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“Gobernada por hombres que sabían ver lejos en vastos horizontes, que después de haber estudiado el estado social

y administrativo de América se hallaban


dispuestos a emprender su reforma y dar desarrollo a su cultura en una escala de otras dimensiones que las antiguas, el rey creyó que no era bastante mandar una
fuerte expedición a debatir sus derechos con Portugal en los campos de batalla, sino que era indispensable también crear un robusto virreinato en Buenos
Aires, separando del Perú la vasta zona que quedaba al oriente de los Andes, desde el lago de Titicaca hasta el Cabo de Hornos, con el objeto de que toda esa
importantísima porción de sus dominios cuyas salidas naturales daban al Atlántico tomase una vida propia y fuerte, capaz de bastarse a sí misma por
su natural desenvolvimiento. Pero esto mismo, por nuevo y grandioso que fuera como concepción, habría sido incompleto (…) Había pues que complementar la
creación del nuevo virreinato con la apertura del comercio libre de sus puertos a todos los de España, demoliendo para siempre el monopolio de Cádiz, que por
haber sido tan enemigo de nuestro tráfico había sido también la causa principal de que el contrabando se hubiese arraigado en nuestro río desempeñando las veces de
comercio libre con todas sus ventajas para la población y para la riqueza del país. (…) Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina,
Tomo I, Buenos Aires, La Facultad, 1911.

“Gobernada por hombres que sabían ver lejos en vastos horizontes, que después de haber estudiado el estado social y administrativo de América se hallaban
dispuestos a emprender su reforma y dar desarrollo a su cultura en una escala de otras dimensiones que las antiguas, el rey creyó que no era bastante mandar
una fuerte expedición a debatir sus derechos con Portugal en los campos de batalla, sino que era indispensable también crear un robusto virreinato en
Buenos Aires, separando del Perú la vasta zona que quedaba al oriente de los Andes, desde el lago de Titicaca hasta el Cabo de Hornos, con el objeto de que
toda esa importantísima porción de sus dominios cuyas salidas naturales daban al Atlántico tomase una vida propia y fuerte, capaz de bastarse a sí misma
por su natural desenvolvimiento. Pero esto mismo, por nuevo y grandioso que fuera como concepción, habría sido incompleto (…) Había pues que complementar
la creación del nuevo virreinato con la apertura del comercio libre de sus puertos a todos los de España, demoliendo para siempre el monopolio de Cádiz, que por
haber sido tan enemigo de nuestro tráfico había sido también la causa principal de que el contrabando se hubiese arraigado en nuestro río desempeñando las veces
de comercio libre con todas sus ventajas para la población y para la riqueza del país. (…) Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina,
Tomo I, Buenos Aires, La Facultad, 1911.

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