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Los contactos
precolombinos
Las relaciones entre África y América son antiguas y muy importantes para
comprender nuestra historia. Casi siempre asociamos los contactos de estos
dos continentes con el comercio negrero, que se inauguró a finales del siglo
XV y se prolongó hasta finales del siglo XIX. Sin embargo, algunos
investigadores, en especial los arqueólogos,afirman que los intercambios
entre estos dos mundos se remontan a épocas anteriores a la llegada de
Cristóbal Colón a América.
Aunque esta hipótesis fue desdeñada durante un decenio, en los últimos años
el aumento del número y antigüedad de las fechas que atestiguan el
poblamiento del continente americano, como la de Pedra Furada con 32.000
años en el nororiente del Brasil, sumados a otros datos que la sustentan,
vuelven a poner la propuesta de Lathrap en el escenario del debate y en el foco
de las preocupaciones que incentivan la nueva historiografía de África. Por otro
lado, si hablamos de encuentros de mundos, esta hipótesis aludiría a uno muy
temprano.
Entre 1580 y 1592, los españoles accedieron a las minas de oro de la Nueva
Granada. Las más importantes fueron Nueva Remedios (1590), Zaragoza
(1580) y Cáceres (1576), situadas en el territorio que hoy corresponde al
noroeste del departamento de Antioquia. Para esa época, los efectos de la
Conquista, de las epidemias y del trabajo forzado habían debilitado a las
poblaciones indígenas. Felipe II, rey de España, se encontraba frente a una
encrucijada: el oro se hallaba en las Indias Occidentales, pero su explotación
se hacía cada vez más problemática porque la población indígena, principal
mano de obra, estaba siendo reducida.
Estos lugares son tan calurosos que, estando al presente en la mitad del
invierno, se siente mayor calor que en la canícula. Los esclavos negros
son en número de 1.400, en la ciudad van casi desnudos. Los cuerpos
humanos de continuo están bañados de sudor. Los alimentos son bastos
e insípidos.
Según los historiadores, a finales del siglo XVI los yolofos fueron mayoritarios
en Cartagena. Hacían parte de un reino conocido como El Gran Yolofo. El
apogeo de este Estado del África occidental se sitúa entre los siglos XIII y XV.
Contemporáneo del imperio de Mali, su territorio abarcaba el extremo noreste
de la Senegambia, región comprendida entre los valles del río Senegal y el río
Gambia, en el flanco oeste de la zona sudanosaheliana. Más allá de la ribera
norte del Senegal, bordea el Sahara y hacia el sur de Gambia limita con los
bosques de Casamance.
Las primeras menciones de los yolofos aparecieron a finales del siglo XVI.
André Alvares de Almada, escritor portugués, aludió al "reino de Jalofo" o
"Giloffa" y resaltó que los yolofos poseían una lengua propia. Sin embargo,
dentro del Estado yolofo se hablaban otras lenguas cuyos locutores fueron
designados con los nombres de berbesíes, tuculores y mandingas.
La región de los ríos de Guinea está irrigada por varias cuencas hidrográficas.
Al extremo norte se halla la del río Gambia, luego la del río Cacheo y la del río
Pongo. Cuando los europeos las recorrieron, a finales del siglo XV, encontraron
gentes conocidas como banunes, papeles, balantas, branes, biojós, nalus,
bagas, cocolíes y sosoes. Estos pueblos tenían el control del litoral que se
extiende entre las actuales repúblicas de Gambia, Guinea Bissau, Guinea y
Sierra Leona. Al norte, sobre la ribera izquierda del río Senegal, se
encontraban los fulos. Los mandingas y los biáfaras tenían sus territorios
alejados del mar, entre Senegal, Gambia y las dos Guineas.
A diferencia de los Estados imperiales sudaneses, la Alta Guinea presenta un
panorama político muy diferente. La expansión de los mande, descendientes
de Sunjata Keita, se constata en la distribución territorial de la región. En la
margen izquierda del río Senegal, donde habitaban los fulos, se inicia un eje de
pueblos musulmanes, entre los que se destacan los berbesíes y los
mandingas, situados en la desembocadura y la cuenca río Gambia, y los
sosoes, en la frontera entre Guinea y Sierra Leona. Durante los siglos XVI y
XVII, estos pueblos seguían siendo sociedades agrícolas ubicadas en valles
fluviales. Quizá la zona de mayor influencia del Islam en ese periodo fue el
litoral senegalés. Sin embargo, en la región comprendida entre las actuales
repúblicas de Guinea y Sierra Leona, muchos de los reinos del litoral se
opusieron a la adopción de la religión musulmana. Pero esta oposición no
significó siempre quedar por fuera de la influencia política y administrativa de
los musulmanes.
A partir del año 1500, los europeos, en especial los portugueses, empezaron a
escribir crónicas sobre los pueblos bantúes. Según estos textos, y los
resultados de las investigaciones realizadas por la arqueología y la lingüística,
el desarrollo ancestral de estos pueblos tuvo lugar a lo largo de la cuenca del
río Kongo. Entre el 1100 y el 1500 tuvieron lugar migraciones muy importantes
que permitieron la colonización de la selva congolesa. El conocimiento de la
metalurgia del hierro sirvió para que la gente bantú fundará ciudades en la
selva. La agricultura de cereales y tubérculos fue muy importante en el
desarrollo de estas civilizaciones. Gracias a estas tecnologías, la población se
multiplicó y remontó, por los ríos y por la costa, hacia la selva.
El Reino del Kongo fue el más extendido y el más poderoso de todos los reinos
del África central. Su fundador fue Lukeni Nimi. El gobierno y la organización
provincial de este reino fue muy compleja. El rey del Kongo gozaba de una
gran autoridad, sin que su poder fuera absoluto. Nombraba a los gobernadores
de las provincias, quienes tenían la obligación de recoger los impuestos y
tributos que se debían al soberano. El tributo estaba compuesto de nzimbus
(caracoles que se utilizaban como moneda), sorgo, rafia, vino de palma,
ganado, marfil, pieles de leopardos y leones, es decir, por moneda, víveres y
productos comerciales. El rey estaba rodeado de un cuerpo administrativo
central. Había un virrey, un juez supremo, un tesorero, un jefe de policía y un
servicio de mensajes. Los gobernadores de las cinco provincias eran
generalmente parientes del rey, quien confiaba las más importantes a sus hijos.
De este modo, los descendientes del rey tenían la posibilidad de disputarse la
corona en el momento de su deceso. Los gobernadores nombraban a los
señores que mandaban sobre los jefe de cada aldea. Las insignias del rey
estaban conformadas por un tambor, un brazalete en cobre o en marfil, la bolsa
de los impuestos y un trono en forma de taburete cuadrado, el cual simbolizaba
su posición de primer señor del reino, poseedor del poder supremo.
La capital del Reino del Kongo es bien conocida gracias a los escritos de
viajeros portugueses de la época. También existen informaciones acerca de la
vida en al corte en el siglo XV. La ciudad capital llevaba el nombre de Banza,
que en la lengua local significa residencia del rey. Estaba situada en la
provincia de Pemba, en el centro del reino, estratégica localización que le
permitía tener control sobre todas las regiones. Estaba muy bien construida y
tenía grandes murallas de piedra. Banza fue rebautizada por los portugueses
con el nombre de San Salvador. Fue una gran metrópoli comercial en la que
convergían las rutas que desde la costa avanzaban hacia el interior de la selva.
Los principales caminos llegaban a ella: el que partía de Loanda, que servía
para conducir los nzimbus o conchas usadas como moneda; el que se extendía
desde el bajo Zaire, para el transporte de pescados, cerámicas y cestas; y otra
vía, que permitía la circulación del cobre.
Bantúes en Cartagena
Estos escritos hablan del Reino de Allada, el cual estaba en pleno auge en
1658. Se sabe de su florecimiento gracias a las crónicas dejadas por los
misioneros que el rey Felipe IV de España había enviado a esa región. Por
ellos se tiene hoy una descripción de la ciudad de Allada rodeada de murallas.
El término arará fue una invención de los portugueses, quienes daban a las
personas el nombre del reino que visitaban. En otros casos pusieron a los
africanos los nombres de los accidentes geográficos más próximos a sus
lugares de habitación. En realidad los ararás eran las poblaciones ewé-fon,
que aún hoy habitan las actuales repúblicas de Togo y Benín.
El reino de Benín
Según las tradición oral, el Reino de Benín hacía parte de los Estados yorubas
que se constituyeron a partir de los nietos de Oduduwa, quien reinaba en la
ciudad de Ife, situada en la actual República de Nigeria. Los escogidos de
Oduduwa fueron Owu, Ketu, Benín, Illa, Sabe, Popó y Oyo. El Reino de Benín
fue uno de los primeros Estados yoruba visitado por los portugueses.
Localizado al suroeste de Ife, se constituyó en un gran reino desde el siglo XII.
Los ararás o ewé-fon fueron, sin duda, mayoría en Cartagena a finales del siglo
XVII. También llegaron los minas, quienes en realidad eran gente akán,
procedentes de Costa de Oro, por entonces bajo el control inglés. Los
europeos los llamaban minas porque los embarcaban en la zona aledaña al
Castillo de El Mina. Antes de 1727 se exportaban 20.000 personas por año. A
partir de 1789 el tráfico disminuyó hasta 5.500 personas de esa región. El
padre Labat escribió a propósito de los ewé-fon:
Los llaman aradas y hablan de un barco que trajo una armazón
directamente de Juda o Jura [Ouidah] y la vendió toda en uno o dos días.
[...] Son los mejores para los trabajos fuertes de hacienda. […] Los
varones usan una especie de falda llamada candale […]. Prefieren la
carne de perro a cualquier otra [...]. Los de Arda, así como los de Mina,
Juda, Assigni y esta costa en general son de un color menos bello que
los de Senegal, Gambia, Cabo Verde, Angola y Congo.
debido a unas rayas profundas que les ciñen todo el rostro por ambos
lados y que rematan en la boca, muchos no quieren comprar estos
negros así señalados por el pavor que les causa verlos y así los dan por
menos precio, pero los que no tienen señales en el rostro son hermosos
de facciones.
Los xwlas fueron conocidos por los primeros portugueses que realizaron
exploraciones en esta costa entre 1472 y 1580. Ellos los llamaron popó. Es
probable que este nombre surja de una onomatopeya imitando la palabra
nativa kpókpó, verbo frecuente de la lengua de este pueblos. O quizá sea la
reproducción del título otorgado antiguamente a la muralla real conocida como
Aja-Kpókpó. El Reino Popó pertenece al conjunto de Estados yorubas situados
entre el Volta y Camerún. Entre estos pueblos del bosque el uso del hierro,
desde los primeros siglos de la era cristiana, habría permitido penetrar la
espesura y acrecentar la densidad de población, del mismo modo que en la
selva ecuatorial congolesa. Los popós hacían parte del gran Reino de Benín,
con el cual los portugueses ligaron tratos comerciales y diplomáticos desde su
llegada a esa costa. En la región donde vivían los popós hubo un gran mercado
de esclavos, el cual ha sido descrito de la siguiente forma:
Entre 1714 y 1736 la Compañía del Mar del Sur, perteneciente a los ingleses,
desembarcó oficialmente en Cartagena a 10.475 personas africanas, a razón
de 476 por año. La mayor parte procedían de Jamaica y entraban ilegalmente.
El puerto debió acoger 1.000 personas por año, lo cual daría alrededor de
30.000 africanos introducidos entre 1710 y 1740.
Fin de la trata
fin;esclivización;esclavista;esclavos;libres;libertos;liberados;José;Luís;Noriega;cartagen
a;Afrocolom