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ISSN 1852-0650

«Sepan todos que habiendo recibido del Señor Papa un mandato especial, para

dialéktica
que procediéramos a reformar y mejorar el estatuto de los estudiantes parisi-
nos de forma eficaz, nosotros, con el consejo de los buenos varones, deseando
proveer a la tranquilidad de los estudiantes en lo sucesivo, ordenamos que se
lean los libros de la Dialéctica de Aristóteles, tanto lo de la vieja como los de
la nueva, en las escuelas ordenadas, pero sólo durante el curso escolar. No se Revista de filosofía y teoría social
lean en días festivos más que filósofos y retóricos, y alguna vez las Vialia y el
Barbatismum y la Etica, si se cree conveniente.»
Estatutos de la Universidad de París (1215).

«Nuestro régimen universitario –aún el más reciente– es anacrónico. Está fun-

dialéktica — Número 29 — invierno 2018


dado sobre una especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado
universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un aleja-
miento olímpico.»
«Manifiesto de la Federación Universitaria de Córdoba» (1918).

«Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda.»


Muros del Liceo Condorcet, París (1968).

«La misión del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de


la República Argentina, creado en 2007, es orientar la ciencia, la tecnología y
la innovación al fortalecimiento de un nuevo modelo productivo que genere
mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía Argentina,
bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo.»
«Presentación del MinCyT» - Página Web (2018).

dossier
«El dinero es el celoso Dios de Israel, ante el que no puede legítimamente pre-
valecer ningún otro Dios. El dinero humilla a todos los dioses del hombre y Derivas de la militancia universitaria:
los convierte en una mercancía. El dinero es el valor general de todas las cosas,
constituido en sí mismo. Ha despojado, por tanto, de su valor peculiar al mun-
laboratorio Puan 480
do entero, tanto al mundo de los hombres como a la naturaleza. El dinero es
la esencia del trabajo y de la existencia del hombre, enajenada de éste, y esta año XXVII
esencia extraña lo domina y es adorada por él.» Número 29
Karl Marx - «Sobre La cuestión judía» (1843). invierno 2018
Ciudad de Buenos Aires
SUMARIO
dialektica 29 - 2018

5 Editorial: Remember, remember is always december... Apuntes


vernáculos sobre acumulación, reforma y revolución

Dossier
Derivas en la militancia universitaria - laboratorio
Puan 480
27 Pequeña cartografía del reflujo: Filosofía y Letras. Ulisses,
Patricio McCabe y Paula Cabeda
39 Apuntes para desmontar un centro de estudiantes. Lilith

55 La producción de antropologxs. Apuntes sobre un seminario


experimental en la carrera de Antropología. Paula Cabeda

59 Charla Violeta. A propósito de la militancia gremial docente


universitaria. Entrevista con Eduardo Glavich
81 Estudiantes en crisis. grupo de estudio de antropología
crítica. geac

Artículos Varios
87 Rosa Luxemburgo y la crítica a los fenómenos burocráticos. .

Maurício Tragtenberg
101 Una lectura política para nuevas Líneas de Fuga. Capitalismo y
semiótica. Simonetti-Solver
111 No habrá revolución sin supervivencia. Danilo Castelli

115 El nervio de las cosas. Borradores sobre el concepto de lo político


(Primera parte). Javier A. Riggio

2 dialéktica
Aceleracionismo
137 Prometeo desencadenado. Introducción al debate aceleracionista

141 Manifiesto por una Política Aceleracionista. Alex


Williams y Nick Srnicek

156 El aceleracionismo cuestionado desde el punto de vista del


cuerpo. Franco «Bifo» Berardi

Reseñas
161 Der(r)ivar el Estado. Acerca de Estado y capital. El debate
alemán sobre la derivación del Estado, compilado por A.
Bonnet y A. Piva. Mariana Dimant

166 Filosofía y revolución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao.


Raya Dunayevskaya. Mariano Alberto Repossi

169 Merodeador en la oscuridad. A propósito de Sobre Hegel de


Carlos Pérez Soto.J.M. Berridi, S.J. Souilgnac y J.A. Riggio
177 Realidad de la ficción, ficción de la realidad:  Breaking bad.
Esteban V. Da Ré

186 Agenda y actividades

190 Números anteriores


192 Normas básicas generales para la publicación de dialéktica

dialéktica 3
Colectivo de trabajo:

Javier Alejandro Riggio


Patricio Enrique McCabe
Lucas Gomes
Esteban Virgilio Da Ré
Natalia Beistain

colaboraciones:
Paula Cabeda, Lilith, Grupo de estudio de antropología crítica GEAC,
Simonetti, Solver, Danilo Castelli, Mariana Dimant, Mariano Alberto
Repossi, Juan Manuel Berridi, Santigo J. Souilgnac, Eduardo Emilio
Glavich, Verónica Lía Zallocchi.

agradecimientos:
Diego Esteras.

Página web
https://revistadialektica.wordpress.com

Envío de colaboraciones y comentarios


dialektica@gmail.com

Diseño
Colectivo de trabajo de dialéktica

Ilustraciones y tapa

Colectivo de dialéktica

Alentamos la reproducción del material publicado en la revista,


mientras se haga referencia a su fuente, no se altere su contenido
ni se realice con fines comerciales.

4 dialéktica
Remember, remember is always december...
Apuntes vernáculos sobre acumulación, reforma y
revolución

... las revoluciones proletarias se critican constantemente a sí mismas,


se interrumpen continuamente en su propia marcha,
vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo,
se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones,
de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos,
parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra
nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas,
retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de
sus propios fines, hasta que se crea una situación
que no permite volverse atrás y las circunstancias gritan:

Hic Rhodus, hic salta!


¡Aquí está la rosa, baila aquí!

K. Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte

I

Un fantasma recorre esta bendita tierra austral: el fantasma de
Diciembre.
Suficiente es que quienes detentan el poder den un paso en falso
para que el espectro del 2001 retorne entre nuestras ropas, desempolve
viejos recuerdos de aquellas históricas jornadas y ajuste los cordones
de nuestros resecos zapatos para regresar a tomar la calle. QSVT es
el idioma decembrista, el abecedario de su idiosincrasia política. Su
fuerza y su alcance. Su impulso y su horizonte.
Pero si el final es en donde partir (como canta La Renga…
pero bien podría haberlo escrito Hegel), diremos que la potencia de
insubordinación decembrista es la mitad llena del vaso. Porque la
evocación de este espíritu desobediente no sólo repite el planteo de
sus problemas sino también la constancia de sus soluciones. Si al final

dialéktica 5
del camino nos encontramos con resoluciones capitalistas, es que el
punto de partida fueron demandas capitalistas. Es que Diciembre es
tanto sus potencias como sus límites.
Potencia de inquietar la democracia representativa burguesa, de
ocupar el espacio público cuando las decisiones de lxs representantes
se consideran contrarias a los intereses o deseos propios, a veces de las
minorías, a veces de las mayorías. La democracia representativa no se
ejercita solamente con el voto, se tensiona en las afueras del Congreso,
de la Casa Rosada, etc. Si no me gusta, ocupo. Si no acuerdo, protesto...
Pero esta potencia es la manifestación, al mismo tiempo, de su
límite. La acción de protesta es una re-acción, una pasión. Y de las
pasiones sabemos, desde Spinoza al menos, que hay algunas alegres
y otras tristes. Las primeras incrementan nuestro hacer-pensar. Las
segundas, lo empequeñecen y seguimos a merced de la decisión ajena.
Entonces la cuestión se mueve para preguntar qué tipo de re-acción,
pasión decembrista, acontece cuando lxs representantes ejecutan sin
disimulo la parcialidad de sus decisiones ¿Qué pasión predomina, la
tristeza o la alegría? El fantasma encarnado, su esencia vociferada fue
y es el que-se-vayan-todos-que-no-quede-ni-uno-solo. Su mayor apuesta,
una negación absoluta... Y si bien, siguiendo nueva y oblicuamente
a Spinoza, toda afirmación implica una negación, diremos que no
toda negación afirma, no toda crítica revierte en una apuesta, en
una posición instituyente. El QSVT no cuestionó la representación
política sino a lxs representantes de turno. Y ni siquiera. Muchxs de
lxs que habían sido repudiadxs, escrachadxs, etc., volvieron al ruedo
un poquito después... Y menos que menos cuestionó el motorcito de
nuestra vida cotidiana, de la reproducción de la sociedad como tal: la
relación social capitalista y patriarcal. De esta manera, notamos cómo
la potencia también exhibe su límite. Un grito de insubordinación, sí.
Pero para que todo se ordene, para que las cosas vuelvan a su curso
de normalidad… capitalista. Trabajo asalariado y representantes que
gobiernen (ahora, correctamente) sin la deliberación de sus votantes,
como reza la Constitución Nacional. ¿Qué tipo de pasión predomina?
La tristeza, sin dudas.
Volvió a pasar hace unos meses, diciembre del ’17, en las
jornadas de lucha contra la nueva ley previsional. Pasó otra vez hace
unas semanas, cuando Mauricio Macri acudió al FMI y su imagen
siguió tropezando escalera abajo a la misma velocidad con la que
el dólar subía (y sube). Las redes de comunicación atestiguaron el
retorno fantasmático circulando tapas de diarios de los momentos

6 dialéktica
previos a la caída de De la Rúa, memes en las que se ve a un felino
con la cara presidencial huyendo en helicópteros y así… Ya pasó.
Puede volver a pasar. Muchxs se frotan la manos, se palmean como
diciéndose «yo te avisé, no había que votarlo…» Y como si fuese
una prístina concatenación lógica, nos dicen: si Macri fue el retorno
al neoliberalismo de la década de los ’90, entonces lo que le sigue es
el estallido dosmilyunesco. Tanta repetición cíclica, lejos de marear, a
muchxs lxs excita. Creen presentir lo que viene, lo que vuelve.
De manera que captado en su totalidad, en su repetición
completa, diremos que un acontecimiento que se reitera tanto en su
insubordinación como en su conclusión gatopardista se codea más con
la farsa que con el drama, más con la parodia que con la tragedia.
Es decir, se muestra como lo que es: la restauración y conservación
del orden de cosas. Lo que cambia para que nada cambie. Diciembre
de 2001 se ha tornado un espíritu de pesantez, se ha sumado, más
temprano que tarde, a la larga y pesada tradición de muerte que
oprime el cerebro de los vivos.
Por eso no importa lo que pensemos sobre lo que «realmente»
sucedió en esos días. Si fue una revuelta de la pequeña burguesía y
lxs obrerxs mejor calificadxs con el horizonte de una representación
política «mejor»; si fue el punto máximo del nihilismo que engendró
el neoliberalismo, el resultado fatal de esa trituradora de solidaridad
y de encumbramiento del individualismo que fueron los años ’90; si
fue la rabia emancipatoria que siempre está, aunque apaleada, en el
fondo de no sabemos quienes; si la toma de las calles fue un fenómeno
de la inserción real de Argentina en el mercado mundial de acuerdo
a su capacidad efectiva de valorizar el capital… No importa. O mejor
dicho, ahora no nos importa eso1. Nos importan sus consecuencias,
sus efectos. Nos importan las marcas que dejó para el hacer y el pensar
político vernáculo.
Porque tan innegable es que la representación política estatal,
burguesa renació entre los gritos del QSVT con una fortaleza inapelable
como decir que, frente a un desacuerdo ante el accionar del gobierno
de turno, ante el gestor circunstancial de la junta de negocios de la
burguesía, se ocupa la calle, el espacio público. Desde los piquetes
hasta diciembre de 2017, pasando por el 2008 en el conflicto llamado
«campo-gobierno».

El intento de autoesclarecimiento del asunto lo hemos encarado tanto en nuestros nú-


1 

meros 14 (primavera 20012) y 15 (primavera 2003), trajinados en aquellos años, como en


el dossier del número 23 (primavera 2011), una década después.

dialéktica 7
Algunxs dirán con razón que lo mejor de Diciembre, en la
perspectiva de una transformación radical de la sociedad, fue la
práctica de autonomía y el ejercicio de la autogestión en una escala
social hasta entonces poco frecuentada. Algunxs glorifican eso, lo
añoran. Sueños de Diciembre. Pero los sueños, como ya se ha dicho,
sueños son.
El macrismo viene rascando la herida dosmilyunesca de la
representatividad política. Y lo que brotó de ese corte no cicatrizado
en diciembre y amenaza con volver a hacerlo, si bien no pretende
cortar la raíz de nuestro modo de vivir, tampoco permite que sigan
gobernando a gusto y piacere... Esa incisión fantasmal en el cuerpo
de los representantes autóctonos no logra cerrarse. Lo reconocen
algunos movimientos sociales, burócratas sindicales, la mayoría de
lxs políticxs profesionales: no hay que descarrillar la gobernabilidad,
nada de desestabilización. Se alteran sus corazones cuando el espectro
decembrista amenaza con hacerse presente. Lo reconoce el brillante
periodista de la derecha autoconciente, Carlos Pagni, y lo dice sin
rodeos: el miedo de los representantes con los representados2. Pesadilla
de Diciembre. Un mal sueño. Y aunque malo, no deja de ser eso: un
sueño.
Lo onírico, hasta ahora, y como casi todo lo que hemos
intentando, no ha inquietado el soliloquio del Capital, es decir, su
autovalorización.

II

QEPD. Démosle un momento de reposo al espíritu de Diciembre para


otear en aquello que se mantiene constante y que no sólo se sacude -un
poco- en las jornadas decembristas, aquello que, fundamentalmente,
sucede entre las apariciones acontecimentales de la insubordinación
y la restauración. Es decir, mascullemos -un poco- los elementos
permanentes que hacen a nuestra coyuntura económica, política.
Y arranquemos por notar que la prédica electoralista que se repite
en la boca de la militancia de izquierda asevera que el problema actual
de la Argentina se encuentra en la Quinta de Olivos. Sí, el gobierno
Macri ajusta de forma abierta y recrudece las condiciones de vida de
2
Editorial de su programa «Odisea argentina» del lunes 16/4/2018. El tema al que nos
referimos se lo puede ver y escuchar a partir del 21’16’’ en este link: https://www.you-
tube.com/watch?v=p5GIw9dQ-OY 

8 dialéktica
la clase trabajadora. Pero si nos proponemos un análisis serio, nunca
neutral, debemos abandonar una periodización al gusto de la vieja
historiografía clásica, con sus bustos y nombres solemnes. El capital
es global, más que nunca, y sus movimientos hace tiempo que ignoran
fronteras y siglas de partidos: la pragmática y la coyuntura concilian
lo antes inconciliable. ¿Acaso no fue el peronismo el que comandó
la agenda liberal de los 90? ¿Acaso no es la alianza conservadora de
Cambiemos el que ahora propone el debate parlamentario sobre el
aborto?
Si entendemos la Argentina, y cualquier otro país, como parte
específica del territorio global por el cual se extienden las relaciones
y las dinámicas del Capital, el análisis sobre su momento debe llevar
en cuenta el momento actual que vive el capitalismo: estamos todavía
bajo los escombros de la última gran crisis, la del 2008-9, en una
recuperación lenta. Desde el 2012 el Producto Bruto Interno mundial
no logra romper la barrera del 3%, las tasas de interés de muchos
países desarrollados están próximas al 0 (o mismo negativo, como en
Japón, Suecia y Dinamarca) y la máquina económica china sufrió un
enfriamiento, aunque mantenga una tasa de crecimiento anual arriba
de los 5%. Este último hecho ha traído fuertes impactos en la política
económica de los países en Latinoamérica, muchos de ellos pintados
de desarrollistas por afuera pero sostenidos por la vieja especificidad
de la acumulación de la región, el ahora llamado «extractivismo»
(esto es, explotación capitalista del suelo agrario y minero) que tiene a
China como principal cliente.
Aunque buena parte de la izquierda clasista esté trasbordada
de fe en escritos y se mantenga fiel a una fotografía de mundo del
siglo XX, todavía es necesario gastar tiempo y esfuerzo para entender
el mundo en que vivimos. Quizás esa tarea pareciese más fácil, en
términos políticos, hasta hace poco tiempo: el capitalismo se confundía
con el imperialismo reinante e incontestado de los EEUU. Caída del
muro más, caída del muro menos, el principal enemigo, el más feo,
el más odiado, era fácilmente apuntado en un mapa; la geografía al
servicio de la lucha de clases. Sin embargo, vivimos para ver el día
en que el mandatario yankee ignora la OMC y el mandatario del
partido comunista chino toma la posta para devenirse en el principal
defensor mundial del libre comercio. Si bien Trump indica los rumbos
de los renovados nacionalismos en los países desarrollados, en el
nivel ideológico no podemos decir que Xi Jinping camine muy lejos:
el Estado asegura los intereses de los capitales nacionales, con más

dialéktica 9
o menos democracia, más o menos libre mercado. Si completamos el
retrato con la sombra de Putin, mirando de lejos e intentando estar
a la altura, fácilmente nos damos cuenta de la noche que se pinta en
el cielo ideológico del siglo XXI, producto, como mencionamos, de la
dificultad mundial en encontrar salidas para la crisis económica.

III

Tratar de entender y prever el contexto sirve únicamente para evitar


lo peor que existe en él, si no queremos jugar el difundido juego del
demiurgo revolucionario, el que da las respuestas para la revolución
a partir de los escritos solitarios productos de su imaginación
iluminada. Las buenas respuestas -potencialmente radicales- para los
problemas vendrán de la clase trabajadora o no vendrán. Es imposible
adelantarse a ellas (y es necesario que, como parte de la clase obrera, las
impulsemos, las debatamos, las potenciemos…). Por eso la necesidad de
adelantarse en lo posible a los problemas y desafíos que enfrentaremos
en cuanto clase, para que no nos agarren tan desprevenidos y en
pelotas. Desde la debacle del ciclo de acumulación que en Argentina
fue nombrado de «nacional y popular», irónicamente dependiente de
la actividad económica de las potencias mundiales, lo que vivimos
en Argentina hoy es la prolongación del estancamiento económico,
tocando la recesión diversas veces en los últimos años (desde el 2011
kristinista). Propaganda fácil por el voto de Scioli, el famoso «regreso
a los 90» acierta en la lectura de un movimiento pendular, pero queda
extremadamente corto para entender el contexto económico actual,
especialmente a nivel internacional.
Proponemos entonces algunos acercamientos a la pregunta
que se podría formular a partir de la lectura militante de Marx para
entender los desafíos actuales de la lucha de clases: ¿cómo podrán los
capitalistas inaugurar un nuevo ciclo de acumulación en Argentina? ¿Qué
estrategias, instrumentos y formas serán adoptadas para que la tasa
de ganancia en la especificidad argentina vuelva a crecer y permita la
extracción óptima y pareada -en caso de que sea posible- con el nivel
global del plusvalor?
Empecemos con algunos de los principales obstáculos a esa
nueva reestructuración productiva argentina. Dato no tan coyuntural
pero que apunta a uno de esos principales obstáculos es la relación
que el gobierno Macri traba con el sindicalismo. Objeto de la furia de
10 dialéktica
los neoliberales puros, los sindicatos históricamente cumplieron un
rol importante tanto para la clase trabajadora cuanto para las clases
capitalistas, en un primer momento organizando de forma autónoma
la solidaridad entre proletarios, posteriormente disciplinando y
negociando el precio de la fuerza de trabajo de modo ordenado y
previsible (aunque generalmente por debajo de su valor), como parte
de las «condiciones generales del proceso social de producción»3.
Fruto de la identificación entre capos de un lado y del otro, del
rol que los gestores sindicales fueron tomando en la apropiación
misma del plusvalor de sus supuestos representados, no tardaron
en manejar grandes cajas, obras sociales y empresas de propiedad
sindical. Universidades, hospitales, gráficas, hasta clubes de fútbol se
encuentran bajo el control de aquél sector que algunxs han llamado
de «capitalismo sindical»4 argentino, que recientemente ganaron
también la empresa de correos OCA. Desde el Estado también hay
reparto de dinero por medio de aportes a las obras sociales, uno de
los principales canales de fomento a la burocracia, conformando esta
«economía mixta» gerenciada por los líderes del movimiento sindical
(de quien algunos todavía esperan que convoquen paros generales
en favor de la clase explotada). La cuestión es que este enorme
sector de la economía argentina -no sólo las empresas sindicales
sino aquellas ramas de la actividad económica cuya mano de obra
es mayoritariamente controlada por este sector-, al forzar las reglas
de competitividad capitalista por medio de la violencia mafiosa se
torna uno de los obstáculos para la modernización y la revolución
de los medios de producción. Esto es, impiden el desarrollo de la
plusvalor relativo utilizando en su lugar una suerte de «acumulación
primitiva» en la modalidad de violencia física en parte respaldada por
el Estado. El ejemplo clásico es el gremio de camioneros y la aparente
inviabilidad política de expansión de la red ferroviaria en el país, pero
otros sectores estratégicos de la economía también se ven afectados,
como la construcción y los puertos. Otro caso parecido es el de las
Universidades Nacionales y la organización en claustros. No es de
sorprender que en este país la sociabilidad partidaria y de aparatos
tenga tanto peso, dado que sus lógicas funcionan mucho más en
sintonía con la fidelidad feudal de vasallaje que con el antagonismo

3 
V. Marx, K. (2013), El capital. (Crítica de la economía política), tr. P. Scaron, Siglo XXI, Bs.
As., Tomo I, vol. 2, cap. XIII, p. 467.
4
Bernardo, Joao de Pereira, Luciano (2008), Capitalismo sindical, Ed. Xama, Sao Paulo.
Ver tambien es este numero el articulo de Maurício Tragtenberg.

dialéktica 11
capitalista puro.
Y si hablamos de la Universidad y sus estructuras arcaicas,
ambiente de «camarillas» y relaciones semi-feudales, motivo de
dificultad para la intervención macrista, desde la gestión K vemos
otra estrategia de dar nuevos combustibles para la acumulación
capitalista. Se trata del ensanchamiento de la mercantilización, esto
es, la transformación en mercancía de cosas que antes no lo eran,
abriendo así novas oportunidades de negocios (id est ganancias), como
el arancelamiento de los cursos de posgrado y el crecimiento relativo
de la educación superior privada en modo general. La expansión del
número de estudiantes en la universidad privada ha superado la
expansión de estudiantes en las universidades públicas en el período
de 1995 a 20155. Este patrón no se altera en la mitad del período
comprendida en la gestión K, entre 2005-2015, con aumentos del
número de estudiantes de 15% en las estatales y de 60% en las privadas.
Entre 1995-2015, el número de graduados se ha cuadruplicado en las
privadas, mientras que en las estatales se ha solamente duplicado.
Si bien el número absoluto sigue siendo dominado por el sector
estatal (aproximadamente 1.5 millones de estudiantes contra 400 mil
en el sector privado en 2015), en términos capitalistas lo que vemos
es una creciente participación de la iniciativa privada en la rama
educativa superior, que va mordisqueando de a poco al estudiantado
y monetizando la educación según la fórmula general del capital,
D-M-D’. No tenemos todavía datos consolidados sobre el período
Macri pero no debemos dudar de la continuidad de este proceso6.
Pero uno de los planes más ambicioso de la gestión actual en
este sentido está siendo gestada para la Salud, bajo el simpático nombre
de «Cobertura Universal de Salud» (CUS), que en realidad limita los
servicios ofrecidos por la red estatal, obligando a lxs trabajadorxs a
recurrir al sector privado. El gobierno anuncia este proyecto como la
oportunidad para que accedan a la salud aquellas personas que no
cuentan con una obra social. Macri está dándole estatuto de realidad
a la salud estatal como un proyecto futuro que está siendo anunciado

5
Según un informe del Centro de Estudios de Educación Argentina, de la Universidad
de Belgrano, febrero 2018, número 66.
6 
Y nos asalta la pregunta: ¿cuándo habrá, en Argentina, el primer paro de docentes
universitarios privados? Se trata de un sector del mercado de trabajo que en el largo
plazo estará contratando mucho más que despidiendo. Configurado así como sector
creciente de la clase, ¿qué nuevas formas de conflicto y de vínculo social pueden surgir
en estos lugares de trabajo, qué tipo de trabajador/a será absorbido/a, cómo puede llegar
a consolidarse la solidaridad y la resistencia a la precarización ahí?

12 dialéktica
(y que incluye el sector privado), mientras que el sistema actual «no
está vivo ni muerto». El proyecto piloto será aplicado en Mendoza, del
gobernador aliado Cornejo (UCR).
Otra manera de mercantilizar más aspectos del mundo son
las técnicas de «extractivismo abusivo» (aunque para la insaciabilidad
capitalista no existe el exceso), desde la expansión de la soja hasta el
fracking y la minería a cielo abierto, prácticas que avanzan sobre el
territorio de comunidades y que disminuyen la vida útil de sectores
de la clase trabajadora. Los acuerdos de Cristina con Monsanto y
su defensa de la industria extractivista expresan la necesidad que el
capitalismo local tiene de adecuarse al mercado mundial. El macrismo
simplemente cambió el origen de los gestores, transformando YPF
en una gran coordinadora de capitales e de infra-estructura, dejando
la extracción misma de los combustibles en manos de gestores
extranjeros.7 Por otro lado, el peso dado por el aparato represivo a
los conflictos en tierras mapuches responde al interés en garantizar
un ambiente estable para la actividad extractivista en el norte de la
Patagonia, pacificación militar que es función, todavía, del Estado
(mientras que los demás servicios ya pasan a ser realizados por
las corporaciones, como la salud y la educación en comunidades
gravemente afectadas por las técnicas abusivas8).
El desarme de sectores económicos controlados por los
capitalistas mafiosos y la creación de nuevos objetos mercantilizables
son dos estrategias importantes y demandan intervenciones objetivas
de parte del Estado. Sin embargo, una de las formas más importantes
y fundamentales de la reorganización productiva a nivel global es la
formación de nuevas subjetividades proletarias. No es otra la historia
del taylorismo, adiestrando para el trabajo fabril a campesinos recién
llegados a la ciudad, o del toyotismo, adiestrando para el trabajo
intelectual a obreros manuales rudos. La actual ideología del trabajo
hace del trabajador un entusiasta, transforma el tiempo del ocio en
tiempo de trabajo, transforma el tiempo de esparcimiento en tiempo
de formación profesional y la fragmentación espacial en libertad
individual. Una fuerza de trabajo organizada en cuentapropistas, sin
entidades tradicionales que negocien un piso salarial, sin los derechos
que aumentan el «costo Argentina», flexible para responder a las
demandas del mercado en una velocidad de recambio tecnológico

Di Risio, Diego (2017), «Quien gobierna lo ingobernable» en Fractura Expuesta N° 5.


7 

8
Christiansen, Fernando y Chaz, Emilce (2017), «Público, de gestión privada», en Frac-
tura Expuesta N°5.

dialéktica 13
ya descrita por Marx9. El adoctrinamiento ideológico cotidiano que
refuerza la economía libidinal capitalista, el deseo de la mayoría de
este orden de cosas10, y que busca modelar la fuerza de trabajo no
sólo responde a la necesidad de poner en marcha un aumento del
plusvalor absoluto, por medio de la expansión de la jornada laboral,
del trabajo intermitente, del sueldo por productividad, sino que la
flexibilización de su formación y estas nuevas sectores de la clase
trabajadora tiene en vista también una mejor adaptación al incesante
cambio de tecnologías, permitiendo así el desarrollo del plusvalor
relativo, necesario para una actividad económica competitiva a nivel
internacional. Desarrollo, siempre desigual y combinado.
Si bien la gestión PRO es consecuente con esta estrategia al
ofrecer y difundir cursos de programación y fomentar proyectos de
emprendimiento para jóvenes, se vio obligada a ceder a la presión
«política» del sector sindical y prohibir formalmente a la empresa
Uber actuar en el país, aunque bajo el velo de la ilegalidad el servicio
siga siendo ofrecido. Es un ejemplo muy expresivo de las dificultades
en la aplicación pura de sus lineas ideológicas en el gobierno, para no
hablar del gradualismo económico de manera más amplia. De hecho, la
industria de las apps todavía no pisó Argentina de manera contundente.
Desde Uruguay llegó ya hace un par de años PedidosYa, start-up creada
por dos jóvenes universitarios y un amigo de infancia, y que hoy tiene
como propietaria del 70% de la empresa la compañía alemana Delivery
Hero, dueña de decenas de marcas de servicio de entrega de comida
por todo el mundo, incluida Foodora, presente en las principales
capitales europeas y en EEUU. El negocio en Argentina todavía está
en el estadio más básico: simplemente una plataforma de logística que
cada establecimiento contrata para organizar pedidos. Sin embargo,
en Uruguay ya estn avanzando con el modelo «transnacional» de la
industria, que incluye contratar la mano de obra de los entregadores
en esquemas de ultra flexibilidad y bajo el control directo del aparato
celular11. Este modelo de empresa está ensayando su llegada al país
y el último intento fue el de la empresa Glovo, que ofrece servicios
de cadetería por bicicleta al cliente y una jornada ultra flexible a las
supuestas personas que van a andar en bici «y quieren aprovechar el
9 
Marx, Op. Cit., p. 382.
10
  Ver el editorial de nuestro número 24 (primavera 2012): «Capital: ese brillante objeto
del deseo. (O ¿por qué se está tan a gusto con la explotación propia y ajena?)» y el dossier
del 25 (otoño 2013): « El olvido del ser (capitalista)»
11
  Pedidos Ya! Incorpora servicio de envío, 8 de febrero de 2017, en
www.elobservador.com.uy

14 dialéktica
recorrido para ganarse unos mangos». A estas empresas no les gusta
la idea de «trabajador», sino la de personas que aprovechan nuevas
oportunidades para ganar dinero, «emprendedoras» ellas mismas de
cierta forma. Sin embargo, la Asociación Sindical de Motociclistas,
Mensajeros y Servicios, en vez de proceder como los taxistas que
atacaban a los autos (y a los trabajadores) que identificaban como Uber,
decidió adoptar una posición más «progre» y escrachar la oficina de
la empresa sosteniendo un discurso legalista contra el negreo y hasta
«internacionalista», reconociendo que la principal mano de obra de
esta nueva empresa son extranjeros latinoamericanos recién llegados
a la ciudad, no los culpables12. Pero más allá del discurso bonito, la
verdad es que no le queda otra al sindicato: si aparenta una postura
de izquierda es porque tiene que luchar para seguir representando
legalmente esta fuerza de trabajo. ¿Organizar a lxs trabajadorxs
precarizadxs no sindicallizables por sus propios reclamos? Eso no es
tarea para un sindicato. ¿Estará esta nueva fuerza de trabajo a la altura
para darle la pelea a las formas de explotación 2.0? ¿Cómo establecer
lazos de solidaridad en una forma de trabajo tan fragmentada?
Seguramente en los próximos años veremos el aumento de
estas empresas en territorio argentino, incluso la llegada de la gigante
Amazon, conocida por el manejo turbio de las relaciones laborales y
los conflictos que de ello resultan. Son la expresión acabada del uso de
las tecnologías de la comunicación puestas al servicio de la explotación
directa y eficiente de la fuerza de trabajo: jornada flexible, control
estricto sobre los ritmos y las formas de trabajo, flujo de big data en
tiempo real, feedback inmediato de la calidad del trabajo por manos del
cliente directo, etc. El wi-fi gratis en el subte y en las plazas no es por
«buena onda». Es parte de las condiciones generales de producción
necesarias para el siglo XXI.
Asimismo, también el Capital tiene a disposición herramientas
ya muy conocidas por estas tierras: las paritarias. La reducción de
los salarios por medio de aumentos por debajo de la inflación real es
un mecanismo importantísimo para el momento actual: por un lado
aumenta la ganancia de los empleadores, por otro ayuda a bajar la
inflación que asusta a los inversores. Obviamente que las cosas son
mucho más complejas y nada resulta tan fácil. El aumento de las
tasas y la reforma del aparato estatal no alcanzan para disminuir el
déficit fiscal, especialmente frente el endeudamiento desenfrenado.

  Escracharon a la multinacional Glovo, por discriminación laboral, 17 de abril de 2018 en


12

www.infogremiales.com.

dialéktica 15
Otra herramienta monetaria para bajar la inflación, los títulos del
Banco Central (las LEBACS), que absorben los pesos del mercado y
supuestamente disminuyen la oferta de dinero, va costando cada vez
más caro al gobierno debido a las tasas de interés artificial y también
corre el riesgo de una corrida hacia el dólar13. Si no hay un aumento
constante y estable de la actividad económica y de la recaudación fiscal,
las deudas se volverán cada vez más difíciles de pagar, confirmando,
aunque por otras vías, la analogía de los 90...
Y es que sin inversión no hay recuperación capitalista. La
inversión es el determinante en la actividad económica capitalista,
y si no hay perspectiva de rentabilidad, no habrá inversión: es la
llamada «huelga de inversiones»14. Acordémonos que justamente
Trump representa en EEUU una nueva estrategia de los países
desarrollados en abandonar acuerdos comerciales colectivos para
realizar bi-lateralismos que resulten beneficiosos solamente para el
lado más fuerte. Es una fuerte pugna entre los capitales nacionales
y las empresas transnacionales, de ahí la amenaza que el excéntrico
empresario yankee hace contra las empresas que producen afuera las
mercancías vendidas adentro de sus fronteras. Es una reedición de
la alianza entre trabajadores nacionales y burgueses nacionales para
impedir la exportación de capital y generar más inversión interna
(«Made in USA», «America first», etc). Es ciertamente un escenario
abierto, no queda claro si estos movimientos van a lograr ganar
la puja con las empresas que actualmente expresan el proceso de
globalización del capital, o si nos encaminamos de hecho hacia una
nueva guerra imperialista. En este momento de retracción geopolítica
de los EEUU y de expansión de la influencia china, es probable que
en los próximos años nos acostumbremos cada vez más con la llegada
inminente del capital del partido comunista chino determinando ya
13
  Este editorial se encuentra en proceso de escritura en las mismas semanas de la «vola-
tilidad cambiaria» de principio de mayo y el anuncio del acuerdo con el FMI. La coyun-
tura financiera del país está tan «volátil» que llegado el momento de circulación de este
número de dialéktica puede ser que otras novedades hayan impactado en estas tierras.
14 
V. Astarita, Rolando, Economía argentina 2017. Recuperación anémica, 20 de octubre de
2017 en www.rolandoastarita.wordpress.com. Pero resulta más claro para este punto
escuchar la voz del bolsillo de un empresario hecho y derecho, el dueño de Edenor,
cuando desde el Congreso, contra el «tarifazo», gritaban con el corazón: «Si yo hago un
parque eólico como éste y un senador o un diputado me dice que yo no tengo que tener
rentabilidad, lo que va a pasar es que no voy a poder hacer otro parque porque, sin
utilidad, no hay inversión y, sin inversión, no hay empleo».  http://m.lapoliticaonline.
com/nota/113141-mindlin-cuestiono-el-proyecto-contra-el-tarifazo-y-advirtio-sin-
utilidad-no-hay-inversiones/

16 dialéktica
no más solamente el precio de las commodities sino la infra-estructura
latinoamericana (como en el plan IIRSA), el mercado de crédito (como
en la PDVSA, la estatal petrolera de Venezuela) y el mercado de trabajo
(como las recién llegadas automotrices chinas en el Mercosur).

IV

El mencionado editorialista de La Nación señala con óptica de clase


que luego del «derroche» de los años kirchneristas ha llegado el
momento del «ajuste en la productividad, de la normalización del
país» y agrega que «es imposible realizar ese ajuste, es imposible
realizar la normalización de la economía con miedo de los dirigentes
a los dirigidos. Y es imposible no tener miedo si no hay una dirigencia
legitimada, autorizada, con autoridad política y podríamos agregar
moral». El origen del miedo de los dirigentes a los dirigidos, señala,
tiene una fecha muy precisa (¡adivinad!): el 20 de diciembre de 2001.
(¡Correcto!)
¿Cómo legitimar una dirigencia política en tiempos de
«normalización» de la economía? El kirchnerismo lo hizo claramente en
tiempos  de «derroche» económico estimulando, a niveles importantes,
el consumo. Y a través de la relegitimación de la representación política
había logrado subsumir casi totalmente la sociedad en el Estado. Sin
embargo, en el último tramo y en forma coincidente con la caída en
el régimen de acumulación, había empezado a reprimir de manera
selectiva a sectores del  mundo del trabajo. Mientras las marchas en
la capital se hacían «en chancletas», en la Panamericana (Kraft, Lear,
etc.) y en las provincias, donde pueblos originarios se asientan en
zonas consideradas estratégicas por la minería, la Gendarmería se iba
entrenando para lo que sería un despliegue represivo de largo aliento.
El gobierno actual se enfrenta, entonces, al dilema de
cómo ajustar la economía sin dilapidar su capital acumulado de
representación. En las jornadas del último diciembre, podríamos
decir que el ajuste tocó un cable de alta tensión que fue la aprobación
de la reforma previsional. Luego de la jornada del 18 de diciembre,
la popularidad del presidente cayó varios puntos no importa qué
consultora se considere. Durante el verano empezaron los canticos en
las canchas y hoy se empiezan a percibir con más nitidez las fisuras
en el bloque gobernante a partir de los obstáculos que los radicales
ponen a distintas iniciativas (reforma jubilatoria docente, decreto anti

dialéktica 17
inmigrantes, el tarifazo o las excarcelaciones de opositores).
Parece que el ajuste desbarajusta el modo de dominio de clase
que conocemos como democracia representativa. Sin embargo, esto no
sucede en todas las geografías. La especificidad argentina consiste en
una sociedad pródiga en movilizaciones, «la calle» es un actor político
de un modo que no lo es en otros países... Algo de esto señala Mujica
cuando dice que «si en la Argentina pasaba lo de Lula era un incendio,
daban vuelta Buenos Aires».15
Sin embargo, otra especificidad nacional consiste en el papel
relevante de la burocracia sindical como mediadora entre el capital y
el trabajo. Como si hubiese pasado un tiempo inmemorial de la «toma
del acto» de la CGT en marzo del año pasado, este 21 de febrero se
desarrolló una enorme movilización que fue parte aguas en varios
sentidos. Fue leída por los medios hegemónicos como una suerte de
blindaje popular sobre Moyano que le permitiría evitar un destino
judicial. Incluso el discurso del propio Moyano parece ajeno a esta
interpretación cuando señala que «por ahora» no tiene ninguna causa
en la justicia y que puede ir preso si la justicia lo determina. Puede
leerse también como un globo de ensayo para ver la reacción popular
frente a un previsto encarcelamiento de Cristina. Sin embargo, más
allá de esta historia de individualidades en peligro también puede
verse un realineamiento de sectores de trabajadores en una suerte
de nueva CGT con capacidad de movilización en la que confluyen
sectores privados de alta densidad sindical (camioneros y bancarios),
estatales, docentes y los movimientos sociales asociados al precariado.
Además, vale la pena indagar, sobre la forma y contenido de
esta movilización. Un fuertísimo aparato de los camioneros evitó los
«desbordes» del 18 de diciembre y ofició de ejemplo de lo que debe
ser una movilización previsible. Aunque, hay que decirlo, el espectro
decembrista no se hizo sentir ese día. Por eso, contrapongamos a esta
situación el cuadro que ofrecieron las movilizaciones del 14 y 18 de
diciembre donde cientos de miles de personas confluyeron sobre un
Congreso donde 300 diputados tomaban una decisión a todas luces
impopular. Una vez más la representación política quedó mal parada
frente a la presentación de los cuerpos de los afectados. December.
Moyano, el orador estrella de la fecha, se vistió con los trajes de
la restauración y completó el ciclo decembrista. Tras la calle, el orden.
Lo hizo, pero no lo sabe… (¿No lo sabe?) En su discurso, Moyano, frente
a la multitud disciplinada, advierte que «no somos antidemocráticos,
  https://www.pagina12.com.ar/108212
15

18 dialéktica
no somos desestabilizadores» y  pondera que la solución está en las
urnas cuando afirma churchillianamente «Toda victoria es relativa,
toda derrota es transitoria. Por eso preparémonos los trabajadores
cuando llegue el momento de expresar la voluntad democrática que
siempre hemos tenido, sepamos elegir y aquellos que se pueden
haber equivocado, que reflexionen, los gorilas no pueden estar más
en la conducción del país porque nos quieren quitar la dignidad a
los hombres de trabajo y no lo podemos permitir jamás.» Is always
december…
Más claro, imposible. QED.

La potencia y el límite de Diciembre. La calle... y a casa. Las dos


caras del fantasma, la marca doble, la herida bifacética decembrista.
Por eso no resulta llamativo ambas cosas: que se tensione la calle
cuando las cosas no gustan y que se vuelva a casa cuando todo más
o menos se acomodó. Y en esta dinámica lejos está de ser puesta en
cuestión la vida como un cúmulo de mercancías, la vida capitalista. El
anticapitalismo como crítica y el comunismo como apuesta política,
como (al menos el intento de) afirmación de otro modo de existir, no
gozan de buena salud. Acá la herida parece ser de muerte. Porque si
bien existimos colectivos, movimientos y espacios que tenemos como
epicentro de nuestra labor teórica, política, etc., estas coordenadas –el
anticapitalismo y el comunismo–, sabemos que no es lo general, lo
dominante, lo hegemónico. Somos casi un accidente. Lo sustancial, lo
que se impone con una fuerza insoportable es la existencia capitalista.
Nos quejamos por el precio de las cosas, no porque las cosas tengan
precio. Nos quejamos porque nuestrxs representantes estatales
son corruptxs, idiotas, mentirosxs, avarxs, etc., no porque tenemos
representantes. Nos quejamos porque nos pagan poco, no porque
estamos obligadxs a trabajar por un salario para luego cambiar esos
billetes que llegan a nuestro bolsillo en comida, alquiler, viático,
etc. Nos quejamos como consumidores, no nos afirmamos como
productores.
Digamos de inmediato que lejos estamos que no nos afecte
el precio de las cosas, las decisiones de lxs representantes estatales
de turno, el decreciente poder adquisitivo de nuestros salarios, por
mencionar sólo algunos aspectos. Lo que queremos enfatizar son

dialéktica 19
las preguntas que no se hacen, los problemas que no se perciben ni
se piensan. Y cuando esto sucede, cuando la vida capitalista no se
cuestiona, más temprano que tarde las soluciones burguesas se enfilan
de acuerdo a su ser esencial, a su concepto: la valorización del valor.
Y cuando la relación social capitalista no se discute, ni siquiera nos
incomoda, la crítica (y menos que menos el esbozo de su superación
comunista) no tiene espacio para arrancar...
Pero aquí, quizás, haya que meter una cuña. Porque la comedia
que nos brinda la política autóctona asiste no sólo a sus movimientos
cíclicos (correlacionados, en lo estructural, con los tempos y humores
de la acumulación) sino también, desde hace unos años, a la irrupción
del movimiento internacional de mujeres. La política argenta ha sido
violentada por el NUM. Décadas de trabajo político, lento y paciente,
de las organizaciones de mujeres han tomado una inédita masividad
y relevancia en la arena pública. Los Encuentros Nacionales de
Mujeres (ya pasan los treinta) han venido siendo uno de los modos de
organización de la heterogeneidad del movimiento, donde feministas
liberales, estatistas, anticapitalistas, etc., convergen teniendo como
punto de apoyo común la pelea contra la opresión machista. Ese
trabajo de años salió e irrumpió en la vida política, con sus potencias
y sus límites, como no puede ser de otro modo. Pateó la mesa y todo
indica que no se retirará.
Los 8M, los dos paros internacionales de mujeres, son muestra
de un movimiento que interpela la dimensión global e intersticial del
patriarcado. Y, además, allí nos topamos con algo que en diciembre
es, en su generalidad, esquivo. Nos referimos al nombrar –al menos
nombrar– al capitalismo como parte del problema y no de la solución.
En los últimos dos 8M no sólo se planteó la dimensión internacional
(es decir, el rebasamiento de la dimensión estatal-nacional) de la
pelea sino también se afirma sin vueltas, en los documentos de esas
jornadas16, el carácter antipatriarcal y anticapitalista de la lucha de
mujeres. Si bien se puede mencionar que no es ese la característica
de todo el movimiento, que no todas las corrientes internas son
críticas de la relación social capitalista, a pesar de que se escriba en un
documento, se lo lea ante decenas de miles y se lo circule por todos
los medios de comunicación posibles, ¿cómo no ver en esto un paso
adelante con nuestro retornante diciembre, si hasta la gran mayoría de

16
  El documento del 2017 se puede leer acá: https://www.pagina12.com.ar/24628-por-
que-paramos. El del 2018, acá: https://www.pagina12.com.ar/100295-la-marea-feminis-
ta-sigue-creciendo.

20 dialéktica
las izquierdas argentinas terminaron, con una velocidad sorprendente,
enfilando sus esfuerzos militantes hacia la representación política
burguesa, el «salto» a las elecciones? Y cuando se juega en esa palestra,
se sabe, del capitalismo no se dice ni mu… no se vaya a piantar el
electorado.
Pero el movimiento de mujeres no sólo da cuenta de su potencial
radicalidad cuando enuncia su internacionalismo antipatriarcal y
anticapitalista ante decenas de miles. La crítica feminista se está
desplegando, no sin tensiones ni desprolijidades, desde lo que pasa
en el Congreso hasta lo que pasa en las orgas (pretendidamente)
revolucionarias. Desde lo que pasa en las calles hasta lo que pasa
en las casas y las camas. Se ponen en cuestión desde las opresiones
más evidentes y naturalizadas hasta las prácticas y discursos dizque
revolucionarios. Las denuncias de acoso, abuso y violencia machista
aparecen todos los días en los espacios de todos los colores.
En este marco general sería poco referir la discusión del aborto
al intento maquiavélico del macrismo para ocultar, con tan candente
debate, el fondo de una situación económica que lejos está de
asegurarle el triunfo en las elecciones del año que viene17. El problema
del aborto legal como discusión parlamentaria tiene una historia de
lucha y de militancia de ese heterogéneo campo político –como lo son
todos– que es el feminismo. En esa multiplicidad de posiciones, claro
está que hay algunas que consideran la pelea por el derecho al aborto
como el horizonte estratégico… Reforma y reforma.
Nos sentimos mucho más interperladxs, en cambio, por
aquellas que la consideran una pelea táctica, un paso más en la batalla
contra el patriarcado, contra la opresión machista. Táctica de una
pelea que no termina con el reconocimiento estatal. No termina y ni
siquiera comienza. Porque hay vertientes del feminismo que no sólo
tienen como horizonte una sociedad más allá del Estado patriarcal
y burgués, sino que tienen una riqueza particular en su punto de
partida, en el re-planteo del problema, que da un paso más en torno
al debate entre legalización y despenalización. Esta perspectiva, como
es de esperar, no es la que se pasea por las razones principales de
la pelea por el derecho al aborto. Porque cuestiona al aborto como
problema. La cuestión de si el aborto debe ser legal o no penalizado es
una discusión derivada. Porque la situación de aborto es un punto de
llegada, un resultado problemático. Y lo que buscan desnaturalizar es
17
  Mientras escribimos esta nota editorial en el Congreso se discute en comisión para
llevar a votación la Ley por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.

dialéktica 21
el proceso que supone ese resultado no buscado. Dicho de otro modo,
esta mirada feminista critica las relaciones sociales, sexuales, que
resultan en ese embarazo indeseado. Esas relaciones son patriarcales
hegemónicamente. De nuevo, desde las más violentas y naturalizadas
hasta las escurridizas y sutiles. Esta veta a criticar se abre de la mano
de la fértil sentencia: lo personal es político. El mundo en general y el
mundillo de la militancia política en particular ya no son lo mismo.
Reforma y revolución.
Con todo, digamos que en el último par de años todos nuestros
espacios de activación política, todos los momentos de nuestra vida
cotidiana han sido atravesados por las problemáticas que plantean los
feminismos. Puntualmente, es una intervención que está dando una
vuelta de tuerca más al problema de las relaciones desiguales de poder
hacia dentro de los grupos, movimientos y partidos que anhelamos y
proclamamos concientemente la revolución, la emancipación humana,
etc. Empezar a trabajar estas cuestiones supone, empero, un largo
recorrido. El reconocimiento de ese potente y profundo proceso, sin
embargo, no debe perder atención al siempre latente riesgo de la
esencialización: «no importa lo que digan, si lo dicen las compañeras,
entonces debe ser verdad.» Desafío complejo en el que la potencial
radicalidad se irá actualizando en nuestras prácticas o no, en el que
las poco diáfanas vinculaciones entre la dimensión antipatriarcal
y anticapitalista irán encontrando un cauce común o no. Dicho
problemáticamente, ¿hay en esta irrupción de los feminismos, tanto
por sus formas organizativas como por el contenido de sus luchas,
una dimensión que pueda sacarnos de la repetición decembrista, de
ese retorno irrefrenable del pasado que se retuerce sobre el olvido
del comunismo, sobre la aceptación de la vida capitalista como si
esta fuese el fin de la historia? ¿Hay una fuerza que, convergiendo
y nutriéndose recíprocamente con los elementos no mayoritarios
de la crítica al capitalismo, pueda producir la abolición tanto de la
represión machista como del monólogo del Capital? A nadar se aprende
en el agua…

VI

Antes de finalizar esta editorial, presentemos sucintamente este nuevo


número. Comenzamos dedicando el dossier a la profundización de
críticas y apuestas por otro modo de hacer-pensar las cosas en territorio

22 dialéktica
universitario. Desde el aula hasta los órganos de co-gobierno. Desde
los centros de estudiantes hasta la gremial docente. Experiencias y
reflexiones ancladas en un lugar común, la Facultad de Filosofía y
Letras: laboratorio Puán 480. Intervenciones puntuales y específicas
pero no por eso sin proyección general y universal. En segundo lugar,
en la sección «artículos varios» nos encontramos con una heterógenea
composición de escrituras dedicadas más a la apertura de problemas
que a su clausura con presuntas soluciones: la constitución semiótica
de las subjetividades en el capitalismo, el cambio climático, la crítica
a los fenómenos burocráticos y el concepto de lo político. También
en este número presentamos un par de textos de la fértil discusión
propiciada hace unos años con la aparición del Manifiesto por una
política aceleracionista. Polémica transatlántica pero con resonancias
en nuestras siempre renovadas discusiones teóricas, políticas, etc., en
torno a las tácticas, los modos de organización y la constitución de
subjetividades cuando lo que nos empuja es el intento de abolición de
la relación social capitalista. Por último, en la sección Reseñas pasamos
por la tan esperada compilación sobre el debate alemán respecto de
la derivación del Estado capitalista, por la intensidad de la vida y el
pensamiento de Raya Dunayevskaya, por la peculiar lectura de Hegel
que hace Carlos Pérez Soto y para finalizar –ya que de «laboratorios»
se trata el dossier– unas líneas sobre la adictiva serie Breaking bad.

VII

El cierre de esta nota editorial nos lleva a su apertura. Más


específicamente al epígrafe que elegimos como pórtico a este nuevo
número de dialéktica. Si se lee con atención las frases con las que
termina el fragmento marxiano, nos damos cuenta que no se trata de
una frase en latín (Hic Rhodus, hic salta!) y su respectiva traducción
(¡Aquí esta es la rosa, baila aquí!). ¿Es un mero juego de palabras o hay
algo más? Marx nada nos dice directamente sobre este punto. Pero
como suele pasar, cuando del barbudo de Tréveris se trata, ir hacia su
«maestro» puede dar una pista. Sucede que Hegel también nos habla
con estas frases en el «Prefacio» a sus Principios de la filosofía del derecho.
La primera es una cita de las Fábulas de Esopo (Hegel cita dos veces:
en griego y en latín) que luego él modifica sustituyendo “Rhodus» con
«la rosa» y el «salta» con el «baila». Y no sólo eso sino que también
ofrece, entre varios elementos contingentes (el Estado, la religión,

dialéktica 23
etc.), las razones de ese cambio, lo que implica la modificación: el
paso cambiado del salto al baile no es otra cosa que el pasaje de la
trascendencia del deber-ser a la inmanencia de lo que es, de lo que
está siendo. Nosotrxs decimos, lejos de toda lectura inocente, que en
ese aparente malabar de palabras se cifra la diferencia absoluta de un
pensar-hacer político que adora mártires pasados y se esperanza con
que el cambio radical de la sociedad vendrá en algún tiempo futuro (al
que habría que llegar dando los saltos…) con un pensar-hacer político
que nada espera para intentar experimentar otro tipo de vinculaciones
humanas, que las trabaja en la inmanencia de lo que somos, de lo que
estamos siendo.
Esta perspectiva es la razón por la que, cuando Marx dice
que la revolución social no puede sacar su poesía del pasado, sino
solamente del porvenir, nosotrxs lo captamos con matiz hegueliano.
Ese tiempo venidero no está en un más allá trascendente sino que está
en lo que hacemos aquí y ahora, en el movimiento -el baile- de lo real,
en la inmanencia de nuestras relaciones sociales. La elaboración de
ese peculiar futuro puede iniciar por quitarse de encima el lastre del
pasado, por la necesidad de olvidar, más pronto que tarde, los límites
del recuerdo de Diciembre.
Por todo esto, dedicamos este número a lxs que buscan experimentar,
aquí y ahora, la danza del porvenir.

Mayo – Junio de 2018

24 dialéktica
DOSSIER
DERIVAS EN LA MILITANCIA
UNIVERSITARIA

LABORATORIO
PUAN 480

dialéktica 25
A: No pertenezco a aquellos que
piensan con la pluma húmeda en la
mano; ni menos aún a aquellos que
incluso ante el tintero abierto se
abandonan a sus pasiones, sentados en
su silla y mirando fijamente el papel.
Me enojo
o avergüenzo de todo lo que
escribo; el escribir es para mí algo
penoso -hablando incluso en
metáfora de ello, me es odioso.
B: Pero ¿por qué escribes
entonces?
A: Ah, querido mío, y dicho en
confianza: hasta ahora no he
encontrado ningún otro
medio para desprenderme
de mis pensamientos.
B: ¿Y por qué quieres
desprenderte de ellos?
A: ¿Por qué quiero? ¿Lo
quiero, pues? Tengo que
hacerlo.
B: ¡Basta! ¡Basta!
(Nietzsche, La ciencia jovial, 93)

Se viene el número nueve de

Amartillazos
Revista de filosofía, estética y política

revistaamartillazos.wordpress.com
revistaamartillazos@gmail.com
facebook.com/revistaamartillazos

26 dialéktica
Pequeña cartografía del reflujo: Filosofía y
Letras
Ulisses, Patricio McCabe y Paula Cabeda

¿Qué hace que un estudiante se organice, se interese por la actividad


política en la facultad, por escuchar qué dicen otros estudiantes en una
asamblea? Abundan las variables a considerar: la composición social
del estudiantado, el contexto nacional, los eventos objetivos en la
vida de la facultad, el contexto político universitario, acontecimientos
internacionales, acontecimientos estudiantiles por el país...
Una facultad como Filosofía y Letras (UBA) puede ser analizada
en doble vía con relación al mundo que le rodea: por un lado, es un
reflejo de la situación del país, aunque diez pasos a la izquierda –si se
radicaliza la lucha social, sin dudas ahí habrán asambleas; si un partido
de izquierda gana peso en el espectro político, ahí estará presentando
listas; si hay merma de la lucha social, ahí bajará el nivel de actividad
y predominara el vacío y la apatía. Si por un lado puede servir
como reflejo, por otro tiene la capacidad de gestar acontecimientos
novedosos.
Volviendo al caso particular de Filo en este proceso, ahí a
principios de los 90 se empezó a denunciar a los y las docentes que
no tenían problemas en compartir congresos académicos con gente
como el mismo Videla1, ahí se conservó un movimiento estudiantil en
momentos de violento reflujo de las otras expresiones del activismo
en el ámbito de la producción, ahí se generaron corrientes autónomas
que luego se replicaron masivamente en las calles, ahí se han formado
referentes estudiantiles que luego fueron liderazgos barriales de los
movimientos piqueteros.
Quizás no hay mejor señal de la apatía generalizada y
electoralista que hegemoniza las mayorías populares en Argentina
que la situación de los últimos años en el movimiento estudiantil
de Filosofía y Letras. Después del último auge de lucha en la toma
del 2010 y la consolidación de un salto organizativo por medio de la
actividad de comisiones de base permanentes, hoy nos enfrentamos
con un horizonte árido. El número de estudiantes que decide votar
para el Centro es cada vez menor. Es un momento de rarefacción de
asambleas: una o dos por cuadrimestre, a no ser que haya más de una

1
Ver dialéktica número 3/4 – Octubre de 1993.

dialéktica 27
marcha donde decidir si la bandera va con las Madres o si va con los
grupos de DDHH que no transan; si la bandera va con la CGT crítica
o con el sindicalismo combativo; si marcha el 12 o el 13, etc etc. Un
detalle irrelevante si consideramos que la bandera va acompañada
de a veces no más que 3 estudiantes de la facultad -- la consigna «El
CEFYL donde tiene que estar» ciertamente hace referencia más al
objeto bandera que a un colectivo de estudiantes.2
Aun así, es al menos una buena señal el hecho de que el
kirchnerismo todavía no logró ganar las elecciones para el Centro.
Que la Franja Morada todavía no haya intervenido en una asamblea.
Que el PRO todavía no tenga mesita. Podemos especular, de manera
optimista, que el perfil de los y las estudiantes de humanidades todavía
es resistente a la derechización política que ocurre a nivel continental --
el precio pago por eso, sin embargo, parece ser la total apatía, el voto en
aparatos (movido a fotos por Facebook que responden a la expectativa
electoralista de la buena consciencia izquierdista) y el desinterés por
habitar la facultad como un espacio potente. Otro aspecto a ser llevado
en consideración es la decana Morgade, integrante del Movimiento
Evita: al estar la facultad «pintada de pueblo» (por afuera), ¿habrán los
estudiantes perdido la referencia del típico decano burocrático como
enemigo automático? Los y las funcionarias del decanato actual están
entrenadas en la militancia «popular» e incluso muchos y muchas con
pasado de militancia estudiantil, lo que los hace muy hábiles para
lidiar con las vicisitudes del movimiento estudiantil. La Secretaria de
Bien Estar Estudiantil (SEUBE) se transformó en una trinchera que el
decanato utiliza en contra de cualquier tema en que el movimiento
estudiantil esté implicado, sea una cuestión edilicia, de cursada,
elecciones, mesitas de partidos... incluso la pintada hecha en un baño
autogestivamente transformado en no-binario3 se vuelve tema de
2
Consigna muy parecida a una que propagandiza el gobierno en relación a la obra pu-
blica. «Haciendo lo que hay que hacer»
3
 El baño masculino de planta baja de la facultad fue clausurado y transformado en ves-
tuario de no-docentes sin ningún aviso previo, ni siquiera placa que indicara la nueva
función. Con esa medida autoritaria y que pone estudiantes contra no-docentes, muy
típica de esta gestión supuestamente dialoguista, la alta frecuencia de eventos sociales
en el patio de la facultad hizo que el baño femenino pasase a ser utilizado por todos
los géneros. Hubieron interpretaciones post-facto sobre la imposición masculina de esta
no-binariedad. Lo cierto es que más que un sentido de violación, este proceso en buena
medida espontáneo del estudiantado (de parte de los hombres que lo hicieron y de las
mujeres que lo aceptaron probablemente por entender que el otro baño estaba cerrado)
forjó el ambiente favorable para avanzar políticamente con la consigna de baños no-
binarios en la facultad. El de planta baja por manos del poder estudiantil que lo impuso
sin pedir permiso, los demás que conquistemos por medio de negociaciones con el de-
canato «progre».

28 dialéktica
«Bien Estar Estudiantil», en vez de ser, por ejemplo, tratado por la
comisión de Habitat de la facultad –¡si hay movimiento estudiantil en
el medio, traigan los bomberos!
Las Comisiones de Base en cuanto frutos del auge de lucha en
el 2010 sirvieron para aglomerar activistas interesados en sostener
la acción política en la facultad, los núcleos temáticos elegidos para
ser tratados en reuniones periódicas expresaron las principales
problemáticas que atravesaban el estudiantado organizado: la
democracia universitaria, el conocimiento en cuanto mercancía, la
política del presupuesto universitario, la represión en las luchas afuera
y en las luchas adentro de la facultad, entre otras. Estas temáticas
son una buena fotografía de lo que atraviesa al ser estudiantil en ese
momento, mientras la vida gregaria se activó y el juntarse para discutir
y frecuentar las asambleas se hizo más allá de la participación en este
o aquél partido.
Con el tiempo la participación en las comisiones fue mermando,
exactamente en la misma medida en que las asambleas se volvían
más descarnadas y menos frecuentes: habitadas cada vez por menos
independientes e incluso menos militantes partidarios, se volvían
cada vez más la caricatura del lugar que pasó a ocupar el centro de la
atención de muchos de estos partidos: el parlamento burgués, donde
cada bloque interviene diciendo cualquier cosa y al final se vota de
manera desinteresada en asuntos de muy poca importancia.
El año de 2017 terminó de forma un poco más acalorada.
Aunque sea todavía poco, hay señales de vida por debajo del polvo
lunar del patio de Puan. Ya desde el principio de aquel año algo se
movía, cuando los espacios de carrera demostraron algún nivel de
actividad, culminando con el piquete contra la elección de la Junta de
Antropología, que generó un evento político de «medida de fuerza»
estudiantil que hace algunos años no se veía en la facultad.4 Aquel año
también vio renacer un espacio de activismo en la carrera de Filosofía
y la emancipación de la Comisión de Mujeres, Diversidad Sexual
y de Género, que tradicionalmente funcionaba como un adjunto
de la conducción del Centro pero que entonces ganó una pulseada
autónoma como resultado del rechazo hacia prácticas nefastas de
algunas agrupaciones.
La situación edilicia calamitosa y el plan del decanato de
instalar un negocio privado adentro de la facultad motorizó un
proceso de agitación entre las capas de activistas que todavía no
Elegimos no considerar la toma estudiantil de un día avalada por el decanato como
4 

medida de fuerza: mientras los patovicas sigan presentes en la facultad no se puede


hablar de medida de fuerza real.

dialéktica 29
se habían adormecido completamente. Demostraron interés en
oponerse a la política sin vergüenza del decanato que ponía cintas
amarillas en el piso con las palabras «area de evacuación» como
respuesta a un ventanal que se cayó en el medio de patio central
de la facultad. La construcción lenta pero sostenida de espacios
de base abiertos logró consolidar un caldo militante interesado en
intervenir en estas problemáticas y apuntar hacia una asamblea para
el fin del cuadrimestre. Sin embargo, al modo de una burocracia
confortablemente formada en años de inanición estudiantil, una de
las principales agrupaciones de la conducción del Centro hizo todo
lo posible para frenar este proceso y la asamblea– el principal motivo
era un arreglo que tenían con el decanato por un enroque de espacios
físicos estudiantiles que garantizaría la continuidad de su comercio en
la facultad. Para el que esté dispuesto a aprender sobre política, hay
pocos ejemplos más translúcidos que ver a los militantes de un partido
que dice «luchar contra la burocracia sindical» boicotear de manera tan
descarada a una asamblea, perder la votación que más les tocaba los
intereses mezquinos y salir a decir que esta «no era verdaderamente
representativa».
Los marineros de las aguas estudiantiles deben estar atentos a
los horizontes. Una asamblea con contornos salvajes y la preocupación
de otros sectores de la conducción del Centro en disciplinar a los
activistas de base, indicando donde realmente está el lugar de poder
del gremio estudiantil –la reunión de consorcio de las agrupaciones
electorales, o sea, la comisión directiva– son señales en el cielo que
pueden estar anunciando la llegada de otro momento político. Puede
también que sea sólo una nube pasajera. El marinero siempre va a
tener esperanzas, aunque sepa que ellas en nada influencian el destino
de su barco: si uno lo desatiende, puede hundirse en plena calma
marina. Le falta a los y las estudiantes la comprensión de algo sencillo:
si no podemos ganar victorias contra el decanato, no podemos ganar
victorias contra el rectorado; si no podemos ganar victorias contra el
rectorado, no podemos ganar victorias contra el ministerio, mucho
menos contra la presidencia –contra quien supuestamente estamos
todos. Mientras los militantes profesionales gastan su tiempo
escribiendo y votando mociones declamatorias (lo hacen tanto en los
espacios estudiantiles cuanto en los órganos de co-gobierno, donde lo
aprenden con excelencia5), los y las estudiantes tienen dos caminos:
5 
Diferentemente de la teoría de Gramsci, creemos que las supuestas «trincheras»del Estado Am-
plio –como los órganos de co-gobierno de la facultad o mismo puestos como un decanato, una di-
rección sindical, puestos de poder en la «sociedad civil»– en tiempos de paz social funcionan en
su gran mayoría como espacios de integración política, más que como espacios de combate: los

30 dialéktica
o el desinterés, o el estudio de error y acierto hacia la creación de un
poder estudiantil que sea capaz de subvertir el funcionamiento normal
de las cosas: dejar de ser apenas un reflejo para pasar a ser chispa.

***

Pero si de chispas hablamos, lo cierto es que encontramos algunas que


permanecen encendidas en los contornos de las carreras, algunas desde
hace varios años, otras con destellos más recientes. Pero también es
cierto que predomina la dispersión y que son varias las embarcaciones
que con orientaciones similares se hacen a «la mar». Desde cada barco
se ven panoramas distintos y se viaja aprovechando el impulso de
distintas corrientes. Así como la actividad estudiantil suele ser una
corriente constante tanto en Filosofía y Letras como en otras facultades,
también es cierto que hay algunas corrientes específicas que son más
frecuentes en Puán. La actividad en las carreras, por ejemplo, suele
tener una mayor agitación que en otras latitudes universitarias.
El viaje del movimiento estudiantil viene de vieja data y para
entender el curso actual de su navegación vale recurrir a viejas
bitácoras de viaje. Creemos entender, luego de la lectura de un viejo
volante de la década del 90, que las universidades estatales estaban en
la mira del gobierno privatizador de ese entonces y que todo indicaba
que serían un eslabón más en la larga serie de privatizaciones que
había encarado el menemismo. La educación gratuita como medio
de ascenso social ocupa un lugar muy importante en el imaginario
argentino y rápidamente la defensa de la educación pública despertó
una solidaridad en la población que no había despertado la defensa de
otros servicios públicos. El proceso de privatizaciones de las empresas
de servicios públicos encarada por el gobierno de aquel entonces fue
derrotando empresa a empresa las resistencias que fueron oponiendo
los trabajadores estatales. Vale destacar que los trabajadores vivían
estas instituciones como propias y cada privatización era una derrota
que provocaba un retroceso en el campo del trabajo que ya había sido
golpeado durante la hiperinflación del año 89. Fueron derrotas físicas,
palpables. Solo entre 1991 y 1993 fueron despedidos 60 mil empleados

representantes de ambos lados identifican luego sus intereses comunes y actúan acorde a ellos,
mientras se preocupan en generar símbolos y rituales que afiancen la confianza que sus bases les
deposita por vestirse de celeste y blanco o rojo, por aparecer gritando en los videos o con cara
de malo en las fotos de las reuniones con Triaca, por hacer largas declaraciones de denuncia, por
aparecer dándose las manos con gente importante, etc... Ver «Estado amplo: duas concepções,
duas estratégias» de Manolo, en http://passapalavra.info/2016/11/109868

dialéktica 31
en la rama de los ferrocarriles, cifra que nos puede dar un parámetro
de comparación con la actual ofensiva en curso.
En un momento donde estas sucesivas derrotas habían
generado un reflujo en el movimiento general, las universidades se
preparaban para encarar una lucha que se reveló inesperadamente
masiva. En los planes del gobierno de entonces, la universidad era la
siguiente institución estatal a privatizar. Sin embargo, ésta se presentó
como un hueso duro de roer. El movimiento estudiantil representaba
una corriente mayoritaria de la población que no estaba dispuesta a
resignar el ascenso social que la universidad promete. Ello motivó
una reactivación de la vida política en las facultades que vivieron un
período de revuelta.
Paralelamente a la intervención estudiantil en los asuntos
vinculados a lo presupuestario (rentas, infraestructura, etc.) aparece
como novedad un renovado interés por lo que se produce en las
aulas. Hay una sospecha compartida entre quienes intervienen en
los asuntos de la carrera y es aquella que se orienta a pensar que el
corazón de la maquina universitaria está localizado en las aulas. No
se llegó a semejante conclusión de un día para otro sino más bien
como el resultado de un largo proceso en donde iniciativas prácticas
y experimentaciones teóricas se fueron relevando mutuamente a lo
largo de los últimos 25 años. La historia es conocida y ya la hemos
relatado en otras ocasiones6; esta vez, trataremos de precisar cómo, en
ese contexto, un sector del activismo inició una deriva anticapitalista y
antiestatista en el marco de una corriente mayoritariamente reformista.
Es necesario destacar que en aquellos años convergieron una
serie de factores que propiciaron un caldo de cultivo propicio a un
pensamiento por fuera del estado. Algunas de estas contingencias que
se dieron cita son relevantes para entender la generación y la actual
persistencia de una corriente autónoma en Filosofía y Letras. En primer
lugar, un clima ideológico donde la corriente hegemónica del capital
denigraba las instituciones estatales. Al mismo tiempo, con la caída
del muro de Berlín se desprestigiaba la forma estado especialmente en
un mundo activista que se había esforzado en defender el capitalismo
de estado con rostro socialista como si fuera un mal menor. En
el imaginario activista no se concebía otro tipo de organización
que la organización partidaria tan afín, por cierto, al estado. En las
facultades la política aparecía estancada en una sociedad donde el
individualismo había penetrado con fuerza, desgarrando la cultura

Para profundizar en este aspecto se puede consultar UBA Factory I y II disponible en


6 

www.nodocoorganizacion.com.ar

32 dialéktica
tradicionalmente igualitarista de esta parte del mundo. En este clima
social la politización universitaria se retrotraía a la vida en las carreras
que era un ámbito desprestigiado por reformista por los aparatos
partidarios cuya cosmovisión también caía en desgracia. De pronto,
una cantidad de activistas post-muro se encontraban sin partido, en
un imaginario fuertemente antiestatista por arriba y por abajo y en
vísperas de una ofensiva sobre la universidad estatal.
En las aulas, en el gobierno de las carreras y en la vida académica
se respiraban las arbitrariedades de la educación estatal/capitalista.
Era paradójico defender la universidad estatal contra un supuesto
enemigo exterior y experimentar diariamente en las aulas la gestión
estatal de la educación. No casualmente fue en las carreras, lugar
cotidiano donde las arbitrariedades se viven en primera persona,
donde se conocieron las primeras organizaciones no partidarias
autoorganizadas y las primeras teorizaciones que podían pensar la
educación pública no estatal.
Durante mucho tiempo fuimos parte de la corriente antiestatista
que se hizo correntada en el 2001 y hoy es una marea que experimenta
cierto repunte. No fue fácil en esos momentos -como no lo es ahora-
sostener que el estado no era un mal menor frente a lo privado sino
más bien un rostro alternativo para el capital. Nuestras prácticas
autónomas chocaban contra un horizonte teórico que no podía exceder
el estado «popular» como posibilidad. Un ejemplo puede ilustrar
lo que decimos: durante mucho tiempo luchamos por modificar los
planes de estudio, exigiéndole al estado universitario que lo haga.
Nuestras iniciativas no excedían el imaginario estatista, la teoría
hegemónica obstaculizaba algunos posibles que, agazapados en la
coyuntura, no encontraban cauce. El Do it yourself zapatista, algunas
iniciativas autónomas italianas y nuestra propia elaboración nos
permitieron salirnos del corsé y actuar en términos de hacer aquí y
ahora lo que deseábamos para un futuro venturoso.
Así, lxs estudiantes de aquel entonces como lxs del presente
tratamos de tomar en nuestras manos la propia formación y buscamos
a lo largo de estos años intervenir en los espacios de producción y
organización del conocimiento como así también en los espacios de
gobierno en los que se decide el futuro de las carreras. Dotándonos
de distintas instancias de organización horizontal y colectiva
desembarcamos en un conjunto de experiencias que mayoritariamente
se concentraron en las carreras de Filosofía y Antropología. Estas
carreras vieron la existencia de seminarios colectivos que precedieron
la existencia de materias auto gestionadas en la facultad y diversos
intentos de instituir otra forma de pensar y hacer política en las

dialéktica 33
carreras basadas en la democracia directa. De todas estas iniciativas
no detendremos en dos experiencias que existen actualmente en la
carrera de Antropología que ponen en evidencia que otra forma de
organizar la universidad es posible.

Autogestión del conocimiento: la materia colectiva


epistemología y métodos de la investigación

Como resultado del proceso detallado anteriormente, hace una década


que se viene desarrollando la experiencia de una materia alternativa
sobre epistemología. Constituye una evidente anomalía en el orden de
la universidad de estado y también es disruptiva en el mundo activista
donde las iniciativas no persisten demasiado en el tiempo. La corriente
autónoma si bien ostenta un carácter marginal (salvo contadas
excepciones), también puede exhibir una duración que no tienen otras
corrientes más pegadas a la coyuntura. La experiencia de la materia
ya ha sido expuesta en la revista7 y por sus propios protagonistas
en numerosas ocasiones8 y, además, ha sido experimentada por
alrededor de dos mil estudiantes sin contar la treintena de estudiantes
que pasaron por el colectivo de trabajo que sostiene la experiencia.
Por ello, el objetivo de las líneas que siguen no es tanto relatar lo ya
relatado sino reflexionar sobre las condiciones de posibilidad en las
que se despliega esta anomalía.
Una de ellas es, indudablemente, la existencia de agrupamientos
de carrera que ponen en discusión la representación política. La escena
de pensamiento que posibilitó la existencia de Ontológicamente
Revocables y Auto-organizados de Antropo y Arqueo durante la
década del 90 constituyó el suelo nutricio donde florecieron los
numerosos talleres de lectura que están en el origen de los seminarios
colectivos que precedieron a la materia alternativa de Epistemología.
Es en estas aguas donde obtiene su calado la nave epistemológica. No
es casualidad entonces que una de las corrientes que hoy confluyen
en la actual Revocables de Antropo y Arqueo provenga del colectivo
que impulsa la materia. La propia existencia y persistencia de estas
agrupaciones supone una apuesta por criticar la representación en el
seno mismo de las elecciones. Apostar por la dinámica asamblearia en
el corazón del dispositivo de la democracia delegativa es una operación
similar a la de proponer una autoformación que eluda la forma clase

Ver dialéktica 26 – Primavera 2014.


7 

Al respecto consultar la página web de la materia epistemouba.wordpress.com en la


8 

que se encuentran diversas producciones sobre la experiencia.

34 dialéktica
en el interior de un plan de estudios que reniega explícitamente de
esta posibilidad. Cuando intentamos un experimento similar en la
carrera de Sociología se nos explicó claramente que nuestra iniciativa
era rechazada porque no «puede haber clase sin docente» (tradicional).
Otra condición de posibilidad de la experiencia está dada por
la existencia de corrientes subterráneas que provienen de lo más
profundo de la sociedad argentina y que recorren (y sustentan) esa
otra anomalía mundial que es la universidad en esta parte del mundo.
Nos referimos al igualitarismo que se expresa como tendencia desde
la época de la inmigración y que es claramente una marca distintiva
de estas pampas9. Este igualitarismo y la vocación permanente para
la movilización que caracteriza nuestra escena política es uno de
los principales obstáculos para gobiernos como el actual. Es este
igualitarismo el que sostiene una educación pública, gratuita y sin
examen de ingreso, sobre todo si consideremos que en la mayoría de los
países hay arancel o restricciones para el ingreso. Es esta una corriente
a la que se enfrentan los gobiernos capitalistas de turno y ante la cual
sucumben. Por el contrario, los gobiernos que persisten son aquellos
que subsumen esta tendencia a la acción desigualadora del estado.
Pero luego volveremos sobre esto. Este igualitarismo se encuentra en
el corazón del horizontalismo que suele ser un valor fundante de la
corriente autónoma. En ocasión de una visita de Holloway a nuestro
país, él señalaba que el horizontalismo era una preocupación para el
movimiento local, algo que no sucedía, por ejemplo, en el zapatismo
donde sí está presente la rotación de los cargos y la revocabilidad.
Sin embargo, estos «posibles» no se realizan en el vacío. Nos
referimos a que otra corriente profunda en el imaginario argentino
es que la igualdad sólo es posible a través del rodeo por el estado.
Es tradicional en nuestro país que el movimiento del campo del
trabajo dirija su acción, casi sin excepciones, a reclamar al estado la
obtención de sus reivindicaciones. La forma estado sobrecodifica la
casi totalidad de los intentos emancipatorios, reforzándose ella misma
con la energía de estas iniciativas. Todo esto redunda en un «robusto»
estado argentino que debe su fortaleza en gran medida a la cooptación
que hizo de los esfuerzos militantes que, al orientar sus fuerzas en
demandar su intervención, terminan por colocarlo en el centro de la
escena política... No olvidemos que la salida que la burguesía argentina
encontró a la crisis del 2001 pasó, en primer lugar, por otorgar planes
sociales, política que hoy mantiene su vigencia plena. Ello, incluso, se
convierte en un obstáculo para las propias clases dominantes cuando
www.eldiplo.org//218-desigualdad-el-debate-ausente/del-igualitarismo-a-la-merito-
9 

cracia).

dialéktica 35
intentan actualizar la otra cara del dominio que es la forma mercado.
Es en este cruce de ríos que toma forma la anomalía de
Epistemología que, por un lado, se alimenta del igualitarismo y por
el otro, se desarrolla en el corazón de la educación estatal que enseña
a obedecer y fabrica empleados aptos para la explotación. La lucha de
estas tendencias se manifiesta a diario en la experiencia cotidiana de
una matrícula estudiantil que oscila entre quienes se maravillan con
la formación en clave comunista y quienes sólo intentan acreditar sus
méritos ante el estado «igualador de oportunidades».
¿Cómo se sostiene una anomalía de este porte a lo largo de una
década? ¿Qué impide que la forma estado se termine devorando a la
autoformación, transformando la experiencia en una materia más? Un
factor que ayuda a explicar esto es el de una tendencia particular de
pensamiento que persiste en la facultad desde hace varias décadas.
Nos referimos a una tradición marxista autónoma que se renueva año
tras año en grupos de estudio y revistas. Es aquella que entiende que
el Estado no es un mal menor frente a Lo Privado sino que es una
relación social capitalista y, por ende, desigualadora por excelencia.
Se trata de un marxismo que no dirige sus esfuerzos al Estado sino
que se dirige al conjunto con propuestas de autoorganización que se
proponen prefigurar aquí y ahora lo que anhelamos. Por último, y
quizás lo más importante, es que se dirige en igual grado contra la
explotación y contra toda jerarquía, lo que le permite intentar formas
de relación a distancia de la forma partido que representa, en última
instancia, una variable de la forma estado.

Autoorganización, horizontalidad y democracia directa:


Revocables de Antropo y Arqueo.

Era la primavera de 2016 cuando un grupo de estudiantes de


antropología comenzamos a reunirnos para discutir la posibilidad
de crear un espacio que nos permitiera intervenir en las elecciones
de representantes estudiantiles de la Junta Departamental, el espacio
de co-gobierno de la carrera. La mayoría de nosotrxs compartíamos
la militancia en la asamblea de la carrera y teníamos en claro que el
hecho de elegir «representantes» en quienes delegar nuestro poder de
decisión no nos gustaba demasiado. Coincidíamos en que era necesario
intervenir en estos espacios de decisión pero poniendo en jaque sus
propias lógicas de funcionamiento. Todo ello no era novedoso, la
carrera de Antropología ya había tenido, en reiteradas ocasiones a lo
largo de los últimos 25 años, diversas experiencias que partían de este
malestar y pusieron en funcionamiento instancias de organización
36 dialéktica
que cuestionaban la forma de organización política tradicional de
la democracia representativa en la que unos pocxs deciden por las
grandes mayorías.
Teniendo conocimiento de esta trayectoria en la carrera y con ese
espíritu que inicialmente nos reunió, instalamos una perspectiva crítica
sobre la representación política y la forma jerárquica y verticalista que
adquiere la política representativa y nos abocamos a la construcción
de un espacio auto-organizado en el que la horizontalidad, la
revocabilidad y el anticapitalismo devinieron algunos de los principios
que defiinen a Revocables.
En este espacio adoptamos una modalidad de funcionamiento
basada en consejerxs mandatados en espacios asamblearios (tanto la
asamblea de Antropología como los plenarios públicos y abiertos que
realizamos desde Revocables), con rotatividad y revocabilidad de los
cargos con el fin de conjurar los liderazgos y democratizar la forma en
que nos organizamos. Entendemos que la horizontalidad en la toma
de decisiones y la práctica asamblearia como instancia de discusión
y fundamentalmente de decisión en torno a los problemas que nos
afectan nos permiten relacionarnos de un modo más igualitario y
construir una nueva subjetividad política.
Como no podía ser de otro modo, la llegada de Revocables a la
Junta Departamental de la carrera trajo mucho revuelo. Lxs habitués
de este espacio (profesores, graduados, y estudiantes alineados en el
espacio político de corte kirchnerista que gobierna la carrera) se vieron
inquietos en sus bancas que ocupaban con complaciente sosiego. En ese
contexto, nos encontramos con embates de las autoridades de facultad
que buscaban disciplinar el movimiento que habíamos generado en
la carrera a raíz de la elección antidemocrática de las autoridades del
Departamento de Antropología. Luego, la puesta en cuestión de lo que
antes era asumido como la «normalidad» en la carrera se convirtió,
podríamos decir, en unos de los distintivos de Revocables. En ese
marco, nuestras prácticas estuvieron direccionadas a llevar adelante
una intensa política de socialización de la información de modo
tal que esta dejara de ser un privilegio de claustro. Consideramos
también que era importante disputar la participación estudiantil en
instancias donde se discutían temas que afectan nuestra formación y
en los cuáles no teníamos injerencia y logramos intervenir en una serie
de aspectos que hacen a las condiciones de cursadas.
También consideramos importante socializar la experiencia
de intervención en la Junta de la carrera por lo que realizamos
periódicamente convocatorias públicas y abiertas para integrar las
comisiones de trabajo a lxs compañers que quieran participar. No se

dialéktica 37
trata de hacer una adulación del espacio con este recuento de tareas
sino de señalar que cada una de estas iniciativas expresa un profundo
deseo por socializar lo máximo posible los espacios que suelen estar
restringidos para los «profesionales» de la representación política
poniendo en acto, como ya dijimos, una forma de organización basada
en la igualdad entre las personas.
A esta altura, se puede sospechar que Revocables de Antropo y
Arqueo expresa una apuesta por la democracia directa desarrollada en
el seno de una institución donde la representación política lo permea
–casi– todo, tanto los espacios de gobierno como los espacios de
producción y enseñanza del conocimiento. Se podrá sospechar también
que el desarrollo y el sostenimiento en el tiempo de una experiencia
de estas características no resulta ajeno a una serie de problemas
que aparecen con esta forma de organización. Como se señalaba al
comienzo de este texto, las dificultades con las que nos encontramos
se derivan de la apatía y el desinterés por problematizar lo que sucede
en la universidad (los verdaderos problemas se encuentran afuera o
bien re-accionamos ante un posible ajuste presupuestario) y del hecho
de que «lo asambleario», ha dejado de ser una práctica extendida
en la facultad. A excepción de algunas asambleas de carrera, las
asambleas han dejado de ser espacios de reflexión, discusión y
elaboración de los problemas de lxs estudiantes, para convertirse en
instancias esporádicas que otorgan legitimidad, mediante el voto, a
posicionamientos que no se discuten allí, sino que ya vienen elaborados
de otros espacios. Asimismo, la experiencia militante que llevamos a
cabo se ve tensionada también por el reconocimiento por parte de los
estudiantes de nuestra tarea militante que termina por ubicarnos en el
lugar de lxs «buenxs representantes» que buscamos combatir.
Navegando en estas aguas difíciles, desde Revocables apostamos
a ampliar y potenciar los espacios de organización de base que existen
en la carrera. Tal tarea no resulta sencilla en un contexto en el que en la
Facultad se resiente el reflujo de una forma de organización que en un
pasado supo estar ampliamente extendida. Sin embargo, como queda
en evidencia con las diversas experiencias que aquí cartografiamos,
tal reflujo es predominante pero no absoluto: diversas embarcaciones
insisten en «fluir» con precisas orientaciones políticas: hacer aquí y
ahora la universidad que queremos.

38 dialéktica
Apuntes para desmontar un centro de
estudiantes
Lilith

Introducción

La intención de este texto es contribuir a la discusión sobre qué hacer


con los centros de estudiantes. Lo escribo como militante -o «activista»-
que participa en este debate tanto en la teoría como en la práctica.
Por lo tanto, no aspiro a una supuesta objetividad que busca mirar
las cosas desde afuera, sino que asumo una posición particular en el
escenario que describo. Por ese mismo motivo, el objeto privilegiado
de análisis es el CEFyL, ya que Filosofía y Letras es la facultad que
habito. No dudo que haya muchas similitudes con los centros de otras
facultades, pero el intento constante de generalizar -con el que inicié
este trabajo- sólo me llevaba a forzar las definiciones para hacerlas lo
más elásticas posibles, generando muchas imprecisiones.
Por cuestiones de tiempo, no pude investigar la historia de los
centros de estudiantes, lo cual deja este texto como un mero análisis
de sus formas actuales. El esquema resultante es falso en la medida en
que dibuja un sistema que se sustenta a sí mismo y permanece más o
menos inmutable en el tiempo. Esta parte del trabajo queda pendiente.
Lo que puedo decir brevemente acá es que los centros de
estudiantes que hemos heredado en la UBA datan del «retorno a la
democracia». Luego de haber sido prohibidos por la dictadura, se
volvieron a instalar durante el alfonsinismo, en consonancia con el

dialéktica 39
proceso general de «democratización» de nuestra sociedad - o sea, la
instauración de la democracia republicana como forma de vida común
y horizonte último de las prácticas de los individuos. Fue el propio
radicalismo, a través de su agrupación estudiantil (Franja Morada),
quien tuvo el rol central en esta creación.
Sin embargo, los centros de estudiantes habían sido puestos en
cuestión por lxs propixs estudiantes como parte de las rebeliones que
fueron desarticuladas por el golpe de estado de 1976. Como parte de
una dinámica que incluyó tomas de facultades que se extendieron por
años, asambleas estudiantiles en las aulas para construir ellxs mismxs
los programas de las materias, e incluso paralelización de las instancias
mismas de gobierno a través de instancias asamblearias, muchos de
los «organismos gremiales» nacidos a principios del siglo XX fueron
reemplazados por cuerpos de delegadxs. El objetivo era generar un
vínculo directo entre aulas y discusión y toma de decisiones, mediante
la transformación de tiempo de clase en tiempo de asamblea para que
cada delegadx llevara un mandato. La verdad es que desconozco
hasta qué punto son similares esos centros con los actuales. Tampoco
estoy muy segura de que los cuerpos de delegadxs resuelvan algo
realmente. Simplemente intento mostrar que la forma de organización
que presento a continuación no es la única que podemos darnos como
estudiantes, y por lo tanto puede cambiarse.

¿Qué es hoy un centro de estudiantes?

El centro de estudiantes de Filosofía y Letras se nos presenta de manera


más inmediata bajo la forma de comedor y fotocopiadoras, comercios
de gestión estudiantil1. Son la forma con la que lxs estudiantes entran
en contacto más cotidianamente con el CEFyL, ya que ahí compran
alimentos y apuntes. Cuando se pregunta por la ubicación del centro,
se suele sobreentender que se trata de alguno de ellos.
La forma en la que se organizan estos espacios depende de
la orientación política de la «conducción» del centro de estudiantes,
que es la única habilitada de hecho para decidir sobre su actividad.

1
En otras facultades pueden encontrarse diversos comercios y servicios –kioscos,
cybers, provisiones de tarjetas de descuentos estudiantiles, etc– además de estos dos.
Tampoco en todos los casos estos espacios son gestionados por el centro de estudiantes.
En otras facultades pueden encontrarse diversos comercios y servicios –kioscos, cybers,
provisiones de tarjetas de descuentos estudiantiles, etc– además de estos dos. Tampoco
en todos los casos estos espacios son gestionados por el centro de estudiantes

40 dialéktica
Dicha «conducción» le corresponde a las agrupaciones que logren
el primer puesto en las elecciones anuales del centro de estudiantes,
convirtiéndose así en presidencias y vicepresidencias del mismo.
Comedor y fotocopiadoras se reparten bajo la forma de «secretarías»,
junto con otras trece -sumando un total de quince-, según el sistema
D’hont.2 El poder de decisión sobre las mismas es exclusivo de las
agrupaciones que las han ganado, con lo que quedan a su plena
disposición y tienden a identificarse con ellas -sobre todo en el caso de
las secretarías restantes, que no tienen ningún espacio físico propio y
se ven reducidas a meras «firmas».
En los centros que pertenecen a la izquierda del espectro de
las conducciones -como el nuestro- nos encontramos con que son lxs
estudiantes mismxs quienes trabajan y administran el negocio. Sin
embargo, las tareas se reparten entre militantes elegidxs al interior
de las agrupaciones que «conducen» - «rentadxs» que obtienen sus
puestos para disponer más tiempo que dedicarle a su actividad
política y ocupan los cargos de responsabilidad -y estudiantes ajenxs-
a quienes se les otorgan por sorteo como «beca», o sea, como forma de
sustentar económicamente sus estudios. Esta distribución mantiene
en manos de la conducción los lugares clave de decisión y control,
mientras se niega el carácter de trabajo a la actividad de lxs «becarixs»
bajo el argumento de que las becas no son salarios. En el caso de la
derecha de las conducciones, los espacios directamente se concesionan
a empresas privadas, siguiendo su concepción de que así se mejoran la
productividad y eficiencia. Como se ve, gestión estudiantil no implica
autogestión.
Las agrupaciones que conforman la conducción se erigen así
en administración de los negocios del centro de estudiantes. Incluso
en los casos en los que se realizan asambleas de trabajadorxs, la
última palabra la tienen lxs administradorxs -sin mencionar que lxs
rentadxs participan para contribuir a imponerle sus posiciones a lxs
«becarixs». Siendo que nadie más puede injerir sobre lo que se hace
con estos espacios, se puede afirmar que aquellas son en realidad sus
propietarias colectivas. La lógica del capital se reproduce en los espacios de
gestión estudiantil, dividiendo a lxs estudiantes en productorxs y propietarixs.
Esto explica y es corroborado por la existencia de paros de «becarixs»
y otras medidas de lucha contra sus conducciones.
2
Vale aclarar que sólo la «secretaría de apuntes» y la secretaría del comedor poseen
un contenido ya definido. El resto no poseen un nombre fijo, quedando su elección en
manos de la agrupación que la consigue.

dialéktica 41
Bajo la forma de comedor y fotocopiadoras, descubrimos al
centro de estudiantes como expresión de la relación de producción
capitalista. Por lo menos en los centros de estudiantes de izquierda, no
se trata necesariamente de la reproducción ampliada del capital, sino
de su reproducción simple -y ni siquiera, teniendo en cuenta el déficit
que parece consustancial a su existencia. O sea, el objetivo económico
no es tanto generar ganancias como garantizarle los medios de vida
a lxs militantes que lo dirigen3; por eso necesitan seguir trabajando
en vez de poder comportarse como capitalistas completamente
desarrolladxs. La analogía más fácil sería la de una cooperativa que se
ha jerarquizado.
Lo curioso es que lxs estudiantes votan cada año quiénes serán
lxs propietarixs. Sin embargo, nunca se explicita qué es lo que se está
votando. Formalmente estos espacios le pertenecen al centro de
estudiantes en su totalidad, el cual se identifica discursivamente a su
vez con el conjunto de lxs estudiantes - o por lo menos con su voluntad,
representada a través de sus votos. Fotocopiadoras y comedor nos
pertenecen a todxs, quien dirige sólo se encarga de gestionarlos por
nosotrxs. La discusión electoral tiende a girar en torno a las cuestiones
técnicas -el precio de los apuntes, la entrega de becas, etc.- y el buen
o mal uso de los espacios. Como mucho, se llega a plantear que
habría que reconocer a lxs becarixs como trabajadorxs, pero nunca se
mencionan las reglas de juego mismas.
Ahora bien, esto no es lo único que se juega en las elecciones.
Las secretarías tienen una segunda función: cada una representa unx
vocal -o sea un voto- en la comisión directiva, organismo habilitado
para tomar decisiones en nombre del centro de estudiantes. Cada
unx de ellxs responde sólo ante su propia agrupación para proponer,
discutir y validar mociones, y es ella la única que puede asignarlxs o
revocarlxs. Son lxs encargadxs de interpretar la voluntad estudiantil
expresada en sus votos -cuando no se trata directamente de decidir lo
mejor para ellxs, sin importar lo que opinen al respecto. Un verdadero
parlamento estudiantil.
3
Hay quienes afirman que las conducciones se roban una parte de los ingresos para
apropiárselo como ganancias. Es posible. La verdad es que no encuentro nada que
impida que esto ocurra, pero, francamente, no me interesa discutir en términos de
conspiraciones. En todo caso, la mayoría de lxs militantes desconocen que participan
allí no conocen esta situación –si ocurre-, y no desarrollan su actividad con este objetivo
en mente. Me resulta más productivo rastrear los resultados de lo que sí podemos ver
que pasa, que querer encontrar una supuesta corrupción secreta que, en última instancia,
no es más que un subproducto del proceso

42 dialéktica
A diferencia del parlamento republicano, su funcionamiento
no es conocido por la mayoría dichxs representadxs. Por más que
se pretenda una instancia «abierta» -a nadie se le niega el acceso-,
sus reuniones son comunicadas únicamente a través de una cadena
de mails que no se encuentra publicada en ningún lugar. Tampoco
existe ninguna regularidad establecida, quedando su convocatoria a
voluntad de quienes la conforman. Para participar de una comisión
directiva por primera vez, o incluso enterarse de su existencia, es
inevitable contactarse con alguien que ya participe allí. A tal punto
llega el desinterés por dar a conocer su funcionamiento, que cuando la
conducción cuenta con una mayoría consolidada de secretarías, puede
llegar a operar enteramente por mail, sin ninguna necesidad de reunirse
físicamente.
Los contenidos del debate se centran sobre todo en torno a
cuestiones «administrativas» -que en realidad son muy políticas, como
el nombramiento de secretarías, la concesión del patio los viernes
a la noche para las actividades de quien lo solicite y los llamados a
asamblea general, entre otras- y temas de coyuntura nacional. Estos
últimos incluyen dos variantes principales de debate: la selección de
comunicados a difundir que expresen la posición oficialmente unitaria
del CEFyL; y la convocatoria a las diversas marchas, concentraciones,
piquetes y demás medidas de lucha que tienen lugar en CABA y
algunos lugares del primer cordón del conurbano, con el objetivo de
llevar allí la bandera del organismo gremial. En tanto la conducción
sea capaz de conservar la mayoría de secretarías -ya sea directamente,
ya sea a través de alianzas-, sus posiciones políticas serán las que se
plasmen en las resoluciones.
El centro de estudiantes, bajo la forma de comisión directiva,
resulta así la expresión de la relación de representación política de
lxs estudiantes por las agrupaciones gremiales. La objetivación de
esta relación se realiza en la bandera y los comunicados, así como los
espacios de gestión estudiantil ya mencionados -y no nos olvidemos
de las páginas web. La univocidad de estos signos permite que
sea la conducción quien se apropie del centro de estudiantes como
representación estudiantil. La falta de visibilidad de la comisión
directiva también oculta la discusión parlamentaria, haciéndolas ver
como directamente decididas por las agrupaciones dirigentes como
poder ejecutivo -como presidencias y vicepresidencias. Conducción
y CEFyL se muestran como la misma cosa. El efecto no sólo no es
desmentido por la misma, sino que es reafirmado públicamente: sus

dialéktica 43
afiches llevan impresos dichos títulos de gobierno.
Además de los temas mencionados, la comisión directiva
también trata temas «gremiales». En general, estos giran en torno
a cuestiones presupuestarias, disparadas cada vez que se anuncia
un ajuste o conflicto salarial. Los objetivos suelen referirse a que se
mejoren -o por lo menos, que no se degraden más- las condiciones
de cursada de lxs estudiantes, así como las condiciones laborales
docentes; impedir la intervención de entes exteriores a la universidad
en su administración; frenar o reducir su privatización; exigir su
«democratización». Su resolución pasa por la votación de «medidas
de lucha» que permitan imponerle ciertas demandas al gobierno de
la facultad -movilizaciones, cortes de calle, tomas, etc. Sin embargo,
suele priorizarse la asamblea general para tratarlos.
A diferencia de la comisión directiva, la asamblea se basa en
la democracia directa, y se supone «soberano», es decir, capaz de
autodeterminarse independientemente de lo que se haya decidido en
cualquier otra instancia -principalmente las elecciones. Su legitimidad
para representar la voluntad de lxs estudiantes se funda en la
posibilidad teórica de la participación de la totalidad de lxs mismxs.
Cualquiera de nosotrxs puede tomar la palabra o presentar mociones,
y cada uno de nuestros cuerpos equivale a un voto, sin ninguna
distinción. También se difunden a través de medios virtuales y físicos
el lugar y fecha, así como las resoluciones que se tomen en ella. Suele
realizarse en la calle, frente a la puerta de la facultad, para garantizar
que la puedan ver todxs lxs que pasan.
El funcionamiento de la asamblea se resuelve al comenzar.
Consuetudinariamente, se eligen moderadorxs -usualmente
pertenecientes a la conducción- que ordenan a quienes hablar en
una «lista de oradorxs» y reciben las mociones escritas. Se específica
también de un tiempo fijo para las intervenciones, y se limita las de
lxs militantes a «unx oradorx por fuerza». Al finalizar los discursos,
se pasa a votar moción por moción, a veces contraponiendo dos o más
de ellas entre sí.
El motivo para tratar las cuestiones gremiales en esta instancia
es que las medidas que se proponen requieren de una participación
que excede a las agrupaciones gremiales. La difusión que se le da y
la legitimidad propia de los métodos asamblearios contribuyen a este
objetivo. De esta manera, el centro de estudiantes se presenta como
sindicato que apela a las bases para luchar por sus demandas, las
cuales se identifican con las del «estudiantado».

44 dialéktica
Se hace evidente aquí una ambigüedad en la estructura de la
toma de decisiones: las atribuciones de la comisión directiva y de la
asamblea se superponen, y ambas pretenden representar la voluntad
estudiantil. La democracia directa y la democracia representativa se
oponen, materializándose cada una en su propia forma de gobierno
del centro de estudiantes. En los hechos, y exceptuando los momentos
de desborde, es la segunda la que tiende a primar. La comisión
directiva es el lugar privilegiado para fijar las fechas de asamblea y
sus temarios, ya que ella misma no suele resolverlo. La asamblea, por
el contrario, no tiene ninguna potestad práctica sobre la «directiva», ni
hablar de los espacios de gestión estudiantil.
Ahora bien, la subsunción de la democracia directa en la
democracia representativa llega aún más lejos. Los contenidos de
la comisión directiva se filtran así en la asamblea, modificando sus
formas en el proceso. Las agrupaciones reafirman su primacía al hacer
valer su peso numérico, tanto en los temas tratados -ya seleccionados
en el temario, y repetidos en sus intervenciones-, como en el momento
de votar; las secretarías son reemplazadas por los «aparatos».
Asimismo, lxs moderadores no tienen problema en interrumpir
aquellas intervenciones demasiado disruptivas para sus planes,
ni en monopolizar la palabra para imponer su interpretación sobre
las mociones. Lxs «independientes» se ven así expulsadxs, ya que
mientras más peso logran lxs militantes «orgánicxs», menos interés
tienen los debates para el resto de lxs estudiantes. Como se ve, esta es
una dinámica que se retroalimenta. El «vaciamiento» asimila cada vez
más la asamblea a una comisión directiva ampliada.
La asamblea sirve entonces como momento de mediación de
la relación de representación bajo la forma de democracia directa.
Las políticas de las agrupaciones se impulsan cada vez más desde
instancias «de base» para legitimarse. El resultado es que se convierte
en un ritual convocado antes de cada fecha importante del calendario
militante -8 de marzo, 24 de marzo, etc.-, donde el principal tema de
debate es con quiénes irá la bandera del centro de estudiantes en tal o
cual marcha, o qué dirán los comunicados sobre la coyuntura nacional.
En general, suele triunfar la conducción -en virtud de su cantidad de
militantes y de alianzas tácticas con otras «fuerzas»-, preservando su
identificación con el centro de estudiantes en su conjunto.
Esta situación no permanece oculta, sino que es reconocida por
muchxs de quienes participan -y más aún por quienes no participan.
Suele admitirse que las asambleas sólo sirven para expresar la disputa

dialéktica 45
de aparatos. Sin embargo, no suele buscarse el problema en su lógica,
sino en causas externas que limitan la concurrencia -la coyuntura
nacional, la apatía estudiantil, la negligencia o «sectarismo» de las
organizaciones-, como si el problema se tratara sólo de obstáculos que
impiden su buen funcionamiento. La discusión da vueltas en círculos
sobre cómo aumentar la convocatoria: tratar temas que realmente
le interesen a lxs estudiantes, o crear un cuerpo de delegadxs para
buscarlxs directamente en las aulas, o simplemente avisar con más
antelación y «pasar» más por los cursos. En última instancia, siempre
queda el recurso a la paciencia para esperar «condiciones objetivas»
más propicias.
Me parece más interesante volver sobre lo que permite el buen
funcionamiento de la asamblea. Toda la política sindical se formula
como demanda hacia el co-gobierno universitario, fundamentalmente
bajo su forma de consejo directivo. Según la autonomía universitaria, es
aquí donde se resuelven los asuntos de la facultad -por los menos hasta
donde no dependen del rectorado. Se compone por representantes de
tres claustros -estudiantes, graduadxs y profesorxs- votadxs cada dos
años. Los últimos dos claustros se componen de docentes, lo cual les
garantiza una mayoría automática sobre el claustro estudiantil. Esto es
lo que lleva a la mayoría de la militancia estudiantil a calificarlo como
«antidemocrático». Dada esta situación, es a lxs docentes -en tanto
«gestión»- a quienes se les realizan estas exigencias.
Mirado así, la política del CEFyL no es tan distinta de la
política a nivel nacional. Las agrupaciones de izquierda también se
limitan a exigir demandas al estado -o sea, al capital-, y se proponen
para el parlamento como mejores representantes de los intereses
de «lxs trabajadorxs» en el mismo. La articulación propuesta entre
trabajadorxs, sindicatos y parlamento es emulada por la de estudiantes,
centro de estudiantes y co-gobierno. Acá termina la analogía, ya que la
división en claustros, a la manera de los gremios medievales, se acerca
más al feudalismo que al republicanismo. El co-gobierno retoma la
estructura de cátedra, que ordena el poder según grados de saber
entre «alumnxs» sin luz, docentes menores, y titulares que tienen la
palabra final sobre los programas. No hay ningún intento de imitar la
igualdad legal de la ciudadanía.
Para que el sindicalismo estudiantil pueda funcionar es
necesaria, entonces, la democracia asamblearia como momento de
la democracia representativa. El centro de estudiantes, expuesto
bajo esta forma, expresa la relación de oposición entre docentes y

46 dialéktica
estudiantes en tanto que claustros, permaneciendo en el marco de la
estructura de cátedra. Actúa así como herramienta de presión para lxs
consejerxs estudiantiles -algunxs de lxs cuales siempre forman parte
de la conducción- en las negociaciones entre representantes.
Hay algo más: los problemas que se formulan son los mismos
que permiten plantearse lxs propixs docentes. La crítica es puramente
cuantitativa: más becas, más horarios, más docentes, más aulas, más
cátedras -paralelas-, más presupuesto, más representación estudiantil
en el co-gobierno, más autonomía universitaria, etc. Las agrupaciones
gremiales estudiantiles de izquierda se presentan así como los paladines
de la universidad pública frente a las gestiones privatizadoras (o, por
lo menos, «ajustadoras»). Ni hablar de las que directamente se alían
con estas últimas. Nadie cuestiona la lógica misma de la universidad
ni de su gobierno. Sólo se busca, como mucho, que la vida en ella sea
lo mejor posible. Se le exige que garantice el «ingreso, permanencia y
egreso», con el objetivo último de que se vuelva «popular», «obrera»
o «crítica».
Arriesgo acá mi hipótesis principal: el centro de estudiantes es la
forma que toma el aula en las relaciones entre lxs propixs estudiantes, por
lo menos a la hora de organizarse para alguna otra cosa que no sea
juntarse a estudiar. Por eso puede trabajar con sus mismos supuestos:
las agrupaciones estudiantiles de izquierda son simplemente el ala
izquierda del aula.
Cuando hablo de aula, obviamente no me refiero a una mera
topografía. Lo que quiero decir, retomando una línea argumental ya
desarrollada por otrxs, es que esta disposición espacial de los cuerpos
encarna, en realidad, una expresión de la relación de producción capitalista.
Lxs estudiantes trabajamos produciendo conocimientos que tienen
que adaptarse los más fielmente posible a los estándares impuestos
por lx docente. En el caso de la universidad, la evaluación sirve como
una suerte de test de calidad, concentrando en una instancia toda la
vigilancia que no se puede ejercer sobre el estudio que lxs estudiantes
desarrollamos en nuestro ámbito privado. Por lo tanto, intentamos
descartar en el proceso todo aquello que no resulte redituable, o sea,
convertible en nota numérica.
El producto acabado es un conjunto de saberes más o menos
homologados -tanto sobre los temas tratados explícitamente, como
sobre la forma en la que deben producirse-, inseparables del cuerpo
de lxs estudiantes, quienes simultáneamente nos hemos producido (o
subjetivado) como tales. De esta manera nos valorizamos como fuerza

dialéktica 47
de trabajo. Sin embargo, al descartarse la objetivación de este proceso
-el examen- como mero subproducto residual, el mismo queda
ocultado. También contribuye la inevitable sucesión en el futuro de
lxs docentes actuales por aquellxs estudiantes que logren jugar mejor
el juego. La producción se limita entonces a crear estudiantes en tanto
que futurxs trabajadorxs intelectuales, y sus agentes pasan a ser lxs
profesorxs. De esta manera, parecería que son lxs docentes quienes
transmiten la información -ya sea de manera oral, ya sea a través
de textos- y disciplinan a lxs estudiantes, limitando a estxs últimxs
al lugar de consumidores4. No debe interpretarse este oscurecimiento
como una mentira impuesta desde fuera, sino que es vivido así por lxs
propixs productorxs.
Pese a esta afirmación, cuando miramos las aulas no encontramos
el centro de estudiantes en ningún lugar. Por el contrario, el hábitat
privilegiado de lxs militantes gremiales en tanto que tales se encuentra
en los pasillos de las facultades. Tampoco se trata de cualquier sitio de
los pasillos, sino de uno muy específico: las mesitas. Estos muebles son
la garantía misma de la existencia política de cualquier agrupación que
aspire a formar parte del centro de estudiantes. Son ellas las marcas
que permiten identificar quién milita en cuál agrupación y en dónde se
sabe que se lxs puede encontrar para consultar por alguna actividad,
informarse sobre alguna situación o realizar alguna solicitud.
Hallamos ahí el territorio del centro de estudiantes, el cual
reconfigura la manera de habitar las facultades. El circuito de mesitas
y espacios de gestión estudiantil constituyen el recorrido por el cual
lxs militantes desarrollan su actividad, tejiendo acuerdos y alianzas,
distribuyendo «materiales» y estableciendo contacto con el resto de lxs
estudiantes. Este ir y venir de cuerpos, conversaciones y volantes llega
también a las aulas bajo la forma de «pasadas por cursos», y se extiende
sobre las paredes a través de carteleras y afiches. Periódicamente todo
este movimiento se aglutina en reuniones internas de cada grupo,
«charlas» abiertas -dónde se repite la lógica de una clase, pero con
algún panel de gente más o menos famosa en los círculos militantes-,
fiestas para recaudar fondos, asambleas, y -por supuesto- elecciones,
además de las excursiones colectivas a marchas, piquetes o talleres
barriales.
Esto llega a tal punto que lxs estudiantes pueden comprar su propia formación,
4 

entendiendo que así intercambian dinero por conocimiento, cuando en realidad sólo
pagan para acceder a la estandarización de su propia producción. Esto no significa que
dicha estandarización no sea valiosa; es la condición misma de que sus conocimientos
se conviertan en mercancías realizables en el mercado.

48 dialéktica
El límite de este territorio no son exactamente las paredes de
la facultad: las excursiones ya mencionadas indican lo contrario, y
pueden rastrearse articulaciones exteriores tanto en el marco de las
federaciones (FUBA y FUA) como en el interior de las agrupaciones
que lo componen, y que suelen ir más allá del mismo. Como ya se
dijo, hay que buscarlo más bien en las propias aulas, las cuales
dibujan pliegues internos donde el centro de estudiantes renuncia
a su soberanía. Su recorrido simplemente las rodea, pero nunca las
atraviesa. Los afiches podrán llegar incluso a cubrir todas sus paredes,
pero el pizarrón permanecerá inmaculado.
El punto de máxima fricción lo hallamos en el momento en el
que lxs militantes pasan a hablar en los cursos. Lx docente le concede
generosa y reticentemente a lx militante una porción de su clase, y
éste se para en su lugar para hablar frente a lxs estudiantes. Ellxs, por
su parte, lx miran como a un usurpador que osa robar su tiempo de
lección. Parecería que finalmente el centro de estudiantes ingresa al
aula. Quienes oímos nos encontramos con su inconfundible discurso.
Pero algo no cierra: lx militante se ha transformado en docente para
lograrlo. En cuanto el centro de estudiantes se aproxima al aula,
adopta su forma. La política, actividad relegada a los pasillos, sólo
puede entrar -con el permiso de lx profesorx- vistiéndose de clase.
Lo inquietante es que la forma del aula no parece modificar en
lo más mínimo al contenido del discurso del «gremio estudiantil». De
hecho, no notamos diferencia con las formas de expresarse en el resto
de sus instancias. El discurso de lxs militantes del centro de estudiantes
es tan pedagógico como el de lxs docentes. El instante de contacto con
el aula es revelador: no se trata de que la política permanezca separada
del aula, como una exterioridad, sino todo lo contrario: el aula
permea todo el territorio del centro estudiantil. Mirando el centro de
estudiantes bajo la forma del aula, descubrimos al aula bajo la forma
de centro de estudiantes.
El punto es que lxs militantes no son menos, sino tan estudiantes
como sus compañerxs. Su comportamiento en las aulas, una vez
sentadxs en sus bancos, no difiere en lo más mínimo del resto. El deseo
de recibirse para convertirse en trabajadorxs intelectuales -ya sea como
docentes, investigadorxs o «profesionales»- también es el mismo.
Participar en ciertas agrupaciones incluso puede contribuir a su carrera:
el cargo de consejerx es cuantificable como puntaje de currículum,
el contacto con lxs docentes encargadxs de la administración en el
co-gobierno facilita la inserción en otros ámbitos, e incluso algunos

dialéktica 49
partidos cuentan con cátedras o grupos de investigación propios.
No obstante, no es necesario suponerle un carrerismo latente a todx
militante gremial, ya que se puede militar de esta manera creyendo
honestamente en lo que se hace. Lxs militantes gremiales son, en
realidad, buenxs estudiantes que han llevado su condición hasta sus
últimas consecuencias.
La política del aula también se reproduce en sus relaciones
«exteriores» con el mundo. Docentes y estudiantes comparten una
negativa a reflexionar sobre su propia actividad, prefiriendo centrar
su atención en el afuera, ya sea como «investigación», ya sea como
«extensión» -separadas tanto entre sí como de la docencia. Lxs
militantes gremiales permanecen en esta lógica, de ahí su fascinación
con el «trabajo barrial», los bachis populares, las manifestaciones, y
cualquier otra actividad que implique salir de la universidad.
Pareciera que «adentro» no hubiera nada valioso que hacer más
que cursar. La política, en todo caso, se piensa ahí donde terminan las
condiciones óptimas para seguir haciéndolo -algo que, por otra parte,
ocurre permanentemente. Sea que el ajuste lo impulse el gobierno
nacional o el co-gobierno universitario -siempre producto de su
complicidad con los gobiernos nacionales y nunca relacionada con sus
acciones en el aula-, siempre viene de afuera, y siempre es reactiva. En
el fondo, lo que se busca es vuelta utópica a un paraíso escolar perdido
que nunca existió, a una universidad verdaderamente pública, incluso
socialista. Tampoco podrá llegar esto por nuestra propia acción, sino
que depende de la lucha a nivel nacional. La revolución, que se hará
afuera, nos traerá las soluciones que necesitamos.
A través del centro de estudiantes, el aula -o sea, el capital- se
extiende por los pasillos entre lxs propixs estudiantes. No es raro,
entonces, que lxs militantes gremiales tomen el rol de docentes entre
lxs propixs estudiantes. Están actuando según la propia subjetividad
estudiantil, que ordena toda relación de producción de conocimiento
dividiendo a las personas que saben de las que no saben, y asignándoles
el control a las primeras. «No lo saben, pero lo hacen». De esto no
depende sólo el presente de sus clases, sino también su futuro como
trabajadorxs intelectuales; es consustancial con la esperanza de ocupar
algún día esa misma posición.
La pedagogía como estilo apunta a la separación entre
representantes y representadxs, y a la separación entre productorxs y
administradorxs. Las forma del capital llama a la forma del capital. Sin
duda, para las tareas y objetivos que se proponen las agrupaciones, las

50 dialéktica
dinámicas son las más eficientes; la autogestión o la democracia directa
no sirven para mantener las fábricas funcionando en tanto que fábricas.
Mediante un trabajo cotidiano, ellas reproducen estas relaciones en el
centro de estudiantes, reproduciendo simultáneamente la apropiación
del CEFyL por parte de la conducción. Las elecciones constituyen
el momento más espectacular de este proceso. La asamblea, pese a
su relativa incompatibilidad con ello, es reapropiada a su vez por el
sindicalismo. El centro de estudiantes, junto con el co-gobierno y la
estructura de cátedra, se inserta como una pieza más en los mecanismos
universitarios del capital. No hay en realidad una exterioridad entre
política y aula, sino que el aula crea una política a su medida, según
su propia lógica.

Invitación a la guerra

El final más fácil para este texto sería deducir un programa de los
nudos problemáticos enumerados. Algo así como autogestión de los
lugares de trabajo estudiantiles, eliminación de la comisión directiva
y las elecciones; liquidación de los órganos de co-gobierno, claustros
y cátedras y creación de una educación basada en la autoformación y
las lógicas asamblearias. Sonaría muy lindo, pero creo que sería fútil.
No quiero decir que algunas de estas propuestas no sean útiles. Me
resultan muy interesantes, ya que han sido creadas en experiencias
que han puesto en cuestión a la universidad capitalista en sus distintos
aspectos. Existe una historia de experimentaciones como comisiones
de base, espacios de autoformación y de autoorganización estudantil
que resulta prometedora. Sin embargo, agitar estas consignas por
fuera de los contextos concretos en los que son llevadas a la práctica
les quita su sentido.
Lo que pretendo al mostrar que el centro de estudiantes es
expresión del aula es que hay que pensarlo como tal. Verlo como
una herramienta neutral que podemos usar a nuestro favor, o como
un aliado inestable, es seguir comportándonos como estudiantes.
También lo es afirmar la «coyuntura nacional» como límite insalvable,
pensándola como entidad en sí misma, exterior a nuestra acción. Ésta
sólo existe, en realidad, como articulación de las múltiples relaciones
de fuerza que la crean y configuran. El campo de lucha y la lucha
misma se construyen simultáneamente e indistinguiblemente el
uno de la otra. Lo que nos queda, entonces, es atacar en dónde nos
encontremos. En nuestro caso, de lo que se trata es de intensificar la

dialéktica 51
guerra en y contra el aula en todas las formas en las que nos genera
malestar -clases, juntas departamentales, espacio físico de la facultad,
centro de estudiantes, etc.- y en las que tengamos también la capacidad
real de intervenir. Me parece que crear espacios por fuera de su lógica
y sabotear su funcionamiento son maneras indisociables de producir
esta lucha. Estos nudos problemáticos me interesan, entonces, como
sitios en los que puede ser posible continuar con las fracturas en el
territorio enemigo. Ojalá que a partir de acá se pueda continuar un
debate para seguir esta búsqueda.

52 dialéktica
La producción de antropologxs.
Apuntes sobre un seminario experimental en la carrera
de Antropología.
Paula Cabeda

La formación de lxs estudiantes de Antropología de la UBA presenta


una gran cantidad de falencias, pero una de las más preocupantes es
la incapacidad sistemática de la carrera para pensarse a sí misma. A
primera vista, tal ausencia puede resultar llamativa si consideramos
que la reflexividad, el acto de volverse sobre sí mismo para re-
pensarse y vigilar las propias prácticas orientadas a la producción
de conocimiento, constituye uno de los elementos distintivos de la
disciplina. Esta disposición a la reflexividad suele ir acompañada
de un movimiento de desnaturalización de lo propio, es decir, de
distanciamiento y puesta en cuestión de aquello que se nos presenta
como normal y cotidiano. Junto con una perspectiva «critica» estos
elementos conforman la receta que todo buen antropologx debe
manejar y aplicar, fundamentalmente, fuera de la universidad.
No es casual que los espacios curriculares destinados a formarse
en el saber-hacer antropológico apliquen estos preceptos estrictamente en
el encuentro con «el otro» en el marco del trabajo de campo, es decir,
un encuentro que acontece en un espacio exterior a la universidad y
que se presenta con independencia de las condiciones que moldearon
nuestra subjetividad a lo largo de tantos años de formación. La
reflexión sobre las condiciones que determinan el modo en que nos
constituimos en antropologxs permanece fuera de discusión en casi la
totalidad de los espacios curriculares que contempla el actual plan de
estudios. Así, las características de nuestra formación, las relaciones
académicas que necesariamente deben tramarse para subsistir, y con
un poco de mérito poder insertarse en el ámbito académico (grupos

dialéktica 53
de investigación, cátedras), son completamente naturalizadas en tanto
elementos constitutivos del modo en que actualmente se produce y
reproduce el conocimiento en la academia.
Sin embargo, desde distintos espacios de la carrera emergen
miradas y prácticas que no se conforman con este estado de situación
y que buscan no sólo desnudar los supuestos que organizan las
relaciones sociales académicas en las que estamos inmersos -pensar
lo que no se puede pensar en la carrera- sino también instituir otras
prácticas que permitan desarrollar aquí y ahora la formación que
queremos.

Pensarse-haciendo

¿De qué modo la academia nos produce como antropologxs? ¿Qué


elementos se traman en la constitución de la subjetividad antropológica?
¿Es posible inventar otras formas de producir conocimiento que
escapen a las actuales relaciones que la organizan? Estas son algunas
de las preguntas que atraviesan la propuesta de seminario colectivo
titulado «La producción del antropólogo/a. Subjetividad académica,
deseo y poder en la producción de conocimiento» que se desarrollará
durante el primer cuatrimestre de 2018.
Estos interrogantes no sólo recogen las inquietudes individuales
de cada unx de quienes participamos de la propuesta del seminario
sino que fueron emergiendo también en cada una de las cursadas de la
materia colectiva Epistemología y métodos de la investigación social,
prefigurándose como posibles caminos a recorrer que se desprendían
de un proceso autogestivo de producción del conocimiento que en la
carrera de Antropología tiene una historia de más de dos décadas.
La propuesta del seminario fue elaborada a lo largo de más
de un año de trabajo entre compañerxs de distintas disciplinas
(Antropología, Filosofía, Psicología), buscando analizar las
determinaciones a las que se encuentra sujeto el trabajo intelectual
y que necesariamente se vinculan con cierto modo de organización
capitalista de la universidad, de nuestra formación, de los espacios
de investigación en los que nos insertamos, etc. Desnaturalizar las
condiciones en las que nos formamos habilita, como se señala en
el programa del seminario, la reflexión «sobre la especificidad de
los condicionantes que afectan el trabajo intelectual, los procesos
de subjetivación y producción de subjetividad en los que estamos
inmersos/as, la problemática del deseo y las relaciones de poder que se

54 dialéktica
anudan en la producción de conocimiento académico»1. Partiendo del
supuesto de que «las relaciones que configuran el campo académico-
universitario y las particularidades de la matriz disciplinar a partir
de las cuales se practica la antropología en nuestro contexto local,
suponen en sí mismas un determinado modo de introducirnos
y aprehender la disciplina que moldean la constitución de una
determinada subjetividad académica»2, a lo largo de la propuesta se
busca problematizar el lugar que el deseo y el poder operan en la
reproducción de lo instituido, con el fin de pensar alternativas que
escapen al ordenamiento actual.
Si bien hasta ahora hemos destacado mayormente aspectos que
tienen que ver con las temáticas que el seminario se propone abordar,
esta experiencia no sólo implica un ejercicio de pensamiento en torno
a contenidos vacantes en el actual plan de estudios, sino que supone
una forma diferente de organizar la producción y la «enseñanza» del
saber. Si por un lado buscamos producir colectivamente un saber
que no se encuentra legitimado por la formación que la universidad
pública estatal nos impone, no se trata de producirlo bajo las mismas
lógicas que organizan la estructura universitaria: una clase con el
reparto tradicional de un docente que explica y varios estudiantes que
reciben tal explicación. Tal organización asigna un lugar de pasividad
y consumo a los estudiantes en relación a los contenidos que deben
aprenderse, mientras que los docentes (Profesores y Graduados según
la división estamental de los claustros) imparten sus clases y deciden
por el resto que contenidos son los más apropiados para nuestra
formación.
En la carrera, la posibilidad de asumirse como productorxs y/o
co-productorxs de conocimiento queda relegada a muy pocas instancias
curriculares en las que hacemos como sí fuésemos «verdaderxs»
antropólogxs (ya sea en su versión docente o investigador), o bien
nos asumimos como productorxs muy tardíamente, en el momento
de escritura de la tesis de licenciatura en la que se espera plasmar un
proceso de producción de conocimiento en el que somos, en cierta
medida, protagonistas. Frente a estas formas que nos dejan relegadxs
a la pasividad y que nos ubican en un lugar de meros consumidorxs,
buscamos producir un modo distinto de habitar las aulas, sin la
figura de un docente explicador pero conservando la presencia de un

1
 Programa del seminario «La producción de antropologxs…». Disponible en www.semi-
nariodeseosaberpoder.wordpress.com
2
 Idem.

dialéktica 55
colectivo que genere las condiciones para que en este espacio pueda
desplegarse un encuentro entre saberes y experiencias en el que se
produzca un pensamiento propio.
El carácter colectivo, horizontal y autogestionado de esta
propuesta, tanto en que lo respecta al modo en que fue elaborada como
en relación a su desarrollo supone un cuestionamiento teórico-práctico
al modo verticalista y jerárquico de las cátedras en las que se organiza
la enseñanza de grado. A su vez, la existencia de espacios horizontales
y colectivos que intentan ser lo más democráticos posibles tensiona
la lógica de la representación política y de claustros que constituyen
el andamiaje antidemocrático que sostiene a la universidad. En ese
sentido, tanto este seminario como la materia colectiva constituyen
pequeñas muestras que evidencian que se puede producir
conocimiento a partir de instituir otros modos de relacionamiento
en el aula. Por ello, la propuesta del seminario se constituye en una
muestra de que es posible producir conocimiento a partir de instituir
otras lógicas de relacionamiento en el aula; sin esperar a que nos
llegue el momento en que la universidad sea «reformada», podemos
actuar en tiempo presente las relaciones que expresen el modelo de
universidad que queremos.
Si pasamos del plano de la enseñanza al de la investigación
también aparece en la propuesta la inquietud en torno a la búsqueda y
creación de formas alternativas de investigar y producir conocimiento.
Ello se ve particularmente reflejado en una de las unidades del
programa denominada «Producir otras prácticas, inventar otras
subjetividades» dedicada a abordar la necesidad de producir nuevos
agenciamientos para nuestras prácticas de investigación. En este
punto, el análisis de algunas experiencias que se tomaron el desafío
de crear dispositivos que permitieran poner en acto un modo distinto
de producir conocimiento bajo las prácticas de la co-investigación o
la investigación militante constituye un punto de partida interesante
para visibilizar los supuestos teóricos y políticos que atraviesan estas
iniciativas.
Sin embargo, para producir de otro modo y bajo lógicas
horizontales, colectivas y autogestivas no basta con poner en práctica
los modelos que podamos extraer de las experiencias que ensayaron
otrxs. Pensar una forma alternativa en lo que respecta a la producción
de conocimiento implica también pensar la invención de una nueva
subjetividad. Sin la problematización previa de nuestras subjetividades
y de la organización del deseo que rige nuestras prácticas parece difícil

56 dialéktica
lanzarse a la búsqueda de nuevas experiencias. Aquí el seminario
propone un abordaje «novedoso» en relación a las perspectivas teóricas
que circulan en la carrera puesto que se comprende al deseo como
una máquina de producción y como un producto social. Tal como se
señala en el programa, la dimensión del deseo se hace presente para
problematizar el lugar que este ocupa academia y en la producción
del conocimiento y si es posible producir otro deseo en el marco de
agenciamientos colectivos y horizontales que permitan experimentar
una forma alternativa para la producción de conocimiento, «poniendo
en cuestión las fronteras propias de la disciplina, la relación sujeto
objeto y resituando las prácticas de investigación en el marco de una
práctica política»3.
Si en el contexto actual la producción del conocimiento
académica se estructura bajo una lógica de sujeciones, jerarquías y
desigualdades; si en la carrera de Antropología tal estado de situación
es puesto en cuestión por experiencias que ya prefiguran que otra
forma de organización de la producción del conocimiento es posible,
el desafío consiste en agenciarnos con la intención ni más ni menos,
como decía en un volante político que circulaba por los pasillos de
la facultad, de que la antropología que tenemos se transforme en
la antropología que queremos4. A fin de cuentas, a ello apunta la
propuesta del seminario.

3 
Idem
4
Plataforma política Revocables de Antropo y Arqueo, 2017

dialéktica 57
SUBSUNCIÓN REAL
Estrenó su carrera docente dando
clases particulares. Consiguió a través
de amigos el contacto de whatsapp de
un «agenciador» y al poco tiempo tenía
confirmada su primera clase. Tema:
Producto Bruto Interno. Tocó el timbre,
con algo de ansiedad. Con algo de
entusiasmo. El departamento se parecía
más a una mansión. «No, no intentes
darme una clase. Dictáme nada más lo
que tengo que escribir en el cuaderno».
Al terminar la clase, aliviada, calculó
cuánto le quedaría por esas dos horas.
Bajaba en el ascensor, en silencio. Se
miraba al espejo y apartaba la vista. Se
volvió a mirar reflejada. No sabía si veía
a una niñera o un parlante a domicilio.

58 dialéktica
Charla Violeta
A propósito de la militancia gremial docente
universitaria 

Como parte del presente dossier «Derivas de la militancia universi-


taria: laboratorio Puan 480», presentamos a continuación un diálogo
con Eduardo Glavich quien fuera partícipe de la experiencia que llevó
adelante la Lista Violeta (LV) en la Asociación Gremial Docente de la
Universidad de Buenos Aires (AGD-UBA) entre 2006 y 2017. Quien
quiera conocer más acerca de esta experiencia, que aquí se presenta
someramente, puede ir al blog de la lista:

http://listavioletafilouba.blogspot.com/

Caba, jueves 7/6/2018


Esteban Da Ré: Una de las ideas, en general, para esta charla era tratar
de pensar las convergencias y divergencias de toda la «constelación»
de activaciones militantes de Filo que de alguna manera se abordan
en el dossier de la revista, respecto de en qué medida una no se podía
entender sin la otra, aún en su relativa autonomía, y también qué di-
vergencias podría llegar a haber entre ellas…

Javier Alejandro Riggio: Y también porqué la experiencia gremial es-


trictamente, cuando hablamos de qué hacíamos en los ’90, no era nom-
brada. Y a su vez, lo de LV verlo como un resultado, porque no fue el
día 1 sino que hay todo un proceso anterior que decanta en LV y que
luego sí permite una línea más específica de intervención...

Eduardo Glavich: LV formalmente, como lista gremial que disputa un


espacio dentro de la AGD, una de las tres gremiales que hay actual-
mente en la UBA, nace en el 2006 cuando se presenta por primera vez
a elecciones. Pero su origen más inmediato a esa fecha es 2005, año
que está determinado, a mi juicio obviamente, por dos grandes acon-
tecimientos o procesos. Uno tiene que ver con la propia dinámica de la
gremial, la AGD. Ese año hubo huelgas muy prolongadas, muy fuer-
dialéktica 59
tes y asambleas muy grandes para la historia de la AGD. Recuerdo, a
nivel anecdótico, una asamblea con más de cien personas –que para
ese entonces era muchísimo y hay que decirlo para hoy también- que
terminó con una votación muy ajustada para decidir si se aceptaba o
no «re-firmar» un acta paritaria que se había firmado por parte de la
conducción del gremio a espaldas de lo que había determinado una
asamblea anterior. Menciono todo esto porque, desde nuestro punto
de vista, fue el momento en que los/as docentes universitarios/as, en
particular de la UBA, pero también en todo el país -porque las parita-
rias no se hacen por Universidad, sino por sector completo, por todas
las Universidades nacionales-, logramos algo que tiene consecuencias
hasta hoy, se logró el blanqueo salarial de casi el 100% de los compo-
nentes del salario. Y se lograron, si recuerdo bien, del orden de las tres
mil «rentas» para ad honorem, que era un problema que explotaba por
su magnitud y por su valor simbólico. No digo que hoy no explote,
quizás esté menos visible aunque sigue habiendo una cantidad enor-
me de ad honorem en todo el país, pero en aquel momento se lograron
tres mil «rentas» para todo el país para repartirse según ciertos cri-
terios… Y se logró lo del blanqueo, cosa no menor porque después
cualquier paritaria, cualquier aumento se hace sobre el blanco del sala-
rio y, por ejemplo, también los aguinaldos, que pasaron a representar
estrictamente la mitad del blanco… Veníamos de esa lucha en el 2005,
la AGD tenía apenas cinco, seis años de creada porque… Voy un poco
para atrás mínimamente. Desde comienzo de los años ’90 veníamos
-yo particularmente dentro de nuestros espacios militantes porque era
el único que trabajaba de docente en la universidad (y quizá en esto ra-
dique una posible respuesta a tu pregunta sobre porqué la experiencia
gremial no era mencionada entre las cosas que hacíamos)- militando
y constituyendo lo que en su momento fue ADUBA (Asociación de
docentes de la UBA) desde las primeras comisiones internas en las fa-
cultades como por ejemplo ADFyL (Asociación docente de FyL), que
es una de las tres gremiales de la UBA y que hoy día está muy pro-pa-
tronal, según mi parecer, y ligada a la CGT. En ese momento nos fui-
mos de ahí debido a un gran conflicto interno y fundamos AGD hacia
fines de los ’90, y digamos que, aún sin las personerías gremiales co-
rrespondientes, sin el reconocimiento formal, la AGD fue generándose
un espacio en la discusión por las paritarias y en todas las discusiones
gremiales, que tuvo como primer hito esto que vengo mencionando
en el 2005. Y el segundo elemento determinante, entre otras cosas, del
surgimiento de LV fue que en ese año, la carrera de Historia comen-

60 dialéktica
zó un proceso de un año y medio, dos, sin que se pudiera elegir la
Dirección del Departamento, por una cuestión concreta del resultado
de las elecciones y sobre todo por una movilización que se mantuvo
casi durante un año con asambleas ínter-claustros de cuatrocientas,
quinientas personas. Y esto lo menciono porque LV estaba compuesta
básicamente por docentes de la carrera de Historia que participaron
del movimiento de docentes ad honorem, sin tener militancia gremial
en la AGD participaban como docentes interesados/as en la cuestión
gremial en general y en la ad honorem en particular en aquel 2005 y que
convergía paralelamente con esta situación de movilización del De-
partamento de Historia y en toda la carrera de Historia y eso cristalizó,
más allá de que con algunos/as de LV nos conocíamos de la militancia
estudiantil y de otros ámbitos militantes… esto es importante tam-
bién, porque aunque no habían tenido militancia previa en la gremial,
en la docencia universitaria, sí habían tenido militancia de todo tipo en
la década anterior, como estudiantes, como graduados/as, como mili-
tantes políticos/as en general. Y todo eso en el 2005 y 2006 se consolidó
en un grupo que se empezaba a reunir, en ese momento obviamente
sin nombre y sin la intención de presentarse a elecciones, porque ya
desde ese entonces LV tenía esta doble componente de la clásica mi-
litancia gremial y la tensión con esa clásica militancia, esto es, pensar
lo universitario en su especificidad, no sustituir a los/as docentes, no
tener como necesario el horizonte y objetivo de disputar electoralmen-
te el gremio… pero tampoco le esquivaba al mecanismo propiamente
gremial de las elecciones, de la defensa más clásica del salario y de las
condiciones de trabajo… Y así fue como en el año 2006 nos presenta-
mos a elecciones y perdimos apenas por 10 votos... En lo particular, en
lo personal, yo ya había avisado a mis viejos/as compañeros/as de mi-
litancia gremial de la izquierda en general y del PO en particular que
ese era el último año (2004) que yo participaba en unidad electoral con
las orgánicas, unidad «necesaria» de aquel entonces para que la recién
fundada AGD pudiera desarrollarse… y lo avisé no por sentirme im-
portante sino porque la gremial a mi juicio ya estaba consolidada, era
un tema difícil en esos primero cinco-seis años de la AGD, era difícil
hacerla visible, que los/as docentes la vean como su representación
gremial porque ADUBA, que la habíamos fundado a principios de los
’90 con casi todos/as los/as mismos/as docentes con quienes fundamos
AGD-UBA, tenía las inscripciones formales, se quedaba con el aporte
de los/as afiliados/as, estaba reconocida por el Rectorado y todo eso,
pero me pareció, al menos en lo personal, que en ese momento se ha-

dialéktica 61
bía cumplido el «ciclo de la unidad» y que el gremio necesitaba mo-
vimiento, necesitaba dejar de ser un gremio homogéneo, pero cerrado
y con poca participación… y además veníamos con todo ese proceso
de Historia, con todo el proceso anterior de militancia de los/as que
integramos la primera formación de LV a comienzos del 2006… y deci-
dimos presentarnos a elecciones. Podría seguir con la historia, pero…

JAR: ¿Hasta ese momento era una única lista?

EG: En el 2004, creo, había habido una lista alternativa en el CBC con
la que comenzamos a trabajar en el 2006 y con la que nos presentamos
nuevamente a elecciones en el 2008… La LV retomó esa experiencia
anterior que también tenía, a nuestro entender, esta visión más acorde
a lo que nosotros/as pensábamos de lo gremial, de no remitirlo a lo
clásico, a lo duro, a ese reduccionismo de que en la Universidad había
que trabajar al igual que en cualquier otro gremio, sino que había que
trabajar gremialmente desde la especificidad del trabajo docente uni-
versitario y abrir el gremio a una mayor participación y a diferentes
visiones político-académico-gremiales. Ese era un punto muy impor-
tante en común con esa experiencia anterior del CBC, que no la lleva-
mos adelante nosotros/as, que fue previa a LV, pero con la que luego
convergimos convirtiéndonos en una oposición importante porque
esa primera elección, acá en la Facultad de Filosofía y Letras, se perdió
por diez votos, es decir, casi se gana una de las comisiones internas
más importantes de la AGD de aquel entonces. Y también el método
de resolución, de organización más tendiente a lo horizontal, cuando
muchos/as veníamos de militancias clásicas… había una ruptura con
el verticalismo, con la forma de decidir por fuera de los/as docentes
sin consultar, con una representación más férrea, como diciendo «ya
en las elección me votaste, después la representación es mía y no te
vuelvo a consultar»… Eso se rompió bastante en esos comienzos, con-
vergiendo con la gente de la experiencia anterior en el CBC y empezó
a mostrarle a muchos/as docentes que no veían lo gremial como una
posibilidad de militancia en la universidad, porque estaba muy subsu-
mido a la dinámica de militancia del PO fundamentalmente y de otras
orgánicas, pero sobre todo del PO que conducía y sigue conduciendo
el gremio… La gente empezó a ver que se podía hacer otra cosa por-
que, justamente nosotros/as, cuando perdimos esas elecciones de 2006
no nos olvidamos de la militancia cotidiana y fue al revés: veníamos
con ese impulso que mencioné anteriormente y en esos dos años tuvi-
mos una participación en el gremio, a mi juicio, buenísima, inédita…
62 dialéktica
lo que resultó que dos años después (2008), cuando se volvieron a ha-
cer las elecciones, ganamos por diez votos… ganamos la conducción
de FyL, lo que fue un golpe muy duro para el PO y la conducción de
aquel entonces… Ahí empezó una experiencia que, obviamente en el
momento de empezar a hacerla no nos parecía muy potente y aún
en esos dos años en los que éramos minoría en una comisión interna,
o sea, no nos habíamos presentado a nivel general de la UBA en ese
2006, con lo cual ese trabajo fue muy potente, muy formativo para
todos/as nosotros/as, si bien yo venía a esa altura con dieciséis años de
militancia gremial, lo que experimentamos en ese momento fue muy
potente respecto de nuestros/as compañeros/as trabajadores/as de la
Facultad y también de otras Facultades que también empezaron a ver
que la identificación del gremio con un partido no era la única posibi-
lidad de trabajo gremial en la Universidad. Hicimos una serie de ac-
tividades académico-gremiales, haciéndonos eco de lo que habíamos
dicho en nuestro documento «fundacional» respecto de que el trabajo
gremial en cualquier trabajo tiene que tener la especificidad de ese
trabajo. Hicimos actividades, reuniones abiertas, asambleas que iban
mucho en esa dirección, insisto, desde una minoría de una comisión
interna que era importante, como la de la FFyL, pero que no dejaba de
ser una comisión interna. Ese fue un ejercicio muy interesante, ahora
que lo estoy rememorando con ustedes, fue un ejercicio muy impor-
tante desde la minoría, aprendiendo a hacer trabajo gremial de otra
manera. Obviamente no olvidábamos lo clásico: el salario, las condi-
ciones de trabajo, reunirnos con la gestión (el Consejo Directivo de
la Facultad) aún desde la minoría para los problemas específicos del
trabajo universitario.

JAR: Se me ocurren algunas cosas para seguir charlando en relación a


la perspectiva, al matiz político con el que trabajaba. Y eso en oposi-
ción y en relación a la identificación sindicato y partido, el verticalis-
mo, el sustitucionismo, eso que se podría llamar «política externa»…
en esa contraposición más metodológica –que para nosotros es con-
tenido político también- y cómo concretamente se llevaba adelante,
cómo era la manera de hacerlo. Porque pienso en los otros ejemplos
que tenemos… Revocables en la carrera de Filo, allá en el 2009, cómo
hacía: había un temario de Junta Departamental y hacíamos una reu-
nión antes a la que se convocaba… Por eso, concretamente qué forma
tomaba esa contraposición.

EG: Había una condición de todos/as los/as que en aquel momento


dialéktica 63
formábamos parte de LV, que se mantuvo bastante incambiada, para
bien y para mal porque, para bien significa coherencia y consistencia
ideológica y de práctica, para mal es que finalmente diez años des-
pués la experiencia se fue metamorfoseando en otra cosa porque (casi)
no hubo incorporación de militancia. Pero si vamos a un comienzo,
era importante una cuestión de cohesión ideológica, y todos éramos
de izquierda bastante radical, decíamos abiertamente que éramos co-
munistas en cuanto al gremio, frente a un espectro de mil y pico de
docentes que no se sentían necesariamente identificados/as con esa
definición ideológica. Y lo hacíamos frente a otra opción, que era la
del PO en ese caso, que también se representa con la izquierda pero
la gente no es tonta y lo digo acá claramente, quien haya tenido una
experiencia gremial en cualquier ámbito con el PO, sabe cómo actúan
y de qué manera trabajan aún con compañeros/as con supuestas coin-
cidencias ideológicas comunistas, pero que no son de su partido. Y eso
empezó a ser muy fuerte. Primero arrancamos con cosas muy elemen-
tales, pero me imagino que en otros gremios puede pasar exactamente
lo mismo o algo parecido, arrancamos diciéndole a la mayoría que
había que publicitar y hacer periódicas y abiertas las reuniones de Co-
misión Directiva. Y que además aparecieran en la página cuándo iban
a ser, de qué hora a qué hora, con qué temario, que la gente trajera los
problemas ahí, porque el manejo era en general clientelar de la con-
ducción de aquel momento (del PO particularmente), atendiendo más
personalmente las demandas de los/as docentes. Nosotros/as rompi-
mos eso y dijimos esto hay que abrirlo, hay que decir cuándo son las
reuniones y que los/as docentes vengan a plantear los problemas a las
reuniones abiertas de Comisión Directiva. Para eso obligamos, que fue
toda una lucha, a que como minoría pudiésemos manejar el mailing…
parece algo elemental pero… inclusive para participar de las actas. No
se hacían reuniones periódicas, no se hacían actas de las reuniones,
no se sabía cuándo iba a ser la próxima reunión y no había temario de
la próxima reunión… Nosotros/as instauramos todo eso. Y hay otra
cuestión, que no es menor a la hora de hablar del trabajo gremial, así
como antes dije que todos/as los/as compañeros/as de aquel entonces
se definían como militantes de izquierda, específicamente comunistas
con los más-menos, casi todos/as digo, también se da la casualidad
–no tan casualidad– que, así como en otros trabajos, en lo gremial es
respetado/a quien hace bien su trabajo en la especificidad, acá empezó
a haber una combinación entre el cambio de estas formas políticas que
mencioné recién (definición ideológica transparente, hablar de frente

64 dialéktica
a los/as compañeros/as trabajadores/as docentes de la Facultad y de
la Universidad en general), con ser buenos/as docentes e investiga-
dores/as… Para decirlo blanco sobre negro, la gente que estaba en LV
también era respetada académicamente. Lo cual en este ambiente –por
una de las preguntas, «que los/as docentes no se perciben como traba-
jadores/as…»– no era un elemento menor en el respeto que después
fue ganando LV no sólo por su intervención gremial, por su apertura
horizontal, por su transparencia de trabajo, sino también porque esta-
ba compuesta por gente de «carne y hueso» que, así como nosotros/as
antes decíamos que cuando militábamos en estudiantes, cursábamos
y estudiábamos y entonces estábamos al lado de nuestros/as compa-
ñeros/as en las aulas, acá nos veían estudiar, investigar, publicar, ir a
congresos, armar bien el programa de nuestras materias, como cual-
quier otro/a docente. Y eso se contraponía bastante con lo que pasaba
en otras instancias. Entonces ese elemento también fue importante a
la hora de que LV pasara a tener una representatividad real, además
de la electoral, a partir de que cualquier problema que se tuviese en
la Facultad, la referencia académica-gremial éramos nosotros/as para
solucionarlo o para encontrar un método de solución, para acompañar
a los/as docentes ante las autoridades y trabajar. Siempre en relación
con la otra lista. Porque cuando perdimos y fuimos minoría y tam-
bién cuando ganamos y fuimos mayoría, nosotros/as seguíamos con
la misma lógica: ellos/as también tenían el mailing, nosotros/as no ba-
jábamos todo por mayoría, porque al tener tres votos sobre cinco, que
era la composición que había antes en la comisión interna, vos podías
hacer las reuniones y hacer la pantomima de que «acá venimos a dis-
cutir» pero finalmente con tres votos ganabas siempre vos. Muchas
veces salían propuestas por la minoría. Impusimos que se hagan al
menos dos asambleas por cuatrimestre para ver problemas generales
y estructurales de la Universidad, de la Facultad, también para pro-
blemas más coyunturales como una partidaria o un tema interno de la
Facultad… Pero logramos esta dinámica que también conformó, en los
años posteriores, el trabajo gremial en esta dirección que decía antes…
construir un gremio in-homogéneo, abierto, participativo, democrá-
tico, pero a la vez combativo e independiente tanto de las gestiones
universitarias como de cualquier partido…

Y, además, después esto se amplió porque en el 2008, nosotros/as ya


habíamos evaluado que si nos quedábamos como LV limitados/as a
una comisión interna de una Facultad, íbamos a ser, tarde o temprano,

dialéktica 65
triturados/as por la dinámica cotidiana de trabajo gremial, por la acos-
tumbrada y nefasta lógica del PO al momento de trabajar contra quien
le disputa un espacio por más que se defina de izquierda comunista
y que tengamos un mismo objetivo, no son propensos/as a respetarte,
más bien te quieren liquidar, entonces salimos a disputar al nivel de
otras comisiones internas y de la UBA en general, y armamos un fren-
te con «los chinos», con Izquierda Socialista y el MST y con algunos/
as independientes de izquierda, en una primera instancia y logramos
casi el 40% de los votos a nivel AGD-UBA general. Eso asustó por de-
más, si ya lo de Filo había asustado al PO… y generó una impresen-
table discusión por el reparto proporcional de los cargos en la Mesa
Ejecutiva de AGD-UBA que pinta de cuerpo entero al PO…

JAR: ¿Eso fue 2010, no?

EG: No me acuerdo si fue 2008 o 2010. Porque lo hicimos en dos tandas.


Una fue con «los chinos»… pero ojo que hicimos dos. Un primer inten-
to con «los chinos», Izquierda Socialista, el MST e independientes. Y
después uno con la izquierda independiente que por ese entonces ya
tenía relevancia a nivel estudiantil en las universidades y como movi-
mientos sociales a nivel de política general… y ya no con las orgánicas.
Por eso me parece que es 2008 uno y 2010 el otro. Pero habría que
chequearlo en el blog de la LV, donde están todas las elecciones, todas
las declaraciones, todos los documentos, toda esta historia… Bueno, y
ahí la lógica, obviamente, fue en la intención más o menos lo mismo,
pero cuando uno amplía su espectro de alianzas, la «pureza» –por lla-
marla de alguna forma–, las formas de hacer, se perturba un poco, se
distorsiona un poco. Pero nosotros/as lo hicimos igual pensando que
era la única manera de que el PO no nos triturara y de hacer crecer el
gremio, esto quería decir que hubiera más y diversa participación. El
gremio comenzó a no estar identificado, ni a nivel de una comisión
interna de una facultad ni a nivel general de la UBA, con una política
partidaria. Y eso nos resultó bastante fructífero en aquel entonces por-
que, más allá de que estábamos en otras lógicas cuando uno se sentaba
con otras organizaciones a ver cómo ir a elecciones contra otra organi-
zación, como el PO, aparecen todas las prácticas que ya conocemos de
la izquierda en general y en lo gremial en particular… algunos/as es-
taban más preparados/as, más convencidos/as, otros/as no tanto, pero
colectivamente dimos el paso como LV y ahí ampliamos a Sociales, al
CBC, a Ingeniería, a Exactas y, obviamente, nos presentamos a la UBA
y obtuvimos casi la mitad del gremio. El susto fue muy grande porque
66 dialéktica
a partir de ahí el PO no paró de atacarnos cada vez más y al mismo
tiempo no paró de intentar, oportunistamente, modificar sus prácti-
cas: basta con leer lo que escribían de nosotros/as para darse una idea
de la magnitud del problema que representaba para el PO nuestra «in-
tromisión» en el único gremio que conducían... Un dato cuantitativo
de esto y que abonaba nuestra posición de que con listas alternativas
el gremio no sólo no se debilitaba, sino que al contrario se fortalecía
fue que las afiliaciones volaron y la participación aumentó muchísi-
mo... Se empezó a afiliar un montón de gente. Lejos de los que decían
que, cuando nosotros/as nos presentamos por primera vez en Filo y en
AGD UBA, el PO nos criticaba diciendo «están haciendo internismo en
el gremio, están debilitando al gremio, porque el gremio todavía está
en conformación, en consolidación» (en relación a esto que contaba
que el gremio tenía sólo cinco, seis años, la personería, qué se yo…) y
lejos de eso el gremio se fortaleció y hoy es el gremio más importante
de todo el país en términos de afiliados/as, de recolección de guita,
de participación en CONADUH, etc., etc., más allá de que la UBA es
grande, obviamente, y de que la proporción de afiliaciones respecto
de la cantidad de docentes era y es mínima. Nosotros/as sosteníamos
la posición pluralista –desde el punto democrático más limitado si se
quiere- de que las alternativas le muestran a los/as docentes que pue-
den militar en el gremio, votar acá, votar allá, participar, que eso lo
enriquece, lo potencia…

JAR: Casi anti-leninista, eso de que «el partido se fortalece depurán-


dose»…

EG: Exactamente. Sería de utilidad para quienes después terminen


leyendo esto que agreguemos como información el blog de LV por-
que ahí está toda nuestra historia contada, desde el primer documento
hasta el último en el que nos auto-diluimos para que LV adquiera otra
etapa, que es la que actualmente está viviendo. Ahí está toda la histo-
ria contada, inclusive la historia de cómo nos teníamos que enfrentar
con el PO, lo que el PO decía de nuestras prácticas y de nuestras per-
sonas… Pero eso debe ser medio conocido para quien, calculo, esté
leyendo esto y haya tenido alguna experiencia de militar con(tra) esa
organización.

Entonces nuestro punto para sostenernos en nuestra práctica militante


gremial en la Facultad, fue pegar el salto a la UBA. Y eso lo hicimos
primero en el 2008 aliándonos con algunas orgánicas y luego en el

dialéktica 67
2010 logramos hacer algo que habíamos querido hacer en el 2008, jun-
tarnos con lo que se llamó después la «Izquierda independiente», que
estaba en desarrollo a nivel estudiantil y a nivel movimientos sociales,
y que empezó a mirar con buenos ojos la experiencia hacia el interior
de la Universidad y nos vio como un elemento para decir «bueno, se
puede militar en la Universidad, se puede militar en lo gremial uni-
versitario, no todo es elitismo claustral docente, que los/as docentes no
se consideran trabajadores/as (como pregunta una de las preguntas o
intervenciones que enmarcan esta charla)». La Izquierda independien-
te en un sentido amplio, aún sin los sellos actuales o pasados, empezó
a vernos, ya desde el 2006, pero mucho más desde el 2008 hasta el
2010, como la posibilidad de militar gremialmente en la Universidad
que estaba cerrada hasta tal punto que los/as docentes sólo veían la
posibilidad de ser defendidos/as por el PO, pero que no podían meter
el pie en el gremio porque el PO no los/as dejaba. Eso se abrió mucho
y por suerte la segunda instancia de alianzas, digamos, ya no con or-
gánicas –que a nuestro entender nos ponían demasiadas cotas al de-
sarrollo organizacional en términos de horizontalidad, de métodos de
resolución, de no repetirnos en los cargos…–, nos potenció… de hecho
todas las secretarías generales y los otros cargos que tuvimos en las
Comisiones Directivas y en la Mesa Ejecutiva fueron resueltos en reu-
niones donde nos decíamos «che, quién quiere ser, querés vos, o que-
rés vos…», más allá de un armado táctico de las listas… Nunca ocupó
la secretaría general la misma persona, y las compañeras que estaban
en ese momento en LV no fueron secretarias generales porque no qui-
sieron… No nos peleábamos por los cargos, al contrario… porque en-
tre otras cuestiones no era joda ocupar lugares formales en las Comi-
siones Directivas porque las discusiones tanto con el PO como con la
gestión de la facultad eran en general muy tóxicas y nocivas y ponían
de manifiesto lo peor del co-gobierno universitarios y de las personas
actuantes… Y específicamente con las gestiones, que después va a ser
otro elemento para conversar más hacia el interior de la Universidad y
no tanto en relación con la otra lista dentro de lo gremial, tampoco era
agradable hablar a la hora de discutir cosas ni cuando había enfren-
tamientos entre compañeros/as docentes por algún conflicto gremial.
Bueno y eso nos posibilitó un trabajo superador, desde el 2010 hasta
el 2017, ocho años con los más-menos, porque otra vez nos volvimos
a presentar en varias comisiones internas y a nivel AGD UBA y logra-
mos el 43% de los votos… más susto todavía para el PO y compañía,
que empezó a aliarse con las orgánicas que había dejado afuera cuan-

68 dialéktica
do conducía el gremio en soledad y en «unidad» hasta el 2006: léase
PTS, Izquierda Socialista, «los chinos», con quienes ya comparten hace
un par de períodos la conducción. Y más recientemente con un blo-
que de la Izquierda independiente que en su momento había ido con
nosotros/as en el 2010 (2012 y 2014) y que ahora (2017) fue con ellos/
as: CAUCE o ex-CAUCE (Rompiendo Cadenas), para darle nombre y
apellido, que ahora están con la conducción actual del PO, pero que en
su momento se potenciaron en el trabajo gremial universitario con no-
sotros/as y nos potenciaron con todo ese fluir de la Izquierda indepen-
diente en prácticas más asamblearias, más de base, más horizontales,
sin dejar de trabajar en y desde lo clásico gremial…

EDR: A mí se me ocurren dos líneas para seguir charlando. Una es


la que recién esbozabas en relación a la institución, a las autoridades
académicas, es decir, cómo llevar ese vínculo. Cuando uno ya está
lanzado en hacer política gremial, en presentarse a elecciones, cargos,
etc., en ese plano inevitablemente se tiene una relación con una ins-
titución que, digamos, tiene otra lógica. Quizás podamos pensar un
poco más cómo se transita ese vínculo. Por el otro, en paralelo, se iban
desarrollando otras experiencias, incluso anteriores a LV, con una lógi-
ca o dinámica similar (listas estudiantiles revocables en la FFyL, la re-
vista dialéktica misma, seminarios, talleres de lectura, materias, etc.).
Tal vez puedas decir algo más sobre cómo se daban esas relaciones,
tanto por los nombres propios comunes (sin duda vos y otras/otros es-
taban como nombres propios comunes), pero al mismo tiempo pensar
en términos más colectivos cómo se daban los vínculos…

JAR: Tiro también para seguir algo que podemos ver desde una con-
sideración de la temporalidad, por ejemplo: esto te lleva cuatro, cinco,
seis añitos para que empiece a caminar… recuerdo que la experiencia
que más activamente participé acá en Filo fue Revocables… y fueron
dos años al taco (una reunión de Junta cada dos semanas, hacer los bo-
letines…). El espacio tenía una dinámica que, hoy retrospectivamente,
podríamos decir no pudo sostener, por composición o por lo que sea,
no duró más de un período, un período y medio… Pero con la expe-
riencia de LV se puede ver esa otra temporalidad, otro gris de trabajo.
Y que se nos empieza a aparecer en algo que vos nombraste como el
«respeto». Por un lado esa visibilidad que vas ganando poco a poco,
que no la suplís empapelando todo Puan y Bonifacio, que la gente
empiece a tener un ida y vuelta real ahí (que tampoco se da por ir a
una reunión)… Pero esas relaciones que uno propone políticamente se
dialéktica 69
empiezan a nutrir con cuestiones como el respeto, el reconocimiento…
a pesar de que no haya una empatía ideológica… seguramente la gran
mayoría que se afilió en ese período cuando vio a LV, cuando el sindi-
cato se identificaba con el Partido Obrero, no era comunista.

EG: Arrancando por esto último, más temprano que tarde nos dimos
cuenta los/as que estábamos en LV en aquel entonces y los/as que se
fueron agregando, que no fueron muchos/as, hay que decirlo, que em-
pezaba a haber un techo en la participación, que empezábamos a en-
trar en la lógica de la representación macanuda, buena, transparente,
pero representación al fin... Y que muchos/as docentes, compañeros/as
nuestros/as, acudían a nosotros/as desde ese punto de vista, con mu-
cho respeto, con mucha confianza, pero que no dejaban de «utilizar-
nos» para solucionar sus problemas gremiales. Lo cual también eran
discusiones internas. Porque algunos/as de nosotros/as decíamos no le
solucionemos el problema sólo en forma personal-representacional,
por más que pasara por la Comisión Directiva y todo eso, involucré-
moslo, involucrémosla, que venga, participe… Y otra línea decía que
no, eso no lo podemos hacer porque si no, perdemos referencia, base
electoral. No por una cuestión utilitaria, sino porque los/as docentes
están en general de acuerdo con ese nivel de práctica política-gremial
y no podemos pretender que…, además si nos presentamos a eleccio-
nes, no podemos pretender que en el marco de estas reglas, cuando
ganas, no hacerte cargo de estas cuestiones. Eso fue siempre una dis-
cusión interna franca entre quienes integrábamos LV. Y a pesar de que
algunos/as estaban a favor de mantener esa «representación recíproca-
mente utilitarista» y otros/as no tanto, siempre estuvo en tensión, en lo
que sí coincidíamos ambos grupos que teníamos esta diferencia era
que había un límite en la participación y eso… Por más que llegamos
a tener quinientos votos, que era más de un tercio de la gente, de los/
as trabajadores/as docentes de la Facultad. Porque en la Comisión In-
terna votaban inclusive no afiliados/as. A nivel general UBA no pue-
den, sólo pueden votar afiliados/as, pero en las Comisiones Internas
puede votar todo el padrón docente. Y nos votaban más que a las listas
de graduados/as. En ese momento, inclusive, nos pusimos y nos pu-
sieron en una situación en la cual las propias gestiones nos empezaron
a ver como un factor político-académico que podía llegar a superar lo
gremial. Porque nosotros/as empezábamos a tener más votos trans-
versales, docentes y auxiliares de todo tipo, más que las listas más
encumbradas de las gestiones, que tienen todo un aparato que saben

70 dialéktica
cómo hacerse votar en graduados/as… así empezamos a tener una mi-
rada sobre nosotros/as que decía qué bueno esto de LV, pero cuidado
porque estos/as pibes/as pueden convertirse en… Y en ese punto tuvi-
mos tres, cuatro años, más allá de este problema de que los/as docen-
tes no ampliaban su participación por más de nuestra voluntad por
llamar, informar, de mandar las actas, etc., etc., no había mucha parti-
cipación. Al no haber tanta participación, entramos en la otra lógica de
resolver los problemas. Y como nosotros/as no nos negábamos, obvia-
mente, a reunirnos cotidianamente con las gestiones, no LV, sino la
propia Comisión Directiva, donde siempre íbamos uno/a de cada lista,
no es que nos reuníamos por afuera de… eso empieza a tener una re-
lación con las gestiones que sería para largo contar aquí... Pero que,
esto me parece bueno que aparezca en la propia des-grabación, que
quien lea esto y se interese, vaya al blog de LV y vea todo este derrote-
ro, todos estos problemas que nosotros/as expresábamos elección tras
elección o en los documentos que sacábamos en el medio como balan-
ce, poníamos estos problemas, no es que lo hablábamos en nuestras
reuniones, los poníamos a ver si nos generaba un ida y vuelta con los/
as docentes, en algunos casos lo generó, en otros no, pero, decía, nos
metió en una lógica en la relación con las gestiones (esto sería para
trabajarlo más extensamente porque es común a toda la Universidad),
donde se desdibuja un poco lo que es la patronal. Es muy difícil soste-
ner sin tensión que el Consejo Directivo es la patronal. Y a veces hasta
el Consejo Superior en algún punto. Son como instancias de patrona-
les con las que un gremio como el docente universitario se tiene que
reunir, que puede ser la Junta Departamental, donde las hay, un Con-
sejo Directivo, el Consejo Superior o el Ministerio de Educación y el
Ministerio de Hacienda. Muchas veces se confunde esto. Y mucho más
si vos bajas, vas a la Junta Departamental o vas al Consejo Directivo,
muchas veces con quien te encontrás charlando, como estamos char-
lando nosotros ahora, es tu compañero/a de cátedra o fue tu
compañero/a de estudio a quien hoy día vos tenés que ir a ver porque
un/a docente te planteó que tiene un problema en un concurso, con un
salario, con una licencia por enfermedad o por embarazo o el proble-
ma gremial que se trate. En ese sentido es difícil considerar a esa per-
sona, por más que en términos políticos y en términos universitarios
más generales, uno le dice si ya te metiste en el funcionarato es porque
ya tenés otros intereses políticos, pero es muy difícil considerarla pa-
tronal en ese punto. En última instancia, para resolver ese problema,
se constituye en patronal porque vos tenés que ir a conversar con esa

dialéktica 71
persona, y esa persona puede destrabar o no ese problema. Y eso se
hace a un nivel tan cara a cara, tan personal que empiezan esas confu-
siones entre lo institucional, lo personal, el favor, la macanudez… em-
pezar a tener los teléfonos de la gente, que te llame un/a secretario/a o
el propio decano o la decana por teléfono a vos, que sos un pinche…
Menciono este nivel tan micro porque también es un elemento a tener
en cuenta en la cotidianidad del trabajo gremial, al menos en nuestra
experiencia, que también fue objeto de tensión hacia el interior de LV
de cómo trabajar con estas cosas. Más allá de lo que dije antes, la repre-
sentatividad gremial había que mantenerla, no se podía hacer –des-
pués voy a lo que vos planteaste EDR sobre qué tiene que ver o qué
puentes se pueden trazar con experiencias como en estudiantes como
las listas revocables– en el nivel laboral, salarial de los/as trabajadores/
as docentes vos no podés decirle a alguien no te voy a defender, no te
voy a representar, poné la cara vos o vamos juntos o hagamos una re-
unión… Tenés que ir y defender lo que el docente, la docente, te dijo.
Obviamente si estás convencido, porque no vas a ir a defender algo de
lo que no estás convencido, al menos ese es mi caso. Entonces entrás
en una dinámica en la que te ves muy a menudo con la patronal más
inmediata que tenés que puede ser una Junta Departamental o un
Consejo Directivo. Y eso a veces genera esta cuestión de lazos sociales,
de relaciones humanas complejas para separar lo que significa una
cuestión administrativa institucional y la resolución de problemas por
canales institucionales y el favor personal, el «mirá qué macanudo que
soy»... Y con el co-gobierno que hay en un trabajo como el nuestro, que
no existe en ningún otro trabajo que yo sepa, más todavía, porque vos
podés participar de las dos cosas aunque nuestra idea como LV fue
siempre que si alguien participaba de una lista de Consejo Directivo
no podía participar en la nuestra. No por una cuestión de conflicto,
sino simplemente para separar esos intereses y tratar de que lo gre-
mial sea estrictamente gremial con nuestra impronta, es decir, estricta-
mente gremial pero en la especificidad del trabajo universitario,
abriendo el juego, no reduciéndolo a lo salarial o a las condiciones de
trabajo. Entonces eso fue un elemento bastante complejo que se conec-
ta con el otro elemento: cuando vos te constituís, como se constituyó
LV en su momento, en una referencia gremial muy importante, auto-
reconocida como de izquierda comunista, que tiene elementos de ho-
rizontalidad, de asambleísmo, de discusión de base, los/as estudiantes
te empiezan a ver con mucho afecto digamos [risas], con mucho inte-
rés, obviamente no los/as estudiantes de las orgánicas porque trabajan

72 dialéktica
en convergencia entre su representación docente, gremial y estudian-
til, según el partido. Acá había otra cosa, y así como en su momento
convergimos con la izquierda independiente a nivel de trabajo gre-
mial, empezó la convergencia a nivel de trabajo más general, de estu-
diantes que se acercaban a nosotros/as por diversas cuestiones como
ser tomas de la Facultad, problemas con los no docentes, listas en el
co-gobierno de Juntas Departamentales o de Consejo Directivo y ahí
empezaban también las tensiones hacia el interior de la lista, y en ge-
neral también, porque sin ser nosotros/as una orgánica como el PO, en
donde la unidad obrero-estudiantil viene ya dada ontológicamente,
nosotros/as teníamos discusiones diciendo «bueno, está bien» –por-
que, insisto, la casi totalidad de LV venía de la militancia estudiantil,
entonces no éramos «gurkas» anti-estudiantes…– pero, al mismo
tiempo, al haber pasado a otro claustro y sobre todo al ser trabajado-
res/as docentes de la Universidad, empezamos a ver y a experimentar
un hiato entre la cuestión estudiantil y lo que significaban los proble-
mas y los intereses de los/as docentes. Sin llegar a la bestialidad del
PO, había una discusión interna –otra vez, saludable, en el sentido de
cómo la teníamos nosotros/as, más allá de que no acordáramos [todos/
as], sacábamos [las distintas] posiciones y esas cosas– entre cómo tra-
bajar con los/as estudiantes y cómo no trabajar con los/as estudiantes.
Porque además nosotros/as estábamos tensionados/as… Teníamos
una base electoral muy fuerte y, como vos decías, no todos/as los/as
docentes eran de izquierda y nos «exigían», entre comillas, una repre-
sentación gremial más clásica, más tradicional, y no hacer tanto caso a
las «tonterías», a las «juvenilias estudiantiles» –todo esto entre comi-
llas–, pero nosotros/as teníamos mucho interés en trabajar con los/as
estudiantes –como también con los/as mal denominados/as «no-do-
centes»–, aún quienes tenían ese hiato, como diciendo «ojo que las
cuestiones salariales, las condiciones de trabajo, las tenemos que dis-
cutir entre los/as trabajadores/as, y los/as estudiantes no son trabaja-
dores/as de la universidad». Y entonces empezaban estas discusiones,
en mi opinión, sin establecer un hiato incomunicable entre una expe-
riencia y la otra. Con respecto a experiencias en las que participé más
o menos indirectamente –los/as Revocables antiguos/as de Antropolo-
gía, después los/as Revocables de Filosofía y más recientemente los/as
nuevos/as Revocables de Antropología- puede haber intersecciones en
términos de organización, de problemáticas, de perspectivas, pero hay
un elemento que para mí es de fundamental diferencia y que hay que
ver cómo se trabaja, esto que, por un lado, decía muy bestialmente el

dialéktica 73
PO y, por otro, decían algunos/as compañeros/as de LV, que es que
cuando vos estás en condición laboral-salarial, no es lo mismo, no es
exactamente lo mismo una lista horizontal, una lista que pretenda ba-
sismo, etcétera, que una lista que está en el co-gobierno universitario y
desde el claustro estudiantil. Y lo digo con la firmeza y la vaguedad de
seguir discutiéndolo esto, porque en algún punto es lo mismo y en
otro punto no es lo mismo. Y habría que trabajar mucho más para ha-
cerlas converger en lo que son convergentes y no forzar convergencias
donde no las puede haber o, por lo menos, donde todavía no las puede
haber. La convergencia es, obviamente, en líneas políticas. Si algunos/
as integrantes de colectivos gremiales, en este caso, de LV, y algunos/
as integrantes de esas experiencias estudiantiles de co-gobierno mili-
tan en algún espacio en común, ahí la convergencia puede aparecer
como total y sin fisuras, a pesar de que igualmente no se pone de ma-
nifiesto de la misma manera esa militancia, digamos autonomista, en
la forma estudiantil que en la forma gremio, esto es que haya conver-
gencia en ese punto no significa que después se ponga de manifiesto
de la misma manera en una organización estudiantil que dispute al-
gún espacio en el co-gobierno de una Junta o de un Consejo a lo Revo-
cables, que en una lista gremial, por más que inclusive los/as interlo-
cutores/as sean los mismos, porque si vos tenés Revocables, tus
interlocutores/as son tus mismos/as compañeros/as de estudio y tus
profesores/as en una Junta Departamental o en un Consejo Directo y
las «orgas» de izquierda, y si estás en lo gremial también son tus com-
pañeros/as de trabajo en la Junta o en el Consejo y las «orgas» y los
«gurkas» de las «orgas» que quieren trabajar para el partido y no para
la discusión gremial. Por supuesto, en lo gremial está la discusión tra-
dicional, de más de cien años, de qué significa un gremio, qué significa
el trabajo sindical desde la izquierda revolucionaria, y ahí hay todo un
debate que no voy a reponer acá. El/la que está leyendo esto sabe a qué
me refiero, a qué atenerse, cuáles son los límites y los alcances de una
militancia gremial. Algunos/as lo tienen resuelto según el formato clá-
sico, nosotros/as lo estamos discutiendo desde hace unos cuantos
años, respecto de qué quiere decir militancia gremial. Me remito a
todos los problemas que mencionamos anteriormente. ¿La participa-
ción gremial consiste en llegar desde afuera y orientar a los/as trabaja-
dores/as? ¿Es tener en cuenta la especificidad en tu trabajo? ¿O vos
podés militar en caucho, en calzado, en la universidad o en comercio
de la misma manera? No. Entonces en esas discusiones, que ya no son
tan clásicas, fueron ocultadas las perspectivas más horizontales y au-

74 dialéktica
tonomistas, las perspectivas que pensaron los límites y alcances del
trabajo gremial aún desde una política revolucionaria –esto de la tem-
poralidad que mencionabas vos antes–, por lo que es una discusión
pendiente, muy importante, y que para mí también tiene ese puente
que acabo de mencionar respecto de otras experiencias, que en algu-
nos elementos tienen intersección, potente intersección, pero en otros
elementos o no la tiene o hay que trabajar mucho más para que tengan
convergencia una experiencia como las Revocables, que menciona-
mos, y una experiencia como LV.

JAR: Sí, de hecho una de las cosas que mencionamos tal vez uno lo
podía pensar en esa relación divergente. Pienso en ese caso desde Re-
vocables que detectamos el uso político que hacían de las ayudantías
de segunda desde la Junta Departamental de Filo, hegemonizada por
los analíticos, que nombraban a ayudantes de segunda a alumnos que
estaban a punto de recibirse, entonces se recibían al otro mes y auto-
máticamente pasaban a ser ayudantes de primera. Entonces nosotros
[desde Revocables] habíamos pensado, como una manera de politi-
zar de otro modo esa ayudantía, en hacer que sea rotativa. Incluso
habíamos hecho un boceto de un Reglamento posible, que quedó en
estado de boceto. Nos juntamos justamente con alguien de LV y ahí
apareció la divergencia para mí. Cuando un estudiante empieza a
trabajar como ayudante de segunda inmediatamente empieza a tener
otro tipo de relación asalariada o no, por más que sea ad honorem,
con la institución universitaria. Después quedó ahí, no lo seguimos
trabajando.

EG: Bueno, ese tipo de contradicciones está todo el tiempo y hay que
manejarlas. Si bien en LV éramos muy homogéneos respecto de cues-
tiones más generales, más allá de algunos matices que fui mencionan-
do. Entonces, respecto de cómo trabajar a nivel ínter-claustros entre
distintas experiencias, ahí también había estas divergencias.

JAR: Pienso que una convergencia fue el Reglamento de Selección In-


terna, que incluso tenía un jurado tripartito y después el Consejo Su-
perior dijo «esto no pasa»...

EG: Ése no fue el de Selección Interna, sino que fue una de las co-
sas, entre otras, que LV hizo a partir del trabajo «gris» de proponer
ante cada problema la participación de todos los claustros y de las
gremiales: trabajó desde el punto de vista gremial el Reglamento de

dialéktica 75
Directores/as de Institutos de investigación y el Reglamento de Con-
cursos Regulares de Auxiliares Docentes. En lo personal participé de
esta segunda instancia, todo el tiempo, y, entre comillas, no por auto-
valorarme, pero lo que ocurrió por mi participación ahí es que se logró
que el jurado fuera tripartito con presencia con vos y voto de estudian-
tes. Y esto fue aprobado por el Consejo Directivo de Filosofía y Le-
tras. Después y obviamente, el Consejo Superior lo rebotó, porque era
anti-reglamentario. Esto muestra también estas tensiones, estas idas
y vueltas… Hay mecanismos institucionales, nos gusten o no, por los
que es claro que estas cosas no pueden aprobarse… Pero dicho Regla-
mento, hoy vigente, pondera de manera tal los antecedentes de los/as
docentes que no hace ganadores/as necesarios/as a quienes sigan una
carrera académica tradicional (productivismo clásico) en detrimento
del trabajo docente en distintos niveles y no sólo en el nivel universita-
rio… Vos EDR planteabas antes dos puntos…

EDR: Sí, de alguna manera ya los estuvimos trabajando. Por un lado


pensar la relación entre LV con la institución universitaria, porque se
ponían en contacto dos lógicas distintas y, por otro, los vínculos con
toda una constelación de experiencias en la Facultad, en qué medida
convergen y cuáles pueden ser los puntos de divergencia, como venía-
mos viendo…

JR: Sí, y también que las cosas que divergen necesitan tiempo para
converger, y no esa premura….

EG: Y también inclusive por ahí en el tiempo no van a converger y


es importante saber que son divergentes, pero divergentes en cuanto
que no se pueden asimilar tan fácilmente. Se puede tener una política
horizontal, de base, manteniendo esa divergencia.

JAR: Otra cosa que me quedó muy presente es el tener en claro que
cuando un compañero, una compañera, tiene un conflicto, invitarlo
a que vaya a una reunión de resolución y no que simplemente el Se-
cretario General del gremio vaya y hable con el Jefe de Cátedra, con el
funcionario. Después las subjetividades son más o menos cortadas con
la misma tijera, la gente va, resuelve su problema, «qué bueno che», y
no aparece nunca más.

EG: Sí, y hasta desde el punto de vista de cómo transmitir las cosas…
Si a vos te llama alguien…, tengo más de treinta años acá adentro,
entonces muchas veces el primer llamado era a mí… También les
76 dialéktica
pasaba a militantes del PO… Pero la diferencia es, si vos vas a una
reunión de Comisión Directiva, en donde están las dos listas -puede
ser acá o puede ser en otro laburo- y alguien comenta «me llamó
fulanito/a porque tiene tal problema», bueno, tenés que creer, tenés
que ver cuánto tamizó esa persona, cuánto recuerda, aún pensando
en buena leche, no es lo mismo «cuento esto, pero la invité a la per-
sona a que nos lo cuente por sí misma». Y nos pasó muchas veces.
Nosotros/as hicimos esto mismo como LV y era totalmente diferente
la forma de discutir y de llegar a la resolución. Por ahí la resolución
terminaba siendo la misma que si en diez minutos por teléfono la o el
referente solucionaba el problema… Pero ahí nosotros/as aplicábamos
cierto hegelianismo: no es lo mismo llegar a un mismo resultado con
un proceso que con otro proceso. Y bueno, eso lo practicamos bastan-
te. ¿Tuvo un límite? Sí, tuvo un límite increíble porque la mayor parte
de la gente decía «no puedo, tengo tres hijos/as, o trabajo todo el día,
necesito que me solucionen el problema porque si no la semana que
viene se me cae el salario». Y fueron muy fructíferas… Pero bueno,
es una gotita en el medio de otro tipo de resoluciones que, por cada
una de esas, había quince resoluciones que se daban en lo unilateral,
que no podían venir, etc., etc., que no querían enfrentarse a la gestión,
«no, no, andá vos y defendeme, representame, porque yo no quiero
ir porque después me van a cagar, porque después los/as tengo que
ver en la reunión de cátedra, o en la Junta Departamental…». Temores
fundados, ¿no?

JAR: En donde también se mostró una manera de trabajar, fue en la


última gran toma del 2010, ¿cuántos fueron, treinta, treinta y cinco
días que estuvo tomada la Facultad? Y quien tenía respetabilidad en
ese conflicto era la Comisión por el edificio, una comisión que había
trabajado muy bien, a diferencia de otras comisiones del Centro de
estudiantes, que había trabajado horizontalmente. Y después, cuando
se sale de ese conflicto, se crea una Comisión, en la cual surgió como
un conflicto legal…

EG: Bueno, esa Comisión salió con la misma lógica que LV entre comi-
llas «impuso» en los dos caso que yo mencioné anteriormente, cuando
la gestión de ese entonces quiso modificar el Reglamento de directores
de Institutos, nosotros les dijimos «armemos una comisión de docen-
tes, no docentes, graduados/as, etc.», y la comisión empezó a trabajar y
presentó sus resultados. Cuando pasó lo del Reglamento de docentes
auxiliares, también pasó lo mismo. Y cuando pasó el tremendo qui-
dialéktica 77
lombo de la toma de 2010…a nosotros/as se nos complicó mucho por-
que estábamos muy presionados/as por «abajo» y por «arriba», por-
que nosotros/as estábamos a favor de la toma pero no podíamos estar
a favor de la toma, porque los/as docentes estaban en general en con-
tra sobre todo por los métodos y por el tiempo que duró, y nosotros/as
representábamos gremialmente a los/as docentes, no podíamos decir
tan abiertamente que estábamos a favor cuando los/as docentes nos
decían que no podían llevar adelante sus tareas (como así también nos
lo decían los/as «no-docentes»). Pero de eso salimos, no sin heridas de
todo tipo, con una propuesta que hizo LV a la gestión y a la Comisión
del edificio de armar una comisión que fue la que terminó saliendo,
y el proyecto de edificio que se está construyendo salió de ahí, de esa
comisión que se armó…

JAR: Otros hechos anecdóticos que me acuerdo de cuando estábamos


en Revocables en Filosofía… Se estaban disputando una renta los
analíticos y los continentales digamos, y nos habían convocado a los
Revocables porque estábamos en la Junta. No me acuerdo bien cómo
fue el proceso, pero eso cristaliza en una reunión a la que fue XX a
defender a uno de los suyos, YY, y por el otro lado fue ZZ. Y creo que
estuviste vos también en esa reunión. Pero [nuestra postura era «cuál
es el problema si hay renta para los dos». Había tanta mezquindad…
Ambos compartían el punto ciego de la relación de clase, salarial, dis-
putándose ese lugarcillo académico…

EG: Si quisiésemos ir al nivel de lo anecdótico, cotidiano, las experien-


cias de ese tipo se multiplican, que es lo que terminó pasando un poco
con la experiencia, a la mayor parte de la gente –más allá de su «cre-
cimiento» personal, laboral, académico, su cansancio, la no incorpora-
ción de nuevas personas– la termina fagocitando, la termina liquidan-
do esta dinámica, porque terminás haciendo el 90% con esta dinámica,
con estas reuniones con miserias, con problemas, llamados telefónicos,
esa cosa bien, bien, individual, que roza en la mayor parte de los ca-
sos el individualismo, y uno/a no puede salir a decir nada, porque de
alguna manera entraste en la lógica de la representación. Entonces,
por ahí cuando entrás en esa lógica, es mejor retirarte a tiempo que
convertirte en, por ejemplo, el PO que no tiene ningún problema en
seguir haciendo todo con esa lógica. De hecho, acá pasó [en FFyL, tam-
bién en el CBC] un montón de veces que nos enteramos de que habían
tenido (ellos/as, los/as del PO) reuniones «privadas» con las gestiones
sin avisarnos a nosotros/as. Cosa que no tienen problema en seguir
78 dialéktica
haciendo. Eso es parte de su miserabilidad política. Pero esto es más
quizás lo anecdótico y lo miserable. Respecto de lo que quizás impor-
ta en esta cuestión, es ver los límites y alcances de experiencias, si se
quiere, horizontales, de base, en distintas instancias de la militancia en
general: militancia gremial dentro y fuera de lo universitario, también
en término de los claustros, que no es lo mismo como dije hace un rato,
la militancia territorial.... Qué se yo, es muy difícil. Y las tentaciones
son básicamente caer en esos acuerdos amplios, en esas lógicas, en
esas cosas clásicas, para permanecer. Y yo creo que si LV tuvo algo
bastante preclaro fue el haberse dado cuenta de que estaba entrando
en esa lógica, más allá de que algunos/as tenían más ganas de seguir
o no en esa lógica, y [se dijo] «no, nosotros/as no nacimos para esto;
no nacimos para multiplicar nuestra permanencia ahí». Porque si no-
sotros/as seguíamos y seguíamos ganando elecciones, ¿para qué? Eso
me parece que fue también claridad política de los/as integrantes de
LV, decir «no tiene sentido seguir siendo buenos/as representantes». Y
eso está bien porque, como siempre decimos, es bueno que algo muera
antes de que se reproduzca de manera impropia…

JAR: Pienso en eso que es más común en otras experiencias que frente
a cómo se suele entender la política en general, cuando nosotros apa-
recemos con una propuesta abierta, la gente se siente interpelada. En-
tonces o vota afirmativamente, o se acerca, incluso tiene esa confianza
para traer su problema. Pero eso que en un principio nos potencia, al
mismo tiempo se vuelve el límite: la respetabilidad, o lo que en un
boletín [del Nodo1] pusimos como «los buenos muchachos». No se ter-
mina nunca de reconocer que esa apertura democrática, horizontal, no
es «buena onda», sino que es una manera de hacer política, tan política
como el otro que te sustituye.

EG: Algo de eso creo que pasó con LV también, más allá de algunos
conflictos más locales, más específicos… La gente nos empezó a ver
como esas «buenas personas», con ese cruce de militancia, definición
de izquierda, laboralmente serios/as –estudiábamos, dábamos buenas
clases, investigábamos–. Y nos empezó a votar un espectro que iba
desde los/as profesores/as más, entre comillas, «conservadores/as»,
hasta la gestión casi completa. Entonces si uno busca en el blog, ve que
el PO nos empezó a acusar de que entregábamos a los/as trabajadores/
as porque éramos amigos/as de la gestión, y entonces la gestión nos

 http://nodocoorganizacion.com.ar/
1

dialéktica 79
votaba… 500 votos [sacábamos]. Fue muy transversal el voto, desde
el/la auxiliar más reciente hasta los/as «popes» de esta Facultad nos
empezaron a votar y a tomar como referencia de la defensa gremial
de los/as trabajadores/as docentes de la Facultad. Pero así como fue
potente eso al mismo tiempo fue el límite. Porque nosotros/as dijimos
«mirá que va en serio esto». E «ir en serio» qué significa: nada más y
nada menos que «vení a discutir colectivamente si tenemos un proyec-
to común para, por ejemplo, esta Facultad». Y eso nunca ocurrió. Nun-
ca ocurrió porque se limitaba a que había una gestión de lo gremial
más transparente, más copada, inclusive más honesta, y hasta más de
izquierda y más coherente que la del PO. Pero hasta ahí… Si vos los/
as invitabas a llevar adelante entre todos/as el trabajo gremial y a co-
nectarlo con lo político-académico, ahí se terminaba la coincidencia…

JAR: Un compañero nuestro lo suele graficar así: «Dentro de mi labu-


ro, todos quieren Asamblea. Salen del laburo, y quieren que vuelva
Cristina». Nosotros vemos que no es un mundo distinto cuando uno
sale afuera, pero para la gran mayoría…

EG: Lo que ocurre es que a veces, al ser tan minoritarios/as, tan micro
todos/as nosotros/as donde trabajamos y militamos, hay una tenden-
cia a identificar(se) muy rápidamente, o a hacer converger cosas que
por ahí necesitan más tiempo para hacer converger, y esa discusión
es una discusión interesante también para dar. Sobre todo para no
identificar(se) tan rápidamente… la contraparte de la unión obrero-es-
tudiantil ya de hecho… Nosotros/as damos por hecho que si te reunís
de una manera y hacés tres o cuatro cositas más o menos parecidas ya
tenés la misma política, y eso no es tan así porque la genuina conver-
gencia (o la potencialidad de la coorganización) se ve en el tiempo, se
ve en las prácticas, en el trabajo gris de la política que es toda la polí-
tica… No hay que ser tan, para mí, instantaneístas. Dos o tres formas
de hacer las cosas y ciertos tics de moda no te convierten en alguien
con el/la cual podés hacer cosas más en común, en comunista, acá y
afuera de acá...

80 dialéktica
Estudiantes en crisis
grupo de estudio de antropología crítica
geac

Lxs conocimos en Córdoba hace cuatro años. Asambleas y


conspiraciones proliferaban en todos lados: la X Reunión de
Antropología del Mercosur (RAM) ya no seducía a la masa de
los «aprendices» sobre cuya supuesta adhesión reposaba su
legitimidad institucional y política. En sus asambleas, los estudiantes
cuestionaban no solo las altas tasas de inscripción cobradas por
dicho congreso académico, sino también -y fundamentalmente- el
hecho de que, sin importar cuánto pagaran, su participación en
aquel espacio sería, siempre, absurdamente limitada y jerarquizada.
La RAM era el escaparate donde el establishment de la antropología
periférica exponía sus métodos, su canon y sus célebres invitados
de ultramar a la admiración pasiva y sacralizante de un público
estudiantil insoportablemente infantilizado. Pero en vez de producir
contemplación solemne, todas esas mercancías deslucidas causaban
rechazo entre quienes deberían sentirse seducidos por su presunta
utilidad. Hay que reconocer que los estudiantes ya no son los de
antes: ellxs han ido trazando sus propias disidencias a través del
contacto con otros textos, otros relatos sobre la investigación social
y sus posibilidades, otras teorías que el canon había olvidado,
otras esperanzas políticas quizás muy distintas a las que fueron
cultivadas por la generación de sus profesores, inmersa en el terror
de las dictaduras y, más tarde, en el cuerdo consenso de la democracia

dialéktica 81
liberal post-autoritaria. En Córdoba esas múltiples disidencias
disgregadas lograron producir vasos comunicantes que volvieron
posible la composición de una ácida lectura compartida sobre la
disciplina antropológica y sus rituales de institucionalización. En
su confluencia, los flujos disidentes dieron origen a una especie de
congreso alternativo que supo, a su vez, embestir contra el congreso
formal hasta deformarlo. La misma masa humana que la disciplina
pretende moldear -«proceso de formación» mediante- en su cuerpo
docilizado se presentó, en Córdoba, como el límite concreto de toda
pretensión de disciplinamiento: los estudiantes querían interrumpir
y reorientar aquellos mecanismos institucionales destinados a
formarlos en sinergia con la estabilidad de una disciplina. Exigían
paridad en las instancias deliberativas de la RAM; querían voz en
los foros en donde se discute la teoría y se presentan los resultados
de la investigación social; ya no pensaban pagar tasas elevadas
de inscripción para ganarse el derecho a aplaudir a sus maestros y
asegurarles, así, la certeza de que los años dedicados a la mediocridad
de la vida universitaria valieron realmente la pena.
Sin embargo, la práctica política de los estudiantes iba más
allá de sostener la necesidad de reformar o democratizar congresos
académicos. Buena parte de la insatisfacción materializada en sus
reclamos puntuales era consecuencia de unos experimentos de auto-
formación y autonomía política cuyos efectos creadores se expanden
más allá de las rutinas académicas y no dependen, por lo tanto, de
sus eventuales concesiones para seguir reproduciéndose. Cuando lxs
conocimos en Córdoba, ellxs estaban tratando de aceitar su propia
máquina de indisciplina en la carrera de Antropo de la Universidad
de Buenos Aires: algunxs participaban en la Materia Colectiva
de Epistemología y ya empezaba a circular entre ellxs la idea de
intervenir con más fuerza en las estructuras burocráticas de la carrera.
En cuanto a nosotrxs, desde 2011 veníamos elaborando nuestra propia
máquina de crisis en Brasil, que lleva por nombre Grupo de Estudios
en Antropología Crítica (GEAC). El GEAC problematiza y practica
la investigación social en sinergia con el compromiso militante,
y con un cierto delirio marxista -y comunista- que distorsiona
irremediablemente su antropología. Es, asimismo, una maquinita
que se propone molestar el aparato disciplinar haciendo síntesis con
todo aquello que lo interrumpe en pro de nuevas experimentaciones
colectivas. Con el paso del tiempo, lxs compañerxs que conocimos
en Córdoba devinieron Revocables y nosotrxs tuvimos algunas

82 dialéktica
oportunidades1 para compartir -y quizás potenciar- con ellxs las
consecuencias de ese devenir. Encontrarnos con Revocables nos
permitió conocer una estrategia de lucha que articula la reflexión
sensible sobre los procesos de disciplinamiento con la activación de
las fuerzas colectivas necesarias para su superación efectiva.

¿En qué anda metido Revocables?

Luego de una intensa disputa de ideas y proyectos con las fuerzas


políticas que tradicionalmente encarnaban el movimiento estudiantil
de la carrera de Antropo, Revocables logró convertirse en mayoría
estudiantil en la Junta Departamental. Ellxs son estudiantes de grado
con trayectorias políticas y sociales heterogéneas que terminaron
confluyendo en los pasillos de Filo en torno a un malestar compartido:
no les cabía una política institucional basada en la elección de
representantes que, una vez instalados en los órganos de co-gobierno
de la universidad, se convertían en delegados irrevocables de una
presunta «base social» convertida en sujeto pasivo de la política. Al
«adaptacionismo» de las representaciones actuales, ellxs oponen
la «presentación de los cuerpos» y la generación de «procesos de
intervención colectiva y subjetivación política que se nutren de la
participación masiva de los estudiantes»2. Esta política ya había hecho
incursión en Filo en los noventa, algunos años antes de las sublevaciones
populares del 2001. Conociendo algo de la historia reciente de las
luchas estudiantiles en Puán, es posible trazar algunos paralelos entre
las proposiciones de Revocables y la política reivindicada antaño
por otras organizaciones autonomistas. Se nos ocurre, por ejemplo,
la propuesta de El Bloke, que hacía hincapié en cierto comunismo
asambleario basado en el autogobierno de los estudiantes, la promoción
de la revocabilidad de los cargos electivos y la democracia directa. El
énfasis en los ambientes asamblearios, retomado y actualizado por
Revocables, parte de la premisa de que las acciones decisivas, aquellas
capaces de transformar radicalmente nuestros espacios de vida, solo
adquieren potencia y efectividad cuando, en su entorno, se construyen
consensos y compromisos colectivos sólidamente afianzados. Las

1
Las reflexiones, desarrolladas en dos momentos distintos, están disponibles en el blog
del Grupo de Estudios en Antropología Crítica (GEAC): www.antropologiacritica.wor-
dpress.com .
2 
Extraído de la plataforma electoral de Revocables del año 2016. Disponible en: https://
issuu.com/revocablesdeantropoyarqueo/docs/plataforma_revocables_2016

dialéktica 83
asambleas son una herramienta fundamental en ese sentido: en
ellas las estructuras burocráticas de la universidad se problematizan
de cabo a rabo, es decir que se las piensa en su unicidad simbiótica
con las dinámicas hegemónicas de producción y enunciación del
conocimiento. La disciplina antropológica «oficial» -clausurada en
las cátedras y defendida por grupúsculos clientelares corporativos-
es conservadora y asfixiante porque las formas institucionales que la
sostienen también lo son -y viceversa.
En el 2017, Revocables ganó por segunda vez seguida la
mayoría estudiantil en la Junta Departamental. Esta situación genera
consecuencias políticas algo paradójicas: por un lado se actualiza el
sistema electoral representativo y, por otro lado, se pone en entredicho
su modus operandi más convencional. Revocables sigue criticando,
sistemáticamente, los límites de la «democracia» universitaria en la
UBA. Sus integrantes apuestan, cada vez más, a una política de agitación
constante en los pasillos de Filo; una política que rompe las rutinas de
la representación y que favorece la problematización inmediata de los
malestares impuestos por la vida institucional puanense. Participar en
la Junta Departamental, en este contexto, no tiene nada que ver con el
posibilismo. Se trata, más bien, de cartografiar las arbitrariedades del
sistema de co-gobierno universitario y volverlas visibles para un gran
número de personas, de modo que sea posible someterlas a estrategias
de acción directa en la medida en que el cúmulo de fuerzas permita
hacerlo. Toda la información que circula en las reuniones de la Junta
Departamental es rápidamente socializada entre los estudiantes,
lo que disuelve las cajas negras institucionales y proporciona una
imagen estratégica de los intereses y la correlación de fuerzas vigentes
en el Departamento.
Revocables es una máquina de crisis: provoca un permanente
estado de movilización desde el cual los estudiantes pueden reflexionar
críticamente sobre los mecanismos disciplinarios que los (de)forman.
Quizás el efecto más peligroso de la máquina-Revocables sea el de ir
reactivando el pensamiento y la política en los pasillos de Filo. Tarde o
temprano llegará el momento en que estos mismos pasillos se vuelvan
demasiado angostos como para soportar la potencia comprimida
entre sus paredes.

84 dialéktica
ARTÍCULOS
VARIOS

dialéktica 85
Auto-defensa popular
Charlaba con el chofer. Lo había
conocido durante los conflictos en
la línea 60, hacía un par de años.
El chofer reconoció en la parada
siguiente a un par de pungas que
ya había visto «trabajando» en su
colectivo. Como había otras personas
en la parada, no podía pasar de
largo, le explicó después. «Cuiden los
celulares, las mochilas, las carteras»,
les dijo, fuerte, a lxs pasajerxs que se
apretaban cerca de la puerta delantera
y arrimó el colectivo al cordón.

86 dialéktica
Rosa Luxemburgo y la crítica a los fenómenos
burocráticos1
Maurício Tragtenberg2

A veces me quedo pensando en qué medida tenemos tantos viudos de


Rosa Luxemburgo. Lo hablábamos entre nosotros, hace quince años
atrás. Empecé a interesarme por los malditos eternos problemas, como
decía Dostoiévski, en el 45 o 46. Cuando cayó la dictadura de Vargas,
yo era un pibe y autodidacta; compraba un periódico en São Paulo, en
la Praça da Sé, un semanario llamado Vanguarda Socialista, editado por
Mário Pedrosa, que después iba a ser uno de los fundadores del PT.
Era un periódico increíble. En aquella época colaboraban Karl Korsch
y James Farrow (¡hasta Edgar Carone aparecía en las fotografías!).
La Revolución Rusa y las «Cuestiones de organización de la social-
democracia», textos de Rosa, aparecían al lado de trabajos de Bujarin,
Hilferding y Kautsky. Y nosotros nos enterábamos de los grandes
dilemas del marxismo. Es como digo: se puede ser antimarxista,
pero no se puede desconocer el marxismo. Como una suerte de

Traducido por Lucas Gomez.


1 

Maurício Tragtenberg (1929 - 1998) fue un pensador brasileño, nieto de inmigrantes judíos
2 

radicados en el sur de Brasil. Cursó la escuela primaria hasta que, con la muerte de su padre,
se muda a São Paulo con su madre y empieza a trabajar desde joven. A partir del incentivo
de Antonio Cândido, otro gran intelectual brasileño, ingresa a la universidad de São Paulo.
Es aceptado por medio de una disertación que le sirve de reconocimiento ante la institución.
Termina la carrera de Historia y pasa a trabajar como docente en diferentes facultades. Dentro
de sus temas más desarrollados, se encuentran: la burocracia, la administración, la ideología y la
pedagogía. Algunos de sus libros son: Administração, poder e ideologia (1980), Marxismo
Heterodoxo (org., 1981) y Reflexões sobre o Socialismo (1986).
El siguiente texto fue presentado como contribución para el libro Loureiro, Izabel &
Vigevani, Túlio. (orgs.). Rosa Luxemburg: A Recusa da Alienação. S. Paulo, UNESP, 1991.

dialéktica 87
marxista anarquizante, voy a explicarlo mejor. Son tan importante las
tesis económicas-sociales de Marx que hasta hoy la izquierda no ha
presentado cosa mejor. Todavía, el anarquismo tiene una contribución
al nivel de las superestructuras, al nivel del análisis de los movimientos
sociales, de la lucha contra la burocracia – esa desgracia de nuestro
siglo – y en la defensa de la libertad como valor.
Aunque no sea libertaria, Rosa Luxemburgo hace una defensa
seria de la libertad política. El liberal adopta la libertad política para
justificar la desigualdad económica. Pienso que la izquierda debe
adoptar la libertad política para caminar hacia la igualdad económica.
Esa es una diferencia muy grande entre una posición de izquierda
y una posición liberal clásica, especialmente acá en este país de
liberales que no liberan jamás. Basta con considerar que en el Imperio
nuestros liberales eran esclavistas y que las grandes leyes en contra de
la esclavitud vinieron de ministros conservadores. En la República,
nuestros liberales, que siempre planearon golpes de Estado, llegaron a
la victoria en 1964. Hace muchos años nuestro presidente3 pertenecía
al ala joven de la antigua União Democrática Nacional, que, además
de no ser democrática, pregonaba el golpe de Estado. Era más
americanista que brasileña.
Me tocó el tema «Rosa Luxemburgo y la crítica a los fenómenos
burocráticos». Pensé que el subtítulo de la charla podría ser «dios-y-
el-mundo». La mejor forma de quedarse fiel al espíritu de Rosa es no
sólo participar de un seminario erudito, sino también recalcar una
cosa que el viejo Lenin ya preveía en relación a los revolucionarios.
Debo decir que, en este país, revolucionarios son una especie en
extinción. En El Estado y la Revolución – es bueno recordar – Lenin dice
que los revolucionarios cuando viven son perseguidos, calumniados
y desmoralizados; muertos, se convierten en santos y héroes, pero se
castra el contenido revolucionario de su discurso para engañar así a
las clases oprimidas. Y con Rosa está pasando algo semejante, un tipo
de confusión entre socialismo y social-democracia.
En primer lugar, los cretinos que dicen que la social-democracia
es buena para el Brasil no perciben que ella es la forma moderna de
reproducción del capital. En segundo lugar, tiene tanto que ver con
Marx como mi abuela tiene que ver con la bicicleta o la electricidad.
Los social-demócratas tienen un origen lassalliano, especialmente
en Alemania, en términos de socialismo nacional. Basta con ver
la correspondencia de Marx para ver que él, Lassalle, era más
3 
José Sarney, presidente entre 1985-1990. [Nota del traductor].

88 dialéktica
bismarckiano de que propiamente marxista. Ocurre con la social-
democracia lo que va a pasar con muchos partidos de izquierda. Es
un gran dilema de la izquierda mundial: se crean organizaciones
para cumplir determinados fines, se crean partidos políticos,
estructuras como la social-democracia. Esta, una máquina inmensa
criada entre 1880 y la Primera Guerra Mundial, en la República de
Weimar, va a continuar, sin embargo cada vez menos social y cada
vez más democracia, una democracia bien al gusto local como siempre
hubo en Alemania, que siempre fue un país de súbditos, nunca un
país de ciudadanos, porque allá la revolución burguesa no tuvo la
radicalidad de los Estados Unidos, de Francia y de Inglaterra; también
allá el liberalismo era como en Brasil, un liberalismo «de cartón». Y
realmente porque la tradición burocrática y la tradición junker en
Alemania se juntaron al capitalismo. De esta contaminación va a
salir un pseudoliberalismo, una pseudodemocracia. Aún en el plano
ideológico, la Alemania es mucho más pietista que liberal. Nunca
hubo una ideología liberal consistente en Alemania; uno de los pocos
liberales fue Max Weber, un liberal desesperado porque era alemán
con ideas inglesas. Pero la radicalidad de la revolución burguesa en
Inglaterra no se repitió en Alemania. Entonces, el llamado liberalismo
avanzado nunca tuvo oportunidad de desarrollarse. Si no se morían,
terminaban ya de viejos a la derecha, si morían a tiempo, por lo menos
conservaban la imagen. Fue el caso de Max Weber.
Esas organizaciones son creadas para cumplir determinados
fines. Se crea, entonces, una máquina con funcionarios, militantes,
periodistas e ideólogos oficiales. Y en el proceso la actividad-medio
se vuelve fin. Y el fin es olvidado. Como en el caso de las Iglesias. De
hecho, Rosa Luxemburgo tiene un lindo texto sobre el cristianismo
primitivo cuando era cristianismo. Las Iglesias sirven para salvar las
almas, teóricamente. Pero, en el proceso de salvación de las almas, crean
una burocracia de monaguillos, curas, obispos, arzobispos, cardenales
y papas. ¿Y qué ocurre? El medio se vuelve fin; y el fin es olvidado.
El auto-sostenimiento de la burocracia en los cargos administrativos
se vuelve lo central, y el gran mensaje de cambio social queda para
las reuniones de domingo en familia o para las actividades políticas
que yo llamaría de rutina o meramente formales: reunirse en el 1ro de
Mayo... Por ejemplo, se odia al inmigrante que está trabajando en el
país, se lo considera un desgraciado afuera de la ciudadanía, pero en el
1ro de Mayo se canta «La Internacional». Primero se ve al proletariado
de su país bajo un nacionalismo bien del siglo pasado, pero en el 1ro

dialéktica 89
de Mayo ¿quién no canta «La Internacional»? Se volvió un acto ritual.
Entonces es necesario decir que hay dos lados en los procesos de
burocratización, el de la mentira y el de la verdad; porque la realidad
es ambigua. El lado de la verdad, no hay dudas, es que el nacimiento
y el crecimiento de la social-democracia en Europa corresponde al
desarrollo del capitalismo.
En segundo lugar, existe la necesidad del capitalismo en
cooptar a la clase trabajadora para sus proyectos. Y no es azaroso
que la legislación social alemana, antes mismo de la hegemonía de
la social-democracia, aun bajo Bismarck, era la primera legislación
social del mundo. ¿Por qué? Porque el estado bismarckiano ya
percibía esa necesidad. Él sólo podía usar la ley anti-socialista en la
medida en que, al mismo tiempo, cooptase a los trabajadores para el
ámbito estatal-burocrático. Poco después salió la ley anti-socialista, y
el partido social-demócrata quedó legalizado. Pero los instrumentos
estatales de cooptación de la clase trabajadora – los derechos sociales,
derechos de vacaciones, los institutos de auxilio al trabajador en áreas
médicas o culturales – se mantuvieron como aparatos de estado.
Entonces, el crecimiento y la ampliación de la social-democracia
caminan con el crecimiento y ampliación del capitalismo. El proyecto
social-democrático, inicialmente revolucionario (al menos en el viejo
Engels), en la medida que avanza – el partido social-demócrata gana
millones de adeptos, gana centenas de diputados en el Reichstag, gana
una imprenta fuerte y un cuerpo editorial, de editores que publican
libros leídos por millares de trabajadores – ocurre una perversión en la
historia: los revolucionarios del período inicial se vuelven funcionarios.
Aparece entonces la base social del llamado reformismo, que Rosa
define como oportunismo político. Rosa se opone a ese proceso de
burocratización no sólo del partido, del alma del partido, sino también
del proyecto político de la social-democracia. Esta se volvía cada vez
más democracia en el sentido capitalista y menos social en el sentido
del cambio. ¡Imaginen que en la II Internacional había ciudadanos
como Bernstein y Van Kohl, que pregonaban el colonialismo socialista!
Pero no es solo el caso de Alemania.
En Francia, el gabinete Mitterand, la social-democracia hace la
experiencia de un régimen social-demócrata en régimen capitalista. Me
acuerdo de un compañero, mi director de tesis, que, en la televisión,
justificaba la necesidad de que hubiera un obrero en la presidencia
de la República. Dudo de esa necesidad. McDonald, primer ministro
inglés, reprimió las grandes huelgas de mineros de la década del 20.

90 dialéktica
Ebert, un obrero, fue nada más nada menos que uno de los asesinos
indirectos de Rosa Luxemburgo y encaminó la revolución alemana
para el empalme con la lógica del capital. Entonces, a veces, yo me
pregunto si es tan importante que hubiera un obrero en la presidencia
de una república capitalista. Sinceramente, tengo grandes dudas al
respecto: los ejemplos históricos hablan en contra de esto4.
Pero lo que había de real en la social-democracia, de beneficios
para el obrero, eran los derechos sociales. Los derechos sociales son
beneficios reales de la clase obrera europea bajo la social-democracia.
Pero es claro que son instrumentos de legalización de esta clase.
Edelman, un jurista francés, escribió La legalización de la clase obrera,
libro en que muestra cuantas veces la legalización puede significar la
cooptación de los dominados, la integración en la máquina burocrática
estatal y la conversión de las grandes ideas de cambio en un cementerio
de esperanzas perdidas.
También es verdad que la social-democracia correspondía al
deseo de una fracción importante de los trabajadores alemanes por
las reformas sociales, porque nadie puede vivir de idealismo durante
cincuenta años. Eso vamos a percibir en el proceso de la revolución
alemana. Hay un americano, que es alemán, Barrington Moore,
un americano serio, de formación marxista, que tiene un trabajo
notable, Injusticia, cuyo subtítulo es «Lo que lleva a las personas a
aceptar la dominación y lo que lleva a las personas a oponerse a la
dominación». Él reconstruye el cuadro de la revolución alemana de
1918, basado en biografías de trabajadores alemanes. El trabajador
alemán siempre tuvo un nivel cultural alto, y era común que escribiera
su autobiografía. Cuando explota la revolución de 1918, los mineros
alemanes toman la delantera y forman un ejército rojo. Lucha hasta
el final. Pero los metalúrgicos no participan con esa intensidad.
Barrington muestra, a través de la autobiografía de los metalúrgicos
alemanes, la existencia de un cierto conservadurismo en la clase
obrera y que, en ese conservadurismo, ella clama por la protección
estatal vía social-democracia. Todo proceso social es ambiguo: tiene
un lado de verdad, es decir, realmente el ala derecha de la social-
democracia que encaminó la revolución para el empalme con el capital
tuvo un cierto apoyo de algunas capas de los trabajadores alemanes.

El presente texto fue publicado en 1989. El lector debe tener en cuenta que este fue
4 

el año de la primera disputa electoral para la presidencia del país desde la «apertura
gradual» de la dictadura civil-militar brasileña. Lula fue candidato y quedó en segundo
lugar. [Nota del traductor].

dialéktica 91
Eso no quiere decir que la clase, en su conjunto, lo apoyara, si no no
habría ni revolución. Barrington Moore muestra que los mineros del
Ruhr tomaban la vanguardia y formaban los ejércitos rojos, al paso
en que los metalúrgicos, mucho más conservadores, aguardaban las
palabras de orden de los jefes de la social-democracia, Ebert, Noske,
Scheidemann y otros, los jefes burocráticos de la social-democracia.
Toda la polémica de Rosa Luxemburgo contra Bernstein no
es sólo marxismo contra revisionismo. Es más amplia, y por eso
actual, clásica. ¿Por qué hacemos un seminario sobre Rosa? Porque
ella es clásica, y todo clásico es actual. ¿Y en qué ella es actual, en las
críticas a Bernstein? Acá no se va a reconstruir la crítica a Bernstein y
su respuesta. Todavía, si analizamos dos críticas centrales de Rosa,
se llega a lo siguiente: el sindicalismo puro no es camino para el
socialismo. El sindicato existe como un medio de defensa del trabajador
contra el capital, y no más que eso. El sindicato existe para preservar
el sector dos de la economía. Crear el consumidor que, vía aumento
de salario, va a consumir más productos del sector dos, el sector de
bienes de consumo. Y punto final. ¿Y qué es lo que nosotros vemos
hoy? Realmente esa panacea de que sindicato, adentro de la línea
revisionista, podría ser la ante-sala del socialismo, el sindicalismo en
sí, está desmentida por la realidad del siglo XX, en que tenemos, hoy,
una cosa que en el tiempo de Rosa estaba en formación: el capitalismo
sindical. Esta es una formación capitalista en que el trabajador
contribuye indirectamente para las grandes burocracias sindicales,
que se vuelven dueñas de bancos, juegan en el mercado de acciones y
tienen cadenas mayoristas y fábricas.
¿Cuál es el origen de esto? Es la Istradur, la central sindical de
Israel, fundada en 1920, dos años después de la revolución rusa y,
por lo tanto, veinte y pocos años antes de la creación del Estado de
Israel. Esta central sindical ya admitía el capitalismo sindical. Llegué a
encontrar en São Paulo uno de los líderes de esta central – ¡ellos tienen
fábricas, tiendas, juegan en la bolsa y tienen hasta un departamento
sindical! Le pregunté: «Bueno, pero ¿cómo defienden al trabajador,
ustedes tienen tiempo para eso?» Me dijo que tenían una persona
encargada de defender a la clase obrera. Como decía Camões5, es
demasiado amor para tan corta existencia... Pero ese capitalismo
sindical es una realidad hoy en Francia y en Alemania. En Estados
Unidos ni hablar. Las centrales sindicales son grandes empresas. Hay
Luís de Camões (1525-1579), fue el poeta épico de los años de oro de Portugal, autor
5 

del poema Os Lusíadas. [Nota del traductor].

92 dialéktica
grandes burócratas con gran poder de negociación en el cuadro del
capitalismo.
Esto lleva a otra cuestión, la vieja crítica de los comunistas
de izquierda, unos tipos muy discutidos y poco leídos. Pannekoek,
Herman Gorter, por ejemplo, los comunistas de consejos, gente que
no aparece en bibliografía marxista académica común, pero que ya es
hora de que empiece a aparecer y a ser discutida en las universidades.
Existe un portugués actual, João Bernardo, que está en la línea del
comunismo de consejos. Estos muestran cómo el sindicalismo bajo el
capitalismo tiende a ser un factor contra-revolucionario, y enfatizan
una línea presente en Luxemburgo, que es la idea de los consejos. Lo
vemos más adelante.
Hay otro lado. Rosa, en su crítica, muestra actualidad: el
cooperativismo tampoco es de ninguna forma el camino para el
socialismo. Tenemos el ejemplo paulista de la Cooperativa Agrícola de
Cotia, que es un grande oligopolio de hortifrutigranjeros en el mejor
esquema capitalista.
La tercera panacea es la del parlamentarismo. Como dice Gorter,
escribiendo a Lenin: «Usted nos critica en la enfermedad infantil
del izquierdismo en el comunismo, ‘¿por qué no aprovechamos el
parlamento para denuncias políticas?’» Bueno, en primer lugar,
el trabajador felizmente no lee el diario oficial, y las discusiones
parlamentarias salen en el diario oficial. En segundo lugar, la lucha
parlamentaria crea mucho más ilusiones de lo que ayuda en las luchas.
Las ilusiones que ella crea son mucho peores para el movimiento de
trabajadores que cualquier denuncia que pueda hacer en el proceso
de lucha. Y otro problema, que es un bello instrumento de cooptación
de la pequeña burguesía a nuestra clase; es que podemos cambiar
de profesión y tener una jubilación a los ocho años de parlamento,
y un salario relativamente mejor que de profesor universitario. El
parlamento puede ser un vínculo de ascensión social para la pequeña
burguesía y, si se entra por un partido de izquierda, no se tiene
sentimiento de culpa, porque está la estrella roja que limpia cualquier
culpa.
En el caso de Rosa, lo importante es la absoluta coherencia
entre medios y fines, entre vida y discurso, cosas raras en los días que
corren. En los días que corren, como dice Maquiavelo, vemos discurso
de león; y después esa gente radical, ante el poder, asume forma de
zorro. Es el juego del león y del zorro. Se puede tener un discurso de
león ante los estudiantes y un discurso de zorro ante un rector de una

dialéktica 93
universidad o un ministro de Estado, porque poder es poder.
Un dato central, patrimonio del movimiento socialista en
general, es la exigencia de la coherencia entre discurso y práctica. No
es posible ser altamente avanzado como hombre público, pero golpear
a la esposa y esclavizar a los hijos en la vida privada. Lo que se es
en la vida privada es la base de lo que se va a ser en la vida pública.
No hay dudas de que un tirano en las relaciones directas buscará, en
las posiciones de poder en la vida pública, tiranizar a los demás. Es
importante en Rosa Luxemburgo esa exigencia de coherencia hasta
casi inhumana, terrible, entre el discurso, la existencia y la práctica
política. Ese es un producto que hace falta en el mercado de la izquierda
mundial. Creo que lo que domina es muchas veces lo contrario: la
persona es muy libertaria en la vida pública, ante el gran público, pero
en la esfera de las relaciones directas es altamente tiránica.
Entonces ¿qué ocurre? La social-democracia, como una
organización, tiene fines. Quiere realizar el socialismo. Y, para realizar
esos fines, crea actividades-medio tremendas; pero los medios quedan
fines, y los fines se olvidan. Cuando Hitler toma el poder en 1933 –
una desgracia terrible para el mundo, una derrota del mundo, no
solamente del proletariado alemán – ¿cuál es la preocupación de los
social-demócratas de derecha y de muchos sindicalistas? Es salvar la
organización: mimeógrafos, off-sets, los edificios del partido, los stocks
de papel, etc. La preocupación de esa gente es salvar la organización,
y eso nos pone otra cuestión en la cual todo marxista debe estar atento:
puede existir el fetichismo de la organización, y la izquierda no puede
caer en el fetichismo. La organización no puede ser una especie de
Dios en la tierra. Toda organización es medio para realizar fines. Al
momento en que se queda como un fin en sí, tiende a perder el sentido.
Y ahí surge el fetichismo de estas personas que dicen partido con p
mayúscula, olvidando que él es un instrumento de la historia, que
tanto puede ser el instrumento de realización como lo contrario. Eso
depende de la relación de fuerzas entre las clases sociales.
De ahí cierto escepticismo de Rosa en relación a los aparatos y
la valorización de la acción directa del trabajador. ¿Rosa anarquista?
No. Ella siempre fue una mujer de partido. Hago una lectura de Rosa,
pero conozco los límites. Cuando responde a Lenin que «los errores
del movimiento de masas son más importantes para la clase obrera
que la infalibilidad del mayor comité central», tiene la razón histórica
a su favor. ¿Las grandes derrotas de la clase trabajadora fueran
debidas a qué? A los grandes comités centrales, que eran grandes

94 dialéktica
organizadores de derrotas. Esto fue la social-democracia de 1918; fue
la revolución austríaca de 1934, enterrada por los austro-marxistas; fue
la revolución china de los años veinte, cuando el partido se disuelve
en el Kuomintang, y Chiang Kai-shek organiza una de las mayores
represiones de la historia moderna contra ese mismo partido; los
frentes populares de 1934, que eran más frentes y poco populares; los
frentes populares de la guerra civil de España, en la cual el trabajador
se encontró en una especie de masa de maniobra de la burguesía
liberal, y eso no evitó el fascismo y tampoco la Segunda Guerra
Mundial. Entonces, cuando Rosa pone el problema de la participación
de base, el rol de los consejos de trabajadores y su importancia para el
movimiento socialista, estaba en la mejor tradición marxista. Explico
por qué.
Marx valoriza un concepto olvidado en el marxismo-leninismo,
la asociación. La I Internacional de Trabajadores se llamó Asociación
Internacional de Trabajadores. Marx decía que el obrero vale como
fuerza colectiva, pero poco como individuo. Sólo tiene valor como
fuerza colectiva. ¿Y qué va a ocurrir? El obrero, para suprimir la
competencia que el capital establece entre ellos, parte para la lucha
reivindicatoria. Ahí se organiza en forma de asociaciones entre iguales
y organizaciones horizontales en que todos son iguales, y ninguno es
más igual que el otro.
A través de la historia de las revoluciones contra la burocracia
(¡miren bien el Este europeo!) siempre vuelve la forma de consejos.
¿Por qué los húngaros, en los años 50, se van a oponer a la burocracia
del partido, organizando una revolución con base en consejos?
¿Por qué los polacos buscan una forma próxima a los consejos para
reaccionar contra la burocracia que quiere hablar a su nombre?
¿Por qué los checos, bajo Dubcek, también recurren a los consejos?
Eso pone la siguiente cuestión para la izquierda: toda vez que el
movimiento de trabajadores es orgánico, viene de la base hasta el tope,
se organiza de forma horizontal. Y ese es el sentido revolucionario
del movimiento de los trabajadores. Por lo tanto, en el universo de
discurso de Lenin, es importante saber si la huelga es económica o
política. De ahí surge la discusión del espontaneísmo o no. Lenin dice
que el movimiento obrero dejado a sí mismo es espontaneísta, y sólo
el partido lo organiza. Esa es una línea de pensamiento respetable,
pero es posible ser marxista sin ser leninista. Como la propia Rosa lo
fue. Eso quiere decir que el propio movimiento de auto-organización
puede empezar espontaneo, pero, en el proceso de lucha, la clase se

dialéktica 95
organiza: huelgas que empiezan con reivindicaciones económicas
pasan a cuestionar la división del trabajo, pasan a cuestionar la
jerarquía en la fábrica, huelgas contra el cronometraje, contra el ritmo
de trabajo, no sólo por reivindicaciones económicas. En este proceso,
la organización de los gremios es en forma de asociación, una forma
y organización horizontal que supera la división dirigentes-dirigidos.
En una comisión de fábrica, de lucha, en un consejo de fábrica, los
obreros son dirigentes y dirigidos. No existe aquella separación
rigurosa de dirigente adelante y dirigido obedeciendo la palabra de
orden. Las dos cosas se dan al mismo tiempo. El trabajador se reúne no
sólo para luchar contra la jerarquía y el ritmo de trabajo, también para
reconquistar un saber que el capitalismo expropia. En las fábricas,
muchas veces, tenemos obreros que enseñan a muchos ingenieros,
especialmente diseño industrial.
Entonces, la organización de las luchas espontaneas es el
proceso de auto-organización de una clase en una comunidad de
existencia. O sea, no hay separación entre organización y espontaneísmo
porque no hay separación entre lucha política y lucha económica.
Marx nunca hizo tal separación. Lógicamente, lo que ocurre es que la
influencia de la victoria de la Revolución Rusa y la hegemonía de Lenin
en el movimiento marxista llevaron justamente a institucionalizar
pretendidas oposiciones, como espontaneidad-organización, lucha
económica-lucha política, y también cierto fetichismo de la idea del
partido, que en el inicio era medio y después se convierte en un fin en
sí mismo. Ocurre entonces la lucha reivindicatoria. ¿Qué es una huelga
revolucionaria? No es que ella tenga, por un lado, una reivindicación
política y, por otro, una económica. El carácter revolucionario de
cualquier huelga obrera está en las formas de organización horizontal
que ella crea. Y es eso lo que el capital no soporta, la quiebra de
jerarquías. En 1968, cuando los estudiantes invadieron la universidad,
quebraron la jerarquía académica acá adentro. Yo me acuerdo, estaba en
São Paulo, y di un curso en la universidad ocupada por los estudiantes;
fue uno de los mejores cursos que di en mi vida. ¿Qué ocurrió? Vino
el Ato Institucional nº56. Porque el status quo no admitía la quiebra de
jerarquías en la Universidad, porque eso significa un punto de partida
peligroso para la quiebra de toda la estructura social de dominación.
¿Cuál fue la gran justificativa de los militares para el golpe de 1964?
Los sargentos y los marineros quebraron la jerarquía militar. Y el
6 
El llamado AI-5 fue el ordenamiento legal creado por la dictadura civil-militar bra-
sileña que marca el inicio del período más duro de la represión. [Nota del traductor].

96 dialéktica
golpe vino para restablecer la jerarquía militar. Eso también ocurre
en el campo del trabajo. Cuando se quiebra la jerarquía, se tiene una
represión violenta. Pero no hay otra posibilidad de que el movimiento
social avance sino a través de la quiebra de jerarquías establecidas por
el status quo, sea en un nivel de disciplina fabril, de disciplina de la
Iglesia, de jerarquía académica, o lo que sea.
En este sentido, la defensa que Rosa hace de los movimientos
llamados espontáneos -- en la Revolución Rusa de 1905 y 1917, y
también en el proceso alemán -- en un contexto de lucha en contra del
reformismo de la social-democracia, es de una actualidad muy seria
en la medida en que vivimos bajo el signo de la burocracia, sea bajo
el capitalismo privado o no. Nuestra relación, ahora mismo, con Rosa
Luxemburgo como tema, se da por la mediación de una institución
burocrática de Estado, la Universidad del Estado de São Paulo
(UNESP). Miren, yo no soy fatalista. Hubo un discípulo de Weber,
un judío italiano llamado Michels, que escribió un trabajo célebre de
sociología política. Él era fatalista, pues pensaba que la burocracia es
un destino. Él terminó siendo fascista. Claro, el fatalismo lleva a eso.
La misma realidad que crea la burocracia, crea la anti-burocracia. Y
por eso se está haciendo un seminario sobre Rosa Luxemburgo acá
adentro. La misma realidad que transforma grandes movimientos
de renovación social en grandes máquinas conservadoras, la misma
realidad que transforma ideologías de cambio social, que saca el
contenido revolucionario de ella y la transforma en simple discusión
de texto, esa misma realidad crea el opuesto, anti-burocracia. Sólo que
generalmente las fuerzas contrarias a la burocracia están con aquellos
que no tienen ninguna participación, sea en el poder económico, sea en
las decisiones de poder político. Es decir: la gran masa de los que están
apartados del poder sobre las condiciones de trabajo, de la fábrica, y
que tampoco dominan las condiciones de investigación y de estudio
en la Universidad, las cuales pertenecen a la burocracia de estado, esos
son los elementos que yo llamaría anti. La misma realidad que crea el
proceso de burocratización, crea la reacción a ese proceso. Y estar vivo
significa estar abierto y atento a las reacciones a este proceso.
Está claro que Rosa hizo la crítica del proceso de burocratización,
del proceso alemán, de la social-democracia alemana, de los partidos
de la II Internacional. Lenin, por su parte, escribió sobre la falencia de
la II Internacional, la traición, etc. Hay niveles de traición, es posible. Se
crea entonces la III Internacional, con sede en Moscú. Rosa ya preveía
que eso iba a ser un tema. Decía que la sede no podía ser en Moscú,

dialéktica 97
pues cualquier asunto del Estado soviético iría influir en el movimiento
internacional; y eso no era interesante. Proponía que la sede de la III
Internacional no fuese obligatoriamente en Moscú. Pero eso fue dejado
de lado. Era una mujer más, que muchos consideraban incluso medio
histérica, quilombera, que estaba molestando, perturbando el santo
sosiego de los gordos pelados de una nueva burocracia.
Entonces ella acompaña la revolución rusa y escribe un libro
clásico, La Revolución Rusa. En él sitúa los grandes dilemas de la
revolución. Y más que eso. Aunque festeje el surgimiento de la
revolución y el apoyo que debe ser dado a un proceso revolucionario,
ella anuncia un cuidado que se debe tener entre un apoyo a un proceso
revolucionario y una visión acrítica, beata, de sacristía, de ese proceso
revolucionario. Lo que, infelizmente, después ocurrió en muchos
segmentos de la izquierda en que el espíritu crítico pasó lejos. Con
Lenin ocurrió lo que ella temía, la santificación. Se lo erigió en un
mausoleo, pero qué lejos hoy se está de sus ideas centrales.
Rosa muestra el sentido del proceso internacional de la revolución
rusa. Era imposible estudiarla sin examinar el contexto internacional,
la significación y la importancia internacional. Lenin confiaba mucho
en la revolución alemana, pues quería juntar las riquezas naturales de
Rusia con la técnica alemana. Pero la revolución alemana se frustró.
Rosa, al contrario, dice que la alemana es una caricatura de revolución
porque lo de los obreros alemanes fue una caricatura de lucha de
clases. Se tiene una república que es proclamada, en el cual un gobierno
social-demócrata asume esa república, en que el presidente socialista,
el obrero Ebert, tiene una línea directa con el general Groener, uno
de los comandantes de la represión contra la izquierda alemana,
auxiliado por los cuerpos libres, las fuerzas paramilitares de la época.
El hecho de la derrota de la revolución alemana tuvo una importancia
terrible para la Unión Soviética: el aislamiento volvió hegemónica
la fracción de Stalin y la teoría del socialismo en un único país. Se
encaminó para la industrialización a las apuradas, y la burocracia tuvo
un papel que, de cierta forma, la burguesía cumplió en el Occidente.
Pero, desgraciadamente, eso va a tener otra importancia veinte años
después, porque la derrota de la revolución alemana va a significar el
aislamiento, que lleva a un reflujo de los revolucionarios rusos hacia
los problemas internos: invasión extranjera, guerra civil. Es claro que
el modelo estalinista tiene una base interna para apoyarse, porque
también muchos murieron durante la guerra civil, y los que llegaron al
poder después de la guerra no habían hecho la revolución. Eso ocurre

98 dialéktica
con todo proceso revolucionario.
Entonces el modelo estalinista se consolida, pero para la
Alemania y para el mundo eso va a ser una desgracia. Porque,
justamente bajo la hegemonía de ese modelo en la III Internacional,
va a surgir, veinte y poco años después, la desgraciada teoría del
social-fascismo. No que los social-demócratas no tuviesen también
su parte de culpa. Ellos contribuyeron mucho para el fortalecimiento
del conservadurismo alemán. Pero es que el social-fascismo apartó
completamente el partido comunista de la social-democracia. Eso fue
decisivo para la ascensión de Hitler.
Podemos pensar juntos una otra cosa que está afuera del
universo del discurso de Rosa. No estoy mezclando las cosas. Es una
cosa que me inquieta el alma hace tiempo: toda vez que se reprimen a
los radicales en un proceso revolucionario, se abren los caminos para
la restauración conservadora. En la Revolución Francesa, Robespierre
reprimió a los enragés, que representaban las capas más populares,
artesanales, y que querían llevar adelante la revolución. Al hacer eso,
Robespierre crea las condiciones para caer en la guillotina, para el
Termidor. Será guillotinado y habrá una restauración termidoriana en
el proceso de la revolución. Yo me pregunto sobre el proceso de la
revolución rusa. Infelizmente ella es todavía una gran desconocida.
Mismo Trotsky, en su Historia de la Revolución Rusa, muy erudita e
interesante, omite dos episodios centrales: la revolución campesina en
Ucrania, que colectivizó las tierras directamente, con Makhno; y las
reivindicaciones de los marinos de Kronstadt contra la dictadura del
partido único y por soviets independientes del Estado y del partido.
Tales factores no aparecen en las historias comunes de la Revolución
Rusa; y son muy decisivas.
En esa época se da en Ucrania (que ocupa un cuarto del
territorio ruso) una revolución campesina, autogestionaria, que
logra colectivizar las tierras directamente y establece contacto con la
ciudad para el trueque de productos; logra también defenderse de los
generales zaristas, que querían restablecer el zarismo. Esa revolución
es destruida. Luego se firma el tratado de auxilio mutuo entre Ucrania
y el gobierno central de Moscú, representado por Lenin y Trotsky. Sin
embargo, durante el proceso en que los campesinos colectivizaron
las tierras directamente, esto es, sin la intermediación del Estado, y
expulsan a la derecha, en la vuelta de una de las batallas contra los
generales zaristas, son destruidos por el Ejército Rojo, dirigido por el
propio Trotsky.

dialéktica 99
Muchos dicen que el episodio de Kronstadt tenía que ser
reprimido, teniendo en vista que Rusia estaba rodeada de enemigos.
Pero el hecho es que Kronstadt era la vanguardia de la revolución y
proveía la guardia personal para el palacio de Lenin, después de 1917.
¿Kronstadt deseaba qué? Deseaba soviets independientes del partido
y del Estado, en el sentido original de la idea de soviet: una autoridad
suprema que no se subordina a nadie. La represión a los radicales
de izquierda en la Revolución Rusa está ligada a otro proceso, que
es el surgimiento de una política sin ética, la institucionalización
de la calumnia como arma policíaca. En esa época, Makhno había
sido acusado de antisemita, perseguidor de judíos; los marineros
de Kronstadt, de agentes del capitalismo occidental. Mentira. Basta
con conocer los Izvestia de Kronstadt, periódicos publicados en el
Occidente, para constatar que las reivindicaciones eran pro-socialismo
-- con libertad política -- y contra la dictadura del partido único y su
fetichismo.
Y después, ¿qué pasó? El propio Trotsky vendría a sufrir las
consecuencias. En la medida en que es expulsado por Stalin en 1929
para Turquía, surge una campaña mundial de calumnias: agente de
Hitler, agente del Intelligence Service inglés (en aquél entonces no
existía la CIA), agente del Mikado de Japón. Sus seguidores iban a ser
perseguidos en todos los países bajo la acusación de que serían todos
policías.
Vemos que esas cosas se repiten en ciclos. Es hora de parar con
esto. Si la izquierda quiere ser realmente izquierda, si de hecho pretende
el cambio social, no puede caer en esa cosa gelatinosa del fetichismo
del partido, de representación parlamentaria por la representación
parlamentaria. La historia ya probó que estas cosas llevan las mejores
esperanzas socialistas al fracaso.
Es fundamental recalcar que el legado más importante de Rosa
dice respecto a la libertad del pensamiento. Es necesario que haya más
tolerancia adentro de la izquierda. Para ella, «La libertad es siempre
libertad de aquél que piensa de modo diferente». En la medida en que
nos olvidamos de estas palabras, enterramos una parte esencial de su
legado, una de las condiciones para volver a erigir una izquierda, que
sea realmente izquierda.
Como decían los españoles en la época de Franco, «se necesita
una oposición que se oponga». Este es el problema.

100 dialéktica
Una lectura política para nuevas Líneas de Fuga.
Capitalismo y semiótica.
Simonetti-Solver

Este artículo empezó siendo parte de un proyecto de reseña que


comenzamos al menos hace un año, y que se fue extendiendo dada la
complejidad de los problemas que son abordados en el texto. Debido a
esto, en este escrito solamente retomaremos algunos de los problemas
que percibimos como nodales y que puedan enriquecer algunos
debates que aún continúan vigentes.
La presente edición de Líneas de Fuga, en su Prefacio1, nos indica
que este trabajo fue realizado en el marco del CERFI por parte de Felix
Guattari, y que inicialmente fue publicado bajo el título «Equipamientos
colectivos y sujeción semiótica». En efecto, en Biografías Cruzadas, Dosse2
presenta al Centro de Estudios, de Investigaciones y de Formación
Institucionales (CERFI), como un grupo de militantes, investigadores
y agitadores de izquierda que en 1970, y de manera fortuita, suscitan
el interés de altos funcionarios del Ministerio de Equipamiento de
Francia y gracias a ello, logran conseguir un importante presupuesto
anual que les empieza a permitir la financiación de sus investigaciones
e iniciativas autogestivas. Como contraprestación, el grupo debía
asesorar al Ministerio, indicando nuevas maneras de intervención en
el contexto de las agitadas transformaciones sociales que se estaban
operando en el escenario social de Francia, post mayo francés
1 
Guattari, Felix, Líneas de Fuga. Por otro Mundo de Posibles, Buenos Aires, Cactus,
2013. Traducción: Pablo Ires.
2 
Dosse, Francois, Gilles Deleuze y Félix Guattari. Biografías Cruzadas, Buenos Aires, FCE,
2009. Traducción:

dialéktica 101
El título original de este libro nos resulta mucho más claro que
el presente Líneas de fugas puesto que nos permite advertir desde el
inicio dos de los problemas que se encontrarán trabajados en estas
líneas: El problema de los procesos de subjetivación y el problema de
la formación de poder semiótica.

Equipamientos colectivos y Sujeción semiótica

Una de las primeras cuestiones con las que Guattari insiste una y otra
vez es con la concepción antropológica que sostiene. Para Guattari,
se trata de reconocer que no existe una cosa tal como un sujeto
trascendental, irreductible, autónomo y estable, tributario de las
concepciones sustancialistas de la modernidad. En este sentido, reniega
de la tradición del humanismo moderno que sostiene la presencia de
un yo originario, capaz de poder refugiarse ante los fenómenos de la
naturaleza y la historia en un interior inaccesible y natural. Contra esta
noción, se concibe al sujeto como una construcción, una construcción
hecha con partes que no le son propias sino que le han sido atribuidas:

«Uno está equipado de una conciencia situada socialmente,


sexualmente, racialmente, etc. Está equipado con modelos perceptivos,
motrices, de intelección, de imaginación, diferente según su «puesto»
que nos es atribuido y en función de la pertenencia de casta, de clase, y
de entorno que nos fue situado»3.

De allí que desde su propuesta teórica-política los sujetos sean el


resultado de la acción de los mecanismos de «sujeción semiótica”
que operan a nivel libidinal a los cuales denomina “Equipamientos
colectivos», una serie de operadores semióticos de toda naturaleza:
Jurídicos, Administrativos; Económicos; Científicos, Literarios,
etc. que al funcionar como intermediarios «..pueden captar la energía
molecular de deseo de los individuos o grupos humanos. Estas máquinas
de toda naturaleza convergen en una misma función productiva-semiótica-
libidinal que llamaremos función general de Equipamientos Colectivos4».
Estos Equipamientos son heterogéneos, múltiples y configuran
distintas dimensiones de los sujetos y del mundo. Funcionan a través

3 
Guattari, Felix, Líneas de Fuga. Por otro Mundo de Posibles, Buenos Aires, Cactus, 2013.
Pág. 32. Traducción: Pablo Ires,
4
Idem. Pág. 29
.

102 dialéktica
de distintos estratos de la realidad, en el nivel micro y molecular, pero
también a nivel molar (macro). El sujeto es tal en tanto está sujetado,
en tanto que está adherido a una sujeción semiótica. Pero atención, la
palabra semiótica es usada aquí en un sentido muy amplio: en principio
no se reduce a lingüística, puesto que abarca también lo a-significante,
ni tampoco se reduce a la lógica, pues su funcionamiento es maquínico.
Siendo entonces que los sujetos no somos sino productos
de una constante semiotización que nos atraviesa, es necesario
reconocer la cartografía de los campos relativamente autónomos
que configuran la interioridad de nuestros cuerpos y que trabajan
nuestras representaciones, movimientos y las relaciones que nos
constituyen. Contra la hetero-construcción semiótica que implican
los Equipamientos Colectivos, Guattari nos habla de la posibilidad de
constituir agenciamientos de subjetivación, que suponen movimientos
colectivos de auto-construcción, como veremos más adelante.
Pero, para comprender más profundamente de qué manera
se produce la sujeción semiótica es imprescindible profundizar en
el concepto de «máquina abstracta» que resulta capital dentro de la
mirada de Guattari a lo largo de todos sus textos, no solamente en
Líneas de Fuga.

Máquinas abstractas, Estratificaciones y Efecto diagramático

En opinión de Guattari la configuración del territorio de


los existentes se organiza como efecto del funcionamiento de las
«máquinas abstractas» es decir, mecanismos situados, concretos,
palpables capaces de atravesar distintos estratos materiales del mundo
y establecer las conexiones cognitivas, afectivas, semióticas, etc., entre
elementos que a priori se presentan como heterogéneos entre sí para
otorgarles coherencia y estabilidad.
Pero... ¿qué es una máquina abstracta? En primer lugar podemos
decir que se trata de un mecanismo que tiene una identidad funcional,
pues ésta existe en tanto que funciona, y eso implica que no es un
régimen de significaciones estabilizantes lo que la constituye como
tal, sino su funcionalidad, su efectivo transitar es lo que da cuenta de
su presencia, como un proceso imperceptible que sólo es registrable a
través de las huellas que deja.
Según Guattari, las máquinas abstractas hacen y deshacen
todos los estratos de la realidad (desde las más físicos - moleculares,
biológicos, químicos - hasta los más espirituales - psíquicos, sociales,

dialéktica 103
culturales) pues ocupan y conforman las estratificaciones desde su
interior.
Conviene advertir que los estratos no son compartimentos
estancos, cerrados sobre sí y para sí, dados de antemano. Esto significa
que las máquinas abstractas no trabajan con sustancias y formas de
expresión ya preestablecidas, sino que crean en el proceso mismo de
su funcionamiento una consistencia siempre provisoria, expuesta a
una nueva desterritorialización. En efecto, los estratos solo pueden
ser localizados como planos metaestables, a la manera de placas
tectónicas, siempre susceptibles de ser reestructuradas por el propio
movimiento de la tierra en conjunto, amenazados por los temblores
que pueden causar su desintegración.
Las máquinas abstractas en su funcionamiento estratificante
producen dualizaciones: individual/ colectivo, físico/ espiritual, social/
natural, etc. Sin embargo éstas pueden, ante ciertas circunstancias,
trabajar en otro sentido y entrar en un efecto diagramático, esto es,
subordinar los estratos a su funcionamiento, liberarse de las dualidades
y configurar un plano único que es lo que Guattari llama «el plano de
consistencia maquínica» o de «inmanencia maquínica» en el que nuevas
conexiones pueden producirse y por ende un nuevo orden puede
surgir. En el plano de consistencia maquínica, las máquinas abstractas
no poseen ni masa, ni energía, ni memoria. Son solamente la indicación
infinitesimal, super-desterritorializada, de una cristalización de los
posible entre estados de cosas y estados de signos. En esta situación
la maquinaria abstracta ya no está ligada a coordenadas fijas y
universales, sino a un devenir de múltiples potencialidades.
Si bien Guattari utiliza el término «máquina» esto no significa
que este autor está pensando la configuración del mundo en modo
lineal al modo mecanicista. En este sentido la existencia de un nivel-
maquínico-no-mecanicista supone interacciones en el tiempo por
la que los efectos presentes pueden ser producto de causas aún no
presentes, pero virtuales y en ese sentido actuantes y actuales. En Líneas
de Fuga Guattari afirma una y otra vez que, bajo ciertas condiciones,
basta con un ínfimo elemento que pueda llegar a atravesar el universo
de estratificaciones (incluidas las significaciones) para decantar una
desterritorialización del movimiento del mundo que hasta puede
«tomar el tiempo a contrapelo».
En efecto, en el capítulo tres de este libro se ofrece un ejemplo
literario para trazar la cartografía del funcionamiento de una máquina
abstracta y de qué manera ellas hacen y deshacen los estratos

104 dialéktica
continuamente al entrar en un proceso de desterritorialización. En
«Un amor de Swan» Proust relata la vida de un dandy parisino, Swan,
y de cómo éste acaba enamorándose inesperadamente de Odette,
una mujer que carece de todo refinamiento. Swan asiste a un salón
burgués, observa todo el ambiente desde una exterioridad altiva, como
si se tratase de un antropólogo clásico observando el modo de vida
de una tribu africana. En un comienzo no siente ninguna atracción
por Odette pero a medida que transcurre la narración la situación
se va modificando hasta que se escucha en el salón la pieza musical
«la frase de Viteuil». En ese momento Swan siente que ha entrado a
nuevas conexiones que decantan en nuevos sentimientos amorosos,
nuevas perspectivas del mundo, una nueva sensibilidad que en
palabras de Guattari se explica porque la frase de Vinteuil actúa como
un signo-partícula que logra atravesar como un rayo los estratos pre-
establecidos y modificar el deseo estableciendo otras relaciones, otras
rostridades como efectos de la desterritorialización.
Los signos-partícula de los que habla Guattari son elementos
mínimos que dadas ciertas circunstancias poseen una potencia de
atravesamiento, una potencia de pasaje, capaces de hacer devenir
otros mundos. Éstos no son ni universales, ni singulares. Los signos-
partículas no son ni la palabra ni la cosa, pues están antes de éstas y
pertenecen a la semiótica que no es reductible ni a la semiología (la
lógica de los signos), ni a la lingüística (el funcionamiento de la lengua),
pues abarca también lo a-significante (lo intensivo). Asimismo, la
semiótica no está gobernada necesariamente por la lógica sino por el
maquinismo, es decir, por procesos de formación que no remiten a
códigos universales cerrados sobre sí mismos.
Los signos-partículas que constituyen las máquinas abstractas
cargan las singularidades, de allí que resulte esencial la organización
de nuevas prácticas que al nivel de lo micro puedan generar las
condiciones para atravesar los estratos presentes.
Diversos elementos (significantes y a-significantes) por mínimos
que sean pueden determinar nuevas deterritorializaciones al generar
convergencias que efectivicen el funcionamiento de otra máquina
abstracta. Es decir, los signos-partículas no emanan solo como
significaciones, sino que también pueden, bajo ciertas condiciones,
desencadenar modificaciones de orden ontológico .
Con el ejemplo de Proust se puede objetar que solo se trata
de un fragmento literario micro y naif. Sin embargo, según la lógica
de Guattari, todo el dominio de lo real se encuentra imbricado

dialéktica 105
por semiotizaciones de modo tal que toda separación de campos
y/o disciplinar son solo una distinción formal al servicio de la
domesticación humana. En efecto, de la misma manera que el ejemplo
de Proust ilustra el modo en el que puede funcionar el amor para un
individuo, podemos pensar que este tipo de mecanismo funciona en
otros niveles. En este sentido, el capitalismo también implica máquinas
abstractas que funcionan presentándose como universal y atemporal
(«Producción de Producción…») pero, y bajo ciertas circunstancias,
podría ser atravesada por signos-partículas que hicieran devenir una
nueva máquina social. Veremos algo de esto más adelante.

¿Por qué la libido está al servicio del capitalismo? Inconsciente


social y semiótica pragmática

Si como afirmamos anteriormente los procesos de subjetivación no


dependen del individuo, sino que por el contrario éste se configura
respecto de otras instancias socioeconómicas, informáticas etc. Si el
individuo ya no puede ser identificado con el yo cartesiano, entonces
las cartografías psíquicas también deben ser reelaborada para
abandonar la mirada psicoanalítica. En efecto, Felix es contundente en
este respecto cuando afirma «El inconsciente no está estructurado como
un lenguaje» para este autor el inconsciente está «...estructurado como
una multiplicidad de semiotizaciones, de las cuales, tal vez la lingüística no
es la más importante5».
La mirada psicoanalítica que ancla el análisis de los procesos
subjetivos en el pasado individual y/o familiar nos impone un
modelo restrictivo, uniformizante que nos impide ver que el sujeto
no es anterior a las prácticas de subjetivación con las que conecta y lo
constituyen como tal.
Asimismo el reduccionismo lingüístico de la mayoría de las
vertientes psicoanalíticas es problemático en opinión de Guattari,
puesto que la lingüística es solo una de las formas de semiotización
humana, pero no es la única y ni siquiera la más importante. En este
sentido Guattari interviene en el campo de la lingüística para hacer ver
la autonomía peculiar que posee el nivel pragmático, que no puede ser
reducido ni a la lingüística ni a la semiología, en tanto que todas estas
serían solo distintas semiotizaciones.
Asimismo, la noción de máquina abstracta permite a Guattari
especificar las relaciones entre pragmática y lingüística estableciendo
5 
Idem. Pág. 19.

106 dialéktica
las condiciones que hacen posible una autonomía de la pragmática
más allá del nivel significante. Lo que caracteriza a las producciones
simbólicas o icónicas no se hallaría al nivel de las figuras de
expresión que ponen en juego, sino que es el nivel pragmático de los
agenciamientos de enunciación donde se marca su diferencia pues, es
el primer nivel responsable de la micropolítica semiótica.
Es por ello que, por ejemplo. el dispositivo psicoanalítico, el
agenciamiento médico-paciente, no puede sino producir individuos
individuados, no puede sino producir subjetividades al servicio de
la máquina capitalística. Y estas subjetividades del yo, están siempre
más dispuestas a incorporar equipamientos hetero-designados
(Equipamientos colectivos), que a entrar en auto-agenciamientos de
enunciación colectivos.
En efecto, el discurso es producto de un poder no sólo discursivo
que genera universos semióticos, por tal razón no se trata de modificar
solo el nivel lingüístico, sino que es necesario la producción de
prácticas y valores, sensibles y sociales, que se sitúen en la base de los
agenciamientos colectivos de tal manera que permitan la emergencia
de nuevas relaciones. Un ejemplo de lo anteriormente dicho puede
ser como enunciamos los problemas de género, si reducimos la
problemática a formas de enunciación (usar la «X», usar «@», etc.)
sin modificar las prácticas cotidianas que construyen el patriarcado,
entonces, no hacemos más que rozar la superficie del problema.
Llegado a este punto, se plantea así una suerte de amalgama
entre discursos y prácticas que permiten ampliar la propia noción de
«poder» y la pregunta sobre cómo los individuos son capaces de poner
su líbido al servicio del capitalismo se responde por una combinación
de prácticas y discursos autocentralizantes que prescinde de la
necesidad de la coacción externa de un poder central. En efecto, por
capitalismo no podemos meramente entender un sistema económico,
éste ya ha permeado intensivamente en los interiores del inconsciente
socio-individual, es por ello que sólo modificando las prácticas que
constituyen estas subjetividades será posible generar cambios en el
inconsciente social y por ende en el capitalismo.
En este sentido, Guattari señala que los procesos/movimientos/
partidos políticos antes que debatir enormes preguntas metafísicas
(Progreso, Historia; etc) deberían comenzar por preguntarse cuál
es la concepción del sujeto, y las prácticas de subjetivación que
sostienen. Pues si abogan por la construcción de proyectos colectivos,
deben saber que la concepción moderna del sujeto, y las prácticas

dialéktica 107
individualizantes, están al servicio de su aniquilación, en la medida
en la que los sujetos se reconocen en la presencia de un foro íntimo
puro, personal y autónomo, velan la posibilidad de identificar las
sujeciones semióticas que los atraviesan y los constituyen.
Y esto último vale en el plano micropolítico mencionado, pero
también a nivel molar, porque en la medida en la que los proyectos
políticos se consideren tributarios a un ideal de hombre universal y
abstracto, que no reconoce «revoluciones del deseo que trabajan el campo
social» truncan los procesos revolucionarios que pudieran haberse
comenzado a gestar, porque de manera prejuiciosas establecen niveles
de prioridades dentro de la gestión de las organizaciones que solo
responden a ciertos estereotipos históricamente construidos.

Agenciamientos maquínicos y de enunciación

«¡Pero algunos ejemplos locales de impugnación, algunas


prácticas minoritarias no hacen un mundo! ¿Qué “sostendrá”
ese nuevo mundo, de donde extraerá, en particular, la
consistencia de su fuerza colectiva de trabajo?»6

Dado que desde esta perspectiva teórica-política no existen


universales de ningún tipo, tampoco hay un modelo de revolución,
sino la posibilidad de producir formas de vidas singulares que
puedan desestabilizar los Equipamientos Colectivos vigentes. En este
sentido, para Guattari se trata de forjar una praxis política que debe
estar signada por un trabajo analítico-militante que revise las prácticas
cotidianas, para evitar activaciones micro-fascistas7 que puedan
instalarse y funcionar como cajas de resonancias amplificadoras de este
fenómeno. Esta praxis analítica debe estar centrada en la identificación
de la singularidad de las enunciaciones y las prácticas.
De allí que, para Guattari, la presencia de aquello que puede
generar una diferencia de gradientes que posibilite el devenir de una
revolución puede surgir en cualquier lugar. Es más, seguramente las
desestabilizaciones de las semióticas capitalísticas surgirán en los
lugares más inesperados, pero no por ello al azar y no necesariamente
por aquellos espacios que razonablemente podrían ser señalados a

6
  Idem. Pág, 81.
7
  El fascismo no puede ser pensado solamente en el plano molar, sino que se trata de una
fenómeno que puede presentarse de manera dispersa y cotidiana, es decir en un nivel micro. Las
lógicas macro-fascistas pueden devenir miniaturizadas.

108 dialéktica
priori. Los agenciamientos potencialmente pueden generar nuevos
espacios que desequilibren las relaciones fijadas por los Equipamientos
Colectivos.
El peligro es que el fascismo ya no solo se presenta bajo sus
formas históricamente estereotipadas (el líder totalitario de uniforme
militar) sino que éste ha permeado nuestras relaciones y prácticas
diarias. En efecto, el objetivo de los agenciamientos debería ser cómo
generar prácticas efectivamente democráticas que posibiliten la
participación y su constante praxis analitica colectiva que trastoquen
de fondo las relaciones institucionales conocidas. Pues la democracia
representativa, tal y como la conocemos, ha devenido fascista:

«La gran superioridad de los agujeros micro-fascistas de las sociedades


democráticas reside entonces en su capacidad de desconcentrar los
grandes equipamientos y de trabajar en todos los poros del inconsciente
social.” (...)” El mantenimiento del orden tiende a depender menos de
las máquinas militares y policiales, que a dichos sistemas de regulación
y normalización más cerca del pueblo»8.

Para ejemplificar podemos tomar un caso reciente ocurrido con el


fenómeno de los manteros en Buenos Aires. Para desalojarlos del
espacio público en el barrio de Once, los medios de comunicación
no dejaron de hacer circular ciertas enunciaciones que hicieron mella
sobre el sentido común de una parte importante de la población.
Según este discurso, por un lado, existe un supuesto «mantero-
bueno y pobre» que merece una oportunidad para la reinserción
social y por otro lado, se encuentra un «mantero-mafia» que debe
ser desterrado del mundo. En efecto, la sola existencia del mantero-
mafia justifica socialmente la violenta represión, la criminalización
del comercio informal y la victimización del comerciante-formal «que
mantiene un local». Asimismo, el «mantero bueno y pobre», justifica la
intervención estatal con una capacitación que logra sacarlo del espacio
público e imponerle sentidos estatales a sus prácticas, sin alterar las
relaciones sociales que permiten la emergencia de la informalidad y la
precariedad laboral, de la que son síntoma.
Este es un buen ejemplo que nos permite ver en concreto de qué
manera actúa el poder semiótico, operando sobre el sentido común una
simplificación, reduciendo un fenómeno mucho más complejo como
es el comercio informal, y justificando y activando micro-fascismos

8 
Idem, Pág. 129.

dialéktica 109
que tienen resonancias en la vida cotidiana.
Desde la propuesta de Guattari al mismo tiempo que se
enfrentan los grandes mecanismo represivos se deben neutralizar
todo microfascismo que pueda mediante el efecto «bola de nieve»
conformar «continentes gulags». La propuesta es siempre trabajar
en estos dos planos, molecular y micropolítico con el fin de evitar la
captura fascista del sentido común.
La revolución molecular, la revisión de nuestras prácticas
cotidianas representa las posibles líneas de salida del mundo
concentraccionario de las sociedades industriales, los puntos de
conexión con el rizoma de otros mundos posibles. Es la revisión de
nuestras prácticas estéticas y analíticas de las formas del inconsciente
una manera en la que Guattari ve posible el establecimiento de otros
modos de vida para el mundo y no seguir trabajando por las semióticas
capitalísticas.

110 dialéktica
No habrá revolución sin supervivencia
Danilo Castelli

Si no fuera suficiente con el sufrimiento humano que el capitalismo


causa con su funcionamiento normal, el aumento de emisiones de
gases de efecto invernadero que se suman a las ya acumuladas en los
últimos 200 años en la atmósfera nos está llevando a un cataclismo
como especie que puede resultar en dos finales. El peor de todos y que
todavía podemos evitar, una sexta extinción masiva. El menos peor pero
con cada vez menor margen de evitarlo, el colapso civilizatorio global.
Dos referencias de las muchas que pueden conseguir son un
artículo del 2014 de The Guardian1  que alerta sobre un posible colapso
civilizatorio y los varios estudios sobre el cambio climático como uno
de los factores de la guerra civil siria2. Solo necesitamos imaginar un
conflicto como el de Siria multiplicado por 10 y distribuido en todos
los continentes. Miles de millones sin comida ni agua potable, crisis
migratorias, guerras por recursos…
La respuesta del capital a esta crisis ya podemos imaginarla:
un neofascismo internacional que, al mismo tiempo que imponga un
racionamiento atroz de agua, comida, energía y descendencia, masacre
a millones de humanos «sobrantes» e intente dar una respuesta
demasiado tardía a la necesaria reconversión del sistema energético,
industrial y agropecuario para no perder la infraestructura material
que sostiene esta civilización.

1 
https://www.theguardian.com/environment/earth-insight/2014/mar/14/nasa-civilisa-
tion-irreversible-collapse-study-scientists
2
  http://www.pnas.org/content/112/11/3241

dialéktica 111
La ceguera de la izquierda al respecto

Salvo unos pocos autores y publicaciones dentro del ecosocialismo3,


hay una ceguera muy preocupante sobre este tema en aquellas
agrupaciones de izquierda que tienen una relevancia numérica y
política.
Sí, casi todas las prensas de izquierda han mencionado al cambio
climático, pero sólo como un ataque polémico más al capitalismo que
tiene como objetivo expandir una opinión pública «de izquierda»,
debatir con el ecologismo reformista, y reasegurar a sus bases que están
militando en el partido con la línea correcta. No lo han mencionado
como lo que es:  una amenaza a la supervivencia humana. No a una
humanidad abstracta en un futuro distante. A quienes vivimos hoy y
en las próximas décadas.
Las fuerzas anticapitalistas necesitan hacer del cambio
climático un componente central en sus estrategias políticas y en
su discurso. No solo por razones de efectividad política sino porque
tenemos que prepararnos para prevenir o por lo menos para sobrevivir
un eventual colapso civilizatorio. Tenemos que advertir a quienes nos
rodean para evitarlo o al menos mitigarlo y tenemos que preparar a
quienes hoy son niñxs y crecerán en ese entorno.

No habrá revolución sin supervivencia

El proyecto revolucionario del siglo XXI ya no sólo pasa por proponer


una forma de organizar la producción social y de apropiación de
lo producido «superadora» o «más justa» que la capitalista. La
burguesía como clase dominante está poniendo en peligro la misma
continuidad de la especie humana, e incluso está llevando al mundo a
un oscurantismo similar al que sucedió a la caída del imperio romano,
donde se dilapidarán conquistas civilizatorias de las que ella fue
protagonista: la razón, la ciencia, la democracia moderna, la noción de
derechos humanos.
La lucha por mitigar y por adaptarse al cambio climático es la
principal tarea de la humanidad en este siglo. Una parte de mí desea
que sea posible un «capitalismo verde» que se encargue de esas tareas
y al mismo tiempo preserve sus formas democráticas, permitiéndonos
a la disidencia una actividad política «normal». De esa manera solo
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-42/ecosocialismo-hacia-una-
3 

nueva-civilizacion

112 dialéktica
tendría que preocuparme del problema abstracto de «la revolución»,
como hace gran parte de la militancia de izquierda. Pero no hay
perspectivas que alienten esa esperanza, y el problema más concreto
e impostergable de la supervivencia humana cobra cada vez más
relevancia.
No hay soluciones mágicas ni nadie vendrá con una ideal genial
que nos salve, necesitamos ponernos a cooperar. ¿Qué propongo? Pensar
globalmente y actuar localmente. Parte de ese «pensar globalmente» es
incorporar a todas las luchas socio-ambientales y a las luchas políticas
el elemento de lucha por la supervivencia humana.

Varios puntos para terminar

• Cada partido, una escuela de formación sobre el cambio climático,


sus consecuencias, cómo sobrevivirlo.
• Cada prensa con una sección fija para seguir esta problemática
y promover el debate en foros públicos desde una perspectiva
éticamente seria y científicamente rigurosa.
• Cada lucha socio-ambiental, un paso más para crear una masa
crítica a nivel local, provincial y nacional; no solo para detener
las medidas de depredación y contaminación que empeoran
nuestra calidad de vida, sino para forzar a nivel estatal medidas
de mitigación y adaptación al cambio climático que nos permitan
seguir con vida.
• Cada campaña política como una oportunidad de denunciar
cómo las fuerzas de la burguesía ocultan esta amenaza al público
y posponen las medidas de respuesta, llevándonos al precipicio
con promesas de progreso a una velocidad cada vez mayor.
• Las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático,
especialmente las locales, deben estar en el programa mínimo de
las agrupaciones.
• La solidaridad con las comunidades originarias y campesinas,
muchas veces en la primera línea de batalla contra el ecocidio
promovido por el agronegocio o algún otro interés extractivista.
No es solo una cuestión de justicia o de corrección política, es una
alianza en pos de nuestra supervivencia colectiva ya que estas
personas, al defender su modo de vida, defienden ecosistemas
cuyos servicios ecológicos son más necesarios que nunca.
• La lucha global contra el cambio climático ofrece una perspectiva
de cooperación internacionalista sostenida, con grandes miras, y

dialéktica 113
en marcos anticapitalistas.
• Renovar el ideario socialista. Está claro que ni una nueva URSS
ni una nueva Cuba, incluso con ciertas «correcciones», están a
la altura de las medidas que deben tomarse ni tampoco como
inspiración colectiva. Estamos en nuevo terreno y debemos
responder creativa y teóricamente a los fracasos del siglo XX.
Sostener dogmas con la esperanza del «ahora sí son ciertos»,
sostener proyectos fracasados con la ilusión de «la próxima vez
lo haremos mejor», son actitudes-lastre y anti-supervivencia. Si
algo es necesario para la supervivencia es adaptarse, y si algo es
contrario a ello es el dogmatismo.

114 dialéktica
El nervio de las cosas
Borradores sobre el concepto de lo político
(Primera parte)
Javier A. Riggio

… yo que es nosotros, y nosotros que es yo.


G. W. F. Hegel

Creo… en mi alma: la Cosa.


León Deubel

0.

Animales políticos. Eso es lo que la hemos hecho de nosotrxs mismos.


De modo que no hay prerrogativa ni de lugar, ni de tiempo, ni de
sujeto, ni de acción, ni de sentido.
No hay que ir a un lugar puntual que lleva en sí la fuerza
exclusiva del hacer político. Por eso no hay que ir corriendo ni a la
fábrica, ni a los barrios, ni a tomar el poder estatal. No hay un tiempo
esclarecido ni una hora señalada que sea la clave excluyente de la
política. Por eso no hay que acodarse a esperar el tiempo de crisis,
que todo vaya peor o mejor, el instante de la redención, la irrupción
del acontecimiento. No hay, tampoco, seres humanos que pulsen
ontológicamente la cuerda de la política con aire autosuficiente. Por
eso no es necesario vestir overol o un traje a medida, ser pobre, obrerx
manual o intelectual, el soberano mandamás o la burocrática segunda
línea, elegir tal o cual práctica sexual o ser de tal o cual raza, nacer en el
primer o en el tercer mundo. No hay privilegio ni de la labor intelectual
ni del trabajo manual. Y es por eso que no hay prioridad en el saber
hacer con las manos, el embarrarse en «la práctica» o en la meditada
y rigurosa acción del pensamiento, «la teoría». No hay, finalmente,
dialéktica 115
un único sentido político, como si sólo fuese acción política o bien
aquella que reencauza el orden cuando el mundo tiembla, o bien lo es,
justamente, aquella que lo hace temblar.
No hay exclusividad ni de espacio, ni de tiempo, ni de
subjetividad, ni de acción ni de horizonte aunque la política atraviesa
los espacios, los tiempos, las subjetividades, las acciones y los sentidos.
De cabo a rabo. No hay exclusividad sino generalidad de lo político.
No hay heroica gesta ni situación extraordinaria. O no solamente. Lo
político también es –y quizás, fundamentalmente– tarea cotidiana,
gris. La vida, lejos del verde, se ha teñido también con ese taciturno
color. Goethe, sin dudas, reescribiría su Fausto. Somos animales
políticos porque nos encontramos en la nervadura de la realidad. Lo
político se dirime en la inmanencia de las relaciones sociales, en el
movimiento de lo real. O sea, política hacemos aquí y ahora. Todxs y
cada unx. En cada acción, en todo sentido.
Pero no todos los gatos son pardos.

1.

Todo está en todo. Pero no todo es lo mismo. Basta con tirar de una
punta de la madeja para que, más temprano que tarde, nuestros dedos
se encuentren con el otro cabo del hilo. Si hay verdad, no es más que
el despliegue que nos lleva de punta a punta, el proceso que media
entre cada límite del ovillo. En un extremo del ovillo está el otro y el
trenzado que los une, sin el cual, no serían extremos de nada. Sin esa
mediación no hay la inmediatez del punto de inicio, ni del punto de
llegada. Todo está en todo. Pero no todo es lo mismo. Por un extremo
se inicia, por otro se acaba. Y en el durante, el despliegue de la trenza.
Pero el ovillo es un producto, un efecto del ovillado. El cabo que
ahora es el último en el despliegue del ovillo ha sido el primero en
el repliegue del ovillar. Parece difícil no enredarse en un relativismo
paralizante. Pero no hay más remedio que ponerse a des-ovillar.
Así pasa con el pensamiento cuando se adentra en la captación
y exposición del movimiento de lo real. En un sentido relevante,
afirmar que todo está en todo supone su existencia en la sincronicidad
del instante. Ese todo que está absolutamente en todos lados, lo está
en todo momento. Pero en su tránsito diacrónico, en su decantar
productivo, el pensamiento elabora un concepto. Y en ese concepto
hay más que la diferencia que, de algún modo, le es insustituible.
Porque un concepto lleva a otro. Un concepto es una madeja con otros.

116 dialéktica
Y así como la punta del ovillo no es tal hasta que el hilo se mueve y
nos empuja hacia el otro extremo, un concepto no logra hacerse nítido
y preciso hasta que no danza con otros, hasta que no expresa sus
supuestos y sus implicancias.
El concepto que nos ronda aquí es el de lo político. De él
tiraremos para desmadejar nuestra existencia. Porque apenas lo
jalamos, nos muestra la larga y densa historia que atraviesa. Cada vez
que se lo ha encarado, mostró sus extensos y sinuosos alcances. Este
hilo entierra sus raíces... ¿dónde? en el ser, en la diferencia específica
del hombre (Aristóteles), en la metafísica, en la lógica (Hegel), en
las relaciones de producción (Marx), en la analogía neblinosa de la
religión (Schmitt), en el único ámbito donde los seres humanos entre
sí pueden ejercer la libertad (Arendt), en la invención verdadera del
acontecimiento (Badiou)... El concepto de lo político nos lleva lejos,
como si en su captación, en su exposición se jugase el mundo mismo.
Como si el responder la pregunta por su peculiaridad, estuviese
abriendo –o culminando– la pregunta sobre qué es la realidad, cuál es
la singularidad constitutiva del bicho humano.
Lo que nosotrxs concebimos como tal se encuentra abigarrado
en la siguiente frase marxiana:

El hombre es, en el sentido más literal un ζῷον πολιτικόν [animal


político], no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede
individualizarse en sociedad.1
Intentaremos desplegar, entonces, lo que se encierra aquí. En

1 
K. Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse). 1857-
1858, tr. P. Scaron, Siglo XXI, 2005, Volumen 1, p. 4. Por si algún marxólogo se topara
con estas líneas, queremos mencionar un par de cosas. Primero: estamos al tanto que
esta sentencia marxiana es matizada (quizás contrariada), «priorizando» el carácter
social por sobre la determinación política, por el propio Marx una década más tarde:
«Obedece esto a que el hombre es por naturaleza, si no, como afirma Aristóteles, un
animal político, en todo caso un animal social.» El capital. (Crítica de la economía política),
Tomo I: «El proceso de producción del capital”, trad. P. Scaron, Siglo XXI, Argentina,
2002, pp. 396-7. Como no nos importan esos juegos de legitimación citando al dios zur-
do ni inventar hipótesis sobre que el Marx de los Grundrisse es más radical, más «polí-
tico» o está «más allá» que el Marx de El capital, digamos nuestra segunda cosa: no nos
interesa hacer una exégesis de la obra teórico-política de Marx. Porque no nos interesa
la búsqueda de erudición ni tampoco consideramos que en esa letra se encuentre un
supuesto despertar de la conciencia de lxs trabajadorxs en su potencia revolucionaria
cuasi-ontológica. Nos interesa, tan sólo, ejercitar un tránsito posible para tensionar la
existencia capitalista y qué puede significar hacer política en esta vida contemporánea.
En este sentido, nos interesa la cita marxiana por lo que nos habilita a explorar en estas
condiciones de existencia. No queremos ser fieles al maestro ni nada por el estilo

dialéktica 117
ese desarrollo lo político se codeará con otros conceptos, abrirá
nuevas preguntas. Para esta tarea, en algunos de estos puntos,
tramaremos líneas de diálogo crítico con aquellxs que postulan que
hay una especificidad de lo político. Acudiremos, más precisamente, al
contrapunto con Carl Schmitt y algunxs de sus continuadores2. Y como
no se trata de contraponer una definición de lo político a la otra, para
que cada cual elija la que más simpática le cae, intentaremos seguir el
hilo que nos entregue los diversos conceptos que hacen, justamente,
a la noción de lo político. Esa contraposición será, entonces, más
fructífera al notar que anidado en lo político nos topamos con otras
preguntas. Y lo haremos polémicamente –schmittianamente dicho–,
es decir, tomando parte, siendo parciales, interesadamente, desde la
concreción de nuestra existencia y no presumiendo una descarnada y
neutral racionalidad. Si escribir, pensar, etc. sobre política es también
hacer política; si lo político se dirime en distinguir -adelantemos lo
que nosotrxs captamos como lo decisivo de la política- entre aquellas
prácticas que perpetúan u horadan el estado-de-cosas-capitalistas,
la contraposición que entablamos con Schmitt y lxs suyxs, será una
contraposición polémica, o sea, política3.

2.

La frase de Marx nos entrega rápidamente una clave para intentar


precisar lo distintivo de lo político. La animalidad política del hombre
2 
El schmittianismo posee una producción vernácula en formato revista-libro. Nos re-
ferimos a los cuadernos de filosofía política Deus mortalis, en los cuales se advierte una
notoria impronta e interés en desarrollar las consecuencias de la interpretación schmit-
tiana de la filosofía política. Para que no queden dudas, el frontispicio del número inau-
gural reza: filosofar políticamente es, ante todo, filosofar sobre el Estado. El que talla esa
inscripción es el recientemente fallecido Jorge Eugenio Dotti, quien quizá, en su obra,
sea el representante más cabal del schmittianismo en estas tierras (entre otros textos, Carl
Schmitt en Argentina; la segunda edición de Las vetas del texto; sus artículos en varias
revistas; sus traducciones, introducciones y anotaciones a textos del propio Schmitt en
la mencionada Deus Mortalis y en algunos libros del jurista alemán como La tiranía de
los valores y Romanticismo político). Por último, mencionemos que las líneas en borrador
que siguen fueron motivadas, en parte, por lo desafiante que nos resultó la solidez ar-
gumental que presentan Schmitt y lxs schimittianxs. Sin dejar de reconocer la enemistad
a cada línea, leerlos nos empujó a volver una y otra vez sobre nuestras posiciones, sobre
nuestros argumentos para alumbrar puntos implicados, poco o nada pensados. Leerlos
nos presentó un reto para que nuestras razones dejen su estado de frágil arenga e inten-
ten acercarse a un rumiar paciente.
3
V. Schmitt, Carl, Concepto de lo político, tr. Conde, Buenos Aires, Struhart & Cía., 2002,
capítulos 1 y 2.

118 dialéktica
significa, en principio, que la humanidad no se define solamente
por su carácter social sino, más precisamente, por el proceso de
individuación en sociedad. Condición genérica de lo humano es
su socialidad, «vivir en la compañía de sus semejantes», como dice
Arendt. Si hay sociedad, hay individuos humanos. Y viceversa. Por
eso, la pregunta qué es primero, qué pre-existe no tiene sentido. La
pregunta tiene que apuntar al tipo de relación que establecen los
individuos en determinada sociedad, en determinada organización
social. Al decir marxiano, el puntapié inicial son los «individuos que
producen en sociedad, o sea la producción de individuos socialmente
determinada»4. El tipo de relación que se trama allí, es la clave de lo
político. La mera determinación sociativa es condición necesaria pero
no suficiente para la politicidad. Lo político emerge cuando en la
sociedad se produce la distinción, la multiplicante individuación. Si la
política es la individuación en sociedad o la sociedad individuándose,
produciendo individuos, se podría decir que, a mayor intensidad de la
individuación, mayor politicidad.
Ahora bien, dicho esto, podemos notar rápidamente que esa
consideración de lo político nos pone de una punta a la otra en la historia
de la humanidad. Y esto es decir tanto como tan poco. Esa generalidad
abstracta no nos entrega nada específico. Por eso, si bien parece un
buen comienzo, enseguida nos topamos con una determinación que
cabe para cualquier época. Y como estamos tratando de indagar qué
es lo político empujadxs por la actualidad de nuestros problemas
cotidianos, no nos es suficiente. No tenemos más remedio que seguir
rascando.
Démosle la voz a Marx, ya que en las líneas que preceden
la abstracta frase que hemos citado, puede darnos aire para seguir
desmadejando:

Cuanto más nos remontamos en la historia, tanto más aparece el


individuo –y por consiguiente también el individuo productor–
como dependiente y formando parte de un todo mayor: en
primer lugar y de una manera todavía muy enteramente natural,
de la familia y de la familia ampliada que es la tribu; más tarde,
de las comunidades en sus distintas formas, resultado del
antagonismo y de la fusión de las tribus. Solamente al llegar

4 
K. Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse). 1857-
1858, Op. cit., p. 3. «Producción de individuos» lo entendemos doblemente. (i) la pro-
ducción como producto del sujeto-individuos; (ii) los individuos como producto de la
producción. Autoproducció

dialéktica 119
al siglo XVIII, con la «sociedad civil», las diferentes formas de
conexión social aparecen ante el individuo como un simple
medio para lograr sus fines privados, como una necesidad
exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta
idea de individuo aislado, es precisamente aquella en la cual
las relaciones sociales (universales según este punto de vista)
han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el
presente.5

La oración inmediatamente posterior a este fragmento es la que hemos


citado: lo político humano como la individuación en sociedad. Varias
cuestiones pueden pensarse a partir de esta cita: desde la naturalización
de la organización familiar hasta la mención crítica al contractualismo
y al individualismo, pasando por la pregunta por el teleologismo
o no de Marx. Nosotrxs, empero, nos centraremos en lo que hemos
resaltado y que es lo que Marx considera que es específico del presente
que le toca trajinar: la modernidad capitalista. Y, huelga decirlo, dado
que nosotrxs somos todavía contemporánexs a esa singular relación
social, se torna pertinente atender a esas determinaciones señaladas. La
universalidad de las relaciones sociales, el individuo aislado, privado
y la relación exterior con lxs otrxs como meros medios, se dibujan
como notas específicas para comenzar a delimitar el concepto de lo
político que tan abstractamente genérico se nos había manifestado en
primera instancia.
La universalidad de las relaciones sociales se produce de la
mano de la individuación como átomo ajeno a lxs otrxs, en mera
relación exterior. Las dos caras de un mismo proceso. Piedra angular
de la sociedad civil, el sistema de las necesidades, el mercado, donde el
interés general es la generalización de los intereses egoístas, monádicos.
Al igual que para el infierno, el camino hacia el mercado estuvo lleno
de buenas intenciones. Porque quienes llegan a las veredas del mundo
del intercambio han logrado dejar tras de sí –al menos en un sentido
relevante– la dependencia personal que caracteriza otro tipo de relaciones
sociales. Algo dice Marx en la cita, el individuo aislado ha sobrepasado
la individuación como miembro de una comunidad, su dependencia
de un todo mayor. Pero también añadamos aquellas individuaciones
en la que la mayoría eran tomados como propiedad ajena, como
instrumentos de trabajo: las relaciones esclavistas y feudales en las
que la dependencia personal era medular. Eso debe quedar atrás para

5 
Ibídem, p. 4, énfasis nuestro.

120 dialéktica
llegar al mercado, el mundo tiene que devenir según el orden de la
precisa y férrea división del trabajo social en productorxs privadxs e
independientes entre sí. De manera que, afinando el lápiz, decimos
que lxs individuos aislados son, específicamente, productorxs de
mercancías.
Producir privadamente sin ningún tipo de dependencia personal
implica organizar el proceso de trabajo voluntaria y libremente, sin
ningún tipo de coerción ni subordinación inmediata que dicte qué,
cuánto y cómo producir. Pero lo que se produce es una mercancía, es
decir, no es un producto para sí, es para otro, es mediatamente social.
Lxs productorxs privadx buscan su satisfacción pero produciendo
para otrxs, para intercambiar con otrxs, quienes, a su vez, organizan
su trabajo del mismo modo privado, sin injerencia ajena, voluntaria y
libremente. La producción y el intercambio mercantil es la dinámica
social que efectúa el pasaje de valores de uso diversos que satisfacen
necesidades de otrxs cuando el mundo humano se diagrama bajo esta
peculiar división del trabajo. Quien produce una mercancía, acude al
mercado para buscar la satisfacción de sí, es decir, se tiene a sí mismo
como fin. Para eso necesita que otrx productor le sirva como medio
para alcanzar dicha autosatisfacción. Y, a su vez y recíprocamente,
esx otrx también se tiene como fin a sí mismo y al otrx como medio.
El intercambio es el proceso que efectúa el pasaje. Y lo hace de tal
modo, que esta reciprocidad entre intereses monádicos y egoístas, teje
el presunto interés general.6 Y no es a través de la violencia que unx
6 
Adam Smith consideraba que está división del trabajo y el comportamiento egoísta
encuentran su fuente en la propia naturaleza humana, en su innata propensión al in-
tercambio. Escribía en 1776: «Pero el hombre reclama en la mayor parte de las circuns-
tancias la ayuda de sus semejantes y en vano puede esperarla sólo de su benevolencia.
La conseguirá con mayor seguridad interesando en su favor el egoísmo de los otros y
habiéndoles ver que es ventajoso para ellos hacer lo que les pide. Quien propone a otro
un trato le está haciendo una de esas proposiciones. Dame lo que necesito y tendrás
lo que deseas, es el sentido de cualquier clase de oferta, y así obtenemos de los demás
la mayor parte de los servicios que necesitamos. No es la benevolencia del carnicero,
del cervecero o del panadero la que nos procura alimento, sin la consideración de su
propio interés. No invocamos a sus sentimientos humanitarios sino a su egoísmo; ni
le hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas.» Investigación sobre la natu-
raleza y causas de la riqueza de las naciones, tr. Franco, México, FCE, 2004, p. 17. Pero a no
desesperar ante la naturalización del egoísmo individualista de la modernidad, porque
Smith también nos dice: «Los ricos sólo seleccionan del conjunto lo que es más precioso
y agradable. Ellos consumen apenas más que los pobres, y a pesar de su natural egoís-
mo y avaricia, aunque sólo buscan su propia conveniencia, aunque el único fin que se
proponen es la satisfacción de sus propios vanos e insaciables deseos, dividen con los
pobres el fruto de todas sus propiedades. Una mano invisible los conduce a realizar casi
la misma distribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la

dialéktica 121
productorx de mercancías se hace de la mercancía ajena que satisface
su necesidad de consumo. No es violentando a quien produce esa
deseada mercancía que finiquita las propias necesidades (ya surjan
del estómago o de la cabeza). El intercambio supone la voluntaria
enajenación recíproca de lxs propietarixs privadxs de las mercancías,
fundada en la libertad e igualdad que vincula a ambas partes.

La igualdad y la libertad no sólo son respetadas de este modo


en el intercambio basado en los valores de cambio, sino que el
intercambio de valores de cambio es la base productiva, real de
toda igualdad y libertad. Como ideas puras, igualdad y libertad
son meras expresiones idealizadas de esa base; desarrolladas en
relaciones jurídicas, políticas, sociales, son sólo esa base elevada
a otra potencia.7

Nuestra individuación moderna empieza a hacer nítidos sus perfiles y


expresa la propiedad, la igualdad y la libertad como determinaciones
constitutivas de la independencia personal de lxs productores
privadxs de mercancías. Pero antes de intentar desunilateralizar
estas «ideas puras», adentrémonos en el contenido preciso de estas
determinaciones. La igualdad y la libertad moderna como canto de
la propiedad privada lejos están de una presunta plenitud, de una
universalidad sin límites.
Rápidamente, notemos que la independencia personal tiene
una condición: no se puede satisfacer las propias necesidades sin pasar
por el mercado. Y allí no se puede ir sin poseer una de esas creaturas
tierra hubiese sido dividida en porciones iguales entre todos sus habitantes, y así sin
pretenderlo, sin saberlo, promueven el interés de la sociedad y aportan medios para la
multiplicación de la especie». La teoría de los sentimientos morales, tr. Rodriguez Braun,
Madrid, Alianza, 2004, p. 324.
7 
La traducción de este fragmento, correspondiente a los Grundrisse de Marx, es de Juan
Iñigo Carrera, citado en su libro Conocer el capital hoy. Usar críticamente El capital. (Volu-
men 1: la mercancía o la conciencia libre como forma de la conciencia enajenada), Buenos Aires,
Imago Mundi, 2007, p. 66. En la nota al pie de esa página, da sus razones por las que
no sigue las traducciones de este fragmento que hace Roces (y edita Fondo de Cultura
Económica) y Scaron (y hace lo propio Siglo XXI, que es la que venimos citando, y en la
cual, el fragmento en cuestión, está en la p. 183): «… introducen un ‘y’, inexistente en
el original, entre ‘relaciones jurídicas, políticas’ y ‘sociales’, que hace aparecer a las dos
primeras como si fueran alternativas contrapuestas a su propio género de relaciones so-
ciales». Nuestra elección de la traducción iñiguiana va por el mismo sendero. Mencione-
mos que varias de las líneas desarrolladas en este acápite fueron sugeridas, y no porque
coincidan con lo que estamos intentan exponer sino por lo que nos empujaron a pensar,
por los desarrollos que hace dicho autor en el libro de marras y en El capital: razón his-
tórica, sujeto revolucionario y conciencia, Buenos Aires, Imago Mundi, 2013, capítulo 1.

122 dialéktica
tan peculiares que son las mercancías. Sin ellas, no hay entrada. Y una
vez dentro, el salto mortal: la mercancía debe probar que es un valor
de uso para otrxs y, fundamentalmente, que, en su hechura privada,
ha objetivado gasto de trabajo humano abstracto en el tiempo de
trabajo socialmente necesario expresado en su valor, en su magnitud
de valor y que, por esa y solo esa razón, es intercambiable por otra
que le es equivalente. Así, un poseedor privado de mercancía entra
en vinculación porque ha producido una mercancía para otrxs, un
valor de uso para otrxs que, a su vez, han producido la mercancía que
podría satisfacer sus necesidades de consumo. Pero para eso cuenta,
fundamentalmente, que lo haya hecho just in time. Si en la privacidad de
su producción ha gastado trabajo abstracto (esto es: gasto de la propia
corporeidad del productor independientemente de la labor concreta y
específica que requiere el valor de uso de la mercancía producida) por
encima de la media social, no conseguirá que esa diversidad de valores
de uso se contraponga como valores equivalentes, o sea, mercancías. Y
sus valores de uso producidos no contarán como cuerpos del valor. El
salto mortal deviene tal. La vida en la modernidad empieza a jugarse
entre producir lo que otrxs consumen e intercambiar con la producción
ajena del consumo propio bajo el yugo impersonal del tictac del reloj.
Tal es el tortuoso camino por el que la sociedad se autoproduce como
tal en la era moderna.
Podemos decir, entonces, que para llegar al mercado, para ser
miembro de la sociedad civil, se deja atrás la dependencia personal para
mutar en una independencia personal correlativa a una dependencia
de las cosas.8 Y como si esto fuese poco, el mundo tiembla cuando, sobre
8 
«El hombre sólo se aísla a través de un proceso histórico. Aparece originariamente como un
ser genérico, un ser tribal, un animal gregario, aun cuando de ninguna forma como un zoon
politikon en el sentido político. El intercambio mismo es un medio fundamental para este ais-
lamiento. Vuelve superfluo el carácter gregario y lo disuelve. No bien la cosa ha llegado a tal
punto que él como individuo aislado ya se relaciona sólo consigo mismo, resulta sin embargo
que los medios para ponerse a sí mismo como individuo aislado han llegado a consistir en su
volverse general y comunal. En esta entidad comunitaria, la existencia objetiva del individuo
como propietario, digamos p. ej. como propietarios de la tierra, está presupuesta y por cierto bajo
ciertas condiciones que lo encadenan a la entidad comunitaria o que, más aun, lo convierten en
un eslabón de esa cadena. En la sociedad burguesa, el obrero p, ej. está presente de una manera
puramente subjetiva, desprovista de carácter objetivo, pero la cosa, que se le contrapone, ha
devenido la verdadera entidad comunitaria, a la que él trata de devorar y por la cual es devo-
rado.» K, Marx, Elementos…, Op. cit., p. 457. Énfasis nuestro. Con estas cavilaciones en torno
al devenir de las dependencias e independencias en la que trajina la animalidad política humana
como individuación en sociedad, Marx suelta la pluma e imagina el porvenir: «… Las relaciones
de dependencia personal (al comienzo sobre una base todo natural) son las primeras formas
sociales, en las que la productividad humana se desarrolla solamente en un ámbito restringido y

dialéktica 123
esa dinámica social, aparecen lxs poseedorxs de la extraña mercancía
fuerza de trabajo, esos individuxs monádicos, aisladxs pero con una
específica libertad duplicada. Porque por un lado, disponen, en tanto
propietarixs libres, de su capacidad de trabajar como mercancía. Y
por otro, se encuentran «liberadxs», separadxs de las condiciones de
producción.9 La igualdad y la propiedad, en general, se tallan con el
infalible cincel de la propiedad privada en la producción mercantil.
Y, en particular, mediante esta separación de lxs productorxs de los
medios de producción en la producción de plusvalor, en la producción
de capital.10 Pero no nos detengamos allí ahora. Pasemos a complejizar,
a intentar una desunilateralización de las determinaciones que hacen
lxs individuos modernxs para acercarnos a una delimitación de lo
político.

en lugares aislados. La independencia personal fundada en la dependencia respecto a las cosas


es la segunda forma importante en la que llega a constituirse un sistema de metabolismo social
general, un sistema de relaciones universales, de necesidades universales y de capacidades uni-
versales. La libre individualidad, fundada en el desarrollo universal de los individuos y en la
subordinación de su productividad colectiva, social, como patrimonio social, constituye el tercer
estadio. El segundo crea las condiciones del tercero. Tanto las condiciones patriarcales como las
antiguas (y también feudales) se disgregan con el desarrollo del comercio, del lujo, del dinero,
del valor de cambio, en la misma medida en que a la par va creciendo la sociedad moderna…»
Ibídem, p. 85. También aquí es nuestro el resaltado.
9 
K. Marx, El capital…, Op. cit., p. 205.
10 
«… el mismo proceso que ha separado a una multitud de individuos de sus relaciones pre-
existentes afirmativas… con las condiciones objetivas del trabajo, proceso que ha negado estas
relaciones y de ese modo ha transformado a estos individuos en trabajadores libres, este mismo
proceso ha liberado potencialmente (dynamei -griego) a estas condiciones objetivas del trabajo
–suelo, material en bruto, medios de subsistencia, instrumento de trabajo, dinero o todo eso en
[[conjunto]]- de su ligazón vigente hasta entonces con los individuos ahora separado de ellas…
El mismo proceso que contrapone la masa, como trabajadores libres, a las condiciones objetivas
de producción, ha contrapuesto estas condiciones, como capital, a los trabajadores libres…» K.
Marx, Elementos…, Op. cit., p. 465. Esta cita marxiana se encuentra en el fragmento que dedica
en los Grundrisse a las «Formas que preceden a la producción capitalista», pp. 433-77. Eric
Hobsbawn propone leer estas páginas atentxs al «proceso de individualización humana». Algo de
lo que venimos masticando en estas líneas. Este punto también puede complejizarse, por un lado,
con las discusiones que en torno a la transición del feudalismo al capitalismo y del nacimiento
de la representación parlamentaria. Y, por otro, con la problemática de géneros y el patriarcado.
Para el lo primero se puede, por ejemplo, leer un acercamiento a los debates clásicos y actuales
en los textos de F. Miliddi, O. Colombo y L. da Graca en la compilación echa por C. Astarita: La
Edad Media. (Recorridos historiográficos), Buenos Aires, Editorial de la Facultad de Filosofía
y Letras UBA, 2015. Para lo segundo, se puede leer, entre muchos otros, los estudios de Silvia
Federici en Calibán y la bruja. (Mujeres, cuerpo y acumulación originaria), tr. V. Hendel y L.
Touza, Buenos Aires, Tinta Limón, 2015

124 dialéktica
3.

Desde el punto de vista que venimos esbozando, podemos decir,


entonces, que la individuación no siempre fue tal y como la vivimos
ahora, tal y como la somos ahora. Las relaciones que hacen que
aparezcamos formalmente como individuos libres, iguales, como
propietarios de -al menos- nosotrxs mismxs, se produce históricamente.
La vinculación como átomos sociales, como mónadas que se vinculan
por medio de las cosas -las mercancías-, en aras del propio interés,
instrumentalizando a lxs otrxs como meros medios para sí, en otras
palabras, la independencia personal y la dependencia de las cosas es
una marca de la modernidad. Tratar de devorar el mundo, pero ser
devorado por él.
De todos modos, la modernidad tiene muchas puertas de
entrada, tal es su riqueza. Humanismo, Renacimiento, Revolución
Científica, Reforma protestante, Ilustración, Revolución política,
nacimiento de la Economía Política, etc. El hilo posible que ata y
desata esta época puede cifrarse en el proceso de secularización por el
que la humanidad toma en sus propias manos sus asuntos. Ya no es la
naturaleza, ya no es alguna divinidad la que ordena, hace y deshace
nuestro mundo, nuestro demasiado humano mundo. La secularización
es un proceso múltiple, equívoco, contradictorio y presuntamente
irreversible. Un proceso en el que la libertad e igualdad humanas
parece que van desde el interior de las cabezas más lúcidas («ideas
puras») hasta convertirse en un «prejuicio popular». Desde la certeza
de sí a la revolución política. Enredado en este trajín, el mundo va
convirtiéndose, sin prisa pero sin pausa, en un cúmulo de mercancías
y los individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los
individuos socialmente determinada, se relacionan como poseedores
de estas extrañas cosas.11
La modernidad, entonces, puede ser pensada como esa serie
de trastrocamientos en la historia del pensamiento y la ciencia, en los
modos de organización política y en las formas de relacionarse para
producir los objetos útiles para la satisfacción de las necesidades.
Con esta convergencia en mente, Carl Schmitt sostiene que el cogito
11 
Cf. Marx, Elemento…, Op. cit. pp. 20-30; El capital…, Op. cit., pp. 73-4. No nos interesa
en este momento, detenernos en el berenjenal sobre qué es primero, qué es fundamento: si
lo material o lo ideal. Tan sólo mencionemos que, desde una perspectiva filosófica monista, en
la que lo material y lo ideal, el ser y el pensamiento (y con mayores precisiones, la práctica y la
teoría) son correlativos y coextensivos, lo que nos interesa es la complejidad y multiplici-
dad que constituye al fenómeno moderno como un todo.

dialéktica 125
ergo sum de Descartes en el plano del pensamiento filosófico es lo
mismo que el protejo ergo obligo como piedra angular del Leviatán
hobbesiano.12 Ciñámonos a nuestro tema en estas páginas: la búsqueda
de un concepto de lo político. Hasta ahora la libertad e igualdad del
individuo aislado se han convertido en el fértil indicio para captar la
especificidad de la individuación moderna y, por ende, la especificidad
que puede detentar lo político.
Tomemos la puerta de la Ilustración13, quizás el proceso más
directo y, a su vez, contradictorio de este período. Leamos como índice
cabal de ese momento histórico el breve texto de Kant en el que se
arremanga para responder, justamente, ¿qué es la Ilustración?:

La ilustración es la salida del hombre de la minoría de edad, de la cual


él mismo es culpable. La minoría de edad estriba en la incapacidad
de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro.
Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la cuada
de ella no yace en defecto del entendimiento, sin en la falta de
decisión y ánimo para servirse de él, sin la conducción de otro.
¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!
Ésta es la divisa de la ilustración.14

Afirmación de la autoconciencia, del saber de sí: de la propia culpabilidad


y de ser el camino de salida. Y también del saber que el entendimiento,
el bons sens que daba inicio el Discurso del método de Descartes un
poco más de un siglo y medio atrás, es igualmente repartida a todo
individuo humano. En el dictum kantiano se condensa la potencia
que estaba sepultando el viejo mundo medieval. La modernidad giró
con Copérnico para quebrar sin vuelta atrás las cincuenta y cinco
esferas celestes que cubrían nuestras cabezas, el cielo aristotélico-
ptolemáico se desplomó sobre la tierra humanizada. Descentramiento
de la existencia y la vida a la intemperie, bajo la infinitud del universo
que, sin embargo, puede hacer pie en la universalidad que mora en la
humanidad, en cada individuo. En la claridad kantiana se reconocía
una tarea que atraviesa el conocimiento y la moral, la ciencia y la
política, el saber y la libertad. Una labor que estaba en proceso, que
estaba trastornado el mundo que hasta allí se vivía, se conocía, se

12 
Schmitt, Carl, Concepto de lo político, Op. cit., cap. 6.
13 
V. G. Reale y D. Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico. (Tomo segundo: del
Humanismo a Kant), tr. J. Iglesias, España, Herder, 2004, pp. 563-82.
14 
I. Kant, ¿Qué es la Ilustración?, tr. E. Estiú revisada por E. García Belsunce, Buenos
Aires, Prometeo, 2010, p. 21.

126 dialéktica
hacía. Y que, poco a poco, caminaba en devenir «prejuicio popular»,
en ese camino por el que una conquista histórica como la libertad e
igualdad se tornan una presunta determinación natural, ontológica del
individuo privado. Este espíritu se expresaba en la obra de las diversas
filosofías políticas15, en el núcleo de la naciente economía política, el
laissez faire, laissez passer del pensamiento fisiocrático, por medio de la
cual la propiedad privada y la libre competencia se anunciaban parte
de la naturaleza. Pero también y paradigmáticamente en los bríos que
llevaron a cabo la revolución francesa y escribieron para la posteridad
la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
Pero el sueño absoluto de la razón también parió monstruos.
De manera que el grito revolucionario, la presunta voz igualitaria
rápidamente mostró oscuros pliegues y el naciente pensamiento
feminista se encargó de denunciar la parcialidad que se escondía bajo
la llamada universal de la burguesía. Las premisas de la sociedad
capitalista, la libertad, la igualdad y la propiedad, tiene patas cortas
de patrón y de varón. Olympe de Gouges, autora de la Declaración de
los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en 1791 y guillotinada el 3 de
noviembre de 1793, comenzaba así su obra:

Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta


pregunta: al menos no le quitarás ese derecho. Dime. ¿Quién
te ha dado el soberano poder de oprimir a mi sexo? ¿Tu
fuerza? ¿Tus talentos? Observa al creador en su sabiduría;
recorre la naturaleza en toda su grandeza a la cual parece
querer acercarte y dame, si te atreves, el ejemplo de ese dominio
tiránico (…) busca, indaga y distingue, si puedes, los sexos en
la administración de la naturaleza. Por todos lados cooperan
en conjunto armonioso para esta obra maestra inmortal. Sólo el
hombre se fabricó (…) esta excepción. Extraño, ciego, hinchado
de ciencias y degenerado, en este siglo de luces y de sagacidad,
en la ignorancia más crasa quiere mandar como un déspota sobre
un sexo que recibió todas las facultades intelectuales, pretende
gozar de la revolución y reclamar sus derechos a la igualdad,
para decirlo de una vez por todas.16

Si los varones revolucionarios apelaban a la naturaleza para

15 
Por ejemplo, Hobbes (v. capítulos XIII y XIV de su Levaitán) y Locke (el segundo capí-
tulo del Segundo tratado sobre el gobierno civil).
16 
Citado en Celia Amorós y Rosa Cobo, “Feminismo e Ilustración” en Celia Amorós, Ana de
Miguel (eds.), Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización. (I. De la Ilustración al
segundo sexo), Madrid, Minerva, 2007, p. 120. Las cursivas son de las autoras.

dialéktica 127
deslegitimar las jerarquías estamentales del viejo mundo, de Gouges
lo hace para criticar la jerarquía patriarcal. Su palabra fue escuchada…
y recibió su justa condena en el mundo burgués patriarcal que se
afirmaba con filosos pies. La revolución burguesa delimitó con colores
propios las esferas de lo público y de lo privado, división también
cargada con el tono patriarcal. Pero de la mano de los feminismos
podemos notar no sólo cómo la separación moderna entre lo público y
lo privado no es ajena a la diagramación por géneros sino que también
esta divide y ordena patriarcalmente hacia el interior de la esfera
privada. Las mujeres sujetas al trabajo doméstico, a la reproducción
de la vida; los varones pueden, contrariamente, explayar las potencias
que dormitan en ser un productor privado independiente, en devenir
un propietario privado de los medios de producción: un capitalista. El
tiempo será testigo de las luchas feministas que no sólo trajinarán la
pelea por el acceso a la pública arena de la realpolitik en búsqueda de
la ampliación de derechos, sino que también pondrán sobre la mesa
lo que todo burgués y todo patriarca no quiere que se discuta: lo que
pasa en la vida privada. Lo personal es político se escuchará, se escucha.17
Pero desaceleremos el paso y continuemos la crítica a la
naturalización con la que se muestran las determinaciones burguesas
por antonomasia. Caminemos esta vuelta por el lado de Marx, quien
pone el ojo sobre la conservación de la individuación burguesa que
efectúa la emancipación política moderna en el Estado. El rapaz y
utilitario hombre de la sociedad civil bajo el exaltado y pulcro ciudadano
de la política estatal.
La libertad es el derecho de hacer sin dañar a otro. Es la libertad
del hombre como mónada aislada, egoísta, recluida en sí misma. Es la
clave de la voluntad de los poseedores de mercancías para encontrarse
en el mercado a intercambiar.
La propiedad es el derecho al gozo propio, sin relación con lxs
otrxs, de su patrimonio. Cada unx dispone sólo de lo que suyo.
La igualdad entre los hombres es de nacimiento: todos son
individuos monádicos aislados, libremente egoístas. La igualdad es la
misma ley para todxs lxs ciudadanxs. Es la igualdad que vincula a lxs

17 
Entre las muchas lecturas posibles de este derrotero histórico de los feminismos, se
puede ver «Introducción: teoría feminista y movimientos feministas» escrita por C.
Amorós y A. de Miguel Álvarez a en el libro que ellas mismas editan: Teoría feminista: de
la Ilustración a la globalización. (I. De la Ilustración al segundo sexo), Op. Cit., pp. 15-89. Tam-
bién el artículo de D. D’Antonio y P. Halperin, «El género como intervención política»,
publicado en el número 13 de dialéktica, pp. 45-53.

128 dialéktica
poseedores de mercancías y que cambian entre sí equivalentes.18
La universalidad celestial del Estado político supone el egoísmo
terrenal del poseedor aislado de mercancías. El Estado, portavoz del
«interés general» de la sociedad, supone los intereses particulares que
atestan la producción capitalista de mercancías. La escisión secular
entre el individuo viviente privado y el formal ciudadano público.
La independencia personal y la dependencia de las cosas como modo
general de las relaciones sociales en la modernidad suma una vuelta
más de opacidad con la derivación universalista en el Estado político,
en la proyección de igualdad formal de los ciudadanos.19
Sin embargo, y a pesar de las críticas no podemos dejar de notar
el paso que significó la Ilustración sobre la desigualdad naturalizada
y divinizada, una victoria sobre lo que constituyó mayoritariamente
el devenir de las relaciones humanas a lo largo de su historia: la
Naturaleza o la Divinidad encubriendo las relaciones de dependencia
entre los individuos en sociedad.20

4.

El proceso de secularización moderna condensa su espíritu de un modo


elocuente en el labor de las filosofías políticas, decididas a distinguir lo
natural de lo político: o bien estado de naturaleza, o bien estado civil,
político. En la recta final de esas distinciones, empero, en el límite de
esa tarea, de esa secularización que quitó los asuntos públicos de las
manos de la teología, la cuestión gana en complejidad y el dualismo
que se hace lugar se juega entre la sociedad y el Estado, articulados

18 
V. K. Marx, «Sobre la cuestión judía» en D. Bensaïd, B. Bauer, K. Marx, R. Rosdolski
y L. Rozitchner, Volver a la cuestión judía, tr. L. Carrugatti, Barcelona, Gedisa, 2011, pp.
78-81; El capital…, Op. cit., p. 214. También se puede leer el dossier del número 22 de
dialéktica (primavera de 2008), dedicado a la crítica de los derechos humanos.
19 
En «Sobre la cuestión judía» Marx también imagina el porvenir: «Recién cuando el
hombre individual real recobra en sí al ciudadano abstracto y como hombre indivi-
dual se convierte en un ser genérico en su vida empírica, en su trabajo individual, en sus
relaciones individuales, recién cuando el hombre ha reconocido y organizado sus ‘forces
propes’ [fuerzas propias] como fuerzas sociales y, por lo tanto, ya no separa de sí la fuerza
social bajo la forma de la fuerza política, recién entonces se lleva a cabo la emancipación
humana.» Énfasis nuestro. Ibídem, p. 87. Si uno se ciñe a este fragmento para sostener la
distinción y separación entre lo social y lo político, tendremos que decir que el ejercicio
que estamos haciendo en estas líneas va en contra de la letra de Marx.
20 
Dicho esto, la pregunta queda abierta: ¿qué hacer con el Iluminismo? ¿ha quedado incomple-
to, trunco y por eso hay que realizarlo, completarlo? ¿o ha dado todo lo que puede dar y se trata
de abolirlo?

dialéktica 129
por la noción de representación. Nombre emblemático en este punto es
el de Hegel: la sociedad civil por un lado, el Estado por otro; lo social
aquende, lo político allende. En otras palabras: aquí la esfera de los
intereses particulares, el mercado; allá la esfera de lo universal, el dios
en la tierra, el Estado. He aquí un producto genuino de la modernidad:
el Leviatan.21
Pero, como ya hemos estado mascullando, la modernidad ha
sido fecunda. Monstruosamente fecunda. Un mundo de mercancías
trastornó al Deus mortalis. Lo cercó por fuera, lo carcomió por dentro.
Y la fertilidad mercantil no ha dejado de proliferar… Ni Renato
Descartes podría dudar de ello. Por mis frutos me conoceréis dice la
palabra sagrada de la modernidad. Y sus retoños no son otra cosa
que el devenir mercancía de todo producto. Insólitas creaturas que
emergen cuando la sociedad se autoproduce por los opacos caminos
de la propiedad privada. En los cuerpos mercantiles laten dos
corazones, el trabajo concreto y el trabajo abstracto, el valor de uso y el
valor. Contradictoria convivencia guardan las mercancías en su pecho.
Sístole y diástole de un cuerpo que no cesa de crecer y que, al mismo
tiempo, atraviesa colosales infartos. Un extraño, muy extraño «interés
general»… Cada cosa devino una cosa-que-se-compra o una cosa-que-
se-vende según si las circunstancias nos sitúan en la perspectiva de
la venta o de la compra, o sea, si se personifica al vendedor o si se
encarna al comprador de la mercancía. Es decir, que lxs possedorxs
de mercancías no son compradorxs ni vendedorxs por naturaleza o
designio divino. Ora se es comprador, ora se es vendedor. En este
caso, el ser es su circunstancia.
La libertad y la igualdad que supone y realiza el encuentro en
el mercado de los poseedorxs privadxs cruza un punto de no retorno
cuando allí aparecen lxs individuos aisladxs doblemente libres sin
nada más que vender que su capacidad de trabajar metamorfoseada
en mercancía, en cosa-mercantil. Es que su aparición supone que
los medios de producción aparecen en las manos privadas de otrxs
individuos aisladxs. Y este crucial encuentro resulta en el proceso
sin término que dibuja la mercancía-dinero cuando funciona como
capital. El dinero sólo busca ser más de sí. Y para eso sólo hay un
camino hacia adelante. Las mercancías deben llevar en sus entrañas

V. Dotti, Jorge Eugenio, «Pensamiento político moderno», en Ezequiel De Olaso editor, Del
21 

Renacimiento a la Ilustración I (Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía VI), Trotta, Madrid,


1994, pp. 53-76. Bobbio, N., «El modelo iusnaturalista», en Estudios de historia de la filosofía.
De Hobbes a Gramsci, Debate, Madrid, 1991, pp. 73-150.

130 dialéktica
ya no sólo valor sino también plusvalor. Y la fuente de éste mana de
lxs vendedorxs de la mercancía fuerza de trabajo. El paso que se da
es descomunal cuando la capacidad de hacer se ha tornado una cosa
mercantil y envuelve allí el secreto de la generalización mercantil, de
su expansión a cada punto del mundo. La tierra moderna deviene
efectivamente un cúmulo de esas endiabladas creaturas. La potencia
de trabajar de la mayor parte de la humanidad ha tomado este curioso
destino. El alma: la Cosa. Aquí también depende de las circunstancias.
Pero, hay que decirlo, éstas no son tan volátiles como las del poseedor
de cosas-para-comprar-o-vender. Ser comprador o vendedor de cosas
en general goza de una evanescencia que tiende a cero cuando se trata
de la mercancía-fuerza-de-trabajo. Ser vendedor o comprador de esta
fantástica mercancía implica otra complejidad y las personificaciones
resultan -para lxs vendedores sin duda- un trago bastante más amargo.
No son individuos doblemente libres por naturaleza ni por designio
celestial, pero ya no podrán quitarse esa marca sin más. Es más, ¡hasta
la desearán! Porque no tenerla los convierte en un ser para la muerte.
Tener sólo para vender la capacidad de trabajar parece ser cosa del
destino o, dicho teológica-políticamente, cosa e’mandinga.
Lejos de los estigmas que laceraban a los elegidos por Dios, los
cuerpos de lxs vendedorxs-de-la-mercancía-en-cuestión no muestran
ninguna marca reveladora. Cierto que trabajar en la sociedad
capitalista suele desvencijar los cuerpos, desquiciarlos, quebrarlos,
ajarlos con insistencia, pero ninguna de ellas es el santo y seña de
esa mutación mercantil. Si no es marca física, es marca metafísica, a
algunx, quizás, se le ocurrirá decir. Pero preferimos sortear el aroma
perenne de esa observación y precisar: es una marca social, histórica,
perecedera. Y como tal es de una cualidad distinta de la carne que
somos. Por eso no es posible encontrarla en ninguno de los átomos
ni de las células que somos corporalmente. Y sin embargo, sólo existe
encarnadamente en nosotrxs, no pervive fuera de nuestros cuerpos.
Desde esa invisibilidad, nuestra fuerza de producir se vuelve, aunque
no lo deseemos, una mercancía. Como dice Zaratustra del viento,
la relación social capitalista nos maltrata y nos dobla con manos
invisibles.
De modo que la sociedad moderna realiza su ciclo vital por
medio de la producción mercantil generalizada, la cual conlleva una
peculiaridad, una seña de distinción cifrada en la relación social de
producción. Nos referimos, claro está, a la paradójica relación de la
desvinculación del trabajo y de las condiciones del mismo. En otras

dialéktica 131
palabras, la relación que vincula entre sí a lxs trabajadorxs como
colectivo y al capitalista en general. Una relación social oculta bajo
una envoltura de cosa: el valor y el plusvalor de las mercancías
producidas capitalísticamente. Dicha relación es el nervio que corta
transversalmente el creciente mundo mercantil.
Cuando el Capital se topa en el mercado con esta específica
mercancía, la historia toma un camino irreversible. Ese encuentro
despertó los animals spirits, las feroces bestias ocultas -¿quién sabe?- en
los pliegues de una humanidad increada y ha venido a trastornar todo
ese paciente camino, esa admirable senda por la que la humanidad,
poco a poco, fue despojándose de una presunta desigualdad natural y
de un sospechoso privilegio divino para tomar sus problemas en sus
propias manos. Era correcto para Hobbes, entre otros, señalar en su
época la prioridad de la dimensión estatal para entender, por caso, la
propiedad privada.22 Pero el capitalismo trastocó la sinuosa historia
que había encumbrado al Estado como la clave organizativa de la
humanidad. El rey de los soberbios devino un súbdito del Capital.
En la producción y en la satisfacción de sus necesidades, la
humanidad se autoproduce en su relación con la naturaleza, en
su socialidad y en cada corporalidad individual. Sucede que desde
que dicha autoproducción social se desarrolla bajo el comando de la
relación social capitalista, los ritmos de la vida se han acompasado
a su propia velocidad, todo fue quedando teñido por su incolora
actividad. Su universalización está fuera de toda duda. La otra cara
de esta es la intensificación de la individuación. Es sobre este fondo
que lo político adquiere una nota históricamente determinada. La
mercantilización generalizada -de las cosas y de los individuos libres,
iguales y propietarios- conlleva una generalización de lo político porque
universaliza por todo el cuerpo social (ese cuerpo invisible, sin carne
pero fatalmente encarnado), en cada uno de sus puntos, en cada
particular, en la multiplicidad de singularidades, el anudamiento de
la relación social capitalista. Ese cuerpo social se expande al mismo
tiempo que se concretiza en cada individuo. Lo social se expresa en los
individuos y éstos envuelven lo social. Todas las cosas se dicen de esta
relación social. Y esta relación social se dice en un mismo sentido de
todas las cosas. La relación capitalista es el nervio que enlaza y distingue
el trastrocamiento de las cosas y la potencia de hacer en mercancía. Es
en este devenir-cósico donde auscultamos lo político como el nervio de lo real,
22 
Hobbes, Thomas, Leviatán (o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y
civil), tr. Sánchez Sarto, Madrid, Sarpe, 1983, cap. XXIV.

132 dialéktica
como el nervio de las cosas. En este proceso, las cosas se subjetivan y
los sujetos se cosifican. Las relaciones entre los individuos aparecen
como relaciones entre las cosas. La independencia personal es la otra
cara de la moneda de la dependencia de las cosas. La individuación
monádica intenta devorarse el mundo, pero este es, tarde o temprano,
el devorador y aquella, la devorada. Pero esta cosificación no es de una
vez y para siempre. Si fuese así, no habría ni la mínima posibilidad de
criticar lo que es, o mejor, lo que está siendo. Esa relación que enerva lo
real es el objeto de lo político.

dialéktica 133
TRANSPIRAR
LA CAMISETA
EL SUBTE ESTABA DE PARO SIN AVISO
PREVIO. LA CAUSA: LA MUERTE DE UN
TRABAJADOR DURANTE LA MADRUGADA.
«QUÉ HIJOS DE PUTA, CÓMO NOS CAGAN LA
VIDA. SIEMPRE SE MANDAN ESTOS PAROS…
ANDÁ A SABER QUÉ CAGADA SE MANDÓ EL
TIPO QUE MURIÓ...». MI COMPAÑERO TAMBIÉN
HABÍA LLEGADO UNOS MINUTOS TARDE
AL TRABAJO, COMO YO. UNA COMPAÑERA,
MIENTRAS SE ACOMODABA LOS AURICULARES
PARA EMPEZAR A ATENDER LLAMADOS,
COMENTA QUE EL TRABAJADOR FALLECIDO
PERTENECÍA A LA SELECCIÓN ARGENTINA
DE FUTSAL. SE GENERÓ UN SILENCIO. OTRO
COMPAÑERO LEE UN FRAGMENTO DE LA
NOTICIA DESDE EL CELULAR. «UH LOCO, QUE
BAJÓN. AHORA COMO QUE ME SENSIBILICÉ».

134 dialéktica
Aceleracionismo / Armen Avanessian [et al.]. (2017) Armen Avanessian y
Mauro Reis (comps). Buenos Aires: Caja Negra. 304 pp. Traducción de Mau-
ro Reis. ISBN 978-987-1622-58-0
136 dialéktica
Prometeo desencadenado
Introducción al debate aceleracionista

- … ¡Usted es el enemigo del progreso!


- ¿Yo?...
- Sí. Quiere que desaparezcan los talleres
mecánicos, que ponen en condiciones de marcha
los autos, los ómnibus, los camiones y las
ambulancias, lo que sirve para traer los alimentos
y transportarlo a usted vivo, enfermo o difunto.
- Yo intento decir que no quiero eliminarlos,
sino que salgan de los sitios donde
la gente vive…

Antonio Di Benedetto, El silenciero

Aunque las críticas al dogmatismo socialista han pautado todo el siglo


XIX, aunque las críticas al fenómeno burocrático sean anteriores al
Octubre de 19171, aunque tanta crítica se haya hecho al stalinismo, al
socialismo de cuartel, a la dictadura del partido... el derrumbe del muro
de Berlin por las manos de los y las jóvenes trabajadoras alemanas
no pudo más que hudir el espíritu socialista y de lucha de grandes
porciones de la militancia, de los intelectuales y las perspectivas
emancipatorias que algún día tuvo fuerza en los sectores organizados
de la clase.
¿Qué pasó? ¿Cuándo todo empezó a funcionar mal? ¿Es que
alguna vez logró hacerlo «bien»? Se renuevan entonces algunas
hipótesis a partir de la misma fuente sagrada: ¡no estábamos listos!
¡El sistema no estaba listo! Las condiciones materiales todavía no
llegaron. El hombre no hace la revolución, es el sistema mismo el que
«se cae» sólo -- como dicen aquellxs que se refieren a una misteriosa
«caída» del muro...
Ver en este número «Rosa Luxemburgo y la crítica a los fenómenos burocráticos» de
1 

Mauricio Tragtemberg.

dialéktica 137
Ya no se trata de hacer la exégesis del texto del padre Marx:
teleológico o no, lo vemos con mucha más concretud en el contraste
generacional de la militancia. Si antes la revolución estaba al doblar la
esquina de la historia (revolución nacional, hay que decirlo...), hoy día
es común entre lxs bien intencionados la homilía tan cristiana que reza
que «cada uno aporta un granito», que hay que ir a los barrios ayudar
a los pobres, que hay que luchar por una verdadera democracia...
salimos de un momento en que la Historia nos daba la razón para
uno en que buscamos cualquier razón para inventar una historia.
Entre las estrategias pos-modernas está la de concebir la historia como
una retórica, sin cualquier rasgo de fundamento. Otra, más fácilmente
confundible con las influencias marxistas, dice que el hombre no tiene
agencia sino que es el mundo que nos va a dar las armas futuras de
nuestros combates.
En estas coordenadas emerge la autodenominada política
aceleracionista. En un primer golpe de vista, se puede leer que la
tesis «aceleracionista» se reviste del academicismo tan caro a buena
parte de los debates actuales del marxismo, mucho más presente entre
becarixs e investigadorxs precarizadxs sometidos a la competencia
entre sí por cargos universitarios, títulos, publicaciones, que entre
todos los demás sectores de la clase trabajadora. Eso se puede apuntar
del contexto de producción. Pero adentrémonos en los textos, en lo
que nos dicen. Allí nos encontramos con que el aceleracionismo tiene
por pilar la confianza en el desarrollo de las «fuerzas productivas de
la tecnología», el cual ha sido vertiginosamente llevado adelante por
el capitalismo, pero ya no más. Ahora el propio Capital se ha vuelto
un lastre para esa veloz producción y amenaza a la sociedad entera
con un colapso apocalíptico. La izquierda aceleracionista llama a
emancipar las fuerzas productivas en latencia, a desencadenarlas de la
represión capitalista. Lanzan un urgente -y repetido- grito: ¡Barbarie o
postcapitalismo! La salida es una y sólo una. Nos exhortan a una política
prometeica que culmine el proyecto de autoconocimiento crítico de
la Ilustración y el potencial autodominio colectivo de nosotrxs y de
nuestro mundo.
Contexto y textos nos interpelan, nos hacen pensar, nos remiten
a problemas que resuenan en nuestra cotidianidad, en nuestra
práctica teórica, política. Por eso decidimos publicar una pequeña
pero significativa parte de los desarrollos y debates que se abrieron a
partir de la irrupción del Manifiesto por una política aceleracionista.2 Pero
2
Para quien le interese estos problemas, sugerimos la lectura del libro Aceleracionismo.

138 dialéktica
digamos algo más sobre lo que nos convoca de esta apuesta, de este
debate.
Por un lado, la relación íntima que el capitalismo va forjando entre
el proletariado y la tecnología de control, vigilancia y entrenamiento
de la fuerza de trabajo -- que algunos piensan tratarse solamente de
«entretenimiento»3 -- es necesario exponer y colocar bajo escrutinio los
argumentos de aquellxs que toman los avances tecnológicos como un
«progreso humano» despojado de ropajes de clase, despojado de una
historia humana basada enteramente en la explotación.
Por otro lado, tanto en el Manifiesto como en el texto crítico
de Bifo, se asoman cuestiones claves para una política radical: los
problemas de la organización y la producción de subjetividades
políticas. En el primero de los textos se hace un diagnóstico sobre la
izquierda política que puede ser un fértil insumo para pensar en estos
lares. Se critica el horizontalismo instransigente, la acción directa, el
localismo autonomista. Una radiografía que puede colaborar en la
necesaria autocrítica vernácula de los espacios autónomos (cada vez
más minoritarios), sin que por ello se saquen las mismas conclusiones.
Subrayamos lo de «autocrítica» porque nos reconocemos en varios
puntos de los que pueden considerarse nucleares en esos espacios.
En las páginas de nuestra revista hemos rumiado bastante sobre esta
cuestión. Nuestra autocrítica podría decirse en una escueta sentencia:
la autonomía es de clase o no es. Y enfatizamos lo de las «conclusiones»
porque no nos tientan ni un poquito las respuestas que se dieron por
acá ni las que nos ofrecen en el Manifiesto. Por acá, ya lo conocemos,
la crítica a la horizontalidad, al autonomismo, etc. se tradujo en
el renovado impulso de la gran mayoría de las organizaciones de
izquierda hacia la política estatal, minusvalorando cualquier tipo
de acción política que quite al Estado capitalista como el centro del
universo. Y la puerta de salida que nos propone enfáticamente el
texto aceleracionista tampoco nos atrae porque, en la exaltación de
lo que «debe ser» de la mano del desarrollo tecnológico, pasan sin
decir palabra sobre los procesos de subjetivación política, entre otros

(Estrategias para una transición hacia el poscapitalismo), compilado por Armen Avanessian
y Mauro Reis, traducido por este último y publicado por Caja Negra en 2017. Esta com-
pilación cuenta con quince textos que complejizan, abren y critican el devenir acelera-
cionista. Aprovechamos esta nota para agradecer a Diego Esteras de Caja Negra, quien
puso a nuestra disposición los textos para que los publiquemos en la revista.
3 
Ver por ejemplo Controlar os trabalhadores (I) A fusão entre trabalho, lazer e vigilância,
e Controlar os trabalhadores (II) As empresas são aparelhos de poder; de Pablo Polese
(en http://passapalavra.info/2016/05/108295 y http://passapalavra.info/2016/06/108371)

dialéktica 139
«olvidos»4. Este aspecto es el que resalta críticamente el segundo texto,
razón por la cual lo hemos elegido, más allá de que, claro está, no
compartamos todo lo que allí plantea polémicamente Franco Berardi.
Por último, digamos que consideramos un punto valorable del
Manifiesto el hecho de que, además de la crítica a la izquierda «folk»,
indique como parte de este mundo acelerado las falencias de las corrientes
hasta hace poco dominantes en la izquierda revolucionaria, notorias
en el descrédito en la dirección política como agente transformador y
redentor de la clase trabajadora. Pero la contra cara de esto es que muy
poco de la clase trabajadora parece tener que ver con la «aceleración»
del sistema capitalista. Sabemos que en realidad somos lxs propixs
trabajadorxs lxs que somos «aceleradxs» por la actual tecnología de
producción y lo muy poco capaces que somos para acelerar otras cosas
que no sean nuestrxs propios ritmos de trabajo. También la idea de
un «postcapitalismo», evitando los contenidos fuertes del socialismo
o del comunismo, parece apuntar a un nuevo orden «más moderno»,
muy preocupado con evitar el «colapso ecológico planetario», con
construir una «nueva infraestructura política eficaz». En suma, un
ambiente despejado para el manejo de la sociedad por una renovada
clase de gestores - ahora menos rojos, menos fabriles, más verdes y
más informáticos.

Tanto nos hablan del desarrollo de las fuerzas productivas impulsado por el Capital,
4 

que se vuelve notable el «olvido» del puntapié de todo el asunto: ni una línea sobre la
producción mercantil, el trabajo, el valor, el dinero, el plusvalor, etc. ¿Será por eso que,
como el ciervo brama por agua clara, lxs aceleracionistas braman por financiamiento tan
acríticament

140 dialéktica
M
MANIFIESTO POR UNA
POLÍTICA ACELERACIONISTA
Por Alex Williams y Nick Srnicek

01. INTRODUCCIÓN: SOBRE LA COYUNTURA

1. En el comienzo de la segunda década del siglo XXI, la civilización


global se enfrenta a una especie nueva de cataclismo. Los apocalipsis que
se avecinan ponen en ridículo las normas y las estructuras de organizaciones
políticas que se forjaron con el nacimiento de los Estados-nación, el ascenso
del capitalismo y un siglo XX de guerras sin precedentes.

2. Más importante es el colapso del sistema climático del planeta que, con
el tiempo, amenaza la supervivencia de la actual población humana mundial.
Aunque esta es la amenaza más grave que enfrenta la humanidad, hay una
serie de problemas de menor envergadura, pero en potencia igualmente
desestabilizadores, que coexisten e interactúan con ella. El agotamiento
terminal de los recursos, especialmente de las reservas de agua y energía,
ofrece la perspectiva de una hambruna masiva, del colapso de los paradigmas
económicos y de nuevas guerras frías calientes. La continua crisis financiera
ha llevado a los gobiernos a adoptar la espiral paralizante y mortal de las
políticas de austeridad, la privatización de los servicios de asistencia social,
el desempleo masivo y el estancamiento de los salarios. La creciente
automatización de los procesos productivos, incluido el “trabajo intelectual”,
pone de manifiesto la crisis secular del capitalismo que pronto lo hará incapaz
de mantener los niveles de vida actuales, incluso para las antiguas clases
medias del hemisferio norte.

3. En contraste con estas catástrofes en aceleración continua, la política actual


es acosada por la incapacidad para generar las nuevas ideas y los nuevos
modelos de organización necesarios para transformar nuestras sociedades de
modo de afrontar y resolver las aniquilaciones por venir. Mientras la crisis
gana fuerza y velocidad, la política se marchita y retrocede. En esta parálisis
del imaginario político, el futuro ha sido anulado.

dialéktica 141
4. Desde 1979, el neoliberalismo ha sido la ideología política global
hegemónica, omnipresente con algunas variantes en las principales potencias
económicas. A pesar de los profundos desafíos estructurales que los nuevos
problemas globales le revelan –los más inmediatos: las crisis crediticias,
financieras y fiscales que se están produciendo desde 2007-2008–, los
programas neoliberales no han evolucionado sino para intensificarse. Esta
continuación del proyecto neoliberal, o neoliberalismo 2.0, ha comenzado a
aplicar una nueva ronda de ajustes estructurales, espe-cialmente fomentando
nuevas y agresivas incursiones del sector privado en lo que queda de las
instituciones y los servicios socialdemocráticos. Esto a pesar de los efectos
económicos y sociales negativos que presentan tales políticas de manera
inmediata, y de los fundamentales límites a largo plazo planteados por las
nuevas crisis globales.

5. Que las fuerzas de la derecha gubernamental, no gubernamental, y del poder


corporativo hayan sido capaces de impulsar la neoliberalización es, al menos
en parte, consecuencia de la parálisis crónica y la naturaleza inoperante de
gran porción de lo que resta de la izquierda. Treinta años de neoliberalismo han
despojado a la mayoría de los partidos políticos de izquierda de pensamiento
radical, de contenidos y del mandato popular. En el mejor de los casos,
estos partidos han respondido a las presentes crisis apelando a un retorno
a la economía keynesiana, a pesar de la evidencia de que las condiciones
que permitieron el desarrollo de las socialdemocracias de posguerra ya no
existen. Ni siquiera por decreto podemos regresar al modelo fordista de
trabajo. Incluso los regímenes neosocialistas de la Revolución Bolivariana en
América del Sur, no obstante su alentadora habilidad para resistir a los dogmas
del capitalismo contemporáneo, siguen siendo, de forma decepcionante,
incapaces de presentar una alternativa más allá del socialismo de mediados
del siglo XX. Las organizaciones laborales, debilitadas sistemáticamente
por los cambios forjados por el proyecto neoliberal, son escleróticas a nivel
institucional y, en el mejor de los casos, solo pueden mitigar levemente los
nuevos ajustes estructurales. Pero sin un enfoque sistemático para construir
una nueva economía ni la solidaridad estructural necesaria para imponer
tales cambios, las fuerzas laborales permanecen, por ahora, relativamente
impotentes. Los movimientos sociales que han aparecido desde el final de
la Guerra Fría y que experimentaron un resurgimiento después de 2008, han
sido igualmente incapaces de articular una nueva visión ideológico-política.
Por el contrario, estos movimientos consumen una gran cantidad de energía
en los procesos internos de democracia directa y en la autocomplacencia
afectiva en detrimento de la eficacia estratégica, y proponen frecuentemente
una variante de localismo neoprimitivista, pretendiendo combatir la violencia

142 dialéktica
abstracta del capital globalizado con la frágil y efímera “autenticidad” de la
inmediatez comunal.

6. A falta de una visión social, política, organizativa y económica


radicalmente nueva, los poderes hegemónicos de la derecha seguirán siendo
capaces de impulsar contra todas las evidencias su miope imaginario. En el
mejor de los escenarios, puede incluso que la izquierda sea capaz durante
un tiempo de resistir parcialmente algunas de sus peores incursiones. Pero
esto es bien insuficiente contra una marea al final inexorable. Generar una
nueva hegemonía global de la izquierda exige la recuperación de los perdidos
futuros posibles y, de hecho, la recuperación del futuro como tal.

02. INTERREGNO: SOBRE LOS ACELERACIONISMOS

1. Si hay algún sistema que se haya asociado con ideas de aceleración, es el


capitalismo. El metabolismo esencial del capitalismo demanda crecimiento
económico, competencia entre entidades capitalistas individuales que estimula
el desarrollo tecnológico con el fin de obtener ventajas competitivas, todo
ello acompañado de una creciente fractura social. En su forma neoliberal, su
autopresentación ideológica es la de la liberación de las fuerzas de destrucción
creativa que desencadena innovaciones tecnológicas y sociales en aceleración
constante.

2. El filósofo Nick Land ha captado agudamente esto, si bien con la


creencia miope, aunque hipnótica, de que la velocidad capitalista por sí sola
podría generar una transición global hacia una singularidad tecnológica sin
precedentes. En esta visión del capital, el ser humano podría ser eventualmente
desechado como un simple lastre por una inteligencia planetaria abstracta
que se construye frenéticamente a sí misma uniendo los fragmentos de
civilizaciones anteriores. El neoliberalismo landiano confunde, sin embargo,
velocidad con aceleración. Puede que nos estemos moviendo rápidamente,
pero es solo dentro de una serie estrictamente definida de parámetros
capitalistas que, por su parte, no vacilan nunca. Experimentamos nada más que
la velocidad creciente de un horizonte local, un simple espasmo clínicamente
muerto en lugar de una aceleración que sea también “navegacional”, un
proceso experimental de descubrimiento dentro de un espacio universal
de posibilidades. Es esta última forma de aceleración la que consideramos
esencial.

3. Aún peor es que, como lo reconocieron Deleuze y Guattari, lo que la


velocidad capitalista desterritorializa por un lado, lo reterritorializa por el

dialéktica 143
otro desde el comienzo mismo. El progreso se ve constreñido al marco de la
plusvalía, de un ejército reservista de mano de obra y de un capital libremente
flotante. La modernidad es reducida a medidas estadísticas de crecimiento
económico y la innovación social es incrustada de restos kitsch de nuestro
pasado comunal. La desregulación thatcheriana-reaganiana convive en
armonía con los valores familiares y religiosos del “retorno a los orígenes”
victorianos.

4. Una tensión más profunda dentro del neoliberalismo es la de su


autorrepresentación como vehículo de modernidad, como sinónimo literal de
modernización, mientras promete un futuro que es constitutivamente incapaz
de proporcionar. De hecho, a medida que el neoliberalismo ha avanzado, en
lugar de fomentar la creatividad individual, ha tendido a eliminar la inventiva
cognitiva en beneficio de una línea de producción afectiva de interacciones
programadas, combinada con cadenas de suministro globales y una zona de
producción neofordista en el Este. El infinitamente pequeño cognitariado de
trabajadores intelectuales de élite se reduce cada año que pasa,y cada vez en
mayor medida, al abrirse lugar la automatización algorítmica entre las esferas
del trabajo afectivo e intelectual. A pesar de presentarse a sí mismo como
desarrollo histórico necesario, el neoliberalismo fue en realidad apenas un
medio contingente para repeler la crisis del valor que surgió en los setenta.
Inevitablemente, esto fue más una sublimación de la crisis que su superación
definitiva.

5. Es Marx, junto con Land, el pensador paradigmático del aceleracionismo.


Contrariamente a las manidas críticas e incluso al comportamiento de algunos
marxistas contemporáneos, debemos recordar que el mismo Marx utilizó
los instrumentos teóricos más avanzados y los datos empíricos disponibles
en su intento de entender plenamente y transformar su mundo. No era un
pensador que se resistiese a la modernidad, sino uno que buscaba analizarla
e intervenirla, comprendiendo que, a pesar de toda la explotación y la
corrupción, el capitalismo seguía siendo el sistema económico más avanzado
del momento. Sus beneficios no debían ser revertidos, sino acelerados más
allá de las restricciones de la forma de valor capitalista.

6. Lenin escribió en su texto de 1918 “Acerca del infantilismo


“izquierdista””:

El socialismo es inconcebible sin la gigantesca maquinaria capitalista


basada en los últimos avances de la ciencia moderna. Es inconcebible
sin una organización estatal planificada que someta a decenas de
millones de personas al más estricto cumplimiento de una norma única

144 dialéktica
de producción y distribución. Nosotros, los marxistas, hemos hablado
siempre de esto, y no merece la pena gastar ni dos segundos en
conversar con gente que no comprende ni siquiera eso (los anarquistas
y una parte considerable de los revolucionarios de la izquierda
socialista).

7. Como Marx sabía, el capitalismo no puede ser identificado como el agente


de la verdadera aceleración. De igual manera, afirmar que las políticas de
izquierda son la antítesis de la aceleración tecnosocial es, al menos en parte,
una grave tergiversación. Si la izquierda política quiere asegurarse un futuro,
deberá ser uno en el que adopte al máximo esta tendencia aceleracionista
reprimida.

03. MANIFIESTO: SOBRE EL FUTURO

1. Creemos que la división más importante en la izquierda de hoy se da


entre los que se atienen a una política folk, acción directa y horizontalismo
intransigente, y los que conforman una política que podríamos llamar
aceleracionista, sin subir de abstracción, complejidad, globalidad y tecnología.
Los primeros se conforman con establecer pequeños espacios temporales
de relaciones sociales no-capitalistas, rehuyendo los problemas reales que
conlleva el enfrentarse a enemigos intrínsecamente no-locales, abstractos y
profundamente arraigados en nuestra infraestructura cotidiana. El fracaso
está incorporado desde el principio en estas políticas. Por el contrario, una
política aceleracionista busca preservar las conquistas del capitalismo tardío
al tiempo que va más allá de lo que su sistema de valores, sus estructuras de
control y sus patologías de masa permiten.

2. Todos queremos trabajar menos. Intriga preguntarse por qué ocurre que
el economista más importante del mundo de la posguerra creyera que un
capitalismo ilustrado progresaría inevitablemente hacia la reducción radical
de las horas de trabajo. En “Perspectivas económicas para nuestros nietos”
(escrito en 1930), Keynes pronosticó un futuro capitalista en el que los
individuos verían su jornada laboral reducida a tres horas por día. Lo que ha
ocurrido en cambio es la gradual eliminación de la distinción entre trabajo
y vida, con el trabajo permeando todos los aspectos de la fábrica social
emergente.

3. El capitalismo ha comenzado a reprimir las fuerzas productivas de la


tecnología o, por lo menos, a dirigirlas hacia fines innecesariamente estrechos.
Las guerras de patentes y la monopolización de las ideas son fenómenos
contemporáneos que ponen de relieve tanto la necesidad del capital de dejar

dialéktica 145
atrás la competencia, como su tratamiento cada vez más retrógrado de la
tecnología. Los logros propiamente acelerativos del neoliberalismo no han
resultado en menos trabajo ni en menos estrés. Y en lugar de un mundo de viajes
espaciales, de conmoción futurista y potencial tecnológico revolucionario,
vivimos en una época en la que lo único que se desarrolla es un conjunto de
aparatos [gadgetry] dirigidos al consumo ligeramente mejorados. Incesantes
repeticiones del mismo producto de base sostienen la demanda marginal de
consumo a expensas de la aceleración humana.

4. No queremos volver al fordismo. No puede haber vuelta al fordismo.


La “edad de oro” capitalista se fundó en el paradigma de producción del
ambiente disciplinado de la fábrica, donde los trabajadores (varones) recibían
seguridad y condiciones de vida básicas a cambio de una vida de aburrimiento
embrutecedor y de represión social. Tal sistema se sustentaba en una jerarquía
internacional de colonias e imperios y una periferia subdesarrollada; en una
jerarquía nacional de racismo y sexismo; y en una rígida jerarquía familiar de
subyugación de las mujeres. A pesar de la nostalgia que muchos pueden sentir,
el regreso a este régimen es tanto indeseable como prácticamente imposible.

5. Los aceleracionistas quieren liberar las fuerzas productivas latentes. En


este proyecto, la base material del neoliberalismo no necesita ser destruida,
necesita ser redirigida hacia objetivos comunes. La infraestructura existente
no es un escenario capitalista que deba ser demolido, sino una plataforma de
lanzamiento hacia el postcapitalismo.

6. Dada la esclavización de la tecnociencia a los objetivos capitalistas


(especialmente desde finales de los setenta), ciertamente aún no sabemos lo
que un cuerpo tecno-social moderno puede hacer. ¿Quién de nosotros sabe
plenamente qué potenciales inexplotados esperan en las tecnologías que
han sido ya desarrolladas? Nuestra apuesta es que las verdaderas fuerzas
transformadoras de mucha de la investigación tecnológica y científica
continúan sin ser explotadas, cargadas como están de características
redundantes (o preadaptaciones) y que, de producirse un cambio más allá del
miope socius capitalista, podrían resultar decisivas.

7. Queremos acelerar el proceso de evolución tecnológica. Pero lo que


defendemos no es un tecno-utopismo. Nunca creímos que la tecnología será
suficiente para salvarnos. Necesaria, sí, pero nunca suficiente sin la acción
sociopolítica. La tecnología y lo social están íntimamente ligados entre sí,
y los cambios en cualquiera de ellos potencia y refuerza los cambios en el
otro. Mientras los tecno-utopistas abogan por la aceleración con el argumento
de que superaría automáticamente los conflictos sociales, nuestra posición es

146 dialéktica
que la tecnología debe ser acelerada precisamente porque es necesaria para
ganar los conflictos sociales.

8. Creemos que todo postcapitalismo requiere una planificación


postcapitalista. La fe en la idea de que, después de una revolución, la gente
constituirá espontáneamente un nuevo sistema socioeconómico que no sea
un simple retorno al capitalismo es, en el mejor de los casos, ingenua, y en
el peor, ignorante. Para superar esto, debemos desarrollar tanto un mapa
cognitivo del sistema existente, como una imagen especulativa del futuro
sistema económico.

9. Declaramos que la cuantificación no es un mal que deba ser eliminado,


sino una herramienta que ha de ser utilizada de la forma más eficaz posible.
La modelación económica es, en palabras simples, una necesidad para hacer
inteligible un mundo complejo. La crisis financiera de 2008 pone de manifiesto
los riesgos de aceptar ciegamente con base en la fe modelos matemáticos,
aunque lo que ocurrió no es problema de las matemáticas, el problema es la
autoridad ilegítima de la elite financiera. Las herramientas que se encuentran
en los análisis de redes sociales, en los modelos basados en agentes, en la
analítica de datos masivos, y en los modelos económicos de no-equilibrio, son
mediadores cognitivos necesarios para entender sistemas complejos como la
economía moderna. La izquierda aceleracionista debe aprender y formarse en
estos campos técnicos.

10. Toda transformación de la sociedad debe implicar la experimentación


económica y social. El proyecto chileno Cybersyn es un paradigma de
esta actitud experimental: fusiona tecnologías cibernéticas avanzadas con
técnicas de modelación económica sofisticadas y una plataforma democrática
materializada en la infraestructura tecnológica misma. En los años cincuenta
y sesenta también se realizaron experimentos similares en la economía
soviética, empleando la cibernética y la programación lineal en un intento por
superar los nuevos problemas que enfrentaba la primera economía comunista.
El hecho de que estas dos experiencias hayan finalmente fracasado se puede
explicar por las limitaciones políticas y tecnológicas bajo las que operaban
estos pioneros cibernéticos.

11. La izquierda debe desarrollar una hegemonía tecno-social tanto en


el ámbito de las ideas como en el de las plataformas materiales, que son
la infraestructura de la sociedad global. Estas plataformas establecen los
parámetros básicos de lo posible tanto en el ámbito conductual comoen el
ideológico. En este sentido, encarnan el material trascendental de la sociedad:
son lo que hace posibles determinados grupos de acciones, relaciones y

dialéktica 147
poderes. Que mucho de la actual plataforma global esté orientado a favor
de las relaciones sociales capitalistas, no es una condición inevitable. Estas
plataformas materiales de producción, finanzas, logística y consumo pueden
ser y serán reprogramadas y reformateadas con miras a fines postcapitalistas.

12. No creemos que la acción directa sea suficiente para alcanzar ninguno
de estos objetivos. Las tácticas habituales de marchas con pancartas y de
creación de zonas temporalmente autónomas corren el riesgo de convertirse
en reconfortantes sustitutos del éxito efectivo. “Al menos hacemos algo” es el
grito de guerra de aquellos que anteponen la autoestima a la acción realmente
eficaz. El único criterio para una buena táctica es si posibilita o no un éxito
significativo. Debemos acabar con la fetichización de modos particulares de
acción. La política debe ser tratada como un conjunto de sistemas dinámicos,
desgarrado por conflictos, adaptaciones y contra-adaptaciones, y carreras
armamentistas estratégicas. Esto significa que toda forma particular de acción
política pierde filo y eficacia con el tiempo porque la otra parte se adapta. No
hay ninguna forma de acción política históricamente irrenunciable. Es más:
con el paso del tiempo se hace cada vez más necesario descartar tácticas de
lucha habituales, porque las fuerzas y entidades contra las que se levantan
aprenden a defenderse y a contraatacarlas de manera eficaz. Es en parte en la
incapacidad de la izquierda contemporánea de hacer esto que se encuentra el
núcleo del malestar contemporáneo.

13. El abrumador privilegio de la democracia-como-pro-ceso debe ser


dejado atrás. La fetichización de la apertura, la horizontalidad y la inclusión
de gran parte de la izquierda “radical” contemporánea sientan las bases de la
ineficacia. El secretismo, la verticalidad y la exclusión también tienen su lugar
(aunque, claro, no de naturaleza exclusiva) en la acción política efectiva.

14. La democracia no puede ser definida simplemente por sus medios: ni por
la votación, ni por el debate, ni por las asambleas generales. La democracia
verdadera debe definirse por su objetivo: el autodominio colectivo. Es un
proyecto que debe alinear la política con el legado de la Ilustración, en la
medida en que solo a través del aprovechamiento de nuestra habilidad para
comprendernos mejor a nosotros y a nuestro mundo (social, tecnológico,
económico, psicológico) podremos llegar a gobernarnos a nosotros mismos.
Debemos establecer una autoridad vertical legítima y colectivamente
controlada junto con formas de socialización distribuidas y horizontales para
evitar convertirnos en esclavos de un centralismo totalitario y tiránico o de
un caprichoso orden emergente que escape a nuestro control. La autoridad del
Plan debe ser unida al orden improvisado de la Red.

148 dialéktica
15. No proponemos ninguna organización en particular como medio ideal
para encarnar estos vectores. Lo que se necesita –lo que siempre se ha
necesitado– es una ecología de las organizaciones, un pluralismo de fuerzas
que resuenen y se retroalimenten sobre la base de sus ventajas comparativas.
El sectarismo es la sentencia de muerte de la izquierda del mismo modo en
que lo es la centralización, y en este sentido continuamos dando la bienveni-
da a la experimentación con diferentes tácticas (incluso aquellas con las que
diferimos).

16. Tenemos tres objetivos concretos a mediano plazo. En primer lugar,


debemos construir una infraestructura inte-lectual. Imitando a la Mont Pelerin
Society de la revolución neoliberal, se trata de crear una nueva ideología, unos
modelos económicos y sociales nuevos, y una visión de lo que es bueno, para
reemplazar y superar los paupérrimos ideales que hoy rigen nuestro mundo.
Estamos hablando de una infraestructura en el sentido de construir no solo
las ideas, sino también las instituciones y las vías materiales que permitan
inculcarlas, encarnarlas y difundirlas.

17. Tenemos que articular una reforma de los medios de comunicación a gran
escala. A pesar de la aparente democratización que ofrecen Internet y las redes
sociales, los canales de los medios tradicionales continúan siendo claves en la
selección y formulación de las narrativas, junto con la posesión de los recursos
económicos necesarios para producir periodismo de investigación. Acercar lo
más posible estos órganos al control popular es crucial para desmontar el
discurso actual sobre el estado de las cosas.

18. Por último, debemos reconstituir diversas formas del poder de clase. Esta
reconstitución debe ir más allá de la idea de que ya existe un proletariado
global orgánicamente generado. En su lugar, debe buscarse la manera de
integrar una serie dispar de identidades proletarias parciales, a menudo
encarnadas en formas postfordistas de trabajo precario.

19. Algunos grupos e individuos trabajan ya en estos objetivos, pero hacerlo


cada uno por separado es insuficiente. Lo que se necesita es que los tres
objetivos se retroalimenten mutuamente, cada uno modificando la coyuntura
contemporánea de tal manera que los otros sean más y más efectivos. Un
auténtico bucle de retroalimentación, de transformación infraestructural,
ideológica, social, y eco-nómica, que genere una nueva hegemonía compleja
y una nueva plataforma tecnosocial postcapitalista. La historia demuestra que
siempre ha sido un amplio ensamblaje de tácticas y de organizaciones lo que
ha provocado un cambio sistemático; debemos aprender estas lecciones.

dialéktica 149
20. Para lograr cada uno de estos objetivos, en el nivel más práctico,
sostenemos que la izquierda aceleracionista debe pensar más seriamente
sobre los flujos de recursos y dinero necesarios para construir una nueva
infraestructura política eficaz. Más allá del “poder popular” de los cuerpos
que marchan en las calles, necesitamos financiamiento, ya sea de gobiernos,
instituciones, laboratorios de ideas, sindicatos o benefactores individuales.
Consideramos que la localización y la gestión de tales flujos de financiamiento
son esenciales para comenzar a reconstruir una ecología de organizaciones
eficaces de izquierda aceleracionista.

21. Declaramos que solo una política prometeica de máximo dominio sobre
la sociedad y su entorno será capaz de lidiar con los problemas globales o
lograr la victoria sobre el capital. Es necesario distinguir este dominio del de
la Ilustración original, tan estimado por los pensadores. El universo mecánico
de Laplace, de fácil dominio si contamos con la suficiente información, ha
desaparecido de la agenda del conocimiento científico serio. Con esto no
nos alineamos con el gastado residuo de la posmodernidad, que condena
el dominio como algo protofascista o la autoridad como intrínsecamente
ilegítima. En cambio, proponemos que los problemas que acosan a nuestro
planeta y a nuestra especie nos obligan a restaurar el dominio con un aspecto
nuevo y complejo. Si bien no podemos predecir el resultado exacto de nuestras
acciones, sí podemos determinar de forma probabilística rangos de resultados
posibles. Lo que debe asociarse a estos análisis de sistemas complejos es
una nueva forma de acción: una que improvise y sea capaz de ejecutar un
programa a través de una práctica que trabaje con las contingencias que
descubre mientras actúa, dentro de una política de dominio geosocial y de
astuta racionalidad. Una forma de experimentación abductiva que busque los
mejores medios para actuar en un mundo complejo.

22. Necesitamos recuperar el argumento tradicionalmente formulado a


propósito del postcapitalismo: el capitalismo no solo es un sistema injusto y
perverso, sino también un sistema que frena el progreso. Nuestro desarrollo
tecnológico está siendo paralizado por el capitalismo en la misma medida en
la que fue desencadenado por él. El aceleracionismo es la convicción de que
estas capacidades pueden y deben ser liberadas, y elevarse por encima de las
limitaciones que impone la sociedad capitalista. Superar nuestras restricciones
actuales implica mucho más que una simple lucha por una sociedad global
más racional. Creemos que debe incluir también la recuperación de los sueños
que fascinaron a muchos desde mediados del siglo XIX hasta los albores de
la era neoliberal, sueños del homo sapiens en busca de expansión más allá
de los límites del planeta y de nuestras formas corporales inmediatas. Estas
visiones son consideradas hoy reliquias de una época más inocente. Aun

150 dialéktica
así, ponen de relieve la asombrosa falta de imaginación de nuestro tiempo y
ofrecen la promesa de un futuro afectivamente vigorizante e intelectualmente
energizante. Después de todo, solo una sociedad postcapitalista posible
gracias a una política aceleracionista será capaz de cumplir las promesas que
generaron los programas espaciales de mediados del siglo XX e ir más allá de
un mundo hecho de pequeñas mejoras técnicas hacia un cambio integral. Hacia
una era de autodominio colectivo, y hacia el futuro propiamente alienígena
que implica y posibilita. Hacia la culminación del proyecto de autocrítica y
autodominio de la Ilustración, más que hacia su eliminación.

23. La elección que afrontamos es crítica: o un postcapitalismo globalizado o


una fragmentación lenta hacia el primitivismo, la crisis perpetua y el colapso
ecológico planetario.

24. El futuro necesita ser construido. El capitalismo neoliberal se ocupó de


demolerlo, reduciéndolo a un depreciado horizonte de mayor desigualdad,
conflicto y caos. Este colapso de la idea de futuro es sintomático del estatus
histórico regresivo de nuestra época y no, como muchos cínicos de todo el
espectro político nos quieren hacer creer, un signo de madurez escéptica. Lo
que el aceleracionismo promueve es un futuro más moderno; una modernidad
alternativa que el neoliberalismo es intrínsecamente incapaz de generar.
El futuro debe ser partido al medio otra vez para liberar y abrir nuestros
horizontes hacia las posibilidades universales del Afuera

dialéktica 151
E
EL ACELERACIONISMO
CUESTIONADO DESDE EL
PUNTO DE VISTA DEL CUERPO
Por Franco “Bifo” Berardi

¿Es la aceleración una condición para el colapso final del poder capitalista?
Difícil creerlo: la aceleración es la forma esencial del crecimiento
capitalista: el incremento en la productividad implica una intensificación
del ritmo de producción y de explotación. La hipótesis aceleracionista pone
de relieve las implicaciones contradictorias del proceso de intensificación,
enfatizando en particular la inestabilidad que la aceleración produce dentro
del sistema capitalista. Contra esta hipótesis, no obstante, mi respuesta a la
pregunta de si la aceleración marca el colapso final del poder es muy simple:
no, porque el poder del capital no está fundado en la estabilidad. Naomi Klein
ha explicado la capacidad del capitalismo para beneficiarse de la catástrofe.
Además, el poder del capital en la era de la complejidad no está fundado en
decisiones lentas, racionales y conscientes, sino en automatismos integrados
en los dispositivos técnicos y administrativos que no se mueven a la velocidad
del cerebro humano, sino a la velocidad del mismo proceso catastrófico.
Pero la hipótesis aceleracionista puede ser leída desde un ángulo
diferente y más interesante, como una versión particular de la inmanencia
radical en la dimensión filosófica del pensamiento comunista spinoziano
contemporáneo.
En los libros de Hardt y Negri, la transición más allá de la esfera de
la dominación capitalista es concebida en términos de un pleno despliegue
de las tendencias implícitas en las formas actuales de producción y de vida.
En este contexto, la aceleración puede ser vista como la plena realización de
estas tendencias que conducen al despliegue de las potencias contenidas en la

152 dialéktica
forma actual del capitalismo.
En Imperio, Hardt y Negri rechazan la pretensión ilusoria de un retorno
antiglobalista a la soberanía nacional, y aluden a la analogía entre el imperio
globalizante de la política postnacional y la potencia de Internet, que puede
ser considerada como la realización de la potencia del general intellect1.
Podemos encontrar un rechazo similar de toda nostalgia por la
lentitud del pasado precapitalista en la obra de Deleuze y Guattari. En El Anti
Edipo este rechazo asume la perspectiva esquizoide: lo esquizo es aquello
que acelera el ritmo del inconsciente. La esquizofrenia es sinónimo de
velocidad: la velocidad del universo circundante en relación con la velocidad
de la interpretación mental. Sin embargo, no hay ninguna dimensión de la
normalidad mental que restaurar y, en El Anti Edipo, la esquizofrenia es tanto
metáfora del capitalismo como metodología de la acción revolucionaria:

Pero, ¿qué vía revolucionaria, hay alguna? ¿Retirarse del mercado mundial
como aconseja Samir Amin a los países del tercer mundo, en una curiosa
renovación de la “solución económica ”fascista? ¿O bien ir en sentido
contrario? Es decir, ir aún más lejos en el movimiento del mercado, de la
descodificación y de la desterritorialización. Pues tal vez los flujos no están
aún bastante desterritorializados, bastante descodificados, desde el punto de
vista de una teoría y una práctica de los flujos de alto nivel esquizofrénico.
No retirarse del proceso, sino ir más lejos, “acelerar el proceso”, como decía
Nietzsche: en verdad, en esta materia todavía no hemos visto nada.2

Una famosa consigna popular del ’68 decía: “Cours camarade, le vieux monde
est derrière toi!” [¡Corre camarada, el viejo mundo está detrás de ti!]. Pero la
evolución del pensamiento de Deleuze y Guattari muestra un desplazamiento
del punto de vista: en el capítulo final de ¿ Qué es la filosofía?, un libro que
escribieron veinte años después de El Anti Edipo, podemos leer lo siguiente:

Solo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa que
resulte más dolorosa, más angustiante, que un pensamiento que escapa de sí
mismo, que las ideas que huyen, que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya
por el olvido o precipitadas en otras ideas que tampoco dominamos.3

¿Qué pasó en el tiempo transcurrido entre ambos libros? ¿Los autores


envejecieron, sus cuerpos se debilitaron y sus cerebros se hicieron más lentos?
Puede ser, pero no es aquí donde está la repuesta. La repuesta se encuentra en
el pasaje de 1972 a 1992, las dos décadas que separan la publicación de El Anti

1
.Ver “Fragmento sobre las máquinas” de Karl Marx en Grundrisse (1858) y el ensayo de Paolo
Virno “General Intellect”.
2
 Gilles Deleuze y Félix Guattari, El Anti Edipo, Barcelona, Paidós, 1985.
3.
Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Ana-grama, 1993.

dialéktica 153
Edipo y de ¿Qué es la filosofía? En este período, la globalización económica
y la revolución info-técnica intensificaron los efectos de la aceleración en el
cuerpo deseante.
El capítulo final de ¿Qué es la filosofía? está dedicado a la relación
crucial entre caos y cerebro, y este es el mejor punto de vista para comprender
los efectos de la máquina de aceleración sobre la subjetividad social.
La implicación recíproca del deseo y el desarrollo capitalista puede
entenderse apropiadamente a través del concepto de desterritorialización
esquizo. Pero cuando se trata del proceso de recomposición de la subjetividad
y de la formación de la solidaridad social, la aceleración implica la sumisión
del inconsciente a la máquina globalizada. Si estudiamos la aceleración desde
el punto de vista de la sensibilidad y del cuerpo deseante, vemos que el caos
es la percepción dolorosa de la velocidad, y que la aceleración es el factor
caótico que conduce al espasmo del que habla Guattari en Caosmosis.
La aceleración es una de las formas de la subyugación capitalista. El
inconsciente es sometido al ritmo siempre creciente de la infosfera, y esta
forma de subsunción es dolorosa: genera pánico antes de destruir finalmente
cualquier forma posible de subjetivación autónoma.

INMANENCIA/POSIBILIDAD

La visión dialéctica (escatológica) del comunismo como la realización final


de una forma superior de sociedad posterior a la abolición del capitalismo es
la traducción político-totalitaria de la utopía hegeliana de la Aufhebung.
Una crítica materialista del capitalismo está basada en la noción de que
no hay una dimensión trascendental, y de que el proceso histórico no tiene
nada que ver con la realización de un ideal. Las posibilidades del futuro están
contenidas en la composición actual de la sociedad. La posibilidad de una
nueva forma social está incorporada en las relaciones sociales, en la potencia
técnica y en las formas culturales que el capitalismo ha desarrollado. No hay
un afuera.
Podemos llamar a esta concepción –opuesta a la visión idealista de
la dialéctica hegeliana que fue adoptada por la ideología marxista-leninista–
“inmanentismo”. Esta concepción marca la diferencia entre, por un lado, el es-
tilo de pensamiento crítico de derivación hegeliana y, por el otro, el obrerismo
italiano de los años sesenta y setenta y el postestructuralismo francés.
No sorprende que esta forma radical de materialismo sea acompañada
de una especial atención al pensamiento de Spinoza. De hecho ambos, Deleuze
y Negri, han enfatizado el rechazo spinoziano a la trascendentalidad: Dios
está aquí, Dios está en todas partes, Dios es la naturaleza. Solo necesitamos
ver su presencia, y actuar de una manera que permita a su infinita potencia
emerger.
154 dialéktica
El pensamiento materialista radical que ilumina el camino de los
movimientos de autonomía en las últimas décadas del siglo XX se basa
esencialmente en la afirmación de la fuerza inmanente contenida en la
composición social existente, que necesita ser desentrañada para desplegar
la potencialidad del general intellect más allá de los límites del capitalismo.
Esta fuerza no está escondida en la mente de un Dios, ni en las ideas de
los filósofos. Está contenida en la forma presente de la producción social.
Ninguna fuerza externa o proyecto externo puede desencadenar el proceso
de transformación que conduce a una nueva forma de organización social
porque no hay ninguna trascendencia con respecto a la composición social
del trabajo. El conflicto permanente y la cooperación entre trabajo y capital
constituyen la esfera en que este proceso de despliegue ocurre. Este es un
punto que comparten la rizomática deleuzoguattariana y el spinozismo
multitudinario de Hardt y Negri.
Es importante a este propósito la referencia al “Fragmento sobre las
máquinas”. En ese texto, Marx afirma que el comunismo está contenido
como posibilidad en los pliegues de la forma capitalista, como una tendencia
implícita en el desarrollo tecnológico de la organización actual del trabajo
y del conocimiento. Todo está ya en este texto: la potencia del general
intellect, la constante intensificación de la productividad, la tendencia hacia
la emancipación del tiempo de trabajo.
La tendencia implícita en la organización tecnológica del capitalismo
conduce a una nueva concatenación del conocimiento y las máquinas. Esta
concepción inmanente del comunismo tiene algo que ver con la hipótesis
aceleracionista, pero ocurre que un peligro teórico se evidencia: el riesgo de
confundir esta potencialidad de desarrollo presente en la actual composición
de trabajo y tecnología con una necesidad.

LA HIPÓTESIS ACELERACIONISTA

La hipótesis aceleracionista se funda en dos puntos centrales: el primero


es la asunción de que acelerar los ciclos de producción hace al capitalismo
inestable; el segundo es la afirmación de que las potencialidades contenidas
en la forma capitalista están destinadas a desplegarse necesariamente.
La experiencia de nuestro tiempo desmiente la primera asunción: el
capitalismo resiste porque no necesita de un gobierno racional, solo de una
gobernanza automática, y también porque no tiene un cuerpo deseante, ya
que es un sistema abstracto de automatismos. La gobernanza es precisamente
esto: la sustitución de un gobierno racional por una mera concatenación
de automatismos tecno-lingüísticos. Más aún, la aceleración destruye la
subjetividad social, debido a que esta última se funda en el ritmo del cuerpo
deseante, que no puede ser acelerado más allá del punto de espasmo.
dialéktica 155
La segunda asunción subestima completamente los obstáculos y
las limitaciones que dificultan y pervierten el proceso de subjetivación. La
inmanencia de la forma liberadora (la inmanencia del comunismo si se quiere,
o la inmanencia del despliegue autónomo del general intellect) implica la
posibilidad de este despliegue, pero no implica su necesidad. Lejos de ser
una metodología de la liberación, la rizomática debería ser vista como la
metodología de la permanente desterritorialización del capitalismo financiero
global. La potencia del general intellect encarnado en la producción de redes
está sometida al poder de la matriz financiera.
La teoría rizomática es una metodología para la descripción de
la desterritorialización capitalista y un intento de redefinir el terreno de la
subjetivación desterritorializada. Pero no es (no puede ser) una teoría de la
autonomía. En muchos puntos de su trabajo, Hardt y Negri parecen confundir
las dos: de hecho promueven la expectativa de que la potencia social de
lo común, del conocimiento y del general intellect, esté intrínsecamente
destinada a desplegarse completamente a sí misma, tanto como el capitalismo
a culminar en el comunismo. Pero no consideran la eventualidad de un alto
en el proceso de despliegue, de una trampa que bloquee el despliegue de lo
posible.
Su materialismo radical implica la naturaleza inmanente de la
posibilidad, pero esta inmanencia no es igual a una necesidad lógica. Tampoco
implica el imparable despliegue de la riqueza contenida en el presente. Esta
posibilidad, de hecho, puede ser obstaculizada y desviada por las formas
culturales y psicológicas de la existencia subjetiva.
La posición aceleracionista, en mi opinión, es una manifestación
extrema de la concepción inmanentista. Paradójicamente, parece ser una
interpretación particular de la afirmación baudrillardiana según la cual la única
estrategia ahora es una estrategia catastrófica. El tren del hipercapitalismo no
puede ser detenido, va cada vez más rápido, y nosotros no podemos ya correr
a su velocidad. La única estrategia, entonces, se funda en la expectativa de
que el tren se estrellará en algún punto, y de que la trayectoria capitalista
conducirá a la subversión de su propia dinámica interna. Es una propuesta
interesante para examinar, pero al final se revela falsa, porque el proceso
de subjetivación autónoma es puesto en peligro por la aceleración caótica,
y la subjetividad social es capturada y subyugada por la gobernanza del
capital, sistema constituido de dispositivos automáticos que funcionan a una
velocidad asombrosa.

156 dialéktica
RESEÑAS

dialéktica 157
rerum veterum

Diciembre 2017. Para frenar la reforma


previsional –decía un joven diputado
trotskista en una entrevista televisiva–
habría que hacer una gran movilización
popular rodeando el Congreso. El
diputado, en vivo y en directo, instaba
a los dirigentes sindicales para
que realizaran la convocatoria. No
a los trabajadores. Interpelaba a
los corporis viros prudentes atque
integros, así como recomendó el papa
León XIII en su famosa bula de 1891.

158 dialéktica
Der(r)ivar el Estado
Acerca de Estado y capital. El debate alemán sobre la derivación
del Estado,
compilado por A. Bonnet y A. Piva.1

El llamado «debate sobre la derivación del Estado», compilado en este libro,


tuvo lugar en la ex República Federal de Alemania en la década del ‘70. Es
decir que su contexto de producción fue el de la crisis del capitalismo de
posguerra, cuando volvían a cobrar centralidad en el mundo capitalista
problemas que se creían resueltos desde la extensión de las políticas
keynesianas post Segunda Guerra Mundial. Así, entre los puntos salientes
del debate, se encuentran el cuestionamiento a las expectativas puestas en
el llamado «estado social» ligado a las políticas de redistribución de riqueza
y, en el mismo sentido, a la capacidad de la política estatal de regular los
vaivenes de la economía.
El debate tuvo importancia -aunque mayormente restringida al
ámbito académico- en su momento, puesto que permitió solidez teórica en
la crítica al reformismo de la socialdemocracia alemana, llevada adelante en
ese momento en gran medida por el movimiento estudiantil. Sin embargo,
como veremos, los aportes de la perspectiva son mucho más amplios que el
marco en el que la misma se produjo.
El antecedente más directo de estas reflexiones puede ubicarse en la
pregunta que Eugen Pashukanis había formulado ya en los años ´20 en Rusia:
«¿por qué la dominación de clase no permanece como lo que es, es decir, la
sujeción de una parte de la población a otra? ¿Por qué reviste la forma de
dominación estatal?».2 Pashukanis sostenía que el Estado debía entenderse

1 
Libro digital, publicado por Herramienta. Para descargar: http://www.herramienta.
com.ar/sites/default/files/Estado_y_Capital.pdf
2
Pashukanis, E. B.: La teoría general del derecho y el marxismo, México, Grijalbo, 1976, p.
142.

dialéktica 159
como una forma específicamente capitalista, de la misma manera que el
valor o el dinero. Pero Stalin no encontró muy atractivos sus argumentos y
su historia siguió, entonces, un derrotero particular.
Retomando el sendero de las indagaciones de Pahukanis, el punto de
partida del debate fue postular la necesidad de explicar -en lugar tomarla
como dada- la separación entre la esfera política y la económica en el
capitalismo. Se trataba de preguntar por qué el Estado es la forma específica
que asume la dominación de clase en las sociedades capitalistas. Es decir,
por qué el aparato de violencia física no es el instrumento privado de la clase
dominante, como en el feudalismo, y en cambio asume la forma de un poder
impersonal, separado de la sociedad.
Para responder esta pregunta, los derivacionistas sostuvieron que la
forma Estado debía derivarse de la crítica de la economía política3, debía
derivarse como forma política a partir de la naturaleza de las relaciones de
producción capitalistas, llegar a un entendimiento del mismo como forma
particular de las relaciones sociales en el capitalismo. A su vez, consideraron
que debían estudiarse las distintas funciones del estado capitalista en el
proceso de valorización del capital a lo largo de la historia4. Así se pondrían
de relieve, por otra parte, las limitaciones de la actividad del estado en
cuanto a sus posibilidades de intervención.
De este modo, la perspectiva derivacionista, al concebir las formas
económicas y políticas como formas diferenciadas de la misma relación
de subordinación del trabajo al capital, posibilitó dar un paso más allá en
la tradición de las discusiones sobre el Estado, que se ceñían a disputas
entre posturas «economicistas» y «politicistas», cuyo suelo común era,
sin embargo, que todas ellas compartían la concepción de la economía y
la política como esferas o instancias exteriores vinculadas por relaciones de
mutua determinación, y diferían tan sólo en la jerarquía explicativa dada a
una u otra instancia.
Partir, por el contrario, de esta perspectiva permitió impugnar,
en aquel entonces, aquellos análisis que absolutizaban las capacidades
políticas del estado, como opuestas a las leyes económicas, mediante la
neta separación de la totalidad de la sociedad capitalista en esferas, donde
la esfera política permanecía afuera motorizando cambios sociales cruciales
sin consecuencias esenciales en la esfera económica.
3 
Aquí hay diferencias entre los participantes en el debate, puesto que el punto de par-
tida de la derivación (la mercancía, el capital en general, o las formas superficiales de la
competencia) difiere entre un texto y otro.
4 
Sobre la jerarquía explicativa de la forma, las funciones, o la relación que guardan estas
entre sí giraron algunos puntos salientes del debate. Pero simplificamos para facilitar la
exposición sobre los aportes que nos parecen más significativos

160 dialéktica
Partir de tomar el Estado como particularización de las relaciones
sociales capitalistas permite, ahora, insistir en discutir una concepción del
Estado como el que puede proteger a la sociedad frente a las crisis, o ser el
instrumento que debe ser tomado para conducirnos hacia la emancipación.
Si el estado es un momento de la relación social capitalista, y no una esfera
exterior a la acumulación, eso quiere decir que no es posible pensarlo como
un actor independiente que puede intervenir sobre el capital de manera
externa. El estado no puede regular ni permite superar las crisis, dado que
no hablamos de crisis económicas sobre las que el estado pueda intervenir
políticamente, sino que lo que se produce son crisis de las relaciones sociales
de conjunto y, por lo tanto, también aquí está involucrado el Estado. Por eso,
este no puede ser la solución sino que es siempre parte del problema. Para
tomar una de las aristas posibles en las que se concreta este problema, basta
recordar que el Estado depende del proceso de explotación para obtener
sus ingresos y, por lo tanto, para su existencia material. Esto significa que
cualquier gobierno, sea de izquierda o de derecha, tiene que promover
la acumulación del capital. Dentro del capitalismo son posibles diversas
configuraciones del estado y de la política, según las relaciones de fuerzas
concretas, que modifican la constelación de los aparatos del estado, pero
todas son comunes en este sentido.
Dada la coyuntura, este punto no puede dejar de resultarnos
significativo. El retorno de los llamados gobiernos neoliberales vuelve a poner
en el centro las discusiones sobre el rol del Estado en nuestra sociedad. La
idea de que hay que «fortalecerlo» frente a los embates de una derecha
que pretende «achicarlo» es moneda corriente en los discursos del amplio
abanico de la izquierda latinoamericana, y se ha convertido casi en parte del
sentido común.5 Romper con las ilusiones en el estado, parte de los objetivos
de este debate, parece entonces condición necesaria para la reflexión en
torno a las perspectivas de transformación social que sostienen la necesidad
de una estrategia distinta a la estatalista.
No es casual, en este sentido, que algunos autores de los textos
presentes en esta publicación (Hirsch, Holloway) hablen de una actividad
política que a la vez que darse dentro del Estado, ha de hacerse contra el
estado. Se refieren a la política centrada en la autoorganización y el desarrollo
concreto de formas alternativas de socialización. Sostiene Hirsch que «lo
que más bien hay que revolucionar son las estructuras sociales complejas
Ver https://www.pagina12.com.ar/95583-el-estado-en-buen-estado
5 

La nota detalla los resultados de una consulta llevada a cabo por el CEM y la consultora
Opina Argentina, que muestran que más del 60 por ciento de los consultados afirman
que el Estado es el actor más importante para desarrollar un país y para reducir la po-
breza. 

dialéktica 161
donde se encuentra su origen: las formas del trabajo y de su división, las
relaciones de producción, y también las relaciones familiares, de género y
con la naturaleza, los modelos de subjetividad dominantes, las conciencias,
los valores y hasta los estilos de consumo.»6. Hablar de capitalismo es hablar
de todo esto a la vez. La particularización de las distintas esferas no debe
hacernos olvidar que todas ellas son parte de una misma relación social.
Pelear contra la explotación es pretender combatirla en todas sus formas. Así
como peleamos contra el patriarcado no podemos dejar de sostener formas
organizativas que se alejen de las lógicas estatales.
Esto nos lleva a otro punto que ilumina esta perspectiva: aquel que
puede sintetizarse en el señalamiento de que la acumulación, la «lógica del
capital» es la expresión de la lucha de clases en la sociedad capitalista. Y por
lo tanto, que pensar la lucha de clases y pensar la acumulación es pensar el
mismo problema porque la lucha de clases, en el capitalismo, toma la forma
de las contradicciones en la acumulación.
Esta sentencia tiene, por lo menos, dos implicancias posibles. En
primer lugar, muchas posturas de izquierda pretenden abordar los momentos
de la lucha de clases olvidando el estudio de las modificaciones que se van
dando en el ámbito propio de la producción y acumulación. Pretenden
caracterizar los ciclos políticos escindidos de la totalidad de la estructura
básica de las relaciones de dominación. Sin embargo, para analizar lo que
ocurre en nuestros días, debemos analizar todo esto a la vez. En este sentido,
es pertinente traer a colación, lo que señala Claudia von Braunmühl en el
artículo que está en el libro. Si uno parte de la perspectiva derivacionista,
resulta teóricamente imposible considerar -como hacen muchos teóricos
e historiadores- el desarrollo económico nacional y a las actividades del
aparato del estado nación como determinadas centralmente de manera
interna. El modo en que el mercado mundial media la acumulación nacional
y el desarrollo de las fuerzas productivas, vuelve un sinsentido pensar el
estado nacional, primero, y luego su inserción en el contexto internacional.
El movimiento del capital en su conjunto se expresa necesariamente en la
transformación de los estados individuales, que no pueden considerarse
como entidades independientes relacionadas a posteriori, sino que deben
considerarse formas particulares de la totalidad de la relación social
capitalista.
No obstante, tal como señalaron algunas intervenciones del debate, no
hay que olvidar la forma del estado se transforma a través de los contenidos
de los conflictos sociales y su dinámica. Si es posible derivar lógicamente la

Hirsch, J. «Restrospectiva sobre el debate» en Bonnet, A., Piva, A. (comps.) Estado y


6 

Capital, Buenos Aires: Herramienta, 2017, pág. 36.

162 dialéktica
necesidad -desde el punto de vista de la relación de capital- y la posibilidad de
la separación de economía y política, no es posible sin embargo derivar todas
las características del Estado capitalista. Esta caracterización debe partir, por
el contrario, de análisis históricos. Una teoría general del estado capitalista
debe basarse en las formas particulares que adopta la acumulación del
capital y en la historia efectiva de las luchas a través de las cuales el modo
capitalista de producción se desenvuelve.
Por otro lado, considerar que la lucha de clases en el capitalismo
se expresa en las contradicciones de la acumulación, nos lleva a señalar la
importancia de pensar la dominación como dominación capitalista. No se
trata de pensar las desigualdades sociales como sumatoria de injusticias
que simplemente se yuxtaponen sino que cuando pensamos en organizar
vínculos que las conjuren pensamos en prácticas que buscan horadar el
capitalismo como relación social.
Se ha criticado a la perspectiva derivacionista el nivel de abstracción
con que han sido construidos sus planteos. Sin embargo, su idea del Estado
parece un buen punto de partida para pensar los problemas sociales en
su unidad, considerando que ni es posible pensar al Estado como vía a la
emancipación, ni es posible pensar en construir relaciones no capitalistas sin
reflexionar profundamente en torno al Estado.

Mariana Dimant

dialéktica 163
Filosofía y revolución
De Hegel a Sartre y de Marx a Mao
Raya Dunayevskaya

Debo a la conjunción de un título y un subtítulo el descubrimiento de


Dunayevskaya. Nacida en un pueblito fronterizo de Ucrania, el 1° de mayo
de 1910, Raya Shpigel se mudó a EE.UU. cuando tenía doce años y aún
era analfabeta. A los trece, en su colegio de Chicago, dirigió una huelga
contra la directora, quien imponía a los estudiantes castigos corporales y
humillaciones shakesperianas. Militante orgánica infatigable, Raya alternaba
sus trabajos como periodista y crítica literaria (para periódicos como Negro
Champion, The Militant o Young Spartacus) con la agitación en las minas de
Illinois, las fábricas de Detroit y las manifestaciones contra la segregación,
además de hacer propaganda en cientos de charlas, decenas de traducciones
(por ejemplo, la primera traducción al inglés de los Manuscritos marxianos
de 1844) y seis libros entre los que se destaca la «trilogía de la revolución»
(hallable gratis en internet): Marxismo y libertad: desde 1776 hasta hoy
(1958), Filosofía y revolución: de Hegel a Sartre y de Marx a Mao   (1973)
y Rosa Luxemburg, la liberación femenina y la filosofía marxista de la
revolución (1981). En 1928 es expulsada de la Liga de Jóvenes Trabajadores
por cuestionar una resolución que denunciaba a Trotsky; viaja entonces a
Nueva York en busca de trotskistas, integra el comité de redacción del Boletín
Ruso de la Oposición y adopta el apellido de soltera de su madre. En 1936
quiere ir a España pero los brigadistas estadounidenses no la dejan por ser
mujer. En 1937 se muda a México para ser la secretaria de Trotsky y, un año
164 dialéktica
más tarde, rompe con Trotsky por diferencias respecto a la caracterización de
la URSS: para Raya, no era un «estado obrero degenerado» sino «capitalismo
de Estado» (no casualmente Dunayevskaya se carteaba con el grupo francés
Socialismo o barbarie). En 1978 recordará, ante una cámara cinematográfica:
«Procedo de la Rusia de 1917 y de los guetos de Chicago, donde por vez
primera vi a un negro. [...] Usted sabe, se nace en un pueblo fronterizo, allí
hay una revolución, una contrarrevolución, un antisemitismo, usted no sabe
de nada pero experimenta muchas cosas… Es decir, usted no sabe que es una
revolucionaria, sin embargo se opone a todo.»
Filosofía y revolución [trad. Ofelia Castillo, Aníbal Leal y Marcela Suárez,
México, Siglo XXI, 2009, primera edición castellana en 1977] puede leerse
como si estuviera, en su totalidad, orientado por una anécdota de la vida y
un aforismo del pensamiento que obsesionan a Dunayevskaya. La anécdota:
apenas iniciada la Gran Guerra, en 1914, Lenin se encerró dos años enteros
en la biblioteca de Berna para dedicar uno al estudio de la Ciencia de la lógica
(1812) de Hegel y otro al acopio de materiales para redactar El imperialismo,
fase superior del capitalismo (1916). «El hecho de que un revolucionario tan
inflexible como Lenin pasase sus días en la biblioteca de Berna, mientras
todo el mundo –incluyendo al movimiento marxista– volaba por los aires,
debe haber sido para muchos un espectáculo extraño e incomprensible»
[105]. El aforismo, un hit de Marx: la fuerza material debe ser superada por
la fuerza material; pero también la teoría llega a ser fuerza material apenas
se enseñorea de las masas… O bien: «En contraposición al concepto de que
el activismo incansable, aunque irreflexivo, basta para “hacer la revolución”,
lo que se necesita es la reformulación en nuestra época del concepto de
Marx acerca de la “realización” de la filosofía, es decir, la inseparabilidad
de la filosofía y la revolución» [284]. A ese aforismo y a aquella anécdota
cabe agregarse una intuición libertaria: la busca de «nuevas fuerzas y nuevas
pasiones» como continuidad política de las investigaciones filosóficas en los
Manuscritos de 1844 (recordemos que allí, para Marx, la propiedad privada
engendra estupidez humana, mientras que su abolición contribuirá a una
emancipación sensorial; puesto que los sentidos –y el sentido– humanos
son producto de la historia universal precedente). Una busca semejante no
espera etapas necesarias para la realización del concepto en la historia; la
política, para Dunayevskaya, se hace aquí y ahora: «Ya se trate del derecho al
aborto, o de la igualdad del salario por el mismo trabajo o del control sobre
su propia vida, la palabra clave es AHORA. La libertad significa ahora, hoy,
no mañana, y mucho menos pasado mañana. “Ahora” significaba que no se
quería esperar el día de la revolución, y mucho menos excluir de la lucha
política el problema de la relación del hombre con la mujer» [273].

dialéktica 165
Con un prólogo de Eric Fromm, inocuo pero breve, Filosofía y
revolución se despliega como historia y concepto, desde el pensamiento
maduro de Hegel hasta la Guerra de Vietnam, en una suerte de
fenomenología del espíritu revolucionario. Las tres partes en que se organiza
el libro articulan abstractas nociones filosóficas con acuciantes problemas
concretos, desde la entrada de Napoleón en Prusia hasta la muerte de Lenin,
desde la Segunda Guerra Mundial hasta la revolución cultural china, desde el
nacionalismo insurgente en África hasta las revueltas juveniles antibelicistas
y el movimiento de liberación femenina, mientras la doctrina hegeliana del
ser, la teoría marxiana del valor, los conceptos de revolución permanente
o de contradicción secundaria organizan los acontecimientos y mutan, a su
vez, merced a éstos. El registro del libro varía con habilidad constante entre
la especulación filosófica, el análisis político, el trabajo de campo (entrevistas
a exiliadas chinas) y la diatriba provocadora (letales críticas a Althusser y a
Sartre).
El marxismo humanista de Raya Dunayevskaya está cifrado en su
preocupación, teórica y práctica, por la dialéctica entre espontaneidad y
organización (el pensamiento y la práctica de Rosa Luxemburg trenzan el hilo
rojo y negro que recorre Filosofía y revolución de cabo a rabo). Filosofía y
revolución es extraordinariamente claro y ordenado, además de exhaustivo
en relación a los autores analizados críticamente. También es una estupenda
oportunidad para conocer a esta filósofa militante. Bonus track: un ensayo
terminado un mes antes de morir, en 1987, que apuesta a la creación
espontánea de las masas y afirma la necesidad del estudio constante de
la filosofía, la historia y la economía mundiales. Raya Dunayevskaya murió
sorpresivamente, el 9 de junio de ese año, mientras redactaba un libro cuyo
título iba a ser Dialéctica de la organización y filosofía: «el partido» y las
formas de organización brotadas espontáneamente.

Mariano Alberto Repossi

166 dialéktica
Merodeador en la oscuridad
A propósito de Sobre Hegel de Carlos Pérez Soto1

Pero precisamente cuando trabajaba en la preparación del primer tomo de


El capital, los irascibles, presuntuosos y mediocres epígonos que llevan hoy
la voz cantante de la Alemania culta, dieron en tratar a Hegel como
el bueno de Moses Mendelsohn trataba a Spinoza en tiempos de Lessing:
como a un «perro muerto». Me declaré abiertamente, pues,
discípulo de aquel gran pensador…
K. Marx (1873)

Maten al rope

16 de noviembre de 1831. Hegel ha muerto. La noticia se propagó


nerviosamente por las calles de Berlín, como la tensión que mora en el
concepto. Algunos biógrafos aseguran que murió de cólera. Pero quizá sea
suficiente con recordar que la muerte, como la astucia de la razón, hace
lo que tiene que hacer. A pesar de lo que suele pensarse, para quienes
detentaban el poder en esa época, la finitud de Hegel era una buena noticia.
El orden reinaba en Berlín. El rey prusiano y los suyos respiraban aliviados…
Pero la calma duró tan solo un suspiro. El espíritu se fue a no sabemos dónde,
el cuerpo fue paseado por las calles de la ciudad y las ropas del filósofo
empezaron a ser tironeadas a diestra y siniestra. Y con la desaparición física
del maestro nacía una disputa sobre su legado. Por un lado, aquellos que
enfatizaban los rasgos religiosos y conservadores de la filosofía de Hegel.
Por otro, los jóvenes que empuñaban sus elementos ateos y revolucionarios.
Derecha e izquierda hegeliana. No era sólo una querella de interpretaciones,
un combate exegético sobre qué dicen los textos sino, fundamentalmente,
una batalla política. Hegel había dedicado su vida a elaborar una filosofía
que alumbre el núcleo de la existencia, su movimiento absoluto, su nacer
y perecer. La muerte de Hegel y las nacientes disputas por su obra parecían
confirmar su pensamiento. Pero el conflicto sobre Hegel no se reducía a
lo que pasaba entre los hegelianos sino que ampliaba el campo de batalla
hasta sus rancios adversarios. En la década de 1840 el rey de Prusia mandó
a purgar la Universidad de Berlín de todo aquel que se atreviese a pensar
en la jerigonza del Idealista absoluto y hasta puso a su ex amigo Schelling a
cargo de la cátedra que Hegel supo tener, no sólo para que se tome el tiempo
Se puede acceder gratuitamente a este libro en la página del autor: https://www.cperezs.org/
1 

Allí también se encuentran otros textos, libros, posiciones y proposiciones del mismo Pérez
Soto, en estrecha vinculación con su peculiar modo de leer al filósofo idealista por antonomasia.

dialéktica 167
necesario para «refutarlo» sino también para enseñar cuál era la verdad-
verdadera.
Hegel consumó su finitud -se fundió con el infinito- e inmediatamente
brotaron lecturas antagónicas de su obra y posicionamientos contra
su pensamiento. La figura de Hegel ha sido objeto y uso de múltiples
interpretaciones y lecturas, siendo acusado de liberal y de conservador,
corrido por izquierda y por derecha. Esas disputas siguen hasta hoy. Y si
podemos mencionar como hecho saliente que entre aquellos hegelianos de
izquierda se contaban los jóvenes Marx, Engels, Bakunin y Stirner, también
diremos que a lo largo del siglo XX predominó la crítica sobre su filosofía.
Desde aquellas lecturas que lo consideraron el extremo del racionalismo
ilustrado hasta los que vieron en él un místico absolutista, pasando por las
que lo consideraron el ícono de la razón patriarcal. Ni diestra ni siniestra,
¡escupamos sobre el viejo Hegel! El siglo pasado no sólo no fue hegeliano
sino que habló de él como de un perro muerto. O peor, un perro que era
necesario finiquitar. Aquí también, en esas intensas adjetivaciones sobre el
filósofo, la política fue nervio constitutivo. ¿Podría no serlo?
El libro que aquí reseñamos es un eslabón más en esa larga espiral de
lecturas, querellas, vindicaciones, críticas e improperios sobre Hegel. Pero
este texto no es una defensa, no es una apología. No es tampoco un ejercicio
exegético, académico para revelarnos la verdad que duerme entre las líneas
que ha escrito el bueno de Jorge Guillermo Federico. Podemos decir que
es, simplemente, una invitación a leerlo. A desoír las advertencias del
nuevo sentido común de la academia filosófica (no exenta de las modas que
imponen las editoriales). Pero también a eludir la urgencia e inmediatismo
que demanda la realpolitik.
Ciertamente lo que hace Carlos Pérez Soto en estas páginas es una
larga y profunda invitación a leer a Hegel. Nos instiga en estas líneas a
adentrarnos en la contemporaneidad de Hegel, desde sí mismo. El reto es
comprenderlo en sus propios términos, no como mero ejercicio intelectual,
sino para desmitificar lo que, injustamente tal vez, se le ha hecho decir. Sin
lugar a dudas alimentan estas controversias su jerga distintiva, y su forma,
nueva ¿tal vez? o revolucionaria ¿acaso? de enfrentarse a las preguntas de la
filosofía en general y de su época en particular. Aventurarse en la lectura de
su obra no sólo presenta una dificultad por la profundidad de su pensamiento
y por su propuesta ¿epistemológica? sino también por la barrera que la jerga
de su época impone.
Los lugares comunes sobre (y contra) el gran idealista alemán
zumban ¿Es Hegel un autor teleológico y determinista? ¿Pretende su
«conocimiento del absoluto» ser un conocimiento del todo? Pérez Soto

168 dialéktica
nos propone enfrentarnos al análisis de algunos de los mitos hegelianos
y a conocer la actualidad de su obra. Señala las «verdades» detrás de las
«mentiras» o distorsiones que sufre el pensamiento hegeliano. No son
meras incomprensiones o malos entendidos que se solucionan con citas
bibliográficas; detrás de cada uno de estos errores se refuerza y reproduce el
entendimiento unilateral propio de la era moderna. Como sugerentemente
señala Pérez, Hegel es «pos-moderno», y todas aquellas novedades
posteriores cronológicamente a Hegel, o bien reeditan a pensadores
cronológicamente anteriores (notablemente a Kant) o bien no logran
traspasar el límite que aqueja a tales proyectos. La frustración que produce
tales resultados a llevado a decir a algún pensador: «los filósofos estamos
condenados a encontrar a Hegel esperándonos pacientemente al final de
cualquier camino que transitemos». Faltaría agregar: no sólo los filósofos.
Para esta faena, Pérez Soto nos ofrece una lectura de primera mano
de las obras del filósofo y algunas hipótesis globales de su pensamiento. No
el Hegel de Marx, no el Hegel de Kierkegaard, o el de quien fuera. Hegel. A lo
mejor: el Hegel de Pérez, claro, pero sin buscar el sentido de Hegel más allá de
él mismo. Tener a Hegel, o lo que sea que hayamos construido como Hegel,
por un pensador relevante. Esto permite evitar forzar las presentaciones y
los planteos de su pensamiento. Pretende, a su vez, intentar ser claro en
su interpretación, alejándose de aquella forma que le valió al susodicho
el apodo de «el oscuro». Pero, insistamos, no se trata de la exégesis o el
comentario inerte de tal o cual fragmento de determinado capítulo, de un
libro puntual. No es un paper para engordar el curriculum universitario, para
sumar puntaje en la maquinaria académica. Es un intento por despejar los
problemas sobre los que Hegel desarrolló su filosofía, sobre los escollos
históricos que enfrentó con la potencia de su pensamiento. Pero tampoco
aquí se trata de la erudición historicista que pueda narrar los detalles
de lo que sucedía en esa parte de Europa hace más de un siglo y medio.
Porque no se trata del Hegel histórico, biográfico sino del Hegel filósofo, sus
conceptos, sus ideas, sus argumentos. Y un pensamiento sólo puede probar
su actualidad cuando se atiende a los problemas que sus conceptos intentan
atravesar.

Sapere aude! - ¡Atrévete a saber!

¿Por qué sería necesario sumergirse en tales estudios que merodean


en torno a Hegel? Aparte del hecho de que incluso para un mero erudito
(si es que tal cosa existe) tendría sentido tal estudio, por las novedades
que han habido en estos últimos 30 o 40 años en relación a la figura de

dialéktica 169
Hegel, creemos que sin ellos queda cerrada la puerta para desplegar las
potencialidades que, en el fondo, son eso, potencialidades, realizaciones a
medio hacer que, en un lenguaje nada hegeliano, quedan en el plano de los
meros concepto y de las meras abstracciones. Al menos, sería muy difícil
abrir esa puerta. En efecto, el pensamiento hegeliano, en muchos sentidos,
se ha anticipado y ha abierto horizontes que todavía no se han transitado.
La cosa está ahí, aún por hacerse. Lo que surgió en aquella época, al calor de
una de las revoluciones más icónicas de todos los tiempos fue entrevisto, fue
expresado, pero luego o fue abandonado, o mal interpretado o combatido
con recelo y enterrado allí donde ya fuera impertinente hablar de algo así
como «dialéctica» o «espíritu», entre tantas otras cosas. En cierto sentido,
abrimos la puerta, pero apenas si pisamos el hall de entrada. Por eso es
que nos parece pertinente, más aún importante, entender qué fue lo que
surgió en aquella época tan curiosa, que permitió que hasta los liberales
y los moderados fueron hasta el último extremo para llevar adelante un
proyecto político, aprobemos o no tal proyecto; que aceleró la dinámica de
la historia a ritmos insospechados (la fisonomía del planeta ha cambiado en
200 años probablemente más que en todos los milenios precedentes); que
produjo una comprensión única, irrepetible y original, dueña de una jerga
que ha quedado verdaderamente enterrada e inexplotada, por más que
el argumento sea que «es anticuada»; que hizo que hasta un liberal como
Hegel, fuera él también hasta los últimos extremos de la razón para fundar
una nueva lógica y para reformular y fundar perspectivas originalísimas sobre
prácticamente todos los temas que ocupan al pensamiento. Los trastornos
producidos en aquel entonces fueron tales que han llevado a la exploración
y experimentación política, práctica y teórica, a extremos que no parecen
haber sido alcanzados en otra época, ni siquiera en períodos revolucionarios
álgidos. Lógicamente, una vez alcanzados tales extremos, el recuerdo de su
existencia lo hace difícil de reeditar.
Producto y productor eminente de la era moderna es Immanuel Kant.
Gigante sombra sobre la que se tallan las tribulaciones hegelianas. Y una
de las claves kantianas es la separación tajante de la filosofía teórica y la
filosofía práctica. Centrado en la primera, Don Emanuel cambia la pregunta
fundamental de la filosofía de «¿qué es el ser?» a «¿cómo es posible el
conocer?”. En este lado del problema, Hegel es uno de los que recoge el
guante y propone una forma de conocimiento conceptual, donde el ser
queda definido no como sustancialidad sino como actividad. Una hipótesis de
lectura posible es que Hegel busca continuar (y superar) el giro copernicano
que Kant anuncia, cuando este último propone una síntesis que lidie con el
escepticismo del empirismo a la Hume y del dogmatismo presente en los

170 dialéktica
racionalistas. En la disputa política de la Realidad el pensamiento hegeliano
nos brinda una complejización conceptual de lo real como producto
conceptual, haciendo hincapié en las críticas internas como nodales. Esto no
acota ni implica que la obra hegeliana deba ser leída en clave epistemológica,
pero sí en tanto que se encarga de discutir de manera interna los límites
y las posibilidades del conocer. En este sentido, la propuesta parece ser el
abandono (¿o superación?) de la lógica tradicional para adentrarnos en el
mundo de la dialéctica, buscando contextualizar el concepto y estableciendo
cómo sus propias limitaciones son las que empujan a su desarrollo, y las
determinaciones y su contenido van mutando. Son aquellas preguntas que
el concepto no puede ni eludir ni responder las que lo empujan a superarse.
La relación sujeto-objeto es planteada como una unidad internamente
diferenciada, y su pretensión de universalidad parece estar en empujar al
concepto más allá de sus propios límites. En el contextualizar e historizar
el concepto surge un concepto, a su vez, de tiempo inmanente, interno. No
es una temporalidad externa e impuesta, sino que surge desde su misma
internalidad.
Dicho esto, decanta que Hegel exige a su concepto que desborde el
problema epistemológico. Él sabe que el aspecto gnoseológico del nacido en
Königsberg es solo la primer parte del cuento. Y el mismísimo Kant nos lo dice
cuando, dos años antes de la Revolución francesa, escribe en el «Prólogo» a
la segunda edición de la Crítica de la razón pura: «Debí, por tanto, suprimir
el saber, para obtener lugar para la fe». Pérez Soto señala que en esta frase
se condensa el ánimo kantiano por hacer coincidir la moralidad de la práctica
con una idea radical de libertad. Una cosa es lo que podemos conocer, otra en
la que podemos creer. Una cosa es la tierra de los fenómenos determinados
por la acción formadora de la subjetividad trascendental, otra el ámbito
de los noúmenos indeterminados, contenidos puros incognoscibles. Una
cosa es el dominio limitado del conocimiento, otra el firmamento donde se
mueve ilimitadamente el imperativo categórico. Límites al saber, larga vida
a la fe. Este dualismo kantiano está contenido en dos de sus obras cumbres:
la filosofía teórica en la Crítica de la razón pura y la filosofía práctica en la
Crítica de la razón práctica. Pero el propio Kant presiente la consecuencias
de este quiebre e intenta componerlo en la Crítica del juicio, en la que, señala
Pérez Soto, nos entrega «mostraciones» (no demostraciones) de que, en
perspectiva, la acción moral es posible en la realidad.
En estas coordenadas de problemas, como ya dijimos, está Hegel.
Y son contra los cuales pensará y argumentará a lo largo de toda su vida.
Pérez Soto los sintetiza en tres cuestiones que son los efectos de unilaterizar
las bifurcaciones kantianas: el carácter abstracto de la ciencia newtoniana;

dialéktica 171
la incapacidad de la ética de Kant para intervenir en la realidad; las
ingenuidades y las amenazas latentes en el irracionalismo. Para Pérez Soto,
son estos los problemas que Hegel busca atravesar con su Lógica, con su
Fenomenología. Ambas latiendo desde y hacia una política que pueda y sepa
combinar la autonomía del ciudadano con un sentimiento de comunidad.
Ese horizonte filosófico y político suscita en Hegel la elaboración de algo
que ya mencionamos: una nueva lógica completamente no convencional,
una lógica ontológica que dé cuenta de que el ser no está dado sino que es
un hacerse-ser mediado constitutivamente por la negación, por el accionar
de la negación. De modo que la tensión y la violencia que conlleva la
negatividad no son atributos o propiedades -que podrían no poseerse- sino
determinaciones constitutivas del ser, su nervio esencial. Con estas notas es
posible pensar no un ser que deviene -como si pudiese no hacerlo- sino el ser
como el devenir del devenir. Esa lógica ontológica, lee Pérez Soto en la obra
hegeliana, se muestra fenomenológicamente en lo social y concretamente
en la historia humana. El concepto hegeliano, su lógica ontológica horada el
limitado problema epistemológico para absorber y producir dentro de sí la
totalidad de la experiencia humana.
Pero si el lector de estas líneas -y de las de Pérez Soto- se encogiera
farisaicamente de hombros ante los problemas que aquejaban al fulano este
de Hegel, o si se desentendiera diciendo que en este naciente siglo XXI las
cosas ya lejos están de esos enredos del delirante idealismo alemán, nos
vemos obligados a recordarle las palabras del sátiro de Horacio: Mutato
nomine de te fabula narratur! (para la traducción, lea el subtítulo que sigue.
Gracias).

¡Bajo otro nombre, a ti se refiere la historia!

Vale la pena detenerse en Hegel porque las dicotomías y las unilateralizaciones


que entrevió, perviven, los problemas que afrontó son actuales. Pérez Soto
señala la continuidad de la ciencia abstracta en la prepotencia de las ciencias
naturales aplicadas sobre el hombre (etología, psiquiatría, determinismo
genético, etc.). En segundo lugar, en la insistencia del idealismo ético -con
aroma kantiano- en los formalismos jurídicos que tanto buscan las condiciones
de posibilidad del diálogo social y que, por eso mismo, nunca logran incidir
en el vendaval del mundo político real. También el irracionalismo y el
sentimentalismo prolongado en vanguardias artísticas ensordecidas en el
canto a la fragmentación y la diferencia abstracta. En una actualidad donde la
mayoría de las «ciencias sociales» carecen de un cuerpo teórico establecido
o si lo tienen, no existe un consenso en cómo dirimir entre distintas escuelas

172 dialéktica
de pensamiento; Hegel plantea una forma-acción de comprender-crear la
realidad que permite abrir nuevos horizontes de discusión. Es por esta que
Pérez Soto no duda: durante los siglos XIX y XX ha renacido Kant una y otra
vez. Los «constructivismos» de las ciencias sociales conservan la noción
de una realidad indeterminada (nouménica) más allá del conocimiento
posible y de un objeto determinado social y culturalmente. En esa senda, los
formalismos lingüísticos sedientos de cientificididad, dejan el referente del
significado en las tierras inanes de lo indeterminado y se regodean en reducir
la significación a la articulación de significantes vacíos. La deriva política de
este gesto, Pérez Soto la suelta en una nota al pie con una sutil crítica al
reformismo de Laclau (uno de los legitimadores de los neo-populismos que
se han paseado por América Latina en estas últimas décadas). La filosofía
(llamada) contemporánea no es ajena a la vitalidad kantiana. Su legado
está enredado en la raíz del llamado «giro lingüístico» que monopoliza la
producción filosófica profesional hace casi un siglo y es el piso común de lo
que se pretende diverso y hasta contrapuesto. Nos referimos a la filosofía
analítica (se puede mencionar sin dudas al Wittgenstein del Tractatus) y a la
llamada filosofía continental (y viene a la mente el díctum heideggeriano: «el
lenguaje habla al hombre»). Y apuntamos que nos recuerda mucho a Kant
la elocuencia cientificista de las Economics en el inerte desafío porque los
números cierren, porque las cuentas den aval a la noción de competencia
perfecta y de equilibrio general. Por último, y no por eso menos importante,
mencionemos un corolario -quizás- inevitable de la limitación kantiana de lo
cognoscible. Cuando la razón queda afincada tras sus propios límites, el vasto
océano que la circunda, las inconmensurables arenas de lo indeterminado
trocan en tierra fecunda para la irracionalidad y el fanatismo sin concepto
que dirige la fe. Y en ese saco cabe tanto el extremos de la violencia
protofascista en nombre de la divinidad de turno como la más moderada e
irreflexiva pasionalidad que suele primar en la real politik (y que tiene uno
de sus picos de exhibición en las elecciones de representantes para que
gobiernen y decidan por nosotrxs mismos). En una palabra, la imposibilidad
de conocer lo indeterminado nos conduce a la fe. Y como la fe no es una sola,
las veces que entre los diversos credos hay disputa, ninguna tiene primacía
«de derecho» y sólo puede resolver la fuerza (… de la billetera).
       
Incipit Hegel

Si perviven los problemas que Hegel afrontó con su filosofía, merece la pena
-por lo menos- acercarnos a Hegel. Por eso la lectura perezotiana permite
ver un Hegel con un proyecto político, quizás, ingenuo. Pero nuevamente: en

dialéktica 173
la época tan curiosa que le tocó vivir, hasta un «ingenuo» como Hegel pudo
ir a los extremos de la modernidad y, a su manera, superarla. Nos toca ver a
«nosotros», los modernos del siglo XXI, qué hacer con eso. Y he aquí que se
dibuja un segundo elemento de la invitación de Pérez Soto. La continuidad
problemática permite comprender que el espíritu del libro es político. En
esto es explícito. En concreto: a nuestro autor le interesa conocer la filosofía
de Hegel para comprender su potencia política. Y más concretamente aún: le
interesa la significación política de Hegel porque puede ser útil para pensar y
leer a Marx. Empatizamos con su horizonte de trabajo, también encontramos
fértil la relación entre Hegel y Marx para la actualidad, para la crítica de la
sociedad capitalista, para horadar el buen sentido que conserva el orden de
cosas tal como está siendo, para hacer tropezar la servidumbre voluntaria.
Pero empatizamos aún más con el modo en que trabaja en esas
coordenadas y transita hacia ese horizonte. Nuestro autor elude tanto
la opción de repetir como un mantra la letra de Marx como la opción de
aggiornarlo con las teorías, pensadores, tradiciones, etc., forjadas durante
el siglo XX y que también han hecho del malestar de la modernidad, del
capitalismo la piedra de toque de su hacer teórico, político, etc. No. Pérez
Soto ensaya otro camino. Para potenciar la crítica marxiana a la sociedad
capitalista, hay que ir a Hegel. No ir ver los comentarios o las críticas
explícitas de Marx a Hegel, o buscar la isomorfía entre la Ciencia de la
lógica y El capital (tarea profunda y por demás potente), o para ver cómo
hay que darle la vuelta y poner de pie al amo y señor de la dialéctica. No,
nada de eso. Su camino es un tanto más original. Va hacia Hegel y se demora
allí. El primer paso es la inmersión en Hegel. El gran idealista alemán para
acicatear al barbudo de Tréveris, sí. Pero a no apurarse. Pérez Soto nos invita
a detenernos en Hegel, a rumiarlo, a masticarlo. Parafraseando a Carlos «en
este libro, el tema no es Marx, ni la relación de Hegel con Marx (...). Acá
el asunto es Hegel». El duro trabajo del concepto. Primero hay que tener
una idea directa y clara de quién es el Hegel filósofo. Luego, como dice el
mismo Pérez Soto, quizás podamos inventar una relación entre Hegel y Marx,
una relación no filológica, no académica sino política, que permita atravesar
los problemas que constituyen nuestra vida en la sociedad capitalista. No
hay atajos, si lo que queremos intentar es que el espíritu de Hegel colme de
nuevos bríos ese -otro- perro muerto que hacen de Marx tanto los «críticos»
como los apologetas.
Vamos con Pérez, entonces. Acerquémonos a la oscuridad hegeliana,
merodeemos en las inasibles tierras de la dialéctica.

J.M. Berridi, S.J. Souilgnac y J.A. Riggio

174 dialéktica
Realidad de la ficción, ficción de la realidad: 
Breaking bad1

La primera escena de la serie parece la última: Walter White, en el desierto, al


lado de una casa rodante chocada, sin pantalones, con alguien que después
sabremos que es Jesse Pinkman inconsciente en el asiento de acompañante
y dos cuerpos aparentemente muertos dentro del vehículo, graba un video
en el que se despide de su familia, toma un arma y apunta en la dirección
de unas sirenas que se acercan. En Breaking Bad todo capítulo parece ser el
último: el espectador es colocado en el lugar de su protagonista,  que decide
hacer un cambio de vida ante la inminencia de su muerte a causa de un cán-
cer de pulmón. Todos los capítulos se estructuran sobre el movimiento que
se traza entre el peligro de muerte inminente y la sobrevida posterior (de
los protagonistas, de la serie, del espectador en tanto espectador). Quizás el
principal procedimiento narrativo de Breaking Bad es la no correspondencia
entre su trama y su argumento, es decir, entre el tiempo cronológico y su
presentación ficcional, con el flashforward y las elipsis como procedimientos
claves para la generación de la intriga. Prácticamente todos los capítulos
comienzan con una escena que lleva a que el espectador se pregunte: ¿por
qué se llega a eso?, ¿cómo se sale de eso?  Breaking Bad es un constante
desafío a la muerte.

1
Breaking Bad es una serie de televisión financiada por Sony Pictures, que cuenta con 62 epi-
sodios de aproximadamente 45 minutos de duración, distribuidos en cinco temporadas, emiti-
das entre 2008 y 2013. Fue rodada y ambientada en Albuquerque (Nuevo México – EEUU). Su
creador es Vince Gilligan, y, junto con él, cuenta con una gran cantidad de otrxs directores y
guionistas. (Fuente: Wikipedia.)

dialéktica 175
II
La segunda escena ocurre tres semanas antes de la primera, en la mañana
del cumpleaños cincuenta de Walter White. Durante el desayuno, su mujer
le pide que salga a horario del trabajo porque no quiere que «lo exploten».
Su hijo, se queja de que no se pudo bañar con agua caliente, pide que hagan
caso a sus reclamos y cambien el termotanque. También protesta porque en
su plato no hay panceta, sino una imitación vegetal para «reducir el coleste-
rol», según dice Skyler, su madre. «Cométe eso», cierra Walter. El trabajo (la
producción y la reproducción), el consumo y las relaciones que se traman (el
poder, los afectos) en torno de ellos: en Breaking Bad todos los elementos de
la serie están dispuestos desde el comienzo.

III

La tercera escena nos muestra a Walter White en uno de sus trabajos: do-
cente de escuela secundaria. Inicia la clase preguntando a sus alumnos qué
estudia la química. «Es, técnicamente, el estudio de la materia, pero yo pre-
fiero verla como el estudio de los cambios», se responde. Walter continúa su
explicación, mientras la ejemplifica frente a un mechero de gas encendido:
«Los electrones cambian su nivel de energía, las moléculas cambian sus enla-
ces, los elementos se combinan y se transforman en compuestos».  «La vida
misma», concluye. «El ciclo solución, disolución, una y otra vez, crecimiento,
descomposición y transformación.» «Es realmente fascinante», afirma. Le-
vanta la vista y nadie parece escucharlo. En el fondo del aula, un estudiante
se cambió de lugar y charla con su novia. Walter lo obliga a volver a su banco.
Rompe el enlace. Es posible ver Breaking Bad como una clase de química,
como el estudio de la materia (humana) y de sus cambios.

IV

La cuarta escena nos muestra a Walter White en su otro trabajo: cajero en un


lavadero de autos. Su jefe, ante la falta de personal de lavado, lo obliga a de-
jar la caja e ir a encerar cubiertas. Arrodillado, escucha unas risas: las gomas
del auto deportivo que encera son del estudiante que, horas antes, había
retado. Su novia, que está hablando por teléfono, cuenta entre risas la nove-
dad. Las relaciones de poder (quién fue obligado por quién a hacer qué) se
alteraron. Los mismos elementos dispuestos de otra manera generan otros
efectos. La constante es el trabajo como una forma de humillación. Pero la
humillación no se limita al marco laboral, sino que también se presenta en
el ámbito familiar. Ese mismo día, en su fiesta sorpresa de cumpleaños, su
176 dialéktica
cuñado Hank Schraeder, agente de la DEA, se ríe ante todos del «gran ce-
rebro» de Walter que parece haberle servido de poco, mientras miran por
televisión un operativo que él comandó en el que desbarataron un labora-
torio de metanfetaminas e incautaron aproximadamente 700 mil dólares. El
pensamiento y la acción, la razón y la violencia. Con ironía, lo invita a par-
ticipar de algún operativo futuro, «así le pones pimienta a tu vida». Al día
siguiente, Walter se desmaya en el trabajo, se hace los controles necesarios,
y los médicos le informan que tiene cáncer de pulmón, no quirúrgico y que,
si la quimioterapia funciona, le quedan como máximo dos años de vida. Al
otro día, Walter participa del operativo antidrogas al que lo había invitado su
cuñado y descubre que el jefe del laboratorio clandestino de metanfetamina,
quien logra escapar, es un ex-alumno que dejó el secundario, Jesse Pinkman.
Esa noche, lo busca en su casa y lo extorsiona: o acepta ser su «socio» en la
distribución de la metanfetamina que Walter va a producir, o lo entrega a la
policía. Si la química (los vapores de los compuestos) enfermó a Walter, la
quimioterapia se muestra como la manera de alargar su sobrevida y el labo-
ratorio clandestino como la forma de garantizar la vida de su familia luego
de su muerte. En Breaking Bad, todo se invierte, la ironía se torna literal:
Walter le agregará pimienta a su vida, como si ya fuera el cocinero que va a
comenzar a ser.

Luego de la primera cocción de Walter, en el desierto, en la casa rodante,


Jesse exclama al ver su producto: «Esto es arte, eres un artista». Walter, lue-
go de una vida en la que parece haber sido más objeto que sujeto, decide
convertirse en creador. Pero esta decisión parece no ser libre. Toda la serie
se muestra como una reacción en cadena de esta decisión ante la inminen-
cia de la muerte. Memento mori. El problema parece ser en qué medida las
fuerzas que desata no son más fuertes que él. Breaking Bad es un policial
(la historia de un delito entramada con la historia de la investigación de ese
delito) pero también es una tragedia.

VI

La segunda escena que nos muestra a Walter dando clases aborda el pro-
blema de la quiralidad química. Una molécula puede presentarse bajo dos
formas simétricas, en espejo, pero que, no obstante, producen efectos dis-
tintos, potencialmente contrapuestos. Si la Talidomina, en una de sus formas
evita las náuseas de las embarazadas, bajo la otra provoca malformaciones

dialéktica 177
congénitas de los embriones, explica. Lo bueno y lo malo, concluye White,
pueden ser dos polos de lo mismo. El problema son los enlaces de sus ele-
mentos. El cambio que opera Walter en su vida puede entenderse como un
problema de quiralidad. Si en la clase anterior las variables para comprender
el cambio eran los niveles de energía y las relaciones entre elementos, Wal-
ter decide liberar energías contenidas en él y generar nuevos enlaces. Fuer-
zas productivas y relaciones de producción: problemas de ensamble. ¿Qué
tipo de relaciones de producción permiten qué tipo de liberación de fuer-
zas productivas? Breaking Bad es el movimiento de un gran experimento, el
relato del pasaje de una potencia a su acto.

VII

Walter sabe producir metanfetamina, pero no sabe ponerla a circular. Su vín-


culo con Jesse Pinkman le permite formar una sociedad en donde el ciclo
producción-circulación pueda ser eficaz. Pero, casi de manera inmediata, se
presentan obstáculos para la realización de este ciclo: el anterior cocinero de
Pinkman, liberado bajo fianza, y su primo, un distribuidor local, Krazy 8, sos-
pechan que Jesse pudo haberlos delatado a la DEA. La manera que encuen-
tra Walter para que no los asesinen es mostrando su potencial de cocinero-
artista: mientras les enseña su supuesto proceso, en realidad los sorprende
generando un humo tóxico que mata a uno de ellos y deja inconsciente al
otro. Salen de un problema que les permite mantener su vida y reiniciar el ci-
clo producción-circulación, pero bajo el marco de un problema mayor: ¿qué
hacer con Krazy 8, que aún está vivo? Esta estructura se repite en toda la
serie, en ciclos cada vez más amplios, más complejos y más profundos. Wal-
ter se vuelve imprescindible, junto con Jesse, para los distribuidores, por ser
trabajadores irremplazables, por la calidad de su producto, pero, al mismo
tiempo no puede dejar de entrar en contradicción con ellos. Se produce más
de lo que se puede poner a circular, se necesita poner a circular más de lo
que se puede producir. Los momentos críticos de Breaking Bad son, en gran
medida, crisis de producción.

VIII

Walter y Jesse intentan solucionar las crisis de producción y alcanzar su au-


tonomía convirtiéndose en sus propios distribuidores, generando su propia
red de ventas. El éxito relativo los empuja a ampliar su territorio. A las sema-
nas, Combo, uno de sus dealers, aparece asesinado en la esquina en donde
vendía, a manos de un niño. Otra organización, más grande y más fuerte, no

178 dialéktica
acepta intromisiones. Walter y Jesse dejarán de trabajar para sí mismos y
trabajarán para Gustavo Fring. El capital mayor subsume al capital más chico.
Los momentos críticos, en Breaking Bad, en gran medida son conflictos de
competencia.

IX

Walter y Jesse, en potencia y en acto, pueden producir y hacer circular me-


tanfetamina por su cuenta (el problema fue la escala) pero Gustavo Fring
necesita de ellos para contar con una sustancia de esa pureza. Walter y
Jesse se transforman en sus trabajadores. Walter, Jesse, Gustavo: Breaking
Bad puede verse, también, como un relato en escala de las inflexiones de
la lucha entre el capital y el trabajo. Que la necesidad no sea por completo
especular les permite, en muchas situaciones, a Walter y Jesse mantenerse
en vida. Gustavo Fring va a intentar reemplazarlos por un trabajador más
dócil, el químico Gale Boetticher, para luego matarlos. A menos que Walter
y Jesse logren matarlos antes.   Breaking Bad, nos lo anunció desde el co-
mienzo, se estructura en torno de las preguntas sobre la muerte: ¿por qué
estás dispuesto a matar?, ¿por qué estás dispuesto a morir?, ¿cómo estás
dispuesto a morir?

Walter dice que hace lo que hace por su familia: su esposa y sus hijos. Jesse
pide como condición antes de trabajar para Gustavo que sus distribuidores
dejen de usar a niñxs. Más adelante, entrará en crisis al pensar en que el
hijo de Andrea, una de sus ex-parejas, y primo del nene que mató a Combo,
pueda estar en riesgo por su actividad. Mike Ehrmantraut, el principal brazo
armado de Gustavo, hace todo por su nieta. Lxs niñxs parecen ser el límite y
el objetivo. Lxs niñxs parecen ser, en los dos sentidos, el fin. Lxs niñxs, pura
potencia. En un episodio, antes de ir a ver a Jesse, con el que estaba distan-
ciado, Walter pone de costado en la cuna a su beba dormida. En ese momen-
to, Jane –una pareja de Jesse que, desde la perspectiva de Walter favoreció
que él volviera a consumir drogas–, le explica que luego de consumir heroína
tiene que dormirse de costado, para evitar asfixiarse con su propio vómito.
Walter ingresa a la casa de Jesse y lo ve dormido junto a Jane, luego de haber
consumido. Jane está boca arriba, atragantándose con su propio vómito. En
una escena de quiebre, Walter, como solución final para alejarla de Jesse, la
deja morir. El consumo de drogas, en Breaking Bad, se muestra como una
forma (fallida) de retornar a la infancia.

dialéktica 179
XI
El adicto es el consumidor perfecto. Vive para consumir, necesita consumir
cada vez más. Está dipuesto a morir para consumir, está dispuesto a morir
por el consumo. Walter produce metanfetamina con una pureza del 99%.
Los personajes que la prueban, estallan en intensidad: su consumo libera
energía. Los personajes que consumen droga, como los espectadores impli-
cados en Breaking Bad, intentan encontrar en su consumo la intensidad que
la vida ya no tiene, una intensidad añorada. La intensidad de las experiencias
de la infancia. Breaking Bad  busca generar adicción: cada capítulo supera
el nivel de intensidad del anterior, al poner a sus personajes en situaciones
límite y al sacarlos para volver a ponerlos en situaciones aún más extremas,
cuando parecía imposible. Breaking Bad intenta producir al espectador en
tanto adicto, intenta producir al espectador-consumidor perfecto.

XII

Breaking Bad reformula la antigua sentencia romana, base de la


institucionalidad occidental, aut consiliis aut ense. O por consenso o por la
fuerza. Por momentos, no importa para la supervivencia de los personajes
quién tiene razón, importa quién logra aparentar que la tiene, para lograr
el acuerdo más conveniente. En la realidad de Breaking Bad, gana quien
logra crear mejores ficciones. Pero, por momentos, no importa quién logra
aparentar que tiene razón, importa quién tiene la fuerza. Breaking Bad es
un constante desafío de inteligencias, es un constante desafío de violencias,
es un constante desafío entre la inteligencia y la violencia. Pero este desafío
también es hacia el espectador. Los flashforward, las elipsis, desafían nues-
tra inteligencia, son una forma de violentar nuestra capacidad inductiva. El
espectador sabe que no va a poder adivinar cómo se da el pasaje entre la
última situación conocida y la situación futura adelantada, pero lo intenta,
porque sabe que tiene todos los elementos a la vista para hacerlo. Y tampo-
co puede dejar de imaginar qué puede ocurrir en el futuro del futuro pre-
sentado, qué pudo haber ocurrido en el medio. Breaking Bad, así, intenta
producir al espectador-productor perfecto.

XIII

El  holding al que pertenece Los pollos hermanos, la empresa de comidas


rápidas que le sirve a Gustavo para distribuir la metanfetamina y lavar sus
ganancias, es alemán. Los comentarios racistas, en Breaking Bad, son sutiles
pero continuos. Todos los integrantes de la última banda a la que acude Wal-
180 dialéktica
ter, y con la que luego debe enfrentarse, tienen tatuadas esvásticas. Durante
la Segunda Guerra Mundial, se les suministraba a los soldados nazis y japo-
neses metanfetamina: bienestar general, euforia, aumento de la concentra-
ción, ausencia de apetito, eliminación del sueño. Luego de su finalización,
los stocks de droga fueron volcados al mercado, ya sea para el tratamiento de
la obesidad, de trastornos de déficit de atención, de afecciones respiratorias.
Los «buenos», en la serie, son blancos. Los «malos», negros, latinos. Brea-
king Bad expone, de manera sutil y contundente, la consustancialidad entre
el capitalismo y el nazismo. Su sobrevida.

XIV

Breaking Bad transcurre en Nuevo México, estado de frontera. Walter White


decide pasar otra frontera, la de la ley. Breaking Bad, en gran medida, es un
western. Walter se vuelve malo. Al tiempo en que muestra la relatividad y
endeblez de los límites (geográficos, sociales, morales, subjetivos), Breaking
Bad evidencia su fuerza: los límites se pueden romper sin costo (y no  pue-
den dejar de romperse), siempre y cuando parezca que no se lo ha hecho.

XV

Walter White no deja de repetir, cuando tiene que dar explicaciones, que
decidió romper los límites por su familia, por sus hijos. En el último diálogo
que tiene con Skyler, parece que va a volver sobre esta frase hecha. Skyler
lo interrumpe, pero Walter continúa: «todo lo que hice, lo hice por… mí».
«Me sentía vivo», dice Walter. En una de sus reuniones de ayuda a adictos
en recuperación, Jesse cuenta que un profesor de secundaria de carpintería,
le rechazó una caja por estar mal hecha y le preguntó: «¿esto es lo mejor
que podés hacer?». Jesse dice que hizo una y otra vez la caja hasta que le
quedó perfecta. La presentó y se sacó la máxima nota. Luego, cambió esa
caja por droga. Como toda tragedia,  Breaking Bad expone el movimiento
de una búsqueda de saber, de una búsqueda de reconocimiento. Y de sus
consecuencias.

XVI

Breaking Bad juega con los nombres. En la placa que inicia cada capítulo las
primeras dos letras de cada palabra («Br» y «Ba») se presentan como las
de los elementos químicos de la tabla periódica. Walter: nombre de origen
germánico, «comandante de ejército». White: blanco, puro. Sus iniciales son
las de Walt Withman (hombre blanco), autor de Hojas de hierba, libro que

dialéktica 181
Gale le regala a Walter y que será la clave para que Hank lo descubra. El
poema que Gale le recita a Walter, y que cita en su dedicatoria del libro,
pone en tensión el saber científico con la experiencia directa de la natura-
leza. Walter toma como pseudónimo Heisenberg, apellido del químico ale-
mán que postuló el principio de incertidumbre, la mecánica cuántica. Y que
participó del nazismo: no se sabe qué responsabilidad tuvo en que Hitler no
dispusiera de una bomba atómica, retardando probablemente las investiga-
ciones. Jesse: asociado, en la serie, más de una vez con Jesse James. Pink-
man: hombre rosa, como el color de la solución con que se inicia el proceso
de producción de metanfetamina. Rosa: mezcla de rojo (sangre, violencia),
con blanco (white). Skyler, esposa de Walter. Sky, «cielo». La metanfetamina
que produce Walter se distingue por su color, azul. Walter más de una vez,
cuando tiene que pensar, se sienta, de noche, junto a la piscina, ilumina-
da, azul. Se sienta a pensar en la noche como el sujeto lírico del poema de
Withman. Hank Schraeder, su cuñado, miembro de la DEA, quien perseguirá
a Walter y funcionará en grandes pasajes como su opuesto. Hank: madeja.
Schraeder (del alemán): sastre. Hank se ocupa de desenmarañar la madeja
de pistas, de unir las partes para reestablecer un todo (como un sastre). Su
esposa, hermana de Skyler, ama el violeta (azul y rojo). Y se puede seguir.
Gustavo (¿por gusto, sabor?) Fring (¿por borde, límite?). Gale (¿vendaval?)
Boetticher (¿boticario?) Breaking Bad teje un mapa de nombres, colores y
sus combinaciones. Ya nos había dicho Walter, las leyes de la química son
las mismas que las leyes de la vida. Breaking Bad, en tanto ficción, lleva en
sí misma sus protocolos de sentido. Como la realidad, como la vida misma.

XVII

En Breaking Bad la producción y la circulación son cosa de hombres. Walter


quiere garantizar la reproducción futura de su familia, pero la reproducción
presente es cosa de Skyler: en casa de los White –el cocinero-artista– es
Skyler quien cocina. White idealiza e intenta proteger a Skyler y a sus hijos. Y,
al mismo tiempo, White dejó morir a Jane por ser mala influencia para Jesse.
En Breaking Bad, para los hombes las mujeres son ángeles o demonios, pero
nunca iguales.

XVII

En el primer capítulo, Walter White, en el desierto, una vez que descubre


que las sirenas eran, no de la policía, sino de camiones de bomberos que
iban a apagar un incendio que ellos desataron, pone el arma en su garganta,

182 dialéktica
apuntando hacia su cabeza, y gatilla, pero el disparo no sale. El arma falla. En
el último capítulo, Walter muere a causa de una bala de una ametralladora
que él mismo programó para que dispare automáticamente y así matar a la
banda que le había robado su dinero. Antes de que se desate la balacera,
Walter se tira sobre Jesse, para cubrirlo. Walter trata a Jesse, a lo largo de la
serie, como si fuera su hijo. De hecho, bajo el efecto de calmantes, en otra
ocasión, a su hijo, Flynn, le dice Jesse. En los últimos capítulos, se repite una
discusión entre Walter y Jesse, en el que Jesse lo interroga, con furia: «¿Para
qué hacés todo esto? ¿Por dinero? Ya lo tenés.» Jesse rechaza la parte de su
cobro que le corresponde de la última operación. Está manchada de sangre,
dice. Una noche, sale con su auto, y comienza a tirar por la ventanilla esos
5 millones de dólares que tiene en un bolso, sobre el asiento de acompa-
ñantes. En otra discusión con Jesse, Walter responde: «Si podés hacer más
dinero, ¿por qué no hacerlo? Quiero un imperio». La lógica del capital cap-
tura a Walter. Jesse tiene un resto. Jesse parece que va a terminar sus días
en las peores condiciones en que puede estar un trabajador: confinado en
un sótano por la banda neo-nazi, sujeto a maltratos, encerrado, solo, redu-
cido a mero apéndice del laboratorio en que produce metanfetamina. En
el final, Walter ayuda a Jesse a liberarse y muere por su propia bala. Jesse,
con su cara cruzada de cicatrices, luego de ultimar a quien oficiaba como su
carcelero, vive. 

Esteban V. Da Ré

dialéktica 183
Agenda y actividades

Talleres de lectura y autoformación

El Capital, de Karl Marx


Desde 1998 se vienen desarrollando Grupos de Lectura de El capital, comenzando cada año
por el Tomo I, en reuniones quincenales, hasta terminar la obra completa. Se desarrolla de
marzo a diciembre, con un receso durante el mes de julio. Este año 2018 ha comenzado la
lectura de la obra un nuevo grupo, que se reúne los días sábados catorcenalmente, de 15
a 17:30 hs. en el aula 237 de la FFyL (Puán 480, 2do. piso). (UBA)
tallerdelecturadeelcapital@yahoo.com.ar
www.talleresdelecturadeelcapital.blogspot.com
facebook Carlitos Marx

Ciencia de la lógica de G.W.F. Hegel


Esta actividad se origina en la inquietud de algunxs compañerxs que hace un tiempo
venimos participando de espacios de autoformación en torno a El capital (Crítica de la
economía política) de Karl Marx. Esa lectura nos ha motivado sospechas sobre la relación
entre el barbudo de Tréveris y Hegel y nos ha disparado unas cuantas preguntas: ¿qué
es la dialéctica?¿qué de Hegel hay en Marx? ¿hay una mero «coqueteo» en el modo de
expresarse? ¿se trata simplemente de darle vuelta y poner la dialéctica sobre sus pies?
¿qué significa eso?¿qué implicaría pensar dialécticamente la realidad hoy? Estas y otras
preguntas que vayan surgiendo guiarán nuestro recorrido que pretende, a partir de una
lectura colectiva, profundizar directamente en este libro hegaliano. Por eso, y más allá del
origen de esta iniciativa, nos permitimos enfatizar en que no son necesarios conocimientos
previos ni nada por el estilo para sumarse. Sólo se necesitan ganas para enredarse en las
aventuras de la dialéctica.
Cualquier consulta escribir a: joveneshegelianxs@gmail.com

Fundamentos del Pensamiento contemporáneo


En el año 2000 nos convocamos con el proyecto de rastrear los orígenes y efectos del
uso recurrente de nociones y categorías filosóficas dentro de los discursos políticos
militantes en circulación. Durante 2013 abordamos el problema de la subjetividad desde
el punto de vista del psicoanálisis militante (Wilhelm Reich, René Lourau, Félix Guattari).
En el 2014 trabajamos el problema de la violencia política: de la lucha armada a la vida
cotidiana. En 2015​ nos sumergimos en las co-implicaciones recíprocas entre afectividad
grupal y organización política. Dedicamos 2016 al estudio del Tratado de las pasiones de
Descartes y a los primeros capítulos del Descartes político de Toni Negri. En 2017 la estrella
fue Maquiavelo y con él arribaremos a la autonomía italiana de los años setenta. Estas a
tiempo de anotarte en esta gesta.
fpcontemporaneo@gmail.com

184 dialéktica
Obra de Deleuze
Invitamos a leer la obra de Gilles Deleuze los sábados, cada dos semanas, de 14:00 a
17:00, en la Facultad de Filosofía y Letras (Puán 480). Comenzamos en agosto de 2008
con el primer libro de este autor, Empirismo y subjetividad y, desde entonces, hemos leído
todos sus libros publicados hasta mayo de 1968. Durante 2017 abordamos los dos últimos
capítulos de El Anti-Edipo (Capitalismo y esquizofrenia I), ya que en 2016 trabajamos los
dos primeros. El trabajo consiste, básicamente, en leer línea por línea, en presencia, y
comentar colectivamente.
tlodeleuze.blogspot.com
tlodeleuze@gmail.com

Polética
Este grupo surgió de un curso de «Problemas Especiales de Ética»; de uno de sus
prácticos para ser más precisos. Cuando finalizaba el cuatrimestre de 2006, un grupo
de compañeros propuso leer y pensar las monografías que habíamos realizado. Luego
seguimos reuniéndonos interesados en el amplio y pretencioso eje de la relación entre
Ética y Política. Actualmente nos encontramos indagando la problemática del cuerpo en el
cruce entre la ética y la política.
maia.shapochnik@gmail.com
pol-etica.blogspot.com

Conjugando saberes
¿Medicina es curar la enfermedad o preservar la salud? ¿Es cierto que se medicalizó la
vida? ¿Cuáles son los determinantes sociales de la salud? ¿Es cierto que se medicalizó
la vida? ¿Cuáles son los determinantes sociales de la salud? Reflexiones de este tipo se
disparan un viernes, cada 15 días, entre residentes médicos y estudiantes de medicina,
filosofía y antropología. Acompañados por textos de Menéndez, Le breton, Good,
Almeida-Filho, Samaja, entre otros. Luego de hacer prácticas en distintos centros de salud
de capital y conurbano nos encontramos a pensar la medicina que se practica y la medicina
que queremos con un enfoque transdisciplinario. Si querés subirte a este colectivo de
discusión y acción comunicate a
conjugando.saberes@gmail.com

El Anti-Edipo(Capitalismo y esquizofrenia I)
Invitamos a leer la obra de Gilles Deleuze los sábados, cada dos semanas, de 14:00 a
17:00, en la Facultad de Filosofía y Letras (Puán 480). Comenzamos en agosto de 2008
con el primer libro de este autor, Empirismo y subjetividad y, desde entonces, hemos leído
todos sus libros publicados hasta mayo de 1968. Durante 2016 abordamos El Anti-Edipo
(Capitalismo y esquizofrenia I), primer libro que Deleuze escribió en colaboración con Félix
Guattari, justamente como balance y perspectivas en relación a los acontecimientos del
Mayo Francés.
tlodeleuze.blogspot.com
elantiedipo.blogspot.com
tlodeleuze@gmail.com

dialéktica 185
Mil mesetas (Capitalismo y esquizofrenia II)
En dos talleres de lectura de El Anti-Edipo decidimos, tras finalizar nuestra labor con
el bodoque que nos reunió, emprender el estudio del libro que le sigue. En un grupo
seguimos reuniéndonos los domingos y en el otro los viernes.
capitalismoyesquizofrenia@gmail.com

Géneros y Sexualidades
Desde finales del año 2009 nos reunimos los segundos domingos de cada mes con el afán de
problematizar colectivamente, bajo el gigantesco paraguas de «Géneros y Sexualidades»,
asuntos frecuentemente soslayados, que afectan no sólo a nuestras prácticas cotidianas
sino también a nuestro accionar político y se nos presentan como ineludibles. Este año
continuamos con la lectura de: «Cuerpos que importan» de Judith Butler.
tallerdegenerosysexualidades@gmail.com

Historia De La Sexualidad 3. La Inquietud De Sí, de Michel Foucault


En 2015 iniciamos la lectura del segundo libro «El uso de los placeres», en el que se produce
un reordenamiento de la obra para dirigir la mirada hacia la Grecia Antigua, buscando
analizar cómo llega a ser un problema las formas de placer entre los griegos, a partir de
los discursos prescriptivos tanto médicos como filosóficos que recomendaran moderación
y templanza en su ejercicio. Este año comenzaremos la lectura del tercer y último libro
escrito por Foucault, «La inquietud de si» (Historia de la sexualidad 3) en el que el autor
pondrá el acento en el progresivo pasaje hacia la constitución, durante el periodo imperial
helenista griego, de una moral sexual.2do. y 4to. sábado de cada mes, a las 15:00 hs. en
el Instituto de Formación Superior nº 39, Agustín Alvarez 1459 (y Maipú) - Vicente López.
capitalismoyesquizofrenia@gmail.com

Metafísica y política
Quienes impulsamos este el Grupo de estudios de metafísica y política (GEMP) estamos
interesadas/os en pensar condiciones (metafísicas/ontológicas) e implicancias (éticas/
políticas) de una perspectiva monista (unidad igualmente originaria del ser y el pensar)
en la que el ser es ser del devenir, a partir de la obra de Spinoza, de la obra de Hegel
y de Deleuze. Recientemente terminamos el trabajo con la Enciclopedia de las ciencias
filosóficas, de Hegel. El 2016 estudiamos la Lógica del sentido de Deleuze y en 2017
trabajamos con las clases sobre Spinoza que Deleuze dictó a fines de los años setenta y
principios de los ochenta.
metafisicaypolitica@gmail.com

Seminario Colectivo: De la mercancía al capital


Lectura in situ y línea por línea del Libro Primero (Tomo 1: vol. 1, 2 y 3) de «El Capital.
Crítica de la economía política» de Karla Marx. El nivel de conocimiento en la materia
no es excluyente. Se trata de compartir las experiencias y reflexiones. Los encuentros
son quincenales, los días martes (y hasta que terminemos) de 18:00 a 20:30 hs., en la
Biblioteca Popular Eduardo Martedi (Pasco 555, CABA).
Impulsa: Colectivo Marxtedí.
marxtedi2016@gmail.com

186 dialéktica
Espacios de producción de propuestas curriculares
Materia colectiva «Epistemología y Métodos de Investigación Social»
Originalmente como taller, luego como seminario durante 2006 («Conocimiento,
Verdad y Poder»), y desde 2008 como materia en la carrera de antropología de la UBA,
estudiantes, graduados y docentes de diferentes carreras a lo largo de 9 años y en forma
abierta venimos realizando esta experiencia de autogestión del conocimiento cuya
preocupación es la epistemología, intentando superar la «forma clase» y explorando
alternativas de evaluación. Este año además convocamos a la construccion de un nuevo
espacio de autoformacion con horizonte curricular y ampliamos nuestras miras generando
activaciones en la carrera de antropologia. Estamos actualmente revisando el programa
que trabajaremos en las aulas en el segundo cuatrimestre.
conocimientoverdadypoder@gmail.com / www.epistemologia.com.ar

Publicaciones
Eskalera Caracol - Revista de intervención y reflexión sociológica
Somos un colectivo universitario que nos proponemos intervenir en la producción de
conocimiento a través de la realización autogestiva de una publicación, haciendo énfasis
en el carácter colectivo de dicho proceso. Para esto funcionamos como un taller lectura/
escritura donde elegimos un tema para desmenuzar. Desde el año pasado estamos
instalados en Puan pensando en el rol que le caben a las emociones en la politica electoral,
en la construcción colectiva, en fin, en nuestras vidas. El nro 9 esta a punto de salir y en
breve iniciamos nueva conscripción de socios. Si queres subirte a Eskalera en su nueva
época no tenes mas que contactarte a
mecabes@yahoo.com.ar / www.eskaleracaracol.blogspot.com / fb: eskalera caracol

Amartillazos - Revista de filosofía, estética y política


Desde hace diez años venimos llevando adelante esta publicación en forma colectiva y
horizontal, pensando alternativas y nuevos horizontes a la producción de conocimiento
realmente existente. A mediados del 2014 editamos la número 7, tocante a la problemática
de la imagen y la representación. Con convocatoria permanente y abierta a integrar el
espacio, en 2016 publicamos el número 8 dedicado a la misma problemática de la imagen
pero esta vez en formato y estilo renovados. Además el problema del arte ya nos asedia
en la elaboración del número 9.
revistaamartillazos@gmail.com
https://revistaamartillazos.wordpress.com/

dialéktica 187
Números anteriores
Para el detalle del sumario de cada número consultar
www.revistadialektica.com.ar

NÚMERO 1 – JUNIO DE 1992: Editorial: Notas sobre una posible definición de


dialéctica. Dossier: Sobre Violencia.

NÚMERO 2 – OCTUBRE DE 1992: Editorial. Dossier: Las prácticas científicas


y sus condicionamiento sociales.

NÚMERO 3/4 – OCTUBRE DE 1993: Editorial. Dossier: Los intelectuales y el


poder.

NÚMERO 5/6 – SETIEMBRE DE 1994: Editorial. Dossier: Los intelectuales y


el poder/II.

NÚMERO 7 – SETIEMBRE DE 1995: Editorial. Dossier: Figuras de la


dominación de clase en la Argentina.

NÚMERO 8 – OCTUBRE DE 1996: Editorial. Dossier: Neoliberalismo: la


ofensiva del capital y el poder del trabajo.

NÚMERO 9 – OCTUBRE DE 1997: Editorial. Dossier: La reconversión


capitalista en la Universidad, la Educación y la Investigación científica y tecnológica.

NÚMERO 10 – JULIO DE 1998: Editorial. En torno a Marx, Engels y algunas


efemérides. Dossier: Dedicado a Milcíades Peña.

NÚMERO 11 – NOVIEMBRE DE 1999: Editorial: A diez años de.... Dossier:


100 Años de Ciencias Sociales en Argentina.

NÚMERO 12- PRIMAVERA 2000: Editorial. Dossier latinoamericano.

NÚMERO 13- INVIERNO 2001: Editorial. Dossier: Movimientos campesinos:


un debate actual y necesario.

NÚMERO 14- PRIMAVERA 2002: Editorial: Palabras introductorias.

NÚMERO 15- PRIMAVERA 2003: Diez años de Dialéktica:La Saga continúa.


Editorial Dossier: I- Representación, la proyección política de la guerra.

NÚMERO 16- PRIMAVERA 2004: Editorial: De cazadores de utopías, destinos


trágicos e intelectuales orgánicos. Dossier I: Universidad: una mirada sobre las
condiciones de (re)producción de la mirada. Dossier II: Filosofía y política en el
imaginario de la Modernidad.

188 dialéktica
NÚMERO 17- PREIMAVERA 2005: Editorial: Claro y distinto, distinto y
confuso, confuso y oscuro. Dossier: El problema de la organización en la política, el
problema de la política en la organización.

NÚMERO 18- INVIERNO 2006: Editorial: Es el capitalismo, estúpidos. Dossier:


Postales de Babel. Reflexiones acerca del lenguaje.

NÚMERO 19- PRIMAVERA 2007: Editorial: Octubre de 1917- Junio de 1918.


Más capitalismo y más reformismo. Notas para una editorial. Dossier: Derivas
políticas de la investigación universitaria.

NÚMERO 20- PRIMAVERA 2008: Editorial: La insoportable binariedad del ser


(capitalistas). Dossier: C. Castoriadis: actualidad de una problemática, problemática
de una actualidad.

NÚMERO 21- PRIMAVERA 2009: Editorial: Minima editorialis. Dossier:


Populismo(s): crítica del concepto y sus derivas.

NÚMERO 22- PRIMAVERA 2010: Editorial: Minima editorialis otra vez.


Dossier: Derechos Humanos: ¿Emancipación política o emancipación humana?

NÚMERO 23 – PRIMAVERA 2011: Editorial: Las cuñas de Hefesto (O «Es la


producción y la reproducción, “cumpas”...»). Dossier: Diez años del 19 y 20 de
diciembre de 2001: democracia, autoorganización, autogestión.

NÚMERO 24 – PRIMAVERA 2012: Editorial: Capital: ese brillante objeto del


deseo (O ¿por qué estamos tan a gusto con la explotación... propia y ajena?). 20
años de Dialéktica: La saga continúa... Dossier: Por qué, cómo y para qué nos
auto-organizamos en y contra el capitalismo.

NÚMERO 25 - OTOÑO 2013: Editorial: Para todos y para nadie. Hacia una crítica
de la subjetividad militante. Dossier: Política, subjetividad, deseo, autoconciencia.

NÚMERO 26 - PRIMAVERA 2014: Editorial: Continuidad de las partes. (De


algunos condicionamientos subjetivos y objetivos de la militancia anticapilasta
actual). Dossier: ¿Qué hacemos?

NÚMERO 27 - OTOÑO 2016: Editorial: Caute. De la acción y la pasión políticas.


Dossier: ¿Qué hacemos? - Elementos para una (auto)crítica de la izquierda autónoma.
Segunda entrega.

NÚMERO 28 - OTOÑO 2017: Editorial: El canto de la moneda - Representación


política y equivalente general - Dossier: A 150 años de El capital

dialéktica 189
Normas básicas generales
para la publicación en dialéktica

dialéktica es una revista autogestionada que trabaja por la


producción y socialización colectiva del conocimiento. Por ello es
independiente de las formas tradicionales de las producciones
académicas y no cultiva el clásico referato con doble anonimato.
Sin embargo, su Colectivo de trabajo resuelve el contenido de cada
número.

i. Alentamos el uso de lenguaje no sexista, ya sea bajo la forma de “x”,


“as/os”, “@” o cualquier otra.
ii. Los artículos tendrán una extensión máxima de 32.000 caracteres
con espacios (incluyendo notas y bibliografía). Las reseñas tendrán
como máximo 14.000 caracteres con espacios.
iii. La configuración de página será en A4, con márgenes de 2 x 2 x 2
x 2 cm.
iv. El cuerpo del artículo irá con fuente Palatino Linotype, tamaño 10,
justificado, a simple espacio, sin sangrías y con una interlínea entre
párrafo y párrafo.
v. El título irá en tamaño 14, centrado. Los subtítulos irán en tamaño
11, en negrita, alineados a la izquierda. Los epígrafes irán en tamaño
9, en cursiva, alineados a la derecha. El/la autor/a (autores/as) irá/n
en tamaño 10, centrados, después del título (sin ninguna referencia de
pertenencia).
vi. Las transcripciones textuales de más de dos líneas deben ir en
párrafo aparte, manteniendo el interlineado, en tamaño 9, sin comillas.
vii. Las notas al pié irán en tamaño 8, justificadas. Las normas para las
citas podrán tomarse indistintamente del sistema Harvard-APA o del
sistema tradicional francés. En caso de haber bibliografía, ésta irá al
final del artículo, de acuerdo con el sistema de citas elegido.

Envíos a:
dialektica@gmail.com
https://revistadialektica.wordpress.com

190 dialéktica
Esta número de dialéktica se terminó de imprimir en el mes de septiembre de
2018, en imprenta Tecno Offset, Araujo 3293, Villa Lugano, Ciudad de Buenos
Aires, Argentina.

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