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(3)MOSSET ITURRASPE, Jorge, Compraventa inmobiliaria, Ediar, Buenos Aires, 1976, p. 96.
Inmuebles: La compraventa es título, la tradición es modo, y la inscripción registral es un
modo de publicidad del acto frente a terceros. A partir de la reforma introducida al
artículo 2505 del Código Civil, mediante la ley 17.711, la transmisión del dominio se
perfecciona con la inscripción registral, con el importante efecto de que "esas
adquisiciones o transmisiones no serán oponibles a terceros mientras no estén
registradas".
Caballos de pura sangre: La ley 20.378 estableció la necesidad de inscripción registral
constitutiva de los equinos de sangre pura de carrera, lo cual acredita su origen, pedigree y
la propiedad a favor del titular.
Ganado: La ley 22.939 dispone que los animales pueden marcarse mediante la impresión
de un dibujo permanente, o señalarse mediante un corte (art. 1°), y establece (art. 9°) que
se presume, salvo prueba en contrario, que el ganado mayor marcado y el ganado menor
señalado pertenecen a quien tiene registrado el diseño de la marca o señal aplicada al
animal.
Armas de fuego: En la venta de armas de fuego, la ley 20.429 dispone que La adquisición,
uso, tenencia, portación, transmisión por cualquier título, transporte, introducción al
país e importación de armas de fuego y de lanzamiento a mano o por cualquier clase de
dispositivo, agresivos químicos de toda naturaleza y demás materiales que se clasifiquen
como armas de guerra, pólvoras, explosivos y afines, y armas, municiones y demás
materiales clasificados de uso civil, quedan sujetos en todo el territorio de la Nación a las
prescripciones de la presente ley, sin más excepciones que las determinadas en el artículo
2°. Quedan excluidas las armas de propiedad de las Fuerzas Armadas y las armas blancas
que no sean de guerra. Las armas de uso civil, pueden ser vendidas, pero están sujetas a la
fiscalización de la policía federal y provincial (art. 29), requiriéndose mayoría de edad
para adquirirlas (art. 29.1), y requisitos especiales para ser vendedor (art. 29.2). Para
poder vender y comprar se requiere la calidad de legítimo usuario (ley
24.492)
Cesión-compra: Cuando se trata de una venta de derechos se aplica el régimen de la cesión
de créditos. En este caso (cesión-onerosa), la transmisión del dominio se produce por el
solo consenso, mientras que la notificación de la cesión al deudor cedido es un requisito
de la eficacia, pero no de la transmisión dominial. Muchos autores sostienen que aquí el
legislador se apartó del sistema del título y del modo.
Siguiendo el mismo orden de ideas, la Doctrina propuesta por Borda nos brinda una
definición tanto similar a la de Lorenzetti.
Borda destaca, en principio, que este contrato no supone transferencia de la propiedad ni
la entrega efectiva del precio, sino la obligación de hacerlo.
Esta afirmación es válida aun en la llamada compraventa manual o al contado que se
consuma y concluye en forma instantánea con la entrega simultánea de la cosa y el precio.
A primera vista parecería que en la hipótesis, las partes no contraen obligación alguna y
que todo se reduce a un trueque o, más exactamente, a dos tradiciones simultáneas. Ello
no es así, porque en ese trueque no se agotan las obligaciones de las partes. Por ejemplo,
el vendedor tiene que responder por evicción; y si la moneda pagada es falsa, el comprador
podrá ser demandado por cobro de pesos. Las necesidades del tráfico tienen su protección
adecuada sólo cuando se considera que las prestaciones recíprocas de la compraventa
manual responden al cumplimiento de la obligación contraída al contratar.
La compraventa tiene una inmensa importancia en las relaciones económicas y jurídicas
de los hombres. La circulación de bienes obedece en casi su totalidad a este dispositivo
legal.
En cuanto a los caracteres, Borda enumera siguientes:
a) Es bilateral, implica obligaciones para ambas partes;
b) Es consensual porque produce todos sus efectos por el solo hecho del consentimiento
y sin necesidad de la entrega de la cosa o del precio;
c) No es formal; aun en el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la
escritura pública exigida por el art. 1184, inc. 1º es un requisito de la transferencia del
dominio pero no del contrato en sí que puede ser válidamente celebrado en instrumento
privado, y aun verbalmente.
d) Es oneroso;
e) Es conmutativo porque es de su naturaleza que los valores intercambiados (cosa y
precio) sean aproximadamente equivalentes; sólo por excepción suele ser aleatorio lo que
ocurre cuando se compra una cosa que puede o no existir.
Ahora bien, cabe hacer una mención a lo propuesto por el autor, en su obra, diferencia los
contratos de compraventa en Mercantiles y Civiles al igual que Lorenzetti:
Desde el punto de vista de su estructura jurídica, son contratos idénticos. Pero, por razón
de la distinta función económica que ambos desempeñan, hay alguna diferencia en su
regulación legal, se trata de diferencias que no tienen mayor importancia y es el caso
preguntarse si en verdad se justifica una distinta regulación para ambos.
Como base para la distinción debemos sentar el siguiente principio: es compraventa civil
toda aquella a la cual el Código de Comercio no le haya atribuido naturaleza comercial.
Es decir, todo contrato de compraventa está regido por el Código Civil a menos que lo
contrario esté dispuesto en el de Comercio. Por lo tanto, orientarse a precisar qué es una
compraventa comercial. Según el art. 450, Código Comercio, la hay cuando alguien
compra una cosa para revenderla o alquilar su uso. En otras palabras, es necesario un
propósito de lucro. Pero basta con que este propósito de lucrar exista en el vendedor o en
el comprador, aunque la otra parte de la relación jurídica no lo tenga.
No se concebirá, en efecto, que el acto fuere comercial para una de las partes y civil para
la otra. Desde el momento que la ley comercial dispone que por cualquiera motivo un acto
sea comercial, esta calificación tiene efectos jurídicos en todo lo relativo a ese acto y con
atinencia a ambas partes. Es la solución consagrada expresamente por el art. 7º del Código
de Comercio según el cual si un acto es comercial para una sola de las partes, todos los
contrayentes quedan, por razón de él, sujetos a la ley mercantil.
En el art.452, el Código de Comercio precisa y a veces limita el concepto de compraventa
comercial.
No se consideran mercantiles:
a) Las compras de bienes raíces y muebles accesorios
b) Las de objetos destinados al consumo del comprador o de la persona por cuyo encargo
se haga la adquisición. Siempre que el vendedor no hubiere hecho la venta con ánimo
especulativo
c) Las ventas que hacen los labradores y hacendados de los frutos de sus cosechas y
ganados.
d) Las que hacen los propietarios y cualquier clase de personas, de los frutos y efectos que
perciban por razón de su renta, donación, salario, emolumento o cualquier otro título
remuneratorio o gratuito.
e) La reventa que hace cualquier persona del resto de los acopios que hizo para su
consumo particular. Sin embargo, si fuere mayor cantidad la que vende que la que hubiese
consumido, se presume que obró en la compra con ánimo de vender y se reputan
mercantiles la compra y la venta.
Hechas estas aclaraciones, se puede proseguir con el concepto vertido por Borda de un
Contrato de Compraventa.
Elementos:
En la compraventa existen algunos elementos que son comunes a todos los contratos (la
capacidad y el consentimiento) y otros que le son propios o peculiares (la cosa y el
precio).
Borda hace una conceptualización pormenorizada de cada uno de los elementos, que en
esta oportunidad, entiendo desvirtuaría la respuesta al caso planteado en particular, ello
sin dejar de ser importante lo que el autor plantea y analiza.
Otra cuestión que resulta interesante traer a colación, es que el principio general es que
todas las cosas pueden ser vendidas (art. 1327 C.C.). Esta regla requiere ser precisada, es
decir, determinar cuáles son las condiciones que debe reunir la cosa para ser objeto del
contrato de compraventa:
a) Debe ser una cosa en sentido propio, es decir, debe tratarse de un objeto material
susceptible de apreciación económica (art. 2311 C.C.). Si por el contrario, lo que se
enajena es un derecho incorporal, habrá cesión de derechos pero no compraventa. En el
derecho moderno, se advierte una tendencia a considerar compraventa a la enajenación
onerosa de cualquier cosa o derecho susceptible de apreciación económica.
b) Debe tratarse de una cosa cuya venta no esté prohibida por la ley (art. 1327C.C.). Las
cosas, en efecto, pueden ser absoluta o relativamente inenajenables (arts. 2337 y 2338
C.C.)
c) Debe ser determinada o determinable. Según lo dispone el art. 1333 C.C.
d) Debe tener existencia real o posible. (arts. 1327 y 1328 C.C.)
A su vez, Borda efectúa en su obra, una detallada comparación con otros tipos contrato,
como por ejemplo con la permuta, la cesión de crédito, locación de cosas, locación de
obra, dación en pago, donación con cargo y deposito.
Pero considero que sería extensivo y no cumpliría con los fines propuestos caracterizar
en ente punto cada una de estas formas contractuales. Si lo hare mas adelante cuando se
tipifique la comparativa con “permuta”.
(NOTA Nº 1) Para la definición y conceptualización del instituto se tomo como base de consulta lo siguiente: BORDA,
Guillermo A. TRATADO DE DERECHO CIVIL – CONTRATOS. Tomo I Abeledo-Perrot 1999 y Ricardo Luis
LORENZETTI TRATADO DE LOS CONTRATOS Tomo I. RUBINZAL -CULZONI EDITORES.
Ahora bien, dada esta introducción doctrinaria de los autores citados, me remito a un
resumen propio de lo que se entiende por contrato de compraventa.
El contrato de compraventa es aquel contrato bilateral en el que una de las partes
(vendedora) se obliga a la entrega de una cosa determinada y la otra (compradora) a pagar
por ella un cierto precio, en dinero o signo que lo represente (moneda extrajera, cheque,
etc.).
El contrato de compraventa es el que tiene mayor importancia entre los de su clase porque
se trata del contrato tipo traslativo de dominio y además, porque constituye la principal
forma moderna de adquisición de riqueza; es decir, tanto en su función jurídica como
económica.
Como contrato tipo de los traslativos de dominio, posee características especiales y
algunas semejantes a otros tipos de contratos como el de permuta, locación de obra,
locación de cosas, etc.
Por otra parte, la compraventa constituye el medio primordial de adquirir el dominio. El
contrato es en el derecho moderno la forma principal de adquirir la propiedad dentro de
los contratos traslativos de dominio.
La compraventa en el derecho latino moderno, que deriva del Código Napoleón, es un
contrato traslativo de dominio, que se define como el contrato por virtud del cual una
parte, llamada vendedor, transmite la propiedad de una cosa o de un derecho a otra,
llamada comprador, mediante el pago de un precio cierto y en dinero.
Es un Contrato nominado o típico, puesto que se encuentra reglamentado en la ley. Es
bilateral, ya que obliga tanto al vendedor como al comprador de la cosa. Es
oneroso, requisito esencial porque si no, no existiría compraventa sino que derivaría en
uno de donación. Es consensual, se perfecciona por el mero consentimiento de las
partes. Y es conmutativo, el precio que paga el comprador es equivalente al valor de la
cosa que se transfiere.
Dicho contrato tiene elementos constitutivos que lo caracterizan y tipifican:
Por un lado tenemos los elementos personales que están conformados por:
El comprador: Es la persona física o jurídica que se compromete a pagar una cosa
a cambio de un precio cierto expresado en dinero o símbolo que lo represente. Ello está
dado por el art 1323 C.C. La primera obligación del comprador, La obligación principal
del comprador, es recibir la cosa y pagar el precio. Este compromiso aunque parece único,
es complejo.
El Vendedor: Es la persona física o jurídica que se compromete a entregar la cosa, igual
que en el caso anterior tiene que tener capacidad jurídica. Las obligaciones se reducen a
la entrega y garantía contra los vicios ocultos de la operación. Así lo indica el art 1414 C.C.
“Debe sanear la cosa vendida, respondiendo por la evicción al comprador, cuando fuese
vencido en juicio, por una acción de reivindicación u otra acción real. Debe también
responder de los vicios redhibitorios de la cosa vendida”.
El vendedor tiene el deber y la obligación, al concluir la venta, de hacer entrega de
los bienes o de los derechos definitivos que existen sobre estos.
No debe confundirse la puesta en posesión de parte del vendedor al comprador, con la
transmisión de los derechos de esta. De ahí que la posesión puede ser previa a la
finalización de la venta definitiva, o posterior. En todo caso, el retraso de la entrega, no
disminuye las obligaciones contraídas, tan solo prolonga la adquisición física de los
bienes, pero no altera el derecho del vendedor, quien puede reclamar sus derechos.
Los elementos reales:
La cosa: objeto material, en oposición a los derechos creados sobre él y a
las prestaciones personales. Son bienes o derechos que estén dentro del comercio.
El precio: significa valor pecuniario en que se estima algo, valor que se pide por una cosa
o servicio. No es preciso que esté establecido en el momento de perfeccionar el contrato,
ya que puede ser establecido posteriormente sin necesidad de realizar un nuevo contrato.
Formales: regularmente los contratos de compraventa no se otorgan por escrito, ya que
la ley no requiere tal formalidad; sin embargo, en la práctica es habitual que el
consentimiento se plasme en un documento privado que sirva de prueba. Hay
excepciones en diferentes ordenamientos jurídicos, por ejemplo para el caso de bienes
inmuebles, o ciertos otros contratos que se obligan a realizar por escrito, expresa o
tácitamente.
De Validez: la capacidad, en donde el principio general dice que toda persona capaz de
disponer de sus bienes puede vender y toda persona capaz de obligarse puede comprar; y
el consentimiento, que se refiere a que haya un acuerdo de las partes que recaiga sobre el
precio y la cosa.
Ahora se precisaran las obligaciones de las partes:
Obligaciones del vendedor:
Art. 1.408. El vendedor no puede cambiar el estado de la cosa vendida, y está obligado a conservarla tal
como se hallaba el día del contrato, hasta que la entregue al comprador.
Art. 1.409. El vendedor debe entregar la cosa vendida, libre de toda otra posesión, y con todos sus
accesorios en el día convenido, y si no hubiese día convenido, el día en que el comprador lo exija.
Art. 1.410. La entrega debe hacerse en el lugar convenido, y si no hubiese lugar designado, en el lugar en
que se encontraba la cosa vendida, en la época del contrato.
Art. 1.411. El vendedor está obligado también a recibir el precio en el lugar convenido, y si no hubiese
convenio sobre la materia, en el lugar y tiempo de la entrega de la cosa, si la venta no fuese a crédito.
Art. 1.412. Si el vendedor no entrega la cosa al tiempo fijado en el contrato, el comprador puede pedir la
resolución de la venta, o la entrega de la cosa.
Art. 1.413. Si el vendedor se hallare imposibilitado para entregar la cosa, el comprador puede exigir que
inmediatamente se le devuelva el precio que hubiese dado, sin estar obligado a esperar que cese la
imposibilidad del vendedor.
Art. 1.414. Debe sanear la cosa vendida, respondiendo por la evicción al comprador, cuando fuese vencido
en juicio, por una acción de reivindicación u otra acción real. Debe también responder de los vicios
redhibitorios de la cosa vendida.
Art. 1.415. El vendedor debe satisfacer los gastos de la entrega de la cosa vendida, si no hubiese pacto en
contrario.
Art. 1.416. Mientras el vendedor no hiciese tradición de la cosa vendida, los peligros de la cosa como sus
frutos o accesiones, serán juzgadas por el Título "De las obligaciones de dar", sea la cosa vendida cierta o
incierta.
Art. 1.417. Lo que en adelante se dispone sobre la tradición en general de las cosas, es aplicable a la
tradición de las cosas vendidas.
Art. 1.418. El vendedor no está obligado a entregar la cosa vendida si el comprador no le hubiese pagado
el precio.
Art. 1.419. Tampoco está obligado a entregar la cosa, cuando hubiese concedido un término para el pago,
si después de la venta el comprador se halla en estado de insolvencia, salvo si afianzase de pagar en el plazo
convenido.
Art. 1.420. Si la cosa vendida fuese mueble, y el vendedor no hiciese tradición de ella, el comprador, si
hubiese ya pagado el todo o parte del precio, o hubiese comprado a crédito, tendrá derecho para disolver
el contrato, exigiendo la restitución de lo que hubiese pagado, con los intereses de la demora e
indemnización de perjuicios; o para demandar la entrega de la cosa y el pago de los perjuicios.
Art. 1.421. Si la cosa fuese fungible, o consistiese en cantidades que el vendedor hubiese vendido a otro,
tendrá derecho para exigir una cantidad correspondiente de la misma especie y calidad, y la
indemnización de perjuicios.
Art. 1.422. Si la cosa vendida fuese inmueble, comprada a crédito sin plazo, o estando ya vencido el plazo
para el pago, el comprador sólo tendrá derecho para demandar la entrega del inmueble, haciendo depósito
judicial del precio.
Art. 1.423. Lo dispuesto sobre la "mora" y sus efectos en el cumplimiento de las obligaciones, es aplicable
al comprador y vendedor, cuando no cumpliesen a tiempo las obligaciones del contrato o las que
especialmente hubiesen estipulado.
Obligaciones del comprador:
Art. 1.424. El comprador debe pagar el precio de la cosa comprada, en el lugar y en la época determinada
en el contrato. Si no hubiese convenio sobre la materia, debe hacer el pago en el tiempo y lugar en que se
haga la entrega de la cosa. Si la venta ha sido a crédito, o si el uso del país concede algún término para el
pago, el precio debe abonarse en el domicilio del comprador. Este debe pagar también el instrumento de
la venta, y los costos del recibo de la cosa comprada.
Art. 1.425. Si el comprador tuviese motivos fundados de ser molestado por reivindicación de la cosa, o por
cualquier acción real, puede suspender el pago del precio, a menos que el vendedor le afiance su restitución.
Art. 1.426. El comprador puede rehusar el pago del precio, si el vendedor no le entregase exactamente lo
que expresa el contrato. Puede también rehusar el pago del precio, si el vendedor quisiese entregar la cosa
vendida sin sus dependencias o accesorios, o cosas de especie o calidad diversa de la del contrato; o si
quisiese entregar la cantidad de cosas vendidas por partes, y no por junto como se hubiese contratado.
Art. 1.427. El comprador está obligado a recibir la cosa vendida en el término fijado en el contrato, o en el
que fuese de uso local. A falta de un término convenido o de uso, inmediatamente después de la compra.
Art. 1.428. Si el comprador a dinero de contado, no pagase el precio de la venta, el vendedor puede negar
la entrega de la cosa mueble vendida.
Art. 1.429. Si el comprador no pagase el precio de la cosa mueble comprada a crédito, el vendedor sólo
tendrá derecho para cobrar los intereses de la demora, y no para pedir la resolución de la venta.
Art. 1.430. Si el comprador de una cosa mueble deja de recibirla, el vendedor, después de constituido en
mora, tiene derecho a cobrarle los costos de la conservación y las pérdidas e intereses; y puede hacerse
autorizar por el juez para depositar la cosa vendida en un lugar determinado, y demandar el pago del
precio o bien la resolución de la venta.
Art. 1.431. Si la venta hubiese sido de cosa inmueble, y el vendedor hubiese recibido el todo o parte del
precio, o si la venta se hubiese hecho a crédito y no estuviere vencido el plazo para el pago, y el comprador
se negase a recibir el inmueble, el vendedor tiene derecho a pedirle los costos de la conservación e
indemnización de perjuicios y a poner la cosa en depósito judicial por cuenta y riesgo del comprador.
Art. 1.432. Si el comprador no pagase el precio del inmueble comprado a crédito, el vendedor sólo tendrá
derecho para cobrar los intereses de la demora y no para pedir la resolución de la venta, a no ser que en el
contrato estuviese expresado el pacto comisorio.
Art. 1.433. El comprador no puede negarse a pagar el precio del inmueble comprado por aparecer
hipotecado, siempre que la hipoteca pueda ser redimida inmediatamente por él o por el vendedor. (5)
Entrando ahora en el terreno que quizás acarrea confusión, respecto al caso planteado,
considero acertada la idea de plantear las diferencias con el Contrato de Permuta, que
hecho mención anteriormente:
La compraventa es el intercambio de una cosa por un precio en dinero, la permuta supone
el trueque de una cosa por otra. La distinción es clara, salvo en los casos de permuta con
saldo en dinero. Así, por ejemplo, una persona cambia su coche viejo por uno de último
modelo; como en el caso problemático, y entrega además una suma en dinero. ¿Hay
compraventa o permuta? Nuestro Código resuelve este problema con una norma simple:
Habrá permuta si la cosa entregada tiene mayor valor que el saldo en dinero y
compraventa si el saldo en dinero es superior al valor de la cosa. Si ambos valores fueran
iguales, el contrato se considera permuta. Art. 1356 C.C. “Si el precio consistiere, parte en
dinero y parte en otra cosa, el contrato será de permuta o cambio si es mayor el valor de la cosa, y de venta
en el caso contrario”.
El art. 1485 C.C “El contrato de trueque o permutación tendrá lugar, cuando uno de los contratantes
se obligue a transferir a otro la propiedad de una cosa, con tal que éste le de la propiedad de otra cosa”
Ahora este artículo cuenta con una nota aclaratoria: “La convención por la cual las partes se
prometiesen el uso de una cosa por el uso de otra, o servicios por otros servicios, no constituiría un cambio.
Para la permutación es necesaria la transmisión de la propiedad de un cuerpo cierto. La obligación
accesoria que pueda ser impuesta a una de las partes, de bonificar a la otra con la adición de una suma de
dinero para igualar los valores de las cosas cambiadas, no desnaturaliza el contrato cuando la suma dada
sea menor o igual al valor de la cosa. Si fuese mayor, el contrato sería de venta”.
Esta cuestión tiene en nuestro Derecho un interés puramente teórico, desde que las reglas
de la compraventa se aplican también a la permuta (art. 1492C.C. “En todo lo que no se haya
determinado especialmente, en este título, la permutación se rige por las disposiciones concernientes a
la venta.”).
(5) Fuente: CODIGO CIVIL ARGENTINO TITULO III
No ocurre lo mismo en el derecho francés, en el cual la lesión enorme sólo puede invocarse
en la compraventa y no en la permuta (art. 1706 Cód. Francés: “La rescisión por causa de
lesión, no tiene lugar en la permuta.”).
Por su parte, Salvat, sostiene que debe considerarse permuta el cambio de dos derechos
o de una cosa por un derecho. No es éste el sistema de nuestro Código que ha mantenido
rigurosamente el principio de que sólo las cosas pueden ser objeto de estos contratos Si,
por tanto, una o ambas prestaciones consisten en un derecho, estaremos en presencia de
un contrato innominado al cual se aplicarán las reglas de la compraventa o de la cesión
de créditos, según los casos. Si una de las contraprestaciones fuera parte en dinero y parte
en especie, el contrato será calificado como compraventa o permuta siguiendo las reglas
que hemos visto del Cód. Civil.
La permuta es un contrato consensual: ambas partes se obligan a entregar una cosa (art.
1485, C. C.) de modo que la tradición no es un elemento de perfeccionamiento sino de
cumplimiento del contrato. Es obligacional, ya que no tiene efectos traslativos de la
propiedad por sí mismo; el contrato es el título para que, junto con el modo se produzca
la transmisión de la propiedad. Además es conmutativo, aunque podría admitir formas
aleatorias al igual que la compraventa. Es oneroso y tiene una causa de cambio que
domina el contrato y permite la aplicación de los institutos propios de ella, como la
suspensión del cumplimiento (art. 1485 C.C.), la resolución por pacto comisorio, y otros,
en tanto se ajusten al intercambio cosa por cosa.
La forma está relacionada con el objeto. Si se trata de bienes inmuebles debe utilizarse la
escritura pública; si se trata de bienes muebles registrables o no registrables también
varía, según corresponda o no registrarlos, igual que en la compraventa.
El contrato persigue la transmisión del dominio de las cosas que se intercambian, y por
ello no son permutas aquellos casos en que se da el uso y goce, o el usufructo, o un servicio,
por otra cosa (nota art. 1485, C. C.).
La permuta se diferencia bien de la compraventa, porque no hay precio en dinero sino
obligaciones recíprocas de dar cosas no dinerarias que obligan a transferirse el dominio,
aunque se le aplican la mayoría de sus disposiciones.
El objeto del contrato es la operación considerada por las partes, es decir, el intercambio
de cosas por otras cosas.
Las cosas que son objeto de la permuta son aquellas que pueden ser objeto de la
compraventa (art. 1491C.C.), esto lleva a tener en cuenta las mismas reglas de
determinación, licitud, prohibición, etcétera.
Los caracteres de este contrato, son los mismos de la compraventa: la permuta es
consensual, porque produce efectos por el solo acuerdo de voluntades. No es formal, en
el caso de los inmuebles, la escritura pública exigida por el art. 1184 es un requisito de la
transferencia del dominio pero no del contrato en sí, que puede ser válidamente celebrado
en instrumento privado. Es bilateral, porque engendra obligaciones para ambas partes.
Es oneroso pues las contraprestaciones son recíprocas. Es conmutativo porque las
contraprestaciones recíprocas son por naturaleza equivalentes.
En la cuestión planteada por la tutoría de la materia, según lo reglado por Nuestro
Derecho, no puedo hacer lugar a la hipótesis de Permuta.
Quizás si a algún tipo de contrato mixto, pero es harina de otro costal y sin apartarme de
la regulación normativa encuadré el supuesto en compraventa, por los elementos que lo
tipifican y por la regulación legal pertinente.
Conclusión
Después de un examen exhaustivo de los distintos tipos de contratos se llega a la
conclusión de que resulta de gran importancia para las Ciencias Jurídicas el conocer de
manera completa y profunda todo lo relativo a los contratos de Compraventa, ya que, este
posee una gran importancia entre los contratos de su clase, porque se trata del contrato
tipo traslativo de dominio y constituye la principal forma moderna de adquisición de
riqueza, tanto en su función jurídica como económica, debe merecer un estudio especial.
Ellos constituyen la base de toda una gama de actuaciones jurídicas que se presenta en la
práctica y en el que hacer jurídico del abogado, porque los tribunales civiles están
repletos de decisiones fundamentadas ya en el cumplimiento de contrato, ejecución de
contratos, violación de contratos, nulidades de actos de ventas, radiaciones de hipotecas.
Quien desconoce las fuentes, las características, sobre de la capacidad de las partes
contratantes, del objeto y materia de los contratos de Compraventa, de la causa los
efectos, y las formas de extinción de las obligaciones tendría una gran laguna para el
ejercicio de la profesión ante los tribunales.
Finalmente, queda la satisfacción de haber concluido un trabajo conciso y claro que nos
arrojó luz sobre la base teórica y se aclararon varios aspectos prácticos relacionado con
dicho tema.
Pregunta Nº 2:
¿Existe o no un supuesto de novación de obligaciones?
Explique brevemente en qué consiste la novación y
fundamente si es procedente en el supuesto planteado citando
las normas correspondientes.
Obligaciones Naturales:
El texto del art. 802 expresa que: "La novación supone una obligación anterior que le sirve de
causa". O sea de fuente. Entonces, ¿esa obligación anterior que sirve de fuente, puede ser
una obligación natural? El legislador dice: Nota al art. 802: "La resolución del artículo no
impide que una obligación natural pueda por medio de la novación ser convertida en una obligación
civil...".
El Código solo, prohíbe la novación de las obligaciones naturales que surgen de deudas
de juego; (art 2057) en lo que respecta a las demás obligaciones naturales, como no existe
prohibición, pueden ser novadas.
Al legislar sobre la compensación, el Código en el art. 819 prohíbe la compensación de
una obligación natural con una civil. Esa prohibición no existe en el capítulo de la
novación.
En resumen, existen argumentos para sostener que las obligaciones naturales puede ser
novadas: el primero por eliminación, a contrario sensu, sobre la base de lo establecido para
las deudas de juego, que sería el único caso en que las obligaciones naturales no se pueden
novar.
El segundo argumento es que para las obligaciones naturales, lo único que se ha prohibido
es compensar y, por lo tanto, ellas pueden ser novadas. Agregaremos un tercer argumento,
de pura lógica jurídica, y es que la obligación natural puede ser pagada, y ese pago es
irrepetible; con mayor razón la obligación natural puede ser novada, porque si se admite
lo más extremo, que es el pago, ¿por qué no se va a poder novar?
Nulidades:
El art. 802 establece que: "... si la obligación anterior fuese nula, o se hallaba ya extinguida el día que
la posterior fue contraída, no habrá novación".
La nota parece cambiar un poco el sentido del artículo, porque Vélez Sársfield dice en la
parte final: "Nota al art. 802: ... Tampoco se opone –se refiere al artículo- a que una obligación anulable
susceptible de confirmación, pueda, de la misma manera, ser transformada en una obligación válida”
Este problema contiene un desarrollo muchísimo más amplio que amerita un estudio
especial, pero en consideración a lo receptado en la premisa Nº 2, buscaré sintetizar el
instituto resaltando sus notas más características, sin que por ello el resto sea menos
importante.
Siguiendo con el análisis de las obligaciones preexistentes para novar:
Obligaciones condicionales:
El art. 807 brinda una solución para ello: "Cuando una obligación pura se convierta en otra
obligación condicional no habrá novación, si llega a faltar la condición puesta en la segunda, y quedará
subsistente la primera".
Puede ocurrir que la obligación originaria esté subordinada a una condición y sea objeto
de novación; se la sustituya por una obligación pura y simple. Entonces se plantea el
interrogante: ¿se cumple o no se cumple la condición de la primera?
El hecho futuro e incierto que es la condición no incide sobre la exigibilidad, sino sobre
la existencia de la obligación. Si la condición es suspensiva y se cumple, nace la
obligación; si es resolutoria y se cumple, caduca con efecto retroactivo, como si no hubiera
existido jamás. Entonces, es un problema de existencia. En virtud de este razonamiento,
si se frustra la primera obligación, se debe reputar que no existió nunca; faltaría el
presupuesto básico de la novación, o sea una obligación anterior que sirva de causa, que
sirva de fuente.
El art 808 complementa con lo siguiente:"Tampoco habrá novación si la obligación condicional
se convierte en pura, y faltase la condición de la primera".
En realidad, lo que el Código ha querido decir es que si el hecho condicionante provoca
la extinción de la primera obligación (art. 807), o de la segunda (art. 808), no habrá
novación por faltar el requisito de la existencia de dos obligaciones sucesivas. En el
primer caso (art. 807), las partes no quedarán ligadas por ningún vínculo jurídico
obligatorio. En el segundo caso (art. 808) la inexistencia de novación por extinción de la
segunda obligación la cual era la sujeta a condición, hará que las partes continúen ligadas
por la primera obligación, que no ha sido novada.
Especies de novación
a) cambio de objeto: Este punto remite al art 812 C.C., es decir, cuando en la segunda
obligación se adeuda una distinta a la primera, ya extinguida. Es decir,
alteraciones de la obligación primitiva que hagan a su objeto principal. El cambio
debe ser trascendente, por ej. sustituir el dar dinero por dar una cosa mueble.
b) Cambio de causa: puede ser también el cambio de causa fuente. En este caso, el
deudor se obliga a cumplir una prestación similar a la que tenía la obligación
primitiva. También remite al art 812. Según Llambias “…revela que ésta ha dejado de
ser lo que era y ha pasado a ser un vinculo que no se confunde con el primero, con la causa cambia
el régimen que gobierna la obligación, según sea el hecho que originado la relación obligacional
así será el tratamiento que le dispensará el ordenamiento jurídico…”
(NOTA Nº 2): para conceptualizar lo solicitado, entre el material utilizado menciono a Moisset de Espanés, Luis,
Curso de Obligaciones, Ed. Advocatus. Llambias, Jorge, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones. Ed. Abeledo Perrot.
Pizarro Ramon, Vallespinos Carlos. Instituciones del Derecho Privado. Obligaciones T.III. Ed. Hammurabi. Y Código
Civil Argentino. Con estos autores se intento elaborar un sintético concepto del Instituto solicitado.
Ahora bien, del supuesto planteado en el caso, se extraen los elementos que suficientes
para sustentar que no se está en presencia de novación. Porque, en principio al estarse
frente a las diferentes clases de novación, en el caso planteado, no se dan los supuestos de
éstas.
Analizando la situación se trasluce lo siguiente: si bien, se entrega otra cosa al momento
de cumplir efectivamente con la obligación nacida del contrato, pero no se establece una
nueva obligación en relación a un nuevo objeto, que deba cumplirse, sino que solo se
produce la una modificación de la cosa entregada, pero la obligación queda cancelada en
ese momento. Es decir, el objeto que sería la entrega del vehículo, no cambia, solo cambia
la especie de vehículo entregado y por ello se ajusta el valor, sin que ello configure un
nuevo contrato que genere nuevas obligaciones y reemplacen a la que se debía cumplir.
Dicho de otro modo, el cumplimiento de la obligación sufre una modificación en razón a
la especie y no en razón al objeto. No se genera una nueva obligación sobre la primitiva,
sino que es extinguida con el acto de entrega del bien. Como podría pasar por ej en caso
de que una persona deba dinero y al momento de cancelar la deuda, entregue al lugar de
pesos, su equivalente en dólares, y el acreedor acepte este medio de pago. El
cumplimiento se hace efectivo de igual modo, sin que se celebre otro contrato.
Sin embargo existe en la doctrina, la posibilidad de confusión existe, no falta algún autor
que califican diferentes supuestos como "novación instantánea"; y se dice instantánea
porque, a juicio del autor, se crea y se extingue instantáneamente otra obligación. Claro
que en la práctica eso no ocurre, no se crea y extingue instantáneamente una obligación,
sino que simplemente extingue la obligación que existía anteriormente con un pago o con
la entrega de una cosa diferente que hace a la extinción de la obligación..
La extinción de la obligación se ha producido instantáneamente, sin que se haya creado
una obligación nueva. Para que haya novación es necesario que se cree otra obligación
que reemplace a la primera. Esta obligación no es una obligación nueva, sino que es una
obligación antigua, anterior a la que se extingue. El deudor, de la misma manera que en
la dación en pago entrega al acreedor un bien de su propiedad, y mediante la entrega de
ese bien –que puede ser un objeto, una cosa o la prestación de un servicio- extingue la
obligación. De manera que no hay la creación de una obligación nueva, sino simplemente
la extinción de la primitiva mediante la entrega de la cosa, de un crédito o similar.
En cuanto a las clases de novación presupuestas, se dijo que existía cuando se percibe un
cambio de objeto, cosa que la luces se ve que no ocurre.
El cambio de causa, no se advierte, puesto que el régimen jurídico que gobierna el
contrato es el mismo. Se efectuó un pago, por la entrega de un vehículo. El contrato es de
compraventa y se rige por dicho ordenamiento legal. Aquí no se modifica ni el régimen
jurídico que lo encuadra, ni l obligación deja de ser lo que era para ser un vínculo que no
se confunde con el primero. Mas bien, sigue siendo lo mismo y solo se modifica la especie
de la cosa que hace al cumplimiento efectivo del contrato. Manteniéndose el mismo
vinculo jurídico que dio origen al contrato sin que sufra modificación en su naturaleza.
Respectos a los sujetos que integran la relación jurídica, no merece mayor mención que
decir que siguen inalterados.
Explicadas estas cuestiones y volviendo sobre lo antedicho, me permito inferir en que si
bien, a mi juicio, no se está en presencia del instituto de novación, si existe novación. Para
lo cual en base a la obra de Pizarro –Vallespinos (4) mencionare las diferencias entre
novación y modificación, a los fines de poner un poco mas de luz en lo vertido.
Existe entre ambas una incompatibilidad lógica y jurídica. En la novación, que siempre
es una figura extintiva, y la modificación del objeto obligacional, la supone la existencia
previa y posterior de la misma obligación una vez modificada. (como ocurre en nuestro
caso, la existencia previa y posterior subsisten y solo se modifica). La novación da lugar
a un vínculo nuevo, que es el efecto de ella. En cambio cuando se habla de modificación,
se está frente al mismo vínculo y este es subsistente.
Siguiendo a Díez Picazo, quien esboza “… la permanencia o no permanencia de la relación es en
rigor la pervivencia o no pervivencia del régimen jurídico. Por ejemplo, la permanencia de las eventuales
garantías del crédito cedido; continuación del curso de la prescripción del crédito…” con esto se trata
de explicar que un simple cambio operado por la cesión de crédito o modificación del
objeto, plazo y curso de la prescripción, no se modifican, pero en cambio si se tratara de
la creación de una nueva obligación en sustitución de la primera , que se extinguiría, ello
nos daría un nuevo plazo de prescripción, diferente al anterior y comenzaría a correr
desde cero nuevamente.
Al margen de las doctrinas que sostienen que cualquier tipo de modificación, sobre el
elemento esencial o accesorio, conllevaría a novación, el criterio predominante y aceptado
en nuestro Derecho entiende que no es dable contraponer en un mismo plano dos
institutos distintos e incompatibles entre sí, intentando sentar las bases y poner claridad
en cuanto a si se afecta un elemento esencial o accidental de la obligación.
Con lo expuesto entiendo se cierra el círculo en cuanto a lo planteado y entiendo, a mi
criterio, que queda establecido que no estamos en presencia de novación, sino mas bien
en presencia de una modificación.
Se suma a lo expuesto jurisprudencia que hace de basamento para lo expresado:
(4) Pizarro Ramón D. y Vallespinos Carlos G. Instituciones del Derecho Privado TIII. Obligaciones. Pág. 342 y sgts.
1999. Ed Hammurabi.
Dr. Guillermo Alberto Antelo - Dra. Graciela Medina - Dr. Ricardo Gustavo Recondo.
27.534/95. COMPAÑÍA ARGENTINA DE SEGUROS LA ESTRELLA S.A. C/ ATC EN
LIQUIDACIÓN S/ INCUMPLIMIENTO DE CONTRATO. 17/11/05
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal. Sala 3.
“…La novación es uno de los modos extintivos de la obligación (art. 724 del Código Civil) que se presenta
cuando una obligación es transformada en otra (art. 801 del Código cit.). Enfatizo que la palabra
transformación está tomada aquí en el sentido de sustitución, cambio o reemplazo de una obligación -con
todos sus elementos constitutivos- por otra (Salvat, R.M.-Galli.E. "Tratado de derecho civil argentino-
Obligaciones en general-" 1956, tomo III, pág. 1). Por eso es que se suele decir que una obligación muta con
efectos novatorios cuando no se confunda con la primera en la medida en que no subsiste a ningún fin
(Llambías J.J. "Tratado de derecho civil -Obligaciones-", pág. 24). En lo que atañe a la novación objetiva
-tal es la hipótesis invocada por el recurrente- ella no se da cuando las partes introdujeron modificaciones
accidentales de modo tal que la obligación originaria continúa subsistiendo y proyectando sus efectos
(conf. Borda, G. "Tratado de derecho civil -Obligaciones" ; Bs. As., 1976, tomo I, pág. 647)…”
Pregunta Nº 3:
Explique qué son los vicios redhibitorios y si se dan los
presupuestos en este caso.
I) Que se traten de vicios de hecho y no de derecho. Esta afirmación, más que obvia, hace
a la esencia del instituto, los últimos serán subsanados por medio de la garantía de
evicción.
II) Que el vicio esté oculto. Este concepto, también radical, es reiterado en sendas
ocasiones en el texto legal, tanto en el art. 2164, en el art. 2173 “…el vendedor debe sanear al
comprador los vicios ocultos de la cosa aunque los ignore, pero no está obligado a responder por los vicios
o defectos aparentes”, cuanto en el art. 2176 “Si el vendedor conoce o debió conocer, por razón de su
oficio o arte, los vicios o defectos ocultos de la cosa vendida, y no lo manifestó al comprador, tendrá éste
a más de las acciones de los artículos anteriores, el derecho a ser indemnizado por los daños y perjuicios
sufridos, si optare por la rescisión del contrato”.
En tres las posturas doctrinarias respecto a lo que antecede se pueden extraer las
siguientes posiciones:
b) El patrón que permite estipular que el defecto o vicio resulte no cognoscible por el
adquirente común, concreto, teniendo presentes sus condiciones personales. Esta
posición encuentra su sustento en el texto del art. 2170, “el enajenante está también libre de la
responsabilidad de los vicios redhibitorios, si el adquirente los conocía o debía conocerlos por su
profesión u oficio.”.
Este criterio, aparentemente acertado, solo confunde dos elementos que son
independientes; por un lado se encuentra la existencia del vicio oculto y por otro el
posible conocimiento técnico que puede poseer el adquirente.
Otro sector doctrinario al que podría incluirse en esta corriente considera que sólo
podrán considerarse oculto aquellos defectos que escapan al estudio hecho por un
experto, pues el comprador diligente tiene el deber de hacerse asesorar. Es evidente que
esta postura es absolutamente excesiva, este ha sido, también, el acertado criterio
sostenido por la Cámara Civil de la Capital Federal, C. Civ. Sala A, 28/11/1957, causa 41.799.
Excede todo razonamiento este requisito, que a su vez no se coteja en la práctica del
tráfico comercial.
Se puede considerar correcto que todo adquirente deba obrar con el necesario cuidado
que pone en sus negocios el propietario diligente Conf. C. Civil Cap., Sala E, 16/3/1977, E.D.,
t. 74, pág. 184 (de ello se desprende, tomando como punto de partida la teoría de los actos
propios, que el adquirente no podrá ampararse en su impericia o ignorancia a fin de no
hacer frente a su responsabilidad de no haber descubierto un vicio que debió ser
advertido por un propietario diligente).
c) López de Zavalía entiende que “el vicio debe ser calificado de oculto o aparente a priori,
prescindiendo de un determinado y concreto adquirente, sólo teniendo en vista la cosa de que se trata y la
práctica seguida en la vida de los negocios con referencia a las operaciones que sobre ella se verifican. En
la imagen del adquirente medio, al tipo y oportunidad de examen que él verifica que hay que recurrir, y
sólo se tendrá en cuenta la visión de un perito, cuando por la naturaleza de la operación fuera de esperar
que el adquirente se hiciera asesorar por terceros, como acontecería si hubiera una complejidad técnica
en la cosa o se tratara de una operación de gran envergadura”.
El vicio debe revestir una entidad, tiene que ser grave, ya que según el art. 2164 debe hacer
a la cosa impropia para su destino (sin que ello importe un vicio irreparable), y además,
de haber sido conocido por el adquirente éste hubiese desistido de la operación, o hubiese
justipreciado el bien atento al estado del mismo.
Por otro lado, es valedera la aclaración realizada por el Dr. Borda (5) por medio de la cual
no debe reputarse como defecto oculto, la falta de una cualidad que el comprador
esperaba encontrar en la cosa, pero que no era usual en el comercio, o no se desprendía
naturalmente de la apariencia de la cosa o no fue garantizada en el contrato.
De lo expuesto por el Dr. Borda (5) vale hacer la aclaración que dicho tópico tiene estrecha
vinculación con el error sobre las cualidades de las cosas.
Ahora bien, ya planteados y analizados los requisitos que versan sobre la cosa en sí
misma, habrá de ponderarse la garantía en relación al tiempo, en tanto que el vicio debe
existir a la fecha en que se produce la adquisición arts. 2164 y 2168; “incumbe al adquirente
probar que el vicio existía al tiempo de la adquisición, y no probándolo se juzga que el vicio sobrevino
después”. En nuestra legislación, se exige para la transmisión de los derechos el título y el
modo, por lo cual el riesgo recién pasa al comprador al efectuarse la tradición de la cosa
vendida.
Resultado un elemento natural de los contratos, la garantía por los vicios redhibitorios
puede ser suprimida por la mutua voluntad de las partes, que así lo establecieron en el
momento de formalizar el acuerdo. Conforme al art. 2166 “Las partes pueden restringir,
renunciar o ampliar su responsabilidad por los vicios redhibitorios, del mismo modo que la
responsabilidad por evicción, siempre que no haya dolo en el enajenante”. A ello se agrega que la
estipulación, en términos generales (art. 2169), de que el enajenante no responde por
vicios redhibitorios de la cosa, no lo exime de responder por el vicio redhibitorio del que
tenía conocimiento, y que no declaró al adquirente A modo de resumen, se establece que
se responde por vicios redhibitorios cuando, tratándose de una enajenación a título
oneroso, la cosa transmitida en propiedad, uso o goce, tenga un defecto en su naturaleza;
que ese defecto sea oculto; que exista al tiempo de la enajenación; que sea grave y que no
haya convención expresa y válida que exima de responsabilidad al enajenante.
(5) Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil, Contratos, T. I, pág., 152, Ed. Abeledo Perrot.
Acciones:
Si el adquirente se encontrase fácticamente frente a la situación previamente descripta
tendrá opción de hacer uso de dos acciones posibles: la acción redhibitoria, y la acción
quantis minoris.
En la primera el adquirente demanda la resolución del contrato y la restitución de la suma
dineraria pagada en concepto de precio, con más los correspondientes daños y perjuicios.
En este caso, el adquirente no tiene intención alguna de conservar la cosa, porque la
misma no le resulta útil, sino que por el contrario con motivo de la existencia de la
turbación, el uso que pretendía darle es imposible, procurando así la disolución de la
relación contractual, con la restitución del precio y los correspondientes daños y
perjuicios.
La acción denominada quantis minoris (cuyo origen data del derecho romano) tiende a que
se establezca cuál es el verdadero precio de la cosa adquirida. Es así establecido por el art.
2174, que habla de la acción redhibitoria y determina que tiene acción para que se baje el
precio al menor valor de la cosa por el vicio redhibitorio.
Por otro lado, agrega el art. 2175 que el comprador podrá intentar una u otra acción, pero
no tendrá derecho para intentar una de ellas, después de ser vencido o haber intentado la
otra. El art. 2176 produce una cierta liberación de responsabilidad del vendedor,
determinando que para que éste deba pagar los daños y perjuicios, debía conocer, por su
oficio, la existencia de los vicios o defectos ocultos de la cosa vendida.
(8) C. Civil Cap. Fed., Sala A, 28/11/1957, causa 41.799; Sala D, 17/12/1954, L.L. t. 77, pág. 650.
La previsión del art. 4041 sólo versa sobre la resolución del vínculo contractual y la acción
quanti minoris, sin importar ello la ulterior indemnización por los daños y perjuicios
ocasionados.
Por otro lado, de entender que los vicios redhibitorios son producto del error de una de
las partes contratantes, el Código prevé un plazo diferente de prescripción. Al respecto
el art. 4030 establece que “la acción de nulidad de los actos jurídicos, por error, se prescribe a los dos
años desde que el error fuese conocido.”
En lo atinente al plazo prescripto por el Código de Comercio hay que hacer un
comentario previo, algunos tribunales han decidido que el plazo previsto en el art. 473 de
dicho ordenamiento no es de prescripción de la acción. Se trataría de un período dentro
del cual el comprador debe advertir el vicio intrínseco de la cosas para imputárselo al
vendedor. Recién una vez hecha la advertencia comienza a correr el plazo de
prescripción. Asimismo, este sector de la doctrina jurisprudencial ha establecido que el
plazo de prescripción es el previsto en el art. 847, inc. 3º del Código de Comercio (el cual
prevé cuál habrá de ser el plazo para la rescisión de un acto jurídico comercial).
El art. 847, inc. 3º prescribe que el plazo de cuatro años será válido “siempre que en este
Código, o en leyes especiales no se establezcan una prescripción más corta”.
La acción por vicios redhibitorios tiene como finalidad la rescisión del contrato por ser la
cosa inútil de conformidad con el destino que el adquirente habría de darle.
Por cuanto si se analiza separadamente la consecuencia natural e inmediata de la acción
de vicios redhibitorios que es la rescisión del contrato y por otro a la acción en sí misma,
sin consecuencia alguna, implicaría un vaciamiento del instituto.
El art. 473 prevé que el plazo de prescripción de seis meses opera desde la fecha de la
entrega de la cosa; lo expuesto evidencia lo desacertada que ha sido la norma. El plazo
debe de operar desde el momento en que el vicio se hace aparente, y no desde el momento
en que se materializa la tradición de la cosa objeto de la transacción; caso contrario
quedaría el adquirente desprovisto de toda acción respecto del enajenante, implicando
ello favorecer, incentivar a los comerciantes fraudulento a cometer actos lesivos a los
derechos de terceros que contratan de buena fe.
Esto ha sido subsanado por el sano juicio y crítica de los magistrados.
Por otro lado, para Pizarro y Vallespino, la prescripción es a los 3 meses. Estipulan,
además, los autores que el momento inicial para el computo de del curso de la
prescripción, debe ser el momento de la tradición de la cosa, pero si el comprador alega
que dichos vicios existían con antelación y puede acreditarlos, el plazo será a partir de la
entrega de la cosa.
Vale aclarar que en materia de vicios redhibitorios, en el terreno del consumo rige la Ley
de Defensa al consumidor (Ley 24.240), es decir, al margen de reglado por nuestro C.C.,
le LDC viene a complementar cuestiones que protegen al consumidor y aclaran el
panorama en función a la economía domestica actual.
La citada ley, aparte de hablar de los vicios, contempla su prescripción y ya ha sentado
jurisprudencia al respecto de su órbita de aplicación.
Se podría decir que hoy día es uno de las mecanismos más eficaces de protección para el
consumidor.
“El plazo de prescripción trienal establecido en el art. 50 de la ley 24.240 (Adla, LIIID, 4125) debe
prevalecer sobre el establecido en la ley de seguros, ya que el orden público que informa el art. 3° de la ley
de defensa del consumidor hace que todo contrato de consumo —en el caso, seguro de vida y
capitalización— deba regirse por los preceptos que en el caso resulten más favorables a esa parte más
débil de la relación negocial”.
En el caso planteado, para que hayan vicios redhibitorios tienen que darse las siguientes
particularidades:
a) Que existan defectos ocultos (es decir, que no sean notorios) y graves.
b) Que los mismos sean anteriores al momento de realizarse la compraventa.
c) Que de haberlos conocido con anterioridad no se hubiera comprado el vehículo, o se
hubiera pagado un precio menor.
d) Que por su profesión u oficio, el Sr. Fernández, no podría conocer los vicios.
Por lo expuesto parecería que se dan todas las particularidades, por lo que existirían
vicios redhibitorios.
Ahora, bien, se podría optar por dos vías distintas según lo se prefiera:
1) Acción quantis minoris: Intentar un reajuste del precio pagado (se intimaría a la
concesionaria MCARS S.A., para que devuelva una suma determinada de dinero, y si no
solicitarlo judicialmente).
2) Acción redhibitoria: Dejar sin efecto el contrato (se intimaría MACARS S.A .para que
devuelva el dinero y el Sr. Fernández le devolvería el vehículo, como si nunca hubiera
existido la compraventa).
A su vez (aunque esto en realidad es más complicado de probar), si judicialmente se
demuestra que el vendedor conocía los defectos, se podría reclamar también daños y
perjuicios (sólo si se intento dejar sin efecto el contrato).
Por otro lado, se estaría dentro de los plazos previstos para incoar las acciones
pertinentes.
La acción redhibitoria art 2174, que dejaría sin efecto el contrato, devolviéndose así lo que
las partes hayan recibido; en donde el MCARS S.A., deberá devolver el precio (más los
intereses y los gastos ocasionados por el contrato); al ser este de mala fe. Por conocer o
deber conocer el vicio oculto en razón de su oficio, pagará además los daños y perjuicios
conforme al art 2176. Mientras que el Sr. Fernández deberá devolver el vehículo, sin carga
alguna. O bien la acción quantis minoris, o acción estimatoria, que sería para el caso de que
el Sr. Fernández decida quedarse con el vehículo, a pesar de su vicio o defecto. Esto
llevaría a obtener una disminución o rebaja en el precio, en compensación por la
desvalorización que sufre la cosa a raíz del vicio (art 2174).
Como se dijo, se podría optar entre cualquiera de estas dos acciones, teniendo en cuenta
que intentada una de las acciones, ya no se podrá posteriormente intentar la otra..
Estas acciones nombradas anteriormente prescriben a los tres meses desde que el vicio
fue descubierto.
La doctrina y jurisprudencia en líneas generales, han sostenido que es preciso evaluar si
el adquirente ha podido darse cuenta o no de la existencia de algún vicio, a través de un
examen cuidadoso y atento de la cosa como el que usualmente se practica. Si no obstante
ello, no ha podido darse cuenta, el defecto será oculto y, si por el contrario, ha podido
conocerlo, aun cuando sea valiéndose del asesoramiento de terceras personas, el defecto
será considerado solo aparente. En este último supuesto, la circunstancia de ignorarlo
personalmente el adquirente, no le sirve de excusa.
Y siguiendo con dicho precedente, Mosset Iturraspe, afirma que un vicio es oculto
cuando no hay posibilidad de descubrirlo sin ensayo o prueba de la cosa o bien sólo puede
ser advertido por expertos o propietarios diligentes. Es aparente cuando puede ser
advertido, por ser visible o reconocible, por quien ejerce una profesión u oficio. Agrega el
autor que no siempre es razonable exigir del adquirente ensayo o pruebas, ni una
inspección capaz de descubrir defectos internos (Conf, Mosset Iturraspe, “Contratos”,
1984, pag. 416).
Como la premisa indaga respecto si se dan los supuestos, se puede decir que si, se dan en
el orden de ideas que a continuación se plantea:
a) El defecto se halla oculto, y es grave: La falla mecánica que lleva a que un motor de
automóvil “se funda” con solo 1800 Km. de uso, no constituye algo que se pueda apreciar
a simple vista. No resulta notorio a la percepción del Sr. Fernández al momento de
concretar la compra. Pasando aun por la inspección ocular y quizás mecánica, no puede
instalarse la suposición de que el motor se va a destruir. El vicio es de índole grave, su
aparición torna al vehículo inútil totalmente. En este punto se entiende que se dan los
supuestos para seguir con el análisis.
b) la existencia con anterioridad del vicio es algo que solo los peritos podrían probar en
este supuesto, dado que el Sr. Fernández acepta realizar la compra, en función de que el
vehículo que le están ofreciendo parece estar en perfectas condiciones y además tiene
pocos Km de uso. Se entiende que la concesionaria debió realizar las inspecciones
pertinentes y tomar los recaudos necesarios antes de poner a la venta el vehículo.
Es decir, la concesionaria entrega al Sr. Fernández, un automóvil que previamente
adquirió ésta. Para lo cual, en razón del oficio y profesión de la misma concesionaria, se
puede suponer que realizo la inspección pertinente antes de adquirir el vehículo para
luego comercializarlo.
Al margen de ello, la concesionaria cuenta con los técnicos, mecánicos y la estructura
que hacen a su superioridad en la relación con lo que un usuario común, como el Sr.
Fernández podría contar al momento de realizar la “inspección” pertinente anterior a la
compra.
Por lo expuesto se entendería que la estructura que posee MCARS S.A. es superior e
idónea a los efectos y pudo percibir las fallas que traía consigo el vehículo. Así todo, lo
puso en el mercado y lo ofreció como libre de todo vicio y apto para reemplazar a un
vehículo 0 km, que en principio era el objetivo del Sr. Fernández.
Es decir, MCARS S.A. Debió tener conocimiento de las fallas al momento que adquirió
el vehículo y no obstante ello, lo puso en circulación y peor aún, lo ofreció en sustitución
de un 0km. Que fue el objeto primero del contrato de compraventa.
El común de la gente, adquiere un automotor 0km por la idea de que no tendrá los mismos
problemas mecánicos o técnicos que pueden surgir en automóviles que ya vienen con un
uso y goce anterior.
Además de ser un vicio oculto, grave, preexistente, se puede agregar que MCARS S.A.
actuó con mala fe.
c) el punto en cuestión sería, que si en caso de conocer los vicios con anterioridad
hubiera accedido de igual modo a realizar la compra. En este punto el Sr. Fernández fue
por vehículo 0km, por lo que se permite inferir que no querría comprar un automóvil que
a los 20 días de uso no sirva mas o requiera una reparación total del motor, porque bien
se sabe que cuando un motor se funde, habrá que hacerlo a nuevo.
Por ello se entiende el conocimiento de dichas fallas hubieran servido para que la
operación no prosperara.
d) como bien se explico en este punto, a modo de requisito, en ningún punto de la premisa
se especifica que la profesión del Sr. Fernández esta vinculada con la mecánica
automotriz o similar y de lo expuesto se desprende que no tenia vinculación con dichos
conocimientos, por lo tanto no tendría por qué percibir dichas falencias a simple vista o
mediante un examen u poco más profundo por su parte.
Dados los presupuestos para considerar la existencia del instituto me permitiré ahondar
aun más y de la actual doctrina y jurisprudencia extraigo lo siguiente:
Del texto del art. 11 de la ley de defensa del consumidor surge claro la amplitud del concepto de vicio o
defecto, comprensivos tanto de los de fabricación como de diseño como los de cualquier otra índole, por
los que se debe responder en la comercialización de cosas muebles no consumibles (v. Japaze Belén
"Garantía legal por vicios de la cosa objeto del contrato. El derecho del consumidor a demandar la
sustitución del bien y la indemnización de los daños derivados" SJA 2/9/2009 Lexis nº003/014661; López
Herrera Edgardo "Teoría General de la responsabilidad civil" LexisNexis 2006, Cap. XV
Responsabilidad civil por productos defectuosos).
Laura Pérez Bustamante (Derechos del Consumidor p. 145 y ss) dice: "…La responsabilidad
objetiva y solidaria se erige como el pilar jurídico fundamental en que se apoyará quien haya sufrido un
daño en orden a conseguir el efectivo resarcimiento. Y ello es así, por la enorme dificultad que reviste para
el consumidor detectar en qué momento de la cadena de producción, comercialización, distribución o
transporte se originó el vicio que causó el daño con el fin de individualizar a quien corresponde la
reparación...Una política enfocada hacia la dilución de la posibilidad de resarcir los daños genera
despreocupación por el mantenimiento y elevación de la calidad de los productos y servicios, así como por
la seguridad de los mismos, lo que redunda en una desprotección del consumidor y es manifiestamente
contrario a sus intereses.... El consumidor, basándose en la responsabilidad objetiva y solidaria, puede
accionar conjunta o indistintamente contra uno, varios o todos los intervinientes de la cadena de
producción y comercialización... en el supuesto de responsabilidad del vendedor no fabricante, esta es
contractual indiscutiblemente y se asienta en el deber de seguridad (arts. 5 y 6 LDC) expectativa de
calidad y garantía de los productos que impone a los comercializadores obligación de inocuidad de los
mismos (art. 1198 C. Civil)...no puede considerarse tercero por el que no deba responder ni al elaborador
ni al resto de los componentes de la cadena de comercialización, razón por la cual la demostración de que
el vicio surge en el proceso de elaboración o en otro momento distinto y anterior a su llegada, no puede ser
atendida como eximente....Como dijimos no parece apropiado considerar que en el supuesto la causa del
daño ha sido ajena al vendedor, puesto que a él incumbe garantizar la inocuidad de los productos frente
al consumidor, de su obligación de garantía por la seguridad y calidad de los productos y por la
imposición del art. 40 sobre responsabilidad objetiva…"
Jurisprudencialmente, dijo la sala "C" de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial que "...en lo
que respecta a la atribución de responsabilidad por la negativa a cumplir la obligación de garantía, es del
caso considerar que Sevitar y Volkswagen Argentina S.A., en su condición de vendedora y distribuidora
—respectivamente— de bienes muebles no consumibles, son solidariamente responsables por el
cumplimiento de la garantía acordada al usuario —daños al vehículo—, como por los restantes
perjuicios inferidos al consumidor por riesgo o vicio de la cosa enajenada, como en el caso por la pérdida
del valor venal o la privación de uso del rodado (arts. 11, 13 y 40 de la ley 24.240)" (Cám. Nac. Com., sala
"C" in re "Helbling, Carlos M. c/Sevitar S.A. y otro" del 28/09/2001 en "Responsabilidad Civil y Seguros",
La Ley, 2002, p. 653).
Estas apreciaciones me conducen a nuevo campo normativo, quiero decir, que al Sr.
Fernández, al margen de asistirlo nuestro Cód. Civ. También lo protege la Ley 24.240,
más conocida como Ley de Defensa del Consumidor, dicha protección tiene su origen en
Nuestra Carta Magna, que después de la reforma de 1994, incorpora en su art 42. Todo
ello ha alcanzado en los últimos años, una importante influencia para los doctrinarios y
los magistrados. Es dable tener presente que en nuestros días dicha ley acompaña y
completa el normal desarrollo de la actividad comercial y las relaciones entre
consumidores y proveedores. Intentando de alguna manera equilibrar la balanza para la
protección de la parte más débil.
Con anterioridad a dicha norma, el común de los usuarios no contaba con la protección
necesaria y en muchas oportunidades, sus derechos se vulneraban por la parte más fuerte
de la relación, privándolos así de incoar cualquier tipo de acción tendiente a reparar
abusos o daños productos de una relación desigual en materia de consumo.
Este marco normativo actual nos brinda, además de publicidad respecto de los derechos
y obligaciones de las partes, protección y es un pilar fundamental en las relaciones
comerciales de nuestros días.
Pregunta Nº 4:
Como juez de la causa, de qué manera resolvería el presente
caso. (Utilice el modelo de sentencia del punto 9 de la
presente guía).
Al adentrarme en esta premisa se me suscitaron varios interrogantes, uno de ellos fue, si
la sentencia modelo era procedente para las acciones supuestamente incoadas por los
actores, pero mi interpretación fue, que el modelo era simplemente para tenerlo presente
en cuanto a las partes que debe contener una sentencia, es decir, su “forma”. Luego
entendí que ajustar el contenido de la misma a mis supuestos era incongruente, por el
tipo de sentencia (ejecutiva) de que se trata y la hallé en disidencia con lo yo que pretendo
plasmar a posteriori. Por ello, espero que el precedente desarrollo se encuadre
correctamente en lo solicitado por esta tutoría.
En cuanto al segundo interrogante, este ya de carácter constructivo, puesto que al
identificar los elementos de los hechos y el caso en sí mismo, se me abre un abanico de
posiciones a tomar por ambas partes, pero como mi papel, en este supuesto será de juez,
debo fallar en concordancia a los hechos, a las pruebas y en función al requerimiento del
demandante y demandado, siempre en consonancia con la sana critica y la razón.
Ello lleva a elaborar una sentencia con bases en las acciones incoadas, que a mi criterio
pueden ser mas de una, por lo cual me remito a atravesar el umbral de los supuestos y
recrear las posibles demandas y acciones por ambas partes, para así luego poder esbozar
un correcto fallo concordante, coherente y sustentado ampliamente.
I) Acción Redhibitoria
Ojala sea de vuestro agrado la elaboración efectuada y cumpla con lo propuesto por la
materia.
I) ACCION REDHIBITORIA
b) Corrido el traslado de ley, a fs. 127 y siguientes se presenta a contestar demanda, por
apoderado, MCARS S.A.
Opone excepción de prescripción en razón de las previsiones del Art. 4041 del Código
Civil, habida cuenta que desde que el accionante tomó conocimiento del daño y hasta que
efectuó su reclamo, transcurrieron con exceso los tres meses previstos por la norma para
intentar la acción redhibitoria o la quanti minoris.
Asimismo, contesta demanda formulando las negativas de ley y atribuye la
responsabilidad al demandante, señalando que el desperfecto se produce como
consecuencia de la elevada velocidad a la que se desplazaba la accionante, descuidando
todo tipo de previsión para con el vehículo, alega que no contaba con agua y aceite
correspondiente y que el combustible utilizado no era el adecuado. Con ese fundamento,
opone además excepción de falta de acción.
Finalmente funda en derecho, ofrece prueba y solicita que en su oportunidad se rechace
la demanda, con costas.
e) A fs. 272 luce agregada el acta que da cuenta de lo actuado en la audiencia preliminar,
iniciándose la actividad probatoria que se tuvo por concluida a fs. 379, donde se confiere
un plazo para la presentación de alegatos, derecho que fue ejercido por la demandada
MCARS S.A.(fs. 402/408) y el accionante (fs. 409/418).
A fs. 429 se llamaron estos autos para dictar sentencia, providencia que se encuentra
consentida; y
CONSIDERANDO:
I) En primer lugar cabe analizar la legitimación de las partes, del texto del contrato se
desprende claramente que la operación es realizada "Entre MCARS S.A. por una parte, en
adelante la VENDEDORA y por la otra el Sr. Fernández Benito..."
Ese boleto de compraventa fue suscripto por el aquí accionante y la Srta. Abeledo
Mariana, quien lo hizo por MCARS S.A. Tal como reza el sello aclaratorio puesto al pie
de la rúbrica.
Además, el recibo extendido como comprobante de entrega del pago por la suma de
Dólares estadounidenses setenta y cinco mil (U$S 75.000), fue confeccionado en un
formulario membretado como perteneciente a Mcars S.A.., tal como se desprende de fs.
53 (luciente en sobre reservado, a la vista en este acto).
Desde esta perspectiva y toda vez que no se han producido en autos otras probanzas
tendientes a demostrar lo contrario, cabe concluir que asiste razón en cuanto a la
legitimación de las partes favorable, tornándose abstracto el tratamiento a su respecto de
cualquier otra cuestión sometida a decisorio.
II) Seguidamente daré tratamiento la excepción de prescripción opuesta por la
demandada MCARS S.A.., quien argumenta que desde el momento en que se advirtió el
desperfecto o vicio oculto y hasta el inicio de esta demanda, transcurrió con exceso el
plazo de tres meses previsto por el Art. 4041 del Código Civil.
Anticipo desde ya que no daré abrigo a tal defensa Seguidamente daré tratamiento a lo
formulado como vicios redhibitorios.
Antes bien, lo que en estas actuaciones se persigue es la reparación de los daños y
perjuicios ocasionados, fueron provocados por el vicio de la cosa en los términos de la ley
de defensa del consumidor Nº 24.240. En esta litis, ora la acción redhibitoria, ora la quanti
minoris, en razón de los claros términos de la ley.
Sucede que verificada la relación de consumo, se torna operativa la aplicación de esta
norma al caso del que se trate. Y si en el marco de una relación de consumo o uso personal
-con arreglo a los términos de los arts. 1º y 2º de la ley 24.240- se intentase la acción
redhibitoria o la quanti minoris, se aplicaría de igual modo el plazo prescriptivo de tres años
previsto por la norma.
En efecto, sobre este punto se sostuvo que "...El Art. 50 de la ley 24.240 Dispone que las acciones
emergentes de esta ley prescribirán en el término de tres años. ¿Qué significa esto? La Ley 24.240 regula
todas las relaciones jurídicas emergentes de los contratos celebrados para consumo o uso personal que
encuadren en los arts. 1º y 2º... Podrá ocurrir que el consumidor vea reducido el plazo de prescripción a
tres años para demandar a un proveedor en virtud del vínculo jurídico cuya prescripción está sujeta al
plazo de diez años del Art. 4023 del Cód. Civil. Salvo este caso, que puede dar lugar a serias controversias
en razón de lo dispuesto por el último párrafo del art. 3º, en general este plazo de tres años favorecerá a
quienes celebren los contratos –más comunes- para consumo o uso particular, al otorgar mayor tiempo
para promover la acción; por ejemplo, el contrato de seguro (Art. 58, ley 17.418), el de transporte (art. 855
del Cód. de Com.), la acción de nulidad de los actos jurídicos (art. 4030 del Cód. Civil), la acción por
responsabilidad aquiliana (art. 4037 del Cód. Civil), la acción redhibitoria y la quanti minoris (art. 4041
del Cód. Civil)..." (Farina, Juan M.; su comentario a la ley 24.240 en "Código Civil y leyes
complementarias comentado, anotado y concordado", obra dirigida por Belluscio y coordinada
por Zannoni, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2001, T 8, p. 946, numeral 2, párrafos 2 y 3. El
énfasis por subrayado me pertenece).
En definitiva y tal como se desprende de las constancias de autos, el plazo previsto por la
norma para que opere la prescripción de la acción no había transcurrido al momento de
entablarse la demanda que nos ocupa, circunstancia que determina sin más el rechazo de
esta defensa.
III) Como quedó expuesto en el considerando precedente, a la especie resultan de
aplicación las previsiones de la ley 24.240 de defensa del consumidor (T.O. ley 24.999).
El Art. 40 de la norma mencionada, en referencia a la responsabilidad, señala:
"...Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderá
el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto
su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo
o en ocasión del servicio. La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que
correspondan. Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido
ajena..."
Como se advierte, la norma hace propio el criterio objetivo de responsabilidad
consagrado oportunamente en el art. 1113 del Código Civil; y obliga, además, a responder
solidariamente a toda la cadena negocial -importador, productor o fabricante,
distribuidor o proveedor y vendedor- por cualquier daño ocasionado al adquirente de un
producto o usuario de un servicio. Ello, claro está, siempre que ese daño se derive del
riesgo o vicio de la cosa comercializada o de la prestación del servicio del que se trate.
Sin embargo, el criterio adoptado por la norma no contiene distingos de ninguna especie
en cuanto a que el daño deba necesariamente verificarse exclusivamente en la persona del
consumidor. Por tanto, queda comprendida cualquier afectación producida en sus
derechos.
En este sentido, prestigiosa doctrina ha señalado que "...se refiere al supuesto del daño que sufra
el consumidor o usuario como consecuencia del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio. La
norma alude al daño en sentido genérico y no específicamente a un daño que pueda sufrir en su persona el
consumidor o usuario, sino a todo perjuicio resultante de un vicio que la cosa presente, con mayor razón
cuando este daño surja por el riesgo de la cosa o por la mala prestación del servicio. Queda abarcado todo
supuesto en que haya un menoscabo en el derecho del adquirente del bien, su pérdida o que lo hagan
impropio para su destino o disminuya el uso que de ese bien es natural obtener..." (Farina, Juan M.; su
comentario a la ley 24.240 en "Código Civil y leyes complementarias comentado, anotado y
concordado", obra dirigida por Belluscio y coordinada por Zannoni, Ed. Astrea, Buenos
Aires, 2001, Tº 8, p. 933).
También se señaló que "...en el ordenamiento de consumo campea el factor objetivo de
responsabilidad. En el análisis del art. 40 de la ley 24.240, que sería la norma principal en que se asienta
la responsabilidad por daños, el criterio que ella admite es la garantía que brinda al consumidor acerca
de los daños producidos por el riesgo o vicio de la cosa (en una visión dogmática, la falta de seguridad en
el producto que resulta por ello defectuoso). El damnificado no debe probar otra circunstancia que el
daño, pero éste debe provenir de la relación causal adecuada entre el hecho producido y el daño
reclamado..." (Rinessi, Antonio Juan; "Relación de consumo y derechos del consumidor", Ed. Astrea,
nº 143, p. 326).
Idéntico criterio adopta el Art. 40 de la ley 24.240, al señalar expresamente que "...Sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena..."
En tal inteligencia, acreditado que el daño al consumidor o usuario se produjo por el
riesgo o vicio de la cosa, "...el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio..." y pretenda liberarse de
responsabilidad, deberá demostrar que la causa del daño le ha sido ajena.
C) DAÑO MORAL:
VI) Los intereses se devengan desde el momento mismo en que se produjo cada perjuicio
objeto de reparación (Conf. CNCiv. En pleno; LL 93-667), puesto que la indemnización
de los daños y perjuicios ocasionados se adeuda desde el día en que el hecho ilícito o sus
consecuencias dañosas se produjeron, ya que el responsable incurre en mora, a todos los
efectos legales, desde el momento mismo de la comisión del hecho (Conf. CNCiv., Sala
"C", voto del Dr. Belluscio, ED 57-505 y sus citas: Colmo, "Obligaciones" pág. 94; Lafaille,
"Tratado de las Obligaciones", pág. 163; Salvat y Galli "Obligaciones en General", TI, pág.
106; Busso, "Código Civil Anotado", TIII, art.509, pág. 127; Rezónico, Estudio de las
Obligaciones", TI, pág. 137, Nº 7; Cazeaux y Trigo Represas, "Derecho de las Obligaciones",
TI, pág. 161). Y se adeudan sea que los daños hayan sido reparados o no (Conf. CNCiv.,
Sala C, voto del Dr. Belluscio recién citado; Sala E, causas 82.736 del 10-4-91, 120233 del
27/11/92 y 164.231 del 21/3/95, entre otras).
Ocurre que, si el capital se debe desde la fecha del siniestro y la obligación de indemnizar
también cubre los accesorios -como son los intereses-, no se advierte razón para que no
se devenguen o se devenguen desde la sentencia, cuando su finalidad es compensar el
tiempo en que el acreedor se vio privado de disponer del capital a que tuvo derecho desde
la producción del ilícito (Conf. CNCiv., Sala E, voto del Dr. Dupuis en causa 162.891 del
20/2/95).
Haciendo míos tales argumentos, los intereses liquidarán según la tasa aplicable a la
cartera de préstamos del Banco de la Nación Argentina desde de la fecha en que se
produjo el incidente, y hasta el efectivo pago de las sumas a las que se hace referencia en
el considerando que antecede. “…Corresponde aplicar la tasa activa cartera general (préstamos)
nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación Argentina”. Y agregó que “la tasa de interés
fijada debe computarse desde el inicio de la mora hasta el cumplimiento de la sentencia, salvo que su
aplicación en el período transcurrido hasta el dictado de dicha sentencia implique una alteración del
significado económico del capital de condena que configure un enriquecimiento indebido…”. (“Samudio
de Martínez, Ladislaa c/ Transportes Doscientos Setenta SA s/ daños y perjuicios
Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil 20 de abril de 2009”).
ANTECEDENTES DE HECHO
Alegó los fundamentos de derecho que estimó de aplicación, y terminó con la súplica de
que se dictara sentencia por la que se declare que la demandada ha incumplido el contrato
de compraventa de fecha 03 de Enero de 2013 y se le condene a abonar al actor la cantidad
de Dólares Estadounidenses diecinueve mil ochocientos (U$S 19.800). La cantidad de
Pesos Noventa y Seis Mil Seiscientos Cincuenta Y Ocho con Veintisiete centavos
($96.658.27 ctvs.) más los intereses legales, con imposición de costas causadas.
Recibido el pleito a prueba la parte actora propuso prueba documental, la que fue
admitida, librándose el oportuno despacho.
FUNDAMENTOS JURÍDICOS
Así, queda probado que en fecha 03 de enero de dos mil trece , el actor y la demandada
celebran un contrato de compraventa por el que ésta última, como vendedora, se obliga a
entregar a aquél, como comprador, un vehículo de importación de segunda mano marca
Porche Cayenne que, entre otras características, figuraba con fecha de matriculación 2012
y 1.800 km. recorridos teniendo aspecto de nueva, fijando las partes como precio la
cantidad de Dólares Estadounidenses Sesenta y Seis Mil (U$S66.000), cantidad ésta que
fue abonada por el actor mediante la entrega de un automóvil Coupe Mazda, valuada en
Dólares Estadounidenses Veinticinco Mil (U$S 25.000) por adelantado y lo restante,
Dólares Estadounidenses Cuarenta y Un Mil (U$S 41.000) en dinero en efectivo a la fecha
del contrato, que se encontraba renegociado y arrojaba tal saldo. También acuerdan las
partes, en el mismo contrato, una garantía que definen "de todo en general por tiempo de
doce meses, siendo piezas y mano de obra de cualquier deterioro por cuenta de la
vendedora sin gasto alguno para el comprador salvo en caso de siniestro", quedando
ampliados los compromisos de la vendedora en documento posterior (de 04 de Enero de
2013) al asumir aquélla "el cambio de aceite y de filtros como si recién salido de fábrica se tratara y
ya matriculado, sin gasto alguno para el comprador y en perfecto estado de montaje". Concertadas así
las voluntades, la entrega se verifica en fecha 4 de Enero de 2013.
Así las cosas, el día 23 de enero de 2013, el Sr. Fernández, en viaje a la Ciudad de Rosario,
motivo de su desempeño profesional como C.E.O. de la Compañía Multinacional
INGEMAX, (recibo de sueldo que lo acredita a fs. 10), con representación permanente en
todo el interior de nuestro país. Se percata de que el vehículo comienza a levantar
temperatura, de manera anormal y verifica en el tablero electrónico que esta estaba
superando la marca normal.
Se orilla al costado de la ruta, se comunica con un servicio de auxilio contratado por él en
forma independiente y es remolcado hasta la concesionaria autorizada por MCARS S.A.
en la Ciudad de Rosario.
Una vez allí, el primer informe del mecánico que se ocupa, arroja que el vehículo había
fundido el motor y que quedaba imposibilitado para su uso (informe a fs. 22/24).
No conforme con ello, el Sr. Fernández se comunica con un amigo en dicha ciudad que le
brinda el teléfono de otro taller mecánico de la zona, que se dedica exclusivamente a
vehículos de alta gama, como el de la cuestión.
Posteriormente, el Sr Aguirre Juan Martin, dueño y mecánico del taller CARS VIP SRL,
se presenta en la concesionaria autorizada y verifica que fehacientemente el motor del
vehículo se encontraba fundido, aduciendo que la falla era preexistente y que con motivo
de la profesión y oficio de la Concesionaria MCARS S.A. y de los técnicos que conforman
su staff de mecánicos, era imposible que no se hayan percatado de tal defecto. El Sr.
Aguirre le brinda un informe de la falla, presupuestando a su vez la reparación del mismo.
(fs. 28/30)
No obstante tal situación, el Sr. Fernández se comunica con su compañía de Seguros,
solicita le envíen un técnico mecánico a los fines de evaluar la falla y verificar si era viable
utilizar el vehículo en lo inmediato.
La empresa Alliance Seguros S.A. envía lo requerido y este mecánico, el Sr. Martínez
Emilio, verifica idéntica situación y también elabora un informe con el respectivo
presupuesto. (fs. 31/33).
Ante tales acontecimientos, el Sr. Fernández se comunica con MCARS S.A.
Concesionaria, a los fines de poner en conocimiento lo ocurrido y hacer valer su garantía.
La respuesta fue vaga e infructuosa. En varias ocasiones obtuvo la respuesta de “el motor
se ha de haber fundido por imprudencias en su uso, por falta de agua o aceite y por
conducirlo a una velocidad altamente elevada” (testimonial a fs. 14/16).
Para finiquitar la cuestión, el Sr. Fernández acepta que la empresa Alliance Seguros
traslade el vehículo y efectué la reparación, dado que por su calidad de asociado
(credencial a fs. 17) el acarreo no tendría costo y el tiempo prometido era relativamente
acotado, comparado con las otras dos opciones.
El presupuesto del mecánico ofrecido por Alliance Seguros ascendía a Pesos Cuarenta y
Ocho Mil Novecientos ($48.900). El tiempo acordado para la reparación seria de un mes
y una semana. (fs. 31/33)
El Sr. Fernández, agotando todas las vías extrajudiciales de acordar una solución, no ha
encontrado sustento a su reclamo y en entabla demanda en sede.
Posteriormente y ante la necesidad de cumplir con sus obligaciones laborales, debe
alquilar un automóvil para efectuar las visitas programadas en la Ciudad de Rosario, una
vez finalizada su gestión allí, debe regresar a Buenos Aires en avión, puesto que el tiempo
que difirió al problema con el vehículo, hizo que retrasara su agenda y deba apresurar su
vuelta por otro medio de transporte.
Posteriormente sufrió erogaciones propias por la falta del utilitario y debió zanjar esa
necesidad por medios alternativos de transporte. (Facturas en fs. 39/45)
TERCERO.- Así las cosas, sobre estos hechos acreditados en base a la documental
aportada, la parte actora pretende la condena de la demandada a abonar: la diferencia de
precio del vehículo por adolecer de los vicios redhibitorios que originan la acción incoada
Quanti Minoris por la suma de Dólares Estadounidenses Diecinueve Mil Ochocientos
(U$S 19.800).
El importe del alquiler del automóvil a la empresa Movilcar S.A. por seis días que asciende
a la suma de pesos diez mil novecientos ochenta y ocho con doce centavos ($10.988.12)
mas combustibles y kilómetros de exceso lo que constituyo unos pesos mil trescientos
cuarenta y dos con quince centavos ($1342.15) facturas de la empresa Movilcar S.A. y
YPF. (fs. 34/38)
El costo del vuelo de Rosario a Buenos Aires que fue de pesos cuatrocientos veintiocho
($428).
Agrega a la requisitoria la suma de pesos Treinta y Cinco Mil ($35.000), en concepto de
daños y perjuicios ocasionados por la privación de uso del vehículo.
En efecto, como así se expresa en la fundamentación jurídica de la demanda, lo que se está
ejercitando al respecto es la acción quanti minoris (de las dos acciones edilicias previstas
por el C.C. para el saneamiento de vicios redhibitorios) habida cuenta la entrega del
vehículo con una característica que, de haber sido conocida por el comprador hubiera
dado lugar a no adquirir el bien o haber pagado un precio inferior. Pero esta acción
verificada la relación de consumo, se torna operativa la aplicación de esta norma al caso
del que se trate. Y si en el marco de una relación de consumo o uso personal -con arreglo
a los términos de los arts. 1º y 2º de la ley 24.240- se intentase la acción redhibitoria o la
quanti minoris, se aplicaría de igual modo el plazo prescriptivo de tres años previsto por la
norma.
"...El Art. 50 de la ley 24.240 Dispone que las acciones emergentes de esta ley prescribirán en el término de
tres años. La Ley 24.240 regula todas las relaciones jurídicas emergentes de los contratos celebrados para
consumo o uso personal que encuadren en los arts. 1º y 2º... Podrá ocurrir que el consumidor vea reducido
el plazo de prescripción a tres años para demandar a un proveedor en virtud del vínculo jurídico cuya
prescripción está sujeta al plazo de diez años del Art. 4023 del Cód. Civil. Salvo este caso, que puede dar
lugar a serias controversias en razón de lo dispuesto por el último párrafo del art. 3º, en general este plazo
de tres años favorecerá a quienes celebren los contratos –más comunes- para consumo o uso particular,
al otorgar mayor tiempo para promover la acción; por ejemplo, el contrato de seguro (Art. 58, ley 17.418),
el de transporte (art. 855 del Cód. de Com.), la acción de nulidad de los actos jurídicos (art. 4030 del Cód.
Civil), la acción por responsabilidad aquiliana (art. 4037 del Cód. Civil), la acción redhibitoria y la
quanti minoris (art. 4041 del Cód. Civil)..." (Farina, Juan M.; su comentario a la ley 24.240 en
"Código Civil y leyes complementarias comentado, anotado y concordado", obra dirigida por
Belluscio y coordinada por Zannoni, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2001, Tº 8, p. 946, numeral
2, párrafos 2 y 3).
Y en el presente caso, desde que se efectuó la entrega al día siguiente de la celebración
del contrato y el incidente se produjo a diecinueve días posteriores, es decir el dia 23 de
enero de 2013, el actor no se ha demorado reclamar de la vendedora la rebaja del precio
por los vicios del vehículo según lo contratado.
Así, resultan legítimas las pretensiones articuladas en la demanda por cuanto las mismas
sí van encaminadas a obtener la exigencia de cumplimiento de determinadas condiciones
que fueron expresamente pactadas por las partes. En efecto, como se ha dicho, la
vendedora se comprometió a asumir los costes que surgieran durante un plazo de doce
meses por "piezas y mano de obra de cualquier deterioro salvo en caso de siniestro" y, en el presente
caso, consta que las reparaciones afrontadas por el comprador lo fueron dentro del
periodo de los tres años desde la fecha de la entrega. Cierto es que dichas reparaciones
se han efectuado por el comprador en otro taller distinto a los autorizados por la
vendedora pese a haberse concertado que fuera ésta la que asumiera las reparaciones, pero
dicha circunstancia no empece el derecho resarcitorio del comprador en los términos
planteados habiendo sido carga de la demandada el alegar y probar el ejercicio abusivo
del derecho que corresponde al comprador, esto es, la eventual diferencia de coste entre
lo aquí reclamado y lo que le hubiera supuesto a aquélla realizar las reparaciones o
sustituciones por sí misma, no habiendo comparecido a estos autos para alegar y probar
dicha circunstancia debiendo sufrir, por tanto, la falta de prueba de la misma.
FALLO
Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles saber que no es firme y que
contra la misma cabe preparar en este Juzgado recurso de apelación en el plazo de cinco
días desde la notificación, que será resuelto por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de La Plata.
Inclúyase la presente en el libro de sentencias poniendo en las actuaciones certificación
de la misma.
Así por esta mi sentencia lo pronuncio, mando y firmo.
06/06/2013