You are on page 1of 470
MANIFIESTOS, PROCLAMAS Y POLEMICAS DE LA VANGUARDIA PAYUMO Ua e.N HISPANOAMERICANA PRU Aeon nen Wn We Oucel Ce) rece eM tas me a0 LD eer ree re Reet eet ee R TT Deen ee eee te 24), un cjercive pacn indo del Gran Mariscal Sean Ca eet car ne en pee et eee te tn ere La BIBLIOTECA AYACUCHO concebida como une contribucién de primer orden al Ceres a ereree a Ie cere Mme ict eit Rene eee mec ae Se ere tet ie aes Perera Cem ad Arne aera) Perret ieee een een? Tee eee ae OM ern cte.— desde los aportes de las eee On ne eT eee TC ee ie antec Peter en ee ener Peer et erate any cultura que es. por delinicién mestiza, producto de una original ee er La BIBLIOTECA AYACUCHO Pee er Ce ey a Venezuela a la cultura de nuestr América, a la vex que pretende constituinse en el repasitorio de su rica tradicidn literaria subrayando lo que tiene de Pn eee tee Poeeren ere em mer rs ella convoca a una plena ee eat ae amplia unidad continental Funpactén BIBLIOTECA AYACUCHO Consejo Drrectivo José Ramén Medina (Presidente) Simén Alberto Consalyi Pedro Francisco Lizardo Oscar Sambrano Urdaneta Oswaldo Trejo Ramén J. Veldsquez Pascual Venegas Filardo MANIFIESTOS, PROCLAMAS Y POLEMICAS DE LA VANGUARDIA LITERARIA HISPANOAMERICANA MANIFIESTOS, PROCLAMAS Y POLEMICAS DE LA VANGUARDIA LITERARIA HISPANOAMERICANA Edicién, seleccién, prologo, bibliograjia y notas Netson Osorio T. BIBLIOTECA VN AYACUCHO FRLM '860,998H M36 Ej. © BIBLIOTECA AYACUCHO Apartado Postal 14415 ‘Caracas - Venezuela ‘Derechos reservados conforme a Ia ley ISBN 980-276-0625 (ristica) ISBN 980-276-063-3 (tela) 1003415 UO JLM Disefio / Juan Fresin Impreso en Venezuela Printed in Venezusia PROLOGO La TANTAS VECES CITADA FRASE de Arnold Hauser, que afirma que el siglo xx comienza después de la Primera Guerra Mundial, apunta en realidad a un hecho que, pese a su reconocimiento formal, no ha tenido suficiente proyeccién en los estudios de nuestra historia cul- tural. Lo que para la historia politica y la historia econédmica se consi- dera como un punto més o menos consensualmente establecido, es decir, que este acontecimiento sirve como punto de referencia para marcar el término de una época y el inicio de otra nueva en la historia de la humanidad, no parece, sin embargo haber sido suficiente- mente asimilado por los historiadores de la vida cultural y literaria en América Latina. Esto es particularmente evidente en nuestra historiografia literarla (con las naturales excepciones, entre las que destaca la obra de Pedro Henriquez Urefia), donde los criterios inmanentistas siguen imperando, y donde se describen los cambios internos de la literatura casi como una simple mecdnica de agotamiento y renovacién dé formas, escuelas y cédigos, mis o menos como lo proponfan las tesis mas exageradas de algunos de los Formalistas Rusos de comienzos de siglo! Por eso es necesario insistir en la necesidad de tomar conciencia de que el proceso literatio (sin dejar de considerar la autonomfa relativa de los fenémenes que lo integran) no sigue un desarrollo independiente? del conjunto de las otras formaciones que * se dan en la vida social y cultural, y que, por Jo tanto, la historia literaria, al ser una (re) construccién de este proceso, al establecer una ordenacién diacrénica de los fenémenos empfricos, debe también relacionarlos con el marco histérico en que se encuentran. Porque para que sea historia literaria y no mera ordenacién cronolégica de textos, es necesario que ésta muestre los nexos de articulacién de los hechos literarios con la evolucién del conjunto del que forman parte, que cs el que les da espesor y consistencia. 1 Schklovski, por ejemplo. Ver sobre esto Victor Erlich: este Formalism, History - Docirine. The Hague: Mouton, 3rd. ed., 1969; esp. pp. 251 y ss. 2 Para la distincién entre los conceptos de “‘autonomia” e véase Pierre Macherey: Pour une théorie de la production littéraire, Paris: Maspero, 1966; pp. 65-68. ™ En esta perspectiva, el determinar que un hito cronolégico como él que fija la Primera Guerra Mundial (1914-1918) marea —ya esto esta refiriéndose Hauser— el término de una época y el: inicio (sf, el inicio, no la implantacién) de otra, adquiere especial impor- tancia para periodizar los cambios en la produccién literaria. Es en funcién de esto que consideramos que para una adecuada comprensién del confuso y contradictorio perfodo en que surgen las distintas manifestaciones polémicas y experimentales que englobamos con la denominacién de “vanguardismo”, se hace necesario considerar que este momento se corresponde histéricamente con el perfodo que, situado en torno a Ia crisis mundial que desemboca en la llamada “guerra del 14”, marca el inicio de una €poca nueva en Ja historia de la humanidad: la que convencionalmente se designa como Epoca o Edad Contemporénea. Comprender el vanguardismo literario del siglo xx en esos tér- minos significa también establecer un criterio que asienta bases distintas a las de Ja historiograffa tradicional para ordenar y jerarquizar la producci6n literaria contempornea, Un criterio bastante diferente del que surge de la consideracién opuesta: la que sostiene que el van- guardismo debe ser visto como la expresién final de 1a época Moderna, como la ultima expresién de esa época?. Dicho en otros términos, el historiador de 1a literatura, al enfrentar el problema del siglo xx tendré que plantearse necesariamente el asunto de considerar el pericdo Bat ie jardismo ya sea como el fin de una época (la Moderna) o inicio de otra (la Contempordnea). 0 Corn hemos sostenido en trabajos anteriores, segdin nuestro cri- terio, la manera adecuada de darle funcionalidad comprensiva a los conceptos es entender la expresién “literatura contempordnea” en el sentido de “la literatura de la Epoca Contempordnea” *. ¥ en términos de historia politica y econémica, la €poca Contempordnea se inicia con el conjunto de cambios estructurales y ¢l rediscfio de la fisonomfa internacional que se sittia en el decenio en que se desarrolla la Primera Guerra Mundial. Los hechos més significativos de ese momento pueden considerarse, por una parte, la guerra misma, que altera el eje del sistema econémico mundial (se traslada de Europa Occidental a los Estados Unidos), y por otra, Ja revolucién bolchevique de 1917, que 3 pg es lo que sestiene, por ejemplo, Octavio Paz, p de Ja moderna poesia occidental Wega a su © las vanguardias: “Para ilustrar la unidad de la po = a os spetie més salientes, 2 mi entender de su historia: su nacimiento roménticos inglests y alemates, sus metamorfosis con el sim- bolined Fracts el mundeeuiins hspenoamericsno su culminacién y fin en las vanguardias del siglo XX" (Los limo. Del roman- iictsmo ata vanguardta, Barcelone: Seix Barral. 1974, p. 10). Para Octavio Par, in poesia moderna 90 prolonga hasta mediados Gel presente siglo, y recién entonces comienza “el perfodo contemporineo” (p. 1. oe wer e! mismo Paz, * inlets en Hispanoamérica con Lezama Lima Octavio Paz ip 2 4 Of Neon Osorio Te El Futurism y ia pensuardis literaria en América Latina, Caracas: CELARG, 1982; pp. 912 x inicia la experiencia de un nuevo sistema econémico y polftico (el socialismo), que con el paso de Jos afios y en sus diversas variantes, s¢ ha ido implantando en la mitad del mundo. En América Latina, aparte de Ja natural repercusién de estos hechos (que se traducen, por ejemplo, en el proceso de sustitucién de importaciones —con sus necesarias consecuencias econémicas, sociales y politicas—, y en la consolidacién de la conciencia politica de los sectores populares, sobre todo urbanos), se desarrolla un vasto movimiento antioligdérquico, cuyo inicial registro histérico est en Ia revolucién mexicana (1910), y, en el plano de la institucionalidad cultural, se produce la eferves- cencia juvenil de la Reforma Universitaria (iniciada en 1918). Pero pata tratar de comprender m4s cabalmente lo que significa hist6ricamente esta nueva época que entonces se inicia, conviene, aun- que sea en breve y desprolijo panorama, considerar la época que termina. La Epoca Moderna, cuyos inicios presentan variables temporales en los distintos paises del mundo occidental, esti marcada por la transformacién econémica que se conoce como Revolucién Industrial. -Desde sus albores mercantiles y manufactureros hasta su afirmacién como sociedad industrial capitalista, la Epoca Moderna constituye un perfodo histérico cuya plenitud estructural se manifiesta en el siglo x1x. Aungue América tiene desde su inicial contacto con Europa (fines del siglo xv) una importante funci6n en €1 proceso de acumulacién originaria que est4 en la base de la sociedad industrial capitalista5, no es sino hasta fines del siglo xix que América Latina se articula de modo organico a la Hamada “‘civilizacién industrial’. En efecto, el perfodo que va desde 1880 a 1910 aproximadamente, corresponde a lo que 1a historjograffa continental ama la etapa de la. ““modernizaci6n” ®, durante la cual América Latina acelera su pro- ceso de incorporacién al sistema econédmico mundial entonces domi- nante, y en condiciones de dependencia pasa a formar parte del “mundo 5 “La apertura de rutas comerciales por todo el planeta, en 1a primera mitad del siglo XVI, esté en el origen del proceso acumulativo que habia de conducir a [a revolucién industri sefiala Celso Furtado, Y agrega: “Las poblaciones nativas de América y los millones de afri- canos trasplantados a tierras americanas pagaron. 21 més elevado tributo en esta fase de la acumulacién europea” (C. Furtado: Creatividad y De; México: Siglo XXI, oi pp. 34-35 y 36). Sobre: esto puede verse ademés Volodia Teitelboim: E! amanecer del capitalismo y la cor- quista de América. La Habana: Casa de las Américas, 1979; y Eduardo Galeano: Las venas abierfas de América Latina. México: Siglo XXI, lla, ed., 1975; esp. Cap. 1. 6 Cf. Tulio Halperin Donghi: Historia comtempordnea de América Latina. Madrid: Alianza Editorial, 4a. ed., 1975, esp. pp. 280 y ss. También Eh, Bia ae ie pe ae me |, 1976; s. Para Rilsel Gutters Diteriots Mri ispeno-amerikanische Literatur 1880: 1910” en Neues Handbuch der Eiterctuniioemochalt (iiecieie). 19/2 (1976), pp. 156-170; también Angel Rama: “La modernizaci Titeraria latinoamericana (i870 1816) ”, en Hispamérica (Maryland), San 36 (diciembre de 1983), pp. 319. XT Este proceso de “modernizacién", que el fondo no es otra cosa que el ingreso de América Latina a la civilizacién industrial en condiciones de una nueva dependencia (lo que Halperin Donghi Ilama el “pacto neocolonial”), constituye el marco continental en el gue surge y se desarrolla el movimiento literario que en el ambito hi ‘icano se conoce como el Modernismo. El Modernismo, més alld de sus limites literarios, es el proceso de articulacién de nuestra vida intelectual y cultural al mundo de la sociedad industrial europeo-occidental 7. El marco histérico en que se desenvuelve la etapa més progresiva del Modernismo est4 signado por una acelerada transformacién de las sociedades latinoamericanas, y corresponde precisamente a los dlti- mos decenios del xix y los primeros afios del xx, con el desplazamiento de lo que José Luis Romero llama “el patriciado criollo”, el creci- miento de las ciudades capitales y el estancamiento de las provincias, el afianzamiento de una nueva burguesfa que buscaba controlar tanto «I mundo de los negocios como el de Ia politica; etc. y en el fondo, para toda América Latina, un proceso que se diseiia como “el ajuste de los lazos que la vinculaban a los grandes pafses industrializados” *. El Modernismo literario, por consiguiente, puede Ces como propuesta estético-ideolégica articulada al proceso de incorporacién de América Latina al sistema econémico de la civilizecién industrial de Occidente, al capitalismo’. La difusa conciencia de desajuste y desencanto que impregna la visién del mundo de nuestro Modernismo literario, hace de la Belleza —asf, con mayfiscula— la suprema si no la dnica finalidad del Arte —también con maytscula—, y con- yierte a éste en una especie de bastién de defensa, oponiendo sus logros y posibilidades a la inanidad de lo real y cotidiano. Lo artistico como asidero y refugio de valores frente a una rea- lidad en descomposicién, poco a poco, sin embargo —y precisamente por este desligamiento de lo real, lo cotidiano—, ‘devine en retérica y en proceso de autoalimentacién preservativa: si la Belleza no estaba’ en lo real, era en el Arte donde habfa que buscarla. Y de este modo, lo que en un momento pudo ser y fue bastién de ataque para fustigar una realidad en proceso de degradacién, se fue convirti en reducto de defensa y bastién de aislamiento. Porque es necesario recordar que el Modernismo, en su momento de auge y desarrollo orgénico, represent6 un proyecto de rechazo 7 Pata un examen de esta dimensién global del “modernismo” pucde verse el estudio de Rafael Gutiérrez Girardot Modernismo. Barcelona: Mon- tesinos, 1983, 8 José Tits Romero: Latinoamérica: fas gindades », las ideas, ed. cit., p. 3 Como ha sefialado Luis Alberto Sanchez —desde otra permpectiva “coincidiendo con el modemnismo, se afirma més el capitalismo extran- Jeroen nuestras tierras, [y con su robustecimiento] —es decir, con el imperialismo—, América ingresa a Ja_corriente capitalista universal” (Balance y liquidacidn del novecientos, 3a. ed. cor. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1968; p. 35. La frase que va entre corchetes fue saltada por error en esta edicién y la restituimos de Ja anterior para hacer inteligible el pérrafo). xi critico frente a_la realidad, de denuncia directa de la degradacién social. Cuando Dario declara: “més he aqui que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de paises lejanos ¢ impo- sibles”, lo explica inmediatamente por su personal actitud ante la realidad de su tiempo: “‘jqué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocé nacer” (“Palabras liminares” de Prosas profanas, 1896). No esté aqui simplemente eludiendo, negando la realidad: la est criticando, la esté denunciando, la estd mostrando como con- traste negative del ideal que encarna el arte. El Modernismo en su momento més renovador y trascendente, si bien es cierto que surgid con un anverso explicito de princesas, reyes, palacios y jardines de ensuefio, mantuvo siempre su reverso en cl rechazo a los mercaderes zafios y soriquecidos a ae de los sectores que moldeaban una sociedad En este sentido, la poética del nee en su momento reno- vador mantiene una vinculacién con la realidad social a través de esta actitud de rechazo. La retorizacién vendré cuando el “mundo del ensuefio” deje de ser funcién de este contacto critico. Como ha sefialado Ricardo Gullén, en Ja época modernista la protesta contra el orden burgués aparece con frecuencia en formas escapistas. El artista rechaza la indeseable realidad (la realidad social: no Ia natural), a la que ni puede ni quiere integrarse, y busca caminos para la cvasi6n 10, Es importante insistir en esta distincién que apunta Gullén res- al “rechazo de la realidad:” el rechazo se dirige hacia Ja realidad social, no a la natural. Porque seré en esta dltima, en la realidad “natural’’, en “lo natural” més bien, en el sentido de lo no contaminado por la civilizacién urbana e industrial !!, donde se apoye la renovacién intema que surge en la etapa final, crepuscular del mismo Modernismo, la que Max Henriquez Urefia llama “una se- gunda etapa del Modernismo” !2, Dicho en otros términos. la “eva- sién” en los Modernistas, mas que una propuesta o postulacién vital afirmativa, debe leerse como signo de un implicito rechazo a una realidad degradada; pero un rechazo que no engloba a la realidad en términos absolutos (no es una postura filosdfica), sino slo a la realidad social, La realidad natural, lo natural, no era negado; sim- 1 Ricardo Gull6n: “Indigenismo y Modernismo”, en WWAA: Literatura Theroamericana. Influjos locales. (Memoria del X Congreso Internacional de Literatura [beroamericana) México: [UNAM], 1965; cit. p. 99. Ml Es decir, Ja “naturaleza” y “lo natural” no se refieren tanto a la naturaleza fisica y al paisaje, sino més bien a la idea de lo natural como un valor opuesto « lo artificial. Un examen mds general de este ge lema puede verse en Carl Woodring: “Nature and Art in Nineteenth PMLA, XCII, 2 (marzo 1977), pp. 193-202. 2 Breve historia dei modernismo. México: Fondo de Cultura Econémica, 1954; p. 31. A esta ctapa la denomina —aplicando el término usado por Francisco Contreras— mundonovismo Arturo Torres Rioseco en su libro La gran literatura iberoamericana (Buenos Aires: Emecé Edi- tores, 1945; esp. pp. 35 y 9s). XM plemente no entraba en el dmbito de sus preocupaciones o intereses centrales en cuanto artistas. En todo caso, en la base de la poética del primer momento orgé- nicd del Modernismo se encuentra esta postulacién disociativa entre el mundo del arte, de la poesia, y ¢] de la realidad, de lo cotidiano. ¥ esto Mega a ser vivido —o vivenciado— casi como una escisién entre el hombre en cuanto ciudadano y e] hombre en cuanto artista. En Dario, por lo menos, esto parece ser conscientemente asumido cuando declara: “Como hombre, he vivido en lo cotidiano; como poeta, no he claudicado nunca, pues siempre he tendido a la eter- nidad” (“Dilucidaciones” de E! canto errante, 1907). Aparte de la actitud que imprecisa y provisoriamente podemos denominar de “‘evasién” —manifestada sobre todo en aspectos y prefe- rencias de cardcter temético—, el modo mds caracteristico de regis- tiarse en la poética del Modernismo esta escisidn y esta relacién de rechazo a la realidad social, a “la vida y el tiempo en que les tocé nacer”, se manifiesta en lo que Angel Rama caracteriza como un proceso de transmutacién de lo real en un cédigo poético que busca articularse a los universales atquetipicos del arte}, Lo real podia tener presencia en el aric en la medida en que pudiera transmutarse y universalizarse mediante un cédigo que permitia quintaesenciar y ennoblecer artisticamente cualquier referente. Un presidente puede ser cantado si es “con voz de la Biblia o verso de Walt Whitman”; una ciudad nativa se rescata al sentirla como equivalente a las que se consideran de prestigio cosmopolita: “Y Leén es hoy a mi coma Roma o Paris’; y si se recuerda “‘alld en la casa familiar, dos enanos”, estos son “como los de Velésquez”. De este procedimiento —al que pudiera aplicdrsele, mutatis mutandi, aquello de “confianza cn el anteojo, no em. el ojo”, que dijera Vallejo— puede decirse que derivan tanto los méritos y aportes del Modernismo como su propia caducidad. Si, por una parte, se ogra construir una lengua verdaderamente literaria y explorar al maximo las potencialidades artisticas del idioma, por otra parte, como se dijo anteriormente, la acentuacién unilateral del interés en el cédigo poético (unida al desligamiento de 1a realidad como vivencia gene- tadora) devino progresivamente —en los satélites primero, y en Jos epigonos, claro esti— en un proceso de retorizacién y de pérdida de contacto con Ja realidad. El proyecto estético-ideolégicu del Modernismo, al irse diluyendo, evidencia su raigambre rom4ntica, pues roméntica es la rafz de su 13 Ver Angel Rama: Rubén Darfo y él Modemismo. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1970; esp. pp. 111 y ss. xIV altiva propuesta del arte como una ilusién compensadora de la rea lidad social 4. Y es esta ilusi6n la que la realidad, la vida misma, se encarga de aventar: La vida es dura, Amorga y pesa. iYa no hay princesa que cantor! escribe Dario en 1905. El mundo de Ja Belleza y el Arte que los modernistas habfan buscado construir como basti6n de superioridad erftica y de defensa, va revelando su inanidad frente al arrollador avance de un pragmatismo depredader. La “modernizacién” del mundo latinoamericano, ¢s decir, su proceso de integracién al sistema del capitalismo industrial, se revela como un nuevo proceso de dependencia, mediatizando con ¢l dngulo metropolitano (Europa primero, luego EEUU) Ja relacién entre produccién y consumo; el Paris celeste del ensuéfio sé cotidianiza al alcance de cualquier rastacuero enriquecido, y s¢ hace evidente que el aparente coamopolitismo no iguala la con- dicién de quienes transitan las mismas calles del mundo. tg Los escritores que nacen y se forman durante los aiios de plenitud del Modernismo, los que ingresan a la actividad literaria cuando la crisis de un proyecto social de “‘modernizacién” empieza a ser evidente y se evidencia también, y por ende, el proceso de retorizacién de una propuesta estética que se desvincula cada vez mds de lo real, estos escritores buscan definir en Ia practica su ejercicio por la busqueda de una salida desde el interior mismo del sistema poético hegeménico, desde sus propias premisas. Pero este intento de superacién (por lo menos en su primera etapa, cs decir, en cl segundo decenio del siglo xx), no logra cristalizar en una verdadera alternativa, en una propuesta poética de negacién y ruptura, sino mas bien en una readecua- cién; en una “reforma” mas que en una “revolucién” poética. Su propuesta, en lineas generales, corresponde al modo como es deceit y resumida por Monguié, cuando al referirse a estos escritores Todos, por esos mismos afics, van a {0 cotidiano, lo corriente, Jo poco “poético”, Io nacional, lo provinciano, lo exquisito, lo raro, lo cosmopolita, lo exético del modernismo, lejos de las islas griegas y de los pabellones de Versalles, de las pagodas orientales, de 4 Cfr. Arnold Hauser: Teorias del arte [Philosophie der Kunstges- chichte]. Madrid: Guadarrama, 1975; esp. Cap. If], Para Ia relacign del Modernismo con ef Romanticismo, Max cee Urefia, op, cit, cap. I; también Mario Rodriguez Fernandez, El Modernigmo en Chile yen His, rica. Santiago: Instituto de Literatura Chilena, 1967, obra en que se aplican tesis de Mario Praz sobre el Roman- ticismo a la poética modernista, XV marquesas y abates dieciochescos, de samurais y de musmés, de Mimi Pinsons més o menos montparnasiangs, Naturalmente no siempre consiguen una ruptura completa con el modemismo —la tradicién literaria es demasiado fuerts— pero la tendencia no deja de ser general, impresionante, simultfnea 15. En realidad, esta “vuelta a Ja tierra” —como suele decirse de la modificacién que se observa en la tematica modemista de esos aiios—, si bien registra un cambio de acento no puede verse como una ruptiura con el sistema poético entonces hegeménico. Es importante insistir en el hecho de que en la poética global del periodo de moder- nizacion, y en ¢l mismo Dario —como ha sido seiialado, entre otros, por Torres Rioseco—, estaban presentes, aunque no siempre en primer plano, casi todos los elementos de esta actitud. Una consideracién menos unilateral del Modermismo y menos tributaria de la lectura que de él] hicieron las buenas conciencias de sus receptores coetdneos, muestra que su poética tiene una amplitud y complejidad que no calza con fa imagen reductora que proyectan los manuales de his- toria literaria *. Porque la critica tradicional, tanto en el caso del Modernismo como en otros equivalentes (Romanticismo, Realismo, Naturalismo) ha pretendido definir todo un movimiento literario por las caracteristicas de una escuela poética dentro de él; y con este criterio, el proceso global que corresponde a la etapa de “moderniza- cién” en Hispanoamérica ha quedado reducido a Ja que pudiéramos Jamar el “‘modernismo candnico”, o lo que se suele denominar —super- ticialmente— “rubendarismo” "7, En una perspectiva histérico-literaria, el Modernismo hispano- americano seria el proceso por el cual nuesira literatura, articulndase al proceso global de “modernizacién” de las sociedades latinoameri- canas, se asume como literatura de la edad moderna en Ja ultima etapa de consolidacién de la sociedad industrial-capitalista a nivel mundial. Desde este punto de vista, la produccién literaria de dicho periodo no se articula al inicio de una etapa histérica, sino que viene a cerrar un ciclo més amplio y general: el de la época moderna. 1S Luis Monguié: La poesia eed pervane. México: Fondo de Cultura Econémice, 1954; p. 16 Como sefiala Rafael Coir Girardot, se “ha acufiado un concepto de ‘modemismo’ estrecho we no puede captar Ia complcjidad del Feotaeny, que, edemds, ha impedido que sc investiguen diversos tos del contexto histori ‘al ite el contradictorio ‘modernismo’ hispano, sino el igualmente contradictorio 'modemismo’ europeo” (“Problemas de una historia social del modernismo”, Escritura, Caracas, V1, 11, enero-junio de 1981, p. 107). En el cual ni la misma obra de Darfo cabria plenamente, ya que si alguien quisiera aplicar estrictamente: estos cfinones tradicionales, s6lo una parte de su obra seria, en este sentido, “rubendariana”. XVI A esto es a lo que apunta Angel Rama cuando sostiene que aunque fueron ellos [los Modernistas] quienes introdujeron la lite- retura latinoamericana en Ia modernidad y por lo tanto inauguraron. una €poca nueva de las letras locales, no se encontraban, como se ha dicho, en el comienzo de un novedeso periodo artistico universal sino en su finalizacién, a la que sccediam vertiginoss y tardie- mente 16, Esta casi paraddjica condicién —la de inaugurar una etapa (de universalizacién) de las letras locales en circunstancias en que tinaliza un periodo del arte universai—, no ha sido considerada con todas sus implicaciones en los estudios de nuestro Modernismo. ‘Val situa- cidn, unida a lo anteriormente sefialado, especialmente lo que se reliere a no ver el caracter de proceso (de “movimento” en su cabal sentido) literario vmculado a un proceso histonco-social, ha Uevado a un reduccionismo abstracto y a una taxonomia mictalisica de pre y post, que diticulta Ja comprensién del Modermsmo en su globalidad, Si pensamos el Modernismo no en témminos de “escuela” poética sino en cuanto produccién literaria articulada a un periodo-social (lo que se ha Mamado la “modernizacion”) que transcurre aproxumada- mente entre 1880 y 1910, podremos verlo como una respuesta estetico- ideolégica que ofrece una complieja (y aparentemente contradictoria) fisonouua, de la cual el “rubendarismo” es solo un aspecio parcial. (¥ no sdlo un aspecto parcial del Modernismo asi entendido, sino también de la misma produccién poética de Dario). Considerando el Periodo en conjunto, es facil establecer que los escritores que nacen y se forman dentro de su horizonte, es decir, durante la vigencia del sistema poético del Modernmismo, se diterencian obviamente de los que imponen esa misma poctica. Pero dado que atin siguen vigentes Jas condiciones socioculturaies en funcion de las cuales esa propuesta poética global surge y se desarrolla, la obra de estos escritores no se disefia como una ruptura radical sino mas bien como una vanable remozadora de la misma propucsta. En otros términos, la produccién literaria de esta nueva promo- cién, por lo menos en su primera etapa (la que se da en el segundo decenio de este siglo), se encuentra dentro de la poética global del Modernismo. Esta promocién no presenta —en esta etapa— un pro- yecto estético-ideolégico nuevo, ruptural, sino una modificacién interna del proyecto modernista, en la que se jerarquizan de modo distinto —y aun inverso— las preferencias de sus antecesores consagrados. Para diferenciarlos sobre todo del Modernismo canénico se les ha denominado postmodernistas (Federico de Onis) o mundonovistas (Francisco Contreras, Torres Rioseco); la denominacién podria ser 18 Angel Rema: Las mdscaras democrdticas del modernismo, Montevideo: Fundacién Angel Rama, 1988; p. 173, XVIL

You might also like