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Pregunta Nº1:

¿Qué clase de contrato se ha celebrado entre la concesionaria y


el Sr. Fernández? Fundamente su respuesta.
En el supuesto dado encontramos varios ribetes que hacen a que la interpretación se base
en la presencia de un contrato de Compraventa. Pero para entender el concepto de dicha
tipificación, hay que adentrarse en la definición, normativa y jurisprudencial que conlleva
a la correcta interpretación de lo que es un contrato de compraventa.
Por otro lado, también se pueden extraer elementos que hacen a que erróneamente se crea
estar en presencia de una permuta cuando se hace referencia a la forma de pago.
Las modificaciones que se suscitan al momento de la entrega de la cosa pueden hacer
pensar que se está en presencia de una novación.
Por ello entiendo pertinente hacer una detallada definición de ambos tipos y así llegar a
una racional y correcta interpretación. (NOTA Nº 1)
En Principio, remitiéndome a nuestro ordenamiento jurídico:
El Art. 1.323 C. C. “Habrá compra y venta cuando una de las partes se obligue a transferir a la otra la
propiedad de una cosa, y ésta se obligue a recibirla y a pagar por ella un precio cierto en dinero.”
Ello brinda una definición de la existencia de dicho contrato y sus presupuestos. Pero
para un análisis más pormenorizado, a la doctrina nos brinda incalculables fuentes de
consultas.
Para empezar citando a Lorenzetti obtengo una definición de lo que es un Contrato de
Compraventa:
La compraventa es el modelo legal del contrato de cambio que permite la transmisión de
la propiedad de una cosa por un precio. En el perfeccionamiento del contrato se
constituye, se forma, se crea la obligación, debiéndose reunir para ello todos los elementos
que requiere la ley: sujetos, objeto, causa. Este vínculo perfecto puede ser eficaz o no,
puesto que los efectos pueden estar sometidos a una condición, plazo o al cumplimiento
de presupuestos como la legitimación. Los cambios que se producen en la realidad
económica y que afectan el tipo legal: en la época de la codificación se tomó como base la
compraventa de contado en la que el comprador busca ser propietario de lo que pagó.
Hoy predomina la venta a crédito en la que el vendedor busca una garantía del pago del
precio, razón por la cual se devalúa el rol de la transmisión de la propiedad y se realza la
importancia de la garantía. En el siglo XIX se pensaba que asegurando la transmisión de
la propiedad habría más compraventas; hoy esta función se da en relación a las garantías.
La transmisión de la propiedad muestra aspectos especiales, según algunos bienes: los
caballos de carrera, los automotores, las computadoras, los inmuebles, los loteos urbanos.
Ello agrega elementos distintos a la compraventa tradicional, al mismo tiempo que exhibe
una separación entre la regulación de la propiedad y la compraventa
El mencionado art 1323, adquiere significado si se tiene en cuenta que el artículo 1326 el
cual dispone que si falta algún elemento esencial no habrá compraventa, aunque las
partes le den ese nombre. Por ello es trascendente establecer con claridad cada uno de los
elementos esenciales, ya que si se los identifica en una relación jurídica, provocan la
aplicación de los artículos 1323 y siguientes, y si no están, habrá otro vínculo.
Los elementos son:
1. Obligación de transferir, el contrato no produce la transferencia del dominio, sino la
mera obligación de hacerlo. En el Derecho argentino, la compraventa sólo obliga a
transferir el dominio, y no produce, como regla un efecto real, a diferencia de otros
sistemas jurídicos. Puede ser difícil encontrar esa obligación en casos concretos, como
ocurre con las compraventas manuales, pero no hay dudas de que, desde el punto de vista
teórico, esa obligación existe y no se produce una transmisión directa. Borda sostiene que
en las compraventas manuales o de contado, el comprador entrega directamente el precio,
al mismo tiempo que manifiesta su voluntad, y el vendedor, al aceptarlo, entrega la cosa;
es decir, hay simultaneidad entre el consentimiento y el cumplimiento.
Si se compra un libro y se paga un precio en dinero por ello, el vendedor lo entrega
inmediatamente. En este caso no se puede separar, temporalmente, una obligación de
transferir. Por esa razón, López de Zavalía argumenta que esas operaciones no cabrían en
el concepto legal. Sin embargo, la crítica no es fundada; toda vez que las compraventas
manuales son compraventas, hay consentimiento y ejecución, sólo que su proximidad
temporal dificulta su separación fáctica.
2. Finalidad de transferir el dominio sobre una cosa: la transmisión incluye la
obligación de entrega de la cosa mediante tradición, también puede referirse al
condominio, a la nuda propiedad, a la propiedad horizontal (art. 3°, ley 13.512).
3. Pago de un precio: la definición habla de dinero, y este término debe ser interpretado
de conformidad con la noción de "función dinerada”, lo que incluye a la moneda extranjera
(ley 23.928), y los instrumentos que cumplen esa finalidad como el cheque, la factura de
crédito y otros.
La finalidad típica de este contrato es la transmisión dominial. Dentro de esta finalidad
surgen elementos característicos:
El título y el modo:
La compraventa tiene un efecto obligacional, es decir, causa la obligación de transmitir el
dominio; su celebración no produce el efecto jurídico real de la transmisión de la
propiedad, sino que es un título que junto al modo produce el efecto traslativo. La
compraventa es atributiva de derechos creditorios (obligacional) y no reales, ya que para
esto último precisa de! modo. Es un contrato que no tiene eficacia real porque por sí solo
no provoca la modificación dominial. Es un contrato declarativo, porque no tiene fuerza
suficiente para modificar derechos reales. Con distintos enfoques, la doctrina es
coincidente en este aspecto.
Se deben efectuar algunas salvedades en relación a este tema. Primero distinguir entre
título, modo e inscripción registral. La entrega de una cosa a otro puede ser con diferentes
finalidades: para darla en locación, para darla en depósito, para transmitir el dominio.
Para saber cuál es la finalidad es necesario el título que causa esa transferencia.
El modo es el que sirve inmediatamente para la transmisión del dominio, mientras que el
título es un acto que explica y justifica el modo.
Frente a los terceros, la simple tradición y el título pueden hacerles conocer la situación
jurídica existente entre las partes. Sin embargo, en una sociedad masiva y de relaciones
económicas complejas se hizo necesaria la inscripción registral como medio para que los
terceros conozcan, mediante un simple informe, esa situación jurídica. La inscripción
registral puede tener fines publicitarios, como en el caso de los inmuebles.
La transmisión se opera mediante título y modo, y la inscripción registral cumple una
finalidad, muy importante, de darla a conocer a terceros, siendo declarativa. En otros
supuestos, la inscripción es constitutiva. El efecto jurídico de la transmisión se produce
a partir de la inscripción en el registro, como ocurre en materia de automotores y de
caballos de pura sangre.
De manera que el dueño de un automotor lo es a partir de la inscripción en el registro
correspondiente; la inscripción registral reemplaza a la tradición.
La entrega y la tradición
La entrega de una cosa en un contrato puede tener varias funciones que deben ser
precisadas. Puede ser un elemento de la celebración y de la ejecución, como en los
contratos manuales, en los que ambos actos son simultáneos, la entrega de la cosa es un
modo de cumplir. Puede ser un elemento del perfeccionamiento del contrato, como
ocurre con la entrega de la cosa en los contratos reales. La entrega es diferente de la
tradición. López de Zavalía distingue entre los actos materiales de la tradición y el
acuerdo que la acompaña, que es distinto del título. (1)
La tradición es un acto voluntario (art. 2377, C. C.) y como tal requiere de intención,
discernimiento, libertad (art. 897, C. C.), y de un hecho exterior que lo manifieste (art.
913, C. C.), es decir, de elementos subjetivos y objetivos. El elemento subjetivo se cumple
con la declaración de las partes o del juez en la ejecución judicial. El elemento objetivo
requiere de actos materiales de por lo menos una de las partes que exteriorice el acto
(arts. 2378, 2379 y 2380, C. C.). (2)
El Código Civil argentino emplea el vocablo tradición para referirse a la definición de los
contratos reales (art. 1141, C. C.), lo cual es inexacto.
La entrega, entonces, es un acto jurídico bilateral que sirve como medio para adquirir la
posesión (art. 2377, C.C), o para transmitir el dominio, es el modo en que junto con el
título permite la transmisión dominial, y que está constituida por la declaración del
tradens de dar una cosa en propiedad al accipiens y por la entrega material de la cosa.
Entonces, la entrega de la cosa, es el contenido de la obligación de dar, y es elemento
material de la tradición.
Es así porque requiere para su configuración la voluntad concurrente de dos partes (arts.
946 y 2377, C. C.).
En nuestro Derecho, la tradición (el modo) no es un acto abstracto sino causado (art.
2602, C. C.), ya que tiene su fuente en el título (contrato de compraventa). Si se celebra
la compraventa y se produce su ineficacia porque hay resolución o nulidad, la tradición
queda sin efecto, debiendo el comprador restituir la cosa a su dueño.
La venta, celebrada por boleto, es título para la adquisición de una posesión legítima.

(1).LÓPEZ DE ZAVALÍA, Teoría... cit. Parte general, p. 62


(2) LLAMBÍAS, Jorge y ALTERINI, Jorge, Código Civil anotado, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1981, t. IV-A, p. 114
Mosset Iturraspe distingue entre la tradición:
1) Dominal, cuando la entrega apunta a transmitir el dominio de la cosa; por título
insuficiente para transferir el dominio (art. 2602 C.C.), y en la forma que la ley dispone
(arts. 2609 y sigs. C.C.). Esta tradición no se cumple con el boleto, sino con la
escrituración.
2) Posesoria, con la intención de que el comprador se comporte como propietario
(arts. 2351 y sigs. C.C.). Aunque no tenga título suficiente al dominio, por faltar la
formalidad requerida. Es la tradición que, luego de la reforma de la ley 17.711 al art. 2355
del C. C., posibilita el boleto de compraventa.
3) Tenencial, cuando se otorga la mera aprehensión material del inmueble, pero sin el
ánimo o intención de someter la cosa a su dominio. Esta especie de tradición puede ser
pactada en el boleto como hipótesis provisoria, hasta tanto sea pagado el precio en su
integridad o efectuada la escrituración del bien. De esta manera, el comprador pasa a ser
un tenedor u ocupante precario, sometido a las resultas de la ejecución o cumplimiento
del contrato. (3)
El Derecho argentino recepta la diferencia entre título y modo. Para establecer la relación
entre la compraventa y la transmisión del dominio es necesario establecer las diferencias
según los bienes que forman el objeto del contrato.
Muebles no registrables: La compraventa es el título y la tradición es el modo.
Compraventas manuales: Se trata de la modalidad más sencilla: una persona entrega una cosa
y la otra le paga el precio en forma simultánea; es una de las modalidades más difundidas
ya que en la vida diaria proliferan las ventas de contado.
Automotores: A partir del decreto 6582/58, los automotores son bienes registrables. La
compraventa es el título, pero la tradición no es suficiente, siendo necesaria la inscripción
registral, que es constitutiva. Quien está registrado como titular es el propietario, aunque
haya vendido el vehículo a otra persona, y en virtud de ello tiene responsabilidad civil fi-
ente a terceros. Los automotores tienen una protección que podríamos denominar
especialísima, que abarca incluso acciones especiales por robo, responsabilidad frente a
terceros.

(3)MOSSET ITURRASPE, Jorge, Compraventa inmobiliaria, Ediar, Buenos Aires, 1976, p. 96.
Inmuebles: La compraventa es título, la tradición es modo, y la inscripción registral es un
modo de publicidad del acto frente a terceros. A partir de la reforma introducida al
artículo 2505 del Código Civil, mediante la ley 17.711, la transmisión del dominio se
perfecciona con la inscripción registral, con el importante efecto de que "esas
adquisiciones o transmisiones no serán oponibles a terceros mientras no estén
registradas".
Caballos de pura sangre: La ley 20.378 estableció la necesidad de inscripción registral
constitutiva de los equinos de sangre pura de carrera, lo cual acredita su origen, pedigree y
la propiedad a favor del titular.
Ganado: La ley 22.939 dispone que los animales pueden marcarse mediante la impresión
de un dibujo permanente, o señalarse mediante un corte (art. 1°), y establece (art. 9°) que
se presume, salvo prueba en contrario, que el ganado mayor marcado y el ganado menor
señalado pertenecen a quien tiene registrado el diseño de la marca o señal aplicada al
animal.
Armas de fuego: En la venta de armas de fuego, la ley 20.429 dispone que La adquisición,
uso, tenencia, portación, transmisión por cualquier título, transporte, introducción al
país e importación de armas de fuego y de lanzamiento a mano o por cualquier clase de
dispositivo, agresivos químicos de toda naturaleza y demás materiales que se clasifiquen
como armas de guerra, pólvoras, explosivos y afines, y armas, municiones y demás
materiales clasificados de uso civil, quedan sujetos en todo el territorio de la Nación a las
prescripciones de la presente ley, sin más excepciones que las determinadas en el artículo
2°. Quedan excluidas las armas de propiedad de las Fuerzas Armadas y las armas blancas
que no sean de guerra. Las armas de uso civil, pueden ser vendidas, pero están sujetas a la
fiscalización de la policía federal y provincial (art. 29), requiriéndose mayoría de edad
para adquirirlas (art. 29.1), y requisitos especiales para ser vendedor (art. 29.2). Para
poder vender y comprar se requiere la calidad de legítimo usuario (ley
24.492)
Cesión-compra: Cuando se trata de una venta de derechos se aplica el régimen de la cesión
de créditos. En este caso (cesión-onerosa), la transmisión del dominio se produce por el
solo consenso, mientras que la notificación de la cesión al deudor cedido es un requisito
de la eficacia, pero no de la transmisión dominial. Muchos autores sostienen que aquí el
legislador se apartó del sistema del título y del modo.

En cuanto a los caracteres del Contrato de Compraventa, este es:


Típico y nominado: Es un contrato regulado legalmente y nombrado en la ley.
Consensual Produce sus efectos propios desde que las partes hubieren manifestado
recíprocamente su consentimiento, sin perjuicio de lo que se dispone sobre la forma (art.
1140, C. C.).
Bilateral: Produce obligaciones recíprocas; a cargo del vendedor la de transferir la
propiedad de una cosa, y a cargo del comprador la de pagar el precio (art. 1138, C. C.).
Oneroso: La ventaja dada a la otra parte está en relación al sacrificio, lo que resulta claro
de la relación precio/bien adquirido (art. 1139, C. C.).
Conmutativo: Puesto que las ventajas se conocen desde el momento de la celebración.
Excepcionalmente es aleatorio, cuando media una convención al respecto, como ocurre
con la venta a riesgo o de cosa futura esperada (art. 1332, C. C.).
Forma libre: Es un contrato de forma libre porque la ley no impone, como regla general,
una solemnidad para su existencia. En muchos supuestos, y específicamente en relación
a la transmisión dominial, se requiere el cumplimiento de formalidades, cuyo
incumplimiento produce la conversión del negocio, como ocurre en la compraventa de
inmuebles; si no se hace en escritura pública sigue siendo válida, causando ¡a obligación
de otorgarla. En otros supuestos se exige una forma, ad probationen, cuyo incumplimiento
impide demostrar en juicio la existencia del contrato, porque sólo esa evidencia es
legalmente admisible. En la compraventa de consumo, el contrato es formal conforme lo
dispone la ley 24.240
Atributivo de derechos creditorios: El contrato de compraventa sirve de título para la
transmisión de dominio, razón por la cual no es por si solo traslativo de derechos reales
(art. 577, C. C. Y nota).
Puede ser celebrado discrecionalmente o por adhesión a condiciones generales'.

La compraventa es entonces una operación de cambio de carácter obligacional: causa la


obligación de transmitir el dominio de una cosa a cambio de un precio. Si es de cambio es
naturalmente bilateral y onerosa puesto que la reciprocidad presupone la idea de cambio.
El objeto de la compraventa son cosas, es el derecho de dominio sobre una cosa. La
compraventa obliga a transferir la propiedad (efecto obligacional) tiene su campo en los
derechos reales la compraventa está dada por la esfera de los derechos reales sobre cosa
ajena y puede crear una nueva situación jurídica.

Siguiendo el mismo orden de ideas, la Doctrina propuesta por Borda nos brinda una
definición tanto similar a la de Lorenzetti.
Borda destaca, en principio, que este contrato no supone transferencia de la propiedad ni
la entrega efectiva del precio, sino la obligación de hacerlo.
Esta afirmación es válida aun en la llamada compraventa manual o al contado que se
consuma y concluye en forma instantánea con la entrega simultánea de la cosa y el precio.
A primera vista parecería que en la hipótesis, las partes no contraen obligación alguna y
que todo se reduce a un trueque o, más exactamente, a dos tradiciones simultáneas. Ello
no es así, porque en ese trueque no se agotan las obligaciones de las partes. Por ejemplo,
el vendedor tiene que responder por evicción; y si la moneda pagada es falsa, el comprador
podrá ser demandado por cobro de pesos. Las necesidades del tráfico tienen su protección
adecuada sólo cuando se considera que las prestaciones recíprocas de la compraventa
manual responden al cumplimiento de la obligación contraída al contratar.
La compraventa tiene una inmensa importancia en las relaciones económicas y jurídicas
de los hombres. La circulación de bienes obedece en casi su totalidad a este dispositivo
legal.
En cuanto a los caracteres, Borda enumera siguientes:
a) Es bilateral, implica obligaciones para ambas partes;
b) Es consensual porque produce todos sus efectos por el solo hecho del consentimiento
y sin necesidad de la entrega de la cosa o del precio;
c) No es formal; aun en el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la
escritura pública exigida por el art. 1184, inc. 1º es un requisito de la transferencia del
dominio pero no del contrato en sí que puede ser válidamente celebrado en instrumento
privado, y aun verbalmente.
d) Es oneroso;
e) Es conmutativo porque es de su naturaleza que los valores intercambiados (cosa y
precio) sean aproximadamente equivalentes; sólo por excepción suele ser aleatorio lo que
ocurre cuando se compra una cosa que puede o no existir.

Ahora bien, cabe hacer una mención a lo propuesto por el autor, en su obra, diferencia los
contratos de compraventa en Mercantiles y Civiles al igual que Lorenzetti:
Desde el punto de vista de su estructura jurídica, son contratos idénticos. Pero, por razón
de la distinta función económica que ambos desempeñan, hay alguna diferencia en su
regulación legal, se trata de diferencias que no tienen mayor importancia y es el caso
preguntarse si en verdad se justifica una distinta regulación para ambos.
Como base para la distinción debemos sentar el siguiente principio: es compraventa civil
toda aquella a la cual el Código de Comercio no le haya atribuido naturaleza comercial.
Es decir, todo contrato de compraventa está regido por el Código Civil a menos que lo
contrario esté dispuesto en el de Comercio. Por lo tanto, orientarse a precisar qué es una
compraventa comercial. Según el art. 450, Código Comercio, la hay cuando alguien
compra una cosa para revenderla o alquilar su uso. En otras palabras, es necesario un
propósito de lucro. Pero basta con que este propósito de lucrar exista en el vendedor o en
el comprador, aunque la otra parte de la relación jurídica no lo tenga.

No se concebirá, en efecto, que el acto fuere comercial para una de las partes y civil para
la otra. Desde el momento que la ley comercial dispone que por cualquiera motivo un acto
sea comercial, esta calificación tiene efectos jurídicos en todo lo relativo a ese acto y con
atinencia a ambas partes. Es la solución consagrada expresamente por el art. 7º del Código
de Comercio según el cual si un acto es comercial para una sola de las partes, todos los
contrayentes quedan, por razón de él, sujetos a la ley mercantil.
En el art.452, el Código de Comercio precisa y a veces limita el concepto de compraventa
comercial.
No se consideran mercantiles:
a) Las compras de bienes raíces y muebles accesorios
b) Las de objetos destinados al consumo del comprador o de la persona por cuyo encargo
se haga la adquisición. Siempre que el vendedor no hubiere hecho la venta con ánimo
especulativo
c) Las ventas que hacen los labradores y hacendados de los frutos de sus cosechas y
ganados.
d) Las que hacen los propietarios y cualquier clase de personas, de los frutos y efectos que
perciban por razón de su renta, donación, salario, emolumento o cualquier otro título
remuneratorio o gratuito.
e) La reventa que hace cualquier persona del resto de los acopios que hizo para su
consumo particular. Sin embargo, si fuere mayor cantidad la que vende que la que hubiese
consumido, se presume que obró en la compra con ánimo de vender y se reputan
mercantiles la compra y la venta.

Hechas estas aclaraciones, se puede proseguir con el concepto vertido por Borda de un
Contrato de Compraventa.
Elementos:
En la compraventa existen algunos elementos que son comunes a todos los contratos (la
capacidad y el consentimiento) y otros que le son propios o peculiares (la cosa y el
precio).
Borda hace una conceptualización pormenorizada de cada uno de los elementos, que en
esta oportunidad, entiendo desvirtuaría la respuesta al caso planteado en particular, ello
sin dejar de ser importante lo que el autor plantea y analiza.
Otra cuestión que resulta interesante traer a colación, es que el principio general es que
todas las cosas pueden ser vendidas (art. 1327 C.C.). Esta regla requiere ser precisada, es
decir, determinar cuáles son las condiciones que debe reunir la cosa para ser objeto del
contrato de compraventa:
a) Debe ser una cosa en sentido propio, es decir, debe tratarse de un objeto material
susceptible de apreciación económica (art. 2311 C.C.). Si por el contrario, lo que se
enajena es un derecho incorporal, habrá cesión de derechos pero no compraventa. En el
derecho moderno, se advierte una tendencia a considerar compraventa a la enajenación
onerosa de cualquier cosa o derecho susceptible de apreciación económica.
b) Debe tratarse de una cosa cuya venta no esté prohibida por la ley (art. 1327C.C.). Las
cosas, en efecto, pueden ser absoluta o relativamente inenajenables (arts. 2337 y 2338
C.C.)
c) Debe ser determinada o determinable. Según lo dispone el art. 1333 C.C.
d) Debe tener existencia real o posible. (arts. 1327 y 1328 C.C.)
A su vez, Borda efectúa en su obra, una detallada comparación con otros tipos contrato,
como por ejemplo con la permuta, la cesión de crédito, locación de cosas, locación de
obra, dación en pago, donación con cargo y deposito.
Pero considero que sería extensivo y no cumpliría con los fines propuestos caracterizar
en ente punto cada una de estas formas contractuales. Si lo hare mas adelante cuando se
tipifique la comparativa con “permuta”.

(NOTA Nº 1) Para la definición y conceptualización del instituto se tomo como base de consulta lo siguiente: BORDA,
Guillermo A. TRATADO DE DERECHO CIVIL – CONTRATOS. Tomo I Abeledo-Perrot 1999 y Ricardo Luis
LORENZETTI TRATADO DE LOS CONTRATOS Tomo I. RUBINZAL -CULZONI EDITORES.
Ahora bien, dada esta introducción doctrinaria de los autores citados, me remito a un
resumen propio de lo que se entiende por contrato de compraventa.
El contrato de compraventa es aquel contrato bilateral en el que una de las partes
(vendedora) se obliga a la entrega de una cosa determinada y la otra (compradora) a pagar
por ella un cierto precio, en dinero o signo que lo represente (moneda extrajera, cheque,
etc.).
El contrato de compraventa es el que tiene mayor importancia entre los de su clase porque
se trata del contrato tipo traslativo de dominio y además, porque constituye la principal
forma moderna de adquisición de riqueza; es decir, tanto en su función jurídica como
económica.
Como contrato tipo de los traslativos de dominio, posee características especiales y
algunas semejantes a otros tipos de contratos como el de permuta, locación de obra,
locación de cosas, etc.
Por otra parte, la compraventa constituye el medio primordial de adquirir el dominio. El
contrato es en el derecho moderno la forma principal de adquirir la propiedad dentro de
los contratos traslativos de dominio.
La compraventa en el derecho latino moderno, que deriva del Código Napoleón, es un
contrato traslativo de dominio, que se define como el contrato por virtud del cual una
parte, llamada vendedor, transmite la propiedad de una cosa o de un derecho a otra,
llamada comprador, mediante el pago de un precio cierto y en dinero.
Es un Contrato nominado o típico, puesto que se encuentra reglamentado en la ley. Es
bilateral, ya que obliga tanto al vendedor como al comprador de la cosa. Es
oneroso, requisito esencial porque si no, no existiría compraventa sino que derivaría en
uno de donación. Es consensual, se perfecciona por el mero consentimiento de las
partes. Y es conmutativo, el precio que paga el comprador es equivalente al valor de la
cosa que se transfiere.
Dicho contrato tiene elementos constitutivos que lo caracterizan y tipifican:
Por un lado tenemos los elementos personales que están conformados por:
El comprador: Es la persona física o jurídica que se compromete a pagar una cosa
a cambio de un precio cierto expresado en dinero o símbolo que lo represente. Ello está
dado por el art 1323 C.C. La primera obligación del comprador, La obligación principal
del comprador, es recibir la cosa y pagar el precio. Este compromiso aunque parece único,
es complejo.
El Vendedor: Es la persona física o jurídica que se compromete a entregar la cosa, igual
que en el caso anterior tiene que tener capacidad jurídica. Las obligaciones se reducen a
la entrega y garantía contra los vicios ocultos de la operación. Así lo indica el art 1414 C.C.
“Debe sanear la cosa vendida, respondiendo por la evicción al comprador, cuando fuese
vencido en juicio, por una acción de reivindicación u otra acción real. Debe también
responder de los vicios redhibitorios de la cosa vendida”.
El vendedor tiene el deber y la obligación, al concluir la venta, de hacer entrega de
los bienes o de los derechos definitivos que existen sobre estos.
No debe confundirse la puesta en posesión de parte del vendedor al comprador, con la
transmisión de los derechos de esta. De ahí que la posesión puede ser previa a la
finalización de la venta definitiva, o posterior. En todo caso, el retraso de la entrega, no
disminuye las obligaciones contraídas, tan solo prolonga la adquisición física de los
bienes, pero no altera el derecho del vendedor, quien puede reclamar sus derechos.
Los elementos reales:
La cosa: objeto material, en oposición a los derechos creados sobre él y a
las prestaciones personales. Son bienes o derechos que estén dentro del comercio.
El precio: significa valor pecuniario en que se estima algo, valor que se pide por una cosa
o servicio. No es preciso que esté establecido en el momento de perfeccionar el contrato,
ya que puede ser establecido posteriormente sin necesidad de realizar un nuevo contrato.
Formales: regularmente los contratos de compraventa no se otorgan por escrito, ya que
la ley no requiere tal formalidad; sin embargo, en la práctica es habitual que el
consentimiento se plasme en un documento privado que sirva de prueba. Hay
excepciones en diferentes ordenamientos jurídicos, por ejemplo para el caso de bienes
inmuebles, o ciertos otros contratos que se obligan a realizar por escrito, expresa o
tácitamente.
De Validez: la capacidad, en donde el principio general dice que toda persona capaz de
disponer de sus bienes puede vender y toda persona capaz de obligarse puede comprar; y
el consentimiento, que se refiere a que haya un acuerdo de las partes que recaiga sobre el
precio y la cosa.
Ahora se precisaran las obligaciones de las partes:
Obligaciones del vendedor:
Art. 1.408. El vendedor no puede cambiar el estado de la cosa vendida, y está obligado a conservarla tal
como se hallaba el día del contrato, hasta que la entregue al comprador.
Art. 1.409. El vendedor debe entregar la cosa vendida, libre de toda otra posesión, y con todos sus
accesorios en el día convenido, y si no hubiese día convenido, el día en que el comprador lo exija.
Art. 1.410. La entrega debe hacerse en el lugar convenido, y si no hubiese lugar designado, en el lugar en
que se encontraba la cosa vendida, en la época del contrato.
Art. 1.411. El vendedor está obligado también a recibir el precio en el lugar convenido, y si no hubiese
convenio sobre la materia, en el lugar y tiempo de la entrega de la cosa, si la venta no fuese a crédito.
Art. 1.412. Si el vendedor no entrega la cosa al tiempo fijado en el contrato, el comprador puede pedir la
resolución de la venta, o la entrega de la cosa.
Art. 1.413. Si el vendedor se hallare imposibilitado para entregar la cosa, el comprador puede exigir que
inmediatamente se le devuelva el precio que hubiese dado, sin estar obligado a esperar que cese la
imposibilidad del vendedor.
Art. 1.414. Debe sanear la cosa vendida, respondiendo por la evicción al comprador, cuando fuese vencido
en juicio, por una acción de reivindicación u otra acción real. Debe también responder de los vicios
redhibitorios de la cosa vendida.
Art. 1.415. El vendedor debe satisfacer los gastos de la entrega de la cosa vendida, si no hubiese pacto en
contrario.
Art. 1.416. Mientras el vendedor no hiciese tradición de la cosa vendida, los peligros de la cosa como sus
frutos o accesiones, serán juzgadas por el Título "De las obligaciones de dar", sea la cosa vendida cierta o
incierta.
Art. 1.417. Lo que en adelante se dispone sobre la tradición en general de las cosas, es aplicable a la
tradición de las cosas vendidas.
Art. 1.418. El vendedor no está obligado a entregar la cosa vendida si el comprador no le hubiese pagado
el precio.
Art. 1.419. Tampoco está obligado a entregar la cosa, cuando hubiese concedido un término para el pago,
si después de la venta el comprador se halla en estado de insolvencia, salvo si afianzase de pagar en el plazo
convenido.
Art. 1.420. Si la cosa vendida fuese mueble, y el vendedor no hiciese tradición de ella, el comprador, si
hubiese ya pagado el todo o parte del precio, o hubiese comprado a crédito, tendrá derecho para disolver
el contrato, exigiendo la restitución de lo que hubiese pagado, con los intereses de la demora e
indemnización de perjuicios; o para demandar la entrega de la cosa y el pago de los perjuicios.
Art. 1.421. Si la cosa fuese fungible, o consistiese en cantidades que el vendedor hubiese vendido a otro,
tendrá derecho para exigir una cantidad correspondiente de la misma especie y calidad, y la
indemnización de perjuicios.
Art. 1.422. Si la cosa vendida fuese inmueble, comprada a crédito sin plazo, o estando ya vencido el plazo
para el pago, el comprador sólo tendrá derecho para demandar la entrega del inmueble, haciendo depósito
judicial del precio.
Art. 1.423. Lo dispuesto sobre la "mora" y sus efectos en el cumplimiento de las obligaciones, es aplicable
al comprador y vendedor, cuando no cumpliesen a tiempo las obligaciones del contrato o las que
especialmente hubiesen estipulado.
Obligaciones del comprador:
Art. 1.424. El comprador debe pagar el precio de la cosa comprada, en el lugar y en la época determinada
en el contrato. Si no hubiese convenio sobre la materia, debe hacer el pago en el tiempo y lugar en que se
haga la entrega de la cosa. Si la venta ha sido a crédito, o si el uso del país concede algún término para el
pago, el precio debe abonarse en el domicilio del comprador. Este debe pagar también el instrumento de
la venta, y los costos del recibo de la cosa comprada.
Art. 1.425. Si el comprador tuviese motivos fundados de ser molestado por reivindicación de la cosa, o por
cualquier acción real, puede suspender el pago del precio, a menos que el vendedor le afiance su restitución.
Art. 1.426. El comprador puede rehusar el pago del precio, si el vendedor no le entregase exactamente lo
que expresa el contrato. Puede también rehusar el pago del precio, si el vendedor quisiese entregar la cosa
vendida sin sus dependencias o accesorios, o cosas de especie o calidad diversa de la del contrato; o si
quisiese entregar la cantidad de cosas vendidas por partes, y no por junto como se hubiese contratado.
Art. 1.427. El comprador está obligado a recibir la cosa vendida en el término fijado en el contrato, o en el
que fuese de uso local. A falta de un término convenido o de uso, inmediatamente después de la compra.
Art. 1.428. Si el comprador a dinero de contado, no pagase el precio de la venta, el vendedor puede negar
la entrega de la cosa mueble vendida.
Art. 1.429. Si el comprador no pagase el precio de la cosa mueble comprada a crédito, el vendedor sólo
tendrá derecho para cobrar los intereses de la demora, y no para pedir la resolución de la venta.
Art. 1.430. Si el comprador de una cosa mueble deja de recibirla, el vendedor, después de constituido en
mora, tiene derecho a cobrarle los costos de la conservación y las pérdidas e intereses; y puede hacerse
autorizar por el juez para depositar la cosa vendida en un lugar determinado, y demandar el pago del
precio o bien la resolución de la venta.
Art. 1.431. Si la venta hubiese sido de cosa inmueble, y el vendedor hubiese recibido el todo o parte del
precio, o si la venta se hubiese hecho a crédito y no estuviere vencido el plazo para el pago, y el comprador
se negase a recibir el inmueble, el vendedor tiene derecho a pedirle los costos de la conservación e
indemnización de perjuicios y a poner la cosa en depósito judicial por cuenta y riesgo del comprador.
Art. 1.432. Si el comprador no pagase el precio del inmueble comprado a crédito, el vendedor sólo tendrá
derecho para cobrar los intereses de la demora y no para pedir la resolución de la venta, a no ser que en el
contrato estuviese expresado el pacto comisorio.
Art. 1.433. El comprador no puede negarse a pagar el precio del inmueble comprado por aparecer
hipotecado, siempre que la hipoteca pueda ser redimida inmediatamente por él o por el vendedor. (5)
Entrando ahora en el terreno que quizás acarrea confusión, respecto al caso planteado,
considero acertada la idea de plantear las diferencias con el Contrato de Permuta, que
hecho mención anteriormente:
La compraventa es el intercambio de una cosa por un precio en dinero, la permuta supone
el trueque de una cosa por otra. La distinción es clara, salvo en los casos de permuta con
saldo en dinero. Así, por ejemplo, una persona cambia su coche viejo por uno de último
modelo; como en el caso problemático, y entrega además una suma en dinero. ¿Hay
compraventa o permuta? Nuestro Código resuelve este problema con una norma simple:
Habrá permuta si la cosa entregada tiene mayor valor que el saldo en dinero y
compraventa si el saldo en dinero es superior al valor de la cosa. Si ambos valores fueran
iguales, el contrato se considera permuta. Art. 1356 C.C. “Si el precio consistiere, parte en
dinero y parte en otra cosa, el contrato será de permuta o cambio si es mayor el valor de la cosa, y de venta
en el caso contrario”.
El art. 1485 C.C “El contrato de trueque o permutación tendrá lugar, cuando uno de los contratantes
se obligue a transferir a otro la propiedad de una cosa, con tal que éste le de la propiedad de otra cosa”
Ahora este artículo cuenta con una nota aclaratoria: “La convención por la cual las partes se
prometiesen el uso de una cosa por el uso de otra, o servicios por otros servicios, no constituiría un cambio.
Para la permutación es necesaria la transmisión de la propiedad de un cuerpo cierto. La obligación
accesoria que pueda ser impuesta a una de las partes, de bonificar a la otra con la adición de una suma de
dinero para igualar los valores de las cosas cambiadas, no desnaturaliza el contrato cuando la suma dada
sea menor o igual al valor de la cosa. Si fuese mayor, el contrato sería de venta”.
Esta cuestión tiene en nuestro Derecho un interés puramente teórico, desde que las reglas
de la compraventa se aplican también a la permuta (art. 1492C.C. “En todo lo que no se haya
determinado especialmente, en este título, la permutación se rige por las disposiciones concernientes a
la venta.”).
(5) Fuente: CODIGO CIVIL ARGENTINO TITULO III
No ocurre lo mismo en el derecho francés, en el cual la lesión enorme sólo puede invocarse
en la compraventa y no en la permuta (art. 1706 Cód. Francés: “La rescisión por causa de
lesión, no tiene lugar en la permuta.”).
Por su parte, Salvat, sostiene que debe considerarse permuta el cambio de dos derechos
o de una cosa por un derecho. No es éste el sistema de nuestro Código que ha mantenido
rigurosamente el principio de que sólo las cosas pueden ser objeto de estos contratos Si,
por tanto, una o ambas prestaciones consisten en un derecho, estaremos en presencia de
un contrato innominado al cual se aplicarán las reglas de la compraventa o de la cesión
de créditos, según los casos. Si una de las contraprestaciones fuera parte en dinero y parte
en especie, el contrato será calificado como compraventa o permuta siguiendo las reglas
que hemos visto del Cód. Civil.
La permuta es un contrato consensual: ambas partes se obligan a entregar una cosa (art.
1485, C. C.) de modo que la tradición no es un elemento de perfeccionamiento sino de
cumplimiento del contrato. Es obligacional, ya que no tiene efectos traslativos de la
propiedad por sí mismo; el contrato es el título para que, junto con el modo se produzca
la transmisión de la propiedad. Además es conmutativo, aunque podría admitir formas
aleatorias al igual que la compraventa. Es oneroso y tiene una causa de cambio que
domina el contrato y permite la aplicación de los institutos propios de ella, como la
suspensión del cumplimiento (art. 1485 C.C.), la resolución por pacto comisorio, y otros,
en tanto se ajusten al intercambio cosa por cosa.
La forma está relacionada con el objeto. Si se trata de bienes inmuebles debe utilizarse la
escritura pública; si se trata de bienes muebles registrables o no registrables también
varía, según corresponda o no registrarlos, igual que en la compraventa.
El contrato persigue la transmisión del dominio de las cosas que se intercambian, y por
ello no son permutas aquellos casos en que se da el uso y goce, o el usufructo, o un servicio,
por otra cosa (nota art. 1485, C. C.).
La permuta se diferencia bien de la compraventa, porque no hay precio en dinero sino
obligaciones recíprocas de dar cosas no dinerarias que obligan a transferirse el dominio,
aunque se le aplican la mayoría de sus disposiciones.
El objeto del contrato es la operación considerada por las partes, es decir, el intercambio
de cosas por otras cosas.
Las cosas que son objeto de la permuta son aquellas que pueden ser objeto de la
compraventa (art. 1491C.C.), esto lleva a tener en cuenta las mismas reglas de
determinación, licitud, prohibición, etcétera.
Los caracteres de este contrato, son los mismos de la compraventa: la permuta es
consensual, porque produce efectos por el solo acuerdo de voluntades. No es formal, en
el caso de los inmuebles, la escritura pública exigida por el art. 1184 es un requisito de la
transferencia del dominio pero no del contrato en sí, que puede ser válidamente celebrado
en instrumento privado. Es bilateral, porque engendra obligaciones para ambas partes.
Es oneroso pues las contraprestaciones son recíprocas. Es conmutativo porque las
contraprestaciones recíprocas son por naturaleza equivalentes.
En la cuestión planteada por la tutoría de la materia, según lo reglado por Nuestro
Derecho, no puedo hacer lugar a la hipótesis de Permuta.
Quizás si a algún tipo de contrato mixto, pero es harina de otro costal y sin apartarme de
la regulación normativa encuadré el supuesto en compraventa, por los elementos que lo
tipifican y por la regulación legal pertinente.
Conclusión
Después de un examen exhaustivo de los distintos tipos de contratos se llega a la
conclusión de que resulta de gran importancia para las Ciencias Jurídicas el conocer de
manera completa y profunda todo lo relativo a los contratos de Compraventa, ya que, este
posee una gran importancia entre los contratos de su clase, porque se trata del contrato
tipo traslativo de dominio y constituye la principal forma moderna de adquisición de
riqueza, tanto en su función jurídica como económica, debe merecer un estudio especial.
Ellos constituyen la base de toda una gama de actuaciones jurídicas que se presenta en la
práctica y en el que hacer jurídico del abogado, porque los tribunales civiles están
repletos de decisiones fundamentadas ya en el cumplimiento de contrato, ejecución de
contratos, violación de contratos, nulidades de actos de ventas, radiaciones de hipotecas.
Quien desconoce las fuentes, las características, sobre de la capacidad de las partes
contratantes, del objeto y materia de los contratos de Compraventa, de la causa los
efectos, y las formas de extinción de las obligaciones tendría una gran laguna para el
ejercicio de la profesión ante los tribunales.
Finalmente, queda la satisfacción de haber concluido un trabajo conciso y claro que nos
arrojó luz sobre la base teórica y se aclararon varios aspectos prácticos relacionado con
dicho tema.

Pregunta Nº 2:
¿Existe o no un supuesto de novación de obligaciones?
Explique brevemente en qué consiste la novación y
fundamente si es procedente en el supuesto planteado citando
las normas correspondientes.

En respuesta a la pregunta planteada, primeramente me remitiré al instituto de Novación,


según su concepto, naturaleza jurídica, presupuestos y caracteres, para posteriormente
encuadrar la situación problemática planteada.
Nuestro Cód. Civil dedica en su Titulo XVII arts. 801 al 817 lo referente al instituto,
aunque me pareció acertado hacer una mención restrictiva para un mejor entendimiento:
Art. 801. La novación es la transformación de una obligación en otra.
Art. 802. La novación supone una obligación anterior que le sirve de causa. Si la obligación anterior fuese
nula, o se hallaba ya extinguida el día que la posterior fue contraída, no habrá novación.
Art. 803. La novación extingue la obligación principal con sus accesorios, y las obligaciones accesorias.
El acreedor sin embargo puede, por una reserva expresa, impedir la extinción de los privilegios e hipotecas
del antiguo crédito, que entonces pasan a la nueva. Esta reserva no exige la intervención de la persona
respecto de la cual es hecha.
Art. 812. La novación no se presume. Es preciso que la voluntad de las partes se manifieste claramente en
la nueva convención, o que la existencia de la anterior obligación sea incompatible con la nueva. Las
estipulaciones y alteraciones en la primitiva obligación que no hagan al objeto principal, o a su causa,
como respecto al tiempo, lugar o modo de cumplimiento, serán consideradas como que sólo modifican la
obligación, pero no que la extinguen.
El art 801 nos arroja una definición a grandes rasgos, pero, esta definición no es exacta,
porque no es completa; la novación no se caracteriza por un simple fenómeno de
transformación o de cambio. Sino que lo que prevalece es su virtud extintiva. Por lo cual
se afirma que es la extinción de una obligación mediante su reemplazo o sustitución por
otra. Mientras no haya la extinción definitiva, completa, total, de una obligación no puede
haber novación.
Ahora bien, la extinción se realiza por medio de sustitución por una obligación nueva,
que reemplaza a la anterior. Decimos una obligación nueva, porque de allí viene la palabra
novación: novo, nuevo.
La novación, tiene que importar siempre una extinción. Para completar el principio del
art. 801 C.C., se suma el art. 812,

Con este motivo se habla de una novación impropia, o novación modificativa; no


extintiva. Así, por ejemplo para mencionar los supuestos en que se coloca el Código:
acreedor y deudor convienen en modificar el lugar del pago; o el tiempo en que se debe
hacer; o el modo como se debe efectuar el pago. Es decir, una obligación que debía ser
pagada en moneda extranjera y se salda en moneda nacional. En ninguno de los supuestos
mencionados habría novación, porque no hay extinción de la relación obligatoria
primitiva; lo mismo ocurre cuando se le agregan o suprimen garantías a la obligación.
Acreedor y deudor convienen en que la obligación ya existente se va a garantizar con una
cláusula penal, una hipoteca, o una prenda; o viceversa, que se va a suprimir a la
obligación la garantía con que contaba. En estos casos tampoco habría novación. Lo
mismo si se le agregan o se le quitan intereses a la obligación, porque sigue en pie la misma
obligación y todo gira alrededor de algo accesorio, como es el problema de los intereses.
De igual manera, si se modifica el monto; no se trata, de modificar el objeto, o sea
reemplazar la prestación de una obligación por otra prestación distinta, porque entonces
habría novación objetiva; no, sigue teniéndose como objeto la misma actividad del
deudor, por ejemplo, el pago de una suma de dinero, pero acreedor y deudor convienen
rectificar esa suma, realizar un reajuste y modificar el monto. En este caso tampoco habría
novación.
Nota al art. 813: "El que recibe billetes o letras, diciéndose en ellos que se reciben en pago de la deuda,
no causa novación, porque el recibo en esos papeles de crédito es hipotético, etc."
En resumen, por lo general, hay novación cuando se cambia uno de los elementos
esenciales de la relación jurídica obligatoria -sujetos, objeto, causa, vínculo- y que las
modificaciones que sólo recaen sobre elementos accidentales no producen la novación.
Habiendo sentado estos principios previos, se verificaran los requisitos de la novación.
Los requisitos de la novación son tres.

El primer requisito, la existencia de una obligación como fuente:


Debe haber dos obligaciones: una anterior, que sirva de antecedente a otra posterior. En
segundo lugar, debe haber capacidad de novar, y en tercer término voluntad de novar.
El primer requisito es que haya dos obligaciones, porque si no hay una obligación
originaria y otra posterior que la reemplace, no hay novación; primera se extingue merced
a la creación de la otra.
Este problema de la existencia de dos obligaciones sucesivas debe ser analizado en
presencia de tres posibles dificultades que se vinculan con las obligaciones naturales por
un lado, con las obligaciones condicionales por otro, y con las obligaciones que provienen
de actos nulos o anulables, en tercer término.

Obligaciones Naturales:
El texto del art. 802 expresa que: "La novación supone una obligación anterior que le sirve de
causa". O sea de fuente. Entonces, ¿esa obligación anterior que sirve de fuente, puede ser
una obligación natural? El legislador dice: Nota al art. 802: "La resolución del artículo no
impide que una obligación natural pueda por medio de la novación ser convertida en una obligación
civil...".
El Código solo, prohíbe la novación de las obligaciones naturales que surgen de deudas
de juego; (art 2057) en lo que respecta a las demás obligaciones naturales, como no existe
prohibición, pueden ser novadas.
Al legislar sobre la compensación, el Código en el art. 819 prohíbe la compensación de
una obligación natural con una civil. Esa prohibición no existe en el capítulo de la
novación.
En resumen, existen argumentos para sostener que las obligaciones naturales puede ser
novadas: el primero por eliminación, a contrario sensu, sobre la base de lo establecido para
las deudas de juego, que sería el único caso en que las obligaciones naturales no se pueden
novar.
El segundo argumento es que para las obligaciones naturales, lo único que se ha prohibido
es compensar y, por lo tanto, ellas pueden ser novadas. Agregaremos un tercer argumento,
de pura lógica jurídica, y es que la obligación natural puede ser pagada, y ese pago es
irrepetible; con mayor razón la obligación natural puede ser novada, porque si se admite
lo más extremo, que es el pago, ¿por qué no se va a poder novar?

Nulidades:
El art. 802 establece que: "... si la obligación anterior fuese nula, o se hallaba ya extinguida el día que
la posterior fue contraída, no habrá novación".
La nota parece cambiar un poco el sentido del artículo, porque Vélez Sársfield dice en la
parte final: "Nota al art. 802: ... Tampoco se opone –se refiere al artículo- a que una obligación anulable
susceptible de confirmación, pueda, de la misma manera, ser transformada en una obligación válida”
Este problema contiene un desarrollo muchísimo más amplio que amerita un estudio
especial, pero en consideración a lo receptado en la premisa Nº 2, buscaré sintetizar el
instituto resaltando sus notas más características, sin que por ello el resto sea menos
importante.
Siguiendo con el análisis de las obligaciones preexistentes para novar:

Obligaciones condicionales:
El art. 807 brinda una solución para ello: "Cuando una obligación pura se convierta en otra
obligación condicional no habrá novación, si llega a faltar la condición puesta en la segunda, y quedará
subsistente la primera".
Puede ocurrir que la obligación originaria esté subordinada a una condición y sea objeto
de novación; se la sustituya por una obligación pura y simple. Entonces se plantea el
interrogante: ¿se cumple o no se cumple la condición de la primera?
El hecho futuro e incierto que es la condición no incide sobre la exigibilidad, sino sobre
la existencia de la obligación. Si la condición es suspensiva y se cumple, nace la
obligación; si es resolutoria y se cumple, caduca con efecto retroactivo, como si no hubiera
existido jamás. Entonces, es un problema de existencia. En virtud de este razonamiento,
si se frustra la primera obligación, se debe reputar que no existió nunca; faltaría el
presupuesto básico de la novación, o sea una obligación anterior que sirva de causa, que
sirva de fuente.
El art 808 complementa con lo siguiente:"Tampoco habrá novación si la obligación condicional
se convierte en pura, y faltase la condición de la primera".
En realidad, lo que el Código ha querido decir es que si el hecho condicionante provoca
la extinción de la primera obligación (art. 807), o de la segunda (art. 808), no habrá
novación por faltar el requisito de la existencia de dos obligaciones sucesivas. En el
primer caso (art. 807), las partes no quedarán ligadas por ningún vínculo jurídico
obligatorio. En el segundo caso (art. 808) la inexistencia de novación por extinción de la
segunda obligación la cual era la sujeta a condición, hará que las partes continúen ligadas
por la primera obligación, que no ha sido novada.

El segundo requisito es la Capacidad (de novar):


El art. 805 establece; "Sólo pueden hacer novación en las obligaciones los que pueden pagar y los que
tienen capacidad para contratar".
El concepto de capacidad para contratar es preferible al de capacidad para pagar; el art.
1160 C.C, determina quiénes son los incapaces para contratar.
El artículo 806, dice que el representante del acreedor no puede hacer novación de la
obligación si no tuviera poderes especiales. En cuanto a la representación convencional,
habrá que remitirse a las reglas del mandato. El Código dice que hacen falta poderes
especiales. Pero en el título del mandato los casos en que se necesitan poderes especiales,
el art. 1881C.C.:"... 2º) Para hacer novaciones que extingan obligaciones ya existentes al tiempo del
mandato...".
El art. 806, que exige categóricamente poderes especiales para efectuar novación, se trate
de obligaciones anteriores, como posteriores al mandato. Entonces, el poder general de
administración no basta, según la regla del art. 1880, porque el mandato concebido en
términos generales sólo comprende las facultades de administración, y no ésta que es de
disposición.
Coincide con lo preceptuado por el art. 1884, que el propio mandato especial, para
ciertos actos de una naturaleza determinada debe limitarse a los actos para los cuales ha
sido dado, y no puede extenderse a otros actos análogos, aunque éstos pudieren
considerarse como resultado natural de los que el mandato ha encargado hacer.

El tercer requisito es la voluntad (de novar):


Bajo ningún concepto se presume la voluntad de novar. Esa voluntad se debe manifestar
de manera expresa y sólo excepcionalmente se admite una expresión tácita de la voluntad
de novar. En el art. 812, se dispone: "La novación no se presume. Es preciso que la voluntad de las
partes se manifieste claramente en la nueva convención, o que la existencia de la anterior obligación sea
incompatible con la nueva... ". Necesita el animus novandi .
Ya analizados los requisitos, de una manera muy sintética, ahora hay que distinguir entre
las diferentes clases de novación, en este orden, siguiendo a Moisset de Espanés y a
Ramón Pizarro, se mencionan las siguientes:

Especies de novación

a) cambio de objeto: Este punto remite al art 812 C.C., es decir, cuando en la segunda
obligación se adeuda una distinta a la primera, ya extinguida. Es decir,
alteraciones de la obligación primitiva que hagan a su objeto principal. El cambio
debe ser trascendente, por ej. sustituir el dar dinero por dar una cosa mueble.

b) Cambio de causa: puede ser también el cambio de causa fuente. En este caso, el
deudor se obliga a cumplir una prestación similar a la que tenía la obligación
primitiva. También remite al art 812. Según Llambias “…revela que ésta ha dejado de
ser lo que era y ha pasado a ser un vinculo que no se confunde con el primero, con la causa cambia
el régimen que gobierna la obligación, según sea el hecho que originado la relación obligacional
así será el tratamiento que le dispensará el ordenamiento jurídico…”

c) Por cambio de vínculo jurídico o naturaleza: ocurre cuando la obligación primitiva se


extingue y es reemplazada por otra cuyo vínculo jurídico es distinto al anterior.

d) Por cambio de sujeto: ocurre cuando la prestación, el vinculo y la cauda permanecen


intactos, cambiando solamente los sujetos.
Al margen de lo explicado también se debe tener presente que uno de los efectos de
la novación es consolidar el contrato que liga a las partes. (NOTA Nº 2)

(NOTA Nº 2): para conceptualizar lo solicitado, entre el material utilizado menciono a Moisset de Espanés, Luis,
Curso de Obligaciones, Ed. Advocatus. Llambias, Jorge, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones. Ed. Abeledo Perrot.
Pizarro Ramon, Vallespinos Carlos. Instituciones del Derecho Privado. Obligaciones T.III. Ed. Hammurabi. Y Código
Civil Argentino. Con estos autores se intento elaborar un sintético concepto del Instituto solicitado.
Ahora bien, del supuesto planteado en el caso, se extraen los elementos que suficientes
para sustentar que no se está en presencia de novación. Porque, en principio al estarse
frente a las diferentes clases de novación, en el caso planteado, no se dan los supuestos de
éstas.
Analizando la situación se trasluce lo siguiente: si bien, se entrega otra cosa al momento
de cumplir efectivamente con la obligación nacida del contrato, pero no se establece una
nueva obligación en relación a un nuevo objeto, que deba cumplirse, sino que solo se
produce la una modificación de la cosa entregada, pero la obligación queda cancelada en
ese momento. Es decir, el objeto que sería la entrega del vehículo, no cambia, solo cambia
la especie de vehículo entregado y por ello se ajusta el valor, sin que ello configure un
nuevo contrato que genere nuevas obligaciones y reemplacen a la que se debía cumplir.
Dicho de otro modo, el cumplimiento de la obligación sufre una modificación en razón a
la especie y no en razón al objeto. No se genera una nueva obligación sobre la primitiva,
sino que es extinguida con el acto de entrega del bien. Como podría pasar por ej en caso
de que una persona deba dinero y al momento de cancelar la deuda, entregue al lugar de
pesos, su equivalente en dólares, y el acreedor acepte este medio de pago. El
cumplimiento se hace efectivo de igual modo, sin que se celebre otro contrato.
Sin embargo existe en la doctrina, la posibilidad de confusión existe, no falta algún autor
que califican diferentes supuestos como "novación instantánea"; y se dice instantánea
porque, a juicio del autor, se crea y se extingue instantáneamente otra obligación. Claro
que en la práctica eso no ocurre, no se crea y extingue instantáneamente una obligación,
sino que simplemente extingue la obligación que existía anteriormente con un pago o con
la entrega de una cosa diferente que hace a la extinción de la obligación..
La extinción de la obligación se ha producido instantáneamente, sin que se haya creado
una obligación nueva. Para que haya novación es necesario que se cree otra obligación
que reemplace a la primera. Esta obligación no es una obligación nueva, sino que es una
obligación antigua, anterior a la que se extingue. El deudor, de la misma manera que en
la dación en pago entrega al acreedor un bien de su propiedad, y mediante la entrega de
ese bien –que puede ser un objeto, una cosa o la prestación de un servicio- extingue la
obligación. De manera que no hay la creación de una obligación nueva, sino simplemente
la extinción de la primitiva mediante la entrega de la cosa, de un crédito o similar.
En cuanto a las clases de novación presupuestas, se dijo que existía cuando se percibe un
cambio de objeto, cosa que la luces se ve que no ocurre.
El cambio de causa, no se advierte, puesto que el régimen jurídico que gobierna el
contrato es el mismo. Se efectuó un pago, por la entrega de un vehículo. El contrato es de
compraventa y se rige por dicho ordenamiento legal. Aquí no se modifica ni el régimen
jurídico que lo encuadra, ni l obligación deja de ser lo que era para ser un vínculo que no
se confunde con el primero. Mas bien, sigue siendo lo mismo y solo se modifica la especie
de la cosa que hace al cumplimiento efectivo del contrato. Manteniéndose el mismo
vinculo jurídico que dio origen al contrato sin que sufra modificación en su naturaleza.
Respectos a los sujetos que integran la relación jurídica, no merece mayor mención que
decir que siguen inalterados.
Explicadas estas cuestiones y volviendo sobre lo antedicho, me permito inferir en que si
bien, a mi juicio, no se está en presencia del instituto de novación, si existe novación. Para
lo cual en base a la obra de Pizarro –Vallespinos (4) mencionare las diferencias entre
novación y modificación, a los fines de poner un poco mas de luz en lo vertido.
Existe entre ambas una incompatibilidad lógica y jurídica. En la novación, que siempre
es una figura extintiva, y la modificación del objeto obligacional, la supone la existencia
previa y posterior de la misma obligación una vez modificada. (como ocurre en nuestro
caso, la existencia previa y posterior subsisten y solo se modifica). La novación da lugar
a un vínculo nuevo, que es el efecto de ella. En cambio cuando se habla de modificación,
se está frente al mismo vínculo y este es subsistente.
Siguiendo a Díez Picazo, quien esboza “… la permanencia o no permanencia de la relación es en
rigor la pervivencia o no pervivencia del régimen jurídico. Por ejemplo, la permanencia de las eventuales
garantías del crédito cedido; continuación del curso de la prescripción del crédito…” con esto se trata
de explicar que un simple cambio operado por la cesión de crédito o modificación del
objeto, plazo y curso de la prescripción, no se modifican, pero en cambio si se tratara de
la creación de una nueva obligación en sustitución de la primera , que se extinguiría, ello
nos daría un nuevo plazo de prescripción, diferente al anterior y comenzaría a correr
desde cero nuevamente.
Al margen de las doctrinas que sostienen que cualquier tipo de modificación, sobre el
elemento esencial o accesorio, conllevaría a novación, el criterio predominante y aceptado
en nuestro Derecho entiende que no es dable contraponer en un mismo plano dos
institutos distintos e incompatibles entre sí, intentando sentar las bases y poner claridad
en cuanto a si se afecta un elemento esencial o accidental de la obligación.
Con lo expuesto entiendo se cierra el círculo en cuanto a lo planteado y entiendo, a mi
criterio, que queda establecido que no estamos en presencia de novación, sino mas bien
en presencia de una modificación.
Se suma a lo expuesto jurisprudencia que hace de basamento para lo expresado:

Sentencia de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal , 18 de


Junio de 2002 (caso Recurso de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal nº 63/1999 del 18 de Junio de 2002.)
“… No constituyen novación todas aquellas variaciones que ese producen sin alterar la sustancia de la
obligación originaria (conf. Falcón, "Código Procesal Civil y Comercial", t. III, pág. 691 y sus citas).
Existe consenso en la doctrina y la jurisprudencia respecto de que las modificaciones del monto de la
deuda no significan una alteración del carácter o calidad esencial de ésta, sino sólo del aspecto
cuantitativo y, por lo tanto, no implican novación (confr. Belluscio, "Código Civil y leyes
complementarias, comentado anotado y concordado", editorial Astrea, Buenos Aires, 1988, t. 3, pág. 669
y sus citas)…”

(4) Pizarro Ramón D. y Vallespinos Carlos G. Instituciones del Derecho Privado TIII. Obligaciones. Pág. 342 y sgts.
1999. Ed Hammurabi.
Dr. Guillermo Alberto Antelo - Dra. Graciela Medina - Dr. Ricardo Gustavo Recondo.
27.534/95. COMPAÑÍA ARGENTINA DE SEGUROS LA ESTRELLA S.A. C/ ATC EN
LIQUIDACIÓN S/ INCUMPLIMIENTO DE CONTRATO. 17/11/05
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal. Sala 3.
“…La novación es uno de los modos extintivos de la obligación (art. 724 del Código Civil) que se presenta
cuando una obligación es transformada en otra (art. 801 del Código cit.). Enfatizo que la palabra
transformación está tomada aquí en el sentido de sustitución, cambio o reemplazo de una obligación -con
todos sus elementos constitutivos- por otra (Salvat, R.M.-Galli.E. "Tratado de derecho civil argentino-
Obligaciones en general-" 1956, tomo III, pág. 1). Por eso es que se suele decir que una obligación muta con
efectos novatorios cuando no se confunda con la primera en la medida en que no subsiste a ningún fin
(Llambías J.J. "Tratado de derecho civil -Obligaciones-", pág. 24). En lo que atañe a la novación objetiva
-tal es la hipótesis invocada por el recurrente- ella no se da cuando las partes introdujeron modificaciones
accidentales de modo tal que la obligación originaria continúa subsistiendo y proyectando sus efectos
(conf. Borda, G. "Tratado de derecho civil -Obligaciones" ; Bs. As., 1976, tomo I, pág. 647)…”

Sentencia nº 42030 de Primera Cámara Civil de Apelaciones de la Provincia de Mendoza,


Primera Circunscripción, 2 de Diciembre de 2009
“…La eventual fijación de común acuerdo de un nuevo canon locativo, no determina, por sí sola,
la novación del respectivo contrato ni opera, por ende prórroga alguna del plazo originario…”

De los casos vertidos se desprende un análisis objetivo respecto al supuesto planteado


para desalentar la figura de novación y entender que solo importó consigo, al momento
de su cumplimiento una modificación.
Así viendo la postura doctrinaria de nuestro derecho de lge data, se puede disentir con
los pocos doctrinarios que entienden que una modificación de cualquier tipo, trae
consigo aparejado el supuesto de novación. Y a criterio personal, adhiero mi postura a las
de Pizarro, Vallespinos, Borda, Lorenzetti y otros. Permitiéndome no coincidir
plenamente con Luis Moisset de Espanés ( Curso de Obligaciones, Advocatus, 1993), en
cuanto a su criterio amplio de entender que las modificaciones sufridas generan novación
en la obligación, como bien refiere en su obra: “… todo cambio sustancial en uno de los elementos
esenciales de la relación jurídica obligatoria trae como consecuencia su novación, con las solas
excepciones (…) en cuanto al cambio de sujetos por transmisión mortis causa, la cesión de créditos y el
pago con subrogación…”

Pregunta Nº 3:
Explique qué son los vicios redhibitorios y si se dan los
presupuestos en este caso.

En el Derecho argentino, los vicios redhibitorios están contemplados en el Título XIV,


del Libro II de la sección III, en los artículos 2164 a 2181. Aquí se establece que se responde
por vicios redhibitorios en transmisiones a título oneroso, de dominio o de uso y goce.
Se aplica en la compraventa, en la dación en pago, en los contratos innominados, en
los remates o adjudicaciones privadas, en las permutas y en las
donaciones remuneratorias o con cargo.
De conformidad con lo expuesto, todo aquel que transfiere el dominio de una cosa por
medio de un acto jurídico a título oneroso debe dar garantía por ello, ya sea por
turbaciones de derecho, o bien por defectos con entidad suficiente que el bien posea y
que el adquirente desconoce al momento de contratar. Es decir, que el fundamento de
esta garantía deriva del hecho de que cuando dos personas contratan, se debe interpretar
que ambas lo hacen de buena fe (atento a la prescripción del art. 1198, primer párrafo) y
tomando en consideración el estado aparente de la cosa, y las cualidades que revisten
comúnmente las cosas de ese género y especie. O sea que esta garantía tiende a brindar
una mayor seguridad jurídica al adquirente, es por ello que esta garantía tiene virtualidad
incluso respecto de los vendedores de buena fe.
En referencia al tema, el Código Civil en su artículo 2164 ha adoptado la siguiente
definición, “… son vicios redhibitorios los defectos ocultos de la cosa, cuyo dominio, uso o goce se
transmitió por título oneroso, existentes al tiempo de la adquisición, que la hagan impropia para su
destino, si de tal modo disminuyen el uso de ella que de haberlos conocido el adquirente, no la habría
adquirido, o habría dado menos por ella…”.
Más que acertado ha sido el concepto vertido por nuestra ley. Del citado texto se
desprenden de forma positiva y taxativa los requisitos necesarios para que tome lugar la
presente garantía:
1) Deben tratarse de vicios ocultos (en el supuesto de vicios aparentes la garantía por
vicios redhibitorios no tiene vigencia);
2) La garantía tendrá validez siempre y cuando el adquirente no conozca la existencia de
tales vicios, o que en virtud de su profesión u oficio no los deba conocer (art. 2170); habrá
de aclararse que la garantía no operará en el caso de que la adquisición se haya realizado
en un remate público, o por adjudicación judicial;
3) Que la cosa haya sido adquirida por un título oneroso (es decir, que no operará la
garantía por vicios redhibitorios, y nada podrá reclamarse cuando se trate de adquisición
de la propiedad por donación, herencia, o cualquier otro medio de adquisición gratuito);
4) Que el vicio que recae sobre la cosa haga impropio el uso de la misma, o la disminuya
sustancialmente

En consecuencia a lo expuesto, los requisitos que hacen a la procedencia de las acciones


derivadas del vicio de la cosa son:

I) Que se traten de vicios de hecho y no de derecho. Esta afirmación, más que obvia, hace
a la esencia del instituto, los últimos serán subsanados por medio de la garantía de
evicción.
II) Que el vicio esté oculto. Este concepto, también radical, es reiterado en sendas
ocasiones en el texto legal, tanto en el art. 2164, en el art. 2173 “…el vendedor debe sanear al
comprador los vicios ocultos de la cosa aunque los ignore, pero no está obligado a responder por los vicios
o defectos aparentes”, cuanto en el art. 2176 “Si el vendedor conoce o debió conocer, por razón de su
oficio o arte, los vicios o defectos ocultos de la cosa vendida, y no lo manifestó al comprador, tendrá éste
a más de las acciones de los artículos anteriores, el derecho a ser indemnizado por los daños y perjuicios
sufridos, si optare por la rescisión del contrato”.
En tres las posturas doctrinarias respecto a lo que antecede se pueden extraer las
siguientes posiciones:

a) El vicio resulta aparente y no oculto cuando el mismo es cognoscible por el adquirente


aunque tenga que valerse de terceros para el asesoramiento. Esta posición no ha tenido
mayor acogida entre los doctrinarios nacionales.

b) El patrón que permite estipular que el defecto o vicio resulte no cognoscible por el
adquirente común, concreto, teniendo presentes sus condiciones personales. Esta
posición encuentra su sustento en el texto del art. 2170, “el enajenante está también libre de la
responsabilidad de los vicios redhibitorios, si el adquirente los conocía o debía conocerlos por su
profesión u oficio.”.

Este criterio, aparentemente acertado, solo confunde dos elementos que son
independientes; por un lado se encuentra la existencia del vicio oculto y por otro el
posible conocimiento técnico que puede poseer el adquirente.
Otro sector doctrinario al que podría incluirse en esta corriente considera que sólo
podrán considerarse oculto aquellos defectos que escapan al estudio hecho por un
experto, pues el comprador diligente tiene el deber de hacerse asesorar. Es evidente que
esta postura es absolutamente excesiva, este ha sido, también, el acertado criterio
sostenido por la Cámara Civil de la Capital Federal, C. Civ. Sala A, 28/11/1957, causa 41.799.
Excede todo razonamiento este requisito, que a su vez no se coteja en la práctica del
tráfico comercial.
Se puede considerar correcto que todo adquirente deba obrar con el necesario cuidado
que pone en sus negocios el propietario diligente Conf. C. Civil Cap., Sala E, 16/3/1977, E.D.,
t. 74, pág. 184 (de ello se desprende, tomando como punto de partida la teoría de los actos
propios, que el adquirente no podrá ampararse en su impericia o ignorancia a fin de no
hacer frente a su responsabilidad de no haber descubierto un vicio que debió ser
advertido por un propietario diligente).
c) López de Zavalía entiende que “el vicio debe ser calificado de oculto o aparente a priori,
prescindiendo de un determinado y concreto adquirente, sólo teniendo en vista la cosa de que se trata y la
práctica seguida en la vida de los negocios con referencia a las operaciones que sobre ella se verifican. En
la imagen del adquirente medio, al tipo y oportunidad de examen que él verifica que hay que recurrir, y
sólo se tendrá en cuenta la visión de un perito, cuando por la naturaleza de la operación fuera de esperar
que el adquirente se hiciera asesorar por terceros, como acontecería si hubiera una complejidad técnica
en la cosa o se tratara de una operación de gran envergadura”.
El vicio debe revestir una entidad, tiene que ser grave, ya que según el art. 2164 debe hacer
a la cosa impropia para su destino (sin que ello importe un vicio irreparable), y además,
de haber sido conocido por el adquirente éste hubiese desistido de la operación, o hubiese
justipreciado el bien atento al estado del mismo.
Por otro lado, es valedera la aclaración realizada por el Dr. Borda (5) por medio de la cual
no debe reputarse como defecto oculto, la falta de una cualidad que el comprador
esperaba encontrar en la cosa, pero que no era usual en el comercio, o no se desprendía
naturalmente de la apariencia de la cosa o no fue garantizada en el contrato.
De lo expuesto por el Dr. Borda (5) vale hacer la aclaración que dicho tópico tiene estrecha
vinculación con el error sobre las cualidades de las cosas.

Ahora bien, ya planteados y analizados los requisitos que versan sobre la cosa en sí
misma, habrá de ponderarse la garantía en relación al tiempo, en tanto que el vicio debe
existir a la fecha en que se produce la adquisición arts. 2164 y 2168; “incumbe al adquirente
probar que el vicio existía al tiempo de la adquisición, y no probándolo se juzga que el vicio sobrevino
después”. En nuestra legislación, se exige para la transmisión de los derechos el título y el
modo, por lo cual el riesgo recién pasa al comprador al efectuarse la tradición de la cosa
vendida.
Resultado un elemento natural de los contratos, la garantía por los vicios redhibitorios
puede ser suprimida por la mutua voluntad de las partes, que así lo establecieron en el
momento de formalizar el acuerdo. Conforme al art. 2166 “Las partes pueden restringir,
renunciar o ampliar su responsabilidad por los vicios redhibitorios, del mismo modo que la
responsabilidad por evicción, siempre que no haya dolo en el enajenante”. A ello se agrega que la
estipulación, en términos generales (art. 2169), de que el enajenante no responde por
vicios redhibitorios de la cosa, no lo exime de responder por el vicio redhibitorio del que
tenía conocimiento, y que no declaró al adquirente A modo de resumen, se establece que
se responde por vicios redhibitorios cuando, tratándose de una enajenación a título
oneroso, la cosa transmitida en propiedad, uso o goce, tenga un defecto en su naturaleza;
que ese defecto sea oculto; que exista al tiempo de la enajenación; que sea grave y que no
haya convención expresa y válida que exima de responsabilidad al enajenante.

(5) Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil, Contratos, T. I, pág., 152, Ed. Abeledo Perrot.

Acciones:
Si el adquirente se encontrase fácticamente frente a la situación previamente descripta
tendrá opción de hacer uso de dos acciones posibles: la acción redhibitoria, y la acción
quantis minoris.
En la primera el adquirente demanda la resolución del contrato y la restitución de la suma
dineraria pagada en concepto de precio, con más los correspondientes daños y perjuicios.
En este caso, el adquirente no tiene intención alguna de conservar la cosa, porque la
misma no le resulta útil, sino que por el contrario con motivo de la existencia de la
turbación, el uso que pretendía darle es imposible, procurando así la disolución de la
relación contractual, con la restitución del precio y los correspondientes daños y
perjuicios.
La acción denominada quantis minoris (cuyo origen data del derecho romano) tiende a que
se establezca cuál es el verdadero precio de la cosa adquirida. Es así establecido por el art.
2174, que habla de la acción redhibitoria y determina que tiene acción para que se baje el
precio al menor valor de la cosa por el vicio redhibitorio.
Por otro lado, agrega el art. 2175 que el comprador podrá intentar una u otra acción, pero
no tendrá derecho para intentar una de ellas, después de ser vencido o haber intentado la
otra. El art. 2176 produce una cierta liberación de responsabilidad del vendedor,
determinando que para que éste deba pagar los daños y perjuicios, debía conocer, por su
oficio, la existencia de los vicios o defectos ocultos de la cosa vendida.

Sujetos entre quienes opera la garantía por vicios redhibitorios:


Respecto de la garantía de vicios redhibitorios, en cuanto a la determinación de los
sujetos entre quienes existe la garantía, se aplican que la garantía por vicios redhibitorios
existe entre los contratantes y sus herederos (arts. 1195 y 3471), como así también entre a
favor de los sucesores singulares del adquirente, es decir: que el sub-adquirente por título
gratuito que no tiene acción contra su antecesor inmediato, puede no obstante ello,
demandar por redhibición a quien le transfirió la cosa al donante por medio de un acto a
título oneroso; El adquirente puede demandar a cualquiera de sus antecesores en el
dominio que hubiera transmitido la cosa a título oneroso. El sub-adquirente no podrá
invocar el vicio redhibitorio si éste era ya aparente en la época en que adquirió la cosa,
aunque no lo fuera cuando la adquirió su antecesor.(6)

Acción por cumplimiento de contrato.


El presente es un tema que ha originado más de una controversia doctrinaria y
jurisprudencial, la pregunta que todos ellos se han cuestionado es ¿Puede el adquirente
hacer opción de accionar demandando el cumplimiento del contrato en vez de compeler
por medio de la acción redhibitoria o por la acción quanti minoris?
Borda sostiene que en tanto que la acción de cumplimiento es una consecuencia
inevitable del principio general por medio del cual el acreedor tiene siempre el derecho a
reclamar del deudor el exacto cumplimiento de su obligación. (7)

(6)Zavalía, Teoría de los Contratos, Parte General, pág. 461.


(7) Borda, Guillermo A. Tratado de Derecho Civil, Contratos, T. I, pág., 159, Ed. Abeledo Perrot

Existen supuestos que deben ser analizados:


a) Respecto de cosas genéricas: Frente a esta hipótesis el adquirente estará a derecho si
rechaza la cosa viciada, y tendrá derecho a reclamar la entrega de otra cantidad igual de
la cosa del mismo género
b) Respecto de cosas determinadas: En este supuesto no hay posibilidad de que el
comprador adquiera otra cosa igual, ya que la misma al no ser fungible es imposible que
exista igualdad (desde el punto de vista jurídico).
La acción de cumplimiento contractual queda supeditada a la naturaleza de la cosa, si la
misma es fungible es dable de aplicar este supuesto, sin embargo si la cosa es determinada
no podrá tomar virtualidad la acción, en tanto que no habrá de existir igualdad (requisito
esencial de la acción por cumplimiento del contrato).
Sin embargo, hay que preguntarse ¿qué ocurre si el vicio que atañe a la cosa es eliminable?
¿Puede exigirse del vendedor la eliminación del defecto a su costa, bajo apercibimiento
de hacerla el comprador a costa del enajenante? En rigor de verdad, más allá que es
posible hacer efectivo tal apercibimiento, el mismo no sería más que un resarcimiento por
el daño sufrido, que en vez de ser una reparación genérica del daño (como lo es la
indemnización derivada de un juicio de daños y perjuicios) es un resarcimiento
específico; es decir, la respuesta seria la negativa al respecto, tomando como base el hecho
de que la acción de cumplimiento del contrato se fundamenta en el reclamo del exacto
cumplimiento de la obligación asumida por el deudor.
Convenciones, renuncias o ampliaciones sobre la responsabilidad derivada de los vicios redhibitorios.
Dice el art. 2166 “…que las partes pueden restringir, renunciar o ampliar su responsabilidad por los
vicios redhibitorios, del mismo modo que la responsabilidad por la evicción, siempre que no haya dolo del
enajenante…”
De existir dolo, la convención es carente de todo valor; por ende, el vendedor, responder
por los vicios redhibitorios, aun existiendo la cláusula exonerativa de responsabilidad.
El art. 2167 aclara más aún, diciendo que se pueden hacer vicios redhibitorios de los que
naturalmente no lo son, cuando el enajenante garantiza una calidad determinada o la no
existencia de determinados defectos aparentes que en realidad no constituyen vicios
ocultos.
El mismo artículo, in fine, dice que esta garantía tiene lugar aunque no se exprese, cuando
el enajenante afirmó positivamente en el contrato que la cosa estaba exenta de defectos,
o que tenía ciertas calidades, aunque al adquirente le fuese fácil conocer el defecto o la
falta de calidad.
El art. 2180 prevé un caso que constituye una verdadera excepción a los principios
establecidos respecto de la garantía. Si bien en un primer momento se dijo que esta
garantía operaba respecto de contratos que implicaban transmisión de dominio, uso y
goce a título oneroso, el citado artículo protege también los supuestos de transmisiones
a título gratuito (específicamente de las donaciones).
El art. 2146 prevé los casos en los cuales, a pesar que el origen del dominio provenga de
un acto jurídico a título gratuito, existe la responsabilidad derivada de la garantía de
evicción. Estos principios se extienden, y son plenamente aplicables, a la acción y
garantía redhibitoria.
El art. 2286 (comodato) indica que el comodante que conocía los vicios o defectos ocultos
de la cosa prestada y no previno de ellos al comodatario, responde frente a éste por los
daños y perjuicios ocasionados.
En el art. 2172, se expresa que entre adquirentes y enajenantes que no son compradores,
el vicio redhibitorio de la cosa sólo da derecho a la acción redhibitoria, y no a la acción
quantis minoris.

Venta de varias cosas y venta en remate judicial.


En referencia al primer supuesto (venta de varias cosas) habrá que recalcar que los
supuestos que se analizarán siempre se basan en el hecho de que sean vendidas
conjuntamente, siendo indistinto que sea por un solo precio o por precios separados.
Frente a ésta hipótesis el vicio redhibitorio de una de ellas sólo da acción para reclamar
su redhibición y no las restantes, El art. 2177, da un ejemplo clarificador, éste dice: “… o que
la venta fuere de un rebaño y el vicio fuere contagioso”. Es decir que en virtud del principio
establecido, la norma no permite solicitar por parte del adquirente la rescisión de todo
el contrato, sino sólo respecto de la parte defectuosa, salvo que la compra no se hubiese
realizado de no ser por la existencia de la cosa que ulteriormente resultó defectuosa; que
el objeto de la compra haya sido un rebaño y el vicio que sufre uno de los animales es
contagioso. De lo dicho, y en consonancia con otros principios del derecho civil, se puede
afirmar que los vicios ocultos de la cosa principal permiten reclamar la redhibición de las
accesorias, pero los defectos de las cosas accesorias no afectan a la principal.
En lo que se refiere a la venta en remate judicial el art. 2171 dispone que “el dueño de la cosa
vendida en remate judicial no responde por los vicios redhibitorios”. Es decir, que para que tome
gravitación este principio debe tratarse de ventas forzadas. En cambio, si se tratase de
una subasta para liquidar un condominio, de una partición de bienes de una herencia
(supuestos en los que no hay venta forzosa propiamente dicha) la garantía por vicios
redhibitorios es debida al adquirente. (8)
Pérdida de la cosa y cesación de la garantía.
Es posible que la cosa viciada se pierda en poder del comprador, aquí se vierten soluciones
que son pasibles de aplicar.
a) Si la cosa se pierde exclusivamente como consecuencia del vicio que la misma
acarreaba, y la pérdida es absoluta, el vendedor deberá restituir la suma dineraria que
percibió en concepto de precio.
Si la pérdida es parcial las soluciones son dos, o bien devolver la cosa en el estado en que
se encuentra y reclamar la restitución total del precio pagado por la misma, o bien
quedarse la cosa para sí, en el estado actual y reclamar la suma proporcional a la
desvalorización sufrida por la cosa adquirida. (arts. 2174 y 2178).
b) Si la cosa se pierde por caso fortuito, o culpa del comprador, podrá éste reclamar el
menor precio de la cosa por el vicio redhibitorio (conforme Art. 2179), pero para ello
deberá demostrar la existencia de un vicio sobre la cosa que ha desaparecido (en esta
situación se da un caso de prueba prácticamente imposible).

(8) C. Civil Cap. Fed., Sala A, 28/11/1957, causa 41.799; Sala D, 17/12/1954, L.L. t. 77, pág. 650.

Evidentemente esta solución es la aplicable al vendedor de buena fe, ya que si el


enajenante ha sido uno de mala fe, la reparación que le corresponde al adquirente es
absoluta.
Las causales de extinción de la garantía son dos:
a) Por estipulación entre los contratantes;
b) si el adquirente conocía el vicio, o si debía conocerlo en virtud de su profesión u oficio
(art. 2170).
Prescripción de las acciones.
Al respecto habrá que formular la siguiente distinción, por un lado el plazo de
prescripción de la acción redhibitoria en el derecho civil, y por el otro lado, el mismo
plazo pero considerado de acuerdo a las disposiciones del Código de Comercio.
El art. 4041 prevé, en cuanto al plazo de prescripción (tanto para la acción por la garantía
de vicios redhibitorios, como para la acción quanti minoris) para el derecho común, que el
mismo será de tres meses. La omisión en la que incurre el código es la no determinación
del punto de partida de dicho plazo, sin embargo la jurisprudencia ha determinado que
éste empezará a correr desde que el defecto fue descubierto por el adquirente, o se haya
hecho aparente (C. Civil Cap., Sala C, 9/6/1960, L.L., t. 99, pág. 153).
La jurisprudencia ha establecido que si el adquirente no tuvo conocimiento de los vicios
por no haber empleado la debida diligencia, no puede invocar su falta de conocimiento
(concordante con el criterio expuesto del “propietario diligente”).
Con un criterio netamente desacertado los tribunales han declarado que es jurídicamente
inaceptable el desdoblamiento entre acción redhibitoria y acción de daños y perjuicios;
aunque el reclamo se limite a los daños, el plazo de prescripción es de tres meses (C. Civil
Cap., Sala F, 17/6/1977, L.L., 1977-D, pág. 130).
El mismo espíritu se encuentra plasmado en el texto del art. 473 del Código de Comercio,
el cual establece que “las resultas de los vicios internos de la cosa vendida, que no pudieren percibirse
por el reconocimiento que se haga al tiempo de la entrega serán de cuenta del vendedor durante un plazo,
cuya fijación quedará al arbitrio de los tribunales, pero que nunca excederá de los seis meses siguientes al
día de la entrega. Pasado ese término, queda el vendedor libre de toda responsabilidad a ese respecto”.
Ambas disposiciones son criticables, tanto la derivada de la jurisprudencia, como la del
ordenamiento jurídico. Respecto de la acción por los vicios ocultos que posee la cosa, el
art. 4041 es claro al establecer el plazo de tres meses, sin embargo el art. 4023 determina
que el plazo para interponer acción personal por deuda exigible es de diez años.
La acción de daños y perjuicios encuentra su causa fuente en los vicios redhibitorios de
la cosa, pero la acción resarcitoria, tiene una naturaleza completamente autónoma
respecto del reclamo. A los fines de la comprensión de este concepto, se considerara
análogamente a la acción por vicios redhibitorios y a la exceptio non adimpleti contractus
(en tanto que la obligación por cumplir del enajenante era hacer entrega de la cosa en
óptimo estado, al no cumplirla tiene el adquirente la posibilidad de hacer uso de la
excepción de cumplimiento); entonces los daños y perjuicios derivarían del
incumplimiento contractual (no entrega de la cosa en el estado debido).

La previsión del art. 4041 sólo versa sobre la resolución del vínculo contractual y la acción
quanti minoris, sin importar ello la ulterior indemnización por los daños y perjuicios
ocasionados.
Por otro lado, de entender que los vicios redhibitorios son producto del error de una de
las partes contratantes, el Código prevé un plazo diferente de prescripción. Al respecto
el art. 4030 establece que “la acción de nulidad de los actos jurídicos, por error, se prescribe a los dos
años desde que el error fuese conocido.”
En lo atinente al plazo prescripto por el Código de Comercio hay que hacer un
comentario previo, algunos tribunales han decidido que el plazo previsto en el art. 473 de
dicho ordenamiento no es de prescripción de la acción. Se trataría de un período dentro
del cual el comprador debe advertir el vicio intrínseco de la cosas para imputárselo al
vendedor. Recién una vez hecha la advertencia comienza a correr el plazo de
prescripción. Asimismo, este sector de la doctrina jurisprudencial ha establecido que el
plazo de prescripción es el previsto en el art. 847, inc. 3º del Código de Comercio (el cual
prevé cuál habrá de ser el plazo para la rescisión de un acto jurídico comercial).
El art. 847, inc. 3º prescribe que el plazo de cuatro años será válido “siempre que en este
Código, o en leyes especiales no se establezcan una prescripción más corta”.
La acción por vicios redhibitorios tiene como finalidad la rescisión del contrato por ser la
cosa inútil de conformidad con el destino que el adquirente habría de darle.
Por cuanto si se analiza separadamente la consecuencia natural e inmediata de la acción
de vicios redhibitorios que es la rescisión del contrato y por otro a la acción en sí misma,
sin consecuencia alguna, implicaría un vaciamiento del instituto.
El art. 473 prevé que el plazo de prescripción de seis meses opera desde la fecha de la
entrega de la cosa; lo expuesto evidencia lo desacertada que ha sido la norma. El plazo
debe de operar desde el momento en que el vicio se hace aparente, y no desde el momento
en que se materializa la tradición de la cosa objeto de la transacción; caso contrario
quedaría el adquirente desprovisto de toda acción respecto del enajenante, implicando
ello favorecer, incentivar a los comerciantes fraudulento a cometer actos lesivos a los
derechos de terceros que contratan de buena fe.
Esto ha sido subsanado por el sano juicio y crítica de los magistrados.
Por otro lado, para Pizarro y Vallespino, la prescripción es a los 3 meses. Estipulan,
además, los autores que el momento inicial para el computo de del curso de la
prescripción, debe ser el momento de la tradición de la cosa, pero si el comprador alega
que dichos vicios existían con antelación y puede acreditarlos, el plazo será a partir de la
entrega de la cosa.

Vale aclarar que en materia de vicios redhibitorios, en el terreno del consumo rige la Ley
de Defensa al consumidor (Ley 24.240), es decir, al margen de reglado por nuestro C.C.,
le LDC viene a complementar cuestiones que protegen al consumidor y aclaran el
panorama en función a la economía domestica actual.
La citada ley, aparte de hablar de los vicios, contempla su prescripción y ya ha sentado
jurisprudencia al respecto de su órbita de aplicación.
Se podría decir que hoy día es uno de las mecanismos más eficaces de protección para el
consumidor.

Ejemplos de ello, se puede citar lo siguiente:

Artemis Construcciones S.A. c/ Diyon S.A. y otro s/ Ordinario”. Cámara Comercial:


Sala A. Miguez - Peirano – Viale. 21/11/00
“…La garantía voluntariamente otorgada por el fabricante de un producto -Capítulo IV de la
Ley 24240, es actualmente de carácter legal y obligatoria según modificación Ley 24999 (B.O. 30.7.98),
lo cual no obsta a la subsistencia de la garantía legal por vicios redhibitorios (LCD: 18). Por ello resulta
claro que la protección de los intereses económicos de los consumidores, comprende también que se
garantice la calidad de los productos e inocuidad de los bienes y servicios que son provistos en el mercado.
De allí, la necesidad de imponer al empresario, un estricto deber de asegurar la eficacia, calidad e
idoneidad del bien o servicio, para el cumplimiento de la finalidad a la que están destinados de acuerdo
con su naturaleza y características…”

CC y C Jujuy, sala II, 22/06/2010, in re Massaccesi, Carlos Rolando c. Peugeot-


Citroën Argentina S.A. y Lourdes S.A. Concesionario Citroën S.A., LLNOA 2010
(septiembre), 759, cita on line: AR/JUR/35169/2010

“…Resulta procedente la resolución del contrato de compraventa de un automotor solicitada por el


adquirente contra el vendedor y el fabricante, de conformidad con lo dispuesto en los art. 1204 del Código
Civil y 10 inc “C” de la ley de defensa del consumidor, pues el vicio que se detectó en el vehículo era oculto
—en el caso, falla en el soporte de fijación de la batería que le ocasionaba problemas eléctricos—,
insusceptible de ser advertido fácilmente por el comprador y tornó la cosa inapta para su destino,
conforme lo conceptualiza el art. 2161 del Código Civil..”.

CFedTucuman, 26/06/2007, in re Díaz Lozano, Julio César c. Alico Seguro de Vida y


Ahorro, LLNOA, 2007 (diciembre), 1102, cita on line: AR/JUR/6149/2007, con nota
de Daniel E. MOEREMANS – CASAS, Manuel Gonzalo

“El plazo de prescripción trienal establecido en el art. 50 de la ley 24.240 (Adla, LIIID, 4125) debe
prevalecer sobre el establecido en la ley de seguros, ya que el orden público que informa el art. 3° de la ley
de defensa del consumidor hace que todo contrato de consumo —en el caso, seguro de vida y
capitalización— deba regirse por los preceptos que en el caso resulten más favorables a esa parte más
débil de la relación negocial”.

Ahora bien, ya establecida la definición, sus alcances y la conceptualización doctrinaria


y jurisprudencial del instituto de “Vicios Redhibitorios”, se puede adentrar en el caso
planteado por esta tutoría, pues , si bien a las claras se puede palpar la existencia del vicio,
habría que puntualizar donde y como éste se aloja:

En el caso planteado, para que hayan vicios redhibitorios tienen que darse las siguientes
particularidades:
a) Que existan defectos ocultos (es decir, que no sean notorios) y graves.
b) Que los mismos sean anteriores al momento de realizarse la compraventa.
c) Que de haberlos conocido con anterioridad no se hubiera comprado el vehículo, o se
hubiera pagado un precio menor.
d) Que por su profesión u oficio, el Sr. Fernández, no podría conocer los vicios.
Por lo expuesto parecería que se dan todas las particularidades, por lo que existirían
vicios redhibitorios.
Ahora, bien, se podría optar por dos vías distintas según lo se prefiera:
1) Acción quantis minoris: Intentar un reajuste del precio pagado (se intimaría a la
concesionaria MCARS S.A., para que devuelva una suma determinada de dinero, y si no
solicitarlo judicialmente).
2) Acción redhibitoria: Dejar sin efecto el contrato (se intimaría MACARS S.A .para que
devuelva el dinero y el Sr. Fernández le devolvería el vehículo, como si nunca hubiera
existido la compraventa).
A su vez (aunque esto en realidad es más complicado de probar), si judicialmente se
demuestra que el vendedor conocía los defectos, se podría reclamar también daños y
perjuicios (sólo si se intento dejar sin efecto el contrato).
Por otro lado, se estaría dentro de los plazos previstos para incoar las acciones
pertinentes.
La acción redhibitoria art 2174, que dejaría sin efecto el contrato, devolviéndose así lo que
las partes hayan recibido; en donde el MCARS S.A., deberá devolver el precio (más los
intereses y los gastos ocasionados por el contrato); al ser este de mala fe. Por conocer o
deber conocer el vicio oculto en razón de su oficio, pagará además los daños y perjuicios
conforme al art 2176. Mientras que el Sr. Fernández deberá devolver el vehículo, sin carga
alguna. O bien la acción quantis minoris, o acción estimatoria, que sería para el caso de que
el Sr. Fernández decida quedarse con el vehículo, a pesar de su vicio o defecto. Esto
llevaría a obtener una disminución o rebaja en el precio, en compensación por la
desvalorización que sufre la cosa a raíz del vicio (art 2174).
Como se dijo, se podría optar entre cualquiera de estas dos acciones, teniendo en cuenta
que intentada una de las acciones, ya no se podrá posteriormente intentar la otra..
Estas acciones nombradas anteriormente prescriben a los tres meses desde que el vicio
fue descubierto.
La doctrina y jurisprudencia en líneas generales, han sostenido que es preciso evaluar si
el adquirente ha podido darse cuenta o no de la existencia de algún vicio, a través de un
examen cuidadoso y atento de la cosa como el que usualmente se practica. Si no obstante
ello, no ha podido darse cuenta, el defecto será oculto y, si por el contrario, ha podido
conocerlo, aun cuando sea valiéndose del asesoramiento de terceras personas, el defecto
será considerado solo aparente. En este último supuesto, la circunstancia de ignorarlo
personalmente el adquirente, no le sirve de excusa.
Y siguiendo con dicho precedente, Mosset Iturraspe, afirma que un vicio es oculto
cuando no hay posibilidad de descubrirlo sin ensayo o prueba de la cosa o bien sólo puede
ser advertido por expertos o propietarios diligentes. Es aparente cuando puede ser
advertido, por ser visible o reconocible, por quien ejerce una profesión u oficio. Agrega el
autor que no siempre es razonable exigir del adquirente ensayo o pruebas, ni una
inspección capaz de descubrir defectos internos (Conf, Mosset Iturraspe, “Contratos”,
1984, pag. 416).

Como la premisa indaga respecto si se dan los supuestos, se puede decir que si, se dan en
el orden de ideas que a continuación se plantea:
a) El defecto se halla oculto, y es grave: La falla mecánica que lleva a que un motor de
automóvil “se funda” con solo 1800 Km. de uso, no constituye algo que se pueda apreciar
a simple vista. No resulta notorio a la percepción del Sr. Fernández al momento de
concretar la compra. Pasando aun por la inspección ocular y quizás mecánica, no puede
instalarse la suposición de que el motor se va a destruir. El vicio es de índole grave, su
aparición torna al vehículo inútil totalmente. En este punto se entiende que se dan los
supuestos para seguir con el análisis.

b) la existencia con anterioridad del vicio es algo que solo los peritos podrían probar en
este supuesto, dado que el Sr. Fernández acepta realizar la compra, en función de que el
vehículo que le están ofreciendo parece estar en perfectas condiciones y además tiene
pocos Km de uso. Se entiende que la concesionaria debió realizar las inspecciones
pertinentes y tomar los recaudos necesarios antes de poner a la venta el vehículo.
Es decir, la concesionaria entrega al Sr. Fernández, un automóvil que previamente
adquirió ésta. Para lo cual, en razón del oficio y profesión de la misma concesionaria, se
puede suponer que realizo la inspección pertinente antes de adquirir el vehículo para
luego comercializarlo.
Al margen de ello, la concesionaria cuenta con los técnicos, mecánicos y la estructura
que hacen a su superioridad en la relación con lo que un usuario común, como el Sr.
Fernández podría contar al momento de realizar la “inspección” pertinente anterior a la
compra.
Por lo expuesto se entendería que la estructura que posee MCARS S.A. es superior e
idónea a los efectos y pudo percibir las fallas que traía consigo el vehículo. Así todo, lo
puso en el mercado y lo ofreció como libre de todo vicio y apto para reemplazar a un
vehículo 0 km, que en principio era el objetivo del Sr. Fernández.
Es decir, MCARS S.A. Debió tener conocimiento de las fallas al momento que adquirió
el vehículo y no obstante ello, lo puso en circulación y peor aún, lo ofreció en sustitución
de un 0km. Que fue el objeto primero del contrato de compraventa.
El común de la gente, adquiere un automotor 0km por la idea de que no tendrá los mismos
problemas mecánicos o técnicos que pueden surgir en automóviles que ya vienen con un
uso y goce anterior.
Además de ser un vicio oculto, grave, preexistente, se puede agregar que MCARS S.A.
actuó con mala fe.
c) el punto en cuestión sería, que si en caso de conocer los vicios con anterioridad
hubiera accedido de igual modo a realizar la compra. En este punto el Sr. Fernández fue
por vehículo 0km, por lo que se permite inferir que no querría comprar un automóvil que
a los 20 días de uso no sirva mas o requiera una reparación total del motor, porque bien
se sabe que cuando un motor se funde, habrá que hacerlo a nuevo.
Por ello se entiende el conocimiento de dichas fallas hubieran servido para que la
operación no prosperara.

d) como bien se explico en este punto, a modo de requisito, en ningún punto de la premisa
se especifica que la profesión del Sr. Fernández esta vinculada con la mecánica
automotriz o similar y de lo expuesto se desprende que no tenia vinculación con dichos
conocimientos, por lo tanto no tendría por qué percibir dichas falencias a simple vista o
mediante un examen u poco más profundo por su parte.
Dados los presupuestos para considerar la existencia del instituto me permitiré ahondar
aun más y de la actual doctrina y jurisprudencia extraigo lo siguiente:

Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Junín. 08/06/2010. Ratto, Ruben


Darío c. Peugeot Citroen Ar Gentina S.A. y otro.

Del texto del art. 11 de la ley de defensa del consumidor surge claro la amplitud del concepto de vicio o
defecto, comprensivos tanto de los de fabricación como de diseño como los de cualquier otra índole, por
los que se debe responder en la comercialización de cosas muebles no consumibles (v. Japaze Belén
"Garantía legal por vicios de la cosa objeto del contrato. El derecho del consumidor a demandar la
sustitución del bien y la indemnización de los daños derivados" SJA 2/9/2009 Lexis nº003/014661; López
Herrera Edgardo "Teoría General de la responsabilidad civil" LexisNexis 2006, Cap. XV
Responsabilidad civil por productos defectuosos).

Laura Pérez Bustamante (Derechos del Consumidor p. 145 y ss) dice: "…La responsabilidad
objetiva y solidaria se erige como el pilar jurídico fundamental en que se apoyará quien haya sufrido un
daño en orden a conseguir el efectivo resarcimiento. Y ello es así, por la enorme dificultad que reviste para
el consumidor detectar en qué momento de la cadena de producción, comercialización, distribución o
transporte se originó el vicio que causó el daño con el fin de individualizar a quien corresponde la
reparación...Una política enfocada hacia la dilución de la posibilidad de resarcir los daños genera
despreocupación por el mantenimiento y elevación de la calidad de los productos y servicios, así como por
la seguridad de los mismos, lo que redunda en una desprotección del consumidor y es manifiestamente
contrario a sus intereses.... El consumidor, basándose en la responsabilidad objetiva y solidaria, puede
accionar conjunta o indistintamente contra uno, varios o todos los intervinientes de la cadena de
producción y comercialización... en el supuesto de responsabilidad del vendedor no fabricante, esta es
contractual indiscutiblemente y se asienta en el deber de seguridad (arts. 5 y 6 LDC) expectativa de
calidad y garantía de los productos que impone a los comercializadores obligación de inocuidad de los
mismos (art. 1198 C. Civil)...no puede considerarse tercero por el que no deba responder ni al elaborador
ni al resto de los componentes de la cadena de comercialización, razón por la cual la demostración de que
el vicio surge en el proceso de elaboración o en otro momento distinto y anterior a su llegada, no puede ser
atendida como eximente....Como dijimos no parece apropiado considerar que en el supuesto la causa del
daño ha sido ajena al vendedor, puesto que a él incumbe garantizar la inocuidad de los productos frente
al consumidor, de su obligación de garantía por la seguridad y calidad de los productos y por la
imposición del art. 40 sobre responsabilidad objetiva…"

Sandra Frustagli ("Conexiones entre la noción de proveedor y los legitimados pasivos en


la ley de defensa del consumidor" RDPyC 2009-1 " Consumidores" p. 225 y ss.) destaca
que "…la garantía por inadecuación de las cosas muebles no consumibles, regulada en el artículo 11 y
concordantes de la ley 24.240, opera ante los defectos o vicios de cualquier índole, aún cuando sean
manifiestos u ostensibles, existentes al tiempo de formación del contrato, cuando ellos afecten la identidad
entre lo ofrecido y lo entregado, o bien incidan en el correcto funcionamiento. La cuestión de la
legitimación pasiva aparece tratada en el artículo 13 de la ley, donde se designa como responsables por la
garantía, de manera solidaria, a productores, importadores, distribuidores y vendedores de las cosas
muebles no consumibles comercializadas...Creemos que esas disposiciones han de ser interpretadas
sistemáticamente de manera que su armonización conduzca a no excluir a priori a ningún partícipe de la
cadena de comercialización de las responsabilidades emergentes de esa garantía debido a que subyace en
este instituto la imposición a los proveedores de un deber de calidad de los bienes y adecuación al uso para
el cual se destina, cuyo incumplimiento hace nacer la responsabilidad de los integrantes de la red de
comercialización. Así en relación a lo dicho, en principio procede perseguir contra cualquiera de los
sujetos integrantes del circuito de comercialización la reparación del bien, la sustitución o el reintegro de
la parte proporcional correspondiente a la rebaja del precio, lo mismo sucederá con la pretensión de
reparación de los daños sufridos por el consumidor o adquirente. Resulta evidente que el débito impuesto
a los proveedores en tales supuestos encuentra sustento en la conexidad negocial, reconocida aquí por el
legislador" y luego señala que en materia de garantías por adecuación y responsabilidades consiguientes
nuestro Derecho tiene notorias diferencias con regímenes de Derecho comparado que siguen la Directiva
1999/44 CE en cuanto esta normativa "tiene la particularidad de hacer recaer sobre el vendedor la
responsabilidad por la existencia de defectos o falta de conformidad de los bienes muebles objeto de
compraventa, siendo la responsabilidad del productor de carácter subsidiario. Hay quienes han
interpretado esa solución como una decisión del legislador comunitario de distribuir los riesgos de la
comercialización entre los distintos actores y, así como la responsabilidad por productos defectuosos (la
específica de nuestro art. 40, aclaro) recae de manera principal en el productor, las garantías por defectos
o falta de conformidad se colocan en cabeza del vendedor. El criterio no deja de ser discutible…"

Jurisprudencialmente, dijo la sala "C" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial que "...en lo
que respecta a la atribución de responsabilidad por la negativa a cumplir la obligación de garantía, es del
caso considerar que Sevitar y Volkswagen Argentina S.A., en su condición de vendedora y distribuidora
—respectivamente— de bienes muebles no consumibles, son solidariamente responsables por el
cumplimiento de la garantía acordada al usuario —daños al vehículo—, como por los restantes
perjuicios inferidos al consumidor por riesgo o vicio de la cosa enajenada, como en el caso por la pérdida
del valor venal o la privación de uso del rodado (arts. 11, 13 y 40 de la ley 24.240)" (Cám. Nac. Com., sala
"C" in re "Helbling, Carlos M. c/Sevitar S.A. y otro" del 28/09/2001 en "Responsabilidad Civil y Seguros",
La Ley, 2002, p. 653).
Estas apreciaciones me conducen a nuevo campo normativo, quiero decir, que al Sr.
Fernández, al margen de asistirlo nuestro Cód. Civ. También lo protege la Ley 24.240,
más conocida como Ley de Defensa del Consumidor, dicha protección tiene su origen en
Nuestra Carta Magna, que después de la reforma de 1994, incorpora en su art 42. Todo
ello ha alcanzado en los últimos años, una importante influencia para los doctrinarios y
los magistrados. Es dable tener presente que en nuestros días dicha ley acompaña y
completa el normal desarrollo de la actividad comercial y las relaciones entre
consumidores y proveedores. Intentando de alguna manera equilibrar la balanza para la
protección de la parte más débil.

Con anterioridad a dicha norma, el común de los usuarios no contaba con la protección
necesaria y en muchas oportunidades, sus derechos se vulneraban por la parte más fuerte
de la relación, privándolos así de incoar cualquier tipo de acción tendiente a reparar
abusos o daños productos de una relación desigual en materia de consumo.
Este marco normativo actual nos brinda, además de publicidad respecto de los derechos
y obligaciones de las partes, protección y es un pilar fundamental en las relaciones
comerciales de nuestros días.

Pregunta Nº 4:
Como juez de la causa, de qué manera resolvería el presente
caso. (Utilice el modelo de sentencia del punto 9 de la
presente guía).
Al adentrarme en esta premisa se me suscitaron varios interrogantes, uno de ellos fue, si
la sentencia modelo era procedente para las acciones supuestamente incoadas por los
actores, pero mi interpretación fue, que el modelo era simplemente para tenerlo presente
en cuanto a las partes que debe contener una sentencia, es decir, su “forma”. Luego
entendí que ajustar el contenido de la misma a mis supuestos era incongruente, por el
tipo de sentencia (ejecutiva) de que se trata y la hallé en disidencia con lo yo que pretendo
plasmar a posteriori. Por ello, espero que el precedente desarrollo se encuadre
correctamente en lo solicitado por esta tutoría.
En cuanto al segundo interrogante, este ya de carácter constructivo, puesto que al
identificar los elementos de los hechos y el caso en sí mismo, se me abre un abanico de
posiciones a tomar por ambas partes, pero como mi papel, en este supuesto será de juez,
debo fallar en concordancia a los hechos, a las pruebas y en función al requerimiento del
demandante y demandado, siempre en consonancia con la sana critica y la razón.

Ello lleva a elaborar una sentencia con bases en las acciones incoadas, que a mi criterio
pueden ser mas de una, por lo cual me remito a atravesar el umbral de los supuestos y
recrear las posibles demandas y acciones por ambas partes, para así luego poder esbozar
un correcto fallo concordante, coherente y sustentado ampliamente.

Mención aparte merece el comentario de que en mi análisis se desprende la opción de


incoar las siguientes acciones:

I) Acción Redhibitoria

II) Acción Quantis Minoris o Estimatoria

Pero considere procedente y atinado tomar referencias actuales de la Doctrina y


Jurisprudencia respecto a estas acciones y es más que interesante contemplar la aparición
de un nuevo elemento de color que nutrirá y complementara las siguientes postulaciones.
Este nuevo elemento que ya cobro vida propia y se arraigo en nuestro derecho es la Ley
de Defensa al Consumidor.

Ojala sea de vuestro agrado la elaboración efectuada y cumpla con lo propuesto por la
materia.

I) ACCION REDHIBITORIA

Expediente Nº: 9523/2013 “FERNANDEZ BENITO C/ MCARS


S.A. CONSECIONARIA S/ ORDINARIO”
"FERNANDEZ Benito c/MCARS S.A. Concesionaria s/ Ordinario" (9523/2013)

JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL Y COMERCIAL Nº 1


DISTRITO JUDICIAL PARTIDO DE QUILMES.

Quilmes, Mayo 27 de 2013.-


Y VISTOS:
Estos autos caratulados "FERNANDEZ Benito c/Mcars S.A. Concesionaria
S/ ACCION REDHIBITORIA - DAÑOS Y PERJUICIOS" para dictar sentencia definitiva,
de cuyas constancias,
RESULTA:
a) A fs. 84 y sgtes. Se presenta por su propio derecho el Sr. BENITO FERNANDEZ
iniciando demanda por Acción Redhibitoria y daños y perjuicios contra MCARS S.A.
CONSECIONARIA. , por la suma de Dólares Estadounidenses SESENTA Y SEIS MIL
(U$S 66.00.00).
Refieren que el día 05 de noviembre de 2012, el Sr. Fernández adquirió a la firma MCARS
S.A. un vehículo 0 km. marca BMW 530i modelo 2013. CUYO COSTO ASCENDIA A
SETENTA Y CINCO MIL (U$S 75.000.00).
Señala que 60 días después, al momento de hacerse efectiva la entrega, por incidentes
que se describen a fs. 92 y sgtes. La empresa cumple con la obligación renegociando el
contrato original, de común acuerdo y en buenos términos. Se efectúa la entrega de un
vehículo de características similares, en cuanto a la gama del automotor.
Generándose la siguiente operación: a los 03 días del mes enero de 2013, el Sr Fernández
adquiere de la Concesionaria MCARS S.A. una camioneta Cayenne Porche usada modelo
2012. Con 1800 kms de uso. Valuada en Dólares Estadounidenses sesenta y seis mil (U$S
66.000.00).
De acuerdo con ello, la firma MCARS S.A. le reembolsa dólares estadounidenses nueve
mil (U$S 9.000.00), en concepto de reajuste del precio del vehículo.
El día 23 de enero de 2013 el Sr: Fernández, de viaje camino a la ciudad de Rosario, Pcia.
De Santa Fe. Cabe aclarar en este punto que el Sr Fernández tiene como profesión la
representación a nivel nacional de la firma Multinacional INGEMAX LTD. En la cual se
desempeña como C.E.O. La firma tiene filiales en casi todas las Provincias de nuestro país,
por lo cual su ocupación amerita que tenga que viajar en forma casi permanente por todo
el territorio y recorrer las sucursales de la misma.
En este viaje, el vehículo comienza a experimentar una suba en la temperatura del motor.
Alertado por tal circunstancia, el Sr. Fernández detiene la marcha, estacionándose en la
banquina y en el desoriento por su desconocimiento de mecánica, llama a un remolque.
El automotor es remolcado hasta una concesionaria autorizada por la marca en dicha
Pcia.
Los mecánicos que revisan el vehículo Indican que el motor se encuentra fundido, sin
posibilidad de continuar con su uso.
A raíz de lo expuesto, el Sr. Fernández se ve en la situación de contratar un automóvil de
alquiler a los fines de cumplir con sus obligaciones laborales, que son las que lo trajeran
a dicha ciudad.
Tarea que le insumió más de medio día, debió pagar por adelantado el importe del alquiler
que ascendió a la suma de PESOS DIEZ MIL NOVECIENTOS OCHENTA Y OCHO
CON DOCE CENTAVOS ($10.988.12) mas combustibles y kilómetros de exceso lo que
constituyo unos pesos TRES MIL CIENTO VEINTE CON QUINCE CENTAVOS
($3120.15 cvs.) Facturas de la empresa Movilrenta y YPF obrantes a Fs. 102 y sgts.
Una vez finalizados sus quehaceres debió, restituir el automóvil alquilado, y retornar a
la Pcia. de Buenos Aires, lo cual efectuó en avión dado las complicaciones sufridas y dado
que debía cumplir con otras obligaciones en dicho lugar también. El costo del vuelo fue
de CUATROCIENTOS VEINTIOCHO ($428). Factura de la empresa Sol en Fs. 104.
A raíz de lo expuesto, el Sr Fernández señala que luego de lo acontecido, efectuó distintos
reclamos ante la empresa MCARS S. A. sin éxito; hasta que el día 29/04/2013 la
demandada MCARS S.A., envía personal a su cargo para efectuar una pericia, la que
consistió exclusivamente en la observación in situ, sin que se le realizara a la pieza
averiada ningún tipo de análisis químico/mecánico.
A posteriori, el día 02/05/2013 reciben una carta documento en la que se les indica que el
reclamo era rechazado en razón de no haberse advertido vicios o fallas en el vehículo en
cualquiera de sus componentes o partes, circunstancia que el accionante reputa de falsa
en razón de lo expuesto en el párrafo anterior.
Imputa responsabilidad extracontractual, existencia de vicios redhibitorios que dan
lugar a incoar la acción redhibitoria y la posterior recisión del contrato poniendo el
vehículo a disposición de la demandada MCARS S.A., al haber adquirido de ésta la
unidad.
Funda en derecho, ofrece prueba y solicita que oportunamente se haga lugar a la
demanda, con costas.

b) Corrido el traslado de ley, a fs. 127 y siguientes se presenta a contestar demanda, por
apoderado, MCARS S.A.
Opone excepción de prescripción en razón de las previsiones del Art. 4041 del Código
Civil, habida cuenta que desde que el accionante tomó conocimiento del daño y hasta que
efectuó su reclamo, transcurrieron con exceso los tres meses previstos por la norma para
intentar la acción redhibitoria o la quanti minoris.
Asimismo, contesta demanda formulando las negativas de ley y atribuye la
responsabilidad al demandante, señalando que el desperfecto se produce como
consecuencia de la elevada velocidad a la que se desplazaba la accionante, descuidando
todo tipo de previsión para con el vehículo, alega que no contaba con agua y aceite
correspondiente y que el combustible utilizado no era el adecuado. Con ese fundamento,
opone además excepción de falta de acción.
Finalmente funda en derecho, ofrece prueba y solicita que en su oportunidad se rechace
la demanda, con costas.

c) A fs. 195/197 y 198/199 se presenta el accionante contestando traslado de las


excepciones mencionadas en el apartado b), a cuyos términos me remito en honor a la
brevedad.

d) A fs. 232 se presenta por apoderado MCARS S.A., contestando demanda.


Luego de formular las negativas de ley, formula una reseña de las que denomina
inconsistencias en el relato de lo acontecido por parte del accionante, a quien le endilga
la responsabilidad por el acontecer dañoso, manifestando que la ruptura del motor se
produjo exclusivamente por su desplazamiento a velocidad inadecuada sobre una ruta de
ripio.
Seguidamente expresa el mecanismo de funcionamiento de sistema de seguridad
electrónica, debió avisarle con anterioridad que el motor elevaba la temperatura, como
también la falta de agua y aceite manifestando que estos se accionan ante la menor,
irregularidad bajo determinadas condiciones que dependen del tipo de falla y/o faltante
que detenten.
Seguidamente describe las posibles opciones entre las que ese mecanismo es capaz de
optar de acuerdo a la gravedad de la falla o calentamiento del motor.
Concluye sosteniendo que el motor se funde a consecuencia de la alta temperatura no
ponderada, pero que esta es motivo de la falta de agua y aceite en el vehículo y que el
combustible utilizado no era el propio para este tipo de motor, a consecuencia de estas
deficiencias en el uso se produce la rotura del motor. Conforme a las circunstancias que
expone.
Finalmente funda en derecho, ofrece prueba y solicita que en su oportunidad se rechace
la demanda, con costas.

e) A fs. 272 luce agregada el acta que da cuenta de lo actuado en la audiencia preliminar,
iniciándose la actividad probatoria que se tuvo por concluida a fs. 379, donde se confiere
un plazo para la presentación de alegatos, derecho que fue ejercido por la demandada
MCARS S.A.(fs. 402/408) y el accionante (fs. 409/418).
A fs. 429 se llamaron estos autos para dictar sentencia, providencia que se encuentra
consentida; y

CONSIDERANDO:

I) En primer lugar cabe analizar la legitimación de las partes, del texto del contrato se
desprende claramente que la operación es realizada "Entre MCARS S.A. por una parte, en
adelante la VENDEDORA y por la otra el Sr. Fernández Benito..."
Ese boleto de compraventa fue suscripto por el aquí accionante y la Srta. Abeledo
Mariana, quien lo hizo por MCARS S.A. Tal como reza el sello aclaratorio puesto al pie
de la rúbrica.
Además, el recibo extendido como comprobante de entrega del pago por la suma de
Dólares estadounidenses setenta y cinco mil (U$S 75.000), fue confeccionado en un
formulario membretado como perteneciente a Mcars S.A.., tal como se desprende de fs.
53 (luciente en sobre reservado, a la vista en este acto).
Desde esta perspectiva y toda vez que no se han producido en autos otras probanzas
tendientes a demostrar lo contrario, cabe concluir que asiste razón en cuanto a la
legitimación de las partes favorable, tornándose abstracto el tratamiento a su respecto de
cualquier otra cuestión sometida a decisorio.
II) Seguidamente daré tratamiento la excepción de prescripción opuesta por la
demandada MCARS S.A.., quien argumenta que desde el momento en que se advirtió el
desperfecto o vicio oculto y hasta el inicio de esta demanda, transcurrió con exceso el
plazo de tres meses previsto por el Art. 4041 del Código Civil.
Anticipo desde ya que no daré abrigo a tal defensa Seguidamente daré tratamiento a lo
formulado como vicios redhibitorios.
Antes bien, lo que en estas actuaciones se persigue es la reparación de los daños y
perjuicios ocasionados, fueron provocados por el vicio de la cosa en los términos de la ley
de defensa del consumidor Nº 24.240. En esta litis, ora la acción redhibitoria, ora la quanti
minoris, en razón de los claros términos de la ley.
Sucede que verificada la relación de consumo, se torna operativa la aplicación de esta
norma al caso del que se trate. Y si en el marco de una relación de consumo o uso personal
-con arreglo a los términos de los arts. 1º y 2º de la ley 24.240- se intentase la acción
redhibitoria o la quanti minoris, se aplicaría de igual modo el plazo prescriptivo de tres años
previsto por la norma.
En efecto, sobre este punto se sostuvo que "...El Art. 50 de la ley 24.240 Dispone que las acciones
emergentes de esta ley prescribirán en el término de tres años. ¿Qué significa esto? La Ley 24.240 regula
todas las relaciones jurídicas emergentes de los contratos celebrados para consumo o uso personal que
encuadren en los arts. 1º y 2º... Podrá ocurrir que el consumidor vea reducido el plazo de prescripción a
tres años para demandar a un proveedor en virtud del vínculo jurídico cuya prescripción está sujeta al
plazo de diez años del Art. 4023 del Cód. Civil. Salvo este caso, que puede dar lugar a serias controversias
en razón de lo dispuesto por el último párrafo del art. 3º, en general este plazo de tres años favorecerá a
quienes celebren los contratos –más comunes- para consumo o uso particular, al otorgar mayor tiempo
para promover la acción; por ejemplo, el contrato de seguro (Art. 58, ley 17.418), el de transporte (art. 855
del Cód. de Com.), la acción de nulidad de los actos jurídicos (art. 4030 del Cód. Civil), la acción por
responsabilidad aquiliana (art. 4037 del Cód. Civil), la acción redhibitoria y la quanti minoris (art. 4041
del Cód. Civil)..." (Farina, Juan M.; su comentario a la ley 24.240 en "Código Civil y leyes
complementarias comentado, anotado y concordado", obra dirigida por Belluscio y coordinada
por Zannoni, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2001, T 8, p. 946, numeral 2, párrafos 2 y 3. El
énfasis por subrayado me pertenece).
En definitiva y tal como se desprende de las constancias de autos, el plazo previsto por la
norma para que opere la prescripción de la acción no había transcurrido al momento de
entablarse la demanda que nos ocupa, circunstancia que determina sin más el rechazo de
esta defensa.
III) Como quedó expuesto en el considerando precedente, a la especie resultan de
aplicación las previsiones de la ley 24.240 de defensa del consumidor (T.O. ley 24.999).
El Art. 40 de la norma mencionada, en referencia a la responsabilidad, señala:
"...Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderá
el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto
su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo
o en ocasión del servicio. La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que
correspondan. Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido
ajena..."
Como se advierte, la norma hace propio el criterio objetivo de responsabilidad
consagrado oportunamente en el art. 1113 del Código Civil; y obliga, además, a responder
solidariamente a toda la cadena negocial -importador, productor o fabricante,
distribuidor o proveedor y vendedor- por cualquier daño ocasionado al adquirente de un
producto o usuario de un servicio. Ello, claro está, siempre que ese daño se derive del
riesgo o vicio de la cosa comercializada o de la prestación del servicio del que se trate.
Sin embargo, el criterio adoptado por la norma no contiene distingos de ninguna especie
en cuanto a que el daño deba necesariamente verificarse exclusivamente en la persona del
consumidor. Por tanto, queda comprendida cualquier afectación producida en sus
derechos.
En este sentido, prestigiosa doctrina ha señalado que "...se refiere al supuesto del daño que sufra
el consumidor o usuario como consecuencia del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio. La
norma alude al daño en sentido genérico y no específicamente a un daño que pueda sufrir en su persona el
consumidor o usuario, sino a todo perjuicio resultante de un vicio que la cosa presente, con mayor razón
cuando este daño surja por el riesgo de la cosa o por la mala prestación del servicio. Queda abarcado todo
supuesto en que haya un menoscabo en el derecho del adquirente del bien, su pérdida o que lo hagan
impropio para su destino o disminuya el uso que de ese bien es natural obtener..." (Farina, Juan M.; su
comentario a la ley 24.240 en "Código Civil y leyes complementarias comentado, anotado y
concordado", obra dirigida por Belluscio y coordinada por Zannoni, Ed. Astrea, Buenos
Aires, 2001, Tº 8, p. 933).
También se señaló que "...en el ordenamiento de consumo campea el factor objetivo de
responsabilidad. En el análisis del art. 40 de la ley 24.240, que sería la norma principal en que se asienta
la responsabilidad por daños, el criterio que ella admite es la garantía que brinda al consumidor acerca
de los daños producidos por el riesgo o vicio de la cosa (en una visión dogmática, la falta de seguridad en
el producto que resulta por ello defectuoso). El damnificado no debe probar otra circunstancia que el
daño, pero éste debe provenir de la relación causal adecuada entre el hecho producido y el daño
reclamado..." (Rinessi, Antonio Juan; "Relación de consumo y derechos del consumidor", Ed. Astrea,
nº 143, p. 326).
Idéntico criterio adopta el Art. 40 de la ley 24.240, al señalar expresamente que "...Sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena..."
En tal inteligencia, acreditado que el daño al consumidor o usuario se produjo por el
riesgo o vicio de la cosa, "...el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio..." y pretenda liberarse de
responsabilidad, deberá demostrar que la causa del daño le ha sido ajena.

A la luz de tales premisas se analizarán las constancias probatorias producidas en estas


actuaciones con el objeto de determinar si cabe atribuir responsabilidad a la demandada.
IV) En principio, cabe destacar que en estas actuaciones existe un informe técnico
arrimado con la demanda (reservado en Secretaría como fs. 97/69, a la vista en este acto)
y una pericia (fs. 234/5) en las que claramente se señala que el motor del vehículo se funde
por fallas propias de este, que eran preexistentes y que a la luz de los informes nada se
dice de combustible inapropiado o falta de agua y aceite.
Si bien es cierto que tanto la primera como la segunda fueron impugnadas con sólidos
argumentos por parte de la demandada, lo cierto es que la solidez de tales impugnaciones
no fue acompañada de elementos que permitan concluir en el error tanto del informe
como de la experticia cuando, MCARS S.A. y sus Concesionarias autorizadas se
encontraban en inmejorables condiciones técnicas para hacerlo.
En este último aspecto, y especialmente en referencia a la impugnación que MCARS S.A.
formula a la experticia de fs. 234/5 (véase fs. 238/242), llama la atención que, pese a que
hizo concurrir personal especializado para tomar conocimiento de visu del automotor
siniestrado (véase testimonial de fs. 119/21), oportunidad en la que se obtuvieron vistas
fotográficas de la pieza; ésta última no haya sido requerida para realizar aquella operación
técnica cuya ausencia se le achaca al experto.
Me explico: tanto al perito cuanto al experto mecánico que elaboró el informe técnico
adunado con la demanda se les reprocha el haber afirmado cuasi dogmáticamente que la
ruptura del motor fue la causa del recalentamiento por falta de agua y aceite y
combustible impropio; afirmación que realizan sin "...haber efectuado ni un ensayo mecánico,
químico o metalúrgico sobre las partes involucradas..." (fs. 238) a pesar de que -según señalan-
contaba con todos los medios a su alcance.
Sin embargo, la impugnación formulada con sustento en el defecto que se hace notar no
se encuentra acompañada por el ensayo mecánico, químico o metalúrgico cuya ausencia
motiva la impugnación, cuando quien la formula se encuentran indudablemente en mejor
condición de probar aquello que se limitaron a negar.
Por lo demás, tampoco se arrimaron a estos autos las fotografías que dicen haber obtenido
al analizar el reclamo -extrajudicial hasta ese momento- formulado por el Sr.
Fernández (testimonial de fs.119/21).
En este sentido, reiteradamente sostuve, sostengo y sostendré que:
"...Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de un hecho controvertido..." (Art.
375.1 del Código Procesal).
El ordenamiento procesal es claro en este aspecto: la parte que asume, afirma o sostiene en la litis un
determinado hecho que es controvertido o negado por su adversario, se encuentra obligada a acreditar
mediante prueba aquello que afirmó, asumió o sostuvo, so pena de obtener un resultado adverso en la
sentencia.
Sobre el tema, se puntualizó con acierto que "...Cuando existen abundantes medios de prueba que sirven
para formar la convicción judicial, pierde trascendencia entrar a elucidar sobre cuál de las partes recae
la carga probatoria reglada en el art. 375 del ordenamiento. En cambio, cuando la prueba es magra o han
quedado hechos o afirmaciones sin acreditar, reviste importancia determinar cuál de los sujetos que
actúan en el proceso tuvo que asumir (tenía la necesidad de) la tarea de demostrar la existencia de los
hechos controvertidos o la verdad de las proposiciones afirmadas que fueren desconocidas..." (Conf.
Alsina, Hugo; "Tratado teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial", Ed. Ediar, 1956, Tº III,
p. 254, ap. "b").
"....Las reglas sobre la carga de la prueba se dan para descartar la posibilidad de que el juez llegue a un
non liquet (no fallo) con respecto a la cuestión de derecho a causa de lo dudoso de los hechos; ayudan a
aquel a formarse un juicio, afirmativo o negativo, sobre la pretensión que se hace valer, no obstante la
incertidumbre con respecto a las circunstancias de hecho, porque le indican el modo de llegar a la decisión
de semejante caso...(Rosemberg, "La carga de la prueba", ed Ejea, pp. 2 y stes., cit. por Morello - Sosa -
Berizonce en "Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación",
T V- A, pág. 142).
Sobre el particular enseñaba el magistral procesalista uruguayo Eduardo Couture que "...la prueba civil
es normalmente comprobación, demostración, corroboración de la verdad o falsedad de las proposiciones
formuladas en el juicio...
El juez es ajeno a esos hechos sobre los cuales debe pronunciarse, no puede pasar por las simples
manifestaciones de las partes y debe disponer de medios para verificar la exactitud de esas proposiciones.
Es menester comprobar la verdad o falsedad de ellas con el objeto de formarse convicción a su respecto..."
(Conf. autor citado, "Fundamentos del derecho Procesal Civil",
Tercera Edición (póstuma), Roque Depalma Editores. Buenos Aires, 1958; pág. 215 y stes.).
"...La carga de la prueba no supone, pues, ningún derecho del adversario, sino un imperativo del propio
interés de cada litigante; es una circunstancia de riesgo que consiste en que quien no prueba los hechos que
ha de probar, pierde el pleito..." (Conf. Couture, E.; op. cit., pág. 242).
"...Los hechos no probados se tienen por no existentes, ya que no existe normalmente, en el juicio civil
dispositivo, otro medio de convicción que la prueba suministrada por las partes. El Juez realiza a
expensas de la prueba producida una especie de reconstrucción de los hechos, descartando aquellos que no
han sido objeto de demostración y sobre ellos aplica el derecho..." (op. cit., pág. 246).
Es claro que lo expuesto resulta válido en tanto y en cuanto no existan circunstancias
particulares del caso que ameriten la adopción de una solución distinta. Sucede que el
sistema de las cargas probatorias citado precedentemente se pone en funcionamiento
frente a la ausencia de pruebas eficaces para formar convicción en el juzgador;
circunstancia que lo obliga a fallar en contra de quien tenía la necesidad de probar, pero
no lo hizo.- Sin embargo, no puedo perder de vista que existe una moderna corriente
procesal -con favorable acogida jurisprudencial- que ha elaborado un sistema
denominado como "carga dinámica de la prueba", consistente en que frente a la excepción
–es decir, dependiendo de las circunstancias del caso y ante la escasez o ausencia de
constancias probatorias- la carga de la prueba debe recaer sobre la parte que se encuentra
en mejores condiciones de producirla.
En efecto, sobre el punto se sostuvo: "...La carga probatoria dinámica, si bien recae en principio en
ambas partes, ha sido distribuida por la doctrina de la siguiente forma: ambas partes, quien se halle en
mejor situación de aportar los elementos tendientes a obtener la solución del caso, quien se halle en mejor
situación de aportar los elementos tendientes a obtener la verdad objetiva, quien está en mejores y/o
mayores condiciones profesionales, técnicas y/o fácticas de hacerlo, quien afirme lo contrario a la
naturaleza de las cosas, quien se encuentre en mejores condiciones de obtener los elementos de prueba,
quien esté en la situación más favorable para probar los hechos de que se trata, quien esté en mejores
condiciones de producir la prueba, quien quiera innovar en la situación de su adversario, quien esté en
mejores condiciones de aportar los elementos requeridos, quien esté en mejores condiciones de probar,
quien esté en mejores condiciones de clarificar las cuestiones planteadas, la parte que posee un
conocimiento directo de los hechos, quien afirme hechos anormales, etc...." (C.N. Civ., Sala H, in re
"Schoenfeld, Karin S. c/ Mitsu Car S.A. y otros", sentencia del 09/02/2006, L. L.on
line: AR/JUR/2147/2006).
En ese orden de ideas se ha entendido que en el aporte del material probatorio existe un deber de
solidaridad o colaboración de las partes en el proceso que encuentra sustento normativo en lo dispuesto
por el art. 34 del CPCCN) en cuanto impone actuar con lealtad, probidad y buena fe. Desde la perspectiva
probatoria el deber de colaboración se resuelve en una serie de conductas: ser congruente en la fijación del
problema fáctico, ser sincero en las afirmaciones de hechos secundarios o simples, no impedir la prueba
de la contraparte ni omitir la propia, etc. Pero no es la falta de moralidad sino la falta de colaboración
específica lo que tipifica una conducta procesal desde el punto de vista probatorio (cfr. Muñoz Sabaté, L.,
"Técnica Probatoria", Ed. Praxis, Barcelona, 1993, p. 477).
Por lo demás, sobre la carga dinámica de la prueba se dijo que "...Esta idea se muestra
particularmente eficiente cuando concurren ciertas y determinadas hipótesis (vgr. el caso de las
responsabilidad civil derivada de una mala praxis médica o cuando la parte contractual dominante
presumiblemente ha violentado los derechos como consumidor de la parte débil) ..." (Peyrano, M. L. en
"Tratado de la Prueba", obra colectiva dirigida por Midón, Marcelo Sebastián, Librería de la Paz,
Córdoba, 2007, pág. 193).
Pues bien. En la especie MCARS S.A. resulta ser el concesionario de una terminal
automotriz que se dedica a la venta de automotores de alta gama.
Así vista la cuestión, parece claro que esta es la demandada y no el accionante quien se
encontraba en mejores condiciones de acreditar, a través de medios técnicos específicos,
que ruptura que produjo que se fundiese el motor no obedeció a un vicio de tal elemento.
Sin embargo, nada hizo a ese respecto cuando -desde la perspectiva de la carga probatoria
expuesta supra- en modo alguno podía "...desentenderse del resultado de este pleito señalando que
la actora carga en forma exclusiva con toda la prueba. A nadie más que a ella debería interesarle, por el
prestigio de la marca, demostrar acabadamente que el auto que comercializan no tiene ningún defecto o
falla. Sin embargo, ninguna prueba aportaron, cuando creo que estaba a su alcance acercar prueba de
alta idoneidad. Se supone que, respecto de la máquina, conocen lo bastante de su mecanismo y estructura
como para conducir la indagación demostrativa de haber sido los defectos ulteriores a la fabricación (art.
377, C.P.C.C.N.)..." (C.N. Civ., Sala H, in re "Schoenfeld, Karin S. c/ Mitsu Car S.A. y
otros", ya citado).
Por ello habré de tener por válidas las conclusiones del dictamen pericial, en tanto señala
como causa de la destrucción por fundición del motor al vicio en este vehículo adquirido
por el accionante; declarando responsable a la demandadas por el daño ocasionado, con
el consiguiente deber de restituir el dinero percibido y rescindir el contrato celebrado por
las partes .De esta manera se hace lugar al pedido del demandante en cuanto reclama la
acción redhibitoria por los vicios ocultos del vehículo y le asiente la opción de reclamar
daños y perjuicios.

V) Declarada como quedó la responsabilidad de la demandada, frente al pedido de acción


redhibitoria del Sr. Fernández, resta analizar la cuantía y alcances de la reparación a
otorgar por los daños y gastos ocasionados.
En ese orden, en estas actuaciones se reclama:
A) DAÑO EMERGENTE - ROTURAS DEL VEHÍCULO:
Bajo este acápite el accionante solicita que se le restituya el costo total abonado por el
vehículo al momento de la compra. Poniendo el mismo a disposición de la empresa
MCARS S.A. por el rubro la suma de Dólares Estadounidenses sesenta y seis mil (U$S
66.000), lo que sustenta en factura de compra que adjunta.-tal como lo prescribe nuestro
CC Art. 2173. “Entre compradores y vendedores, no habiendo estipulación sobre los vicios redhibitorios,
el vendedor debe sanear al comprador los vicios o defectos ocultos de la cosa aunque los ignore; pero no
está obligado a responder por los vicios o defectos aparentes.”
Art. 2174.- “En el caso del artículo anterior, el comprador tiene la acción redhibitoria para dejar sin efecto
el contrato, volviendo la cosa al vendedor, restituyéndole éste el precio pagado, o la acción para que se
baje del precio el menor valor de la cosa por el vicio redhibitorio”.
Juzgo prudente y equitativo cuantificar el rubro en análisis en la suma solicitada por ser
esta la abonada por el accionante al momento de la compra.

B) PRIVACIÓN DE USO DEL AUTOMOTOR:


Bajo este acápite se engloban las sumas que el accionante debió erogar al trasladarse a
diario, él y su grupo familiar, para desempeñar sus actividades cotidianas.
Cuando se trata el resarcimiento del rubro privación de uso del automotor, a falta de
prueba idónea sobre el lapso respectivo, le compete al magistrado suplirlo mediante su
prudente arbitrio judicial, estableciendo entonces el período pudieran demandar las
actividades de reparación con equitativo criterio.
Para el resarcimiento del rubro por privación de uso del automotor, debe computarse
exclusivamente el necesario para la reparación del mismo, tiempo pleno de ella, en suma
el real de "imposibilidad de uso", pues en esa medida es que el hecho del responsable daña
al legitimado al reclamo.
La privación de uso de una camioneta pudo traer aparejadas pérdidas de ganancias en la
actividad lucrativa a la que servía, lo que prefigura el perjuicioy la privación de uso del
automotor consistente en el costo de los fletes o el alquiler de un vehículo similar que
supliera, momentáneamente, las funciones de aquél rodado. Para lo primero, a más de la
privación y su tiempo, es menester probar la actividad lucrativa y las mermas en ella
sufrida (o las ganancias dejadas de percibir) como consecuencia de tal privación. Para lo
segundo basta, en principio, la prueba del tiempo de la privanza que funciona como
hecho indiciario del daño y para ajustar su tasa, la prueba de lo abonado por fletes o
alquiler.
Para probar la existencia de daños por la mera privanza de un automotor basta, en
principio, la prueba del tiempo de esa privanza, que funciona como hecho indiciario. En
cambio, para acreditar las pérdidas o lucros cesantes que en la actividad lucrativa del
actor provoca la inutilización momentánea del rodado es menester probar además la
actividad lucrativa y las mermas en ella sufridas como consecuencia de tal privación.
El daño por privación de uso del automotor nace y se produce con prescindencia del uso
-gratuito u oneroso- de otros automotores o medios de transporte alternativo durante el
tiempo que dure la privanza. Y de allí, también, que su reparación sólo ha de cubrir, en
principio, los daños provocados por el normal, previsible y razonable tiempo de privanza
del automotor, que no es otro que el insumido por su arreglo, más los llamados tiempos
muertos que demanden los trámites y tareas que preceden al mismo.
"Es principio recibido que debe probarse la existencia de cualquier daño (artículo
1068 del Código Civil) y la privación de uso del automotor no escapa a dicha regla ni
constituye un supuesto de daño in re ipsa, por lo que quien reclama por este rubro debe
probar efectivamente que esa privación le ocasionó un perjuicio.
Como bien lo señala en precedente, el rubro tiende a enjugar "...las erogaciones
derivadas de la imposibilidad de usar el vehículo durante el tiempo que
razonablemente demanda la realización de los arreglos del automotor..."
Sin embargo, aquí se reclama por ese concepto los gastos de alquiler de automóvil,
combustible y boleto de avión. Mas los daños y perjuicios ocasionados por estarse
desprovisto del mismo vehículo.
Cierto es que a los efectos de la inutilidad del automotor, éste necesariamente debe
inmovilizarse. Sin embargo, por los motivos que fueren, su reparación no se efectuó y el
demandante quedo privado totalmente de su uso.
Desde otra óptica, si la accionante por razones personales no pudo reparar el vehículo
hasta la fecha, no se trata de un hecho por cuyas consecuencias deban responder la
demandada. Sucede que "....si la damnificada podía optar por la reparación en especie pero eligió la
indemnización en dinero -este es, el "id quod interest" (art. 505 inc. 3 del Código Civil)-, no puede
pretender que su deudor la indemnice por no haber usado su vehículo por un plazo mayor que el que
requería efectivamente su reparación porque, si no existe dolo de los responsables, éstos no responden de
las consecuencias mediatas del evento dañoso (Arts. 520 y 521 del Código citado)..." (CN Civ., Sala D,
"Laniado de Suaya Esther c/ Gil Rogelio y otros s/ Daños y Perjuicios", Sentencia
44266 del 20/09/1989).
Por lo demás, no encuentro en autos constancias que permitan concluir en qué plazo el
vehículo podría repararse y si sería posible hacerlo.
No obstante, establecida la fundición del motor, se entiende que este queda inutilizado
para todo tipo de fines previstos y nada obsta a que su cuantificación quede
prudencialmente establecida de acuerdo a los gastos que reclama el accionante y se
encuentran debidamente fundamentados con las correspondientes facturas. Mas lo que
considera como indemnización por daños y perjuicios sufridos por la falta de dicho
utilitario, según el demandante la suma pretendida seria de PESOS CIENTO TREINTA
MIL ($130.000.00).
Con ese fundamento, juzgo prudente y equitativo cuantificar el rubro en análisis en la
suma de PESOS CATORCE MIL QUINIENTOS TREINTA Y SEIS CON VEINTISIETE
CENTAVOS ($ 14.536.27cvs.). Por las erogaciones sufridas a raíz de la privación de uso y
en PESOS SESENTA Y TRES MIL ($63.000.00) por el perjuicio que provoco la
inutilización del vehículo por el lapso de cuatro meses y una semana.

C) DAÑO MORAL:

La privación del uso y goce de un bien material puede conceptuarse como


daño moral indirecto, contemplado expresamente en la originaria redacción del artículo
1078 del Código Civil, al expandir la obligación indemnizatoria de los
daños patrimoniales al "agravio moral que el delito hubiese hecho sufrir a la persona,
molestándole en el goce de sus bienes. Asimismo, plantea el demandante que el
resarcimiento por daño moral corresponde debido a las vicisitudes que debió pasar desde
el incidente tales como modificar su estilo y calidad de vida, cambiar sus rutinas
laborales, reprogramar todo tipo de actividades familiares y sociales . La demandada, en
cambio considera particularmente elevado el monto fijado en este aspecto.
En lo que concierne al daño moral, esta Sala entiende por tal “…cualquier lesión a los
sentimientos o afecciones legítimas de una persona, o cuando se le ocasionan perjuicios que se traducen en
padecimientos físicos o, en fin, cuando de una manera u otra se han perturbado la tranquilidad y el ritmo
normal de vida del damnificado…” (Conf. CNCiv. Sala “D” en E.D. 61-779; íd., en E.D. 69-
377; Sala “F” en E.D. 42-311; íd., en E.D. 53-350; Sala “G” en E.D.100-300; esta Sala,
causas 502 del 26-12-83, 66.984 del 30-5-90 y 77.842 del 7-11-90).
Es por ello que la jurisprudencia ha resuelto que para fijar el monto indemnizatorio se
hace imprescindible valorar un cúmulo de factores, entre los que merecen ser destacados,
a modo de ejemplo, la gravedad de la culpa del autor del hecho, la existencia y cuantía de
los perjuicios materiales, las condiciones personales de aquél y las de la víctima, etc.,
factores todos que quedan librados al prudente arbitrio judicial (conf. CNCiv. Sala “B” en
E.D. 57-455; Sala “D” en E.D. 43-740; esta Sala, causas 19.073 del 13-3-86 y 124.140 del 16-
11-94).
En virtud de lo expuesto estimo que la suma solicitada por el Sr. Fernández refleja de
modo suficiente el cúmulo de las dificultades sufridas por el demandante, razón por la
cual propicio cuantificarla en la suma de PESOS VEINTIOCHO MIL QUINIENTOS
($28.500.00).

D) DESVALORIZACIÓN DEL AUTOMOTOR:


En cuanto al rubro desvalorización del vehículo, no cabe su resarcimiento dado que la
acción redhibitoria no da lugar a este requerimiento y se efectuara la devolución total y
no parcial del valor abonado por el Sr. Fernández.
Respecto de la demandada, no se la ha requerido al experto pronunciamiento sobre el
tópico.

VI) Los intereses se devengan desde el momento mismo en que se produjo cada perjuicio
objeto de reparación (Conf. CNCiv. En pleno; LL 93-667), puesto que la indemnización
de los daños y perjuicios ocasionados se adeuda desde el día en que el hecho ilícito o sus
consecuencias dañosas se produjeron, ya que el responsable incurre en mora, a todos los
efectos legales, desde el momento mismo de la comisión del hecho (Conf. CNCiv., Sala
"C", voto del Dr. Belluscio, ED 57-505 y sus citas: Colmo, "Obligaciones" pág. 94; Lafaille,
"Tratado de las Obligaciones", pág. 163; Salvat y Galli "Obligaciones en General", TI, pág.
106; Busso, "Código Civil Anotado", TIII, art.509, pág. 127; Rezónico, Estudio de las
Obligaciones", TI, pág. 137, Nº 7; Cazeaux y Trigo Represas, "Derecho de las Obligaciones",
TI, pág. 161). Y se adeudan sea que los daños hayan sido reparados o no (Conf. CNCiv.,
Sala C, voto del Dr. Belluscio recién citado; Sala E, causas 82.736 del 10-4-91, 120233 del
27/11/92 y 164.231 del 21/3/95, entre otras).
Ocurre que, si el capital se debe desde la fecha del siniestro y la obligación de indemnizar
también cubre los accesorios -como son los intereses-, no se advierte razón para que no
se devenguen o se devenguen desde la sentencia, cuando su finalidad es compensar el
tiempo en que el acreedor se vio privado de disponer del capital a que tuvo derecho desde
la producción del ilícito (Conf. CNCiv., Sala E, voto del Dr. Dupuis en causa 162.891 del
20/2/95).
Haciendo míos tales argumentos, los intereses liquidarán según la tasa aplicable a la
cartera de préstamos del Banco de la Nación Argentina desde de la fecha en que se
produjo el incidente, y hasta el efectivo pago de las sumas a las que se hace referencia en
el considerando que antecede. “…Corresponde aplicar la tasa activa cartera general (préstamos)
nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina”. Y agregó que “la tasa de interés
fijada debe computarse desde el inicio de la mora hasta el cumplimiento de la sentencia, salvo que su
aplicación en el período transcurrido hasta el dictado de dicha sentencia implique una alteración del
significado económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido…”. (“Samudio
de Martínez, Ladislaa c/ Transportes Doscientos Setenta SA s/ daños y perjuicios
Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil 20 de abril de 2009”).

Para una mejor interpretación, entendemos por incidente lo expuesto en el apartado V


por un lado, la fecha de facturación de cada una de las erogaciones por otro y los intereses
se devengaran a partir de estas fechas.

VII) Las costas del proceso se impondrán a la demandada en su calidad de vencida,


puesto que no encuentro motivos para apartarme del principio objetivo de la derrota
consagrado por el art. 68 CPCBA.

VIII) De conformidad con lo resuelto por el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia


de Tierra del Fuego, en el expediente Nº 1433/01, caratulado "González Godoy, Félix
Alberto C/ IPPS s/ Contencioso Administrativo - Medida Cautelar", del 25 de Septiembre
de 2008; precedente en el que se admitieron los acrecidos como integrantes de la base
regulatoria, la regulación de honorarios de los profesionales intervinientes se diferirá para
el momento en que exista liquidación definitiva.

Por estas consideraciones, FALLO:

1º) ADMITIENDO legitimación opuesta por el demandante.

2º) RECHAZANDO la excepción de prescripción opuesta por MCARS S.A.

3º) HACIENDO LUGAR a la demanda del Sr Fernández por Acción Redhibitoria,


Daños y Perjuicios y, en su mérito, condenar a MCARS S.A. A pagar al Sr. Benito
Fernández la suma de DOLARES ESTADOUNIDENSES SESENTA Y SEIS MIL (U$S
66.000.00), en concepto de reintegrarle lo abonado por el vehículo.
La suma de PESOS CATORCE MIL QUINIENTOS TREINTA Y SEIS CON
VEINTISIETE CENTAVOS ($14.536.27cvs.) por los gastos derivados de la privación de
uso.
La suma de PESOS SESENTA Y TRES MIL ($63000.00) por el perjuicio ocasionado por
la privación de uso.
La suma de PESOS VEINTIOCHO MIL QUINIENTOS ($28.500.00).Por daño moral.
Con más sus intereses calculados conforme a los parámetros expuestos en el
considerando VI. En el plazo de diez días.

4º) IMPONIENDO las costas a las vencidas (art. 68 del Ritual).

5º) DIFIRIENDO la regulación de honorarios de los profesionales intervinientes para el


momento en que exista liquidación definitiva.

6º) ORDENANDO la registración de la presente en el libro respectivo con constancias


en el S.I.G.E.; su notificación mediante cédulas que se confeccionarán por Secretaría y, en
su oportunidad, el archivo de las actuaciones.

Fecha de Firma: 06/06/2013

Gloria Verónica González


JUEZ
II) ACCION QUANTI MINORIS

Expediente Nº: 1523/2013 “FERNANDEZ BENITO C/ MCARS


S.A. CONSECIONARIA S/ ORDINARIO”
"FERNANDEZ Benito c/MCARS S.A. Concesionaria s/ Ordinario" (1523/2013)

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- La Dra. Soledad Guzmán en nombre y representación del Sr. Fernández


Benito, formuló demanda de Juicio Ordinario contra MCARS S.A. CONCESIONARIA,
que por turno ha correspondido a este Juzgado y en la que se ejercita acción Quanti
Minoris derivada de los vicios redhibitorios emergentes del contrato de compraventa.

Alegó los fundamentos de derecho que estimó de aplicación, y terminó con la súplica de
que se dictara sentencia por la que se declare que la demandada ha incumplido el contrato
de compraventa de fecha 03 de Enero de 2013 y se le condene a abonar al actor la cantidad
de Dólares Estadounidenses diecinueve mil ochocientos (U$S 19.800). La cantidad de
Pesos Noventa y Seis Mil Seiscientos Cincuenta Y Ocho con Veintisiete centavos
($96.658.27 ctvs.) más los intereses legales, con imposición de costas causadas.

SEGUNDO.- Admitida la demanda, se acordó el emplazamiento de la demandada para


que dentro del término legalmente establecido compareciera en forma y contestara a la
demanda.

Transcurrido dicho plazo sin haberlo verificado se le declaró en situación de rebeldía


procesal.

Citadas las partes a la audiencia preliminar a la misma comparecieron la representación


y defensa de la parte actora ratificándose en sus requerimientos y solicitando el
recibimiento de prueba.

Recibido el pleito a prueba la parte actora propuso prueba documental, la que fue
admitida, librándose el oportuno despacho.

En la fecha señalada para el juicio asistió la parte actora, procediéndose a la práctica de


la prueba propuesta y admitida, y tras formular conclusiones, quedaron los autos sobre
la mesa para dictar sentencia.

TERCERO.- En la tramitación de este procedimiento se han observado en esencia las


prescripciones legales.

FUNDAMENTOS JURÍDICOS

PRIMERO.- Se ejercita en la demanda acción derivada de contrato de compraventa, la


acción Quanti Minoris o Estimatoria por la que la parte actora, como compradora,
pretende obtener de la vendedora por un lado, una rebaja del precio abonado y por otro,
el resarcimiento de gastos efectuados en razón a los vicios redhibitorios que se probaron
con posterioridad a la entrega de la cosa. Mas los gastos ocasionados por privación de
uso, daños y perjuicios. A los que aquélla se comprometió por razón de la relación
contractual y en pos de la ley 24.240 Ley de Defensa al Consumidor art. 40 y Código Civil
Arts. 2164; 2468 y 2174.

SEGUNDO.- Si bien la rebeldía del demandado no implica allanamiento ni


reconocimiento tácito de las pretensiones ejercitadas por la parte actora, recayendo
igualmente sobre ésta, de conformidad con el art.34 CPCN, la carga de probar los hechos
constitutivos de su pretensión, lo cierto es que dicha rebeldía va acompañada de una
lógica reducción de la actividad probatoria a desplegar por el actor y una menor
rigurosidad en la valoración de la prueba aportada por éste, evitando así que en caso
contrario la rebeldía voluntaria se convierta en una cómoda defensa para el demandado.
Dice nuestro ordenamiento"...Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de
un hecho controvertido..." (Art. 375.1 del Código Procesal).

Por tanto, en el presente caso, la documental aportada con la demanda consiste en el


contrato de compraventa y documentación complementaria. Informe de los mecánicos de
la concesionaria autorizada, informe pericial de dos talleres independientes, junto con los
presupuestos para reparación de motor, facturas que justifican las erogaciones efectuadas
por el accionante, recibo de sueldo del accionante que acredita la relación laboral que
alega y credencial de Compañía de Seguros. Se entiende que es suficiente para estimar
acreditada la existencia del contrato referido por la parte actora y el acuerdo de
voluntades sobre el objeto del mismo, el precio y demás condiciones. Y si bien dichos
documentos y sus firmas no han sido reconocidos de contrario, ello no empecé el
despliegue de su eficacia habiendo señalado la Jurisprudencia que la falta de
reconocimiento de un documento aportado a la litis no le priva íntegramente de su valor
y puede ser tomado en consideración ponderando su grado de credibilidad atendidas las
circunstancias del debate.
“…Ello por cuanto si se trata de la homologación de un instrumento privado, aquel contra quien se
presente en juicio debe declarar si la firma es o no suya a los fines de que, en caso de desconocerla, el juez
proceda a ordenar el cotejo y comparación de letra, sin perjuicio de la producción de otras pruebas de
relevancia que se encuentran a cargo de quien pretende asignarle valor probatorio (Sumario N° 16996
de la Base de Datos de la Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Civil - Boletín N°
7/2006)- Autos: Mori Gilberto Félix c/Medina Gabriela s/Desalojo - Magistrados:
Ponce-Ojea Quintana - Sala I - fecha 20/07/2006.
Asimismo: “…El pedido de homologación configura un proceso atípico, cuyo trámite, aunque no excluye
la posibilidad de producir prueba, se circunscribe a la comprobación de los hechos litigiosos y, en especial,
la inherente a la autenticidad o falsedad del documento presentado". (C.Nac.Civil, Sala A,
18/04/95, "Herschberg V. Canal, LA LEY, 1996-A, 51).Amadeo, Ley de Locaciones
Urbanas-pág. 26…”
En el presente caso, ante la voluntaria inactividad procesal de la parte demandada a pesar
de su emplazamiento en legal forma con traslado de la demanda y de los documentos de
la misma, lo que implica sin género de duda alguna la puesta a disposición de aquélla no
solo del relato de hechos del escrito de demanda sino de los documentos sustentadores
de la misma, no puede concederse a ésta una situación de privilegio por lo que la
valoración de la prueba del actor ha de ser menos rigurosa y por tanto, en el presente caso
la documental presentada ha de considerarse de suficiente entidad probatoria para
acreditar la realidad de la relación contractual en los términos reflejados en la misma y
que se pasarán a analizar. "...Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de
un hecho controvertido..." (Art. 375.1 del Código Procesal ya citado).

Así, queda probado que en fecha 03 de enero de dos mil trece , el actor y la demandada
celebran un contrato de compraventa por el que ésta última, como vendedora, se obliga a
entregar a aquél, como comprador, un vehículo de importación de segunda mano marca
Porche Cayenne que, entre otras características, figuraba con fecha de matriculación 2012
y 1.800 km. recorridos teniendo aspecto de nueva, fijando las partes como precio la
cantidad de Dólares Estadounidenses Sesenta y Seis Mil (U$S66.000), cantidad ésta que
fue abonada por el actor mediante la entrega de un automóvil Coupe Mazda, valuada en
Dólares Estadounidenses Veinticinco Mil (U$S 25.000) por adelantado y lo restante,
Dólares Estadounidenses Cuarenta y Un Mil (U$S 41.000) en dinero en efectivo a la fecha
del contrato, que se encontraba renegociado y arrojaba tal saldo. También acuerdan las
partes, en el mismo contrato, una garantía que definen "de todo en general por tiempo de
doce meses, siendo piezas y mano de obra de cualquier deterioro por cuenta de la
vendedora sin gasto alguno para el comprador salvo en caso de siniestro", quedando
ampliados los compromisos de la vendedora en documento posterior (de 04 de Enero de
2013) al asumir aquélla "el cambio de aceite y de filtros como si recién salido de fábrica se tratara y
ya matriculado, sin gasto alguno para el comprador y en perfecto estado de montaje". Concertadas así
las voluntades, la entrega se verifica en fecha 4 de Enero de 2013.

Así las cosas, el día 23 de enero de 2013, el Sr. Fernández, en viaje a la Ciudad de Rosario,
motivo de su desempeño profesional como C.E.O. de la Compañía Multinacional
INGEMAX, (recibo de sueldo que lo acredita a fs. 10), con representación permanente en
todo el interior de nuestro país. Se percata de que el vehículo comienza a levantar
temperatura, de manera anormal y verifica en el tablero electrónico que esta estaba
superando la marca normal.
Se orilla al costado de la ruta, se comunica con un servicio de auxilio contratado por él en
forma independiente y es remolcado hasta la concesionaria autorizada por MCARS S.A.
en la Ciudad de Rosario.
Una vez allí, el primer informe del mecánico que se ocupa, arroja que el vehículo había
fundido el motor y que quedaba imposibilitado para su uso (informe a fs. 22/24).
No conforme con ello, el Sr. Fernández se comunica con un amigo en dicha ciudad que le
brinda el teléfono de otro taller mecánico de la zona, que se dedica exclusivamente a
vehículos de alta gama, como el de la cuestión.
Posteriormente, el Sr Aguirre Juan Martin, dueño y mecánico del taller CARS VIP SRL,
se presenta en la concesionaria autorizada y verifica que fehacientemente el motor del
vehículo se encontraba fundido, aduciendo que la falla era preexistente y que con motivo
de la profesión y oficio de la Concesionaria MCARS S.A. y de los técnicos que conforman
su staff de mecánicos, era imposible que no se hayan percatado de tal defecto. El Sr.
Aguirre le brinda un informe de la falla, presupuestando a su vez la reparación del mismo.
(fs. 28/30)
No obstante tal situación, el Sr. Fernández se comunica con su compañía de Seguros,
solicita le envíen un técnico mecánico a los fines de evaluar la falla y verificar si era viable
utilizar el vehículo en lo inmediato.
La empresa Alliance Seguros S.A. envía lo requerido y este mecánico, el Sr. Martínez
Emilio, verifica idéntica situación y también elabora un informe con el respectivo
presupuesto. (fs. 31/33).
Ante tales acontecimientos, el Sr. Fernández se comunica con MCARS S.A.
Concesionaria, a los fines de poner en conocimiento lo ocurrido y hacer valer su garantía.
La respuesta fue vaga e infructuosa. En varias ocasiones obtuvo la respuesta de “el motor
se ha de haber fundido por imprudencias en su uso, por falta de agua o aceite y por
conducirlo a una velocidad altamente elevada” (testimonial a fs. 14/16).
Para finiquitar la cuestión, el Sr. Fernández acepta que la empresa Alliance Seguros
traslade el vehículo y efectué la reparación, dado que por su calidad de asociado
(credencial a fs. 17) el acarreo no tendría costo y el tiempo prometido era relativamente
acotado, comparado con las otras dos opciones.
El presupuesto del mecánico ofrecido por Alliance Seguros ascendía a Pesos Cuarenta y
Ocho Mil Novecientos ($48.900). El tiempo acordado para la reparación seria de un mes
y una semana. (fs. 31/33)
El Sr. Fernández, agotando todas las vías extrajudiciales de acordar una solución, no ha
encontrado sustento a su reclamo y en entabla demanda en sede.
Posteriormente y ante la necesidad de cumplir con sus obligaciones laborales, debe
alquilar un automóvil para efectuar las visitas programadas en la Ciudad de Rosario, una
vez finalizada su gestión allí, debe regresar a Buenos Aires en avión, puesto que el tiempo
que difirió al problema con el vehículo, hizo que retrasara su agenda y deba apresurar su
vuelta por otro medio de transporte.
Posteriormente sufrió erogaciones propias por la falta del utilitario y debió zanjar esa
necesidad por medios alternativos de transporte. (Facturas en fs. 39/45)

TERCERO.- Así las cosas, sobre estos hechos acreditados en base a la documental
aportada, la parte actora pretende la condena de la demandada a abonar: la diferencia de
precio del vehículo por adolecer de los vicios redhibitorios que originan la acción incoada
Quanti Minoris por la suma de Dólares Estadounidenses Diecinueve Mil Ochocientos
(U$S 19.800).
El importe del alquiler del automóvil a la empresa Movilcar S.A. por seis días que asciende
a la suma de pesos diez mil novecientos ochenta y ocho con doce centavos ($10.988.12)
mas combustibles y kilómetros de exceso lo que constituyo unos pesos mil trescientos
cuarenta y dos con quince centavos ($1342.15) facturas de la empresa Movilcar S.A. y
YPF. (fs. 34/38)
El costo del vuelo de Rosario a Buenos Aires que fue de pesos cuatrocientos veintiocho
($428).
Agrega a la requisitoria la suma de pesos Treinta y Cinco Mil ($35.000), en concepto de
daños y perjuicios ocasionados por la privación de uso del vehículo.
En efecto, como así se expresa en la fundamentación jurídica de la demanda, lo que se está
ejercitando al respecto es la acción quanti minoris (de las dos acciones edilicias previstas
por el C.C. para el saneamiento de vicios redhibitorios) habida cuenta la entrega del
vehículo con una característica que, de haber sido conocida por el comprador hubiera
dado lugar a no adquirir el bien o haber pagado un precio inferior. Pero esta acción
verificada la relación de consumo, se torna operativa la aplicación de esta norma al caso
del que se trate. Y si en el marco de una relación de consumo o uso personal -con arreglo
a los términos de los arts. 1º y 2º de la ley 24.240- se intentase la acción redhibitoria o la
quanti minoris, se aplicaría de igual modo el plazo prescriptivo de tres años previsto por la
norma.
"...El Art. 50 de la ley 24.240 Dispone que las acciones emergentes de esta ley prescribirán en el término de
tres años. La Ley 24.240 regula todas las relaciones jurídicas emergentes de los contratos celebrados para
consumo o uso personal que encuadren en los arts. 1º y 2º... Podrá ocurrir que el consumidor vea reducido
el plazo de prescripción a tres años para demandar a un proveedor en virtud del vínculo jurídico cuya
prescripción está sujeta al plazo de diez años del Art. 4023 del Cód. Civil. Salvo este caso, que puede dar
lugar a serias controversias en razón de lo dispuesto por el último párrafo del art. 3º, en general este plazo
de tres años favorecerá a quienes celebren los contratos –más comunes- para consumo o uso particular,
al otorgar mayor tiempo para promover la acción; por ejemplo, el contrato de seguro (Art. 58, ley 17.418),
el de transporte (art. 855 del Cód. de Com.), la acción de nulidad de los actos jurídicos (art. 4030 del Cód.
Civil), la acción por responsabilidad aquiliana (art. 4037 del Cód. Civil), la acción redhibitoria y la
quanti minoris (art. 4041 del Cód. Civil)..." (Farina, Juan M.; su comentario a la ley 24.240 en
"Código Civil y leyes complementarias comentado, anotado y concordado", obra dirigida por
Belluscio y coordinada por Zannoni, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2001, Tº 8, p. 946, numeral
2, párrafos 2 y 3).
Y en el presente caso, desde que se efectuó la entrega al día siguiente de la celebración
del contrato y el incidente se produjo a diecinueve días posteriores, es decir el dia 23 de
enero de 2013, el actor no se ha demorado reclamar de la vendedora la rebaja del precio
por los vicios del vehículo según lo contratado.
Así, resultan legítimas las pretensiones articuladas en la demanda por cuanto las mismas
sí van encaminadas a obtener la exigencia de cumplimiento de determinadas condiciones
que fueron expresamente pactadas por las partes. En efecto, como se ha dicho, la
vendedora se comprometió a asumir los costes que surgieran durante un plazo de doce
meses por "piezas y mano de obra de cualquier deterioro salvo en caso de siniestro" y, en el presente
caso, consta que las reparaciones afrontadas por el comprador lo fueron dentro del
periodo de los tres años desde la fecha de la entrega. Cierto es que dichas reparaciones
se han efectuado por el comprador en otro taller distinto a los autorizados por la
vendedora pese a haberse concertado que fuera ésta la que asumiera las reparaciones, pero
dicha circunstancia no empece el derecho resarcitorio del comprador en los términos
planteados habiendo sido carga de la demandada el alegar y probar el ejercicio abusivo
del derecho que corresponde al comprador, esto es, la eventual diferencia de coste entre
lo aquí reclamado y lo que le hubiera supuesto a aquélla realizar las reparaciones o
sustituciones por sí misma, no habiendo comparecido a estos autos para alegar y probar
dicha circunstancia debiendo sufrir, por tanto, la falta de prueba de la misma.

CUARTO.- En cuanto a intereses, se liquidarán según la tasa aplicable a la cartera de


préstamos del Banco de la Nación Argentina desde de la fecha en que se produjo el
incidente y hasta el efectivo pago de las sumas a las que se hace referencia en el
considerando que antecede. “…Corresponde aplicar la tasa activa cartera general (préstamos) nominal
anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina”. Y agregó que “la tasa de interés fijada debe
computarse desde el inicio de la mora hasta el cumplimiento de la sentencia, salvo que su aplicación en el
período transcurrido hasta el dictado de dicha sentencia implique una alteración del significado
económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido…”. (“Samudio de
Martínez, Ladislaa c/ Transportes Doscientos Setenta SA s/ daños y perjuicios
Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil 20 de abril de 2009”).

QUINTO.-. Las costas del proceso se impondrán a la demandada en su calidad de vencida,


puesto que no encuentro motivos para apartarme del principio objetivo de la derrota
consagrado por el art. 68 CPCBA.

Vistos los preceptos citados y demás de pertinente y general aplicación

FALLO

Que estimando parcialmente la demanda interpuesta por la Dra. Soledad Guzmán en


nombre y representación del Sr. Fernández Benito. Contra MCARS S.A.
CONCESIONARIA, declarada en rebeldía, debo condenar y condeno a la demandada a
abonar al actor la cantidad de DOLARES ESTADOUNIDENSES DIESINUEVE MIL
OCHOCIENTOS (U$S19.800) En concepto de Quita en el Valor del Vehículo, según lo
prescribe nuestro Ordenamiento por los vicios redhibitorios que hacen lugar a la acción
Quanti Minoris.
Para así decidir, en lo medular, consideró que según la doctrina legal vinculante de la
Suprema Corte de Justicia vertida en la causa Ac. 99.164 del 9/6/2010 “Smietniasky…”
(Ac.99.164 del 9/6/2010 “Smietniasky Sergio y ot. c/Sivori Oscar Juan s/acción
estimatoria y de daños y perjuicios) de las dos opciones que admite el art. 2174 Cód.
Civ. Ante los vicios redhibitorios, es decir rescindir el contrato y reclamar los daños (la
acción redhibitoria) o reclamar la disminución del precio (la acción estimatoria o quanti
minoris), si se opta por ésta última no es viable acumular los daños y perjuicios. Por ello
sólo receptó la disminución del precio pagado, teniendo por acreditados los vicios ocultos
denunciados. Luego de detallar sus requisitos de procedencia, esto es que se trate de un
vicio grave, oculto, anterior o contemporáneo al acto de transmisión y desconocido por
el adquirente, todo ello se tuvo por probado en el vehículo, acreditando los informes
técnicos pertinentes, los tres en concordancia al emitir el informe.
Del texto del art. 11 de la ley de defensa del consumidor surge claro la amplitud del
concepto de vicio o defecto, comprensivos tanto de los de fabricación como de diseño
como los de cualquier otra índole, por los que se debe responder en la comercialización
de cosas muebles no consumibles ( Japaze Belén "Garantía legal por vicios de la cosa
objeto del contrato. El derecho del consumidor a demandar la sustitución del bien y la
indemnización de los daños derivados" SJA 2/9/2009 Lexis nº003/014661; López Herrera
Edgardo "Teoría General de la responsabilidad civil" LexisNexis 2006, Cap. XV
Responsabilidad civil por productos defectuosos).
Con la prueba rendida queda evidente que el automotor exhibía un vicio grave que
afectaba su correcto funcionamiento y culmino con la fundición del mismo lo que es un
hecho que viene admitido, es que desde el día siguiente a la entrega y durante todo el
tiempo en que el rodado adquirido estuvo en manos del consumidor reclamante.
“…El damnificado no debe probar otra circunstancia que el daño, pero éste debe provenir de la relación
causal adecuada entre el hecho producido y el daño reclamado...Las garantías específicas regladas en los
arts. 11 y 18, referentes a los vicios que afectan la identidad de lo ofrecido y lo entregado y su correcto
funcionamiento, o la de los vicios ocultos, son apreciados objetivamente con relación al producto. De esa
manera que, señalado el vicio, corresponde su reparación o, en su defecto, la indemnización pertinente…"
(Rinessi Antonio Juan "Relación de consumo y derechos del consumidor" Astrea nº 143 p.
326).
Sopesando el onus probandi a los fines de obtener la "quita proporcional del precio" (art.
17 inc. c de la ley), el precio de mercado usado de esa clase de unidad (que refleja el
porcentaje estimado por la sentenciante ya que según la página de la Dirección Nacional
del Registro de la Propiedad del Automotor -wwww.dnrpa.gov.ar- al 23 de enero de 2013
era de U$S 65.900 y la significación de la falla que (porcentualmente según valor de
adquisición ha sido dimensionada en aproximadamente un 30%), considero que el
importe prudencialmente otorgado es justo y debe ser mantenido (art. 165 CPCC).

La demandada deberá además abonar la suma de Pesos Sesenta y Un Mil Seiscientos


Cincuenta y Ocho con Veintisiete Centavos ($61.658.27 ctvs.) Ello en concepto de
reparación del motor del vehículo, según consta en la factura adjuntada a fs. 31/33 de
Pesos Cuarenta y Ocho Mil Novecientos ($48.900), alquiler de automóvil, Pesos Diez Mil
Novecientos Ochenta y Ocho con Doce Centavos ($10.988.12ctvs.); combustible y
kilometraje extra Pesos Un Mil Trescientos Doce con Quince Centavos. ($ 1.312.15 ctvs.):
pasaje aéreo de la empresa Sol, Rosario Buenos Aires, Pesos Cuatrocientos Veintiocho
($428) .La Jurisprudencia esboza al respecto"...las erogaciones derivadas de la
imposibilidad de usar el vehículo durante el tiempo que razonablemente demanda
la realización de los arreglos del automotor..."
Sin embargo, aquí se reclama por ese concepto los gastos de alquiler de automóvil,
combustible y boleto de avión. Mas los daños y perjuicios ocasionados por estarse
desprovisto del mismo vehículo.
Cierto es que a los efectos de la inutilidad del automotor, éste necesariamente debe
inmovilizarse.
Con base en las anteriores exposiciones procede lo requerido por como pago de las
erogaciones cuyo monto se alcanza de acuerdo con el informe pericial que se acompaña y
la suma por los conceptos vertidos y acreditados. El monto debe ser contemplado más
con imposición de costas causadas más intereses legales de dicha cantidad desde el 24 de
Enero de dos mil Trece hasta su completo pago,
La regulación de honorarios se difiere para la oportunidad en que se cumpla con el pago
ordenado y adquiera firmeza el fallo.
Respecto a los daños y perjuicios:
El art. 2176 Cód. Civil no admite la acumulación de ambas acciones (reducción del precio
más daños), pese a la prueba de que el demandante debió alquilar un vehiculo, modificar
y adecuar su rutina laboral, su vida personal y social, todo lo que generó gastos, molestias
y perturbaciones. El criterio de la Suprema Corte que se invoca, Ac. 99.164 del 9/6/2010
“Smietniasky” no es de aplicación porque allí se pidió la reducción del precio más los
daños por la desvalorización del bien, lo que -afirma- de haber tenido acogida favorable
representaba duplicidad de conceptos. En cambio en autos se reclaman los gastos de
traslado, nafta, alquiler de automóvil y perjuicios por privación de uso, etc. Derivados de
los vicios del bien y del tiempo que duraron las reparaciones del vehículo. Se concluye
poniendo de resalto que la Suprema Corte en el pronunciamiento mencionado deja a
salvo el supuesto de que la parte solicite la declaración de inconstitucionalidad del art.
2174 Cód. Civil. Sostiene que el Tribunal de Alzada tiene facultades para pronunciarse
oficiosamente y trae a colación la doctrina de esta Sala, en la causa “Roitero” (causa 47143
del 16/9/2004 “Roitero Daniel y ot c/Tomassi Adolfo A. y otros s/ daños y
perjuicios”) en la que se admitió la postura amplia cuando se ejercite la acción
estimatoria y se condenó también por daños porque la demanda se encauzó por vía de la
acción de daños y perjuicios derivados de un incumplimiento contractual. Luego, y
concluyendo, se pone el foco en que la jurisprudencia reconoció los daños adicionados a
la reducción del precio cuando medió dolo eventual del demandado y que en autos se
probó que MCARS S.A. CONCECIONARIA conocía el vicio del vehiculo.
En lo atinente a los daños reclamados (en el escrito de demanda y su documentacion)
fueron admitidos en esta sentencia,. De lo que se trata es de determinar la prueba de los
daños reclamos.
Así las cosas, inicialmente el demandante reclamó la suma de pesos Trenta y cinco mil
($35.000) y a ella incumbe la carga de la prueba ante la negación.
Pero, dando por acreditada la necesidad de los desembolsos por tener relación causal con
el hecho generador de los daños. El accionante también ofreció la prueba pericial para
determinar “si los importes de los trabajos presupuestados se compadecen con los valores
de plaza y si los mismos se corresponden en su necesidad de realización según la pericia
obrante en autos”. Por eso, la probatoria rendida, se sustenta en la citada prueba
documental y en el apoyo pericial. Con esa base probatoria analizaré lo requerido que
controvierten algunos rubros, acudiendo por mi parte a las reglas de la sana crítica y al
entendimiento común (art.384 C.P.C.) porque –en realidad- la cuestión debió ser objeto
de otra prueba de descargo más técnica, categórica y asertiva (arts.375 y 474 C.P.C.)
De todo ello arribo a fijar la suma de Pesos Diecisiete Mil ($17.000) en concepto de
reparación de perjuicios ocasionados por la privación del vehículo.
El monto debe ser contemplado más con imposición de costas causadas más intereses
legales de dicha cantidad desde el 24 de Enero de dos mil Trece hasta su completo pago,

Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles saber que no es firme y que
contra la misma cabe preparar en este Juzgado recurso de apelación en el plazo de cinco
días desde la notificación, que será resuelto por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de La Plata.
Inclúyase la presente en el libro de sentencias poniendo en las actuaciones certificación
de la misma.
Así por esta mi sentencia lo pronuncio, mando y firmo.

06/06/2013

Gloria Verónica González


Juez

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