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Pero sucede muchas veces que el político y su equipo están muy desbordados de
tareas.
Mucho para hacer. ¡Tanto!
Y poco tiempo.
Y la campaña electoral se te viene encima.
¿Por dónde empezar? ¿Cual es el orden, la secuencia que debo seguir? ¿Cual es
la cronología de decisiones que debo tomar?
En esa página incluyo los 20 puntos que hay que pensar y decidir para que la
planificación de la campaña electoral sea completa y efectiva.
Cuanto mejor logres implementar cada uno de estos 20 puntos, pues tanto mejor
será tu campaña. Y ya sabes lo que sucede cuando tu campaña electoral es mejor.
Que vienen los votos, por lo general…
1. Determina tu target, los segmentos sociales hacia los cuales vas a dirigir tu
campaña electoral
2. Traza el perfil de una persona representativa de cada segmento de tu público
3. Encuentra el problema más importantede esa persona que puedas ayudar a
resolver cuando ocupes el cargo
4. Describe con detalle ese problema
5. Presenta tu solución para el problema
6. Escribe una frase-disparador que reúna Target-Problema-Solución
7. Reitera la operación para cada segmento de tu público
8. Sintetiza los pasos anteriores construyendo unos pocos temas de campaña y un
mensaje que los unifique
9. Descubre si los rasgos de tu personalidad incluyen Energía y Afabilidad
10. Decide de qué manera vas a fortalecer esos rasgos en tu comunicación
política
11. Establece que porcentaje de ilusión y qué porcentaje de función práctica
representarás como marca política
12. Diseña tus códigos comunicacionales como marca: logotipo, isotipo, eslogan,
gama cromática, códigos sonoros.
13. Establece claramente qué es lo que te diferencia como candidato de tus
competidores
14. Analiza el cuadro de situación del mercado y tu posición en la mente del
elector: ¿eres el líder, el retador, el tercero en discordia o un lejano competidor?
15. Decide la batalla de posicionamiento que se debe dar: defensa si eres el líder,
ataque si eres el retador, flanqueo si eres el tercero, guerrilla si estás lejos.
16. Mejora tu comunicación no verbal
17. Responde las principales objeciones que se presentan en tu contra
18. Presenta testimonios de personas que te valoren
19. Ofrece garantías de que cumplirás con tu palabra
20. Escribe textos y guiones para todas las piezas de campaña en función de estos
criterios
Contar historias.
Historias entrelazadas e intercomunicadas.
La gente vota en función de esas historias. La gente vota cuando se siente parte
de esas historias. Cuando se identifica. Cuando se encuentra en esas historias.
Muchos creen que las campañas electorales son futuros posibles puestos uno al
lado del otro para ser comparados.
Entonces se paran frente a la sociedad y dibujan con imágenes y palabras el
futuro. Como si comenzaran de cero. Como si la sociedad y la política y la
campaña electoral fueran una tabla rasa, un disco duro vacío, una nada
fundacional e inerte.
Y creen que ganarán si la gente prefiere ese futuro que pintan.
No es así.
Y el hecho de que la gente vote pasado no excluye el futuro.
Simplemente lo integra a una historia.
Porque de otra manera no existe.
Para simplificar: el discurso político pasea al oyente o bien por un lago o bien por
una montaña rusa.
¿Cerebro de reptil?
Sí. Tenemos una estructura cerebral cuyo campamento se ubica en el tronco
cerebral y que es sorprendentemente igual al cerebro de los reptiles. Una
estructura que está al mando de nuestra vida mental más primaria: violencia,
rituales, autoridad, reproducción, defensa del territorio, necesidades básicas…
¿Cerebro de mamífero?
Sí. Porque también tenemos una estructura cerebral basada en el cerebro medio
que es virtualmente idéntica al cerebro de cualquier mamífero. Una estructura
que controla ni más ni menos que nuestras emociones.
Conducido por su cerebro de mamífero, el ser humano siente miedo, tristeza,
felicidad, asco, desprecio, enojo, sorpresa. Y vive en manadas, y su
comportamiento se vincula indisolublemente con el de su manada.
Inspirado por este cerebro más avanzado, el ser humano produce lenguaje verbal,
arte, ciencia, filosofía, espiritualidad, cultura.
Todos llevamos dentro un antiquísimo reptil que nos mueve. Todos llevamos
dentro, además, un viejo mamífero que nos impulsa. Y todos llevamos dentro un
evolucionado ser humano que nos inspira.
Todos.
El candidato. El gobernante. El político. El votante. Tú que estás leyendo. Yo que
estoy escribiendo.
Ese cerebro uno y trino determina el voto, la comunicación, los liderazgos, las
medidas de gobierno, las decisiones, las candidaturas.
Por eso necesitamos la Psicología Políticapara comprender la política y para
operar en política.
Sigmund Freud nació en 1856, vivió casi toda su vida en Viena y falleció en
1939. Fue un destacado científico, médico y creador del psicoanálisis. Su
descubrimiento de la vida psíquica inconsciente cambió para siempre la
psicología e influyó poderosamente sobre la cultura de todo el siglo 20.
¿Por qué Maquiavelo & Freud? ¿Por qué ahora, en pleno siglo 21? ¿Por qué
recordarlos sin ser “maquiavélicos” ni “freudianos” en los sentidos más vulgares
de estos términos? ¿Por qué buscar su (casi) imposible encuentro?
En 1960 Angus Campbell publica otro clásico que de alguna manera fija los
estándares para posteriores estudios en psicología política: The American Voter.
Y por supuesto los periódicos (a lo largo de todo el siglo XX, y con especial
criterio a partir de la “Iskra” de Lenin, una publicación concebida como
agitadora, propagandista y organizadora de masas).
Pero la televisión fue el gran salto adelante a mediados de siglo. Y tal vez el
punto de inflexión fue el célebre debate ante cámaras de John F. Kennedy y
Richard Nixon, modelo básico para tantos estudios posteriores.
Por otra parte la primera mitad del siglo había sido muy agitada en materia
política: dos guerras mundiales, fin de grandes imperios coloniales, revolución
rusa, nazis con gran desempeño electoral en Alemania, numerosos países con
gobiernos comunistas, varios puntos del planeta con conflictos raciales,
revoluciones y golpes de estado triunfantes o fracasados, movilizaciones de
masas, guerra civil en España, bombardeo atómico sobre Japón, comienzo de la
guerra fría y toda una catarata de sucesos que conmocionaron a la humanidad.
Y en el medio de todo esto, millones y millones de muertos, heridos y mutilados.
Recapitulando: a mediados del siglo pasado ya existía una demanda social para
intentar comprender los fenómenos políticos, ya comenzaba una explosión de
novedades en materia de ciencia y tecnología, ya existía una ciencia consolidada
como la Psicología, y la misma ya apuntaba (aunque fragmentariamente) hacia
temas vinculados al campo político.
Hay una inmensa riqueza teórica en esta materia. Inmensa. Pero frecuentemente
está recluida en ámbitos estrictamente académicos y circula solitariamente en el
circuito cerrado de las publicaciones científicas. Además de estrecha, su
circulación está encriptada en el oscuro código de la academia.
El cuento de Espínola tiene múltiples lecturas, claro está. Pero una de ellas podría
ser un perfecto espejo de la persuasión política fallida.
1. Diagnóstico. Incluye una definición precisa acerca del contexto político, histórico,
económico, social y cultural, así como de la coyuntura actual, las características de la
elección y las fortalezas y debilidades del candidato y sus adversarios.
2. Objetivos. No se trata de repetir el estereotipado “quiero ganar” sino de describir
objetivos precisos, claros, medibles, realistas y que sean posibles.
3. Target. Debes decidir cual es tu público objetivo, tu “coalición ganadora”, los
segmentos de la población que te llevarán al triunfo electoral. Esto es esencial porque
allí, en ese target, tendrás que concentrar todos tus recursos y tus esfuerzos, ya que
constituye el sector más permeable a tu mensaje.
4. Mensaje. La idea central que le vas a comunicar a tu target durante la campaña y que
explica por qué votarte a ti en lugar de elegir a otro candidato. El mensaje debe ser
simple, breve, claro, portador de emociones y ligado a los problemas de las personas
que integran el target.
5. Posicionamiento. Define qué lugar ocupas actualmente en el cerebro de tu público
objetivo: ¿eres el líder, el desafiante, el que tiene cierta fuerza pero pocas
posibilidades o el pequeño sin posibilidades reales? Pero defínelo en base a cómo te
ve tu target. Y luego define qué posición quieres alcanzar y cómo lo harás.
6. Recursos. Realiza el inventario de los recursos materiales y humanos que están a tu
disposición y explica cómo obtendrás los que te faltan. Incluye entre los recursos la
personalidad del candidato así como las características del candidato como marca.
7. Organización. Decide cómo será la organización de la enorme operación electoral
que significa una campaña. Esto requiere un organigrama con estructuras
organizativas claras, distribución de cuadros políticos y técnicos, criterios para la toma
de decisiones y mecanismos de comunicación interna.
8. Movilización. Tendrás que delinear cómo esa organización va a movilizar los
recursos humanos disponibles a lo largo de las distintas etapas de la campaña
(reuniones, eventos, mitines en lugares públicos, movilizaciones de vehículos,
manifestaciones a pie de calle, activismo digital).
9. Cronograma. Al igual que en el ajedrez, establece 3 etapas principales: apertura,
medio juego y final. Luego ubícalas en el tiempo e introduce en cada una de ellas los
principales mojones, estimando fecha de comienzo y finalización para cada mojón.
10. Presupuesto. No hay campaña sin dinero. Tendrás que tener un presupuesto total
que cubra todos los aspectos. Como regla general considera que tendrás que destinar
aproximadamente un 60 % a la comunicación, un 30 % a la logística y un 10 % al
pago de especialistas. Necesitarás, por supuesto, un plan de financiamiento de este
presupuesto.
11. Evaluaciones. Recuerda que la estrategia es flexible. En consonancia con ello,
establece en qué momentos se evaluará la marcha de la estrategia, en base a qué
criterios se hará y quiénes serán los responsables de la tarea. Como resultado de
estas evaluaciones realizarás los ajustes y correcciones que correspondan.
Estos once puntos son absolutamente esenciales. Si los cubres todos de manera
clara y precisa, entonces tendrás un dibujo, un boceto, una guía para tu campaña
electoral.
Un consejo para cuando vayas a escribir el plan estratégico de tu campaña
electoral: que sea breve. Si a un Presidente de los Estados Unidos de América no
se le puede entregar un documento de trabajo cuya extensión exceda las 2
páginas (dos, two), ¿qué sentido tiene que en otras partes del mundo no seamos
igualmente rigurosos en cuanto al poder de síntesis?
Ser breve para documentar la estrategia implica un mayor esfuerzo, claro está.
Seguramente tendrás que escribir, antes del plan estratégico, algunos otros
documentos complementarios que te servirán de insumos. Pero luego, al escribir
el plan mismo, necesitarás alto poder de síntesis.
¿Cómo hacerlo si debes incluir todos los 11 puntos que señalé antes?
Pues redactando cada punto como si fuera un tweet. Obligándote a ese nivel
extremo de síntesis. Y recién después agregando, en los puntos que sea
necesario, lo que aún falte explicar.
Siempre debes tener en mente que el plan estratégico debe ser fácil de leer,
visualizar y consultar. Para eso se escribe, justamente. Porque sabes que la
estrategia tiene que estar escrita para que funcione, ¿verdad?
Por qué la estrategia debe ser escrita
Si la estrategia política no se pone por escrito no existe. Así de fácil. No existe.
Aunque teóricamente incluya los 11 puntos anteriores.
Una estrategia, como se deriva de todo lo anterior, no es una idea aislada ni una
ocurrencia genial ni un destello súbito ni una frase ingeniosa. Tampoco es un ir y
venir de conceptos ni un zigzagueo de acá para allá ni una decisión sobre lo que
haremos mañana.
Por eso tiene que estar escrita.
Una estrategia abarca una diversidad de asuntos interconectados, y un rumbo
definido a lo largo de un proceso temporal que nunca es breve.
También por eso tiene que estar escrita.
Una estrategia tiene que ser comunicable ya que son varias las personas y
estructuras organizativas que deben conocerla y ponerla en práctica. Y al mismo
tiempo tiene que ser fácil de consultar en cualquier momento y circunstancia de la
campaña electoral. Se aleja entonces de la oralidad, siempre más fugaz y más
cercana a la improvisación.
Esas son otras buenas razones por las cuales debe ponerse por escrito.
Además, las campañas electorales son un caos.
Caos.
Quien alguna vez trabajó en una campaña sabe que es estrictamente cierto. Son
un caos.
Mucha gente opina. ¿Demasiados? Todos, en realidad todos opinan. Todos tienen
ideas, todos quieren influir, todos saben cómo ganar. O por lo menos eso creen. Y
lo hacen sin mala intención y con la buena voluntad de ayudar. Pero, ¿sabes qué?
Te enloquecen. Literalmente, te enloquecen. Porque si escuchas a todos te
sumerges en un torbellino de ideas que van y vienen y cambian y se contradicen y
giran y empujan hacia adelante y hacia atrás y en todas las direcciones posibles (y
en las imposibles también).
Los tiempos electorales son infinitamente extensos pero al mismo tiempo son
infinitamente breves. Son extensos porque ocurren tantas cosas cada día que solo
quien ha estado allí lo sabe. Novedades, hechos, noticias, problemas, reacciones,
cambios, más problemas. Todo ocurre a toda velocidad y cada día te parece una
semana (a veces mucho más). Ese tiempo electoral parece interminable. Pero a la
vez es demasiado breve. Porque cuando ves el horizonte y te das cuenta que el
próximo domingo serán ya las elecciones casi siempre te parece que es
demasiado pronto, que faltaron cosas por hacer, que todo pasó muy rápido.
Pero además están las emociones exaltadas, a flor de piel. En ti mismo, en tu
equipo, en los equipos rivales, en los periodistas, en la gente. Todo el mundo con
las emociones subrayadas, más intensas, más volátiles, a punto de explotar y
también explotando.
Y hay tanto para hacer, para coordinar, para ejecutar, para supervisar, para
decidir…
Por eso el caos: demasiadas opiniones contradictorias, demasiadas
tareas, demasiadas emociones alteradas y una inmensa cantidad de tareas.
Por todo esto la estrategia política debe estar por escrito.
Para acudir a ella y serenarnos, reflexionar y tomar las mejores decisiones.
Para volver una y otra vez a lo largo de la campaña a ese documento escrito.
Para aferrarnos a esa estrategia puesta en negro sobre blanco, escrita con
fundamento y tranquilidad antes de que el caos se desatara.
Porque cuando entramos en las aguas embravecidas de la campaña electoral
comienzan los cantos de sirena. Las voces que buscan apartarnos del rumbo
seguro. Esas voces encantadoras que buscarán torcer nuestro buque hacia las
rocas del fracaso.
Cuando llegue ese momento tendrás que actuar como Ulises.
Tendrás que atarte al mástil del barco.
Tendrás que atarte a tu estrategia.
En ese momento de caos, más vale que tengas tu estrategia por escrito.
Solo así tu odisea terminará y habrás logrado tus objetivos políticos.