You are on page 1of 288

M A N UA L D E

E T N O Z O O LO GÍA
Una guía teórico-práctica
para investigar la interconexión
del ser humano con los animales
M A N UA L D E
E T N O Z O O LO GÍA
Una guía teórico-práctica
para investigar la interconexión
del ser humano con los animales

Eraldo M edeiros Costa N eto - D ídac Santos Fita


M auricio Vargas C lavijo
(Coordinadores)
Tundra E diciones
A partado de Correos 4047
46006 Valencia
España
info@tundraediciones.es
www.tundraediciones.es

1ª edición: Noviembre 2009

© Tundra E diciones
© de los textos, fotografías e ilustraciones: sus autores.

Coordinación: Eraldo M edeiros Costa N eto, M auricio Vargas C lavijo y D ídac Santos Fita
E dición: V íctor J. H ernández
D iseño y maquetación: Patricia M éndez
Ilustración de cubierta: E duardo Rodríguez

ISB N : 978-84-612-
D epósito legal:
Impreso en España

C itación recomendada:
Obra completa:
Costa N eto E . M ., Vargas C lavijo, M . y Santos Fita, D . (coord.). 2009. Manual de Etnozoología. Una guía
teórico-práctica para investigar la interconexión del ser humano con los animales. Tundra E diciones, Valencia.
Capítulos (ejemplo):
C ano- Contreras, E . J. 2009. E l enfoque de la interculturalidad en el quehacer de la E tnozoología. En:
Costa N eto E . M ., Vargas C lavijo, M . y Santos Fita, D . (coord.). Manual de Etnozoología. Una guía teórico-
práctica para investigar la interconexión del ser humano con los animales. Tundra E diciones, Valencia.

Todos los derechos reservados. N inguna parte de esta publicación, incluidos textos, tablas, figuras, mapas,
fotografías e ilustraciones, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por nin-
gún medio, ya sea eléctrico, digital, químico, mecánico, óptico, de grabación, fotocopia o de cualquier otro
tipo sin permiso previo del editor.

Costa N eto, Eraldo M edeiros


M anual de E tnozoología. Una guía teórico-práctica para investigar la interconexión del ser
humano con los animales. / Eraldo M edeiros Costa N eto, M auricio Vargas C lavijo, D ídac
Santos Fita (coordinadores). – Valencia : Tundra E diciones, 2009

ISB N 978-84-612-

1. Biología- E tnología- M anuales


E n memoria de D arrell Addison Posey (1947-2001).
ÍNDICE

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
F lávio Bezerra Barros

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Eraldo M edeiros Costa N eto, M auricio Vargas C lavijo y D ídac Santos Fita

PRIMERA PARTE
La Etnozoología: delimitación conceptual e histórica

E l quehacer de la E tnozoología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D ídac Santos Fita, Eraldo M edeiros Costa N eto y Eréndira Juanita C ano- Contreras

E tnociencias: la búsqueda por categorías de realidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Eraldo M edeiros Costa N eto y D ídac Santos Fita

E l papel de la cosmovisión en el conocimiento etnozoológico . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Eréndira Juanita C ano- Contreras

Sistemas de clasificación etnozoológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


D ídac Santos Fita y Eraldo M edeiros Costa N eto

SEGUNDA PARTE
Hacia la interpretación de los animales

H acia un Etnoconservacionismo de la fauna silvestre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


D ídac Santos Fita, E duardo J. N aranjo Piñera y Ramón M ariaca M éndez

Patrimonio zoocultural: E l mundo animal en las expresiones tradicionales de


los pueblos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
M auricio Vargas C lavijo

E l enfoque de la interculturalidad en el quehacer de la E tnozoología . . . . . . . . . . . . .


Eréndira Juanita C ano- Contreras

9
E tnozoología y enseñanza de las C iencias Biológicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
G eilsa Costa Santos Baptista

TERCERA PARTE
Estudios de caso

Z ooterapia: importancia, usos e implicaciones conservacionistas . . . . . . . . . . . . . . . .


Rômulo Romeu da Nóbrega A lves

E tnoparasitología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rodrigo G urgel G onçalves

L a A ntropoentomofagia y las Culturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Julieta Ramos- E lorduy

E l conocimiento y consumo de himenópteros, coleópteros y lepidópteros


en la cultura M bya- G uaraní, M isiones, Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
M arilyn C ebolla Badie

Conocimiento, creencias y utilización de recursos


mastofaunísticos por los pobladores de la región del Parque Estatal de la Sierra del
Conduru, Bahia, Brasil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
G abriela Cunha Ribeiro y A lexandre Schiavetti

E tnoprimatología y su aplicación en los planes


de conservación de la caatinga brasilera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A ntonio Raimundo Estrela

CUARTA parte
¿Cómo documentar los saberes etnozoológicos?

M etodología de la investigación etnozoológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


Arnaldo dos Santos Rodrigues

E tnobiología y E tnozoología ¿Para qué? ¿Para quién?: D iscusiones éticas del


quehacer etnozoológico y sus implicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Eréndira Juanita C ano- Contreras y Eraldo M edeiros Costa N eto

ANEXO

Código de É tica de la Sociedad Internacional de E tnobiología . . . . . . . . . . . . . . . . .

10
PRESENTACIÓN

C on el espíritu lleno de alegría y ñía, sirven como alimento, curan enferme-


honra, presento esta obra colectiva, titulada dades, vist E n: adornan, dan suerte o azar.
“Manual de Etnozoología: una guía teórico- E n la A mazonia brasileña, según la le-
práctica para investigar la interconexión del yenda, los “botos” (un tipo de delfín de
ser humano con los animales”, organizada agua dulce) ( M ammalia, C etacea) “fecun-
por los aventureros y osados investigado- dan a las mujeres” que van a bañarse solas
res E raldo M . Costa N eto, D ídac Santos en las aguas de los inmensos ríos de esa re-
Fita y M auricio Vargas C lavijo. ¡Y con esa gión legendaria. L os animales fueron y
misma honra y alegría les invito a viajar continúan siendo hoy en día fuente de ins-
por este brillante libro! piración de poetas, pintores, artesanos y
L a relación entre los seres humanos y otros artífices de la cultura material e in-
los animales se remonta a tiempos inme- material. Por ejemplo, el mito del mino-
moriales. L os animales siempre ocuparon tauro –ser mitad hombre y mitad animal–
un lugar especial en la vida y en el imagi- precedió a la cultura griega, enriqueció la
nario humano, tanto en el campo de la cultura mediterránea con su componente
C iencia, como en la religión y la cultura. animal y feroz y se transformó en obra de
E n los siglos pasados, cuando una carabela arte en el siglo X X con la pintura de Pablo
o un navío cualquiera pasaban días nave- Picasso.
gando por los océanos, ahí estaban los na- L a E tnozoología, como campo de co-
turalistas acompañando las expediciones, nocimiento e investigación, se propone co-
buscando conocer la fauna de regiones re- nocer cómo los grupos humanos
motas. ¿ Q ué sería de la H istoria N atural concibE n: clasifican y se relacionan con el
mundial sin esos hombres valientes y con resto de los animales. Es un área del cono-
espíritu de vanguardia? cimiento que, por naturaleza, aglutina di-
L os animales forman parte de rituales ferentes ramas del saber humano,
complejos de diferentes religiones de las caracterizándose por ser una ciencia esen-
sociedades humanas. E l dolor, la alegría, el cialmente interdisciplinar. Todavía está
alma, el sufrimiento, el cosmos, entre otros, permeada de muchas preguntas y se en-
son comúnmente aspectos que integran cuentra en un avance constante. L a pre-
esos rituales. L os animales hacen compa- sente obra es, sin duda alguna, el resultado

11
de una trayectoria de experiencias, estu- L a segunda parte trata sobre la relación
dios e investigaciones en torno a este inci- de los seres humanos con los animales. L os
tante y placentero tema. Por tanto, esta textos que componen esta sección hablan
guía constituye un valioso instrumento de sobre el papel de la E tnozoología en rela-
consulta y estudio para todos aquellos que ción al M anejo y Conservación de la fauna
se interesan por este asunto; y viene a lle- silvestre; sobre cómo los animales aparecen
nar vacíos de información debidos a la en las expresiones tradicionales de los pue-
poca bibliografía existente sobre el tema. blos; la interculturalidad como foco de in-
Es importante destacar que la E tnozo- vestigaciones en estudios de E tnozoología
ología, cuando es trabajada en conjunto y, finalmente, de la relación de la E tnozo-
con otras ciencias como la E cología, la ología con los programas de enseñanza de
Biología de la Conservación, la M edicina y Biología.
la Farmacología, entre otras, produce efec-
tos que pueden ayudar a desarrollar estra- L a tercera parte nos presenta estudios
tegias de conservación de la biodiversidad, de caso desarrollados en territorios latino-
mejorar los sistemas de enseñanza de la americanos. E l primer texto discute sobre
Biología y la producción de medicamen- la Z ooterapia y sus implicaciones conser-
tos. L as investigaciones que integran la vacionistas. E l segundo comenta sobre el
C iencia clásica con la E tnociencia, produ- campo de la A ntropoentomofagia y las
cen resultados más interesantes justamente culturas. L os otros textos discuten el tema
porque ese tipo de abordaje integrador va- de la E tnoparasitología; del conocimiento
loriza el saber local de las poblaciones hu- y consumo de diferentes grupos de insec-
manas que habitan los diferentes espacios tos en la cultura Mbya- G uaraní de Argen-
de la T ierra. E dgar M orin, eminente pen- tina; de la utilización de mamíferos por la
sador de la época contemporánea, en su te- población de un área protegida en Bahía
oría de la complejidad, ya decía que (Brasil); y finalmente un texto abordando
integrar y unificar es más ventajoso para la los etnoconocimientos acerca de los pri-
ciencia y por consiguiente para toda la hu- mates de la “caatinga” brasileña y su apli-
manidad. cación en la conservación. L a cuarta y
E l manual está dividido en cuatro par- última parte nos estimula a pensar en
tes, con textos profundamente sumergidos cómo documentar los saberes etnozooló-
en diferentes aspectos de la E tnozoología, gicos. Incluye un capítulo sobre herra-
de quince autores que se dedican a la com- mientas metodológicas para estudios de
prensión de la relación entre el ser humano E tnozoología y otro sobre la ética en la in-
y los animales. L a primera, con un perfil vestigación etnozoológica.
más teórico, trae un abordaje conceptual e Esta obra, de una forma muy oportuna,
histórico de la E tnozoología, con reflexio- está dedicada a la memoria de un icono de
nes que discuten su campo de acción y res- la E tnobiología, D arrel Posey, que ayudó a
ponsabilidades; la búsqueda de categorías impulsar esta ciencia y formó generaciones
de realidad basadas en las E tnociencias; enteras de estudiosos en esta temática. Fue
pasando por el papel de la cosmovisión él quien alertó a los biólogos para que co-
para el conocimiento etnozoológico y ce- nocieran las investigaciones en A ntropolo-
rrando con la temática de los sistemas de gía, Arqueología, E tnobiología, Psicología
clasificación etnozoológicos. e H istoria para conseguir comprender

12
mejor los ecosistemas, que también son trabajo en equipo entre profesionales de las
habitados por seres humanos. ciencias, que ciertamente ayudará a com-
Tengo la convicción de que esta guía prender el mundo que nos rodea. L a rela-
va a contribuir con la formación de estu- ción entre los seres humanos y los otros
diantes de las áreas de las C iencias N atu- animales representa apenas una pequeña
rales, Sociales y H umanas. Será una parcela de este universo a descubrir.
herramienta clave para investigadores, pro- Respire profundo, abra el libro, sumér-
fesores y curiosos que tengan interés en jase en sus páginas y disfrute de las expe-
profundizar sus conocimientos acerca de riencias aquí compartidas. E l desafío está
las bases científicas de la E tnozoología. lanzado. ¡Buen viaje y buena lectura!
Agradezco inmensamente la invitación
hecha por el D r. E raldo Costa N eto, que
me lanzó a la difícil tarea y responsabilidad Flávio Bezerra Barros
de presentar esta obra. Felicito a todos los Profesor e Investigador de la Univer-
autores y coautores de los textos, que tuvie- sidad Federal de Pará, Brasil.
ron la delicadeza de darnos como presente
sus producciones científicas desafiantes y
estimulantes. Son experiencias como estas
las que rompen fronteras e incentivan el

13
14
INTRODUCCIÓN
Eraldo Medeiros Costa Neto, Mauricio Vargas Clavijo y Didac Santos Fita

D urante las últimas décadas la Etno- 2002). E n ambos sentidos, el mundo zoo-
zoología ha tenido gran acogida entre la lógico cumple funciones biológicas y emo-
comunidad científica y la sociedad en ge- cionales en las que el ser humano responde
neral. Se ha constituido como una de las a la forma como se comporta frente a los
grandes ramas de las etnociencias, que día animales.
a día está generando respuestas a la forma Si bien se ha venido utilizando el tér-
en que los seres humanos concebimos, mino Etnozoología desde hace casi un siglo,
proyectamos representamos y nos relacio- iniciándose con el trabajo de M ason en
namos con los animales. Por un lado, desde 1899 (Santos- Fita y Costa- Neto, 2007), su
una posición biocéntrica, integramos la comprensión y divulgación ante la socie-
fauna en nuestros modos de vida y en dad sigue siendo una labor difícil, aún
nuestra manera de organizarnos social y cuando existe un creciente interés por es-
culturalmente, al asumir que los animales tudiar las dimensiones de la etnobiología,
son iguales a nosotros (entre otras cosas, reflejo de la actual preocupación social por
con los mismos derechos). Por el otro, el ambiente y la diversidad cultural (Reyes-
desde enfoques más antropocéntricos y G arcía y M artí-Sanz, 2007).
utilitaristas, si reconocemos a los animales L a E tnozoología viene a ser, para los
como recursos que deben ser empleados fines del presente manual, la ciencia y rama
para nuestro usufructo y beneficio propio. de la etnobiología que estudia el conocimiento
Existe una constante oscilación entre zoológico tradicional (C Z T ) de aquellos gru-
el dualismo animalidad versus humanidad. pos humanos –indígenas, campesinos, pes-
L a primera visualiza al ser humano como cadores artesanales, entre otros– común-
una especie biológica más dentro de la Na- mente llamados tradicionales. Para muchas
turaleza –al mismo nivel que las demás es- de estas poblaciones tradicionales, sobre
pecies animales–, mientras que en la todo las indígenas, existe una interconexión
segunda visión éste se presenta como un orgánica entre el mundo natural, el sobrena-
ente que supera la condición de animali- tural y la organización social (D iegues,
dad con el propósito de controlar lo natu- 2000), influenciando a todo su “saber” y su
ral, para usarlo, transformarlo o “saber-hacer” (uso y manejo) respecto a la
conservarlo (Ingold, 1994 en Turbay, biodiversidad y a los demás elementos pre-

15
sentes en sus territorios. La investigación et- animales y de ciertos tipos de relación que
nozoológica enfoca la relación ser hu- se establecen con estos, bajo enfoques con-
mano/animal desde la perspectiva sistémica servacionistas, patrimoniales, intercultura-
y, por supuesto, holística, pues desde ahí se les y pedagógicos. E n la tercera, se
concibe el ambiente como un sistema ecoló- presentan seis estudios de caso llevados a
gico, donde los componentes biológico, so- cabo en diferentes lugares de L atinoamé-
cial, político, económico y cultural están en rica, discutiéndose temas tan diversos como
constante transformación e inseparable- la zooterapia, la antropoentomofagia, la et-
mente conectados. noparasitología, la etnomastozoología y la
Además del C Z T, cabe mencionar que, etnoprimatología. E n la cuarta y última
recientemente, la E tnozoología también sección, se exponen algunos de los méto-
investiga otros tipos de conocimientos y ex- dos y técnicas que se emplean en la inves-
presiones socioculturales asociadas a los tigación etnozoológica, además de los
animales. No existen razones teóricas que aspectos éticos relacionados con el desarro-
impidan que la investigación etnozoológica llo y aplicación de esta ciencia. Adicional-
pueda practicarse en el seno de cualquier mente, se presenta el Código de É tica de la
cultura o sociedad, incluyendo la industria- Sociedad Internacional de E tnobiología
lizada (Roué, 1997). Consecuentemente, como un instrumento de reflexión, análisis
una visión más amplia de la E tnozoología y discusión para todos aquellos que incur-
no sólo asume el estudio étnico del animal sionan en la investigación etnozoológica.
silvestre sino también del doméstico y ur-
bano, del que dependen otras sociedades LA ETNOZOOLOGÍA: DELIMITA-
distintas a las indígenas y rurales. CIÓN CONCEPTUAL E HISTÓRICA
E l presente “Manual de Etnozoología.
Una guía teórico-práctica para investigar Trabajos que nos hablen de la historia
la interconexión del ser humano con los y de la epistemología de la E tnozoología
animales” es una invitación a que todos vienen desarrollándose por practicantes
aquellos interesados (profesionales de las tanto de las etnociencias como profesiona-
etnociencias y público en general) que les de las ciencias sociales y naturales. E n
quieran conocer un poco más del apasio- esta primera sección del manual, en “El
nante mundo que nos interrelaciona con quehacer de la Etnozoología”, los autores
los animales no-humanos, puedan adquirir Santos- Fita, Costa- N eto y C ano- Contre-
suficientes y útiles herramientas teórico- ras revisan y contextualizan la visión his-
metodológicas para continuar avanzando, tórica y las perspectivas investigativas de la
de un modo crítico-constructivo y más E tnozoología. E n el capítulo “Etnocien-
aplicado, en el descubrimiento de los co- cias: la búsqueda por categorías de reali-
nocimientos y formas de comprensión cul- dad”, Costa- N eto y Santos- Fita exponen
tural de la intrincada relación existente cómo las etnociencias han influenciado a
entre el humano y la fauna. la etnobiología, además de discutir acerca
L a obra se divide en cuatro partes. E n de dos líneas teóricas: cognitivista y utili-
la primera se busca ofrecer los postulados tarista. Aunque existan críticas a las etno-
epistemológicos e históricos de la E tnozo- ciencias, sus métodos clásicos (o
ología. E n la segunda se abordan aspectos adaptaciones de estos) continúan ofre-
acerca de la interpretación humana de los ciendo modelos y representaciones formal-

16
mente testables de algunos dominios del HACIA LA INTERPRETACIÓN DE
conocimiento y comportamiento huma- LOS ANIMALES
nos. Por fin, los autores hablan de la pro-
blemática con las terminologías atribuidas Tanto la concepción que tenemos de
a los grupos humanos incluidos en los es- los animales como la relación y actitudes
tudios etnozoológicos. E n el capítulo “El que sostenemos y generamos hacia ellos
papel de la cosmovisión en el conoci- dependen de un conjunto de factores eco-
miento etnozoológico”, C ano- C ontreras lógicos, económicos y socioculturales, que
realiza una comparación de los términos es necesario comprender antes de iniciar
cosmología y cosmogonía y su demarca- un programa de conservación de fauna
ción conceptual y simbólica en las relacio- amenazada o promover un proyecto de in-
nes de los seres humanos con los animales. novación tecnológica para su cría y fo-
A lgunas visiones culturales, sociales, míti- mento ( Turbay, 2002). E n este sentido, la
cas y espirituales que tienen las sociedades segunda parte del manual cuenta con cua-
con los demás animales no humanos son tro capítulos y discute acerca de tipos de
presentadas por la autora, así como expli- relación con los animales.
caciones de la encarnación del poder, la su- E n “Hacia un etnoconservacionismo de
perioridad, la humillación y otros la fauna silvestre”, Santos- Fita, N aranjo y
significados semánticos desde perspectivas M ariaca destacan la importancia de la va-
etnocéntricas y ecocéntricas. loración del “saber” y del “saber-hacer” de
E n el cuarto y último capítulo de esta las poblaciones tradicionales, y su articula-
primera parte, “Sistemas de clasificación ción con las políticas públicas ambientales
etnozoológicos”, Santos- Fita y C osta- a fin de garantizar una gestión compartida
N eto presentan los principios de clasifica- de los recursos faunísticos. C onservar (e
ción etnobiológica propuestos por Brent incluso aumentar) la biodivesidad significa
Berlin y colaboradores, discutiendo acerca permitir que dichos grupos humanos sigan
de la multidimensionalidad de la clasifica- aprovechándola y manejándola, una vez
ción etnozoológica con ejemplos concre- que se ha demostrado que históricamente
tos de estudios de caso, la importancia del ésta se ha venido manteniendo como re-
estudio de los nombres comunes y su aná- curso sujeto a usufructo gracias a prácticas
lisis etnosemántico. E l estudio de cómo se (más o menos) sostenibles. A l ser la fauna
construyen cognitivamente los dominios silvestre parte esencial del sustento hu-
etnozoológicos revela que las representa- mano, interesa que su uso y manejo sea
ciones simbólicas de animales se estructu- sostenible y se convierta en instrumento
ran por medio de sentimientos, actitudes y conservacionista legal y públicamente re-
valores que los individuos adquieren a tra- conocido, incluso en los planes de manejo
vés de los procesos de aculturación. L os de las áreas naturales protegidas. C abe in-
autores aprovechan para discutir con más sistir en que la biodiversidad pertenece
detalle la formación del dominio etnozoo- tanto al dominio de lo natural como al de lo
lógico “insecto” y sobre la importancia del cultural.
registro de la topografía corporal para los Vargas- C lavijo, en “Patrimonio zoo-
estudios de etnotaxonomía, como también cultural: el mundo animal en las expresio-
los registros acerca de la etnoontogenia y nes tradicionales de los pueblos”, propone
las transformaciones biológicas. el concepto de Parimonio Z oocultural

17
como una forma de trabajo etnozoológico servación de escenas culturales, entrevistas,
y precisa las formas de clasificar el patri- la realización de dibujos y el uso de tablas
monio zoológico desde una perspectiva de cognición comparada.
biológica y cultural material e inmaterial.
C ategoriza los dos tipos de patrimonio zo- ESTUDIOS DE CASO
ocultural exponiendo ejemplos claros y
exaltando la importancia de llevar a cabo Esta sección del manual ha sido pen-
proyectos de identificación de este tipo de sada para exponer casos concretos en los
manifestaciones patrimoniales con el pro- cuales la E tnozoología ha sido la herra-
pósito de crear alternativas de manejo y mienta principal en la orientación de va-
conservación animal. rios trabajos. L os seis estudios de caso
E n “El enfoque de la interculturalidad presentados se refieren a diferentes traba-
en el quehacer de la Etnozoología”, C ano- jos llevados a cabo en distintos contextos
C ontreras reflexiona sobre la pérdida de socioculturales de países latinoamericanos.
sistemas de conocimiento y prácticas aso- E n el primero de ellos, “Zooterapia: im-
ciadas al uso y manejo de la fauna debido portancia, usos e implicaciones conserva-
a las constantes transformaciones socio- cionistas”, Rômulo A lves destaca
culturales que se dan día tras día como conceptual e históricamente esta rama de
consecuencia de una acelerada inmersión la E tnozoología como una alternativa mé-
en los mercados globalizados. Resalta dica pertinentemente utilizada por varias
comprensivamente que estos cambios se sociedades desde tiempos milenarios. E l
dan en un invariable vaivén de adaptacio- autor menciona que, si bien el uso de ani-
nes de modelos culturales. E n consecuen- males como medicina es comparativa-
cia, aclara que las formas de conocimiento mente menor al empleo de plantas, la
y uso de los animales por los pueblos nati- utilización de estos recursos se da tanto en
vos son tan válidos como los impuestos por zonas rurales como urbanas. Realiza una
la ciencia positivista, y que de este modo breve presentación de las formas de obten-
deben ser valorados, respetados y salva- ción de los productos y derivados animales
guardados. y las formas de prepararlos e incorporarlos
E l capítulo “Etnozoología y enseñanza al cuerpo del paciente. E l investigador
de las ciencias biológicas”, escrito por también discute el uso de fauna con fines
G eilsa Baptista, gira alrededor de la impor- terapéuticos y sus implicaciones en la con-
tancia que tienen los conocimientos etno- servación biológica, sobre todo para el caso
zoológicos para la enseñanza de la zoología. de los reptiles.
D estaca que la investigación tanto de pro- Una nueva rama de la E tnozoología es
fesores como estudiantes acerca del mundo propuesta por G urgel- G onçalves en su
animal local sirve para identificar, com- texto sobre “Etnoparasitología”. E l autor
prender y apropiar la fauna que les rodea así realiza un análisis etimológico y semántico
como las concepciones y modos de pensar del término parásito a partir de las defini-
que se tienen sobre la misma en el seno de ciones expuestas en 38 diccionarios de seis
la comunidad. L a autora nos brinda una lenguas. D estaca las definiciones biológica
metodología sencilla para investigar los sa- y social como las más comunes (97% y 60%
beres previos de los estudiantes acerca de de los casos, respectivamente), corroborán-
los animales, resaltando el empleo de la ob- dose estos resultados con el concepto que

18
tiene la sociedad, especialmente los estu- los animales por parte de las poblaciones
diantes universitarios, de secundaria y pri- locales para delimitar las formas de conce-
maria. E l autor concluye exaltando la labor bir, usar y manejar la mastofauna de la re-
que debe ser realizada con las comunidades gión. E n el trabajo se exploraron las
locales por etnobiólogos y profesionales distintas conexiones ser humano/animal
del área de la salud para averiguar las con- en el marco de la práctica de la caza y
cepciones y connotaciones que se tienen cómo afectan al estado de conservación de
sobre los parásitos y las enfermedades que las poblaciones cinegéticas. L os resultados
causan, siendo ésta una de las maneras más confirman que la conexión trófica es la más
apropiadas para intervenir médicamente a representativa de todos los vínculos posi-
las personas infectadas. bles, donde tabúes y restricciones alimen-
L a cuestión del uso de insectos como ticias están marcadamente presentes.
recursos alimenticios es presentada en dos E n el capítulo “Etnoprimatología y su
capítulos. E n “La antropoentomofagia y aplicación en los planes de conservación
las culturas”, Ramos- E lorduy nos brinda de la caatinga brasilera”, Estrela argumenta
un texto en el cual discute la importancia que la incipiente etnoprimatología “surge
de los insectos comestibles, el número de como una herramienta importante en el mo-
especies y de etnias que los consum E n: y nitoreo de áreas donde las especies de primates
el simbolismo asociado a dicha práctica. son destacadas culturalmente o presentan
Además, presenta el valor nutritivo de al- algún grado de amenaza”. E l caso lo ejem-
gunos insectos y la importancia económica plifica con el “guigó-da-caatinga” o tití del
de la venta y cultivo de estos. E n el si- norte de Bahia Callicebus barbarabrownae,
guiente capítulo, C ebolla Badie nos habla un tití endémico y de rareza ecológica pre-
sobre el “Conocimiento y consumo de hi- sente en el municipio de L amarão, estado
menópteros, coleópteros y lepidópteros en de Bahia, Brasil. E l autor expone que al-
la cultura Mbya-Guaraní, Misiones, Ar- gunas acciones para la conservación de esta
gentina”. L a autora discute acerca de la especie bandera se han realizado mediante
clasificación indígena de las avispas y abe- actividades culturales promovidas con la
jas, el uso tradicional de avispas, abejas, lar- gente de la región, aumentando su repre-
vas de mariposas y escarabajos, y la sentatividad en la tradición oral (creación
importancia de conservar los recursos na- de historias, coplas, etc.) y en las manifes-
turales para el mantenimiento de las tra- taciones materiales (p. ej., fabricación de
diciones de los indígenas Mbya. artesanías con la figura de la especie de pri-
L os autores Ribeiro y Schiavetti, en su mate en cuestión).
texto “Conocimiento, creencias y utiliza-
ción de recursos mastofaunísticos por los ¿CÓMO DOCUMENTAR LOS SABE-
pobladores de la región del Parque Esta- RES ETNOZOOLÓGICOS?
tal de la Sierra del Conduru, Bahia, Bra-
sil”, nos presentan los resultados de un E l capítulo “Metodología de la inves-
interesante estudio etnomastozoológico tigación etnozoológica”, escrito por Ro-
aplicado a la conservación biológica de la drigues, discute acerca de algunos de los
selva A tlántica (litoral brasileño). L os au- métodos y técnicas comúnmente utiliza-
tores discuten la importancia de considerar dos en trabajos etnozoológicos, así como
los conocimientos tradicionales acerca de los obstáculos con que se encuentra el in-

19
vestigador en el momento en que decide REFERENCIAS
desarrollar este tipo de estudios. L as técni-
cas presentadas son: historia oral, observa- D I E G U ES, C . 2000. E tnoconservação da Natu-
ción participante, tipos de entrevistas y reza: enfoques alternativos. En: A . C . D ie-
cuestionarios, representaciones gráficas, gues ( O rg.). Etnoconservação: novos rumos
elaboración de mapas y dibujos, realización para a proteção da natureza nos trópicos. E di-
de registro de datos, empleo de listados li- tora H ucitec. São Paulo.
bres, la excursión-guiada, las tablas de cog- R E Y ES - G A R C Í A , V. Y M A R T Í -S A N Z , N . 2007.
E tnoecología: punto de encuentro entre na-
nición comparada y los tests proyectivos.
turaleza y cultura. Ecosistemas, 16(3): 46-55.
E l autor debate brevemente sobre lo cuan- R O U É , M . 1997. Novas perspectivas em etnoe-
titativo y lo cualitativo en la investigación cologia: saberes tradicionais e gestão dos re-
etnozoológica. cursos naturais. En: E C astro y F Pinto
L as cuestiones éticas, políticas y lega- (eds.): Faces do Trópico Úmido: conceitos e
les del quehacer etnozoológico y sus im- questões sobre desenvolvimento e meio am-
plicaciones se discuten en el capítulo biente, pp.187-200. U FPA / N A E A / C EJUP.
“Etnobiología y Etnozoología ¿Para qué? Belém.
¿Para quién?: Discusiones éticas del que- S A N T O S F I TA , D . Y C O S TA N E T O , E . M . 2007.
hacer etnozoológico y sus implicaciones”; As interações entre os seres humanos e os
animais: a contribuição da etnozoologia.
C ano- Contreras y Costa- Neto mencionan
Biotemas, 20: 99-110.
la responsabilidad moral de los etnobiólo- T U RB AY , S. 2002. A proximación a los estudios
gos hacia la gente con la que (y no a la cual) antropológicos sobre la relación entre el ser
se estudia, facilitando el fortalecimiento de humano y los animales. En: A . U lloa (ed.).
sus identidades y la permanencia en sus te- Rostros culturales de la fauna: las relaciones
rritorios ancestrales. D e tal suerte, el Co- entre los humanos y los animales en el contexto
nocimiento Tradicional debe ser concebido colombiano, pp. 87-112. Instituto C olom-
y defendido como un valor de una tradi- biano de A ntropología e H istoria y Funda-
ción viviente, que se adapta a una realidad ción N atura. Bogotá D . C ., Colombia.
cambiante y que sustenta la capacidad de la
gente para mantener un estilo de vida pro-
pio y soberano, más que como un mero ve-
hículo para el enriquecimiento monetario
de unos pocos.
D eseamos que este manual instruya al
aprendiz, al experto, al curioso y a cualquier
persona por igual. Su intención y conte-
nido también se dirige a aquellas personas
que ni siquiera han oído hablar del término
Etnozoología.

20
PRIMERA PARTE

LA ETNOZOOLOGÍA:
DELIMITACIÓN
CONCEPTUAL E HISTÓRICA
EL QUEHACER
DE LA ETNOZOOLOGÍA
Dídac Santos Fita1, Eraldo M. Costa Neto2 y Eréndira Juanita Cano-Contreras3

“ W here an animal becomes so necessary to a people that all their activities


are in reference to it, they will not wander far away from it, their thoughts
will be suggested by it, and even their totems refer to it”.
M ason (1899).

L os seres humanos hemos construido gible, tanto por su extrema importancia


nuestra propia historia evolutiva, tanto bio- ecológica como, sobre todo, por estar pro-
lógica como cultural, a partir de la interac- fundamente arraigados en los diversos es-
ción con otros seres vivos, con mención quemas simbólicos, espirituales y culturales
especial a la convivencia diaria con una que conforman nuestra(s) identidad(es):
gran diversidad de especies animales (sin formando parte, entre otras cosas, de mitos,
olvidarnos tampoco de las plantas y demás sueños, fantasías, cuentos, folclore y arte.
formas de vida) encontradas en todos los Cualquier aspecto –cacería, domestica-
ambientes en los cuales hemos habitado. La ción, simbolismo mítico-religioso, cuidado
fauna siempre ha constituido parte esencial de mascotas, visita a zoológicos, entre
y significativa de la realidad y de la cotidia- otros– de la relación que los seres humanos
neidad humanas, estableciéndose desde establecen con la fauna es, al mismo tiempo,
tiempos remotos diversos vínculos cogniti- causa y efecto de cómo, cuándo y en qué
vos, emocionales y comportamentales que medida cada cultura construye su noción de
juegan (aunque hoy en día en menor grado) lo que es y de lo que no es “animal”; in-
un factor decisivo en cómo los grupos hu- fluenciando también, a su vez, en cómo de-
manos se autonombran y definen a sí mis- finen lo “humano”. Se delimitan las
mos y su lugar y papel en el mundo, en base fronteras entre dominios al establecerse los
a su combinación u oposición respecto a los atributos y las interacciones con la fauna, y
otros componentes del universo (Gónzalez, esto en función de las circunstancias pro-
2001). L os animales son una referencia en pias de cada cultura y en un tiempo, espacio
el mundo y en la existencia humana, es- y contexto histórico particulares (D escola,
tando presentes en nuestro día a día como 1998; U lloa, 2002). L os animales se han
valor tangible –alimenticio, medicinal, ves- convertido en una de las imágenes más po-
timenta, económico, lúdico etc.– o intan- derosas para el ser humano, tanto en el

1
D octorando en C iencias en E cología y D esarrollo Sustentable. E l Colegio de la Frontera Sur (E C O SU R) - San
Cristóbal de las C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: dsantofi@yahoo.es
2
Profesor de E tnobiología de la Universidad Estatal de Feira de Santana, Bahía, Brasil. E -mail: eraldon@hotmail.com
3
A cademia de D esarrollo Sustentable, Á rea de Procesos N aturales, Universidad Intercultural de C hiapas. San
Cristóbal de L as C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: erecano@yahoo.com.mx

23
mundo externo como en el interno; el psi- turales (biología, ecología, taxonomía y sis-
coanálisis revela que el animal no es el temática, etc.). E legir y combinar, así como
“otro”, sino una parte del ser humano: no es el uso de cada uno de estos recortes disci-
“inferior”, sino la base para el desarrollo de plinares, dependerá, a su vez, de qué co-
la psique (Ramos et al., 2005). rriente de pensamiento científico-filosófico
Según lo expuesto por Turbay (2002), la esté predominando en los círculos acadé-
percepción4 que los seres humanos tienen mico-intelectuales influyentes del mo-
sobre los animales, así como los tipos de re- mento y de qué manera el ser humano se
lación que desarrollan con estos y las acti- posiciona con respecto a la naturaleza.
tudes5 mostradas hacia las distintas especies, H istóricamente, sobre todo desde el
siempre han dependido del conjunto de fac- campo de la antropología social y cultural,
tores ecológicos, geográficos, históricos, eco- los etnógrafos y otros investigadores se han
nómicos, psicológicos (principalmente ocupado de aquellos pueblos que, de una
aquellos afectivo-emocionales), epidemioló- forma u otra, se mantuvieron (y en algunos
gicos, filosóficos (incluyen la ética), sociales casos aún prevalecen) bastante próximos a
y culturales (incluyen aspectos lingüísticos y la convivencia directa con la naturaleza,
religiosos), propios de las circunstancias adoptando para ello formas muy particu-
temporales y espaciales de cada grupo social, lares de concepción, categorización y uso
como comunidad, y de cada componente, de los elementos bióticos, abióticos y so-
como individuo. Las especies animales pue- brenaturales presentes en el ambiente. Este
den concebirse, fundamentalmente, como acercamiento a otros campos académicos,
recursos o mercancías para usufructo hu- como serían la biología y la ecología, entre
mano o como componentes de la naturaleza otros muchos, ha suscitado en los últimos
con los cuales se puede interactuar sin por años un mayor interés de los antropólogos
ello causarles la muerte, además de combi- por dichas áreas y viceversa, especialmente
naciones entre estos dos modos conceptua- a partir de la década de 1960 debido a una
les ( Younés y G aray, 2006). mayor concienciación pública en relación
D entro del ámbito académico, los estu- a los problemas ambientales por los cuales
dios sobre las relaciones ser humano/fauna atraviesa todo el planeta T ierra, cuando
se han enfocado según diversas perspecti- empezaron a aparecer diversas líneas teó-
vas teórico-metodológicas, correspondien- rico-metodológicas con un renovado inte-
tes a distintos contextos y periodos rés en aplicar planteamientos inter y
históricos; y en base a todo el conjunto de transdisciplinares (Bruhn, 1974). E n el in-
áreas y subáreas oriundas tanto de las cien- tento recurrente de fundar una ciencia uni-
cias humanas y sociales (antropología, geo- ficada al respecto de cualquier
grafía, historia, sociología, psicología, aproximación al estudio de la ecología hu-
lingüística etc.), cuanto de las ciencias na- mana, este mismo autor considera que las

4
Para Posey (1997), ésta se refiere a la descripción de los conocimientos y creencias de un determinado grupo so-
cial con relación al ambiente que lo rodea y en el cual se insiere. Sin embargo, a lo largo del presente manual, usa-
remos el término “concepción”. Éste denota, en primer lugar, un proceso de percepción, es decir, la primera sensación
afectiva que provoca un fenómeno dado, seguido de un proceso de comprensión y posterior aprehensión del mismo,
tras lo cual se elaboran sus ideas explicativas. Es así que se llega a una concepción de dicho fenómeno, lo cual ex-
presa una idea que fue gestada por y dentro de una colectividad, siendo por tanto un producto cultural particular.
5
E ntendida como una posición emocional o intelectual con relación a otro ser vivo, fenómeno, etcétera, que de-
termina el comportamiento consecuente basado en éste.

24
principales limitaciones a esta unión vie- E n vista de que hay que acotar, pero sin
nen siendo tanto el interés propio de las por ello alejarnos mucho de esta visión am-
diferentes disciplinas, como la concepción plia enfocada en los tres dominios (cogni-
incompleta de las relaciones ser hu- ción, afectividad y comportamiento), para
mano/naturaleza. D e hecho, no existe (to- adentrarse en el terreno relacional con la
davía) ningún abordaje –antropológico o fauna, aquí se ha optado por la perspectiva
no– que individualmente consiga abarcar de la Etnozoología. E ntendida como una
la totalidad del estudio de las complejas in- subárea interdisciplinaria entre diversos
terrelaciones entre la especie humana y el campos del conocimiento, principalmente
ambiente en el cual se insiere, como tam- la antropología cognitiva y la biología, en un
poco de los procesos que afectan a los cam- constante vaivén entre las ciencias biológi-
bios que se dan constantemente en dicha cas y las ciencias humanas y sociales, el prin-
relación (Adams, 2000). cipal objetivo del estudio etnozoológico es
Adentrándose en el terreno específico el registro descriptivo de los sistemas de cla-
del complejo relacional entre las poblacio- sificación animal encontrados en las diver-
nes humanas y la fauna, son tres los domi- sas culturas ( H enderson y H arrington,
nios que sirven para entender dicho 1914). Bajo un énfasis no tan restringido, el
fenómeno, a saber: cognitivo (concepciones estudio etnozoológico posibilita la com-
y saberes), afectivo (reacciones afectivo- prensión nativa (desde dentro de la cultura),
emocionales) y conativo o conductual (acti- mediante el análisis lingüístico, no única-
tudes dirigidas a los elementos faunísticos). mente de cómo se construye y estructura
En correspondencia con distintos periodos cada modelo clasificatorio, sino también de
históricos y diferentes enfoques teóricos an- las causas y consecuencias de la concepción,
tropológicos, los investigadores han ido identificación, categorización, conoci-
dando mayor o menor énfasis a estudiar miento, actitudes y modos de empleo (sim-
casos concretos (p. ej., prácticas de caza, cría bólico o material) que se tiene de los
tanto de animales domésticos como silves- animales, reales y/o imaginarios, que habi-
tres, cosmovisión, etc.) donde se prioriza o tan el universo particular de cada grupo ét-
se combina cualquiera de los tres dominios. nico que ha existido en la faz de la T ierra.
L a tendencia actual es más holística, con-
templando simultáneamente todos o una DEMARCACIÓN CONCEPTUAL DE
gran parte de diversos elementos: cognitivos, LA ETNOZOOLOGÍA
simbólicos, afectivos, económicos, culturales
y ecológicos. A su vez, estos inciden en la Académicamente, se considera la etno-
praxis que mantienen los seres humanos con zoología como una subárea de la etnobio-
los animales, rechazando aproximaciones logía6. Según Posey (1986), la etnobiología
meramente cognitivo-intelectuales o econó- es “esencialmente el estudio del conoci-
mico-utilitarias al buscar su fusión (léanse miento y las conceptuaciones desarrolladas
los trabajos de D escola, 1986; Ulloa et al., por cualquier sociedad al respecto de la bio-
1996; M arques, 2001 y Santos- Fita, 2008, logía. [...] Es el estudio del papel de la na-
entre otros).

6
“ D esde el punto de vista etimológico, el nombre que se le ha dado a la E tnobiología resulta inadecuado para el
objeto de sus investigaciones. E n efecto, ateniéndose estrictamente […], la etnobiología vendría a ser el estudio
de la Biología de las Razas” ( M aldonado- Koerdell, 1940).

25
turaleza en el sistema de creencias y de plicados tanto en su clasificación y apre-
adaptación del hombre a determinados am- hensión de los componentes y fenómenos
bientes”. Este concepto tiene gran impor- naturales, como del ámbito sociocultural; es
tancia y utilidad en el presente manual, pues decir, el manejo de otras formas lógicas de
además de relacionar la etnobiología con la conceptualizar el ambiente, otros esquemas
ecología humana, enfatiza cómo ésta sirve referenciales, modelos alternativos de cono-
para el estudio de las categorías y conceptos cimiento y de adaptación bio-psico-
cognitivos utilizados por una determinada cultural (Arboleda, 2008).
población humana en su interacción con Como toda corriente científico-filosó-
cualquier elemento del ambiente. L a E tno- fica, ya desde sus inicios la etnobiología ha
biología se encarga de comprobar hipótesis ido re-significándose al sufrir transforma-
sobre las relaciones entre los seres humanos, ciones sustanciales en sus patrones con-
la biota y el ambiente natural, recogiendo ceptuales, epistémicos y metodológicos, y
datos descriptivos y/o experimentales viéndose reflejado dicho proceso en las di-
(E W G , 2008). A l tratar de diferentes co- versas definiciones que los autores han ido
munidades en distintos ambientes, la etno- presentando a través de los años. E l tér-
biología es particularista y relativista, en el mino etnobiología fue acuñado oficial-
sentido de focalizar una determinada co- mente por C astetter en 1935, y definido
munidad, su ambiente, además de intentar por éste como el estudio de la “utilización
comprender los procesos de conocimiento de la fauna y flora por los pueblos primiti-
y manejo de los recursos. Así, la etnobiolo- vos” (Berlin, 1992). D icho enunciado de-
gía contribuye a esclarecer diferencias y muestra un origen claramente marcado por
analizar la diversidad o heterogeneidad cul- un etnocentrismo occidental que predomi-
tural (Begossi, 1993). naba en los estudios etnográficos de en-
Asimismo, cuando se discuten los fun- tonces, imperantes ya desde mediados y
damentos teórico-metodológicos de la et- finales del siglo X I X 8 y aproximadamente
nobiología, por extensión también se hasta la década de 1950. E ste periodo
analizan aquellos relacionados con la etno- coincidió con una reorientación teórico-
zoología; y sin olvidarse de la etnobotánica metodológica de la antropología, donde
y otras particiones que constituirían el con- empiezan a surgir disciplinas o campos de
junto de lo que se conoce como etnocien- estudio que llevan el prefijo etno delante de
cias7 (ver más adelante). E n la formación y una determinada especialidad académica.
significado de la palabra etnobiología, el D estacarían la etnoconquiliología (1889),
prefijo etno pretende denotar que en los la etnobotánica (1896), la etnogeografía
mismos estudios acerca de un determinado (1916) y la etnozoología, nuestro objeto de
campo de la experiencia humana, se priori- estudio en el presente manual.
zará la perspectiva del propio grupo étnico E l término etnozoología, también sur-
sujeto de estudio, registrando dominios im- gido en los Estados Unidos de América, fue

7
A mbos términos etnociencia y etnociencias acostumbran a usarse indistintamente y en sentido amplio para englo-
bar a todas las disciplinas precedidas del prefijo etno, a pesar del plural haber sido criticado por Barrau (1993) de-
bido a la confusión que genera entre “una disciplina y un objeto de investigación”.
8
É poca en que empieza la expansión colonial (sobre todo en el continente africano) de los países europeos, con la
complicidad (sabida o no) de antropólogos y etnógrafos que con sus estudios y descripciones acerca de los aspec-
tos fundamentales de la cultura local brindaban valiosas herramientas para su sometimiento.

26
propuesto y definido por M ason (1899) tado de C eará, Brasil; G rebe (1984), quien
como “la zoología de la región tal y como investigó sobre las concepciones e interac-
es narrada por el salvaje”. A l investigar las ciones de los indígena Aymara (Norte de
técnicas usadas en la cacería practicada por C hile) con la fauna del altiplano andino;
algunos pueblos indígenas norteamericanos, L ira (1992), quien registró los saberes et-
M ason decía que toda la fauna encontrada nozoológicos de los pobladores de la Sie-
en una región, directa o indirectamente, rra de Perijá ( Venezuela); M artínez
entra en la vida y pensamiento de cada Crovetto (1995), quien investigó la zooni-
grupo humano. Sin embargo, en la litera- mia y etnozoología de los grupos indígenas
tura el término únicamente aparece de Pilagá, Toba, M ocoví, M ataco y V ilela
forma explícita en el libro titulado Ethno- (Argentina); V illagrán et al. (1999), quie-
zoology of the Tewa Indians de 1914, cuya nes registraron la etnozoología de los M a-
autoría es de H enderson y H arrington. Pro- puche ( C hile); Fernández (2000) quien
bablemente a raíz de la excesiva subdivisión investigó la etnozoología campesina e in-
propuesta por M ason en su texto original o dígena Panare en la región del Río M ania-
en su modo de ver la etnozoología, siendo pure, Estado Bolívar, Venezuela; Figueroa
que la consideraba como parte de un área (2003), quien estudió aspectos relativos a
de investigación más amplia, la zootecnia la cacería del oso andino Tremarctos orna-
(C lément, 1998), su documento cayó en el tus C uvier, 1825, en Perú; y N aveda
olvido y el origen del vocablo se atribuya a (2004), que investigó la relación ser hu-
H enderson y H arrington (1914), que reali- mano/danta o tapir Tapirus terrestres L in-
zaron una breve demarcación etnográfica naeus, 1758, en Venezuela.
del pueblo Tewa, seguido de una descrip-
ción narrativa de los usos que hacían de los FORMACIÓN ACADÉMICA DE LA
animales, así como una presentación de su ETNOZOOLOGÍA
sistema de clasificación zoológica.
E n Europa, el término aparece en 1962 E l proceso de formación y avance del
en el artículo escrito por A ndré- G eorge campo de la etnobiología y, por consi-
H audricourt, donde se resalta la importan- guiente, de la etnozoología, fue estudiado
cia de la etnozoología y la etnobotánica en y demarcado por C lément (1998) en tres
el estudio de las relaciones entre seres hu- fases, denominadas: preclásica, clásica y
manos y de estos con la naturaleza. En 1973 posclásica. Recientemente, H unn (2007)
se realizó el Primer Coloquio de E tnozoo- hizo una revisión, reajuste y nueva pro-
logía en el M useo de H istoria Natural de puesta (una cuarta fase) al esquema plan-
París (Francia), con la presentación de más teado inicialmente por C lément.
de 60 trabajos abarcando diferentes aspec- Esta división inicial y posterior modifi-
tos de la etnozoología (Pujol, 1975). cación se usará como guía para ir profundi-
Tenemos registros de estudios etnozo- zando más sobre el quehacer etnobiológico,
ológicos en diferentes países de A mérica puesto que dicha estructuración temporal es
L atina, con científicos que han investigado bastante útil y entendible, evidenciando los
diferentes tópicos, como, por ejemplo: Tu- cambios de objetivos, preferencias, intereses
llio M aranhão (1975), que en su tesis de y actitudes, además del enfoque teórico-
maestría investigó acerca de la etnotaxo- metodológico, que han ido adoptado los in-
nomía de peces en una comunidad del Es- vestigadores correspondientes a los grupos

27
étnicos estudiados y a sus relaciones y sabe- trabajo de campo. Para contextualizarse en
res sobre el ambiente, así como el uso y ma- dicho periodo y en las afirmaciones aquí ex-
nejo de recursos naturales. puestas, merecen destacarse los trabajos de,
entre otros: Brown (1868), Palmer (1878),
FASE PRECLÁSICA H arshberger (1896), M ason (1989), H en-
Esta fase, como ya se ha comentado y derson y H arrington (1914), Robbins et al.
definido, equivale al momento histórico de (1916), C astetter (1935), Vestal y Schultes
la aparición oficial de las primeras discipli- (1939) y Baker (1941).
nas académicas en que se ponía el prefijo A este tipo de investigación, guiada por
etno, a finales del siglo X I X, extendiéndose una concepción utilitarista del ambiente y
hasta la década de 1950. con el respaldo institucionalizado de revis-
Para C lément (1998), teniendo un ori- tas académicas (p.ej., Economic Botany),
gen explícitamente marcado por el etno- C onklin (1954) afirma que se trató “más
centrismo occidental (característico de la apropiadamente de botánica [o zoología]
literatura científica de finales del siglo X I X) con notas de etnología”. Prevalecía una ne-
y desde un punto de vista totalmente ajeno gación de la existencia, por mínima que
a la concepción de los propios habitantes lo- fuese, de un conocimiento empírico (y
cales, estas primeras investigaciones, aunque mucho menos científico) propio de estos
algunas no enumeradas claramente como grupos indígenas. Esto se daba en razón de
etnobotánicas o etnozoológicas, así como que se consideraban dichas etnias inferio-
cualquier posible intento de definición y en- res a la civilización occidental, las cuales
cuadre teórico-metodológico, se centraban evidenciaban un “atraso evolutivo” en
básicamente en aquellos aspectos de orden todos los aspectos: sociales, culturales, eco-
económico (utilitario) de las relaciones que nómicos y tecnológicos, entre muchos
los llamados “pueblos salvajes” establecían, otros. Como se ha comentado, en esta pri-
respectivamente, con las especies de plantas mera fase de la etnobiología, los académi-
o animales que usaban como productos ma- cos estaban más interesados en el registro
teriales. E l interés generalizado de antropó- de aquellos productos vegetales o animales
logos y científicos de otras áreas se centraba que, teniendo utilidad para dichas pobla-
en el modo en que las sociedades cataloga- ciones exóticas, también podrían entonces
das de “primitivas” aprovechaban plantas y ser de provecho y beneficio para su propia
animales, prevaleciendo listados descripti- cultura, sin importarles lo más mínimo
vos con nombres vernáculos y sus equiva- todos aquellos aspectos cognitivos, afecti-
lentes en la taxonomía académica, además vos y simbólicos milenarios inherentes a la
de aquellos usos que hacían de dichas espe- relación que dichos grupos humanos esta-
cies, las cuales eran, a su vez, vistas única- blecían con los recursos naturales encon-
mente como simples recursos materiales trados en su ambiente (C lément, 1998).
obtenibles de la naturaleza. Como trasfondo E n su revisión al texto original, sin em-
de tales estudios estaba el apoderamiento, bargo, H unn (2007) recalca en C lément
por parte de los científicos, de nuevos pro- una visión un tanto extremista y peyorativa
ductos susceptibles de ser utilizados en su dada a los inicios académicos de la etnobio-
sociedad y que tuvieran un valor económico logía, generalizando siempre un carácter et-
agregado, justificando además el que se fi- nocentrista y estrictamente utilitario de sus
nanciase sus respectivas investigaciones y propósitos investigativos. Contrariamente,

28
para este autor no se puede extender dicha También es conveniente recordar y re-
afirmación para todo el periodo preclásico, marcar el importante papel que los natu-
habiendo una serie de investigadores, tales ralistas jugaron posteriormente y previo al
como Jones (1941) y C astetter (1944), que siglo X I X, sobre todo en el campo bioló-
a finales de aquella fase ya empezaban a gico. E l estudio de la naturaleza y de las
considerar, dentro de sus estudios etnográ- relaciones establecidas por el ser humano
ficos (aunque aún nombrándose y enten- adquiere un significado particular en el
diéndose, a grosso modo, como “pueblos siglo X V I, una vez que se describen nuevas
primitivos”), varios aspectos del conoci- especies provenientes del continente ame-
miento indígena, tanto para plantas como ricano y sus diversas utilidades, principal-
animales, relacionados no únicamente con mente en los aspectos alimenticios y
su uso material, sino también de interés medicinales, siendo estos los temas recu-
simbólico, cultural, político, ecológico o es- rrentes en algunas de las crónicas escritas
tético ( H unn, 2007). También extensible al durante este período (Corona, 2005). Cro-
campo etnozoológico y etnobiológico en nistas que visitaron el actual territorio bra-
general, C astetter (1944) ya pretendía des- sileño, como Pero de M agalhães G ândavo
vincular el quehacer etnobotánico de todo (1980), C laude d’Abeville (1975), G abriel
aquello concerniente a lo reconocido como Soares de Souza (1987), A ndré T hevet
botánica económica (enfoque meramente (1983), Fernão C ardin (1978) o H ans Sta-
utilitarista). den (1974), describieron los aspectos mor-
Por otro lado, y en base a lo escrito por fológicos, comportamentales y hábitos de
Ortiz de Montellano (1990), H unn (2007) vida de muchas de las especies animales.
considera que la fundación histórica de la et- Constituyendo, en efecto, un antecedente
nobiología debería situarse, en verdad, tres si- de los modernos estudios sobre la relación
glos antes de lo propuesto por C lément entre el ser humano y el animal, la antigua
(1998). Argumenta que ya en el siglo X V I, historia natural ya buscaba comprender,
el fraile franciscano Bernardino de Sahagún mediante las taxonomías vernáculas, cuál
era un prototipo de etnobiólogo quiEn: junto es el uso que se hacía de la naturaleza, in-
a sus estudiantes del Colegio de la Santa corporando además saberes populares,
Cruz (T latelolco, M éxico), el primer colegio como lo ejemplifica el caso de los bestia-
fundado en el Nuevo Mundo después de la rios medievales ( Turbay, 2002).
colonización, organizaba estudios con un en-
foque etnográfico en vista a conocer y regis- FASE CLÁSICA
trar, incluso con ilustraciones, los testimonios Esta fase se inicia en la década de 1950,
de personas ancianas pertenecientes al grupo periodo histórico en que la ciencia antro-
azteca (mexica) acerca de un sinfín de aspec- pológica pasa por una grave crisis de valo-
tos culturales de dicha sociedad, incluyendo res y de conciencia, consolidándose dicho
extensos ensayos relacionados con el saber y proceso en la década posterior. L a crítica
uso de plantas y animales con fines medici- interna hecha a los autores y escuelas teó-
nales, alimenticios, artesanales y rituales. ricas anteriores (principalmente evolucio-
Estas investigaciones, mucho más complejas nistas, difusionistas y funcionalistas), que
que una simple visión utilitarista, posterior- hasta la fecha dominaban el panorama aca-
mente quedaron registradas en el Códice démico e intelectual, principalmente en
F lorentino [1950-1969] ( H unn, 2007). Europa, provocó un momento muy impor-

29
tante de inflexión en la disciplina, un antes miento antropológico de tendencia cogni-
y un después en todos los sentidos: etno- tivista y sociolingüística. C onocida como
gráfico, etnológico y teórico; y es también A ntropología Cognitiva, E tnociencia, E t-
cuando se pone punto final al mito de la nosemántica, Nueva E tnografía o E tno-
neutralidad de los antropólogos, cuestio- grafía Semántica, esta escuela no sólo
nando la validez, legitimidad y ética de sus aportó un nuevo paradigma teórico-meto-
trabajos etnográficos. dológico a los estudios de la relación ser
Una vez desenmascarado y superado humano/ambiente, sino que además revo-
este contexto sociopolítico y de paradigma lucionó completamente la práctica etno-
intelectual por el cual muchos antropólogos gráfica (Sturtevant, 1964).
habían contribuido con sus estudios, inten- E l prefijo etno adquiere ahora un
cionadamente o no, a la consolidación del nuevo significado, pasando a referirse al
proceso de expansión europea y de colonia- “sistema de conocimiento y cognición tí-
lismo (entre finales del siglo X I X y media- picos de una determinada cultura” (Sturte-
dos del siglo X X), es cuando los nuevos vant, 1964). Los investigadores empiezan a
investigadores empiezan a observar a las realizar estudios centrados en los aspectos
demás sociedades y/o culturas (no exclusi- cognitivos, buscando registrar, por medio
vamente indígenas) desde un punto de vista de análisis semánticos (lingüísticos), el sig-
contrario al modelo etnocentrista anterior, y nificado que el propio grupo humano atri-
en donde el racionalismo positivista imposi- buye a las diversas categorías presentes en
bilitaba cualquier descripción y análisis que su realidad: p. ej. tipos de colores, especies
contemplase la perspectiva del propio sujeto de plantas y animales (reales y/o imagina-
de estudio, tanto de su realidad sociocultu- rias), fenómenos naturales etc. E ntonces,
ral como de su relación con el ambiente el principal objetivo de las E tnociencias9 es
(ejemplificado en los estudios etnobiológi- entender cómo el universo es percibido,
cos de los autores de la fase preclásica). identificado y comprendido por los diver-
Posteriormente a la Segunda G uerra sos grupos humanos; siendo todo esto un
Mundial (1939-1945) y como resultado de reflejo de cómo nombran y ordenan los
este proceso de crisis y de búsqueda de re- elementos de su ambiente en sistemas de
novación y de cambio, sobre todo en terri- clasificación ( Turbay, 2002). E l método
torio estadounidense, empiezan a surgir normalmente utilizado es el de análisis
diversas tendencias antropológicas con en- componencial, aplicado a aspectos de pa-
foques nuevos en el estudio del ser humano rentesco, nomenclatura de colores, culina-
y de su interacción con el ambiente, desde ria, sistemas de curación (inclusive
una perspectiva tanto materialista como enfermedades del espíritu), entre otros,
simbólico-cognitivista. Es en este contexto aunque el mayor énfasis le es dado a la et-
el que las investigaciones de carácter etno- nobiología, especialmente a la etnobotá-
biológico se vieron fortalecidas y ganaron nica y etnozoología (Couto, 2007).
mayor campo de acción con la irrupción en Tanto C lément (1998) como H unn
el ámbito académico, concretamente en la (2007) coinciden en afirmar que el marco
Universidad de Yale, de un nuevo movi- de transición entre este antes (fase preclá-

9
Para facilitar su comprensión, se ha optado por usar indistintamente los términos ‘etnociencia’ y ‘etnobiología’
como equivalentes, en vista de que el segundo (y las demás ramificaciones etno-x) adoptó los presupuestos teó-
rico-metodológicos del primero como campo de investigación.

30
sica: enfoque utilitarista) y después (fase plano la diversidad y la dinámica de las in-
clásica: enfoque más cognitivista) en el terrelaciones (prácticas) que se establecen
campo de la investigación etnobiológica con el ambiente (C ampos, 2002). Toledo
fue la tesis de doctorado de Conklin, quien (1991, 1992) fue enfático al afirmar que, al
en 1954 presenta su trabajo sobre la rela- explorar únicamente los aspectos cogniti-
ción de la etnia H anunóo (Isla M indoro, vos e insistir en separar los fenómenos in-
Filipinas) con el mundo vegetal. Su im- telectuales de sus finalidades prácticas, el
portancia radica en que se priorizó la pers- investigador etnobiológico no hacía una
pectiva nativa con el fin de obtener un conexión efectiva con los fenómenos coti-
registro más detallado y fidedigno de su dianos de las culturas estudiadas o con el
sistema de clasificación y nomenclatura de conjunto de recursos naturales –inclu-
las plantas, poniendo especial atención en yendo componentes no bióticos– que estos
el componente lingüístico. conoc E n: usan y manejan. D e hecho, los
Por reducción, el vocablo etnociencia primeros “etnocientistas” fueron cuestio-
pasa a significar tanto el aspecto meramente nados, a posteriori, precisamente por su casi
clasificatorio de plantas y animales (entre nulo interés en aquellas implicaciones de
otras muchas cosas), como el método de orden comportamental que también de-
análisis semántico utilizado para desvelar ese terminan, en última instancia, el grado y
mismo aspecto (C lément, 1998). Además, tipo de interacción con la naturaleza. Se
las disciplinas académicas (botánica, zoolo- criticó que los discursos de los nativos de-
gía…) pasan a considerarse como elementos berían contrastarse con las acciones real-
secundarios al servicio de lo realmente im- mente observables y con otros aspectos de
portante: descifrar cómo el nativo construye su comportamiento. Sin embargo, los et-
en torno al ambiente y sus componentes. nobiólogos de esta época partían del pre-
Cabe añadir, asimismo, que este tipo de es- supuesto de que las informaciones que las
tudios empezaron a aplicarse también, pau- personas poseen del ambiente, así como la
latinamente, entre los distintos grupos manera por la cual categorizan dichas in-
abarcados por la propia sociedad moderna formaciones, ya influyen per se en su com-
occidental, sobre todo en las zonas rurales portamiento con relación al mismo (para
con poblaciones campesinas (Carrara, 1997). más información, puede leerse a Fowler,
L a orientación que la investigación et- 1977; Posey, 1987; Toledo, 1991, 1992; Be-
nobiológica tomó en esta fase estuvo esen- gossi, 1993; Turbay, 2002; C ampos, 2002).
cialmente marcada por los principios
clasificatorios derivados de concepciones y FASE POSCLÁSICA
constataciones que guiaban el paso de las E l movimiento etnocientista perdió
representaciones simbólicas hacia la expe- vigor e importancia relativa hacia finales de
riencia, pero en detrimento de los aspec- la década de 1960, en gran parte debido a
tos comportamentales (subordinados estos, este cuestionamiento que se le hizo a su
a su vez, a los aspectos afectivo-emociona- quehacer metodológico y preferencia por
les). E n otras palabras, se pretendía probar aspectos estrictamente clasificatorios (A lves
la existencia de una relación directa e in- y A lbuquerque, 2005). E n el propio ámbito
equívoca entre la terminología nativa del antropológico, recibió críticas tanto del sec-
entorno y su conceptualización (Fowler, tor de los materialistas (p. ej., H arris, 1968),
1977), pero a costa de relegar a un segundo como del de los simbólico-interpretativitas

31
(p. ej., G eertz, 1973; Sahlins, 1976). Recor- fase posclásica y extendiéndose hasta la ac-
demos que durante la fase clásica, en el aná- tualidad. Según C lément (1998), dicho pe-
lisis etnobiológico se priorizaba el investigar riodo se caracteriza por un mayor
la propia visión que cada grupo humano acercamiento y cooperación entre científi-
tiene acerca de su concepción del ambiente, cos y poblaciones indígenas, campesinas,
pero preferentemente con base en cómo pescadores locales, etc. A hora los investiga-
construyen clasificaciones etnobiológicas, dores centran esfuerzos en acciones, aplica-
aunque sin indagar en aquellos factores in- ciones e implicaciones que resulten en una
terrelacionados (sobre todo emocionales, etnobiología más aplicada, al integrar el co-
comportamentales y prácticos) que también nocimiento con la práctica, enfatizando las
conforman y determinan el saber local res- consecuencias ecológicas de dicho proceso
pecto al entendimiento, concepción, clasi- ( H unn, 2007). Una vez superadas las ante-
ficación, uso y, sobre todo, manejo de la riores etapas de listados estrictamente des-
naturaleza; constituyendo un reflejo más criptivos y clasificatorios del saber local en
exacto de cómo los pueblos se posicionan relación a la naturaleza, ahora se pretende
frente a su entorno natural inmediato y sig- aprovechar estos conocimientos y prácticas
nifican la realidad. para beneficio de los mismos constructores
E n palabras de Toledo (1991), el enfo- y portadores de estos saberes, incluso como
que de los anteriores antropólogos/etno- estrategia de revalorización y sustento de su
biólogos había priorizado identidad sociocultural y territorial (Posey,
1999). H unn (2007) resalta que es precisa-
“el estudio de estos saberes tradiciona- mente en esta fase cuando empiezan a sur-
les separándolos de sus significados gir y utilizarse conceptos como Conocimiento
prácticos (es decir escindiendo la uni- Ecológico/Ambiental Tradicional ( T E K en si-
dad corpus-praxis), [poniendo] énfa- glas inglesas) y similares, como Conocimiento
sis en el estudio de ‘fracciones’ (plantas, Indígena (I K) y Conocimiento Ecológico/Am-
animales, suelos, fenómenos climáti- biental Local (L E K).
cos) o ‘dimensiones’ (sistemas clasifica- E l concepto y promoción del vocablo
torios, nomenclaturas, usos) de esa etnoecología (Conklin, 1954; Toledo, 1991,
sabiduría, olvidándose de generar una 1992) surge, precisamente, en este intento
comprensión holística o de su totali- etnográfico por identificar e integrar posi-
dad; y [concentrándose] exclusiva- bles correlaciones entre sentimiento y com-
mente en el examen de la ‘porción portamiento humanos con las ideas
objetiva’ de esas sabidurías, olvidándose ecológicas y/o las clasificatorias; además de
que en el corpus campesino los cono- considerarse, prácticamente por primera
cimientos objetivos se hallan ‘amalga- vez, el cuerpo de concepciones cosmogóni-
mados’ junto con otras dimensiones cas que una sociedad posee respecto a los
más subjetivas del pensamiento como elementos integradores de su universo. Se
son las creencias y las percepciones”. presupone que la información que los suje-
tos tienen sobre el ambiente, así como la
Como consecuencia de esta crítica, los manera a través de la cual categorizan (cla-
estudios etnobiológicos volvieron a ganar sifican) dicha información, influye en sus
consistencia a principios de la década de actitudes con relación al mismo. Esto im-
1980, constituyendo el inicio de la llamada plica el tener que contrastar sus opiniones

32
(discursos) con las acciones realmente ob- les en la construcción del mismo saber local
servadas y con otros aspectos de su com- y de su puesta en práctica; entre otras cosas–
portamiento (Fowler, 1977), con el fue llamar la atención de los investigadores
propósito de caracterizar, de una forma más hacia aquellos temas concernientes a la pro-
holística, la relación ser humano/naturaleza. pia supervivencia y proceso adaptativo de las
D e este modo, desde el punto de vista comunidades locales ante las fuerzas exter-
etnobiológico y etnoecológico, la meta nas de cambio (impuestas o no); desde una
ahora es entender la relación existente entre postura más crítica, social y políticamente
conocimiento y acción, principalmente en comprometida. Para H unn (2007), la finali-
lo que respecta al aprovechamiento, manejo dad de la etnobiología cada vez apunta más
y conservación de los recursos naturales y a buscar y ofrecer alternativas a la degrada-
el hábitat ( H unn, 2007). A diferencia de los ción ecológica y cultural generada por los
estudios en épocas anteriores, se enfatiza la patrones capitalistas de “desarrollo”10; gesta-
necesidad de comprender el ambiente en su das éstas a partir de lo que el autor ha de-
totalidad, es decir, indagar de manera inte- nominado Indigenous Ethnobiology, siendo
gral el saber local acerca de: suelos, climas, el nuevo paradigma a considerar.
comunidades botánicas y zoológicas o es- L os objetivos y propuestas de dicho
tados sucesionales, entre muchos otros ele- paradigma tienen como base el análisis et-
mentos bióticos y abióticos que integran el nobiológico y etnoecológico realizado por
territorio ocupado por un determinado diversos sectores (académico, guberna-
grupo humano. Además de este acerca- mental, O N G s, movimientos sociales, co-
miento ecológico, también se presta espe- munidades locales etc.), promoviéndose así
cial atención a los elementos sobrenaturales distintos estudios que permitan establecer
que también conforman el territorio, en- un puente real entre las demandas de las
tendido éste como el espacio físico y sim- poblaciones locales, el quehacer mera-
bólico que ocupa un grupo cultural dado. mente académico y las instancias guberna-
mentales responsables de la elaboración e
CUARTA FASE implementación de políticas públicas. L a
Básicamente, H unn (2007) concuerda “ D eclaración de Belém”, documento cre-
con lo que Clément (1998) propuso como la ado en 1988 a raíz del Primer C ongreso
tercera fase (posclásica) de la construcción Internacional de E tnobiología (Belém, Es-
académica de la etnobiología, que se exten- tado do Pará, Brasil), demanda que la res-
dería hasta la presente fecha. No obstante, ponsabilidad moral de los etnobiólogos
él considera importante matizar que du- hacia la gente con quien (y no a la cual) se
rante la década de 1990, la consecuencia de estudia –generalmente comunidades indí-
todo este proceso de transformación y genas y campesinas marginadas–, es facili-
avance en el quehacer etnobiológico –mayor tar el fortalecimiento de sus identidades y
intercambio de conocimientos y experien- la reapropiación de sus territorios ances-
cias entre actores; visión holística al tratar trales. Petición que también aparece en la
los distintos componentes del ambiente y su Agenda 21 (C N U M A D , 1992) y en el có-
interacción con el ser humano; priorizar la digo de ética de la Sociedad Internacional
inclusión de aspectos afectivos y conductua- de E tnobiología (ver A nexo).

10
Para una mirada reflexiva de este tema, recomendamos sobre todo la lectura de autores como G oldman (1998),
Escobar (1998a, 1998b), A llier (2009) y Adams (2009).

33
Tanto H unn como C lément coinciden histórica, folclore, antropología ecológica,
en que es precisamente en esta fase (o fases, sociología, etnoarqueología, zooarqueología,
al incluir la cuarta), cuando las cuestiones de etnomedicina, etc. Es por ello que, concep-
concepción, clasificación y manejo son estu- tualmente, no existe un consenso sobre la
diadas de forma interrelacionada y sin la tó- definición de etnozoología. Parafraseando a
nica que prevalecía anteriormente, de Stepp (2005), el campo de estudio de la et-
enfoque meramente cognitivista o utilitario. nozoología puede dividirse en tres dominios
Asimismo, ambos recalcan la emergencia de principales: cognitivo (cómo los seres hu-
la ya mencionada cooperación entre los manos conocen y conceptúan a los anima-
científicos y la gente nativa. No obstante, les); económico (cómo usan los animales);
H unn (2007) se posiciona ante esta nueva y ecológico (cómo interactúan con los ani-
colaboración argumentando que este acer- males, especialmente desde una perspectiva
camiento es el “resultado de un desarrollo evolutiva y co-evolutiva). La opinión mayo-
natural de la etnobiología”, en el sentido de ritaria (Pujol, 1969, 1971; M artínez Cro-
que si verdaderamente se valora el saber tra- vetto, 1995; M alaisse, 1997) coincide en
dicional11 como una ciencia, entonces se afirmar que es la rama de la etnobiología
debe valorar a los especialistas locales como encargada de investigar los siguientes as-
científicos y colegas con investigaciones em- pectos de la relación ser humano/fauna:
píricas y propuestas teóricas: en una palabra,
como etnobiólogos nativos ( H unn, 2007). a) los sistemas de clasificación etnozoo-
A l mostrar los diferentes modos en que lógicos;
el conocimiento sobre el mundo natural está b) la presencia e importancia que los ani-
organizado en todo grupo humano, la etno- males tienen en cuentos, mitos, creen-
biología, y también la etnozoología, proveen cias y leyendas, es decir, el papel que
un tipo de relativismo por el cual es posible desempeñan en la explicación de la re-
reconocer otros modelos de apropiación de alidad (cosmogonías y cosmovisiones).
la naturaleza no necesariamente basados en Aquí se incluye el estudio de la etno-
el racionalismo y pragmatismo de la ciencia criptozoología, refiriéndose a los sabe-
vigente (Bandeira, 2001). res etnobiológicos acerca de animales
legendarios y míticos;
CAMPOS DE ACTUACIÓN DE LA c) el conocimiento etnozoológico que el
ETNOZOOLOGÍA ser humano ha adquirido a lo largo del
tiempo, así como su transmisión (mu-
Por su carácter interdisciplinario, la et- chas veces por la oralidad) intra e inter-
nozoología recibe aportaciones de diferen- generacional;
tes áreas del saber humano, tales como: d) aquellos aspectos biológicos y cultura-
ecología cultural, ecología humana, ecología les de sus usos (alimenticio, medicinal,
económico, lúdico etc.), incluyendo las

11
E l término tradicional aquí lo empleamos como la traducción del término indigenous, pero su significado y uso no
se limita únicamente a grupos étnicos considerados como indígenas, originarios del lugar. Basándonos en D ie-
gues y Arruda (2001), tradicional se aplica a “aquellos pueblos [no exclusivamente indígenas] que habitan en áreas
geográficas particulares y que demuestran, en varios grados, las siguientes características comúnmente aceptadas:
a) intensa ligazón con los territorios ancestrales; b) auto-identificación e identificación por los otros grupos cul-
turales; c) presencia de instituciones sociales y políticas propias y tradicionales; d) lenguaje propio, muchas veces
no el nacional; y e) sistemas de producción dirigidos principalmente a la subsistencia”.

34
técnicas de caza, cosecha o crianza y su
impacto sobre las diferentes poblacio-
nes animales;
e) las formas de obtención y preparación
de las substancias orgánicas extraídas
de los animales para diferentes finali-
dades;
f ) el origen de los animales domésticos,
incluyendo las implicaciones de su
manejo;
g) las prácticas relacionadas con el apro-
Fig. 1. E jemplos de estudios etnozoológicos que se
vechamiento, manejo y conservación pueden realizar en ambientes urbanos. Z ooartesa-
de los recursos faunísticos silvestres y nías con conchas de bivalvos; venta de polluelos co-
domesticados. loreados en tiaguis (puestos callejeros). Autoría:
Eraldo M . Costa N eto.
L a etnozoología puede ser concebida,
según E llen (1997), como el estudio de lo
que los individuos saben sobre los anima- OTROS ABORDAJES (ETNOLÓGI-
les que no es enseñado por la C iencia. D e COS) EN EL ESTUDIO DE LA RELA-
este modo, O veral (1990) llama la atención CIÓN SER HUMANO/FAUNA
sobre las diversas y significativas interac-
ciones seres humanos/animales encontra- A ntrozoología (A nthrozoology) o So-
das en nuestra propia cultura al enfatizar ciozoología (Sociozoology) se refieren al
que la investigación etnozoológica em- estudio de las relaciones seres huma-
pieza “en casa”, pues habitualmente se con- nos/animales ( A rluke, 2003). C onside-
sideraban únicamente aquellos grupos rando que los animales son el punto de
sociales (étnicos) culturalmente distantes referencia primario alrededor de los cuales
de la realidad del investigador. D esde lo ét- definimos qué es humanidad, la disciplina
nico “resulta fácil” mirar a las sociedades envuelve el cuestionamiento constante de
indígenas y otros grupos tradicionales nuestra identidad como seres humanos
(sobre todo campesinos) como a sujetos de (Sax, 2002). Aunque la etnozoología y la
la investigación etnobiológica. L o que ha antrozoología tengan puntos en común, la
sido difícil es concebir los grupos urbanos segunda se relaciona más estrechamente
como parte activa de una sociedad con di- con aspectos ligados a describir y analizar
ferentes etnicidades, los cuales también las experiencias con animales no-humanos
tienen su propio conocimiento tradicional desde la perspectiva de varias disciplinas,
(incluso indígena) que los caracteriza e tanto de las ciencias sociales (psicología,
identifica como colectivos humanos con sociología, antropología, ciencia política)
una dinámica particular. E n este sentido, como de las humanidades (historia, crítica
ya se observa un cambio de posición y se literaria), dedicándose a los siguientes
puede hablar, con mucha propiedad, de temas de investigación: a) bienestar de los
una investigación etnozoológica urbana animales de compañía; b) aspectos médi-
(Figura 1). cos, sociales y psicológicos de las interac-
ciones del ser humano con los animales; c)

35
influencias culturales e históricas de la re- relación establecido por cada individuo
lación con el animal; d) beneficios de la po- hacia cada animal o conjunto de animales.
sesión de mascotas para las personas; e) el Existen diferencias socioculturales
papel de los animales de compañía para las substanciales que influyen en el mayor o
personas de la tercera edad; f ) crueldad con menor grado de conocimiento adquirido
los animales y movimiento social para ga- hacia la fauna, tanto a nivel individual como
rantizar sus derechos; g) el significado de grupal. Aunque en cierta medida todas las
los animales en la televisión y la propa- formas de vida influyen en la subsistencia
ganda, así como en los dibujos animados y humana y la diversidad de especies usadas
tiras cómicas de los diarios; h) desarrollo en cada región es inmensa, ciertas especies
de las actitudes de los niños con relación a tienen mayor relevancia (directa e indirec-
los animales; i) problemas de comporta- tamente) y reconocimiento en el modo de
miento en los animales de compañía; j) el vida de las personas, adquiriendo una im-
papel de los animales en el arte y literatura; portancia básica y determinante. Aquellas
k) relación de los científicos y animales de especies que desempeñan papeles culturales
laboratorio; y l) eutanasia y reproducción especiales varían ampliamente entre regio-
controlada (A nthrozoology.org, 2009). L a nes y entre grupos étnicos. E n general, no
Sociedad Internacional de A ntrozoología obstante, las más íntimamente relacionadas
se formó en 1991 y mantiene una publica- con sociedades indígenas y demás pueblos
ción llamada Anthrozöos. tradicionales son aquellas de las cuales estos
L a Société de l’E thnozootechnie, cre- grupos humanos dependen más extensiva-
ada en 1971 por Raymond L aurans, obje- mente para cubrir sus necesidades de ali-
tiva investigar “el funcionamiento del mentación, vestimenta, protección, salud y
complejo indisociable ser humano, animal, otros aspectos básicos. Estas especies fau-
medio”. La etnozootecnia se ocupa del re- nísticas son las que moldean de manera
gistro de las creencias, los conocimientos, las principal la identidad (incluso territorial) de
técnicas, los métodos y las prácticas tradi- un grupo étnico, viéndose reflejado en su
cionales utilizadas en la explotación produc- cultura material y simbólica ( G aribaldi y
tiva de los animales (C áceres et al., 2009), Turner, 2004).
preocupándose también con la conservación E l rol adoptado por cada género en de-
de las razas de animales de corral amenaza- terminado grupo sociocultural –sobre todo
das de extinción (Acosta y A lves, 2007). en relación a las actividades productivas y
la división social del trabajo– contribuye
DIFERENCIAS SOCIOCULTURALES marcadamente a las diferencias en el co-
EN EL CONOCIMIENTO ETNOZOO- nocimiento etnozoológico entre hombres
y mujeres. Por ejemplo, en el noreste de
LÓGICO
Tailandia, son las mujeres quienes recolec-
tan los adultos, pupas y huevos de hormi-
Es importante reconocer que el conoci-
gas rojas Oecophylla smaragdina Forel,
miento etnozoológico es siempre situacio-
1904, mientras que los hombres única-
nal, cambiante y versátil, pudiendo variar
mente participan cuando estos insectos son
cualitativa y cuantitativamente de acuerdo
recolectados para su comercialización
con la edad, el género y el status social. E n-
(Somnasang et al., 1998). E n Australia, son
tretanto, son los aspectos culturales los que
las mujeres aborígenes las que saben dónde
determinan, en última instancia, el tipo de

36
y cómo recolectar las hormigas de miel rásito, simbionte); e) temporadas de repro-
Camponotus inflatus L ubbock, 1880, ducción, abundancia etc. Los cazadores ge-
siendo dicha enseñanza transmitida por las neralmente conocen con bastante detalle
mujeres ancianas de la comunidad (Con- la anatomía animal, además de interesarse
way, 1994). E n el caso de los Araweté, que por el tipo de alimento (encontrado en el
habitan en el E stado de Pará, Brasil, los estomago) que consumió el animal abatido
hombres se encargan de sacar la miel, (Posey, 1996).
mientras que las mujeres recolectan las lar- Todo el saber y saber-hacer etnozooló-
vas de escarabajos de dentro de los cocos gico, resultado de muchas generaciones de
de palmas ( V iveiros de C astro, 1992). conocimientos y prácticas acumuladas, bien
como intercambio de experiencias e infor-
LA IMPORTANCIA DE LOS ESTU- maciones (E ll E n: 1997), puede ser aprove-
DIOS ETNOZOOLÓGICOS chado académica y técnicamente para
generar (y probar) información zoológica y
M uchos científicos cada vez más se ecológica de interés y provecho general;
percatan, aceptan e, incluso, defienden que considerando y respetando, si fuera el caso,
el saber y las prácticas tradicionales consti- todas aquellas cuestiones relacionadas con
tuyen una rica y valiosísima fuente de in- derechos de propiedad intelectual y paten-
formaciones acerca de los múltiples tes. E n el caso de los insectos, por citar un
componentes del ambiente natural, así grupo faunístico, la literatura ofrece nume-
como de la construcción, funcionamiento y rosos e interesantes casos etnoentomológi-
conservación de éste. Relacionado al cos por los cuales los saberes y prácticas
mundo faunístico y la interacción que gru- tradicionales sobre los ciclos de vida de los
pos humanos entablan con las especies y insectos considerados plagas, así como su
ecosistemas donde cohabitan, por ejemplo, nicho y el momento exacto para combatir-
varios investigadores (p.ej., C arpaneto y los, pueden traer soluciones ecológicamente
G ermi, 1989; D ietrich, 1995; Towsend, sostenibles para un control biológico ade-
1996; Ulloa et al., 1996; Bodmer y Puertas, cuado (A ltieri, 2002). D e esta forma, Fair-
2000), al trabajar con grupos humanos que head y L each (1999) aportaron un ejemplo
practican actividades de caza, obtuvieron de elocuente de cómo el conocimiento de la
ellos información relevante sobre la biología ecología de termitas ayuda a determinados
y ecología animal (principalmente mamí- grupos étnicos del Á frica O ccidental a me-
feros terrestres de mediano y gran porte), jorar la cualidad del suelo, a manejar los re-
aportando datos sobre la cantidad de ejem- cursos acuáticos y a aumentar la
plares contabilizados en cada avistamiento, productividad agrícola. Por otro lado, rela-
sexo y edades aproximadas (adulto, juvenil, cionado con temas de salud y bienestar hu-
cría), facilitando así que se puedan realizar mano, Kendall et al. (1990) aplicaron el
predicciones acerca del tamaño y composi- conocimiento etnoentomológico en un
ción de grupo de las especies animales ci- programa de control del dengue.
negéticas. O tros registros importantes H oy en día, muchos conservacionistas
fueron: a) hábitos (diurno, nocturno, ves- reconocen que los lugares con la mayor di-
pertino, crepuscular); b) tipo de alimenta- versidad biológica del planeta obedecen
ción; c) asociaciones interespecíficas; d) también a patrones geopolíticos de asenta-
interdependencias bióticas (comensal, pa- miento de poblaciones basadas en sistemas

37
económicos precapitalistas; esto es, en los argumentar en favor de la salvaguarda de
hot spots de biodiversidad también se hallan las poblaciones tradicionales (indígenas y
los lugares con mayor diversidad cultural y no-indígenas), de sus territorios y del am-
menor cantidad de ingresos económicos. biente en general. Por ejemplo, investiga-
Sin caer en el mito del buen salvaje12, quien ciones sobre usos regionales de fauna
está siempre en convivencia armónica con silvestre (y de zoocría) contribuyen a que
la naturaleza, el modelo de uso de los re- ésta sea debidamente valorizada no sólo
cursos naturales de baja intensidad des- desde el punto de vista ecológico, sino
arrollado por las sociedades extractivistas e también económico, social y cultural, pro-
indígenas, frecuentemente resulta en un moviendo y garantizando estrategias y
mínimo de erosión genética y en un má- apoyos para la gestión ambiental, manejo,
ximo de conservación (D iegues y Arruda, conservación y/o reintroducción de las es-
2001). No obstante, la propia diversidad pecies (sobre todo cinegéticas) y los eco-
cultural también se encuentra fuertemente sistemas donde habitan, contextualizado
amenazada por la imposición de los mode- en una determinada realidad sociocultural
los culturales dominantes (L évêque, 1999). (Cullen Junior et al., 2000; Rocha- M endes
Se sabe que ninguna población está exenta et al., 2005). E n este sentido, la investiga-
de experimentar cambios ni permanecer in- ción etnozoológica se vuelve bastante va-
tacta cuando todo el ambiente a su alrede- liosa cuando se estudian las interacciones
dor es alterado. Por eso, es fundamental entre seres humanos y animales en una de-
conocer cómo las poblaciones tradicionales terminada región ( O li et al., 1994; L eni-
interpretan e incorporan nuevos elementos han, 1996; Pedrosa Júnior y Sato, 2003;
(aprehendiéndolos desde su propio molde C onforti y A zevedo, 2003; Fornelino,
cultural), conformando así otras formas - 2004; Tapia y M achoa, 2006; A nadón et
distintas a las tradicionales- de relacionarse al., 2009). Además, no podemos obviar que
con la naturaleza. E llo con vistas a contri- los proyectos participativos en aprovecha-
buir al fomento y elaboración de estrategias miento y manejo de fauna -tanto silvestre
conservacionistas localmente generadas y como doméstica- sólo tienen éxito real y
participativas y de planes de manejo facti- aplicado cuando los científicos y los pobla-
bles para áreas naturales y paisajes cons- dores locales tienen la capacidad de comu-
truidos a partir de la realidad y cosmovisión nicarse horizontalmente ( Towsend, 2003).
locales, consiguiendo así modelos que sean Por último, y no menos importante,
socialmente responsables, económicamente consideramos que la etnobiología y sus su-
viables y ecológicamente sostenibles báreas también sirven de mediadoras entre
(F leury y A lmeida, 2007). las diferentes culturas al asumir su papel
H e ahí la importancia y contribución como campo de estudio interdisciplinario
de la etnobiología y áreas afines, en el sen- dedicado a la comprensión y respeto
tido de fortalecer el vínculo entre acadé- mutuo entre los pueblos (Posey, 1987), te-
micos y población local mediante el apoyo niendo relación con la reciente propuesta
científico a nuevas ideas tendientes a reo- y modelo educativo de la interculturalidad.
rientar la política ecológica hacia una Una relación intercultural significa pasar
emergente que sea socialmente responsa- de una visión competitiva y de la imposi-
ble y genere investigaciones orientadas a ción de la uniformidad cultural, hacia la
12
Concepto introducido por Rousseau en el siglo X V I I I.

38
búsqueda de complementariedades y coo- A N T H R O Z O O L O G Y . O R G . 2009. Anthrozoology:
peración entre diferentes formas de cono- research in human-animal interaction. D is-
cimiento cultural, obteniendo de esta ponible on-line en <http://www.anthro-
forma un aprendizaje mutuo con respeto a zoology.org/ pdf / an t hrozoology.pdf>.
A cceso en 27 de julio de 2009.
la diversidad y con vistas a construir nue-
A RB O L E D A , L . A . 2008. E tnozoologia del res-
vos conceptos incluyentes de las diversas guardo indígena de C añamono L oma-
concepciones y visiones del mundo, en vez prieta: Supía C aldas. D isponible en
de sólo confirmar los que ya existen (Rist <http://lunazul.ucaldas.edu.co/downlo-
y D ahdouh- G uebas, 2006). ads/Revista17_2.pdf>. A cceso en 29 de
Agosto de 2008.
REFERENCIAS A R L U K E , A . 2003. E thnozoology and the fu-
ture of sociology. International Journal of
A C O S TA , J. M . L . Y A LV ES, A . G . C . 2007. Sociology and Social Policy, 23(3): 26-45.
Construyendo una metodología interdisci- B A K E R , F. C . 1941. A sudy of ethnozoology of
plinaria y socialmente apropiada: propuesta the prehistoric Indians of Illinois. Transac-
de una metodología en caracterización ge- tions of the American Philosophical Society,
nética. Archivos de Zootecnia, 56: 777-782. 32(1): 51-77.
A D A M S, C . 2000. Caiçaras na Mata Atlântica: B A N D E IR A , F. P. 2001. Construindo uma epis-
pesquisa científica versus planejamento e ges- temologia do conhecimento tradicional:
tão ambiental. A nnablume/ F A P ESP. São problemas e perspectives. En: E . M . Costa-
Paulo. Neto y F. J. B. Souto (O rgs.): Anais do I En-
A D A M S, W. M . 2009. El futuro de la sostenibi- contro Baiano de Etnobiologia e Etnoecologia,
lidad: repensando el médio ambiente y el des- 1999, pp. 109-133. U E FS. Feira de Santana.
arrollo en el siglo veintiuno. D isponible B A RR A U, J. 1993. L es savoirs populaires et la
online en <http://www.ceda.org.ec>. A c- naissance de l’ethnoscience. En: La Science
ceso en 2 de abril de 2009. sauvage, des savoirs populaires aux ethnos-
A LLI ER , M . 2009. El ecologismo de los pobres. D is- ciences, pp. 15-17. Seuil. Paris.
ponible online en <www.envio.org.ni/arti- B E G O SSI , A . 1993. E cologia humana: um en-
culo/718>. Acceso en 2 de abril de 2009. foque das relações homem-ambiente. In-
A LT I E RI , M . A . 2002. ¿Por que estudiar la agri- terciencia, 18(3): 121-132.
cultura tradicional? D isponible en B E G O SSI , A . 1996. Use of ecological methods
<http://www.clades.org/rl-art2.htm>. A c- in ethnobotany: diversity indices. Economic
ceso en 19 de Junio de 2002. Botany, 50(3): 280-289.
A LV ES, A . G . C . Y A LB Q U E R Q U E , U. P. 2005. B E R LI N , B. 1992. Ethnobiological classification:
Exorcizando termos em etnobiologia e et- principles of categorization of plants and an-
noecologia. En: A . G . C . A lves, R. F. P. Lu- imals in traditional societies. Princeton Uni-
cena, y U. P. A lbuquerque ( O rgs.): versity Press, N ew Jersey.
Atualidade em Etnobiologia e Etnoecologia, B O D M E R , R. Y P U E R TA S, P. 2000. C ommu-
Volume 2, pp. 11-23. Nupeea/SB E E. Recife. nity-based co-management of wildlife in
A N A D Ó N , J. D ., G I M É N E Z , A ., B A L L ES TA R , R. the Peruvian A mazon. En: J. Robinson y E .
Y P É R E Z , I. 2009. Evaluation of local eco- Bennett (eds.): Hunting for sustainability in
logical knowledge as a method for collect- tropical forests, pp. 315-412. Columbia Uni-
ing extensive data on animal abundance. versity Press. N ew York.
Conservation Biology, 23(3): 617-625. B R O W N , R. 1868. O n the vegetable products,
A N D E RS O N , E . N . 1996. Ecologies of the heart: used by the Northwest A merican Indians
emotion, belief, and the environment. O xford as food and medicine, in the arts, and in su-
University Press, O xford. perstitions rites. Transactions of the Botani-
cal Society of Edinburgh, 9: 378-396.

39
B R U H N , J. G . 1974. H uman E cology: a unify- C O N WAY , J. R. 1994. H oney ants. American
ing science. Human Ecology, 21: 105-125. Entomologist, 40(4): 229-234.
C Á C ER ES, A ., D I É G U E Z , R., L O A R C A , A . Y C O R O N A , E . M . 2005. Aves, crónicas históricas
C H A N G , D. E . 2009. La etnoveterinaria y medicina tradicional. Revista Latinoame-
como un instrumento para la atención inte- ricana de Química, 33: 76. Supl. Especial.
gral de la producción pecuaria. D isponible en C O U T O , H . H . 2007. Ecolingüística: estudo das
<http://bvs.sld.cu/revistas/pla/vol10_esp_05 relações entre língua e meio ambiente. T he-
/pla01405.htm>. Acceso 14 de Junio de 2009. saurus. Brasília.
C A M P O S, M . 2002. E tnociência ou etnografia C U L L E N J U N I O R , L ., B O D M E R , R. E . Y P Á D U A ,
de saberes, técnicas e práticas? En: M . C . C . V. 2000. E ffects of hunting in habitat
M . A morozo, L . C . M ing y S. M . P. Silva fragments of the A tlantic forests, Brazil.
( O rgs.): Métodos de coleta e análise de dados Biological Conservation, 95: 49-56.
em etnobiologia, etnoecologia e disciplinas cor- D ’A B B E V I L L E , C . 1975. História da missão dos
relatas, pp. 47-92. U N ESP/ C N Pq. Rio padres capuchinos na Ilha do maranhão e ter-
C laro. ras circunvizinhas. Itatiaia. Belo H orizonte.
C A R D I N , F. 1978. Tratados da terra e gente do D ESC O L A , P. 1998. Estrutura ou sentimento: a
Brasil. E ditora N acional. São Paulo; I N L , relação com o animal na A mazônia. Mana,
Brasília. 4(1): 23-45.
C A RPA N E T O , G . M . Y G E R M I , F. P. 1989. T he D ESC O L A , P. 1996. Constructing natures: sym-
mammals in the zoological culture of the bolic ecology and social practice. E n: P.
M buti Pygmies in Norh-eastern Z aire. D escola y G . Pálsson ( O rgs.): Nature and
Hystrix, 1: 1-83. society. Routledge. L ondres.
C A RR A R A , E . 1997. Tsi tewara: um vôo sobre o D I E G U ES, A . C . Y A RR U D A , R. S. V. 2001. Os
cerrado Xavante. M aster T hesis. USP. São saberes tradicionais e a biodiversidade no Bra-
Paulo. sil. M inistério do M eio A mbiente. Brasí-
C AST E T T E R , E . F. 1935. Ethnobiological stud- lia; Universidade de São Paulo. São Paulo.
ies in the American Southwest I. Uncultivated D I E T RI C H , J. R. 1995. El uso de entrevistas para
native plants used as sources of food. Univer- averiguar la distribución de vertebrados. Re-
sity of New Mexico Bulletin, 4: 1-44. vista de Ecología Latinoamericana, 2(1-3):1-4.
C AST E T T E R , E . F. 1944. T he domain of eth- E LL E N : R. 1997. Indigenous knowledge of the rain-
nobiology. American Naturalist, 78: 158- forest: perception, extraction and conservation.
170. D isponible en <http://www.lucy.ukc.ac.uk/
C L É M E N T, D. 1998. T he historical foundations Rainforest/malon.htm>. Acceso en 06 de Fe-
of ethnobiology (1860-1899). Journal of brero de 1997.
Ethnobiology, 18(2): 161-187. E S C O B A R , A . 1998a. La invención del tercer
C N U M A D ( C O N F E R Ê N C I A D A S N A Ç Õ ES mundo. Construcción y reconstrucción del des-
U N I D AS SO BR E M EI O A M BI E N T E E D E - arrollo. Norma E ditorial. Colombia.
S E N V O LV I M E N T O ). 1992. Conferência das E S C O B A R , A . 1998b. W hose knowledge,
Nações Unidas sobre Meio Ambiente e Desen- W hose nature? Biodiversity conservation
volvimento - Agenda 21. Senado Federal. and social movements political ecology.
Brasília. Jounal of Political Ecology, 5: 53-82.
C O N F O R T I , V. A . Y A Z E V E D O , F. C . C . 2003. E T H N O B I O L O G Y W O R K I N G G R O UP (E W G ).
L ocal perceptions of jaguars (Panthera 2008. Intellectual imperatives in Etnobiology:
onca) in the Iguaçu N ational Park area, research, methodology, analyses, education and
South Brazil. Biological Conservation, funding for a rapidly expanding field. NSF
111(2): 215-221. Biocomplexity Workshop Report.
C O N K LI N , H . C . 1954. The ralation of Hanunóo D isponible en <http://www.sciences-
culture to the plant world. Ph D T hesis. Yale torm.com/award/0119877.html>. A cceso
University, N ew H aven. en 24 de Agosto de 2008.

40
F A IR H E A D , J. Y L E A C H , M . 1999. Termites, so- G O N Z Á L E Z , T. Y. 2001. L o animal en la cos-
ciety and ecology: perspectives from West movisión mexica o mesoamericana. En: T.
A frica. E n: D . A . Posey (E d.): Cultural and Y. G onzález (ed.): Animales y plantas en la
spiritual values of biodiversity, pp. 235-242. cosmovisión mesoamericana, pp. 23-51. Plaza
I T P. L ondres. y Valdés, Instituto Nacional de A ntropolo-
F E R N Á N D E Z , M . 2000. Etnozoología campesina gía e H istoria y Sociedad M exicana para el
e indígena Panare en la región del Río Ma- Estudio de las Religiones. M éxico D .F.
niapure, Estado Bolívar, Venezuela. Tesis de G R E B E , M . E . 1984. E tnozoologia andina:
G rado. Facultad de Agronomía, Universi- concepciones e interacciones del hombre
dad C entral de Venezuela. M aracay. andino con la fauna altiplánica. Estudios
F I G U E R O A , J. 2003. Cacería del oso andino en el Atacameños, 7: 455-472.
Perú: Etnozoología y comercio. Cooperación H A RRIS, M . 1968. The rise of anthropological
Técnica A lemana- G T Z / FA N P E . Proyecto theory. Crowell. N ew York.
O so A ndino Perú. L ima. H A RS H B E R G E R , J. W. 1896. Purposes of eth-
F L E U RY, L. C . Y A L M E I D A , J. 2007. Populações nobotany. Botanical Gazette, 21: 146-154.
tradicionais e conservação ambiental: uma H A U D RI C O U R T, A .- G . 1962. D omestication
contribuição da teoria social. Revista Brasi- des animaux, culture des plantes et traite-
leira de Agroecologia 2(3): 3-19. ment d’autrui. L’homme 2(1): 40-50.
F O R N E L I N O , M . M . 2004. E tnozoología, le- H E N D E RS O N , J. Y H A RRI N G T O N , J. P. 1914.
gislación y conservación de la tortuga E thnozoology of the Tewa Indians. Bureau
N egra (Rhinoclemmys funerea) en C osta of American Ethnology Bulletin, 56: 1-76.
Rica. Boletín de la Asociación Herpetológica H U N N , E . S. 1993. W hat is traditional ecolog-
Española, 15(2): 120-126. ical knowledge? En: N . W illiams y G .
F O W L E R , C . S. 1977. E thnoecology. E n: D . L . Baines (E ds.): Traditional ecological knowl-
H ardesty ( O rg.): Ecological anthropology, edge: wisdom for sustainable development, pp.
pp. 215-243. John W iley y Sons. Nueva 13-15. C entre for Resource and E nviron-
York. mental Studies. Australian N ational Uni-
G Â N D AV O , P. M . 1980. Tratado da Terra do versity. Q ueensland.
Brasil; História da província de Santa Cruz. H U N N , E . 2007. E thnobiology in four phases.
Itatiaia. Belo H orizonte. Journal of Ethnobiology, 27(1): 339–367.
G A RIBA L D I , A . Y T UR N ER , N . 2004. Cultural J O N ES, V. 1941. T he nature and status of eth-
keystone species: implications for ecological nobotany. Chronica Botanica, 6: 219-221.
conservation and restoration. Ecology and So- K E N D A L L , C., L E O N TSI N I , E., G I L , E., C RU Z , F.,
ciety, 9(3): 1. D isponible en H U D E LSO N , P. Y P E LT O , P. 1990. Exploratory
<http://www.ecologyandsociety.org/vol9/iss3 ethnoentomology: using A N T H R O PA C to
/art1/>. Acceso en 20 de Septiembre de 2004. design a dengue fever control program. Cul-
G E E R T Z , C . 1973.The interpretation of cultures. tural Anthropology Methods, 2(2): 10-12.
Basic Books. N ew York. L E N I H A N , M . L . 1996. Public attitudes about
G O L D M A N , M . 1998. Inventing the C om- wolves: a review of recent investigations.
mons: theories and practices of the com- E n: The Yellowstone wolf: a guide and source-
mon’s professional. E n: A . G oldman (ed.): book. M ill Pond Press. Venice, F L .
Privatizing nature: political struggles for the L É V Ê Q U E , C . 1999. A biodiversidade.
global commons, pp. 20-53. Pluto Press. E D USC . Bauru.
L ondon. L IR A , J. 1992. La E tnozoología de la Sierra de
G Ó M E Z , B., C AST RO , A., JU N G H A NS, C., M O N - Perijá. Carta Ecológica (Lagoven), (63): 14-17.
T O YA , L. R. Y V I LL A L O B OS, F. J. 2003. Eth- M A L A ISSE , F. 1997. Se nourrir en forêt claire afri-
noecology of white grubs (Coleoptera: caine. Approche écologique et nutritionnelle.
Melolonthidae) among the Tzeltal Maya of C entre Technique de Coopération Agricole
Chiapas. Journal of Ethnobiology, 20(1): 43-59. et Rural. WageningE n: G embloux.

41
M A L D O N A D O - K O ER D E L L , M . 1940. Estudios implications and applications, pp. 127-129.
etnobiológicos. I. Definición, relaciones y me- M useu Paraense E mílio G oeldi, Belém.
todos de la etnobiología. Revista Mexicana de P A L M E R , E . 1878. Plants used by the Indians
Estudios Antropológicos 4(3): 195-2002. of the United States. The American Natu-
M A R A N H Ã O , T. P. 1975. Náutica e classificação ralist, 12(9): 593-606.
ictiológica em Icaraí, Ceará: um estudo em An- P E D R O S A J Ú N I O R , N . N . Y S A T O , M . 2003.
tropologia Cognitiva. M aster thesis. Univer- Percepção de fauna terrestre e conservação
sidade de Brasília. Brasília. no Parque N acional do Superagüi. Revista
M A RI , H . 2002. C ategorização. En: R. P. M ar- de Educação Pública, 12 (21): 43-70.
tins y H . M ari (E ds.): Universos do conheci- P O SE Y, D . A . 1986. E tnobiologia: teoria e prá-
mento, pp. 67-89. F A L E - U F M G . Belo tica. En: B. G . Ribeiro (ed.): Suma Etnoló-
H orizonte. gica Brasileira, v. 1. Etnobiologia, pp.15-25.
M A R Q U ES, J. G . W. 1991. Aspectos ecológicos na E ditora Vozes/ F I N EP. Petrópolis.
etnoictiologia dos pescadores do Complexo Es- P OSE Y, D . A . 1987. Temas e inquirições em et-
tuarino-lagunar Mundaú-Manguaba. Ph D noentomologia: algumas sugestões quanto
T hesis. Universidade Estadual de C ampi- à geração de hipóteses. Boletim Museu Pa-
nas. C ampinas. raense Emilio Göeldi, 3(2): 99-134.
M A R Q U ES, J. G . W. 2001. Pescando pescadores. P O SE Y , D . A . 1996. O s povos tradicionais e a
Ciência e etnociência em uma perspectiva eco- conservação da biodiversidade. E n: C .
lógica. N UPA U B. São Paulo. Pavan (org.): Uma estratégia latino-ameri-
M A R T Í N E Z , C . E . 1995. Etnobiología de los Co- cana para a Amazônia. Volume 1, pp. 149-
fanes de Dureno. Publicaciones del M useo 157. M inistério do M eio A mbiente, dos
E cuatoriano de C iencias N aturales. Q uito. Recursos H ídricos e da A mazônia L egal.
M A R T Í N E Z C R O V E T T O , R. 1995. Z oonimia y Brasília; M emorial. São Paulo.
E tnozoología de los Pilagá, Toba, M ocoví, P O SE Y , D . A . 1997. Exploração da biodiversi-
M ataco y V ilela. International Journal of dade e do conhecimento indígena na A mé-
American Linguistics, 63(2): 284-285. rica L atina: desafios à soberania e à velha
M ASO N , O. T. 1899. Aboriginal American ordem. En: C . C avalcanti (org.): Meio am-
zootechny. American Anthropologist, 1(1): 45-81. biente, desenvolvimento sustentável e políticas
O R T I Z D E M O N T E L L A N O , B. R. 1990. Aztec públicas, pp. 345-368. C ortez. São Paulo.
medicine, health, and nutrition. Rutgers Uni- Fundação Joaquim N abuco. Recife.
versity Press. N ew Brunswick. P O SE Y , D . A . (ed). 1999. Cultural and spiritual
N AV E D A , A . 2004. E thnozoology of lowland values of biodiversity: a complementary con-
tapir (Tapirus terrestris) in Venezuela. Pro- tribution to the Global Biodiversity Assess-
ceeding of the Second International Tapir ment. I T P. L ondres.
Symposium. Tapir Specialists G roup. C iu- P UJO L , R. 1969. Initiation à l’ethnozologie, mé-
dad de Panamá, Panamá. thodes, cours d’ethnobotanique et d’ethnozoologie,
O LI , M . K., T AY L O R , I. R. Y R O G E RS, M . E . vol. 2. Museum de H istoire naturrelle. Paris.
1994. Snow leopard Panthera uncia predation P UJ O L , R. 1971. Coexistence de l’homme et de
of livestock: an assessment of local percep- l’animal. Science et Nature, : 3-12.
tions in the A nnapurna conservation area, P UJ O L , R. 1975. L’homme et l’animal. Premier
Nepal. Biological Conservation, 68: 63-68. Colloque d’Ethnozoologie. Institut Interna-
O R T I Z , O . 1999. Understanding interactions tional d’ E thnosciences. Paris.
between indigenous knowledge and scien- R A M OS, D . G ., D E B I ASE , M . C ., B A LT H A Z A R ,
tific information. Indigenous Knowledge and M . H . M ., R O D RI G U ES, M . L . P., S A U A I A ,
Development Monitor, 7(3): 7-10. N . M . L., S AY E G H , R. R. Y M A LTA , S. M . T.
O V E R A L , W. L . 1990. Introduction to ethno- C . 2005. Os animais e a psique, volume 1: ba-
zoology: what it is or could be. En: D . A . leia, carneiro, cavalo, elefante, lobo, onça, urso.
Posey y W. L . O veral ( O rgs.): Ethnobiology: Summus. São Paulo.

42
R IS T, S. Y D A H D O U H - G U E B A S, F. 2006. S O M N A S O N G , P., M O R E N O -B L A C K , G . Y
E thnosciences: a step towards the integra- C H USI L , K. 1998. Indigenous knowledge of
tion of scientific and indigenous forms of wild food hunting and gathering in North-
knowledge in the management of natural E ast T hailand. Food and Nutrition Bulletin,
resources for the future. Environment, De- 19(4): 359-365.
velopment and Sustainability, 8: 467-493. S O U Z A , G . S. 1987. Tratado descritivo do Bra-
R O B B I N S, W. W., H A RRI N G T O N , J. P. Y sil em 1587. E ditora N acional. São Paulo;
F R E IR E - M A RR E C O , B. 1916. E thnobotany I N L . Brasília.
of the Tewa Indians. United States Bureau of S TA D E N : H . 1974. Duas viagens ao Brasil. Ita-
American Ethnology Bulletin, 55: 1-118. tiaia. Belo H orizonte; E dusp. São Paulo.
R O C H A , P. L. E . Y S A L A Z A R , J. L. R. 2004. Co- S T E PP, J. R. 2005. A dvances in ethnobiologi-
nocimiento popular sobre los búhos en los cal field methods. Field Methods 17(3):
alrededores de un bosque húmedo tropical 211-218.
protegido en C osta Rica. Etnobiología, 4: S T U R T E VA N T, W. C . 1964. Studies in ethno-
41-53. science. American Anthropologist, 66(30):
R O C H A - M E N D ES, F., M I K I C H , S. B., B I A N - 99-131.
C O N I , G . V. Y P E D R O , W. A . 2005. M amí- T A PI A , A . Y M A C H O A , D . 2006. E thnozoology
feros do município de Fênix, Paraná, Brasil: of the A mazonian tapir (Tapirus terrestris
etnozoologia e conservação. Revista Brasi- L innaeus 1758) in the Sarayaku commu-
leira de Zooologia, 22(4): 991-1002. nity, E cuador. Tapir Conservation,
S A C H S, I. 1997. A cooperação Sul-Sul e o de- 15/1(19): 28-31.
senvolvimento sustentável nos trópicos T O WSE N D , W. 1996. Taller participativo sobre
úmidos. En: L . E . Aragón y M . C lüsener- manejo de fauna silvestre en Lomerío. Pro-
G odt (orgs.): Reservas da biosfera e reservas yecto de Manejo Forestal Sostenible BOL-
extrativistas: conservação da biodiversidade e FOR, USAID, gobierno de Bolivia,
ecodesenvolvimento, pp.1-8. Associação das International Chemonics, Internacional Con-
Universidades A mazônicas. Belém; servation, Tropical Research and Develop-
U N ESC O . Brasil. ment y Wildlife Conservation Society. Santa
S A H L I NS, M . 1976. Culture and practical rea- Cruz. Bolivia.
sons. University of C hicago Press. C hicago. T H E V E T, A . 1983. Singularidades da França
S A N T O S - F I TA , D . 2008. “Cobra é inseto que A ntártida. Itatiaia. Belo H orizonte; E dusp.
ofende”: classificação etnobiológica, questões São Paulo.
sanitárias e conservação na região da Serra da T O L E D O , V. M . 1991. El juego de la supervi-
Jibóia, Estado da Bahia, Brasil. M aster T he- vencia: un manual para la investigación et-
sis. Universidade Estadual de Santa Cruz. noecológica en Latino-américa. C L A D ES.
Ilhéus. Berkeley.
S A X , B. 2002. Anthrozoology and literature. D is- T O L E D O , V. M . 1992. W hat is ethnoecology?
ponible online en <http://www.h- O rigins, scope and implications of a rising
net.org/~nilas/articles/anthrozoo.html>. discipline. Etnoecológica, 1: 5-21.
A cceso en 21 de M arzo de 2002. T U R B AY , S. 2002. A proximaciones a los es-
S H E I L , D . Y L A W R E N C E , A . 2004. Tropical bi- tudios antropológicos sobre la relación
ologists, local people and conservation: entre el ser humano y los animales. En:
new opportunities for collaboration. A . U lloa (ed.): Rostros culturales de la
TRENDS in Ecology and Evolution, 19(12): fauna: las relaciones entre los humanos y los
634-638. animales en el contexto colombiano, pp. 87-
S H E L D R A K E , R. 1999. Dogs that know their 111. Instituto colombiano de antropolo-
owners are coming home and other unexplored gía e historia. I C A N H - Fundación
powers of animals. G rown Publishers, N ew N atura. Bogotá.
York.

43
U L L O A , A . 2002. Introducción: ¿ser humano? V I L L A G R Á N , C ., V I L L A , R., H I N O J O S A , F.,
¿ser animal? E n: A . Ulloa (ed.): Rostros cul- S Á N C H E Z , G ., R O M O , M ., M A L D O N A D O ,
turales de la fauna: las relaciones entre los hu- A ., C AV I A R ES, L ., L A T O RR E , C ., C U E VA S,
manos y los animales en el contexto J., C AS T R O , S., P A PI C , C . Y V A L E N Z U E L A ,
colombiano, pp. 9-29. Instituto colombiano A . 1999. E tnozoología M apuche: un estu-
de antropología e historia. I C A N H - Fun- dio preliminar. Revista Chilena de Historia
dación N atura. Bogotá. Natural, 72: 595-627.
U L L O A , A , R U B I O , H . Y C A M P O S, C . 1996. V I V E I R O S D E C A S T R O , E . 1992. Araweté: o
C onceptos y metodologías para la prese- povo do Ipixuna. C E D I. São Paulo.
lección y análisis de alternativas de manejo Y O U N ÉS, T. Y G A R AY , I. 2006. As dimensões
de fauna de caza con indígenas embera en humanas da biodiversidade: o imperativo
el Parque N acional Utría, P N N U, C hocó, das abordagens integrativas. En: I. G aray y
C olombia. En: A U lloa, H Rubio y C B. K. Becker ( O rgs.): D imensões humanas
C ampos (eds.): Manejo de fauna con comu- da biodiversidade. O desafio de novas rela-
nidades rurales, pp. 19-48. Fundación ções sociedade-natureza no século X X I, pp.
N atura. Colombia. 57-72. Vozes. Petrópolis.
V ES TA L , P. A . Y S C H U LT ES, R. E . 1939. The
economic botany of the Kiowa Indians as it re-
lates to the history of the tribe. H arvard Uni-
versity Botanical M useum. C ambridge.

44
ETNOCIENCIAS:
LA BÚSQUEDA POR
CATEGORÍAS DE REALIDAD
Eraldo M. Costa Neto13 y Dídac Santos Fita14

“ C ada civilización posee un pensamiento racional, empírico, técnico y, tam-


bién, un saber simbólico, mitológico y mágico. E n cada civilización hay sa-
biduría y supersticiones. Nuestra civilización es así, aunque muchos piensen
que no, que la razón, la ciencia, la técnica no son mitológicas”.
( M orin, 2000)

E n el capítulo “ E l quehacer de la et- de una determinada sociedad, es decir, toda


nozoología”, cuando se habló de la fase clá- la etnociencia de aquella sociedad, sus
sica dentro del proceso histórico de modos particulares de clasificar su universo
construcción académica de la etnobiología, material y social”.
y por consiguiente la etnozoología, ya se E l enfoque etnocientífico15 tuvo inicio
pone de manifiesto cómo el surgimiento con los trabajos etnográficos de Boas y sus
de las etnociencias reformula sustancial- estudiantes. No obstante, prácticamente es-
mente toda la visión, objetivos y preferen- tuvo relegado al olvido hasta la década de
cias que hasta la fecha habían prevalecido 1950, cuando el término “etnociencia” apa-
entre los estudiosos en materia etnobioló- reció en el índice de la tercera edición del
gica. Se considera oportuno profundizar libro Outline of cultural materials, de Mur-
un poco más en dicho movimiento antro- dock y colaboradores. E l término ha sido
pológico, una vez que el componente cla- usado como sinónimo para ciencia “folk” y
sificatorio adquiere protagonismo como conocimiento popular. Cabe mencionar que
elemento-clave en el estudio de las socie- en 1903, D urkheim y M auss publicaron el
dades. E l pensamiento de Sturtevant clásico artículo De quelques formes primiti-
(1964) refleja a la perfección la mentalidad ves de classification lo cual constituyó la pri-
de esta generación de nuevos etnobiólogos, mera reflexión analítica y teórica sobre
al considerar que “una cultura en sí misma cómo los grupos étnicos hacen sus clasifi-
es la suma de las clasificaciones populares caciones del mundo natural y simbólico.

13
Profesor de E tnobiología de la Universidad Estatal de Feira de Santana, Bahía, Brasil. E -mail: eraldon@hot-
mail.com
14
D octorando en C iencias en E cología y D esarrollo Sustentable. E l Colegio de la Frontera Sur (E C O SU R) - San
Cristóbal de las C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: dsantofi@yahoo.es
15
Para una revisión bibliográfica más extensa y detallada sobre el origen y presupuestos teóricos de las etnociencias, se
recomienda la lectura tanto de sus representantes y fundadores (G .P. Murdock, H . C . Conklin, R. N . H . Bulmer, C .
L évi-Strauss, F. C . Loundsbury, F. C . Wallace, V. A tkins, W. H . Goodenough, C . O. Frake, W. C . Sturtevant, A .- G .
H audricourt, entre otros), como de los trabajos de Berlin y Kay (1969) acerca de clasificación de colores, y los de Ber-
lin (1972, 1973, 1976), Berlin et al. (1973, 1974) y H unn (1977), entre otros, sobre clasificación etnobiológica. Se
recomienda también una revisión del tema en Sturtevant (1964), C ardona (1985) y C lément (1998), así como de la
recopilación de artículos clásicos en la revista Cognitive Anthropology hecha por Tyler (1969 apud C ampos, 2002).

45
Según D iegues y Arruda (2001), este interna de términos de parentesco muestra
planteamiento de la ciencia social “[...] la historia de una población e influencia el
parte de la lingüística para estudiar el cono- comportamiento social de miembros de una
cimiento de las poblaciones humanas sobre sociedad, los términos usados para clasifi-
los procesos naturales, intentando descubrir car el ambiente físico reflejan el uso pasado
la lógica subyacente al conocimiento hu- del mismo e influyen sobre el comporta-
mano del mundo natural, las taxonomías y miento de los individuos en el presente
clasificaciones totalizadoras [...]”. L os se- (Morán, 1990). E l enfoque etnocientífico se
guidores de la Nueva E tnografía justifica- centra en descubrir cómo diferentes pueblos
ban el gran énfasis dado a los aspectos organizan y usan sus culturas:
semánticos y de clasificación alegando que
las decisiones sobre los usos alimenticios, «Es una tentativa para entender los princi-
medicinales, tecnológicos, simbólicos, etc. pios de organización subyacentes a su
de las plantas y animales se basan en crite- comportamiento. Se supone que cada pue-
rios que pueden expresarse de forma lin- blo tiene un sistema único para percibir y
organizar fenómenos materiales –cosas,
güística ( Turbay, 2002). Para Revel (1990),
eventos, comportamientos y emociones
cada idioma en particular posee una visión [...]. E l objeto del estudio no son estos fe-
única del mundo, pues todas las informa- nómenos materiales en sí, sino la forma en
ciones obtenidas a través de los sentidos que son organizados en las mentes de los
(vista, oída, olfato, gusto y tacto) se trans- hombres. L as culturas entonces no son fe-
miten mediante los hábitos lingüísticos, fa- nómenos materiales: son organizaciones
voreciendo un amplio margen de cognitivas de fenómenos materiales»
interpretación. L os patrones de expresión ( Tyler, 1969).
lingüística de cada grupo étnico indicarían
una regularidad en sus sistemas de clasifi- D e este modo, la lengua y su sistema lé-
cación, pues, considerando a Greene (1998): xico-semántico se constituyen en un ele-
“C ategorías son construcciones lingüísticas mento primordial para el etnógrafo, porque
que capacitan a una cultura para darle orden le permiten tener un conocimiento de los
a su universo, organizar sus percepciones co- esquemas culturales que observan y utilizan
lectivas y mantener las relaciones de los in- los miembros de la sociedad para determi-
dividuos con los fenómenos”. nar las categorías a que pertenecen los ob-
E n resum E n: a partir de este movi- jetos según su propia existencia. L amíquiz
miento antropológico se pasó a considerar (1985 en Arboleda, 2008) afirma que:
las diferentes culturas no como conjuntos
de artefactos y comportamientos, sino pre- «Es en el área semántica donde la lengua
sentando sistemas de saberes o de aptitudes formaliza las unidades que representan los
conceptos. E stas unidades constan de un
mentales que pudieran ser reveladas por sus
valor sémico o conjunto de rasgos caracte-
propias estructuras lingüísticas (Brown, rísticos, que corresponden a su aspecto se-
1979). Recurriendo al modelo de gramática mántico. Pero necesitan, además, un apoyo
de un lingüista, los etnocientistas buscan las léxico, que sirve para su exteriorización. D e
maneras por las cuales el conocimiento de ahí que hablemos de unidades léxico-se-
las reglas de una cultura se refleje en el com- mánticas o también, englobando esos dos
portamiento de los nativos y principal- aspectos componenciales, unidades lexe-
mente en su habla. Así como la lógica máticas.»

46
¿CONCEBIMOS EL MUNDO A TRA- L a segunda vertiente fue desarrollada
VÉS DE NUESTRO ESTÓMAGO O en los Estados Unidos por antropólogos en-
trenados en la etnociencia neozelandesa, a
NUESTRA MENTE?
partir del trabajo pionero de Ralph Bulmer.
Los teóricos de esta línea argumentan que
E n base a la literatura, al referirnos a
los procesos de identificación, nomenclatura
los sistemas de clasificación etnobiológi-
y clasificación de la diversidad biológica son
cos es conocida la discordancia histórica
esencialmente idénticos en todas las lenguas
entre los seguidores de dos líneas teóri-
y pueden ser descritos por un pequeño nú-
cas16: por un lado, los intelectualistas, y por
mero de principios nomenclaturales gene-
el otro, los utilitaristas (Boster, 1989).
rales y transculturales (Berlin, 1992).
Los teóricos de la línea intelectualista-
Basándose en estudios comparativos, Ber-
cognitivista consideran a la Cultura esen-
lin et al. (1973) mostraron que los seres hu-
cialmente como un constructo mental
manos usan estrategias semejantes para
(C lifton, 1968). Se pretende responder a la
organizar los conceptos biológicos, consi-
pregunta de ¿cómo y de qué manera las so-
derando el reconocimiento perceptivo de las
ciedades humanas (aquellas llamadas co-
discontinuidades visibles en la naturaleza y
múnmente tradicionales: indígenas, cam-
la observación de los caracteres morfológi-
pesinas, pescadores locales, etc.) conciben la
cos de las especies de plantas y animales.
naturaleza? Ésta presenta, a su vez, dos ver-
Según Berlin (1992), la base de la clasifica-
tientes, las cuales comparten la visión de que
ción etnobiológica se constituye con simila-
se clasifica por motivaciones e intereses in-
ridades y diferencias morfológicas, y
telectuales, reconociendo una estructura y
raramente apoyándose en consideraciones
un orden jerárquico del Universo.
funcionales, tales como, por ejemplo, su uti-
L a primera vertiente se asocia al es-
lidad cultural. L a polémica de sus argu-
tructuralismo del antropólogo belga
mentaciones recae, principalmente, en el
C laude L évi-Strauss, el cual defiende la
carácter esencialmente universal que le
idea de que las especies animales y vegeta-
quiere infundir en sus presupuestos.
les son útiles e interesantes porque primero
Por otro lado, la posición utilitarista
son conocidas. E n su libro La pensée sau-
considera que la finalidad de clasificar es,
vage, L évi-Strauss (1962) señala que los
en realidad, la de ayudar a que cada uno de
nativos utilizan categorías abstractas de la
los grupos étnicos se ajuste a su respectivo
misma forma que los científicos o los ‘civi-
entorno, mediante la localización y desig-
lizados’, con procedimientos intelectuales y
nación de aquellas especies animales y ve-
métodos de observación comparables. Para
getales que les son útiles, notables o
este autor, las taxonomías de estos pueblos,
también peligrosas, sirviendo además para
mal llamados primitivos, son la expresión
fines adaptativos al ambiente ( C lément,
de un pensamiento salvaje –primordial,
1995). Pretenden responder a la pregunta:
básico y común a todos los seres humanos–
¿cómo y de qué manera estas sociedades
, el cual también se guía por una razón
humanas usan la naturaleza? A lgunos de
práctica y necesidad de objetivar el mundo,
los representantes de esta postura son Eu-
de dar orden a su universo circundante.

16
No confundir con la visión estrictamente utilitarista (por parte de los investigadores) que predominaba durante la
fase preclásica de los estudios etnobiológicos.

47
gene S. H unn y Terence H ays, quienes ale- temas de clasificación etnobiológicos.
gan que las estructuras y contenidos de las H unn (1982) afirma que, en una comu-
categorías etnobiológicas son moldeados nidad, a pesar de existir un gran número de
por el interés cultural, experimentación y seres vivos con los cuales los habitantes
uso de los componentes biológicos de cada mantienen contacto, apenas una pequeña
grupo étnico en particular ( H unn, 1977, parte es clasificada detalladamente, mien-
1982; H ays, 1982). E l planteamiento utili- tras la restante es colocada en categorías más
tarista, al investigar la importancia práctica incluyentes llamadas categorías residuales.
del conocimiento etnobiológico, facilita la D ichas categorías residuales pueden incluir
captación de datos y minimiza la imposi- un grupo de especies relacionadas (de un
ción de patrones universales basados en ca- único género o familia) o una selección in-
tegorías y jerarquías. definida de especies con poco en común,
D e la confrontación de estas dos líneas además de su poca relevancia cultural para el
teóricas y bajo el corpus antropológico se- grupo étnico en cuestión. E l uso de catego-
guido por determinado investigador, per- rías residuales en sistemas etnotaxonómicos
siste el debate acerca de las bases del en modo alguno indica falta de habilidad en
conocimiento etnobiológico, es decir, “sobre distinguir especies, sino que refleja un prin-
la existencia o no de reglas y principios uni- cipio de economía mental en las culturas en
versales de clasificación” (Begossi, 1993). La que la atención está centrada en unos cien-
cuestión referente a las diferentes formas de tos de especies que demostraron ser más
clasificar el mundo natural, así como del útiles como “herramientas” para sobrevivir
porqué de clasificar los elementos (por cu- en el territorio ( H unn, 1993).
riosidad o por utilidad), aún no ha sido re-
suelta. Sin embargo, la mayoría de CRÍTICA A LA ETNOCIENCIA
investigadores que se adentran en la inves-
tigación etnobiológica moderna parecen re- D esde su aparición, el término etno-
conocer que dicho debate se vuelve sin ciencia ha recibido críticas al llevar implí-
sentido, al concluir que los seres humanos cito el término ciencia, posibilitando el
pueden maniobrar simultáneamente en entendimiento (erróneo) de que los saberes
ambos niveles: la gente clasifica y utiliza los populares son equivalentes a las disciplinas
recursos naturales al mismo tiempo. Por científicas, pretendiéndose además proyec-
ejemplo, en un estudio etnoentomológico tar un esquema de especialidades (diversas
(específico de la relación seres humanos/in- etno-x) propio del mundo académico a
sectos) realizado entre comunidades rurales grupos étnicos que acostumbran a tener, de
de H onduras, los investigadores Bentley y por sí, una cosmovisión y una manera de
Rodríguez (2001) llegaron a una concilia- entender y relacionarse con el ambiente
ción entre las dos perspectivas –intelectua- donde no existe, por ejemplo, la división
lista y utilitarista– al demostrar cómo la entre lo natural, lo cultural y lo sobrenatu-
importancia cultural, de un lado, y la facili- ral, y donde no existen disciplinas o cam-
dad de observación morfológica del animal, pos de estudio independientes como en la
por el otro, influyen y determinan cómo di- sociedad que sigue el modelo cartesiano-
ferentes especies de insectos son concebidas, positivista. L a constante subdivisión disci-
nombradas, colocadas como categorías re- plinar en el campo etnocientífico termina
siduales, confundidas o ignoradas en los sis- siendo problemática, puesto que las diver-

48
sas subáreas, como etnobotánica, etnozoo- ciendo, ordenando todo lo que se encuen-
logía, etnoecología, etnopedología, etc., tra en torno, semejante o no a él.»
nunca son necesariamente excluyentes
entre sí. Según C ampos (2002), “ E nfrentar Para C ampos (2002), concerniente al
lo extraño y entender al otro partiendo de debate teórico-epistémico-práctico de la
una ‘herramienta’ disciplinar nuestra, etnociencia, se puede desprender de la an-
puede producir un recorte engañoso y muy terior afirmación que en lugar de una cien-
parcial de la realidad de saberes del otro – cia “étnica del otro”, apenas estaríamos
todos ya clasificados y recortados por nos- conviviendo junto a “otra ciencia”. Conse-
otros. […]. Con las etno-x, parece haber cuentemente, el prefijo etno en el término
una focalización previa del saber del otro, y concepto etnociencia se vuelve más ade-
recortándose, de inicio, mucho de lo que se cuado, respetando, ahora sí, “la simetría en
quiere deliberadamente encontrar.” la relación de alteridad”. E l mismo autor
Ya se ha advertido que la propia idea y propone, entonces, caracterizar la etno-
concepto de etnociencia (de hecho, de ciencia como “una etnografía de la ciencia
cualquier etno-x, donde x es una especiali- del otro, construida a partir del referencial
dad académica) no deja de tener una fuerte de la academia”, al pretender revalorizarla
carga de etnocentrismo encubierto, puesto y desprenderla de su marcada carga de et-
que muchas veces termina por hacerse dis- nocentrismo presente desde sus inicios
tinción entre la C iencia Académica, consi- académicos. No obstante, el propio C am-
derada única, verdadera, pura y universal, y pos afirma que:
la ciencia de los grupos indígenas, campe-
sinos, minoritarios, etc., la cual es vista (y «[...] de un punto de vista metodológico y
comparada) únicamente en relación con la antropológico, prefiero referirme al trabajo
como antropología de la ciencia o etno-
anterior, adoptando una relación de infe-
grafía de saberes, técnicas y prácticas, sin
rioridad y subyugación (C ampos, 2002). los recortes drásticos de las ciencias de los
C ardona (1985) presentó en su libro otros y sobre todo, sin intentar reconocer-
La Foresta di Piume. Manuales di Etnos- nos en los otros, disciplinas que sólo exis-
cienza, una interesante introducción histó- ten entre nosotros de la academia. [...] así
rica que apunta hacia una visión menos es más fácil en el campo establecer rela-
endurecida del campo de la etnociencia, al ciones de mayor simetría en la alteridad,
exponer que: transformando situaciones de entrevistas
en interlocuciones entre especialistas de
«[...] todas las formas de clasificación que ambos lados.»
el hombre escogió para dar orden y nom-
bre a aquello que ve en torno a sí son subs- Aunque la etnociencia ha perdido
tancialmente equivalentes, son todas vigor como teoría de la cultura y/o del co-
substancialmente científicas, aunque sólo nocimiento, sus métodos clásicos (o adap-
fuese por el sentido obvio a través del cual taciones de estos) continúan ofreciendo
el sustantivo scientia deriva de scio, sé, y modelos y representaciones formalmente
por tanto toda organización de nuestro co-
testables de algunos dominios del conoci-
nocimiento es una scientia; cada una con-
testa a una fundamental exigencia del
miento y comportamiento humanos. Así,
hombre, aquélla de reencontrarse, medirse, la estructura metodológica etnocientífica
conocerse, darse orden midiendo, cono- sigue inspirando estudios e intervenciones

49
hacia las interfaces de la antropología con L a Tabla 1 muestra una diversidad de
las ciencias naturales, así como de las co- términos usados comúnmente para refe-
nexiones entre diversidad ecológica y cul- rirse al “conocimiento/saber local” (y varia-
tural (Furbee, 1989). ciones). C on todo, los términos “saber
tradicional”, “conocimiento indígena” y
PROBLEMÁTICA CON LAS TERMI- “conocimiento local” son usualmente los
NOLOGÍAS ATRIBUIDAS A LOS encontrados en la literatura con el objetivo
de llamar la atención hacia la pluralidad de
GRUPOS HUMANOS INCLUIDOS
sistemas de producción de saberes en el
EN LOS ESTUDIOS ETNOZOOLÓ- mundo y hacia su importancia en los pro-
GICOS cesos de desarrollo económico (Santos et
al., 2005). Para A ntweiler (1998 en A lves y
Expresiones del tipo etno+x (donde x es A lbuquerque, 2005), cada término usado
una disciplina académica) son, a menudo, para designar el saber del “otro” tiene sus
substituidas o acompañadas, en la literatura, implicaciones, en la medida en que enfati-
por términos que califican los conocimientos zan determinado aspecto de los grupos hu-
(entre otros aspectos) característicos de las manos involucrados en las investigaciones.
poblaciones investigadas, tales como: local, A l tener connotaciones ideológicas, no po-
indígena, tribal, popular, del pueblo, folk, au- demos considerar estos términos como
tóctono, tradicional, vernáculo, práctico, co- meramente descriptivos.
lectivo, situado, campesino, informal, nativo, Varios investigadores incluyen el tér-
rural, cotidiano, culturalmente específico, ét- mino “conocimiento local” como comple-
nico, oral, comunitario, endógeno, sostenido, mento de la expresión “saber tradicional”.
común, saber-hacer, entre otros (A lves y A l- Sin embargo, el conocimiento local no es
buquerque, 2005). L os mismos autores un simple contrapunto del conocimiento
creen que estas terminologías terminan “científico” ( O udwater y M artin, 2003),
siendo incompletas porque únicamente en- pues también incluye conocimiento cultu-
fatizan el conocimiento de dichas poblacio- ral y técnico, y está interconectado con las
nes (indígenas, campesinos etc.), sin dejar habilidades sociales y políticas de los dis-
claro cuáles serían las tentativas de comparar tintos grupos humanos. Siendo así, el ad-
y articular este mismo conocimiento con jetivo local satisface la necesidad de
aquel que es producido y aceptado por las considerar al ambiente y la participación
instituciones científicas formales. comunitaria en estrategias de “desarrollo”,
L a complejidad (y tal vez inutilidad) valorizando las capacidades técnicas, habi-
de intentar establecer una diferenciación lidades e instituciones locales, así como de
nítida entre conocimiento/saber “tradicio- vislumbrar y articular los problemas y retos
nal” y conocimiento “científico” radica en vividos por grupos sociales minoritarios y
que ambos comparten características co- marginales ( A ntweiler, 1998 en A lves y
munes, al mismo tiempo que presentan A lbuquerque, 2005). Por otro lado, en
muchas diferencias internas, de modo que dicho concepto puede estar implícita la
tendría mayor sentido el referirse a múlti- idea de que las personas únicamente cono-
ples dominios y tipos de conocimiento, con cen el propio medio donde habitan, siendo
lógicas y epistemologías particulares un saber no aplicable más allá de sus fron-
(Agrawal, 1995). teras (Santos et al., 2005).

50
Tabla 1. D iversidad de términos referentes al “conocimiento local” y sus respectivas connotaciones. M o-
dificado a partir de A lves y A lbuquerque (2005).

Términos usados Connotaciones


Implica el conocimiento de una característica natural,
Conocimiento nativo
relacionado con la naturaleza.
Conocimiento fundamentado en lo local o la cultura
Conocimiento local
y ecología regionales.
Conocimiento sustentable Sostenido dentro del ambiente natural y cultural.
D e origen interno, opuesto al conocimiento externo o
Conocimiento endógeno
exógeno
Conocimiento culturalmente integrado; conocimiento
Conocimiento indígena
de pequeños grupos, marginales, no occidentales.
Conocimiento autóctono D e origen interno, culturalmente integrado.
A ntiguo, oral (implicando un estado estático, bajo
Conocimiento tradicional
nivel de cambio).
A mpliamente diseminado, con potencial de resisten-
Conocimiento del pueblo
cia política, opuesto al conocimiento de la élite.
Conocimiento por la experiencia O puesto al conocimiento teórico, especulativo.
Conocimiento experimental Tentativa y error, opuesto a experimento controlado.
Conocimiento de la comunidad Relacionado con pequeñas unidades sociales.
Relacionado a propiedad rural (farm) como una uni-
Conocimiento de campesinos
dad económica.
Conocimiento “folk”, ciencia
“folk”, competencia “folk”, cono- Tradicional, rural (en sociedades industriales).
cimiento folclórico
Conocimiento cultural, cogni-
Culturalmente integrado y orientado a la práctica.
ción (en sentido restricto)
Conocimiento étnico Relacionado con un grupo étnico (etnicidad).
Usado, en este contexto, para designar conocimiento
E tnociencia local y no un campo de investigación. Carácter científico
(sistemático). Ejemplos: etnobotánica, etnozoología, etc.
Puede ser usado para sustituir etnociencia: carácter
Sistema de conocimiento (cultural)
sistemático, generando reglas y estructuras.
Sistema de creencias (cultura), Significa lo mismo que sistema de conocimiento,
sistema de significados (cultura) pero implica un menor carácter científico.
Conocimiento cotidiano, prác-
Como opuesto al académico, especializado u opuesto
tico, mundano, vernacular, sen-
al conocimiento ritual.
tido común, generalizado
C iencia de lo concreto Basado en lo que existe, es visible.
Conocimiento campesino Opuesto al conocimiento de élite; implica dependencia.

51
REFERENCIAS B E R L I N , B. Y K AY , P. 1969. Basic color terms:
their universality and evolution. University
A G R A WA L , A . 1995. Indigenous and scientific of C aliforniaPress. Berkeley.
knowledge: some critical comments. In- B O S T E R , J. S. 1989. Form or function: a com-
digenous Knowledge and Development Mon- parison of expert and novice judgements of
itor, 3(3): 1-10. similarity among fish. American Anthropol-
A LV ES, A . G . C . Y A L B Q U E R Q U E , U. P. 2005. ogist, 91: 866-889.
Exorcizando termos em etnobiologia e et- B R O W N , C . H . 1979. Folk zoological life-
noecologia. En: A . G . C . A lves, R. F. P. Lu- forms: their universality and growth. Ame-
cena y U. P. A lbuquerque ( O rgs.): rican Anthropologist, 81(4): 791-812
Atualidade em Etnobiologia e Etnoecologia, C A M P O S, M . D . 2002. E tnociência ou etno-
Volume 2, pp. 11-23. Nupeea/SB E E . Recife. grafia de saberes, técnicas e práticas? En:
A RB O L E D A , L . A . 2008. E tnozoologia del res- M . C . M . A morozo, L . C . M ing y S. M . P.
guardo indígena de C añamono y L oma- Silva ( O rgs.): Métodos de coleta e análise de
prieta: Supía C aldas. D isponible en dados em etnobiologia, etnoecologia e discipli-
<http:/ /lunazul.ucaldas.edu.co/downlo- nas correlatas, pp. 47-92. U N ESP/ C N Pq.
ads/Revista17_2.pdf>. A cceso en 29 de Rio C laro.
Agosto de 2008. C A R D O N A , G . R. 1985. La foresta di Piume,
B E G O SSI , A . 1993. E cologia humana: um en- Manuale de etnoscienza. L aterza. Roma.
foque das relações homem-ambiente. In- C L É M E N T, D . 1995. W hy is taxonomy utilitar-
terciencia, 18(3): 121-132. ian? Journal of Ethnobiology, 15(1): 1-44.
B E N T L E Y , J. W. Y R O D RÍ G U E Z , G . 2001. H on- C L É M E N T, D. 1998. T he historical foundations
duran folk entomology. Current Anthropol- of ethnobiology (1860-1899). Journal of
ogy, 42(2) 285-301. Ethnobiology, 18(2): 161-187.
B ER LI N , B. 1972. Speculations on the growthof C L I F T O N , J. A . 1968. Introduction to cultural
ethnobotanical nomenclature. Language in anthropology: essays in the scope and methods
Society, 1: 51-86. of the science of man. University of K ansas.
B E R LI N , B. 1973. T he relation of folk system- L awrence.
atics to biological classification and D I E G U ES, A . C . Y A RR U D A , R. S. V. 2001. Os
nomenclature. Annual Review of Ecology saberes tradicionais e a biodiversidade no Bra-
and Systematics, 4: 259-271. sil. M inistério do M eio A mbiente. Brasí-
B E R LI N , B. 1976. T he concept of rank in eth- lia; Universidade de São Paulo. São Paulo.
nobiological classification: some evidence D U R K H E I M , E . Y M A USS, M . 1903. D e
from Aguaruna folk botany. American Eth- quelques formes primitives de classifica-
nologist, 3: 381-399. tion: contribution à l’étude des représenta-
B E R LI N , B. 1992. Ethnobiological classification: tions collectives. Année Sociologique, 6: 1-72.
principles of categorization of plants and an- F U RB E E , L . 1989. A folk expert system: soils
imals in traditional societies. Princeton Uni- classification in the Colca Valley, Peru. An-
versity Press, Nova Jersey. thropological Quarterly, 62: 83-102.
B ER LI N , B., B R E E D L O V E , D. E . Y R AV E N : P. H . G R E E N E , E . S. 1998. E thnocategories, social
1973. G eneral principles of classification intercourse, fear and redemption. C om-
and nomenclature in folk biology. Ameri- ment on L aurent. D isponible online en
can Anthropology, 75: 214-242. <http://www.psyeta.org/sa/sa3.1/greene.ht
B ER LI N , B., B R E E D L O V E , D. E . Y R AV E N : P. H . ml>. A cceso en 4 Febrero de 1998.
1974. Principels of Tzeltal plant classifica- H AYS, T. E . 1982. Utilitarian/adaptationist ex-
tion: an introduction to the botanical ethnog- planations of folk biological classification:
raphy of a Mayan-speaking people of highland some cautionary notes. Journal of Ethnobi-
Chiapas. A cademic Press. N ew York. ology, 2: 89-94.

52
H U N N , E . S. 1977. Tzeltal folk zoology: the clas- S A N T O S, B. S., M E N ESES, M . P. Y N U N ES, J. A .
sification of discontinuities in nature. A ca- 2005. Introdução: Para ampliar o canône
demic Press. N ew York. da ciência: a diversidade epistemológica do
H U N N , E . S. 1982. T he utilitarian factor in mundo. En: B. S. Santos (org.): Semear ou-
folk biological classification. American An- tras práticas: os caminhos da biodiversidade e
thropologist, 84: 830-847. dos conhecimentos rivais, pp. 21-101. C ivili-
H U N N , E . S. 1993. W hat is traditional ecolog- zação Brasileira. Rio de Janeiro.
ical knowledge? En: N . W illiams y G . S T U R T E VA N T, W. C . 1964. Studies in ethnos-
Baines (E ds.): Traditional ecological knowl- cience. American Anthropologist, 66(30): 99-
edge: wisdom for sustainable development, pp. 131.
13-15. C entre for Resource and E nviron- T U RB AY , S. 2002. A proximaciones a los estu-
mental Studies. Australian N ational Uni- dios antropológicos sobre la relación entre
versity. Q ueensland. el ser humano y los animales. En: A . U lloa
L É V I -S T R A USS, C . 1962. La pensée sauvage. L i- (ed.): Rostros culturales de la fauna: las rela-
brairie Plon. Paris. ciones entre los humanos y los animales en el
M O R Á N , E . F. 1990. A ecologia humana das po- contexto colombiano, pp. 87-111. Fundación
pulações da Amazônia. Vozes. Petrópolis. N atura, M c Arthur Foundation e Instituto
M O RI N . 2000. Saberes globais e saberes locais. O C olombiano de A ntropología e H istoria.
olhar transdisciplinar. E ditora G aramond. A R F O editores e impresores Ltda. Bogotá.
Rio de Janeiro. T Y L E R , S. A . 1969. Cognitive anthropology.
M U R D O C K , G . P., F O R D , C . S., H U D S O N , A . H olt, Rinehart y W inston. N ew York.
E ., K E N N E D Y , R., S I M M O N S, L . W. Y
W H I T I N G , J. W. M . 1950. Outline of cul-
tural materials. 3er ed. H uman Relations
Area Files. N ew H aven.
O U D WA T E R , N . Y M A R T I N , A . 2003. M ethods
and issues in exploring local knowledge of
soils. Geoderma,111(3-4): 387-401.
R E V E L , N . 1990. Fleurs de paroles: histoire na-
turelle Palawan I: lens dons de Nägsalad.
E ditions Peeters. Paris.

53
EL PAPEL DE LA COSMOVISIÓN
EN EL CONOCIMIENTO
ETNOZOOLÓGICO
Eréndira Juanita Cano-Contreras17

A lo largo de su devenir histórico, cada plica la integración de los distintos niveles


grupo humano va conformando –en colec- que interfieren en las formas de explicar el
tividad, posterior a un proceso individual mundo y las cosas que hay en él, abarcando
de análisis e interpretación– sus propias tanto su origen y funcionamiento, como los
nociones sobre el mundo y como éste se mecanismos de perpetuación del cosmos y
constituye, de las que derivan sus conse- la dinámica de las relaciones establecidas
cuentes mecanismos de manejo y com- entre los distintos seres (tangibles e intan-
prensión de los elementos que lo integran. gibles) que lo integran.
L as concepciones que se gestan a lo largo A l constituirse la cosmovisión como
de este proceso de percepción y, posterior- un espacio conceptual pleno de dina-
mente, aprehensión del entorno que les mismo, también se erige como un ele-
rodea es lo que va conformando su respec- mento omnipresente en la vida cotidiana y
tiva cosmovisión. que, por tanto, tiene injerencia en lo do-
Así es que dicho concepto obedece a un méstico, lo económico, lo político, lo reli-
contexto histórico y geográfico específico, el gioso y muchos otros aspectos que
cual le confiere particularidades culturales al participan de la vida social del ser humano.
grupo humano que se desarrolle en él. D e D e modo que la cosmovisión es en sí el
tal suerte, la cosmovisión no es un entra- elemento subyacente a cualquier senti-
mado de creencias y consecuentes prácticas miento, concepción y (evidentemente) ac-
inamovibles e inmutables; por el contrario, ción que el ser humano establezca con los
se trata de un complejo de simbolismos en elementos de su entorno.
constante transformación y reestructuración D esde esta óptica, se puede decir que
debido a las mismas dinámicas internas de en términos de la cosmovisión, conceptos y
cada cultura y a la incorporación de nuevos procesos aparentemente desvinculados en-
elementos externos. cuentran un cauce común cuando de ma-
Como producto del pensamiento indi- nera simultánea y articulada de las
vidual socializado, la conformación de la experiencias y actos determinados, operan
cosmovisión como complejo conceptual im- significados relativos al mundo de los va-

17
Academia de D esarrollo Sustentable, Área de Procesos Naturales, Universidad Intercultural de C hiapas. San Cris-
tóbal de L as C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: erecano@yahoo.com.mx

54
lores sociales, las prácticas económicas, las por poseer un amplio bagaje de conoci-
relaciones políticas, las creencias religiosas mientos simbólicos, mágico-religiosos y, en
y la vida ritual. C onsecuentemente, todo algunas ocasiones, también etnomédicos
ello es tomado en consideración a la hora (Redfield, 1965).
de determinar cuáles son las pautas a se- López- Austin (2004) define la cosmo-
guir para relacionarse con la naturaleza. visión como “el conjunto estructurado de di-
En este sentido, uno de los aspectos fun- versos sistemas ideológicos con los que un grupo
damentales de la relación Homo-biota se re- social, en un momento histórico, pretende
fiere a la serie de interacciones que el ser aprehender el universo”. A su vez, para
humano establece con diversas especies fau- Broda (2001) se trata de “aquella visión es-
nísticas. Tales interacciones pueden adqui- tructurada por medio de la cual los miembros
rir tintes que van desde lo utilitario a lo de una comunidad combinan de manera co-
simbólico, que permean prácticamente todas herente sus nociones sobre el medio en el que
las capas de la interacción social (política, re- viven y sobre el cosmos en que sitúan la vida
ligiosa y económica). A ntes de proseguir del hombre”.
consideramos pertinente la recapitulación D icho así, el cosmos como tal es un ma-
acerca de las implicaciones y alcances teóri- crosistema conceptual en el que todos los
cos y prácticos del término cosmovisión. demás sistemas se fusionan y adquieren un
sentido cohesionador, la cosmovisión engloba
CONCEPTO DE COSMOVISIÓN a todos estos sistemas, los ubica y organiza
(López- Austin, 2004). La acotación de los
E l concepto visión del mundo o cosmo- diversos sistemas a un macrosistema lleva a
visión puede tener diversas connotaciones un alto nivel de abstracción, sin embargo, la
según la línea teórica que se siga y el idioma cosmovisión conserva su carácter instru-
en que dicho término sea empleado. Así, mental, pues sus principios son la guía para
para las tradiciones anglosajonas se emplea la percepción del universo y para la acción.
el término World vision, similar al vocablo Existe, por tanto, un constante flujo y re-
imago mundis (literalmente, imagen del flujo entre los principios más generales de
mundo), que, no obstante, poseen alcances la cosmovisión y la actividad práctica de
teóricos distintos –e inclusive más limita- quienes la construyen (Peláez, 1996), es
dos– que el surgido desde la tradición sim- decir, entre lo abstracto y lo práctico.
bólica y más difundido en L atinoamérica: E n concordancia con lo anterior, la na-
cosmovisión (M edina, 2001). turaleza y el cosmos (lo sagrado), no se re-
Por su parte, cuando se habla de la cos- fieren –especialmente en grupos étnicos–
mogonía, se hace referencia al conjunto de a campos independientes, sino que, por el
mitos y relatos de origen de un pueblo que contrario, ambos se representan mutua e
dan cuenta acerca de las concepciones lo- indistintamente, estableciendo pautas de
cales sobre la conformación del cosmos y participación humana. E llo responde ca-
del ser humano. E n contraste, por cosmolo- balmente al hecho de que el ambiente par-
gía se entiende la concepción del mundo ticular en el que se desenvuelve un grupo
que posee un pensador especializado, ge- humano y los fenómenos naturales que en
neralmente uno de los especialistas locales, él ocurren influyen de manera relevante en
los llamados científicos nativos, esto es, la formación de su pensamiento (L ópez-
aquellas personas localmente reconocidas Austin, 2001).

55
Es por esta razón que la cosmovisión diante las conexiones que el concepto de
no sólo mantiene vital injerencia en lo re- cosmovisión establece, estas tres esferas se
ferente a la manera en que el ser humano encuentran interrelacionadas de tal forma,
se explica la formación y ordenamiento del que difícilmente son pensadas de manera
cosmos y su lugar en el mismo, también independiente, libres de mutua afectación.
concierne a la forma en que los seres hu- E n este sentido y de manera conclu-
manos son partícipes de dichos procesos, yente, M arion (1994) sostiene que la so-
sobre todo en cuanto al sostenimiento del ciedad, a través de su cultura, produce
propio orden cósmico se refiere. símbolos que se enlazan y recrean la lógica
Por consiguiente, la cosmovisión tam- de su sistema conceptual. Estos son cons-
bién apunta hacia el cumplimiento de los trucciones mentales que se articulan en
valores que sustentan el orden social. forma de sistemas, a través de los cuales la
E ntre algunas sociedades tradicionales sociedad que los elige y ordena se explica a
aún es posible encontrar que este orden sí misma y se define como entidad parti-
(tal y como es ponderado por la propia cular y distinta a las demás. D ichos siste-
tradición), constituye un reflejo del orde- mas simbólicos también le sirven para dar
namiento y del equilibrio cósmico. D e forma a su mundo social, natural y sobre-
modo que una alteración del orden social, natural con base en un orden lógico que la
propiciada por una acción juzgada colec- misma sociedad concibe ( M arion, 1994).
tivamente impropia, no sólo incide en el D e la misma manera, la cosmovisión
ámbito de la vida social sino también en ejerce de base de la concepción espacio-
las esferas del cosmos. temporal de un grupo humano. L as expli-
Retomando la premisa de que lo natu- caciones acerca de un cosmos dividido en
ral y lo sagrado se significan mutuamente, esferas –generalmente tres: subterránea o
en contextos tradicionales las acciones re- inframundana, terrestre y celeste–, de la
lacionadas con el aprovechamiento, uso, naturaleza dual de sus elementos integra-
manejo y comprensión de los elementos de dores y las concepciones en tríadas de con-
la biota se encuentran estrechamente rela- ceptos mágico-religiosos, todas son espejo
cionadas y son determinadas por las ideas y referente cotidiano de la conformación
y significados que conforman la cosmovi- de la cosmovisión de una sociedad. A sí,
sión. D e tal suerte, entre las acciones que uno de los aspectos que distingue a la cos-
pueden ser juzgadas impropias se cuentan movisión mesoamericana, y en términos
aquellas que se realizan en detrimento del generales, a muchas de las cosmovisiones
medio ambiente, como lo pueden ser el uso del mundo, es la concepción cíclica del
excesivo o indebido de un recurso natural o tiempo, en la que la conformación del cos-
bien un procedimiento técnico aplicado mos se presenta como resultante de una
erróneamente respecto a una actividad eco- sucesión de ciclos temporales, en muchos
nómica de tipo tradicional. de los cuales se presentan estadios inferio-
E n relación con lo anterior, cabe agre- res del ser humano, generalmente repre-
gar que el vínculo entre lo natural, lo social sentados en la figura de algún animal
y lo sagrado constituye también un ele- simbólico.
mento cohesionador que establece las pau-
tas para la demarcación de la identidad de
los grupos humanos. D e este modo, me-

56
LA DIMENSIÓN SIMBÓLICA DE LA bólico es aquel al cual se le otorgan caracte-
COSMOVISIÓN rísticas que sin serle propias, son el reflejo de
las propiedades que posee alguna otra enti-
L a cultura se construye a partir de un dad –muchas veces abstracta– que puede
conjunto de hechos simbólicos presentes en tomar forma en la figura de tal objeto.
una sociedad, ya que es la organización social Por su parte, la función simbólica es
la que da pautas de significado histórica- aquella por medio de la cual se construye
mente transmitidas, las cuales yacen en for- un contenido ideal o una significación de-
mas simbólicas a través de las que los terminada ante la presencia de un fenó-
individuos se comunican y comparten sus meno particular ( C assirer, 1975). D e tal
experiencias, concepciones y creencias; con- suerte, en ocasiones los símbolos pueden
formándose así su cosmovisión (G iménez, constituirse como el lenguaje de lo sagrado,
1987). D e tal suerte, la cosmovisión se cons- como su manifestación: un objeto se con-
tituye fundamentalmente a partir de un pro- vierte en sagrado (mítico, ritual, etc.)
ceso de continua producción, actualización cuando incorpora o revela en sí otra cosa
y transformación de modelos simbólicos. que no es él mismo (E liade, 1972).
Para G eertz (1995), la cultura es el con- Cualquier fenómeno o entidad que re-
junto de representaciones sociales materia- sulta para el ser humano insólito, singular,
lizadas en “formas simbólicas” que pueden nuevo, perfecto o monstruoso, es susceptible
ser expresiones, ideas, artefactos, acciones, de ser concebido como receptáculo de fuer-
acontecimientos, cualidades o relaciones. zas mágico-religiosas, volviéndose un objeto
Así, lo simbólico recubre el conjunto de los de veneración o de temor. Tal experiencia
procesos sociales de significación y comu- adopta un carácter de revelación, que ocurre
nicación, por ello los objetos o entidades cuando el contacto de una persona con el
simbólicas no deben ser tratados como un objeto va acompañado de acontecimientos
mero ingrediente de la vida social, sino que le hacen ver en él algo que aparenta ser
como una dimensión constitutiva de todas una cosa distinta a la que es verdaderamente.
las prácticas sociales. D e esta manera, las cualidades del objeto se
Se puede decir que el concepto de cos- entienden como la presencia de otra cosa
movisión recupera analíticamente todas distinta o superior. Ese objeto en el cual se
estas dimensiones de lo simbólico, ocu- expresa lo sagrado o lo sobrenatural es un
pando un lugar en la conformación de la objeto simbólico que puede ser considerado,
cultura humana al constituir un marco de en sí mismo, algo sacro (E liade, 1972).
referencia para individuos y grupos a la E n su orig E n: las culturas antiguas
hora de explicarse hechos tan trascenden- adoptaron como símbolos religiosos obje-
tales como su lugar en el mundo, su rela- tos del mundo natural con características
ción con todo cuanto participa de él, así tan peculiares o extraordinarias que eran
como su origen y destino (Peláez, 1996). asociados con otros hechos u objetos que
E n cuanto al concepto de símbolo, de se les asemejaban o les representaban y se
manera general, éste se refiere a figuras o consideraban como signos de poder o de
emblemas con las que se representa un ob- sacralidad ( D e L a G arza, 2003). Así, ele-
jeto debido a la semejanza que el entendi- mentos de la flora, la micobiota y la fauna
miento percibe entre ambos (figura y formaron parte sustancial del conglome-
concepto). Así, un objeto considerado sim- rado de símbolos mágico-religiosos que

57
conformaron el sistema de creencias de Así mismo, en culturas tradicionales los
estas sociedades. E mpero, ello en ocasio- planos más remotos del tiempo mítico sue-
nes se sigue presentando en sociedades tra- len ser el escenario en el que los animales –
dicionales actuales. asimilados con entidades sagradas–
participan de los procesos de creación, des-
LOS ANIMALES COMO SÍMBOLO trucción y renovación del cosmos y, por
CULTURAL ende, del mundo humano y su ordena-
miento. Por razón de esta premisa, pueden
E ntre diversas culturas se observa la ser equiparados con astros o vinculados con
presencia de un gran número de especies la demarcación de niveles entre lo celeste, lo
animales con un papel importante dentro terrestre y lo subterráneo, así como con las
del entramado simbólico que las consti- direcciones del universo, con conceptos ca-
tuye. D ioses, rituales, mitos y numerosos lendáricos o bien contrastados en función
elementos propios de la cultura reflejan el de cualidades opuestas (como luz/oscuridad,
papel preponderante de la fauna en la cos- frío/calor, masculino/femenino, etc.), pro-
movisión de distintos grupos humanos. A l veyéndoseles así de un innato carácter dual.
encarnarse en ocasiones lo sagrado en al- También, a través de su actuación mítica,
guna fuerza de la naturaleza, ésta puede ser pueden aparecer como aliados de los hom-
simbolizada por un animal con caracterís- bres, al mostrarles la ruta hacia los descu-
ticas equiparables o tan notables, que me- brimientos de aquellos recursos que habrán
rece la representación de una fuerza mayor de constituirse (al ser transformados por los
( D e L a G arza, 2003). Es por este motivo propios seres humanos para beneficio pro-
que en ocasiones, algunas especies anima- pio) en elementos del proceso civilizador.
les han sido elevadas al estatus de símbolo Aunque la naturaleza y la comunidad
sagrado ( G onzález, 2001). humana en ocasiones se conciben como dos
E n términos de ordenamiento cós- grandes contrarios, es justamente por los
mico, el simbolismo animal también puede animales (quienes participan de los dos
relacionarse con valores y representaciones mundos) como ambos se conjugan, al ser
de las ideas constitutivas de la cultura. E n precisamente ellos quienes permiten al
diversos mitos de origen de muchos pue- hombre la apropiación de las energías sa-
blos se da cuenta de una intercomunica- gradas del ámbito natural. Así, los animales
ción estrecha y directa entre animales y son, en suma, elementos activos de la cos-
personas, situada en eras en las que lo hu- movisión y, por ello, han persistido a través
mano permanecía aún sin diferenciarse del tiempo como una inagotable fuente de
plenamente del resto de las manifestacio- posibilidades simbólicas, que da cabida a
nes de la naturaleza. Por ello, en ocasiones toda suerte de expresiones metafóricas de la
la relación entre ambos era tan estrecha experiencia y de la imaginación humanas.
que resultaba posible el apareamiento entre
ellos. O tras veces, los animales aparecen en CONCEPCIONES COSMOLÓGICAS
los mitos como los predecesores de la pre- DE LA FAUNA
sente generación humana y, en cierto
modo, como ensayos de creación inconclu- D entro del papel cosmogónico de los
sos en relación con la condición humana animales en contextos tradicionales, ade-
actual. más de los expuestos anteriormente, exis-

58
ten numerosas relaciones e interpretacio- dios y batracios o, más claramente, el de
nes relacionadas con las características o lepidópteros diurnos y nocturnos.
poderes sobrenaturales atribuidos a algu- Muchas veces también se concibe a los
nos de ellos, así como sobre su relación animales como encarnaciones de las almas
con aspectos mágico-religiosos de la vida que en otro momento fueron humanos,
ritual o profana humana. Por ejemplo, sobre todo en tradiciones hinduistas y en
ciertos poderes mágicos desarrollados por algunas culturas africanas. D e tal suerte,
seres humanos que han pasado por deter- se cree que algunas especies faunísticas
minadas prácticas iniciáticas pueden ser pueden ser las mensajeras de los ancestros,
representados a través de especies anima- presagiando sucesos o alertando sobre
les que por sus características fisonómi- probables peligros que acechen a la per-
cas, etológicas o fisiológicas, encarnan o sona con la que se encuentran ligada.
se relacionan con fuerzas y entidades abs- L os animales también han sido rela-
tractas. A ello obedece el que, frecuente- cionados con fenómenos atmosféricos y
mente, animales de hábitos nocturnos o cuerpos celestes, y dicha unión frecuente-
depredadores como felinos, ofidios, qui- mente es la base de su activa participación
rópteros, algunos anfibios, roedores y ra- en los relatos de origen que explican los
paces son asociados con las fuerzas mecanismos de conformación del cosmos
oscuras de la naturaleza, el poder malé- de un grupo humano. Con ello se explica
volo de brujos y chamanes “negros” y con la presencia de “inteligencia” y poderes ex-
la parte maligna del cosmos; mientras que traños de ciertas especies animales en los
animales de hábitos diurnos, como herbí- hombres, al mismo tiempo que ilustra la
voros o determinados cazadores, tal que concepción de un estado originario del
diversas especies de roedores, ungulados cosmos en el que existía una indistinción
y algunos ofidios y rapaces, encarnan las entre estos y los hombres, lo que explica la
fuerzas luminosas que habitan el cosmos, noción de una esencia humana-espiritual
el poder curativo de chamanes, hechice- común entre personas y animales.
ros y hombres sabios, así como con carac- A estas concepciones –en ciertos con-
terísticas deseables en aprendices y textos– subyace la representación del ca-
gobernantes. rácter dual de las fuerzas que integran al
A l respecto, con frecuencia se observa cosmos, ya que, ciertamente, estas espe-
que animales de la misma categoría taxo- cies animales simbolizan dos fuerzas equi-
nómica biológica (superior al genérico y librándose en un constante flujo y reflujo
específico, esto es a nivel de familia, clase (por ejemplo entre lo positivo y lo nega-
u orden) son considerados como maléfi- tivo, la luz y la oscuridad, el día y la noche,
cos o propios de la esfera subterránea si etc.), dando cuenta de la dualidad inhe-
se trata de animales de hábitos nocturnos, rente al equilibrio cósmico, ya que es pre-
y como benéficos, protectores o habitan- cisamente el equilibrio de contrarios lo
tes de la esfera celeste si tienen un com- que da su carácter cohesionador al cosmos;
portamiento diurno. Por poner un los animales, como estado entre lo hu-
ejemplo, podríamos citar el antagonismo mano y lo natural, dan cuenta de manera
de los simbolismos otorgados a un águila preponderante de dicho equilibrio.
y una lechuza o a las iguanas y otros la-
gartos en contraste con el que poseen ofi-

59
ANIMISMO Y “NATURALEZA minos generales consiste en la creencia de
HUMANA” DE LOS ANIMALES un grupo humano de considerarse a sí
mismo descendiente de un animal especí-
A diferencia de lo que ocurre en siste- fico y organizar su vida social en torno a esa
mas de pensamiento occidentales, uno de idea rectora, estableciendo todo un com-
los principales aspectos de la cosmovisión plejo ritual y de parentesco derivados de esa
indígena es la ausencia de diferencias entre idea (D e La G arza, 2003). D icho concepto
las concepciones de naturaleza y cultura deriva de una palabra usada entre los
(Revilla, 2008). E llos parten del supuesto de O jibwa para designar un conjunto de ideas
la unidad del espíritu y la diversidad de los y prácticas para organizar factores de su so-
cuerpos, en el que se cree que existe una ciedad en grupos totémicos de naturaleza exo-
esencia antropomorfa de tipo espiritual gámica y, aunque desde que fue propuesta
común a todos los seres que conforman el como concepto por Frazer en 1910 ha pro-
ecosistema circundante, tanto bióticos vocado una amplia discusión teórica acerca
(flora, fauna, hongos) como abióticos (mon- de sus implicaciones religiosas, en términos
tañas, rocas, agua, etc.). Es así que el refe- generales una sociedad totémica es aquella en
rencial común a todos los seres de la la cual la organización social se realiza en
naturaleza no es el hombre en cuanto espe- función de dicho concepto.
cie, sino la humanidad en cuanto condición A l respecto, entre diversos grupos sel-
(D escola, 1994). váticos existen conceptos parecidos, aunque
D esde la “ecología simbólica” desarro- muchas veces –como generalmente ocurre
llada por D escola (1992, 1996), en el pen- cuando se desea equiparar un término local
samiento indígena el ordenamiento de la a los encontrados en el análisis cultural de
naturaleza es simplemente una proyección otros grupos humanos– la principal dife-
del orden que se presenta en la propia so- rencia estriba en su relevancia como eje rec-
ciedad humana. D e esta manera, según el tor de la organización social.
mismo autor, la dicotomía occidental que Retomando a D escola (1996), el se-
ubica naturaleza y cultura bajo distintos do- gundo término es el animismo, que en térmi-
minios semánticos, en contextos autóctonos nos generales se refiere al hecho de poner a
da paso a otras dos formas de conceptuali- los animales en el mismo nivel semántico que
zar la biota, conformándose así tres “modos el ser humano. Para este autor, el animismo
de identificación” de las entidades externas implica la creación de cualidades culturales y
al ser humano, establecidas desde lo que cul- simbólicas que son atribuidas a objetos no
turalmente se concibe como los límites humanos, como animales y espíritus, exten-
entre el yo-humano y la alteridad natural. diendo así el rango de las características hu-
E l primero de ellos, siguiendo a L évi- manas al mundo natural. Finalmente, el
Strauss, es el totemismo, entendido éste naturalismo da cuenta de la manera en que la
como el empleo de características observa- mayor parte de las cosmovisiones occidenta-
bles de especies no humanas en la caracte- les perciben la naturaleza, esto es, como una
rización (y por tanto, organización) entidad separada del ámbito social y cultural
metafórica de grupos sociales ( D escola, humano (Descola, 1992, 1996).
1996). Esta noción, que puede ser conside- V iveiros de C astro (1996, 1998, 2005)
rada como una de las formas más intensas ha retomado el concepto de animismo en
de ligarse entre humanos y animales, en tér- sus estudios sobre la concepción de la na-

60
turaleza en la cosmovisión de pueblos man un continuum que mantiene el equili-
amazónicos, proponiendo dos aspectos brio cósmico. A l no existir una distinción
para su análisis, el perspectivismo y el mul- esencial y tajante entre los seres humanos y
tinaturalismo. E l perspectivismo representa el resto de las especies animales y vegeta-
la forma en que los seres humanos con- les, ambos forman un mismo conjunto ani-
ceptualizan a las entidades no humanas. mado por principios unitarios e igualitarios,
Para él, existe la creencia de que estas en- gobernado por un régimen idéntico de so-
tidades (animales o espirituales) se ven a sí ciabilidad. D e ello dan cuenta diversas con-
mismas como gente, actuando y sobrelle- cepciones y prácticas que serán expuestas
vando sus vidas de manera acorde a los en los apartados subsiguientes.
mismos parámetros (sociales y culturales)
con las que el ser humano lo hace. Adicio- EL ALTER EGO ANIMAL
nalmente, desde esta misma perspectiva,
los humanos son vistos como animales o Siguiendo la premisa de la continuidad
espíritus; esto significa que animales, seres entre cultura y naturaleza (y por tanto, ani-
humanos y espíritus son en esencia lo mal), no es de sorprender que diversos ele-
mismo, participando de la misma catego- mentos faunísticos sean concebidos como
ría ontológica. una extensión del alma humana o como
E l perspectivismo indígena se caracte- constituyentes de la misma. A l respecto,
riza por ser multinaturalista, en el sentido existen dos creencias muy difundidas uni-
de que para estos grupos los entes huma- versalmente, las cuales reciben distintas
nos y no humanos participan del mundo a denominaciones dependiendo del área ge-
través del mismo sistema de valores, te- ográfica en las que éstas se presenten. E n
niendo la misma cultura, a pesar de su dis- este texto se emplearán los términos utili-
tinta condición y perspectiva con que zados en el análisis de la cosmovisión me-
observan el mundo. D e tal suerte, todas las soamericana: el nahualismo y el tonalismo.
entidades que pueblan el cosmos poseen E l tonalismo es la creencia de diversos
“alma” y son en esencia humanas. pueblos de que una de las almas del hom-
L as ideas hasta ahora expuestas son el bre es un animal o de que, al morir, los hu-
resultado de un análisis que por mucho no manos se convierten en animal. M ata et al.
resulta exhaustivo, aunque sí ecléctico y del (1994) afirman que proviene del área me-
cual se puede concluir que, en términos ge- soamericana y se refiere a la creencia de
nerales, en la cosmovisiones no occidenta- que hay un animal denominado tona, ge-
les lo humano no es ontológicamente neralmente silvestre, que comparte el des-
separado de lo natural, sino que entidades tino y el alma con una persona; así, si el
naturales y sobrenaturales son todas conce- individuo muere lo mismo sucederá al ani-
bidas como “gente” con condición humana mal compañero y viceversa. No obstante,
y que, por tanto, tienen las mismas propie- en aquellos grupos donde se presenta esta
dades ontológicas, y en consecuencia, los creencia, existen variantes en cuanto a los
mismos derechos y el merecimiento de un elementos que la conforman. D e esta ma-
trato igualitario por parte de los humanos. nera, mientras la tendencia general es que
Así, la idea de un cosmos integrado por sólo un animal comparte el destino de la
cultura y naturaleza representa que ambos persona, en ciertas regiones se cree que
referentes no están disociados, sino que for- cada ser humano llega a tener varias tonas.

61
Por otra parte, existe la creencia de que D e tal suerte, los términos nahualismo o
los seres humanos poseen un alma externa, nagualismo y tonalismo son conceptos que
de naturaleza animal, que puede salir del suelen confundirse entre sí y que, asimismo,
cuerpo de las personas más o menos a vo- han sido nombrados y descritos por múlti-
luntad. Este reconocimiento se encuentra ples investigadores desde diversas posturas.
distribuido en toda el área noreuroasiática A l respecto, cabe recordar lo afirmado por
y en cierto sentido equivale al nahualismo M ata et al. (1994), quienes aclaran que los
mesoamericano. E n algunas culturas se términos tona y nagual o nahual no siempre
considera que las personas que poseen la son los empleados en las lenguas de varios
capacidad de desprenderse de su alter ego grupos étnicos y sólo funcionan como refe-
animal, deben pasar primero por procesos rentes al explicar o traducir un concepto in-
iniciáticos que les brindan las herramientas dígena por parte de una persona ajena al
para alcanzar dicha destreza. También se grupo, esto es, desde una perspectiva etic.
llega a considerar que esta capacidad se ad- D e manera independiente de las dis-
quiere posteriormente en diversos ritos de cusiones teóricas que origin E n: estas rela-
paso, que confieren a la persona la capaci- ciones entre hombres y animales expresan,
dad de obrar y manejar entidades sobrena- como se explicó anteriormente, la concep-
turales, dentro de las cuales se encuentra ción de un cosmos unificado, en la que los
esta alma animal. diferentes seres que lo integran se comple-
No obstante, existen divergencias en mentan e implican ( D e la G arza, 2003).
cuanto al empleo de ambos términos para D e la misma manera y en relación con
denominar creencias parecidas. Según las múltiples dimensiones que puede abar-
González (2001), el nahualismo es la creen- car la cosmovisión (social, política, econó-
cia compleja de que una persona se en- mica y religiosa), estas creencias también han
cuentra vinculada desde su nacimiento a un sido interpretadas como formas de control
animal específico, que puede ser descu- social, en el sentido de que en culturas tradi-
bierto en ritos de nacimiento o pubertad o cionales, la convivencia comunitaria tan es-
a través de prácticas ascéticas y de purifica- trecha que llega a darse en territorios
ción, aunque en algunas ocasiones dicho relativamente pequeños entre miembros de
animal nunca es descubierto. Éste animal diversas familias, vuelve necesaria la adop-
“guardián” confiere a la persona con quien ción de normas y restricciones comunitarias
se vincula algunas de sus características colectivas rígidas que entran en el ámbito de
simbólicas, las cuales determinarán en la cosmovisión como una manera de asegu-
cierta manera su carácter y forma de pro- rar su observancia (Evans-Pritchard, 1976).
ceder ( G onzález, 2001). D icha entidad Tal es el caso de fenómenos sociales como la
protectora no solamente obedece a ele- brujería, concepto al cual frecuentemente se
mentos de la fauna, también puede referirse asocian las ideas relativas a creencias tales
a fenómenos meteorológicos en los que como el nagualismo y el tonalismo.
puede transmutar una persona que ha des-
arrollado tal capacidad. E n estos casos, tal ACTIVIDADES EXTRACTIVAS Y
poder generalmente es usado para apode- COSMOVISIÓN
rarse del alma de otras personas y así enfer-
marlos, entrando en los ámbitos de las Recapitulando en las ideas expuestas
prácticas desarrolladas dentro de la brujería. hasta el momento respecto a la paridad

62
entre hombres y animales, es de esperar que su conservación y reproducción, el llamado
las actividades de uso y aprovechamiento de “Señor de los animales”, uno de los arque-
la fauna estén determinadas por conceptos tipos más antiguos de seres sobrenaturales.
cosmológicos. A l respecto, una de las activi- Este puede presentarse con forma mascu-
dades cuyas pautas de acción son clara- lina o femenina, antropomorfa o animalo-
mente establecidas por la cosmovisión es la morfa y concebirse en singular o en plural.
caza. E n este sentido, es frecuente que en D e tal suerte, las acciones destinadas a ob-
sociedades tradicionales exista toda una tener su aprobación e, incluso, su ayuda en
serie de restricciones culturales en torno a la cacería, son uno de los conocimientos
esta práctica, derivadas de las nociones de fundamentales para formar parte de la so-
que: a) los animales son realmente formas ciedad. E n muchas ocasiones, existen ritos
imperfectas del ser humano o criaturas que de paso de la pubertad entre varones, en-
en algún otro tiempo-espacio de la concep- marcados en el aprendizaje y realización
ción temporal indígena fueron humanos y, prístina de dichos rituales, así como de la
por tanto, se trata de criaturas dotadas de la misma actividad de la caza. Así, la trasgre-
condición de humanidad más que de ani- sión de tales preceptos significa una rup-
malidad; y b) los animales y las personas tura grave del orden cósmico –y por tanto,
pertenecen actualmente a la misma catego- social–, con serias repercusiones para la
ría ontológica y, por tanto, gozan de los persona que la cometió, su familia e, in-
mismos “derechos” y deben ser tratados clusive, para toda la comunidad, tales
como iguales. D e ellas se desprende que sea como enfermedades o accidentes.
común que la caza en contextos tradiciona- Así mismo, las actividades extractivas
les esté rodeada de una serie de tabúes cul- de fauna también pueden estar relaciona-
turales y observancias rituales. das con eventos de importancia sociocul-
Respecto al hecho de cazar, existe una tural, asociándose, en algunos casos, con
valorización simbólica de la actividad, que rituales de fertilidad propios de las activi-
tiene su correlato en la realización de actos dades agrícolas. O tro tipo de sucesos, tales
como la protección de sitios considerados como bodas o fechas de importancia reli-
sagrados, la ejecución de rituales previos o el giosa, también constituyen el marco en el
pagamento de ofrendas a deidades protec- cual la caza forma parte de una actividad
toras y a los espíritus de los mismos anima- fundamental para reforzar el sentido sacro
les sacrificados para restituir el equilibrio de las ceremonias que se realicen durante
cósmico que rompe la actividad de la caza. tal periodo. Así, esta actividad puede estar
Uno de los aspectos más notables de revestida de acontecimientos sociales y ser
las concepciones cosmológicas respecto a un importante espacio de socialización,
la caza tradicional, es la presencia –con sobre todo entre los miembros masculinos
mayor frecuencia en culturas donde la caza de una sociedad. E n tales casos, el tamaño
y la pesca forman parte de los medios de y tipo de piezas que se cobrarán adquieren
subsistencia– de personajes sagrados o mi- una importancia simbólica, ya que no se
tológicos considerados “protectores” o extraerán las mismas especies bajo este
“dueños” de la fauna, a quienes se debe contexto, a diferencia de cuando son sim-
“pedir permiso” antes de realizar la extrac- plemente empleadas en la vida cotidiana
ción. Se trata de la creencia de un espíritu como medio de subsistencia. D e esta ma-
al que los animales le pertenecen y deben nera, animales importantes para la cultura

63
serán privilegiados en contraste con ani- A l ser la cosmovisión precisamente ese
males de menor carga simbólica. marco conceptual en el que se engloban las
A l margen de las implicaciones cos- acciones de los distintos ámbitos de la vida
mogónicas que este tipo de actos posee, del ser humano, es ésta la estructura que a
muchas veces las restricciones de especie, fin de cuentas, determina las diversas rela-
edad y sexo de las piezas cobradas, así ciones que el Homo establece con el medio
como las delimitaciones espacio-tempora- que le rodea. D e este modo, justamente es la
les de la caza, obedecen a conocimientos fauna una de las entidades constitutivas de
ecológicos tradicionales sobre los lugares la naturaleza que mayor relevancia tienen
de reproducción, crianza y alimentación de para el hombre, debido a la estrecha relación
especies de importancia simbólica o utili- que se establece entre Homo y fauna, así
taria ( M ayor et al., 2006). como a la multiplicidad de recursos para su
subsistencia que ésta ofrece. Es por ello que
IMPORTANCIA DE LA COSMOVI- cualquier relación (utilitaria, simbólica o
SIÓN EN LOS ESTUDIOS ETNOZO- cognitiva) que se establezca entre el ser hu-
mano y los animales, estará invariablemente
OLÓGICOS
determinada por su cosmovisión.
A l ser la etnozoología la disciplina en-
Por lo general tiende a pensarse, en tér-
cargada de estudiar las relaciones ser hu-
minos de cosmovisión, que este término
mano/fauna, independientemente de la
sólo atañe a análisis culturales de grupos hu-
variedad de las manifestaciones que éstas
manos indígenas y tradicionales, circunscri-
tomen; en la realización de estudios etnozo-
biendo su uso al sistema de creencias de
ológicos la comprensión de la cosmovisión
culturas no occidentales. Sin embargo, la
del grupo humano con el que se realicen los
cosmovisión como sistema de pensamiento,
estudios, aporta herramientas indispensables
está presente en todas las culturas, ya que se
para el análisis, la reflexión y la interpreta-
refiere a la manera en que una sociedad ex-
ción de las nociones locales relacionadas con
plica el mundo, su origE n: ordenamiento y
las concepciones, manejo, uso y conoci-
el lugar de lo humano en el cosmos, lo único
miento de la fauna. Así, más que ser necesa-
que difiere de un grupo a otro, sean estos oc-
ria una visión emic en los estudios
cidentales o no, son las formas en sí de con-
etnozoológicos, se debe por todos los me-
cebir tales procesos y explicaciones, no las
dios posibles tratar de comprender al otro, ya
implicaciones sociales, políticas, económi-
que ésta es precisamente la base para valorar
cas y religiosas que ello posee, así como, en
y abogar por la protección de su conoci-
menor medida, sus mecanismos cognosci-
miento. Por tanto, si se tomaran más en con-
tivos y de creación y análisis.
sideración las implicaciones de la
D e tal suerte, la cosmovisión es un sis-
cosmovisión local en la realización de traba-
tema conceptual que atañe prácticamente a
jos etnozoológicos, se prescindiría de la ne-
todos los grupos humanos que habitan el
cesidad de “validar” conocimientos locales
planeta, y sus manifestaciones pueden ir
contrastándolos y, posteriormente, equipa-
desde la racionalidad cientificista occiden-
rándolos con los conocimientos de la ciencia
tal hasta el totemismo y el animismo de al-
occidental, en una postura permeada por las
gunas culturas, siendo tan heterogéneas
ideas hegemónicas de lo “científico”, per se,
como diversas son las manifestaciones cul-
se entenderían estos como culturalmente vá-
turales de lo humano.

64
lidos, a la par que los que el académico de- C ASSIR E R , E . 1975. Esencia y efecto del concepto
dicado a la etnozoología posee, estable- de símbolo. Fondo de C ultura E conómica.
ciendo, de tal manera, un diálogo paritario M éxico D .F.
entre distintos sistemas de saberes. D E L A G A R Z A , M . 2003. El universo sagrado
de la serpiente entre los mayas. Universidad
Así, uno de los aspectos fundamenta-
N acional Autónoma de M éxico. M éxico
les de las etnociencias en general y de la et- D .F.
nozoología en particular, es llevar a los D ESC O L A , P. 1992. Societies of nature and the
ámbitos académicos -siempre al mismo nature of society. En: A . Kuper (ed.): Con-
nivel que los otros sistemas de conoci- ceptualizing society, pp. 107-126. Routledge.
miento- los conocimientos y concepciones L ondres.
locales sobre la fauna. Se debe comprender D ESC O L A , P. 1994. In the society of nature: a na-
que cada realidad social y cultural es una tive ecology in Amazonia. C ambridge Uni-
realidad diferente, ni más ni menos válida versity Press. C ambridge.
que la propia; que nuestra labor como in- D ES C O L A , P. 1996. C onstructing natures:
symbolic ecology and social practice. En: P.
vestigadores de un campo de conocimiento
D escola y G . Pálsson (eds.): Nature and so-
que busca reivindicar, revalorar y difundir ciety: anthropological perspectives, pp. 84-102.
los conocimientos locales, es, en primer Routledge. L ondres.
lugar, comprender la forma de aprehender E LI A D E , M . 1972. Tratado de historia de las re-
el mundo de las personas con las que estu- ligiones. Era. M éxico, D .F.
diamos un determinado objetivo de inves- E VA NS -P RI T C H A R D , M . 1976. Brujería, magia
tigación. Esto no quiere decir que para ello y oráculos entre los azande. A nagrama. Bar-
se deba renunciar a lo propio, poniendo en celona.
tela de juicio nuestro sistema de valores y G E E R T Z , C . 1995. La interpretación de las cul-
creencias, por el contrario, se trata –desde turas. G edisa. Barcelona.
G I M É N E Z , M . G .1987. L a concepción simbó-
una perspectiva permeada por la propuesta
lica de la cultura. En: M . G . G iménez (ed.):
intercultural– de la oportunidad de esta- Teoría y el análisis de la cultura, pp. 45-54.
blecer verdaderos diálogos entre saberes Secretaría de E ducación Pública, Comecso
para la creación de un lenguaje común y la y Universidad de G uadalajara. M éxico
validación de toda esa “comunidad cientí- D .F.
fica” local que, dentro de su cosmovisión, G onzález, T. Y. 2001. L o animal en la cosmo-
posee una amplia gama de conocimientos visión mexica o mesoamericana. En: T. Y.
sistematizados y rigurosos acerca del González (ed.): Animales y plantas en la cos-
mundo y que, dicho sea de paso, en nada movisión mesoamericana, pp. 23-51. Plaza y
podría diferenciarse de lo que puede saber Valdés, Instituto N acional de A ntropolo-
gía e H istoria y Sociedad M exicana para el
un Doctor en Filosofía que fue formado
Estudio de las Religiones. M éxico D .F.
desde nuestra visión del mundo. L Ó P E Z - A US T I N , A . 2001. E l núcleo duro, la
cosmovisión y la tradición mesoamericana.
REFERENCIAS En: J. Broda y F. Báez-Jorge (coords.). Cos-
movisión, ritual e identidad de los pueblos in-
B R O D A , J. 2001. Introducción. E n: J. Broda y F. dígenas de México, pp. 47-65. Fondo de
Báez-Jorge (coords.): Cosmovisión, ritual e C ultura E conómica y C onsejo N acional
identidad de los pueblos indígenas de México, para la Cultura y las Artes. M éxico D .F.
pp. 15-45. Fondo de Cultura E conómica y L Ó P E Z - A US T I N , A . 2004. Cuerpo humano e
C onsejo N acional para la C ultura y las ideología. Universidad Nacional Autónoma
Artes. M éxico D .F. de M éxico. M éxico D .F.

65
M A RI O N , M . O . S. 1994. V ida, cuerpo y cos- R E V I L L A , M . C . 2008. Amazonian indigenous
mos en la filosofía nativa mesoamericana. people and their relation with their environ-
Ludus vitalis, 2(2): 135-148. ment. M aster T hesis. Universidad de Kent.
M A TA , P. S., M E N D E Z , D . G ., M A R M O L EJ O , Kent.
M . A ., T ASC O N , J. A ., Z U RI TA , M . E ., G A - V I V E IR O S D E C AS T R O , E . 1996. Images of na-
LI N D O , M Y L O Z A N O , G . I. 1994. Diccio- ture and society in A mazonian ethnology.
nario enciclopédico de la Medicina Tradicional Annual Review of Anthropology, 25: 179-
Mexicana. Instituto N acional Indigenista. 200.
M éxico D .F. V I V E IR O S D E C AS T R O , E . 1998. Cosmological
M AY O R , A . P., S A N T O S, D . F. Y L Ó P E Z , M . B. deixis and amerindian perspectivism. The
2006. Sostenibilidad en la Amazonía y cría de Journal of the Royal Anthropological Institute,
animales silvestres. C entro de Estudios Te- 4(3): 469-488.
ológicos de la A mazonía. Iquitos. V I V E IR O S D E C AS T R O , E . 2005. Perspectivism
M E D I N A , H . A . 2001. L a cosmovisión mesoa- and multinaturalism in indigenous A mer-
mericana: una mirada desde la etnografía. ica. En: A . Surrallés y P. G arcía- H ierro
En: J. Broda y F. Báez-Jorge (coords.). Cos- (eds.): The Land within: Indigenous territory
movisión, ritual e identidad de los pueblos in- and the perception of environment, pp. 36-74.
dígenas de México, pp. 67-163. Fondo de I W G I A . Copenhagen.
C ultura E conómica y C onsejo N acional
para la Cultura y las Artes. M éxico D .F.
P E L Á E Z , C . M . 1996. Cosmovisión de los pueblos
indios de México. Yolpahtli. M éxico D .F.
R E D F I E L D , M . P. 1962. H uman nature and the
study of society. T he University of C hicago
Press. C hicago.

66
SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN
ETNOZOOLÓGICOS18
Dídac Santos Fita19 y Eraldo Medeiros Costa Neto20

“ L os animales se dividen en: a) pertenecientes al emperador; b) embalsamados; c)


adiestrados; d) lechones; e) sirenas; f ) fabulosos; g) perros sueltos; h) que se agitan
como locos; j) innumerables; k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello;
l) que acaban de romper el jarrón, m) que de lejos parecen moscas [...]”.
Jorge Luís Borges (2007).

L os seres humanos respondemos a las “[...] definir categorías de objetos o de seres,


diversidades biológica, abiótica y sobrena- formar conjuntos, establecer jerarquías, re-
tural presentes en el ambiente agrupando y laciones de exclusión, de inclusión y de
separando los elementos en base a seme- compatibilidad o incompatibilidad. E l sis-
tema de clasificación que resulta finalmente,
janzas y diferencias, considerando no úni-
sirve, a su vez, de orientación en el mundo
camente los caracteres intrínsecos y constituye una especie de tamiz a través
(morfología y anatomía) y extrínsecos del cual se percibe lo real” ( Turbay, 2002).
(comportamiento, ecología, etc.) propios
de los elementos, sino también las repre- Este ordenamiento (= acto de clasifi-
sentaciones simbólicas en el momento de car) es, precisamente, la base de todo pen-
reunirlos en categorías semánticamente samiento humano, aunque no pueda
delimitadas. Según L évi-Strauss (1962), considerarse un criterio epistemológico su-
tenemos una necesidad de demandar ficiente como para “juzgar” tipos de cono-
orden al universo mediante el cual conse- cimiento –científico o tradicional–, puesto
guimos entender, referenciar, ubicarnos y que orden puede ser establecido y alcan-
“dominar” el mundo; convirtiéndose éste zado a partir de epistemologías muy dis-
en objeto de pensamiento, un medio para tintas, no necesariamente, y únicamente, a
satisfacer tanto las necesidades intelectua- partir de la positivista. Tanto la ciencia
les como materiales. Se trata, por lo tanto, moderna como la “ciencia de lo concreto” –
de combatir (culturalmente) el caos, es- denominación de L évi-Strauss (1962) para
tructurándolo y dándole un sentido cohe- el saber tradicional– deben ser colocadas
rente. E n otras palabras, el procesar y como modos de conocimiento paralelos (y
ordenar las informaciones percibidas me- no como etapa una de la otra), aunque di-
diante los sentidos implica: ferentes y con eficiencia práctica distinta

18
Se presentan únicamente ejemplos de sistemas de clasificación de “arreglo” en el sentido empleado por Taylor
(1977), no refiriéndose a clasificaciones totémicas.
19
D octorando en C iencias en E cología y D esarrollo Sustentable. E l Colegio de la Frontera Sur (E C O SU R) - San
Cristóbal de las C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: dsantofi@yahoo.es
20
Profesor de E tnobiología de la Universidad Estatal de Feira de Santana, Bahía, Brasil. E -mail: eraldon@hot-
mail.com

67
(Bandeira, 2001). Para L évi-Strauss, la portantes para fines de clasificación. D ife-
“ciencia de lo concreto” es aquella que cla- rentes autores defienden dicha afirmación
sifica y explica a través de un raciocinio ex- (Brown, 1984; A tran, 1990, 1998; Berlin,
clusivamente metafórico. No se puede 1992; E ll E n: 1993).
ignorar su carácter “científico”, puesto que Fundamentándose en sus estudios de
no solamente pretende clasificar, sino ade- campo, y visiblemente de orden intelectua-
más teorizar y explicar. lista-cognitivista, Berlin et al. (1973) esta-
La etnotaxonomía biológica investiga blecieron tres principales áreas de estudio en
cómo los organismos son percibidos, identi- la sistemática etnobiológica que, con el paso
ficados, denominados y clasificados, buscán- del tiempo, han sido bastante utilizados y
dose comprender de qué manera la gente corroborados por otros investigadores, aun-
categoriza (dominios etnosemánticos) y or- que existan fuertes críticas en el propio ám-
ganiza (estructuras etnotaxonómicas) los ele- bito académico de la etnobiología (p. ej.,
mentos de la naturaleza (Hunn, 1982; H ays, Brown, 1974). Las tres áreas de estudio son
1983; Brown, 1985; Berlin, 1992). Sin em- las siguientes:
bargo, elegir los criterios de clasificación de-
nota cierta subjetividad y parcialidad por parte a) Clasificación, refiriéndose al conjunto
de quien la construye, puesto que el signifi- de principios por los cuales los dife-
cado emotivo y las actitudes culturalmente rentes tipos de organismos son lógi-
condicionadas (representación afectiva) des- camente organizados en la mente;
empeñan papeles importantes en la estructu- b) Nomenclatura, relacionada con la des-
ración de los dominios etnozoológicos cripción de los principios lingüísticos
(Nolan y Robbins, 2001; Nolan et al., 2006). de denominación de las clases organi-
Se trataría, por lo tanto, de la corresponden- zadas de seres vivos en cada idioma;
cia entre lo que es pensado (cognición), lo que c) Identificación, relativa a las caracterís-
es hablado (palabra) y lo que se hace (acción) ticas físicas utilizadas para asociar un
( V iertler, 2002). La clasificación etnobioló- organismo particular a una categoría
gica puede ser un buen indicador de este pro- específica.
ceso cognitivo-lingüístico-comportamental
(Couto, 2007). Para Berlin (1973, 1992), todas las cul-
La estructuración cognitiva de la diver- turas humanas reconocen conjuntos de or-
sidad zoológica se centra en “tipos naturales” ganismos en la naturaleza que son tratados
(en un sentido amplio) de animales que son como unidades discontinuas: los táxones o
reconocidos lingüísticamente e incluidos segregados en la concepción de C onklin
dentro de algún dominio semántico etno- (1969). Estos se agrupan en lo que podrí-
biológico. Considerando que los seres hu- amos llamar categorías taxonómicas etno-
manos, en diversas partes del mundo, biológicas, a la vez que son definidas según
utilizan estrategias cognitivas semejantes criterios lingüísticos y taxonómicos utili-
para clasificar los seres vivos y organizar los zados al nombrarlas. Según Berlin (1992),
conceptos biológicos, los estudios en etno- las construcciones etnotaxonómicas reve-
taxonomía evidencian, de hecho, que el lan un nivel considerable de correspon-
principal problema recae siempre en encon- dencia con las taxonomías biosistemáticas
trar cuáles son las similitudes o diferencias científicas, al presentar también un carác-
que podrían resultar verdaderamente im- ter jerárquico donde, en los niveles más

68
bajos, se encuentran las categorías más ex- - la forma de vida representa la más am-
clusivas (etnogénero o genérico y etnoes- plia clasificación de organismos agrupa-
pecie o específico) y, a medida que se sube dos en clases que son, en apariencia,
en la secuencia de los niveles de clasifica- fácilmente reconocibles en base a varios
ción, encontramos categorías cada vez más caracteres morfológicos. Los táxones de
inclusivas (por ejemplo, formas de vida). este nivel son invariablemente pocos, ge-
Este carácter escalonado, que envuelve re- neralmente de cinco a diez (p. ej., cobra,
laciones de inclusión, y las relaciones de pez, ave, pájaro, insecto), pero pueden in-
contraste manifiestan los dos procedi- cluir varios cientos de subcategorías.
mientos básicos del acto clasificatorio: - el intermedio, entre la forma de vida y
agrupar y distinguir. Además, los táxones el genérico, suele ser poco frecuente,
que se incluyen como miembros de una casi nunca es nombrado, por ello se le
misma categoría etnobiológica son mutua- considera como categoría encubierta.
mente excluyentes. D e ahí la importancia E n general, los intermedios corres-
de descubrir cuáles son los criterios de et- ponden a familias reconocidas en la ta-
noclasificación (morfológicos, ecológicos, xonomía lineana.
etológicos, etc.) a fin de desarrollar una ta- - el genérico se refiere a las menores dis-
xonomía representativa del sistema clasifi- continuidades presentes en la natura-
catorio de la comunidad. leza que son fácilmente reconocibles en
D e acuerdo con los principios de clasi- base al gran número de características
ficación etnobiológica propuestos por Ber- morfológicas totales. Taxonómica-
lin y colaboradores (1973), los táxones mente hablando, la gran mayoría de los
reconocidos de seres vivos se ordenan en táxones genéricos, o categorías “nivel de
seis categorías (ranks), formando clases de- objeto básico”, se incluyen en alguno de
crecientes de inclusividad taxonómica y los táxones de forma de vida. A lrededor
dispuestos de modo que establezcan una del 80% de los genéricos son termina-
jerarquía comparable a la taxonomía line- les o monotípicos (p. ej., mariposa, tru-
ana, a saber: Iniciador único (Unique be- cha, oso) no incluyendo táxones de
ginner), Forma de vida (Life form), posición inferior. Por otro lado, cuando
Intermedio (Intermediate), G enérico (Ge- son politípicos (p. ej., mariposa-mo-
neric), Específico (Specific) y Variedad (Va- narca, trucha-arco-iris, oso-pardo), in-
rietal). A grandes rasgos, las principales variablemente es indicativo de aquellas
características de cada categoría etnotaxo- clases de organismos que son econó-
nómica son las siguientes: mica y/o culturalmente importantes.
Acostumbra a ser el equivalente de la
- el iniciador único (a veces denominado especie científica.
de reino) es la categoría más incluyente - los táxones específicos subdividen al
(abarcando a todos los demás niveles). genérico y están presentes en menor
Raramente nombrado, pero cuando se número que éste. Cuando aparece, el
cita (recibe un lexema primario simple) específico pasa a ser el nivel jerárquico
generalmente es polisémico21 con al- terminal, convirtiendo al genérico (que
guna clase de forma de vida. se subdividió) en politípico. A diferen-

21
Polisemia se refiere a los casos en que el mismo nombre tiene dos significados distintos, pero habitualmente re-
lacionados.

69
cia de los anteriores niveles, tales táxo- Nordi (2002a), esto puede deberse, muy
nes son conceptualmente diferenciados posiblemente, al artificialismo adoptado
en base a muy pocos caracteres morfo- por los taxonomos en la construcción de las
lógicos (distintivos y rápidamente visi- categorías. A morim (1997) estaría, enton-
bles). O rganismos de elevado signifi- ces, equivocado al pretender argumentar
cado cultural (p. ej., domesticados y/o que el poco saber que los grupos étnicos
de importancia económica relevante) tienen acerca de la diversidad biológica es la
poseen táxones específicos de hasta diez explicación al porqué del número limitado
o más miembros. Son nombrados con de niveles jerárquicos (máximo seis, si in-
lexemas secundarios. cluimos el nivel intermedio) que llegan a
- los táxones de variedad son muy esca- utilizar, en comparación al producido aca-
sos y solamente aparecen para los or- démicamente. E n verdad, a medida que
ganismos extremamente importantes han ido apareciendo mayor número de pu-
en la cultura. blicaciones sobre estudios de sistemas de
clasificación etnobiológicos, dicha afirma-
Una de las principales aportaciones del ción se ha falseado, al comprender que los
modelo berliniano es, precisamente, la po- pocos niveles de inclusión existentes en
sibilidad de comparar los etnotáxones con estas taxonomías no se debe a la falta de co-
los táxones de la clasificación lineana a los nocimientos de los grupos étnicos, sino al
cuales hacen referencia, facilitando así el hecho de comprender el mundo natural de
entendimiento de las analogías (y diver- un modo (más) holístico (Mourão y Nordi,
gencias) entre los dos sistemas de clasifica- 2002a, 2002b).
ción (Mourão y Nordi, 2002a). Berlin et al. Sin embargo, existen diferencias plausi-
(1973) ya defendían el hecho de que las se- bles entre los sujetos en lo referente a la for-
mejanzas encontradas entre ambas taxono- mación de sus sistemas clasificatorios,
mías reforzaban su hipótesis, a la vez que puesto que, llevándose a cabo un muestreo
validaban la idea de la realidad de las espe- aleatorio, se concluiría que las taxonomías
cies (discontinuidades biológicas). Tanto las varían individualmente y que los conoci-
clasificaciones etnobiológicas como las mientos taxonómicos no son enteramente
científicas, habrían sido incentivadas pri- compartidos (Morán, 1990). D ichas dife-
mariamente por esfuerzos intelectuales del rencias se basan en la desigualdad de expe-
ser humano, al querer codificar lingüística- riencias, edad, género, grupo familiar y status
mente la realidad biológica que lo con- social, y presencia o ausencia de especies en
fronta (Berlin, 1992). los ambientes explorados por el individuo.
A l igual que la taxonomía lineana, la ta- Según este autor, lo ideal es entrevistar a un
xonomía etnobiológica se traduce en un número suficiente de personas y, por medio
significativo depósito de informaciones de análisis computacionales, elaborar mo-
sobre la biología, ecología, hábitat y etolo- delos taxonómicos a nivel poblacional.
gía de diversos grupos de seres vivos. E l Por otro lado, Berlin (1999) llevó a cabo
modelo berliniano enseña que los sistemas un estudio acerca del desarrollo individual
tradicionales de clasificación poseen pocos de sistemas etnotaxonómicos desde un en-
niveles jerárquicos, al contrario de lo que foque biogeográfico, partiendo de la suposi-
comúnmente ocurre en el modelo lineano ción de que primero cada persona aprende
utilizado por los científicos. Para Mourão y sobre los tipos naturales encontrados en el

70
ambiente presente en su lugar de origen. c) Sub-diferenciación: hay de dos tipos.
D icho estudio evidencia que los organismos E n el tipo A , un genérico se refiere a
cognitivamente reconocidos en el comienzo dos o más especies lineanas del mismo
de la vida se vuelven los prototipos que, pos- género:
teriormente, guían la clasificación y deno-
minación de organismos no familiares en Anchoa marinii
otras áreas, con base en las afinidades per- H ildebrand, 1943
ceptivas y emotivas observadas con los pro- Sardina-blanca Anchoa januaria
totipos. Así, a lo largo del tiempo, una (Steindachner, 1879)
clasificación personal puede ir más allá del Anchoa tricolor
nicho ecológico localizado y extenderse a (Spix y Agassiz, 1829)
toda una bioregión (M affi, 1999).
E l tipo B es cuando un genérico se re-
RELACIÓN ENTRE LOS SISTEMAS fiere a dos o más especies lineanas de dos
DE CLASIFICACIÓN LINEANO Y o más géneros:
ETNOBIOLÓGICO
Octopus macropus Risso, 1826
Pulpo Octopus vulgaris Cuvier, 1797
E n una tentativa por establecer una re-
Hapalochlaena fasciata
lación entre el sistema de clasificación et-
( H oyle, 1886)
nobiológico y el científico, Berlin et al.
Eledone cirrhosa
(1973) propusieron tres tipos de corres-
(L amarck, 1798)
pondencias, considerando que las unida-
des básicas de comparación son el
L a sub-diferenciación tiene el efecto
etnotaxon genérico y la especie científica:
potencial de hacerle creer al investigador
que existen pocas especies en el área, mien-
a) Correspondencia uno-a-uno: cuando
tras que la sobre-diferenciación puede ser
un único taxon genérico se refiere a
mal interpretada como evidencia de nuevas
sólo una especie de la sistemática li-
especies o nuevas áreas de distribución.
neana:

M achaca Fulgora laternaria


CLASIFICACIÓN ETNOZOOLÓ-
L innaeus, 1758 GICA MULTIDIMENSIONAL
Jaguar Panthera onca
L innaeus, 1758 L a clasificación etnozoológica puede
darse por múltiples criterios, es decir, en
b) Sobre-diferenciación: cuando dos o una misma cultura pueden coexistir varias
más táxones genéricos corresponden clasificaciones, pues los individuos están
a una única especie de la sistemática utilizando sistemas clasificatorios mutua-
lineana: mente independientes, pudiendo presen-
tarse superpuestos; en este caso, se dice que
N auyaca la clasificación etnozoológica es multidi-
Terciopelo Bothrops asper mensional, porque los individuos conside-
( G arman, 1884) ran diferentes criterios taxonómicos en el
Fer-de-lance momento de categorizar los elementos

71
bióticos del ambiente: anatomía, morfolo- los peces, quelonios acuáticos (tortugas), co-
gía (tamaño, color y forma), hábitat, im- codrilos, etc. Es interesante observar que los
portancia económica, medicinal o zamat3m3ru cazados con flechas de cerba-
alimentaria (inclusive tabúes alimentarios), tana se consideran egiaty (Kroemer, 1994).
comportamiento, etc. D e este modo, se E n ámbito etnoictiológico, Begossi y
pueden identificar varías taxonomías inde- G aravello (1990) registraron que los crite-
pendientes, con base a varios criterios. L os rios usados por los pescadores artesanales
estudios de caso mencionados (breve- del río Tocantins (región Norte de Brasil)
mente) a continuación muestran ejemplos son, principalmente, morfológicos: pig-
de sistemas de clasificación etnozoológica mentación, forma de la cabeza y boca, y el
multidimensionales. tipo de escama. L as características ecoló-
E n un estudio etnoornitológico lle- gicas usadas hablan del tipo de hábitat o
vado a cabo en las cercanías de la ciudad sustrato donde el pez se encuentra. Los au-
de Feira de Santana ( E stado de Bahía, tores concluyen que los peces “útiles” son
Brasil), Costa- Neto y Santos (2007) regis- más conocidos o clasificados de forma más
traron que especies de aves son agrupadas detallada que los “inútiles”.
en diversas categorías etnotaxonómicas de M arques (1991) demostró, a su vez, que
acuerdo a criterios morfológicos (aquellas los pescadores del Complejo Estuarino- La-
que vuelan y las que no vuelan), comporta- gunar Mundaú- M anguaba, en el Estado de
mentales (las que cantan y las que no) y A lagoas (Noreste de Brasil), utilizan dife-
utilitarios (las comestibles y las no comes- rentes tipos de sistemas clasificatorios (je-
tibles, las cuales son criadas como anima- rárquicos, secuenciales, concéntricos y
les de compañía o viven libremente en el cíclicos), utilizados conjuntamente como
ambiente). E n otro estudio, A lmeida et al. sistemas coexistentes. Según el autor, la cla-
(2006) mostraron que los pobladores del sificación concéntrica es aquella donde una
distrito rural de F lorestina (Araguari, Es- etnoespecie-patrón ocupa una posición cen-
tado de M inas G erais, Brasil) nombran 87 tral en torno a la cual van definiéndose ór-
etnoespecies de aves, sucediendo que la bitas; la clasificación cíclica es aquella en
identificación sigue primariamente crite- que los individuos de una misma especie
rios morfológicos (color, forma y tamaño) son ordenados en clases diferentes según su
y los nombres comunes se basan en su vo- ciclo reproductivo –el autor registró dicha
calización y comportamiento. clasificación etnoictiológica para los bagres
L os indios Z uruahã que viven en las de la familia Ariidae–; la clasificación se-
márgenes del río Purús, en la A mazonía cuencial se caracteriza por un ordenamiento
brasileña, dividen el reino animal en tres seriado de acuerdo a la morfología y tamaño
grandes grupos, considerando los aspectos de los individuos, es decir, los pescadores
ecológicos (hábitat). Primeramente, los ani- pueden reunir miembros de una misma es-
males que viven en la tierra, que son desig- pecie lineana en dos o más etnotáxones con-
nados zamat3m3ru, lo cual excluye a todos trastantes, nombrados en base a la fase
los mamíferos que viven en los árboles. E l ontogénica en la cual se encuentran. La Fi-
segundo grupo lo componen los animales y gura 1 muestra en ejemplo de etnotaxono-
aves que viven en los árboles, llamados mía basada en la secuencialidad y fases
egiaty. E l tercer grupo se refiere a los seres ontogénicas de peces de la “familia de la
que habitan en el agua, llamados aba, como tainha” (Costa- Neto, 2001).

72
L a Tabla 1 muestra un ejemplo de sis-
tema clasificatorio multidimensional,
donde los pescadores artesanales de la co-
munidad de Siribinha (litoral norte del Es-
tado de Bahía, Brasil) utilizan criterios
taxonómicos, morfológicos, ecológicos,
etológicos y utilitarios para clasificar los
peces de la familia del robalo (Centropomus
spp.) (Costa- N eto, 2001).

Fig. 1. E tnotaxonomía basada en la secuencialidad y


fases ontogénicas de peces de la “familia de la tainha”
(figura extraída de Robins et al., 1986 en C osta-
N eto, 2001).

Tabla 1. Sistema clasificatorio multidimensional utilizado por los pescadores de Siribinha (Estado de Bahía,
Brasil) en la clasificación de los peces de la “familia del robalo”/ C entropomidae.

Taxonómico Robalo-blanco X Robalo-silvela


M orfológico Peces de escama
Basado en la distribución temporal – peces de invierno
E cológico Basado en la distribución espacial – peces que desovan en el río
Sistemas clasificatorios

E n cuanto a la segregación vertical: peces de hondo


E n cuanto a las manchas de hondo: peces de barro
Basado E n cuanto al microhábitat: peces de pesquero
en el
hábitat E n cuanto a las grandes divisiones hidrográficas perci-
bidas: peces de río y de mar

E n cuanto a la calidad del agua: peces de agua sucia


E tológico Peces que responden a la llamada del coco/piedra
Utilitario Peces de resguardo

C omo ejemplo etnoentomológico, se almacenan miel (abejas y avispas melíferas


menciona el estudio hecho por C osta- eusociales). Aquí se observa otro ejemplo
N eto (1998) con los indígenas Pankararé, de clasificación etnobiológica multidi-
localizados en la región noreste del Estado mensional, puesto que los Pankararé ob-
de Bahía (Brasil). Para este grupo étnico, servan aspectos morfológicos y
la categoría etnotaxonómica “abeia” nom- comportamentales de las “abeias” en el mo-
bra aquellos himenópteros que producen y mento de clasificarlas ( Tabla 2). Si una

73
“abeia” presenta un comportamiento agre- tructura de la colmena, disposición de la
sivo de defensa, entonces se categoriza miel en los panales, producción de miel,
como una especie de “abeia brava”. Esta et- agresividad, etc. Por otro lado, los véspidos
nocategoría incluye a la abeja Apis mellifera sociales (géneros Polistes y Apoica), que tie-
L innaeus, 1758, a siete especies de véspi- nen nidos abiertos y no producen miel, son
dos sociales de la tribu E piponini y a una nombrados como “marimbondos”. Especí-
especie de meliponine conocida local- menes de H ymenoptera además de los ápi-
mente como arapuá (Trigona spinipes Fa- dos y avispas Polistinae, como las avispas
bricius, 1793). Por otro lado, las “abeias” no de barro, las avispas zapadoras, los abejo-
agresivas se incluyen en el grupo de las rros y las especies de abejas solitarias y las
“abeias mansas”, que corresponde a la sub- que nidifican en el suelo, son genérica-
familia M eliponinae (abejas sin aguijón). mente clasificadas como “escarabajos”, y
Además, estos insectos son clasificados en muchas no reciben nombres comunes.
tres subtáxones intermedios dependiendo
de la presencia o ausencia y la pérdida o re- LA ESTRUCTURACIÓN DE LOS
tención del aguijón. L os Pankararé agru-
NOMBRES COMUNES
pan a todos los véspidos E piponini en la
“línea del exu” o etnofamilia de aquellas
D e acuerdo con Berlin et al. (1973), el
“abeias” que no pierden su aguijón cuando
nombramiento de organismos vivos en la
pican, con lo cual exu es un taxon polisé-
sistemática etnobiológica es esencialmente
mico que ocupa tanto el nivel intermedio
similar en todas las lenguas y puede des-
como el genérico. Secundariamente, la
cribirse en base a un pequeño número de
abeja melífera (Apis mellifera scutellata L e-
principios nomenclaturales. L évi-Strauss
peletier, 1836) constituye por sí sola la
(1962) dice que nombrar es un proceso que
“línea de la oropa”, porque las obreras pier-
confiere significado contextual a las conti-
den sus aguijones cuando defienden la col-
nuidades y discontinuidades objetivas de la
mena. L a tercera y última etnofamilia la
naturaleza. D e este modo, tanto las clasifi-
conforman quince tipos de “abeias” sin
caciones etnobiológicas como la clasifica-
aguijón y es conocida como “línea de la
ción biológica científica son siempre
arapuá”. Como se observa, las dos primeras
incentivadas primariamente por esfuerzos
líneas son subdivisiones de las “abeias”
intelectuales del ser humano para codificar
agresivas, mientras que la última se refiere
lingüísticamente la realidad biológica que
a las dóciles; aunque la arapuá sea identifi-
lo confronta (Berlin, 1992).
cada como agresiva ésta no tiene aguijón.
E l número de léxicos presentes en di-
L a importancia material y cultural de
ferentes dominios de un mismo idioma
los productos producidos por las “abeias”,
varía en función del énfasis cultural o de la
además del comportamiento de picar de
importancia práctica, es decir, existe una
algunas de ellas, pueden explicar el refi-
fuerte correlación positiva entre importan-
nado reconocimiento de categorías de
cia cultural y grado de diferenciación léxica
estos insectos. Todas estas “abeias” son
(Berlin, 1992; Nolan y Robbins, 2001). Por
identificadas según un conjunto de crite-
ejemplo, los M aring de las montañas de
rios morfológicos y comportamentales,
Papúa Nueva G uinea, que cazan los ma-
como tamaño y forma, patrón de colora-
chos de aves del paraíso por sus plumas, les
ción, comportamiento de nidificación, es-
dan a estos diferentes nombres según cada

74
Tabla 2. E tnotaxonomía Pankararé de abejas y avispas (Insecta: H ymenoptera) agrupadas en la etnocatego-
ría “abeia”.

Familias nativas/ Comportamiento


Especies nativas/científicas
científicas Agresivo D ócil
L ínea del exu C angota X
Vespidae, Polistinae, Polybia occidentalis ( O livier, 1791)
E piponini C araquile
X
Polybia paulista (Ihering, 1896)
Exu-de-cachorro X
Protopolybia exigua exigua (Saussure, 1854)
Exu-preto X
Polybia ignobilis ( H aliday, 1836)
Exu-verdadeiro X
Brachygastra lecheguana (L atreille, 1824)
Exuí X
Polybia sp.
Tarantantã X
Polybia sericea ( O livier, 1791)
L ínea de la oropa O ropa X
Apis mellifera scutellata
Apidae, Apinae
L epeletier (1836)
L ínea del arapuá Abeia-branca-do-fundinho-branco X
Apidae, M eliponinae Frieseomellita silvestrii (Friese, 1902)
Abeia-branca-do-fundinho-vermeio X
Frieseomellita silvestrii (Friese, 1902)
Arapuá X
Trigona spinipes (Fabricius, 1793)
Cupira-boca-de-barro X
Partamona cupira (Smith, 1863)
Cupira-boca-de-berruga X
Partamona cupira (Smith, 1863)
M andassaia X
Melipona quadrifasciata
(L epeletier, 1836)
M anduri X
Melipona rufiventris (L epeletier, 1836)
M ané-de-abreu X
Frieseomelitta varia (L epeletier, 1836)
M osquito-preto X
Plebeia mosquito (Smith, 1863)
M osquito-remela X
Friesella schrottkyi (Friese, 1900)
M osquito-verdadeiro X
Tetragona angustula L atreille, 1836
uruçu X
Melipona scutellaris L atreille, 1811

75
especie cazada, mientras que usan un formaciones sobre sus dominios cogniti-
mismo término separado para referirse a vos, considerando, además, que la transmi-
todas las hembras ( H ealey, 1993). Además, sión y difusión de los caracteres
un mismo taxon específico puede recibir nominativos se hace, básicamente, me-
nombres diferentes de acuerdo con los cri- diante la tradición oral (A tran, 1990).
terios etnotaxonómicos considerados. Por D enominar a los animales no siempre
ejemplo, en el poblado de Pedra Branca indica que uno tiene suficiente habilidad
(Estado de Bahía, Brasil), la avispa Apoica para identificarlos de forma cuidadosa y
pallens O livier, 1791 recibe dos nombres consistente. Brown (1979) demostró que
comunes: avispa-azufre, en alusión al color cuando las personas se urbanizan, aislán-
amarillo de su cuerpo, y avispa-sombrero, dose y disminuyendo su dependencia –e
por la forma que tiene su nido ( C osta- incluso confianza– del mundo natural, se
N eto, 2004a). produce una perdida del uso de los nom-
E l nombre común o calificativo asig- bres genéricos y específicos, en favor del
nado a cada organismo siempre apunta número de forma de vida. Sin embargo,
hacia un determinado concepto, categoría conocer los nombres nativos, la etimología
o taxon ( H unn, 1993). E l estudio de su eti- y su utilización ayuda a entender la cultura
mología permite descifrar una o más pro- estudiada. D esafortunadamente, muchos
piedades, a la vez que revela (o confunde investigadores no ven relevancia alguna al
aún más) la estructura y organización de porqué y al para qué del nombre vernáculo
los procesos cognitivos de concepción, que la gente le asigna a un determinado
identificación, nombramiento y clasifica- animal. L a Tabla 3 muestra algunos ejem-
ción del grupo étnico. Todos los caracteres plos de la etnoetimología de los nombres
de cada animal –aspectos morfológicos, locales para algunos escarabajos ( C osta-
biológicos, ecológicos, relaciones con otros N eto y Rodrigues, 2006).
organismos, conceptos y percepciones que L os Wayampi, grupo indígena locali-
suscita, usos que se le da– pueden: en de- zado en el Estado de A mapá, Brasil, trans-
terminado momento, estar unificados bajo miten informaciones sobre las aves a través
un identificador único: su nombre ( D aly, de la nomenclatura y del propio sistema
1998). Además, los nombres comunes tie- clasificatorio: informaciones de comporta-
nen una finalidad práctica, puesto que es miento a niveles más genéricos, de vocali-
útil conocer y diferenciar nominalmente zación a niveles más específicos y de
los diversos tipos de organismos en una morfología a todos los niveles ( Jens E n:
determinada área geográfica para saber 1988). D e acuerdo con el autor, los nom-
cuáles son los más agresivos, cuáles causan bres dados a las aves son un indicativo de
perjuicios a la salud, cuáles se convierten las especies características de cada región.
en plagas y los que pueden ser utilizados Resalta que nuevas especies (p. ej. aves in-
como alimento, medicina cosmético, etc. troducidas o migradoras) terminan por ser
L a etnoetimología del nombre común nombradas e incluidas en su sistema etno-
debe ser investigada con el mayor rigor, o clasificatorio, con la consecuente amplia-
su información pierde totalmente sentido. ción de la nomenclatura, ya sea por la
Así, la obtención del vocabulario adoptado adopción de nombres vernáculos utilizados
por determinado grupo étnico se convierte por grupos vecinos, ya sea por imitación de
en el primer paso para tener acceso a in- sus cantos y/o vocalizaciones (onomato-

76
peya), o bien refriéndose al comporta- cos en los sistemas de clasificación etnobio-
miento o a la morfología de las aves, in- lógicos. Esta asociación se da principal-
cluso mediante comparación con las mente con las aves, pues el “canto” (señales
especies previamente conocidas. bioacústicas) de estos animales es uno de los
elementos más marcadamente utilizados
L a onomatopeya –utilización del por los seres humanos para reconocer e
mismo vocablo que imita el sonido de la identificar las distintas especies. Forth
cosa nombrada por él– es un criterio cultu- (2004), en su estudio etnoornitológico con
ral bastante significativo a la hora de definir la comunidad Nage de la Indonesia O rien-
la nomenclatura dada a varias etnoespecies. tal, sugiere que la nominación onomato-
V istos como representaciones fonéticas hu- péyca tiende a darse con aves culturalmente
manas de los sonidos emitidos por los ani- significativas, especialmente aquellas aso-
males, Berlin (1992) ya enfatizó la ciadas a espíritus y brujas. Los Nage mane-
importancia de los nombres onomatopéyi- jan una clasificación simbólica distinta de

Tabla 3. E tnoetimología de nombres de escarabajos, según los pobladores de Pedra Branca (Santa Terezinha,
Estado de Bahía, Brasil). E jemplos seleccionados.

Interpretación
Nombre nativo Explicación local
E ticista

A ntropogénico Potó “Porque él quema las gentes [...]. E n el


(artropodosis) (Paederus cf. brasiliensis lugar donde él orina, intoxica la persona”
Erichson, 1840) ( D on M ., 38 años).

H ábitat L agarta-do-licuri “ E lla proviene del licuri mismo y vive


(Pachymetus nucleorum dentro de la cáscara del licuri. Cuando
Fabricius, 1792) nosotros rompemos el licuri, ella está
dentro” ( D oña M ., 37 años).

Vaga-lume-de-vagem “[…] É l solo vive mismo en lugar de pan-


(E lateridae) tano, lugar aguado. E ntonces, el pueblo
llama vaga-lume-de-vagem por eso”
( D oña A ., 64 años).

Comportamiento Rola-bosta “Porque si él encuentra cualquier caca en


(forrajear) (Scarabaeidae) el camino, hace aquella bola y va enro-
llándola, hasta llegar al agujero ( D on B.,
38 años).

Comportamiento Besouro-chen-chen “ C hen-chen es porque al tocarla hace


(defensa) (C erambycidae) ch E n: ch E n: ch E n: chen. Sólo eso ( D on
B., 80 años).

Besouro-bicudo “Porque él tiene un pico largo. E ntonces lo


(Curculionidae) llamamos de picudo” (Don A ., 53 años).

77
los tipos de relaciones taxonómicas entre ca- tes a nombres polisémicos con sus genéricos
tegorías. C iertas especies de aves se consi- superordinados mejor conocidos o a los más
deran tabú no porque ocupen un espacio ampliamente distribuidos.
clasificatorio anómalo o ambiguo, sino de- L os nombres atribuidos a los seres
bido a su asociación cosmológica con brujas, vivos pueden ser analizados semántica-
las cuales también (como estas aves) “se ali- mente según los lexemas asociados a ellos.
mentan de la carne de su propio semejante”. L os lexemas pueden ser primarios o se-
A su vez, Berlin y O’Neill (1992), en un es- cundarios (Berlin et al., 1973), o unitarios
tudio con los indígenas H uambisa de Ecua- y compuestos (Conklin, 1969). Q uedémo-
dor, registraron un total de 206 nombres nos con el análisis de Berlin y colaborado-
vernáculos para aves, encontrando que el res. L os lexemas primarios pueden ser
34% de dichos nombres tenían un origen divididos en simples, productivos e impro-
onomatopéyico. ductivos (estos dos últimos también son
E ntretanto, es preciso remarcar que la conocidos como analizables). L os lexemas
nomenclatura onomatopéyica que común- primarios simples (no analizables) son aque-
mente aparece en comunidades tradiciona- llos que no se dejan descomponer en uni-
les, presenta un patrón bastante variable, dades significativas más pequeñas, en
pudiendo haber desacuerdo de interpreta- morfemas u otras palabras simples (Couto,
ciones por parte de sus receptores. Por 2007); los primarios productivos se dan
ejemplo, según M arques (2001), mientras cuando uno de los constituyentes de cada
que en el poblado de São José (Estado de expresión indica una categoría superordi-
Bahía) la descripción fonética local “jesus nada a la cual pertenece el objeto (p.ej. ti-
meu deus” se atribuye a Zonotrichia capen- burón-martillo es un tipo de tiburón); y
sis (Statius M uller, 1776), en M arituba do lexemas primarios improductivos no aluden
Peixe ( E stado de A lagoas, Brasil) ese a la categoría superordinada, como por
mismo nombre se utiliza para identificar a ejemplo el caballo-marino, que no se re-
Arremon taciturnus ( H ermann, 1783). fiere a un tipo de caballo, o el vocablo por-
tugués “peixe-boi” (=manatí), que designa
ANÁLISIS ETNOSEMÁNTICO un tipo de mamífero acuático (Trichechus
spp.) y no a un pez (peixe en portugués).
Las unidades léxicas deben mostrar ex- Estos nombres son conocidos como bino-
plicación semántica, así como información minales falsos.
fonológica y gramatical para cualquier sig- Los lexemas secundarios son como los le-
nificado. A estas unidades léxicas se las de- xemas primarios productivos, pero la dife-
nomina lexemas. E n general, las unidades rencia es que se manifiestan en “conjuntos
léxicas empleadas en una etnotaxonomía de contraste”. Por ejemplo, abeja-europea,
son elementos del vocabulario cotidiano de abeja-africana, abeja-italiana, abeja-sin-
la lengua en cuestión. Lingüísticamente, la aguijón, etc. son constituyentes del conjunto
estructura de nombres de táxones específicos de contraste del taxon abeja, término que
es regularmente binominal, con el genérico aparece en todas las denominaciones.
modificado por un adjetivo que usualmente Como ejemplo de un análisis lexical, se
designa algún carácter morfológico obvio. ofrece el estudio de Santos (2009) sobre
Los nombres de táxones específicos mono- conocimiento y etnotaxonomía de espon-
nominales ocasionalmente se dan, equivalen- jas marinas por los pobladores de la Isla del

78
Contrato, ubicada en el municipio de Igra- para la lechuza común (Tyto alba Scopoli,
piúna, sur del E stado de Bahía, Brasil 1796), en Brasil; e) Numeral+N, como “três-
( Tabla 4). Se trata de una comunidad de potes”, el nombre común del chirincoco o
pescadores tradicionales, para quienes las cotara chiricote (Aramides cajanea M üller,
esponjas se parecen a organismos vegetales 1776) en algunas regiones de Brasil; f )
que poseen funciones significativas en el N+ito, como perrito, lorito; y g) N+ón,
ambiente marino, recibiendo así diferentes N+ote o N+azo como ratón, perrote, rato-
nombres locales. nazo, ranaza. Como se ha señalado ante-
riormente, la onomatopeya es otra estrategia
Los nombres asociados a los animales de denominación de animales bastante fre-
pueden ser estudiados en cuanto a forma cuente, especialmente para aves, por imita-
(esquemas lingüísticos) y semántica (Couto, ción del sonido que producen.
2007). Los nombres pueden estar constitui- C outo (2007) argumenta que la for-
dos según diferentes esquemas, a saber: a) N mación de nombres, tanto en el diminutivo
de N (nombre de nombre), como ejemplifi- como en el aumentativo, se articula a lo
can foca-de-weddell y tigre-de-bengala; b) largo de un mismo eje semántico relacio-
N+A (nombre + adjetivo), como tiburón- nado con el tamaño, frecuentemente con
blanco, lobo-marino y raya-gigante; c) N+N, matices de afectividad: nombres que siguen
como foca-elefante; d) N+ero, como la pala- los esquemas N+ito, N+ón, N+ote y N+azo
bra “pelotero”; e) V+N (verbo+nombre), son formados por referencia a otra especie
como “rasga-mortalha”, designación común que tiene nombre con la misma raíz.

Tabla 4. A nálisis lexical de los nombres comunes atribuidos a los Porifera por los pobladores de
la Isla del Contrato (municipio de Igrapiúna, Bahía, Brasil).

L exemas primarios

Simples Productivos Improductivos


Bucha Bucha-do-mar Bugaial-duro*
Bugaial Bugaial-mole
C ansanção Bugaial-do-vermelho
Esponja Esponja-da-amarela
L imo Esponja-do-mar
Escuma Esponja-da-preta
Espuma Esponja-da-branca
* Se incluye en improductivo porque en realidad es una formación calcárea (piedra), no un específico del genérico es-
ponja (animal).

79
REPRESENTACIÓN GRÁFICA ciaban que los criterios utilizados en la di-
DEL SISTEMA DE CLASIFICACIÓN ferenciación de especies por ambos sistemas
de clasificación (nativo y científico) fueron,
ETNOBIOLÓGICO
en gran medida, concordantes (Figura 2).
Sin embargo, del mismo trabajo también se
Actualmente, el diagrama de Venn22 es
desprende que no todas las identificaciones
el instrumento analítico más utilizado para
y designaciones atribuidas a los peces con-
representar de forma gráfica los sistemas
llevan exclusivamente a una jerarquización.
de clasificación etnobiológicos. Berlin
Por ejemplo, los nombramientos de varios
(1992) lo adoptó al conferirle, como mí-
genéricos como familias (familia de los ba-
nimo, cuatro ventajas en su uso:
gres, familia de los baiacus, familia de los ca-
a) indicación evidente tanto de los táxo-
murins, etc.) no estarían indicando una
nes biológicos como los etnobiológicos,
subcategorización, sino más bien hay que
mediante círculos con marcas distinti-
relacionarlo con su importancia económica
vas (líneas discontinuas representan la
o cultural.
clasificación etnobiológica, mientras
Por otro lado, aquellos táxones especí-
que las continuas y destacadas repre-
ficos alrededor de los cuales, por razones
sentan la clasificación lineana);
culturales o económicas, se clasifican los
b) indicación explícita del taxon genérico
demás táxones específicos, se denominan
prototípico (cuando lo hay);
como prototípicos, es decir, se toman como
c) posibilidad de mostrar cuál es la pro-
modelos (focales) referenciales de identifi-
ximidad (afinidad) real entre los com-
cación, clasificación y nomenclatura del
ponentes del nivel específico;
resto de táxones. C uando hay más de un
d) presentación simultánea (superposición)
prototípico, el genérico correspondiente es
de los nombres populares y científicos.
dividido en varias subclases. Según el
Para un mayor entendimiento de la re-
cuarto principio de la nomenclatura berli-
presentación gráfica de la clasificación et-
niana, un taxon de nivel inferior al gené-
nobiológica según el modelo berliniano, a
rico puede llevar un nombre (lexema)
continuación mostraremos ejemplos de dos
primario simple (no analizable) siempre y
estudios etnotaxonómicos. E l primero de
cuando se considere prototípico; aquí
ellos llevado a cabo por M ourão y Nordi
ejemplificado por la “familia de la tra-
(2000a, 2000b), quienes registraron cómo
íra”/ E rythrinidae (Figura 3). E n un estu-
los pescadores artesanales del Estuario del
dio realizado por Costa- N eto y M arques
Río M amanguape (ER M , litoral del Estado
(2000) entre los pescadores del poblado de
de Paraíba, Brasil) agrupan las especies de
Siribinha, el prototipismo fue claramente
peces en base a criterios morfológicos (pre-
observado para el genérico politípico tra-
dominantes), ecológicos y comportamenta-
íra, presentado un total de cuatro táxones
les. La categorización y el agrupamiento de
específicos: traíra-verdadeira, traíra-do-
los peces, mediante las descripciones dadas
mar, traíra-esquenta-sol y traíra-canguçu. E l
por los propios pescadores, les permitieron
elemento prototípico se señala con el ad-
ordenarlos jerárquicamente, a la vez que las
jetivo “verdadero” y equivale a la especie
analogías efectuadas en el estudio eviden-
Hoplias malabaricus Bloch, 1794.

22
L os diagramas de Venn fueron introducidos en 1881 por el filósofo y matemático británico John Veen. Se trata
de esquemas que representan conjuntos.

80
experiencia. E n resum E n: los prototípicos
son categorizados más rápidamente que
los no-prototípicos, son los inicialmente
aprendidos y los primeros en ser mencio-
nados cuando solicitamos a los hablantes
que listen todos los miembros de una ca-
tegoría, además de ser los primeros que
entran en el léxico de una lengua, sirviendo
de punto de referencia cognitivo.
Es importante realzar que, como alerta
M ari (2002), circunstancias sociocultura-
les específicas pueden llevar a la determi-
nación de prototípicos diferenciados para
una misma comunidad lingüística. Por
dicho motivo, se podría admitir que, por
ejemplo, pardal (Passer domesticus L in-
naeus, 1954) es un prototípico posible para
la clase de pájaros, pero nunca podemos
Figura 2. E jemplo de representación esquemática de
hacerlo, al desconocer circunstancias cul-
la clasificación etnobiológica, según el modelo de
Berlin (1992). Extraído de Mourão y Nordi (2000a). turales propias, no permitiendo asumirlo
como un caso de universalismo.
Aunque los ejemplos anteriores se
basan en peces, se pueden hacer diagramas
de Venn para representar los sistemas de
clasificación etnozoológicos de cualquier
grupo animal, desde el momento en que
tenga un carácter jerárquico y siga el mo-
delo berliniano de clasificación. Un estu-
dio realizado por Santos (2009) en la
comunidad de la Isla del Contrato, litoral
sur del Estado de Bahía, demuestra que es-
ponjas marinas, corales gorgonianos (co-
nocidos localmente como “palmas”) y algas
Figura 3. D iagrama de representación de los peces
son reunidos en un mismo taxon superor-
de la familia de la traíra. E l elemento prototípico de
la categoría está marcado con trazos distintivos dinado nombrado “limo” debido a caracte-
(según Berlin, 1992). E xtraído de C osta- N eto y res morfológicos visibles y concepciones
M arques (2000). ontogenéticas y ecológicas. E s probable
que otros organismos marinos, como los
briozoos y las ascidias, también puedan
D uque (2004), citando a Rosh y L loyd pertenecer a este complejo, ya que uno de
(1978), señala que el prototípico actúa los entrevistados dijo que existen esponjas
como punto de referencia cognitivo (cog- que chorrean agua y este comportamiento
nitive reference point) para los procesos de es observado en los urocordados. D icha ca-
clasificación de los elementos de nuestra tegoría clasificatoria ha sido considerada

81
Figura. 4. E tnoclasificación de los poríferos. Figura extraída de Santos (2009).

como C omplejo E tnotaxonómico L imo, facilitar la compleja indexación de ítems et-


que tiene equivalencia con la categoría nozoológicos almacenados dentro de los sis-
forma de vida. E l lexema “limo” es polití- temas cognitivos (p. ej. M amíferos, Aves,
pico, pues también se refiere a un genérico. Peces, Cobras, etc., o los términos nativos
D ebido a las características morfológicas correspondientes a los grupos de animales
evidenciadas por la gente entrevistada, el que presentan pelo, pluma, escama, cuero,
complejo limo tiene relación con los vege- etc.). Los siguientes ejemplos nos muestran
tales terrestres, siendo entonces incluido en de qué modo el significado emotivo y las ac-
el reino Planta (Figura 4). titudes culturalmente condicionadas in-
fluencian la categorización de especies
DOMINIOS SEMÁNTICOS animales en dominios etnozoológicos.
ETNOZOOLÓGICOS L a literatura etnoictiológica registra
que, en los sistemas de clasificación etno-
E l estudio de cómo se construyen biológicos de diferentes comunidades pes-
cognitivamente los dominios etnozoológi- queras, una gran variedad de animales no
cos revela que las representaciones simbóli- sistemáticamente relacionados son concebi-
cas de animales se estructuran por medio de dos, identificados y categorizados como
sentimientos, actitudes y valores que los in- tipos de “pez”, pasando entonces a clasifi-
dividuos adquieren a través de la encultura- carse en el dominio etnozoológico “Pez”
ción. Nolan et al. (2006) creen que la (Bahuchet, 1992; Paz y Begossi, 1996;
emoción desempeña un papel crítico en el Costa Neto, 2001). Este dominio presenta
procesamiento de la información etnobio- la característica de ser bastante flexible,
lógica. Las fuertes preferencias así como las puesto que la categoría léxica “pez” es una
fuertes aversiones hacia los animales deben construcción cultural donde tienen cabida

82
(se incluyen o son excluidos) tanto los ele- se comen (kx’ooxo), nombradamente los
mentos faunísticos reales como los sobre- animales comestibles; b) cosas que muer-
naturales (p.ej. sirenas). Por ejemplo, en su den (paaxo), los animales peligrosos; y c)
sistema de clasificación etnoictiológico, los cosas inútiles (goõwahaxo). Estas tres cate-
pescadores de Siribinha utilizan una clasifi- gorías están, de hecho, muy lejos de ser ex-
cación jerárquica, incluyendo táxones espe- cluyentes entre sí. Por ejemplo, tan pronto
cíficos dentro de etnofamilias y éstas en la un orix (Oryx gazella L innaeus, 1758), co-
categoría forma de vida “Pez”, la cual, a su múnmente clasificado como un miembro
vez, se incluye dentro de un taxon más am- típico de kx’ooxo, ataca a un cazador con sus
plio denominado “ V iviente”, que parece cuernos puntiagudos, él se torna un animal
constituir la categoría de Reino (Costa- muy peligroso y entonces considerado
Neto, 2001). Sin embargo, los recursos pes- como un paaxo. L a extensión de cada ca-
queros tanto pueden ser incluidos como, tegoría también es flexible. L a categoría
ocasionalmente, excluidos de la categoría paaxo no solamente incluye las serpientes y
“Pez”, una vez que hubo táxones específicos artrópodos venenosos, sino también las
que fueron incluidos en otra categoría plantas venenosas. A demás, una persona
forma de vida (“Insecto”) por cuestiones puede ser metafóricamente designada de
aparentemente de orden económico, esté- paaxo en un contexto específico de la con-
tico y tabú alimenticio (sin valor, feo y por- versación cotidiana (Sugawara, 2001).
que se cree que se acuesta con la serpiente Aunque las tres categorías descritas arriba
yararacusú - Bothrops jararacussu L acerda, puedan estar en el más alto nivel jerár-
1884), como el caso del pez traíra-canguçu quico, son categorías bien funcionales, que
(probablemente Hoplias lacerdae M iranda- traspasan clases heterogéneas de objetos.
Ribeiro, 1908); además de otros táxones es- Adicionalmente, son identificados tres tér-
pecíficos que fueron incluidos en el dominio minos para formas de vida: ave (zera), cu-
etnosemántico “Culebra” debido a su apa- lebra (|qx’áo) y pez (||k’au). Sin embargo, el
riencia serpentiforme, como el muçum o an- último término denota actualmente una
guila criolla (Synbranchus marmoratus Bloch, categoría vacía que no incluye términos en
1795). Por otro lado, algunos vertebrados los niveles más bajos (Sugawara, 2001).
fueron igualmente incluidos en la categoría L os M ontagnais categorizan los ani-
de los “peces”, como fue el caso de las tor- males en comestibles (carne roja y carne
tugas marinas, los delfines, las ballenas y la blanca) y no-comestibles (C lément, 1995).
anaconda (Eunectes murinus L innaeus, E ntre los Aguaruna Jíbaro del Perú, estu-
1758) porque viven en ambiente acuático, diados por Patton et al. (1982), no se da un
mientras que otros ocupan una posición al- término para mamífero. E l término que
ternante (M arques, 1991), como el yacaré más se aproxima del significado académico
que “no es ni carne ni pez de agua dulce”. de mamífero es kúntin, que se puede tradu-
Un caso con mamíferos es el estudio cir como “mamífero de cuatro patas comes-
realizado por Sugawara (2001) sobre etno- tible” o “animal de caza”. D icha categoría
taxonomía zoológica de los San C entral difiere de otros agrupamientos principales
(| G ui y || G ana), que viven en el desierto de mamíferos porque se basa en criterios
del Kalahari en el suroeste africano. A sim- morfológicos y funcionales. Por ejemplo, el
ple vista, la fauna local está clasificada de venado (Mazama sp.) es un alimento tabú
una manera sencilla y práctica: a) cosas que para los Aguaruna y los H uambisa y por

83
tanto no está incluido dentro de los kúntin. hay como saber distinguir. Yo aprendí que
Sin embargo, cambios demográficos están insecto es insecto y animal es animal [...],
llevando a que algunos Aguaruna acepten el pero no sé la explicación. Sólo porque mis
consumo de carne de este animal. padres y abuelos ya hablaban eso [...]”
O tro ejemplo sobre la formación de los ( D on N ., 68 años). Términos zoológicos,
dominios semánticos etnozoológicos viene como “pez”, “anfibio” y “mamífero”, tam-
del trabajo de investigación de Santos-Fita bién aparecieron en algunas circunstancias,
(2008), quien desarrolló un estudio de etno- pero de forma un tanto confusa y siempre
taxonomía junto a los pobladores de Pedra en contraposición a los “insectos” e inte-
Branca, una comunidad campesina del mu- grándose dentro del dominio más inclu-
nicipio de Santa Terezinha ubicado en el in- yente “animal”.
terior del Estado de Bahía, Brasil. El autor se A l buscarle una posible correlación y
interesó por la construcción de los dominios aplicabilidad a los principios de clasifica-
“animal” e “insecto” hecha por los lugareños, ción etnobiológica propuestos por Berlin
en base a todo un complejo de aspectos (1992), la etnocategoría “Insecto” debería
(cognitivos, emocionales y prácticos) que de- considerarse como una categoría forma de
terminan cómo concibEn: nombran, clasifi- vida, la cual, a su vez, se incluiría (jerárqui-
can y se relacionan con la fauna local. camente) en la categoría iniciador único
L os resultados indican que, indepen- “A nimal”. Sin embargo, según los datos
dientemente de edad o género de los sujetos obtenidos, al contemplar los principios
participantes, se reconoce la existencia de berlinianos anteriormente descritos, San-
dos dominios semánticos etnozoológicos tos- Fita (2008) observó que en el sistema
principales: “animal” e “insecto”. Según el de clasificación etnozoológico de los habi-
autor, las ambigüedades y dudas sólo apare- tantes de Pedra Branca, el dominio se-
cieron en el momento en que le pidió a la mántico “Insecto” parece situarse al mismo
gente delimitar las fronteras, es decir, saber nivel jerárquico que el dominio “A nimal”,
cuáles eran los representantes de cada grupo considerando que ambas corresponderían
y el motivo de esta separación. Así, los suje- a la categoría berliniana de forma de vida,
tos entrevistados identificaron y describie- pero sin tener que ser mutuamente exclu-
ron ambos dominios basándose en dar yentes entre sí. D ependiendo de la cir-
ejemplos de organismos pertenecientes a cunstancia cultural (representación
cada uno, nunca mediante una definición afectiva) en que el organismo pueda estar,
única y general. Véanse un par de citas: pertenecerá al dominio semántico “animal”
o “insecto”, pasando a ser representante de
“Yo creo que insecto no es animal” (E ., 26 uno o del otro grupo (ver los casos parti-
años). culares de la abeja y la mariposa más ade-
“Insectos aquí nosotros tenemos la ser- lante). No obstante, en la práctica tal
piente, araña, saltamontes, escorpión, hor- distinción entre estos dos dominios apa-
miga, lagartija [...]. L os otros son los
rece como algo lingüísticamente tenue y
animales: buey, caballo, perro, gallina [...]”
ambiguo, dándose un solapamiento entre
( D on M ., 37 años).
ambos complejos semánticos. L o constata:
E n general, los entrevistados no sabían
“ Cobra es insecto, porque es un animal que
articular de forma exacta y segura una de- ofende a la persona” ( D on B., 64 años).
finición específica para cada dominio: “ No

84
“Yo creo que insecto no es animal [...]. Yo utilizan el título lingüístico “insecto” para
creo que uno tiene relación con el otro, que reunir a varios animales no sistemática-
son de la raza animal, pero lo bueno es di- mente relacionados entre sí. Se registró que
ferenciar, ¿no? [...] unos serán clasificados este lexema se emplea para referirse a aque-
como animal y otros como insectos [...] es
llos organismos que presentan las siguientes
sólo clasificación” (E ., 26 años).
características culturalmente percibidas: a)
son pequeños; b) no se les da ninguna uti-
L as citas anateriores demuestran esta
lidad, sobre todo alimentaria; c) pueden
interrelación de los dos términos semánti-
causar enfermedades, a veces mortales; d)
cos analizados (animal insecto),
provocan reacciones de repugnancia y re-
siendo que los organismos categorizados
pulsa; y e) se consideran nocivos y/o peli-
como “insectos” pueden percibirse como
grosos para la salud humana.
“animales”, pero casi nunca llamados (cul-
L os insectos propiamente dichos (es
turalmente) como tales. Además, pareciera
decir, los Insecta de la clasificación lineana)
como si la propia definición académica (en-
también son percibidos y clasificados en el
tiéndase lineana) de animal perdiese aquí
dominio semántico “Insecto”. E n las decla-
todo su significado y representatividad, ad-
raciones de los entrevistados, sin embargo,
quiriendo otro tipo de concepción biológica
el autor no detectó una razón de peso que
y cultural, como “oposición” al conjunto de
motivara esta categorización, pues “son in-
los llamados “insectos” (Santos- Fita, 2008).
sectos simplemente porque lo son”. Este
Parece que los términos animales con
modo de percibir y categorizar los insectos
fuertes connotaciones emocionales, positi-
se vuelve más complejo al hablar de las abe-
vas o negativas, son lexicalmente codifica-
jas y mariposas, con los que varios habitan-
dos según dimensiones culturalmente
tes de Pedra Branca tuvieron dudas e,
relevantes. Nolan et al. (2006) sugieren que
incluso, aprovecharon para preguntarle al
los dominios etnobiológicos son cogniti-
investigador si esos artrópodos eran verda-
vamente agrupados de acuerdo con valo-
deramente “insectos” o “animales”, incerti-
res, creencias y sentimientos culturalmente
dumbre probablemente debida a los valores
constituidos acerca de los seres vivos. L os
y sentimientos culturalmente atribuidos a
etnobiólogos deb E n: por lo tanto, conti-
estos organismos. E n el caso de las abejas,
nuar investigando las consecuencias de la
por ejemplo, la miel tiene un gran valor nu-
emotividad, puesto que ésta es una fuerza
tritivo, medicinal y económico. A excep-
poderosa en la estructuración cognitiva de
ción de la abeja-italiana o abeja melífera
dominios culturales.
Apis mellifera scutellata L epeletier, 1836 que
presenta aparato inoculador de ponzoña, las
LA CONSTRUCCIÓN DEL DOMI- especies de abejas sin aguijón ( M eliponi-
NIO ETNOZOLÓGICO “INSECTO”: nae) no ofrecen riesgos a las personas. L as
ESTUDIO DE CASO siguientes citas dan constancia de las dife-
rentes concepciones (ambigüedades) que se
Aprovechamos este mismo estudio et- tienen acerca de las abejas:
notaxonómico llevado a cabo por Santos-
Fita (2008) para discutir sobre la formación “ L a abeja produce la miel. E s doméstica
del dominio etnozoológico “Insecto”. L os también, pero continúa siendo insecto
habitantes de Pedra Branca (y alrededores) […], a pesar de que esté en casa y produce
la miel” ( D oña E ., 39 anos).

85
“Abeja uruçu es inofensiva. No es insecto, Fueron nueve los animales no-insectos
no muerde a nadie” ( D on A ., 54 años). (según la clasificación lineana) menciona-
“A hí no sé. Uruçu no pude ser insecto por- dos por los sujetos entrevistados. E n la Fi-
que me da la miel. E lla no es insecto por- gura 5 se muestra el total de entrevistados
que tiene utilidad para la gente […], e
que mencionaron estos organismos, así
insecto es aquel que hace daño a la per-
sona” ( D on F., 44 años).
como su inclusión en los dominios “ani-
“ L a uruçu no es insecto porque no ofende mal” o “insecto”. E xceptuando algunos
y da la miel […] porque insecto es quien casos de categorización de estos animales
ofende. L a abeja italiana es insecto porque como pertenecientes al dominio semántico
ofende. Italiana está en el bosque. L a otra, “animal”, la mayor parte de los entrevista-
en casa” ( D oña C ., 79 años). dos los clasificó como “insectos”. E n el
caso del escorpión (Tityus serrulatus Lutz y
En relación a las mariposas, algunos en- M ello, 1922) y de la araña (varias especies,
trevistados las consideraron como “insectos”, incluyendo las tarántulas), podría enten-
a pesar de no “ofender” a nadie; otros las veían derse que su inclusión en el grupo de los
como a “no-insectos” precisamente porque “insectos” se deba al alto grado de seme-
no perjudican a las personas. Los testimonios janza anatómico-morfológica con la C lase
siguientes también demuestran el valor esté- Insecta, pues todos conforman el filum
tico-contemplativo de estos artrópodos: Arthropoda. E n relación a los otros no-in-
sectos –gecko (Hemidactylus mabuia M o-
“ M ariposa es también insecto, pero no reau de Jonnés, 1818), lagartija (Tropidurus
muerde” ( D on A ., 54 años). hispidus Spix, 1825), serpiente (varias es-
“Yo creo que no es insecto, no perjudica nada pecies en diferentes familias), sapo (Chau-
[…] ¡y es tan bonita!” (Doña V., 59 años). nus jimi Stevaux, 2002) y murciélago
“ M ariposa es insecto que no ofende a nadie
(Artibeus sp.)– llama la atención el hecho
[…], pero si ella no ofende, no podría ser in-
secto, porque insecto es aquel que muerde la
de ser vertebrados. E sto quiere decir que
gente. D ebe ser animal” (Don F., 44 años). en el sistema de clasificación etnozooló-

Figura 5. A nimales no-insectos citados durante las entrevistas con los habitantes de Pedra Branca (Bahía,
Brasil), distribuidos según la inclusión en los dominios etnozoológicos “insecto” o “animal”. Figura extraída de
Santos- Fita (2008).

86
gico de los habitantes de Pedra Branca, pa- por animales venenosos y ponzoñosos a la
rece que la distinción entre vertebrados e hora de definir qué organismos pertenecen
invertebrados no es relevante para la in- o no al dominio semántico “Insecto” (San-
clusión de animales en el dominio “in- tos- Fita, 2008).
secto”. Los pocos sujetos que mencionaron Retomando nuevamente los principios
la presencia de hueso en estos animales de- de categorización etnobiológica de Berlin
jaron bastante claro que, independiente- (1992), como ya fue mencionado, la cate-
mente de que el animal causara perjuicios goría etnotaxonómica forma de vida está
o no y de la representación afectiva que se constituida por grupos de organismos que
le pueda atribuir, cuando éste tiene hueso comparten caracteres morfológicos fácil-
es porque pertenece al dominio “animal”. mente reconocibles. Siendo así, no sería de
esperar que, tanto en el poblado de Pedra
Es interesante constatar también que, a Branca como en varios otros lugares alre-
diferencia de la lagartija y del sapo, tanto el dedor del mundo, la categoría forma de
teiú (lagarto overo; Tupinambis merianae vida “insecto” reuniese organismos anató-
D uméril y Bibron, 1839) como la rana mico-morfológicos tan diferentes entre sí
(Leptodactylus ocellatus L innaeus, 1758) como, por ejemplo, una mariposa, un sapo,
siempre son “animales”. E l autor decidió in- una serpiente y un murciélago. L as carac-
cluirlos porque le valió para hacer compa- terísticas morfológicas de los “insectos” pa-
raciones a fin de entender cómo táxones que recen tener poca relevancia en la formación
presentan una forma semejante son, sin em- de este dominio, puesto que que fueron
bargo, clasificados en dominios etnosemán- otros los criterios utilizados por los sujetos
ticos diferentes en función de su evidente entrevistados. Para Santos- Fita (2008), en
utilidad como fuente de proteínas. E n este este sistema de clasificación etnozoológico
estudio, concretamente, para anuros y la- se estarían empleando aspectos tanto cog-
gartos la cuestión de la semejanza física nitivos (percepción de la morfología)
(morfología externa total) no es un carácter como, especialmente, utilitarios (aquí, re-
determinante para su clasificación etnozo- firiéndose al uso o no-uso que determi-
ológica. Por ejemplo, incluso presentando nado animal tiene para las personas) para
una constitución física casi parecida al sapo, categorizar y clasificar las discontinuida-
la rana no se consideró “insecto” debido a su des biológicas con las cuales conviven e
utilidad como fuente de alimento para al- interactúan. Este valor utilitario dirigido al
gunos habitantes de la región: “La rana no animal, generalmente, no denota un uso
es insecto porque se come” ( D on N ., 63 estrictamente material (alimento, remedio
años); además, también es probable que este casero, artesanía, etc.), sino que le permite
anfibio no sea categorizado como “insecto” (al sujeto) ajustarse y adaptarse mejor al
porque no causa trastornos a la salud hu- contexto ecológico correspondiente. Be-
mana (a diferencia del sapo, que se cree que gossi (1993) ya enfatizó que “[…] ‘utilidad’
causa daños debido al veneno secretado en aquí debe verse no sólo en términos de ali-
forma de leche: “ É l es insecto que no mento, medicina o vestimenta. M uchas
muerde, pero su leche maltrata a la gente”, veces una especie es importante por ser pe-
Doña N., 57 años), corroborando, entonces, ligrosa. Por ejemplo, conocer bien las ser-
la importancia que en esta comunidad se le pientes debe ser ventajoso en términos de
da a la cuestión de los accidentes causados supervivencia”.

87
L os datos de la literatura revelan que civo, peligroso y fuente o vector de enfer-
la existencia del dominio etnozoológico medades, y que, consecuentemente, debe
“insecto” parece encontrarse como un pa- ser eliminado ( C osta- N eto, 2000, 2002).
trón en los sistemas de clasificación etno- Para G reene (1998), estos organismos (los
biológicos (ateniéndose, sin embargo, a los “insectos”) pasan a verse como una catego-
términos nativos equivalentes y a las cate- ría representativa, volviéndose realizacio-
gorías no nombradas). D icho patrón ha nes metafóricas de otros seres o de sus
sido explicado por C osta- N eto (1999, cualidades (negativas).
2000) mediante la hipótesis de la ambiva- E n el caso de la comunidad de Pedra
lencia entomoproyectiva, según la cual: Branca, al considerarlos o no como “insec-
tos”, todos los sujetos entrevistados daban
“los seres humanos acostumbran a proyec- especial énfasis a las características negativas
tar sentimientos de nocividad, peligrosidad, relacionadas con estos organismos, desta-
irritabilidad, repugnancia y menosprecio a cando, precisamente: fealdad, repugnancia,
animales no-insectos (incluso personas), peligrosidad y, sobre todo, nocividad, rela-
asociándolos a la categoría ‘insecto’ determi-
cionándose también con aspectos de inuti-
nada culturalmente. La idea de ambivalencia
se utiliza en sentido sociológico, refiriéndose
lidad (Santos- Fita, 2008).
a la actitud que oscila entre valores diversos
y, a veces, antagónicos. La proyección resulta TOPOGRAFÍA CORPORAL
del proceso psicológico por el cual un indi-
viduo atribuye a otro ser las causas de sus E l registro de cómo los seres humanos
propios conflictos” (Costa- Neto, 2000). denominamos diferentes partes del cuerpo
de los animales, lo que se conoce como to-
Según L auck (2002), cuando una pro- pografía corporal (Silva, 1988), tiene impor-
yección está en operación, atribuimos cua- tancia significativa en estudios de
lidades y motivos ambiguos a los otros etnotaxonomía. D ependiendo de la habili-
seres, creando una identidad en línea con dad de observación del individuo, del ta-
nuestras propias necesidades y creencias, maño de las estructuras corporales de
que, frecuentemente, están muy lejos de la algunos animales (por ejemplo, invertebra-
verdadera naturaleza del otro. Así, el modo dos) y de su significación utilitaria y simbó-
en que la mayoría de los seres humanos lica en un determinado contexto
concibe y se expresa en relación con los sociocultural, ciertas partes morfológico-
animales incluidos culturalmente en la ca- anatómicas son más conocidas y/o nombra-
tegoría “insecto”, demuestra los sentimien- das. L as características anatómico-
tos y las actitudes de desprecio, aversión y morfológicas resultan importantes en los es-
miedo que generalmente se tiene por cier- tudios etnozoológicos porque es a partir de
tos animales. Estos son, entonces, conce- la concepción general del cuerpo del animal,
bidos, identificados, clasificados y incluyendo su estructura y la composición de
nombrados como “insectos” principal- sus partes, que toda una red cognitiva se
mente debido a la representación afectiva y construye sobre determinado animal que
a las actitudes culturalmente asociadas al vive en el ambiente culturalmente compar-
término “insecto”, que, generalmente, se tido con los miembros de una comunidad
usa para referirse a aquel organismo consi- humana. La Figura 6 muestra un ejemplo de
derado como un ser feo, repugnante, no- topografía corporal en el que se observa que

88
los Chinanteco (etnia del Estado de O axaca, oág se refiere, a la vez, al cerebro, ganglios
M éxico) reconocen y nombran 24 estructu- dorsales, espina dorsal, nervios e, incluso, la
ras morfológicas de un ave (Retana, 2004). médula. Por otro lado, la introducción de
nuevas especies animales en una determi-
nada región, en caso de producirse por uso
cultural, conlleva a que, muy probablemente,
se expanda el vocabulario para designar sus
diversas partes anatómico-morfológicas.
Souto (2008) discute en relación a tres
patrones generales de la topografía corpo-
ral: a) polinomía, que es la aplicación de dos
o más nombres a la misma estructura cor-
poral; b) funcionalidad, que se refiere al
atributo de funciones a las estructuras; y c)
codificación de analogía antropomórfica, que
demuestra la gran influencia de términos
utilizados para designar la morfología hu-
mana a la hora de denominar las diversas
partes de los animales.

ETNOONTOGENIA Y TRANSFOR-
Figura 6. Nomenclatura C hinanteca de la estructura MACIONES BIOLÓGICAS
morfológica de un ave. Extraído de Retana (2004).

L a serie de transformaciones experi-


mentadas por un ser vivo desde su origen
Entre los Pima del Estado de Arizona hasta su completo desarrollo se conoce
(Estados Unidos), el amplio conocimiento y como ontogénesis u ontogenia. E n varias
nominación de los órganos internos provie- culturas, no obstante, tanto el origen como
nen de una larga práctica histórica de la caza, el desarrollo morfológico de los animales se
siendo que la nominación de partes corpo- concibe y comprende según una óptica bio-
rales externas es facilitada por la transferen- lógica particular. Para los Krahó, por ejem-
cia de términos de los humanos hacia los plo, humanos, animales, vegetales e, incluso,
animales: por ejemplo, el vocablo huch de- minerales y objetos manufacturados tienen
signa tanto las uñas de las manos o pies de un karõ, que se puede traducir aproximada-
una persona, como las garras o pezuñas del mente como “alma”. A l morir, el alma hu-
animal (Rea, 1998). Muchas veces, la im- mana deambula por algún tiempo (o se
portancia del animal como recurso alimen- dirige hacia la aldea de los muertos, situada
ticio conlleva a que las personas observen al oeste) hasta tranformarse en un animal de
con mayor atención la anatomía interna y gran porte; cuando este animal muere, se
externa de los animales que consumen. Sin transforma en un animal inferior; cuando
embargo, muchas partes no son lingüística- este otro también muere, se convierte en ter-
mente diferenciadas o, entonces, el mismo mitero o cepa de palo. Por último, cuando el
nombre designa diferentes estructuras ana- fuego los quema, se produce el aniquila-
tómicas. Rea (1998) registró que la palabra mento completo (M elatti, 1978).

89
C huang Tsu (370-300 a. C .) escribió pueden transformarse en mariposas (‘on-
uno de los más antiguos textos sobre el gombila’) y éstas, a su vez, en pequeños
“transformismo” de los seres vivos, inclu- murciélagos (‘litimbi’) ( D wyer, 1976).
yendo seres reales e imaginarios en su ciclo A lgunas de las biotransformaciones re-
de transformaciones (Papavero y Balsa, conocidas por los miembros de sociedades
1986). L as explicaciones locales al surgi- tradicionales se pueden considerar bioló-
miento de los animales y a los tipos de gicamente válidas. C omo recordó D wyer
tranformaciones biológicas que estos expe- (1976), en el mundo de los insectos predo-
rimentan a lo largo de su vida, son impor- minan metamorfosis drásticas de colores,
tantes porque determinan el modo en que formas y estilos de vida. Para algunos casos,
los indivíduos conciben y clasifican las re- los indivíduos reconocen el proceso de me-
laciones entre diferentes categorías de ani- tamorfosis exactamente igual a cómo se
males (E ll E n: 1985). Consecuentemente, presenta: fases del desarrollo para una es-
el conocimiento local acerca de cómo se pecie. O tras veces, no obstante, estos ex-
originan los distintos animales y sus poste- traen conclusiones erróneas de la
riores biotransformaciones, también debe- naturaleza, identificando fases del desarro-
ría constituir parte fundamental de los llo como especies diferentes, justificando
estudios sobre sistemas de clasificación et- una biotransformación entre éstas. E l
nozoológicos. grupo étnico A ndoke, que vive en la A ma-
M uchos grupos humanos creen que zonia colombiana, por ejemplo, sabe que
animales de una determinada especie, bajo las larvas de escarabajos sufren una meta-
ciertas circunstancias, pueden transformase morfosis, fenómeno que es entendido
hasta convertirse en miembros de otra es- como expresión de un poder mágico de
pecie. A continuación expondremos algu- transformación de estos insectos ( Jara,
nos ejemplos. Según Nonaka (1996), los 1996). E n el mito A ndoke sobre el origen
San del desierto del K alahari creen que la de la miel y de las abejas, éstas están aso-
cigarra (Munza laticlavia (Stål, 1858)) se ciadas con el mundo estelar y de los ante-
transforma en escarabajo (Sternocera orrisa pasados; las dantas o tapires, a su vez, son
Buquet, 1837; Buprestidae) durante la descendientes de aquellas abejas que se
época de lluvias, para después transfor- transformaron depués de haber cometido
marse en grillo (Gryllus bimaculatus D e un acto de canibalismo. Por dicho motivo,
G eer, 1773). L os Nuaulu, de la Indonesia dantas (Tapirus terrestres L innaeus, 1758)
oriental, creen que las larvas de varias es- y abejas se colocan en categorías taxonó-
pecies de Drosophila se transforman en ne- micas ordenadas jerárquicamente.
mátodos intestinales, y que un tipo de La forma en que los habitantes del po-
hormiga (sohane) se transforma en solita- blado de Pedra Branca (Estado de Bahía,
rias del género Taenia ( E ll E n: 1985). E l Brasil) consideran el origen de ciertos in-
pueblo K alam, estudiado por Bulmer sectos y los tipos de transformaciones bio-
(1968), cree en la transformación de gusa- lógicas por los cuales estos pasan, son
nos tanto en serpientes terrestres y acuáti- bastante inusitados (Costa- N eto, 2004b).
cas como en anguilas. E l pueblo Rofaifo, D e acuerdo con los procesos de biotrans-
que habita las M ontañas O rientales de formaciones explicitados por los entrevista-
Papúa Nueva G uinea, afirma que ciertas dos, los “insectos” pueden agruparse en tres
larvas de escarabajos cerambícidos (‘foua’) categorías (con sus respectivos ejemplos):

90
A) “Insectos” que se originan del vegetal: lan durante el crepúsculo, frecuentemente
M adera > O ruga-de-la-madera (larvas manteniendo un aleteo estacionario mien-
de diferentes coleópteros) tras extraen el néctar de las flores con sus
Pau-paraíba (Simarouba sp.) > Jequiti- largas probóscides (E id y V iard, 1997).
ranabóia (Fulgora cf. laternaria)
C amará (Lantana sp.) > Louva-a-deus- REFERENCIAS
de-cobra (Phibalosoma sp.?)
L icuri (Syagrus sp.) > O ruga-del-licuri A L M E I D A , S. M ., F R A N C H I N , A . G . Y M A R Ç A L
(Pachymerus cf. nucleorum) J Ú N I O R , O . 2006. Estudo etnoornitológico
no distrito rural de F lorestina, município
B) “Insectos” que se originan de otros in- de Araguari, região do Triângulo M ineiro,
sectos: M inas G erais. Sitientibus série Ciências Bio-
Berne > M osca lógicas, 6: 26-36.
A M O RI M , D . S. 1997. Elementos básicos de siste-
Hormiga-de-la-yuca (Attaspp.) < > Tanajura
mática filogenética. H olos. Ribeirão Preto.
Oruga-del-licuri > Escarabajo (Bruchinae) A T R A N , S. 1990. Cognitive fundations of natu-
ral history. C ambridge University Press.
C) “Insectos” que se transforman en otros L ondon.
animales: A T R A N , S. 1998. Folk biology and the anthro-
Mariposas diurnas > Camarones (Crustacea) pology of science: cognitive universals and
M ariposa > Colibrí (Ave, Trochilidae) cultural particulars. Behavioral and Brain
Jequitiranabóia > C obra-de-cipó Sciences, 21(4):547-569.
(Phylodrias sp., Colubridae) B A H U C H E T, S. 1992. E squisse de l’ethnoich-
tyologie des Yasa du cameroun. Anthropos,
87: 511-520.
L a creencia de la transformación de
B A N D E IR A , F. P. 2001. Construindo uma epis-
mariposas en colibríes ( Trochilidae) es un temologia do conhecimento tradicional:
fenómeno transcultural históricamente an- problemas e perspectives. En: E . M . Costa-
tiguo y fuertemente arraigado. E n América Neto y F. J. B. Souto (O rgs.): Anais do I En-
del Sur es común esta creencia, conocién- contro Baiano de Etnobiologia e Etnoecologia,
dose en Brasil desde el período colonial. 1999, pp. 109-133. U E FS. Feira de Santana.
José de A nchieta, en su Epístola (datada en B E G O SSI , A . 1993. E cologia humana: um en-
1560, pero publicada en 1799), ya registró foque das relações homem-ambiente. In-
dicho fenómeno. Taunay (1999) cita al terciencia, 18(3): 121-132.
Padre Vasconcelos, quien afirma haber B E G O SSI , A . Y G A R AV E L L O , J. C . 1990. Notes
on the ethnoichthyology of fishermen
visto, con sus propios ojos, “unos rojizos-
from the Tocantins River (Brazil). Acta
blancos criados en la superficie del agua y Amazônica, 20: 341-351.
que se transformaron en mosquitos, los B E R LI N , B. 1973. Folk sustematics in relation
cuales pasaron a la forma de oruga. Éstas to biological classification and nomencla-
se tranformaron en mariposas y, finalmente, ture. A nnual Review of E cology and Sys-
éstas en colibríes”. L a interpretación más tematics 4: 259-271.
acertada para explicar el porqué mariposas B E R LI N , B. 1992. Ethnobiological classification:
de la familia Sphingidae pueden ser, a principles of categorization of plants and an-
veces, confundidas con pequeños colibríes imals in traditional societies. Princeton Uni-
es la siguiente: dichas mariposas (p. ej., Ma- versity Press, Nova Jersey.
B ERLI N , B. 1999. L exical reflections on the cul-
croglossum stellatarum Linnaeus, 1758) vue-
tural importance of medicinal plants among

91
Tzotzil and Tzeltal M aya. En: T. L. Gragson C O S TA - N E T O , E . M . 2001. A cultura pesqueira
y B. G . Blount (eds.): Ethnoecology: knowl- do litoral norte da Bahia: etnoictiologia, de-
edge, resources and rights, pp.12-23. T he Uni- senvolvimento e sustentabilidade. E D U F B A .
versity of G eorgia Press. A thens. Salvador; E D U F A L . M aceió.
B ER LI N , B., B R E E D L O V E , D. E . Y R AV E N : P. H . C O S TA - N E T O , E . M . 2002. Manual de Et-
1973. G eneral principles of classification noentomología. Sociedad E ntomológica
and nomenclature in folk biology. Ameri- Aragonesa. Z aragoza.
can Anthropology, 75: 214-242. C OSTA - N E T O , E . M . 2004a. La etnoentomolo-
B E R LI N , B. Y O ’N E I L L , J. 1992. T he pervasive- gía de las avispas ( H ymenoptera, Vespoidea)
ness of onomatopoeia in the Jivaroan lan- en el poblado de Pedra Branca, Estado de
guage family. Journal of Ethnobiology, 1: Bahia, Nordeste de Brasil. Boletín de la So-
95-108. ciedad Entomologica Aragonesa, 34: 247-262.
B O R G ES, J. L . 2007. Outras inquisições. Com- C O S TA - N E T O , E . M . 2004b. Biotransforma-
panhia das L etras. São Paulo. ções de insetos no povoado de Pedra
B R O W N , C . H . 1974. Unique beginners and Branca, Estado da Bahia, Brasil. Intercien-
covert categories in folk biological taxonomies. cia, 29(5): 281-283.
American Anthropologist, 76: 325-327. C O S TA - N E T O , E . M . Y M A R Q U ES, J. G . W.
B R O W N , C . H . 1979. Folk zoological life- 2000. A etnotaxonomia de recursos ictio-
forms: their universality and growth. Amer- faunísticos pelos pescadores da comuni-
ican Anthropologist, 81(4): 791-812. dade de Siribinha, norte do estado da
B R O W N , C . H . 1984. L anguage and living Bahia, Brasil. Biociências, 8(2): 61-76.
things: uniformities in folk classification C OSTA - N E T O , E . M . Y R O D RI G U ES, R. M . F. R.
and naming. Rutgers University Press. New 2006. Os besouros (Insecta: Coleoptera) na
Brunswick concepção dos moradores de Pedra Branca,
B R O W N , C . H . 1985. M ode of subsistence and Santa Terezinha, Estado da Bahia. Acta
folk biological taxonomy. Current Anthro- Scientiarum Biological Sciences, 28: 71-80
pology, 26(1): 43-53. C OSTA - N E T O , E . M . Y S A N T OS, I. B. 2007. Es-
B U L M E R , R. N . H . 1968. Worms that croak tudo etnoornitológico em uma região do
and other mysteries of K aram natural his- Semi- Árido do Estado da Bahia, Brasil. Si-
tory. Mankind, 6: 621-639. tientibus série Ciências Biológicas, 7(3): 273-
C L É M E N T, D . 1995. La zoologie des Monta- 288.
gnais. Peeters. Paris. C O U T O , H . H . 2007. Ecolingüística: estudo das
C O N K LI N , H . C . 1969. L exicographical Treat- relações entre língua e meio ambiente. T he-
ment of Folk Taxonomies. En: S. Tyler (ed.): saurus. Brasília.
Cognitive anthropology, pp. 41-59. H olt, D A LY , D . C . 1998. Systematics and ethnob-
Rinehart and W inston, Inc. New York. otany: what’s in a name? En:V. S. da Fon-
C O S TA - N E T O , E . M . 1998. Folk taxonomy seca, I. M . Silva y C . F. C . de Sá ( O rgs.):
and cultural significance of “abeia” (Insecta, Etnobotânica: bases para conservação, pp. 50-
H ymenoptera) to the Pankararé, North- 68. E D U R. Seropédia.
eastern Bahia State, Brazil. Journal of Eth- D U Q U E , P. H . 2004. Teoria dos protótipos, ca-
nobiology, 18(1): 1-13. tegoria e sentido lexical. D isponible online
C O S TA - N E T O , E . M . 1999. A etnocategoria em <http://www.filologia.org.br/revista/ar-
“inseto” e a hipótese da ambivalência ento- tigo/7(22)13.htm>. A cceso en 23 de abril
moprojetiva. Acta Biológica Leopoldensia, de 2004.
21(1): 7-14. D W Y E R , P. D . 1976. Beetles, butterflies and
C OSTA - N E T O , E . M . 2000. T he significance of bats: species transformation in a New G ui-
the category ‘insect’ for folk biological clas- nea folk classification. Oceania, 46: 188-205.
sification systems. Journal of Ecological E I D , A . Y V I A R D , M . 1997. Butterflies and
Anthropology, 4: 70-75. moths of the world. C hartwell. N ew Jersey.

92
E L L E N : R. F. 1985. Species transformation K R O E M E R , G . 1994. Kunahã Made: o povo do
and the expression of resemblance in Nu- veneno. Sociedade e cultura do povo Zuruahá.
aulu ethnobiology. Ethnos, 1(2): 5-14. E dições M ensageiro. Belém.
E L L E N : R. F. 1993. The cultural relations of L A U C K , J. E . 2002. The voice of the infinite in
classification: an analysis of Nuaulu animal the small: re-visioning the insect-human
categories from central Seram. C ambridge connection. Shambhala Publications. Bos-
University Press. C ambridge. ton.
F L E C K , D. W., V OSS, R. S., PAT T O N , J. L. 1999. L É V I -S T R A USS, C . 1962. La pensée sauvage. L i-
Biological basis of saki (Pithecia) folk brairie Plon. Paris.
species recognized by the M atses Indians M A F F I , L . 1999. L anguage and the environ-
of A mazonian Peru. International Journal ment. En: D . A . Posey (ed.): Cultural and
of Primatology, 20(6): 1005-1027. spiritual values of biodiversity, pp. 22-29.
F O R T H , G . 2004. Nage birds: classification and I T P. L ondres.
symbolism among an Eastern Indonesian peo- M A RI , H . 2002. C ategorização. En: R. P. M ar-
ple. Routledge. Nova York. tins y H . M ari (E ds.): Universos do conheci-
G R E E N E , E . S. 1998. E thnocategories, social mento, pp. 67-89. F A L E - U F M G . Belo
intercourse, fear and redemption. C om- H orizonte.
ment on L aurent. D isponible online en M A R Q U ES, J. G . W. 1991. Aspectos ecológicos na
<http://www.psyeta.org/sa/sa3.1/greene.ht etnoictiologia dos pescadores do complexo es-
ml>. A cceso en 4 Febrero de 1998. tuarino-lagunar Mundaú-Manguaba. Ph D
H AYS, T. 1983. “ N dumba folk biology and T hesis. U N I C A M P. C ampinas.
general principles of ethnobotanical classi- M A R Q U ES, J. G . W . 2001. Pescando pescadores:
fication and nomenclature”. American An- ciência e etnoecologia em uma perspectiva eco-
thropologist, 85: 592-611. lógica. N UPA U B. São Paulo.
H E A L E Y , C . 1993. Folk taxonomy and M E L A T T I , J. C . 1978. Ritos de uma tribo Tim-
mythology of birds of paradise in the bira. Á tica. São Paulo.
N ew G uinea H ighlands. Ethnology, M O R Á N , E . F. 1990. A ecologia humana das po-
32(1): 19-35. pulações da Amazônia. Vozes. Petrópolis.
H U N N , E . S. 1982. T he utilitarian factor in M O U R Ã O , J.S. Y N O R D I , N . 2002a. Principais
folk biological classification. American An- critérios utilizados por pescadores artesa-
thropologist, 84: 830-847. nais na taxonomia folk dos peixes do es-
H U N N , E . S. 1993. W hat is traditional ecolog- tuário do rio M amanguape, Paraíba-Brasil.
ical knowledge? En: N . W illiams y G . Interciencia, 27(11): 607-612.
Baines (E ds.): Traditional ecological knowl- M O U R Ã O , J.S. Y N O R D I , N . 2002b. Compara-
edge: wisdom for sustainable development, pp. ções entre as taxonomias folk e científica
13-15. C entre for Resource and E nviron- para peixes do estuário do rio M aman-
mental Studies. Australian N ational Uni- guape, Paraíba-Brasil. Interciencia, 27(12):
versity. Q ueensland. 664-668.
J A R A , F. 1996. L a miel y el aguijón. Taxono- N O L A N , J. M . Y R O B B I N S, M . C . E . 2001.
mía zoológica y etnobiología como ele- E motional meaning and thecognitive or-
mentos en la definición de las nociones de ganization of ethnozoological domains.
género entre los A ndoke ( A mazonia co- Journal of Linguistic Anthropology, 11(2):
lombiana). Journal de la Société de América- 240-249.
nistes, 82: 209-258. N O L A N , J. M ., J O N ES, K. E ., M C D O U G A L , K.
J E NS E N : A . A . 1988. Sistemas indígenas de clas- W., M C F A R L I N , M . J. Y W A R D , M . K .
sificação de aves: aspectos comparativos ecoló- 2006. T he lovable, the loathsome, and the
gicos e evolutivos. M useu Paraense E mílio liminal: emotionality in ethnozoological
G oeldi. Belém. cognition. Journal of Ethnobiology, 26(1):
126-138.

93
N O N A K A , K . 1996. E thnoentomology of the S O U T O , F. J. B. 2008. A ciência que veio da lama:
C entral K alahari San. African Study Mono- etnoecologia em área de manguezal. Nu-
graphs (Suppl.), 22: 29-46. peea/SB E E . Recife.
P A PAV E R O , N . Y B A LSA , J. 1986. Introdução his- S U G A WA R A , K . 2001. C ognitive space con-
tórica e epistemológica à biologia comparada, cerning habitual thought and practice to-
com especial referência à biogeografia. I. Do ward animals among the C entral San (| G ui
Gênesis ao fim do Império Romano do Oci- and || G ana): deictic/indirect cognition and
dente. Sociedade Brasileira de Z oologia. prospective/retrospective intention. African
Belo H orizonte. Study Monographs, 27(Suppl.): 61-98.
P A T T O N , J. L ., B E R L I N , B. Y B E R L I N , E . A . T A U N AY, A . E . 1999. Zoologia fantástica do Bra-
1982. Aboriginal perspectives of a mammal sil (séculos XVI e XVII). Edusp/ Museu Pau-
community in A mazonian Perú: knowl- lista da USP. São Paulo.
edge and utilization patterns among the T AY L O R , K. I. 1977. Sistemas de classificação e
Aguaruna Jívaro. En: M . A . M ares y H . H . a ciência do concreto. Anuário Antropoló-
G enoways (eds.): Mammalian biology in gico, 76: 121-148.
South America, pp. 111-128. University of T U RB AY , S. 2002. A proximaciones a los estu-
Pittsburgh. Pittsburgh. dios antropológicos sobre la relación entre
P A Z , V. Y B E G O SSI , A . 1996. E thnoichthyol- el ser humano y los animales. En: A . U lloa
ogy of G amboa fishermen of Sepetiba Bay, (ed.): Rostros culturales de la fauna: las rela-
Brazil. Journal of Ethnobiology, 16: 157-168. ciones entre los humanos y los animales en el
R E A , A . M . 1998. Folk mammalogy of the north- contexto colombiano, pp. 87-111. Fundación
ern Pimans. T he University of A rizona N atura, M c Arthur Foundation e Instituto
Press. Arizona. C olombiano de A ntropología e H istoria.
R E TA N A , O. G . Principios de taxonomía zooló- A R F O editores e impresores L tda. Bogotá.
gica Chinanteca: aves. Etnobiología, 4: 29-40. V I E R T L E R , R. 2002. M étodos antropológicos
S A N T O S, L . D . 2009. Conhecimentos e classifi- como ferramenta para estudos em etnobio-
cação de esponjas marinhas (Animalia, Pori- logia e etnoecologia. En: M . C . M . A mo-
fera) segundo os moradores da Ilha do rozo, L . C . M ing y S. M . P. Silva (orgs.):
Contrato, Baía de Camamu, Bahia, Brasil. Métodos de coleta e análise de dados em etno-
M aster T hesis. U ESC . Ilhéus. biologia, etnoecologia e disciplinas correlatas,
S A N T O S - F I TA , D . 2008. Cobra é inseto que pp. 11-29. U N ESP/ C N Pq. Rio C laro.
ofende: classificação etnobiológica, questões sa-
nitárias e conservação na região da Serra da
Jibóia, Estado da Bahia, Brasil. M aster T he-
sis. U ESC . Ilhéus.
S I LVA , G . O . 1988. Tudo que tem na terra tem
no mar. A classificação dos seres vivos entre os
trabalhadores da pesca em Piratininga, Rio de
Janeiro. F U N A R T E /Instituto Nacional do
Folclore. Rio de Janeiro.

94
SEGUNDA PARTE

HACIA LA INTERPRETACIÓN
DE LOS ANIMALES
HACIA UN ETNOCONSERVACIONISMO
DE LA FAUNA SILVESTRE
Dídac Santos Fita23, Eduardo J. Naranjo Piñera24 y Ramón Mariaca Méndez 25

L os animales son un marco de refe- ses latinoamericanos, que consideran como


rencia preferente para la humanidad, con fauna silvestre todos sus animales terrestres
los cuales siempre hemos establecido fuer- nativos, para C hile (1929), Trinidad y To-
tes lazos cognitivos, afectivo-emocionales y bago (1958) y Venezuela (1970) sus res-
conductuales (actitudes dirigidas hacia pectivas faunas silvestres se restringen
estos) que repercuten en nuestro vivir. únicamente a los vertebrados terrestres.
D esde los albores de esta coexistencia, los Asimismo, los peces, y en algunos países
animales continuamente han estado suje- otros recursos marinos, están sujetos a leyes
tos a prácticas humanas de uso y manejo de pesca, y, por lo tanto, no están conside-
que determinan su estado de conservación, rados dentro de la categoría de “fauna sil-
debido a los valores tangibles e intangibles vestre”. E n relación a los invertebrados,
que nos inspiran y ofrecen. E n el presente existen muchas experiencias de manejo con
texto nos centraremos en los animales dichos grupos, aunque tampoco se inclu-
(“fauna”) silvestres, con énfasis en el con- yen como “fauna silvestre” (O jasti, 2000).
texto latinoamericano. L a fauna silvestre constituye uno de los
E n un sentido amplio, la fauna silves- recursos naturales renovables básicos, junto
tre abarca todos aquellos animales no do- al agua, el aire, el suelo y la vegetación. No
mesticados. No obstante, este término obstante, a pesar de sus múltiples valores –
frecuentemente se aplica en particular para representa un elemento de importancia
denominar al conjunto de animales que no alimenticia, social, cultural, sanitaria, eco-
dependen directamente del ser humano nómica, simbólica y ecológica–, continúa
para sobrevivir (p.ej., los sujetos a cacería). siendo un tema de debate social que ge-
D e hecho, según la terminología legal de nera polémica, disyuntivas, incomprensión
cada país, la fauna silvestre puede variar en y tabúes, en particular si lo relacionamos
los grupos que la conforman. Por ejemplo, con el tema de su uso y manejo. Q uizás por
a diferencia de la inmensa mayoría de paí- esto sigue siendo un recurso natural des-

23
D octorando en C iencias en E cología y D esarrollo Sustentable. E l Colegio de la Frontera Sur (E C O SU R), San
Cristóbal de las C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: dsantofi@yahoo.es
24
Investigador titular. D epartamento de Conservación de la Biodiversidad, E C OSUR. E -mail: enaranjo@ecosur.mx
25
Investigador titular. D epartamento de Sistemas de Producción Alternativos, E C OSUR. E -mail: rmariaca@ecosur.mx

97
atendido y amenazado en la mayor parte tradicionales de sus territorios, en el caso de
de L atinoamérica ( O jasti, 2000). E n con- ser convertidos por decreto gubernamental
traste con otros componentes de la biodi- en áreas naturales protegidas.
versidad, la fauna (no únicamente silvestre) Esta visión preservacionista fue per-
genera fuertes sentimientos en la gente, diendo adeptos y obligada a apaciguar su
haciéndola reaccionar de distintas mane- discurso radical inicial. D esde finales de la
ras, sobre todo en temas que atañen a la década de 1970 y principalmente las poste-
caza ( Vargas, 2008). riores 1980 y 1990, el debate a escala global
sobre las cuestiones ambientales y, particu-
RECONOCIENDO A LOS USUFRUC- larmente las relacionadas con la conserva-
TUARIOS DE LA FAUNA SILVESTRE ción de la biodiversidad (incluyendo la
fauna silvestre), han priorizado la incorpo-
Para América Latina, la cantidad de in- ración de las poblaciones tradicionales –in-
formación sobre aspectos biológicos, ecoló- dígenas, campesinos, pescadores artesanales,
gicos, de biogeografía o evolutivos entre otros. Bajo el influjo de científicos
relacionados con la fauna silvestre, históri- (entre ellos también etnozoólogos) y O N Gs
camente ha sido bastante superior que la de conservacionistas (p.ej., la Unión Interna-
aquellos estudios asociados a su uso, su rela- cional para la Conservación de la Natura-
ción con los sistemas productivos y la apli- leza/U I C N), que promulgaron un mayor
cación de acciones de manejo tradicional acercamiento y cooperación entre los toma-
como opción para su conservación ( Vargas, dores de decisiones en política ambiental y
2008). H asta las últimas décadas prevaleció estos grupos étnicos, usuarios directos de los
en los ámbitos académico-científico y gu- recursos naturales, muchas de las institucio-
bernamental la tendencia preservacionista nes ambientales públicas empezaron a cam-
más acérrima, obstaculizando el hacer del biar sus estrategias de gestión de la
aprovechamiento una oportunidad de conser- biodiversidad hacia un enfoque de gestión
vación de la fauna silvestre26. E n pro de una compartida. Se empieza a valorar y a reco-
(supuesta) conservación efectiva –sin inter- nocer la aplicabilidad del “saber” y del
ferencia humana, no haciendo distinción al- “saber-hacer” de estos colectivos humanos
guna entre los diversos grupos humanos y con respecto a la naturaleza. A hora interesa
sus modos de vida–, los habituales esque- conocer sus prácticas de uso y manejo de di-
mas de decisión y acción unilateral en ma- versas especies y ecosistemas, mediante las
teria ambiental, incluyendo la legislación de cuales han conseguido, históricamente, re-
la fauna silvestre, se habían basado en for- producir sus sistemas sociales y culturales27,
mas prohibitivas y represivas aplicadas a debido a un profundo conocimiento y coe-
cualquier tipo de uso (incluso de subsisten- xistencia (no siempre “perfecta” pero no tan
cia básica), y de expulsión de las poblaciones destructiva) con el ambiente.

26
A modo general, entendemos por preservación un modelo de conservación que fomenta el mantenimiento y sal-
vaguarda de los diversos elementos de la naturaleza en un sentido de valor intangible, sobre todo reverencial. E n
contraposición, cuando se habla de conservación es en referencia a un uso y manejo adecuado y provechoso de esta
naturaleza, convirtiendo sus elementos en recursos de usufructo tangible.
27
E ntendiendo el concepto de cultura como “la síntesis de procesos biológicos y conductuales, representados por tec-
nología, procesos de producción y reproducción, elementos cognitivos y simbólicos al igual que objetos materia-
les” ( G onzález, 1996)

98
Esta valoración, cabe decir, se dio bajo dicional y Sistemas de Manejo (T E K MS), ven-
ciertas orientaciones preestablecidas dentro dría a ser idealizado como una forma de sal-
del nuevo marco conservacionista. Por un vaguardar, directa o indirectamente, toda la
lado, una mayor preocupación a finales de los diversidad y patrimonio tanto natural como
años 1970 e inicios de los 1980 por el man- cultural28, aportando beneficios tangibles e in-
tenimiento de la diversidad biológica (en sus tangibles a toda la humanidad (Gadgil et al.,
tres niveles: genes, especies y ecosistemas) y, 1993; Roué, 1997; Berkes et al., 2000; Berkes,
por el otro, el advenimiento en los años 1990 1999; Maffi, 2001).
del discurso de la búsqueda de la sostenibi- Coincidimos con O jasti (2000) cuando
lidad. Ambos paradigmas aparecieron en la afirma que “[las cuestiones relacionadas con la
escena mundial para (teóricamente) comba- fauna silvestre] son múltiples y así tienen que
tir y revertir los desastres ambientales pro- ser las soluciones. Es preciso enterarse de las re-
vocados y acelerados principalmente por la alidades del campo, identificar los problemas
acción de un modelo económico-productivo prioritarios y hallar soluciones aceptables desde
desarrollista de gran escala, el cual venía (y el punto de vista social, económico y ambiental,
continúa) siendo cada vez más insostenible, […] en estrecha cooperación con la gente local”.
degradante y socialmente desigual (E kerse- La etnozoología, al dedicarse (más concre-
ley, 1992; Castro, 1997). tamente a partir de los años 1980) al estudio
Estudios etnozoológicos y de otras co- de cómo los seres humanos integran cono-
rrientes de tendencia aún más antropológica cimiento y práctica con relación a los ani-
que también buscan, a su modo particular, males (vistos como recursos), se convierte en
una comprensión integral de las relaciones un campo de investigación favorable en la
que el ser humano establece, en este caso, con búsqueda de alternativas para la conserva-
la fauna silvestre, vienen demostrando desde ción de la fauna silvestre. M ediante estudios
la década de 1980 la manera en que distintos de caso se empiezan a identificar, simultá-
grupos étnicos han ejercido prácticas de uso y neamente a conocimientos y tipos de clasi-
manejo de recursos faunísticos (de uso ficaciones, aquellas características
común) que favorecen su conservación. D i- perdurables de los sistemas tradicionales de
chas prácticas han beneficiado tanto la conti- uso y manejo de la fauna silvestre (en espe-
nuidad de sus propias comunidades y modos cial los sujetos a regímenes de propiedad co-
de vida, como al mantenimiento de las espe- munal), además de valorar la efectividad de
cies animales (con especial mención de las ci- las instituciones que los mantienen y la efi-
negéticas). La importancia de rescatar lo que cacia de sus prácticas. También interesa
en esferas académicas y de instituciones am- saber cómo estos sistemas y quienes los re-
bientalistas pasó a llamarse Conocimiento Eco- producen se han ido adaptando al acelerado
lógico Tradicional ( T E K por sus siglas proceso de continuo cambio social, cultural,
inglesas) o, si le añadimos el componente de económico y ecológico (A lbagli, 1999;
manejo y gestión, Conocimiento Ecológico Tra- H unn, 2007; F leury y A lmeida, 2007).

28
M affi (2005) prefiere expresarlo con los términos diversidad biocultural –definida como la inextricable (o insepa-
rable) conexión entre la diversidad biológica y la cultural, mutuamente dependientes– y patrimonio biocultural.
E n ambos términos, incluyendo aspectos cognitivos y emocionales, se pone de manifiesto un aprovechamiento
(uso sostenible), manejo y conservación del ambiente y sus recursos en base a las opiniones culturales, al respeto
a los derechos de los pueblos y a la participación activa y operativa de los mismos en la elaboración e implemen-
tación de políticas públicas: ambientales o de otra índole. Para mayor información, ver el capítulo “Patrimonio Z o-
ocultural” del presente M anual.

99
E l objetivo es dar legitimidad al uso y naturaleza (salvaje) ésta debe separarse de la ac-
manejo tradicional de la fauna silvestre, tividad humana” influyeron decisivamente en
como prácticas que pueden incidir posi- toda la subsiguiente estrategia mundial de
tivamente en el estado de conservación de conservación ambiental (M annig, 1989;
las poblaciones animales (cinegéticas o Stankey, 1989; G uha, 1989; Kemf, 1993;
no). A l ser un aprovechamiento en mu- G himire, 1994). D esde entonces, se empezó
chos casos aún no tan mediado por as- a transferir a muchos países la idea y directriz
pectos económicos, sino por elementos de básica de que la naturaleza salvaje (amena-
valor social y cultural, no todo se reduce a zada), incluida la fauna silvestre, únicamente
un simple valor de uso. A l potenciar y re- podría preservarse de la acción (siempre)
significar el conocimiento tradicional y destructora del hombre si se mantenía total-
reconociendo los derechos ancestrales de mente deshabitada y sin actividad humana
estos grupos humanos a su usufructo por (D iegues, 1993a). Es decir, como área natu-
haber mantenido hasta la fecha el recurso ral protegida (A N P) sin moradores y sin apro-
faunístico para su aprovechamiento, las vechamiento de los recursos naturales.
probabilidades de conservación pueden L a “naturaleza salvaje” siempre habría
aumentar considerablemente ( Vargas, existido, pero la concepción que se tenía de
2008), puesto que se sigue dependiendo ella cambió a finales del siglo X I X 29, en el
de la fauna silvestre para diversos fines. A l instante en que empezó a estar seriamente
ser ésta parte esencial del sustento hu- amenazada por el avance del modo de vida
mano, interesa que su uso y manejo sea urbano-industrial. E n oposición a la anti-
sostenible y se convierta en instrumento gua visión europea, donde históricamente
conservacionista legal y públicamente re- sus sociedades veían a la naturaleza30 sal-
conocido (U I C N , 2009). vaje como una amenaza potencial al propio
proceso civilizador occidental ( T homas,
UNA SÍNTESIS DEL 1983; Colchester, 1997), los primeros pre-
PRESERVACIONISMO: DESDE LOS servacionistas norteamericanos ( H enry
D avid T horeau, John M uir, Ralph Waldo
EUA AL RESTO DEL MUNDO
E merson, G eorge Perkins M arsh) la con-
sideran la “salvación de la humanidad”. Es
Desde comienzos del siglo XX, la noción
en esta perspectiva que se deriva el con-
norteamericana de wilderness (vida/natura-
cepto y creación de la figura legal de Parque
leza salvaje) y su axioma “para preservar la
Nacional31 como área natural/salvaje pro-

29
Periodo de consolidación del capitalismo –como nuevo orden socioeconómico y político– y de rápida expansión
urbano-industrial y agrícola, fomentando, entre otros cambios, el paso de la propiedad comunal de la tierra (tí-
pica de los nativos americanos) al de la propiedad privada titularizada.
30
Bourg (1997) ofrece una antología sobre cómo distintas sociedades y civilizaciones alrededor del mundo tienen
concepciones diferentes de la naturaleza.
31
E l de Yellowstone (1872) y el de Yosemite (1890) fueron los dos primeros parques nacionales creados de forma
oficial (aunque en sus primeros años únicamente sobre el papel) por el Congreso de los Estados Unidos, ambos
destinados originalmente a la recreación pública, sin habitantes y sin ningún tipo de uso de los recursos natura-
les. Esta tipología de área protegida no hacía distinción alguna entre los distintos grupos humanos, colocando en
una misma etiqueta de degradador y destructor del mundo natural y salvaje tanto a los pobladores urbano-in-
dustriales –a quienes, paradójicamente, se les permitía ser visitantes– como a todos aquellos pueblos autóctonos
que ya llevaban muchas generaciones de residentes –expulsados y viendo su territorio transformado en propiedad
pública estatal y de uso indirecto (Conan, 1997).

100
tegida, en la que se custodian espacios des- rincón del mundo, estos científicos no se
habitados únicamente para fines recreati- cuestionaron cada contexto ambiental o so-
vos y de contemplación de la naturaleza ciocultural particular. No reconocieron que
(N ash, 1967; 1989). D e esta manera se su concepto de “mundo salvaje” era, de
conseguía la salvaguarda del área y la del hecho, una construcción cultural muy espe-
propio usuario urbano, el cual podía satis- cífica de un sector conservacionista inmerso
facer una necesidad emocional humana por en la civilización occidental, y no compar-
lugares prístinos e intocados que motivan tida necesariamente por los demás pueblos
sentimientos de “éxtasis” y admiración (D e- y civilizaciones, que tienen visiones muy di-
vall y Sessions, 1985; Colchester, 1997). ferentes de su relación con lo que llamamos
C abe decir que este movimiento pre- naturaleza (Colchester, 1997). Siendo así, la
servacionista estuvo influenciado por el implantación global de parques y reservas
pensamiento de los escritores del romanti- en otros países como estratagema conserva-
cismo europeo del siglo X V I I I, quienes ya cionista (gubernamental y no-gubernamen-
valorizaban lo bello y estético del mundo tal) en seguida generó conflictos sociales,
natural, buscando a la “naturaleza salvaje” culturales y ecológicos con sus poblaciones
como el lugar del descubrimiento del alma locales (indígenas y otros grupos tradicio-
humana, del imaginario, de la inocencia in- nales). Tanto en África, Asia y América La-
fantil, del refugio y de la intimidad, y de lo tina, muchos grupos étnicos que ya vivían
sublime (Corbin, 1989). dentro de estas áreas, de repente se vieron
Asimismo, el avance del conocimiento obligados a abandonar el que ancestral-
científico relacionando con la H istoria Na- mente había sido su territorio. Como evalúa
tural también contribuyó a la valoración de D iegues (1993a):
este mundo salvaje, priorizando las áreas
libres y no transformadas por el ser hu- “ E l modelo de conservacionismo nortea-
mano y un mayor respeto hacia las demás mericano se diseminó rápidamente por el
formas de vida ( D iegues, 2000). mundo recreando la dicotomía entre “pue-
A l darse el traspaso y aplicación del blos” y “parques”. C omo esa ideología se
expandió sobre todo a los países del Ter-
modelo norteamericano de parques y re-
cer M undo, su efecto fue devastador sobre
servas por todos los continentes, el papel las “poblaciones tradicionales” de recolec-
ejercido por artistas y filósofos como idea- tores, pescadores, indígenas […]. Es fun-
lizadores –visión romántica y transcen- damental enfatizar que la transposición del
dentalista– y estrategas de la conservación “modelo Yellowstone” de parque sin habi-
pasó a manos de los científicos, principal- tantes de los países industrializados y de
mente naturales. Estos científicos empeza- clima templado a países del Tercer Mundo,
ron a tener una mayor participación en la cuyos bosques fueron y continúan siendo
elaboración de teorías sobre la conserva- en gran parte, habitados por poblaciones
ción, dándole ahora un enfoque más eco- tradicionales, está en la base no sólo de
conflictos insuperables, sino de una visión
lógico a la conservación, pero excluyendo
inadecuada de áreas protegidas.”
al ser humano como parte del funciona-
miento del ecosistema como un todo.
Estos conflictos se volvieron aún más
A l partir del supuesto ideológico de que
serios a partir de la década de 1970,
las cuestiones naturales exigen soluciones
cuando estos grupos tradicionales empe-
aplicables homogéneamente en cualquier
zaron a organizarse oponiendo resistencia

101
a su expulsión o transferencia de sus terri- 1980 registros de la presencia humana en
torios ancestrales. D iversos autores analiza- prácticamente todas las partes del mundo,
ron la trayectoria histórica de dicha desde los bosques boreales hasta las selvas
implantación y sus impactos (aún no solu- ecuatoriales, pasando por desiertos, ambien-
cionados) en varios continentes, proceso ini- tes costeros o zonas montañosas. D e esta
cialmente paralelo y retroalimentado por la manera, se desmitificaba la creencia de que
expansión imperialista-colonialista que se aún quedaban por preservar espacios natu-
estaba llevando a cabo desde la segunda rales prístinos y salvajes que no habían su-
mitad del siglo X I X. Para la India destacan frido ningún tipo de interferencia humana.
los trabajos de G uha (1989, 1994, 1997), Evidencias arqueológicas, históricas y ecoló-
G adgil y Guha (1992,) Kothari et al. (1996), gicas demostraban que muchos de los hábi-
Sarkar (1998) y G himire y Pimbert (1997); tats no sólo ya habían sido otrora habitados,
en el continente africano son importantes sino modificados y manejados por algún
autores como Adams y M cShane (1992), grupo humano (para mayor información,
M urphree (1994) y G himire (1994); puede leerse a Sauer, 1958; Parsons, 1975;
A mend (1992), G ómez-Pompa y K aus Turner, 1976; Kunstadter, 1978; Gómez-
(1992), D iegues (1993a, 1993b) y Schwartz- Pompa, 1987; Anderson y Posey, 1989; Ro-
man (1999) son ejemplos latinoamericanos; osevelt, 1989; Balée, 1989; entre otros).
autores europeos, como Pimbert y Pretty Incluso, también existen casos de prácti-
(1994), Colchester (1997), Larrère y Larrère cas de manejo tradicional que parecen haber
(1997) y L évêque (1997) también resaltan favorecido el aumento de la biodiversidad
estos impactos. local (principalmente de flora), aunque no
A l analizar los impactos sociales, cultu- fuera de manera intencionada (Felger y
rales, económicos y ecológicos sobre las dis- Nabhan, 1978; G liessman et al., 1981; Balée,
tintas poblaciones locales en regiones 1989, 1993; Gómez-Pompa y Kaus, 1990,
tropicales, fueron detectando las causas y 1992; A lcom, 1990; entre otros).
consecuencias del porqué del fracaso de estas E n el momento de crear por decreto
áreas protegidas, contribuyendo a su inade- las áreas protegidas y la consecuente ex-
cuación como modelo a seguir y al aumento pulsión, en diversos casos la exclusión de
de problemas ambientales. Todos estos au- los residentes resultó, contrariamente a lo
tores citados coinciden en criticar al modelo pretendido, en una pérdida de la diversidad
partiendo de la constatación, por observa- biológica y degradación del ambiente32 .
ciones personales, de que la mayoría de estas Además, no hay que olvidarse de todos los
áreas habitadas por poblaciones tradiciona- inconvenientes de carácter social, econó-
les hace muchas generaciones ya venían con- mico, político, cultural e, incluso, ético que
servándose históricamente mediante un uso implica para un poblador el tener que des-
sostenible de los recursos naturales y mante- plazarse de su territorio ancestral y ver “ro-
niendo una elevada biodiversidad, producto bados sus medios de subsistencia”,
de la acción gestora y del estilo de vida de situación que se acentúa si hay de por
dichas poblaciones residentes. medio actores –locales o extranjeros– con
D e hecho, anteriores y coetáneos estu- intereses personales y poderosos. E l caso
dios científicos ya presentaban hacia los años de los campesinos de la India ( G uha,

32
Ver en Sarkar (1998) el famoso ejemplo con la tribu de los M asai M ara, habitantes autóctonos de las sabanas
del Á frica oriental.

102
1989) puede considerarse un típico ejem- de las A N P. E l establecimiento de áreas
plo, para ellos la creación de parques en protegidas para la conservación de especies
época del colonialismo inglés resultó una y ecosistemas fue, de hecho, un objetivo re-
transferencia directa de recursos de los más po- lativamente reciente al analizarlo históri-
bres hacia los más ricos, rompiendo su rela- camente, una vez que éstas fueron creadas
ción equilibrada con la naturaleza y su fundamentalmente por razones estéticas y
modo de vida en favor de terceros. de turismo (Gómez-Pompa y K aus, 1992).
H asta ese momento, podría decirse que
LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA para las A N P, su condición de protectoras
COMO NUEVO ELEMENTO DE de la biodiversidad había ocurrido de
forma totalmente casual (Sarkar, 1998).
CONSERVACIÓN: DOS PLANTEA-
La conservación de la diversidad bioló-
MIENTOS ANTAGÓNICOS gica continúa siendo la razón de ser de la
Biología de la conservación, disciplina acadé-
Establecido ya el papel hegemónico de mica como tal surgida en los Estados Uni-
los científicos naturales en todo lo relacio- dos a finales de los 70 e inicios de los 80 del
nado con el estudio y mantenimiento de la siglo pasado. Esta nueva (no única) ciencia
naturaleza, así como de la creación de par- de la conservación, en su versión norteame-
ques y reservas para aislarla y protegerla ricana, continuó reproduciendo la visión
del ser humano, un nuevo elemento vino a preservacionista, aunque ahora enfocándose
orientar tanto las directrices de los estu- en torno al concepto de biodiversidad. Según
dios biológicos y ecológicos, como los ob- Sarkar (1998), en los Estados Unidos la bio-
jetivos de los programas conservacionistas. logía de la conservación, la conservación de
L a diversidad biológica33 hasta la fecha no los hábitats y la biodiversidad fueron iden-
había sido explícitamente objeto o motivo tificadas como los nuevos elementos de la
de entendimiento y prioridad conservacio- protección de la vida salvaje (wilderness).
nista de la naturaleza, como tampoco en la Con dicha disciplina académica (sobre
creación de los parques y reservas, desvin- todo en sus orígenes) se continuó menos-
culándose en este sentido del concepto y preciando y negando cualquier uso y ma-
significado original de wilderness. nejo del ambiente (ahora visto como
E l estudio y mantenimiento de la bio- biodiversidad) por parte de las comunida-
diversidad se convirtió en el centro del des tradicionales, así como de su impor-
quehacer conservacionista a partir de fina- tancia cultural y simbólica. E l significado
les de la década de los 1970, al preocuparse de conservación de la biodiversidad, si-
los científicos por la acelerada extinción guiendo este abordaje preservacionista, li-
que ésta venía sufriendo, agudizándose mita el manejo únicamente a actividades
cada vez más. Estos científicos enfocaron científico-técnicas de protección de la bio-
sus esfuerzos a proteger las especies y há- diversidad (sobre todo genética), manteni-
bitats en peligro, priorizando la estrategia miento de los procesos ecológicos

33
L a Convención sobre la D iversidad Biológica (C D B) de 1992, en su artículo 2, definió la biodiversidad como la
variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y marinos y otros
ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie, entre
las especies y de los ecosistemas. Según esta definición, la diversidad biológica se manifiesta en tres niveles: genes, es-
pecies y ecosistemas.

103
esenciales y restauración de áreas degrada- bierno y cultura. La ecología social se basa
das, con medidas para el establecimiento en el estudio de las relaciones recíprocas
de parques y reservas (preferidos a jardi- entre la infraestructura ecológica –biodiver-
nes) y corredores biológicos, ignorando u sidad y otros recursos del ambiente– y las
oponiéndose a las necesidades, aspiracio- otras cuatro categorías (humanas). A dife-
nes y presencia de los pobladores locales rencia de la biología de la conservación, la
(Sunkel, 1986). cual se centra en la preservación de la vida
E s innegable que, con el paso del salvaje como mejor garantía para la conser-
tiempo, muchos miembros de la comuni- vación de la biodiversidad, la ecología social
dad conservacionista han caminado hacia se centra en aquellas partes de la biota que
un enfoque más realista y comprensivo res- son utilizadas por las poblaciones locales
pecto a las necesidades y derechos de los (G adgil y G uha, 1992).
pueblos tradicionales en usar y manejar sus L os ecólogos sociales establecen como
recursos naturales. E ste es el caso, por premisa central que “las sociedades tienen
ejemplo, de la U I C N , organismo no gu- larga tradición de interactuar con su hábitat,
bernamental ambientalista que, desde su usando solamente tecnologías locales y des-
World conservation strategy, documento pu- arrollando prácticas culturales de utilización
blicado en 1980, pasa a reconocer el valor, de los recursos naturales que llevaron a un uso
la importancia y el derecho de los modos sostenible de ese hábitat. Sociedades que no
de vida de los pueblos tradicionales, enfa- desarrollaran tales prácticas desaparecerían
tizando el priorizar una conservación ba- con el tiempo, en virtud del agotamiento de los
sada en el uso y manejo de los recursos recursos naturales”34 (Sarkar, 1998). E n otras
naturales, incluyendo la diversidad bioló- palabras, según el mismo autor, al requerir
gica. O cho años después, en su publicación alta diversidad de recursos naturales para
From strategy to action (1988), ya se empezó su supervivencia, estas poblaciones han lo-
a reconocer la dependencia dada entre la grado mantenerse en pie debido a prácticas
conservación de especies y ecosistemas y la de manejo coherentes. Consecuentemente,
diversidad cultural. Igualmente, enfatiza la identificar y asegurar la continuidad de
importancia del saber tradicional para ase- estas prácticas tradicionales de manejo pa-
gurar esta diversidad biológica. rece un método idóneo para conservar la
Simultáneamente, y también discor- diversidad biológica (como propósito prin-
dante con la biología de la conservación es- cipal de los ecólogos sociales).
tadounidense, otro tipo de enfoque apareció E l mayor problema, según ellos, es que
en la India también en los años 1980, de el modo de vida tradicional está desorga-
tendencia explícitamente antropocéntrica y nizándose con el paso del tiempo por la ex-
únicamente compartiendo con la anterior propiación de los recursos naturales, el uso
su objetivo común de conservar la biodiver- de tecnologías nuevas y destructivas, y la
sidad. Fue denominada Ecología social e im- pérdida de permanencia y control tradicio-
pulsada por M ahdhav G adgil y nal del territorio, entre otros factores. L os
Ramachandra G uha, quienes identificaron responsables de dichos impactos negativos
cinco categorías básicas: infraestructura serían los colonizadores, los desarrollistas
ecológica, economía, estructura social, go- y, paradójicamente, aquellos auto-nombra-

34
E n G ómez-Pompa y K aus (1992) también se sugiere dicha hipótesis, además de presentar ejemplos latinoame-
ricanos de aumento de la biodiversidad por prácticas de manejo tradicional.

104
dos conservacionistas que prefieren trans- también determinan su modo de vida y su
formar territorios en reservas y áreas sal- concepción de la relación que establecen
vajes, expulsando a la gente local, en con el ambiente, de la cual fundamentarían
nombre de la (supuesta) conservación de el uso sostenible y las prácticas de manejo de
la biodiversidad. Para los ecólogos sociales, su territorio y de los recursos naturales
la lucha política por los derechos (justicia ( G ómez-Pompa y K aus, 1992).
social) de los pueblos tradicionales es, sensu Lo que los científicos llaman biodiversi-
stricto, un programa para la conservación dad, traducida en largas listas de especies de
de la diversidad biológica (Sarkar, 1998). plantas o animales, descontextualizadas del
dominio cultural, es muy diferente de aque-
CONCEPTOS Y CONCEPCIONES lla biodiversidad construida y apropiada ma-
REFERENTES A LA NATURALEZA terial y simbólicamente por las poblaciones
tradicionales (D iegues, 2000). D icha cons-
L a noción de wilderness no forma trucción cultural es, a su vez, causa y efecto
parte de la concepción que las poblaciones de un manejo que implica, según Balée
tradicionales (no únicamente indígenas) (1993), un tipo de manipulación de compo-
tienen acerca de lo que pueden entender nentes inorgánicos y orgánicos que conduce
por conceptos como: naturaleza, ambiente, a una diversidad ambiental mayor que la
biodiversidad, extinción, conservación, ma- existente en condiciones naturales primiti-
nejo, recurso natural o fauna silvestre. E l vas, donde no hay presencia humana. Se
ideal de ecosistemas naturales –rebosantes trata, por lo tanto, de identificar y reprodu-
de naturaleza salvaje– como espacios vír- cir aquellas prácticas de manejo que ayudan
genes, intocados e intocables no tiene ca- a mantener o a aumentar la biodiversidad y
bida fuera de la mentalidad de un sector los demás componentes del ambiente, en-
particular perteneciente a la civilización tendidos como recursos naturales utilizables.
occidental y de las experiencias en las Esta tarea es realizada hoy por practicantes
zonas templadas, principalmente fruto de de la etnobiología, biólogos conservacionis-
un pensamiento urbano, con gente muy tas, ecólogos sociales, antropólogos ecológi-
alejada del contacto y coexistencia diaria cos y agroecólogos, entre otros.
con estos ambientes. No vista ni entendida L legar a comprender los términos y
como salvaje, sino como su hogar, para significados que están en la base de las pa-
estos grupos étnicos, la naturaleza se con- labras usadas por los pobladores locales, así
vierte es una construcción cultural que de- como las correspondientes acciones de ma-
termina, a su vez, lo social y pertenencia a nejo consideradas por ellos apropiadas, nos
un lugar: su territorio35. obliga a entender desde las propias pobla-
Para las poblaciones tradicionales, in- ciones tradicionales cómo naturaleza y cul-
cluso no formando parte de su vocabula- tura se articulan formando un continuum,
rio, la biodiversidad y la conservación transmitiéndose vía oral entre generacio-

35
E ntendido éste como el “espacio construido a través del tiempo, a la medida y a la manera de sus tradiciones, pen-
samientos, memoria, sueños y necesidades. […] Significa mucho más que espacio físico poblado por distintas for-
mas de vida que se relacionan, cooperan y compiten entre sí; lo que permite concebir al territorio como un campo
relacional” (Restrepo, 2009). Además de “garantizar a sus miembros derechos estables de acceso, de uso y de con-
trol de los recursos y su disponibilidad en el tiempo. […] Todas las actividades productivas contienen y combi-
nan formas materiales y simbólicas con las cuales los grupos humanos actúan sobre el territorio” (C astro, 1997).

105
nes y en un contexto y lenguaje particula- Al respecto, Fenny et al. (1990) definEn:
res. Tales concepciones ambientales tal vez con sus variantes y combinaciones, cuatro
no se asemejen mucho a lo que nosotros tipos básicos de regímenes de derechos de
entendemos (siempre subjetivamente) por propiedad donde se manejan recursos: libre
biodiversidad, uso sostenible, recurso natu- acceso, propiedad privada, propiedad comu-
ral, y acceso restringido a recursos limita- nal y propiedad del Estado.
dos, pero no por ello dejará de haber cosas L a problemática de los recursos de uso
en común entre nuestros conceptos y las común empezó a ser tema de debate aca-
(comúnmente eficaces) prácticas de con- démico-científico a raíz del articulo The
servación de estos grupos étnicos (Gómez- tragedy of the commons publicado en 1968
Pompa y K aus, 1992). por G arrett H ardin, quien concluye, me-
diante una metáfora, que si el acceso a los
ESPACIOS Y RECURSOS NATURA- bienes comunales fuese abierto a todos, la
LES DE USO COMÚN (COLECTIVO) tendencia será la explotación excesiva de
los recursos naturales y una disminución de
E xisten innumerables evidencias de la rentabilidad de la actividad ( H ardin,
que, desde tiempos antiguos y en el mundo 1968). C on su metáfora, el autor reco-
entero, la mayoría de los ecosistemas fue- mienda la privatización de estos espacios
ron y siguen siendo utilizados y, en mu- de bienes comunales o la intervención del
chos casos, manejados y conservados por Estado. Esta propuesta floreció en el feudo
diversas sociedades humanas bajo formas intelectual norteamericano de la élite de
de apropiación colectiva de lo que se co- científicos naturales partícipes del movi-
noce como espacios y recursos naturales de uso miento preservacionista de las décadas de
común (ver ejemplos en M c C ay y Acheson, 1960 y 1970 ( G oldman, 1998), para, más
1987; Fenny et al., 1990; O strom, 2000; tarde, en los años 1980 probablemente,
D iegues, 2001; entre otros). “aterrizar” (ahora con aire de tragedia de la
M ediante mecanismos culturales que biodiversidad) entre los primeros biólogos
confieren un significado simbólico y social de la conservación, contribuyendo aún más
al territorio y sus recursos naturales, ade- al descrédito que ya venían sufriendo las
más de su valor inmediato de extracción, poblaciones tradicionales por estar usando
los comunales se rigen por una serie de biodiversidad como usufructo.
normas construidas colectivamente para Nuevamente, el crear parques y reser-
acceder a su usufructo. Estas reglas inter- vas estaría posibilitando el reconvertir estos
nas sirven para evitar, por un lado, un ex- espacios de uso colectivo y salvaguardar la
ceso en el uso de los recursos naturales biodiversidad. Por otro lado, la afirmación
colectivos –vida silvestre, cuerpos de agua de H ardin también contribuyó a adoptar
superficial y subterránea, campos y selvas– la idea de que los derechos de propiedad o
, y por el otro, para controlar el acceso a di- el control estatal podían sentar las bases
chos recursos (Fenny et al., 1990). E sto para un mejor y eficaz manejo de los re-
significa impedir que gente que no perte- cursos naturales, basándose en la premisa
nece a la comunidad y que no comparte el de que el E stado es el único que cuenta
mismo universo simbólico de normas y siempre con la capacidad de conocer lo que
prohibiciones haga uso de estos recursos de mejor conviene para la conservación del
uso común ( D iegues, 2001). ambiente [sic], ejemplificado en el estable-

106
cimiento de la propiedad estatal de fauna 1980, y bajo influencia directa de las etno-
silvestre, pesquerías y bosques, entre otros ciencias, ésta abordaba las relaciones ser
( O strom, 1997, 2000; C árdenas, 2001; humano/fauna desde aspectos meramente
M erino, 2002). clasificatorios y se enfocaba únicamente
Trabajos subsecuentes al de H ardin (p. sobre los sistemas de conocimiento y cog-
ej., Cox, 1985; N ational Research Coun- nición típicos de cada cultura, por medio
cil, 1986; O strom, 1987, 2000; Bromley y de análisis lingüísticos36.
C ernea, 1989; Fenny et al., 1990; entre Aunque los practicantes de la etnozo-
muchos otros) demostraron su simplismo ología ya venían fomentando desde déca-
y determinismo al caer en el error de pre- das pasadas la valoración del “saber” de las
suponer que propiedad comunal equivale poblaciones tradicionales acerca de los ani-
a libre acceso, abierto a cualquier persona y males, relegaban a un segundo plano su
no regulado, con tendencia a la sobreex- “saber-hacer”, es decir, no se interesaban
plotación de los recursos. E stos estudios por aquellas cuestiones relacionadas con
prueban que los recursos naturales están prácticas tradicionales de uso y manejo de
siendo manejados por comunidades de los recursos faunísticos. No se había inda-
usuarios interdependientes, que excluyen gado aún en aquellos factores emociona-
la acción de individuos externos y regulan, les, comportamentales y prácticos que
mediante reglas internas, su uso por miem- también conforman y determinan el saber
bros de la propia comunidad. local respecto al entendimiento, concep-
Estas poblaciones locales estarían po- ción, clasificación, uso y, sobre todo, ma-
niendo en práctica mecanismos culturales nejo de la fauna (principalmente silvestre).
(normatividades legisladas comunitaria- E l etnozoólogo no estaba haciendo una
mente) de conservación del ambiente y de conexión efectiva e integral de la relación
su biodiversidad. Esto se contrapone con que la población local mantiene con el
las políticas gubernamentales, que suelen conjunto de recursos faunísticos conocidos,
ser prohibitivas y represivas, y desconocen usados y manejados.
el contexto, necesidades y expectativas re- Los años 1980 marcan el viraje del que-
ales de los usuarios locales (M erino, 2002). hacer etnozoológico precisamente hacia un
mayor estudio de todos estos aspectos rela-
LA ETNOZOOLOGÍA Y SU CON- cionados con el “saber-hacer” local, priori-
TRIBUCIÓN A LA CONSERVACIÓN zando ahora una etnozoología más
aplicada, que enfatiza las consecuencias
DE LA FAUNA SILVESTRE
ecológicas de integrar conocimiento y prác-
tica. Una vez superadas las etapas de lista-
Coincidiendo con las nuevas tenden-
dos faunísticos estrictamente descriptivos y
cias de conservación del último tercio del
de clasificación con base en el saber local,
siglo X X, la etnozoología está pasando por
ahora “se ha descubierto” que distintos gru-
un proceso interno de mudanzas teórico-
pos étnicos también venían ejerciendo prác-
metodológicas respecto a su quehacer in-
ticas de uso y manejo de diversos animales
vestigador. H asta antes de la década de
silvestres (como recursos de uso común).

36
Sobre las definiciones y las distintas fases de la formación académica de la E tnobiología/ E tnozoología, y la irrup-
ción de la E tnociencia en el campo de los estudios etnobiológicos, ver los C apítulos “ E l quehacer de la etnozo-
ología” y “ E tnociencias: la búsqueda por categorías de realidad” del presente M anual.

107
E stas prácticas habían sido relativa- humano y la naturaleza, constante y mu-
mente favorables no únicamente para el tuamente se transforman, pudiéndose ar-
mantenimiento de la fauna, sino para el de ticular (y confundirse) con la conservación
todos los componentes del ambiente, be- tal y como hoy se concibe. Aquí mencio-
neficiando tanto la continuidad de sus pro- naremos brevemente tres.
pias comunidades y modos de vida como Por un lado, el surgimiento del con-
la conservación de las especies y elementos cepto de co-evolución y su lectura como una
abióticos usados. Aunque no de forma síntesis interactiva de los mecanismos de
unánime por todos sus miembros, este cambio social y natural (Redclift y Wood-
nuevo enfoque etnozoológico/etnobioló- gate, 1994). D el otro, la irrupción de la eco-
gico vino a integrarse a toda la corriente de logía del paisaje, donde se observa que para
cambio de paradigma relacionado con la las poblaciones locales, sobre todo las ru-
conservación ambiental, queriéndole dar rales, el paisaje es “el lugar donde viven”
un rumbo más democrático y participativo. (territorio), es decir, el espacio construido
La etnozoología también ayudó a buscar un material y simbólicamente, heredado de los
mayor acercamiento y cooperación entre antepasados y sujeto a continuas transfor-
profesionales de las ciencias naturales, so- maciones provenientes tanto de factores
ciales y ambientales con las poblaciones tra- humanos como naturales, e, incluso, so-
dicionales (Posey, 1999; M arques, 2002). brenaturales (L arrère y L arrère, 1997; D ie-
Con la finalidad de ofrecer alternativas a la gues, 2000). C omplementándose y
pérdida biológica y cultural, se trabaja en abarcando a todo lo anterior se desarrolla-
conjunto con los usuarios locales con el ob- ron estudios sobre diversidad y patrimonia-
jetivo de buscar y aplicar prácticas locales lidad biocultural37 ( M affi, 2001, 2005;
consolidadas o posibles alternativas que Cocks, 2006; M affi et al. 2009).
busquen garantizar la conservación de la A pesar de las posibles divergencias te-
fauna silvestre y del resto de diversidad bio- órico-metodológicas y distintos grados de
lógica, a la vez que se siguen reproduciendo aproximación al estudio de la interacción
los mecanismo socioculturales y económi- que el ser humano mantiene con los com-
cos –ahora también valorando económica- ponentes del ambiente, directa o indirec-
mente las especies y los ecosistemas, tamente todos estos planteamientos
calculando el costo por usar y conservar los conservacionistas referidos durante el pre-
recursos naturales– de estos grupos tradi- sente texto priorizan el garantizar la con-
cionales ( G adgil et al., 1993; M affi, 2001, servación de la biodiversidad (para la
2005; C ampos y U lloa, 2003; D rew, 2005; etnozoología, específicamente la fauna) y
Figueroa, 2005; Vargas, 2008). de los otros componentes abióticos. L a
Resulta indudable pensar, entonces, puesta en común, como bloque contrario a
que la etnozoología ha pasado a influir y a la visión preservacionista, es revalorizar el
ser influenciada por los movimientos pre- papel de aquellas poblaciones humanas que
viamente citados que priorizan un plante- vienen demostrando con sus prácticas de
amiento de conservación versus uso y manejo de los recursos naturales que
preservación. Junto a la etnozoología con- se puede mantener sosteniblemente la to-
temporánea, otros conceptos y campos talidad del ambiente sin por ello tener que
científicos vienen demostrando que, el ser abandonar sus prácticas culturales.
37
Para mayor información, ver el capítulo “Patrimonio Z oocultural” del presente M anual.

108
L a Convención para la D iversidad biológica, en su artículo 10 c la C D B de-
Biológica (C D B), organismo internacional termina que cada parte contratante proteja
creado en 1992 por la U N ESC O dentro de y estimule la utilización consuetudinaria de
su programa “ H ombre y Biosfera” (M A B) los recursos biológicos, de conformidad con las
y firmado durante la C onferencia de las prácticas culturales tradicionales que sean
Naciones Unidas sobre M edio A mbiente y compatibles con las exigencias de la conserva-
D esarrollo de Río de Janeiro, Brasil, fue el ción o de la utilización sostenible. L a Con-
primer acuerdo mundial enfocado a la con- vención recomienda que se continúe con el
servación de la biodiversidad desde esta uso y manejo tradicional siempre y cuando
perspectiva integradora entre lo natural y sea sostenible, es decir, que no perjudique
lo cultural, además de ser la consolidación el mantenimiento de los recursos naturales.
de la idea de sostenibilidad38 (Adams, Si este postulado lo enfocamos a la
2009). L a valoración y la continuidad del fauna silvestre, entonces, la C D B sostiene
“saber” y “saber-hacer” de las comunidades que conservarla (e, incluso, aumentarla)
tradicionales quedaron claramente defini- significa permitir que dichos grupos hu-
dos por la C D B en sus preámbulos y artí- manos sigan aprovechándola y maneján-
culo 8 j como objetivos a cumplir, dola, una vez que se ha demostrado que
anteponiendo, además, sus derechos (léase históricamente ésta se ha venido mante-
de propiedad intelectual) como beneficia- niendo como recurso sujeto a usuf ructo
rias de cualquier uso que se hiciese de sus gracias a prácticas (más o menos) soste-
saberes. C ada parte contratante, en la me- nibles.
dida de lo posible y según proceda Los estudios etnozoológicos vienen re-
flejando el espíritu de la C D B con traba-
“ Con arreglo a su legislación nacional, res- jos como los de O li et al. (1994), Fornelino
petará, preservará y mantendrá los cono- (2004), Rocha- M endes et al. (2005), entre
cimientos, las innovaciones y las prácticas muchos otros, donde se ha comprobado
de las comunidades indígenas y locales que que las acciones locales favorecen a la ma-
entrañen estilos tradicionales de vida per-
nutención y conservación de la fauna sil-
tinentes para la conservación y la utiliza-
ción sostenible de la diversidad biológica y
vestre. No obstante, la situación se
promoverá su aplicación más amplia, con complica cuando cambios sociales, cultu-
la aprobación y la participación de quienes rales, tecnológicos, económicos y ecológi-
posean esos conocimientos, innovaciones cos tienen consecuencias desfavorables
y prácticas, y fomentará que los beneficios hacia ellos mismos y hacia la fauna silves-
derivados de la utilización de esos conoci- tre, viéndose afectado su estado de conser-
mientos, innovaciones y prácticas se com- vación.
partan equitativamente” (Artículo 8j). L os propósitos de los estudios etnozo-
ológicos en este aspecto concreto de la
Asimismo, relacionado con la utiliza- interacción ser humano/fauna se tienen
ción de los componentes de la diversidad que centrar principalmente en:

38
E n los Estados Unidos del siglo X I X, paralelamente al surgimiento del preservacionismo más acérrimo, el inge-
niero forestal G ifford Pinchot ya creía que la conservación debía fundamentarse, en verdad, en un uso adecuado
y provechoso de los recursos naturales por la presente generación. Sus ideas, cabe decir, posteriormente, en la dé-
cada de 1990, sentaron las bases del llamado “desarrollo” sostenible (tan anhelado y distorsionado hoy en día) y no
tanto del uso sostenible.

109
a) la importancia material, sociocultural, Retomando la cuestión del uso común
simbólica, económica y ecológica de la de los recursos naturales, para el caso de los
fauna silvestre para el grupo humano faunísticos, el campo de la etnozoología
específico; también contribuye al fortalecimiento de
b) las concepciones culturales (aspectos una gestión compartida (U lloa et al., 1996;
cognitivos) frente a los animales y sus Vargas, 2008), mediante los puntos arriba
clasificaciones etnozoológicas; expuestos y articulándose con otros cam-
c) la elección de las especies de fauna sil- pos de investigación (p. ej., derecho y po-
vestre sujetas a prácticas de aprove- lítica ambiental en materia de las Á reas
chamiento y/o manejo; N aturales Protegidas –A N P– incluyendo
d) aquellos aspectos afectivo-emociona- la formulación de los planes de manejo).
les que pueden influir en que se pre- A raíz del fracaso de muchas políticas
sente un mayor o menor grado de uso que promovían la propiedad y control es-
y manejo, así como de la conducta tatal como estrategias de gestión de los re-
(positiva o negativa) que el usuario to- cursos naturales, entre ellas la creación de
mará frente al animal; parques y reservas como A N P de uso in-
e) caracterización de la dinámica del uso directo, se estimuló, sobre todo a partir de
pasado y actual de los recursos faunís- las décadas de 1970 y 1980, la aparición
ticos: organización, motivación, tec- de posturas alternativas que confían más
nología, aprovechamiento, vedas, en una gestión colectiva o co-manejo entre
épocas, lugares ( Vargas, 2008); inclu- instituciones ambientales públicas y co-
yendo estudios arqueozoológicos munidades locales ( O strom et al., 1994;
( M ontúfar, 2003); O strom, 2000; C árdenas, 2001; M erino,
f ) el conjunto de reglas internas (obliga- 2002).
ciones, prohibiciones y sanciones) de L a etnozoología brinda excelentes
la comunidad que sirven para contro- oportunidades para la investigación sobre
lar el acceso y uso al recurso faunístico; diferentes aspectos ecológicos, sociales,
g) el grado de sostenibilidad de dichas culturales y económicos concernientes a la
prácticas, principalmente de la caza, interrelación ser humano/fauna y la com-
en función de parámetros y variables prensión de las redes socioambientales al-
de orden biológico, sociocultural, eco- rededor de la gestión del recurso, sin
nómico e institucional (Robinson y perder de vista la apuesta por colaborar
Redford, 1991; Bodmer et al., 1994; con el mejoramiento del uso y manejo
Bennett y Robinson, 2000; C ampos, local (sostenible) y conservación de la
2002; N aranjo et al., 2004); fauna silvestre. E sta solución compartida
h) estudios comparativos entre diferen- (de coparticipación activa) precisamente
tes grupos étnicos acerca de su rela- tampoco invalida la presencia del Estado
ción con la fauna silvestre, ahora ni el cumplimiento de sus funciones, sino
referente a sus prácticas de uso y ma- que le reconoce un papel indirecto al ge-
nejo y cómo influyen en el estado de nerar condiciones y apoyar el funciona-
conservación de las poblaciones ani- miento de las decisiones locales ( O strom,
males. 1997, 2000; Vargas, 2008).
i) cómo se articulan y coexisten la diver-
sidad faunística y la diversidad cultural.

110
ETNOCONSERVACIONISMO DE LOS demia y del modelo científico vigente, pue-
RECURSOS FAUNÍSTICOS den contribuir notablemente a una mayor
y mejor conservación de los recursos natu-
Etnomanejo y Etnodiversidad son tér- rales, siempre y cuando sea socialmente
minos en boga que vienen a reflejar la justa y ecológicamente sostenible. E nfo-
atención dada hacia las acciones de uso y cándose en el componente faunístico, la et-
manejo de los recursos naturales realizadas nozoología también participa de esta
por las poblaciones tradicionales. C abe in- búsqueda y consolidación de una práctica
sistir en que la biodiversidad pertenece conservacionista que fomenta y se centra
tanto al dominio de lo natural como al de lo en lo etno: en lo social y cultural sin olvi-
cultural ( D iegues, 2000). darse de lo ecológico. E ste nuevo para-
E l uso y manejo de la fauna silvestre se digma supone seguir poniendo en marcha
fundamentan, precisamente, en la impor- prácticas culturales de manejo que vienen
tancia cultural que tienen estos organismos siendo dirigidas históricamente por los
para los diferentes pueblos (Sánchez, pueblos tradicionales para prevenir o miti-
2006). L a diversidad cultural, considerada gar la pérdida de los recursos naturales, las
importante condición para el manteni- poblaciones y los hábitats ( M arques 2004
miento de la biodiversidad, sólo persistirá en C avalieri y Araújo, 2005), sin por esto
si las poblaciones tradicionales continúan tener que dejar de usar (sosteniblemente)
teniendo acceso a los recursos naturales de la biodiversidad y los elementos abióticos
su territorio, y no siendo expulsadas de éste de sus territorios.
(sea por especulación económica o por la L a solución se contempla en saber y
implantación de A N P). E l establecimiento poder articular lo local con los conocimien-
de A N P, por ejemplo, en vez de basarse en tos y experiencias tanto de instituciones
la idea importada de “naturaleza salvaje in- académico-científicas como gubernamen-
tocada”, debería fundamentarse en la con- tales, las cuales, por lo general, ya reconocen
cepción de “paisaje” o mosaico de ecosistemas de la importancia de involucrar las acciones
y hábitats, coincidiendo con zonas del te- de las poblaciones tradicionales para lograr
rritorio de las comunidades locales, las metas y objetivos relacionados con la con-
cuales, tradicionalmente, ya han sido mo- servación ambiental.
dificadas y manejadas ( Toledo, 2005). H ay E l trabajo de U lloa et al. (1996) junto
que repensar las A N P como estrategia a comunidades de los E mbera, en la región
conservacionista que fomente el uso y ma- donde se localiza el Parque N acional N a-
nejo sostenible de los recursos naturales tural de Utría (P N N U) superpuesto a tres
como una verdadera y contextualizada áreas destinadas para Resguardo Indígena
oportunidad de conservación39. (RI) de este grupo étnico en el departa-
Concluyendo, hacerse valer del “saber” mento del C hocó, Colombia, puede con-
y “saber-hacer” (uso y manejo) tradicional, siderarse, aunque no de forma explícita por
articulado con los conocimientos, herra- las autoras, como un ejemplo de estudio
mientas y prácticas provenientes de la aca- etnozoológico. Además, se le da un enfo-

39
Ver en Bezaury- Creel et al. (2009) el interesante caso de lo que se viene llamando “ M odalidad M exicana de Re-
servas de la Biosfera”, iniciado a mediados y finales de la década de 1970 como nueva categoría para las A N P me-
xicanas, con adaptación del modelo propuesto por la U N ESC O en su Programa “ H ombre y Biosfera” al contexto
histórico, ecológico, sociocultural y económico (tenencia de la tierra) propiamente mexicano.

111
que de etnoconservacionismo al involucrar cales junto a las políticas gubernamentales.
activamente a la población local en la bús- Siendo así, la conservación puede ser facti-
queda tanto del mantenimiento y conser- ble a medio y largo plazo si se vuelve una
vación de sus recursos faunísticos (de decisión social y no una imposición del Es-
subsistencia), como de las prácticas cultu- tado. Parafraseando a U lloa et al. (1996),
rales y modo de vida tradicional de dicho creemos que las alternativas de manejo que
grupo étnico. se contemplen como posible solución a una
A raíz de una disminución de las den- situación de escasez de recursos faunísticos
sidades poblacionales de aquellas especies deben considerar, entonces, alternativas lo-
cinegéticas básicas para la subsistencia de cales conservacionistas, productivas y cul-
estas comunidades locales, tanto por fac- turales para que se genere una solución
tores extrínsecos como intrínsecos, surgió holística.
el interés de buscar puntos de encuentro Finalmente, consideramos que el
para una gestión y manejo compartido del campo de la etnozoología, sumado a otras
área en superposición (P N N U -RI) –entre corrientes de corte antropológico y bioló-
las comunidades indígenas locales, la agru- gico, puede contribuir enormemente a este
pación indígena local O rewa, la O N G proceso integral en beneficio de la biodi-
Fundación N atura y el M inisterio del versidad y de las sociedades en general.
M edio A mbiente colombiano. E l proyecto
se inició en 1990, buscando encontrar al- REFERENCIAS
ternativas de manejo de fauna que garanti-
zaran la continuidad de las piezas de caza A D A M S, J. Y M C S H A N E , T. 1992. The myth of
que los habitantes locales necesitan para su wild Africa: conservation without illusion. W.
subsistencia, sin por ello afectar al “equili- W. Norton y Company, Nueva York.
bro” ambiental del P N N U. U lloa et al. A D A M S, W. M . 2009. El futuro de la sostenibili-
(1996) determinaron cinco objetivos prin- dad: repensando el medio ambiente y el des-
cipales para dicho proceso: a) mejorar la re- arrollo en el siglo veintiuno. D isponible
online en <http://www.ceda.org.ec>. A c-
lación E stado-pobladores locales; b)
ceso en 2 de abril de 2009.
aumentar la participación activa de los lo- A L C O M , J. B. 1990. Indigenous agroforestry
cales en el manejo del área, teniendo en systems in the L atin A merican tropics. En:
cuenta sus procesos sociales y prácticas cul- M . A . A ltieri y S. H echt (eds.). Agroecology
turales; c) reducir la escasez de fauna pro- and small farm development, pp. 203-213.
ducida por ciertos impactos de prácticas de C R C Press. Boca Raton, F lorida.
caza no sostenibles; d) rescatar los intere- A L B A G L I , S. 1999. G lobalização e espaciali-
ses y las propuestas estratégicas de manejo dade: o novo papel do local. En: J. E . C as-
de recursos faunísticos de los propios E m- siolato y H . M . M . L astres (orgs).
bera; y e) influir en las políticas ambienta- Globalização e inovação localizada: experiên-
cias de sistemas locais no mercosul, pp. 181-
les de manejo de los parques nacionales
198. I BI C T /I E L . Brasília.
superpuestos a territorios indígenas. A M E N D , S. 1992. ¿Espacios sin habitantes? Par-
L as autoras destacan que las estrategias ques Nacionales en América del Sur. U I C N ,
de manejo de los recursos faunísticos E d. Nueva E ditorial. Barcelona.
deben ser planeadas e implementadas de A N D ERSO N , A . B. Y P OSE Y, D. A . 1989. M an-
forma conjunta a partir de las propuestas agement of a tropical scrub-savanna by the
de manejo tradicional de los pobladores lo- Gorotire Kayapó of Brazil. En: D. A. Posey

112
W. Balée (eds.). Resource management in Ama- C A M P O S, C . 2002. L a sostenibilidad de la ca-
zonia: indigenous and folk strategies, pp. 139- cería de subsistencia en la A mazonía: una
173. Nova York Botanical Garden. Bronx. perspectiva a reconsiderar. En: A . U lloa
B A L É E , W. 1989. T he culture of A mazon (ed.). Rostros culturales de la fauna: las rela-
forests. En: D . A . Posey y W. Balée (eds.). ciones entre los humanos y los animales en el
Resource management in Amazonia: indige- contexto colombiano, pp. 261-294. Instituto
nous and folk strategies, pp. 1-21. Nova York colombiano de antropología e historia.
Botanical G arden. Bronx. I C A N H - Fundación N atura. Bogotá.
B A L É E , W. 1993. Footprints of the forest: Ka’a- C A M P O S, C . Y U L L O A , A . (eds). 2003. Fauna
por ethnobotany. The historical ecology of plant Socializada: tendencias en el manejo partici-
utilization by an Amazonian People. C o- pativo de la fauna en América Latina. Fun-
lumbia University Press. Nueva York. dación N atura, M c A rthur Foundation e
B E N N E T T, E . Y R O B I NS O N , J. 2000. H unting Instituto C olombiano de A ntropología e
for sustainability: the start of the synthesis. H istoria. A R F O E ditores e impresores
En: J. Robinson y E . Bennet (eds.). Hunt- L tda. Bogotá.
ing for sustainability in tropical forests, pp. C Á R D E N AS, J. C . 2001. ¿L e confiamos la bio-
499-519. C olumbia University Press. diversidad al mercado, al Estado o a la co-
Nueva York. munidad? Revista Ambiente y Desarrollo:
B E R K ES, F. 1999. Sacred ecology: traditional eco- Estado, Sociedad y Conservación, 8: 41-57.
logical knowledge and resource management. C AS T R O , E . 1997. Território, biodiversidade e
Taylor and Francis. Philadelphia. saberes de populações tradicionais. En: E .
B E R K ES, F., C O L D I N G , J. Y F O L K E , C . 2000. C astro y F. Pinton (orgs.). Faces do Trópico
Rediscovery ecological knowledge as adap- Úmido: conceitos e novas questõs sobre desen-
tative management. Ecological Applications, volvimento e meio ambiente, pp. 263- 283.
10(5): 1251-1262. C ejup- U F PA - N A E A . Belém.
B E Z A URY- C R E E L , J., G U T I É RR E Z C A RB O N E L L , C AVA LI E RI , L . Y A R A ÚJ O , J. J. 2005. E tnocon-
D ., R E M O LI N A , J. F., P É R E Z , J. J., C A N O , J. servação como paradigma nascente e a
G ., B E TA N C O UR T, N ., T RI G O , M ., A N T E L E , contribuição da geografía. En: I I I Simpó-
J., F RÍ A S, R., M A Z A , J., S Á N C H E Z - sio N acional de G eografia A grária y I I
C O R D E R O , V., F I G U E R O A , F., I L L O L D I , P., Simpósio Internacional de G eografia
L I N A J E , M ., S I F U E N T ES, C . A ., M O N - A grária Jornada A riovaldo Umbelino de
TA G U T, R. G ., L Ó P E Z L Ó P E Z , H . A ., F E R - O liveira. Presidente Prudente, São Paulo.
N Á N D E Z , A . D ., M A Z A , R., F O NSE C A , S. A . C H I L E . 1929 (1965). Ley Nº 4601 de 18 de
Y S Á N C H E Z , G . 2009. Áreas naturales pro- junio de 1929 sobre caza y su reglamento (ac-
tegidas y desarrollo social en M éxico. En: tualizado). M inisterio de Agricultura. San-
Capital natural de México, vol. II: Estado de tiago de C hile.
conservación y tendencias de cambio, pp. 385- C L É M E N T, D. 1998. T he historical foundations
431. Conabio. M éxico, D .F. of ethnobiology (1860-1899). Journal of
B O D M E R , R., F A N G , T., M O YA , L . Y G I L L , R. Ethnobiology, 18(2): 161-187.
1994. M anaging wildlife to conserve ama- C O C KS, M . 2006. Bio-cultural diversity: moving
zonian forests: population biology and eco- beyond the realm of ‘indigenous’ and ‘local’
nomic considerations of game hunting. people. Human Ecology, 34(2): 185-200.
Biological Conservation, 67: 29-35. C O L C H ES T E R , M . 1997. Salvaging nature: In-
B O U R G , D . 1997. Os sentimentos da natureza. digenous peoples and protected areas. En:
Instituto Piaget. L isboa. K . G himire y M . Pimbert (orgs.). Social
B R O M L E Y , D . W. Y C E R N E A , M . M . 1989. The change and conservation,: environmental pol-
management of common property natural re- itics and impacts of national parks and pro-
sources. World Bank D iscusión Paper nº 57. tected areas, pp. 97–130. Unrisd/ E arthcan.
Washington. L ondres.

113
C O N A N , M . 1997. A natureza, a religião e a lands: past and present, indigenous and im-
identidade americana. En: D . Bourg (org.). posed, pp. 129-149. Westview Press. Boul-
Os sentimentos da natureza. Instituto Piaget. der, C O .
L isboa. F I G U E R O A , R. J. 2009. Valoración de la biodi-
C O RBI N , A . 1989. O território do vazio: a praia versidad: perspectiva de la economía am-
e o imaginário ocidental. C ompanhia das biental y la economía ecológica.
L etras. São Paulo. Interciencia, 30(2): 103-107.
C O X , S. J. B. 1985. No tragedy on the com- F L E U RY, L. C . Y A L M E I D A , J. 2007. Populações
mons. Environmental Ethics, 7: 49-61. tradicionais e conservação ambiental: uma
D E I H L , C . 1985. W ildlife and the M asai. Cul- contribuição da teoria social. Revista Brasi-
tural Survival Quarterly, 9:37-40. leira de Agroecologia 2(3): 3-19.
D E VA L L , B. G . 1985. Deep ecology-living as if F O R N E LI N O , M . M . 2004. E tnozoología, legis-
nature mattered. G ibbs Smith Books. Salt lación y conservación de la tortuga N egra
L ake C ity. (Rhinoclemmys funerea) en Costa Rica. Bo-
D R E W , J. 2005. Use of traditional ecological letín de la Asociación Herpetológica Española,
knowledge in marine conservation. Conser- 15(2): 120-126.
vation Biology, 19(4): 1286-1293. G A D G I L , M . Y G U H A , R. 1992. The fissured
D I E G U ES, A . C . 1993a. O mito moderno da na- land: an ecological history of India. O xford
tureza intocada: populações tradicionais em University Press. N ew D ehli.
unidades de conservação. N U PA U B- USP. G A D G I L , M ., B E R K ES, F. Y C O L D I N G , J. 1993.
São Paulo. Indigenous knowledge for biodiversity
D I E G U ES, A . C . 1993b. Traditional sea tenure conservation. Ambio, 22: 151-156.
and coastal fisheries resources management G H I M I R E , K . 1994. Parks and People: liveli-
in Brazil. En: A . C . D iegues (ed.). Tradi- hood issues in national parks management
tion and social change in the coastal commu- in T hailand and M adagascar. Development
nities of Brazil: a reader of Maritime and Change, 25: 195-229.
Anthropology. N UPA U B USP. São Paulo. G H I M I R E , K . Y P I M B E R T, M . 1997. Social
D I E G U ES, A . C . 2000. E tnoconservação da na- change and conservation: environmental pol-
tureza: enfoques alternativos. En: A . C . itics and impacts of national parks and pro-
D iegues ( O rg.). Etnoconservação: novos tected areas. Unrisd/ E arthcan. L ondres.
rumos para a proteção da natureza nos trópi- G LI ESS M A N , S. R., G A R C Í A , E . R. Y A M A D O R ,
cos, pp 1-46. E ditora H ucitec. São Paulo. A . M . 1981. T he ecological basis for the
D I E G U ES, A . C . 2001. Repensando e recriando apllication of tradicional technology in the
as formas de apropiação comum dos espa- management of tropical agroecosystems.
ços e recursos naturais. En: A . C . D iegues y Agro-Ecosystems, 7: 173-185.
A . de C . M oreira ( O rgs.). Espaços e recursos G O L D M A N , M . 1998. Inventing the C om-
naturais de uso comum, pp. 97-124. N U - mons: theories and practices of the com-
PA U B- USP. São Paulo. mon’s professional. En: M . G oldman (ed.).
E K ERSE L E Y, R. 1992. Environmentalism and poli- Privatizing Nature: political struggles for the
tical theory; toward an ecocentric approach. State global commons, pp. 20-53. Pluto Press.
University of New York Press. Nova York. L ondres.
F E E N Y , D ., B E R K ES, F., M C C AY , B. J. Y A C H E - G Ó M E Z -P O M PA , A . 1987. O n M aya silvicul-
S O N , J. M . 1990. T he tragedy of the Com- tura. Mexican Studies, 3: 1-17
mons: twenty-two years later. Human G Ó M E Z -P O M PA , A . Y K A US, A . 1990. Tradi-
Ecology, 18(1): 1-9 tional management of tropical forests in
F E L G E R , R. S. Y N A B H A N , G . P. 1978. Agroe- M exico. E n: A . B. A nderson. (eds.). Alter-
cosystem diversity: a model from the natives for deforestation: steps toward sus-
Sonoran D esert. E n: N . L . G onzález (ed.). tainable use of Amazon rain forest, pp. 45-64.
Social and technological management in dry Columbia University Press. Nueva York.

114
G Ó M E Z -P O MPA , A. Y K AUS, A. 1992. Taming the M A F F I , L . 2005. L inguistic, cultural and bio-
wilderness myth. Bioscience, 42(4): 271-279. logical diversity. Annual Review of Anthro-
G U H A , R. 1989. Radical A merican environ- pology, 29: 599-617.
mentalism and wilderness preservation: a M A F F I , L., W O O D L E Y, E . Y S T R A N B ER G , R.
T hird World critique. Environmental 2009. Progress report on the Global Source Book
Ethics, 11(1): 71-83 on Biocultural Diversity. D isponible online en
G U H A , R. 1994. Social ecology. O xford Univer- <www.terralingua.org/ GSBB C D.htm>. Ac-
sity Press. N ew D elhi. ceso en 25 de agosto de 2009.
G U H A , R. 1997. T he authoritarian biologist M A R Q U ES, J. G . W. 2002. O olhar (des)multi-
and the arrogance of anti-humanism: plicado. O papel do interdisciplinar e do
wildlife conservation in the T hird Word. qualitativo na pesquisa etnobiológica e et-
The Ecologist, 27: 14-20. noecológica. En: M . C . M . A morozo, L . C .
H A R D I N , G . 1968. T he tragedy of the Com- M ing y S. M . P. Silva (orgs.). Métodos de co-
mons. Science, 162(3859): 1243-1248. leta e análise de dados em etnobiologia, etnoe-
H U N N , E . 2007. E thnobiology in four phases. cologia e disciplinas correlatas, pp. 3-46.
Journal of Ethnobiology, 27(1): 339–367. U N ESP/ C N Pq. Rio C laro.
Unión Internacional para la Conservación de M C C AY , B. J. Y A C H ES O N , J. M . 1987. The
la N aturaleza (U I C N). 1980. World con- question of the commons: the culture and ecol-
servation strategy. G land. Switzerland. ogy of communal resources. University of Ari-
Unión Internacional para la Conservación de zona Press. Tucson.
la N aturaleza. 1988. From strategy to ac- M A N N I N G , R. E . 1989. T he nature of A mer-
tion. G land. Switzerland. ica: visions and revisions of wilderness. Na-
Unión Internacional para la Conservación de la tural Resources Journal, 29: 25-40.
Naturaleza. 2009. El uso sostenible: declaración M E RI N O , L . 2002. L a gestión colectiva de los
de política de la UICN. D isponible online en recursos naturales. En: F. C hapela (coord.).
<http://www.uicn.org/themes/ssc/susg>. Manejo comunitario de la diversidad bioló-
Acceso en 28 de agosto de 2009. gica en Mesoamérica: hacia la integración de
K E M F, E . 1993. In search of a home: people un sistema de gestión ambiental comunitaria,
living in or near protected areas. En: E . pp. 41-62. Universidad Autónoma de Pue-
Kemf (ed.). The law of the Mother: protect- bla, M éxico.
ing indigenous peoples in protected areas, pp. M O N T Ú F A R , A . 2003. Estudios etnobiológicos:
1-13. E arthscan. L ondon. pasado y presente de México. C onaculta-
K O T H A RI , A ., S I N G , N . Y S U RI , S. 1996. Peo- I N A H . M éxico, D .F.
ple and protected areas: towards participa- M U RP H R E E , M . 1994. The evolution of Zim-
tory conservation in India. Sage babwe’s community based wildlife use man-
Publications. N ew D ehli. agement program. M imeo Tanzanian
K U N D S TA D T E R , P. 1978. E cological modifica- C ommunity C onservation Workshop,
tion and adaptations: an ethobotanical view D ar-es-Salaam.
of Lua swiddeners in northwestern T hai- N A R A NJ O , E . J., G U E RR A , M . M ., B O D M E R , R.
land. Antropological Papers, 67: 169-200. Y B O L A Ñ O S, J. E . 2004. Subsistence hunt-
L A RR É R E , C . Y L A RR É R E , R. 1997. Du bon usa- ing by three ethnic groups of the L acandon
gem de la nature. Pour une philosophie de l’en- Forest, M éxico. Journal of Ethobiology,
vironnement. A lto Aubier. Paris. 24(2): 233-253.
L É V Ê Q U E , C . 1997. La biodiversité. PU F, Col. N A T I O N A L R ES E A R C H C O U N C I L . 1986. Pro-
Q ue sais-je. Paris. ceedings of the Conference on Common Prop-
M A F F I , L . (ed). 2001. On biocultural diversity: erty Resource Management. N ational
linking language, knowledge and the envi- A cademy Press. Washington, D . C .
ronment. Smithsonian Institution Press. N AS H , R. 1967. Wilderness and American mind.
Washington, D . C . Yale University Press. N ew H aven.

115
N AS H , R. 1989. T he rights of nature: a history Social theory and the global environment, pp.
of environmental ethics. University of W is- 51-66. Routledge. L ondres.
consin Press. W isconsin. R ES T R EP O , G . 2009. A proximación cultural al
O JAST I , J. 2000. Abundância. E n: F. D allmeier concepto de territorio. D isponible online
(ed.). Manejo de fauna Silvestre neotropical. en <http://www.lablaa.org/blaavirtual/geo-
SI M A B Series nº 5 Smithsonian Institu- grafia/geografia/aprox.htm>. Acceso en 26
tion/ M A B Program. Washington, D . C . de agosto de 2009.
O LI , M . K., T AY L O R , I. R. Y R O G E RS, M . E . R O C H A - M E N D ES, F., M I K I C H , S. B., B I A C O N I ,
1994. Snow leopard Panthera uncia predation G . V. Y P E D R O , W. A . 2005. M amíferos do
of livestock: an assessment of local percep- município de Fênix, Paraná, Brasil: etno-
tions in the A nnapurna conservation area, zoologia e conservação. Revista Brasileira de
Nepal. Biological Conservation, 68: 63-68. Zoologia, 22(4): 991-1002.
O S T R O M , E . 1987. Institutional arrangements R O BI NS O N , J. Y R E D F O R D , K. 1991. Sustaina-
for resolving the commons dilemma: some ble harvest of Neotropical forest mammals.
contending approaches. En: B. J. Nc C ay y En: J. Robinson y K . Redford (eds.).
J. M . A cheson (eds.). The questions of the Neotropical wildlife use and conservation, pp.
Commons, pp. 250-265. University of Ari- 415-429. C hicago University Press.
zona Press. Tucson. C hicago.
O S T R O M , E . 1997. E squemas institucionales R O O SE V E LT, A . 1989. Resource management
para el manejo existoso de recursos com- in A mazonia before the conquest: beyond
munes. Gaceta Ecológica, 45: 32-48. ethnographic projection. En: D . A . Posey y
O S T R O M , E . 2000. El gobierno de los bienes co- W. Balée (eds.). Resource management in
munes: la evolución de las instituciones de ac- Amazonia: indigenous and folk strategies, pp.
ción colectiva. Solar. M éxico. 30-62. New York Botanical G arden. Bronx.
O ST R O M , E ., G A D M E R , R. Y W A L K E R , J. 1994. R O U É , M . 1997. Novas perspectivas em etnoe-
Rules, games y common-pool resources. T he cología: saberes tradicionais e gestão dos
University of M ichigan Press. M ichigan. recursos naturais. En: E . C astro y E . Pinton
P A RS O N S, J. J. 1975. T he changing nature of (orgs.). Faces do Trópico Úmido: conceitos e
N ew Word tropical forests since European novas questões sobre o desenvolvimento e meio
colonization. En: Proceedings of the Inter- ambiente. C ejup- U F PA - N A E A . Belém.
national M eeting on the Use of E cological S Á N C H E Z , E . 2006. Conocimiento tradicional
G uidelines of D evelopment in A merican mazahua de la herpetofauna: un estudio et-
H umid Tropics. IUCN Publications New nozoológico en la Reserva de la Biósfera
Series 31: 28-38. M ariposa M onarca, M éxico. Estudios So-
P I M B E R T M . Y P R E T T Y , J. 1997. Parks, people ciales, 14(28): 45-66.
and professionals: putting participation into S A R K A R , S. 1998. Restoring wilderness or re-
protected area management. En: K . B. claiming forests. Terra Nova, 3(3): 35-51.
G himire y M . P. Pimbert (eds.). Social S A U E R , C . 1958. M an in the ecology of tropi-
change and conservation: environmental cal A merica. Proceedings of the Ninth Pacific
politics and impacts of N ational Parks and Science Congress, 20: 105-110.
Protected A reas, pp. 297-330. S C H WA R T Z M A N , S. 1999. Forests under siege:
Unrisd/ E arthcan. L ondres. lessons from the past, proposals for the future.
P O SE Y , D . A . (ed). 1999. Cultural and spiritual Revista de Direito Ambiental, 4(16): 9-18.
values of biodiversity: a complementary con- S TA N K E Y , G . H . 1989. Beyond the campfire’s
tribution to the Global Biodiversity Assess- light: historical roots of the wilderness con-
ment. I T P. L ondres. cept. Natural Resources Journal, 29: 9-24.
R E D C LI F T, M . Y W O O D G A T E , G . 1994. Soci- S U N K E L , O . 1986. Beyond the World conser-
ology and the environment discordant dis- vation strategy: integrating development
course. En: M . Redclift y T. Benton (eds.). and environment in L atin A merica and the

116
C aribbean. En: P. Jacobs y D . A . M unro U L L O A , A ., R U B I O , H . Y C A M P O S, C . 1996.
(eds.). Conservation with equity: strategies “Trua Wandra”. Estrategias para el manejo de
for sustainable development, pp. 35-54. la fauna con comunidades Embera en el par-
I U C N . C ambridge. que Nacional Natural de Utría, Chocó, Co-
T H O M AS, K. 1983. O homem e o mundo natural. lombia. Fundación N atura. Bogotá.
Companhia das L etras. São Paulo. V A R G AS, N . 2008. Secreteando al zorro: ¿una
T O L E D O , V. M . 2005. Repensar la conserva- vía de reconciliación entre las realidades y
ción: ¿áreas naturales protegidas o estrate- ficciones del manejo de fauna silvestre?
gia bioregional? Gaceta ecológica, 77: 67-82. Fundación N atura. Bogotá.
T RI N I D A D A N D T O B A G O . 1958. Wildlife Ordi- V E N E Z U E L A . 1970. L ey de protección a la
nance. G overment Printing. Trinidad and fauna silvestre. Gaceta Oficial de la Repú-
Tobago. blica de Venezuela Nº 29289:218819-
T U RB AY , S. 2002. A proximaciones a los estu- 218825.
dios antropológicos sobre la relación entre
el ser humano y los animales. En: A . U lloa
(ed.). Rostros culturales de la fauna: las rela-
ciones entre los humanos y los animales en el
contexto colombiano, pp. 87-111. Instituto
colombiano de antropología e historia.
I C A N H - Fundación N atura. Bogotá.
T UR N ER , B. L. 1976. Population density in the
classic M aya lowlands: new evidence for old
approaches. Geographical Review, 66: 73-82

117
PATRIMONIO ZOOCULTURAL:
EL MUNDO ANIMAL EN LAS
EXPRESIONES TRADICIONALES
DE LOS PUEBLOS
Mauricio Vargas-Clavijo40

L a fauna silvestre ha estado ocupando y D escola (2004), para los Shuar (Ashuar o
altos escalones en el imaginario y las re- Achuar) de la A mazonía ecuatoriana, cada
presentaciones de los diferentes pueblos al- animal, planta o cualquier otro ser o ele-
rededor del mundo, al mismo tiempo que mento de la naturaleza (excepto insectos,
ha venido desempeñando un papel impor- peces, hierbas, musgos, helechos, guijarros y
tante en los sistemas socioeconómicos, cul- ríos) tiene su wakan, es decir, su propio es-
turales, estéticos, recreativos y espirituales píritu, que los ubica en la misma posición
del ser humano (Robinson y Redford, que las personas o aents. Esta fuerza interna
1997a; D escola, 1998; A pasa 2002; C har- confiere a cada unidad de la naturaleza una
donnet et al., 2002; M ockrin et al., 2005). intencionalidad y una conciencia reflexiva,
D iversos grupos étnicos han conside- capacitándola de emociones y permitién-
rado a los animales como seres supremos dole intercambiar mensajes con sus seme-
con capacidades y aptitudes excepcionales jantes. L os Shuar no diferencian límites de
o como un miembro más de sus comuni- superioridad e inferioridad entre las clases
dades. E n muchos casos, se evade la idea de del reino animal, vegetal o mineral. Por su
proyectarlos ante otras sociedades como parte, los Bribris y C abécares de Costa Rica
seres distintos a la especie humana. E n las consideran a la danta o tapir (Tapirus bair-
lógicas indígenas, las especies faunísticas dii G ill, 1865) y al jaguar (Panthera onca
son seres sociales que no han estado sepa- L innaeus, 1758), respectivamente, como
rados conceptualmente de los humanos; in- dioses, madres de los indígenas y espíritus
clusive, son las que dan origen a la con fuerzas poderosas (C arbonell y Torre-
humanidad y a la cultura de los humanos, alba, 2007). E n un cuento Sioux (indígenas
pues existe un continuum: los humanos se norteamericanos), A lce Negro –un miem-
transforman en animales y los animales en bro de la comunidad– asegura que los ani-
humanos en un persistente proceso de in- males no son solamente recursos de caza o
tercambio de cualidades, atributos e identi- bienes naturales sino más bien seres espiri-
dades (U lloa, 2002). Según Bianchi (1988) tuales de gran poder, hermanos de pueblos

40
E tnozoólogo- Asesor de Proyectos Comunitarios. Universidad N acional Experimental de los L lanos O ccidenta-
les E zequiel Z amora U N E L L E Z , Postgrado L atinoamericano en M anejo de Fauna Silvestre
G uanare, Portuguesa, Venezuela. E -mail: antroelitrus@yahoo.es

118
diferentes, capaces de otorgar al ser hu- importancia social y cultural que adquiere
mano sus propios conocimientos y habili- la fauna solamente funciona para diferen-
dades (A nónimo, 2007). ciarla de los demás valores que le son asig-
Contrariamente a estas ideas simbóli- nados, como el nutricional, económico y
cas e integradoras de los animales como ecológico (C hardonett et al., 2002). Sea
actores activamente sociales y espirituales, cual sea el tipo de clasificación, la gente va-
otras sociedades han optado por degradar lora, y por consiguiente, usa la fauna con el
la figura animal, ubicándola únicamente propósito de evitar –o promover indirecta-
como recurso utilitario. Para dichas socie- mente evitar– su desaparición (Robinson y
dades, las especies zoológicas son simple- Redford, 1997b).
mente recursos naturales que se L a valoración sociocultural de la fauna
aprovechan para beneficio humano, y, en entendida como patrimonio social y cultu-
algunos casos, animal. ral, expresada en las representaciones ma-
E n este sentido, es necesario precisar teriales e inmateriales de las sociedades, es
que el grado de importancia que tiene un el tema que ocupa el presente capítulo. L a
animal determinado para cierta sociedad idea, aunque un poco aventurada, pretende
depende de cómo se concibe y representan ofrecer al lector un texto en el que con-
dentro del mismo grupo social. Su simbo- verge la etnozoología, la patrimonialidad
lismo y valor semántico se ajusta directa- de los recursos ambientales y culturales y
mente a las apreciaciones, conocimientos y el manejo de la fauna.
significados que pueda tener un individuo Se parte del principio de que la identi-
o todo el colectivo en relación con el mismo ficación y protección de las manifestaciones
referente. Lo que piensa o siente un indivi- etnozoológicas pueden, en cierto modo, ayu-
duo es sustancialmente diferencial a lo que dar a deconstruir relaciones negativas entre
pueda concebir una persona o el conjunto el ser humano y los animales. Estos vínculos
de individuos de otra sociedad sobre la hacia la fauna formarían parte del patrimo-
misma especie zoológica, de ahí que el nio zoocultural de las distintas sociedades hu-
valor sociocultural y económico de la fauna manas, de modo tal, que al reconocer,
está vinculado estrechamente al uso que se declarar y recrear una expresión sociocultu-
le atribuye. E s por este motivo que entre ral asociada a las especies zoológicas se esta-
valor y uso de las especies zoológicas existe ría no sólo protegiendo las poblaciones
una intrínseca e inseparable relación. humanas sino también las animales.
Sobre la valoración animal por parte de
los seres humanos se ha discutido a nivel ¿CÓMO SURGE EL CONCEPTO DE
ético y pragmático. Se ha mencionado que PATRIMONIO ZOOCULTURAL?
si la fauna deja de tener algún uso o aplica-
ción, entonces carecería de cualquier valor Las interacciones entre seres humanos y
(Robinson y Redford, 1997a). E ntre tanto, animales son múltiples y complejas, pues
los estudios con enfoques utilitaristas de los estos últimos han venido desempeñando pa-
recursos biológicos otorgan a la fauna un peles significativos en diversos planos de la
valor sociocultural de uso directo consuntivo, existencia de los pueblos ( Turbay, 2002;
de uso directo no extractivo (Figueroa, 2005) U lloa, 2002; Santos- Fita y Costa Neto,
o un valor de uso intangible ( O jasti, 2000). 2007). Según U lloa (2002), “los humanos
E n otros trabajos se sugiere que el grado de hemos tejido nuestra propia historia de la

119
mano de los animales, quienes forman parte canismos políticos y económicos sino tam-
de nuestra realidad y cotidianidad, y son bién sociales y culturales. Con regularidad,
parte vital de las cosmovisiones de diversas cada vez se empeñan más esfuerzos para va-
culturas”. A modo de una evolución paralela lorar económicamente las especies y los eco-
y compartida, los lazos que unen lo humano sistemas, calculando el costo por usar y
con lo animal, sin dejar de ser bioecológicos conservar los recursos vivos (Figueroa, 2005;
y genéticos, ahora se traducen en interpre- Cocks, 2006).
taciones y representaciones culturales. Frecuentemente, la alteración del pai-
Expresiones tradicionales –en ocasio- saje, la destrucción de los hábitats, las ame-
nes llamadas folclóricas por provenir del nazas a la vida silvestre y la pérdida de
seno del pueblo– y que están basadas en la información cultural ocurren de manera si-
fauna, se han manifestado en el habla, las nérgica y rápidamente (A lves y Rosa, 2007).
artes plásticas, la música, la danza, la lite- Esto, en parte, debido a la fuerte erosión de
ratura, la medicina, la iconografía, el rito y culturas, lenguas y especies biológicas como
la superstición ( Turner, 1985; U lloa, 2002; producto del fenómeno de globalización
C ampos-Rozo y U lloa, 2003; A rboleda, económica, sociocultural, política y ambien-
2003, 2006). A pesar de que estas expre- tal que viene imponiéndose y expandién-
siones siguen siendo mantenidas por las dose desde mediados de la década de 1980
gentes, algunas han ido desapareciendo a (U N ESC O , 2003; M affi, 2005a, 2005b;
la vez que se extinguen las especies anima- M affi et al., 2005; M atsuura, 2005; Zuluaga,
les y se dan cambios a nivel económico, so- 2005; Arizpe, 2006). A diferencia de lo que
ciocultural y político. sucedía en épocas anteriores, actualmente la
Las presiones ambientales que enfrenta diversidad biológica cada vez más se reco-
la fauna han originado acciones de algunos noce como un recurso esencial del cual de-
gobiernos y sociedades para frenar su des- penden las familias, comunidades, naciones
aparición. L os estudios han confirmando y las generaciones futuras para su supervi-
que los factores que amenazan la diversidad vencia (M affi, 2005; Cocks, 2006).
biológica son los mismos que están po- La diversidad biocultural y el patrimo-
niendo en peligro la continuidad de la di- nio biocultural, han sido planteados para de-
versidad cultural y la permanencia de más mostrar que el conjunto de múltiples y
de 6.000 lenguas vigentes alrededor del variadas expresiones etnobiológicas consti-
mundo ( H armon y M affi, 2002; Toledo et tuyen una variedad y acervo de expresiones
al., 2002). E n las últimas décadas, profesio- identitarias de los pueblos; manifestaciones
nales de las ciencias sociales, biológicas y que vienen cultivándose desde tiempos anti-
ambientales vienen trabajando colectiva- guos y que, en los albores de la problemática
mente con el objetivo de obtener resultados ambiental y la revaloración ética del entorno,
exitosos en materia de protección de las po- deben ser identificadas y preservadas por sus
blaciones humanas, sus derechos y la biodi- creadores. La diversidad biocultural se de-
versidad asociadas al ambiente donde éstas fine como la inextricable (o inseparable) co-
viven (C ampos-Rozo y Ulloa, 2003; D rew, nexión existente entre la diversidad biológica
2005; M affi, 2005a; Sánchez, 2006). Ecólo- y cultural (M affi, 2005a, 2005b; M affi et al.
gos y conservacionistas han reconocido que 2005; Cocks 2006). D urante mucho tiempo
las soluciones de los problemas biológicos había persistido la idea de que la diversidad
se pueden solventar no sólo a través de me- de la vida estaba limitada a la variedad de

120
plantas, animales y microorganismos, pero L os trabajos en bioculturalidad cuen-
debido a la introducción del concepto de di- tan con una historia relativamente corta,
versidad cultural y otras visiones biofilosófi- siendo sus antecedentes limitados e indi-
cas, la visión fue ampliada apuntando a que rectos, no sobrepasando más de una dé-
la biodiversidad también incluía la variedad cada de desarrollo ( M affi et al., 2005). E l
de culturas y lenguas (M affi, 2005a, 2005b). tema ha despertado un alto interés por
A pesar de predominar el antropocentrismo parte de académicos e investigadores de
en varias áreas del conocimiento, en las que distintas disciplinas, a pesar de que su re-
refleja la tradición clásica y judeocristiana del conocimiento y significado se ha exten-
hombre como rey del universo (U lloa 2002; dido, con mayor difusión entre las ciencias
M affi 2005b; Kwiatkowska, 2006), ideas sociales, al considerarse el área en la que se
ecológicas integradoras originadas de an- originaron dichos estudios ( M affi, 2005a;
taño, proyectan el tema biocultural como M affi et al., 2005). Practicantes en varios
una teoría contrastante al tradicional plan- campos disciplinarios, organizaciones lo-
teamiento de ubicar al ser humano por en- cales y agencias internacionales dedicadas
cima de los demás elementos de la a las ciencias ambientales y de la conser-
naturaleza (M affi, 2005a). vación también han iniciado algunas ex-
L a “ D eclaración de Belém” (1988), la ploraciones en este campo ( H armon y
“ D eclaración de Río” y “ E l C onvenio de M affi, 2002; M affi et al., 2005).
D iversidad Biológica” (1992) –promulga- A raíz de las experiencias vividas en
dos durante la C umbre de M edio A m- proyectos que involucraban los saberes tra-
biente y D esarrollo en Río de Janeiro dicionales y la diversidad biocultural, se dio
(Brasil)–, el encuentro sobre “ L enguas paso a otras connotaciones epistemológi-
amenazadas, conocimiento amenazado y cas. Fue entonces cuando se pensó que esta
ambiente amenazado” celebrado en Berke- suma de manifestaciones ligadas a la cul-
ley (Estados Unidos) en 1996, y la creación tura y los recursos naturales, vistas como
de O rganizaciones No G ubernamentales un conjunto, eran las que constituían el pa-
( M affi, 2005a, 2005b; C ocks, 2006), se trimonio cultural y biológico de los pue-
convirtieron en las primeras acciones que blos. E n consecuencia, el concepto de
direccionarían los estudios en diversidad patrimonio (o herencia) biocultural cobi-
biocultural. D e igual manera, la conven- jaría esta hipótesis. L a Sociedad Interna-
ción sobre “Protección del Patrimonio cional de E tnobiología (2006) define el
M undial, Cultural y N atural” (U N ESC O , patrimonio biocultural como:
1972), la “ D eclaración de Yamato” sobre
protección del patrimonio mundial cultu- “L a herencia cultural (tanto tangible e in-
ral y natural (U N ESC O , 2004) y la “ D e- tangible, incluyendo leyes consuetudina-
claración de Tokio” levantada durante el rias, folclore, valores espirituales,
simposio internacional “ Conservar la D i- conocimientos, innovaciones y prácticas) y
la herencia biológica (diversidad de genes,
versidad Cultural y Biológica: el papel de
variedades, especies, aprovisionamiento y
los sitios Sagrados N aturales y los Paisajes regulación del ecosistema, y servicios cul-
Culturales” (2005), también se constituye- turales) de los pueblos indígenas, socieda-
ron como los principales ejes transversales des tradicionales y comunidades locales,
conservacionistas que generaron acciones que suelen estar inextricablemente relacio-
pioneras en el tema cultural y ambiental. nados a través de la interacción entre la

121
gente y la naturaleza, inmersos dentro de nocido como el producto de una variedad
contextos socio-ecológicos y económicos de acciones de propiedad colectiva. Por
[...] incluye el paisaje como dimensión es- este motivo, emplear únicamente el tér-
pacial en la que la evolución de la herencia mino patrimonio biocultural (o herencia bio-
biocultural indígena tiene lugar […] y es
cultural) sería la forma más correcta de
transmitida de generación en generación,
desarrollada, poseída y administrada de
relacionar los trabajos en los que confluyen
forma colectiva por las comunidades, de la identificación y protección de las cultu-
acuerdo con las leyes consuetudinarias”. ras, los seres vivos y los ambientes.
Teniendo como fundamento las tres
Recientemente, algunos autores y or- grandes ramas en las que se ha desarrollado
ganizaciones (Instituto Internacional de la etnobiología, existirían tres amplios
M edio A mbiente y D esarrollo y A socia- tipos de Patrimonio Biocultural: a) el pa-
ción A ndes, 2005; A rgumedo, 2007) han trimonio zoocultural (P Z c); b) el patrimo-
redefinido el término de Patrimonio Bio- nio fitocultural (P Fc) o botánico-cultural;
cultural sugiriendo el de Patrimonio Bio- y c) el patrimonio micocultural (P M c). Tal
cultural Colectivo (PBc C). A l respecto lo diferenciación, si bien puede parecer un
han definido como: tanto estructuralista, favorece el estudio de
lo biocultural desde las dimensiones en las
“los conocimientos, innovaciones y prácti- cuales siempre se ha desarrollado la inves-
cas indígenas y de comunidades locales tigación etnobiológica. E n relación con el
que están frecuentemente relacionadas con tema que atañe al presente texto, Vargas-
el colectivo y estrechamente ligadas a los C lavijo (2008a, 2008b) define el patrimo-
recursos naturales y territorios; incluyendo nio zoocultural como el conjunto de
la diversidad de genes, especies y ecosiste- expresiones culturales relacionadas con la
mas; valores culturales y espirituales; y las fauna. Una primera aproximación concep-
leyes que se acostumbran a formar dentro
tual al concepto de patrimonio zoocultu-
de las comunidades en el contexto socio-
ral fue presentada en el marco del X I
ecológico”.
C ongreso Internacional de E tnobiología
celebrado en la ciudad de C uzco, Perú
C omprendiendo esta nueva formula-
( Vargas- C lavijo, 2008b).
ción y suponiendo que el patrimonio es el
resultado de una tarea que demanda “va-
rias manos”, es necesario aclarar que el tér- FORMAS EN LAS QUE SE EXPRESA
mino colectivo es una redundancia, una vez EL PATRIMONIO ZOOLÓGICO
que se considera el patrimonio como un
constructo que deriva del quehacer social L a diversidad faunística existente en la
o grupal. E l patrimonio se construye a par- actualidad es producto de la interacción
tir de la selección de elementos que toda la entre genes y ambiente. A partir del cono-
comunidad o parte de ésta realiza para fa- cimiento y estudio de los primeros registros
vorecer la permanencia de algunas mani- fósiles, que datan del Período C ámbrico –
festaciones culturales para reconocer lo que hace unos 670 millones de años–, encon-
forma parte de su identidad ( O riola et al., trados en los cerros de Ediácara (Australia),
2003). Por considerarse un conjunto de se tiene certeza de que cada región geográ-
principios, valores, expresiones y prácticas fica tiene un patrimonio zoológico especí-
heredadas, el patrimonio cultural es reco- fico; una herencia que está viva y es

122
dinámica en el transcurrir del tiempo, que la materialización de objetos físicamente
forma parte del patrimonio natural y bio- palpables (expresiones zooculturales mate-
lógico de cada uno de estos lugares. D e este riales) y bajo representaciones emocional-
modo, es preciso distinguir dos términos: mente vivas (expresiones zooculturales
expresión animal y patrimonio animal. L a inmateriales). D esde esta perspectiva, el ca-
población de una especie animal es una sola rácter físico-material (tangible) y, a la vez,
expresión de la diversidad biológica, mien- “invisible-abstracto” (intangible) del patri-
tras que el conjunto de especies (bioceno- monio zoocultural, se concreta en elemen-
sis animal) vendría a ser el patrimonio tos con composiciones químicas inertes
zoológico vivo de un sitio. Este tipo de pa- (derivados orgánicos e inorgánicos) que lo
trimonio animal, lo constituyen todas tridimensionalizan, y en unidades cogniti-
aquellas especies vivas que son endémicas, vas, verbales y gestuales, cargadas de pensa-
nativas y exóticas, que habitan una región mientos, emociones, simbolismo, creatividad
determinada en un periodo específico. y misticismo. Los conceptos de patrimonio
Regularmente se identifica la zoodiver- zoológico vivo, zoocultural material e inma-
sidad en términos de fauna silvestre, el con- terial se resumen en la Tabla 1.
cepto de patrimonio zoocultural se
extendería a toda diversidad animal, silvestre
y doméstica. Esta última, resultado de las es-
trechas relaciones entre las culturas y los ani-
males (domesticación y cría). E ntretanto,
otras representaciones zooculturales, cons-
truidas individual y colectivamente en los
imaginarios de las personas, se expresan tras

Tabla 1. C lasificación del patrimonio zoológico.

123
A l igual que el patrimonio zoológico vés de los años por sus creadores y recreado-
vivo, la herencia zoocultural tiene una diver- res. Las expresiones zooculturales que son y
sidad (o riqueza) específica para cada región no son patrimoniales varían de sociedad a
geográfica. Análogamente a como sucede sociedad, de persona a persona. Particular-
con la diversidad biológica, a medida que se mente en la dimensión etnozoológica, el
avanza espacialmente desde la línea del ecua- valor que adquiere una especie animal pre-
dor (zonas tropicales) hacia latitudes mayo- senta diferencias a nivel intrapoblacional
res (zonas templadas y polares), la riqueza (entre personas de una misma comunidad),
patrimonial zoocultural disminuye. Este fe- interpoblacional (entre individuos de distin-
nómeno se ha evidenciado a través del uso de tos grupos sociales), intergeneracional (entre
Sistemas de Información G eográfica (SI G), grupos etarios de una misma comunidad) e
en los que se ha identificado un solapamiento intergenérico (entre hombres y mujeres).
entre las diversidades lingüística, cultural y Estos razonamientos pueden estar influen-
biológica, presentándose una elevada diver- ciados por experiencias individuales o gru-
sidad de prácticas bioculturales en las zonas pales, conocidas desde la ética ambiental
tropicales ( Toledo et al., 2002; H armon y como creencias instrumentales y creencias
Maffi, 2004; Maffi, 2005b, 2005c). De hecho, simbólicas convencionales, respectivamente
algunos autores afirman que el trópico se ha (Corral, 2001). Un animal, con sus múltiples
convertido en la región de mayor interven- comportamientos, puede dar origen a varia-
ción conservacionista desde hace muchos dos significados simbólicos, algunos contra-
años (Zuluaga, 2005), y es precisamente este puestos (M ariño, 1996). En este sentido, lo
fenómeno de desaparición biocultural, uno que expresa un individuo frente a un refe-
de los principales motivos por el cual se han rente zoológico puede o no adquirir valor
encaminado dichas acciones. para los demás miembros de su comunidad.
Una expresión cultural es una sola ma- E n el momento en que dicha relación es
nifestación de la cultura. Se convierte en pa- aprehendida y recreada por los demás inte-
trimonial cuando adquiere un valor grantes del grupo étnico se convierte en un
trascendental en el interior de un grupo hu- evento zoocultural de tipo colectivo y, por
mano, cuando se reproduce y transmite a tra- ende, patrimonial. Por ejemplo, una persona

Tabla 2. A tributos de las expresiones zooculturales.

124
puede augurar la llegada de las lluvias sólo las manifestaciones patrimoniales se con-
por el hecho de observar anecdóticamente vierten en un legado para las generaciones
una población de insectos que se presenta en futuras (M inisterio de Cultura, 2004).
cantidades abundantes durante determinada
época del año, coincidiendo casualmente, o PATRIMONIO ZOOCULTURAL
en relación, con la entrada de lluvias. Si esta MATERIAL (PZCM)
creencia/conocimiento se comunica, se iden-
tifica, se aprueba y se apropia con la misma Este tipo de patrimonio puede identi-
connotación por sus familiares y demás gen- ficarse como zoocultural material o zoo-
tes de la comunidad, entonces se estaría asu- cultural tangible. A l ser productos
miendo que es una expresión de la cultura, elaborados manualmente, las expresiones
constituyéndose como una tradición con el son visibles y palpables físicamente ( Tabla
paso de los años y en una manifestación de 3). Ese soporte físico, permite que se per-
su patrimonio, en este caso intangible. En la petúe fácilmente ( D e M anuel, 2006).
Tabla 2 se relacionan algunos atributos de las Comúnmente, la cultura material aso-
expresiones zooculturales. ciada a los animales viene siendo estudiada
desde la arqueozoología, sin embargo, apor-
Una representación patrimonial se con- tes de otras áreas como la arquitectura, la et-
cibe como aquella manifestación que es sig- nografía y la folclorología han revelado
nificativa e importante para un determinado múltiples expresiones y sus distintos signi-
sector social o toda una comunidad, a que le ficados. E n este sentido, podrían conside-
ha sido legada, y es propia de un pueblo, que rarse evidencias zooculturales materiales de
lo identifica y diferencia de los demás grupos tipo arqueológico: a) L as herramientas de
étnicos (O riola et al., 2003; Arévalo, 2004). caza, pesca o colecta, tanto de origen ani-
A menos que desaparezcan con el tiempo,

Tabla 3. C ategorías y expresiones materiales del Patrimonio Z oocultural.

125
mal (p. ej. astillas de huesos o espinas de in- tatuajes y papeles de distintas clases, entre
sectos) como las elaboradas con otras ma- otros materiales han servido de superficie
terias primas (maderas y piedras, entre para plasmar infinidad de figuras animales;
otras); b) objetos zoomorfos (de la orfebre- dibujos y pinturas en las que se transmiten
ría, cerámica, tejeduría u otro tipo de arte); emociones singulares y populares. El arte in-
y c) pinturas rupestres y petroglifos, que dígena o tribal, el arte popular y hasta el
evocan alguna conexión entre los seres hu- mismo arte colonial y contemporáneo, testi-
manos de épocas remotas con la fauna local. fican lo importantes que han sido y conti-
núan siendo los animales para las diversas
ARTES VISUALES Y GRÁFICAS culturas. T iras cómicas como “Condorito”,
dibujos animados como el “Pájaro loco”, “ E l
D esde tiempos antiguos, así como en la Coyote y el Correcaminos” o “L a Abeja
actualidad, la fauna se ha ilustrado y colore- M aya”, y cintas cinematográficas como “Bi-
ado sobre múltiples materiales (Figuras 1a y chos” o “ M adagascar”, son algunos ejemplos
2b). Pergaminos, lienzos, terciopelos, pare- en los que se recrea la fauna local y exótica en
des, vallas publicitarias, vidrios, tierras, me- las artes visuales de distintas sociedades en
tales, fibras, plásticos, objetos de decoración, diferentes partes del mundo.

Figura 1. a) Platos de
arcilla comercializados
en el mercado artesanal
de Puerto Ayacucho,
A mazonas, Venezuela.
D e izquierda a dere-
cha: tucán (Ramphastos
sp.) y loro (Amazona
sp.); b) M ural de la
calle tercera, G uanare,
Portuguesa, Venezuela.
D e izquierda a dere-
cha: mono ardilla (Sai-
miri sciureus L innaeus,
1.a
1758), garza blanca o
garceta grande (Casme- 1.b
rodius albus L innaeus,
1758), venado carame-
rudo o ciervo de cola
blanca (Odoicoleus vir-
ginianus L innaeus,
1758), paují copete de
piedra (Pauxi pauxi
L innaeus, 1766) y gua-
camaya bandera o gua-
camayo macao (Ara
macao L innaeus, 1758)
(Fotografías: Vargas-
C lavijo 2008).

126
ESPACIOS O tro tipo de espacios zooculturales lo
conforman las esculturas de animales em-
Se encuentra constituido por monumen- blemáticos que se erigen en los frentes de
tos naturales como montañas, cadenas mon- edificaciones, plazas y otros lugares de
tañosas (serranías), rocas y construcciones pueblos y ciudades (Figura 3).
realizadas intencionadamente, en las que se
3.a
observan figuras animales. Son ejemplos de
este tipo patrimonial una roca que se levanta
en la región de Maniapure (estado Bolívar) en
la que se perfilan la cabeza y el lomo de un chi-
wire o capibara (Hydrochaeris hidrochaeris Lin-
naeus, 1766); y, un conjunto de piedras,
situadas en las sabanas del estado Amazonas,
que dejan observar la figura de una tortuga
(Reptil: Chelonidae), ambos casos en Vene-
zuela (Figuras 2a y 2b). En la antigüedad, la
montaña y el roedor fueron un ambiente y un
animal sagrados para la comunidad indígena
Eñepa (Fernández, 2000), mientras que “Pie-
dra Tortuga”, en la actualidad, es un impor-
tante atractivo turístico del sur de ese país.
Sobre estas formas geológicas, visitantes loca-
les y extranjeros tejen una variedad de histo-
rias y simbolismos, aparte de utilizarlas como
sitios de diversión y estético-fotográficos.

3.b
3.c

2.a

2.b Figura 3. a) G arza blanca o garceta grande (C asme-


rodius albus L innaeus, 1758), M antecal, estado
Figura 2. a) “ G ran C higüire M aniapure”, M ania- Apure, Venezuela (Fotografía: Vargas- C lavijo 2008);
pure, estado Bolívar, Venezuela (Fotografía: Gonzá- b) rana dorada de Supatá (Geochelone carbonaria
lez- Fernández 2004); b) M onumento N atural Spix, 1824), Supatá, (Atelopus sp.) C undinamarca,
“Piedra Tortuga”, estado A mazonas, Venezuela C olombia (Fotografía: C háves-Portilla 2008; c)
(D isponible en U R L: http://www.amazonas.gob.ve. Pumas (Puma concolor (L innaeus, 1771), C uzco,
A cceso abril de 2008). Perú (Fotografía: Vargas- C lavijo 2008).

127
Espacios naturales y construcciones civi- animales en distintas técnicas artesanales,
les (campestres y ciudadanas) se reconocen tanto antiguas como contemporáneas, son
con el nombre genérico o el popular de alguna objeto de estudio de distintos profesiona-
especie animal (zootopónimos). Accidentes les para evidenciar las expresiones mate-
geográficos como montañas (“ Montaña del riales de las culturas.
Oso” en Cundinamarca, Colombia), valles
(Valle del Río Toche en Tolima, Colombia), 4.a

lagos (“Lago del Grillo”, Vaupés, Colombia),


ríos (río T igre, en Buenos Aires, Argentina),
cañones (el “cañón del Cóndor” en Nariño,
Colombia) y veredas (“vereda El T igre” en la
Dorada, Caldas, Colombia), o municipios
(Abejorral en Antioquia, Venadillo en Tolima
o M anatí en la Costa A tlántica, los tres en
Colombia), avenidas, calles y callejones (“calle
de la Paloma” en el Barrio La Candelaria, Bo-
gotá, Colombia; “calle Siete Culebras” en
Cuzco, Perú; el “callejón de los Gallinazos”, en
Santa Fe de Antioquia, Antioquia, Colom-
bia), entre otros espacios, son expresiones fol-
clóricas en las que las personas relacionan la
fauna local y distintos puntos del espacio. Si
bien estas expresiones patrimoniales acerca de
los lugares se incluyen dentro de lo material,
su nombre, significado y valor simbólico-es-
piritual forman parte del patrimonio zoocul-
tural intangible.
Los parques temáticos, parques zoológi-
cos, colecciones animales (de invertebrados
marinos o dulceacuícolas, entomológicas, ic-
tiológicas, herpetológicas, ornitológicas y
mastozoológicas, entre otras), son también es-
pacios de interés histórico, cultural, científico
y pedagógico que constituyen el patrimonio 4.b
zoocultural tangible de los pueblos.
Figura 4. a) Figuras zoomorfas en madera. D e iz-
quierda a derecha: oso hormiguero (Tamandua spp.),
ARTEFACTOS baba o caimán (Caiman spp.), Tortuga charapa (Po-
docnemis spp.), ofrecidas en el mercado popular de
O bjetos de manufactura artesanal que Puerto Ayacucho, estado Amazonas, Venezuela (Fo-
tografía: Vargas- C lavijo 2008); b) collar de plumas de
representan la fauna (Figura 4a), así como pava (Penelope jacquacu Spix, 1825), artesanía Eñepa,
accesorios y elementos decorativos o utili- estado Bolívar, Venezuela (Fotografìa: O rtega- Argüe-
tarios fabricados a partir de animales com- lles 2008); c) collares a base de placordermos de baba
pletos, sus productos o derivados (Caiman crocodilus L innaeus, 1758), a la venta en el
mercado popular de Puerto Ayacucho, estado Ama-
metabólicos (Figuras 4b y 4c). D iseños zonas, Venezuela (Fotografía: Vargas- C lavijo 2008).

128
como domésticos; recetas típicas que for-
man parte de la gastronomía local y del pa-
trimonio cultural de los pueblos (Figura 5a,
5b y 5c).

5.a

4.c

E n cualquier lugar es común observar


5.b
estatuillas de distintos tamaños sobre las
que se tallan personajes mitológicos asocia-
dos a los animales (animales antropomorfi-
zados y humanos zoomorfizados). También
se incluyen dentro de este grupo los disfra-
ces que se emplean en las artes de espectá-
culo y actos festivos, así como pequeños 5.c
muñecos con figuras animales utilizados en
representaciones teatrales (títeres) o actos
rituales (monigotes de hechicería).

ALIMENTO Y ZOOTERAPÉUTICO

E n esta categoría se relacionan el ani-


mal completo (muerto), sus partes o deri-
vados que sirven de alimento para el ser
humano. E l animal como comida es la re-
presentación material de la cultura, mien- Figura 5. a) cuy o conejo de Indias (Cavia spp.) asado,
tras que las recetas, simbolismos, destrezas mercado de H uancaro, Cuzco, Perú (Fotografía: Var-
y procesos tradicionales para su prepara- gas- C lavijo 2008); b) Sacuso de cachama negra (Co-
lossoma macropomun Cuvier, 1818), plato tradicional
ción forman parte de ciertas categorías del del estado Lara, Festival de la Cachama, Barinas, Ve-
patrimonio inmaterial. nezuela (Fotografía: Vargas- Clavijo 2008); c) chinches
L a alimentación humana se percibe (Insecta: H emíptera), mercado popular de M éxico
como un acto social y cultural, donde en la D.F., M éxico (Fotografía: Costa- Neto 2007).
elección y el consumo de alimentos entran
en juego factores de orden ecológico, his- E n este tipo de patrimonio material
tórico, cultural, social y económico ligados también se incluyen los animales emplea-
a una red de representaciones, simbolismos dos como medicina: zooterapéuticos. Si
y rituales ( Á lvarez, 2002). Razón por la bien un producto terapéutico a base de
cual, cuando se habla de la culinaria de un animales puede ser untado o inhalado,
lugar determinado, se reconocen alimen- cuando es ingerido también puede servir
tos a base de animales tanto silvestres como alimento. E n este último caso se dice

129
que cumple las veces de nutracéutico (Costa Figura 5. d) miel de abejas americanas (meliponinae)
N eto y Ramos- E lorduy, 2006), como es el como receta zooterapéutica para tratar enfermeda-
des respiratorias y como endulzante de alimentos,
caso de la miel de abejas que ha sido utili- Festival de la C achama, estado Barinas, Venezuela
zada ancestralmente para el tratamiento de (Fotografía: Vargas- C lavijo 2008); e) anuncio publi-
varias enfermedades y también como en- citario en el que se vende harina de C aribe (Serrasal-
dulzante de alimentos (Figura 5d). mus spp.) como revitalizante, orillas del río O rinoco,
Venezuela (Fotografía: Vargas- C lavijo 2008).

5.d 5.e

PATRIMONIO ZOOCULTURAL culturales que les son inherentes– que las co-
munidades, los grupos, y en algunos casos los
INMATERIAL (PZCI) individuos, reconozcan como parte integrante
de su patrimonio cultural. Este patrimonio
L o inmaterial (o intangible) se concibe cultural inmaterial, que se transmite de gene-
como todas aquellas creaciones originadas ración en generación, es recreado constante-
por el ser humano que no se pueden tocar mente por las comunidades y grupos en
pero sí sentir, como los recuerdos, las his- función de su entorno, su interacción con la
torias, los gustos, la música, los conoci- naturaleza y su historia, infundiéndoles un
mientos y las habilidades para ejecutar una sentimiento de identidad y continuidad y con-
actividad (M inisterio de cultura, 2004). In- tribuyendo así a promover el respeto de la di-
versidad cultural y la creatividad humana”.
volucra la inteligencia y factores no racio-
nales, subjetivos como sentimientos o
La U N ESC O, propone cinco categorías
emociones, memoria, sensaciones, evoca-
en las que se manifiestan las expresiones inma-
ciones y espiritualidad (D e M anuel, 2006).
teriales: a) tradiciones y expresiones lingüísti-
E n otras palabras, el patrimonio inmate-
cas; b) artes de espectáculo; c) usos sociales y
rial constituye una representación simbó-
actos festivos; d) conocimientos y usos relacio-
lica de la identidad ( M asso, 2006).
nados con la naturaleza y el universo; y e) téc-
E l patrimonio cultural inmaterial fue
nicas artesanales tradicionales. Si bien esta
definido por la U N ESC O (2003) como:
clasificación ha sido discutida y adaptada de
“los usos, representaciones, expresiones, cono- manera diferente por cada país, fue la que se
cimientos y técnicas –junto con los instru- tuvo en cuenta para agrupar los tipos de expre-
mentos, objetos, artefactos y espacios siones zooculturales inmateriales (Tabla 4).

130
Tabla 4. C ategorías y expresiones inmateriales del Patrimonio Z oocultural (adaptado de U N ESC O , 2003).

TRADICIONES Y EXPRESIONES Gran parte de la mitología y cosmovi-


ORALES sión de los grupos aborígenes se han cen-
trado en la fauna. E n dichas historias se
La oralidad se ha convertido en un ins- relata la singular participación de los anima-
trumento de conocimiento y desarrollo del les en la cotidianidad humana. Por otro lado,
pensamiento humano. E l poder de las pa- las distintas nominaciones (zoonimia) y ma-
labras ha traspasado el imaginario y el es- neras de clasificarlos destacan las particula-
píritu de las personas y, por este motivo, res formas que tiene una cultura de
múltiples manifestaciones culturales orales relacionarse con los animales (Abadia,
sobre el ambiente y sus componentes son 1983). Estos sistemas locales de nominación
una clara evidencia de las relaciones que se y clasificación etnozoológica ayudan a los
establecen con los animales. Una de las investigadores no sólo a reconocer la fauna
manifestaciones más destacadas del patri- de un determinado lugar sino también a ob-
monio inmaterial es la riqueza lingüística tener información acerca de las especies fo-
con la que cuentan muchos pueblos. Su cales y de importancia económica o cultural
esencia se inicia en el pensamiento y con- (D rew, 2005; Santos-Fita, 2008).
tinúa a través de la palabra, que, a su vez, se La fauna está presente en la jerga popu-
convierte en un vehículo trasmisor de las lar de la sociedad; en las frases que emplea
ideas intangibles del patrimonio. la gente todos los días para expresar sus

131
ideas. Y, en este sentido, el comportamiento zonas de los L lanos41 [tigre serrano], el as-
humano ha sido asociado a un extenso mo- pecto externo de la piel [pinta e’ mariposa]
saico de conductas animales que se ven re- y su hábito predatorio [versos 3 y 4]. E n
flejadas en apodos, voces, refranes, máximas, otras coplas, se mencionan el hábitat y con-
exageraciones, coplas y otro tipo de expre- ductas ecológicas de las especies, al tiempo
siones verbales propias de la cultura inmate- que se alude a ciertos comportamientos hu-
rial. Por citar algunos ejemplos, en manos: “Los pericos y los loros/hacen nidos
Colombia y otros países latinoamericanos, en las peñas/y los que se quieren bien/desde
la conducta ecológica del “comején” o ter- lejos se hacen señas” (Fabo 1911). O racio-
mita (Insecta: Isoptera) o la sensación de pi- nes, conjuros, recetas gastronómicas y/o zo-
cazón que causa un “chinche” (Insecta: oterapéuticas también enriquecen dicho
H emiptera), se emplean para referirse a una acervo de expresiones orales, ya que son
persona que es pequeña, dañina o inquieta transmitidas por el habla y la gestualidad.
(Ortega, 1971). Es común decirle “mariposa” E l estudio de las relaciones entre el ser hu-
(Insecta: L epidoptera) al homosexual, y “ala- mano y el ambiente evidenciadas a través
crán” a la persona chismosa y dañina (O r- de la lengua es ocupación de la ecolingüís-
tega, 1971). Expresiones tales como: tica (Do Couto, 2007).
“alborotar el avispero” son utilizadas por los A ctualmente, en pleno proceso de res-
colombianos como sinónimo de peleas, dis- cate y apropiación cultural, estas expresio-
cusiones o riñas (Araujonoguera, 1994). nes del saber popular están siendo
E n las coplas, cantas o cantares se rela- transcritas a papel y/o grabadas en siste-
cionan aspectos socioculturales importan- mas digitales de información, pues se con-
tes de la relación humano-animal (además sideran de suma importancia para la
de la relación humano-humano). Por identificación y protección de la cultura.
ejemplo, durante mucho tiempo, pero E n varias sociedades, el conocimiento y
sobre todo en la época de la esclavitud, los ejecución de saberes y tradiciones (orales)
colonizadores asociaban el aspecto y el olor es una ocupación tan altamente especiali-
de los zamuros, zopilotes o gallinazos zada, que a quienes los promueven se les
(Aves: C athartidae) con el de las personas estima como guardianes de recuerdos co-
afrodescendientes. E jemplo de esta situa- lectivos (U N ESC O , 2007).
ción se refleja en la siguiente copla: “los
blancos huelen a rosa/y los morenos a ARTES DE ESPECTÁCULO
clavo/y los negro, negro, negro/a gallinazo
mojao’ ” (Parales, 1990). Los animales en las artes de espectáculo
D e las cantas, también se puede obte- pueden estar personificados en danzas, re-
ner información sobre la zoonimia, apa- presentaciones teatrales, “cuentería”, poesía,
riencia y hábitos alimentarios de los musicales, pantomímicas, entre otras expre-
animales. E n los siguientes versos: “Yo soy siones. E ntre las manifestaciones que se
el tigre serrano/por la pinta e´mariposa/y destacan están los bailes de “imitación ani-
que come la carná/ de la carne más sabrosa” mal”, también conocidos como de “inter-
(Fabo 1911), se expresa el nombre popular pretación animal” o “danzas de relación”. En
del jaguar ( C arnívora: Felidae) en ciertas

41
Nombre popular que recibe el bioma sabana, ecosistema ubicado entre el oriente colombiano y gran parte del
territorio venezolano.

132
esta representaciones artísticas, los bailari- 6.e
nes pueden o no utilizar disfraces que re-
presentan el animal al que le rinden
homenaje (Figura 6a) o emplear un animal
muerto o un muñeco (artefacto) fabricado
con tela, felpa o piel del mismo animal (Fi-
guras 6b y 6c). E n L atinoamérica, carnava-
les como el de Barranquilla (Colombia), se
encuentran nutridos por este tipo de bailes.
En sus comparsas se destacan el baile de los
toritos, el ovejo, las mariposas, los caraco-
les, el caimán, las aves, los goleros, los micos
y la mica, y la marimonda, entre otros
(Franco, 2008; Fundación C arnaval de Ba-
rraquilla, 2006; U N ESC O 2006).

Figura 6. a) D anza de los zopilotes (danza de rela-


ción), M èxico (Fuente: http://es.geocities.com/ay-
oxochiapan/imagenes_culturaxo/zopilotes_01.JP G)
; b y c) Baile del llamerito, A ltos A ndes, Pitumarca,
Perú (Fotografía: Vargas- C lavijo 2008).

6.a

6.b

133
Aunque muchas de estas danzas tienen • Pinnípedos (focas y demás) que jue-
origen prehispánico, colonial o postcolonial, gan con balones, etc.
algunos registros datan incluso de mucho • C aracoles, insectos, ranas, tortugas,
tiempo atrás. E n Europa, por ejemplo, los avestruces, perros, cerdos y caballos
artistas de la antigua Grecia, simulaban los que compiten en carreras de atle-
movimientos de la grulla (Gruidae), los bui- tismo.
tres (Accipitridae), el mochuelo (Athene noc- • C uíes o conejos de Indias (Cavia
tua) y el búho (Strigidae), desarrollando spp.) que se echan a andar adivi-
bailes distintivos de diversas obras teatrales nando la suerte de algún apostador.
que pasaron de ser simples representaciones • E tcétera.
de los animales a importantes símbolos de A pesar de que el uso de animales en
las extravagancias y los vicios humanos (Ni- actos de espectáculo es un tema que causa
colay, 1946). E n Colombia, algunos bailes inconformidad y disgusto en ciertos secto-
de imitación como la “ D anza del Araguato” res sociales (por el hecho de discriminar la
ya no se recrean con la misma periodicidad condición animal reduciéndola a la obten-
que se ejercitaba anteriormente ( M artín, ción de beneficios económicos, y en cier-
1993), mientras que otros, como la “ D anza tos casos, ocasionando daños y maltrato a
del Morrocoy”. ganan fuerza al proponerse los individuos), varios pueblos lo conside-
como expresiones emblemáticas represen- ran parte de su identidad y tradiciones. Un
tativas de la colectividad y los sentimientos caso recurrente y constantemente polémico
de algunos pueblos, como Aguachica, en el son las corridas de toros, en el que persiste
departamento de Cesar, Costa A tlántica co- una divergencia de opiniones a favor y en
lombiana (C aselles, 2004). contra de continuar recreando esta prác-
O tro tipo de actos populares que vale la tica. Por un lado, existen justificaciones
pena resaltar, pero que son muy discutidos histórico-culturales (mantener la tradi-
en la actualidad, son los ofrecidos por cier- ción), financieras (favorecer la economía de
tos personajes típicos o grupos de personas un lugar) y recreativas, y por otro, argu-
que utilizan ciertas especies animales para mentos que giran en torno a posiciones de
la representación de algún espectáculo. E n tipo ético-moralista y preservacionista.
varios lugares del mundo, plazas centrales
de los municipios, calles y parques donde se USOS SOCIALES, RITUALES Y
congregan multitudes de gentes, suelen ex- ACTOS FESTIVOS
hibirse animales que demuestran sus “des-
trezas” en actos circenses tales como: Intrínsecamente, el uso de animales es
• Pulgas trapecistas. de carácter social, aunque en muchos casos
• E scarabajos, peces, gallos y perros el contacto o experiencia con una o varias
que pelean. especies pueda ser de tipo individual. D e
• L oros que hablan. este modo, los usos sociales, rituales y actos
• Serpientes (cobras y cascabeles) que festivos son actividades habituales que es-
adivinan enfermedades tructuran la vida en comunidad de los gru-
• Perros que bailan. pos humanos, siendo compartidas y
• M icos que realizan piruetas. reconocidas por grandes segmentos de la
• E lefantes y perros que evaden obs- población; su significado trasciende y rea-
táculos. firma la identidad colectiva de sus practi-

134
cantes (U N ESC O, 2007). L levados a cabo
en público o en privado, los usos más co-
munes que se da a los animales están aso-
ciados a la alimentación, la medicina, la
simbología (en el presagio, la premonición y
la protección), el ritual, la elaboración de
objetos (utensilios, instrumentos musicales
y adornos), como mascotas o en los inter-
cambios comercial y sociales (creación de
alianzas y parentesco) (Ulloa et al., 1996).
L os animales en las fiestas rituales ac-
túan de diferentes maneras: forman parte
de la alimentación en la celebración de una
ceremonia especial, son íconos de adora-
ción, elementos inmateriales de procesos
de ascensión espiritual o cohesionadores
de la estructura social de un pueblo. E n los
actos festivos, los animales se representan
en figuras gigantescas, marionetas, disfra-
ces y adornos, que se exhiben como ele-
mentos principales de bailes, comparsas y
demostraciones recreativas. Todos, propios
de actividades carnavalescas.
D esde hace algún tiempo, las especies
animales se han venido empleando como
centro de atracción de festividades planifi-
cadas para el manejo de la fauna (silvestre
Figura 7. Primer Festival Cultural de la C achama,
y doméstica) local. Tan es así que en varios Barinas, Venezuela.
lugares se han organizado festivales alusi-
vos a especies amenazadas de extinción o
animales que han servido como base de la CONOCIMIENTOS Y USOS DE LA
alimentación o protección de los pueblos. NATURALEZA Y EL UNIVERSO
E n Colombia, son reconocidos el “Festival
de las Aves M igratorias”, “ Festival del Por “conocimientos y usos relaciona-
L oro O rejiamarillo” y el “Festival de M ico dos con la naturaleza y el universo” se en-
T ití”, entre otros. E n Perú se celebra el tienden los conocimientos, las técnicas
“ Festival del C uy”, mientras que en A r- materiales, las competencias, las prácticas
gentina y Venezuela se realizan el “Festi- y las representaciones desarrolladas y per-
val de la V icuña” y el “ Festival de la petuadas por las comunidades en la inter-
C achama” (Figura 7), respectivamente. acción con su entorno natural (U N ESC O ,
C ampos-Rozo y U lloa (2003) afirman que 2007). Forma parte de esta categoría el co-
este tipo de festividades favorecen que las nocimiento zoológico tradicional y las
comunidades participen y se apropien de prácticas asociadas al uso y manejo de las
sus recursos faunísticos. especies de fauna.

135
E l conocimiento zoológico tradicional Los saberes sobre a qué lugar dirigirse
está basado en la información que tienen para obtener una buena pesca, cómo se debe
los miembros de las comunidades en las preparar un animal recién cazado, en qué
que se revela desde el punto de vista emic, colmenas se consigue la mejor miel, qué
datos de suma importancia para conocer el parte del animal sirve para el tratamiento de
ciclo de vida, los hábitos alimentarios, la determinada enfermedad o qué plumas son
conducta sexual y reproductiva, las relacio- las más adecuadas para fabricar unos aretes,
nes con los demás elementos de la natura- son partes de un constructo colectivo que se
leza, los periodos de caza, pesca o cosecha ha venido dando desde tiempo ancestrales,
de invertebrados o las temporadas de es- y que hoy, a pesar de que se ha ido degra-
quila y corte de partes duras de las especies dando, se valora mucho más que otro tipo
de fauna (Figura 8). E ste conocimiento de conocimientos derivados de investiga-
holístico que tienen las culturas acerca del ciones científicas engorrosas.
ambiente favorece que se genere un engra-
naje de los procesos ecológicos, de las rela- LA CONEXIÓN ENTRE LO
ciones entre especies y de la influencia de MATERIAL E INMATERIAL DE LAS
los factores abióticos sobre los seres vivos
EXPRESIONES ZOOCULTURALES
(N abhlan, 2000 en D rew, 2005), así como
también para que se establezcan mejores
A mbas formas patrimoniales mantie-
planes de gestión y aprovechamiento de la
nen una fuerte relación, en la medida que
fauna. Contribuye, de algún modo, a que la
existe una conexión entre el objeto [tangi-
fauna sea valorada por la sociedad en tér-
ble] y lo simbólico [intangible]. E l elemento
minos ecológicos, económicos y sociales
tangible-físico, trasciende y adquiere un sig-
(Rocha- M endes et al., 2005).
nificado entre asociaciones lingüísticas, imá-

Figura 8. C alendario E cológico de la A mazonía (meses de julio a diciembre). Comunidades indígenas de los
resguardos Curare- L os Ingleses y C amaritagua, bajo río C aquetá, A mazonía colombiana. Nótense las varia-
ciones del nivel de agua y su relación con la abundancia o escases de peces (franja azul), y las especies ani-
males más cazadas en estos meses del año (franja verde). Fuente: Conservación Internacional (2006).

136
genes artísticas, sonidos, mitos y ritos má- sado en la conducta ecológica del animal
gico-religiosos, pudiéndose reconocer sólo (conocimientos y usos relacionados con la
a través de estos (D ecarolis, 2002). E n otras naturaleza y el universo).
palabras, lo inmaterial se perpetúa a través
de lo material (D e M anuel, 2006). Ambos TRANSFORMACIÓN DE LAS
tipos patrimoniales (tangibles e intangibles) EXPRESIONES ZOOCULTURALES
son expresiones inseparables, las cuales re-
cogen la historia y la identidad de los pue- Todas las manifestaciones tradiciona-
blos, en el contexto natural y los espacios en les y patrimoniales permanecen en perma-
que se desarrollan (O riola et al., 2003; Sil- nente dinamismo debido a los constantes
via et al., 2003; M oreno et al. 2004; Van cambios en los procesos sociales y cultura-
Z anten: 2004; Bohórquez, 2005, D e M a- les (Berkes, 1993; Arévalo, 2004; D e M a-
nuel, 2006). Por ejemplo, los conocimien- nuel, 2006). L a valoración de dichas
tos y técnicas para la fabricación de expresiones se transforma de un actor a
remedios a base de animales se materializan otro, tanto por los observadores externos
en productos zooterapéuticos listos para como por los mismos grupos étnicos (Aré-
aplicar o consumir. Las conchas de caraco- valo, 2004). No obstante, son los propios
les de mar que se emplean como instru- integrantes de una comunidad quienes de-
mentos musicales o artesanías (objeto ciden qué manifestaciones consideran
material) sólo obtienen un significado si se identitarias y cuáles deben ser recordadas y
conocen las formas de obtener el animal promovidas para el futuro ( M asso, 2006).
(colecta), los propósitos para los que se usa La vida de las expresiones zooculturales
(ceremonias religiosas, aparato de comuni- tiene un tiempo relativo de duración, puede
cación, venta para el sustento económico ser corta o larga, y depende ampliamente del
local, entre otros) y las técnicas artesanales contexto sociocultural y las experiencias co-
empleadas para manufacturarlos. Tanto lo munitarias y de políticas públicas que permi-
material como lo inmaterial, se convierten ten su sostenibilidad. A lgunas manifes-
en una respuesta de las comunidades a sus taciones pueden ser peligrosas para el man-
constantes necesidades de mejorar su estilo tenimiento de las poblaciones naturales (p. ej.,
y calidad de vida (Moreno et al., 2004). la caza no sostenible). Una selección de las ex-
Por otro lado, existe una fuerte inter- presiones que deberían salvaguardarse es una
dependencia entre las categorías del patri- tarea que compete tanto a sus recreadores
monio zoocultural, que permiten que una como a sus gobernantes. Debe comprenderse
se solape sobre otra. E n el momento de re- que ciertas expresiones pueden nutrirse de
alizar una investigación en patrimoniali- otras, redefinirse y moldearse con el propó-
dad zoocultural, el profesional se dará sito de realizar un manejo adecuado de los re-
cuenta de que ambos tipos patrimoniales cursos faunísticos.
no pueden estudiarse por separado. Por A pesar de que algunas expresiones zo-
ejemplo, si se estudia un baile de imitación oculturales se han mantenido hasta la actua-
animal (arte de espectáculo), al mismo lidad, se ha observado una pérdida de
tiempo deberá indagarse sobre los cánticos conocimientos y usos relacionados con la
y versos que lo acompañan (tradiciones fauna. C iertos grupos humanos aislados del
orales), los disfraces y objetos utilizados “pensamiento moderno-positivista” podrían
(artefactos) y el argumento del baile ba- mantener vivos algunos fenómenos biocul-

137
turales, puesto que nuevas formas de conce- A l existir nuevas formas de relacionarse
bir y utilizar los animales por parte de las co- con la fauna, se presentan implicaciones
munidades locales podrían convertirse en un para el manejo de este recurso. La conser-
peligro latente para la desaparición de cier- vación de una especie puede verse afectada
tas culturas y especies zoológicas. en el momento en que comienza a ser em-
Bastan sólo unos cuantos años, y no pleada físicamente por las comunidades lo-
periodos de tiempo muy largos, para que cales. L as valoraciones y usos simbólicos,
surjan estas “comprometedoras innovacio- mágicos y religiosos están a favor de la pro-
nes”. Este fenómeno se ve reflejado en dis- tección de las especies, pero, cuando el uso y
tintas prácticas consideradas importantes valoración pasa de ser intangible a material
por la academia y la sociedad actual. Por (para la alimentación o las artesanías), como
ejemplo, antiguamente, los G uahibo-Si- sucedió con el chigüire entre los E ñepá, el
cuani de la O rinoquía colombiana consu- asunto se complica en razón de que la espe-
mían el gusano de la palma (Insecta: cie comienza a extinguirse. Por este motivo,
C erambicidae) y ciertas clases de hormi- la desaparición y/o sustitución de ciertas
gas (Insecta: H ymenoptera), considerados prácticas zooculturales resultarían ventajo-
por ellos mismos como alimentos de alto sas para la conservación de la fauna sólo en
valor nutritivo. A l poco tiempo de que lle- algunos contextos, mientras que en otros
garan colonos a sus tierras, los G uahibos casos, repercutiría negativamente en la per-
dejaron de comer estos animales porque les manencia de la fauna y de las propias cos-
decían que les causaban daño ( H errera y tumbres locales. Con frecuencia, las
L oboguerrero, 1983). O tro caso de trans- personas adultas sugieren a los investigado-
formación zoocultural sucedió con el chi- res que se realicen campañas ambientales
güire, chiwire o capibara (Hydrochaeris para rescatar expresiones tradicionales per-
hydrochaeris L innaeus, 1766), al que ante- didas que contribuyan a la protección de los
riormente los E ñepá, del sur de Venezuela, recursos biológicos (M atapi et al., 2008).
le tenían un alto grado de respeto al consi- No todas las expresiones etnozoológicas
derarlo una figura espiritual. A ctualmente, podrán ser aceptadas, promovidas y revitali-
este animal no se aprecia de la misma ma- zadas como fenómenos patrimoniales por los
nera, es base del sustento alimentario para investigadores y gestores de políticas ambien-
los mismos E ñepá (Fernández, 2000). tales y culturales, aunque ésta sea una premisa
Cambios socioculturales asociados a las bajo argumentos antropológicos y culturales.
tareas de pesca, se han percibido en inmedia- En la práctica, resulta imposible, y además in-
ciones de la Amazonía colombiana. Jóvenes deseable (especialmente ciertos aspectos), re-
pescadores del medio río C aquetá ven a la vivir todas las expresiones de una cultura
nutria gigante (Pteronura brasilensis Gmelin, amenazada o en constante transformación.
1788) como un enemigo natural de los re-
cursos que capturan y no como un organismo IMPORTANCIA DEL PATRIMONIO
vital para el funcionamiento del ecosistema. ZOOCULTURAL
Por su parte, los adultos de la comunidad in-
tentan que las nuevas generaciones vuelvan a L a identificación, protección, recrea-
creer en sus antiguas tradiciones, en las que ción o recuperación y salvaguarda del Pa-
destacaban el papel ecológico de este mamí- trimonio Z oocultural es importante por los
fero (M atapi et al., 2008). siguientes motivos:

138
a. Se refuerza el valor sociocultural de biocultural de sus propias comuni-
la fauna. dades.
b. Se revitalizan las relaciones entre seres m. Trasciende las fronteras del conoci-
humanos y animales. miento técnico-científico, conside-
c. Existe una reconceptualización y re- rado incorrectamente desde hace años
significación de la fauna por las dis- como el único vehículo promotor de
tintas culturas. la conservación biológica.
d. Se recuerdan, recrean e inmortalizan
expresiones tradicionales de cada CONSIDERACIONES FINALES
etnia en relación con la fauna.
e. Se reconoce la fauna como un ele- E l reconocimiento de las expresiones
mento destacado dentro de la cultura. patrimoniales materiales e inmateriales de
f. A través de manifestaciones zoocultu- las sociedades en relación con la fauna,
rales, se pueden comprender relaciones permite asegurar, desde la perspectiva so-
y sistemas de organización sociocultu- cial y cultural, la continuidad de la ri-
rales de los distintos pueblos. La per- queza y diversidad biocultural. N o
sonificación de los animales permite obstante, se requiere un verdadero com-
reconocer situaciones, emociones y ac- promiso por parte de la población con la
tuaciones de las sociedades. que se trabaja (Puertas et al., 2000), de los
g. Favorece la conservación biocultural y investigadores, gestores, promotores y to-
la conservación biológica (desde la madores de decisiones ambientales y cul-
perspectiva científica) de especies sil- turales. E sto también teniendo en cuenta
vestres y domésticas comunes y foca- que, a la vez que la sociedad se interesa
les (amenazadas, endémicas, más por los temas ambientales, alrededor
emblemáticas o migratorias). del mundo se empieza a reconocer la im-
h. Existe una conservación patrimonial portancia del patrimonio cultural, a com-
de “doble propósito”: conservación prender que esta herencia es f rágil, que
del patrimonio biológico y conserva- juega un papel crucial en la identidad de
ción del patrimonio cultural. los pueblos, y que las actividades de sal-
i. Se fomenta la cría tradicional de es- vaguardia que se generen: indudable-
pecies animales silvestres y domésti- mente contribuirán para su sostenimiento
cas conocidas o no conocidas pero que ( M atsuuta, 2005).
son económicamente importantes.
j. Por ser un bien patrimonial, la fauna AGRADECIMIENTOS
funciona como un atractivo turístico.
k. Reconocer las expresiones zoocultu- A M arcela C astellanos, a G iovanny
rales permite disponer de herramien- C háves-Portilla, a Jessica O rtega- Argue-
tas conceptuales y contextualizadas lles, a E raldo M edeiros C osta N eto, a
para la aplicación de talleres y progra- D ídac Santos- Fita y a cada uno de los que
mas en educación ambiental. con sus valiosos comentarios permitieron
l. O f rece oportunidades de participa- que se construyera esta perspectiva de tra-
ción comunitaria en investigación y bajo etnobiológico.
experiencias aplicadas a contextos
reales y en proyectos de conservación

139
REFERENCIAS A R G U M E D O , A . 2007. Protecting community
rights over traditional knowledge: implica-
A B A D Í A , M .B. 1983. Compendio general del tions of customary laws and practices. Perú
folclore colombiano. Vol. 112. Cuarta edición. case study: quechua farmers of the potato
Banco Popular. Bogotá, Colombia. park, Pisaq. D isponible en U R L :
A L E M Á N , M . 2006. Los derechos de propiedad http://www.iied.org/ N R /agbioliv/docu-
intelectual en el ámbito de los recursos fitoge- ments/Peru Q uechua Farmers.pdf. A cceso
néticos. 18 al 20 de octubre. Pp. 1-30. Bue- diciembre de 2007.
nos A ires, Argentina. A RI Z P E , L . 2006. L os debates internaciona-
Á LVA R E Z , M . 2002. La cocina como patrimo- les en torno al patrimonio inmaterial. Cui-
nio (in)tangible. 11-26 pp. En: V. M ariani cuilco, 13(38):13-27.
(ed.). La cocina como patrimonio (in)tangible. B E G O SSI, A . 1993. E cologia humana: um
Primeras jornadas de patrimonio gastronómico. enfoque das relações homem-ambiente. In-
Comisión para la preservación del patrimo- terciencia, 18(1): 21-132.
nio histórico cultural de la ciudad de Buenos B ERK ES F. 1993. Traditional ecological know-
A ires. Temas de patrimonio cultural No. 6. ledge in perspecitve. 1-10 pp. En: Inglis, J.
246 pp. Buenos A ires, Argentina. (ed). Traditional ecological knowledge, concepts
A LV ES, R. y I. R OSA . 2007. Z ootherapeutic and cases. International Program on tradi-
practices among fishing communities in tional ecological knowledge and Interna-
North and Northeast Brazil: A comparison. tional development research centre. 158 pp.
Journal of Ethnopharmacology 111: 82–103. BI A N C H I, C . 1988. Los Shuar y el ambiente,
A N Ó N I M O. 2007. Mitos y rituales de la zoología conocimiento del medio y cacería no destruc-
chamánica: animales de poder. D isponible en tiva. E diciones A bya-yala. Segunda edi-
URL: http://www.radiestesiacongini.com.ar/ ción. Q uito, E cuador. 269pp.
mitos_y_rituales_de_la_zoologia.htm. Acceso B O H Ó R Q U E Z , D L . (2005) Expresiones de
enero de 2007. un patrimonio intangible. UNPeriódico No
A PASA , L . M . 2003. Estudio comparativo de la 85. D iciembre 18 de 2005. D isponible en
caza y uso de mamíferos en dos comunidades U R L: http://unperiodico.unal.edu.co/edi-
Tsimane, Provincia Ballivián-Beni. Tesis de ciones/85/12.htm. A cceso noviembre de
L icenciatura en Biología. Universidad 2006.
M ayor de San A ndrés. Facultad de C ien- C A M P O S-R O Z O y A . U L L O A (eds). 2003.
cias Puras y Naturales. C arrera de Biología. Fauna Socializada: tendencias en el manejo
Bolivia. 89pp. participativo de la fauna en América Latina.
A R A UJ O N O G U E R A , C . 1994. Lexicón del Fundación N atura, M c Arthur Foundation
Valle de Upar. Voces, modismos, giros, interjec- e Instituto Colombiano de A ntropología e
ciones, locuciones, dichos, refranes y coplas del H istoria. A R F O E ditores e impresores
habla popular vallenata. Publicaciones del L tda. Bogotá, Colombia.
Instituto C aro y Cuervo. Series M inor 35. C A RB O N E L L, F. y T O RR E A LB A , I. 2007.
435 pp. Valledupar, Colombia. Conservación en Ecotonos Interculturales y
A RB O L E D A, L. A. 2003. Etnozoología del res- Transfronterizos: La D anta (Tapirus bairdii)
guardo indígena de Cañamomo y Lomaprieta, en el Parque Internacional L a A mistad,
Supia, Caldas. Lunazul 17(2): 1-12. Disponi- Costa Rica-Panamá. Tapir Conservation: the
ble en URL: http://lunazul.ucaldas.edu.co/ Newsletter of the IUCN/SSC Tapir Specialist
downloads/Revista17_2.pdf. visitado octubre Group, 16/1(21):24-30.
de 2007. Acceso febrero de 2008. C ASE L L ES, M . 2004. Una danza para el mo-
A RB O L E D A , L . A . 2006. L engua y cultura rrocoy. Proyecto pedagógico Jorge E liécer
entre los Wounan: un estudio de las relacio- G aitán. E xpedición Pedagógica N acional
nes etnoecológicas. Habladurías, 4: 20-32. Región C aribe. A rchivo Pedagógico de
Colombia. Pp. 18. Aguachica, Colombia.

140
C H A R D O N N E T Ph., D ES C L E RS B, F., D ESC O L A P. 2004. L as cosmologías indíge-
G E R H O L D , R., J O RI, F. y L A - nas de la A mazonía. 25-35 pp. En: Surra-
M A R Q U E , F. 2002. T he value of wildlife. llés A y P. G arcía (eds). Tierra adentro,
Rev. Sci. Tech. Off. Int. Epiz., 21 (1): 15-51. territorio indígena y percepción del entorno.
C O C KS M . 2006. Biocultural diversity: mov- G rupo Internacional de Trabajo Sobre
ing beyond the realm of indigenous and local Asuntos Indígenas I W G I A . Tarea G ráfica
People. Human Ecology, 34(2):185-200 E ducativa, L ima, Perú. 307 pp.
C O M U N I D A D A N D I N A (1996) Decisión D O C O U T O H . 2007. E colinguistica: estudo
391, Régimen Común sobre Acceso a los Re- das relações entre língua e meio ambiente.
cursos Genéticos. Normativa A ndina, deci- T hesauris E ditora. 462 pp. Brasil.
siones, Sexagesimoctavo Período D R E W, J. 2005. Use of traditional ecological
O rdinario de Sesiones de la C omisión, knowledge in marine conservation. Conser-
julio 02 de 1996, C aracas, Venezuela. D is- vation Biology, 19(4): 1286-1293.
ponible en U R L : http://www.comu- F R A N C O , C . 2008. La danza en el carnaval
nidadandina.org/normativa/dec/ D 391.ht de Barranquilla. D isponible en U R L :
m. A cceso julio de 2007. http://www.musicalafrolatino.com. Acceso
C O N S E RVA C I Ó N I N T E R N A C I O N A L . junio de 2007.
2006. Calendario Ecológico Amazonía. Con- F A B O , P. 1911. Idiomas y etnografía de la re-
servación Internacional y Fondo Para la gión oriental de Colombia. José Bennet Im-
A cción A mbiental y la N iñez. Panameri- presores. No. 5. pp 293. Bogotá, Colombia.
cana Formas e Impresos S. A . Bogotá D. C ., F ER N Á N D E Z , M . E . 2000. Etnozoología cam-
Colombia. pesina e indígena Panare en la región del río
C O RR A L , V. 2001. Comportamiento proam- Manapiare, estado Bolívar, Venezuela. Trabajo
biental: una introducción al estudio de las con- Especial de Grado. Universidad Central de
ductas protectoras del ambiente. E ditorial Venezuela, Escuela de Agronomía, Facultad
Resma. Tenerife. España. de Agronomía. Caracas. Venezuela.
C O S TA N E T O , E . M . y G O U W, M .S. 2006. F I G U E R O A , J.R. 2005. Valoración de la bio-
A titudes dos estudantes do curso de C ien- diversidad: perspectiva de la economía am-
cias biológicas da Universidades Estadual biental y la economía ecológica.
de Feira de Santana (Brasil) com relação a Interciencia, 30(2):103-107.
la utilização de insetos em atividades didá- F U N D A C I Ó N C A RN AVA L D E BA RRA N-
tico-científicas. Sitientibus Série Ciêcias Bio- Q UI LL A. 2006. Danza de los goleros o gallina-
lógicas, 6(1): 76-83 . zos. Danza de relación. D isponible en URL:
C O S TA N E T O , E . M . y R A M O S- E L O R- http://www.carnavaldebarranquilla.org. Ac-
D U Y, J. 2006. L os insectos comestibles de ceso septiembre de 2007.
Brasil: etnicidad, diversidad e importancia H A R M O N , D . y M A F F I, L . 2002. Are lin-
en la alimentación. Boletín de la Sociedad guistic and biological linked? Conservation
Entomológica Aragonesa 38:423-442. Biology In Practice, 3(1): 2-3.
D E C A R O LIS, N. 2002. El valor del Patrimonio: H E RR E R A , X . y L O B O G U E RR E R O , M .
entre lo tangible y lo intangible. D isponible en 1983. Saber vivir en montes y sabanas. Car-
U R L: http://cablemodem.fibertel.com.ar/ tilla de medicina tradicional. C olciencias y
vairoc/actividades/Investigacion/ Trabajos/ G Fundación para la educación Superior F ES.
onet/ E L%20VA L O R%20D E L%20PAT RI- 66 pp. Bogotá.
M O N I O.doc. Acceso junio de 2007. H O F F M A N N , A . 2003. Refranero zoológico:
D E M A N U E L , P. 2006. L os valores intangi- apotegmas y otras expresiones populares sobre
bles del patrimonio, el patrimonio intangi- los animales. Facultad de C iencias y Coor-
ble. En: D evia, M . M . 1964. Á lbum de dinación de la Investigación C ientífica.
modismos, giros y refranes del campesino Universidad Autónoma de M éxico
tolimense. Rev. Col. Folcl. 4(9): 11-188. U N A M . M éxico D .F.

141
H U N N , E . 1988. W hat is traditional ecologi- M A R T I N , M . A .1993. Del folclor llanero. E di-
cal knowledge? Pp. 13-15. En: W illiams, ción especial. E diciones M arsala. V illavi-
N . y Baines, G . (eds.). Traditional Ecologi- cencio, Colombia.
cal knowledge: Wisdom for sustainable devel- M ASS O , E . 2006. L a identidad cultural como
opment. Camberra. Australian N ational patrimonio inmaterial: relaciones dialécti-
University, C amberra, Australia. cas con el desarrollo. Theoria 15(1): 89-99.
H U N N , E . 2007. E thnobiology in four phases. M A TA PI D ., Y U C U N A A ., Y U C U N A J. Y
Journal of Ethnobiology 27(1): 1-10. F. T RUJI L L O . 2008. Evaluación de las po-
I NST I T U T O I N T ER N A C I O N A L D E blaciones de nutrias gigantes en el río C a-
M E D I O A M BI E N T E Y D ESA RR O - quetá. Pp. 73-82. En: Trujillo F., A lonso J.,
L L O -II E D y ASO C I A C I Ó N A N D ES. D iazgranados M . C . y C . G ómez (eds).
2005. Protección de conocimiento tradicional y Fauna acuática amenazada en la Amazonía
patrimonio cultural: el concepto del “patrimonio colombiana, análisis y propuestas para su con-
bio-cultural colectivo. D isponible en URL: servación. Fundación O macha, Fundación
http://www.iied.org/N R/agbioliv/bio_liv_doc Natura, Instituto Sinchi y Corpoamazonía.
uments/B C H eritageJune05_ E spanol.pdf. Bogotá D . C ., Colombia. 152 pp.
Acceso julio de 2007. M ATSUURA K. 2005. Globalization, intangible
K E L L E R T, S. 2005. T he biological basis for cultural heritage and the role of Unesco. 16-21
human values of nature. pp. 131-128. En: pp. En: Wong, L (ed.). International conference:
K alof, L y Sattefield, T (eds). The earthscan globalization and intangible cultural heritage.
reader in environmental values. E arthscan. U N ESC O and United Nations University.
334 pp. United States. M AY O R, P.; SA N T O S- F I TA , D .; L Ó P E Z -
L E V Y, S. y G O LI C H ER, J. 2004. H ow predic- B ÉJA R, M . (2007). Sostenibilidad en la
tive is traditional ecological knowledge? the A mazonía y C ría de A nimales Silvestres.
case of the lacandon maya fallow enrichment C E TA : Iquitos. 261 p.
system. Interciencia, 29(9): 496-503. M I NIST ERI O D E C U LT URA. 2004. Programa
M A F FI, L. 2005a. bio-cultural diversity for endoge- de participacíon: vigías del patrimonio. Ministe-
nous development: lessons from research, policy rio de Cultura, dirección de patrimonio. Talle-
and on-the ground experiences. Pp. 56-66. res Litográficos de Escala. Colombia, 48 pp.
M A F F I L . 2005b. L inguistic, cultural and bi- M O C KRI N, M. H ., B E N N E T H , E.L., y L A -
ological diversity. Annual Review of An- BRU N A, D.T. 2005. Wildlife farming: a viable
thropology 29: 599-617. alternative to hunting in tropical forest?. W CS
M A F FI L. 2005c. biocultural diversity for endoge- Working Paper No. 23. W ildlife Conservation
nous development. Compas Magazine, 9:18-19. Society, New York. D isponible en URL:
M A F FI, L., W O O D L E Y, E. y ST R A N B ER G , http://www.wcs.org/media/file/wp23_wildlife
R. 2005. Progress report on the Global Source _farming.pdf. Acceso febrero de 2008.
Book on Biocultural Diversity. Terralingua. Dis- M O R E N O, Y. L., SA N TA G ATA W A N D A.
ponible en URL: www.terralingua.org/ GSB- TA BASSU M . 2004. M aterial cultural her-
B C D.htm. Acceso mayo de 2007. itage, cultural diversity and sustainable devel-
M A F F I L. 2006. D iversidad biocultural para el opment. En: 13th International Conference
desarrollo endógeno. Revista Compás 9. D is- on Cultural Economics, Universiy of Illinois
ponible en URL: http://209.85.165.104/se- at Chigago departamento of Economics, Chi-
arch?q=cache:fqRN Z4ZsY M MJ:www.comp gago, Illinois, june 3-5 of 2004.
asnet.org/espanol/revista_compas/_09/diver- M O RI T Z , T. 2004. Relaciones de cooperación
sidad_biocultural.htm+bioculturalyhl=esyct=c para la conservación del patrimonio
lnkycd=6ygl=ve común: E l intercambio de datos e infor-
M A RI Ñ O, X. 1996. El simbolismo animal: creen- mación, experiencia y conocimientos, como
cias y significados en la cultura occidental. En- base de las relaciones de cooperación. Mu-
cuentro ediciones. M adrid, España. 487 pp. seum International 224:19-28.

142
N I C O L AY, F. 1946. Historia de las creencias, (eds). Uso y conservación de la vida silvestre
supersticiones, usos y costumbres. Tomo I I. neotropical. Fondo de Cultura E conómica.
E diciones F lorida- A naconda. Buenos 612 pp. M éxico D . C ., M éxico.
A ires. 575pp. R O B I N S O N , J. G . y K . H . R E D F O R D .
O JA S T I, J. 2000. Manejo de Fauna Silvestre 1997b. E l uso y conservación de la fauna
Neotropical. SI/ M A B Series No 5. Smith- Silvestre 9-21 pp. E n: R O BI NS O N J G y
sonian Institution/ M A B Biodiversity Pro- K H R E D F O R D (eds). Uso y conservación
gram, Washington D C . de la vida silvestre neotropical. Fondo de
ORI O L A, J., TABARES, C., FIN K E LST EIN, D. Cultura E conómica. 612 pp. M éxico D . C .,
y N O V E LL A, M. 2003. Patrimonio cultural y M éxico.
patrimonio turístico. Cátedras de Patrimonio Tu- R O C H A - M E N D ES, F., M I K I C H , S. B.,
rístico I y Patrimonio Turístico II. Carrera de BI A N C O N I, G . V. y W. A . P E D R O. 2005.
Administración de Empresas Turísticas. Facul- M amíferos do município de Fênix, Paraná,
tad de Ciencias Económicas. Anuario Univer- Brasil: etnozoologia e conservação. Revista
sidad Nacional de la Patagonia, Sede Esquel, Brasileira de Zooologia 22 (4): 991-1002.
Argentina. Disponible en URL: RUS H T O N, J., V ISC A RR A, R., V ISC A RR A,
http://www.economicasunp.edu.ar/06-publica- C ., B ASSE T, F., B A P T ISTA , R. y D.
ciones/informacion/anuario%2003/Oriola%20 BR O W N . 2005. H ow Important is Bush-
y%20otros.PD F. Acceso marzo de 2007. meat Consumption in South America: Now
O R T E G A , R. C .1971. Analogías y simbolismos and in the Future? Wild.. Pol. Brief. 11:1-4.
botánicos y zoológicos en el lenguaje popular R O Z Z I R., M ASSA R D O , F., SI L A N D E R,
colombiano. Separata de la Revista de la D i- J., A N D E RS O N , C ., D O L L E N Z , O y A .
rección de D ivulgación Cultural. Universi- M A RÍ N . 2003. E l Parque E tnobotánico
dad N acional de Colombia. No 8. Febrero. O mora: una alianza público privada para la
PA R A L ES, R.P. 1990. ¿Coplas, adivinanzas, conservación biocultural en el confín del
refranes y agüeros del llano?. E diciones Pa- mundo. Revista Ambiente y Desarrollo
triarca. 32pp. 19(1): 51-64.
PU ER TAS, P., B O D M ER, R., C A L L E, A. y SÁ N C H E Z , E . 2006. Conocimiento tradicio-
D E L A Q UI L A, J. La importancia del manejo nal mazahua de la herpetofauna: un estudio
comunal para la conservación de la fauna sil- etnozoológico en la Reserva de la Biósfera
vestre en las áreas naturales protegidas del nor- M ariposa M onarca, M éxico. Estudios So-
oriente peruano. Rev. Per. Biol. 7(2): ciales 14(28):45-66.
Disponible en URL: Rev. Per. Biol. 7 (2): SA N T OS- F I TA , D. y C OSTA N E T O, E . M .
D isponible en: http://sisbib.unmsm.edu.pe/ 2007. As interações entre os seres humanos
bVrevistas/biologia/v07_n2/impor_manejo e os animais: a contribuição da etnozoolo-
.htm. Acceso septiembre de 2007. gia. Biotemas 20: 99-110.
Q U I M B O , J. 2006. Comentarios del Grupo Te- SA N T O S- F I TA , D. 2008. Cobra é inseto que
rritorios (tierra, agua, mares e islas). Indica- ofense: classificação etnobiológica, questões
dores de Conocimiento Tradicional de América sanitárias e conservação na região da Serra
Latina y El Caribe. Unión Mundial Para L a da Jibóia, Estado da Bahia, Brasil. D isser-
N aturaleza I U C N . O ficina Regional Para tação de M estrado (em Z oologia) – Uni-
A mérica del Sur, Convenio de D iversidad versidade Estadual de Santa Cruz, Estado
Biológica C D B y Foro Internacional Indí- da Bahia, Brasil. 133 p.
gena en Biodiversidad F II B. 11 al 13 de di- SEI T E L, P (ed.). 2002. Safeguarding traditional
ciembre, Q uito, E cuador. cultures: a global assesment of the 1989 en
R O B I N S O N , J. G . y K . H . R E D F O R D . la U N ESC O recommendation of the safe-
1997a. Usos comerciales y de subsistencia guarding of traditional culture and heritage.
de la vida silvestre en A mérica L atina. 23- Actas de la conferencia celebrada en el
42 pp. En: Robinson, J. G y K. H . Redford Smithsonian Institution en Washington,

143
D. C ., del 27 al 30 de junio de 1999, organi- ques N aturales N acionales U A ESP N N ,
zada por la U N ESC O, D ivisión de Patrimo- O rganización de Estados Iberoamericanos
nio Cultural y el C entre for Folklife and Para la E ducación, la C iencia y la Cultura
Cultural H eritage del Smithsonian Institu- O E I. E ditorial Buena Semilla. 288pp.
tion, Washington D. C . D isponible en URL: U L L O A , A . 2002. Introducción: ¿ser humano?
http://www.folklife.si.edu/unesco/. Acceso ¿ser animal?. 9-29 pp. En: U lloa, A (ed.).
diciembre de 2006. Rostros culturales de la fauna: las relaciones
ST E A R M A N, A.M. y RE D F O R D, K. H . entren los humanos y los animales en el con-
1995. G ame management and cultural sur- texto colombiano. Instituto Colombiano de
vival: the Yuqui ethnodevelopment project A ntropología e H istoria I C A N H y Funda-
in lowland Bolivia. O ryx, 29:29-34. ción N atura.
SI LVI A F., C AST I L L O, R. y P ÉRE Z, V. (2003) U N ES C O . 1972. Convención sobre Protección
Conocer, comprender y proteger. D isponible en del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural
URL: http://www.arqueologia.com.ar/tu- UNESCO. 2003. Convención para la salva-
rismo/encuentro2003/ponencias/13%20M M guardia del patrimonio cultural inmaterial.
agrassi.doc. Acceso enero de 2007. 17 de octubre, París, Francia.
SO C I E D A D I N T ER N A C I O N A L D E E T- U N ESC O . 2004. Yamato declaration. In: “The
N O BI O L O G Í A -SI E. 2006. Código de ética. Safeguarding of Tangible and Intangible Cul-
Traducción al español. D isponible en URL: tural Heritage: Towards an Integrated Ap-
http://ise.arts.ubc.ca/documents/ Codigo_Et proach. Nara, Japan. O ctober 19-23 of 2004.
ica_ISE_espanol.doc. acceso noviembre de U N ESC O. 2006. Obras Maestras del Patrimonio
2006. Acceso enero de 2007. Oral e Inmaterial de la Humanidad: procla-
T O L E D O , V., A L A R C Ó N - C H A I R ES, P., maciones 2001, 2003 y 2005. Impresiones
M O G U E L , P., O L I V O , M ., C A B E R A , Snoeck- D ucaju y Z oon, Paris, Francia.
A ., L E Y E N Q U I E N , E . y R O D RÍ G U E Z - U N ESC O. 2007. ¿Qué es el patrimonio inmaterial?.
A L D A B E , Y. 2002. Biodiversidad y pue- Disponible en URL: Acceso enero de 2008.
blos indios en M éxico y C entroamérica. VA N Z A N T E N , W. 2002. L a elaboración de
Biodiversitas 7(43): 2-8. una nueva terminología para el patrimonio
T U RB AY, S. 2002. Aproximación a los estu- cultural inmaterial. Museum International
dios antropológicos sobre la relación entre 221-222: 36-43.
el ser humano y los animales. Pp. 87-112. VA R G AS- C L AV IJ O , M . 2008a. Patrimonio
En: U lloa, A (ed.). Rostros culturales de la cultural inmaterial: otra forma de observar
fauna: las relaciones entre los humanos y los la fauna silvestre en C olombia. Boletín
animales en el contexto colombiano. Instituto Alcom 6: 3-8. Colombia.
Colombiano de A ntropología e H istoria y VA R G AS- C L AV IJO M . 2008b. Patrimonio
Fundación N atura. 343 pp. Bogotá D . C ., zoocultural: definición, abordaje e importan-
Colombia. cia. Resúmenes XI Congreso Internacional de
T U R N E R, T. (1985) A nimal symbolism, Etnobiología: Patrimonio biocultural colectivo y
totemism and structure of myth. En: Urton, sustento local. Junio 25-30. Cusco, Perú.
G . Animal myths and metaphors in South W I LS O N E . 1989. 1989. Biofilia. Fondo de
America. University Press. United States. Cultura E conómica. Breviarios del Fondo
U L L O A A ., R U B I O , H . y C . C A M P O S- de Cultura E conómica. No 477. Traducido
R O Z O . 1996. Trua Wandra: estrategias al castellano por Jaime Retif. 281 pp.
para el manejo de fauna de caza con comuni- Z U L U A G A , 2005. Conservación de la diver-
dades embera en el Parque Nacional Natural sidad biológica y cultural en el piedemonte
Utría, Chocó, Colombia. O rganización Re- amazónico colombiano: la herencia del D r.
gional Indígena E mbera-Wounaan Schultes. Ethnobotany Research and Appli-
O R E WA , Fundación N atura, Unidad Ad- cation 3:167-178
ministrativa Especial del Sistema de Par-

144
EL ENFOQUE DE LA
INTERCULTURALIDAD EN EL
QUEHACER DE LA ETNOZOOLOGÍA
Eréndira Juanita Cano-Contreras42

“[…] no habrá grandes enseñanzas y ejemplos sino mucha perdición sobre la tie-
rra y mucha desvergüenza […]. Perdida será la ciencia, perdida será la sabiduría
verdadera […]”
L ibro 72 del L ibro de los L ibros de C hilam Balam.

L a avasallante y creciente globaliza- ble, asumiendo que los procesos de cambio


ción ha puesto en evidencia la necesidad cultural inciden en la reinterpretación de
de definir nuevas estrategias que aminoren modelos y conceptos occidentales para
el detrimento sistemático de la cultura de adaptarlos al propio molde. Sin embargo,
los pueblos indígenas y la consecuente pér- ello tampoco debe suponer la aceptación su-
dida de sus conocimientos, valores y for- misa de modelos impuestos o dominantes
mas de pensar y entender el mundo. E n y la negación de lo propio en privilegio de lo
este sentido, una de las principales preocu- externo debido a presiones hegemónicas;
paciones de las etnociencias y, en particu- como en algunas ocasiones ha ocurrido en
lar, de la etnozoología, es la pérdida de las grupos humanos tradicionales.
prácticas tradicionales locales de uso y ma- D e tal suerte, la etnozoología como
nejo de la fauna, así como de los sistemas disciplina académica se erige como una
cognoscitivos nativos, abogando por la re- oportunidad para que, desde su quehacer,
valoración y reconocimiento de los cono- se propongan, elaboren y lleven a cabo me-
cimientos locales sistematizados como una canismos y acciones que -realizadas desde
ciencia local, con sus construcciones cog- y por las culturas locales- tengan como fi-
noscitivas particulares. Así, la etnozoolo- nalidad fortalecer el reconocimiento de lo
gía se convierte en una valiosa oportunidad propio y (mediante la interacción igualita-
para la reivindicación del conocimiento ria con lo externo) establecer nuevas for-
tradicional local. mas de crear conocimiento, válidas (que no
Esta preocupación por la pérdida de los validadas) desde cualquier ámbito cientí-
conocimientos locales, más que tratarse de fico-académico.
una intención de inmutabilidad de las cul- Así mismo, una de las tendencias con-
turas, comprende que éstas no son estáticas temporáneas de las etnociencias en general y
ni el conocimiento tradicional es inamovi- de la etnobiología y la etnozoología en par-

42
A cademia de D esarrollo Sustentable, Á rea de Procesos N aturales, Universidad Intercultural de C hiapas. San
Cristóbal de L as C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: erecano@yahoo.com.mx

145
ticular, es servir como base para procesos de turas en contacto para generar una educa-
educación popular y de transformación so- ción más incluyente, construida ya no desde
cial desde una perspectiva Freiriana de In- el modelo hegemónico occidental, sino
vestigación Acción Participativa (I A P). desde los modelos culturales que histórica-
A l respecto, la educación desde un en- mente fueron relegados o subordinados.
foque intercultural constituye una impor- Sin embargo, la propuesta intercultu-
tante herramienta para la adquisición de ral puede (y, seguramente, debe) ser llevada
habilidades básicas y el fortalecimiento de a otros contextos o ámbitos, además del
las capacidades locales que, más allá del educativo; ésta debería convertirse en una
mero ejercicio educativo, también forta- realidad cotidiana, en un ejercicio común
lezca la creación de mecanismos de admi- de convivencia en el ámbito laboral, acadé-
nistración y gestión autónoma de los mico, jurídico y profesional, por citar sólo
recursos materiales y naturales locales. algunos ejemplos.
E l enfoque intercultural se basa, en Asimismo, en la educación intercultu-
primer lugar, en el reconocimiento de las ral uno de los mayores conflictos en el pro-
relaciones desiguales e inequitativas que se ceso de enseñanza-aprendizaje es la
dan entre distintas culturas, visibilizándo- traducción a lenguas locales y la apropia-
las para así poder sentar las bases del esta- ción desde distintas cosmovisiones de tér-
blecimiento de nuevas formas de minos académicos y científicos que
comunicación más democráticas e iguali- provienen de la cultura hegemónica occi-
tarias, que resulten en la elaboración parti- dental. D e tal suerte, lo que se busca desde
cipativa de modelos educativos que tengan la interculturalidad es el intercambio de
en cuenta la realidad particular de los gru- ideas y conocimientos desde la interlocu-
pos culturales, privilegiando aspectos como ción (Iturralde, 1995), esto es: un diálogo,
su lengua materna, cosmovisión, costum- más que de saberes, de conjuntos estructu-
bres y formas de organización. rados de visiones del mundo, concepciones
No obstante, se debe tener cuidado de culturales, ideologías e idiosincrasias.
no confundir la búsqueda y el ejercicio de E n ese sentido, el plurilingüismo y el
la interculturalidad con un mero reconoci- pluriculturalismo asumidos, que resultan
miento de la multiculturalidad; ya que el de programas que tienen como objetivo lo-
ejercicio de la interculturalidad conlleva grar el equilibrio de las lenguas, inclusive a
una amplia gama de prácticas que, entre través de revitalizar la más débil y conver-
otras, implican un esfuerzo de reconoci- tirla en instrumento de aprendizaje y de
miento de la propia identidad y de la ajena, vida cotidiana; pueden representar una vía
explorando las diferencias que pueda haber, de intercambio ontológico y epistémico de
aceptándolas, respetándolas y aprendiendo sistemas de conocimientos para el reforza-
de las mismas (Saldívar, 2004). miento, primero, de la intelectualidad local
Así, la educación intercultural repre- y, posteriormente, para la creación indígena
senta una oportunidad de crear espacios de de su propia ciencia.
convivencia y tolerancia en una propuesta Ello entendiendo que el balance entre las
que resulta urgente en la realidad que ac- lenguas es también el balance entre las cultu-
tualmente se vive, donde culturas distintas ras. El diálogo entre éstas favorece o propicia
conviven voluntaria o involuntariamente; ya el restablecimiento del equilibrio entre gru-
que nos permite tomar lo mejor de esas cul- pos culturales históricamente desiguales o

146
tratados de manera disímil (Iturralde, 1995); pueda contribuir como uno de los prime-
por esto, el diálogo debe ser ejercitado como ros pasos de un proceso de cambio social
un proceso de investigación y construcción, propiciatorio de una realidad en la que
lo cual implica nuevas metodologías para el exista más justicia e igualdad.
trabajo científico y académico, siendo ur- L a etnobiología se encuentra en una
gente la creación de espacios institucionali- fase de replanteamiento de sus prioridades
zados para concertar estos intereses. y, consecuentemente con la etnozoología,
Una de las premisas de la intercultura- ambas buscan ser una vía para el reconoci-
lidad es la educación constructivista, en la miento de los saberes locales, no solamente
que el intercambio de concepciones e ideas como un mero ejercicio de registro y análi-
se constituye como el ejercicio fundamen- sis, sino de revaloración y reivindicación de
tal de construcción colectiva del conoci- los mismos. Pero ¿qué es reivindicar? Inter-
miento, ya que el sujeto tiene que elaborar pelar, demandar, exigir, pretender, dicen los
tanto sus conocimientos e ideas sobre el diccionarios. Reivindicar va más allá de la
mundo como sus propios instrumentos de mera exigencia del reconocimiento de la di-
conocer ( D el Val, 2000). E n este sentido, versidad cultural. Se hermana con la inter-
el enfoque de las E tnociencias, desde su culturalidad cuando, sin limitarse a causa de
ruptura paradigmática y epistémica, ofrece las estructurales relaciones de desigualdad
una oportunidad para la construcción de entre culturas, las visibiliza y aprovecha –
un sistema de conocimientos que amal- más que como una debilidad y el pretexto
game esas múltiples visiones en forma de para comenzar el discurso de la “discrimi-
conceptos integradores a través de los cua- nación positiva”– como una oportunidad
les se logre, más que la comprensión de para que, al trabajar desde ellas, se cimen-
conceptos externos, la creación de otros ten mecanismos de fomento de igualdad:
que respondan a la propia realidad. mecanismos que resulten en una revalora-
E s así como, la sistematización del ción real de lo otro, en el reconocimiento y
conjunto de conocimientos etnobiológicos respeto de las alteridades como una base
y etnozoológicos de una cultura, puede re- para el ejercicio de un verdadero diálogo de
sultar un aporte significativo en la cons- interacción intersubjetiva.
trucción de una realidad académica, en la
que la diversidad de concepciones y creen- REFERENCIAS
cias acerca del mundo tomen el lugar que
el modelo hegemónico les ha negado. D e D E L V A L , J. 2000. Aprender en la vida y en la es-
esta manera, y tomando como base lo cuela. M orata. M adrid.
mencionado anteriormente, el modelo de I T URRA L D E , D. A. 1995. La gestión de la multicul-
educación intercultural se constituye como turalidad y la multietnicidad en América Latina.
una oportunidad para la edificación de una U N ESC O, Conferencia América Latina y el
ciencia local que, en primera instancia, Mundo hacia el año 2000. Buenos Aires.
S A L D ÍVA R , M . A. 2004. Educación e intercultu-
constituya una coyuntura en la conforma-
ralidad: retos de la educación indígena en
ción de una intelectualidad indígena o M éxico y G uatemala. En: H . Angeles, L.
local que parta de los propios conocimien- H uicoechea, A . Saldívar y E . Tuñón (eds.):
tos como base de su quehacer científico- Actores y realidades diversas: investigación y de-
académico y que, en última instancia y a la bates en la frontera Sur. El Colegio de la Fron-
par de otras prácticas reivindicatorias, tera Sur. San Cristóbal de Las Casas, México.

147
ETNOZOOLOGÍA Y LA ENSEÑANZA DE
LAS CIENCIAS BIOLÓGICAS
Geilsa Costa Santos Baptista43

INTRODUCCIÓN AL TEMA estudiantes, es fácil inferir que las aulas de


ciencias se componen de sujetos con dife-
Es sabido que, desde el comienzo de su rentes conocimientos y bagajes aprendidos
existencia, el ser humano siempre estableció en relación al ambiente natural. C onoci-
innúmeras relaciones con la naturaleza a su mientos que pueden tener su origen tanto
alrededor. D e estas relaciones surgieron los en la cultura científica como en otros sis-
conocimientos y las prácticas que integran temas de saberes, como, por ejemplo, de
parte de las culturas humanas y constituyen pueblos y sociedades “tradicionales”.
elemento importante de la cosmovisión de Según Baptista (2007), varias son las
cada grupo social, guiando todos sus pensa- publicaciones en el área de educación cien-
mientos y acciones cotidianas. tífica en las cuales educadores e investiga-
Contrariamente, la enseñanza de cien- dores cuestionan si culturas no-occidentales
cias en el mundo ha mantenido una diver- poseen o no conocimientos acerca de la na-
gencia entre el enfoque de los contenidos turaleza que pueden ser considerados cien-
científicos escolares y las nociones y con- cias y si estos sistemas de conocimientos
cepciones previas de los estudiantes. L os deben ser incluidos en el currículo escolar
conocimientos anteriores incluyen “[...] la de ciencias. Para esta autora, se trata de una
totalidad de presupuestos y creencias cons- amplia discusión que involucra innumera-
tituidas culturalmente” (Sepúlveda, 2003). bles y conflictivos argumentos de diferentes
C onstituyen las interpretaciones que los posiciones, representadas, básicamente, por
estudiantes traen consigo hasta el espacio el Universalismo (M atthews, 1994; Siegel,
escolar, resultantes de su cultura primera, 1997), el Multiculturalismo (Stanley y Bric-
de sus relaciones con otros individuos y khouse, 1994; Snively y Corsiglia, 2001) y el
con la naturaleza. Pluralismo Epistemológico (Cobern y Lo-
E n el entendimiento de que estas con- ving, 2001). D e modo general, la posición
cepciones previas son resultado de los con- universalista defiende que la ciencia es uni-
textos culturales donde (sobre)viven los versal y no puede ser enseñada en términos

43
D epartamento de E ducación, U E FS; G rupo de Investigación en H istoria, Filosofía y E nseñanza de C iencias
Biológicas (U F B A); Programa de Posgrado en E nseñanza, Filosofía e H istoria de las C iencias (U E FS/ U F B A).
E -mail: geilsabaptista@gmail.com

148
multiculturales, porque las influencias cul- posible darle un privilegio exclusivo, porque
turales no determinan la verdad de las ale- la ciencia no puede responder todas las pre-
gaciones científicas, o los productos de la guntas hechas por los hombres. Así, la cien-
ciencia, que son los conocimientos científi- cia apenas puede ser privilegiada dentro de
cos. Las actividades científicas transcienden los límites de sus propósitos, sus contextos
las diferencias humanas. Así, los universa- de origen y de aplicación. Por ello, es im-
listas no concuerdan con la inclusión de los portante que los profesores promuevan en
conocimientos resultantes del contacto di- los estudiantes una visión pluralista del co-
recto de las comunidades humanas con el nocimiento y no del relativismo, con lo cual
ambiente natural. los conocimientos tradicionales sobre la na-
L a posición multiculturalista, a su vez, turaleza serían incorporados en la definición
defiende la inclusión de este conocimiento de ciencia. Esto, para el pluralismo episte-
en el currículo de ciencias y, para ello, de- mológico significa decir que estos conoci-
fine ciencia a fin de abarcar el conoci- mientos deberían ser absorbidos por el
miento que diferentes culturas tienen discurso dominante de la ciencia moderna
acerca de la naturaleza. Según O gawa occidental, o deberían tener su valor y su le-
(1995), la ciencia es la percepción racional gitimidad apreciados desde la perspectiva de
de la realidad y, en este sentido, otros siste- los criterios epistémicos propios de esta
mas de pensamientos sobre la naturaleza forma de conocimiento. La consecuencia no
deberían ser considerados ciencia, ya que sería la valorización de estos conocimientos,
comportan también una percepción racio- sino una desvalorización, pues no serían
nal de la realidad. juzgados por criterios propios de sus con-
E l pluralismo epistemológico se pre- textos.
senta como una posición intermedia entre Sabiéndose, entonces, que las aulas de
el universalismo y el multiculturalismo y ciencias están representadas por diversas
concuerda con la inclusión del conoci- culturas que, a su vez, poseen distintas in-
miento etnobiológico en la enseñanza de terpretaciones del mundo natural –e, in-
ciencias, pero no en el currículo escolar, sino cluso, del sobrenatural– ¿Por qué motivo
en las salas de aula a través de diálogos, y te- la enseñanza de ciencias debe imponer el
niendo en cuenta que queden bien aclaradas conocimiento científico como el único vá-
y definidas las diferencias con respecto al lido y presente en estos espacios? Si las in-
discurso de la ciencia occidental moderna. terpretaciones que los escolares tienen de
Como el objetivo de enseñar ciencias es ins- la naturaleza les son útiles y válidas en su
truir teorías, conceptos y modelos científi- día a día y resistentes a los cambios ¿Por
cos, para esta posición, la ciencia, como es qué estos deberían abandonar sus nocio-
practicada en la actualidad, es una actividad nes previas en favor del saber científico?
cultural y representa el modo característico Para C obern (1996), en la enseñanza de
de conocer de las sociedades occidentales ciencias los estudiantes no deben ser inci-
modernas, con valores y contextos de apli- tados a romper con sus antiguas visiones
cación que difieren de las otras formas de de la naturaleza. Todo aquello que se les
conocer el mundo. esté enseñando en las aulas debe enten-
Para Cobern y Loving (2001), la cien- derse (por los docentes y estudiantes)
cia ha sido una poderosa herramienta para como parte de una segunda cultura a ad-
la descripción de la naturaleza, pero no es quirir. E sto es debido, principalmente, a

149
que las concepciones previas influyen en el L oving, 2001). Esto constituye una prác-
aprendizaje. E s requisito obligatorio el tica pedagógica desarrollada en el ámbito
buscar todas aquellas condiciones favora- de la interculturalidad, pues permite la
bles para que se dé una relación directa y convivencia democrática entre diferentes
complementaria entre los conocimientos culturas, buscando la integración entre
científicos que están siendo enseñados y ellas sin anular sus diferencias.
aquellos traídos por los mismos estudian- C uando los estudiantes consiguen
tes, en un constante diálogo entre saberes concebir relaciones –sean de semejanza o
(Baptista, 2007). C ampos (2002) afirma: de diferencia– entre los saberes culturales,
entre aquello que ellos saben y los conteni-
“ E l conocimiento únicamente se estable- dos que son objeto de enseñanza, el apren-
cerá a través del diálogo que, mediante la dizaje pasa a tener significado (Baptista,
consciencia de la diferencia, permitirá a los 2007). L os profesores podrán mostrarles
dos el reconocimiento de la diferencia, no cómo la ciencia tiene explicaciones para
sólo en cada uno de ellos, sino también en
determinados fenómenos que no son co-
otras lecturas de situaciones y contextos
nocidos por los diferentes grupos cultura-
socioculturales.”
les, además de sus beneficios ( C obern,
1996). L os estudiantes podrán compren-
E l diálogo consiste en la exposición de
der aquellas razones y argumentaciones
la pluralidad de razones. E l diálogo, según
utilizadas por la investigación científica
L opes (1999), es un proceso argumenta-
para llegar a determinadas conclusiones.
tivo mediante el cual los individuos expo-
C obern (1996) asevera que en las aulas
nen las razones de sus pensamientos. Tales
donde se dan diálogos, los sujetos también
razones deben considerarse y evaluarse por
conciben que la ciencia no tiene respues-
criterios de validez y legitimidad que sean
tas a todo. E l mismo autor afirma que, in-
propios de sus contextos de origen. L a
cluso, aprecian el hecho de que diferentes
mayor atención recae en propiciar un diá-
sistemas de saberes pueden beneficiar a
logo abierto entre conocimientos previos y
que las propias ciencias avancen. Según
científicos en las aulas. E n el diálogo entre
Cobern y L oving (2001: 63), el diálogo
saberes, como bien afirma Freire (2005), las
diferencias deben ser expuestas, escucha-
“[...] ofrece una oportunidad para ver
das y respetadas. E l diálogo constituye una cómo la práctica de la ciencia se puede be-
interrelación comunicativa donde los sig- neficiar de los insights de otros dominios
nificados atribuidos por los distintos suje- del conocimiento. A su vez, esto ayuda a
tos, bajo un determinado tema objeto de que los alumnos vean que algunos de los
estudio, son revelados a través de sus argu- insights de la ciencia pueden lograrse me-
mentaciones. Éstas, a su vez, son escucha- diante otros caminos epistemológicos; per-
das y evaluadas según los criterios mitiendo, además, la comprensión de
culturales del lugar donde se generaron. E n aquello que es único en la ciencia –lo que
el diálogo, el profesor media las interven- ésta puede hacer y los otros dominios del
conocimiento no alcanzan”.
ciones con la consideración de garantizar
la concepción de las relaciones existentes
E n este sentido, los estudiantes no tie-
entre los diferentes saberes, así como la po-
nen motivo para romper con sus visiones
sibilidad de aplicarlos en aquellos contex-
de la naturaleza, sino ampliarlas, pudiendo
tos donde sean más apropiados (Cobern y

150
utilizar los conocimientos en los contextos Conforme a Gonseth (1988), la inves-
más apropiados ( C obern, 1996). D icho tigación de las concepciones de cada grupo
proceso fortalecerá la identidad cultural de cultural es importante para comprender las
cada grupo, así como sus formas de expre- relaciones entre el ser humano y las especies
sión en los más variados espacios sociales. animales que comparten su medio físico o
simbólico. Por ejemplo, en las escuelas que
LA INVESTIGACIÓN tengan estudiantes pescadores, o hijos de
DE LOS CONOCIMIENTOS pescadores, los profesores de ciencias po-
drán investigar los conocimientos y prácti-
ETNOZOOLÓGICOS Y SU
cas que esos individuos poseen acerca de la
IMPORTANCIA EN LA ENSEÑANZA vida de peces, crustáceos, cetáceos etc., re-
DE LA ZOOLOGÍA sultantes de la convivencia diaria con esos
organismos y dependientes de ellos para su
Para que los profesores puedan ense- propia supervivencia. O tra posibilidad sería
ñar considerando los saberes culturales de indagar cuáles son los conocimientos que
los estudiantes acerca de los animales, se estudiantes provenientes de medios rurales
hace necesario que, por su parte, también tienen acerca de reptiles. Un estudio reali-
investiguen dichos conocimientos. E n este zado por Baptista et al. (2008) en una co-
sentido, la etnozoología puede contribuir munidad estudiantil de una escuela pública
sustancialmente, ya que este enfoque aca- de un municipio del Estado de Bahía, Bra-
démico estudia las diversas interacciones sil, reveló las concepciones que tenían sobre
establecidas entre los sistemas culturales y las anfisbenias, culebras-de-dos-cabezas o
el componente faunístico, pudiendo con- culebrillas ciegas (Amphisbaenia) y sus re-
tribuir a la investigación de las relaciones laciones (semejanzas y diferencias) con los
que los estudiantes mantienen con los ani- conocimientos científicos.
males (Baptista, 2007). D e la investigación y comprensión de
Una vez investigados los saberes cul- los saberes de los estudiantes con respecto a
turales de los estudiantes acerca de los ani- los animales, al igual que con otros elemen-
males, el docente, en sentido más amplio, tos de la naturaleza, los docentes podrán ela-
comprenderá la visión de dichos sujetos, borar y aplicar estrategias educativas en que
desempeñando un importante papel en la las concepciones previas sean incluidas y
construcción de una práctica de enseñanza consideradas en un diálogo cultural con las
de ciencias que considere las relaciones ciencias (Baptista, 2007). E l profesor podrá,
entre conocimiento científico, conoci- asimismo, facilitar la comprensión de sus es-
miento escolar (que se refiere al conoci- tudiantes aprovechando las diferencias entre
miento transpuesto didácticamente) y saberes, a fin de que no construyan conoci-
cultura. L a investigación de los conoci- mientos científicos erróneos, pero am-
mientos previos de los estudiantes acerca pliando sus concepciones acerca de los
de la fauna permitiría a los profesores ave- animales con las explicaciones científicas. De
riguar y comprender cuáles son los conoci- acuerdo a Cobern (2004), el objetivo de la
mientos y prácticas que intermedian las enseñanza de las ciencias es la comprensión,
relaciones de sus estudiantes con los ani- y no la aprehensión, de conocimientos cien-
males de los ambientes naturales y cultu- tíficos. Para este autor, existe una diferencia
rales a los cuales pertenecen. entre comprensión (entendimiento) y apre-

151
hensión (convicción), siendo que, para com- A continuación, se presentan algunos
prender, no es necesario aprehender. En vez procedimientos metodológicos utilizados
de esperar que los estudiantes, por ejemplo, en las investigaciones etnobiológicas que
acrediten en teorías científicas, la enseñanza son aplicables en la enseñanza de ciencias
de ciencias debe priorizar que ellos las do- (Baptista, 2007), como sugerencia para in-
minen (Cobern, 2004). vestigar las concepciones previas (saberes
etnozoológicos) de los estudiantes acerca
METODOLOGÍA PARA INVESTIGAR de los animales. Aunque dichos procedi-
LOS SABERES PREVIOS DE LOS ES- mientos también son descritos en el capí-
tulo del presente manual que trata
TUDIANTES ACERCA DE LOS ANI-
específicamente los métodos y técnicas uti-
MALES E INTERVENCIONES EN LA lizados en la investigación etnozoológica,
ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS aquí se hace del todo necesario una des-
cripción de algunos de ellos. C abe consi-
L a aplicación de la etnozoología como derar, también, que el ambiente escolar
coadyuvante de la enseñanza de ciencias posee una cultura propia (Silva, 2006) y di-
requiere la observación de los procedi- ferenciada de los demás espacios donde,
mientos metodológicos utilizados por comúnmente, se desarrollan las investiga-
dicho enfoque. Básicamente, el profesor ciones etnobiológicas.
debe buscar el profundizar sobre la inves-
tigación cualitativa y, en ese contexto, sobre IDENTIFICACIÓN DE LOS
el estudio de caso, visto que las aulas po- ESTUDIANTES QUE PARTICIPARÁN
seen una enorme complejidad que, fre-
EN EL ESTUDIO, OBSERVACIÓN DE
cuentemente, no puede ser cuantificada.
Así, como fundamento teórico, el profesor LOS ESPACIOS CULTURALES Y
buscará amparo en los referenciales teóri- ENTREVISTAS
cos, tanto de la investigación etnobiológica
(Posey, 1986; M arques, 2001; C ampos, Como en cualquier investigación etno-
2002), como de la investigación en educa- biológica, el primer paso consiste en identi-
ción (Ludke y A ndré, 1986; Bogdan y Bi- ficar a los sujetos participantes, pudiendo
klen, 1994). realizarse mediante el uso de cuestionarios
A grandes rasgos, la investigación de orales en las aulas. Es en este momento
los saberes culturales de los estudiantes cuando el profesor debe informar claramente
podrá realizarse dentro y/o fuera del espa- a los escolares cuáles son los objetivos y pro-
cio escolar, en el aula o en el campo, a fin cedimientos de su estudio, dando la opción
de reunir informaciones sobre sus concep- para que los interesados se lo hagan saber.
ciones con relación a la fauna. Es impor- Para los menores de edad, deberá solicitar
tante destacar que los docentes realicen previa autorización de los padres y/o respon-
este estudio antes y durante la planifica- sables, para evitar problemas de marco legal.
ción de sus clases puesto que, de este modo, E n caso de que la investigación trans-
podrán decidir sobre su actuación pedagó- curra fuera del espacio escolar, es impor-
gica en el sentido de incluir y priorizar ac- tante que el docente solicite las direcciones
ciones y situaciones de constantes de los alumnos, a fin de realizar visitas a sus
interacciones con y entre los estudiantes. espacios y ámbitos cotidianos culturales. A l

152
mismo tiempo, hay que definir los hora- cios culturales de los estudiantes. Según
rios y días de la semana disponibles y pac- Bogdan y Biklen (1994), en las entrevistas
tados para realizar las visitas. semi-estructuradas el investigador parte de
A l efectuar las visitas, y una vez estable- preguntas parcialmente formuladas (pu-
cidos los primeros contactos con los sujetos diendo añadir otras más), de acuerdo a los
a fin de establecer mayores vínculos de con- discursos de los entrevistados. C abe desta-
fianza (rapport), los profesores pueden em- car que no es conveniente aplicar dichas
pezar sus observaciones participantes con el entrevistas en el espacio escolar, siendo que
propósito de describir prácticas culturales este contexto, de tránsito hacia conoci-
relacionadas con los animales, como, por mientos científicos, puede influir en las
ejemplo, pesca, caza, preparación de ali- respuestas dadas por los individuos.
mentos, fabricación de utensilios, adornos, A l realizar las entrevistas es aconsejable
etc. E n este contexto de las observaciones hacer uso del vocabulario nativo, facilitando
de los eventos culturales, el profesor pres- la comprensión de los contenidos y signifi-
tará más atención a los diálogos que los es- cados de las preguntas, además de poderse
tudiantes establecen con los demás dar el caso de que los estudiantes, por estar
integrantes de su propia cultura. Las obser- delante de su profesor, intenten responder
vaciones de los episodios culturales podrán las preguntas utilizando un lenguaje esco-
registrase en una libreta de campo al final lar, es decir, con la intuición de facilitar la
de cada encuentro (Ludke y André, 1986). comunicación. Riesgo que podrá intensifi-
Es interesante fotografiar todos aquellos carse si las entrevistas fuesen registradas
espacios y elementos culturales involucrados, mediante una grabadora. Comúnmente, los
no únicamente a los propios entrevistados alumnos se sienten avergonzados al tener
(cuando lo acepten). Normalmente, las foto- que hablar delante de uno de estos apara-
grafías permiten una visión más detallada del tos. Es conveniente registrar la entrevista en
ambiente cotidiano del estudiante que, tal una libreta de campo, con el debido cuidado
vez, no sería posible detectar apenas en un es- de anotar todas las informaciones en el con-
pacio (corto) de tiempo de observación ocu- texto en que son colocadas y expuestas por
lar por parte del investigador. Las fotografías los propios sujetos.
tomadas a los participantes del estudio po- D urante su transcurso, el profesor de-
drán incluirse en posteriores publicaciones en berá identificar aquellos sujetos-clave
caso de tener permiso expreso por parte de ( M arques, 2001); para el caso, estudiantes
los individuos entrevistados (o de sus padres que demuestren tener, en media, más co-
y/o responsables legales). nocimiento sobre la temática investigada
D espués de observar los espacios y las en relación a los demás participantes. Junto
actividades culturales desarrolladas por los a estos, utilizar preguntas generadoras de
estudiantes, el profesor elaborará un pro- datos (Posey, 1997) para, a partir de las res-
tocolo con cuestiones relacionadas con los puestas obtenidas de las entrevistas, proce-
objetos de enseñanza. E l protocolo guiará der a una selección entre las palabras y
la realización de entrevistas semi-estructu- expresiones empleadas con la finalidad de
radas, permitiendo escoger datos sobre generar nuevos interrogantes que permi-
cómo y de qué forma los estudiantes ven, tan obtener datos nuevos y complementa-
conciben e, incluso, manejan los animales. rios (Berlin, 1992). Posey (1997) destaca
Estas entrevistas se realizarán en los espa- que, cuanto más abierta sea la pregunta

153
hecha, mayor será la libertad que la persona pales partes que forman el cuerpo de la “cu-
tendrá para responder según su propia ló- lebra-de-dos-cabezas” (Amphisbaena alba
gica y conceptualizaciones. Consecuente- Linnaeus, 1758). Para ella, el cuerpo de este
mente, también serán mayores la cantidad animal está cubierto por escamas, posee dos
y calidad de los datos recolectados. cabezas y su parte central sería la barriga.

LOS DIBUJOS COMO HERRA-


MIENTA DE INVESTIGACIÓN DE
LOS CONOCIMIENTOS ETNOZOO-
LÓGICOS DE LOS ESTUDIANTES

Según Silveira (1997), los dibujos son


parte de las diversas maneras utilizadas por
las culturas para representar el mundo a lo
largo de su historia, antecediendo a la pro- Figura 1. D ibujo esquematizado elaborado por una
pia aparición del simbolismo del lenguaje estudiante representando las principales partes que
escrito. L os dibujos consisten, así, en pro- forman el cuerpo de Amphisbaena alba.
ducciones gráficas que exteriorizan deter-
minadas maneras de ver y entender el Por otro lado, la Figura 2 es el dibujo
mundo. Son resultantes de procesos de elaborado por un estudiante pescador de la
interacción del sujeto con su medio socio- Isla de Itaparica, en Bahía, donde se pue-
cultural. D e este modo, las personas no di- den apreciar sus concepciones sobre ani-
bujan aquello que ven, sino lo que conocen males del ecosistema del manglar,
( Vygotsky, 1991). Siendo así, durante las especialmente el cangrejo (Callinectes
entrevistas se puede solicitar a los estu- danae Smith, 1869). E n este dibujo es po-
diantes la elaboración de dibujos esquemá- sible observar las concepciones del estu-
ticos basados en los animales que conocen. diante sobre la morfología del animal,
Para esto, el profesor les facilitará lápices como, por ejemplo, el número de patas
de colores, bolígrafos, hojas de papel y/u (cinco pares) con detalles tales para la pre-
otros materiales que juzgue conveniente. sencia de quelíceros (Brunet, 2006).
L os escolares tienen que representar todos
sus (posibles) conocimientos. Por ejemplo,
sobre la morfología del animal, alimenta-
ción, comportamiento, sus interacciones
con otros seres vivos, etc., explicándolo
todo a su manera personal.
E n Baptista et al. (2008), es posible en-
contrar un caso de cómo la estrategia de re-
alización de dibujos esquemáticos por los
estudiantes campesinos revela sus concep-
ciones sobre la fauna (conocida), específica-
mente con los Amphisbaenia. La Figura 1
muestra cómo una estudiante de 17 años re- Figura 2. D ibujo de un cangrejo elaborado por un
presentó sus concepciones sobre las princi- estudiante pescador con detalles de su morfología.

154
Un estudio realizado por Scavroni et Todos los dibujos elaborados por los es-
al. (2008) revela, a través de dibujos, cuáles tudiantes pueden ser utilizados por los pro-
son los conocimientos que niños de me- fesores para la comprensión de sus saberes
dios rurales y urbanos del Estado de São etnozoológicos y, posteriormente, para las
Paulo, Brasil, poseen en relación a los mur- argumentaciones en las aulas, entre profe-
ciélagos. D ichos dibujos muestran que sores y estudiantes, con la finalidad última
estos niños, con edades de 9 y 10 años, co- de concebir la existencia de relaciones de se-
nocen a los murciélagos como animales mejanza y diferencias entre sus saberes tra-
que poseen cuerpo largo, segmentado y dicionales y los conocimiento científicos.
con cuatro alas, características que son pro-
pias de los insectos (Figura 3A). Estas ca- TRANSCRIPCIÓN, CATEGORIZA-
racterísticas, según los autores, pueden CIÓN DE LOS CONTENIDOS DE LAS
haber sido atribuidas al animal debido a
ENTREVISTAS Y TABLA DE COGNI-
que la mayoría de los mamíferos que co-
nocen no son voladores, sumado al hecho CIÓN COMPARADA
de que los demás animales presentes en su
quehacer diario son aves e insectos. Los di- L as transcripciones de las entrevistas
bujos elaborados por los niños también deben realizarse tras las mismas, tanto en
muestran que los murciélagos son vampi- un editor de texto (más usual) como en un
ros, alimentándose de sangre humana y cuaderno a mano. Paro los casos en que los
causando su muerte (Figura 3B). estudiantes no aceptaron ser grabados, sus
respuestas tendrán que ser transcritas del
diario de campo al editor de texto.
D espués de las transcripciones, el do-
cente podrá confeccionar tablas en las cua-
les los datos se organizarán en concordancia
con las preguntas realizadas durante las en-
trevistas. E l objetivo de elaborar dichas ta-
blas es el de agrupar las informaciones por
categorías temáticas. Según Bogdan y Bi-
klen (1994), las categorías constituyen un
medio de clasificar los datos descriptivos
que fueron colectados, de modo que el ma-
terial contenido en un determinado tópico
pueda ser físicamente apartado de los otros
datos, facilitando la interpretación de los
mismos. Por ejemplo, en una determinada
tabla, las respuestas de los entrevistados se
transcribirán en su totalidad, siendo identi-
ficadas por códigos a fin de garantizar la
privacidad de las identidades de los sujetos
Figura 3. D ibujos representativos de concepciones participantes. L os códigos podrán ser: E1
sobre murciélagos elaborados por niños de medios para el primer entrevistado, E2 para el se-
rurales y urbanos del E stado de São Paulo, Brasil. gundo, y así sucesivamente.
Adviértase la presencia de cuatro alas.

155
Basándose en esta primera tabla, con- puede lograr mediante la identificación de
teniendo los datos de las entrevistas agru- las relaciones de semejanza y/o diferencia
pados por categorías temáticas, es posible entre los saberes tradicionales y los cientí-
elaborar “ Tablas de C ognición C ompa- ficos escolares (Baptista, 2007).
rada” (M arques, 2001), en las cuales ciertos L a Tabla 1 ejemplifica una tabla de
fragmentos de las entrevistas con los estu- cognición comparada elaborada a partir de
diantes son comparados con los conteni- los datos de una investigación realizada
dos de la enseñanza de ciencias, tiendo por con estudiantes campesinos de una escuela
base los libros didácticos utilizados por los pública del municipio de Serra Preta, Es-
profesores en clase. E l objetivo de la com- tado de Bahía, Brasil, sobre el grupo A m-
parativa entre conocimientos tradicionales phisbaenia (Baptista et al., 2008). Se puede
(de los alumnos) y los contenidos educati- apreciar qué fragmentos de las entrevistas
vos de ciencias no deberá ser la jerarquiza- fueron comparados con los contenidos de
ción de las formas de conocimiento enseñanza de ciencias de la escuela objeto
implicadas, sino la delimitación de los do- de estudio, siendo posible establecer las re-
minios de aplicación de los conocimientos laciones de semejanza entre ambos siste-
tradicionales y científicos relacionados con mas de saberes.
la biología de los animales. Este proceso se

Conocimientos de los estudiantes C itas en los libros didácticos de ciencias

Nosotros llamamos acá en Bravo, nosotros


Son popularmente llamados culebra-de-
llama animal de dos cabezas, culebra-de-dos-
dos-cabezas [...] (L opes y Rosso,
cabezas
2005:364).
(E1-18 años).

E l grupo de las anfisbenas incluye animales


La vi en el suelo, pero después ella misma ex- generalmente sin pernas, que viven en gale-
cavó el suelo y sumió de nuevo (E6-24 años). rías y excavan el suelo (L opes y Rosso,
2005:364)

[...] Por ello yo pienso, yo creo que puede E n los reptiles [...] los sexos están general-
existir un macho y una hembra (E4-17 años). mente separados [...] (Paulino, 2000:229).

É l debe comer algún insecto pequeño que se L a mayoría de los reptiles son carnívoros,
mueve bajo la tierra [...] alimentándose de diversos tipos de animales
(E9-19 años). (A mabis y M artho, 2004:237).

L a piel de estos animales es seca [...] y está


C ascudo, su piel cascudo. [...]
recubierta por escamas [...] (L opes y Rosso,
(E6-24 años).
2005:361).

Tabla 1. Tabla de cognición comparada elaborada a partir de los datos de campo con entrevistas a estudian-
tes campesinos de una escuela pública del Estado de Bahía, Brasil.

156
LOS SABERES PREVIOS DE LOS múltiples formas, colores o hábitos. E sto
ESTUDIANTES ACERCA DE LOS puede vislumbrarse mediante excursiones
con fines didácticos a jardines, parques,
ANIMALES E INTERVENCIONES EN
granjas, zoológicos etc., además de a los al-
LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS rededores de la escuela, donde se haga po-
sible el desarrollo de actividades de
Basándose en la utilización de los pro-
observación (ver, oír, tocar), de búsqueda
cedimientos metodológicos descritos
(dominio de los hábitats), es decir, de re-
arriba para la investigación de los conoci-
conocimiento y de comparación entre sa-
mientos etnozoológicos de los estudiantes,
beres y experiencias. E n esas salidas al
los profesores de ciencias podrán elaborar
campo, podrán apreciar diferentes espe-
estrategias educativas que contemplen la
cies y sus modos de vida bajo el punto de
inclusión de estos saberes en el diálogo con
vista de diferentes explicaciones (científi-
los conocimientos científicos objeto de en-
cas y tradicionales). L os profesores podrán
señanza y aprendizaje de la Z oología. A su
valerse de los conocimientos tradicionales
vez, esto también podría generar en los es-
que sean previamente investigados para es-
tudiantes un sentimiento de (re)valoriza-
timular a los alumnos a participar en un
ción y orgullo de los saberes locales, que
posible diálogo entre saberes en un am-
muchas veces son discriminados por aque-
biente natural, fuera del espacio de las
llos cuyas relaciones cotidianas se guían
aulas. D e acuerdo con Bizzo (2000), las
únicamente por una visión de mundo es-
clases de ciencias pueden (y deben) des-
trictamente técnico-científica.
arrollarse a través de actividades diversas,
Para estas estrategias educativas, los do-
sin necesidad de tanta sofisticación de la-
centes deberían elaborar materiales didácti-
boratorios equipados, como normalmente
cos que describan los conocimientos
solicitan muchos profesores. D e acuerdo
tradicionales de los sujetos que fueron inves-
con H odson (1992), la ciencia en la escuela
tigados a través de determinados procedi-
debe mostrarse excitante y desafiadora
mientos metodológicos de la etnozoología,
para el estudiante, a la vez de mostrar su
como, por ejemplo, una cartilla, un cuento
relevancia fuera del contexto escolar.
ilustrado, cómics, etc. Una posibilidad inte-
Procesos de enseñanza que tengan por
resante para confeccionar el material didác-
base el diálogo cultural con las ciencias lle-
tico es la utilización de los dibujos elaborados
varán, forzosamente, a que las personas re-
por los estudiantes durante las entrevistas.
flexionen sobre sus actitudes en relación con
Los profesores de ciencias pueden utilizarlos
los animales, volviéndose más tolerantes en
para conformar un material didáctico que es-
cuanto a convivir con estos. Concretamente
timule trabajar (en las aulas) la caracteriza-
con los insectos, la visión negativa bastante
ción morfológica de los animales. D icho en
generalizada que los individuos tienen de
otras palabras, cabe despertar en los estu-
estos termina también, infelizmente, in-
diantes el interés necesario por comprender
fluenciando las prácticas pedagógicas en las
el modo en que la ciencia explica los hechos
escuelas. Principalmente la enseñanza de
y en qué cosas difiere de los conocimientos
ciencias, que no proporciona a los estudian-
tradicionales.
tes momentos ni espacios para estudios más
L os estudiantes pueden ser motivados
detallados sobre la biología e importancia
a aprender más sobre los animales incenti-
ecológica de estos animales. Para ello, es im-
vándoles a prestar más atención en sus

157
portante reservar períodos para que los ejemplo, investiguen la historia de los anti-
alumnos reflexionen sobre las acciones (ac- guos egipcios, aztecas, etc., con el objetivo
titudes) humanas dirigidas a los insectos (y de revelar cómo eran las visiones y prácticas
demás artrópodos), visto que conocer am- de estos pueblos con relación a los elemen-
pliamente la vida de estos animales posibi- tos naturales con los cuales compartían sus
lita la comprensión de que desempeñan territorios. Esto contribuirá a que se hagan
papeles ecológicos significativos y, conse- comparaciones entre la dinámica del mundo
cuentemente, cabe establecer manejos ade- antiguo y del actual, pudiendo llevar los es-
cuados, equilibrio ambiental y conservación tudiantes a levantar cuestionamientos sobre
de las múltiples especies. Según Conte la contemporánea “crisis ambiental”. E n lo
(2004), la función ecológica de los insectos referente a las cuestiones de especies ani-
aún es un tema poco tratado en las escuelas, males amenazadas y en extinción, el tráfico
prevaleciendo casi siempre aquellas nocio- ilegal de animales vivos y muertos, que ha
nes de útiles y/o nocivos. sido practicado por diversos países y con di-
Para L ópez et al. (2007), la educación versas finalidades (comercio de la piel para
escolar ejerce cierta influencia para que los fabricación de zapatos y accesorios; para el
jóvenes reflexionen acerca de cómo los in- uso en circos; venta en tiendas y hasta para
sectos y demás animales son interpretados laboratorios donde son realizadas investiga-
cognitivamente, y cómo se establecen las ciones ilegales, etc.). Todo esto servirá para
diferentes conexiones con esos organismos. reunir en el aula informaciones conceptua-
Para L opes y Reis (2003), la escuela puede les de diversas culturas con significaciones
contribuir a que los alumnos desarrollen de una educación ambiental para las locali-
una visión más amplia de estos organismos dades y para el mundo, promocionando
y para formular nuevos asuntos, problema- subsidios para la ampliación de los conoci-
tizándolas y reflexionando sobre actitudes mientos y exposición de diversos mecanis-
y valores bioéticos (L opes y Reis, 2003). mos de acciones individuales y colectivas
Especialmente en la enseñanza sobre que permitan el ejercicio responsable y
ecología animal, el diálogo cultural con los consciente de la ciudadanía con respecto a la
estudiantes promoverá una concienciación naturaleza y sus elementos. Así, se produci-
para la educación ambiental en su sentido rán reflexiones por parte de los sujetos que,
más amplio. Es decir, promoverá oportuni- seguramente, influenciarán en actitudes a
dades para la comprensión de cómo los corto y largo plazo para el equilibrio de todo
seres humanos estamos estamos inmersos y el sistema planetario.
formamos parte del mundo natural, donde A continuación, se presenta una pro-
todos los componentes son interdependien- puesta educativa sobre la entomofauna, con
tes ( Jecupé, 1998). Con esta perspectiva, el la intención de servir de apoyo a profesores
docente permitirá a los estudiantes una vi- de ciencias de diversos contextos sociocul-
sión local y global de las relaciones que el turales, para un tratamiento científico de los
hombre establece con los demás animales. insectos en las escuelas considerando la par-
Y esto no sólo en el presente, sino también ticipación de las concepciones previas de los
en el pasado, a lo largo de los años y en los estudiantes sobre estos organismos en el
más variados contextos culturales. Asi- diálogo cultural con las ciencias. Los conte-
mismo, podrá diseñar estrategias de ense- nidos trabajados en el aula incluirían, por
ñanza en las cuales los estudiantes, por ejemplo, definición y caracterización de los

158
insectos, tipos de insectos y la importancia también es estimular a los estudiantes para
ecológica y cultural de estos animales según que consulten las fuentes de las investiga-
los alumnos. A l término de las secuencias ciones científicas; sin embargo, es impor-
didácticas, los estudiantes deberán ser capa- tante caracterizar previamente tales
ces de identificar sus principales caracterís- fuentes, señalándoles algunos ejemplares
ticas morfológicas, diferenciándolos de los seleccionados.
demás artrópodos, así como de los otros Una vez exploradas dichas especies,
grupos faunísticos; e identificar su impor- hay que solicitar a los estudiantes que bus-
tancia ecológica y sociocultural. quen relaciones con aquello que escribie-
Inicialmente, el docente deberá orga- ron anteriormente sobre las cuestiones
nizar a los estudiantes en grupos de hasta presentadas. C abe al profesor visitar a los
cinco componentes. E l objetivo de estar grupos con el único propósito de orientar-
organizados en grupo es el intercambio de los si tienen dudas en cuanto a la organi-
experiencias. E ntendiendo que toda clase zación de las anotaciones, sin por ello
es un ambiente multicultural, es impor- influir en cualquier respuesta. A l finalizar
tante que el profesor busque agrupar los esta etapa, hay que organizar la clase aún
alumnos por afinidades culturales, por en grupos y en forma de semicírculo. Tal
ejemplo: si hay en las aulas individuos pes- estructura es importante para que todos los
cadores, indígenas, campesinos, etc. presentes puedan tener mayor visibilidad e
D espués de organizar los grupos, em- interacción. A continuación, se abre la dis-
pezará una discusión que tendrá como base cusión sobre todas las anotaciones de los
las siguientes cuestiones: ¿ Q ué son los in- grupos, solicitándoles una explicación de
sectos? C ite ejemplos ¿Cuál el papel de los sus ideas y conclusiones. Aquí es cuando el
insectos en la naturaleza? ¿Cómo el ser hu- profesor deberá poner mucha atención a la
mano interactúa con los insectos? L os es- conducción del diálogo, permitiendo la ex-
tudiantes deberán iniciar libremente posición de las argumentaciones por parte
discusiones dentro de cada grupo, entre los de todos los estudiantes – es decir, de sus
componentes y, paralelamente, realizar conocimientos previos y de aquellos cons-
anotaciones en sus cuadernos. truidos en base en las discusiones en los
Basándose en las cuestiones propuestas, grupos – para, a partir de esto, enseñarles
el profesor deberá solicitar a los alumnos la las teorías, modelos y conceptos científicos
elaboración individual de una tabla. C abe referentes a la temática a estudiar. C abe
destacar que, a pesar de estar en grupo, cada destacar la importancia de la no jerarqui-
estudiante tendrá su propia tabla, donde de- zación de saberes en este preciso momento,
berán hacer constar los siguientes puntos: sino la tentativa del establecimiento de re-
L O Q U E YA SA B E M O S; y L O Q U E laciones de semejanzas y/o de diferencias,
Q U E R E M OS D ESC U BRIR. de la naturaleza de cada uno de los siste-
E n la secuencia, y después de que los mas de saberes involucrados en el diálogo
alumnos hayan concluido sus anotaciones, y de sus contextos de aplicación.
el profesor solicitará que entreguen todo el C omo conclusión de las discusiones,
material de investigación con el objetivo de los alumnos podrán presentar sus ideas a
descubrir informaciones científicas rela- toda la escuela, en un espacio al que po-
cionadas con las cuestiones anteriormente drían nombrar de acuerdo a su grado de
citadas. E l objetivo de este procedimiento creatividad, por ejemplo: “L os insectos que

159
conocemos”. Para organizar el evento, el el sentido de identificarlos como agentes
profesor tendrá la tarea de incentivar a los históricos y críticos de las influencias que
estudiantes a escoger un insecto para pre- los conocimientos científicos pueden ejer-
sentarlo, mediante exposición oral de un cer en las sociedades donde viven. Esto in-
texto elaborado por ellos mismos. También cluye los conocimientos científicos acerca
pueden hacer fotografías del insecto, escri- de los animales y las influencias de estos
biendo textos donde se explican aspectos saberes sobre las relaciones que los sujetos
importantes que aprendieron con las diná- humanos tienen con el mundo animal a su
micas anteriores. Podrán, incluso, crear alrededor. L a escuela, sin duda, debe con-
modelos con chatarra, exponer recetas cu- tribuir a la ampliación cognitiva de los
linarias que utilizan insectos como parte de alumnos, aumentando consecuentemente
los ingredientes, señalar perjuicios y bene- las posibilidades de que estos individuos
ficios para el ser humano, escribir notas in- contribuyan a la sustentabilidad y conser-
formativas y curiosidades para ser vación de las especies animales, pero, al
distribuidas, etc. mismo tiempo, sin perder de vista sus pro-
E l proceso de evaluación se reali- pias identidades culturales, tal como afirma
zará durante todas las actividades, espe- Trigo (2003) cuando dice que “[...] E l co-
cialmente durante las respuestas y nocimiento científico como construcción
argumentaciones de los estudiantes. Por cultural es un conocimiento típico, dife-
tanto, el docente debe hacerse entender renciado, no necesariamente una visión de
como dinamizador, motivador y mediador mundo a la cual se tenga que optar.”
de la palabra, a fin de observar si los alum-
nos están alcanzando los objetivos previa- REFERENCIAS
mente propuestos. E s decir, si resumen y
explican todo lo que se discutió, si mues- A M A BIS, J. M . Y M A R T H O , G . R. 2004. Biolo-
tran claridad al explicitar sus ideas, si hacen gia das populações. M oderna. São Paulo.
un uso adecuado de la palabra para expli- B A P T IS TA , G . C . S. 2007. A contribuição da et-
car aquello que aprendieron, y si consiguen nobiologia para o ensino e a aprendizagem de
transmitir las informaciones de manera ciências: estudo de caso em uma escola pública
objetiva y articulada, etc. do estado da Bahia. M aster T hesis. U F B A .
Salvador; U E FS. Feira de Santana.
B A P T IS TA , G . C . S., V A LV E R D E , M . C . C . Y
CONSIDERACIONES FINALES C O S TA - N E T O , E . M . 2008. D iálogo entre
concepções prévias dos estudantes e co-
Apoyándose en el pensamiento de Co- nhecimento científico escolar:
bern (1996), el cual afirma la importancia relações sobre os A mphisbaenia. Revista
de la investigación y comprensión de los Ibero-Americana de Educación, 47(2). D is-
conocimientos previos (atendiendo a la di- ponible en <http://www.rieoei.org/delos-
versidad cultural) de los estudiantes para la lectores/2394Baptista.pdf>. A cceso en 18
de O ctubre de 2008.
enseñanza de ciencias, aquí se defiende la
B E R LI N , B. 1992. Ethnobiological classification:
idea de que la escuela tiene que ser vista principles of categorization plants and animals
como un espacio apropiado para el diálogo in traditional societes. Princeton University
entre saberes. E specialmente en las aulas Press. Princeton.
de ciencias, como un espacio de concien- B I Z Z O . 2000. C iências: fácil ou difícil? 2a ed.
ciación y politización de los educandos, en E ditora Á tica. São Paulo

160
B O G D A N , R. C . Y B I K L E N , S. K. 1994. Investi- L O P ES, S. Y R O SS O , S. 2005. Biologia. Saraiva.
gação qualitativa em educação. E ditora São Paulo.
Porto. Porto. L Ó P E Z , B. G ., C O S TA - N E T O , E . M . Y B A P -
B R U N E T, J. M . S. 2006. Aratus, caranguejos, siris T IS TA , G . C . S. 2007. Percepción y conoci-
e guaiamuns, animais do manguezal: uma et- miento de los insectos: un estudio de caso
nografia dos saberes, técnicas e práticas dos jo- con los niños de educación primaria en dos
vens da comunidade pesqueira de baiacu (Ilha zonas urbanas de Iztapalapa, D istrito Fe-
de Itaparica-BA). M aster T hesis. U F B A . deral, M éxico. Boletín Sociedad Entomoló-
Salvador; U E FS, Feira de Santana. gica Aragonesa, 41: 485-493.
C A M P OS, M . D. 2002. E tnociências ou etnogra- L U D K E , M . Y A N D R É , M . E . D . A . 1986. Pes-
fia de saberes, técnicas e práticas. En: M . C . quisa em educação: abordagens qualitativas.
Amoroso, L. C . M ing y S. P. Silva (O rgs.): E .P.U. São Paulo.
Métodos de coleta e análise de dados em etnobio- M A R Q U ES, J. G . W. 2001. Pescando Pescado-
logia, etnoecologia e disciplinas correlatas, pp. res. N UPA U B USP. São Paulo.
46-92. U N ESP/ C N P Q , Rio C laro. M A T T H E WS, M . R. 1994. Science teaching: the
C O B E R N , W. W. 1996. C onstructivism and role of history and philosophy of science. Rout-
non- Western science education research. ledge. N ew York.
International Journal of Science Education, O G AWA , M . 1995. Science education in a mul-
4(3): 287-302. tiscience perspective. Science Education, 79:
C O B E R N , W. W. 2004. A pples and oranges: a 583-593.
rejoinder to Smith and Siegel. Science Ed- P A U L I N O , W. R. 2000. Biologia. Á tica. São
ucation, 13: 583-589. Paulo.
C O B E R N , W. W. y L O V I N G , C . C . 2001. D efin- P O SE Y , D . A . 1986. Introdução. E tnobiologia:
ing science in a multicultural world: Impli- teoria e prática. En: B. Ribeiro ( O rg.):
cations for science education. Science Suma Etnológica Brasileira, Volume 1, Etno-
Education, 85: 50-67. biologia, pp. 15-25. Vozes. Petrópolis.
C O N T E , H . 2004. Insetos e meio ambiente: P OSE Y, D . A . 1997. E tnobiologia: teoria e prá-
biodiversidade que precisa ser mais estu- tica. En: D . Ribeiro (ed.): Suma Etnológica
dada. En: 7ª Reunião Regional da Sociedade Brasileira, Vol. 1, p. 1-15. 3a ed.
Brasileira para o Progresso da Ciência. Vozes/ F I N EP. Petrópolis.
U F PA . Belém. S C AV R O N I , J., P A L E A RI , L . M . Y U I E D A , W.
F R E IR E , P. 2005. Pedagogia do oprimido. Paz e 2008. M orcegos: realidade e fantasia na
Terra. Rio de Janeiro. concepção de crianças de área rural e ur-
G O N S E T H , M . O . 1988. O s animais e o bana de Botucatu, SP. Revista Simbio-Lo-
homem. O Correio da Unesco, 4: 4-8. gias, 1(2): p. 1-18.
H O D S O N , D . 1992. Redefining and reorient- S N I V E LY , G . Y C O RSI G LI A , J. 2001. D iscover-
ing practical work in school science. School ing indigenous science: implications for
Science Review, 73(264): 65-78. science education. Science Education, 85: 6-
J E C UP É , K. W. 1998. A terra dos mil povos: his- 34.
tória indígena brasileira contada por um S EPÚ LV E D A , C . A . S. 2003. A relação entre ciên-
índio. Peirópolis. São Paulo. cia e religião na trajetória de formação profis-
L O P ES, A . R. C . 1999. Pluralismo cultural em sional de alunos protestantes da licenciatura
políticas de currículo nacional. En: A . F. B. em ciências biológicas. M aster T hesis. U F BA .
M oreira ( O rg.): Currículo: políticas e práti- Salvador; U E FS. Feira de Santana.
cas, pp. 59-80. Papirus. C ampinas. SI E G E L , H . 1997. Science education: multicul-
L OPES, P. P. Y R EIS, V. P. G. S. 2003. Insetos na tural and universal. Interchange, 28: 97-108.
escola: o que dizem os professores de Ciências S I LVA , F. C . T. 2006. Cultura Escolar: quadro
e Biologia. En: Anais I Encontro Regional de conceitual e possibilidades de pesquisa.
Ensino de Biologia. U E FS. Feira de Santana. Educar, 28: 201-216.

161
S I LV E IR A , D . L . 1997. E ducação ambiental e
conceitos caóticos. En: A . G . Pedrini (org.):
Educação ambiental: reflexões e práticas con-
temporâneas, pp. 188-259. Vozes. Petrópolis.
S TA N L E Y , W. B. Y B RI C K H O USE , N . W. 1994.
Multiculturalism, universalism, and science
education. Science Education, 78: 387-398.
T RI G O , E . D . F. 2003. O rigem da vida, evolu-
ção, acaso e crenças religiosas: um encontro
cultural na sala de aula de Biologia. O caso
dos alunos de uma escola pública da rede
federal de ensino. En: Anais do II EREBIO:
Formação de professores de Biologia: articu-
lando universidade e escola, pp. 39-41.
U F F /SB E nBI O . Rio de Janeiro.
V Y G O TSK Y, L. S. 1991. Pensamento e linguagem.
M artins Fontes. São Paulo.

162
TERCERA PARTE

ESTUDIOS DE CASO

163
164
ZOOTERAPIA:
IMPORTANCIA, USOS E IMPLICACIONES
CONSERVACIONISTAS
Rômulo Romeu da Nóbrega Alves44

INTRODUCCIÓN tesis de Universalidad Zooterapéutica”). En


las sociedades modernas, la zooterapia cons-
La biodiversidad es fuente inestimable tituye una importante alternativa entre mu-
de información y materia prima que soporta chas otras terapias conocidas y practicadas en
los sistemas de salud. La medicina tradicio- todo el mundo (Alves y Rosa, 2005). Tanto
nal está ampliamente disponible y es accesi- los animales domésticos y salvajes como sus
ble a la mayoría de los pueblos. Plantas y productos derivados (p. ej., pezuñas, pieles,
animales han sido utilizados como fuentes huesos, plumas, colmillos, etc.) forman parte
de medicamentos desde tiempos antiguos, importante de los ingredientes que se usan en
perpetuándose hasta la actualidad y desem- la preparación de medicinas curativas, pre-
peñando papeles esenciales en la asistencia ventivas y de protección (Adeola, 1992; An-
a la salud humana (Alves y Rosa, 2007a). En geletti et al., 1992; Costa-Neto, 1999; Alves et
muchos países en desarrollo, gran parte de al., 2007). Por ejemplo, en la medicina tradi-
la población, especialmente en áreas rurales, cional china, más de 1.500 especies de ani-
depende principalmente de la medicina tra- males se han registrado como medicinas
dicional para los cuidados básicos de la salud, útiles (China National Corporation of Tra-
ya que es más barata y accesible que la me- ditional and H erbal Medicine, 1995). En la
dicina oficial (Sofowora, 1993; Luoga et al., India, cerca del 15-20% de la medicina ayur-
2000; W H O, 2002). Además, la medicina védica se basa en sustancias derivadas de ani-
tradicional es también preferida por las gen- males (Unnikrishnan, 1998). En Brasil, se
tes porque se incluye en su contexto socio- han registrado más de 290 medicamentos
cultural ( Tabuti et al., 2003). provenientes de animales (Alves, 2008).
El uso de animales o productos deriva- E l conocimiento acerca de animales
dos de ellos para el tratamiento de enferme- usados para fines medicinales es relevante
dades humanas es conocido como zooterapia. tanto para la ciencia como para la sociedad
Como señala Marques (1994), la zooterapia humana, haciéndose necesario un mejor en-
consiste en una práctica aparentemente pre- tendimiento de este fenómeno en sus aspec-
sente en todas las culturas humanas (“ H ipó- tos históricos, económicos, sociológicos,

44
Profesor del D epartamento de C iencias Biológicas de la Universidad E statal de Paraíba, Brasil. E -mail: ro-
mulo_nobrega@yahoo.com.br

165
antropológicos y ambientales (L ev, 2003). que la importancia de los recursos zooterá-
D esde una perspectiva conservacionista, el picos a nivel mundial venga siendo subesti-
uso de animales que tienen importancia me- mada. Sin embargo, en las últimas tres
dicinal genera cuestiones interesantes res- décadas, la zooterapia ha sido foco de algunos
pecto a la sustentabilidad, ya que varios estudios etnozoológicos, principalmente en
animales utilizados se encuentran cataloga- países de América Latina, Á frica y Asia,
das como especies amenazadas de extinción donde las prácticas zooterápicas son bastante
(Almeida y Albuquerque, 2002; Costa- Neto, comunes. Diferentes autores han evidenciado
1999a, b; A lves et al., 2008a). Considerando la importancia de la zooterapia tanto en áreas
el potencial del recurso medicinal que la urbanas como rurales (p. ej., Branch y Silva,
fauna representa y la posibilidad de su ago- 1983; Sodeinde y Soewu, 1999; El-Kamali,
tamiento por procesos de eliminación o ex- 2000; Pieroni et al., 2002; Apaza et al., 2003;
tinción específica, es urgente una evaluación L ev, 2003; Silva et al., 2004; A lves y Rosa,
ecológica de dicho fenómeno, no sólo por su 2006, 2007b, c; Kakati et al., 2006; M ahawar
dimensión zoológica sino también por su di- y Jaroli, 2006; Vázquez et al., 2006; Costa-
mensión cultural (M arques, 1997). Neto, 1999a, b; Alves, 2009).
En este sentido, los estudios sobre zoo- Aunque las investigaciones sobre zoo-
terapia, que buscan comprender el contexto terapia sean relativamente recientes, un
social y el conocimiento tradicional de los análisis de documentos históricos indica
individuos involucrados en estas prácticas, se que los animales han sido utilizados con
tornan fundamentales para la elaboración de fines medicinales desde tiempos ancestra-
estrategias de conservación y manejo de es- les (A lakbarli, 2006; A lmeida, 2005; Silva
pecies y ecosistemas, además de proporcio- et al., 2004; Unnikrishnan, 2004). E n Bra-
nar una comprensión más amplia de los sil, por ejemplo, algunas especies han sido
modos de utilización de la biodiversidad por usadas medicinalmente por sociedades in-
las poblaciones extractivistas, lo que reviste dígenas mucho antes de la ocupación por
de extrema importancia, considerando las pueblos europeos. D urante su viaje hacia
recíprocas influencias entre el ambiente y las el interior del país en el siglo X I X , Von
culturas humanas. En consecuencia, el pre- M artius registró animales usados por tri-
sente trabajo discute el uso de animales me- bus amerindias, tales como la iguana
dicinales, su importancia e implicaciones. (Iguana iguana L innaeus, 1758), el yacaré
(Caiman latirostris D audin, 1801) y la raya
ANIMALES EN LA MEDICINA TRA- (Dasyatis guttata Bloch y Schneider, 1801),
DICIONAL: GRUPOS ZOOLÓGICOS los cuales hasta la fecha siguen siendo uti-
lizados con este mismo propósito, refor-
U TILIZADOS, PRODUCTOS ZOO-
zando lo que A lmeida (2005) describió
TERAPÉUTICOS Y MODOS DE USO como “la alta capacidad de reproducción y
persistencia de las prácticas zooterápicas
Aunque el uso de animales medicinales en Brasil”. Una revisión histórica sobre el
está ampliamente diseminado en todo el uso terapéutico de animales descritos en
mundo, dicho tema ha sido poco estudiado manuscritos medievales de A zerbaiyán re-
comparativamente con el estudio de plantas veló que durante la E dad M edia, el uso
medicinales (Alves y Rosa, 2006). La escasez medicinal de animales, como leones, tigres
de trabajos sobre zooterapia ha contribuido a y leopardos, era común (A lakbarli, 2006).

166
Las especies medicinales están distribui- pavo) también proveen recursos medicinales.
das en diversos grupos zoológicos, variando Las indicaciones terapéuticas a partir de an-
de Porífera a Mamíferos. Entre los grupos ta- imales silvestres y domésticos se superponen
xonómicos más utilizados, se destacan los in- en diversos casos. Algunas de las especies de
sectos, los peces, los reptiles y los mamíferos amplia distribución geográfica son usadas en
(p.ej., Branch y Silva, 1983; Costa- Neto, diferentes países, tales como el lagarto-overo
1999a; Sodeinde y Soewu, 1999; El-kamali, Tupinambis spp. (Argentina y Brasil), la danta
2000). La mayoría de las materias primas o tapir Tapirus terrestris Linnaeus, 1758 (Bra-
medicinales registradas en los estudios que sil y Bolivia) y la serpiente de cascabel Crota-
abordan la zooterapia proceden de animales lus durissus Wagler, 1824 (M éxico y Brasil).
silvestres. Sin embargo, los animales domés- La Figura 1 presenta ejemplos de especies
ticos (p. ej., la gallina, el carnero, el asno y el animales considerados medicinales.

Figura 1. E jemplos de especies animales consideradas medicinales. A : jibóia, boa (Boa constrictor L innaeus,
1758), (Fotografía de G entil A . Pereira- Filho); B: camaleão, iguana (Iguana iguana L innaeus, 1758); C : jabuti,
tortuga (Chelonoidis carbonaria Spix, 1824); D : papagaio, perico, amazona de frente azul (Amazona aestiva
L innaeus, 1758); E : urubu, zopilote (Coragyps atratus Bechstein, 1793); F: caranguejo-uçá, cangrejo (Ucides
cordatus L innaeus, 1763) (Fotografías de Rômulo R. N . A lves).

167
E n algunos casos, partes o productos zooterapia popular al análisis cuantitativo del
animales utilizados como medicina, tales uso de productos y derivados animales, la
como plumas, heces y miel, pueden ser obte- práctica está bien documentada en listados
nidas sin la necesidad de matar al animal, zooterapéuticos obtenidos con poblaciones
pero, en la mayoría de los casos, la obtención tradicionales en diferentes localidades.
del medicamento requiere su muerte. Los
animales medicinales pueden ser utilizados Se emplean diferentes modos de prepa-
íntegramente o en partes aisladas. De las par- ración y administración de los recursos zoo-
tes comúnmente utilizadas, destacan la carne, terapéuticos. Partes duras de animales, como
hueso, cartílago, cuero, cola, pelo, plumas, los dientes, uñas, conchas, esquila de casca-
dientes, uñas, cabeza, lengua, estómago, vís- bel, cuero, escamas, huesos y cartílagos, ge-
ceras, hígado, “hiel” (bilis), leche, grasa, espi- neralmente son puestas al sol para secarse,
nas, conchas y secreciones del cuerpo. La para luego ser machacadas en pilón o moli-
Figura 2 muestra algunos productos zoote- das. El polvo entonces es utilizado para pre-
rápicos frecuentemente utilizados. El uso de parar infusiones o es ingerido conjuntamente
estos subproductos es común en sistemas con la comida. La grasa, secreciones y aceites,
médicos tradicionales de diferentes países. generalmente se untan al tiempo que se ma-
Moura y M arques (2008) destacan que aun- sajea sobre las áreas afectadas por enferme-
que todavía no se han dedicado estudios de dades, o únicamente se ingieren por vía oral.

Figura 2. A lgunos productos zooterápicos comúnmente utilizados: grasas de guaxinim, mapache cangrejero
(Procyon cancrivorus (G . [Baron] Cuvier, 1798), de cascavel, serpiente de cascabel (Crotalus durissus Linnaeus,
1758), jacaré, yacaré (Caiman sp.) y de tatu-peba, armadillo de seis bandas (Euphractus sexcinctus Linnaeus, 1758).

168
FAUNA COMO FUENTE DE NUEVAS Salud, el 11,1% proceden de plantas, y el
DROGAS 8,7% de los animales ( M arques, 1997). D e
150 medicamentos recetados que se utili-
Además de soportar los sistemas de zan actualmente en los Estados Unidos de
salud tradicionales en diferentes culturas al- A mérica, 27 tienen origen animal ( World
rededor del mundo, los recursos naturales Resources Institute, 2000).
son la base de muchas medicinas produci- Un excelente ejemplo de éxito en el des-
das por la industria farmacéutica. Es am- arrollo de medicamentos de un componente
pliamente aceptado que el uso tradicional de del veneno de serpientes (Bothrops jararaca
estos recursos indica la presencia de compo- W ied, 1824) es la de los inhibidores de la an-
nentes biológicamente activos. En otras pa- giotensina-a enzima convertidora (A C E).
labras, los usos medicinales tradicionales D icha enzima es responsable de la conver-
representan un atajo para el descubrimiento sión de un precursor inactivo localizado de la
de remedios modernos. La propia O rgani- hormona angiotensina, que permite que los
zación Mundial de la Salud reconoce, en las vasos sanguíneos se contraigan durante la
prácticas tradicionales de curación que usan presión arterial (Bisset, 1991). O tro ejemplo
productos de la biodiversidad, un impor- muy bien documentado es la labor inicial lle-
tante instrumento para el desarrollo de nue- vada a cabo por D aly durante la década de
vos productos farmacéuticos para el combate 1960, quien estudió las secreciones de la piel
de enfermedades que azotan a las poblacio- de ranas dendrobátidas de Ecuador, así como
nes de los países en desarrollo ( World H e- de otras especies de ápodos en América
alth O rganization, 2002). Central y del Sur. Estos trabajos condujeron
Aún existen pocas investigaciones que a la identificación de una serie de alcaloides
tienden a la comprobación de la eficacia que se unen a múltiples receptores en las
clínica atribuida a los productos animales membranas de los nervios y las células mus-
usados con finalidades medicinales (Still, culares. Un compuesto identificado en la re-
2003), evidenciando la necesidad de estu- alización de estas investigaciones, es el A B T
dios etnofarmacológicos enfocados en ese 594 (Abbott Laboratories), un sintético que
tipo de medicina con el objetivo de aclarar se une a los receptores de ácido nicotínico re-
su eventual utilidad terapéutica. No obs- lacionados con las vías de dolor, y que, ac-
tante, se nota una creciente atención que tualmente, se encuentra en ensayos clínicos
se presta a los animales, tanto vertebrados de fase II, generando un gran interés entre la
e invertebrados, como fuentes de nuevos comunidad científica ya que ha demostrado
medicamentos ( C hivian, 2002; A lves y ser 30-100 veces más potente que la morfina
Rosa, 2005). L os animales han sido colo- como analgésico (Chivian, 2002).
cados metódicamente a prueba por las em- E l medio marino es una rica fuente de
presas farmacéuticas como fuentes de productos naturales biológicamente acti-
medicamentos para la moderna ciencia vos de diversos tipos estructurales, muchos
médica (Kunin y L awton, 1996), y el por- de los cuales no se han encontrado en las
centaje actual de las fuentes animales para fuentes terrestres (C arté, 1996). L a esponja
la producción de medicamentos esenciales Luffariella variabilis (Polejaeff, 1884) pro-
es muy importante. D e las 252 sustancias duce relativamente grandes cantidades de
químicas esenciales que han sido seleccio- un producto químico con actividad antiin-
nadas por la O rganización M undial de la flamatoria conocido como monoalide. Se

169
encontró que monoalide inhibe la acción generalizada de informaciones sobre el
de una enzima llamada fosfolipasa A 2. E l tema, lo que dificulta la evaluación de la
potente agente inmunosupresor discoder- verdadera magnitud de esa actividad.
molide se origina a partir de otra esponja, De las especies medicinales utilizadas en
Discoderma sp. (Faulkner, 1992). todo el mundo, buena parte constan en lis-
tas de especies amenazadas (I U C N , 2009;
ZOOTERAPIA E IMPLICACIONES C I T ES, 2009). E l caso de los reptiles medi-
PARA LA CONSERVACIÓN cinales es un buen ejemplo. Una revisión re-
ciente reveló que por lo menos 165 especies
Considerando que los animales repre- de este grupo son utilizadas para fines me-
sentan una significativa fuente de remedios dicinales en todo el mundo, de las cuales 88
usados en sistemas médicos tradicionales, la (53%) están incluidas en la lista de especies
zooterapia se vuelve extremadamente rele- amenazadas de la I U C N . Adicionalmente,
vante dentro de una perspectiva conservacio- 71 (43%) están incluidas en uno de los apén-
nista. La preocupación por la conservación dices de C I T ES, aunque el motivo para
de animales de interés etnomedicinal, mu- dicha inclusión no es necesariamente el uso
chos de ellos amenazados de extinción, es medicinal (A lves et al., 2008).
discutida por diversos autores (M arques, Seguramente, la utilización de anima-
1995; Anyinam, 1995; Costa Neto y M ar- les para propósitos medicinales provoca
ques, 2000; Costa Neto, 2004, 2005; Alves y una fuerte presión extractivista sobre las
Rosa, 2005; Alves et al., 2007). poblaciones naturales, debido a la gran
Poblaciones de diversas especies de aceptación de las prácticas médicas tradi-
grandes vertebrados siguen siendo sobre- cionales (A lmeida y A lbuquerque, 2002).
explotadas, y la demanda creada por la me- E n algunos casos, dicha presión ha contri-
dicina tradicional es una de las causas de buido al declive de poblaciones silvestres
esa sobreexploración (L ee et al., 1998; de especies críticamente amenazadas,
K ang y Phipps, 2003; Still, 2003; Feng et ejemplo de lo cual viene ocurriendo con
al., 2009). E l uso de animales considerados animales empleados en la M edicina Tradi-
medicinales no se restringe a las áreas ru- cional C hina, como los tigres, los osos, los
rales, ya que también está ampliamente ex- rinocerontes y los caballitos de mar ( V in-
tendido en áreas urbanas, donde muchas cent, 1996; L ee et al., 1998; Simelane y
especies son comercializadas por yerbate- Kerley, 1998; M orell 2007).
ros o herboristas en plazas de mercado y Aunque algunas especies están amena-
tianguis en ciudades de todo el mundo zadas y el uso medicinal es un factor adicio-
( C osta- N eto, 1999a, b; A lmeida y A lbu- nal de presión sobre estos animales, el
querque, 2002; Silva et al., 2004; A lves y impacto de la práctica zooterapéutica nece-
Pereira- Filho, 2007; A lves y Rosa, 2007c, sita ser mejor evaluado, sobre todo cuando
2008; A lves et al., 2007, 2008, Ferreira et se compara dichos usos con otros factores,
al., 2009). Y muchas de estas especies están como la degradación del hábitat y la captura
listadas en libros de animales raros o ame- de animales para distintos fines que no son
nazados (A lves y Rosa, 2005). No obstante, medicinales, causas evidentes de la desapa-
aunque los potenciales impactos relaciona- rición poblacional de muchas especies. O tro
dos con el comercio de recursos zooterápi- factor que merece ser destacado es que parte
cos son múltiples, existe una carencia de los productos zooterapéuticos representa

170
subproductos de los animales cazados para CONSIDERACIONES FINALES
propósitos alimentarios. Por tanto, el mo-
tivo real puede, en muchos casos, no ser es- La gran mayoría de las especies anima-
pecíficamente el uso medicinal. M oura y les usadas para propósitos medicinales com-
M arques (2008), quienes realizaron un tra- prende animales silvestres, siendo
bajo sobre el uso de animales medicinales usualmente necesaria su muerte para obte-
en una comunidad tradicional en el Estado ner los productos zooterapéuticos. Especies
de Bahía, Brasil, destacaron que el uso de con alta demanda y elevado valor comercial
subproductos podría ser justificado como son más susceptibles a la sobreexplotación.
una tentativa de maximizar los recursos ob- También es común que ocurra la superpo-
tenidos de los ecosistemas locales, ya que la sición entre las indicaciones terapéuticas de
mayoría de las partes medicinales –cuernos, animales domésticos y silvestres. Este tipo
cueros, escamas– son inapropiadas para el de conocimiento puede ser útil en lo que se
consumo alimentario debido a la dificultad refiere a la elaboración de estrategias de ma-
mecánica para su ingestión. Así, la pobla- nejo con miras a la sustentabilidad de ani-
ción estaría maximizando lo que saca de la males utilizados para fines medicinales. La
naturaleza, utilizando como medicamento sustitución de productos zooterapéuticos
partes corporales que serían obligatoria- derivados de especies amenazadas por plan-
mente descartadas. tas medicinales, o también por la materia
También es importante dejar claro que, prima derivada de otros animales no ame-
aunque las prácticas médicas tradicionales nazados y legalmente comercializados, po-
no están disociadas de la degradación am- dría disminuir la presión hacia aquellas
biental, forman parte integral de la cultura especies amenazadas de extinción o sobre-
de los pueblos indígenas en muchas partes explotadas. Sodeinde y Soewu (1999) resal-
del mundo, teniendo una conexión cerrada tan que la presión sobre especies
con ecosistemas locales, conforme explica amenazadas utilizadas en recetas medicina-
A nyinam (1995). Según M arques (1997), les tradicionales podría ser reducida por la
se debe ser cauteloso en la generación de substitución de especies comunes, siempre y
impactos negativos sobre la biodiversidad, cuando éstas sean las apropiadas; sin em-
no debiendo restringirse la utilización tra- bargo, dichos autores llaman la atención
dicional de animales o sus productos, pese sobre la necesidad de un análisis detallado
a extenderse al uso por la industria farma- en relación a la sustentabilidad de la especie
céutica. Se debe tener en mente que el uso sustituta, con el fin de asegurar la viabilidad
de animales por su valor medicinal es una de su explotación.
de las formas de utilización de la diversi- Como la medicina tradicional está ín-
dad biológica ( C elso, 1992). Por siglos, timamente relacionada con los recursos
pueblos indígenas han recolectado plantas naturales, específicamente con la biodiver-
y animales sin amenazar la dinámica po- sidad (A lves y Rosa, 2005), cada vez es más
blacional de las especies debido al bajo evidente que el saber tradicional asociado
nivel de explotación (A nyinam, 1995). Be- al uso de los recursos biológicos es impor-
gossi (1992) sugiere que animales utiliza- tante para su conservación y sustentabili-
dos en la medicina casera pueden estar dad ( Tabuti et al., 2003). Para orientar
siendo preservados debido a que son correctamente el uso sostenido de los re-
fuente de medicinas. cursos es necesario conocer la relación

171
entre las poblaciones humanas y su am- L os productos zooterápicos represen-
biente. Estudios en ese sentido son supre- tan una alternativa a los medicamentos
mamente significativos para pensar formas alopáticos y sus usos son estimulados por la
racionales de manejo de los recursos natu- diversidad biológica y aspectos socio-eco-
rales, ya que asumen que las comunidades nómicos y culturales. L a comprensión del
en contacto con estos recursos son también contexto social y conocimiento tradicional
responsables de su mantenimiento (N aza- de los usuarios de estos recursos se torna
rio, 2003). L as necesidades de las pobla- fundamental para la elaboración de estra-
ciones locales en lo que se refiere al tegias de conservación y manejo de las es-
cuidado de la salud deben ser respetadas, y pecies explotadas y para el establecimiento
algún apoyo debe ser ofrecido para mejo- de políticas públicas de sustentabilidad de
rar el manejo de plantas y animales medi- los recursos biológicos aprovechados. Así,
cinales amenazados, destacándose el valor estudios adicionales son necesarios, sobre
utilitario en la protección de las especies y todo considerando la importancia de la
la perspectiva de uso de la diversidad bio- modalidad de terapia, que ha sido muy
lógica a largo plazo (A lves y Rosa, 2006). poco investigada, aunque está ampliamente
Como apunta Soejarto (1996), la conser- diseminada alrededor del mundo.
vación permite el uso continuado de los re-
cursos de manera no destructiva y REFERENCIAS
sostenida. E n ese sentido, la inclusión de
la zooterapia dentro de la multidimensio- A D E O L A , M . O. 1992. Importance of wild ani-
nalidad del desarrollo sostenido se traduce mals and their parts in the culture’ religious
como uno de los elementos fundamenta- festivals, and traditional medicine, of Nigeria.
les para alcanzar la sustentabilidad de los Environmental Conservation, 19: 125-134.
recursos faunísticos (Costa- N eto, 1999a). A L A K B A R L I , F. 2006. Medical manuscripts of
Considerando que la disminución de la Azerbaijan. 1er ed. H eydar A liyev Founda-
tion. Baku, A zerbaijan.
diversidad biológica está intrínsecamente
A L M EI D A , A . V. 2005. Prescrições zooterápicas
unida a la destrucción de la diversidad cul- indígenas brasileiras nas obras de Guilherme
tural (Suzuki y Knudtson, 1992; K emf, Piso (1611-1679). En: A . G . C . A lves, R. F.
1993; Ausable, 1994), es pertinente resaltar P. Lucena y U. P. A lbuquerque (eds.): Atua-
la importancia del registro del conoci- lidades em Etnobiologia e Etnoecologia, pp. 47-
miento de las comunidades tradicionales, 60. Nuppea/Sociedade Brasileira de
sobre todo teniendo en cuenta que las po- E tnobiologia e E tnoecologia. Recife.
blaciones poseedoras de ese conocimiento, A L M E I D A , C . F. C . B. R. Y A L B U Q U E R Q U E , U.
en gran parte, se encuentran en acelerado P. 2002. Uso de plantas e animais medici-
proceso de degradación y aculturación. Así, nais no estado de Pernambuco (Nordeste
do Brasil): Um estudo de caso. Interciencia,
conforme relata A nyinam (1995), la dege-
27(6): 276-284.
neración de las culturas tradicionales y la A LV ES, R. R. N . 2008. A nimal-based remedies
desaparición de los pueblos indígenas no as complementary medicine in Brazil.
solamente generan un problema para la Forsch Komplementarmed Klass Naturheilkd
práctica futura de la etnomedicina, sino 15: 4-4.
también para las comunidades bióticas que A LV ES, R. R. N . 2009. Fauna used in popular
sirven como fuentes de recursos para la me- medicine in Northeast Brazil. Journal of
dicina tradicional. Ethnobiology and Ethnomedicine, 5: 1-11.

172
A LV ES, R. R. N . Y R O S A , I. L . 2005. W hy A PA Z A , L., G O D O Y, R., W I L KI E , D., B YR O N , E.,
study the use of animal products in tradi- H UA N C A , O ., L E O N A R D , W. L., P ER É Z , E .,
tional medicines? Journal of Ethnobiology R E Y ES- G A R C Í A , V. Y V A D E Z , V. 2003. M ar-
and Ethnomedicine, 1: 1-5. kets and the use of wild animals for tradi-
A LV ES, R. R. N . Y R O S A , I. L . 2006. From tional medicine: a case study among the
cnidarians to mammals: the use of animals Tsimane’ Amerindians of the Bolivian rain
as remedies in fishing communities in N E forest. Journal of Ethnobiology, 23(1): 47-64.
Brazil. Journal of Ethnopharmacology, 107: A US A B L E , K . 1994. Seeds of change: the living
259–276. treasure. H arper San Francisco. San Fran-
A LV ES, R. R. N . Y R O SA , I. L . 2007a. Biodi- cisco.
versity, traditional medicine and public B E G O SSI , A . 1992. Food taboos at Búzios Is-
health: where do they meet? Journal of Eth- land (Brazil): their significance and rela-
nobiology and Ethnomedicine, 3(14): 1-9. tion to folk medicine. Journal of
A LV ES, R. R. N . Y R OSA , I. L. 2007b. Z oother- Ethnobiology, 12(1): 117-139.
apeutic practices among fishing communi- B ISS E T, N . G . 1991. ‘ O ne man’s poison, an-
ties in North and Northeast Brazil: a other man’s medicine’. Journal of
comparison. Journal of Ethnopharmacology, Ethnopharmacology, 32: 71-81.
111: 82-103. B R A N C H , L . Y S I LVA , M . F. 1983. Folk medi-
A LV ES, R. R. N . Y R O SA , I. L. 2007c. Z oother- cine in A lter do C hão, Pará, Brasil. Acta
apy goes to town: the use of animal-based Amazônica, 13(5-6): 737-797.
remedies in urban areas of N E and N C A R T É , B. K . 1996. Biomedical potential of
Brazil. Journal of Ethnopharmacology, 113: marine natural products. BioScience, 46:
541-555. 271-286
A LV ES, R. R. N . Y R O SA , I. L . 2008. Use of tu- C E LS O , R. 1992. C riação de condições e in-
cuxi dolphin Sotalia fluviatilis for medicinal centivos para a conservação local de biodi-
and magic religious purposes in North of versidade. En: J. C . Speth, M . W. H oldgate
Brazil. Human Ecology, 37: 443-447. y M . K. Tolba (E ds.): A estratégia global da
A LV ES, R. R. N ., R OSA , I. L. Y S A N TA N A , G . G . biodiversidade. Diretrizes de ação para estu-
2007. T he role of animal-derived remedies dar, salvar e usar de maneira sustentável e
as complementary medicine in Brazil. justa a riqueza biótica da Terra, pp. 93-93.
BioScience, 57: 949-955. W RI/ U I C N /P N U M A . Rio de Janeiro.
A LV ES, R. R. N . Y P E R E I R A - F I L H O , G . A . C H I N A N A T I O N A L C O RP O R A T I O N O F T R A D I -
2007. Commercialization and use of snakes T I O N A L A N D H E RB A L M E D I C I N E . 1995.
in North and Northeastern Brazil: impli- Materia medica commonly used in China.
cations for conservation and management. Science Press. Beijing.
Biodiversity and Conservation, 16: 969-985. C H I V I A N , E . 2002. Biodiversity: its importance
A LV ES, R. R. N., V I EIR A , W. L. S. Y S A N TA N A , to human health. C enter for H ealth and the
G . G . 2008. Reptiles used in traditional folk G lobal E nvironment H arvard M edical
medicine: conservation implications. Biodi- School. H arvard.
versity and Conservation, 17(1): 2037-2049. C O N V E N T I O N O N I N T ERN AT I O N A L T RA D E I N
A N G E L E T T I , L . R., A G RI M I , U., C U RI A , C ., E N D A N G ERE D SPE CI ES O F W IL D F AU N A A N D
F R E N C H , D . Y M A RI A N I - C O S TA N T I N I , R. F L O RA . 2008. Appendices I, II and III. Dispo-
1992 H ealing rituals and sacred serpents. nible online en <http://www.cites.org/eng/re-
Lancet, 340: 223-225. sources/species.html>. Acceso en 2 de enero
A N Y I N A M , C . 1995. E cology and ethnomedi- de 2008.
cine: exploring links between current envi- C O STA - N E T O , E . M . 1999a. H ealing with an-
ronmental crisis and indigenous medical imals in Feira de Santana city, Bahia,
practices. Social Science y Medicine, 40(3): Brazil. Journal of Ethnopharmacology, 65:
321-329. 225-230.

173
C O S TA - N E T O , E . M . 1999b. Barata é um santo K A N G , S. Y P H IPPS, M . 2003. A question of at-
remédio: introdução a zooterapia popular no titude: South Korea’s traditional medicine
Estado da Bahia. U E FS. Feira de Santana. practitioners and wildlife conservation.
C O S TA - N E T O , E . M . 2004. Implications and T R A F F I C E ast Asia. H ong Kong.
applications of folk zootherapy in the state K E M F, E . 1993. Indigenous peoples and protected
of Bahia, Northeastern Brazil. Sustainable areas: the law of Mother Earth. E arthscan
Development, 12: 161-174. Publications. L ondres.
C O S TA - N E T O , E . M . 2005. A nimal-based K U N I N , W. E . Y L A W T O N , J. H . 1996. D oes
medicines: biological prospection and the biodiversity matter? Evaluating the case for
sustainable use of zootherapeutic resources. conserving species. En: K . J. G aston (ed):
Anais da Academia Brasileira de Ciências, Biodiversity: a biology of numbers and differ-
77(1): 33-43. ences, pp. 283–308. Blackwell Science. O x-
C O S TA - N E T O , E . M . Y M A R Q U ES, J. G . W. ford.
2000. Faunistic resources used as medicines L E E , S., H O O V E R , C ., G A SK I , A . Y M I L LS, J.
by artisanal fishermen from Siribinha 1998. A world apart? Attitudes toward Tra-
Beach, State of Bahia, Brazil. Journal of ditional Chinese Medicine and endangered
Ethnobiology, 20(1): 93-109. species in Hong Kong and the United States.
D I E G U ES, A . C . 2002. Sea tenure, traditional T R A F F I C E ast A sia. T R A F F I C North
knowledge and management among brazilian A merica. W W F–U.S. A .
artisanal fishermen. N U PA U B/ USP. São L E V, E . 2003. Traditional healing with animals
Paulo. (zootherapy): medieval to present-day L ev-
E L - K A M A LI , H . H . 2000. Folk medicinal use antine practice. Journal of Ethnopharmacol-
of some animal products in C entral Sudan. ogy, 86: 107-118.
Journal of Ethnopharmacology, 72(1-2): 279- L U O G A , E . J., W I T K O W SK I , E . T. F. Y B A L K -
282. W I L L , K. 2000. D ifferential utilization and
F A U L K N ER , D. J. 1992. Biomedical uses for nat- ethnobotany of trees in K itulanghalo for-
ural marine chemicals. Oceanus, 35: 29-35. est reserve and surrounding communal
Feng, Y., Siu, K., Wang, N ., Ng, K. M ., Tsao, S. lands, eastern Tanzania. Economic Botany,
W., N agamatsu, T. y Tong, Y. 2009. Bear 54: 328-343.
bile: dilemma of traditional medicinal use M A H A WA R , M . M . Y J A R O LI , D . P. 2008. Tra-
and animal protection. Journal of Ethnobi- ditional zootherapeutic studies in India: a
ology and Ethnomedine, 5(2): 1-9. review. Journal of Ethnobiology and Ethno-
F E RR E IR A , F. S., B RI T O , S. V., R I B E IR O , S. C ., medicine, 4: 17.
S A R A I VA , A . A . F., A L M E I D A , W. O . Y M A R Q U ES, J. G . W. 1994. A fauna medicinal
A LV ES, R. R. N . 2009. A nimal-based folk dos índios Kuna de San Blas (Panamá) e a
remedies sold in public markets in C rato hipótese da universalidade zooterapica. En:
and Juazeiro do Norte, C eará, Brazil. BMC Anais da 46a Reunião Anual da SBPC. V i-
Complementary and Alternative Medicine, 9: tória, Brasil.
1-18. M A R Q U ES, J. G . W. 1997. Fauna medicinal:
I N T E R N A T I O N A L U N I O N F O R C O NSE RVA T I O N Recurso do ambiente ou ameaça à biodi-
O F N A T U R E A N D N A T U R A L R ES O U R C ES . versidade? Mutum, 1(1): 4.
2009. IUCN Red List of Threatened Species. M A R Q U ES, J. G . W. 1995. Pescando pescadores:
D isponible online en <http://www.iuc- etnoecologia abrangente no baixo São Fran-
nredlist.org>. A cceso en 12 junio de 2009. cisco Alagoano. N UPA U B/ USP. São Paulo.
K A K A T I , L . N ., B E N D A N G , A . Y D O U L O , V. SI M E L A N E T. S. y K E R L E Y, G . I. H . 1998. Con-
2006. Indigenous knowledge of zoothera- servation implications of the use of verte-
peutic use of vertebrate origin by the Ao brates by Xhosa traditional healers in
tribe of N agaland. Journal of Human Ecol- South A frica. South African Journal of
ogy, 19(3): 163-167. Wildlife Research, 28(4): 121-126.

174
M O R E L L , V. 2007. C an the wild tiger sur- S T I L L , J. 2003. Use of animal products in tra-
vive? Science, 317: 1312-1314. ditional C hinese medicine: environmental
M O U R A , F. B. P. Y M A R Q U ES, J. G . W. 2008. impact and health hazards. Complementary
Z ooterapia popular na C hapada D iaman- Therapies Medicine, 11(2): 118-122.
tina: uma medicina incidental? Ciência e S U Z U K I , D . Y K N U D T S O N , P. 1992. Wisdom of
Saúde Coletiva, 13: 2179-2188. the elders: sacred native stories of nature. Ban-
N A Z A RI O , N . 2003. Atitudes de produtores ru- tam Books. N ew York.
rais: perspectivas de conservação dos fragmen- T A B U T I , J. R. S., D H I L LI O N , S. S. Y L Y E , K. A .
tos de cerrado do Assentamento Reunidas, 2003. Traditional medicine in Bulamogi
Promissão, SP. M aster T hesis. USP. São county, Uganda: its practitioners, users and
Paulo. viability. Journal of Ethnopharmacology, 85:
P I E R O N I , A ., G I US T I , M . E . Y G R A Z Z I N I , A . 119-129.
2002. A nimal remedies in the folk medic- U N N I K RIS H N A N , P. M . 1998. A nimals in
inal practices of the L ucca and Pistoia Ayurveda. Amruth (Supplement 1): 1-15.
Provinces, C entral Italy. En: J. F leurentin, V Á Z Q U E Z , P. E ., M É N D E Z , R. M ., G U I ASC Ó N ,
J. M . Pelt y G . M azars (Eds.): Proceedings of O . G . R. Y P I Ñ E R A , E . J. N . 2006 Uso me-
the 4th European Colloquium of Ethnophar- dicinal de la fauna silvestre en los A ltos de
macology, pp. 371-375. IR D Éditions. Paris. C hiapas, M éxico. Interciencia, 31(7): 491-
S I LVA , M . L . V., A LV ES, A . G . C . Y A L M E I D A , 499.
A . V. 2004. A zooterapia no Recife (Per- V I N C E N T, A . C . J. 1996. An uncertain future for
nambuco): uma articulação entre as práti- seahorses. Marine Conservation, 3(9): 8-9.
cas e a história. Biotemas, 17(1): 95-116. W O R L D H E A LT H O R G A N I Z A T I O N . 2002.
S O D E I N D E , O . A . Y S O E W U, D . A . 1999. Pilot WHO traditional medicine strategy 2002-
study of the traditional medicine trade in 2005. World H ealth O rganization.
N igeria. Traffic Bulletin, 18(1): 35-40. G eneva.
S O EJA R T O , D . D . 1996. Biodiversity prospect- W O R L D R ES O U R C ES I NS T I T U T E . 2000. World
ing and benefit-sharing: perspectives from Resources Report 2000–2001. People and
the field. Journal of Ethnopharmacology, ecosystems the fraying web of life. World Re-
51(1-3): 1-15 sources Institute. Washington, D . C .
S O F O W O R A , A . 1993. Medicinal plants and tra-
ditional medicine in Africa. 2a ed. Spectrum
Books L td. Ibadan.

175
ETNOPARASITOLOGÍA
Rodrigo Gurgel-Gonçalves45

“Una persona con lombrices puede adquirir el hábito de comer tierra. Por más
que no lo quiera, no tiene manera de evitarlo, porque la lombriz es más fuerte
y tiene facultades para ordenar la voluntad de la persona. L a lombriz obliga a
la persona a comer tierra, porque le gusta mucho, en ella se originó y nunca
pierde el deseo incontrolable de regresar”.
Ibañez Novión (1976).

INTRODUCCIÓN de 70 de protozoos ( A shford y C rewe,


1998). A lgunos pueden causar enfermeda-
Como se señaló en capítulos anterio- des muy frecuentes y, a veces letales, como
res, los seres humanos evolucionaron en un A mebiasis, A ncylostomiasis, A scariasis,
contexto biológico y cultural a partir de la C isticercosis, enfermedad de C hagas, Es-
interacción con otros organismos. E l para- quistosomiasis, M alaria, Toxoplasmosis y
sitismo es una de las interacciones ecológi- Teniasis. Se calcula, por ejemplo, que entre
cas interespecíficas más frecuentes dentro 1 y 1,5 millones de personas están parasi-
de la naturaleza. Puede definirse como una tadas por Ascaris lumbricoides L innaeus,
relación íntima y duradera en la que una 1758 (N eves, 2005) y que entre 350 y 500
especie, el parásito, usa a otra, el hospeda- millones de personas están infectados por
dor, como hábitat para obtener sus nu- parásitos causantes de la malaria (Plasmo-
trientes y desarrollarse. Una de las dium spp.), originando más de un millón
consecuencias de esta interacción es la apa- de muertes al año ( W H O , 2005).
rición de enfermedades parasitarias, que L a etnobiología puede entenderse
pueden cambiar la salud o, incluso, matar como el estudio del conocimiento y las con-
el hospedador a largo plazo ( Townsend et cepciones desarrolladas por cualquier socie-
al., 2006). dad respecto a las formas de vida (Posey,
Todos los principales grupos de orga- 1986). E n estudios etnoparasitológicos, el
nismos conocidos (virus, bacterias, proto- investigador, a partir de metodologías ade-
zoos, hongos, plantas y animales) tienen cuadas, registra los conocimientos y creen-
especies que han desarrollado adaptaciones cias de las personas sobre los parásitos y las
a la vida parasitaria, por tanto, los parásitos enfermedades parasitarias. Así pues, pode-
son muy diversos en la naturaleza. Consi- mos definir la etnoparasitología como el
derando sólo los parásitos asociados al área encargada de estudiar los conocimien-
hombre, se pueden observar alrededor de tos tradicionales sobre la biología de los pa-
300 especies de gusanos (helmintos) y más rásitos y cómo las personas enfrentan las

45
Profesor de Parasitología M édica de la Universidad de Brasília, D istrito Federal, Brasil. E -mail: gurgelrg@hot-
mail.com

176
enfermedades producidas por estos orga- (1999), Costa- Neto y Gouw (2005), entre
nismos. Estudiar, documentar y usar este otros. E l lexema parásito, también varía en
conjunto de conocimientos es muy impor- función de las diferentes culturas (lenguas)
tante para acortar el camino de la investi- estudiadas. Recientemente, G urgel- G on-
gación científica con el fin de aprender çalves et al. (2007) realizaron un análisis
nuevas maneras de tratar los parásitos y sus descriptivo etimológico y semántico de la
formas de control, ayudando a las nuevas palabra parásito y sus derivados a partir de
prácticas médicas. 38 diccionarios escritos en seis idiomas. Los
Este capítulo tiene por objeto presen- principales resultados de este estudio se des-
tar algunos casos de estudios etnoparasi- criben en los párrafos siguientes.
tológicos, tratando de responder las E timológicamente, parásito proviene
siguientes preguntas: ¿ C uál es el signifi- del griego παράσιτος, parásîtos (pará, al lado,
cado de la palabra “parásito” en las dife- cerca de + sîtos, comida), que puede signifi-
rentes culturas y grupos sociales?; ¿ Q ué car “que come al lado de otro”. En la anti-
sabe la gente acerca de la biología de los gua civilización griega, hubo centros cívicos
parásitos y qué prácticas médicas aplica y religiosos en las principales ciudades donde
para controlar las parasitosis?; ¿ E stos sa- se reunían los jueces y visitantes distingui-
beres son similares al conocimiento cientí- dos. A lgunos ciudadanos, los pensionistas
fico?; ¿Cómo se construye el conocimiento del Estado, tomaban parte en los banquetes
etnoparasitológico?; ¿Cómo articular la in- oficiales, en los que se sentaban a la mesa y
vestigación etnoparasitológica con la ense- se cubrían temporalmente tomando un as-
ñanza y la educación en salud? A lo largo pecto de carácter sacerdotal. Por este motivo
del capítulo se intentará responder a estas eran llamados parásitos. Posteriormente, el
preguntas, esperando que los lectores pue- término parásito se convirtió en un vocablo
dan descubrir el interesante mundo de los peyorativo, para designar a las personas que
parásitos, además de adquirir herramien- no trabajan y viven a expensas de los demás.
tas teóricas y metodológicas necesarias E l origen del lexema parásito, según los dic-
para iniciar o continuar con los estudios et- cionarios alemanes, se refiere a los esclavos
noparasitológicos aplicados. de las ceremonias de sacrificio que compro-
baban si la comida no estaba envenenada.
ANÁLISIS ETIMOLÓGICO Y Aunque los primeros registros escritos de
SEMÁNTICO DESCRIPTIVO DEL las infecciones parasitarias se han observado
en Egipto (3,000 a 400 aC), la antigua Gre-
TÉRMINO PARÁSITO EN LOS
cia (800 a 300 aC), China (3,000 a 300 aC),
DICCIONARIOS India (2,500 a 200 aC) y Roma (700 aC a
400 dC), la introducción del término en el
Uno de los ámbitos de la investigación lenguaje científico es relativamente reciente,
etnobiológica es el de la semántica, en la que pues data de la primera mitad del siglo
se estudia el significado de las palabras (le- X V III (Cox, 2002). La palabra parásito fue
xemas) en las diferentes culturas. A lgunos inicialmente utilizada para caracterizar las
estudios del significado lingüístico de los plantas que viven a expensas de la savia de las
nombres asignados a los animales han sido plantas mayores, y más tarde se aplicó a los
llevados a cabo por Scheinowitz (1997), animales que obtienen los nutrientes de otro
O liveira (1998), Scheinowitz y O liveira animal, llamado hospedador.

177
A lrededor de 1860, con la aparición de En los diccionarios de portugués fueron
varias áreas de la medicina, incluida la me- obtenidos 24 términos relacionados con el
dicina tropical, se establecieron las bases de lexema parásito, que funcionaban como ver-
la parasitología. A partir de esta época, al- bos (parasitar, parasitear), adjetivos (parasi-
gunos parasitólogos en todo el mundo em- tófobo, parasitário) y, en particular,
pezaron a describir, además de los substantivos (parasitofobia, parasitismo). Pa-
patógenos, los vectores y los mecanismos rasito y parasita son sinónimos, el primero
de transmisión de diversas enfermedades es utilizado por la mayoría de los médicos
humanas relacionadas con los parásitos. en los glosarios especializados. A partir del
E l lexema parásito fue introducido en el análisis realizado se sugiere que el término
latín como parasitus, con el sentido de co- parasito prevalezca como sustantivo mascu-
mensales; posteriormente se tradujo al fran- lino, teniendo en cuenta la evolución histó-
cés (Parasite), español (Parásito), italiano rica y etimológica de la palabra.
(Parassito o Parassita), inglés (Parasite), ale- E n los diccionarios de español no fue-
mán (Parasit o Schmarotzer) y portugués ron obtenidos sinónimos para el lexema
(Parasito o Parasita). parásito. Bajo el significado biológico se
Teniendo en cuenta los diccionarios diferencian algunos tipos de parásitos y su
examinados, 17 (51%) tuvieron sinónimos periodo de acción, teniendo en cuenta que
para el lexema parásito. Se registraron 35 si- las interacciones parásito-hospedador pue-
nónimos, la mayoría en el idioma portugués, den ser temporales o permanentes. C on
entre ellos: comedor, esponja, gaudério, gan- respecto a los significados connotados, no
dulo, pançudo, papa-jantares, zangão, ano- se observaron los religiosos. E l significado
pluro y chupim. E l significado biológico del físico incluía sólo las perturbaciones que
lexema parásito fue el más frecuente en los afectan la recepción de señales de radio.
diccionarios explorados (97%), siendo los Según los diccionarios de inglés, el le-
diccionarios de inglés y francés los que ofre- xema parasite tiene varios significados. So-
cían significados más completos. Se halla- cialmente, parásito se puede referir a la
ron varias connotaciones, siendo la social la personas que se sientan a las mesas de los
más frecuente, en la que se alude al com- ricos para obtener comida gratis, o de al-
portamiento humano en cuestión de la de- guien que vive en dependencia económica
pendencia financiera, “los perezosos” (81%), de otra persona sin dar ninguna ayuda o
y el acto de comer en la casa de otra persona hacer algo útil. E n este idioma también
(60%). E l segundo sentido más frecuente presentó un significado religioso, refirién-
del lexema parásito fue el físico (39%), refi- dose a los asistentes de ciertas ceremonias
riéndose a un mineral que está por encima rituales que se incorporan a la mesa para
o cerca de una roca (por ejemplo, el cristal cenar con los sacerdotes. E n inglés, el sig-
boracita), o los ruidos que perturban la re- nificado biológico de parásito fue el más
cepción de las señales de radio, así como los frecuente: “animales o plantas que viven en
cráteres que aparecen en la ladera de un vol- o sobre otro organismo para obtener ali-
cán. E n algunos diccionarios (15%), se rea- mentos y protección”.
liza una explicación religiosa para los E n los diccionarios de francés, la im-
parásitos, refiriéndose a los ciudadanos que, portancia biológica del lexema parásito es
después de los ritos religiosos, se sientan en muy detallada. Se observó la diferenciación
la mesa junto con los sacerdotes. de los parásitos de los depredadores, que a

178
menudo se confunde en otros diccionarios. comensal, no definen científicamente el tér-
O tros significados (sociales, físicos y reli- mino parasitismo. Por tanto, es necesario
giosos) también fueron bien detallados. que en las nuevas ediciones de los dicciona-
E n un diccionario alemán, se halló rios se incorporen significados biológicos
como sinónimo el término Mitesser, refi- más amplios del vocablo parásito para ha-
riéndose a un comensal. A demás de las cerlos más completos y actuales.
apreciaciones biológicas en las que se rela-
cionan los “parásitos de animales y plan- ¿QUÉ ES UN PARÁSITO PARA
tas”, se observó la relación entre la palabra USTED?
parásito y las enfermedades parasitarias de
la piel. Socialmente, parásito se refiere al Además de examinar los significados
“mendigo” que vive a expensas de otro. de la palabra “parásito” en los diccionarios
A ludiendo a la comedia griega, se refiere de diferentes idiomas, se llevó a cabo otro
al personaje gracioso, simpático y comilón estudio etnoparasitológico: el registro de
que llegaba a las casas de las personas adi- los significados de la palabra “parásito”
neradas prestando pequeños servicios. entre estudiantes de diferentes grupos y
E n diccionarios italianos se observaron áreas de conocimiento ( A ssenso et al.
varios sinónimos de Parassita refiriéndose a 2008). E ntre marzo y julio de 2007 se en-
las sanguijuelas y vampiros o a las personas trevistaron 27 escolares de primaria, 49 de
“miserables”. E n el significado biológico secundaria y 84 de diferentes carreras uni-
sólo las plantas y los animales fueron men- versitarias (Biología, Física, E nfermería y
cionados como parásitos. Socialmente, pa- Comunicación), que viven en las ciudades
rassitas son los amantes de la buena cocina de C eilândia y Taguatinga, D istrito Fede-
y los cómicos que frecuentemente son invi- ral, Brasil. L os datos se obtuvieron me-
tados a comer a la casa de otras personas. diante entrevistas semi-estructuradas con
E n términos religiosos, se refiere a los fun- las siguientes preguntas: ¿ Q ué es un pará-
cionarios atenienses que ayudaban a prepa- sito para usted? y ¿Q ué parásitos reconoce?
rar el banquete después de los sacrificios, L as entrevistas fueron registradas electró-
que luego se sentaban a la mesa con los sa- nicamente bajo el consentimiento escrito
cerdotes para compartir la cena. de los estudiantes. Posteriormente fueron
Analizando el significado biológico de transcritas.
los parásitos en los diccionarios, se encontró Se encontró que los estudiantes de
que las distintas acepciones son obsoletas e educación superior conocían mejor el sig-
incompletas. En la mayoría de los dicciona- nificado biológico de la palabra parásito en
rios, el término parásito se acuña principal- comparación con los estudiantes de las es-
mente a los animales y plantas, dejándose cuelas secundaria y primaria (Figura 1).
de lado a los virus, bacterias y protozoos
como formas que también son parasitarias.
E n algunos diccionarios de español y por-
tugués, el significado es simplemente “ani-
mal o vegetal que se alimenta de otro
organismo” u “organismo que vive a expen-
sas de otro”. L os significados que pueden
confundirse con el de depredador, parásito o

179
Figura 1. Conocimiento del significado biológico de la palabra parásito (las respuestas correctas en porcen-
taje) por los estudiantes de educación superior, secundaria y primaria.

Entre los universitarios, los estudiantes términos sociales y políticos destacando que
de Comunicación citaron menos ejemplos son aquellas personas que viven a expensas
de parásitos (18%), a diferencia de los estu- de la labor de otros para poder sobrevivir.
diantes de Biología (28%), quienes al mismo Muchos estudiantes confundieron el lexema
tiempo mencionaron varios nombres cientí- parásito con el de depredador. G arrapatas y
ficos de este grupo de organismos. A lgunos piojos fueron los parásitos más citados entre
estudiantes definieron el vocablo parásito en los estudiantes (Figura 2).

Figura 2. Porcentaje de citas de parásitos citados por los estudiantes entrevistados. L os otros parásitos citados
fueron los hongos, virus, bacterias y protozoos.

180
En un estudio similar (datos no publi- otros estados brasileños, países y grupos so-
cados) llevado a cabo con 20 funcionarios y ciales con el fin de comparar las diferentes
80 estudiantes de diferentes áreas (ciencias concepciones de la población sobre este
exactas, humanas y de la salud) de la Uni- grupo de seres vivos.
versidad de Brasilia, el significado biológico
de la palabra parásito fue el más frecuente CONOCIMIENTOS ETNOBIOLÓGI-
(88%). En general, los estudiantes mostra- COS SOBRE LOS PARÁSITOS
ron a los parásitos como participantes de una
relación ecológica entre seres vivos, pero la Estudios etnoparasitológicos que des-
mayoría de las respuestas no evidenció la di- criben el conocimiento popular sobre la bio-
ferencia entre los parásitos, depredadores, logía de los parásitos y las enfermedades
parasitoides y comensales. parasitarias se han realizado con protozoos
Varias personas se refirieron negativa- (enfermedad de C hagas, leishmaniasis) y
mente a estos organismos tildándolos de helmintos (verminosis y varias especies de
seres “repugnantes”, “sucios” e “infecciosos”. vermes).
A l igual que el estudio anterior, también E n el estado G oiás, Brasil, estudios
tuvo claras connotaciones sociales. Un as- sobre la percepción de la enfermedad de
pecto que vale la pena resaltar, es que algu- C hagas fueron llevados a cabo por Bizerra
nos estudiantes de las áreas de salud y et al. (1981) en el municipio de M ambaí, y
humanas (7%) mencionaron que los parási- por W illiams-Blangero et al. (1999) en el
tos juegan un papel clave en los ecosistemas municipio de Posse. E n ambos trabajos se
en el control de plagas y la descomposición demostró que la mayoría de los pobladores
de la materia orgánica. tenían un amplio conocimiento sobre el
Adicionalmente, se registraron algunos tema. E n una investigación realizada en
mitos asociados a los parásitos y aspectos G uatemala sobre el conocimiento, las acti-
relacionados con el tratamiento de los mis- tudes y las prácticas acerca de la enferme-
mos (que no siempre coincidían con la li- dad de C hagas en un área endémica del
teratura médica). país, el 11% de los seropositivos no recono-
D e estos trabajos etnoparasitológicos cieron los signos y síntomas de esta enfer-
se pudo concluir que: 1) la enseñanza de los medad (N ix et al., 1995). Estos autores
parásitos debe mejorarse en la educación se- sugirieron que el éxito o el fracaso del con-
cundaria y, sobre todo, en la básica primaria; trol de la enfermedad en A mérica depen-
2) los parásitos más citados (ectoparásitos y den en gran parte de la participación de la
vermes) son parte de la vida cotidiana y de población local para la detección de los vec-
la cultura de los entrevistados, quienes des- tores (vinchucas), aparte de las acciones que
cribieron algunas historias relacionadas con realice el gobierno, que es el responsable de
estos organismos; 3) los parásitos no se aso- la aplicación de insecticidas. L a importan-
cian exclusivamente con las enfermedades, cia de la participación de la comunidad en
ya que también se reconoció su papel de re- el control de protozoos también fue desta-
gulador en los ecosistemas; 4) además del cada por Santos et al. (2000) en un estudio
significado biológico, los parásitos pueden para determinar las condiciones socio-eco-
presentar connotaciones sociales o políticas nómicas y las actitudes de la población de
al referirse a la dependencia de otra persona. Bahía, en relación con la prevención de la
Estudios similares deben llevarse a cabo en leishmaniosis cutánea.

181
E n relación con las verminosis, M ello contemplar la posibilidad de que com-
et al. (1988) realizaron un estudio sobre los prendan los hábitos, comportamientos y
conocimientos, actitudes y percepciones prácticas sociales de las comunidades con
que tenían los pobladores del municipio de las que trabajan. E n estudios etnoparasito-
São C arlos, São Paulo, acerca de los hel- lógicos se pueden identificar percepciones,
mintos intestinales. L os investigadores pu- actitudes y conocimientos de la población
dieron percibir que la población tenía en relación con los parásitos, fundamenta-
conocimientos razonablemente acertados les para definir las formas de intervención
en relación con la literatura científica, res- y control de enfermedades parasitarias.
pondiendo adecuadamente a las fuentes de Esta sección tiene como propósito des-
infección, los puntos de entrada y los hábi- cribir tres ejemplos de estudios etnoparasi-
tats de los parásitos en los seres humanos. tológicos realizados por el equipo de trabajo
Sin embargo, no sabía la ruta de los vermes de la Universidad de Brasilia y la Universi-
en el cuerpo y las etapas de desarrollo y re- dad C atólica de Brasilia con respecto a la
producción. E n este trabajo también se en- leishmaniasis, verminosis y pediculosis.
contró un extenso conocimiento médico
popular en el que se recomendaban cura- • L eishmaniasis V isceral
ciones, infusiones y se hablaba sobre la sin- La L eishmaniosis V isceral (LV ) o Ca-
tomatología. A lgunas señales de aparición lazar es un tipo de zoonosis con amplia dis-
de la verminosis, y ciertas acciones para su tribución en las regiones tropicales y
tratamiento, giran en torno a enterrar las subtropicales de Asia, O riente M edio,
lombrices, dar de beber preparados de la Á frica y América. Es endémica en 62 países
lombriz expulsada por el paciente y con- con un total estimado de 200 millones de
frontar comportamientos de ansiedad del personas en riesgo de adquirir la infección
parasitado. C iertos síntomas explicados ( W H O, 2001). En América, la LV se pro-
fueron: “ Cuando el niño pone la lombriz la duce desde M éxico hasta Argentina, donde
primera vez, debes enterrarla”; “ Tome la el 90% de los casos humanos suceden en
primera lombriz que pone el niño, lávela, Brasil (Grimaldi et al., 1989). La enferme-
ásela y después haga un té para dárselo al dad es causada por el protozoo Leishmania
niño”; “ E l niño está siempre con el deseo chagasi Cunha y Chagas, 1937 (Kinetoplas-
de algo, no puede lamentar que si ella tida: Trypanosomatidae), que utiliza como
muere, usted tiene que comprar lo que el vector a mosquitos del género Lutzomyia,
niño tiene deseo de comer”. siendo la especie Lutzomyia longipalpis Lutz
L as percepciones populares acerca de y Neiva, 1912 la de mayor importancia mé-
los parásitos pueden tener un impacto sig- dica (Lainson et al., 1987; Brasil, 1994).
nificativo en la eficacia de las intervencio- E n Brasil, los últimos diez años, la LV
nes médicas, ya que las creencias locales ha pasado por un proceso de urbanización.
acerca de la causa de la enfermedad pue- La enfermedad, que era casi exclusivamente
den ser evaluadas para determinar si los de las zonas rurales, ha mostrado una
programas de educación en salud pública mayor distribución en las zonas urbanas,
son eficaces, si se tiene en cuenta que cada con brotes epidémicos en Río de Janeiro,
vez se quiere garantizar un mejor control Salvador, Belo H orizonte y Montes C laros
de la enfermedad. E n capacitaciones diri- (Monteiro et al., 2005). E n el D istrito Fe-
gidas a promotores de salud se debería deral, los casos de LV sólo se comenzaron

182
a registrar a partir de 2005. D esde entonces, tíficos-académicos (Rey, 2002; Neves, 2005;
el D epartamento de Salud del G obierno Brasil, 2006).
del D istrito Federal (G D F) ha recibido la Se cuestionaron 16 hombres que te-
notificación de los casos, implementando nían edades comprendidas entre 17 y 54
visitas domiciliarias y encuestas serológicas años, y 34 mujeres entre 14 y 69 años. Con
caninas (G D F, 2006). respecto a los niveles de escolaridad, el
E l conocimiento de la biología de L. 40% tenían educación primaria, el 44% te-
chagasi, además de sus vectores y reservo- nían educación secundaria, el 10% tenían
rios, puede aportar sustanciales contribu- educación superior y el 6% eran analfabe-
ciones para el control de la LV. E n tal tos. L a mayoría de los encuestados eran
sentido, es importante reconocer los con- comerciantes (38%) o prestaban servicios
ceptos, las actitudes y las supersticiones de domésticos(26%).
la población afectada por el parásito. D e M ás de la mitad de los encuestados
este modo, se decidió realizar un estudio (52%) conocían la LV, los cuales afirmaron
para evaluar el grado de conocimiento que haberse enterado de esta enfermedad a tra-
tenía la comunidad de Sobradinho, D is- vés de medios masivos de comunicación
trito Federal, sobre L. chagasi, y la enfer- (televisión, radio, prensa). E n algunas res-
medad que causa. E n consecuencia, se puestas se confundió la leptospirosis con la
realizaron entrevistas semiestructuradas en LV. La mayoría de los encuestados contes-
50 hogares elegidos al azar para: 1) evaluar taron que los perros enfermos son directa-
los conocimientos que tenían las personas mente responsables de la transmisión de L.
acerca de la biología y el control de L. cha- chagasi a los humanos (Figura 3). Un hecho
gasi; 2) registrar cuáles eran las formas de interesante es que un gran número de per-
transmisión y prevención de la LV conoci- sonas no sabían qué animales transmiten el
das por los entrevistados; 3) evaluar si la parásito. La garrapata y el ratón fueran ci-
población de Sobradinho sabía identificar tados también como vectores. D el mismo
los síntomas médicos de la LV; y 4) iden- modo, la mayoría de los encuestados (96%)
tificar las actitudes de la población respecto no conocían el mosquito transmisor de L.
a los casos sospechosos de la LV. chagasi, sólo dos de las personas citaron el
E l estudio se realizó durante el perí- mosquito flebótomo distinguiéndolo de
odo comprendido entre febrero y abril de otros mosquitos transmisores.
2009. L as entrevistas se sostuvieron con la
persona responsable que se encontraba en L os encuestados dijeron que algunas
la residencia en el momento de la visita formas de prevenir de la LV serían no
domiciliaria. Paralelamente, se distribuye- tener contacto con los perros enfermos y
ron carteles informativos a los entrevista- no permitir la reproducción de los mos-
dos con la intención de proporcionar quitos (Figura 4). E l mantenimiento de los
información sobre la LV (modo de trans- perros enfermos en el ambiente es real-
misión, mecanismos de prevención, etc.). mente un factor de riesgo para la transmi-
Las entrevistas fueron analizadas con el sión de L. chagasi a los seres humanos,
enfoque emicista-eticista (émic-étic) sugeri- porque estos animales pueden actuar como
dos por Sturtevant (1964). D urante el co- reservorios del parásito. E l uso de collares
tejo de los datos se comparó el conocimiento impregnados con deltametrina al 4% se
de la población con los conocimientos cien- emplea como una medida de protección

183
Figura 3. A nimales que pueden transmitir la L. chagasi a los humanos, de acuerdo con entrevistados en So-
bradinho, D F.

Figura 4. M étodos de prevención de L. chagasi, de acuerdo con entrevistados en Sobradinho, D F.

184
individual para los perros contra las mor- pecies de vermes como ascariasis (Ascaris
deduras de L. longipalpis. Además, impor- lumbricoides Linnaeus, 1758), la ancylosto-
tantes medidas preventivas para evitar la miasis (Ancylostoma spp.) y trichiuriasis
reproducción de los mosquitos vectores de (Trichuris trichiura Linnaeus, 1758). En una
L. chagasi serian la limpieza de patios, cam- encuesta realizada por el M inisterio de
pos y plazas públicas, la eliminación de los Salud en 21 estados brasileños en la década
residuos orgánicos sólidos y la destinación de 1970 para investigar la frecuencia de pa-
adecuada de los mismos. A lgunos de los rasitosis intestinales, A. lumbricoides y T. tri-
encuestados dijeron que una forma de con- chiura tuvieron las más altas frecuencias
taminación sería el contacto con personas relativas, 52,6% y 36,6% respectivamente
enfermas. Sin embargo, no hay evidencia (SU C A M , 1973). E n Brasil, la frecuencia
de transmisión directa de L. chagasi de per- de enfermedades asociadas a las lombrices
sona a persona (Brasil, 2006). intestinales sigue siendo relevante en los
niños, esto teniendo en cuenta lo observado
E n cuanto a las actitudes ante un caso por O liveira et al. (2001) en Parnaíba y
sospechoso de LV en sus residencias, la Piauí, y por Araújo et al. (2007) en Feira de
mayoría de los encuestados (64%) dijeron Santana, Bahía.
que llevarían la persona al hospital para L os vermes causan varios daños a la
que fuese reconocida por un médico, el salud física y mental, especialmente de los
19% mencionaron que llamarían a la vigi- niños, pueden originar el deterioro del es-
lancia de la salud, el 4% aislarían al pa- tado nutricional, lo que tiene como resultado
ciente, y sólo una persona (2%) optaría por la debilidad física y retraso de desarrollo in-
matar al animal vector de le enfermedad, telectual (Rey, 2002; Neves, 2005).
en este caso, el perro. E l aislamiento de los E l estudio de las percepciones, actitudes
individuos posiblemente infectados mues- y conocimientos de la población en relación
tra que todavía existe una desinformación con las lombrices es esencial para el desarro-
por parte de la población de Sobradinho llo de la prevención y el control de las ver-
sobre cómo afrontar la enfermedad produ- minosis (M ello et al., 1988). Recientemente,
cida por el parásito. realizamos un estudio etnoparasitológico
L os resultados del estudio permiten para registrar el conocimiento de los profe-
afirmar que aunque la población recibe in- sionales y usuarios de los centros de salud de
formación sobre las parasitosis, parte de ese Planaltina- D F de cuatro especies de vermes:
conocimiento no es acorde con las acciones A. lumbricoides, Taenia sp., Schistosoma man-
de prevención indicadas. E n tal sentido, es soni (Sambom, 1907) y Enterobius vermicu-
de vital importancia mejorar este conoci- laris (Linnaeus, 1758) L each, 1853 (Silva y
miento a través de talleres educativos en G urgel- Gonçalves, 2008). Aspectos meto-
salud que favorezcan la adquisición de he- dológicos y los principales resultados de este
rramientas para el óptimo manejo de la leis- trabajo se describen a continuación.
hmaniasis en la población de Sobradinho. E l estudio fue realizado en tres centros
de salud urbanos con los profesionales (téc-
• L a verminosis nicos, agentes comunitarios de salud, médi-
E ntre las infecciones parasitarias más cos y enfermeras) y usuarios provenientes de
comunes en los seres humanos están las ver- la comunidad de Planaltina, D istrito Fede-
minosis, enfermedades causadas por las es- ral. Se realizaron entrevistas semiestructu-

185
radas sincrónicas con la ayuda de un formu- manos y causan enfermedad”. Las personas
lario organizado con preguntas centradas en no hicieron referencia a los grupos de ani-
la biología de los vermes y la prevención de males vermiformes, pero si enfatizaron en la
verminosis. Pruebas proyectivas también relación negativa existente entre los vermes
fueron aplicadas teniendo en cuenta el estu- y los seres humanos. La mayoría de los en-
dio de Costa- Neto et al. (2005). A los entre- cuestados expresaron repulsión por los ver-
vistados se les mostró fotografías de vermes mes presentados. Una serie de términos
y/o manifestaciones patológicas de la vermi- peyorativos fueron utilizados para caracteri-
nosis al tiempo que se les preguntaba: ¿Sabe zar este tipo de organismos, tales como:
usted qué es esto?”. Para ascariasis y teniasis “feo”, “repugnante”, “horrible” y “triste”.
se presentaron especímenes de A. lumbricoi- Costa- Neto (2005) afirma que la forma en
des (lombrices) y Taenia sp. (solitaria), per- que las personas expresan sus percepciones
tenecientes al Laboratorio de Zoología de la refleja la manera en que el elemento es per-
Universidad Católica de Brasilia. cibido, identificado y clasificado en la cul-
Para los jóvenes entrevistados se añadie- tura local. Por tanto, era de esperar que los
ron tres preguntas: a) ¿Q ué es un verme para entrevistados de la comunidad de Planaltina
usted?; b) ¿Q ué sabe acerca de los vermes?; c) expresaran diferentes sentimientos y reac-
¿Con quién lo has aprendido? Las entrevistas ciones de miedo, conflicto y preocupación
fueron registradas usándose un M P3, con el acerca del animal ante la posibilidad de con-
permiso y la firma del término de consenti- taminarse por parásitos.
miento. Para los jóvenes, los padres o tutores L a concepción sobre el lexema “verme”
lo firmaban. Posteriormente, las entrevistas fue general para la comunidad. L as larvas
fueron transcritas en formularios individua- de las moscas (insectos) y los protozoos
les específicos. Las entrevistas se realizaron (p.ej. Giardia, amiba) también fueron cita-
entre julio y agosto de 2007 a seis profesio- dos como vermes. D e hecho, la gente no
nales (n = 18) y diez usuarios (n = 30) de cada puede distinguir las lombrices y los micro-
Centro de Salud. Ya en la comunidad, se rea- bios (Noronha et al., 1995). E ntre los gu-
lizaron entrevistas a cada familia que era visi- sanos presentados a los entrevistados, A.
tada. En cada una se realizaron dos lumbricoides fue el más reconocido (70%),
entrevistas, una con los jóvenes (7 a 18 años) seguido de Taenia sp. (53%). L os nombres
y otra con un adulto (18 a 82 años). Cada se- populares citados fueron lombrices y soli-
sión duró en promedio 20 minutos. taria (del cerdo o de la vaca).
Las entrevistas también fueron analiza- L as formas de transmisión de A. lum-
das teniendo en cuenta lo mencionado por bricoides y Taenia sp. eran conocidas regu-
Sturtevant (1964). Los formularios con los larmente por la comunidad. Sin embargo,
datos sobre la biología, la prevención y el pocos encuestados sabían acerca de la
tratamiento de la verminosis se compararon transmisión de S. mansoni y ninguno sobre
con la literatura (Rey, 2002; N eves, 2005; la transmisión de E. vermicularis. Para los
Brusca y Brusca, 2007). Adicionalmente, se profesionales, la más conocida forma de
elaboraron tablas de cognición comparada transmisión fue la de Taenia sp.
siguiendo lo sugerido por M arques (2001). L a palabra “agua” fue utilizada por los
Para la mayoría de los entrevistados de usuarios (30%) y profesionales (89%) para
la comunidad de Planaltina (98%), los ver- expresar los modos de transmisión de S.
mes son “animales que viven en los seres hu- mansoni. L a mayoría (70%) desconocía la

186
relación de la esquistosomiasis con el cara- (A lbendazol) para ascariasis y tratamientos
col y ninguno mencionó la forma infecciosa alternativos para teniasis y ascariasis. No se
(cercaria). Las expresiones “no tienen la hi- mencionan las formas de tratamiento de la
giene” y “caminar descalzo en lugares su- esquistosomiasis y enterobiasis por los usua-
cios” también fueron citadas como los rios. E l mastruz (Chenopodium ambrosioides
medios para que los usuarios pudieran con- Linnaeus) con leche fue citado por el 61%
taminarse con vermes. Para los profesiona- de los usuarios y el 30% de los profesiona-
les, después de la palabra agua, la expresión les entrevistados para el tratamiento de la
“la ingestión de alimentos contaminados” teniasis y ascariasis. También se citó el uso
fue la más frecuente. A lgunos de ellos no de semillas de calabaza (Cucurbita pepo Lin-
sabían los modos de transmisión de E. ver- naeus) para estas verminosis, 30% y 26%
micularis, a pesar de que el verme es predo- respectivamente.
minantemente urbano y de alta frecuencia Por su parte, los profesionales mencio-
de aparición (Neves, 2005). naran frecuentemente el uso de productos
L os vocablos utilizados para expresar comerciales como el M ebendazol (66%),
los modos de transmisión de A. lumbricoides A lbendazol (23%), Pirpan (56%) y C estox
incluyeron expresiones tales como: “comer (38%). Los dos últimos fueron citados para
algo sucio”. L a mayor parte de los miem- tratar, respectivamente, la infección cau-
bros de la comunidad entienden que el sada por E. vermicularis y Taenia spp.
modo de transmisión es a partir de la in- D icha información es acorde con lo pro-
gestión de alimentos contaminados y el puesto en la literatura médica sobre el tra-
agua. No obstante, muchos de ellos, sobre tamiento de los vermes (Rey, 2002; N eves,
todo los usuarios, informaron sobre nume- 2005), sin embargo, ninguno de los profe-
rosas formas de transmisión a pesar de que sionales conocía la medicación utilizada en
mostraban algunas confusiones con las de caso de la esquistosomiasis.
otros vermes ( Tabla 1). Los tipos de repro-
ducción de los vermes fueron poco conoci-
dos por la comunidad, a diferencia de los
profesionales. Estos últimos conocían satis-
factoriamente los tipos de reproducción a
pesar de no emplear términos técnicos
( Tabla 2). M enos de la mitad de los en-
cuestados conocían el hábitat de los vermes,
a diferencia de los profesionales. La mayo-
ría de los encuestados citó el intestino del
hospedador como hábitat definitivo de los
vermes ( Tabla 3). Varios de ellos menciona-
ron que los huevos están presentes en las
heces. Sin embargo, pocos conocían los de-
talles del ciclo de vida de los organismos
(Profesionales: 56%; Usuarios: 7%).
D iferentes formas de tratamiento fue-
ron mencionadas por los usuarios, inclu-
yendo el uso de soluciones comerciales

187
M étodos de transmisión de los vermes conocidos

Usuarios Profesionales L iteratura

“ Comer algo sucio,


usted debe lavar muy
Ascariasis: la trans-
bien los vegetales y
“A limentos contami- misión se produce
debe beber agua fil-
nados por ingestión de
A. lumbricoides trada [...]” (R C A , 38
con huevos” agua o alimentos
años).
(AS O , 20 años). contaminados con
“Siempre caminar
huevos infectados
con zapatos” ( G T S,
35 años).

Teniasis: es adquirida
por el humano por la
ingestión de la carne
“ Comer carne y ve- mal cocida y que
“ Comer carne de
getales crudos conta- contiene cisticercos.
vaca y cerdo” (E V R,
minados con huevos C isticercosis: Se ori-
32).
Taenia sp. de los vermes” gina a partir de la in-
“ T ienes que caminar
(A A O , 40 años). gestión de huevos de
con zapatos” ( M R F,
“ L a falta de higiene” Taenia sp. en el agua,
63 años)
( T T S, 29 años). alimentos contami-
nados, el mismo
ambiente o por tener
las manos sucias.

“Bañarse en los ríos y Se produce a partir


“Beber el agua sucia
lagos contaminados” de la penetración ac-
( JPS, 32 años).
(A A O , 46 años). tiva de las cercarias
S. mansoni “ Comer vegetales su-
“ Comer algo sucio, en la piel y la mucosa
cios”
caminar descalzo” oral, al contacto con
(RSS, 59 años).
(P T C , 56 años) agua contaminada.

Se adquiere por con-


tacto fecal-oral. Se
“ Cuando se come los
puede adquirir por
huevos por debajo de
E. vermicularis No mencionaron contacto con los ali-
la uña”
mentos, el agua y el
( V M C C , 42 años).
polvo contaminados
con huevos.

Tabla 1. M étodos de transmisión de vermes conocidos por los usuarios, los profesionales y la literatura
científica.

188
Formas de reproducción
Usuarios Profesionales L iteratura

Reproducción sexual: las


hembras son fecundadas
“L as heces están
“ H ay machos y hem- por los machos en el intes-
llenas de huevos,
bras. E llas producen tino del hospedador y co-
en la tierra, en las
A. lumbricoides los huevos y los dejan mienzan la ovoposición.
heces de los ani-
en las heces” L os huevos se quedan en
males”
(ASS, 21 años). las heces y entran en con-
(P L L , 30 años).
tacto con el suelo, desarro-
llándose posteriormente.

“ Este verme se repro- L as hembras se instalan


duce a partir de huevos dentro de los machos para
que son producidos la cópula. L a pareja se des-
por la hembra” ( T X F, plaza a las venas mesenté-
36 años). ricas. L a hembra comienza
S. mansoni No mencionaron
“Los huevos se quedan la ovoposición. L os huevos
en el agua y se desarro- son arrastrados a los intes-
llan en las larvas y ellas tinos y siguen a las heces.
entran en el caracol” E n el caracol los vermes se
(A F T, 42 años). reproducen asexualmente.

Reproducción sexual: des-


“ L os huevos produci-
pués de la fecundación, las
dos por las hembras
hembras migran a la región
pueden estar en la
E. vermicularis No mencionaron anal del humano donde co-
ropa, clavos, agua, cal-
mienza la ovoposición. Los
cetines, polvo” (A A O ,
machos mueren después de
46 años).
la fertilización.

A l ser hermafrodita puede


“ Cuando una per- ocurrir la autofertilización
sona tiene solitaria, “ L os huevos están o la fertilización cruzada.
anillos son dejados dentro de los anillos L os huevos de los anillos
en las heces. E l del cuerpo de la soli- fecundados se quedan en
Taenia sp.
verme sólo muere taria. Es hermafro- las heces. Posteriormente,
si se mata la ca- dita” son ingeridas por el hospe-
beza” ( M G A , 46 ( W L G , 26 años). dador intermedio donde
años). las larvas (cisticercos) se
desarrollan.

Tabla 2. Formas de reproducción de los vermes mencionados por los usuarios, los profesionales y la literatura científica.

189
H ábitats citados
Usuarios Profesionales L iteratura

M achos y hembras viven


“ V ive en el intes- en el intestino delgado.
“ E n el intestino, en
tino, en las heces L os huevos y larvas se
los alimentos conta-
de los seres hu- desarrollan en el suelo.
A. lumbricoides minados, en el agua
manos y las heces Estas últimas también
y suelo”
de los animales” pueden crecer en órganos
( T R C , 22 años).
(P L L , 30 años). como el hígado y el pul-
món.

M achos y hembras viven


“ V ive en el intes-
“ E n el intestino, en en los vasos sanguíneos
tino, en las heces
la sangre. L os cara- del hígado, los intestinos
de personas in-
coles son parte del y el bazo. L os huevos
S. mansoni fectadas, en el
ciclo. V ive en ríos y viven en las heces y el
agua y en los resi-
lagos” suelo. L as larvas viven en
duos”
(AS O , 25 años). el agua y se desarrollan
( M RS, 52 años).
en el caracol.

“ E n el intestino, en Adultos en el colon y re-


E. vermicularis No mencionaran el trasero, en el agua” gión perianal. H uevos en
( M A F C , 47 años). las heces y el polvo.

“Intestino, creo
que es en el agua
“ V ive en el intestino, L os adultos, en el intes-
y la carne infec-
la tierra, las heces, en tino delgado; los huevos
tada con huevos
las hortalizas, la y proglotis en las heces y
Taenia sp. de solitaria. Si
carne de cerdos y el suelo, y las larvas en el
usted come algo
vacas” hospedador intermedio
contaminado ad-
(LSS, 46 años). (cerdo o vaca).
quiere el verme”
( M AS, 32 años).

Tabla 3. H ábitats de los vermes según los usuarios, los profesionales y la literatura científica.

Los tratamientos alternativos fueron ci- de varios estados de Brasil como São Paulo
tados principalmente por encuestados de (Begossi et al., 1993), Bahía (Pinto et al.,
mayor edad (> 50 años), ya que estas perso- 2006) y G oiás (Felfili y Souza, 2006). E l
nas son las que conocen y han usado estos elevado número de informantes que citan el
tratamientos por mucho tiempo. E l empleo uso terapéutico del mastruz sugiere que este
del mastruz para el tratamiento de los ver- producto puede tener una alta eficacia en el
mes se ha citado en estudios etnobotánicos tratamiento de la enfermedad.

190
Se observó que existen formas alterna- “anemia”, “heridas en la piel”, “dolor de ca-
tivas de tratamiento de los vermes por los beza”, “pérdida de peso” y “debilidad física”.
usuarios. D iferentes personas de la comu- Los resultados sugieren que los usuarios
nidad mostraron las mismas especies de tienen conocimientos básicos acerca de los
plantas medicinales con el mismo método vermes, incluidas las formas de diagnóstico,
de preparación y uso. los síntomas y el tratamiento (comercial y
D os entrevistados, una mujer de la co- alternativo) de las verminosis. Sin embargo,
munidad y una profesional, citaron el uso alguna información sobre la biología de los
de la C reolina para el tratamiento de los vermes (incluidas las formas de transmisión)
gusanos. L a Creolina® es indicada como un estaba en conformidad con los conocimien-
desinfectante para las instalaciones donde tos científicos. Por otra parte, se registraron
se mantiene el ganado vacuno y para el tra- formas de tratamiento tóxico para las ver-
tamiento de la M yiasis. E n la etiqueta del minosis, como el uso de la Creolina. Por lo
producto ( E urofarma L tda.), se informa tanto, se necesita ejecutar campañas de edu-
que la Creolina no debe ser ingerida o in- cación preventiva en salud centradas en los
halada, y que en caso de accidente, se debe vermes y verminosis promovidas por los
lavar el sitio afectado con abundante agua centros de salud del D F, en las que se incluya
y buscar ayuda médica. especialmente a los jóvenes. Los profesiona-
L os síntomas más citados para Tenia- les de la educación y la salud deben recibir
sis fueron debilidad, anemia (profesiona- formación continuada sobre los vermes de-
les: 33%; usuarios: 40%), dolor de cabeza bido a que ellos son los principales multipli-
y desmayo (profesionales: 55%; usuarios: cadores de esta información. En este orden
33%). Para Ascariasis los síntomas más ci- de ideas, se debe mejorar y fomentar el uso
tados fueron mal de estómago, mareos, de- de métodos que ayuden a difundir el cono-
bilidad (profesionales: 58%; usuarios: cimiento científico, adaptándose a la reali-
48%), irritabilidad, fatiga, apatía, raqui- dad local, mientras que el conocimiento
tismo (profesionales: 68%; usuarios: 48%) previo de la comunidad también debe ser
y náuseas, dolor en el vientre (profesiona- explorado y valorado.
les: 64%; usuarios: 60%). Para la Esquisto-
somiasis, se citaron estrés abdominal, • Pediculosis
ataque de hígado, pérdida de peso y ane- Pediculus capitis D e G eer 1778 (Phthi-
mia (profesionales: 89%; usuarios: 37%). raptera, A noplura, Pediculidae), popular-
N ingún usuario reconoció la E ntero- mente conocido como piojo de la cabeza,
biasis como una enfermedad, descono- es uno de los principales ectoparásitos de
ciendo también los signos y síntomas que los seres humanos (Burguess, 2004; L eón
la producen. E n el estudio de Noronha et et al., 2005). Actualmente, se ha producido
al. (1995) se menciona que los entrevista- un aumento significativo en la frecuencia
dos eran reticentes a hablar de la patolo- de P. capitis, especialmente en los niños de
gía, evidenciándose que la información edad escolar, debido principalmente a la
sobre las características de la enfermedad resistencia de los piojos a los insecticidas
era de total dominio del médico. L as re- convencionales (L inardi, 2001; M ouga-
presentaciones mencionadas por los usua- bure- Cueto et al., 2008).
rios sobre las condiciones, los signos y los E n la pediculosis del cuero cabelludo
síntomas de los vermes son en su mayoría son comunes las lesiones causadas por el

191
picor, facilitándose el origen de infecciones Los entrevistados tenían diferentes ex-
bacterianas, micosis y, en casos graves, plicaciones acerca de las formas de repro-
myiasis (C atalá et al., 2004). Para el con- ducción de P. capitis. E ntre los que citaron
trol de P. capitis, la población busca otras una explicación (70,6%), la mayoría (93,7%)
medidas, tales como remedios caseros o la dijo que el piojo se reproduce a través de
utilización de productos altamente tóxicos. huevos. A lgunos de los entrevistados reco-
Con el fin de obtener datos etnopara- nocieron que existe el dimorfismo sexual y
sitológicos sobre la pediculosis en el D is- la reproducción sexual en los piojos (14,4%).
trito Federal, Brasil, se realizó un estudio L as personas encuestadas exhibieron
para investigar el conocimiento de la iden- diferencias en las etapas de crecimiento del
tificación, la biología y el control de P. ca- organismo (ninfas), utilizando términos
pitis entre las madres y los niños usuarios como “piojito”, “nació un piojo que crece”.
en puestos de asistencia social del D istrito Sin embargo, el 6,3% de los cuestionados
Federal, y registrar las formas de trata- afirmó que existían otras formas de repro-
miento de la pediculosis conocidas por ducción: “a través de sus heces, que se con-
ellos. Aspectos metodológicos y los prin- vierte en huevos, que llamamos pronto
cipales resultados de este trabajo se enu- piojos” (I F L O , 19 años); “ Cualquier huevo
meran a continuación. que cae en la cabeza, se explota y se multi-
El estudio se realizó durante los meses de plica” ( D S D , 54 años). Según Rey (2002),
septiembre y octubre de 2008 en dos puestos el macho fecunda a la hembra y después de
de asistencia social del D F, con 150 personas un día o más, la hembra comienza la ovo-
(75 madres y 75 niños). Se utilizaron prue- posición. Esto ocurre cerca de la base del
bas proyectivas y entrevistas semiestructura- cabello. E n temperaturas más altas, la eclo-
das. Las entrevistas fueron transcritas y sión de los huevos se produce más rápida-
analizadas utilizándose Tablas de Cognición mente. L os piojos presentan desarrollo
Comparada (Linardi, 2001, 2005; Rey, 2002; hemimetabólico, a través de las siguientes
Barbosa y Pinto, 2003; Burguess, 2004). etapas: huevos, ninfas de 1er, 2do y 3er es-
D e los entrevistados, el 86,7% identifi- tadios, y por último, adultos (machos y
caron a P. capitis en la prueba proyectiva. hembras). Además, P. capitis no tiene alas,
L as madres identificaron los piojos con difícilmente se transmiten “por el viento”
mayor frecuencia (90,7%) en comparación (Barbosa y Pinto 2003; Burguess, 2004).
con los niños (82,6%). L a mayoría de los Con respecto a la duración de vida, el
encuestados expresaron que los piojos se 55,5% de las madres asintieron conocerla. En
alimentaban de sangre (90,8%), a pesar de dichos casos, la mayoría afirmó que los pio-
citar algunas otras fuentes de alimentos, jos “viven hasta matar” (33%), en otros, men-
tales como “la caspa” (2,4%), “la seborrea” cionaron tiempo en meses (14%), días (7%),
(2,4%) y “el cabello” (1%). años (4,6%), semanas (4,6%) o “hasta produ-
Algunos de los entrevistados explicaron cir un huevo” (2,3%). Según Linardi (2005),
cómo los piojos obtienen estos alimentos. Ex- el ciclo de vida de P. capitis se completa en
presiones como: “chupa o chupa la sangre” unos 25 días y el insecto puede vivir hasta 40.
(35,8%); el piojo “roe, come y muerde” (6,5%). L a mayoría de los entrevistados (33%)
O tros, no especificaron la forma de la obten- citaron la “anemia” como el síntoma prin-
ción de los alimentos sino únicamente cita- cipal de la pediculosis. Según Barbosa y
ron sólo la palabra “sangre” (55,3%). Pinto (2003), los niños pueden desarrollar

192
anemia en el caso de las grandes infesta- el uso de Ivermectina (G laziou et al., 1994)
ciones, asociadas a dietas inadecuadas. y fitoterapia ( H eukelbach et al.,2006).
O tros síntomas registrados son: “lesiones”
(19%), “caída del cabello” (6%) y “picor” Estos resultados sugieren que la educa-
(6%). Estos síntomas pueden darse porque ción para la salud con la participación de la
el paciente irresistiblemente se rasca, cau- comunidad es muy importante y un gran
sando lesiones moderadas a graves (Rey, paso para el control de la pediculosis. O tros
2002). E stas lesiones, según C atalá et al. estudios etnoparasitológicos con los piojos y
(2004), pueden producir complicaciones la pediculosis se deben realizar con el fin de
como infecciones bacterianas, micosis y, en comparar las diferentes percepciones de las
casos delicados, myiasis. personas con relación a los ectoparásitos.
La mayoría de los entrevistados (96,2%)
conocían las formas de prevención de P. ca- CONSTRUCCIÓN DEL
pitis. Las respuestas más frecuentes fueron CONOCIMIENTO
mantener la higiene (niños: 17,4%; madres:
ETNOPARASITOLÓGICO POR LOS
55%), no quedarse cerca de los que tienen
piojos (niños: 49%; madres: 21%) y mantener HABITANTES DE SOBRADINHO,
el cabello atado (niños: 6,5%; madres: 19%). DISTRITO FEDERAL, BRASIL
La mayoría de los niños (91,9%) citaron
ciertas formas de transmisión de P. capitis: Como se señaló en los primeros párra-
“acercarse a la cabeza que tiene piojos” fos de este texto, la etnoparasitología es una
(M H G , 12 años); “acercarse a los que tie- etnociencia, poco desarrollada principal-
nen” (KS, 11 años); “Utilizando el peine de mente en el caso de los conocimientos po-
los que tienen piojos” (A O, 12 años). pulares acerca de la biología de los parásitos.
L a mayoría de las madres (94,1%) Al parecer, el proceso de construcción de co-
mencionaron algún tipo de tratamiento. nocimiento etnoparasitológico fue abordado
L os cuatro productos más citados fueron: sólo por Ibáñez- Novion (1976). En su artí-
Scabin (81%), Kwell (9,6%), jabón de aro- culo, el autor aborda los conocimientos po-
eira (Schinus terebinthifolius, Raddi (4,7%) pulares sobre el ciclo de la lombriz (Ascaris
y Piodrex (4,7%). E ntre los niños, el Sca- lumbricoides) y analiza cómo este conoci-
bin fue el único producto utilizado como miento puede haber sido construido por los
ejemplo del tratamiento. Formas de trata- pobladores de Sobradinho, D istrito Federal,
miento casero, como el uso de vinagre puro Brasil. E l texto incluido a continuación des-
o mezclado con sal, el limón o el mastruz cribe el ciclo de vida de la lombriz de
y la cal, también fueron muy citados. acuerdo con los entrevistados:
L a pediculosis se ha tratado con el uso
tópico de insecticidas, especialmente Per- “A lgunos microbios son la forma primaria y
metrinas (Burguess, 2004), sustancia activa no desarrollada de la lombriz, este es el es-
tado adulto, que vive en seres humanos, los
de la mayoría de los recursos comerciales
hospedadores. L os microbios generan en la
(por ejemplo, Kwell). Sin embargo, muchas tierra, de dos maneras independientes entre
poblaciones de P. capitis son resistentes a sí: la primera se basa en ciertos principios
los insecticidas ( M ougabure C ueto et al., de la generación espontánea y, en segundo
2008). Por tanto, varios estudios han bus- lugar, desde microbios que provienen de la
cado alternativas de medicamentos como propia naturaleza de la lombriz. E l hom-

193
bre, caminando descalzo o trabajando en cuenta de que las nociones de microbio
contacto con el suelo, ensucia su cuerpo, lo (algo pequeño, invisible, que puede entrar
que permite la entrada de los microbios. L a y salir del cuerpo sin ser notado), entrada y
suciedad acumulada bajo las uñas también salida del cuerpo y contaminación provie-
presenta los microbios. No siempre el mi-
nen directa o indirectamente de los médi-
crobio entrará en el cuerpo, también se
pueden generar en él con indiscutible evi-
cos. O tros aspectos muestran la adaptación
dencia en los casos conocidos de niños me- de nuevas ideas. Por ejemplo, el acto de
nores de cuatro meses de edad, que ya están comer tierra y aumento del apetito son sín-
parasitados. E n el cuerpo, el microbio, que tomas bien conocidos de la parasitosis por
es el joven: se convertirá en verme, la lom- vemes intestinales, como consecuencia de
briz, el adulto. Una persona con lombrices procesos fisiológicos. Pero para la comuni-
puede adquirir el hábito de comer tierra. dad de Sobradinho el hábito de comer tie-
Por más de que no lo quiera, no tiene ma- rra está asociado con el deseo incontrolable
nera de evitarlo, porque la lombriz es más del verme de regresar al lugar donde nació.
fuerte y tiene facultades para ordenar la vo-
O tro aspecto se refiere al origen de los
luntad de la persona. L a lombriz obliga a la
persona a comer tierra, porque le gusta
gusanos en los seres humanos. Según la li-
mucho, en ella se originó y nunca pierde el teratura médica (Neves, 2005), el modo de
deseo incontrolable de regresar. Para los transmisión es la ingestión de huevos infec-
niños, hasta una cierta edad, no se debe tados de A. lumbricoides en los alimentos
prohibir comer tierra, ya que esto puede contaminados o “manos sucias”, no exis-
conducir a la muerte, causada por la insa- tiendo la posibilidad de infección interna
tisfacción del verme, que preferiría morir a (intestino) o fecal-oral, ya que los huevos
sentirse frustrado en sus testamentos. E l producidos en el intestino humano después
verme, como ya se ha dicho, tiene micro- de la reproducción sexual del verme adulto
bios en la naturaleza, ellos salen con las
necesitan permanecer unos días en tierra
heces, bienvenido a la tierra, y podrían, po-
para el desarrollo de las larvas (L1 hasta L3).
tencialmente, reiniciar el ciclo”.
Sin embargo, de acuerdo con los residentes
de Sobradinho, el verme puede originarse
Biológicamente, los microbios en la
espontáneamente de la tierra (el principio
tierra (huevos de A. lumbricoides que con-
de la generación espontánea o abiogénesis
tienen las larvas infectantes de el estadio
de Aristóteles), o de microbios preexistentes
tres) entran en el cuerpo (transmisión oral)
en el cuerpo humano, con la posibilidad de
y generan a los adultos (machos y hem-
contaminación, incluso sin tener contacto
bras) del verme en el intestino, después de
con la tierra. Este último mecanismo se pro-
desarrollarse en el pulmón (ciclo de Loss).
duce, según los entrevistados, porque el
L os vermes adultos realizan la reproduc-
verme también parasita los recién nacidos.
ción sexual y las hembras producen huevos
Según Novion-Ibáñez (1976), esta
que, dejando las heces, se desarrollarán en
percepción que la gente tiene sobre el ciclo
la tierra (L arva 1 hasta L arva 3), lo que
del verme debe haber sido construida por
puede reiniciar el ciclo. Así pues, los seres
la superposición de mecanismos de com-
humanos son los únicos hospedadores de-
binación y adaptación de nuevas ideas de
finitivos del verme (N eves, 2005).
los conocimientos médicos con conoci-
L a comparación de la descripción an-
mientos cognitivos la comunidad. Conte-
terior del ciclo del verme con el descrito
nidos de los medios de comunicación,
por los residentes de Sobradinho, da

194
especialmente la televisión, deben estar áreas de estudio de la etnoparasitología serían
contribuyendo en la construcción de este la etnoprotozoología, etnohelmintología y et-
conocimiento etnoparasitológico. También noartropología, centrándose en los grupos
es posible que los padres aprendan el con- que actúan como parásitos del hombre, para
tenido con los niños en edad escolar, ya ser más una ciencia aplicada a la solución de
que los libros de texto de contenido cien- los problemas sociales como se observa en los
tífico muestran algunos problemas de ejemplos citados en este capítulo. En conse-
salud, como las parasitosis. cuencia, la etnoparasitología podría especifi-
carse como etnoparasitología médica.
ETNOPARASITOLOGÍA: INVESTIGA- L a etnoparasitología presenta una ex-
CIÓN, EDUCACIÓN Y EXTENSIÓN celente interfaz con la etnomedicina y la
antropología médica. E stas últimas áreas
D espués de de seis años de enseñanza han estudiado el diagnóstico, tratamiento y
de parasitología a los cursos de M edicina, prevención de las enfermedades en un
E nfermería, Nutrición, Farmacia, O donto- contexto socio-cultural, explorando las ba-
logía y Biología, entiendo cómo la etnopa- rreras conceptuales que impiden el trata-
rasitología contribuye al desarrollo de la miento en las comunidades tradicionales
educación y la extensión. E n los cursos ( M anderson et al., 1998). Varios estudios
mencionados tanto de la Universidad de de antropología médica fueron llevados a
Brasilia como de la Universidad C atólica cabo abordando diferentes parasitosis,
de Brasilia, además de las tradicionales como la malaria (Agyepong, 1992; A ikins
pruebas teóricas y prácticas de evaluación, et al., 1995; A horlu et al., 1997; H auss-
los estudiantes trabajan para desarrollar la mann, 1998), la oncocercosis ( A mazigo,
educación en la salud vinculados a la inves- 1993), la filariasis linfática (Eberhard et al.,
tigación etnoparasitológica en las escuelas 1996; G yapong et al., 1996; Ramaiah et al.,
públicas e instituciones de caridad. E l tra- 1996) y la esquistosomiasis ( Noronha et
bajo es realizado con entrevistas semies- al., 1995; H ewlett y L ine, 1997; Uchôa et
tructuradas, pruebas proyectivas, análisis de al., 2000). O tros estudios han descrito las
cuadros comparativos y otras herramientas plantas (p. ej., Botsaris, 2007), los animales
etnoparasitológicas con el fin de registrar (p. ej., A lves y Rosa, 2005) y rituales (p. ej.,
el conocimiento popular acerca de los pa- N apoli, 2008) para curar el parásito. Sin
rásitos y las enfermedades parasitarias. embargo, a diferencia de la etnomedicina
E l estudio etnoparasitológico sirve de y la antropología médica, la etnoparasito-
base para la aplicación de la educación en logía no sólo se centra en el diagnóstico y
salud pública, prevención y control de pa- el tratamiento de los parásitos, sino en la
rásitos dentro de las comunidades partici- percepción de los parásitos y su biología.
pantes para mejorar la calidad de vida de L os parásitos de otros animales, principal-
las personas y caracterizar la función de la mente domésticos, son estudiados por la
extensión universitaria. etnoveterinaria (p. ej., L ans et al., 2007).
E l estudio etnoparasitológico de los
protozoos, vermes y artrópodos de interés
CONSIDERACIONES FINALES
médico produce resultados relevantes para
la introducción del control sanitario. Por
La parasitología clásica estudia los pro-
tanto, la etnoparasitología puede ayudar a
tozoos, helmintos y artrópodos. Por tanto, las

195
mejorar la educación en salud, convirtién- A SSE NS O , L . C ., S A N T O S, W. G . Y G U R G E L -
dose en una estrategia de lucha contra la G O N Ç A LV ES, R. 2008. O que é um parasito
propagación y la perpetuación del parásito. para você? Estudo etnobiológico do termo
Por último, otros estudios deben reali- parasito entre estudantes de ensino funda-
mental, médio e superior. En: Resumo do
zarse analizándose los ciclos biológicos de
XXVII Congresso Brasileiro de Zoologia. Cu-
otros parásitos en otras comunidades (p. ej., ritiba.
sociedades indígenas) para aumentar la in- B A RB OSA , J. V. Y P I N T O , Z . T. 2003. Pediculose
formación sobre la percepción y construc- no Brasil. Entomología y Vectores, 10(4):
ción del conocimiento etnoparasitológico. 579-586.
B R ASI L . 1994. Controle, diagnóstico e tratamento
REFERENCIAS da leishmaniose visceral (calazar): normas e
técnicas. M inistério da Saúde. Brasília.
A G Y EP O N G , I. A . 1992. M alaria: E thnomed- B U R G U ESS , I. 2004. H uman L ice and their
ical perceptions and practise in an Adan- control. Annual Review of Entomology, 49:
gbe farming community and implications 457-481.
for control. Social Science and Medicine, B E G O SSI , A ., L E I TÃ O F I L H O , H . F. Y R I C H E R -
S O N , P. J. 1993. Plant uses in a brasilian
35(2): 131-137.
A H O R L U, C . K., D U N Y O , S. K., A F A RI , E . A ., cosastal fishing community. Jornal of Etho-
K O R A M , K. A . Y N K R U M A H , F. K. 1997. nobiology, 13(2): 233-256.
M alaria related beliefs and behavior in B I Z ERR A , J. F., G A Z Z A N A , M . R., C OSTA , C . H .,
Southern G hana: Implications for treat- M E L L O , D. A . Y M A RSD E N : P. A . 1981. A
ment, prevention and control. Journal of survey of what people know about C hagas’
Tropical Medicine and International Health, disease. World Health Forum, 2: 394-397.
2(5): 488-499. B O T SA RIS, A . S. 2007. Plants used tradition-
A I K I NS, M . K., P I C K ERI N G , H . Y G R E E N W O O D , ally to treat malaria in Brazil: the archives
B. M . 1994. A ttitudes to malaria, tradition- of F lora M edicinal. Journal of Ethnobiology
alpractices and bednets mosquito nets as and Ethnomedicine, 3: 18.
vector control measures: a comparative study B R ASI L . 2006. Manual de vigilância e controle da
in five West A frican countries. Journal of leishmaniose visceral. M inistério da Saúde,
Tropical Medicine and Hygiene, 97: 81-86. Secretaria de V igilância em Saúde, D epar-
A M A Z I G O , U. 1993. Onchocerciasis and womens tamento de V igilância Epidemiológica. Edi-
reproductive health: indeginous and biomed- tora do M inistério da Saúde. Brasília.
ical concepts. Tropical Doctor, 23(4): 149-151. B R US C A , R. C . Y B R US C A , G . 2007. Inverte-
A LV ES, R. R. N . Y R OSA , I. L. 2005. W hy study brados. G uanabara Koogan. Rio de Janeiro.
the use of animal products in traditional C A M U R Ç A -V A S C O N C E L O S A . L . F., M O R A IS,
medicines? Journal of Ethnobiology and Eth- S. M ., S A N T O S, L . F. L ., R O C H A , M . F. G .
Y B E V I L A Q U A , C . M . L . 2005. Validação de
nomedicine, 1:5.
A R A ÚJ O , B. S., S A N T O S, J. F., O LI V E IR AS, A . S plantas medicinais com atividade anti-hel-
Y N E I VA , T. S. 2007. A nálise comparativa
míntica. Revista Brasileira de Plantas Medi-
dos índices de parasitoses intestinais, ava- cinais, 7(3): 97-106.
liada em duas etapas diferentes, no povo- C A TA L Á , S., C A RRI Z O , L ., C Ó R D O B A , M .,
ado de M atinha dos Pretos, Feira D e K H A IR A L L A H , R., M OSC H E L L A , F., B O C C A ,
Santana, Bahia, Brasil. Sitientibus Série J. N ., C A LV O , A . N ., T O RR ES, J. Y T U T I N O ,
Ciências Biológicas, 7(1): 10-14. R. 2004. Prevalência e intensidade da
A S H F O R D , R. W. Y C R E W E , W. 1998. The infestação por Pediculus humanus capitis em
parasites of Homo sapiens. L iverpool School escolares de seis a onze anos. Revista da
of Tropical M edicine. L iverpool. Sociedade Brasileira de Medicina Tropical,
37(6): 499-501.

196
C O S TA N E T O , E . M . 2004. O s insetos que G YA P O N G M ., G YA P O N G J. O ., A D J E I S.,
“ofendem”: Artropodoses na visão dos mo- V L ASS O F C . Y W E ISS M . 1996. Filariasis in
radores da região da Serra da Jibóia, Bahia, Northern G hana: some cultural beliefs and
Brasil. Sitientibus Série Ciências Biológicas, practices and their implications for disease
4(1/2): 59-68. control. Social Science and Medicine, 43:
C O S TA - N E T O , E . M . Y G O U W , M . S. 2005. 235-242.
Besouro/ A bejorro/Beetle/ M aggiolino/ H A US M A N N M U E L A , S., M U E L A R I B E R A , J., Y
H anneton/ K afer/ E nema: uma analise le- T A N N E R , M . 1998. Fake malaria and hid-
xical contrastiva do termo besouro e seus den parasites-the ambiguity of malaria.
derivados. Sitientibus Série Ciências Biológi- Anthropology and Medicine, 5(1): 43-61.
cas, 5(2): 115-124. H E U K E L B A C H , J., O LI V E IR A , F. A . Z ., SP E A R E ,
C O S TA - N E T O , E . M ., L A G O , A . P. A ., M A R - R. 2006. A new shampoo based on neem
T I NS, C . C . Y B A RR E T O J U N I O R , P. 2005. O (Azadirachta indica) is highly effective
“louva-a-deus-de-cobra”, Phibalosoma sp. against head lice in vitro. Parasitology Re-
(Insecta, Phasmida), segundo a percepção search, 99 (4): 353-356.
dos moradores de Pedra Branca, Santa Te- H E W L E T T, B. S. Y C LI N E , B. L . 1997. A nthro-
rezinha, Bahia, Brasil. Sitientibus Série pological contributions to a community
Ciências Biológicas, 5(1): 33-38. based schistosomiasis control project in
C O X , F. E . G . 2002. H istory of human para- Northern C ameroon. Tropical Medicine and
sitology. Clinical Microbiology Review, International Health, 2, A1- A36
15(4): 595-612. I BA Ñ E Z - N O V I O N , M . A . 1976. O ciclo da lom-
E B ER H A R D , M . L., W A L K ER , E . M ., A D D ISS, D. briga (Ascaris lumbricoides). Urna nota em
G . Y L A M M I E , P. J. 1996. A survey of knowl- E tno-parasitologia. Pesquisa Antropológica,
edge, attitudes and perceptions (K A P) of 8:1-4.
lymphatic filariasis, elephantiasis and hy- L A I N S O N , R., S H A W , J. J., S I LV E I R A , F. T.,
drocele among residents in an endemic area B R A G A , R. R.1987. A merican visceral
in H aiti. American Journal of Tropical Medi- leishmaniasis: on the origin of Leishmania
cine and Hygiene, 54(3): 299-303. (Leishmania) chagasi. Transactions of the
G D F. 2006. Secretaria de Saúde. Suplemento Royal Society of Tropical Medicine and Hy-
publicitário. Leishmaniose. Correio Brazi- giene. 81: 517.
liense. Brasília, 03 dez. 2006. L A NS, C ., T UR N E R , N ., K H A N , T., B R A U E R , G .,
G L A Z I O U , P., N Y G U Y E N : L . N ., M O U L I A - B O EPP L E , W. 2007. E thnoveterinary med-
P E L A T, J. P., C A R T E L , J. L . Y M A R T I N , P. icines used for ruminants in British C o-
M . 1994. E fficacy of ivermectin for the lumbia C anada. Journal of Ethnobiology and
treatment of head lice (Pediculosis capitis). Ethnomedicine, 3:11.
Tropical Medicine and Parasitology, 45(3): L E O , N . P., H U G H ES, J. M ., YA N G , X., P O U D E L ,
253-254. S. K. S., B R O G D E N : W. G ., B A R K E R , S. C .
G RI M A L D I , J. G ., T ES H , R. B. Y M C M A H O N - 2005. T he head and body lice of humans
P R A T T, D . 1989. A review of geographical are genetically distinct (Insecta: Phthi-
distribution and epidemiology of leishma- raptera, Pediculidae): evidence from double
niasis in the N ew World. American Journal infestations. Heredity, 95 (1): 34-40.
of Tropical Medicine and Hygiene, 41: 687- L I N A R D I , P. M . 2001. Piolhos (sugadores e
725. mastigadores). En: C . B. M arcondes (O rg):
G U R G E L - G O N Ç A LV ES, R., M I N U Z Z I -S O U Z A , Entomologia médica e veterinária, pp. 183-
T. C . C ., C O S TA - N E T O , E . M . Y C U B A , C . 238. A theneu. São Paulo.
A . C . 2007. O que é um parasito? Uma L I N A R D I , P. M . 2005. A noplura. E n: D . P.
análise etimológica e semântica do termo Neves, A . L. M elo, P. M . Linardi y R. W. A .
parasito em diferentes idiomas. Acta Scien- V itor ( O rg.): Parasitologia humana, pp.
tiarum Biological Series, 29: 151-161. 407-411. A theneu. São Paulo.

197
M O U G A B U R E C U E T O , G ., Z E RB A , E . N . Y P I - O L I V E I R A , S. C . 1998. O nome dos animais
C O L L O , M . I. 2008. Evidence of pyrethroid domesticos em frances e em portugues: in-
resistance in eggs of Pediculus humanus cursao pelo galinheiro. E n: M emorias del
capitis (Phthiraptera: Pediculidae) from 13º C O N G R ES B R ESI L I E N D ES
A rgentina. Journal of Medical Entomology, PR O F ESS E U RS D E F R A N C A IS.
45(4): 693-697. U F B A . Salvador. p. 92.
M A N D E RS O N L . 1998. A pplying medical an- O LI V E IR A , F. M ., C OSTA S. T. C . Y B E Z E RR A F.
thropology in the control of infectious dis- S. M . 2001. Incidência de enteroparasitoses
ease.Tropical medicine and international na zona rural do M unicípio de Parnaíba,
health. 3(12): 1020-1027. Piauí. Revista Brasileira de Análises Clínicas,
M A R Q U ES, J. G . W. 2001. Pescando pescadores: 33 (1): 45-48
ciência e etnociência em uma perspectiva ecoló- P I N T O , E . D E P. P., A M O R O Z O , M . C . D E M . Y
gica. N UPA U B- USPB. São Paulo. F U R L A N A .. 2006. Conhecimento popular
M E L L O , D . A ., P RIPA S, S., F U C C I , M ., S A N - sobre plantas medicinais em comunidades
T O R O M . C ., Y P E D R A Z Z A N I , E . S. 1988. rurais de mata atlântica - Itacaré, BA , Brasil.
H elmintoses intestinais I, Conhecimentos, Acta Botanica Brasilica 20 (4): 751-762.
atitudes e percepção da população. Revista P O SE Y. D . A . 1986. E tnobiologia: teoria e prá-
de Saúde Pública, 22(2): 140-149. tica. En: D . Ribeiro (ed.): Suma Etnológica
M O N T E IR O , E . M ., S I LVA , J. C .F., C O STA , R. T., Brasileira: Etnobiologia, pp. 149-157.
C O S TA , D . C ., B A R A TA , R. A ., P A U L A , E .V., Vozes/ Finep. Petrópolis.
M A C H A D O - C O E L H O , G . L . L ., R O C H A , R A M A I A H , K . D ., K U M A R , K . N . V. Y R A M U ,
M . F., F O R T ES - D I A S, C . L ., D I A S, E .S. K. 1996. Knowledge and beliefs about
2005. L eishmaniose V isceral: estudo de fle- transmission, prevention and control of lym-
botomíneos e infecção canina em M ontes phatic filariasis in rural areas of South
C laros, M inas G erais. Revista da Sociedade India. Journal of Tropical Medicine and In-
Brasileira de Medicina Tropical, 38(2): 147- ternational Health, 1: 433-438.
152. R E Y , L . 2002. Bases da parasitologia médica. 2ª
N A P O LI M . 2008. T he plants, rituals and spells ed. G uanabara Koogan. Rio de Janeiro.
that ‘cured’ helminthiasis in Sicily Journal S A N T OS, J. B. L A UA N D , L., S O U Z A , G . S.,
of Ethnobiology and Ethnomedicine, 4:21 M AC Ê D O , V. O. 2000. Fatores sócio-econômi-
N E V ES, D . P. 2005. Parasitologia humana. 11ª cos e atitudes em relação à prevenção domici-
ed. A theneu. São Paulo. liar da leishmaniose tegumentar americana, em
N I X , N . A ., H E R N A N D E Z , B., M E N D O Z A , C . Y uma área endêmica do sul da Bahia. Cadernos de
K L E I N , R. E . 1995. K nowledge, attitudes, Saúde Publica, 16 (3): 701-708.
and practices (K A P) survey for C hagas’ S C H E I N O W I T Z , C . 1997. O Canis familiaris:
disease in an endemic area of G uatemala. sua denominação em francês e em portu-
American Journal of Tropical Medicine and guês. A Cor das Letras, 1: 17-32.
Hygiene, 53:S187. S C H E I N O W I T Z , C ., O LI V E IR A , S. C . 1999. Por-
N O R O N H A , C .V., B A RR E T O , M .L., S I LVA T. M . tuguês cavalo, francês cheval: convergências
Y S O U Z A I. M . 1995. Uma concepção po- e divergências. A Cor das Letras, 3: 53-72.
pular sobre a esquistossomose mansônica: S I LVA , L . C . Y G U R G E L - G O N Ç A LV ES, R. 2008.
os modos de transmissão e prevenção na Verminoses segundo a percepção de profis-
perspectiva de gênero. Cadernos de Saúde sionais e usuários de centros de saúde de
Pública, 11(1): 106-117. planaltina D istrito Federal, Brasil. Sitienti-
N U N ES, A . L B. D E P., C U N H A A . M . D E O . bus Série Ciências Biológicas, 8 (2): 179-188
Y M A R Ç A L J U N I O R . O . 2006. Coletores de S O U Z A , C . D. D E Y F E L F I LI J. M . 2006. Uso de
lixo e enteroparitoses: o papel das repre- plantas medicinais na região de A lto Para-
sentações sociais e suas atitudes preventi- íso de G oiás, G O , Brasil. Acta Botanica
vas. Ciência e Educação, 12(1): 25-38. Brasílica, 20(1): 135-142.

198
S T U R T E VA N T, W. C . 1964. Studies in ethno- W H O 2001. Disponible en <http://www.who.int/
science. American Anthropologist, 66(2): 99- emc/diseases/leish/leisgeo1.html>. Acceso en
131. sept. 2008.
S U C A M , 1973. Superintendência de C ampan- W H O, 2005. World Malaria Report 2005.
has de Saúde Pública. Campanhas Contra Geneva: Disponible en: <http://www.paho.org/
Ancilostomose e Esquistossomose. SU C A M . E nglish/ A D / D P C / C D /mal-world-rpt-
Brasília. 2005.htm>. Acceso en 21 dez. 2006.
T O W N S E N D C .R. B E G O N , J. Y H A RP E R , J. W I L LI A MS-B L A N G E R O , S., V A N D E B E R G , J. L. Y
2006. Fundamentos em ecologia. 2. ed. Art- T E I X E IR A , A . R. L. 1999 A ttitudes towards
med. Porto A legre. C hagas disease in an endemic Brazilian
U C H Ô A , E ., B A RR E T O , M . S., F IR M O , J. O . A , community. Cadernos de Saúde Publica, 15:
G U E RR A , H . L ., P I M E N TA J R , F. G ., L I M A , 7-13.
E . Y C O S TA , M . F. F. 2000. T he control of
schistosomiasis in Brazil: and ethno-epi-
demiological study of the effectiveness of a
community mobilization program for
health education. Social Science and Medi-
cine, 51: 1529-1541.

199
LA ANTROPOENTOMOFAGIA
Y LAS CULTURAS
Julieta Ramos-Elorduy46

INTRODUCCIÓN especies de insectos consumidas, las cua-


les, en algunos casos, tienen una corres-
D esde el punto de vista alimenticio, en pondencia (del mismo género) entre
todas las culturas humanas existen conjun- continentes. Por ejemplo, según M itsu-
tos de animales o vegetales que no son hashi (1984), las cinco especies del género
agradables al paladar, que no constituyen Rhynchophorus son consumidas: R. cruen-
parte fundamental de la dieta (de subsis- tatus (Fabricius, 1775) en Norteamérica;
tencia) o que son rechazados y, en diversas R. ferrugineus O livier, 1790, originario del
ocasiones, incluso se convierten en un Asia tropical y actualmente distribuido por
tabú; o bien lo contrario, son objeto de un Europa y Á frica; R. palmarum (L innaeus,
gran valor culinario, medicinal, afrodisíaco, 1758) en el continente americano; R. pho-
estético, etc. enicis (Fabricius, 1801) en Senegal, E tiopía
E n el caso de la A ntropoentomofagia, y Sudáfrica; y R. schach (Fabricius, 1801)
ésta se encuentra en ambas situaciones, de- en Pakistán. L os diferentes grupos étnicos
pendiendo de la cultura a que se aluda o que los consumen en los distintos conti-
del tipo de insecto de que se trate. C abe nentes lo hacen de un modo bastante si-
mencionar, a favor de dicha práctica, que el milar, además de cultivarlas rústicamente.
empleo de los insectos como alimentos se O tro ejemplo lo tenemos en la ingestión
practica desde el Paleolítico ( H ernández- de las larvas de la familia Cossidae (L epi-
Pacheco, 1921). L os insectos se consumen: doptera). E n Australia, M éxico y América
dependiendo de la especie, en estado de Central son comestibles distintas especies de
huevos, de ninfas y/o adultos, en los Pauro los géneros Comadia y Zeuzera (Bergier,
y H emimetábolos, y como huevos, larvas, 1941); en Europa las hormigas del género
pupas y/o adultos en los H olometábolos. Liometopum (L. microcephalum Panzer, 1798)
E ste hábito alimenticio está amplia- (Conconi, 2000, com. pers.); y nuevamente
mente diseminado por todo el planeta T ie- en América las especies L. apiculatum M ayr,
rra, existiendo una enorme variedad de 1870 y L. occidentale var. luctuosum W heeler,
1905 (Ramos- E lorduy, 1988).

46
Instituto de Biología, Universidad N acional Autónoma de M éxico, Apartado Postal 70-153, 04510, M éxico, D .F.
E -mail: relorduy@ibunam2.ibiologia.unam.mx

200
Un caso interesante es la langosta tural renovable, se encuentran en las listas
(Schistocerca gregaria Forskal, 1775), que rojas de especies amenazadas, ya que su ex-
realiza una migración que empieza en plotación ha sido intensiva en uno o varios
Nepal, recorre el continente asiático direc- sitios. E n Z ambia se erigió una ley para la
ción poniente –atravesando diferentes pa- colecta de las larvas de Gonimbrasia belina
íses como la India y Pakistán y todos los ( Westwood, 1849) en donde existen épocas
países de la península Arábiga, como Irán, de veda y de recolección con objeto de no
Irak, A rabia Saudita, Yemen y O mán– agotar el recurso (M bata et al., 2002). E n
hasta llegar al continente africano, distri- M éxico, por ejemplo, esto no existe, aunque
buyéndose por todos los países que con- ya lo hemos propuesto (Ramos- E lorduy et
forman la parte norte (e, incluso, del al., 2006a) y tenemos varios casos de alerta
centro) de este continente; igualmente está en algunas especies como el gusano blanco
registrada en Sudáfrica y para Europa en la del maguey (Aegiale hesperiaris Walker,
Península Ibérica (Showler, 1996). 1856), el gusano rojo del maguey (Comadia
L o mismo acontece con las especies redtenbacheri H ammerschmidt, 1848), de
americanas de langostas como la Schistocerca los “escamoles” (Liometopum apiculatum y L.
piceifrons piceifrons ( Walker, 1870) que occidentale var. luctuosum), del gusano verde
forma mangas importantes, estando la es- de la H uasteca (Eucheira socialis Westwood,
pecie S. pallens ( T hunberg, 1815) en parte 1836), etc. Por ello, podemos suponer que
de Estados Unidos y hasta la Patagonia, y en otras partes del mundo sucede lo mismo
S. nitens ( T hunberg, 1815) que se distribuye y que la biodiversidad en estos casos está
desde los Estados Unidos hasta Brasil y amenazada.
Perú; Tropidracris cristata dux (Drury, 1773), E n el mundo, tenemos registradas
entre otras (Barrientos, 2003). hasta la fecha 1.781 especies de insectos
Muchas otras especies de saltamontes o comestibles y a diario se registran otras
chapulines de diversas partes se aprovechan; más (Ramos- E lorduy, 2005). Actualmente,
diferentes especies según el lugar, al igual son un total de 3.041 grupos étnicos iden-
que de abejas con y sin aguijón, y variadas tificados alrededor del mundo los que
especies de avispas, hormigas, libélulas, practican la entomofagia. Exclusivamente
chinches terrestres y acuáticas, escarabajos para M éxico hay verificadas 549 especies
terrestres y acuáticos, moscas terrestres y pertenecientes a 15 órdenes, consumidas
acuáticas, moscos y otras especies de insec- por 47 etnias (Ramos- E lorduy et al.,
tos, las cuales van a variar según la región, el 2006b). E n Brasil, Costa- N eto y Ramos-
ecosistema, el clima, el tipo de suelo y la ve- E lorduy (2006) registraron un total de 96
getación existente, así como la posición ge- especies en 9 órdenes consumidas por 39
ográfica del sitio (latitud, altitud, longitud) grupos étnicos.
(Ramos- E lorduy et al., 2007).
CARACTERÍSTICAS
¿ESTÁ LA BIODIVERSIDAD INSEC-
TIL AMENAZADA? Se ha comprobado que los insectos
“secuestran” compuestos de las plantas de
A lgunas especies que son altamente las cuales se alimentan (Berenbaum, 1993).
apreciadas o que son ampliamente comer- C onsecuentemente, se puede asumir la
cializadas, como cualquier otro recurso na- existencia de una cierta toxicidad en algu-

201
nas especies que, al ser ingeridas por el ser E n la selección y elección que efectúan
humano, pueden afectarle negativamente. los habitantes rurales, sin duda prefieren a
No obstante, también podríamos pre- los insectos de mejor sabor, los más sucu-
guntarnos qué pasaría si estos vegetales lentos, pero también a los más numerosos,
fueran consumidos directamente por nos- ya que hay una economía de la energía en
otros: ¿Acarrearían el envenenamiento o el su búsqueda, explotando únicamente la
efecto negativo en el ser humano, depen- parte central de la curva de distribución de
diendo de las sustancias a tratar? Sin em- Poisson ( O dum y Barret, 2006), dejando
bargo, podemos aseverar que esto no reproducirse con ello a los primeros y a los
sucede y, quizás sólo esporádicamente y últimos individuos, permitiendo así la sus-
muy escasamente, haya algún registro, y de tentabilidad del recurso, lo que hemos pro-
nuevo nos cuestionamos ¿Por qué? Pues bado en 95 especies de insectos
sin duda, porque el ser humano ha elegido comestibles durante más de 500 años
a través del ensayo de acierto y error a las (Ramos- E lorduy, 1999), ya que su con-
especies que no le son dañinas, las que son sumo aparece en los códices.
más nutritivas o pueden mezclarse o alma- Según Posey (1990), el 96% del ger-
cenarse fácilmente, o que pueden ser con- moplasma del planeta está en manos de los
sumidas o no por los animales. E n mi indígenas, y esto no es de extrañar, ya que
experiencia, en el trabajo de campo, la los indígenas ven a la naturaleza como
gente del lugar me decía que “si los anima- parte de sí mismos y no apartada de ellos,
les, diversas aves, tlacuaches, ratas, caco- como lo hace el mundo occidental, que
miztles, puercos, jabalíes, conejos, venados, considera que la naturaleza está ahí para
mapaches, armadillos, changos, entre otros explotarla ( Toledo, 2004).
no los consumen (frutos u hojas, corteza L a colecta de los insectos comestibles
de la misma), es porque es venenosa o es muy simple, va desde realizarla con las
causa algún malestar”. Por lo tanto, a tra- manos y emplear redes de diverso tamaño,
vés de siglos y por medio de la comunica- forma y material, hasta el empleo de ins-
ción oral e imitación –si lo hacen por el trumentos como el azadón, el hacha, el
tipo de vida que llevan– adquieren empíri- machete, el cuchillo, etc. (Ramos- E lorduy
camente el conocimiento sobre cuáles sí y y Conconi, 1992).
cuáles no deben de consumir. Por lo tanto, H a habido una evolución en su bús-
los I NSE C T O S C O M ES T I B L ES Q U E queda, consumo, aceptación, presentación
SE I N G I ER E N Y Q U E R AST R E A - de los platos y de los que son destinados a
M O S S O N I N O C U O S Y A PR E C I A - la venta. A ctualmente se ha producido su
D O S D ES D E H A C E SI G L O S. O sea, introducción, promoción, presencia y apa-
que hablar de insectos comestibles implica rición en restaurantes de cinco tenedores,
un conocimiento ancestral de la gente de en donde son preparados por chefs experi-
las áreas rurales del mundo (Ramos- E lor- mentados e interesados en este nuevo re-
duy, 1997, 1999) y, por ello, podemos afir- curso alimenticio, para ellos y para las
mar su inocuidad y el aprecio que de ellos gentes de las ciudades. E llo es debido al ex-
se ha tenido al haberlos instituido en algu- quisito y delicado sabor que muchas espe-
nos casos y en algunas culturas como dei- cies poseen y, en muchos casos, también a
dades, lo cual implica el valor y el su óptima sinergización con los sabores de
simbolismo que les confieren. la preparación.

202
SIMBOLISMO de claustro o en ceremonias cerradas, en las
que sólo participan gentes de la comuni-
Aunque quizás para mucha gente sea dad. E n algunos casos, dichas ceremonias
difícil de creer, el hecho es que los insectos tienen una determinada calendarización, lo
jueguen un rol importante entre las etnias cual ha persistido a través del tiempo y ha
de M éxico y del mundo, es decir, para mi- trascendido incluso a la aculturación. Está
llones de seres en el planeta. Tenemos que profundamente arraigada en el ser mismo
diferenciar la visión de tipo holístico o in- y forma parte de su sistema de creencias y,
tegral que los pueblos indígenas tienen del por ello, afecta de una manera significativa
medio ambiente, en la que cada cosa forma y directa en el comportamiento del indivi-
parte de un todo universal, donde, sin em- duo, proyectándose en muchas cosas de la
bargo, se les categoriza y jerarquiza (Ber- propia comunidad, e, incluso de la etnia,
lin, 1992)0 según la importancia y la constituyéndose entonces en rasgos que los
función desempeñada por cada organismo caracterizan e identifican.
e, incluso, se les adjudican nombres que E n el caso de los sujetos que nos ocu-
califican la carga emotiva de afecto sentido pan, los insectos, encontramos algunas es-
por tal o cual recurso. pecies con un significado tácito, grabado a
Para ellos, la interpretación de su través de milenios y diseminado por la tra-
mundo a través de las bondades que les dición oral y el ejemplo, a la mente colec-
brinda para el uso de algún recurso, requiere tiva, a la permanencia, y a la caracterización
de un permiso, una autorización, algunas de un grupo étnico, afectando con ello la
veces de un ritual, para que no llegue a cosmogonía de miles o millones de personas
haber un castigo, una punición, un dolor, y regulando su comportamiento y proyec-
ocasionado por una falta de respeto come- ción, lo cual nos afecta a todos.
tida por el individuo al no valorar, acreditar Todo ello indica las relaciones tan es-
o no validar el recurso, ni su jerarquía den- trechas e intangibles, pero fuertes e indi-
tro de la sociedad, y llevar a cabo un acto de solubles, que la naturaleza y los recursos
vandalismo de tipo irrespetuoso, y haciendo nativos indígenas, en este caso los insectos,
un uso desleal del mismo en beneficio de sí han tenido con el hombre. No hay conti-
mismo, sin importar el daño y repercusión nente ni país en el mundo que no se haya
al resto del ambiente o a la naturaleza en sí. ocupado de las abejas con o sin aguijones.
E n el lado opuesto, este beneficio obte- Los insectos comestibles constituyeron
nido transfiere una capacidad para lograr un alimento de grandes señores de todos
contar con una cualidad deseada, lo cual im- los continentes de la T ierra (Sahagún,
plica un verdadero conocimiento y un valor, 1980). Además del significado anímico y
que sirven para un alivio. E n muchos casos, existencial, se encuentran significados muy
estos organismos son transformados en fi- mundanos, cotidianos, necesarios o bien
guras de adoración y culto, en deidades que brindan alguna cualidad o atributo, que
(Bergier, 1941) a las que mediante plegarias se transforman y constituyen un simbo-
de índole diversa, se reverencia y dignifica, lismo personal, sexual o étnico, depen-
considerándolos como una energía positiva diendo del insecto de que se trate, en donde
enviada al universo por el gran creador. se hace alusión a la credulidad del indivi-
L os cultos varían de una etnia a otra y duo y de sus congéneres, y estas ideas o cre-
dicha actividad llega a efectuarse en forma encias se propagan y se conforman en

203
estilos de vida y formas diversas de pensa- tipo de captura depende de la edad y del
miento y acción, en donde, a lo largo del sexo de la persona. Incluso, se forman cua-
tiempo y mediante la convivencia diaria, drillas o grupos de hombres para obtener
han conocido, reconocido y vencido algu- grandes cantidades de insectos comestibles
nas de sus cualidades, esperando adquirirlas (chapulines o saltamontes, jumiles, ahua-
y/o invitarlos a alcanzarlas (Ramos- E lor- huatle, axayacatl, etc.) (Ramos- E lorduy y
duy, 2000). Todo lo cual está integrado en Conconi, 1992).
su cultura, cosmogonía y vida cotidiana y, Para la comida o el almuerzo son las
por ello, en su vida interna a través de sus mujeres de diversas edades las que se reú-
creencias, mitos y leyendas, lo que les da nen en la recolección. Además, para la pre-
una peculiar identidad, con un importante paración o proceso de la biomasa obtenida,
significado, convirtiéndose en un símbolo. en general, son las mujeres las que lo hacen,
al igual que son ellas las que efectúan la
CONOCIMIENTO, APRENDIZAJE Y venta en pequeñas cantidades (en los mer-
PAPEL DE LOS GÉNEROS cados o en las calles). L o contrario sucede
con el hombre, que es el que comercia las
E l conocimiento acerca de los insectos grandes cantidades (toneladas).
comestibles se da mediante la transmisión E sta cadena se repite a través del
oral de generación en generación, transfi- tiempo y se sigue realizando, pero actual-
riendo la forma de reconocer, localizar, mente existe una gran migración de los
buscar, capturar, preparar, ingerir, vender y hombres mexicanos (jóvenes y adultos) a
preservar a las especies e, inclusive, alma- los E stados Unidos y C anadá para ganar
cenarlas para contar con alimento durante más dinero, y están olvidando estas técni-
todo el año o venderlas a un mayor precio cas y este recurso que, aunque mucha gente
fuera de temporada. lo considera primitivo, ha subsistido siendo
A l acompañar los niños o los jóvenes sustentable durante milenios en el caso de
primero a su madre a recolectar insectos los insectos comestibles.
comestibles, el aprendizaje práctico se da
por imitación y por la práctica al estarla ETNIAS CONSUMIDORAS DE
ayudando. D e tal forma que, dependiendo INSECTOS COMESTIBLES EN EL
dónde, cuándo y cómo se hace, los niños MUNDO
desde pequeños asisten y están en contacto
con los insectos comestibles. L os jóvenes Como se mencionó anteriormente, son
en general ya lo hacen solos o ayudan a su numerosos los grupos étnicos que ejercen
padre, tío o abuelo, recolectando estos los la antropoentomofagia, consumiendo dife-
insectos peligrosos, sea por su localización rente número y cantidad de especies de in-
(en una barranca, en la cima de una mon- sectos comestibles, dependiendo del lugar
taña, en lo alto de un árbol, o debajo de en que se encuentren y del ecosistema en
grandes rocas, etc.) o bien porque pican y que estén asentados, así como de factores
poseen poderosos venenos que inyectan a bióticos y abióticos que se presenten, o de
través de su aguijón (abejas, avispas, hor- que tengan fenómenos climáticos extraor-
migas), o de su cutícula (escarabajos vesi- dinarios más o menos acentuados.
cantes), o por su mordedura (soldados de D esgraciadamente, mucha de esta
hormigas, termitas, etc.). Por lo cual, el gente no ha sido incluida en el desarrollo,

204
pero algunos grupos sí, en parte debido al Australia, Micronesia y Polinesia
incremento de la extensión de las vías de L as etnias más nombradas son: A la-
comunicación y al enorme crecimiento del tunya, A latunga, A lcheringas, A luridja, Ar-
sector turístico, al cual, en repetidas ocasio- tamunga, Arundta, Australianos, Bulthara,
nes, le interesa visitar lo autóctono, pero, de C anagues, E ualayi, H aussa, Jajadu, K abi,
una manera o de otra, el hábito entomofá- K anaks, K arons, Kumara, M aoris, Munga-
gico ha persistido en mayor o menor grado, rai, N agarnooks, K aro-Batak, N igotaks,
dependiendo de la ubicación geográfica. N egros australianoss, Numerji, Pamanga,
Nosotros realizamos trabajo de campo Panunga, Papuas, Pitjendadjara, Polinesias,
compartido con otros investigadores, en Purala, Yarumpa, Soussou, Tasmanianos,
partes de algunos países como C hina, Ita- Wakka, W ingapitcha, Wongpapitcha.
lia, Francia, Tailandia, Perú, Colombia,
E cuador, Panamá y Venezuela, pero, para África
elaborar el “ C A TÁ L O G O D E I NS E C - Los más entomófagos son: Bosquima-
T OS C O M EST I B L ES D E L M U N D O ” nos, Hottentes, Pangwe, Bakongo, Badjoues,
recurrimos a búsquedas bibliográficas en Yanas, Bantu, Venda, Azande, Lufimi, Balu-
diversas bibliotecas del mundo, principal- bas, M eshonos, Kitosh, Yafobas, Bayerque,
mente en París (Francia) y en diversas Uni- Baganda, Bamilékés, Bihenos, Negroes, Dan-
versidades de Estados Unidos, así como a la kali, Dar-Fur, Batlapis, Namaquis, Hotteri-
consulta de diferentes revistas de tipo an- tos, Korannas, Z ambesi, M assai, D jaggas,
tropológico, etnobiológico, etnológico, his- Wanderobbo, Gallas, Bere Bere, Kaffirs, Ba-
tórico, sociológico, geográfico, culturales y londa, Batoka, Askaris, Gamassia, Wadjagga,
actualmente también a la búsqueda a tra- H ereros, Bolocudo, Camacans, Wadschaggas,
vés de Internet. Nandi, Bakoanda, A kamba, Bakunta,
A continuación se mencionan los prin- Thonga, Lango, Angolo, Medje, Ganguelas,
cipales grupos étnicos consumidores de in- Bikita, Mapulana, Pabouins, Bambuti, Bataia,
sectos en los diversos continentes: Ba Binga Sakalava, Mahaloly, Tanda, Metsi-
misaraka, Judios, Negros, Moors, Arabes, Be-
Europa duinos, Tonatis, Kabyles, Nomadas, Tonarea,
Los insectos comestibles son ingeridos, Chaamba, Larba, H arratin, Pygmées, A ka,
generalmente, por los inmigrantes del norte Mbuti, Pedis Bapedi, hona,Bandundu, Yansi,
de Á frica y de Asia, en Francia, A lemania, Hsalaiba, Ngandu, Balubas, Hotentots, Bos-
Inglaterra e Italia, y en Bélgica por los tur- jemans, Natuva Sakaras, Babembas, Bahut-
cos, que los importan. E n ocasiones, regis- tus, Bassiobunga, Watusi, Libioss, Egipcios,
tramos el consumo de saltamontes en Abyssinos, Saharianos, M algaches, M abes,
Francia, entre la gente del área rural, de miel M arroquíes, E tíopes, Batébles Ogooué,
y cría de abejas en Portugal y en España, y Zulus, M atabélés, Négues, Monbouttous,
de insectos cultivados a propósito y vendi- Azandés, Niam- Niam, Mangbetu, Maranga,
dos en restaurantes o en ferias de alimentos Babinga, Balubas, Buzeru, Bambaras, Medje,
en A lemania, Inglaterra e Italia. También G anguelas, Bazonge, Batabwa, Bapoto,
hemos encontrado que, durante las guerras, Bwaka, Warega, Nyassa, Nois, M adecasses,
fueron consumidas las hormigas de la espe- Antadroy, Sakalava, Mahafali, Antanosi, Me-
cie Liometopum microcephalum, saltamontes, rina, Betsileo, Bara, Antadrona, Antanala,
gusanos de los palos y larvas de mariposas. Mevina, Anbtakara y Cafres.

205
América Asia
Tanto en las zonas frías como en las Veddas, M ishmis, M iris, Abors, Nagas,
cálidas y desérticas son consumidos los in- A ssanese, A rabes, Nubios, Turcos, Batu-
sectos por los Inuits, G uayakis, Tarahuma- chis, D ayaks, Samas, O ngamis, L ihota,
ras, Pimas, A ssiniboines, Shoshocos, Bhrama, Juang, Batakkers, T imoreses, Pu-
M aisud, D og rib, Pai- Ute, D iggers, C he- nans, Semang, Singaleses, Filipinos, A n-
yennes, Snakes, U tes, M aidus, M odods, namitas, M ois, K has, Phons, Tonkineses,
Pitt River, Pinos, A ztecas, O tomíes, Z apo- M urmeses, Talaings, Yabeins, Jakuns,
tecos, M arivatanos, M anguitres, Rama, Senoi, Semang, C antoneses, Japoneses,
N egros, G uaraníes, C reoles, Piarca, Pia- Szechuanesse, C hinos, Japoneses, Mongo-
roas, G alibi, M undracos, RoucouyE n: Tu- les, L aotianos, H indúes, Semitas, M alayos
kanos, Tuyuka, C ayaras, M akunas, H ebreos, Judíos, Fuses, Israelitas, Bedui-
Yurupary, M enimere, M eniheme, Ashlus- nos, Shan, Sepoys, D ayaks, Tonkineses,
lay, M ixtecos, M ayas, Popolucas, Popola- M ois, C onchinchines, Tais, Lpechas, Ja-
cas, C ainga, M akino, Paressi, C hirti, rens, O rgang-Benuas, K ioutsés, Ischukts-
C hiquitos, C amacan, Yoruba, Tatuyos, chis, M ozabites, Nung y K ioutse.
Yukpa, Gorotipe, Peaux rouges, C aribeños,
M undrucos, Kunas, Roucouyemes, C hiri- EXPLOTACIÓN
guanos, M G wika, M aka, M bvihas, C ho-
lones, Taos, K lamath, Yamparicos, La biomasa obtenida varía entre las et-
A mipajaouts, V ivaros, N avajos, H opi, C a- nias y entre los lugares. Si bien el grupo de
mayara, Seminola, N ahuas, L acandones, los insectos es numeroso, con los cambios
M ixes, Tzeltales, Tzotziles, C holos, C ho- acontecidos en el planeta y con la variación
les, Coras, H uicholes, H uastecos, M atla- enorme en el clima, suelo, ecosistema, vege-
zincas, M azatecos, M azahuas, Seris, tación, etc., en un momento dado la pobla-
M ayos, T lapanecos, Yutoaztecas, Z oques, ción insectil puede disminuir sensiblemente
Purépechas, Totonacos, C hatinos, H uaves, con una explotación inmoderada, y podría
C hontales, A muzgos, Tojolabal, O cuilteco, poner en peligro a las especies. E n la Tabla
Cuicatecos, O topames y Tepehuanes. 1 hacemos un pequeño resumen de los
datos publicados de captura de individuos
Etnias de Brasil (Costa- Neto y Ramos- de insectos comestibles en diversos países.
E lorduy, 2006)
A mondawa, Araweté, Ashaninka, Ba-
kairi, Bororo, Botocudo, C inta L arga, Co-
cama, E nawene- N awe, D esana, G aviao,
G uarani (subgrupo M ‘bya), Jamamadi,
K aingang, K ayapó, M acu, M akuna, M atis,
M unduf, N hambiquara, O magua, Panca-
raré, Parakana, Sateré- M aué, Surui, Tapi-
rapé, Tariano, T imbira, Tucano, Tukuna,
Tupinamba, Tuyuca, Uru-eu-wau-wau,
Wanana, Xokleng, Xukuru- K ariri, Yano-
mamo, Yawalapiti y Z oró.

206
Tabla 1. Biomasa de diferentes especies de insectos comestibles.

T ipo de insecto y
Biomasa País Especie (referencia)
nombre común

Saltamontes Locusta, Schistocerca


9 tons/año Argelia (A frica)
o chapulines ( G unn, 1960)
10 tons/año Tailandia Oxya velox (I F N L, 1987)*
Sphnarium spp. (Ramos-
> 10 tons/año M éxico
E lorduy, 1996)

Estados Unidos de Anabrus simplex ( D e Fo-


5 - 6 tons/año
A mérica liart, 1989)

Z aire (República
Macrotermes spp. (Phelps
Termitas 1331 k/mes D emocrática del
1975 en I F N L , 1988)*
Congo)

Macrotermes gilvus
G randes cantidades Filipinas
(I F N L , 1988)*

Rep. C entral A fri-


G randes cantidades (Roulon- D oko, 1998)
cana

M illones, dos veces


Indonesia ( Java) ( Wasosky, 1993)
al año

M exico ( Tulan- Pachilis gigas (Ramos-


C hinches 3 tons/familia/año
calco, H idalgo) E lorduy, 1996)
Euschistus spp., Edessa
M exico (Cuau-
5 tons/familia/año spp. (Ramos- E lorduy,
tla, M orelos)
1996)

Anaphe, Bunaea,
Lobobunaea, Nudaurelia,
Rep. C entral Gynanica (Bahuchet
M ariposas y falenas 280 - 300 k/año A fricana Z aire 1972, 1978; L eleup y
(Kwango) D aems, 1969; M alaise y
Parent, 1980; Kodonki et
al., 1984, 1987)

Anaphe, Bunaea, Lobobu-


5 tons/año Z aire (Kwango) naea, Nudaurelia
(Adriaens, 1951)

Sudáfrica (etnia de Gonimbrasia bellina


35 k/año
los Bapedi) ( Q uin, 1959)

207
Sudáfrica (etnia de
20 k/año G. bellina ( Q uin, 1959)
los Pedi)

150 k/persona Z aire G. bellina ( M uyay, 1981)

140 k/ persona/
año, en conjunto
Z ambia G. bellina (I F N L , 1991)*
más de 100
tons/año

Z imbabwe, Bots-
1600 k/año (I F N L , 1988)*
wana

Bombyx mori (Ichponani


2000 k/ año India
y M alek, 1971)

Latebraria amphypirioides
3000 k/año M exico (C hiapas)
(Ramos- E lorduy, 1996)

Estados Unidos de Coloradia pandora (Blake


M uchas toneladas
A mérica y Wagner, 1987)

Eri silk worm (C howd-


183 tons metricas India (Assam)
hury, 1982)

5000 individuos/ Popillia japonica ( D e Fo-


Escarabajos C amerún
día liart, 1989)
Colombia, Vene-
Rhyncophorus palmarum
2000 individuos/hr zuela (etnia de los
( D ufour, 1987)
Tatuyo)
R. palmarum (Bergier,
1.5 - 2 k/hr Nueva G uinea
1941)

M exico (Arriaga, Atta spp. (Ramos- E lor-


H ormigas 39 tons/año/familia
C hiapas) duy y Conconi, 1996)

Vespula lewisi ( M itsu-


Avispas muchos k/año Japón
hashi, 1984)

Insectos acuáticos 16 tons/año Z aire K asai (K itsa, 1989)

M ay flies (Fontaine,
M oscas de mayo 1 k/día/temporada Francia
1959)

Consumo de
12000 tons/año Z aire K ananga (K itsa, 1989)
Insectos

*I F N L = Insect Food Newsletter; tomado de Ramos- E lorduy (2005).

208
C ierto es que, en muchas ocasiones, se de proteínas, pero incrementan sustancial-
explotan toneladas. E n M éxico tenemos mente la cantidad de grasas que albergan,
varios ejemplos: chapulines o saltamontes, las cuales efectúan también funciones im-
xamues, gusanos blanco y rojo del maguey, portantes en el organismo al proporcionarle
escamoles, jumiles, gusano del madroño, energía para llevar a cabo sus funciones e
etc. E n varios países de Á frica tenemos a la intervenir en varias actividades cerebrales
larva de mariposa “mopanie” (Gonimbrasia fundamentales a través de los diferentes áci-
belina), a los saltamontes (Zonocerus elegans dos grasos, y otra función trascendental es la
T hunberg, 1815), a las langostas (Schisto- de que las proteínas se puedan así asimilar
cerca gregaria) y Locusta migratoria (L in- bien (Ramos- E lorduy, 2008).
naeus, 1758), a la chinche (Eucosternum L os insectos comestibles en general
delegorguei Spinola, 1852), entre otras. son bajos en hidratos de carbono, los cua-
En Asia se produce sobreexplotación del les los pueden proporcionar los granos y
chapulín o saltamontes del arroz (Oxya velox otros vegetales. Además, también poseen
Fabricius, 1787). E n Australia se da una una baja cantidad de fibra cruda, cosa muy
gran captura de las hormigas mieleras, de las favorable ya que este parámetro, de alguna
larvas de Zeuzera y del maná (Coccus manni- manera, impide la asimilación del resto de
parus H emprich y Ehrenberg, 1829). los nutrientes (F lores, 1977).
Sólo Europa no presenta algún caso de E n lo que respecta a las sales minera-
sobreexplotación de insectos para consumo les, dependiendo de la especie, todas son
en la actualidad, ya que el grupo que los muy ricas en magnesio, hierro, calcio, po-
consume es muy selecto. tasio, etc. (Ramos- E lorduy et al., 1998); y
con las vitaminas sucede lo mismo, pues
VALOR NUTRITIVO hay especies ricas en vitamina A o C , otras
en vitamina D y, en general, todas son
Según nuestra experiencia, al realizar di- ricas en vitaminas del grupo B (B 1 , B 2 ,
versos análisis químicos de variada índole, B 6) (Ramos- E lorduy y Pino, 2002).
hemos visto que los insectos comestibles tie-
nen un alto contenido en proteínas (expresa- COMERCIALIZACIÓN
das en base seca) cuya calidad es buena
comparada con el patrón W H O /FA O /U N U H emos visto que, a través del tiempo,
(1985). El contenido proteínico en los insec- los insectos se han comercializado de dife-
tos comestibles de México, expresado en base rentes maneras. Primero, en forma de true-
seca, varía del 30% al 81% (Ramos-Elorduy et que, hasta llegar, en los tiempos actuales, a
al., 1984). Los aminoácidos esenciales que las comercializarse enlatados o envasados, en
especies poseen se encuentran en mayor can- frascos de vidrio, papel de celofán, papel
tidad que en los alimentos convencionales de plástico, cajas de cartón, etc., dependiendo
obtención proteínica y, generalmente, reba- de la especie y el país que lo realiza y del
san los valores requeridos por el patrón FA O tipo de venta que se va a desarrollar: local,
para adultos, y es ligeramente limitante el estatal, nacional o internacional (Ramos-
triptófano y la lisina en el patrón establecido E lorduy, 2009).
para preescolares (Conconi, 1993). G eneralmente, se comercializan las es-
E n el estado de larva, las diversas espe- pecies que poseen mayor demanda, mejor
cies albergan alrededor de un tercio del total sabor, que se pueden obtener más fácil-

209
mente, o que se pueden manejar de manera E n general hay un cuidado y una pro-
sencilla y simple, y que tienen una abun- tección de las colmenas, transportándose
dancia significativa o se pueden cultivar fá- cerca de los asentamientos humanos, lo
cilmente y son polivoltinos, reproducéndose cual equivale a una semicautividad, y no
todo el año. sólo eran de abejas con aguijón (A pidae-
L os insectos comestibles se venden Apinae) sino también sin aguijón (Apidae-
vivos, deshidratados, hervidos, asados, en M eliponinae) de diversos géneros. L o
jarabes, embebidos en alcohol consumible, mismo sucede con algunas especies de
dentro de otros alimentos o dulces, postres, avispas productoras o no de miel.
etc., o preparados de diferentes maneras. La apicultura, podemos decir, es prácti-
L a cantidad también varía, en general camente una industria integral, ya que de las
se venden por puñados, o por medidas (pe- abejas se explota la miel, la cría, el polen, el
queña, mediana o grande), pueden llegar a propóleo y la colmena en sí (la cera). Pri-
ser vendidos en costales de 50 kilos. L os mero, esta recolección se hacía (y sigue ha-
precios varían dependiendo del lugar, tipo ciéndose en ciertas zonas) en las colmenas
de insecto y forma de comercialización, silvestres, que, generalmente, se encuentran
pudiendo llegar algunas especies a ven- en troncos huecos (Nárez, 1988; Sahagún,
derse a precios sumamente elevados, como 1980); posteriormente el esfuerzo humano
el gusano blanco del maguey de M éxico, se enfocó en la búsqueda de colmenas trans-
que cuesta 250 dólares el kilo. portables para colocarlas cerca de los pobla-
dos, lo cual equivale a una cautividad, y,
CULTIVOS finalmente, vendría la creación de pies de
cría. E n las especies que no tienen aguijón,
Escasea la investigación acerca del cul- este proceso se realiza con el mínimo de
tivo de las especies de insectos comestibles, problemas, por las condiciones intrínsecas
sin embargo, existen varios precultivos, que poseen, tal y como sucede en los géne-
protocultivos y cultivos formales (Ramos- ros Melipona, Scaptotrigona y Partamona.
E lorduy et al., 2007). L os primeros consis-
ten en proporcionar cuidados a los insectos L a Tabla 2 muestra algunas de las es-
sociales, como las abejas, directamente o pecies de insectos comestibles que se cul-
bien tomándolos cuando comienza la fun- tivan:
dación de una nueva colonia y trasladán-
dola cerca de casa, donde sea fácil verla,
controlarla y cuidarla frecuentemente.
Fue en el continente americano donde
un mayor número de abejas silvestres se
cultivaron, siendo el móvil fundamental de
ello la religión, usándose sus productos
principalmente para actividades rituales en
lugar de para la alimentación, pues en las
regiones tropicales y subtropicales, los re-
cursos se distribuyen de manera relativa-
mente uniforme durante el año, por lo cual
hubo poco interés en la domesticación.

210
Tabla 2. N ivel de cultivo de algunas especies de insectos comestibles.

Insectos Especies N ivel de cultivo

Apis dorsata Fabricius, 1793, A. cerana Fabricius,


Abejas 1793, A. laboriosa F. Smith, 1871, A. mellifera L in-
Cultivo formal
con aguijón naeus, 1758, A. mellifera adamsoni L atreille, 1804,
Bombus spp.

Melipona beecheii Bennet 1831, Lestrimelitta limao


Abejas
(Smith, 1863), Trigona postica L atreille, 1807, Cultivo formal
sin aguijón
Scaptotrigona mexicana G uérin- M éneville 1844
Atta spp., Liometopum apiculatum M ayr, 1870, L.
H ormigas Protocultivos
occidentale var. luctuosum W heeler, 1905

Polybia parvulina Richards 1970, P. occidentalis ni-


gratella Buysson, 1905, P. o. bohemani H olmgrE n:
Avispas Protocultivos
1868, Polistes instabilis Saussure, 1853, P. canadensis
(Linnaeus, 1758), P. major Palisot de Beauvois, 1818

Blatella germanica (L innaeus, 1767), Periplaneta


americana (L innaeus, 1758), Blaberus fusca Brunner
Cucarachas Cultivo formal
von Wattenwyl 1865, Gromphadorhina portentosa
(Schaum, 1853)

Locusta migratoria (L innaeus, 1758), Schistocerca


gregaria (Forskal, 1775), Sphenarium purpurascens
C harpentier, 1842, Melanoplus spp., Acheta domes-
C hapulines Cultivo formal
tica (L innaeus, 1758), Acrida exaltata ( Walker,
1859), Oxya nitidula ( Walker, 1870), O. fuscovittata
( M arschall, 1836)

Krizousacorixa femorata H ungerford, 1948, K. az-


teca ( Jacz), Corisella sp., C. edulis C hampion, 1901, E l cultivo proviene
C hinches acuá-
Notonecta fasciata G uerin-meneville, 1857, Grapto- de la época prehis-
ticas
corixa abdominales (Say, 1832), G. bimaculata ( G ue- pánica
rin, 1844), Hesperocorixa laevigata (U hler, 1893)

Rhynchophorus spp., Tenebrio molitor Linnaeus, 1758,


Precultivo o cultivo
Escarabajos Tribolium confusum D u Val 1868, T. castaneum
formal
( H erbst, 1797), Zophobas morio Fabricius, 1776

Bombyx mori (L innaeus, 1758), Manduca sexta


(L innaeus, 1763), Spodoptera frugiperda (Smith,
1797), Heliothis zea (Boddie, 1850), Antherea pern-
Cultivo formal y
M ariposas yii ( G uérin- M éneville, 1855), Aegiale hesperiaris
protocultivo
( Walker, 1856), Pieris brassicae L innaeus, 1758,
Eucheira socialis Westwood, 1836, Saturnia pyri
( D enis y Schiffermüller, 1775)

211
Ornidia obesa (Fabricius, 1775), Hermetia illucens
(L innaeus, 1758), Musca domestica L innaeus, 1758,
Drosophila melanogaster M eigen 1830, Anastrepha
M oscas Cultivo formal
ludens (L oew, 1873), Ephydra hians Say, 1839 (el
cultivo proviene de la época prehispánica), Piophila
casei (L innaeus, 1758)

E l cultivo proviene
Dactylopius coccus Costa, 1829, D. tomentosus (L a-
Piojos harinosos de la época prehis-
mark, 1801), D. indicus G re E n: 1922
pánica

L os cultivos han sido más o menos Es decir, existe una gran gama de va-
grandes dependiendo del lugar de localiza- riaciones en este respecto, pero, en gene-
ción, de los diversos grupos étnicos que los ral, podemos decir que los cultivos son
realicen y del tipo de especies que sean: uni, incipientes y que falta poner énfasis en este
bi o multivoltinas (en referencia al número punto clave para que los insectos puedan
anual de ciclos o vueltas), o de especies que servir de nutrimento a gente de todos los
tengan ciclos de vida más cortos debido a la estratos sociales del mundo.
temperatura y a la humedad del sitio, así
como a la alimentación de cada especie. Y REFERENCIAS
sobre todo, si estos insectos van a ser desti-
nados para autoconsumo, en cuyo caso es un A D RI A E N S, E . L . 1951. Recherches sur l’ali-
cultivo familiar o artesanal; si va a ser dedi- mentation des population au Kwango. Bull.
cado a la venta in situ o en el extranjero, en Agric. Congo. Belge, 42(3): 473-552.
cuyo caso las cantidades se modifican enor- B A H U C H E T, S. 1972. E tude écologique d’un
memente; o si van a ser directamente para el campement le pygmées Babinga (Région
procesamiento de los individuos o para su de la Lobaye R. C . A .). Journal d’Agriculture
Tropicale et de Botanique Appliquée, 19(12):
venta en lugares lujosos o dirigidos a perso-
509-559.
nas de la clase social alta. Igualmente, si los B A H U C H E T, S. 1978. Introduction à la ethnoé-
cultivos son dirigidos para uso industrial, en cologie des pygmées Aka de la Lobaye Empire
cuyo caso se procesan millones de individuos Centre African. Ph D T hesis. É cole Supé-
por día, como sucede en el caso del cultivo rieure d’ H autes E tudes. Paris.
del gusano de seda, cuya pupa se consume; o B A RRI E N T O S, L . L . 2003. O rthoptera de
o los cultivos de los diferentes insectos utili- M éxico. En: J. E . L lorente, J. J. Morrone, O
zados en la lucha biológica, como es el caso Yánez y I. F. Vargas (eds.): Biodiversidad, ta-
de la mosca de la fruta (Ceratitis capitata xonomía y biogeografía de artrópodos de Mé-
W iedemann, 1824) produciéndose cinco xico. Hacia una síntesis de su conocimiento.
Vol. IV. E d. C O N A BI O / Facultad de C ien-
millones de ejemplares al día; o en el caso de
cias de la U N A M . M éxico, D . F.
la mosca productora de miasis (Cochliomyia B E R E N B A U M , M . R. 1993. Sequestered plant
hominivorax Cocquerel, 1858) que se con- toxins and insect palatability. Food Insect
sume en lugares como Perú; o las especies Newsletter, 6(3): 1, 6-10.
que se utilizan para incluir masivamente en B ERG I ER , E. 1941. Peuples entomophages et insectes
plástico o resinas y utilizarse como adornos comestibles. Étude sur les moeurs de l’homme et
o como colecciones. de l’insecte. Rulliére Fréres. Avignon.

212
B E R LI N , B. 1992. Ethnobiological classification: K I T SA , K. 1989. Contribution des insectes co-
principles of categorization of plants and an- mestibles a l’amélioration de la ration ali-
imals in traditional societies. Princeton Uni- mentaire au K asai- O ccidental a Z aire.
versity Press. Princeton. Zaire-Afrique, 239: 511-519.
B L A K E , E . A . Y W A G N E R , M . R. 1987. Collec- K O D O N K I , K ., L E C L E R Q , M ., B O U R G E AY -
tion and consumption of Pandora moth C A USS E , M ., P A S C A U D , A . Y G A U D I N -
(Coloradia pandora lindsleyi) (Lepidoptera H A R D I N G , F. 1984. Intérêt nutritionnel de
Saturniidae) larvae by O wens Valles and chenilles d’ A ttacides de Z aïre. C omposi-
M ono L ake Paiutes. Bulletin of the Ento- tion et valuer nutritive. Cahiers de Nutrition
mological Society of America, 33(1): 139-141. et de Diététique, 22(6): 478-485.
C H O W D H U RY , S. N . 1982. Eri silk industry. K O D O N K I , K., L E C L E R Q , G . Y G A U D I N - H A R -
D irectorate of Sericulture and Weaving, D I N G , F. 1987. V itamin estimations of
G overnment of Assam. G uwahati. three edible species of A ttacidae caterpil-
C O N C O N I , M . 1993. Estudio comparativo de 42 lars from Z aire. International Journal for Vi-
especies de insectos comestibles con alimentos tamin and Nutrition Research, 57: 333-334.
convencionales en sus valores nutritivo, caló- L E L E UP, N . Y D A E M S, H . 1969. L es chenilles
rico, proteínico, y de aminoácidos, haciendo én- alimentaires du Kwango. C auses de leur ra-
fasis en la aportación de los aminoácidos refaction et mesures preconisees pour y re-
esenciales y su papel en el metabolismo hu- medier. Journal d’Agriculture Tropicale et de
mano. Tesis Fac. de C iencias (Biologia). Botanique Appliquée, 16(1): 1-21.
U N A M . M éxico. M A L A ISE , E . F. Y P A R E N T, G . 1980. L es che-
C O S TA - N E T O , E . M . Y R A M O S - E L O D U Y , J. nilles comestibles de Shaba M eridionale
2006. L os insectos comestibles de Brasil: (Z aire). Les Naturalistes Belges, 61(1): 2-24.
etnicidad, diversidad e importancia en la M BATA , K. J., C H I D U M AY O , E . N. Y L WAT U L A ,
alimentación. Boletín de la Sociedad Ento- C . M . 2002. Protection of Gonimbrasia be-
mológica Aragonesa, 38: 423-442. lina in Z ambia. Food Insect Newsletter, 8: 1-7.
D E F O LI A R T, G . R. 1989. T he use of insects as M I T SU H A S H I , J. 1984. Edible insects of the
food and as animal feed. Bulletin of the En- world. Kokinshoin. Tokyo.
tomological Society of Amererica, 35(1): 22-35. M UYAY, T. 1981. Les insectes comme aliments de
D U F O UR , P. 1987. Insects as food. A case study l’homme. C E EBA Publication, serie II, vol. 69.
from the Northwest A mazon. American N Á R E Z , J. 1988. A lgunos datos sobre las abe-
Anthropologist 89: 383 - 397. jas y la miel en la época prehispánica. Re-
F L O R ES, F. J. M . 1977. Bromatología animal. vista Mexicana de Estudios Antropológicos,
E d. L imusa. M éxico. 34(1): 123-140.
F O N TA I N E , J. 1959. Un problème biologique O D U M , E . P. Y B A RR E T, G . W. 2006. Funda-
intéressant. L es chuttes de manne. Science mentos de ecología. T homson. São Paulo.
et Nature, 32: 9-15. P O SE Y , D . A . 1990. Introduction to ethnobi-
G U N N , D . L. 1960. T he biological background ology: its implications and applications.
of locust control. Annual Review of Ento- E n: D. A . Posey y W. L. O veral (eds.): Eth-
mology, 5: 279-300. nobiology: implications and applications. Pro-
H E R N Á N D E Z -P A C H E C O , F. 1921. Escena pic- ceedings of the First International Congress of
tórica con representaciones de insectos de Ethnobiology. Vol. 1, pp. 1-8. M useu
época paleolítica. Boletín de la Real Sociedad Paraense E mílio G oeldi. Belém.
Española de Historia Natural, 50: 62-77. Q U I N , P. J. 1959. Foods and feeding habits of the
I C H P O N A N I , J. S. Y M A L E K , N . S. 1971. Eval- Pedi. Ph D T hesis. Univ. Johannesburgh.
uation of deoiled silk worm pupae meal South A frica.
and corn steep liquor as protein sources in R A M O S - E L O R D U Y , J. 1988. O bservaciones
chick rations. British Poultry Science, 12: bioecoetológicas de Liometopum apiculatum
231-234. M . y Liometopum occidentale var. luctuosum

213
W. ( H ymenoptera Formicidae). Anales del R A M OS- E L O R D U Y, J. Y P I N O , J. M . 2002. Con-
Instituto de Biología UNAM Serie Zoología, tenido de vitaminas de algunos insectos co-
58(1): 341-354. mestibles de M éxico. Revista de la Sociedad
R A M O S - E L O R D U Y , J. 1996. Insect consump- de Química de México, 45(2): 66-76.
tion as a mean of national identity. En: S. K. R A M O S - E L O R D U Y , J., M U Ñ O Z , J. L . Y P I N O , J.
Jain (ed.): Ethnobiology in human welfare, M . 1998. D eterminación de minerales en
Proceedings of IV International Congress of algunos insectos comestibles de M éxico.
Ethnobiology, pp. 9-12. E d. D eep Publica- Revista de la Sociedad de Química de México,
tions. Lucknow, India. 42(1): 18-33.
R A M O S - E L O R D U Y , J. 1997. Importance of ed- R A M O S - E L O R D U Y , J., P I N O , J. M ., M Á R Q U E Z ,
ible insects in the nutrition and economy C ., A LVA R A D O , M . Y E SC A M I L L A , E . 1984.
of the people of the rural areas in M éxico. E dible insects in M exico and their protein
Ecology, Food and Nutrition, 36: 347-366. content. Journal of Ethnobiology, 4:61-72.
R A M O S - E L O R D U Y , J. 1999. E l consumo de in- R A M O S - E L O R D U Y J., P I N O , J. M . Y C O N C O N I ,
sectos como un hábito ancestral. En: M . M . 2006a. Ausencia de una reglamentación
Rodríguez Shadow y B. B. de Piña C han y normalización de la explotación y comer-
(coords.): Chalchihuite: homenaje a Doris cialización de insectos comestibles en M é-
HeydEn: pp. 275-305. Instituto N acional xico. Folia Entomológica Mexicana, 45(3):
de A ntropología e H istoria. M éxico. 291-318.
R A M OS- E L O R D UY, J. 2000. La etnoentomología R A M O S - E L O R D U Y J., P I N O , J. M . Y M A R T Í -
actual en México, en la alimentación humana, N E Z , V. H . 2006b. Base de datos de insectos
en la medicina tradicional y en el reciclaje y en comestibles de México. U N I BI O -I B U N A M .
la alimentación animal. Memorias del 35 Con- M éxico.
greso Nacional de Entomología, pp. 3-46. R A M O S - E L O R D U Y , J., M O T T E - F L O R A C , E . Y
R A M O S - E L O R D U Y , J. 2005 Insects: a hopeful C O N C O N I , M . 2007. L’entomophagie au
food source. En: M . G . Paoletti (ed.): Eco- Mexique: entre savoirs traditionnels et pers-
logical implications of minilivestock: potential pectives d’avenir. SE L A F Peeters L ouvain.
of insects, rodents, frogs and snails, pp. 263- Paris (em prenta).
292. Scence Publishers, Inc. E nfield. R O U L O N - D O K O , P. 1998. Chasse, cueillete et
R A M OS- E L O R D U Y, J. 2008. E nergy supplied by cultura chez les Gbaya de Centrafrique.
edible insects and their importance. Ecology L’ H armattan. Paris.
Food Nutrition, 47(3): 280-297. S A H A G Ú N , F. B. 1980. Códice Florentino. A r-
R A M OS- E L O R D U Y, J. 2009. Evolución de la co- chivo G eneral de la N ación. L ibro X I.
mercialización de insectos comestibles. En: M éxico.
Anais do I Simpósio Nacional sobre Antro- S H O W L ER , A . T. 1996. The desert locust in Africa
poentomofagia: benefícios e desafios do uso de and Western Asia: complexities of war, politics,
insetos como alimento, pp. 44-54. U E FS. perilous terrain, and development. D isponible
Feira de Santana. en <http://ipmworld.umn.edu/chapters/sho-
R A M OS- E L O R D UY, J. Y C O N C O N I , M . 1992. Re- wler.htm>.
semblance of the techniques for exploit some T O L E D O , V. M . 2004. L a ecología rural. Cien-
edible insect species in different ethnic cia y Desarrollo, 30(174): 36-43.
groups all over the world. En: Abstracts del III W A S O SK Y , G . 1993. En: The Food Insects
International Congress of Ethnobiology. p. 141. Newsletter, 5(2): 8.
R A M O S - E L O R D U Y , J. Y C O N C O N I , M . 1996. W H O / F A O / U N U. 1985. Report energy and
C onservación y mercadeo de los insectos protein requirements. W H O Technical Re-
comestibles. En: Resúmenes del Primer Con- port Series No. 72. G eneva.
greso Mexicano de Etnobiología. Asociación
E tnobiológica M exicana. Universidad Au-
tonóma del Estado de M éxico, p. 10.

214
EL CONOCIMIENTO Y CONSUMO
DE HIMENÓPTEROS, COLEÓPTEROS
Y LEPIDÓPTEROS EN LA CULTURA
MBYAGUARANÍ, MISIONES,
ARGENTINA
Marilyn Cebolla Badie47

INTRODUCCIÓN gena mbya y la relación de las especies melí-


feras con el ámbito religioso, con los medios
A través de los años, había observado de subsistencia tradicionales y su uso en la
repetidamente en los discursos mbya sobre medicina. Realicé un inventario de las de-
la conservación de la selva y el reclamo de nominaciones de las distintas etnoespecies y
sus territorios, la mención de la búsqueda su clasificación, y también recogí informa-
de miel como una actividad unida a la ción acerca del conocimiento y consumo de
identidad étnica y a la libertad necesaria larvas de coleópteros y lepidópteros de gran
para seguir manteniéndola. significación en la cultura mbya.
E n vista de la importancia que parecía E l territorio tradicional de la etnia
tener para los mbya la recolección de miel y mbya, perteneciente a la familia lingüística
todas las actividades relacionadas con la tupi-guaraní, se extendía originalmente, en
misma, me propuse investigar acerca de las coincidencia con la selva paranaense o
prácticas y saberes de la etnia mbya sobre las M ata A tlántica, a través de la zona orien-
especies de himenópteros productoras de tal del Paraguay, el sudeste de Brasil, hasta
miel de la selva paranaense, en la provincia las costas del A tlántico, y la provincia de
de M isiones, y su relación con la vida social M isiones, en A rgentina, donde actual-
tanto presente como pasada, investigación mente se conserva la mayor superficie con-
que constituyó mi tesis de D iploma de Es- tinua de M ata A tlántica, manteniéndose
tudios Avanzados del Programa de Docto- aproximadamente el 50% de la cubierta
rado en A ntropología Social (Universidad original aunque en distintos niveles de de-
de Barcelona) (C ebolla Badie, 2005) y de la gradación ( H olz y Placci, 2005).
cual este artículo forma parte. L a población mbya en M isiones está
E l trabajo estuvo orientado a conocer el conformada por 4.08348 individuos que
lugar que ocupa la miel en la cultura indí- viven en aproximadamente 80 asenta-
mientos, todos ellos ubicados en zonas ru-

47
D octoranda en A ntropología Social, D epartamento de A ntropología Social, Universidad de Barcelona. E -mail:
macebolla@ub.edu
48
E ncuesta Complementaria de Pueblos Indígenas, Instituto N acional de Estadísticas y C enso, Argentina, 2005.

215
rales y la mayoría aún rodeados de selva en para las actividades de campo, ya que faci-
distinto grado de conservación. D ebido a litó las conversaciones y también las ob-
la drástica fragmentación que ha sufrido servaciones sobre el tema de estudio.
su territorio, los poblados suelen estar L a investigación se realizó en tres co-
constituidos por una familia extensa patri- munidades de la provincia de M isiones,
lineal y varias familias nucleares emparen- entre ellas Takuapi, cercana al poblado de
tadas en mayor o menor grado con aquella. Ruiz de M ontoya, rodeada de explotacio-
A nte cualquier estudio que se em- nes agrícolas y plantaciones comerciales, en
prenda con esta etnia, es necesario consi- el centro de M isiones. E n Jejy, ubicada en
derar que la relación naturaleza-cultura en una gran zona de selva dentro de la Re-
la concepción mbya está inmersa en un serva de Biosfera Yabotí, en los límites con
complejo sistema simbólico altamente Brasil. Y en Fortín M bororé, que se en-
equilibrado que, para el neófito que se cuentra en los alrededores de la ciudad de
adentra en su cultura, se presenta tan en- Puerto Iguazú, al norte de la provincia, en
marañado como la selva misma. Sería im- la denominada “triple frontera” con Para-
posible analizar la relación de los mbya con guay y Brasil.
la selva desde una separación tajante entre
naturaleza y cultura, ya que, siguiendo a LA RECOLECCIÓN DE LA MIEL
D escola y Pálsson (2001), podemos afir-
mar que esta visión dualista, que responde L as actividades de recolección de la
a las formas del pensamiento occidental, miel pertenecen al dominio masculino, al
impide comprender la relación que existe igual que la caza y la pesca. L as mujeres re-
entre seres humanos y medio ambiente en colectan plantas y frutos silvestres en los
la mayoría de las culturas indígenas, espe- alrededores de la aldea pero no les está per-
cialmente las amazónicas y de tierras bajas mitido internarse solas en la selva; de este
sudamericanas. modo, pueden acompañar a sus parientes
H e realizado investigaciones con los varones en la búsqueda de panales pero no
mbya desde el año 1993 y hasta la actuali- es una actividad que puedan realizar por su
dad, indagando acerca de la relación que cuenta.
mantiene este grupo étnico con el am- L os indígenas suelen caminar por la
biente de selva paranaense. E n este tiempo, foresta observando los troncos de los árbo-
de manera casual, había recabado informa- les para detectar las distintas variedades de
ción dispersa sobre la recolección y uso de entradas a los nidos de las abejas M elipo-
la miel mientras estaba llevando a cabo ninae, y están siempre atentos al tenue
otros trabajos de investigación. E l trabajo vuelo de algún ejemplar que esté libando
de campo específico para este estudio se en las flores, para seguirlo hasta llegar al
realizó de agosto a noviembre de 2004 y en panal.
los mismos meses en 2005, los cuales co- Asimismo, prestan especial atención a
rresponden a la primavera austral, es decir, los cantos y vuelos de ciertos pájaros como
la época de mayor floración en la selva pa- el tangara (Chiroxiphia caudata Shaw,
ranaense y, por lo tanto, de gran actividad 1793) y el eichuja (Legatus leucophaius
de los insectos himenópteros. Esta coinci- V ieillot, 1818) que señalan los lugares
dencia, completamente providencial en el donde hay colmenas.
primer año, resultó altamente beneficiosa

216
APROXIMACIÓN A LAS “abeja que muerde en los ojos” por su com-
CLASIFICACIONES portamiento agresivo hacia quienes extraen
la miel de sus panales; ei kachi (no identifi-
E l nombre genérico en mbya para de- cada), cuya traducción es “miel de olor des-
signar a las abejas sin aguijón es tugue y en agradable” debido a que, según explican los
esta clasificación han incluido a la especie indígenas, esta meliponina tiene la caracte-
introducida Ei rópa (Apis mellifera L in- rística de buscar materiales de excrementos
naeus, 1758). Ésta es la única a la que los y de materias en descomposición; yvy éi (Ge-
mbya llaman “abeja” cuando se expresan en otrigona sp.), es decir, “abeja de tierra” refi-
español. L as abejas nativas con aguijón o riéndose al lugar donde esta especie
abejorros están clasificadas con el nombre construye sus nidos. En algunos casos, como
de mamanga (subfamilia Bombinae). L as yvyra’ija (Lestremelitta limao Smith, 1863), la
avispas están agrupadas bajo la denomina- denominación está relacionada con su mito
ción kavy, pero, exceptuando la avispa de origen: “el que porta la vara-insignia”.
eichu (Brachygastra lecheguana L atreille, E n la cultura mbya las clasificaciones
1824), las demás no son consideradas de están finamente imbricadas con el universo
importancia en cuanto a la recolección de religioso, en cualquier estudio que se rea-
miel debido a su escasa producción. lice con algún grupo de especies habrá una
Los indígenas identifican a las abejas so- relación ineludible con sus mitos de origen.
litarias pero éstas no están clasificadas como Basándome en investigaciones previas
tugue en su sistema taxonómico, por lo cual ( G orosito Kramer y C ebolla Badie, 1997;
esta denominación correspondería exclusi- C ebolla Badie, 2000), puedo afirmar que
vamente a las melíferas de hábitos sociales. los indígenas de esta etnia asignan nom-
La presencia de la A. mellifera, introdu- bres y clasifican también a plantas y ani-
cida en la provincia de M isiones a comien- males que no tienen ninguna utilidad para
zos del siglo X X, la cual se expandió ellos. Por ejemplo, las abejas nativas con
avanzando sobre los nichos ecológicos de aguijón denominadas mamanga (Bombi-
las otras especies de himenópteros, consti- nae) están clasificadas en un taxon donde
tuye el indicador para los mbya de los cam- se identifica a varias especies, sin embargo,
bios en los ecosistemas y de su degradación. son considerados insectos sumamente pe-
Esta abeja recibe el nombre de ei kuaapyre- ligrosos debido a su picadura ponzoñosa.
’ey, es decir, abeja desconocida, o ei remã,
abeja alemana, porque según dicen los in- EL USO MBYA DE LAS ESPECIES
dígenas, fueron los inmigrantes de ese ori- DE ABEJAS Y AVISPAS
gen los que la crearon en su país y
posteriormente la trajeron a la selva. Los mbya brindaron una amplia infor-
La nomenclatura mbya para los insectos mación acerca de las especies arbóreas de las
himenópteros suele hacer referencia a distin- que las abejas retiran la resina, además de
tas características de las especies, por ejemplo, sus preferidas para libar de las flores, reco-
ei tata (Oxytrigona tataira Smith, 1863), que lectar el polen y para anidar. Los indígenas
significa “abeja de fuego” en alusión a la mor- poseen un gran conocimiento sobre los lu-
dedura de esta abeja, que expulsa un líquido gares de nidificación y las formas y estruc-
cáustico provocando un dolor similar a una turas internas de los panales, que varían
quemadura; ei porecha chu’u (Melipona sp.), según la especie de que se trate (Figura 1).

217
Respecto a la miel de las abejas y avispas son muy afectos, y que adquieren en los co-
nativas, los indígenas explicaron que su es- mercios de pueblos y colonias.
tado varía según la época del año, algunas se El polen almacenado en los panales, del
vuelven agrias en invierno mientras otras cual se sabe que es rico en proteínas, lípidos,
presentan un sabor amargo. Y, en el caso de vitaminas y sales minerales (Souza et al., 2004)
la avispa eichu, su miel se convierte en tóxica también es consumido por los mbya, especial-
en esta estación y no se puede consumir. mente el de ciertas especies como eichu y
E n cuanto a los productos de los pana- evora (Tetragona clavipes Fabricius, 1804).
les, la miel es considerada por los mbya
principalmente como un alimento y, en los L a abeja jate’i (Tetragonisca angustula
tiempos previos al contacto con los blancos, L atreille, 1811) es la más valorada entre
constituía el edulcorante más importante. todas las meliponinas, los mbya la describen
E n la actualidad, sigue siendo un producto como la más dócil y su miel es la preferida en
de la selva muy codiciado, que, según las re- los rituales, además de ser considerada como
glas de reciprocidad, debe compartirse. la de mejores propiedades medicinales.
E l regreso a la aldea con panales car- L os alimentos que se suministran a las
gados de miel aún es motivo de alegría y personas enfermas se mezclan con esta
reunión, a pesar de que las familias indíge- miel con el fin de lograr un rápido resta-
nas disponen generalmente de azúcar, dul- blecimiento. Se la utiliza principalmente
ces y golosinas diversas, artículos a los que para problemas en las vías respiratorias.

Figura 1. V ista interna de nido de M eliponinae.

218
Asimismo, la dolencia denominada xica. Estas prácticas ya fueron relevadas por
techa rachy, que responde a los síntomas de L eón C adogan (1992) en sus investigacio-
la conjuntivitis, se cura con la instilación en nes con los mbya hace varias décadas.
los ojos de gotas de miel pura de esta abeja, Con la pipa de entrada de los panales
una práctica que ya ha sido observada en de la abeja yvyra’ija (Fig. 2) se hacen velas
otras zonas de Sudamérica (Bustamante que se encienden por las noches para sa-
Z amora y Morales Á lvarez, 2009). humar el ambiente y ahuyentar a “los que
E l tubo de entrada de los panales de la no se ven”, los malos espíritus (C adogan,
abeja jate’i se utiliza para tratar el ombligo 1949). E stas velas también son citadas,
de los bebés recién nacidos con el fin de aunque elaboradas con los productos de
evitar infecciones. Estos tubos están cons- otras especies de abejas sin aguijón, en el
truidos con cerumen y resina extraída de estudio que el etnobiólogo D arrell Posey
los árboles, la cual posee un fuerte poder realizó entre los indígenas K ayapó del
antibiótico (Schwartz- Filho et al., 2009). A mazonas (Posey, 2002) donde coincide
La puericultura mbya también contem- su uso para tratar los estados de insania
pla la utilización de la miel de pynguaréi provocados por espíritus maléficos.
mirî (Friesella schrottky Friese, 1900) para L as larvas o ta’y ky’y de la abeja ei rópa
prevenir la formación de aftas en el recién son consumidas con miel y las larvas y
nacido; antes de comenzar a amamantarlo pupas de eichu y de las avispas denomina-
se aplica esta miel en la boca del bebé, cui- das en idioma mbya kava pu’a y kavy ju,
dando de suministrar la cantidad exacta que no ha sido posible identificar, se
porque, de lo contrario, puede resultar tó- comen asadas al rescoldo de los fogones.

Figura 2. Pipa de entrada a panal de la abeja yvyra’ija (Lestremelitta limao).

219
E n la farmacopea indígena, las larvas posterior consumo. Esta bebida solamente
de la abeja ei rópa y de ciertas especies de se elabora con los productos de ciertas espe-
kavy o avispas son consideradas fortifican- cies como jate’i, ei rópa, eichu, ei ruchu (Me-
tes y se suministran a los niños inapetentes. lipona scutellaris Latreille 1811) y ei rembyky
También en el caso de la abeja yvyra’ija, racha (Melipona favosa Fabricius, 1798). En
que es considerada un “remedio para dar el caso de pynguaréi mirî se puede utilizar
fuerza”; las larvas son consumidas espe- la miel sólo en la época en que es comestible
cialmente por los hombres cuando están y de la abeja eira pu’a únicamente se usa el
aquejados de cansancio y languidez. polen que se encuentra en sus panales.
E l consumo de larvas de himenópte- E n la actualidad, la aroka más común
ros se explica desde la biología académica es la que se hace con la miel y el polen de
como una fuente importante de energía, ya ei rópa porque es la más abundante, a pesar
que el número de calorías que proveen lar- de que los indígenas remarcan continua-
vas y pupas es incluso superior al de la miel mente el origen foráneo de esta abeja di-
(Costa- N eto, 1998). ciendo: “ Esto los abuelos no comían antes”.
Por otra parte, la miel de eira pu’a (Tri- A lgunos ancianos explicaron que cuando
gona spinipes Fabricius, 1793) se utiliza contra ésta se expandió por la selva y se volvió ha-
la gripe y se le daba a los niños hasta épocas bitual encontrar sus panales, no extraían la
recientes para tratar la tos convulsa, cuya apa- miel porque no la conocían. M ás tarde, ob-
rición se debió al contacto con los blancos. servaron de obrajeros y cazadores blancos
Con el ta’y rãi de jate’i, es decir, los hue- con los que comenzaron a tener contacto,
vos que están acompañados de una mezcla que podía consumirse. A ctualmente, los
de néctar y polen, que los mbya describen productos de esta melífera han sido com-
como un líquido de sabor agrio, se elabora pletamente incorporados a la dieta y a las
una “medicina” que se administra a los niños distintas prácticas de los mbya, constitu-
para que se conviertan en cazadores eficaces yendo, ante el retroceso de las demás espe-
en la adultez y tengan buena suerte en sus cies, los más utilizados.
pequeñas cacerías infantiles, cuando pescan
en los arroyos o montan trampas para atra- EL CONSUMO DE LARVAS DE CO-
par aves y roedores. LEÓPTEROS Y LEPIDÓPTEROS
El ta’y rãi de la abeja eira pu’a es conside-
rado por los indígenas una “medicina muy im- L os mbya consideran una verdadera
portante” para tratar los síntomas asociados al golosina las larvas que llaman tambu y que
estado de locura provocado por los mba’e vai o se crían en los troncos de la palmera pindo
seres malignos que pueblan la selva. (Arecastrum romanzzofianum Becc.). Tam-
Por otra parte, los indígenas elaboran bién consumen larvas que extraen de espe-
una bebida a base de miel a la que denomi- cies taladas del árbol frutal jarakachia
nan aroka. Esta bebida embriagante, que (Jacaratia spinosa [Aubl.] A . D C .) a las que
“aliviana la cabeza” según dicen los aldeanos, denominan jarakachia racho.
es común a otras sociedades indígenas E l consumo de larvas por parte de los
(L évi-Strauss, 1971). L a elaboración de mbya está documentado en los relatos de
aroka está reservada a las mujeres y consiste viajeros e investigadores como una curiosi-
en mezclar miel, polen y cera de los panales dad, ya que se consideraba este hábito ali-
con agua y dejar reposar el producto para su menticio por el que los indígenas tenían

220
predilección como un rasgo de primiti- prepara hervidas y mezcladas con distintos
vismo (A mbrosetti, 1889; Schuster, 1929; productos elaborados a base de harina de
M artínez Crovetto, 1968). maíz. En tiempos pasados, la grasa de estas
L os mbya recolectan las larvas reali- larvas se guardaba cuidadosamente para uti-
zando un procedimiento de cuasi cultivo, ya lizarla en la preparación de alimentos.
que talan ejemplares de palmera pindo y de Pero existe otra larva, considerada una
jarakachia durante la luna nueva, luego verdadera delicia culinaria, que se obtiene
dejan pasar aproximadamente 30 días, sobre de los entrenudos de la caña takuapi (Me-
todo en el caso del pindo que es el prefe- rostachys clausenii M unro) y que, aparente-
rido, y vuelven al lugar donde han dejado mente, tiene apariciones poblacionales en
los troncos en proceso de descomposición ciclos de 30 a 40 años, coincidiendo con el
para realizar un corte longitudinal en la ma- florecimiento de esta especie de caña
dera y comenzar a extraer las larvas, que son ( M ontenegro, 2003). E l takua racho,
transportadas hasta la aldea en recipientes según describen los mbya, es la larva de una
hechos con calabazas. L a temporada de mariposa nocturna y ha sido identificada
mayor producción de larvas es el verano, es- como Morpheis smerintha H übner, 1821
pecialmente en el mes de enero. ( M artínez C rovetto, 1968; Noelli Silva,
E l tambu y el jarakachia racho han sido 1999). Se considera un alimento especial,
identificados por Ambrosetti (1889) y M ar- ya que un indígena adulto puede disfrutar
tínez Crovetto (1968), como así también por a lo sumo de dos periodos de abundancia
investigadores recientes (Noelli Silva, 1999), de esta larva a lo largo de su vida (Fig. 3).
como las larvas de los coleópteros Rhinosto- L os mbya explican que esta mariposa
mus barbirostris Rafinesque, 1815 y Rhyncho- habita la morada de los dioses y viene a la
phorus palmarum (L innaeus, 1758), tierra solamente en la época de floración
respectivamente. Estas larvas, principal- de las bambúceas para reproducirse y luego
mente el tambu, son consumidas fritas en su regresar al ámbito divino. E l consumo de
propia grasa, adquiriendo el aspecto y el sus larvas tiene, de esta manera, connota-
aroma de chicharrones, pero también se las ciones religiosas.

Figura 3. E l takua racho, o la


larva de Morpheis smerintha
H übner, 1821.

221
LOS MBYA Y LA CONSERVACIÓN Por otra parte, el contacto permanente
DE LOS RECURSOS NATURALES Y con la población regional ha incorporado
cambios en la dieta de los indígenas, prin-
CULTURALES
cipalmente porque ya no es posible cazar,
pescar y recolectar como hasta hace sólo
E n la provincia de M isiones se en-
unas décadas, debido a la desaparición pro-
cuentra una de las últimas masas boscosas
gresiva de la selva. L a subsistencia de los
continuas de selva paranaense pero las múl-
mbya depende, en gran medida, en la ac-
tiples presiones sobre los recursos y la de-
tualidad, de la ayuda alimenticia del go-
forestación avanzan de manera alarmante.
bierno provincial y de las distintas O N Gs e
Los indígenas tienen plena conciencia de
iglesias que interactúan con ellos, desapro-
los cambios ambientales que se produjeron
bando algunos de los hábitos alimenticios
en las últimas décadas en todas las regiones
como el consumo de larvas de insectos.
que constituían el territorio tradicional de la
Sin embargo, las prolongadas visitas a
etnia. Y su fino conocimiento del sistema sel-
comunidades que aún se encuentran en
vático les lleva a afirmar que la reducción en
zonas de selva donde se puede vivir libre-
las poblaciones de ciertas abejas y el avance
mente en el “sistema mbya”, que incluye la
de ei rópa, la abeja europea, es un indicador
alimentación tradicional, considerada “pu-
de la alteración y degradación de la selva.
rificadora” del contaminante mundo de los
E n las conversaciones mantenidas en
blancos, permiten mantener y recrear los
las comunidades donde llevé a cabo el tra-
conocimientos culturales a pesar de los
bajo de campo, los indígenas expusieron
múltiples cambios que ha debido afrontar
sus quejas acerca del uso indiscriminado de
la etnia en las últimas décadas, básicamente
insecticidas y herbicidas en las plantacio-
con la devastación del medio ambiente que
nes comerciales cercanas a sus asentamien-
da sentido a su cosmovisión, el sistema de
tos, que contaminan las aguas de los cursos
selva paranaense.
de agua y exterminan a las abejas o vuel-
ven tóxica la miel que producen, afectando
a todas las especies de insectos en general.
REFERENCIAS
Además, explicaron que al verse obli-
A M BR O SE T T I , J. B. 1889. Los indios C ainguá
gadas a anidar en zonas desmontadas o
del A lto Paraná ( M isiones). Boletín del Ins-
muy degradadas, las abejas tampoco pue- tituto Geográfico Argentino, 15: 661-744.
den mantener su preferencia por las flores B USTA M A N T E Z A M ORA , D. Y M ORA LES A LVARE Z ,
y resinas de ciertos árboles, que contribu- J. 2009. Clasificación etnobiológica de las abejas sin
yen a la especificidad de sus mieles y demás aguijón (Hymenoptera, Apidae, Meliponinae): es-
productos de los panales. tudio de caso en Villa Canales, Guatemala. Dispo-
D e esta manera, la desaparición o es- nible en <http//:entomologia.net/abeja.htm>.
casez de ciertas especies a causa de la des- Consulta en 22 de Enero de 2009.
trucción progresiva de los ecosistemas de C A D O G A N , L . 1949. Síntesis de la medicina
la selva, impide la utilización de sus mieles racional y mística mbya-guaraní. América
Indígena, 9(1): 21-35.
en las celebraciones rituales y en la medi-
C A D O G A N , L . 1992. Ayvu Rapyta. Textos míti-
cina tradicional, en algunas de las cuales cos de los Mbya – Guaraníes del Guairá. Bi-
están siendo suplantadas por los productos blioteca Paraguaya de A ntropología, vol.
de Apis mellifera, la abeja introducida por X V I. Fundación “ L eón C adogan”, C E A -
los blancos en la región. D U C , C EPA G . Asunción.

222
C E B O L L A B A D I E , M . 2000. E l conocimiento M A R T Í N E Z C R O V E T T O , R. 1968. La alimenta-
mbya-guaraní de las aves. Nomenclatura y ción entre los Indios Guaraníes de M isiones
C lasificación. Suplemento Antropológico, (República Argentina). Etnobiológica, 4.
35(2): 9-188. M O N T E N E G R O , R. 2003. Determinación del te-
C E B O L L A B A D I E , M . 2005. Ta’y ñemboarái. La rritorio que necesitan dos comunidades mbya
miel en la cultura mbya-guaraní. Tesis de guaraní para satisfacer sus necesidades vitales
D E A , Programa de D octorado en A ntro- en función del impacto ambiental producido en
pología Social, D epartamento de A ntropo- la zona por empresas madereras y cazadores
logía Social e H istoria de A mérica y (Zona de la Reserva de la Biosfera de Yabotí,
Á frica, Universidad de Barcelona. Misiones). Fundación para la D efensa del
C O S TA - N E T O , E . M . 1998. Folk taxonomy A mbiente, E quipo N acional de Pastoral
and cultural significance of “abeia” (Insecta, Aborigen. Córdoba (Arg.)
H ymenoptera) to the Pankarare, North- N O E L L I S I LVA , F. 1999. C urt N imuendajú e
eastern Bahia State, Brazil. Journal of Eth- A lfred M étraux. Suplemento Antropológico,
nobiology, 18(1): 1-13. 34(2): 123-166.
D ESC O L A , P. Y P Á LSS O N , G . 2001. Naturaleza P O SE Y , D . 2002. Kayapó ethnoecology and cul-
y sociedad. Perspectivas antropológicas, Siglo ture. Routledge, L ondon.
X X I. M éxico. S C H UST E R , A . 1929. Paraguay. Land, Volk, Ge-
G O R O SI T O K R A M E R , A . Y C E B O L L A B A D I E , schichte, Wirtschaftsleben und Kolonisation.
M . 1997. C lasificaciones y prácticas aborí- Strecker und Schröder. Stuttgart.
genes. Informe Proyecto Plantas M edici- S C H WA R T Z - F I L H O , D ., L A R O C A , S. Y M A L -
nales A rea G uaraní. Subproyecto K O WSK I , S. 2009. Livro vermelho da fauna
Secretaría de Investigación y Posgrado, Fa- ameaçada no estado do Paraná. D isponible
cultad de H umanidades y C iencias Socia- online en <http://celepar7.pr.gov.br>. A c-
les, U N a M , en Primer taller de la biosfera ceso em 22 de E nero de 2009.
Yabotí. Comité M A B Argentino, Presiden- S O U Z A , R., Y U YA M A , L ., A G U I A R , J. Y O L I -
cia de la N ación. Buenos A ires. V E IR A , F. 2004. Valor nutricional do mel e
H O L Z , S. Y P L A C C I , G . 2005. Raízes socioeco- pólen de abelhas sem ferrão da região ama-
nômicas da perda da diversidade em M i- zônica. Acta Amazonica, 34(32): 333-336.
siones. En: C . G alindo- L eal y I. G .
C âmara (eds.): Mata Atlântica. Biodiversi-
dade, ameaças e perspectivas, pp. 207-226.
Fundação S O S M ata A tlântica/ Conserva-
ção Internacional. Belo H orizonte.
L É V I -S T R A USS, C . 1971. Mitológicas: de la miel
a las cenizas. Fondo de Cultura E conómica.
M éxico.

223
CONOCIMIENTO, CREENCIAS Y
UTILIZACIÓN DE LA MASTOFAUNA
POR LOS POBLADORES DEL PARQUE
ESTATAL DE LA SIERRA DE CONDURU,
BAHÍA, BRASIL
Gabriela Cunha Ribeiro49 y Alexandre Schiavetti50

INTRODUCCIÓN 2000). Sin embargo, el uso y conservación


de la biodiversidad, y en particular, de los re-
L as relaciones construidas entre el cursos faunísticos, son bastante controver-
hombre y el ambiente son establecidas a tra- tidos. O lsson et al. (2004) aseguran que el
vés de cinco bases conectivas: humano/mi- manejo de los recursos por estas sociedades
neral, humano/vegetal, humano/animal, puede provocar un incremento de la diver-
humano/sobrenatural y humano/humano sidad biológica y de la resiliencia del ecosis-
(M arques, 1995). En este sentido, el vínculo tema. E ntre tanto, O lmos et al. (2001)
existente entre los seres humanos y las es- piensan lo contrario, que la mayoría de las
pecies animales puede ser estudiado desde culturas explota algunas especies de forma
diferentes perspectivas, siendo algunas de insostenible. Según Redford (1997), este úl-
estas: la percepción cultural que se tiene timo tipo de manejo puede causar una dis-
sobre las especies, los sistemas de clasifica- minución directa o indirecta de la fauna y
ción que se establecen para organizar los un cambio en la estructura de la vegetación.
animales ( M arques, 1991; Costa- N eto y Las poblaciones humanas poseen innu-
Pacheco, 2004) y los conocimientos bioló- merables formas de utilizar los animales. La
gicos y ecológicos que tienen las personas más común y relevante para el manejo de
sobre la fauna (Begossi et al., 2004), entre áreas naturales tiene que ver con el uso de
otros aspectos. las especies con fines alimentarios, inclu-
A través de su relación con el ambiente, yendo su no-utilización debida a restriccio-
las poblaciones locales han desarrollado di- nes sociales y su uso como medicina
versas prácticas de manejo de los ecosiste- (Begossi et al., 1999). Según la “hipótesis de
mas basadas en el conocimiento ecológico la universalidad zooterapéutica” planteada
tradicional, la forma de ver y valorar el por M arques (1994), toda sociedad que pre-
mundo y en las estrategias socioculturales senta un sistema médico desarrollado uti-
para generar, acumular, interiorizar y trans- liza recursos faunísticos con propósito
mitir esos conocimientos (Berkes et al., curativos. Sin embargo, la utilización de re-

49
Bióloga, con maestría en Z oología por la Universidad Estatal de Santa Cruz (U ESC), Ilhéus, Bahía, Brasil. E -
mail: gabrielacribeiro@gmail.com
50
Profesor del D epartamento de C iencias Agrarias y A mbientales de la U ESC . E -mail: aleschi@uesc.br

224
cursos zooterapéuticos provenientes de es- ( M inisterio de M edio A mbiente, 2000;
pecies amenazadas de extinción puede cau- M oura, 2003), la mayor parte de los traba-
sar un impacto negativo sobre las jos etnobiológicos llevados a cabo han sido
poblaciones silvestres (Costa- Neto, 1999). entre poblaciones humanas y la fauna
Aspectos culturales pueden dirigir el acuática ( A larcon y Schiavetti, 2005;
uso o no uso de los recursos faunísticos. Por C osta, 2006; Burda, 2007; C aló, 2007).
ejemplo, los tabúes pueden tener importan- D ebido a la escasez de estudios con enfo-
cia ecológica, porque limitan y definen el que etnoconservacionista dirigidos hacia la
uso de recursos en los ecosistemas, contri- mastofauna del Parque Estatal de la Sierra
buyendo a la protección de algunas especies del Conduru (P ESC), y la importancia que
(Colding y Folke, 1997). Según Colding y tiene estudiar las relaciones entre el hu-
Folke (2000), los tabúes pueden ser clasifi- mano y los mamíferos, se decidió identifi-
cados en seis categorías: a) tabúes segmen- car las bases conectivas y el conocimiento
tarios, que regulan la utilización de los que tienen los pobladores locales acerca de
recursos bajo ciertas condiciones específi- los mamíferos que viven en esta región.
cas; b) tabúes de método, con los que se E n el siguiente texto se presentan y
controla la extracción de los recursos; c) ta- discuten los resultados sobre la percepción,
búes de historia de vida, que restringen el uso y conocimiento que tienen los pobla-
uso de especies dependiendo de los estadios dores del Parque E statal de la Sierra del
del ciclo de vida; d) tabúes temporales, que Conduru (P ESC) acerca de las especies de
restringen el acceso al recurso en algunos mamíferos que habitan en el Parque.
periodos del año; e) tabúes de hábitat, que
restringen el acceso y uso de los recursos en ÁREA DE ESTUDIO
el tiempo y espacio; y f ) los tabúes especie-
específicos, que confieren total protección E l Parque Estatal de la Sierra del Con-
a las especies en el tiempo y espacio. duru (P ESC) es una Unidad de Conserva-
La utilización de la mastofauna silves- ción de Protección Integral. Está regulado
tre como fuente alimentaria es común en por los objetivos y criterios de manejo esta-
varias regiones de Brasil (Sanches, 2004; blecidos por el Sistema Nacional de Unida-
Pedroso-Júnior y Sato, 2005). Según Red- des de Conservación (SN U C), ente
ford (1997), la caza de subsistencia es una gubernamental encargado de plantear las
de las mayores causas de reducción directa directrices y normas para la creación, im-
de la fauna en la que se puede desencadenar, plementación y gestión de Unidades de
incluso, un impacto negativo más grande Conservación brasileñas ( M inisterio do
que el generado a partir de la caza comercial M eio A mbiente, 2006). Por otro lado, el
y legal, ya que la caza de subsistencia puede Parque se encuentra ubicado en la categoría
tener un volumen más grande de captura II de la Unión Internacional para la Con-
que el de las cacerías comerciales y legales. servación de la Naturaleza (I U C N , 2008).
E n el estado de Bahía, la utilización de Creado en 1997, con 9.275 hectáreas, el
la mastofauna silvestre como recurso me- P ESC se ubica al sur del estado de Bahía,
dicinal fue estudiada por C osta- N eto Brasil, y abarca los municipios de Ilhéus, Ita-
(1999). E ntre tanto, en la región sur del es- caré y Uruçuca (Figura 1). Está enclavado en
tado de Bahía, que destaca por su riqueza la Foresta o M ata A tlántica, caracterizada
y endemismo, sobre todo de mastofauna por tener una vegetación predominante-

225
mente ombrófila densa submontana, que del Corredor C entral de Foresta A tlántica
presenta diversos estadios sucesionales, y con en el sur de Bahía, destacó la importancia
una alta riqueza de especies –record mun- del P ESC para el mantenimiento de la bio-
dial de especies arbóreas– (M artini et al., diversidad de este grupo de animales. Ade-
2007). Posee fragmentos de bosques bajo di- más, la región se caracteriza como una área
ferentes niveles de perturbación y tres clases prioritaria para la conservación (M inistério
de unidades de paisaje: áreas alteradas, áreas do M eio A mbiente, 2000)
en regeneración y áreas naturales, siendo la Aunque haya sido creado en 1997, la
clase áreas alteradas la que ocupa la mayor población residente no ha sido totalmente
parte del territorio, (aproximadamente el sacada del interior del P ESC debido a la
68% del área del parque). lenta despropiación y regularización de la
E n un inventario biológico realizado tierra. D e acuerdo con el Plan de M anejo
por la Secretaría Estatal de M edio A m- de esta Unidad de Conservación, la pobla-
biente y Recursos H ídricos del estado de ción debería estar constituida por 48 nú-
Bahía, se registró la presencia de 39 espe- cleos familiares distribuidos en tres
cies de mamíferos, cuatro endémicas de la categorías sociales: colonos, propietarios
Foresta o M ata A tlántica, y, entre las arbo- que residen en el lugar y siembran la tierra
rícolas, cuatro amenazadas de extinción de modo familiar y propietarios no-resi-
(Bahia, 2005). Moura (2003), al verificar la dentes pero que mantienen trabajadores en
composición de comunidades de mamífe- la propiedad (Bahia, 2005).
ros en áreas remanentes forestales a lo largo

Figura 1. U bicación del área de estudio: Parque Estatal de la Sierra del Conduru, sur de Bahía, Brasil.

226
MATERIALES Y MÉTODOS Unión de Diversas Competencias Indivi-
duales ( H ays, 1976 en M arques, 1991).
Se realizó la colecta de datos en dos Para el análisis de cómo se emplean las es-
etapas. L a primera, entre agosto y noviem- pecies de mamíferos se utilizó el enfoque
bre de 2006, en la que se abordó a la po- de la Etnoecología Inclusiva, propuesta
blación local a través de entrevistas libres por M arques (1995). L as conexiones re-
para establecer un ambiente de confianza gistradas entre los individuos y los anima-
entre el entrevistador y el entrevistado. L a les fueron divididas en cinco tipos:
segunda etapa fue llevada a cabo entre no- conflictivo, estético, medicinal, social-afec-
viembre de 2006 y julio de 2007. Consistió tivo y trófico.
en la aplicación de entrevistas semiestruc- E l material etnográfico está almace-
turadas a pobladores (colonos, propietarios nado en el Programa de Posgrado en Z o-
residentes, trabajadores de haciendas, cam- ología de la Universidad Estatal de Santa
pesinos que viven en la zona de amortigua- Cruz, Ilhéus, Bahía.
miento y aquellos que utilizan de uno u
otro modo los recursos naturales del par- RESULTADOS Y DISCUSIÓN
que) y expobladores del P ESC .
Se realizaron entrevistas a 44 personas ETNOCLASIFICACIÓN DE LOS
(9 mujeres y 35 hombres) de entre 22 y 80
MAMÍFEROS
años de edad, residentes desde hace entre
11 y 76 años. E l 50% (22) de los entrevis-
Según los individuos entrevistados, los
tados fueron encuestados en varias opor-
mamíferos son clasificados en dos catego-
tunidades. A cada uno se les presentó un
rías semánticas: “caza”, que corresponde a
catálogo con fotografías de especies de ma-
todos los mamíferos silvestres, incluyendo
míferos, elaborado con figuras obtenidas
aquellos que no son utilizados como fuente
de la “ G uía ilustrada de mamíferos de
alimentaria. L os pobladores los caracteri-
Bahía” (Freitas y Silva, 2005), con el pro-
zan como “los [animales] que están en el
pósito de que identificaran las especies que
bosque”; y “animales”, que se refiere, ade-
conocían. Se preguntó sobre temas rela-
más de los animales, a los mamíferos do-
cionados con la biología de los mamíferos,
mésticos, siendo que en esta categoría los
restricciones alimentarias, uso medicinal y
entrevistados se refirieron principalmente
supersticioso. Todo y cualquier otro cono-
a los animales de trabajo, como el asno y el
cimiento fue registrado.
caballo (Figura 2).
E n general, los pobladores del P ESC
Como señala Turbay (2002), la manera
practican la agricultura como principal ac-
en que los animales son clasificados repre-
tividad económica. C on respecto al nivel
senta los papeles que estos desempeñan en
de escolaridad, 14 entrevistados nunca es-
una determinada sociedad. E l conoci-
tudiaron, 18 no concluyeron la educación
miento presentado por los entrevistados se
fundamental y uno ha concluido la educa-
mostró bastante amplio, teniendo corres-
ción media; 11 entrevistados no informa-
pondencia con la literatura científica (Ri-
ron sobre su escolaridad.
beiro, 2008).
L a transcripción de las entrevistas fue
realizada de forma integral y los datos fue-
ron analizados siguiéndose el Modelo de

227
Figura 2. E jemplos de mamíferos incluidos en las categorías de clasificación “caza” y “animales” en la región del
Parque Estatal de Sierra de Conduru. L a señal “?” indica el taxon no verbalizado equivalente a mamíferos.

CONEXIONES SER HUMANO/ L os entrevistados también citaron la


ANIMAL utilización de cebos para la captura del cer-
coleto o kinkajú (Potos flavus Shreber,
1774) y trampas de espera, como la “rato-
CONEXIÓN TRÓFICA eira” que consiste en un cajón de rejilla de
hierro con una puerta corrediza que se ac-
L a conexión de tipo trófica ha sido la tiva cerrándose una vez el animal entra a
más evidente en este estudio. Por ejemplo, comer el cebo. D e 44 individuos entrevis-
en la Figura 3 se puede detallar un armadi- tados, nueve (20%) aún siguen cazando o
llo capturado para consumo humano. Apa- cazaron en un periodo no inferior a cinco
rentemente, los demás tipos conectivos son años, otros 22 (50%) han cazado hace más
consecuencia de la actividad cinegética para de cinco años y 13 (30%) dijeron nunca
la alimentación de los pobladores. A pesar haber cazado. A pesar de ser un tipo de ac-
de que la caza está prohibida en la L ey 9985 tividad predominantemente masculina,
de 2000, del SN U C (M inistério do M eio tres mujeres afirmaron que alguna vez ha-
Ambiente, 2006), la captura de mamíferos bían practicado la caza, al mismo tiempo
silvestres para consumo aún ocurre en el que revelaron tener conocimientos etno-
área del P ESC , principalmente con el auxi- biológicos sobre los animales.
lio de armas de fuego y perros de caza, que,
en su mayoría, son adiestrados para cazar
determinadas especies. Los perros más uti-
lizados son los que cazan la paca (Cuniculus
paca Linnaeus, 1758).

228
Figura 3. Armadillo (Dasypus novemcinctus L innaeus, 1758) capturado para el consumo en la región del Par-
que Estatal de la Sierra del Conduru, Bahía, Brasil.

La periodicidad de las actividades cine- naeus, 1758), picure o agutí brasileño (Das-
géticas varió entre los entrevistados, ya que yprocta leporina L innaeus, 1758) y coatí
dos dijeron que cazaban sólo los fines de se- (Nasua nasua Linnaeus, 1766). Dos entre-
mana, mientras que otros dos dijeron que vistados que cazan frecuentemente, dijeron
cazaban en días alternados. E n general, que no capturaban “ratas” ni cánidos; otro
todos mencionaron que dependían de la entrevistado relató no cazar primates.
caza. Santos (2000) afirma que en la zona de Se registraron también los períodos de
amortiguamiento de la Reserva Biológica de caza para determinadas especies. Por ejem-
Una, también localizada al sur de Bahía, el plo, para P. flavus, se mencionó que prefieren
42% de las familias entrevistadas desarrolla- capturarlo en los meses de junio y julio por-
ban la caza, siendo ésta más frecuente entre que presenta mayor cantidad de grasa. Tanto
pequeños propietarios rurales y en periodos el perezoso de collar (Bradypus torquatus Illi-
de tiempo más cortos entre un día y otro. ger, 1811) como el perezoso de tres dedos
Tres entrevistados que viven en el en- (Bradypus variegatus Schinz, 1825) no son
torno del P ESC relataron que realizaban cazados cuando están con crías. Según cua-
grandes cacerías los fines de semana, lle- tro de los entrevistados, cuando las hembras
gando a participar hasta siete personas en se sienten amenazadas, exhiben sus crías para
una jornada; estas cacerías eran llevadas a que los individuos “desistan de perseguirlas”.
cabo donde actualmente es P ESC . Por su O tros factores, como las restricciones
parte, los ex-cazadores relataron no haber alimentarias, delimitan las actividades ci-
capturado un animal en especial, tratándose, negéticas en el P ESC . A lgunas creencias
por tanto, de una caza generalista. D e todos regulan la periodicidad de esta actividad,
modos, mencionaron preferencia por los si- tales como la creencia en seres mitológicos
guientes animales: paca, cercoleto, pecarí y el establecimiento de fechas específicas.
(Pecari tajacu L innaeus, 1758), armadillo L a selección de especies capturadas parece
común (Dasypus novemcinctus L innaeus, estar relacionada, principalmente, con res-
1758), armadillo de seis bandas (Euphrac- tricciones alimentarias y de uso medicinal,
tus sexcinctus Linnaeus, 1758), armadillo de y, en segundo plano, con aspectos afecti-
cola desnuda (Cabassous unicinctus L in- vos y conflictivos.

229
Se registraron restricciones alimenta- D e las especies con algún tipo de res-
rias para 15 especies de mamíferos silves- tricción alimentaria, se destacan el puerco
tres ( Tabla 1). L as restricciones para el espín occidental (Sphiggurus insidiosus O l-
consumo de estos animales ocurren porque fers, 1818) y el puerco espín negro (Chae-
a los individuos se les considera “remosos”, tomys subspinosus O lfers, 1818). L os
es decir, dañinos para la salud humana, entrevistados relataron no utilizarlos fre-
siendo de este modo relacionados con un cuentemente como alimento por conside-
determinado período, situación o condi- rarlos muy “remosos”. E l tabú de método
ción de preparar el animal para su con- fue otro factor que se citó para estas espe-
sumo. L as circunstancias de restricción que cies, tal como es reflejado en la siguiente
regulan la utilización del recurso en situa- frase: “una caza que es necesario saber tra-
ciones específicas son caracterizadas como tarla” ( D ., 30 años); además, se les consi-
tabúes segmentares. L as condiciones para dera una caza de sabor desagradable: “ L a
el no-consumo de estas especies fueron: peor caza que hay” (A ., 68 años).
heridas, cortes, enfermedades, menstrua-
ción, embarazo y postparto, los entrevista- O tro tipo de restricción también fue
dos indicaron diferentes períodos para que registrado para el consumo de carne de ar-
la especie pudiese ser consumida otra vez: madillo, según un entrevistado: “Se queda
de seis meses hasta un año y medio. siete meses con el cuerpo abierto” ( G ., 66
Se registró un tabú temporal, que res- años), queriendo decir que quien los con-
tringe el acceso a perezosos en determinado sume queda susceptible de adquirir cual-
periodo. Según los entrevistados, las hembras quier enfermedad.
de estos animales poseen un ciclo menstrual Se han registrado tabúes para el con-
semejante al de la mujer y, por tanto, no se sumo de algunas especies de mamíferos
consumen cuando están “menstruadas”. domésticos, especialmente los perros: uña
También se identificaron tabúes de del perezoso “Tan remosa que el perro no
método, que regulan la forma de extracción puede comerla” ( M .I., 66 años), panza de la
del recurso, es decir, aquellos que para pre- paca: “Malo para el perro” ( J. T, 66 años) y
parar la especie cazada se necesita un co- puerco espín “La perra parida no puede
nocimiento especializado sobre qué partes comer ni la carne” ( J. T., 66 años).
pueden o no ser aprovechadas; inclusive, se Los tabúes segmentares fueron los más
citaron reglas, tales como no manipular los frecuentes en la región del P ES C . Todas
animales cazados dentro de la casa, no ca- las especies bajo restricción alimentaria
minar por encima del animal (por parte de están en esta categoría de tabú y algunas
la mujer), no tratar el animal en determi- de ellas asociadas a tabúes temporales o de
nados períodos de la vida de una persona método. Según Colding y Folke (2001), los
(p. ej. menstruación y postparto), y tam- tabúes segmentares, de métodos y tempo-
poco tirar los restos de la caza a la corriente rales poseen la misma función para la con-
del río. Esas restricciones fueron conside- servación: reducen la caza y la presión
radas tabúes de método porque el recurso sobre las especies silvestres, pudiendo con-
es obtenido del ambiente sólo cuando exis- servar, por ejemplo, poblaciones locales.
ten personas capacitadas y con conoci- M c D onald (1977 en Pezzuti, 2004) des-
miento para capturarlo y prepararlo para el cribió que los tabúes segmentares podrían
consumo humano. disminuir la presión sobre algunas especies

230
N ivel de
Nombre común local/ T ipo del de
Especie conservación
en castellano tabú citaciones
IU C N
Illiger, 1811 Preguiça-
Segmentar/
Bradypus torquatus de-coleira / 9 EN
Temporal
Perezoso de collar
Bradypus variegatus Segmentar/
Preguiça /Perezoso 9 LC
Schinz, 1825 Temporal

Cuniculus paca Segmentar/


Paca /Paca 3 LR
(L innaeus, 1758) M étodo

Pecari tajacu
C aititu /Pecari Segmentar 1 LR
(L innaeus, 1758)

Sphiggurus insidiosus Luís-caixeiro-amarelo Segmentar/


26 LC
( O lfers, 1818) /Puerco espín occidental M étodo

Chaetomys subspinosus Luís-caixeiro-preto


Segmentar 23 VU
( O lfers, 1818) /Puerco-espín-negro

Tamandua tetradactyla Tamanduá


Segmentar 8 LC
(L innaeus, 1758) / O so hormiguero

Dasypus novemcinctus Tatu-verdadeiro /Arma-


Segmentar 6 LC
L innaeus, 1758 dillo de nueve bandas

Euphractus sexcinctus Tatu-peba / Armadillo


Segmentar 7 LC
(L innaeus, 1758) de seis bandas

Cabassous unicinctus Tatu rabo de couro /Ar-


Segmentar 9 LC
(L innaeus, 1758) madillo de cola desnuda

Didelphis aurita
Saruê / Comadreja Segmentar 1 LR
( W ied- Neuwied, 1826)

Nasua nasua
Q uati / Coatí Segmentar 1 LR
(L innaeus, 1766)

Dasyprocta leporina
Cutia /Picure Segmentar 1 LR
(L innaeus, 1758)

Mazama gouazoubira
Corso / Venado Segmentar 1 DD
(Fischer, 1814)

Cerdocyon thous
Raposa / Z orro perruno Segmentar LC
(L innaeus, 1766)

Tabla 1. Especies de mamíferos con restricción alimentaria en la región del Parque Estatal de la Sierra del
Conduru, Bahía, Brasil. EN: E n peligro, VU: Vulnerable, LC: Poca preocupación, LR: Bajo riesgo,
DD: D atos deficientes.

231
cinegéticas hasta en un 80%. E ste autor dos como recursos medicinales en la región
consideró que los tabúes reducen el nú- del P ES C , distribuidos en cuanto al nú-
mero de personas que comparten el pro- mero de enfermedades tratadas y cantidad
ducto de la caza y que, por tanto, los de partes corporales empleadas. L a paca
cazadores tendrían menos necesidad de fue la especie más citada como recurso me-
cazar por algún tiempo; los animales caza- dicinal, siendo recomendada para el trata-
dos podrían ser más pequeños y el impacto miento de 13 tipos de enfermedades. D e
sobre las especies de gran porte y baja tasa los 44 entrevistados, 28 mencionaron algún
reproductiva, sería menor. Bodmer y Ro- uso medicinal, sucediendo que algunos ci-
binson (2004) expresaron que las especies taron más de un tratamiento en el que se
con altas tasas reproductivas, longevidad utilizan recursos zooterapéuticos obteni-
más corta y menor tiempo de generación dos de la paca ( Tabla 2).
son menos susceptibles a la caza, y también D e las especies citadas por los entre-
cuando es practicada excesivamente. L os vistados, dos están amenazadas de extin-
mamíferos aparecen como el grupo taxo- ción: B. torquatus y C. subspinosus. Para el
nómico comúnmente más protegido por uso medicinal los entrevistados no estable-
tabúes especie-específicos entre las pobla- cieron diferencia entre las dos especies de
ciones que utilizan recursos locales (Col- perezosos, las tres de armadillos y las dos
ding y Folke, 1997). L a existencia de de puerco espín.
apenas un tipo de tabú que sea capaz de También se observó el uso de recursos
proteger completamente las especies, como zooterapéuticos para el tratamiento de ani-
los tabúes especie-específicos, no ha sido males domésticos, principalmente de pe-
registrada en el P ESC , sin embargo, la aso- rros: los pelos y el cuero de perezoso son
ciación entre dos o más categorías de ta- utilizados para facilitar el alumbramiento
búes puede estar contribuyendo a reducir de las crías, mientras que los pelos del
la presión sobre las especies de mamíferos puerco espín se emplean para los perros
bajo ese tipo de restricción. que están “bromados”, es decir, que perdie-
Pezzuti (2004) identificó que estudios ron la habilidad de cazar. Esto se evidenció
sobre los tabúes alimentarios en Amazonía en las siguientes afirmaciones:
y en la F loresta A tlántica demuestran la re-
lación entre el tabú y el hábito alimentario “Hacer un ahumador con el cabello del pere-
carnívoro de los animales bajo restricción. zoso y darlo junto con el cuero, para el animal
No obstante, de las especies que poseen res- cuando está cerca de parir y no logra hacerlo;
tricciones alimentarias en la región del también se hace té” (E ., 22 años).
“Se hace un ahumador con las espinas del
P ESC , apenas una es omnívora/carnívora,
puerco espín para el perro bromado” ( D .,
lo que puede representar una particularidad
30 años).
de la región, demostrando la importancia de
no generalizarse estos mecanismos de con-
sumo a todas las especies.

CONEXIÓN MEDICINAL
Se registraron 11 especies de mamífe- Tabla 2. M amíferos utilizados como recursos medi-
ros como recursos medicinales ( Tabla 2). cinales por los pobladores del Parque Estatal de la
L a Tabla 3 muestra los mamíferos utiliza- Sierra del Conduru, Bahía, Brasil.

232
Nombre Parte Tratamiento/
Especie M odo de uso
común utilizada Finalidad
Bradypus spp. Perezoso Pelo D errame cerebral A humado
Problemas o do- Sentarse sobre el
Cuero
lores en la espalda cuero
Cólica renal Tostar y tomar en
Uña
(dolor) agua tibia
D olor de espalda Freír y pasarla en el
G rasa
Reumatismo área adolorida
Poner la cola dentro
D asypodidae Armadillo Cola D olor de oído
del oído
Oso
Tamandua tetradactyla Pelo D errame cerebral A humador
hormiguero
Cuero Verrugas ...
Tostar, moler y
H ígado Asma
tomar en agua tibia
Chaetomys subspinosus Puerco Pelo
D errame cerebral A humado
Sphiggurus insidiosus espín (espinos)
E nfermedad de
C arne Comer la carne
las calles ( D S T )
Cuniculus paca Paca Pelo D errame A humado
Poner unas gotas en
Bilis Picadura de
agua o aguardiente y
(fiel) serpiente.
tomar
Picadura de es-
corpión
Freír y pasar en el
M agulladura
área afectada
M ezclar con aguar-
Reumatismo
diente y tomar
Mezclar con aguar-
D iabetes
diente o agua y tomar
Mezclar con aguar-
Problema renal
diente o agua y tomar
Mezclar con aguar-
Espalda
diente o agua y tomar
Mezclar con aguar-
H ernia
diente o agua y tomar
A nti-inflamatorio …

233
A ntibiótico …
Pele Asma Tostar y tomar
Picadura de ser- Freír y pasar en área
G rasa
piente afectada
Hydrochoerus hydro-
C apibara Pelo D errame cerebral A humado
chaeris
C alentar y pasar en
G rasa Reumatismo
el local
G enitales A nticonceptivo o
Didelphis aurita Comadreja de la analgésico para el Tomar el líquido
hembra alumbramiento
Auxilia el alum-
G rasa M asajear
bramiento
Para que la mujer
M arsupio Colgar en el cuello
produzca leche
Mazama gouazoubira Venado Uña D errame cerebral A humado
Freír y pasar en el
Cerdocyon thous Raposa G rasa Reumatismo
área afectada

Tabla 3. M amíferos utilizados como recursos medicinales en la región del Parque Estatal de la Sierra del Con-
duru, distribuidos en cuanto al número de enfermedades tratadas y cantidad de partes corporales empleadas.

Partes Número Número de


de enfer- entrevistados
O rden Especie Nombre común usa-
medades (número de
das tratadas citaciones)*

Bradypus spp.** Pere-


Xernarthra Perezoso 4 5 10 (14)
zoso
D asypodidae** Armadillo 1 1 3 (3)
Tamandua tetradactyla Oso-hormiguero 3 3 4 (4)
Chaetomys subspinosus
Rodentia Puerco-espín 2 2 15 (16)
Sphigurus insidiosus
Cuniculus paca Paca 4 13 28 (42)
Hydrochoerus hydrochaeris C apibara 2 2 2 (2)

D idelphi-
Didelphis aurita Comadreja 3 3 3 (3)
morphia

Artiodactyla Mazama gouazoubira Venado 1 1 1 (1)


C arnívora Cerdocyon thous Raposa 1 1 1 (1)
*A lgunos entrevistados citaron más de un tratamiento o producto zooterapéutico para la misma especie.
**Para el uso medicinal, los entrevistados no hicieron distinción entre las especies de perezosos y armadillos.

234
Costa- Neto (1999) también registró el muy perseguido, las personas utilizan su
uso de zooterapéuticos para el tratamiento carne como fuente alimentaria y las demás
de perros de caza en comunidades tradi- partes que no son consumidas, como por
cionales del Estado de Bahía, pero los re- ejemplo, la bilis (Figura 4) y la grasa, como
cursos eran el cuero del oso hormiguero y recursos medicinales.
la caparazón de armadillos.
C omparando los dados obtenidos en
la región del P ESC , donde 11 especies de
mamíferos son utilizadas con finalidad
medicinal, con el estudio de C osta- N eto
(1999), que registró un numero tres veces
mayor (33 especies) de mamíferos utiliza-
dos como recurso medicinal en Bahía,
puede ser resultado, de acuerdo con lo que
afirman Pinto et al. (2006), de que debido
a la frecuencia con que los moradores visi-
tan la ciudad acaban siendo comunes las
visitas al médico y el consumo de fárma-
cos de la medicina preventiva. También
puede argumentarse que puede deberse a
las nuevas creencias religiosas (evange-
lismo) que impiden la continuidad de las
prácticas medicinales tradicionales y la cre-
encia en ese tipo de tratamientos. O tras Figura 4. Bilis de paca, parte del mamífero más uti-
posibles explicaciones serían la disminu- lizada como recurso medicinal en la región del Par-
ción local de la riqueza de mamíferos y el que Estatal de la Sierra del Conduru, Bahía, Brasil.
uso de aquellos animales que aún se en-
cuentran con cierta facilidad en el área por
parte de los pobladores. Además, para un mismo tratamiento se
A l contrario de lo que ha sido regis- utilizan las mismas partes de diferentes es-
trado por Pezzuti (2004) en otras regiones pecies, como por ejemplo, las pieles de ca-
de la F loresta A tlántica y la A mazonía, pibara (Hydrochoerus hydrochaeris Linnaeus,
donde la especie más importante en térmi- 1766), puerco espines, pacas, osos hormi-
nos medicinales, es evitada sistemática- gueros, mieleros o tamandúas (Tamandua
mente, en este estudio la especie más tetradactyla L innaeus, 1758) y perezosos,
importante como recurso medicinal, la paca, para el tratamiento de accidentes vasculares
también fue una de las más citadas como cerebrales (derrame cerebro-vascular). Esta
especie-objetivo. Para el mismo autor, la información puede indicar que existe un
fuerte aversión hacía el consumo del animal mecanismo de conservación de especies a
puede ser considerada adaptativa, sin em- medida que la diversificación de usos dis-
bargo, lo que puede estar ocurriendo en la minuye la presión sobre una única especie,
región del P ESC es la maximización del o también que exista una adaptación de la
uso de los recursos cinegéticos por parte de población local a la ausencia de alguno de
los cazadores. Como la paca es un animal los recursos (o de una sola especie). Se en-

235
tiende que si la población de determinada dos son el pecarí y los armadillos, que ata-
especie comienza a decrecer, otras más co- can principalmente los cultivos de yuca
munes serán utilizadas. (Manihot esculenta C rantz). Un entrevis-
E l conocimiento local sobre la repro- tado citó al cercoleto como causador de
ducción de la comadreja o zarigüeya ore- perjuicios a los cultivos de cacao (Theo-
juda (Didelphis aurita W ied- N euwied, broma cacao L innaeus); otra persona men-
1826), refleja el modo en que esta especie es cionó al venado (Mazama gouazoubira
usada en la medicina popular local, pues se Fischer, 1814) como causante de daños a
cree que las hembras no sienten dolor como varios cultivos agrícolas.
los demás animales cuando dan a luz. L os Según Lobão (2006), el pecarí es una de
entrevistados dicen que las crías se desarro- las especies que genera conflictos con los
llan en una “bolsa” (el marsupio) “por fuera” campesinos, principalmente debido a los
y que, por tanto, ellas no alumbran, es decir, daños causados a la producción agrícola, to-
“los hijos ya son producidos del lado de mándose como medida de control la caza del
fuera de la hembra” (M .I., 66 años). animal. Este tipo de control también fue ha-
E n general, las especies carnívoras son llado en áreas de la F loresta A tlántica por
protegidas por tabúes y, a su vez, utilizadas Krüger (1999), en el Área de Protección
como recurso medicinal (Begossi, 2001; Ambiental de Guaraqueçaba, estado de Pa-
Pezzuti, 2004). Sin embargo, no se registró raná, Brasil. Los animales que dañan los cul-
dicha asociación en el área de estudio. D e tivos eran muchas veces cazados. En algunos
las diez especies de mamíferos del orden casos, los cultivos sirven como atrayente de
C arnívora que se identificaron en el inven- las especies cinegéticas. En el caso del P ESC,
tario de mamíferos del Plan de M anejo del los daños causados por las especies citadas no
P ESC , dos con hábito omnívoro fueron ci- parecen ser el principal motivo por el cual las
tadas: el zorro perruno o cangrejero (Cer- especies son cazadas, ya que el perjuicio cau-
docyon thous L innaeus, 1766), para uso sado por los mismos no ha sido considerado
medicinal y tabú alimentario, y el coatí (N. significativo por los entrevistados.
nasua) con tabú alimentario únicamente.
Una asociación semejante fue registrada C O N E X I Ó N ES T É T I C A
con respecto al puerco espín. L a utilización de la mastofauna con fi-
Si, por un lado son las especies más ci- nalidad estética no es una práctica común
tadas debido a la restricción alimentaria, por en el área del P ESC , ya que fueron obteni-
otro, sus partes se utilizan con fines medici- dos apenas dos registros de tipo conectivo,
nales, por tanto, no es posible decir que ape- ambos relacionados a la misma especie: B.
nas los tabúes de restricción alimentaria torquatus. E l uso de los pelos del perezoso
pueden emplearse para proteger determi- de collar para alisamiento de cabellos fue
nada especie en la región del P ESC . mencionado por un entrevistado. E n este
caso, el conocimiento sobre la morfología
C O N E X I Ó N C O N F LI C T I VA del animal ha sido asociado a una simpatía:
L os conflictos entre el humano y los “Se coloca el pelo (la parte negra) en la almo-
mamíferos son consecuencia de los daños hada para quedarse con el cabello bien igual al
causados por los segundos a las plantacio- de él” ( J. D ., 35 años). O tro relato fue sobre
nes agrícolas, afectando económicamente la confección de adornos producidos a par-
a los productores. L os animales involucra- tir del cuero de perezosos.

236
C O N E X I Ó N S O C I A L - A F E C T I VA Respecto con estas dos creencias, para
D e los entrevistados, 26 asintieron que no incurrir en sanciones, los entrevistados
capturaban las especies para tenerlas como mencionaron que no se debía cazar inne-
mascotas. L as principales especies citadas cesariamente sino únicamente cuando ver-
fueron pecarí, cercoleto, paca, puerco espín daderamente se necesitara. Así, por tener
(ambas especies), coatí, perezoso de collar miedo de los castigos divinos por cazar en
y el tití (Callitrix spp.). Muchas veces estos fechas religiosas y por las “correctivos” apli-
animales son mantenidos dentro de las cados por la caipora, las personas dejan de
casas, o se les permite que queden sueltos; cazar frecuentemente.
por ello los animales retornan al bosque. L as conexiones ser humano/sobrena-
L os animales citados como mascota tural se presentan como reguladoras de la
también se utilizan como alimento, sin actividad cinegética; pueden ser vistas
embargo, se prefiere no consumirlos sino como un tabú social temporal en la medida
más bien adoptarlos como animales de que pueden ejercer el papel de regulador
compañía. Erikson (2000 en V ining, 2003) de los recursos ( C olding y Folke, 2001).
sugiere que la decisión de adoptar anima- Sin embargo, debido al hecho de que
les silvestres como mascotas puede ser un pocos entrevistados citaron dicha cone-
esfuerzo para disminuir la culpa por la caza xión, puede ser que ese mecanismo no sea
y el consumo de estos animales. eficaz en la regulación de caza de la región.

CONEXIÓN SER HUMANO/ CONEXIÓN SER HUMANO/


SOBRENATURAL SER HUMANO

Se registraron datos acerca de la conexión L a comercialización de productos de


ser humano/sobrenatural: la “caipora”51 y los mamíferos silvestres en la región del
animales mal-asombrados52 en fechas religio- P ES C parece no ser una actividad fre-
sas, ambas referentes con la caza. Algunos en- cuente hoy día. L os entrevistados dijeron
trevistados, por miedo, no hablan de la caipora que los recursos alimentarios y medicina-
y aluden a este ser mítico como “la Coma- les muchas veces son compartidos entre los
dre”. Ellos creen que ese ser es “la dueña del vecinos. Sin embargo, se obtuvieron datos
bosque y de la caza”, siendo capaz de regular sobre la venta de animales para la alimen-
el uso de los recursos faunísticos y la periodi- tación. Según un entrevistado, el kilo de
cidad de la caza, y cuando alguien caza en de- carne de paca vale en el mercado cerca de
masía, por ejemplo, todos los días, “ella hace tres veces más que el kilo de carne bovina
que el cazador se pierda en el monte”. de primera calidad. O tro entrevistado dijo
L a prohibición de cazar durante la Se- haber vendido, en el año 1997, en la ciu-
mana Santa y los domingos fue citada por dad de Ilhéus, una cría de mono capuchino
dos entrevistados. Para ellos, generalmente de pecho amarillo (Cebus xanthosternos
las personas que cazan en estas fechas son W ied- Neuwied, 1826) capturado en la re-
“asombradas” por animales que les hablan. gión del P ESC para servir de mascota. L a

51
C aipora es una figura mitológica de origen amerindio concebida como protectora de los animales del bosque y
enemiga de los cazadores.
52
A nimales mal-asombrados son aquellos que presentan comportamiento diferente del común durante determinado
período, son capaces de hablar y son inmortales.

237
bilis de la paca es comercializada como re- poseen preferencia, principalmente ali-
curso medicinal por R$5,00 (equivalente a mentaria, por áreas con cultivos agrícolas
2,00 dólares americanos). Z apatos de cuero comparativamente con las áreas de bosque.
de P. flavus, fueron vendidos en el pasado E sta percepción es un factor impor-
por un entrevistado. tante para la verificación de la composición
La baja frecuencia de citaciones de ese de la mastofauna y sus alteraciones a lo
tipo de actividad puede ser un aspecto im- largo del tiempo. Es posible que la abun-
portante para la conservación de mamíferos dancia de ciertas especies en la región esté
en la región, ya que la comercialización de apenas disminuyendo y que un aumento de
recursos mastofaunísticos aumentaría la áreas cultivadas esté propiciando el au-
presión sobre esas especies. mento de otras especies. No obstante, el
hecho de que los entrevistados hayan men-
PERCEPCIÓN SOBRE LA cionado que los animales migran hacia
CONSERVACIÓN otras regiones, puede indicar la extinción
local de algunas especies, como la danta,
L os individuos entrevistados acreditan además de otros mamíferos.
que la reducción en el número de especies
y ejemplares de mamíferos se debe a mi- CONCLUSIONES
gración de los animales hacia otras regio-
nes, disminuyéndose la abundancia y no la E l conocimiento de los pobladores de
riqueza en el P ES C . L os entrevistados la región del P ESC sobre los aspectos bio-
creen que la composición de mamíferos no lógicos y ecológicos, así como las creencias
ha sido alterada desde el tiempo en que que tienen sobre de las especies de mamí-
ellos están asentados en la región sino más feros, reflejan cómo se relacionan con la
bien que en la actualidad existen pocos mastofauna local, empleada predominan-
avistamientos. L os cuestionados comenta- temente de modo utilitario, con finalida-
ron que casi no observan a los animales, des trófica y medicinal principalmente.
pero creen que estos aún están presentes en L a utilización de la mastofauna en la
el bosque, con excepción de la danta o tapir región se caracteriza por la existencia de
(Tapirus terrestris L innaeus, 1758), la cual tabúes y la ausencia de selectividad para la
anteriormente habitaba esta área. A lgunas captura. Por un lado, las restricciones so-
especies como P. flavus y P. tajacu, hoy son ciales y alimentarias hacia el uso de mamí-
más abundantes que en el pasado, atribu- feros pueden auxiliar la conservación de
yendo dicho aumento de las poblaciones estos animales o, al menos, disminuir la
de estas especies a la creación del P ESC y presión sobre ellos. E ntre tanto, la ausencia
la reducción de caza en la región (esta in- de selectividad para la captura de las espe-
formación pudo haber sido influenciada cies puede sobreponerse a los tabúes y ser
por la constante presencia de funcionarios considerada una amenaza para la conser-
del parque que cohíben la actividad de vación de mamíferos en el área, al tenerse
caza). Krüger (1999) también encontró en cuenta que algunas especies no son con-
una asociación entre el aumento de la sumidas debido a cuestiones culturales sino
abundancia y prohibición de la caza en que, más bien, tienen una finalidad medi-
mamíferos. Además, los pobladores de la cinal. Por tanto, estos mecanismos que im-
región del P ES C creen que los animales piden la desaparición faunística pueden no

238
ser muy eficientes para el mantenimiento B E G O SSI , A . 2001. Resiliência e populações
de la vida silvestre en la región por no re- neotradicionais: os caiçaras ( M ata A tlân-
gular completamente la utilización de ma- tica) e os caboclos (A mazônia, Brasil). En:
míferos, sobre todo por lo que respecta a A . C . D iegues y A . C . M oreira (eds.): Es-
paços e recursos naturais de uso comum, pp.
los que están amenazados de extinción.
205-236. N UPA U B/ USP. São Paulo.
L as reducidas o ausentes políticas guber- B E G O SSI , A ., C AS T R O , F. Y S I LVA N O , R. 2004.
namentales y normas sociales sobre la uti- E cologia humana e conservação. En: A .
lización de las especies como recurso Begossi (org): Ecologia de pescadores da
utilitario, pueden ser una amenaza aún más Mata Atlântica e da Amazônia, pp. 313-324
grande que para las demás especies no . H ucitec. São Paulo; N epam/ Unicamp.
amenazadas debido al valor adaptativo de C ampinas.
sus poblaciones. Si el gobierno incentiva la B E R K ES , F., C O L D I N G , J. Y F O L K E , C . 2000.
aplicación de estas prácticas culturales de Rediscovery of traditional ecological
manejo que restringen el uso de los mamí- knowledge as adaptive management. Eco-
logical Applications, 10(5): 1251-1262.
feros a partir de tabúes sociales y alimen-
B O D M E R , R. E . Y R O BI NS O N , J. G . 2004. A ná-
tarios, se estaría generando una alternativa lise da sustentabilidade de caça em flores-
viable para la conservación de mamíferos tas tropicais no Peru: estudo de caso. En:
en la región del P ESC . L . Cullen Junior, R. Rudran y C . B. Valla-
Este estudio ha permitido comprender dares-Padua (eds.): Métodos de estudos em
cómo se organizan y funcionan las alter- biologia da conservação e manejo da vida Sil-
nativas de manejo de la mastofauna por los vestre, pp. 593-629. Editora da U FPR. Cu-
pobladores de la región del P ES C . A su ritiba.
vez, da cuenta de algunas estrategias so- B U R D A , C . L . 2007. Análise ecológica da pesca e
cioculturales efectivas para la conservación do consumo de pescado por quatro comunida-
des de pescadores artesanais de Itacaré, Bahia.
de la fauna silvestre y que pueden ser des-
M áster T hesis. Universidade E stadual de
arrolladas por otras comunidades o imple- Santa Cruz. Ilhéus.
mentadas por los gobiernos locales. C A L Ó , C . F. F . 2007. Conhecimento ecológico
local e taxonômico dos peixes vermelhos (Acti-
REFERENCIAS nopterygii, Teleostei) pelos pescadores de Ilhéus,
BA. M aster T hesis. Universidade Estadual
A L A R C O N , D . T. Y S C H I AV E T T I , A . 2005. O de Santa Cruz. Ilhéus.
conhecimento dos pescadores artesanais de C O L D I N G , J. Y F O L K E , C . 1997. T he relations
Itacaré sobre a fauna de vertebrados (não among threatened species, their protection,
peixes) associados às atividades pesqueiras. and taboos. Conservation Ecology, 1(1): 6.
Revista de Gerenciamento Costeiro Integrado, D isponible online en <http://www.con-
4(3): 1-4. secol.org/vol1/iss1/art6/>.
B A H I A . 2005. Plano de manejo do Parque Esta- C O L D I N G , J. Y F O L K E , C . 2000. T he taboo sys-
dual da Serra do Conduru. Secretaria Esta- tem: lessons about informal institutions for
dual de M eio A mbiente e Recursos nature management. Georgetown Interna-
H ídricos. Salvador. tional Environmental Law Review, 12(2):
B E G OSSI , A ., SI LVA N O , R. A . M ., A M A R A L , B. 413-445.
D. Y O YA K AWA , O. T . 1999. Uses of fish and C O L D I N G , J. Y F O L K E , C . 2001. Social taboos:
game by inhabitants of an extractive reserve “invisible” systems of local resource man-
(upper Juruá, A cre, Brazil) Environment, agement and biological conservation. Eco-
Development and Sustainability, 1: 73-93. logical Applications, 11(2): 584-600.

239
C OSTA , R. C . S. 2006. Etnoecologia dos pescadores M E N D ES, F. R., M I K I C H , S. B., B I A N C O N I , G .
de Itacaré, Bahia, Brasil. M aster T hesis. Uni- V. Y P E D R O , W. A . 2005. M amíferos do
versidade Estadual de Santa Cruz. Ilhéus. município de Fênix, Paraná, Brasil: etnozo-
C O S TA - N E T O , E . M . 1999. “Barata é um santo ologia e conservação. Revista Brasileira de
remédio”: introdução à zooterapia popular no Zoologia, 22(4): 991-1002.
Estado da Bahia. U E FS. Feira de Santana. M I N IST É RI O D O M E I O A M BI E N T E . 2000. Ava-
C O S TA - N E T O , E . M . Y P A C H E C O , J. M . 2004. liação e ações prioritárias para a conservação
A construção do domínio etnozoológico da biodiversidade da mata atlântica e campos
“inseto” pelos moradores do povoado de sulinos. Conservação Internacional; Funda-
Pedra Branca, Santa Terezinha, Estado da ção S O S M ata A tlântica; Fundação Biodi-
Bahia. Acta Scientiarum Biological Sciences, versitas; Instituto de Pesquisas E cológicas;
26(1): 81-90. Secretaria do M eio Ambiente do Estado de
F R E I TA S, M . A . Y S I LVA , T. F. S. 2005. Guia São Paulo; Instituto Estadual de F lorestas.
ilustrado mamíferos na Bahia: espécies conti- M inistério do M eio A mbiente. Brasília.
nentais. USE B. Pelotas. M I N IS T É RI O D O M E I O A M BI E N T E . 2006. Sis-
I N T E R N A T I O N A L U N I O N F O R C O NSE RVA T I O N tema Nacional de Unidades de Conservação
O F N A T U R E - I U C N . 2008. Guidelines for da Natureza – SNUC: Lei nº 9.985, de 18 de
Applying Protected Area Management Cate- julho de 2000. M M A /SB F. Brasília.
gories. G land, Switzerland: I U C N . M O U R A , R. T. 2003. D istribuição e ocorrência
K R Ü G E R , A . C . 1999. Etnozoologia e caça de de mamíferos na M ata A tlântica do sul da
subsistência na Área de Proteção Ambiental de Bahia. En: P. I. Prado, E . C . L andau, R. T.
Guaraqueçaba, Paraná, Brasil. M aster T he- Moura, L . P. S. Pinto, G . A . B. Fonseca y K.
sis. Universidade Federal de São C arlos. N . A lger (orgs): Corredor de biodiversidade
São C arlos. da Mata Atlântica do sul da Bahia, C D -
L O B Ã O , E . S. P. 2006. Análise dos conflitos entre R O M . I ESB/ C I/ C A BS/ U F M G / U N I-
produtores rurais e mamíferos silvestres na re- C A M P. C ampinas.
gião cacaueira do sul da Bahia – Corredor cen- O L M O S, F., A L B U Q U E R Q U E , J. L . B., G A L E T T I ,
tral da Mata Atlântica. M aster T hesis. M ., M I L A N O , M ., C Â M A R A , I. G ., C O I M -
Universidade Estadual de Santa C ruz. Il- BR A - F I L H O , A . F., P A C H E C O , J. F., B A U E R ,
héus. C ., P E N A , C . G ., F R E I TAS, T. R. O ., P I Z O ,
M A R Q U ES, J. G . W . 1991. Aspectos ecológicos na M . A . Y A L E I X O , A . 2001. Correção política
etnoictiologia dos pescadores do Complexo Es- e biodiversidade: a crescente ameaça das
tuarino-Lagunar Mundaú-Manguaba, Ala- populações tradicionais (e outras nem
goas. Ph D T hesis. Universidade E stadual tanto) à M ata A tlântica. En: J. A lbuquer-
de C ampinas. C ampinas. que, J. F. C ândido, F. C . Straube y A . Roos
M A R Q U ES, J. G . W. 1994. A fauna medicinal (eds): Ornitologia e conservação: da ciência às
dos índios Kuna de San Blás (Panamá) e a estratégias, pp. 279-312. Unisul/ C N Pq.
hipótese da universalidade zooterápica. En: Tubarão.
A nais da 46ª Reunião A nual da Sociedade O L SS O N , P., F O L K E , O . P. Y B E R K E S, F. C .
Brasileira para o Progresso da C iência, p. 2004. A daptative co-management for
304. U F ES. V itória. building resilience in social-ecological
M A R Q U ES, J. G . W . 1995. Pescando pescadores: systems. Environmental Management, 34:
etnoecologia abrangente no baixo São Fran- 75-90.
cisco Alagoano. N UPA U B/ USP. São Paulo. P E D R O S O -J Ú N I O R , N . N . Y S A T O , M . 2005.
M A R T I N I , A . M . Z ., F I ASC H I , P., A M O RI M , A . E thnoecology and conservation in pro-
M . Y P A I X Ã O , J. L . 2007. A hot-point tected natural areas: incorporating local
within a hot-spot: a high diversity site in knowledge in Superagui N ational Park
Brazil’s A tlantic Forest. Biodiversity and management. Brazilian Journal of Biology,
Conservation, 16: 3111-3128. 65(1): 117-127.

240
P E Z U T T I , J. 2004. Tabus alimentares. E n: A . S A N C H ES, R. A . 2004. Caiçaras e a Estação Eco-
Begossi (org): Ecologia de pescadores da lógica de Juréia-Itatins, litoral sul de São
Mata Atlântica e da Amazônia, pp. 167-186. Paulo. E ditora A nnablume. São Paulo.
H ucitec. São Paulo; N epam/ Unicamp: S A N T O S, G . J. R. 2000. Caracterização da caça
C ampinas. na região do entorno da Reserva Biológica de
P I N T O , E . P. P., A M O R O Z O , M . C . M . Y F U R - Uma, BA. Relatório Final, Bolsa
L A N , A . 2006. C onhecimento popular DTI/CNPq. Projeto Remanescentes de
sobre plantas medicinais em comunidades F loresta na Região de Una – B A PR O -
rurais de M ata A tlântica – Itacaré, B A , BI O / C N Pq. Ilhéus.
Brasil. Acta botanica brasilica, 20(4): 751- T U RB AY , S. 2002. A proximaciones a los estu-
762. dios antropológicos sobre la relación entre
R E D F O R D , K. H . 1997. A floresta vazia. En: C . el ser humano y los animales. En: A . U lloa
V. Padua, R. Bodmer y L . Cullen Jr. (E ds.): (ed.): Rostros culturales de la fauna. Las rela-
Manejo e conservação de vida silvestre no ciones entre los humanos y los animales en el
Brasil, pp. 1-22. M C T / C N Pq. Brasília; So- contexto colombiano, pp. 87-111. Instituto
ciedade C ivil M amirauá. Belém. C olombiano de A ntropología e H istoria.
R I B E IR O , G . C . 2008. Atitudes de conservação e Bogotá.
conhecimento dos moradores da região do Par- V I N I N G , J. 2003. T he connection to other an-
que Estadual da Serra do Conduru (Bahia) imals and caring for nature. Human Ecol-
sobre mamíferos arborícolas. M aster T hesis. ogy Review, 10(2): 87-99.
Universidade Estadual de Santa Cruz. Il-
héus.

241
ETNOPRIMATOLOGÍA Y SU APLICACIÓN
EN LOS PLANES DE CONSERVACIÓN DE
LA CAATINGA BRASILERA
Antonio Raimundo Estrela53

INTRODUCCIÓN pecies (Razera et al., 2006). L a etnozoolo-


gía es una valiosa herramienta que busca la
E l significado de etnos ha sido utili- interpretación de la historia compartida
zado para describir la formaen que las po- entre los seres humanos y los animales, in-
blaciones ven el mundo (M artin, 1995). D e dagando en cómo los primeros se compor-
este modo, cuando el término se asocia a tan frente a la fauna (rechazo, desprecio,
palabras como biología, botánica, ecología, indiferencia, afecto o reverencia), determi-
entomología, zoología y primatología, lo nando así creencias y aspectos relacionados
que se está buscando es comprender las con las prácticas de caza, pesca o colecta.
concepciones de las comunidades locales A l mismo tiempo, permite registrar infor-
dentro de estos contextos. Se puede decir maciones relevantes para la conservación
que la etnobiología ha tenido mayor im- y/o restauración de los bienes naturales
pulso a partir de la segunda mitad del siglo (Rocha- M endes et al., 2005).
X X, cuando algunos autores norteamerica- E n este sentido, la etnoprimatología
nos iniciaron estudios centrados en la me- surge como una importante rama de la et-
todología etnocientífica ( H averroth, 1997). nobiología, pudiéndose aplicar al estudio de
E n Brasil, la investigación etnobioló- áreas donde las especies de primates son
gica empezó a ser más frecuente a partir de destacadas culturalmente o presentan algún
la década de 1990, a pesar de que ya se ha- grado de amenaza. Además, favorece la
bían realizado algunos trabajos con ante- comprensión de cómo las poblaciones loca-
rioridad en esta área ( M arques, 2002). Se les interaccionan con determinadas especies
conocen como estudios etnozoológicos, los de monos, en especial aquellas en peligro de
inventarios de fauna realizados conjunta- extinción. D ichas concepciones ayudan a
mente con las comunidades tradicionales planear acciones organizadas orientadas a la
(indígenas o no) en los que se obtiene in- conservación de la fauna local.
formación sobre la clasificación y nomen- Los trabajos etnoprimatológicos son in-
clatura de los animales en el idioma local y cipientes. Con frecuencia, sólo algunos
los usos y significados culturales de las es- datos relacionados con la visión que las so-

53
L icenciado en C iencias Biológicas por la Universidad del Estado de Bahía, C ampus V I I I. E -mail: tonypabio-
logo@yahoo.com.br

242
ciedades tienen acerca de los primates son pales? En caso de que esto fuera cierto ¿Q ué
consecuencia de actividades de sensibiliza- acciones de conservación paralelas y de des-
ción y educación ambiental en las que los arrollo sostenible podrían realizarse con las
pobladores aportan amplia información comunidades del lugar?
sobre el uso y representaciones locales que
tienen los monos dentro de su comunidad. METODOLOGÍA
D esafortunadamente, los resultados de estas
investigaciones no se presentan a las perso- E l municipio de Lamarão está ubicado
nas con las que se llevan a cabo los estudios. al noreste del Estado de Bahía, enclavado en
E l tití o sahuí rubio (Callicebus barbara- una zona semiárida entre las coordenadas de
brownae H ershkovitz 1990) es un mono en- 11º47’60”S - 38º52’90” W, abarcando una
démico de la caatinga brasilera, del estado de área de 356 km⇢ (Instituto Brasileiro de G e-
Bahía. Se le conoce localmente como guigó ografia e Estatística, 2003). Limita con los
y está considerado como una de las diez es- municipios de Serrinha, Ichu, Candeal, Ta-
pecies de primates más amenazadas del país quinho, Santa Bárbara, Santanópolis y Água
(Machado et al., 2005), aunque esté fuera del Fria (Figura 1). Pertenece a la cuenca del río
Sistema de Áreas Naturales Protegidas bra- Paraguaçu y la caatinga es la vegetación tí-
sileño (Printes, 2007). En la Lista Roja de la pica (Superintendência de Estudos Econô-
Unión Internacional para la Conservación de micos e Sociais da Bahia, 2006).
la Naturaleza, ocupa la decimoctava posición
entre todos los primates del mundo y la sép-
tima entre los suramericanos más amenaza-
dos (I U C N, 2008).
Antes del inicio de la presente investi-
gación, prácticamente no se tenían registros
de la presencia del guigó en el municipio de
Lamarão, noreste del Estado de Bahía. Esto
se debe a que en el bioma caatinga fuertes
presiones antrópicas, tales como la extrac-
ción ilegal de madera, incendios provoca-
dos, deforestación selectiva e instauración
de ganadería extensiva, entre otros proble-
mas ambientales, cada vez son más fre-
cuentes en toda la región (C astelletti et al.,
Figura 1. M apa del municipio de L amarão. L os cír-
2008), afectando la presencia y conservación culos negros indican algunas de las comunidades vi-
de muchas especies animales. Se decidió lle- sitadas. Adaptado de I B G E (2003).
var a cabo el presente estudio en dicha re-
gión porque la especie C. barbarabrownae
fue registrada muy cerca de la población en L os datos fueron obtenidos desde
1993 ( Van Roosmalen et al., 2002). Este marzo de 2006 hasta febrero de 2008,
tipo de situaciones condujo a que se plante- tiempo en el que se rastreó un área de 311
aran las siguientes preguntas: ¿Es posible km⇢, correspondientes al 87% del área es-
que el guigó esté presente en otros frag- tudiada. E l 13% restante son zonas de
mentos en Lamarão y/o sus límites munici- frontera y aún están en exploración.

243
Se realizaron visitas a las comunidades láminas fotográficas y/o su vocalización,
para aplicar entrevistas abiertas y semi-es- entonces pasaría a ser considerada un in-
tructuradas (véase al anexo) a informantes- formante, siempre que indicara las áreas
clave y demás moradores mediante el donde serían realizadas las búsquedas di-
método de “bola de nieve”, siguiendo las rectas para hallar a C. barbarabrownae.
recomendaciones de Wasserman y Faust E n algunos casos, se sugiere que el in-
(1994). L as comunidades fueron elegidas a vestigador esté acompañado de algún “pa-
partir de censos realizados en años ante- drino” – persona que es respetada, bien
riores por la Secretaría de Salud y la Se- conocida y con buenas relaciones dentro de
cretaría de E ducación de L amarão. Se la comunidad. E l padrino es quien facilita
tuvieron en cuenta aquellas con mayor nú- la presentación del investigador a los entre-
mero de familias y que vivían cercanas a vistados, es decir, quien ayuda a identificar a
fragmentos de bosque conservados. Sólo los posibles entrevistados (Printes, 2007).
algunas áreas fueron rastreadas para con- D urante las entrevistas no se utilizaron
firmar la presencia del mono, eligiéndose grabadoras de audio, cámaras fotográficas
aquellas en que los “informantes clave” in- ni otros aparatos electrónicos, conside-
dicaban que sí estaba la especie. A partir rando que podían influir sobre las respues-
de las entrevistas abiertas se pudieron de- tas o inhibir a los entrevistados, debido a
tectar aquellos informantes-clave que te- que muchos de ellos practican actividades
nían amplios conocimientos biológicos consideradas ilegales.
sobre la especie estudiada; personas que, A partir del análisis de algunas entre-
según Jerusalinsky et al. (2005), poseen co- vistas y resultados preliminares con la con-
nocimientos sobre el área de interés y usan firmación de nuevos registros de la
de algún modo el entorno o el interior de presencia del mono, y el evidente interés de
áreas preservadas, permitiendo así un rá- los entrevistados para ayudar a conservar la
pido acceso a informaciones cualitativas. especie, se buscó en el municipio imple-
Para conocer los aspectos ecológicos y mentar acciones paralelas de sensibiliza-
culturales de C. barbarabrownae, y al ción sobre la problemática del primate.
mismo tiempo probar la veracidad de las Se realizaron expediciones de campo
informaciones transmitidas por los entre- con un enfoque procesual con las comuni-
vistados, se utilizaron fotografías de la es- dades, buscándose establecer un vínculo in-
pecie focal y de primates de otras regiones terinstitucional a través de debates y talleres
del país. Cuando el entrevistado no reco- entre el equipo ejecutor del proyecto y los
nocía la figura del guigó, se reproducía su moradores y sus organizaciones locales.
vocalización mediante una grabación. E n Fueron abordados temas que involucraban
caso de que el entrevistado no reconociera la importancia de cada uno de los actores en
la voz del guigó, se le consideraba como un el proceso de diseminación de información
referee54 ( D avis y Wagner, 2003). A l no ex- sobre el estado de conservación del mono
poner afirmaciones claras y seguras, era tití en el norte del Estado de Bahía. Se uti-
mejor que el referee indicase otro individuo lizaron resultados exitosos de otros proyec-
para ser entrevistado. Si esta siguiente per- tos de conservación biológica relacionados
sona reconocía la especie investigada en las con especies de primates, resaltándose apor-

54
Referee: persona entrevistada que no posee el conocimiento etnobiológico específico que se está buscando en el
momento, pero puede indicar otros individuos para ser entrevistados.

244
tes fundamentales de las comunidades en queños fragmentos dentro de áreas priva-
este proceso, tales como la construcción de das. L os mismos autores son los únicos
coplas, historias y dibujos. Paralelamente, se que han registrado in situ a C. barbara-
discutieron algunas ideas sobre las poten- brownae. M arinho- Filho y Veríssimo
cialidades locales que pudieran ser planifi- (1997) recolectaron una piel del mono tití
cadas para la generación de ingresos de las manos de cazadores, la cual está de-
sustentables. El objetivo de esas acciones era positada en el M useo de la Universidad de
presentar a las comunidades y organizacio- Brasilia. Estos autores grabaron vocaliza-
nes locales, los resultados preliminares del ciones de la especie en algunas áreas, pero
estudio, de tal forma que al sensibilizarles estas áreas no han sido reconocidas por
sobre el estado de conservación de C. bar- Printes (2007) diez años después de
barabrownae, se pudieran disminuir las acuerdo con las coordenadas existentes.
amenazas provocando discusiones sobre O tros factores observados por Printes
cómo ellos podrían ayudar en el proceso de (2007) y E strela et al. (en prensa) son los
conservación de la especie. impactos causados por los pobladores lo-
cales sobre dichas áreas, donde la defores-
RESULTADOS Y DISCUSIÓN tación se destaca como la principal
actividad de fragmentación y la amenaza
D e los 34 entrevistados, se identifica- más grande a la población de C. barbara-
ron 14 como informantes-clave, indicando brownae, seguido de los incendios, degra-
algunas áreas para la realización de bús- dación del suelo por el ganado bovino y
quedas directas del mono. D e las áreas se- deforestación selectiva. L a caza parece no
leccionadas y posteriormente examinadas, amenazar a la especie actualmente ya que
se confirmó la presencia del guigó en seis esta actividad constituyó una práctica de
de ellas con variación de entre 7,3 a 70 has. épocas pasadas (durante el trabajo de
( Tabla 1). Estas áreas fueron identificadas campo no se encontraron cazadores de la
en el presente estudio y reconocidas por especie). C abe anotar que pocos estudios
Estrela et al. (en prensa). Una de estas áreas profundizan en cómo estas interferencias
es la H acienda M arruais, que ocupa tam- pueden afectar al comportamiento social
bién parte de la H acienda Boa Esperança de los primates, teniendo en cuenta que es
y fue identificada inicialmente por Printes probable que puedan generar problemas en
(2007) como área de presencia de la espe- la reproducción y la consecución de recur-
cie. Este autor hizo otros 36 nuevos regis- sos alimentarios por parte de ciertos indi-
tros de la especie, lo que le ha permitido viduos de la especie.
calcular el área total de distribución geo-
gráfica de C. barbarabrownae en 291,438
km⇢, con una población estimada en 260
individuos en la naturaleza. D espués de
esta investigación, ahora son 42 las áreas
con presencia de C. barbarabrownae. E n
ambos trabajos, Printes (2007) y Estrela et
al. (en prensa) confirman que esta especie
forma una metapoblación en el área de es-
tudio, con subpoblaciones aisladas en pe-

245
Tabla 1. Áreas registradas en el municipio de L amarão con presencia de C. barbarabrownae, según Estrela et
al. (en prensa).

Nome da propriedade Coordenadas Comunidad

1 – H acienda M arruais
11º49.540 – 38º54.120 C arimã
2 – H acienda C arimã/Boa Esperança O BS

3 – H acienda D ourado/Sterro O BS 11º 49. 478 – 38º 57. 602 M ata G rande
4 – H acienda L amarãozinho/ C açador A 1,PB 11º 49. 394 – 38º 58. 716 L amarãozinho
5 – H acienda L amarãozinho/ C açador A 2, O BS 11º 49. 489 – 38º 58. 871 L amarãozinho
6 – H acienda L amarãozinho O BS 11º 47. 954 – 38º 58. 976 L amarãozinho
O BS = especie observada; PB = respuesta al play back; A = Área.

SENSIBILIZACIÓN Y ACCIONES ha convertido en el primer libro de cordel


CONSERVACIONISTAS DESARRO- (coplas) acerca del guigó, y se ha vuelto un
medio alternativo, positivo y viable que
LLADAS CON LAS COMUNIDADES
contribuye a la diseminación del conoci-
miento y valoración de la especie. Sin em-
A partir de la exposición de hechos
bargo, la mayor importancia de este libro
relacionados con el alto riesgo de extin-
de cordel no se resume en un texto atrac-
ción de la especie, el 68% de los entrevis-
tivo capaz de llevar conocimiento hasta
tados se mostraron sensibles y revelaron
las comunidades con un lenguaje local
interés para su conservación. D ebido al
sobre la especie y las causas que están
interés de los encuestados en la conserva-
conduciendo su desaparición, sino que
ción del mono tití, se inició un proceso de
también cabe destacar el nombramiento
sensibilización y promoción de resultados
de cada autor al final del verso respectivo,
a las comunidades. L os profesores de la
pues la autoría ha elevado la autoestima
Red de E nseñanza del M unicipio se vol-
de sus creadores, dado que ellos jamás es-
vieron participantes activos de la conser-
peraban que un día participarían en la
vación del guigó aparte de que se
confección de una obra literaria recono-
convirtieron en multiplicadores del pro-
cida y valorada por especialistas y demás
ceso de sensibilización de las comunida-
sectores de la sociedad. A continuación se
des, ayudando a esclarecer los impactos
citan algunos ejemplos:
antrópicos que contribuyen a la desapari-
ción del primate en la región. O tros as-
pectos positivos derivados del trabajo con
las comunidades locales, fueron la cons-
trucción de coplas (“versos de cordel”) de
autoría de los alumnos y pobladores de las
comunidades sobre los impactos del hom-
bre sobre la naturaleza y el estado de con-
servación de la especie. E ste material se

246
Temos que ser fortes Tenemos que ser fuertes,
Unidos e companheiros Unidos y compañeros,
Da sensibilização somos herdeiros De la sensibilización somos herederos,
Vamos preservar caçadores amos a preservar cazadores,
Vaqueiros e fazendeiros Vaqueros y agricultores,
Junto com os moradores Junto con pobladores,
E os agricultores, Y los campesinos,
Todos têm seus valores Todos tienen sus valores,
Unidos com os professores Unidos con los profesores,
Fazer um coletivo de educadores Hacer un colectivo de educadores.

H umberto Pereira “Betico”.

Minha gente atenção Mi gente atención,


Que é para o bem de Lamarão Que es para el bien de Lamarão,
Através da mobilização A través de la movilización,
Ajudando na preservação Ayudando en la preservación,
Do guigó, com conscientização Del guigó, con concienciación,
Que está em risco de extinção Que está en riesgo de extinción,
Vamos ajudar na sensibilização Vamos a ayudar en la sensibilización,
Para salvar este bichinho ara salvar este bichito,
Com a ajuda dos professores Con la ayuda de profesores,
Caçadores, vaqueiros e agricultores Cazadores, vaqueros y campesinos.

Cristiano D urval L ima.

O tra acción resultante de las discusio-


nes realizadas fue la identificación del po-
tencial artesanal de las comunidades,
destacándose la fabricación de piezas de
cerámica, croché, punto de cruz y pintura.
E sta actividad está siendo aprovechada
para vincular la imagen de la especie en las
artesanías que se producen y que luego son
vendidas en el municipio de Feira de San-
tana y regiones aledañas (Figura 2). D e
este modo, se quiere conseguir que el
mono guigó se convierta en un símbolo
biocultural para la localidad de L amarão.
Se observa que la actividad artesanal es
Figura 2. Piezas artesanales de cerámica emple-
otro medio de diseminación de conoci-
ando como logotipo de una marca al mono tití.
miento sobre la especie, abarcando una es- (Foto: A ntonio Estrela).
cala geográfica más grande, dado que las
piezas producidas pueden entrar en otros
mercados de consumidores nacionales e
internacionales.

247
Aunque se ha avanzado en el desarrollo E l método etnoprimatológico demos-
de alternativas conservacionistas para el tró ser una importante herramienta en la
mono tití, por otro lado existe una despreo- identificación de áreas con presencia de
cupación generalizada por parte de los gran- primates, permitiendo seleccionar cualita-
des propietarios de las áreas donde habita C. tivamente fragmentos para búsquedas di-
barbarabrownae. Todavía, persiste el desin- rectas del guigó.
terés por la protección de los recursos natu-
rales. Muchos de ellos viven en ciudades AGRADECIMIENTOS
lejanas y raramente visitan sus haciendas, las
cuales generalmente son administradas por A l D r. A nthony B. Rylands, D r. Ro-
vaqueros o capataces, personas que, al igual drigo C ambará Printes, A sociación de
que los trabajadores de las fincas, no deciden D esarrollo Comunitario de C arimã y Ad-
ni opinan sobre la situación ambiental en la yacencias de L amarão A D C C A L , C on-
que se encuentran. servation International ( Washington,
USA), M argot M arsh Biodiversity Foun-
CONCLUSIÓN dation-T he Primate A ction Fund (USA).

E l trabajo con las comunidades que REFERENCIAS


viven próximas a las áreas naturales preser-
vadas se convirtió en un importante medio C AST E L E T T I , C . H . M ., SI LVA , J. M . C ., T A BA -
de acceso a información cualitativa sobre R E L LI , M . Y S A N T OS, A . M . M . 2008.
la presencia de primates. L os nuevos regis- Q uanto resta da Caatinga? Uma estimativa
tros demostraron que C. barbarbaownae se preliminar. En: J. M . C . Silva y M . Tabarelli
ha adaptado correctamente a fragmentos (Coords.): Workshop Avaliação e identificação
cada vez más pequeños. E ntretanto, es pre- de ações prioritárias para a conservação, utili-
zação sustentável e repartição de benefícios da
ocupante desde el punto de vista genético,
biodiversidade do bioma Caatinga. D isponible
ya que estos fragmentos están aislados. online en <www.biodiversitas.org.br./caa-
L as comunidades del entorno de las tinga >. Acceso en 23 de agosto de 2008.
áreas protegidas de L amarão desempeñan D AV IS, A . Y W A G N E R , J. R. 2003. W ho knows?
un papel fundamental en la conservación de O n the importance of identifying “experts”
especies amenazadas, además de auxiliar en when researching Local E cological Knowl-
la planificación de acciones organizadas para edge. Human Ecology, 31(3): 463-489.
la conservación de la biodiversidad local. E S T R E L A , A . R. (org.). 2008. Literatura de cor-
E l trabajo llevado a cabo en las comuni- del do guigó-da-caatinga. 1ª ed. Secretaria
dades de Lamarão necesita de continuidad M unicipal de E ducação, Prefeitura M uni-
cipal de L amarão.
para la consolidación de iniciativas que
E S T R E L A , A . R., N O G U E IR A , E . M . S. Y P O R -
orienten la autosostentabilidad de las comu- F Í RI O , S. (em prenta). Callicebus barbara-
nidades y velen por la conservación del guigó. brownae ( H ershkovitz, 1990) (primates:
L a inserción de la imagen del mono Pitheciidae) de L amarão/B A : resultados
tití en los productos artesanales tuvo una preliminares. En: F. R. M elo et al. (orgs.): A
aceptación favorable por las comunidades, primatologia no Brasil , vol. 11. Sociedade
con la cual demostraron expectativas en el Brasileira de Primatologia. Rio de Janeiro.
reconocimiento por la conservación de la H AV E RR O T H , M . 1997. E tnobotânica: uma re-
especie. visão teórica. Antropologia em Primeira
Mão, 20: 1-56.

248
H ERSH K O VI T Z , P. 1990. T itis, New World mon- M A R T I N , G . J. 1995. Ethnobotany, methods
keys of the genus Callicebus (C ebidae, manual. C hapman y H all. L ondres.
Platyrrhini): a preliminary taxonomic review. P RI N T ES, R. C . 2007. Avaliação taxonômica,
Fieldiana: Zoology, New Series, 55: 1-109. distribuição e status do guigó-da-caatinga
I NST I T U T O B R ASI L E IR O D E G E O G R A F I A E E S- Callicebus barbarabrownae Hershkovitz,
TA T ÍST I C A . 2003. Mapa municipal estatístico 1990 (Primates: Pitheciidae). Ph D T hesis.
de Lamarão. M inistério de Planejamento, Universidade Federal de M inas G erais.
O rçamento e G estão, I B G E , D iretoria de Belo H orizonte.
G eociências. Brasília. R A Z E R A , J. C . C ., B O C C A R D O , L. Y P E R E IR A , J.
U N I Ã O I N T E R N A C I O N A L PA R A C O NSE RVA Ç Ã O P. R. 2006. Percepções sobre a fauna em estu-
D A N A T U R E Z A . 2008. 2008 IUCN Red List dantes indígenas de uma tribo Tupinambá no
of threatened species. D isponible online en Brasil: um caso de Etnozoologia. D isponible
<http://www.redlist.org>. A cceso en 4 de online en <http://reec.uvigo.es/volu-
mayo de 2008. menes/volumen5/ A R T 5_Vol5_ N 3.pdf>.
J E R US A L I N SK Y , L ., O L I V E I R A , M . M . Y F E - A cceso en 28 de junho de 2009.
RR E IR A , J. G . 2005. Entrevistas para levan- R O C H A - M E N D ES, F., M I K I C H , S. B., B I A N -
tamento de dados em pesquisas para C O N I , G . V. Y P E D R O , W. A . 2005. M amí-
conservação de primatas. En: Resúmenes del feros do município de Fênix, Paraná, Brasil:
XI Congresso Brasileiro de Primatologia, etnozoologia e conservação. Revista Brasi-
Porto A legre. p. 114. leira de Zoologia, 22(4): 991-1002.
M A C H A D O , A . B. M ., M A R T I N S, C . S. Y S UP E RI N T E N D Ê N C I A D E E ST U D O S E C O N Ô M I -
D R U M M O N D , G . M . 2005. Lista da fauna C O S E S O C I A IS D A B A H I A . 2006. Anuário
brasileira ameaçada de extinção: incluindo as Estatístico da Bahia 2004. SE I. Salvador.
espécies quase ameaçadas e deficientes em V A N R O O S M A L E N : M . G . M ., V A N R O O S M A -
dados. Fundação Biodivérsitas. Belo H ori- L E N : T. Y M I T T E R M E I E R , R. A . 2002. A
zonte. taxonomic review of the titi monkeys,
M A RI N H O - F I L H O , J. Y V E RÍSSI M O , E . W. genus Callicebus T homas, 1903, with the
1997. T he rediscovery of Callicebus person- description of two new species, Callicebus
atus barbarabrownae in northeastern Brazil bernhardi and Callicebus stephennashi, from
with a new western limit for its distribu- Brazilian A mazonia. Neotropical Primates,
tion. Primates, 38(4): 429–433. 10 (suppl.): 1-52.
M A R Q U ES, J. G . W. 2002. O olhar (des)multi- W ASSE R M A N , S. Y F A US T, K. 1994. Social net-
plicado. O papel do interdisciplinar e do work analysis: methods and applications.
qualitativo na pesquisa etnobiológica e et- Combridge University Press. Combridge.
noecológica. En: M . C . M . A morozo, L . C .
M ing y S. M . P. Silva (eds.): Métodos de co-
leta e análise de dados em etnobiologia, etnoe-
cologia e disciplinas correlatas, pp. 31-46.
U N ESP/ C N Pq. Rio C laro.

249
A nexo 1. G uión semi-estructurado aplicado durante las entrevistas con los pobladores de L amarão,
Bahía.

250
CUARTA PARTE

¿CÓMO DOCUMENTAR
LOS SABERES
ETNOZOOLÓGICOS?

251
252
METODOLOGÍA
DE LA INVESTIGACIÓN
ETNOZOOLÓGICA
Arnaldo dos Santos Rodrigues55

La etnozoología se desenvuelve a partir queé realizarse, necesariamente, en contex-


de diferentes enfoques acerca de la relación tos indígenas y/o en culturas ajenas y poco
ser humano/fauna. Por ser considerada una conocidas. D e hecho, no existen razones te-
disciplina de reciente desarrollo, se encuen- óricas que impidan que la investigación et-
tra en pleno proceso de formación y defini- nozoológica pueda practicarse en el seno de
ción metodológica (Sánchez, 2001). A l cualquier cultura o sociedad, incluyendo “la
formar parte de la etnobiología, vista como nuestra” (Nazarea, 1999). L a elección de la
una ciencia interdisciplinaria, integra tanto comunidad donde se llevarán a cabo los es-
métodos como técnicas de las ciencias so- tudios depende de innumerables factores,
ciales, biológicas y lingüísticas. Como en aunque, principalmente, el de atender al
otras ramas de la etnobiología moderna, la objetivo de la investigación. L os trabajos
lista de técnicas experimentales permanece pueden realizarse entre estudiantes de Uni-
en continuo cambio y su valor se incre- versidades, o podrá extenderse a un barrio
menta permanentemente (E thnobiology de un determinado municipio, o a una tribu
Working Group, 2003). indígena, comunidad afro-descendiente,
Una de las características de la meto- villa de pescadores, entre tantos otros ejem-
dología usada en la investigación etnozoo- plos que pueden ser mencionados.
lógica es el valerse de diversas técnicas y Por otro lado, tampoco puede ser una
herramientas provenientes de diversos investigación sincrónica en el sentido limi-
campos científicos, propiciando un proceso tante, o negaríamos el hecho de que este
transversal del trabajo de campo basado en conocimiento local pueda producir concep-
métodos abiertos y no-reduccionistas. Po- tos abstractos que relacionan al ser humano
lanco- O choa et al. (2003) señalan que la con el mundo real y el sobrenatural, su cos-
flexibilidad metodológica es un principio movisión y la interacción con la naturaleza,
que debe tenerse en cuenta para que un rico en simbolismo y que sobrepasa lo tan-
proyecto pueda ponerse en marcha. gible. Éste es un distintivo importante del
Es importante recordar que las inves- tipo de estudios que se hacen, al demostrar
tigaciones etnozoológicas no tienen por- la orientación cognitiva para la interpreta-

55
Biólogo, con maestría en E cología de Agroecosistemas (ESA L Q / USP). E -mail:
a.santos.rodrigues@gmail.com

253
ción de datos en su análisis más detallado, gía/antropología. L as conexiones (vínculos
buscando interrelaciones entre los diversos transversales) llevadas a cabo a partir del
niveles de conocimiento sobre la naturaleza cruzamiento de estas disciplinas conducen
a través de la dinámica sociocultural con sus a análisis más incluyentes en el ámbito so-
representaciones propias, para cada etnia en ciocultural, ecológico, económico, entre
particular. otros ( M arques, 2002). D esde una visión
Los principios que determinan el lugar epistemológica esto se vuelve de gran im-
donde la investigación será realizada de- portancia, ya que empieza a configurarse
penden más de cómo se formula la pre- una respuesta concreta a la crisis del para-
gunta, del enfoque que el investigador digma cartesiano de disciplinas generando
pretende dar al trabajo y del propio conoci- disciplinas (Bandeira, 2001).
miento previo que se tiene de la cultura de Cuando se hace investigación etnozoo-
determinada comunidad o grupo étnico. lógica, una de las actuales preocupaciones es
O tros criterios pueden ayudar a definir el corregir el prejuicio y visión etnocentrista
colectivo con el cual trabajar, tales como: a) que defiende la universalidad y hegemonía
ubicación y accesibilidad al lugar, b) tiempo del conocimiento científico cartesiano, aún
destinado a la investigación, c) grado de co- presente en porciones significativas de las
nocimiento científico ya existente sobre el mentalidades de investigadores y sus insti-
fenómeno a ser investigado, d) impacto que tuciones académicas. Es, sin duda, una ba-
dicha investigación podrá causar en la co- rrera difícil de ser traspasada, ya que muchos
munidad, e) formas de uso y manejo de los científicos aún creen que los métodos apli-
recursos naturales, f ) grado de subjetividad; cados por las etnociencias son insuficientes o
y g) financiación, entre otros. inservibles. A l mismo tiempo, al desconsi-
derar el conocimiento tradicional (indígena
ALGUNOS OBSTÁCULOS A VENCER o no) menoscaban la posibilidad de realizar
estudios dirigidos a testar nuevas hipótesis
L as dificultades para delimitar el que posibilitarían el descubrimiento de pa-
campo científico de la etnobiología y, por radigmas conceptuales a partir de estos sa-
consiguiente, el de la etnozoología, están beres locales (Posey, 1983). L as disciplinas
fundadas en su naturaleza interdisciplinar etno, teniendo como objetivo central el estu-
y en su reciente desarrollo teórico-meto- dio de formas alternativas de conocimiento
dológico ( D iegues y A rruda, 2001). Sin y sus prácticas correspondientes, rompen el
embargo, las prácticas de investigación monopolio epistemológico que la ciencia
están evolucionando y consolidándose en moderna ha impuesto. Además, al mostrar
un método que potencia la construcción de los diferentes modos en que el conocimiento
campos interdisciplinares –disciplinas pro- está organizado en cualquier grupo humano,
venientes tanto de las ciencias biológicas la etnobiología y sus ramificaciones ofrecen
(biología, ecología, taxonomía y sistemá- un tipo de relativismo por el cual es posible
tica, etc.) como de las sociales y humanas reconocer otros sistemas de apropiación de la
(antropología, geografía, historia, sociolo- naturaleza, no necesariamente basados en el
gía, psicología, lingüística, etc.)– a través racionalismo y pragmatismo de la ciencia vi-
de cruzamientos de saberes que generan gente (Bandeira, 2001).
nuevos campos y nuevos cruzamientos, O tra barrera muy común es la excesiva
más allá de la simple interacción biolo- especialización tanto de biólogos como de

254
los científicos sociales. Normalmente, las culturales de sociedades indígenas y otras
ciencias académicas no son interdiscipli- consideradas tradicionales, así como del
nares, formando especialistas incapacita- respeto al ser humano como individuo y
dos para el uso y apropiación de otros como colectivo. C onceptualmente, el et-
métodos y técnicas de investigación ajenas nocentrismo es la visión del mundo en la
a su disciplina, muy necesarios cuando se que un grupo es tomado como centro de
va al campo a investigar otros saberes y vi- todo y todos los demás grupos son conce-
siones holísticas del ambiente. E l propio bidos y tratados a través de los valores, mo-
modelo de entendimiento del mundo, de delos y definiciones del primero. E l
desarrollo del conocimiento del investiga- sentimiento etnocéntrico y los prejuicios
dor durante su formación académica y la en relación a las diferentes culturas pueden
manera en que el conocimiento es trans- perjudicar la recogida de datos etnozooló-
mitido con vicios cartesianos, inducen a un gicos. Una de las formas de combatir el et-
aprendizaje y formación limitados (Rodri- nocentrismo es a través de la relativización,
gues, 2005). D e este modo, se conjetura que consiste en comprender que “la verdad
que, por un lado, los científicos sociales no está más en la mirada que en aquello que
reciben el entrenamiento suficiente para es mirado” (Rocha, 1994).
comprender las cuestiones básicas de las
ciencias biológicas, mientras que, por el LA RELACIÓN ENTRE
otro lado, los biólogos tienen mucha difi- INVESTIGADORES
cultad en trabajar las cuestiones culturales
y sociales, ya que son formados básica- E l primer paso para la elaboración
mente para la aplicación de técnicas cuan- de una investigación etnozoológica es rea-
titativas de investigación, lo que les lleva a lizar una minuciosa revisión bibliográfica
concluir, entre otras cosas, que muchos de para tener acceso a otros estudios relacio-
los datos son irrelevantes y no deben ser nados con el grupo humano y/o objeto a
considerados. investigar. Conocer de antemano la socie-
Posey (1987) señala que mucho del co- dad donde se pretende establecer el estudio
nocimiento tradicional es ayuda al delineamiento de la investigación
y a su entrada y participación en la vida co-
“[...] altamente simbólico y difícil de ser
tidiana del grupo local, así como para tener
interpretado, incluso, por el más experi-
mentado antropólogo; sin embargo, nada
idea de la forma como será visto y tratado
puede ser descartado por el etnobiólogo, por los miembros de la comunidad. E l
por más ridículo que inicialmente pueda acercamiento a otros trabajos de investiga-
parecer. L as ideas más absurdas de hoy po- ción relacionados con el tema o disciplina
drán ofrecer mañana los mayores insights ayudan a la mejor elaboración y planea-
cuando sus símbolos sean finalmente des- miento del estudio que será realizado.
codificados”. C ompartir experiencias favorecerá al in-
vestigador en el sentido de no cometer al-
E l etnocentrismo es otra herencia a gunos equívocos que pueden retrasar
erradicar en la investigación etnozoológica, mucho el transcurso del trabajo, o bien ha-
el cual ha recibido en los últimos años bas- cerlo imposible de concluir. A medida que
tante atención en debates sobre la inten- se discute respecto al trabajo con otros in-
cionalidad de proteger los sistemas dividuos de la comunidad científica, se

255
agudiza el cuestionamiento y raciocinio suficiente para que se pueda comprender la
que fundamentará la elaboración de un situación. Posey (1987) llama la atención
proyecto. E l hecho de que el investigador sobre la importancia del lenguaje, recor-
tenga libre elección de una metodología dando que la lengua nativa es insustituible.
para practicar ciencia no implica que no Usar un idioma diferente al del grupo local
existan métodos que son considerados puede llevar a insuperables problemas de
compatibles y más adecuados. traducción de los conceptos, ocasionando
una serie de adaptaciones que pueden mo-
LA COMUNICACIÓN: OBSERVAR, dificar sustancialmente la interpretación de
HABLAR, ESCUCHAR ... los hechos o de datos obtenidos durante el
trabajo de campo. L o ideal es conocer el
¿EN QUÉ LENGUA?
idioma y, preferentemente, también ha-
blarlo. Si no es posible, entonces el intér-
E l investigador es visto inicialmente
prete puede servir como apoyo. En este caso,
como un extraño para la comunidad con la
es necesario que los datos sean confronta-
cual va a trabajar, así como la comunidad lo
dos cruzándose varias informaciones para
es para él. Combinar ambos puntos de vista
tener la certeza de que no se corre el riesgo
es fundamental para que se puedan obtener
de una interpretación errónea del fenómeno.
los datos necesarios para la comprensión del
L a relación de confianza mutua entre in-
saber etnozoológico. Ribeiro (1987) co-
vestigador e intérprete es fundamental,
menta que el investigador se esfuerza por
siendo necesario que los dos se conozcan lo
entender las categorías y relaciones lógicas
suficiente para un buen entendimiento en
que comprenden un determinado sistema,
sus intervenciones. El investigador tiene que
es decir, busca inferir las categorías nativas
estar atento para que el intérprete no dirija
de dicha cultura, en un análisis que lo lleva
la acción o deje que algo pase desapercibido.
al camino de la comprensión de cómo tales
El comportamiento no verbal es siempre
categorías se materializan en una etnotaxo-
algo a tener muy presente durante la perma-
nomía dada. D icha conducta indica que
nencia en una comunidad para que el inves-
uno de los objetivos es aprender aquel sis-
tigador sepa cómo debe comportarse y actuar.
tema por medio del conocimiento nativo,
V iertler (2002) cita un ejemplo con los Bo-
donde la lengua necesariamente es objeto
roro (etnia indígena que habita en el Estado
de investigación, es decir, una fuente de co-
de M ato Grosso, Brasil), donde “[...] el ‘no
nocimiento que debe ser explorada. Tam-
hablar’ asociado al ‘poner un rostro serio’ y al
bién es importante recordar que aunque la
‘cruzar los brazos’ significa ‘reprobación’ y crí-
lengua hablada sea la misma que la del in-
tica muda [...]”. Considerando este patrón en
vestigador, hay diversas expresiones idio-
la comunicación social propia de estos indí-
máticas o, igualmente, “palabras no
genas, no conocer dicha costumbre puede
habladas”, gestos y expresiones del compor-
llevar al investigador a imaginar que no existe
tamiento cotidiano, además de las costum-
ninguna manifestación de los miembros de
bres locales, que definen y delimitan
la comunidad, cuando en verdad puede estar
cognitiva y culturalmente los objetos (en
ocurriendo una protesta por parte de los in-
este caso, los animales).
dígenas, encubriendo una situación indivi-
L a comunicación entre investigador y
dual o grupal, creando un obstáculo para la
miembros de la comunidad muestra que en-
continuación del trabajo de investigación.
tender lo que está pasando no siempre es

256
O tro ejemplo puede ser visto entre los sualidad o exclusividad de un único indivi-
G uaraní M ’byá, etnia indígena que habita duo, aprendiendo a entender mejor el cono-
varias regiones del litoral y capital del Es- cimiento local y no generalizarlo.
tado de São Paulo, así como en otros esta- Por lo tanto, es fundamental que se tenga
dos del sur de Brasil. E n su procedimiento un razonable conocimiento de las costumbres
diario, no se acostumbra a invitar a extraños de la sociedad donde se pretende desarrollar
al interior de sus residencias. Sin embargo, una investigación etnozoológica, para que la
al ser un pueblo muy hospitalario, difícil- presencia del investigador no sea considerada
mente se niegan si es la propia persona de una intervención negativa. Descubrir las re-
fuera la que se autoinvita (Rodrigues, 2005). glas internas de comunicación fundamentará
Una frase del estilo “[...] podemos pasar la relación intercultural y facilitará el entendi-
[...]” podrá llevar al entendimiento de que miento entre ambas partes (investigador y su-
se está forzando la entrada en la residencia, jeto local) para una convivencia saludable y
por lo que las consecuencias pueden ser ne- más normal. Así se garantiza una mejor toma
gativas. Esa información es fundamental de los datos de campo y de su interpretación,
para que el investigador pueda desarrollar además de estar contribuyendo a que otros
su trabajo en la aldea. E l hecho de un in- trabajos de investigación no sean rechazados
vestigador “autoinvitarse” a entrar en la casa a posteriori por la comunidad.
de un indígena guaraní M ’byá podrá pro-
vocar una condición de constreñimiento LOS ENFOQUES ETICISTA
para las personas de aquella sociedad, lle- Y EMICISTA
vando a la interrupción del flujo normal de
informaciones que puedan estar prestas a L os enfoques eticista y emicista han
ocurrir en un contexto natural. sido ampliamente empleados en lo que se
Los ambientes y el espacio físico tam- refiere al registro y análisis de las informa-
bién son dominios socioculturales. Estando ciones etnobiológicas. D ichos enfoques
delimitados en cada sociedad dentro de las surgieron de la tentativa de separar las in-
costumbres locales de forma evidente para terpretaciones culturales del investigador
sus miembros, acostumbran a ser invisibles a de las explicaciones proporcionadas por los
los ojos del extraño. Además, hay espacios informantes. L os términos “ético” (etic) y
que ni les son permitidos a las mujeres de la “émico” (emic) fueron formulados por el
misma comunidad, siendo de uso exclusivo investigador lingüista K enneth Pike, en
de los hombres. Son unidades simbólicas una analogía con lo émico de fonémica y lo
que deben ser conocidas por el investigador ético de fonética, creados para explicar las
para no desacatarlas. Las actividades econó- aproximaciones que existen entre idioma y
mico-productivas generalmente también se cultura. E sta terminología ha provocado
dividen por roles de género. Es necesario, algunos malos entendidos y viene siendo
entonces, tener en mente que la sociedad sustituida por expresiones como “de fuera”
que será estudiada tiene una complejidad y “de dentro” o visión externa e interna
propia, cuyo funcionamiento es objetiva y (Roué, 1997). E stos términos también
subjetivamente diferente de lo que el inves- pueden ser usados como “interpretación
tigador experimenta en su sociedad. Es im- del investigador” o “explicación interpreta-
portante estar atento para descifrar lo que es tiva del investigador”, o el “pensamiento
un patrón sociocultural y lo que es una ca- del otro” o “visión del otro”.

257
E n la explicación de H eadland (1990), nocimiento más profundo y subjetivo del
lo que debería ser apenas una forma con- fenómeno estudiado. Facilitan el trabajo
densada o simplificada para explicar el dentro de un universo de contextos (com-
mismo evento, observado por dos actores plejos e intrincados) psicológicos, históri-
diferentes, se convirtió en tema de diversos cos, sociales y culturales de cada sujeto y/o
debates dentro del mundo académico. Así, colectivo, que no pueden captarse apenas
un enfoque “émico” es aquel en que el in- mediante técnicas de contenido cuantita-
vestigador intenta subjetivamente observar tivo. Se hace posible, entonces, asumir
el mundo del otro, del investigado, a través múltiples realidades estudiadas holística-
de la mirada e interpretación del propio in- mente y profundizar en el mundo de los
vestigado en sus propios términos. M ientras significados de las concepciones, de los co-
el enfoque “ético” se compone de categorías nocimientos y de las acciones (actitudes),
y valores pre-establecidos por la ciencia, co- así como de las relaciones interpersonales y
nocida previamente y fundamentada en la de estos con la fauna. E xiste un gran es-
conceptuación científica. fuerzo por interpretar los fenómenos y la
E n general, los estudios relativos a la atribución de los significados que envuel-
concepción de categorías cognitivas, tales ven al objeto (en este caso, el animal), tanto
como los dominios etnosemánticos “insecto” en su relación directa con el sujeto como
y “animal”, deben ser realizados usándose en su interconexión con la cultura de éste,
una metodología emicista, mientras que los trabajando significados, motivaciones, va-
estudios relacionados con diversos temas – lores y creencias.
animales como alimento, la importancia de Contrariamente, el enfoque cuantita-
los artrópodos en la transmisión de enfer- tivo es más apropiado para estudios en que
medades, animales alucinógenos, decorati- se prioriza el obtener datos cuantificables,
vos, impactos causados por la caza y pesca, es decir, proporcionar la traducción en nú-
etc.– pueden abordarse con un enfoque eti- meros de cualquier información. D icho
cista, sin por ello garantizar su contribución enfoque requiere el uso de técnicas especí-
etnocientífica (Posey, 1987). ficas de estadística. A diferencia del cuali-
tativo, este método trabaja con medidas
LO CUALITATIVO Y LO cuantificables, donde los números son la
CUANTITATIVO EN LA INVESTIGA- base para que se pueda realizar el análisis.
Se utilizan varios parámetros, como por-
CIÓN ETNOZOOLÓGICA
centaje, media, mediana, desviación típica,
coeficientes de correlación, entre otros. E l
Los métodos se encuadran en cualitati-
análisis de datos se realiza sobre inferen-
vos y cuantitativos. Comúnmente, en los es-
cias de muestreos o a partir de un único
tudios etnozoológicos siempre se ha
muestreo, en el que, bajo una lógica numé-
priorizado el abordaje cualitativo, puesto que
rica, el papel del investigador obedece a
éste posibilita el estudio de cuestiones muy
una distancia objetiva.
particulares que difícilmente pueden cuanti-
L os estudios de orden cualitativo son,
ficarse. D icho enfoque deriva en su mayoría
por lo general, muy amplios en su perspec-
de los estudios de campo, siendo caracterís-
tiva metodológica de campo, y los investi-
tico de la etnografía (Patton, 1980).
gadores se fundamentan en afirmar que no
E n general, las características de los
pueden prenderse exclusivamente los datos
métodos cualitativos proporcionan un co-

258
cuantitativos. Para M inayo (1996), no obs- L a técnica etnográfica es fundamental
tante, datos cualitativos y cuantitativos se incluso cuando el trabajo se realiza dentro
tienen que poder complementar dentro de de la propia sociedad del investigador. D a
cualquier estudio, indicándonos que dichos M atta (1987) explica que en dicho caso,
enfoques apuntan hacia una manifestación éste tiene que aprender a extrañar lo ya fa-
intrínseca equilibrada entre ellos, ade- miliar y así descubrir lo que está oculto en
cuando la analogía de sus aplicaciones. sí mismo, es decir, lo “exótico” dentro de su
Siendo la etnobiología y sus subáreas propio sistema social y cultural.
(como la etnozoología) interdisciplinarias, Los datos tienen que ser descritos con
con una visión general que busca la trans- el mayor rigor y precisión de detalles posi-
disciplinaridad en el sentido “[...] de aque- ble, ayudando al investigador a fundamen-
llo que está al mismo tiempo entre las tar su análisis acerca del contexto y de la
disciplinas, a través de las diferentes disci- situación estudiada. E n el campo, confor-
plinas y más allá de cualquier disciplina mando el trabajo etnográfico, diversas téc-
[...]” (N icolescu, 1999), podemos afirmar nicas y herramientas dan sustento y
que existe la posibilidad de utilizar y com- refuerzan la práctica de la toma de datos
binar diversos métodos y técnicas al alcance para una posterior interpretación más pro-
de los estudios etnobiológicos. A continua- funda. En otras palabras, la etnografía viene
ción, se presentan brevemente algunas de acompañada de una serie de técnicas que la
las principales técnicas y herramientas me- completan en una interacción decisiva para
todológicas usualmente utilizadas por los la realización y calidad del estudio.
etnobiólogos. C abe mencionar que hoy en día preva-
lece un cierto debate, dentro del ámbito an-
EL REGISTRO DE DATOS, UNA tropológico, acerca de la continuidad de la
MIRADA ETNOGRÁFICA práctica etnográfica como método de in-
vestigación confiable y apropiado56. Sin em-
L a etnografía tiene sus orígenes en el bargo, por lo general aún se considera a la
campo de la Antropología Social y Cultural, etnografía una óptima manera de trabajar la
en la búsqueda por abarcar en su metodolo- investigación “de campo” o “en campo”.
gía la interpretación y significación de la or-
ganización social y el sistema cultural de LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE
cada sociedad humana, así como de las
interacciones que establece con el entorno. M uchas veces no se considera la sim-
L as descripciones etnográficas conforman ple observación como una forma de obte-
el corpus de datos, la base empírica de los ner datos. E ntretanto es por intermedio de
estudios antropológicos y, por consiguiente, ésta como se inicia el primer contacto con-
también de los etnobiológicos. Todo este creto con el área (configuración espacio-
proceso siguiendo un enfoque marcada- temporal) y grupo humano con quien se va
mente cualitativo, pero sin despreciar aque- a trabajar. Este primer contacto coloca al
llo que puede ser también cuantificable. investigador en la realidad del contexto,
pues, hasta ese momento, el material exis-

56
Para entender con más detalles el debate crítico levantado por algunos autores norteamericanos (véase en
Paul Raibinow, 1988; M artyn H ammersley, 1990 y N icholas T homas, 1991) y los argumentos a favor de
la continuidad del método etnográfico, se recomienda leer el libro “A favor da etnografia” de Peirano (1995).

259
tía apenas en la literatura o en registros de distingue de la observación informal.
imagen. Este tipo de observación se deno- Como gran parte del conocimiento tradi-
mina “observación asimétrica o pasiva”, cional es transmitido en forma de mitos,
siendo inicial y no conclusiva, sin interfe- leyendas, rituales, bailes, etc., los códigos,
rencia con el entorno. Según Richardson et altamente simbólicos, del mito y del ritual
al. (1989), es un tipo de observación que se sólo pueden ser descodificados cuando se
ajusta bien a los estudios exploratorios, convive y participa en la vida de una socie-
donde no habrá interferencia ni con el ob- dad durante un extenso período de tiempo
jeto ni con el sujeto de estudio. (Posey, 1986; G renier, 1998).
La técnica de la observación participante, L a integración del investigador implica
por otro lado, es un procedimiento que da su inclusión, presuponiendo una integra-
acceso al conocimiento permitiendo una ción mínima; deja de ser apenas un obser-
mirada de apropiación de la actividad y del vador externo pasando a formar parte
espacio, más que del conocimiento indivi- integrante de los acontecimientos que ob-
dual. E l estar allá y participar en la codiani- serva. Cuanto más integrado, más partici-
dad del grupo humano implica una cierta pante. L o cual lleva muchas veces al
apropiación espacial y temporal por parte investigador a un cambio de estilo de vida
del investigador (como extraño). E l cual se como, por ejemplo, residir temporalmente
“adueña” también del ambiente o paisaje al en una determinada comunidad, lo cual es
hacerse parte del mismo. Podemos conside- bastante gratificante en el sentido de eli-
rar que éste es un proceso que forma parte minar cada vez más la distancia entre él y
del aprendizaje del investigador sobre el sus informantes, así como de las costum-
universo que le está siendo presentado en bres de la etnia.
todo momento, y que él, metodológica- Uno de los riesgos que pueden darse en
mente, intenta imbricar con otros momen- el campo, durante la permanencia y aplica-
tos, asociar a su conocimiento anterior sobre ción de la técnica de observación partici-
el tema que viene observando, así como des- pante, es que el investigador empiece a
arrollar un análisis momentáneo, montando descartar sus impresiones por considerarlas
poco a poco un cuadro general sobre las res- como repetitivas, corrientes, comunes a lo
puestas que busca para las preguntas de su cotidiano, que forman parte del “compor-
investigación. A l mismo tiempo que el in- tamiento normal”. Con el paso del tiempo
vestigador observa, también participa del es- surgirá una tendencia a considerar como
tudio, teniendo una actuación que se rutinarios determinados fenómenos, obser-
modifica en el tiempo y espacio para adap- vados inicialmente como raros, al entrar a
tarse a esa condición. formar parte de la propia cotidianidad del
E n general, la observación partici- investigador. Goode y H att (1960) se refie-
pante, según la definición clásica de K luc- ren al que podemos denominar como un
kholm (1946), es una técnica que tiene vicio sistémico, llamando la atención ante
como propósito principal la obtención de el hecho de que el investigador “[...] cuando
datos de campo, a través de la observación aprende las maneras ‘correctas’ de compor-
del comportamiento en contactos directos tarse, pasa a suponerlas como perfecta-
y situaciones específicas, donde el investi- mente naturales. Consecuentemente,
gador intenta reducir al mínimo su inter- tiende a no percibir estos pormenores. Son
ferencia. Es un tipo de observación que se tan corrientes que no merecen siquiera

260
atención [...]”. E n ese momento, los regis- pueden ser previamente enseñadas por el
tros sobre varios fenómenos no son consi- informante, impidiendo que un constreñi-
derados, promoviendo una fractura en los miento pueda acontecer en el comporta-
datos recopilados, afectando seguramente miento del investigador durante una
a detalles que pueden marcar la diferencia ceremonia, una reunión o simplemente
en etapas posteriores del estudio. para entrar dentro de una residencia local.
La influencia sobre el grupo en el seno E l investigador precisa tener idea de su
del cual el trabajo será desarrollado se pro- imagen ante al grupo con quien está traba-
duce en diversas formas, creando sesgos que jando, su estancia en la comunidad puede
pueden comprometer el trabajo final; por estar siendo controlada constantemente por
ejemplo, la inserción del investigador en la los miembros de la comunidad y, en este
comunidad o la actividad tiene influencia en caso, habrá un direccionamiento compor-
el comportamiento del grupo y la forma en tamental, desviando el modo natural en
que el investigador será visto (observado) que suceden los acontecimientos. Eso no es
por la comunidad. Por lo tanto, el grado de extraño que pase con etnias indígenas que
jerarquía ocupado por el miembro que pre- condicionan una serie de actividades que
senta al investigador en la acción puede in- deben ocurrir sistemáticamente para aten-
fluir decisivamente en el comportamiento der la presencia de estudiosos en la aldea.
del grupo. L a participación a través de un D e esa forma, lo que sucede es casi un tea-
informante clave, un consultor cultural, tro, donde los nativos deciden escenificar
puede limitar al grupo debido a la cuestión un ritual para que el investigador pueda
de ser él un experto en un asunto en parti- participar. Muchas veces, existe los indíge-
cular, y puede influir en el investigador por nas actúan así conscientemente, y un inves-
la misma razón. Por tanto, se debe estar tigador menos experimentado puede creer
muy atento al mayor número posible de de- que aquel acto es forma parte de la cotidia-
talles, porque pueden llevar a un camino nidad de la aldea, cuando, de hecho, no
más difícil en el trabajo de campo. pasa de ser una representación especial para
L os cuidados para no convertir al in- agradar al extraño, o bien para librarse de
formante-clave, especialista nativo o con- él cuanto antes.
sultor cultural ( M artin, 1995) en un E n la observación participante muchos
“asistente informal” deben ser considera- factores personales están envueltos en el
dos, pues no es él quien está realizando el trabajo de campo; la aplicación de esta téc-
estudio sino el investigador. Si el entrevis- nica requiere una gran integración y con-
tador comienza a tener dudas y consultar al trol por parte del investigador, lo cual
informante exageradamente, podrá in- significa que sus sentimientos, la emoción
fluenciarse mucho más de lo tolerable. E n- y la implicación momentánea estarán in-
tretanto, para el trabajo de campo es trínsecamente contenidos en las diversas
importante tener en cuenta que determi- situaciones. Es difícil de explicar a alguien
nados datos pueden cambiar el rumbo del que nunca participó de una investigación
estudio; son fundamentales algunas infor- usando dicha técnica, como ocurre la vin-
maciones cuando se trata, por ejemplo, de culación entre investigador e investi-
un estudio desarrollado en una etnia indí- gado(s), o bien entre investigador y
gena en que el propio idioma es algo ex- determinadas situaciones etnográficas. E n
traño, entonces las costumbres y etiquetas algunos momentos la emoción toma las

261
riendas de la situación impidiendo la con- miento de campo envuelve el propio entre-
tinuidad del trabajo, o por lo menos cre- namiento del “yo” del investigador. Saber oír,
ando un intervalo entre el estudio y la ver; saber que no siempre es necesario con-
condición humana. D a M atta (1987) llama cordar o discordar es fundamental. D icho
la atención hacia dicho tema: entrenamiento capacitará al investigador
preparándole para que, con el tiempo, las
“Sería posible decir que el elemento que se informaciones más “escondidas” le sean de-
insinúa en el trabajo de campo es el senti- mostradas, sin que para ello haya utilizado
miento y la emoción. Estos serían, para pa- un gran esfuerzo.
rafrasear L évi-Strauss, los huéspedes no L a rutina, muchas veces causativa,
invitados de la situación etnográfica. Y
frente a la cotidianidad repetitiva de la vida
todo indica que tal intrusión de la subjeti-
vidad y de la carga afectiva que viene con
normal de la localidad donde se desarrolla
ella, dentro de la rutina intelectualizada de el estudio, debe ser encarada por el inves-
la investigación antropológica, es un dato tigador como algo que debe ser sistemáti-
sistemático de la situación”. camente cumplido y metodológicamente
vivido; la calma en las observaciones y la
Podemos abstraer algunos aprendiza- capacidad de observar más de una vez la
jes con ello, al mismo tiempo que los sen- misma acción en la vida de una etnia es el
timientos pueden interrumpir el flujo camino para descubrir diversas caracterís-
natural de los trabajos y llevar al investiga- ticas de un mismo fenómeno que ocurren
dor, incluso, a algunos momentos de iner- en diferentes situaciones. L a disciplina de
cia, acreditamos que los sentimientos y la campo de registrar sistemáticamente todo
intuición en algunos casos, son fundamen- lo que es posible puede transformar el dia-
tales para que el trabajo de campo pueda rio de campo en una especie de “índice re-
ser ejecutado. misivo”, de uso fundamental para apoyar el
L as “emociones” añadidas al conoci- análisis posterior hacia la suma de tipos di-
miento científico y la experiencia con la ferentes de datos obtenidos de diversas for-
multidisciplinaridad metodológica son fun- mas y con variadas técnicas y métodos. D e
damentales para la adecuación de diferen- esa manera, también es más fácil de apren-
tes artificios que deben ser usados para der con los propios errores, así como esta-
desarrollar un buen trabajo de campo. Tener blecer reglas para que no se repitan e
consciencia de ese conjunto de característi- ingualmente impedir que otros puedan
cas que ocurren invariablemente en el surgir. H abrá enriquecimiento de todas las
campo, puede ser una forma de ganar con partes, incluso del propio investigador con-
la situación, es decir, aprovechar la sensibi- sigo mismo, pero también por parte de la
lidad humana traerá beneficios en el trabajo comunidad local, que por lo menos se pre-
del investigador, saber cuánto puede acer- gunta genéricamente “qué hace acá un ex-
carse y alejarse del objeto emocional, cuándo traño, cómo y por qué, cuánto tiempo va a
y cómo comportarse, preguntar o callarse, durar esto [...]”, entre otras indagaciones.
reconocer la hora apropiada para su mani- Asimismo, se puede inferir que la ob-
festación de entendimiento o bien para es- servación participante no es, de hecho, una
clarecer alguna situación, fundamentarán un técnica sencilla, mucho menos una práctica
buen entendimiento del estar allá, teniendo que puede ser llevada a cabo sin una cons-
cierto control hacia la situación. E l entrena- ciencia metodológica amplia, con un control

262
acerca del día-a-día de su aplicación. Es, sin como puente entre varias informaciones
duda, una herramienta llena de detalles en previamente registradas.
que el número de alternativas en su aplica-
ción dispensa comentarlos. Las particulari- HISTORIA ORAL
dades, dilemas y opciones se completan
constantemente en su praxis, y durante su L a aplicación de esta técnica equivale a
aplicación, varias otras técnicas se establecen obtener datos de las historias contadas por
y traspasan para complementarse y atender las personas. A lgunas particularidades de
la creatividad de su aplicador. Con la obser- la historia oral, según O liveira (1997), in-
vación participante el investigador tiene que cluyen que el narrador tiene el dominio de
ser un gerente de una gran variedad de otros una intrigante red de signos, sentimientos,
métodos que pueden convivir indistinta- significados, emociones que son expresa-
mente durante el trabajo de campo. dos en abundancia tanto en cantidad como
en calidad. E l investigador, invariable-
EXCURSIÓN-GUIADA mente aprende con el relato, mientras el
narrador, en el momento que transfiere los
Es una técnica de campo que tiene el acontecimientos y fenómenos vividos por
objetivo de proporcionar al etnozoólogo él, también permite que el investigador
un acompañamiento durante una disloca- tenga acceso al modo como es transmitido
ción en el período de campo en una inves- lo hablado. M uchas de las experiencias vi-
tigación. E l término “excursión-guiada” ha vidas por el narrador informan respecto al
sido modificado a partir de la expresión tema de estudio, con la gran ventaja de
guided grand tour questions usada por Spra- poder expresarse libremente, donde la ges-
dley (1979), la cual consiste básicamente ticulación, el tono de la voz y otros atribu-
en escoger un informante que pueda mo- tos presentes, como las expresiones,
verse (andar, no necesariamente a pie), por miradas e incluso el silencio, son impor-
un determinado territorio en el área de es- tantes para proveer de datos al investiga-
tudio. Normalmente, el informante-clave dor, que busca en esas manifestaciones
es el seleccionado por ser el más especiali- esclarecer varias dudas sobre el conoci-
zado en determinado tema. miento local.
La técnica de excursión-guiada es bas- E n caso de etnias donde la comunica-
tante interesante porque apoya la visualiza- ción oral es el principal sistema de trans-
ción e identificación etnozoológica de misión del conocimiento entre sus
especímenes en campo. D urante su aplica- miembros, donde los mayores transmiten
ción, el investigador y el conocedor local tie- a los más jóvenes su sabiduría, es fácil en-
nen contacto con el paisaje y esto posibilita tender que esta técnica podrá revelar un
una serie de observaciones que se refieren no mayor conjunto de datos de forma mucho
sólo al animal que está siendo observado o más significativa, dentro de las propias cos-
apenas citado, sino también respecto a sus tumbres locales.
aspectos ecológicos, biológicos y comporta- E l investigador debe registrar la comu-
mentales. Es un momento en que el infor- nicación oral prestando especial atención a
mante es observado en contacto con la los actos del discurso, que podrán revelar
naturaleza, donde su comportamiento podrá muchos datos que difícilmente el narrador
revelar importantes significados sirviendo conseguiría escribir. Esta es una de las téc-

263
nicas que acerca más al investigador a in- dor el cuidado de entender lo que está
formaciones y hechos que quizás nunca se siendo listado lado a lado en dos columnas
verán demostrados en la comunidad. paralelas, para que se pueda establecer una
Puede, incluso, abrir las puertas para que relación entre el conocimiento local y el
participe de “ruedas de conversa” donde, in- científico.
variablemente, se aprende mucho sobre la
historia de la comunidad y la forma en que EL USO DE CUESTIONARIOS
el conocimiento es transmitido.
E l cuestionario es considerado una téc-
COGNICIÓN COMPARADA nica cerrada. V iertler (2002) dice que:

A medida que el trabajo de campo “[...] ya que éste es construido por el in-
prosigue, muchas alternativas metodológi- vestigador antes de irse al campo, basado
cas pueden ser usadas para que se entienda en balances bibliográficos de problemas de
la manera en que el conocimiento etnozo- investigación previamente definidos y
construido sobre un conjunto de concep-
ológico se caracteriza dentro de la cultura
tos y teorías científicas [...] al ser desarro-
estudiada. L a cognición comparada es una llado en la oficina y no en el campo, el
técnica que emplea la comparación bus- cuestionario da prioridad a los “datos éti-
cando el equilibrio entre lo “émico” y lo cos”, es decir, las ideas, hipótesis y catego-
“ético”. E l investigador elabora una “ Tabla rías del mundo cultural del investigador.”
de Cognición Comparada”, cuyos precep-
tos según M arques (2001) se basan en la Aunque el cuestionario no sea necesa-
generación de una tabla en que se compa- riamente un material compuesto solamente
ran los fragmentos abstraídos de las infor- con datos y preparado “en la oficina”, acaba
maciones obtenidas con los sujetos locales restringiendo sustancialmente el trabajo,
y los de la literatura científica pertinente, creando determinadas reglas que van a di-
posibilitando encontrar las convergencias rigir las entrevistas, pudiendo ser una ba-
y divergencias en el sentido de similaridad rrera a más entre entrevistador y
y equivalencia. entrevistado. No obstante, la flexibilidad
Esta técnica puede ser usada tanto para oportuna para desarrollar la guía de entre-
los datos zoológicos como para el compor- vistas durante el trabajo de campo, de
tamiento, la interpretación, la valoración hecho, ameniza el encuadramiento dado
cultural del recurso, entre muchas otras por V iertler (2002) al cuestionario, que
comparativas que serán atributos del análi- puede perfectamente ser elaborado a partir
sis del estudio. Posibilita listar un reperto- de un conocimiento mayor de las costum-
rio de símbolos y conceptos relacionados bres de determinada etnia, observando las
con el conocimiento local, no siendo funda- connotaciones y denotaciones de los térmi-
mental su jerarquización, ya que los frag- nos del lenguaje, la forma de comunicación,
mentos elegidos, muchas veces son relativos posición entre los componentes del grupo
a datos captados de la expresión oral que, en donde el estudio se desarrolla, entre otros
su esencia, pueden desligarse de su verda- datos que van a ser mejor conocidos por el
dero significado cuando son transcritos y investigador, de tal forma que pese a ser rí-
analizados aisladamente de una determi- gido, puede contener aberturas que facili-
nada situación cultural. C abe al investiga- tarán el trabajo para otras etapas.

264
ENTREVISTAS ENTREVISTAS ESTRUCTURADAS

L a entrevista es un instrumento que Son las que se componen de pregun-


facilita mucho el trabajo de campo. Es de- tas previamente formuladas. Básicamente
finida por H aguette (1992) como “[...] el se organizan en un formulario (cuestiona-
proceso de interacción social entre dos per- rio) y el entrevistador debe de contenerse
sonas en el que una de ellas, el entrevista- en su aplicación, no sobrepasando los lí-
dor, tiene por objetivo la obtención de mites allí establecidos. Esto tiene el obje-
informaciones por parte del otro, el entre- tivo de posibilitar la comparación de varios
vistado”. L a entrevista es una técnica bas- cuestionarios compuestos con las mismas
tante útil para la obtención de datos, sean preguntas, es decir, comparar entre varias
estos objetivos o subjetivos; principalmente personas que respondieron el mismo cues-
los últimos, que están más relacionados tionario, reflejando las diferencias entre
con los valores, costumbres, actitudes, re- ellos ( M arconi y L akatos, 1982). E l nivel
presentaciones del sujeto, grupo o comu- de estructuración de la pregunta se rela-
nidad. ciona con la amplitud de respuesta permi-
L as formas más comunes de entrevis- tida. Cuanto más cerrada sea la pregunta,
tas que se usan en los trabajos etnozooló- menor es la libertad del informante para
gicos son las entrevistas estructuradas, contestar según su propia lógica y concep-
semi-estructuradas y no estructuradas. Re- tos. L as preguntas deben ser claras y sen-
cordando que no es necesariamente obli- cillas para no inducir la respuesta del
gatorio el uso de un cuestionario entrevistado ( D ietrich, 1995). Una pre-
tradicional (formulario) para la aplicación gunta que demanda una respuesta binaria
de estas herramientas, apenas un guión “sí-no” es un ejemplo extremo de una pre-
predeterminado servirá para orientar al in- gunta cerrada. Básicamente, preguntas ce-
vestigador y sustituir o representar el for- rradas y cuestionarios permiten datos
mulario. Todo dependerá de una serie de sucintos y más precisos; sin embargo, son
factores instructivos que componen los ele- más difíciles de construir y articular en dis-
mentos de información que conducen el cusiones interculturales. D e ahí, que sean
trabajo del entrevistador, como lo orientan más susceptibles de incluir preconceptos y
para el objetivo de su estudio. desviaciones (Bernard en A lexiades, 1999).
L a selección del modelo a aplicar en el L o ideal para el tratamiento de datos
campo dependerá de las particularidades y es que las entrevistas sean aplicadas por
adecuación al problema que la investiga- una única persona, el investigador mismo.
ción pretende discernir. Uno o varios tipos E so facilitará que éste amplíe su conoci-
de entrevistas pueden ser aplicados en el miento sobre varios aspectos del estudio,
campo, con una única persona, en pareja o dentro de la comunidad. No obstante, mu-
en grupo. Se puede también hacer una chas veces para reducir el tiempo emple-
adaptación que comprenda más de un mo- ado en esa etapa, el investigador es
delo, elaborada para atender a las necesi- ayudado por una equipo de campo para la
dades del investigador, procurando que colecta de datos con los cuestionarios. Va-
esté metodológicamente explicitado. rios factores pueden ser considerados posi-
tivos: las entrevistas podrán ser realizadas
todas en un mismo día, disminuyendo

265
substancialmente los sesgos que pueden parcialmente estructuradas por V iertler
ocurrir. Por ejemplo, si está produciéndose (2002), son aquellas en que algunos tópicos
un enjambre de una especie de insecto de son previamente conocidos y otros son re-
uso alimenticio o medicinal, aplicar el cues- definidos durante el desarrollo del estudio,
tionario en un número de individuos de la con la finalidad de adecuarse a las necesi-
comunidad, con respecto a este recurso, bus- dades del entrevistador en cada momento.
cándose datos acerca de su uso, de la canti- M inayo (1993) considera que existe una
dad de especímenes recolectados, etc., articulación entre las entrevistas estructu-
puede ser importante si todos los cuestio- radas, las semi-estructuradas y las no-es-
narios fueran aplicados en un corto espacio tructuradas, es decir, se da la posibilidad y
de tiempo. Aunque esa constatación tam- la flexibilidad para que en su aplicación se
bién sea tema para investigación, depen- pueda ceder espacio para nuevas estructu-
diendo del objetivo propuesto, habrá mucha ras, en el caso de que el investigador ad-
diferencia si los datos son obtenidos en un vierta dicha necesidad, pudiendo también
período determinado, contextualizado en el apuntar a que otras medidas sean tomadas
momento de evidencia del fenómeno. y otras entrevistas sean aplicadas en otra
L os cuestionarios aún pueden ser en- ocasión. E stas entrevistas combinan pre-
viados a los entrevistados potenciales por guntas abiertas y cerradas, cabiendo al in-
correo y, actualmente, a través de Internet. vestigador reforzar su intervención a
E l envío de cuestionarios por correo tiene medida que se hace necesario y que los tó-
algunas ventajas, tales como abarcar una picos preestablecidos se agotan.
amplia muestra de estudio reduciéndose los Ese tipo de entrevista es más común,
costos de trabajo de campo. Esta técnica se pues permite que el investigador adapte su
ha empleado con regularidad en los estudios parámetro inicial al ofrecido durante el tra-
de gestión de fauna silvestre en los que se bajo con el informante. L a aplicación im-
indaga sobre las actitudes hacia los anima- plica una conversación con cierta formalidad,
les y la percepción acerca de las políticas pero la rigidez no es tan marcada, dejando
ambientales. Sin embargo, no siempre re- margen para que el investigador aproveche
sulta tan eficaz, pues muchas de las personas varios artificios observados durante todo el
a las que se les solicita el favor de cumpli- estudio, incluso los de observación del com-
mentar el cuestionario, no lo devuelven o lo portamiento y gesticulación en la oralidad,
rellenan de manera incompleta. Pacheco y expresiones y gestos de comunicación entre
Rojas (1996), para averiguar cuál era la per- las personas. Las preguntas adicionales de-
cepción que tenían las personas de ambien- berán elucidar el problema y refrendar el
tes urbanos de Bolivia acerca de la vida tema, así como conducir al entrevistado para
silvestre, enviaron 500 cuestionarios por co- que no se salga del contexto y atender los
rreo postal de los cuales sólo el 11,8% fue- objetivos propuestos por la investigación.
ron contestados total o parcialmente.
ENTREVISTAS
ENTREVISTAS NO-ESTRUCTURADAS
SEMI-ESTRUCTURADAS
Cuando las entrevistas siguen un diá-
L as entrevistas semi-estructuradas o logo libre entre investigador e informante,
semiestructuradas, también denominadas se las denomina no-estructuradas ( V iertler,

266
2002). También conocida como “entrevista con el enfoque emicista. D e este modo,
abierta”, se basa en la exploración del tema tanto el investigador pasa a entender más
estudiado, sirviendo para detallar exhaus- sobre el fenómeno que está estudiando,
tivamente el tema, pero hay una fuerte pudiendo componer las preguntas con las
fundamentación en dejar que el asunto terminologías de la expresión oral local,
ocurra de forma más libre, dando a enten- como el entrevistado aprende sobre cómo
der que el control de la situación está en comunicarse con el investigador.
manos del entrevistado.
E l investigador elabora sus intervencio- AÚN DURANTE LA ACTIVIDAD
nes momentáneamente, sin que eso pueda EN EL CAMPO
causar una interrupción del flujo natural en
la exposición. E n etnias donde el conoci- L os controles pueden ser hechos a tra-
miento se transmite oralmente, esas entre- vés de tests de verificación de consistencia y
vistas se convierten en un diálogo largo y de validación de las respuestas, recurriéndose
atractivo, donde, invariablemente, el entre- a entrevistas repetidas en situaciones sin-
vistador puede observar el comportamiento crónicas y diacrónicas. L as primeras ocu-
discursivo del entrevistado. Aquí podemos rren cuando una misma pregunta es hecha
considerar que existe un guión, pero no es a informantes diferentes en fechas bastante
nada rígido, apenas la base para la orienta- próximas y las segundas cuando la pre-
ción del investigador y para que pueda gunta es repetida al mismo informante en
aprovechar mejor el número de datos que le fechas bien distanciadas ( M arques, 1991).
son ofrecidos. La narración atañe a niveles L a colecta de material zoológico y et-
cualitativos interesantes y puede abrir mu- nozoológico puede ser hecha por el propio
chas puertas en el entendimiento del cono- informante, siempre y cuando sea cons-
cimiento que se quiere aprender. ciente de los posibles riesgos. A lgunos tipos
L o ideal en una entrevista es no reali- de material (molecular, bioquímico, bioló-
zar preguntas muy directas, puesto que gico, cultural, arqueológico, etc.) pueden ser
pueden incitar a la inhibición del flujo de colectados, preservados y estudiados para la
informaciones por parte de los informan- obtención de datos utilizados en futuros es-
tes. Por ejemplo, Posey (1986) señala que tudios etnobiológicos (E thnobiology Wor-
preguntas como “¿cuántos tipos de X exis- king Group, 2003). Cuando en los trabajos
ten?” presuponen que X es una categoría se involucra a la comunidad, en algunos
cross-cultural (intercultural) válida y que casos los participantes se presentan como
existen tipos de X identificados y nombra- voluntarios para el registro escrito de las
dos en todas las culturas. E l peligro de in- capturas animales, y entregar cráneos y con-
troducir errores a través de preguntas no tenidos estomacales, sin ningún costo para
válidas es también mayor en contextos de el proyecto ( Towsend, 1996).
entrevistas más formales y estructuradas. No siendo posible el registro fonográ-
D urante esta etapa del trabajo, se po- fico y fotográfico, o por lo menos las anota-
dría experimentar la “metodología genera- ciones resumidas en el cuaderno de campo,
dora de datos” propuesta por Posey (1987), difícilmente todas las informaciones podrán
posibilitando al investigador proveer sus ser recordadas poco tiempo después. L os
intervenciones con alguna base en el co- datos subjetivos, impresiones que el investi-
nocimiento ya entendido acerca del tema gador tiene sobre cualquiera de las situacio-

267
nes mencionadas, podrán componer una afirmado que los primeros elementos rela-
clave importante para construir el instru- cionados son los más sobresalientes en la
mental que será usado en análisis posterio- cultura (Cotton, 1996).
res, descodificando datos que apunten a una M ourão et al. (2006) utilizaron esta
confirmación de hipótesis y conclusiones al técnica con cazadores no indígenas en un
respecto del saber local. estudio sobre etnotaxonomía de mamífe-
E n el caso de la grabación, fotografías, ros. Se adoptaron las técnicas de inducción
películas, anotaciones y dibujos, no siempre no-específica y de reading back para supe-
es tan sencillo usarlos en la investigación de rar las limitaciones de la técnica del listado
campo cuando el estudio es realizado con libre. L a primera consiste en preguntas he-
etnias indígenas. Estos instrumentos pue- chas a los sujetos cuando ellos dicen no re-
den ser considerados como una invasión de cordar más elementos, sin embargo, las
la privacidad, llegando al extremo de recha- inducciones deben ser afirmaciones for-
zar la permanencia del investigador en el muladas que no generen respuestas de “sí”
área. E l acto de grabar o fotografiar puede o “no”. L a segunda es una técnica usada
representar para los miembros locales el tras obtener un listado, consistente en que
robo de su identidad. Por lo tanto, es im- el investigador lea la lista muy lentamente,
portante que el investigador se documente de modo que los entrevistados puedan
sobre temas de esta índole para no correr añadir ítems aún no listados.
riesgos innecesarios. Es preciso hacer pelí- L os listados libres pueden ser analiza-
culas, grabaciones fonoauditivas y dibujos dos por el software A N T H R O PA C para
únicamente después de obtener el consenti- determinar qué ítems de la lista son los
miento y la certeza de que no se está infrin- más sobresalientes. L a técnica de listado
giendo alguna costumbre o norma interna. libre también puede usarse en conjunto
Nunca se deben tomar estos registros “a es- con el análisis de consenso cultural. D icha
condidas” y sin autorización. metodología permite evaluar la extensión
en la cual un grupo de personas concuer-
LISTADO LIBRE (FREE LISTING) dan sobre algún dominio de conocimiento
cultural (Romney et al., 1986). L a suposi-
Se trata de una técnica de entrevista ción básica que hay detrás del análisis de
cerrada usada para delimitar un dominio consenso es que el acuerdo entre los entre-
cultural. Towsend (1999) menciona que vistados indica un conocimiento compar-
esta técnica consiste en permitir que una tido. E stas técnicas son particularmente
persona escriba o mencione todos los ele- relevantes para investigaciones que exami-
mentos que le vienen a la mente que estén nan las concepciones de la gente acerca del
relacionados con el objetivo de la investi- medio ambiente y su conservación.
gación (p. ej.: aves del lugar, animales más
cazados, insectos comestibles, etc.). Puede TESTS PROYECTIVOS
darse un número cerrado de elementos
para ser listados o dejarlo a juicio del con- Es una práctica muy común que puede
sultado, asegurándose de no presionarlo ser considerada como una técnica comple-
insistiéndole que recuerde obligatoria- mentaria para diversos procesos metodoló-
mente. Se debe seguir el mismo procedi- gicos. Consiste en la presentación de
miento para todos los entrevistados. Se ha recursos visuales, como fotografías, dibujos,

268
figuras, partes del cuerpo de un animal, etc. G uaraníes M ’byá (etnia ya mencionada en
a un entrevistado, con la finalidad de que el presente texto). E l informante usó un pe-
hable espontáneamente sobre lo que ve. dazo de palo y dibujó esquemas detallados
L as restricciones más comunes están del interior de los nidos de abejas sin aguijón
relacionadas con su aplicabilidad a perso- (M eliponinae) mientras explicaba los dibu-
nas no acostumbradas con libros, fotogra- jos, revelando así un profundo conocimiento
fías y dibujos, es decir, con imágenes y una didáctica peculiar. Inmediatamente le
artificiales. Según M eyer-Rochow (1975 fue ofrecido al informante papel y lápiz y los
en Costa- Neto, 2002), los individuos de al- dibujos fueron repetidos con detalles aun
gunas etnias de Papúa Nueva G uinea con más significativos. Los datos obtenidos fue-
los cuales trabajó, tenían dificultades en re- ron comparados con los de la literatura cien-
conocer los insectos dibujados, a pesar de tífica (cognición comparada), demostrando
ser especies conocidas para ellos. E ste no sólo similitud sino equivalencia. M ás
autor dice que el problema del reconoci- tarde, en otra etapa del trabajo de campo, co-
miento de figuras puede ser atribuido pias del dibujo fueron presentadas a pobla-
principalmente a tres factores: a) las imá- dores de la aldea (hablantes apenas del
genes no presentan los animales a su ta- idioma guaraní dialecto m’byá), sin la pre-
maño natural; b) la coloración de los sencia del autor, y con esquema libre de cual-
dibujos difiere con la realidad; y c) los ma- quier nomenclatura (técnica proyectiva),
teriales mostrados a los entrevistados son sirviendo de herramienta para ampliar el tra-
representaciones bidimensionales. bajo exploratorio sobre el tema.

REPRESENTACIONES GRÁFICAS ELABORACIÓN DE MAPAS


Y DIBUJOS GEOGRÁFICOS
Consiste en solicitar a los participantes
del estudio que representen gráficamente lo La elaboración sistemática y organizada
que están explicando o lo que imaginan de diagramas geoespaciales por miembros
sobre determinado tema. Esta técnica puede previamente instruidos de la comunidad,
proveer muchas aclaraciones, revelando una permite ubicar zonas que son potencial-
sabiduría etnobiológica detallada y abriendo mente importantes para el encuentro con
nuevas oportunidades de profundizar el es- animales (sitios de recolecta, pesca o caza).
tudio por medio de un lenguaje más apro- Por ejemplo, en talleres participativos con la
piado, principalmente en el caso de etnias en comunidad de Lomerío (Bolivia), los caza-
las que la transmisión del conocimiento se dores trabajaron en equipo para elaborar
da mediante la comunicación oral. A l mos- mapas de sus territorios de captura al
trar esquemas, croquis y diversos detalles tiempo que discutían problemas relaciona-
sobre ciertos animales o temas relacionados dos con la fauna ( Towsend, 1996). La ela-
con ellos, los informantes se sienten “ense- boración de mapas entre cazadores facilita
ñando”, lo que les confiere un status diferen- la comunicación de áreas de uso comunal,
ciado de reconocimiento, muchas veces además de ser una forma de plasmar la vi-
facilitando la relación entre los dos sujetos, sualización de las áreas de caza. Se encuen-
investigado e investigador. tran coincidencias de los mapas de los
Rodrigues (2006) utilizó esta técnica cazadores con los realizados por cartógra-
durante un estudio desarrollado entre los fos profesionales ( Towsend, op. cit.).

269
CONSIDERACIONES FINALES E T H N O BI O L O G Y W O R K I N G G R O UP. 2003. In-
tellectual imperatives in ethnobiology. M is-
souri Botanical G arden Press. St. L ouis.
Cuando se discute la metodología para
G E E R T Z , C . 1978. A interpretação das culturas.
la investigación en etnozoología, se percibe Z ahar: Rio de Janeiro.
fácilmente que no se trata aquí de una receta, G E E R T Z , C . 1988. Works and lives. The anthro-
de un modelo a ser seguido rígidamente, pologists as author. Stanford University
donde la aplicación de una fórmula susten- Press. Stanford.
tará una tesis. La metodología es, de hecho, G O O D E , W. J. Y H A T T, P. K. 1960. Métodos em
un parámetro que orienta al investigador, pesquisa social. Companhia E ditora N acio-
proporcionándole una seguridad para la ob- nal. São Paulo.
tención de datos que enriquecen su estudio. G R E N I ER , L. 1998. Working with indigenous
La orientación que se le ha pretendido knowledge: a guide for researchers. Internatio-
nal Development Research Centre, O ttawa.
dar al presente texto ha sido conceptual y de
H A G U E T T E , T. M . F. 1992. Metodologias quan-
orientación en la formación de un pensa- titativas na sociologia. Vozes. Petrópolis.
miento científico, intentando demostrar que H A M M E RSL E Y , M . 1990. W hat’s wrong with
la investigación etnozoológica y de sus di- ethnography? T he myth of theoretical de-
versas subáreas no se da por la vía de una scription. Sociology, 24(4):597-615.
rutina automatizada de obtención de datos. H E A D L A N D , T. N . 1990. Introduction: a dia-
logue between Kenneth Pike and M arvin
REFERENCIAS H arris on emics and etics. En: T. N . H ead-
land, K . K . Pike y M H arris ( E d): Emics
and etics: The insider/outsider debate, pp.13-
A L E X I A D ES, M . 1999. Ethnobotany of the Es-
24. Sage Public. L ondon.
e’Eja: plants, health and change in an Ama-
K L U C K H O L M , F. R. 1946. O método de “ob-
zonian society. Ph D T hesis. Cuny. New York.
servação participante” no estudo de peque-
B A N D E I R A , F. P. S. 2001. C onstruindo uma
nas comunidades. Sociologia, 8(2): 103-118.
epistemologia do conhecimento tradicio-
M A R C O N I , M . A . Y L A K AT OS, E . M . 1982. Téc-
nal: problemas e perspectives. En: E . M .
nicas de pesquisa: planejamento e execução de
Costa- N eto y F. J. B. Souto ( O rgs.): Anais
pesquisas, amostragens e técnicas de pesquisa e
do I Encontro Baiano de Etnobiologia e Et-
elaboração, análise e interpretação de dados.
noecologia, 1999, pp. 109-133. U E FS. Feira
A tlas. São Paulo.
de Santana.
M A R Q U ES, J. G . W. 1991. Aspectos ecológicos na
C OSTA - N E T O , E . M . 2002 Manual de etnoento-
etnoictiologia dos pescadores do Complexo Es-
mologia. Sociedad Entomológica Aragonesa.
tuarino-lagunar Mundaú-Manguaba. Ph D
Z aragoza.
T hesis. Universidade Estadual de C ampi-
C O T T O N , C. M . 1996. E thnobotany, principles
nas. C ampinas.
and applications. John W iley y Sons. Canadá.
M A R Q U ES, J. G . W. 2001. Pescando Pescadores:
D A M A T TA , R.1987. Relativizando: uma intro-
Ciência e Etnociência numa Perspectiva Eco-
dução à Antropologia Social. Rocco: Rio de
lógica. N UPA U B/ USP. São Paulo.
Janeiro.
M A R Q U ES, J. G . W. 2002. O olhar (des)multi-
D I E G U ES, A . C . Y A RR U D A , R. S. V. 2001. Os
plicado. O papel do interdisciplinar e do
saberes tradicionais e a biodiversidade no Bra-
qualitativo na pesquisa etnobiológica e et-
sil. M inistério do M eio A mbiente. Brasí-
noecológica. En: M . C . M . A morozo, L . C .
lia; Universidade de São Paulo. São Paulo.
M ing y S. M . P. Silva (eds.): Métodos de co-
D I E T RI C H , J. R. 1995. El uso de entrevistas para
leta e análise de dados em etnobiologia, etnoe-
averiguar la distribución de vertebrados. Re-
cologia e disciplinas correlatas, pp.31-46.
vista de Ecología Latinoamericana, 2(1-3):1-4.
U N ESP/ C N Pq. Rio C laro.

270
M A R T I N , G . J. 1995. Etnobotánica: manual de P OSE Y, D. A . 1986. E tnobiologia: teoria e prá-
métodos. E ditorial Nordan C omunidad. tica. E n: B. G . Ribeiro (ed.): Suma Etnoló-
M ontevideo. gica Brasileira, vol. 1. Etnobiologia, pp.15-25.
M I N AY O , M . C . S. 1993. O desafio do conheci- Editora Vozes/ F I N EP. Petrópolis.
mento. H ucitec. São Paulo. P O SE Y , D . A . 1987. Temas de inquirições em
M I N AY O , M . C . S. 1996. Pesquisa social: teoria, etnoentomologia: algumas sugestões
método e criatividade. Ed. Vozes. Petrópolis. quanto à geração e teste de hipóteses. Bole-
M O UR Ã O , J. S., A R A UJO , H . F. P. Y A L M EI D A , F. tim do Museu Paraense Emílio Goeldi, 3(2):
S. 2006. E thnotaxonomy of mastofauna as 99-134.
practised by hunters of the municipality of R A I B I N O W , P. 1988. Beyond ethnography:
Paulista, state of Paraíba-Brazil. D isponible anthropology as nominalism. Cultural
en <http://www.ethnobiomed.com/con- Anthropology, 3(4): 355-364.
tent/2/1/19>. Acceso en 12 de Julio de 2009. R I B E IR O , B. G . 1987. Prefácio. E n: B. G . Ri-
N A Z A R E A , V. D . 1999. Ethnoecology: situated beiro (coord.): Suma Etnológica Brasileira,
knowledge/located lives. T he University of vol. 1. Etnobiologia, pp.11-14. E ditora
Arizona Press. Tucson. Vozes/ F I N EP. Petrópolis.
N I C O L ESC U, B. 1999. M anifeste sur la trans- R I C H A R D S O N , R. J., Peres, J. A . S., Correia, L .
disciplinarité. Bulletin Interactifi du Centre M . 1989. Pesquisa social: métodos e técnicas.
International de recherches et estudes trans- São Paulo. A tlas.
disciplinares, 10: 34-40. R O C H A , E . P. G . 1994. O que é etnocentrismo?
O LI V E IR A , A . B. 1997. O que faz a história oral E ditora Brasiliense. São Paulo.
diferente. Revista do Programa de Estudos de R O D RI G U ES, A . S. 2005. Etnoconhecimento sobre
Pós-Graduação em História, 14: 25-39. abelhas sem ferrão: saberes e práticas dos ín-
P A C H E C O , L . F. Y R O JAS, P. 1996. L a percep- dios Guarani M’byá na Mata Atlântica.
ción del habitante urbano frente a la con- M aster T hesis. ESA L Q / USP. Piracicaba.
servación de la vida silvestre em Bolivia. R O D RI G U ES, A . S. 2006. A té quando o etno-
Vida Silvestre Neotropical, 5(1): 33-39. conhecimento sobre as abelhas sem ferrão
P A T T O N , M . Q . 1980. Qualitative evaluation ( H ymenoptera, Apidae, M eliponinae) será
methods. C A Sage. Beverly H ills. transmitido entre gerações pelos índios
P E IR A N O , M . G . S. 1995. A favor da etnografia. G uarani M ’byá da A ldeia M orro da Sau-
Relume- D umará. Rio de Janeiro. dade, localizada na cidade de São Paulo,
P O L A N C O - O C H O A , R., C AST I B L A N C O - A L A R - Estado de São Paulo, Brasil? Sitientibus ser.
C Ó N , J. Y Y ÉP E Z , A . 2003. D iagnósticos de Ci. Biol., 6(4): 343-350.
uso y manejo concertado de fauna silvestre R O M N E Y , A . K ., W E L L E R , S. C . Y
en comunidades indígenas y negras colom- B AT C H E L D E R , W. H . 1986. Culture as con-
bianas: comparación y recomendaciones sensus: a theory of culture and informant
metodológicas. En: C C ampos-Rozo y A . accuracy. American Anthropologist, 88(2):
U lloa (eds.): Fauna Socializada: tendencias 313-338.
en el manejo participativo de la fauna en R O U É , M . 1997. Novas perspectivas em etnoe-
América Latina, pp. 177-198. Fundación cologia: saberes tradicionais e gestão dos re-
N atura, M c Arthur Foundation e Instituto cursos naturais. En: E C astro y F Pinto
C olombiano de A ntropología e H istoria. (eds.): Faces do Trópico Úmido: conceitos e ques-
A RF O Editores e Impresores Ltda. Bogotá tões sobre desenvolvimento e meio ambiente,
D.C. pp.187-200. U FPA / N A E A / C EJUP. Belém.
P O SE Y , D . A . 1983. E thnomethodology as an S Á N C H E Z , E . 2001. Relación histórica de las
emic guide to cultural systems: the case of etnias de Sonora, M éxico con la biodiver-
the insects and the K ayapó Indians of sidad local: el caso del borrego cimarrón
A mazonia. Revista Brasileira de Zoologia, (Ovis canadienses). Sociedades rurales, pro-
1(3): 135-144. ducción y medio ambiente, 2(1): 75-82.

271
SPR A D L E Y, J. 1979. The ethnographic interwiew. T O WSE N D , W. 1999. Uso de la fauna por co-
H olt Rinehart y W inston. N ew York. munidades y su sostenibilidad. En: L. Pain-
T H O M AS, N . 1991. Against ethnography. Cul- ter, D . Rumiz, R. W. G uinart, B. F lóres y
tural Anthropology, 6(3): 306-322. W. Towsend (eds.): Técnicas de investigación
T O WSE N D , W. 1996. Taller participativo sobre para el manejo de la fauna silvestre, pp.63-
manejo de fauna silvestre en Lomerío. Pro- 81. M anual del curso dictado con motivo
yecto de M anejo Forestal Sostenible B O L - del I I I Congreso Internacional sobre M a-
F O R, US A I D , gobierno de Bolivia, nejo de Fauna Silvestre en la A mazonía,
International C hemonics, Internacional Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Conservation, Tropical Research and D e- V I E R T L E R , R. B. 2002. M étodos antropológi-
velopment y W ildlife C onservation So- cos como ferramenta para estudos em et-
ciety. Santa Cruz, Bolívia. nobiologia e etnoecologia. En: M . C . M .
A morozo, L. C . M ing y S. M . P. Silva (eds):
Métodos de coleta e análise de dados em etno-
biologia e disciplinas correlatas, pp.11-29.
U N ESP/ C N Pq. Rio C laro.

272
ETNOBIOLOGÍA Y ETNOZOOLOGÍA
PARA QUÉ? PARA QUIÉN?: DISCUSIONES
ÉTICAS DEL QUEHACER ETNOZOOLÓ
GICO Y SUS IMPLICACIONES
Eréndira Juanita Cano-Contreras57 y Eraldo Medeiros Costa Neto58

E n años recientes, uno de los tópicos nozoológicas- uno de los temas de mayor in-
académicos que emerge cada vez con mayor terés es la adaptación local y los efectos a pe-
frecuencia en debates y disertaciones versa queña escala del cambio climático en las
respecto al papel de la investigación y quie- poblaciones de fauna silvestre de las cuales
nes la realizan en la mejora de las condicio- dependen grupos humanos que mantienen
nes de vida de los pueblos, la defensa de sus una caza de subsistencia.
derechos y territorios y la resolución de sus Continuando con las temáticas que ac-
necesidades más apremiantes, así como de tualmente se encuentran sobre la mesa de
los efectos de fenómenos de escala mundial discusión, una de las más candentes es la
con repercusión en el ámbito local, tales elaboración de propuestas para preservar y
como el cambio climático, los procesos de proteger la propiedad intelectual del cono-
globalización y “occidentalización” de cul- cimiento tradicional e indígena, con la fi-
turas autóctonas y la expansión a socieda- nalidad de prevenir el registro de derechos
des económicas precapitalistas de los por parte de grupos ajenos a las comuni-
modelos neoliberales y de mercado. dades locales, que muchas veces tienen in-
Es por ello que quienes hemos escogido tereses totalmente ajenos a estos últimos.
las etnociencias como campo de acción pro- Para ello, se torna urgente la colaboración
fesional, debemos procurar en mayor medida interdisciplinaria entre diversos especialis-
la participación de la gente local o nativa en tas, de forma tal que se promueva la crea-
este tipo de análisis y debates. Se sabe que los ción de un marco legal internacional que
efectos de fenómenos globales -como los ya proteja los derechos de los pueblos nativos
mencionados- son mayores en comunidades y prevenga la realización de patentes y la
pequeñas, que en su mayoría mantienen una privatización del patrimonio biocultural y
economía de subsistencia que depende prin- zoocultural colectivo. E sto, entendiendo
cipalmente del aprovechamiento y manejo que no existen sustentos legales para el
de los elementos de su medio. Por ejemplo - ejercicio del derecho de los indígenas y
en cuanto a las cuestiones propiamente et- demás grupos tradicionales, tanto de par-

57
Academia de D esarrollo Sustentable, Área de Procesos Naturales, Universidad Intercultural de C hiapas. San
Cristóbal de L as C asas, C hiapas, M éxico. E -mail: erecano@yahoo.com.mx
58
Universidade Estadual de Feira de Santana, Bahia, Brasil. E -mail: eraldont@hotmail.com

273
ticipar del registro y acceso a su conoci- los cuales a su vez son considerados en mu-
miento tradicional, como de no participar chos ámbitos como potencialmente comer-
en investigaciones relacionadas con el cializables; implica diversos aspectos éticos,
tema. E llo se vuelve urgente ante el inmi- legales y políticos que deben ser asumidos
nente riesgo de la realización de patentes por el etnozoólogo (A lexiades, 1999). D e
por parte de grupos hegemónicos con in- acuerdo con A zevedo (2001), todo investi-
tereses económicos en el potencial que gador tiene el deber moral de cumplir de-
dicho conocimiento posee. Riesgos que, terminados principios éticos a los cuales está
por su parte, se han corroborado en algunas sometido. Tales principios están basados en
desafortunadas experiencias vividas sobre valores que, por ejemplo, se encuentran plas-
todo por grupos étnicos de países del lla- mados en documentos internacionales
mado “tercer mundo”, en las que farma- como la D eclaración Universal de los D ere-
céuticas y transnacionales con pocos chos H umanos, el Código de Nüremberg y
escrúpulos han privatizado un conoci- la D eclaración de H elsinki. Además, las so-
miento colectivo sin que los guardianes y ciedades y organizaciones científicas poseen
creadores directos del mismo obtengan sus propios códigos de ética bien estableci-
ningún tipo de beneficio. dos, que incluyen orientaciones adecuadas
Por ello, entre las conclusiones a las que del quehacer prospectivo.
han llegado varias sociedades etnobiológicas La etnozoología, al igual que toda cien-
nacionales, así como la Sociedad Internacio- cia, está inmersa en una compleja red de re-
nal de E tnobiología (ISE, Internacional So- laciones sociales y políticas, relaciones que
ciety of E thnobiology), está el cada día se encuentran más vinculadas a
reconocimiento de la necesidad de que los procesos globales (A lexiades, 1997). E n los
pueblos indígenas y locales participen en los últimos años, el Conocimiento E cológico
procesos de documentación y registro del co- Tradicional ha sido considerado como una
nocimiento tradicional y que, en el quehacer vasta, aunque amenazada, fuente de infor-
etnobiológico (y por tanto, etnozoológico), mación con múltiples beneficios reales y po-
estos reciban información clara sobre quién y tenciales para las comunidades locales y a
cómo se usarán sus conocimientos. Así, se ha nivel global. E l dominio de este conoci-
propuesto la creación de bases de datos na- miento y de los derechos de su uso –sea para
cionales, regionales e internacionales del Co- fines comerciales o académicos– probable-
nocimiento E cológico Tradicional de los mente es uno de los temas que figuran
diversos grupos humanos, como una tenta- como nuevo paradigma en la colaboración
tiva para salvaguardar dicha propiedad inte- entre investigadores y comunidades locales.
lectual, en tanto no se formulen políticas y D e tal suerte, documentar el conocimiento
normativas eficaces para su protección. zoológico tradicional no es ético si los dere-
chos de propiedad intelectual de los pro-
ASPECTOS ÉTICOS, LEGALES Y ductores y depositarios de tal conocimiento
POLÍTICOS DE LA INVESTIGACIÓN son ignorados a través de registros y paten-
tes realizados por terceros o si la informa-
ETNOZOOLÓGICA
ción queda inaccesible a la comunidad
(D utfield, 1999).
E l hecho de que la etnozoología se ma-
A l abordar a las comunidades, el in-
neje con base en conocimientos culturales
vestigador etnozoólogico debe tener en
y, por tanto, en recursos genéticos locales,

274
mente la responsabilidad moral de respetar Para ello, a etnobiólogos y etnozoólo-
los valores culturales, las creencias, los há- gos nos corresponde la labor de realizar, en
bitos y las religiones de los pueblos bajo in- primera instancia, estudios acerca de las
vestigación. Ese principio ético debe estar formas en que los individuos conceptuali-
presente desde la fase de elaboración del zan la protección de la propiedad intelec-
proyecto hasta el momento de publicar los tual y, siendo que el consenso es condición
datos, debiendo recordar siempre que los obligatoria para ello, se debe procurar que
individuos que serán entrevistados no sean de corte participativo, para lo cual el
deben ser considerados como objeto de la enfoque de la I A P (Investigación A cción
investigación; ellos son, de hecho, partici- Participativa) puede constituir una de las
pantes de la investigación. Así, la persona mejores herramientas de análisis y trans-
tiene el derecho a saber en qué consiste tal formación de una realidad injusta e in-
investigación, a qué se destinará su infor- equitativa que resulte en la reivindicación
mación, cuál es la finalidad del trabajo y de los derechos hasta ahora negados a los
qué se pretende con él, entre muchos otros pueblos con los cuales hemos trabajado.
tópicos. Además de este conocimiento, los E xperiencias como por ejemplo la vivida
individuos deben permitir o firmar -si fuera en la A mazonía ecuatoriana59 -en donde
el caso- un término de consentimiento curanderos y chamanes, debido a políticas
libre y claro, acordando facilitar tal infor- de gobierno, no pueden acceder a la selva
mación al investigador. E n concreto, los de donde obtienen sus recursos terapéuti-
participantes tienen el derecho a decidir lo cos- demuestran la urgencia de la elabora-
que puede ser publicado y lo que no debe ción de nuevas propuestas de manejo del
ser divulgado. Así mismo, la explicación de medio, en las que las voces de los pueblos
los objetivos y métodos de investigación, así indígenas tengan un lugar preponderante
como el acceso a los resultados, precisan de en su creación y aplicación.
un cuidado extremo por parte del investi- Es por ello que se debe comenzar por
gador. H oy día, con los vertiginosos cam- atender a sus demandas, que, principal-
bios políticos, económicos y tecnológicos mente, versan sobre cuatro aspectos: 1) el
que día a día se están dando, los investiga- manejo y la protección de la naturaleza par-
dores tienen la responsabilidad de com- tiendo de cosmovisiones locales y con base
prender los contextos sociales y políticos de en autonomías comunitarias y la libre de-
sus acciones y de comunicar a los partici- terminación de los pueblos; 2) mejora de las
pantes la forma en que los datos serán uti- capacidades humanas en grupos indígenas y
lizados (C unningham, 1996). Como campesinos para optimizar el manejo de su
escribió A zevedo (2001) “…todo investiga- territorio con acciones sustentables, a través
dor puede explicar, en términos sencillos, aque- de un acceso permanente y garantizado a
llo sobre lo que trata su investigación para instituciones educativas y centros de capa-
lograr que el individuo potencialmente colabo- citación que respondan a sus necesidades y
rador utilice su voluntad para decidir si desea realidades locales; 3) la autogestión del te-
o no participar en la investigación”, ideas que rritorio y los recursos del suelo y subsuelo
deben estar presentes en todo etnozoólogo. que en él se encuentren; y 4) la participa-

59
Q ueja expresada durante el Primer Foro Indígena realizado durante el X I I I Congreso Internacional de
E tnobiología, realizado en Cuzco, Perú en junio de 2008.

275
ción activa de indígenas y sociedades cam- comunidad pueden ser reconocidos por su
pesinas en la resolución de la problemática contribución intelectual en publicaciones y
ambiental actual60. documentos académicos. Además, en el re-
Por otra parte, dos de los aspectos más torno de conocimientos debe prevalecer
difíciles de evaluar por el investigador son el siempre el respeto a los valores locales de
de los mecanismos de compensación a los las nuevas informaciones educativas retor-
colaboradores y comunidades y el manejo de nadas, para lo cual, si fuera posible, se debe
los derechos de propiedad intelectual (D ut- procurar que las publicaciones (al menos
field, 1999). D e tal suerte, es necesario plan- las que retornarán a la comunidad) sean en
tear una compensación justa y ética cuando el idioma nativo. D atos sobre los valores
el tiempo y la experiencia del colaborador nutricionales de insectos comestibles o
han sido usados de manera amplia por el in- sobre los usos de insectos medicinales, por
vestigador. Una compensación justa varía de ejemplo, pueden ser desarrollados en ma-
acuerdo con el tipo de estudio y reglas acor- nuales útiles para el empleo por los agen-
dadas previamente, y, al respecto, existe un tes de salud locales.
consenso general en torno a que la compen-
sación debe materializarse en dinero o en LA RECONQUISTA POR ESPACIOS Y
servicios para la comunidad, más que sólo TERRITORIOS
para unos cuantos individuos, lo cual, podría
ser contraproducente, al fomentar la apari- Aunque a primera vista parezca que las
ción de caciquismos locales y prácticas poco ideas aquí expuestas podrían partir de una
éticas. Estas retribuciones incluyen desde la visión idealizada de los pueblos indígenas y
construcción de escuelas y puestos de salud comunidades tradicionales, se confirma en
hasta la adquisición de bienes para la comu- los hechos el observar que son precisamente
nidad. Así mismo, los investigadores tam- estas sociedades –con base en su cosmovi-
bién pueden servir de intermediarios entre sión–, las que mayor protagonismo han te-
la comunidad y las instituciones universita- nido en los últimos años en la lucha
rias y/o gubernamentales, sirviendo como ambientalista antisistémica para la autoges-
portavoz para sus demandas y necesidades. tión local de la biota y desde cuyas concep-
No obstante, el pago explícito por la infor- ciones han surgido, en mayor medida, las
mación no siempre es adecuado, pues los in- propuestas más sostenibles de manejo y
formantes podrían estar tentados a facilitar aprovechamiento de los recursos naturales.
cualquier respuesta a cambio de moneda. Esta creciente participación de las socieda-
E l investigador debe comprometerse a des campesinas e indígenas en movimien-
llevar sus resultados de regreso a la comu- tos ambientalistas es el resultado directo de
nidad, si éste es el acuerdo, y debe buscar políticas ambientales que les restringen el
la identificación de beneficios que puedan uso y manejo de los recursos naturales, sin
retornar a la comunidad. Con relación a la tomar en cuenta la organización comunita-
autoría, se debe respetar el deseo de anoni- ria y la participación de los actores sociales
mato y privacidad de los informantes o, en que habitan en las zonas donde son imple-
algunos casos, individuos o incluso toda la mentadas ( Jaffee, 1997).

60
Ideas extraídas de la D eclaración de Cuzco, elaborada durante el Primer E ncuentro Indígena realizado en
el X I I I Congreso Internacional de E tnobiología en Julio de 2008.

276
Así mismo, en los medios académicos cuál es su aporte para poder cambiar la po-
se reconoce que los problemas ambientales lítica de los sistemas nacionales de protec-
tienen un efecto desproporcionadamente ción de la flora y fauna, de acceso y
mayor en las sociedades indígenas y cam- protección del conocimiento tradicional y,
pesinas que en las sociedades urbanas, por a fin de cuentas, de acceso de los pueblos
lo cual no resultan sorprendentes las evi- indígenas y demás grupos tradicionales a
dencias que demuestran el creciente inte- sus más básicos derechos. D esde la acade-
rés de varios pueblos tradicionales de mia se debe reflexionar acerca de cómo los
conocer las causas del deterioro ambiental científicos se posicionan ante el nuevo
y sus consecuencias, ya que ponen en contexto de creación de leyes internacio-
riesgo su manera de vivir y, por ende, su nales de protección de grupos indígenas,
cultura ( Turner et al., 2003). E n L atinoa- volviéndose urgente su apoyo para el ma-
mérica, este interés se concatena con la ac- nejo y protección de la naturaleza a partir
ción de movimientos indígenas y de autonomías que resulten en una verda-
campesinos de protesta por la privatiza- dera jurisdicción indígena.
ción, sobreexplotación y degradación de Es urgente el apoyo científico a las pro-
los recursos naturales de su territorio, tal puestas autóctonas de autogestión, asu-
como ha ocurrido en comunidades waora- miendo su responsabilidad ética y erigiéndose
níes en E cuador (A lmeida y Proaño, 2008), como el puente entre las demandas de los
amazónicas y campesinas en Brasil ( V iola, pueblos indígenas y el gobierno, a través de
1992) y purépechas, zapotecas, nahuas y verdaderos diálogos de saberes, en los que, en
mayas en M éxico ( Toledo, 1996). palabras de un dirigente aymara,
Así, en la actualidad son numerosas las
comunidades campesinas e indígenas que “nosotros los indígenas no les vamos a pedir a
reclaman una mayor participación en el di- los científicos que nos tomen en cuenta, sino
seño y ejecución de las políticas ambientales. que nosotros les decretamos que los tomaremos
No obstante, plantear la participación social a ellos en cuenta”61
como estrategia de conservación se convierte
en un problema para los ejecutores de las po- Para que se pueda llevar a cabo este
líticas de desarrollo rural sostenible, puesto diálogo de saberes, se debe partir del reco-
que, hasta ahora y en términos generales, nocimiento de que la principal diferencia
esta intervención “ha sido concebida sólo como entre el saber indígena y el científico, es-
un aspecto técnico y no como un proceso político triba principalmente en que este último fo-
de negociación […] que debiera desembocar en menta la partición de saberes o temas,
la construcción de acuerdos cooperativos para la mientras que el indígena es holístico, no
toma de decisiones” (Paz Salinas, 2005). existiendo división del conocimiento. Esta
Siendo así, se torna necesaria, dentro es una de las razones por las que los pue-
del quehacer etnobiológico y etnozooló- blos indígenas abogan por la necesidad de
gico, la adopción de posturas éticas acordes su descolonización cultural, sobre todo en
con dichos reclamos. L a comunidad cien- los temas que atañen a aspectos educativos
tífica tiene la obligación de preguntarse y, en menor medida, religiosos.

61
Palabras pronunciadas durante la M esa de discusión “ D iálogos de Saberes” del Primer E ncuentro Indígena
del X III Congreso Internacional de E tnobiología, realizado en Julio de 2008 en la ciudad de Cuzco, Perú.

277
EL DIÁLOGO DE SABERES Un trabajo interdisciplinario tan com-
plejo como el que realizan la etnobiología y
E l diálogo de saberes en un ámbito de la E tnozoología, debe tener como funda-
respeto y disposición al aprendizaje mutuo mento ético la conciencia y el papel de sus
nos debe llevar a crecer, tanto a académicos actores -no sólo académicos, sino también
como a pueblos locales. Uno de los prime- políticos- en la transformación social, lo que
ros resultados de este aprendizaje es la re- nos convierte en agentes de “intermedia-
valorización del conocimiento local y su ción” entre estos grupos tradicionales y las
potencialidad en la resolución de proble- instancias de gobierno, teniendo el compro-
máticas globales, lo cual vendrá aparejado miso de trabajar en la realización de pro-
con el fortalecimiento de vías reales para puestas de políticas ambientales públicas
su transmisión y permanencia. relativas a la gestión compartida de los re-
Las llamadas culturas “minoritarias”, en cursos naturales, el derecho indígena y el de-
su relación con el Estado carecen de una re- recho al territorio, hermanando así luchas y
presentatividad, lo que trae como conse- demandas de las personas a quienes debe-
cuencia la degradación del ambiente en que mos nuestro quehacer disciplinario.
estos pueblos se asientan. L os científicos, No debemos olvidar que la única legi-
como puente entre Estado y comunidades timación de la etnobiología, y, por tanto,
locales, tendrían que elaborar propuestas de la etnozoología, es ser conducida para y
para la lucha contra los cambios ambienta- por las comunidades locales. L a responsa-
les, las reivindicaciones de autonomías loca- bilidad moral de los etnobiólogos hacia la
les y la defensa del territorio y la soberanía gente con la que (y no a la cual) se estudia,
alimentaria; todas ellas demandas de una es facilitar el fortalecimiento de sus identi-
lucha mundial con una amplia base indígena. dades y la permanencia en sus territorios
La etnobiología, actualmente tiene ante ancestrales. D e tal suerte, el Conocimiento
sí un reto complejo, teniendo en cuenta que Tradicional debe ser concebido y defen-
el diálogo de saberes para la conservación de dido como un valor de una tradición vi-
la naturaleza, el sustento, la autogestión y la viente, que se adapta a una realidad
autonomía es uno de los temas internacio- cambiante y que sustenta la capacidad de la
nales que necesitan una atención más ur- gente para mantener un estilo de vida pro-
gente. D esde esta trinchera, una labor pio y soberano, más que como un mero ve-
impostergable es proponer respuestas para hículo para el enriquecimiento monetario
preguntas tan complejas como: ¿ D e qué de unos pocos.
manera los científicos harían una retroali-
mentación positiva, contribuyendo al sus- ALGUNAS MEDIDAS ÉTICAS
tento local? ¿Cómo se pueden desarrollar PRÁCTICAS
áreas naturales protegidas por comunidades
locales en un mundo globalizado que aboga Se debe redactar un documento de
por lo contrario? ¿Cómo se responderá al “Consentimiento informado” en el cual se re-
compromiso de dar voz a los pueblos indí- lacione la forma en que se llevará a cabo un
genas para la resolución de sus demandas? proyecto de investigación. Al establecer nor-
¿Q ué papel debemos tener los investigado- mas, responsabilidades, beneficios potencia-
res en los proyectos de mejora de vida de los les, acuerdos de propiedad intelectual y
pueblos indígenas? distribución de resultados, se protege la inte-

278
gridad intelectual institucional, individual y 4. L a información obtenida no debe ser
colectiva. Es por ello, que éste es un requisito entregada a terceros sin el permiso ex-
crucial y complejo dentro de la investigación preso de quien la dio a conocer. Se
(E thnobiology Working Group, 2003). tiene la responsabilidad de velar por
L as condiciones del trabajo de inves- los derechos de propiedad intelectual
tigación, así como el proceder ético dentro de la comunidad ( Towsend, 1999). E n
de un estudio, han sido reconocidos am- ocasiones se obtiene información et-
pliamente por las comunidades locales nobiológica detallada de los especia-
como un componente básico de colabora- listas tradicionales sólo tras haberse
ción. E n el pasado (y aún en el presente) se ganado la credibilidad y confianza de
emprendieron investigaciones sin ningún la comunidad ( E thnobiology Wor-
consentimiento con la comunidad local, king G roup, 2003); conocimientos
acarreándose severos daños a los derechos que tienden a ser secretos y casi nunca
y expropiándose injustamente la herencia revelados a foráneos o, incluso, a los
intelectual y cultural de las gentes (E thno- mismos miembros de la comunidad.
biology Working G roup, 2003). 5. L os datos que se obtienen deben ser
Es por ello que, finalmente, aunque no veraces y precisos.
de manera concluyente, ya que la discusión 6. E l investigador debe asegurarse de
aún se encuentra inacabada y debe seguir que ninguna especie o hábitat será
dándose en academias y foros, se realizan amenazada como consecuencia de los
algunas recomendaciones para el trabajo resultados de su trabajo. E s preciso
con comunidades: tener un cuidado especial para evitar
la sobreexplotación de ciertas especies.
1. Siempre se debe ser honesto mencio- 7. E l investigador también debe asegu-
nándoles cual es el objetivo del trabajo rarse, especialmente, de que su inves-
y qué se piensa hacer con la informa- tigación no causará ningún perjuicio
ción recolectada ( Towsend, 1999). a las comunidades locales en el seno
2. E l investigador siempre deberá ga- de las cuales desarrolla su estudio, ni
narse la confianza de la gente ( D ie- supondrá menoscabo alguno de sus
trich, 1995); ésta sólo se logra en una derechos o bienes naturales y cultura-
relación horizontal, de igual a igual les.
( Towsend, 1999). D ebe comprenderse
que se trabaja con diversos actores REFERENCIAS
como colegas y maestros (E thnobio-
logy Working G roup, 2003). A L E X I A D ES, M . N . 1997. E thnobotanical re-
3. Siempre se debe mantener una acti- search and the fieldwork enterprise: some
tud de respeto por los conocimientos thoughts from the field. En: Abstracts of the
de las personas locales que participan 48th American Institute of Biological Sciences
de la investigación. D e tal modo que Annual Meeting. M ontreal, C anadá.
se debe asegurar que no se les está en- A L E X I A D ES, M . N . 1999. Ethnobotany of the
Ese’Eja: plants, health and change in an
gañando ni mintiendo, poniéndoles
Amazonian society. T hesis de D octorado.
en conocimiento que la información Cuny. Nueva York.
que están aportando es para su propio
beneficio ( Towsend, 1999).

279
A L M E I D A , A . Y P R O A Ñ O , J. 2008. Tigre, águila T O L E D O , V. M . 1996. L atinoamérica: crisis de
y waoraní: una sola selva, una sola lucha. A c- civilización y ecología política. La Gaceta
ción E cológica e Instituto de E studios Ecológica, 38: 12-22.
E cologistas del Tercer M undo. Q uito. T O WSE N D , W. 1999. Uso de la fauna por co-
A Z E V E D O , E . S. 2001. Aspectos éticos especí- munidades y su sostenibilidad. En: L. Pain-
ficos na pesquisa com seres humanos: da ter, D . Rumiz, R. W. G uinart, B. F lóres y
apropriação do conhecimento à invasão da W. Towsend (eds.): Técnicas de investigación
privacidade. En: E . M . Costa- N eto y F. J. para el manejo de la fauna silvestre, pp. 63-
B. Souto (orgs.): Anais del Ier Encontro 81. M anual del curso dictado con motivo
Baiano de Etnobiologia e Etnoecologia, pp. del I I I Congreso Internacional sobre M a-
61-67. U E FS. Feira de Santana. nejo de Fauna Silvestre en la A mazonía,
C U N N I N G H A M , A . B. 1996. Professional ethics Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
and ethnobiological research. Advances in T U R N E R , N ., M A SS A R D O , F., D E U M , D . Y
Economic Botany, 10: 19-51. R O Z Z I , R. 2001. É ticas ambientales y con-
D I E T RI C H , J. R. 1995. E l uso de entrevistas servación en los extremos de A mérica. En:
para averiguar la distribución de vertebra- R. Primack, P. Feinsenger, R. D irzo y F.
dos. Revista de Ecología Latinoamericana, M assardo (eds.): Fundamentos de conserva-
2(1-3): 1-4. ción biológica, Perspectivas latinoamericanas,
D U T FI E L D , G . 1999. T he public and private do- pp. 78-98. Fondo de C ultura E conómica.
mains: intellectual property rights in tradi- M éxico, D . F.
tional ecological knowledge. Oxford Electronic V I O L A , E . 1992. E l ambientalismo brasileño.
Journal of Property Rights. D isponible en Nueva Sociedad, 122: 138-153.
<http://www.oiprc.ox.ac.uk/ EJW P0399.htm
l>. Acceso en 18 de Noviembre de 2001.
E T H N O BI O L O G Y W O RKI N G G R O UP (E W G).
2003. Intellectual imperatives in Etnobiology.
Missouri Botanical Garden Press. Saint Louis.
J A F F E E , D . 1997. Restoration where people
matter. Restoration and Management Notes,
15(2): 147-155.
P A Z S A LI N AS, M . F. 2005. La participación en el
manejo de áreas naturales protegidas: actores e
intereses en conflicto en el Corredor Biológico
Chichinautzin, Morelos. Universidad Nacio-
nal Autónoma de M éxico. C uernavaca,
M orelos.

280
ANEXO

281
282
CÓDIGO DE ÉTICA
DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
DE ETNOBIOLOGÍA62

PROPÓSITOS PRINCIPIOS

Los propósitos de este Código de É tica L os principios de este Código preten-


son: (I) proteger y/o mitigar los efectos ad- den abarcar, dar soporte e incorporar los
versos de la investigación y relacionar los principios ya establecidos y las prácticas
datos etnobiológicos que pueden romper o abarcadas en los reglamentos internacio-
privar de sus derechos a las poblaciones in- nales, en las prácticas usuales expresas en la
dígenas, sociedades tradicionales y comuni- D eclaración Universal de los D erechos
dades locales, de sus costumbres y modo de H umanos de las N aciones Unidas, y en la
vida propio; y (II) proveer un conjunto de versión preliminar de la D eclaración de los
líneas de orientación, principios, normas y D erechos de las Poblaciones Indígenas.
políticas para gobernar la conducta de los L os siguientes principios son fundamen-
etnobiólogos y de todos los miembros de la tales al asumir éste Código:
Sociedad Internacional de E tnobiología
(SI E) empeñados o dispuestos a empeñarse 1 – Principio de la Autodeterminación –
en investigaciones, compilaciones y uso del Este principio reconoce que las poblacio-
conocimiento tradicional o colecta de flora, nes indígenas tienen derecho a la autode-
fauna o cualquier otro elemento prove- terminación (o determinación local para
niente de tierras o territorios pertenecien- comunidades locales o tradicionales) y que
tes a comunidades tradicionales. Se espera los investigadores deben tener una con-
que este Código de É tica sirva para guiar a ducta apropiada, reconociendo y respe-
científicos, negociantes, políticos y otros, tando sus derechos. C ultura y lenguaje
buscando apoyos significativos con pobla- están intrínsecamente conectados a la tie-
ciones indígenas, sociedades tradicionales y rra y al territorio, y las diversidades cultu-
comunidades locales. ral y lingüística están directamente ligadas

62
L a versión preliminar de este documento surgió en el 5º Congreso Internacional de E tnobiología realizado
en N airobi, Kenya, en setiembre de 1996. E l texto ahora publicado es una síntesis del documento original
en inglés, disponible en el site de la Sociedad Brasileña de E tnobiología y E tnoecología (SB E E )
(http://www.sbee.org.br). Traducción: M arcus V inícios C . Schimidt ( Texto extraído del Boletín de la SB E E ,
en el 1 de marzo de 1999).

283
a la diversidad biológica. A demás, este 6 – Principio de la Confidencialidad –
principio incluye: (I) el derecho al control Este principio reconoce que las poblaciones
de la tierra y territorio; (I I) el derecho a los indígenas, sociedades tradicionales y comuni-
lugares sagrados; (I I I) el derecho al propio dades locales, en anonimato, tienen el dere-
(determinación del uso del conocimiento, cho de excluir de publicaciones y/o mantener
autorización, protección y compensación confidencial cualquier información relacio-
para o) conocimiento; (I V ) el derecho de nada con su cultura, tradición, mitología o
acceso al recurso tradicional; ( V ) el dere- creencia espiritual, y que esta confidenciali-
cho de preservar y proteger el idioma local, dad debe ser considerada por investigadores y
simbolismos y modos de expresión; ( V I) y otros usuarios potenciales. Las poblaciones
el derecho a la autodefinición. indígenas y tradicionales tienen también el
2 – Principio de la Inalienabilidad – derecho a la privacidad y al anonimato.
Este principio reconoce los derechos a la 7 – Principio de Participación Activa –
inalienabilidad de las poblaciones indíge- Este principio reconoce la importancia crí-
nas y comunidades locales con relación a tica de las comunidades a participar acti-
sus tierras tradicionales, territorios, flores- vamente en todas las fases del proyecto,
tas, áreas de pesca y otros recursos natura- desde el comienzo a la conclusión.
les. Estos derechos son ambos individuales 8 – Principio del Respeto – Este princi-
y colectivos, con las poblaciones locales de- pio reconoce la necesidad que la ciencia
terminando qué forma de gobierno de su moderna tiene de respetar la integridad de
propiedad es la más apropiada. la cultura, las tradiciones y las relaciones de
3 – Principio del Mínimo Impacto – Este indígenas y poblaciones tradicionales con
principio reconoce el deber de los científicos su mundo natural, y de evitar el empleo de
e investigadores de asegurar que sus pesqui- concepciones y normas etnocéntricas.
sas y actividades tengan un mínimo de im- 9 – Principio de la Protección Activa – Este
pacto en las comunidades locales. principio reconoce la importancia de que los
4 – Principio de la Amplia Divulgación investigadores tomen medidas para proteger
– Este principio reconoce la importancia, e intensificar la relación de poblaciones tra-
para los indígenas, poblaciones tradiciona- dicionales e indígenas con su mundo natural
les y comunidades locales, de la divulga- y, asimismo, promover el mantenimiento de
ción a ellos mismos (en la manera que la diversidad biológica y cultural.
mejor comprendan), del modo en que se 10 –Principio de la Buena Fe – Este prin-
realizará la investigación, cómo será asegu- cipio reconoce que los investigadores y otros
rada la información, por quién, y con qué que tengan acceso al conocimiento de po-
finalidad serán utilizados los resultados. blaciones indígenas, sociedades tradiciona-
5 – Principio de Consentimiento de Infor- les y comunidades locales deben adoptar un
mación Previo y Veto – Este principio reconoce modo de acarrear los trabajos, por sí mismos,
que el consentimiento de información previo con el máximo de buena fe.
debe ser logrado de todas las personas y sus 11 - Principio de la Compensación –
comunidades antes que cualquier investiga- Este principio reconoce que las comunida-
ción sea divulgada. Poblaciones indígenas, so- des deben ser honestamente, apropiada-
ciedades tradicionales y comunidades locales mente y adecuadamente remuneradas o
tienen el derecho de vetar cualquier programa, compensadas por el acceso y uso de sus co-
proyecto o estudio que les afecte. nocimientos e informaciones.

284
12 – Principio de la Restitución – Este 15 – Principio del Ciclo Dinámico Inter-
principio reconoce que, cuando los resul- activo – Este principio sostiene que las acti-
tados de investigaciones son divulgados, las vidades de investigación no deben ser
consecuencias y efectos adversos que pu- iniciadas a menos que presenten un razona-
dieran surgir son de total responsabilidad ble nivel de seguridad en todas las etapas del
de quien divulgó la investigación, quien proyecto: (a) preparación y evaluación, (b)
debe realizar una restitución y compensa- total implementación, (c) evaluación, difu-
ción apropiada. sión y retorno de los resultados a las comu-
13 – Principio de la Reciprocidad – Este nidades y (d) formación y educación como
principio reconoce el valor inherente para parte integrante del proyecto, incluyendo la
la ciencia moderna y toda la humanidad en aplicación práctica de los resultados.
general, de las ganancias y provechos pro- 16 – Principio del Compromiso para Ac-
porcionados por el acceso al conocimiento ción – Este principio sostiene que las ave-
de poblaciones indígenas, sociedades tra- riguaciones científicas no aplicadas son
dicionales y comunidades locales, además inadecuadas para mantener el C iclo D iná-
de la necesidad de que la compensación sea mico Interactivo, y confía a la Sociedad In-
recíproca. ternacional de E tnobiologia (SI E ) el
14 – Principio de las Ganancias Equitati- compromiso en la ejecución de acciones
vas – Este principio reconoce el derecho de activas y progresivas; además confiere a la
las comunidades a las ganancias producidas SI E un papel significativo para contribuir
por los beneficios de productos o publica- a la conservación de la diversidad biológica
ciones realizadas a partir del acceso y uso de y cultural del planeta.
sus conocimientos, y el deber de los científi-
cos e investigadores de dividir las ganancias
provenientes de estos beneficios, equitativa-
mente, con las poblaciones indígenas.

285

You might also like