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La madurez espiritual fue una gran preocupación y un objetivo (ver Efesios 4:12s;
Filipenses 3:12s; Colosenses 1:28; 4:12; 1ª Corintios 2:6; 16s; Santiago 1:2; Romanos
8:28-29; 2ª Pedro 3:18).
Una de las palabras griegas claves usadas aquí es ‘teleios’, “habiendo obtenido el fin, el
propósito, completar, perfeccionar”. Era usado para un adulto maduro, crecido. Al
comparar Hebreos 5:13 con el versículo 14 y 1ª Corintios 2:6 con 3:1, vemos un
contraste instructivo. Teleios —‘maduro’— se contrasta con la palabra para ‘bebé’ —
nepios’, en ambos pasajes. Es así que, en un sentido espiritual, teleios habla de alguien
que está completamente desarrollado, espiritualmente maduro de acuerdo a las
cualidades espirituales detalladas en el Nuevo Testamento.
5. Por último; pero no por ello menos importante, el ministerio de enseñanza del
Espíritu Santo (Efesios 3:16s; 1ª Corintios 2:6-3:4).
En general, ¿cómo podemos definir las marcas de la madurez espiritual? Estas marcas,
de acuerdo a cómo se usan en este estudio, involucran tres cosas:
1ª Timoteo 1:3-6
“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases
a algunos que no enseñen diferentes doctrinas, ni presten atención a fábulas y
genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que
es por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor
nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas
desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería” (1ª Timoteo 3-6).
Aquí, nuevamente vemos la idea de una meta; pero el versículo 6 la aborda desde un
punto de vista negativo, mostrando lo que sucede cuando no nos enfocamos en las
metas correctas. “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón
limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose
algunos, se apartaron a vana palabrería” (1ª Timoteo 5-6).
Pero la segunda razón es una falla enorme tanto para comprender y conseguir las metas
bíblicas. Las metas mencionadas en este texto, tienen dos caras: (a) las que promueven
el plan redentor de Dios o la administración de promover el mensaje de Cristo y (b) la
que será el resultado de una enseñanza bíblica fiel —amor cristiano (‘agape’) auténtico.
En relación con este objetivo, Pablo señala que estos falsos maestros se han
desviado. En el versículo 6, ‘desviarse’ es ‘astocheo’, “no llegar a la meta
cuidadosamente” y por lo tanto, “no lograr el objetivo”. No sólo debemos tener metas
bíblicas, sino que además debemos permanecer enfocados en ellas, al igual que el
corredor enfocado e intentando alcanzar la meta final. Uno de los grandes peligros que
todos enfrentamos es la de fracasar en nuestro estado de alerta y enfoque en las metas
bíblicas. Es demasiado fácil desviarnos por los diferentes problemas de la vida y por las
atracciones del mundo.
«Esto no significa que las otras personas de la Divinidad no tienen su obra particular en
esto, tampoco que el creyente mismo no tenga responsabilidad, tampoco que no existan
otros medios de gracia; pero sí afirma Su rol principal en la espiritualidad. Los
ministerios del Espíritu, involucran la enseñanza (Juan 16:12-15); guía (Romanos 8:14);
oración (Romanos 8:26); el ejercicio de los dones espirituales (1ª Corintios 12:7);
advertencia contra la carne (Gálatas 5:17) y todos estos dependen, para la manifestación
total, del llenado del Espíritu (Efesios 5:18)». [7]
A los creyentes se les ordena “ser llenos del Espíritu” (Efesios 5:18) y a “andar en el
Espíritu” (Gálatas 5:16), lo que significa ser controlados, guiados y fortalecidos por el
Espíritu Santo. [8]
«Si la persona espiritual juzga, analiza o discierne todas las cosas (1ª Corintios 2:15),
requiere tiempo para obtener conocimiento y para adquirir experiencia para discernir
todas las cosas… Esto no debe hacerse en una sola noche; es algo que es verdadero
sólo en un cristiano maduro.
Aquí tenemos una propuesta de definición de la espiritualidad, que intenta ser concisa y
que al mismo tiempo mantenga en mente, los factores antes señalados. La
espiritualidad es una relación madura y en proceso de serlo hacia el Espíritu
Santo. Aunque esta pudiera ser simplemente otra forma de decir que la espiritualidad es
la madurez cristiana, intenta delinear en forma más abierta los factores que controla el
Espíritu por un período de tiempo. Ciertamente, la definición satisface los
requerimientos de la descripción del hombre espiritual que vemos en 1ª Corintios 2:15,
del que esté experimentando una relación de crecimiento en el Espíritu Santo, será
capaz de discernir todas las cosas y al mismo tiempo, no ser comprendido por los
demás». [9]
Las características bíblicas que necesita un líder cristiano, sólo se encuentran en aquel
que ha alcanzado un cierto grado de madurez en Cristo. No nos asombra que el apóstol,
cuando discutía las calificaciones de los ancianos en 1ª Timoteo 3, hizo advertencias en
cuanto a elegir a un recién converso (3:6). Pero el hecho permanece:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:12-14). [10]
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que
enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con
liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con
alegría” (Romanos 12:6-8; énfasis del autor).
Los seres humanos no pueden elegir sus dones, ni recibir crédito por ellos y tampoco
asumir que sus dones les hacen seres superiores. «Los dones son compartidos entre los
cristianos; no todos reciben los mismos; pero todos los dones provienen del Espíritu,
por lo que no hay lugar para rivalidades, descontento o sentimiento de superioridad.»
[12] El hecho que el Espíritu Santo sea la fuente de la capacidad de liderazgo y de la
elección soberana, origina una libertad de orgullo y arrogancia entre quienes son
responsables ante Él.
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la
justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:20-21).
El liderazgo requiere una gran sabiduría, fuerza y resistencia; pero el líder cristiano
siempre puede contar con la presencia y la provisión del Espíritu de Dios, junto con la
presencia del Salvador que mora en él.
Los cristianos que poseen este don, lo pueden ejercitar en ambientes seculares, tales
como negocios, política o educación; pero los líderes no cristianos de aquellas áreas no
pueden pedir el poder del Espíritu. Esta verdad es uno de los elementos más exclusivos
del liderazgo cristiano. Los líderes cristianos tienen muchas cosas en común con líderes
que no son cristianos: ambos deben comunicarse con quienes les siguen; ambos deben
emplear sus habilidades en forma efectiva al ejercer su liderazgo. [15] Pero sólo los
líderes cristianos pueden contar con el Espíritu Santo para cumplir su propósito de
afligir y cambiar a los demás en su área espiritual. El poder del Espíritu no hará que su
liderazgo sea perfecto; [16] pero les guiará en un modelo de crecimiento de la madurez
cristiana como también permitiéndoles tener un impacto espiritual que no lo tendrían de
ningún otro modo o por ningún otro tipo de líder. [17]
[1] Ver el artículo de Charles C. Ryrie, Biblioteca Sacra, Vol. 126-503, Julio ’69.
2
En este versículo, hay un verbo principal: “hacer discípulos”
(mathe,,teusate, imperativo de mathe,,teruoser o llegar a ser un discípulo” , “hacer un
discípulo, enseñar”. “Id..., bauticen..., enseñen” son todos participios. El primero tiene
todas las características de un principio de atención circunstancial que obtiene el modo
del verbo principal que le sigue. Tiene un énfasis imperativo; pero el hecho que Jesús
empleara este participio, demuestra el énfasis que Él pusiera en hacer discípulos. Los
participios siguientes, “bautizar..., enseñar”, son participios de adverbios de medios y
nos dicen cómo hacer discípulos por medio del bautizo (incluye el evangelismo) y por
medio de la enseñanza. Para una mejor explicación, ver L Gramática más allá de la
Base Una Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento«, de Daniel Wallace, Zondervan,
Grand Rapids, 1996, pp. 640-645.
[3] Se usa aquí Santiago 5:14, porque en este pasajee existe una buena evidencia que
aquí no se refiere a una enfermedad física, sino que a aquellos que están débiles
espiritualmente y necesitan que se les dé ánimo, edificación y ayuda de parte de los
líderes de la iglesia para su crecimiento y victoria sobre el pecado. Para una explicación
más detallada de este punto de vista, ver el artículo de Daniel R. Hayden en Biblioteca
Sacra, Vol. 138, # 551, Julio 1981, pp. 258s.
Características de la Madurez Cristiana:
Características bíblicas de un líder cristiano
Introducción
Debería enfatizarse al inicio de este estudio, que estamos tratando este tema, no porque
el escritor se ve a sí mismo como el ejemplo perfecto de un líder cristiano o de su
madurez, sino porque este es uno de los elementos que más faltan en el iglesia de hoy y
porque las cualidades de una madurez espiritual son muy determinativas en la vida de la
iglesia y de la sociedad como un todo. Esta serie de estudios se desarrolló
originalmente, porque advertí la necesidad de estas cualidades en mi propia vida y en mi
ministerio en mi posición de liderazgo como pastor o maestro y líder de los hombres.
La madurez espiritual fue una gran preocupación y un objetivo clave para Pablo y otros
escritores de las epístolas del Nuevo Testamento, como se ve claramente en los
siguientes pasajes (ver Efesios 4:12s; Filipenses 3:12s; Colosenses 1:28; 4:12; 1ª
Corintios 2:6; 16s; Santiago 1:2; Romanos 8:28-29; 2ª Pedro 3:18).
Una de las palabras griegas claves usadas aquí es ‘teleios’, “habiendo obtenido el fin, el
propósito, completar, perfeccionar”. Era usado para un adulto maduro, crecido. Al
comparar Hebreos 5:13 con el versículo 14 y 1ª Corintios 2:6 con 3:1, vemos un
contraste instructivo. Teleios —‘maduro’— se contrasta con la palabra para ‘bebé’ —
ne,,pios’, en ambos pasajes. Es así que, en un sentido espiritual, teleios habla de alguien
que está completamente desarrollado, espiritualmente maduro de acuerdo a las
cualidades espirituales detalladas en el Nuevo Testamento.
5. Por último; pero no por ello menos importante, el ministerio de enseñanza del
Espíritu Santo (Efesios 3:16s; 1ª Corintios 2:6-3:4).
En general, ¿cómo podemos definir las marcas de la madurez espiritual? Estas marcas,
de acuerdo a cómo se usan en este estudio, involucran tres cosas:
(1)Son metas y nos entregan un objetivo el cual cada cristiano debe anhelar
profundamente. Aquí tenemos metas por las que —si nos referimos a relaciones con
Jesucristo—lucharemos de la manera que lucha un atleta para alcanzar la banda que está
al final de la carrera. En esencia, esto debería abarcar parte de nuestro propósito de
vida, porque en la medida que estas marcas se logren, también lograremos otras metas
que Dios tiene para nuestras vidas.
Como hemos visto, el crecimiento espiritual y la madurez, son temas importantes del
Nuevo Testamento; pero hay dos pasajes que aproximan el crecimiento espiritual y la
madurez desde el punto de vista de las metas que debiéramos anhelar:
Filipenses 3:12-16
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfecto, esto
mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello
a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa” (Filipenses
3:12-16).
1ª Timoteo 1:3-6
“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases
a algunos que no enseñen diferentes doctrinas, ni presten atención a fábulas y
genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que
es por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor
nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas
desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería” (1ª Timoteo 3-6).
Aquí, nuevamente vemos la idea de una meta; pero el versículo 6 la aborda desde un
punto de vista negativo, mostrando lo que sucede cuando no nos enfocamos en las
metas correctas. “Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón
limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose
algunos, se apartaron a vana palabrería” (1ª Timoteo 5-6).
Timoteo, como un líder cristiano, estaba cargado con la responsabilidad de instruir a
los falsos maestros que estaba enfrentando en Éfeso, por cuanto se estaban ocupando de
lo concerniente a la religión de los hombres y a especulaciones fútiles. Se dan dos
razones:
Pero la segunda razón es una falla enorme tanto para comprender y conseguir las metas
bíblicas. Las metas mencionadas en este texto, tienen dos caras: (a) las que promueven
el plan redentor de Dios o la administración de promover el mensaje de Cristo y (b) la
que será el resultado de una enseñanza bíblica fiel —amor cristiano (‘agape’) auténtico.
En relación con este objetivo, Pablo señala que estos falsos maestros se han
desviado. En el versículo 6, ‘desviarse’ es ‘astocheo’, “no llegar a la meta
cuidadosamente” y por lo tanto, “no lograr el objetivo”. No sólo debemos tener metas
bíblicas, sino que además debemos permanecer enfocados en ellas, al igual que el
corredor enfocado e intentando alcanzar la meta final. Uno de los grandes peligros que
todos enfrentamos es la de fracasar en nuestro estado de alerta y enfoque en las metas
bíblicas. Es demasiado fácil desviarnos por los diferentes problemas de la vida y por las
atracciones del mundo.
«Esto no significa que las otras personas de la Divinidad no tienen su obra particular en
esto, tampoco que el creyente mismo no tenga responsabilidad, tampoco que no existan
otros medios de gracia; pero sí afirma Su rol principal en la espiritualidad. Los
ministerios del Espíritu, involucran la enseñanza (Juan 16:12-15); guía (Romanos 8:14);
oración (Romanos 8:26); el ejercicio de los dones espirituales (1ª Corintios 12:7);
advertencia contra la carne (Gálatas 5:17) y todos estos dependen, para la manifestación
total, del llenado del Espíritu (Efesios 5:18)». [7]
A los creyentes se les ordena “ser llenos del Espíritu” (Efesios 5:18) y a “andar en el
Espíritu” (Gálatas 5:16), lo que significa ser controlados, guiados y fortalecidos por el
Espíritu Santo. [8]
«Si la persona espiritual juzga, analiza o discierne todas las cosas (1ª Corintios 2:15),
requiere tiempo para obtener conocimiento y para adquirir experiencia para discernir
todas las cosas… Esto no debe hacerse en una sola noche; es algo que es verdadero
sólo en un cristiano maduro.
Aquí tenemos una propuesta de definición de la espiritualidad, que intenta ser concisa y
que al mismo tiempo mantenga en mente, los factores antes señalados. La
espiritualidad es una relación madura y en proceso de serlo hacia el Espíritu
Santo. Aunque esta pudiera ser simplemente otra forma de decir que la espiritualidad es
la madurez cristiana, intenta delinear en forma más abierta los factores que controla el
Espíritu por un período de tiempo. Ciertamente, la definición satisface los
requerimientos de la descripción del hombre espiritual que vemos en 1ª Corintios 2:15,
del que esté experimentando una relación de crecimiento en el Espíritu Santo, será
capaz de discernir todas las cosas y al mismo tiempo, no ser comprendido por los
demás». [9]
Las características bíblicas que necesita un líder cristiano, sólo se encuentran en aquel
que ha alcanzado un cierto grado de madurez en Cristo. No nos asombra que el apóstol,
cuando discutía las calificaciones de los ancianos en 1ª Timoteo 3, hizo advertencias en
cuanto a elegir a un recién converso (3:6). Pero el hecho permanece:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:12-14). [10]
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que
enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con
liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con
alegría” (Romanos 12:6-8; énfasis del autor).
El liderazgo es un don soberanamente otorgado por el Espíritu Santo, al igual que
todos los dones espirituales, al punto de la salvación cuando una persona es unida al
cuerpo de Cristo mediante la obra del bautizo por parte del Espíritu (1ª Corintios 12:12-
13). Esta entrega del Espíritu, capacita a cada creyente para el servicio en el
cuerpo. Para algunos, esto involucra el don del liderazgo:
Los seres humanos no pueden elegir sus dones, ni recibir crédito por ellos y tampoco
asumir que sus dones les hacen seres superiores. «Los dones son compartidos entre los
cristianos; no todos reciben los mismos; pero todos los dones provienen del Espíritu,
por lo que no hay lugar para rivalidades, descontento o sentimiento de superioridad.»
[12] El hecho que el Espíritu Santo sea la fuente de la capacidad de liderazgo y de la
elección soberana, origina una libertad de orgullo y arrogancia entre quienes son
responsables ante Él.
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la
justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:20-21).
El liderazgo requiere una gran sabiduría, fuerza y resistencia; pero el líder cristiano
siempre puede contar con la presencia y la provisión del Espíritu de Dios, junto con la
presencia del Salvador que mora en él.
Los cristianos que poseen este don, lo pueden ejercitar en ambientes seculares, tales
como negocios, política o educación; pero los líderes no cristianos de aquellas áreas no
pueden pedir el poder del Espíritu. Esta verdad es uno de los elementos más exclusivos
del liderazgo cristiano. Los líderes cristianos tienen muchas cosas en común con líderes
que no son cristianos: ambos deben comunicarse con quienes les siguen; ambos deben
emplear sus habilidades en forma efectiva al ejercer su liderazgo. [15] Pero sólo los
líderes cristianos pueden contar con el Espíritu Santo para cumplir su propósito de
afligir y cambiar a los demás en su área espiritual. El poder del Espíritu no hará que su
liderazgo sea perfecto; [16] pero les guiará en un modelo de crecimiento de la madurez
cristiana como también permitiéndoles tener un impacto espiritual que no lo tendrían de
ningún otro modo o por ningún otro tipo de líder. [17]
«Nada puede ser más feo que las actitudes que aquí vemos. Pero nada puede ser más
sorprendente que la respuesta que Cristo da a estas actitudes. Él no las atacó por ser
ambiciosas y tampoco las rechazó por ser ofensivas y ambiciosas. En vez de ello,
redefinió la ambición y la transformó en servicio hacia los demás, sin restarle el deseo
imperioso de lograr los objetivos. La ambición es transformada en humildad dirigida
hacia el servicio a los demás más que en un orgulloso servirse a sí mismo. La ambición
es redefinida desde ser un servicio para sí mismo a un servicio hacia los demás (Marcos
10:43-45) y se incluye la instrucción de cómo ser primero. Se cumple a través de la
ambición santa de esclavitud de acuerdo con el modelo del Señor Jesucristo. Él
demostró la ambición en el mejor sentido de la palabra, como Aquel que
voluntariamente se sacrificó a Sí mismo para salvar a otros». [18]
[1] Ver el artículo de Charles C. Ryrie, Biblioteca Sacra, Vol. 126-503, Julio ’69.
2
En este versículo, hay un verbo principal: “hacer discípulos”
(mathe,,teusate, imperativo de mathe,,teruoser o llegar a ser un discípulo” , “hacer un
discípulo, enseñar”. “Id..., bauticen..., enseñen” son todos participios. El primero tiene
todas las características de un principio de atención circunstancial que obtiene el modo
del verbo principal que le sigue. Tiene un énfasis imperativo; pero el hecho que Jesús
empleara este participio, demuestra el énfasis que Él pusiera en hacer discípulos. Los
participios siguientes, “bautizar..., enseñar”, son participios de adverbios de medios y
nos dicen cómo hacer discípulos por medio del bautizo (incluye el evangelismo) y por
medio de la enseñanza. Para una mejor explicación, ver L Gramática más allá de la
Base Una Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento«, de Daniel Wallace, Zondervan,
Grand Rapids, 1996, pp. 640-645.
[3] Se usa aquí Santiago 5:14, porque en este pasajee existe una buena evidencia que
aquí no se refiere a una enfermedad física, sino que a aquellos que están débiles
espiritualmente y necesitan que se les dé ánimo, edificación y ayuda de parte de los
líderes de la iglesia para su crecimiento y victoria sobre el pecado. Para una explicación
más detallada de este punto de vista, ver el artículo de Daniel R. Hayden en Biblioteca
Sacra, Vol. 138, # 551, Julio 1981, pp. 258s.
[4] El punto de esta historia es que el cambio que se produce por medios humanos
(como el exorcismo judío o la reforma humana) fallarán. El único cambio
verdaderamente efectivo, es el que se produce por medio de la fe en Cristo y el que
crece en Su vida. La clave está en que allí no ha existido fe en Cristo, lo significa que el
Espíritu Santo no ha venido a morar en el individuo. Si ocurre un exorcismo u otra
clase de reforma humana y no hay respuesta de Dios a través de Jesucristo, el camino
estará libre para el demonio para que regrese al mundo; son patrones para que él domine
nuevamente.