encuentra en una situación conflictiva con alguien en un sueño,
necesariamente habrá que asumir que esa otra persona es una figura de
sombra que posee alguna cualidad que necesitamos integrar en nuestra
personalidad. Cuanto más intensa es la lucha, más seguro podemos estar de
encontramos frente a una figura de sombra que antes reprimíamos y ahora
desentrañamos. Cuanto más repugnante o desagradable parezca esa otra
persona, más probable es que sea una figura de sombra. Al principio es difícil
reconocerla; pero una vez aceptada esta premisa, se llega a considerar los
sueños de sombra como oportunidades para avanzar del lugar con simples
interludios desagradables o de pesadilla.
3.8. Con el tiempo los sueños muestran la evolución de la sombra (forma no
humana, humana despreciada, humana tolerada). También existe siempre una
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

evolución de lo vago y amorfo hacia lo más claramente definido. Ello es debido


a que, a medida que el consciente se compromete con el inconsciente, la
definición particular de la sombra se va haciendo más precisa.
3.9. Los intentos que se ofrecen en la actualidad para integrar los métodos
psicoanalíticos (por no mencionar la Gestalt, la expresión corporal, el
psicodrama, las técnicas transpersonales, etc.), en la apertura de la psicología
jungiana a la interpretación psicopatológica, se ha convertido, absolutamente,
en una demanda muy capaz a fin de intentar suplir otras deficiencias
interpretativas, si es que no es capaz de integrarlas en un campo terapéutico
común; como dijera Jung, pensando en el análisis como una vasija alquímica.
3.10. Opinamos como Beyme (Spiegelman et al., 1990), así que nos podemos
también servir, del entrenamiento en relajación por el método de Jacobson, o
la inducción a la relajación progresiva mediante una formación autógena de
Schultz, en donde ya empezamos a demostrar, como sostenía el primero de
estos autores, que la neurastenia guardaba una estrecha relación con la
tensión anormal en los músculos; y es por ello, que la relajación,
independientemente de por el método con que se consiga, alivia la
sintomatología típica de los trastornos denominados actualmente de ansiedad
(DSM-V, APA 2014), así como sus somatizaciones en problemas respiratorios,
palpitaciones, dolor en el pecho, nerviosismo, mareo, cansancio, la limitación
en la actividad del sujeto, los trastornos del sueño, el dolor de cabeza, etc. En
consecuencia, la doctrina de una determinada escuela no separa ni distingue,
sino que revela una peregrinación hacia una meta común (Vasavada, 1990).
3.11. Es preferible construir puentes y tender así a reforzar el terreno común de
los diferentes acercamientos, más que a las diferencias de sus formas. Quizá el
verdadero clínico busca siempre soluciones variadas y diversas donde sea con
tal que alivien el sufrimiento de sus pacientes, manteniendo una visión
relativamente eclética, siempre y cuando esta sea válida, y produzca la crisis
de la enfermedad a través de la psicoterapia. Existen muchos puntos de vista
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

distintos: todos tienen su mérito y cada uno de ellos puede centrarse en


aspectos muy particulares de la experiencia psíquica que nos ayude a
conformar el puzle de las dos mil piezas.
3.12. Para poder integrar la sombra tenemos que aceptar que tenemos
pensamientos y deseos que no encajan con la prístina imagen que tenemos de
nosotros mismos. Tenemos que aceptar que existe algo más que el papel que
interpretamos en la sociedad o en el hogar. Tenemos que dejar de juzgar a los
que nos rodean y aceptar que el problema reside en nuestro interior. Y
después tenemos que dejar de juzgarnos también a nosotros mismos.
Tenemos que comprender que esas cualidades al parecer horrendas de las que
intentamos escapar podrían tener algún significado en nuestra vida.
3.13. Jung decía que todos estamos guiados por el destino, por lo desconocido,
que nos lleva camino de la Individuación, a la integridad a través del duro viaje
con que experimentamos la vida. Si se rechaza esa guía, en principio se pagan
las consecuencias, aunque luego, y como es más fuerte que la voluntad, no
logramos eludirla por mucho tiempo, y resurge acompañado de los síntomas.
Analizar estas tribulaciones, estimo que inicia el camino para lograr
definitivamente aprender a superarlas.
3.14. Señalaba Jung, al hilo freudiano conductor de su maestro, que en el
proceso analítico de transformación siempre hay una experiencia simbólica de
la muerte. La personalidad y las actitudes anteriormente inferidas, y las
pulsiones y los deseos infantiles mueren y dejan espacio a una nueva
personalidad. Esta muerte en el proceso de desarrollo interno está relacionada
con el volver a nacer, con convertirse en un individuo diferente. A través de
este proceso, el arquetipo de la muerte y del volver a nacer que se
experimenta proporciona la base de la creencia y, por ende, de superar el
miedo a la muerte.
3.15. Hay varias formas de liberarse de los condicionantes, Jung lo canaliza a
través de las relaciones que se tengan, experimentando los opuestos y
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aprendiendo a ser un espectador para encontrarse cara a cara con la función


trascendental. Se trata de estar objetivamente en una relación cualquiera o en
la subjetiva situación de depresión, estancamiento, confusión, o en una
arquetípica situación en un sueño y permitir su impacto en el organismo,
centrarse en él.
3.16. Más allá de las palabras que definen la situación está lo Desconocido. Hay
que experimentar su cualidad y dejarle hablar. Considera Vasavada
(Spiegelman et al., 1990), que tanto el analista como el paciente deben
esperar y observar las sucesivas manifestaciones del Inconsciente, de lo
Desconocido. No tienen porqué ser siempre sorprendente. Si nos esperamos,
se ven muchas caras diferentes de lo divino, de lo Desconocido. Sabiendo esto,
nos conformamos con estar con lo que es, lo Indescriptible, lo Indecible. Así,
aceptamos el tortuoso camino hacia la Individuación, que tiene su propio
ritmo natural. La espontaniedad versus el hieratismo rígido del obsesivo,
empieza a cobrar vida.
3.17. Nuestras conclusiones encajan plenamente con las expectativas de Maslow
y con los conceptos concebidos por Jung del proceso de individuación con la
relación entre el ego y el Self. Así que debemos de valorar mejor, la
autorrealización, en lugar de estar motivados por valores y recompensas
exteriores, pues constatamos que la persona que se encuentra ya en ese
estado de realización, que al margen de las particularidades propias de cada
personalidad, coinciden en su visión básica de la vida a través de los valores
que aprecian. Incluso las personas normalizadas, que habitualmente no
pueden alcanzar las alturas de esas personas autorrealizadas, son capaces
también de exhibir características similares en sus mejores momentos.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

4. CONCLUSIONES SOBRE CASUÍSTICA PALIATIVA Y TERMINAL DEL GLIOBLASTOMA


MULTIFORME GRADO IV, ALTAMENTE INDIFERENCIADO Y SU ANALOGÍA
COMPORTAMENTAL CON HOMO NEANRTHALENSIS

4.1. No hemos obtenido resultados estadísticamente significativos por el bajo


número determinado por la muestra siempre escasa de estos pacientes con
neoformación diferencial terminal objeto de estudio que nos permitan concluir
cómo el tratamiento con litio, debido a sus características eutimizantes
redunde en un mejor equilibrio emocional; así como en la evitación,
afrontamiento o mejora que pudiera suponer este psicofármaco respecto de
los trastornos afectivos (estados de ansiedad o depresión) que surja a lo largo
del proceso terminal de esta enfermedad.
4.2. Debido al mejor ajuste que evidenciamos en la praxis respecto del paciente en
relación a su clínica y vulnerabilidad afectiva, creemos que puede resultar
ventajoso, desde el punto de vista cualitativo, el inicio del tratamiento con litio,
como buen eutimizante, estabilizador de la clínica de labilidad emocional
reactiva al episodio tumoral primario del encéfalo, y sobre la sintomatología de
los estados afectivos de ansiedad y/o depresión.
4.3. En relación al género, no encontramos diferencias estadísticamente
significativas en la U de Mann Witman (p < 0,5) entre mujeres y hombres (n = 4,
pre y postratamiento / sobre 7 pacientes pretratamiento estudiados); ello es
debido al bajo número de muestreo total que realizó todo el estudio (N = 4),
sólo dos mujeres y dos hombres realizaron el seguimiento completo de tests
que pasamos antes y después del tratamiento con litio.
4.4. En nuestras anamnesis clínicas, sí que apreciamos, desde el punto de vista
psicopatológico, una ligera tendencia para las mujeres hacia mecanismos
depresivos así como a trastornos de ansiedad de características obsesivas, con
ideación rumiativa.
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4.5. Los hombres, según evidenciamos en la praxis clínica, suelen vivenciar la


enfermedad de una forma más cercana al trastorno de ansiedad y recurrir
frecuentemente, cuando siente más angustia, a mecanismos hipocondríacos.
4.6. En un cáncer tan insidioso e infiltrante concluimos que, al paciente no le da
tiempo a elaborar un buen duelo, para poder así primero, negar la enfermedad,
para luego reconocerla y aceptarla, esto es: afrontar el diagnóstico, encarar los
tratamientos paliativos y la muerte.
4.7. Así, en un porcentaje cercano al 42% de los casos, con una relación: 3/7, y más
en mujeres (en relación 2/1), todavía cuando evolucionaban de la ideación
negativa propia de los rasgos depresivos de tipo reactivo, aún no les daba
tiempo de llegar a aceptar la enfermedad cuando les sobrevenía la muerte o
una afectación neurológica suficientemente incapacitante.
4.8. Los hombres, al principio negaban y luego afrontaban mejor la situación,
aunque tampoco contaban con mucho más tiempo. En este sentido, quizá el
litio muestra una ayuda eficaz, facilitando en el paciente una mejor evolución
en lo que del afrontamiento del cáncer se refiere. Los hombres en su totalidad,
en una relación de los casos (3/3), parecían más activos a la hora de tomar
decisiones de características legales respecto a herencias, renuncias, ceses,
cesiones, pagos de deudas, dinámicas familiares como reuniones de
reconciliación con integrantes de la familia cara a solucionar viejas rencillas,
testamento y últimas voluntades.
4.9. El litio parece facilitar la toma de decisiones y la asertividad en este tipo de
tribulaciones finales de orden económico-social, ansiógenas “per se”, aunque
inevitables.
4.10. La inteligencia premórbida, además de en las primeras fases de la enfermedad,
no tiene ninguna relación aparente con los déficits cognoscitivos observados.
4.11. Respecto de los déficits cognoscitivos que afectan de forma significativa la
memoria inmediata, memoria diferida, olvido y memoria visuoespacial, no se
da una reversibilidad global, por lo que nunca conllevan la recuperación del
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trastorno afectivo, sino su empeoramiento en el transcurso de un periodo corto


de tiempo.
4.12. Los pacientes depresivos puntúan significativamente en las escalas habituales
de depresión, sean auto y/o heteroaplicadas. Esto es más marcado para el
grupo de mujeres, por lo que no hemos constatado diferencias significativas
entre los rendimientos cognoscitivos de los pacientes afectos de depresión.
Tampoco respecto a los contenidos de ansiedad.
4.13. Al inicio de la agonía es cuando las pacientes (relación: 3/4) suelen ser muy
conscientes de lo que está pasando, a pesar de que el deterioro neurológico
sea ya muy evidente, y de que hasta el momento se haya dejado llevar por
mecanismos de evitación y no afrontamiento. Parece que el hombre, que hasta
ahora se ha dejado llevar más por mecanismos ansiógenos, entra en todos los
casos (3/3) en alteraciones afectivas clásica en la tríada negativa de la
depresión, dejándose llevar más hacia el cansancio, la renuncia, el abandono y
la muerte.
4.14. Aunque no podemos decir que objetivamente el litio produce un alivio integral,
si observamos una mejora clínica en la estabilización de la afectividad de los
pacientes que sufren de un proceso terminal canceroso altamente diferenciado
como el glioblastoma multiforme de grado IV.
4.15. Es por ello por lo que sí convendría introducir este tipo de protocolos de forma
sistematizada en la casuística hospitalaria habitual, con miras a determinar en
estudios prospectivos de años de evolución, la verdadera eficacia de estas
sustancias psicoactivas en la ayuda a paliar, al menos, la sintomatología
cancerosa florida que ya, desgraciadamente, soportan estos pacientes.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

5. NUESTRAS CONCLUSIONES A TRAVÉS DE LAS CIENCIAS QUE INFIEREN NUEVAS


INTERPRETACIONES SOBRE LOS PARADIGMAS DE LA ARQUEOLOGÍA COGNITIVA
DURANTE EL PALEOLÍTICO

5.1. Nuestro cerebro más afectivo ya contaba con una evolución esencial, necesaria y
suficiente, desde los homínidos más antiguos del Pleistoceno como Homo
anteccessor, Homo erectus y Homo heidelbergensis, un hombre de neandertal
más antiguo.
5.2. El Paleolítico inferior se caracterizaba, en términos evolutivos, por un marcado
desarrollo respecto de las capacidades cognitivas por las especies del grupo
zoológico Homo que lograron desarrollar las evidencias arqueológicas de una
industria lítica avanzada (Modo 2: periodo achelense del bifaz).
5.3. Habida cuenta de las dificultades que surgen para entender la incapacidad
objetiva que los yacimientos pueden ofrecernos a la hora de reinterpretar los
vacíos de un proceso prehistórico que nada aporta a cómo ellos se relacionaban,
sentían o se expresaban.
5.4. Los datos neurocientíficos que se integran a través de los moldes de vaciados
fósiles que los antropólogos forenses pueden llegar a realizar con una avanzada
tecnología muy fidedigna, muestran diferencias estructurales manifiestas entre
las dos especies zoológicas del grupo Homo que compartimos durante el
Paleolítico medio y superior.
5.5. Según los datos fósiles que sobre el Homo neanderthalensis disponemos en la
actualidad, hemos pretendido estudiar la capacitación cerebral necesaria con la
que contaban para poder elaborar su conducta y la creación de manifestaciones
simbólicas y gráficas, para así poder compararlas, a la vez que diferenciarlas, de
la neurobiología del Homo sapiens sapiens.
5.6. Durante el proceso inicial de gestación del encéfalo desde un cerebro primitivo
meramente emocional y pulsional, ya el Hombre de Neandertal contaba con los
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

rasgos propios de nuestra naturaleza humana, e integraba también el desarrollo


extraordinario de un lóbulo frontal plenamente adaptado a la capacitación
muscular que requerían la necesidades adaptativas de su cuerpo.
5.7. Esto no le impedía, a Homo neanderthalensis, sin embargo, la capacidad
desarrollada de un lóbulo frontal suficiente para poder elaborar la forma
particular de un lenguaje que expresase una representación suficiente de su
contenido simbólico, logrando así la capacitación necesaria de sus procesos de
expresión cognitiva.
5.8. Resulta evidente que los Homo sapiens modernos (HAM), hemos desarrollado de
una forma extraordinaria nuestra capacidad respecto al lóbulo frontal en
relación a nuestros hermanos los Homo neanderthalensis.
5.9. Entre los neandertales y el hombre moderno, convergen más similitudes que
diferencias: ambas naturalezas, coexistieron y se mezclaron y, en la actualidad,
ellos constituyen una parte cualitativa de nuestro genoma.
5.10. A través de la investigación bibliográfica exhaustiva y la revisión de meta-análisis
que hemos realizado, constatamos que además de apomorfías características en
el particular desarrollo de su anatomía, existen evidencias irrefutables de que los
neandertales gozaban de un nivel de desarrollo cognitivo extremadamente
considerable, en especial adaptado con excelencia al medio particular y extremo
en que vivían: destrezas y habilidades dignas de una singular y genuina
Antropología social y cultural.
5.11. Los Neandertales tienen aún mucho más que decir en cuanto a la forma de
afrontar y de entender el mundo; sus estructuras sociales, el cuidado de los
enfermos, el entierro de sus familiares y el cuidado del grupo, de los niños y de
los ancianos de cada clan y de cada caverna; sobre los rituales de caza, el
tratamiento de las enfermedades, la sensibilidad religiosa con la madre
naturaleza. En definitiva, claves paradigmáticas para un grupo homínido de
hombres cazadores recolectores.
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5.12. Hemos de reconocer la posibilidad de que en nosotros haya mucho de los


neandertales que también fuimos, como ya apuntan los porcentajes
cuantitativos en alza de las teoría genéticas; además, es de recibo reconocer que,
según las estructuras anatómicas y neuroquímicas del cerebro de los
neandertales, se demuestra que estos humanos, al contrario de los que se
intentó siempre defender hasta hace bien poco por las doctrinas más
fundamentalistas, no eran tan animales ni estaban tan alejados de nosotros
como entonces se nos insistía.
5.13. Al contrario, no sentían exactamente como nosotros, sino quizás más, porque a
pesar de tener áreas motoras más grandes y ser físicamente más fuertes, lo que
no tenían es un desarrollo tan excesivo del lóbulo frontal como nosotros,
precisamente aquello que paradójicamente nos acaba incapacitando a veces; es
decir, y esto lo vemos en las práctica clínica todos los días, Homo sapiens está
cada vez más diseñado para vivir lejos de la naturaleza, en una sociedad
suficientemente ansiosa y cada vez más neurotizada, como ya apuntaban
magistralmente los fundamentos de las teoría de Freud.
5.14. El origen de nuestro interés de sapiens arcaico por explicarnos la génesis del
mundo se pierde en la interpretación Neandertal de sus cosmogonías
particulares, aunque su capacitación neuronal frontal, resultará más apta para
desarrollar plenamente su físico que para afrontar una manía clasificatoria
propia de nosotros, los humanos modernos.
5.15. Ellos, en definitiva, no tenían esa necesidad compulsiva que padece el Homo
sapiens de tener que analizarlo, registrarlo y clasificarlo todo; tenían una
ultraestructura cerebral en el lóbulo frontal justa y necesaria con la que intentar
ser felices en su mundo, sin una patología obsesiva de insistir y perpetuarse en el
tiempo, como hacemos nosotros a través de representaciones gráficas
compulsivas, en un intento necesitado sobre el futuro de postergarnos en el
devenir.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

5.16. Nuestros antepasados neandertales disfrutaban de una vida emocional íntegra


igual o más intensa si cabe que la nuestra (quizá más simple, pero también
menos retorcida e improductiva que la actual); resulta evidente que contaban
con un menor número de conexiones sinápticas en el hemisferio frontal aunque,
dicho de otra forma y desde la perspectiva de una aproximación neodarwiniana,
puede que nosotros hayamos desarrollado excesivamente la ultraestructura de
este lóbulo, al disminuir de manera evidente las necesidades musculares que en
la actualidad nos son requeridas.
5.17. Sin embargo, ya en los albores de los tiempos prehistóricos, como también
sospechara Jung, las estructuras psíquicas para el hombre moderno eran
emocionalmente idénticas para estas dos especies de homínidos que
coexistieron durante miles de años, esto es: los sentimientos eran los mismos o,
en cualquier caso, puede que los neandertales no tuviesen la necesidad
apremiante de expresarlo todo, aunque compartiesen ya la necesidad psíquica
de la conducta simbólica a través del arte parietal y mueble, como en la
actualidad revelan los últimos hallazgos arqueológicos y los métodos de datación
absoluta, que fechan estas expresiones humanas, mucho más antiguas a lo que
en un principio se reconocía. Puede que al contrario a lo que hasta hace poco se
pensaba, tras la invasión de sus territorios, como buenos y compulsivos copistas,
fuesen los sapiens modernos quienes se dedicaran a reproducir o incluso a
mejorar artilugios de caza o enseres y adornos y/o dibujos, que ya el Hombre de
Neandertal, miles de años antes, desde los propios esquemas surgidos del
proceso de sus cogniciones, ya se habría planteado.
5.18. Esto nos lleva a sopesar con honestidad, que quizá la parte neandertal de
nosotros mismos sea, en definitiva, la más ajustada conforme a criterios que
ahora consideramos relacionados con el concepto ontogénico, epistemiológico
de humanidad; y que el desarrollo cerebral ulterior, en exclusividad propio de los
sapiens modernos, es seguro que se asemeje más a mecanismos sociales,
zoopolíticos propios de una terrible y desorganizada necesidad de adaptación
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

evolutiva desmedida, mediando aún el desarrollo todavía no finalizado sobre un


continuun que se inicia en el Neolítico y a través de la Edad de los Metales hasta
la Edad Antigua Universal.
5.19. Resulta evidente que los hombres del valle de Neander tenían una inteligencia
suficiente para expresarse y que el lenguaje en su anatomía era ya una realidad;
así como representar un esquema de caza en su grupo familiar de cazadores
recolectores para tender una emboscada a sus presas sobre un estrecho
desfiladero; aunque la necesidad de elaborar una capilla Sixtina en el paleolítico
superior de Altamira, no obstante, era sin duda patrimonio exclusivo de la
necesidad humana de nuestra especie para ser, llegar y trascender. Para el caso,
no es precisamente que ellos no pudieran, sino que no les motivaba su
psiquismo y jamás habrían de convertirlo, entonces, en una perentoria
necesidad. De esta forma, constatamos que las artes humanas a través de todos
los tiempos así como las necesidades de registros científicos como la taxonomía
natural que durante el siglo XVIII encabezó Carl von Linneo en su Systema
naturae (1735), resultan muestras evidentes de cómo de realidad somos los
HAM y cuáles son las motivaciones estructurales surgidas desde la semántica de
nuestros pensamientos.
5.20. La actualidad surgida, cuando no manipulada por los medios de comunicación,
verbigracia: la aldea global con vigencia instantánea a través de las redes de
internet, el poder de las masas (ahora mediatizadas al igual que antes durante el
Neolítico) bajo la potestad de unos pocos que dirigen a interesada conveniencia,
es lo que nos empuja, cada día más, a la intervención sobre una sociedad
tremendamente ansiosa, me atrevo a decir: gravemente herida, en base a un
acusado trastorno de ansiedad, cuando no angustiosa y exesivamente neurótica.
5.21. Nuestra manera de ser y estar en el mundo (dasein), resulta ahora una particular
forma existencial de vivir resguardada en el seno confortable de una vida física
estructuralmente mejorada respecto de los estresores exteriores que antes nos
surgían y mediatizan (ahora ya no hay leones en la sabana yerma de nuestras
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

angustias que nos persigan); sin embargo, el interior de las mentes va sobrado de
fantasmas, miedos pulsionales que acaban cortocircuitando un maltrecho
sistema límbico emocional, insatisfacciones cada vez más grandes y traumas
vividos en una demasiada alargada infancia, una adolescencia caótica y
maltrecha y un periodo de madurez rebosante de escollos bien diferentes a los
que nos confrontamos dutrante el Paleolítico, como hipotecas, desahucios,
estrecheces de final de mes, relaciones con las familia política y otras tantas
tribulaciones.
5.22. Nuestros ancestros, permítanme la hipérbola, habían de re-experimentar la
existencia exclusivamente y además estaban acostumbrados a saber disfrutarla;
la caza, el inmenso páramo, la población escasa que permitía disfrutar de la caza
de las especies en abundancia, los componentes del grupo disfrutando en familia
del primitivo clan, donde los padres y los hijos tenían tiempo para jugar, disfrutar
de la pesca o del baño, de las relaciones sexuales en mitad de las pozas y al
abrigo de los bosques de hoja perenne del monte mediterráneo.
5.23. No existían otras necesidades que la supervivencia, a veces en condiciones
extremas, con una capacidad cognitiva más que suficiente para observar la
naturaleza y elaborar técnicas mejoradas de cómo hay que salir a procurarse el
alimento, edificar construcciones y poblados; después, unos ratos que a medida
que la tecnología mejoraba eran más frecuentes, en la que sólo había que
preocuparse por llegar y disfrutar la vida.
5.24. El primitivo hombre de Neandertal tiene tiempo libre para disfrutar de su
entorno cuando las dificultades y los requerimientos de la tribu le da un margen
exiguo, pero que goza suficientemente de esos momentos sin que otros
conflictos se los arrebaten. Sin embargo, el hombre sabio moderno ni siquiera
tiene ya esa necesidad por sobrevivir en una naturaleza hostil; al contrario, lejos
de estas preocupaciones y especialmente dotado de un córtex muy complejo (el
mayor que la neurobiología ha sido capaz de desarrollar), parece que no somos
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

capaces de llegar a disfrutar de lo que la evolución, generosa, ha decidido y


optado por capacitarnos.
5.25. Más bien al contrario, cada día más alejado de nuestro entorno original, fuera
del contexto que brinda la naturaleza, sin adiestrar nuestro oído que apenas
necesita ya permanecer al acecho, ni contar con la forzosa necesidad de adaptar
nuestra visión para la oscuridad y la noche para guiarnos por la luna paleolítica ni
por las estrellas de una vía láctea brillante, ni emplear más nuestro cuerpo tan
dotado de una asombrosa biomecánica magníficamente adaptada a la marcha
bípeda… Pues, así las cosas, por ejemplo: la falta de necesidad para destinar
ahora jornadas completas empleadas en el desplazamiento nómada, se tornarán
obsoletas en cuanto a las nuevas demandas que ahora necesitamos; de esta
manera, las alteraciones recesivas como los genes que regulan defectos de
refracción como la miopía tendrán progresivamente una expresión dominante
con lo que nos haremos cada vez más miopes, al cabo de forzar nuestros ojos
durante muchas horas al día frente a las pantallas del ordenador.
5.26. Nuestro estudio sobre el abordaje de la ansiedad obsesiva, característica propia
del Homo sapiens sapiens, y nunca patognomónica de la dotación neurológica
que caracteriza al Hombre de Neandertal, nos demuestra de una forma objetiva
(perfectamente cuantificada por el estudio desde la bioestadística que en esta
Tesis presento), como insistimos los hombre modernos en complicarnos a
nosotros mismos (el self) y cada vez nos hacernos valedores de una vida interior
todavía más exorbitada, que termina complicándose en amplias exigencias,
desmesurada en sus expectativas que conlleva un alto precio en relación a
metas, que conlleva a un alto número de dificultades mentales, altos niveles de
frustración, y baja tolerancia a la ansiedad, altos niveles de ira, angustia; todo
ello, es lo que actualmente acaba constituyendo una especial psicopatología que
todos los humanos modernos sociales padecemos, una neurosis ansiógena de la
aldea global, a la que ahora se le añade el modismo del ciberespacio.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

5.27. Aunque a pesar de configurar un grupo control, ya no resulta posible estudiar la


psicopatología y el psicodiagnóstico de un hipotético hombre de las cavernas;
pudimos, sin embargo, aproximarnos a establecer un número de participantes en
nuestro estudio que bien pudo y debió de semejarse a una estructura cerebral
sana y neuropsicológicamente lo más simple posible, en la que se objetivicen
siempre a través de los auto-registros, las reacciones emotivas y afectivas, frente
a las interacciones sociales en relación con el grupo; además, no sólo en ítems y
test de tipo cognitivo-conductual, sino proyectivos también.
5.28. La interpretación de los test de manchas más básico con un alto referente del
sistema límbico (meramente emocional) lo extrapolamos al contenido
psicodinámico tanto en pacientes agresivos, parafílicos o maltratadores y
delincuentes, caracterizados por una impulsividad manifiesta así como a grupos
de casos clínicos antiguos de la literatura psiquiátrica del siglo XVII que ya no
aparecen en nuestras consultas; frente al grupo de sapiens de actúa en este caso
como grupo control, esto es: pacientes más o menos ansiosos y/o con trastornos
desadaptativos, marcada labilidad emocional y grave estructura neurótica de la
personalidad, que es donde se exploran los márgenes psicoafectivos pulsionales
que también debieron de estar presentes en la esfera afectiva y emocional de
nuestros antecesores desde el lecho de los tiempos.
5.29. Así, el test proyectivo de manchas del psiquiatra suizo Hermann Rorscharch, nos
ofrece una aproximación directa y muy precisa al pulsional y emocional
inconsciente primitivo, que presenta una actividad cerebral, neurobioquímica y
neuropsicológica, idéntica, desde hace miles de años, tanto para el hombre
neandertal como, aún en nuestro días, para el Homo sapiens sapiens.
5.30. Además, igual que Broca estudiaba en los albores del desarrollo de la ciencia
neurológica la localización cerebral de cada una de nuestras funciones encefálica,
como el caso del área de la corteza visual calcarina del lóbulo occipital, mediante
su destrucción; nosotros hemos reparado en algo similar a lo que nos ofrece la
naturaleza con las fases de diferenciación anormal de los tumores cancerígenos
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

cerebrales, que literalmente destruyen e infiltran de forma muy agresiva el


córtex cerebral, aunque persiste. Hasta la muerte neurológica y motora del
paciente, la integridad del sistema límbico, y hemos llegado a unas asombrosas
conclusiones.
5.31. Los pacientes afectos de pase terminal de glioblastoma multiforme grado IV,
aunque sufren la destrucción del área de Wernicke donde radica el lenguaje, por
lo que no conservan la capacidad para lograr expresarse y la proliferación del
tumor producen un daño sistémico en los tejidos neuronales y en la anatomía
patológica de los capilares sanguíneos, mantienen una mejor integridad del
cerebro interno hasta el exitus; en ése momento el enfermo, que sufre lesiones
no compatible con la vida, mantiene a pesar de ello un sistema límbico intacto
que puede asimilarse a un cerebro emocional con las dotes afectivas resultantes
como las de un primitivo hombre neandertal arcaico.
5.32. Hemos demostrado similitudes evidentes, más que diferencias entre estas dos
especies humanas, que coexistieron y se mezclaron siendo en la actualidad este
cóctel genético, buena parte de nosotros mismos como ya reconoce
cualitativamente la ciencia (pues características adaptativas como las
inmunológicas, vasculares o alérgicas aún nos resultan determinantes en el
nuevo contexto en que nos movemos), así como también cuantitativamente en
un porcentaje cada vez mayor de nuestro genoma.
5.33. Al final, caso de que consintamos en sólo dejar surgir los valores de generosidad
y empatía que existen al fondo de nuestra capacitación cerebral de humanos
modernos, frente a los insaciables contenidos egosistas en los que solemos
refugiar nuestros instintos ladinos, más sucios y perveros no esté todo
definitivamente perdido para la última especie de homínido. Si hemos llegado
aquí con una capacidad cerebral extraordinariamente dotada, gracias a los
mecanismos que dispuso la evolución de las especies, dentro de nosotros
mismos tenemos la capacidad de inteligencia más que suficientes para lograr
hacer entre todos un mundo sin egoísmo, sobradamente mejor, que no aboquen
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

en la extinción autodestructiva de Homo sapiens sapiens. Cooperar para


ayudarnos entre todos a mejorar el medio ambiente ecológico y no contribuir
cada día a destrozarlo si cabe un poco más, a fin de preservarlo con tesón para
disfrute de las generaciones de nuestros hijos, como a nosotros nos dejaron los
homínidos anteriores durante miles de años. Si no queremos caminar hacia la
extinción, y esta vez sin neandertales sino fagocitándonos en una guerra cruenta,
e intestina contra nosotros mismos; así que aún hay tiempo de realizar un
fundamentado esfuerzo únicamente amparado desde la concienciación: Sólo la
plasticidad neuronal desde la reflexión y generosidad profunda logrará hacer
disfrutar a nuestros hijos de un legado que por derecho sólo a ellos les
corresponde.
5.34. De recibo es reconocer un definitivo agradecimiento a nuestros antecesores
directos los Neandertales, al menos respecto a lo que concierne a nuestra matriz
emocional más interna, íntegra e interesante, que nos vincula con la identidad de
lo que algún día fuimos y, aunque de forma recesiva, todavía seguimos siendo. Es
por ello, que puedo asegurarles que mi experiencia ha sido un viaje apasionante
a la historia primigenia de la Psicobiología humana durante el Paleolítico.
Aquellos hombres y mujeres que habitaron el valle de Neander

Terminado de corregir en Chiclana y Jerez de la Frontera, El Bosque


y Cádiz, durante los meses de Marzo, Abril y Mayo de 2017.

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