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Guía para la
meditación Zen.
por Dokushô Villalba
El jardín secreto
Nuestra mente es a menudo parecida a un océano agitado en el que continuamente se
agitan las olas de su actividad incesante: emociones contradictorias, pensamientos
variados, sensaciones, expectativas, etc. La sociedad de consumo que sufrimos dirige
nuestra atención hacia la realidad externa, en pos de la adquisición de bienes y de
información. La industria del deseo excita nuestras ansias mostrándonos una zanahoria
ilusoria magníficamente presentada por las agencias de publicidad. De esta manera la
noria de nuestros días va girando y girando, año tras año, al mismo tiempo que la
serenidad interior y el verdadero estado de felicidad se alejan cada vez más de nosotros.
Veamos en qué consiste una sesión de zazen. La agitación mental viene dada por la
dispersión (desenfoque) de la atención. Lo primero que tenemos que hacer al comenzar
una sesión de zazen es, pues, calmar la agitación mediante la concentración (enfoque)
de la atención. Para ello, en primer lugar, enfocamos la atención sobre la postura
corporal. Creamos una base corporal sólida doblando las piernas en loto o en medio
loto, de forma que las dos rodillas en contacto con el suelo y las nalgas en contacto con
el zafu (cojín para zazen) formen una base estable sobre la que pueda erguirse el tronco.
Estiramos bien la columna vertebral. Relajamos los hombros. La cabeza permanece
justo sobre los hombros, sin inclinarse hacia delante, detrás, izquierda o derecha.
Dejamos caer los brazos a lo largo del cuerpo y disponemos la mano izquierda sobre la
mano derecha, ambas pegadas al bajo vientre.
Una vez que nos hemos cerciorado de que la postura corporal es correcta y equilibrada,
enfocamos la atención sobre la respiración. Enfocar la respiración sobre la respiración
no quiere decir "controlar" la respiración. La respiración no necesita ser controlada.
Sucede por ella misma. La inspiración sucede a la espiración y ésta a la inspiración
siguiendo un ciclo natural en el que la voluntad de manipular sobra. Simplemente
permanece atento a la respiración como si tu atención fuera un corcho que flota sobre
las olas de la inspiración y de la espiración. Eso sí, no dejes que tu atención sea atraída
por nada que no sea la respiración. No luches contra las distracciones. Simplemente
enfócate con determinación sobre la respiración. De esta forma, naturalmente,
automáticamente, inconscientemente, tu actividad mental se calmará.
Una vez que sientas que tu mente se ha aquietado gracias a la concentración sobre la
respiración, puedes abrir el campo de la atención gracias a la observación. Los
principiantes deben ser muy cautelosos a la hora de pasar a la observación y deben
asegurarse de que el nivel de concentración, o quietud, no sufre mengua.
Observar las actitudes emocionales a través de las cuales percibimos la realidad es una
práctica sutil y difícil que necesita una cierta experiencia y un poder considerable de
ecuanimidad. Se trata de tomar conciencia del color de las lentes a través de las cuales
percibimos la realidad y, en la mayoría de los casos, una mente no entrenada es incapaz
de discernir la realidad objetiva de su percepción subjetiva. Gracias a la práctica de la
observación de las actitudes emocionales, la mente misma puede verse a sí misma con
mayor objetividad y liberarse de las lentes coloreadas o, al menos, tomar conciencia del
color (la deformación) a través del cual está percibiendo. Esta práctica genera una
mayor ecuanimidad emocional y libera a la mente del penduleo extremo entre el apego
ciego y el rechazo visceral.
Observando el observador
Si tu práctica de zazen evoluciona naturalmente a lo largo del tiempo, tarde o temprano
te enfrentarás a la paradoja del observador observado. ¿Quién es el que observa? O
mejor aún, ¿desde dónde parte la observación? Lo observado depende del punto de vista
desde el que se observa. Según el punto desde el que parte la observación, la realidad
observada será una u otra. En este nivel de zazen, puedes tomar conciencia de los
contenidos mentales (programas, metaprogramas, sintaxis, etc.) o presupuestos
inconscientes desde los que parten tu observación de la realidad que estás
experimentando. Al tomar conciencia de ellos puedes darte cuenta al mismo tiempo
hasta qué punto te sientes identificado (apegado) con ellos. Si, gracias a una
observación ecuánime, permites que esa identificación emocional se disuelva, esos
metaprogramas cognitivos perderán consistencia y podrás liberarte de ellos. De esta
forma, al cambiar los presupuestos de tu observación, una nueva realidad aparecerá ante
tus ojos.
Una vez en este punto, ya no podemos decir a ciencia cierta si es el observador el que
observa la realidad o es la realidad la que observa al observador. Como decía Alan
Watts, te experimentas a ti mismo "como una abertura a través de la cual el universo se
observa a sí mismo". En palabras de un maestro zen:
"Miro la flor
Y la flor se ve a si misma
a través de mí.
La flor me mira
Y me veo a mis mismo
A través de ella".
Luz y sombra
Si te has sentado en zazen buscando la luz del espíritu no te extrañes si te encuentras de
frente con tus propias sombras, con los aspectos más recónditos de tu inconsciente que
permanecen ocultos a tu propia conciencia ordinaria. Un viejo maestro zen dijo: "La luz
existe en la oscuridad, no veas sólo oscuridad. La oscuridad existe en la luz, no veas
sólo luz. Luz y oscuridad depende la una de la otra como el paso de la pierna izquierda
depende del paso de la pierna derecha". La toma de consciencia de tu propia oscuridad y
la aceptación de la misma son requisitos básicos para comenzar a poner un poco de luz
en la sombra. De la misma manera que el reconocimiento de la propia ignorancia es el
comienzo del camino hacia la sabiduría, el reconocimiento de la propia sombra es el
comienzo del camino hacia la claridad. Cuida de no caer en actitudes extremas: no creas
que por haber clarificado un par de cosas ya lo has clarificado todo, no creas que por
que has encontrado zonas oscuras, toda tu mente es oscuridad. La oscuridad existe
gracias a la luz que la percibe. Como decía el maestro Kodo Sawaki: "La oscuridad de
la sombra del pino depende de la claridad de la luna".
La guía y el guía
Esta guía para la meditación zen es como un pequeño mapa introductorio. No pienses
que con él podrás iniciarte a la práctica de la meditación zen. Las instrucciones directas
de un maestro zen son imprescindibles. La meditación zen es mucho más que una
técnica de meditación y ni siquiera un grueso manual puede suplir la enseñanza directa
de un maestro zen, de persona a persona, de corazón a corazón. El secreto de zazen no
está tanto en la técnica como en la actitud (ética) con la que se practica.
3. Actitud mental. No tomes partido ni por ni contra nada, sea lo que sea. No juzgues
tus propios sentimientos, sensaciones o pensamientos. No digas: "Esto está bien, esto
está mal". Si aparecen juicios y valoraciones en tu mente, toma conciencia de los juicios
y valoraciones que han surgido y déjalos estar sin darles importancia. A esto se le llama
objetividad.
4. Actitud espiritual. No huyas ni persigas nada, sea lo que sea. No quieras alcanzar
nada ni liberarte de nada, sea lo que sea. Simplemente quédate ahí, observando,
aceptando que cada cosa es lo que es en este momento. A esto se le llama apertura
interior.