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1 Didi-Huberman, Georges. Supervivencia de las luciérnagas. Abada Editores .Madrid, 2009. p 46.
2 Íbid. p.9.
Si revisamos el sentido que cada pueblo otorga a sus imágenes por medio de esta
estética colectiva, se puede leer una devoción religiosa que adviene en lo terrible, la
imagen religiosa presenta un carácter subversivo, inherente al contexto de las clases
trabajadoras que buscan aliviar un síntoma, así es como el cromo religioso media con el
objeto del deseo de quien formule una petición relacionada con cuestiones económicas,
laborales e incluso pasionales3. Didi-Huberman retoma los escritos de Pasolini donde
declara que el pueblo es genio de la cultura, y que en su imaginación reside la toma de
posición y la dirección que una sociedad debe seguir. La canonización colectiva de un
santo apócrifo bajo ésta perspectiva representa la visualización de los que no tuvieron
voz o tampoco fueron considerados en un registro histórico oficial porque es validado por
medio de un acto insólito, proceso avalado exclusivamente por el pueblo como testigo.
Es cuando las imágenes religiosas adquieren una lectura política, y se exponen como
las lucciole que Didi-Huberman describe.
3 Didi-Huberman, Georges. Exvoto, imagen, órgano, tiempo. Ediciones Sans Soleil. Argentina, 2013.
4 Belting, Hans. Imagen y Culto. Una historia de la imagen anterior a la era del arte. Ediciones Akal, Madrid, 2009.
servir a todo fin, desde llevar protección supraterrenal, realizar trabajos de brujería, o
servirse de ellas como material de investigación visual y plástico. En la mayor parte de
nuestro entorno urbano no podemos pasar por alto la presencia del cromo religioso, que
ha generado su propia arquitectura visual, por medio del juego con recursos tipográficos
y el uso de viñetas que en la mayoría de los casos incluyen, como una especie de pie de
página dentro del cromo, una oración, que establece una narrativa para reforzar el
vehículo divino del cromo por medio de la imagen y la palabra.
México tampoco es un país que tampoco adolece de santos populares cuyo auge
se relaciona con tiempos de crisis5, desde principios del siglo XX podemos encontrar
efigies como el Niño Fidencio, la Santa Muerte, Jesús Malverde y San Judas Tadeo,
aunque éste último sí tenga reconocimiento litúrgico por la iglesia católica. La mayor
parte de éstos santos son tomados como estandartes por comunidades marginadas en
América Latina y cada elemento iconográfico de los santos apócrifos tiene una lectura
en la que se interpretan problemáticas sociales, como desempleo, violencia e incluso la
supervivencia de ideologías políticas cuando se santifica la efigie de un político. También
es interesante remarcar que cada una de éstas imágenes genera un sincretismo con
cultos religiosos movidos por un flujo migratorio, como el caso del culto a San Judas
Tadeo, donde conviven rituales pertenecientes a la iglesia católica y se lleva como
prenda collares con configuraciones cromáticas y rituales similares a los objetos
empleados por las religiones afrocaribeñas. Dicho ejemplo nos ofrece observar un
pastiche religioso susceptible a explorarse por medio de propuestas artísticas que han
sido llevadas a cabo desde la 1960 en América Latina.
5 Gil Olmos, Jorge. Santos populares. La fe en tiempos de crisis. Editorial Grijalbo. México, 2017.