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MONOGRAFÍA DE

HISTORIA

Alumnos: Pablo Aramayo, Jacobo Ares, Amira Moya,

Nisi Peredo, Diego Pérez

Establecimiento: Colegio San Francisco Solano

Curso: 4º 1º
1. LEYES DE PUNTO FINAL Y OBEDIENCIA DEBIDA

La fórmula radical Raúl Alfonsín-Víctor Martínez obtuvo un 52 % de los


sufragios, y la del peronismo, integrada por Ítalo Líder y Deolindo Bittel, un
40%. En la elección de gobernadores no obstante, el justicialismo triunfó en 12
Prov. (los radicales en 7 y partidos locales en las tres restantes)consagrando
24 senadores nacionales.

Alfonsín asumió el 10 de diciembre de 1983 y se fijó 3 prioridades: el


juzgamiento de las 3 primeras juntas militares de proceso por violaciones a los
derechos humanos en la lucha antisubversiva; la renegociación de la deuda
externa y la solución del diferendo del Beagle. Para resolver el último tema
convocó a una consulta popular en noviembre de 1984, que se pronunció
mayoritariamente a favor de la propuesta vaticana y el acuerdo con Chile, que
culminó el centenario conflicto.

Este retorno a la democracia no significó la restauración del régimen político


democrático con las mismas características que tenia antes de 1976. Los casi
ocho años de dictadura habían producido importantes modificaciones en la
sociedad y en el Estado, que se reflejaron en el plano de la política.

La reconstrucción de la democracia política argentina tuvo como base un


sistema político bipartidista. Desde 1955 hasta 1976, en los períodos de
gobierno democráticos, ya fuera por la proscripción del peronismo o por la
mayoría absoluta obtenida por esa fuerza política en los comicios, lo común
había sido que un solo partido impusiera su mayoría parlamentaria y gobernara
sin tener la necesidad de negociar con los legisladores de la oposición.

Otro cambio importante fue el caudal electoral que obtuvo la UCR. Un conjunto
de factores contribuyeron a dar al radicalismo esta nueva fuerza electoral: las
dificultades del peronismo para presentar una propuesta coherente y el temor
popular de volver a los años de enfrentamientos violentos entre peronistas y
radicales; el liderazgo de Alfonsín como jefe de un partido que practicaba la
democracia interna, a diferencia del verticalista movimiento peronista; la
imagen de previsibilidad que el radicalismo proyectaba sobre su futura gestión
de gobierno, aún cuando no presentó una propuesta programática sólida.
La derrota en las elecciones para renovar el Parlamento en 1987 inició el
declive del alfonsinismo y contribuyó a acentuar las diferencias y los
realineamientos de los distintos sectores que componían el partido. Las
propuestas de reformar la Constitución y de trasladar la Capital Federal a la
ciudad rionegrina de Viedma - dos ambiciosos proyectos que revelaban la
pretensión del alfonsinismo de refundar la República - no lo lograron atraer al
electoral que, cada vez más, ubicaba los problemas económicos en el centro
de sus preocupaciones.

Apuntalado por su canciller Dante Caputo, el presidente también dinamisó la


política exterior Argentina viajando a Venezuela, Colombia, España, Ecuador,
Perú, Bolivia, EE.UU., Panamá, Francia, Alemania, Italia, el vaticano, Argelia y
la India.

. El Alfonsinismo

La consolidación del liderazgo de Alfonsín en el interior de la UCR y su


proyección hacía sectores sociales que antes no votaban al radicalismo en el
marco de la profunda crisis que atravesaba el derrotado justicialismo llevó a
muchos dirigentes radicales a pesar que el alfonsinismo podía ser la base para
la formación de un tercer movimiento histórico. Pensaban que la adhesión a la
persona del Presidente estaba alcanzando una dimensión que superaba los
marcos del partido y que el liderazgo de Alfonsín podía aglutinar a la mayoría
de los sectores que se identificaban con los valores democráticos. El tercer
movimiento histórico era concebido con una continuidad y, a la vez, una
superación del radicalismo yrigoyenista y del peronismo, al que los dirigentes
radicales consideraban próximo a disgregarse.

. La Junta Coordinadora Nacional

Una de las fuerzas partidarias que se alinearon decididamente detrás del


liderazgo de Alfonsín fue la Junta Coordinadora Nacional (JCN). Se trataba de
una agrupación de jóvenes radicales organizada en 1968 por un pequeño
núcleo de militares universitarios de la provincia de Santa Fe. La Coordinadora
se integró luego al Movimiento de Renovación y Cambio y apoyó a Alfonsín en
la lucha interna contra el balbinismo.
Los integrantes de la JCN tuvieron un papel protagónico durante la campaña
electoral de 1983, durante la cual movilizaron a la mayoría de los sectores
juveniles partidarios y participaron activamente en la organización de los actos
multitudinales.

El estilo político de la Coordinadora renovó la antigua tradición de UCR en la


que predominaban las reuniones de afiliados en los comités y en las practicas
clientelisticas de los punteros de barrio. La JCN aportó al radicalismo el hábito
infrecuente de los actos masivos y el fervor participativos de los militantes. Su
gran crecimiento se produjo durante el periodo electoral de 1983, cuando
realizaron una intensa campaña nacional de afiliación bajo la consigna "Afíliese
al radicalismo para que Alfonsín gane". Esta estrategia les permitió crecer y
superar las estructuras de los punteros barriales quienes en muchos casos
observaron con recelo la actuación de la coordinadora y señalaban a sus
militantes como recién llegados.

Una vez instalado el gobierno radical, los integrantes de la JCN ocuparon


cargos legislativos y tuvieron una importante presencia en las estructuras del
Estado. Sus principales dirigentes Enrique Nosiglia, Marcelo Stubrin, Luis
Cáceres, Federico Storani, Ricardo Laferriéri, Jesús Rodríguez, Leopoldo
Moreau se diferenciaron como una tendencia particular dentro del oficialismo y
apoyaron con entusiasmo la formación del tercer movimiento histórico. Una de
sus bases de sustentación fue la agrupación universitaria Franja Morada, que
desde 1983 ganó las elecciones estudiantiles de la mayoría de las
universidades nacionales.

A partir de 1985, se fue acentuando la lucha interna en la UCR por la


integración de las listas de cargos electorales para renovar el Parlamento. Los
jóvenes de la Coordinadora se fueron diferenciando del Movimiento de
Renovación y Cambio histórico y entraron de lleno en la práctica de las
negociaciones con otros sectores internos para ocupar espacios en la
conducción del partido y en el gobierno. Enrique Nosiglia se desempeñó como
un operador político estableciendo acuerdos en los que predominó el
pragmatismo por encima de las afinidades ideológicas. Dentro y fuera de la
UCR, se oyeron críticas a las trenzas o las roscas, como se denominaba en la
jerga política a los acuerdos que se establecían con fines puramente
electoralistas.

Poco a poco, los más importantes referentes de la JCN se fueron diferenciando


de sus estrategias de alianzas y posturas políticas y el nucleamiento se fue
disgregando. Nosiglia en la Capital Federal, Storani en la provincia de Buenos
Aires y Changui Cáceres en Santa Fe fueron los principales referentes de cada
sector. La JCN fue perdiendo la cohesión de los primeros tiempos y comenzó a
desaparecer. No obstante, uno de los saldos de su actuación fue promover un
recambio generacional en la dirigencia radical y dinamizar la actividad
partidaria.

La derrota en las elecciones para renovar el Parlamento en 1987 inició el


declive del alfonsinismo y contribuyó a acentuar las diferencias y los
realineamientos de los distintos sectores que componían el partido.

Las propuestas de reformar la Constitución y de trasladar la Capital Federal a


la ciudad rionegrina de Viedma- dos ambiciosos proyectos que revelaban la
pretensión del alfonsinismo de refundar la república- no lo lograron atraer al
electoral que, cada vez más, ubicaba los problemas económicos en el centro
de sus preocupaciones.

. CRISIS ECONÓMICA

El mayor problema que debió enfrentar el gobierno fue la escalada


inflacionaria, que alcanzó el 30% de incremento mensual, para lo cual convocó
a la concertación a obreros y empresarios. Los primeros cambios en gabinete
afectaron a los ministros de trabajo, Antonio Muccisi y de economía Bernardo
Grinspun.

El año concluyó con una inflación del 688%, que obligó a Alfonsín a destruir al
ministro de economía, Grispum, nombrando a Sourouille, para sustituirlo.
2. LUCHA POR LOS DERECHOS HUMANOS

"Con la democracia se come, se educa y se cura", esa fue la frase del cierre de
campaña de Raúl Alfonsín. El radical había recorrido innumerables actos
recitando el preámbulo de la Constitución Nacional, todo un símbolo del
regreso a la democracia, tras siete años de la dictadura más sangrienta de la
historia argentina. El 30 de octubre de 1983, se impuso en las elecciones
presidenciales con el 51,75% de los votos sobre el justicialista Italo Luder, que
obtuvo el 40,16.

El discurso de cierre de campaña del entonces candidato aún se estudia como


una pieza valiosa de oratoria, que resume los problemas que luego enfrentó el
gobierno radical, y la intención de gobernar con el apoyo de la oposición.

Con las elecciones de 1983 se cerraba no sólo la etapa de la dictadura cívico-


militar más cruenta de la historia argentina, sino el largo ciclo de golpes de
Estado que comenzó en 1930 con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen.

Fue el triunfo de la institucionalidad democrática, que inauguró una etapa


inédita en la política del país: la continuidad de los gobiernos elegidos por el
voto popular –excepto el de Eduardo Duhalde elegido por la Asamblea
Legislativa- sin las interrupciones impuestas por las dictaduras militares.

La democracia fue el resultado de un largo proceso de resistencia al terrorismo


de Estado, que adquirió variadas formas en lo político, en lo social y en la lucha
por los derechos humanos que erosionaron a la dictadura hasta el ocaso
definitivo que le provocó la derrota en la guerra de las Malvinas.

Alfonsín sintetizó el anhelo democrático de las mayorías y cumplió con el


juzgamiento a los miembros de la Junta Militar, pero no pudo avanzar en
desarticular el modelo neoliberal implantado por la dictadura y soportó el asedio
de los grandes grupos económicos y, en el límite, declaró la “economía de
guerra”. Al mismo tiempo las sublevaciones de los militares carapintadas que lo
empujaron a imponer las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final,
provocando un retroceso en materia de derechos humanos.
Los sucesivos paros generales de la CGT también demostraron que la
situación de los trabajadores formaba parte de las tareas de una democracia
inconclusa.

En ese proceso, un hecho oscuro y no resuelto fue el copamiento del


regimiento de La Tablada por un grupo armado que respondía al Movimiento
Todos por la Patria cuya justificación fue que se estaba gestando un golpe de
Estado.

Sobre el final del gobierno de Alfonsín la hiperinflación, la ruptura de la cadena


de pagos y los saqueos a los supermercados provocaron una crisis de tal
magnitud que el entonces ministro de Economía, Juan Carlos Pugliese, apuntó
a los grandes grupos empresarios con una frase antológica: “Les ofrecí el
corazón y me contestaron con el bolsillo”.

La crisis obligó a Alfonsín a adelantar el traspaso del mando presidencial y el


justicialista Carlos Menem, triunfante en las elecciones, se hizo cargo del Poder
Ejecutivo. Se abrió así una etapa política y social caracterizada por las
privatizaciones de empresas del Estado, el cierre de fuentes de trabajo y el
crecimiento exponencial de la pobreza y de la deuda externa. Además, Menem
profundizó el retroceso en materia de derechos humanos, al decretar el indulto
a los jefes de la dictadura militar con el argumento de que había que “cerrar
heridas del pasado”.

. ALFONSÍN COMO SÍMBOLO DE LA DEMOCRACIA

Entre logros de Raúl Alfonsín hay uno que nunca nadie puso en discusión: su
lucha por los Derechos Humanos. Impulsor del juicio a las juntas militares, fue
en 1985, cuando al mando del Poder Ejecutivo dispuso, mediante el decreto
158/83, la instrucción por parte del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas
de una causa contra los miembros de las tres primeras Juntas Militares del
llamado Proceso de Reorganización Nacional. Es decir, al Teniente General
Jorge Rafael Videla, al Almirante Emilio Eduardo Massera y al Brigadier
General Orlando Ramón Agosti.
Lo hizo sobre la base de que "... entre los años 1976 y 1979,
aproximadamente, miles de personas fueron privadas ilegalmente de su
libertad, torturadas y muertas como resultado de la aplicación de esos
procedimientos de lucha, inspirados en la totalitaria 'doctrina de la seguridad
nacional'..." Como se dijo anteriormente en estas líneas, Alfonsín fundó, junto a
otras personalidades la Asamblea Permanente por lo Derechos Humanos, el 18
de diciembre de 1975. La APDH luego apoyó el trabajo que realizó la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), también creada por el
ex presidente, con el objetivo de investigar las graves, reiteradas y planificadas
violaciones a los derechos humanos. De la investigación que realizó la
comisión, surgió el libro Nunca Más.

Luego para intentar contener el creciente malhumor de las fuerzas, el 1986


Alfonsín se vio obligado a intervenir personalmente para que el Congreso
aprobara la ley de Punto Final y Obediencia Debida. Años después, el ex
mandatario dijo: "Las medidas que nosotros tomamos, que lo hicimos con un
criterio de racionalidad, no se compadecían con lo emocional del pueblo en ese
momento. De modo que fue algo que se vio como una enorme frustración por
todos los argentinos".
3. CONADEP

A cinco días de asumir la Presidencia de la Nación, más precisamente el 15 de


diciembre de 1983, Raúl Alfonsín firmó el Decreto 187/83, por el cual propicia
constituir una Comisión Nacional, que tendrá como objeto esclarecer los
hechos relacionados con la desaparición de personas ocurridas en el país. Así
nació la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, CONADEP.

Las funciones taxativas de esta Comisión serán la de recibir pruebas y


denuncias sobre los hechos y remitirlas a la justicia, si ellas están relacionadas
con la presunta comisión de delitos, como así también, averiguar el destino o
paradero de las personas desaparecidas y toda otra circunstancias relacionada
con la localización de las mismas. También el Decreto 187, establece en su
articulado, que la Comisión tendrá la tarea de ubicar a los niños desaparecidos,
sustraídos a la tutela de sus padres y emitir un informe final, con la explicación
detallada de los hechos investigados, a los 180 días a partir de su constitución.

Para llevar adelante esta tarea, el Decreto 187/83 estipula la integración de 16


miembros, invitando además a las Cámaras del Congreso de la Nación a
integrar a tres miembros de su cuerpo, lo cual materializó la Cámara de
Diputados de la Nación, al designar a Santiago Marcelino López, Hugo Piucill y
Horacio Huarte, mientras que el Senado de la Nación, donde el Gobierno de
Alfonsín no contaba con una mayoría de miembros, nunca envió sus
representantes a la CONADEP.

Con el objeto de guardar la máxima objetividad en la tarea que debía llevar


adelante la Comisión, el Presidente Alfonsín tomó la determinación que de la
misma participaran ciudadanos con gran prestigio nacional e internacional. En
este sentido, entre las personalidades que integraron la CONADEP “Ad
Honoren”, podemos mencionar a los integrantes: Ernesto Sábato, Ricardo
Colombres; René Favaloro, Hilario Fernández Long, Carlos Gatinoni, Gregorio
Klimovsky, Marshall Meyer, Jaime de Nevares, Eduardo Rabossi y Magdalena
Ruiz Guiñazú.

Con el fin de garantizar un óptimo funcionamiento de la Comisión se


constituyeron los siguientes Departamentos y sus responsables: El
Departamento de Declaraciones, bajo la responsabilidad de la señora Graciela
Fernández Meijide; El Departamento de Documentación y Proceso de
información, bajo la responsabilidad de Dr. Daniel Salvador; El Departamento
de Procedimiento, bajo la responsabilidad del Dr. Raúl Aragón; El
Departamento de Asuntos Legales, bajo la responsabilidad del Dr. Leopoldo
Silgueira. Resulta importante destacar que al constituirse la Comisión, el 29 de
diciembre de 1983, fue elegido como Presidente de la CONADEP el escritor
Ernesto Sábato.

La CONADEP relevó miles de casos de desaparición, secuestro, tortura y


ejecuciones. En tal sentido, con cada uno de los casos denunciados se
conformo un legajo numerado. La Comisión compiló más de 50.000 páginas de
documentación, la cual, fue entregada al Presidente Alfonsín el 20 de diciembre
de 1984, sirviendo de fuente documental para el libro Nunca Más, y el posterior
juicio que se llevó adelante contra las Tres Juntas militares y dirigentes
guerrilleros que violaron los Derechos Humanos, los cuales, fueron
condenados a cadena perpetua, para más adelante, ser amnistiados por el
Presidente peronista Carlos Menen.

No fue tarea fácil la emprendida por el Presidente Alfonsín, al llevar adelante


una investigación y posterior juicio inéditos para el continente americano y el
mundo, cuyo corolario fue condenar a las tres Juntas Militares y guerrilleros
que violaron los Derechos Humanos, donde históricamente en Argentina, se le
daba una la vuelta de página a estos delicados temas, decretando una amplia
amnistía. Muchos se preguntarán ¿porque no se llegó al final con los juicios?,
En tal sentido, si avanzamos en el desarrollo de la gestión Alfonsín, podremos
apreciar que la economía y el accionar de los grupos económicos, no son un
tema menor para cualquier gestión de gobierno, que quita y otorga poder y
resulta determinante en la cimentación de los gobiernos. En este sentido,
Alfonsín recibió un país quebrado, con una deuda externa sin precedentes.
Además, cabe dejar en claro que el concierto internacional de países
desarrollados, que aplaudieron el retorno a la democracia de la Argentina, no
entendieron o no quisieron entender, que un sistema democrático emergente
se sustenta con un buen desarrollo económico, fuentes de trabajo y bienestar
para los ciudadanos, los cuales, luego de muchos años de sufrimiento y
prohibiciones, habían depositado la esperanza en la nueva Democracia.

Para lograr este objetivo, se necesitaba de muchas inversiones provenientes


del extranjero, pero bueno, está claro que la Argentina al no ser un país
estratégico en el tablero del ajedrez mundial, no tuvo su Plan Marshall. En
definitiva, las ayudas de países desarrollados al país fueron efímeras, lo cual
determinó que la incipiente democracia se tornara débil.

A lo antes mencionado, hay que sumarle los intentos de golpe de estado


llevados adelante por los oficiales medios del Ejercito, entre ellos, los
protagonizados por los Coroneles Mohamed Ali Seineldín y Aldo Rico, cuya
verdadera reivindicación era poner fin a los juicios iniciados por Alfonsín. En tal
sentido, en la encrucijada que solo los estadistas deben sortear, entre el
abismo y mantener las Instituciones democráticas, Alfonsín en soledad, opto
por esta última, dando lugar a las leyes de obediencia debida y punto final, que
dieron por finalizados los juicios. Cabe recordar que los militares antes
mencionados, luego de finalizadas sus carreras castrenses, se han sumado a
la política argentina, afiliándose al Partido Peronista, siendo en la actualidad el
Coronel Aldo Rico, el referente en una importante ciudad del Gran Buenos
Aires, como así también, su hija María del Carmen Rico Diputada Nacional
hasta hace unos días, en representación del Frente Para la Victoria (FPV).

Se cumplen 29 años de esta importante acción de gobierno instrumentada por


el Presidente Alfonsín, muchos han querido deliberadamente negar o
ningunear esta parte de al historia de nuestro país. Hoy tenemos una
democracia que mucho le debe a las determinaciones tomadas en su momento
por este ex presidente argentino.

Seguro se podrá avanzar mucho en materia de Derechos Humanos en el


futuro, pero lo realizado en esos años duros, sólo fue posible de la mano del
estadista que pudo conducir con firmeza el barco de la República en medio de
sentimientos encontrados, posicionamientos sectoriales y corporativos en el
tema de Derechos Humanos.
Es cierto que estas políticas sobre derechos humanos ponían al país al borde
del abismo, al ser desarrolladas en tiempos de crisis e inestabilidad, pero
existía una razón ética para su implementación, más allá que la democracia
pendiera de un hilo de seda. En tal sentido, una forma de dar continuidad a ese
inédito proceder en materia de Derechos Humanos de cara al futuro, ya que
hoy que gozamos de una democracia consolidada que posibilita continuar con
los juicios interrumpidos por los alzamientos militares como se están llevando
acabo. Además, se deberían anular los Decretos de indultos a las Juntas
Militares y dirigentes guerrilleros que violaron los Derechos Humanos y
retórnalos a prisión perpetua, como así también, iniciar los postergados juicios
de investigación sobre la desaparición de casi 2.000 compatriotas, que tuvieron
lugar entre los años 1974 y 1976 y además, lograr el esclarecimiento de la
primer desaparición en democracia ocurrido hace tres años en la ciudad de La
Plata, me refiero al ciudadano Julio López.

Las políticas de Derechos Humanos que se implementen en el futuro en


nuestro país, deben ser para todos los ciudadanos, sobre todo, para los que
hoy sufren esas privaciones. Será la Democracia Argentina la que deba
garantizar la vigencia de todos los Derechos Humanos a los ciudadanos
argentinos, ya que muchos de ellos hoy se encuentran al margen de los
mismos, como por ejemplo: el acceso a una vivienda digna, el derecho a la
salud, a la educación, a la libertad sindical, a la libertad de opinión, a crear
ciudadanía y a tener la seguridad de poder vivir, convivir y progresar, en una
República que garantice un funcionamiento transparente y armónico de sus
poderes, donde valores tales como la solidaridad, la libertad y la igualdad,
constituyan el objetivo máximo de una sociedad democrática.
4. LEYES DE PUNTO FINAL Y OBEDIENCIA DEBIDA

Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida decretadas por el presidente


Alfonsín en 1987 libraban de toda responsabilidad a los representantes
castrenses que participaron en la represión. Se pretendía el olvido, el perdón
de esos hechos pasados.

. Ley de Punto Final (ley Nº 23492)

Al año siguiente del histórico juicio a los principales jefes militares (entre los
que se encontraban el gral. Jorge Rafael Videla y el almirante Emilio Massera
que fueron condenados a cadena perpetua), el gobierno de Raúl Alfonsín
promovió la ley de Punto Final que fijaba un plazo de 30 días para receptar las
acusaciones contra militares en la Justicia por violación de los derechos
humanos. Esta ley fue sancionada el 23 de diciembre de 1986, y su contenido
está resumido en los siguientes puntos:

1- Se extinguirá la acción penal contra toda persona que hubiere cometido


delitos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política
hasta el 10 de diciembre de 1983.
2- Cuando en las causas en trámite se ordenare respecto del personal en
actividad de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policiales o
penitenciarias, cualquiera sea su rango, la detención o prisión
preventiva, tales medidas se harán efectivas a petición del jefe de la
unidad en que prestare servicio aquel personal, o de cualquier otro
oficial superior de quien dependiese. En este caso, el superior será
responsable de la presentación a declarar del imputado todas las veces
que el tribunal lo requiera.
3- La presente ley no extingue las acciones penales en los casos de delitos
de sustitución de estado civil y de sustracción y ocultación de menores.
4- La extinción dispuesta en el punto 1 no comprende a las acciones
civiles.

. Ley de Obediencia Debida (ley Nº 23521)

Existía un gran malestar militar debido a que antes que terminaran los plazos
fijados por la ley de Punto Final, la Justicia federal dictó el procesamiento de
unos 500 militares, esto desencadenó la rebelión "carapintada" en Semana
Santa del año 1987. Ante esta presión el gobierno de Raúl Alfonsín promovió la
ley de Obediencia Debida que absolvía a los militares de rango intermedio y
menor, así dio lugar al desprocesamiento de la mayoría de oficiales y
suboficiales involucrados en la represión porque se consideró que obraban bajo
subordinación a la autoridad superior (algunos de los beneficiados por esta ley
fueron Antonio Bussi y el destituido capitán Alfredo Astiz). Esta ley fue
promulgada el 4 de junio de 1987, y su contenido esencial es el siguiente:

1- Se presume que quienes a la fecha de comisión del hecho revistaban


como oficiales jefes, oficiales subalternos, suboficiales y personal de
tropas de las fuerzas armadas, de seguridad, policiales y penitenciarias,
no merecen castigo por haber obrado en virtud de obediencia debida. La
misma presunción será aplicada a los oficiales superiores que no
hubieran revistado como comandante en jefe, jefe de zona, jefe de sub-
zona o jefe de fuerza de seguridad, policial o penitenciaria si no se
resuelve judicialmente, antes de los treinta días de promulgación de esta
ley, que tuvieron capacidad decisoria o participaron en la elaboración de
las órdenes. En tales casos se considerará de pleno derecho que las
personas mencionadas obraron bajo subordinación a la autoridad
superior y en cumplimiento de órdenes, sin facultad o posibilidad de
inspección, oposición o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad y
legitimidad.
2- La presunción establecida en el artículo anterior no será aplicable
respecto de los delitos de violación, sustracción y ocultación de menores
o sustitución de su estado civil y apropiación extorsiva de inmuebles.
3- La presente ley se aplicará de oficio. Dentro de los cinco (5) días de su
entrada en vigencia, en todas las causas pendientes. El 25 de marzo del
presente año el Senado de la Nación dio sanción definitiva a la
derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Esta
decisión no tendrá incidencia jurídica porque ninguna ley se puede aplicar
a hechos ocurridos antes de su sanción. Es por esto que no podrán ser
juzgados quienes se beneficiaron con estas leyes en la década pasada.
Sin embargo, la derogación de las mismas tiene una fuerte repercusión
política a partir del masivo respaldo del pueblo.

A 22 años del golpe de estado, la sociedad se manifestó masivamente


repudiando la dictadura militar y contra el olvido. El reclamo de justicia
trasciende las fronteras de lo permitido, adquiriendo fuerza desde lo individual,
desde cada memoria, desde cada conciencia.

El pueblo argentino opina que es positivo para el país que se sepa y haga
público lo sucedido durante la represión y el destino de los desaparecidos, y
que cada sector de la sociedad asuma sus responsabilidades. No es exclusivo
de los familiares de las víctimas llegar a conocer la verdad sobre lo ocurrido,
sino que corresponde a toda la comunidad como un derecho a conocer su
pasado, entre otras razones como una forma de resguardarse para el futuro.

Existen en el país organizaciones no gubernamentales que hacen oír este


reclamo, como por ejemplo: Abuelas de Plaza de Mayo, Comisión de
Familiares de víctimas de la Represión, Familiares de Desaparecidos y
Detenidos por Razones Políticas, Liga Argentina por los Derechos del Hombre,
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.

Poco tiempo antes de la reelección de Menem, en mayo de 1995, se dieron a


conocer declaraciones de algunos integrantes del sector castrense implicados
en la llamada "guerra sucia". Después de hacer una especie de "mea culpa",
los mismos reconocieron públicamente haber cometido excesos en la lucha
contra la subversión, los que fueron atribuidos a bandas armadas
descontroladas. Sin embargo, el informe elaborado por la CONADEP, conocido
con el nombre de NUNCA MÁS, puso en evidencia que la violación de los
derechos humanos durante la dictadura militar se realizó en forma planificada y
sistemática.

El 8 de junio de 1995 Martín Balza, envió un radiograma a todas las unidades


de la fuerza en el que invitó a sus subordinados a aportar datos sobre la suerte
de los desaparecidos. El radiograma precisa que "se comunica a toda la fuerza
que el personal de la misma que posea algún tipo de información relacionada
con personas eventualmente detenidas-desaparecidas y que, individual y
voluntariamente deseen aportar dicha información, podrán hacerlo ante la
Secretaria General del Ejército, asegurando absoluta reserva a quien lo
hiciera".

El 8 de marzo del año pasado, el Capitán de corbeta Adolfo Scilingo reveló


públicamente detalles de la represión ejercida en la Escuela de Mecánica de la
Armada, acusándose de haber tirado al mar a 30 desaparecidos con vida. A
partir de esa fecha varios han sido los integrantes de las Fuerzas Armadas y de
Seguridad que han hecho públicas declaraciones sobre el destino de los
desaparecidos.

Pienso que se hacía necesaria la derogación de estas leyes que fueron


sancionadas en 1987, cuando la democracia no estaba fortalecida y había un
estado de sublevación militar, temiéndose un nuevo golpe militar. Durante
muchos años, estas leyes, se mantuvieron como símbolos de impunidad de
una época trágica de nuestra historia.

Hoy, nuestro compromiso consiste en afianzar la democracia y basar nuestros


actos en el respeto a los derechos humanos, para que no se repita este triste
pasado.
5. POLÍTICA ECONÓMICA E HIPERINFLACIÓN

Los primeros años del periodo entre 1983 y 1999 que correspondieron a los
gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Saúl Menem estuvieron marcados por la
vuelta a la democracia con la presidencia justamente del candidato Radical
Alfonsin, luego de la dictadura militar más sangrienta que tuvo nuestro país en
su historia.

. LA POLITICA ECONOMICA DE RAUL ALFONSIN DEUDA EXTERNA


Desde comienzos de los años ochenta, la deuda externa ha sido para la
Argentina uno de sus principales problemas económicos. La deuda ha llega a
representar aproximadamente el equivalente al producto bruto interno de la
Argentina, y si se la quisiera cancelar sería necesario insumir más de 5 años de
exportaciones o el equivalente a 14 años de recaudación tributaria. La misma
fue una de las consecuencias negativas de la política económica de Martínez
de Hoz. El monto de la deuda trepo de 7.000 millones de dólares, en 1975 a
44.000 millones en 1983. El incremento se produjo en un contexto internacional
caracterizado por la abundancia de crédito. Hacia principios de la década
de1980, ese contexto cambio y los países endeudados no consiguieron más
créditos para refinanciar su deuda.
Para la Argentina la deuda siguió creciendo y su financiamiento quedo sujeto a
las disposiciones del FMI que condicionaba la política económica del país.

. LA GESTION DE GRINSPUN
En relación con el pago de la deuda externa, el gobierno no considero
adecuadamente el escaso margen de autonomía que dejaba a los países
deudores, como Argentina, la estrategia acordaba entre los bancos acreedores
y el FMI. Según esta estrategia, cualquier refinanciación tenía como condición
que el país solicitante acordase el pago de la deuda externa como absoluta
prioridad y, al mismo tiempo, iniciara un ajuste profundo de su
economía. Bernardo Grinspun intento dividir el frente de los acreedores. Al
mismo tiempo, Alfonsin y el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Dante
Caputo, se esforzaron por consolidar un frente de deudores. Sin embargo, solo
consiguieron demorar el momento de enfrentar la verdad mientras avanzaba el
deterioro de la economía. Finalmente, en septiembre de 1984, el gobierno
suscribió un acuerdo con el FMI. En un contexto de alta inflación, el aumento
de los salarios y otras medidas orientadas a reactivar la economía a través de
un aumento de la demanda agregada agudizaron viejos problemas. La inflación
comenzó a crecer y la especulación financiera cobro un renovado impulso. En
Abril de 1985, Alfonsin anuncio que el país entraba en una “economía de
guerra”.

. LA GESTION DE SOURROUILLE
En Enero de 1985, Grinspun fue remplazado por Juan V. Sourrouile quien se
dispuso a llevar adelante el ajuste de la economía argentina y anuncio que las
metas eran la apertura de la economía, el aumento de las exportaciones, la
disminución del déficit fiscal, del gasto público y del papel del Estado como
agente económico y la decisión de no emitir moneda para resolver el déficit
fiscal.

. EL PLAN AUSTRAL
Hacia principios de 1985, la situación económica era de extrema gravedad, y el
síntoma mas claro era una altísima inflación. El cambio de ministro fue la
primera señal de un cambio de orientación, que se consolido con el
lanzamiento del Plan Austral, en Mayo. El Plan Austral fue un plan de
estabilización con rasgos originales que tuvo como finalidad principal reducir la
inflación manteniendo los niveles de actividad económica y empleo. El plan
tuvo un fuerte éxito inicial en el cumplimiento de sus objetivos. Un conjunto de
circunstancias tanto de carácter externo como de carácter interno fueron
debilitando el plan. La inflación volvió a crecer. El gobierno intento una
concentración con sectores del empresariado y del sindicalismos sin embargo
los problemas económicos continuaron.

. ÉXITOS Y FALENCIAS
En el año 1986 la política tuvo resultados exitosos: en ese año el PBI había
crecido un 5,3%; el déficit fiscal disminuía desde un 8,3% del PBI en 1984 y
4,1% en 1985 a un 2,7% en 1986; la inversión interna había crecido un 18.2%;
la inflación había caído a un 81,9% para los precios minoristas y a 57,8% para
los mayoristas; y el salario real industrial había aumentado un 2%. El plan
también tuvo sus problemas. La inflación se mantenía con un riesgo latente; la
inversión y los salarios seguían muy por debajo de los niveles de la década
anterior y la caída de los precios internacionales para las exportaciones
agropecuarias mas la suma de la deuda externa complicaba el desarrollo
económico.

. RESUMEN DEL PLAN AUSTRAL, HIPERINFLACIÓN Y ELECCIONES DEL


1989
El gobierno radical se esforzó por afianzar las normas de vida democrática, por
fomentar el pluralismo, la libertad de expresión, la autonomía de las
universidades y la independencia de los poderes del Estado. En 1985,
mediante un referéndum popular no vinculante, la ciudadanía se pronunció por
abrumadora mayoría en favor de un acuerdo pacífico con Chile en el problema
del Beagle.

Los argentinos también dieron la bienvenida a las leyes de divorcio y de patria


potestad compartida. En cambio, no mostraron interés por las propuestas de
reformar la Constitución y de trasladar la Capital Federal al Sur del país. El
primer proyecto, concebido con la idea de habilitar su reelección, reflejó las
intenciones de Raúl Alfonsín de fundar un «tercer movimiento histórico».

Bernardo Grinspun, primer ministro de Economía de la gestión alfonsinista,


trató de reactivar la economía y de detener la inflación con métodos ortodoxos.
Con el propósito de ayudar a las familias más pobres, se estableció el
Programa Alimentario Nacional (PAN), que funcionó hasta 1989. Las
negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por la obtención de
créditos implicaron la aplicación de un ajuste monetario intolerable.

En diciembre de 1984 el índice de precios aumentó el 20 por ciento; en febrero


de 1985 Juan Vital Sourrouille reemplazó a Grinspun y, en junio, el nuevo
ministro lanzó el Plan Austral. Este programa, entre otras cosas, decidió el
cambio de moneda, diseñó un mecanismo desindexatorio y afirmó el
compromiso de no volver a emitir para financiar el déficit fiscal.
El Plan Austral contenía cinco puntos fundamentales:
1. El congelamiento de los precios, de las tarifas de los servicios públicos y de
los salarios al día 12 de
junio de 1985. En el caso de las tarifas de los servicios públicos, se realizó un
fuerte reajuste antes del congelamiento.
2. La reducción de las tasas de interés a niveles más bajos respecto de las
existentes en ese momento. Así, las tasas para depósitos se redujeron del 28
% al 4 %, mientras que para los préstamos la reducción fue del 30 % al 6 %.
3. La implementación de una política monetaria y fiscal más severa y restrictiva
(mayor control del gasto público y de la circulación monetaria).
4. La devaluación del peso en forma simultánea al incremento de las
retenciones a las exportaciones (es decir, el gobierno se apropió de las
ganancias de la devaluación). De este modo, el tipo de cambio fue fijado a
razón de 80 centavos de austral por dólar, y se procedió a su congelamiento.
5. El cambio de la moneda: la eliminación de los anteriores pesos y su
reemplazo por el austral.

Uno de los problemas que provocó el cambio de la moneda era que existían
contratos firmados con anterioridad al lanzamiento del Plan, con cláusulas de
indexación automática fijadas sobre la base de las tasas de inflación previas al
congelamiento. Mantener esas cláusulas hubiera implicado la transferencia de
ingresos a favor de acreedores, contratistas y locatarios, en tanto los deudores
deberían seguir pagando como si la inflación mantuviera el mismo ritmo.

Ante este problema se resolvió la creación de una nueva moneda: el austral.


De este modo, todos los pago? a término existentes por contrato debían ser
convenidos a la nueva moneda pero siguiendo una regla de depreciación
(denominada "desagio") que iba reduciendo progresivamente el valor del viejo
peso en relación con el austral.

El Plan Austral funcionó durante el resto del año, pero las metas acordadas con
el FMI causaron serios desequilibrios en el presupuesto sólo en lo concerniente
al pago de los intereses de una deuda externa abismal. Resultó imposible
controlar el gasto de las provincias (la mayoría en manos peronistas) y de las
empresas públicas. La gestión económica también se vio entorpecida por la
oposición de los oligopolios, los monopolios y el sindicalismo.

El Senado vetó una ley que buscaba democratizar el movimiento obrero y


liberarlo de su estructura corporativista. La CGT, que durante la dictadura
militar había estado dividida en dos ramas, se unificó bajo el liderazgo de su
secretario general, el dirigente cervecero Saúl Ubaldini, y ejerció presión
desestabilizadora a través de catorce paros generales y otras tantas
movilizaciones.

El mercado internacional no favoreció los ingresos del Tesoro, debido a la


brusca caída de los precios de granos y oleaginosas en 1986 y 1987.

A partir del 1987, el gobierno radical vio significativamente ¡imitada su


capacidad de acción. A las sublevaciones militares de enero y diciembre de
1988, que acentuaron la capacita: de presión de las Fuerzas Armadas, se
agregó el triunfo electoral justicialista de 1987 (que quitó al radicalismo el
control del Parlamento y de los gobiernos de varias provincias inflación y la
oposición de los sindicatos. En efecto, la cada vez más aguda crisis económica
fortaleció a los sindicalistas de la CGT, que presionaron al gobierno con
marchas y huelgas generales para conseguir aumentos en los salarios, y
llegaron incluso a reclamar la renuncia del Presidente.

En agosto de 1988 se lanzó el llamado Plan Primavera que no trajo alivio


alguno. Una severa sequía veraniega restringió la alimentación eléctrica en
todo el país y, en consecuencia, afectó la actividad industrial y causó malestar
en la población.

El plan Primavera
En agosto de 1988, el plan Austral estaba agotado, por lo cual el gobierno
lanzó el plan Primavera. El nuevo plan económico impulsaba la apertura de la
economía y la privatización de empresas estatales, un punto que fue
duramente atacado por el justicialismo en ambas Cámaras. El gobierno, en
medio de la campaña electoral y limitado en su acción política, pudo sostener la
propuesta económica, Careció de respaldo: tuvo la decidida oposición del
sector rural y escaso apoyo de los sectores industriales. En pocas semanas, el
plan había fracasado. En febrero de 1989, en medio de un clima de ebullición
político y social, el gobierno dispuso una devaluación de la moneda. Esta
medida produjo un alza de precios que se fue acelerando -hasta producir
hiperinflación. Los precios, que en enero se habían incrementado en un 9.: en
mayo treparon hasta el 80% y la cotización del dólar se octuplicó.

En febrero de 1989 el dólar subió un 25 por ciento y el mercado empezó a


descontrolarse. En medio de sucesivos feriados bancarios, la gente corría a
comprar billetes de la divisa norteamericana que, en marzo, trepó a los 31
australes, con un índice de inflación del 17 por ciento.

A fin de mes, Juan Carlos Pugliese reemplazó a Sourrouille; a la semana el


dólar llegó a los cincuenta australes y más adelante -en el marco de un
mercado cambiario libre y único- aumentó a noventa. En un escenario de
remarcaciones de precios casi diarias y de desabastecimiento, la inflación de
abril fue del 33,4 por ciento.

Las elecciones presidenciales del 14 de mayo dieron la victoria al binomio


justicialista, Carlos Saúl Menem-Eduardo Duhalde, que obtuvo el 49 por ciento
de los sufragios. El candidato radical cordobés Eduardo Angeloz ocupó el
segundo lugar con el 37 por ciento, y la Unión del Centro.

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