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UNIVERSIDAD MAIMÓNIDES Maestría en Geopolítica

Submódulo Nº 7

EL ESPACIO AÉREO Y EL ESPACIO EXTERIOR

Los textos contenidos en este submódulo pertenecen a los siguientes autores:


Primera Parte: Coronel (R) Hugo G. Sarno
Segunda Parte: Doctor Ricardo L. Quellet

CONTENIDOS

 Espacio exterior

 Antecedentes históricos

 Terminología

 Geopolítica aeroespacial

 Límite del espacio exterior

 Países actores en las actividades espaciales

 Troposfera, Estratosfera y Exosfera

 Consecuencias y soluciones del desarrollo de la actividad espacial

 Niveles de participación en la actividad espacial


Plan espacial nacional y su desarrollo

 Ejercicios de Autoevaluación

 Bibliografía Obligatoria

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Primera parte

¿QUÉ ES EL ESPACIO EXTERIOR?

El “espacio exterior” (llamado en algunas publicaciones ‘espacio ultraterrestre’) es el


que se encuentra más allá de la atmósfera. En él se encuentran los cuerpos celestes. El
hecho de que el espacio aéreo (la atmósfera) no tiene un límite superior definido, implica
simultáneamente que el espacio exterior tampoco tiene un límite inferior preciso. La
separación entre uno y otro espacio no interesa científicamente: sólo es interesante a los
efectos de la soberanía.
La “geopolítica espacial” -como toda geopolítica- comprende las ideas y los hechos que
se relacionan con el espacio exterior, persiguiendo una finalidad política, es decir, tras los
intereses de los Estados. No estarán solos: llegarán los intereses de las empresas.
Los intereses políticos se han volcado con preferencia sobre el espacio exterior más
próximo a nuestro planeta, donde se encuentran las órbitas satelitales. En cambio, en sus
mayores profundidades superiores, en las dimensiones del sistema solar y más allá, por
ahora los intereses son científicos: no se explora con satélites sino con sondas.

¿CUALES SON LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ACTIVIDAD


EN EL ESPACIO?

Las ideas sobre el espacio exterior registran la autoridad intelectual de cuatro hombres
famosos:

Nicolás Copérnico (1473-1543): polaco, considerado como uno de los creadores de la


ciencia moderna. Su pensamiento fue revolucionario; tuvo la independencia de juicio propia
de un genio al oponerse a las creencias rígidamente sostenidas en su época, de que la
Tierra era el centro inmóvil de todo el universo (teoría geocéntrica). En su obra “De
revolutionibus orbium coelestium”, cuyo primer ejemplar revisó en su lecho de muerte,
sostuvo la teoría heliocéntrica, por la cual la Tierra es uno de los planetas que gira alrededor
del sol. Sólo su muerte impidió que fuera víctima de la hostilidad religiosa.
Galileo Galilei (1564-1642): italiano de Pisa, fue otro fundador de la ciencia moderna
por sus descubrimientos en mecánica y astronomía. Entre otros aportes fundamentales en
física y matemáticas, perfeccionó el telescopio, con el cual realizó descripciones detalladas
de los cuerpos celestes, descubrió los cuatro satélites mayores de Júpiter, y confirmó la
teoría heliocéntrica de Copérnico. A pesar de haber sido colmado de honores en vida, el
Santo Oficio lo procesó en 1633 por su libro donde volcó sus convicciones astronómicas, y
lo condenó a la abjuración y a la cárcel. Galileo pronunció la abjuración y la condena a
prisión le fue conmutada por el Papa Urbano VIII, lo cual no fue óbice para que, en su
reclusión obligatoria continuara sus estudios hasta su muerte.
Johaness Kepler (1571-1630): alemán y contemporáneo de Galileo, matemático,
famoso por sus descubrimientos en óptica y astronomía. Se apoyó en la teoría heliocéntrica
de Copérnico, para formular las tres leyes que rigen las órbitas celestes de los planetas.
Como su contemporáneo, y siendo protestante, fue víctima de persecuciones religiosas.
Isaac Newton (1642-1727): inglés, famoso físico, astrónomo y matemático, descubridor
de la ley de gravitación universal, cuyas obras fueron la base indiscutida de los estudios
posteriores durante dos siglos. En su famosa obra “Philosophie Naturalis Principia
Mathematica” de 1687, además de la gravitación universal escribió algo que pasó
desapercibido: la teoría de los satélites artificiales. A diferencia de los anteriores, nunca fue
objeto de hostilidad y su fama y distinciones le acompañaron hasta su muerte.

Orbita: recorrido de un satélite o nave espacial que, bajo la atracción de la fuerza de


gravedad, gira alrededor de un cuerpo celeste.

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Las órbitas terrestres bajas son aquellas cuya altura respecto a la superficie de la Tierra
se encuentra entre 360 y 5.500 Km. En ellas orbitan los satélites que son utilizados para la
detallada observación de océanos y continentes, y de fenómenos climáticos. En cambio,
para comunicaciones se utilizan órbitas más elevadas, con el objeto de aumentar la
extensión del área terrestre que puede conectarse con el satélite.
Las órbitas de alta excentricidad tienen grandes diferencias entre su apogeo y su
perigeo (ver sus definiciones más adelante). Se las utiliza para aumentar el tiempo en que
un satélite puede comunicarse con una región terrestre. Sobre esa región estará el apogeo,
porque así el contacto puede hacerse a lo largo de la mayor parte de la trayectoria orbital.
Con frecuencia, son utilizadas por la Federación Rusa, país que las ha denominado
“Molniya”.
Las órbitas tienen un grado de inclinación respecto al plano del Ecuador. Cuando su
trayectoria pasa exactamente sobre los polos, su inclinación es de 90º. Cuando su
trayectoria se encuentra exactamente sobre el Ecuador, su inclinación es de 0º. En el primer
caso, se trata de órbitas polares, y en el segundo, de órbitas ecuatoriales. (Orbita
‘geoestacionaria’: Ver figura 3).

¿QUE TERMINOLOGÍA DEBEMOS RECONOCER EN LA MATERIA?

Apogeo: en una órbita satelitaria, punto de ella que se encuentra a la máxima


elevación respecto de la superficie del cuerpo celeste, alrededor del cual gira.
Carga útil: instrumento transportado por un vehículo de lanzamiento. Puede ser un
satélite, una sonda o una nave espacial.
Nave espacial: son todos los habitáculos, cabinas y plataformas preparadas para
contener y mantener seres vivos, en cualquier escala de la vida (desde microorganismos
hasta el ser humano), tanto en órbita de nuestro planeta como en trayectoria hacia las
cercanías de la Luna, o descenso en su superficie. Se pueden agrupar diferenciando el
objetivo final a alcanzar:
- En órbita terrestre: biosatélites, espacionaves, plataformas orbitales, naves
abastecedoras, vuelos tecnológicos y transbordador orbital reutilizable.
- Misiones lunares: espacionaves lunares, naves de descenso, laboratorios lunares y
móviles tripulados.
Estas definiciones pertenecen al Profesor Juan Jorge Cerutti en su obra “Introducción a
las actividades espaciales”, página 47.
Perigeo: en una órbita satelitaria, punto de ella que se encuentra a la mínima elevación
respecto de la superficie del cuerpo celeste, alrededor del cual gira.
Satélite artificial: carga útil funcional, en órbita alrededor de la Tierra, sin tripulación
biológica ni humana. Los satélites pueden ser agrupados de la siguiente manera (datos
tomados del Profesor Cerutti, obra citada, página 46):
- Satélites científicos: destinados al estudio del universo (astronómicos), al sol
(heliofísicos), al ambiente circunterrestre y atmósfera superior de nuestro planeta
(geofísicos).
- Satélites de aplicación: son los que han aportado en forma casi inmediata
numerosos beneficios de la tecnología espacial a la humanidad: meteorología,
telecomunicaciones, navegación, geodesia, teleobservación de los recursos naturales, y
oceanográficos.
- Satélites tecnológicos: son los que sirven de prueba para ser utilizados en un
futuro, como instrumentos de otros satélites.
- Satélites militares: son los que tienen relación con la seguridad o la estrategia de
un país, cuyos resultados son normalmente ocultados o distorsionados.
Los satélites tienen un período orbital: es el tiempo que tardan en dar una revolución a
nuestro planeta.
Los satélites tienen una determinada vida útil que depende, primero, de sus

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características técnicas (progresivamente, se ha logrado prolongar esa vida útil), y segundo,


de la altura de la órbita: cuanto más elevada es la órbita, más tiempo permanecerá orbitando
en ella, pudiéndose aprovechar totalmente su vida útil. En órbitas bajas, los satélites sufren
la mayor atracción de la fuerza de gravedad, progresivamente pierden altura hasta entrar en
la atmósfera y abandonar el espacio exterior para caer sobre la superficie de la Tierra,
siempre descendiendo paulatinamente (pues ningún satélite puede caer verticalmente).

FIGURA 1 FIGURA 2
ORBITA TERRESTRE ELEVADA
ORBITA DE ALTA
EXCENTRICIDAD

- Altura sobre la superficie


A: Región terrestre donde terrestre:
interesan las comunicaciones. aproximadamente 8.000
kilómetros.
B: Apogeo de la órbita. - A: ángulo de inclinación respecto
del Ecuador: 80º.
C: Peligro de la órbita. Por tener tal ángulo de
inclinación, se la considera órbita
cuasipolar. En este ejemplo
existe una mínima diferencia
entre el apogeo y el perigeo de
esta órbita.

Sonda: artefacto lanzado para explorar los espacios del sistema solar y sus cuerpos
celestes.
Vehículo de lanzamiento: (vector o cohete) artefacto que impulsa a una carga útil
hasta colocarla en su órbita alrededor de la Tierra, o bien, hasta colocarla en una trayectoria
hacia un cuerpo celeste del sistema solar.

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FIGURA 3

En esta figura
hemos graficado
una parte de su
trayectoria. Las
flechas indican
la dirección en
la que orbitan
los satélites,
acompañando la
ÓRBITA GEOESTACIONARIA rotación de la
(O DEOECUATORIAL O GEOSINCRÓNICA) Tierra hacia el
Esic.

CUALES SON LOS ANTECEDENTES INMEDIATOS DE LA ACTIVIDAD?

Algunos autores se han inclinado a considerar que los antecedentes inmediatos


comienzan con un famoso novelista francés, Julio Verne (1828-1905), cuya predilección por
la novela de aventuras en ambiente de imaginación científica le dio renombre mundial. Este
escritor publicó en 1866 su obra “De la Tierra a la Luna”, donde trató el viaje interplanetario,
novela que logró un mérito indiscutido al despertar el interés por la astronáutica.
En el siglo XX, varios estudiosos y científicos hicieron grandes aportes para lograr que
un instrumento creado por el hombre saliera de la Tierra más allá de la atmósfera. Son los
siguientes:
Edouardovitch Tsiolkosky (1857-1935): ruso, en 1903, antes que los hermanos
Wright cumplieran su primer hazaña aérea, publicó su libro “La exploración del espacio
cósmico por aparatos a reacción”, con el cual se anticipó medio siglo a los hechos, con sus
ideas. Estableció que el empuje de elevación debía lograrse con combustible líquido.
Robert Goddard (1882-1945): estadounidense. Escribió un libro famoso: “Método para
alcanzar altitudes extremas” en 1919. Pero pasó de las ideas a la práctica al dedicarse
desde 1926 a construir y ensayar cohetes con combustible sólido.
Hermann Oberth (1894-1979): rumano de nacimiento, actuó en Alemania tomando
renombre con su obra “El cohete para llegar a los espacios interplanetarios”, en la cual
demostró matemáticamente los principios en que hoy se basa la astronáutica. Participó en
los ensayos y construcción de la bomba V-2 alemana, con la cual se bombardeó Londres.
En su equipo estaba incluído Werner von Braun. Después de la segunda guerra mundial
pasó a los Estados Unidos como asesor, llamado por este último, su ex discípulo. Cuarenta
y seis años después de su renombrada obra, pudo presenciar el desembarco del primer
hombre en la Luna.
Robert Esnault Pelterie (1881-1957): francés, se dedicó a estudiar los motores a
reacción.
Werner von Braun (1912-1977): alemán, ya citado. En 1930 siendo aún estudiante,
ingresó al equipo dirigido por Oberth. Llegó a dirigir el Centro de Investigaciones de
Peenemunde (en la isla alemana de Usedom, Bahía de Settin sobre el Mar Báltico), donde
nació la bomba V2. Luego de la segunda guerra mundial, tomó en Estados Unidos la
ciudadanía de ese país y tuvo notable participación en la fabricación de los proyectiles-
cohetes estadounidenses. Se lo considera el paladín de los vuelos interplanetarios, pues sus

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investigaciones hicieron posible los viajes a la luna.


Indudablemente en los hechos, dos personalidades tuvieron un papel decisivo: Oberth
y su sucesor von Braun. Este último logró con éxito ‘perforar’ la estratosfera por primera vez
el día 3 de octubre de 1942, con un cohete lanzado desde la base de Peenemunde, que
alcanzó casi 90 Km. de altura. El objetivo no estaba en el espacio exterior: estaba en tierra,
pues se trataba de un cohete que estaría destinado -poco después- a lanzar una carga
explosiva a 190 Km. de distancia.

¿CUANDO COMIENZA A HABLARSE DE GEOPOLÍTICA AEROESPACIAL?

La geopolítica espacial se inicia cuando los vencedores de la segunda guerra mundial


-Estados Unidos y la Unión Soviética- se apoderan y reparten en 1945, lo que encontraron
en la planta subterránea del macizo montañoso Harz (entre la Alta y Baja Silesias), donde
Alemania construía sus bombas cohete V-2. Estados Unidos llevó 75 cohetes completos y
desarmados, y la mayor parte de los ingenieros balísticos. Por eso no necesitó construirlos:
los utilizó desde su territorio para enviar instrumentos a la estratosfera y a la ionosfera. En
cambio, la Unión Soviética capturó sólo dos cohetes completos y todos los manuales. Para
utilizarlos, tuvo que construir copias de esos prototipos.
Los objetivos de ambos países se orientaron hacia las siguientes áreas: la actividad
científica, la aplicación utilitaria, y la aplicación militar. A ellos, les siguieron después los
países más industrializados.
Actividad científica. Persiguió develar los interrogantes de un espacio desconocido,
entre los cuales citaremos los siguientes: las características de las capas superiores de la
atmósfera y su influencia sobre los fenómenos terrestres; el conocimiento de los cuerpos
celestes del sistema solar y los espacios ultrasolares; las órbitas y la influencia de la
gravitación de los cuerpos celestes y de otras energías; las posibilidades de lanzar
instrumentos fuera de la estratosfera para que circunvalen y regresen a la Tierra (satélites,
astronaves) y para que la abandonen y exploren el sistema solar (sondas); las posibilidades
de la vida en las capas superiores de la atmósfera y en el espacio exterior.
Aplicación utilitaria: se orientó hacia los siguientes temas: comunicaciones,
radioemisión y televisión; meteorología; conocimiento de la superficie terrestre, su
composición geológica, sus recursos minerales, la producción agrícola y sus plagas, la
contaminación y la erosión, la evolución forestal, el comportamiento de los glaciares, las
aguas, etc.; el auxilio posicional para la navegación marítima; la reparación, mantenimiento y
reemplazo de satélites; la colocación de estaciones orbitales para la observación
astronómica, para apoyar la actividad satelital y para otras experimentaciones.
Aplicación militar: hasta donde ha podido saberse, abarcó y abarca temas como los
siguientes: construcción de cohetes (llamados ‘missiles’) con ojiva explosiva (u otro
contenido de utilidad bélica), de uso táctico y estratégico; instalación de un sistema satelital
de observación y detección, con finalidad bélica y prebélica; interceptación y destrucción de
missiles y satélites; perturbación de las transmisiones y comunicaciones: probablemente
otros. (Es muy importante saber que los institutos de investigación estratégica sostienen que
los satélites de aplicación militar representan el 70% de todos los satélites en órbita).
Las jurisdicciones y los usos: Ni el uso ni la propiedad política en el espacio exterior,
preocuparon ni preocupan a las dos grandes potencias -Estados Unidas y la Confederación
Rusa-, que comenzaron a utilizarlo y que en 1955, ya tenían programas para lanzar
satélites. No se interferían, pero sí competían en una puja que se llamó ‘guerra fría’, una de
cuyas áreas fue la ‘carrera armamentista’. Esto explica que la mayor parte de las
exploraciones y objetivos científicos y técnicos para el espacio exterior, hayan sido
dedicados a esta dura rivalidad que llegó a construir sistemas de alerta, acecho y ataque.
El 4 de octubre de 1957, la entonces Unión Soviética puso en órbita el satélite “Sputnik
1” y treinta días después, el 4 de diciembre, el “Sputnik 2”. A su vez, los Estados Unidos
lanzaron el “Explorer I” el 31 de enero de 1958 y el 17 de marzo siguiente el “Vanguard I”.

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Así comenzaron los lanzamientos y estos satélites, y tantos otros, surcaron el espacio
orbitando alrededor de la Tierra.
En 1962, estaban en órbita unos cien satélites y algunos habían sido tripulados: el
soviético Gagarin recorrió una órbita el 13 de abril de 1961 (fue el primer astronauta) y los
estadounidenses Shepard y Grisson suborbitaron cinco minutos, poco después. En 1962,
los pilotos de uno y otro país cumplían ya prolongadas misiones en órbita.
Aquellas pequeñas cantidades de satélites que estaban en órbita al comenzar la
década de 1960, han crecido ininterrumpidamente. Desde 1957 hasta 1980 se habían
lanzado al espacio exterior las siguientes cargas útiles (satélites, sondas y naves):
- 1084 entre 1957 y 1969.
- 1429 entre 1970 y 1979 (total acumulado 2513).
- 1476 entre 1980 y 1989. (total acumulado 3989).

Estos datos numéricos han sido tomados del libro “Introducción a las actividades
espaciales” del Profesor Juan Jorge Cerutti (editado en 1991 por la Fuerza Aérea Argentina,
por intermedio de la Escuela Superior de Guerra Aérea).
No obstante, esas cantidades reflejan solamente una parte de la realidad. En efecto, la
mayor parte de los satélites lanzados están ya fuera de uso, agotada su vida útil. Se cree
que a mediados de la década de 1980, habría probablemente en el espacio exterior -como
mínimo- unos 5.000 objetos girando alrededor de la Tierra, de los cuales sólo unos 300
satélites estarían en uso. Por lo tanto, la mayor parte de esos 5.000 objetos está constituida
por satélites fuera de uso, piezas de las últimas etapas de los cohetes vectores, y trozos
provocados por distintas causas. En conjunto, el lenguaje común llama a todo esto ‘basura
espacial’. Si bien esa cantidad disminuirá progresivamente a medida que sus recorridos
orbitales se acerquen atraídos por la fuerza gravedad de nuestro planeta, donde serán
destruidos en parte por las altas temperaturas provocadas por la fricción con los gases
atmosféricos, se trata de una cantidad que se renueva constantemente. Fue comentado
extensamente el caso del satélite soviético “Cosmos 954” que, en 1978, cayó sobre Canadá.
Este y otros ejemplos plantearon el tema de la responsabilidad por los daños causados.
Pero este tema había sido antecedido por el de la jurisdicción y uso del espacio exterior,
temas de los que se tomó conciencia pocos años después del primer lanzamiento exitoso de
1957.
Los primeros satélites en órbita (eran 24 hasta 1959) sorprendieron a la humanidad. En
general, las reacciones políticas vieron con beneplácito estos avances científicos y debe
recordarse que, en todos los casos, ningún gobierno protestó porque un satélite pasaba
sobre su territorio. Evidentemente, no existía conciencia sobre soberanía a tan grandes
alturas, más allá de la atmósfera y, por otra parte, la ausencia de protestas dejó sentado el
hecho de que la soberanía en el espacio aéreo no era verticalmente infinita y plantearía un
problema en cuanto al límite superior de ese espacio.
Como vimos en la unidad didáctica anterior, la soberanía en el espacio aéreo fue
acordada en varias convenciones internacionales, pero: ¿hasta qué altura? Este aspecto no
había sido definido. De cualquier manera, el espacio exterior era políticamente novedoso.
¿Cómo se podría declarar y establecer en él la propiedad política? ¿Quién podría tomar
posesión en él e impedir o regular su uso por otros? ¿Alguien podría apoderarse de la
Luna? En esos momentos todo esto era impracticable y además, las inmensas dimensiones
de estos espacios parecían suficientes para admitir la presencia de los instrumentos
humanos, minimizados ante un escenario de vastedad gigantesca.
Sin embargo, creció la preocupación por los usos que se hacía del espacio exterior: no
solamente por los ingenios de finalidad bélica, sino también porque se tomó conciencia de
que cada país era atentamente observado desde satélites, y por las responsabilidades y la
protección que debían establecerse, ante la contaminación, los accidentes y los daños que
tienden a aumentar su frecuencia.
El caso de los países que se sienten minuciosamente observados y analizados desde

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satélites, ha sido una de las inquietudes políticas que persiste y que no encuentra respaldo
ni satisfacción: ningún país puede impedir ser observado desde el espacio exterior con
medios técnicos cada vez más perfectos, capaces de detectar tanto objetos cada vez más
pequeños, como detalles cualitativos, por ejemplo de su agricultura, de su geología, y de
otros aspectos de su territorio. Por ejemplo, la producción agrícola de un país puede ser
conocida anticipadamente por los dueños de satélites, pudiendo así especular, antes que el
productor, sobre las abundancias y las escaseces en uno y otro hemisferio, y su influencia
sobre los precios de venta.
Las Naciones Unidas fueron la institución donde se trató de establecer las ideas
básicas de un derecho internacional para el espacio exterior. Ya en 1959, sus miembros
acordaron organizar un Comité permanente para el Uso Pacífico del Espacio Exterior.

¿CUANDO INTERVIENEN LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES


EN ESTE CAMPO?

La primera decisión trascendente adoptada en una resolución de la Asamblea General


-punto de origen del derecho en este espacio- fue votada en el año 1963 (13 de diciembre).
En esa Resolución -tuvo el número 1962 de ese año- se establecieron tres grandes
principios para regir las actividades en el espacio exterior: 1) En provecho de toda la
humanidad; 2) En condiciones de igualdad y respetando el derecho internacional; y 3) Sin
apropiaciones de soberanía.
Estos tres principios eran aplicables en ese espacio y en sus cuerpos celestes, pero, ¿a
partir de qué altura sobre la superficie terrestre? No se definió este límite, razón por la cual
quedó planteado, primero, que la soberanía aérea cesa a cierta altura, aun no determinada,
y segundo, que las actividades en el espacio exterior -naturalmente, actividades políticas en
tanto están sustentadas en los presupuestos nacionales- deberían quedar condicionadas y
sujetas a los tres principios conocidos, es decir: si bien no habrá propiedad política, y el
espacio exterior queda abierto a todos los países, esa “libertad política de todos” no será
irrestricta. Vemos entonces que el antagonismo entre soberanía y libertad -que ya
conocíamos en cuanto al espacio aéreo- ha ido cediendo, por lo menos en las ideas y
normas internacionales, imponiéndose un derecho que impide la soberanía, pero también
condiciona la libertad.
Poco más de tres años después, aquellos tres principios se consolidaron en un tratado
que tuvo por título “Ley fundamental del espacio exterior”, votado por sólo una mayoría de
países miembros en el año 1967 (27 de enero). A éste, siguieron otros tratados que fueron
proporcionando el completamiento del derecho internacional para este espacio:
- 1968, sobre salvamento y devolución de astronautas;
- 1972, sobre la responsabilidad por daños provocados por objetos espaciales;
- 1973, sobre telecomunicaciones espaciales;
- 1975, sobre registro de lanzamientos;
- 1977, sobre modificación ambiental;
- 1979, sobre cuerpos celestes, incluso la Luna;
- 1984, sobre la Luna.

La realidad dista del cumplimiento del derecho. Los institutos de estudios estratégicos
más serios del mundo, han informado que aproximadamente el 70% de los satélites en
órbita, tiene finalidad prebélica y bélica, hecho reconocido en las Naciones Unidas, que han
declarado en su segunda convención sobre el espacio exterior:
“La creciente militarización del espacio, constituye una fuente de gran preocupación y
un posible obstáculo para la obtención de todos los beneficios posibles de la tecnología
espacial”.
“El desarrollo proyectado de sistemas ofensivos ha ensombrecido la utilización del
espacio exterior con fines pacíficos y útiles”.

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Esta realidad significa que las Naciones Unidas carecen de autoridad para imponer las
normas del derecho en el espacio exterior, no tienen capacidad de vigilancia en este
espacio, y también que los países más poderosos toman sus decisiones políticas al margen
de este organismo internacional. Por ello, la Comisión de las Naciones Unidas para el Uso
del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, no sólo tiene una Subcomisión de Asuntos
Científico-Técnicos, sino además un Comité ad hoc para la Prevención de una Carrera de
Armas en el Espacio Ultraterrestre, con sede en Ginebra, cuya intervención no ha dado
hasta ahora los resultados deseados.
La participación argentina en la preparación del derecho para el espacio exterior, ha
tenido un papel distinguido. Esta distinción no se debe solamente a la activa participación de
nuestra delegación, sino además -y sobre todo- a la brillante representación que cumplió un
argentino, el Doctor Aldo Armando Cocca, autor de una de las principales doctrinas jurídicas
en el tema.
En 1954 -tres años antes de la irrupción del “Sputnik 1” en una órbita- el Doctor Cocca
asentó en uno de sus trabajos sobre el espacio cósmico, la idea de que este espacio debía
ser “patrimonio común de la humanidad”, concepto que luego fue mundialmente aceptado y
que, la última Conferencia del Mar lo adoptó para los fondos marinos.
En 1965 y debido a sus méritos, el gobierno argentino nombró al Doctor Cocca
representante permanente ante la Subcomisión de Asuntos Jurídicos de la Comisión sobre
la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos. En esa Subcomisión fue donde
el representa argentino expuso sus ideas en las Naciones Unidas, destacándose en los
temas de salvamento de astronautas, de daños y responsabilidades, de la humanidad como
sujeto de derecho internacional (con los astronautas como sus representantes), del
patrimonio común que le corresponde, del límite inferior del espacio exterior, y del de la Luna
(“De Chapultepec al Beagle”, Juan A. Lanús, Editorial Hyspamérica, tomo II, 1986, pág. 151
a 158).

¿DONDE ESTÁ EL LÍMITE DEL ESPACIO EXTERIOR?

Desde el momento en que se establecieron normas para el uso del espacio exterior,
comenzaron a aportarse ideas sobre cuál debía ser este límite que sería simultáneamente,
el límite superior del espacio aéreo, donde debía culminar la soberanía del país subyacente.
Por supuesto, no faltaron quienes sostuvieron que tal delimitación era innecesaria. Los que
en cambio, creyeron en la necesidad de establecer un límite, han utilizado distintos criterios:
Criterio geofísico: se pretende establecer un límite superior de la atmósfera. Es
imposible de aplicar porque la densidad de los gases de sus capas superiores, disminuye
progresivamente, sin una finalización superior conocida con exactitud, y que, por otra parte,
no está a una altura uniforme sobre la Tierra. Esto significa que existe una transición cada
vez más tenue hacia el espacio exterior, sin límites exactos.
Criterio de aerosustentación: se propone adoptar la limitación superior del espacio
aéreo, hasta donde los aviones pueden sostenerse con sus planos, gracias a la densidad
del aire. Este criterio, por ser tecnológico, quedó superado por el propio progreso
tecnológico, cuando se utilizaron los aviones impulsados con el principio del cohete, que no
dependen, para aeronavegar, de la densidad atmosférica.
Criterio orbital: establece el límite inferior del espacio exterior en la altura mínima
(perigeo) de los satélites en órbita. Se trata pues, de un criterio tecnológico. Es superable en
la medida en que se logre utilizar con éxito órbitas cada vez más bajas.
Existen otros criterios, pero hemos mencionado solamente tres de ellos para que el
estudiante tenga noción de que se trata de un problema difícil de resolver por su
complejidad. Si bien desde 1967, este tema se encuentra en estudio permanente en el
correspondiente Comité de las Naciones Unidas, no se ha logrado resultado alguno hasta
1991. Por ello, ha comenzado a surgir consenso en varios países miembros, sobre la

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necesidad de dar un corte definitivo y a la vez práctico a esta situación compleja,


estableciendo de común acuerdo una altura fija sobre el nivel del mar ( podría ser de 90 o de
100 Km), criterio que todavía en ese año no ha sido sancionado.
Manuel Augusto Ferrer (h) sostiene en “Derecho Espacial” (Editorial Plus Ultra, página
188), que “la solución del problema (de este límite) debe lograrse antes de que los
acontecimientos puedan crear graves situaciones jurídicas o políticas”.

¿A QUÉ PAÍSES SE LOS CONSIDERA ACTORES


EN LAS ACTIVIDADES ESPACIALES?

Los países que por su capacidad científico-tecnológica, por su capital, y por su voluntad
política, desarrollan actividades propias en el espacio exterior, son los siguientes hasta 1989
(datos tomados de la obra citada del Profesor Cerutti):

País Vector Base/lanzamiento Cargas út.


propio Lanzadas
URSS si 3 2566
Estados Unidos si 3 1143
Com. Econ. si 1 65
Europea
Japón si 2 45
China si 3 25
India si 1 11
Israel si 1 1

Otros países utilizan vectores y satélites de los citados en el cuadro anterior. Se ha


convenido establecer cinco niveles de participación de los países en actividades del espacio
exterior, tal cual lo expuso en 1990 el Comodoro Miguel V. Guerrero durante una exposición:

Nivel Satélite Vector Tripulaciones Estaciones


permanentes
1º Contrata Contrata -- --
(pasivo)
2º Compra Contrata -- --
(pasivo)
3º Diseña y Contrata -- --
(activo) construye
4º Diseña y Diseña y -- --
(activo) construye construye
5º Diseña y Diseña y si si
(activo) construye construye

Los países que pueden ser clasificados en los niveles activos (3º al 5º), son los que
obtienen las siguientes ventajas:
- Primero, incrementar su capacidad tecnológico-científica de punta, con beneficios
irradiados hacia múltiples actividades no espaciales;
- Segundo, disminuir su dependencia tecnológica y política de las decisiones de
otros países:
- Y tercero, competir en un creciente mercado de venta de conocimientos.

Los hechos han demostrado que la actividad espacial proporciona poder y prestigio
políticos, y que han sido utilizados para crear dependencia a otros países. Esto ratifica que
todo avance tecnológico logrado, es un avance en el poder político.
Los países que podrían ser ubicados en un segundo nivel de progreso espacial, con
actividades propias, en general tratan:

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- De disminuir sus dependencias respecto de países más avanzados en estos


desarrollos.
- De satisfacer sus objetivos prioritarios (pueden ser de comunicaciones, de
seguridad, de recursos naturales, etc., según los casos).
- De participar en emprendimientos comunes con el objeto de ahorrar tiempo y
esfuerzos, obteniendo logros compatibles con sus intereses, logros que buscados sin
agruparse con otros países, serían alcanzados con muy prolongadas demoras.

Por último, los países que no realizan estas actividades o las realizan limitadamente,
pueden tratar de:
- No quedar totalmente marginados de la actividad espacial y disfrutar de sus
beneficios.
- Participar en emprendimientos comunes con países más avanzados en estos
desarrollos.
- Crear las bases para desarrollar estas actividades propias en el futuro.
-
¿QUÉ ES LA ÓRBITA GEOESTACIONARIA?
(a veces llamada geosincrónica o geoecuatorial)

Es una órbita ubicada sobre el plano del Ecuador a una altura aproximada de 35.500
kilómetros (ver figura 3). Si en ella se coloca un satélite girando en la misma dirección de la
rotación terrestre (hacia el Este), y si se desplaza a una velocidad que le permita cumplir
una revolución en 24 horas (el mismo tiempo en que la Tierra rota un giro completo), ese
satélite es visto siempre sobre el mismo lugar del Ecuador (de aquí el nombre de órbita
‘geoestacionaria’). Sin embargo, existen fuerzas que sacan al satélite de esta órbita, razón
por la cual se requieren maniobras especiales para restaurarlo en su posición correcta.
Esta órbita es utilizada preferentemente para las telecomunicaciones (televisión y
teléfono). A esa altura de 35.500 Km. (que equivale aproximadamente a 5,5 veces el radio
ecuatorial que es de 6.378 Km.), el satélite abarca el 49% de la superficie terrestre,
exceptuando los polos. Para enlazar la superficie terrestre completa (menos los polos),
teóricamente serían necesarias tres principales ubicaciones satelitarias: una posición
ecuatorial sobre el Océano Atlántico, enlazaría las estaciones emisoras y receptoras de
América con las de Europa y África; otra posición ecuatorial sobre el Océano Indico
enlazaría Europa, África, Asia y Oceanía; y una tercera posición ecuatorial sobre el Océano
Pacífico, daría el enlace entre el Extremo Oriente, Oceanía y América. Para completar las
comunicaciones hacia los polos, deben utilizarse satélites en órbitas polares o cuasipolares.
La órbita geoestacionaria tiene limitaciones para ubicar satélites de comunicaciones en
ella, por las restricciones que presenta el espectro de frecuencias. Esas posiciones son 188
y son administradas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), otorgando
turnos a los usuarios.
En 1976, los países atravesados por la línea ecuatorial (Ecuador, Colombia, Brasil,
Gabón, Congo, Zaire, Uganda, Kenya, Somalia e Indonesia), reclamaron su soberanía sobre
los segmentos de esta órbita situados sobre sus respectivos territorios (“Declaración de
Bogotá”), por considerar a esa órbita un ‘recurso natural limitado’ y porque hasta ese
momento, aún no se había estipulado dónde comenzaba el espacio exterior.
En 1976, año de esta Declaración, estaba ya en vigencia el Tratado de 1967, por el
cual los países no pueden hacer reclamo ni hechos de soberanía en el espacio exterior.
Además, esta órbita, por su gran altura, está completamente fuera del espacio aéreo donde
los países ejercen soberanía. Desde el punto de vista de ese Tratado, los países
ecuatoriales no tienen apoyo jurídico para tal reclamación.

¿QUÉ ASPECTOS DE SOBERANÍA PUEDEN QUEDAR AFECTADOS


CON LA ACTIVIDAD ESPACIAL?

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El Licenciado Juan Guillermo Milia ha desarrollado los tres aspectos que a su juicio
gravitan sobre la soberanía de los países sobreorbitados desde el espacio exterior (Ver
Revista “Geopolítica” Nº 37, página 77 y siguientes).
1. La ‘teleobservación de la Tierra’ que, desde 1972, comienza a ser sistematizada con
los satélites LANDSAT (EE.UU.) y SOYUZ (URSS), y que ha proporcionado información
sumamente útil en “agricultura, silvicultura, hidrología, geología, meteorología, oceanografía,
cartografía, prevención de desastres naturales, etc.”.
Con ello, la teleobservación permite conocer la “cantidad y calidad de los recursos
naturales que posee un país”, con ventaja a explotar por los que poseen estos satélites: la
exclusividad anticipada en obtener información. Chocan así dos posiciones políticas: el
derecho proclamado por cada país para poseer y disponer de su propia información, y el
proclamado por los dueños de satélites de libre exploración y uso del espacio exterior.
2. La “transmisión directa de televisión mediante satélites. Desborde de fronteras”.
Estas transmisiones pueden ser captadas por quien posea la antena receptora apropiada,
sin intermediación alguna. Estas transmisiones presentan características contradictorias: por
un lado, facilitan la difusión de la información en cualquier lugar, sin depender de las
estaciones transmisoras terrestres, y por otro lado, permiten difundir “informaciones
tendenciosas o distorsionadas” y además realizar “injerencias inadmisibles” en asuntos
internos de un país.
“Los peligros a que puede dar lugar el uso de esta moderna tecnología, pueden
resumirse en las siguientes cuatro grandes áreas:

a) Posibilidades de que los programas extranjeros sean contrarios a las leyes


nacionales de los Estados receptores;
b) La protección de los derechos de autor, ya menoscabados por la técnica moderna,
puede tornarse ilusoria;
c) Mayor influencia de intereses comerciales en los programas de televisión:
d) Avasallamiento de la diversidad cultural de los países receptores en beneficio de una
poca recomendable uniformidad cultural” (Milia, Revista citada, página 79).

Vuelven aquí a chocar dos posiciones políticas: la del país receptor, para preservar el
derecho a su propia cultura, y la de los que poseen estos satélites que pregonan la libre
utilización del espacio exterior.
3. El “sistema nacional de telecomunicaciones vía satélite”, que representa el ejercicio
propio de un país para “afianzar su soberanía e independencia”, operando “su satélite
doméstico”. Este sistema nacional es especialmente apropiado para los países de gran
extensión territorial, permitiendo la fácil llegada de la transmisión hasta sus regiones más
inhóspitas y apartadas.

¿QUÉ DEBEMOS CONSIDERAR AL ESTUDIAR LAS VENTAJAS Y DESVENTAJAS EN


ESTE CAMPO?

El espacio exterior tiene aspectos muy contradictorios. Por un lado, está sujeto a un
derecho internacional que suprime los intereses políticos individuales y permite importantes
beneficios para la humanidad, con resultados concretos. Pero por otro lado, la humanidad
(por intermedio de las Naciones Unidas) no tiene capacidad de control ni fuerza policial en
ese espacio, para imponer ese derecho. Ya expresamos que el 70% de los satélites en
órbita responden a finalidades bélicas, porcentaje suficiente para saber que en este espacio
cuenta mucho más el poder que el derecho.
En consecuencia, del espacio exterior pueden llegar tanto grandes beneficios como
grandes perjuicios para la humanidad.
Las grandes potencias industrializadas tenían, en la década de los años ochenta,

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proyectos muy ambiciosos para los espacios siderales. Se mencionaba la construcción y


puesta en órbita de una estación permanentemente tripulada, que haría las veces de
‘trampolín’ (o puerto cósmico), desde la cual se lanzarían sondas para enviar seres humanos
a la Luna y a Marte durante las primeras décadas del próximo siglo.
Sin embargo, las situaciones económicas que actualmente incluyen grandes deudas,
millones de desocupados, fábricas utilizando un bajo porcentaje de la capacidad instalada,
disminución de las ventas, proteccionismo, guerra comercial, han exigido una
reconsideración de aquellos proyectos costosísimos, fuentes de graves desinversiones, que
probablemente perderán prioridad durante varios años. El pulso económico-financiero de
estos países es el que nos dirá, con el transcurso del tiempo, cómo evolucionará esta
situación que ya ha causado perjuicios a las industrias espaciales.
La empresa privada participa en la actividad exterior, donde la explotación comercial
produce beneficios rentables: comunicaciones, televisión, conocimiento anticipado de los
recursos de la tierra, entre otras. Quedan pues, para los presupuestos nacionales, las áreas
de varias actividades científicas, de las de inteligencia estratégica, de los desarrollos bélicos
ofensivos y defensivos.

EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN

1. ¿Cuál es el interés que existe para definir un límite entre el espacio aéreo y el espacio
exterior?
2. ¿Cómo define Usted a la “geopolítica espacial”?
3. En el espacio exterior, ¿dónde prevalecen los intereses políticos y dónde los intereses
científicos?
4. ¿Para qué se usan las ‘órbitas bajas’ y las órbitas más elevadas.
5. ¿Cuándo comienza la ‘geopolítica espacial’ y por qué?
6. ¿Cuál fue la actividad científica espacial, la actividad utilitaria espacial y la actividad
militar espacial de Estados Unidos y de la Unión Soviética?
7. En el espacio exterior, Estados Unidos y la Unión Soviética, ¿se interferían o
rivalizaban?
8. Explique cuáles fueron los primeros satélites en 1957 y 1958.
9. ¿Qué principios se votaron en 1963 en la Asamblea General de las Naciones Unidas?
10. ¿Qué Tratado se votó en 1967 en la Asamblea General de las Naciones Unidas? ¿Fue el
único Tratado sobre el espacio exterior votado en la Asamblea?
11. Explique la participación de la delegación argentina en temas del espacio exterior en las
Naciones Unidas.
12. Explique los tres criterios presentados para determinar un límite superior del espacio
aéreo y a la vez límite inferior del espacio exterior. ¿Qué opiniones merecen? ¿Cuál
sería la solución práctica?

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Segunda parte

¿QUÉ ENTENDEMOS POR TRIDIMENSIONALIDAD DE LA GEOPOLÍTICA?

Aunque por nuestra formación aeronáutica, quizá deberíamos dar prioridad a lo que
podríamos denominar como una “geopolítica de espacio”, los estudios y convicciones
forjadas a lo largo de muchos años nos llevan a sostener la tridimensionalidad de la
geopolítica.
Queremos comenzar recordando que, para el pensador inglés Halford Mackinder, quién
dominara el corazón del continente euroasiático dominaría el mundo: en tanto que, para el
almirante norteamericano Alfred T. Mahan esa capacidad deviene del dominio de los mares.
Esta hipótesis tuvo mucho de realidad en los largos años del dominio de los océanos por
parte de los ingleses. Pero hay que agregar, y no sin cierta razón, que hoy existen quienes
entienden que la tercera dimensión, la dimensión espacial es la que va a predominar en el
futuro: de forma que el dominio del mundo va a pasar por el dominio del espacio.
La geopolítica es tridimensional, aunque sea admisible, desde el punto de vista
académico, dividirla en esas tres ramas. Pero ello nada mas porque los asesores tendrán
que especializarse en áreas de esta ciencia, cuya amplitud y complejidad hacen difícil que
puedan ser abarcadas por una sola persona, de forma que el decisor, que debe
pronunciarse a nivel político, pueda hacerlo por encima de que el dictamen alcance a uno u
otro ámbito a la vez.
Tomo, por caso, a Argentina, con grandes espacios terrestres y marítimos, y, por
consiguiente, aéreos y espaciales. Pues bien, ninguno de esos ámbitos puede tener
preeminencia sobre otros, en razón de que el decisor deberá pronunciarse, tanto cuando
haga a la tierra, al mar, o al espacio aéreo, o a todos en su conjunto, y, en definitiva sin
desconocer a ninguno.
Me referiré aquí a la tercera dimensión de la geopolítica: la que corresponde al espacio
aéreo, dentro de la cuál será preciso hacer otra pequeña subdivisión.
No voy a hablar del aire, sino del espacio exterior, en donde Argentina ha tomado una
posición, una actitud como Nación. Esto es, decidir si vamos a participar de la actividad
espacial y en que medida lo vamos a hacer: o si vamos a quedarnos a esperar que alguien
venga a ofrecernos algún servicio, que nosotros no hemos sido capaces de desarrollar por
nuestra propia cuenta. El trabajo resulta, así, un aporte a la tesis por la cuál la adopción de
un Plan Nacional Espacial constituye un ejercicio de soberanía, dentro de un contexto de
acciones geopolíticas, sin perjuicio de su inclusión en el esquema científico-técnico del país.

¿COMO PODEMOS CARACTERIZAR LAS ACTIVIDADES ESPACIALES?

Procuraremos ahora caracterizar las actividades espaciales, que niveles de


participación son posibles, algo de la situación actual de la Argentina en este campo y,
quizás, incursionar en algunos de los objetivos que, para el quehacer, tendrá que determinar
nuestro país.
Aunque sus raíces puedan llegar más lejos, lo concreto es que la historia de la
actividad espacial presenta dos etapas principales. La primera fue aquella en la cuál solo
EE.UU. y la ex U.R.S.S. se ocuparon de ella, cosa que se prolongó hasta los años70. Por
entonces, los resultados directos que podían dejar beneficiaban solamente a esos dos
países. Hubo a continuación una segunda etapa, en la que, de manera creciente, otras
naciones fueron incursionando en la actividad espacial, en distinto grado y de manera
conjunta o individual. Una característica de esta etapa es que los beneficios comenzaron a
extenderse y van llegando hoy día a vastos sectores de la población. Quien hoy posea el
sistema de cable puede recibir numerosos canales, 20 o 30 de ellos extranjeros. La
actualidad de todo el mundo se recibe a través de la CNN: algún especialista en estrategia
ha dicho que estamos viviendo el mundo de la CNN. De manera que estamos informados

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sobre lo que sucede, por ejemplo en Ruanda, o qué pasó con el coche - bomba en Sudáfrica
aunque, por caso no tengamos idea sobre qué está pasando en algún pueblo de la
Patagonia que ni si quiera tiene agua. Todo deviene de la utilización del espacio, de la
actividad espacial.
Éste campo presenta, asimismo, otras características muy específicas e importantes
que debemos destacar:
1) Las actividades están principalmente dirigidas, financiadas y
administradas por el Estado.
2) La actividad privada incursiona lentamente porque es necesario un
tiempo prolongado para la concepción y explotación, ya que estamos hablando de lapsos
de 10 años, plazo normal para diseñar y colocar un satélite en el espacio.
3) Se requieren inversiones millonarias. ¿Que empresario va a correr el
riesgo de encarar un emprendimiento de estas características que, además, tiene el
agravante de no existir garantía cierta de que, aún con un lanzamiento afortunado, no
alcanzarse el objetivo de colocar el satélite en órbita, tal como lo demostró la tragedia del
“Challenger”, con la que se perdieron no solo valiosas vidas humanas, sino también
cientos de millones de dólares y hasta debió detenerse el programa por espacio de tres
años. Otro ejemplo del grave riesgo ha sido el conocido caso del telescopio orbital
“HUBBLE”, al cual, una vez en órbita, se le detectaron fallas, que hubo que corregir con
ingentes gastos.
4) Estas actividades son, intrínsecamente, internacionales. Solo
potencias como EE.UU., la antigua U.R.S.S., Francia, e India o Tailandia han sido
capaces de afrontar las enormes erogaciones que demandan el estudio, la investigación
y el desarrollo de las actividades en el espacio. En síntesis, para abordar la actividad en
el campo espacial, la mayoría de los países tienen que buscar socios.
5) Finalmente, y derivada de la anterior, existe una quinta característica:
se ejecuta en un ámbito en el que el concepto clásico de soberanía desaparece, y para
nuestra exposición quizá convendría comenzar por desarrollar este aspecto, a fin de que
se entienda mejor el otro concepto que reina en el espacio.

¿QUE RELACIÓN PODEMOS ESTABLECER ENTRE EL ESPACIO EXTERIOR


Y LA SOBERANÍA?

El espacio exterior se extiende en todas las direcciones y no tiene límites ni


demarcaciones fijas. Todavía los hombres de ciencia no han llegado a un acuerdo cabal
para definirlo ni establecer el significado exacto de algunos de los términos que se emplean
para describirlo.
Un buen punto de partida, puesto que es una clave importante en el estudio, parecería
ser la corteza atmosférica, o de aire, en que está envuelto nuestro planeta. La atmósfera
terrestre consta de cuatro capas o niveles: la troposfera, la estratosfera, la ionosfera y la
exosfera.

¿QUÉ ES LA TROPOSFERA?

La troposfera es la capa de atmósfera en que vivimos actualmente, tiene una altitud de


16 a 17 kilómetros en la línea ecuatorial y de 7 a 8 kilómetros en los polos, caracterizándose
por cambios de temperatura rápidos. En el Trópico, ésta oscila entre la temperatura terrestre
y aproximadamente 73.33 grados centígrados bajo cero a su altitud máxima; en cambio, en
el punto mas alto, sobre las regiones polares, las temperaturas alcanzan a los 51.11 grados
centígrados bajo cero. La troposfera contiene aproximadamente un 75% de gases que
constituyen la atmósfera terrestre, además de la mayor parte de la humedad y el polvo. Por
lo común las nubes también se hallan circunscriptas a esta capa.

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¿QUE ES LA ESTRATOSFERA?

Se extiende desde el límite superior de la troposfera hasta un nivel de 80 a 100


kilómetros de altitud sobre la superficie terrestre y es extremadamente rara, o poco densa,
en comparación con la Troposfera. También se la denomina capa isotérmica, debido a que la
temperatura permanece casi constante, aumentando sólo levemente, según se aumenta la
altitud. La capa inferior de la estratosfera permanece fría y clara, siendo la temperatura
promedio de aproximadamente 55 grados centígrados bajo cero. La estratosfera contiene
poco menos del 25% del peso total de la atmósfera terrestre.

¿QUÉ ES LA IONOSFERA?

La tercera capa, la ionosfera comienza dónde termina la estratosfera y se extiende


hasta altitudes que se han calculado distintamente entre los 200 y 500 kilómetros de la
superficie terrestre. Se llama así porque se compone de iones, o átomos, o moléculas
electrizadas. La temperatura aumenta gradualmente según se acrecienta la altitud, hasta
aproximadamente los 2.200 grados centígrados. La ionosfera refleja las ondas hertzianas, lo
cual hace posible la comunicación radioeléctrica a larga distancia. Aunque sus moléculas y
átomos se hallan mucho mas distantes entre si que los del aire subyacente más denso, la
ionosfera protege al planeta contra objetos, como los meteoritos, que penetran en la
atmósfera.

¿QUE ES LA EXOSFERA?

En el nivel más elevado de la atmósfera está la exosfera, o región exterior, que algunos
han preferido describir como el comienzo del espacio. La exosfera se caracteriza por una
temperatura uniforme de unos 2.200 grados centígrados. Las pocas moléculas de los
diversos gases del aire allí presentes no están tan apiñadas entre si y apenas ofrecen
resistencia aerodinámica. Puesto que la exosfera es la capa superior de la atmósfera, con
frecuencia se escapan de allí moléculas de aire hacia el resto del espacio distante.

¿QUE TIENE DE DISTINTO EL CONCEPTO DE SOBERANÍA EN EL ESPACIO?

El asunto de si existe, o debe existir, una línea de demarcación entre el “Espacio Aéreo”
(según se conoce el término n acuerdos internacionales y estatutos locales) y el “Espacio
ultraterrestre” se relaciona con el aspecto mas amplio de la soberanía nacional.
Los convenios existentes sobre vuelos internacionales se limitan a la soberanía en el
espacio aéreo sobre el territorio nacional y no se aplican al espacio ultraterrestre. Un
acuerdo de esta naturaleza generalmente reconocido es la Convención de Chicago de 1944.
Aunque ésta determina la absoluta y exclusiva jurisdicción de cada nación en el espacio
aéreo sobre su territorio, no define el término “espacio aéreo” de por sí.
No obstante, se definen las “aeronaves” como ingenios que obtienen su sustentación
en la atmósfera mediante las reacciones del aire. Por lo tanto, parece que esta definición no
podría, lógicamente, extenderse hasta incluir vehículos espaciales, cuyas actividades
principales ocurren mas allá de la región de vuelos aerodinámicos.
En el Acta de Aviación Federal, de 1958, Estados Unidos afirma su soberanía en el
“espacio aéreo” sobre su territorio y sus aguas. Pero ningún lugar se define “espacio aéreo”,
aunque se describe “aeronave” como “cualquier invención actualmente conocida, o que se
invente en lo futuro, empleada o diseñada, para la navegación o vuelo por el aire”. Al igual
que Estados Unidos, la ex Unión Soviética nunca ha reconocido límite superior alguno de su
soberanía. A pesar de que el principio de la soberanía en el aire está estipulado en el Código

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del Aire de la ex U.R.S.S. que fue aprobado por el Comité Ejecutivo Central y el Consejo de
Comisarios Populares, en 1935, tampoco se define “espacio aéreo”.
Los especialistas en jurisprudencia son del parecer general que dentro del derecho
internacional actual ninguna nación tiene fundamento legal para objetar los recorridos
orbitales de los satélites por sobre su territorio en vista de que, según el derecho
internacional, el espacio sobre los mares y las regiones terrestres sin reclamar es libre. Esto
indicaría que no es necesario obtener consentimiento para colocar satélites en órbita.
Pero los progresos de la ciencia y la técnica en el espacio están reconduciendo al
concepto de soberanía, que va mas allá de una línea real o imaginaria. Una de las
actividades ajenas a la vieja idea de frontera es precisamente la de la radiodifusión directa
desde satélites que, prescinde de estaciones terrenas y sus emisiones son recibidas
directamente por los televisores hogareños.
Televisión Directa al Hogar S.A. (T.D.H.), la primera empresa que está preparando la
prestación en la Argentina del Servicio de Televisión Hogareña por satélite, firmó con
NAHUELSAT el contrato de facilidades satelitales que le permitirá comenzar sus
transmisiones próximamente. El acuerdo con NAHUELSAT permitirá a T.D.H. comenzar sus
servicios con una cobertura que alcanzará a las Provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa
Fe, Mendoza, San Luis, La Pampa y Entre Ríos.
Con un mercado natural en las Zonas rurales del país, T.D.H. proyecta llegar a todo el
país con un sistema de televisión digital una vez que el NAHUEL definitivo esté en órbita.
Esto trae una serie de consecuencias, no solo respecto de la soberanía, sino también
de la responsabilidad y los derechos fundamentales del hombre y de los Estados, e,
inclusive, de aspectos, tales como los relativos al derecho a la intimidad1.
Esto ha generado una seria divergencia en los ámbitos internacionales en que el tema
es tratado (Comisión de las Naciones Unidas para los Usos Pacíficos del Espacio
Ultraterrestre) entre los defensores del principio de no intervención en los asuntos de
jurisdicción interna de los Estados, consagrado en el artículo 26 de la carta de las Naciones
Unidas, y los que defienden el principio de libertad de exploración y utilización del espacio
ultraterrestre, contenido en el artículo 1 del tratado de 1967 sobre el espacio.
Así, la brecha es cada vez mas grande entre los sostenedores del consentimiento
previo como requisito indispensable para el despliegue de estas actividades y los
defensores de la libertad de información.

¿QUE CONSECUENCIAS Y SOLUCIONES TRAE EL DESARROLLO DE LA


ACTIVIDAD ESPACIAL?

¿Cómo podemos, entonces, promover actividades espaciales esenciales para el


progreso científico y aún así permitir que cada Estado defienda su cielo de la observación, la
radiodifusión y las actitudes hostiles? La solución tiene que producirse en la forma de una
contemporización entre la absoluta libertad en el espacio, por una parte, y en la absoluta
soberanía del estado subyacente, por la otra.
Es cosa generalmente reconocida que deberá existir algún límite superior para esa
soberanía nacional, pero no se ha llegado a ningún consenso en cuanto a su determinación.
Numerosos estudios indican que la soberanía nacional terminaría en el borde superior de la
atmósfera.
Desafortunadamente, no existe ningún acuerdo universal en cuanto a dónde,
exactamente, radica ese punto. Porque, como hemos visto, la atmósfera terrestre no tiene
un límite fijo, sino que se enrarece gradualmente según aumenta la altitud, hasta que se
vuelve imperceptible el último vestigio del aire. Por consiguiente no es extraño que se haya
calculado que el límite superior de la atmósfera va desde un mínimo de 16 km. (límite de
1
Williams Sylvia M.: Los países de América Latina ante la puesta en marcha de la radiodifusión directa desde
Satélites. Revista del Colegio de Abogados. Bs. As. 1986.

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aptitud biológica del hombre para respirar sin aparatos), hasta un máximo de 500 km.,
donde posiblemente se hallarían los últimos vestigios más remotos de aire.
Otros han propuesto fijar la demarcación en el límite de altitud de la sustentación
aerodinámica, o en el punto donde no se manifiesta la gravedad, o en altitudes, más o
menos arbitrarias, de 500 a 960 kilómetros.
Al menos se ha recomendado un límite que guarda una relación crítica con el vuelo
espacial: la “Línea Karman”, así llamada en honor de Teodoro Karman. Esta es una curva de
altitudes y velocidades, cuyos puntos se conectan donde termina la sustentación
aerodinámica y comienza a manifestarse la fuerza centrífuga. Actualmente, se estima que la
“Línea Karman” se halla a unos 90 km. de la superficie terrestre.

¿COMO SE PUEDE HACER PARA EJERCER SOBERANÍA EN EL ESPACIO?

Como suele suceder con la mayoría de nuestros problemas, el asunto de la soberanía


en el espacio ultraterrestre no tiene una solución fácil. Aún desde el punto de vista militar, sin
embargo, parece que se logrará algún propósito analizado detenidamente el tema en el nivel
internacional.
Además es importante que reconozcamos la magnitud de la oportunidad que se nos
presenta, pues tendrá que ser necesario realizar un gran esfuerzo de proyección y
prospectiva para evaluar cabalmente las posibilidades y exigencias del mañana, sobre la
base de los conocimientos que poseemos en la actualidad.
Lo que hay que hacer, entonces, es pensar seriamente cómo hacer para ejercer algo
de soberanía en el espacio exterior. ¿Cómo podemos ejercer un poco del viejo concepto que
encerraba la idea de soberanía?, ello se puede lograr a través de los caminos que se usaron
siempre: con presencia efectiva.
El espacio no puede ser parcelado, pero hoy nadie nos puede impedir estar. Si yo no
estoy, no puedo opinar todo lo que quiera, pero será “desde la tribuna”. Si quiero meterme
en serio en un partido tengo que estar en el campo deportivo donde se juega. Nos hallamos,
entonces, ante una decisión política de la mayor importancia. Argentina estuvo y está, en su
tierra, en su mar y en su espacio aéreo. Ejerce en ellos su soberanía. Se trata ahora de
decidir si va a estar en el espacio exterior: si va a participar en la ocupación y uso del
mismo; si va a tener en él una “soberanía” a la que allí ejercen otras naciones.

¿CUALES SON LOS NIVELES DE PARTICIPACIÓN EN LA ACTIVIDAD ESPACIAL?

Para adoptar esta decisión, importa mucho tener claridad sobre si debemos “estar” y,
sobre todo, en que medida. Esta claridad puede surgir de un somero repaso de los niveles
de participación que se presentan en la actividad espacial.
Primer nivel: Alquilo o contrato un servicio. Busco un satélite y alquilo parte de su
sistema de comunicaciones, un “trasponder”. Con solo una parte puedo hacer maravillas. Ni
que decir lo que es posible realizar disponiendo de 24 secciones, o mas, que tiene un
satélite; se bajan y se envían mensajes de todo tipo, se ven canales de T.V., se reciben
datos, se habla por teléfono, por radio, se establecen teleconferencias, etc. Pero todo eso es
posible porque ya alguien se preocupó y corrió riesgos para que se pueda disponer de ese
servicio.
Segundo nivel: Comprar un satélite. Argentina adquirió dos. Se trata de un equipo de
Canadá, porque ese país ya lanzó el 3 y el 4 . El; 1 y el 2 quedaron sin uso, aunque están
todavía activos Nuestro país lo compró y con el combustible que le restaba, se le cambió el
recorrido, la órbita, colocándolo en una posición en que se puede usar en Argentina. Se trata
de un primer paso que, seguramente, será seguido por otros.
Tercer nivel: El país diseña y construye una plataforma satelital y contrata el
lanzamiento.

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Cuarto nivel: El país diseña y construye, no solo la plataforma, sino también el


lanzador. Tiene la capacidad de inyección orbital propia, que no tiene por qué ser exclusiva .
Al decir “propia” estoy refiriéndome “a nosotros y nuestro o nuestros socios”. Es, entonces,
muy claro que requiere una decisión política.
Quinto nivel: Ídem al nivel anterior, agregándole la capacidad de supervivencia
humana en el espacio.
Estos niveles implican distintos grados de desarrollo tecnológico y de capacitación de
los profesionales participantes. En lo que sigue, caracterizaremos a los dos primeros como
pasivos, pues no incluyen desarrollos propios ni construcción de algunos de los
componentes de un sistema espacial, mientras que a los otros los consideramos de tipo
activo.

¿CUAL ES LA SITUACIÓN EN LA REPUBLICA ARGENTINA


EN EL CAMPO ESPACIAL?

En 1960, apenas dos años después del lanzamiento del Sputnik se creó la Comisión
Nacional de Investigaciones Especiales (C.N.I.E.) antes de que se instituyera un ente similar
en muchos países desarrollados y en la mayoría de los en desarrollo. Entre las funciones
asignadas a la C.N.I.E. estaban el planeamiento, la promoción y la coordinación de las
actividades nacionales ligadas a la exploración y explotación del espacio cósmico.
Existían ya algunos grupos universitarios o del sistema científico, activos en temas
conexos con las investigaciones que hoy se realizan en el espacio. Ellos constituyeron un el
elemento con que, en las primeras épocas, se relacionó y basó su acción la C.N.I.E. Por otra
parte, Argentina tenía recursos humanos en aquellas fundamentales (Meteorología, Ciencias
de la Tierra, etc.), fuertemente conectadas y orientadas hacia las aplicaciones de la
tecnología espacial.
Con el tiempo, esa interacción disminuyó y dejaron de actuar sus cuerpos asesores
científicos y técnicos. La C.N.I.E. estableció de por si sus objetivos inmediatos y, a través de
sus centros, se convirtió en ejecutora de proyectos propios. Desapareció su actividad de
promoción y coordinación de la ciencia y tecnología espaciales en el ámbito más amplio del
país y los elementos incipientes del sistema establecieron separadamente sus propios
objetivos, perdiéndose la sinergia del sistema.
Dentro de este cuadro de situación, el proyecto del satélite SAC-1, que se desarrolló
durante varios años, debe considerarse un hecho aislado, mantenido solo por la dedicación
y entusiasmo de un reducido grupo de profesionales, mas que como un hecho encuadrado
en un esquema organizado.

¿QUÉ ANTECEDENTES PODEMOS REGISTRAR EN EL ASPECTO LEGAL?

Un acto formal de la organización del sistema espacial nacional es la promulgación, en


enero de 1960, del decreto de creación de la Comisión Nacional de Investigaciones
espaciales (C.N.I.E.), dependiente de la entonces Secretaría del Estado de Aeronáutica
(Decreto 1164/60). Desde entonces, aún con variantes por sucesivas reorganizaciones
internas de la Fuerza Aérea, se mantuvo esa dependencia y los presupuestos de la C.N.I.E.
fueron asignados dentro del presupuesto general del Arma, correspondiendo los planes
ejecutados a las políticas internas de la misma hasta su disolución por el Decreto 995, del
28 de mayo de 1991.
La resolución de la creación de la C.N.I.E. establecía una dirección colegiada, con un
Presidente y dieciocho Vocales (ampliados a 20 en 1961). Incluía a representantes de
organismos de las Fuerzas Armadas, en su mayoría de la Fuerza Aérea, pero también del
sector de ciencia y técnica civil y de las universidades nacionales. La modificación
introducida en 1962 estableció un organismo ejecutivo de cuatro miembros y un Consejo
Asesor Científico de veinte integrantes.

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Esta integración colegiada fue solo válida hasta fines de la década del sesenta, cuándo
dejaron de actuar los grupos asesores orgánicos; esto daba voz a distintos sectores y su
continuidad hubiese permitido diseñar políticas de contenido multisectorial.
Con respecto a la situación legal de la República Argentina decimos entonces que
nuestro derecho histórico nace con la creación de la C.N.I.E. y se prolongó en lo que
denominamos “segundo acto formal”, al crearse, por Decreto 995/ 91, la Comisión de
Actividades Espaciales (CONAE).
Esta norma legal tiene excelentes considerandos, aunque se dio en un momento
político en que Argentina estaba siendo presionada para que desmantelara el Cóndor II,
cosa que, por otra parte, se refleja en el propio Decreto, uno de cuyos Artículos precisa que
todos los elementos, partes y componentes del misil, en todas sus versiones y etapas de
desarrollo, serán desactivados y desmantelados para, posteriormente, reconvertirlos, o
inutilizarlos, según tenga posibilidades o no de uso pacífico. De esta forma se aseguraba la
cancelación completa e irreversible del proyecto Cóndor.
Cabe señalar que este proyecto, si bien podía ser perfectamente n lanzador satelital,
apuntaba más a constituir una herramienta de tipo militar, cosa muy mal vista en un
momento internacional poco propicio para desarrollar una iniciativa de esta naturaleza.
Como puede apreciarse, Argentina tuvo, en algún momento, capacidad de tener su
propio satélite e, inclusive, su propio inyector orbital. Desgraciadamente, si la capacidad
técnica y científica no va acompañada de decisiones políticas oportunas, fracasa.
Hay que decir, así mismo, que la Argentina no poseía hasta 1991, ninguna ley
aprobada que, por lo menos, declarara de interés nacional el espacio exterior y las
actividades espaciales. En ese sentido, existió un proyecto al que Diputados, en 1984, había
acordado media sanción y que fijaba objetivos y políticas en esta materia. Pero el Senado
nunca lo trató y se vencieron los plazos legales. Es doloroso, pero Argentina no contó con
un Plan Espacial Nacional hasta 1994.

¿QUÉ ES EL PLAN ESPACIAL NACIONAL?

Y finalmente la República Argentina ingresa oficialmente como Nación en la era


espacial. Mediante Decreto Nº 2076 firmado el 28 de noviembre de 1994 y publicado en
Boletín Oficial el 10 de diciembre del mismo año nuestro país comienza la exploración y
utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos, conforme a la Resolución Nº 1952
de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Comisión Nacional de Actividades
Espaciales (CONAE), creada por Decreto Nº 995/91 y ratificada por el Artículo 23 de la Ley
24061, funciona en el Centro Espacial Teófilo M. Tabanera, en Falda del Carmen, Pcia. de
Córdoba, y es el único Organismo del Estado Nacional competente para entender, diseñar y
controlar proyectos en materia espacial.
El Plan Espacial Nacional, cuyo desarrollo se previó para el período 1995-2006,
propone enlaces regulares con satélites internacionales y la construcción y puesta en órbita
de satélites propios, como ser los Satélites de Aplicaciones Científicas (SAC) y los satélites
de observación y comunicación (SAOCOM).
La aplicación de la ciencia y al tecnología espacial solucionará carencias padecidas en
las áreas más aisladas del país. De este modo se beneficiará la operatividad de puestos de
policía, gendarmería, centros de salud, hospitales, y el mantenimiento de extensas redes de
distribución de energía, como gasoductos y oleoductos.
Mediante la tele observación se recogerán imágenes del territorio nacional, la
plataforma marítima, el suelo y subsuelo, ahorrando esfuerzos al evitar la exploración, y
permitir a los grupos interesados en la explotación del subsuelo iniciar el cateo en forma
directa.
Asimismo se podrán prever catástrofes naturales, y antropogénicas y preservar el
medio ambiente. En cuanto a la actividad pesquera, cumplirá una doble función: la de
vigilancia y aprovechamiento de los recursos costeros y oceanográficos. El plan hace

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referencia a la “explotación” del espacio ultraterrestre y afirma que debido a las diversas
fases de la actividad espacial se generarán medios de hardware software donde se podrá
censar, recoger, transmitir, almacenar y procesar información de diversa naturaleza.
Menciona además a los sistemas globales de posicionamiento, como un medio fértil
para el desarrollo de nuevas tecnologías con impacto comercial importante, que
desempeñarán un rol trascendental en la navegación aérea, marítima y en los medios de
transporte terrestre. La tele observación brindará beneficios a grandes centros productivos.
En síntesis, las áreas consideradas de impacto económico directo para el corto y
mediano plazo son: El Seguimiento y cuantificación de la Producción agropecuaria y
forestal: La vigilancia de la actividad pesquera y el aprovechamiento de los recursos
costeros y oceanográfico; La supervisión de inundaciones y desastres; la evaluación y
prospección de explotaciones de suelo y subsuelo, evitando esfuerzos en la exploración de
yacimientos; el monitoreo y control de problemas ambientales. Abarca tanto la recepción y
distribución de imágenes provenientes de los sistemas internacionales, como las de su
generación propia en el rango óptico (visible e infrarrojo) y microondas.
En relación a la producción de imágenes y datos propios, se prevé el desarrollo de
satélites en los que la tele observación sea compatible con las investigaciones científicas y
tecnológicas; para ello se utilizará la serie de satélites SAC. El espectro infrarrojo será
utilizado para medir temperaturas superficiales, y para agro meteorológicas y
oceanográficas diversas. Con respecto al rango óptico visible, la tendencia a mediano plazo
es ampliar el número de canales espectrales de observación, utilizando los satélites
SAOCOM.
El programa de tele observación se complementa, en el corto plazo, con
observaciones en el rango de microondas mediante radar. Este método, permite capturar
imágenes independientemente de la luz solar, del terreno y de las condiciones
meteorológicas.
El programa de observaciones con microondas, que se desarrollará con la serie de
satélites SAOCOM, indica el estudio y aplicación de alternativas de radar de bajo consumo.
En cuanto a la infraestructura terrestre, la CONAE cuenta con estaciones para
seguimiento, telemetría y control, además de enlaces terrenos con satélites o vehículos
espaciales. Se prevé la construcción de satélites y plataformas o estaciones espaciales. El
acceso al espacio se hará contemplando las posibilidades ofrecidas por los programas de
cooperación internacionales.
La CONAE impulsa el desarrollo del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario
Gullich, para enseñar la ciencia espacial, facilitando instalaciones, laboratorios, instrumental
y materiales para el cumplimiento de labores de investigación y docencia. El mencionado
instituto funciona en el Centro Espacial de Córdoba.
El objetivo general para las tareas del período 1995-1996 comprendía el desarrollo y
afianzamiento de los medios para obtener información espacial. En el período 1997-2000 se
previó la mejora de la calidad de la información espacial accesible; en tanto que en el
período 2001-2006, se mejorararon los medios espaciales para obtener información.
Finalmente para el plazo posterior al 2006 se preveyó mejorar y ampliar los medios en
órbita, acceder al espacio y utilizarlo como ambiente de trabajo, desarrollando satélites
livianos recuperables.
El plan es revisado cada dos años debiéndose adecuar a las reales posibilidades de la
economía y a los avances efectuados en el bienio anterior. En esas revisiones se evalúan y
precisan las misiones futuras.

¿CÓMO SE DESARROLLÓ EL PLAN ESPACIAL NACIONAL?

EL SATÉLITE SAC I - HISTORIA DE UN CAMINO EQUIVOCADO

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La evolución del proyecto SAC-I (satélite de aplicaciones científicas) muestra


circunstancias que merecen ser analizadas. Es un ejemplo de los pro y contra de uno de los
caminos (la participación en iniciativas internacionales) que Argentina siguió para incorporar
tecnología satelital.
El proyecto SAC-I nació hace varios años propiciado por la CNIE, fue desarrollado
desde entonces en cooperación con el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE).
En 1985, recibió el apoyo formal de una Resolución conjunta de los Ministerios de
Educación y Justicia y de Defensa y Aporte Financiero de las Secretarías de Ciencia y
Técnica y de Producción para la Defensa, respectivamente.
A pesar de su contenido necesariamente científico, su objetivo último y fundamental era
el de permitir la capacitación de un grupo de profesionales y técnicos -de Organismos
Estatales y empresas nacionales- en la tecnología satelital.
Desde el comienzo la fase de estudio de su diseño y factibilidad utilizó dos criterios:
a) Diseño de un satélite pequeño, de construcción nacional.
b) Utilización de un cohete portador extranjero.

Un diseño completo, aunque preliminar, de la misión y de la arquitectura del satélite


permitió iniciar, a fines de 1986, las conversaciones con la NASA para obtener el cohete
lanzador.
En consecuencia se estableció un grupo de trabajo entre los científicos Argentinos e
investigadores de Universidades e Institutos de EE.UU. estos definieron, en conjunto, una
misión relacionada con la línea de investigación del SAC-I y acordaron la distribución de los
instrumentos. La participación de un grupo de científicos argentinos, reconocido
internacionalmente, cumplió con uno de los requerimientos esenciales de la NASA para un
proyecto de cooperación.
En mayo de 1988, ese Organismo emitió un “Anuncio de Oportunidades” (AO) en
distintos campos científicos, para que proyectos nacionales (de EE.UU.) e internacionales
-como el SAC-I- concursaran por la provisión de un cohete lanzador de satélites de tamaño
pequeño.
En septiembre de 1988, el SAC-I fue presentado al AO de la NASA. La propuesta
ofreció la provisión, por parte de Argentina, del satélite, con todos los subsistemas de
servicio, uno de los cuatro instrumentos de la carga científica y la utilización de la estación
receptora de Mar Chiquita como única estación de recepción y control. De acuerdo con el
contenido de AO, de ser elegido, la NASA proveería gratuitamente el cohete lanzador, su
lanzamiento y el costo de los tres instrumentos americanos. En relación no habría
intercambio de fondos.
La propuesta ofrecía la construcción del satélite por una empresa Argentina de alta
tecnología, con un candidato identificado y la participación de otras empresas e instituciones
nacionales y, además, efectuar los ensayos de calificación final de la unidad en el laboratorio
de Integración y pruebas del INPE, Brasil. Esta circunstancia, convenida de antemano con
este Organismo, y aceptada por la NASA, iniciaría una importante colaboración entre las
agencias espaciales de Brasil y Argentina.
El SAC- compitió con otras cincuenta propuestas, de las cuáles trece eran de carácter
internacional. En un estricto proceso de evaluación, la ingeniería del SAC-I, diseñada por
profesionales argentinos, obtuvo la mas alta calificación, al igual que la misión científica y los
instrumentos. Esto hizo que el SAC-I se encontrara entre los seis proyectos que participaron
en la selección final, siendo el mejor evaluado entre los internacionales. Finalmente la NASA
decidió otorgar las cuatro lanzadores SCOUT disponibles a los cuatro proyectos nacionales,
descartando a los dos internacionales que llegaron a la etapa final.
El desarrollo y culminación del proyecto SAC-I permiten sacar valiosas conclusiones
sobre las expectativas futuras:

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a) El SAC-I ha mostrado la capacidad y respuesta de los profesionales argentinos ante


un proyecto concreto y ha creado un excelente antecedente ante la NASA y los círculos
internacionales.
b) Ha puesto de manifiesto las ventajas de una asociación con grupos de
investigadores de reconocida capacidad y experiencia.
c) Ha permitido establecer el alto riesgo de basar un proyecto en la obtención de un
lanzador, a través de un concurso internacional. En el futuro, la obtención gratuita de los
lanzadores solo debiera negociarse en función de acuerdos bilaterales.
d)
Vista la calificación lograda por el proyecto SAC-I la NASA propuso alternativas para
continuar las relaciones con Argentina.
Entre estas se encuentran el acuerdo para el lanzamiento del SAC-B, satélite de
aplicaciones científicas argentino, que será instalado por un lanzador PEGASUS provisto
por la NASA.
El SAC-B es un satélite de 181 kg. De peso y que será puesto en el espacio a 550 km.
de la tierra en una órbita circular inclinada 38º sobre el ecuador terrestre que asegura la
permanencia en el espacio de por lo menos tres años.
La empresa argentina constructora es el INVAP y sus equipamientos comprende un
instrumento argentino (espectrómetro de rayos x) y otros tres instrumentos provistos por
Italia, la NASA y la PENN State University de EE.UU.
Este acuerdo pone definitivamente a la Argentina en el camino de la credibilidad en el
campo de la ciencia y la tecnología espacial, industria de industrias.

¿QUÉ OTRA ACTIVIDAD ARGENTINA HAY EN EL CAMPO ESPACIAL?

El proyecto NAHUEL:

El sistema doméstico de comunicaciones satelitales que comenzó a operar en 1955,


constituye un hito en el proceso de modernización de las telecomunicaciones y la coloca en
una posición de avanzada, junto a México y Brasil que ya gozan de sistemas similares, en el
panorama de las comunicaciones de América Latina.
Por primera vez, la Argentina dispone de una red de cobertura nacional, lo que
representa una diferencia sustancial con respecto a los servicios satelitales de que estaba
haciendo uso, destinados fundamentalmente a comunicaciones internacionales.
El sistema aumenta la capacidad de transmisión disponible y permite reducir el costo
de las estaciones terrestres, a cargo de los usuarios.
Al comienzo entró en operación un sistema interino formado por dos satélites
Canadienses, los ANIK C1 y C2 hasta que el NAHUEL 1, el satélite definitivo sea puesto en
órbita en 1997.

Hermanos de un tigre:

Los ANIK “hermanito” en lengua Inuit (esquimal) dan inicio al proyecto NAHUEL “tigre”,
(en araucano) con varias ventajas para la Argentina.
En primer lugar, su puesta en operaciones da impulso a la instalación del segmento
terrestre, es decir, las estaciones receptoras, ya que ambos sistemas son totalmente
compatibles.
Pero, sobre todo, permite cumplir con un requisito de la Unión Internacional de
Telecomunicaciones (UIT) que disponía que el proyecto NAHUEL debía estar operando
antes de junio de 1994, para mantener la reserva de dos puntos orbitales destinados a la
Argentina.
Sucede que la ubicación preferente para los satélites de comunicaciones es la órbita
geoestacionaria, situada a unos 36.000 km. de altura sobre el ecuador. Siguiendo esa órbita

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los satélites mantienen una posición fija con respecto a la superficie terrestre, lo que facilita
su uso como estaciones de enlace para la transmisión de ondas electromagnéticas.
Pero los puntos en esa órbita son limitados. La UIT fija la posición de los satélites
geoestacionarios para evitar la que se produzcan interferencias.
La Argentina tiene reservados dos puntos de órbita geoestacionaria: 80º y 85º de
longitud oeste donde serían situados los NAHUEL I y II.
La entrada en funcionamiento de los ANIK asegura esa reserva y, como se dijo,
adelanta las ventajas de un satélite de cobertura nacional.

Usos y destinos:

Los ANIK constan, en conjunto, de veinticuatro trasponder que es el instrumental


electrónico encargado de la captación, amplificación y retransmisión de la señal.
Esto equivale a una capacidad de transmisión de cuarenta y ocho canales de televisión
o a decenas de miles de canales de datos o telefonía, que podrían multiplicarse por cinco
utilizando métodos de compresión digital.
Se trata al igual que el NAHUEL I de satélites multipropósitos, de modo que ofrecen
diferentes servicios, en esos tres rubros: la telefonía puede ser común, rural o, inclusive,
servir de apoyo a la telefonía celular, televisión abarca también tele conferencias o
telemedicina, entre otros, y en cuanto a la transmisión de datos puede destinarse a
innumerables usos, bancos, informática, etc.
Presentan varias ventajas con respecto a los servicios satelitales disponibles
anteriormente en la Argentina.
Su transmisión en la Banda Ku de mayor frecuencia que la Banda C, permite el uso de
antenas mas pequeñas, de hasta un metro de diámetro y de no más de 3,7 metros en la
mayor parte de sus aplicaciones, lo que permite bajar sensiblemente los costos del servicio
terrestre. Esa misma frecuencia será utilizada por el NAHUEL I.
Además, el hecho de que su potencia se concentre sobre el territorio Argentino
acentuará ese efecto, a la vez que disminuirá los eventuales ruidos e interferencias.
Los ANIK serán controlados desde Canadá y la Argentina, donde se ha instalado una
estación BEACON para dirigir las antenas hacia los satélites.
Se estima que su vida útil se prolongará hasta, por lo menos 1997 y aún más; podrían
dar respaldo al NAHUEL I, cuya entrada en operaciones se efectivizó a comienzos de 1997.
La vida de un satélite de comunicaciones es de entre diez a doce años y no depende
de su permanencia en el espacio, que puede prolongarse muchísimo tiempo, ni de la
duración de sus componentes electrónicos, sino de sus reservas de combustible, que le
permite mantenerse en la posición fijada corrigiendo posibles desvíos.
Los satélites Canadienses fueron desplazados 30º hacia el Este desde su posición
original.
El ANIK C1, ubicado en la órbita geoestacionaria, fue situado en los 76º de longitud
Oeste. Fue utilizado en aplicaciones que requerían muchas antenas receptoras, como
sistemas de televisión o de transmisión de datos, ya que su posición estable en un punto del
cielo permite mantener fijas las antenas terrestres.
El ANIK C2, en cambio, que fue ubicado en órbita inclinada en los 72º de longitud
Oeste, fue destinado preferentemente a usos que requerían menos antenas como la
telefonía, en que la transmisión por satélite es, simplemente, de una ciudad a otra.
La estación terrena del NAHUELSAT está ubicada en la localidad de Benavidez (Ruta 9
km. 41) de la Pcia. de Bs. Aires, ocupa 20.000 m 2 con 1.500 cubiertos y está equipada con
un complejo sistema de control del satélite en órbita que, a su vez sirve como “integrador del
continente americano y de acercamiento con los países que conforman el MERCOSUR”.
Cuenta con un equipo operativo de unas treinta personas especializadas por las
empresas fundadoras de NAHUELSAT: la alemana Daimler Benz Aerospace AG,
Aerospatiale de Francia y Alenia Spazio de Italia.

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En diciembre de 1996 fue lanzado desde Korou, Guayana Francesa, por el operador
francés Arianespace, el satélite NAHUEL I y a partir de 1997 operó el primer satélite del
Sistema Nahuel Definitivo, con coberturas desde Tierra del Fuego hasta el sur de los
EE.UU., y haces optimizados para el Brasil, y países vecinos.
Argentina es el quinto país del continente que tiene un sistema de control satelital
propio. Los otros son EE.UU., Canadá, México y Brasil.

EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN

1. ¿Es admisible dividir la Geopolítica en tres ramas? ¿Para qué?


2. ¿Qué actitud adoptó la Argentina para ejercer su soberanía?
3. ¿Cuáles son las dos etapas principales de la actividad en el espacio exterior?
Explíquelas.
4. Explique la composición de la atmósfera terrestre.
5. ¿Con qué se relaciona una demarcación limítrofe entre el espacio aéreo y el espacio
exterior?
6. ¿Cómo se definen las aeronaves?
7. Según la jurisprudencia: ¿pueden las naciones objetar los recorridos orbitales de
satélites sobre sus territorios? Explíquelo.
8. ¿Cómo se relaciona la idea de la frontera terrestre con la emisión desde satélites?
9. ¿Qué consagra el artículo 26 de la Carta de las Naciones Unidas, que produce una
divergencia con el artículo 1 del Tratado de 1967?
10. ¿Qué es la línea”Karman”?
11. ¿Qué se creó en la Argentina en 1960? ¿Para qué?
12. ¿Tenía la Argentina personal con conocimientos vinculados al espacio exterior? ¿Por
qué?
13. ¿Cómo evolucionó esa situación?
14. ¿Cómo se considera el proyecto del satélite SAC-1 argentino?
15. ¿De qué institución Argentina dependió la Comisión Nacional de Investigaciones
Espaciales (CNIE)? ¿Qué características tuvieron sus presupuestos?
16. ¿Qué se creó en la Argentina en 1991? Hasta ese momento, ¿existía alguna ley sobre el
tema del espacio exterior?
17. ¿Qué fue el “Cóndor II”, misil argentino? ¿Qué comentario merece?
18. Para qué período se previó el “Plan Nacional Espacial” de la Argentina? ¿Qué temas
contiene?
19. ¿Qué utilidades tendrá ese Plan para la Argentina?
20. ¿Qué se determina para la serie de satélites SAC y SAOCOM?
21. ¿Cómo logrará Argentina el acceso al espacio exterior?
22. ¿Cómo se enseñará la ‘ciencia espacial’ en la Argentina?
23. ¿Qué prevé ese Plan para 1995-96, 1997-2000 y 2001-06?
24. ¿Cómo debe ser revisado el “Plan Nacional Espacial” argentino?

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA:

o Quellet, Ricardo Luis, “Pensamiento Estratégico en la Tercera


Dimensión del Espacio Geográfico” Editorial Centro FICCH, Buenos Aires, 2002

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