La globalización ha sido un proceso que se ha desarrollado rápida y
exponencialmente durante los últimos años. El desarrollo de las Tecnologías de Información y Comunicación ha jugado un papel fundamental en este proceso, permitiendo la eliminación de fronteras en cuanto al comercio internacional, la propagación de los nuevos aportes tecnológicos, intercambios culturales, entre otros aspectos, siendo de gran importancia para el crecimiento económico, cultural, político y social de los países que se han incorporado a este proceso. Sin embargo, respecto al componente cultural, como en otras áreas también, se presentan algunas desventajas. Entre ellas se pueden mencionar que la globalización cultural trae la pérdida del reconocimiento de la identidad y del sentido de pertenencia hacia la propia cultura, al no diferenciar cada cultura como original y única, sino que se establece una cultura globalizada; las franquicias de comida rápida han ocasionado la pérdida de las costumbres gastronómicas de los pueblos; daños al medio ambiente; el reemplazo de los juegos tradicionales por videojuegos, entre otras. Es por esta razón que la cultura y el patrimonio cultural en los últimos 80 años han sido objetos de múltiples estudios, convenciones y leyes, con la finalidad de proteger los valores heredados de los antepasados de las sociedades presentes, evitando así la pérdida de la identidad de los pueblos. La cultura ha sido el objeto de estudio de la antropología, incluso de la sociología. Muchas han sido las definiciones que se han dado a este término pero, en conclusión, la cultura son las tradiciones, costumbres, conocimientos, formas de hacer vidas que se transmiten de una generación a otra en un grupo social, esto quiere decir que la cultura se enseña y, por tanto se aprende, y no es algo nato del ser humano. Por medio de un proceso de endoculturación el hombre aprende la cultura del grupo en donde se desarrolla. De esa cultura, que evoluciona con el paso del tiempo, permanecen manifestaciones artísticas, gastronómicas, edificios- inherentes a esa práctica cultural y además, testigos de una historia-, y que al ser reconocido su valor por la comunidad, comienza a formar parte de su patrimonio. El patrimonio cultural se entiende por los bienes materiales e inmateriales que son recibidos como herencia de una generación a otra en una sociedad y que aportan un rasgo característico a dicho grupo, es decir, le confiere una identidad. De allí deriva el estudio del patrimonio cultural, del reconocer la importancia histórica, artística, en fin, cultural, de un bien tangible o intangible con la finalidad de preservarlo a través de los años. La responsabilidad de la salvaguardia del patrimonio cultural de un pueblo reside, en primer lugar, en el pueblo mismo y, en segundo lugar, del Estado. La acción de salvaguardia y preservación por parte de la comunidad consiste en la enseñanza de los bienes inmateriales (danzas, juegos tradicionales, conocimientos ancestrales, ritos, costumbres, entre otros) a las nuevas generaciones y proteger los bienes materiales que posean para evitar el deterioro de los mismos. El Estado debe garantizar la preservación, conservación y restauración (cuando sea necesaria) del patrimonio tangible y promover la enseñanza del patrimonio intangible para asegurar así la permanencia de los rasgos culturales característicos de las comunidades. Todo esto, mediante políticas nacionales e internacionales orientadas a los fines que hemos mencionado. El sentido de pertenencia por lo propio, por la cultura del propio grupo social se va creando desde la casa y se continúa en la escuela, es, por tanto, que la educación cultural e histórica es de vital importancia para la supervivencia de la identidad y la memoria de los pueblos. Esto, a su vez, genera un impacto en diversas áreas, pudiendo mencionar el área turística, económica, ambiental y social. Un patrimonio natural y arquitectónico bien preservado y conservado, además de aportar un valor histórico y una belleza estética al pueblo o ciudad que lo posea, es un sitio turístico, favoreciendo también el desarrollo económico. Pero sobre todo el mayor impacto es sobre la sociedad, sobre las personas. Un patrimonio cultural conservado es signo de una sociedad viva, que reconoce, aprecia y se identifica con su historia, con su pasado, con sus ancestros. Genera una riqueza espiritual. El hecho de conservar el patrimonio cultural no es signo de atraso, de subdesarrollo, es signo de reconocimiento del pasado, viviendo el presente para proyectarse al futuro.