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Pueblos expuestos y los imaginarios religiosos en tiempos de crisis

Por: Verónica Villegas Barraza (@veratisiconos)


Maestra en Artes Visuales
FAD-UNAM
veratisiconos@gmail.com

En nuestra manera de imaginar yace fundamentalmente una condición para nuestra


manera de hacer política1, por medio de esta cita literaria en el texto Supervivencia de
las luciérnagas, Georges Didi-Huberman hace referencia a Hannah Arendt para
reflexionar sobre el carácter subversivo de la cultura popular, noción que rescata de los
Diarios de Pier Paolo Pasolini, quien terminó condenándola como un modelo de
producción visual explotado en el capitalismo que vende y es obsceno. Pasolini concluye
que esta capacidad subversiva de la cultura popular es opacada por su misma condición
de espejo para el pueblo y le hace recaer en un complejo de Narciso, donde el pueblo
se encierra en su condición histórica por medio de estereotipos culturales y su
marginalización al arrinconarla en el territorio de lo vulgar, sin embargo para Didi-
Huberman en éstas imágenes todavía persiste la posibilidad de generar a partir de ellas
una exposición crítica de éste síntoma de malestar social, el autor lo ejemplifica al traducir
el término italiano: lucciole como la intermitente luminiscencia de las luciérnagas,
equiparable a la visibilidad de una imagen fugaz que devela una verdad opacada, ambos
autores se remiten a la narrativa que hace Dante Alighieri sobre la naturaleza de la
luciérnaga como una especie de fuego fatuo en una oscuridad desoladora2, la lucciole
nos remite a ese carácter intermitente que encierra una imagen, en un determinado
momento socio histórico, que puede generar un sentido de identidad y empatía para
reflejar una estética colectiva, con un fin común, ya que las mismas luciérnagas nunca
perecen en conjunto. Tal fuerza enigmática nos remite el valor de una imagen, que tiene
la capacidad de revivir, o perecer a lo largo de la historia, como un generador de
conciencia crítica.

1 Didi-Huberman, Georges. Supervivencia de las luciérnagas. Abada Editores .Madrid, 2009. p 46.
2 Íbid. p.9.
Si revisamos el sentido que cada pueblo otorga a sus imágenes por medio de esta
estética colectiva, se puede leer una devoción religiosa que adviene en lo terrible, la
imagen religiosa presenta un carácter subversivo, inherente al contexto de las clases
trabajadoras que buscan aliviar un síntoma, así es como el cromo religioso media con el
objeto del deseo de quien formule una petición relacionada con cuestiones económicas,
laborales e incluso pasionales3. Didi-Huberman retoma los escritos de Pasolini donde
declara que el pueblo es genio de la cultura, y que en su imaginación reside la toma de
posición y la dirección que una sociedad debe seguir. La canonización colectiva de un
santo apócrifo bajo ésta perspectiva representa la visualización de los que no tuvieron
voz o tampoco fueron considerados en un registro histórico oficial porque es validado por
medio de un acto insólito, proceso avalado exclusivamente por el pueblo como testigo.
Es cuando las imágenes religiosas adquieren una lectura política, y se exponen como
las lucciole que Didi-Huberman describe.

Los pueblos generan creativamente una insurrección a través de la imagen


religiosa cuya estética se basa en la representación de acontecimientos grotescos,
sublimes o extraordinarios. En tiempos de crisis, es cuando estas imágenes religiosas
exponen su visibilidad, por ejemplo, en América Latina la imagen religiosa tiene una
lectura política muy interesante. Nuestras imágenes religiosas describen santos
populares que reflejan el síntoma de una sociedad en la barbarie que ha perdido de vista
a sus lucciole, que solamente se pueden divisar por medio de las luces estridentes que
iluminan a los altares callejeros por las noches de la Ciudad de México. Bajo esta
premisa, la imagen religiosa en el contexto católico sirve como vehículo de lo divino, y su
composición iconográfica ha seguido una serie de lineamientos establecidos por una
liturgia, que en determinados momentos históricos es susceptible de modificarse de
acuerdo a intereses políticos4.

En la hagiografía católica, existen una serie de imágenes que no respetan una


liturgia, su representación es modificada por el pueblo y es expropiada bajo los intereses
de la estética popular, sobre todo en la hagiografía latinoamericana, susceptibles de

3 Didi-Huberman, Georges. Exvoto, imagen, órgano, tiempo. Ediciones Sans Soleil. Argentina, 2013.
4 Belting, Hans. Imagen y Culto. Una historia de la imagen anterior a la era del arte. Ediciones Akal, Madrid, 2009.
servir a todo fin, desde llevar protección supraterrenal, realizar trabajos de brujería, o
servirse de ellas como material de investigación visual y plástico. En la mayor parte de
nuestro entorno urbano no podemos pasar por alto la presencia del cromo religioso, que
ha generado su propia arquitectura visual, por medio del juego con recursos tipográficos
y el uso de viñetas que en la mayoría de los casos incluyen, como una especie de pie de
página dentro del cromo, una oración, que establece una narrativa para reforzar el
vehículo divino del cromo por medio de la imagen y la palabra.

México tampoco es un país que tampoco adolece de santos populares cuyo auge
se relaciona con tiempos de crisis5, desde principios del siglo XX podemos encontrar
efigies como el Niño Fidencio, la Santa Muerte, Jesús Malverde y San Judas Tadeo,
aunque éste último sí tenga reconocimiento litúrgico por la iglesia católica. La mayor
parte de éstos santos son tomados como estandartes por comunidades marginadas en
América Latina y cada elemento iconográfico de los santos apócrifos tiene una lectura
en la que se interpretan problemáticas sociales, como desempleo, violencia e incluso la
supervivencia de ideologías políticas cuando se santifica la efigie de un político. También
es interesante remarcar que cada una de éstas imágenes genera un sincretismo con
cultos religiosos movidos por un flujo migratorio, como el caso del culto a San Judas
Tadeo, donde conviven rituales pertenecientes a la iglesia católica y se lleva como
prenda collares con configuraciones cromáticas y rituales similares a los objetos
empleados por las religiones afrocaribeñas. Dicho ejemplo nos ofrece observar un
pastiche religioso susceptible a explorarse por medio de propuestas artísticas que han
sido llevadas a cabo desde la 1960 en América Latina.

5 Gil Olmos, Jorge. Santos populares. La fe en tiempos de crisis. Editorial Grijalbo. México, 2017.

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