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La Práctica de Dar

Por Susan Elbaum Jootla

Introducción por Bhikkhu Bodhi


Traducción al español por Jesús Valdés Martínez

©CMBT 1999

CONTENIDO
 Introducción
 La práctica de dar
 El factor de la volición
 El que recibe regalos
 Los objetos a ser dados
 La perfección de dar
 El fin último de dar
 Notas

INTRODUCCIÓN
La práctica de dar se reconoce universalmente como una de las virtudes humanas más
básicas, una cualidad que testifica la profundidad de nuestra humanidad y nuestra
capacidad para trascendernos. En las enseñanzas del Buddha, también, la práctica de dar
reclama un lugar de especial eminencia, un lugar que la hace única siendo en un sentido
el fundamento y la semilla del desarrollo espiritual. En los Suttas Pali leemos una y otra
vez que “la plática de dar” (danakatha) era invariablemente el primer tema que Buddha
trata en su exposición gradual del Dhamma. Siempre que el Buddha daba un discurso a
un público que aún no lo consideraba su maestro, él comenzaba por enfatizar el valor de
dar. Sólo después de que su audiencia llegaba a apreciar esta virtud él introducía otros
aspectos de su enseñanza, como la moralidad, la ley del kamma, y los beneficios de la
renunciación, y sólo después de que todos estos principios habían hecho su impacto en
las mentes de sus oyentes él les exponía el descubrimiento único de los Iluminados: Las
Cuatro Nobles Verdades.

En sentido estricto, el dar no aparece por su propio derecho entre los factores del Noble
Octuple Sendero, ni se encuentra entre los otros requisitos de la iluminación
(bodhipakkhiya dhamma). Muy probablemente fue excluido de estos grupos por que la
práctica de dar no conduce, por su misma naturaleza, directa e inmediatamente al
surgimiento de la sabiduría y a la realización de las Cuatro Noble Verdades. El dar
funciona en la disciplina buddhista en una capacidad diferente. No viene en el ápice del
camino, como un factor constituyente del proceso de la iluminación, sino que sirve
como base y preparación que sostiene y calladamente soporta el esfuerzo para liberar la
mente de las impurezas.

Sin embargo, aunque el dar no se encuentra directamente entre los factores del sendero,
su contribución al progreso a lo largo del camino que conduce a la liberación no se debe
pasar por alto o subestimar. La importancia de esta contribución está subrayada por el
lugar que el Buddha le asigna al dar en varios grupos de prácticas que él puso a sus
seguidores. Además de aparecer como el primer tema en la exposición gradual del
Dhamma, la práctica de dar también figura como el primero de los tres fundamentos de
las obras meritorias (puññakiriyavatthu), como el primero de los cuatro medios para
beneficiar a otros (sangahavatthu) y como la primera de las diez perfecciones (paramis).
Estas últimas son las sublimes virtudes que deben ser cultivadas por todos los aspirantes
a la iluminación, y hasta el grado más excelso por aquellos que siguen el camino del
Bodhisatta apuntando a la suprema iluminación, el perfecto estado de Buddha.

Visto desde otro ángulo, dar se puede identificar también con la cualidad personal de la
generosidad (caga). Este ángulo destaca la práctica de dar, no como el acto
exteriormente manifiesto por el que un objeto se transfiere de uno a los otros, sino como
la disposición interior de dar, una disposición que se fortalece por los actos exteriores de
dar y que a cambio hace posible actos todavía más exigentes de auto-sacrificio. La
generosidad se incluye entre los atributos esenciales de la persona buena o superior
(sappurisa), junto con las otras cualidades de la fe, la moralidad, el aprendizaje y la
sabiduría. Visto como la cualidad de la generosidad, dar tiene una conexión
particularmente íntima con el movimiento completo del camino del Buddha. Porque la
meta del camino es la destrucción de la codicia, el odio y el engaño (la ilusión), y el
cultivo de la generosidad directamente debilita la codicia y el odio, mientras que facilita
esa flexibilidad de la mente que permite la erradicación del engaño.

La siguiente publicación (Wheel) ha sido compilada para explorar de manera profunda


esta virtud cardinal buddhista, la práctica de dar, que en los escritos de budismo
aplicado es tan frecuentemente dada por un hecho por el que usualmente se pasa por
encima sin comentario. En este número, cuatro buddhistas practicantes de la actualidad,
todos los cuales combinan un conocimiento de los textos del Buddha con un
compromiso personal con el camino, ponen por delante su entendimiento de los varios
aspectos del dar y examinan su relación con el ancho cuerpo de la práctica del Dhamma.

La colección concluye con una traducción de un documento más antiguo - la


descripción de la práctica de dar por el comentarista medieval Acariya Dhammapala. La
cual ha sido extraída de su Tratado acerca los Paramis, que se encuentra en su
comentario al Cariyapitaka.

LA PRÁCTICA DE DAR
La inspiración y material básico para este ensayo viene de La Perfección de la
Generosidad (Dana Parami), por Saya U Chit Tin, publicado como el No. 3 de la serie
del Dhamma del Sayagi U Ba Khim Memorial Trust, U.K., Splatts House, Heddington
near Calne, Wiltshire, England. Estoy profundamente agradecida a Saya U Chit Tin y a
todos los otros maestros asociados con los Centros de Meditación en Heddington, U.K.
y Rangoon, Burma.

Dar (dana) es uno de los pasos preliminares esenciales de la práctica buddhista. Cuando
se practica por sí mismo, es una base de kamma meritorio o sano. Cuando se acompaña
con la moralidad, la concentración e introspección, lleva finalmente a la liberación del
samsara, el ciclo de las existencias repetidas. Aún aquellos que están bien establecidos
en el camino de la emancipación continúan practicando el dar puesto que conduce a la
riqueza (abundancia, bienestar), la belleza y el placer en las vidas restantes. Los
Bodhisattas completan la perfección de dar (danaparami) al grado último donando
alegremente sus miembros y sus propias vidas para ayudar a otros seres.

Como todas las buenas obras, un acto de dar nos traerá alegría en el futuro, de acuerdo
con la ley del kamma de causa y efecto enseñada por el Buddha. Dar trae beneficios en
la vida presente y en las vidas por venir estemos o no enterados de este hecho, pero
cuando la volición está acompañada por el entendimiento, nosotros podemos
incrementar grandemente los méritos ganados por nuestros obsequios.

El monto del mérito ganado varía de acuerdo a tres factores: la cualidad del motivo del
donador, la pureza espiritual del que lo recibe, y la clase y tamaño del regalo. Ya que
tenemos que experimentar los resultados de nuestras acciones y las obras buenas
producen buenos resultados y las obras malas producen malos resultados, es sensato
tratar de crear tanto buen kamma como sea posible. En la práctica de dar, esto debe
significar mantener nuestra mente pura en el acto de dar, seleccionando los destinatarios
más dignos posibles, y escogiendo los regalos más apropiados y generosos que uno
pueda ofrecer.

El factor de la volición

La volición de un donador antes, durante y después del acto de generosidad es el más


importante de los tres factores involucrados en la práctica de dar: "Si no tenemos
control sobre nuestras mentes no elegiremos el regalo adecuado, el mejor receptor…,
seremos incapaces de prepararlos apropiadamente. Y podemos ser lo bastante
imprudentes como para arrepentirnos de haberlos hecho después."[1] La enseñanza
budista dedica especial atención a la base psicológica de dar, distinguiendo entre los
diferentes estados de la mente con los que uno puede dar. Se hace una distinción
fundamental entre los actos que carecen de sabiduría y aquellos que van acompañados
de sabiduría, siendo estos últimos superiores a los anteriores. Un ejemplo de un tipo
muy elemental de dar sería el caso de una muchacha joven que coloca una flor en el
altar de la casa simplemente porque su madre le dice que lo haga, sin tener ninguna idea
del significado este acto.

La generosidad asociada con la sabiduría antes, durante y después del acto es el más alto
tipo de dar. Tres ejemplos de sabio dar son: dar con el claro entendimiento de que de
acuerdo con la ley del kamma de causa y efecto, el acto generoso traerá resultados
benéficos en el futuro; dar estando consciente de que el regalo, el que lo recibe y el que
lo da son todos impermanentes; y dar con el objetivo de reforzar esfuerzo por
iluminarnos (convertirnos en iluminados). Dado que el dar un obsequio toma una cierta
cantidad de tiempo, un acto único de dar puede ir acompañado por cada uno de estos
tres tipos de entendimiento en una etapa diferente del proceso.

El motivo mas excelso para dar es la intención de que fortalece nuestro esfuerzo para
alcanzar el Nibbana. La liberación se logra eliminando todas las impurezas mentales
(kilesa), que están enraizadas en la ilusión de un "yo" que controla y perdura. Una vez
que esta ilusión es erradicada, los pensamientos egoístas no pueden surgir de nuevo. Si
aspiramos a la paz última y pureza practicando la generosidad, estaremos desarrollando
la perfección de la generosidad (dana parami), la perfección de dar, construyendo un
edificio de méritos que dará su fruto completo con nuestro logro de la iluminación. Al ir
progresando hacia la meta, la volición involucrada en los actos de dar nos ayudará
contribuyendo a hacer la mente maleable, un recurso esencial en el desarrollo de la
concentración y la sabiduría, los principales requisitos de liberación.

Los Nobles (Ariyas), aquellos que han alcanzado cualquiera de las cuatro etapas de la
santidad - siempre dan con una voluntad (volición) pura por que sus mentes funcionan
con base en la sabiduría. Aquellos que están abajo de este nivel a veces dan sin cuidado
o sin respeto, con estados insanos de la mente. El Buddha enseña que en la práctica de
dar, como en toda conducta corporal y verbal, es la volición que acompaña el acto la
que determina su cualidad moral. Si uno le ofrece algo a un monje, sin adoptar una
manera respetuosa esto no sería apropiado. Arrojar una moneda a un mendigo para
deshacerse de él también se consideraría una impureza de dar. Uno debe pensar
cuidadosamente sobre la pertinencia y el momento en que se da un regalo para que éste
traiga los mejores resultados. Un regalo dado por un intermediario--por ejemplo,
haciendo que un sirviente le de comida a un monje en lugar de darla por su propia mano
--también disminuye del valor del regalo. Cuando uno da sin darse cuenta de que uno
debe experimentar los resultados de las propias obras, el acto de dar de nuevo
disminuye en potencia.

Si uno solo planea en dar una donación pero no cumple con su propio plan, el mérito
ganado será muy pequeño. Así siempre debemos responder a nuestras intenciones
generosas de manera expedita, a menos que algo intervenga impidiendo que lo
hagamos. Si, después de haber dado un regalo, nosotros a continuación lamentamos
nuestra acción, se perderá mucho del mérito del hecho.

Una persona moral da amable y respetuosamente. Ya sea que el regalo sea planeado o
espontaneo, él o ella se asegurarán de que el momento y el contenido del regalo sean
apropiados para quien lo recibe. Muchas esposas en los países buddhistas invitan de
manera regular a algunos monjes a sus casas para que reciban comida temprano en el
día. Antes de alimentar a su familia, estas mujeres siempre ofrecen la comida a los
monjes (bhikkhus) de su propia mano.

Uno puede contribuir a una cierta causa por miedo a que los amigos desaprueben si uno
no da. Dar en respuesta a tales presiones sociales tendrá débiles, aunque aún benéficos
resultados. Las acciones caritativas realizadas para ganar una buena reputación son
también vanidosas y por lo tanto no son una clase muy valiosa de dar. Ni puede ser
loable cuando uno da únicamente para regresar un favor o en espera de un recompensa.
Lo primero es como pagar una deuda, lo último análogo a ofrecer un soborno.

El que recibe regalos

La pureza del que recibe es otro factor que ayuda a determinar la fecundidad de un
obsequio. Mientras más merecedor sea el que recibe, mayor el beneficio que vendrá al
donador, por lo tanto es bueno dar a la persona más santa al alcance. El Buddha enseño
que los receptores de regalos más valiosos son los nobles (ariyas), como el mismo
Buddha y aquellos de sus discípulos que han alcanzado los senderos y fruiciones
supramundanos; porque es su pureza de mente, obtenida por la sabiduría, lo que hace el
acto de dar capaz de lograr beneficios abundantes. Por lo tanto, para ganar el máximo
mérito, debemos dar tanto como podamos, y tan frecuentemente como sea posible, a los
nobles. Regalos a los bhikkhus que se esfuerzan por lograr el estado de un noble, o al
meditador buddhista que vive con los Cinco Preceptos, también darán resultados
copiosos.

Cuando los nobles (ariyas) aceptan ofrecimientos, lo hacen para proveer al donador de
una oportunidad de ganar méritos. Los que no retornan y los Arahants en particular, que
han logrado los dos más altos estados de la santidad, han eliminado el deseo por los
objetos de los sentidos. Por lo tanto, cuando a ellos se les dan obsequios sus mentes
permanecen desprendidas de los objetos presentados y están llenos de compasión por el
que dador.

La historia de Sivali en el Comentario del Dhammapada [2] es un ejemplo del gran


mérito que aún un pequeño obsequio puede traer cuando se presenta al Sangha dirigido
por el Buddha. En el tiempo del Buddha Vipassi, los ciudadanos de un país estaban
compitiendo con su rey para ver quien podía ofrecer el mejor regalo al Buddha y el
Sangha. Los ciudadanos habían obtenido todo para su ofrenda excepto miel fresca, y
ellos enviaron mensajeros, cada uno con mucho dinero para comprar el ingrediente
faltante.

Uno de estos hombres se encontró a un aldeano que traía un panal de miel


recientemente segado para vender a la ciudad. El mensajero fue sólo capaz de comprarlo
del labriego cuando le ofreció todo su asignación de mil piezas de dinero, que era
mucho más de lo que valía un solo panal de miel. El aldeano le dijo: "¿Está usted loco?
… Esta miel tiene muy poco valor pero usted me ofrece mil piezas de dinero. ¿Cuál es
la explicación para esto?" El otro hombre le dijo que la miel valía eso para él porque era
el último artículo del menú que los ciudadanos le ofrecerían al Buddha. El aldeano le
respondió espontáneamente, "Si ése es el caso, yo no se lo voy a vender por un precio,
si yo recibo el mérito de la ofrenda, yo se lo daré a usted." El ciudadano quedó
impresionado con la fe de este hombre que de tan buena gana dejó pasar una suerte
inesperada y estuvo de acuerdo con entusiasmo en que él debía recibir el mérito de la
ofrenda

Debido a este sencillo regalo, en el tiempo del Buddha Vipassi, el aldeano renació
numerosas veces en los planos celestiales y se convirtió en el príncipe que heredó el
trono de Benares. En su última vida, él se convirtió en el monje Sivali y alcanzó el
estado de Arahant como un discípulo del Buddha actual. Incluso después de eso, su
regalo del panal de miel continuó dando frutos. Para honrar a aquel que había hecho el
dulce obsequio eones antes, los dioses proveyeron alojamiento y comida para el Buddha
y quinientos de sus monjes, incluyendo Sivali, cuando ellos habían estado caminando
por varios días por un camino desierto.

La práctica de dar es también benéfica cuando se dirige a alguien que no es


espiritualmente avanzado. Si la intensión del donador es buena, entonces aun cuando el
receptor sea inmoral, el donador ganará méritos y aún mas, por el acto de dar, él se
fortalecerá internamente en su propia disposición de renunciar. Un regalo mentalmente
ofrecido al noble Sangha pero físicamente presentado a un monje moralmente corrupto
dará aun grandes frutos. Para estar seguros, no debemos pretender que una mala persona
es buena, pero debemos de ser muy cuidadosos de nuestra propia actitud mientras
damos, ya que nuestra actitud es el factor sobre el que tenemos más control.
Los objetos a ser dados

El tercer factor involucrado en el dar es el regalo en sí mismo, el cual puede ser material
o inmaterial. El regalo de las nobles enseñanzas (Dhamma-dana), dice el Buddha que
supera a cualquier otro regalo (Dhammapada, 354). Aquellos que exponen sus
enseñanzas - monjes que predican sermones o recitan del Tipitaka, maestros de
meditación - frecuentemente comparten la Verdad, practicando de esta manera la mas
alta clase de generosidad. Aquellos de nosotros que no estamos calificados para enseñar
el Dhamma podemos dar el regalo del Dhamma de otras maneras. Podemos donar libros
de Dhamma o pagar por la traducción o publicación de un manuscrito raro o nuevo
propagando la palabra de Buddha. Podemos discutir el Dhamma informalmente e
impulsar a otros para mantener los preceptos o para tomar la meditación. Podemos
escribir una explicación de algunos de los aspectos del Dhamma para el beneficio de
otros. Dar dinero o trabajar en un centro de meditación o ayudar a sostener a un maestro
de meditación puede también ser considerado el regalo del Dhamma, ya que el
propósito del centro y los maestros es la transmisión de las enseñanzas del Buddha.

El tipo más común de regalos son las cosas materiales. Un objeto material no necesita
tener un alto valor monetario para que traiga grandes resultados, como lo ilustra la
historia de Sivali y el panal de miel. Si un hombre pobre da a un monje la tasa de arroz
que iba a ser su única comida del día, el hombre está haciendo una gran donativo que
puede brindar abundantes frutos, mientras que si un próspero mercader, sabiendo con
antelación que un monje va a venir por limosnas, le da la misma pequeña porción de
arroz, el recogerá escasos frutos. Debemos tratar de dar cosas cuya calidad sea por lo
menos tan buena como aquella que usamos nosotros mismos, como la gente en
Birmania, que compra las mejores frutas en el mercado como regalo para los monjes
aunque estos frutos sean muy caros para que ellos mismos los consuman.

Los regalos al Sangha pueden consistir de comida, túnicas, medicina o monasterios,


cada uno de los cuales tiene un amplio rango. Los límites están establecidos por las
reglas del Vinaya que deben guardar los monjes (bhikkhus) de la comunidad (Sangha)
puro y fuerte. Los laicos que entienden las reglas de los monjes pueden ganar amplios
méritos donando las cosas adecuadas en el momento adecuado a la orden de monjes y
monjas.

Una historia acerca de Visaka la principal discípula laica de Buddha, ofrece una
deliciosa ilustración de los resultados de la generosidad en gran escala.[3] Cuando
Visaka se iba a casar elaborados preparativos y arreglos fueron preparados por su padre.
Él le dio a ella quinientas carretas llenas de dinero, y de implementos de oro, plata y
cobre. También él decidió que ella debía llevar ganado con ella. Le dio ordenes a sus
hombres para que permitieran salir fuera de su corral suficientes animales como para
llenar una senda particular. Cuando las vacas habían salido y estaban paradas una junto
a la otra en esa carretera, hizo que cerraran el corral, diciendo, "Este ganado es
suficiente para mi hija". Sin embargo, después de que la puerta se había cerrado con
seguro, poderosos toros y vacas lecheras brincaron sobre la barrera para unirse a los
animales que iban con Visaka. Los sirvientes de su padre no pudieron mantenerlos
adentro a pesar de sus grandes esfuerzos.

Todo este ganado se fue con Visaka porque hacía mucho, en una vida anterior en los
tiempos del Buddha Kassapa, ella había dado un generoso regalo de cinco clases de
productos lácteos a una compañía de 20,000 monjes y novicios. Como la más joven de
las hijas del Rey Kiki de Benares, ella instaba a los monjes a tomar más leche, requesón,
mantequilla clarificada (ghee), etc., aun cuando ellos decían que ya habían comido
suficiente. El regalo le gano el mérito de que esa cantidad tan grande de ganado fuera
con ella en su matrimonio en la vida cuando ella era Visakha, y nadie pudo prevenir que
este mérito diera sus frutos.

Los regalos materiales de naturaleza religiosa incluyen contribuciones para la erección


de un templo o santuario nuevo, hojas de oro para ayudar a dorar la cúspide de una
templo, o la compra de una estatua de Buddha para el templo. Los destinatarios de tales
regalos son el público en general -- quienquiera que viene al templo o a los cultos frente
a la imagen del Buddha.

Los regalos mundanos a los ciudadanos de nuestro pueblo pueden incluir donaciones a
varias organizaciones de beneficencia, una contribución a un hospital o una biblioteca
pública, mantener el parque de un barrio arreglado y limpio. Si uno no sólo contribuye
con fondos para tales proyectos, sino también proporciona un trabajo físico, los
resultados kammicos serán aún mayores. Los regalos de esta clase pueden ser muy
meritorios si están precedidos, acompañados y seguidos por voliciones mentales puras.

La perfección de dar

Existe un modo de dar que no tiene en cuenta para nada las cualidades del que recibe y
aun de los frutos mundanos de los méritos adquiridos por el dar. Tal generosidad tiene
como motivo la renunciación, el pensamiento de eliminar el propio apego a nuestras
posesiones, y por lo tanto apunta a dar el más querido y difícil de los regalos. Los
Boddhisattas dan de esta manera siempre que se presenta la oportunidad, estrictamente
para cumplir con la perfección de la generosidad (danaparami), que es la primera de las
diez perfecciones que se deben cultivar al máximo grado para obtener el estado de
Buddha. El trabajo de un Boddhisatta para completar la perfección de dar demanda
mucho más de él de lo que otros seres pueden emular. Muchos cuentos Jataka relatan
como el Bodhisatta que se convertiría después en el Buddha Gotama daba cosas sin
pesar absolutamente en él o en los beneficios mundanos que pudiera conseguir. Un
Boddhisatta sólo está preocupado en practicar la generosidad para cumplir con los
requisitos para alcanzar el estado de Buddha.

El Cariyapitaka [4] (La Canasta de Conductas) contiene diez historias de vidas


anteriores del Bodhisatta. En una de estas vidas él era un brahmán llamado Sankha
quién vio a un Paccekabuddha, o un iluminado que no enseña, caminando descalzo en
un camino desierto. Sankha pensó para sí mismo, “Deseando mérito, viendo a alguien
sumamente digno de un regalo de fe, si no le doy un obsequio, disminuiré en mérito.”
Asi es que el brahmán, que tenía una constitución muy delicada, le ofreció sus sandalias
al Paccekabuddha aún cuando su propia necesidad de ellas era mayor (División I,
Historia 2).

En otra ocasión el Bodhisatta era un gran emperador llamado Maha-Sudassana. Él tenía


voceros que proclamaban varias veces cada día, en miles de lugares por todo su imperio,
que a cualquiera que quisiera algo se le daría si venía y lo pedía. “Si venía un mendigo,
ya fuera de día o de noche, recibiendo todos los bienes que deseaba, se iba con las
manos llenas." Maha-Suddasana daba con una generosidad completa "sin ningún apego,
sin esperar algo a cambio, para el logro del propia iluminación."

Un Bodhisatta debe dar regalos más difíciles que bienes materiales para cumplir la más
alta forma de la perfección de la generosidad. El debe dar libremente las partes de su
cuerpo, sus hijos, su esposa, y aun su propia vida. Como el Rey Kivi, nuestro Bodhisatta
se saco ambos ojos con sus manos desnudas para dárselos a Saka, el Rey de los dioses.
Sakka había venido a Sivi en la apariencia de un anciano ciego, tan sólo para darle la
oportunidad de hacer este extraordinario regalo. Sivi hizo esto sin dudar antes del acto,
sin ninguna aversión durante el acto, y sin el más mínimo arrepentimiento después. Él
dijo que este regalo fue hecho “por la causa del despertar mismo. Los dos ojos no me
eran desagradables. La omnisciencia me era muy preciada, por consiguiente di mis
ojos” (I,8).

Como el Príncipe Vesantara, el Bodhisatta le dio el próspero, poderoso elefante real a


las gentes de un reino rival sólo porque ellos lo habían pedido. Como resultado de esta
liberalidad, él y su esposa y dos pequeños hijos fueron desterrados a una remota
montaña. Ellos vivieron en el bosque, Vessantara cuidando a su hijo e hija en su cabaña
mientras que su esposa se pasaba el día recolectando los frutos silvestres de los que
vivían. Un día un viajero pasó por ahí y le pidió al Bodhisatta que le diera a sus hijos.
Vessantara se los dió sin la más mínima duda. Posteriormente él también dio a su
virtuosa esposa. “Ninguno de los niños me era desagradable, la dama Maddi no me era
desagradable. La Omnicinecia me era muy preciada, por lo tanto yo di a aquellos que
me eran queridos” (I,9). Se debe hacer notar, que en esos tiempos los hijos y la esposa
se consideraban la propiedad de un hombre. Mucho tiempo antes la dama Maddi había
aspirado a ser la esposa del Bodhisatta y compartir cualquier prueba que él tuviera que
pasar a lo largo del camino hacia el estado de Buddha. El resultado de su propio kamma
complementó la volición del Principe Vessanatara y llevó a que ella fuera regalada. Sus
hijos debían también de estar experimentando los resultados se sus propias obras
pasadas cuando tuvieron que dejar a sus padres.

En otra ocasión el Bodhisatta nació como una sabia liebre. Esa existencia llegó a su fin
cuando alegremente saltó al fuego después de invitar a un hambriento brahmán (de
nuevo, Sakka disfrazado) a comérselo asado. Debido a la pureza de la mente del
Bodhisatta mientras hacía el regalo supremo de su vida y cuerpo entero, el fuego
llameante no lo lastimó cuando quemó su carne. Al relatar la historia el dijo que, de
hecho, el fuego lo había calmado y le había traído la paz como si hubiera sido agua fría,
porque él había logrado completar la perfección del dar.

El fin último de dar

La meta del camino buddhista es la emancipación del sufrimiento de las repetidas


existencias en el samsara. El Buddha enseñó que extirpar la ignorancia y las impurezas
mentales que ésta alimenta nos traerá el Nibbana, la completa cesación del sufrimiento.
Las tendencias mentales insanas nos hacen asirnos a lo que equivocadamente tomamos
como nuestro "ego," nos mantienen luchando por satisfacer nuestros insaciables deseos
de los sentidos con objetos que son inherentemente transitorios y por lo tanto
insatisfactorios.
El Buddha dijo que la práctica de dar nos ayudará en nuestro esfuerzo por purificar la
mente. Los obsequios generosos acompañados de una volición sana ayudarán a
erradicar el sufrimiento de tres maneras. Primero, cuando decidimos dar algo nuestro a
otra persona, nosotros simultáneamente reducimos nuestro apego al objeto; hacer un
hábito de dar puede gradualmente debilitar el factor mental de la avidez, una de las
principales causas de la falta de felicidad. Segundo, dar acompañado por una volición
sana nos llevará a futuros nacimientos felices en circunstancias favorables para
encontrar el Dhamma puro de Buddha. Tercero, y más importante, cuando el dar se
practica con la intención de que la mente se vuelva lo suficientemente flexible para
alcanzar el Nibbana, el acto de generosidad nos ayudará a desarrollar moralidad,
concentración y sabiduría (sila, samadhi, panna) justo en el presente. Estas tres etapas
constityen el Noble Óctuple Sendero de Buddha, y perfeccionando el sedero se llega a
la extinción del sufrimiento.

Si cedemos en la esperanza de ganar lujo en vidas futuras, podríamos lograr nuestro


objetivo siempre y cuando nos adhiramos a los principios de conducta virtuosa. De
acuerdo al Buddha, sin embargo, la motivación para trabajar para la liberación es
superior a aquella para el logro de alegrías mundanas en futuros nacimientos. Esto se
debe a que un regalo hecho con el deseo por el placer se acompaña en parte por la raíz
psicológica insalubre de la avidez (tanha). Los méritos ganados por tales regalos se
agotan en un placer pasajero, y esta felicidad mundana nos mantiene girando en la rueda
de renacimientos, que en el sentido más hondo es siempre dukkha, sujeta al sufrimiento.
El dar asociado con la avidez no puede contribuir a una forma de alegría que no
perezca, liberación de la rueda de nacimientos, que viene sólamente con la completa
eliminación de la avidez. Los regalos sin mancha de avidez o apego sólo se pueden
hacer durante el período cuando las enseñanzas de un Buddha (Buddha Sasana) están al
alcance. Así que cuando damos ahora, durante tal tiempo, debemos de hacerlo con la
finalidad de poner un fin a la avidez. Con la finalidad de que cesen la avidez, el
sufrimiento, y eso es la liberación.

¡Que los meritos de este obsequio del Dhamma sean compartidos por todos los seres!

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NOTAS

[1] U Chit Tin, The Perfection of Generosity, Introduction.


[2] E.W. Burlingame, trans. Buddhist Legends (London: Pali Text Society, 1969),
2:212-16.
[3] Buddhist Legends, 2:67-68.
[4] Cariyapitaka, translated by I.B. Horner, included in Minor Anthologies of the Pali
Canon, Part III (London: Pali Text Society, 1975).
Código: FDD 025
Título: La Práctica de Dar
Autor: Susan Elbaum Jootla
Fecha de publicación: 1990
Editor: Buddhist Publication Society
Dirección del Editor: PO Box 61, 54, Sangharaja Mawatha, Kandy Sri Lanka
Original: Dana the Practice of Giving (Wheel 367/369)
Traductor: Jesús Valdés Martínez
Fecha: 15 de julio 1998
Fuentes: Times New Roman
Reproducción de la traducción española con permiso de la Buddhist Publication Society
(1997-1998)

Este material puede ser reproducido para uso personal, puede ser distribuido sólo en
forma gratuita. ©CMBT 1999. Última revisión lunes, 13 de marzo de 2000. Fondo
Dhamma Dana.

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