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La salvación la recibimos por gracia de parte de Dios, al creer en Jesucristo y aceptar sus
mandatos, ordenanzas y vivir para él.
De parte de Dios la salvación está asegurada ya que él no miente, ni se retracta de
habernos salvado.
Es decir que no es solo por las obras del hombre que Dios los hace salvos, sino que
también se requiere de Fe; pero finalmente la salvación se gana por la gracia inmerecida
de Dios, con el fin de que nadie se jacte por sus propias obrar.
Dios nos salvó por su gracia cuando creímos en él. Ninguno de nosotros tiene mérito en
eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que
hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo como lo dice
Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Filipenses 2.12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi
presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor.
Hebreos 2. 1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que
hemos oído, no sea que nos deslicemos.
Es por ese que el reino de Dios hasta el día de hoy sufre violencia como dice Mateo 11. 12
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los
violentos lo arrebatan.
CONCLUSIÓN