Resumen: Periodo comprendido entre el siglo XVIII y principios del XIX
El principal exponente de ésta época fue un francés, Cabanis (1757-1808), luego
Haller (1754-1822)anatómico clínico se centró en analizar las diferencias que caracterizan a los temperamentos, donde temperamento era entendido hipocráticamente y estaban tratando de cambiar el término por “constitución” que tiene como base una idea morfologista y localicista. Luego Carus (1789-1869)hace referencia a constitución como peculiaridades de la individualidad humana y al temperamento como relación entre las formas vitales aisladas de tipo orgánico inferior con los anímicos de tipo superior , posteriormente Muller (1801-1858) utiliza el término temperamento para designar las relaciones existentes entre organismo y vida psíquica y no menciona el término constitución.
En esta época se desarrolla la frenología, destacando el profesor de fisiología
cerebral Franz Gall (1758-1828) quien a partir de los conceptos de Lavater postuló que las facultades mentales eran innatas y dependían de estructuras del cerebro las cuales se correspondían con protuberancias particulares de la superficie externa del cráneo. Con este nuevo planteamiento se negaba que la manera de ser somática o constitución influyese sobre las facultades intelectuales y morales, Bernstein y Nietzel (1980) lo resumen diciendo que las áreas cerebrales están asociadas a una función o facultad distinta y que el nivel de desarrollo en cierta área influye en el comportamiento del individuo; además, el superdesarrollo o infradesarrollo de cada una de estas facultades se reflejan en forma de protuberancia o depresión craneana.
Estos planteamientos fixistas (ni la experiencia ni el aprendizaje podían
modificarlos) y materialistas fueron duramente criticados por la Iglesia de la cual Gall fue excomulgado. Uno de sus mayores aportes fue en determinar que el cerebro era el órgano de la mente y, además, fomentó el estudio de las diferencias individuales la medición de estas según patrones estándar objetivos.
A esta misma época pertenece el “mesmerismo” representado por Franz Anton
Mesmer (1734-1815) el cual afirmaba que los planetas influían sobre los fenómenos fisiológicos y psicológicos, también formuló que el hombre estaba dotado de un fluido magnético especial que cuando se liberaba podía producir efectos curativos. Para él también, el individuo poseía la capacidad de influir sobre otras personas por medio de fuerzas magnéticas y con todo esto propició el paso trascendental del exorcismo a la psicoterapia. Posterior a la muerte de Mesmer su discípulo Puysegur (1751-1825) descubrió y describió el sueño magnético o “sonambulismo artificial” utilizado con fines diagnósticos como terapéuticos, sustituyó la teoría del fluido magnético por la acción de fuerzas psicológicas aún desconocidas, convirtiéndose en el principal precursor de la hipnosis moderna. Finalmente, James Braid (1795-1860) utilizó la hipnosis obteniendo resultados positivos en casos de parálisis, jaquecas, epilepsias y otros trastornos. Los trastornos infantiles en esta época eran tratados como los del adulto, a partir del siglo XIX se planteó la psicopatología del niño diferente a la del adulto. La diferencia se centró en considerar al niño en periodo de desarrollo lo que motivó la creencia de que no podía padecer una enfermedad grave.